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128 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Sin embargo, fue tan solo con la revolución en el transporte, el desa­ producción de la carne 1

rrollo de la tecnología de la refrigeración y la expansión de la demanda sumidor británico. La ru


europea de alimentos, a partir de 1880, como la producción de la pampa la subordinación de la al
adquirió su forma moderna. La producción ganadera se adaptó, a partir ción rural. Al mismo ti.
de aquel año, a la creciente rentabilidad de las exportaciones de carne a vida y el acceso limitadl
Europa. En un principio los embarques de ovejas y reses vivas y de cor­ los trabajadores rurales
dero congelado dominaron el mercado de la carne; empero, a comienzos nidades económicas era:
del siglo XX la carne de res congelada se había convertido también en un La expansión de la el
importante articulo de exportación. Pocos años después el chilled beef, o pida solo temporalment4
carne de res refrigerada, mucho más atractiva para los consumidores la contienda redujo la 1
británicos que compraban casi todas las exportaciones de carne de Ar­ volumen de las exportac
gentina, se convirtió en el artículo de más rápido crecimiento en el co­ do descenso de la econo
mercio exportador argentino. la migración internaciol
El giro hacia las exportaciones de carne, especialmente la carne de para la guerra y decenal
res, exigió una revolución en las técnicas de cría y engorde, y cambios Para 1917, no obstante,
drásticos en el uso de la tierra y los sistemas de trabajo en la pampa. Se manda bélica. Las expo
importó ganado de pura sangre de Europa con el fin de mejorar los reba­ gentina empezó a vende
ños, la pampa fue surcada con alambre de púas, y pastos artifi~iales de lana a los Aliados. La gu
superior calidad remplazaron los pastos naturales. Tales cambIOS estu­ ciones y promovió el cre
vieron relacionados con el crecimiento de la agricultura de la pampa. en la industria. Pero la E
Como se anoro anteriormente, las exportaciones agrícolas, principal­ durante la Segunda Gue
mente trigo y maíz, aumentaron rápidamente a partir de 1880, para al­ y materias pritnas indusl
canzar en 1913 casi la mitad del valor total de las exportaciones. Pero el Después de la contiel
desarrollo agrícola siempre estuvo subordinado a los intereses de los tinuó y su estructura pe
grandes terratenientes y productores de ganado, especialmente vacuno. los años veintes el valO]
En los decenios de 1880 y 1890 los latifundistas empezaron a ceder par­ niveles de la preguerra.
tes de sus enormes haciendas a arrendatarios inmigrantes, que las dedi­ que apenas alcanzó la n
caron a la producción de granos. Los términos de los contratos limitaban conflicto. La construcciól
seriamente la diversificación agrícola y la tenencia de tierra por parte de nueva inversión extranj
los arrendatarios. Por norma general, a las familias de arrendatarios les expansión física de la Sl
era permitido sembrar cereales (se les prohibía estrictamente cultivar portadora en la pampa;
otrOs productos) en grandes pedazos de tierra durante tres años. Al final nante poder económico y
se les exigía déjar la tierra sembrada con alfalfa y luego abandonarla. En economía argentina bab
un principio, muchos de los contratos eran arreglos de aparcería, pero a manufacturero siguió CI
comienzos del siglo se generalizaron los contratos con pago en dinero. importaciones. Un hecho
Casi la mitad de las necesidades de mano de obra se satisfacia de la
manera indicada; la fuerte demanda de fuerza temporal de trabajo para
la cosecha se resolvía con trabajadores migrantes provenientes de las 18. Las etapas de la producción
ciudades costeras y las poblaciones de la pampa, así como del sur de anteriores, se describen en O
clos económicos, 1876-1952, l
Europa. Por medio de este sistema de contratos temporales de arrenda­ dos económkos argentln08, 1
miento y mano de obra migratoria, los terratenientes argentinos estaban de primera mano, sobre la ti
en capacidad de participar en las ganancias de la agricultura, evitar la Aires a partir de 1880 es Corf
plicaciones sociales y cultura:
pérdida de una tierra que incrementaba velozmente su valor y transfor­ bajo que surgieron en la p8Jl
mar gradualmente sus tierras incultas en pastizales apropiados para la RevolutioD OD tbe Pampas, Al
roRIA
r ARGENTINA 129

desa-
anda
I
i
producción de la carne vacuna de alta calidad que tanto gustaba al con­
sumidor británico. La naturaleza extensiva de la producción ganadera, y
IUllpa la subordinación de la agricultura, retardaron el crecimiento de la pobla­
¡mrtir ción rural. Al mismo tiempo, las condiciones onerosas de trabajo y de
,mea vida y el acceso limitado a la propiedad de la tierra tendían a empujar a
e cor­ los trabajadores rurales hacia las ciudades costeras, en donde las oportu­
emos nidades económicas eran mejores y la calidad dé la vida superior (18).
en un La expansión de la economía exportadora de Argentina fue interrum­
eef, o pida solo temporalmente por la Primera Guerra Mundial. El comienzo de
dores la contienda redujo la navegación internacional y afectó seriamente el
ie Ar­ volumen de las exportaciones e importaciones argentinas. El pronuncia­
el co­ do descenso de la economía invirtió la dirección del flujo de capital y de
la migración internacional a medida que los británicos se aprestaban
ne de para la guerra y decenas de miles de trabajadores retornaban a Europa.
mbios Para 1917, no obstante, la economía principió a beneficiarse de la de­
;>8. Se manda bélica. Las exportaciones de carne crecieron rápidamente y Ar­
reba­ gentina empezó a vender bienes manufacturados tales como mantas de
les de lana a los Aliados. La guerra también estimuló la sustitución de importa­
. estu- ciones y promovió el crecimiento de unidades productivas más grandes
Ilmpa. en la industria. Pero la expansión industrial se vio limitada, al igual que
lcipal­ durante la Segunda Guerra Mundial, por la escasez de bienes de capital
U'8. al­ y materias primas industriales en un mundo en guerra.
·ero el Después de la contienda, la expansión exportadora de Argentina con­
de los tinuó y su estructura permaneció básicamente intacta. Hacia finales de
lcuno. los años veintes el valor de las exportaciones casi había duplicado los
~r par­ niveles de la preguerra. La inmigración en gran escala revivió, pese a
, deru­ que apenas alcanzó la mitad del nivel logrado en el decenio anterior al
itaban conflicto. La construcción de ferrocarriles disminuyó, así como el flujo de
lrte de nueva inversión extranjera. Ambas tendencias reflejaban el fin de la
!ios les expansión física de la superficie de tierra dedicada a la producción ex­
ultivar portadora en la pampa; hasta cierto punto también revelaban el decli­
II final nante poder económico y financiero de la metrópoli británica, a la cual la
tla. En economía argentina habia estado tan estrechamente ligada. El sector
¡pero a manufacturero siguió creciendo, mas no se vio mucha sustitución de
~ro. importaciones. Un hecho nuevo fue el surgimiento en los años veintes de
l de la
lO para
;de las 18. Las etapas de la producción rural argentina durante el siglo XIX, resefiadas en los párrafos
anteriores, se describen en Ortiz, HIstoria ecoDÓmica (Véase la nota 71. Los datos sobre los ci­
sur de clos económicos, 1876-1952, están resumidos en Guido Di Tella y Manuel Zymelman, Loe ci·
renda­ clos ecoDÓmicos argentinos, BueDOs Aires, 1973. Un análisis detallado, basado en materiales
ataban de primera mano, sobre la transformaciÓn de la producción rural en la provincia de Buenos
ritar la Aires a partir de 1880 es Cortés Conde, El progre80 arlentino... El estudio clásico de las im·
plicaciones sociales y culturales de los patrones de tenencia de la tierra y los sistemas de tra­
ansfor­ bajo que surgieron en la pampa con el advenimiento de la agricultura es James R. Scobie,
para la Revolutionon ibe Pampas, Austin, 1964.
130 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

una industria petrolera dirigida por el Estado. Pero hasta los años trein­ ta 1929, su notable es
tas, la tendencia de la economía argentina a importar bienes complejos, ción a partir de 1940.
como maquinaria, e incluso algunas manufacturas relativamente sim­ Contrariamente a
ples como las textileras no cambió significativamente. tas y peronistas, la De
En 1930, al final de los 80 años de crecimiento económico orientado a recuperación, basada
las exportaciones, Argentina era una de las sociedades periféricas capi­ el dinamismo del sect4
talistas más desarrolladas en el mundo. En verdad, el desarrollo argÉmti­ tenida. Si Chile fue e
no siguió un patrón histórico de desarrollo capitalista distinto al de Euro­ por la Gran Depresió
pa Occidental: lo más sorprendente era la ausencia de un sector indus­ leves. El Producto Int
trial grande e integrado; Pero comparada con otras sociedades periféri­ 14 % entre 1929 y 193:
cas, incluidos otros países de reciente colonización como Australia y que en 1929. En palalJ
Canadá, la Argentina de 1930 se veía bastante bien. Sea que se tomen en pondió "muy elegante
cuenta indicadores económicos como el ingreso per cápita, o los niveles La recuperación eB
salariales, o indicadores sociales como el alfabetismo y la mortalidad fuerzos gubernamental
infantil, para 1930 Argentina había tomado una considerable ventaja a dos la devaluación de
sus vecinos latinoamericanos, excepto Uruguay, y se hallaba no muy le­ tranjeras y el aumento
jos de Canadá y Australia. Buenos Aires, que el británico Lord Bryce lización. A partir de 1!
describía en 1912 como una feliz mezcla del bullicio y el dinamismo eco­ crecimiento de la indt
nómico de Chicago y el refinamiento de París, se había convertido en importaciones, fue im]
una de las grandes ciudades del orbe. Sus amplias avenidas estaban re­ propiedad extranjera,
pletas de automóviles, sus teatros presentaban las más recientes óperas bienes de consumo d\l
y obras de teatro, y sus innumerables restaurantes, almacenes y salones dad nacional, produc~
de té se colmaban con elegantes clientes. Aunque la mayoría de los ar­ argentino Adolfo Dorf
¡. " gentinos no disfrutaba de estas comodidades, la distribución del ingreso de establecimientos in
probablemente no era mucho más desigual que en sociedadescapitalis­ esta última fecha y 193
tas industriales como Estados Unidos, y la clase media argentina era la de trabajo industrial ti
más grande de Latinoamérica. En 1930 la clase obrera urbana gozaba incorporadas entre 191
probablemente de un nivel de vida, especialmente con relación a la die­
ta, superior al de la mayoria de los trabajadores de la Europa continen­
tal, aunque en términos de vivienda y comodidades materiales sin duda CUADRO 3.2
se encontraba por debajo de sus colegas de Estados Unidos, Canadá y
Australia (19). VALOR DE LAS EXPORT
POR PERIODOS DE CINC
La crisis del capitalismo mundial, a partir de ·1930, y la ruptura de la (en dólares de 1950)
división internacional del trabajo que ella trajo consigo, detuvieron el
crecimiento de la economía exportadora de Argentina pero no la llevaron Período VaIoI
expol
al colapso. Al contrario de lo sucedido en Chile, en Argentina el volumen ~ ...... _-......
de las exportaciones permaneció casi en los niveles anteriores a la De­ 1900-1904 583
presión; y aunque los ingresos por exportaciones declinaron rápidamen­ 1905-9 807
te hasta 1932, aumentaron significativamente a partir de entonces. El 1910-14 896
1915-19 920
Cuadro 3.2 muestra el incremento de los ingresos por exportaciones has­ 1920·24 1.278
1925·29 1.582

19. Diaz Alejandro. EIi88y5. ..• presenta alguna evidencia cuantitativa sobre muchos de estos pun­ Fuente: Comisión Económil
tos comparativos. Ciudad de México,
ARGENTINA 131

ta 1929, su notable estabilidad durante la Gran Depresión y su disminu­


ción a partir de 1940.
Contrariamente a lo que afirmaron tiempo después muchos marxis­
tas y peronistas, la Depresión en Argentina fue relativamente suave y la
recuperación, basada en la continuada viabilidad de las exportaciones y
el dinamismo del sector manufacturero a partir de 1935, fue rápida y sos­
tenida. Si Chile fue el pais latilloamericano más fuertemente golpeado
por la Gran Depresión, Argentina salió de ella quizá con heridas más
leves. El Producto Interno Bruto real de Argentina declinó en cerca de
14% entre 1929 y 1932, para luego rebotar; para 1939 era 15% más alto
que en 1929. En palabras de Díaz Alejandro, la economía argentina res­
pondió •• muy elegantemente" a la Depresión.
La recuperación estuvo dirigida por el sector manufacturero. Los es­
fuerzos gubernamentales por sortear la crisis económica general, inclui­
dos la devaluación de la moneda, las restricciones al uso de divisas ex­
tranjeras y el aumento de las tarifas aduaneras, estimularon la industria­
lización. A partir de 1935 y hasta el comienzo de la guerra, en 1939, el
crecimiento de la industria, casi siempre con base en la sustitución de
importaciones, fue impresionante. La gran industria, en buena parte de
propiedad extranjera, empezó a producir considerables cantidades de
bienes de consumo durable. Proliferó la pequeña industria, de propie­
dad nacional, productora de bienes ligeros de consumo. El economista
argentino Adolfo Dorfman ha demostrado que mientras que el número
de establecimientos industriales creció en 1.400 entre 1914 y 1935, entre
esta última fecha y 193Tse incrementó en 8.700. El aumento de la fuerza
de trabajo industrial fue un poco menos impactante: 204 mil personas
incorporadas entre 1914 y 1935; y 144 mil entre 1935 y 1937. Tan pronto

CUADRO 3.2

VALOR DE LAS EXPORTACIONES ARGENTINAS PROMEDIADAS


POR PERIODOS DE CINCO A~OS, 1900-1954
(en d6lares de 1950)
---

Periodo Valor de las Periodo Valor de las


expon.ciones exportaclones

1900-1904 583.000.000 1930-34 1.481.000.000


1905-9 807.200.000 1935-39 1.479.400.000
1910-14 896.000.000 1940-44 1.192.500.000
1915-19 920.300.000 1945-49 1.180.100.000
1920-24 1.278,600.000 1950-54 937.100.000
1925-29 1.582.700.000

Fuente: Comisi6n Econ6mica para América Latina, El desarrollo económico de la Argentina,


Ciudad de México, 1959, Parte 1, Cuadro 14, p. 115.
182 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

como estalló la guerra, los problemas familiares propios de aquellos consumo poPular ber
tiempos volvieron a afectar la industria argentina. Sin embargo, ésta volumen de las expor
continuó creciendo, aunque más lentamente, y para 1945 aportaba cerca so de divisas, vitales
de una cuarta parte del Producto Interno Bruto, sobrepasando a la agri­ En tercer lugar, E
cultura y a la ganaderia combinadas (20). impacto de la crisis SI
De esta manera, en contraste con la violenta crisis económica y social to era relativamente 1
experimentada por Chile a partir de 1930, el impacto de la Depresión en avanzaba la recupera
Argentina fue relativamente suave en términos económicos. Y la adapta­ cional, mas las oporb
ción del pals a las oportunidades industriales presentadas por la crisis ciudades costeras fui
mundial fue impresionante. Tan afortunada respuesta se vio condiciona­ deprimidas del interi4
da por cuatro clases de circunstancias, cada una íntimamente relaciona­ nas,quenopertened
da con la naturaleza de la economía exportadora que impulsó el desarro­ se convirtieron en im]
llo argentino antes de 1930. La primera fue la demanda internacional de Por último, y del
alimentos argentinos, que se mantuvo incólume. La conservación del Argentina, a diferenc
complejo económico que giraba alrededor de las exportaciones aseguró mente al desarrollo d
una continua acumulación de capital, sostuvo la mayoria de los empleos sar de sus imperfecc¡
y generó, aunque a niveles levemente reducidos, las divisas vitales para antes de la crisis siro
la capacidad importadora del país. Dicha capacidad era crucial, a su vez, unificado para la ind1J
para expandir la industria de sustitución de importaciones. Es cierto que reras y de servicios, e
los exitosos esfuerzos de la élite terrateniente, particularmente los pro­ la exportación, que gl
ductores de ganado, por preservar la participación argentina en un mer­ tos salarios, pudieron
cado británico de carne en proceso de reducción implicaron concesiones se importaba. Las ca,
al capital inglés que en cierto modo obstaculizaron el desarrollo de la alto nivel de educació
industria argentina. Como se verá más adelante, sin embargo, el princi­ mía más compleja e ií:
pal efecto de tales acciones en el curso del desarrollo econbmico de Ar­ "hacia afuera" de Ar.
gentina fue de carácter político y a largo plazo. Se reveló solo con .el as­ de América Latina, hil
censo al poder de los peronistas, después de la Segunda Guerra Mun­ Uo industrial ., hacia a4
dial. Pero el éxito de la
En segundo lugar, a diferencia de Chile, ·Argentina consumía los en los treintas y cuare
mismos productos que exportaba (21). Antes de la crisis mundial los exportador. En las dé(:
argentinos consumían casi la mitad de la carne de vaca y el trigo del nos poco a poco empe:
país, y dicha proporción aumentó después de 1930. El consumo domésti­ dera. Dicha tendencia
co de una cuota importante de la producción disponible para exportar área dedicada a la agl
actuó a modo de tapbn contra la crisis en el sector exportador y sirvió hacia un uso más exte)
para estimular la recuperación económica de los años treintas. Esta ven­ fracasados esfuerzos ¡:
taja se tornó en un arma de doble filo con las políticas de redistribución de ganado, explica en
del peronismo, en los años cuarentas, pues aunque la ampliación del ción rural argentina el

20. Dorfman, EvollldOn. .. , p. 148; Di Tella YZymelman. Loa cldo8. ..• p. 285, n. 2. 22. El pobre desempeiio de Al
21. La carne de res '1 el trigo eran los art1cuIos básicos de la dieta argentina. En los años veintes '1 Comisión Económica para
treintas los argentinos conlJUDÚall alrededor de 250 libras de carne por habitante cada año. En de México, 1959. Véase 98J
Estados Unidos las cifras comparables del consumo total de carne, no solo de res, era de 150 tina para aumentar la pm
libras por habitante. cada año. Otros productos ganaderos y agricolas, particularmente cueros José Alfredo Mutinez de
y lana, eran absorbidos por la industria argentina. 1860, Buenos Aires, 1967,
ARGENTINA 133

consumo popular benefició considerablemente a la clase obrera, limitb el


volumen de las exportaciones, especialmente de came,.y redujo el ingre­
so de divisas, vitales para el esfuerzo industriaJúador de los peronistas.
En tercer lugar, el recorte de la inmigración internacional suavizó el
impacto de la crisis sobre la clase obrera argentina. El desempleo abier­
to era relativamente bajo a comienzos de los años treintas. A medida que
avanzaba la recuperación, volvió a darse una modesta migración interna­
cional, mas las oportunidades de empleo en las nuevas industrias de las
ciudades costeras fueron aprovechadas por migrantes de las regiones
deprimidas del interior, en su mayoria mujeres. Muchas de estas perso­
nas, que no pertenecían a partidos políticos ni a sindicatos establecidos,
se convirtieron en importantes seguidores del régimen peronista.
Por último, y de manera más general, la economía exportadora de
Argentina, a diferencia de la chilena, contribuyó directa y muy amplia­
mente al desarrollo del centro económico y demográfico del país. A pe­
sar de sus imperfecciones, la impresionante red ferroviaria construida
antes de la crisis sirvió,a partir de 1930, para crear un mercado nacional
unificado para la industria doméstica. Todas las actividades manufactu­
reras y de servicios, estimuladas por un patrón de desarrollo orientado a
la exportación, que generaron una sociedad urbana de consumo con al­
tos salarios, pudieron adaptarse para producir y distribuir lo que antes
se importaba. Las capacidades de la gran fuerza urbana de trabajo y el
alto nivel de educación del pueblo facilitaron la adaptación a unaecono­
mia más compleja e industrializada. Fue así como el éxito del desarrollo
.• hacia afuera" de Argentina antes de 1930, éxito sin paralelo en el resto
de América Latina, hizo más fácil su ajuste a una nueva fase de desarro­
llo industrial •• hacia adentro' 'en los años treintas y cuarentas.
Pero el éxito de la industrialización por sustitución de importaciones
en los treintas y cuarentas no corrió a la par con la expansión del sector
exportador. En las décadas que siguieron a 1930, los estancieros argenti­
nos poco a poco empezaron a poner más énfasis· en la producción gana­
dera. Dicha tendencia se acentuó a partir de 1940 y continuó a costa del
área dedicada a la agricultura, como lo ilustra el Cuadro 3.S.Este giro
hacia un uso más extensivo y menos productivo de la tierra, sumado a los
fracasados esfuerzos por incrementar la productividad agricola y la cria
de ganado, explica en gran parte el virtual estancamiento de la produc­
ción rural argentina en décadas recientes (22). Tal estancamiento, en el

