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INCOLMEDIN IPS
Barranquilla 11/01/2022
Introducción.
Una persona que tiene sobrepeso u obesidad debería enfocarse en reducir su masa corporal
(más adecuado conceptual y técnicamente que peso corporal) a través de un control del
balance calórico progresivo, siendo consciente que una pérdida de masa corporal del 5%-
10% durante 3-6 meses proporciona beneficios significativos para la salud (de hecho la
literatura sugiere que para lograr una disminución de algunos riesgos para la salud, es
suficiente con una reducción de entre el 3% y 5% de la masa corporal, y de 0,5 a 1 kg por
semana (Coburn & Malek, 2016)). Estos beneficios tienen más probabilidades de
mantenerse en el tiempo mediante un proceso paulatino de pérdida de masa grasa
corporal y el incremento en la actividad física habitual. El mantenimiento de esta
pérdida es desafiante, considerando que el promedio de recuperación de la masa inicial está
entre un 33%-50% luego de 1 año de intervención (Pescatello & ACSM’S, 2014). Los
beneficios de una pérdida de masa corporal moderada, conseguida luego de un período de
tiempo prolongado, superan con creces a los beneficios de perder mucha masa rápidamente,
sobre todo porque se tiende a recuperarlo casi todo. De hecho, la recuperación repetida de
la masa reducida (idealmente grasa) afecta negativamente el programa de intervención en
cuanto al tiempo y dinero invertidos, sumado a los factores relacionados con la salud y a
una posible reducción de la autoestima (Coburn & Malek, 2016).
Se sabe que perder entre un 5% a 10% del peso corporal o 0,5 a 1 kg por semana durante 3-
6 meses produce un fitness metabólico por que mejora todo el funcionamiento del
metabolismo y con este, se optimiza la salud, la calidad de vida y la expectativa de vida,
hablándose inclusive en algunos casos de 10 años más de vida saludable (Coburn & Malek,
2016). Los cambios incluyen mejoras en los valores de glucemia y mejor acción de la
insulina, cambios positivos en los lípidos en sangre, menor presión arterial, reducción de
la grasa abdominal, y todo lo que esto conlleva, es decir, menor riesgo cardiovascular
(disminución de un 40% del riesgo de un infarto del miocardio), más funcionalidad en la
persona obesa, disminución o desaparición de dolores articulares especialmente rodilla,
mejor calidad de vida, mejor funcionamiento respiratorio incluyendo la apnea del sueño,
más autoestima y motivación para continuar perdiendo peso si esto fuera necesario y
muchos más a nivel de salud mental, neurológico, metabólico y endocrino.
Así, tal como enuncia el Prof. Gentil, la evidencia muestra que la inactividad física supone
mayor riesgo de muerte que el tabaco, la obesidad, el colesterol o la hipertensión arterial en
hombres adultos. De forma que, en este segmento etario, la práctica regular de actividad
física disminuye hasta un 40% el riesgo de mortalidad, contribuyendo a una reducción de la
edad biológica, provocando que individuos activos mayores de ochenta años tengan un
riesgo de muerte similar a los inactivos de 60. (Abellán Alemán, Sainz de Baranda Andujar,
& Ortín, 2014). La actividad física regular produce beneficios a todos los niveles del
organismo: reduciendo el riesgo de cáncer de mama 50%; Cáncer de colon en un 60%;
Enfermedad de Alzheimer en un 40%; Accidente Cerebrovascular en un 27%; riesgo de
desarrollar diabetes tipo 2 en un 58%; Enfermedad cardiaca e hipertensión arterial hasta en
un 40%, entre otras (Abellán Alemán, Sainz de Baranda Andujar, & Ortín, 2014). Un bajo
nivel de actividad física (o un sujeto sedentario) supone un mayor riesgo de mortalidad que
la obesidad moderada; de manera tal que el riesgo es menor en individuos activos con
mayor sobrepeso u obesidad moderada (también llamadas obesos metabólicamente sanos)
que en inactivos con sobrepeso moderado. Así, el tiempo semanal dedicado a la actividad
física es el mejor indicador de la salud de un individuo y su longevidad, al ser la inactividad
un factor de riesgo con mayor influencia que la hipertensión arterial leve o
moderada (Abellán Alemán, Sainz de Baranda Andujar, & Ortín, 2014).
