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Gramática veloz

durante la crisis

Guillermo Obando Corrales

Esta obra está debidamente publicada bajo una licencia de Creative Commons
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
Prólogo

Vengo defendiendo la buena escritura en redes


sociales desde hace más de diez años. Los
nicaragüenses sabemos muy bien que nacimos en un
territorio cuya población estudia y trabaja desde el
peor analfabetismo funcional (me refiero a que la
mayoría de nuestros connacionales aprende a leer y
escribir, es cierto, desde la escuela primaria; sin
embargo, cuando se desarrollan como profesionales,
redactan con las patas y leen muy poco).
Contrarrestar ese problema ha supuesto para mí
largas horas de lectura en recintos bibliotecarios; ha
significado rechazar invitaciones a beber alcohol y
quedarme en casa entendiendo por qué «tal vez» y no
«talvez». Nunca he pretendido obtener varios «me
gusta» ni tampoco «me encanta». Me conformo con
que una sola persona aprenda en corto tiempo lo que
con sacrificio he estudiado durante dos lustros.
Amén.

EL AUTOR
Los lectores opinan…

CARLOS R. ARGEÑAL (ABOGADO):

Deslizando con mi dedo índice la pantalla del móvil,


sacando provecho de la pereza del día a día, he
descubierto con placer el libro Gramática veloz
durante la crisis. Aprovechando la carencia de
aportes en esta área, la obra realiza de manera
interesante una crítica social al borreguismo político
en el cual estamos sumergidos.

Cargados de un sarcasmo inteligente y sutil, los


artículos de este libro seducen al lector, promueven
y motivan a amar, aunque sea por un efímero
momento, el idioma de Cervantes, prostituido y
manoseado por muchos.

Cápsulas de placebo, con el fin de verter opiniones


certeras sobre la cultura y la politiquería
nicaragüenses, para el autor el arte de escribir bien
en español es un axioma matemático que no permite
errores.

Criticar es un arte, pero para Guillermo. Es lo que


es. No hay tiempo para matices. O eres bruto o lo
quieres ser.
El humor negro característico, disfrazado de
inocentes consejos lingüísticos, resulta entretenido y
aporta al que lo desea una aclaración de las
deficiencias adquiridas en el sistema educativo
nacional.

¡Disfrútalo! Y si lo aceptas sin objetar, no habrás


entendido el propósito del mismo, y la ignorancia en
que vives será tu responsabilidad.

***

JAIRO HERNÁNDEZ MURILLO (OPTOMETRISTA Y POETA):

Escribir correctamente es lo que mejor hace el autor


de este libro, Guillermo Obando Corrales; en su
Facebook nos lanzó una serie de clases veloces que
él mismo llamó de esta manera por la rapidez con
que lo hacía.

Todos sus conocimientos lingüísticos y gramaticales


han sido imprescindibles para esta labor.

La redundancia, la puntuación, normas


gramaticales, etc., son algunos de los ejes que se nos
presentan de una manera veraz y clara; como buen
escritor llega directamente al lector y llama su
atención.

Gramática veloz durante la crisis es una guía práctica


para aprender a escribir y promover el empleo
adecuado del idioma.
***

KATHERINE O. C. (GESTORA DE COBRO TELEFÓNICO):

Recuerdo que en 2013 una profesora de Taller de


Redacción, en la UCA, me corrigió delante de todos
mis compañeros (veinte, aproximadamente). Nunca
se me olvidará: yo dije «tiene que tener» en una
exposición. Gracias a ella, sin embargo, jamás volví
a cometer ese error. La señora me dijo: «No les luce
como universitarios decir eso».

Estoy terminando de leer Gramática veloz durante la


crisis y definitivamente puedo afirmar que el libro, al
igual que aquella profesora, expone detalles que se
le escapan a uno al momento de expresarse por
medio de la escritura. Considero que es importante,
ya que el perfil de las redes hoy en día es la
presentación virtual que uno tiene. Si tu ortografía es
mala, transmitís inseguridad e ignorancia.

Quiero aprovechar esta oportunidad para mandar


un mensaje a todo el segmento de hombres que lea
esta obra. Las mujeres nos fijamos en cada detalle de
cómo ustedes los hombres escriben, porque estamos
capacitadas para agarrar mentiras. Por eso
manejamos este tema de la escritura virtual muy
bien. Por ejemplo: en 2016, un exnovio con el que
duré cinco años no me contestó llamadas todo un
sábado. Al día siguiente (domingo) me escribió a las
5:00 a.m. y le pregunté: «¿Dónde jodido estás?». El
muy bruto contestó: «Allá, pues, en la casa. ¿Dónde
más?». Cuando leí ese mensaje supe que ese compa
estaba mintiendo y que por ende estaba frito
conmigo. No estaba en su casa, el muy cabrón.

He ahí la importancia del libro: presenta detalles


que no vemos. «Allá» indicaba una gran distancia y
me sentí segura de que el cabrón estaba lejos de su
casa, pues una pinche justificación, «¿dónde más?»,
representaba San Juan del Sur, adonde realmente se
había ido.
Duelo de opciones
gramaticales:

Las siguientes lecciones de gramática están


redactadas a través de un enfoque confrontativo:
mostramos dos posibilidades de uso y escogemos la
que debe utilizarse dentro de determinados contextos.

Que comience, pues, la batalla…

***

1. Sí vs. Si
El sí tildado es una afirmación: «Sí, correcto, mañana
hay clases».

El si no tildado es la introducción a una posibilidad:


«Si me ves ahí, gritame». «Si hablás, te voy a joder».

2. Sino vs. Si no
Sino es la fórmula para anular una información o
hecho expresados con anterioridad:

7
«No es esto, sino lo otro». «No era rojo sino azul».

Si no es la posibilidad o exigencia de que algo


terminará ocurriendo:

«Si no sacás la basura ahorita, voy a castigarte».

«Si no defendés la unidad azul y blanco, sos


divisionista».

3. Lunes vs. lunes


Rosario Murillo tiene la mala costumbre de escribir
los meses del año y los días de la semana con inicial
mayúscula: «Este Lunes Bendito, lleno de Alegría,
inicia Marzo en nuestra Nicaragua Gloriosa, Tres
Veces Bendita».

Ni ustedes ni yo deberíamos emular tal crimen de lesa


gramaticalidad. Recordemos: a menos que inicien un
renglón o enunciado, sustantivos comunes como
lunes, martes o abril y marzo se escribirán siempre en
minúscula.

4. En mi opinión personal vs. En mi


opinión

Todas las opiniones son personales. Así que


constituye una redundancia decir «en mi opinión

8
personal». Nada más dígase «en mi opinión», sin
olvidar que luego de esta frase viene una coma (,):

En mi opinión, ese tal Guillermo sólo mierdas


publica.

5. Funcionario público vs. Funcionario

Otra redundancia que a cada rato escuchamos es


funcionario público. Sólo basta usar «funcionario»
(individuo que trabaja para el Estado). No hay
funcionarios privados.