22. El pobre deeempefto de Argentina en este campo recibe sostenida atención en el informe de la
Comi.l!IÍÓn Económica para América Latina, El cIesarroDo ec!OIIÓJDkO d. la AJ'xentiDa, Ciudad
de Méxieo, 1959. Véase especialmente Parte 1, Cuadro 21, p. 23. El fracaeo relativo de Argen­
tina para aumentar la productividad de granos y bienes pecuarios exportables es tratado en
José Alfredo Martinez de Hoz; La agricultura '1 la ganaderia arpntma en el período 1931).
1960, Buenos Aires, 1967, C. 6.
134 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

CUADRO 3.3 que la concentracibl


SUPERFICIE DE TIERRA DEDICADA A LA PRODUCCION la eficiencia de la pI
DIRECTA EN LA PAMPA, 193()"1954 que la productividac
internacionales, inc:
Periodo Apicultura Crúa de 'lIDado veintes. ¿Por qué, e
camente en la prod1
1980-84 15.149 31.572 partir de la Depresi
1935-39 16.013 32.373
1940-44 15.056 84.360 mente dos: el impac
1945·49 13.058 36.570 bienes rurales, en l(
1950·54 11.524 39.336 nencia de la tierra el
..... _ _.... no argentino por SUIl
Fuente: Comisión Económica para América Latina, El dealllTOUo económieo de Ar,entina, antes, yen especial e
Ciudad de México, 1959, Parte 11, Cuadro 11, p. 16 Ambas explicacic
ambas son convincel
mo y el fracaso de ro
contexto de una población en crecimiento y, en ciertos periodos, de altos cibn de la produccib!
niveles de consumo doméstico, ha representado una disminución cuanti­ las variables exbgen
tativa de las exportaciones y menos divisas. Desde los años cincuentas, hallan directamente
las limitaciones cambiarias han obstaculizado la capacidad de la eeo,no­ exportadora cuya for
núa argentina para importar bienes de capital y materias primas indus­ Mundial. Estudiar ~
triales necesarios para lograr el desarrollo de la sustitución de importa­ sobre el movimiento,
ciones y de la industria básica. Se ha constreñido por consiguiente la mo es materia del n
tasa de crecimiento del conjunto de la economía y ha habido muy peque­ mente cómo contnbll
ños incrementos, pese a las reducidas tasas de crecimiento demográfico, los servicios técnicoe
del Producto Interno Bruto per cápita. El problema imp)
En la literatura sobre el desarrollo económico argentino se acepta que antes del ascens.
casi al unisono que el fracaso del sector rural por expandir la producción no. Incluso durante I
es la base· del lamentable desempeño económico de Argentina en déca­ que representaba ml
das recientes. Pero existe acuerdo sobre las causas del estancamiento controlaba el Ejecutr
rural. Carlos Diaz Alejandro recurre a la teoria económica neoclásica y a merosos en el Conp
un cuidadoso empleo de la información económica histórica para recha­ ideolbgico para sabO!
zar las explicaciones culturales, sociales y económicas que predominan rurales de tenencia di
en la literatura. La evolución de la gran hacienda, sostiene, fue una fun­ hasta la Primera GUf
ción natural de las fuerzas del mercado que operaban en el contexto de la rias, tarifarias, mone1
geografla argentina. Según él, el cuadro de una clase terrateniente moti­ clusivamente los inteJ
vada por valores culturales tradicionales, más interesada en la renta de reses no movilizaran
la tierra y el estatus social que en utilizar racionalmente los recursos eco­ cos para fomentar la
nómicos y los métodos empresariales, no concuerda con los hechos. La ganadería y los servic:
élite argentina respondió acertadamente a las oportunidades económicas
que se presentaron por la cambiante demanda europea de productos
rurales. Si prefirieron la hacienda y las actividades financieras a las 23. Diaz Alejandro, ...,., (
empresas industriales fue porque, dada la ventaja comparativa de Ar­ anaJitica que conduce a D
gentina en una econonúa mundial de libre comercio, la explotación de la do por Martmez de Hoz e:
torial argentina Sur, Aq;
tierra ofrecía el mayor retomo del capital invertido. A los alegatos de do en el tibro citado en la:
ARGENTINA 135

que la concentración de la tierra y los sistemas de trabajo perjudicaban


la eficiencia de la producción rural, Diaz Alejandro demuestra con datos
que la productividad argentina se equiparaba con la de sus competidores
internacionales, incluido Estados Unidos, por lo menos hasta los años
veintes. ¿Por qué, entonces, se rezagb Argentina tan rápida y dramáti­
camente en la productividad rural y el crecimiento de la producción a
partir de la Depresión? Las respuestas de Diaz Alejandro son básica­
mente dos: el impacto de las politicas peronistas en los precios de los
bienes rurales, en los sistemas de trabajo rural y en los arreglos de te­
nencia de la tierra en el período de la posguerra; y el ftacaso del gobier­
no argentino por suministrar servicios técnicos a los productores rurales
antes, yen especial después, de 1930 (23).
Ambas explicaciones del estancamiento en el campo sonpoliticas. Y
ambas son convincentes hasta cierto punto. Pero el ascenso del peronía­
mo y el fracaso de los gobiernos argentinos por fomentar la moderniza­
ción de la producción rural a lo largo del presente siglo no constituyen
las variables exógenas que Diaz Alejandro supone. Por el contrario, se
hallan directamente relacionadas con la naturaleza de una economia
exportadora cuya forma básica fue definida antes de la Primera Guerra
Mundial. Estudiar cómo esta estructura exportadora, por su influencia
sobre el movimiento obrero, contribuye a explicar el ascenso del peronia­
mo es materia del resto de este ensayo. Aquí puede esbozarse breve­
mente cómo contribuyó a contener la modernización agrícola, incluidos
los servicios técnicos del gobierno -para el productor rural.
El problema implicito en la explicación de Diaz Alejandro radica en
que antes del ascenso del peronismo la élite terrateniente era el gobier­
no. Incluso durante el período de 1916-30, cuando el Partido Radical,
que representaba mucho más que los intereses de los terratenientes,
controlaba el Ejecutivo, y los diputados socialistas y radicales eran nu­
merosos en el Congreso, la élite de la tierra poseia el poder poJíticoe
ideológico para sabotear todos los intentos por modificar los sistemas
rurales de tenencia de la tierra y de trabajo. Durante el periodo que va
hasta la Primera Guerra Mundial, el gobierno aplicó politicas tributa­
rias, tarifarías, monetarias, crediticias y laborales que beneficiaban ex­
clusivamente los intereses de los grandes terratenientes. Que estos inte­
reses no movilizaran ni siquiera modestas cantidades de dineros públi.
cos para fomentar la investigación científica sobre la agricultura y la
ganadería y los servicios técnicos de extensibn, mientras ponian en mar­

23. DIaz Alejandro, EMay8, C. 3. Este resumen DO puede hacer justicia a la riqueza informativa y
anaUtiea que eonduce a DIaz Alejandro a estas conclusiones. Vn diagnóstico similar fue logra­
do por Martinez de Hoz en un ensayo publicado por vez primera en un volumen de la casa edi­
torial argentina Sur; ArlenÍÚYi,lt30-1980, BueDOB Aires, 1961, pp. 189-210; Y luego amplia­
do en el libro citado en la nota 22.
136 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

cha costosas politicas públicas como el subsidio a la construccibn de fe­ el liderazgo de los a
rrocarriles, se explica no por su supuesto tradicionalismo cultural, que la Segunda Guerra 1
Díaz Alejandro descarta correctamente, sino por el hecho de que no se rativista y Dacionali
encontraban bajo una efectiva presibn econbmica, social, ideolbgica o rbn. Ambos periodc
politica para modernizar la produccibn. Los impuestos sobre la tierra y años. A partir de 19
aun sobre la riqueza eran núnimos. La organizacibn sindical del campo, su autonomia ideol6
como veremos, se veía entrabada, y las fuerzas politicas nacionales, an­ ciones restantes má
tes de Perbn, nunca pusieron en peligro la posicibn de clase de la élite orden social y econl
rural. vitalidad inicial, no 1
El fracaso de las fuerzas populares por ejercer una presibn significa­ institucionales de la
tiva sobre la élite latifundista antes del advenimiento de Perbn explica institucional muy po.
en gran parte la ausencia relativa de modernizacibn y el estancamiento la segunda época de
de la produccibn rural. El espectacular crecimiento de la econonúa ar­ moderna de Argentil
gentina dependib de la expansibn, hasta la Primera Guerra Mundial, en co que domina hasta
las tierras virgenes y por lo general ricas de la pampa. Aunque hubo fundamente en toda 1
algunos progresos técnicos, tanto en la cria y el levante del ganado como La trayectoria de]
en la agricultura, las relaciones sociales de produccibn que subordina­ mentalmente distinú
ban la agricultura a la ganaderia y le negaban a la fuerza de trabajo mi­ movimiento obrero pl
gratoria la seguridad en la tenencia no podian sostener ni hacer avanzar antimperialista de su
el proceso de modernizacibn rural. El aumento de la produccibn agrope­ trb más y más grupos
cuaria continub hasta los años veintes y probablemente hubiera prose­ la solucibn socialista
guido por un tiempo mayor de no haber intervenido la depresibn mun­ trario, el más grande
dial. Mas el fracaso modernizador antes de Perbn, como queda ilustrado ~ a comienzos delsii
con la negligencia frente a la investigacibn y los servicios técnicos para CIO como una fuerza iI
los productores rurales, era congénito a la estructura de la econonúa ra de un movimiento
exportadora de Argentina. Quienes trabajaban la tierra no teman opor­ asunúa la armonia de
tunidades ni incentivos para modernizar y los que la poseían no necesita­ den capitalista.
ban hacerlo. Es alrededor de es
La ironia de la historia argentina ha querido, dado el poder de las f?sis ideolbgica que gi
fuerzas humanas generadas por la produccibn exportadora, que los mis­ rm del movimiento ob
mos rasgos estructurales que demostraron ser tan conductivos para el influencia y la fortalez
desarrollo econbmico capitalista en la primera mitad del siglo XX alber­ po, explicar la fragilid
garan implicaciones políticas tan destructivas para el desarrollo econb­ de esta primera gran II
>, ,
mico de la segunda mitad. La historia del movimiento obrero argentino, explicar dos decenios (
~
al que nos referiremos ahora, une las tramas del desarrollo econbmico y e inactividad colectiva
la evolucibn politica. Al hacerlo, revela las dimensiones plenas de la cri­ recer la rápida moviJjz¡
sis que ha paralizado no solo la econonúa de la nacibn sino el conjunto de lidad con la que se 8.CE
la sociedad argentina desde mediados del siglo. inst.itucional que, en ti
los mtereses fundamel
resulta una tarea simp
LA PRIMERA GRAN MOV1LlZACION OBRERA tos apenas empieza y e
La historia del movimiento obrero argentino en el siglo XX comprende polémica (24). En esta I
dos periodos diferentes de movilizacibn de masas y fuerza organizativa.
El primero alcanzb su apogeo al final de la Primera Guerra Mundial bajo 24. He recurrido primordiaJme
ARGENTINA 137

el liderazgo de los anarcosindicalistas. El segundo se desarrolló durante


la Segunda Guerra Mundial y fue canalizado hacia un movimiento corpo­
rativista y nacionalista de derecha. acaudillado por Juan Domingo Pe­
rón. Ambos periodos estuvieron separados por un intervalo de veinte
,
)
años. A partir de 1920. el movimiento obrero pronto perdió su ímpetu y
su autonouúa ideológica. La organización obrera decayó y las organiza­
'.

ciones restantes más grande~ y efectivas aceptaron la legitimidad del
orden social y económico. El primer movimiento obrero. con todo y su
e vitalidad inicial. no pudo obtener importantes concesiones ideológicas e
institucionales de la clase dominante. Dejó una impronta ideológica e

institucional muy poco profunda en la vida de la nación. Por el contrario.
a la segunda época de la movilización obrera cambió el curso de la historia
;o
moderna de Argentina. Dejó un legado pol1tico. institucional e ideológi­
r­ co que domina hasta hoy el movimiento obrero argentino e influye pro­
~n
fundamente en toda la vida nacional.
)0
La trayectoria del movimiento obrero argentino es. entonces. funda­
10
mentalmente distinta de la de su contraparte en Chile. En este país. el
a­ movimiento obrero pronto forjó una concepción clasista. anticapitalista y
lÍ­
antimperialista de su posición en la sociedad. A lo largo del siglo arras­
ar tró más y más grupos sociales hacia la concepción marxista del mundo y
te­
la solución socialista a los problemas nacionales. En Argentina. al con­
le­
trario, el más grande movimiento obrero anticapitalista de Latinoaméri­
ln­ ca a comienzos del siglo XX se atrofió a partir de 1920. Cuando reapare­
do ció como una fuerza importante de la vida nacional. lo hizo bajo la bande­
lra ra de un movimiento popular antimarxista unido a una ideologia que
¡lÍa
asuuúa la armonía de clases y aceptaba las instituciones básicas del or­
or­ den capitalista.
.ta­ Es alrededor de este patrón de desarrollo discontinuo y de metamor­
fosis ideológica que giran los problemas anaJiticos centrales de la histo­
las ria del movimiento obrero argentino. Hay que elucidar la considerable
lis­ influencia y la fortaleza inicial del anarcosindicalismo y, al mismo tiem­
1 el po. explicar la fragilidad. la rápida declinación y el permanente eclipse
ler­ de esta primera gran movilización de la clase obrera argentina. Hay que
blr explicar dos decenios de conformismo ideológico. debilidad organizativa
no~
e inactividad colectiva del movimiento laboral y, al mismo tiempo. escla­
lOy
recer la rápida movilización de comienzos de los años cuarentas y la faci­
eri­ lidad con la que se aceptó -y se ha defendido- un orden ideológico e
,de
institucional que, en términos marxistas, se contrapone teóricamente a
los intereses fundamentales de los trabajadores como clase. Hacerlo no
resulta una tarea simple. La investigación académica sobre estos asun­
tos apenas empieza y el grueso de la literatura existente es descriptiva y
polémica (24). En esta sección y en la siguiente hago un repaso de la his­
Bde
\va. 24. He recurrido primordialme~te a narraciones escritas por activistas de la época Yque represen­
lijo
138 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

tona en las dos fases del movimiento obrero argentino moderno. He tra­ La principal excel
tado de demostrar cómo muchos de los enigmas que pesan sobre el de­ pa fue la zona merídi
sarrollo del movimiento obrero argentino pueden clarificarse en el marco rurales de protesta Sl
de las tendencias económicas y sociales reseñadas en la sección anterior. caron ventaja de la h
Sostengo que el precoz desarrollo del movimiento obrero argentino, su ríos inmigrantes, qui,
foco urbano, su composición social y tendencias ideológicas, su tenue la provincia entre 187
fortaleza en la posguerra y su colapso súbito, todo ello refleja las espe­ hacia un patrón de ca
"
ciales caracterlsticas estructurales del veloz crecimiento de la sociedad cia agricola capitalistl
periférica capitalista de Argentina en las décadas posteriores a 1880. taba con una població
cialmente en el cultiv(
mayor pluralismo ens
nes de la pampa.
Alli, cerca de la pO
A diferencia de sus compañeros de Chile, los trabajadores argentinos rios efectuaron el mov
del sector exportador enfrentaron obstáculos virtualmente insuperables na del siglo XX (27). J
en sus esfuerzos por forjar instituciones obreras y una concepción autó­ ternacionales de los gJ
noma de la sociedad. Los métodos extensivos de producción, inherentes la renta de la tierra, y 1
a la crla de ganado e impuestos por los grandes terratenientes a una tración provincial de C4
fuerza de trabajo inmigrante en el cultivo de cereales, impidieron el de­ ron a exigir rentas máI
sarrollo de comunidades rurales estables y socavaron el potencial orga­ agricultores capitalista
, ,
nizativo de los trabajadores del campo. Aislados en la vasta pampa, pri­ ros italianos, consiguiE
vados de la propiedad sobre la tierra o sin acceso permanente a ella, los mediaríos que vendían
obreros rurales no podían construir ni siquiera instituciones rudimenta­ otorgaban crédito. LleJ
rias de vida colectiva. Como lo demostró James Scobieen una obra clási­ Santa Fe y sus líderes
ca, el desarrollo de escuelas e iglesias,e inclusQ de pequeñas aldeas, fue llegado a 100 mil antes
impedido en la pampa ganadera y cerealera (25). Tal anemia institucio­ a la mediación gubern
nal reviste una importancia fundamental. Fue mediante este tipo de ins­ terratenientes. La orga
tituciones como otros trabajadores rurales, por ejemplo, los de Estados Fe, la Federación Agra
Unidos, crearon poderosas instituciones obreras y sostuvieron movi­ vieron a la huelga y COI
mientos agrarios masivos capaces de influir y amenazar las instituciones agrarias moderadas en ;
económicas y políticas de grandes Estados nacionales (26). Fue en esta Inisma J
donde los trabajadores
rurales de orientación
,1
, . tan cada una de las principales corrientes ideológicas en el desarrollo del movimiento obrero
argentino. Dichas obras, todas las cuales muestran los puntos fuertes y débiles discutidos en
el primer capitulo, incluyen Diego Abad de SantillAn, La roRA, Buenos Aires, 1933 (anar·
que se extendió a lo larg
ral de 1~19. La huelga,
quista,; Sebastián Marotta,El movimiento siDdieal 8I1Ieatlno, 3 Vola., Buenos Aires, 1960,
1961, 1970 (sindicalista); Jacinto Oddone, Gremialismo proletario 8J1I8DtIno, Buenos Aires, terrateruentes como de
1949 (socialistal; Rubén Isearo, Origen y desarroUo del movimiento sindical argentino, Bue­
nos Aires, 1958 (comunista'. Las contribuciones peronistas se anotan más adelante. Los inten­
tos de los especialistas por explicar los principales puntos de ~e en la historia del movi­ 27. Estas observaciones sobre el
miento laboral argentino se discuten a medida que el análisis avanza. de la rica pero retorcida bisc
25. Scobie, Revolution on tile Pampas•.. Siguen el cuidadoso examen
26. Lawrence Goodwyn ha desarrollado estas ideas en una importante revaloración del movimien­ AnIhal Arcando, "El conflie
to populista de Estados Unidos a fines del siglo XIX,Tbe Populist Moment, Nueva York, 1978. oct.-die. de 1980, 351·381. e
Carl Solberg aporta mucha información acerca de la fragmentación y la vida abyecta de la cia­ en los afios subsiguientes en
se obrera rural argentina en "Fann Workers and the Myth of Export-Led Development in tina, 1912-1930", en Iouroa
Argentina", en Tbe Americas21:2, octubre de 1974, pp. 121-138. 1971, pp. 18-52.
ARGENTINA 189

La principal excepción a este patrón de organización social en la pam­


pa fue la zona meridional de la provincia de Santa Fe. Los movimientos
rurales de protesta surgidos en esta región a comienzos del siglo XX sa­
caron ventaja de la herencia social y política de los pequeños propieta­
rios inmigrantes, quienes se establecieron como productores de trigo en
la provincia entre 1870 y 1890. Pese a que la región habia evolucionado
hacia un patrón de concentración de la propiedad territorial y de tenen­
cia agrícola capitalista típica de la pampa, a comienzos del siglo XX con­
taba con una población más de.nsa, una agricultura más intensiva, espe­
cialmente en el cultivo del maiz,una estructura social más compleja y un
mayor pluralismo en su estructura politica partidista que las otras regio­
nes de la pampa.
AUi, cerca de la población de Alcorta, en junio de 1912 los arrendata­
rios efectuaron el movimiento agrario más exitoso de la historia argenti­
na del siglo XX (27). Apremiados por la inestabilidad de los precios in...
ternacionales de los granos, las cosechas irregulares y el·incremento de
la renta de la tierra, y alentados por la reciente elección de una adminis­
tración·provincial de corte reformista radical, los arrendatarios se lanza­
ron a exigir rentas más bajas y contratos a largo plazo. Estos pequeños
agricultores capitalistas, la mayoría de los cuales al parecer eran·aparce...
ros italianos, consiguieron foIjar una alianza con los comerciantes inter­
mediarios que vendian su grano a las grandes firmas exportadoras y les
otorgaban crédito. Llevaron. su movimiento más allá de la provincia· de
Santa Fe y sus líderes aseguraban que el número de huelguistas había
llegado a 100 mil antes que el paro de dos meses fuese arreglado gracias
a la mediación gubernamental y a ciertas concesiones hechas por los
terratenientes. La organización fundada por los arrendatarios de Santa
Fe, la Federación Agraria Argentina, y su periódico, La Tierra, sobrevi­
vieron a la huelga y continuaron agitando consignas en pro de reformas
agrarias moderadas en los años diez y veintes.
Fue en esta misma región y en el sur de la provincia de Buenos Aires
donde los trabajadores sin tierra, organizados en incipientes sindicatos
rurales de orientación anarcosindicalista, realizaron una gran huelga
que se extendió a lo largo y ancho de la pampa durante la agitación labo­
ral de 1919. La huelga, sin embargo, enfrentó la oposición tanto de los
terratenientes como de los otrora radicales miembros de la Federación