Las investigaciones que respaldan los beneficios de la actividad física durante la fase de
pérdida de masa corporal son bastante amplias, al punto que hay pruebas sólidas que
defienden el papel de la actividad física como factor necesario para el mantenimiento de la
masa corporal a largo plazo. Una actividad física regular no solo ayuda a acelerar la
reducción del tejido graso y a mejorar la condición física durante el programa de control de
peso, sino que también es necesaria para garantizar que se mantenga el objetivo nutricional
a lo largo del tiempo. Por lo general, los programas de control de peso de más éxito
consisten en una combinación de modificación de la dieta, incremento en la actividad física
y un cambio en el estilo de vida (Coburn & Malek, 2016). Así, las intervenciones de estilo
de vida para disminuir la masa corporal combinan reducciones en la ingesta de energía con
aumentos en el gasto de energía a través del ejercicio y otras formas de actividad como
incrementando la termogénesis de la actividad sin ejercicio (conocido por sus siglas en
inglés como NEAT) (Levine, 2007)). La combinación de reducciones moderadas en el
consumo de energía con niveles adecuados de actividad física maximiza la reducción de
masa corporal en individuos con sobrepeso y obesidad (Pescatello & ACSM’S, 2014).
MODELO DE PROCHASKA DE ETAPA DE CAMBIO
Sobre el metabolismo:
Aumenta la capacidad de aprovechamiento del oxígeno que le llega al organismo
por la circulación.
Aumenta la actividad de las enzimas musculares, permitiendo un mejor
metabolismo del músculo con una menor necesidad de exigencia cardíaca.
Mejora la respuesta inmunológica ante infecciones o agresiones.
Incrementa la secreción y trabajo de diferentes hormonas que contribuyen a la
mejoría de las funciones del organismo.
Aumenta el consumo de grasas durante la actividad con lo que contribuye a la
pérdida de peso.
Colabora en la disminución del colesterol total y del colesterol LDL ("malo") con
aumento del colesterol HDL ("bueno").
Mejora la tolerancia a la glucosa favoreciendo el tratamiento de la diabetes.
Facilita la digestión, favorece el tránsito intestinal regulando hábitos de evacuación
y evitando el estreñimiento, disminuyendo el riesgo de cáncer.
Un programa progresivo bien diseñado evita que se produzcan lesiones, además de hacer
que las sesiones de ejercicio iniciales sean agradables y tolerables. Muchas personas con
obesidad, debido a su estilo de vida sedentario, tienen muy pocas capacidades funcionales,
de manera que lo que a una persona moderadamente activa le puede parecer intensidad o
cantidad moderadas de ejercicio físico, para una persona obesa puede suponer un verdadero
desafío. Un programa de ejercicio demasiado exigente puede provocar un dolor muscular al
cual el sujeto no está acostumbrado. Por lo tanto, estas sensaciones desagradables podrían
hacer que se desmotive y desanime hasta el punto de no querer continuar con el programa.
El fin último es ir promoviendo la adaptación al ejercicio físico para que a medida que se
reduce la masa corporal se aumente la capacidad funcional, y pueda programarse ejercicio
de mayor intensidad y duración.
FASES
La primera fase: es de registro de los pacientes (exámenes médicos, valoración
médica especializada, diligenciarán un formulario completo de información de
dominios físicos, psicológicos y sociales relacionados al estilo de vida del individuo
y firmarán el consentimiento respectivo).
La segunda fase: se constituye por la aplicación de test para valorar la actitud y la
aptitud inicial del paciente.
La tercera fase: se desarrollará el programa de ejercicio físico. Además, los
pacientes tendrán la oportunidad de recibir capacitaciones y charlas sobre los
beneficios y características de la práctica de actividad física. Se espera que el
paciente en menos de 2 meses haya adquirido el conocimiento y la motivación para
organizar su plan de trabajo y su ejecución.
La cuarta fase: es de seguimiento y control, en la cual se evaluará los avances o no
de la ejecución del pan y se incluirá ajustes de ser necesarios.
MESES
ACTIVIDADES 1 2 3 4 5 6
Consulta X
Evaluación de la
condición física
(preevaluación) X
Plan X
Seguimiento Control X X
Postevaluación X
Grupales X X X X
Valoración por paciente: cada paciente se atenderá para aplicar las pruebas y
realizar las valoraciones físicas.
Posición inicial: tendido sobre la espalda, con las piernas semiflexionadas y las
manos detrás del cuello.
Indicaciones:
1. Sentar al paciente en una posición cómoda en una silla, con reposabrazos, con las piernas
firmes al suelo y la espalda recargada en el respaldo de la silla. Las muñecas deberán
permanecer en una posición neutral. La American Society of Hand Therapists (ASHT)
recomienda realizar la medición con el paciente sentado, con aducción de hombros, el codo
flexionado a 90° y la muñeca en un ángulo de 0-30°.
2. Mostrarle al paciente cómo funciona el dinamómetro a utilizar.
5. Al colocar el dinamómetro en la mano del paciente, tomar la base de este con la palma de
la mano para sostener el peso del equipo.
