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Acerca del autor: El arquitecto Jan Bazant es egresado del Instituto Tecnolégico de Estudios Superiores de Monterrey. Curs6 diplomados acerca de Planeacién urbana en el Politécnico Di Milano (Italia), sobre Vivienda en el Bouwcentrum de Rétterdam (Holanda) y de Investigaci6n urbana en el Centre De Recherche d'Urbanisme de Paris (Francia). Obtuvo el grado de maestro de estudios avanzados en Disefio urbano por el Massachusetts Institute of Technology de Boston (Estados Unidos) y de doctor en Urbanismo por la Universidad Nacional Auténoma de México (UNAM), en donde se gradué con mencién honorifica. Por la excelencia de sus trabajos de investigacién, hha obtenido el premio anual de investigacin de la Universidad Auténoma Metropolitana (UAM) y la medalla Alfonso Caso por la UNAM. En la actualidad esta adscrito al Sistema Nacional de Investigadores con categoria Il y al Programa de Mejoramiento del Profesorado de la Secretaria de Educacién Publica y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia. Es profesor-investigador de la UAM-Xochimilco desde 1976 en las dreas de arquitectura, planeacion urbana y disefio urbano, y de la maestria en Disefio, y ha impartido cursos y talleres en la maestria en Disefio de diversas universidades de México y el extranjero. Es autor de multiples libros, entre los que se encuentran: Autoconstruccién de vivienda popular (1985), Periferias urbanas. Expansién urbana incontrolada de bajos ingresos y su impacto sobre el medio ambiente (2003, 6° edicién), Viviendas progresivas. Construccién de viviendas por familias de bajos ingresos (2003), Asentamientos irregulares. Lineamientos de soluciones urbanas (2004), Fraccionamientos. Disefio y evaluacién financiera (2006). Ademés ha publicado articulos en revistas especializadas y ha participado como ponente en diversos foros sobre terias de vivienda y desarrollo urbano. Durante 20 afios ha dirigido una empresa de consultoria urbana y elaborado relevantes proyectos ejecutivos urbanos de parques industriales en las ciudades de Mexicali, Durango y Matamoros (para e!fideicomiso de Conjuntos, Parques y Ciudades Industriales y Centros Comerciales FIDEIN, Nacional Financiera), asi como desarrolos turisticos en Ixtapa y Huatulco (para el Fondo Nacional de Fomento al Turismo, FONATUR), y conjuntos habitacionales de interés social en los estados de México, Morelos, Guanajuato, Veracruz y Tamaulipas para los organismos estatales de Vivienda, mismos que suman més de 20,000 viviendas. Ademés ha realizado diversos planes: maestros, de reordenacién urbana, parciales de desarrollo urbano y estudios de prefactibilidad financiera para algunas entidades gubernamentales en distintas localidades del pats. Espacios urbanos Historia, teoria y diseno Jan Bazant S. LIMUSA [Bazant, Jan Espacios urbanos. Historia, teora y csefo / Jan Bazant S. —- Méxi- [co : Limusa, 2008. 180 p.: fot, lamns., map; 27.521 em. ISBN-13: 978-607-5-00047-3. Bibliograia:p. 173-175. Rustica. 1. Urbanismo 2. Espacio (Arquitectura) 3. Arquitectura del paisaje Dewey: 711 | 22/3628 LO: NAQO5S Lrpresemicon v osrosn 24 couuTo DE ESPACIOS URBANOS STOR, TEORA Y OBERO ‘sv pRoneD10 DeLeOTOR NNGUNA PATE = ESTA OBA PLESE SER REFRCDLON 0 TRANGMTOA, MEDIATE HOON ‘STEM 0 METOD0,ELECTRONCOONECANED (NELIYEN D0 & FToCOPADD, LA UBKCCN 0 CULQUER SeTENA DERECUPERACON AMACENAMENTO OE HEORIAC), Denecios nesenvoos: (©2008, EDITORIAL LIMUSA, S.A. ce CV. GRUPO NORIEGA EDITORES: Baicenas 95, Mexico, DF. CP 06040 ‘® 51 300700 @ 55 122800" i usa Srorega comme ww norioga com mc (Coen Now. 121 Prinens Doon Heo ex Meco 'SBN-13, 78-607-5-00047-3 8 Parte I. Historia y teoria de los espacios urbanos 1. Las plazas en el espacio y tiempo 2. Percepcién e identidad urbana 3. Usuarios de los espacios urbanos Parte II, Elementos de diseiio de los espacios urbanos 4. Componentes de espacios urbanos 5. Configuracién de espacios urbanos 6. Elementos urbanos Parte III. Disefio de espacios urbanos 7. Bjemplos de espacios urbanos contemporsneos 8. Disefio de espacios urbanos en asentamientos de bajos ingresos Anexo. Evolucién histérica de un espacio urbano. El caso del Zécalo de la ciudad de México por Silvia L. Cuesy Bibliografia Referencias 7 19 61 95 mi 9 135 137 153 163 173 7 Reconocimientos JEas ciudades se conocen a través de sus espacios ‘s=banos. Tal vez no hay mayor deleite que deam- ‘ular por las calles y plazas de una nueva ciudad 'y explorar sus rincones y monumentos hist6ricos. ‘© descubrir la armonfa en la configuracién de sus ‘=pacios urbanos, la sobriedad o exuberancia de su -squitectura envolvente, los contrastes de luz entre ‘ss edificaciones que hacen resaltar sus voltimenes y ‘Slementos arquitecténicos como porticados o balco- ‘ees los sonidos que emite la fuente y la alegre miisi- ‘<2 de algiin grupo tocando en un kiosko. Todas estas ‘sessaciones quedan registradas en nuestra memoria ‘y Began a formar parte vibrante de la ciudad y de ‘emo nos identificamos dentro de ella. Los espacios ‘=banos son, después de todo, los elementos comu- ‘nes través de los cuales todos sus habitantes convi- ‘vem. comparten y tienen en comin, Forman parte de ‘= memoria colectiva. Pero la “modernidad” ha cambiado el sentido ‘de los espacios. Los vehiculos han desplazado a los ‘Pestones en el uso de los espacios y Iuego cada gru- ‘pe de poblacion se ha apropiado de porciones de ‘=specios: los vendedores ambulantes, los estaciona- ‘mientos sobre las calles y banquetas, las calles que ‘s=Gerran para el trénsito local... todos los cuales en. ‘enjunto van fragmentando nuestra percepciGn del ‘=Spacio hasta que éste pierde su unidad, su armonia, ‘ssscontrastes y, sobre todo, se pierde nuestra viven- ‘personal. La comuni6n con nuestra historia y con ‘meestros semejantes, He considerado importante rescatar esta nocién. ‘221 devenirr de los espacios, de cémo se han ido for- mando en la historia y cémo son percibidos. En esta parte quedo agradecido por la eficiente y paciente labor que hicieron mis alumnos Mario Alberto An- guiano, quien rastre6 practicamente todas las plazas con vistas aéreas en ese formidable buscador lama do Google Earth, y a Melisa Mariles, que diibujé to- dos los croquis que se presentan en la obra. Ademés, recurrimos al excelente material gréfico que aparece ‘en los siguientes libros con cuyos autores quedo re- ‘conocido: Jan Gehl y Lars Gemzoe (Nuevos espacios urbanos, 2002-capitulo 7). Mi companero docente de Ja universidad José Angel Campos me facilité ma- terial sobre el Zécalo metropolitano de la ciudad de México de donde surgié la idea de presentar un ca- pitulo sobre la evolucién de un espacio urbano en el tiempo, para lo cual utilicé posteriormente los si- {guientes libros: Gobiemo por y Grupo cenex (Nuevo rostro de la ciudad, 2005), uam (Un destino compar- ‘ido, 2004), Grupo caso (Una visi6n cientifica y ar- tistica de la ciudad de México, 2002). La maestra en historia Silvia L. Cuesy me hizo el favor de presen- tar la evolucién del centro historico de la ciudad de México (Anexo), por lo que le quedo muy reconoci- do. Ademés, dejo constancia de mi agradecimiento a ‘mi amigo el maestro Rodolfo Santa Maria (foto de re- generacién avenida Gonzalo Jiménez) y la profesora Silvia Arango Cardinal de la Universidad Nacional de Colombia, quien ofrecié las fotos del metrocable que aparece en el capitulo siete. El resto de las fotos de espacios urbanos, pavimentos, mobiliario y sefia- lamiento urbano son del autor. ‘son espacios de encuentro. Encuentro de ona con su ciudad, sus costumbres y sus valo- ‘entre muchas personas para interactuar = encuentro entre los distintos tiempos de que tienen los edificios que la confor- t10 de los edificios y el espacio con el cielo ‘y eisol. Las plazas ligan el espacio y el tiemy ‘<2s0, el pasado y el presente con el devenir de . De este modo, las plazas contienen la histo- sis ciudad, pues alrededor de los espacios éstas se eron en el tiempo. De aquf la importancia de sen minimo de conocimientos de historia para ‘posibilidades