Más redundancias (eliminen la parte resaltada entre


comillas): un ejemplo «a seguir», erario «público»,
recordar «de memoria», caminar «a pie».

6. Aun vs. Aún


Aun, sin tilde, sirve como incluso: «Aun con eso que
hiciste, Fanor, te quiero mucho».

Aún, con tilde, sirve como todavía: «Aún no termina


esta crisis desgraciada».

7. Mandó callar vs. Mandó a callar


La primera significa una orden: «Ordenó callar».

9
La segunda es sinónimo de enviar: «Envió a callar».

En la lengua escrita no deben confundirse. «Le


mandé (ordené) decir que fuera» resulta distinto de
«Le mandé (envié) a decir que fuera». Una sola
preposición (a) puede cambiar el sentido de cualquier
enunciado.

8. Cónyugue vs. Cónyuge

No se pronuncia ni se escribe «cónyugue», sino


*cónyuge (como si esta última sílaba, «ge», fuera
«je»). Periodistas, abogados e incluso muchos
académicos usan «cónyugue». Este fenómeno se
denomina «metaplasmo»: consiste en agregar
fonemas a palabras que no deberían llevarlos (por
ejemplo, «arrecostar» en vez de *recostar; o
«naiden» en vez de *nadie).

9. Puño cerrado vs. Puño


Un puño es una mano cerrada. ¿Han visto ustedes un
puño abierto? La expresión «puño cerrado» es tan
redundante como «subir arriba» o «bajar abajo».
Digamos simplemente «puño».

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10. Pedir disculpas vs. Ofrecer
disculpas
Las disculpas no se piden: se ofrecen. Resulta ilógico
que el ofensor solicite disculpas al ofendido. Quien
debería exigirlas, en todo caso, es este último (el
ofendido). Y quien las da (u ofrece) es el ofensor.

Sinónimos recomendados para no caer en la


contradicción o impropiedad léxica de «Te pido
disculpas»:

«Disculpame», «Perdón», «Lo siento», «Te ofrezco


disculpas».

11. Por qué vs. Porque

Por qué sirve para hacer preguntas y exclamaciones


interrogativas:

«¿Por qué aquí y no allá?»

«¡Por qué, amor, te ponés así!»

Porque responde una pregunta o justifica una razón


o motivo:

«¿Por qué? Porque no».

«No salgo porque no tengo reales».

11
12. Acento vs. tilde
Todas las palabras tienen un acento, es decir, una
sílaba que se pronuncia con mayor fuerza que las
demás, pero no todas tienen tilde (rayita que se coloca
a ciertos vocablos que siguen una serie de normas
generales y específicas). Así que cuando alguien les
pregunte si una palabra lleva o no acento, corríjanlo:
no es acento, sino tilde…

13. Vídeo vs. Video


Hay términos en español que admiten la escritura con
o sin tilde; por ejemplo, vídeo/video, cénit/cenit,
período/periodo, omóplato/omoplato, élite/elite,
cártel/cartel.

Son en total 55. La opción de ponerles o no la rayita


oblicua depende del sector donde vivamos: los
españoles pronuncian vídeo (palabra esdrújula),
mientras que los hispanoamericanos decimos video
(palabra grave).

14. Jajaja vs. Ja, ja, ja


Por más que los académicos prescriban que la risa
debe graficarse como «ja, ja, ja», lo cierto es que no

12
hay motivo alguno para no emplear «jajaja», en
donde cada elemento repetido («ja») reproduce
lógicamente la secuencia con que un individuo se ríe.
Conclusión: se pueden usar ambas («jajaja» o «ja, ja,
ja»), aunque la primera debería escribirse con tilde en
la última «a», por tratarse de una palabra aguda
terminada en vocal («jajajá»).

15. Debe salir vs. Debe de salir


Para indicar obligación, se escribe Debe + verbo en
infinitivo = «Debo hacer comida».

Para indicar duda o posibilidad, se escribe Debe + de


+ complemento = «Debe de tener 38 años» (quizá
tenga esa edad; es posible; la preposición «de» añade
ese carácter dubitativo al enunciado).

16. Casual vs. relajado


Casual es un adjetivo que en nuestro idioma hace
referencia a lo que ocurre por casualidad: «Mi cita
con Scarlett Johansson fue casual: la miré cerca de un
hotel famoso de Londres, platicamos durante media
hora y luego quedamos en vernos pronto».

No hay que confundir este término español con una


de las acepciones del anglicismo casual, que tiene su
origen en la voz casuel (del francés medio) y que fue

13
incorporado al inglés hacia 1883. Tal concepto se
deriva, precisamente, de la expresión not to be
depended on, unmethodical, suscrita en 1916 y
atestiguada para el aspecto informal de las
vestimentas desde 1939 (con el lema showing lack of
interest).

Bajo la lógica apuntada arriba, en las oraciones del


tipo «Aquí, casual» y «Compartiendo una fiesta de
ropa casual con los amigos», se recomienda suprimir
el vicio común de la anglomanía (usar palabras
inglesas por pura moda) y emplear términos muy bien
definidos en la lengua de Cervantes: «Aquí, relajado»
y «Compartiendo una fiesta de ropa informal con los
amigos».

Fuentes: Online Etymology Dictionary, Cambridge


Dictionary, Webster’s Revised Unabridged
Dictionary y Diccionario de la lengua española
(DLE: RAE y ASALE).

17. Apóstrofo vs. apóstrofe


Apóstrofo es un signo de puntuación en forma de
comilla simple (’) que sirve para marcar gráficamente
la ausencia de letras o sílabas en una o varias palabras
(«Nos fuimos pa’l centro de Estelí a eso de las once
de la noche»).

14
Apóstrofe, en cambio, es aquella figura literaria que
consiste en elaborar un discurso a través del cual se
invoca a seres inanimados, fallecidos o no presentes
al momento de su pronunciamiento («Oh, Rubén de
mi consuelo, poeta de las musas, padre de las
princesitas tristes: ¡dadme sabiduría para sobrellevar
este amor funesto, incorpóreo, en que ella me
tiene!»).

18. Feminicidio vs. Femicidio

Marcela Lagarde —creadora del vocablo en


español— describe el primero como el acto de
asesinar a mujeres en situaciones donde el Estado no
da garantías y tampoco reúne condiciones de
seguridad para la existencia de las féminas (en la
comunidad, en el hogar, en el lugar de trabajo, en la
vía pública o en lugares de ocio).

El segundo, que es castellanización del anglicismo


femicide, supone únicamente asesinar una mujer por
razones de odio o de discriminación, sin que
intervenga el factor político ya aludido.

Así pues, las legislaciones del mundo se han


encargado de tropicalizar ambas terminologías y de
impregnarles un matiz diferente según las
necesidades a las que se enfrenta cada país. Mientras
que Nicaragua, Costa Rica y Chile recogen el término

15
femicidio dentro de su normativa penal, El Salvador,
México y Perú reconocen la voz feminicidio.

