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CONCEPCIÓN DEL SUJETO

Estamos habituados a utilizar la palabra sujeto, aunque aquí le otorgaremos un sentido


muy particular. En el lenguaje periodístico tiene una resonancia peyorativa: leemos por
ejemplo en la sección Policiales “Fueron detenidos dos sujetos, sospechosos de
haber...”
Si nos remontamos a su raíz etimológica, el término proviene del latín subjectum, que
significa debajo de, sujetado a.

Hablamos del sujeto cuando mencionamos la palabra subjetividad, vocablo que


remite a lo psíquico. Cuando decimos “ésa es una apreciación subjetiva” estamos
diciendo que alguien no está siendo objetivo, que antepone a la realidad su propia
opinión, sus ideas, sus sentimientos. Es decir que la subjetividad es la percepcion,
argumentos y lenguaje basados en el punto de vista del sujeto, influenciados por
intereses, y deseo de uno.
Ahora bien, existen distintos sinónimos que uno utiliza cotidianamente para referirse a
un sujeto: individuo, persona, ser humano, etc. Para ser estrictos, cada una de ellas
tiene un significado particular. Individuo (in-divi-duo) es un representante de la
especie; quiere decir no divisible por dos, pero puede referirse tanto a una planta
como a un insecto o a un humano.
Persona, en cambio, es el humano con aptitudes civiles reconocidas. Uno para la ley es
persona cuando obtiene su documento de identidad. Ser, por su parte, remite a
existencia y puede homologarse a individuo. Decimos: “¿Habrá seres en otros
planetas?” aludiendo genéricamente a la posibilidad de vida.
Cuando venimos al mundo, somos apenas seres, individuos, no sujetos y mucho
menos personas. Esto significa que la subjetividad se construye. El concepto que
acabamos de enunciar es central tanto para la Psicología Social como para el
Psicoanálisis. Para poder ver como se construye la subjetividad necesitamos ir a los
origenes del sujeto

LOS ORÍGENES

Para rastrear los orígenes del sujeto es preciso imaginar el contexto en que habrá de
construirse. Ese contexto lo constituyen ante todo quienes cumplen la funcion materna
y patern, lo que llamamos grupo primario, ampliado luego a otros integrantes -
hermanos, abuelos, tíos-. Cuando el futuro individuo está en gestación, tal vez antes,
ya tiene un nombre elegido por la familia, con frecuencia hasta una profesión. Hay
toda una trama de palabras y de afectos que lo esperan.
En el momento del nacimiento, el bebé no es más que un organismo, un ser natural
(palabra que proviene de nato, nacido), un cuerpo. A partir de allí se inicia una
construcción donde cuerpo y palabra empiezan a conformar una unidad dinámica.

Nacemos biológicamente inmaduros -el canal de parto no admite el paso de un cráneo


con un cerebro desarrollado- por lo que en algún sentido podría considerársenos fetos
hasta años después. Salido de la placenta, el bebé ingresa a otra instancia llamada
placenta psicológica tendida por mamá. La mayoría de los animales pueden valerse
por ellos mismos luego de nacidos, porque a la madurez corporal se agrega lo

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instintual. El humano, en cambio, debe construir sus habilidades para sobrevivir y


para procrearse; y aun así no hay garantía de éxito porque no se trata de mecanismos
unívocos. Pero estas habilidades las construye con ayuda de otros

LA CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO

Llegado entonces al seno de una familia, el individuo inicia un proceso que


necesariamente tiene más de un protagonista. En efecto, no puede hacerse sin
otros. Librado a su propia suerte el bebé moriría rápidamente sin la atención poco
menos que exclusiva de la madre. Pero esa atención, luego compartida por papá, está
muy lejos de ser meramente material.
En las experiencias de Spitz, en Alemania, los niños morían en los hospitales pese a
recibir puntualmente su cuota de alimentos e higiene. Este fenómeno, conocido en la
historia de la psicología como hospitalismo, obedece a la ausencia del afecto
materno o sus sucedáneos.