27. Estas observaciones sobre el movimiento agrario que se inició en Santa Fe en 1912 se derivan
de la rica pero retorcida historia de Plácido Grela, El Grito de AIoorta, Buenos Aires, 1956,1
siguen el cuidadoso examen de las condiciones estructurales que precipiCa1'on·la protesta en
An1bal Arcando, "El conflicto agrario argentino de 1912", en Desarrollo Eeooómieo, 20:79
oct.-dic. de 1980, 351-381. Carl Solberg esboza los términos del conflicto agrario en la pampa
en losl1Ílos subsiguientes en su articulo pionero "Rural Unrest and Agrarian Policy in Argen­
tina, 1912-1930", en "ouma! 01 Interameriean St0die8 and Wodd Affairs, No. 12, enero de
1971, pp. 18-52.
140 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Agraria Argentina, y fue violentamente reprimida por parte de la policía En vez de fomel
provincial luego de cinco semanas de lucha. Durante los años veintes, la ciales de producciÓl
pequeñoburguesa F AA se inclinó rápidamente hacia la derecha. Según jar a los obreros ha,
lo ha demostrado Carl Solberg, La Tierra simpatizaba con las iniciativas sostenido de la indu
agrarias de Mussolini y atribuia la situación de los jornaleros sin tierra a las actividades bur
la indolencia de los individuos. En 1928 estalló en la provincia de Buenos impresionante desa
Aires y en el sur de Santa 'Fe otra huelga de trabajadores sin tierra que manuales, los oficiJ
buscaban reconocimiento a su organización y aumentos salariales. Esta inmigrantes europe
vez la F AA también se opuso y el movimiento fue rápida y brutalmente que faltaban en el ~
reprimido por parte de las tropas despachadas por el gobierno radical. en una economía dE
Fue más allá de la pampa, en los lejanos parajes de la Patagonia, ban a sí mismas (29
donde entre 1920 y 1921 los anarquistas dirigieron la otra gran huelga vestir, dar techo y (
rural de la historia moderna de Argentina. Organizada por artesanos necesidades de tran
urbanos del puerto de rio Gallegos, movilizó la fuerza de trabajo predo­ la exportación de VI
minantemente chilena de las grandes estancias ovejeras del territorio de miles de empleos pa
Santa Cruz. La huelga fue finalmente aplastada por el ejército, que eli­ pa y en especial en :
minó sistemáticamente a cientos de trabajadores rurales y los sepultó en sumaba casi medio I
fosas comunes. Osvaldo Bayer, quien inmortalizó la huelga en su histo­ La estructura ec
ria de tres volúmenes Los vengadores de la Patagonia trágica, revela desarrollo exportad(
cuán diferentes eran las condiciones organizativas en la Patagonia y en la que aparecióCU81
el centro de la econonúa agroexportadora. En las vastas, áridas y poco dustriales del centr
pobladas planicies de la Patagonia, los capitalistas no disponían tan fá­ urbano argentino el.
cilmente de esquiroles ni del aparato coercitivo del Estado. Sus trabaja­ obreros industriales
dores, principalmente varones solteros, vivían en barracas comunales en ducción y progresiVll
cada rancho. Durante la catastrófica depresión de la posguerra en la'eco­ la ejecución del trah
nonúa internacional de la lana, estos obreros no tenían literalmente a portantes concentra(
donde ir, ni alternativa alguna de trabajo en las estancias ovejeras para porte, la mayoria de
ganar su sustento. En la Patagonia los obreros vivían aislados de las empleados en la COI
principales instituciones culturales de Argentina, en una estructura so­ manufactureros, qUE
cial compuesta por dos clases, sin grupos intermedios. Su capacidad veer de mercancías 1
para identificar a sus antagonistas de clase y adelantar acciones colecti­ cados de la construc
vas exitosas quizá también se veía favorecida por el hecho de que la albañiles, herreros, 1
mayoria eran chilenos, mientras que los propietarios eran capitalistas tores de tranvía, pa
argentinos o europeos ausentistas (28). movimiento obrero o;
Estas notitbles movilizaciones de trabajadores. rurales en el sector
exportador, reseñadas esquemáticamente aqui, constituyen las excep­
ciones. En la vasta pampa, núcleo de la econonúa exportadora, las condi­ 29. El bRel'CUlbio deaipal
mento te6rico e históricx
ciones estructurales levantaron formidables obstáculos para una efectiva las economias perifériet
organización laboral. El) la pampa la naturaleza de los sistemas de te­ mente alta.
30. Recientes estudios euro
nencia y de trabajo tendía incluso a limitar la concentración de las gentes demostrado convincenÚl
y a sofocar el desarrollo de formas rudimentarias de vida comunitaria. es la resistencia a la pn
exp.Jica la dinámica de la
se carece de estudios 8ÍI
protesta laboral anarqui
28. Osvaldo Bayer, Los vengadores de la PatalJonia trágica, 3 Vols., Buenos Aires, 1972-74. décadas del siglo XX.
ARGENTINA 141

En vez de fomentar el desarrollo social del campo, las relaciones so­


ciales de producción en el centro del sector exportador tendían a empu­
jar a los obreros hacia las ciudades. Allí, gracias al crecimiento rápido y
sostenido de la industria manufacturera y de construcción, los servicios y
las actividades burocráticas y profesionales, todos estimulados por el
impresionante desarrollo de la producción exportadora, los trabajadores
manuales, los oficinistas y los pequeños empresarios, muchos de ellos
inmigrantes europeos, hallaron las oportunidades económicas y sociales
que faltaban en el campo. En la medida en que el mercado urbano crecía
en una econoIlÚa de salarios altos, las actividades urbanas se alimenta­
ban a sí mismas (29). Surgió una gran econoIlÚa urbana para alimentar,
vestir, dar techo y divertir a las clases urbanas del pals. Asimismo, las
necesidades de transporte y procesamiento de una econoIlÚa basada en
la exportación de voluminosos artículos ganaderos y agricolas crea'JOn
miles de empleos para obreros, principalmente en los puertos de la pam­
pa yen especial en Buenos Aires. En 1914, la clase obrera de la capital
sumaba casi medio millón de personas.
La estructura económica de Argentina durante la época dorada del
desarrollo exportador moldeó, así, una estructura de clases diferente de
la que apareció cuando el capitalismo se extendió en las econoIlÚas in­
dustriales del centro del sistema mundial. El núcleo del proletariado
urbano argentino en los inicios del siglo XX no estaba cqruormadopor
obreros industriales divorciados de la propiedad de los medios de pro­
ducción y progresivamente despojaaos del control sobre la concepción y
la ejecución del trabajo (30). Exceptuando las considerables y muy im­
portantes cQncentraciones de obreros en el empaque de.came y el trans­
porte, la mayoría de .los trabajadores manuales del pals eran artesanos
empleados en la construcción urbana y en pequeños establecimientos
manufactureros, que utilizaban materias primas domésticas paOl pro­
veer de mercancías baratas el mercado doméstico. Los artesanos califi­
cadosde la construcción y la manufactura, organizados en gremios de
albañiles, herreros, tipógrafos, carpinteros, sastres, ebanistas, conduc­
tores de tranvia, panaderos, zapateros, etc., formaban el grueso del
movimiento obrero organizado a comienzos del siglo XX. Tales artesanos

29. El lD~io desigual, de Arghiri Emmanuel, México, 1972, desarrolla un poderoso argu­
mento te6rico e histórico para demostrar el potencial de desarrollo capitalista diversificado de
las economias periféricas que, como la de Argentina, poseen una estroctura salarial relativa­
mente alta.
30. Recientes estudios europeos y norteamericanos sobre la historia del movimiento obrero han
demostrado convincentemente, al contrario de las concepciones marxistas tradicionales, que
es la resistencia a la proletarización, y no las consecuencias de BU realización, lo que mejor
explica la dinámica de la protesta obrera en Europa y Estados Unidos en el siglo XIX. Aunque
se carece de estudios sistemáticos, dicha resistencia probablemente está en la esencia de la
protesta laboral anarquista y sindicalista de Europa Meridional y Argentina en las primeras
décadas del siglo XX.
142 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

lograron movilizar apreciables cantidades de trabajadores no calificados, En este marco social


quienes hacían las labores pesadas y sucias en una economía urbana en to de la economía export
que las herramientas de mano y el trabajo fisico aún no habian empeza­ obrero en los inicios del I
" do a ser remplazados por la maquinaria y los combustibles fósiles (31). dades latinoamericanas,
Solo hacia el final del primer periodo de movilización obrera se unieron a para protegerse a si mis
estas organizaciones los trabajadores sindicalizados del transporte, los des de ayuda mutua, orl
empleados de los servicios y los jornaleros. Los obreros maritimos y de la fuerza de trabajoil
,., ferroviarios lograron un notable grado de organización efectiva luego de XIX y su cantidad, sus 11
una serie de huelgas prolongadas y duramente luchadas, entre 1916 y velozmente a principios (
1918. valioso estudio sobre el t
l'
'¡ La naturaleza de la clase media moldeada por la expansión exporta­ les de la clase obrera en
dora de Argentina a partir de 1880 también se aparta del patrón clásico anota que en su apogeo
que surgió a medida que la industrialización avanzaba en el Atlántico mutua agrupaban en sus
Norte. El desarrollo económico fortaleció en Argentina a la clase terrate­ capital, 255.534 perSOD8l
niente, no a una burguesia industrial. El gran conglomerado de rentis­ de once millones de peSO!
tas, profesionales, empleados de cuello blanco y propietarios de estable­ les en beneficios (33).
cimientos manufactureros que se consolidó en Buenos Aires en los dece­ Al lado de estas instit
nios posteriores a 1880 se mostró más interesado en la democratización zaron a organizar colectiv
poJitica y en el acceso a.la educación y a la burocracia estatal que en bus­ que combinaban las funci
car una concepción organízativa, social y económica diferente de laque v?luntad de lanzar huelge
defendian la clase dominante argentina y los capitalistas foráneos alia­ SIn embargo, a diferencü
dos con ella. Las aspiraciones de estos sectores medios, la mayoria de sociedades de resistencia,
cuyos integrantes, con excepción de los industriales, habia nacido en por artesanos urbanos cali
Argentina, presentaban a la élite de la tierra un serio desafio poJitico, ron de combinar su fuel'Zl
aunque no social. Como veremos, la solución a dicho reto, queabriria el medio de huelgas de soli
sistema poJitico a todos los ciudadanos varones adultos a partir de1912, concepciones obreras del
tuYO importantes consecuencias para el desarrollo del movimiento obre­ de teatro y periódicos pro
ro y para la evolución poJitica de la nación durante el siglo XX (32). del capitalismo, daba a COl
tía entre si para promover I
cas a los problemas que afJ
31. Jacinto Oddone. GremialieDlo, ..• pp. 276-77. trae una ilust.raclón gráfica de quiénes eran estos En desarrollo de todas
trabajadores en su lista de organizaciones obreras de la capiial. representadas en la conferen­
cia de fusión de los sindicatos anarquistas y socialistas efectuada en Buenos Aires en 1906. lación a la ideolOgía y las
Aquéllos inclulan talabarteros, marmoleros. mo2lO8, carpinteros de ribera, gráficos, herrado­ gran parte compuesto por
res, escultores en madera, pintores, torneros en madera lrepresented by Oddonel. obreros del
puerto, fundidores tipográficos, mosaiquistas, maquinistas de calzado, modistas, conductores
de carros, conductores de veh1culos, propietarios de 1 y 2 carros. galponistas y escaleristas, desarrollados por Rock. Véanse f
a.yucIQtes y peones de cocina, fundidores y modelistas, IIUtl'es, planchadores, constructores los partidos politicos contemporj
de carruajes. cortadores de calzado. maquinistas, pechereros. plateros, metalúrgicos rurales, gentiDa, lIOdedad de DIUM, BD
vidrieros. obreros ferrocarrileros. obreros en construcción. empleados de tranvia, herreros de asuntos de la historia argentina
obra, electricistas, dependientes de comercio, albalWes, conductores de carros; empleados, Latina, Buenos Aires, 1961, C. 6.
fotógrafos. tabaqueros, zapateros, fraguadores, obreros de frigorlfic¡os, escoberos, sombrere­ 3S. Roben E. Shipley, "On the Out.
ros, mecánicos. aJ.palgateros, moldeadores, domésticos, obreros navales, peones de comercio, ring the Golden Age of Argentinf
horneros, empapeladores, panaderos y aserradores. University, 1977, pp. 233-84. MI
32. Las tendencias politicas de la clase media, en especial las que se evidenciaron en las relacio­ parte de la información cuantital
nes del Partido Radical con el movimiento obrero, son cuidadosamente examinadas en David argentiDa. Documentos para 1111 I
Rock, PoUtice in Argentina, 1890~1930. Cambridge.lnslaterra, 1975. El trabajo pionero de los ducción a la historia del moviml
historiadores y cient1ficos sociales argentinos presagiaba muchas de las ideas y conceptos documentos de primera mano qUI
.AHISTORIA ARGENTINA 148

calificados, En este marco social y político, condicionado por el rápido crecimien·


lurbana en to de la economia exportadora, se desenvolvió la historia del movimiento
anempeza­ obrero en los inicios del siglo XX. Como sucedió en Europa y otras socie­
1ósiles (31). dades latinoamericanas, los obreros argentinos se organizaron primero
e unieron a para protegerse a si mismos de la enfermedad y la muerte. Las socieda­
lSporte, los des de ayuda mutua, organi.tadas a menudo siguiendo las líneas étnicas
l8.l'itimos y de la fuerza de trabajo inmigrante, ya eran numerosas a fines del siglo
va luego de XIX y su cantidad, sus miembros y sus recursos de capital aumentaron
rltre 1916 y velozmente a principios del siglo XX. Robert Shipley, quien ha escrito un
valioso estudio sobre· el tamaño, la estructura y las condiciones materia·
bn exporta­ les de la clase obrera en la ciudad de Buenos Aires durtUlte el perlodo,
trbn clásico anota que en su apogeo, alrededor de 1913, las sociedades de ayuda
~I Atlántico mutua agrupaban en sus filas a cerca de la mitad de la clase obrera de la
a.se terrate­ capital, 266.634 personas. Para entonces reportaban un capital de mis
i) de rentis­ de once millones de pesos y distribuian casi tres millones de pesos anua­
de estable­ les en beneficios (33).
tn los dece­ Al lado de estas instituciones defensivas, los obreros también empe­
)Cratización zaron a organi.tar colectividades denominadas sociedades de resistencia,
¡ueen bus­ que combinaban las funciones de las sociedades de ayuda mutua con la
ade laque voluntad de lanzar huelgas a fin de arrancar concesiones a los patronos.
ineos alía­ Sin embargo, a diferencia de las m&neomunales del norte de Chile, las
mayorla de sociedades de resistencia estaban divididas por gremios, principalmente
I nacido en por artesanos urbanos calificaqos. Los obreros argentinos también trata­
lo político, ron de combinar su fuerza y coordinar las actividades de resistencia por
!e abrirla el medio de huelgas de solidaridad y de centrales sindicales. Difundian
tir de 1912, concepciones obreras del mundo a través de mitines de masas, grupos
dento obre­ de teatro y periódicos propios. La prensa obrera denunciaba los males
(32). del capitalismo, daba a conocer. la visión obrera de las noticias y compe­
tía entre si para promover diversas tácticas y aportar soluciones ideológi­
cas a los problemas que afrontaba la clase trabajadora.
kIes eran estos En desarrollo de todas estas actividades, pero especialmente con re­
~ laeoaferen­ lación a la ideología y las tácticas, el movimiento obrero argentino, en
!\ires en 1906.
~, herrado­ gran parte compuesto por inmigrantes, reflejaba la poderosa influencia
". obreros del
" conductores
r escaleristas, desarrollados por Rock. Véanse especialmente Ezequiel Gallo y Silvia Sigal, "La formación de
icoDatructores los paxtidos poIitieos contemporáneos: Lavea (1890-1916)", ~n Torcuaio Di TeDa et al., Ar·
1Ii~ rurales, ,entiDa, IOdedad de mlUlU, Buenos Aires, 1966, pp. 124-76. La evaluación clásica de estos
~, herreros de asuntoll de la historia argentina es John J. Jolmson, La Ú'IUlsformación poIídea en América
,¡empleados, LatiDa, Buenos Aires, 1961, C. 6.
.; sombrere­ 33. Robert E. Shipley, "On the Outside Looking In: A Social Hiatory of the Portefto Worker Du­
tdecomercio, ring the Golden Age of Argentine Development, 1914-1930", disertación para Pb.D., Rutgers
Vniversity, 1977, pp. 233-34. Me hé apoyado extensamente en esta disertación para buens
lilas relacio­ parte de la información cuantitativa de esta sección. Hobart Spa.I.diDg, La cIaM trabajadora
liasen David argenUaa. Documentos para su bistoria, 1890·1912, Buenos Aires, 1970, es una buena intro­
ioaelO de los ducci6n a la historia del movimiento obrero durante este periodo y reproduce decenas de
rl eoneeptos documentos de primera mano que expresan la tónica del movimiento sindical antes de 1912.
JiQf

LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

de Europa. Predominaban tres corrientes ideolbgicas. Una era el socia­ táculos y oportunidad
lismo, que en Argentina aceptó inicialmente la idea marxista de la lucha lidad de la vida, la ID8
de clases e hizo hincapié en la necesidad de la organizacibn en el lugar si no irrelevantes, la il
de trabajo, pero que pronto se desvib hacia una estrategia reformista y En Argentina los I
electoral. La segunda era el anarquismo, que abogaba por la accibn es­ nes capitalistas de pr
pontánea de masas en pro de reivindicaciones y aspiraba a destruir el que creara normas de
orden capitalista explotador y la tiralÚa del Estado por medio de una ra una jornada labora
gigantesca huelga general. La tercera era el sindicalismo, que, sin re­ dos. Los socialistas tal
" nunciar a la concepcibn de los anarquistas, empezb a subrayar la impor­ adquisitivo de los obn
tancia de la organizacibn no sectaria en el lugar de trabajo a fin de conse­ libre comercio y se o¡
guir tanto la destruccibn del capitalismo como la construccibn de una "artificial". En 1904 I
nueva sociedad de productores libres en donde prevalecerian la libertad, CongreSO, pero fue a i
la abundancia y la igualdad social (34). ron un buen número d
Aunque desde .1890 los socialistas ganaron influencia entre pequeños electorales y legislath
grupos de obreros calificados, en el siglo XX no pudieron desarrollar una vas acciones en ellugl
base obrera de masas. Los anarquistas, por otro lado, lograron movilizar cialistas, anarquistas
a los obreros urbanos en acciones masivas contra empresas individuales, siglo, pudieron cristali
asi como en grandes huelgas generales; por más de una década, a partir jornada laboral, trabe
de 1900, dominaron el movimiento obrero argentino. No obstante, a par­ demostrado que cuan(
tir de 1915, los sindicalistas ganaron el control de la principal central en 1925, el obrero pr(
obrera argentina y fueron ellos quienes dirigieron las huelgas claves que día de trabajo llgel'8lru
llevaron al movimiento obrero a un cJimax en los tumultuosos años que Por 10 que sabemOE
siguieron a la Primera Guerra Mundial. de los resultados eled
El atractivo de la ideología anarquista y sindicalista para los obreros claro que el Partido So
argentinos en este periodo se atribuye con frecuencia a los origenes calificados y los emp
europeo-meridionales de numerosos inmigrantes. Esta explicacibn, cul­ derrotó al Partido Rad
tural y difusionista, es correcta hasta cierto punto. Empero, deja de lado conservadores en los d
las condiciones estructurales concretas que hicieron aparecer la ideolo­ costado meridional de :
gis anarcosindicalista especialmente atractiva a los ojos de los obreros ra y casi todos los innl
en los primeros años del siglo XX. Los trabajadores argentinos, al igual pequeña porcibn de im
que sus colegas de Europa meridional, hallaron en el anarquismo, y pos­ ciudadalÚa argentina; 1
teriormente en el sindicalismo, una visibn del mundo y un programa de a hacer dinero para lu
transformacibn social que validaban y explicaban su experiencia diaria y que se quedaban tal v
encarnaban sus necesidades y aspiraciones. En cambio, dados los obs­ argentina, particularm
ciones tales como el sel
84. Todos estos grupos tenian estrechos vineuloa con movimientos europeos similares: los socia­ litaban el proceso buro
listas con los socialdemócratas franceses y alemanes; los anarquiaias con los anaJ'quiatas los extranjeros se les I
espafloles e italianoa; loa sÍDdieaJistas con obreros afines en estos últimoa paises y en Francia. Buenos Aires, en 1917,
Muchoa militantes argentinoa eran inmigrantes que hablan sido ad.iviatas en Europa. Loe li­
deres anaJ'quistas, especia1mente, tra~ban en amboa lados del AtJántieo. Aceres de la ron aprovechar la oport
cuestión general de las influencias ideológicas europeas durante la formación del movimiento
obrero en América Latina, véase Hobart Spalding, 0rpaJzed Labor ID lAtiD Ameriea. Nueva
York, 1977, C. I. Sobre los anarquistas argentinoa y sus conexiones con Europa, Wanse Ri­ 85. Con la apertura del sistem
chard A. Yoaat, "The Development of Argentine Anarchiam: A Soclo-Ideologic AnaIysia", fuerza electoral muy imporl
disertaci6n para Ph.D., University of WiacoDSÍD, 1975, y Iaacov Oved, El anaJ'quJamo ea el principalmente de la cla.ae (
movimieaw obrero ea AqentiDa, Ciudad de Mézico, 1978. fuerza electoral socialista ei
ARGENTINA 146

