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Primera entrega

Marcela Méndez Calle

Franz Rolando Florez Fuya


Docente

Universidad de Antioquia
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Departamento de Antropología
2022
1

¿Hay bases o evidencias para sostener que en las sociedades premodernas o


preoccidentales (primitivas en la jerga colonial de los siglos XIX y XX) hubo una tendencia
a buscar el bienestar colectivo (no sólo de cazadores, alfareros, chamanes, faraones o
caciques)?

Se presupone que son igualitarias esas sociedades anteriores al surgimiento de las clases,
puesto que sus relaciones serían de este tipo, así de acuerdo con Langebaek, los primeros
pobladores que vivieron en el territorio del continente suramericano, parecen haberse
distinguido por tener unas pautas y lógicas de funcionamiento igualitarias, lo cual apunta no
excluye que se dieran algunas diferencias sociales.1

Langeback mencionaba que en una sociedad con énfasis en la caza, no se daban posiciones de
prestigio que pudieran ser heredadas y no habían privilegios en lo que se refiere al acceso de
los recursos.2 Ahora bien, las herramientas servirán para la caza o la recolección, entonces
podría pensarse que sus fuerzas productivas estaban poco desarrolladas al estar ligadas a la
inmediatez (ya que se beneficiaban de recursos naturales que tenían a su disposición).

Se ha considerado que este tipo de sociedades que sólo aspiraban a garantizar las condiciones
mínimas de existencia a partir de las capacidades productivas que poseían, entonces se podría
asumir que entre esas sociedades había una menor complejidad en términos de la división del
trabajo y de jerarquías sociales, y esto a su vez derivaría en que existiera un mayor nivel de
cooperación porque todo el conjunto de la sociedad estaría en pro de garantizar que los
miembros en su totalidad pudieran sobrevivir y, por otro lado, habría un reparto más
equitativo de los bienes, puesto que, al participar todos de manera más igualitaria se
aseguraba su reproducción biológica y social. Por lo tanto, no se antepondría el interés
individual sino el bienestar colectivo y no habría cabida a la jerarquización, de ahí que las
relaciones deban ser igualitarias como su forma natural.

Aunque podríamos plantear que si bien ese tipo de sociedades tienen pautas en su mayoría
equitativas, esto no evitaría que haya momentos donde se presenten relaciones de conflicto,
refiriéndose a esto Patricia Nettel Diaz señala que Sahlins:

“establece una serie de círculos concéntricos que van del hogar al sector del linaje, la
aldea, la tribu y finalmente el sector intertribal. La reciprocidad será generalizada en
el centro, y conforme se aleja de él pasará por la reciprocidad equilibrada hasta la
negativa, que se establece con el exterior y las zonas periféricas”.3

Así pues, en la medida en que un individuo se empieza a relacionar con otros más alejados
de su núcleo familiar pueden aparecer intereses mayormente egoístas, que privilegian más
los intereses individuales. Sahlins nos trae un ejemplo, para el grupo siuai el género humano

1
Langebaek, Carl (1992). Crónicas del nuevo mundo. Dos sociedades complejas: incas y muiscas. El colombiano, fascículo 4,
pp, 50.
2
Ibíd,pp, 50.
3
Nettel Díaz, Patricia (1993). El principio de reciprocidad desde la perspectiva sustantivista. Política y Cultura, (8), 232–337,
pp. 335.
2

está dividido en parientes y extraños. Los parientes se vinculan entre sí por lazos de sangre y
matrimonio, mientras que los extraños habitan lejos y únicamente es posible percibirlos
como enemigos. De modo tal que, los intercambios con parientes no tienen que ver con la
comercialización, no obstante, con los extraños si se establece este tipo de relación, lo que
puede llevar a un interés por conseguir el mayor beneficio posible.4

Para finalizar, los arqueólogos buscan reconstruir cómo era y cómo ha cambiado la
tecnología de una sociedad,5 —que es en lo que me he centrado en este corto trabajo, pues
también podrían tenerse en cuenta otros factores como los patrones de enterramiento, el
tamaño y la escala de las estructuras, entre otros— y muchas veces este aspecto ha sido
considerado como una evidencia decisiva para hablar de formas de relación igualitarias o no
igualitarias, sin embargo, aunque las fuerzas productivas si pueden advertir que es lo que
tiene el potencial de distribuirse, sería desacertado creer que son concluyentes en cuanto a
definir las formas de distribución dentro de una sociedad.6 Esta etapa aún contiene muchas
preguntas y, sin duda, aún no hemos desarrollado conceptos que nos guíen a una justa
interpretación en base a los hallazgos. 7

BIBLIOGRAFÍA

Langebaek, Carl (1992). Crónicas del nuevo mundo. Dos sociedades complejas: incas y
muiscas. El colombiano, fascículo 4, 50–64.

Montané, Julio (1981). Sociedades igualitarias y modos de producción. Boletín de


Antropología Americana, Institute of Geography and History, N. 3, 71–89.
https://www.jstor.org/stable/40976954

Nettel Díaz, Patricia (1993). El principio de reciprocidad desde la perspectiva sustantivista.


Política y Cultura, (8), 232–337. https://www.redalyc.org/pdf/267/26700319.pdf

4
Nettel Díaz, Patricia (1993). El principio de reciprocidad desde la perspectiva sustantivista. Política y Cultura, (8), pp, 335
5
Langebaek, Carl (1992). Crónicas del nuevo mundo. Dos sociedades complejas: incas y muiscas. El colombiano, fascículo 4,
pp, 51.
6
Montané, Julio (1981). Sociedades igualitarias y modos de producción. Boletín de Antropología Americana, Institute of
Geography and History, N. 3, pp, 74.
7
Ibíd, pp, 76.

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