Vale decir que el sujeto nace con necesidades biológicas a las caules se agregan
otras de distinta índole pero de similar importancia, que es preciso satisfacer.
Tocamos aquí un punto trascendental de esta teoría: el par necesidad-satisfacción.
Somos seres de la necesidad, de la carencia.
Acuciados por una necesidad -de cualquier orden- nos movemos en la dirección de la
satisfacción, y siempre, en este movimiento, hay un otro involucrado.
Pues bien, provenientes de un antro donde la necesidad no llegó a configurarse por
estar allí todo dado, nacemos a un mundo que de inmediato nos obliga a sentir
carencias.
En el vientre de mamá no había hambre, ni sed, ni dolor, ni estímulos de toda índole
como sí los hay afuera. El sujeto debe aprender
“ el hombre es un ser de necesidades que solo se satisface socialmente, en relaciones
que lo determinan”(Pichon Riviere)
Pichon Riviere conceptualizaen terminos de dialectica entre necesidad y satisfaccion,
entre sujeto y trama vincular en las que las necesidades del sujeto cumplen su destino
vincular de gratificacion o frustacion, el interjuego de causas internas y condiciones
externas que operan en las construccion del sujeto. La tension necesidad seria, en
principio, un elemento del orden biologico, el que mayor claridad remite a la base
material, organica del comportamiento del sujeto. La tension necesidad tiene a su vez
su fundamento en otra contradiccion, ya que emerge del intercambio de materia de ese
organismo con su medio. La necesidad es inherente a la materia viva. La contradiccion
necesidad/satisfaccion se da en el interior del sujeto , pero su fuente de gratificacion se
da en el exterior y esto le promueve la relacion con el mundo exterior. La necesidad
aparece como fundamento motivacional de toda experiencia de contacto, de todo
aprendizaje, de todo vinculo.

SUJETO Y APRENDIZAJE

Todo el sistema perceptivo del bebé es excitado tanto desde el exterior como desde
el interior de su propio cuerpo. Esta excitación se plasma en necesidades: de
alimento, de alivio a diversos malestares, y también de cuidados amorosos, de
contacto, de sonidos y olores conocidos. Serán la mamá, dijimos, y luego la pareja de

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los padres, quienes llevarán a cabo las tareas precisas destinadas a satisfacer esas
necesidades.
Esta experiencia concreta, la experiencia de vivir la satisfacción de las necesidades
propias por mano de otro, configura su primer gran aprendizaje.
El modo en que tales necesidades sean satisfechas será determinante en el futuro del
sujeto en formación. En efecto, el aprendizaje del que hablamos depende tanto de las
acciones de mamá y papá como de la manera en que esas acciones son ejecutadas.
A medida que pasa el tiempo, ese ser que llegó al mundo como puro organismo se va
desarrollando corporal y psíquicamente para ir adoptando el perfil de un sujeto. Lo
hace, dijimos, con otros, en una trama de vínculos. Se trata de un tránsito de
creciente sujeción, sus ataduras son cada vez mayores y más firmes. ¿A qué se va
atando? A esos otros que lo acompañan en su formación, pero fundamentalmente a
los valores sociales vigentes, a la cultura de la que mamá y papá son
representantes.

Más tarde, en la escuela, comenzará para el niño un proceso de otra calidad donde su
condición de sujeto se irá completando con otras pautas, otros ejes. Allí se encontrará
con otro tipo de vínculos, con seres diferentes a los que conoció en el ámbito familiar,
con otra clase de aprendizaje. Los objetos de conocimiento, el modo de
aprehenderlos, las reglas del juego vigentes en la escuela difieren sustancialmente de
lo que es propio del ámbito familiar.
Hemos dicho que hay un desarrollo corporal y psíquico en el marco de una red de
afectos, palabras y gestos. Esta discriminación entre lo corporal y lo psíquico es en
realidad un resabio de viejas épocas, cuando el furor clasificatorio propio de la Ciencia
nos llevó a separar cuerpo de alma. Debemos hoy reconocer que poco sabemos
acerca de tal separación, de los límites entre uno y otra.
Sin embargo, también es cierto que el psicoanálisis, la psicología, la psicología social,
son disciplinas que estudian los fenómenos psíquicos, por lo que, al menos por
razones investigativas y didácticas, es preciso hacer una distinción.