a­ táculos y oportunidades que afrontaban en su empeño por mejora!" la ca­


la lidad de la vida, la mayoría de los obreros argentinos hall6 inadecuadas,
IU' si no irrelevantes, la ideología y la táctica de los socialistas.
Y En Argentina los socialistas abogaban por la reforma de las relacio­
s­ nes capitalistas de producci6n. Luchaban por conseguir una legislaci6n
el que creara normas de seguridad, compensara los accidentes, establecie­
la ra una jornada laboral más corta y regulara el trabaijo de mujeres y ni­
~ ños. Los socialistas también procuraron con tes6n salvaguardar el poder
r­ adquisitivo de los obreros urbanos. En forma consistente defendieron el
e­ libre comercio y se opusieron a la creación de una industria doméstica
i& "artificial". En 1904 loS' socialistas habían logrado una diputaci6n en el
d, Congreso, pero fue a raíz de la reforma electoral de 1912 cuando eligie­
ron un buen número de funcionarios públicos. Mediante estos esfuerzos
os electorales y legislativos, pero, más importante aún, lanzando combati­
tia vas acciones en el lugar de trabaijo y huelgas generales dirigidas por so­
Ir cialistas, anarquistas y sindicalistas, duranté las primeras décadas del
IS, siglo, pudieron cristalizarse una serie de leyes de corte reformista sobre
tir jornada laboral, trabajo de mujeres y niños y pensiones. Shipley ha
11'­ demostrado que cuando fue convertida en ley la jornada de ocho horas,
ti en 1925, el obrero promedio en Buenos Aires ya había conquistado un
tle día de trabaijo ligeramente más corto.
Ile Por lo que sabemos de los sindicatos baijo su control y por los análisis
de los resultados electorales de Buenos Aires a partir de 1921, resulta
claro que el Partido Socialista gozaba de gran respaldo entre los obreros
calificados y los empleados nacidos en Argentina. Sistemáticamente
derrotó al Partido Radical y les sac6 aún más ventaija a varios partidos
conservadores en los distritos obreros que se concentraban alrededor del
costado meridional de Buenos Aires. Empero, el grueso de la clase obre­
ra y casi todos los inmigrantes eran abstencionistas. En 1914 solo una
pequeña porci6n de inmigrantes, un poco más del 2% , había adoptado la
ciudadanía argentina; la mayor parte de los inmigrantes iba a Argentina
a hacer dinero para luego regresar a su país de origen. Muchos de los
que se quedaban tal vez pensaran que los beneficios de la ciudadanía
argentina, particularmente el derecho a votar, eran menores que obliga­
ciones tales como el servicio militar. Los funcionarios argentinos no faci­
.­...

lis
litaban el proceso burocrático de la naturalización, pero incluso cuando a
los extranjeros se les permiti6 votar en las elecciones municipales de
Buenos Aires, en 1917, apenas algo más de 11 mil inmigrantes decidie­
tH­ ron aprovechar la oportunidad (35).
,la
lito

36. Con la apertura del sistema politieo a partir de 1912, los socialistas se convirtieron en una
fuerza electoral muy importante en la ciudad de Buenos Aires. Los vot.os IlOciaIistas provelÚall
principalmente de la clase obrera. Un. buen estudio cuantitativo de la dimensión clasista de la
fuerza electoralllOcialistaen la capital en el periodo 1916-22 es Richard Walter, "Elections in
146 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Por el contrario,el pensamiento y las tácticas de los anarquistas reso­ colectivas como la lib
naban profundamente en el seno de la clase obrera argentina. Los anar­ de la legislación repl
quistas organizaron y dirigieron la mayoría de los sindicatos de la cons. particulares por la 01.
trucción, la industria y los servicios, que dominaron el movimiento obre. de trabajo en determ
ro del país a comienzos del siglo XX. Los sindicatos anarquistas solo con­ El éxito de dichas tác
taban en este período con varios miles de miembros, mas tales trabaja­ tanto por la expansiÓl
dores y sus lideres consiguieron movilizar decenas de miles de obreros por el aumento del sa
en grandes huelgas generales, especialmente en 1902 y 1909. Por último, el anarqu:
De acuerdo con el estado actual de la investigación, solo podemos carnada en la lucha re
especular acerca de las razones de la generalizada influencia del anar­ relaciones sociales de
quismo (36). El activismo anarquista prometía la comunidad, mejoras y racionales, a una ch
materiales inmediatas y retribuciones espirituales extraordinarias para tas, mantenía su patri
una clase obrera marginada de las instituciones tradicionales de control significativo controls(
social. Ni la familia, la Iglesia o la escuela, ni los partidos politicos tradi­ Al principiar el sig
cionales ejercían gran influencia sobre una clase obrera urbana en la que tas fue víctima de una
predominaban los varones inmigrantes solteros, muchos de ellos vetera­ violenta. Si bien la 1'1
nos de las luchas anarquistas en Europa. Los anarquistas destacaban la muchos militantes en
solidaridad revolucionaria internacional y el carácter cosmopolita del del poder bajo el caP]
proletariado contra una clase capitalista nativa que antes de 1912 deten­ dualmente el atractivCl
taba el control del gobierno. A los obreros que hablan venido a América grimió decretos repl'eE
con el fin de hacer rápidamente dinero, el anarquismo también les ofre. Defensa Social, de 191
cía acciones laborales eficaces. Las tácticas anarquistas - basadas en al movimiento obrero (
huelgas de solidaridad y paros generales de masas para conquistar las vos. Tales medidas fue
demandas de los trabajadores- demostraron su efectividad en el marco de estado de sitio; con
de la veloz expansión económica y la inmigración masiva. Aun en condi­ ra, disolvía mitinesde
ciones de pleno empleo, el número creciente de inmigrantes recién lle­ vistas. Los grupos paJ
gados, que buscaban desesperadamente trabajo, amenazaba el éxito de por los funcionarios de
las huelgas lanzadas en un solo sitio de trabajo. Esa táctica, frecuente­ sión oficial. Bandas de
mente utilizada por los socialistas, solo era eficaz entre obreros altamen­ Esta acción, sumada a
te calificados. Las movilizaciones generales de masas, en cambio, con­ puesta a la huelga gell
tribuian a intimidar y a persuadir a los esquiroles. Y las huelgas de gran del centenario de la Ind
envergadura organizadas por los anarquistas no solo estaban diseñadas cia de la actividad sindi
para promover la unidad del proletariado, fortalecer el movimiento obre­ La masiva represiÓll
ro por medio de "gimnasia revolucionaria" y lograr reivindicaciones con el trastorno econÓD:
la Primera Guerra Mu
1915 y creció con fuelZl
theCity of Buenos Aires". en Hispanie AmerieaD HiBtoric:a1 Revlew, 68:4, nov. de 1978, pp. causa de la guerra y lal
596-624. Del mismo autor. The SociaJist Pariy of ArlJeáibul, Austin, 1977. es un estudio espe­ anarquista se vio eclipe
cializado en tomo al desarrollo del partido. Grem1eu.....o, de Jacinto Oddone, cubre el mismo
campo desde la perspectiva de un activista socialista. La evolución filosófica de los fundadores El sindicalismo combiru
y las figuras principales del partido puede seguirse en Dardo Cúneo, editor, Obras de Juan B. socialistas militantes y I
Juto, Buenos Aires, 1947. Una critica izquierdista properonista del partido es Jorge Spilim­
bergo, Juan B. Juto., el socialismo cipayo, Buenos Aires, 1974.
36. Un grupo de jóvenes historiadores 8Ociales, 8.IIOCÍado con el Programa de Estudios de Historia
Económicay Social Americana en Buenos Aires, está investigando la cultura popular que acla­ 87. Diego Abad de Santillán. I
rará esta cuestión. huía 191_, Buenos Aires,
ARGENTINA 147

colectivas como la libertad para los activistas encarcelados y el rechazo


de la legislación represiva. También concatenaban las luchas obreras
particulares por la organización y la mejora de salarios y las condiciones
de trabajo en determinados oficios y establecimientos manufactureros.
El éxito de dichas tácticas resultaba evidente para los obreros urbanos,
tanto por la expansión y la creciente efectividad de los sindicatos como
por el aumento del salario real durante la primera década del siglo XX.
Por último, el anarquismo ofrecía una visión de la dignidad humana en·
carnada en la lucha revolucionaria. Predicaba la libertad individual y las
relaciones sociales democráticas, así como valores seculares, científicos
y racionales, a una clase obrera que aún poseía sus propias herra:tnien·
tas, mantenía su patrimonio sobre las destrezas industriales y ejercía un
significativo control sobre el proceso de trabajo (37). '
Al principiar el siglo, el movimiento obrero dirigido por los anarquis­
tas fue víctima de una represión gubernamental permanente y a menudo
violenta. Si bien la reacción estatal inicialmente pareció confirmar a
muchos militantes en las concepciones anarquistas sobre la naturaleza
del poder bajo el capitalismo, su alcance y efectividad socavaron gra­
dualmente el atractivo de las tácticas de acción directa. El gobierno es­
grimió decretos represivos -la Ley de Residencia, de 1902, y la Ley de
Defensa Social, de 1910- con el propósito de decapitar periódicamente
al movimiento obrero deportando a extranjeros supuestamente subversi­
vos. Tales medidas fueron complementadas con frecuentes declaratorias
de estado de sitio; con base en ellas la policía silenciaba la prensa obre­
ra, disolvía mitines de trabajadores y encarcelaba a centenares de acti­
vistas. Los grupos paramilitares de derecha, con frecuencia tolerados
por los funcionarios del gobierno y la policía, complementaban la repre­
sión oficial. Bandas de civiles aterrorizaron los distritos obreros en 1910.
Esta acción, sumada a la persecución generalizada del gobierno en res­
puesta a la huelga general organizada por los anarquistas en vísperas
del centenario de la Independencia, desembocó en una abrupta decaden­
cia de la actividad sindical y huelguística a partir de aquel año.
La masiva represión politica del anarquismo en 1910 coincidió pronto
con el trastorno económico y el declive de la emigración precipitados por
la Primera Guerra Mundial. Cuando el movimiento obrero revivió en
1916 y creció con fuerza en 1917 por la creciente demanda de trabajo a
r. causa de la guerra y la caída drástica de los salarios reales, la influencia
~ anarquista se vio eclipsada por el éxito organizativo de los sindicalistas.
El sindicalismo combinaba en Argentina la ideología y las tácticas de los
"l.
11
socialistas militantes y de los anarquistas pragmáticos. En teoría respal­

37. Diego Abad de Santillán, El DlOYImieDto uuquiata ea la ArpatiDa (Deede • • eomie_


h8IIia 191., Buenos Aires, 1930.
T
148 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

daba la concepción anarquista de la revolución social, mas perseguia notable movilización ~


dicha meta por medio de organizaciones poderosas establecidas en los Buenos Aires subió a :
lugares de trabajo y la unidad obrera amplia y sin sectarismos, concreta­ mitad de 1919. En 191
da en una central nacional de trabajadores. Los sindicalistas también capital; en 1918 lo hic
asumieron una posición pragmática con relación al gobierno en la cam­ FORA pasó de ser en
biante situación política que siguió a las reformas electorales de 1912. El con algo más de 21 mil
gobierno radical que llegó al poder en 1916 buscó apoyo tanto de la clase su mejor momento, 19
media como de la clase obrera. Los líderes sindicalistas se mostraron de 68 mil miembros (
dispuestos a negociar con el nuevo gobierno y procuraron ganarse la miembros bien puede I
ayuda del Estado, o asegurarse al menos la neutralidad estatal, en la
,',.
lucha entre el capital y el trabajo.
la cantidad de miembrc
se disolvió. El número
La estrategia sindicalista y su relativo éxito parecen reflejar dos cam­ más de 300 mil en 1919
bios estructurales en la composición de la clase obrera organizada. El 1921, para caer a solo 4.
primero fue la organización de los trabajadores del transporte. En 1917, Algunos remanente:
luego de ganar trascendentales huelgas bajo la guia de los sindicalistas, vivieron en los años ve
los trabajadores ferroviarios se convirtieron en el rector más numeroso dirigidas por socialistas
del movimiento obrero argentino, mientras que los trabajadores marlti­ trolar el movimiento ob)
mos empezaron a mostrarse como los más efectivos. Estos sindi~tos de auge bien pudo habE
serian la columna vertebral de la central obrera orientada por los sindi­ bajo masculina de Buen,
calistas, la Federación Obrera Regional Argentina, FORA, la más pode­ tenecía a sindicatos (39)
rosa confederación de trabajadores antes de los años cuarentas. El se­ obreros ferroviarios, dir
gundo cambio fue demográfico y cultural. En los años veintes, las perso­ nización sindical no cre(
nas nacidas en Argentina, muchas de ellas hijos e hijas de inmigrantes poco frec,!!entes. En 19:
que habían estado afluyendo desde los años ochentas del siglo pasado, argentino estuvo al bord
conformaban un destacamento numeroso entre los obreros. La interrup­ Tan extraordinaria II
ción del flujo de inmigrantes y el retomo de muchos trabajadores tempo­ so. parecen estar relacio:
rales a Europa durante la guerra aceleró el·proceso. A diferencia de sus el desempleo. En el Cual
padres, esta segunda generación estaba compuesta de ciudadanos deci­ larios reales en Buenos
didos a permanecer en el pals y muchos habían asistido a escuelas públi­ salarios reales cayeron d:
cas argentinas. Como grupo, se hallaban más integrados que sus padres forma continua hasta la 1
a la sociedad argentina y eran más susceptibles a la influencia de las ins­ primera parte del perlod
tituciones y los valores culturales. El jefe de la FORA al final de la Pri­ ciudad disminuyó tamM
mera Guerra Mundial, Sebastián Marotta, personifica y simboliza estos pleo se incrementó rápid
dos cambios acaecidos en el movimiento obrero argentino. Hijo de inmi­ de la posguerra 0919-22:
grantes italianos, era pintor de vagones ferroviarios (38). partir de 1922, el índice
Bajo la dirección de los sindicalistas, el movimiento obrero alcanzó. hasta casi el final de la dé
un dramático clímax en el periodo de la posguerra. David Rack ha reco­
Las estadfsticas reveh
> , •
pilado estadfsticas que indican la magnitud y el rápido colapso de esta tinos a las tendencias ecO]
rra y la posguerra. Entr~
38. Las ideas contenidas en este párrafo son de88.1'l'Olladal: con gran claridad en Samuel L. Baily,
Lafior, NailoDaliam, IIIld Polities iD Ar,enihla, New Bnmswick, 1967. Baily también anota que 89. Todos estos estimativos son to
a fines de la década de 1910, aunque con muy irregular fortuna, grupos de obreros de cuello 6, p. 160.Rock se basa en la in¡
blanco (empleados de la banca y el comercio, trabaJadores de los telégrafos y los correos) tra­ ciale•• Lo mismo que con dato
taron de organizarse en sindicatos. b~JDIl81u tendencias son di
RIA ARGENTINA 149

:uía notable movilización de los obreros urbanos. El número de huelgas en


los Buenos Aires subió a 138 en 1917, a 196 en 1918 y a 259 en la primera
¡rt,a.. mitad de 1919. En 1917, 13S mil obreros participaron en huelgas en la
lién capital; en 1918 lo hicieron 133 mil y en 1919 309 mil. Entre tanto, la
im· FORA pasó de ser en 1915 una modesta organización de 50 sindicatos
, El con algo más de 21 mil miembros cotizantes, a una central obrera que en
lase su mejor momento, 1920, contaba con 734 sindicatos afiliados con más
lI'on de 68 mil miembros cuyas cuotas estaban al dia (el número real de
ela miembros bien puede haber sido el doble). ~mpero, trascurrido un año,
nla la cantidad de miembros cayó en más de 50% ya fines de 1921 la FORA
se disolvió. El número de huelguistas en Buenos Aires disminuyó de
~. más de 300 mil en 1919 a poco más de un tercio de dicha cifra en 1921 y
l.El 1921, para caer a solo 4. 737 en 1922.
917, Algunos remanentes importantes de la otrora poderosa FORA sobre­
iJias, vivieron en los años veintes, a tiempo que pequeñas centrales rivales,
Iroso dirigidas por socialistas, anarquistas y comunistas, contendian por con­
uit¡' trolar el movimiento obrero. Pero mientras que la FORA en su momento
~tos de auge bien pudo haber abarcado una cuarta parte de la fuerza de tra­
iDdi· bajo masculina de Buenos Aires, en 1922 apenas una vigésima parte per­
1Ode-­ tenecía a sindicatos (39). Con excepción de un sindicato reformista de los
:1se-­ obreros ferroviarios, dirigido por socialistas, en los años veintes la orga­
erso­ nización sindical no creció de manera significativa y las huelgas fueron
lOtes poco frecuentes. En 1922 y por mucho tiempo, el movimiento obrero
mdo, argentino estuvo al borde del colapso.
rrup­ Tan extraordinaria movilización, como también el catastrófico colap­
ropo­ so, parecen estar relacionados con las tendencias en los salarios reales y
e sus el desempleo. En el Cuadro 3.4 se muestran datos ilustrativos de los sa­
,deci­ larios reales en Buenos Aires. Estos indican que después de 1914 los
)úbli­ salarios reales cayeron drásticamente hasta 1918, para después subir en
adres forma continua hasta la Depresión. El Cuadro 3.5 revela que durante la
s iDs· primera parte del periodo, entre 1914 y 1917, el nivel de empleo en la
a Pri· ciudad disminuyó también considerablemente. Luego, elnivel de em­
¡estos pleo se incrementó rápidamente hasta 1919, cuando la suave depresión
,mm¡. de la posguerra (1919-22) la hizo estabilizar y luego declinar un poco. A
í partir de 1922, el indice de trab~adores empleados creció velozmente
canzó. hasta casi el final de la década.
¡retO­ Las estadisticas revelan la notable sensibilidad de los obreros argen­
~esta tinos a las tendencias económicas básicas durante los periodos de la gue­
rra y la posguerra. Entre 1914 y 1921 los trab~adores percibieron de

,. JIaily,
_que 39. Todos eatosestimativ08son tolUdos de Rock, Politiea iD ArpntiDa. .. , especialmente Cuadro
, cuello 6, p. 160. Rock se basa en la información obtenida en diversas publicaciones oficiales y no ofi­
IIOIltra- ciales. Lo mismo que con datossimi.1ares de Chile, las cifra.a absolutas pueden ser cuestiona­
bJes,. mas las tendencias son claras.
¡;
il
I.i 150 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA
1I

i
l' CUADRO 3.4 da por la información 80
1', cia de altas tasas de dt1
1,· INDICE DE SALARIOS REALES EN BUENOS AIRES, 1914·39
11 (1929: 100) toda la guerra y la pos"
I~; del Departamento del T
AIo ludice Afto ludica A60 ludlce
1; nivel'de desempleo en 1
,
producen en el Cuadro
l' . 1914
1915
68
61
1923
1924
86
85
1932
1933
104
96 pero aun si los cuidad05
I •
I 1916 57 1925 89 1934 99 queos cruzados de difel
L': 1917 49 1926 90 1935 101
errores, otras evidench
1918 42 1927 95 1936 95
1919 57 1928 101 1937 96 huelgas, confirman que
1920 59 1929 100 1938 96 alto durante el periodo.
1921 73 1930 91 1939 97
1922 84 1931 98
CUADRO 3.6
Fueute: República Argentina, Ministerio del Interior, Departamento Nacional del Trabajo,
División de Estadistica, Iuvestigaciones Sociales, Buenos Airee, 1940, p. 38. PORCENTAJE ESTIMADO DJ
BUENOS AIRES, 1914-30

1 CUADRO 3.5 Afto Porceat. de


" desempleo
_
..
..
INDICE DE TRABAJADORES EMPLEADOS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES,
1914·39 1914 15.3% :
1915 18.0 1
" (1929: lOO)
1916 24.8 1
AIo Afto Indica A60 Indlce 1917 30.1 1
1918 20.8 1
1919 17.5 1
I""i 1914
1915
72
70
1923
1924
80
86
1932
1933
94
98
I
~ ~, 1916 66 1925 86 1934 104 Fuente: Robert E. Shipley, "On I
1917 61 1926 88 1935 113 During de Golden Age ,
1918 70 1917 96 1936 120 Rutgera University, 197
1919 74 1928 101 1937 126
1920 75 1929 100 1938 130
1921 76 1930 101 1939 132
1922 75 1931 98 U n recuento de las pr
lucha entre el capital y e.
obrero argentino de comi
Fueate: República Argentina, Ministerio del Interior, Departamento Nacional del Trabajo,
División de Estadistica, Investigaciones SocIales, Buenos Aires, 1940, p. 46. cía de un gran contingeft'
pobladas áreas costeras e
lantadas por los trabajadc
manera correcta su situación objetiva en la cambiante economía del país. ambos vitales para la sal
Tan pronto como los niveles de empleo favorecian su lucha, los obreros sarrollo económico del PI
se lanzaban a recuperar el poder adquisitivo perdido. Una vez que los fueron inicialmente exi~
niveles de empleo se volvían en su contra y los salarios reales continua­ nización más allá del nt
ban aumentando, desistían de la costosa batalla por mejorar su situación manufacturera y de los Si
a través de acciones laborales colectivas. miento obrero anarquista
Mas ¿cómo puede explicarse la continuada inactividad del movimien­ los obreros de la carne en
'. to obrero durante la expansión económica del resto del decenio? Una de la economía argentina
hipótesis consiste en enfocar una debilidad estructural básica, oscureci­ el éxito inicial de los trahll
ARGENTINA 151

da por la información sobre los cambiantes niveles de empleo: la existen­


cia de altas tasas de desempleo en la ciudad de Buenos Aires durante
toda la guerra y la posguerra. Robert Shipley ha utilizado las estadísticas
del Departamento del Trabajo, reunidas con otros fines, para calcular el
nivel de desempleo en la ciudad entre 1914 y 1930. Sus hallazgos se re­
producen en el Cuadro 3.6. Dichos estimativos son sumamente altos,
pero aun si los cuidadosos procedimientos de Shipley, que incluían che­
queos cruzados de diferentes conjuntos de datos, dejan pasar algunos
errores, otras evidencias, en particular la historia de las principales
huelgas, confirman que el nivel de desempleo en Buenos Aires·fue muy
alto durante el periodo.

