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1 Tratamiento Tributario de Los Servicios Funerarios
1 Tratamiento Tributario de Los Servicios Funerarios
Tal y como hemos expuesto, hasta ese momento la Administración entendía que
en los casos que nos ocupan, el servicio prestado por la empresa a favor del Ente
público se encontraba sujeto al impuesto. De esta manera, la empresa podía deducir las
cuotas soportadas y debía efectuar la repercusión sobre aquél. Éste, por su parte, no
podía deducirlas al destinarse a la realización de actividades no sujetas. Esta forma de
entender las relaciones empresa-Ente público producía importantes distorsiones en los
casos en que la actividad realizada por la primera fuera intensiva en mano de obra y con
un alto valor añadido. Y ello ya que el Ente público soportaba la repercusión de un
impuesto no deducible de importe muy elevado, mientras que el deducido por la
empresa era de escasa cuantía.
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107/84), 26 de marzo de 1987 (Asunto C-235/85) y 17 de octubre de 1989 (Asuntos
acumulados C-231/87 y 129/88).
"20. Procede hacer constar, a este respecto, que el apartado 5 del articulo 4
únicamente prevé una exención en favor de los organismos de Derecho publico,
y tan solo par lo que respecta a las actividades y operaciones que lleven a cabo
en su condición de autoridades publicas.
Para la DGT de todo ello se deduce que, en síntesis, son dos los requisitos que
permiten la aplicación del art. 4.5 de la Sexta Directiva: “a) que quien realice la
operación sea un órgano de Derecho público y b) que dicha operación suponga el
ejercicio de una función publica desarrollada por el órgano de Derecho público”.
“15. Del análisis del párrafo 1 del apartado 5 del artículo 4 dentro del sistema
de la Directiva resulta que son las modalidades de ejercicio de las actividades
las que permiten determinar el alcance de la no imposición de los organismos
públicos. En efecto, en la medida en que esta disposición supedita la no
imposición de los organismos de Derecho público al requisito de que actúen “en
el ejercicio de sus funciones públicas”, considera imponibles aquellas
actividades que ejercen dichos organismos no en su calidad de sujetos de
Derecho público, sino como sujetos de Derecho privado. El único criterio que
permite distinguir con certeza al Derecho Nacional.
16. De ello se sigue que los organismos de Derecho público a que se refiere el
párrafo 1 del apartado 5 del articulo 4 de la Sexta Directiva desarrollan
actividades "en el ejercicio de sus funciones publicas" en el sentido de esta
disposición cuando las realizan en el marco del régimen jurídico que les es
propio. Por el contrario, cuando actúan en las mismas condiciones jurídicas que
las operadores económicos privados, no puede considerarse que desarrollan
actividades "en el ejercicio de sus funciones públicas". Corresponde al Juez
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nacional calificar la actividad de que se trata en atención a este criterio.
(…).
24. Procede pues responder a la segunda cuestión que el párrafo 2 del apartado
5 del artículo 4 de la Sexta Directiva debe interpretarse en el sentido de que los
Estados miembros están obligados a considerar sujetos pasivos del /VA a los
organismos de Derecho publico en cuanto a las actividades que desarrollan en
el ejercicio de sus funciones públicas cuando estas actividades pueden ser
ejercidas igualmente, en competencia con ellas, por particulares, si el hecho de
no considerarlos sujetos pasivos pudiera dar lugar a distorsiones graves de la
competencia, pero no estén obligados a adaptar literalmente su Derecho
nacional a este criterio ni a precisar los limites cuantitativos de la no
imposición".
“1º Las entregas de bienes o prestaciones de servicios han de ser realizadas por
entes u organismos de Derecho público.
2º La entrega de bienes o prestación de servicios controvertida ha de realizarse
en el ejercicio de una función pública, esto es, que el Ente público actúe en su
calidad de sujeto de Derecho público.
La aplicación conjunta de ambos requisitos a la actividad de las
Administraciones públicas, permite aislar la parte de la misma que, por su
marcado carácter no empresarial, resulta ajena al Impuesto”.
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autónomos, entidades públicas empresariales locales y empresas municipales y
provinciales [arts. 85, 85 bis y 85ter de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las
Bases del Régimen Local (en adelante, LRBRL)].
- Tiene al Ente local por único y exclusivo destinatario de los bienes que entrega
o servicios que presta.
