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La Biblia en La Historia - Introducción General A La Sagrada Escritura
La Biblia en La Historia - Introducción General A La Sagrada Escritura
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Textos
Bíblicos
La Biblia en la historia
Castone Boscolo, 1a. ed.
Gasto ne B oseo lo
LA BIBLIA
EN LA HISTORIA
Introducción general a la Sagrada Escritura
Pontificia Universidad
JAVERIANA
--------------- Bogotá....................
SAN
INTRODUCCIÓN
La Biblia es un libro que ha marcado la vida social y personal de una gran parte de
la humanidad. Para los cristianos, la Biblia contiene el mensaje de Dios para todos los
hombres, hasta el final de los tiempos. Para los hebreos [o judíos] el medio de trans
misión de este mensaje es únicamente el Antiguo Testamento. Incluso los musulmanes
reconocen en la Biblia una de las fuentes de su pensamiento religioso. Más allá de estos
pueblos creyentes, la Biblia suscita, en unos el respeto y la admiración, en otros pro
voca una curiosidad apasionada; es claro que no deja indiferente a ninguno de los que
desean acercarse a ella. Ningún otro escrito ha sido jamás, ni siquiera hoy, tan leído en
todas las lenguas del mundo, comentado, discutido.
Cristianos y hebreos: hoy son más de mil millones de seres humanos que reconocen
en la Biblia el mensaje del Dios único. Si pensamos que en el pasado, por centenares
de años, hebreos y cristianos han vivido de este mensaje, mensaje que les ha inspira
do fe, moral e instituciones, naturalmente las suyas, lo mismo que las de los países a
donde su poder [potencia] y su influjo se extendía; si pensamos en todas las fuerzas de
amor, santidad, justicia y generosidad que se han difundido por el mundo entero, más
allá de las fronteras del judaismo y de la cristiandad, entonces estamos, sin duda algu
na, obligados a reconocer que en este libro hay algo prodigioso y único en la historia
de la humanidad.
Desde hace más de 25 siglos la Biblia ilumina el horizonte de la humanidad mante
niendo siempre intacta su actualidad. Efectivamente no hay ninguna proporción entre
los hechos narrados en la Biblia, sucedidos en el pequeño territorio de Palestina, y el
eco mundial que ella ha tenido y sigue teniendo. Para el creyente la explicación es muy
sencilla: se trata de la Palabra de Dios, una palabra con la "P" mayúscula que también
se expresa en la humildad del lenguaje humano. Se trata de una "palabra" que trae en
sí misma el poder de Dios, una "palabra" que no es únicamente vehículo de mensa
jes y sonidos, sino que tiene el poder de realizar lo que expresa. Una famosa página
de Isaías dice:
7
Como ía lluvia y la nieve descienden del cielo y no regresan allá sin empapar la tierra, ni
fecundarla y hacerla germinar para que dé semilla al sembrador y pan para comer, así la
palabra que sale de mi boca no vuelve a mí sin frutos, sin haber hecho lo que yo quería y
sin haber realizado aquello para lo cual fue enviada (Is 55, 10-11).
De esta palabra ha nacido la conciencia del hombre moderno, ha nacido una nueva
humanidad. Mucho antes de que fuera formulada la "Declaración de los Derechos del
Hombre", en las páginas de la Sagrada Escritura y en las del Evangelio se afirmaba cate
góricamente la igualdad de todos los seres humanos, la igualdad entre las razas, entre
el hombre y la mujer, entre el adulto y el niño. Junto con esta igualdad, también se afir
maba la libertad: aquella libertad que Dios le ha regalado al ser humano desde la crea
ción, y que, mal usada, con frecuencia, lo ha conducido por el camino equivocado.
La Biblia es "una carta de Dios a la humanidad". A través de las páginas de las
Escrituras Dios nos habla, nos llama, nos anima y nos consuela, no desde la distancia
de los siglos como puede hablarnos Platón en sus Diálogos o Cicerón en sus Oraciones,
sino como Persona viva que se comunica con personas vivas, del Maestro de verdad a
las mentes sedientas de luz, del Amigo y Padre a sus amigos e hijos muy queridos. Las
palabras que leemos son como un espejo en el cual, frontalmente, vemos reflejado su
rostro de Padre, o como una torre sonora sobre la cual percibimos el eco de su voz que
sale de lo más íntimo de nuestro corazón. Dios es de pocas palabras, pero sus verda
des son incisivas y cortantes como espada de doble filo. Leyendo su "carta" nos damos
cuenta de que no podemos permanecer neutrales: es necesario tomar una posición,
declararse, decidirse a favor o en contra. De hecho, se trata de verdades que revisten
nuestra conciencia, de realidades que constituyen nuestro destino. No podemos asis
tir como espectadores, estamos llamados a ser "actores" en este grande y espléndido
drama que es la vida, la historia y la eternidad.
Cada uno de nosotros siente el llamado del infinito, cada uno de nosotros tiene sed
de verdad, de felicidad y de inmensidad. Ahora bien, en la línea del tiempo y de la his
toria, la palabra de Dios viene a nuestro encuentro como fuente viva de inmortalidad.
En el camino de la vida, que a menudo tiende a alejarnos de Dios, su palabra se pre
senta como el quicio y la guía para retomar el camino que conduce al Padre. Debemos
querer mucho esta "carta" de Dios, leerla, releerla y conformar toda nuestra vida con
su mensaje.
8
ABREVIATURAS
9
Primera parte
LA BIBLIA EN SU CONTEXTO
Capítulo i
1. Introducción
Todos saben que la Biblia es un libro sagrado, un libro especial. Seguramente cada
uno de nosotros tiene una Biblia, probablemente la trata como un objeto digno de res
peto, pero a lo mejor, está abandonada y recubierta de polvo en un rincón de la casa.
Sarcásticamente en 1948 el poeta católico francés P. Claudel decía: "El respeto de
los cristianos católicos por la Sagrada Escritura no tiene límites, esto se manifiesta sobre
todo en el hecho de mantenerla lejos". El concilio Vaticano II ha acortado, ciertamen
te, esta lejanía haciendo que la comunidad eclesial reconquistara la Biblia mediante la
liturgia, la catcquesis, la pastoral, la teología y la espiritualidad.
No obstante esto, en el ambiente cristiano católico se conoce muy poco la Biblia
aunque por ella, es necesario reconocerlo, sí existe mucho interés. Sin duda, la Biblia es
el libro más impreso y vendido, pero esto no quiere decir que también sea el más leído
y conocido. Es más, la Biblia sigue siendo un libro por muchos aspectos desconocido.
El interés por la Biblia se debe al hecho de que el autor de este libro es Dios. Con
esto no se quiere decir que Dios lo haya dictado a los autores de los textos sagrados así
como se dicta una carta a una secretaria, sino que el hagiógrafo ha sido impulsado por
Dios a escribir. Dios lo ha movido a fijar su mensaje en un libro.
Para leer correctamente la Biblia es indispensable tener como dotación un cierto
bagaje histórico, literario y teológico; de no ser así nuestra comprensión del texto bíbli
co terminaría siendo literal, centrando la atención únicamente en las palabras. Esto es
el llamado fundamentalismo, adoptado por varios movimientos religiosos, como los
Testigos de Jehová, que interpretan literalmente el texto bíblico. El resultado de esta
lectura es, con frecuencia, contrario al valor dado por la Biblia. No tocar la sangre, por
ejemplo, en el mundo bíblico es una invitación a tutelar la vida que es simbolizada con
la sangre; por ello es infidelidad al sentido del texto prohibir la transfusión de sangre,
como hacen los Testigos de Jehová, porque de este modo se pierde una vida. Al respec
to, el apóstol Pablo escribía: "La letra mata, pero el Espíritu es el que da vida" (2Co 3, 6).
13
1.1 La Biblia es como un bosque
El estudio de la Biblia lo podemos comparar con una serie de paseos por un bos
que espeso. Como jamás se puede descubrir todo el bosque de un solo golpe de vista,
sino que se hace gradualmente, así también sucede con la Biblia, nuestro conocimien
to de ella se organiza mediante la suma de descubrimientos que se relacionan y com
plementan recíprocamente.
El bosque cambia continuamente: es diverso a cada hora del día, cambia su rostro
y su vestido cuando cambia el tiempo o se da el ritmo de las estaciones. También la
Biblia ofrece un rostro diverso para cada momento de la jornada, cada estación de la
vida y cada estado de ánimo de su lector. Quien entra por primera vez en el bosque no
se da cuenta de que es un universo poblado. Sus habitantes son casi siempre invisibles,
pero quien tiene los sentidos adiestrados es capaz de adivinar su presencia. El visitante
asiduo del bosque, dirá cuál pájaro canta, qué animal ha dejado huellas en el sendero,
de cuál es el pelo que ha quedado en la rama del árbol. El lector de la Biblia, así como
el visitante y conocedor del bosque, es alguien que se ha entrenado para descubrir en
ella las huellas de un misterio fascinante que llamaremos Dios.
Como no se puede conocer el bosque sin recorrerlo y estudiarlo continuamente, de
la misma manera nuestro conocimiento y nuestra familiaridad con la Biblia será el resul
tado de una larga serie de caminatas en el espeso bosque de sus narraciones, sus ora
ciones, sus personajes y sus historias.
14
centrífugo). De hecho, Dios no nos ha dado palabras muertas, sino palabras vivas para
alimentarnos y para alimentar. Partamos, entonces, al descubrimiento de este libro siem
pre vivo, fascinante y actual.
Los hebreos llamaban a su conjunto de libros sagrados Sepharim = los libros (Dn 9,
12), los traductores griegos de la versión de los Setenta (LXX) han usado las expresiones
e ¡era biblos = el libro sagrado (2M 8, 23) y ta Biblia ta agia = los libros santos. En los
escritos del Nuevo Testamento este conjunto de libros es llamado egraphé = la Escritura,
ai graphái = las Escrituras, graphai agia = Escrituras Santas {Rm 1, 2; 2Tm 3, 15), o nomos
kai oí prophétai = la ley y los profetas.
Los Padres de los siglos I y II retornan las mismas expresiones; sólo que una de ellas,
en primera instancia bastante rara, se impuso: ta biblia = los Libros1. El plural griego
biblia en el siglo II fue traducido al latín como biblia, bibliorum que con el tiempo pasa
al singular biblia, bibliae. De aquí el español Biblia. De este término se evidencia que
la Biblia no es un solo libro, sino una colección de libros.
3. Subdivisión de la Biblia
El término testamento, usado para designar las dos partes de la Biblia, no es muy
acertado y no debe ser entendido en el sentido común de la última voluntad de una
persona. De hecho, detrás de este término está la palabra hebrea berit, que significa
pacto, alianza, una palabra que recorre todo el Antiguo Testamento y expresa la unión
particular que une a Yahvé con su pueblo. Dios y el hombre terminan siendo amigos,
hacen alianza.
El término hebreo berit fue traducido por los Setenta (LXX) como diathéke, que sig
nifica alianza, pero alianza entre desiguales, entre el rey y su vasallo [porque la alianza
entre ¡guales es señalada con el término sinthéke]. Dios, por medio dei profeta Jeremías
31, 31, promete que habría estipulado con su pueblo una nueva alianza, que los Setenta
(LXX) tradujeron con kainé diathéke. Jesús, en la última cena, afirmó que instituía una
nueva alianza (Le 22, 20; ICo 11, 25). Por esto los cristianos (2Co 3, 6.14) comenzaron
a distinguir entre palaia diathéke = antigua alianza, próte diathéke = primera alianza (Hb
9, 15) y kainé diathéke = nueva alianza, pero con referencia al mensaje.
15
En los primeros siglos cristianos la designación pasó a los libros que recogían los
documentos escritos de la Antigua y Nueva Alianza {2Co 3, 14).
Diathéke no sólo significa pacto, sino también disposición, testamento; en latín todo
se traduce con testamentum, palabra que deja perder la riqueza del término hebreo
berit, que es apropiado únicamente para el Nuevo Testamento (H¿> 9, 15); entonces,
se comenzó a hablar de Vetus et Novum Testamentum, de aquí el español Antiguo y
Nuevo Testamento.
Sería mejor hablar de antigua y nueva "alianza" o "pacto" más que de antiguo y
nuevo "testamento". La antigua alianza se refiere al pacto que Yahvé estableció con el
pueblo de Israel; la nueva alianza, en cambio, es exactamente la misma relación exten
dida, en Jesús, a todos los pueblos. Por esto se puede decir que la única alianza ha sido
hecha nueva en Jesús.
4. E! Antiguo Testamento
2 Algunos ejemplos: Bereshit / en el principio = Génesis; welleh shemot / estos son los nombres = Éxodo;
wayyqrah / y llamó = Levítico.
16
> Salmos
c) Los Ketuvim = los Escritos (11 libros)
que en los Setenta (LXX) fueron lla
j Job
mados graphái agiai = Escritos santos
(hagiógrafos). ; Proverbios
Los cristianos dividen la Biblia sobre la base de la Biblia griega de los Setenta (LXX)
(subdividida en Ley, Historia, Sabiduría y Profecía}: Pentateuco, Libros históricos, Libros
sapienciales (didácticos o poéticos), Libros proféticos. incluso los nombres de cada uno
de los libros proceden en gran parte de los Setenta (LXX).
i 1 Samuel
tb.
j Génesis 2 Samuel ^Esdras
I Macabeos
I 2 Macabeos
17
b) Los Libros sapienciales (didác
ticos o poéticos) son siete
[Qohélet o Eclesiastés3; Sirácida
o Eclesiástico4].
[7°Oseas
Ó Joel Q
Amos Q
f Abdías Q
l Jonás Q
c) Los Libros proféticos son 18 sub písalas
CtL Miqueas
divididos en mayores y menores. f**~ Jeremías Nahún__
(P Lamentaciones
xt Habacuc
ir ®aruc XL Sofonías
L Ageo
f Ezequiel...........
XX Zacarías Q
p Daniel
XÍ. Malaquías Q
3 Qohélet es quien habla en la asamblea. Se deriva del hebreo qaal(= asamblea, reunión, en griego ekklesía, de
ahí el nombre Eclesiastés.
4 Este título se remonta a Cipriano. Subraya el uso que la Iglesia primitiva hacía de este libro, en contraposición
a la sinagoga.
18
La división hebrea no es mejor que la cristiana. La Torá comprende el Pentateuco
que, además de contener la mayor parte de las llamadas leyes, también incluye mucho
material narrativo, sobre todo en Génesis y Éxodo. Entre los profetas, además de los
escritos de los profetas propiamente dichos, también se encuentran algunos libros histó
ricos: Josué, Jueces, Samuel y Reyes. La definición del tercer grupo como Escritos, sólo
es adecuada porque es genérica.
No obstante lo anterior, la subdivisión hebrea tiene la ventaja de indicar la suce
sión en la cual los diversos escritos se han formado. Fue la Torá (= Pentateuco) la pri
mera en ser reconocida como sagrada y leída en la liturgia. Después de la Torá fueron
introducidos en el culto los Profetas y finalmente los Escritos. A este último grupo per
tenecen textos litúrgicos muy antiguos, como los Salmos (siglos VIII-VII a.C.) y textos
muy recientes como Daniel (siglo II a.C.), que los hebreos ubican entre los Escritos y
no entre los Profetas.
Los libros del Antiguo Testamento son en total 46, de acuerdo al elenco de la Vulgata
latina; según el elenco del concilio de Trento son 44 (EB 57-60), porque el decreto de
Trento une a Jeremías con Baruc e incluye en Jeremías el libro de Lamentaciones. Por
esto, la diferencia en cuanto a la cantidad se debe a la diversa manera de agruparlos.
La lista católica de los libros del Antiguo Testamento se diferencia del elenco hebreo
que sólo tiene 24 libros. Los libros que la Iglesia antigua reconoce como pertenecientes
a la Sagrada Escritura y que diferencian la Biblia católica de la hebrea son siete: Tobías,
Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc.
Además de estos libros existen breves secciones de los libros de Ester y Daniel (por
ejemplo, la narración de Susana); aún así, las cuentas no cuadran porque 24 + 7 no son
46 sino 31. Es evidente que hay otras complicaciones en lo referente a la cantidad. Esta
última dificultad se resuelve con facilidad porque algunos libros, que en el listado cató
lico son considerados distintos, forman, en cambio, un solo libro en el canon hebreo.
Los libros de los profetas menores en la Biblia hebrea conforman un solo libro, en
cambio en la católica son 12 libros, aunque algunos sean muy cortos (Abdíast ¡sólo
ocupa una página en nuestra edición de la Biblia!). Además, la Biblia hebrea no subdi
vide en dos partes los libros de Samuel, Reyes, Crónicas y Esdras / Nehemías.
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BIBLIA HEBREA BIBLIA GRIEGA BIBLIA CATÓLICA
I oí a * Ley * Pentateuco
Neviim
-posteriores \
5. El Nuevo Testamento
Mateo
I Marcos
a) Los Libros históricos son 5: y Lucas
Juan J
- 14 cartas paulinas
1 Tesalonicenses
2 Tesalonicenses
20
_ 7 cartas católicas
5 Esto en sentido real y figurado, porque, de hecho, la subdivisión en capítulos con frecuencia divide una narra
ción. Un ejemplo evidente se encuentra en Génesis 1, 1-24.
21
hecho: subdivisiones, puntuación y vocales (para el caso hebreo) se deben abandonar
en los casos en los cuales el sentido lo requiera.
6.2 Numeración de los Salmos según la Biblia hebrea y los Setenta (LXX)
1-8 1-8
10 9
11 10
147 146
147
148 148
22
Por ejemplo:
"Por tu amor, oh Dios, ten piedad de mí..." corresponde al Salmo 51 de la Biblia
hebrea (BH), seguida por BJ, TOB, TILC y por todos los estudiosos. El Salmo 50 en los
Setenta (LXX), seguida por la Liturgia de las Horas.
Cada libro bíblico tiene su propia abreviatura, que a veces varía de edición a edi
ción. Por ejemplo, Génesis es abreviado Gen en la Biblia hebrea y Gn en TILC; Jonás
es abreviado Jn en la Biblia hebrea y Jon en TILC. Para las abreviaturas de cada libro se
seguirá la Biblia de Jerusalén.
23
APÉNDICE:
ABREVIATURAS DE LOS LIBROS BÍBLICOS
SEGÚN LA BIBLIA DE JERUSALÉN
Ab Abdías Jr Jeremías
Ag Ageo Judas Carta de san Judas
Am Amos Le Evangelio según san Lucas
Ap Apocalipsis Lm Lamentaciones
Ba Baruc Lv Levítico
1Co Primera carta a los Corintios 1M Libro primero de los Macabeos
2Co Segunda carta a los Corintios 2M Libro segundo de los Macabeos
Col Carta a los Colosenses Me Evangelio según san Marcos
1Cro Libro primero de las Crónicas Mi Miqueas
2Cro Libro segundo de las Crónicas MI Malaquías
Ct Cantar de los cantares Mt Evangelio según san Mateo
Dn Daniel Na Nahúm
Dt Deuteronomio Ne Nehemías
Ef Carta a los Efesios Nm Números
Esd Esdras Os Oseas
Est Ester 1P Primera carta de san Pedro
Ex Exodo 2P Segunda carta de san Pedro
Ez Ezequiel Pr Proverbios
Flm Carta a Fílemón Q° Eclesiastés (Qohélet)
Flp Carta a los Filipenses 1R Libro primero de los Reyes
Ga Carta a los Gálatas 2R Libro segundo de los Reyes
Gn Génesis Rm Carta a los Romanos
Ha Habacuc Rt Rut
Hb Carta a los Hebreos 1S Libro primero de Samuel
Hch Hechos de los Apóstoles 2S Libro segundo de Samuel
Is Isaías Sal Salmos
Jb Job Sb Sabiduría
Je Jueces Si Eclesiástico (Sirácida)
Jdt Judit So Sofonías
Jl Joel St Carta de Santiago
Jn Evangelio según san Juan Tb Tobías
Un Primera carta de san Juan 1Tm Primera carta a Timoteo
2Jn Segunda carta de san Juan 2Tm Segunda carta a Timoteo
3Jn Tercera carta de san Juan ITs Primera carta a los Tesalonicenses
Jon Jonás 2Ts Segunda carta a los Tesalonicenses
Jos Josué Tt Carta a Tito
Za Zacarías
24
Capítulo II
1. El Antiguo Testamento
El camino histórico del pueblo de Israel comienza con Abrahán (siglos XIX-XVIII a.C.)
quien, en respuesta a la llamada de Dios, salió de la alta Mesopotamia y llegó a la costa
del Mediterráneo, en el territorio de Canaán. Los acontecimientos relativos a Abrahán,
25
Isaac y Jacob, toman cuerpo en forma de tradiciones orales porque los hijos escuchan
de boca de sus padres las historias de sus antepasados. Estas narraciones se basan en
conceptos sencillos: Dios está presente en la historia humana y tiene una relación per
sonal con los patriarcas.
Los descendientes de Abrahán, empujados por una carestía, se establecieron durante
una larga temporada en Egipto y por casi cuatro siglos sus huellas se pierden. La historia
de los descendientes de Abrahán se retoma con el éxodo (a finales del siglo XIII a.C.),
cuando bajo la guía de Moisés, los israelitas atravesaron el desierto hasta el monte Sinaí,
donde el Dios que se le había revelado a Moisés como Yahvé, establece con ellos una
alianza. Del período que va del ingreso a Canaán a la creación de la monarquía (siglos
XII-XI a.C.) tenemos pocas noticias. En los santuarios, los sacerdotes contaban narracio
nes relacionadas a las guerras con los pueblos cananeos y filisteos y el progresivo cre
cimiento del poder de los israelitas. Lentamente las tribus israelitas se organizan bajo la
guía de un rey: Saúl, pero será David (hacia 1010-970 a.C.) quien conducirá a Israel a
la plena independencia y soberanía en el territorio de Canaán.
1 Se trata de una obra de síntesis y creación. Alrededor de los grandes acontecimientos de la liberación de Egipto
y de la donación de la tierra, son recopiladas las tradiciones relativas a los patriarcas conservadas en el sur (Judá). A
esta síntesis, el yahvista pone como introducción general la historia de los orígenes (Gn 1 -11), fruto de su reflexión per
sonal, que sirve para dar sentido a la historia de Israel y del mundo. Si con Adán, símbolo de la humanidad inicial, el
pecado y la maldición han entrado en el mundo, con Abrahán comienza la época de la bendición, reservada a Israel
y, a través de éste, a todas las naciones de la tierra (Gn 12, 3). El yahvista es fundamentalmente una persona optimista.
En el reinado de Salomón ve que el designio de Dios ha alcanzado su fin: sobre Israel y los pueblos que de él depen
den reina la bendición.
26
¡do conformando en las tribus del norte2. Esta tradición también se encuentra esparcida
en los libros de Génesis, Éxodo y Números.
2 El interés de la tradición Elohista está centrado en la nación hebrea y su característica fundamental de ser pue
blo aliado de Dios, a cuya fidelidad está constantemente llamado.
27
les dando vida al libro del Levítico. Durante el exilio desarrollan su misión profética
Ezequiel y el Segundo [Deutero] Isaías (autor de los capítulos 40-55 del libro de Isaías).
Gracias a ellos, renace en el pueblo la esperanza del regreso a la patria. De la época
del exilio también son las Lamentaciones, que lloran la ruina de Jerusalén.
Después del exilio, la obra de reconstrucción fue sostenida por los profetas Ageo,
Zacarías, Abdías y del Tercer [Trito] Isaías (capítulos 56-66 de Isaías).
En el transcurso del siglo V a.C. un redactor o un grupo de redactores funden en
una sola las cuatro tradiciones existentes {.Yahvista, Elohista, Deuteronómica, Sacerdotal)
y nace el actual Pentateuco {Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Al
final de dicho siglo comienza la redacción de la obra histórica del cronista {Crónicas,
Esdras y Nehemías), que abarca el período que va desde la creación hasta la recons
trucción posterior al exilio. El tema central de esta obra histórica es la santificación del
pueblo a través del culto. En el período posterior al exilio también se desarrolla la litera
tura sapiencial, que permitió completar las colecciones de los Proverbios y los Salmos.
Fueron escritos el libro de Job, una reflexión sobre el misterio del mal y el sufrimiento,
y el Cantar de los cantares, que canta el amor de Yahvé por su pueblo. También surge
un nuevo género literario, la narración histórica parabólica, que utiliza libremente la his
toria con el objetivo de instruir y ayudar a vivir en tiempos difíciles. En este campo se
ubican los libros de Rut, Tobías, Judit, Ester y Jonás.
El anuncio profético tqmbién se deja escuchar en el siglo V a.C. con Malaquías y
Joel, e incluso en el siglo IV a.C. con un profeta desconocido, cuyo mensaje se encuen
tra en los capítulos 9 a 14 de Zacarías, el Segundo [Deutero] Zacarías. A partir de este
momento la voz de los profetas se silencia.
En el siglo II a.C. el rey de Asiria, Antíoco IV Epífanes, inicia una violenta persecu
ción religiosa, a la cual se oponen los Macabeos (167-135 a.C.). Los acontecimientos de
este período son narrados en 1 y 2 Macabeos. En este período nace la literatura apo
calíptica; en esta literatura el libro de Daniel anuncia, mediante visiones, el triunfo de
Dios sobre los enemigos de su pueblo (cf. Dn 7-12). En la época helenística, entre los
siglos III y I a.C., son compuestos el Qohélet{o Eclesiastés), el Sirácida (o Eclesiástico)
y el libro de la Sabiduría, último libro del Antiguo Testamento.
2. El Nuevo Testamento
28
más allá de los confines de Palestina. La predicación de los apóstoles inícialmente sólo
era oral, a pesar de esto no tardaron en aparecer los primeros escritos cristianos.
Los textos más antiguos son de Pablo. Entre los años 50 y 60 d.C. fueron escritas las
cartas 1 y 2 a los Tesalonicenses, las cartas 1 y 2 a los Corintios, la carta a los Filipenses,
la carta a los Cálatas y la carta a los Romanos. Entre el 61 y el 63 d.C., Pablo, prisione
ro en Roma, escribe las cartas a los Colosenses, a Filemón, a los Efesios (Colosenses y
Efesios son consideradas como obras de los discípulos de Pablo y por ello serían poste
riores a su muerte). Otra serie de cartas fue dirigida a los pastores de almas, y por ello
reciben el título de cartas pastorales, nombre que se le da a las cartas a Timoteo y a la
carta a Tito. Estas cartas pertenecen, con mucha seguridad, a la tradición paulina y refle
jan la situación de la Iglesia a finales del siglo I d.C.
La Carta a los Hebreos no tiene una relación directa con la tradición paulina, aun
que es un poco anterior a la destrucción de Jerusalén (70 d.C.). Esta carta pretende ani
mar a los cristianos de origen judío que tienen la tentación de apostatar.
La redacción definitiva de los primeros tres evangelios (Marcos, Mateo, Lucas) se
puede fechar entre el 65 y el 80 d.C. De estos tres evangelios, llamados sinópticos, el
de Marcos es el más antiguo y fue compuesto antes del 70 d.C. En cambio, el evange
lio de Mateo es posterior porque deja entrever que conoce la destrucción de Jerusalén
y del templo. La obra lucana, que comprende el tercer evangelio y los Hechos de los
Apóstoles, ha sido compuesta, probablemente, en los años 80 d.C.
Otros escritos neotestamentarios son llamados cartas católicas (= universales), por
que son escritos que no tienen un destinatario concreto; son las cartas de Santiago y
Judas, las cartas 1 y 2 de Pedro, las cartas 7, 2 y 3 de Juan. Estos textos llevan la firma
de grandes personajes de los orígenes cristianos, pero los estudiosos no están de acuer
do con su autoría [paternidad] y su datación. La comunidad cristiana que allí se refleja
es la comunidad de finales del siglo I.
La obra de Juan que, además del cuarto evangelio y el Apocalipsis, también compren
de las tres cartas que llevan el nombre del apóstol, cierra la colección de los escritos neo-
testamentarios (finales del siglo I d.C.). El evangelio de Juan presenta tanto la predicación
del apóstol como la tradición que de él nació y, probablemente, está entre los últimos
escritos del Nuevo Testamento cronológicamente hablando. El Apocalipsis es un poco
anterior y su autor se presenta a sus lectores como Juan su hermano y compañero en la
tribulación (Ap 1, 9). Los estudiosos dudan mucho de que este Juan se pueda identificar
con el autor del evangelio por motivos de orden lingüístico y teológico.
29
Capítulo III
GEOGRAFÍA DE PALESTINA
31
Palestina se encuentra en el centro de la Medialuna fértil, un territorio cuyos extre
mos son los ríos Tigris y Éufrates en Mesopotamia y el Nilo en Egipto. Aunque también
hace parte de este arco, la tierra de Canaán no es tan fértil como la de sus extremos.
No obstante ello, hace parte del conjunto con un clima caracterizado por dos estacio
nes, condicionadas por el viento seco del desierto y el viento húmedo del Mediterráneo.
Palestina es una estrecha franja de tierra con una longitud que va desde los 240 a
400 kilómetros, desde Dan en el norte hasta los márgenes del Sinaí al sur (de Dan a
Berseba son 240 kilómetros; desde Dan hasta Cades Barnea son 320 kilómetros; de Dan
a Eilat son 400 kilómetros). El ancho desde la costa mediterránea hasta la ribera jorda-
na es de unos 48 kilómetros al norte y de 80 kilómetros en la región del mar Muerto.
El Israel histórico medía cerca de 16000 kilómetros cuadrados. Las capitales del reino
dividido Samaría (Israel) y jerusalén (Judá) estaban a una distancia aproximada de unos
cincuenta kilómetros entre ellas.
La región de Palestina se puede dividir en cuatro franjas paralelas; de oriente a occi
dente son: el altiplano de Transjordania, la depresión del Jordán (o valle de Rift), los
montes de Palestina (o Cisjordania) y las llanuras de la costa mediterránea.
Los montes de Cisjordania y el altiplano de Transjordania son, respectivamente, la
continuación de la cadena del Antilíbano y el Líbano, en Siria. Estas dos cadenas monta
ñosas originalmente formaban una única cadena que se dividió en dos de norte a sur; en
el área palestina esta división le dio forma a la depresión del Jordán (en árabe El-Gor) a
lo largo de la cual corre el Jordán desde el lago Hule, al norte (ya secado por los israeli
tas), hasta el mar Muerto, al sur. Esta gran depresión se abaja hasta los 396 metros bajo
el nivel del mar, sigue más allá del golfo de Aqaba y desciende hasta el lago Nyassa y
a las cataratas Victoria en Kenia.
2. Clima
1 La lluvia causó una extraordinaria impresión en los israelitas que llegaron a Canaán procedentes de Egipto,
donde el agua viene del Nilo y no del cielo (Dt 11, 10-25). El invierno en Palestina es breve, relativamente frío en
la zona montañosa, con precipitaciones muy intensas. La primavera es temperada, incluso cuando sopla el hamsin.
Normalmente no llueve, salvo las llamadas lluvias tardías, que tienen un carácter limitado. El verano es caliente en
todo el territorio y únicamente las zonas más altas gozan, durante la noche, de un refrescante alivio, debido a su favo
rable posición. El otoño es seco, pero menos caliente, incluso cuando sopla el hamsin; durante el otoño comienzan a
soplar sobre casi todo el territorio los vientos mediterráneos, que llevan, en primera instancia las lluvias tempranas y
posteriormente las precipitaciones invernales.
32
rior. El carácter estacional de la lluvia exige que el agua sea recogida en cisternas para
la estación seca.
La costa es dominada por los vientos húmedos del mar, es fértil y de clima medite
rráneo (la temperatura invernal varía entre los 10 y los 15 grados y la temperatura esti
val está entre los 27 y los 32 grados). En Galilea, al norte, el aire húmedo sube del mar
y penetra por la llanura de Yizreel creando una zona fértil, parcialmente cubierta de
bosques2.
Los montes de Samaría y Judea, aunque están dominados por el viento del mar,
debido a la naturaleza del terreno, son regiones agrestes con vegetación bastante
pobre (aunque se cultiva la vid y el olivo). En las montañas el mal tiempo no se debe
a ¡a humedad sino al viento, tanto cuando se trata del viento que soplando desde el
Mediterráneo lleva la lluvia, como cuando se trata del viento caliente (hamsin) que
sopla desde el desierto desde mayo hasta octubre.
El territorio cercano al Mediterráneo recibe más lluvia, porque las montañas de
Cisjordania actúan como un freno para las nubes que llevan la lluvia y las obligan a des
cargar su agua sobre las laderas occidentales, debido a esto las laderas orientales son
mucho más secas. El desnivel que esta zona montañosa presenta al oriente produce un
particular efecto: el aire que desciende se calienta un grado por cada cien metros y en
consecuencia termina siendo muy seca. Por ello la vegetación, a medida que se des
ciende hacia el sur, desaparece, creando un paisaje desértico, sobre todo en la parte
meridional (desierto de Judá). A pesar de esto, en invierno puede llover, y cuando eso
sucede el agua corre impetuosamente hacia el fondo de los valles constituyendo un
paisaje típico del desierto de Judá. Las profundidades de los valles se llaman vados y
durante el verano sirven como caminos para subir o bajar de las montañas. Son pocos
los valles con corrientes de agua constantes.
Las llanuras del Jordán presentan un paisaje desértico excepto al norte donde, gra
cias a la llanura de Yizreel, las nubes que llevan lluvias alcanzan a llegar hasta el valle
del Jordán. Sólo la franja de tierra que es bañada por el Jordán conforma una especie
de cinta verde y fructífera, pero se va empobreciendo a medida que se acerca al mar
Muerto. Algunas fuentes en lugares aislados de la depresión crean un sugestivo oasis
(Jericó, donde la temperatura media en verano es de 40 grados). El Negueb, como no
es alcanzado por los vientos húmedos del Mediterráneo, es un inmenso desierto.
Al oriente del valle del Jordán se levanta el altiplano de Transjordania. A medida que
se eleva su cuota, las pendientes y el altiplano de Transjordania se transforman en una
2 La pequeña diferencia de altitud entre las colinas y el nivel del lago de Kinneret impiden el fenómeno de la
desertización que se registra en el curso bajo del río Jordán, únicamente en la ribera septentrional del lago el paisaje
muestra algo de aridez.
33
región fértil, expuesta a los vientos del Mediterráneo. Aquí se obtienen buenas cose
chas de cereales. Más al oriente, soplan los vientos orientales del desierto que bloquean
los benéficos influjos del Mediterráneo. De esta manera comienza una zona esteparia,
que da inicio a un gran desierto que por oriente continúa hasta el Éufrates y por el sur
llega hasta Arabia Saudita.
3. Flora y fauna
Las vías de comunicación siempre han sido un problema debido a los grandes des
niveles entre las diversas zonas del país. En la antigüedad se podía contar casi exclu
sivamente con los caminos trazados por la naturaleza: los lechos de los torrentes (los
vados) y los zanjones de las montañas.
En dirección norte-sur, en la época bíblica, existían tres grandes vías: la Vía del Mar
o vía de los filisteos que después de haber atravesado la cadena del Carmelo, entre
Meguidó y Taanak, llegaba a la costa y la bordeaba hasta Egipto; la Vía central, que
seguía el zanjón de la montaña atravesando las zonas más densamente pobladas del
país; la Vía regia que recorría a Transjordania atravesando la estepa.
En dirección oriente-occidente: el camino de Beth-Shean, a través de la llanura de
Yizreel; el camino que, a través del Vado Farah, lleva de Siquén al Jordán, para luego
continuar a lo largo del Vado del Yaboc hasta el altiplano y hacia Damasco; el camino
que desde la montaña pasando por Betel se dirige hacia Haifa; el camino de Gaza al
mar Rojo, descendiendo hacia el Arabá.
34
5. Transjordania
Los montes de Transjordania son más altos que los de Palestina y son cortados por
una serie de gargantas profundas, que se convertían para los antiguos habitantes de
Transjordania en fronteras naturales. Estas gargantas recogían cursos de agua perma
nente y son de sur a norte: a) el Zéred (Wadi El-Hesa) al extremo meridional del mar
Muerto; b) el Arnón (Wadi Mujib'j a mitad del mar Muerto; c) el Yaboc (Wadi Zerqa') en
|a mitad del valle del Jordán; d) el Jarmuk en el extremo meridional del lago de Galilea.
Los montes meridionales de Transjordania conformaban el dominio del antiguo Edom.
La zona más famosa es Wadi Rum: aquí los picos alcanzaban una altura de 800 metros
por encima de la altura del valle.
5.1 Edom
El altiplano montañoso de Edom tiene una altitud superior a los 1500 metros.
Hacia el occidente los montes, bañados por las últimas gotas de lluvia proveniente del
Mediterráneo, están cubiertos de vegetación y de arbustos; en este lado las pendientes
en descenso hacia Arabia ofrecían una cierta protección natural. Al oriente las monta
ñas declinaban suavemente hacia el desierto, por lo que este lado reclamaba una pro
tección de fortificaciones. El extremo septentrional de Edom fue por mucho tiempo la
garganta del Zéred, de la otra parte se extendía Moab. En la parte meridional de Edom
se encuentra Petra, antigua capital de los nabateos. Los habitantes de las montañas que
poblaban este altiplano, como no podían vivir únicamente de la agricultura y el pas
toreo, extraían madera de las montañas y le cobraban impuestos a las caravanas que
pasaban por la Vía regia que corría a lo largo de su altiplano.
5.2 Moab
35
5.3 Amón
Del Amón hasta el Yaboc, hacia el oriente, se extendía el reino de los amonitas. La
capital era Rabbat Arrimón (en la época griega: Filadelfia; hoy: Amán). La posesión más
valiosa de los amonitas era el fértil valle del alto Yaboc, que los amonitas debían pro
teger continuamente de los ataques de los forajidos del desierto. En la época neotesta-
mentaria Amón, parte de la depresión del Jordán al sur del lago de Galilea y parte de
la llanura de Yizreel formarán la Decápolis (Filadelfia, Gerasa, Pella, Escitópolis [Beth-
Shean], Gadara, Hippos...).
5.4 Galaad
El río Yaboc divide el altiplano de Galaad en dos partes: Gad [sur] y Manasés
[norte]. El altiplano alcanza una altitud de 1000 metros y recoge abundantes lluvias de
las nubes provenientes del Mediterráneo. Las colinas calcáreas retienen el agua, por lo
cual se encuentran varios nacimientos. En la antigüedad tenía abundantes parajes bos
cosos. Los centros más importantes eran: Penuel, al norte del valle del Yaboc, lugar de
la lucha de Jacob con el ángel (Gn 32, 30-31) y Mehanaim, al sur del Yaboc, capital
del hijo de Saúl, Isbaal. En la época neotestamentaria la zona sur de Galaad tomará el
nombre de Perea.
Hacia el sur las cadenas montañosas del Líbano y el Antilíbano se unen y se cierran
en el altiplano de Beká (con una altura entre 500 y 1000 metros). El moderno confín
septentrional de Israel, como en los tiempos antiguos, es la localidad de Dan, al sur del
36
altiplano de Beká. La región es dominada por el monte Hermón con sus 2800 metros
de altura; debido a esta altura, con frecuencia tiene nieve.
El Jordán nace en el monte Hermón (2759 metros). Tiene cuatro fuentes principales:
El-Hashban¡, torrente que desciende como cascada del altiplano de Beká, Dan (que ha
dado el nombre al Jordán [¡arad dan = desciende de Dan]), Litani y Banyas, que des
cienden de las laderas del Hermón, en medio de un paisaje revestido de bosques. En el
punto de confluencia, estos torrentes formaban el lago de Hule (con un largo y ancho
cercano a los cuatro kilómetros) que hoy ha sido artificialmente secado. En los 10 kiló
metros que separan a aquel que en un tiempo fue el lago de Hule y el lago de Galilea,
el Jordán corre a través de una estrecha garganta de basalto y desemboca en el lago de
Galilea. La corriente es muy rápida porque el río desciende de los 60 metros de altura
en el lago Hule a los 205 bajo el nivel del mar en el lago de Galilea.
Entre el lago de Galilea y el mar Muerto, una distancia de unos 105 kilómetros, el
Jordán desciende de los 205 metros a los 396 metros bajo el nivel del mar. El cañón a
lo largo del cual corre el Jordán se alarga cada vez más a medida que desciende hacia
el Mar Muerto donde alcanza su máxima extensión, que llega a los 32 kilómetros. En
ia depresión que lleva su nombre, el Jordán se ha hecho un lecho muy profundo lla
mado El-Gor o Zor. Descendiendo del norte al sur a lo largo del valle del Jordán el pri
mer afluente es el Jarmuk, que aporta tanto caudal de agua como el que lleva el mismo
no Jordán.
37
A medio camino entre el lago de Galilea y el mar Muerto, confluye en el Jordán el
Yaboc. En el pequeño valle formado por el Yaboc se encuentran los talleres de Salomón
(IR 7, 45-47), para los cuales los montes de Galaad, en el altiplano que quedaba enci
ma, proporcionaba el combustible necesario3.
Al occidente del Jordán se encuentra Jericó, a doce kilómetros al norte del Mar
Muerto. Al frente de Jericó, al oriente, se extiende la Llanura de Moab (Nm 22, 1), lugar
donde los israelitas acamparon antes de entrar en Canaán.
El Jordán desemboca en el mar Muerto (o mar de la Sal) que tiene unos 80 kilóme
tros de largo por unos 16 de ancho. El mar Muerto es el punto más bajo que existe en
la superficie terrestre, 396 metros bajo el nivel del mar. Tiene una salinidad que supe
ra el 27%, haciendo imposible que en sus aguas haya cualquier forma de vida. Sobre
la costa noroccidental se encuentran las ruinas de Qumrán. En el lado centro occiden
tal, en un promontorio que tiene forma de nave, se encuentran las ruinas de la fortale
za herodiana de Masada y en el lado centro oriental están las ruinas de la fortaleza de
Maqueronte. La ribera oriental está demarcada por las escarpadas escolleras y las pro
fundas gargantas por donde corren los vados de Transjordania (el Arnón y el Zéred).
También en el lado centro oriental se encuentra el oasis de Engadí.
6.5 El Arabá
*
Es la parte más meridional de la depresión palestina y comprende los 160 kiló
metros que van de los pantanos salados de Sebkha al Golfo de Aqaba. Franqueado a
ambos lados por montañas, el valle de Arabá se levanta hasta los 200 metros sobre el
nivel del mar para posteriormente descender al nivel del mar en Aqaba. El Arabá sirve
como camino para ir desde Israel hasta Cades Barnea por la vía de Transjordania y
fue el centro de la industria del cobre de Salomón (Timna). Al extremo meridional del
Arabá estaba la fortaleza de Elat. No muy lejos se encontraba Ezión-Gheber, el puer
to de Salomón, la puerta para que los comerciantes negociaran con Somalia, Arabia
Meridional y las regiones orientales (1R 9, 6; 10, 2).
3 Sartán, en la confluencia del Kufrinie con el Jordán, y Adama, en la confluencia del Yaboc se encuentran a una
distancia de 18 kilómetros. En Jos 3, 16 se dice que cuando Josué detuvo el curso del río, las aguas se retiraron desde
Sartán hasta Adama. Algunas narraciones históricas confirman que algunas fallas en la zona de Adama, en algunas
oportunidades, han detenido temporalmente las aguas del Jordán.
38
7. Las llanuras costeras
Desde Gaza, al sur, hasta Tiro, al norte, la costa tiene una extensión aproximada de
208 kilómetros. Puede ser dividida en tres secciones (cada una con una longitud aproxi
mada de setenta kilómetros): Filistea, Sarón y la región de Dor-Carmelo-Aser.
Zí Filistea
Hacia el 1240 a.C., la costa meridional de Canaán fue invadida por la gente del mar
(indoeuropeos provenientes de las islas mediterráneas). Los habitantes semitas del país
descubrieron que los recientemente llegados eran temibles adversarios en la guerra gra
cias a las armas de hierro que los hacían invencibles. Estas gentes, conocidas con el
nombre de filisteos, se apoderaron de la costa y conformaron una liga de cinco ciuda
des: Caza, Ascalón y Asdod en la costa, y Gat y Ecrón al interior de la región.
La costa marítima, entre Gaza y Haifa (más de 70 kilómetros), está llena de dunas
arenosas. A lo largo de la costa corría la vía principal que unía a Egipto con Siria (la Vía
maris). La llanura filistea es la zona comprendida entre las dunas arenosas y las colinas,
entre ellos hay una distancia que oscila entre los 8 y los 16 kilómetros. Esta área está
atravesada por vados que recogen las aguas de las colinas. La riqueza de la zona la con
forman olivares y campos de trigo (Je 15, 5).
7.2 Sefalá
7.3 Sarón
La llanura de Sarón se extiende desde Jope (Haifa), al sur, hasta el río de los
Cocodrilos (Shibor-Libnaf), al norte (con una extensión aproximada de 60 kilómetros).
La llanura de Sarón es más estrecha que la llanura filistea y no tiene al oriente una ver
dadera y particular zona montañosa (una Sefalá = zona de colinas), porque se extiende
hasta el piedemonte de las montañas. Era y es una hermosa y fértil llanura envuelta en
los verdes de los frutos cítricos y los eucaliptos que bordeaban la antigua Vía del Mar,
la principal vía de comunicación entre las dos grandes potencias militares y políticas
39
de aquel entonces, Egipto y Asiría (Babilonia). En los tiempos de Salomón y del antiguo
Israel la belleza de una mujer era comparada con la belleza de la llanura de Sarón (Cf
2, 1). La ciudad más importante era Jope (= la hermosa), la actual Tel Aviv.
7.4 Dor-Carmelo-Aser
Las tierras costeras de Dor separan la llanura de Sarón del monte Carmelo, a unos 30
kilómetros al norte del río de los Cocodrilos. En la antigüedad los pantanos que circun
daban este río aislaban a Dor por el sur. La costa, como en las otras regiones del norte,
era muy estrecha y parecía como si las montañas quisieran meterse en el mar. Era una
región de bosques y pantanos. El monte Carmelo (con una altura de 522 metros), cuyo
nombre significa literalmente viña de Dios [Kerem El], es un promontorio que está cerca
del mar Mediterráneo y forma la bahía donde surgen Haifa y Acre. Se convirtió en el
símbolo de la belleza (Cf 7, 6; Is 35, 2). En su cima, en el siglo IX a.C. el profeta Elias,
durante el reinado de Ajab, desafió a los profetas de Baal y Astarté y los venció {IR 18,
20). Aser era el territorio que iba de Acre a Tiro (Ras en Naqura). Esta zona nunca fue
muy importante en la historia bíblica.
8.1 El Negueb
40
8'2 Montaña de Judá
41
se encuentra al sureste con el Cedrón. Este valle obtuvo su reputación poco simpáti
ca porque era usado para quemar ios desperdicios y para los cultos paganos, de aquí
Gehenna [Che Hinnom = Valle de Hinnom; Ghe Hennah = Gehenna] como sinónimo
de infierno. Las colinas occidentales de Jerusalén estaban separadas de las colinas orien
tales por un valle, el Tiropeion; la colina de Ofel estaba separada del monte Moría por
una especie de terraplén llamado Millo, edificado en la época de Salomón. El septen
trional era el único lado de Jerusalén que no estaba protegido por un valle. La expansión
de la ciudad, por eso mismo, siempre fue hacia el norte. En este lado fueron construidas
en diversos momentos tres murallas, recordadas por el historiador judío Flavio Josefa.
Judea, parte de Samaría y el sur de Idumea, a la muerte de Herodes el Grande,
se las entregaron a Arquelao. Éste, por las protestas de una delegación judía envia
da a Roma, fue destituido y exiliado a las Galias por Octavio Augusto (6 d.C.). A par
tir de esta fecha Judea, Samaría e Idumea pasaron a ser administradas directamente por
Roma, con un gobernador llamado prefecto hasta el emperador Tiberio y después pro
curador hasta el tiempo del emperador Claudio. El procurador romano de Judea depen
día del gobernador de Siria, residente en Antioquía. El gobierno de fas procuradores
gozaba de una relativa autonomía por lo que hacía referencia a la administración de la
justicia, el recaudo de fas impuestos y el mantenimiento del orden público. El prefecto
disponía de cinco cohortes (de 600 hombres cada una) de las cuales cuatro estaban en
Cesárea Marítima, donde se encontraba la sede el procurador, y una en Jerusalén. La
guarnición de la capital era reforzada durante las fiestas judías y el procurador se des
plazaba de Cesárea a Jerusalén con el ánimo de prevenir desórdenes y tumultos con
tra los romanos en la capital.
8.3 Samaría
Se extiende hacia el norte por cerca de 70 kilómetros desde los límites de Judá
hasta la llanura de Yizreel o Esdrelón. Esta franja montañosa fue dominada por las tri
bus de Efraín y Manasés, principales casas rivales de la casa de Judá para ostentar el
poder en Palestina. Efraín poseía la mitad meridional del territorio: sus posesiones se
extendían desde Gheba hasta Tappua (unos 30 kilómetros) donde las montañas comen
zaban a descender hacia Siquén. La Biblia llama esta zona montañosa, que tiene una
altura que va de los 300 a los 900 metros, con el nombre de monte de Efraín. Las llu
vias son abundantes y por ello la región es rica en viñas y olivares. Silo, en el corazón
de Efraín, tuvo su mayor importancia en el tiempo de los jueces, cuando allí se guardó
el Arca de la Alianza.
La región montañosa de Manasés es más baja que la de Efraín y se extiende al norte
de Efraín, hasta la llanura de Yizreel (unos 30 kilómetros). El clima permite la produc
42
ción de cereales. En el territorio de Manasés se encuentran los montes Garizim y Ebal.
Siquén fue la primera localidad cananea visitada por Abrahán y, justamente allí, entre
los montes Ebal y Garizim, fue renovada la gran alianza entre Yahvé e Israel. Otra ciu
dad importante era Tirsá, capital del reino del norte desde Jeroboán I hasta Omrí (910-
880). Samaría sucedió a Tirsá como capital porque estaba más protegida contra los
enemigos provenientes del oriente. Samaría fue destruida por Juan Hircano en el 107
aC., después fue reconstruida por Herodes el Grande con el nombre de Sebaste.
Las montañas y las colinas de Samaría son separadas de Galilea por un valle que
se extiende desde la bahía de Haifa hasta la depresión del Jordán; la llanura de Yizreel
(= semilla). El torrente Quisón corre a través de esta llanura hacia el mar. Es la más
amplia extensión de tierra cultivada de Palestina. Por esta llanura pasaba la vía que unía
a Egipto con Siria. El lado meridional de la llanura se encuentra franqueado por la cade
na del Carmelo. Los ejércitos y las caravanas comerciales, que subían desde Egipto y
Filistea, para alcanzar la llanura, debían atravesar uno de los cuatro pasos de la cadena
del Carmelo, en consecuencia habían sido construidas cuatro atalayas para vigilar aque
llos pasos en el margen meridional de la llanura de Yizreel: Jokneam, Meguidó4, Taanak
e Ibleam. Yizreel, mientras que permaneció en manos de los cananeos, aisló las tribus
del norte de las tribus centrales (Efraín y Manasés) y fue el escenario de varios aconte
cimientos bíblicos.
Hacia el 1200 a.C., los judíos se aseguraron la supremacía sobre este territorio con
una violenta batalla. El ejército judío estaba constituido por una infantería ligera y habría
sido derrotado por la coalición cananea que estaba dotada con pesados carros, de no
haber sido porque cayó un fuerte temporal. El terreno anegado de la llanura bloqueó
los carros del general Sisara que fue obligado a huir y a descansar, justamente, en una
tienda de una hebrea: ella, una mujer hebrea, Yael, lo mató clavándole en el cráneo
uno de los clavos en los que se afincaba la tienda mientras estaba durmiendo. El ejér
cito hebreo era guiado por una mujer, la célebre profetisa y "jueza" Débora que era
originaria del monte Tabor y que nos ha dejado sobre esta victoria una de las compo
siciones poéticas más antiguas y refinadas de la poesía judía.
4 Meguidó es el paraíso de los arqueólogos por la excepcional calidad de las ruinas y de la historia unida a
Har-Meghiddo (= monte de Meguidó). Ubicada en una óptima posición estratégica esta fortaleza militar fue destrui
da y reconstruida unas veinte veces. Ubicada sobre la Vía del Mar, los ejércitos se encontraban con frecuencia en
este cruce y por esto Meguidó se convierte en el símbolo del apocalipsis y del fracaso. En el Apocalipsis (16, 16),
Armagedón, deformación del nombre de esta localidad, es el símbolo del lugar en el cual sucederá la confrontación
final entre el bien y el mal en la última batalla dramática.
43
Capítulo IV
HISTORIA DE ISRAEL
1. Problemas introductorios
Ricciotti' publicó en 1932 una Historia de Israel donde parafraseaba el texto bíblico y
lo enriquecía con textos y documentos provenientes del Antiguo Oriente Medio, identi
ficando, de hecho, la historia de Israel con la que está narrada en la Biblia. La tendencia
a considerar el texto bíblico como histórico confirmándolo con pruebas arqueológicas
es típica de la escuela americana, que se desarrolló a finales de los años cuarenta del
siglo XX gracias a W. F. Albright. Estas propuestas son bien conocidas por un gran públi
co a través de libros como Y la Biblia tenía razón, de W. Keller2, publicado en 1955,
•que aún hoy es muy conocido y difundido.
En los años recientes se han desarrollado teorías que ponen en crisis los fundamen
tos de las escuelas precedentes. C. Garbini escribe: "Las narraciones que se encuen
tran en la Biblia hebrea son todo, menos históricas, y, por lo mismo, es ocioso buscar
en ellas una pista histórica..."3. J. A. Soggin, en su Historia de Israel, afirma que "lo que
sabemos sobre los orígenes del pueblo: patriarcas, éxodo, conquista, es del todo legen
dario y lo poco que se alcanza a probar más que confirmar lo que hace es contradecir
los textos bíblicos"4. Se ha pasado de un extremo a otro.
Hoy ya no es posible escribir una historia de Israel basándose únicamente en los
datos que brotan del texto bíblico, es necesario tener presente cuatro puntos importan-
' Ricciotti, C. Storia di Israele, 1-11. SEI, Turín, 1932; edición española: Historia de Israel. Luis Miracle, Barcelona, 1945.
2 Keller, W. La Bibbia aveva ragione. Garzanti, Milán, 19812 [Traducción española: K la Biblia tenía razón. BN
Publishing, 2007].
-3 Garbini, G. Storia ed ideología nell'lsraele antico. Paideia, Brescia 1986, p. 248 [Traducción española: Historia
e ideología en el Israel antiguo. Edicions Bellaterra, Barcelona, 2002].
4 Soggin, j. A. "La storiografia israelítica piü antica". En: La storiografia nella Bibbia. Atti della XXVIII Settimana
Biblica. Bolonia, 1986, p. 26.
47
tes: a) las fuentes extrabíblicas; b) la arqueología; c) la datación de los textos bíblicos;
d) la reinterpretación de los hechos realizada por los hagiógrafos.
Por lo que se refiere al período patriarcal, la descripción más antigua de las condi
ciones de Siria y Palestina se encuentra en la historia del funcionario egipcio de la corte,
5 El material extrabíblico puede encontrarse en: Pritchard, J. B, Ancient Near Eastern. Texis relating to the Oíd
Testament (ANET). Princeton University Press, Princeton, 19 6 93; The Ancient Near Eastern in Pictures relating to the
Oíd Testament (ANEP). Princeton University Press, Princeton, 1969; Galling, K. Textbuch zur Geschichte Israels (TGI).
J. C. B. Mohr, Tubinga, 19682.
6 La estela del año V del faraón Meren-Ptha, sucesor de Ramsés II, fue descubierta por Flínders Petrie en el tem
plo funerario del faraón al oeste de Tebas. Comprende una inscripción de 28 líneas; en las líneas 26 y 27 evoca la
sumisión de los pueblos asiáticos y menciona a Israel: ios príncipes se han postrado diciendo: paz. / Entre los nueve
príncipes ninguno levanta la cabeza. / Teñen (Libia) esta devastada: Hatti está en paz. / Canaán ha sido desnudada de
toda su maldad; / Ascalón ha sido deportado; nos hemos apoderado de Ghezer; / lanoam es como si no existiera más;
/ Israel ha sido aniquilado y no tiene más descendientes. / Hurru es una viudez frente a Egipto. / Todos los países son
pacificados...
7 La estela de Mesha fue encontrada en 1868 por un misionero alemán en la región de Mádaba (Jordania). La
estela es de basalto negro y data de finales de la dinastía de Omrí, hacia el 842 y el 840 a.C. En la estela se lee: Yo
soy Mesha, hijo de Kemosh, rey de Moab, el dibonita. Mi padre reinó en Moab durante treinta años y yo reinaré des
pués de mi padre. Yo construí este altozano para (el dios) Carnés en Querib, altozano de salvación, porque él me salvó
de todos los asaltantes y me hizo triunfar sobre todos mis adversarios. Omrí era rey de Israel y oprimió a Moab por lar
gos días, porque Carnés estaba encolerizado contra su país. Y su hijo (Ajab) lo sucedió y dijo: "¡Oprimiré a Moab!".
En mis días él había hablado así, pero yo triunfé sobre él y su casa. E Israel fue destruido para siempre. Ahora, Omrí
había tomado posesión de todo el país de Mádaba y él lo había habitado durante sus días y la mitad de los días de su
hijo, 40 años; pero Camós lo ha castigado durante mis días [...] Camós me dijo: “Anda y toma a Nebo en Israel. Yo fui
de noche y combatí contra ellos desde el despuntar de la aurora hasta el mediodía. Los tomé y maté a todos, siete mil
hombres, con extranjeros, mujeres extranjeras y concubinas porque yo los había tomado como anatema para Ashtar-
Camós. De allí tomé los "vasos" (?)de Yhwh y los traje hasta ponerlos delante de Camós [...].
48
Sintihea- La historia de Sinuhe parte de un hecho histórico: la muerte de Amenemhat
/ 'hacia 1980 a.C.) debido a una conspiración y el acceso al trono de su hijo Sesostris
I El cortesano Sinuhe involuntariamente se encontró inmiscuido en este asunto. El
nuevo rey entró precipitadamente en una campaña contra Libia y Sinuhe, preso del
miedo, huyó a Siria. Algunos años después regresó a su país y se dedicó a narrar sus
aventuras. Sinuhe narra el viaje nocturno a través del muro del soberano (la construc
ción fortificada egipcia en los límites del delta oriental del Nilo), el encuentro con los
beduinos, el viaje hacia Siria. Continúa su narración contando que cuando llegó a Siria
se casó con la hija de un príncipe, con la cual tuvo hijos. La nostalgia por Egipto era
muy fuerte y por ello continuamente le rezaba a su dios para que le permitiera regre
sar a su país de origen. Su oración fue escuchada porque, una vez recibido el rescrip
to real que le aseguraba la benevolencia del soberano, decidió regresar. Fue recibido
en la corte con algún sarcasmo por parte de sus viejos amigos: ¡Miren a Sinuhe, ha
regresado transformado en un asiático, un verdadero hijo de beduinos! La narración es
valiosa por las indicaciones que ofrece sobre la situación de la región siro-palestina.
Otros textos importantes, para el período patriarcal, son los textos de execraciones
egipcias; se trata de listas de príncipes y pueblos enemigos (alguna vez con piedras y
representaciones gráficas) escritos sobre vasos de terracota y acompañados de maldi
ciones. Los vasos con estas inscripciones eran destruidos simbolizando la aniquilación
de las personas y de los pueblos en ellos registrados. Estas cerámicas rotas, que tam
bién presentan nombres palestinos, ofrecen un panorama aproximado de las localida
des y la situación de Siria y Palestina en aquellos tiempos.
También son importantes las tabletas cuneiformes descubiertas en los archivos de la
ciudad-estado de Ebla (en Siria, tercer milenio a.C.) y Mari (sobre el Éufrates, destruida
hacia el 1750 a.C.), que permiten conocer los usos y las costumbres de los amorreos,
antepasados de los israelitas, que también se encuentran en las tradiciones patriarcales.
8 Bresciani, E. Letteratura e poesía dell'antico Egitto: cultura e societá attraverso i test!. Einaudi, Turín, 1969, pp.
159-172.
49
cartas ofrecen un panorama de las condiciones políticas de Palestina durante el siglo
XIV a.C.
El ocaso del poder egipcio en Siria es ilustrado en la narración del viaje de Unamón3
(hacia el 1076 a.C.), un funcionario egipcio que, llegado a Fenicia con el objetivo de
comprar leña para reparar la embarcación de Amón, fue mal tratado por el rey local y
humillado por un grupo de pueblos del mar que se acercaban a su nave; esto es signo
claro de que Egipto ya no tenía poder en Palestina. Las inscripciones de Fenicia y de
Siria de los siglos Xll-X a.C. ofrecen un cuadro de las relaciones de fuerza entre Siria y
la avanzada Asiría.
50
. días narra la guerra contra Roma (libros 3-7) y al mismo tiempo se ocupa del período
anterior a la rebelión (libros 1-2), de Antíoco IV hasta la muerte de Herodes el Grande.
En Antigüedades judías (20 libros) presenta un panorama de la historia del pueblo judío
desde la creación hasta el año 65 d.C. Flavio Josefo utiliza y cita obras de otros histo
riadores, hoy perdidas.
También ofrecen informaciones importantes para la historia de Palestina: Estrabón,
Diodoro Sículo, Tito Livio, Plutarco, Tácito, Suetonio. Entre las fuentes literarias extrabí
blicas no se puede olvidar la literatura rabínica. En la Misná, en la Tosefta, en el Talmud
se encuentran referencias a la historia de Israel. Aunque la redacción de estas obras es
tardía, las tradiciones contenidas datan de épocas anteriores y conservan importantes
elementos históricos.
1.1.2 La arqueología
51
9
Situada en una posición estratégica al pie del Monte de las Tentaciones (Cebel
Qarantal), la colina artificial de Tell es-Sultán ha interesado a los arqueólogos orientales
desde 1868, cuando el capitán inglés C. Warren excavó allí algunas galerías subterrá
neas, llegando a la conclusión de que el sitio no merecía un verdadero interés arqueo
lógico. En 1894 J. F. Bliss, uno de los pioneros de la arqueología bíblica, dirigió algunos
sondeos en la base del tell convencido de haber identificado los restos de las murallas
de la ciudad que hizo caer Josué, de acuerdo con la conocida narración del libro de
Josué (6, 1-27).
Las primeras excavaciones sistemáticas en el sitio fueron realizadas por una misión
austríaca dirigida por el ingeniero E. Sellin y el arqueólogo clásico C. Watzinger, que tra
bajó en Tell es-Sultán desde 1907 hasta 1909 abriendo numerosas trincheras trazando
en la superficie el circuito de las murallas del Bronce Antiguo y del Bronce Medio. La
expedición austríaca dio un gran paso hacia adelante en la arqueología palestina, al ser
la primera excavación de la región cuyos resultados fueron publicados de acuerdo a los
cánones científicos, en un tiempo relativamente breve, en 1913. Desafortunadamente,
el escaso conocimiento de la cerámica y de otros hallazgos de la cultura material llevó
a Sellin y Watzinger a grandes errores de datación, pero Watzinger, a quien se le reco
noce una profunda honestidad intelectual, corrigió completamente los resultados de la
excavación en un importante artículo publicado en 1926. Un corolario del nuevo siste
ma cronológico propuesto fue que Tell es-Sultán ya estaba deshabitado en la época en
la cual la tradición bíblica coloca el episodio de Josué (siglo XIII a.C.).
Impulsado por la necesidad de contradecir esta evidencia, el arqueólogo inglés J.
Garstang retomó las exploraciones del sitio entre 1930 y 1936, esforzándose en identifi
car en las murallas del Bronce Antiguo huellas del Bronce Tardío, es decir, de la época
de Josué. El éxito y la fama de Garstang estuvieron a la par con lo infundado de sus
tesis, pero a pesar de ello sus excavaciones tuvieron el mérito de revelar la presencia de
una importante estratificación neolítica en Tell es-Sultán.
La última y más importante etapa de las excavaciones en Jericó fue inaugurada en
1952 por la señora K. M. Kenyon. Las excavaciones de Kenyon han delineado la historia
completa del sitio y han sacado a la luz partes de las instalaciones neolíticas. Además,
Kenyon también exploró sistemáticamente la necrópolis que se encuentra al norte del
tell, recuperando interesantes utensilios de más de 800 tumbas. De particular impor
tancia fue la identificación de la necrópolis del Bronce Antiguo (2300-2000 a.C.), una
52
época durante la cual la primera sociedad urbana vivió una gran crisis, la cual se cono
ció, justamente, desde el campo arqueológico, por el cementerio de una población que
regresó a un modelo de vida nómada y rural. Los hallazgos extraídos de estas tumbas
testimonian la llegada de un nuevo horizonte cultural, Kenyon identificó a los nómadas
¿morreas, el grupo étnico que apareció en Siria, Palestina y Mesopotamia en los últi
mos siglos del tercer milenio a.C.
La Biblia no es un libro caído del cielo y escrito por un único autor. Cada libro ha
tenido su larga historia, que incluso ha durado siglos. Aunque es verdad que las partes
más antiguas del Pentateuco datan del siglo IX a.C., también es verdad que existe una
distancia de varios siglos en relación a la época en la cual fueron narrados los aconteci
mientos. Las historias de los patriarcas son puestas hacia los siglos XVIII-XVII a.C., ocho
siglos antes de la redacción de los primeros textos. Esta distancia a menudo dificulta, si
no es que imposibilita, una reconstrucción precisa de los acontecimientos, sobre todo
porque los textos han sido objeto de continuas relecturas, modificaciones y añadiduras.
El relato de la creación {Gn 1-11) es una reflexión sapiencial sobre lo que ha suce
dido en los orígenes del mundo, debido a ello parece oportuno comenzar la historia de
Israel con la época patriarcal. Los estudiosos tienen opiniones diversas: algunos comien
53
zan la historia de Israel con el Éxodo, otros con el período de los jueces, otros con la
monarquía davídica11. Algunas historias recientes de Israel refutan explícitamente cual
quier intento de reconstruir la historia anterior a la monarquía12. Los orígenes de Israel se
convierten en uno de los puntos más difíciles y discutidos de la historia de Israel, debi
do a la casi total ausencia de fuentes y datos.
Hasta hace unos 150 años las únicas fuentes para el conocimiento del Antiguo
Oriente Medio eran la Biblia y Herodoto, pero la primera fue escrita desde un punto de
vista limitado y el segundo no constituye una fuente totalmente confiable. Durante los
siglos XIX y XX la arqueología y las ciencias afines a ella han tenido notables avances
en lo que se refiere al conocimiento de la historia del hombre y del Antiguo Oriente
Medio. El conocimiento de estos resultados es útil para situar los acontecimientos del
período bíblico en el amplio contexto de la historia del hombre.
Los orígenes dei hombre se pierden en la noche de los tiempos. Hoy los especialistas
piensan que nuestro planeta tiene al menos tres mil millones de años, que las plantas y
los animales aparecieron hace unos 500 millones, y que los más antiguos fósiles, segu
ramente humanos, datan de hace unos 700.000 años. Estos fósiles representan el esta
dio humano primitivo (homo erectos) que continuó, a través de varios estadios, hasta
llegar al hombre de Neandertal (homo sapiens) (hace unos 40.000 años). En el Primer
Paleolítico, los hombres se movían en extensas áreas, se dedicaban a la caza, utiliza
ban utensilios de piedra y habían aprendido a producir y controlar el fuego. En torno
al 40.000 a.C. [Paleolítico Superior] los hombres comenzaron a darse organizaciones
” Soccin, J. A. Storia di Israele, p. 54 [Traducción española: Nueva Historia de Israel. De los orígenes a Bar
Kochba. Desdée de Brouwer, Bilbao, 1997],
12 Miller, J. M. and Hayes, J. H. A History of Ancient Israel and Judas. The Westminster Press, Philadelphia, 2 0 062.
54
más estables, limitando sus propios lugares de nomadismo y se unían a una localidad
je manera más intensa.
La cerámica aparece a mitad de este período (5500 a.C.) y por ello se suele dividir
en Neolítico Precerámico y Neolítico Cerámico. La economía neolítica estaba basada
principalmente en la producción de alimentos. Cuando el hombre comienza a cosechar
y a plantar se establece en el mismo lugar frente ai cual puede cosechar, es decir, vive
en una casa. Cuando una zona está en capacidad de producir alimento suficiente para
muchas personas, comienzan a surgir los poblados, y con ellos las primeras costumbres
y las primeras reglas. Como el hombre también tiene tiempo para dedicarse a activida
des diversas a la producción de alimentos, comienza la producción de cerámicas y de
tejidos. Alguien comienza a especializarse en estas actividades, las trabaja todo el tiem
po y ofrece sus productos a cambio de alimento'3.
En este período el hombre fabrica sus utensilios y sus armas con piedra (líthos) y
bronce (jalkós), de ahí la denominación de Calcolítico. En el Calcolítico la agricultura
mejora y se extiende, lo cual hace posible el sostenimiento de una población cada vez
más numerosa. En la Alta Mesopotamia pequeños grupos comenzaron a descender de
los altiplanos a las llanuras aluviales de los ríos Tigris y Éufrates para construir pueblos
agrícolas.
13 Lugares del séptimo milenio a.C. donde surgieron tales pueblos agrícolas primitivos han sido encontrados en
¡raq (Jarmo y Hassuna), y en Jericó; lugares del quinto milenio han sido encontrados en Egipto (Fayum y Tasa) y en
toda el Asia occidental (Bíblos, Ras Shamra, Nínive).
55
El primer experimento de civilización se hizo realidad en la Baja Mesopotamia,
Surgieron ciudades, se delinearon estructuras políticas (rey u organismos de gobier
no), se establecieron leyes, se organizó el ejército, surgieron nuevas formas de arte y
la escritura. En el cuarto milenio, en el territorio bajo de los ríos Tigris y Éufrates apa
recieron las primeras ciudades-estado (Eriduf Al-Ubaid, Erek, Ur, Susa). Es posible que
en la Baja Mesopotamia hubiesen morado, desde mucho tiempo antes, los recolectores
de alimentos, que incluso pudiesen haber formado pueblos aislados, en el territorio fér
til pero relativamente pobre de lluvias, por lo cual no podían producir una agricultura
intensa hasta que no adquirieran las técnicas necesarias para proveer el regadío y hacer
la canalización de las aguas. Una vez tuvieron a su alcance estas técnicas, los hombres
se multiplicaron. Esto favoreció el progreso tecnológico, político, social, y fue, sin lugar
a dudas, un factor de desarrollo de la civilización. Entre los progresos de la cultura está
la invención de la escritura (hacia el 3200 a.C.); antes del final de este período surgie
ron los intercambios comerciales y culturales entre Mesopotamia, Palestina y Egipto.
Los creadores de la civilización de la Baja Mesopotamia fueron los sumerios, un
pueblo que aún constituye uno de los grandes misterios de la historia. No conocemos
sus orígenes y su lengua no está emparentada con alguna otra lengua conocida. Tiempo
y modo de su llegada a Mesopotamia son inciertos; lo único evidente es su presencia
hacia la mitad del cuarto milenio. Debido a que los primeros escritos que conocemos
están en sumerio, deducimos que fueron ellos quienes introdujeron el sistema de escri
tura llamado cuneiforme.
También en Egipto se hicieron grandes progresos en el desarrollo de la agricultu
ra y de la irrigación, y »fue notorio el esfuerzo cooperativo que contribuyó a la forma
ción de las ciudades-estado. En el cuarto milenio estas ciudades-estado fueron unidas
en dos reinos, uno en el Alto Egipto y otro en el Bajo Egipto. Fue inventada la escritu
ra jeroglífica.
a) Mesopotamia
56
blea de los ancianos de la ciudad; más tarde se desarrolló la monarquía. El rey era con
siderado como el lugarteniente del dios de la ciudad.
Este período fue una larga era de paz y prosperidad. El desarrollo de la agricultura
oermitía el abastecimiento de una población cada vez más numerosa; la vida urbana
oromovía una mayor especialización en las artes y los oficios, y las escuelas de los escri
bas asociados al templo, producían un denso cuerpo de escritos religiosos.
Durante el cuarto milenio, algunos grupos de semitas nómadas comenzaron a entrar
en la llanura mesopotámica, tanto que a los inicios del tercer milenio constituían una
notoria parte de la población: los acadios. Ellos se mezclaron con la población sume-
ría adoptaron y en parte modificaron la cultura, e incluso llegaron a gobernar algunas
de las ciudades-estado. En el siglo XXIV los acadios conquistaron el poder y crearon
el primer imperio de la historia del mundo, el Imperio acádico (2360-2180). Su funda
dor, Sargón I, subió al poder en Kish, sometió todo el territorio sumerio hasta el golfo
Pérsico, transfirió la capital a Acadia (en terrenos donde más tarde será Babilonia). Los
acadios extendieron su dominio sobre la Alta Mesopotamia, Asia Menor, Arabia suro-
riental y tuvieron contactos comerciales con el valle del Indo. La potencia acádica cayó
rápidamente, siendo exterminada por los guttos, un pueblo bárbaro proveniente de los
montes Zagros que dominó a Mesopotamia durante un siglo.
b) Egipto
En el siglo XXIX, los reyes del Alto Egipto reunieron los dos reinos predinásticos
en un único estado, cuya capital fue Menfis, con lo cual se dio comienzo al Imperio
Antiguo (siglos XXIX-XXI1I). Con la tercera dinastía (hacia 2600) Egipto entra en la edad
de las pirámides, del desarrollo de la literatura, la arquitectura, la escultura y la pintura.
La organización estatal egipcia difería profundamente de la de Mesopotamia. El faraón
no era el lugarteniente del dios, era dios. Todo Egipto era su propiedad y era adminis
trado por una compleja burocracia dirigida por los visires. Nunca fue elaborado algún
código porque la palabra del rey-dios era suficiente.
A partir de la quinta dinastía, el estado comenzó a disgregarse y en el siglo XXII,
mientras los guttos estaban destruyendo la potencia acádica, Egipto entró en un perío
do de desórdenes conocido como primer período intermedio (siglos XXII-XXI). Al inte
rior fue creciendo la desunión con la presencia de faraones rivales que pretendían el
trono y altos funcionarios que se tomaban el poder en diversas localidades. La situación
se fue agravando debido a la infiltración de poblaciones seminómadas en la región del
delta. La ley y el orden cayeron, los negocios comenzaron a languidecer.
57
c) Palestina
Hacia la mitad del Bronce Antiguo surgen muchas ciudades-estado: Jericó, Beisan
Ay, Siquén, Guézer, Laquis. Hacia la mitad del tercer milenio la ocupación sedentaria
se había extendido hasta el extremo meridional de Transjordania. Palestina jamás dio
vida a una cultura comparable con la mesopotámica o la egipcia, ni tampoco logró
una unidad política. La población estaba preferentemente constituida por cananeos,
pueblo semita que se estableció en Palestina hacia el cuarto milenio. Al final del tercer
milenio, la vida en Palestina vivió una fuerte transformación por obra de los invasores
seminómadas: los amárreos, pueblo semita noroccidental. Las ciudades fueron destrui
das y el país, sobre todo en las zonas interiores, permaneció sin población estable; eri
Transjordania la ocupación sedentaria llegó prácticamente al final.
a) Mesopotamia
El soberano de Uruk, en el curso bajo del Éufrates, destruyó el cerco de los guttos
sobre Mesopotamia (2080), pero rápidamente fue vencido por Urnammu de Ur. Él y
sus descendientes, la tercera dinastía de Ur (2060-1950), lograron el control de toda la
llanura mesopotámica y dieron origen a un breve renacimiento sumerio. Urnammu es
conocido no sólo por sus construcciones y la actividad literaria que marcó su reinado,
sino también por su código de leyes, el más antiguo del que se tenga conocimiento.
En aquel entonces, 1a cultura sumeria estaba llegando a su ocaso, la lengua sumeria
estaba muriendo siendo, lentamente, sustituida por el acádico. Sumerios y semitas se
habían unido totalmente; los segundos se habían convertido en el pueblo predominan
te. Algunas de las más importantes contribuciones de los sumerios, además de las ciu
dades-estado, el sistema de leyes y la invención de la escritura cuneiforme, fueron: el
calendario lunar, el reloj de -sol, el carro militar, el torno de alfarero, el uso del arco, la
cúpula, la columna, la torre y una religión muy desarrollada que tiene una gran influen
cia en todas las civilizaciones posteriores.
Mientras que se iba deteriorando la autoridad central de Ur, las ciudades-estado de
Mesopotamia reconquistaron su independencia. Los amorreos, que había oprimido la
medialuna fértil al terminar el tercer milenio, invadida Palestina y transformada la Alta
Mesopotamia en tierra amorrea, invadieron Mesopotamia y la conquistaron estado por
estado.
En el siglo XVIII todas las ciudades-estado de Mesopotamia eran gobernadas por
amorreos. Gradualmente se desarrolló la lucha entre Asur (en el curso alto del Tigris),
Mari (en el curso alto del Éufrates) y Babilonia (en el curso bajo del Éufrates) para con-
58
. r el control de la región. Antes de la caída de Ur, en el siglo XVIII, Asur había
% otado una política de expansión comercial en Asia Menor. Después de la invasión
¡je los amorreos que terminaron asumiendo el poder, Asur inició un corto período de
eonqu¡$tas (1748-1730 a.C.): toda la Alta Mesopotamia, del Mediterráneo a los montes
7aaros, cayó bajo su control. Asur no alcanzó a conservar el poder en sus conquistas,
® ue en pocos años Mari la sucedió como potencia dominadora de la región (1730-
l697a.C.). Do este período son los famosos textos de Mari (documentos comercia
les y económicos, correspondencia gubernamental) que arrojan preciosas luces sobre
ioS tiempos de los patriarcas. La victoria en la lucha por el poder llega a Babilonia
con Hammurabi (hacia 1728-1686). Teniendo el control de la mayor parte de la baja
Mesopotamia, conquistó a Mari y Asur, dando origen a una era de paz y de desarrollo
cultural (el antiguo imperio babilónico). De este período nos han llegado muchos tex
tos, especialmente copias de antiguos poemas y el famoso Código de Hammurabi, que
ofrece numerosos paralelos con las leyes del Pentateuco.
En el siglo XVII los hurritas, en la Alta Mesopotamia, dieron vida al reino de los mita-
nos. Los hurritas transmitieron la cultura sumeria acádica a los hititas y a otros pueblos
de Asia Menor. Tabletas que datan de los siglos XV-XIV, descubiertas en la ciudad hurri-
ta de Nuzi, son una estupenda fuente de información sobre las costumbres sociales del
tiempo de los patriarcas.
En el siglo XVI los hititas, pueblo indoeuropeo, se asentaron en Asia Menor y hacia
1530 saquearon a Babilonia. Solamente se trató de una expedición, porque la pre
sión hurrita a oriente y los problemas internos hicieron que los hititas retornaran a Asia
Menor por otro siglo. En Babilonia, después del saqueo de los hititas, tomaron el poder
los kasitas, provenientes de los montes Zagros y lo mantuvieron por cerca de 400 años,
llevando a Mesopotamia a una edad oscura.
b) Egipto
Con el inicio del segundo milenio, Egipto entra en un nuevo período de prosperidad.
Comienza el Imperio Medio (siglos XXI-XVIII). Egipto asume el control de Nubia, Libia,
Palestina y Fenicia; es la edad de oro de la cultura egipcia. En el siglo XVIII la poten
cia que era Egipto declinó rápidamente a causa de las divisiones internas y entró en el
segundo período intermedio (siglos XVIII-XVI). Fue entonces cuando los hicsos (proba
blemente jefes cananeos y amorreos, provenientes de Palestina y Siria meridional) lle
garon al país, se establecieron en el delta de Tanis (o Avaris) y dominaron por cerca de
dos siglos en todo Egipto; su imperio llegaba hasta Siria septentrional. Finalmente los
egipcios lograron expulsar a los hicsos (hacia 1580 a.C.) y Egipto volvió a vivir, entran
do en el período del Imperio Nuevo.
59
c) Palestina
Al final del Bronce Antiguo el país había sido vencido por la invasión amorrea, pero
al comenzar el siglo XIX se tiene en Palestina occidental y Transjordania septentrional
una rápida reorganización con la construcción de muchas nuevas ciudades que asimi
laban la lengua y la cultura de Canaán. Sin embargo, extensas zonas, especialmente en
la franja montañosa central, siguieron siendo escasamente habitadas. Bajo los hicsos,
Palestina alcanzó una prosperidad que raramente había conocido en tiempos anterio
res. Con el período del Bronce Medio inicia la era de los patriarcas, es en este período
donde se ubican las narraciones del Génesis capítulos 12-50.
La vida de la antigua sociedad oriental estaba dominada por la religión. Toda acción
pública o privada se ponía en relación con el culto y toda fiesta familiar era, al mismo
tiempo, una fiesta cultual. En los templos los dioses eran representados con estatuas y
símbolos. Conscientes de que la divinidad no era igual a su representación, se supera
ba esta no identidad mediante el rito. El culto colmaba simbólicamente las necesidades
de los dioses con alimentos y bebidas. En el Antiguo Oriente Medio la religión servía
para legitimar las intervenciones del rey en la sociedad. El rey, lugarteniente de dios, se
garantizaba la obediencia de los súbditos presentando su voluntad y sus disposiciones
como manifestaciones del querer de la divinidad.
Por lo que hace referencia al concepto de Dios se pueden distinguir algunas tipo
logías principales. En casi todos los lugares se encuentra el culto a una diosa madre,
adorada como la fuente de la vida, a esta divinidad femenina se le acompaña con fre
cuencia con un dios joven que muere y resucita, que representa el nacer y el morir de
la naturaleza (Isis y Osiris en Egipto, Mater y Adonis en Asia, Astarté y Eshmun en Siria-
Palestina). La vida y la fertilidad eran adoradas como divinas. Además del culto a la
vida, también estaba presente el culto de las realidades cósmicas (cielo, sol, luna, estre
llas, vientos, nubes, profundidad de las aguas, tierra, infiernos). En la religión siró-pales
tina se había desarrollado mucho el culto a los dioses locales, llamados Baal (el dios de
la ciudad, que en los orígenes podría haber sido simplemente el fundador de la ciudad).
El mundo de las divinidades era tan grande y numeroso que un dios único se per
día en medio de tantos. Entonces se desarrolló el concepto de los dioses vecinos o dio
ses personales, considerados como puntos de conexión con los dioses superiores. Estos
dioses vecinos eran llamados: dios de nuestro padre. A ellos se les dedicaba el culto
familiar o personal. Este dios personal de alguna manera exige para sí el derecho a ser
el único y exclusivo objeto de adoración. Todo parece indicar que el Dios de Abrahán,
60
(je Isaac y de Jacob pertenece a la tipología de estas divinidades personales, pero no se
trata de monoteísmo, sino de monolatría. La divinidad requiere la adoración sólo para
sí, pero esto no excluye la existencia de otras divinidades. En Israel sólo se puede hablar
de monoteísmo, aunque sólo en la formulación teórica, a partir del exilio de Babilonia
(Deuteroisaías).
4. Los patriarcas
14 Por ejemplo: la costumbre de tener una esclava como concubina (Abrahán y Agar); la costumbre de adoptar
el hijo que se había tenido con la esclava (como hizo Abrahán con Ismael); la ley del levirato, por la cual era obliga
torio casarse con la mujer del hermano que había fallecido sin dejar hijos; la antigua ley hitita hace comprensible la
compraventa de Abrahán a los hititas de la gruta funeraria de Macpela (Cn 23). Son algunos ejemplos que le dan una
certeza de antigüedad a las narraciones bíblicas patriarcales.
61
costera, en las colinas de Sefelá y en las llanuras del norte (zonas más accesibles y férti
les). La población vive en pequeñas ciudades-estado bajo el control político de Egipto.
Los cananeos eran una población sedentaria y su actividad principal era la agricultura;
los patriarcas, en cambio, eran seminómadas, pastores de ganado pequeño y, ocasio
nalmente, pequeños agricultores, sin residencia estable.
En cuanto a los orígenes de los patriarcas, se proponen tres hipótesis:
a) Algunos historiadores conectan a los patriarcas con los grupos semitas que al final
del tercer milenio migraron hacia el occidente (migraciones amorreas y arame-
as). Esta hipótesis hasta el momento es la más acreditada.
b) Otra hipótesis conecta las migraciones patriarcales con los hapirú, grupos nóma
das y un tanto vandálicos de los cuales hablan las cartas de Tell el-Amama que
asolaron el Oriente Medio hacia la mitad del segundo milenio. Estos grupos se
ofrecían al mejor postor para la guerra y la construcción de obras públicas. Todo
intento de identificar a los hebreos con estos hapirú hasta ahora no ha sido con
vincente.
5. Israel en Egipto
Las narraciones patriarcales hablan de una migración a Egipto, pero esta tradición
no está libre de tensiones internas. La tradición que encontramos al final del Génesis
(capítulos 37-52) ubica esta migración en estrecha relación con la persona de José; otra
tradición, que se encuentra en la confesión de fe de Deuteronomio 26, 5, ignora la figu
ra de José y ve en Jacob al único protagonista de la migración. A esta doble tradición
le sirve de contrapeso el silencio absoluto de las fuentes egipcias y el hecho de que la
Biblia, por su parte, no comunica los nombres de los faraones protagonistas de aque
llos hechos.
Algunos estudiosos se declaran escépticos en torno a la historicidad de la figura
de José. M. Noth piensa que se trata de un complemento "novelístico" del tema de la
. Según C. von Rad más que con un trabajo historiográfico nos encontramos
migración1516
con un género literario tipo romance histórico o novela'6.
15 Noth, M. Storia di Israele. Paideia, Brescia, 1975, 2011 [Traducción española: Historia de Israel. Carriga,
Barcelona, 1966].
16 Rad, C. von. Cesammelte Studien zum Alten Testament. Kaiser, Munich, 1958, pp. 272-280.
62
En cambio, J. Vergote sostiene la historicidad de esta narración. Las evidencias que
él presenta a favor de la validez histórica de la narración son del mismo tipo de las que
son aplicadas a las narraciones patriarcales17. En ningún caso, los hechos narrados son
probados directamente, pero los particulares acentos impiden, a su juicio, que se trate
de meras invenciones18.
El período más probable para la estadía de los antepasados de los israelitas en Egipto
es el período de los hicsos (hacia 1720-1580). Grupos semitas y hurritas desde hacía
algún tiempo se habían asentado en el Delta oriental, uno de estos grupos, hacia el 1720
a.C. alcanzó a tomar el poder y lo tuvo por cerca de 200 años (1720-1580: segundo
período intermedio}. Pusieron su ciudad capital en Avaris (Tanis) en el Delta19. Es pro
bable que en esta época los extranjeros provenientes de Palestina fueran bien acogidos,
lo cual haría posible el ascenso de José; existen pruebas de intercambio entre Egipto y
Canaán, que era considerada colonia egipcia.
5.2 La cronología
El libro del Génesis (15, 13: la promesa a Abrahán) habla de 400 años de residencia
y de cuatro generaciones. En Éxodo (12, 40), en cambio, se habla de 430 años. En el
campo historiográfico los datos disponibles son insuficientes para calcular la cronología.
5.3 La esclavitud
En el libro del Éxodo la esclavitud es puesta en relación con el cambio en las altas
esferas del poder: sube al trono un faraón que ya no se siente unido a la persona y la
obra de José y teme que el pueblo hebreo, en caso de guerra, pueda convertirse en un
peligro para Egipto. Tal temor es traducido en dos hechos hostiles: a) Israel es obligado
a trabajos forzados; b) se pone en práctica un verdadero y auténtico genocidio. Entre
63
estas dos determinaciones hay una cierta incompatibilidad. El trabajo forzado busca
productividad, la explotación económica, siendo, por lo mismo, incompatible con e||
genocidio que condena la población al envejecimiento y a la extinción. |
Por lo que se refiere al cambio en las altas esferas del poder hay dos momentos con |
los cuales es posible conectar el texto bíblico: a) en 1580 a.C. los faraones de la dinas.|
tía XVIII expulsan a los hicsos. Es muy probable que la nueva dinastía haya impuesto su |
programa sobre la base de categorías nacionalistas y xenófobas; pero este cambio no|
coincide con los datos cronológicos, b) Hacia 1396 a.C. con Setis 1 comienza la dinas-1
tía XIX. Esta hipótesis cuadra mejor con los datos cronológicos. En la última hipótesis es I
creíble que los hebreos hayan tenido parte en la ejecución de los planes edificadores 1
de Ramsés II (1290-1224) en Pitom y Ramsés. Hasta nuestros días han llegado pinturas :
murales de asiáticos empleados en trabajos forzados en el Antiguo Egipto.
No se debe olvidar el silencio, casi total, de las fuentes egipcias. Sólo el papiro de ■
Anástasis V (finales del siglo XIII) menciona la persecución de dos esclavos fugitivos
más allá de la frontera. Es más, la abundancia de detalles que el texto del Éxodo ofrece
en torno a las relaciones entre Moisés y el faraón parecen sospechosas. El faraón, rey y
dios, que prácticamente de continuo se encuentra a la par con el representante de un
grupo de obreros extranjeros, obligados a trabajos forzados, tiene mucho de inverosímil
(¡aún en el caso de que Moisés haya sido educado en la corte!). En la narración apare
ce, entonces, más el elemento teológico que el histórico.
5.4 Moisés
Yo soy Sargón, el poderoso rey de Acadia. Mi madre era pobre y yo no conocí a mi padre.
[...] Mi madre me dio a luz en secreto, me puso en una cesta de mimbre y la calafateó con
untura de pescado. Después me abandonó en la corriente del río (Éufrates) en el cual no me
20 El nombre Moisés es de origen egipcio. El hebreo Mose se puede considerar como la transliteración de la pala
bra egipcia mesu = hijo (de la raíz msj = parir) que también aparece en el nombre de algunos faraones como Tutmos/s,
Ramsés, Amos/s. Moisés sería, entonces, un fragmento del nombre originario. Con bastante probabilidad la parte que
se corta es la que expresa el nombre de la divinidad egipcia (por ejemplo: Thot o Ra). La etimología popular propues
ta por el libro del Éxodo (2, 10) hace derivar el nombre de la raíz hebrea masa (= extraer).
21 En cuanto a la eventual influencia de la monolatría de Amenofis IV Akenatón sobre el monoteísmo de Moisés
no se puede decir nada. Para los historiadores el hecho permanece incierto, aunque es pertinente.
64
hundí- El río me llevó muy lejos hasta que Akki me pescó. Akki me miró con benevolencia
v me crió. Me adoptó como hijo y me instruyó.
Este paralelo hace pensar que al núcleo histórico relacionado con Moisés le añadie
ron tradiciones y relecturas posteriores. La reconstrucción de la figura de Moisés depen-
a'e exclusivamente de las fuentes conservadas en el Pentateuco22. Entre Moisés, quien
vivió en el siglo XIII, y el autor yahvista (siglo IX) existe un abismo de 400 años, mien
tras tanto el redactor final del siglo V vivió 800 años después de Moisés. Sobre esta
base, ¿cuál credibilidad se debe dar a la historia de este personaje bíblico? Es absoluta
mente improbable que la figura de Moisés haya sido inventada porque, aunque hubiese
sido así, esta figura estuvo sujeta a una profundización teológica. Moisés ha sido "cons
truido" no en cuanto que su figura haya sido inventada, sino en cuanto que el núcleo
histórico y el significado religioso de su figura han sido comprendidos en un sentido
más profundo y completo. Todo lo que significó Moisés para la historia de Israel no fue
entendido plenamente por los contemporáneos, sino por las generaciones siguientes.
