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La universalizacién de los servicios de atencién sanitaria y de prevencion traducida en igualitarismo en la accesibi- lidad. Tratamiento personalizado en todos los procesos diagnésticos y terapéuticos, taducido en la considera. ion de la persona en sentido holistico, con todas sus di- ‘mensiones y percibido por la satisfaccién de los usuarios, Participacidn activa del paciente y su familia, constata- ble en la informacién recibida, su comprensién y el buen uso del consentimientg informado, Respeto de la libertad del paciente, con los limites pro- pios del sano afrontamiento de los conflictos cuando esta entra en conflicto con otros valores, verificable en esti- los no paternalistas de la préctica clinica y en el igualita- rismo en la relacién sanitario-enfermo. Trabajo interdisciplinar y evaluacion de los procesos, constatable en la participacion de los profesionales en re. uniones de equipos interdisciplinares y en los temas altontados en las misma Existencia y buen funcionamiento del Comité de Bioéti- a Asistencial y de Investigacién. Existencia del Departamento de Atencién al Usuario y canalizacion comecta de las demandas de los usuarios Cuidado del cuidador mediante los ingredientes pro- pios de la «higiene laboral», de un salario justo, de un trato adecuado y motivador, y mediante la forma- cién continuada, ‘xistencia de la ComisiGn de Humanizacién a diferentes niveles (autondmico, de hospital Centro de Salud o area sanital La formacién tanto en el pregrado como posterior y continuada, que armonice los valores procedentes del conocimiento cientifico-técnico especializado y los va- lores del conocimiento global y humanistico de la per- sona, donde el mundo de los sentimientos y de los afectos cobra una particular relevancia, 64 — Laexistencia de criterios de gestion transparentes que controlen el gasto asumiendo el reto de la calidad y donde los valores genuinamente humanos estén en el debate sobre las politicas de gestion de recursos. - La calidad de las estructuras, su sefalizacién, la actualizacion de los equipos, la revisién periddica de los programas, 2. La dignidad humana: fundamento de la humanizacion Con frecuencia, la raz6n tiltima referida a la hora de hablar de los derechos de la persona es la dignidad humana. Con frecuencia lo es también al analizar conflictos éticos y situa- ciones que reclaman ser humanizadas. Y quizé nada mas dificil que defini lo que es la vida hu- ‘mana y fundamentar su dignidad, Piensese en los debates abiertos sobre el aborto, sobre el origen de la vida humana en torno a la concepcién o al inicio de la actividad cerebral. Pignsese en los debates en torno a la eutanasia y a la muer- te (y a su definicion), Piensese en los debates en torno a la calidad de vida como paradigma para poder discriminar la licitud o eticidad de numerosos comportamientos en el mun- do de la accién social y sanitaria No resulta facil hablar de dignidad cuando ya el mismo dic- cionario nos presenta del término «digno» acepciones tan dis- pares para nuestra reflexion como la relacionada con el me- recimiento («que merece algo, en sentido favorable o adverso») y Ia relacionada con la naturaleza de la persona 0 cosa («cortespondiente, proporcionado al mérito y condicion de una persona 0 cosa»), Nos adentraremos en explorar el REAL cape Eseasoua, Dic la Madd 1992, le la Lengua Es 65 significado de la dignidad humana como fundamento de Ta hu- manizacién del mundo de la salud y de la enfermedad. 21. La dignidad humana Mas alla de las diferentes acepciones que el Diccionario de la Real Academia presenta hoy, el término «dignidad» de- signa en latin lo que es estimado 0 considerado por si mis- ‘mo, no como derivado de otro. Cuando se aplica la palabra dignidad a la persona humana, se la esta considerando como fin en si misma, como primer criterio de contrastacién para la valoracién ética de los fines perseguidos. de las expresiones mas célebres, en este sentido, apa- rece en una de las formulaciones del imperativo categorico kantiano: «Acttia de tal modo que trates a la humanidad, to en tu persona como en la persona del otro, no como un ‘mero medio, sino siempre y al mismo tiempo coma fin La dignidad humana, como comparten numerosos auto- res, significa el valor interno e insustituible que le corres- ponde al hombre en razén de su ser, no por ciertos rendi- mientos que sea capaz de prestar, sino por ser un fin en st lad que como tal es un atributo de la persona, «po- see una dimension social, colectiva, en el sentido de que va acompanada de la necesidad de que las demas personas y la comunidad en que el individuo se integra respeten su liber- tad y sus derechos»®. 