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Poemas de Modernismo

Rubén Diario: ¡OH mi adorada niña!

¡Oh mi adorada niña!

Te diré la verdad: tus ojos me parecen brasas tras un cristal; tus rizos, negro luto, y tu boca sin par,
la ensangrentada huella del filo de un puñal.

No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre
hacia la altura.

El libro es fuerza, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor.

Casi casi me quisiste, casi te he querido. Si no es por el casi, casi, casi me caso contigo.

Que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

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