de entender, y disenar, una pla- ‘ei presente y por tanto visualizar qué devenir sever en el futuro. ‘Ls sensaci6n de placer o de reencuentro que ‘ana plaza, con frecuencia no tiene relacién [== temafio ni con su escala. La pequena plaza ‘pueblo, la de un barrio o la de una ciudad me- "Seven la misma funcién: crear el espacio de en- para los habitantes y ofrecerles un sentido cia, con lo que favorece el contacto visual entre ellos y fomenta el sentido de comu- ‘proporciona un lugar seguro contra el trafico ¥y los libera de la tensi6n de caminar en las la ciudad. ‘Como el término espacio presenta diversas con- Sones para arquitectura, pintura o escultura, es ‘aclarar el significado que tiene para el urba- En términos generales, espacio se refiere a una cin estructural como marco para el desarro- actividades humanas y se basa en las siguientes en la relacién entre las formas de los edifi- entes, en la continuidad o discontinuidad d o variedad del contorno envolvente, ‘iss medidas y proporciones de la envolvente res- ss al ancho y largo de la planta del espacio, en el o de las calles convergentes y, por tiltimo, en la Introduccion ubicacién de monumentos, fuentes, jardineria 0 cual- quier otro tipo de acento espacial dentro de la plaza. (Wer figs. 1.1,12,13e14,) Noexiste un criterio que defina cémo hacer una plaza ni qué proporciones o cualidades fisico-espa- ciales deba tener o contener. Son diversos los elemen- tos formales, funcionales y espaciales que la confor- ‘man los que hacen que cada plaza sea tinica, pero, sobre todo, lo que impulsa la creacién de una plaza es la combinacién del clima con el temperamento y las costumbres de la poblacién, por ejemplo, en Italia y Francia estas condiciones condujeron a una forma de vida publica (vida en puiblico) que ha hecho que ‘una parte sustantiva de las actividades de la pobla- ci6n (tianguis, recreacién, socializacién) se realice en elexterior, esto es, en calles y plazas. Por eso, Roma y Paris son citudades que asociamos con la idea de pla- zas bellisimas, por lo que es l6gico que se incluyan ‘como ejemplos en este texto més adelante. Por otro lado, en condiciones climéticas muy parecidas, como en Espaiia y Grecia, desde la antigtiedad no han aportado la cantidad ni la calidad de plazas dentro de sus ciudades como los paises mencionados. En el caso de Espaia, no obstante haber estado en la ciis- pide de su poder politico y econémico en los siglos XV y Xvi, su estructura social y las costumbres arrai- gadas de la poblacién no favorecieron el desarrollo de la vida en piiblico, por lo cual no surgi interés para construir plazas. De igual manera, en Inglate- 17a, durante la cumbre de su época elizabethana, no se crearon soluciones monumentales a problemas ur- banos, como tampoco sucedié en Holanda en el siglo xvmt, en la época de su gran expansién comercial y ‘magnificencia en la creaci6n de otras obras artisticas. En estos dos siltimos pafses, el clima desempené un papel muy importante, pues indujo a una vida en ‘casa y, por lo tanto, desalents los intentos de hacer una vida al exterior. ‘Una plaza no es un espacio vacto sin construc cciones. Al formar parte de un organismo vivien- te como es la ciudad, con sus continuos cambios socioecondmicos dentro de sus distintos sectores turbanos y con la evolucién tecnolégica, la induce de manera combinada que unos sectores se conso- liden (aumenten de densidad por construcciones verticales), otros pierdan poblacién por deterioro de inventario habitacional, mientras otros més se expandan de modo horizontal a baja densidad, por Jo que una plaza ubicada en cualquier sector nun- cca se termina. Al contrario de Jo que sucede en los mbitos de la pintura o la escultura, en los que las ‘obras se quedan como las termin6 su autor y per- ‘manecen as{ durante siglos, en una plaza no hay tun toque final. Los elementos que conforman una plaza como las edificaciones envolventes, monu- ‘mentos o fuentes cambian con el tiempo; unos son, destruidos o eliminados y otros se han reemplaza- do con nuevos elementos. De este modo, en un siglo tuna plaza puede ser a contenedora de los edificios o actividades més importantes de la ciudad y en el siglo siguiente haberse deteriorado, para después volverse a regenerar, tal como sucede con las plazas de algunos centros historicos del pais. Por esta ra- 26n, la plaza puede tardar siglos en conformarse y, en consecuencia, convertirse en un testimonio de la historia de la ciudad. En México, el siglo xx fue de grandes transfor maciones urbanas ocasionadas por el impresionan- te crecimiento demogréfico y por el consecuente proceso de urbanizacién o de concentracion pobla- cional en las ciudades. De este modo, en 1900 s6lo 410% de la poblacién total del pats (13 607 millones) era urbana, y al término del siglo la poblacién ha- bia aumentado a 97 362 millones, de la cual més de 75% era urbana. Esta enorme y repentina explosion demogréfica y concentracién poblacional en las ciudades, obligaron a la répida formacién de un sinfin de nuevos fraccionamientos residenciales de Iujo, de interés social, asi como del establecimiento masivo de asentamientos irregulares de bajos in- ‘gresos, sin que a ningsin planificador urbano se le Figura 1. Uniformidad en la envolvente de un espacio. Figura L2, Discontinuldad en la envolvente del espacio. ‘Figura 13. Baja envolvente de un espacio urbano, ‘Figura L4. Alta envolvente de un espacio urbano. ocurriera que estos nuevos grupos socioeconémi- cos de poblacién, de modo eventual constituirian el tejido social de una joven sociedad urbana, y que para favorecer el proceso de socializacién e inte- graci6n social se necesitaban numerosos espacios urbanos dentro de los nuevos sectores habitaciona- les de la ciudad, de manera especial en aquellos de bajos ingresos, cosa que no sucedi6. Las ciudades se expandieron en forma brutal con una incipiente estructura urbana, sin plazas ni espacios piiblicos, Y qued6 un vacio en la configuracién funcional y social de las nuevas periferias que desde entonces han estado en constante transformaci6n. El siglo xx se caracterizé por un esfuerzo de los gobiernos locales por buscar satisfacer la incesante deman- da social de lotes y viviendas, aparejada con una reciente demanda en infraestructura de servicios que relegaba a un plano secundario la promo- cién de nuevas plazas en las nuevas y numerosas reas de urbanizacién. De hecho, tanto los nuevos fraccionamientos de lujo al poniente de la ciudad de México (alrededor de la zona de Santa Fe) como los asentamientos populares de la zona oriente, como Nezahualcoyot!, Chimalhuacén o el Valle Chalco, carecen de nuevas plazas disefiadas ex profeso para la comunidad, s6lo disponen de centros comercia- les 0 de lugares de equipamiento que “sustituyen” de manera rudimentaria en uno y otro caso el senti- do de espacio urbano. En ellos, la afluencia social se orienta al consumo en colonias del poniente o a la Procuracién de servicios en las colonias del oriente dela ciudad de México. De aqui que resulte bastan- te claro que si una de las funciones de la plaza es la interaccién de la comunidad, entonces los esfuerzos de disefio de espacios urbanos deben concentrarse donde més se necesitan socialmente, esto es, en las enormes extensiones de colonias de bajos ingre- sos y en zonas depauperadas de los centros hist6ri- cos de las ciudades, lo cual no significa que zonas urbanas de ingresos elevados no requieran un espa- cio urbano, sin duda que si, s6lo que su realizaci6n seré mas de ornato que una respuesta a una necesi- dad social. Espacios urbanos, Por lo menos en una parte del pafs el clima fa- vorece a vida en el exterior, como en el altiplano y las costas, donde, desde 1a época prehispénica hasta la fecha, se instalan a cielo abierto los tianguis y se reali- zan rituales ceremoniales de todo tipo: sociales, como ‘encuentros de nis 0 jévenes para jugar, o mujeres para platicar; civiles, como festivales escolares, fiestas ppatrias 0 coronaciones de reina de la primavera; reli- ¢giosos, como