7, Fee 1995) mM bietica 16-2 Por otra parte, como nota Millin Puelles, la palabra «dig- nidad» admite, al menos, dos acepciones: «como forma de comportarse (portarse digna 0 indignamente), 0 como supe- rioridad e importancia de un ser independientemente de su comportamiento»*. Son, ciertamente, acepciones complemen tarias porque una persona se comportara dignamente cuan- do su conducta se adecue a la condicién superior suya y del destinatario de su relacion. De lo contrario, el trato sera in- humano. Cabria pensar, inmediatamente, que el concepto de dig- nidad es universal, valido para todos. Sin embargo, como dice Peces Barba, conviene tener en cuenta la dificultad presen- te en Ia pluralidad de manifestaciones de la dignidad, y la existencia de numerosas perspectivas desde las que se ma- nifiesta la necesidad del respeto a la misma: asi, podra to- marse en consideracién la dignidad individual, la del géne- ro humano, la del individuo para consigo mismo, la que el individuo debe respetar y reconocer a los demas, la que el Estado debe respetar y reconocer a sus ciudadanos, etc™ Una de las dificultades concretas, experimentada sobre todo por las personas que se encuentran con la vulnerabili- dad humana en el limite (sobre lo que reflexionaremos des- pués), cuando la dignidad parece escondida entre las impo- sibilidades efectivas de ejercer las caracteristicas mas especificamente humanas, esta en la idemtificacion de la es- pecificidad de tal dignidad y de su origen. En el fondo, en numerosas ocasiones, tras la toma de decisiones y estilos de relacién interpersonal de ayuda, asi como en la elaboracion de programas de integracion de diferentes colectivos exclui- dos o en el cuidado a las personas fragiles, subyace la pre- nid 1982, gunta: zes siempre la persona (o lo que se nos presenta como figura humana ante los ojos 0 ante el microscopio), digna de ser respetada y cuidada sin limite? La pregunta, formu- Jada ahora de manera compleja quiz, contiene detras mu- chos y complicados elementos, No es infrecuente que emotividad y racionalidad no es- ten siempre presentes de manera armonizada ala hora de manejarse entre esta cuestion. No hace mucho, una religio- sa encargada de cuidar a sus hermanas mayores, manifesta- ba, cargada de emotividad, que no es digno vivir teniendo que ser cuidado en todo, sin ser dueio de la razén y de la propia conducta (por deterioro cognitivo), ni duenio del pro- pio cuerpo para gobernarse en las necesidades mas basicas GEs digno vivir asi? ~decia— Ciertamente la expresion formulada por la hermana po- dria ser s6lo un desahogo de la tension que supone el per- manente cuidado de personas tan dependientes, asi como la toma de conciencia de que a tal situacion podemos llegar todos y ~evidentemente~ no es deseable en muchas de sus caracteristicas Quiza sea bueno hacerse la pregunta, a primera vista ob- via, sobre el origen o la especificidad de tal dignidad atri- buida a la persona humana. in qué consiste la dignidad humana? Observando las diferentes ideologias y culturas, podemos tomar conciencia de que el respeto a la vida aparece como imentales y evidentes. Como si estuvigramos ante una realidad cuya fimdamentacion no necesitara ningtin esfuerzo racional, ante una exigencia ba- sica del sentido comin que todo el mundo comprende 8 En realidad, es obvio que sin conservar el valor de la vida (considerada, pues, digna de ser respetada), no hay ningu- na posibilidad de convivencia y armonia entre los hombres. Resulta curioso constatar cémo, incluso en las legislaciones mis tolerantes del aborto, por ejemplo, se comienza siem- pre con una apologia de este presupuesto. Aun cuando se toleren con demasiada amplitud ciertos atentados contra la vida, parece indispensable recordar el mismo punto de par- tida normativo: que la vida humana merece ser defendida y respetada por todos los miembros de la comunidad. Yes que, como dice Lopez Azpitarte", sin condenar con énfasis todo atentado injusto contra este bien primario de la existencia, no es posible ningun tipo de relacion humana, y resultan imiitiles todas las demas exigencias y obligacio- nes si falta este presupuesto primario y fundamental. No obs- tante, a pesar de la evidencia comin que encierta este prin- cipio, como uno de los universales éticos presentes en la conciencia de la humanidad, los hombres han intentado siem- pre buscarle una justificacion racional, como si esa intuicion generalizada no fuera del todo convincente o pudiera ser demasiado ambigua, sin argumentaciones més concretas, Santo Tomas ha argumemtado en defensa de la vida sobre todo porque todo ser se ama por una inclinacion natural a si mismo, lo que le leva a luchar por su propia conserva- ci6n; por su dimension social, viendo la vida de cada indivi- duo como un patrimonio comin, y, en tercer lugar, por con- siderarla como un regalo de Dios, el unico que tiene poder sobre la existencia humana”. Otros autores consideran que es la posibilidad de actua- ©, Lome Azan cién moral ~por ejemplo Martinez Pujalte basada en la ra- cionalidad y en la libertad, el fundamento de la exigencia de respeto incondicionado a la persona humana, exigencia a la que denominamos «dignidad humana». La dignidad huma- na radicarfa, entonces, en la potencialidad de las cualidades espirituales que definen al ser humano, y tal potencialidad se encuentra en todo ser biolégicamente humano, incluso si todavia se encuentra en el primer estadio de su desarro- lo es decir, en la gestacion— 0, si por