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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LAS


RELACIONES INTERIORES JUSTICIA Y PAZ
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD
PNF: INVESTIGACION PENAL
CEFO UNES CARABOBO
AULA 1- PROCESO 1-2021

Redacción
Y
Ortografía

FACILITADOR: DISCENTES:
Evelyn Atunez Carlos A. López O.

C.I: V-27.595.865

Valencia, Junio 2021

EVALUACION SUMATIVA #3
PONDERACION 20%

Sí. Yo lo maté. Y con premeditación y alevosía ¿Para qué ocultarlo? Creo que
cualquier científico consciente, cualquier hombre comprometido con la paz y la
justicia, habría hecho lo que yo. Si me tocara hacerlo de nuevo, lo haría sin vacilar.
Él… él era un monstruo. Y usted, juez, debiera, en lugar de condenarme,
agradecerme lo que hice por la Humanidad. Pero ya sé que usted juega con el
mismo bando. Fue mi amigo, mi más querido amigo. Yo lo conocí mucho antes de
que se iniciara sus terribles experimentos. Antes de que ustedes usaran su genio
extraviado. Fuimos los dos, estudiantes de medicina en la misma universidad,
William adoptando los gestos de los predicadores o profetas bíblicos, intentó
convencerme con insistencia de que lo acompañara a sus lecciones.

De lejos, absorbido en la lectura de algún libro de su nueva fe. Nos graduamos y


cada quien tomó por su camino. Poco después, William inició la publicación de
algunas de sus investigaciones y, a la vez, empezó a colaborar en los periódicos
oficiales del nuevo despotismo que, sin encontrar resistencia, se imponía en el país.
Las universidades sufrieron un colapso. Todos los investigadores fuimos destinados
a trabajos que servían para crear nuevas razas y cada vez más destructivas armas.
William daba los primeros pasos por el camino que ustedes llaman “La Iluminación”.
Me destinaron a su laboratorio. El local sugería el estado de las condiciones
mentales de su amo.

En el centro, sobre una hilera de mesas, zumbaban máquinas electrónicas,


erizadas de alambres rojos, amarillos y negros; había antenas y tubos de cristal,
dentro de los cuales retorcían descargas eléctricas. En unas retortas hervían
líquidos violetas, azules y amarrillos. Distinguí al fondo una pesada silla de metal
negro, con cables y correas para las extremidades de un infeliz, atrapado en aquel
extraño asiento. ¡Oh, Henry! Nuestros nombres iluminarán las páginas de la historia
porque abriremos una nueva época de la Humanidad!. Mencionó los nombres de los
más grandes sabios, habló de letras de oro, de estatuas y amaneceres. De
umbrales cruzados.
Y por supuesto, como lo más sublime y admirable, dijo el nombre de Aquél que
Manda, el Conductor de la Raza por la Senda del Dominio. El pobre diablo atrapado
en la silla estaba desnudo, cubierto por una bata, a través de la cual se distinguían
sus costillas, su palidez y su temblor. Los cables conectados aquí y allá, en
determinados puntos de su maltratado cuerpo. Su cabeza y la parte superior del
rostro, estaban capturados por una especie de casco que ocultaban sus ojos. ¡Éste
es sólo el comienzo!, William con una sonrisa de triunfo movió un suiche y comenzó
a manipular una perilla, mientras una nerviosa aguja se desplazaba en un medidor.
El hombre de la silla se estremecía, jadeando primero, aullando después, gimiendo
intolerablemente al final.

El doctor William Reich desarrollaba un rayo que activaba los centros


neurológicos apropiados para encender el placer de los hombres más allá del
orgasmo, rebasando la suma de los placeres de toda la Humanidad., enloqueciendo
los sentidos, destrozando el alma, reduciéndolo a un muñeco sin voluntad,
asquerosamente atado a sus clímax, o mejor será decir a sus superclímax, pues el
arma que inventaba Reich provocaría el efecto del más divino orgasmo multiplicado
por un millón de millones. Este rayo está constituido por partículas energéticas
especialmente, portadoras del gozo sublime, del estremecimiento mortal: los
orgones. Lo así del cuello y apreté, apreté hasta que una cosa larga y azulada, una
especie de animal robusto y flexible, salió de su boca y su cuerpo se soltó en la paz
de la muerte. Dejé el cadáver y, lleno de asco, salí con rapidez de aquel cuarto.

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