CUADRO 8.6

PORCENTAJE ESTIMADO DE DESEMPLEO OBRERO EN LA CIUDAD DE


BUENOS AIRES, 1914-30
.. ---.
~••..
~--

PorceDt. de
desempleo
AAo POlCent.de
desempleo
Afto I Porceut.de
desempleo

1914 15.3% 1920 16.8% 1926 16.5%


1915 18.0 1921 18.2 1927 11.7
1916 24.8 1922 20.6 1928 9.2
1917 30.1 1923 17.5 1929 11.6
1918 20.8 1924 15.1 1930 15.6
1919 17.5 1925 17.1
I
Fuente: Robert E. Shipley, "On the Outside Looking In: A Social History of the PorteAo Worker
During de Golden Age of Argentine Development, 1914-1980", disertación para Ph.D.,
Rutgers University, 1977, Apéndice 111. pp. 846-53.

Un recuento de las principales huelgas muestra que la dinámica de la


lucha entre el capital y el trabajo, e inclusive el destino del movimiento
obrero argentino de comienzos del sigloXX, giraba en torno a la existen­
cia de un gran contingente de obreros desempleados en las densamente
pobladas áreas costeras de la pampa. Las más importantes fueron ade­
lantadas por los trabajadores del transporte y los empacadores de carne,
ambos vitales para la salud del sector exportador que impulsaba el de­
sarrollo económico del país. Las huelgas de los obreros del transporte
fueron inicialmente exitosas, lo que permitió a la FORA ampliar la orga­
nización más allá del núcleo de trabajadores urbanos de la industria
manufacturera y de los servicios, que habían formado la base del movi­
miento obrero anarquista. en la primera década del siglo. Las luchas de
los obreros de la carne en el sector industrial más moderno e importante
de la economía argentina terminó siendo, no obstante, un fracaso. Tanto
el éxito inicial de los trabajadores del transporte como la amarga derrota
, ' 152 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

de los obreros de la carne obedecieron a una dinánúca definida por la La alianza fue m
gran debilidad estructural del movinúento obrero argentino en esta épo­ en el caso de los fel'l
ca: su vulnerabilidad ante la amenaza del esquirol~e. ros altamente califica
La organización masiva de los obreros del transporte después de las pados en el níant.eniJ
exitosas huelgas de 1917-19 fue posible gracias a una tenue alianza entre reparación, ya era t:
trab~adores calificados y no calificados. Grandes cantidades de obreros huelga contra la Arg.
ferrocarrileros y marítimos no calificados y senúcalificados, dirigidos por ros y fogoneros habíl
sindicalistas revoluciBnarios, formaron alianzas con grupos pequeños y dicato pequeño, mod
cohesivos de obreros más conservadores, altamente calificados y por lo nidad. El grueso de
tanto imprescindibles en esas mismas industrias. En el caso de los traba­ campaña organizativ.
jadores ferroviarios, estos últimos eran ingenieros y fogoneros; en el de formar la poco estruCl
los marítimos se trataba de capitanes de barco, oficiales y técnicos. Los ría, FOF. Las friccioll
frutos organizativos de tales alianzas se vieron reforzados en parte por la sas cuando la presión
neutralidad inicial del gobierno radical recientemente elegido. Preocu­ dentro de la FOF llev
pado por su futuro electoral y vagamente comprometido con la justicia una huelga ambiciosa
social y la armonía de clases, este primer gobierno elegido popularmente tiembre de 1917.
en Argentina rehusó en un conúenzo emplear la policía y el ejército para La importancia dE
,> quebrar las actividades de los sindicatos y proteger a los rompehuelgas. propietarias de los mE
Sin embargo, el régimen siempre fue hostil a las tendencias revoluciona­ dora de Argentina, pI
",
.
rias anarquistas y sindicalistas en el seno del movinúento obrero. Y en la
medida en que la presión del capital organizado aumentó tanto sobre el
causaron una gran pre
to, que se extendió del
, t
gobierno como sobre los trabajadores, y el movinúento obrero se expan­ Buenos Aires, los obre
dió en la etapa de posguerra, las autoridades se lanzaron decididamente para bloquear el tráfK
a reprinúr a los elementos revolucionarios y a fortalecer la dirección sin­ carga. Pararon trenes I
dical refornústa. y los hicieron salir de le
En el caso de los trabajadores marítimos, la alianza entre obreros ca­ tánico de un tren expre
lificados y no calificados fue más sólida y la tolerancia del gobierno más asesinado por los hueq
duradera. Luego de ganar la extraordinaria huelga de 1916, la Federa­ trataba de "un repre~
ción Obrera Marítima, FOM, pudo ejercer un riguroso control sobre el dantes del ejército, qu~
mercado de trabajo en su jurisdicción. Los trab~adores organizados por trolar la situación ' con
la FOM comprendían no solo marinos mercantes y capitanes, sino esti­ .
lDlento de impotencia fl
badores y otros obreros en los principales puertos argentinos. B~o la oficial notificó a sus su
combativa dirección de los sindicalistas, la FOMse dedicó con gran dis­ más. La huelga se torDl
ciplina y sacrificio a ampliar la organización sindical durante todo el pe­ fueron incendiados seÍl
ríodo de la posguerra. Su arma más eficiente era el boicot de solidaridad, guistas continuaron cm
una poderosa herramienta en una economía tan dependiente del comer­ incendiando cañerlas
cio exterior. Pese a que la FOM perdió una importante huelga portuaria les. (oo.) El número de' s
en mayo de 1921, no fue sino en 1924, después que el movimiento obrero des. No bien la tropa ha
núlitante hubo sido quebrado y la FORA dispersada, cuando la alianza do otros ocupan de inm
entre trabajadores marítimos calificados y no calificados fue destrozada todo el tiempo sobre las
definitivamente y toda resistencia de la FOM a los rompehuelgas se
derrumbó (40).
tanda electoral que para el J
to obrero de La Boca, en Bue
40. Shipleyenfatiza el éxito de la FOM por controlar el mercado laboral; Rock subraya la impor- 41. La información de este pám
!tIA ARGENTINA 163

da La alianza fue menos sólida y la neutralidad del gobierno más corta


po­ en el caso de los ferroviarios. La cooperación entre ingenieros y fogone­
ros altamente calificados y los miles de obreros semi o no calificados ocu­
las pados en el mantenimiento de vías, en las estaciones y en los talleres de
ltre reparación, ya era tirante incluso antes de su resonante victoria en la
~ros huelga contra la Argentine Central Railroad en agosto de 1917. Ingenie­
por ros y fogoneros habían estado organizados por mucho tiempo en un sin­
)s y dicato pequeño, moderado y altamente centralizado, llamado La Frater­
Ir lo nidad. El grueso de los obreros ferroviarios, luego de una prolongada
lba­ campaña organizativa por parte de los anarcosindicalistas, acababa de
1de formar la poco estructurada pero combativa Federación Obrera Ferrovia­
Los ria,FOF. Las fricciones entre los socios de·la alianza se tornaron inten­
)rla sas cuando la presión de las bases militantes y los lideres revolucionarios
ocu­ dentro de la FOF llevaron a la recién confoi'mada alianza intersindical a
licia una huelga ambiciosa que involucró toda la industria ferroviaria en sep­
ente tiembre de 1917.
;lara La importancia de estas huelgas contra las compamas británicas,
gas. propietarias de los medios de transporte claves de la economía exporta­
ona­ dora de Argentina, provocaron una intensa participación del público y
mla causaron una gran preocupación al gobierno. Durante la huelga de agos­
re el to, que se extendió desde Rosario, el segundo puerto de· la pampa,hasta
pan­ Buenos Aires, los obreros echaron mano de todos los medios disponibles
.ente para bloquear el tráfico. Descarrilaron y prendieron fuego a trenes de
:sin­ carga. Pararon trenes de pasajeros, pusieron en ridículo a los ocupantes
y los hicieron salir de los vagones. En una ocasión, el único pasajero bri­
8 ca­ tánico de un tren expreso entre Buenos Aires y el distrito de El Tigre fue
más asesinado por los huelguistas quienes', según se dijo, declararon que se
lera­ trataba de "un representante del imperialismo británico". Los coman­
Ire el dantes del ejército, que habiansido llamadós por el gobierno para con·
B por trolar la situación, con órdenes de no abrir fuego, expresaron su senti­
estí­ miento de impotencia frente a la movilización masiva de los obreros. Un
do la oficial notificó a sus superiores: "Ahora debe haber 12 mil hombres o
(dis­ más. La huelga se torna más sediciosa con cada hora que pasa. Anoche
,1 pe­ fueron incendiados seis vagones de ferrocarnl y esta mañana loshuel­
ldad, guistas continuaron con su labor de destrucción, levantando earrileras,
mer­ incendiando cañerlas, apedreando estaciones y destruyendo seña­
wia les. (... ) El número de soldados es insuficiente para cubrir las necesida·
nero des. No bien la tropa ha desalojado de las lineas a los huelguistas, cuan­
ilDZa do otros ocupan de inmediato su lugar (... ) y mujeres y niños duermen
Mda todo el tiempo sobre las carrileras" (41). Los anarcosindicalista.s revolu­
iB se
tancia electoral que para el Partido Radical tenian éstos trabajadores concentrados en el distri·
to obrero de La Boca, en Buenos Aires,
41. La información de este párrafo proviene principalmente de Heidi Goldber. "Railroad Unioni·
r
154 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA I
i ARGENTINA

,:ionarios ,lograron conse~ir apoyo popular para estas huelgas y, al fina­

tres décadas anteriores


lIzar septIembre de 1917, mformaron con gran desparpajo al ministro del

ceptivos a las oportunid


Interior que si las compañías no negociaban, la FOF estaba dispuesta a

les de Perón. Debido a


conducir los trenes por su cuenta. Finalmente las compañias fueron obli­

economía argentina, Sl
gadas a someter el conflicto a la mediación del gobierno. Pero en los tér­

t grandemente en el desl
l.", minos del arreglo, el gobierno recompensó hábilmente a los elementos

dos períodos de moviIizl


conservadores de la dirección sindical y contribuyó a desacreditar a los siglo.
sindicalistas revolucionarios. Ingenieros y fogoneros. consiguieron una
reforma de los códigos de trabajo muy atractiva para ellos y fue así como La industria empaca
La Fraternidad se apresuró a levantar la huelga. Los líderes de la FOF de 1890. Durante la prin
f
~;
fueron e~cluidos de las negociaciones finales y, luego de tratar desespe­ competidores de Argen1
t radamente de prolongar la huelga a fin de conquistar.mayores,concesio­ creciente mercado britá
asumieron la importancl
". i nes, fueron forzados a capitular y a aceptar un moderado aumento de
~, del país hasta los años (
I .; salarios. Después de la ruptura de la alianza, la FOF, aliada con la
masiado distantes como
F~::)RA:, realizó otras huelgas, cada una de las cuales enfrentóunarepre­
~

SIon VIolenta por parte del gobierno y se vio condenada al fracaso. A Pat:­ taciones desde Estados 1
tir de 1919, el sindicato fue incapaz de evitar los despidos de centenares nico antes de 1900, est
de sus miembros más combativos y el mayor afiliado de la FORA fue demanda interna. He aq1
reducido gradualmente ala impotencia. Argentina de las grande
mo Swift, Armour, Mon
E~t~e los obreros,de ~ c~rne~ la·alianza de trabajadores calificados y
empacadoras argentinas
no calIfIcados fue mas dlfícIl de lograr que entre los marítimos y ferro­
carrileros. Pese a la heroica huelga que abarcó las plantas empacadoras ron. En 1914 controlaban
carne. Las empresas em
de carne más c.ercanas a Buenos Aires entre 1917 y 1918, los obreros no
lograron conquistar ni siquiera concesiones mínimas y temporales de los en la que el capital naci
~atronos. Tampoco podrían alcanzarlas después. Los fracasos organiza­
modernizaron y extendie:
tlVOS de los obreros de la carne constituyen un aspecto esencial, aunque embargo, en 1914 las em
ol~idado, de la historia del movimiento obrero argentino (42) . Estos .tra­
de las e~portaciones de C1
baJadores afrontaron en forma extrema los obstáculos estructurales que tinos retenían apenas ell
impedían la organización de otros sectores del movimiento obrero urba'­ A comienzos del sigltl
no a co~~nzos del siglo XX. Su fracaso revela la debilidad congénita de sentaba formas de organi
un mOVImIento obrero que no pudo desarrollarse más allá de los sectores en otras industrias con el
manufacturero y del transporte durante la época dorada del desarrollo do de acuerdo con una lit
exportador. Como veremos en la siguiente sección, los obreros de la car­ vi día sistemáticamente el
ne desempeñaron un papel central, en la segunda gran movilización de pIes y repetitivas. En Chi
los trabajadores argentinos que llevó a Perón al poder al final de la Se­ d~ tal sistema al principio
gunda Guerra Mundial. Su incapacidad para organizarse durante las cIentes plantas construidJ
. . meros años de la centuria.

' .. zation in Argentina, 1912-1929: The Limitations of Working-C1ass AIIiaDce" disertación para
Ph.D., Yale Univenity, 1979. La cita es de lap.170y hasidoretní.ducidaale~paftol.
43.~demas de Ortiz, HisWria ecc¡
42. ~ gran ~uelga de los ~~eros de la came en 1917~18 es prácticamente ignorada en las histo­ mdustria argentina de la carn
na~ c:ornentes del movumento obrero argentino. Ello se debe en parte a que los historiadores
1918¡ Sociedad Rural Argentin
actiVlStas prefieren presentar una crónica de éxitos progresivos del movimiento obrero. El fra­
caso de la huelga de 1917-18 y el desalentador balllnce de los subsiguientes esfuerzos de los Tro~bri~ Critchell y J088ph ]
obreros de la came por organizarse y lograr concesiones del capital hace de éstos y de sus de­ La histona del mas exitoso de 1
rrotas huelguisticas un tema poco atractivo. San.sinensl "La Negra" ell 811
Tomquist fue el primer preside
ARGENTINA 155

tres décadas anteriores a los años cuarentas los hizo eSpeCialmente re­
ceptivos a las oportunidades y ventajas que ofrecían las políticas labora­
les de Perón. Debido a la importancia de los obreros de la carne para la
economía argentina, sus esfuerzos por construir sindicatos incidieron
grandemente en el desenlace de las luchas laborales y políticas de los
dos períodos de movilización obrera en la historia argentina del presente
siglo.
La industria empacadora de carne se expandió rápidamente a partir
de 1890. Durante la primera década del siglo XX, cuando los principales
competidores de Argentina demostraron su incapacidad para proveer el
creciente mercado británico de carne vacuna, las plantas de empaque
asumieron la importancia capital que mantendrían en la vida económica
del país hasta los años cincuentaS. Australia y Nueva Zelanda eran de­
masiado distantes como para sacar ventaja de dicho mercado; las expor­
taciones desde Estados Unidos, que habían abastecido el mercado britá­
nico antes de 1900; estaban siendo eliminadas debido a la creciente
demanda interna. He aqUÍ la razón principal de la súbita expansión hacia
Argentina de las grandes firmas empacadoras de carne de Chicago, co­
mo Swift, Armour, Moms y Wilson. Estas empresas adquirieron casas
empacadoras argentinas ya existentes, las modernizaron y las amplia­
ron. En 1914 controlaban casi el 60 % de las exportaciones argentinas de
carne. Las empresas empacadoras británicas, y una firma empacadora
en la que el capital nacional logró conservar una posición dominante,
modernizaron y extendieron la producción durante el misDlo período. Sin
embargo, en 1914 las empresas británicas solo aportaban: cerca de 30%
de las exportaciones de carne del país, a tiempo que los intereses argen­
tinos retenían apenas el 10% (43).
A comienzos del siglo XX, la industria de empaque de carne ya pre­
sentaba formas de organización de la producción que se tomarían típicas
en otras industrias con el paso del tiempo. El trabajo estaba racionaliza­
do de acuerdo con una línea continua y mecánica de desmontaje que di;.
vidía sistemáticamente. el proceso laboral en grupos de operaciones sim..:
pIes y repetitivas. En Chicagoya se había logrado el perfeccionamiento
de tal sistema al principio del siglo y se exportó a las más modernas y efi­
cientes plantas construidas en Argentina por Swlft y Armour en los pri­
meros años de la centuria.