cualquier razon se halla privado de las habilidades correspondientes a un de- sarrollo psicologico moral. Naturalmente, el fundamento dl- timo de una dignidad humana asi entendida no puede ser sino metalisico™, La expresién «ser biologicamente humano», permite comprender que el respeto a la vida -por su dignidad- no procede del hecho de desplegarse en acto la racionalidady. la libertad, sino de su potencialidad. La razén que fundamen- a el imperativo de respeto incondicionado al ser humano ~segtin esta argumentacion- es la capacidad de actuacién moral del hombre, basada en su racionalidad y libertad, y tal capacidad es entendida como potencialidad y debe ser reconocida a todo individuo de la especie humana. Se dice, entonces, que esta dignidad que procede de la capacidad de la persona de dirigirse por si misma hacia el bien y de su aptitud para autodeterminarse®, esta por enci- ma de cualquier circunstancia extema o personal. La per- sona tiene un valor bésico, que le lleva a no ser considera- da y watada nunca como mero medio, a pesar de que esta capacidad de dirigitse por si misma esté eclipsada, cuando no negada (cdmo pudiera ser en algunos enfermos menta- les, enfermos terminales®, personas sin formacion adecusa- da 0 no desarrolladas todavia -nifios-) Lareflexion més inmediata sobre lo especifico que le hace al hombre digno seria aquella que ve a la persona por enci- ma de los demas seres en virtud de su racionalidad, lo cual determina a la vez su sociabilidad, su libertad, su responsa- bilidad y su dimension trascendente”. Dice Feuerbach: «Ra- z6n, amor y voluntad son perfecciones, son facultades su- premas, constituyen la esencia absoluta del hombre en cuanto hombre y el fin de su existencia. El hombre existe para conocer, para amar, para querer»™ El problema surge, una vez mas, cuando el individuo no es capaz de desarrollar estas facultades supremas que le dis- tinguen del resto de los seres vivos y que le confieren la par- ticular dignidad que calificamos de «humana». Si «lo pecu- liar de la vida humana es ser estrictamente biografica, segan la caracterizé Ortega, en su sentido mas literal de escrita y relatada por el propio sujeto que la vive, por contraposicion al vivir meramente biolégico»®, encontraremos numerosas dificultades a la hora de defender la dignidad de individuos y colectividades cuya vida no es posible ser «escrita y rela- Garcia Fen, 1998, 96:97, 1 Sincnte Acest, sa, Maciid 19937, 91 Fuerst, La esncia de cristanisme, Siqueme, Salamanca 1975.52. ro lugar dice: «El hombre no se distingue de nig jtuye mas bien su diferencia con res 3 €5 hombre: mas no porque tees un electo y uns Pa del ser 2 dela filosf ona 1976, 107). > a, 199. Niceto Bl is Declaraciéa Univers de a salud en os procesos terminals, San Pablo, Ma ico dela Contitucion esp de 1978, Eder tada» por el propio sujeto que la vive. Quizd habria que con- siderar, entonces, que la dignidad humana -mas all del conocimiento de ser criatura, desde una vision religiosa~ se escribe y se construye también subsidiariamente o, dicho de otro modo, que la dignidad de quien no es capaz de gober- arse por si mismo esta también en la dignidad con que los emas seres de la misma condicién sustituyen las carencias, Quizas la gloria del hombre no se escribe sdlo cuando este ~el individuo- es capaz de pensar, decidir, amar, (como facultades supremas), sino tambien cuando un semejante piensa «en el que» y «por el que» no es capaz de hacerlo por si mismo; decide para y por aquel que no es auténomo psicologica o moralmente y ama a aquel que, si bien cons- Cientemente no es sujeto de afectos, es destinatario del amor: amable por st mismo, por su semejanza (aunque hu- biera que reducirla a «bioldgica») al amante y por su po- tencialidad (aunque no desarrollada, educada o ya desgas- tada), por su vulnerabilidad y pertenencia a la comunidad humana. Cuanto venimos apuntando, pues, nos lleva de manera progresiva, una vez mas, a considerar que la dignidad hu- mana esta en estrecha relacion con su condi rabilidad. Una vez mas acudimos a la llamada «ética de la fragilidad>™. El hombre labil, como dijera Paul Ricoeur ex- presando de manera precisa la naturaleza de la realidad hu- mana, fundamenta una ética humanizadora a partir de la comprension de la persona como vulnerable, débil, perte- neciente a la comunidad humana capaz de hacerle ser y sub- sistir. La vida humana, espectalmente fragil y siempre en el limite, se expresa (como ha escrito Helmuth Plessner) es- pecialmente en la risa y en el llanto. Y esta expresion del Hanto, como simbolo de la fragilidad humana, constituye wn on de vulne- CLD. Gracin, ne, 26s, rasgo fundamental que revela que la condicién de vulnera- bilidad desencadena la dimensién ética Desde la fe, la fundamentacion de tal argumentacion so- bre la dignidad humana la encontramos en la concepcion de la dignidad del ser criatura®. Pero desde la fe cristiana, la gran paradoja es que Dios mismo haya asumido la condi- mn humana (dignificéndola asi), y que haya hecho wiunfar al amor precisamente en la debilidad presente en una cruz. Interpela