procesiones de santos, entierros, bodas ‘0 carnavales; militares, como los desfiles, por lo que ya hay una rica herencia cultural y de usos y costum- bres de la poblaci6n, que se debe incorporar y formar parte del disefio de un espacio urbano. Después de todo, una plaza no es un baldio sin construcciones, sino que constituye el espacio donde la poblacién realiza su vida en comunidad. Ensefianza de los espacios urbanos La mayor cualidad de habitar en una ciudad es que sus habitantes pueden vivir diferentes experien- cias sensoriales a través de los espacios urbanos y aprender de ellos. Después de todo, los espacios ur- anos y sus envolventes son el legado hist6rico de anteriores generaciones, y sirven al ciudadano como proceso de aprendizaje para entender sus raices ori- ginales. De igual modo, los espacios urbanos sirven como medios educativos para la poblacién, pues en- sefian la “civilidad” de manera muy directa, es de- cir, c6mo convivir con los semejantes y aprender a respetar a los demas con sus diferencias. Si bien el ciudadano comin por lo general desconoce las le- yes y reglamentos civiles y urbanos, en forma tactica Jos espacios urbanos imponen algunas reglas basi- cas de comportamiento y convivencia que se hacen comunes a todos los habitantes y que se aprenden por asociacién 0 imitaci6n del comportamiento de los demas. También, desde pequefios, se aprende en donde y cémo cruzar las calles, a no tirar basura 0a utilizar el transporte puiblico; en la medida que cre- ‘cemos se aprenden los horarios para todas las activi- dades. En los espacios se aprende cémo funciona la vida en la ciudad y en consecuencia a incorporarse a la dinémica urbana. Asimismo, se aprende cémo el ‘gobierno local hace funcionar la ciudad a través de diversas instituciones educativas, de salud, de segu- ridad, de redes de agua y alcantarillado; en donde se encuentran y qué tipo de servicio y a qué costo se ofrece cada una. La inmensa mayoria de la poblacién ‘de bajos ingresos que labora en el sector informal de 1a economia, en calles y plazas, asimila las alterna- tivas que la ciudad ofrece para ganarse el sustento cotidiano. Las calles constituyen la escuela de la vida en la que sus pobladores de bajos ingresos, que des- de j6venes acompafian a los mayores y, adquieren de modo gradual habilidades que les permiten ganar el pan de cada dia Del mismo modo, por tanto, cuando viajamos a otro pafs desconocemos sus leyes y reglamentos; asi, debemos observar cémo se conducen los lugare- fios en los espacios ptiblicos para comportamos de igual manera y aprender con rapidez. c6mo funcio- na la ciudad, sus horarios y qué tipo de transporte hay disponible para trasladarnos al destino que nos interesa. Aunque desconozcamos la ciudad, nuestro instinto y observacién nos indican qué sec- tores son seguros y cudles no, en qué lugares somos bienvenidos y en cules no, si podemos aproximar- nos a un individuo 0 no. El espacio de la ciudad ofrece una experiencia viva tinica que permite no s6lo adaptarnos, sino a funcionar de modo sincronizado dentro de ella, lo cual resulta placentero y enriquecedor, pues abre ‘un gran abanico de posibilidades para participar en forma recreativa, cultural 0 social en actividades que siempre estan disponibles para todos los habitantes. No funcionar sincronizadamente dentro de la ciudad puede volver muy problemética nuestra vida, como, por ejemplo, cuando salimos retrasados a la escuela ‘0 al trabajo y enfrentamos mayor congestionamien- to del esperado, o cuando para ir a nuestro destino seleccionamos una ruta 0 trayecto sobresaturada de vvehiculos que nos causa pérdida de tiempo y enorme desgaste emocional y fisico. Qué contiene esta obra Se ha remarcado que en nuestro medio la funcién primordial de los espacios urbanos es la social, 0 sea, que son lugares destinados en forma principal ala convivencia o la interaccién comunitaria. La ex- pansi6n explosiva y anrquica de las ciudades con- centr6 en pocas décadas a una considerable masa de poblacién dentro de un muy limitado territorio, donde todos y cada uno de los habitantes tiene ne- cesidades que satisfacer y actividades que realizar ‘en tiempos cotidianos similares a los de todos, pues todos tenemos horarios parecidos de escuelas y trabajos. Empero la concurrencia a un espacio urbano no se genera con el hecho de pavimentar un baldio. Es preciso inducir su uso a través de la ubicacion de ‘equipamiento y actividades alrededor de/o proximo al espacio para atraer residentes con diferentes acti- vidades, de ambos sexos y diversas edades, asi como que concurran a distintas horas del dfa. De hecho, no s6lo basta eso, sino que el espacio debe ser agradable para estimular la permanencia, para lo cual es nece- sario crear ambientes sombreados confortable. Para la creacién de un espacio urbano se re- quieren conocimientos histéricos, teéricos y técni- cos, mismos que se presentan en estas paginas, y resulta obvio que serén titiles tanto para el disenio de un espacio para la poblacién de bajos ingresos, que tanto me preocupa, como para el disefio de cualquier espacio urbano de la ciudad, sea el de un espacio histérico en el centro urbano, un espacio conmemorativo con su monumento alusivo, un es- pacio comercial, un espacio recreativo o tan s6lo un bello espacio de ornato destinado al disfrute de los residentes. Parte I. Historia y teoria de los espacios urbanos Capitulo 1. Las plazas en el espacio y tiempo. Son tantos los problemas urbanos generados por la ex- Introduccion plosién demografica y el acelerado proceso de urba- nizacién que se ha perdido el interés en la historia. Lahistoria de los espacios que aqui se presenta no es ara eruditos ni resulta obsoleta, sino que constituye tun recuento resumido del devenir de los espacios en nuestra cultura occidental, con la finalidad de pro- porcionar al lector las aportaciones de cada época on los ejemplos mas sobresalientes. Sin duda, estos ejemplos son un estimulo para cualquier disefiador urbano. Capitulo 2. Percepcién e identidad urbana. Se ofrecen conocimientos de cémo opera el regis- tro cognoscitivo y visual de los usuarios al recorrer tun espacio, que son de relevancia para el disefio de un espacio, al cual el usuario pueda dar mejor lectu- ray disfrutar. Capitulo 3. Usuarios de los espacios urbanos. Se refieren a los aspectos fisicos de medidas, veloci- dades de recorridos 0 densidades de concentracién que peatones y vehiculos tienen dentro de los espa- cios urbanos. Parte II. Elementos de disefio de los espacios urbanos Capitulo 4. Componentes de los espacios urbanos. Se refiere a las funciones que tienen los espacios urba- nos y que deben integrarse en su disefo: la social, ‘como las modatidades de agrupacién comunitaria; Ja funcional, referida al trénsito vehicular y peatonal en tomo al espacio; la econémica, describe el valor intrinseco del espacio, y la ambiental, referida al mi- ccroclima que generan los espacios. Capitulo 5. Configuracién fisica de los espacios urbanos. Cada espacio es tinico, por lo cual, cuando se disefia el espacio, es necesario considerar la com- binacién entre su nivel de enclaustramiento con las proporciones de envolventes, dimensiones de su ta- majio y las formas en planta. Capitulo 6. Elementos urbanos. Se refieren a los recubrimientos que es imprescindible considerar Espacios urbanos para hacer mas agradable y funcional un espaci tales como tipos de pavimento, bancas, basureros, kioscos, vegetacién, entre otras. Parte III. Disefio de espacios urbanos Capitulo 7. Ejemplos de diserio de espacios urba- nos contemporaneos. Seleccién de ejemplos de es- pacios disefiados en forma reciente en el pais y el extranjero, que por sus extraordinarias cualidades ppaisajisticas pueden servir como apoyo o referencia al disefiador de un espacio urbano. No se trata de ofrecer un catélogo de cémo debe disefiarse un es- ppacio, sino mas bien presentar una ventana para ob- servar cémo otros disefladores crearon desniveles en un espacio para proporcionarle variedad escéni- ca, el modo en que cambiaron