Desde un punto de vista semántico, la palabra


correcta debería ser feminicidio (por estar recogida en
la 23.ª edición del Diccionario académico y por su
concreción etimológica —femina + icidio). Pese a
ello, algunos autores también consideran admisible la
forma femicidio (por encontrarse adecuadamente
españolizada desde una noción gráfica).

En resumen, use la que mejor le apunte su gana.

19. Se dio cuenta de que vs. Se dio


cuenta que
Las personas se dan cuenta (de) algo o (de que) algo
ha sucedido o sucedió. En el enunciado «Jorge se dio
cuenta que María se la anda pegando», basta con
hacer la pregunta «¿De qué se dio cuenta Jorge?»
para intuir que la preposición de no resulta baladí en
la frase aludida.

20. Hubo chavalas vs. Hubieron chavalas


El verbo haber es impersonal. Nunca se conjuga en
razón de la cantidad de sujetos que contenga el
nominal del predicado. Así pues, uno dice «Había

16
miles de chavalos de la JS persiguiendo a Guillermo»
o «Hubo chavalas sexis en…».

21. Hola Winston vs. Hola, Winston


La coma vocativa es aquella que se usa para separar
el vocativo del mensaje. Se denomina vocativo a las
palabras que sirven para invocar, llamar o nombrar a
una persona cuando nos dirigimos a ella. Por
ejemplo: «Juan, vení aquí» (Juan sería el vocativo; el
mensaje, vení aquí).

De acuerdo con ello, cuando nos referimos a alguien


en Facebook, o simplemente le hablamos con un hola
(mencionando su nombre), debemos escindir —
mediante una coma— el mensaje (o llamamiento) del
nombre propio o saludo.

Ilustración:

«Hola Winston cómo estás».

«Bróder vas a ir al prostíbulo?»

«Guillermo vamos al parque del Dimitrov para


echarnos un porro».

Lo malo en esos ejemplos es que no se sabe en qué


lugar del enunciado termina la sintaxis del saludo y
la del nombre propio. En lingüística básica, a esto se
le denomina anfibología; o sea, doble sentido, vicio

17
de la palabra, cláusula o manera de hablar a que
puede darse más de una interpretación.

Corrijamos lo dicho, pues, con algunos ejemplitos


más:

«Patricia(,) apoyá a tus hermanos».

«Mama(,) quiero nacatamal con leche».

«¡Adiós(,) chavalo necio!»

«Portate bien(,) hijito. Y no estés ofendiendo a la


gente».

«Quedate con tu trompa callada(,) hijo».

«Feliz cumpleaños(,) don Roberto».

Y cuando el vocativo va en medio de la oración:

«¿Qué te parece(,) Daniel Ortega, si le volamos los


sesos al tal Obando? Nadie va a darse cuenta».

«Me gustaba mucho la Paola(,) amigo(,) pero nunca


tuve los huevos para decírselo».

22. ¿Qué? vs. Qué?


EE. UU. y su mecanismo político de estupidización
han traído a la lengua un error que ya parece tan viral
como el COVID-19. En este caso, nos referimos al
hecho de omitir el primer signo de interrogación

18
(signo de apertura) en las interrogantes de la lengua
de Borges.

Ejemplo:

«Qué vamos a hacer este lunes?»

«Qué?»

No cuesta un céntimo colocar el primer signo,


(¿)verdad? No seamos boludos.

23. Debe tener vs. Tiene que tener


Los estudiantes de Derecho se sienten cool al decir
«tengo que tener». Ay de ellos, ay del pobre sistema
educativo que impide el avance hacia un aprendizaje
cabal del idioma. Sin embargo, ¿acaso no tienen
oídos para darse cuenta de que hay redundancia en la
expresión? Mejor busquemos un «debe tener» y no
digamos, como dundos: «El arrendatario tiene que
tener el animus de contratar...» ni «Tengo que tener
dieciocho para entrar en Club Clueto».

Ojo: el «tiene que tener» lo he oído en boca de


«doctores» egresados de universidades españolas
como las de Salamanca y Alcalá; lugares donde, se
supone, hubo estudiantes de la talla de Góngora,
Azorín y Unamuno. Pero aun así les seguimos
llamando «catedráticos de renombre».

19
24. Accesar vs. Acceder
«Accesar» es una palabra que aún no se registra en el
Diccionario de nuestra lengua. Lo adecuado es
«acceder», del lat. accedĕre (acercarse). To access ha
derivado en accesar, y se confirma que uno de los
vicios más frecuentes de los hablantes consiste en el
uso de términos gringos (selfie en vez de autorretrato;
hashtag en vez de etiqueta; show en vez de
espectáculo; puzzle en vez de rompecabezas; barman
en vez de cantinero).

¿Anglomanía o gringomanía?

Falta de vocabulario.

25. Brother vs. Bróder

«Bróder» es la hispanización correcta del anglicismo


brother. Así lo cree el sitio web Otras minucias del
lenguaje, aunque la RAE no lo haya reconocido aún
en sus consultas.

En consecuencia, al momento de escribir esta palabra


en un texto formal o literario, se recomienda hacerlo
en cursiva o, en su defecto, entre comillas: bien como
la raíz brother, o bien como la adaptación «bróder»,
en redonda.

20
Ojo: buscar en nuestro idioma aquellos términos
análogos (por ejemplo: hermano, amigo, camarada,
afecto, aliado, incondicional, conocido, inseparable,
partidario, querido, amante).

26. Pienso de que vs. Pienso que

Si queísmo es usar el relativo que y no la preposición


de [«Se dio cuenta que», «Se acordó que»] en
situaciones generalmente innecesarias, el dequeísmo
es añadir la de viciosamente.

Ejemplos:

«Pienso (de) que no somos sinceros».

«Dijo (de) que la Juana se acuesta con el vecino».

Preguntemos qué piensa el sujeto de la primera


oración.

—¿Qué pienso?

—Pienso que...

No decimos «¿(De) qué piensa?», sino lo otro.

Yo pienso que… Digo que… Argumento que… Y


recuerdo que.

La (de), entonces, va jalando.

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27. A grosso modo vs. Grosso modo

El DRAE (Diccionario de la Real Academia


Española) define latinismo como «un giro o modo de
hablar propio de la lengua latina». Así pues, estas
palabras —los latinismos— se han incorporado en su
forma original a nuestro idioma y muchas de ellas se
emplean de manera frecuente en la escritura
cotidiana. Su uso tan amplio ha estimulado que hayan
sufrido alteraciones, algunas propias de la lengua
española, como por ejemplo de acentuación. Otras,
en realidad, no son modificaciones en sí mismas, sino
que se tratan de usos incorrectos, errores
gramaticales o de pronunciación.

