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Comentario de texto 1

Desde que, por desgracia, el Covid-19 apareciese en nuestras vidas, los medios de
comunicación, lógicamente, han venido ocupándose del asunto. Nos han tenido
informados, puntualmente, del número de afectados, del número de fallecidos, de las
investigaciones sobre el mismo, de la puesta en marcha de algunas vacunas, del
agotamiento de los sanitarios, verdaderos héroes del momento que estamos viviendo. En
definitiva, han venido cumpliendo su labor de informadores porque, en situaciones así,
los ciudadanos necesitan sentir que no están solos, que hay quienes están luchando para
mejorar el difícil panorama en el que nos encontramos.

Pero en momentos como los que vivimos, a veces las cosas se van un poco de la mano,
y lo que comienza con un deseo de informar se convierte con el tiempo en puro
espectáculo, sobre todo si se trata de ciertos programas de televisión, donde un punto,
más o menos arriba en sus datos de audiencia puede suponer unos importantes ingresos
económicos. Con el surgimiento de las vacunas una pléyade de ‘expertos’ en las mismas
exponen sus más variados y estrambóticos puntos de vista y lo más triste es que los
medios de comunicación, a veces, dedican más tiempo a comentar los ‘sesudos’
razonamientos de estos personajes que a dar a conocer las opiniones de los científicos.
Como ha ocurrido ahora con el contenido de la entrevista de Évole a Miguel Bosé,
donde éste defendía su postura negacionista sobre la pandemia del coronavirus y se
despachaba «tengo acceso a todos los millones de documentos que puede tener
cualquier ciudadano para darse cuenta de la gran estafa y de lo que esto va a traerles,
porque van a caer todos, uno detrás de otro». Así mismo, acceso a millones de
documentos que le hacen erigirse en experto.

Tan experto como Tamara Falcó, a la que permiten opinar de lo divino y de la humano
en el programa El Hormiguero, que también habla de las buenas y malas vacunas y que
ha obligado al inmunólogo Alfredo Corell, a salir al paso de estas ‘sesudas’ opiniones:
«Muchas veces en la televisión la gente lleva a tertulianos que opinan, pero es que en
ciencia no se opina, en ciencia nos basamos en hechos y en evidencias». Pero, al
parecer, muy tristemente, en nuestro país, las opiniones de indocumentados valen
mucho más, ‘venden’ más que las de los científicos, habiéndose transformado, algunos
medios, en un foro de ignorancia.

¿En nombre de qué éxito se puede convertir a esta gente en voceros de la nada?
¿Cuándo desaparecieron de televisión las normas éticas y deontológicas?

1.1. Resumen
1.2. Coherencia, adecuación y cohesión
1.3. Comentario crítico

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