tipos de pavimentos, para mostrar diversidad, c6mo plantearon vegeta- cién para crear alternativas de ambientes internos, dénde ubicaron distintos puntos focales y cmo los jerarquizaron, y la manera en que utilizaron el dife- rente mobiliario urbano dentro del espacio. Capitulo 8. Disefio de espacios urbanos en asentamientos de bajos ingresos. Se presentan algu- ‘nos ejemplos de cémo, con un sencillo redisefio de calles y aprovechamiento de lotes baldios, pueden acondicionarse espacios urbanos para la convivencia ¢ interaccién de la comunidad de bajos ingresos. Anexo. Evolucion hist6rica de un espacio urbano. El caso del Zécalo de la ciudad de México Los espacios son transgeneracionales, por lo que en cada época de la historia tienen cambios que buscan satisfacer las necesidades de la comunidad de ese momento. Un ejemplo es el Zécalo metropolitan, que tiene su origen con la Plaza Mayor durante el imperio azteca, plaza destruida durante la conquis- ta espafiola para dar lugar a la Plaza de Armas en el periodo colonial. En este proceso, los edificios envolventes han cambiado, asi como el tratamiento de los pavimentos. De aqui que resulte interesante aprender acerca de los cambios que experimentan Jos espacios para estar conscientes que lo que hoy se diseia, o redisefia, puede a tener alguna trascenden- cia en la comunidad del futuro. Historia y TEOR{A DE LOS ESPACIOS URBANOS [es plazas en espacio y tiempo En contraste con la pintura, la escultura, e incluso ‘obras aisladas de arquitectura, la plaza no puede centenderse ni. disfrutarse como la expresién de una €poca histérica aislada. La plaza es un organismo vi- ‘viente que cambia en forma continua con el tiempo en relacién con cambios de las condiciones socio-econé- micas de los residentes del entorno y la evolucién tec- nolégica que impulsa nuevos tipos de construcciones y modalidades de transporte. Las diferencias morfo- logicas debidas a los cambios de estilo arquitecténico ‘en las diversas épocas histdricas en realidad son de ‘menor importancia, ya que éstas solo moldean la for- ‘ma dela envolvente mas que de la configuracién dela pplaza en s{ misma. Entonces, cuando un disefiador se ‘enfrenta al diseito 0 rediserio de una plaza debe estar ‘consciente de que la envolvente podra cambiar con el ‘Sempo al igual que el manejo paisajistico de la pla- 2a, pero el espacio urbano en si mismo permanecers ‘como testimonio de la historia de la ciudad, Por esta ‘az6n, se considers de interés presentar, al final del cilifcios dedicados a las funciones piiblicas, y en ‘ss porticados se ubicaban los artesanos y comercian- “= qe oftecfan los productos de mayor demanda. Asf, ‘= medida que el espacio del 4gora era ocupado cada ‘=z més por artesanos y comerciantes, a vida politica “geese realizaba en él se empez6 a retraer hacia patios ‘sSeriores, asi como al interior de edificios. A finales del siglo v a. de C., y a partir de en- ‘serces, el clasico tardio, el Agora se desarrollé como ‘= sspacio rectangular cerrado, aunque sélo en tres ‘=estados, al cual se le incorporaron al interior ado- ‘setorios, estatuas y hasta pequefios templos. Inicié ‘$e configuraci6n del espacio del 4gora cuando se es- ‘Sblece una relacién de escala en sus edificios, por Sexplo, cuando los templos que estaban rodeados ‘per columnas enmarcaban su presencia en el espa- ‘Se al ubicar a sus costados hileras de columnatas y _pesticados de menor tamafio. De igual modo, el pa- ‘Siento y las escalinatas que subjan alos templos y ‘esifcios se manejaron de manera integrada, lo cual ‘pevcuré un elemento de uniformidad dentro del es- ‘pacio. (Ver fig. 12.) ___Las plazas en el espacio y tiempo Concepto helénico e hippodamico del espacio exterior En los tiempos helénicos el égora fue la més im- portante estructura unificadora de la ciudad. Los edificios ptiblicos y templos rodeaban el égora, establecian un sistema de “referencias mutuas”, como son las columnatas y porticados. Esta evolu- * cién de irregularidad de trazo de tiempos arcaicos hasta el orden helénico significé un cambio: de un espacio abierto a una unidad espacial cerrada. Esto fue posible debido a los lugares que se selecciona- ban para la ubicacién del 4gora, a las proporciones y relaciones formales entre los volimenes y, sobre todo, a la repetici6n de un ritmo a través de los por- ticados y columnatas. Los griegos no mostraron un interés explicito en el espacio en s{ mismo, sino que éste més bien fue como un producto secundario del juego de volvimenes de las edificaciones. Si bien la arquitectura griega se definia en tres dimensiones, atin no encontraba su contraparte en la articulacién, con el espacio exterior. El espacio como medio esté- tico no existfa. La creacién y disefio consciente del espacio, como un espacio tridimensional, lo con- siguieron los romanos tiempo después tanto en la arquitectura como en la planeacién urbana. Plaza en época romana Si bien los griegos fueron los iniciadores de la cul- tura occidental, de modo particular en el campo de las artes, los romanos también hicieron aportaciones que enriquecieron esta herencia cultural al crear un nuevo lenguaje de arte, en escultura con los bustos, retratos naturales en pintura y, sobre todo, en arqui- tectura, con sus basflicas, arcos triunfales, domos y bévedas. Modificaron el tratamiento del espacio urbano a una escala sobrehumana, de manera espe- cifica en el centro de los poblados, al cual denomi- naron foro. Los poblados fundados por los romanos muestran un esquema reticular con dos ejes perpen- diculares de calles principales (llamados cardo y decumanus) intersecadas en angulo recto y en cuyo Historia y teoria de los espacios urbanos cruce se ubicaba el foro. En forma adicional, en el centro se dejaba un espacio para templos o rituales, que en ocasiones también tenfa una muralla interna. Las calles internas mantenfan la misma regularidad que los ejes principales. La ciudad tenia una muralla exterior como proteccién contra hostilidades y las puertas de acceso coincidfan con estos ejes de calles Alrededor de estos dos ejes se ubicaban los edifici principales (Ver fig. 1.3.) Las principales caracteristicas que distinguen al esquema romano del griego hippodémico consis- ten en que el primero tenfa dos ejes principales de trazo, el espacio en la interseccién de ambos ejes, la ubicacién de edificios a lo largo de ejes y, sobre todo el establecimiento de asentamientos reticulares in- dependientes de la topografia, en contraste con los griegos en el que habia una adaptacién al medio na- tural. Con este esquema, los romanos fundaron cen- tenares de poblados en todas sus color las cuales se ubicaron en Europa meridional y mediterranea, Medio Oriente y el norte de Africa. En el lapso que va desde el inicio de su imperio en el siglo ya. deC. hasta finales del siglo xi d. de C., en esta regién s6lo se fundaron poblados por los romanos, muchos de w Jos cuales evolucionaron hasta convertirse en impor- tantes ciudades de la actualidad. El foro romano Si bien al principio el foro estaba reservado para actividades religiosas y politicas, con el tiempo las actividades comerciales y mercados se incorporaron, Jo que suscit6 que el foro diera acceso a toda la po- blacién y las actividades politicas se reubicaran en recintos cerrados; los templos permanecieron en el ‘mismo lugar mezcléndose con tabernas y puestos de mercado. El concepto del espacio exterior romano Al contrario de Grecia, los trazos urbanos roma- nos, con sus centros civicos, estaban muy inte- grados, lo cual refleja el sistema centralizado de Estado y el concepto de un orden estricto mante- nido por cédigos legales. Como el patrén de los asentamientos era axial y en cierto grado simé- trico, el centro se disponia como el elemento con- trolador en la creacién de la apariencia visual del poblado. Sibien en los tiempos helénicos se planted un sentido de espacio, fueron los romanos quienes definieron la plaza como la unidad espacial con una clara delimitacién. La interseccién de los ejes principales en el centro ofrecia