particularmente a la razon el testimonio de un hombre que la contradice permanentemente mediante la di- namica del amor: contradice la «razonabilidad» de las situa- ciones de exclusion de enfermos y marginados, contradice la erazonabilidad» de la dinamica del poder mediante el ablandamiento que produce la mirada al rostro humano frd- gil como criterio para encontrar en él la dignidad incondi- ional. Para el creyente, la dignidad humana, entonces, se fundamenta en su origen: es el haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, y pertenecer a la naturaleza en la que Dios mismo se ha encarnado humanizandose, asumiendo su fragilidad e indicando que cuanto sea hecho a uno de los mas fragiles es hecho a él mismo (Mt 25,40), lo que fundamenta ‘iltimamente la dignidad humana, Asi, el concilio Vaticano 11, en la constitucion Gaudium et spes, sefala que en Cristo «da naturaleza humana ha sido levantada a una sublime dig- nidad»™. te deaqellas que pusieran provenit osilel hombres El Catectsmo de 73 ~ Dignidad humana y derechos humanos Es precisamente la dignidad el concepto central en que s fundamentan los derechos htumanos. Ls idea de ignidad esta basada, como venimos diciendo, en su ser, mas que en el modo de existir”. Asi, el articulo 10.1 de la Constitucion espafiola establece como fundamento del orden politico y de la paz social, ante todo, la dignidad humana®, * Himanos de la Asamblea General de las Naci s al \ciones Uni del 10 de diciembre de 1948, tiene como primer conside~ rando: «Que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tie- nen por ase el reconocimiento de la digidad inrinseea y le los derechos iguales e inalienables de todos los mi de la familia humana» tte! Lo que no poseemos en la Declatacion de los Derechos Hu- manos es el porqué de los mismos, su fundamento y razén de ser, su origen y razones trascendentes. Se tiene la impresion de que se apela a la dignidad humana llegando a decidir los vo- tos mayoritarios los derechos que se derivan de la misma, pero sin fundamentarla, Quiza eso explique que en nombre de la dig- nidad se llegue a soluciones radicalmente contrarias sobre te- mas fundamentales tan de nuestros dias como la admisibilidad de ciertas formas de procreacién y manipulaciones genéticas, elabort, la disponibilidad de érganos huamanos, los experimen. tos médicos con personas y la misma eutanasia”, pueden a, por ejemp El sentido de la expresion «dignidad humana», que apa- rece cinco veces en la Declaracién Universal de los Dere- chos Humanos, no fue discutido por los votantes. La situa- cion historica en que se produce la Declaracién (el deseo de proclamar algo en comiin y evitar que se repitieran los horrores de las dos guerras mundiales), evo a no definir tecnica o filoséficamente lo que se considera como «digni- dad humana». Se afirma la dignidad del hombre de una ma- nera descriptiva, senalando los presuntos derechos que le corresponden (Ja libertad, la justicia y la paz). La apelacion ala «dignidad humana» significa no mas que una apelacion solemne al sentido comtin de los pueblos para que opten por la via de la razonabilidad y no de la guerra en la solution de los problemas humanos a escala internacional”, No obs- tante, en la redaccion y discusién del texto de la Declara- ion, no faltaron propuestas de incluir el fundamento de tal dignidad como seres «creados a imagen y semejanza de Dios»*! La Constitucion alemana de 1949 afiade un elemento nuevo, afirmando, en el articulo 1.1, que «la dignidad de Ia persona humana es intangible». En efecto, el concepto de dignidad trasciende y supera los limites del ambito ju- ridico. La dignidad no sélo es lo que el derecho dice que es. Lo tinico que podran lograr las diversas versiones del reconocimiento a nivel juridico de la dignidad sera una aproximacién, un retrato mas o menos fidedigno de la dig- nidad de la persona* Niceto Blézquez, en su estudio sobre el texto de la De- claracién sobre los Derechos Humanos, afirma que, «tenien- ind humana y @ partes del cuerpo human». D. ine es voll Qué sii el «mercado» para est prin ejemplo de la tenologiabiomedica, m 270 (1997) 358 SN Btanguee, acy 1D © 1b, 18 OMA, Aurore Marine, 0.6 do en cuenta el momento historico en el que el texto de la Declaracién fue redactado, la categoria de las personas que intervinieron en la redaccion y aprobacion, asi como el aso © aplicacion practica que se ha venido haciendo después, se puede decir que nos encontramos ante un documento esen- Gialmente politico sin base ética suficiente por faltarle la fury damentacion metafisica. Esta fue descartada al rechazar toda alusion vinculativa del hombre a Dios, al Creador o a Ia Na. turaleza. La dignidad humana queda asi abandonada al con. senso democritico de voluntades e intereses de los palses miembros de la ONU que quieran ratificar Ia Declaracion, Pero al no surgir una necesidad objetiva racional de respe- tar esos presuntos derechos y libertades proclamados, cada cual es libre para interpretarlos en funcion de los intereses politicos concretos de sw pais y de su cultura»® ‘Una reflexion sobre los valores superiores y