Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Para lactantes: sin lugar a dudas, el mejor alimento para el bebé es la leche
materna y por ello es que se promueve tanto la lactancia y sus múltiples
beneficios (protección contra enfermedades, inmunidad, fortalecedora del
vínculo afectivo entre madre e hijo, etc.). Los hábitos alimentarios a desarrollar
en esta etapa dependen de la madre y tienen por finalidad garantizar la vida, el
crecimiento y el desarrollo de su hijo, aunque también, y desde el punto de
vista psicológico, lograr un acoplamiento armonioso entre mamá y bebé. No se
trata de solo darle el pecho sino también de acompañarle con calidez.
Escolares, la alimentación adecuada en edad preescolar, escolar, es muy
importante para lograr la nutrición que permita el crecimiento y desarrollo
óptimos, para favorecer el aprendizaje y buen rendimiento escolar y sobre todo
para adquirir hábitos alimenticios saludables que les ayudarán a prevenir
enfermedades, como obesidad, hipertensión, diabetes mellitus, caries,
problemas cardiovasculares.
Aunque las necesidades nutritivas y energéticas son muy distintas para cada
individuo individuo, conviene observar las siguientes recomendaciones generales:
-Seguir una dieta variada, moderada y apetecible, que incluya todos los grupos
básicos de alimentos.
-Las comidas rápidas y/o preparadas poseen altos niveles de colesterol, sal y
grasas saturadas, por lo que su consumo ha de ser muy esporádico.
-Recuerde que cuánto menos manufacturada esté la comida que compra, mayor
valor nutritivo aportará a su organismo.
-Respecto al aporte de energía, cifras que oscilan entre 1800 kcal y 2500 kcal/día
cubren las necesidades de la mayor parte de este sector de la población.
Adulto mayor:
Los adultos mayores sufren una serie de cambios a nivel fisiológico que les
obliga a adoptar nuevos hábitos alimentarios; la adaptación a una nueva dieta
es difícil pero necesaria para poder prevenir síntomas y enfermedades. Por
otro lado es positivo que se incorporen ciertos alimentos a la dieta, como los
frutos secos y el pescado azul y que consuman más cantidad de verduras,
hortalizas y frutas (unas tres raciones al día). También hay que evitar ciertas
elaboraciones que podrían causar mayor riesgo de enfermedades en la tercera
edad, como, por ejemplo las comidas grasas, aceitosas, los rebozados y los
embutidos, y sustituirlos por elaboraciones a la plancha, al vapor o asados.
Limitar también el consumo de mantequilla y nata, así como los condimentos
fuertes.
Será muy importante, no tanto eliminar sino disminuir el consumo de sal, muy
perjudicial para la tensión arterial o el consumo de azúcar, que también es muy
perjudicial porque aumenta el riesgo de padecer diabetes. Para ello, se puede
elegir entre una gran variedad de alimentos que no incorporan azúcar en sus
ingredientes y libres de azúcares añadidos.
Hay que instaurar el hábito diario de ingesta de líquidos, ya sea agua, infusiones,
zumos o caldos.
Aunque la mayoría de la gente ve las dietas como algo para controlar el peso
corporal o para el ejercicio físico, las dietas son un instrumento de tratamiento de
patologías muy importante en medicina. En este caso se llama dietoterápia. Este
tipo de tratamiento es utilizado para numerosas patologías, como la diabetes, la
enfermedad de crohn, la malnutrición, los trastornos de la conducta alimentaria,
las dislipemias, la gastritis, la hipertensión, la insuficiencia renal, osteoporosis
etc... De esta manera, se contribuye a paliar o hacer desaparecer los síntomas de
la enfermedad, prevenir la aparición de patologías asociadas, evitar que la
enfermedad empeore o incluso en algunas conseguir su remisión total, mejorando
así la calidad de vida del paciente. Estos métodos han sido utilizados con más o
menos criterio científico y con más o menos sofisticación desde tiempos muy
remotos, por ejemplo por Hipócrates.