el primer elemen- to para darle al espacio un tratamiento estético y ‘monumental. En consecuencia, en este espacio se instalaban menos estatuas, altares y templetes que en el agora griego, ya que su importancia se fun- damentaba en la ubicacién céntrica con respecto al resto del poblado. En suma, la planta del foro era cuadrada en principio, pero en ocasiones adapta- da a condicionantes locales, como la presencia de templos o edificios existentes. Los romanos logra- ron delimitar el espacio con base en la articulacién de los edificios aislados entre si a través de porti- cados, para lo cual introdujeron los “ejes”, que son Jos que abrian las perspectivas de acceso y salida de los espacios que se acentuaban con la secuencia Las plazas en el espacio y tiempo. ritmica de columnatas, y el remate del recorrido © el umbral de acceso al espacio se planteaba con el arco triunfal. De esta manera, los ejes, aunque no siempre perfectamente lineales o perpendicula- res, siempre mostraban un remate visual en algiin edificio de importancia dentro del foro, condicién que también se cumplia con los ejes transversales. De este modo, a lo largo de un eje podia haber un espacio cerrado, como una basilica que podia co- nectar a un espacio abierto con e! foro imperial con columnatas. Todo ello era para exponer la monu- mentalidad de los arcos, bovedas y los domos en espacios interiores, siempre con una articulacién y continuidad entre el espacio exterior con el inte- rior. (Ver fig. 1.4.) Esto marca una notable diferencia con el égora griego, en el que no habia interés por el enclaustra- miento y monumentalidad de los espacios urbanos, sino més bien las visuales se perdian en el paisaje de fondo sin mayor preocupacién por la simetria y el establecimiento de ejes. Si bien los romanos reto- ‘maron elementos arquitect6nicos griegos, por ejem- plo, las fachadas de frisos y columnas, para ellos slo eran simples formas decorativas que servian para cenclaustrar el espacio urbano y subordinaban el edi- ficio al espacio, en tanto que los griegos dejaban los edificios aislados sin importar su referencia al espa- cio en el que se ubicaban. Plaza en la época medieval Este es un periodo que abarca del siglo 1x al xv d. de C,, es decir, del inicio del estilo roménico al final del estilo gético el concepto de ciudad era di- ferente a aquellas ideas tanto de las polis griegas como de las urbs romanas, de modo que en la época medieval el concepto de plaza tiene otro enfoque, que incluye el aspecto sociol6gico y el visual. La evolucién morfolégica de la plaza de la Edad Me- dia puede entenderse mejor si se rastrea el origen 0 Ja fundacién del poblado, encontréndose los casos que se describen enseguida. Provenientes de una ciudad de fundacion romana ‘Con la caida del imperio romano, algunas ciudades poblaci6n al ya no formar parte de la gran red de intercambio de bienes y servicios. En aquella época pocas ciudades nuevas se fundaron en Europa an- tes del siglo xd, de C., de aqui que las existentes se deterioraron y con el tiempo las viejas edificaciones se remodelaron o readaptaron, pero todo con res- eto al viejo esquema romano. Muchas mantuvie- ron su sistema reticular sin cambios, como Turin, Piacenza, Aosta, Vicenza, en Italia; Nimes, Dijos ‘© Nantes, en Francia; Regensburg, Treves, Mainz, en Alemania, y Carvent, Colchester y Winchester, en Inglaterra. En cambio, en otras ciudades, como Flo- rencia, Orleans, Cologne, Ulm, Strasbourg y hasta Paris, es posible reconocer el viejo patron reticular romano, al cual se le incorporaron calles diagonales yun notable desplazamiento del centro de activida- des, hacia donde se construy6 la gran iglesia y las nuevas calles comerciales. (Ver fig. 1.5.) Expansion alrededor de nucleos eclesiasticos 0 seculares A Io largo del medioevo se establecieron pequefios y dispersos asentamientos urbanos que crecieron con suma lentitud y sin un plano preconcebido. Muchos de estos pequeiios pueblos medievales se construye- ron alrededor de sedes episcopales, y el derecho de refugiarse dentro de la iglesia inducia a que muchos pobladores buscaran esta sacrosanta proteccién. De este modo, los poblados crecian alrededor de estos monasterios que se convertfan en niicleos de poder, De hecho, la irregular plaza del mercado y calles del poblado que se situaban afuera del monasterio e iglesia contrastaba con la regularidad de los claus- tros cuadrangulares interiores. Una de las caracteristicas del origen de este tipo de ciudades medievales fue que evolucionaron con cl tiempo hasta llegar a tener dos plazas separadas de igual importancia, una dedicada al mercado y la otra frente 0 a un costado de la iglesia, con lo cual se Las plazas en el espacio y tiempo restablecfa la importancia de la iglesia dentro del po- blado, pero la mayoria de las plazas carecian de ideas tridimensionales y proporciones urbanas, lo que yux- taponia la escala humana del poblado con la escala “divina” de la iglesia. (Ver fig. 1.6.) Expansién de un punto de intercambio (Otros asentamientos urbanos surgieron en interseccio- nes de rutas comerciales o en lugares de produccién agropecuaria. En ocasiones se ampliaban y mejoraban fortificaciones originales de estos asentamientos a me- dida que éstos se expandian y aumentaba la impor- tancia comercial en el intercambio con otros poblados de la regién. Las casas reinantes de entonces patroci- naban el fortalecimiento de estos centros a través de los cuales expandian su poder e influencia. Este tipo de asentamientos se dio sobre todo en Alemania y sus ‘mejores ejemplos son las ciudades de Danzing, Ham- burgo, y Elbing, entre otras. Morfologia de la plaza medieval Para las citudades medievales que no tienen un origen romano, Ja plaza del mercado es irregular en concor- dancia con la irregularidad de sus calles. Ademés, a lo largo de los siglos han ocurrido muchos cambios de los espacios piblicos, se han puesto y quitado fuentes o monumentos, asi como demolido, recons- truido 0 aftadido nuevos edificios envolventes, de tal ‘manera que es dificil precisar qué plaza es de origen medieval y cual es renacentista, Sin embargo, es posi- ble identificar diversos tipos de plazas medievales: La plaza como un ensanchamiento de la calle principal Consistfa el paso natural de los poblados funda- dos como centros de intercambio, ya que la calle principal era el elemento vital en cuyo entorno se realizaban las actividades de la comunidad y el ¢je alrededor del cual ésta se expandia. Las activi- dades comerciales puiblicas y privadas atin no se se- Historia y teoria de los espacios urbanos Figura 1.5. Silehester. Ciudad medieval con patron romano reconstruido. 1897. Figura 1.6. Labeck. Ciudad medieval alrededor de la iglesia, a lly al Figura 1.7. Tiplea plaza medieval como ensanchamiento de calle. paraban. Como la poblacién era pequefa, entonces ‘una calle central era suficiente para que los agricul- tores y artesanos vendieran sus productos, ademas Jos comerciantes que ofrecfan los productos que im- portaban de otras regiones. (Ver fig. 1.7.) La plaza como expansion lateral Cuando se increment6 el flujo peatonal y de carretas que iban de paso y atravesaban el poblado por la calle central, interfirieron con las actividades del mercado, por lo que hubo que reubicar la plaza del mercado asi ‘como buscar alternativas para la circulaci6n de paso. Deeste modo, la plaza continuaba con el acceso desde las calles de circulacién de paso y ademas mantenerse libre como espacio de mercado, con lo que también proseguia la oportunidad de configurar este espacio urbano. Como la plaza obtuvo una importancia es- pacial, con frecuencia la iglesia y el ayuntamiento se construfan en tomo a ella. En ocasiones, cuando las ciudades se expandian mucho con el tiempo, el es- pacio del mercado central resultaba insuficiente, por lo que los mercados se ubicaron en diferentes espacios ¥ Por especialidades, como los destinados al pescado, artesanias, caballos y demés. (Ver fig. 1.8,) La plaza a la entrada del poblado Una vez dentro de las murallas