Unido a la historia de Moisés está el problema de la presencia en Egipto de todas o
de algunas de las tribus que luego dieron origen al pueblo de Israel. ¿La salida del país
de los faraones, el camino por el desierto, el Sinaí y la conquista de la tierra de Canaán
oertenecen a la historia de todas las tribus o sólo a algunas de ellas? La respuesta a esta
pregunta debe ser buscada en el texto bíblico y en las migraciones amorrea y aramea
de comienzos del segundo milenio a.C. Existe un dato, generalmente reconocido, que
se deduce del texto bíblico: todas las tribus provienen de la tierra del otro lado del río
[Eufrates] (Jos 24, 2), sólo algunas de estas tribus adoran el Dios de Abrahán, el Dios de
Isaac, y el Dios de Jacob, mientras que otras adoran a Yahvé. El culto a Yahvé aparece
justamente con los grupos que provienen de Egipto. De acuerdo con ello, la experien
cia del éxodo y del desierto parece que sólo pertenece a algunas tribus. Sólo más tarde,
en la época de los jueces, las experiencias de las tribus sometidas por Egipto se transfi
rieron a todo el pueblo de Israel.
22 Aunque la vida y la personalidad de Moisés son descritas únicamente en la Biblia, y en los documentos extra
bíblicos, como las inscripciones asirias y palestinas, las tabletas cuneiformes o los textos egipcios, no se habla de él,
esto no debe llevarnos a considerar como baladí la existencia histórica de Moisés: sin ella, en realidad, toda la historia
hebrea sería básicamente incomprensible (H. Cazelles). A quien sostiene que con frecuencia las páginas del Pentateuco
hablan en el lenguaje de las sagas, se le puede responder que saga e historiografía parten del mismo punto, el aconte
cimiento (M. Buber).
65
entre ellas tanto en el número como en la sucesión de las plagas2 *23. La narración sigue
un esquema literario, porque más que el hecho histórico, pretende resaltar el valor de
signo de las plagas en sí mismas (Ex 7, 3). Detrás del recuerdo de los hechos que no es
posible precisar, sobresale el fin del redactor: mostrar a través de estos hechos la pre
sencia de Dios en medio de su pueblo, porque el verdadero Señor no es el faraón sino
que es Yahvé.
Por lo que hace referencia al paso del mar (Ex 12-14) se dice que la traducción mar
Rojo (Ex 13, 18) depende de los LXX: Eruthra thalassa (retomada por la Vulgata: Mare
Rubrurri), sabiendo que el texto hebreo habla de jam suf, que significa mar de los jun
cos (es decir juncal, cañaveral).
En la narración podemos individuar tres estratos narrativos, correspondientes a las
tres fuentes clásicas del Pentateuco:
a) De acuerdo con la tradición Yahvista (J): el Señor mediante un fuerte viento del
oriente [del desierto] hizo retirar el mar y lo transformó en tierra seca. El paso del mar
es presentado como un fenómeno natural donde el elemento milagroso está en la per
fecta sincronización de los acontecimientos favorables a Israel24.
b) Según la tradición Elohista (E): el prodigio está en el hecho de que Dios frena las
ruedas de los carros.
c) Para la narración Sacerdotal (P): Moisés extendió las manos sobre el mar y las
aguas se dividieron; aquí estamos frente a un milagro puro y simple. En cualquier parte
del mar Mediterráneo o del mar Rojo el fenómeno se habría realizado.
Hay un problema posterior relativo a la diversidad de tradiciones en torno al itinera
rio seguido: en Éxodo 13, 17-18 se afirma explícitamente que fue evitado el camino del
mar (camino de los filisteos'), mientras que según Éxodo 14, 2-9 parece que los israeli
tas pasaron justamente por el camino de los filisteos, por la costa mediterránea. Esto ha
dado origen a la hipótesis de que existen dos éxodos diferentes de Egipto, un éxodo-
fuga y un éxodo-expulsión. La salida de Egipto habría sucedido en tiempos y modos
diversos por parte de, al menos, dos grupos de israelitas.
2i Según la redacción yahvista son siete, para la redacción sacerdotal son cinco y diez para la redacción final del
Pentateuco. Las plagas vuelven a ser mencionadas en otros dos textos de la Biblia hebrea y de nuevo con números
diversos: nueve en el Salmo 78, 43-51 y ocho en el Salmo 105, 27-36.
24 M. Noth sostiene que el fenómeno podría tener raíces históricas. A finales del segundo milenio el Golfo de
Suez todavía estaba parcialmente comunicado con los lagos Amargos, comunicación que fue interrumpida únicamen
te por una estrecha lengua de tierra que, de acuerdo a las mareas y los vientos, podía estar visible o estar sumergida.
En esta hipótesis el paso se habría dado por el sur.
66
5.6 ¿Qué fue lo que sucedió históricamente?
Después del paso del mar, Israel entró en el desierto del Sinaí. Este desierto es lla
mado con nombres diversos en las tres principales fuentes del Pentateuco: a) la tradi
ción Yahvista lo llama Sinaí; b) la Elohista y la Deuteronomista lo llaman Horeb. Por
25 Existen documentos en papiro que datan de la dinastía XIX (hacia 1250 a.C.) relativos a la utilización de escla
vos, prisioneros de guerra y extranjeros, de los cuales se fija la ración diaria de alimento.
26 Se trata del sacrificio de primavera, sacrificio preisraelita.
67
ello, sobre la base de una comparación de las fuentes del Pentateuco, Sinaíy Horeb se
identifican.
De estas posibles locaciones, sólo dos deben ser tomadas seriamente en conside
ración: a) la que sitúa la teofanía en la zona meridional del Sinaí; b) la que la sitúa en
Cades Barnea. Las otras dos pueden ser excluidas: la segunda hipótesis porque la zona
volcánica es muy distante; la cuarta hipótesis porque Petra queda en la tierra prometi
da. Según M. Noth la elección entre la primera y la tercera hipótesis es muy problemá
tica en el estado actual de las investigaciones. El único argumento válido para sostener
la primera hipótesis es la conveniencia: ¡la zona meridional del Sinaí es un lugar muy
bello!
68
5 7.2 La tradición de la zarza ardiendo
A partir del siglo IV, es decir, a partir de la construcción del monasterio, la localidad
<;anta Catalina fue dedicada a la Virgen (cf. los monjes ermitaños de los siglos IV-V).
Esta tradición está unida a una imagen que sirve para interpretar la encarnación: como
la zarza ardía sin consumirse, así María había concebido y dado a luz a Jesús permane
ciendo intacta en su virginidad.
6. La conquista de Canaán
El ingreso de Israel en Canaán es presentado por el libro de Josué como una con
quista militar. El pueblo de Israel, bajo la guía de Josué, entró en Canaán y conquistó el
país a partir de la ciudad de Jericó (Jos 6). En esta acción de conquista las doce tribus
actuaron conjuntamente, como un verdadero ejército. Hoy se considera que la narra
ción bíblica de la conquista engrandeció los acontecimientos reales.
El libro de los Jueces presenta, de hecho, una versión diferente de la conquista (Je 1,
1-2, 5; 3,1-6). Las tribus actúan de manera independiente27. Según ello, la conquista se
habría limitado a las zonas montañosas escasamente pobladas, mientras que las poten
tes ciudades-estado de la llanura habrían permanecido intactas (Je 1, 19).
Por consiguiente, el texto bíblico presenta un contraste entre la descripción del libro
de Josué (conquista unitaria y militar del país) y la del libro de los Jueces (conquista lenta
y fragmentada). Con el deseo de resolver el problema han nacido diversas hipótesis:
a) La hipótesis de una conquista militar del país, presentada en el libro de Josué, es
puesta en crisis por la arqueología: algunas ciudades que Josué habría conquis
tado y destruido, ya estaban deshabitadas para ese entonces (Arad, Ay y Jericó);
muchas ciudades que Josué habría destruido hacia el 1250-1200 a.C., en realidad
estaban en ruinas, pero los motivos de dicha destrucción pudieron haber sido
otros (incursiones filisteas, campañas militares egipcias, causas naturales como
incendios o terremotos).
b) Como la hipótesis de una conquista militar del país no soporta una prueba de
los datos arqueológicos, se ha pasado a la hipótesis de una penetración gradual
27 A propósito de las doce tribus el libro de los Jueces permite comprender que se encontraban muy lejos de
estar unidas: ¡as tribus del norte actúan de manera independiente (el canto de Débora en Je 5 sólo menciona seis);
Benjamín es excluido y enemigo de las otras tribus (/c 19-21); las tribus asentadas en Transjordania (Gad y Manasés)
y en el sur (Judá) aparecen del todo autónomas.
69
y pacífica por parte de los diversos grupos de israelitas28. Israel habría sido crea
do por una serie de tribus seminómadas que, al comienzo de la Edad de Hierro,
se habrían asentado pacíficamente en las montañas de la región central, en las
regiones menos pobladas.
28 La teoría nace en el ámbito alemán con los estudios de A. Alt a finales de los años treinta del siglo XX, que
luego fueron retomados por M. Noth: este último elaboró la teoría de la liga de las doce tribus (anfictionía). Israel
habría nacido como unión de las doce tribus en torno a un único lugar de culto, elegido por la presencia del Arca de
la Alianza.
70
enfrentamientos armados entre las poblaciones asentadas en la montaña que se habían
organizado de un modo totalmente nuevo y las viejas ciudades-estado de la llanura.
En el origen de lo que será el futuro pueblo de Israel se encuentran cuatro clanes tri
bales de origen arameo: el clan de Abrahán, de Isaac, de Jacob y de Israel. Los dos pri
meros le dan origen a la casa de Judá, los dos últimos le dan origen a la casa de Israel2'.
Todos estos grupos provenían de la baja Mesopotamia.
El clan de Abrahán se asentó en la montaña de Judá, cerca del Hebrón. El clan de
Isaac se asentó en Negueb, cerca al santuario de Berseba. El clan de Jacob ingresó
en Palestina atravesando el Jordán justamente por el valle del Yaboc y se asentó en la
región situada al noreste de Siquén. El clan de Israel permaneció por algún tiempo en
Egipto, en el país de Gosen. Bajo la guía de Moisés logró salir de Egipto, probablemente
durante el reinado del faraón Ramsés II, hacia 1270-1250 a.C. (o de su hijo Merenptah).
Parece que estuvo por algún tiempo en las cercanías de Cades Barnea, en límites con
Negueb. Tal permanencia le permitió a Moisés hacer que este grupo aceptara a Yahvé
como su única divinidad. Rodeando el país de Edom este grupo derrotó a Sicon, rey de
Heshbon y ocupó el territorio al norte de Arnón en Transjordania. Moisés murió en las
llanuras de Moab, a la altura de Jericó. Bajo la dirección de Josué el clan de Israel pene
tró en Cisjordania y ocupó la montaña de Efraín. Durante su expansión hacia el norte
el clan de Israel se encontró con el clan de Jacob. Entre ellos suscribieron una alianza
entre pares, pero el liderazgo lo siguió teniendo el clan de Israel. Josué hizo que el clan
de Jacob también reconociera a Yahvé como su única divinidad.
En el siglo XII a.C. las tribus israelitas asentadas al norte (Zabulón, Neftalí e Isacar)
para hacerle frente a Sisara pidieron ayuda a la Confederación Israelita que se había
constituido en la montaña de Efraín, entrando así a formar parte de ella.
Los clanes de Abrahán y de Isaac, separados entre sí por la ciudad-estado de
Jerusalén, no entraron a ser parte de la Confederación. Algunos clanes provenientes del
sur trajeron consigo el culto a Yahvé y prepararon el encuentro entre la casa de Judá y
la casa de Israel que se concretó con David.
Las Cartas de Tell el-Amarna y el antiguo Archivo de Mari (siglo XVIII, ciudad sobre
el Eufrates) muestran que en la época de los patriarcas existían dos formas diversas de
2“ Lemaire, A. Storia del popolo ebraico. Queriniana, Brescia, 1989, pp. 9-12.
71
cultura determinadas no por la contraposición entre nomadismo y sedentarismo, como
se pensaba hasta hace pocos años, sino por la diferencia entre ciudad y campo. La ciu
dad era una sociedad especializada, dividida en clases sociales; había una élite dirigente
y varias clases sociales subordinadas. El campo, en cambio, estaba organizado en tribus,
clanes y familias patriarcales*0, donde regía la igualdad y la libertad.
Mientras que en la edad de bronce la ciudad tenía una posición dominante en rela
ción al campo, en el paso de la Edad de Bronce a la Edad de Hierro (siglo XIII a.C.) la
ciudad perdió su posición de guía en favor de la población organizada de manera tribal.
Algunas causas históricas contribuyeron a acelerar este proceso: a) los grandes impe
rios que habían estructurado su poder teniendo como base la ciudad (hititas y egipcios)
entraron en una fase de decadencia; b) nuevas técnicas, como el trabajo con el hierro
y las reservones de agua, hicieron posible la utilización de la tierra para plantaciones,
incluso en zonas montañosas.
30 La tribu estaba constituida por cerca de cincuenta clanes formados de familias patriarcales. Las familias patriar
cales reunidas en un clan eran entre ocho y diez. La tribu tenía compromisos militares y religiosos. Los matrimonios
se realizaban, preferible pero no necesariamente, dentro de la tribu. La asamblea de los hombres adultos se reunía
varias veces al año con ocasión de determinadas fiestas y organizaba los planes de guerra, pero la decisión final sobre
la paz o la guerra le correspondía a la asamblea de los ancianos. Los ancianos de la tribu también constituían el tri
bunal de apelación para los casos jurídicos que no eran de competencia del pequeño poblado. El clan comprendía
entre cincuenta y cien personas, que vivían en el mismo poblado o en sus cercanías. El clan satisfacía las necesidades
económicas de sus miembros, ponía a disposición, en caso de acciones militares, un determinado número de hom
bres y conformaba una comunidad jurídica. Para el ejercicio de estos poderes era importante el papel cumplido por
los padres de familia. Ellos eran los que acordaban los matrimonios que, en ocasiones de manera coercitiva, eran esti
pulados entre miembros de familias diversas. La familia patriarcal comprendía dos o más generaciones: las mujeres
del padre de familia, los hijos y las hijas. La familia patriarcal mantenía a la descendencia y era la unidad económi
ca de base, ponía a disposición guerreros para las eventuales acciones bélicas de la tribu, proveía la educación de los
hijos y ejercía el control social. También tenía la responsabilidad de hacer respetar y transmitir los derechos y debe
res comunes a todos los israelitas.
72
res (Sangar, Tolá, Jair, Ibsán, Elón y Abdón) y mayores (Otoniel, Ehud, Débora y Barac,
Gedeón, Jefté y Sansón). Los datos sobre los primeros son muy escasos. También
Samuel (IS 7) y Saúl (75 10) son llamados jueces.
El libro de los jueces interpreta cada guerra sostenida por las diversas tribus en clave
teológica. La historia de Gedeón comienza con una afirmación que, en el libro, es como
un estribillo repetitivo: "Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor y el
Señor los puso en manos de Madián por siete años" (je 6, 1). La llamada de Gedeón y
su victoriosa campaña militar se convierten en signo de la salvación que Dios, quien, a
pesar de todo, sigue acordándose del pueblo sirviéndose de un hombre, que a propó
sito fue elegido y llamado como juez (Je 2, 18).
Los jueces también son presentados en su combate contra los cultos cananeos; el
libro de los Jueces, de hecho, menciona con frecuencia los dioses de Canaán: Baal,
Aserá, Astarté y los lugares de culto unidos a los postes sagrados: los altozanos. Existen
personas que se preguntan sobre si esta polémica contra los ídolos sea realmente un
eco del tiempo de los jueces o una proyección del pasado a problemas muy sentidos
en el tiempo en el cual el libro de los Jueces habría sido escrito (siglo Vil a.C.).
Gracias a las informaciones contenidas en el libro de los Jueces es posible reconstruir
el panorama de la sociedad israelita en la fase inmediatamente anterior a la formación
del estado monárquico. Las tribus de Israel aparecen como entidades independientes
pero reunidas en una confederación. Cuando algún miembro de la confederación esta
ba en peligro era nombrado un jefe militar (juez), quien coordinaba la lucha contra el
enemigo. Pasado el peligro el jefe dejaba su puesto. Esta Confederación de tribus se
mantenía unida por vínculos étnicos, políticos, económicos y religiosos (culto a Yahvé).
Los contactos con los pueblos vecinos introdujeron progresivamente en Israel institucio
nes análogas a las de sus vecinos. La más importante será la monarquía, pero su naci
miento no está relacionado únicamente con la imitación de los pueblos vecinos, sino
que fue provocado por la necesidad de tener un punto de referencia estable para orga
nizar la defensa de las tribus de los ataques de los enemigos.
En Transjordania existían tres pueblos que tuvieron continuas relaciones con Israel
durante toda su historia. El territorio de los amonitas estaba situado a oriente del valle
del Yaboc. El comercio de caravanas debía ser su principal fuente económica. La
monarquía en Amón ya existía en la época de Saúl.
Al sur de Amón se extendía el reino de Moab. Los límites del territorio moabita varia
ron en el tiempo. Al norte llegaron hasta Hesbon, aunque la frontera tradicional era
73
Arnón. Al sur, Moab llegaba a la depresión de Zéred; al este llegaba hasta el desierto;
al occidente hasta el mar Muerto.
Los edomitas aparecen en textos egipcios del siglo XIII. Su territorio estaba ubicado
al sur de Zéred. En tiempos de David, los edomitas tenían una monarquía hereditaria
(1R 11, 14). La lista de los reyes de Edom de Génesis 36, 31-39 deja entrever que, en la
época anterior a David, el principio dinástico aún no se había consolidado, ya que la
capital de.reino cambiaba cada vez que cambiaba el rey.
Al norte de Canaán merecen especial mención las ciudades de la costa fenicia.
Algunas, como Ugarit, desaparecieron bajo la presión de los pueblos del mar; otras, en
cambio, aprovecharon la caída de los hititas y la debilidad de los egipcios para dar vida
a una política comercial y marítima que con el tiempo se hizo famosa. Entre estas ciu
dades Sidón y Tiro ejercieron una cierta hegemonía. También fueron importantes Biblos
y Beirut. En general, se trata de ciudades-estado gobernadas por una monarquía here
ditaria.
8. El nacimiento de la monarquía
La causa principal que llevó a Israel a darse una monarquía, en analogía con otros
pueblos del Antiguo Oriente Medio, se debió a un estímulo externo, identificable en
la presión ejercida por los filisteos, uno de los pueblos del mar que vivieron alrededor
de las regiones del Mediterráneo oriental. El imperio hitita y la ciudad de Ugarit fueron
las primeras víctimas. Rarnsés lll (1184-1153 a.C.) sufrió graves derrotas en sus batallas
con este belicoso pueblo. Cuando logró sacarlos de Egipto, los filisteos se asentaron en
la zona costera de Palestina y en las llanuras circunvecinas. Los filisteos le dieron vida
a una liga de cinco ciudades: Gaza, Ascalón, Asdod, Gat y Ecrón. Cada una de estas
ciudades era administrativamente autónoma, gobernada por Seranim (Jos 13, 3; Je 16,
5.18). Poco se sabe de su lengua, salvo que no era semita y tenía elementos afines con
otras lenguas del área egea. Por lo que se refiere a la religión, los filisteos adoptaron
la de Canaán, como lo testimonian los dioses que tenían: Dagón (Je 16, 23; 15 5, 2),
Astarté (15 31, 10), Baal Zebub (2R 1, 2). Este dato es importante porque indica una cier
ta absorción de las tradiciones locales, si bien la dirección política y militar, sin duda,
estaba en sus manos.
La presencia de los filisteos en las colinas de Galilea está documentada; también
han sido encontrados algunos asentamientos filisteos más allá del Jordán. La superiori
dad militar de los filisteos es recordada por la Biblia: ISamuel 13, 19-23 nos comunica
que ellos poseían el hierro, lo que les garantizaba una posición ventajosa, no sólo en el
plano militar (frente a soldados que estaban provistos con armas de bronce), sino tam-
74
bien en el plano económico. Por lo demás, la presión militar filistea es bien compren
sible- de hecho, se trata de una población recientemente llegada y, por ello mismo, en
fase de expansión, en conflicto con las poblaciones locales, entre las cuales estaban los
israelitas. Los filisteos terminaron siendo los enemigos de Israel por excelencia, al menos
durante la primera parte de la época monárquica.
El Primer libro de Samuel (c. 4) introduce una serie de acontecimientos que lleva
ron al nacimiento de la monarquía con una derrota interpretada como una catástrofe
nacional: la derrota sufrida por los israelitas a manos de los filisteos, en la localidad de
Afee, no lejos de la actual Tel Aviv. El signo más trágico de esta derrota fue la captura
del Arca de la Alianza, símbolo de la presencia de Yahvé. La narración de la batalla de
Afee es presentada como uno de los indicios que muestran que la monarquía israelita
nació a continuación de una situación política de extrema dificultad.
Después de la batalla de Afee el texto bíblico introduce la figura de Saúl. De él úni
camente habla el texto bíblico y por ello no se tienen otras fuentes disponibles. El texto
de ISamuel 13, 1 deja entrever que se trató de un reinado breve, ni siquiera de dos
años. Comparado con los reinados sucesivos, el de Saúl ni siquiera puede ser verdade
ramente considerado como tal, porque falta un verdadero ejército y no existe ninguna
organización estatal.
De acuerdo con la Biblia, la llamada de Yahvé encuentra a Saúl sin prepararse.
Samuel lo eleva al rango de príncipe mientras está buscando las burras que se le habían
perdido a su padre {IS 9-10). Su primera batalla no fue contra los filisteos de occiden
te, sino contra los amonitas de oriente, que habían atacado Yabés de Calaad (1511, 1)31.
Después de la victoria sobre Amón, los hombres de Israel se convencieron que sólo
él estaba en condiciones de liberarlos del peligro filisteo y lo proclamaron rey en Cuilgal
(15 11, 15). También obtuvo una victoria local sobre los filisteos en Micmás, gracias a
su hijo Jonatán (15 14). En realidad, la primera verdadera batalla contra los filisteos fue
en los montes Gelboé, entre Samaría y Galilea, y fue el fin de Saúl (hacia 1010 a.C.).
La zona de influencia de Saúl se limitó al reino del norte. La eliminación del peli
gro filisteo no fue mérito suyo sino de David, quien logró conseguir lo que le faltaba a
Saúl: un ejército profesional siempre listo para la guerra. La historia de Saúl, tal como es
descrita en el texto bíblico, está en función de la de David: Saúl rey malo, afligido por
turbaciones mentales, atenta contra la vida de su joven y valeroso escudero David, de
quien se siente locamente celoso. "Todo esto no es historia [...]. Lo poco que apare
ce históricamente aceptable muestra a un Saúl bien diferente: el comandante que con
31 Cuando Saúl íue llamado en ayuda, el Espíritu de Dios lo revistió (7S 11, 6) y descuartizó algunos bueyes y les
mandó pedazos a cada tribu de Israel con la siguiente advertencia: "Así acabará el ganado del que no vaya a la gue
rra con Saúl y Samuel. El temor del Señor cayó sobre la gente, y fueron a la guerra como un solo hombre" US 11, 7).
75
algunas pocas, pero bien dirigidas, operaciones militares fue capaz de rechazar en pri
mer lugar la amenaza amonita del oriente, para después liberar el altiplano de la ocu
pación filistea y así asentarse entre poblaciones autóctonas enemigas"32. El contraste
entre Saúl y David en realidad esconde detrás de sí los enfrentamientos por la sucesión
al trono que se desencadenaron antes e inmediatamente después de la muerte de Saúl.
9. David
David es una de las figuras centrales del Antiguo Testamento y es presentado como
el personaje en torno al cual Israel nace como nación. Los datos que existen sobre
David son abundantes y diversificados. A él le han dedicado 42 capítulos de los libros
de Samuel y de los Reyes (7S 16—7/? 2) subdivididos en:
a) Historia del ascenso al poder US 16-2S 5, 8): dada la compleja formación de
estos capítulos, en ellos se encuentran repeticiones, interrupciones, narraciones
que se entrecruzan33, la figura de David es idealizada y sólo se ponen de relie
ve sus éxitos y sus virtudes.
David (1050-969), hijo de Jesé, nació en la segunda mitad del siglo XI a.C. en Belén,
en la tribu de Judá. Aunque la tribu de Judá no se encontraba bajo la autoridad del rey
76
Saúl, David entró a su servicio, convirtiéndose en su escudero (?S 16, 21) y, en poco
tiempo, en el comandante de las tropas mercenarias. Saúl le tomó cariño; entre Jonatán,
hijo de Saúl, y David nació una profunda amistad. Mical, hija de Saúl, se enamoró de
él v llegó a ser su mujer. Sus triunfos hicieron que su nombre pasara de boca en boca.
Después de los primeros éxitos militares, la gente comenzó a cantar la estrofa: "Saúl
mató a mil y David a diez mil" (7S 18, 7). Escuchando tales aclamaciones, Saúl, quien
ya tenía tendencia a las crisis depresivas, comienza a sospechar cada vez más. El rey
temía que David quisiera sustituir a Jonatán en la sucesión o, en el peor de los casos,
le quitara la simpatía del pueblo y lo destronara antes de morir. El hecho de que David
no fuera víctima de los celos y la aversión de Saúl, se debe a los amigos que tenía en
la corte, quienes le facilitaron la fuga.
9.2 El aventurero
5,1 Un día en una acción de rastreo, Saúl entró solo en una gruta sin siquiera imaginarse que aquel a quien bus
caba se encontraba justamente allí, al fondo de la gruta, con sus hombres. Estos incitan a David: "¡Este es tu momen
to, el Señor ha puesto a tu enemigo en tus manos!", pero David rechaza la propuesta y les prohíbe a sus hombres
que.se lancen sobre Saúl y se limita a cortar un pedazo de su capa. Apenas Saúl se aleja, le grita: "¿Por qué escuchas
la voz de quien dice: mira que David busca tu ruina? He aquí, en este día [...] he tenido piedad de ti y he dicho: No
alzaré la mano sobre mi señor, porque él es el consagrado del Señor. Mira el pedazo de tu capa en mi mano: cuan
do corté este pedazo de tu capa en la gruta, no te maté. Reconoce, entonces, y ve que no hay en mí ningún plan ini
cuo ni rebelión" (IS24, 10-12).
77
le pedían que permaneciera en Sicelag. Mientras tanto, la situación para los hebreos se
había hecho dramática. Los filisteos habían desplegado un imponente ejército contra
Saúl. La batalla, en los montes Gelboé, fue desastrosa para Israel. El ejército fue derro
tado, Saúl y Jonatán, murieron.
Después de la catástrofe de Gelboé, nadie más que David tenía el título y la auto
ridad para aspirar a la dignidad real. David viajó a Hebrón, donde fue proclamado rey
de Judá, no sólo por los que pertenecían a la tribu, sino también por grupos de israeli
tas que habitaban en el sur, con los cuales había tenido amistosas relaciones. El motivo
inmediato que favoreció la constitución del reino de Judá fue la aspiración de las tribus
meridionales para darse un sistema político y militar más seguro y así poderse defender
del expansionismo filisteo.
En Israel el general Abner se había refugiado en Transjordania en Majanáin con
Isbaal, hijo de Saúl y lo había coronado rey de Israel, aunque el poder seguía en sus
manos. David esperó con paciencia la evolución de los acontecimientos. Abner rompió
con Isbaal y se pasó a las filas de David, pero mientras se estaba acercando a Hebrón
para tratar con David, fue asesinado por Joab, comandante del ejército de David.
También Isbaal fue asesinado después de dos años de reinado por dos oficiales de su
ejército (2S 2, 10; 4, 1-7). Estos dos oficiales [Baaná y Recab] fueron mandados a ase
sinar por David, quizá porque estaban al corriente de las maquinaciones urdidas por
el rey de Judá. Después de la muerte de Abner y de Isbaal las tribus del norte deci
dieron reconocer a David como su rey (2S 5, 1). Así David vino a ser rey de Judá y de
Israel, que, no obstante, permanecieron como dos entidades distintas unidas en la per
sona de David35.
Inicialmente los filisteos no vieron mal el nombramiento de David como rey de Judá,
pero cuando también fue proclamado rey de Israel, el asunto comenzó a preocuparlos.
Los filisteos intentaron dividir las dos partes del reino de David, ocupando el valle de
Refaín, al norte de Jerusalén, de manera que se lograra separar el territorio de Judá del
de Israel. David atacó a los filisteos y acabó con sus intenciones. Después de esta derro
ta los filisteos se sometieron al poder de David y desaparecieron del escenario como
35 La historia contemporánea presenta otros ejemplos de este régimen político llamado de unión personal, un
único soberano reúne en su persona las coronas de dos territorios o ciudades diversas.
78
adversarios de Israel. David se apoderó también de las ciudades-estados cananeas, que
habían permanecido como enclaves al interior del territorio israelita.
En estas circunstancias se debía pensar en una capital, que fuera aceptada por todas
|as tribus. Hebrón se encontraba muy al sur y estaba unida al reino de Judá, de donde
David había salido. Cabaón (o Gheba), mejor ubicada en el reino unificado, había sido
la antigua capital de Saúl: si David la hubiese hecho suya, se habría expuesto a las crí
ticas de los habitantes del sur. Entre Hebrón y Gabaón estaba Sion (Jerusalén), punto
equidistante entre el norte y el sur del país, ciudad que estaba en manos de los cana-
neos y se consideraba una fortaleza inexpugnable. David, sirviéndose del acueducto,
logró introducir sus tropas en la ciudad y conquistarla (25 5, 6ss). Una vez conquistada
la convirtió en la ciudad reaP'°.
David sometió a su poder los reinos de Edom, Moab y Amón (25 8, 10; 1R 11,
15-25). Después dirigió sus campañas militares contra los estados árameos del norte: el
reino de Damasco fue incorporado al reino de Israel y los otros reinos terminaron sien
do vasallos. Estrechó relaciones diplomáticas con las cortes extranjeras. Reivindicó la
sucesión real para sus descendientes, como era costumbre entre los príncipes cananeos.
Para darle más unidad y compactabilidad al nuevo reino trasladó el Arca de la Alianza
a Jerusalén con lo que la ciudad de David también se convirtió en el lugar sagrado cen
tral de Israel. El traslado del Arca le confirió a Jerusalén una importancia religiosa que
jamás perdería (25 5, 6; 1Cro 11, 4).
36 Jerusalén, además de ser un lugar neutral, aceptada tanto por el norte como por el sur, también ofrecía notorias
ventajas para la defensa, porque estaba completamente rodeada de valles, excepto por el lado norte (a lo mejor los
jebuseos habrían construido un valle por el lado norte, valle que fue rellenado más tarde bajo el reinado de Salomón
con el Millo; 1R 9, 15).
79
Absalón lideró un complot contra su padre, primero en secreto, después abiertamente
(2S15). La conjura se convirtió en revuelta: Absalón hizo que David huyera de Jerusalén
y pensó que tenía la victoria en las manos, pero David había infiltrado en el séquito de
su hijo a uno de sus más fieles servidores con el encargo de mantenerlo informado de
las intenciones de Absalón y darle a este último consejos desfavorables. De esta mane
ra David terminará triunfando sobre Absalón (2S 18). Absalón cayó en manos de Joab
quien lo asesinó sin piedad.
David ya estaba anciano y su ambiente familiar tejía intrigas pensando en la suce
sión, que en realidad era inminente. El reino debía pasar a Adonías, hasta ese momen
to irreprensible, candidatura que era sostenida por Joab y el sacerdote Abiatar. Otro
posible heredero era Salomón, hijo de Betsabé, y favorito del profeta Natán. Mientras
Adonías, muy impaciente, se atribuyó prematuramente algunos privilegios reales, David
fue obligado a resolver la cuestión de la sucesión y escogió como su sucesor a Salomón,
a quien le hizo conferir la unción real.
9.6 El hombre
David tuvo una personalidad excepcional. Fue un valeroso guerrero y un astuto polí
tico que supo aprovechar las situaciones favorables del momento37. Fue un sabio organi
zador del estado y un ecuánime administrador de la justicia38. Hacia sus hijos se mostró
condescendiente hasta la debilidad; no supo castigar a Amnón, perdonó el fratricidio
de Absalón sin tomar las debidas precauciones. Fue cruel con sus opositores, hizo des
aparecer la descendencia de Saúl, diezmó a los moabitas y provocó la muerte de Urías.
Fue un hombre religioso’de acuerdo al modelo de su tiempo; recurría a la oración y a
los consejos de los hombres de Dios, como Gad y Natán. Hizo penitencia de sus peca
dos (2S 12, 15-25). Con el paso del tiempo el pueblo de Israel olvidó los defectos de su
gran rey y lo transformó en el rey ideal {Si 47, 1-11).
37 El reino que David alcanzó a construir fue fruto: de una parte de la debilidad de las grandes potencias de la
época; de otra, fue producto de su genialidad política, que supo aprovechar favorablemente la situación. La historia
puso al hombre indicado en el momento preciso.
38 El estado davídico era una realidad compuesta, conservada unida por la persona del rey. Por lo que se refie
re a los funcionarios reales, David se inspiró en el modelo egipcio. El ejército estaba conformado por diversos grupos
mercenarios: la escolta real y el selecto grupo de los valientes de David estaban constituidos por extranjeros (creten
ses y filisteos). El ejército regular, en cambio, estaba conformado por hombres fuertes de Judá y de Israel, llamados a
las armas con ocasión de las campañas militares. Las finanzas del estado eran alimentadas con los botines de guerra
y los tributos de los pueblos vasallos. David se mostró celoso en la promoción de la fe de los padres, que represen
taba un elemento unificador de los diversos grupos que conformaban el estado. No se excluye que haya respetado la
religión cananea.
80
10. Salomón
Una vez que Salomón tomó con seguridad el poder en sus manos y consolidó las
fronteras, se dedicó a la organización y administración del imperio heredado de su
padre. Por esta obra de organización es que ha pasado a la historia como sabio.
Salomón amplió la capital y rellenó con un terraplén la depresión que separaba el
monte Ofel del monte Moría donde, junto con el templo, también construyó un palacio
real más grande y adaptado a las necesidades administrativas que ya no podía suplir el
viejo palacio de David, que de hecho estaba rodeado de casas (el rey podía ver, desde
la terraza de su residencia, a la mujer de Urías mientras se bañaba). Salomón aisló total
mente su palacio de la ciudad, construyéndolo, de acuerdo al uso oriental, sobre el
monte donde se estaba construyendo el templo. El rey es el lugarteniente de Dios, el
palacio es, entonces, una sucursal de la morada de Yahvé.
Salomón se rodeó de altos funcionarios y consejeros. Dividió el territorio en doce
prefecturas, y nombró como jefe a un prefecto de la nómina real. Eso significaba un
enorme progreso hacia la centralización del gobierno y posibilitaba establecer un siste
ma eficiente de tributación que servía para sostener los gastos de la corte. Cada prefec
tura debía garantizar el mantenimiento de la corte por un mes (IR 4, 7) [un honor no
indiferente debido al incremento del harem real (IR 11, 1-4) y del número de los altos
funcionarios]. Aunque durante su reinado no hubo guerras, Salomón se preocupó por
tener un eficiente y modernizado ejército.
Las grandes obras públicas necesitaban de mucha mano de obra, que Salomón obtu
vo mediante el recurso a los trabajos forzados, a los cuales sometía no sólo a las anti-
” Como signo de la alianza el faraón le dio a Salomón una de sus hijas para que fuera su mujer, entregándole
como dote la ciudad filistea de Cuézer (IR 3, 1).
81
guas poblaciones cananeas, sino también a los israelitas (1R 5, 27). Salomón practicó
una política de matrimonios mucho más acentuada que la de su padre. Los matrimo
nios eran sellados con la erección en el monte del suroriente de Jerusalén (Monte del
Escándalo) de templos en honor a los dioses de estas princesas.
40 La profunda transformación de la sociedad israelita fue confirmada por las excavaciones arqueológicas. Las
ruinas del siglo X a.C. testimonian la construcción de ciudades fortificadas, graneros reales y edificios para persona
jes públicos.
Para el libro de los Reyes las razones fueron de naturaleza teológica: la división se debió a que Salomón con sus
mujeres extranjeras introdujo en el reino los cultos paganos; es claro que las verdaderas razones de la división fueron de natu
raleza política: la unidad política entre Judá e Israel que se había realizado en torno a la persona de David todavía era muy
reciente a la muerte de Salomón; durante el reinado de David, al menos por dos veces, la unidad fue amenazada (Absalón
y el benjaminita Sebá); Israel había sido golpeado por los impuestos y los trabajos forzados con más dureza que Judá.
82
v Salomón); el reino del Norte duró cerca de dos siglos (hasta el 721 a.C.) mientras que
el del Sur duró cerca de tres siglos y medio, hasta el exilio babilónico del 587 a.C. En
e| Pentateuco sólo un texto, al interior del conjunto de todas las leyes que regulan la
vida de Israel, se refiere al rey: se trata del Deuteronomio 17, 14-20 que no prescribe
los deberes de los súbditos en relación con el rey, sino los deberes del rey en relación
con sus súbditos. Además, el poder del rey de Israel y de Judá es poca cosa si se com
para con otras monarquías de su tiempo.
Las características de la monarquía israelita no difieren mucho, al menos desde un
punto de vista exterior, de aquellas de las otras monarquías del Oriente Medio donde,
por una parte el rey es el vértice de una compleja organización estatal y, por otra, es
considerado como una figura divina o semidivina, porque es el padre elegido por Dios
para el pueblo.
Este carácter sagrado de la monarquía es común en todo el Antiguo Oriente Medio:
más que evidente para los faraones egipcios, lo es un poco menos en el mundo babi
lonio, donde el soberano es el lugarteniente de Dios. El rey de Israel también es elegi
do por Dios: esto vale explícitamente para Saúl y David, ambos elegidos por el profeta
Samuel, y para Salomón, que asume el poder después de la legitimación divina de
2Reyes 3. El carácter sagrado de los reyes israelitas será más evidente para el reino de
Judá, que para el reino del Norte.
En el texto fundacional de la ideología monárquica, 2Samuel 7, el rey es considera
do hijo adoptivo de Dios (Sal 2, 7; 89, 27-28). El rey es el siervo del Señor (Sal 18, 1;
36, 1), el consagrado de Dios, que es ungido con aceite en señal de dicha consagra
ción. Cuando el movimiento profético atacaba la monarquía, su crítica jamás se refe
ría a la institución monárquica en cuanto tal, sino en cuanto que ella se había alejado
del ideal religioso.
El rey es el garante del derecho y de la justicia, es decir, de la situación de amistad
entre Dios e Israel que permite vivir en el shalom (paz, bienestar, tranquilidad, orden). El
rey es visto como el defensor y el salvador del pueblo, el garante de la justicia (cf. Sal 72
y 101; el conocido juicio de Salomón de 1R 3,16-28), el jefe militar. Las otras prerrogati
vas reales, la corte, el harem (es célebre el de Salomón, 1R 11, 1) y la administración del
reino en realidad no son diferentes de las prerrogativas que se conocen fuera de Israel.
El estudio de los textos bíblicos relativos a la monarquía, muestran con claridad que,
junto a una corriente favorable al rey, también existe una corriente polémica que se
puede definir como antimonárquica. ¿Cómo explicar la presencia de textos antimonár
quicos? (cf. por ejemplo: je 8, 22-23; 1S 8, 7; 10, 17-19; 12, 20)42.
42 IS 8, 6-7: "A los ojos de Samuel era mala la propuesta porque habían dicho: daños un rey que nos gobierne.
Por ello Samuel oró al Señor. El Señor le respondió a Samuel: escucha la voz del pueblo, por lo que han dicho, por
que ellos no han renegado de ti, sino que han renegado de mí, para que yo no reine más sobre ellos".
83
Muchos de estos textos han sido compuestos o reconstruidos después de la caída
del reino del Norte en el 721 a.C.; otros después del exilio babilónico. La monarquía,
vista a posteriori, se entiende como un error que llevó al pueblo a la ruina. La obra del
Cronista (1 y 2 Cro), algunos años después del regreso del exilio, relee la historia pasada
de Israel desde el comienzo de la monarquía hasta su caída en clave fundamentalmen
te teológica, juzgando a los reyes con base en el hecho de si ellos buscaron al Seboro
no. La mayor parte de los soberanos, a excepción de David, Ezequías, Josías y, en parte,
Salomón, han sido los culpables, debido a su comportamiento, de la ruina de Israel. El
Cronista no duda en ver la monarquía como la causa del principal desastre del reino.
Otro elemento que está a la base de los textos antimonárquicos se encuentra en
Jueces 8, 22-23. A la propuesta de convertirse en rey, Gedeón responde: "El Señor rei
nará sobre ustedes". En este texto, como en el citado texto de ISamuel 8, se advierte el
contraste entre la realeza atribuida a Yahvé y la monarquía, tan expuesta al influjo de la
ideología real de los pueblos vecinos. La idea de Yahvé rey, ya presente en Isaías (6, 5),
se desarrolla inmediatamente después de la catástrofe del exilio cuando, desaparecida
la monarquía, se comienza a pensar que Yahvé es el verdadero Rey de Israel, el único
Salvador (Is 44, 6; 52, 7). La corriente antimonárquica hunde sus raíces en una pers
pectiva religiosa.
La historia de la monarquía israelita se concluye con una paradoja: después del exilio,
desaparecido para siempre el rey, no desaparece la ideología monárquica, que sobrevive
proyectada a un futuro escatológico y mesiánico. El texto de Isaías 11, por ejemplo, habla
del Mesías como un rey ideal descendiente de David, idea que siguió hasta los tiempos
de Jesús, el Hijo de David, £l rey que debe venir (Me 11, 9-10; Le 19, 38).
43 Entre los diversos ejemplos que se podrían presentar, se puede pensar en el corto espacio dedicado a reyes
políticamente importantes en el plano internacional como Omrí, rey de Israel, a quien el texto bíblico sólo dedica
cinco versículos (IR 16, 23-28). Al contrario, a un rey como Josías, mucho menos importante en el plano político, que
murió muy joven, después de una loca campaña contra Egipto, el texto de 2Reyes le dedica cincuenta versículos (2R
22, 1-23, 30), y todo porque Josías fue el autor de una importante reforma religiosa que al redactor deuteronomista
le interesaba mucho más que las grandes empresas de Omrí.
84
situación más favorable porque las fuentes extrabíblicas y arqueológicas comienzan a
hablarnos de Israel y nos permiten una comparación con el dato bíblico.
El reino del Norte es muy diferente del reino de Judá. Territorialmente se trata de
un reino mucho más grande porque comprende Samaría, Galilea, parte de las regiones
transjordánicas, zonas mucho más fértiles y ricas que la montaña de Judá, que constitu
ye la mayor parte del territorio del reino del Sur. Además, el Norte está ubicado en las
principales vías internacionales de comunicación, entre las cuales estaba la vital Vía del
Mar (Vía Maris), arteria que comunicaba a Egipto con Siria. Esta vía también garantiza
ba a través de la llanura de Yizreel, el acceso al mar que no tenía el reino de Judá, blo
queado por el territorio filisteo. Esta ventajosa posición geográfica y económica, muy
pronto se transformará en una desventaja, exponiendo al reino del Norte a continuas
amenazas de parte de los pueblos vecinos, hasta llegar a la invasión asiria.
El reino del Sur, en cambio, estaba constituido por un territorio mucho más redu
cido, montañoso, pobre y aislado en el plano internacional. La diferencia en el plano
territorial se traduce, como es comprensible, en una diferencia que llega a los campos
económico y militar. El intento de Roboán para someter el reino del Norte a la obe
diencia, fracasó muy rápido: el Norte tenía un ejército muy fuerte y por eso se impu
so sobre Judá.
Otra diferencia entre los dos reinos, la que realmente le interesa al texto bíblico, es
la que se ubica en los campos étnico y religioso. La población del Sur es más homo
génea, en cambio en el Norte todavía había núcleos poblacionales de origen y religión
cananea y el influjo de los habitantes de pueblos vecinos (filisteos, árameos, asirios) es
mucho más fuerte, incluso en el campo religioso.
La Biblia habla del nutrido harem de Salomón, pero son muy pocos los datos que
da en relación a sus hijos. A la muerte de Salomón, lo sucede como rey su hijo Roboán
(930-910), cuya madre era una princesa amonita. La situación exigía un soberano hábil
y decidido que demostrara el dominio real de la dinastía davídica sobre sus posesiones,
pero estas cualidades no caracterizaban a Roboán44.
En el reino meridional la sucesión al trono de los descendientes de David no era un
problema. En el reino septentrional, en cambio, el nombramiento del nuevo soberano
■,4 Es necesario recordar que la reunión de las tribus bajo la autoridad de David había sido fruto de un acuerdo
y que los dos grupos, Judá e Israel, habían conservado su propia identidad nacional.
85
estaba condicionado a acuerdos. El norte no tenía ninguna dificultad en reconocer a
Roboán rey de Israel, sin embargo quería hacer tratados. Cuando Roboán llegó a Siquén
para ser aclamado rey, su reconocimiento real fue condicionado a una disminución de
las cargas fiscales y del llamado a los trabajos forzados, que habían llegado a niveles
intolerables (7/? 12, 4). Roboán rechazó las peticiones prometiendo escorpiones en lugar
de los azotes de Salomón (77? 12, 6-11). Las tribus del norte se negaron a reconocerlo
como rey y se separaron de la casa de David. La ruptura se hizo definitiva cuando los
israelitas lapidaron al sobreintendente Adorán. La intransigencia de Roboán rompió defi
nitivamente el vínculo que se había creado entre los dos reinos. Desde este momen
to Israel y Judá conformarán dos pequeños estados, privados de peso político decisivo,
sujetos a las grandes potencias de la época. Las tribus del Norte, para la elección de su
jefe, retomaron el antiguo principio carismático. Jeroboán (928-908), que ya había sido
símbolo de una rebelión y era apoyado por el profeta Ajías de Silo, fue aclamado rey y
estableció su residencia primero en Siquén, después en Penuel (en Transjordania, en el
curso bajo del río Yaboc) y finalmente en Tirsá (al noreste de Siquén).
Después de la separación, los habitantes del Norte siguieron peregrinando al templo
de Jerusalén que, como sede del arca de la alianza, era considerado como el santua
rio central de las doce tribus. No obstante ello, la división política también tuvo con
secuencias incluso en el campo religioso. Jeroboán, para hacer autónomo el reino del
Norte, proclamó como santuarios del estado los antiguos lugares de culto de Betel y
Dan, donde hizo levantar la estatua de un toro45. Esta decisión, dictada por una exigen
cia política, fue duramente criticada por los mismos ambientes que habían apoyado la
candidatura real de Jeroboán (Ajías de Silo). No se condena la autonomía política del
reino del Norte, sólo se desaprueba el rompimiento de la unidad religiosa (77? 12-13).
45 Originalmente la estatua representaba el trono de Yahvé, pero muy pronto se llegó, en la fe popular, a una
imagen del Dios de Israel.
86
De los 19 reyes que reinaron en Israel, ocho fueron asesinados y sólo dos fueron capa
es de fundar una dinastía que duró más de una generación, Omrí y Jehú.
Jeroboán reinó cerca de 20 años (928-908); su hijo Nadab fue asesinado por Basá
en el segundo año de su reinado. Basá (906-883), eliminados todos los parientes de
Jeroboán, reinó por 23 años. Su hijo y sucesor Elá (883-882) reinó dos años. Zimrí (882),
jefe de la división de los carros de combate, conspiró contra Elá y lo asesinó (IR 16,
9-10), destruyó la familia real y se apoderó del trono. No obstante ello, el ejército pro
clamó como rey de Israel a Omrí. Zimrí sólo alcanzó a resistir siete días en la ciudad
de Tirsá. Viéndose perdido, incendió el palacio y murió (7/? 16, 18). El ejército estaba
dividido: una parte apoyaba a Omrí y otra parte apoyaba a Tibní. El texto bíblico da a
entender que la crisis se prolongó hasta la muerte de Tibní, quien probablemente fue
asesinado. Con la muerte de Tibní el poder se consolidó definitivamente en las manos
de Omrí.
Omrí (882-871) fue el primer rey de Israel que fundó una dinastía (1R 15, 25-16,
22) que estuvo en el poder por cerca de cuarenta años. Cincuenta años después de su
muerte, la casa de Omrí todavía sería mencionada en los anales asirios. El reinado de
Omrí es narrado en 1 Reyes 16, 23-28, en cinco versículos, porque el texto bíblico pre
fiere detenerse sobre su hijo, Ajab, unido estrechamente a la acción profética de Elias.
Omrí aparece en escena como un jefe militar que llega al poder con la ayuda de sus
tropas derrotando a los rivales Zimrí y Tibní: el texto de 1 Reyes 16, 16 lo define explí
citamente como jefe del ejército y eso es todo lo que se sabe de él. Su primera acción
importante es la fundación de una nueva capital: de la ciudad de Tirsá la administración
del reino fue llevada a la nueva ciudad de Samaría, fundada por él mismo.
Para generar equilibrio político frente a la alianza que hizo el rey de Judá con los ára
meos de Damasco, Omrí se alió con los fenicios de Tiro; esta alianza fue sellada con
el matrimonio del hijo de Omrí, Ajab, con Jezabel, hija del rey de Tiro. La economía
de Israel y de las ciudades fenicias costeras, de hecho, era complementaria. Mientras
la agricultura era la gran riqueza de Samaría, las ciudades fenicias estaban dedicadas
al comercio, porque carecían de terrenos aptos para la producción de alimentos para
sus habitantes.
Las ventajas de esta alianza no sólo eran de naturaleza económica. Omrí alcan
zó un cierto poder que también abarcaba el campo militar. Asedió la ciudad filistea de
Gabaón y conquistó parte del territorio moabita, en Transjordania. De este hecho se
tiene, por primera vez, una confirmación segura proveniente de una fuente no bíblica:
87
la estela de Mesha46, que testimonia las conquistas hechas por Omrí y, al mismo tiem
po, la derrota sufrida, algunos años después, por Jorán, que vio cómo Moab reconquis
taba su independencia. La estela también es importante desde el punto de vista religioso
porque es un testimonio explícito del culto a Yahvé, Dios de Israel, que es contrapues
to al dios moabita Camós.
Omrí, desde el punto de vista religioso, buscó una política de convivencia entre los
habitantes israelitas y los cananeos. Esta política lo llevó a tolerar, cuando no a favo
recer, los cultos cananeos y a erigir en la nueva capital, Samaría, santuarios dedicados
a las divinidades de Canaán. En Dan y Betel, hizo levantar, como Jeroboán I, la esta
tua de un toro (Os 8, 5-6). Por esto el libro de los reyes le hace a Omrí una dura críti
ca; el rey no fue juzgado desde el punto de vista político, sino desde el punto de vista
religioso (IR 16, 23-28).
Después de Omrí reinó su hijo Ajab (871-852), quien continuó la política de alian
zas de su padre, sumando nuevos aliados. Su hija Atalía se casó con Jorán de Judá, ase
gurando así un período de paz entre los dos reinos hermanos (IR 2, 45). Las alianzas
de los omridas con Judá y las ciudades fenicias costeras eran motivadas porque el reino
de Damasco constantemente se estaba reforzando.
No obstante lo anterior, el reino de Ajab fue testigo del crecimiento del poder asirio.
A comienzos del siglo IX a.C. el rey Asurbanipal II (883-859 a.C.) desde el corazón del
reino asirio, la ciudad de Nínive, sobre el río Tigris (en el actual Irak) llegó y conquistó a
Siria y Fenicia. Su hijo Salmanasar III (858-824 a.C.) continuó esta política expansionis-
ta organizando, en el 853, una gigantesca campaña dirigida directamente hacia el occi
dente. Los reyes locales se Organizaron en una liga antiasiria que estaba compuesta por
los reyes de Damasco, Israel [Ajab], y otros reyes de la región, con refuerzos provenien
tes incluso de Egipto. El enfrentamiento con el ejército asirio sucedió en Qarqar, sobre
el río Orantes, al norte del actual Líbano y fue una derrota para la liga que, a pesar de
todo, alcanzó a detener, al menos en parte, por el momento, la expansión asiria47.
Bajo la dinastía de Omrí la estabilidad política lleva, junto con las victorias militares,
a un mejoramiento de las condiciones económicas y sociales. No obstante ello, nacen
46 En 1868 fue casualmente descubierta en Jordania una estela de basalto negro que, aunque casi fue destrui
da por los beduinos que la habían encontrado (ellos pensaban que al interior de ella iban a encontrar un tesoro) fue
reconstruida y descifrada. La inscripción comprende 34 líneas, data de los años 842-840 a.C. y es atribuida a Mesha,
rey de Moab, contemporáneo de Ajab. La estela se confirma no por las derrotas sufridas por los moabitas en el pasa
do (de las cuales sí habla el texto bíblico, desde el punto de vista de Israel), sino por la victoria decisiva y la recon
quista de la independencia. Se debe tener presente que mientras en la estela se habla de la victoria de Moab sobre
Ajab, en realidad, si se tiene en cuenta la cronología del texto bíblico, el rey sería su joven hijo Jorán.
47 De esta batalla se encuentra una breve mención en una inscripción descubierta en 1845 en un monolito fecha
do en el reinado de Salmanasar III: en dicha inscripción se le atribuyen a Ajab el israelita 2000 carros de guerra y 10000
infantes, una fuerza militar notable, para la época, que hacía de Ajab el jefe indiscutido de la coalición antiasiria.
88
en Israel los primeros contrastes debido a las diferencias sociales y los abusos de la clase
dirigente, contrastes que con el pasar de los años se hicieron cada vez más acentua
dos La historia de la viña de Nabot, mandado a asesinar con engaño, motivado por el
rey Ajab quien quería apoderarse de su propiedad (1R 21), es, sin duda, un eco de este
tipo de problemas. Elias, condenando este hecho arbitrario del rey, se oponía al inten
to de imponer en Israel una monarquía absoluta. En Israel, incluso el rey, era obligado
a respetar la ley divina frente a la cual no existía diferencia de clases. El texto bíblico es
muv duro con Ajab, incluso lo hace el prototipo del rey impío (1R 16, 29-33; 22, 39-40).
La presencia en la corte de la fenicia Jezabel tuvo una influencia decisiva en la
nueva aceptación de la religión cananea. Al respecto, es probable que Ajab se hubie
se visto obligado no sólo por el amor a su esposa, sino también por la población de
origen cananeo. Debía complacerla y al mismo tiempo contentar a los fieles de Yahvé.
Ajab renovó y amplió el palacio real de Samaría (7/? 22, 29) y, para su esposa Jezabel,
hizo erigir en la capital un templo dedicado al culto a Baal. Estas decisiones se encon
traron con la firme oposición de los ambientes fieles a Yahvé, cuyo máximo exponente
era Elias. Parece que Ajab era fácilmente influenciable por su mujer Jezabel. La activi
dad profética de Elias se desarrolla durante el reinado de Ajab, mientras la actividad de
Elíseo sólo se desarrolla en el reino de Joás. Es muy difícil reconstruir el núcleo histó
rico original de las tradiciones de los dos profetas, es más, los ciclos de Elias y Elíseo
testimonian un enfrentamiento violento entre el culto a Baal y el culto a Yahvé, enfren
tamiento que tiene su centro dramático en la narración de 1 Reyes 18, 20-40, el duelo
en el monte Carmelo entre Elias y los sacerdotes de Baal. Probablemente este conflic
to ha sido subrayado por el redactor yahvista; las dos figuras proféticas son testigos del
hecho de que, al menos en el reino del Norte, el culto a Baal tenía amplio reconoci
miento ciudadano junto al culto a Yahvé. No se habla de una apostasía religiosa, Baal
en lugar de Yahvé, sino de un culto yahvista no exclusivo: los dos hijos de Ajab tenían
nombres yahvistas (es decir, nombres compuestos con el nombre sagrado, en hebreo
Ahaziab y Jehoram). Es evidente que para el rey de Israel, lo mismo que para los israe
litas, un sincretismo de este género era muy conveniente, pero no para las corrientes
proféticas rígidamente yahvistas, para las cuales las formas con las que se manifestaba
la religiosidad popular eran verdaderamente escandalosas.
El hijo de Ajab, Ocozías (852-851), sólo reinó un año: una caída del caballo lo dejó
inválido. Para obtener la curación no se dirigió a Yahvé sino a Baal-Zebub, expresión de
la actitud sincretista de los omridas (2R 1, 2-4). A Ocozías, que no tuvo hijos, lo suce
dió su hermano Jorán (851-845). Con Jorán, Israel perdió el control de Moab. Un inten
to suyo para reconquistar los territorios perdidos aliándose con Josafat, rey de Judá,
falló (2/? 3). Renacieron las hostilidades entre israelitas y árameos. Jorán, en la batalla
de Ramot de Galaad, fue herido y llevado a Yizreel, donde lo visitó su sobrino Ocozías
de Judá.
89
En esta coyuntura Jehú, un alto oficial del ejército, puso fin a la dinastía de los omri-
das con un sangriento golpe de estado. Con el apoyo de los círculos proféticos, el texto
bíblico habla de Elíseo, Jehú, después de haber recibido la unción real bajo un gran
secreto de parte de un enviado del profeta Elíseo, viajó a Yizreel donde mató a Jorán y
a Ocozías de Judá, que tenía en sus venas sangre de Omrí (2R 9, 24-27). Por una orden
suya la reina Jezabel fue arrojada desde la ventana del palacio y pisoteada por caba
llos. Después de haberse asegurado el apoyo de los círculos más influyentes de Samaría,
mandó a asesinar a todos los descendientes de Ajab, y los dos hermanos de Ocozías
de Judá que cayeron en sus manos. Esto da a entender que la dinastía de Omrí tuvo un
cruento fin (2R 8, 10). El hecho de que la conjura de Jehú envolviese a muchos ambien
tes, permite entender hasta qué punto los omridas se hicieron odiar, a pesar de sus éxi
tos políticos y militares. La dinastía de Omrí naufragó porque la monarquía absoluta y
una política de línea sincretista eran incompatibles con la fe en Yahvé.
I I
1 F 1
Ocozías (845)
Joás(840-801)*
90
do- con todo, la brutalidad de este rey despiadado fue condenada por el profeta Oseas
a 4) Jehú abandonó la política de entendimiento con la minoría cananea y rompió la
alianza con los fenicios.
La conspiración de Jehú y el entusiasmo del ejército en el momento de su elec
ción estuvieron motivados por el deseo de reforzar la política de Israel frente a los ára
meos, pero estas expectativas pronto fueron frustradas. A partir del 841 el poder de
Israel comenzó a caer: el obelisco negro de Kalak™, una inscripción asiria del tiem
po de Salmanasar III, recuerda el tributo pagado por Jehú, hijo de Omrí, al rey asirio49.
A Jehú le sucedieron Joacaz (818-802), Joaz (802-787) y Jeroboán II. El reino del
Norte con Jeroboán II (787-747) gozó de su último período de esplendor. El rey logró
restaurar una situación de relativa paz y seguridad como en el tiempo de Omrí. El perío
do de prosperidad y bienestar que Israel vivió durante el reinado de Jeroboán II se debió
a una causa externa: la caída del reino de Damasco, destruido por los asirios, quienes
estaban en permanente expansión. El texto de 2Reyes 14, 25 (cf. Am 6, 13) recuerda la
manera como Jeroboán fue capaz de reconquistar una parte de Transjordania, las regio
nes ya sometidas por Omrí.
Durante el reinado de Jeroboán II se ubica la obra de los primeros dos profetas escri
tores, Amos y Oseas (Am 1, 1; Os 1, 1). Esta coincidencia obliga a una pausa para mirar
con atención las condiciones políticas y sociales que se presentaban. En el campo polí
tico, Oseas denuncia la política de compromiso de los soberanos israelitas, quienes
establecen alianzas tanto con Egipto como con Asiria, según las circunstancias (Os 7,
11-12). Algunos textos de Oseas (5, 13; 12, 1-2) hacen referencia a los tributos pagados
por los reyes de Israel a los soberanos asirios. La situación de desorden internacional
que se vivía en la región, finalmente, fue estigmatizada en el largo pasaje de Amos 1,
3-2, 3. Amos se detiene, de manera particular, en la denuncia de la situación de injusti
cia social en que se encuentran viviendo los habitantes de Israel: los jefes oprimen a la
gente (Am 2, 6-7), los comerciantes hacen trampa (Am 8, 4-6), los jueces se dejan com
prar y los sacerdotes ofrecen un culto únicamente exterior (Am 5, 21-27; Os 5, 1-2). En
particular es cuestionado profundamente el lujo en el que vive la clase dominante (Am
6, 1-7). Tanto Amos como Oseas ponen como centro de su denuncia social la opresión
del pobre: "Han vendido al justo por dinero" y "pisotean como polvo de la tierra la
cabeza de los pobres" (Am 2, 6.7). Estamos delante de otro caso en el cual un período
18 En el obelisco negro, encontrado en Kalak (Nimrod) está representada la oferta del tributo de parte de Jehú:
es la única representación de un rey israelita que el antiguo oriente haya conservado.
™ En realidad Jehú no era hijo de Omrí, pero éste es un testimonio posterior de la notoriedad de la dinastía omri-
da en el campo internacional. Esto permite sospechar que el golpe de estado de Jehú no sucedió sin ningún apoyo
o, al menos, sin la aprobación de Asiria: en este caso las motivaciones religiosas pasarían a un segundo plano. Pocos
decenios más tarde, el rey de Israel Joás (entre el 800 y el 785 a.C.) aparece, de hecho, como un simple vasallo de
Asiria, como lo testimonia otro documento, la estela asiría de Rhiná, que data del 797 a.C. aproximadamente.
91
históricamente floreciente y políticamente más sólido que los anteriores, es interpreta
do por el texto bíblico como un período negativo, justamente por la existencia de gran
des contrastes e injusticias sociales, junto a un difundido bienestar que, lastimosamente,
es privilegio de unos pocos.
Por desgracia, la joven dinastía de Israel estaba por acabarse, Teglatfalasar lll de
Asiría había comenzado sus campañas occidentales. La casa de jehú tuvo un imprevis
to final en el 747 cuando el hijo de jeroboán II, Zacarías, fue asesinado después de seis
meses de reinado por Salón. Con la dinastía de Jehú terminaba el último período de
esplendor de Israel. Ya estaban a la puerta acontecimientos que cambiarían de manera
radical la situación de la región.
Después de la ruptura de las relaciones con las tribus del norte, Roboán (930-910)
sólo es recordado por la excursión militar contra Palestina del faraón Sisak I, fundador
de la dinastía XXII, que saqueó a Jerusalén (IR 14, 25-28). La relación triunfal que él hizo
escribir en los muros del templo de Amón y Karnak indicando que él devastó el norte,
da a entender que los estados de Edom y el reino de Israel fueron los lugares que tuvie
ron que soportar las mayores consecuencias de la invasión.
Roboán reinó veinte años, su hijo Abías, murió después de dos años de reinado,
el sobrino Asá (908-868) reinó durante 41 años: subió al poder en el último año de
Jeroboán, fue contemporáneo de Nadab, Basá, Elá y Omrí, incluso alcanzó a reinar
durante los primeros años,del reinado de Ajab.
En los decenios que siguieron a la división hubo entre Israel y Judá continuos dife-
rendos limítrofes. Al rey de Judá le interesaba extender su dominio hacia el norte para
defender mejor a Jerusalén que se encontraba en los límites entre el reino del Norte y
el del Sur y que, justamente por esta posición, constantemente era amenazada. En los
cuarenta años siguientes a la separación, las relaciones entre Israel y Judá fueron de recí
proca hostilidad (IR 15, 7.16). El hijo de Roboán, Abías (910-908), continuó la política
de su padre, que buscaba consolidar la frontera con el Norte.
Entre los enfrentamientos limítrofes entre Judá e Israel merece ser recordado aquel
que enfrentó a Asá de Judá (908-868) con Basá de Israel (906-883). Este último forta
lecido por el apoyo de los árameos comenzó a fortificar la ciudad de Ramá (a 9 kiló
metros al norte de Jerusalén) con el fin de detener la expansión de Judá hacia el norte.
Asá, preocupado, se dirigió a Ben Adad I, rey de Damasco, quien al romperse la alian
za con Israel lo atacó por el norte. Basá fue obligado a desplazar sus tropas al norte.
Asá, aprovechando la situación, favorable para él, invadió el territorio de Benjamín e
hizo transportar el material de la fortificación de Ramá a Mispá (a 12 kilómetros de
92
jerusalén) para transformar esta localidad en fortaleza fronteriza. De este modo Asá, no
sólo impidió la fortificación de Ramá, muy cercana a su capital, sino que también obtu
vo un buen pedazo de territorio ya fortificado para proteger a Jerusalén apoderándose
de buena parte del territorio de la tribu de Benjamín.
Josafat (868-847), contrario a sus predecesores, se reconcilió con el reino hermano
y; como se dijo al hablar de la dinastía de Omrí, la paz fue sancionada con el matrimo
nio de la hija de Ajab, Atalía, con el hijo de Josafat, Jorán. Durante su reinado, Josafat
buscó la manera de organizar una expedición para ir a buscar oro pero las embarcacio
nes fueron destruidas por una tempestad (1R 22, 48-50). De acuerdo con 2Crónicas 17,
i-9 y 19, 1-11 Josafat pertenece a aquellos pocos reyes justos que iniciaron reformas,
sobre todo de tipo religioso: de intentos de este género no quedan huellas, más allá del
tardío texto de 2Crón¡cas.
Jorán (852 [corregente] -845) con anterioridad fue asociado al trono por su padre;
durante su reinado Judá perdió el control de Edom (2R 8, 20) y la ciudad filistea de
Libná. Su hijo Ocozías (845) fue asesinado por Jehú (en el contexto del asesinato de
Jorán de Israel). La revolución que llevó al trono de Israel a Jehú también tuvo repercu
siones en el reino meridional. En Jerusalén, después del asesinato de Ocozías, asumió
el poder la reina madre Atalía (845-840), hija de Ajab y Jezabel. El Segundo libro de los
Reyes (capítulo 11) narra ampliamente el reinado de Atalía50 y de la conspiración que la
destronó y la asesinó. La conspiración de Yehoyadá, que llevó al trono al joven hijo de
Ocozías, Joás, tuvo como objetivo restablecer en el trono a un representante puro de la
dinastía de David. El reino de Atalía, que duró seis años, es la única interrupción tem
poral del dominio de la dinastía davídica.
Joás, quien subió al trono a los siete años de edad, reinó cerca de cuarenta años
(840-801), fue asesinado a los 46 años de edad por sus oficiales. Después de él subió al
trono de Judá Amasias (801-773) quien, una vez asumió el poder, quiso vengar el asesi
nato de su abuelo Ocozías que había sido obrado por Jehú, por esto provocó a Joás de
Israel, pero sufrió una vergonzosa derrota: una parte de las murallas de Jerusalén fueron
destruidas y tuvo que pagar a Israel un enorme tributo. Amasias murió asesinado como
su padre pero, mientras en Israel el asesinato del rey implicaba un cambio dinástico, en
Judá el asesinato del rey jamás ponía en discusión la dinastía davídica. En este período
también el reino de Judá experimentó el poder de los árameos. Los filisteos, protegidos
por los árameos, atacaban por sorpresa los pueblos de Judá, capturaban sus habitantes
y los vendían como esclavos (Am 1, 6-8).
50 Atalía habría mandado a asesinar a todos los descendientes de David, pero se habría salvado el pequeño Joás,
hijo de Ocozías, escondido en el templo por los sacerdotes hasta que tuvo siete años.
93
A Amasias lo sucedió su hijo Azadas quien reinó sobre Judá desde el 773 hasta el
740. Durante su reinado Judá vivió un período de paz y prosperidad. Azadas fortificó
Jerusalén, que había sido dañada durante la guerra contra Joás de Israel; construyó for
tificaciones y asentamientos agrarios sobre la ribera occidental del mar Muerto e inclu
so en Cades Barnea; derrotó a los edomitas, reconquistó el acceso al golfo de Aqaba
y fortificó a Elat (2/? 14, 22). El Segundo libro de las Crónicas (capítulos 26-27) habla
mucho de este rey, en términos básicamente entusiastas que contrastan con las esca
sas noticias que ofrece el relato más antiguo de 2Reyes 15, 1-7. La situación descrita por
Isaías en el capítulo 2 refleja, según parece, tanto la riqueza como la injusticia social de
la época de Azarías (Is 2, 6-7). En el año de la muerte del rey Azadas, es cuando Isaías
coloca el comienzo de su misión (Is 6, 1). Durante este reinado las relaciones con el
Norte parece que fueron buenas; los límites entre los dos reinos, que habían sido fija
dos por ellos mismos, no son diversos de aquellos que se pusieron mucho tiempo antes
de la época salomónica. Este período vio, entonces, los mejores momentos para Israel
y Judá, a pesar de la denuncia profética. En realidad se trata de una prosperidad mucho
más aparente que real, que deja entrever una rápida decadencia.
Por haberse enfermado de lepra, su hijo Yotán (757-735) fue nombrado corregen
te. Contra las injusticias sociales, la esclavitud, la deshonestidad y la corrupción que
también se presentaron en el reino del Sur se alzó la voz de condena de los profetas
Miqueas (2, 1-2) y, como ya se dijo, Isaías (5, 8).
94
los asirios; c) en caso de una nueva rebelión, ocupación del país, liquidación del estado
$u transformación en provincia asiría. Mediante una deportación sistemática la pobla
ción era privada de la clase dirigente. En algunos casos se procedía a la disolución de la
identidad nacional de los pueblos vencidos mediante deportaciones masivas y asenta
miento de una nueva población proveniente de otras regiones del imperio. El fin de este
proceso era acabar con la identidad de los pueblos conquistados y hacer que las even
tuales rebeliones contra el poder asirio fueran prácticamente improbables.
La ferocidad y la crueldad del ejército asirio eran bien conocidas en la antigüedad,
tanto que un texto de Isaías describe a los asirios como bestias feroces lanzadas sobre
la presa (cf. Is 5, 27-30).
De los cinco reyes que en el término de veinte años sucedieron a Zacarías, últi
mo vástago de la dinastía de Jehú, tres fueron asesinados: Salún (746), el asesino de
Zacarías, un mes después de su conjura, fue asesinado por Menajén (746-736); el hijo
de éste, Pecajías (736-735) fue asesinado por Pecaj (735-733), un oficial del ejérci
to; éstos, a su vez, cayeron como víctimas de un golpe de estado que fue dirigido por
Oseas (732-722), en cuyo reinado el reino de Israel llegó a su fin.
En el 740 Teglatfalasar lll invadió Siria obligando a varios estados a que le entrega
ran tributos. También Menajén de Israel pagó rápidamente el impuesto para evitar la
ocupación del país. En el 735 Teglatfalasar llegó de nuevo a Palestina, al suroccidente,
sometiendo la ciudad filistea de Caza. En esta oleada los pequeños estados de sirios y
palestinos se aliaron bajo el mando de Resín de Damasco y Pecaj de Israel y se subleva
ron contra Teglatfalasar. Le solicitaron a Jotán, rey de Judá, que se aliara con ellos (735),
pero éste rechazó la oferta y poco después murió. También su hijo y sucesor, Acaz (735-
725) rechazó la oferta para hacer parte de esta coalición antisiria; este rechazo llevó a
la llamada guerra siroefraimita (733).
La guerra, poco importante en el campo militar, asume un relevante valor en el texto
bíblico, porque constituye el trasfondo histórico necesario para comprender los capítu
los 7 y 8 de Isaías, donde se encuentra el famoso oráculo del Emmanuel. Acaz se sintió
amedrantado y, constreñido por dos amenazas, la una, muy cerca, era la que provenía
del reino del Norte y la otra, más lejana pero más terrible, era la de los asirios, decidió
someterse a estos últimos, a pesar de los consejos que en contra de ello le hizo Isaías.
Acaz se dirige a Teglatfalasar, ofreciéndole espontáneamente un tributo (2R 16, 7)
y acogió prácticas religiosas asirías al interior del templo de Jerusalén (2R 16, 10).
Teglatfalasar, en ese mismo año, emprende una campaña militar contra Damasco
95
e Israel. Damasco fue conquistada e Israel fue reducido a un estado vasallo donde
Teglatfalasar puso un rey a su gusto, se trata de Oseas (732-722).
Oseas, luego de haber reinado durante nueve años como un fiel vasallo, decidió
rebelarse contra Salmanasar V (727-722), nuevo rey asirio, intentando una imposible
alianza con Egipto. Asiria responde con bastante dureza y bajo Sargón II (721), sucesor
de Salmanasar V, Samaría fue vencida después de dos años de asedio (721 a.C.). Gran
parte de la población fue deportada a Asiria (2R 17, 5-6). El Norte fue convertido en una
provincia asiría, Samaría, con nuevos habitantes no israelitas y por lo mismo con nuevas
costumbres y prácticas religiosas, poniendo así las bases de aquello que, mucho tiem
po después, se convirtió en la razón de la separación entre judíos y samaritanos, aun
que el culto a Yahvé jamás desaparecerá totalmente51.
Después de la caída del reino del Norte, Judá era un pequeño estado, totalmen
te insignificante en el panorama político internacional. Judá constituye una especie de
estado tipo cojín entre Asiria y Egipto. Como único heredero de las tradiciones religiosas
israelitas, el reino del Sur se convierte en el centro de la elaboración de textos bíblicos
como aquellos de la escuela deuteronomista y del primer gran profeta escritor, Isaías.
En el reino del Sur también convergen las tradiciones precedentes como la Yavhista y
aquellas que provienen del Norte, como la redacción Elohista, compuesta, a lo mejor,
poco antes del fin del reino bajo el influjo de los profetas del Norte.
Acaz de Judá permaneció como vasallo fiel de Asiría. Ezequías (729-697) fue asocia
do al trono por su padre en el 729, y a la muerte de su padre, hacia el 726-725, subió al
trono. Durante los años en los cuales estuvo como asociado al trono, Ezequías aprobó
la política paterna de fidelidad a los asirios. La actitud de Ezequías cambió cuando asu
mió todos los poderes. El texto bíblico se ocupa con amplitud de Ezequías y nos ofre
ce un cuadro ampliamente positivo52.
51 El fin del Norte se debió a factores prevalentemente políticos y a la posición estratégica mucho más central
en relación al pequeño e insignificante reino de Judá. El largo texto de 2Reyes 17, 6-23 sostiene que el fin del reino
del Norte se debió al sincretismo religioso existente desde la época de Jeroboán I: "Esto sucedió porque, dando culto
a dioses extranjeros, los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios" (versículo 7). En este punto el texto bíblico
parece más interesado por el sentido de aquello que ha sucedido que por los hechos en sí mismos.
52 Además de los capítulos 18-20 de 2Reyes, tenemos el texto de Isaías 36-39 y la versión que ofrece el cronista
en 2Cro 29-32. 2Reyes 18, 5-7: "Él confió en el Señor, Dios de Israel. Entre todos los reyes de Judá, ninguno fue igual
a él, ni entre sus sucesores, ni entre sus predecesores. Unido al Señor, jamás se alejó de Él; observó los decretos que
el Señor había dado a Moisés. El Señor estuvo con Ezequías y obtuvo éxito en todas sus empresas".
96
Es evidente que no se trata de un juicio político, sino religioso: Ezequías es recorda
do por su obra de reforma religiosa. El Cronista hace de Ezequías el precursor del ecu-
menismo: con ocasión de la fiesta de la Pascua celebrada por él como argumento de su
obra reformadora, invitó a participar incluso a las tribus del Norte (2Cro 30). La reforma
de Ezequías habría consistido en una restauración del culto a Yahvé, al mismo tiempo
que deseaba eliminar los cultos cananeos y los lugares consagrados a ellos. Ezequías,
en particular, habría insistido en el papel central del templo de Jerusalén. Es muy difícil
emitir un juicio sobre la credibilidad de estos datos, particularmente es difícil separar en
el texto bíblico lo que Ezequías pudo haber realizado de la idealización que el redac
tor deuteronomista hizo de su obra.
A este programa religioso, Ezequías le hace seguir un programa político y militar:
logra derrotar a los filisteos, volviendo a tomar posesión de una parte del territorio que
sus predecesores habían perdido, y en el 705 a.C. se alió con Egipto. Esto sucedió en el
momento en el cual fue asesinado Sargón II (705). Ezequías aprovecha las dificultades
encontradas por el sucesor de Sargón, Senaquerib, quien estaba ocupado por consolidar
su poder en oriente (Babilonia se había independizado con Merodac Baladán). Tanto el
texto bíblico como la arqueología testimonian los preparativos de Ezequías para hacer
frente a una eventual invasión. Los textos asirios relacionados con la invasión hablan de
46 fortalezas conquistadas; fortalezas evidentemente construidas por Ezequías. La obra
edilicia más famosa, visible todavía hoy, es el túnel de Siloé, una acequia subterránea
de agua usada para abastecer la ciudad de Jerusalén en caso de un asedio53. Esta políti
ca encontró la decidida oposición de Isaías {Is 18, 1-8; 20, 1-6; 30, 1-3), quien ve en la
acción de Ezequías una traición a la confianza en el Señor o, dicho en términos políti
cos, los círculos de profetas se daban cuenta de lo ilusorio de tal proyecto.
En respuesta a la acción de Ezequías, Senaquerib invadió a Judea (701) y sometió a
Jerusalén a un asedio, hecho del cual se enorgullecerá en sus anales, afirmando que fue
capaz de encerrar a Ezequías como un pájaro en una jaula54. De un momento a otro
Senaquerib quitó el sitio, retornando a Nínive. No se conocen los motivos de este gestp:
¿una epidemia se desarrolló en el ejército asirio?, o ¿llegó un fuerte contingente egipcio
en ayuda de Ezequías?, o ¿motivos políticos internos (poco tiempo después Senaquerib
morirá asesinado por parte de dos de sus hijos)? También se puede pensar en la posi
53 El túnel comienza en la fuente de Jicón [o Cuicónj, a poca distancia de las murallas y lleva el agua hasta la
piscina de Siloé, al interior de la ciudad. Al ingreso del túnel fue encontrada en 1880 una inscripción en hebreo que
con toda probabilidad proviene del mismo Ezequías, en la cual se hace referencia a la construcción del túnel.
54 En los Anales de Senaquerib se lee: "A Ezequías, de la tierra de Judá, quien no se había sometido a mi yugo,
lo asedié y conquisté 46 de sus ciudades fortificadas y provistas de murallas, e innumerables ciudades pequeñas adya
centes destruyéndolas con torres provistas de espolones, o asaltándolas con máquinas de asedio, o combatiendo con
tropas de infantería, o utilizando técnicas de hundimiento, brechas y arietes... El mismo se encerró como un pájaro
en una jaula en medio de Jerusalén, la ciudad de su reino".
97
bilidad de tratados que preveían un acto de sumisión por parte de Ezequías. A lo mejor
la última hipótesis es la más creíble.
El texto de 2Reyes 18, 13-19, 36 (cf. Is 36-39) interpreta el acontecimiento como un
claro signo de la ayuda divina para Ezequías: una vez más la biblia lee los hechos en
clave teológica, dando de este modo un juicio positivo sobre Ezequías. Él en realidad
dejó el reino debilitado y medio destruido, territorialmente reducido a Jerusalén y a sus
contornos más cercanos (/$ 1, 7-8).
Con Manasés, hijo de Ezequías, estamos frente al reinado más largo de toda la histo
ria de Judá (56 años): del 696 al 642 a.C. El reinado de Manasés coincide con el perío
do de máxima potencia del imperio asirio: los asirios controlaban, de hecho, toda la
región que va de Siria hasta el Sinaí, desde Anatolia hasta Arabia. A partir del 671 a.C. el
rey Asaradón y su sucesor Asurbanipal lograron conquistar incluso a Egipto, alcanzan
do así el apogeo del imperio. De la conquista asiría de Egipto hay un eco en Nahúm 3,
8-10. Manasés aparece entre los tantos vasallos de Asiria: una inscripción de la época
lo muestra en Nínive, en el 667, en el momento de pagar el tributo al rey Asurbanipal,
junto con otros 22 reyes vasallos.
La narración de 2Reyes 21, 1-18 es, nuevamente, un testimonio del interés funda
mental del redactor deuteronomista: del largo reinado de Manasés sólo se recuerda el
aspecto religioso. Manasés, como signo de su sumisión a Asiria, también habría intro
ducido las costumbres religiosas, aunque mantuvo el culto a Yahvé55. Esto es verosímil
porque difícilmente Manasés habría conservado el trono sin el consentimiento de Asiría
y sin comportarse como un perfecto vasallo.
El interés teológico sobre el reinado de Manasés es fuerte en el texto de 2Crónicas
33, 11-17: el cronista intenta dar una explicación teológica al hecho que un rey tan
impío y apóstata haya podido reinar tanto tiempo. Manasés, según las Crónicas, se
habría convertido en su vejez. Con base en esta tradición, poco verosímil históricamen
te, nacerá posteriormente la plegaria de Manasés, que entró a hacer parte de la traduc
ción griega de los Setenta, que es catalogada entre los libros apócrifos.
A la muerte de Manasés, le sucede su hijo Amón (641-640), quien fue asesinado,
después de dos años de reinado. La conjura que llevó al asesinato del rey no llegó a
buen fin porque la nobleza judía condenó a muerte a los conjurados y nombró al nuevo
rey, el niño Josías, quien tan sólo tenía ocho años. Detrás de este complot se entrevé la
55 En uno de los tratados de vasallaje de Asaradón, cuyo texto ha llegado hasta nosotros, se lee que el vasallo
debe honrar al dios Asur, reverenciarlo y respetarlo como si fuese su propio dios.
98
lucha entre el partido que era favorable a los asirios y el partido de quienes eran parti
darios a los egipcios; los del partido de los amigos de los egipcios en realidad querían
eliminar a Amón, muy devoto de Asiría, como su padre Manasés. De nuevo estamos
frente a uno de los intentos de Israel para conquistar la libertad, pero el imperio asirio
y el miedo que éste infunde son más fuertes56.
56 Aunque el sincretismo religioso amenazara con disgregar la fe en Yahvé, existían fuerzas que reaccionaban con
fuerza frente a la introducción de cultos paganos. Entre estos estaban los levitas, guardianes de los santuarios de Yahvé
y las antiguas tradiciones sagradas. Los levitas tuvieron muchos seguidores entre los propietarios de tierras. Justamente
fue en el contexto de los levitas donde se formó la ley deuteronómica que jugó un importante papel en la reforma cul
tual de Josías.
57 Es muy difícil que el Deuteronomio sea de la época de Josías, al menos en su redacción final. Todavía hoy se
discute cuál sería exactamente este libro y si sea verdad aquel descubrimiento del cual habla el texto de 2Reyes. Se
puede pensar que el libro en cuestión correspondiera a la parte central del actual Deuteronomio (capítulos 12-26),
sección que, aunque había sido compuesta en el tiempo de Ezequías no entró en uso siendo olvidada durante el rei
nado de Manasés, fue, de hecho, redescubierta durante el reinado de Josías y usada por él como base para su refor
ma religiosa.
99
acentúa el carácter central del templo de Jerusalén. La reforma fue un intento para reno
var el espíritu del yahvismo al interior del reino. Renovó la fiesta de Pascua invitando a
la población del norte a participar; estas actitudes también tenían un significado políti
co, además del religioso. Esta reforma encontró considerables resistencias, porque des
pués de Josías todavía permanecen lugares de culto cananeos al interior de Judá, siendo
señal de que, por lo menos, parte de la población no era muy sensible a las exigencias
de absoluta fidelidad al yahvismo tal como quería la reforma de Josías. Según el juicio
de Jeremías parece que esta reforma terminaría en el formalismo.
El reinado de Josías tuvo un final imprevisto: después del 612, desaparecida de la
escena Asiria, el faraón Necao II (610-595) inicia una campaña en Siria y Palestina, a lo
mejor con el deseo de detener la avanzada babilónica. Josías se ilusiona con el deseo
de detener al faraón y reconquistar un mínimo de independencia, pero este intento fra
casó. Josías fue asesinado en el 609, en la ciudad de Meguidó, en circunstancias oscu
ras. En 2Reyes 23, 29 se lee que Josías fue al encuentro con Necao en Meguidó, pero
que este lo asesinó apenas lo vio. La reticencia de este texto se explica con el hecho
de que la muerte de Josías fue ciertamente un evento trágico para los promotores de
la reforma, quienes veían en él al defensor de la fe yahvista; la obra del rey, de la cual
la escuela deuteronomista se hará portavoz, encontraría una continuación ideal en el
período del exilio y en el período posterior al exilio.
Los últimos años el reino> de Judá son unos años de crisis y gran confusión. A la
muerte de Josías el partido reformador quiso continuar con la política del rey difunto,
nombrando como sucesor al hijo mayor de Josías, Joacaz (609), pero sólo reinó tres
meses. Se presentó ante Necao, quien retornaba de la campaña realizada en el norte
de Palestina, haciendo acto de sumisión, pero el faraón lo depuso y lo exilió a Egipto
y nombró como rey a otro hijo de Josías, Eliaquín, quien cambió el nombre por el de
Joaquín (608-598). Joaquín fue un personaje débil y tirano, unido al faraón que lo había
puesto en el poder (2R 23, 36-24, 7).
En el 605 a.C. el faraón Necao II sufrió una fuerte derrota en la batalla de Karquemis,
junto al Éufrates, a manos de Nabucodonosor. Las regiones de Siria y Palestina, también
Judá, cayeron bajo el control babilónico. Desgraciadamente Nabucodonosor no pudo
disfrutar de todo el éxito obtenido, debido a los desórdenes internos de su reino y se
contentó con recibir de Joaquín -quien, mientras tanto, había cambiado con rapidez de
partido- el tributo acostumbrado.
100
El libro de Jeremías insiste en las confrontaciones que el profeta tuvo con el rey
Joaquín58. Detrás de estos enfrentamientos hay que ver la crítica de Jeremías a la polí
tica favorable a los egipcios que tenía el rey, la cual alcanza tonos muy explícitos en
Jeremías 22, 13-17 y, sobre todo, en 36, 27-31: "Contra Joaquín, rey de Judá declararé:
[...] dice el Señor contra Joaquín, rey de Judá: él no tendrá un heredero en el trono de
David; su cadáver será expuesto al calor del día y al frío de la noche. Yo castigaré a él,
a su descendencia y a sus ministros por su iniquidad".
A la luz de estas palabras, la reacción del rey, quien hace arrestar al profeta, es ape
nas comprensible. La posición de Jeremías se debe a motivos religiosos y políticos. El
profeta no es tanto el portavoz del partido de los que son amigos de Babilonia, sino una
persona realista que capta en la sumisión a Babilonia lo menos inconveniente y en la
rebelión contra Babilonia el inevitable preludio de la destrucción. Es claro que tal posi
ción podría ser fácilmente entendida como colaboracionismo, y en efecto, después de
la muerte de Sedecías, Jeremías sería tratado por los babilonios como su amigo (/r 39,
11-14; 40, 1-6).
En el 601 Egipto logró reponerse y fue capaz de contener el avance del ejército babi
lónico. Joaquín quiso aprovechar la situación e intentó regresar a la antigua alianza con
Egipto, pero la reacción de Nabucodonosor no se hizo esperar y en el 598 a.C. marcha
sobre Jerusalén y la asedia.
Durante el asedio el rey Joaquín muere y el hijo Jeconías (598-597) no ve otra
solución que entregarse. El rey fue exiliado a Babilonia y junto con él fueron exilia
dos algunos miles de personas pertenecientes a la clase dirigente, la nobleza y los
sacerdotes, entre los cuales estaba Ezequiel. Como las crónicas babilónicas afirman,
Nabucodonosor nombró a un rey de su agrado, otro hijo de Josías, quien toma el nom
bre de Sedecías (597-587), quien fue el último rey de Israel.
La política vacilante y compromisaria de Sedecías la hacen notar los capítulos del 32
al 38 de Jeremías. Judá se encuentra ahora a un paso de la ruina y Jeremías denuncia
la irresponsabilidad de aquellos que deberían mejorar la situación aliándose tanto con
Egipto como con Babilonia, según una costumbre jamás consolidada porque siempre
fallaba. En Jerusalén se enfrentan dos partidos, uno seguidor de los babilonios y otro de
los egipcios, finalmente el último logró tener más éxito y llevó al reino de Judá a la ruina.
58 En el inicio del reinado de Joaquín Jeremías habría tenido su conocido discurso contra la confianza casi mágica
que los israelitas tenían en el templo (Jr 7 y 26).
101
Los últimos reyes de Judá
Josías (639-609)
I I
Joacaz (609) Joaquín (608-598) Sedecías (597-587)
Jeconías (597-597)
15. El exilio
59 En realidad no se sabe cuál era la posición exacta de este Godolías: un sello encontrado con su nombre lo defi
ne como sobreintendente de la casa, algo que hace pensar en él como un representante de Nabucodonosor en Judá.
102
muchos otros jefes militares, temiendo la reacción babilónica, huyeron a Egipto, llevan
do consigo al profeta Jeremías, quien se había refutado a apoyar el intento de rebelión,
reconociendo que era algo inútil (Jr 42—43). Con la muerte de Codolías, Judá se con
vierte en una simple provincia del nuevo imperio babilónico y hasta perdió la última
apariencia de autonomía.
En Judá, después de las dos deportaciones babilónicas, sólo permanecieron las cla
ses más pobres. El comportamiento de los babilonios fue, de todas maneras, diferen
te de aquel, mucho más duro, que los asirios habían tenido con el reino del Norte, un
siglo y medio antes. No toda la población fue deportada, pero tampoco parece que los
babilonios hayan favorecido nuevos asentamientos de población extranjera al interior
del reino de Judá, así como se había hecho por parte de los asirios en Samaría.
“ Un siglo después del exilio la posición de algunos de los deportados debía ser en realidad muy buena: los
archivos de la Banca de Murashu, un banco de Nippur, en Mesopotamia, que data de los años 450-400 a.C. testimo
nian. que algunos de los ricos propietarios locales eran judíos. El libro de Esdras (2, 68-69) es un testimonio posterior
de esta situación de bienestar. El mismo rey Jeconías, exiliado durante la primera deportación, fue agraciado, proba
blemente hacia el 561-560 a.C. siendo tratado con benevolencia por el rey babilonio Evil-Merodac. El Segundo libro
de los Reyes, justamente, se cierra con el recuerdo de la gracia concedida a Jeconías, signo de esperanza para el futu
ro (2R 25, 27-30). La situación de los exiliados no fue, entonces, insoportable.
103
El libro de Ezequiel se cierra con una visión ideal de cómo deberá ser la nuevai
Jerusalén y el nuevo templo después del regreso del exilio (Ez 40-48). La predicación^
de Ezequiel y la del Segundo Isaías (Is 40-55: el libro de la consolación), que fue un?
poco posterior, permiten comprender el valor teológico que asume el exilio babilónico.
El hecho de encontrarse en un país extranjero, expuestos al peligro de asumir las;
costumbres, especialmente las religiosas, lleva a los exiliados a reforzar las uniones'
intrínsecas con el pueblo judío. Éste es el período en el cual las costumbres como la-
circuncisión, la observancia del sábado y las leyes de pureza ritual se convierten en,
el signo distintivo de pertenencia al pueblo de Israel. La atmósfera triste y nostálgica,
pero al mismo tiempo profundamente nacionalista y llena de esperanza por el futuro,
se encuentra bien reflejada en el célebre Salmo 137 (Junto a los canales de Babilonia).
Del mismo modo, el Segundo Isaías abre su libro anunciando con alegría el fin del exi
lio: "Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice su Dios. Hablen al corazón de Jerusalén
y anuncíenle que se ha terminado su esclavitud" (Is 40, 1-2). Durante el exilio la catás
trofe nacional se convierte en un motivo de profunda reflexión teológica. Los profetas
anteriores al exilio habían fijado una estrecha equivalencia entre la conducta del pueblo
y la fidelidad de Dios a sus promesas de tal manera que la ruina de Jerusalén es leída
como un castigo debido a las repetidas infidelidades de Israel (Jr 44, 2-6).