EL PSIQUISMO

Centrándonos en lo que llamamos psiquismo -es decir lo que no es soma, lo que no


es cuerpo- debemos decir que cada uno de los dos aprendizajes a los que hemos
aludido, tiene características particulares, si bien tampoco aquí debemos hacer
distinciones, taxativas.
Los fenómenos propios del psiquismo son eminentemente mentales. Encontramos allí
ideas, sentimientos, pensamientos, imágenes, sueños, alucinaciones, fantasías,
razonamiento.
La construcción de lo mental, íntimamente ligado a lo corporal, tiene lugar
principalmente en la familia, secundariamente en la escuela y en alguna medida
luego, de adultos, en la sociedad.
Vamos a desarrollar en tres cuadros los ejes fundamentales de acuerdo a los cuales
familia, escuela y sociedad se articulan en la construcción de la subjetividad. Como
se podrá observar en ellos, hay una estructura común, un andamiaje que, con
distintos contenidos, se repite. Cada uno de los ítems encontrará correlatividad en los
tres esquemas.

A) LA FAMILIA

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1. Desde el nacimiento hasta aproximadamente los cinco años de vida, el sujeto en


formación es fuertemente moldeado en el espacio que llamamos familia.
2. El aprendizaje que allí tiene lugar deja una impronta profunda y se corporiza en lo
que llamamos saber.
3. El moldeado que se produce tiene leyes propias. Las que rigen en el seno de una
familia son las leyes del amor.
4. La construcción puesta en marcha tiene como meta la constitución del sujeto, con
predominancia de su faz deseante.
5. Por estar en juego el amor, el deseo, y por tener como protagonistas principales a
una pareja sexual y su producto, el hijo, la habilidad no innata que allí se desarrolla
es la que apunta a la reproducción.
6. En algún sentido, la familia es el ámbito de la formación del ser, tomado éste no
como una mera estructura biológica, sino como el ser de la filosofía, el ser sujeto.
Cuando a alguien se le pregunta “¿Quién sos?” la respuesta es infinita: “Soy fulano,
tengo tal profesión, soy sensible...”
7. La construcción de la que hablamos es con otros, supone una resistencia, la
circulación de la palabra, la realización de un trabajo.
8. La estructura social en la que los fenómenos que nos ocupan ocurren es el grupo,
en este caso el grupo familiar o grupo primario.
9. Fue Sigmund Freud quien estudió los fenómenos que atañen al sujeto deseante.
La disciplina que creó para ese fin es el Psicoanálisis.

B) LA ESCUELA
1. A partir de los cinco o seis años y hasta la adolescencia, el niño es modelado en el
aula, en el ámbito escolar.
2. El aprendizaje que el sujeto en formación emprende allí, tiene como objetivo el
conocimiento.
3. Las leyes que se incorporan en la escuela son precisamente las leyes del
conocimiento.
4. La construcción que tiene lugar apunta a la constitución del sujeto en su aspecto
cognoscente.
5. Por tratarse de la comprensión de ciencias diversas, las habilidades que allí se
desarrollan se vinculan a la supervivencia.
6. De algún modo la escuela es el ámbito de la incorporación del deber ser.
7. La construcción de la que hablamos es con otros, supone una resistencia, la
circulación de la palabra, la realización de un trabajo.
8. La estructura social donde los acontecimientos a los que estamos aludiendo tienen
lugar es el grupo, el grupo escolar (uno de los llamados secundarios).
9. El pensador que investigó los fenómenos propios del sujeto cognoscente fue Jean
Piaget. La disciplina que creó para ello es la Psicología Genética.
Es preciso aclarar que no hay discriminación tajante entre estos dos procesos y que las
categorías expuestas no son exclusivas de uno u otro. Por ejemplo: también en la
familia ay aprendizajes relacionados con el conocimiento, y también en la escuela hay
importantes cuotas de amor puestas en juego. Se trata más bien de predominancias,
de qué factores son centrales en uno y otro grupo.
En el seno de una familia el individuo aprende, dijimos, saberes. Se trata de una
categoría bien distinta del conocimiento escolar. El saber es, si se quiere, un
conocimiento inconsciente, algo aprendido a través de los infinitos signos que el
grupo primario emite. Si decimos que es en la familia donde construimos nuestro “ser