del poblado, la plaza era de forma triangular, de la cual radiaban dos o tres calles hacia el poblado. Al situarse en la entra- da, estas plazas eran pequefias y su ubicacién en el, ‘acceso las hacia congestionarse, lo cual dificultaba que prosperaran las actividades del mercado. la plaza en el centro del poblado Este tipo de plaza era caracteristico en la planeacién de un poblado, que si bien tiene su origen en la época romana, se encuentra en la planeacién de ciudades fortificadas de los siglos xu al xv. Ademés, aparece después en proyectos del Renacimiento y del ba- rroco. Dentro del esquema reticular, las plazas eran vacios dentro del érea construida, si bien las casas Las plazas en el espacio y tiempo. que las configuraban por lo general eran de la mis- ‘ma altura y adosadas entre sf; aclemas en ocasiones contaban con porticados en las plantas bajas, lo cual les daba un sentido de enclaustramiento y unidad visual. Dentro de las plazas se situaba la iglesia y el ayuntamiento para jerarquizar su importancia espa- cial. (Ver fig. 1.9.) Elatrio Elatrio es el pequetio espacio que se sittia enfrente de la iglesia y forma parte visual y funcional de la misma. Es diferente a la plaza del mercado, ya que el atrio es dominado por un solo edificio, la iglesia. El espacio esta destinado para la congregacién de fieles antes y después de un servicio religioso, pero por su funcién especifica no compite con la plaza del poblado. Grupos de plazas La separacién de la plaza destinada al mercado del atrio con frecuencia condujo al desarrollo de gru- pos de plazas, muy caracteristicos de poblados ale- ‘manes. La raz6n de separaciGn de espacios era no mezclar diferentes actividades y darle mayor jerar- quia a aquel espacio destinado a la iglesia. Al que- dar rodeada de espacios, la iglesia enfatizaba con mayor claridad su escala monumental dentro de la ciudad. (Ver figs. 1.10 y 1.11.) La plaza en el Renacimiento La diferencia basica entre el desarrollo de poblados ena época medieval y en el Renacimiento, es que en este tiltimo puede hablarse de planeacién urbana. La ciudad como tal y sus habitantes adquieren mayor importancia como unidades politicas del pais. La evolucién del pensamiento tedrico y valores estéti- cos empiezan a tener influencia en la creacién de los diferentes “barrios” o sectores de la ciudad, y en la ciudad como un todo. Al mismo tiempo, el asombro- so contraste de concepto entre el espacio interior y Historia y teoria de los espacios urbanos Figura 1.9. Neubrandenburg. Ciudad Figura 1.11. Braunschweig. Grupos de plazas fortificada con plaza central. en torn ala iglesia, Figura 1.10, Praga. Plaza de ciudad medieval ‘lespacio urbano abierto que prevalecié en la época ‘sedieval inicia su desaparicién, ya que también se stablece un nuevo orden entre el disefio arquitec- s6nico y el disefio urbano en oposicién a la relativa ‘seregularidad y dispersi6n del espacio gotico. Con los tratados de Le6n Bautista Alberti, en 1449, se establecen los primeros lineamientos para 4 planeacion urbana racional y estética, pero su plicacién prictica de moldear los espacios urbanos tardé muchas décadas en aplicarse. Incluso se consi- -dera que estos tratados forman un periodo de tran- ‘icin entre el medioevo y el Renacimiento; se dice que en el aspecto urbano este tiltimo tiene su ini- ‘<0 con el embellecimiento del espacio en tomo ala ‘iglesia de Santo Spirito, en Florencia, realizado por Filippo Brunelleschi alrededor de 1430, aunque una ‘década antes Leonardo da Vinci ya habfa ideado un snétodo dptico por medio del cual se hacia verosimil ‘is profundidad de los cuerpos en la pintura (la pers- pectiva), pero nunca tuvo alguna aplicacién préctica en pintura. Con base en estos conocimientos, Masac- io pints el famoso cuadro de “La Trinidad” (1426), con la crucifixién de Cristo, que esta en Santa Maria Novella en Florencia, en la que por primera vez se utiliz6 la técnica de perspectiva con puntos de fuga, ¥ esto abrié una nueva forma de conceptuar la pin- ‘ura y las artes con el “hombre” como centro de la ‘creaciGn. Muchos especialistas de arte sefalan a este ‘cuadro como el inicio del Renacimiento. Algunas ideas y utopias en torno a lo urbano durante el Renacimiento Contrario al medioevo, en que las creencias y ba- ses del disefio tenjan un sustento en lo divino, los artistas y tedricos del Renacimiento crefan con fir- ‘meza que la vida humana podia explicarse y racio- nalizarse a través de esquemas filos6ficos 0 légicos ‘creados por el hombre, y aplicaban estas creencias en los espacios habitables exteriores e interiores. De este modo, la tendencia a racionalizar el dise- fo, la integracién de funcién y forma, asi como la buisqueda de espacios bien conformados, domina a Ja arquitectura y cristaliza en nuevos patrones urba- Las plazas en el espacio y tiempo ‘nos, esto es aquellos sistemas centralizados de ciu- dades. Si bien en los planos urbanos de los teéricos del Renacimiento invocan a Vitruvio (aunque en su legado no existan referencias precisas de planeacién urbana), lo que les interesaba era contar con una referencia con autoridad del pasado. En las ideas re- nacentistas tampoco se consideraron las teorias de Hippodamus sobre la fundacién de ciudades grie- a5, la utopia Atlantis de Platén, ni las ideas vertidas or Aristételes en su Politica. En términos bésicos, el contacto con la antigtiedad se mantuvo a través de las ciudades medievales desarrolladas sobre ciuda- des fundadas por los romanos. Si bien Alberti es el primer te6rico urbano del Renacimiento, su trabajo discute las condiciones topograficas ideales para ubicar un poblado: la re- lacién con el paisaje, algunos principios de organi- zacién, asi como las condiciones econémicas y de tréfico que es preciso considerar en la realizacién del plan. Sin embargo, la propuesta de Alberti en el sentido de tener un edificio central como una es- tructura monumental del poblado, se convirtié en la idea basica en la arquitectura del Renacimiento. ‘También el concepto de una plaza central con calles radiales fue la cristalizacién del pensamiento te6ri- co, aunque se concretara siglo y medio después. En su tiempo, los proyectos de Alberti eran un patron bidimensional de calles y plazas, y en ellos ain no se permeaban las ideas innovadoras del Renaci- miento. El primero en delinear un proyecto urba- no renacentista fue Antonio Filarete, cuyo tratado Publicado de manera péstuma en 1464 se basa en algunas ideas de Alberti y en la vaga descripcién de la utopia de Platén. Su ciudad ideal se trazaba sobre ‘un octdgono regular con ocho calles que radiaban de la plaza central. En el centro de la plaza se ubi- caba una torre aislada y en su contorno la catedral, el palacio ducal y demés edificios principales. Este esquema tuvo gran influencia en la planeacién de nuevas ciudades, como Palma Nuova y Gransanmi- chele en Italia. (Ver figs. 1.12, 1.13, L.14y 1.15.) Tiempo después, en el tratado de Francesco di Giorgio Martini se utiliza el octigono no s6lo para ‘efinear la periferia de la ciudad, sino también en su ‘plaza central. Eso deja ver la persistencia de las ideas ‘= cSmo la planeacién de la ciudad se subordina a ‘dlementos de mayor orden espacial, ideas que inclu- “Sve se evidencian en la pintura, como en Betrothal de ‘i Virgen, de Perugino y Rafael a principios de 1501 y “1504, de modo respectivo que presentan en el fondo “galls con casas que articulan los espacios urbanos. No todos los ta6ricos del Renacimiento tienen “Sterés en las relaciones espaciales de la ciudad. La ‘Gadad ideal de Leonardo da Vinci no planteaba con- ‘Sderaciones a la problemética de la plaza central ni = su aspecto espacial. Tampoco Andrea Palladio “Sscute en su trataco la plaza bajo una perspectiva ‘Sstética, aunque s6lo destaca su aspecto funcional, ‘Bien en su obra arquitect6nica fue el primero en ‘Ser éxito en trasladar la relaci6n bidimensional de ‘=== fachada a la compleja estructura tridimensional ‘de una plaza. Piero Cataneo elabor6 con diferente nivel de de- ‘Silc el mayor mimero de