La victoria del enemigo y la destrucción de Jerusalén, de hecho, no demostraban la
inferioridad de Yahvé en relación con las divinidades babilónicas; al contrario, mostra
ban que Yahvé era el Señor de la historia y se había servido de las grandes potencias
para realizar lo que había anunciado. Israel tenía unos compromisos con su Dios inclu
so en los momentos de la derrota: "Solamente a ustedes entre todas las estirpes de la
tierra: por ello yo les haré pagar todas sus iniquidades" (Am 3, 2). "Como la barbera en
manos del barbero y el hacha en la mano del leñador, así las potencias de la tierra ser
virán a los planes de Yahvé" (Is 7, 20; 10, 15).
Jeremías, muchas veces, había puesto en guardia a Israel sobre la rebelión de
Babilonia y la confianza mágica en el templo61, del cual había anunciado su destruc
ción (Jr7). Cuando estas profecías se cumplieron, los profetas, que en el momento en el
cual las habían anunciado habían encontrado hostilidad del pueblo y habían sido consi
derados como anunciadores de desgracias y aves de mal agüero, no sólo acrecentaron
su autoridad sino que su palabra ayudó a superar la crisis. Reconociendo y aceptando
la desgracia como justo juicio de Yahvé, se superaba la duda acerca de la fidelidad de
Yahvé a sus promesas.
61 Jerusalén se había escapado en los tiempos de Acaz, en la guerra siroefraimita (733); en los tiempos de
Ezequías había salido ¡lesa del asedio de Senaquerib (701); también había salido sin daño del primer asedio babiló
nico de Nabucodonosor en el 597. Se había difundido la convicción de que Jerusalén como morada de Yahvé jamás
caería en manos de un poder extranjero.
104
Las profecías de salvación de los profetas constituyeron el fundamento para culti
var la confianza en un futuro regreso. Oseas había hablado del amor eterno de Yahvé
a su pueblo (Os 2, 21-22). Amos e Isaías habían anunciado que Yahvé habría sido cle
mente con el resto fiel de Israel (Am 5, 15; Is 7, 16; 10, 20-27). Jeremías había anuncia
do un nuevo pacto (Vr 31, 31).
La obra histórica del deuteronomista, comenzada en la época de Josías y comple
tada justamente en la época del exilio, relee la historia de Israel como la historia de la
fidelidad de Dios y de la infidelidad del pueblo. El deuteronomista lee el presente a la
luz del pasado y saca del pasado indicaciones para el futuro. También durante el exilio
el pueblo debe seguir esperando porque Yahvé jamás ha abandonado definitivamente
a su pueblo, sino que siempre lo ha ayudado para salir de las situaciones difíciles (cf.
Jueces).
La obra de reflexión de los exiliados dio vida en estos años al Códice sacerdotal
(P); los sacerdotes hebreos, convertidos en los guías espirituales del pueblo en el exi
lio, comienzan a escribir una recopilación de las más antiguas tradiciones sobre el pasa
do de Israel, desde la creación del mundo hasta el camino del desierto, releyéndolas
a la luz de su situación de exiliados. El pasado se convierte en un modelo para el pre
sente y en signo de esperanza para el futuro: en esta clave deben ser leídos muchos de
los textos del Pentateuco, de los cuales la redacción sacerdotal constituye su base más
importante.
Otro aspecto que caracteriza el período del exilio es el contacto directo que los
israelitas tienen con la cultura y la religión babilónica. Esta influencia se deja sentir en la
lengua: el hebreo es progresivamente abandonado a favor del arameo, la lengua inter
nacional de la época. Durante el exilio se desarrolla el monoteísmo hebreo: frente a las
religiones paganas, Israel no cae en el sincretismo, sino que refuerza su fe en el único
Dios (Dt 6, 4-5). De manera particular el Segundo Isaías insiste en las grandes decisio
nes sobre la unicidad de Yahvé y su absoluta superioridad sobre cualquier otro falso
dios: "Así dice el rey de Israel, su redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero y
el último; fuera de mí no hay ningún otro dios" (/s 44, 6). Únicamente en este momen
to, parece, que se puede hablar de monoteísmo en sentido estricto; también en este
caso el exilio señala una etapa fundamental en la historia de Israel.
105
16. La época persa
16.1 El regreso
En los años comprendidos entre el 559 y el 539 a.C. sucede un nuevo e importante ’
cambio en el panorama internacional. Nabónides se convierte en rey de Babilonia, uni
soberano bastante indiferente frente a los problemas relacionados con el gobierno de
la nación. Nabónides se dedicó al culto de la diosa lunar Sin, enemistándose con los
poderosos sacerdotes de Marduc, dios nacional de Babilonia. Nabónides incluso renun
cia al gobierno efectivo de la ciudad, donde deja a su hijo Baltasar. Mientras tanto nace
una nueva potencia, la de los medos, que comienza a amenazar a Babilonia.
Los medos vivían al oriente del Éufrates, más o menos al occidente del actual Irán,
y durante un tiempo habían sido aliados de Babilonia en las campañas contra Asiría.
Nabónides pensó que podría detener el ascenso de los medos aliándose con el rey
persa Ciro (550-530). Este último venció realmente a Astiages, rey de los medos, apo
derándose de su reino (550 a.C.) y, fortalecido con esta victoria, continuó su política
expansionista conquistando, cuatro años más tarde (546 a.C.), el reino de Lidia, del míti
co rey Creso, y amenazando muy de cerca las ciudades griegas del Asia Menor. Ciro,
de aliado se convirtió en una amenaza constante para Babilonia y, de hecho, en el 539
derrotó a Nabónides y entró en Babilonia. Sorprendentemente Ciro no se consideró un
conquistador sino un libertador. De hecho el gobierno de Nabónides había encontra
do notorias oposiciones internas, de las cuales la última no fue ciertamente la de los
sacerdotes de Marduc. Ciro se presentó como el enviado de Marduc para restaurar su
culto. De la misma manera/el Segundo Isaías describe sutilmente a Ciro como liberador,
el Mesías mandado por Dios para salvar al pueblo que estaba en el exilio (/$ 45, 1-7).
Con la conquista de Babilonia, el nuevo imperio persa será el más grande imperio
del Antiguo Oriente, extendiéndose desde el río Indo hasta el mar Egeo y desde Egipto
hasta los montes del Cáucaso. Con Ciro se abre una nueva fase política: él permite que
varios de los exiliados que estaban en Babilonia pudiesen regresar a su patria, reconstru
yeran sus ciudades y sus templos y pudieran retomar sus propias tradiciones religiosas.
Esta actitud se ubica en el proyecto global de Ciro, que usa con eficacia el arma de
la propaganda, presentándose, por una parte como el libertador de Babilonia, y, por
otra, como libertador de los pueblos humillados por los babilonios, obteniendo así el
apoyo de unos y otros. Es difícil establecer el punto hasta el cual la política de Ciro
estuviera impulsada por motivos humanitarios o por motivos de conveniencia política:
es más, la tolerancia le sirvió más a Ciro que la fuerza de sus ejércitos. En el libro de
Esdras, el decreto de Ciro es visto como si hubiera sido dado explícitamente a los judíos
106
(Esd 1-4/' l'^)62; no obstante ello, el regreso a Jerusalén debe ser visto en reali
dad no como un privilegio particular concedido a los israelitas, sino más bien como el
hecho de entrar en ese plano global, del cual se ha hablado.
A continuación de este cambio de situación, después del 538 a.C. un pequeño grupo
de los exiliados regresó a la patria bajo el mando de Sesbasar. Quién haya sido este per
sonaje no es del todo claro: se puede pensar en un israelita, miembro de la familia real,
encargado por Ciro para que guiara un pequeño grupo de exiliados con el mandato de
reconstruir el templo de Jerusalén, de acuerdo con la política que él mismo había pro
yectado. El número de los repatriados no debía ser muy grande {Esd 2 y Ne 7). Gran
parte de los judíos prefirió permanecer en Babilonia, porque no podían abandonar la
posición que habían alcanzado. Los repatriados comenzaron, en medio de muchas difi
cultades, la obra de reconstrucción del templo, encontrando oposición de las pobla
ciones locales, a lo mejor desconcertados por el radicalismo religioso de los recién
llegados y, sobre todo, porque no eran muy propensos a dividir lo poco que tenían con
gente que evidentemente reclamaban derechos sobre precedentes propiedades. Sólo en
el 515 a.C., después de una predicación conjunta de los profetas Ageo y Zacarías y el
apoyo del rey, el templo fue nuevamente consagrado.
A Ciro lo sucedió Cambises (530-522), quien en el 525 también puso bajo su domi
nio a Egipto. Entonces Irán, Mesopotamia, Asia Menor, Palestina, Siria y Egipto, por pri
mera vez en la historia, se vieron sometidos al poder de un único soberano. A Cambises
lo sucedió Darío (522-485 a.C.), quien inicia una profunda reforma administrativa de
su enorme imperio, la cual también se reflejará en Judá. Continuando con la política
de Ciro, Darío nombró como gobernador para esta región a un tal Zorobabel, israelita
de la familia de David, con quien fue afianzada la autoridad religiosa del sumo sacer
dote. En Ageo 2, 20-23 y Zacarías 6, 9-14, se habla de Zorobabel en términos mesiá-
nicos. El momento histórico en el cual se da este anuncio es la muerte de Cambises,
que fue seguida de una lucha por la sucesión, en la cual Darío salió victorioso. Es posi
ble que hayan sido las nunca muertas esperanzas de restaurar la monarquía davídica,
esperanzas fortalecidas por los exiliados en la persona de Zorobabel, las que más tarde
impulsaron a Darío a quitarlo de un momento a otro del poder. La autoridad política
no desaparece, porque en el puesto de Zorobabel siempre será puesto un gobernador,
representante del rey persa; es más, a los ojos de los israelitas, la verdadera autoridad
sigue siendo la autoridad religiosa; de hecho, desde este momento el poder del sumo
62 El segundo de los textos citados sería una copia de la carta de Ciro que autoriza explícitamente a los exiliados
a reconstruir el templo de Jerusalén. La carta es presentada en arameo, la lengua internacional de la época, lengua
en la cual fue escrito el libro de Esdras. La autenticidad de estos textos es muy discutida: en particular parece extraño
que Ciro se haya ocupado de los judíos y, sobre todo, en el primer año de su reinado, como lo recuerda Esdras 1.
107
sacerdote comienza a ser cada vez más importante, caracterizando la vida de la comu-1
nidad judía, que cada vez se unía más en torno a su fe y sus observancias cultuales.
Con Jerjes (485-465 a.C.), sucesor de Darío, el imperio persa entra en un período de
crisis. Darío ya había sido derrotado en la campaña dirigida contra Grecia (Batalla de
Maratón) y después de él también Jerjes fue derrotado por los griegos; el intento persa
de someter a Grecia falló porque también Egipto quería recuperar la independencia que
había perdido. Lo que sucede en el curso de estos años en la pequeña provincia de Judá
es muy desconocido y ni siquiera los textos bíblicos sirven de ayuda.
Es muy posible que ésta sea la fecha en la cual nació en Israel una visión más uni
versal, más abierta a los otros pueblos. El Tercer Isaías (capítulos 56-66) anuncia para
el futuro la conversión de los paganos y la concreción de un reino universal de Dios.
Una fuerte crítica al particularismo y al nacionalismo judío, que, en cambio, caracteriza
ría la época de Nehemías y Esdras, se encuentra en los libros de Rut y Jonás, narracio
nes edificantes compuestas probablemente en este período. En ambos casos el mensaje
es claro: también los extranjeros y los paganos pueden convertirse y entrar en relación
con el pueblo elegido (Rutes una moabita que se casa con Booz, antepasado de David;
Jonás, en cambio, fue enviado a predicar la conversión a los ninivitas).
El período que va de lós comienzos del reinado de Darío (522) hasta la mitad del
reinado de Artajerjes I (465-424) es un período oscuro para Judá. Las dos misiones
reformadoras de Esdras y Nehemías permiten intuir que se trataba de un período de difi
cultades, tanto en los planos político y social, como en el campo religioso. El libro del
profeta Malaquías, compuesto probablemente en este período, habla de graves fallos en
el comportamiento de los sacerdotes, con prevaricaciones en el campo moral, expre
sando, al mismo tiempo, la espera de un cambio radical.
El Imperio persa con Artajerjes I (465-424), sucesor de Jerjes, fue capaz de superar
la crisis y asumir las precedentes derrotas sufridas frente a los griegos. Posteriores seña
les de dificultades en el imperio se tendrán en varias partes algunos años más tarde,
bajo Artajerjes II (405-359 a.C.), cuando Egipto logró recuperar su independencia.
En este momento histórico se ubica la misión de dos personajes: Esdras y Nehemías.
De acuerdo con la cronología tradicional, es decir, la que es presentada por los tex
tos bíblicos en cuestión, Esdras, un judío exiliado a Babilonia, viaja a Jerusalén cuan
do el rey Artajerjes I, en el séptimo año de su reinado (hacia 458), le encomienda una
misión. En el 445 será seguido por el segundo personaje, el gobernador Nehemías;
108
también a él, el rey le encomendó una misión. Esdras fue presentado como el reorgani
zador de la vida religiosa de los judíos repatriados; Nehemías, en cambio, es el reorga
nizador de la vida social y política y, de acuerdo al texto bíblico, parece ignorar la obra
realizada por Esdras. La misión de Esdras parece presuponer a Jerusalén ya reconstrui
da realidad que de hecho sólo sucede bajo al mandato de Nehemías.
Es muy probable que el Artajerjes del cual se habla a propósito de Esdras no sea
Artajerjes I, sino Artajerjes II (405-359). De esta manera la misión de Esdras debe ser
ubicada después de la de Nehemías, de quien constituye el complemento lógico.
Entonces es claro que se tiene una cronología invertida, en relación con el orden bíbli
co: no es Esdras - Nehemías, sino Nehemías - Esdras. En el 445, bajo Artajerjes I, se
ubica la llegada de Nehemías a Jerusalén, quien se encuentra de frente con una situa
ción de crisis y una ciudad que aún no había sido reconstruida del todo. Esta misión
será seguida, en el 398, por la de Esdras, bajo el reinado de Artajerjes II.
16.2.2 Nehemías
63 En las excavaciones realizadas en Judá se han encontrado monedas con la inscripción Yehud (= Judea), que se
convierten en la prueba del hecho de que la provincia debía gozar de una relativa autonomía, al menos en relación
con otras regiones de la satrapía. La reconstrucción de las murallas de Jerusalén también se puede ubicar al interior de
un proceso de reforzamiento de esta parte del Imperio, en los límites con Egipto, preparándose para tiempos difíciles.
109
libre a algunas reformas tanto en el plano social como en el religioso. En el campo social
Nehemías se encuentra frente a una situación muy generalizada de pobreza (/Ve 5, 15).
Las dificultades económicas en las cuales se debatían los exiliados, los llevaba a ven
der sus propiedades, e incluso sus hijos como esclavos (/Ve 5, 1-5). Nehemías intentó
resolver esta problemática: impuso la restitución de las propiedades hipotecadas, orde
nó la liberación de los israelitas que se habían vendido como esclavos para pagar sus
deudas y redujo los excesivos gravámenes del sistema fiscal persa.
En el plano religioso Nehemías restauró el sacerdocio y se opuso a los sacerdotes y
levitas que abusaban o se desinteresaban de su ministerio (/Ve 13, 4-13); todo esto en
conexión con las advertencias contenidas en el libro del profeta Malaquías, que era un
poco anterior a la época de Nehemías.
Nehemías también luchó por el respeto y la observancia de la ley del sábado, adop
tando una medida drástica, que consistía en cerrar las puertas de la ciudad el día sába
do (/Ve 13). Prohibió los matrimonios mixtos con mujeres paganas, problema que aún
se hará sentir en el tiempo de Esdras. La actividad de Nehemías está descrita en el libro
homónimo que tiene pasajes dramáticos, lo cual hace pensar en la existencia de un con
traste muy fuerte entre los exiliados que regresaron a la patria, animados por una fe rígi
damente yahvista, y la población local, que en el plano religioso debía ser muy abierta,
incluso hasta estaría inclinada más al sincretismo.
16.2.3 Esdras
110
El aspecto más importante de la misión de Esdras es el hecho de que la Torá se
convierte en la ley del estado64. Con la reforma de Esdras los judíos se convierten en
el pueblo del libro. La Ley (Torá) se convierte en la norma que regulaba la vida de la
comunidad y no era sentida como un peso sino como un don de Dios (cf. 5a/ 1; 18;
118). Para regular a la luz de la Torá cada sector de la vida era necesario conocerla,
interpretarla y enseñarla; por esto se formó la nueva clase de los escribas, cuya tarea
fundamental consistía en interpretar y aplicar la Ley. Junto al rito sacrificial practicado
en el templo, se comienza a organizar un servicio divino practicado en la escuela y en
la sinagoga que consistía en la lectura de la Ley, su interpretación y la oración. Por estos
motivos las Escrituras tomaron una importancia cada vez mayor. La tendencia al lega-
lismo y al encerramiento, que caracteriza este período histórico, puede ser vista como
la consecuencia de un comportamiento necesario para preservar la identidad nacional
y religiosa. Es más, a partir del siglo III a.C., la pertenencia a la comunidad religiosa, ya
no dependerá de factores étnicos, sino de la aceptación o no de la Torá; entonces, los
extranjeros que se sometían a la Ley y a la circuncisión, también se convertían en miem
bros de la comunidad con todos los derechos.
No se tienen noticias de los judíos que en la época persa vivían en el Bajo Egipto. En
cambio sí se tienen noticias relacionadas con los judíos que vivían en el Alto Egipto, con
más precisión en la isla Elefantina, donde desde el siglo VI se había asentado una guar
nición mercenaria judía de la cual los faraones se servían como protectores contra los
etíopes en Syene (la actual Asuán). Los papiros de Elefantina (descubiertos al comienzo
del siglo XX) han proyectado luz sobre un tipo particular de yahvismo. En contraste con
el Deuteronomio construyeron un templo y su culto tiene influencias cananeas. Cuando
en el 525 Cambises sometió a los egipcios, esta colonia pasó al servicio de los persas
que le dieron vía libre al culto que se practicaba en la isla. Junto al Dios Jahú, los judíos
de Elefantina veneraban a Esembetel y a una divinidad femenina llamada Anatbetel; no
se sabe el origen de esta triada divina. Al inicio del siglo IV, cuando los persas perdie
ron el dominio de Egipto, el templo de Jahú fue destruido. A partir de este momento se
pierden las huellas de este grupo hebreo.
“ El texto de Esdras 7, 12-26 presenta un decreto de Artajerjes con el cual la Ley israelita es considerada a la par
con la ley real. Esto no quiere decir que Judá se convierte en una provincia independiente; sólo significa el recono
cimiento, por parte de Artajerjes, del derecho que adquirían los judíos para regularse a sí mismos, para sus negocios
internos y sus costumbres religiosas, de acuerdo con su propia ley, que era la de Moisés. Aquí es notorio el hecho de
que los reyes persas, a menudo, se interesaban por las legislaciones locales, hasta entrar en los detalles cultuales.
111
17. La época griega (332-63)
En la batalla de Isos (333 a.C.) Alejandro Magno derrotó al rey persa Darío lll y con
esta victoria se abrió paso hacia Egipto a través de Siria y Palestina. Al rápido avance de
la armada macedonia sólo se pudo oponer una débil resistencia. La fortaleza insular de
Tiro, después de un asedio de siete meses, fue obligada a capitular. Gaza resistió duran
te dos meses, pero también cayó. Superados estos obstáculos, Alejandro pudo marchar
a lo largo de la costa mediterránea sin dificultades sobre Egipto. No se demoró mucho
en conquistar los territorios cercanos a la costa, pero dejó esta empresa en manos de
sus generales. Judá se sometió al general Parmenio sin resistencia; Samaría, sede del
gobernador persa, fue conquistada por Perdicas y sus soldados. Los judíos reconocie
ron sin mayores problemas el gran poder de los nuevos patrones.
Con Alejandro Magno entra en el Medio Oriente la cultura, la civilización y la filo
sofía griega, comienza el período que es llamado helenismo: colonias griegas fueron
fundadas en todo el Oriente, la lengua griega reemplazó al arameo como lengua inter
nacional, muchas ciudades se dieron codificaciones y estatutos griegos, fueron cons
truidos gimnasios, teatros y termas por todos lados. El proceso de helenización no fue
uniforme: fue muy superficial en algunos países, por ejemplo en Mesopotamia, pero
muy profundo en Asia Menor y Egipto; también los judíos se tuvieron que confrontar
con esta nueva visión del mundo.
Alejandro Magno fue, en general, muy tolerante en relación con las codificaciones
sociales y las costumbres religiosas de los pueblos conquistados. En el caso de Jerusalén,
Alejandro reconoce la autoridad del sumo sacerdote, considerado jefe y representante
oficial de una comunidad regulada por una ley propia, la Torá. El cambio de poder no
trajo grandes cambios, al menos por lo que se refiere a la vida cotidiana de los judíos65.
Sobre este período los textos bíblicos callan: los libros de Nehemías y Esdras se limi
tan al período persa, mientras la narración de los libros de los Macabeos únicamen
te retoman los acontecimientos sucedidos un siglo y medio más tarde. El primer libro
de los Macabeos ofrece, de todas maneras, una imagen muy negativa de Alejandro:
"[Alejandro el Grande], emprendió muchas guerras, se apoderó de fortalezas y mató
los reyes de la tierra; llegó hasta los confines de la tierra y recogió los restos de muchos
pueblos. Cuando la tierra se quedó en paz bajo su mando, su corazón se ensoberbeció
y se llenó de orgullo" (1M 1, 2-4).
65 Diferente fue el caso de Samaría: según dice Flavio Josefo, Samaría, rebelándosele al gobernador macedonio
en el 331 a.C., apenas un año después de la conquista, fue destruida y la rebelión fue sofocada sangrientamente; des
pués, la ciudad fue reconstruida como colonia macedonia.
112
Este juicio no debe sorprender: Alejandro Magno fue visto como un rey que preten
día atribuirse prerrogativas divinas, algo muy normal en la época. Este tipo de intencio
nes era insoportable para todo judío piadoso y por ello el juicio sobre Alejandro Magno
es negativo. No obstante ello, en algunos ambientes judíos se nutrió una simpatía muy
profunda por la cultura y la civilización de los griegos hasta el punto que, en el siglo II
a C., algunos judíos consideraban que estaban emparentados con los espartanos. En el
Primer libro de los Macabeos se habla de una carta que Areo, rey de Esparta, habría
escrito al sumo sacerdote Onías, en la cual se dice que se había encontrado un antiguo
escrito donde se hablaba de que los judíos y los espartanos eran hermanos, descendien
tes tanto los unos como los otros, de la estirpe de Abrahán.
Alejandro no tuvo el tiempo necesario para consolidar sus conquistas ya que murió
inesperadamente en el 323 a.C. con tan solo 33 años, dejando su reino en el caos. Sus
generales (los llamados diadocos) se repartieron los territorios conquistados, fragmen
tando irremediablemente el enorme imperio. La historia bíblica se interesa particular
mente por dos de estos reinos rivales que se disputaban el control de Palestina: el reino
egipcio, gobernado por Ptolomeo, y el reino de Asia, gobernado por Antígono.
Ptolomeo hizo ocupar Palestina, que cae en el primer momento bajo su dominio,
pero Antígono en el 315 se la arrebató. Como Antígono se había logrado apoderar de
casi todo el antiguo imperio persa, los otros diadocos, envidiosos por su éxito, se unie
ron contra él. De esto se siguió que Ptolomeo retomó el poder sobre Palestina y la parte
meridional de Siria. Así fue como se decidió la situación de este país por los siguien
tes 120 años.
Así como los persas y Alejandro Magno, también los Ptolomeos no se entrometieron
abiertamente con los asuntos internos de la comunidad cultual de Jerusalén. El verda
dero jefe de los judíos era el sumo sacerdote, quien podía resolver libremente las cues
tiones de la comunidad con aprobación del soberano helenista de Egipto. A su lado
estaban los sacerdotes, los ancianos y los jefes de las familias influyentes de Jerusalén.
Parece que en el primer momento el rey Ptolomeo, después de haber conquista
do a Jerusalén por la fuerza, probablemente trató a la población con dureza, depor
tando una parte a Egipto; no obstante ello, con el paso del tiempo, este dominio será
visto como un período de paz y relativa prosperidad. De esto se tienen informaciones
directas, las únicas relacionadas directamente con Judá, a través de los diarios de viaje
de un tal Zenón, funcionario de la oficina de tributos de los Ptolomeo, quien visitó la
región palestina entre el 260 y el 258 a.C. Estos diarios testimonian la existencia de una
situación económica mayoritariamente floreciente, con un comercio muy activo basado
principalmente en el aceite, el vino, los cereales, el bálsamo, y la venta de esclavos. Es
probable que en este ambiente haya nacido el libro del Qohéletlo libro del Eclesiastés},
113
que presenta una sociedad opulenta, gobernada por una burocracia muy jerarquizada
y ávida de dinero.
La relación de los judíos con la monarquía de los Ptolomeo tuvo que haber sido, en
general, muy buena, tanto en Judá como en la diáspora de Egipto. Judá era una de las
tantas provincias de este reino, cuya administración estaba dirigida por un gobernador,
que por mucho tiempo fue elegido por la poderosa familia judía de los Tobías, mientras
que en todo lo que se relacionaba con la ordenación interna el sumo sacerdote goza
ba de amplia autonomía.
En el 197 a.C. en la batalla de Paneión, junto a las fuentes del Jordán, el rey seléu-
cida Antíoco lll el Grande logró arrebatarle a Ptolomeo V Epífanes toda Palestina; una
vez más Israel se encontró en la obligación de cambiar de patrón. Las relaciones de
los judíos con el nuevo soberano, inicialmente fueron muy buenas. De acuerdo con
Flavio Josefo, los judíos habrían ayudado a Antíoco lll a derrotar la guarnición de los
Ptolomeos que había en Jerusalén. En todo caso, Judea hizo con rapidez un acto de
sumisión y los Seléucidas, en contraprestación, le mantuvieron el estatuto de autono
mía interna, de que ya gozaban bajo los Ptolomeos.
Como la influencia de la cultura griega comienza a hacerse sentir de una forma cada
vez más profunda, también comienza a encontrar oposición de los ambientes judíos
más fieles a la tradición. De este período data un edicto que prohíbe a los extranjeros
la entrada al templo y la tría y comercio de animales impuros en Jerusalén, leyes que
tenían el objetivo de salvaguardar la pureza ritual de la ciudad santa; pero estas prescrip
ciones eran obstaculizadas por, al menos, una parte de la aristocracia y de los sacerdo
tes, clases sociales entre las cuales la cultura griega se estaba difundiendo cada vez más.
Una transformación radical de la situación provino de un cambio en el escenario
político que sucedió en el Lejano Occidente. En el mismo año en el cual Antíoco lll con
quistaba Judá, Roma entraba en guerra con Filipo V el Macedonio, de quien Antíoco era
aliado. Filipo sufrió una dura derrota y en el 190 también Antíoco sufrió una dura derro
ta en la batalla de Magnesia. El ejército seléucida fue derrotado por las legiones roma
nas que estaban guiadas por el famoso Escípión el Africano. El tratado de paz impuesto
por los romanos a Antíoco lll, implicaba unas condiciones muy difíciles. Antíoco debía
abandonar todos sus territorios de Asia Menor y pagar un tributo de 12.000 talentos,
una cifra astronómica. Las consecuencias de la derrota de Magnesia pesaron decisiva
mente sobre la actitud del gobierno seléucida en relación con los judíos.
El sucesor de Antíoco, el rey Seleuco IV Filópatro (187-175 a.C.), quiso evitar las
desastrosas condiciones económicas que pesaban sobre su reino, saqueando los tem-
114
ios más ricos y, entre éstos, el de Jerusalén, pero no alcanzó a hacer realidad este acto
sacrilego porque fue asesinado por su primer ministro Heliodoro.
A Seleuco IV lo sucedió su hermano Antíoco IV (175-164 a.C.) quien se impuso el
nombre de Epífanes (= manifestación de dios), nombre que el pueblo cambiará irónica
mente por el de Epímanes (loco). Este nombre revela con claridad la manera como era
considerado por sus soldados. Con Antíoco IV la situación de los judíos se empeora.
La que se transformaría en una verdadera persecución comenzó con Jasón, un judío de
familia sacerdotal muy tocado por la mentalidad griega, quien le compra al rey, nece
sitado de dinero, el cargo de sumo sacerdote, quitándosela a su hermano Onías. Jasón,
con el apoyo de otros miembros de la casta sacerdotal, comienza un decidido proceso
de helenización de Jerusalén: fue abierto un gimnasio donde los jóvenes practicaban,
desnudos, deportes. Los judíos, debido a la circuncisión, eran objeto de burlas por parte
de los griegos, de tal manera que algunos ocultaban la circuncisión con una interven
ción quirúrgica. Jasón tenía la intención de darle a Jerusalén un régimen de ciudad grie
ga, lo cual habría implicado la abolición de la Torá como ley del estado66.
Hacía tres años que Jasón ostentaba el poder cuando un cierto Menelao, en el 172,
le ofreció al rey de Siria aportes en dinero muy superiores a los que ofrecía Jasón y por
ello mismo fue nombrado sumo sacerdote. El cargo de sumo sacerdote se había con
vertido en una realidad política que se podía comerciar.
Los romanos, que después de la guerra victoriosa contra Aníbal habían extendido su
influencia militar y política incluso al Oriente, tomaron partido por los Ptolomeos que
gobernaban en Egipto contra Antíoco IV, quien tuvo, debido a la intimidación romana,
que interrumpir las operaciones bélicas contra Egipto. Después del fracaso de la cam
paña militar contra Egipto, en Jerusalén se difundió la noticia de que Antíoco había
muerto. Jasón, privado de su oficio, aprovechó esta ocasión para apresar por las armas
a Menelao y retomar, junto al oficio de sumo sacerdote, el poder en Jerusalén. Cuando
Antíoco supo todo esto, intervino con fuerza y repuso a Menelao en su puesto. Como
estos sólo podían mantener su puesto con el apoyo de los Seléucidas, les fue imposi
ble oponer resistencia a Antíoco cuando, en el 169 a.C., llenó sus empobrecidas arcas,
debido a las guerras, despojando el templo de Jerusalén de su tesoro. Los utensilios pre
ciosos del templo: el altar del incienso, el candelabro de siete brazos y la mesa de los
panes de la proposición fueron llevados a Antioquía.
66 En la mentalidad griega todo estilo de vida diferente al griego, era por sí mismo considerado como bárbaro, y
el judaismo estaba bastante lejos del modo de vivir y de pensar de los griegos para llegar a un compromiso pacífico.
Era necesario elegir y, mientras que para muchos la elección para permanecer fieles a las tradiciones propias era del
todo natural, para otros la decisión fue la de vivir al modo griego.
115
17.3 Las persecuciones de Antíoco IV Epífanes
116
Meceremos las órdenes del rey para desviarnos de nuestra religión a derecha o a izquier
da" (1M 2, 19-22). A este tipo de argumentos se suman otras razones de tipo social. Los
defensores del helenismo generalmente eran los miembros de las clases ricas (sacerdo
tes y nobles). Cuando Jerusalén se convierte en una ciudad helenista, la ciudadanía no
piensa más en su pertenencia al mismo pueblo por la circuncisión, la observancia del
sábado y la Torá, sino que se introduce el criterio de la posición social y el censo. De
esta manera se favorecían las clases ricas (nobles, sacerdotes, terratenientes) a expen
sas de la gran masa del pueblo. Esto ayuda a entender el apoyo popular a la rebelión.
Sobre la base de la narración bíblica (7A4 2, 15-28) la ocasión propicia para la rebe
lión llegó gracias al sacerdote Matatías, probablemente exiliado por sus tendencias
contra los Seléucida a la pequeña ciudad de Modín, en la zona de Sefalá. Cuando los
funcionarios reales llegaron a esta pequeña ciudad para obligar a los judíos a ofrecer
sacrificios paganos, Matatías mató a un judío que estaba dispuesto a sacrificar y gol
peó al oficial del rey que había pedido este acto. Tal gesto causó enorme impresión,
Matatías y sus hijos tuvieron que huir y refugiarse en las montañas del desierto de Judá,
donde, en torno a ellos, se agrupó rápidamente un crecido número de judíos que esta
ban dispuestos a luchar. Desde el desierto, en primera instancia se dedicaron a asaltar
esporádicamente para destruir templos paganos que habían sido construidos en diferen
tes lugares de la región y castigar a los judíos apóstatas.
Después de la muerte de Matatías tomó el comando de los combatientes su hijo
Judas. A él le fue dado el sobrenombre de macabeo, que significa martillador (del
arameo maqqabah = martillo). Bien pronto Judas no se contentó con las pequeñas
incursiones, sino que tuvo el coraje de hacer ataques más fuertes contra los enemigos,
quienes fueron obligados a defenderse. Antíoco IV, quien combatía en Oriente contra
los partos, envió a Palestina a su general Lisias. Judas lo derrotó y se dirigió victorio
so hacia Jerusalén, ocupó el lugar santo profanado y restableció el culto prescrito por
la ley. El 25 de casleu (diciembre) del 164 a.C. el altar fue nuevamente consagrado y
se retomó el culto regular con una fiesta de ocho días. Desde ese entonces el judais
mo recuerda el acontecimiento cada año con la fiesta de la Hanukkah (= dedicación
del templo).
Los sirios todavía seguían ocupando la ciudadela de Jerusalén. Judas comenzó a
asediar la fortaleza y provocó la reacción de los enemigos. Al puesto de Antíoco IV,
quien había muerto durante una campaña militar contra los partos (164)67, gobernaba
el comandante Lisias en calidad del tutor del hijo, aún menor de edad, del difunto rey,
Antíoco V. Éste mandó un ejército bien equipado que derrotó a los judíos y quitó el
67 En el texto de 2Macabeos 9 la muerte de Antíoco es vista como el justo castigo de Dios para el impío rey,
quien muere entre atroces dolores, devorado vivo por los gusanos, en tierra extranjera. En 2Macabeos 9, 19, además,
se le atribuye a Antíoco una carta casi de excusa que él habría escrito a los judíos.
117
asedio de la ciudadela de Jerusalén. De esta desesperada situación Judas se salvó gra
cias a las rivalidades que explotaron en Siria por la sucesión al trono. Otro general se
opuso a Lisias, y este último, para tener las manos libres contra él, cerró un acuerdo con
los judíos, en virtud del cual se permitía la no perturbada práctica de la religión judía a
cambio del reconocimiento de la soberanía de Siria.
Durante el reinado de Demetrio I Sotero, hijo de Seleuco IV Filópatro, quien en el
162 a.C. había conquistado el trono, ambientes de tendencia helenista se lamentaron
porque se sentían oprimidos por Judá. El rey escuchó y envió como sumo sacerdote a
Álcimo quien, aunque tenía tendencias griegas, era de estirpe saducea. Como el culto se
había retomado de acuerdo con las prescripciones de la ley y se podía vivir sin obstácu
los la fe judía, los piadosos íhasidim), que se habían opuesto a la política de violencia
de Siria, se declararon dispuestos a reconocer el sumo sacerdote impuesto por los sirios
como legítimo poseedor del oficio. El problema era que Judas deseaba alcanzar la inde
pendencia política y se opuso al sumo sacerdote Álcimo, quien pidió ayuda a Siria y se
dio un enfrentamiento militar en el cual Judas fue asesinado (160 a.C.). De esta manera
llegó a ser jefe de los rebeldes el hermano de Judas, Jonatán (164-142), quien a pesar de
la pequeña fuerza militar y la gravedad de la situación logró sostenerse, aprovechando
con astucia las continuas luchas por la sucesión al trono de Siria y pasando de un par
tido a otro, de los que estaban en contienda. De cada una de las partes en lucha supo,
en toda oportunidad, obtener concesiones y de este modo logró ampliar su radio de
influencia. De Alejandro Balas, uno de los tantos pretendientes al trono de Siria, obtu
vo el control de Samaría meridional y el oficio de sumo sacerdote (153 a.C.) que había
permanecido vacante después de la muerte de Álcimo, sucedida a finales del 160. Esto
le aumentó a los Macabeos un poco la simpatía de la que gozaban entre los piadosos
Ihasidim). Jonatán, en el intento de concluir una alianza con el enésimo pretendiente al
trono de Siria, Trifón, fue asesinado por éste, a traición, en el 142 a.C.
Simón, el tercero de los hermanos, asume la dirección de la lucha. Logró alcanzar
la misma posición de Jonatán, convirtiéndose no sólo en jefe militar Estrategos) y civil
(egoumenos) de la comunidad judía, sino también sumo sacerdote (archiereus). Simón
pudo derrotar y sacar la guarnición siria que ocupaba la fortaleza de Jerusalén. El pues
to de sumo sacerdote, comandante militar y jefe de los judíos le fue confirmado de
modo hereditario por el pueblo en el 140 a.C. y de esta manera fue fundada la dinas
tía de los asmoneos, que incluso fue reconocida por los romanos. La comunidad judía
ya había logrado una larga autonomía y bajo el gobierno de Simón vivió un período de
paz. El reinado de Simón es recordado por la Escritura como un período de paz y bien
estar (1M 14, 8-15).
El sabio gobierno de Simón, su protección y celo por la ley y el templo son descri
tos con los rasgos típicos de la espera escatológica del mesías. Con todo, este cuadro
118
no parecía, de hecho, convincente a todos los judíos. Algunos sacerdotes y los piado
sos (hasidim) contestaban con dureza la soberanía de los asmoneos, quienes no des
cendían ni de la estirpe de sumos sacerdotes, ni de la estirpe de David y, sin embargo,
habían acaparado para sí mismos los puestos de sumo sacerdote y de jefe de Israel.
Parece que ya bajo Jonatán se dieron algunos enfrentamientos entre estos círculos de
los piadosos (hasidim) y los asmoneos, enfrentamientos que tuvieron como resultado
el retiro al desierto de un grupo de judíos de la observancia rigurosa, para llevar, en la
ribera del mar Muerto, una vida de total obediencia a la ley. Estos jamás pudieron haber
aprobado del todo las alabanzas que el Primer libro de los Macabeos expresa en rela
ción al reinado de Simón.
El reinado de Simón terminó trágicamente en el 134 a.C.: cayó víctima de un aten
tado que fue tramado por el yerno de Ptolomeo; pero éste no pudo asumir el poder, el
cual pasó a manos del hijo de Simón, Juan Hircano I, de acuerdo con la decisión toma
da por el pueblo desde el tiempo de Simón.
Juan Hircano I comenzó algunas campañas militares en las cercanías de Judá, sir
viéndose de tropas mercenarias pagadas por él y atentas a hacer cumplir sus órdenes.
En el 128 a.C. sometió a Samaría a su poder y destruyó el templo de Garizim. Atacó y
sometió a Idumea, obligando a la población a practicarse la circuncisión y a convertir
se al judaismo. En el 107 a.C. conquistó y destruyó la ciudad de Samaría.
Aunque la política de Hircano fue afortunada desde el punto de vista militar, encon
tró poca acogida de parte del pueblo y aversión en los ambientes fieles a la Ley, quie
nes le reprochaban a los asmoneos una excesiva sed de poder. De los piadosos, que
habían sostenido la rebelión de los macabeos, había nacido la comunidad de los fari
seos. Inicialmente se habían puesto de parte de los asmoneos, pero al poco tiempo
comenzaron a ser sus adversarios. Hircano se acercó, entonces, a los saduceos, quie
nes estaban dispuestos a sostener sus proyectos68.
“ La tradición hace referencia a una intempestiva ruptura entre Hircano y los fariseos. Hircano le pidió un día a
una asamblea de fariseos que le dijeran abiertamente si de algún modo, según su perspectiva, se había desviado del
recto camino: en el primer momento nadie hizo crítica alguna y todos hubiesen estado dispuestos a proporcionarle
sus alabanzas, pero en el segundo momento un fariseo, de nombre Eleazar, se levantó y le pidió a Hircano que renun
ciara a su dignidad de sumo sacerdote porque en el reinado de Antíoco Epífanes su madre había sido encarcelada.
Como era posible que una mujer en la cárcel fuera abusada, el hijo de tal madre jamás podría ejercer un oficio que
exigiera de por sí el máximo grado de pureza sacerdotal. Hircano, se dice, se airó mucho por dicha declaración que
la consideró como una opinión de todos los fariseos y rompió con ellos. La narración subraya que el soberano asmo-
neo, según el juicio de los piadosos, no satisfacía el precepto de la ley sobre la pureza del sumo sacerdote. Para él el
papel de jefe militar y soberano de los judíos era más importante que la función cultual del sumo sacerdote, aunque
las monedas que hizo acuñar llevaban una leyenda que decía: El sumo sacerdote Juan y la comunidad de los judíos o
el sumo sacerdote Juan jefe de la comunidad de los judíos.
119
A la muerte de Juan Hircano (104 a.C.), quien había establecido que después de
él reinara su mujer, tomó el poder su hijo Aristóbulo (104-103). Para asegurar el poder
asesinó a su madre y encarceló a sus hermanos. Continuó las campañas militares de su
padre y obtuvo éxitos en Galilea. Los habitantes de las zonas conquistadas eran obli
gados a circuncidarse, situación que no tenía intereses religiosos, sino que sólo quería
mostrar la sumisión al poder del rey. En relaciones exteriores se mostró amigo de los
griegos, siguiendo, en esto, el ejemplo de otros soberanos orientales.
Aristóbulo murió después de un año de reinado, en el 103 a.C. Su mujer, Salomé
Alejandra, liberó los hermanos del rey muerto, le entregó el gobierno al más anciano y
se casó con él. El nuevo soberano cambió su nombre judío de Jonatán por el nombre
griego de Janeo y se hizo llamar Alejandro Janeo (103-70). También él condujo varias
campañas militares con éxito. Después de la conquista de la región costera medite
rránea y de haber iniciado campañas victoriosas en Transjordania, tuvo que detener
se cuando se enfrentó con la creciente potencia del imperio de los nabateos. Con sus
campañas militares adquirió un territorio cuya extensión correspondía prácticamente a
la que tuvieron Israel y Judá en el tiempo de Salomón, pero en su reino faltaba cohe
sión. Los habitantes de las regiones conquistadas habían sido desalojados y obligados a
hacerse judíos, situación que causaba continuas revueltas, razón por la cual el rey era
obligado a desplazarse de un extremo a otro del reino para reprimir o impedir dichas
agitaciones. El poder de los asmoneos, por no tener un sólido apoyo del consenso
popular, jamás tuvo unas bases sólidas. Durante su reinado el enfrentamiento con los
fariseos llegó a su punto más alto. Después de una revuelta popular los fariseos pidieron
la intervención de Demetria lll Eucario contra Alejandro Janeo. Sin embargo, éste logró
la mejor parte de la revuelta y, una vez se restableció en el poder, se vengó hacien
do crucificar a 800 fariseos alrededor de la muralla de Jerusalén. Este hecho causó un
profundo efecto en el pueblo, sobre todo porque la pena de la crucifixión era del todo
desconocida en el derecho israelita. Quedaba claro que la dinastía asmonea se había
transformado en una pequeña monarquía oriental de carácter helénico, del todo pare
cida a la de los Seléucida, en oposición a la cual, paradójicamente, había nacido.
Alejandro Janeo en el lecho de muerte le aconsejó a su mujer Salomé Alejandra (76-
67 a.C.) que se reconciliara con los fariseos. Ella, después de la muerte del rey, tomó en
sus manos el poder y durante nueve años gobernó con prudencia y sabiduría. Salomé
podía ser reina, pero no podía ejercer el oficio sacerdotal y por ello el cargo de sumo
sacerdote le fue confiado a su hijo Hircano II, hombre débil e indeciso. Salomé llegó
a un acuerdo con los fariseos, quienes comenzaron a ser miembros del sanedrín. Los
saduceos se sintieron puestos aparte y con ellos tomó contacto Aristóbulo II, hermano
de Hircano, quien ardientemente aspiraba al poder. Encontrándose en medio de estas
tensiones, Salomé toma las cosas con prudencia y evitó el emprendimiento de campa-
120
fías militares. Buscó, sobre todo, consolidar la paz al interior del país. Su gobierno en la
tradición farisea fue alabado como un tiempo bendito y pacífico69.
Cuando en el 67 a.C. Salomé Alejandra murió, según el derecho debería haberla
sucedido su hijo Hircano II, pero su hermano Aristóbulo II, le protestó esta dignidad.
Se dio un enfrentamiento armado y como salió victorioso Aristóbulo, Hircano le tuvo
que ceder el título real y el cargo de sumo sacerdote, pero Antípatro, cuyo padre había
sido gobernador de Idumea durante el reinado de Alejandro Janeo, se puso de parte
de Hircano y conquistó para su causa a Aretas, rey de los nabateos, prometiéndole la
restitución de la ciudad que Janeo le había arrebatado. Aretas y Antípatro marcharon
sobre Jerusalén, pero antes de que llegara una solución entró en escena la superpo-
tencia, Roma, que desde ese momento comenzará a determinar el destino del Oriente
Medio, incluida Palestina. De hecho, Pompeyo, en el 65 a.C. venció al débil imperio de
los Seléucida y lo unió al imperio romano como provincia de Siria.
En esta nueva situación cada uno de los partidos que se oponían en Judá, se orga
nizaron para ganarse el favor de Pompeyo. Como Pompeyo demoraba su decisión en
relación a Palestina, Aristóbulo perdió la paciencia y buscó la manera de asegurarse el
reino con medidas militares. Pompeyo marchó sobre Jerusalén, Aristóbulo y sus secua
ces se encerraron en la ciudad, pero después de tres meses de asedio su resistencia fue
derrotada70.
La conquista de Jerusalén por Pompeyo señaló el fin del reino de los asmoneos,
durante el cual Judá se convirtió en un estado soberano y autónomo. Las bases sobre
las cuales se apoyaba la monarquía asmonea eran muy frágiles. Las guerras macabeas
de liberación habían sido conducidas contra la helenización del judaismo, los asmoneos
habían recogido el fruto de aquellas luchas y, a su vez, habían sido los grandes adalides
del helenismo. La causa que llevó al conflicto con los Seléucidas fue el nombramien
to del no saduceo Menelao como sumo sacerdote, con lo cual los asmoneos, que no
eran saduceos, se apropiaron para sí de este puesto. La sed de poder, la falta de escrú
pulos para conservarlo, las luchas por la sucesión al trono hechas con intrigas y homi
cidios hicieron que los asmoneos fueran adversarios de los ambientes fieles a la Ley.
69 El Talmud escribe que en los años de Simón Ben Satah, el escriba más importante en el tiempo de la reina
Salomé Alejandra, la lluvia cayó con tal abundancia que los granos de trigo se dieron tan grandes como un riñón y
los granos de cebada como aceitunas y las lentejas como monedas de oro.
70 Se cuenta que Pompeyo entró asustado y curioso en el Santo de los Santos, con la espada en la mano, para
admirar la estatua del Dios de los hebreos. Encontró la hornacina vacía, por el simple hecho que a los adoradores del
Dios trascendente no le habían permitido representarlo con imagen alguna. Desde entonces corría por Roma el rumor
de que los judíos eran ateos, porque no veneraban las divinidades romanas y no poseían alguna imagen de divinidad
a la cual rendirle culto. El gesto fue significativo. De hecho Roma había violado no sólo el recinto sagrado del templo,
donde ningún pagano podía poner sus pies, sino también la libertad política tan duramente conquistada, que era con
siderada como un garantía de libertad religiosa.
121
18. Los romanos en Palestina
Pompeyo, una vez que Jerusalén fue conquistada, reguló la situación interna del
reino asmoneo: Aristóbulo II y sus dos hijos Alejandro y Antígono, fueron exiliados a
Roma, Hircano II fue confirmado en el cargo de sumo sacerdote. Pompeyo se preocu
pó de redimensionar el poder de la dinastía asmonea: las ciudades helenísticas del norte
de Samaría y Transjordania fueron reagrupadas en una confederación de ciudades: la
Decápolis. Al sumo sacerdote le quedó Judá, Galilea y Perea, en Transjordania. El reino
asmoneo fue, de hecho, reducido a uno de los tantos estados vasallos de Roma.
Las luchas por la conquista del poder en Roma también tuvieron repercusiones en
Palestina. En el enfrentamiento entre César y Pompeyo, Hircano y Antípatro sostuvie
ron a Pompeyo, quien tenía en su poder la parte oriental del imperio. Cuando se dieron
cuenta de que César había salido triunfante, se pusieron de su parte y le enviaron ayuda
militar conquistándose de este modo su simpatía. Después de la victoria sobre Pompeyo
(48 a.C.), César renovó los derechos ya atribuidos a la comunidad cultural de Jerusalén
y otorgó nuevos privilegios: a) Hircano fue confirmado en el cargo de sumo sacerdo
te y fue nombrado etnarca [gobernador de etnia] y aliado de los romanos; b) Antípatro
obtuvo la ciudadanía romana hereditaria y fue constituido representante de Roma en
Judá; c) Judá fue dispensada de la obligación de permitir que en su territorio las legiones
romanas hibernaran; d) el permiso para culto sin perturbación era garantizado no sólo
a la comunidad del templo, sino también a todas las comunidades que tenían sinagoga
en el imperio; el judaismo, a partir de ese momento, vivirá bajo la protección de Roma.
Antípatro compartió el poder con sus dos hijos, confiando a Fasael la administración
de Judá y a Herodes la de Galilea. Herodes eliminó en Galilea la plaga de los llama
dos ladrones (partidarios del nacionalismo judío) ordenando la pena de muerte sin con
tar con el sanedrín de Jerusalén, al cual le correspondía la autoridad judicial suprema.
Cuando fue llamado a Jerusalén para rendir cuentas de sus acciones, apareció delante
del sanedrín acompañado por sus guardaespaldas personales y nadie se atrevió a tomar
medidas contra él.
Con el asesinato de César (44 a.C.) explotaron nuevos desórdenes en el imperio
romano, Hircano y Antípatro, primero se pusieron de parte de los asesinos de César,
pero después se pasaron a la parte de Octavio y Antonio, quienes triunfaron sobre los
asesinos de César en la batalla de Filipos (42 a.C.). Después de la victoria, Antonio asu
mió el gobierno de la parte oriental del imperio residiendo en Alejandría con Cleopatra,
reina de Egipto. Hircano y Antípatro fueron confirmados por Antonio en sus respectivos
cargos. En el 41 a.C. Antípatro cayó víctima de un atentado, pero sus dos hijos Herodes
y Fasael, con el ascenso de Antonio, siguieron gobernando el país.
122
En el 40 a.C. entran en escena los partos, aliados de Antígono, hijo de Aristóbulo II.
Hasta ese momento Antígono se había esforzado inútilmente por conquistar el poder, en
esta ocasión podía hacer realidad su deseo. Los partos apresaron a Hircano y a Fasael.
Fasael se suicidó e Hircano fue entregado a Antígono, quien le hizo cortar las orejas
a su tío con lo cual lo inhabilitaba para el cargo de sumo sacerdote. De esta manera
Antígono sustituyó a Hircano y fue confirmado por los partos. Durante tres años, con su
apoyo, él pudo gobernar como sumo sacerdote y rey de los judíos (40-37 a.C.).
Herodes se comportó de una manera bastante inteligente, se refugió junto a los
romanos buscando ayuda y protección contra Antígono y los partos. En el 40 a.C. llegó
a Roma y obtuvo la confianza y los favores de Antonio y Octavio. Mediante un decre
to oficial del senado fue nombrado rey de Judá, rey que por el momento no tenía reino.
De Siria, de donde los romanos pudieron alejar rápidamente a los partos, con la ayuda
romana se dirigió a Palestina y en el 37 a.C. pudo posesionarse de Jerusalén e inaugu
rar su reino. Antígono terminó prisionero y fue ajusticiado. Con él fracasaba el último
intento de los asmoneos por subir una vez más al poder. Herodes se encontró en pose
sión del reino y no se lo dejó quitar nunca más.
El reino de Herodes el Grande inicialmente no tuvo una vida fácil. Junto a Antonio,
gobernador de las provincias orientales del imperio, vivía, como amante, la ambiciosa
Cleopatra, reina de Egipto, quien insistía en tener el gobierno de Palestina junto con el
de Egipto. Herodes, gastando a fondo toda su habilidad y su servilismo, fue capaz de
mantener el trono y conservar casi todo el territorio frente a los deseos expansionistas
de Cleopatra. Apenas había superado esta prueba de habilidad diplomática, cuando le
faltó su amigo Antonio, derrotado por Octavio en Anzio (31 a.C.), pero Herodes, con
sus intrigas, también fue capaz de conquistar la confianza y la amistad de Octavio, la
estrella naciente de Roma. De esta manera su reino estaba al seguro en relación con
los peligros externos.
Para atraer sobre sí la simpatía de los judíos y dar una apariencia de legitimidad a su
reinado, se había casado en el 37 a.C. con una princesa asmonea, de nombre Mariana,
sobrina del depuesto rey y sumo sacerdote Hircano II. Esto lo hizo porque como extran
jero no podía llegar a ser sumo sacerdote y por ello eligió para este puesto a un des
cendiente asmoneo, el hermano de Mariana, Aristóbulo lll. Bien pronto se dio cuenta
del crecimiento de las simpatías del pueblo hacia este joven de estirpe real y temiendo
que pudiera ser un rival para el reino, simulando un dolor mortal, lo hizo ahorcar en el
palacio real de Jericó. Su mujer Mariana y su suegra Alejandra continuamente le repro
chaban este asesinato. El rey comenzó a ver en las dos mujeres conspiradoras y las hizo
123
estrangular (29 a.C.) y también comenzó a sospechar de los hijos tenidos con Mariana.
En el aumento de su obsesión le ayudaba su hermana Salomé, quien le contaba cual
quier comentario de la corte, con lo cual alimentaba sus sospechas y miedos. Herodes
acusó a los dos hijos de Mariana, Aristóbulo y Alejandro, de conjura y los hizo ajus
ticiar (7 a.C.). Cuando Hircano II, abuelo de Mariana y sumo sacerdote durante algún
tiempo, regresó de su prisión de los partos, Herodes lo mandó ajusticiar temiendo que
pudiera hacer valer sus derechos.
La crueldad de Herodes no tenía límites. Sobre su lecho de muerte dio orden de
matar al hijo primogénito, Antípatro, quien ya había sido designado como su sucesor,
acusándolo de intento de parricidio. Durante su última enfermedad se regó la noticia de
que él había muerto; inmediatamente dos judíos incitaron al pueblo a quitar el águila
dorada, símbolo de Herodes, que estaba en el templo de Jerusalén. Herodes, apenas lo
supo, ordenó que fueran quemados vivos. Pensando que su muerte, de hecho inminen
te, habría causado alegría a sus súbditos, mandó encerrar en el estadio de Jericó algu
nos centenares de ciudadanos de Jerusalén y dio la orden de que, a su muerte, todos
fueran asesinados, de esta manera alguien tendría que haber llorado el día de su muer
te. Afortunadamente los ejecutores testamentarios tuvieron el buen sentido de no eje
cutar de inmediato la orden recibida. Herodes murió, parece que de cáncer intestinal,
poco antes de la Pascua del año 4 a.C. Todo esto hace creíble el texto de Mateo (2,
1-12), según el cual Herodes ordenó la matanza de los niños de Belén menores de dos
años para matar a Jesús, recién nacido (Mt 2, 13-18). Era la lógica sentencia a muerte
de quien ni siquiera había dejado vivos a sus hijos por mantener el poder.
Con todo, sería injusto considerar totalmente negativo el reinado y la figura de
Herodes. Él buscó el bien del pueblo judío con el cual se había encontrado para gober
narlo. Logró restituir en Palestina una prosperidad y un bienestar que no se conocía
desde el tiempo de Salomón. Hizo construir o reconstruir cuatro ciudades, dándoles el
nombre del emperador o de los miembros de su familia: Sebaste (de sebastos = augus
to) [la antigua Samaría], Cesárea Marítima [la antigua Torre de Estratón] en la costa
mediterránea, Antipatrides, en honor a su padres, y Fasaelide, en honor a su hermano.
Construyó fortalezas para regiones estratégicas: Herodión, sobre un promontorio cerca
no a Belén, donde luego fue sepultado; Maqueronte, al oriente del mar Muerto, donde
Herodes Antipas hizo asesinar a Juan Bautista; Masada, en la ribera suroccidental del
mar Muerto; la fortaleza Antonia, en el lado suroriental de la gran explanada del tem-
124
pío de Jerusalén. No obstante ello, la más grandiosa y monumental obra hecha fue la
reconstrucción y la ampliación del templo de Jerusalén71.
En el tiempo de Herodes, el templo estaba reducido casi a ruinas. Herodes le pro
puso a los sacerdotes y al pueblo reconstruirlo desde las bases para hacerlo más gran
de y más bello. Era un hermoso regalo para los judíos, pero estos alimentaban muchas
sospechas y prejuicios frente al rey para aceptar sin unas condiciones precisas. Por eso
se toma la decisión de reconstruir el edificio por partes, para no interrumpir totalmente
el culto. Las dificultades que había que superar fueron muchas, pero finalmente los tra
bajos se iniciaron en el 19 a.C. Después de diez años los trabajos esenciales se habían
acabado y se pudo inaugurar con solemnidad la parte central. A la muerte de Herodes,
la obra todavía estaba inconclusa y se necesitaron muchos años de trabajos para com
plementarlo, hecho que se dio en el 64 d.C. Seis años después fue destruido por el ejér
cito romano al final de la guerra judía (66-70 d.C.).
Antes de morir, Herodes el Grande, dividió el reino entre sus hijos sobrevivientes:
Arquelao recibió Judea y el título real, Felipe recibió la región del nororiente del lago
de Tiberíades y Herodes Antipas recibió a Galilea y Perea.
Las disposiciones de Herodes el Grande necesitaban el consenso de Roma, por eso
después de la muerte de Herodes (4 a.C.), los tres hermanos se pusieron en camino
hacia la capital del imperio, pero cada uno quería ganar para sí lo que más pudiera.
También la aristocracia de Jerusalén envió una embajada a Roma con la petición de aca
bar con el dominio de los herodianos y así restaurar la independencia de la comunidad
cultual de Jerusalén. Augusto no estuvo de acuerdo con este deseo y ejecutó, básica
mente, en práctica el testamento de Herodes. Herodes Antipas y Felipe fueron nombra
dos tetrarcas, Arquelao no recibió el título de rey, sino uno más inferior, el de etnarca.
Para la población estas diferencias de títulos no tenían ningún significado; los soberanos
para ellos eran reyes, así que en el Nuevo Testamento, tanto Arquelao como Herodes
Antipas son mencionados como reyes. Mientras los tres hermanos estaban en Roma,
explotaron los desórdenes en el país. Las legiones romanas al mando de Quintilio Varo,
71 El edificio sagrado había nacido por obra de Salomón y lo había terminado en el término de siete años. El
templo salomónico fue saqueado unos cuatro siglos después por el ejército babilónico de Nabucodonosor, quien lo
destruyó junto con la ciudad de Jerusalén en el 587 a.C. La segunda construcción, hecha sobre el plano constructivo
del primer edificio, fue iniciada por los judíos repatriados de Babilonia hacia el 520 por voluntad de Ciro, rey de los
persas, y fue terminada hacia el 515 a.C. En el edificio, mucho más modesto que el primero, no estaba el Arca de la
Alianza.
125
gobernador de Siria, intervinieron y restablecieron el orden y la calma. La aspereza y
severidad de su comportamiento hicieron crecer el sentimiento contra los romanos en
la población.
A su regreso los tres príncipes tomaron posesión de sus partes heredadas. El más
odiado por el pueblo fue Arquelao, hermano de Herodes Antipas de la misma madre,
la samaritana Maltace. Gobernó con tanto arbitrio y brutalidad que sus súbditos, des
pués de algunos años, enviaron otra delegación a Augusto presentando su queja con
tanta eficacia que fueron escuchados. Arquelao fue privado de su cargo y exiliado a
Galia (6 d.C.).
Desde esta fecha Judea, Samaría meridional e Idumea pasaron a la directa adminis
tración romana, con un gobernador, llamado prefecto, hasta Tiberio y después procura-
doren el tiempo de Claudio. El procurador romano de Judea dependía del gobernador
de la provincia romana de Siria, residente en Antioquía. El gobierno del procurador
gozaba de una relativa autonomía por lo que hace referencia a la administración de la
justicia, la recolección de impuestos y el orden público. El prefecto disponía de cinco
cohortes, de 600 hombres cada una, conformadas por tropas auxiliares de las cuales
cuatro permanecían en Cesárea Marítima72, donde también estaba la sede del gober
nador, y una en Jerusalén. La guarnición de la capital era reforzada durante las fiestas
de peregrinación de los judíos. También el procurador, con ocasión de las festividades
judías, se desplazaba de Cesárea a Jerusalén para evitar desórdenes y tumultos en la
ciudad contra los romanos.
A pesar de lo descrito, la autonomía de la comunidad cultual y la actividad de los
sacerdotes y del sanedrín no fueron tocadas. En el templo no fue puesta ninguna esta
tua del emperador y las tropas romanas recorrían la ciudad sin insignias. Como el poder
judicial estaba en manos del procurador, el sanedrín no podía pronunciar ni exigir con
denas a muerte.
En el tiempo de Jesús fue procurador romano Poncio Pilato (26-36 d.C.). Filón de
Alejandría informa que el ejercicio de su oficio consistía en "deshonestidad, corrupción,
violencia, robos, injusticias, ofensas, ejecuciones hechas sin procesos judiciales, repeti
da e insoportable crueldad"73. Pilato no estaba preocupado por el sentimiento religio
so de los judíos. Hizo entrar en Jerusalén insignias romanas que llevaban la imagen del
emperador y, únicamente cuando los judíos le hicieron saber que preferían morir antes
que trasgredir la ley, dio la orden de alejar las insignias de la ciudad. Pilato sofocaba
con violencia, cuando apenas estaba naciendo, todo principio de rebelión. Cuando un
72 En Hechos 10, 1 es mencionado un centurión pagano, Comelio, que prestaba el servicio en Cesárea, sede del
procurador. A Cesárea también fue conducido Pablo para examinar su caso, después de su arresto en Jerusalén.
73 Delegación a Gayo, 302.
126
profeta samaritano anunció que en Garizim habían enterrados algunos utensilios sagra
dos del tiempo de Moisés y sobre la montaña se reunió una gran multitud, Pilato envió
contra ellos los soldados que los atacaron sin ninguna razón concreta. Muchos fue
ron asesinados, otros fueron apresados y el resto huyó. La reacción de disgusto de los
samaritanos fue tal que acudieron a Vitelio, delegado de Siria, quejándose de Pilato.
Obtuvieron que Pilato fuera llamado y enviado a Roma a rendir cuentas de su actua
ción. El panorama que las noticias contemporáneas comunicaron de Poncio Pilato fue
confirmado por el Nuevo Testamento.
18.2.2 Galilea, Samaría y Transjordania bajo los reinados de Herodes Antipas y Felipe
74" Herodías era sobrina de Herodes y Mariana, hija de Aristóbulo a quien Herodes había hecho ajusticiar. Esta
mujer ambiciosa y ávida de gloria se convirtió en la mujer de Herodes Antipas, quien había repudiado su primera
mujer y la había devuelto a su padre en el reino de los nabateos. Del matrimonio nació la hija Salomé. A estos hechos
hacen referencia los textos de Marcos 6, 17-29 y paralelos.
127
ra derrota. Flavio Josefo dice que muchos judíos consideraron la derrota de Herodes
como un castigo de Dios, porque había hecho decapitar a Juan Bautista, considerado
por todos como un profeta75.
Herodías señaló la ruina de Herodes Antipas porque con sus intrigas le pidió al
emperador Calígula el reino de Felipe, muerto algunos años antes (34 d.C.) y la des
titución de su sobrino Agripa, quien ya lo había obtenido (37 d.C.). Calígula, que era
amigo de Agripa, aprovechó esta petición para enviar al exilio, tanto a ella como a su
marido (39 d.C.).
Palestina todavía fue, por un breve tiempo, dominada por un rey judío: Herodes
Agripa I, un sobrino de Herodes el Grande quien, educado en Roma, se había gana
do el favor de Calígula. Este en el 37 d.C. le regaló el país que Felipe había gobernado,
en el 39 d.C. también le confió la tierra de Herodes Antipas, quien había sido manda
do al exilio76. En el 41 d.C. el emperador Claudio le dio el dominio de Judá, Samaría
e Idumea, de tal manera que todo el reino que había sido de su abuelo fue reunifica
do bajo su cetro.
Herodes Agripa I se mostró como un judío piadoso, solícito en el seguimiento exac
to de la ley, pero este comportamiento sólo lo tenía frente a la población judía; con los
griegos asumía el comportamiento de un príncipe helénico y, siguiendo el ejemplo de
su abuelo, buscaba aumentar la popularidad mediante construcciones y fundaciones.
De un lado era agradable ajos fariseos, persiguió la comunidad cristiana de Jerusalén,
hizo ajusticiar al apóstol Santiago (42 d.C.) y metió en la cárcel a Pedro; por otro lado,
en el ambiente griego, aceptaba el culto divino que se le daba a un soberano. Cuando
murió (44 d.C.), el poder no pasó a su hijo Agripa, sino que todo el país fue anexado
a la provincia de Siria y administrado por procuradores romanos, quienes nuevamente
establecieron su sede en Cesárea.
n Antigüedades judías 18, 116-119: "Herodes había hecho asesinar a Juan, aunque fuese un hombre justo y
llamase a los judíos al bautismo; el bautismo era agradable a Dios si ellos lo practicaban no para la eliminación de
determinadas faltas, sino para la salud del cuerpo, porque el alma es purificada por una vida correcta. Entonces, como
acudían a él de todas las partes, en cuanto que cada uno se sentía tocado por discursos parecidos, Herodes comen
zó a temer que la influencia de un hombre como Juan, de cuyo consejo todos se dejaban guiar, pudiese llevar a una
rebelión, consideró que era prudente hacerlo ineficaz antes de que se hiciera realidad tal peligro, mejor que arrepen
tirse más tarde, cuando las cosas hubieran tomado otro camino, por su indecisión. Sobre la base de esta sospecha,
Juan fue encarcelado y enviado a la fortaleza de Maqueronte [...] y allá lo degollaron".
76 Cuando en el 41 Calígula quiso hacer poner en el templo de Jerusalén su estatua, tuvo lugar entre los judíos
una violenta reacción. Ya se veía "la desolación abominable" en el lugar santo, pero Calígula fue asesinado y su suce
sor Claudio no quiso que en el templo de los judíos le tributaran honores divinos.
128
Algunos años después Herodes Agripa II recibió el territorio que había sido de Felipe
(53-95 d.C.). También le fue concedido el derecho de vigilar y controlar el templo de
Jerusalén. Él usó este derecho colocando en el cargo de sumo sacerdote a quien le pla
cía, gesto que suscitó el descontento de la población de Jerusalén. Él también daba
escándalo porque tenía constantemente junto a sí a su hermana Berenice. Se comenta
ba que los dos vivían una relación incestuosa.
Mientras tanto, el odio contra los romanos crecía en el país; los desórdenes eran
continuos. El grupo de los zelotes, que quería sacar por la fuerza la potencia extranjera,
encontraba una creciente aprobación en el pueblo, que se veía continuamente provo
cado por el comportamiento desconsiderado y opresor de los representantes de Roma.
De la serie de los procuradores romanos que en este período gobernaron a Palestina
en el Nuevo Testamento sólo son mencionados dos. En el 52 d.C. ocupó este puesto
Antonio Félix. Aunque era liberto, había subido a tan alto puesto gracias a que lo sostu
vo el emperador Claudio. Tácito dice de él: "con toda crueldad y avidez usó el derecho
real con la mentalidad de un esclavo"77. La segunda de sus tres mujeres era la princesa
judía Drusila, hija de Agripa I, que él le había robado a su primer marido. Delante de
Félix y Drusila, el apóstol Pablo durante su prisión en Cesárea, defendió su causa (Hch
24, 24). Félix, probablemente en el 60 d.C. fue sustituido por Porcio Festo. Aunque, a
diferencia de sus predecesores, fue un hombre recto, no logró aliviar las tensiones que
había entre los judíos y los romanos. Durante su gobierno, que terminó en el 62 d.C.
con su muerte, es ubicado el último episodio de la prisión de Pablo, y delante de él, el
apóstol apeló al César.
En los años 60 d.C. toda Palestina pasó a la directa administración de Roma. Las
expropiaciones ejecutadas por cuenta del fisco imperial habían provocado el empobre
cimiento de algunos grupos populares. Esto tuvo como consecuencia el desarrollo de las
bandas de asaltantes y de los movimientos proféticos, que alimentaban una permanente
agitación, que, entre otras cosas, era enérgicamente reprimida por la autoridad romana.
77 Historia 5, 9.
129
Cuando el procurador Gesio Floro hace retirar 17 talentos del tesoro del templo, explo
tan con violencia algunas revueltas que la escasa fuerza policiva se mostró incapaz de
reprimir y el procurador tuvo que abandonar su provincia (junio del 66).
El delegado de Siria, Sexto Galo, intervino en el otoño marchando directamente
sobre Jerusalén para tomarla con una legión, pero, por razones que no quedaron del
todo claras, abandonó el asedio en noviembre y regresó a Antioquía, a su cuartel de
invierno. Una emboscada tendida por sicarios de Simón Bar-Jona (bandidos cuya arma
preferida era el puñal [sica]), en el sitio de Beth-Horon, transformó esta retirada en una
verdadera desgracia. Así fueron sacados los romanos de Palestina y los asaltantes se cre
yeron dueños de la situación. Se apoderaron de las fortalezas que tenían las guarnicio
nes romanas: Masada, Herodión y Maqueronte.
Cuando se entera del fracaso de Sexto Galo, Nerón se encuentra en Grecia (invier
no del 66-67). El emperador confía el comando de la guerra a Vespasiano, un veterano
jefe militar, quien dispone de tres legiones, reforzadas por tropas auxiliares y una flota
en la costa mediterránea, es decir, cuenta con cerca de 50.000 hombres.
Después de haber concentrado las fuerzas en Tolemaida (la futura San Juan de Acri),
Vespasiano ataca a Galilea, descuidando por el momento a Jerusalén y Judá. Varias
razones explican esta elección: en primer lugar, la relativa debilidad de las tropas roma
nas no permitía afrontar un ataque combinado en varios frentes y, fiel en esto a una
estrategia exitosa, Vespasiano concentra su esfuerzo en un sector para subdividirlo en
cuadrantes y así reconquistarlo. Él había aprendido la lección de Sexto Galo y no que
ría correr el riesgo de permanecer bloqueado en Judá, lejos de sus bases, dejando detrás
de sí una región aún no sometida.
Después de haber dejado en Seforis, ciudad favorable a los romanos, una guarnición
para protegerla, Vespasiano atacó Gabara. Sin defensas, la ciudad fue conquistada en el
primer asalto, la población masculina fue masacrada sin piedad, todas las aldeas de alre
dedor fueron destruidas y sus habitantes vendidos como esclavos. Después los roma
nos asediaron a Jotapata y tardaron 47 días para apoderarse de la ciudad (20 de julio
del 67). Al mismo tiempo, algunas operaciones secundarias permitieron sacar los grupos
desorganizados que se habían refugiado en Garizim y el Tabor y así asegurarse el acce
so al vado de Escitópolis y el puerto de Joppe (Jaffa). En el otoño, Vespasiano hizo otras
operaciones contra los focos de insurrección que se habían desarrollado en los territo
rios de Herodes Antipas II; en noviembre su hijo Tito ocupó Guiscala en la Alta Galilea.
Al terminar la campaña del 67, Galilea ya había sido sometida y las operaciones se
interrumpieron por el invierno. Los primeros prisioneros fueron enviados a Grecia para
que trabajaran en la apertura del canal de Corinto, ordenado por Nerón.
130
18.3.2 Un movimiento convergente en dirección a Jerusalén
En la primavera del 68, Vespasiano ordenó una gran operación convergente hacia
Jerusalén: Cerialis, uno de sus delegados, partió de Cesárea Marítima para llegar a
Emaús, donde establece un cuartel permanente y puso guarniciones en todos los luga
res posibles al noroccidente de Jerusalén. Al mismo tiempo, Trajano (padre del futuro
emperador que llevaría el mismo nombre) deja Escitópolis, atraviesa el Jordán y some
te a Perea, después llega a Judá por el lado de Jericó, destruyendo, a su paso, el asen
tamiento de Qumrán (junio del 68). Vespasiano, por su parte, pasa por Samaría y se
reúne con Trajano en Jericó. Esto quiere decir que al comienzo del verano los subleva
dos sólo controlaban Jerusalén, Belén, Herodión y las fortalezas aisladas de Masada y
Maqueronte.
131
18.3.4 El asedio a Jerusalén y la destrucción del templo
En la primavera del 70, Tito comenzó el asedio a Jerusalén: hizo acampar a una
legión en el Monte de los Olivos, puso dos al norte de las murallas y la cuarta frente a
la ciudadela (el antiguo palacio de Herodes). Los romanos comenzaron los trabajos de
hacer los terraplenes necesarios para llenar las fosas y hacer avanzar las máquinas de
asalto. Tito concentró sus esfuerzos en el lado norte y, a finales de mayo, se apoderó
del primer muro y acabó con el barrio Betesda. Al principio de junio, tomó el segundo
muro e hizo asaltar simultáneamente el palacio de Herodes y la torre Antonia.
A fines de julio la torre Antonia fue finalmente conquistada; después de duros com
bates los defensores fueron asfixiados y el templo fue pasto de las llamas. El ejército
se volvió hacia la ciudad baja, después sometió casa por casa la ciudad alta que fue
incendiada a finales de septiembre. En ese momento Tito pudo entrar como vencedor
a una ciudad en ruinas. Solamente faltaban algunos baluartes de resistencia: Herodión,
Maqueronte (derrotados en el 71) y Masada (73-74). Al año siguiente, Vespasiano y Tito
celebraban su recíproco triunfo en Judea; al final de la ceremonia, Simón Bar-Jona fue
ajusticiado.
A pesar del oscuro panorama, el asedio de Jerusalén no destrozó del todo la resis
tencia judía: sólo en el 74 cayó el último baluarte, la fortaleza de Masada, en manos de
Claudio Silva, después de dos años y medio de asedio. Más de 900 zelotes, refugiados
con sus familias en la fortaleza aparentemente inexpugnable, prefirieron darse muer
te antes que caer vivos en las manos de los romanos. Todavía hoy es posible observar
desde lo alto de las ruinas de la fortaleza las huellas de los campamentos romanos y el
gigantesco terraplén construido por ellos para tomar la fortaleza.
132
t¡nuó fuera de Palestina, en las comunidades de la diáspora. Se conocen rebeliones de
los judíos en Cirene, Alejandría de Egipto, Chipre, que se dieron contra el reinado de
Trajano (98-117), rebeliones que fueron acalladas con extrema dureza.
La ocasión de una nueva rebelión también llegó a Judá (132). Hacia el 130 d.C. el
emperador Adriano toma la decisión de transformar a Jerusalén en una ciudad romana,
construyendo un templo dedicado a Júpiter Capitalino. Esta decisión había sido prece
dida por un decreto imperial que prohibía en todo el imperio la castración y la circunci
sión, porque eran consideradas como prácticas bárbaras, ignorando que la segunda era
para los judíos un signo de pertenencia al pueblo elegido. Esta disposición fue la que
hizo nacer la rebelión. El jefe carismático de esta nueva rebelión, que en intensidad no
tuvo nada que envidiar a la primera, fue un tal Simón, que el rabino Aqiba llamó Bar
Kochba (= Hijo de la estrella, Nm 24, 17), un personaje que muchos consideraron real
mente como el Mesías. Como en el caso de la primera revuelta, los romanos fueron
tomados por sorpresa, lo cual garantizó un notable éxito inicial. La rebelión se exten
dió por toda Palestina y gran parte de los judíos la consideró como el comienzo de una
nueva era. También en este caso la represión romana fue inmediata y durísima. Parece
que el mismo Adriano guio sus tropas hacia la reconquista de Palestina que fue com
pletada, después de ulteriores masacres, en el 135 d.C., tres años y medio después del
inicio de la revuelta.
Mientras tanto, Simón Bar Kochba fue abandonado por los rabinos que al inicio lo
habían sostenido y su nombre fue cambiado por el de Bar Koziba (= Hijo de la menti
ra). El rabino Aqiba, habiendo excomulgado a Simón, fue capturado, torturado y asesi
nado por los romanos, pronunciando hasta el último suspiro la palabra Ehad [= uno],
convirtiéndose así en símbolo del israelita que proclama, a pesar de todo, la fe en la
unicidad de Dios.
La represión romana fue más terrible que la anterior: se habla de 850.000 muer
tos, sin contar aquellos que fueron reducidos a la esclavitud. Jerusalén fue transforma
da en colonia romana, con el nombre de Aelia Capitalina y el ingreso de los judíos a
la ciudad fue prohibido. Sólo en el siglo IV el emperador Constantino les concedió a
los judíos la posibilidad de ingresar en Jerusalén una sola vez al año, el 19 del mes Ab
(julio-agosto), día en el cual todavía hoy se conmemora la ruina de la ciudad en el lugar
conocido como el Muro de las Lamentaciones. El judaismo sobrevivirá a esta segun
da catástrofe y se desarrollará sobre todo en la diáspora, separándose mucho más del
mundo grecorromano y uniéndose en torno a la Ley y a la fe en Yahvé.
133
19. De la segunda guerra judía a nuestros días
134
en 1945. Los horrores del holocausto desencadenaron en todo el mundo reacciones de
solidaridad frente a los judíos europeos muchos de los cuales, escapados de la muerte
en los campos de concentración nazistas, lograron entrar en Palestina ilegalmente. La
cuestión palestina se hace tan compleja que Inglaterra renunció a su mandato y delegó
el problema a las Naciones Unidas en abril de 1947.
El 14 de mayo de 1947 la ONU dio vida en Palestina a dos estados independientes,
uno judío y otro palestino. A continuación de esta decisión nació el Estado de Israel,
pero los palestinos árabes no aceptaron la decisión. En 1948 explotó la primera guerra
que concluyó con la victoria de los israelitas y la anexión de Cisjordania a Jordania y de
la franja de Gaza a Egipto. La guerra dejó sin patria a más de 780.000 palestinos que
se desplazaron a los países vecinos, donde mantuvieron su identidad nacional y el vivo
deseo de regresar a la patria. La segunda guerra estalló en 1956 y los israelitas volvieron
a triunfar. En los años cincuenta del siglo XX nació la Organización para la Liberación
de Palestina (OLP), que se convierte en la autoridad gubernativa de los palestinos. En
1967, durante la Guerra de los seis días entre Israel y los estados árabes colindantes,
Israel tomó posesión de Cisjordania, Gaza y toda la península del Sinaí.
Después de años de sangrientos conflictos, los representantes de las dos facciones
firmaron un histórico acuerdo de paz. El líder de la Organización para la liberación de
Palestina, Yasser Arafat, y el primer ministro israelita, Isaac [Yitzhak] Rabin, se encon
traron en Estados Unidos el 13 de septiembre de 1993 para firmar el pacto. El acuerdo
establecía la autonomía palestina en los territorios ocupados por Israel, comenzando
por la franja de Gaza y Jericó; la administración palestina en tales zonas comenzó en
mayo de 1994. Después del asesinato de Rabin en 1995, por manos de un extremis
ta judío, el acuerdo, tan fatigosamente alcanzado, fue objeto de protestas y amenazas.
135
APENDICE
136
Capítulo V
Bajo tres maneras era cultivada la filosofía entre los judíos: una es la de los seguidores de
los fariseos, otra es la de saduceos, y la tercera, que tiene fama de ejercitarse en la santidad,
es la de quienes se llaman esenios (La guerra de los judíos, II, 8, 2).
Los orígenes de esos grupos se pueden ubicar en el tiempo de los asmoneos (siglo II
a.C.). Los esenios se habían retirado al desierto o a las periferias de los centros habita
dos, separándose incluso físicamente del resto del pueblo, para no contaminarse de la
vida profana y así tener una buena dedicación a la oración y al trabajo en un ambien
te de recogimiento que los prepararía mejor a la espera del Mesías. Los fariseos y los
saduceos, en cambio, se habían mantenido en la confrontación política y religiosa del
judaismo oficial enfrentándose entre ellos, a menudo con antagonismo y luchas san
grientas. Durante el reinado asmoneo habían tenido diferente grado de suerte, tanto los
unos como los otros fueron, en oportunidades diversas, perseguidos o exaltados hasta
tener grandes responsabilidades de gobierno. En el tiempo de Jesús estas sangrientas
luchas habían cesado porque no eran toleradas por la autoridad romana, razón por la
cual la lucha se desplazó al campo doctrinal.
1. Los fariseos
La corriente más importante era la de los fariseos. Así la describe Flavio Josefo:
[La corriente] de los fariseos tiene fama de interpretar estrictamente las leyes; ellos atribu
yen cada cosa al destino y a Dios, considerando que actuar bien o actuar mal depende, en
gran parte de los hombres, sin olvidar que en cada acontecimiento el destino también tie
ne parte. Consideran que el alma es inmortal, pero únicamente la de los buenos pasa a otro
137
cuerpo, mientras que la de los malvados es penalizada con un castigo sin fin (La guerra de
los judíos, II, 8, 14).
1 Los fariseos se lavaban las manos antes de tomar cualquier alimento para poder elevar las manos limpias en la
oración y así consumir el alimento en común. No sólo le ponían atención a la pureza del ser humano, sino también
a la de los utensilios que usaban. Si un ratón pasaba por encima de un plato o un hueso caía en un vaso, ambos reci
pientes terminaban siendo impuros, y tanto el uno como el otro debían ser purificados.
138
Lucas 18, 9-14 no exagera, simplemente menciona lo que hace: "Ayuno dos veces a la
semana y pago el diezmo de todo lo que adquiero".
En el Talmud se conserva una oración del siglo I a.C. que suena muy parecido a la
oración de la parábola del fariseo y el publicano:
Te agradezco, Señor Dios mío, porque me has dado mi parte entre quienes se sientan en la
casa de la doctrina, y no entre los que se sientan en las esquinas de las calles; yo, de hecho,
me levanto temprano, ellos también se levantan temprano; pero yo me levanto temprano
gracias a la palabra de la ley, ellos, en cambio, se levantan temprano para cosas inútiles. Yo
me canso y recibo recompensa, ellos se cansan y no reciben ninguna recompensa. Yo corro
y ellos también; yo corro hacia la vida del mundo futuro, ellos, en cambio, corren hacia la
fosa de la perdición.
139
iniciar una rebelión armada, incluso los fariseos fueron incapaces de impedir su ruina.
Muchos de ellos se unieron a los rebeldes, otros, en cambio, se mantuvieron al mar
gen. Muchos murieron durante la guerra, otros muchos sobrevivieron a la catástrofe. El
movimiento fariseo también tuvo una influencia decisiva en la reconstrucción y reorga
nización espiritual del judaismo después del 70 d.C.
2. Los escribas
Los escribas pertenecían al grupo de los fariseos, es más, a ellos les había sido con
fiada la dirección de las comunidades fariseas. Los escribas nacieron en la época persa
y helénica; como su tarea era conservar las tradiciones y explicar la Escritura, fueron
llamados doctores de la ley o maestros. Estudiaban la ley de Moisés, discutían su inter
pretación, conocían la tradición oral y la ponían en una relación justa con la ley escri
ta. Como la ley de Dios determinaba todos los campos de la existencia, ellos debían
resolver no sólo cuestiones teológicas, sino también jurídicas, como por ejemplo:
¿Hasta dónde llega la prohibición de trabajar el día sábado? ¿Cómo se acaba un con
trato matrimonial o un divorcio? ¿Cómo se procede para la compra de un campo o de
una casa? [...]. El ingreso a los círculos de los escribas no dependía del nacimiento o
del linaje, sino únicamente de la preparación cultural y las capacidades. Había entre
ellos sacerdotes, miembros de familias adineradas y personas que pertenecían a estra
tos más modestos del pueblo. El escriba debía pensar en su mantenimiento y vivir del
trabajo de sus manos.
Quien deseaba ser escriba debía hacer un largo y profundo estudio. Alrededor de un
escriba famoso se reunía un grupo de discípulos. Cuando un estudiante pedía ser admi
tido en la escuela del maestro, él probaba sus actitudes y decidía su admisión. El estu
diante seguía al maestro, lo acompañaba a todos los sitios a los cuales iba, aprendía su
modo de pensar y de resolver los problemas, le hacía preguntas al maestro para apren
der de él. El escríba enseñaba estando sentado y el discípulo se sentaba a sus pies. El
estudio consistía en repetir e imprimir en la mente todo lo que se le enseñaba.
Cuando el discípulo había llegado al fin de sus estudios exitosamente, el maestro lo
declaraba escriba y le imponía las manos. Así era introducido en la cadena de la tradi
ción que lo hacía llegar hasta Moisés, de ahora en adelante podía responder personal
mente a los problemas y emitir su juicio. En cuanto maestro, quien acudía a él lo hacía
con el título honorífico de Rabí. A él le correspondía un puesto de honor en la cátedra
de Moisés. El pueblo lo saludaba con deferencia y seguía sus enseñanzas. Se cuenta que
el Rabí Meir (del siglo II d.C.) un día visitó una comunidad judía de Asia Menor, estan
do cercana la fiesta de los Purím (fiesta en la cual se lee el libro de Ester) pero aquella
140
comunidad no tenía este libro. El rabino, sentándose, transcribió de memoria todo este
libro. Tanta sabiduría suscitaba en el pueblo aprecio y asombro. En el tiempo de Jesús
los dos rabinos más eminentes eran Hillel y Sammai. Las posiciones de Hillel eran, en
general, menos rigurosas que las de Sammai. De la escuela de Hillel salió Camaliel,
cuyas opiniones eran tenidas en gran consideración por el sanedrín; fue maestro de
Pablo y fue venerado por la tradición judía como uno de los maestros más piadosos.
La restauración de las comunidades judías fue obra del Rabí Johanan Ben Zakkai,
de quien la tradición dice:
Durante su vida jamás hizo un discurso inútil, jamás recorrió más de cuatro pasos [baldo
sas] sin la Torá o sin las oraciones; nadie llegó antes que él a la escuela, jamás se durmió en
la escuela, saliendo de la escuela jamás dejó a alguien detrás de él; jamás alguien lo encon
tró entregado al ocio, sino únicamente dedicado al estudio, ningún otro, fuera de él, le abría
la puerta de la escuela a sus discípulos, él nunca dijo alguna cosa que no había oído a su
maestro y jamás dijo que era tiempo de dejar la escuela.
El maestro más autorizado al comienzo del siglo II fue el Rabí Aqiba. Cuando Simón
comenzó la rebelión contra los romanos, fue saludado por el Rabí Aqiba como el
Hijo de la estrella [Bar Kochba], Cuando la rebelión fracasó, el famoso maestro, junto
con otros, fue ajusticiado por los romanos. Aunque se haya equivocado al ver en Bar
Kochba al mesías, su recuerdo permaneció con gran honor en el judaismo posterior.
El judaismo fue capaz de sobrevivir a la catástrofe ocasionada por Bar Kochba, des
pués de la cual hubo una seria preocupación por recoger el material de la tradición para
organizarlo y componerlo en los tratados de la Misná. El Rabí Jehudah Ha-Nazi promo
vió con fuerza este trabajo que se concluyó a comienzos del siglo III. Con el nacimien
to de la Mihsná, junto a la Escritura, también se tiene su interpretación y por ello sus
cánones asumieron valores normativos para la vida de la comunidad.
3. Los zelotes
141
Los zelotes rechazaban someterse al yugo del emperador romano y a llamarlo kyrios
[= señor]. No estaban dispuestos, como los fariseos, a esperar pacientemente la futura
venida mesiánica, ellos querían acelerarla con intervenciones activas en el curso de la
historia. Su fundador, Judas el Galileo, al comienzo del siglo I d.C. llevó a una gran mul
titud a la rebelión que fue sofocada sangrientamente por los romanos (Quintilio Varo).
Era gente violenta que provocaba atentados y rebeliones. Eran enemigos a muerte de
todos aquellos que colaboraran con los romanos y aprovechaban cualquier oportuni
dad para herirlos, a manera de advertencia, con el puñal [la sica], un pequeño cuchillo
que escondían entre los pliegues del vestido. Por esto los romanos los llamaban sica
rios. Jesús tuvo algunos de ellos entre sus discípulos: Simón, el zelote [Le 6, 15) y, a lo
mejor, Judas el Iscariote (¿el sicario?)2. Ciertamente que los desilusionó en sus expecta
tivas revolucionarias, si era que lo habían seguido por esto.
A los ojos de los romanos eran bandidos contra los cuales se buscaba actuar con
dureza y severidad; entre los habitantes de Palestina encontraban muchas adhesiones.
Los zelotes fueron la fuerza motriz de la guerra judía. Con la destrucción de Jerusalén
y la aniquilación de los últimos focos de resistencia (Masada), el movimiento zelote
encontró un trágico fin.
4. Los saduceos
Los saduceos, que conforman el segundo grupo, niegan completamente el destino y dan por
excluido que Dios pueda hacer alguna cosa mala e incluso verlo. Afirman que está en las
manos de los hombres la elección del bien o del mal y que, según su voluntad, cada uno
se dirige hacia el uno o hacia el otro. Niegan la supervivencia [inmortalidad] del alma, pero
no las penas del Hades y los premios [...]. Entre ellos son muy toscos y en las relaciones
con los otros saduceos son rudos, lo mismo que con los demás (La guerra judía, II, 8, 14).
2 Según Lucas 6, 15 y Hechos 1, 13, en el círculo de los discípulos de Jesús había uno que había sido militante
de este movimiento, Simón el zelote. La actividad y la predicación de Jesús son claramente distintas de las aspiracio
nes de un mesianismo político. Cuando se le preguntó a Jesús si era justo pagar o no impuesto al César, él no respon
dió en el sentido de los zelotes, simplemente dijo que era necesario darle al César lo que era del César y a Dios lo
que era de Dios. Esto da a entender que Jesús no se dejó conducir para reconocer en las autoridades del poder la dig
nidad divina, ni aprobó a los revolucionarios que desean provocar con el uso de la violencia un cambio en la situa
ción política y la llegada del Reino de Dios.
142
Era un grupo religioso compuesto preferentemente por sacerdotes y miembros de las
familias nobles y ricas de Judá que mantenían el poder político, económico y religioso,
por eso, en política, siempre habían sido oportunistas. Tenían muchos privilegios e inte
reses que había que proteger como para asumir un comportamiento hostil o simplemen
te pasivo frente a los dominadores de turno. Su astucia y habilidad política hicieron que
los sumos sacerdotes fueran nombrados constantemente de su círculo.
En el campo religioso habían sido muy influenciados por la cultura griega. Sólo
aceptaban la Torá escrita, negando que fueran inspirados todos los demás libros de las
Escrituras y todas las tradiciones orales escrupulosamente conservadas y observadas
por los fariseos. Negaban la existencia de los ángeles y los demonios, la inmortalidad
del alma y, por lo mismo, la retribución divina después de la muerte y la resurrección
de los muertos.
