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SELECCIÓN DE FRAGMENTOS I

FILOSOFÍA DE LA HISTORIA, ONTOLOGÍA DEL PRESENTE Y CONCEPTO DE CRISIS

1. FILOSOFÍA DE LA HISTORIA

FRAGMENTO 1

Entiendo por filosofía de la historia una teoría que intenta conocer el conjunto de la
realidad histórica por medio de un conjunto correspondiente de proposiciones
enlazadas en una unidad. Esta nota de la unidad de pensamiento es inseparable de una
teoría que tiene precisamente su tarea peculiar en el conocimiento de la conexión de
la totalidad. Por esto, la filosofía de la historia ha encontrado esa unidad ya en un plan
del curso de la historia, ya en un pensamiento fundamental (una idea), ya en una
fórmula o en una combinación de fórmulas que expresan la ley de la evolución.

W. Dilthey, Introducción a las ciencias del espíritu, trad.


de J. Marías, Revista de Occidente, Madrid, 1966, p. 157

FRAGMENTO 2

La filosofía de la historia tiene esta otra nota característica: que en su fórmula del
curso del mundo está también representado el sentido, el fin, el valor que ve realizado
en el mundo.

W. Dilthey, Introducción a las ciencias del espíritu, p. 162

FRAGMENTO 3

Filosófica sólo puede llamarse aquella visión de las cosas que reduce una multiplicidad
dada en la experiencia [como la propia de la realidad histórico-social, que es objeto
de las ciencias del espíritu, frente a las de la naturaleza] a la unidad del principio uno
y común, y que, a la inversa, explica íntegramente por esta unidad todo lo múltiple y lo
deriva de ella.

J. G. Fichte, Los caracteres de la edad contemporánea, trad.


de J. Gaos, Revista de Occidente, Madrid, 1976, p. 22

FRAGMENTO 4

Este comprender la totalidad del tiempo, como todo comprender filosófico, supone, a
su vez, un concepto unitario de este tiempo, un concepto de un cumplimiento de este
tiempo previamente determinado, si bien paulatinamente desarrollado, o en que cada
miembro esté condicionado por el anterior; o, para expresarlo más brevemente y del
modo usual, supone un plan del universo que se pueda concebir claramente en su
unidad y partiendo del cual se puedan derivar íntegramente las épocas capitales de la
vida humana sobre la tierra y se puedan comprender distintamente en su origen, así
como en su conexión mutua. El primero, el plan del universo, es el concepto unitario de
la totalidad de la vida humana sobre la tierra; las últimas, las épocas capitales de esta
vida, son los conceptos unitarios de cada edad determinada acabados de mencionar,
de los cuales hay que derivar, a su vez, los fenómenos de ella.

J. G. Fichte, Los caracteres de la edad contemporánea, p. 23.

FRAGMENTO 5

El concepto de un plan del universo es, pues, un supuesto de nuestra investigación […].
Digo, por ende –y coloco con esto la primera piedra del edificio a levantar–, digo: el fin
de la vida de la Humanidad sobre la tierra es el de organizar en esta vida todas las
relaciones humanas con libertad según la razón.

J. G. Fichte, Los caracteres de la edad contemporánea, p. 24

FRAGMENTO 6

[Las] abstracciones que expresan el curso de la historia subrayan siempre un solo


aspecto de este, que conmueve el alma con la conciencia de una inmensa riqueza, y de
este modo, cada filosofía desprende de esa poderosa realidad una abstracción algo
distinta. […] Y del mismo modo que las definiciones demasiado amplias son verdaderas
como proposiciones y falsas solo como definiciones, tampoco lo que se oculta entre los
pliegues de esas fórmulas puede ser erróneo, sino solo una expresión mezquina e
insuficiente de la poderosa realidad cuya sustancia pretende expresar.

W. Dilthey, Introducción a las ciencias del espíritu, p. 161

FRAGMENTO 7

Toda fórmula en que expresamos el sentido de la historia no es más que un reflejo de


nuestra propia interioridad animada; Incluso la potencia que tiene el concepto de
progreso [clave de las filosofías modernas de la historia y privilegiado objeto de
crítica de la filosofía contemporánea] reside menos en la idea de un fin que en la
experiencia íntima de nuestra voluntad en lucha [¡Nietzsche, perspectivismo!], de
nuestro esfuerzo vital y de la alegre conciencia de energía que se da en él […] La
filosofía de la historia, avanzando más en la reflexión sobre uno mismo, hubiera podido
sacar de ello esta consecuencia: el sentido de la realidad histórica se construye con una
inmensa multitud de acciones recíprocas. El sentido de la historia es, pues, algo
extremadamente complejo [que no cabe reducir a un único principio, por ejemplo, al
despliegue de la conciencia de la libertad, o del Espíritu, como hace Hegel, o al de la
actitud teórica, como hará Husserl].

W. Dilthey, Introducción a las ciencias del espíritu, pp. 162 s.


2. ONTOLOGÍA DEL PRESENTE

FRAGMENTO 8

La cuestión que a mi juicio surge por primera vez en este texto de Kant es la cuestión
del presente, la cuestión de la actualidad: ¿qué es lo que ocurre hoy?, ¿qué es lo que
pasa ahora?, ¿qué es ese “ahora” en el interior del cual estamos unos y otros y que
define el momento en el que escribo? […] No se trata simplemente de responder a qué
es lo que puede determinar tal o cual decisión de orden filosófico [como ocurría, a
juicio de Foucault, antes de Kant; por ejemplo, en el caso de Descartes]. La cuestión
se centra en lo que es este presente, trata en primer lugar sobre la determinación de
un cierto elemento del presente al que hay que reconocer, distinguir, descifrar de entre
los otros. ¿Qué es lo que en el presente tiene sentido para una reflexión filosófica?