Para el Centro Directivo –aunque referido al art. 4.1 de la Sexta Directiva, casi
idéntico- el requisito esencial a analizar es el carácter independiente que dichas
entidades puedan llegar a tener en relación con el Ente territorial que las ha creado y del
que dependen. Cita a este respecto la doctrina plasmada en las SSTJCE de 26 de marzo
de 1987 y 25 de julio de 1991, ya citadas. De conformidad con la misma la actividad de
los recaudadores del Ayuntamiento de Sevilla y de los notarios holandeses constituía el
ejercicio de una actividad económica independiente llevada a cabo en el marco de una
profesión liberal.
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Esta afirmación lleva al Centro Directivo a afirmar que, a efectos del IVA, las
empresas municipales son “meros centros de gasto, sin que por tanto la financiación
que reciben del Ente del que dependen pueda calificarse como contraprestación de
operaciones sujetas al mismo”.
Por tanto, “la mención que se hace en el segundo párrafo del artículo 7.8º de la
Ley 37/1992,…, ha de entenderse aplicable únicamente a operaciones ajenas a la
relación entre el Ente público y la fórmula organizativa de la que éste se valga para la
prestación de sus servicios, y siempre a condición de que dichas fórmulas organizativas
tengan, tanto desde un punto de vista orgánico como funcional, naturaleza
empresarial”.
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JT 2006, 450, 1482 y 1475 y JUR 2006, 238829
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20063 aplica esta doctrina a una fundación pública, dedicada a prestar servicios a una
Agencia dependiente de un Ministerio.
Sin embargo, debe resaltarse que nuestra jurisprudencia mantiene una posición
discordante, aunque coincidente con la primitivamente sostenida por la DGT. En este
sentido, la Sentencia de la Audiencia Nacional de 13 de noviembre de 20024 afirma que
la existencia de una sociedad mercantil impide, en todo caso, la aplicación del supuesto
de no sujeción, aun cuando los servicios prestados, como sucedía en el caso concreto,
sean de “cooperación con los servicios de recaudación del Ayuntamiento”. En el mismo
sentido se pronuncia, aunque con el interés de ser dictada tras el cambio de criterio
administrativo, la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias de 27 de abril
de 20065.
2. El régimen de deducciones.
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JT 2007, 186
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JUR 2006, 276047
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JT 2006, 900
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Núm. V1107-07
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sociedades municipales a las que se aplica esta doctrina plantea el problema de
dilucidar cuál es el régimen de deducciones aplicable.
Ante todo, debe aclararse que la deducción no puede regirse, en este caso, por
las normas reguladoras de los sectores diferenciados de actividad. Esto es, no cabe
aplicar el régimen especial de deducción previsto en el art. 101 de la Ley 37/1992,
de 28 de diciembre, del IVA (en adelante, LIVA). Y ello ya que dicho régimen está
pensado para sujetos que desarrollan distintas actividades con diferente porcentaje
de deducción. La situación que ahora nos ocupa es, sin embargo, distinta. Así, ni
siquiera puede afirmarse que existan dos actividades. Por el contrario, nos
encontramos con una serie de operaciones no sujetas por no tener carácter
empresarial –las mayoritarias, desarrolladas con el Ente local- y con una verdadera
actividad económica, que es la ejercida para terceros.
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Pues bien, tratándose de bienes de inversión, el art. 95.Tres de la LIVA admite la
posibilidad de que se produzca una afectación parcial de los bienes, que dará lugar a una
deducción también parcial de las cuotas. Para que ésta sea posible es necesario el
cumplimiento de dos requisitos. En primer lugar, que los bienes figuren en la
contabilidad o en los registros oficiales del sujeto pasivo. En segundo lugar, que tales
bienes se integren –con el grado de utilización que sea- en el patrimonio empresarial del
obligado tributario.
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pueden citarse algunas, como las contestaciones a consultas de 5 de septiembre de 20037
y de 25 de noviembre de 20058, que acuden al criterio de la superficie, pero en
supuestos muy evidentes, donde algunas dependencias de un piso se empleaban para
uso profesional y el resto para vivienda.
En este sentido, la Ley señala, como norma general aplicable a todos los bienes
de inversión, que el grado de utilización deberá ser acreditado por el obligado tributario
mediante cualquier medio de prueba admitido en Derecho. Añade, además, que no será
medio de prueba suficiente la propia autoliquidación presentada por el sujeto pasivo ni
la contabilización o inclusión de los bienes en los registros oficiales de la actividad
empresarial o profesional.