Jesús tuvo álgidas discusiones con los saduceos (Mt 22, 23-33), pero su oposición a
Jesús se debía más a motivos políticos que religiosos. El Rabí de Nazaret, que se pre
sentaba como Mesías y atraía a tanta gente, ponía en peligro las instituciones sobre las
cuales ellos vivían y de las cuales disfrutaban (caso concreto el templo), también ame
nazaba sus privilegios y su influencia en el pueblo. De hecho, si las cosas se hubieran
concretBado, se corría el riesgo de desencadenar las represalias de la autoridad roma
na, que sospechaba de cualquier movimiento popular nacionalista. Por eso fueron los
primeros en proponer, en el sanedrín, la eliminación de Jesús (Jn 11, 47-52).
Cuando estalló la revuelta contra los romanos, los saduceos intentaron, en vano, evi
tar el enfrentamiento armado. La caída de Jerusalén también señaló su destino. Con la
destrucción de la ciudad y del templo, también desaparecieron los saduceos.
5. Los samaritanos
En el 721 el rey asirio Sargón II destruyó Samaría y deportó a algunos de sus habi
tantes, los cuales fueron reemplazados por extranjeros de otras naciones. Este^ colonos
extranjeros se unieron con las poblaciones locales dando origen a una raza mixta, tanto
desde el punto de vista étnico como desde el punto de vista religioso: los samaritanos.
Al regreso del exilio de Babilonia Esdras impuso la ruptura de los matrimonios mix
tos y puso como condición la pureza de la raza judía (Esd 9, 1-5). Automáticamente
los samaritanos eran excluidos porque estaban irremediablemente contaminados por el
matrimonio con paganos, situación que databa de unos tres siglos antes. Así nació la
enemistad de los samaritanos con los judíos y el cisma samaritano (Esd 4, 1-5). Hacia
el 400 a.C. los samaritanos construyeron su templo en Garizim, teniendo como mode
lo el templo de Jerusalén (Antigüedades judías XI, 8, 2; XIII, 9, 1). Jesús Ben Slrá, hacia
143
el 180 a.C. es testigo del odio alimentado por los judíos hacia esta comunidad (Sí 50,
25-26)3; los rabinos los identificaban con los paganos, personas que había que evitar
a toda costa.
Los samaritanos eran monoteístas convencidos, vivían con la esperanza del Mesías
que pondría fin a la segregación racial, restaurando la unidad del pueblo de Israel (Jn
4, 19-26). Jesús conquistó la amistad de los samaritanos (Jn 4, 39-42) y los valoró tanto
en la parábola del buen samaritano, presentándolos como un ejemplo para los judíos
(Le 10, 30-37), como en la alabanza al único leproso samaritano que regresó a agrade
cerle cuando fue curado junto con otros nueve judíos (Le 17, 11-19). Felipe, uno de los
siete diáconos, llevó el evangelio a Samaría con gran éxito en conversiones que después
constatan y confirman Pedro y Juan (Hch 8, 5-25).
6. Los esenios
Ellos son hebreos de nacimiento, unidos profundamente por el mutuo amor hacia los demás.
Rechazan los placeres como un mal y consideran como virtud la temperancia y el hecho de
no ceder a las pasiones. Entre ellos el matrimonio es despreciado y por ello adoptan los hijos
de los demás cuando todavía pueden ser educados por el estudio, los consideran personas
de la familia y los educan en sus principios. No es que condenen en absoluto el matrimonio
y el hecho de tener hijos, lo que pretenden es defenderse de la lujuria de las mujeres porque
consideran que ninguna de ellas permanece fiel a un solo hombre. Le ponen mucha aten
ción a la riqueza y es admirable el modo como practican la comunión de bienes, ya que es
imposible encontrar entre ellos uno que posea más que los demás. La regla consiste en que
quien entra ponga a disposición de la comunidad su patrimonio, de tal manera que entre
ellos no se ve ni la desgracia de la miseria, ni el boato de la riqueza. Todos tienen un único
patrimonio como hermanos. Consideran el perfume como una asquerosidad [...], de hecho
se preocupan por tener la piel seca y vestir siempre de blanco. Los administradores de los
bienes son elegidos mediante elección y así de todos proviene la designación de los encar
gados de los diversos oficios. No constituyen una única ciudad, sino que en cada ciudad
viven muchos [...]. En cuanto a las costumbres y a la presentación personal, se asemejan a
los jóvenes educados con una rigurosa disciplina. Nunca cambian los vestidos y el calza
do sino después de que estén completamente deshechos y acabados por el tiempo [...]. En
relación a Dios tienen una piedad particular. Antes de que el sol se levante jamás pronun-
3 Sirácida 50, 25-26: "Contra dos pueblos estoy irritado, el tercero ni siquiera es pueblo: los que habitan en el
monte Seir y Filistea y el pueblo necio que habita en Siquén".
144
cían palabras sobre argumentos profanos, únicamente se dedican a dirigirle oraciones como
suplicándole que se levante. Después, cada uno es invitado por el superior a los trabajos
que se hacen y después de haber trabajado con empeño hasta la hora quinta de nuevo se
reúnen y, ciñéndose el cuerpo con una toalla de lino, se bañan el cuerpo con agua fría y lue
go de esta purificación entran en un lugar reservado, donde no está permitido el ingreso a
alguien que tenga una fe diversa. En estado de pureza se ponen a la mesa como si estuvie
ran en un lugar sagrado [...]. Después, dejados los vestidos utilizados en la comida, como
si fueran ornamentos sagrados, regresan al trabajo hasta la tarde. Cuando retornan comen
del mismo modo en compañía de los huéspedes, si los hay. Jamás un grito o un altercado
turba la quietud de la casa, sino que conversan cediéndose amigablemente la palabra. A los
que son de afuera, el silencio de allá adentro les da la impresión de un tremendo misterio,
olvidando que ello nace de una continua sobriedad y del uso de comer y beber únicamen
te para no tener más hambre o sed (La guerra de los judíos, 11,8,2-5).
Al occidente del Mar Muerto, a una distancia de la ribera que no tiene nada de temer por
los vapores, están los esenios, gente solidaria, muy diferente de cualquier otra, sin mujeres,
sin amor, sin dinero, son vivientes que sólo están en compañía de las palmeras. Esta comu
nidad se renueva cada día gracias a la llegada de nuevos adeptos, fortalecida en abundancia
por aquellos que, cansados de la vida, son llevados por el cambio en la fortuna a adop
tar este género de vida. Así, por muchos siglos, cosa increíble, es una gente eterna, aunque
entre ellos jamás nazca alguno, tan fecunda es por ellos la penitencia que los demás reto
man su vida recorrida. Al sur de ellos, está la ciudad de Engadí, inferior a Jericó únicamente
por la fertilidad de sus bosques de palmas, ahora reducida a un cúmulo de cenizas (Historia
natural V, 17).
145
que quien pedía la admisión en la comunidad debía someterse a un largo período de
prueba y sólo después de haber superado un difícil examen de admisión era conside
rado miembro activo de la comunidad. Después del juramento de fidelidad, al adepto
se le ordenaba observar una disciplina draconiana severa y a ceder los bienes persona
les a la comunidad. En la comunidad todo estaba organizado de manera jerárquica. Al
frente de todo estaba el Inspector elegido por la Asamblea General que estaba confor
mada por todos los miembros efectivos organizados en orden de antigüedad y grado.
En las comunidades esenias los hombres vivían del trabajo agrícola y artesanal, del
estudio y la oración. El estudio de las Sagradas Escrituras ocupaban a los miembros de
la comunidad, por turnos, noche y día. Este amor por la Escritura explica el gran núme
ro de textos bíblicos, con sus respectivos comentarios, escondidos en las grutas de
Qumrán. La oración en común ocupaba buena parte de la jornada. El sábado y las fies
tas tradicionales eran celebradas de acuerdo con el calendario solar, que era diferente
del calendario lunar usado por el judaismo oficial. También eran considerados sagrados
las comidas y los baños de purificación que les precedían. Ninguno se podía olvidar
de retirarse al desierto para "preparar el camino al Señor" (/$ 40, 3) con la santificación
personal. Se vivía en la espera del Mesías, es más, parece que en Qumrán se esperaban
dos Mesías: uno sacerdotal, llamado Mesías de Aarón, y otro davídico, llamado Mesías
de David. Naturalmente el mesianismo davídico era aquel mesianismo político religio
so que el pueblo esperaba.
En lo que hace referencia a la doctrina, los esenios, según informa Flavio Josefo,
tenían la convicción de que el alma inmortal del hombre provenía del cielo y su destino
estaba determinado con'anterioridad, y que el cuerpo era la prisión del alma. Después
de la muerte las almas eran liberadas de las cadenas del cuerpo, las buenas iban hacia
el cielo y alcanzaban el lugar de los bienaventurados, las malas eran llevadas a un lugar
de castigo para recibir la pena que se merecían.
' Jesús pasó del tiempo en el desierto donde vivían estos monjes, y después se había
presentado en las riberas del Jordán, a poca distancia de Qumrán, para pedirle el bau
tismo a Juan Bautista que tantos elementos tiene en común con la espiritual esenia.
Debido a esto, podemos pensar que Jesús pudo haber conocido a los esenios, aun
que los evangelios no hablan de ellos. Esto podría depender de que aquellos monjes
jamás dieron lugar a polémicas con Jesús dada su profunda religiosidad y su vida apar
tada. Alguna huella de su influencia sobre Jesús puede descubrirse en algunos aspectos
organizativos de la comunidad cristiana {doce apóstoles, comunidad de bienes, comi
das comunitarias), en la formulación de alguna enseñanza y los comportamientos aná
logos, pero las semejanzas permanecen siempre superficiales y marginales. Es más, los
monjes de Qumrán, lo mismo que los fariseos, habrían considerado como un escánda
lo el acercamiento de Jesús a los pecadores, su facilidad para perdonar y su violación
146
del sábado. La pasión y muerte de Jesús en la cruz por la salvación del mundo habría
s¡do para ellos un obstáculo insuperable.
Muchos esenios tomaron parte en la rebelión contra los romanos, algunos en pues
tos de mando. Se mantuvieron fieles a la ley de Israel hasta el fin4. También la comuni
dad esenia despareció poco después de la primera guerra judía.
4 Flavio Josefa alaba su fuerza subrayando el desprecio que tenían de la muerte: "Sus sentimientos se manifes
taron en la guerra contra los romanos en la cual ellos, estirados y retorcidos, quemados y martirizados, sometidos a
toda clase de tortura para que anatematizaran al dador de la ley o comieran alimentos ¡lícitos, permanecieron firmes
en sus principios, sin decirle ninguna palabra a sus verdugos, ni derramar alguna lágrima. Es más, sonriéndose entre
los espasmos y burlándose de todos los que los torturaban, ofrecían voluntariamente su vida con la certeza de volver
la a recuperar algún día".
147
APÉNDICE
LOS DESCUBRIMIENTOS DE QUMRÁN
El primer descubrimiento de los manuscritos esenios fue casual: un joven beduino lla
mado Mohammed ed-Dhib, a comienzos de 1947, encontró en una cueva, a una distan
cia aproximada de un kilómetro de las ruinas de Khirbet Qumrán, algunos pergaminos
antiguos escondidos en jarras de terracota. Estos pergaminos fueron entregados para
ser vendidos al arzobispo Athanasíus Yeshua Samuel, de la iglesia siro-ortodoxa de
Jerusalén. E. L. Sekenic, de la Universidad Hebrea, pudo comprar una parte de aque
llos pergaminos por cuenta de su universidad. Se trataba de un pergamino del libro del
profeta Isaías pero incompleto, de una colección de Himnos y de la Regla de la lucha
de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas. Los otros pergaminos permane
cieron en el monasterio San Marcos con el obispo Samuel, quien más tarde los vendió
en Estados Unidos. Estos manuscritos fueron adquiridos secretamente por el gobierno
de Israel en 300.000 dólares. Se trataba de cinco pergaminos que contenían una copia
completa del libro de Isaías, un Comentario al libro de Habacuc, El Manual de disci
plina del monasterio de Qumrán, La Regla de la congregación y una reelaboración del
Libro del Génesis.
Después de estos hallazgos, el gobierno jordano, en cuyo territorio está situado el
valle de Qumrán y sus entornos, organizó una expedición para explorar toda la zona
buscando más manuscritos. En ella participaron el coronel Ashton de la Legión Árabe y
el padre Rolando De Vaux, dominico de la Escuela Bíblica de Jerusalén. Fueron explo
radas varias grutas y hechas muchas excavaciones sobre las ruinas de lo que parecía un
castillo, Khirbet Qumrán, pero posteriormente se dieron cuenta de que era un monas
terio esenio. Los arqueólogos encontraron en la tercera gruta dos rollos de cobre, mien
tras que en la cuarta gruta los beduinos encontraron muchos rollos y fragmentos de
gran importancia. Los beduinos también descubrieron otras grutas con un gran núme
ro de fragmentos. Las grutas fueron numeradas de la 1 a la 11. Otros hallazgos fueron
en los valles cercanos: Wadi Murabba'at, Khirbet Mird, Nachal Hever, Nachal Tseelim.
La publicación de los textos comenzó en 1948 y se siguen publicando, aunque
muy lentamente por las dificultades para reconstruir y leer los numerosos y, a menudo,
pequeños fragmentos.
148
Para aclarar el misterio de los propietarios de aquella biblioteca diseminada en las
grutas, se excavaron las ruinas de Khirbet Qumrán, que asemejaban a una fortaleza. Se
descubrió que pertenecían a un antiguo convento con edificios de dos pisos, con espa
cios de uso comunitario, con numerosos jacuzzis para baños rituales. La construcción
había sido destruida en el 68 d.C. por la Décima Legión Romana. Después habría lle
gado alguna guarnición dejando algunas monedas perdidas entre las ruinas. A poca dis
tancia del edificio, estaban las ruinas de cementerio de más de mil tumbas muy bien
alineadas. Más al sur, a tres kilómetros, en las cercanías de la fuente de agua dulce de
Ain Feshka, habían restos de construcciones agrícolas con habitaciones y graneros. En
estos lugares habrían rezado y trabajado varias generaciones de monjes por cerca de
dos siglos. Podemos escuchar, después de veinte siglos de silencio, la voz de hombres
dedicados al estudio de las Sagradas Escrituras. Ellos nos han comunicado su biblia, sus
comentarios, fruto del estudio y la meditación, su regla de vida, su calendario sagrado,
su espera del Mesías que debía venir.
149
Capítulo VI
1. La familia
La familia israelita era patriarcal: se designaba con el término casa del padre [Beth
'Ab]; las genealogías siempre siguen la línea paterna, las mujeres son una excepción y
muy raramente son mencionadas. Los núcleos familiares incluían: padre, madre, hijos,
sobrinos, tías, tíos, primos y sirvientes. El jefe de la familia era el padre y el jefe del
grupo de la familia era el jeque. Abrahán y sus herederos eran jeques. La familia era
un pequeño reino gobernado por el padre, quien mandaba sobre todos los de la casa:
mujer, hijos, sobrinos y sirvientes. Los hijos eran educados para que aceptaran este tipo
de autoridad {Ex 20, 12) y si la refutaban, amenazando de esa manera la unidad fami
liar, podían ser castigados con la muerte (Dt 21, 18-21).
A la muerte del padre le sucedía el hijo mayor. Isaac fue un caso especial. De acuer
do con las leyes familiares antiguas, un hombre podía tener hijos de otra mujer. De esta
forma fue como Abrahán tuvo a Ismael de Agar (Gn 16, 1-4), pero si después nacía
un hijo de la primera mujer, este hijo, en este caso Isaac, se convertía en el jefe de la
familia. La misma ley fue aplicada en el caso de Jacob. Raquel siempre fue considera
da como la primera mujer, por eso fue que su primer hijo, José, se convirtió en el here
dero de Jacob y le fue dado un vestido especial para evidenciar esta prerrogativa (Gn
37, 3-4), aunque hubiese nacido mucho tiempo después de sus hermanos medios (los
hijos de Lía).
151
ba del marido, ni las hijas heredaban del padre, salvo en el caso de la ausencia de un
heredero varón (Nm 27, 8). Las hijas eran excluidas de la herencia para que el patrimo
nio familiar no corriera el peligro de una pérdida progresiva. En la elección del esposo
para la hija (lo mismo que en el caso de la esposa para el hijo) se le confería autoridad
al padre o, cuando el marido moría sin dejar descendencia, se acudía a la ley del levi
rato (Dt 25, 5-10). Cuando había huéspedes se debía mantener escondida (Gn 18, 9),
antes de comer tenía que servir el alimento a los varones de la familia, tenía la obliga
ción de ir por el agua, confeccionaba vestidos, cocinaba los alimentos, caminaban a pie
mientras que los varones utilizaban la cabalgadura. Si José, cuando tuvo que huir con
Jesús y María a Egipto, se hubiese comportado como lo representa la iconografía cristia
na, es decir, si hubiese caminado a pie junto al asno sobre el cual iban María y el niño,
esto habría significado una extraña excepción.
1.1.1 Poligamia
1.1.2 Divorcio
Otra grave injusticia contra la mujer era el divorcio [repudio], al que únicamen
te el varón tenía derecho (Lv 21, 7.14; 22, 13; Nm 30, 10). El código deuteronómico
prohíbe expresamente el divorcio en dos casos (Dt 22, 13-19 [calumnia]; 22, 28-29
[estupro])'. Deuteronomio 24, 14 le prohíbe a un varón, que ha repudiado a la mujer,
1 Deuteronomio 22, 13-19: "Si un hombre se casa con una mujer y, después de haber cohabitado con ella, la
aborrece, le atribuye acciones escandalosas y difunde por su cuenta una mala fama, diciendo: he tomado a esta mujer,
pero cuando me acosté con ella no la he encontrado virgen, el padre y la madre de la joven tomarán las pruebas de
la virginidad de la joven y las presentarán a los ancianos en la puerta de la ciudad. El padre de la joven le dirá a los
ancianos: he dado a mi hija como mujer a este hombre; él le ha cogido ojeriza y por eso le atribuye acciones escan
dalosas, diciendo: no he encontrado a tu hija en estado de virginidad; bien, aquí están las pruebas de la virginidad de
152
volver a casarse con ella si ella ya había contraído un segundo matrimonio. A propó
sito del divorcio, el texto de Deuteronomio 24, 1 es tan genérico ["Ha encontrado en
ella algo inconveniente"] que en la época del Nuevo Testamento los rabinos presenta
ban como causa de divorcio: inmoralidad o costumbres ligeras de las mujeres (según el
Rabí Sammai); una comida quemada (según el Rabí Hillel); haber encontrado una mujer
más bella (según el Rabí Aqiba).
Los hijos siempre se le asignaban al padre, por lo tanto, el repudio judío, además
de negar a la mujer el amor del marido, le imponía también la pena de la separación
de los hijos.
1.1.3 Adulterio
mi hija y extenderá la sábana delante de los ancianos de la ciudad. Entonces los ancianos de aquella ciudad cogerán
al marido y lo castigarán y le pondrán una pena de cien monedas de plata, que le darán al padre de la joven, por el
hecho de haber difundido una mala fama contra una virgen de Israel. Ella seguirá siendo su mujer y él no podrá repu
diarla durante toda su vida".
Deuteronomio 22, 28-29: "Si un hombre encuentra a una jovencita virgen que no se ha enamorado, la violenta
y peca con ella y son sorprendidos en flagrancia, el hombre que ha pecado con ella le dará al padre de la jovencita
cincuenta monedas de plata; ella será su mujer, por el hecho que él la ha deshonrado, y no podrá repudiarla duran
te toda su vida".
153
Después de haber atravesado prodigiosamente el mar Rojo, María, hermana de Moisés
y de Aarón, presa de una especie de éxtasis, compuso un canto de alabanza a Dios y
organizó coros femeninos de danzas (Ex 15, 20-21). Débora, mujer de Lapidot, es uno
de los "jueces" de Israel (Je 4, 4). Algunas ejercieron una influencia nefasta en clave
idolátrica como Jezabel sobre su marido Ajab y Atalía sobre su marido Jorán y su hijo
Ocozías. Otras fueron auténticas salvadoras de su pueblo como Judit y Ester, heroínas
de dos historias edificantes.
El judaismo (siglos l-lll d.C.) fue más un retroceso que un progreso. La literatura rabí-
nica usa el título de hija de Abrahán, apelativo honorífico, mucho más escasamente que
el hijo de Abrahán. Las mujeres fueron convertidas en objeto de toda una serie de luga
res comunes: son ávidas, curiosas, perezosas, celosas (Génesis Rabbá 45 en 16, 5), lige
ras (Shab 33 b). "Diez puntos de locuacidad han descendido sobre el mundo, nueve los
han tomado las mujeres y uno el resto del mundo" (Qid 49 b)2*lo . No conviene entrete
nerse con la mujer (jn 4, 9.27; Erub 53b; Ab 1, 5). No es necesario mandar a la escue
la a las mujeres: "Quémense las palabras de la Torá, pero nunca sean comunicadas a
las mujeres" (Sotah 19 a 8). "Quien enseña a su hija la Torá, le enseña el libertinaje"
(Sotah 3, 4; cf. Sotah 21 b). La mujer no puede ser testigo, tampoco puede educar a los
2 Dos pasajes de la Misná muestran cómo los rabinos no eran, de hecho, muy tiernos con las mujeres:
Bereshit Rabba XVIII, 1: El Señor hizo con la costilla, que le había sacado al hombre, una mujer y la llevó hasta
el hombre (Gn 2, 22). Rabí Joshua de Siknin en nombre de Rabí Leví, dice: No está escrito plasmó, sino meditó (en
hebrero los verbos plasmar y meditar en el tiempo imperfecto son iguales), porque Yahvé pensaba cómo la debería
crear. Yahvé dice: no la crearé de la cabeza para que no se ensoberbezca; tampoco del ojo para que no sea ansio
sa por ver; tampoco de las orejas para que no tenga mucha curiosidad por escuchar; menos de la boca para que no
sea charlatana; tampoco del corazón para que no sea celosa; ni de la mano para que no toque todo lo que encuentra
a su paso; tampoco de los pies para que no sea vagabunda; sí del sitio que en el hombre está escondido que inclu
so cuando el hombre está desnudo sigue cubierto (costilla). Por cada miembro que en secreto le iba creando, Yahvé
le decía: ¡Sé una mujer modesta, una mujer modesta! Sin embargo, aunque no la hubiera creado de la cabeza, ella
es soberbia, como está dicho: Caminan con soberbia (Is 3, 16). Tampoco del ojo, pero ella es ansiosa por ver, como
está dicho: Son curiosas para ver l is 3,16). Tampoco de las orejas, pero ella es ansiosa por escuchar, como está dicho:
Sara escuchaba desde la entrada de la puerta (Gn 18, 10). Menos de la boca, pero ella es charlatana, como está dicho:
María habló... contra Moisés (Nm 12, 1). Tampoco del corazón, pero ella es envidiosa, como está dicho: Raquel tuvo
envidia de su hermana [Lra] (Gn 30, 1). Ni de la mano, pero ella toca todo, como está dicho: Raquel tomó los ídolos
de su padre (Gn 31, 19). Tampoco del pie, pero ella es una vagabunda: Dina salió... (Gn 34, 1).
Bereshit Rabba XVII, 8: Le preguntaron al Rabí Joshua: ¿Por qué el hombre nace con la cara hacia abajo y la mujer
con la cara hacia arriba? Respondió: El hombre mira hacia el lugar de su creación y la mujer también mira al lugar
de su creación. ¿Por qué la mujer tiene necesidad de perfumarse y el hombre no tiene esa necesidad? Respondió: el
hombre ha sido creado de la tierra y la tierra nunca huele mal. La mujer ha sido creada de los huesos, y si se tiene
la carne tres días sin salarla, de inmediato huele mal. ¿Por qué la voz de la mujer es más aguda que la del hombre?
Responde: Si se llena una olla de carne, no hace ruido, pero si tú le metes un hueso, de inmediato hace ruido. ¿Por
qué el hombre fácilmente se deja convencer y la mujer no se deja convencer tan fácil? Respondió: Adán fue creado
del polvo de la tierra, y cuando tú metes una gota de agua sobre la tierra, ésta inmediatamente la absorbe. Eva fue
hecha de un hueso: aunque tú lo mojes con agua muchos días, éste jamás absorbe el agua. ¿Por qué el hombre pide
a la mujer y la mujer no pide al hombre? La cuestión es parecida a alguien que haya perdido alguna cosa, él busca
lo que ha perdido, pero la cosa perdida no lo busca. ¿Por qué en los funerales las mujeres van delante del cadáver?
Porque ellas han introducido la muerte en el mundo.
154
hijos. En las sinagogas las mujeres tenían unos puestos especiales detrás de las gradas y
un papel totalmente pasivo.
La actitud del judaismo helénico hacia la mujer no es muy diferente. Filón de
Alejandría escribe (Op. Mund. 165): "En nosotros la razón (nous) tiene la función del
hombre, los sentidos (aisthesis) tienen la función de la mujer". Flavio Josefo afirma que
"la mujer es en todo inferior al hombre, por ello obedezca siempre al hombre no por
humillación sino para ser recta, porque es al hombre a quien Dios le ha dado el poder".
El Rabí Hillel, contemporáneo con Jesús, decía: "Cuantas más mujeres, tanto más
fantochería". Según el Rabí Jehudá, redactor de la Misná, era necesario agradecer a Dios
todos los días por tres cosas: "Te agradezco, Señor, por no haberme hecho pagano, por
no haberme hecho mujer, por no haberme hecho ignorante de la ley". El mismo rabi
no afirmaba: "El mundo no puede existir sin hombres y sin mujeres. Sin embargo, feliz
quien tiene hijos varones, infeliz quien tiene hijas mujeres".
Teniendo en cuenta lo anterior, el antiguo Israel se ha mostrado bastante contrario a
reconocerle a la mujer los derechos que le competen. En el ámbito doméstico el carác
ter patriarcal de la familia, la práctica en un solo sentido de la poligamia, el repudio y
el adulterio han mantenido en estado de inferioridad a la mujer, que no se pudo liberar
de este estado, salvo pocas excepciones, ni siquiera en el ámbito social.
1.2 La casa
La casa palestina era pequeña y construida con una sola habitación. Estaban cons
truidas con adobes de barro o con piedra y grava gruesa. Los muros eran muy gruesos
para mantener la casa fresca en los calurosos días de verano y caliente durante las frías
noches invernales. Durante el día la familia no permanecía mucho tiempo dentro de la
casa. Todos estaban ocupados en los trabajos del campo o en desarrollar actividades en
el patio o en el jardín. En general la casa sólo
tenía una pequeña ventana, bastante alta en
la pared y sólo una puerta que de noche era
cerrada con una barra (Mt 5, 15).
Al interior de la casa, normalmente se
encontraban dos pisos. El piso inferior, cer
cano a la puerta, era de tierra pisada; con
frecuencia, en las noches, allí se guardaban
los animales, como el asno, algunas ovejas
y el perro de guardia. La familia encendía el
fuego en esta parte de la casa para calen
tar la habitación y cocinar los alimentos. La
155
mayoría de las veces las casas estaban desprovis-
tas de chimenea, por lo cual las paredes y el techo
se ennegrecían debido al humo. La planta supe
rior tenía un piso de piedra, allí la familia consu
mía los alimentos, se sentaba a hablar y dormía
durante la noche.
La casa estaba provista de un techo plano
construido con palmeras organizadas sobre grue
sas vigas de madera. La familia se servía mucho
del techo, al cual se subía por una escalera que
se ubicaba a lo largo del muro exterior de la casa
(2R 19, 26; Mt 10, 27; Hch 10, 9). Sobre el techo
se descargaban cereales y frutas, y se conserva
da parte de la cosecha. En las noches de verano la familia subía al techo a dormir. A
menudo los hombres subían al techo a rezar y allí también guardaban sus herramien
tas de carpintería. A los lados del techo había un parapeto para evitar que las perso
nas se cayeran.
1.3 El vestuario
Tanto los hombres como las mujeres utilizaban un vestido que estaba en contacto
con la piel (túnica') y otro que era exterior (manto). La túnica era una especie de camisa
de lana, lino o algodón. Algunas túnicas tenían aberturas para los brazos y otras tenían
mangas largas. Las túnicas de las mujeres eran largas hasta los tobillos y con frecuencia
eran de color azul; también tenían un escote en V con recamados a lo largo de los bor
des. Algunas veces los hombres utilizaban, debajo de la túnica, un vestido íntimo que
era así como un calzoncillo. La túnica de los hombres era apretada la cintura con una
correa de cuero o de tela, que, algunas veces estaba pro
vista de un bolsillo para guardar el dinero (Me 6, 8). No
se utilizaba algún vestido especial para la noche, se solta
ba la correa y se metían a la cama con la túnica puesta.
El vestido externo era llamado manto (o túnica).
Estaba hecho con tejido de lana y era envuelto alrededor
del cuerpo para protegerse del frío. Tenía abertura para
los brazos. De noche los mantos eran usados como cobi
jas. El manto de las mujeres era más largo que el de los
hombres, cubría hasta los pies y era ceñido a la cintura
por una correa. Los hombres también llevaban un soli-
156
deo, la kipá 1= signo de la sumisión a Dios], Las mujeres,
en cambio, llevaban velos rectangulares en la cabeza. Con
frecuencia, las mujeres solteras también llevaban un velo
sobre la cara, en señal de modestia (Gn 24, 65). Las mujeres
llevaban muchas joyas (anillos, cadenas, pendientes, braza
letes en la muñeca y por encima del codo) y tobilleras, que
tintineaban mientras caminaban. Los cabellos eran largos y
a menudo con trenzas. Por lo que hace referencia al cal
zado, los pobres caminaban descalzos, los otros utilizaban
sandalias de cuero, algunas veces con suela de madera. Los
discípulos de Jesús llevaban sandalias de este tipo (A4c 6, 9).
Los judíos antes de entrar en la casa se quitaban las sanda
lias y se hacían lavar los pies.
Los padres creían que la vida continuaba en los hijos, por ello los hijos eran con
siderados como una gran bendición (Dt 28, 4; Sal 128, 3), entre más hijos se pudiera
tener, mejor era: "Bienaventurado el hombre que de ellos llena su aljaba" (Sa/127, 5a).
No tener hijos era considerado una maldición porque equivalía a la extinción3. Aunque
los hijos eran motivo de alegría, la verdadera bendición eran los hijos varones. Los
hombres, de hecho, permanecían en la familia que de esa manera se engrandecía y se
enriquecía con otras mujeres y otros hijos. En cambio, las mujeres sólo servían para el
trabajo que cumplían mientras eran jóvenes y por el precio de la dote que sería paga
da como compensación cuando fueran introducidas para hacer parte de otra familia.
Ocho días después del nacimiento del varón era circuncidado o por el jefe de la familia
o por un médico. Normalmente durante los ocho días que pasaban entre el nacimien
to y la circuncisión existía una especie de fiesta familiar. Antes de ser adoptada por los
judíos, la circuncisión era, probablemente, un rito de iniciación a través del cual se le
consagraba a la divinidad la sexualidad del niño. Esta práctica se convirtió en señal de
pertenencia al pueblo de Dios (Gn 17, 10).
El rito de la circuncisión estaba acompañado por la imposición del nombre al recién
nacido (Le 2, 21). Los nombres tenían un significado preciso (David = amado; Sara =
princesa). El nacimiento y la imposición del nombre eran muy importantes tanto que,
3 Raquel le dijo a Jacob, que si no hubiera tenido hijos estaría muerta (Gn 30, 1). Ana creía que no tener hijos
era un castigo de Dios (1S 1, 16) e Isabel sentía sobre sí la mirada de reproche de la gente que la consideraba culpa
ble de haber hecho algo que le había disgustado a Dios. Cuando nació Juan, afirmó: "El Señor se ha dignado quitar
mi vergüenza" (íc 1, 25).
157
algunas veces, incluso eran cambiados hasta los nombres de los padres. Cuando esto
sucedía el padre se convertía en el padre Je X y la madre en la madre de Y.
Los niños entraban en la edad adulta a los trece años, pero no se sabe cuándo
comenzó esta práctica. En los tiempos del Nuevo Testamento un joven de trece años se
convertía en hijo de la ley [Bar Mitzvah], Sólo después de los trece años el joven cum
plía los requisitos para ser uno de los diez hombres que podían constituir una sinagoga.
En Israel las familias más acomodadas podían crecer comprando esclavos. La mayor
parte de ellos habían sido capturados en guerra (Nm 31, 26; Dt 21, 10) o habían sido
comprados en el mercado de esclavos (Lv 25, 44). Aunque los esclavos eran conside
rados como propiedad (Lv25, 45) estaban protegidos por leyes precisas. No podían ser
maltratados (Dt 23, 16-17), tenían derecho al descanso el día sábado (Ex 20, 10) y a par
ticipar en las fiestas nacionales (Dt 16, 10-11).
Con frecuencia los esclavos eran tratados como miembros de la familia. Si eran cir
cuncisos gozaban de la mayor parte de los privilegios de la sociedad judía, pero no
podían adquirir propiedades o casarse con esclavas extranjeras. El buen trato a los escla
vos no era únicamente una característica de la sociedad judía.
Un judío podía ser reducido a la esclavitud por deudas acumuladas o porque con
sideraba que gozaba de mayor seguridad en la casa de otro que en su casa. En este
sentido se podían vender familias e hijos (Ex 21, 7; 2R 4, 1; Mt 18, 25). El esclavo judío
permanecía como tal durante siete años, al cabo de los cuales era liberado (Dt 15,
12-18), salvo en el caso en que quisiera permanecer como miembro de la familia (versí
culo 16); en este caso le era perforada la oreja (versículo 17). La hija del amo se podía
casar con un esclavo (1Cro 2, 34-35), pero si después el hombre deseaba dejar la fami
lia, debía abandonar la mujer y los hijos (Ex 21, 4). Los esclavos judíos podían ser libe
rados en cualquier momento si su deuda era pagada por otro miembro de su familia
o por él mismo (Lv 25, 48-49); sólo las jóvenes vendidas como esclavas permanecían
como tales durante toda su vida, esto se debía a que con frecuencia se convertían en
las concubinas de sus amos.
En Israel también era conocida otra forma de esclavitud: el trabajo forzado o el tra
bajo como tasa fiscal. El reclutamiento duraba un cierto número de meses o de sema
nas con el fin de construir obras públicas. Este tipo de trabajo fue impuesto tanto a la
población cananea que había sobrevivido a la conquista (IR 9, 21) como a los israeli
tas (IR 5, 27-28).
Además de los israelitas que formaban el pueblo del país ['am ha-aretz], estaban
los extranjeros residentes [gherim]. Desde el punto de vista social eran hombres libres,
158
pero no disfrutaban de todos los derechos (por ejemplo, no podían comprar tierras).
Obligados a trabajar como asalariados, generalmente los extranjeros eran pobres; esta
ban ubicados juntos a los pobres, las viudas y los huérfanos, razón por la cual eran
recomendados a la caridad pública (Lv 19, 19; Dt 24, 19-21).
2. El matrimonio
159
a la hija en el momento de la sucesión o en caso de que, muerto el marido, la mujer
hubiera quedado en la indigencia.
Normalmente los padres eran los que organizaban los matrimonios sin que la joven
y el joven fueran consultados. No obstante ello, había diversos ejemplos de matrimonios
de amor: Sansón se enamoró de una joven filistea y le solicitó a sus padres que la pidie
ran para él como mujer (Je 14, 3). Mical, hija de Saúl, se enamoró de David, lo pidió
como esposo y Saúl condescendió con el deseo de su hija (1S 18, 20). Eran frecuen
tes los matrimonios entre parientes (Isaac y Rebeca; Jacob con Lía y Raquel) y estaban
estrictamente prohibidos los que se celebraban con parientes cercanos (Lv 18).
Los matrimonios eran un asunto netamente civil y una ocasión para celebrar una
fiesta. Un año después de que el contrato se había sellado, el esposo organizaba la fies
ta. Para ello pedía ayuda a alguien notable del pueblo, que le pudiera poner a su dis
posición una sala lo suficientemente grande. Él le agradecía concediéndole el honor
de presidir la comida: es aquel que Juan, en la narración de las bodas de Caná, llama
el mayordomo (Jn 2, 8). Como normalmente se hacía en los demás días, las mujeres
no comían en la misma mesa de los hombres; cuando la madre de Jesús se dio cuen
ta de que el vino se había terminado, probablemente se encontraba en el patio donde
se cocinaba y aprovechó las necesidades del servicio para entrar en la sala del banque
te a decírselo a su hijo.
La ceremonia principal consistía en el cortejo nupcial, mediante el cual el esposo,
acompañado por los amigos con tambores y música (1M 9, 39) llevaba hasta su casa a
la esposa con velo, adornada con joyas (/$ 61, 10) y rodeada por las amigas (Sal 45, 15).
Normalmente el banquete nupcial duraba siete días (Cn 29, 27). Los banquetes nup
ciales se desarrollaban siempre por la tarde y comenzaban poco antes de que cayera
la noche.
En el ámbito matrimonial está presente en Israel la institución del levirato (del latín
levir= cuñado) ordenada para dar descendencia al varón que se había muerto sin dejar
hijos. De acuerdo con Deuteronomio 25, cuando un hermano moría sin haber teni
do hijos, la viuda debería ser tomada como mujer por algunos de los hermanos que
le sobrevivían; el primogénito del nuevo matrimonio (sólo él) era considerado hijo del
difunto. El cuñado podía refutar las nupcias con la viuda mediante una declaración
delante de los ancianos del lugar, lo cual era tenido como un acto deshonroso, y por
ello la viuda que era rechazada le quitaba la sandalia y lo escupía en la cara, la chalit-
zah [cachetada]. Mediante la cachetada la mujer era liberada de la unión con el cuña
do y podía casarse con quien quería. La ley del levirato no se aplicaba si el hermano
160
había nacido después de la muerte del difunto que no había dejado prole. Si el cuñado
también había nacido así hubiese sido un día antes de la muerte del hermano, la viuda
estaba unida a él y debía esperar a que el niño cumpliera trece años de edad, cuando
podría legalmente contraer matrimonio por la ley del levirato o liberar a la mujer con
la cachetada.
El matrimonio por la ley del levirato sólo valía para hermanos hijos del mismo padre;
a pesar de ello, los hermanos ¡legítimos también estaban unidos a la mujer por el levi
rato. Si la viuda estaba encinta era necesario esperar hasta el parto. Si el difunto tenía
más hermanos, cada uno de ellos podía contraer matrimonio por la ley del levirato o
podía liberar a la mujer con la cachetada; dejándole siempre la precedencia al mayor.
Si el difunto tenía más mujeres, todas estaban obligadas a la ley del levirato, pero sólo
una era la que contraía y cumplía la cachetada, porque las demás mujeres quedaban
en libertad para casarse con otros hombres. El levirato no se aplicaba cuando había
una prohibición de incesto, es decir, cuando la viuda estaba estrechamente emparen
tada con el cuñado.
Técnicamente son los preliminares del matrimonio, realizados por los enamorados
o por sus padres o sus parientes. Como el noviazgo era obligatorio, quien iniciaba el
matrimonio sin tenerlo era castigado con la flagelación. Estos preliminares se referían a:
fecha y lugar de la celebración del matrimonio y precio para adquirir a la enamorada.
161
Estos acuerdos normalmente eran orales. Las condiciones de este contrato eran puestas
por escrito al tiempo de los esponsales (Qiddushin).
Por lo que se refiere a la edad, el hombre podía contraer matrimonio válido a partir
de los trece años y un día, la mujer a partir de los doce años y un día. La mujer hasta
que no hubiese cumplido los doce años necesitaba permiso del padre. Normalmente
el padre entregaba a su hija en matrimonio cuando todavía era menor y sin su consen
timiento. Un matrimonio realizado así era considerado válido y únicamente se podía
disolver por el divorcio o por la muerte de una de las dos partes. El matrimonio ver
dadero y propiamente tal se consumaba en dos fases: los esponsales (Qiddushin) y las
nupcias (Nissu'iri).
Con los esponsales (Qiddushin) el acuerdo oral hecho en el momento del noviaz
go (Shiddukim) debía ser puesto por escrito y estar acompañado del acto formal de la
"adquisición". El consenso de la enamorada era condición necesaria para la validez de
los esponsales (Qiddushin), excepto en el caso de una menor de doce años. Los espon
sales (Qiddushin) podían darse de tres maneras:
a) Esponsales mediante consignación de un objeto de valor. Al consignar el obje
to de valor a la enamorada, que podía ser una moneda o un collar, el enamora
do debía expresar claramente, en presencia de dos testigos, que con este gesto
quería hacer los esponsales, pronunciando la fórmula: sé mi mujer. En el hecho
de aceptar el objeto de valor la enamorada manifestaba su consenso. En el
Medioevo fue puesto en uso la utilización de un anillo como objeto de valor.
Los esponsales producían una unión jurídica que sólo se podía romper con la muer
te de una de los dos contrayentes o por el divorcio. No obstante lo anterior, los espon
sales no tenían como consecuencia los derechos y deberes que existen entre el marido
162
y la esposa: el acto sexual estaba prohibido4 y el marido no estaba obligado a mante
ner a la mujer.
4 Sólo en la época en la cual los romanos se apropiaron del ius primae noctis [el derecho de la primera noche],
le fue permitido a los esposos (después de los esponsales) tener relaciones sexuales antes de las nupcias (Nissu'in).
5 El matrimonio se consumaba cuando los esposos se habían quedado solos en la cámara nupcial por el tiempo
necesario para tener relaciones sexuales. Aunque la relación sexual no se haya dado, la mujer era considerada casa
da después del encuentro privado.
6 La viuda o la divorciada, a partir de la muerte del marido o del divorcio, debía esperar tres meses antes de
poder contraer los esponsales, para que resultara evidente si estaba o no encinta y de esta manera se pudiera deter
minar sin errores la paternidad del hijo.
7 Hoy está sustancialmente en uso el siguiente ceremonial: al comienzo el esposo asume, en presencia de un
rabino y de diez testigos, las obligaciones de la escritura del matrimonio, la Ketuvah; cumple con el acto simbólico de
la compra, es decir, coge un pañuelo u otro objeto de la mano del rabino, lo levanta y lo vuelve a entregar; la escritura
matrimonial es firmada por los testigos y el esposo; los esposos son llevados hasta debajo de un baldaquín y teniendo
la primera copa de vino es pronunciada una bendición; el esposo pone el anillo en el dedo de la esposa diciendo: me
eres consagrada con este anillo según la Ley de Moisés y de Israel; en algunos estratos del judaismo reformado, parti
cularmente en los Estados Unidos, ha adquirido ciudadanía la costumbre que también la esposa ponga un anillo en el
dedo del esposo y pronuncie la fórmula de los esponsales; pero como según la ley judía es el esposo el que adquie
re a la esposa y no viceversa, esta costumbre se encuentra con dificultades legales que hacen referencia, según algu
nas autoridades, a la validez del matrimonio. A la entrega del anillo sigue la lectura de la escritura matrimonial, y así
concluye la primera parte de la ceremonia. Con la segunda copa de vino es recitada la bendición nupcial, después de
ella los esposos son llevados a una habitación donde, dejados solos, consumen un refrigerio.
8 De la primera noche en la cual era consumado el matrimonio (Cn 29, 23; Tb 8, 1) se conservada la sábana
manchada de sangre que probaba la virginidad de la esposa en caso de una calumnia de parte del marido (Dt 22,
13-21).
163
2.2.4 La Ketuvah (escritura matrimonial)
3. La muerte y la sepultura
En los tiempos más antiguos de la historia de Israel, no se creía en una vida después
de la muerte y por ello se pensaba que los padres sólo vivían en el recuerdo de sus
hijos y descendientes. Más tarde se comenzó a creer que los muertos eran acogidos en
un mundo inferior (sheol), donde las personas eran sombras de su pasado. Únicamente
en la época de Daniel (siglo II a.C.) se comienza a hablar de resurrección para la vida
eterna y de castigo eterno (Dn 12, 2).
La antropología hebrea ignora [al menos hasta la época grecorromana] la distinción
entre alma y cuerpo, por eso también después de la muerte el individuo sigue existien
do en una situación de extrema debilidad hasta que existan su cuerpo o al menos sus
huesos. De esta manera se justifica la preocupación por asegurarle al muerto una sepul
tura. La falta de sepultura era la peor maldición (1R 14, 11; Jr 16, 4; 22, 19; Ez 29, 5) y
por ello el entierro de una pdrsona prevalecía sobre el descanso sabático. Apenas una
persona moría, comenzaban los llantos y los lamentos para anunciarles a los vecinos
que alguien se había muerto. Las familias ricas contrataban grupos de personas para
que hicieran lamentos, aumentando el alboroto (Jr 9, 17-18; Am 5, 16). Para expresar
el luto se ponían trajes ordinarios [ralos], para demostrar hasta dónde se era culpable
se golpeaban el pecho (Le 23, 48) y algunos se rasgaban los vestidos (2S 3, 31) o dor
mían sobre cenizas.
Los israelitas no practicaban ni el embalsamamiento ni la cremación de los cadáve
res. Como el clima era muy caliente, era fundamental sepultar al difunto antes de que
el cuerpo comenzara a descomponerse. A las tres horas de morir, el difunto, envuelto
en linos era llevado al lugar de la sepultura. Sobre la cabeza le era puesta una especie
de tocado [sudario] y, con frecuencia, la boca se le mantenía cerrada con una venda [o
banda] que pasaba por debajo del mentón. En casos excepcionales el cuerpo era recu
bierto de aromas y ungüentos que eran restregados contra el cadáver con franjas de las
mismas vendas.
164
La sepultura podía ser en una gruta natural o en una gruta excavada (Gn 49, 29-32;
Je 8, 32). Las grutas naturales eran alargadas y dotadas de nichos en los cuales se podían
poner más cuerpos. Cuando los cuerpos se habían descompuesto los huesos eran saca-
jos y puestos en recipientes de piedra llamados osarios. Estos recipientes eran conser
vados en una esquina de la gruta y así los nichos volvían a estar disponibles para otras
sepulturas. La entrada de la tumba era cerrada con una piedra que tenía forma de disco
que se desplazaba por una hendidura o con una especie de mango de arenisca que se
apoyaba sobre la apertura bloqueándola. Ambos tipos de cerradura presentaban nota
bles dificultades para remover la piedra. Otro sistema de sepultura era el de la inhuma
ción. Normalmente el lugar de la sepultura era señalado con piedras. Los cementerios
siempre quedaban fuera de las aldeas y las ciudades (Le 7, 12); sólo los miembros de la
familia real eran enterrados entre los muros de la ciudad (1R 2, 10). Después del entie
rro, se hacía un banquete funerario para concluir el período de luto (Jr 16, 7). El luto
podía durar una semana o más (Dt34, 8).
4. El rey y su corte
El acceso al trono.presupone siempre una elección divina: se llega a ser rey por gra
cia divina. El rito principal de la coronación de un rey es el rito religioso de la unción
en razón del cual se convierte en alguien masiah, es decir, en alguien ungido; de esta
manera participa de la santidad de Dios y es injuzgable. Aunque todos los reyes de
Judá fueron ungidos por un sacerdote en el templo de Jerusalén, es muy probable que
algunos reyes también hayan sido ungidos en Israel, sobre todo desde el momento en
que la unción real se convirtió en un rito muy difundido en el Antiguo Oriente Medio.
Como todos los soberanos del Antiguo Oriente Medio, también el rey israelita tiene
un harén más o menos numeroso, signo de poder y riqueza. En este harem entraban, a
menudo, princesas extranjeras con las cuales se contraía matrimonio para sellar alian
zas, mantener buenas relaciones, garantizar la fidelidad de los países sometidos (2S 3)
3; 1R 3, 1; 11, 1; 16, 31). Entre las mujeres del harén, sólo una gozaba de la preferen
cia del rey: se puede pensar, por ejemplo, en Betsabé con David, en Jezabel con Ajab,
en Atalía con Jorán; pero ella no poseía ni título ni papel oficial9. En cambio, un pues
to oficial, al menos en la corte de Judá, era ocupado por la madre del rey, a quien se le
asigna el título de Gevirah que, de acuerdo a la etimología en uso, se podría interpre
tar como Gran Dama (1R 15, 13; 2R 10, 13; Jr 13, 18). Además del heredero designado,
que no siempre era el primogénito y gozaba de prerrogativas especiales (2Cro 11, 22),
Conviene hacer notar que, salvo el texto poético de Cantar 6, 8, el Antiguo Testamento no usa el título de reina.
165
los hijos del rey podían ocupar cargos importantes en la corte (25 8, 18; 1Cro 18, 17).
Para completar, la expresión hijo del rey, con frecuencia, era utilizada en contextos en
los cuales parece que se excluye el sentido propio de hijo.
En la administración del reino, el rey era asistido por altos funcionarios que vivían
junto a él y conformaban su gobierno. Desafortunadamente el Antiguo Testamento
ofrece un cuadro incompleto en esta administración central, de tal manera que es difí
cil definir las atribuciones particulares. Sólo poseemos dos listas de grandes oficiales
de David (25 8, 16-18; 1Cro 18, 14-17; 25 20, 23-26) y una lista de grandes oficiales de
Salomón (1R 4, 1-6); aunque es cierto que dichas listas provienen de documentos de
archivo, es claro que han sufrido revisiones y modificaciones.
En la corte de David, también estaban el comandante del ejército (Joab), el coman
dante de las guardias personales (Benaías), el sumo sacerdote (primero Abiatar y luego
Sadoc), el heraldo y el escriba. El heraldo era el gacetillero oficial del rey, encarga
do de hacerle llegar las peticiones y transmitir sus decisiones, el hombre de confianza
a quien se le confiaban los asuntos más delicados. El escríba era el secretario del rey
tanto para los asuntos privados como para los públicos. A él se le confiaba el encar
go de la correspondencia diplomática, tanto interna como exteriormente, de tal mane
ra que su oficio se puede comparar con el de un Ministro de Interior y de Relaciones
Exteriores. También era el encargado de elaborar los anales del rey y supervisar el archi
vo y la biblioteca real.
Salomón completó la organización de la corte agregándole el intendente o mayor
domo, cuyo trabajo consistía en administrar el palacio real y los bienes de la corona10.
Otro cargo importante era el del prefecto de los trabajos (1R 4, 6), a quien le correspon
día organizar y controlar los grupos de trabajadores utilizados para las grandes construc
ciones del soberano que se estaban realizando (cf. Jeroboán en el tiempo de Salomón).
5. Los jueces
Contrariamente al Antiguo Medio Oriente, donde las leyes eran promulgadas por
la autoridad del rey, en Israel el rey no tenía ningún poder legislativo, porque el poder
judicial lo ostentaba el juez. Cuando los israelitas le pidieron a Samuel que les diera un
rey, lo hicieron a pesar de tener jueces (1S 8, 5). Salomón le pidió a Dios la sabiduría
10 Como todos los reyes del Antiguo Oriente Medio, también los reyes israelitas eran grandes propietarios de tie
rra, que eran administradas directamente o confiados o negociados como feudos con las debidas prestaciones tributa
rias o de servicios personales. De aquí el nombre de aquel que está en (o es de) la casa [al habbait\ que encuentra su
correspondiente exacto en el acádico y el egipcio. Más tarde este funcionario desarrollará el papel de primer ministro
con las mismas características del visir egipcio.
166
para juzgar al pueblo {IR 3, 9). El papel judicial del rey eran tan importante que en el
Antiguo Testamento juzgar se convirtió en sinónimo de gobernar.
En la práctica, la mayor parte de las causas civiles y penales se le confiaba a jue
ces diferentes al rey. Aunque estamos poco informados sobre los tribunales de Israel, se
tiene conocimiento que en Israel existían tres jurisdicciones diferentes: la de los ancia
nos, la real y la sacerdotal.
A la puerta de toda ciudad los ancianos, los jefes de clan, los jueves en la maña
na trataban las contestaciones y desarrollaban los procesos. A estos jueces están dirigi
das las recomendaciones de Éxodo 23, 1-3.6-8: no deben llevar falsos testigos y no se
deben dejar corromper por las dádivas11.
Además de los ancianos, también estaban los jueces de profesión, establecidos
por el rey. Ellos constituían una especie de tribunal superior al cual, de acuerdo con
Deuteronomio 17, 8-13, los ancianos de cada ciudad debían remitir las causas que supe
raban sus competencias.
Como en Mesopotamia y Egipto, también en Israel existía una jurisdicción sacerdo
tal. Los sacerdotes trataban las causas propiamente religiosas e intervenían en las cau
sas civiles cuando éstas estaban relacionadas con el mundo religioso (por ejemplo: la
constatación de la curación de la lepra).
Los juicios se desarrollaban en público, a la puerta de la ciudad. El proceso [rib] era
introducido por una persona que se constituía en la parte lesionada y se convertía en
el acusador [Satín]. Las dos partes citaban testigos que debían ser dos como mínimo.
Los testigos asumían la responsabilidad de la sentencia; por eso, si el culpable era lapi
dado, eran ellos los que debían comenzar.a arrojarles las piedras. Cuando la investiga
ción no daba resultados seguros, se hacía recurso al juramento.
Las penas, a las cuales era condenado el culpable, eran varias. En primer lugar está
la pena de muerte por lapidación, que podía ser agravada con la exposición del cuer
po del condenado, y por incineración (solamente para dos casos: Lv20, 14; 21, 9). A
diferencia de otras legislaciones orientales, que la aplicaban con gran facilidad, entre los
judíos la pena capital estaba limitada a las acciones contrarias a la santidad de la vida
y las fuentes de la vida (homicidio, adulterio, incesto, homosexualidad y zoofilia [bes-
tialismo]). La mutilación corporal por aplicación de la ley del talión, bastante frecuen
te en el código de Hammurabi y sobre todo en las leyes asirías, sólo estaba prevista en
" Un ejemplo concreto del funcionamiento de estos tribunales populares es ofrecido por Rut 4,1-12; por su parte
la historia de Nabot (IR 21, 8-15) ilustra la manera como era aplicada una sentencia a muerte.
167
el caso particular de Deuteronomio 25, 11-1212. La encarcelación, como pena impues
ta por la justicia, sólo aparece después del exilio (Esd 7, 26), como aplicación de una
ley extranjera. También existían las prisiones, donde eran encerrados los acusados en
espera del proceso o los sospechosos como medida cautelar. En general, se trataba de
penas pecuniarias o en especie.
6. El sanedrín de Jerusalén
No está claro dónde se deben colocar los orígenes del sanedrín, del cual se tiene
noticias por Flavio Josefo y por el Nuevo Testamento. El sanedrín tuvo su máxima afir
mación durante la dominación romana en Palestina porque los procuradores no se
entrometían, al menos en teoría, en las cuestiones privadas del pueblo judío.
El sanedrín tenía la obligación de mantener el orden público, para lo cual tenía bajo
sus órdenes un cuerpo de guardia, los guardias de los judíos (Jn 18, 3.12). En segun
do lugar actuaba como una alta corte de justicia y sus decisiones en materia religiosa
y civil tenían fuerza de ley en todo el territorio judío. Para defender el orden público y
hacer aplicar sus decisiones, podían acudir a la presencia de las cohortes romanas. En
la época de los procuradores romanos, el sanedrín tenía el poder de emitir sentencias
capitales, pero sin ejecutarlas, porque los romanos, de hecho, se habían reservado para
ellos la ley de la espada (ius gladii).
El sanedrín, presidido por el sumo sacerdote, estaba conformado por 71 miem
bros (en la sede existía el'escaño 72 que estaba reservado para Elias) organizados así:
sumos sacerdotes, ancianos (representantes de las familias más ricas y aristocráticas de
Jerusalén), escribas (representantes del pueblo del cual provenían y de sus intereses civi
les y religiosos).
Si bien los escribas fueron los últimos que entraron a formar parte del sanedrín y fue
ron una minoría numérica, sus decisiones terminaron tomando más fuerza que las de
los saduceos, debido a su fuerza popular y su competencia jurídica. Justamente serán
ellos quienes, después de la catástrofe del 70 d.C., garantizaron la sobrevivencia del
sanedrín como forma de gobierno, luego de la desaparición de los representantes de
las otras dos clases mencionadas.
El sanedrín se reunía pocas veces y por motivos graves. Cuanto más el poder era oli
gárquico y vertical, tanto menos sentía la necesidad de este consejo de participación,
12 Deuteronomio 25, 11-12: "Si un hombre está riñendo con su hermano, se acerca la mujer de uno de ellos y,
para defender a su marido de quien lo está golpeando, extiende la mano para agarrarlo de las partes nobles, tú le cor
tarás la mano sin compasión".
168
es más, con frecuencia tendía a obstaculizarlo. Se sabe, por ejemplo, que Herodes el
Grande lo reunió una sola vez y justo cuando trató de condenar a muerte a Hircano II,
quien había sido sumo sacerdote. De hecho el gobierno era ejercido por una dirección
constituida por el sumo sacerdote y sus más estrechos colaboradores.
El sumo sacerdote desde la época del regreso del exilio babilónico, se había conver
tido en jefe religioso y político de la nación. Originariamente su nombramiento era vita
licio, aunque se tuvieron algunos casos de deposición13.
El sumo sacerdote era elegido de entre los descendientes de la familia sacerdotal
de Sadoc, sumo sacerdote de David. Como esta práctica fue cambiada por Jonatán
Macabeo (153 a.C.) se generó una controversia que aún existía en la época de Jesús e
incluso continuó después de él. De hecho, en el 66, cuando estalló la primera rebe
lión judía, los revoltosos mataron al sumo sacerdote que estaba en el cargo que no era
saduceo y eligieron a un saduceo.
El sumo sacerdote estaba rodeado de algunos colaboradores que le ayudaban en el
gobierno de la nación:
a) El comandante del templo era un adepto a la vigilancia del orden público en el
templo y en la capital. Las guardias del templo (aquellos que arrestaron a Jesús
en Getsemaní y que fueron puestas, según san Mateo, para vigilar el sepulcro
de Jesús) estaban bajo su directa dependencia. Era elegido entre la aristocracia
sacerdotal y, en general, entre los parientes cercanos del sumo sacerdote, de
quien también tenía la suplencia en las funciones religiosas en caso de impedi
mento.
b) Siete vigilantes que guardaban las llaves de los recintos del templo.
c) Tres tesoreros, quienes administraban las finanzas del templo. Eran los que pro
veían del aprovisionamiento de los productos básicos y de los productos nece
sarios para el culto, además vigilaban la venta de los animales, y el cuidado, la
conservación y la reparación de los arreglos.
El comandante del templo, los siete vigilantes, los tres tesoreros, el jefe del turno
semanal y los jefes de los turnos diarios eran llamados sumos sacerdotes. También con
13 En la época de David fue depuesto Abiatar; en la época griega fueron depuestos: Onías III (175), Jasón (172),
Menelao (162) y Álcimo (159).
169
formaban un tribunal interno que podía tomar decisiones en materia religiosa y pOr
derecho eran miembros del sanedrín.
7. El sacerdocio
1,1 Sin referirse a las épocas asmonea y neotestamentaria, donde el cargo del sumo sacerdote era ofrecido a per
sonas extrañas a la familia de Aarón, no parece que esta ley haya sido siempre aplicada.
15 Para ser sinceros, la legislación no aparece muy clara sino que fue formándose lentamente. Después de la des
aparición definitiva del sacerdocio judío en el 70 d.C., los rabinos enumeraron 142 defectos que impedían el ejerci
cio del culto.
170
especiales ritos de consagración, descritos en Éxodo 29 y 40. El ritual era muy com
plejo, se hacían muchas acciones simbólicas, que pretendían evidenciar la sacralidad
del sacerdocio. Esta consagración convertía a los sacerdotes israelitas en santificados,
puestos aparte para el servicio a Dios. Esta transferencia al mundo sagrado les permitía
moverse en ese mundo sin sacrilegio, entrar en el templo, manipular objetos sagrados,
pero con la obligación de permanecer rigurosamente separados del ámbito profano y
someterse a determinadas interdicciones y reglas de pureza (Lv21, 1-7; 10, 8-10).
En clara oposición con los sacerdotes del Antiguo Oriente Medio que poseían gran
des latifundios, el sacerdocio israelita era el único verdaderamente pobre. Los sacerdo
tes vivían exclusivamente del altar, de la parte de los sacrificios que se entrega como
cuota y de las ofrendas de los fieles16.
El sacerdocio israelita desarrolló en el curso de los siglos tres funciones. La fun
ción oracular antiguamente era la más importante e implicaba el uso de los enigmáti
cos urim y tunim. Esta era la única forma de adivinación permitida en Israel. Las otras
formas de adivinación y magia, que caracterizaban particularmente a las religiones de
Mesopotamia y Canaán, estaban rigurosamente prohibidas (Dt 18, 9-14). Esta función
sacerdotal desaparece cuando surge el carisma profético, independiente del sacerdotal.
Otra función desarrollada por el sacerdote era la didáctica, al servicio de la palabra
de Dios. Los sacerdotes israelitas en los santuarios y en el culto elaboraron y transmitie
ron las narraciones de los hechos del pasado y las leyes que debían regular la vida del
pueblo. A partir del exilio, los sacerdotes israelitas se vieron privados también de esta
función didáctica, que pasó a manos de los escribas y de los doctores de la Ley, nor
malmente laicos.
La tercera función del sacerdocio israelita era la función cultual. El sacerdote era el
hombre del santuario y del altar. Al sacerdocio le correspondía custodiar el arca (1S
1-4; 2S 15, 24-29), reunir a los fieles en la casa de Yahvé (1S 1), presidir la liturgia con
ocasión de las fiestas (Lv 23, 11.20) y ofrecer sacrificios. En los sacrificios, el trabajo del
sacerdote consistía en derramar la sangre de la víctima sobre las esquinas del altar, y
presentar y poner sobre el altar la parte del sacrificio que le pertenecía a Dios. La fun
ción cultual litúrgica constantemente se iba acentuando hasta convertirse en la función
típica del sacerdocio israelita. Lo prueba el hecho de que la destrucción del templo de
Jerusalén en el 70 d.C. puso prácticamente fin al sacerdocio.
16 La tribu de Leví fue excluida de la repartición de la tierra prometida y le fueron asignadas 48 localidades, de
las cuales 13 estaban en las cercanías de Jerusalén y eran reservadas a los sacerdotes (Nm 35, 1-8); esta distribución
fue solamente teórica porque de hecho los sacerdotes se establecían en cualquier localidad.
171
8. Lugares sagrados
8.1 El tabernáculo
Durante la travesía desde Egipto hasta Canaán, los israelitas adoraban a Dios bajo
una gran tienda, llamada tienda del encuentro, tienda del testimonio, o simplemente
pabellón, morada, tabernáculo. Cuando plantaban el campamento, los levitas levanta
ban la tienda del encuentro en el centro, situaban sus tiendas alrededor de ella, de tal
manera que las tiendas de las tribus de Israel circundaban las tiendas de los levitas. De
este modo demostraban que la adoración
a Dios era la parte central de la vida de la
nación.
La tienda estaba sostenida por una
estructura de madera que medía catorce
metros de largo, cuatro de ancho y cinco de
alto. La puerta de ingreso estaba al orien
te. Al interior de la tienda había dos espa
cios: en el primero, llamado Hekal {Santo),
estaba situado el altar del incienso, sobre el
cual era quemado el incienso cada maña
na y cada tarde, y diez candelabros que
tenían la función de mantener el lugar iluminado (Ex 25, 31-39). En el segundo, que era
la parte más distante de la puerta, llamado Devir {Santo de los Santos o Santísimo) se
encontraba el Arca de la'Alianza. Allí sólo podía entrar el sumo sacerdote. El Arca de la
Alianza era una caja rectangular de madera recubierta de oro que, de acuerdo a la tra
dición judía, contenía las tablas de piedra de los Diez Mandamientos, un vaso de maná
y el cayado de Moisés.
El Arca era el más importante de los objetos que se encontraban en la tienda.
Aunque la Biblia le da varias denominaciones, las expresiones que prevalecen son Arca
de Yahvé y Arca de la Alianza de Yahvé. Su origen mosaico es completamente creíble
debido a los usos análogos de los árabes anteriores al islamismo. De acuerdo al texto
de Éxodo 25, 10-12 era una caja rectangular de madera que tenía 125 centímetros de
largo por 75 centímetros de alta con una placa de oro y provista de dos argollas por las
cuales pasaban las varas que servían para transportarla. Estaba cubierta con una lámi
na de oro de las mismas dimensiones, el llamado propiciatorio que, en sus extremos,
tenía dos querubines de oro con las alas abiertas. Por lo que se refiere a la función del
Arca, algunos pasajes bíblicos, sobre todo en los libros de Samuel, la consideran como
el símbolo de la nación, al cual se acudía en los momentos más críticos, porque sobre
ella, como sobre un trono, Yahvé había puesto su morada. Otros textos, en cambio, la
172
presentan como un relicario, en el que se conservaban las tablas de la Ley. Estas dos
concepciones no son irreconciliables entre ellas porque en el Antiguo Oriente Medio
se tenía la costumbre de depositar el texto de los tratados en el templo, a los pies de la
imagen de la divinidad, que, de esta manera, se convertía en el garante.
La tienda estaba rodeada de una especie de empalizada [cerco] hecha con tiendas
de campaña que tenían una extensión de 50 metros de largo y 25 metros de ancho,
donde los sacerdotes preparaban los sacrificios. De frente a la tienda era ubicada una
gran pila en bronce, donde los sacerdotes hacían las abluciones rituales, y el altar sobre
el cual eran quemados los sacrificios. La tienda y todas sus estructuras eran construidas
de tal modo que pudieran ser fácilmente desmontadas y transportadas.
17 _ En tres lados: norte, occidente y sur, el templo estaba conectado con otra construcción que tenía tres pisos y
comprendía numerosas habitaciones reservadas para los sacerdotes y los arreglos sagrados. Encima del tercer piso,
algunas ventanas proveían luz para el Vestíbulo y el Santo; el Santísimo, en cambio, no tenía ventanas y era comple
tamente oscuro. Los tres ambientes del interior estaban separados por dos paredes divisorias de madera de cedro y el
piso era de madera de ciprés. Las paredes estaban adornadas con querubines, flores y palmeras recubiertos de oro.
173
El templo de Salomón se inspiraba en la ¡dea arcaica de los templos sumerios y acá-
dicos, según la cual el templo era la morada exclusiva de la divinidad entre su pueblo
y su construcción era normada por una especial revelación. Bajo el perfil arquitectóni
co, este templo era muy común en la región siropalestina, de hecho, tiene gran afini
dad con un templo descubierto en 1936 en Tell Tainat y con otro que fue descubierto
en 1958 en Tell el-Qedah en el norte de Galilea.
Destruido por Nabucodonosor en el 587 a.C., el templo de Jerusalén fue reconstrui
do por los judíos que regresaron del exilio. Las noticias que se tienen al respecto son
muy escasas, no obstante ello, es claro que reproducían el mismo plano del antiguo y
es hasta verosímil que también conservara las mismas dimensiones. Faltando el Arca de
la alianza, que fue destruida junto con el templo, el Santísimo permaneció vacío y así lo
encontró Pompeyo en el 63 a.C. En cambio de los diez candelabros existentes, el Santo
sólo tenía un candelabro de oro con siete brazos, la Menorá. Asaltado y profanado por
Antíoco IV Epífanes (7A4 1, 21-22.54), fue restaurado por los Macabeos (1M 4, 36-61).
Bajo el gobierno de Herodes el templo fue completamente renovado y su área fue
prácticamente doblada y para esta empresa no se detuvo en gastos. Los trabajos comen
zaron hacia el 20-19 a.C. y sólo diez años después el nuevo templo pudo ser consa
grado, pero por decenios se continuó trabajando alrededor de la gigantesca obra que
terminó un poco antes del inicio de la rebelión contra los romanos (66 d.C.). Quien
no ha visto la construcción de Herodes jamás ha visto algo realmente hermoso, era el
dicho popular (Mt 24, 1-2).
174
encontraba rodeado por pórticos. El que se encontraba al lado oriental era llamado de
Salomón, porque se afirmaba que había sido construido por él. En el lado sur se encon
traba el pórtico regio. En el patio exterior se desarrollaba un intenso mercado, necesario
debido el culto sacrificial cotidiano y por el continuo flujo de peregrinos. Debido a que
los judíos que venían al templo desde lejos no podían traer con ellos durante el largo
viaje los animales para el sacrificio, se les ofrecía la posibilidad de comprar la víctima
para ofrecer al entrar en el lugar sagrado. Al interior del templo se utilizaba la moneda
de Tiro, los peregrinos que no disponían de esta moneda, tenían que cambiar su dinero
por la que circulaba en el templo. Para estos cambios de moneda, debidamente autori
zados por los sacerdotes, los cambistas tenían puestos en el atrio del templo.
El patio exterior estaba separado del interior por unas vallas sobre las cuales esta
ban fijados algunos avisos en latín y griego: Ningún extranjero que no sea judío puede
pasar las barreras y el recinto en torno al templo, quien sea sorprendido haciendo esto
incurre en pena de muerte. Esta advertencia era cuidadosamente respetada, incluso por
la potencia de la ocupación romana y así se evitaba cualquier profanación del lugar
sagrado.
En la puerta de ingreso del patio interior (la puerta Hermosa) permanecían muchos
mendicantes, esperando una limosna de parte de los visitantes del templo. En la parte
oriental de este patio también podían entrar las mujeres judías, sabiendo que la parte
occidental estaba reservada para los hombres. En el pórtico que rodeaba el patio de
las mujeres había una especie de alcancías donde se depositaban las ofrendas para el
culto del templo. A través de la puerta de Nicanor se accedía al patio de los hombres
donde se encontraba el Altar de los holocaustos, al interior del templo estaban el Altar
de oro del incienso, la Menorá y la Mesa de la proposición. El Santo de los santos solo
era accesible para el sumo sacerdote el día del Yom Kippur, cuando hacía el sacrificio
de reconciliación por todo Israel.
Para las grandes solemnidades multitudes de peregrinos llegaban a Jerusalén, en
ocasiones superaban considerablemente el número de los habitantes de la ciudad, que
eran cerca de 25.000. Cuando el templo fue destruido por los romanos, el judaismo
perdió su centro visible y pudo sobrevivir a la catástrofe únicamente porque su vida
religiosa no estaba unida exclusivamente al culto en el templo, sino que tenía su fuer
za y sustento en la Torá.
8.3 La sinagoga
175
exilio babilónico, como sustituto del servicio del templo y habría sido introducida en
Palestina por Esdras. A determinar su nacimiento habrían contribuido dos factores: a) la
ley de la unicidad del santuario hizo no sólo legítima sino también necesaria la existen
cia fuera de Jerusalén de lugares de oración sin el culto sacrificial; b) en segundo lugar,
la importancia atribuida a la Ley, obligaba a que ésta fuera leída, comentada y explica
da en varias comunidades judías.
Las sinagogas, como lugar de oración (proseuje), son testimoniadas en Egipto por
inscripciones y papiros desde comienzos del siglo III a.C., aunque con más claridad
son testimoniadas, primordialmente, al comienzo de la era cristiana, además de por los
libros del Nuevo Testamento también por los hallazgos que se han dado en Palestina. En
el tiempo de Jesús, toda aldea palestina tenía su sinagoga; es más, donde la población
era numerosa, había varias. Esto se verificaba sobre todo en Jerusalén, aunque deba ser
rechazada como leyenda la tradición rabínica que enumera 480 de ellas. La sinagoga
también sirvió para mantener unidos a los judíos de la diáspora con la madre patria y
hacer proselitismo.
Es muy extraño que en la sinagoga no existiera una persona encargada de guiar el
culto en su sentido más estricto porque la lectura de la Biblia, la predicación y la ora
ción pública eran dirigidas rotativamente por los miembros de la comunidad. Ésta es la
razón por la cual Jesús y Pablo pudieron hablar en varias sinagogas. No obstante ello,
había una persona responsable del buen funcionamiento de la sinagoga, el jefe de la
sinagoga (Hch 18, 17: Sostenes, jefe de la sinagoga). También había un ministro (Le 4,
20), una especie de sacristán, que tenía la obligación de poner orden y convocar las
reuniones haciendo sonar la trompeta (el shofar). También se habla de los encargados
de recoger las limosnas y de catequistas para los niños. En las sinagogas o en los loca
les adyacentes también funcionaba una escuela para la instrucción de los niños.
En el lado de la sinagoga que estaba orientado a Jerusalén, en un armario adosa
do a la pared, llamado Aron ha-Qodesh (= Arca santa) eran guardados los rollos de las
Escrituras envueltos en telas preciosas. Delante del Arca de la Torá continuamente esta
ba encendida una lámpara de aceite, símbolo de Dios, la "luz eterna". Al centro había
un ambón para el lector. Durante la liturgia que se tenía en la sinagoga el rollo de la
Torá era sacado del armario, presentado a la veneración de la asamblea y depositado
sobre el ambón para la lectura. Como estaba prohibido tocar el pergamino de la Torá
durante su lectura se utilizaba una especie de lápiz con forma de mano (Jad) que, al
terminar la lectura, era asegurado con una pequeña cadena sobre el rollo. Alrededor
de las paredes de la sinagoga estaban distribuidos los escaños [bancos] donde se sen
taban los fieles (hombres).
Las reuniones en la sinagoga se daban regularmente en los días festivos (sábados y
fiestas); no obstante ello, también se tenían en otros días establecidos, particularmen
176
te en los días de ayuno. Estas reuniones, generalmente, estaban organizadas con las
siguientes prácticas:
a) La recitación de la gran confesión de fe, llamada Semá [= Escucha], que toma
su nombre de la palabra con la cual comienza y está constituida por tres textos
del Antiguo Testamento: el mandamiento del amor (Dt 6, 4-9), la recomenda
ción para guardar los mandamientos [Dt 11, 13-21) y la prescripción de recordar
los mandamientos utilizando filacterias [tiras o flecos] que eran puestas en los
bordes del manto {Nm 15, 37-41);
e) la liturgia se cerraba con la oración y la bendición ordenada por Dios a los hijos
de Aarón {Nm 6, 24-26: "El Señor te bendiga y te proteja. El Señor haga brillar
su rostro sobre ti y te sea propicio. El Señor vuelva su rostro hacia ti y te con
ceda la paz") recitada por un sacerdote si estaba presente o, si no lo había, por
todos los que estaban en la sinagoga.
La sinagoga tuvo dos grandes méritos: por un lado contribuyó a mantener la fe entre
los judíos de las clases más bajas; por otro lado, en la diáspora, favoreció la propaga
ción del monoteísmo entre los paganos, preparando de esta manera el camino para la
IB La duodécima bendición decía: Que para los apóstatas no haya esperanza, que en nuestros días sea pronta
mente arrancado el reino del orgullo (= los romanos); que perezcan en un instante los nazarenos y los herejes: que
sean borrados del libro de los vivos y que no sean inscritos con los justos. Bendito seas tú, Yahvé, que doblegas a los
soberbios.
177
predicación apostólica (especialmente de Pablo) y la Iglesia. Después de la destrucción
del templo (70 d.C.), la sinagoga permaneció como el único centro religioso y cultual
del judaismo hasta hoy.
9. Los sacrificios
Los sacrificios eran de dos clases: cruentos e incruentos. Los sacrificios incruentos
consistían en la ofrenda de incienso y de algunos alimentos (trigo, harina, panes, aceite,
sal). Originalmente eran suficientes, pero con el tiempo se convirtieron en un comple
mento del sacrificio cruento. Los sacrificios cruentos consistían en la inmolación de un
animal doméstico y podían ser de tres clases: a) el holocausto-, b) el sacrificio de comu
nión; c) el sacrificio por el pecado.
9.1 El holocausto
19 El gesto no simbolizaba la sustitución de la víctima por el oferente. Esto sólo sucedía el día del Yom Kippur
con el chivo expiatorio (Lv 16, 21) cuando este animal sí era cargado con las culpas del pueblo, y por esta transposi
ción terminaba siendo impuro e indigno de ser sacrificado.
178
toro por el pecado del pueblo; un chivo por el pecado del príncipe; una cabra o una
oveja por el pecado de alguien privado. Los pobres podían sustituir estas ofrendas por
dos tórtolas o dos pichones, e incluso se podían limitar con una ofrenda de harina. En
este sacrificio las carnes tenían un destino diferente: el oferente, en cuanto culpable,
no recibía nada, y todo era para los sacerdotes. Cuando el sacrificio era por el pecado
de la comunidad o por el sumo sacerdote, los sacerdotes tampoco podían sacar algo
para ellos y la víctima era sacada del santuario y puesta en el depósito de las cenizas.
10. El calendario
El judaismo ortodoxo cuenta los años desde la creación del mundo y sigue el año
lunar, de origen mesopotámico, que se compone de doce meses, que alternadamente
tienen 29 o 30 días, para un total de 354 días; para cuadrar este año con el año solar
cada tres años el mes que precede a la Pascua, Adar, se repetía dos veces. A finales de
septiembre de 2011 comenzó el año 5772.
La semana se organizó teniendo como base la observación de las fases lunares (una
duración aproximada de 29 días o 4x7 días). En la Biblia los días no tienen nombre,
únicamente un orden numérico: primero, segundo... de la semana. El séptimo día era
el sábado (reposo). La costumbre mesopotámica de dedicar los días a las siete estrellas
divinas era desconocida (Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno) y nunca
se utilizaron en el mundo judío.
De acuerdo con el calendario lunar, el día comienza con el ocaso (cuando se
comienzan a ver la luna y las estrellas). Entre los dos crepúsculos se calculan 24 horas:
12 nocturnas divididas en cuatro vigilias (tarde, media noche, canto del gallo y maña
na); y 12 diurnas divididas en cuatro periodos presentados así: hora prima, cuando sale
el sol, hora tercia a media mañana; hora sexta a medio-día; hora nona a medida tarde,
hora duodécima al ocaso del sol (vísperas).
Los meses comenzaban con la luna nueva (neomenia). Los nombres de los meses
procedían del calendario mesopotámico.
Así como cada semana tenía su sábado, también cada año séptimo se tenía el año
sabático, un año de descanso para la tierra y dedicado al Señor. Los campos, rotativa
mente, se dejaban sin cultivar [como barbechos], y lo que crecía allí durante el año
sabático era cosechado por los pobres. De esta manera Israel recordaba que la tierra
no era de su propiedad, sino que era propiedad de Dios. Cada año séptimo los escla
vos israelitas debían ser liberados.
Cada siete semanas de años (49 años) se celebraba el año jubilar. Todos los terrenos
debían regresar a su propietario original, los esclavos eran liberados, las deudas eran
179
canceladas y la tierra se dejaba sin cultivar. Este año se llamaba jubilar porque era anun
ciado por el sonido de un cuerno particular, llamado yubal o yobel.
El año comienza con el primer día.del mes Tishri: este día y el siguiente eran cele
brados como la fiesta del año nuevo; ésta era la fecha en la cual Dios había creado a
Adán. Las oraciones que comenzaban el día del Rosh ha-shanah (= año nuevo) y que
continúan durante los diez días siguientes pretendían asegurar que el nombre propio
fuera incluido en el libro de los justos que deberían sobrevivir en ese año o no serían
castigados por sus pecados.
En las celebraciones litúrgicas se hacían sonar las trompetas [el shofar] (Lv 23, 24)
para llamar a los pecadores al arrepentimiento y para que Satanás, confundido por la
música, no estuviera en capacidad de ejercer su trabajo de acusador del pueblo de
Israel.
180
pueblo y enviado al desierto20. A partir de la destrucción del templo, el día de la expia
ción es una de las fiestas más importantes del judaismo.
Cinco días después del Yom Kippur (15 de Tishrí) se celebraba la fiesta de Sukkot o
de las Cabañas (de los tabernáculos o de las tiendas) (Lv23, 3-36.39-43) que duraba siete
días. El término cabañas aparece por primera vez en el Deuteronomio. Originalmente
era una fiesta cananea, la fiesta de la vendimia o de la recolección de los últimos pro
ductos de la campiña. Las cabañas eran, probablemente, aquellas que los campesinos,
utilizando palos y ramas, construían en los campos durante la vendimia. Levítico 23,
39-43 introduce y explica la relación de esta fiesta con la historia de Israel: "vivirán en
cabañas... para que siempre se acuerden de aquel que los hizo vivir en tiendas cuando
los hizo salir de Egipto". Durante esta fiesta los judíos vivían en cabañas de leños cons
truidas para tal fin y decoradas con frutas, en recuerdo del período transcurrido en el
desierto y de la protección que Dios firmó con el pueblo de Israel21.
A los dos meses de la fiesta de las cabañas, el 25 de Casleu (que en líneas genera
les coincide con diciembre) se celebraba la fiesta de la Hanukkah [= dedicación] (1M
4, 59) o fiesta de las luces que duraba nueve días. En esta fiesta se recordaba la nueva
consagración del templo y el milagro de las luces: Judas, después de haber derrotado a
Antíoco IV Epífanes, regresó a Jerusalén para volver a consagrar el templo encendiendo
las luces de la Menorá (el candelabro de siete brazos, símbolo de la creación), aunque
había poco aceite sagrado pero suficiente para un día; en estas circunstancias sucedió el
milagro porque las luces siguieron encendidas por ocho días, el tiempo necesario para
proceder a preparar un nuevo aceite. Desde entonces, cada año y durante nueve días
los judíos celebraban encendiendo la primera tarde de la fiesta una luz de la Menorá '
de nueve brazos y cada tarde, sucesivamente, iban encendiendo una luz hasta com
pletar las nueve.
20 De aquí viene la expresión chivo expiatorio para indicar a alguien que paga en lugar de otro.
21 En todos los días de la fiesta se tenía la costumbre de sacudir, teniéndolas unidas como si formaran un ramo,
las cuatro especies (un ramo de palmera, uno cedro, uno de sauce y otro de tamarisco) para celebrar la generosidad de
Dios al terminar la estación de la cosecha. Parece que las cuatro especies simbolizaban las diversas tipologías de los
hombres que componen la comunidad judía, quienes deben permanecer unidos a pesar de las diferencias, de tal mane
ra que les permitan a las personas espiritualmente más débiles ser ayudadas por las personas que son más fuertes.
181
11.5 Purím [suertes]
182
La fiesta de la Pascua se celebra el 14 de Nisán [= entre marzo y abril] (Ex 12)23. El
primer día de la Pesaj, en la tarde, tenía lugar la cena ritual (seder) donde era leída la
narración del Éxodo. El hijo menor le hacía, al jefe de familia, las preguntas relativas al
hecho de comer el pan sin levadura (matzan), las hierbas amargas (maror), el uso de
ensopar los alimentos y de comer apoyados sobre el brazo izquierdo24. La celebración
pascual también implicaba la ofrenda de un ramillete de espigas (Lv 23, 11). Durante la
celebración pascual era leído el Cantar de los cantares.
23 Cada familia o grupo de peregrinos debía hacer cuidadosamente los preparativos para celebrar la Pascua. El
ambiente en el cual se quería celebrar el banquete pascual era examinado con cuidado. Se debía eliminar cualquier
huella de levadura, porque a la salida de Egipto únicamente se había comido pan ácimo. La sala debía ser lo suficien
temente grande para permitir que todos pudieran hacer parte del banquete permaneciendo recostados. Un corde
ro sin defectos, de un año, era llevado al templo, degollado en el patio interior, por lo cual era preparado cuidando
escrupulosamente las prescripciones. Estos preparativos eran hechos en el transcurso de la tarde del 13 de Nisán y se
debían acabar antes del fin de la tarde. Cuando, con el tramonto del sol, comenzaba un nuevo día, se desarrollaba en
el ámbito de la familia o del grupo la liturgia pascual.
24 Durante la cena ritual se beben cuatro vasos de vino rojo simbolizando las cuatro características de la libera
ción de Egipto descritas en Éxodo 6, 6-7. Una pequeña cantidad de vino era derramada fuera del vaso de cada parti
cipante, durante la recitación de las diez plagas, para recordar que la libertad fue conquistada únicamente mediante
el sufrimiento de los egipcios. El quinto vaso, llamado vaso de Elias, debía ser arrojado y nunca bebido. Representaba,
de hecho, la promesa de Dios de introducir a los judíos en la tierra prometida.
183
11.8 Shabbat [sábado = reposo]
El ritmo del año judío estaba regulado por el sábado, el séptimo día de la semana
su institución es anterior al exilio. El sábado era la fiesta de la luna llena y se celebra
ba una vez al mes. Es muy probable que haya sido una fiesta cananea que los israelitas
la hicieran suya, pero sin atribuirle algún significado religioso particular. Además de la
fiesta del sábado de luna llena existía el reposo semanal (Ex 23, 12), que originalmente
tenía la simple finalidad del descanso.
Después del exilio la fiesta del sábado de luna llena desaparece y el día séptimo (=
día de reposo) toma el nombre de sábado y se le confiere a este "nuevo sábado" un pre
ciso significado religioso. El sábado encuentra su codificación en el tercer mandamien
to del Decálogo que tiene dos versiones:
Recuérdate del día sábado para santificarlo: seis días te cansarás y harás todo tu trabajo,
pero el séptimo día es el sábado en el honor del Señor tu Dios. No harás ningún trabajo ni
tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el forastero que vive
en tu casa. Porque en seis días el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto contiene,
pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor ha bendecido el día sábado y lo ha decla
rado santo (Ex 20, 8-11).
Observa el día sábado para santificarlo, como te ha mandado el Señor Dios tuyo. Seis días
te fatigarás y harás todos los trabajos, pero el séptimo día es el sábado para el Señor tu Dios:
no harás ningún trabajo ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni
tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el forastero que está en tu casa para que tu esclavo
y tu esclava también deseansen como tú. Recuerda que tú fuiste esclavo en el país de Egipto
y que el Señor tu Dios te ha sacado de allá con mano poderosa y brazo fuerte; por eso el
Señor tu Dios te ordena que observes el día sábado (Dt5, 12-15).
El término sábado proviene de la raíz shabbat que significa cesar, interrumpir, repo
sar. Era un día de reposo hecho para agradecerle a Dios por la obra de la creación
(Éxodo) y por la obra de la liberación de la esclavitud de Egipto (Deuteronomio). El
sábado el israelita se dedica al culto y a la familia. En la mañana tiene lugar el culto de
la sinagoga con oraciones, lecturas bíblicas y reflexiones25.
En el tiempo de Jesús, el sábado había sido cargado con una legislación menuda y
asfixiante, hasta el punto de aparecer como inhumana. La Misná enumera 39 trabajos
25 En la liturgia de la sinagoga se acoge el shabbat como una reina, la inauguración de la fiesta consta de seis
Salmos (uno por cada día de la semana laboral), seguía el himno Lekhah Dodi, que era una invitación a acoger ale
gremente el sábado. De acuerdo a la tradición, cuando el jefe de la familia regresa de la sinagoga es acompañado por
dos ángeles que vienen a controlar si han sido hechos los preparativos para el Shabbat. La familia los acoge cantan
do el Shalom Alekhem. La tradición afirma que cuando todos los judíos sean capaces de observar completamente el
shabbat, entonces llegará el Mesías.
184
prohibidos el día sábado (por ejemplo: arar, sembrar, cosechar o recoger frutos, cernir y
varear el grano, desmenuzar, poner levadura, empastar, cocinar el pan y los alimentos,
cortar cualquier cosa, lavar, trabajar con la lana, soltar un nudo, coser incluso dos pun
tadas, coger algunas cosas, matar un animal, descuartizarlo, salarlo, prepararlo o qui
tarle la piel, escribir, pagar algo, prender o apagar el fuego, trabajar con el martillo). La
mujer no podía salir de la casa con joyas y perfumes. Solamente se podía sepultar a los
muertos y hacer el servicio cultual en el templo o en la sinagoga. Para quien violaba las
leyes del reposo sabático, después de dos advertencias, estaba prevista la lapidación.
185
Capítulo Vil
A lo largo de su historia Israel ha estado en contacto con los pueblos vecinos y ha cono
cido sus obras literarias. La literatura del Antiguo Oriente Medio, en el transcurso de
los siglos XIX y XX, ha mostrado gran parte de sus tesoros. Esto se debe, de una parte a
las investigaciones arqueológicas, que han descubierto, además de edificios, los tesoros
literarios de la antigüedad; de otra parte, a la asidua investigación filológica y lingüísti
ca de los especialistas que han puesto a disposición de todos los textos descubiertos,
encuadrándolos en su contexto literario e histórico y en el marco de las culturas de los
diversos países circunvecinos.
Bajo el término literatura se agrupan: textos mitológicos y épicos, viajes de los dioses,
himnos, oraciones, salmos, lamentaciones, textos sapienciales, textos funerarios, [...].
Esta producción literaria, que se encuadra en un arco temporal de tres milenios (desde
el 3000 hasta finales del siglo I a.C.), es muy amplia, un cálculo aproximado sobre los
textos únicamente mesopotámicos llega a cerca de 600.000.
Por lo anterior, en este epígrafe se hará una breve aproximación a la literatura meso-
potámica (sumerios, acadios, babilonios, asirios), egipcia y cananea.
187
bres no? ¿Por qué el hombre es castigado por los dioses durante la vida? ¿Cuál es el
destino del hombre?
La mentalidad mesopotámica en su conjunto es pesimista. El habitante de estas
regiones vive en una zona donde las inundaciones son imprevisibles y con frecuencia
provocan verdaderos "diluvios", de los cuales se han encontrados muchas huellas en
los yacimientos arqueológicos. También son frecuentes las invasiones de nómadas del
desierto de Arabia o de las montañas de Irán. Por eso los dioses mesopotámicos son
caprichosos y continuamente luchan entre ellos; el hombre es el desamparado mortal
que busca defenderse de los contragolpes de sus iras. Los dioses han dado, en heren
cia a los hombres, la muerte (Epopeya del Gilgamesh) y como la ultratumba es triste,
las sombras de los difuntos son recogidas en un destino amargo.
1.1 Período antiguo babilónico (primera mitad del segundo milenio a.C.)
a) Anzú: La mítica águila Anzú les roba a los dioses las tablas de los destinos, qui
tándoles así el instrumento de su poder y huye a los montes. Anzú es perseguida,
alcanzada y matada por el dios guerrero Ninghirsu (o Ninurta), quien restable
ce en el mundo su orden original. El mito representa el intento del hombre para
escaparse del poder de Dios.
188
Ea de nuevo enfrenta este enfermizo proyecto sugiriéndole a los hombres que
abandonen sus dioses personales para adorar únicamente a Adad y Nisaba hasta
cuando la lluvia comience a caer y la vegetación renazca, permitiendo que la
humanidad pueda vivir [...]. Finalmente los dioses deciden mandar sobre la tie
rra un diluvio con el fin de acabar con toda la humanidad. De nuevo el dios Ea
comunica a Atram-Hasis la intención de los dioses y lo invita a construir una
nave, a hacer subir su familia en ella y una pareja de todos los animales, con lo
cual permite la sobrevivencia de la humanidad1.
c) Etana: El rey Etana, adolorido por no tener hijos, después del consejo del dios
Shamash, se dirige a un águila para que lo lleve al lugar de la hierba de la gene
ración, es decir, al cielo. Etana se monta en el águila. La subida va bien, pero en
un cierto punto al águila le faltan las fuerzas y comienza a precipitarse a tierra.