[…] En resumen, me parece que el texto de Kant deja traslucir la cuestión del
presente como suceso filosófico al que pertenece el filósofo que lo tematiza.

M. Foucault, «¿Qué es la Ilustración?», en Saber y verdad, trad. de


J. Varela y F. Álvarez-Uría, La Piqueta, Madrid, 1985, pp. 148 s.

FRAGMENTO 9

Todo esto, la filosofía como problematización de una actualidad, y como interrogación


hecha por el filósofo de esta actualidad de la que forma parte y en relación con la que
tiene que situarse, todo esto podría muy bien caracterizar a la filosofía [moderna, pero
también contemporánea] en tanto que discurso de la modernidad y sobre la
modernidad.

M. Foucault, «¿Qué es la Ilustración?», p. 199

FRAGMENTO 10

Para el filósofo, plantear la cuestión de su pertenencia a este presente ya no consistirá


en absoluto en reclamarse de una doctrina o de una tradición, ni tampoco de una
comunidad humana en general, sino plantearse su pertenencia a un determinado
“nosotros”, a un nosotros que se enraíza en un conjunto cultural característico de su
propia actualidad.

M. Foucault, «¿Qué es la Ilustración?», p. 199

FRAGMENTO 11

[Con la ontología del presente] se ve emerger una nueva manera de plantear la


cuestión de la modernidad, no ya en una relación longitudinal con los antiguos, sino
en lo que podría denominarse una relación “sagital” [es decir, como una flecha] a la
propia actualidad. El discurso debe tener en cuenta su propia actualidad para
encontrar, por una parte, su propio lugar en ella, y, por otra, para desvelar el sentido,
en fin, para especificar el modo de acción que es capaz de ejercer en el interior de esta
actualidad.

M. Foucault, «¿Qué es la Ilustración?», p. 200

FRAGMENTO 12

Me parece que Kant ha fundado las dos grandes tradiciones críticas entre las que se
mueve la filosofía moderna. Digamos que en su gran obra crítica Kant ha planteado,
fundado, esa tradición de la filosofía que plantea la cuestión de las condiciones bajo
las cuales es posible un conocimiento verdadero y, a partir de ahí, se puede decir que
todo un panel de la filosofía moderna desde el siglo XIX se ha presentado y desarrollado
como la analítica de la verdad.

Pero existe también en la filosofía moderna y contemporánea otro tipo de cuestiones,


otro modo de interrogación crítica: la que justamente se plante en el texto sobre la
Ilustración […]; esta otra tradición crítica plantea: ¿en qué consiste nuestra
actualidad?, ¿cuál es hoy el campo de experiencias posibles? No se trata ya de una
analítica de la verdad, sino de lo que podría llamarse una ontología del presente, una
ontología de nosotros mismos. Y me parece que la elección filosófica a la que nos
encontramos enfrentados actualmente es la siguiente: bien optar por una filosofía
crítica que aparecería como una filosofía analítica de la verdad en general, bien optar
por un pensamiento crítico que adoptara la forma de una ontología de nosotros
mismos, una ontología de la actualidad.

M. Foucault, «¿Qué es la Ilustración?», p. 207

3. CONCEPTO DE CRISIS

FRAGMENTO 13

El concepto de crisis tiene un doble contenido semántico […]. Por una parte, la
situación objetiva sobre cuyas causas se discute científicamente depende de los
criterios de juicio con los que se diagnostica esa condición [la condición crítica, o la
crisis]. Por otro, se trata de un concepto de enfermedad, un concepto que presupone,
se configure como se configure, una salud; salud que ha de recuperarse o que, en un
plazo determinado de tiempo, se deja atrás por la muerte.

R. Koselleck, «Apéndice. CRISIS», trad. de J. Pérez de Tudela, en


Crítica y crisis, ed. de J. Pardos, Trotta, Madrid, 2007, p. 243
FRAGMENTO 14

Desde la segunda mitad del siglo XVIII apareció un matiz religioso en el uso de la
palabra; un matiz que, sin embargo, ha de designarse ya como post-teológico
[secularizado], esto es, como filosófico-histórico. Aquí juega –junto a la metafórica de
la enfermedad– la fuerza asociativa del Juicio Final y de la apocalíptica.

R. Koselleck, «Apéndice. CRISIS», p. 249

FRAGMENTO 15

Husserl amplió filosófico-históricamente la temática y entendió “la crisis de las


ciencias europeas” como expresión de la cada vez más manifiesta “crisis de la
humanidad europea”. Desde la separación establecida por Descartes entre el sujeto
[cogito, noesis] y el objeto [cogitatum, noema], el telos griego de atenerse a lo que
manifiesta la razón ha desaparecido cada vez más de la vista. Corresponde a la
Fenomenología la tarea de volver a tender un puente sobre el abismo que separa a una
ciencia adicta a los hechos y el mundo de la vida.

R. Koselleck, «Apéndice. CRISIS», p. 272

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