Nada atípico resulta acercarse al lenguaje forense —


jurídico— y evidenciar la escritura errónea de
muchos latinismos. En este artículo no queremos más
que referirnos a la frase grosso modo (significado: «a
grandes rasgos», «en sentido amplio») y al mal
empleo que han hecho de ella juristas o
jurisconsultos. No nos vamos a circunscribir a
Nicaragua, pues aquello se palpa tanto en los demás
países hispanoamericanos como en España —
innumerables ensayos técnicos provenientes de esas
naciones, colgados en la Internet, nos lo prueban.

Vamos a ver. ¿Qué es un error gramatical? Para el


caso que ahora nos compete, significa agregarles
viciosamente palabras castellanas a los latinismos,

22
irrespetando así su raíz romántica. «A grosso modo»,
dicen algunos profesores de la UCA, «debemos
referirnos «hic et nunc» (aquí, en este momento) al
juicio ejecutivo singular con acción de pago. «A
prima facie, la ley 779 promueve la desigualdad de
género».

No hay que criticarles a esos pedagogos tanto


cultismo en su oralidad, pero sí el que manejen los
latinismos con inexactitud. Los dos casos citados
arriba están enmarcados en un error muy
generalizado: el anteponerle alguna preposición a lo
primigenio (puro) del latinismo. En esos dos casos,
inferimos, el uso de la preposición no es necesario,
ya que la propia palabra, frase o locución latina se
encuentra en caso ablativo; por tanto, su empleo es
redundante. Un tercer ejemplo: ex profeso, cuyo
significado es «a propósito», a veces es escrito así:
«Lo hice de ex profeso». Aquí la preposición de
también es innecesaria, porque ya tenemos la
preposición latina ex con el significado de «de» y, en
consecuencia, estamos repitiendo dos veces la misma
palabra: «Lo hice de de propósito».

Ilustremos, entonces, los modos correctos de usar un


latinismo:

-Grosso modo, este joven promete mucho con su


novela ambientada en la Managua posrevolucionaria.

-Prima facie, el artículo en cuestión quiere pasarse de


sabiondo y gracioso.

23
-He hecho una poesía ex profeso para vos.

Volviendo a los ejemplos puestos en el párrafo


tercero, nos preguntamos: ¿Por qué los profesores no
dicen «Ahora, queridos alumnos, vamos a ver tal
tema», o «A primera vista, la ley 779 promueve…»?
¡Qué complicados y decimonónicos se hacen ellos a
los ojos de sus jóvenes alumnos!, ¿no creen?

Concluimos diciendo que nuestra lengua es muy


jugosa como para rebajarla, reducirla, al empleo casi
robótico de latinismos. No nos dé miedo
emparentarnos con ella, pues, usarla, en su propia
casa de vocabularios (una casa inmensa, una gran
Mancha innominada donde habitan, luminosos,
desesperados, argentinismos, españolismos, entre
otros nacionalismos).

28. Satisfací vs. Satisfice


Alguna vez escuchamos decir a un joven de la UCA:
«Para mí, la conjugación verbal más difícil es la del
infinitivo satisfacer».

Oigamos, leamos, lo que nos dice el doctor en letras


José Moreno de Alba sobre el verbo satisfacer:

«Este verbo no debería presentar especial


dificultad a lo largo de la conjugación, si se
considera que en él se observan las mismas
irregularidades morfológicas del verbo hacer,

24
muy conocido por los hablantes: (...) satisfago,
satisfaga, satisfagas, satisfacía, etc.

Sin embargo, los tiempos que, a mi ver,


presentan mayores incidencias de error por
parte de muchos hablantes son, por una parte,
los pretéritos (de indicativo y de subjuntivo) y,
por otra, el futuro y el pospretérito (de
indicativo). Por lo que toca a los pretéritos, no
es raro que se oiga (y se escriba) *satisfací y
*satisfaciera en lugar de los correctos satisfice
y satisficiera. Bastaría fijarse en que no se dice
*hací ni *haciera sino hice e hiciera. Lo que
sucede es simplemente que los hablantes, por
la ley de la analogía, convierten en regular un
verbo que es irregular. En otras palabras, se
dejan llevar por el hecho de que los verbos
regulares que terminan en -er hacen el pretérito
en -í (corrí, leí, etc.) y regularizan el pretérito
de satisfacer diciendo *satisfací, olvidando que
tal verbo se conjuga como el irregular hacer.
La irregularidad de pretérito de indicativo
(mutación de la vocal a por i) se conserva en el
pretérito de subjuntivo: satisficiera, y no
*satisfaciera (regularización analógica)».

¿Estamos hablándoles en chino? Si es así, sería


recomendable que le dieran clic al siguiente enlace
(http://www.wordreference.com/conj/EsVerbs.aspx?
v=satisfacer), para que vean realmente cómo se
conjuga en todos los tiempos y formas el difícil
satisfacer.

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29. Redundando en la redundancia

La redundancia en la expresión, según Luis López


Nieves, implica un defecto de demasía, en que se
usan ideas o palabras inútiles por estar implicadas en
el significado de otras.

En tal sentido, erario significa ‘conjunto de bienes


públicos de un Estado, una provincia o un
municipio’. Por ello, en la propia definición de la
palabra se halla la idea de lo público, de modo que no
es necesario utilizar este término para referirse a
erario, ya que no puede haber un erario privado.

En lo sucesivo, una lista de las redundancias más


comunes (las palabras entre paréntesis son
innecesarias):

• conclusiones (finales), • constelación (de estrellas),


• crisis (seria), • (el día de) hoy, • (el libro de) la
Biblia, • entrar (adentro), • (en una fecha) más
adelante, • (mas) sin embargo, • Repetir (de nuevo), •
Hace unos meses (atrás), • Recuperarse
(favorablemente), • Aterido (de frío), • (Recta)
ortodoxia, • Chavalas (mujeres) o varones (hombres),
• Lapso (de tiempo), • (Aceite de) petróleo, • Jauría
(de perros), • Regimiento (de soldados), • (Pequeña)
notita, • Alza (de precios), • Partitura (musical), •
Resumir (brevemente), • Proseguir (adelante), •

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Prever (de antemano), • Tumulto (de gente), • (Mal)
indisponer, • Mendrugo (de pan), • La situación
empeoró (aún más), • Experiencia (previa), •
Condición (natural), • (Rápida) presteza, • (Vuelvo a)
reiterar, • Interrogatorio (de preguntas), • Todo el
libro (entero), • Aplausos (y ovaciones), • Dieta
(alimenticia), • Matanzas (masivas), • Los (cuatro)
puntos cardinales, • (Tres) puntos suspensivos, •
Precipitaciones (lluviosas), • (Personas)
promesantes, • Mendigo (pobre), • Hemorragia (de
sangre), • Reservaciones (por adelantado), • En mi
opinión (personal), • Recordar (de memoria), •
Caminar (a pie), • Desmayado (y sin sentido), •
(Grandes) superpotencias, • Valor (bueno), • Salir
(fuera) del país, • Autocriticarse (uno mismo), •
Insistir (reiteradamente), • Un ejemplo (a seguir).