su vincula. cion a un ordenamiento juridico nos leva a la conclusion de que es dificil construir modelos puros»™. J. Maritain, fi losofo que, dentro del catolicismo, mas ha crefdo y trabaja- do en Ia preparacién de la Declaracion Unjversal de los De- rechos Humanos, afirma que es muy dificil, pero atin asi siempre posible, encontrar una formula comuin de verdades os ‘Tos mas ince estado grave Lo fe cualquier persona medianamente honrada yd ero es Declan 76 pricticas sobre la vida en comuin de todos los seres hu nos; es posible formular algunos derechos que afectan al sei humano en su existencia social. A la inversa, serfa vano bus- car una comin justificacion racional de estas conclusiones practicas y de estos derechos. Empefiandose en seguir este camino se correria el riesgo tanto de querer imponer un dog- matismo arbitrario como de verse irremediablemente estan- cados por divisiones irremediables®. 2.2. Dignidad humana y calidad de vida En los altimos afos se esta prestando una particular aten- cion a la relacion existente entre dignidad y calidad de vida Si bien estamos ante un discurso nada novedoso, puesto que siempre ha estado presente (piénsese en la busqueda de lo bueno, bonito y barato, que la expresién de la sabiduria po- pular ha sintetizado bien con tres calificativos relativos a va- lores importantes), parece que el progreso de las tecnolo- ‘gfas puestas al servicio del hombre interpelan de manera mas acuciante hoy, cuando somos capaces de prolongar la vida, pero no siempre en condiciones que al sujeto 0 a los res- ponsables de la distribucion o aplicacion de recursos, les parece que tal vida sea digna. En principio, como dice Diego Gracia, «parece natural pensar que es bueno todo aquello que va a favor de la vida y malo todo lo que va en contra suya o la pone en peligro. Pero la vida sin mas no es un criterio de moralidad. El cri- terio surge cuando se califica o cualifica esta vida de cierta maneray®. WH-8. PaoaTER i 2001, 3595, Made 1984, 19. En efecto, la ética de la calidad de vi dia una aportacion fundamental en Is refodon heer problema es que no existe una tnica definicin simple ni com. pleta del término, como dice Garcia Férez. Los diferentes ae tores parecen estar de acuerdo en que su significado es esen. cialmente subjetivo, en el sentido de que es el sujeto el que debe apreciar y enfatzar si su estilo de vida satisface plena ‘mente sus propios deseos y necesidades. Es por tanto una as- Piracion ideal que ha de llenarse de contenido en un deten minado contexto (personal, social, cultural, economice, humano, médico...), Los juicios sobre calidad de vida son sem. pre sclatvos a un marco de referencia concreto”, Pero una Vez mas nos encontramos con el problema de la ci no siempre puede ser valorada ne el sujeto ane la a recisamente porque no es dueno de algunas de las caracte. Tsticas mas especificamente humanas que permiten la expe. Hiencia subjetiva y la conceptualizacion de tal experiencia m De Ia importancia que se le dé al concepto de de vida dependen no pocas decisiones en el ammbite a accion sanitaria, socio-sanitaria, social, politica... Algunos despejan la incégnita diciendo que tiene tal valor para el hombre la dignidad que lo que se plantea es hasta qué pun- to vale la vida sin dignidad y hasta qué punto merere la pena vivir si no se vive como hombre, como persona hu- nana‘. Pero enseguida argumentan que no puede existir la vida humana sin dignidad, ya que en ningin momento de su vida, y en ninguna circunstancia, la persona deja de ser persona: mientras hay vida, hay personalidad -condi- 2, 6, 8, cin humana, condicion de persona en cuanto tal~ y, por tanto, hay dignidad. En cuanto a la segunda de estas pre~ guntas, hasta qué punto merece la pena vivir si no se vive como hombre, es decir, si no es posible vivir de modo con- forme a la propia dignidad, la discusién presenta mayor complejidad. Si, como hemos podido comprobar, el con- cepto mismo de dignidad es extremadamente dificil de de- finir por su gran dosis de relatividad, estas mismas dificul- tades, y el consiguiente riesgo, se plantean para determinar en qué punto se produce esa ruptura o falta de adecuacién entre la vida y la dignidad, y a quién corresponde decidir sobre esa falta de adecuacion. Los obispos de la Comision Episcopal de Pastoral Social de Espana, al reflexionar sobre el 50 aniversario de la De- claracién Universal de los Derechos Humanos, han Ilamado la atencién sobre una posible vision individwalista de los de- rechos humanos y, por tanto, de una referencia de la cal dad a la mera subjetividad, al margen del desarrollo de los derechos de las colectividades. Dicen: «No seria verdadera- ‘mente digno del hombre un tipo de desarrollo que no res- petara y promoviera los derechos humanos personales y so- iales, econémicos y politicos, incluidos los derechos de las naciones y de los pueblos» (Sollicitudo rei socialis, 33). «Claro esta que para un desarrollo integral no es suficiente un de- sarrollo econémico si no atiende a las otras dimensiones de la persona, Sélo tomando conciencia de pertenecer al uni- verso como