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deseante” es porque una multitud de signos del deseo de nuestros padres llega a
nosotros y es de algún modo decodificado.
En la escuela, en cambio, el niño centra su interés en el funcionamiento del mundo
exterior, su atención respecto de los padres decae y gira hacia las ciencias. Es así
como aprende matemática, ajedrez, un deporte.
El conocimiento, entonces, es algo que se aprende en los libros y en la práctica
concreta, como es el caso del álgebra o la botánica. Los saberes, en cambio, no
pueden incorporarse leyendo textos. Valgan los siguientes ejemplos: un piloto de línea
conoce los secretos de la aerodinámica porque aprendió a volar mediante cursos, un
adecuado entrenamiento, textos técnicos. Un albatros sabe despegar, volar, planear,
aterrizar, y dispone de todo un repertorio de maniobras en las que tiene en cuenta la
velocidad del viento, su dirección, los accidentes del terreno. Si bien el albatros del
ejemplo despliega su conducta en base a impulsos instintivos, bien vale la
comparación, al menos para visualizar ciertas diferencias.
El sujeto construye en la familia de origen su esencia, su ser, la estructura de su
deseo, en un proceso del que no tiene mayor conciencia. Luego, a los saberes
aprendidos le agrega los conocimientos, incorporados concientemente, recurriendo a
la atención, a la memoria, al entrenamiento.
Pues bien, todo este desarrollo, todo este proceso de construcción del sujeto tiene
como meta final la socialización del individuo, es decir, su inserción en la sociedad.
Es así como un organismo viviente llega a transformarse en persona. Lo hace a
través de la incorporación trabajosa -y por vía sígnica- de leyes, reglas, normas.
En última instancia, la sociedad en que vivimos es para cada uno de nosotros un
conjunto de normas. En nuestra cotidianeidad ajustamos nuestra conducta de modo
que la satisfacción de nuestras necesidades no entre en colisión con esas normas.
A la vez, venimos de estructuras sociales que tienen forma grupal: la familia y la
escuela.
Una vez completado el proceso, una vez socializados, nos insertamos en la
comunidad también a través de grupos: el grupo de estudio en la universidad, el
grupo terapéutico, el grupo operativo, el grupo de tiempo libre y fundamentalmente
el grupo de trabajo.
De modo que, si queremos comenzar a definir lo que es un sujeto, podemos decir que
se trata de un cuerpo dotado de determinada capacidad psíquica, que trabaja.
Capacidad psíquica que tiene dos facultades fundamentales: desear y pensar.
Es preciso hacer hincapié en el concepto de construcción. Tanto Freud como Piaget,
al considerar que ninguno de los aspectos del psiquismo viene dado por herencia,
postulan una línea constructivista.
Podemos ahora habilitar la tercera columna:

C) LA SOCIEDAD
1. En el seno de la sociedad el sujeto está sometido a moldes culturales -
principalmente jurídicos- que lo limitan, lo condicionan, lo enmarcan.
2. En cada una de sus actividades desarrolla un aprendizaje cuyas condiciones
estarán ligadas al entorno concreto pero también a su historia de aprendizajes y al
modo en que, allá en la familia y en la escuela, tuvieron lugar.
3. Las leyes a las que se somete son las que principalmente emanan de los códigos
Civil y Penal, y las que rigen sus actividades cotidianas no son otras que las leyes del
intercambio.

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4. En la sociedad el individuo opera desde su deseo y desde su pensamiento (sujeto


deseante y cognoscente), con arreglo al moldeo que las normas imponen.
5. Por operar desde pensamiento y deseo realiza sus acciones tendientes a sobrevivir
y a reproducirse (autoconservación y conservación de la especie).
6. Su conducta emerge de la puja entre ser y deber ser, entre el deseo y la ley
incorporada.
7. Sus actos sociales se ejecutan con otros, con circulación de la palabra, con
esfuerzo y resistencia.
8. No concebimos la inserción del sujeto en la sociedad sino a través de un grupo.
9. La disciplina que estudia los fenómenos emergentes de la sociedad es la
sociología.
Sus pensadores más prominentes fueron: Emile Durkheim, Max Weber, Karl
Marx, Federico Engels.