Recomiendo buscar en el diccionario las palabras que


están fuera de los paréntesis (van a darse cuenta de
que generan redundancia al formarse con las otras).

Este esclarecimiento es redundante. Así que (por fin)


concluimos (definitivamente).

***

27
Otras minucias del
lenguaje

Los artículos que siguen fueron publicados


originalmente en Facebook. Se aborda en ellos
asuntos gramaticales microscópicos que no muchos
individuos estudian o advierten a diario.

***

I. Pedir y ofrecer disculpas


La literatura (nuestra realidad) también
se alimenta de los equívocos.

ALBERTO SÁNCHEZ ARGÜELLO

Desconocer la ubicación geográfica de Nicaragua


podría parecer, a primera vista, una situación
desconcertante, principalmente para una persona
nacida en tal país. Algo más inhóspito, innombrable
e indeleble, desde el punto de vista del sentido común
colectivo, sería dibujar a aquél en algún paisaje
macondiano de Colombia o en cierta provincia
chilena, como lo hizo hace dos o tres semanas la
periodista y actriz puertorriqueña María Celeste a
través del programa Al Rojo Vivo.

28
Hay que calmarse, dicen los menos pesimistas. Errar
es humano, dicen los sociólogos. Errare humanum
est, por favor, dicen los fachentos abogados. Lapsus
brutus, más bien, dicen los psicólogos. El cliché de
Cicerón, empero, es el que desaparece pronto de la
realidad cibernética de algunos y se transforma y
tatúa en acústica agria y espinosa en la mente de
todos. Lo primero que tenemos que hacer es esperar
a que María Celeste exprese en su Facebook y
Twitter, o en cualquier red social que tenga, su errata
mental, comentan los católicos empedernidos.
Calmaditos, calmaditos, mis niños, mis cristianos
obedientes, dicen los sacerdotes locales.

Pasan los días y las noches, ineluctablemente.


Algunos nicaragüenses se sienten infames grupos de
Aurelianos Buendía desubicados de cualquier
mapamundi o individuos que ya han perdido
continental hermandad televisiva con los demás
países latinoamericanos. Todo ello parece un cuento
mágico-realista. Algunos dirán: «Somos cronopios a
los que se ha maltratado mediante la estupidez
periodística de cierta hijue...». De pronto, para
encender la mecha del colmo, se vislumbra la
esperada publicación de María Celeste a favor de
Nicaragua: «Pido disculpas a todos los nicaragüenses
por haber dicho...».

Llegados a este punto, conviene dejar a un lado el


humorismo cuentístico y centrarnos en establecer el
inconcebible yerro que comete cualquier ofensor (la

29
mentada trabajadora del canal Telemundo), en el
habla española, al decirle al ofendido: «Pido
disculpas». Al respecto, oigamos a José Moreno de
Alba:

«El sustantivo disculpa significa ‘la razón que


se da o causa que se alega para excusarse y
purgarse de una culpa’. Por su parte, el verbo
disculpar tiene dos acepciones: ‘dar razones o
pruebas que descarguen de una culpa o delito’
y ‘no tomar en cuenta o perdonar las faltas u
omisiones que otro comete’. Es evidente que el
ofensor está obligado a dar u ofrecer disculpas
al ofendido (a disculparse, con la primera de las
acepciones); el ofendido puede entonces
disculpar (con la segunda de las acepciones
anotadas) al ofensor. Obviamente, el ofendido
puede pedir o exigir disculpas al ofensor. Lo
que resulta poco lógico es que el que cometió
una falta o es culpable de algo pida disculpas al
ofendido, pues éste no tiene por qué darlas sino
recibirlas. Es sin embargo muy frecuente en el
español hablado que esto suceda, y así se oyen
expresiones como ‘Te pido disculpas, no fue mi
intención ofenderte’; ‘Niño, pídele disculpas a
tu maestro por tu mal comportamiento’ (FCE,
2012, p. 339)».

Analizada esa explicación veamos ahora un ejemplo


o forma dialogal donde evidenciemos el uso y la

30
diferenciación correctas entre ofrecer y pedir
disculpas:

—Maje, ¿ya te han dicho que sos un jodido


cuechero (chismoso, sapo), verdad?

—¿Y a vos quién te ha dado el bate (facultad)


para decirme eso?

—¿Cómo decís, hijuemadre? ¡Todavííííííía! ¿Ya


no te acordás de haberle dicho a la mamá de la
Susana que yo me le ando metiendo al cuarto de
su chatela (hija), ah?

—Te ofrezco disculpas, pues, prix, por andar


diciendo eso. Pero te juro que yo no le comenté
nada de aquello...

—Dale. No hay falla. Te disculpo, sí.

Paréntesis: Quizá la explicación de estas curiosas


construcciones, sigue comentándonos el jalisciense
Moreno de Alba, esté en lo que la gramática
denomina «cruce de palabras». Existe y tiene mucho
uso la expresión pedir perdón. Es asimismo muy
usual el sustantivo disculpa y de manera inconsciente
se le considera sinónimo de perdón y sustituible por
él. Se produce así la sustitución del sustantivo perdón
por disculpa (en la expresión «pedir disculpas»), sin
ser sinónimos, pues perdón es algo que ejecuta el
ofendido y que por tanto puede ser solicitado por el
ofensor, mientras que las disculpas (o razones) son

31
proporcionadas por fuerza por el ofensor y no pueden
pedirse al ofendido. Vale la pena, pues, en este caso,
expresarse con propiedad y precisión. Conviene por
ende decir «Te pido perdón, no fue mi intención
ofenderte», o bien «Te pido que me disculpes», con
la segunda acepción de disculpar, ‘perdonar las
faltas’. Las disculpas, grosso modo, sólo pueden ser
exigidas por el ofendido y ofrecidas por el ofensor
(ídem).

«Te pedimos disculpas, María Celeste», dice alguien


de por ahí (lo cual, en síntesis, para que quede harto
claro, significa exigencia ética hecha por el ofendido
—y no por ello, claro está, una orden a acatarse por
el ofensor, deontológicamente hablando).