Desafortunadamente no se conserva la continuación de la narración. No obstan
te ello, el mito muestra que la vida tiene origen divino.
d) Cilgamesh: La epopeya del Gilgamesh es, sin duda, la obra más famosa de la
antigua Mesopotamia. Gilgamesh, rey de Uruk, se hace insoportable para los
dioses por su orgullo. Ellos le crean un rival, Enkidu, un monstruo que vive
con las bestias. Se encarnó en una mujer y se hizo amigo de Gilgamesh. Juntos
emprenden varias empresas, pero la vida de Gilgamesh, de un momento a otro
fue golpeada por la enfermedad y la muerte de Enkidu. Este triste acontecimien
to le recuerda que también él está destinado a la muerte y comienza a buscar la
inmortalidad. Gilgamesh se acuerda que ha existido un hombre, Ut-Napishtim,
el héroe del diluvio, que pasó de la vida a la inmortalidad. Entonces tomó la
decisión de hacer un largo, difícil y aventurado viaje para encontrarlo y pregun
tarle por el secreto de la inmortalidad. Ut-Napishtim le cuenta a Gilgamesh todo
lo que sucedió en el momento del diluvio, haciendo una larga narración del
diluvio (tabla XI) pero advirtiendo que no sabe cómo los dioses lo hayan hecho
pasar a la vida inmortal. Es un secreto divino que sólo los dioses se lo podrían
revelar a Gilgamesh.
Para consolar a Gilgamesh, quien hizo un viaje tan inútil a los confines del cono
cimiento del secreto de la inmortalidad, la mujer de Ut-Napishtim, le regala al héroe
una planta marina llamada el viejo se hace joven, porque es capaz de hacerle disminuir
algunos años haciéndolo más joven, pero esta posibilidad se ubica en el reino de la ilu
sión, porque una serpiente le roba la planta mientras él se está bañando. Gilgamesh,
1 La narración del diluvio del mito de Atram-Hasis constituye la fuente de la famosa narración de la tabla XI del
poema acádico del Gilgamesh'. ambas representan las fuentes de la narración bíblica del diluvio (Gn 6-8).
189
entonces, debe resignarse a morir. El tema fundamental del mito es la búsqueda de la
inmortalidad.
- La narración del diluvio en la tabla XI del "Poema de Cilgamesh"
Los dioses decidieron mandar el diluvio, pero el dios Ea, que había estado con ellos
en el consejo, le revela en sueños la decisión a Ut-Napishtim y le ordena construir una
barca en la cual se salvaría él y su familia, con lo cual encontraría protección toda espe
cie de vida. En siete días la embarcación estuvo construida e "hice entrar al interior de
la nave a toda mi familia y mi parentela. Animales de los campos y bestias salvajes,
también hice subir a todos los artesanos. El dios Shamash había fijado el momento: en
la mañana haré llover pedrisco y por la tarde granizo; entonces entra al interior de la
nave y cierra la puerta. ¡Este momento llegó: en la mañana cayó pedrisco y por la tarde
granizo! Contemplé el aspecto del día: tuve miedo. El hermano ya no veía al hermano,
no se reconocían más las personas y los cielos. Los dioses tuvieron miedo del diluvio
y huyeron, subieron a los cielos del dios Anú, los dioses se abrazaron entre ellos como
perros, se extendieron sobre las murallas; la diosa Ishtar gritaba como una parturienta.
[...] Durante seis días y seis noches el viento, el diluvio y la tempestad despedazaron
el país. A la llegada del séptimo día, la tempestad y el diluvio fueron derrotados en la
batalla que habían combatido valerosamente, el mar se calmó, el huracán se silenció, el
diluvio cesó... la nave encalló en el monte Nisir, que la contuvo y no la dejó moverse.
A la llegada del séptimo día (después de que la nave se había posado sobre el monte)
hice salir la paloma y la dejé volar: como no había lugar para posarse, volvió. Hice salir
al cuervo y lo dejé volar: el cuervo voló, vio que las aguas se estaban secando, comió,
se llenó, graznó y no volvió.,. Hice un sacrificio: los dioses disfrutaron del olor, los dio
ses disfrutaron del buen olor, los dioses, como moscas, se reunieron sobre el sacrificio".
Los dioses se dieron cuenta del error del diluvio, que golpeó a los buenos y a los
malos y en común acuerdo decidieron acoger a Ut-Napishtim entre los dioses2.
1.2 Período medio babilónico (segunda mitad del segundo milenio a.C.)
a) Adapa: Es el primer hombre, hijo del dios de la sabiduría Ea. Adapa en un ímpe
tu de ira provocado porque el viento le impedía pescar y le había dañado la barca, le
rompió las alas al viento. Esto provocó el cambio de clima porque las lluvias estaban
condicionadas al soplo del viento. Adapa fue entonces citado a un juicio y tuvo que
subir al cielo, a la presencia de Anú, para justificarse. En el sueño se le advirtió que no
2 Si se hace un paralelo entre la epopeya del Cilgamesh y la narración bíblica aparece evidente la superioridad
de la figura de Dios y de la concepción religiosa de la culpabilidad humana contenida en la biblia. La composición
babilónica revela una concepción vulgar de la divinidad. Ut-Napishtim debe ocultarle a los demás el verdadero fin de
la construcción de la nave. El castigo no tiene ninguna conexión con la vida moral de los hombres.
190
aceptara la oferta del pan y del agua de la vida que hacía Anú. Cuando Anú le hace
la oferta, Adapa la rechaza y así pierde la ocasión de alcanzar la inmortalidad para los
seres humanos. El mito describe la imposibilidad que tiene el ser humano para obtener
la inmortalidad, propiedad exclusiva de los dioses (con una única excepción que con
firma la regla: Ut-Napishtim, héroe del diluvio).
b) Enuma elis: Por muchos es llamado Poema de la creación, porque en las table
tas V y VI se narra la creación del mundo y del hombre. En realidad este título
no es correcto porque el poema es básicamente la Exaltación de Marduc, el dios
nacional de Babilonia, para justificar teológicamente el ascenso del dios Marduc
por encima de los dioses de la tradición sumeria y acádica, que son Anú, Enlil,
Enki o Ea (en la adaptación del poema el dios nacional Asur sustituye a Marduc).
191
dioses lo reconozcan como su rey. Obtenido el consenso, Marduc enfrenta a Tiamat y
la derrota, y consigue el reconocimiento de su realeza sobre los dioses. Marduc parte
en dos el cadáver de Tiamat con una mitad hace la esfera celeste y con la otra la tierra.
Después, mezclando la arcilla con la sangre de Kingú, crea al hombre (tabletas V y VI).
La narración de la creación del hombre concuerda con la teología de Atram-Hasis,
pero con una diferencia porque menciona la mezcla de arcilla sólo con la sangre, no
con la carne, del dios Kingú, que había sido llevado a la muerte. Después son enume
rados y comentados los cincuenta nombres (títulos) de Marduc (tableta Vil).
2. Literatura egipcia
3 Cf. Gn 1, 3: Dios dijo: "Hágase la luz". Y la luz se hizo. Gn 1, 6: Dijo Dios: "Exista una gran bóveda que divi
da las masas de aguas". Y así sucedió...
192
También merece ser señalada la reforma religiosa de Amenofis IV Akenatón (1372-
1354). A menudo le es atribuida a esta reforma la instauración del monoteísmo en
Egipto, porque promovió la adoración exclusiva al disco solar, Atón. No obstante ello,
aún no se trata de un monoteísmo, sino, más bien, de monolatría porque se admite la
existencia de más divinidades pero únicamente se adora una. La vida después de la
muerte y los diferentes ritos funerarios ocupan en Egipto un puesto muy importante,
pero todo da a entender que esto no tuvo influencia sobre la religión de Israel.
Comparando la literatura sapiencial egipcia con la israelita se logran descubrir varios
elementos comunes: el caso típico está representado por el texto de Proverbios 22,
17-23, 11 que contiene una serie de dichos tomados literalmente de una obra egipcia
del Nuevo Imperio titulada Instrucción de Amenemope. Aunque es difícil establecer
cual composición depende de cual, lo cierto es que el escritor bíblico y el sabio egip
cio piensan del mismo modo. El libro de los Proverbios representa el estadio más anti
guo de la producción sapiencial de Israel, mientras que la Instrucción de Amenemope
es del final de la larga tradición sapiencial.
A continuación se ofrecen algunos ejemplos de la literatura sapiencial egipcia.
De El canto del arpista4, escrito en la tumba del rey Anteph (primer período inter
medio, hacia 2200):
Mueren las generaciones y pasan / otras ocupan su lugar desde el tiempo de los antepasa
dos / los reyes que en un tiempo existieron ahora reposan en sus pirámides / son sepultados
en sus tumbas, por igual los nobles y los ensalzados. / Aquellos que han construido edifi
cios, y cuyas sedes ya no existen más, ¿qué han obtenido de ello? / He oído las palabras
de Imhotep y de Hergedeph, que son muy citados por sus dichos: ¿en qué se han converti
dos sus sedes? / Los muros han caído, sus sedes ya no existen más, como si jamás hubiesen
existido. /Nadie viene de allá, que nos informe sobre su condición, que nos refiera sus nece
sidades, que tranquilice nuestro corazón, hasta que lleguemos a aquel lugar donde ellos han
ido. / Alegra tu corazón: tú debes saludar el olvido. / ¡Sigue tu corazón, mientras que estés
vivo! / Pon mirra en tu cabeza, vístete con lino fino, perfumado por verdaderas maravillas,
que hacen parte de la ofrenda divina. /... / Aumenta tu felicidad, que no languidezca tu cora
zón... / Piensa, pasa un día feliz y no te canses. / Mira, no hay nadie que se lleve consigo
sus bienes / no regresa aquel que se ha ido.
Del Himno a Atón (el dios Sol)5, compuesto por el faraón Amenhotep IV Ekhnaton
(1372-1354). Con bastante probabilidad el autor del Salmo 104 ha sacado alguna ins
piración:
A Bresciani, E. Letteratura e poesía dell'Antico Egitto: cultura e societa attraverso i testi. Einaudi, Turín, 1990, 2007,
pp. 206-207.
5 Ibíd., p. 412.
193
Tú surges, perfecto, en el horizonte del cielo, disco viviente que eres el origen de la vida. /
Cuando te levantas en el horizonte oriental, llenas el país de tu perfección [...]/ Cuando te
ocultas en el horizonte occidental, la tierra queda en tinieblas, como en la muerte; / la tierra
permanece en silencio, porque aquel que la ha creado descansa en su lecho. / Se ilumina
después la tierra cuando te levantas y cuando, Disco solar, resplandeces durante el día. /
Se despiertan los hombres y se paran sobre sus piernas. / Sus brazos de abren para adorar
tu aparición, / después la tierra entera comienza sus labores. / Todas las bestias alegres se
levantan en sus pastos. / Los árboles y las hierbas reverdecen. / Los pájaros vuelan fuera de
sus nidos, con las alas abiertas, en adoración para ti. / Los barcos bajan y suben por el río.
/ Los peces exultan delante de tu rostro. / Haces crecer a las creaturas en el vientre de las
mujeres y produces el semen de los hombres. / ¡Cómo son de numerosas tus creaciones! /
Son ocultadas a la vista de los hombres, o dios único, ningún otro es semejante a ti. / Haz
creado a los hombres para ti, tú, su señor en cada cosa, / en todo aquello que son, que te
preocupas por ellos. / Señor de la tierra que brillas para ellos. / Tú estás en mi corazón...
Del Himno a Amón, compuesto por un fiel que quedó ciego (hacia 1300-1200)6:
Mi corazón desea contemplarte, oh Señor. Cuando la garganta recibe tu viento del norte, tú
llenas sin que haya necesidad de comer, tú calmas la sed sin que haya necesidad de beber.
Mi corazón desea verte: mi corazón es feliz, oh Amón, protector del pobre. Eres el padre
del huérfano, el esposo de la viuda. Es dulce pronunciar tu nombre: es como el gusto de la
vida... Tú me has hecho ver la oscuridad que tú das. Brilla para mí, que pueda verte. Aleja
el miedo, pon la alegría en el corazón de los hombres. ¡Cómo es de feliz el rostro que te
ve! Ella está de fiesta cada día.
194
ciones con los recién llegados, en primera instancia de desconfianza, con el tiem
po mejoraron. Israel se dejó conquistar de la vida de las poblaciones urbanas, asumió
su cultura y progresivamente se fue convirtiendo en un pueblo sedentario y agricultor.
Incorporados por David y Salomón al reino, los cananeos siempre fueron una fuerte
atracción para los hebreos por los progresos en la fabricación del hierro, en la fabrica
ción de los objetos de cerámica y bronce, en la elaboración de joyas en oro, coral y
piedras preciosas.
La Biblia recuerda a los cananeos, sobre todo, por la fascinación que su religión ejer
ció sobre el pueblo judío. A pesar de lo que aparece descrito en el libro de Josué, que
habla del exterminio de las poblaciones residentes en Canaán antes de la llegada de los
hebreos (Jos 11, 15-20), los cananeos jamás fueron masacrados o eliminados del todo:
siguieron viviendo en el territorio mezclados con los hebreos y convirtiéndose para ellos
en una auténtica tentación, sobre todo a nivel religioso. Esta situación duró, como míni
mo, hasta el exilio babilónico. Los testimonios son numerosos en los textos del Antiguo
Testamento que se estrellan contra la idolatría cananea (Ex 20, 3-5; Dt5, 7-9; Jc2, 11-13;
1R 18; Os 2, 4-19; 4, 12-13; Mi 1, 7; Jr2, 7-8.23-24; 3, 6; 11, 13; Ez 16; 23; [...]).
3.2 La religión
195
y así la vida pueda comenzar de nuevo en primavera. Cada año se repite la misma his
toria, pero como el mecanismo puede atascarse, entonces interviene el rito practicado
por el hombre: ofrecerle algo a la divinidad para que el acontecimiento narrado en el
mito suceda como deba darse. De esta manera el rito se convierte en el medio a través
del cual el hombre celebra dicho acontecimiento y obtiene la garantía de que también
este año sucederá que El tendrá ventaja y que Mot será nuevamente derrotado por Baal.
b) Baal: Es el dios de la fecundidad y la fertilidad, y por ello le son ofrecidas las pri
micias de las cosechas, de los rebaños y, de vez en cuando, también se le ofre
cía en sacrificio los primogénitos varones. Con frecuencia es representado con el
rayo en la mano derecha, y gozaba un culto muy difundido en el Oriente medio.
En ocasiones su estatua es puesta sobre un toro, símbolo de la fecundidad. Así
hizo, por ejemplo, Jeroboán, para impedir que su gente fuera hasta Jerusalén,
hizo colocar un toro de oro en los templos de Dan y Betel, mató dos pájaros de
un solo tiro: el toro hacía referencia tanto a Yahvé, el dios de los hebreos cono
cido por su poder guerrero (Ex 14-15) como a Baal, divinidad cananea de la
sexualidad y la fecundidad (//? 12, 26-33). Este gesto del rey fue calificado por
la Biblia como el pecado de Jeroboán, por desear la aprobación y el favoreci-
miento del sincretismo religioso y de la idolatría cananea (IR 15, 26.34; [...]).
196
Además, adherirse a Baal es para la Biblia una verdadera y auténtica apostasía
que los profetas califican como prostitución (Os 2, 4-19; 4, 12-13...).
c) Astarté: Era la compañera de Baal y la diosa del amor. Generalmente era repre
sentada desnuda, con los brazos abiertos en dirección a quien la adoraba en
señal de acogida.
3.4 El culto
7 Es la práctica de la prostitución sagrada. Para el judío, participar en tal práctica religiosa significaba reconocer
que la fecundidad y la fertilidad provenían de las divinidades cananeas y no de Yahvé. Esto significaba violar el pri
mer mandamiento que dice que sólo Yahvé es el Dios del pueblo judío, porque Él lo ha hecho salir de la esclavitud
de Egipto.
197
tienen las divinidades cananeas? ¿No será mejor hacérselos amigos de una manera tan
simple y agradable?
El pueblo judío asimiló de los cananeos algunas fiestas (cf.: ácimos, semanas, caba
ñas} y parte del lenguaje religioso: como el nombre divino El, algunos himnos (cf.
Salmo 29, que para algunos estudiosos era un himno dedicado a Baal que fue aplicado
a Yahvé) e imágenes de Yahvé vencedor sobre los elementos del caos y de la atmósfe
ra (cf. Is 27, 1; 51, 9-10; 5a/ 74, 13-14; 89, 9-11; [...]).
4. El universo bíblico
El universo era imaginado como un gran edificio de tres pisos: a) la tierra, al cen
tro, era la casa de todos los vivientes y estaba rodeada de las aguas del mar; b) la tierra
estaba apoyada en columnas o pilastras sobre las aguas inferiores; c) el cielo, sobre la
tierra, era sostenido por la cúpula transparente del firmamento y estaba rodeado de las
aguas superiores (u océano celeste). El cielo era la morada de Dios. En el firmamento
estaban fijados el sol, la luna y las estrellas. El firmamento tenía compuertas, que cuan
do se abrían permitían la caída de la lluvia. El Sheol, bajo la tierra, era la misteriosa y
198
oscura morada de los muertos que la mitología y la cultura pagana llamaban Hades o
Infiernos. Lentamente fue madurando la doctrina de la diversa remuneración para los
buenos y para los malos; originalmente se creía que todos descendían de todas mane
ras al reino de los muertos.
5. El mito
8 Tomemos un ejemplo contemporáneo: la elección de Miss Mundo. En una época en la cual casi no existe la
monarquía, se elige una reina rodeada por sus edecanes; nuestra existencia a menudo se desarrolla en lo grisáceo y
el tedio cotidiano: esta reina es coronada, recibe magníficos regalos Todo esto contribuye a poner esta elección
en otro mundo: un mundo de sueños, irreal. Ello expresa el deseo de toda mujer de ser bonita y rica, de triunfar, y de
todo hombre que es admirar la belleza femenina. Esto también tiene otra cara: el mito así creado también puede ser
alienante, puede llevar a perder la libertad, a no ser más nosotros mismos, y por ello las muchachas copian el peina
do de Miss Mundo y se esfuerzan por reproducir sus medidas, cuando a lo mejor todo ello no armoniza, de hecho,
con su tipo de belleza. Las películas en las cuales la pequeña dactilógrafa se casa con el hijo del director general de la
empresa juegan el mismo papel: hacen soñar a la secretaria, permitiéndole, sin duda, vivir, pero en sueños y, al lími
te, ella descuidará su trabajo para pensar en cómo seducir al hijo del jefe.
199
Capítulo VIII
1. Introducción
1 Entre los cristianos protestantes con el término apócrifo son señalados nuestros libros deuterocanónicos del
Antiguo Testamento; y con el término pseudoepígrafes son llamados nuestros libros apócrifos.
2 La costumbre de componer libros pseudoepígrafes era muy común en el mundo antiguo; por ejemplo, Las
Sentencias del Pseudo-Focílídes fueron escritas por un judío helénico y atribuidas a un sabio griego del siglo VI a.C.
201
3. Los apócrifos judíos
Existen apócrifos de origen judío y de origen cristiano. Aquí se presentan los apó
crifos de origen judío, aunque no siempre es fácil distinguir, porque hasta los apócri
fos de origen judío fueron interpolados por los cristianos, en parte y de diversa manera.
Los apócrifos judíos, de acuerdo a su proveniencia, han sido organizados en tres
grupos:
a) Apócrifos de origen esenio.
Llamado así porque es conservado por la Iglesia etiópica que lo considera "canóni
co"; es la traducción de un original semítico (en la cuarta gruta de Qumrán se encon
traron algunos fragmentos en arameo). Es el resultado de la unión de cinco escritos
diferentes, compuestos en tiempos diversos pero sucesivos. También ha sido llamado
Pentateuco de Henoc. Henoc era el papá de Matusalén: "Henoc caminó con Dios; des
pués desapareció porque Dios sedo llevó consigo" (Gn 5, 24). La idea de que Henoc
hubiese sido asunto al cielo dio origen a muchas leyendas sobre su historia.
202
paraíso y el trabajo de los ángeles; los capítulos 45 a 47 hablan del Mesías que
precede al Antiguo de los Días y al juicio, de la resurrección y del ataque de los
paganos contra Jerusalén; los capítulos 58 a 69 describen detalles particulares
del juicio que el Hijo del hombre ejercerá frente a los hombres y a los ángeles;
finalmente, en los capítulos 70 y 71, Henoc es acogido en el paraíso y constitui
do en Hijo del hombre.
Como este libro fue citado como si fuera un profeta por la Carta de Judas (versícu
lo 14; cf. Henoc 1, 9), esto ha sido entendido como señal de que el libro circulaba y
era venerado incluso por los primeros cristianos. Todo da a entender que estos cristia
nos le añadieron algunas interpolaciones. De manera especial se pone atención sobre
los números que se refieren al Hijo del hombre que este libro (a diferencia de Daniel
7 donde este título se refiere en sentido colectivo al pueblo) es entendido en sentido
individual y se refiere al salvador esperado. Esta discusión genera varias hipótesis: si así
es en el original del texto, es un título precristiano; si Jesús se ha referido a este libro y
203
escogió este título; o si las interpolaciones fueron introducidas por los cristianos, des
pués de que Jesús se había dado el título de Hijo del hombre.
Su fecha es puesta en los últimos años de Juan Hircano (134-104 a.C.). Este libro que
es presentado como una especie de dictado que un ángel le hizo a Moisés en el monte
Sinaí, es, de hecho, la reescritura de la narración bíblica que va de Génesis 1 a Éxodo
14. En ocasiones copia literalmente, otras veces omite partes considerables (Jacob que
miente diciendo que es Esaú). Organiza la historia primitiva y patriarcal hasta la recep
ción de la Ley en el Sinaí por parte de Moisés en 49 períodos de 49 años cada uno (es
decir, la organiza como si fueran "jubileos", término que, parece, procede de yobel, la
trompeta que se hacía sonar al comienzo del jubileo)3. Es el documento más antiguo a
nuestra disposición que relaciona expresamente la fiesta de Pentecostés (que antigua
mente tenía un carácter agrícola con la ofrenda en el templo de las primeras espigas)
con la renovación anual de la alianza del Sinaí (6, 7). Este calendario fue defendido
como el antiguo tradicional de Israel, contra las innovaciones recientes. Incluso para
los estudiosos parece ser el calendario seguido por el documento sacerdotal (P) del
Pentateuco y, por lo mismo, usado por los sacerdotes judíos durante el exilio babilónico
(o a lo mejor, incluso ya antes de los antiguos tiempos). En cambio, el calendario lunar
era más reciente y había sido adoptado por los asmoneos para tener uniformidad con
el calendario seléucida de Antioquía, que era lunar.
El libro depende del Libro de los vigilantes (cf. Henoc etiópico 6-36) y pone mucho
cuidado en la escatología (presentada como un paraíso en la tierra) y en la demonología
(los demonios aparecieron del pecado de los ángeles caídos con las hijas de los hom
bres, 7, 21; cf. Henoc etiópico 6-7; Gn 6, 1-4; esto da a entender una profunda rela
ción entre sexo e impureza).
El libro ha llegado hasta hoy en etiópico, aunque se han encontrado varios fragmen
tos en hebreo entre los manuscritos de Qumrán, señal de que este calendario era apre
ciado en este monasterio.
Este texto, del siglo I a.C., contiene una serie de exhortaciones puestas en los labios
de los doce patriarcas hijos de Jacob antes de su muerte. Son de origen judío y fueron
3 Esto tiene la finalidad de defender el antiguo calendario lunisolar hebreo de 364 días (13 meses de 28 días);
en este calendario el primer día del año y el primer día de cada mes, siempre era miércoles, día en el cual Dios había
creado el sol, la luna y las estrellas, es decir, el tiempo; en consecuencia, con esto también la Pascua del 14 de Nisán
siempre caía un miércoles.
204
interpolados por los cristianos, pero es muy difícil establecer hasta qué punto. En ellos
aparece la expectativa propia de los monjes de Qumrán de los dos mesías: uno real
davídico y otro, superior al anterior, sacerdotal aaronita. El texto ha llegado hasta hoy
en griego, aunque en Qumrán se han encontrado fragmentos tanto en hebreo como en
arameo.
Este libro data del siglo I a.C. y describe la vida de estos padres después de que fue
ron expulsados del paraíso terrenal. Se narra el nacimiento de Caín y Abel y un sueño
en el cual Eva ve a Caín tomando la sangre de su hermano Abel y la muerte de éste.
Después viene el nacimiento de Set. Adán se enferma gravemente, Eva parte con su
hijo Set hacia el otro lado del paraíso buscando un aceite milagroso para curar a Adán.
Se encuentran con Miguel, quien les dice que sus esfuerzos son inútiles y que deben
regresar donde Adán que está para morir. Después de un nuevo reproche a Eva, cau
sante de la muerte, se hace una paráfrasis de Génesis 3 con la narración de la caída
mediante un diálogo entre Eva y el diablo que habla por boca de la serpiente. Después
Dios viene al paraíso para juzgar a Adán y a Eva, y maldice a Adán, a Eva y a la ser
piente. Entonces los dos son expulsados. Adán le pide a Dios poder comer del árbol
de la vida, pero únicamente le es prometido para el momento de la resurrección siem
pre y cuando haya evitado el mal. En cambio de la degustación recibe las aromas con
las cuales debe ofrecer sacrificios a Dios. A la muerte de Adán, Dios llega en un carro
luminoso que es tirado por cuatro hermosas águilas y se detiene cerca de Adán. Hay
una oración de intercesión por Adán hecha por los ángeles. Adán fue entregado al ángel
Miguel, quien lo lleva al paraíso, hasta el tercer cielo donde permanecerá hasta el día
" En este apócrifo se narra que el arcángel Miguel discutió con el diablo quien, después de la muerte de Moisés,
reclamaba su cadáver.
205
del juicio. A continuación viene la descripción de las exequias de Adán y de Abel. Seis
días después también muere Eva. La obra se concluye con un mandato: Así honrarás a
todo el que muere hasta el día de la resurrección. Esta obra ha llegado hasta la actua
lidad en dos versiones divergentes, una griega y otra latina: ambas parecen que fuesen
una reelaboración de un original hebreo anterior al 70 d.C.
No se deben confundir con las Odas de Salomón; son 18 composiciones que imi
tan los salmos y reflejan la espiritualidad de los fariseos; por eso son considerados como
sus himnos religiosos. Esperan un mesías real y poderoso con el título de Hijo de David
(cf. Sal 17).
206
ponerle cuidado a su nuevo pueblo. La inmortalidad es la recompensa prometi
da a todos los que confiesan al Hijo de Dios.
b) La segunda sección (capítulos 3-14) fue compuesta por un judío hacia el 90-120
d.C. En el texto se presentan siete visiones que se refieren a Salatiel (padre de
Zorobabel), identificado con Esdras. De esta manera la obra pone a Esdras erró
neamente 30 años después de la caída de Jerusalén en el 587. Las visiones desde
la primera hasta la cuarta (3-10) se refieren al problema del mal, los sufrimien
tos de Israel, los planes de Dios para los últimos tiempos y la nueva Jerusalén. La
quinta visión (capítulos 11-12) o visión del águila acude a los simbolismos para
describir a los romanos perseguidores de los judíos. En la sexta visión (capítulo
13) aparece un hombre maravilloso que surge del mar; es el mesías que ha veni
do a dirigir la guerra contra los gentiles. En la séptima visión (capítulo 14) se le
ordena a Esdras poner por escrito los 24 libros del Antiguo Testamento y los 70
libros escondidos (apócrifos).
c) La tercera sección (capítulos 15-16) es una conclusión cristiana, que data proba
blemente del siglo III, es un añadido a las secciones anteriores. El texto original
estaba en griego, pero sólo ha llegado a nuestros días en lengua latina.
Normalmente es datado hacia los años 95-120 d.C. La obra está dividida en siete
partes y presenta a Baruc, quien después de la caída de Jerusalén recita lamentacio
nes, pronuncia advertencias proféticas y recibe tres visiones que explican la tragedia de
la caída de Jerusalén. En lo que se refiere al idioma original, algunos piensan que haya
sido escrito en griego, pero la mayoría propenden por un original hebreo o arameo.
Fue compuesto en el siglo l d.C. y narra una persecución ficticia contra los judíos
que habría sucedido en Egipto al comienzo del siglo III a.C.
207
3.3.2 Cuarto libro de los Macabeos (o La supremacía de la razón)
Son quince libros que contienen oráculos puestos en boca de la profetisa del dios
Apolo, llamada Sibila, que pronunciaba en una caverna cerca al santuario de Apolo en
Cuma, antigua colonia griega al norte de Pozzuoli (de la misma manera que Pitia en el
santuario de Apolo en Delfos, Grecia). El libro incluso era leído por los cristianos en la
Edad Media5. Estos oráculos fueron compuestos desde el 190 a.C. (hay una alusión a la
batalla de Magnesia del 189fa.C.: 3, 175-193) hasta finales del siglo I d.C. (4, 130-136:
la erupción del Vesubio es vista como castigo por la destrucción del templo judío [79
d.C.]). Es muy interesante la tesis de fondo que ofrece el libro: ¡Dios habla no solamente
a través de Moisés, los profetas y Cristo, sino también a través de los oráculos paganos!
Es llamado así porque ha llegado a nuestros días en lengua eslava antigua (y en una
doble versión: una más amplia en ruso y una más breve y un tanto diferente en serbio).
Aunque alguna sección presupone un original hebreo, la última redacción fue escrita
en griego, justamente en Egipto, en la primera mitad del siglo I d.C.; refleja una antigua
tradición que se tiene sobre Henoc, de la cual algunos elementos son similares a los del
Henoc etiópico y otros fueron elaborados independientemente. En relación con los tex
tos independientes está el motivo del viaje celeste de Henoc por los siete cielos hasta
5 En el libro Dies irae [El día de la ira o El día del juicio] de Jacobo de Todi se encuentra la afirmación que el
día del juicio final comparecerán como testigos David con Sibila (Dies irae, dies illa, solvet saeculum in favilla... [El
día del juicio, aquel día, cuando el mundo quede reducido a cenizas]].
208
llegar a contemplar el rosto de Dios, quien le revela cuándo creó el mundo y cuándo
acabará; regresado a la tierra instruye a sus hijos (motivo que también tomó Dante). Así,
por ejemplo, en el segundo cielo pone el infierno, en el tercero el paraíso con matas
florecidas y perfumadas y con el árbol de la vida, en el quinto los "Cregori" o ángeles
"Vigilantes" caídos porque fueron atraídos por las mujeres de los hombres. Tiene en
común con el Henoc etiópico el interés por las cuestiones astronómicas y por el tema
de los "Vigilantes" (o "Gregori") caídos.
Tiene algunas concepciones comunes con el Nuevo Testamento: en particular se
debe hacer notar la alusión milenarista en 32, 2-33, 2: el mundo, creado en seis días,
es concebido sobre las líneas de una semana de milenios: ello durará siete mil años, de
los cuales los mil últimos serán de reposo, después, con el octavo milenio, comenza
rá un tiempo interminable, sin más años, ni meses, ni semanas, ni días, ni horas. Esta
¡dea está a la base del milenarismo de Apocalipsis 20, 2-3 y es retomada por la Carta
de Bernabé 15, 4.8.
Un hebreo desconocido del 100 a.C. compuso esta obra; este libro es presentado
en forma de una carta enviada por Aristeo, un oficial egipcio de Ptolomeo Filadelfo, es
decir, un no hebreo, a su hermano Filócrates. En ella el oficial narra cómo 72 traduc
tores (6 por cada una de las 12 tribus de Israel), por una petición del bibliotecario de
Alejandría, fueron enviados a Jerusalén junto al sumo sacerdote Eleázar y tradujeron
en 72 días, en la isla Faro, la ley de Moisés, es decir, el Pentateuco. Con esto el autor
apócrifo se propone darles a conocer a los paganos el origen divino de la ley mosai
ca y defenderla de las denigraciones. Considera, como ya lo habían hecho antes de él
Aristóbulo (180-170 a.C.) y después el Pseudo-Fosílides (Sentencias 3-41; 70-80 d.C.)
que los filósofos y legisladores griegos dependen del sabio y legislador Moisés. Esta tra
dición después fue engrandecida por la leyenda, conocida también por Filón (Vida de
Moisés) y por los padres de la Iglesia: los 72 expertos la habrían traducido, cada und
aislado en su propia celda; después, confrontando sus traducciones, se dieron cuenta
de que eran idénticas; por esto concluyeron que esta traducción se debía a un milagro
de Dios y a la inspiración divina.
4. Literatura de Qumrán
De los textos encontrados entre 1947 y 1956 resulta claro que en esta biblioteca
había:
209
4.1 Textos bíblicos
Existen fragmentos de todos los libros de la Biblia hebrea, menos de Ester. Entre
ellos un manuscrito completo de Isaías, grandes fragmentos de los Salmos y los Profetas
menores, y también de los libros deuterocanónicos Sirácida, Tobías y Carta de Jeremías.
Estos textos son importantes para la reconstrucción del texto de la Biblia hebrea tal
como era en aquella época.
Jubileos, Henoc, Testamentos de los doce patriarcas, Apócrifo del Génesis. Estos tex
tos son importantes para reconstruir el contexto original de ellos y el ambiente cultu
ral de la época.
Estos textos son los más importantes para conocer la espiritualidad de este grupo
judío, que se retiró al desierto con el deseo de prepararse para la venida del Mesías. La
mayoría de ellos fueron encontrados casi intactos en la primera gruta.
210
considerado como muy corto, la acogida, la formación, la división de la asamblea de
Israel y el encuentro con los dos mesías en el consejo de la comunidad y en la mesa
escatológica.
La Colección de bendiciones (1QSb) ofrece las siguientes bendiciones: bendición
para los miembros de la asamblea (y de la comunidad) (I, 1-7); bendición para el sumo
sacerdote mesías de Aarón (II, 22—III, 21); bendición para los sacerdotes descendientes
de la familia sacerdotal de Sadoc (III, 22-V, 19); bendición para el príncipe de la asam
blea, mesías de Israel (V, 20-29).
Habla de una guerra entre los hijos de la luz (éste es el nombre de los miembros de
la comunidad) y los hijos de las tinieblas (los paganos y los israelitas que no se habían
adherido a la comunidad). Se narra la batalla escatológica final entre los hijos de la luz
que vencerán tres veces, y los hijos de las tinieblas que también vencerán tres veces,
la séptima semana Dios intervendrá para darles la victoria a los primeros. En lo que se
refiere a la datación, ésta oscila entre el 100 a.C. y el 70 d.C.
Se le conoce como 1QpAb y contiene los capítulos uno y dos de este profeta menor,
comentados versículo a versículo con aplicaciones relacionadas con la historia de la
comunidad, la cual es señalada de una manera nebulosa. Allí se habla del Maestro de
la Justicia y de su comunidad perseguida por tres clases de enemigos: en el pasado por
el Hombre de la mentira o del sacerdote impío, el cual hizo acciones abominables en
211
Jerusalén y obligó a que la comunidad se tuviera que exiliar; por la Casa de Absalón,
que representa a los miembros de la comunidad que en el momento de la persecución
defeccionaron por debilidad; y por un grupo contemporáneo, no muy bien determina
do, constituido por aquellos que no querían seguir las explicaciones de los profetas pro
puestos por el Maestro de justicia.
Filón es el más grande teólogo y místico judío del período helenístico por la mag
nitud de su producción, la profundidad de su pensamiento y su diálogo con el mundo
cultural griego. En este último aspecto había sido precedido por Eupolemo y Aristóbulo
6 Fue publicado como editio princeps [edición maestra] con el título de Megillat ham-miqdash en Jerusalén en tres
tomos en 1977, y reimpreso con pocas variaciones en 1984. Permaneció por más de diez años en manos de beduinos y
anticuarios, después de la guerra de los seis días (5-10 de junio de 1967) pasó a las manos de los hebreos. Actualmente
se encuentra en el Santuario del Libro en el Museo de Israel en Jerusalén.
212
en la primera mitad del siglo II {2M 1, 10), quienes habían presentado a Moisés como
el origen de la filosofía y la cultura griega, y habían introducido el método alegórico
para explicar los pasajes difíciles del Pentateuco. Filón escribió 36 obras que han llega
do a nosotros casi todas en lengua griega; no obstante ello, son citadas de acuerdo al
título de la antigua traducción latina7. Se trata de comentarios exegéticos y teológicos
al Génesis y al Éxodo.
Filón buscó en sus obras conciliar la revelación bíblica con la cultura griega, ponien
do ésta al servicio de aquélla; por ello es uno de los grandes ecuménicos judíos de la
época. Era un judío creyente y convencido; aunque profesaba una muy grande vene
ración por la Ley mosaica, también era un cultor apasionado de la filosofía y por ello
alaba a Platón, Heráclito y los estoicos, a quienes considera imitadores de Moisés. En
el campo exegético es el más grande exponente del método alegórico, ya usado por
Platón en los mitos de Homero y, en el ambiente judío, por Aristóbulo. Con esto bus
caban poner a salvo la inspiración de los textos bíblicos, incluso cuando eran oscuros,
aunque entendidos en sentido literal. Propuso leer estos textos con un sentido más pro
fundo y noble, en relación con lo que es expresado por las palabras en el sentido lite
ral (el parafso terrenal representa al alma llena de tantos millares de plantas cuantas son
sus opiniones; el árbol de la vida representa la piedad hacia Dios; las esposas de los
patriarcas son alegorías de las virtudes...). Sería seguido por Orígenes y la escuela de
Alejandría, que sirviéndose del material bíblico dará vida a muchas reflexiones y actua
lizaciones, aunque con el peligro de hacerle decir a los textos bíblicos no lo que dicen,
sino aquello que se deseaba o se quería que dijeran.
7 1. De opificio mundi [La creación del mundo]; 2. Legum allegoriae [Las leyes de la alegoría]; 3. De cheru-
bim [Los querubines]; 4. De sacrificiis Abelis et Caini [Los sacrificios de Abel y de Caín]; 5. Quod deterius potiori insi
diare soleat [El castigo a Caín]; 6. De posteritate Caini [La descendencia de Caín]; 7-8. De gigantibus, Quod Deus sit
inmutabilis [Los gigantes, La inmutabilidad de Dios]; 9. De agricultura [La agricultura]; 10. De plantatione [La planta
ción de la viña]; 11-12. De ebrietate, de sobrietate [La embriaguez y la sobriedad]; 13. De confusione linguarum [La
confusión de las lenguas]; 14. De migratione Abraham [La migración de Abrahán]; 15. Quis rerum divinarum heres-
sit [El pacto de Dios con Abrahán]; 16. De congresso eruditionis gratiae [El misterio de la gracia de Dios]; 17. De fuga
et inventione [La fuga y el regreso de Agar]; 18. De mutatione nominum [El cambio de los nombres]; 19. De somniis
[Los sueños]; 20. De Abrahamo [Abrahán]; 21. De losepho [José]; 22. De vita Mosis [Vida de Moisés]; 23. De decá
logo [El decálogo]; 24. De specialibus legibus, libris l-ll [Las leyes especiales, libros I y II]; 25. De specialibus legibus,
libris lll-IV [Las leyes especiales, libros III y IV]; 26. De virginibus [Las vírgenes]; 27. De praemiis et poenis [Premios y
castigos]; 28. Quod omnis probus libert sit [La libertad del ser humano]; 29. De vita contemplativa [La vida contem
plativa]; 30. De aeternitate mundi [La eternidad del cosmos]; 31. ln Flaccum [La persecución de Flaco]; 32. Legatio
ad Gaium [Delegación a Cayo!; 33. Questiones et solutiones in Genesim [Problemas y soluciones del Génesis]; 34.
Questiones et solutiones in Exodum [Problemas y soluciones del Éxodo]; 35. De providentia [La predeterminación];
36. Fragments [Fragmentos],
213
Siguió a Platón en la concepción dualista del hombre: el hombre es alma y el cuer
po su prisión, por ello el hombre debe huir del cuerpo y del mundo; en consecuencia
introduce el tema de la fuga del mundo [fuga mundi], en el cual fue seguido por varios
padres y monjes (tema desconocido por Jesús y el cristianismo neotestamentario. Tiene
una concepción "apofántica" de Dios, a quien considera incomprensible e inabarca
ble, por ello habla varias veces del "Logos" divino como intermediario entre Dios y el
mundo. Presenta al Logos de una forma fuertemente personificada y con características
que sirven de preludio al Logos de san Juan.
214
6.1 Las obras
Esta obra fue escrita hacia el 77-79, en lengua hebrea o aramea, después la tradu
jo al griego. La edición que ha llegado hasta el presente está dividida en siete libros:
en los libros uno y dos resume brevemente los acontecimientos anteriores comenzan
do en el 175 a.C., desde Antíoco IV Epífanes hasta el comienzo de la rebelión judía
del 66; en los libros del tres al siete narra detalladamente los hechos de la rebelión del
66 al 73, con el fin de hacer recaer la culpa de la rebelión en algunas facciones judías
extremistas y disculpar el partido conciliador o pacifista al que pertenecían varios fari
seos, entre ellos al rabí Johanan ben Bakkai, fundador de la academia de Jamnia y del
Gran Consejo.
Está compuesta por veinte libros escritos en el 93-94 y presenta una síntesis de la
historia del pueblo judío desde la creación hasta el 65 d.C. Como fuentes, antes del
exilio babilónico, solamente cuenta con la Biblia hebrea y los respectivos Targumim y
midrasim; después del exilio babilónico también cuenta con otras fuentes, especialmen
te de la época macabea. Los dos últimos capítulos hacen referencia al período romano.
Este título fue popularizado por Jerónimo mientras el autor la había titulado Sobre las
antigüedades de los judíos. En la obra, escrita hacia el 83-95, defiende las antigüedades
de los judíos y expone su Ley. Combate las numerosas acusaciones contra el pueblo
hebreo de un tal Apión de Alejandría, como: adorar en el templo la cabeza de un asno,
engordar a un pagano para inmolarlo cada año en el templo por su odio a los griegos.
Fue escrita hacia el 100. Flavio Josefo se defiende de las acusaciones del historiador
Justo de Tiberíades de haber provocado la rebelión de Galilea contra Roma en el 66-67.
En el pasado Flavio Josefo había sido tratado como un romancero, en tiempos más
recientes ha sido rehabilitado como historiador digno de fe, que ha usado buenas fuen
tes, tanto directas como indirectas. Los descubrimientos arqueológicos e históricos le
han dado la razón, aunque en oportunidades infla las cosas con el fin de magnificar a
su pueblo y a sí mismo, o con el fin de adular a Vespasiano y a los romanos.
215
7. Literatura rabínica
Aunque la redacción final de esta literatura es tardía (siglo VI d.C.), hunde sus raí
ces en una tradición oral que data de finales del siglo II a.C., e incluso de un período
anterior.
7A Targum
Durante el exilio babilónico los judíos habían comenzado a hablar arameo, lengua
que en Mesopotamia había tomado el puesto del acádico. Al regreso del exilio8, espe
cialmente las clases más pobres, casi nadie comprendía el hebreo por lo cual se hizo
indispensable la traducción de los libros sagrados al arameo. Algo similar sucederá con
los judíos de la diáspora helenística algunos siglos después, dando vida a la traducción
griega de los LXX. Esta traducción de la Biblia en arameo tomó el nombre de Targum.
El Targum, o retroversión aramea de la Biblia, no nació por preocupaciones de tipo aca
démico, sino que nació por exigencias pastorales. Tenía como fin hacer comprender el
significado de la Escritura a quienes ya no estaban en capacidad de comprender más
el hebreo. De hecho, se sabe que durante las reuniones de la sinagoga para personas
cultas el Targum era omitido porque se consideraba superfluo. El fin pastoral hacía que
algunos pasajes difíciles fueran parafraseados y otros eran explicados y actualizados9lo.
8 Ya antes del exilio, el conocimiento del arameo debía ser bastante difundido en las clases altas, por los nume
rosos contactos con los pueblos del Oriente, de lengua aramea. Esta lengua se había convertido, a partir del siglo VI
a.C., en una especie de lengua común utilizada en las relaciones entre los diversos pueblos del Oriente Medio. El ara-
meo, incluso, es testimoniado en las inscripciones del siglo IX a.C.
9 Del Targum Jerosolimitano II (Neófitos I) [en cursiva los añadidos respecto al texto bíblico de Génesis 4, 1-16]:
'Adán se unió a Eva, su mujer, ella concibió y dio a luz a Caín, y dijo: "Miren, me ha sido donado un hijo por el Señor".
’Más tarde ella dio a luz a su hermano Abel. Abel fue pastor de ovejas y Caín fue labrador de la tierra. "Después de
algún tiempo Caín ofreció frutos de la tierra como sacrificio al Señor. 4También Abel ofreció los primogénitos de su
rebaño con sus grasas, y el Señor aceptó favorablemente a Abel y su sacrificio, 5pero no aceptó favorablemente a Caín
y su ofrenda. Esto le disgustó mucho a Caín y el aspecto de su rostro cambió. “El Señor le dijo a Caín: "¿Por qué estás
disgustado y por qué se te ha cambiado el aspecto de tu rostro? 7¿No es verdad que si haces el bien en este mundo
todo te será remitido y perdonado en el mundo futuro? Pero si tú no haces el bien en este mundo, de tu pecado te
serán pedidas cuentas en el día del gran juicio. El pecado se encuentra tendido a la puerta de tu corazón, pero en tus
manos he puesto el poder de la inclinación al mal, tú puedes dominarla tanto para la justificación como para el peca
do". “Caín le dijo a su hermano Abel: "Vamos, salgamos los dos al campo". Y cuando salieron al campo, Caín le dijo a
Abel: "Según mi parecer el mundo no fue creado por amor, no está orientado de acuerdo al fruto de las buenas obras
y existe, en el juicio, preferencia de personas. ¿Por qué tu ofrenda ha sido acogida favorablemente y la mía no ha sido
acogida con amor?". Abel le dijo a Caín: "Según mi parecer, en cambio, el mundo ha sido creado por amor y está
orientado de acuerdo a los frutos de las buenas obras. De hecho, como mis obras eran mejores que las tuyas, mi ofren
da ha sido acogida favorablemente y la tuya no ha sido acogida con amor". Caín le respondió a Abel: "¡No hay juicio,
ni juez, ni otro mundo! De hecho, ¡no existe recompensa para los justos, ni castigo para los malvados! Abel replicó a
Caín diciendo: "¡Hay un juicio, hay un Juez, existe otro mundo; hay recompensa para los justos y castigo para los mal
vados en el mundo que vendrá!". Y sobre esta cuestión comenzaron a pelear en el campo. Caín se alzó contra Abel y
lo mató. ’EI Señor le dijo a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?". Él respondió: "No lo sé, ¿acaso soy el custodio de
mi hermano?". ,0EI Señor le dijo: "¿Qué has hecho? ¡La voz de la sangre de las multitudes de justos que debían nacer
de tu hermano Abel gritan desde la tierra contra ti en mi presencia! '"Por eso Caín será el maldito de la tierra que ha
abierto su boca para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. '"Cuando cultives la tierra, ella no seguirá dán
dote más sus productos, fugitivo y errante permanecerás en la tierra". '"Caín le dijo al Señor: "¡Mis pecados son muy
grandes para que yo los pueda soportar, pero tú tienes el poder de olvidar y perdonar! '■'Mira, tú hoy me sacas de la
216
Inicialmente el Targum era oral, únicamente en un segundo momento, estas retroversio-
nes arameas fueron puestas por escrito.
Los Targum más importantes son: el Jerosolimitano II (siglo I a.C.), encontrado en los
años cincuenta del siglo veinte en un códice de la Biblioteca Vaticana (Codex Noefití
/), es el más importante porque presenta la traducción y paráfrasis usada por Jesús y la
Iglesia primitiva; el Targum Jonathan o Jerosolimitano I (del siglo II d.C.), y el Targum de
Onqelos (siglo IV d.C.).
7.2 Midrás
La lectura del texto bíblico produjo en el ambiente rabínico una serie de comenta
rios que se hicieron inseparables de él: los midrasim (= estudio, interpretación, explica
ción). Mediante el midrás se intenta actualizar un texto o un hecho bíblico del pasado.
Esta actualización era hecha porque se tenía la convicción de que la Escritura, como
palabra de Dios, siempre tenía algo nuevo para decir y podía ayudar a resolver los pro
blemas del momento histórico que se estaba viviendo. El midrás respondía a la pregun
ta: ¿Qué es lo que la Escritura me quiere decir hoy? Ningún esfuerzo era ahorrado para
lograr una respuesta, aunque fuera utilizando métodos extraños para nuestras exigen
cias científicas. La conexión con el texto bíblico a veces era convincente, otras veces
era desesperada. El fenómeno del midrás ya está presente en la Biblia. La obra del cro
nista no es otra cosa que la actualización de la obra del deuteronomista en función de
la nueva situación histórica en la cual se encontraba la comunidad judía al final de la
época persa10.
El objeto del midrás es el Pentateuco. Hay dos tipos de midrás: a) el midrás hagá
dico (del verbo hagadh - narrar), que comenta las partes narrativas; b) el midrás halá-
quico (del verbo halak = caminar), que comenta las partes legales.
El midrás hagádico comenta las partes narrativas del Pentateuco y es una lectura
edificante y pedagógica de la Escritura; se propone divertir mientras instruye. El midrás
haláquico comenta las partes legales del Pentateuco, adapta las leyes a las situaciones
concretas y enseña cómo caminar a la luz de Dios. Tanto el material haláquico como el
faz de la tierra pero no existe posibilidad para el hijo del hombre de esconderse de Dios. Caín permanecerá fugiti
vo y errante por los campos y quien lo encuentre lo asesinará". 15EI Señor le prometió a Caín, diciendo: "¡Aquel que
asesine a Caín, lo pagará hasta la séptima generación!". El Señor le puso a Caín una marca, para que no lo asesinara
cualquiera que lo encontrara. l6Caín salió de la presencia del Señor y habitó en la tierra, fugitivo y errante, al orien
te del jardín del Edén. Ahora, antes de que Caín matara a Abel la tierra producía abundantemente sus frutos, como los
del jardín del Edén, pero después de que pecó, matando a Abel, la tierra cambió y produjo para él malezas y zarzas.10 *
10 De acuerdo al cronista, lo central en la historia de Israel es: el templo, el culto y el sacerdocio. David es el jefe
de una teocracia en la cual ya se ve en su raíz la esencia de la comunidad religiosa posterior al exilio.
217
hagádico, en primera instancia, fue trasmitido oralmente, en segunda instancia dio vida
a los midrasim escritos, que son los comentarios más antiguos de la Biblia11.
Podemos distinguir midrasim de la época tannaítica (20-220 d.C.) y de la época amo-
raítica (250-500 d.C.). Los tannaim (= repetidores) fueron los primeros maestros que
comenzaron a poner por escrito las tradiciones orales recibidas y dieron origen a la
Misná. Los amoraim (= expositores), del arameo amorah, fueron los maestros hebreos
que desde el momento en el cual fue escrita la Misná (hacia el 220) hasta el momen
to en que se terminaron los dos Talmud (hacia el 500 d.C.) transmitieron y recogieron
las tradiciones.
218
7.3.1 Misná
Las tradiciones orales puestas por escrito por los tannaim (siglos l-ll d.C.) dieron ori
gen a la Misná [repetición, tradición]. La colección más importante fue hecha por el
rabí Jehudah llamado Ha-Nazi (el príncipe) o también rabí Ha-Qadosh (nuestro maes
tro, el santo). Vivió entre el 135 y el 220 d.C. y fue el más estimado de todos los rabi
nos. La Misná se encuentra dividida en seis secciones: Zeraim (semillas), Moed (fiestas
fijas), Nashim (mujeres), Nezikin (daños), Kodashim (cosas santas) y Tohorot (pureza).
La Misná reivindica para sí la categoría de ley oral, es decir, un carácter revelado
igual al de la Torá o ley escrita de Moisés. La tradición oral codificada en la Misná y la
Torá escrita no son dos Leyes, sino una sola Ley en dos partes y juntas constituyen la
revelación divina trasmitida por Dios a Moisés. Para justificar esto se creó la leyenda de
que la tradición oral fue dada por Dios a Moisés en el Sinaí y por él fue entregada a los
hombres de la gran asamblea, con la obligación de trasmitirla pero sólo oralmente, de
manera que los paganos no tuvieran conocimiento de ella. El objetivo de la tradición
oral era crear un recinto en torno a la Torá, es decir, una serie de normas que impidie
ran contravenir las disposiciones de la Torá.
El tratado Avot (los padres) de la Misná comienza con estas palabras: "Moisés reci
bió la Torá en el Sinaí y la transmitió a Josué, y Josué a los Ancianos, y los Ancianos
a los Profetas, y los Profetas la transmitieron a los Hombres de la Gran Congregación.
Estos decían tres cosas: sean cautos en el juicio; eduquen muchos discípulos; hagan un
recinto [un círculo] en torno a la Torá" (1, 1).
7.3.2 Tosefta
7.3.3 Talmud
Desde el siglo III hasta el siglo VI d.C. nacieron varios comentarios a la Misná llama
dos Cuemará {complemento). A estos complementos se anexó nuevo material haláqui-
219
co y hagádico no conocido por la Misná (midrasim de tipo histórico, bíblico, legendario
y folclórico). Así nació el Talmud (enseñanza, lección)'13.
Los comentarios a la Misná (Quemará) que se generaron en las escuelas rabínicas de
Cesárea y Tiberíades conforman el Talmud de Jerusalén, atribuido al rabí Yojanán ben
Nappaja; son comentarios escritos en hebreo y arameo occidental que siguen palabra
a palabra la Misná con permanentes anexos de maestros amoraim y con baraitot pro
venientes de la Tosefta. Los comentarios nacidos en las escuelas rabínicas de Babilonia
conforman el Talmud de Babilonia; son comentarios escritos en hebreo y en arameo
oriental que contienen mucho material hagádico. Para los hebreos ortodoxos este
Talmud constituye el texto fundamental de su teología y su moral.
8. Apócrifos cristianos
Los apócrifos cristianos con frecuencia utilizan los géneros literarios de los escritos
neotestamentarios: Evangelio de Pedro, de Santiago, de Felipe, de Tomás [...]; Hechos
de Juan, de Pablo [...]; Carta de Pablo a los Laodicenses, a Séneca [...]; Apocalipsis de
Pedro [...].
Entre los apócrifos son particularmente interesantes los evangelios que pretenden lle
nar lagunas informativas sobre algunos momentos de la vida de Jesús. Tenemos varios
evangelios de la infancia, inspirados en el deseo de levantar el velo sobre los años oscu
ros de la vida de Jesús, también evangelios relacionados con la vida pública de Jesús
220
(muchos sobre la pasión y la resurrección). Algunos textos ofrecen una presentación de
la enseñanza, los sucesos y la persona de Jesús con el deseo de secundar alguna ten
dencia herética del cristianismo de los primeros siglos (encratismo y gnosticismo).
Algunos textos datan de una época bastante antigua, como el Evangelio de Pedro
o el Protoevangelio de Santiago (siglo II d.C.); otros son más tardíos y datan del siglo
VI en adelante. Por diversos motivos (fecha tardía, fantasía en las narraciones, doctri
nas heréticas) jamás han sido aceptados por la Iglesia entre los textos canónicos, aun
que algunas veces se encuentren enumerados entre los libros que se podían leer por su
carácter edificante.
Los apócrifos son, en cualquier caso, preciosos testimonios y, aunque no ofrecen
nuevas informaciones creíbles sobre Jesús ni nuevos datos doctrinales, traen informa
ción sobre el ambiente espiritual de las comunidades en las cuales fueron escritos. Su
conocimiento ayuda a entender también el arte y la piedad tradicional, porque no pocas
veces el arte y la piedad popular se han inspirado en estas narraciones y ofrecen com
prensiones muy particulares, sobre todo en las representaciones de la Navidad y de la
pasión del Señor y en las oraciones y prácticas de devoción a ellas unidas.
Según Clemente Alejandrino, Marcos escribió un resumen de los Hechos del Señor
(Marcos canónico) en Roma; más tarde, después del martirio de Pedro, Marcos llevó
sus apuntes a Alejandría y amplió su primer trabajo en un texto evangélico más espiri
tual. Marcos dejó esta segunda edición a la iglesia de Alejandría. Carpócrates (un here
je del siglo II) obtuvo una copia que interpretó mal a causa de su "doctrina blasfema y
carnal". Casi todos consideran que este escrito es un conjunto de elementos extraídos
de los evangelios canónicos utilizados como soporte para iniciaciones esotéricas (como
sugiere Clemente).
221
8.3 Evangelio de Pedro
Es el más antiguo evangelio de la infancia llegado hasta hoy; fue compuesto hacia
la mitad del siglo II, probablemente en Egipto. Se presenta como la obra de Santiago
el menor (el hermano del Señor). El Protoevangelio de Santiago narra la vida de María.
Dios concede a Ana y Joaquín, a pesar de su avanzada edad, una descendiente: María.
Creció en el templo hasta los doce años y después fue novia de José, un viudo padre de
varios hijos (intento básico para explicar la expresión: hermanos de Jesús de los evan
gelios canónicos); la narración continúa con la anunciación (las sospechas de José son
aplacadas con la celebración del rito del sacrificio por los celos de Números 5, 11-31),
el nacimiento de Jesús en Belén (donde María da a luz a Jesús sin dolores y sin ruptu
ra del himen y donde la sabia Salomé constata la virginidad de María incluso después
del parto), la huida a Egipto y el asesinato de Zacarías, padre de Juan el Bautista, por
mandato de Herodes.
El inexacto conocimiento clel judaismo revela que no se trata de un resumen histó
rico, aunque de ello podría contener algunos elementos confiables de tradiciones más
antiguas. La obra insiste sobre la virginidad de María antes, en y después del parto. Muy
pronto las tradiciones del Protoevangelio de Santiago y sus versiones latinas (Evangelio
del Pseudomateo) comenzaron a influir en la piedad cristiana: Ana y Joaquín, la nati-
vidad de María o su presentación en el templo entraron en el calendario litúrgico, han
sido abundantemente representados en el arte religioso y han influido ampliamente en
el desarrollo de la mariología.
Ireneo, en el siglo II, menciona el episodio del aprendizaje del alfabeto por parte de
Jesús, que se encuentra en este Evangelio de la infancia de Tomás, pero eso no prueba
que este escrito apócrifo ya existiera en esa época; en todo caso, en su forma actual, la
obra podría datar del siglo IV.
222
El evangelio narra los milagros hechos por Jesús entre los cinco y los diez años
(darle vida a un pajarito de arcilla, muerte instantánea de los que molestaban...). Este
evangelio desea evidenciar que Jesús niño y joven tenía los mismos poderes del Jesús
adulto. Este texto también fue retomado por otros evangelios apócrifos {Evangelio del
Pseudomateo, Evangelio árabe de la infancia y Evangelio armenio de la infancia').
En Nag Hammadi, en Egipto, a unas 300 millas al sur de El Cairo, cerca al sitio de
un monasterio del siglo IV, en 1945 fueron descubiertos treinta códices en copto que
contenían unos 46 tratados diversos, de los cuales cerca de 40 eran totalmente desco
nocidos. Son traducciones de documentos más antiguos en griego; muchos son gnós
ticos (de varios tipos), aunque la línea de demarcación entre el ascetismo cristiano y el
gnosticismo no siempre es definible.
El Evangelio de Tomás, una colección de 114 dichos de Jesús, es el texto más impor
tante en los límites del Nuevo Testamento. Esta colección de dichos sin una estructura
biográfica representa un paralelo con la hipotética fuente Q, usada por Mateo y Lucas.
Setenta y nueve de estos dichos tienen paralelos en la tradición sinóptica; hubo un con
siderable debate sobre la hipótesis de que la forma de algunos de ellos, en el Evangelio
de Tomás, sean más originales. Algunos estudiosos de la confesión protestante consi
deran gran parte de este evangelio como una composición nacida antes de los evange
lios canónicos; la mayor parte de los estudiosos, todavía piensa que, si bien el Evangelio
de Tomás pudo haber conservado algunos dichos originales de Jesús, en su conjunto la
obra data del siglo II y refleja, a veces, el naciente gnosticismo.
223
8.8 Evangelio de la Verdad
Según Ireneo (Adverses haereses 3, 11, 19) los gnósticos valentinianos usaban un
Evangelio de la Verdad. Este escrito fue compuesto en griego en el siglo II d.C. y podría
haber sido escrito por el maestro gnóstico Valentino. Este evangelio sólo tiene unas
vagas relaciones con los evangelios canónicos, de hecho la obra consiste en un tratado
bastante confuso de gnosis, que desarrolla el mito del salvador y la salvación median
te el conocimiento. El mito gnóstico de la caída de Sophia [Sabiduría Divina] del reino
divino a este mundo exige la descripción de san Juan de Jesús como manifestación de
Dios Padre no conocible. Este evangelio hace paráfrasis de algunas partes de los evan
gelios canónicos.
Los Hechos de Pedro son citados en el Decreto Gelasiano (405). Después de haber
descrito la partida de Pablo para España (1-3), los Hechos presentan la confrontación
de Pedro con Simón el Mago sobre la base de resurrecciones y otros prodigios, lo cual
termina con la muerte del mago (4-32). Los últimos capítulos (33-44) narran el marti
rio de Pedro. El apóstol ha atraído el odio de varios romanos influyentes porque con
venció a sus mujeres para que vivieran en continencia; huyendo de Roma se encontró
con Cristo quien le dice que va a Roma para ser crucificado de nuevo (¿es el episodio
del Quo vadis?); entonces Pedro regresa a Roma y pide ser crucificado con la cabeza
hacia abajo.
Los Hechos de Pedro pecan’de docetismo (la realidad y los sufrimientos de Cristo
son atenuados pero no negados) y gnosticismo (Pedro tiene un saber secreto, que se
le comunica desde la cruz); se insiste particularmente sobre la misericordia divina. Los
Hechos de Pedro han ofrecido abundante material a los artistas y escritores cristianos.
224
El Apocalipsis de Pedro, en el mundo latino, estuvo cerca del umbral de la cano
nicidad: el Canon Muratoriano lo ubica entre los escritos del Nuevo Testamento; del
mismo modo el Código Claromontano lo incluye entre los libros bíblicos y Clemente de
Alejandría lo comenta como una obra canónica. En cambio, es rechazado por Eusebio
(Historia eclesiástica 3, 3, 2) y Sozómeno (Historia eclesiástica 7, 19) testimonia su uso
litúrgico. El Apocalipsis de Pedro ha dejado su huella en la literatura y el arte medieval,
muy ávidos de la topografía celeste e infernal.
Los Hechos de Pablo se componen de tres partes: los Hechos propiamente dichos,
la Tercera Carta a los Corintios y el Martirio de Pablo. La redacción de los Hechos de
Pablo se puede datar de los años 160-180. En los Hechos se habla de Tecla que, gol
peada por la predicación del apóstol, renuncia al matrimonio. Esta decisión le acarrea
la hostilidad de la familia, que logra hacer encarcelar a Pablo. Una vez Pablo fue libe
rado, Tecla lo asiste en su predicación en Iconio y posteriormente en Seleucia donde
muere. En la Tercera Carta a los Corintios, Pablo, desde la prisión, argumenta contra
las doctrinas gnósticas que se están difundiendo en Corinto. El Martirio contiene varias
narraciones de milagros y la decapitación del apóstol durante la persecución de Nerón.
La difusión de este escrito es testimoniada por la gran popularidad del culto a Tecla
en Asia Menor y en todo el Oriente. La exaltación de la virginidad, en ocasiones, se
convierte en encratismo (= condena del matrimonio).
Los Hechos de Juan fueron compuestos en Asia Menor a partir de la mitad del siglo
II. El autor se presenta como un compañero del apóstol Juan. Este escrito presenta a Juan
quien hace numerosos milagros en Éfeso. Después de un largo discurso sobre Cristo
y una eucaristía (celebrada sin vino), el apóstol muere en la tumba que había hecho
excavar. Los Hechos de Juan presentan una cristología docetista (el cuerpo de Cristo
era aparente, la crucifixión era un montaje); peca de gnosticismo porque sostiene que
la salvación pasa a través de un conocimiento reservado a unos pocos; este texto tam
bién cae en el encratismo.
Los Hechos de Andrés circulaban en ambientes heréticos. La obra data del siglo II y
ha llegado a la actualidad en algunos fragmentos en griego y un resumen en latín hecho
por Gregorio de Tours (Líber miraculorum beati Andrea apostoli [Libro de los milagros
225
del bienaventurado apóstol Andrés]) que es del siglo VI. El libro narra que por haber
convencido a Maximilia, esposa de Egates, gobernador de Acaya, para que viviera en
continencia, Andrés fue arrojado a la prisión; condenado, acepta el suplicio y desde
la cruz se dirige por tres días y tres noches al pueblo. Después de la muerte del após
tol, que fue enterrado por Maximilia, Egates, totalmente destruido por el remordimien
to, se suicida.
La influencia del gnosticismo sobre los Hechos de Andrés se muestra en la conde
na que hace del matrimonio y la insistencia sobre la naturaleza espiritual del hombre.
Los Hechos de Pilato datan del siglo IV y se subdividen en tres partes. En los capí
tulos 1 a 11 Nicodemo describe la condena y el suplicio de Jesús basándose en las
actas romanas del proceso instruido por Pilato; en los capítulos 12 a 16 el hecho de
la resurrección de Jesús es comprobado delante del Sanedrín por Nicodemo y José de
Arimatea. Los capítulos del 17 al 27 describen el descenso de Cristo a los infiernos,
donde resucita a Adán y al buen ladrón. Algunas versiones añaden como apéndice a los
Hechos de Pilato una correspondencia ficticia entre Pilato y Tiberio, y Pilato y Claudio,
y algunas narraciones sobre el destino de Pilato.
Los Hechos de Pilato minimizan el papel de Pilato en la condena de Jesús y descar
gan toda la responsabilidad sobre los judíos. Este texto ha influido en la corriente que
pretende rehabilitar a Pilato y condujo a la canonización de Pilato en la iglesia etíope y
de su esposa en la iglesia griega (santa Procla). Los Hechos de Pilato dicen el nombre
del oficial romano que traspasó el costado de Jesús crucificado: Longino.
8.15 Didaché
La Didaché, conocida como Enseñanza del Señor a las naciones a través de los
Doce Apóstoles, es una colección de escritos que reúne textos provenientes de la tradi
ción de la Iglesia naciente. Se puede dividir en cuatro partes: 1) enseñanza catequética
moral sobre los dos caminos (capítulos 1-6); 2) indicaciones litúrgicas (capítulos 7-10);
3) reglas disciplinares (capítulos 11-13); 4) jerarquía local y espera escatológica (capítu
los 14-16 [de redacción posterior]). Por lo que hace referencia a la fecha de composi
ción existen diversas opiniones. Un número cada vez más creciente de investigadores
datan la Didaché de los años 60-90.
Las afinidades de la Didaché con el Nuevo Testamento son reales, aunque sean
objeto de discusiones en lo que se refiere a la determinación de las uniones. El voca
bulario y los conceptos permiten ubicarla antes de Mateo y Lucas; parece probable
226
que esté relacionada con una fuente común con los sinópticos. En la recensión del
Padrenuestro, es muy similar a Mateo 6, 9-13; las variantes demuestran la indepen
dencia de la Didaché de Mateo. Dos veces aparece la frase: Como han leído en el
Evangelio de Nuestro Señor!']'], 3; 15, 3-4). Puede tratarse de una interpolación o de la
primera alusión histórica de la existencia de un evangelio; también puede ser una refe
rencia a un breve texto que contenía normas orientadas a regular la vida de las comuni
dades sobre la oración, las limosnas, la acogida de los profetas y la corrección fraterna.
La Didaché no contiene ninguna citación textual extraída de los escritos canóni
cos del Nuevo Testamento. Sus textos proceden de tradiciones cristianas anteriores a la
conformación definitiva de los evangelios. La Didaché, entonces, ayuda a hacer clari
dad sobre los orígenes del texto neotestamentario. Por ello se comprende por qué en
la Iglesia de los orígenes la Didaché fue tenida en gran consideración, casi como la
Escritura. En el 367 Atanasio {Carta festal 39, 7) la pone junto a Sabiduría, Eclesiástico,
Ester, Job, Tobías, afirmando que era leída en la Iglesia para la instrucción de los fieles;
pero precisa con claridad que no hace parte del canon bíblico.
Las Odas de Salomón son obra de un judeocristiano que vivió al comienzo del siglo
II. No se sabe si la composición original es el hebreo, en arameo o en griego. Las Odas
ofrecen paralelos con la apocalíptica judía, con los manuscritos de Qumrán y con algu
nos pasajes del cuarto evangelio. Por expresar la alegría por la aparición del Mesías este
texto pudo haber tenido un uso bautismal.
Este texto es una sensible invitación a la conversión compuesta en Roma antes del
150 d.C. En algunas ocasiones es considerado parte de las Escrituras canónicas. El texto
es reportado por el Códice Sinaítico. Hermas era un esclavo pagado que se convirtió en
profeta. De un ángel pastor recibió una serie de revelaciones que son organizadas en
las tres secciones del documento: cinco visiones; doce mandamientos; y diez semejan
zas o parábolas. Las visiones son apocalípticas y difíciles de descifrar. Los mandamien
tos (o enseñanzas sobre la virtud) suponen una visión del mundo y del hombre en la
cual actúan espíritus buenos y malos (cf. los manuscritos de Qumrán y la Didaché). Las
parábolas (la sección más larga del libro) ponen un notorio acento en lo que se refiere
al cuidado que hay que tener con el pobre. El Pastor de Hermas testimonia la presen
cia’de una fuerte inclinación judía en la cristiandad de Roma.
227
8.18 Carta de Bernabé
Este texto fue escrito en Grecia por un autor desconocido que por la interpretación
del Antiguo Testamento hace uso del estilo alegórico. Este texto también se encuen
tra en el Códice Sinaítico. La enseñanza ética de Bernabé comprende "las dos vías": la
vía de la luz y la vía de las tinieblas (presente en los manuscritos de Qumrán). Aunque
el autor está profundamente influenciado por el pensamiento judío, critica sus ritos.
Muchos autores encuentran en 16, 34 una referencia al proyecto de Adriano de cons
truir un templo a Zeus en el lugar del ya destruido templo de Jerusalén, hecho que
sugiere una datación anterior al 135.
Esta obra es una carta de la Iglesia de Roma a la Iglesia de Corinto con el objetivo de
ofrecer consuelo a algunos presbíteros de Corinto que habían sido depuestos. Dionisio
de Corinto (hacia el 170) la atribuye a Clemente, un importante personaje de la Iglesia
romana. La mayoría data este escrito alrededor del 96, aunque la datación más confia
ble la ubica en el período que va del 96 al 120. La carta pone el origen de la estructu
ra eclesiástica de obispos y diáconos en los apóstoles.
Esta carta, con la cual se comienza una colección de cartas de Ignacio, es compues
ta: los capítulos 13-14 han sido escritos poco tiempo después de la visita de Ignacio
mientras que aún vivía (13, 1-2); en cambio, los capítulos 1-12 fueron escritos después
de su martirio (9, 1). En todo caso, una fecha entre el 110 y el 135 es muy verosímil
porque Policarpo da consejos a la Iglesia de Filipos sobre el trato que se le debe dar a
un presbítero que hizo mal uso de los fondos comunes. Deja ver que conoce diversos
escritos paulinos, siendo particularmente cercano a las cartas pastorales.
228
8.22 Justino, mártir
229
Segunda parte
EL TEXTO DE LA BIBLIA
1. Introducción
El estudio del texto del Antiguo Testamento se debe a que los autógrafos, es decir
los originales de los libros de la Biblia, no han llegado hasta el presente; sólo se poseen
transcripciones o apógrafos. Los manuscritos que existen presentan variantes, errores y
lagunas que se han generado en el curso de los siglos por el continuo proceso de copia
do de los manuscritos. Debido a ello se puede preguntar: ¿el texto bíblico que ha lle
gado hasta nosotros corresponde fielmente al texto original?
La ciencia bíblica que está obligada a dar una respuesta a esta pregunta es la crí
tica textual, la cual busca: a) reconstruir la historia de la transmisión del texto bíblico
desde el momento en que fue escrito hasta nuestros días; b) reconstruir el texto original
o al menos la forma lo más cercana posible al autógrafo, tal como salió de las manos
de su autor.
De hecho podemos aceptar la Escritura como santa y canónica, es decir, como el
texto que contiene la revelación de Dios, sólo si el texto que ha llegado hasta nosotros
puede ser considerado sustancialmente igual al original. Cuanto más lejano en el tiem
po está el original (el llamado autógrafo que se ha perdido) y cuanto más cercanas a
nosotros, en el tiempo, sean las copias y las traducciones, es más difícil descubrir las
alteraciones voluntarias o involuntarias y sus causas, y por ello mismo es más difícil lle
gar al texto original.
Quienes estudian la historia del texto de la Biblia (= crítica textual) recurren a los
documentos más antiguos posibles que reproducen o testimonian el texto de la Biblia.
Estos documentos son llamados testimonios del texto y son constituidos por: a) manus
critos compilados volviendo a copiar el original o normalmente muy cercanos al origi
nal; b) las antiguas traducciones; c) las citaciones de la Biblia esparcidas en las obras de
los antiguos escritores hebreos y los Padres de la Iglesia.
233
Antes de ocuparse específicamente de los testimonios del texto y seguir la historia
del texto de la Biblia, se hace una detención sobre las lenguas en las cuales fueron escri
tos los libros y sobre el material usado por los escritores y los copistas.
Nadie puede afirmar que conoce a fondo una obra literaria si no está en capacidad
de leerla en la lengua original. Cada traducción implica necesariamente una deforma
ción del texto original. Dos lenguas jamás se corresponden perfectamente para poder
traducir, palabra por palabra, de una lengua a la otra. Cada lengua tiene expresiones
figuradas y juegos de palabras que no se pueden traducir (por ejemplo, la expresión
inglesa hot dog = perro caliente, realmente se entiende como un emparedado [un pan
con una salchicha]). Por eso en la traducción siempre se pierde algo del sentido que el
escritor ha puesto en sus palabras, además, en el texto traducido entra algo del mundo
cultural del traductor, que es diferente al del autor. El dicho traductor = traidor está bien
justificado. Este mismo concepto ha sido expresado de una manera más elegante por
Voltaire: "Quien lee un clásico de la literatura universal en una traducción, aunque sea
la mejor, se puede comparar con aquel que ha concertado una cita con una hermosa
joven, pero en la tarde de la cita se encuentra con su odiada y antipática hermana". Por
eso, cada traducción de la Biblia es un subsidio extremo.
Por ello una traducción absolutamente precisa es imposible ya que, aunque sea muy
buena, siempre es infiel e imperfecta. En Génesis 2, 23 se narra que el primer hombre
le dio a la mujer, que Dios habja formado de su costilla, el nombre de mujer, porque
fue hecha del hombre. La justificación con el porqué permanece incomprensible para
un lector no judío hasta que no sepa que el término hebreo mujer es una derivación,
mediante el anexo del sufijo femenino, del término que indica hombre [Ish / Ishah], En
Génesis 10, 25 se dice que un hijo de Héber, el fundador de la estirpe de los hebreos,
se llamaba Péleg porque en su tiempo fue dividida la tierra; la justificación con el por
qué sólo se comprende si se sabe que Péleg proviene del verbo hebreo dividir (Palag).
Una obra literaria, a menudo juega con la asonancia de los términos, ritmo que no
siempre es posible conservar en la traducción de una lengua a otra. Por ejemplo, Isaías
5, 7:
234
Se perdió mucho la fuerza original, que estaba fundamentalmente basada en la aso
nancia literal. Una traducción más cercana y respetuosa del original podría ser:
Dios ha fijado su revelación en lenguas que nos son extrañas, por ello para captar
toda la riqueza de esta revelación es necesario conocer y estudiar estas lenguas. Esta
necesidad la debe tener en cuenta, sobre todo el teólogo que mediante su trabajo cien
tífico evidencia y clarifica el contenido revelado en la Biblia.
Las lenguas originales de la Biblia son: hebreo, arameo y griego. El hebreo es la
lengua de una gran parte del Antiguo Testamento. En arameo únicamente han sido
escritas unas cortas secciones: Esdras 4, 8-6, 18; 7, 12-26; Daniel 2, 4-7, 2; dos pala
bras en Génesis 31, 47 y una frase en Jeremías 10, 11. El griego es la lengua del Nuevo
Testamento, el Segundo Libro de los Macabeos y el libro de la Sabiduría. El libro del
Eclesiástico fue escrito en hebreo, pero sólo ha llegado a la actualidad en griego, no
obstante que hacia finales del siglo XIX ha sido encontrado, en cerca de dos tercios, el
original hebreo en la gueniza [árrhário] de El Cairo. En griego también han llegado las
partes deuterocanónicas de Ester (10, 4-16, 26) y Daniel (3, 24-90; capítulos 13-14) y
los libros de Judit, Tobías, IMacabeos y Baruc. Hoy se discute si originalmente estos
libros fueron escritos en hebreo o en arameo, porque de las grutas de Qumrán han sali
do a la luz, en 1947, fragmentos de Tobías en hebreo y arameo.
235
vocales encima o debajo de las consonantes sirviéndose de signos formados por puntos
o líneas. Es una lengua sencilla con un vocabulario relativamente limitado, sólo en los
libros poéticos se puede encontrar una cierta abundancia de términos.
Normalmente las palabras hebreas están formadas por tres consonantes radicales,
a las cuales les son añadidos prefijos, complementos y sufijos [gdl - gadol - migdal -
godel]. El conocimiento del significado básico de una raíz ofrece la posibilidad de intuir
el significado de las formas derivadas. El verbo hebreo, no indica el tiempo sino la natu
raleza de la acción, ya completada o aún por completar. Por eso se pueden encontrar
buenas traducciones aunque presenten el verbo traducido en tiempos diversos (presen
te, pasado, futuro: ganavta; eras ladrón, eres ladrón, serás ladrón). Esto no quiere decir
que el hebreo sea una lengua poco exacta, simplemente es una lengua diferente a las
nuestras que requiere de una particular atención en la traducción.
El hebreo utiliza mucho la parataxis, es decir, une los pensamientos con una sim
ple "y", por lo cual es la proposición en su contexto la que ayuda a comprender si la
frase tiene un sentido causal, final, temporal, consecutivo o de otro tipo. En hebreo el
sustantivo no tiene declinaciones, los adjetivos son escasos y son suplidos por el geni
tivo de cualidad (rey de misericordia = rey misericordioso; templo de santidad - tem
plo santo); el grado comparativo o superlativo se construye repitiendo el adjetivo (santo,
santo, santo = santísimo) o con la construcción del genitivo (el cantar de los cantares =
el canto más hermoso).
Era la lengua hablada por los árameos que se habían establecido al final del tercer
milenio en la Alta Mesopotamia. Se convirtió en la lengua comercial de los países que
hacían parte de la cuenca del Mediterráneo, más tarde fue reemplazada por el grie
go. Después del exilio, el arameo terminó sustituyendo al hebreo. Inicialmente el ara-
meo era la lengua usada en la diplomacia, después se convirtió en la lengua litúrgica
(Targum). Jesús, los apóstoles y la primera Iglesia de Jerusalén hablaban esta lengua.
Por lo que hace referencia a las características estilísticas el arameo es muy parecido
al hebreo.
El griego es la lengua hablada y escrita por los helenos, los habitantes de aquella
región de la península balcánica, que es la moderna Grecia, y por las poblaciones grie
gas residenciadas en otras partes del área mediterránea. Esta lengua tenía diversos dia
lectos: jónico, eólico y dórico. El jónico, la lengua en la cual fueron escritos los poemas
236
homéricos, se convirtió en un dialecto literario y se desarrolló en el Ático, fue utiliza
do por los grandes escritores de teatro, oradores y filósofos de Atenas. El dialecto ático,
debido a la importancia de Atenas y de su literatura, se convirtió en el principal dialec
to de Grecia en los siglos V y IV a.C.
Con Alejandro Magno, el griego ático tuvo una gran difusión en toda el área de sus
conquistas, como lengua de la literatura y del comercio; pero era un ático que, gra
cias a los soldados de Alejandro Magno y a los comerciantes que iban con ellos, había
absorbido elementos de otros dialectos griegos y era capaz de absorber elementos de
las lenguas de los pueblos del Cercano y Medio Oriente, que comenzaban a usarlo. Este
dialecto flexible y con capacidad de desarrollarse fue llamado griego helenístico o koiné
(común), de hecho se conoce como e koiné dialektos (= lenguaje común).
237
TABLA DE LOS ALFABETOS
V K ÁLEF ALFA A A
V 3 BÉT BETA B B
J GÍMEL GAMAAA r CG
A 1 DÁLET DELTA A 0
*
H HE’ ÉPSILON E E
WÁW DfGAMMA F
Y F K 1 YPSILON Y
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5^ K S KÁF KAPPA K K
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3 NÚN NY N N
£ D SÁMEK XSI —
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o o í? ‘AJIN ÓMJCRON 0 O
2 ? £ PE' Pl n P
Las letras griegas <p, ip, lú son signos suplementarios que no son de origen semita.
' En latín se usaba como vocal (u) y como consonante (v).
2 Tanto en los alfabetos griegos occidentales como en el latín se ha conservado el sonido de aspiración.
238
La lengua del Nuevo Testamento es esta lengua común, a pesar de ello, algunos
escritos neotestamentarios tienden a salirse de la lengua cotidiana para acercarse al esti
lo literario. En el Nuevo Testamento tenemos textos escritos en un buen griego (Carta a
los Hebreos, Lucas) y otros en mediocre y hasta griego vulgar (Marcos, Apocalipsis). En
realidad se trata de una lengua común con bastante acento semita que presenta: '; ■
a) Piedra. En Egipto son muy numerosas las inscripciones en piedra, sobre los
muros de los templos y en las tumbas, sobre estelas y paredes rocosas. En
Mesopotamia la escasez de piedra explica el motivo de la reducción de las ins
cripciones cuneiformes casi exclusivamente a textos oficiales o a estelas públi
cas, como la que conserva el texto del código de Hammurabi. En la región
239
siropalestinense han sido encontradas algunas inscripciones en piedra: la estela
de Mesha y la del canal de Siloé. El Antiguo Testamento testimonia que también
los hebreos en algunas ocasiones esculpían los documentos más importantes en
piedra. Por ejemplo, las tablas de la ley de Moisés (Ex 24, 12; 31, 18; 32, 15; 34,
1; Dt 4, 13) y la copia de la ley escrita en piedra en la época de Josué (Jos 8,
32), lo mismo que la ya mencionada inscripción de Siloé que contiene el docu
mento de la construcción de un canal para el agua en Jerusalén en la época del
rey Ezequías (725-697).
b) Metal. El metal es menos común que la piedra. Han sido descubiertas inscrip
ciones cuneiformes sumerjas, acádicas y persas en objetos de oro, plata, cobre
y bronce. En JMacabeos 8, 22; 14, 18.26b.48 se alude a la escritura sobre tablas
de bronces. En Qumrán ha sido encontrado el llamado Rollo de cobre, que des
cribe el lugar en donde se escondía el presunto tesoro de la comunidad esenia.
c) Arcilla. El valle del Tigris y el Éufrates, formado por terreno aluvial, hace muy
económico y generalizado el uso de la arcilla para la escritura. El empleo de
este material influyó en la evolución de la escritura que desembocó en los sig
nos cuneiformes. Cuando las tabletas de arcilla todavía estaban frescas se impri
mían signos por medio de pequeño punzón [estileto] de madera o de metal.
Posteriormente se secaban al sol y se cocinaban como ladrillos. Las tablillas de
contenido oficial podían ser guardadas para mayor seguridad en un estuche o
especie de envoltorio, también de arcilla, sobre el cual se escribía un sumario del
contenido de la tablilla. La tablilla, una vez que su uso se extendió por todo el
Oriente antiguo, se transformó en instrumento de correo internacional como tes
timonian las cartas de Tell-el-Amarna. Estos documentos literarios podían con
servarse casi indefinidamente, a menos que se rompieran en pequeños pedazos.
Centenares de miles de estas tablillas han sido encontradas durante las excava
ciones arqueológicas de Nínive, Mari, Ugarit, Ebla, y hoy están a disposición de
la ciencia moderna archivos completos.
240
e) Papiro. Los egipcios conocían las tablillas de arcilla, pero utilizan otro material
muy práctico para la escritura pero poco conservable: el papiro (papiros). Hacia
el 3000 a.C. trabajaban el núcleo del arbusto de papiro, una planta de la familia
de las cañas que crecía cerca al Nilo. Se contaba en franjas que posteriormente
se entrecruzaban, poniendo una sobre otra y encolándolas, prensándolas y ali
sándolas. De este modo se obtenían hojas que se utilizaban para escribir sobre
un único lado usando un lapicero o una especie de pluma. Se podían pegar y
coser varias de estas hojas, una después de otra, de manera que resultaban fran
jas de varios metros de longitud: el rollo (tomos). Todo era enmarcado entre dos
palos que se ponían en cada extremo de tal manera que la franja podía ser enro
llada. En cada hoja de papiro se escribía el texto en varias columnas. Durante
la lectura se desenrollaba con una mano el libro de uno de los palos para enro
llarlo, con la otra mano, sobre el otro palo. Para escribir sobre el papiro en la
época griega se usaba una caña puntuda (kalamos). Los judíos no adoptaron el
material para escribir de sus vecinos del oriente y del norte (las tablillas de arci
lla), sino el material de los egipcios, el papiro. Este material era importado abun
dantemente por Palestina a través de las ciudades costeras de Fenicia.
f) Pergamino. El uso de la piel como material para escribir está testimoniado desde
el siglo VIII a.C. a partir de Persia. De la piel, inmersa en cal, lavada, extendida,
secada, arenada y blanqueada se obtenía el pergamino. Existían varios tipos: el
más fino (vellum) se obtenía de animales jóvenes. El pergamino presentaba ven
tajas y desventajas en relación a las hojas de papiro. Entre las ventajas se cuen
ta el hecho de poderse producir en cualquier sitio y no únicamente en el sitio
donde crecía el papiro. Además se podía usar con más facilidad ambos lados y
se podía utilizar una vez fuera lavado. Las desventajas estaban constituidas por
el alto costo (de cada animal pequeño sólo se obtiene una piel), la necesidad de
marcar líneas y márgenes para guiar la escritura (en el papiro esto se facilita por
el sentido de las nervaduras de la fibra) y por la mayor suavidad de la superficie
que, reflejando la luz, cansaba los ojos del escritor y del lector. Los judíos cono
cieron este material por los persas. Según 2Tm 4, 13 Pablo poseía algunos de
estos volúmenes, hechos en pergamino; le pide a Timoteo que le lleve a Roma,
desde Asia Menor, los pergaminos (membranal).
g) Papel. A partir del siglo VIII d.C. fue adoptado en Siria y en Palestina el papel
producido utilizando pedazos de lino. No obstante ello, manuscritos de la Biblia
en papel sólo existen del siglo XIII en adelante.
241
y de pergamino. Sobre este tipo de material han sido escritos, seguramente, también los
originales de varios libros de la Biblia. Hasta ahora las copias más antiguas, por noso
tros conocidas, del Nuevo Testamento son papiros. Los más antiguos manuscritos en
pergamino datan, en cambio, del siglo IV.
A diferencia de las casi indestructibles tablillas de arcilla, los documentos en papi
ro y pergamino se han conservado gracias a circunstancias extremadamente propicias
y esto debido al fuerte deterioro del material. En Egipto, el clima seco y la árida arena
del desierto, favorecieron una larga conservación, por esto la mayor parte de los textos
bíblicos y extrabíblicos encontrados hasta las exposiciones de Qumrán provenían de
Egipto. En Palestina, en cambio, con el paso del tiempo, casi todos los rollos de papiro
y de pergamino se deterioraron y se perdieron para siempre. Sólo se debe agradecer a
una afortunada circunstancia porque en el desierto de Judá han sido guardadas, en cue
vas secas, grandes cantidades de libros encontrados en los años más recientes. También
estos textos, no obstante lo dicho, están en gran parte dañados, atascados, comidos por
los animales y por ello mismo muy difícilmente se les puede leer.
Los rollos de papiro y de pergamino eran usados inmediatamente después de haber
sido escritos. La consecuencia era que el texto rápidamente se hacía ¡legible haciendo
necesaria su rescritura. Por eso se puede conjeturar que las transcripciones sucedieran
en una sucesión relativamente rápida y en consecuencia también aumentaran los erro
res en el copiado. De este hecho deriva que la mayor parte de los errores de copiado
y las diversas variantes datan de una época precedente a los manuscritos que han per
manecido. Por ello mismo no hay que asombrarse que las lecturas reconocidas como
erróneas por la mayor parte de I9S críticos del texto se encuentren en los más antiguos
testimonios del texto.
Todos los manuscritos bíblicos anteriores al siglo II d.C. eran rollos. Como los per
gaminos no se podían enrollar bien, del siglo I d.C. en adelante, primero para los
pergaminos y después también para los demás materiales escritos, se dejó de pegar
las hojas una después de otra para después enrollarlas y se comenzó a colocarlas una
encima de otra y plegarlas por la mitad y a coser una sobre otra. Así surgieron los cua
dernillos. Tenían la ventaja que se podían poner uno sobre otro diversos cuadernos y
luego coserlos juntos de nuevo, obteniendo de esta manera gruesos volúmenes. Estos
volúmenes se llamaron códices, en griego teujós'. Esta forma de libro se difundió rápi
damente por todas partes, pero por razones litúrgicas los judíos siguieron utilizando el
rollo que todavía hoy está prescrito en el culto de la sinagoga.
1 El códice deriva el nombre y la forma del latín codex, que indicó a un cierto momento las tabletas de made
ra encerada unidas por cierres que pasaban por agujeros laterales; esto constituyó el primer estadio del libro.
242
Como el material para escribir en la antigüedad era costoso, en ocasiones se destruía
un manuscrito antiguo cuyo texto no interesaba más, para preparar un nuevo manus
crito. En este caso se raspaba el texto más antiguo, se volvía a suavizar el material y
se procedía a escribir el nuevo texto. Mediante procedimientos fotográficos modernos
aún se puede hacer nuevamente legible el texto precedentemente raspado. Este tipo de
manuscrito se llama palimpsesto2.
El conocimiento de la forma del libro y del material para escribir es importante para
el estudio de la Biblia, porque por medio de estos elementos es posible establecer la
edad y la proveniencia del testimonio del texto. La edad de un manuscrito hoy se puede
establecer con aproximación a la forma de la escritura y del material utilizado. Un méto
do completamente nuevo para establecer la edad de un documento es la prueba del
Carbono 14, mediante la cual se puede establecer la fecha de producción del manus
crito gracias a la radioactividad que produce el material usado3.
La formación y la fijación del texto hebreo de la Biblia han tenido un largo y com
plejo camino. Antes de la escritura existió la tradición oral, la cual continuó viva e inte
ractuando con el texto escrito durante todo el tiempo de la formación del Antiguo
Testamento. Incluso después de haber sido puesto por escrito, la mayoría de los tex
tos bíblicos siguieron siendo leídos, actualizados (omisiones, complementos, traspo
siciones, fusiones de textos) y profundizados. Los ambientes que dieron origen a las
tradiciones que llevaron progresivamente al texto bíblico llegado a nosotros fueron: la
familia, el culto y la corte. Veamos ahora los testimonios del texto hebreo que actual
mente poseemos.
2 Del griego palinpsao = raspar de nuevo. De los 299 códices mayúsculos del Nuevo Testamento 55 son
palimpsestos.
3 La ciencia moderna ha encontrado diversos modos para hacer, en cierta medida, legibles, también los manus
critos ¡legibles, muy mal conservados, atascados, fragmentados y notablemente antiguos. Muchos testimonios del
texto bíblico, desafortunadamente, han llegado a nosotros en fragmentos muy pequeños, sucios, arruinados y pega
dos uno sobre otro, por ejemplo, parte de los que proceden de las grutas de Qumrán. Eso deben ser, en primer lugar,
sometidos a un largo y oneroso proceso de limpieza y conservación, y a continuación ser pacientemente organizados
hasta cuando nos puedan dar claridad de cómo podría haber sido originalmente el texto de la Biblia.
243
Es el texto ofrecido en todos los manuscritos medievales de la Biblia hebrea, manus
critos que concuerdan casi perfectamente entre ellos, aunque provienen de épocas y
lugares diversos.
