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Tribune 37 DE LAS SOCIEDADES EN EL ESPACIO A LOS ESPACIOS DE LAS SOCIEDADES: SOBRE ARQUEOLOGIA Y PAISAJE ‘Andrés Troncoso M.' Profundo cambio fue aquel que afeet6 al pensamiento occidental durante el siglo XVI, cuando la Logica det “ater deja de lado @ la semejanza como principio epistemol6gico bisico, remplazdndolo por una eleceia dal orden fundamentada en la mathesis y taxinomia como principios reguladores, senalando “a desaparicién de las Uielas ereencias supersticiosas © magicas y, por fin, la entrada de la naturaleza en el orden sieatinace {FOUCAULT 1997a[ 1966]: 61). Desde este momento en adelante, se comienza a producir una revaluacion de to que hoy entendemos por naturaleza, apareciendo con claridad un nuevo concept haeia el siglo XIX, ligado Profundamente con el desarrollo del sistema capitalista (CRIADO 1991) Ahora la naturaleza tiene una valoracién tica, “por él cual se invierte dinero y sentimiento” (FOUCAULT {297aL 1966}: 126); ahora, aguel antiguo espacio olvidado por el orden burgués, xe transforma ex un potencial de fuerzas. Ha comenzado la Era de su dominacién técnica, aparecen los principios de produccién y explotacién, ingresa a la economfa polities. Es en este momento cuando “comicnza ls racionalidad Fin del Paganismo, del animismo, de la inmersién magica del hombre en la naturaleza: todo esto es reinterpretado como supersticién” (BAUDRILLARD 1983: 64-65); el hombre ha trascendido la naturaleza, Ya no estamos frente a un espacio substantivo, sino ante una entidad medible, comparable y explotable. Se define una forma de espacio dominada por conceptos como regién y territorie (FOUCAULT 1980). En el fondo, “vemos que es la racionalidad burguesa la que construye un espacio finito, medible y real ‘ya que s6lo cxpropian serge ts bueden permitir que aquello que se denomina espacio se pueda parcela, teparti, cxpropiag, vender, explotar, destrut™ (CRIADO 1991: 8). Es este espacio funcional, universtl y neutral of que aulg nuestros razonamientos; es tal sistema de saber el que nos seiiala que It cultura ee un medio ue nftentamiento con Ia naturaleza, es él quién gui las investigaciones arqueolégicas procesules popularizando hace vee afamo niveles de adaptacin, nicho ecolbgico o principio de menor esfuerzo, En fin, es el quién nos hace ver el espacio como una entidad econémica, compuesta solamente de recursos y energla, {a reorientacién de la episteme arqueolégica durante los tltimos aft, volviéndose hacia una prictica cada vez inis autoreilexiva sobre su posicin y ol en un especifico sistema de saber-poder enmarcado cn un capitalismo tari (HODDER 1988, 1992; 1999; SHANKS y TILLEY 1987a, 1987b), ha permitido una refomolgers na EamPo de Investigacion relativo al espacio pretérito a partir de ta llamada Arqueologia del Paisaje, la cual, basindose en perspectivas fenomenolégicas (THOMAS. 1994, 1995, 1996: TILLEY. 1994, 1995, 1996), estructuralistas (CRIADO 1988, 1991, 1993, 1997; CRIADO y PENEDO 1993, PARCERO et al. 1998) y otras Ge cardcter mas ecléetico (BRADLEY 1992, 1997), pretenden comenzar a develar los aspecton smut slane y culturales de los paisajes ya desaparecidos. por as dade Permitan explora el poteneial de un estudio orientado al espacio como constrict cultural que Bot Wm lado, escape a los limites impuestos por una orientacién formalista , por otf, que no caiga en los problemas de Ia arqueologia fenomenol6gica, donde, si bien ia obra de Heidegger (19971927) se toasters cp Piedra angular para entender la experiencia humana del espacio, su realizacién arqueologica, tan popular en cl tltimo tempo en la Argueologia post-procesual europea, fala en sus intentos de itanceultero una experiencia subjetiva, propia y especifica a un tiempo y una cultura en particular. No podemos continuar sin antes realizar un par de advertencias al lector’ En primer lugar, reconocemos en fhusstro discurso la influencia fundadora del pensamiento de Felipe Criado, quién, a través de sw enfoque ‘structuralist ha originado un interesante programa de investigacién relativo al estudio de los procesne de 38 Boletn de ta Sociedad Chilena de Arqueologia, Nismero 28, Septiembre 1999 construccién social del espacio pretérito, Es muy probable que en muchas ocasiones sigamos el camino por él ntado, pero en tantas otras, entregaremos un discurso que se le distanciara. Fi tal sentido, a lo largo del presente escrito esbozaremos una serie de ideas relativas al estudio del paisaje, ideas sujetas a modificacion y reconeeptualizacién y a través de las cuales s6lo se intenta “definir ese espacio blanca desde el que hablo, y ‘que toma forma lentamente en un discurso que siento tan Precario, tan incierto alin” (FOUCAULT 1997b; 28}. Det espacio al paisaje El espacio no es un escenario para la accién social, no es una simple escenografia por la cual las sociedades se desplazan extrayendo sus recursos y ocupando sus rincones para vivir. La naturaleza y el espacio no son solamente un gran almacén con una gran reserva de provisiones, sean éstas de caricter alimenticio o tecnolégico, dispuestas para nuestro aprovechamiento. Por el contrario, en cuanto el hombre como ser cognoscente se encuentra frente a este mundo Heno de formas y colores, comienza a forjar un espacio para habitar, comienza a hacer de él una construccién cultural. un paisaje Como bien ha sido sefialado por Ingold (1987), a diferencia de los otros seres vivientes, el hombre no establece una relacién de cardcter extractiva-predatoria-instintiva sobre su ambiente, sino mas bien, ésta es de caricter apropiativa basada en una accién social deliberada y planificada a partir de determinados eédigos culturales. En tal sentido, las relaciones existentes entre