II. Del verbo haber y su impersonalidad


intrínseca

No identificar la impersonalidad del verbo haber es


uno de los errores más repetitivos de nuestra
generación (tanto en el aspecto oral como en el
escrito). ¿Ya hemos escuchado las expresiones
«Habemos chavalas malditas» y «Habemos majes
deacachimbas»? Estas dos oraciones llevan en sí
sendos errores atinentes a la conjugación verbal, los
cuales se notan mucho cuando los chavalos quieren
reunir una opinión colectiva sobre cualquier aspecto
e incluirse en ella. Dicen: «Habemos (él y los demás)

32
muchos hombres indisciplinados en esta aula», o
«Aquí habemos (él y los que ocupan ese espacio
hipotético) bastantes majes guapos». Lo cierto de
todo, pese a que en latín resalta la famosa frase
Habemus papam, es que el verbo haber nació en
castellano de forma singular. Es decir: su
conjugación española en carácter plural resulta
inválida. O mejor dicho: no toca o no se adhiere en
número a los sujetos que participan dentro del
enunciado de que se trate. El problema o la piedra de
toque está, argüimos nosotros, en que el verbo haber
se utiliza muchas veces en nuestra cotidianidad, y
cuando hay que conjugarlo en pasado simple, hay
expresiones deformadas del tipo «Habían un
cachimbo de jañas (muchachas) en El Chamán», o
«Hubieron temblores en Managua como nunca los
habían habido» (esta expresión la extrajimos de
Twitter).

¿Cómo debemos usarlo, pues? Tratándose de todos


los ejemplos señalados arriba, así:

1. Hay chavalas malditas.

2. Hay majes deacachimbas.

3. Hay muchos hombres indisciplinados en esta


aula.

4. Aquí hay bastantes majes guapos.

5. Había un cachimbo de jañas en El Chamán.

33
6. Hubo muchos temblores en Managua como
nunca los había habido.

Por lo demás —y por analogía—, debemos decir lo


mismo sobre la expresión «Ojalá que hayan buenos
partidos en San Juan del Sur». Lo debido es, a la
postre, «Ojalá que haya...».

III. Asomo al voseo nicaragüense

«Nicaragua —en palabras del maestro Róger Matus


Lazo— se puede definir como un país de voseo
nacional, es decir, por el uso del vos por todo nuestro
territorio como pronombre personal en vez del tú. Su
grado de generalización es prevalente no sólo entre
miembros de la familia, sino en otros ámbitos más
amplios, en donde los destinatarios son de ambos
sexos sin distingo de edad ni clase social. Está
generalizado en todos los niveles de lengua y goza de
prestigio lingüístico. Su empleo es tan expansivo que
hasta la publicidad lo utiliza como un recurso de
identificación con los usuarios y consumidores de
determinados productos».

Nosotros lo diríamos así:

Los quince departamentos (incluidas las dos regiones


autónomas) experimentan diariamente baños
sabrosos de locuciones como «Vos jodés
demasiado», «Dejá de jalarme los pelos», «Sos un

34
hijueputa», y reciben esporádicamente invasiones
por frases pedantes —en clave de tuteos— como
«Eres linda», «Dios siempre está contigo», «Mañana
me levantaré temprano para ir a mi clase de Medicina
en la UAM», «Leeré a Bolaño el mes que viene», o
el temible y bobo «Moriré». El voseo en todo el
trapecio irregular también se complementa con la
conjugación perifrástica. Por ejemplo: no decimos
con espontaneidad «Iré a su casa porque es lo que
deseo hacer», sino que alargamos la forma del verbo
ir, anteponemos así un auxiliar (voy) y los unimos
con la preposición a, transformando aquella frase en
un «Voy a ir...». No articulamos, además, la frase
«Seré una de las personas becadas que viajarán a
Francia».

Todos esos ejemplos invasores, desagradables para


muchos, se leen en poemas, cuentos y discursos
político-presidenciales facilistas, celeques, copiones
y falsa o inverosímilmente elaborados, y en estados
twitteros y facebooqueros que quieren pasarse de
vivos, de cultos.

Siguiendo la línea expositiva de Matus Lazo:

«Existe un mucho menor grado del tú en el


habla de algún alto funcionario público y uno
que otro intelectual. Aun así, se oye un poco
extraño, y se siente afectado entre personas
comunes y corrientes. Compárense los textos
con el uso del tú y con el uso del vos:

35
-‘Tú eres una niña’.

-‘Vos sos una niña’. (Sergio Ramírez, ‘Bendito


escondido’).

-‘Dunda que eres tú’.

-‘Dunda que sos vos’. (F. Silva, ‘El viejo’)».

Todavía hay demasiado que decir sobre el voseo en


Nicaragua. Advertimos que estas palabras atinentes
al fenómeno no buscan el chauvinismo en cuanto al
uso mecánico del vos en el país. Mencionamos de
principio a fin al insigne Róger Matus Lazo ya que
es, junto con Fernando Silva, el único lexicólogo nica
que se ha propuesto esa tarea, la tarea de husmear la
lengua desde la praxis del seno social. La
posmodernidad, por desgracia, ha traído el tú con sus
telenovelas mexicanas y ha impuesto la ignorancia
respecto a ciertas expresiones que jamás se usarían
aquí de forma natural.

Claro y Movistar, hay que decirlo, son de las pocas


grandes empresas que atraen la nacionalidad y la
cultura con sus famosos «Cambiate a...», «Recargá»,
«Triplicá».

Eso tiene que ser bueno, ¿o no?

Que nos alivie esto: en la lucha entre el tú y el vos, el


segundo ha triunfado y va a seguir triunfando
mientras más le volemos merengue.

36
IV. ¿Son 29 o 27 letras las de nuestro alfabeto?

La Real Academia Española ha venido insistiendo


desde hace varios años en que el abecedario
castellano tiene veintisiete letras. Con ello se
excluyen definitivamente del abecedario los signos
CH y LL, ya que, en realidad, no son letras, sino
dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas
que representan un solo fonema.

La eliminación de los dígrafos CH y LL del


inventario de letras del abecedario no supone, en
modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico
del español. Estos signos dobles seguirán
utilizándose como hasta ahora en la escritura de las
palabras españolas. La decisión de adoptar el orden
alfabético latino universal se tomó en el X Congreso
de la Asociación de Academias de la Lengua
Española, celebrado en 1994, y viene aplicándose
desde entonces en todas las obras académicas.

Ojalá que estas palabras (o su esencia, quizá) llegasen


hasta las escuelas públicas y privadas del país donde
aún se les enseña a los chavalos y chavalitos que en
el alfabeto español la CH (che) va al ladito derecho
de la C (ce) y la LL (elle) después de la L (ele). Es
esa una desactualización, creemos nosotros, por parte
del MINED (www.mined.gob.ni) y sus programas
sobre lingüística y español general. (Notoria debería

37
ser esta observación hecha por nosotros: varios
profesores de colegios estatales en Managua todavía
acentúan los monosílabos fui, fue, vio, dio, etcétera,
lo que fue superado y normado en sentido negativo
por la RAE desde 1995). La educación, como la
comida, debe ser fresca, actual, para que entre
saludable al organismo. Un llamado humilde es éste
al sistema educativo público (y en alguna medida al
privado). Chavalos universitarios, a raíz de lo
mencionado, llegarán a estudiar con esas anacronías
al extranjero primermundista. Y eso no es lo que se
quiere, por supuesto.