planes de ciudades nuevas, ‘Sdos basados en formas regulares. En su tratado de ‘1554 mantiene la tendencia de las ciudades centrales ‘y ¥2 més allé al proponer en el centro a una ciuda- ‘dela especial para el gobernante de la ciudad. Para ‘extonces, la idea centralista ya estaba enraizada en 1 concepcién renacentista, de modo que los centros de las ciudades comenzaron a saturarse de edificios ‘importantes, Por esta raz6n, Cataneo propone, den- ‘=> del esquema centralista, una organizacién de es- _pacios urbanos de formas regulares que se interrela- ‘Gonan con el de la plaza central. (Ver fig. 1.11.) El dltimo te6rico importante fue Vasari, el Joven, ‘quien propone la “ciudad ideal” y muestra un espa- ‘Go central cuadrangular con edificios centrales y ocho ‘elles radiales en combinacién con un patron urbano ‘seticular. (Ver fig. 1.13.) Esto abre la posibilidad para ‘que plazas més pequerias se formen en la interseccién -eambos sistemas, l radial y el reticular. Este modelo de ciudad fue el ejemplo para que un siglo después se ‘construyera Gransanmichelle en 1693. Del siglo xv1 en adelante, la ciudad se convirti6 cada vez mAs en el simbolo de un orden social y de Las plazas en el gobierno; por eso no es de extrafiar que un gran ni- mero de utopias, en las cuales conceptos teolégicos, filoséficos y sociolégicos se entremezclan con razo- nes précticas en los espacios urbanos, fueron desa- rrolladas en esta época. La evolucion del espacio en el Renacimiento italiano Algunas de las plazas més conocidas del Renaci- miento se desarrollaron més menos con indepen- dencia del pensamiento te6rico, esto es, la intuicién ‘més que el razonamiento prevalecie-on en la crista- lizacién del espiritu humano en el espacio. Las més ‘comunes tendencias de las plazas del Renacimiento podrian ejemplificarse como sigue: + El deseo de unidad espacial, al cual se subor- dinan todas las tendencias de la arquitectura de las envolventes, lo que significa que se redu- ce la jerarquia de los edificios importantes situa~ dos en torno a la plaza o se busca un equilibrio, formal con el resto de los edificios. ‘+ El frecuente uso de porticados como elementos conectores de arquitectura para incrementar la unidad de las fachadas que rodean la plaza, 0 sea, porticados idénticos que repiten el mismo omato, Jo cual ayuda a dignificar fachadas indiferentes ¢ introducen un ritmo en el espacio abierto de la plaza. ‘+ El.uso de monumentos, fuentes o astas bandera como elementos organizadores de la plaza, sea ésta enclaustrada, semiabierta o nuclear. Debe recordarse que en la Edad Media estos elemen- tos estaban ubicados como estructuras inde- pendientes sin relacién espacial alguna con la plaza ni con las edificaciones del entorno. Resulta interesante destacar que no hay rasgos co- munes en las plazas en cuanto a la preferencia sobre ciertas proporciones 0 relaciones de ancho-largo. De hecho, cada plaza italiana es tinica (Ver figs. 1.16, 117, 1.18 y 1.19.) Historia y teoria de los espacios urbanos Algunas teorias y utopias alemanas y francesas Durante el iltimo tercio del siglo xv, los tedricos del norte de Europa desarrollaron ideas sobre planea- cién urbana y se publicaron los primeros tratados, en forma notable los de J. A. Du Cerceau y Jacques Perret. Bajo la influencia de los tratadistas italianos, Du Cerceau elaboré planos de castillos con gran- des fortificaciones, los cuales ya inclufan al poblado ¢ hizo una propuesta de una plaza circular; por su parte, Perret se interes6 mas en el disefio de todas las formas posibles de plazas, de la hexagonal a la de tun poligono de 24 lados, lo cual ofrecia una gran va- riedad de formas de espacios y morfologia urbana. Eneesa época, en Alemania s6lo las ideas de Albrecht Diirer aparecen como originales. El primer proyec- to de ciudad disefiado muestra una periferia cua- drangular con un castillo en el centro de una plaza cuadrada. Los lados de esta plaza continuaban con manzanas rectangulares en un patron reticular, que Figura 1.16, Florencia, Plaza de la Signoria con claridad muestra una preocupacién por resolver la fortificacion de la ciudad sobre cualquier aspec- to estético de los espacios urbanos. Sin duda, puede percibirse que Diirer no estaba fa tratados de los renacentistas italianos como sus cole- liarizado con los gas franceses, lo que hacia que sus propuestas mas bien fueran bidimensionales. (Ver figs. 1.20 y 1.21.) Concepto renacentista de espacio exterior Es de suponerse que las plazas que tuvieron un ori- gen medieval y adquirieron su forma final durante el Renacimiento, no difieren de modo sustancial de aquellas plazas que se construyeron durante los si- glos xv y xvi. Ambos tipos de plazas comparten cier- tas caracteristicas que las define como creaciones del Renacimiento. A pesar de las diferencias de tamaio, escala, proporcién y envolvente arquitecténica entre plazas de Italia o Francia, todas obedecen la regla bé- sica del Renacimiento de mantener un orden hecho por el hombre, entre ellos la definicién de los limites. Figura 1.17, Venecia, Plaza de San Marcos. del espacio, 32 Los tratados tebricos sobre espacios urbanos y ‘2equitectura tuvieron mucha influencia en la propaga- ‘sien de ideas en el mundo civilizado de ese entonces. {Les arquitectos, el puiblico en general y los regidores los ayuntamientos, entre otros, empezaban a tener “algunas ideas de lo que estaba de “moda o en estilo”, 'y de lo que era placentero y de buen gusto. Si bien ‘= el medioevo la indefinicién espacial prevaleci6, a ‘Snales del siglo xv el manejo de tres dimensiones co- ‘=espondia a una claridad en la definicién del espacio _ysus envolventes acotada en leyes y reglas. Durante el Renacimiento, la articulacién entre el ‘solumen y el espacio se realizaba de dos maneras con- ‘eastantes: desde In calle, concebida como una aglo- ‘meraciGn de edificaciones heterogéneas y no como ‘23 unidad estética, y desde la plaza, que es un espa- ‘<> unificador en el que las edificaciones envolventes ‘son armonizadas por todos los medios arquitect6ni- ‘<2s posibles y, por lo tanto, éste es el espacio que est ‘sxticulado. Este contraste de conceptos puede expli- ‘case de manera muy sencilla: en la calle el espacio ‘no €s “sentido” como tal y para efectos del hombre ‘21 Renacimiento la calle representa una secuencia de ‘solkimenes formacia por diferentes edificaciones. Para _presentar estos voltimenes, Alberti recomendaba una ‘calle curveada por razones estéticas, pero ademés ha- ‘Be razones funcionales, como las climéticas, que le “d2ban alas edificaciones de los costados més equidad ‘para matizar los extremosos cambios climéticos que ‘e2.un esquema reticular. Alberti crefa que el elemento “sorpresa”’o la variacién en el manejo de perspectivas ‘conforme se avanza en una calle, representaban valo- ‘ses arquitect6nicos importantes para todo el poblado. ‘Le plaza, en contraste con la calle, se percibia como “sn espacio tinico y las edificaciones envolventes se su- ‘bordinaban a esta unidad espacial por la continuidad ‘de las arcadas o elementos arquitecténicos comunes. Por otro lado, las ideas neoplaténicas recuperadas ‘por Alberti y otros, que interpretaban a las mateméticas ‘como un sfmbolo de una armonia divina, concebian a {2 forma regular como la més l6gica, lo cual es evidente _que se extendié al trazo de calles y plazas apoyada en sazonamientos de tréfico e higiene. Las plazas en el espacio y tiempo Plazas en Espana y América Latina Es factible que muchos de los visitantes italianos a Espafia durante el Renacimiento percibieron que las ciudadeseran muy desordenadas, debidoaquelama- yoria de las ciudades espafiolas se fundaron durante el medioevo y bajo la ocupacién mora. De aqui que lascalles sean muy quebradas y angostas, entretejidas bajo un patron muy irregular, por complete diferente al patron regular proveniente de la época romana. Hay una clara excepei6n, Barcelona, cuyo trazado atin conserva el cardcter de la época romana. Cuan- do los reyes espafoles reconquistaron la peninsula en forma gradual, porlo general