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1. FILOSOFÍA DE LA HISTORIA
FRAGMENTO 1
Entiendo por filosofía de la historia una teoría que intenta conocer el conjunto de la
realidad histórica por medio de un conjunto correspondiente de proposiciones
enlazadas en una unidad. Esta nota de la unidad de pensamiento es inseparable de una
teoría que tiene precisamente su tarea peculiar en el conocimiento de la conexión de
la totalidad. Por esto, la filosofía de la historia ha encontrado esa unidad ya en un plan
del curso de la historia, ya en un pensamiento fundamental (una idea), ya en una
fórmula o en una combinación de fórmulas que expresan la ley de la evolución.
FRAGMENTO 2
La filosofía de la historia tiene esta otra nota característica: que en su fórmula del
curso del mundo está también representado el sentido, el fin, el valor que ve realizado
en el mundo.
FRAGMENTO 3
Filosófica sólo puede llamarse aquella visión de las cosas que reduce una multiplicidad
dada en la experiencia [como la propia de la realidad histórico-social, que es objeto
de las ciencias del espíritu, frente a las de la naturaleza] a la unidad del principio uno
y común, y que, a la inversa, explica íntegramente por esta unidad todo lo múltiple y lo
deriva de ella.
FRAGMENTO 4
Este comprender la totalidad del tiempo, como todo comprender filosófico, supone, a
su vez, un concepto unitario de este tiempo, un concepto de un cumplimiento de este
tiempo previamente determinado, si bien paulatinamente desarrollado, o en que cada
miembro esté condicionado por el anterior; o, para expresarlo más brevemente y del
modo usual, supone un plan del universo que se pueda concebir claramente en su
unidad y partiendo del cual se puedan derivar íntegramente las épocas capitales de la
vida humana sobre la tierra y se puedan comprender distintamente en su origen, así
como en su conexión mutua. El primero, el plan del universo, es el concepto unitario de
la totalidad de la vida humana sobre la tierra; las últimas, las épocas capitales de esta
vida, son los conceptos unitarios de cada edad determinada acabados de mencionar,
de los cuales hay que derivar, a su vez, los fenómenos de ella.
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El concepto de un plan del universo es, pues, un supuesto de nuestra investigación […].
Digo, por ende –y coloco con esto la primera piedra del edificio a levantar–, digo: el fin
de la vida de la Humanidad sobre la tierra es el de organizar en esta vida todas las
relaciones humanas con libertad según la razón.
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La cuestión que a mi juicio surge por primera vez en este texto de Kant es la cuestión
del presente, la cuestión de la actualidad: ¿qué es lo que ocurre hoy?, ¿qué es lo que
pasa ahora?, ¿qué es ese “ahora” en el interior del cual estamos unos y otros y que
define el momento en el que escribo? […] No se trata simplemente de responder a qué
es lo que puede determinar tal o cual decisión de orden filosófico [como ocurría, a
juicio de Foucault, antes de Kant; por ejemplo, en el caso de Descartes]. La cuestión
se centra en lo que es este presente, trata en primer lugar sobre la determinación de
un cierto elemento del presente al que hay que reconocer, distinguir, descifrar de entre
los otros. ¿Qué es lo que en el presente tiene sentido para una reflexión filosófica?
[…] En resumen, me parece que el texto de Kant deja traslucir la cuestión del
presente como suceso filosófico al que pertenece el filósofo que lo tematiza.
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Me parece que Kant ha fundado las dos grandes tradiciones críticas entre las que se
mueve la filosofía moderna. Digamos que en su gran obra crítica Kant ha planteado,
fundado, esa tradición de la filosofía que plantea la cuestión de las condiciones bajo
las cuales es posible un conocimiento verdadero y, a partir de ahí, se puede decir que
todo un panel de la filosofía moderna desde el siglo XIX se ha presentado y desarrollado
como la analítica de la verdad.
3. CONCEPTO DE CRISIS
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El concepto de crisis tiene un doble contenido semántico […]. Por una parte, la
situación objetiva sobre cuyas causas se discute científicamente depende de los
criterios de juicio con los que se diagnostica esa condición [la condición crítica, o la
crisis]. Por otro, se trata de un concepto de enfermedad, un concepto que presupone,
se configure como se configure, una salud; salud que ha de recuperarse o que, en un
plazo determinado de tiempo, se deja atrás por la muerte.
Desde la segunda mitad del siglo XVIII apareció un matiz religioso en el uso de la
palabra; un matiz que, sin embargo, ha de designarse ya como post-teológico
[secularizado], esto es, como filosófico-histórico. Aquí juega –junto a la metafórica de
la enfermedad– la fuerza asociativa del Juicio Final y de la apocalíptica.
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