V. Rosario Murillo escribe con las patas


(Breve análisis gramatical de sus
discursos)

El portal web La Voz del Sandinismo tiene a


disposición de cualquier persona los textos que
Rosario Murillo ha leído en público desde enero de
2011. Con el fin de aprovechar esa libertad en línea
que en nada se relaciona con los crímenes de lesa
humanidad cometidos por Rosario, a continuación
presento al querido lector un resumen de los vicios
idiomáticos que he encontrado al analizar tales
textos.

• Primer vicio: hipercorrección ortográfica

38
«Hoy és 27 de Diciembre (…) y en el Amor que és
Dios (…), la Consecuencia és cotidiana y és de las
Mayorías (…)»

La hipercorrección ortográfica supone cambiar las


reglas ya establecidas del lenguaje por considerarlas
erróneas. En aplicación de ese vicio, Rosario
desconoce que las palabras monosílabas no se tildan.
Ignora que solo la acentuación diacrítica resulta
permisible a la hora de tildar ese tipo de vocablos.

¿Será, pues, que nuestra dictadorzuela desea


instaurar con ello alguna novedosa y disparatada
regla de palabras que se tildan por puro huevo (u
ovario, en su caso)?

La pereza en la escritura está directamente incitada


por impulsos mentales de autoritarismo, ansiedad y
desesperación. Quien escribe mal no solo lo hace por
desconocimiento e ignorancia: tras ello subyace
cierta mezquindad y miseria humanas que terminan
por irrespetar al otro.

• Segundo vicio: mayusculitis

«(…) el Bien se impone, el Bien derrota al Mal, el


Amor és más fuerte que el Odio (…). Gran Cariño de
nuestro Comandante Daniel, y Vamos Adelante !»

Murillo, la poeta que acuñó aquello de «golpistas,


vandálicos y minúsculos», también es autoritaria
cuando escribe. El abuso de las letras mayúsculas la
delatan. Al emplear una tipografía rimbombante,
¿nos está diciendo que en realidad es ella, y no Daniel

39
Ortega, quien manda en esa cárcel-hacienda llamada
Nicaragua?

• Tercer vicio: falta de correlación o concordancia


sintáctica (anacoluto)

«Y luego, cuando se dio el tránsito de los buses con


el Comando por la Carretera Norte, y cómo miles de
Herman@s salieron rompiendo el miedo, rompiendo
el silencio (…), a saludar a los Guerrilleros, a los
Guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación
Nacional»

¿Y luego qué? Que se termine la idea, por favor. No


hacerlo se denomina en español «anacoluto». Este
vicio lo cometen, incluso en inglés, presidentes como
Donald Trump y una gran mayoría de sus seguidores.

¿La idiotez nace con nosotros o nos la transmiten los


políticos gobernantes desde que somos niños?

Si Rosario se jacta de brindar paz y tranquilidad en la


«Nicaragua bendita», que lo demuestre y lo ponga en
práctica en sus discursos escritos. Si los dictadores
van a cometer idioteces en la gobernanza, que al
menos no perviertan el lenguaje con frases inconexas
que enuncian la nada, el vacío comunicativo.

Incorrección política no significa incorrección


gramatical. Que les quede eso muy claro a Murillo y
a Trump.

• Cuarto vicio: papanatismo anglófono

40
«Cuánto Valor ! Cuánto Coraje ! Cuánta Coherencia
! Cuánta Consecuencia…! Las Mayorías estamos
llenos de Patria, Paz, Porvenir y
AMORANICARAGUA !»

Lo anterior me lleva a considerar que Rosario Murillo


es fanática del idioma inglés, incluso habiendo
demostrado que no lo habla ni un ápice (véase
https://bit.ly/36aXspv).

Tanto al preguntar como al exclamar, la regla en


español nos obliga a escribir los signos ortográficos
de apertura y cierre (¡!, ¿?).

¿Tan difícil es aceptar esta disposición como


distintivo lógico de nuestro idioma?

Sí, el papanatas admira demasiado algo que acaba por


desconocer el objeto de su asombro. Se vuelve,
citando a Rubén Darío, una «libélula vaga» en medio
de «una vaga ilusión».

• Quinto vicio: la falacia del lenguaje inclusivo

«(…) Príncipe de tod@s l@s Cristian@s, sin


excepción! (…), llen@s de Amor al Prójimo, llen@s
de Amor entre nosotr@s»

No por incluir en las terminaciones de palabras el


signo arroba (@) estamos generando inclusividad
social. De hecho, usar esa y otras partículas como x o
e —individuxs, persones— implica desconocer que
el lenguaje por sí mismo no es machista: es la
sociedad quien imprime ideologías o sesgos

41
culturales a una lengua que reconoce, en la palabra
hombre, al «ser animado racional, varón o mujer», y
que además posee un género masculino que resulta
indiferente al sexo, el cual sí se reconoce socialmente
como binario.

El montón de arrobas empleadas en la citada frase


más bien produce una especie de alucinación
desmedida en quienes las leen. Parecen venidas de
una neolengua fabricada por el poder para subyugar
los sentidos de sus subordinados. Rosario debió
escribir, entonces, para ser neutral y no cansina:
«Príncipe de todos los cristianos, sin excepción (…),
llenos de amor al prójimo, llenos de amor entre
nosotros».

Para terminar, puede afirmarse que la dictadora


Rosario Murillo escribe con las patas. La
desagradable metáfora se refiere al acto subjetivo de
usar todas las partes del cuerpo, menos las manos y
principalmente el cerebro, para redactar. En un país
gobernado por alguien como Rosario Murillo,
escribir bien es otra forma de protesta. Evitemos, por
tanto, caer en el murillismo lingüístico. Seamos
revolucionarios: respetemos al otro usando de forma
correcta el lenguaje español e incluso el inglés,
siempre y cuando no nos atrevamos a hablar este
último como Rosario.

42
VI. El gentilicio y su escritura
correcta

Tres son las acepciones de «gentilicio» que nos


brinda el DRAE, a saber:

gentilicio, cia.
(Del lat. gentilitĭus).
1. adj. Perteneciente o relativo a las gentes o
naciones.
2. adj. Perteneciente o relativo al linaje o
familia.
3. m. Gram. adjetivo gentilicio.

Limitaremos este artículo, hay que decirlo, al esbozo


particular de la primera acepción, pues las otras dos
—creemos— no son más que redundancia
conceptual.

Nos corresponde, entonces, ver cuál es el vicio en que


se incide al escribir un gentilicio. Para ello hemos
tratado de examinar varios textos legales patrióticos
en donde es más constante esa falencia de escritura.
Resumidamente, cuando van a estatuir sus generales
de ley, escriben los notarios: «Yo, Fulano de tal,
Nicaragüense, del domicilio...». Mismamente,
Crónica TN8 (http://tn8.tv/) expresa en dos de sus
tantas noticias infrahumanas: «El Nica peló el gallo
en Costa Rica», «Se arma despelote entre
Diriambinos».