43. Además de Ortiz, Hiséoria eoonÓmiea. .• se hallan útiles reseftÚ de la evolución inicial de la
industria argentina de la came en Antonio M. Poz Costra, Loe friaorifleoa, Buenos Aires,
1918; Sociedad Rural Argentina, Comercio exterior de carDes, Buenos Aires, 1927; y James
Tronbridge Critchell y Joseph Raymond. A History of Che Frozen Meat Trade, Londres, 1912.
La historia del más exitoso de los pr:i:lneros frigorlficos argentinos puede leerse en (Compaiúa
Sansinena) "La Nepa" en IUS cincuenta &608, 1891·1941, n.p., n.d. El banquero Ernesto
Tornquist fue el primer presidente de su junta directiva.
156 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

, .' El eminente historiador sindical norteamericano, John R. Commons, Tal fue el desenlace
describió el proceso de trabajo en el empaque de carne y destacó sus carne en Estados Unido
implicaciones para la organización laboral luego de una fracasada huelga cadas del siglo XX. En
en Chicago en 1904: oleadas de inmigrantes
obreros de la came en 1
"Seria dificil hallar otra industria en donde la división del trabajo haya sido tan inge­
" niosa y microscópicamente elaborada. El animal ha sido examinado y extendido utilizados para que hie.
como un mapa, y los hombres han sido clasificados en más de treinta especialidades los polacos y los lituan08
y niveles salariales, que van desde los 16 hasta los 50 centavos por hora. Los que irlandeses. Después de
ganan 50 centavos están reservados para utilizar el cuchillo en las partes más delica­ ron mano de negros y po
das de la piel o el hacha para romper .el espinazo. Y, dondequiera que un hombre ticas tendientes a prom
menos calificado pueda introduciree por 18, 18 1/2, 20, 21, 22 1/2, 24 6 26 centavos, obreros en el trabajo y el
se le encuentra un lugar y se disefia una ocupaci6n. Solo para trabajar la piel existen
:f nueve posiciones, con ocho diferentes sala:rlos. El de 20 centavos arranca la cola, el de poJiticas amenazaban co
22 1/2 se encarga de quitár otra parte en donde la piel salga fáci1mente y el euchiUo da en los sitios de trabaj
del hombre de 40 centavos corta una textura diferente y posee un 'tacto' diferente del mas. Durante las huelg¡
hombre de 50 centavos. Las habilidades se han especializado de acUerdo con la anato­ esquiro!es a sus empreBI
mia. sureños. Los esquiroles I
Así, en Qll grupo de 230 hombres, que dan muerte a 106 cabezas de ganado por hora, des empacadoras. El cal
apenas hay alrededor de once hombres que devengan 50 centavos la hora, y tres con
45, mientras que los de 20 centavos y más son 86 y los que ganan menos de 20 centa­ Pinkerton y llamaba a la.
vos son 144". piquetes y reuniones sin
de espio~e en las plaDti
Commons continuó explicando lo que ganaba el capital con estadivi­ que solo eran reembolss<
sión del trabajo. "Hombres más baratos '- fuerza de trabajo no caUfica,;. do en actividades huelgui
da e inmigrante- podian ser empleados en grandes cantidades' , . Entre tuno al separarse de la 00
tanto, a los obreros calificados se .les podía garantizar salarios altos y
empleo permanente. "Si la compañia hace deseables estos empleos cali­ !Dés de la organizaeilm "mOda
ficados y vincula a los hombres a ellos, bien puede volverse indepen­ ne prefiguraron otras tendera:i
.> diente de los cientos que laboran en trabajos no calificados". El capital escala mundial 108 sistemas de
y, periódicamente, se dividían
también obtenía más trabajo y más rápido de una fuerza laboral que reci­ consumo de lineas de productc
bia menos salario en su co:qjunto. Commons citó el ejemplo típico de los un principio desconocidas o iuI
. ,, encargados de romper el espinazo. "Enel año de 1884, cinco de ellos en la qulmica para conservar la ca
los párpados de los cerdos hasI
un grupo determinado recibían 800 animales en 10 horas, osea, 16 por mad08 en cientos de sustancia
hora para cada uno, con un salario de 45 centavos. En 1894habia aumen­ comestibles de e&me que fonw
tado la velocidad, de modo que. cuatro obreros reciblan 1.200 en 10 ho­ cuartas partes de las ventas &Qt¡
45. Estas tActieas IOn descritas eu
ras, o sea, 30 por hora para cada uno, un incremento de casi 100% en 'Ihe Ne8J'O in tIle Slaughtermr .
diez años. Los salarios, con excepción de contados obreros calificados, James &gen Ho1comb, "Th&
.. '
fueron reducidos a 40 centavos por hora". El aumento de la velocidad de
la producción fue, de acuerdo con Commons, la causa primordial de la
Ph.D., University of Dlinois 1S
Chicago a partir de 1917. ~ ~
cual se desbarató a causa de la e
huelga de 1904. Esta fue derrotada cuando los trabajadores calificados miento obrero anticapitalista dt
'.
se pusieron del lado de la administracibn y cuando los esquiroles del ciente trabajo organizativo de 1cI
enorme contingente de obreros inmigrantes no calificados de Chicago teamerican08 consiguieron el "
., remplazaron a los huelguistas (44) .
eaIariales y en las condiciones el
fueron parte de la gran moviliza
t ~ ,.
laciónlabora} del New Dealens
en el decenio posterior a 1936. 11
44. Job R. Commons, "Labor Conditions in Meat Packing and the Recent Strike", en The Qaar· elsindkato de 108 obreros de la
terIJ.JournalofEeonomies, No. 19, nov. de 1904,1-82. Í.ucita88Ol1delaspp. 3,4, tiy7. Ade- del movimiento laboral norteaml
ARGENTINA 161

Tal fue el desenlace de todo intento por organiar a los obreros de la


carne en Estados Unidos y Argentina a lo largo de las primeras tres de­
cadas del siglo XX. En' Estados Unidos el capital se aprovech6 de las
olQadas de inmigrantes para quebrar los 'impulsos."organizativos de los
obreros de la came en 1886, 1894, 1904 Y 1917-18. Los irlandeses etan
utilizados para que hicieran esquirolaje contra los carniceros alemanes;
los polacos y los lituanos para romper las huelgas de obreros alemanes e
irlandeses. Después de la Primera Guerra Mundial las empresas echa­
ron mano de negros y por último de mexicanos y perfeccionaron SUB poli­
ticas tendientes a promover la animosidad racial 'a fin de dividir a los
obreros en el trab.go y en las comunidades donde vivían. Cuando dichas
politicasamenazaban con derrumbarse ante la solidaridad obrera forja­
da en los sitios de trabajo, los ·empresarios recurrieron a medidas extre­
mas. Durante las huelgas prolongadas, contrataban ttenespara traer
esquiro!es a sus empresas directamente de Ellis Island o de los estados
sureños. Los esquiroles eran alojados y alimentados dentro de las gran­
Il, des empacadoras. EI.capitalempleaba ejércitos privados de detectives
m Pinkerton y llamaba a la policia y al ejército con el prOpbsitode romper
a· piquetes y reuniones sindicales. Estableció, además, un eficu·sistema
de espionaje en las plantas y reteníadepbsitos de dinero de los obreros,
que solo eran reembolsados en caso de que éstos no hubiesen participa­
do en actividades huelguisticas y simlicales, y hubiesen dado aviso opor­
tuno al separarse de la compañía (45).

más de la organización "mOdema~'del trabajo que adoptaron, las firmas em~ de car­
ne Pl'I'~ otras tendencies en'la evolución de la empresa tapitaliata.· M~ a
escala mundiallna sistemas de producción 1 ~buci6n de la eame18W!,prod~dmivados
y, periódicamente, se divi.d1an el mercado entre si. Empleaban la publicidad para p~ el
consumo de Uneas de productos (salchichas de Frankfiut, jamones y carnes en'~rva), en
un principio desconocidas o inaeept.ablee para la maTOña de10e eoDawnidores.AProveeba:ron
la qu1mica para conservu la carne y aaear ventaja de eada una de las partes delanim4l, desde
loa párpados de loa cerdos huta las peZll1ia8 de las reses. Artlculos como élltoBelWltransfor­
mados en cientos de 8U8tancias y productOs, muchos de elloa muy remotos de los productos
comestibles de came que formaban el núcleo de las operaci&nea de empaque y generaban tres
cuanu parte8.de las ventas totales.
4&. Estas táctieas son descritas en forma exhaustiva por Alma Herbst en BU monosrafla.cljsica
The Nepo In ibe Slaughterlng 8lld Meai·PaekIng IndWlÚ'JIa Chkago, Cambri<fge, 1964, Y en
James RogeraHolcomb, "Thé UDion Policles of Mea&Paekere, 1929-1948", dis8rtaclónpara
Pb..D., U~veraüy of IlIinois, 1957. Lqs obreros de la carn& ~ una granorgeni"""*,, en,
Chicago a partir de 1917, bajo el liderazgo del elndieali~ de la 1WW, WilIiam~. Foster, ,la
cual se desbarató a causa de la depresión de la posguerra y el Hnico Rojo que aplaStó el movi­
miento obrero anticapitalista de Estados Unidna. Finalmente, luego de varios aftos de un pe­
clent8 trabajo organizativo de lna comunistas en loa dos treintas, loa obreros de la carne nor­
teamericanos consiguieron el reconocimiento de las empresas, as1 como importantes mejoras
salariales y en lascondiclones de trabajo, durante la Sepnda Guerra Mundial. Estas victorias
fueron parte de la gran movilisaclón obrera que bajo la cUrecci6n de la CID apróVec:hó la legis­
lación laboral del New Deal en BU lucha por organizar lalndWlCria btsica de los Estados Unidos
en el decenio posterior a 1936. Después de la guerra y de la purp del ala kquiei:da de la eIO,
el sindicato de los obreros de la carne adoptO la poeiei6n de pan., mantequfllá earac:terIstica
del movimiento laboral norteamericaDo en el periodo de la p08I11erra. .
------------ -_.- .- .- ._­

,
\,. 168 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Cada una de estas tácticaS antisindica1es fue empleada también en beradas para profundi
Argentina. En las populosas provincias costeras de Buenos Aires, Santa extrarUeros no califia
Fe y Entre Ríos, como en Chicago y Kansas City, los empresarios apro­ grupos menos favorec
vecharon el gran contingente de obreros inmigrantes no calificados para disticas de .las primer
renovar su fuerza de trabajo durante las huelgas. Enfrentado a la solida­ neos, especialmente'·
ridad de los obreros de la carne y los sectores organizados del movimien­ de todos los Balcanes
to obrero urbano, el capital reclutaba obreros en los conventillos y en las Oriente. Estas persODl
poblaciones rurales y trata esquiroles de Uruguay. Las compañias de­ rantes entre la clase 01
pendian de las fqerzas del gobierno para proteger a estos· trabajadores (europeos del Este prc
de los piquetes de huelga y recurrian a la caballerla para disolver reunio­ estaban presentes en L
nes y manifestaciones sindicales. Antes de las huelgas, las compañias los obreros eran segrel
empacadoras trasladaban hamacas y grandes cantidades de comida a las ceso de producción; pe:
plantas, de modo que los esquiroles no tuvieran que aventurarse por las ción de latas y embutid
barriadas obreras cercanas.a las empresas. Las compañías elaboraban las cámaras frias. Tale
listas negras y sistemas de espionaje. En 1921, si no antes, Swift usaba pos de trabajadores y d
un contrato en por lo menas una de sus pIRntas, en el remoto rio Galle­ nizaciones a nivel de pI
gos, que obligaba a los obreros a depositar en la compañía 30 pesos men­ zación efectiva era el fu
suales, cerca de una semana de paga. Si el trabajador renunciaba o era cialmente los que exigl
despedido por cualquier razón, osi contribuía ,. directa o indirectamente por nativos. Mientras e
a disturbios u obstaculizaciones·del trabajo", cedia por derechas a la habilidades artesanale:
compañía todo el dinero depositado. El trabajo era estacional en esta mayor parte de las mm
planta: solo abria para atender el sacrificio de ovejas durante los meses siglo XX, los obreros lUl
de verano (46). za de trabajo rural ded
Al igual que sus compañeros de Estados Unidos, los obreros argenti­ siglos, pQdian dominar:
nos de la carne eran particularmente vulnerables a las tácticas antisindi­ Es tal vez comprens
cales debido al alto porcentaje de trabajadores no calificados, muchos de munerados desaproban
ellos inmigrantes, mujeres y niños. El censo de 1914 muestra que dos mal pagos y no simpatil
terceras partes de la fuerza de trabajo en la industria eran inmigrantes. nes laborales. Tales ae
Sintomático delcrecido número de empleos no calificados en las plantas trabajo, eran cultivad~
era el hecho de que I8s mujeres y los niños, ambos con· salarios· mucho res culturales divulgadl
más bajos que los hombres, comprendian casi una sexta parte de la fuer­ Los inmigrantes, se &fu.
za de trabajo en 1914. Con el tiempo este porcentaje aumentó, de modo de los conflictos laboralE
que en 1935 más de una cuarta parte de los obreros empacadores de car­ valores del legendario g¡
ne eran mujeres y niños menores de lB años (47). cuchillo al cinto, a quieI
La organización del trabajo en el empaque de carne abria unaconsi­ en la quintaesencia del
derable brecha entre' obreros calificados y no calificados, que la adminis­ dominaban el trabajo eJ
tración podía explotar por medio de pagos diferencialés y políticas deli­ para la acción laboral. ]
proceso productivo y si,
" lizaba. Si se negab~n a Il
46, En Bayer. Lon_lradores de IaPaíqODla trágiea. ... VoI.2. a partir de la p. 96, ae reproduce dad muy amplia entre lo
una copúulel contrato usado en la planta de Swüt en Rio Gallegos. El contrato tal vez no era
Upico: Swift afrontaba aerios problemas para controlar a sus trabe,jadores en la remota y poco
habitada patagonia. 48. Tal como ae indica en la sigl¡
47. República Argentina, Tercer CeJUlO NadoaaJ, Buenos Aires, 1916-17, Vol. 7. p. 353; Repúbli­ cional. los dirigentes de los o
ca Argentina. Ministerio de Hacienda, CeD80 induatriaI de 1935, Buenos Aires, 1935, p. 58. trabajadores que "por su PIJ
ARGENTINA 169

beradas para profundizarlas düerencias étnicas. Muchos de los obreros


extralijeros no calificados en los frigorlficos eran reclutadose~tre los
grupos menos favorecidos de la comunidad inmigrante. Crónicas perio­
distieas de las primeras huelgas enfatizan· el papel de activistas forá­
neos, especialmente "turcos", término genérico que incluía inmigrantes
de todos los Balcanes e integrantes del Imperio Otomano en el Medio
Oriente. Estas personas eran consideradaalas más indeseables e igno­
rantes entre la clase obrera argentina. Italianos, españoles y "eslavos"
(europeos del Este provenientes de Rusia, Polonia y Lituania) también
estaban presentes en las plantas en cantidades considerables. A menudo
los obreros eran segregados según criterios étnicos y sexuales en el pro­
ceso de producción; por ejemplo, laS.mujeres trabajaban en la elabora­
ción de latas y embutidos, y los polacos se localizaban con frecuencia en
las cámaras fria¡. Tales divisiones impedían la comunicación entregru­
pos de trabajadores y dificultaba a los activistas la construcción de orga­
nizaciones a nivel de planta. Quizá el obstáculo más serio para laorgani­
zación efectiva era el hecho de que numerosos empleos calificados, espe­
cialmente los que exigían gran destreza con el cuchillo, eran ocupados
por nativos. Mientras que los inmigrantes europeos a menudo pOSeían
habilidades artesanales e industriales que les permitían dominar la
mayor parte de las ramas de la manufactlH'a argentina de comienzos del
siglo XX, los obreros nativos, herederos del legado cultural de una fuer­
za de trabajo rural dedicada a la producción gaDadera por más de dos
siglos, podían dominar los puestos calificados en el empaque de carne..
Es tal vez comprensible que muchos de los obreros Dativos bien re­
munerados desaprobaran alos trabajadores extranjeros no calificados y
mal pagos y no simpatizaran con los esfuerzos organizativosy las accio­
nes laborales. Tales actitudes, resultado lógico de la organizaciÓn del
trabajo, eran cultivadas por la administración y reforzadas por los va.lo­
res culturales diwlgados por las principales institúciones . ·'argentinas.
Los inmigrantes, se afirmaba, eran responsables de la agitación social y
de los conflictos laborales; la fuerza de trabajo criolla debiaaspirar a los
valores del legendario gaucho, el vaquero independiente Y~eguro, con el
cuchillo al cinto, a quien íos Dacionalistas culturales buscaban convertir
en la quintaesencia del argentino. Los obreros calificados nativos que
dominaban el trabajo en las playas de matanza resultaban '~stratégicos
para la acción laboral. Estaban a cargo del animal en el comienzo del
proceso productivo, y si suspendian el trabajo, toda la operación se para­
lizaba. Si se negaban a parar, era dificil cerrar la planta sin una solidari­
dad muy amplia entre los demás obreros (48) .

48. Tal como se indica en la siguiente sección, en 1939, en una peticl6n diricida al CoagreIO Na­
cional,loe dirigentes de los obreros de lacame denunciaron la táctica empresarial de emplear
trabajadores que "por su poco conocimiento .461 idioma aceptan más fácilmente condiciones
160 LOS TRABAJADORES EN LkHISTORIA ARGEN'J'INA

: .,t- A pesar de tan formidables obstáculos para la organización. los tra­ Para ser un Carpintero,
bajadores de la carne lanzaron importantes acciones colectivas tendien­ en las manos una gad
tes a mejorar las condiciones en que laboraban. Diversas fuentes dan explicaba:
cuenta de huelgas en frigoríficos individuales en 1894, 1915, 1917-18,
1920, 1921, 1925, 1928 Y 1932. De todas, la más prolongada, poderosa y "Efectivamente, alli no 111
promisoria ocurrió entre 1917 y1918. Abarcó cuatro de los cinco grandes nada llUÍs. Llegaban las ti
frigoríficos cercanos a Buenos Aires. Se trataba de las enormes plantas uniendo aquellas tablas, 1
Swift y Armour en Berisso, cerca de la capital provincial de La Plata. si­ clavaban matemátic:a:mell
trabajo que el de cuidar ql
tuada a unos 60 kilómetros de Buenos Aires, "La Blanca" (de Moms­ Aquello era un trabajo de
Armour) y "La Negra" (de Sansinena, una compañía de capital argenti­
no y extranjero), ambas ubicadas en Avellaneda, el suburbio industrial En los frigoríficos oc
situado al sur de la ciudad de Buenos Aires. Por la época de la huelgade actividad creadora y los
1917-18, cerca de 11 mil obreros estaban empleados en las plantas de turnos. Debido a la form
Berlsso, y unos 4.500 en las de Avellaneda. Las exigencias de los obreros raleza de la tarea, las lal
durante la huelga ayudan a comprender las bases de la solidaridad pro­ más duras,súcias,monl
letaria en el sector del empaque de carne. La evolución misma de la a la naturaleza irregular
huelga demuestra con cuánto sacrificio y energia creativa trataron estos montaje y procesamient
obreros de superar los tremendos obstáculos que se atravesaban en su joven en las plantas eml
camino(49). de construir durante do
Cualquiera que fuera su paga o función en el proceso de trabajo, ro­ describió luego lo desag
dos los obreros de la carne compartían la experiencia común de laborar pequeñas, algunas sucia
en empresas capitalistas avanzadas. Un personaje de una novela sobre dores en línea a una misr:
trabajadores de la carne, un carpintero calificado, describía lo que' era
ejercer su oficio en la cajonería de las plantas de empaque. "1 Recorchos! "Sucede a menudo que epa
mé,s cuidado que se tenga
capa de piel que los ~bre ~
bochomOllll8 .,.re. el trabajo". En consecuencla,.1as empre888 hadan "~r al t:rabe,iador
exb'm:Qero como utI enemigo del trabajador nativo" e iinpedlan la OrpDizácl6n en las plantas.
ojos, y hay tiempo a~i
CáDwa de Diputados, Diario de fIé8icmes de 1939, VoL 3, ppdl8-21:'La bnportancia de la es.a materia repugnante. Al
eiDic:idad en la orglUlizacjón del trabajo en 10lJ t'rigotifkoe ~stá doc:uulelltada, para comienzos bunda y asquerosa, en un al
del siglo XX, en la lIlOI1o¡rafia de HerblJt, op.cit.• Yen el revelador clásico de Vpton SiDclair mones con el aire infecto ~
The JUDgle, Cambridge. 1971, 1a.ed., 1904. Aquélla fue confirmada para la Argentinll¡ de 108 sis" (51).
dos euaréntas por entrevistas que'reaJicé con obreros de la eame en 1978. La iinportaJícla de
las concentra.cionea étnicas en lastli.venas partelt del proeellO productivo para la organizaci(m.
obrera en general se examina enPeter Friedlander, The "qeace oh U4W. Local. 1938­ 50. BernardoGonzálezArrili, to.,
1939, PiUaburlfh; 1975. La importancia estratégica de los obreroscalificadOlJ en las playaS de 51. Peter, Cróaicu Proleíarias. ..•
matanza está bien documen&ada en la Hteratutaestadounldense y confirmada para Argentina de Sinclairsobre l08rieagos yi
en José P.r"CJróaIcM proletaria8,Buenos Aitee, ·1_.p. 39.Ladiripnte aibdieal Stella los c:amic:eros y loa enearpdoe
Nowicki describió, a comienzos de los dos cuarentas, UI\&lsitu8ción en la planta de Annour. en Dos que usaban euc:hillos, llpIiIl
t ,.' Chic:ago que se aparta de la tipic:a'historia argentina. Alli•. UD grupo fuertemente uqldo de
obreros negros éalificad08 de la playa de matanza usabo !!jl poder paradismiDuir el ritmo o

pues continuamente la base del


ne conla c:uaJ. el operario preak
parar la produc:ei(m, buscando impulsar las demandas del sindicato. Véase Stella Nowic:ki.
(... 111OteJúan 1dIas. bah_del
' .. "Beck of the Yarda", en Alic:e Lynd y Staughton Lynd, (ed.), RaDk 8DdF1le. Boaton, 1973,
ehados que los dedos se eliencl
p.87. c:ocinu, en medio del vapor '1'
49. La información sobre la huelga de 1917-18 proviene de la lectura de la prensa obrera (La Vo· gérmenes de la tuberculosis poi
pulldiay La Protesta) y del periódico en len¡ua inglesa The Bevlew ofthe River PIste 'loa tres hora. (, .. 1 Habia quienes trabaj
publicados en Buenos Airesl. El recuento más detallado de la huelga basta ahora publicado es reumatismo. (... 1Estaban 108811
1tock. PoIltle& ID Aqentina. ..• Apéndice S. toa obreros del tercer frigOr1fic:o de Avellaneda, el ya que la piel de las ovejas ~
"ADgIo" ,perteneciente a Wilsonl mmc:a se unieron a la huelga. El personal de una segunda debla ser arrocada con las mau
planta SanaiDena,1Jituada en el puerto meridional de BahI8: BJanca, silo hiZo. tada; sus moos también estaba
ARGENrINA 161

Para ser un carpintero aquí no hace falta saber cepillar, ni haber tenido
en las manos una garlopa nunca. ¿Carpinteros? ¡Ja, ja!" El novelista
explicaba:

"Efectivamente, alH no se trabajaba la madera ni poco ni mucho; se haclan cajones y


nada más. Llegaban las tablas cortadas, cepilladas f••• } en fardos. A máquina se iban
uniendo aquells;ls tablas, unas maquinitas que pareclan relojes por lo exactas, y que
clavaban matemáticamente sus cinco clavos sin que el que la manejara tuviera otro
trabajo quee1de cuidar que las tablas fueran quedando 'a escuadra' bajo el martillo.
Aquello eta un trabajo de chiquillos" (50).

