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Julio ramón Ribeyro

Un día como hoy nace Julio Ramón Ribeyro, quién en sus letras calcó la vida cotidiana Peruana, es así
que hasta retracto su autobiografía en su libro titulado solo para fumadores publicado en lima, 1987, e
inicia diciendo: Sin haber sido un fumador precoz, a partir de cierto momento mi historia se confunde
con la historia de mis cigarrillos. De mi período de aprendizaje no guardo un recuerdo muy claro, salvo
del primer cigarrillo que fumé, a los catorce o quince años; sucede que desde entonces comenzó su
apego al cigarro, desde su época de universitario, ya tenía entre labios unas cuántas pitadas, y cuándo
no tenía, se los robaba a su hermano, ya que él, le hacía lo mismo, recordaba que casi toda su familia
tenía ese vicio, y todos murieron por sus consecuencias; también narra toda una bitácora de los cigarros
en moda, pero el que más le gustaba era el Lucky y aborrecia el Inca, y dice Ribeyro: Mis días estaban así
recorridos por un tren de cigarrillos, que iba sucesivamente encendiendo y apagando y que tenían cada
cual su propia significación y su propio valor…

hasta que tuvo que partir a Europa en un Barco lleno de traficantes de tabaco, fue su edén, allí se fumó
sus primeros buenos cromos. al llegar a España, por falta de dinero, fio sus primeros cigarrillos, y dijo
adiós a su Lucky y se pasó al rubio español más conocido como bisonte, pitando al fiado, se dijo, porque
nadie a escrito sobre el vicio del cigarro, los grandes escritores fueron grandes Fumadores (Balzac,
Dickens, Tolstoi, Dostoiewsky, etc.)…a así se tejieron muchas más anécdotas todo por complacer su
vicio; luego ya en París, las cosas se pusieron color hormiga, las tabaquerías francesas le permitieron
explorar los dominios inglés, alemán, holandés, y en su gama rubia más refinada, hasta que su plata se
acabó y tuvo que empezar a vender sus libros y recurrir al terrible Gauloises o tabaco negro, pero aún
así, ya no tenia nada que ofrecer, y en ese desespero conoció a un amigo enano que llegó a conocer
desnudo, solo fuamaba Pall Mall, pero la escena melodramática se esclareció y a partir de allí, los tres
formaron un trío inseparable, Panchito, Ribeyro y los Pall Mall; pero ¿quién eres este personaje
panchito, Que por las noches desaparecía y en la mañana sus bolsillos aparecían llenos de dinero?
Además apoyaba a todos los latinos y especialmente a los limeños que no tenían ni para el té sin nada a
cambio. Sucedió que ya no podía localizar a su amigo, hasta que llegó a trabajar en la recepción de
noticias en París y vio que el tal panchito era peruano y estaba perseguido por la interpol.

Los vaivenes de la vida continuaron viajó de un país a otro pero sobre todo de una marca a otra de
cigarrillos. Amsterdam y los Muratti ovalados con fina boquilla dorada; Amberes y los Belga de paquete
rojo con un círculo amarillo; Londres, donde intentó fumar pipa, y en Munich al sacar su doctorado en
filología románica, también se graduó como experto en cigarrillos teutones, al menospreciar tales
cigarrillos, Luego cuándo estuvo en Alemania y al contar con una buena beca, podía comprar todos los
días un paquete de Rothaendhel en un kiosko callejero; hasta que se gastó toda su plata en un toca
discos, y la necesidad de pitar para escribir, le hizo guardar rencor contra los alemanes, eran sin duda
atrasadas, faltos de imaginación, deberían crear instituciones de socorro, basadas en la confianza y la
convivialidad, como es la institución del fiado.

Fue entonces cuándo nuestro escritor, empezó a vivir en carne propia todo un peregrinaje, su salud
física y mental estaban volviéndolo loco, hasta tal punto de ser atendido por un doctor especialista en
sus casos, el Dr. Bismuto, quién guardaba las colillas de sus cigarrillos en sus bolsillos, esta ironía que la
realidad le hacía vivenciar, se dijo: ¿Qué tipo de recompensa obtenía del cigarrillo para haber sucumbido
a su imperio y haberme convertido en un siervo rampante de sus caprichos? ¿Qué me daba el tabaco
entonces, a falta de placeres, sensoriales o espirituales? ¿por qué diablos no recurría a los puros o al
tabaco de pipa que tenía a mano cuando carecía de cigarrillos?