43
Esos tres ejemplos son el reflejo preciso del
desconocimiento que hay en torno a la escritura
correcta de los gentilicios. Un paréntesis: medios
televisivos como TN8 y sus correspondientes
noticieros no hacen más que deformar el lenguaje con
expresiones más bien cavernarias (trogloditas,
burdas).

En su Castellano básico, el abogado y lingüista


Enrique Peña Hernández (Masaya, 1922) dice sin
muchos floripondios: «Así pues, en su calidad de
meros adjetivos (y también de formas sustantivadas),
los gentilicios se escribirán en minúscula». Y el
mismo autor, ejemplificándonos el asunto, nos
transcribe los siguientes enunciados (quizá extraídos
de cuentos de Fernando Centeno Zapata y Fernando
Silva, a quienes cita sobremanera a lo largo de su
gran obra pedagógica):

«-Mi papito es nicaragüense de pura cepa.

-María es tan managua como mi tíya Esmeralda.

-La española Francisca Sánchez tuvo tres hijos


con Rubén Darío.

-Los riosanjuaneños saltaban alborotados de sus


catres para oír el...»

Yéndonos al plano callejero, resulta pertinente


mostrar estos dos enunciados:

44
-¡Esa chavala tiene uuunaas nalgas
brasileeeñaas!

-Ese tico —abreviatura o apócope de


costarricense— me está poniendo no sabés cómo.

También es importante saber cuál es la denominación


gentilicia para cada país, región o lugar que queramos
establecer. El RAE, en líneas generales, nos ofrece
un listado de todos los gentilicios registrados por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU):
http://lema.rae.es/dpd/apendices/apendice5.html.

45
Epílogo

Sabido es que los jóvenes, a veces por no leer, a veces


por pereza mental, acentúan las palabras de forma
mecánica. Les ponen la raya oblicua a las palabras
que ellos han visto escritas así y asá en los textos
leídos durante las etapas primaria y secundaria del
ciclo escolar. Sin embargo, ignoran el mecanismo
secreto u original para concretizar esas
acentuaciones. En el peor de los casos, construyen
para comunicarse por escrito frases incoherentes,
locuciones mal hechas o ininteligibles.

¿Qué hacer, nos preguntamos, para mitigar la


ceguera automática del lenguaje en la que caen esos
jóvenes?

Lo mejor que se nos ocurre es darles herramientas,


aclaraciones, y rectificarles con mucha constancia lo
que está mal escrito. No importa lo elegante que el
joven se vista. Cuando su ortografía es pésima, está
revelando lo atrofiado que tiene el pensamiento. La
escritura, pues, es el vestido de nuestras ideas.
Revela lo que por dentro somos.
Para lograr tal cometido, este libro reúne artículos
breves acerca de diversas categorías de erratas,
dando ejemplos —demasiado sencillos y
contextualizados— que mostrarán cómo difuminar
tales yerros de nuestra habla y escritura cotidianas.

Se lo dedicamos, no está de más decirlo, al maestro


José Moreno de Alba (1940-2013), quien con sus
investigaciones gramaticales enriqueció el uso
sensato de la lengua española.
Sobre el autor…

Guillermo Obando Corrales


(Managua, 1994). Licenciado en
Derecho por la Universidad
Centroamericana (UCA). Desde
enero de 2017 hasta mayo de
2018 impartió clases de
literatura en el colegio
Nicaraguan Bilingual School.
Ha corregido las obras El libro de las separaciones (Hanzel
Lacayo, 2014) y Los García (Alberto Sánchez Argüello,
2015). Administra una página en Facebook —«Otras
minucias del lenguaje»—, a través de la cual se vierten
opiniones acerca de los vicios más comunes que se cometen
al hablar y escribir. También ha publicado ficción: su relato
«Soy ese vicio de tu piel» fue incluido en la antología de
cuentos Flores de la trinchera: muestra de la nueva
narrativa nicaragüense (Soma, 2012). Ha sido articulista de
los blogs «La casta y nosotros», «Altanto» y
«505Nicaragua». Además, participó en el «Diplomado
sobre enseñanza del idioma español como lengua
extranjera», impartido en la UNAN-Managua desde octubre
de 2017 hasta abril de 2018. Actualmente funge como
corrector ortotipográfico y de estilo de diversas editoriales.
Asimismo, trabaja como tutor privado de estudiantes
inscritos en diferentes colegios y universidades de
Nicaragua.
Índice

Prólogo ............................................................................. 2
Los lectores opinan ......................................................... 3
Duelo de opciones gramaticales ..................................... 7
1. Sí vs. Si ............................................................. 7
2. Sino vs. Si no .................................................... 7
3. Lunes vs. lunes ................................................. 8
4. En mi opinión personal vs. En mi opinión ........ 8
5. Funcionario público vs. Funcionario................. 9
6. Aun vs. Aún ...................................................... 9
7. Mandó callar vs. Mandó a callar ....................... 9
8. Cónyugue vs. Cónyuge ................................... 10
9. Puño cerrado vs. Puño .................................... 10
10. Pedir disculpas vs. Ofrecer disculpas ............. 11
11. Por qué vs. Porque ......................................... 11
12. Acento vs. tilde .............................................. 12
13. Vídeo vs. Video ............................................. 12
14. Jajaja vs. Ja, ja, ja .......................................... 12
15. Debe salir vs. Debe de salir............................ 13
16. Casual vs. relajado ......................................... 13
17. Apóstrofo vs. apóstrofe .................................. 14
18. Feminicidio vs. Femicidio ............................. 15
19. Se dio cuenta de que vs. Se dio cuenta que .... 16
20. Hubo chavalas vs. Hubieron chavalas ............ 16
21. Hola Winston vs. Hola, Winston ................... 17
22. ¿Qué? vs. Qué? .............................................. 18
23. Debe tener vs. Tiene que tener ....................... 19
24. Accesar vs. Acceder....................................... 20
25. Brother vs. Bróder ......................................... 20
26. Pienso de que vs. Pienso que ......................... 21
27. A grosso modo vs. Grosso modo ................... 22
28. Satisfací vs. Satisfice ..................................... 24
29. Redundando en la redundancia ...................... 26
Otras minucias del lenguaje ......................................... 28
I. Pedir y ofrecer disculpas ...................................... 28
II. Del verbo haber y su impersonalidad intrínseca ... 32
III. Asomo al voseo nicaragüense .............................. 34
IV. ¿Son 29 o 27 letras las de nuestro alfabeto? ........ 37
V. Rosario Murillo escribe con las patas (Breve
análisis gramatical de sus discursos).......................... 38
VI. El gentilicio y su escritura correcta..................... 43
Un idioma lo hacen los hablantes. A los
expertos no les queda otro camino que
escuchar atentos lo que se dice en las
calles, estudiarlo, hacerlo nuestro y
devolverlo a los usuarios en forma de
norma, indispensable para preservar —
dentro de la rica diversidad— la unidad y
defensa de nuestra lengua.

RÓGER MATUS LAZO

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