SUJETO Y PSICOLOGÍA SOCIAL

Dijimos que, para definir al sujeto, debemos remitirnos a un cuerpo que desea, piensa
y trabaja. En Psicología Social concebimos al sujeto como un ser bio-psico-social, es
decir, alguien que desde un sustrato biológico y dotado de psiquismo se relaciona.
Hemos discriminado las columnas del deseo, el pensamiento y el trabajo o, lo que es
lo mismo, de la familia, la escuela y la sociedad, de las que hablan disciplinas como
el psicoanálisis, la psicología genética y la sociología.
Debemos decir ahora que la ciencia que se ocupa del sujeto en estas tres vertientes
es la Psicología Social.
El pensamiento psicológico-social, que se nutre del psicoanálisis, de la antropología,
del surrealismo y otros movimientos, enfoca al sujeto en sus condiciones concretas
de existencia. En otras palabras, toma al sujeto en su contexto, en su grupo familiar,
en su ámbito de trabajo.
Pichon, al postular que la psiquis funciona como un grupo, rescata una frase muy
significativa de Freud: “Toda psicología es en el fondo social”. Es que el psiquismo se
constituye socialmente -es decir con otros- mediante el pasaje de objetos desde el
mundo externo al interno. Entendemos por objeto a todo aquello que esté en el
mundo real, sea parcial o total, animado o inanimado. El pasaje del que hablamos es
una operación psíquica por la cual el sujeto construye imágenes de los objetos reales.
Esas imágenes se denominan representaciones y sin ellas nos sería imposible
movernos en la realidad.
Cada objeto externo es enfocado por el sistema perceptivo e incorporado como
representación.
Este proceso adolece de fallas: lo que en realidad incorporamos del objeto es un
aspecto, y ese aspecto, además, está en alguna medida distorsionado.
Pongamos un ejemplo: conocemos a alguien en un grupo de estudio. Es la primera vez
que lo vemos, pero ya nos hacemos una idea de quién es. Lo catalogamos, lo
encasillamos.
Sin saber nada de él creemos saberlo todo. Pero lo que en realidad estamos haciendo
es adjudicarle una personalidad, una manera de ser. Estamos proyectando las
cualidades, los defectos o virtudes de un personaje interno nuestro. Por eso Pichon
nos enseña que todo encuentro es en realidad un reencuentro.
Vale decir que nuestra interioridad intenta imponerse sobre el mundo real. Pero
también es cierto que constantemente el sujeto se modifica en su contacto con la

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realidad. Hay un intercambio dinámico entre mundo externo y mundo interno, ya que
permanentemente estamos incorporando objetos del afuera y construyendo imágenes
interiores.

Por ultimo como se dijo anteriormente para la construccion del sujeto se es necesario
rastrear los orgienes del sujeto, y saber que esta construccion de hace con otros. Y asi
el sujeto tambien va construyendo su subjetividad en relacion los vinculos ya
existentes y los nuevos vinculos. Entonces en esta construccion del sujeto tambien
encontramos que se toman objetos del mundo exterior que pueden ser pasados al
mundo interno por medio del pasaje fantaseado. Cuando incorporamos algo contruimos
de el una representacion, una imagen o una idea (objeto interno/mundo interno). Este
objeto interno podra coincidir en mayor o menor grado con el objeto real (obejto
externo/mundo externo) que puede estar mas o menos distorsionado. Esto va a
depender del grado de ajuste con la realidad que nuestra psiquis haya desarrollado. Si
bien captamos al otro con nuestro sistema perceptivo, esa percepcion la filtraremos a
traves de una especi de “lente psiquica” que habra pequeñas o grandes deformaciones.

PASAJE FANTASEADO

OBJETO EXTERNO

OBJETO INTERNO
(REPRESENTACION)
Imagen

“LENTE PSIQUICA”

Este esquema nos deja ver que este pasaje esta distorsionado, ya que no vemos el
objeto como realmente es, si no como nuestra interioridad nos permite verlo. Pichon
dira que “todo encuentro es un reencuentro”, dado que nos remite a un personaje
interno, que se constituye un tercero. Por esto es que todo vinculo es bicorporal y
tricorporal.

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