Esta reflexión llevó a considerar que el cigarrillo, aparte de una droga, era ya un hábito y un rito; fumar
era un vicio que procuraba, a falta de placer sensorial, un sentimiento de calma y de bienestar difuso,
sin duda La tiranía del cigarrillo debía tener en consecuencia causas más profundas, probablemente
subconscientes.

Al ser internado en una clínica, Ribeyro tuvo serios problemas, fue operado y quitaron de él muchos
órganos, luego en su proceso de recuperación siempre observaba por la ventana como trabajadores de
construcción después de su rutina, jalaban unas pitadas y bebían y seguían con su diario vivir, así inició
una nueva esperanza de vida a pesar de que muy pocos eran los que salían de tal clínica ya que uno de
los requisitos era subir de peso, todos eran alimentados por sondas, a esto se le ocurrió poner monedas
en sus bolsillos, paulatinamente, gramo a gamo sumaba, también pidió a su mujer que le trajese los
cubiertos, que los necesitaba para despejar su mente, pero el ávido Ribeyro, ponía en sus bolsillos
cuchara tras cuchara, el personal médico se quedaba asombrado ya que su semblante no reflejaba lo
que la balanza marcaba; para coronar su salida cosió el cubierto más grande en su calconsillo, y a las
semanas fue dado de alta… éste fue Ribeyro, ya en su casa de playa, empezó a recuperarse muy rápido,
y nos cuenta que empezó nuevamente a jalar sus puchos, compraba cajetillas y las escondía en un
huevo que hacia en la arena, siempre madrugaba a caminar, observava que su mujer la miraba muy
animosa, pero éste, corría tras él… a disfrutar las pitadas del día…

luego dijeron que murió, pero creo que muchos escritores lo recordarán mucho más gracias a su
filosofía del porque se fuma.

En su pensamiento vago Citó a Freud, quién solo veía falos, anos y Edipos por todo sitio. Sus dibulgdores
Explicaban que la adicción al cigarrillo es por una regresión infantil en busca del pezón materno o por
una sublimación cultural del deseo de succionar un falo. Leyendo estas idioteces comprendió por qué
Nabokov se refería a Freud como al “charlatán de Viena.

No le quedó más remedio que inventar mi propia teoría filosófica y dice: Empédocles y los cuatro
elementos primordiales de la naturaleza eran el aire, el agua, la tierra y el fuego. Todos ellos están
vinculados al origen de la vida y a la supervivencia de nuestra especie. Con el aire estamos
permanentemente en contacto, pues lo respiramos, Con el agua también, pues la bebemos, Con la tierra
igualmente, pues caminamos sobre ella, la cultivamos, Pero con el fuego no podemos tener relación
directa. El fuego es el único de los cuatro elementos empedoclianos que nos hace huir, pues su cercanía
o su contacto nos hace daño. La sola manera de vincularnos con él es gracias a un mediador. Y este
mediador es el cigarrillo. El cigarrillo nos permite comunicarnos con el fuego sin ser consumidos por él.
El fuego está en un extremo del cigarrillo y nosotros en el opuesto.

Gracias a este invento completamos nuestra necesidad ancestral de religarnos con los cuatro elementos
originales de la vida. Esta relación, los pueblos primitivos la sacralizaron mediante cultos religiosos
diversos, terráqueos o acuáticos y, en lo que respecta al fuego, mediante cultos solares. Se adoró al sol
porque encarnaba al fuego y a sus atributos, la luz y el calor. Secularizados y descreídos, ya no podemos
rendir homenaje al fuego, sino gracias al cigarrillo. El cigarrillo sería así un sucedáneo de la antigua
divinidad solar y fumar una forma de perpetuar su culto. Una religión, en suma, por banal que parezca.
De ahí que renunciar al cigarrillo sea un acto grave y desgarrador, como una abjuración.

Memorias de Julio Ramón Ribeyro – Solo para fumadores.

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