El bautismo del Espíritu Santo es una necesidad vital del creyente, ya que es una promesa del padre, al delegar su poder sobre nosotros y ejercerlo con responsabilidad para edificación y fortaleza de su pueblo. Cuando se habla de una autoridad grande y sobrenatural, que es la investidura del poder de Dios, debemos de sujetar nuestras emociones porque ellas nos pueden llevar a confundirnos y perdernos, podemos tener temor, pero si no hay un verdadero arrepentimiento solo buscamos vanagloria, por ello tenemos que ser responsables. Cuando permitimos esa llenura del Espíritu Santo que tome el control de todo nuestro ser, nos entrega dones para que su poder se haga evidente, tanto en la iglesia como a los incrédulos y este es un beneficio espiritual para la humanidad, pero mayormente a los que sirven porque ellos serán verdaderos hijos de Dios. Anhelemos y busquémoslo, porque este es un gran beneficio para nuestra vida espiritual en el Señor.