no cambiaron el tra~ zo de las calles y las plazas pequefas ¢ irregulares de entonces, y de hecho se mantuvieron con pocos cambios hasta el presente. De todas estas ciudades conquistadas por los moros en el siglo xt d. de C,, la excepci6n fue Avila, que al reconstruirse se trazaron de nuevo algunas calles para hacerlas regulares. Sin embargo, entre el laberinto de calles irre- gulares dentro de las ciudades, a veces podian aparecer pequefhas éreas rectangulares ubicadas de ‘manera arbitraria y sin intencién de integrarse con el entorno urbano. En aquellos dias, éstas servian ‘como espacios para torneos, pero resulta dificil con- siderar a estos “vacios” urbanos como plazas, pues no tenfan alguna funcién social, como congregar a ‘una comunidad o tener alguna actividad. Las plazas, irregulares trazadas desde la poca medieval con frecuencia muestran amplias escalinatas exteriores, de modo que la irregularidad no s6lo es en planta sino también tridimensional. Esta compleja interco- nexidn espacial no puede etiquetarse como medieval © especificamente espafiola, sino que también se da durante el Renacimiento y el Barroco, porlo que es- tas combinaciones de espacios con escalinatas para cubrir desniveles topograficos puede observarse en muchas ciudades europeas. Tal vez. el mejor ejemplo de la falta total de es- tructura espacial en la Espaita medieval sea Santiago de Compostela. Su famosa catedral, consagrada en Historia y teoria de los espacios urbanos Figura 1.18. Vigevano, Plaza Ducal. a | Figura 1.20. Ciudad ideal de Perret, 1601 121, fue el santuario de peregrinaciones de la Euro- pacristiana durante varios siglos y atin lo es hasta la fecha. De ahf su duradera influencia sobre el resto de las ciudades espaftolas que entonces estaban en for- maci6n. La proliferacién de plazas de todos tamafios, yarcadas que daban acceso tanto a la catedral comoa los monasterios y palacetes adyacentes tenfan como rop6sito alojara los fieles que en tumulto se congre- ‘gaban en las peregrinaciones. Sin embargo, no con- Figura 1.21. Ciudad ideal de Darer. forman un grupo unificado de espacios ya que varian en cuanto a tamafo, otientacién y nivel y sélo es- tan interconectados a través de angostos pasajes, escalinatas, rampas 0 corredores cubiertos, aunque debe reconocerse que no obstante su separacién y uunicidad tienen una belleza peculiar. En contraste con este pintoresco mosaico espa- Cial, el poblado de Santa Fe, fundado en 1491 bajo el reinado de Fernando II Isabel, tiene una planta por ‘completo rectangular y estaba destinado a albergar +2 tropas durante el sitio de Granada, que fue la ul ‘Sma ciudad espafiola en rescatarse de los moros. El ‘=squema repite el castrum romano y consiste en un ‘sistema reticular que incorpora el esquema de fortifi- ‘caciGn francesa del siglo xi. Este ejemplo de trazo es ‘= particular importante, pues tuvo gran influencia, ‘en el trazado de las ciudades de la Nueva Espaiia Gesde el siglo xvi en adelante. "De aqui que las colonias espafiolas tuvieron ‘mayor importancia e interés para la fundacién de _poblados y plazas de la que tuvieron hasta entonces ‘=n Espafta. En la Nueva Espana la plaza se convirti ‘ene centro de las actividades y de la vida de los ha- ‘Bitantes. Resulta curioso que su forma se defini de ‘gual modo por los conceptos espaiioles de finales ‘del siglo xv que por tradiciones locales y, en algunas ‘ecasiones (como en la ciudad de México), se apro- ‘secharon espacios ya configurados por pirémides ‘prehispénicas para conformar los centros urbanos ‘@euna nueva ciudad. _ Cuando Hernan Cortés lleg6 a México ya exis- ‘= una vida urbana en las civilizaciones mayas, ‘teltecas y, por supuesto, aztecas. Las plantas de las poblados aztecas eran, grosso modo, rectangulares ‘sin llegar a tener un esquema de reticula rigida. En ‘gran parte esto fue resultado de la evolucién en la ‘Givision de la tierra entre clanes. Una plaza central ‘sstsba destinada a reuniones comunitarias, pero sin ‘dada también servia como mercado, aunque forma- ‘be el espacio para las ceremonias del Templo Mayor. ‘En aguel entonces el estatus social de los habitantes ‘s©manifestaba por la proximidad de su viviendaa la ‘plaza central. ‘Los aztecas fundaron Tenochtitlén, hoy ciudad ‘Ge México, en 1325 como un asentamiento en una ‘Sha. En el momento de la conquista, la ciudad tenia ‘alrededor de 300 000 habitantes (anexo figura A. 1). ‘Todas las calles principales, en ocasiones con canales ‘paralelos, convergian en la Plaza Mayor. Existian pla- ‘z2smenores en los distritos de cada clan, como puede ‘ebservarse en el plano realizado por Cortés. No obs- ‘ante, éste destruy6 los templos alrededor de 1524; el trazo urbano en general se respet6 y encajé bas- tante bien dentro del esquema reticular impuesto. En este plano de nueva ciudad se respetaron las dos ca- Iles de acceso principal, aunque se modificé la plaza mayor haciéndola cuadrada y se rode6 de la catedral, cedificios pablicos y algunos palacios de gobernantes yy comerciantes ricos. Debe recordarse que en esa épo- a Espana atin tenfa un cardcter medieval y en el pais no habfa un poblado con una plaza rectangular, ex- cepto Santa Fe. (Ver figs. 1.22, 1.23, 1.24 y 1.25.) Con el tiempo, el gobierno de Espafta enviaba instrucciones precisas para el trazado de poblados de la Nueva Espafta. Codificadas en 1523, estas ins- ‘trucciones, conocidas como las “leyes de las Indias”, se basaban en ideas retomadas de conceptos greco- rromanos pos-hippodmicos en los que se precisaba la altura de las construcciones, ubicacién de plazas y dems. Fue hasta mucho después, bajo el reinado de Carlos Y, que los conceptos de los te6ricos italianos se incorporan a sus reglamentos, y en especial se hace notable la influencia de Vitruvio, quien recomendaba ‘el uso de las arcadas y el detalle arquitecténico (pér- ticos de acceso, balcones, cornisas, cenefas) como ele- ‘mento unificador de los espacios. Si bien la urbanizacién de ciudades de Cen- tro y Sudamérica acontecié tiempo después que en México, muestran similitud en la adaptacién de Ja nueva traza regular urbana a la de los poblados prehispénicos y la modificacién a un patrén reticu- lar, El esquema reticular de la ciudad de México, que facilitaba la subdivision de la tierra, puede en- contrarse de hecho en todas las ciudades latinoa- mericanas. De este modo, resulta comparable que la localizacién, funcién y significado sociol6gico de laplaza fuera similaral de México, esto es, las ciuda- des de Bogota, Santiago de Chile y La Paz, Bolivia, tienen un esquema urbano similar al de la ciudad de Méxi da desde su fundacion en 1535 y no hace concesién alguna a las variadas condiciones locales y, por lo tanto, tiene un rigido patron urbano reticular con una plaza central. 9. En cambio, Lima es una ciudad planea- Historia y teoria de los espacios urbanos Figura 1.24, Santiago de Chile. Plano del centro actual (10 x 10 manzanas del Zocalo) Plaza de los siglos xvi al xix Es evidente que para definir un periodo en la his- toria del arte no es preciso recurrir a coincidencias cronol6gicas ni a caracteristicas estéticas. El térmi- no barroco puede entenderse en dos sentidos: en términos historicos, el barroco se extiende desde la muerte de Miguel Angel, en 1564, hasta mediados del siglo x1, en que inicia el Renacimiento, de valo- res clasicos, o bien, el denominado Neoclésico. Una a Figura 1.25. La Paz, Bolivia. Plaza Murillo. de las caracteristicas més sobresalientes del estilo barroco es el acento de partes individuales (capite- les, comisas,frisos, etcétera) dentro de un todo, y la dramatizacion y sugerencia de movimiento de voli- menes 0 masas en la arquitectura y artes plasticas. Por otro lado, en los mismos siglos hay un enfoque sico basado en Palladio y en la academia de Vitru- bio, quienes retomaban del clasicismo griego como ejemplo en lo regular y en ocasiones drida 0 caren- tes de expresién, lo cual condujo a una forma de ré- pplica al “academismo”, Estas tendencias opuestas,

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