miembros de la unica familia humana, y watan- do de vivir y actuar coherentemente, nuestro desarrollo nos maniza»®, Esta reflexion puede introducir aqui el recla- mo a los derechos de los demas cuando se pretende discer- nir sobre la calidad de vida de un individuo y Ia evidente relacién entre derechos y obligaciones, av Soca, Lad empo, Es ow Era 1998, 19. Atendler a Ia calidad de vida ~afirma Elizari~ es una exi- i con ello nos referimos a cualquier ndiciones dé vida que res respondan a la dignidad huma- caybats el mayor mimero posible de personas, sf merece una Consideracion moral, aunque su utilizacion en canes conflic- tivos es muy delicada y dificil’ De hecho, hay quien habla de la vida humana como un valor «absoluto relativo», pata aclatar que no ce valor su- Premo y absoluto, aunque tenga valor por si misma Y posea cota viet ibilidad axiologicn de caracter aprioristics, Renee G2t2 vision de inviolabilidad absoluta y el concenns dad de vida se debate la reflexion”. > © “OMC€PtO de cal La calidad de vida nos hace refer la vida, verla de ma- conc omParativa consigo misma en otras circunstancien ° Con otros. Diego Gracia dice que la calidad de vid. fen el conjunto de propiedadles que hi ida aprec ble y mejor que la de otras personasn'? cen esa vida aprecia- Scurso es tan delicado que hay una poleémica abierta entre las nociones de «sacralidad de ee al dad de Vida». Mientras la primera afirma que la vida co algo dee na bsaluto inviolable en cualquier situacion o cn do. 1a segunda considera que la vida varia de «cualidads se- Bin Heb actitudes ante ella” o los valores que la impr Y pueden verse realizados ae "EB ¥eLamer, San Pablo, B. Graco Creo, no obstante, que podemos afirmar con Forcano que «“somos testigos de que esta naciendo un nuevo humanis- mo en el que el hombre queda definido principalmente por Ja responsabilidad hacia sus hermanos y ante la historia” (GS 55). Este incremento en la comprensién y aprecio de la per- sona humana hay que buscarlo en las nuevas ciencias hu- manas, en los nuevos descubrimientos, en la nueva antro- pologia, en los nuevos estudios filosofico-religiosos, como también en los nuevos movimientos socio-politicos y cultu- rales de nuestro tiempo»”. En este sentido, podriamos afirmar que la calidad no es cl referente tiltimo, Allt donde se presenta ofuscada o mer mada, quiz haya que referir el deber ético del cuidado hu- manizado no solo a la experiencia subjetiva de las propias condiciones de vida, sino tambien a la dignidad humana in- trinseca. Entonces habra que hablar también de calidad del cuidado en funcion de las cualidades y valores que se viven en Ia atenci6n de la vida visiblemente poco «cualificada» Puede ser interesante ver cémo responde Jest a la pre- gunta que le plantean ante el ciego de nacimiento (Jn 9,1- 3) donde, ademas de desechar una vez mas la doctrina de la retribucion (incluso en su forma extensiva), afirma que en el ciego se manifiestan las maravillas, la gloria o las obras de Dios. Ciertamente la gloria de Dios no reside en la ce- guera de la persona ni esta es reflejo de sus obras y sus ma- ravillas, sino que la solidatidad que se desencadena en tor- no al ciego refleja la gloria de Dios que es comunidad y don, por lo que el criterio ultimo de vida digna de ser respetada no puede ser tinicamente la experiencia subjetiva del indi- ‘duo (calidad percibida) que, por otra parte, no es capaz siempre de valorarla y referirla |B Foncano, El aborto, en AANV, El espeto@ la vida Ibao 1981, 127 a, Mensajero, 81 A mi juicio, la introduccion del concepto de calidad en la reflexion sobre la dignidad de la vida, sobre todo cuando esta se presenta fragil y mermada en algunas cualidades es- pecificas del ser humano, ha de considerar que el uso de los recursos existentes para luchar por una vida digna ~de cali- dad~ constituye un permanente reto al discernimiento en- tre la experiencia individual y las necesidades de la colecti- vidad’* y su correspondiente priorizacion. El concepto de calidad no lo reservamos entonces exclusivamente a la experiencia individual, sino también al proceso seguido para conseguir tal experiencia o para cui- dar a la persona respetando su dignidad, a la eficacia y efi- ciencia de los procesos, que han de estar impregnados de excelencia ética en el uso de los recursos y en el discerni- miento sobre su idoneidad (referidos también en términos de justicia -pensada con criterios universales~) y la necesa- ria evaluacién de la adecuacion de tales procesos para la sa lisfaccion de necesidades reales y de respeto por la digni- dad humanal 2.3. Humanizar la vida: dignificar la vida en la precariedad Los conceptos de dignidad humana y de calidad estan inti. mamente relacionados con la necesidad experimentada por todos de humanizar la vida, particularmente cuando esta se ve necesitada de acompahamiento en el afrontamiento de dificultades personales, relacionales, etc. Nunca como hoy se ha hablado tanto de deshumanizacion. Como si la vida pudiera presentarse, en cualquiera de sus dimensiones, tam- bién con rostro in-humano, 0 como si esto estuviera siendo