Al comienzo del Medioevo existían al menos tres escuelas masoréticas: Babilonia,
Tiberíades y Cesárea. Por ello se habla de vocalización o puntuación babilónica, tibe-
riense y palestina (cesarense). Con frecuencia los masoretas pertenecían a la misma
familia. Las dos familias más famosas fueron las de Ben Neftalí y Ben Aser, que actuaron
entre el 750 y el 1100. Los manuscritos4 más importantes son vocalizados de acuerdo
con el sistema tiberiense y tienen el texto de la familia de Ben Aser:
a) El Codex Prophetarum del 895 d.C., probablemente escrito por Moisés Ben Aser.
Este códice contiene los profetas anteriores [Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2
Reyes) y los profetas posteriores (Isaías, Jeremías, Ezequiel, profetas menores). Se
encuentra actualmente en El Cairo.
4 De la BH (= Biblia Hebrea) leñemos cerca de 50 manuscritos que datan del siglo XIII, 8 del siglo XII y muy
pocos de los siglos IX-XI.
5 Kittel, R. y Khale, P. Biblia hebrea. Stuttgart, 19517; Ellicer, K. y Rudolph, W. (ed.). Biblia Hebrea Stuttgartense.
Deutsche Bibelgesellschaft [Sociedad Bíblica Alemana], Stuttgart, 1983.
244
4.2 La gueniza de El Cairo
245
4.5 Qumrán
6 En 1947 una cabra se le escapó a su pastor en las cercanías a la ribera noroccidental del mar Muerto. Buscando
al animal el beduino descubrió, en una gruta en las ensenadas de Khirbet Qumrán, algunas jarras que evidentemen
te habían sido escondidas. En las jarras se encontraban rollos de pergaminos envueltos en viejas telas de lino hume
decido. Parte de estos manuscritos llegaron, por diversos medios, al metropolitano del monasterio San Marcos en
Jerusalén. Como la situación política en Palestina era cada día más incierta, éste los llevó a Estados Unidos en 1949,
donde un comprador que permaneció anónimo los compró por 250000 dólares y se los regaló al Estado Hebreo.
Otros manuscritos de la zona de Khirbet Qumrán aparecieron más tarde en los bajos fondos del mercado negro.
En los años siguientes fueron desarrolladas búsquedas sistemáticas no sólo en Khirbet Qumrán sino también en
gran parte del desierto de Judea. Fueron descubiertas otras grutas, en total once, y otros fragmentos de rollos: manus
critos bíblicos, reglas comunitarias, salmos que no hacen parte de la Biblia, filacterias.
246
c) No obstante algunas variaciones en el texto y el sentido, el texto ha sido trans
mitido de una manera muy constante y unitaria7.
El lento trabajo que llevó a hacer prevalecer un único texto es mérito de los sophe-
rim. Los sopherim (contadores) contaban el número de palabras y de versículos del
texto bíblico para vigilar sobre la autenticidad del texto en los manuscritos. En Levfticü
8, 8 se lee en la margen: hes¡ hattorah bepasuq = la mitad de la Torá de acuerdo con los
versículos, para indicar el versículo central de la Torá.
Además hacían otras observaciones sobre algunos textos difíciles para establecer la
lectura correcta:
a) Puntos extraordinarios: en 15 sitios de la Biblia son puestos algunos punticos
sobre algunas letras o palabras para señalar que los contadores {sopherim) tenían
dudas sobre la forma o sobre la doctrina. Por ejemplo, en Isaías 44, 9 hay pun-
7 Los manuscritos árameos y hebreos de los libros de Tobías y Eclesiástico encontrados en Qumrán sólo han sido
publicados en parte, de tal manera que no se puede decir nada seguro a propósito de sus textos.
247
titos sobre las letras de la palabra ghema para indicar una errata, es decir, un
error del escriba que había rescrito las últimas letras de la palabra anterior vehe-
deijem.
b) Letra Nun invertida: en 9 sitios se encuentra la letra Nun escrita al revés al final
de un versículo. Parece que esto indicara una duda de los escribas sobre la posi
ción del versículo. Por ejemplo, en Números 10, 34-36 se encuentra esta indica
ción para sugerir que es necesario invertir el orden de los versículos 34 y 36.
c) Sebir: de la palabra aramea suponer. Existen, más o menos, 350 sitios donde se
encuentra esta nota para señalar que la forma presente del texto no es la que se
espera, indicando en el margen la que se considera como adecuada. Por ejem
plo, en Génesis se encuentra la palabra jael, "Dios"; el aparato crítico pone jaele,
"estos" con la anotación "Seb" para indicar la lectura precisa de esta palabra.
d) Qere-ketiv: "dicho" y "escrito". La letra Qof con un punto encima, puesta al mar
gen, indica que una palabra es escrita de una manera pero debe ser pronunciada
de otra forma. Por ejemplo en Génesis 6, 7 la primera palabra está escrita con
las consonantes que indican "y dijeron", al plural, pero está vocalizada como si
fuera singular (vayommeru); en el margen se encuentra la Qof con la forma escri
ta al singular: vayommer.
e) "No hay otro": la letra Lamed con un punto encima en el margen es la abrevia
tura de lohet ("no hay otro") para indicar palabras o combinaciones de palabras
que sólo se encuentran una vqz en la Escritura.
Estos comentarios textuales querían explicar, o al menos indicar, palabras o expre
siones que creaban dificultad o proponían lecturas alternativas, dejando intacto el texto
consonántico. Posteriores indicaciones de los contadores (sopherim) parecían señalar
modificaciones o enmendaduras del texto, algunas de las cuales estaban orientadas a
evitar la falta de respeto frente a Dios. En total son 18 pasajes con estas características,
denominadas tiqquné sopherim, es decir, correcciones de los escribas. Por ejemplo, en
Génesis 18, 22 se lee Ve Abrahán odenu omed lifnei Adonai - Abrahán permanecía
todavía delante del Señor. En el elenco de los tiqquné sopherim es indicado, en este
punto, un cambio. Esto lleva a suponer que durante algún tiempo se leyó: El Señor esta
ba delante de Abrahán, cuyo significado conllevaba varios problemas porque el supe
rior debería haber estado frente al inferior.
3. Fijación de las vocales o período de los masoretas. Desde el siglo VI hasta el
siglo X d.C. el texto consonántico de la Biblia fue vocalizado. La fijación de las
vocales se debe al paciente trabajo de los masoretas (de masora = tradición). Los
masoretas han hecho dos tipos de trabajo sobre el texto: han puesto los signos
248
vocálicos y han retomado y continuado las observaciones sobre singulares pala
bras o frases hechas en el período de los contadores (sopherim). El conjunto de
estas observaciones, la masara, se encuentra en los márgenes de los manuscri
tos o en listas al final del texto bíblico. El texto hecho por los masoretas después
fue nuevamente copiado con el máximo cuidado, lo cual no impide que cual
quier error de transcripciones se le escapara a los copistas, y por esto no existen
códices del texto masorético idénticos entre ellos.
La invención de la imprenta determinó una rápida declinación del sistema del copia
do manual. Se eliminó, de esa manera, una fuente considerable de errores, pero no por
eso se cesó de caer en las erratas de la imprenta. El primer libro impreso fue la Biblia lati
na de Gutenberg (1445). En 1477 se publicó la primera edición de los Salmos en hebreo,
en 1482 la primera edición del Pentateuco y en 1488 todo el Antiguo Testamento (editio
princeps), en la edición de Soncino (norte de Italia), bajo la dirección de Rabbi Joshua.
Todavía en Italia, en Venecia, hubo una intensa actividad de imprenta del holandés
Daniel Bomberg. Entre 1516 y 1517 publicó la primera Biblia rabínica, en cuatro volú
menes. Esta Biblia es llamada rabínica porque solamente presenta el texto bíblico, aun
que también ofrece algunos comentarios medievales del texto bíblico (por ejemplo,
aquellos de Rashi, Ibn Ezra y Qimchi). El director de esta gran empresa es conocido
con el nombre cristiano que asumió después de su conversión, Félix Pratensis. Las más
importantes ediciones impresas fueron la Políglota Complutense (1514-1517) publica
da en España por el cardenal Jiménez de Cisneros y la llamada segunda Biblia rabíni
ca, obra de Yaaqob ben Hayyim, publicada por Daniel Bomberg (Venecia, 1524-1525).
Estas ediciones se basaban en manuscritos recientes de poco valor crítico. A continua
ción se sintió la necesidad de recoger todas las variantes de los manuscritos conser
vados. A esta preocupación responden las obras de B. Kennicott (1776-1780), Vetus
Testamentum Hebraicum cum variis lectionibus [Antiguo Testamento hebreo con varias
lecturas] y de G. B. de Rossi (1774-1788) Variae lectiones Veteris Testamenti [Varías lec
turas del Antiguo Testamento]. Terminado este gigantesco trabajo de colecciones de los
manuscritos, en el siglo XIX se tuvieron los primeros intentos de establecer un texto con
capacidad de ofrecer las debidas garantías de autenticidad.
249
de las versiones antiguas y con las principales conjeturas propuestas por los estudiosos
para sanar los pasos que parecen corruptos.
Las ediciones más difundidas son aquellas dirigidas por N. H. Snaith para la British
and Foreing Bible Society (Londres, 19581) y la Biblia Hebrea Stuttgartense (BHS) dirigi
da por K. Ellinger y W. Rudolph (Stuttgart, 1977) que ha sustituido la Biblia Hebrea de
R. Kittel (Stuttgart, 19373)8. La universidad hebrea de Jerusalén está preparando una
nueva edición basada en el texto del Códice de Alepo9 (primera mitad del siglo X).
En la tradición medieval hay claras indicaciones de la consideración, según la cual,
a partir del siglo X, todos los manuscritos eran tenidos como preparados por Ben Aser.
En el siglo XVI Yaaqob ben Hayyim había intentado reproducir un texto que se acer
cara lo más posible al de la tradición de Tiberíades. Como no tenía a mano ni el códi
ce de Alepo ni el de Petersburgo, Ben Hayyim tomó como fundamento de su edición
(Venecia, 1524-1525) los manuscritos españoles (o sefarditas), en los cuales la tradición
de Ben Aser está bien testimoniada.
En las ediciones anteriores a la Ben Hayyim, los editores se basaron en manuscri
tos de origen franco-alemán (askenaziti), en los cuales la atención a los particulares de
la masora (junto a las afectaciones técnicas que garantizaba una transmisión fiel del
texto consonántico y de los signos de puntuación) era muy escasa o, de alguna mane
ra, menos sistemática de aquella que se encuentra en los manuscritos españoles [sefar
ditas).
De hecho las divergencias entre los diversos manuscritos medievales, como han
demostrado las colecciones de las variantes editadas por Kennicott y De Rossi, son muy
reducidas10. Entonces, la actividad'masorética representa: a) el punto de llegada de una
tradición textual, que tiene raíces antiguas pero que en la antigüedad no tenía la posi
ción de monopolio que los masoretas le han concedido; b) el punto de partida para la
construcción del llamado textus receptus, es decir, el texto que ha llegado hasta noso
tros y ha sido acogido tanto por los judíos como por los cristianos.
8 La Biblia Hebrea editada por R. Kitlel en las ediciones una y dos, de 1906 y 1912 seguía el texto hebreo edi
tado por Yaaqob ben Hayyim en 1524 y 1525. En la tercera edición de 1937, según una propuesta de P. Kahle, toma
como texto base el del Códice de Petersburgo (Bl,a) atribuido a Ben Aser. También la BHS se basa en el Códice de
Petersburgo. Los códices de la familia Ben Aser constituyen el producto final de la tradición masorética llamada tibe-
riense (que toma el nombre de Tiberíades, donde estuvieron activos algunos miembros de la familia).
’ Este códice presenta un texto Ben Aser de mayor calidad en relación con el Códice de Petersburgo. De la edi
ción de la Universidad Hebrea hasta el momento han aparecido dos volúmenes: Goshen-Gottstein, M. H. (ed.). El
libro de Isaías, I, Isaías 1, 1-22, 10; II, Isaías 22-44, Jerusalén, 1975, 1981. Esta edición tiene la particularidad de varios
aparatos críticos de variantes masoréticas de fuentes rabínicas y de manuscritos del mar Muerto, junto a material traí
do de las versiones y de los antiguos autores, sin dejar al azar, en ningún caso, hipótesis o intentos de una construc
ción del texto hebreo.
w El proceso de unificación de la tradición, más o menos conscientemente impuesto por los masoretas tiberien-
ses, de hecho había llevado a la desaparición casi total de las formas textuales diversas de la masorética que, antes
de los hallazgos de Qumrán, sólo estaban testimoniadas indirectamente por las versiones antiguas.
250
5. Los testimonios del texto del Nuevo Testamento
251
comía ricamente. En casi todos los casos se trata de pequeños cambios. Por ello, aun
que no se tenga el texto original, sí se está en capacidad de reconstruir con exactitud
casi el cien por ciento de todo el texto del Nuevo Testamento.
Además de numerosos y prácticamente idénticos, los manuscritos de los evangelios
son muy cercanos a la fecha de composición del texto. Mientras para los grandes escri
tores griegos de tragedias (Esquilo, Sófocles y Eurípides) y para los filósofos como Platón
y Aristóteles el tiempo que transcurre entre el original y las copias manuscritas llegadas
hasta nosotros es de unos 1200 años, y para los escritores latinos como Cicerón y César,
es de cerca de 1000 años (el autor más afortunado es Virgilio que era usado como libro
de texto en las escuelas romanas, por lo cual el intervalo se disminuye a no menos de
350 años), el texto más antiguo del Nuevo Testamento identificado en 1935, es un papi
ro (Ryland) que contiene un párrafo del capítulo 18 del Evangelio según San Juan (Jn
18, 31-33.37-38) y ha sido fechado en torno al 125 d.C., lo cual quiere decir unos trein
ta años después del texto original. Esto testifica el valor del texto llegado hasta nosotros.
Teniendo en cuenta el trabajo de crítica textual hoy se puede afirmar que los pasos,
cuya lectura dudosa hace referencia al sentido de la frase, no alcanzan a ser ni siquiera
una milésima parte del Nuevo Testamento. Los autógrafos y originales de los libros del
Nuevo Testamento se han perdido en los primeros siglos. La mayor parte de las varian
tes datan de la época precedente a la canonización de los libros del Nuevo Testamento.
A partir de aquel momento la copia de los manuscritos es realizada con mayor cuida
do, pero esto no significó que se pusiese fin a la reproducción de nuevas variantes”.
Los manuscritos griegos del Nuevo Testamento son clasificados con base en el mate
rial del cual están hechos {papiros, códices, fragmentos), al tipo de escritura (mayúscu-
" Al comienzo de la vida de la Iglesia la transcripción de los textos era hecha por particulares que reproducían
para sí o para la comunidad el texto de uno o más libros del Nuevo Testamento (o del Antiguo Testamento). La difu
sión del cristianismo provocó la multiplicación de las copias y a menudo, por la prisa, éstas resultaron siendo poco
cuidadas. Después del reconocimiento oficial del cristianismo por parte del Estado (siglo IV) se recurrió a la repro
ducción de copias en los escritorios (scriptoria), donde varios escribanos trabajaban al mismo tiempo escuchando un
dictado. El trabajo se hacía rápidamente, pero no por ello más correctamente. Se generaban errores de transcripción
unidos tanto a la pronunciación, como a la desatención o a la audición defectuosa del escriba. En los escritorios al
menos trabajaba un corrector que revisaba las copias teniendo como base el original: la diversa mano de escritura
es el indicio principal para distinguir las correcciones del copista de las del corrector o correctores. Desde la época
bizantina los manuscritos bíblicos fueron reproducidos sobre todo por los monjes. Estos manuscritos son más cuida
dos porque se hacen con menos prisa que los de los escritorios, donde se debía tener un cierto ritmo de producción.
252
los'2 y minúsculos'3), al uso {leccionarios). Las denominaciones más antiguas de los
manuscritos griegos neotestamentarios están unidas al lugar de proveniencia {Codex
Alexandrinus [Códice Alejandrino]) o de conservación {Codex Basileensis [Códice de
Basilea]), al nombre de quien lo posee {Codex Bezae [Códice de Beza]), al nombre de
la biblioteca donde son custodiados {Codex Vaticanus [Códice Vaticano]) o con cual
quier otra característica {Codex Ephraemi rescriptos [Códice Efremita reescrito]).
El primer sistema de clasificación de los manuscritos fue diseñado por J. J. Wettstein,
que en su edición del Nuevo Testamento publicada en 1751-1752 usó las letras mayúscu
las latinas para designar los manuscritos mayúsculos y los números arábigos para desig
nar los minúsculos. Él reunió los manuscritos con base en el contenido {Evangelios,
Cuerpo Paulino, Apóstoles, Apocalipsis). K. von Tischendorf continuó con el mismo sis
tema y designó el Códice Sinaítico, descubierto por él, con la primera letra del alfabeto
hebreo (Alef). Como los manuscritos mayúsculos superaban el número de las letras del
alfabeto latino, él continuó después de la Z con las letras mayúsculas del alfabeto grie
go que no se podían confundir con las latinas {delta, pi, theta, lambda...). C. R. Gregory
(1846-1917) continuó el elenco de los manuscritos estableciendo el uso de los números
precedidos por el cero para los manuscritos mayúsculos (así el Códice Sinaítico [Alef]
es el 01, el Alejandrino [A] es el 02 [...]). También comenzó a numerar los papiros por
separado de los demás manuscritos mayúsculos, sirviéndose de la letra P mayúscula en
estilo gótico, seguida de un número exponencial, y reunió en otro elenco los lecciona-
rios.
Actualmente para catalogar los manuscritos (o testimonios de un texto) se utiliza el
método elaborado por C. R. Gregory (T1917)12 14. Los manuscritos mayúsculos son seña
13
lados por números precedidos del número cero (por ejemplo: 01 = Códice Sinaítico).
Para algunos manuscritos famosos e importantes, que anteriormente habían sido clasi
ficados con letras mayúsculas latinas o griegas, se ha conservado este tipo de clasifica
ción, junto a la de Gregory (A = 02; B = 03). Los manuscritos minúsculos son señalados
con números (13, 69, 124). Los papiros son indicados con una P gótica y un número
12 Los manuscritos mayúsculos o unciales presentan estas características: a) las letras de las palabras no están
unidas entre ellas; b) no existe ningún espacio entre una palabra y otra; c) faltan los signos de puntuación.
13 Los manuscritos minúsculos ofrecen las siguientes características: a) unen las letras de las palabras entre ellas;
b) con frecuencia utilizan abreviaturas. Estos manuscritos aparecen a partir de los siglos VII-VIII y son los que preva
lecen a partir del siglo X.
M El sistema de Gregory aún es utilizado, aunque con algunas modificaciones. Actualmente la responsabilidad
de la continuación del elenco es atribuida al Institut für neutestamentliche Textforschung [Instituto de investigación
textual del Nuevo Testamento] de Münster en Westfalia (1940), donde se están recogiendo los microfilm de todos los
manuscritos existentes. El primer elenco fue publicado por Aland en 1963 y actualizado sucesivamente. Según Aland
por ahora los papiros son 96, los mayúsculos 299, los minúsculos 2.812, los leccionarios 2.281, para un total conven
cional de 5.488 manuscritos. En realidad son unos 5.000 porque guerras y desastres naturales han destruido varios
manuscritos, o se han dado errores de catalogación.
253
exponencial (P45, P72); y los leccionarios, en cambio, con una I minúscula y un número
exponencial (I20, I38); los manuscritos latinos son catalogados con letras minúsculas del
alfabeto latino (a, b, c,...).
Para la crítica textual son importantes, sobre todo, los papiros y los manuscritos
mayúsculos o unciales. Los papiros (unos 96) provienen casi todos de Egipto, datan de
los siglos II al VIII, aunque más de la mitad son de los siglos III y IV. La gran antigüe
dad unida a la calidad del texto les otorga a ellos una enorme importancia para la crí
tica textual neotestamentaria. Los fragmentos que aún se conservan, son, a menudo,
muy pequeños o utilizadles con bastante dificultad. Los papiros más importantes son:
El Ryland's (P52; llamado así porque pertenece a la biblioteca del inglés J. Ryland de
Manchester); contiene el texto de Juan 18, 31-33.37-38. Es el más antiguo manuscrito
neotestamentario hasta ahora conocido: fue descubierto en Egipto y publicado por pri
mera vez en 1935. Data de los años 120-130 d.C., es decir, de unos diez años después
de la redacción del cuarto evangelio, que, por lo mismo, no pudo haber sido escrito,
como pretendían muchos racionalistas hacia el 150 d.C.
Los papiros de Chester Beatty (p45 46 47: así llamados porque fueron comprados en
Egipto por el inglés A. Chester Beatty en los años 1930-1931): contienen notorias sec
ciones de los evangelios, los Hechos de los Apóstoles, san Pablo y el Apocalipsis. Datan
del siglo III.
El Bodmer (P66), publicado en 1956, conservado en la biblioteca de Cologny
(Ginebra, Suiza). Es muy valioso tanto por la antigüedad (hacia el 200) como por la
amplitud del contenido (casi todo el cuarto evangelio). El amanuense dejó escapar
muchos errores, que después él ^misino quiso corregir. Es frecuente el fenómeno del
iotacismo. Se conserva en la biblioteca Bodmeriana de Cologny (Suiza).
El P72, del siglo III, ofrece el texto de las cartas de Judas y 1 y 2 de Pedro, que en
aquel entonces todavía no habían obtenido una ubicación segura en la lista de los libros
canónicos.
El P75, que es datado hacia el 200,‘ es la más antigua copia conocida del texto de
Lucas y una de las más antiguas de Juan. El texto es muy parecido al del Códice B, el
cual hace legar esta forma textual al siglo II.
Los manuscritos mayúsculos o unciales (en pergamino), son cerca de 299, los más
importantes son:
254
a) Códice Sinaítico (Alef o S / 01): fue descubierto en dos momentos (en 1844 y
1859) por K. von Tischendorf en el monasterio Santa Catalina del SinaP5. Ofrece
el Antiguo Testamento de los LXX (con lagunas) y todo el Nuevo Testamento.
También ofrece algunos escritos apócrifos: el 4Macabeos, la Carta de Bernabé y
parte del Pastor de Hermas. Fue transcrito hacia la mitad o a finales del siglo IV
muy probablemente en Egipto. Es muy parecido al vaticano, sobre el cual tiene
la ventaja de ofrecer completo el Nuevo Testamento. Se conserva en el British
Museum (Museo Británico) de Londres.
15 Konstantin von Tischendorf, profesor de Nuevo Testamento en la universidad de Lipsia, en 1844 se fue al
monasterio Santa Catalina del Sinaí, para buscar antiguos manuscritos, pero inicialmente los resultados de sus bús
quedas fueron mayormente escasos. Antes de partir, el estudioso se fue una vez más a la biblioteca donde, por suer
te tropezó con una canasta llena de papeles. Un monje, evidentemente más amante del orden que de la ciencia, se
excusó diciendo que la cesta estaba normalmente en una esquina y que él únicamente había recogido algunos dese
chos para quemar. Tischendorf le dio una mirada al cesto. Entre otras cosas, también había un manojo de pergami
no. Tischendorf lo sacó. Comenzó a descifrar el escrito y descubrió que se trataba de algunos párrafos de un antiguo
códice de la Biblia. Los monjes conservaron 86 de los 129 folios de pergamino. Tischendorf pudo retener los restan
tes 43. Después de la publicación, los donó a la biblioteca de la Universidad de Lipsia, donde todavía se encuentran.
No obstante lo anterior, no reveló el lugar del hallazgo, temiendo que alguno lo pudiese preceder en la publicación
de la parte restante del códice. Cuando el estudioso regresó al monasterio, nueve años después, en 1853, nadie sabía
dónde fueron a parar los otros 86 folios. En 1859 Tischendorf fue por tercera vez al monasterio y en esta ocasión
tuvo mejor suerte. Fueron desenterrados 348 folios del códice en cuestión. Tischendorf hizo transcribir el códice en
El Cairo. De todas maneras le pareció que el códice habría sido mal conservado por los monjes y que seguiría siendo
mal conservado. Por ello, más que restituirlo como había prometido (¡aún hoy a los visitantes del monasterio se les
muestra el recibo original firmado por Tischendorf!), tuvo la intención, por vía diplomática, de donárselo a los zares
rusos, protectores de la Iglesia ortodoxa. En 1933 esta parte del códice fue vendida a Inglaterra y hoy está expuesta
en el Museo Británico. En 1978, en el monasterio Santa Catalina del Sinaí, posteriores búsquedas trajeron a la luz 47
cajas de manuscritos antiguos. Se procedió a su restauración, que duró hasta 1980. Como el Capítulo [el Gobierno]
del monasterio había decidido -recordando lo sucedido con von Tischendorf- no concederle a nadie el acceso a los
manuscritos hasta que no hubiesen sido catalogados y filmados, fueron necesarias largas negociaciones antes que el
director del Instituto de investigación neotestamentaria de Münster-Wesfalia, K. Aland y sus colaboradores, en el vera
no de 1982, pudieran valorar el precioso hallazgo. Fueron desenterrados, entre otros, también doce folios del Codex
Sinaiticus que contenían párrafos del Antiguo Testamento (las partes del códice hasta ahora conocidas comprenden
todo el Nuevo pero sólo parcialmente el Antiguo Testamento).
255
gen haya sido Egipto. Es considerado por varios críticos como uno de los mejo
res códices.
d) Palimpsesto de Efrén (C / 04), se llama así porque después de haber sido borra
da la superficie fueron rescritas en el siglo XIII las obras de Efrén. Se conserva
en la Biblioteca Nacional de París. Data del siglo V y contiene tanto el Antiguo
como el Nuevo Testamento pero no de modo completo.
5.2 Recensiones
Con base en afinidades y semejanzas, los manuscritos del Nuevo Testamento han
sido clasificados en cuatro familias textuales, llamadas recensiones18:
16 Teodoro Beza (+ 1605), noble francés, fue el más fiel colaborador de Calvino.
17 San Cipriano ofrece una documentación del texto usado por la Iglesia africana en la primera mitad del siglo III.
10 El orden de sucesión es un género considerado por los estudiosos como un orden de valor también, es decir
de importancia, para la elección entre más variantes del texto.
256
a) Recensión alejandrina: se trata de una forma textual que se viene formando en
Egipto. Es representada por manuscritos muy antiguos: B, C, S. Es considerada la
más cercana al texto original. Se caracteriza por un vocabulario poco elegante
y por la brevedad del texto. Protege con cuidado las características de lengua y
pensamiento de cada autor sagrado, no concuerda los pasos paralelos, no añade
glosas al texto. El arquetipo que está a la base de esta recensión data del siglo II.
c) Recensión cesarense: se difundió desde Cesárea (de Palestina), sobre todo por
obra de Orígenes. Forzosamente llega a una reelaboración realizada en Egipto
hacia la primera mitad del siglo III. Pertenecen a esta recensión el códice uncial
Theta (también llamado Koridethi) y los códices minúsculos de las familias
Ferrary Lake y algunos unciales tardíos. Se distingue de la recensión alejandrina
por una mejor forma lingüística y por la infiltración de algunos elementos de la
recensión occidental.
257
5.3 El texto impreso del Nuevo Testamento: textus receptus
La primera edición impresa del Nuevo Testamento griego fue promovida por el car
denal de Toledo Francisco Jiménez de Cisneros (1473-1517). Esta edición debía consti
tuir el volumen cinco de la Biblia políglota complutense (nombre latino de Alcalá), que
comprendía el texto hebreo, arameo, griego y latín; pero la publicación iba muy des
pacio de tal manera que la gloria de la primera edición impresa del Nuevo Testamento
griego le correspondió al humanista holandés Erasmo de Roterdam (1466-1536).
La edición de Erasmo (marzo 1 de 1516) fue hecha a prisa. Erasmo tuvo que llevar a
término su trabajo en menos de seis meses; por eso resultó ser una obra llena de erro
res tipográficos, basada en manuscritos recientes de escaso valor. El manuscrito utiliza
do para el texto del Apocalipsis, por ejemplo, no tenía el pasaje de 22, 16-21. Erasmo
no tuvo ningún reparo en llenar la laguna del manuscrito con su propia versión, reali
zada sobre la base del texto latino. La obra de Erasmo fue criticada por los contempo
ráneos, no tanto por los errores que tenía, sino por las modificaciones introducidas en
relación al texto latino22.
El célebre editor e impresor parisino Robert Estienne, que latinizado es Stephanus,
publicó cuatro ediciones del Nuevo Testamento, que eran un retoque de los textos de
la complutense y de Erasmo. En la tercera edición (regia), de 1550, siguió fielmente el
texto de la quinta edición de Erasmo, recogiendo en los márgenes lecturas de manus
critos conservados en la biblioteca real de París y de la edición complutense. Las edi
ciones primera, segunda y tercera fueron publicadas en París (1546, 1549 y 1550), la
cuarta en Ginebra (1551). Esta última fue la primera edición del texto griego con apara
to crítico y con la división del tdxto en versículos, que a partir de entonces fue utiliza
do en todas las ediciones.
La edición de Estienne sirvió como base a la del francés Teodoro Beza, que tuvo diez
ediciones entre 1565 y 1611, y la de los hermanos Buenaventura y Abraham Elzevir de
Leída (Holanda) de 1624. La segunda edición de los hermanos Elzevir (1633) hospeda
la famosa expresión: textum ergo habes, nunc ab ómnibus receptum, y desde enton
ces toma la denominación de Textus receptus23. En parte, debido a esta afirmación, este
texto se convierte en el único texto del Nuevo Testamento; fue reproducido en cente
nares de ediciones posteriores y adquirió un valor tan sagrado que se llegó a considerar
como sacrilego cualquier intento de hacerle una crítica o de corregirlo.
22 A pesar de ello el texto griego de Erasmo se convirtió en la base del llamado Textus receptus, el texto común
mente aceptado y que a partir del año 1500 será reproducido por siglos como el texto modelo.
21 Textum ergo habes, nunc ab ómnibus receptum: in quo nihil immutatum aut corruptum damus (Tienes, enton
ces, el texto ahora aceptado por todos, en el cual no ofrecemos nada ni cambiado ni corrupto).
258
5.4 La investigación moderna sobre el texto del Nuevo Testamento
La moderna crítica textual pretende encontrar el mejor texto o el más original [anti
guo] del Nuevo Testamento. La historia de esta búsqueda, desde el renacimiento hasta
hoy, ha pasado por varias etapas, la primera de las cuales consistió en reconocer que
el mejor texto y el más original, debía buscarse en los manuscritos griegos y no en los
manuscritos latinos. Desde el siglo V hasta el siglo XVI en Occidente prevaleció el texto
latino de la Vulgata. Después de la caída de Constantinopla, en 1453, comenzaron a
llegar a Occidente numerosos manuscritos griegos, pero se trataba de un texto medie
val tardío, muy difundido en el oriente bizantino.
Las primeras ediciones impresas reprodujeron estos manuscritos sin expresar ningún
juicio crítico. Cuando el editor curador ofrecía las diversas variantes, estas últimas eran
consideradas como simple ornato u ostentación de erudición. Las variantes que se pre
sentaban para discutir, en ocasiones en controversias muy encendidas, eran aquellas en
las cuales el texto griego difería del texto latino de la Vulgata, hasta ese momento con
siderado como el texto normativo. Erasmo fue muy criticado y Estienne condenado por
haberse atrevido a retocar el texto latino.
Un paso posterior consistió en observar que el texto griego difería no sólo del texto
latino de la Vulgata, sino también del texto de otras versiones antiguas y de las citacio
nes de los Padres de la Iglesia. En 1716 Bentley estableció el principio de "preferir los
manuscritos más antiguos" y por primera vez reconocía el valor de las antiguas versio
nes como camino para llegar al texto griego original. Bengel enunció el principio de
"preferir la lectura más difícil" y al mismo tiempo buscó clasificar los manuscritos por
familias, distinguiendo una asiática de una africana. Wettstein enumeró una serie de
principios entre los cuales aparecía el de "preferir la lectura más corta".
Lachmann fue el primero en romper con la tradición que consideraba mejor el textus
receptos de las Biblias impresas, porque, según él, tenían la pesada limitante de basarse
en manuscritos muy recientes. El texto considerado mejor será, a partir de Lachmann, el
más antiguo, que estaría menos expuesto, en líneas generales, a los errores de los copis
tas. Westcott y Hort le dieron el golpe de gracia al receptus, cuya autoridad se apoyaba
en el "criterio de la mayoría", según el cual la lectura que se debía preferir era la más
frecuente en los manuscritos, contestando justamente este principio24.
24 El estudioso del texto neotestamentario debe además poner particular atención a los momentos decisivos de
la historia del texto del Nuevo Testamento. En la segunda mitad del siglo II los cuatro evangelios, hasta ese momento
transmitidos separadamente, comienzan a circular juntos; el cuerpo paulino se completa con la inserción de las car
tas pastorales. Hacia el 180, dado el creciente número de cristianos que ya no comprendían el griego, se comienza la
traducción del Nuevo Testamento al copto, sirio y latín. Hasta el siglo IV el texto neotestamentario es un texto vivo, en
continuo desarrollo, al contrario de lo que sucedía con el texto consonántico del Antiguo Testamento, que ya estaba
plenamente establecido [fijado]. Las variantes no imputables a los errores del copista, encuentran, por ello mismo, su
explicación en el carácter vivo y variable del texto.
259
5.5 Primeras ediciones críticas dei Nuevo Testamento
La persecución de Dioclesiano implicó la pérdida de muchos manuscritos neotestamentarios, lo mismo que suce
dió con la invasión musulmana del siglo XV en el mundo griego cristiano, que provocó la pérdida de muchos códi
ces. Lo contrario sucedió en la edad de Constantino (siglo IV), que llevó a una notable petición de manuscritos. Para
satisfacer esta petición fueron creados escritorios en todas las provincias eclesiásticas. En Egipto se desarrolló desde
ese momento el texto conocido como alejandrino. En cambio en varias regiones del imperio bizantino se desarrolló,
bajo el influjo de los escritorios de Antioquía y Siria el llamado texto koiné [común].
260
5.6 Ediciones críticas modernas
Eberhard Nestle (1851-1913) publicó en 1898 una edición crítica del Nuevo
Testamento griego basada en una comparación hecha entre las ediciones dirigidas por
25 Wetscott y Hort distinguían cuatro grupos textuales: neutral, alejandrino, occidental y siriaco. No obstante su
preferencia por el texto neutral en algunos pasajes, ellos consideraban original la forma textual llamada occidental.
26' Die Schriften des Neuen Testaments in ihrer Áltesten erreichbaren Textgestalt hergestellt auf Crundihrer
Textgeschichte [Los escritos del Nuevo Testamento en sus antiguas formas textuales accesibles para su historia del
texto], I Teil [parte]: Untersuchungen [Investigaciones], Berlín 1902 - 1910, II Teil [parte]: Text mit Apparat [Texto con
aparato crítico], Cotinga, 1913. Cada parte comprende dos volúmenes.
261
Tischendorf (editio octava maior [edición octava mayor]) y la Westcott y Hort (1881).
Esta edición ha sido la edición manual de bolsillo más usada y fue reproducida en suce
sivas ediciones reelaborada por otros estudiosos, de las cuales la última fue en 1993.
La edición Nestle-Aland de 1963 es la edición 25 dirigida por Erwin Nestle y Kurt
Aland. En 1979 salió la siguiente edición (la 26), muy cambiada en el texto y amplia
da. La preparación de Nestle-Aland ha sido cuidada por un comité internacional de
estudiosos conformado por: K. Aland (Münster, Alemania), M. Black (Saint Andrew's,
Escocia), C. M. Martini (Pontificio Instituto Bíblico, Italia), B. M. Metzger (Princeton,
Estados Unidos), A. Wikgreen (Chicago, Estados Unidos). En 1993 apareció la edición
27 dirigida por K. Aland, B. Aland, J. Karavidopoulos, C. M. Martini y B. M. Metzger.
A finales de 1996 la Sociedad bíblica británica y extranjera ha publicado la 27 edición
del Novum Testamentum Graece [Nuevo Testamento Griego] de Nestle-Aland junto
a la versión italiana de la CEI [Conferencia Episcopal Italiana] y las notas de la TOB
[Traducción Ecuménica de la Biblia],
Antes de esta empresa internacional e interconfesional en el ámbito cristiano cató
lico tuvo mucha difusión la edición de A. Merk27, Novum Testamentum graece e ¡ati
ne [Nuevo Testamento griego y latino], Pontificio Instituto Bíblico, Roma 19331, 19642,
que en un apéndice ofrece las variantes encontradas en los papiros recientemente des
cubiertos, 199211.
Finalmente se menciona The Greek New Testament [El Nuevo Testamento Griego]
(19661,19682,19753, 19934). Está orientado a los traductores y presenta un aparato espe
cial para los signos de puntuación. Para cerca de 600 pasajes menciona las más signifi
cativas diferencias en la puntuación entre cinco ediciones del Nuevo Testamento griego
y diez traducciones en inglés, francés y alemán. El aparato crítico abarca cerca de 1440
grupos de variantes, elegidas por su valor histórico, crítico y exegético. Los editores
hacen un juicio de valor sobre cada una de las variantes, expresando el grado de cer
teza atribuido a su decisión en una escala de mayor a menor (A, B, C, D). El texto grie
go de la tercera y cuarta edición corresponden, respectivamente, a las ediciones 26 y
27 del texto de Nestle-Aland.
27 Merk se organizó teniendo en cuenta el aparato crítico de von Soden, transponiendo las siglas de éste últi
mo en las del sistema Cregory y añadiendo nuevos testimonios de los manuscritos. El aparato es impostado con el
fin de mostrar la familiaridad entre los testimonios del texto. Merk distingue diversos reagrupamientos de manuscri
tos de acuerdo con las diversas partes del Nuevo Testamento: Evangelios, Hechos, Cartas de Pablo, Cartas Católicas,
Apocalipsis. De hecho, en oportunidades, en un mismo códice reagrupa textos de diversa proveniencia y pertenecien
tes a diferentes tipos textuales.
262
6. Las versiones antiguas
La diáspora del pueblo judío en toda Asia y en Egipto hizo necesaria, ya en una
época anterior al cristianismo, traducciones del Antiguo Testamento en lenguas diferen
tes a la hebrea. A partir del siglo III a.C. tenemos una serie de traducciones que son muy
importantes para la crítica textual. De hecho con la inversión a la lengua original y con
la confrontación con el texto original, se puede establecer cómo era el texto hebreo,
arameo o griego que el traductor tenía frente a sí. Las traducciones llenan, en la cade
na de la tradición, diversas lagunas causadas por la pérdida de los manuscritos del texto
original. El crítico valora una traducción sobre la base de su antigüedad y de su fidelidad
al texto. Naturalmente para la explicación de la historia del texto tienen mayor peso las
traducciones que fueron hechas siguiendo directamente el texto original, las llamadas
traducciones primarias; en cambio, tienen menos valor las traducciones secundarias, es
decir, las que se hacen teniendo como texto base otras traducciones.
En Alejandría de Egipto vivía una comunidad hebrea muy grande que, no obstante,
no conocía la lengua de sus padres y hablaba griego, y por ello surgió la necesidad de
una traducción del texto hebreo al griego. Esta traducción, en primer lugar de la Torá,
probablemente fue realizada hacia mediados del siglo III a.C. Sus orígenes son bastante
oscuros. De acuerdo con la tradición descrita en la Carta de Aristea a Filócrates, fueron
72 estudiosos los que tradujeron la Torá para el rey Ptolomeo II Filadelfo28. Inicialmente
el nombre Setenta (LXX) fue aplicado a la traducción de la Ley (Pentateuco), a continua
ción fue extendido a toda la traducción griega de las Escrituras. Esta traducción también
es llamada Biblia alejandrina.
La Carta de Aristea a Filócrates nos habla del origen de esta traducción, pero presen
ta muchos particulares efectos: la cifra de 72 traductores ha sido creada artificiosamen
te (es el resultado de 6 x 12, seis estudiosos elegidos por cada una de las doce tribus de
Israel); también tiene un cierto sabor artificioso los 72 días empleados para la traduc
ción. Filón de Alejandría añade otros rasgos legendarios: los 72 sabios habrían traducido
todo el Pentateuco idénticamente hasta en la letra, aunque trabajaban independiente
28 Esta traducción habría sido pedida por Ptolomeo II Filadelfo al sumo sacerdote de Jerusalén, Eleazar.
263
mente y en celdas separadas29. No obstante esto, no se pone en duda la información
esencial de la carta: es decir, que hacia la mitad del siglo III a.C. en Alejandría se ha ini
ciado la traducción del Antiguo Testamento al griego.
Hoy, a propósito de los LXX, se puede decir con certeza lo siguiente:
- El inicio de la traducción se puede hacer llegar a la mitad del siglo III a.C.; su finali
zación se debe ubicar en torno al año 100 a.C.
- Los LXX no fue un trabajo unitario desarrollado de una sola vez por un único estu
dioso, sino la suma de traducciones singulares hecha por personas diversas en el
arco de cerca de siglo y medio. El valor de cada traducción en particular tiene un
valor diferente.
• Importancia de los LXX: Los LXX ha sido la Biblia del Nuevo Testamento: toda
la predicación primitiva y las citaciones del Antiguo Testamento en el Nuevo
Testamento provienen de la versión de los LXX. En el Nuevo Testamento de las
350 citas del Antiguo Testamento, cerca de 300 han sido tomadas de la versión
de los LXX. También se debe saber que el Nuevo Testamento ofrece la versión
de los LXX cuando el texto es diverso del texto hebreo.
Esta versión ha influenciado el pensamiento teológico y el vocabulario del cris
tianismo de los primeros siglos.
Esta antigua traducción presenta una forma del texto anterior a la época de su
estabilización por obra de los sopherim [contadores] que, de hecho, puede
datarse de los siglos lll-ll ^.C. y puede ser útil para corregir el texto hebreo del
Antiguo Testamento30.
29 Filón de Alejandría, Vida de Moisés, II, 31 -37: "Ptolomeo Filadelfo, tomó un vivo interés por nuestra ley, deci
dió hacer traducir el texto al griego. Entonces envió embajadores a aquel que reunía en sí las cargas de sumo sacer
dote y de rey, para que le comunicaran su intención, invitándolo a elegir los hombres más excelentes, que estuvieran
en capacidad de traducir la ley. El sumo sacerdote, comprensiblemente satisfecho y convencido, además, de que sin
la voluntad divina jamás se habría interesado en semejante obra, escogió sus súbditos más apreciados entre aquellos
expertos no sólo en la propia cultura, sino también en la griega y los envió con gusto a la corte del faraón. Llegados
a Egipto [...] estos se entregaron se inmediato a cumplir con su misión. Conscientes de la magnitud de su trabajo y
sabiendo muy bien que en la traducción de la ley revelada por Dios no podían ni cortar, ni añadir, ni cambiar nada,
sino que debían conservar el pensamiento y el carácter original, buscaron en las cercanías de la ciudad el lugar más
indicado [...]. En Alejandría se encuentra la isla Faro, delante a la cual se extiende una lengua de tierra que llega hasta
cerca de la ciudad [...] Ellos la consideraron como el lugar más adecuado para su trabajo, el cual requería silencio y
recogimiento y allí se dedicaron sin ninguna perturbación a traducir la ley y permanecieron allá [...] en el más abso
luto aislamiento y sin ningún otro testigo exterior que los elementos de la naturaleza [...] tradujeron, casi por inspira
ción divina, los mismos conceptos y los mismos acontecimientos, todos con las mismas palabras, como bajo el dictado
de un maestro invisible".
30 Aunque hoy es utilizada con más discreción para este fin, respetando el fenómeno de la traducción e inclu
so la posibilidad de que el texto anterior a esta traducción fuera diferente en no pocos puntos de aquel que luego se
convirtió en el texto masorético, la versión griega antigua permanece como una mina muy rica para entender el texto
del Antiguo Testamento.
264
• Naturaleza de la traducción de los LXX: esta versión es una traducción del
hebreo, pero en oportunidad diverge del texto masorético. Por ejemplo, el libro
de Jeremías griego es más breve que el texto masorético en un octavo (1/8).
Entonces, aunque su traducción es bastante literal, es claro que el texto hebreo
del cual el libro fue traducido es diferente del texto masorético. Para la historia
de David y Goliat en 1 Samuel 17-18, el texto griego es más breve que el texto
masorético.
En ocasiones la traducción muestra la sensibilidad del ambiente alejandrino. Por
ejemplo, en Éxodo 3, 14 cuando Dios se presenta a Moisés diciendo: Yeyé asher
yeyé = Yo seré aquel que seré, la traducción griega dice: ego eimioon = Yo soy
el existente.
La variedad de los traductores se puede demostrar, además de la diversidad de
estilos, con la diversidad de traducción para las mismas palabras o para los mis
mos términos. Por ejemplo, la palabra qahal es traducida como sinagogue [sina
goga] en Génesis, Éxodo, Levítico, Números y en los profetas, pero como ekklesia
[asamblea, iglesia] en Deuteronomio y los libros históricos.
En ocasiones la traducción griega es el resultado de una falta de comprensión del
texto hebreo, o de una división de las palabras hebreas diferente de la división tra
dicional Otras veces, en cambio, la división de los LXX testimonia un texto mejor.
En los manuscritos cristianos de los LXX el nombre de Dios [Adonai] es traducido
como kyrios [señor]. No obstante ello, se debe tener en cuenta que la costumbre
de los judíos era dejar el tetragrama sin traducirlo y escribirlo con letras hebreas.
Debido a que la versión de los LXX se convirtió en la Biblia de los cristianos, con el
pasar de los años comenzó a ser invisible para los judíos. Los cristianos argumentaban
sobre la base de los LXX, los rabinos, en cambio, se mantenían rígidamente sobre el
texto hebreo que, según su opinión, había sido falsificado por la traducción griega. En el
tratado Sopherim 1, 7, de la Misná, se ofrece la opinión de un rabino del siglo II, según
el cual: la traducción de la Ley de Moisés en griego fue un pecado grave tanto como la
erección del becerro de oro, y justamente por esto hacía penitencia el día octavo del
mes Tebet [entre diciembre y enero], día en el cual los hebreos alejandrinos celebra
ban solemnemente el aniversario de su traducción. A pesar de ello, los judíos no podían
renunciar del todo a tener una traducción griega del Antiguo Testamento y en el siglo II
d.C. dieron vida a nuevas traducciones.
• Áquila: un griego del Ponto que se convirtió al judaismo, hacia el 140 d.C., hizo
una versión del texto bíblico del hebreo al griego. Él tradujo el texto de una
265
manera pobre y absurda, palabra por palabra, a costo de caer en errores de gra
mática y sintaxis griega. Por ejemplo, después de los numerales pone en sustan
tivo en singular porque así está en hebreo: ennakosia etos kai triakonta etos (=
"novecientos año y treinta año" [Gn 5, 5]); pone como regencia del verbo kalein
(= llamar) el dativo, para respetar la construcción hebrea: ekalesen o Theos to
fo ti emeran (= "Dios llamó a la luz día", en vez de to fotos, la luz [Gn 1, 5]); et
en hebreo puede significar tanto "con" como el complemento directo del verbo,
pero este autor lo tradujo sistemáticamente como s/n[con] (En el principio creó
Dios con el cielo y con la tierra)31. Como hombre culto que era, seguramente era
consciente de estas carencias lingüísticas de su trabajo, pero quería darles a sus
correligionarios de lengua griega una imagen lo más fiel posible del texto hebreo.
Aunque esta traducción debería herir el oído de los griegos fue muy estimada por
los judíos. Para los críticos esta traducción del texto habría sido muy valiosa, pero
hoy sólo poseemos unos pocos fragmentos.
• Teodoción: judío de Éfeso, quien hacia el 180 no hizo una nueva traduc
ción sino una revisión de la versión de los LXX para acercarla al texto hebreo.
Probablemente Teodoción no hizo otra cosa que confrontar los LXX con el texto
hebreo y allí donde la traducción le pareció buena la conservó, pero donde, a
su juicio, la traducción de los LXX estaba equivocada o muy oscura o demasia
do libre y lagunosa, hizo una nueva traducción. Desafortunadamente esta obra
ha sido casi del todo perdida, sólo ha permanecido completo el libro de Daniel,
porque en las ediciones cristianas ha suplantado la versión original de los LXX.
• Símaco: hacia el 200 hizo úna traducción fiel del hebreo, pero en un buen grie
go. No se sabe mucho de él, pero de las noticias dadas por Orígenes parece que
habría sido un samaritano convertido al judaismo. A lo mejor puede identificarse
con un cierto Sumkhos, un discípulos del rabí Meir. Esta traducción también nos
ha llegado de un modo muy fragmentario.
A estas traducciones se les añaden otras menos conocidas de las cuales sólo se
poseen fragmentos muy pequeños. Estas traducciones ejercieron un influjo negati
vo sobre la transcripción de los LXX causando confusiones. Algunas lecturas extrañas
entraron en el texto de los LXX. Por eso fueron necesarias diversas revisiones dirigidas
a restaurar el texto original de los LXX.
El más radical de estos trabajos fue hecho por Orígenes en los años comprendidos
entre el 228 y el 240. Él puede ser considerado como el fundador de la crítica bíbli
ca. En 50 volúmenes organizó la llamada Hexaplas, es decir, una gigantesca edición
31 Bereshit bará Elohim et hashamaim ve et haaretz = en arje epoiesen o Theos sin tois uranois kai sin te ge.
266
de la Biblia en la cual en seis columnas paralelas presentaba: 1) el texto hebreo; 2) la
transliteración del texto hebreo con letras griegas; 3) Áquila; 4) Símaco; 5) los LXX; 6)
Teodoción. Para algunos pasajes de la Biblia incluso se añadieron la séptima y la octava
columna con otras traducciones griegas. En este trabajo Orígenes revisó con particular
cuidado la quinta columna, que en seguida fue publicada aparte como texto hexaplar de
los LXX. Orígenes también publicó las cuatro columnas griegas en la llamada Tetrapla.
La redacción de las columnas 1-4 y 6 fue relativamente sencilla, de hecho se tra
taba de volver a transcribir los respectivos códices y para la segunda columna se hizo
la transliteración del hebreo. En cambio fue muy complicado el trabajo de revisión de
la quinta columna: de hecho había muchas divergencias entre la Biblia alejandrina y
el texto hebreo, además existían muchos manuscritos de los LXX, con frecuencia dis
cordantes entre ellos. Orígenes tuvo presente el texto hebreo de la primera columna
y buscó armonizar con él la quinta columna, es decir, el texto de los LXX tal como se
encontraba en los ambientes alejandrinos de los siglos ll-lll d.C.
Cuando había concordancia entre el texto hebreo y el de los LXX no hacía otra cosa
que volver a copiar la última en la quinta columna. En cambio, cuando tal acuerdo no
existía se podían presentar tres casos:
- Los LXX tenía un texto más amplio que el de la primera columna: Orígenes trans
cribía igualmente los LXX, señalando con un ófae/o32 (¿-, o -) el inicio de la sección
redundante, y con un metobelo (: o / o %) la finalización.
- Los LXX tenía un texto más breve que aquel de la primera columna: Orígenes inser
taba en la quinta columna los pasajes fallantes tomándolos de Teodoción, rara vez
los tomaba de Áquila o de Símaco, señalando el inicio de estas inserciones con un
asterisco (*) y el final con un metobelo.
- El texto los LXX estaba traspuesto respecto al de la primera columna: Orígenes res
tituía en la quinta columna el orden de la primera.
Orígenes, de hecho, llegó en ocasiones a retocar el texto de los LXX, cuando las lec
turas de los manuscritos de los LXX no eran uniformes o le aparecían corruptos, los sus
tituía con las lecturas de las otras versiones griegas del Antiguo Testamento. Por eso el
texto griego que se encuentra en la quinta columna de la Hexapla pasa bajo la denomi
nación de recensión hexaplar u origeniana de los LXX. A excepción del texto hexaplar,
tanto la Hexapla como la Tetrapla se han perdido. San Jerónimo hacia el 410 todavía
podía consultar estas obras en la biblioteca de Cesárea, destruida durante la conquista
32 Obelos = asador [parrilla); línea horizontal con la cual se indicaban los pasajes falsos.
267
árabe del 638. El texto hexaplar de los LXX sufrió nuevamente alteraciones por las fre
cuentes transcripciones, tanto que fueron necesarias nuevas revisiones.
El sacerdote Luciano de Antioquía, poco después del 300, dirigió una nueva recen
sión de los LXX. Él confrontó la versión de los LXX con el texto hebreo, y buscó corre
gir por muchos lados la primera con base en la segunda. La recensión de Luciano se
difundió sobre todo en la zona de influencia de Antioquía. La encontramos en muchos
códices y en las citaciones de los padres antioquenos (Juan Crisóstomo y Teodoreto
de Ciro). De las revisiones y ediciones antes y después de Orígenes tenemos muchos
manuscritos, más o menos completos, entre los cuales también algunos papiros de
época anterior al cristianismo. Los códices mayúsculos más importantes de los LXX son
aquellos ya nombrados a propósito del texto griego del Nuevo Testamento: S, A, B y C.
Para los Neviim tenemos el Targum de Jonathan ben Uzziel. En su actual forma, pos
terior al 400 d.C., que es más una paráfrasis que una traducción, contiene, de hecho,
numerosas digresiones de carácter edificante.
Para los Ketuvim existe el Targum de los escritos, obra de muchos autores dada la
gran variedad de lengua y estilo. Ofrece una traducción casi siempre literal de Job,
Salmos y Proverbios, en cambio, ofrece una paráfrasis libre y arbitraria para el Cantar
de los Cantares.
268
7. Las versiones latinas
Las traducciones latinas que han llegado hasta nosotros son dos:
- La Vulgata (de finales del siglo IV d.C.), traducción del hebreo (traducción primaria).
En Roma se hablaba y se comprendía el griego, por ello mismo sólo muy tarde se
sintió la necesidad de una traducción de la Biblia en latín. Diferente era, en cambio,
la situación en África y España donde el griego era poco conocido. En estos lugares,
inmediatamente después de la conversión al cristianismo, se convierte en un problema
actual una traducción latina. No está claro cuándo y dónde se dio la primera traduc
ción al latín, tampoco se sabe con certeza si se dieron una o varias traducciones. Los
primeros testimonios claros de la existencia de una Biblia en latín sólo los tenemos con
Tertuliano y Cipriano (siglo III). En el siglo IV Agustín se lamenta porque ya no podían
contar más con los intérpretes, es decir, los traductores latinos; por ello en el texto lati
no de la Biblia reinaba una gran confusión y por lo mismo se recomendaba usar la Itala.
Para la antigua Biblia en latín se usa la expresión Vetus latina, dejando abierto el pro
blema si en los orígenes se hayan presentado una o más traducciones. Lo único cierto
es que la Vetus latina es una traducción del griego. Desafortunadamente de esta versión
sólo se han conservado algunos fragmentos.
En el siglo IV el papa Dámaso I (366-384) ordenó una revisión del texto latino con
el fin de ofrecer un texto uniforme para toda la Iglesia latina. En el 382 encargó este
trabajo a Jerónimo, muy conocido por su erudición y por su plurianual estudio de la
Biblia. Su misión consistía en revisar y corregir la ítala sobre la base de la Biblia grie
ga. En el 383 presentó el texto revisado del Nuevo Testamento: había dejado en lo más
posible el antiguo texto latino, se había limitado a quitar los errores de traducción más
evidentes y a pulir las durezas estilísticas. Inmediatamente después Jerónimo reelabo
ró el Antiguo Testamento de acuerdo con los LXX. De esta revisión sólo se han conser
vado: 1 y 2 Macabeos, Baruc, Sabiduría y Eclesiástico, porque Jerónimo en seguida no
se ocupó más en este trabajo y fueron, entonces, inseridos en la Vulgata en esta últi
ma elaboración.
7.2 La Vulgata
269
mente del hebreo (hebraica ventas)13. En el 405 terminó la nueva traducción de los pro-
tocanónicos, los cuales fueron seguidos de Tobías y Judit, de acuerdo con el modelo
arameo, y las secciones deuterocanónicas de Daniel y Ester, según el modelo griego.
Jerónimo también admite que reelaboró con mucha prisa y superficialmente algunas
partes de la Biblia y por ello mismo no todos los libros salieron perfectos. No obstante
esto, desarrolló su trabajo conscientemente, utilizó buenos manuscritos hebreos y grie
gos; su traducción es una de las mejores obras de este tipo en la antigüedad. La Iglesia
latina adoptó esta traducción del Antiguo Testamento del hebreo y la revisión del Nuevo
Testamento que tomó el nombre de Vulgata.
Con todo, la Vulgata tuvo el mismo destino de los LXX y de la Vetus latina. Cuanto
más se difundió y fue transcrita, tanto más estuvo sujeta a errores de copiado y, en oca
siones, a intencionales correcciones erróneas. Por ello la Vulgata tiene una historia del
texto muy complicada, tanto como el texto original y las otras traducciones antiguas.
Además, hacia finales del Medioevo y el inicio de la Modernidad, hubo otras traduc
ciones del texto original que contribuyeron a hacer el texto de la Biblia latina todavía
más intrincado.
El concilio de Trento, en la cuarta sesión, del 8 de abril de 1546, se vio obligado a
producir un decreto en el cual, además de establecer la amplitud del canon: a) decla
raba auténtica la Vulgata; b) ordenaba una edición oficial de la Vulgata.
El decreto sobre la autenticidad de la Vulgata afirma: "Esta edición antigua de la
Vulgata (vetus et vulgata editio)... debe ser considerada auténtica en las lecturas públi
cas, en las discusiones, en las predicaciones, en las exposiciones de manera que nadie
ose o presuma refutarla bajo cualquier pretexto" (EB 61). Este decreto ha sido con fre
cuencia mal entendido o ha sido interpretado en el sentido de que el texto griego ori
ginal no fuese normativo y que únicamente la Vulgata fue considerada la Biblia de los
cristianos católicos. De las discusiones de la asamblea conciliar resulta evidente que el
problema no era el de establecer si la Vulgata debería preferirse al texto original, sino:
a) cuál de las ediciones latinas de la Biblia existentes en ese entonces debería ser la ver
sión para usar oficialmente en las escuelas y en la discusión teológica; b) cuál traduc
ción presentaba el texto más cercano al original de manera que se pudiera afirmar con
certeza su carácter de revelación.
Toda duda acerca de la interpretación de las afirmaciones tridentinas sobre la
Vulgata ha sido definitivamente disipada por el papa Pío XII en la encíclica Divino33
33 En el 390 presentó los libros de los Reyes; en el 391 publicó una nueva traducción del Salterio, el llamado
Psalterium iuxta hebraeos, que ha sido conservado en diversos manuscritos, pero que no tuvo la suficiente difusión y
no entró en la Vulgata, aunque fue traducido fielmente y en un latín muy elegante.
270
afilante Spiritu34 (1943), en la cual se habla de la autenticidad jurídica de la Vulgata, es
decir, la Vulgata está libre de errores en materia de fe y de moral y por eso mismo se
puede usar en las discusiones y en las predicaciones sin peligro de error.
El decreto del concilio de Trento relativo a una edición oficial de la Vulgata sólo se
concretó en 1592. En aquel año, de hecho, apareció la edición oficial latina de la Biblia
que posteriormente fue conocida con el nombre de Sixto-Clementina. Pío X en 1907
encargó a la orden de los benedictinos la preparación de una nueva edición crítica de
la Vulgata, esta revisión sólo apareció para el Antiguo Testamento en 1987. En 1979 fue
publicada la Neo-Vulgata, una nueva traducción en latín de los textos originales, para
uso litúrgico.
De las versiones sirias que han llegado dos conciernen a toda la Biblia: la Peshitta
y la Siro-palestina; dos únicamente son testimoniadas para el Antiguo Testamento: la
siro-hexaplar y la de Jaqub di Edesa; tres son testimoniadas únicamente para el Nuevo
Testamento: Vetus syra, Filoseniana y Hardense.
34 "La preeminencia autorizada de la Vulgata o, como dicen, autenticidad, no ha sido determinada por el con
cilio por motivos prevalentemente críticos, sino por su uso legitimado en la Iglesia durante muchos siglos; de este uso
se demuestra, de hecho, que ella, como concierta y entiende la Iglesia, está inmune de errores en materia de fe y
costumbres: por esto mismo esta Biblia se puede usar en las discusiones, en las lecturas y en las predicaciones y sin
peligro de errar; por tanto, la autenticidad de este tipo no se entiende en primer lugar en el sentido crítico, sino en
el jurídico. Esta autoridad de la Vulgata en el campo doctrinal no prohíbe para nada, aunque hoy casi que lo postu
la, que esta misma doctrina sea probada y confirmada también por los textos originales y que en cualquier sitio sean
tomados en ayuda los mismos textos con los cuales se manifieste cada vez más y sea explicado el significado preciso
de las sagradas letras" (EB 549).
271
La Peshitta del Nuevo Testamento comprende 22 libros porque no trae las cartas
católicas más breves (2 y 3 Juan, 2 Pedro y Judas) y el Apocalipsis. Se tienen más de
350 manuscritos de la Peshitta del Nuevo Testamento, los más antiguos de ellos datan
de los siglos V y VI, pero pocos contienen todo el Nuevo Testamento. En su conjunto
el texto sirio del Nuevo Testamento ha sido transmitido con fidelidad y son muy pocas
las variantes significativas.
2. La versión Siró-palestina para el Antiguo Testamento es una traducción de los
LXX. Ha llegado a nosotros en fragmentos de textos litúrgicos (los manuscritos datan
de los siglos comprendidos entre el VI y el XIII). De la versión del Nuevo Testamento,
que data del siglo V, han llegado a la actualidad muy pocos testimonios, los más anti
guos son del siglo VI.
Las versiones sirias del Nuevo Testamento han sido precedidas por la obra de
Taziano, quien, hacia el 172, compuso, probablemente en lengua griega y posteriormen
te él mismo la tradujo al sirio, una armonía evangélica, el Diatessaron ([to] día tessaron
[evaggelion] = [Evangelio] de cuatro), donde juntó en uno solo los cuatro evangelios.
1. La Vetus siria. Es la versión siria más antigua del Nuevo Testamento; han llega
do dos manuscritos, ambos con lagunas, que contienen los cuatro evangelios. El prime
ro, un palimpsesto de finales del siglo IV, ha sido encontrado en el monasterio Santa
Catalina del Sinaí y es llamado siro-sinaítico (sys). El segundo, del siglo V, ha sido encon
trado en Egipto por W. Cureton y es llamado siro-curetoniano (syc). Estos manuscritos
presentan muchas afinidades. Syc podría ser una revisión de sys, que muestra correccio
nes ausentes en syS
2. La versión Filoseniana (Philoxeniana) es atribuida a Policarpo, corepíscopo de
Mabbug, quien la hizo hacia el 507-508, basándose sobre el texto griego, por encargo
de Filóseno, obispo monofisita de aquella ciudad. Esta versión se ha perdido.
272
3. La versión Harclense. Tomás de Harquel, un monje que también fue obispo de
Mabbug, en el 616, mientras estaba en el exilio en el convento de Enatón, junto a
Alejandría, revisó la versión Filoseniana cotejándola con tres manuscritos griegos para
los evangelios y uno para los Hechos y las Cartas. Se trató de una reelaboración total
basada sobre una minuciosa fidelidad al texto griego, pero dañando el estilo y la clari
dad de la traducción siria. Esta versión es muy útil para la reconstrucción del modelo
griego usado por el traductor.
La expresión copto deriva de qubt, nombre de los egipcios en árabe, derivado del
griego [Ai] gupt [ios]. En los primeros siglos de la era cristiana la lengua copta es tes
timoniada por al menos media docena de formas dialectales diferentes entre ellas. Los
dialectos más importantes son el sahidico, hablado en el Alto Egipto, en árabe said, y
el bohairico, hablado en el Bajo Egipto, en árabe El-Buhayarah, que todavía sobrevive
como lengua litúrgica. En sahidico y bohairico han llegado el Nuevo Testamento y el
Antiguo Testamento, este último traducido de los LXX. Ambos muestras muchas afini
dades con el tipo textual alejandrino.
La versión armenia está basada en los LXX. Se tienen unos treinta manuscritos. Los
más antiguos son del siglo XIII. En Venecia se conserva un salterio (1651) que se data
de los siglos X-XI. La versión armenia del Nuevo Testamento, de acuerdo al número de
manuscritos, es la más testimoniada después de la Vulgata, entre las versiones antiguas.
Los manuscritos más antiguos son del siglo IX. El manuscrito neotestamentario armenio
más antiguo es un Tetraevangelio del 887.
De la versión gótica del Antiguo Testamento sólo han llegado a la actualidad peque
ños fragmentos de Nehemías (capítulos 5-7) en un palimpsesto del siglo VI de la
Biblioteca Ambrosiana; esta versión dependía de un original griego. La traducción del
Antiguo Testamento al gótico no fue obra de Wulfilas, obispo de los godos, a quien sí
le es atribuida la traducción del Nuevo Testamento (que data del 341).
273
Excepto el códice Argénteas, llamado así por el color de la tinta usada sobre perga
mino púrpura, escritos hacia los siglos V y VI y conservado en la biblioteca universita
ria de Upsala, los siete manuscritos que se conservan de la versión gótica son bilingües
(gótico-latín) y casi siempre reescritos. Provienen de Italia septentrional, es decir de
ambiente ostrogodo, donde el texto original ha sufrido el influjo de la Vetas latina.
Otros pueblos orientales convertidos al cristianismo también tuvieron sus propias
biblias. En la mayoría de los casos son traducciones secundarias del griego y en algu
na ocasión del sirio. Las más importantes son: a) la traducción etíope de los siglos IV y
V; b) la traducción eslava de los apóstoles Cirilo y Metodio (hacia el 800), que todavía
hoy es la Biblia de los eslavos orientales y meridionales.
274
cargo del sacerdote católico Guillermo Jünemann Beckschaefer; es considerada la única
traducción del griego al castellano del texto del Antiguo Testamento de acuerdo con la
versión griega de los Setenta, la Biblia Septuaginta.
La Biblia Nácar-Colunga, versión católica de Alberto Colunga Cueto y Eloíno Nácar
Fúster, se imprimió por primera vez en el año 1944; la traducción fue efectuada desde
los idiomas originales, hebreo y griego (la primera de este género fue la Reina-Valera).
En 1947 aparece la Sagrada Biblia, versión de José María Bover y Francisco Cantera, ree
ditada por la Biblioteca de Autores Cristianos. Otra reconocida versión de la Biblia en
castellano es autoría de monseñor Juan Straubinger, sacerdote católico alemán exiliado
en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial.
275
Biblia y la historia del pueblo de Dios; presenta, además, índices, indicaciones
de fechas y cronologías, y una introducción particular a cada uno de los libros
de la Biblia.
• Dios habla hoy: Es una traducción dinámica y con lenguaje sencillo y fácil de
entender. Existe una edición de estudio con notas históricas y lingüísticas no con
fesionales elaboradas por eruditos católicos y protestantes; ésta ha sido diseñada
con el fin de suministrar a los lectores abundantes ayudas para la comprensión
del texto bíblico. Es una publicación de las Sociedades Bíblicas Unidas.
• La Biblia: Esta nueva edición de editorial Herder renuncia a signos diacríticos que
intentan reproducir sonidos griegos o hebreos inexistentes en castellano y las gra
fías de los varios centenares de nombres propios de la Biblia han sido adaptadas
y homogeneizadas en castellano.
• Biblia del Peregrino: Traducción de los textos originales dirigida por Luis Alonso
Schókel. Es una coedición de ediciones Mensajero, ediciones Ega y editorial
Verbo Divino.
276
• La Biblia de nuestro pueblo: Es la versión pastoral de la Biblia del Peregrino, edita
da por ediciones Mensajero y los Misioneros Claretianos. Su edición está orienta
da a facilitar la lectura, la oración, la meditación y el actuar cristiano de cada día.
277
Capítulo X
EL CANON DE LA ESCRITURA
1. Introducción
1 Entre los apócrifos del Antiguo Testamento tenemos: el Apocalipsis de Moisés, la Ascensión de Isaías, el
Testamento de Salomón; entre los del Nuevo Testamento: el Evangelio de Pedro, el Protoevangelio de Santiago, el
Evangelio de Tomás, la Correspondencia entre Pablo y el filósofo Séneca.
279
de Jesús que se lee en el Evangelio de Pedro2 (también los cuatro evangelios canóni
cos dan esta noticia, pero sin describir los acontecimientos en sus detalles particulares}.
¿Con base en qué criterio han sido inseridas en la Biblia las dos cartas de Pedro (que:
entre otras cosas no datan de la época del apóstol), mientras su evangelio ha sido con
siderado apócrifo? Evidentemente que no ha sido la paternidad, auténtica o supuesta,
de un apóstol, o de un discípulo suyo, lo que ha determinado la inserción de un escri
to en el canon.
La Iglesia, poco a poco, llegó a la convicción de que algunos escritos eran inspira
dos porque contenían una tradición segura, indicaciones creíbles, que ayudaban a pro
fundizar en la fe; la Iglesia descubre que en ellos actuaba el Espíritu de Dios, porque el
mensaje de este o de aquel escrito producía frutos. En cambio, vio que otros libros no
reforzaban de la misma manera la fe del lector o, para complicar el asunto, favorecían
el surgimiento de corrientes heréticas. Se sacó, entonces, la conclusión que no eran ins
pirados y que no se distinguían en nada de la literatura común. El proceso de formación
del elenco de los libros de la Biblia duró algunos siglos.
2. Terminología
Canon proviene de kanon icaña), porque la caña era el instrumento para medir, el
término asumió el significado de medida, del cual derivó, a su vez, el de regla o norma.
De hecho, para el apóstol Pablo canon es la norma que gobierna y regula la vida del
cristiano: "En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de Nuestro
Señor Jesucristo [...] Estar o no estar circuncidado no tiene ninguna importancia, lo que
importa es ser una creatura nueva [...] Y para todos los que siguen esta norma [kai osoi
to kanoni touto stoijesousin] sea la paz y la misericordia, como sobre todo el Israel de
Dios" (Ga 6, 14-16).
Al comenzar el siglo IV el término canon comenzó a indicar el elenco de las
Sagradas Escrituras oficialmente reconocido por la iglesia. Atanasio (351) fue el prime
2 Erbetta, M. (dir.). Gli apocrifí del Nuovo Testamento, 1/1. Casale Monferrato, 1975, 143-144: "Pero en la noche
en la cual comenzaba a iluminarse el día del Señor, mientras los soldados hacían guardia de a dos, resonó en el cielo
un fuerte grito. Aquellos vieron los cielos abiertos y descender dos hombres desde allá con gran brillo y acercarse al
sepulcro. La piedra, con la que estaba sellada la entrada, se salió sola y se paró en otra parte. Así se abrió el sepul
cro y los dos jóvenes entraron. Ante tal visión, los soldados despertaron al centurión y a los ancianos. También estos
estaban allá para la guardia. Mientras explicaban lo que habían visto, he aquí que ven de nuevo salir de la tumba tres
hombres: dos sostenían al tercero, mientras una cruz los seguía. La cabeza de los dos primeros llegaba al cielo, mien
tras que la de aquel que era conducido por mano de ellos superaba los cielos. Entonces oyeron una voz de lo alto que
decía: '¿Has predicado a los durmientes?'. Después se escuchaba la respuesta proveniente de la cruz: 'Sí'. En estos
momentos aquellos decidieron juntos ir hasta donde Pilato y ponerlo al corriente del hecho".
280
ro que distinguió entre los libros canónicos y apócrifos3. La distinción de san Atanasio
entre libros canónicos y apócrifos invoca la distinción de Eusebio de Cesárea (hacia el
300) que en relación a los "libros testamentarios (endiathekos)" habla de omologoume-
na (libros aceptados por todos), antilegomena (discutidos) y notha (falsos)4.
Después del concilio de Trento, Sixto de Siena (+ 1569) introdujo en la Iglesia cris
tiana católica la terminología de protocanónicos y deuterocanónicos. Es una termino
logía poco afortunada, porque podría hacer pensar que los libros protocanónicos sean
más canónicos que los deuterocanónicos, o que a lo mejor entraron antes en el canon
con relación a los otros que habrían entrado en segundo lugar. En realidad el significado
de esta terminología es uno solo: protocanónicos son los libros aceptados por la Iglesia
posapostólica sin ninguna discusión; deuterocanónicos, en cambio, son aquellos libros
sobre cuya canonicidad se discutió en algunas Iglesias, antes de que fueran definitiva
mente acogidos en el elenco de los libros inspirados.
Los deuterocanónicos son siete para el Antiguo Testamento: Tobías, 1 y 2 Macabeos,
Baruc, Sabiduría, Eclesiástico, y las secciones de Daniel 13-14, y Ester 10, 4-16, 24;
y siete para el Nuevo Testamento: Hebreos, Santiago, Judas, 2 y 3 Juan, 2 Pedro y
Apocalipsis. Las Biblias cristianas católicas y las cristianas protestantes de hoy, por lo
que hace referencia al Nuevo Testamento, presentan los mismos libros y en el mismo
orden, aparte breves secciones de prueba incierta en los testimonios manuscritos. En
cambio, para el Antiguo Testamento las Biblias cristianas protestantes sólo traen los pro
tocanónicos.
En el vocabulario relativo al canon bíblico también se encuentra el término pseudoe-
pigráfico o pseudoepígrafe (pseudes grafe = falsa inscripción), que ha sido introducido
por los cristianos protestantes para indicar lo que los cristianos católicos llaman apócri
fos, mientras que llaman apócrifos a los libros del Antiguo Testamento que los cristianos
católicos llaman deuterocanónicos. Entonces, mientras que para los cristianos católicos
el Eclesiástico es un libro deuterocanónico y el Apocalipsis de Moisés es un libro apó
crifo, para los cristianos protestantes el Eclesiástico es un libro apócrifo y el Apocalipsis
de Moisés es un libro pseudoepigráfico.
El canon bíblico es la lista oficial de los libros que la iglesia reconoce como normati
vos para la vida cristiana, como parte de su fundación en la comunidad de fe. Los libros
canónicos son aquellos libros que constituyen la regla de fe, transmiten las verdades
reveladas y estructuran la vida cristiana. El reconocimiento oficial del canon no excluye
3 Atanasio en el 351 escribe que El Pastor de Hermas "no hace parte del canon", y en el 367, en la Carta fes-
tal 39, después de haber enumerado los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, los llama "libros incluidos en el
canon (kanonizomena)" y acreditados como divinos" y los contrapone a los "libros apócrifos [apokrifa)", que los here
jes mezclan con las Escrituras divinamente inspiradas.
4 Todavía no se sabe si los libros "canónicos" de Atanasio corresponden a los "omologoumena" de Eusebio.
281
que otros escritos puedan haber sido compuestos con la asistencia y la guía del Espíritu
y después se hayan perdido. Tal es el caso de la Carta a los Laodicenses (cf. Col 4, 16).
Los escritos sagrados de Israel no se han formado por arte de magia. Israel no
comenzó su historia escribiendo libros. Primero vivió y después, luego de una larga fase
de tradición oral, ha escrito, para recordar todo lo vivido y comprendido, yasí ofrecer
lo como lecciones de vida a las generaciones futuras. ■
/
3.1 El prólogo del Eclesiástico
Muchas y grandes enseñanzas nos han sido dadas en la Ley, en los Profetas y los demás
Escritos que los siguieron y por ellos se debe elogiar a Israel como un pueblo instruido y
sabio [...]. También mi abuelo Jesús, dedicándose intensamente a la lectura de la Ley, de los
Profetas y de los demás Escritos de nuestros padres, y habiendo adquirido una notable com
petencia, fue impulsado a escribir algunas cosas en lo que hace referencia a la enseñanza
y a la sabiduría, para que los arpantes del saber, familiarizándose también con ello, puedan
progresar, cada día más, en una conducta de acuerdo a la Ley". Después de haber anotado
las dificultades para traducir del hebreo al griego y haber exaltado la indudable fuerza del
original hebreo ("no solamente esta obra, sino también la misma Ley, los Profetas y el res
to de los Libros conservan una ventaja no pequeña en el texto original"), concluye: "Vine a
Egipto [...], a mí también me pareció necesario trabajar con diligencia y fatiga para traducir
este libro [...] que publico para aquellos que en el extranjero pretendan instruirse adecuan
do sus costumbres para vivir según la Ley {Prólogo del Eclesiástico).
282
Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías) parece cerrado y fijado cuando fue
escrito el Eclesiástico (hacia el 180 a.C.) porque la alabanza de los padres (Ecl 44-50)
rememora los principales personajes y episodios de la historia bíblica exactamente igual
al orden y a las sucesiones de los grupos de los profetas anteriores (Ecl 46, 1-48, 24) y
posteriores (Ecl 48, 25-49, 12).
En cuanto al tercer grupo, los Escritos, el Eclesiástico no da elementos para valorar
su extensión; la alabanza de los padres no menciona a Esdras, Ester, Daniel, pero sí a
Zorobabel, Josué, hijo de Yosedac, y Nehemías (Ecl 49, 13-15).
El judaismo palestino del siglo I d.C. confirma los bloques de la Ley y los Profetas
como concluidos y definitivos, y testifica una cierta delimitación del tercer bloque.
Hacia el 95 d.C. el historiador Flavio josefo escribe:
No existe entre nosotros una infinidad de libros discutidos y contradictorios, son solo 22 que
abarcan la historia de todos los tiempos y que son justamente considerados como divinos.
Entre ellos están los cinco libros de Moisés, que contienen la ley y la narración de los acon
tecimientos que se desarrollaron desde la creación del hombre hasta la muerte del legislador
de los judíos [...]. Desde la muerte de Moisés hasta el reinado de Artajerjes, los profetas que
sucedieron a Moisés narraron en trece libros los hechos que se desarrollaron en su tiempo.
Los otros cuatro libros contienen himnos en honor a Dios y preceptos útiles para la vida [...].
Desde Artajerjes hasta nuestros días, han sido igualmente puestos por escrito; pero estos
libros no han conquistado la misma autoridad de los precedentes porque la sucesión de los
profetas no ha sido bien establecida (Contra Apionem 1, 8).
Flavio Josefo no ofrece la indicación precisa de cuáles son los trece libros de los
Profetas y los otros cuatro libros; pero gracias a las indicaciones que ofrece en los otros
escritos suyos el elenco puede ser fácilmente reconstruido. Los trece libros de los profe
tas corresponden a: Josué, Jueces con Rut (un solo libro), 1 y 2 Samuel (un solo libro),
1 y 2 Reyes (un solo libro), Isaías, Jeremías con Lamentaciones, Ezequiel y los doce pro
fetas menores (un solo libro), Job, Ester, Daniel, Esdras y Nehemías (un solo libro), 1 y
2 Crónicas (un solo libro). Los otros cuatro libros corresponden a Salmos, Proverbios,
Cantar de los Cantares y Eclesiastés. En total son 22 los libros sagrados, tantos cuantas
son las letras del alfabeto hebreo. Pocos años después, el apócrifo 4 de Esdras 14,18-47
menciona 24 libros aceptados por los judíos como sagrados; se trata de la misma lista
de Flavio Josefo pero contando por separado los libros de Lamentaciones y Rut.
283
3.3 ¿Un canon palestino opuesto a un canon alejandrino?
5 El libro de Ester fue excluido por los esenios de Qumrán debido a la importancia que en este libro se le da a
la fiesta de los Purim, que contrastaba con el calendario festivo de la comunidad.
284
3.4 ¿Por qué los judíos tienen un canon reducido?
Después de Esdras (siglo IV) faltó un personaje autorizado para asegurar el carác
ter divino de los escritos más recientes, o confirmar el carácter sagrado de escritos más
antiguos sobre los cuales los profetas no se habían expresado con claridad. Esta razón
es puesta a la luz por Flavio Josefo en Contra Apionem (1, 8) donde, después de haber
enumerado los escritos canónicos, añade: "Desde Artajerjes (siglo V) hasta nuestros
días, todo fue escrito, pero estos libros no han adquirido entre nosotros la misma auto
ridad de los anteriores, porque jamás hubo una segura sucesión de profetas".
A esto lo acompañan otros dos motivos: a) según los fariseos un escrito no podía ser
considerado sagrado si no había sido escrito en lengua hebrea o aramea (única lengua
considerada como digna para expresar la palabra de Dios); b) además debía haber sido
compuesto en Palestina (único lugar adecuado para la revelación divina).
Si en el siglo I d.C. la extensión del tercer grupo de los Libros Sagrados en el judais
mo todavía era incierta, no se puede esperar de la Iglesia apostólica (y por lo mismo de
los escritos del Nuevo Testamento) una respuesta precisa y definitiva a este problema.
Sin embargo, el Nuevo Testamento pone a la luz la gran consideración en la cual eran
tenidas las Escrituras de Israel.
A propósito de las Escrituras de Israel, Jesús afirma que no pueden ser anuladas (Jn
10, 35); afirma que no he venido a abrogar sino a llevarla a cumplimiento (Mt5, 17-18);
a ellas hace referencia con un perentorio está escrito (gegraptai), que cierra cualquier
discusión (Mt 4, 4-10). Lo mismo hacen los otros escritores del Nuevo Testamento
mediante las fórmulas: Para que se cumpliera la Escritura, o: Dice la Escritura. Este uso
indica que las Escrituras de Israel también son para la Iglesia apostólica escrituras "cris
tianas".
La comunidad cristiana se desarrolló, sobre todo, en el ámbito de la diáspora donde
era utilizada la Biblia de los LXX. De hecho, eran pocos los que todavía podían utili
zar y entender la lengua hebrea. La primera Iglesia hablaba griego, celebraba en griego,
escribía en griego, consecuentemente las lecturas litúrgicas eran tomadas de la Biblia
alejandrina. Al escribir, cuando se citaba la Biblia, se tomaba la versión de los LXX6.
6 De las 350 citas del Antiguo Testamento hechas por el Nuevo Testamento, cerca de 300 son tomadas de la
versión de los LXX.
285
Los autores del Nuevo Testamento mediante el uso han aprobado y reconocido el
canon tal como era el de la versión de los LXX. Este argumento mantiene toda su fuer
za aunque se debe admitir que los apóstoles, en sus escritos, jamás citan explícitamen
te pasajes de los deuterocanónicos; pero este silencio no equivale a desaprobación,
solamente quiere decir que no tuvieron ocasión de referenciarlos. Por lo demás, tam
poco no son expresamente citados, algunos libros protocanónicos como: Rut, Esdras,
Nehemías, Ester, Cantar de los Cantares, Edesiastés, Abdías y Nahúm. No obstan
te lo anterior, hay alusiones bastante explícitas a Edesiástico 5, 11 en Santiago 1, 19; a
Sabiduría 2, 24 en Romanos 5, 12; a 2Macabeos 6, 18-7, 42 en Hebreos 11, 34.
En la época posapostólica el texto ofidal de la Iglesia para el Antiguo Testamento
fue el de los LXX o su traducdón completa (Vetus latina). Una confirmación favorable
del canon completo es ofrecida por los antiguos manuscritos cristianos, particularmen
te los de las catacumbas. Se encuentran numerosas escenas que representan episodios
narrados en los protocanónicos (jamás escenas que representan hechos narrados en los
apócrifos del Antiguo Testamento). Son frecuentes: la representación de los tres jóve
nes en el horno (Dn 3, sección deuterocanónica); la representación de Daniel en el
foso de los leones, con el profeta Habacuc quien le lleva comida (Dn 14, también sec
ción deuterocanónica).
Desde finales del siglo II d.C., dos factores contribuyeron a fijar la extensión del
Antiguo Testamento cristiano: a) la herejía de Marción; b) la opción por el canon más
breve por parte del judaismo.
La reacción de la Iglesia a la posición de Marción (+ hacia el 160), para quien el
Antiguo Testamento no tenía ninguna importancia para los cristianos, es más se le
podría atribuir a un Dios malvado, tuvo consecuencias de gran relieve. Justino, Ireneo,
Orígenes y otros defendieron el Antiguo Testamento, considerado necesario por la
riqueza de su enseñanza, especialmente en relación con la historia de la salvación, con
cebida y actuada por el único Dios, que es al mismo tiempo Dios de Israel y Padre de
Jesucristo. La defensa del Antiguo Testamento estuvo acompañada inevitablemente por
el problema de su exacta extensión.
Sobre la canonicidad e inspiración de los deuterocanónicos se discutió, tanto en
Oriente como en Occidente, hasta el siglo IV. Orígenes, Atanasio y Cirilo de Jerusalén
optaron por el canon breve de los hebreos; en Occidente, Agustín fue un obstina
do defensor del canon largo apelando al uso de estos libros en la liturgia de numero
sas iglesias y a su preciosa contribución para la doctrina y la fe. Jerónimo, después de
haberse enamorado de la hebraica veritas [la verdad hebrea], fue un convencido defen
sor del canon breve, limitado a los escritos que originalmente estaban en hebreo, pero
jamás pretendió absolutizar su enseñanza contra la común doctrina de la Iglesia.
286
Desde el siglo V hasta el concillo de Trento hubo unanimidad moral de los escrito
res cristianos a favor de los deuterocanónicos. Los autores que aún levantaron algunas
dudas en relación a los deuterocanónicos son pocos: en Oriente Juan Damasceno; en
Occidente Gregorio Magno (t 604) y Hugo de San Víctor (siglo XII). A partir de 1546,
año de la definición tridentina, ningún cristiano católico ha puesto en duda la canoni
cidad de los deuterocanónicos.
A propósito de los deuterocanónicos del Antiguo Testamento:
1. No se puede pretender que cada antiguo escritor cristiano cite todos los escritos
deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Era normal que se citara el Antiguo
Testamento cuando se presentaba la oportunidad y, evidentemente, no a todo
Padre de la Iglesia se le presentaba la ocasión de citar todos los deuterocanóni
cos.
4. La controversia con los judíos inducía a algunos escritores a darle valor solamen
te a aquellos libros sobre los cuales se podía basar para un diálogo con ellos.
Los escritos del Nuevo Testamento surgieron, en gran medida, por motivos ocasio
nales y estaban destinados a comunidades particulares y no a la Iglesia universal. Cada
comunidad vivía de la predicación oral del apóstol por quien había sido fundada y ani
mada por sus eventuales escritos7.
7 Parece que sólo algunos escritos del Nuevo Testamento estaban destinados a varias comunidades: Santiago 1,
1; A las doces tribus dispersas por el mundo; 2Corintios 1, 1: a todos los santos de toda Acaya; 1 Pedro 1, 1: a los fie
les dispersos en Ponto, Calada, Capadocia, Asia y Bitinia; o giraban como circulares dirigidas a varias comunidades
(de aquí surge su carácter normativo que trasciende la comunidad local).
287
El canon del Nuevo Testamento fue fijado en la época posapostólica. En cada una de
las Iglesias se pasará lentamente de una colección incompleta a una colección cada vez
más completa hasta llegar a los elencos y a las decisiones del magisterio de los siglos
IV y V. Los criterios para la conservación y aceptación eran: a) el origen apostólico real
o presunto; b) la importancia de la comunidad para la cual el escrito fue compuesto;
c) la conformidad con la regla de fe; d) en oportunidades también el caso (como para
Filemón en relación a otras cartas de Pablo que se perdieron).
Los cuatro evangelios, aunque no son los escritos más antiguos del Nuevo
Testamento8, fueron los primeros en ser puestos en el mismo plano de aquellos del
Antiguo Testamento y en ser reconocidos como normativos para la comunidad cris
tiana [canónicos]. Los Padres apostólicos proporcionan la prueba de que al inicio del
siglo II las grandes Iglesias poseían una colección de los libros designados con el térmi
no de evangelios. Hacia el 140, Papías, obispo de Hierápolis, conocía Marcos y Mateo.
Justino (hacia el 150) pone los evangelios en el mismo plano de las Escrituras hebreas:
"En el día llamado del sol nos reunimos en un mismo lugar, de la ciudad y del campo,
y se hace la lectura de las Memorias de los apóstoles [Evangelios] y de los escritos de
los Profetas, hasta que el tiempo lo permite" (PG 6, 429).
A comienzos del siglo II, trece Cartas de Pablo (Corpus paulinum) eran conocidas en
Grecia, Asia Menor e Italia9. En el transcurso de la primera mitad del siglo II se tienen
pocos testimonios en relación a los otros escritos apostólicos; en cambio, en la segun
da mitad del siglo II, los Hechos de los apóstoles, el Apocalipsis y, al menos la primera
de Juan y la primera de Pedro ya eran considerados como canónicos.
f
En el siglo II dos factores contribuyeron a la fijación del canon del Nuevo Testamento:
la herejía de Marción y el gnosticismo.
Marción no sólo refutó el Antiguo Testamento en su totalidad, sino que también
negó parte del Nuevo Testamento. Aceptó como textos sagrados diez cartas de Pablo
(excluía Hebreos, 1 y 2 Timoteo y Filemón) y una versión del Evangelio de Lucas depu
rada de todas las referencias al Dios del Antiguo Testamento. El gnosticismo del siglo
II se mueve en dirección opuesta, aceptando revelaciones particulares obtenidas en
“ El primer escrito neotestamentario fue la Primera carta de Pablo a los Tesalonicenses, escrita en Corinto, en el
invierno del 50-51, durante el segundo viaje misionero.
9 Una confirmación proviene de la Segunda carta de Pedro 3, 15-16, que pone las cartas de Pablo en el mismo
plano de las otras Escrituras. Por ello, cuando fue escrita la Segunda carta de Pedro (no después del 125 d.C.), al menos
algunas cartas de Pablo gozaban, junto con los evangelios, de garantía y autoridad apostólica.
288
encuentros secretos con Cristo resucitado, produjo nuevos evangelios y cartas que ase
guraban que eran de origen apostólico.
El hecho de que Marción (+ hacia el 160) haya reducido el canon prueba indirec
tamente que en su tiempo existía un canon más amplio, de hecho Ireneo lo acusa de
haberlo mutilado. Tertuliano, después de haber afirmado que los Testamentos son dos,
sostiene que el Nuevo Testamento está compuesto por cuatro evangelios, trece cartas
de Pablo, la carta a los Hebreos, la primera carta de Juan y los Hechos de los apóstoles.
Serapión, obispo de Antioquía, hacia el 190, se pronuncia así sobre el evangelio apócri
fo de Pedro: "Nosotros, hermanos, acogemos a Pedro y los otros apóstoles como Cristo
en persona, pero somos muy prudentes en el hecho de rechazar los escritos que falsa
mente llevan su nombre, sabiendo que no los hemos recibido como tales de nuestros
mayores" (En Eusebio. Historia eclesiástica, 6, 13, 3).
En la historia de la formación del canon neotestamentario un documento está cons
tituido por el Canon Muratoriano, que refleja el canon de la Iglesia de Roma hacia el
200 d.C. El canon sostiene el carácter normativo de los cuatro evangelios, los Hechos
de los apóstoles, trece cartas paulinas, otras tres cartas apostólicas (Judas, 1 y 2 Juan)
y el Apocalipsis; junto a este se nombra el Apocalipsis de Pedro, que se consideraba
como "no adecuado para la lectura en la iglesia". Este canon no menciona nada de las
cartas a Hebreos, 1 y 2 Pedro, Santiago y 3 Juan, y extrañamente acepta como cristiano
el libro de la Sabiduría de Salomón (que pertenece al canon del Antiguo Testamento);
recomienda la lectura, únicamente privada, del Pastor de Hermas.