9. Realizar otras dos mediciones en cada mano alternando los lados hasta completar tres
mediciones en cada una.
Test de wells y dillon o seat and reach, creado en 1952, sirve para evaluar la flexibilidad en
el movimiento flexión de tronco desde la posición de sentado con piernas juntas y
extendidas.
Actividades aeróbicas:
Caminar a buen ritmo, Baile, Ciclismo, Correr a ritmo moderado, Natación, Patinaje,
Aeróbic, Tenis, entre otras.
Actividades anaeróbicas:
Levantamiento de pesas, Abdominales, bandas, barras, Carreras cortas a gran velocidad,
Gimnasia artística, entre otras.
Fútbol y natación (se consideran deportes aeróbico-anaeróbico).
20 100 150
25 98 146
30 95 143
35 93 139
40 90 135
45 88 131
50 85 128
55 83 124
60 80 120
65 78 116
70 75 113
Observación: Si está tomando ciertos medicamentos, tales como
betabloqueantes, posiblemente no pueda alcanzar la frecuencia cardíaca de
entrenamiento.
Recuerde: siempre obtenga autorización del médico antes de iniciar un
programa de ejercicio.
PROTOCOLOS DE ACTIVIDAD FÍSICA PARA PACIENTES CON PATOLOGÍAS
OSTEO-ARTICULARES
-Ejercicio cardiovascular: iniciar todos los días de 15 a 20 minutos las primeras tercera
semanas, luego progresar 20 -30 minutos a partir de la cuarta semana y mantener hasta
nueva valoración.
Ejercicios polimétricos.
Trote.
Caminar/trotar en terreno irregular o inclinado.
Saltos.
Se restringirán todos aquellos ejercicios que generen una flexión excesiva de rodilla.
EJERCICIOS INDICADOS
CONTRAINDICACIONES
EJERCICIOS INDICADOS
Teniendo claro las recomendaciones anteriores los pacientes con patologías a nivel de
columna podrán realizar ejercicios funcionales adaptados a las actividades de la vida
cotidiana.
CONTRAINDICACIONES
No realizar ejercicios con esfuerzos por encima del nivel de los 90° en relación a la
articulación del hombro.
No realizar ejercicios con rotación externa excesiva.
EJERCICIOS INDICADOS
Los pacientes que presentes cualquier patología de hombro podrán realizar fortalecimiento
de otros grupos musculares sin problema alguno, además realizarán ejercicios funcionales
adaptados a las actividades de la vida cotidiana y ejercicios propioceptivos como método
para prevenir lesiones y posibles caídas.
PROTOCOLO EN PACIENTES CON PATOLOGIAS O DEFICIENCIAS
TOBILLO
CONTRAINDICACIONES
EJERCICIOS INDICADOS
Del mismo modo se podrá hacer fortalecimiento del CORE como estabilizador del
segmento medio corporal con el fin de mejorar la marcha y evitar sobrecargas musculares
en estructuras adyacentes:
Reeducación de la marcha
Propiocepción sobre base estable (con o sin descarga de peso, dependiendo la
condición del paciente)
Por último, estos pacientes podrán trabajar de manera funcional adaptando los ejercicios a
las actividades de la vida cotidiana con el fin de evitar lesiones o posibles caídas.
Calentamiento Inicial:
Se inicia la sesión de ejercicio realizando movimientos articulares de cuello, hombros,
codos, articulación de muñecas, cadera, rodillas y tobillos, esta actividad tendrá un tiempo
de 5 minutos, luego pasamos a la activación cardiovascular con ejercicios específicos
durante 5 minutos, se orienta al paciente utilizando comandos que faciliten la realización
adecuada del calentamiento, se realizan gestos corporales para facilitar el movimiento y el
paciente pueda observar adecuadamente el movimiento para una mejor ejecución del
mismo.
Trabajo Específico:
Ejercicio de adaptación.
inicialmente se trabajarán actividades de baja y moderada intensidad (Cardio, fuerza y
propiocepción) que permitan al paciente una mejor adherencia al programa teniendo en
cuenta su porcentaje de frecuencia cardiaca máxima, su RM y a su condición física en
general. Podría tardar las primeras 4 semanas.
Ejercicio de progresión: se incrementará la intensidad teniendo en cuenta la adaptación
del paciente, su %FCmáx, su RM y su condición física en general. Podría variar a partir de
la semana 3.
Ejercicio de mantenimiento.
se logra una buena adherencia del programa logrando en el paciente el mantenimiento del
ejercicio físico por sí mismo sin variaciones de acuerdo a su plan individual, además
favorece el cumplimiento de las recomendaciones mínimas de actividad física para la salud
que son mínimo 150 minutos semanales de actividad física moderada.