hombre-naturaleza-espacio son también relaciones sociales, a través de ellas estos mbitos interactian y se articulan en una red de interaccién que abarca desde el individuo como particularidad hasta la sociedad como ente totalizante.” Y estas relaciones sociales se definen a partir del proceso de habitar, expresién fenomenologica del concepto de Ser-en-el-mundo, A partir de su interacci6n diaria con el entomo, a través de la mundaneidad, el espacio comienza a ser imbuido de significados e historias, “La mundaneidad del mundo circundante (la circunnmundaneidad) la buscamos a través de una interpretacién ontolégica del ente que comparece més inmediatamente dentro del mundo circundante. La expresién mundo circundante contiene en el término cireundante una referencia a la espacialidad. El en-tomo que es constitutive del mundo circundante no tiene empero' ningin sentido primariamente espacial. El cardcter espacial que Pertenece indiscutiblemente al mundo circundante se debe: aclara,:mds bien, a partir de la estructura de la mundaneidad. Desde aqui se hace fenoménicamente visible 1a espacialidad del Dasein” (HEIDEGGER 1997[1927}: 94).* Tal interaccién se encuentra mediada por aquella estructura cultural propia a una determinada sociedad, que genera una determinada forma de praxis de acuerdo a una serie de preceptos y conceptos manejados por miembros, pero que a sui vez, se reclabora a partir de su enfrentamiento diario con la cotidaneidad, 0 como seflalaba Lévi-Strauss (1994{1962}: 142), “las relaciones del hombre con el medio natural desempefian ¢] papel de objetos de pensamiento: el hombre no las percibe pasivamente, las tritura después de haberlas reducide # vonceptos, para desprender de ellas un sistema que munca esté predeterminado” Es por ello que hemos de entender al espacio como un texto, un sitio para la produccidn y reproduccién de signiticados (THOMAS 1996), supesiciéin que no implica concebir al registro arqueoldgico como un texto a descifrar, tal y como lo han propugnado una serie de arquestogos post-procesuales, a pesar de las importantes criticas realizadas (BUCHLI 1997, CRIADO 1993). A partir de este punto se abre ka posibilidad de la reivindicacion del espacto en la investigacién arqueolégica, relegada a un segundo plano generalmente por la tirania del tiempo, olvidando que las sociedades humanas son antes que nada sociedades en ef espacio ¥ no sociedades en el tiempo. ‘Tribune 30 De Jo anterior se desprende, por tanto, que todo anélisis espacial a realizar, deberia en tiltima instancia, Femontarse al coneepto de espacio manejado por tal sociedad, dominio subyacente en la esfera imaginatia de lad y que se hace imprescindible para desarrollar nuestro estudio a cabalidad. Sin embargo, en cuanto la construccién social de la realidad se hace efectiva a partir de la combinacidn entre una ereacion imaginaria y la construccién material de la misma, encargada de objetivar materialmente una serie de pricticas sociales y conceptos (SHANKS: y TILLEY 1987b), el paisaje adquiere un caracter bidimensional, dado por su concepcién imaginaria y su construccién material efectiva de acuerdo a una determinada légica cultural (CRIADO 1988, 1991), que define, como ya lo hemos dicho, una forma de acercamiento al entorno circundante a partir del discurso existente en el seno de una cultura especifica, Y es aqui donde la Arqueologia del Paisaje cimienta sus fundamentos, entendiendo a la cultura material como un instrumento de comunicacién social, un medio simbélico para orientar al hombre en su entorno social y natural de acuerdo a unas determinadas posibilidades de racionamiento, un recurso para la materializacién y manipulacién de una forma de concepeién de mundo; de lo que se desprende que la evidencia arqueoldgica se constituye en un referente empfrico para” abordar el estudio de las.diferentes racionalidades espaciales existentes en el pasado, Una propuesta de estudio Entendemos la Arqueologia del Paisaje como aquella perspectiva teérica orientada a definit los procesos de construccién social del espacio en épocas pretéritas a partir del desarrollo de una investigacién centrada en abordar el estudio de las diferentes tecnologias empleadas en la generacién de un paisaje, para, desde este Punto, dar cuenta de las diversas formas que ha adquirido el espacio durante su historia, En otras palabras, nuestro objetivo se orienta a la develacién de las diversas formas en que las poblaciones humanas han construido un paisaje a partir de la evidencia material por ellos dejada y, la cual, se transforma en ‘un punto bisico para entender Ias relaciones sociales establecidas entre e! hombre y el espacio circundante. En tal sentido, con el término tecnologia, adaptamos la nocién acufiada por Foucault (1995), para entender a los dispositivos ‘utilizados, tanto de tipo material como ideacional, para Ia construccién: del espacio. Es entonees, también, y siguiendo los conceptos del mencionado autor, dina arqueologia de las diferentes formas del espacio, ‘Sin embargo, el sefialar que el enfoque de nuestra perspectiva de investigacin es el estudio de las teenologlas del paisaje, implica no sélo entender las formas en que se genera el paisaje, sino también abordar Ia investigacién relativa al rol de determinados asentamientos en procesos relacionados con aspectos ideolégicos de una sociedad. que en ocasiones adquicren su eficacia simbélica a partir de su ubicacién en una determinada cartografia cultural’, 0 vicecersa. A través de este enfoque, esperamos lograr penetrar en las oscuridades de los paisajes y sus légicas, entregando, en una primera instancia, una lectura sinerénica que permita entender la expresién espacial de un

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