En los frigoríficos ocurria lo mismo. El trabajo estaba desprovisto de


actividad creadora. y los obreros repetían la misma tarea a lo largo de sus
tumos. Debido a la forma como estaba organizado el trabajo y a la natu­
raleza de la tarea, las labores en el empaque de carne figuraban entre las
más duras, sucias, monótonas y peligrosas. Parte del problema obedecía
a la naturaleza irregular y orgánica de la materia prima sometida a des­
montaje yprocesamiento "científicos". Jose Peter, quien ingresó muy
joven en las plantas empacadoras, ya entrados los áftosveintes, y trató
de construir durante dos décadas una organización obrera comunista,
describióluego.lo desagradable del trabajo. Alli, las ovejas grandes y
pequeñas, algunas sucias y llenas de espinas, pasaban .ante los trabaja­
dores en línea a una misma e intolerable velocidad.

"Sucede a menudo que aparecen animales con tumores y granos llenos de pus, y por
más cuidado que se tenga, es dificil evitar que el· filo del cuchillo traspase esa fina
capa de piel que los cubre, y con frecuencia ese pus salta a la cara, toca la boca y los
ojos, y hay tiempo apenas para pasuse la mano ensangrentada y sucia.para apartar
esa materia rtlpugnante. Al cansancio, a los dolores, se agregá esa materia nausea­
bunda y asquerosa,e1i un ambiente cargado de malos olores que se meten en los pul­
mones con el aire infecto de microbios de toda clase, de tuberculosis, de brucelo­
sis" (51).

60. Bernardo González Arrlli, Los cblll'C08 rojos. Buenos Aires. 1927. p. 76.
61. Peter. CróDieu prvIeiariu. ..• pp.5fi-57. CompÁreSe la descripción de Peter con la discusión
de Sinclairsobrelos riesgos y las enfermedades ocupacionales en TIte JUDgIe, p. 98: "Entre
los camieeros y los encargados delsacrifieio, los deshuesadoretl ydesbutadores y todos aque­
llos que WIIlban cuchillos. apenas podia hallarse una perflOfta que pudiera emplear su pulgar.
pues continuamente la b8se del dedo sufrla cortadas hasta quedar reducido a una masa de car­
ne con la cual el operario presionaba el cuchillo para sostenerlo. Las manos de estos hombres
(... ) no tenian ufias, habiandesaparecldo arrancando las pieles; sus nudillos estaban tan hin­
chados que los dedos se extendian como un abanico. Habla individuoá que trabajaban en las
cocinas. en medio del vapor y los 01ore8 nauseabundos, con luz artificial; en estos sitios los
gérmenes de la tuberculosis podian vivir hasta dos dos. mas el suministro era renovado cada
hora. i ... ) Habla quienes trabajaban en lo. cuartos frioe.· cuya enfermedad más común era el
reumatismo. (... 1Esiaban los esquiladore. de lana, cuyas manos estaban hechas pedazos. i ... )
ya que lá piel de las ovejas tema que ser impregnada de ácido para soltar la lana que luego
debla ser arrancada con las manos. i ... ) Estaban los que hadan la hojalata para la came enla­
tada; SUB mano. también estaban llenas de cortadas y cada cortada representaba el peligro de
162 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Fotografias del interior de las plantas, tomadas a principios. del siglo, tas eran confrecuen
confirman las descripciones de Peter. Muestran a obreros~harapientos, Argentina no sufria d
manchados de sangre y descalzos hacinados en las húmedas y sanguino­ en Estados Unidos, 1
lentas playas de matanza o trabajando, mal vestidos, en las cámaras mente y los obreros e
frías y en los congeladores (52). Entre las primeras demandas de los veces lostmbajadolef
obreros de la carne figuraban el suministro de agua potable fresca y ade­ se con que no eran ne
cuadas facilidades para que los trabajadores se lavaran, asic6moprovi­ horas. Las demand8J
sión de camisas, mantas e impermeables Pllra usar en las faenas. En más altos y, en 1917,
1917 los huelguistas también pedían un día de paga para los obreros le­ para los obreros peor
sionados en el trabajo. Si un operario resultaba incapacitado, exiglan eliminación de la prác
que fuera compensado con una pensión equivalente a la mitad del salario trabajador empleado
diario promedio devengado en las dos semanas anteriores. al acciden­ mínimo de medio dia .
te (53). níanque cuando no hl
Todos los obreros sufrían asimismo con el ritmo del trabajo, el abuso tia rotarse entre todo
de los capataces enatrgatios de los niveles de producción y las exaccio­ gran huelga sacudió Pi
nes de las multas aplicadas para garantizarla" disciplina". en el lugar de los obreros de la carne
trabajo y prevenir daños a la materia prima. En 1917 los huelguistas ex¡" vindicación que en 191
glan mayor respeto de los capataces y, en un esfuerzo por ganarse a los en un salario y medio
operarios calificados de las playas de matanza para la causa del paro, blecimiento del 10. de
solicitaban poner fin a las multas y a los despidos de carniceros que mar­ En todas las huelg;
caran o cortaran las pieles. En 1917 dicha táctica fue evidentemente exi­ demanda más sensiblE
tosa. Trascurridas tres semanas de la huelga, 170 obreros de la Swift,en corporación de 1()S or!J¡
Berisso, que procesaba ganado vacuno, enviaron una reveladora decla­ pOr las compañías. Pt:
ración a la prensa socialista. Afirmaban su apoyo pleno a t(Kbu; las exi­ 1917, en,Swift, la COlDIl
genciasde la huelga y anotaban con placer que "la completa unión y la vista económico, los lE
solidaridad que existe actualmente en nuestro gremio resta todo valor a hicieron pedazos la pel
las cartas que en un momento de inexplicable confusión le fueron dirigi­ garon a discutir con é8
das aisladamente por varios compañeros; los que hoylarnentan haber se mostraron más disp¡
obrado asi, en prueba de lo cual firman la presente"(54). '. res en esa misma huela
El salario de las diferentes categorías en el sector de la carne era mente la nueva planta I
comparable al de otras industrias urbanas, pero las labores en las plan- la administración ofree
cas siempre y cuando le
envenenamiento de la $8DI'l'$••• " Al evaluar estas descripciones deben teaenNt en t:UeDta el funcionarios de la empl
e8t.ilo e:uJtado de Siuclair y la naturaleza de IIWJ compromilloe polWtos .,loII ü,Pet.er. Ea Quizá exigencia del comité I
revelador del tono diferente de la vida politica y 80cial deArgentiDa el queninguDa novela
ugentina iul.ya alean.zapo la notorie4ad y el. impadode.la. flunoaa dénUDGia de Sinclair. Empe­ acuerdo estuviesen sujl
ro, cualesQuiera Que ~ 8QS mériWs literarios, la no.vela oort.a de Gom:ále$ Auili sobre una tes de la compañía y el j
de las primerashuelgu en 1011 frigorIficos de Avellaneda {citado en·.nokl5O.).p,re8entaa 1011 Hasta los años cuan
obreros de la carne con mayor sutileza y IlUS vidall ~n máII complejidad Que ..... JaqIe•.
52. La parte 3 de la edición de pasta dura de Rubén Isearo,...... del~tQ lIÜuIieal¡eBue­
cos dependió de los ese
DOII Aires. 1973, contiene reveladorall fotografias de las p!antu y de los obreros durante este que cualesquier otros 1<
periodo. colectiva. Ellos, al igua
53. Lu demandas de la. huelga no eran ell:8Ctamente las mismas en las diferentes plantas en con­
flicto en 1917-18. Las flue formularon.loll trabajadores.de Swift y Armour aparecen en La Van­
¡puIrdia. nov. 27 de 1917,p. 3; las de los obreroe de "La Blanca" Y "La.Negra", en Avellane­
55, En Elltados Unidos las eom
da, en La Protesta, diciembre 16 de 1917. yeftmeros logros de 1917­
54. La VanguanIia. diciembre 17 de 1917, p. 2. por la producción en tiem¡l4
lA ARGENTINA 163

lo, tas eran confrecuencja irregulares. Aunque el empaque de carne en


18, Argentina no sufrla de grandes fluctuaciones estacionales, como sucedía
lo­ en Estados Unidos, la demanda y el suministro vanabanoonsiderable­
'as mente y los.obreros eran reclutados a menudo sobre una base diaria. A
los veces los trabajadores hacían el viaje hasta la·planta solo para encontrar­
le­ se con que no eran necesarios o con que solo podían trabajar unas pocas
vi­ horas. Las demandas huelguisticas sistemáticamente pedian salarios
En más altos y. en 1917, exigían incrementos porcentuales mucho mayores
le­ para los obreros peor pagados, la abolición del embargo de sueldos y la
an eliminacibn de la práctica de contratarlos por solo un cuarto de dia. Todo
no trabajador empleado por cualquier parte de la jomada debía recibir un
~n- mínimo de medio dia de paga. Los huelguistas de 1917 también propo­
manque cuando no hubiera suficiente trabajo en las plantas, éste debe­
rla rotarse entre todos los.obreros. Al menos desde 1916, cuando una
gran huelga sacudió por vez primera el frigorlfico de la Swift en Berisso,
los obreros de la carne ventan demandando la jomada de ocho horas, rei­
vindicación que en 1917 también fue primordial, sumada a la insistencia
en un salario y medio por tiempo extra y dominicales, así como el esta­
blecimiento del lo. de mayo como feriado remunerado.
En todas las huelgas de los frigorlficos, hasta los años cuarentas, la
demanda más sensible era el reconocimiento de los sindicatos y la rein­
corporación de lQ8 organizadores y militantesdespedid()S anteriorme.nte
por las compañías. Pero Jos patronos se mostraron intransigentes. En
1917, en Swift, la compañía empacadora más poderosa desde el punto de
vista económico,: los representantes de la administración sencillamente
hicieron pedazos la petició~ en la cara de lOs (ielegados obreros yse ne­
garon a discutir con éstos durante la huelga. Los ejecutivos de ArmQUr
se mQtitraron más dispuestos a escuchar las demandQS de los trabajado­
res en esa misma huelga. Tan pronto como los obreros cerraron práctica­
mente la nueva ,planta de la compañia en Berisso por casi tres semanas,
la administración ofreció tentativamente algunas concesiones .económi­
cas siempre y cuando los obreros retornaran al trabajo. Sin eQlbargo" los

...

:'
» funcionarios de la empresa fueron inflexibles y rehusaron someterse a la
1..1
exigencia del comité de huelga de .que los términos del proyectado
1/1"1& acuerdo estuviesen sujetos a la redacción y la firma de los representan­
1Ue­
_lUla tes de la compañía y el sindicato (66).
~Ios Hasta los años cuarentas, el desenlace de las huelgas en los frlgorifi­
14' cos dependió de los esquiroles. Los obreros de la carne entendian mejor
!iIJI¡e­
~,eate
que cualesquier otros lo que significaban los .rompehuelgas para la lucha
colectiva. Ellos, al igual que todos los obreros argentinos, llamaban a los

55. En Estados Unidos las compai'úas también se negaron a reconocer los sindicatos. Los grandes
yeftmeros logros de 1917-18 se dieron gracias a la intervenc:i6n de UD gobierno preocupado
por la producción en tiempos de guerra.
164 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

esquiroles borregos y carneros. Tales términos poseen una aplicación y ordenaba salir del tren
universal, pero tenían un significado especial en una economia exporta­ policía requisaba a todOl
dora de productos pecuarios, particularmente para quienes laboraban en obligaban a los emplead~
las plantas empacadoras. En los frigorificos las ovejas abandonaban la vivas a la huelga (57).
lucha por la vida con una ingenuidad colectiva y una docilidad mistica Los militantes tambi
incomprensible para los seres humanos racionales. El ganado, con sus obreras, quienes figurat
cráneos hechos añicos por los golpes de martillo de la •• aldaba". caía peor pagados. Eran las m
dando coces y bramando en las playas de matanza. Los cerdos sacudian citadas para sobrevivir s.
,;,'t
las paredes con su atroz protesta mientras eran transportados mecánica­ del 40% de operarios qu
mente, suspendidos de una pata, hacia el hombre encargado de cortarles mour en Berisso al final
el pescuezo. Las ovejas, en cambio, como lo indica un novelista, eran mujeres. Los perló
mujeres a las manifestac
"eran la antitesis de los barulleros cerdos. Las tomaban de las cuatro patas y coloca" los mitines, las acciones E
ban boca arriba en unas arqueadas tarimas de hierro, con la cabeza suspendida sobre frontaciones con la policÍI
una canaleta de latón. En esta posición quedaban como sesenta o setenta. animalitos, bre las mujeres decidiero
sin que se quejara ni uno. Tres hombres iban colocándolos. y uno solo degollándolos.
Se dejaban degollar b1blicamente: sin chistar. Movían unos minutos sus paUtas Berisso para promover la i
. mientras se desangraban y miraban con ojos de dulce sorpresa a los hombres que las Durante la huelga de ]
mataban. Eso era todo. Al instante estaban sobre otros taburetes, siempre patas yo de la FOM y la FOF, 8!
arriba, sin piel, dejándose revisar por 108 veterinarios" (561. jadores maritimos de la F
Buenos Aires y por lo me:
Durante el cese de 1917-18, los huelguistas dedicaron toda su ener­ cIutados en Montevideo
gía creativa a derrotar a los rompehuelgas. Calcularon la hora cero de la los alojaron en sus salo~E
huelga, declarada en Berisso el 28 de noviembre y en Avellaneda el 6 de empleo o retornar a casa. 1
diciembre, de modo que coincidiera con la disminución del contingente traban combustible a los Íl
de desempleados en las ciudades a raiz del comienzo de la cosecha ce­ transportaban carne a los
realera en la pampa. Recurrieron a mitines de masas para conseguir y rroviarios contribuyeron el
mantener la solidaridad con la huelga. En BerisBo y Avellaneda, millares de los obreros de la carne.
de obreros se reunían casi a diario en lotes desocupadas, en los salones movimiento obrero argenl
de otros sindicatos y ocasionalmente en teatros públicos para deliberar para conseguir dinero des
sobre las peticiones y estrategias, compartir información y aplaudir y cri­ tas despedidos y sus famiJj
ticar las concepciones revolucionarias y las estrategias huelguisticas Todas estas manifestae
expuestas por orádores sindicalistas, anarquistas y socialistas que rivali­ vamente en la prensa obn
zaban entre si. Desplegaban cientos de piquetes de huelga para intimi­ barberos sindicalizados qtl
dar y ridiculizar a los esquiroles. Realizaban campañas en los vecinda­ tas, eran honrados en list.
."
rios obreros con elfin de conseguir respaldO para la huelga y educar a ciantes locales que donaba
rompehuelgas potenciales. Descarrilaban y desenganchaban trenes que taso Otras listas denunciab
1 •

.. transportaban obreros y ganado a las plantas. Ello. de diciembre, cerca cioneros" que suministrab
de Berisso, una muchedumbre de huelguistas abordó un tren de pasaje­ comerciantes eran blanco
"
ros e hizo salir a los administradores, los contadores y "otros altos fun.;. obreros organizados, y enl
". cionarios" que viajaban hacia las plantas. Cuando los empleados se re­
husaban y los trabajadores procedian a expulsarlos, la policía intervenía
se negó a suministrar pan

57. Revie", oribe B1ver PIate, dicleIl


58. La Vanguardia, diciembre 5 de :
56. La cita es de González Arrili. Los charcos.... pp. 80-81. p.2.
tIA ARGENTINA 165

ión y ordenaba salir del tren a todo el mundo. En la plataforma, mientras la


ta­ policía requisaba a todos los pasajeros en busca de armas, los obreros
en obligaban a los empleados a quitarse el sombrero y unirse a ellos en los
tia vivas a la huelga (57).
jea Los militantes también dedicaban especial atención a las mujeres
~us obreras, quienes figuraban entre los trabajadores menos calificados y
sia peor pagados. Eran las más vulnerables al esquirolaje y las menos capa­
ían citadas para sobrevivir sin trabajo. La prensa socialista informaba que
,ea­ del 40% de operarios que aún estaban trabajando en la planta de Ar­
'les mour en Bemso al final de la primera semana de huelga, la mayorla
eran mujeres. Los peri6dicos obreros destacaban la asistencia de las
mujeres a las manifestaciones, los discursos de oradores femeninos en
oca­ los mítines, las acciones ejempláres y heroicas de las obreras en las con­
,Me frontaciones con la policía y los rompehuelgas. A comienzos de diciem­
ltos. bre las mujeres decidieron organizar una Sección Femenina especial en
)l!ls. Berisso para promover la solidaridad femenina con la huelga (58).
;itas
9las Durante la huelga de 1917-18, los obreros de la carne lograron el apo­
atas yode la FOM y la FOF, asi comO de otros afiliados a la FORA. Los traba­
jadores marltimos de la FOMcontrolaban el ingreso de rompehuelgas a
Buenos Aires y porlo menos en una ocasión interceptaron a obreros re­
:leÍ'­ clutados en Montevideo, los convencieron de sus deberes proletarios y
eJla los alojaron en sus salones sindicales hasta cuando pudieron conseguir
nie empleo o retomar a casa. La FOM boicoteó a las compafiias que suminis­
~nte traban combustible a los frigorlficos y se negaron a pilotear barcazas que
I te­ transportaban carne a los trasátlánticos refrigerados. Los sindicatos fe­
tfty rroviarios contribuyeron con grandes sumas de dinero al fondo de huelga
ares de los obreros de la carne. La FORA, por primera vez en la historia del
mes movimiento obrero argentino, expidió bonOs de huelga a sus afiliados
erar para conseguir dinero destinado a contribuir a alimentar a los huelguis­
l!tri­ tas despedidos y sus familias.
leas Todas estas manifestaciones de solidaridad eran reseñadas exhausti­
~áli­ vamente en la prensa obrera. Quienes contribuian a la causa, como los
ltm­ barberos sindicalizados que ofrecian afeitadas, gratuitas a los huelguis­
lm­ tas, eran honrados en listas públicas. Lo mismo ocurria con los comer­
~ra ciantes locales 'que donaban viveres u otorgaban crédito a los huelguis­

c:lie­
tas. Otras listas denunciaban a ,los esquiroles y a los comerciantes ,. trai­
cioneros" que suministraban provisiones a las plantas empacadOras. Los
comerciantes eran blanco de boicots declarados por consumidores y
iuJi-' obreros organizados, y en un momento dado, el sindicato de panaderos
wfe­ se negó a suministrar pan a los comerciantes infractores. Incluso parte
lnia
57. Revlewofíhe IUver PIaie, diciemb,., 7 de 1917, p. 1896.
58. La Vanguardia, diciemb,., 6 de 1917, p. 1; diclemb,., 6 de 1917, p. 1; diciembre 18 de 1917,
p.2.
166 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA
,. '. del personal de supervisión de los frigorlficos declaró su respaldo a la mente causadas por
lucha de los trabajadores. El 16 de diciembre, el periódico socialista La parlamentario social
Vanguardia informó sobre una segunda reunión de supervisores, capata­ que.protestaban por
ces y empleados de las plantas de Berisso, quienes ratificaron una reso­ los firmantes, asevel
lución en el sentido de "no hacer, en el actual conflicto, causa común con dos en Beriaso, son (
los capitalistas y evitar ponerobstáculos al logro de las aspiraciones pro­ nen nada que ver con
letarias" . Con este apoyo del movimiento obrero organizado y elementos A medida que pr
de la clase media, las tácticas huelgulsticas de los trabajadores de la car­ presiones de la adm
ne empezaron a dar frutos. Para la segunda semana de diciembre, los ganaderos y la prens¡¡
obreros hablan conseguido detener virtualmente la producción en Bens­ jo" (60). Lascompañi
so y Avellaneda. y trasladar sus operac
Los obreros alcanzaron esta meta pese a la hostilidad del gobierno s~bre la amenaza que
radical. Tan pronto como los trabajádoresvotaron el cese de actividades, clonal. y la Review o
el gobierno despachó escuadras de policia, la cabal1erla del ejército y complot de agentes aL
unidades de la marina a proteger las plantas. Técnicos del ejército ayu­ de los Aliados. Para u
.~, J
daron a mantener en funcionamiento los equipos de enfriamiento con el ción de la estabilidad
fin de conservar la carne almacenada en los frigorlficos. Personal de la fuente de presión resí.
marina piloteó y remolcó las barcazas que transportaban la came proce­ carne a la región del (
sada a los trasatlánticos refrigerados. Bajo la protección de la fuerza Negra", el mayor prov
pública, las empacadoras y sus pequeñas comunidades de esquiroles gro en un telegrama al
residentes fueron convertidas en campos armados. La policía y los solda­ nador temporal de la p
dos se unieron a las fuerzas de seguridad de las compaftias e instalaron gobierno, insistia de~
ametralladoras en .las ventanas y reflectores en los techos. La tropa a trabajar. "De m~oQ1
caballo dispersaba los piquetes, disparaba sobre los obreros que ataca­ sagrados.derechos prO(
ban a los camioneros cuando tratan ganado a las plantas e irrumpía en rá que sea necesario ce
las sedes sindicales y en las. manifestaciones, hiriendo con· sus sables a rna, cuyas consecuend
decenas de trabajadores y a miembros de sus familias. numerosos centros de .
Los hechos más violentos .se presentaron en Swift·la noche del 3 de Federal, no pueden e~
diciembre. La administración y la prensa liberal informaron que los cia" (61).
obreros primero habían cortado los cables eléctricos del distrito de Beris­ ~n un esfuerzo por (
so. Luego, en medio de la oscuridad, centenares de huelguistas asalta­ radIcal, la FORA exigió
ron la planta. La carga, de acuerdo con los reportes, había sido dirigida oficial en la huelga, bE
por un hombre a caballo que tocaba una corneta. La prensa obrera negó
vigorosamente dicha versión y sostuvo que la administración y la policia
hablan fabricado la historia para encubrir una operación destinada a 59. Review 01 the JUver PlaCe di
sembrar el terror en los vecindarios obreros que rodeaban la planta. Lo 60. ~l desbrozador estudio d~ p,
que si parece ser cierto es que hubo un apagón y una descarga de fusile­ tiene mucha infOrmación 801
durante la Primera mitad de
" rla desde la planta y que la policla invadió los barrios obreros. Sacaron a ensayo para la obtenclónde
la fuerza a decenas de obreros con sus familiares, los apiñaron en recin­ de la carne. Acerca de la hIlE
tos cercados de la planta y los interrogaron durante horas antes de pa­ 61. Renew 01 ihe River PlaCe, e
espaíiol. En el mismo perióc
sarlos a los militares y a los jueces para ser procesados. Incluso la proca­ larga li8ta de las camiceriu
pitalista Review of the River Plate publicó una versión obrera de los he­ bién vendfan una parte sigl
chos, la cual sostenia que de las 101 personas arrestadas (la mayorlade ~rtó acerca de la posibilidt
ción con.la de exportación, p
ellas "decían ser turcos"), 67 tenian heridas de sable o daga supuesta- la orgaJ1í.Zación obrera en ~
IllA ARGENTINA 167