Un siglo más tarde, hacia el 310 d.C., Eusebio de Cesárea refiere que todavía exis
tían discrepancias en las listas de los libros del Nuevo Testamento en las diversas igle
sias (Historia eclesiástica 3, 25, 1-14). No hacían parte de los libros oficiales reconocidos
por todos como canónicos: Hebreos, Santiago, 2 Pedro, Judas, 2 y 3 Juan (antilegome-
na); todavía se discutía el Apocalipsis de Juan, que el mismo Eusebio dudaba si lo ubi
caba entre los omologoumena o entre los notha (= falsos o apócrifos).
De la segunda mitad del siglo V existe, sobre el canon del Nuevo Testamento, ün
consenso que se puede considerar unánime. De este consenso únicamente se separan
los nestorianos. En el siglo XVI algún grupo de reformadores tuvo dudas en torno a algu
nos deuterocanónicos. Por ello, la Iglesia en el transcurso de los siglos III, IV y V gra
dualmente tomó conciencia del canon largo del Nuevo Testamento.
Las causas que determinaron incertidumbres y dudas sobre la canonicidad de algu
nos libros fueron:
a) La falta de un elenco oficial y definitivo de los libros sagrados.
289
b) Las dificultades de comunicación entre una Iglesia y otra y las dificultades rela
tivas a la lengua le impidieron a las Iglesias, en ocasiones, informarse sobre las
cuestiones sobre los escritos apostólicos y comunicárselos.
d) El mal uso que las sectas heréticas hacían de algunos libros (Hebreos y
Apocalipsis)'0.
10 Por ejemplo, los novacianos se basaban en Hebreos 6, 4-6 para negar la posibilidad del perdón para los após
tatas; los milenaristas, a su vez, acudían con insistencia a Apocalipsis 20, 4.6 donde se habla del reino milenario de
los elegidos.
290
La Iglesia de Oriente aceptó el canon largo en el concilio Trullano II o Quinisexto
(692). El patriarca Focio (+ 891) lo confirmó y lo declaró una vez más como obligatorio
para toda la Iglesia oriental.
La primera intervención de la Iglesia a nivel universal en relación con el texto sagra
do se tuvo en el concilio de Florencia (1442). En el último decreto de este concilio
ecuménico fue presentado un elenco de los libros sagrados conforme al elenco de los
concilios africanos y del Decreto Celasiano (Bula Cántate Domino, de febrero 4 de
1442, EB 47). No se trata de una definición solemne, sino de una profesión de fe en el
canon bíblico. El canon del concilio de Florencia es idéntico a aquel que será aproba
do mediante la definición del concilio de Trento, tanto en lo que se refiere al conteni
do del elenco como a la disposición de los libros bíblicos (con la única excepción los
Hechos de los apóstoles que es ubicado antes del Apocalipsis):
La Iglesia confiesa un solo e idéntico Dios como autor del Antiguo y del Nuevo Testamento
[...] porque los santos de uno y otro Testamento han hablado bajo la inspiración del mismo
Espíritu Santo. De estos acepta y venera los libros comprendidos bajo los siguientes títulos
{EB 47).
Después del concilio de Florencia parecía que todo estaba definitivamente estable
cido en torno a los libros que pertenecían a la Sagrada Escritura, pero Lutero encendió
nuevas disputas. En su versión de la Biblia en alemán también tradujo los libros deute-
rocanónicos del Antiguo Testamento, pero los puso al final declarándolos expresamen
te apócrifos y como libros que no se deben considerar en el mismo plano de la Sagrada
Escritura, pero que, no obstante, son útiles y buenos para /eer11.
El concilio de Trento se vio obligado a decidir definitivamente la cuestión del canon.
El 8 de abril de 1546 con el decreto De libris sacris et de traditionibus recipiendis [Los
libros sagrados y las tradiciones recibidas] (cuarta sesión) definió solemnemente el elen
co de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, y concluye:
Si después de esto alguien no aceptara como sagrados y canónicos estos libros, en su inte
gridad y con todas sus partes, como es costumbre leerlos en la iglesia católica y como se
encuentran en la antigua edición de la Vulgata y despreciara conscientemente las tradicio
nes recibidas: sea anatema {EB 60).
" No es clara la actitud de Lutero frente a los libros Hebreos, Santiago, Judas y Apocalipsis, parece que no los
cuenta entre los libros que llevan a Cristo. En su traducción del Nuevo Testamento de 1522 y 1546 son traducidos e
impresos, pero no tienen, a diferencia de los demás libros, numeración e índice.
291
El concilio de Trento, contra las Iglesias de la reforma, dio la lista completa de los
Libros Sagrados en sintonía con los concilios precedentes: 44 para el Antiguo Testamento
(clasificó Lamentaciones y Baruc como un libro único con Jeremías) y 27 para el Nuevo
Testamento; según ello, incluyó los libros deuterocanónicos y reprobó a todos aquellos
que no aceptaban como sagrados y canónicos tales libros en todas sus partes.
4. Los libros enumerados en el decreto son sagrados y canónicos con todas sus par
tes [...] como se encuentran en la antigua edición de la Vulgata latina. Mediante
el inciso: con todas sus partes [cum ómnibus suis partibus], se quiere asegurar
la canonicidad de secciones breves como el final de Marcos (Me 16, 9-20), el
292
sudor de sangre (Le 22, 43-44), el episodio de la adúltera12 (Jn 7, 55-8, 11), que
todavía hoy en el Nuevo Testamento protestante o no se encuentran o son pues
tos entre paréntesis.
Los concilios sucesivos únicamente añadieron retoques complementarios a la posi
ción tridentina. El Vaticano I afirma que los libros de la Escritura son sagrados y canó
nicos porque son inspirados. De hecho se lee:
La santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros
del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración
del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma
Iglesia (DV11).
Hasta aquí se ha recorrido el camino histórico de la formación del canon del Antiguo
y del Nuevo Testamento, pero ¿por qué este canon y no otro?, ¿en qué se basó la Iglesia
para aceptar determinados libros como canónicos, rechazando al mismo tiempo otros?
La cuestión del canon de la Escritura, como se ha visto, se volvió a presentar en
la época del concilio de Trento. Poco antes del concilio, los humanistas, en especial
Erasmo de Roterdam, habían presentado críticas en relación con algunos libros. Las
inquietudes eran principalmente de naturaleza histórica y se referían, en particular, a los
deuterocanónicos del Antiguo Testamento.
Lutero consideró secundarios, en relación con el testimonio dado sobre Cristo, los
mismos escritos refutados por Erasmo y los colocó al final de su traducción alemana
de la Biblia. Lutero consideraba que el criterio determinante para reconocer un escrito
como canónico fue el hecho de llevar a Cristo, su urgere Christum (= proponer enérgi
camente, hacer valer a Cristo, Cristo apremia). Su crítica se basaba sobre argumentacio
nes teológicas y no era una crítica al canon, sino una crítica en el canon, en su interior.
12 Erasmo (+ 1536) había puesto en duda la autenticidad de estos tres pasajes evangélicos, sosteniendo que no habían
sido escritos por los autores (Marcos, Lucas y Juan), a quienes normalmente se les atribuían. La duda sobre la autentici
dad no implicaba la duda sobre la canonicidad, pero Erasmo no había diferenciado bien entre autenticidad y canonicidad
y, por ello, su posición era sospechosa. No obstante, su posición tuvo algunos seguidores entre los católicos.
293
Lutero distingue entre: libros privilegiados, en cuanto reflejan el testimonio apostólico
central sobre Cristo (Romanos y Gálatas); libros ordinarios, que en cierto modo ya eran
testimonio de un catolicismo primitivo; y libros de rango secundario, que no llevaban
adecuadamente a Cristo (Hebreos, Judas, Santiago, 2 Pedro, Apocalipsis).
Naturalmente que a los reformadores para aceptar estos libros no les podía bastar la
decisión magisterial de la Iglesia, por el hecho de que la Iglesia no podía ponerse por
encima de la Escritura y decidir sobre ella, y esto en coherencia con el principio de sola
Scriptura [solo Escritura], El criterio para establecer cuáles libros fuesen canónicos debía
ser encontrado en la misma Escritura.
Los pronunciamientos de los concilios de Trento, Vaticano I y Vaticano II no son
naturalmente decisivos para los teólogos protestantes. Es más, ellos acusan a la Iglesia
cristiana católica de ponerse por encima de la Escritura y caer en un sutil círculo vicio
so: la Iglesia cristiana católica ha definido cuál es su Escritura Sagrada para luego apo
yarse y justificarse como Iglesia fiel a la Escritura. Para el teólogo católico, en cambio,
las decisiones conciliares son vinculantes, pero esto no lo exime de reflexionar sobre la
cuestión del canon.
13 Kümmel, C. W. Einleitung in das Neuen Testament. Quelle & Meyer, Heidelberg, 1983.
14 Kasemann, E. Das Neue Testament ais Kanon. Dokumentation und krítische Analyse zur gegenwártigen
Diskussion. Vandenhoeck & Ruprecht, Cotinga, 1970.
294
diferentes libros canónicos. Por esto el trabajo del creyente es el de descubrir en
este canon el auténtico evangelio. El auténtico evangelio estaría constituido por
la justificación del pecador mediante la fe y la gracia de Cristo. Todos los textos
neotestamentarios son juzgados a la luz de este canon en el canon, que es el
único que confiere autoridad a la Escritura del Nuevo Testamento.
De esta breve reseña surgen tres datos: a) los teólogos protestantes no niegan que la
Iglesia haya tenido y tenga un papel en la transmisión del canon; b) se evita, no obstan
te, cualquier apariencia de sumisión de la Escritura a la Iglesia; c) el Espíritu desarrolla
un importante papel en el reconocimiento de la autoridad de la Escritura.
Las tres posiciones presentadas no pueden ser aceptadas por la parte católica. En los
dos primeros casos el creyente se pone solo frente a la Escritura [subjetivismo] sin nin
gún criterio objetivo en grado de asegurarle que se trata de la palabra de Dios autoriza
da. En el tercer caso es ofrecida una hipótesis histórica no documentada, que supone
una fractura entre la Iglesia apostólica y la posapostólica; esta última no podría tomar
las decisiones que hipotéticamente tomó a su tiempo la primera.
15 Barth, K. Die Souveránitat des Wortes Cotíes und die Entscheidung des Claubens. Evangelischer Verlag A. G.
Zollikon, Zúrich, 19482; Die Schrift und die Kirche. Evangelischer Verlag A. G. Zollikon, Zúrich, 1947.
16 Cullmann, O. Introduzione al Nuovo Testamento. II Mulino, Bolonia, 1968.
295
En los tres casos está presente la problemática de la relación entre la Escritura y la
Iglesia con su tradición y su magisterio. Si se rechaza el valor de la tradición y el magis
terio se desvanece la posibilidad de aportar un fundamento objetivo al canon bíblico
remitiendo todo a las decisiones de cada individuo.
De acuerdo con la teología oriental la Iglesia vive y existe bajo la acción y el impulso
del Espíritu Santo, que es esencial para la vida de la Iglesia. Monseñor N. Edelby reasu
mió esta idea en el aula sinodal del Vaticano II recordando que, así como no es posi
ble la realidad de Cristo si no se unen la carne nacida del vientre de María y la acción
del Espíritu Santo, tampoco la Biblia es palabra viva sino gracias a la fuerza vivifican
te del Espíritu. Entonces, la tradición es la teofanía del Espíritu, y sin el Espíritu la histo
ria de la salvación es incomprensible y la Escritura sería letra muerta'8. Entre Escritura y
tradición no existe ninguna contradicción. La Escritura no es otra cosa que la tradición
apostólica escrita vivificada por el Espíritu. Tradición y Escritura no son dos fuentes de
la revelación, sino dos momentos formales de la tradición.
Aplicando estos principios al canon, resulta que el canon de la Escritura es el con
junto de la tradición apostólica escrita, reconocida por la Iglesia bajo la luz y la fuerza
del Espíritu como expresión auténtica de la misma tradición. La Biblia es Escritura santa
en la Iglesia sólo bajo la acción del Espíritu, presente en la Iglesia, y por ello únicamen
te en este contexto puede ser correctamente comprendida. Esta impostación ayuda a
superar el problema de la subjetividad señalado en las posiciones protestantes; también
ayuda a describir las relaciones entre Escritura y tradición de la Iglesia, sin que la Iglesia
se ponga por encima de la Escritura.
17 Bulcakov, S. L'ortodossia. II Mulino, Bolonia, 1981’; Mehedintu, V. Offenbarung und Überlieferung. Gotinga,
1980, pp. 214ss.
18 Dei Verbum, 81-87 [sic].
15 Grelot, P. La Bibbia e la teologia. Desclée, Roma, 1969, pp. 134-136. [Traducción española: Biblia y teología.
Herder, Barcelona, 1979],
296
materia de fe, goza de la infalibilidad. Ni el magisterio, ni la tradición eclesial, de la cual
hace parte, pueden ser considerados órganos puramente humanos porque el Espíritu
Santo sigue actuando en la Iglesia a través de sus carismas.
Según K. Rahner20 la Iglesia alcanza el conocimiento del canon bíblico no median
te un esfuerzo, sino a través de la revelación divina. Si Dios quiere la Iglesia, la quiere
con todos sus elementos constitutivos, entre ellos la Sagrada Escritura, que es la obje
tivación de la fe de la Iglesia apostólica y el elemento fundamental de la misma. La
Iglesia ha seleccionado, bajo la guía del Espíritu, en el curso de la historia, los libros de
la Escritura, libros que son su norma de fe y vida, norma querida por Dios y por Él dada
a la Iglesia, y ha constituido el canon de la Escritura.
211 Rahner, K. Sulla ispírazione della Sacra Scrittura. Paideia, Brescia, 1967.
21 De hecho escritos de dudosa autenticidad apostólica fueron aceptados como canónicos (por ejemplo la Carta
a los Hebreos, la 2 Pedro y el Apocalipsis).
297
• Ortodoxia: fueron incluidos en el canon los escritos que se consideraba que
traían la auténtica predicación apostólica sobre Cristo, su vida y su mensaje.
• Catolicidad: fueron incluidos en el canon aquellos libros que por todas o por casi
todas las Iglesias eran considerados inspirados (tal como era testimoniado por el
uso litúrgico); si, en cambio, sólo eran acogidos por algunas iglesias, eran deja
dos a parte.
Este proceso de reconocimiento y definición se dio bajo la acción del Espíritu Santo:
"La teología protestante tiene razón en afirmarlo con fortaleza. Falta saber quién sea
el sujeto al cual le llega este testimonio del Espíritu Santo. Sobre este punto la teología
protestante tiene una noción de Iglesia muy insuficiente, aunque a su juicio sea acepta
ble. De hecho, no es a cada uno de los creyentes que el Espíritu Santo infunde una per
suasión relativa al canon"22, ya que esta persuasión ha sido dada a la Iglesia que sigue
siendo asistida por el Espíritu porque ella conserva fielmente el depósito apostólico en
su integridad.
El criterio último de normatividad del Nuevo y del Antiguo Testamento, el funda
mento del canon es la autoridad del Señor Jesús. Sólo cuando bajo la guía del Espíritu
es advertida esta autoridad, un escrito puede ser acogido como canónico; sólo en este
caso nos encontramos con la norma última [norma normaos) que, para el cristiano,
jamás es un libro sino una persona, Cristo. Jesucristo es el punto de referencia, la norma
última. Si se reconocen como normativas determinadas tradiciones escritas es porque
reflejan con fidelidad la enseñanza de Cristo transmitida por los apóstoles.
Evidentemente no todos los criterios que se han presentado, se encuentran en igual
medida en los escritos bíblicos. Por ello, se puede hablar de una jerarquía de lo apos
tólico al interior del canon del Nuevo Testamento, y de esta manera es posible recupe
rar una interesante contribución de la teología protestante referida al canon en el canon,
pero sin la tentación de excluir algún escrito. De hecho, en la Iglesia no se leen todos los
libros bíblicos con la misma frecuencia, ni todos tienen la misma importancia. A este pro
pósito el Vaticano II afirma: "Entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los
Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio princi
pal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador" (DV 18a).
298
9. Cuestiones discutidas
299
Capítulo XI
Premisa
301
a los diez años de habitar Abrahán en el país de Canaán, Sara, su mujer, tomó a Agar la
egipcia, su esclava, y se la dio a su marido Abrahán como mujer (Cn 16, 2-3).
La unión de Abrahán con Agar, la esclava de su mujer, de ninguna manera es conde
nada. Alguien podría deducir de este pasaje el derecho al amor libre, o a la poligamia,
o, incluso al préstamo del vientre materno; pero esto se puede pensar si no se conoce
el derecho oriental antiguo que preveía que la mujer estéril podía concederle su pro
pia esclava al marido. En este caso los hijos de la esclava eran considerados hijos legí
timos de los esposos.
En la parábola del administrador astuto (perezoso) (Le 16, 1-8) el punto de compara
ción no está en la pereza, sino en la astucia del administrador en cuestión. Jesús quie
re decir: ustedes deben ser, en las cosas de Dios, tan astutos como este administrador;
por ello esta parábola no puede ni debe ser leída como una legitimación del robo por
parte de Jesús.
En el transcurso de los siglos las tesis más absurdas y las afirmaciones más imposibles
han sido sostenidas basándose en la Biblia. Basta recordar las corrientes fanáticas del
Medioevo (los anabaptistas del tiempo de la reforma) y numerosos movimientos actua
les. Todos se basaban y aún se basan en la misma afirmación: ¡Está escrito!
Frente a una narración, a una expresión bíblica se debe tratar de identificar la inten
ción del autor sin proyectar la opinión personal sobre el texto. El camino que se va a
recorrer está orientado a poner las bases para la correcta comprensión del texto de la
Biblia.
302
La distinción puede parecer falaz pero es de mucha importancia para una correcta
comprensión de la Biblia. Esta precisión ayuda a entender que la revelación y su con
versión en Escritura han coincidido en la historia, en un contexto histórico y por ello,
de alguna manera, son condicionadas por él. Sí se lee la Biblia sin tener en cuenta el
contexto histórico, social y cultural que la ha producido, la palabra de Dios se reduce
a una simple suma de proposiciones, se cierra el camino hacia una correcta compren
sión del texto y se corre el peligro de hacerle decir al texto aquello que, de hecho, no
quiere decir.
El resultado de la lectura de la Biblia de los Testigos de Jehová es, a menudo, opues
to al valor que la Biblia misma ofrece. En el mundo bíblico no tocar la sangre es una
invitación a defender la vida que es simbolizada con la sangre, y por ello es infidelidad
al sentido del texto prohibir la transfusión de sangre.
Como la revelación y su conversión en Escritura han sucedido al interior de la histo
ria, es necesario tener presente que ambas están históricamente condicionadas.
Con el término revelación normalmente se entiende "el conjunto de las verdades que
Dios ha manifestado al hombre, el cual debe hacerlas propias por medio de la razón
y la voluntad". Esta concepción se fundamenta sobre una interpretación estrecha de la
doctrina del Vaticano I, según el cual Dios se ha revelado a sí mismo y los decretos
eternos de su voluntad a la humanidad (DS 3004)1 2. Dios se ha revelado a sí mismo: el
punto de partida de esta declaración fue ignorada por los teólogos durante mucho tiem
po, porque en la revelación de Dios ellos vieron, sobre todo, los decretos eternos de su
voluntad, las verdades reveladas o dogmas.
De aquí nace el peligro que la revelación se convierta en una realidad separada de
Dios, confiada a la Iglesia para que la administre y la difunda. De este modo se pier
de de vista que la revelación es, sobre todo, un hecho histórico: Dios mismo entra en
la historia humana. Dios no transmite simplemente alguna cosa al hombre, sino que,
antes que nada, se comunica a sí mismo. A este propósito la Dei Verbum dice: "Dispuso
Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad";
y añade: "Dios habla a los hombres como lo hacen los amigos" (DV 2). Este paralelo
es sumamente importante, porque ayuda a entender que el acontecimiento de la reve
1 El tema de la revelación es propio de la teología fundamental. Aquí solamente se hace una breve aproximación.
2 Denzinger, H. y Schonmetzer, A. Enchiridion Symbolorum, Defínitionum et Declarationum de rebus fidei et
morum. Friburgo, 1965.
303
lación sucede en el plano de la persona, que Dios busca una relación personal con el
hombre.
Lo que concretamente significa esto se puede clarificar con un paralelo sacado de
la esfera de las relaciones interpersonales. ¿Cómo hace un amigo para conocer al otro,
sus intenciones y sus proyectos? Es claro que esto no se hace empujando al otro a tener
conversaciones sobre su vida interior, sus intenciones, sobre aquello que le gusta o
sobre lo que no le gusta. Se aprende a conocerse mutuamente frecuentándose. De esta
manera se puede hacer una idea del otro, de su carácter, su modo de ser, mucho más
observando su comportamiento que no únicamente escuchando sus palabras.
Del mismo modo, la autorrevelación de Dios y el mensaje contenido en esa reve
lación (sus verdades salvíficas) no se pueden separar una de otra. Dios no se revela
al hombre comunicándole dogmas, verdades referidas a su persona {Dios es uno en
tres personas, Jesús es el Hijo de Dios). Estas verdades reveladas no son otra cosa que
reflexiones sobre las experiencias que el hombre ha tenido con Dios. En otras palabras,
únicamente en cuanto el hombre advierte la acción de Dios en su existencia y en la his
toria, puede formular los dogmas (Dios es bueno, Dios es omnipotente...).
Dios se manifiesta de dos maneras:
• En la creación (= revelación natural): desde el inicio Dios ha creado al hom
bre con capacidad para comprender la naturaleza (mundo y cosmos) como algo
creado, algo causado. El hombre tiene la posibilidad de pasar de lo que ha sido
causado al que es la causa, es decir, a un creador. En otras palabras: Dios le ha
dado al hombre ojos que son capaces de reconocer, en toda la creación, las hue
llas del creador.
• En la historia y mediante su palabra (= revelación sobrenatural o histórica): Dios
llama a Abrahán y después un pueblo entero con el cual pacta una alianza.
Entonces Dios se revela en los eventos que le sucedieron a Abrahán, a David,
en la historia del pueblo de Israel3. "La revelación sucede en acontecimientos y
palabras (gestis verbisque) íntimamente conectados entre ellos" (DV 2).
No obstante ello, el obrar de Dios en el mundo no exime al hombre de la fe. De
hecho, Dios no le ofrece ninguna prueba en clave lógica o verificadle como una fór
mula matemática. La revelación de Dios sucede en un plano personal. Sólo exclusi-
’ ¿Cómo imaginar esta autorrevelación de Dios al hombre sin caer en un enorme sobrenaturalismo? ¡Se trata
de un acontecimiento indescriptible! Abrahán descubre a Dios atrayéndolo a sí mismo, pero sólo lo puede hacer por
que Dios se deja descubrir por él. La historia de Abrahán testimonia una experiencia de Dios. El hombre puede tener
experiencia de Dios únicamente si se abre a Él. Esto no sucede necesariamente a través de la palabra. Existen muchos
otros modos de comunicarse el uno con el otro. En la convivencia entre personas se conocen propósitos y opinio
nes de los demás aunque no hayan sido puestos al corriente de una manera expresa. Señales, actitudes y hechos, con
frecuencia, dicen más que las palabras, ellos mismos se convierten en palabra. Se debe usar este modelo de relación
interpersonal incluso en la relación entre Dios y el hombre. Abrahán experimentó la cercanía de Dios.
304
vamente cultivando una predisposición confiada, el hombre puede convencerse de la
veracidad de Dios y de la verdad de su revelación. Cuando hablamos de fe, entende
mos, en primer lugar no la aceptación racional y voluntaria de determinados dogmas,
sino el sí fundamental del hombre a Dios, su confianza en Dios. Podemos creer en Dios
(en las verdades salvíf¡cas reveladas por Él) sólo si tenemos una confianza enraizada en
Él. También cuenta todo lo que sucede en el ámbito de las relaciones interpersonales.
Sólo estamos plenamente convencidos de la verdad de una afirmación hecha por otro
y no (o no todavía) verificadle, si creemos en la veracidad de esta persona, es decir,
si ponemos en él una confianza fundada. Del mismo modo sucede con la fe en Dios.
Esta fe no puede consistir únicamente en aceptar como verdaderos determinados axio
mas; es, en cambio, por su íntima naturaleza, la relación confidencial y confiada entre
el hombre y Dios.
3. Historicidad de la revelación
“ En ocasiones se puede caer en el equívoco, se habla de una cosa y el que escucha entiende otra. Por ejem
plo: Un hotelero recibe la carta de un potencial cliente pero no comprende exactamente la abreviatura W.C [servicios
sanitarios], y pensando que se trataba de un templo de la iglesia anglicana llamada Wallay Chappel [Capilla Wallay],
responde de la siguiente manera: Apreciado Señor, tengo el placer de informarle que el lugar al cual se refiere en su
apreciada carta se encuentra a doce kilómetros del hotel, lo cual es muy aburridor, sobre todo si se tiene la costum
bre de ir con frecuencia, pero si ese es el caso es preferible llevar fiambre para comer allí durante todo el día. Algunos
llegan a pie, otros en tren, pero todos llegan en el momento indicado. Hay puesto para 4000 personas sentadas, 100
de pie y hay aire acondicionado para evitar el inconveniente del hacinamiento. Las sillas son en terciopelo y se reco
mienda llegar temprano para encontrar puesto. Al ingreso, a cada uno se le entrega un papel y las personas que lle
gan después de la distribución, pueden utilizar el papel de su compañero de asiento, pero a la salida deben entregarlo
de nuevo para poderlo utilizar todo el mes. Todo aquello que se recoge es enviado a ios niños pobres del país. Hay
fotógrafos especializados que toman fotografías en diversas poses, las cuales serán publicadas en los periódicos urba
nos de la misión especial. Así se podrán ver las diversas personas en el cumplimiento de actos tan humanos.
305
En el antiguo Israel dominaba la concepción de que Yahvé habitaba en un pala
cio celeste, rodeado de una corte completa: "He visto al Señor sentado en su trono;
todo el ejército del cielo estaba alrededor suyo, a derecha e izquierda" (7R 22, 19). No
hay duda de que los autores bíblicos han entendido estas afirmaciones a la letra (y no
en sentido figurado); pero esto no tiene tanta importancia. Lo importante en verdad
es entender lo que querían decir. Ellos describen la corte celestial con la intención de
subrayar el poder y la majestad de Dios, su dominio sobre el mundo entero.
Cuando Jesús dice que Dios "hace brillar el sol sobre los malos y los buenos" (A4t5,
45) lo entiende literalmente (o como lo entendían literalmente sus oyentes), porque en
ese entonces existía la convicción de que el sol giraba en torno a la tierra. Nosotros, en
cambio, entendemos esta afirmación en sentido figurado, porque sabemos que no es
el sol el que gira en torno a la tierra. La inexacta concepción del mundo que está a la
base de esta frase no le quita nada de sentido al hecho de referirse al mandamiento del
amor que debe extenderse incluso al enemigo.
Tanto en las páginas del Antiguo Testamento como en los labios de Jesús y en las
descripciones de los evangelistas, se encuentran imágenes, concepciones y visiones del
mundo ligadas a su tiempo. La historicidad de la revelación hace que la palabra de Dios
llegue a nosotros mediada por la palabra humana y condicionada por un determinado
tiempo y una determinada cultura. La interpretación de la Escritura sólo se puede dar
teniendo un preciso conocimiento de la cultura y del mundo bíblico; sin este conoci
miento la comprensión resulta insuficiente, comprometida y limitada.
306
con su padre (Gn 19, 30-38), el engaño de Jacob frente a Esaú (Gn 27), actitudes que
de ninguna manera son condenadas.
¿Cómo explicar todo esto? Se ha querido explicar recurriendo a la pedagogía divina
(DV 5). Como los padres no pueden enseñar todo de una vez a sus hijos, sino que los
educan poco a poco, adecuándose a su edad y a su capacidad de comprensión, de la
misma manera Dios ofrece progresivamente a los seres humanos la posibilidad de com
prender quién es Él y cuáles son los planes que tiene para ellos. Con todo, esta teo
ría no es suficiente para explicar todas las dificultades que se encuentran en el Antiguo
Testamento, a lo sumo sirve para hacerlo menos insuperable. Por ello más que dar expli
caciones, nos debemos contentar con la idea de que el Antiguo Testamento representa
únicamente en su totalidad un testimonio de alto valor moral. El discurso de la peda
gogía divina permite, de todos modos, intuir que la revelación de Dios alcanza su ple
nitud gradualmente.
En el transcurso de los siglos los seres humanos han tenido nuevas experiencias de
Dios, por eso los autores bíblicos sucesivamente han corregido la visión parcial de las
generaciones anteriores. De este modo algunas cosas han sido perfeccionadas, otras
han sido relativizadas y otras han sido abandonadas.
307
cada hombre, incluso el extranjero y el enemigo (parábola del Buen Samaritano). Jesús
radicaliza el mandamiento del amor. Sólo perdonando incondicionalmente se puede
romper el círculo vicioso de la violencia y darle un sitio al amor. De esta manera Jesús
supera todo lo que lo ha precedido y lo lleva a su cumplimiento.
Dios, para hacerse entender, se ha adaptado al nivel de comprensión de su pueblo.
Si se tiene presente esta consideración, se ve bajo otra luz algunos pasajes del Antiguo
Testamento que antes nos dejaban perplejos. Los primeros y más antiguos estratos de
la Biblia se nos abren si buscamos leerlos y entenderlos partiendo de la prospectiva de
Cristo, es decir, del cumplimiento de la revelación.
Cuando hoy se oye hablar del Giro de Italia no se piensa en cualquier paseo turístico,
sino en una competencia ciclística bien precisa. Análogamente muchas palabras usadas
por Jesús y sus discípulos hacen parte de la cultura religiosa del pueblo de Israel y evo
can otras cosas en relación al sentido inmediato de las palabras (o nomos, o logos). Es el
Antiguo Testamento el que forma el fondo de esta cultura. Los títulos atribuidos a Jesús
(Cristo, hijo de David, hijo de Dios, hijo del hombre, siervo sufriente de Yahvé, profe
ta...), muchas expresiones como pastor, viña, matrimonio, Jerusalén, agua, soplo... han
sido enriquecidas por un nuevo significado que ha madurado a lo largo de la historia de
Israel. Estas palabras esconden en sí un significado más profundo en relación al normal.
308
El Antiguo Testamento es un universo de símbolos por descubrir. Si le digo a un niño:
este hombre es "valiente" uso el lenguaje de la información. La palabra "valiente" tiene
un significado preciso, definido por el diccionario y lo aplico a este hombre. Si le digo:
este hombre es un "león" uso el lenguaje simbólico. Es cierto que el niño no se imagi
nará que este hombre es un animal con colmillos y todo (lenguaje de la información),
sino que transferirá sobre él todo aquello que la imagen de un león evoca... excepto
que conozca otro león, incluyendo a aquel que es de peluche. Aquí se experimenta la
riqueza y el límite del lenguaje simbólico: este lenguaje enriquece el conocimiento del
objeto al cual se aplica pero, en nuestro caso, sólo para aquellos que tienen la experien
cia de lo que es un león. Si el niño ignora lo que es un león es necesario, al menos, lle
varlo al zoológico o al cine; solamente cuando tenga una cierta experiencia de lo que
es un león se podrá usar la palabra como símbolo.
De lo anterior se extraen algunas consecuencias prácticas para la lectura de la Biblia.
Cuando leemos una palabra del Antiguo o del Nuevo Testamento es necesario pregun
tarse si se trata de una información o de un símbolo; en este último caso es necesario
preguntarse qué es lo que evoca esa palabra (Jn 13, 30: era de noche)s, de otra mane
ra se corre el riesgo de graves incomprensiones, equivocaciones y se pierde parte de la
riqueza evocativa del texto.
El Antiguo Testamento es indispensable para comprender el Nuevo Testamento.
San Agustín escribe: "In Vetere Novum latet, in Novo Vetus patet" (= "En el Antiguo se
esconde el Nuevo, en el Nuevo se hace claro el Antiguo").
5 Otro ejemplo: en la multiplicación de los panes y de los peces según Marcos 6, 39, uno se da cuenta que Jesús
ordenó que los presentes se sentaran sobre la hierba verde. ¿Un recuerdo histórico? A lo mejor; pero el evangelista
transmite esta imagen no es, en primera instancia, por un interés de tipo biográfico, sino por el valor teológico que tal
imagen sugiere: recuerda el tema del buen pastor que conduce el pueblo de Dios a verdes praderas (Sal 23, 2; tam
bién Is 35, 1-10).
309
los profetas que reclaman justicia y respeto hacia el pobre se entrelazan con las moder
nas reivindicaciones sociales. Seguimos leyendo el Antiguo Testamento porque su men
saje aún sigue siendo actual, ayuda a dar respuestas a los "porqués" que el hombre lleva
en su corazón.
Hoy seguimos leyendo el Antiguo Testamento porque lo que nos dice y nos presen
ta es una promesa que todavía no se ha cumplido. En los textos de los profetas, en los
salmos, en los apocalipsis se anuncia que un día Dios vendrá para establecer su reino,
en aquel día ya no habrá más pobreza y el mal, la injusticia, el sufrimiento y la muerte
serán vencidos. Basta mirar a nuestro alrededor para ver que todo esto todavía no se ha
cumplido: el mal, el sufrimiento y el pecado todavía existen. La venida de Cristo no ha
puesto fin a la espera, al contrario, ha reforzado la esperanza. La promesa contenida en
el Antiguo Testamento permanece para los cristianos como un programa para cumplir.
310
Capítulo XII
INSPIRACIÓN DE LA ESCRITURA
La Sagrada Escritura es palabra de Dios porque ha sido escrita por inspiración del
Espíritu de Dios, el hagiógrafo no ha escrito solo sino que ha sido guiado por Dios en
la composición de la Escritura (DV 9): esta fe de la Iglesia no se enraíza sólo en la fe
de la primera comunidad cristiana, sino que también proviene del pueblo de la anti
gua alianza.
Israel tenía la certeza de que su Dios no era un Dios mudo como los ídolos de las
naciones paganas, que tienen boca y no hablan (Sal 115, 5). El Dios de Israel se hace
conocer a través de hechos y palabras que, gracias a una particular asistencia de su
Espíritu, son acogidas y transmitidas por algunos miembros privilegiados del pueblo:
líderes (Je 13, 25), reyes (1R 22, 21), sacerdotes y sabios (Jr 18, 18), y de manera parti
cular los profetas (Is 11, 2)1.
' El más antiguo testimonio de una palabra divina puesta por escrito se encuentran en el tiempo de Moisés: son
las palabras de la alianza, las diez palabras (Ex 24, 3). Moisés las escribe y las presenta como cláusulas de la alianza
de Yahvé con su pueblo, que se compromete con juramento solemne: Todo lo que el Señor ha ordenado, nosotros lo
haremos y lo obedeceremos (Ex 24, 7). A continuación, cada vez que Israel viva un momento importante de su cami
no histórico, se referirá al gran patrimonio de la revelación. Cuando el rey Josías (639-609 a.C.) quiso poner en marcha
una reforma religiosa radical, se inspiró en el libro de la Ley(Dt 12-26), el texto encontrado en aquel tiempo durante
los trabajos de restauración del templo (2R 22-23). Después del exilio, cuando Israel tuvo que retomar su camino como
pueblo libre, se confrontará con la "Ley", es decir, con el Pentateuco como existía en ese entonces, ya redactado en
311
La conciencia, por parte de Israel, de poseer los libros que contenían la palabra
auténtica de Dios, se expresa en un dicho rabínico del tiempo de Jesús: Todas las
Sagradas Escrituras hacen impuras las manos (Misná, Jadajim 3, 5c) donde hacer impu
ras las manos es una expresión utilizada para indicar que las Sagradas Escrituras jamás
deben ser tocadas con las manos, porque son escritos sagrados.
La Biblia es palabra de Dios porque el hagiógrafo en la composición de la Escritura
ha sido guiado por el Espíritu. Mediante la expresión Espíritu de Dios, el Antiguo
Testamento indica el poder de Dios en acción, la fuerza misteriosa que ha dado origen
a la creación y a la historia de la salvación.
El Espíritu de Dios aleteaba en el caos primordial (el Espíritu de Dios se movía sobre
las aguas) y dio inicio a la obra de la creación. Dios sopló con su Espíritu (Ex 15, 10) y
se pudo hacer realidad el paso de Israel de la esclavitud a la libertad. Dios hace entrar su
espíritu en un montón de huesos secos y el pueblo de Israel comienza a revivir, renace
la esperanza del regreso a la tierra de los padres (Ez37, 14). El Espíritu desciende sobre
los apóstoles reunidos en el cenáculo e impulsa el punto de inflexión del cristianismo:
la división de Babel fue anulada, la Palabra de Dios gana para la fe a todos los pueblos
y da vida a la Iglesia (Hch 2).
El Espíritu de Dios está presente en la historia y en los grandes protagonistas de esta
misma historia. Esto sucede expresamente mediante las imágenes que la Biblia utiliza:
el Espíritu está en el enviado, sobre él, reposa sobre él, desciende sobre él, viene a él,
lo cubre. Todas estas imágenes preparan el nacimiento del término técnico inspiración.
El Espíritu de Dios mueve a la persona sobre la cual se posa para actuar y hablar en
nombre de Dios. *
Se puede hablar de tres tipos de inspiración: pastoral, profética y bíblica. La inspi
ración pastoral es aquella que hace actuar y dirige a los pastores del pueblo de Dios.
El Espíritu está con Moisés que guía al pueblo en el camino hacia la tierra prometida
amplias secciones y, escuchando su lectura, se reconocerá no delante de un rollo escrito, sino delante del Señor (Ne
8, 6). Como la de Moisés, también la palabra de los profetas es considerada palabra de Dios. De hecho, los profetas
hablan en nombre de Dios: así dice Yahvé, declaran cuando comienzan a hablar; la expresión oráculo de Yahvé marca
sistemáticamente su anuncio. No escuchar al profeta significa, por lo mismo, no escuchar al Señor (Ez 3, 7). Cuando los
oráculos proféticos fueron puestos por escrito (Is 8, 16; 30, 8; Jr 36, 4.32; 45, 1; 51, 60; Ab 2, 2) conservaron el mismo
valor de la palabra oral: en Isaías, a propósito de la primera colección de oráculos, se habla del Libro del Señor (Is 34,
16); cuando el rey Joaquín, da a las llamas el rollo de los oráculos que Jeremías había dictado a su discípulo Baruc, este
gesto fue condenado por el profeta como un delito sacrilego contra la palabra de Dios (Jr36); a Ezequiel, en el momen
to de la investidura profética, le fue puesta en la boca no sólo la palabra de Yahvé, como sucede con Jeremías, sino un
rollo escrito por Yahvé mismo (Ez2, 1-3, 12). Hacia finales del siglo II, junto a la Ley y los Profetas, comenzó a ser men
cionado el tercer grupo de libros. Estos fueron añadidos a los precedentes, como testimonia el sobrino de Jesús ben Sirá
quien, traduciendo al griego (hacia el 132 a.C.) el libro de su abuelo, hace referencia a la triple subdivisión del Antiguo
Testamento: la ley, los profetas y los escritos (Prólogo del libro del Eclesiástico). Los dos libros de los Macabeos, com
puestos en el transcurso del siglo II a.C. son testigo de cómo Israel, en aquel período, valoraba estos escritos, que fue
ron llamados el libro sagrado (2M 8, 23) o las sagradas escrituras (1M 4, 46; 9, 27; 14, 41).
312
(Nm 11, 17-25); camina con Josué en su empresa conquistadora (Nm 27, 18); anima a
Gedeón (Je 6, 34) y a Sansón (Je 14, 6-19) en sus empresas orientadas a liberar a Israel
de la opresión. Sigue siendo el mismo Espíritu el que desciende sobre Saúl y sobre
David haciéndolos hombres valerosos.
También existe la inspiración profética. El Espíritu no sólo hace actuar, como en los
casos anteriores, sino que también hace hablar. Los profetas son los mensajeros que
transmiten la palabra de Dios a Israel. Son animados por el Espíritu de Dios para mani
festar a Israel las intenciones de Dios, sus llamados, sus mandamientos. El Espíritu se
posa sobre Ezequiel y lo hace hablar (Ez 11, 5), pone la palabra de Dios en la boca de
Isaías (fe 59, 21), llena a Miqueas de fuerza y valor (A4í 3, 8).
La inspiración pastoral y profética continúa incluso en el Nuevo Testamento. El
Espíritu de Dios es el que dirige y guía la acción misionera de los apóstoles (Hch 8,
29-39; 10, 19; 11, 2; 13, 2-4), que establece pastores para guiar a la Iglesia de Dios
(Hch 21, 28). Es el Espíritu el que le sugiere a los apóstoles las palabras para defender
se (Hch 2, 4; 4, 8; 13, 9). También es el Espíritu el que mediante sus dones (carismas)
construye la comunidad (1Co 12, 4-11). La historia de la salvación, tiene en su origen
al Espíritu, goza de una inspiración que, aunque todavía no es propiamente bíblica, sí
se le acerca analógicamente, la anuncia y la prepara. Solamente en virtud de esta pre
sencia activa del Espíritu la historia bíblica se convierte en historia de la salvación, his
toria de Dios con los hombres, y la palabra de Dios se convierte en palabra profética
en lenguaje humano.
El Espíritu de Dios que ha producido la historia de la salvación no podía estar ausen
te en el momento en el cual la historia de la salvación era consignada a la memoria
escrita, para así poder alcanzar, mediante la escritura, a los seres humanos de todos los
tiempos y de todas las culturas. La presencia y la acción del Espíritu en los libros de la
Biblia (inspiración bíblica) es una consecuencia de la presencia del Espíritu en la histo
ria y en la Palabra.
La convicción en torno al origen divino de los libros sagrados del Antiguo Testamento
se encuentra expresamente repetida en las páginas del Nuevo Testamento. Jesús, para
indicar los libros sagrados, se sirve del término comúnmente usado entre los hebreos:
Escritura (grafe). Él considera esta Escritura irrefutable e indestructible: La Escritura no
puede ser anulada (Jn 10, 35). Para introducir de manera autorizada una verdad indis
cutible se sirve de la expresión: Está escrito (gegraptai)2.
Jesús también precisa la fuente y la naturaleza de esta autoridad: las palabras de la
Escritura son indiscutibles y decisivas porque son palabra de Dios. Un comportamien
2 Jesús, por ejemplo, opone la expresión está escrito [gegraptai] a las sugerencias del Tentador (Mt 4, 4-7.10) y
sobre ella fundamenta el anuncio de que sucederán ciertos acontecimientos (Mt 26, 31).
313
to idéntico en relación al Antiguo Testamento también surge en los otros escritos del
Nuevo Testamento. Los autores del Nuevo Testamento, en las palabras de la Escritura,
están convencidos de escuchar al Espíritu Santo, que habla por boca de los autores
sagrados (Hch 1, 16).
La identificación de Dios con la Escritura es tan clara en la mente de los autores del
Nuevo Testamento que los dos términos se encuentran usados de manera intercambia
ble. En Romanos 9, 17 se lee: "El texto de la Escritura le dice al faraón: Te he exalta
do para manifestar en ti mi poder...", palabras que, según Éxodo 9, 16 son de Yahvé y
deberán ser pronunciadas por Moisés. En Cálatas 3, 8 se lee que la Escritura "le anti
cipó a Abrahán esta gran noticia: en ti serán bendecidas todas las naciones", mientras
que en Génesis 12, 3 estas palabras son pronunciadas por Yahvé. En Hebreos 1, 5-13
y Romanos 15, 9-12 le son atribuidas a Dios palabras tomadas del Antiguo Testamento
sin mirar si en el texto original ellas realmente hayan sido puestas en la boca de Dios
(cf. también Rm 3, 2; Hb 5, 12; 1P4, 11).
314
La conciencia de que los escritos apostólicos fueron puestos en el mismo plano que
los escritos del Antiguo Testamento es claramente testimoniada en 2Pedro 3, 14-16,
donde las cartas de Pablo son simplemente adosadas a las otras Escrituras. Los libros
del Antiguo y del Nuevo Testamento en la conciencia de la Iglesia están al mismo nivel:
son Escritura sagrada, palabra de Dios.
Los textos más significativos del Nuevo Testamento de los cuales surge que la
Escritura es obra del Espíritu son: 2Pedro 1, 20-21 y 2Timoteo 3, 14-16.
Ante todo deben saber que ninguna escritura profética está sujeta a una interpretación priva
da, porque jamás por voluntad humana fue pronunciada una profecía, sino que impulsados
por el Espíritu Santo hablaron los hombres de parte de Dios (2P 1, 20-21).
Se afirma que:
a) Ninguna escritura profética está sujeta a una interpretación privada {¡dias epilu-
seos ou ginetai = no son de interpretación privada).
c) Los profetas han hablado en nombre de Dios impulsados por el Espíritu Santo {fero-
menoi - impulsados: como una nave es impulsada por el viento, cf. Hch 27,15.17).
Tú, permanece fiel a lo que aprendiste y de lo cual estás convencido, sabiendo de quien
lo has tomado y que desde la infancia conoces las Sagradas Escrituras: éstas pueden
instruirte para la salvación, que se obtiene por medio de la fe en Cristo Jesús. De hecho,
toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, convencer, corregir y formar
en la justicia, para que el hombre de Dios sea bien formado y bien preparado para toda
obra buena (2Tm 3, 14-16).
315
inspirador, es decir, que la Escritura es la que lleva a Dios). El sentido pasivo es
ampliamente confirmado en el griego helenístico y en el pensamiento bíblico,
donde Dios y su Espíritu actúan como la fuente de la inspiración frente a las per
sonas. Entre las confesiones cristianas existe un pleno acuerdo sobre el significa
do pasivo del término Theopneustos4.
2. ¿De cuál Escritura se habla? Pablo habla expresamente del Antiguo Testamento,
en cuanto se refiere a las Sagradas Escrituras que Timoteo había conocido por su
mamá (v. 15) que era una judía creyente (Hch 16, 1). La fórmula toda la Escritura
y toda Escritura [pasa grafe] también podría dar a entender los escritos del
Nuevo Testamento que, al momento de la composición de la carta, eran recono
cidos como inspirados (y por lo mismo como parte integrante de la Escritura). No
se está hablando de una hipótesis, porque en Uimoteo 5, 17-18 es citado como
Escritura, junto a un pasaje del Deuteronomio, un dicho de Jesús que figura en
el evangelio de Lucas: "Los presbíteros que ejercen bien la presidencia sean tra
tados con doble honor, sobre todo aquellos que se fatigan en la predicación y
en la enseñanza. De hecho la Escritura afirma: no le pondrás bozal al buey que
trilla [Dt 25, 4] y: el obrero tiene derecho a su salario [Le 10, 7]".
4 La traducción interconfesional en lengua corriente traduce: "Todo aquello que está escrito en la Biblia es ins
pirado por Dios, y por lo mismo es útil para enseñar la verdad"; la traducción ecuménica de la Biblia traduce: "Toute
Ecriture est inspirée de Dieu et utile pour enseigner" [''Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para la enseñanza"].
316
valeció por un milenio y medio, hasta que la necesidad de una comprensión crítica de
la Escritura no obligó a precisarla.
317
b) el hagiógrafo se mueve bajo la acción de Dios5. La enseñanza de los Padres se con
centra en torno a dos puntos: 1) Dios es autor de la Escritura, 2) también el hombre es
autor. Para intentar una explicación de cómo esto es posible, los padres recurren a algu
nas analogías: a) el hagiógrafo es instrumento de Dios; b) Dios es el autor de la Escritura;
c) la Escritura es un dictado de Dios.
La ¡dea del profeta como instrumento del cual Dios se sirve para manifestar su pala
bra, es ¡lustrada por los Padres de la Iglesia con algunas imágenes: Dios se sirve del
escritor sagrado como el músico se sirve del instrumento musical (flauta, plectro) o el
escritor de la pluma6. Mediante estas comparaciones se subrayan algunos aspectos
importantes del papel del escritor sagrado: la colaboración con Dios (como el instru
mento "colabora" con el músico, así el hagiógrafo colabora con Dios), el condicio
namiento (como el ejecutante es "condicionado" por el instrumento, así Dios se deja
"condicionar" por el hombre). A pesar de lo anterior existe el riesgo de entender el
papel del autor humano como algo puramente pasivo, es decir, que el hombre inspira
do habla en un estado de trance similar al del éxtasis griego.
No obstante lo dicho, los Padres, con estas imágenes, querían subrayar: el origen
sobrenatural de los libros sagrados y la estricta dependencia del profeta de la acción
divina. Si alguna expresión parece insistir excesivamente sobre el origen divino de los
libros, descuidando al autor humano, es necesario recordar que no se trata de des
cripciones técnicas, que reducirían, por lo mismo, al escritor sagrado a un instrumento
inerte en las manos de Dios, sino que dichas expresiones se deben entender en sen
tido analógico. Los Padres, de hecho, admiten una participación activa del profeta, y
sus capacidades espirituales e intelectuales no son disminuidas sino exaltadas por el
5 Los padres repiten la doctrina contenida en el Nuevo Testamento, sobre todo la que se expresa en 2Timoteo
y 2Pedro. Clemente Romano presenta un pasaje de Isaías sobre los sufrimientos de Cristo (fs 53, 1-12) introduciéndo
lo con las palabras: "Como el Espíritu Santo dice de él" (PG 1, 240); afirma que las Sagradas Escrituras "provienen
del Espíritu Santo" (PG 1, 300). Bernabé cita un pasaje del Antiguo Testamento introduciéndolo con "el Espíritu del
Señor profetiza" (PG 2, 749). Justino dice que los hagiógrafos "son movidos divinamente" (Theoforountai, PG 6, 381)
y "hablan en virtud del Espíritu Santo" (Jheio pneumati lalesantes, PG 6, 492). Hipólito afirma que los herejes se atre
ven a corregir las Escrituras porque "no creen que ellas son dictadas por el Espíritu Santo" (agion pneumati lelejthai,
PG 20, 516). Orígenes afirma que los libros sagrados son escritos "bajo la inspiración del Espíritu Santo, por volun
tad del Padre, por medio de Jesucristo" (PG 11, 359). "Mateo ha escrito bajo la moción del Espíritu Santo" (ex agion
kenoumenos pneumatos] y "de la misma manera Marcos, Lucas y Juan (PG 13, 1802). Se podría multiplicar con facili
dad las referencias, pero estas citas muestran con claridad la continuidad entre la doctrina de los padres y las afirma
ciones del Nuevo Testamento sobre el carácter divino e inspirado de las Escrituras.
6 El Espíritu usa a los profetas como el flautista usa la flauta; el Espíritu es como la inspiración [plectro] divina y
se sirve de los profetas como de una cítara o una lira; los profetas son instrumentos de la voz divina.
318
Espíritu. Es más, como el montañismo se hizo promotor de una concepción extática de
la inspiración, Jerónimo la atacó fuertemente y la condenó.
319
do de Dios. La ventaja de esta analogía está en subrayar el primado de la acción divina,
pero corre el riesgo de minimizar la aportación del escritor humano reduciéndolo a un
simple escribano o amanuense.
La fórmula Spirítu Sánete dictante [dictando (hablando) el Espíritu Santo] fue reto
mada por el concilio de Trento y aplicada a las tradiciones orales que proceden de los
apóstoles (EB 57). La aplicación a las tradiciones orales expresa el sentido de la fór
mula: no debe ser entendida como un verdadero y propio dictado hecho por Dios al
hagiógrafo. El término latino dictare tiene muchos significados que van del "dictado"
propiamente dicho a la simple "sugerencia". De acuerdo a esto, la inspiración no debe
ser entendida como un dictado en el moderno sentido del término. En estas precisio
nes hay que buscar el significado que los padres le quisieron dar a la expresión. En este
sentido fue que el concilio de Trento lo aplicó a las tradiciones orales de los apóstoles,
porque ellas también son portadoras de la revelación.
La enseñanza de los Padres tuvo el mérito de preparar el material para la reflexión de
los siglos posteriores. Entre los dos polos de interés en lo referente a la actividad inspira
dora, la actividad humana y la actividad divina, los Padres subrayaron la última, pero al
nombrar los libros de la Escritura con los nombres de los autores humanos, han subra
yado, al mismo tiempo el carácter humano.
320
llevado a participar de las capacidades propias de la misma causa principal; por ejem
plo: el crayón tiene su propia virtud (extender los colores) pero sólo es capaz de hacer
un cuadro en cuanto que es llevado por el artista a participar de su capacidad artísti
ca (extender los colores de acuerdo a unos diseños determinados, es decir, pintar); el
resultado de la cooperación entre el agente principal y el agente instrumental debe ser
atribuido a ambos, aunque de forma diferente: el agente principal por virtud propia, el
instrumento por la virtud recibida del agente principal (todo el cuadro es del pintor debi
do a su arte y del crayón debido a las capacidades del pintor); las dos causas actúan
juntas en la producción del mismo efecto, pero es posible individuar en el efecto pro
ducido las huellas de cada uno (el cuadro será más o menos hermoso de acuerdo a las
habilidades del pintor y a la calidad del crayón); la capacidad del agente principal tiene
un carácter permanente, en cambio la del agente instrumental es transitorio, porque ter
mina cuando el agente principal ya no utiliza más el instrumento.
El concepto del instrumento alcanza a expresar a nivel conceptual la comunión ope
rativa entre Dios y el escritor. En la inspiración Dios actúa de agente principal, es decir,
como el que mueve al redactor como agente instrumental para idear el libro, desear
lo y hacer realidad. El hagiógrafo investiga, recoge, ordena, proyecta y organiza todo,
pero esto no lo hace como causa principal sino como causa instrumental. No obstan
te esto, Dios actúa sobre el hagiógrafo respetando su naturaleza de hombre libre y res
ponsable: el escritor no es un instrumento inerte, como la pluma del escritor, sino vivo,
inteligente y libre.
321
personas se encuentra en el caso del rey Baltasar y Daniel {Dn 5, 1-31 )7. Baltasar ve la
mano que escribe en la pared, pero no comprende el mensaje. Daniel lee las palabras
escritas y entiende el sentido misterioso de ese mensaje.
La reflexión de santo Tomás contribuyó a ayudar a comprender el tipo de colabora
ción entre el Espíritu Santo y el escritor en la realización de la página bíblica.
La Iglesia confiesa un solo e idéntico Dios como autor del Antiguo y del Nuevo Testamento,
es decir, de la ley y de los profetas, además del evangelio, porque los santos de uno y otro
Testamento han hablado bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo. De estos, acepta y
venera los libros comprendidos bajos los siguientes títulos [...].
El sacrosanto concilio tridentino [...] tiene siempre bien presente que debe conservar en la
Iglesia, una vez que haya quitado de en medio todos los errores, la misma pureza del evan
gelio [...], como fuente de toda verdad salvífica y de toda norma moral. Y como el sínodo
sabe que esta verdad y norma está contenida en los libros escritos y en las tradiciones no
escritas que, recogidas por los apóstoles de la boca de Cristo mismo, o de los mismos após
toles, bajo la inspiración del Espíritu Santo {Spiritu Sancto dictante), transmitidas casi de
mano en mano, han llegado hasta nosotros, siguiendo el ejemplo de los padres de la ver
dadera fe, con igual piedad y veneración acoge y honra todos los libros, tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamento, siendo Dios autor de ambos, y también las tradiciones mis
mas, inherentes a la fe y a las costumbres, porque las considera dictadas por la boca del
7 Mené: Dios ha contado tu reino y le ha puesto fin; Téquel: tú has sido pesado en la balanza y has sido encon
trado falto de peso; Perés: tu reino será dividido y dado a los medos y los persas.
8 Bula Caritate Domino (febrero 4 de 1442), EB 47.
322
Cristo mismo o del Espíritu Santo, y conservadas en la Iglesia católica en virtud de una suce
sión jamás interrumpida9.
La categoría de dictar, que Trento ha usado en referencia a las tradiciones orales, será
retomada y referida a los libros sagrados también por las encíclicas Providentissimus
Deus de León XIII y Spiritus Paraclitus de Benedicto XV. La fórmula en estas encíclicas
no es entendida según nuestro actual sentido de dictar, sino que tiene el mismo signifi
cado que tenía en los Padres, es decir, acentuando la primacía de la acción de Dios y
del Espíritu en el origen de la Escritura.
Después del concilio de Trento la teología, por lo que hace referencia al problema
de la naturaleza de la inspiración bíblica toma dos caminos diferentes. Algunos teólogos
hablan de inspiración verbal de la Biblia. El más ilustre representante de esta corriente
fue D. Báñez (t 1604). De acuerdo con esta teoría, Dios habría dictado al escritor bíbli
co cada frase, cada palabra, incluso hasta cada letra del alfabeto10. Báñez quería salva
guardar la divinidad de la Escritura, pero terminaba negando una real actividad humana
en el escritor sagrado.
Báñez justificaba los errores científicos con base en la teoría de la necesidad. Mil
años antes de Cristo, ningún autor podía hablar de la tierra como si fuera una esfera,
sin que lo consideraran como un loco. Los otros errores no podían ser justificados con
tal teoría, ya que Dios respondía personalmente por cada palabra. Por ejemplo, Mateo
27, 9 cita al profeta Zacarías y equivocándose adscribe el pasaje a Jeremías. Es claro
que el pensamiento en torno a que Dios se hubiera distraído en el dictado, sin lugar a
dudas que se descarta.
La teoría de la inspiración verbal tampoco se ve bien frente a otras dificultades. La
Biblia no sólo contiene obras que responden a los más altos requerimientos artísticos,
sino también escritos cuya forma literaria es, a menudo, pobre. En su época, san Agustín
se maravillaba de que los libros del Nuevo Testamento no pudiesen concursar estilís
ticamente, en absoluto, con obras de escritores paganos de su tiempo, compuestas en
un griego muy elegante. Con base a esta teoría, Dios parece que fuera un autor poco
equilibrado y su obra aparece sujeta a una cualidad discontinua.
9 Decreto De libris sacris et de traditionibus recipiendis [Eos libros sagrados y las tradiciones recibidas] (abril 8
de 1546), EB 57.
10 D. Báñez, ln Primam Partem Summae Theologicae [En la Primera Parte de la Suma Teológica], q. 1, 1. 8: "El
Espíritu Santo no sólo inspiró los contenidos de la Escritura, sino que también dictó y sugirió cada una de las palabras
mediante las cuales estos contenidos fueron escritos".
323
El jesuíta L. Lessius11 (+ 1623) se opuso a esta teoría y buscó restablecer posiciones
más moderadas mediante la teoría de la inspiración real, pero también esta teoría deja
insatisfacciones. De acuerdo con esta teoría, Dios propone los argumentos y el escri
tor humano es libre para darle a esos argumentos una particular forma. Entonces, los
errores [historiográficos, geográficos y científicos] contenidos en la Biblia se le tendrían
que imputar al autor humano, mientras que las verdades salvíficas verdaderas y pro
pias serían inspiradas por Dios11 12. Esta teoría deja insatisfacciones porque la inspiración
es concebida en el sentido de que Dios es autor de una parte de la Biblia, la más ele
vada, mientras que la otra parte se la ha dejado al hombre, olvidando que en la Biblia
todo es de Dios y todo es del hombre.
Algunos siglos más tarde J. Jahn (+ 1816) identificó la inspiración con la ausencia de
errores en los escritores sagrados13; el benedictino D. B. Haneberg (t 1886) pensó la
inspiración como la aprobación de un libro sagrado por parte de la Iglesia1415.
El 24 de abril de 1870 el concilio Vaticano I produjo la Constitución dogmática sobre
la fe católica en la cual reafirmó la doctrina de Trento y precisó la naturaleza de la ins
piración rechazando dos posiciones minimalistas:
La Iglesia considera [los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento sagrados y canóni
cos] no porque, compuestos por obra del hombre, después hayan sido aprobados por su
autoridad, tampoco porque contengan sin error la revelación; sino porque, escritos bajo la
inspiración del Espíritu Santo, tiene a Dios por autor y como tales han sido transmitidos a la
Iglesia (capítulo II)’5.
11 Lessius sintetiza su nueva visión sobre el origen de la Escritura en tres tesis: a) no es necesario que cada pala
bra en particular de la Escritura sea inspirada; b) tampoco es necesario que sean inspiradas todas las frases; c) es posi
ble que un libro escrito sin ser inspirado (por ejemplo: 2Macabeos) pueda convertirse en Sagrada Escritura gracias a
una posterior intervención de Dios, quien garantiza la ausencia de todo error. Lessius quería hacer coincidir la inspi
ración con una simple asistencia del Espíritu Santo orientada a asegurar la inerrancia de los autores y de los escritos
sagrados.
12 Por ejemplo: al comienzo del libro de Judit, Nabucodonosor es presentado como rey de los asirios con sede
en Nínive, pero en realidad este rey fue un rey babilónico cuya capital fue Babilonia; Éxodo 12, 37 dice que de Egipto
se habrían fugado unos ¡600.000 guerreros israelitas!, cuando los ejércitos más poderosos de aquel tiempo contaba
con una fuerzas armadas cien veces menores; Levítico 11, 6 ubica a la liebre entre los rumiantes, cuando en realidad
es un roedor. La teoría de la inspiración rea/tenía como objetivo evitar que Dios fuera considerado como el respon
sable de estos errores.
13 Jahn, J. M. Einleitung in die góttlichen Schriften des Alten Brindes. I, Wien, 18922, p. 91.
14 Haneberg, D. Versuch einer Ceschichte der biblischen Offenbarung. Regensburg, 1850, p. 714.
15 EB 77.
324
Con las formulaciones negativas son rechazadas dos posiciones minimalistas en
torno al carácter de la inspiración; a) la Biblia no es sagrada y canónica porque, com
puesta por iniciativa humana, sólo posteriormente ha sido aprobada por la autoridad
eclesial (Haneberg); b) y tampoco es sagrada y canónica porque contiene la revelación
sin errores (Jahn).
Las dos formulaciones positivas son; a) los libros de la Escritura son sagrados y canó
nicos porque, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor; b)
la Iglesia únicamente es fiel custodio de estos libros.
El concilio Vaticano I rechazó las posiciones de Jahn y Haneberg, reafirmó el ori
gen divino de la Sagrada Escritura en virtud de la inspiración, y dejó abierto el campo
para la posterior reflexión teológica sobre la naturaleza del carisma de la inspiración.
325
Influjo de la inspiración sobre el intelecto del hagiógrafo; el intelecto tiene su parte
en el origen de un libro, en el sentido que recoge, sobre todo, las ¡deas (cf. la acceptio
rerum tomística) y sobre ellas emite un juicio teórico en cuanto a su verdad y un juicio
práctico sobre la oportunidad de ponerlas por escrito, el género literario que se usa y el
vocabulario con el cual se expresa. Dios actúa sobre el intelecto del hagiógrafo median
te una iluminación sobrenatural, no necesariamente extendida a la recolección de las
¡deas, pero sí extendida tanto al juicio teórico como al juicio práctico de escribir, de
manera que el juicio teórico y el juicio práctico de escribir son verdaderamente de Dios.
Influjo de la inspiración sobre la voluntad del hagiógrafo: para que un libro sea
escrito también se necesita la decisión de la voluntad. Dios actúa en la voluntad del
hagiógrafo (quien permanece libre: ¡es un misterio!) mediante una moción sobrenatural
previa (a su voluntad) que hace que su acto de voluntad sea divino.
Influjo de la inspiración sobre las facultades ejecutivas: para que un libro sea efec
tivamente escrito es necesario que el autor actúe sobre sus facultades ejecutivas, tanto
psicológicas (memoria, fantasía [...]) como fisiológicas (sistema nervioso, las manos
[...]). Dios, para ser autor principal, debe actuar mediante una asistencia sobrenatural
que garantiza que el libro escrito sea verdaderamente concebido y querido por Dios
como autor principal.
Lo dicho hasta aquí se puede resumir en el siguiente esquema:
Intelecto Iluminación
Después del Vaticano I, tres grandes encíclicas examinan el tema de la Biblia y los
problemas interpretativos unidos a ella: Providentissimus Deus de León XIII (1893);
Spiritus Paraclitus de Benedicto XV (1920); y Divino afilante Spiritu de Pío XII (1943).
La encíclica Providentissimus Deus describe la naturaleza de la inspiración en tér
minos que siguen muy de cerca la presentación de Franzelin. De hecho habla de los
momentos intelectivo, volitivo y operativo:
El Espíritu Santo [...] los estimuló y movió a escribir con su virtud sobrenatural, así los asis
tió mientras escribían, de modo que sólo aquellas cosas, y sólo aquellas que Él quería, las
concibieran rectamente con la mente, tuvieran la voluntad de escribir fielmente y las expre
saran de manera exacta con infalible verdad; de otra forma no sería Él mismo el autor de
toda la Sagrada Escritura (EB 125).
326
La encíclica Spiritus Paraclitus (con ocasión del XV centenario de la muerte de san
Jerónimo) afirma que la inspiración impide al escritor sagrado enseñar el error, pero, al
mismo tiempo, no impide para nada la expresión de su genio y su cultura. La naturale
za de la inspiración es descrita en la línea de la Providentissimus Deus:
Dios con un don de su gracia ilumina el espíritu del escritor, en relación a la verdad que él
debe transmitir a los hombres por mandato divino. Él suscita en el autor la voluntad y los
impulsa a escribir; le confiere una asistencia especial hasta que termine la composición del
libro (EB 448).
Los teólogos [...] partiendo en sus reflexiones del principio que el hagiógrafo en el acto de
escribir el libro sagrado es "órgano", es decir, instrumento del Espíritu Santo, pero instrumen
to vivo y dotado de razón, correctamente observan que el autor bajo la acción divina de tal
manera usa sus propias facultades y potencias, que del libro por él compuesto todos pueden
fácilmente captar "su índole propia, sus particularidades y su carácter" (EB 556).
b) Otras veces parece que el hagiógrafo actuó como redactor: por ejemplo, Marcos
en relación a Pedro y Lucas en relación a Pablo. En este caso es necesario admi
tir que la inspiración ha actuado tanto en el apóstol como en el redactor, en pro
porción a la parte que cada uno ha tenido en el origen del libro.
327
c) En otras oportunidades a un libro ya compuesto se le añade un párrafo o un
capítulo (por ejemplo, los versículos finales de Marcos; el capítulo 21 de Juan,
las secciones deuterocanónicas de Ester y Daniel). El respectivo libro con tales
añadidos ha sido entregado a la Iglesia apostólica; entonces, no se trata de glo
sas añadidas en los siglos siguientes que se puedan suprimir con base en la crí
tica textual. Se debe admitir, realmente, que ha sido inspirado tanto el primero
como el segundo autor (o redactor final).
328
No es negada la inspiración de cada üno de los autores de los libros bíblicos, sino
que le es precisado su fin. Dios asiste, y es trabajo de la teología ilustrar y precisar
esta asistencia, a cada autor, para que objetive en palabras escritas, es decir, exprese
mediante un escrito, la consciencia que la Iglesia de los orígenes tiene de su fe, fundada
sobre el kerigma apostólico y, por voluntad absoluta y formal de Dios, fuente y norma
perenne y perfecta de la fe la Iglesia de los tiempos posteriores.
Esta tesis le permite a Rahner resolver radicalmente la dificultad de un Dios que
dicta a un hagiógrafo secretario, estrechar la relación entre Iglesia y Escritura, subrayan
do que la Escritura es palabra objetiva de la Iglesia, que es su autora y por lo mismo su
intérprete.
En el camino que se ha recorrido hasta este momento queda claro que la Sagrada
Escritura es obra del escritor humano y del Espíritu Santo. Entre los dos se ha dado una
estrecha colaboración, tanto que el texto sagrado es atribuible en igual medida al uno
y al otro, aunque el papel en la realización del texto es diverso.
Observando el modo como en el pasado se ha mirado el texto bíblico se cons
tata que el argumento autor humano y autor divino no ha tenido la misma atención.
Inicialmente se prefirió subrayar la acción inspiradora del Espíritu Santo, se privilegió el
aspecto divino de la Biblia, hasta hablar de una especie de dictado divino, relegando al
escritor al simple trabajo de escribano. La constitución Dei Verbum, teniendo en cuen
ta la reflexión precedente, vuelve a equilibrar el discurso:
Para la composición de los libros sagrados, Dios eligió y empleó hombres en posesión de
sus facultades y capacidades, y actuó en ellos y por medio de ellos, de tal manera que escri
bieran como verdaderos autores todas las cosas y solamente aquellas que Él quería (DV 11
[EB 686]).
Entre el Espíritu de Dios y el escritor ha habido una ayuda recíproca, aunque la ini
ciativa ha partido de Dios que ha actuado en ellos y por medio de ellos, en un pleno
respeto de su libertad (se sirvió de hombres en posesión de sus facultades). La categoría
de autor aplicada a Dios permanece, pero en el sentido que tenía en los concilios de
Florencia, Trento y Vaticano I: Dios mediante la inspiración suscita, dirige y envuelve
totalmente la actividad humana del escritor sagrado. La Dei Verbum conserva la idea
del instrumento aplicada a los autores sagrados (actúa en ellos y por medio de ellos) en
el sentido que ya tenía en el dato bíblico, es decir: Dios, para comunicar su mensaje
de salvación a los hombres, se sirve de sus intermediarios como son los profetas y los
escritores sagrados. No obstante ello, el Vaticano II no llama a los hagiógrafos instru
mentos, sino autores verdaderos, lo cual quiere decir que la calificación de autor litera-
329
río sólo se le aplica al escritor humano17. La Dei Verbum deja abierto un problema; no
responde, por ejemplo, a la pregunta si el escritor ha tenido conciencia de la particular
ayuda divina habida en la obra de la composición.
A la luz de lo dicho por el concilio se deben evitar dos extremos:
Dios ha dictado las Escrituras y el hombre ha transcrito fielmente: en este caso el
hombre habría sido simplemente "usado" como un instrumento material. La concep
ción cristiana católica de la inspiración, en cambio, va en el sentido de la colaboración,
no de la instrumentalización. Dios no se impone, sino que respeta la personalidad del
hombre inspirado, quien, entonces, es un verdadero autor: ha pensado, valorado, juzga
do, elegido y expresado. Ha hecho todo lo que un autor hace cuando escribe un texto.
El hombre ha pensado y escrito, y Dios (o la comunidad en su nombre) se ha limi
tado a aprobar y a hacer justamente aquello que el hombre ha escrito: en este caso el
hombre sería verdadero autor, pero Dios no lo sería. En cambio, se debe comparar la
Biblia con el misterio de Cristo: verdadero Dios y verdadero hombre, plena humanidad
y plena divinidad. Del mismo modo, también las Escrituras son al mismo tiempo ple
namente de Dios y del hombre. En el fenómeno de la inspiración nos encontramos de
frente con el misterio de Dios que actúa en el hombre, y en este campo es más fácil
decir lo que no es, que lo que es.
Aunque cualquier comparación "cojea" e ilumina sólo este o aquel aspecto de la realidad que se quiere cla
rificar, se puede explicar la colaboración entre Dios y el escritor humano en la fijación de la revelación en la Sagrada
Escritura mediante un ejemplo sacado del moderno mundo de los negocios. El director de una oficina debe escribir
una larga relación que abarca muchas cuestiones particulares. Él no la dicta palabra por palabra a una secretaria, sino
que distribuye su redacción entre diversos relatores especializados en cada uno de los problemas que se deben tra
tar. A estos, él les da indicaciones precisas para la elaboración de los puntos que se deben tratar, dejándole a cada
uno amplio margen de libertad en la formulación y se limita a controlar y coordinar la marcha de los trabajos. De
esta manera cada relator, forzosamente, en el primer momento, sin siquiera conocer el contexto, se ocupan solamen
te de cada una de las cuestiones que a ellos se les confió. Únicamente cuando las diversas partes son completadas y
ensambladas surge el contexto y el sentido de todo. No obstante lo dicho, es posible, sin duda, que cada uno de los
argumentos pueda delatar, en el estilo o en el modo de expresarse, la mano del relator. De manera análoga se puede
entender la Biblia como una larga carta de Dios a la humanidad, que Dios ha compuesto llamando a muchos secre
tarios a colaborar. A cada uno le ha asignado su parte y en ello ha tenido presente la capacidad de cada uno, le ha
dado a cada uno indicaciones precisas y ha controlado continuamente el trabajo, pero, también, le ha dejado a cada
uno plena libertad en el uso de los medios de expresión. Es cierto que se debe tener presente que Dios y el hagiógrafo
tienen entre ellos una relación más íntima y más compleja que la que tiene el director de la oficina con cada uno de
sus colaboradores. Dios puede penetrar en el espíritu humano y guiarlo de tal manera que el autor humano ni siquie
ra se da cuenta de la intervención divina (Scharbert, J. La Bibbia. Dehoniane, Bolonia, 1972, p. 173).
330
te, los sentidos...; b) a todo el contenido de la obra, sin distinguir entre ¡deas y palabras;
c) a todos aquellos que han cooperado para la formación del escrito: no sólo al último
redactor, sino a todos aquellos que han tenido la intuición, a todos aquellos que la han
expresado literariamente tanto en la forma oral como en la forma escrita hasta el último
amanuense que escribe bajo el dictado del autor inspirado.
La Dei Verbum ha recapitulado los datos de la fe cristiana católica sobre la inspira
ción bíblica y ha evitado formulaciones más precisas, porque no las quería codificar en
una constitución dogmática. De esta manera dejó espacio amplio y libre a las sucesivas
reflexiones e investigaciones teológicas, fijando, al mismo tiempo, los límites entre los
cuales deberá moverse cada reflexión teológica ulterior.
331
Capítulo XIII
LA VERDAD DE LA ESCRITURA
1. Introducción
La palabra de Dios tiene un carácter particular evidenciado por las expresiones que
exaltan su permanencia y resistencia al tiempo y a los cambios: "La palabra de Dios
dura para siempre", afirma Isaías (/$ 40, 8); "El cielo y la tierra pasarán, pero mis pala
bras no pasarán", asegura Jesús refiriéndose a su misma enseñanza (Me 13, 31). Esta
inmutabilidad y resistencia provienen del hecho de que la palabra de Dios porta en sí la
verdad. No debe asombrar, entonces, que los ataques más acérrimos contra la Escritura
hayan sido orientados justamente contra su verdad.
En el dogma de la inspiración se sobreentiende que la Sagrada Escritura no engañe
ni pueda engañar. Filón de Alejandría afirmaba (De proemiis et poenis [Recompensas
y castigos], 55): "Las palabras de la Torá fueron puestas, a manera de oráculos, en la
mente del profeta por Dios mismo, a quien no se le puede atribuir ningún error". No
obstante ello, el judaismo notó discordancias, al menos aparentes, entre los libros del
Antiguo Testamento. Las dificultades aumentaron en el cristianismo primitivo, obligado
a una confrontación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
También se necesita precisar el concepto de verdad propio de la mentalidad semita,
y el objetivo que prefiguraban los hagiógrafos. El objetivo de los escritores bíblicos no
eran tanto el de escribir exactamente lo que había sucedido y el modo como había teni
do lugar, sino testimoniar la fidelidad de Dios a sus promesas. Esto es lo que, antes que
nada, quiere significar el término hebreo emet que se traduce por verdad. A la Biblia no
le interesa la correspondencia exacta entre el hecho y la narración, que es, precisamen
te, lo que hoy se entiende por verdad, sino dar a conocer la manera como Dios es fiel
a sus promesas. De acuerdo a ello, la Biblia, entonces, no es "verdadera" [coincidencia
entre el hecho y la narración], en el sentido de que "todo" lo que narra haya sucedido
de la manera como se presenta la narración, sino que es "verdadera" [digna de fiar] en
el sentido en que se puede confiar en la promesa, en la oferta de salvación hecha por
Dios. Por eso el Vaticano II afirma: "Los libros de la Escritura enseñan con certeza, fiel
333
mente y sin error la verdad que Dios, por nuestra salvación, quiso que fuera consigna
do en las letras sagradas" (DV 11).
Ahora vamos a ver cómo en la historia del cristianismo ha sido tratado el problema
de la verdad en la Biblia. Se puede dividir esta historia dos veces milenaria en tres perío
dos: dogmático, apologético y hermenéutico.
Este período está caracterizado por una confianza absoluta en la verdad de la Biblia.
Es cierto que desde los tiempos antiguos la crítica pagana (cf. Celso y Porfirio), se había
empeñado en evidenciar presuntos errores y contradicciones en la Biblia, pero la res
puesta de la cristiandad siempre ha sido firme y unánime en testimoniar la veracidad
de la Escritura.
Para responder a las objeciones suscitadas de la lectura de algunos pasajes de ambos
testamentos, los apologetas y los Padres se esforzaban por hacer ver el concierto exis
tente entre los pasajes aparentemente contrastantes, especialmente entre el Antiguo
Testamento y el Nuevo Testamento, incluso entre los evangelios.
A Trifón que quería ponerlo en ascuas poniéndole de frente las contradicciones de
las Escrituras, el apologista Justino responde:
Que las Escrituras puedan contrastarse entre ellas jamás me atreveré ni a pensarlo ni a decir
lo; y si hubiese alguna Escritura que pareciera tal, más bien confesaría que no entiendo lo
que significa y buscaría persuadir a cuantos sospechan que las Escrituras contrastan entre
ellas para que piensen como yo (PL 6, 625).
Las discordancias de la Biblia fueron uno de los motivos que llevaron a los antiguos
escritores cristianos a acudir a la interpretación alegórica de la Escritura o de partes de
ella; esto parecía el único modo para encontrar aquella verdad que de otra manera esta
ría comprometida. Esto era válido para los escritos del Antiguo Testamento, y también
para los evangelios.
A propósito de contradicciones de los evangelios, san Agustín escribe:
Si en estos escritos encuentro alguna cosa que tenga la apariencia de ser contraria a la ver
dad, sin la más mínima ansia, pensaría en ninguna otra cosa que en el hecho de que el
códice (que estoy leyendo) es defectuoso, o que el traductor no ha sido capaz de hacer una
traducción fiel, o que yo no he entendido absolutamente nada (PL 33, 277).
334
Por cuanto hace referencia a la pretendida verdad científica de la Biblia, san Agustín
había ofrecido una enseñanza muy importante, enseñanza que desafortunadamente se
desatendió en los siglos siguientes:
El Espíritu de Dios mediante los autores sagrados no ha querido enseñarle a los hombres
cosas que no habrían sido de ninguna utilidad para su salvación (PL 34, 270).
Hasta el siglo XVI todavía se afirmaba con insistencia el principio que también fue
apropiado por santo Tomás: Quiquid in Sacra Escríptura continetur, verum est [Lo que
se encuentra en la Sagrada Escritura es verdadero]. Hasta 1600 se puede decir que no
se tuvo alguna profundización sobre el problema. Los teólogos se limitaban a subrayar
que la inspiración tiene como primera y directa consecuencia la imposibilidad de que
la Escritura pudiera equivocarse.
1 Galilei, G. Lettera alia Serenissima Madama la Cranduchessa Madre (Cristina di Lorena). En: Le opere di Galileo.
Florencia, 1895, V. [Traducción española: Carta a Cristina de Lorena. Alfaya, 1994],
335
3.2 El "concordismo"
El problema de la inerrancia bíblica se hizo más agudo en el siglo XIX con el ulte
rior progreso de las ciencias naturales. En el primer momento se respondió a las difi
cultades levantadas por las ciencias naturales con el concordismo: es decir, se intentó
demostrar que la Biblia es verdadera porque todos sus datos se podían concordar con
los datos de la ciencia.
En referencia a la teoría evolucionista de Darwin, se pretendió encontrar los diversos
periodos geológicos en los días de la creación de la narración sacerdotal (P) de Génesis
1. La estrategia concordista se mostró precaria, tanto por el continuo proceso de evo
lución y crecimiento de las teorías científicas como por la insuficiencia crítica de una
exégesis concordista. En el caso específico de Génesis 1 es claro que el autor entiende
los días de la creación como días solares ("hubo tarde y hubo mañana, primer día [...],
segundo día [...], tercer día [...]").
2 Newman, J. What is of obligation for a catholic to beíieve concerning the inspiration ofthe Canonical Scriptures.
Longmans, Londres, 1884.
3 Lenormant, F. Les origines de l'histoire d'aprés la Bible et les traditions des peuples orientaux, I. Maisonneuve,
París, 1880.
4 D'Hulst, M. La question biblique. París, 1893.
336
La encíclica Providentissimus Deus de León XIII condenó explícitamente esta solu
ción y le recordó a los estudiosos los puntos fundamentales a los cuales se debía some
ter la interpretación de la Escritura: a) la inspiración no se puede limitar únicamente
a algunas partes de la Escritura; b) la inspiración excluye, necesariamente, todo error.
En lo que hace referencia a las objeciones presentadas por las ciencias naturales,
la encíclica afirma que para las realidades de orden físico se puede considerar que el
autor las haya descrito como se usaba en el lenguaje de su tiempo (EB 121), sin por
ello mismo querer enseñar la constitución íntima de las cosas. Este principio señaló el
fin del concordismo, porque ya no era necesario buscar una correspondencia entre las
concepciones de la naturaleza propias del hagiógrafo y las concepciones de la cien
cia moderna.
De todas maneras permanecieron las dificultades que se derivan de la historia y, jus
tamente para explicar las dificultades creadas por las sesiones históricas de la Biblia, fue
ron propuestas otras soluciones.
Una corriente de exégesis, cuyo máximo representante fue F. Girard, retomando a
D'HuIst, limitaba la inerrancia de la Biblia sólo a las partes que hacían referencia a la
fe y a las costumbres; en las demás partes, especialmente las históricas, era posible que
se presentaran algunos errores. Evidentemente este punto de vista, ya condenado por
la encíclica de León XIII, no podía ser sostenido de ninguna manera. Por ello Benedicto
XV en la encíclica Spiritus Paráclitos (1920) renovó la condenación.
Una mayor fortuna tuvo la teoría de los gazapos históricos, sostenida por M. J.
Lagrange y F. Von Hummelauer. Esta teoría extendía a las secciones históricas de la
Biblia lo que se decía de las secciones científicas. El hagiógrafo no habría descrito la
realidad objetiva de los hechos, sino los hechos como eran presentados en la narración
popular. Como la tradición popular podía, en ocasiones, distorsionar la realidad obje
tiva de los hechos, no había razón para asombrarse porque en ocasiones la Biblia, en
sus secciones históricas, no refiera los hechos como realmente sucedieron. Por esto es
posible que en la Biblia, en alguna ocasión, pueda faltar la inerrancia absoluta, pero la
inerrancia relativa permanece incólume, porque la Biblia pretende exponer los hechos
como los presentaba la voz del pueblo.
337
El problema radica en que esta teoría parte de una premisa equivocada, porque, de
hecho, supone entre la descripción de un fenómeno físico y la narración de un acon
tecimiento histórico una identidad que no existe. Aquel que describe un fenómeno de
acuerdo a las apariencias físicas es veraz y no engaña, porque existe una corresponden
cia verdadera entre su descripción y la realidad objetiva (así sea solamente externa) del
fenómeno, en cambio, quien narra los acontecimientos de acuerdo a la tradición popu
lar sabiendo que pudo haberlos distorsionado no es veraz y engaña5.
F. Prat, al comienzo del siglo XX (1900-1902) elaboró la teoría de las citas implícitas:
los autores sagrados, cuando refieren narraciones ajenas sin citar expresamente su pro
veniencia, no se hacen sus garantes; por esto, justamente en este punto, está el aspecto
erróneo de la teoría. Cuando un autor presenta narraciones ajenas sin indicar la pro
cedencia y sin dar indicios de desaprobación, se apropia esas narraciones y también
se hace su garante; es lo contrario lo que debe ser demostrado. La Pontificia Comisión
Bíblica desaprobó esta teoría en 1905.
Desde finales del siglo XIX, durante todo el período del modernismo, hasta la encí
clica Divino afilante Spiritu de 1943 e incluso hasta el Vaticano II, la preocupación más
significativa entre los cristianos católicos consistía en defender a toda costa la absoluta
ausencia de error (= inerrancia) de la Biblia en todo campo.
Uno de los caminos más exitosos para la superación de la cuestión bíblica fue la
atención a los géneros literarios. Este nuevo camino fue abierto por la encíclica Divino
afilante Spiritu (1943). Después de haber recordado que los antiguos escritores expo
nían los hechos con una técnica expositiva y lingüística diferente a la nuestra, la encí
clica afirma:
Cuando algunos desean echar en cara a los autores sagrados o algún error histórico o una
inexactitud en la manera de narrar los hechos, si se mira bien de cerca, se encuentra que
simplemente se trata de aquellos modos usuales de decir o de narrar, que los antiguos solían
adoptar en el mutuo intercambio de ¡deas en la convivencia humana (EB 560).
5 Benedicto XV rechaza esta teoría afirmando: "¿Cuál es la relación que existe entre los fenómenos naturales
y la historia? Las ciencias físicas se ocupan de objetos que golpean los sentidos y deben, entonces, concordar con
los fenómenos, tal como aparecen; la historia, en cambio, se ocupa de la narración de los hechos, debe, y esta es su
norma principal, coincidir con estos hechos, como realmente se han verificado".
338
La encíclica reconoce la presencia de varios géneros literarios en la Biblia e invita a
los exegetas a estudiarlos de una manera atenta y correcta para resolver el problema de
la verdad bíblica en las narraciones históricas. La reflexión sobre el problema de la ver
dad de la Escritura continuó incluso después de la encíclica de Pío XII, y así se pusie
ron las premisas de la solución aprobada por el Vaticano II.
De una impostación apologética y del tono prevalentemente negativo (el acento caía
sobre la "ausencia de error" incluso en materia profana) se pasa a la atención hermenéu
tica, cuyo objetivo no es el de "defender" la Biblia, sino comprenderla e interpretarla.
Así se llega, mediante sucesivas reelaboraciones, al texto definitivo de la Dei Verbum:
Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como
afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firme
mente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras
para nuestra salvación (DV 11).
339
tífica e histórica. Sólo es garantizado en la medida en que es útil para la salvación, es
decir, en la medida en que hace comprender el amor de Dios, el sentido de la histo
ria y de la vida.
El objeto formal de la Sagrada Escritura es la verdad salvífica. Para alcanzarla es
necesario identificar el género literario utilizado. Como el nexo entre la forma litera
ria y el contenido que quiere expresar es muy estrecho, es necesario individuar bien
el género literario si se quiere descubrir el significado que el texto pretende comuni
car. En cada época de la historia bíblica la cultura humana del momento ha condicio
nado el lenguaje y las formas literarias utilizadas. La encíclica Divino afilante Spiritu le
recordaba al exegeta el deber de "indagar en qué forma la manera de hablar o el géne
ro literario del hagiógrafo pudieran conducir a la verdadera y exacta interpretación de
los textos bíblicos" (EB 560).
340
Capítulo XIV
LA INTERPRETACIÓN DE LA ESCRITURA
341
2. Los "sentidos" de la Sagrada Escritura (noemática bíblica)
El desarrollo de este último concepto de sentido literal ha hecho nacer en la exégesis cris
tiana católica, al finalizar el siglo XIX, una nueva noción de sentido que, de alguna manera,
vino a llenar un vacío que se había creado: el sentido literal pleno ísensus plenior).
342
la noción de sentido literal pleno fue indudablemente conocida en la antigüedad cris
tiana e hizo parte de aquella noción de sentido literal que la tradición escolástica y la
tradición posterior han tenido. De hecho, los Padres de la Iglesia hablan frecuentemente
de un contenido más profundo de los textos y de las palabras de la Biblia, que se debe
descubrir considerando el texto a la luz de la revelación posterior.
El motivo que llevó a la introducción del concepto de sensus plenior [sentido pleno]
fue la toma de conciencia por parte de la exégesis cristiana católica, del hecho que
Jesús mismo, los apóstoles, los escritores del Nuevo Testamento y la tradición de la
Iglesia reconocían en los textos bíblicos un significado que iba más allá del significado
que lograba descubrir el análisis histórico y literario. Algunos de estos textos eran cita
dos como fundamento bíblico de algunas verdades de fe. Los dogmas de la Inmaculada
Concepción y la Asunción de María, han sido considerados, por la continua tradición
patrística y magisterial, verdades que de alguna manera están reveladas en el texto de
Génesis 3, 15 ("Yo pondré enemistad entre tú y la mujer, entre tu estirpe y la estirpe de
ella; ésta te aplastará la cabeza, cuando tú le aseches el talón"), aunque la exégesis crí
tica no, parece, que haya podido llegar a semejante conclusión. Del mismo modo las
profecías de Isaías que se refieren a los sufrimientos del Siervo de Yahvé (Is 52, 13-53,
12) adquieren su verdadero sentido únicamente cuando se interpretan a la luz de su
cumplimiento en la pasión de Cristo, como nos lo enseñan varios pasajes neotestamen-
tarios.
Frente a estos y otros casos, la exégesis cristiana católica se sintió movida, por lo
mismo, a hablar de un sentido literal pleno, diseñado por Dios [autor divino] no cono
cido o conocido sólo en parte u oscuramente por el hagiógrafo.
343
de Dios) con la naturaleza humana; implícitamente afirma que en el Verbo encarna
do hay alma, cuerpo, inteligencia, voluntad... porque la naturaleza humana está con
formada por esto. Dado que el sentido explícito está contenido en las mismas palabras
del texto sagrado, se concluye que es claro que eso es verdadero sentido bíblico literal.
El sentido por acomodación bíblica se presenta cuando un texto bíblico es aplica
do a personas o cosas del todo diferentes a aquellas que fueron propuestas por el autor
o por una cierta semejanza real o con base en la asonancia verbal de las palabras1.
Por lo mismo no es un sentido bíblico y por ello se debe evitar su uso indiscriminado.
En ocasiones puede justificarse, siempre y cuando no sea presentado como verdade
ra palabra de Dios.
El sentido espiritual es aquel "sentido bíblico en virtud del cual personas, aconteci
mientos y cosas de las cuales habla la Escritura pueden ser signos de otras realidades".
La realidad o acontecimiento significante es denominado tipo, imagen o figura; la reali
dad significada es llamada antitipo o realidad; la relación existente entre uno y otro es
llamada tipología. Jesús, por ejemplo, consideró la serpiente de bronce como anuncio
de su crucifixión2, la permanencia de Jonás en el vientre del cetáceo como figura de
su permanencia en el sepulcro2, el maná como signo de la eucaristía4.
Los Padres desarrollaron ampliamente esta tipología, considerándola esencial en la
lectura cristiana de la Biblia. Sobre esta larga tradición bíblica y patrística se injertan los
más recientes documentos magisteriales, los cuales no sólo recomiendan que no se des
cuide la exégesis típica o espiritual, sino que también subrayan que de ella la Iglesia ha
hecho uso y hace uso en su liturgia y en su enseñanza.
El sentido espiritual es subdivido en: sentido alegórico (o típico), moral (o tropoló
glco) y anagógico.
El sentido alegórico o típico: personas, cosas o acontecimientos del Antiguo
Testamento son interpretados como prefiguraciones del misterio de Cristo y de la Iglesia.
El diluvio, el arca de Noé y el paso del mar Rojo prefiguran el bautismo; el agua que
sale de la roca durante el camino en el desierto es figura de los dones espirituales de
Cristo; el maná en el desierto prefigura la eucaristía, verdadero pan del cielo; el sacer
dote Melquisedec es figura de Cristo, sacerdote eterno. La tipología, entonces, ve en el
’ Por ejemplo, la citación latina mirabilis Deus in sanctis tuis (Sal 68, 36), que literalmente se debería traducir:
Oh Dios, eres maravilloso en tu santuario, es aplicada por la liturgia a los santos.
2 Juan 3, 14.
3 Mateo 12, 40.
1 Juan 6, 31.49.
344
Antiguo Testamento las prefiguraciones de aquello que Dios habría hecho en la perso
na de Jesús. La literatura tipológica revela, por lo mismo, el inagotable contenido de los
acontecimientos del Antiguo Testamento.