Como puede observarse, las deducciones practicadas con arreglo a las normas
anteriores son meramente provisionales, ya que tienen lugar en el momento de
adquisición de los bienes y antes, por tanto, de que se destinen efectivamente al
desarrollo de la actividad empresarial. Por ello la Ley se refiere al grado de utilización
“previsible”. Siendo así, es posible que, una vez practicada la deducción en el ejercicio
de la adquisición, la utilización real sea diferente de la inicialmente prevista. A estos
efectos, es preciso tener en cuenta que nos encontramos ante bienes de inversión, con
una vida útil superior a un año. Así las cosas, la LIVA prevé la regularización de la
deducción inicial con arreglo al procedimiento para la regularización de las cuotas
soportadas por la adquisición de los bienes de inversión, sustituyendo el porcentaje de
operaciones que originan derecho a la deducción respecto del total, por el porcentaje
que represente el grado de utilización en el desarrollo de la actividad empresarial o
profesional. En consecuencia, habrá que comparar la deducción inicialmente practicada
con el grado de utilización que concurra en cada uno de los años a los que se extiende el
período de regularización –los cuatro siguientes, si son muebles y los nueve posteriores,
si son inmuebles-, practicando, en su caso, el correspondiente ajuste.
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JT 2003, 1553
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JT 2006, 90
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Como acabamos de exponer, la situación de las cuotas soportadas por la
adquisición de bienes de inversión por parte de Ayuntamientos y sociedades
municipales aparece solucionada expresamente en la Ley. Su deducción se regirá por
las normas que acabamos de exponer, cuyos únicos inconvenientes –inevitables, por
otra parte-, son el de la prueba del grado de utilización efectiva y la elección de un
criterio fundado para determinar aquél.
Además, debe tenerse en cuenta que, a diferencia de lo que sucede con otros
sujetos pasivos, estas sociedades públicas y los propios Entes que las crean no tienen,
por su configuración legal, otra posibilidad de actuación. Si se nos permite la expresión,
están condenados a realizar, por el tipo de función que tienen encomendada,
operaciones no sujetas. Por tanto, la vulneración del principio de neutralidad, esencial
en el IVA, parece especialmente cualificada.
“En la medida en que los bienes y los servicios se utilicen para las necesidades
de sus operaciones gravadas, el sujeto pasivo tendrá derecho, en el Estado
miembro en el que realice estas operaciones, a deducir del importe del impuesto
del que es deudor los siguientes importes:
a) el IVA devengado o pagado en dicho Estado miembro por los bienes que le
hayan sido o le vayan a ser entregados y por los servicios que le hayan sido o le
vayan a ser prestados por otro sujeto pasivo;
(…)”
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Como puede observarse, el precepto establece una regla general, aplicable a
todos los bienes y servicios y no sólo para los de inversión. Y dicha regla consiste en
permitir la deducción de las cuotas en la medida en que aquéllos se destinen a la
realización de operaciones gravadas. Por tanto, puede afirmarse que la norma
española introduce una restricción no prevista en la comunitaria, que sí permite, aun
tratándose de bienes y servicios corrientes, la deducción de las cuotas en la
proporción en que sean empleados en las necesidades de las operaciones gravadas.
De acuerdo con esta idea, la sociedad –o el Ente local, insistimos- tiene derecho
a la deducción del IVA soportado por bienes y servicios corrientes en los siguientes
términos:
- En primer lugar, puede deducirse, de forma íntegra, el IVA soportado por las
adquisiciones de bienes y servicios destinados, de modo exclusivo, a su
actividad sujeta y no exenta.
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que se derivan de la liquidación del estado de ingresos del Presupuesto- y
comparándolos con los derivados de la actividad sujeta y no exenta.
El criterio que acabamos de exponer cumple, a nuestro entender, con los dos
requerimientos establecidos en la resolución de la DGT. En primer lugar, es razonable.
Así, tratándose de bienes y servicios corrientes, destinados a su consumo inmediato en
el proceso productivo, resulta prácticamente imposible acudir, como sí sucede con los
de inversión, al parámetro del grado de utilización. Por ello, no parece que quede otra
opción que atender a la importancia relativa de las operaciones sujetas y no sujetas.
Además, es el criterio que emplea la propia Ley para la deducción de las cuotas
comunes en prorrata especial y en sectores diferenciados de actividad. No obstante, este
criterio general tal vez pueda exceptuarse en casos concretos y puntuales, donde sí sea
posible determinar y probar, cuál es la medida efectiva de uso de los bienes en cada uno
de estos tipos de operaciones. Pero, insistimos, serán supuestos excepcionales.
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