mente causadas por policías y marinos durante los interrogatorios. Un


parlamentario socialista instauró una demanda suscrita por 23 personas
que protestaban por la brutalidad policial durante estos eventos. Todos
los firmantes, aseveraba el congresista, "excepto dos ciudadanos naci­
dos en Berisso, son de nacionalidad rusa o turca. Varios de ellos no tie­
nen nada que ver con los frigorificos: son comerciantes" U;'9).
A medida que progresaba la huelga, el gobierno radical sufria las
:ar­ presiones de la administración de las plantas, los terratenientes, los
Ios ganaderos y la prensa liberal para que garantizara la •'libertad de traba­
ris­ jo" ~60). Las compañias empacadoras amenazaron con cerrar sus plantas
y trasladar sus operaciones a Uruguay y Brasil. La Sociedad Rural alertó
rno sobre la amenaza que representaba la huelga para toda la economía na­
les, cional. Y la Review oí the River Plate insistía en que la huelga era un
Oy complot de agentes alemanes encaminado a· trastornar el esfuerzo bélico
lyu­ de los Aliados. Para un gobierno radical comprometido con la preserva­
11 el ción de la estabilidad social y preocupado por su futuro electoral, otra
ela fuente de presión residia en la potencial interrupción del suministro de
lee­ carne a la región del Gran Buenos Aires. El gerente del frigorifico "La
'lIZa Negra" , el mayor proveedor de carne para la capital, aludió' a dicho peli­
IHeS gro en un telegrama al interventor nacional, quien actuaba como gober­
lda­ nador temporal de la provincia de Buenos Aires, el 15 de diciembre. El
!J.'on gobierno, insistía, debe dar protección adecuada a aquellos que desean
Il.a trabajar. "De modo que, al mismo tiempo que se harán efectivos los
Ka­ sagrados derechos proclamados por la Constitución, Su Excelencia evita­
• en rá que sea necesario cerrar nuestro establecimiento, una medida extre­
J!tla ma, cuyas consecuencias, tan graves para él suministro de carne a los
numerosos centros de población de la Provincia como para la Capital
Federal, no pueden escapar a la inteligente comprensión de Su Excelen­
cia" ~61).
En un esfuerzo por contr&rrestardichas presiones sobre el gobierno
radical,la FORAexigió públicamente que se·pusierafin a la parcialidad
oficial en la huelga, basándose en una· votación de sus afiliados. La

59. Reviewoftbe RiYerPlate, diciembre 8de 1917, p. 1463; La Vuguardla, diciembre 11 de 1917.
60. El desbrozador estudio de Peter Smitb, PoHda _d Beefin ArtentiDa, Nueva York, 1969, con­
tiene mucha información sobre las fuerzas politicas que actuaron en la economia exportadora
durante la primera mitad del siglo XX. Me he apoyado en la obra de Smith a lo largo de este
enasyopara la obtención de mucha de la información sobre la poRtica nacional y la industria
de la carne. Acerca de la hueJgade 1917·18véansepp~ 72-73.
61. Review 01 tbe RiVef Plate, diciembre 21 de 1917, p. (a) 1529. La cita ha sido retraducida al
español. En el mismo periódico, enero 4 de 1918, p. 9, aparece, en un aviso publicitario, una
larga lista. de las carnicerías locales suministrada por •'La Negra". Los otrosfrigorificos tam­
bién vendian una parte significativa de su producción en Argentina. Albert Hirschman me
alertó acerca de la posibilidad de que la prodUcción para el COJlSWtlo doméstico, en combina­
ción con la de exportación, pudiera haber tenido importantes consecuencias para el destino de
la organización obrera en Argentina.
168 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

FORA notificaba que, si el hostigamiento a los piquetes pacificos y el La evaluación·he


apoyo técnico de la fuerza pública en las plantas y las barcazas no termi­ una circular enviada
naban, organizarla una huelga nacional en respaldo a los obreros de la nificado de la derrotE
carne. Cediendo temporalmente a esta presión, el gobierno se reunió na, la huelga de los j
con delegados de la FORA y a finales de diciembre ordenó el retiro de cionantes episodios é
plantas y barcazas, del ejército y la marina, y dio instrucciones a la poli­ todo género de enem
cía para que mantuviese una actitud neutral y circunspecta frente a los industria en conflict<
huelguistas. que domina econóDlÍl
Sin embargo, en pocos días, el gobierno renunció a este compromiso. actores la más brutal
Sea que este cambio obedeciera a. la creciente presión de la Sociedad Pero fue la ReVÍe1
Rural y BUS aliados extranjeros, como sostiene Peter Smith, o a la preo­ a fines de diciembre
cupación del gobierno por su futuro electoral, como afirma Rock, la los obreros de los ~t:
anunciada huelga general de la FORA no se materializó. Aunque la di­ rápidamente. Swift ti
rección de la Federación jamás ofreció una explicación satisfactoria, su trabajando, un contin¡
incapacidad para organizar la huelga general reflejaba el debilitamiento te ha tenido que emp
del paro y la consecuente escalada de divisiones entre partidarios de sin­ brazos empleados en.
dicalistas, anarquistas y socialistas entre los líderes de la huelga (62). En dos de haber podido c,
la última semana de diciembre, los esquiroles ya habían derrotado vir­ el artículo, "que las el
tualmente la huelga en Berissoy, tan pronto como estas grandes plantas mour son las mismas (
reanudaron la producción, la huelga en Avellaneda se vio seriamente Entre 1917 y 1918
comprometida. Pese a que el paro continuó durante un mes más en este "enemigos" mucho 1
último sitio, a finales de enero los huelguistas, desesperados y desilusio­ demás sectores de la c.
nados, empezaron a regresar por centenares al trabajo. las firmas empacadore
Cuando culminó el movimiento, incluso los anarquistas, quienes su enorme experienci
regularmente atribuían las derrotas obreras a la falta de valor y compro­ Estados Unidos; la SO(
miso de los trabajadores individuales, rindieron tributo a los huelguis­ na, cuya influencia y p
tas. nos hasta los años treiJ
Smith; y el gobierno a
"Cincuenta y siete dlas de pelea contra la avaricia burguesa y sus aliados, hizo que ante la amenaza de hu
los trabajadores se rindieran ya en .el frlgorifico 'La Blanca'. La resistencia fue impo­ evitar que las empacad
sible por más tiempo. {... ) Hablar de esta derrota da rabia y vergüenza; yo la siento. policia para proteger a:
camaradas, pero es asi. , .. ~) Sin embargo, he de decirlo, no fue por cobardes o porque
se hayan traicionado a si mismos; cayeron vencidos por impotencia, bajo la fuerza
obreros sin empleo el q
brutal de la reacción burguesa. Eso es todo" (63). va. Los obreros de la
este obstáculo estructu
mismo que la mayor P8
incapacidad para frenal
62. Véanse la vaga discusión en Marotta, El movimiento aiDdieaI. ... (citado en nota 241. Vol. 2,
p. 213, Yla historia de la huelga. escrita por José Ellas NicJison, un inspector del Departamen­
" to Nacional del Trabajo, en el Boleiín del DepartameDto Nacicmal del Trabajo, No. 40. febrero
de 1919, y No. 41, Clbrilde 1919. 64. BoIeUb del Departamento I
63. La Protesta, enero 29 de 1918, p. 3, Pocos dlas después, el mismo escritor evocó la capitula­ 65. Review of ibe River PIafe (
ción de los huelguistas que hablan laborado en "La Negra": "La Negra": "Escribo bajo la 66. También puede ser ci~ (
impresión de la derrota. Vi cómo se rindieron vencidos, este grupo de leones. C.. ) Fueron ciéll llegados, tenían meno
momentos en que el alma de la multitud allí reunida pareda romperse. Ni una queja. Ni una
llar recursos financieros en
voz. Solo después he visto llorar de rabia y dolor. Eran hombres". La Protesta, febrero 3 de da. Esta consideración pul
1918, p. 2. Avellaneda, una comunidac
ARGENTINA 189

La evaluación hecha por los sindicalistas de la FORA, contenida en


una circular enviada a sus afiliados, entraba más en detalles sobre el sig~
nificado de la derrota. "En la historia de la lucha de clases en la Argenti­
na, la huelga de los frigoríficos se destacará como uno de los más emo­
cionantes episodios de la vida sindical. Los obreros tuvieron en su contra
todo género de enemigos. Y es que esta huelga, debido a la índole de la
industria en conflicto, ligada intimamente a los intereses de una clase
que domina económica y pol1ticamente al país, ha provocado contra sus
actores la más brutal de las reacciones" (64).
Pero fue la Review of the River Plate la que señaló, sin proponérselo,
a fines de diciembre, la causa estructural de la derrota. "Las huelgas de
los obreros de los establecimientos de Swift y Arm(~Jr están fracasando
rápidamente. Swift tiene en este momento entre 4 mil y 4.500 hombres
trabajando, un contingente más o menos normal, aunque ocasionalmen­
te ha tenido que emplear hasta 6 mil hombres. ( ... ) La mayoria de los
brazos empleados en las factorlas Armour son nuevos y están encanta~
dos de haber podido conseguir trabajo. Es significativo saber" , concluia
el articulo, "que las condiciones de trabajo tanto en Swift como en Ar­
mour son las mismas de antes de la huelga" (65).
Entre 1917 y 1918 los obreros de la carne enfrentaron una cauda de
"enemigos" mucho más poderosa que la que se atrincheraba en los
demás sectores de la clase obrera urbana. El frente del capital agrupaba
las firmas empacadoras internacionales, con su gran poder económico y
su enorme experiencia en las técnicas rompehuelgas, aprendidas en
Estados Unidos; la Sociedad Rural, el gremio más poderoso de Argenti­
na, cuya influencia y participación de alto nivel enlos diferentes gobier­
nos hasta los años treintas ha sido ampliamente documentada por Peter
Smith; y el gobierno radical mismo, el cual, aunque vaciló brevemente
~q\le ante la amenaza de huelga general, utilizó alas fuerzas armadas para
ÍlPO­ evitar que las empacadoras sufrieran pérdidas económicas y empleó a la
II.t/), policia para proteger a los esquiroles. No obstante, fue el contingente de
~ obreros sin empleo el que infundió a estos" enemigos" su fuerzacolecti­
l8l'Z8 va. Los obreros de la came combatieron valerosamente para superar
este obstáculo estructural ante el que eran trágicamente vulnerables, lo
mismo que la mayor parte de los obreros urban.os de Argentina (66). Su
incapacidad para frenar la marea de esquiroles presagiaba la derrota, al
01.2,
,nen­
kero
64. Boletúl del Departamento Nacional del Trabajo, No. 41, abril de 1919, p. 63.
iIIula· 65. Reviewoftbe lUverPlate, díciembre28 de 1917, p. 1569.
!lllc:da 66. También puede ser cierto Que debido a que muchos obreros de la came eran extranjeros re­
Íleron cién llegados, tenlan menos posibilidades Que la mayoria de los trabajadores urbanos de ha­

,.de
¡¡una llar recursos financieros entre la familia Y la comunidad para mantener una huelga prolonga­
da. Esta consideración puede ayudar a explicar la mayor resistencia de los huelguistas de
Avellaneda, una comunidad más antigua y establecida Que BerisllO.
170 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

igual que la de todo el movimiento obrero argentino en el periodo de la Centenares de obrero


posguerra. dos. Cuando empezó h
Pocos meses después de su victoria sobre los obreros de la carne, los las fuerzas gubername
capitalistas se organizaron con el fin de aprovechar la masa de trabaja­ sindicales, periódicos
dores desempleados de una manera más racional y eficiente. El objetivo, sos. El restablecimien
quebrar el espinazo de todas las organizaciones obreras militantes. En pusieron fin a la reprel
mayo de 1918, un prominente estanciero y magnate naviero citó a los derecha, el gobierno iJ
capitalistas extranjeros y nacionales a una reunión respaldada por la So­ 'lrrestar y deportar a ~
ciedad Rural y que se efectuó en la Bolsa de Valores de Buenos Aires. especialmente anarqu~
Entre los asistentes figuraban representantes de las empacadoras de Tal como a principi
carne, los ferrocarriles, el transporte maritimo y los exportadores de gra­ obrero en el periodo dE
no. De la reunión surgió una organización denominada Asociación Na­ los trabajadores organi
cional del Trabajo, cuyo propósito consistía en frustrar la posibilidad de vista. Ya en 1902, lueg'
una huelga general y proteger la "libertad de trabajo". Con fondos de quistas ese mismo año,
las organizaciones afiliadas (cada una debía contribuir con el 1 % de su dicho fin. Redactada pe:
nómina total), la asociación creó una Bolsa del Trabajo, destinada a su­ dor, J oaquin B. Gonzál~
ministrar obreros a las empresas que necesitaran fuerza laboral sumisa. alcance e intenciones l
Shipley ha documentado la magnitud de las actividades de la Bolsa en 1925. Hubiera establecí
los años subsiguientes. Decenas de miles de obreros eran colocados a las condiciones de traba
través de sus oficinas y muchos contratados para remplazar a los militan­ los obreros. Los sindica
tes despedidos por actividades sindicales. Todas las industrias se vieron tos diseñados para gall
afectadas por los servicios de la Bolsa del Trabajo, que logró destruir la das, serian reconocidOll
base militante de la FOF y, luego, romper el control de la FOM sobre el del gobierno a fin de me
mercado laboral del sector maritimo (67). miembros. Las huelgas
A tiempo que los capitalistas extranjeros y domésticos se organiza­ mientos de mediación y
ban de manera tan eficiente para manipular en provecho propio el mer­ trados por cortes labora]
cado laboral, también contribuían a orquestar una amplia ofensiva políti­ capital, el gobierno y lo~
ca e ideológica contra el movimiento obrero y la izquierda. Tan pronto se castigaba con multas
como la movilización obrera de posguerra alcanzó su nivel más alto, esti­ mental de las condicione
mulada por una severa inflación doméstica, las noticias de la Revolución laba indemnizaciones p<
Bolchevique en Rusia y los rumores acerca de huelgas masivas en Euro­ código laboral de Gonzá
pa Occidental, se intensificaron la represión oficial y las actividades nos, los capitalistas y 101
antiobreras de los grupos derechistas paramilitares y propagandísticos. debatió en el Congreso.
A comienzos de enero de 1919, cuatro obreros metalúrgicos fueron aba­ lamento por elementos
leados por la policia, lo cual desencadenó motines en gran escala en Bue­ también recibió el apOY4
nos Aires. La FORA llamó a la huelga general para protestar por el inci­ por el movimiento obre]
"-J-'tf
dente, mas los acontecimientos pronto escaparon a su control. Durante oleada de huelgas de la ¡:
•, varios días bandas de obreros anarquistas y jóvenes trabajadores no
organizados combatieron contra la policía y las tropas y saquearon alma­
':." cenes. Estos disturbios, conocidos como la semana trágica, desemboca­ 68. Una buena narración que en
Julio Godio, La Semana Trál
ron en la peor represión obrera vista hasta ese entonces en A:gentina. civil en Argentina", en De.
165-215, resalta la debilidad (
69. Iscaro, Bistona.•. , parte 3, PI
Politiea in Argentina. .•, p. 1
67. Shipley. "On tbe Outside Looking In". C. 10. Obl"ll8 completas, Buenos Air
lA ARGENTINA 171

la Centenares de obreros fueron muertos o heridos y millares encarcela­


dos. Cuando empezó la represión, grupos civiles de derecha se unieron a
los las fuerzas gubernamentales para asolar distritos obreros y atacar sedes
la- sindicales, periódicos obreros e inmigrantes, especialmente judíos ru­
'0, sos. El restablecimiento del orden público y el arreglo de la huelga no
En pusieron fin a la represión. En los meses siguientes, bajo presión de la
tos derecha, el gobierno invocó las leyes sobre extranjeros y sedición para
So· lrrestar y deportar a centenares de activistas sindicales sospechosos,
es. ¡~specialmente anarquistas (68).
de Tal como a principios del siglo, la exitosa represión del movimiento
fa­ obrero en el período de la posguerra hizo innecesarias las concesiones a
~a­ los trabajadores organizados a través de una reforma laboralcorporati­
de vista. Ya en 1902, luego de la gran huelga general dirigida por los anar­
de quistas ese mismo año, se había propuesto una legislación encaminada a
su dicho fin. Redactada por el ministro del Interior del gobierno conserva­
su­ dor, Joaquín B. González, la reforma laboral propuesta era similar en su
isa. alcance e intenciones a las leyes promulgadas en Chile entre 1924 y
en 1925. Hubiera establecido las bases legales para la regulación oficial de
ISa las condiciones de trabajo, los sindicatos y los conflictos entre el'capital y
an­ los obreros. Los sindicatos cuyos estatutos se atuviesen a los lineamien­
ron tos diseñados para garantizar actividades no revolucionarias y modera­
da das, serían reconocidos legalmente y elegibles para obtener subsidios
eel del gobierno a fin de mejorar la educación y el bienestar material de sus
miembros. Las huelgas debían ser manejadas mediante. unos procedi­
iza­ mientos de mediación y un arbitraje prolongados y complejos, adminis­
aer­ trados por cortes laborales tripartitas compuestas por representantes del
fliti­ capital, el gobierno y los obreros. El incumplimiento del arreglo arbitral
Jnto se castigaba con multas. La legislación preveia la inspección guberna­
~sti­ mental de las condiciones de trabajo y seguridad en las plantas, y estipu­
¡:ión laba indemnizaciones por accidentes y planes de pensiones. Aunque el
uro­ código laboral de González fue respaldado por dos presidentes argenti­
tdes nos, los capitalistas y los obreros organizados lo repudiaron y nunca se
COSo debatió en el Congreso. En 1919 una reforma similar fue llevada al Par­
lba­ lamento por elementos del Partido Radical. Pese a que esta iniciativa
~ue­ también recibió el apoyo del presidente, fue rechazada de igual modo
Inci­ por el movimiento obrero y pronto cayó en el olvido, cuando cedió la
linte oleada de huelgas de la posguerra (69).
!Ino
bna­ 68. Una buena narración que enfatiza el componente insurrecciona! anarquista de la huelga es
m­ Julio Godio, La Semana Trágica de enero de 1919, Buenos Aires, 1972; David Rock, "Lucha
Una. civil en Argentina", en Desarrollo Económico, Nos. 42-44, julio de 1917-marzo de 1972, pp.
165-215, resalta la debilidad de la organización obrera en su análisis de los hechos.
69. Iscaro, Historia. .. , parte 3, pp. 123-24, 185-86; Spalding, La clase trabajadora. .. , p. 554; Rock,
PoUtic8 iD Argendna. .. , p.I98. El texto de la legislación aparece en JoaquiD V. González,
Obras completas, Buenos Aires, 1955, Vol. 6, pp. 401-578.

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