una lamentable realidad y fuera necesario luchar contra ella, Como ya dijimos, humanizar significa hacer que una rea- lidad sea digna de la condicion del hombre, de los valores que le son inalienables. Estamos, como en el caso de los con- ceptos de dignidad y de calidad, ante una palabra sino poco definida, al menos poco explorada en sus implicaciones, La palabra que mas utilizamos, sin duda, para denunciar situaciones de pérdida de lo especifico del hombre, es la de adeshumanizacién». Gafo se refiere a ella diciendo que es tun econcepto poco delimitado. Vail la ha definido como ‘pérdida de atributos humanos”, mientras que Lewis la de- signa como “pérdida de dignidad”. El término de deshuma- nizacién aparece como facilmente intercambiable con el de despersonalizacion»”, Yes que, afortunadamente, experimentamos cada vez con mas intensidad, la tension entre lo que la realidad es y lo que debe de ser en relacion a las exigencias éticas. En este sentido, la Declaracién de los Derechos Humanos constitu- ye un areferente utopico» creador de exigencias éticas, que recuerda continuamente la ruptura, la distancia existente 0 posible entre lo que realmente «pasa» y lo que «debe pa- sar», Por muy limitada y poco respetada que se presente, constituye un elemento humanizador. Es la vida en su precariedad cuando mas reclama lo me- or de la condicién humana a su servicio para luchar contra las fuerzas de la adversidad. Una de las cosas que mas sor- prenden del sufrimiento es la capacidad que parece conte- Humanizacion, en Dies palabras clave en boetica, "'E, Dist, La grandes wtplas del 98, en AVY. El ner de interpelar la responsabilidad del hombre para salir al paso de quien padece, generindose solidaridad y perci- ndose la grandeza del hombre que, en su maxima expre- sion, es capaz de dar la vida para el bien ajeno (desvivirse ara que otro viva), Ahora bien, Ja humanizacién de la vida o la dignificacion de la vida en st precariedad comporta un compromise act vo ~siempre que sea posible para el sujeto segtin sus poten- Gialidades en acto por parte de quien se encuentra inmer- so en la fragilidad. Compromiso que se deriva del reconocimiento de la dignidad humana de todo individuo, especialmente por su fragilidad y pertenencia a la comuni- dad humana, Este compromiso significa también el reconocimiento de la importancia del principio de responsabilidad, al que se re- fiere Hans Jonas, que reformula el imperativo categérico de Kant en términos algo distintos: «Actia de tal modo que los efectos de cu actuacién sean compatibles con la permanen- cia en la genuina vida humana; actita de tal modo que los efectos de tu actuacién no sean destructivos de la posibili- dad futura de tal tipo de vida; no comprometas las condi- ciones de una continuacién indefinida de la humanidad so- bre la tierra»™, Estamos ante una extension de la ética de la fragilidad no solo a los individuos presentes, sino a los virtuales” 1a responsabilidad ha de extenderse a todos los seres hu- manos, porque, hemos de decirlo, también los mas débiles tienen el peligro de plegarse ante las dinamicas perversas que los esclavizan o que los hacen objetos, en lugar de sujetos de su propia historia. De ahi que los obispos de la Comi- sion Episcopal de Pastoral hayan dicho, refiriéndose a los que estén en situacién de inferioridad econémica: «Deben pasar de la resignacion y pasividad, a la confianza en si mis- mos y a la colaboracion solidaria para que las cosas cam- bien. EI individualismo puede ser tambien en ellos el peor enemigo para su liberacion». «Todos los hombres y muje- res, todos los pueblos, incluidos los mas débiles, tienen de- echo a ser sujetos activos y responsables en el desarrollo de si mismos y de la creacion entera>®. Entiendo que también la Iglesia -experta en humanidad— ha de vivir un proceso de humanizacién, como de alguna ma- nera afirman los obispos en.su pronunciamiento en torno a Jos 50 anos de la Declaracién Universal de los Derechos Hu- manos. Dicen: «La resignacion o complicidad mas 0 menos consciente con el sistema, puede ser hoy, incluso, fomentada por una especie de renacimiento de lo religioso que, a veces, con una buena dosis de supersticion y fanatismo, ante la in- temperie, busca refugio en un espiritualismo evasivo, abdican- do de la responsabilidad en la transformacién del mundo. La tentacion de salvarse al margen de la humanidad y de su rea- lidad historica es amenaza constante para los cristianos. Si aceptamos con realismo la Encarnacion, debemos coneluir que dicha responsabilidad es imperativo del evangelio»®. El com- promiso por humanizar la vida ha de levarnos a una espiritualidad realmente encamnada, que sea capaz de mirar hacia arriba, pero tambien en sentido horizontal, construyen- do asi, con la doble direccion de la mirada, la cruz que es culmen del proceso de humanizacion de Dios, que dibuja asi el cruce de las trayectorias del amor. Humanizar la vida cuando esta se presenta en situaciones de precariedad significa, ante todo, comprometerse por erta- dicar las injusticias, sus causas y sus consecuencias, las con. dlciones no saludables ~en cualquiera de las dimensiones de la persona~ de vivir los limites de la navuraleza, responsabili- zandose al maximo de la propia historia y de la de los seme. jantes. Atin en situaciones de extrema precariedad, como nos ha ayudado a tomar conciencia Viktor E. Frankl, mostrando como se puede ser libre y responsable en medio de la escla. vitud. Quiza Jestis expresa el maximo dominio sobre sf cuan. do, siendo expropiado de su vida es capaz de decir: «Soy yo quien la entrega» (Jn 10,18). La posibilidad que el hombre tlene de buscar sentido (por mas que nunca Hegue a satisfa. cer la sed de sentido), constituye un importante elemento hue manizador, siempre que no se sofoque la pregunta con fac les, tranquilizadoras y a veces complices respuestas sencillas al misterio del sufrimiento humano. En el mundo de la accién social y de la salud, donde nos encontramos con la dignidad humana que nos interpela presentindosenos vulnerable y precaria, la humanizacion Consistira en promover al maximo la responsabilidad en los rocesos de integracion y de salud, evitando que las rela- Clones de ayuda se conviertan en intervenciones paternalis- las y sustitutorias alli donde la responsabilidad del indivi. duo pueda participar ~en mayor o menor medida~ en la lucha por la dignidad no sélo como algo debido, sino tam. bien como algo conquistado, De ahi que haya tantas situaciones que denunciar y que interpelan las relaciones interpersonales de la comunidad humana. El concilio Vaticano Il es explicito al denunciat si- tuaciones deshumanizadoras, cuando afirma: «Todo lo que S¢ opone a la vida, como cualquier clase de homicidlio, ge- nocidio, aborto, eutanasia y el mismo suicidio voluntario, todo lo que violenta la integridad de la persona humana, 86 como las mutilaciones, los tormentos infligidos al cuerpo 0 a la mente, los mismos intentos de coaccionar su espiritu: todo lo que ofende a la dignidad humana, como las condi- ciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos arbitra- tios, las deportaciones, la esclavitud, la prostitucion, la tra ta de blancas y de jévenes; y también las condiciones ignominiosas de trabajo, en las que se trata a los obreros como meros instrumentos de ganancia y no como personas libres y responsables; todo esto y otras cosas semejantes son infamias, y, al mismo tiempo que inficionan la civilizacion humana, denigran mas a quienes las practican que a quie- nes padecen la injuria, y son un grave insulto a la honra del Creador»". El proceso humanizador que ha de llegar al recanoci- miento del sagrado respeto que merecen todos los seres hu-__ manos, independientemente de su conducta, dé sui decors, déTa posesién o no de las facultades mentales 6 fisicas, 10 termmars nunca, Estamos ante un compromiso de je comunidad or cons: truirse a si misma impregnandose individual y socialmente de To mas genuinamente propio y clevado de su condicion El ejercicio de la responsabilidad en la identificacion y vi- vencia de tal genuinidad es algo no acabado. Por eso segui- remos debatiendo sobre el origen de la vida humana, sobre el aborto, sobre el respeto a la autodeterminacién de los di- ferentes grupos, sobre la eutanasia, sobre la libertad de no acceder a determinados estilos de vida valorados mas dig- nos que otros por diferentes grupos... Seguiremos debatien- do y delimitando, matizando y humanizando la comprension de cada una de estas realidades que interpelan al individuo y ala comunidad, Esperemos que en este proceso de auto- ‘examen, empefiados en la observacion y el cumplimiento de asa 87 los derechos fundamentales, entre los primeros esté la mis- ma Iglesia, examinando como se da esto dentro de la pro- pia organizacién, para estimular eficazmente en el mundo el respeto de los mismos® Sera responsabilidad de toda la comunidad humana la edu- cacidn en valores, estrechamente unida a los derechos hu- manos, porque, en definitiva, se trata ~como dice Tavilla— de alcanzar la felicidad solitaria (caracterizada por una pre- ecupacion por los intereses particulares), la felicidad gre- garia (interés por los demas en funcién de uno mismo) y la felicidad solidaria, La busqueda de la felicidad por medio de la formaci6n de personas autonomas y dialogantes, dispues- {as a comprometerse en una relacién personal y en una par- Ucipacién social basadas en el uso critico de la raz6n; la aper- tura a los ottos y el respeto a los derechos humanos, supone una acci6n pedagogica urgente para adquirir las habilidades necesarias para hacer coherentes los juicios éticos* Juan Pablo Il, en su primera encfclica, afirmaba que «el profundo estupor respecto al valor y a la dignidad del hom- bre se llama evangelion, El mundo sera mas humano cuan. do todo rostro humano produzca estupor a cualquier seme- Jante porque construiriamos asi un mundo mAs justo, més digno, mas en consonancia con la dignidad humana con los valores del Reino, aston Socist, .¢, 0. 3. Cita a la Co Iglesia y los derechos humanos (10 de diciembre CapituLo 3 Inteligencia emocional y humanizacion de la salud

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