El sentido moral o tropológlco: realidad o acontecimientos narrados en la Escritura
se convierten en una invitación a actuar rectamente. Los acontecimientos que le suce
dieron al pueblo de Israel durante la travesía por el desierto fueron escritos, afirma san
Pablo, para advertencia nuestra (1Co 10, 11), es decir, son una invitación a no caer en
los mismos errores, a confiar en Dios; la oración de Jesús se convierte en modelo de
nuestra oración.
El sentido anagógico: realidad y acontecimientos narrados en la Escritura conducen
(anagoghé) y ayudan a comprender las verdades últimas, objeto de la esperanza cristia
na. Jerusalén es, en sentido típico, figura de la Iglesia, y, en sentido anagógico, señal del
mundo que vendrá, en conformidad con las palabras del Apocalipsis 21, 1-4.
345
originariamente escrito con ocasión de la coronación de un rey de Judá, sigue siendo
recitado incluso en el exilio y en la época posterior al exilio cuando ya no había rey
que pudiera asumir el significado mesiánico. De esta manera algunos pasajes pierden
casi la paternidad del escritor original para asumir la del lector, en nuestro caso, de la
sinagoga que lee e interpreta, provocada por los acontecimientos históricos que está
viviendo y que se convierten en la clave hermenéutica. Esta reinterpretación que sirve
para actualizar el texto, está basada en la convicción de que Dios, que habló a través
de los antiguos profetas, mediante aquellas palabras ayuda a descubrir, también, el sen
tido de la historia actual.
En la época de Jesús había varios métodos de interpretación. Ante todo el midrás
subdivido en halakah, que tendía a la actualización de los diversos preceptos de la ley,
y haggadah, que ¡lustraba la historia de la salvación mediante narraciones edificantes5.
Este método de exégesis rabínica (midrás) se volvió exclusivo después del año 70.
No obstante ello, en la época de Jesús coexistía con otros métodos exegéticos. El ale-
gorismo de Filón de Alejandría le quería demostrar el mundo griego que la verdadera
sabiduría (= la verdadera filosofía) se encuentra en los libros de los judíos. Por ello las
narraciones bíblicas y los personajes de la historia hebrea se convierten en símbolos de
las virtudes estoicas. La exégesis de Filón de Alejandría, con el tiempo, se convirtió en
el modelo de la exégesis cristiana alegórica de la escuela de Alejandría.
En Palestina, en el siglo I, era muy utilizado el método exegético llamado midrás
pesher. Era el método preferido por la comunidad de Qumrán que leía los pasajes de
la Escrituras versículo por versículo y los comentaba mediante una explicación que los
actualizaba, haciendo referencia a las acontecimientos, la historia y los personajes de
la comunidad6. '
La exégesis de los saduceos difería de la de los fariseos en cuanto que aceptaban
como sagrados y normativos únicamente cinco libros de Moisés y rechazaban las tradi
ciones fariseas, de manera particular las que se referían a la resurrección y a los ángeles.
Después de la destrucción del templo en el 70 desaparecieron los saduceos, los
zelotas y los esenios, permaneciendo con vida únicamente el movimiento fariseo que
se convirtió en el único representante del rabinismo. En realidad es gracias al trabajo de
los rabinos fariseos que tenemos la Misná y el Talmud.
5 Cuando se habla de exégesis rabínica debemos tener presente que el judaismo es más una ortopraxis que una
ortodoxia y que todo se concentra en la precisa observancia de los preceptos de la Tora interpretada, después del 70,
de manera básicamente farisea. La tradición de los fariseos reivindicaba para sí un origen mosaico; el midrás intenta
ba justificar la práctica de los fariseos con el texto sagrado.
6 Esta explicación era introducida con la palabra pishró, es decir, el significado de este versículo es..., de ahí pro
viene el nombre de pesher. Lo más interesante en este método exegético era el hecho de que en el texto se encerraba
un significado misterioso que solamente se le revelaba al Maestro de la Justicia y a los miembros de la comunidad.
346
Las tendencias exegéticas del siglo I también se reflejaron en el Nuevo Testamento.
Jesús sigue los métodos usados en su tiempo (midrás pesher [Le 4, 16-21] y halakah pes-
hat, cuando expone los mandamientos), pero no deduce sus enseñanzas de la Biblia
como hacían los rabinos. Él trae una nueva revelación y habla con autoridad propia,
reinterpretando, incluso, los antiguos preceptos en sus antítesis de Mateo 5, 21-48. Su
relación con el Antiguo Testamento es el cumplimiento profético y el perfeccionamien
to moral (Mt 5, 17). Contrariamente al uso rabínico contemporáneo, Jesús se aplica a
sí mismo los textos de Salmo 110, Isaías 61, Isaías 53, y diversos pasajes de Zacarías y
Daniel 7. Entonces, aunque Jesús mantiene el método exegético, parte de un principio
hermenéutico nuevo para llegar a conclusiones exegéticas originales en la Palestina de
su tiempo.
Incluso después de la Pascua, los autores del Nuevo Testamento no se separan de
los métodos exegéticos de su tiempo. En Pablo se encuentra una exégesis típicamen
te rabínica y midrásica en casi todos sus escritos. Con frecuencia utiliza la cercanía de
diversos pasajes de la Escritura que se explican el uno al otro, técnica exegética usado
por los rabinos que era llamada collar de perlas (Romanos, capítulos 3.4.9-11). En otras
ocasiones Pablo hace uso de la exégesis alegórica, por ejemplo, en Cálatas 4, 21-31:
Sara y Agar (Agar = la ley del Sinaí [transitoria]; Sara = la nueva alianza [definitiva]).
También se encuentra el midrás pesher cuando explica algunos pasajes y los actuali
za (1Co 10, 3-6).
347
cipio muy importante en la interpretación de la Biblia, el de la analogía fidei [analogía
de la fe]. La Biblia tiene como único autor a Dios, y por ello no se pude contradecir a
sí misma entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
7 Por ejemplo, el número 153 de los peces de la pesca milagrosa (Jn 21, 11) es comentado así por Orígenes: el
número debe tener un sentido, 153 contiene el 17 que es un número que significa santidad, plenitud (10 = decálogo,
7 = los dones del Espíritu Santo). Como para llegar al número 153 basta sumar los números del 1 al 17, el número 153
indica toda la multitud de los santos.
348
3.2.3 La escuela de Antioquía
349
getas, considerándose únicamente como un partner [par académico] en la investiga
ción. Inicialmente siguió la exégesis alegórica, posteriormente utilizó la interpretación
fundamentalista literal antioquena, pero sin jamás abandonar del todo la enseñanza de
Orígenes.
Agustín (+ 430) sintetiza sus principios hermenéuticos en los libros II y III del De
doctrina christiana [La doctrina cristiana]. El verdadero sentido de la Biblia es el sensus
auctoris [sentido del autor] porque es el sentido propio aquello que inspira el Espíritu
Santo y es a través de la voluntad consciente del autor que Dios habla. Si en la investi
gación del sentido original del autor se llega a dos o más interpretaciones diversas, no
se debe generar pánico, porque es posible que también el autor humano los haya pre
visto, o, al menos, los haya previsto con certeza el autor divino. Por ello, uno es el sen
tido del texto y otro el sentido del autor. Agustín establece el principio de que el sentido
de una expresión debe ser interpretado de acuerdo al género literario al que pertenece.
350
3.3 La exégesis medieval
Durante la época medieval, los monjes y los teólogos leyeron la Escritura a través
de los florilegios o cadenas de las cuales ya se ha hablado; estas cadenas de día en día
se iban haciendo más populares8. En las escuelas del renacimiento carolingio el libro
de texto es la Biblia y se le hicieron notas marginales e interlineales al texto sagrado: las
glosas, las cuales se transformaron hasta adquirir una vida autónoma del texto sagrado
(una especie de comentarios).
6 Generalmente estos florilegios eran redactados sobre la base de comentarios tomados de los Padres latinos,
pero no faltaron algunos Padres griegos, particularmente Juan Crisóstomo.
5 Jerusalén, en sentido literal es la ciudad histórica; alegóricamente es la Iglesia, moralmente es el alma y ana-
gógicamente es la Jerusalén celeste.
351
Littera gesta docet; quid credas allegoría; moralis quid agas; quo tendas anagogia]°.
La intuición de los maestros medievales es iluminadora y fecunda. En esta lectura
adquieren más valor frases y episodios que por sí mismas no se pueden caracterizar con
sentido cristiano. En Lucas 14, 8-9, por ejemplo, no se lee otra cosa que una regla de
astucia popular: "Cuando seas invitado a una fiesta, no te pongas en el primer puesto,
no vaya a ser que haya otro invitado más importante que tú y aquel que te ha invitado
venga a decirte: cédele el puesto" [sentido literal]. Si orientamos estas palabras a Jesús,
este texto habla de su elección ejemplar del último puesto: Jesús, aunque es Maestro y
Señor entre los discípulos, les lavó los pies y, aunque era de naturaleza divina, se des
pojó a sí mismo tomando la condición de siervo, como dicen Juan 13, 14 y Fil¡penses2,
6-7 [sentido alegórico], Lucas 14, 8-9 también ofrece una enseñanza moral: a imitación
de Jesús que ha venido a servir y no a hacerse servir, el discípulo debe hacerse siervo
de todos, el último de todos [sentido moral]. Finalmente, este texto también puede refe
rirse al radical cambio de las situaciones que sucederá al final, de lo que habla la pará
bola del rico derrochador y el pobre Lázaro (Le 16, 22-23) o Mateo 20, 16: "Los últimos
serán primeros y los primeros serán últimos" [sentido anagógico],
En la época medieval muy pocos sabían leer (ni siquiera todos los sacerdotes, quie
nes para celebrar la misa se aprendían de memoria los textos fijos), y por ello era,
entonces, imposible un acercamiento directo al texto sagrado por parte del pueblo;
además, muy pocos poseían una Biblia porque era muy costosa e implicaba la posibili
dad de mantener a un amanuense durante dos años. No obstante esto, la Biblia estaba
a los ojos de todos: pensemos en los ciclos figurativos de las catedrales (por ejemplo,
la basílica San Marcos de Venecia y Monreale son una verdadera y auténtica Biblia en
10 Este verso fue compuesto por Agustín de Dacia (+ 1282): "La letra enseña los hechos, la alegoría lo que se
debe creer; la moral lo que se debe hacer, la anagogía hacia donde se tiende".
352
cómics), en las representaciones sagradas que se tenían en las criptas de los templos,
en los cantos bíblicos que se obtenían modulando textos sagrados sobre pistas de can
ciones profanas, porque eran pegadizas.
En esta dirección se mueve la Biblia de los pobres, un libro ilustrado con un fin edi
ficante nacido en la tardía época medieval (hacia 1300). Estaba conformada por cin
cuenta tablas en las cuales estaban representados los acontecimientos más importantes
del Nuevo Testamento hasta el juicio universal y, debajo, dos imágenes de profetas con
profecías referidas al acontecimiento representado. La Biblia de los pobres pretendía
favorecer una lectura más profunda del Antiguo Testamento explicándolo en referencia
al acontecimiento Cristo.
Con el siglo XVI la exégesis y la hermenéutica entran en una nueva fase. Los facto
res que caracterizan la época moderna son: el humanismo con el descubrimiento del
hombre y su interioridad; la división interna de la Iglesia que repercutirá sobre el modo
de interpretar la Escritura {sola Scriptura) y desarrollará entre los exegetas católicos una
tendencia fuertemente apologética {Escritura y Tradición); y nuevos movimientos filosó
ficos que se presentaron sucesivamente entre los siglos XVII y XIX: el racionalismo (que
llegará a negar la inspiración de la Escritura) y el positivismo histórico (que le aplicó a
la Escritura el método histórico crítico).
3.4.1 El humanismo
El retorno a las fuentes clásicas, el método crítico en el estudio de los textos, el des
cubrimiento del hombre y de su interioridad son las notas que caracterizan al huma
nista por excelencia, Erasmo de Roterdam (+ 1536). Erasmo regresó al texto bíblico y al
contacto directo con los Padres de la Iglesia. En 1516 publicó el texto griego del Nuevo
Testamento con el título de Novum Instrumentum [Nuevo Instrumento]. La reedición
de este texto bajo la dirección de Robert Estienne (Stephanus) y, más tarde, de los her
manos Elzevir de Leyda se constituyó en el textus receptos [texto recibido] hasta la apa
rición de las modernas ediciones críticas. Erasmo definió la teología como explicación
y anuncio de la Escritura {elucidado scripturae [clarificación de la Escritura]) y propuso
un método, una serie de criterios hermenéuticos para construirla:
a) Es necesario, ante todo, un adecuado bagaje científico y cultural (conocimiento
de las lenguas bíblicas, la historia, la retórica y los escritos antiguos);
353
c) También es necesario tener presente el contexto de cada párrafo, siendo nece
sario interpretarlo de acuerdo al pensamiento general del autor y de toda la
Escritura; se puede acudir a los escritos de los Padres, pero no se debe hacer un
uso indiscriminado, sino más bien crítico y de primera mano; para esto él llevó
a término un extenso programa de ediciones patrísticas.
La reforma, en polémica con la autoridad del Papa y de los obispos, le dio vida a un
nuevo modo de interpretar y estudiar la Biblia. Según Lutero, precedido en este cami
no por John Wyclif (t 1384) y Jacques Lefévre d'Etaples (+ 1536), la Escritura es inter
pretada siguiendo la autoridad ddl Espíritu y no la autoridad del magisterio de la Iglesia.
El único depósito de la revelación es la Sagrada Escritura {sola Scriptura) que debe
ser interpretada individualmente, rechazando cualquier magisterio y cualquier tradi
ción11. Este comportamiento se llamó libre examen'2.
En lo fundamental del libre examen, los padres del protestantismo (Lutero y Calvino)
coincidían, aunque se diferenciaban en cuestiones de detalles. Lutero subrayaba la
acción casi instrumental de la lectura de la Biblia: esta sería autopistós, es decir, que
llevaba en sí misma la fuerza de la conversión; Calvino acentuó la iluminación directa
del Espíritu Santo sobre cada fiel. Lo cierto es que tanto el uno como el otro rechaza
ron el magisterio y el valor normativo de sus decisiones, y no le dieron otro valor a la
tradición que el de ser un fenómeno humano.11 12
11 El fundamento de este nuevo modo de pensar era el inmanentísimo religioso (no interesa Dios en sí, sino Dios
para mi).
12 Aunque inicialmente este principio sólo rechazaba la unidad existente entre Escritura, Tradición y Magisterio,
contenía en sí la negación del origen divino de los libros sagrados.
354
La Biblia, arrancada de su lecho natural, la Iglesia, era dejada en las manos de una
interpretación subjetiva e individual que podía ser arbitraria, aunque se hiciera en nom
bre de una inspiración individual del Espíritu Santo.
Este rechazo de cualquier autoridad externa desembocó, de hecho, en un compor
tamiento antropocéntrico, en el cual el Yo fue considerado como el centro en torno al
cual debe girar la verdad, incluyendo la verdad de Dios. Entonces, aunque los fundado
res del protestantismo admitían en líneas generales la noción de inspiración divina de
la Biblia, con el paso del tiempo terminó prevaleciendo la fuerza disgregante del subje
tivismo, que llegó en el siglo XIX a sus extremas consecuencias.
La Iglesia cristiana católica, con el concilio de Trento, reaccionó contra estos princi
pios interpretativos de la Escritura. El concilio condenó el principio de la libre interpre
tación de la Escritura contra el sentido que le había sido dado por la Iglesia.
La teología cristiana católica, en lucha y como reacción al protestantismo, exaltó
el papel de la tradición, disminuyendo la importancia de la Escritura. La exégesis fue
puesta al servicio de la teología dogmática y la apologética. El exegeta se convirtió en
una especie de técnico que preparaba materiales y argumentos bíblicos que el teólogo
usaba después disputando con los protestantes13. Las consecuencias de esta situación,
al aparecer la crítica bíblica, fueron desastrosas.
El racionalismo de los siglos XVIII y XIX puso en discusión la idea de Dios creador y
trascendente, el hecho mismo de la revelación, la posibilidad de los milagros y las pro
fecías, la diferencia entre natural y sobrenatural. La Escritura fue considerada como un
libro particular, pero humano; la inspiración divina fue sustituida por un vago espíritu
religioso presente en la comunidad en la cual nacieron los libros.
Una figura clave en esta radicalización fue F. Schleiermacher, uno de los teólogos
protestantes más influyentes del siglo XIX. Siguiendo su huella, en la teología protestan
te la inspiración bíblica se reduce al espíritu religioso que reinaba en la Iglesia primiti
va y, antes de ella, en el pueblo de Israel. Schleiermacher negaba de manera absoluta
que la Escritura exigiera, en virtud de la inspiración divina, un tratamiento hermenéuti-
co y crítico diferente respecto a aquel que se le aplica a otras obras literarias. De esta
ls Después de Trento, en el ámbito cristiano católico florecieron comentarios bíblicos de tono fundamentalmen
te teológico moral. Los comentarios que más éxito tuvieron fueron los de Cornelio Lapide (+ 1637).
355
manera, la Biblia terminaba siendo considerada como un libro religioso, pero simple
mente humano.
Las consecuencias en el campo hermenéutico no tardaron en llegar. Una vez que se
rechaza a Dios como autor de la Sagrada Escritura, sigue, como consecuencia, que los
textos sagrados son estudiados como fruto único de la acción humana del hagiógrafo.
De aquí, la elaboración de métodos en los cuales se le da importancia exclusiva al exa
men crítico del texto, con las consecuentes subvaloraciones de la acción de Dios. Los
racionalistas llegaron a considerar la crítica histórica literaria como la única vía para lle
gar al sentido de los textos sagrados, afirmando que la exégesis sería infiel a su objeti
vo si dijera algo más a aquello que son capaces de establecer los métodos racionales.
14 La finalidad era la de utilizar la documentación literaria y todo el material que puede ofrecer la ciencia histó
rica para conocer mejor el texto que ha sido hecho objeto de estudio. Como la Biblia también es un documento lite
rario e histórico, era lógico que los métodos históricos literarios se interesaran en su estudio.
356
Mientras la crítica literaria se iba perfeccionando, la interpretación se apoyaba cada
vez más en presupuestos conjeturales y filosóficos. Wellhausen, por ejemplo, interpre
tó el nacimiento y el desarrollo de la historia religiosa de Israel utilizando el esquema
histórico evolutivo de Hegel: Israel habría realizado un camino ascendente pasando de
un primitivo politeísmo al monoteísmo yahvista promovido por los profetas (politeísmo-
monolatría-monoteísmo).
Sobre una línea análoga se movieron los estudiosos neotestamentarios del protestan
tismo liberal. F. C. Baur (i 1860) le aplicó a la historia del cristianismo la teoría hegeliana
de tesis {judaizantes), antítesis (paulinismo) y síntesis (escritos del Nuevo Testamento). El
fundador de la escuela mítica D. F. Strauss (t 1874), en su Vida de Jesús, transformó a
jesús en un sabio, incomprendido por sus ignorantes contemporáneos que lo convirtie
ron en un mago. E. Renán, en su Vida de Jesús, lo presentó como perfecto ejemplar del
ser humano, pero excluyó todo aquello que tenía sabor a sobrenatural. A. von Harnack
(+ 1930), en su obra más famosa La esencia del cristianismo (1900), redujo el cristianis
mo a una serie de verdades morales predicadas por Jesús (la paternidad de Dios y la
hermandad entre los hombres).
Las notas que califican a la exégesis liberal fueron tres: a) confianza en la razón y en
los métodos de análisis literario; b) adopción acrítica de los sistemas filosóficos y cien
tíficos del momento (idealismo hegeliano, evolucionismo, positivismo, historicismo); c)
inevitable separación entre exégesis y teología.
La primera nota produjo notables progresos en el campo de la crítica textual y lite
raria (Wellhausen: hipótesis documentaría); la segunda una serie de hipótesis interpre
tativas interminables; la tercera, la creciente brecha entre exégesis, por una parte, y
teología, por otra parte.
En el campo cristiano católico, la conexión del método histórico crítico con el racio
nalismo y la negación de todo elemento sobrenatural en la explicación de la Biblia y de
la religión cristiana suscitaron una actitud de rechazo del método mismo, bajo el pre
texto de que conducía a posiciones aberrantes.
a) Se debe interpretar la Biblia a la luz del mismo Espíritu Santo que la ha inspirado.
357
c) La exégesis no puede contrastar con el consenso unánime de los Padres de la
Iglesia.
358
Capítulo XV
HERMENÉUTICA DE AUTOR
Y HERMENÉUTICA DEL TEXTO
1. Introducción
1 Schleiermacher, F. Hermeneutics and criticism and other writings. University Press, Cambridge, 1998.
359
H. G. Gadamer, en su Wahrheit undMethode2 [Verdady método], no se siente con
tento con la afirmación que el objetivo de la hermenéutica sea el de entender aque
llo que quiere decir el autor o aquello que han entendido sus oyentes, porque cuando
un texto es escrito se desliga de las contingencias de sus orígenes y asume una calidad
que supera lo temporal. Quien lo interpreta lo hace desde el punto de vista de su pro
pio horizonte que entra en diálogo con el horizonte del texto. El texto, desligado de su
autor, encuentra un nuevo padre en el intérprete. El significado de un texto no es, en
primer lugar, el que quería decir el autor, sino aquel que el texto le dice ahora al lector.
De ahí se sigue que ningún texto encuentra una interpretación definitiva válida, porque
el texto debe ser leído e interpretado de nuevo por cada generación siguiente.
2. Hermenéutica de autor
Cuando se habla de la intención del autor se entiende aquello que el autor quiso
decir. El lenguaje es comunicación y cada uno, cuando lo usa, pretende comunicar
alguna cosa; en consecuencia es importante captar aquello que la mente del locutor
pretende. En la aplicación de este principio es importante la objetividad y la precisión.
Objetividad porque el autor objetiva en el texto aquello que pretende comunicar. El
intérprete, por ello, debe hacer una lectura objetiva, debe estar libre de prejuicios, debe
controlar la propia imaginación para no proyectar en el texto contenidos extraños. El
2 Gadamer, H. G. Venta e método. Bompiani, Milán, 1986 [Traducción española: Verdad y método. Sígueme,
Salamanca, 1997].
360
intérprete debe controlar todos estos factores, de otra manera la suya será una lectura
parcial. La exégesis, exegesis [= tirar hacia fuera, sacar] no debe convertirse en eixege-
sis [= tirar contra algo].
Precisión porque aquello que la matemática es para las ciencias naturales, para las
ciencias del espíritu lo es la filología, que se constituye en un instrumento de precisión
(a pesar de las inevitables aproximaciones) y es la condición de todo progreso en la
profundización y comprensión del texto. Esta afirmación vale, particularmente, para los
textos antiguos, ya que para comprenderlos es necesario conocer la evolución semán
tica de los mismos términos en las diversas épocas (cf. Mt 19, 9).
2.2.1 El autor
De acuerdo con esta teoría, todo el significado del texto pasa a través del acto
reflexivo y querido por la inteligencia: quiero decir esto y no esto otro. Aquello que no
pasa a través de la consciencia reflexiva del autor no es el significado del texto; pero
esto, de hecho, ¡no es cierto! La psicología moderna nos obliga a una visión más com
pleja del autor.
Un ejemplo es la visión de los huesos secos de Ezequiel 37, 1-14. Para Ezequiel el
asunto fundamental es el regreso a la patria, recuperar la tierra. Por eso escribe la visión
de los huesos secos. Lo que Ezequiel quería decir con esta composición poética, lo
expresa en los versículos 11-14 del capítulo 37. Es muy fácil darse cuenta que el signifi
cado del símbolo creado por Ezequiel incluso sólo fue entendido por él en una peque
ña parte. El profeta Ezequiel ha creado un símbolo que lo trasciende, no comprendió la
riqueza de su mismo texto, porque su contexto histórico y cultural estaba determinado
por dos factores: el deseo de regreso a la patria y la falta de fe en la resurrección. Este
filtro histórico cultural le impidió llegar más lejos, en la comprensión de su misma obra.
Si dejamos este filtro histórico cultural, esta imagen se convierte en símbolo de la resu
361
rrección. La visión de los huesos secos se convierte en símbolo de la vida nueva que
Dios da a todos aquellos que confían en Él.
En este poema, a través de un canal subterráneo, escapando a la voluntad consciente
del autor, ha pasado el deseo de vida, el deseo de pensar que no todo terminará aquí.
Este deseo se ha hecho camino y palabra en el poema de Ezequiel. Sobre esta base, se
observa que en ocasiones el autor no es el mejor intérprete de su misma obra. Ezequiel
no comprendió toda la fuerza de su símbolo, simplemente le ha dado una forma poéti
ca y ha dejado su interpretación a los lectores que vendrían después.
Teniendo presente lo anterior, en nombre de la objetivad se debe decir que la her
menéutica del autor no es objetiva porque no es cierto que todo el sentido del texto
pasa a través de la conciencia reflexiva del autor.
2.2.2 La obra-texto
2.2.3 El lector-oyente
Si nos ponemos de parte del lector, la objetividad es un sofisma, porque donde hay
un sujeto hay subjetividad. Es imposible observar sin ser parte del proceso de observar.
No se puede mirar desde ningún lugar, porque para poder ver es necesario un punto
de vista. La objetividad niega este punto de vista, sería como ponerse en ninguna parte
[en mitad de la nada] y desde allí mirar. La objetividad absoluta no existe, pero sí puede
existir, en cambio, una subjetividad declarada, es decir, una cierta precisión de la clave
de lectura, del punto de vista desde el cual se mira.
Para contemplar un cuadro es claro que uno debe estar en alguna posición y con
determinado ángulo de visión, con lo cual, posicionándome a mí mismo terminó posi-
cionando también al cuadro. Los vitrales de una catedral gótica solamente se aprecian
362
desde el interior del edificio. Lo mismo sucede cuando el lector se encuentra frente a un
texto. Esto quiere decir, entonces, que también desde la prospectiva del lector, la her
menéutica del autor es insuficiente.
La hermenéutica del texto incluye el tema de la intención del autor, pero lo hace
subrayando que ésta, por sí misma, no basta. En la interpretación de la obra literaria es
fundamental la comprensión de la obra misma. En el acto de la comprensión se con
jugan diversos elementos que pueden ser analizados desde múltiples perspectivas: el
363
autor, la obra literaria, el lector, el tema tratado y el lenguaje utilizado. Para mayor clari
dad, puede ayudarnos el siguiente esquema [círculo hermenéutico], que recoge el con
junto de los elementos implicados en la obra literaria:
Horizonte
364
Que la personalidad del autor se manifieste en su obra es un dato cierto que respon
de a la verdad3. Es más, de acuerdo con la orientación psicológica, el lector repetiría la
experiencia del autor que ha producido el texto (experiencia vicaria del lector). En reali
dad el encuentro con la experiencia del autor provoca en el lector una experiencia que
en ningún caso se puede identificar con la experiencia originaria del autor. Cada expe
riencia es, y permanece, irrepetible; además de ello, una experiencia no puede ser ni
siquiera totalmente objetivada, porque una parte permanece siempre inexpresable. Por
ello el ideal romántico de llegar a la experiencia del autor es una utopía; aunque expre
sa algo que sea cierto, porque es efectivamente posible una cierta comunión espiritual
con un autor mediante sus obras.
El lectores provocado por la obra para descubrirse a sí mismo; el texto lo pone fren
te a situaciones, delante de las cuales está obligado a tomar posición, a manifestarse o,
incluso, a corregirse. La Biblia es leída para cambiar, para pasar de la falsedad a la ver
dad. Esta es la corriente representada por Bultmann, Robinson, Ebeling y Fuchs. El texto
impulsa al lector a confrontarse consigo mismo. La obra sirve para desenmascarar, para
3 A este propósito se pueden encontrar algunas observaciones y una bibliografía selecta en Alonso Schükel, L. La
parola ispirata. Paideia, Brescia, 198 72, pp. 305ss [Traducción española: La palabra inspirada, Herder, Barcelona, 1966].
365
confrontar, para encontrar la verdad existencial del lector. El texto bíblico siempre pro
duce un choque, es una provocación de Dios al oyente o al lector (Ebeling).
Cuando leo un libro pretendo conocerme a mí mismo. Esta frase, dicha así, puede
parecer extraña, pero contiene una gran verdad, sobre todo si se refiere a textos signi
ficativos, frente a los cuales el lector está obligado a tomar posición (/$ 5, 20-24; Am 4,
1-3; 8, 4-8). En Isaías 5, 1-7 el lector escucha el canto de la viña: en un determinado
momento es invitado a participar, a ser juez en el litigio que se ha presentado, a tomar
posición, a no permanecer impasible. Al entrar en esta dinámica, el lector se reconoce
como sujeto y puede observar sus propias reacciones, su participación, su respuesta al
texto: él se está manifestando y este hecho lo enriquece en su propia autocomprensión.
Es, sin duda, un gran mérito de Bultmann, Robinson, Fuchs y Ebeling haber saca
do a la luz el valor interpelante de la Biblia contra una comprensión únicamente infor
mativa y haber clarificado cómo debe ser la disposición del lector frente al texto. Sería
una especie de reducción afirmar que para todos los libros de la Biblia existe sólo esta
dimensión.
Concluyendo, es necesario entender el texto, pero sin olvidar la experiencia del
autor (porque condiciona la comprensión del texto) y la implicación del lector (porque
es interpelado por el texto).
Del autor al texto existe un movimiento que es claro; pero, ¿existe el movimiento
inverso del texto al autor? La obra literaria comienza a existir como intuición, es un pro
yecto, un deseo que existe en la mente del autor. Antes de que la obra exista, el autor la
imagina, la piensa, anticipando una visión de la misma. De esta manera la obra comien
za ya a existir y a actuar sobre el autor de manera tal que, a veces, él puede sentirse
incluso dominado por la idea.
Cuando el autor acepta una idea inicial, comienza un juego entre el autor y la obra
que lentamente crece. El autor no puede hacer lo que quiere, de hecho está condicio
nado por la obra concebida que ya comienza a existir. En el proceso de la elaboración
de la obra, el autor no es plenamente autónomo, porque lo que se está transforman
do en obra literaria, está tomando vida y actúa. Por ejemplo, un escritor hace una afir
366
mación, y es la obra misma, lo que ya está escrito, lo que le pone objeciones, le pide
matizar su afirmación, le solicita adecuarse a lo que ya está escrito. El autor que crea
algunos personajes, que los está diseñando, no los puede irrespetar; en ocasiones la
fuerza del personaje es tal que llega incluso a desmontar al autor. No es raro encontrar
algunos autores que, contando su propia experiencia literaria, revela cómo en alguna
oportunidad tuvo que "matar" un personaje porque había crecido tanto que obstaculi
zaba en relación al proyecto original.
Se genera, entonces, un flujo de relación entre la obra y el autor. Este movimiento de
influencia se ve más claramente cuando el autor llega al final de su obra y debe modifi
car el comienzo o algunas partes del texto. La obra ha actuado sobre el autor, y en con
secuencia debemos ser conscientes de la importancia que el texto asume y del hecho
que el autor no puede ser todo. De algún modo el texto ha hecho al autor.
También el movimiento del autor al lector es obvio, dado que un autor compone
su obra porque quiere comunicar o provocar al lector. Esta intención conlleva una pre
sencia del lector mismo en la mente del autor, con lo cual se tiene, entonces, un influ
jo activo: el autores influenciado por el lector.
367
máxima comunicación posible. Platón dice que es inútil pedirle algo a una obra de arte
(literaria, pictórica o escultórica) porque no puede responder a nuestras preguntas. En
cambio, paradójicamente el lector agudo hace hablar y responder a su texto.
La obra parece presentarse como una realidad completa en sí misma, una realidad
con la cual no es posible ningún diálogo, pero si el hecho de comprender tiene una
estructura dialógica, es imposible no poner al texto en una posición dialógica o casi dia
lógica (siempre y cuando el texto tenga en verdad algo para comunicar). Ahora, textos
paradójicos o provocadores estimulan el deseo de comprender y de investigar, hacen
entrar en una situación que podemos asimilar a aquella situación dialógica del evange
lio (Mí 19, 24; 25, 29).
En el proceso de comprensión de un texto se establece una especie de diálogo. Por
ello no es aceptable la idea positivista del distanciamiento y de la neutralidad: en rea
lidad el lector entra a hacer parte del proceso de entender, entra en la llamada espiral
hermenéutica.
Es necesario entraren el texto, participar y compartir los sentimientos humanos que
él expresa; de otra parte también es necesario ir más allá porque la comprensión no
es plena si se permanece en un plano estético o cognoscitivo. Es necesaria la disponi
bilidad para dejarse interpelar, es necesaria una apertura fundamental que le permita
al texto provocarnos, dado que también la interpelación es parte esencial del significa
do. El evangelio como tal presenta diversos casos de interlocutores que no entienden
las palabras de Jesús porque rechazan el encuentro y refutan el hecho de dejarse pro
vocar por ellas.
f
368
lógico (cognoscitivo), pero si se pretendiera hacer esto para cada acto de conocimiento
de hecho se estaría impidiendo el conocimiento. Es suficiente que se tome conscien
cia de la realidad de este trasfondo en el cual están presentes siglos de cultura humana;
sobre este trasfondo cada cosa se ubica y se relaciona con las demás de una manera
significativa.
Este trasfondo no tematizado condiciona la posibilidad y el nivel de comprensión.
Siguiendo con el ejemplo del reloj, es diferente la comprensión que tiene un aborigen
de Papua Nueva Guinea que no tiene la percepción horaria del tiempo, en relación a
un occidental de cultura media o a un ingeniero electrónico con una competencia espe
cífica en dicho sector.
En el ámbito del lenguaje una frase puede ser entendida de modos diversos de
acuerdo con la profundidad con la cual se conoce la lengua, de cómo se entienden los
matices4; de esta manera incluso una obra literaria se puede comprender mejor si se
le puede colocar en el horizonte de la historia de la literatura de un determinado país.
El horizonte tiene la característica de crecer y alargarse constantemente con el cre
cimiento de la dimensión cultural y existencial. La edad senil, por lo mismo, si perma
nece viva la curiosidad, es la edad del máximo horizonte.
La última característica del horizonte es la posibilidad de corrección y ajuste. El lector
de un texto tiene su horizonte que es diverso en relación al del autor. Según Gadamer,
la dialéctica lector-texto lleva a la fusión del horizonte del lector con el del autor. No
obstante ello, más realistamente se debe hablar de una posibilidad de ajuste, de acer
camiento al horizonte del autor corrigiendo el propio horizonte sobre la base del texto.
El ajuste particular del horizonte es la pregunta. El horizonte es descrito como no
tematizado, y un modo de tematizarlo consiste en formularle preguntas (¿qué es un
reloj?, ¿qué es un hombre?...). De hecho un texto es, de algún modo, el intento con
creto de responder a una pregunta que el autor se hizo, tematizando un punto del
horizonte. El lector, también, frente a un texto tematiza un elemento de su horizonte,
confiriéndole una particular capacidad de influir sobre la comprensión del texto, y así
formula la pregunta. La pregunta es un no saber que, a pesar de todo, vive en un tras
fondo de saber. En realidad la ignorancia es consciente únicamente en un contexto de
saber. Por eso la pregunta es un acto de inteligencia, una ignorancia noblemente con
fesada.
Apliquemos este discurso a la Biblia. La Biblia es un texto que en su estructura lin
güística es fijo y determinado, sin embargo su capacidad de comunicar un sentido crece
con la progresiva penetración que le hace la Iglesia. El horizonte de lectura de cada
4 En Cyrano de Bergerac de Balzac se lee: "Tiene una amor tan grande para los pájaros que llega a ofrecerles a
ellos un apoyo", y esto para decir que tenía una nariz tremendamente grande.
369
generación enriquece con nuevos conocimientos el horizonte recibido de la genera
ción precedente. La ampliación del horizonte lleva al lector a comprender un texto más
allá de su mismo autor. La reflexión del lector, que puede servirse de textos posteriores,
puede explicitar aquello que estaba implícito. Pensemos en los Salmos que aluden a la
vida eterna, se trata de alusiones que adquieren un sentido muy diverso si son puestos
en el horizonte marcado por la resurrección de Cristo:
En estos contextos por siempre tiene para el autor un sentido vitalicio, es decir, para
toda la vida hasta la muerte, pero a la luz de la pascua la barrera del tiempo se abre a
una vida sin más límites.
370
dirigida al hombre, sino también de palabra del hombre y palabra de Dios dirigida a
Dios mismo. En consecuencia, si los Salmos no se hacen propios, no están en capaci
dad de desarrollar toda su potencialidad de sentido. La apropiación en estos casos es
un hecho absolutamente necesario, al menos para la lectura de creyentes. Si no es así,
los Salmos se convierten, simplemente, en fuente de curiosidad histórica sobre la mane
ra como oraban las antiguas poblaciones semitas, que es análoga a los antiguos textos
de oración de los pueblos orientales.
La apropiación de los Salmos se puede realizar, fundamentalmente, de dos mane
ras: quien se apropia personalmente de los sentimientos y las palabras del salmo por
que comparte la situación descrita, y el texto porque ayuda a expresar el sentimiento
vivido; quien se apropia por la vía de simpatía, compasión y solidaridad, cuando no se
vive personalmente la situación descrita en el salmo, pero sí se participa de la situación
en unidad con quien la está viviendo (por ejemplo: si quiero participar en la situación
de un hermano que está moribundo, recito el Salmo 88 o el Salmo 130 [Desde el abis
mo a ti grito, oh Señor, escucha mi voz]). Este sentido de fraternidad o solidaridad entre
los cristianos encuentra su fundamento en la unidad de la Iglesia como Cuerpo de Cristo
y se expresa en la oración del Gloria final que saca a la luz el fundamento de esta soli
daridad y fraternidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Estos modos de apropiación permiten hacer propia no sólo la experiencia huma
na del autor, sino también la (situación, actitud, sentimientos) que está expresada en el
texto.
Lo que para los Salmos se dice de un modo tan decisivo, también se presenta de
formas diferentes para los otros textos de la Escritura. Este es un punto hermenéutico
fundamental para la teología y la espiritualidad, porque sin la apropiación no se llega a
aquello que es verdaderamente decisivo, no se puede pasar de la simple reproducción
de un texto a la salida de un contenido siempre original y vital, a un compromiso de
vida en sintonía con la palabra escuchada.
3.5 El lenguaje
Se ha diseñado una línea que va del autor al lector a través del lenguaje. Si es ver
dad que el hombre se comunica con sus semejantes a través de diversos medios, sin
duda que el principal de ellos es el lenguaje. Comunica el contacto físico; comunican
los gestos como el abrazo, el beso, la estrechada de manos. En momentos particulares,
este tipo de comunicación es más eficaz: tenemos un ejemplo en la mano que en silen
cio se apoya sobre la espalda de aquel que está sufriendo una pérdida. Comunican las
miradas y el simple tono de la voz. No obstante ello, nada comunica como el lengua
je. El hombre es el animal de la palabra articulada. Hablando, se realiza y se manifies
371
ta. El lenguaje es la condición que hace posible la comunicación, pero al mismo tiempo
condiciona tal comunicación.
El primer error se puede llamar visión ingenua del lenguaje, porque se piensa que
no existe ningún obstáculo entre quien habla y quien escucha, y que el lenguaje no
hace otra cosa que describir y estilizar la realidad de una manera perfectamente clara
y comprensible; pero esto no corresponde a la verdad5. Este comportamiento se defi
ne como ingenuo porque con frecuencia es, únicamente, fruto de la falta de reflexión.
El segundo error consiste en aplicar al lenguaje el modelo de los medios técnicos de
la transmisión de la voz. La voz humana, para ser transmitida es codificada en ondas
electromagnéticas y posterior es descodificada en ondas sonoras que son nuevamen
te audibles. En este proceso la transmisión se hace empleando aparatos codificadores
y decodificadores que restituyen el mensaje original sustancialmente invariable. Si se
aplicara este modelo al lenguaje, se debería decir que el autor codifica un pensamien
to en un código lingüístico y lo transmite en el texto; el lector posteriormente decodifi
ca el texto y de esta manera logra llegar a la ¡dea inicial exactamente como el autor la
concibió. En este modelo el lenguaje no tendría ninguna incidencia sobre el contenido
que transmite, no sería otra cosa que una especie de contenedor; pero esta impostación
no respeta la realidad porque en realidad el lenguaje condiciona el desarrollo del pen
samiento y su expresión, ya que, de hecho, el pensamiento se modula desde su naci
miento a través del lenguaje.
El tercer error es la visión atomista que considera al lenguaje como un conjunto de
palabras, cada una de las cuales tiene una correspondencia plena, total y unívoca con
un significado, considerando que las relaciones gramaticales y sintácticas son secunda
rias y no influyen en la comprensión. En esta concepción la traducción consistiría en
simplemente sustituir las palabras correspondientes a los mismos objetos en las diver
sas lenguas. Es posible verificar lo inadecuado de esta tercera impostación consideran
do la relación existente entre palabra y objeto: en la realidad a una palabra no siempre
corresponde un único objeto y viceversa [mariposa: insecto, corbata, mecanismo del
carburador; pastor: de ovejas, perro, ministro en las Iglesias protestantes; mouse: ratón,
sistema para señalar en los computadores).
Además, las palabras no son anacoretas, sino ciudadanos de una sociedad muy
compleja. Por ejemplo, la palabra raíz asume significados diversos en boca de un botá
nico, un odontólogo, un matemático, un lingüista. De la misma manera determinadas
5 Aquí se puede señalar la realidad de que en ocasiones se puede caer en el equívoco porque el autor habla de
una cosa y el lector entiende otra cosa. Un ejemplo de esto es el apéndice de este capítulo (Carta de Ramsés}.
372
relaciones entre palabras adquieren un peso particular al interior de una tradición (tirar
los remos en la barca [abandonar el barco] = perder el ánimo, rendirse, renunciar a la
. Las palabras viven al interior de un sistema complejo que
lucha, dejar ir a alguien)67
no puede ser reducido a una perspectiva atomista; el significado no puede ser adecua
damente definido ni por el objeto, ni por el concepto, sino y únicamente de la reali
dad viva del lenguaje que existe en una determinada forma. Por eso el texto se presenta
como una estructura estilística compleja en la cual el lenguaje modela y configura el
pensamiento.
6 El significado de pie se entiende en función de la frase completa: 1) todos estaban en pie porque no había
puesto para sentarse; 2) la hostilidad era tan grande, que todos estaban en pie de guerra; 3) mi promesa sigue estan
do en pie; 4) salpicar desde el mismo pie.
7 Para una profundización se puede ver: Alonso Schókel, L. La parola ispirata. Paideia, Brescia 19872; Alonso
Schokel, L. y Bravo Aragón, J. M. Appunti di ermeneutica. Dehoniane, Bolonia, 1994 [Traducción española: Apuntes
de hermenéutica. Trotta, Madrid, 1994],
8 La circunferencia es un conjunto de puntos unidimensionales equidistantes de un centro.
373
una forma para el futuro continuo como el imperfecto para el pasado? Una especie de
"era" para el futuro. Si pasamos al mundo de los colores, "verde", en un medio urba
no evoca pocas variaciones, pero en los trópicos en una verdadera y propia sinfonía,
porque el ojo distingue centenares de verdes pero el lenguaje es muy pobre para poder
expresar todas las variedades de verde.
Ahora, la articulación de una lengua no corresponde exactamente a otra lengua. Esto
implica una verdadera dificultad en la traducción, de hecho no se trata de sustituir cada
una de las palabras, sino de pasar de un sistema a otro.
Todos los lenguajes de la reflexión humana tienen características condicionantes,
por ejemplo, en matemática es necesaria la elección de un sistema base de referencia
que posteriormente puede ser sustituido por otros para describir diversos fenómenos
(ejemplo: sistema decimal, binario, sexagesimal [...]). El filósofo en su investigación (que
es una primera aproximación) utiliza y crea términos propios de su ámbito, crea un len
guaje y lo utiliza de manera estable (categorías). Otro filósofo usará los mismos térmi
nos pero con valores que pueden ser diversos, sin que por esto se le escape la verdad:
simplemente se trata de una impostación diferente. Cada lenguaje filosófico crea cate
gorías que no lindan [limitan] con las categorías de otros sistemas.
Por lo anterior, cada enunciado, incluso cada pensamiento está condicionado
por el lenguaje. Condicionamiento que no significa deterninismo: al interior del len
guaje yo soy libre, pero es una libertad condicionada por los medios de expresión.
Condicionamiento tampoco significa falsedad, pero el honesto conocimiento de los
límites del conocimiento humano y sus modalidades de expresión (intento representar
una circunferencia como puedo). Como cada enunciado está condicionado, debe ser
sometido a una crítica del lenguaje, para entender en qué sistema categorial se encuen
tra su significado (sentido).
374
El lenguaje se afina progresivamente para alcanzar la capacidad de expresar y comu
nicar los diversos matices de la experiencia humana. Por ello recurre a la introduc
ción de palabras nuevas (embotellado [metido en un cuello de botella; originalmente
es metido en el cuello de un cisne], "amarable" [que puede ser amado], bipartidista), a
la relación entre las palabras (monte / santidad; monte de santidad), a la invención de
adjetivos (monte santo), al uso de adverbios (perversamente inteligente), a la formación
de derivados y de palabras compuestas (tele-visión). Todo esto se hace con la intención
de adecuar la expresión a la experiencia.
Por ello el lenguaje científico y literario están sujetos a una afinación continua, pero
cada uno puede usufructuar el trabajo de todos aquellos que lo han precedido y recibe
un extenso sistema expresivo ya elaborado.
Otro dato importante para tener en cuenta es el siguiente: en la Escritura Dios se reve
la por medio de un lenguaje literario, pero no es el lenguaje el instrumento que es inspi
rado (con el mismo lenguaje se puede alabar o maldecir al Señor). Es lo que se expresa
con el lenguaje lo que es inspirado, no el lenguaje en sí, aunque bajo el impulso de la
inspiración por la necesidad de hacer palabra la experiencia humana, el hebreo se enri
queció y se pulió. Como todo instrumento, también el lenguaje está condicionado por el
individuo que lo utiliza: un astrónomo mira el telescopio con un bagaje de conocimien
tos que le permiten descubrir aquello que alguien no experto en astronomía no descu
briría.
375
el más adecuado, el lenguaje no se rinde y busca penetrar en las profundidades de lo
trascendente.
376
3.5.6 El símbolo
377
to un intérprete. El hecho que precede y hace posible la comunicación es la compren
sión del lenguaje, y por ello se necesita que autor y receptor hablen la misma lengua.
En este punto se inserta el problema de la traducción, que es, para todos los efectos,
una hermenéutica.
Una vez que se tiene la Biblia en la lengua propia, es posible que el lector descubra
que no entiende muchas cosas. Por ejemplo:
Aunque se tiene capacidad para entender todas las frases en sí mismas, ¿es verda
deramente comprensible este texto? Se comprende, entonces, que no se entiende; anti
guamente esto se le imputaba al hecho que el hebreo era desconocido. Por esto entra
en escena el exegeta que propone la interpretación explicativa, sin olvidar que la fun
ción del intérprete consiste en establecer una comunicación inmediata, de posibilitar la
comprensión del texto. La explicación no puede y no debe sustituir al texto.
Un buen trabajo exegético implica la utilización del texto original, aunque a un cier
to punto es necesario traducir el texto a la lengua propia. El hecho de traducir es el
resultado final del proceso completo de comprensión del texto; sobre la traducción se
reflejan todos los métodos empleados para una mejor comprensión.
Hasta hace poco tiempo lo que contaba en la traducción era traducir correctamente
el significado de los términos, hacer una traducción muy fiel al texto original. Este tipo
de traducción es llamado traducción de equivalencia formal: es decir, el mismo término
siempre era traducido de la misma manera. Un sustantivo debía traducir un sustantivo,
un verbo otro verbo, un adjetivo otro adjetivo. En este caso el instrumento privilegiado
por el traductor es el diccionario que de cada término ofrece la definición lo más pre
cisa posible, pero sin tener en cuenta el contexto.
La lingüística moderna ha subrayado otra aproximación en la cual, en palabras sen
cillas, no es la palabra la que da el significado a la frase, sino la frase la que le da el sig
nificado a la palabra. Un vocablo no siempre es traducido de la misma manera, todo
depende de la frase en la cual se encuentra. No es obligatorio que un sustantivo sea
traducido por otro sustantivo, también se podría traducir por un verbo o por un adje
tivo. Este tipo de traducción es llamado traducción de equivalencia dinámica. En otras
378
palabras, en la equivalencia formal es privilegiada la lengua original; en la equivalencia
dinámica la lengua a la cual se traduce. Con un ejemplo se pueden ¡lustrar estos dos
tipos de traducción:
Entre las varias diferencias de las dos versiones se pueden señalar algunas: aclame
mos a la roca de nuestra salvación (versículo 1); no endurezcan el corazón, como en
Meribá, como en el día de Masá en el desierto (versículo 8). Estas dos expresiones son
un calco perfecto del texto original, es una traducción de equivalencia formal.
En la traducción de equivalencia dinámica se pretende extraer la idea que expresan
estas palabras, entonces se tiene: aclamemos a la roca de nuestra salvación se traduce
por: gritemos con alegría al Dios que nos protege; y no endurezcan el corazón, como
en Meribá, como el día de Masá en el desierto se traduce por: no endurezcan sus cora
zones como sus padres en el desierto, en aquel día de tentación y discordia.
No se necesita concluir que en un caso se trata de una traducción fiel y en el otro
de una adaptación del texto. Son dos aproximaciones diferentes, con funciones diversas.
Por lo tanto, existe la posibilidad de traducir la Biblia utilizando uno de los dos méto
dos de traducción.
Por esto existen tantas traducciones y serán realizadas muchas otras. Todo esto no
crea ningún problema, salvo para aquellos que todavía hoy piensan que Dios mismo
haya escrito la Biblia en la lengua propia haciéndola descender ya lista desde el cielo.
Estas diversidades son, por el contrario, una garantía de seriedad, autenticidad y vitali
dad.
379
Para concluir, el procedimiento de la equivalencia formal privilegia y refleja al máxi
mo las características de la lengua original. En un cierto sentido lleva al lector hasta los
tiempos y la cultura de la lengua original y lo hace partícipe, en cuanto es posible, de
sus modos de decir, de sus procedimientos literarios e incluso de sus recursos fonéticos.
Generalmente, cuánto más se acentúa este procedimiento de traducción, tanto más se
hacen necesarias notas aclaratorias para el lector.
Caso extremo de esta modalidad de traducción lo constituyen las traducciones inter
lineales, que se encuentran en algunas biblias políglotas. En estos casos la traducción es
prácticamente incomprensible para un lector normal. Incluso, no falta ejemplos actua
les de una cierta utilidad, sobre todo para el estudiante que no conoce bien el hebreo
y el griego y debe ejercitarse en la exégesis bíblica.
En cambio, el procedimiento de la equivalencia dinámica es exactamente lo con
trario. En este modo es privilegiado el lector actual y la traducción transforma el texto
de manera que el lector se encuentre en condiciones similares a las del destinatario del
texto original. Como en el caso precedente, este ideal puro es imposible, aunque existe
la meta hacia la cual se camina. Para acercarse, el traductor debe tener presente el efec
to que el texto original ejercía sobre su primer lector, y debe traducir de tal manera que
este mismo efecto se repita en el lector actual. En síntesis, se trata de traducir el texto
de tal manera que supere las barreras culturales, adaptándose plenamente al nuevo lec
tor. Para llegar a este objetivo se le da prioridad a la lengua y la cultura del lector actual
no a aquellos del original. De esta manera el nuevo lector lee el texto traducido como
si se tratara de un texto producido en el seno de su cultura y su tiempo, sin necesidad
de muchas notas y aclaraciones.
Una traducción de la Biblia destinada al estudio deberá privilegiar la equivalencia
formal; en cambio, para la proclamación litúrgica o para la lengua corriente de un lec
tor común se debería preferir el modo de la equivalencia dinámica.
3.6 El texto
380
páginas hechas con líneas paralelas, con curiosas manchas negras. Es inútil que uno
apoye la oreja al papel para escuchar la sinfonía. La notación o puntuación, de hecho,
no es más que la anotación convencional del sistema sonoro que constituye la sinfo
nía. La obra musical sólo existe en el acto de ser tocada e interpretada. Es cierto que un
experto podrá estar en capacidad de leer la notación, pero también en este caso su fan
tasía producirá una ejecución mental para poder llegar a la obra en sí misma.
Tampoco se puede identificar la sinfonía con el disco compacto que la reproduce.
De hecho se trata de un tipo diferente de notación (realizada a través de una grabado
ra electromagnética) que fija una determinada interpretación. Por ello no tengo la sin
fonía de Mozart, sino una interpretación. El buen maestro o pianista es un intérprete, y
cada interpretación es diversa. Por eso se pueden tener diversas versiones de la misma
sinfonía, de acuerdo con los diversos intérpretes y las diversas situaciones concretas de
las interpretaciones. También es cierto que la interpretación tiene límites puestos por
una cierta tradición, más allá de los cuales se cae en las distorsiones y en la deforma
ción arbitraria (un adagio de Bach no lo puedo interpretar como si fuese una fuga). Una
obra musical sólo existe en la pluralidad de sus ejecuciones, que son, necesariamen
te, diferente una de la otra. También se puede tener la interpretación del autor mismo,
que, de alguna manera, permanece como la interpretación ejemplar, pero que no es
necesariamente la mejor porque cada músico puede interpretar de acuerdo a su per
sonal sensibilidad.
Pasemos ahora al texto escrito. El texto escrito es un método convencional para
registrar una obra, un modo para conservarla. Inicialmente sólo existía la memoria, y
desde hace unos cinco mil años se usa la escritura. Nosotros estamos inclinados a iden
tificar la obra con su escritura, concebimos el lenguaje en término de letras, no de soni
dos, pero en realidad la obra literaria sólo existe en el acto de su lectura; únicamente la
lectura hace presente la obra literaria; sólo la lectura le vuelve a dar vida a la obra. La
obra musical y la obra literaria sólo existen en el acto, en la lectura y en la ejecución,
que siempre es una interpretación. Este discurso también vale para la Biblia: ella existe
en la lectura, el resto es un kilo de papel con signos convencionales.
En este sentido la Iglesia recibe y conserva la Sagrada Escritura, no para la pura
conservación material de ella, sino porque los miembros de la Iglesia hacen revivir en
ellos las obras inspiradas. De aquí el trato privilegiado que el libro recibe en la litur
gia. Imaginemos dos casos: una comunidad de monjes conoce de memoria y recita el
salterio, y en una persecución son quemados todos los ejemplares escritos del salterio;
un cristiano tiene en su estudio, como decoración, una lujosa edición de los salmos,
381
que jamás lee. En el primer caso las obras inspiradas no se han perdido, en el segun
do caso no existen9.
Pasemos ahora a considerar la obra en sí misma, es decir, la que está a la base de
toda ejecución. En el campo musical tenemos una estructura de sonidos determina
dos, con características particulares de altura, timbre, duración y sucesión rítmica. En
el campo literario una obra es un sistema de palabras organizadas en una estructura; la
finalidad de cada interpretación consiste en darle vida de nuevo a esta estructura orde
nada.
Por lo anterior, cada obra es estudiada con una doble atención: es necesario enten
der las relaciones internas entre las diversas partes, la estructura que media la comu
nicación (semiótica) y después se pasa al significado que cada elemento tiene en su
contexto (semántica). Cada elemento está referido a su objeto no de una manera autó
noma, sino dentro de un sistema. Únicamente cuando se ha comprendido el sistema se
puede pasar al significado (Me 9, 30-37).
Para comprender la obra literaria y su universo de sentido es necesario entrar en la
obra, en su mundo. La obra literaria transpone y transforma una experiencia humana
creando un universo propio. Por ejemplo, una invasión de langostas puede ser descri
ta así:
Es necesario leer el texto entero ()/ 2, 1-11) y dejarse llevar por la imaginación. La
descripción "científica" no llega a la misma conclusión, porque tiene otra función. La
obra literaria, de hecho, crea un universo de significado, lo proyecta frente a mí y me
invita a entrar. Jeremías ve la leche que hierve y que se riega de la olla que está ladea
da, y en esta escena ve los ejércitos babilónicos que salen y se desplazan sobre su terri
torio, invadiéndolo (Jr 1, 13-14).
Imaginemos una nevada, una señora anciana que mece una cuna mientras canta, un
niño que llora y se duerme, mientras continúa nevando:
382
La anciana canta: "alrededor de tu cama
hay rosas y lirios, un hermoso jardín".
En ese hermoso jardín el niño de duerme.
La nieve cae lenta, lenta, lenta
G. Pascólo, El huérfano.
Las frases son sencillas, pero su sistema de relaciones, las repeticiones, las pausas,
dan vida a una comunicación más profunda y poética en relación a una simple noti
cia. Como información, la poesía ofrece muy poco (todo anónimo), pero como evoca
ción emotiva, el texto es muy sugestivo. Nuestra vista se fija en los detalles: un dedo
en la boca, el mentón entre las manos, el movimiento de la nieve y de la cuna, escu
chamos el llanto y el canto, hasta que éste se impone. Asistimos a la escena, nos abri
mos a su emoción.
Todo lo dicho se puede sintetizar en tres puntos: la obra (.texto) se conserva en una
notación (o grabación) pero no coincide con ella; consiste en un sistema verbal orga
nizado (un sistema de formas significativas) que toma vida y existe únicamente en su
actualización10*.
3.7 La tradición
10 Para profundizar sobre el tema: Alonso Schókel, L. VTS 28 (1975), pp. 1-15.
" En nuestro caso, cristianos del siglo XXI, se realiza una verdadera reciprocidad con el texto, porque la Escritura
nos ha dado nuestra configuración, porque somos hijos de una comunidad que lee el evangelio, porque nosotros mis
mos leemos el evangelio, y nos dejamos provocar por él. Entendemos, entonces, que no podemos aislar la realidad del
texto de la realidad de la tradición porque intentar explicar el uno sin la otra significaría negarse al encuentro con el
sentido global que desea tener un influjo vital en el receptor. Es comunicado un saber, que es verdadero, pero sobre
todo es comunicada una vida. No se puede encerrar la revelación, y por lo mismo la Escritura y la Tradición, a una
serie de contenidos objetivos ofrecidos de una vez para siempre a la adhesión del intelecto; lo que es transmitido es
una vida de la cual el creyente continuamente busca dejarse plasmar. La vida cristiana es mirar a Cristo en el evan
gelio y para ser semejante a él en la vida cotidiana. Por ello el cristiano es fruto de una lectura no neutral, sino vital
del evangelio, es más, de una repetición cíclica de esta lectura, que permite un continuo crecimiento en la línea de la
profundización y la transformación.
383
dad y la vida del texto. El texto vive y sigue viviendo en la tradición, sin la cual muere.
La relación inmediata con el texto es insustituible, incluso en la lectura, en la interpre
tación, la tradición está presente como condición para lograr la inteligencia del texto
Cada momento histórico (a, b, c, d,...) está vinculado a la tradición (línea horizon
tal) y al texto (arco). Si me encuentro en "d" debo tener contacto directo con el texto,
pero no dejo de estar después de "a - b - c" sobre la línea de la tradición que condi
ciona el texto y, al mismo tiempo, posibilita su comprensión.
La tradición no es algo inmutable, sino que es una realidad dinámica, vital. La com
prensión que una generación tiene del texto se transforma en horizonte comprensivo
para sí misma y para las generaciones siguientes. Esto se puede aplicar a la comunidad
cristiana y al evangelio. La primera comunidad recibe el evangelio. La segunda genera
ción recibe el evangelio más la comprensión que de él tenía y ha transmitido la primera
generación. La tercera recibirá el texto más la comprensión recibida, más la compren
sión ya madurada... y así sucesivamente.
Con todo, la tradición no está exenta de aspectos negativos y riesgosos porque si
de un lado permite la comprensión de la Biblia, de otro lado no puede condicionar la
aproximación. Un grave riesgo de la tradición es el congelamiento, el hecho de que
darse rígida en interpretaciones particulares, en un dogmatismo cerrado. Es el caso que
Jesús mismo condenó hablando de los escribas y los fariseos que equivocaban la sustan
cia de los mandamientos aunque observaban las apariencias: "En nombre de su tradi
ción ustedes han anulado el precepto de Dios" (Mt 15, 6). No permitir el progreso de un
texto vivo y bloquear su comprensión es tan negativo como falsificar la interpretación.
El segundo elemento, que puede asumir aspectos positivos o negativos, es el fenó
meno de la ramificación, es decir, el hecho de que un texto por su riqueza pueda ser
comprendido de diversas maneras, incluso al interior de una misma tradición. Se pue
den tener diversas interpretaciones, todas ellas potencialmente fieles al texto (por ejem
plo: Mt 19, 9).
Al interior de una tradición, entonces, no se tiene un desarrollo simplemente lineal,
porque en ocasiones suceden saltos cualitativos. Para tener una comparación en el
campo físico, pensemos, al interior de un proceso lineal de cambio de temperatura, el
punto de fusión del hielo o el punto de ebullición del agua. Análogamente se pueden
presentar situaciones históricas particulares que permiten descubrir en un texto poten
384
cialidades escondidas que antes no habían sido observadas ni valoradas. Un ejemplo
evidente es la predicación de Jesús que, aunque no es contraria a la tradición veterotes-
tamentaria, no se puede considerar como una simple evolución del rabinismo (cf. "pero
yo les digo..."). De aquí surge la necesidad de estar disponibles a saltos cualitativos al
interior de la tradición y, por ello mismo, también disposición para corregir la ruta de
la tradición misma.
3.8 El Magisterio
Existe la posibilidad de que entre las diversas interpretaciones una sea preferida o
que algunas no encuentren lugar en la tradición. De esto surge la necesidad de una
autoridad que tenga el poder de dirimir tales cuestiones. Esta autoridad es el Magisterio.
El Espíritu Santo, que ha inspirado la palabra de Dios, está actuando en la compren
sión de la misma Escritura y es el animador de la tradición. Para llevar adelante la tota
lidad de la tradición está la iglesia, que lo puede hacer en la dimensión teórica, en la
dimensión práctica, en la dimensión contemplativa, en suma toda la comunidad ecle-
sial, en la cual está presente el Espíritu, porque es Él quien verdaderamente trae. En esta
compleja realidad existe el Magisterio, que tiene la función de definir la tradición.
El Magisterio en la interpretación de la Palabra es movido por el Espíritu Santo.
Como la instancia jurídica, justamente, nace del don del Espíritu, no es puramente fruto
de una competencia humana y de hecho es posible que algunas personas sean técnica
mente más expertas en relación con los exponentes del Magisterio. Se debe, entonces,
verificar una continua imbricación y colaboración entre el desarrollo de las competen
cias y la actividad de la autoridad; en este contexto se ubica la función eclesial, y no
solamente académica, de teólogos y exegetas. De hecho, a ellos se les pide poner su
competencia técnica al servicio de una mejor comprensión de la palabra de Dios en la
vida de la Iglesia. En la activación de este rol eclesial se realiza, por ellos, una particular
presencia del Espíritu, un carisma diferente del carisma magisterial, pero complementa
rio con el magisterial. En realidad, el trabajo de los exegetas y teólogos debe llevar a la
maduración del juicio de la Iglesia (DV 12).
Por lo que hace referencia al tipo concreto de intervención del magisterio en el
ámbito de la Escritura es claro que su objetivo no es definir el sentido literal de un texto
de acuerdo con la intención del autor, salvo que tenga alguna relevancia para el dogma.
Es, en cambio, su incumbencia: a) precisar cómo debe ser comprendido un texto al inte
385
rior de la tradición; b) excluir las interpretaciones que resulten inconciliables con la fe
de la Iglesia12.
En el transcurso de la historia se puede notar un cierto desplazamiento de la fun
ción magisterial. Por muchos siglos la expresión fundamental del Magisterio ha sido el
comentario de la Sagrada Escritura, tanto en forma de homilías como a través de una
exposición más orgánica. Los comentarios de san Agustín a varios libros de la Biblia
han sido durante muchos siglos lugares de formación y referencia para la comunidad
cristiana. En nuestros días, en cambio, esta dimensión ha sido en parte socavada por
la función administrativa que corre el riesgo de absorber gran parte las energías de los
pastores de la Iglesia.
Si se tiene presente que la Biblia es una obra literaria (escrita por "verdaderos auto
res": DV 11), que se ha formado en un ambiente semítico (cada hagiógrafo escribe
según las condiciones de su tiempo y su cultura: DV 12) y que tiene una finalidad reli
giosa (inspirada por el Espíritu Santo para nuestra salvación: DV 11), se pueden sinteti
zar las indicaciones conciliares en torno a tres principios de método: literario, filosófico
y teológico.
12 Así, por ejemplo, no se detendrá a discutir sobre el hijo de Isaías 7, 14-17, sino que indicará directamente la
lectura cristológica. De hecho, son muy pocos los párrafos cuya interpretación es definida y en todos los casos no es
según la intención del autor, sino según la intentio ecclesiae [intención de la Iglesia],
386
si esta obra es puesta entre las obras de historia, de la misma manera tampoco se falta
a la verdad del libro de Tobías si lo clasifico entre los libros históricos. En este libro, de
hecho, como en los de Judity Ester, que le son afines, los datos históricos y geográficos
son abordados con mucha libertad. Por ejemplo, el viejo Tobit ha visto en su juventud,
a la muerte de Salomón, la división del reino (930 a.C.: Tb 1, 4); ha sido deportado con
la tribu de Neftalí (722 a.C.: Tb 1, 5-10); su hijo Tobías murió después de la ruina de
Nínive (612 a.C.: Tb 14, 15). Según Tobías 5, 6 Ragués estaría en la montaña y Ecbatana
en la llanura, y entre las dos ciudades no habría más que dos días de camino; en cam
bio, en la realidad, entre ambas ciudades había una distancia superior a los 300 kilóme
tros y Ecbatana estaría mucho más elevada que Ragués, exactamente a dos mil metros
sobre el nivel del mar. Libertades así tan grandes sólo se explican si el autor ha queri
do hacer algo muy diferente a una obra histórica; en realidad, se trata de un narración
edificante que pretende proponer el mensaje de la providencia cotidiana y misericor
diosa de Dios.
Buscar la intención del autor es necesario, pero no es suficiente. También se nece
sita, de hecho, recordar que la obra literaria, una vez escrita, comienza a vivir en la
sociedad que la recibe, la interpreta y la actualiza, y, por ello mismo, sigue un cami
no autónomo, que incluso puede llevarla más allá de aquello que su autor consciente
y explícitamente ha querido expresar. Por esto, es a la obra a la que en último término
es necesario referirse, viendo cómo ella se ha conformado en su estructuración inter
na y en el complejo de las conexiones con el ambiente humano en donde de hecho
vive. Finalmente, se debe tener claro que el objeto de la crítica literaria es el escrito
y no tanto el escritor; y que a la Iglesia no le han sido confiados los autores, sino sus
obras inspiradas. La De¡ Verbum en el número 12 dice: "... lo que Dios quiso manifes
tar con sus palabras".
387
te, la sabiduría de Dios: "esta economía de la revelación sucede con acontecimientos
y palabras íntimamente conexas" (DV 2). Por ello no es necesario esperar de la Biblia
un sistema de pensamiento, una filosofía abstracta, sino una serie de hechos mediante
los cuales Dios se pone en contacto con el hombre y le manifiesta su amor y su inte
rés por él.
Para captar el sentido profundo de la palabra de Dios no son suficientes los conoci
mientos científicos e históricos, porque es necesario leer e interpretar la Biblia "con la
ayuda del mismo Espíritu bajo cuya inspiración ha sido escrita" (DV 12). En concreto, el
concilio ofrece tres reglas para esta lectura en el Espíritu (ídem).
388
cercanos a los eventos salvíficos. También son incluidos los fieles, quienes con
su sentir de creyentes y su vida guiada por la fe, de igual manera constituyen la
tradición viva. Después, sin duda alguna, están los exegetas, quienes se dedican
por profesión, en la Iglesia, a estudiar las Escrituras. Finalmente y por encima de
todo el magisterio, que goza del carisma de la interpretación auténtica, bajo la
guía del mismo Espíritu Santo, quien ha inspirado el texto sagrado.
La tradición nos ofrece el horizonte de comprensión. Se puede comparar con el
lecho por el cual fluye el río de la palabra de Dios y su ininterrumpida compren
sión. Ella nos guía en la conservación fiel de la palabra de Dios, en la creciente
comprensión de su insondable riqueza y en su aplicación a las numerosas y cam
biantes circunstancias de la vida.
Conclusión
389
Apéndice
LA CARTA DE RAMSÉS
Tierna ¡oven...
[Dibujó, lo mejor posible, una joven tratando de darle un aire lo más cercano posible a la
ternura |
[¿Cómo expresar este concepto poético? Muy fácil: dibujó en el papiro un pájaro]
390
... allí en el recodo del sagrado Nilo...
[Esto le fue muy fácil al enamorado, le bastó con dibujar un pequeño río en forma de zig-
... para que yo pueda mostrarte los sentimientos de una respetuosa admiración..:".
... eres una perfecta oca ... pero, en el tísico, pareces una
391
- Grandísimo miserable -gritó la joven- . Ya verás cómo te pongo en tu lugar. Tomó
puede encontrar un pequeño sitio tranquilo los alrededores del templo del
Después de 4000 años algunos arqueólogos han encontrado las cartas y las inter
pretan así:
392
y siete fríjoles recientemente desgranados ® ® ® ® ® ® ®
393
Capítulo XVI
395
En una biblioteca moderna, los libros son clasificados según el género literario:
romances, novelas, poesía, historia, biografías, obras de teatro La Biblia se parece
a una pequeña biblioteca y contiene una infinidad de géneros literarios, con frecuencia
mezclados entre ellos incluso en un mismo texto.
Tomar conciencia de la presencia y las características de los géneros literarios es
muy importante en el acercamiento a la Biblia, justamente porque se está con la inten
ción de entender en el mismo nivel sus diversos modos de expresarse. Esto vale, parti
cularmente, para las secciones históricas de la Biblia, las cuales siempre se pretenden
leer como si fueran crónicas de los hechos, sin después saber cómo afrontar los inevi
tables problemas de la historicidad de los textos que no son resúmenes históricos o úni
camente lo son pero de una manera muy diferente a nuestra manera de hacer historia.
En el pasado no se ha tenido en cuenta suficientemente la multiplicidad de las for
mas y de los géneros literarios que se encuentran en la Sagrada Escritura. Los libros
bíblicos eran generalmente subdivididos en tres grupos: libros históricos, libros sapien
ciales, y libros proféticos. A los libros históricos, en general, se les dio una particular
importancia. De ello surgió que la Escritura terminara siendo entendida como historia
sagrada, poniendo las narraciones bíblicas en el mismo plano de nuestros libros de his
toria.
Con todo, a diferencia de nuestra historiografía, que sobre todo pretende transmitir
hechos e interpretar eventos, la historiografía veterotestamentaria tiene una gran inclina
ción por la narración. Elementos épicos y legendarios adquieren un papel muy impor
tante. Aquí lo que cuenta no es que el hecho realmente haya sucedido, tal como es
descrito, sino poner a la luz que es Dios quien guía la historia de su pueblo. Es esto lo
que se debe tener presente para una adecuada interpretación de los libros históricos
de la Biblia.
1. La narración programática
396
Las dos más importantes obras históricas del Antiguo Testamento tienen un objeti
vo diferente. En realidad se trata de narraciones programáticas, es decir, libros que pre
tenden decir lo que es necesario hacer en el presente. El pasado es narrado únicamente
para poner de relieve los errores que se deben evitar y las providencias que se deben
adoptar en el presente.
Después de la caída del reino de Judá y la destrucción de Jerusalén, la escuela deute-
ronomista señala el programa para el futuro: abandonar las costumbres y las ideas paga
nas que se han infiltrado en el pueblo; retorno a las antiguas tradiciones de Israel. Esta
escuela conquista su criterio de juicio de la predicación de los profetas (la cual se con
centra en la fidelidad a la alianza), porque de hecho su visión del pasado no era des
apasionada ni imparcial.
Omrí subió al trono de Israel el año treinta y uno del reinado de Asá de Judá. Reinó doce
años, de los cuales seis fueron en Tirsá. Le compró a Sémer el monte de Samaría por dos
talentos [sesenta kilos] de plata y edificó allí una ciudad a la que llamó Samaría, por Sémer,
el dueño del monte. Omrí hizo el mal a los ojos del Señor y fue peor que todos sus prede
cesores. Imitó en todo a Jeroboán, hijo de Nabat, y los pecados que hizo cometer a Israel,
irritando con su vanidad [con sus ídolos] al Señor, Dios de Israel (1R 16, 23-26).
397
variaciones. Del rey David, por ejemplo, no le interesaba sus guerras, sino su compor
tamiento en relación al templo y al culto. Además, a diferencia del deuteronomista, no
sólo escogió con mucho cuidado los hechos que le servían para alcanzar su objetivo
(omitió episodios embarazosos como el adulterio y el homicidio de Drías el hitita), sino
que también magnificó noticias secundarias que a él le parecían importantes. Por ejem
plo, supo por la tradición deuteronomista que a David le gustaba mucho la música,
que había compuesto canciones y que se había interesado en la construcción del tem
plo. ¡De todo ello, vaya lo que dedujo el cronista! Su David pensaba día y noche en el
templo, compuso canciones, organizó coros e instituyó el servicio litúrgico. No sólo le
importaban los acontecimientos políticos de David, sino también el significado de su
figura en relación a la reconstrucción del templo y la reorganización del culto que con
formaban el interés primario de la obra histórica del cronista.
De acuerdo con los criterios de la historiografía moderna se trata de una brutal falsi
ficación; pero considerarla como tal sería equivocado porque se debe aceptar el géne
ro literario que el cronista ha utilizado y no el que nosotros habríamos querido utilizar.
Quien lee una novela policíaca también puede llegar a conocer cuáles son los méto
dos de investigación que utiliza la policía, pero no es absolutamente necesario que eso
sea así, porque un lector inteligente que conoce este género literario lo sabe y no pre
tende descubrir dichos métodos. De la misma manera, podemos encontrar abundante
material histórico en la obra del cronista, pero no se debe olvidar que el verdadero fin
de este género literario consiste en proponer a los lectores un programa para el futuro.
No todas las obras históricas del Antiguo Testamento pertenecen generalmente al
género de una narración programática. Algunas organizan las fuentes de acuerdo con
criterios más rigurosos, con la intención de que los hechos hablen, se proponen pre
sentar los hechos del pasado y no el programa para el futuro. Estas obras históricas, por
ejemplo la historia de la sucesión del trono de David [incluida en la obra del deutero
nomista (2S 6-20; 1R 2)] y el primer libro de los Macabeos, se acercan mucho a un
moderno libro histórico y constituyen unas fuentes históricas óptimas para el estudioso.
2. La narración didáctica
Un género literario, frecuentemente mal entendido, está conformado por las narra
ciones didácticas (o narraciones histórico-parabólicas'!, las cuales fueron fuertemen
te protestadas en el siglo pasado debido a las polémicas que se presentaron sobre el
valor histórico de la Biblia. Estas narraciones utilizan de una manera muy libre la histo
ria buscando en ella una lección para la vida. Se podría comparar con las parábolas del
Nuevo Testamento. Lo mismo que para las parábolas en estas narraciones didácticas
398
también se necesita una adecuada atención para comprender el sentido de la narración
misma. Son muy notorias las semejanzas con la fábula, donde se hacen hablar plantas
o animales para llegar a una moraleja, una lección de vida; mientras la fábula clásica
termina con la enunciación explícita de la moraleja [/a fábula enseña que... o mithos
deloi oti...], en la narración didáctica o en la parábola, la moraleja permanece escon
dida en la narración misma; pero una vez que se han captado las características del
género literario, no es difícil reconocer la enseñanza de la narración. Además, la narra
ción didáctica es mucho más amplia que la parábola. Una de las narraciones didácti
cas más antiguas de la Biblia es la Alegoría de Jotárí. En realidad es un juicio contra
el rey Abimelec bajo la forma de una narración.
También hacen parte de las narraciones didácticas los libros de Rut, Tobías, judit,
Ester, Job y Jonás. Estos libros no quieren presentar sucesos históricos sino mostrar cómo
se debe comportar el hombre en determinadas situaciones.
Job, el protagonista del libro del mismo nombre, no es un personaje histórico, sino
la personificación de una experiencia de fe. El libro describe una controversia vetero-
testamentaria sobre el tema de la "retribución". Según la manera común de pensar en la
antigüedad bíblica, Dios es bueno con el justo y reserva sufrimientos y desgracias para
el malvado. Los amigos de Job, justamente sostienen esta tesis. Job, aunque es cons
ciente de no tener ninguna culpa, no es capaz de encontrar una explicación a su sufri
miento. Finalmente Dios se le aparece y le clarifica el mensaje del libro: el hombre no
es capaz de penetrar en los designios de Dios. Sólo una cosa es cierta: aunque Dios
no le evita el dolor al hombre, no por eso es un Dios enemigo, sino un Dios cercano
al hombre, incluso en el dolor.
El malentendido más frecuente consiste en considerar las narraciones didácticas
como narraciones históricas. Por muchos siglos el libro de Judltfue considerado como
una narración histórica, y esto es lógico si se tiene en cuenta que habla de operacio
nes militares, de un asedio y cita con nombre propio a muchos personajes históricos
importantes.
No obstante ello, los nombres que ofrecen son, justamente, la primera clave para
una adecuada comprensión del texto. El libro comienza así: "En el año doce del rei
nado de Nabucodonosor, que reinaba sobre los asirios en la gran ciudad de Nínive...".
1 Jueces 9, 8-15: "Una vez fueron los árboles a elegirse un rey sobre ellos. Le dijeron al olivo: sé tú nuestro rey.
El olivo les respondió: ¿Voy a renunciar a mi aceite, gracias al cual se honran a los dioses y a los hombres para ir a
mecerme sobre los árboles? Entonces le dijeron a la higuera: ven tú a reinar sobre nosotros. La higuera les respondió:
¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi exquisito fruto, para ir a agitarme sobre los árboles? Entonces le dijeron a la vid:
ven'tú y reina sobre nosotros. La vid respondió: ¿Voy a dejar mi mosto que alegra a los dioses y a los hombres, para
ir a mecerme sobre los árboles? Entonces todos le dijeron a la zarza: ven tú y reina sobre nosotros. La zarza les res
pondió a los árboles: si en verdad me quieren ungir como rey de ustedes, vengan a cobijarse bajo mi sombra; si no,
que salga mi fuego y devore los cedros del Líbano".
399
Esta frase recopila una serie de noticias históricas tan paradójicas que revelan una abso
luta ignorancia de la historia, salvo que se le deba atribuir a ella un sentido diferente.
Todo judío sabía bien que Nabucodonosor reinó en Babilonia y no en Nínive y que su
pueblo eran los babilonios y no los asirios. Su padre Nabopolasar había desempañado
un papel determinante en la conquista de Nínive y en la destrucción del Imperio asirio.
La frase, en apariencia precisa, debería haberle sonado a los oídos de los judíos de
cultura media como si hoy leyéramos: "En 1940, cuando Napoleón reinaba sobre los
ingleses en Londres...". En esta perspectiva es claro que el texto en cuestión hace refe
rencia a otra cosa.
Para los judíos Nabucodonosor, destructor de Jerusalén y del Templo, era el símbolo
de la presunción humana, el verdadero enemigo del pueblo de Dios. Nínive personifi
caba al soberbio que cree que puede hacer todo lo que quiere. Holofernes, general de
Nabucodonosor que proclama a su rey como dios del mundo entero, que ha sometido
con su poderoso ejército los pueblos de la tierra y pone su campamento en los límites
del estado judío, es el símbolo de las potencias que no temen a Dios y persiguen a su
pueblo. Judites el símbolo del pueblo hebreo (en la antigüedad los pueblos eran repre
sentados por una mujer) que se dirige valerosamente contra el poderoso enemigo, y con
la astucia y la confianza en Dios consigue una espléndida victoria.
El sentido es claro: el pueblo de Dios finalmente triunfará sobre todas las poten
cias que lo combaten. Por eso el libro no es considerado como una obra histórica sino
como escrito teológico.
Esto no excluye la posibilidad de que acontecimientos contemporáneos con el autor,
como por ejemplo la rebelión de los Macabeos del 167 a.C. contra los Seléucidas,
hayan ofrecido un punto de referencia para esta obra. Lo auténticamente cierto es que
esta obra no pretende describir un acontecimiento histórico, es decir, no es una histo
ria particular que el autor sagrado quería hacer conocer, sino una ley que gobierna todo
acontecimiento histórico: quien confía en Dios finalmente triunfará.
El libro de Jonás, en la primera lectura, da la impresión de que es una narración his
tórica: la narración de la misión de un profeta de nombre Jonás. El Señor le ordena a
Jonás que vaya a Nínive y anuncie el castigo divino, pero Jonás escapa embarcándo
se en una nave. Se suelta una tempestad. Para saber quién es el culpable de tal des
gracia, los marineros juegan a las suertes, la cual cae sobre Jonás. Apenas lo arrojan al
mar, Dios manda un gran pez que se traga a Jonás y, después de tres días, lo vomita en
la playa. Nuevamente el Señor le ordena a Jonás que vaya a Nínive y que proclame el
castigo divino. Los habitantes de la ciudad comienzan un gran ayuno: "Y Dios se arre
pintió de la catástrofe con que había amenazado a Nínive y no la ejecutó" (3, 10). Jonás
se sintió profundamente ofendido, deseaba morir. Se detiene frente a la ciudad para ver
aquello que debería ocurrir:
400
Entonces el Señor Dios hizo crecer una planta de ricino hasta sobrepasar a Joñas para que
le diese sombra sobre la cabeza y lo librase de una insolación. Joñas estaba contento con
aquel ricino. Al amanecer del día siguiente Dios envió un gusano que dañó el ricino, el cual
se secó. Cuando el sol apretaba, envió Dios un viento sofocante desde el oriente; el sol gol
peaba la cabeza de Jonás y lo hacía desfallecer y por eso quiso morir y dijo: "Para mí es
mejor morir que vivir". Dios le dijo a Jonás: "¿Te parece justo enojarte a causa de esa planta
de ricino?". Jonás contestó: "¡Claro que me parece justo enojarme hasta el punto de desear
me la muerte!". El Señor le replicó: "Tú sientes compasión por esa planta de ricino que no
has tenido que cultivar, que una noche brota y a la otra perece; y yo, ¿no debería tener pie
dad de Nínive, aquella gran ciudad, en la cual hay más de ciento veinte mil personas, que
no saben distinguir el bien del mal y hay, además, mucho ganado?" (Jonás 4, 6-11).
2 Esta impresión, posteriormente se encuentra contradicha por una serie de elementos de la narración que no
soportan la crítica histórica: 1. En aquel entonces no se podía hablar todavía de Nínive como si fuera una gran ciu
dad porque las ruinas de Nínive exploradas por los arqueólogos no corresponden a una ciudad que para ser atravesa
da se necesitarían tres días; 2. Una ciudad que tiene 120.000 jóvenes supone una población cercana al medio millón
de habitantes, cifra que es imposible para Nínive; 3. Fuera del libro de Jonás, ni la Biblia ni los anales asirios contie
nen alguna palabra sobre la misión de un profeta y la consecuente conversión de Nínive; 4. La lengua hebrea en la
cual ha sido redactado el libro de Jonás es reciente y tiene paralelos con la de Esdras-Nehemías y Crónicas: esto quie
re decir que se está en el período posterior al exilio.
401
na el libro). Lo que Dios quiere no es la ruina del pecador, sino su conversión (Ez 31,
10). Como escrito doctrinal, este libro dice mucho más que una narración histórica. Por
esto, tomar en serio la forma literaria no debilita o degrada el texto, sino que ayuda al
lector para que se acerque al verdadero sentido del texto3.
3. La amonestación profética
La forma literaria de la amonestación profética, también usada por Jesús, puede dar
lugar a malentendidos. Tomemos, por ejemplo, un breve pasaje del profeta Amos. En
orden a su comprensión es importante el contexto histórico. Amos desarrolla su misión
profética hacia el año 760 a.C. en el reino de Israel, en el reinado de Jeroboán II (787-
747). La administración estatal es corrupta, los tribunales son corruptos, la clase domi
nante no tiene escrúpulos, el culto es puramente exterior. Los ricos se aprovechan de
los pobres. Amos alza su voz:
El profeta entona un lamento fúnebre anticipado sobre Israel, que es comparado con
una doncella que muere antes del matrimonio. Después sigue el anuncio de los males:
sucederá una catástrofe militar, el pueblo será diezmado.
A primera vista parece una profecía; pero es desmentida por la forma literaria de
amonestación que utiliza el profeta. No es la predicción o el anuncio de una catástro
3 En Mateo 12, 14 y Lucas 11, 29-32, Jesús cita como ejemplo la conversión de Nínive y Mateo 12, 40 ve en
Joñas, encerrado en el vientre de la ballena, la figura de la permanencia de Cristo en la tumba. Este uso de la histo
ria de Jonás no se debe citar como una prueba de su historicidad. Jesús utiliza este episodio (apólogo) del Antiguo
Testamento como los predicadores cristianos del Nuevo Testamento utilizan las parábolas; aquí se da una preocupa
ción por enseñar con imágenes familiares a los oyentes, sin que se realice un juicio sobre la realidad de los hechos.
402
fe, sino un aviso: si no hay conversión, la desgracia los golpeará (= si no eres obedien
te, te castigo).
Si no se tiene la debida precaución con la forma literaria de la amonestación, nece
sariamente se llega a una falsa concepción del profetismo. En primer lugar los profe
tas no hacen predicciones sobre el futuro, sino que hacen amonestaciones; en segundo
lugar, proclaman la voluntad de Dios en el presente. Ellos están interesados por la con
versión actual del pueblo y no por cuestiones futuras.
4. La parábola
Una historia que el profeta Natán le cuenta a David demuestra la manera como se
puede tergiversar la intención del autor si no se atiene al género literario utilizado y si
se leen los textos bíblicos únicamente como narraciones de hechos:
El Señor envió al profeta Natán a David y Natán fue donde él y le dijo: "Había dos hom
bres en una misma ciudad, uno era rico y el otro era pobre. El rico tenía muchos rebaños
de ovejas y bueyes; el pobre no tenía nada, salvo una pequeña oveja que había comprado
y la criaba; esta ovejita había crecido en su casa junto con sus hijos, comiendo de su pan,
bebiendo de su copa y durmiendo en su regazo; para el pobre, esta ovejita era como una
hija. Le llegó una visita al rico y éste, que no quería perder ni una oveja ni un buey, para
prepararle un banquete a su huésped, se robó la ovejita del pobre y le preparó un banque
te para el huésped que había venido" (2S 12, 1-4).
David reaccionó con furia: Por la vida del Señor, quien haya hecho esto merece la
muerte (12, 5). Y Natán le respondió: ¡Ese hombre eres tú! (12, 7).
El profeta Natán se refiere al crimen de David. Él había seducido a Betsabé, la mujer
de Urías el hitita; después habían mandado a asesinar al marido y finalmente había
tomado a Betsabé como esposa. A esto se refiere Natán con su historia. David debería
haberse dado cuenta de inmediato; pero cometió el mismo error que cometen muchos
lectores de la Biblia: confunden la parábola con una narración histórica. En cambio el
lector o el oyente atento desde el comienzo se da cuenta de que se encuentra frente a
una parábola y no frente a hechos reales.
Así como hoy nosotros reconocemos una fábula por su introducción (Había una
vez...), también el oriental sabía desde la primera frase si se estaba narrando una pará
bola o un hecho real. Una de las formas preferidas para introducir una parábola es el
llamado comienzo en dativo:
403
El reino de Dios es parecido a un hombre que arroja la semilla en la tierra... (Me 4, 26).
El reino de los cielos se parece a un dueño de casa que salió al alba para conseguir jorna
leros para su viña (Mt 20, 1).
Con frecuencia la parábola es introducida de una manera interrogativa:
¿Quién de ustedes si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el
desierto y va a buscar la oveja perdida hasta que la encuentra? (Le 15, 4).
¿Qué mujer, si tiene diez mujeres o pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y
busca con mucho cuidado hasta que la encuentra? (Le 15, 8).
Es natural que no haya necesidad de tener grandes conocimientos de las formas lite
rarias para comprender inmediatamente si se trata de una parábola. El asunto se hace
más difícil cuando son narradas historias poco comunes o extraordinarias; pero si el
sujeto es presentado como sujeto desde el comienzo se puede tener cierta seguridad
de que se trata de una parábola:
Un hombre plantó una viña, la rodeó con una tapia, cavó un lagar y construyó una torre
(Me 12, 1).
Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó (Le 10, 30).
Dos hombres subieron al templo a hacer oración: uno era un fariseo y el otro era un publi
cano (Le 18, 10).
Había dos hombres en una misma ciudad: uno era rico y el otro era pobre (2S 12, 1).
Las parábolas jamás presentan hechos reales, pero tienen su verdad. Ellas preten
den hacer accesible la realidad a su manera: anunciar el crecimiento del reino de Dios
(grano de mostaza); describir las características de Dios (el padre bueno, la oveja per
dida); presentar determinados comportamientos como positivos o negativos (el fariseo
y el publicano, el buen samaritano).
5. Discurso de revelación
Tarde que temprano salta a la vista de cada lector de la Biblia que Jesús, en el evan
gelio según san Juan, utiliza un lenguaje completamente diferente al lenguaje de Mateo,
Marcos y Lucas. ¿Por qué Jesús habla de una manera tan diversa en san Juan? Esta diver
sidad se presenta de una manera mucho más clara allí donde Jesús habla de sí mismo:
Yo soy el pan de vida: quien viene a mí no tendrá más hambre (6, 35);
Yo soy la luz del mundo, quien me sigue no caminará en las tinieblas (8, 12);
Yo soy la resurrección y la vida: quien cree en mí, aunque muera, vivirá (11, 25).
404
¿Por qué en los otros evangelios no se encuentran huellas de fórmulas o imáge
nes como estas? Sólo hay una explicación posible: porque Jesús jamás habló así. Estas
declaraciones han sido puestas en su boca por el cuarto evangelista, quien con estas
imágenes quiere sacar a la luz quién es Jesús (por ejemplo el pan de vida) y cuál es el
significado que tiene para el hombre {quien viene a mí no tendrá más hambre).
La forma literaria de la cual se sirve el cuarto evangelista para decir quién es Jesús
es el discurso de revelación. Uno de los ejemplos más bellos es la alegoría de la vid y
los sarmientos (/n 15, 1-8):
Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan
fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la pala
bra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como
el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no perma
necen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da
mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en
mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran
y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así
sean mis discípulos.
Queda fuera de duda que el mensaje de Jesús es aquí presentado en el lenguaje del
cuarto evangelista. Entonces, por lo que hace referencia a la manera de hablar de Jesús,
los tres primeros evangelistas [los evangelistas de los evangelios sinópticos] son más cer
canos a la realidad histórica. Esto no significa que el cuarto evangelista no ofrezca ver
daderamente el mensaje de Jesús en su sustancia; sólo significa que lo traduce en un
lenguaje comprensible para el grupo de sus lectores, presentando a Jesús como el reve
lador por excelencia.
Después Jesús los llevó (= a los Once y a los otros que estaban con ellos) hasta las proxi
midades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó
405
de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvie
ron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a
Dios (Le 24, 50-52).
En los Hechos de los Apóstoles, san Lucas describe, una vez más el mismo aconte
cimiento, pero de una manera diferente:
Dicho esto, fue elevado a lo alto frente a sus ojos (= de los apóstoles), y una nube lo ocultó
de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía,
se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: "Hombres de Galilea,
¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cie
lo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir". Los Apóstoles regresaron entonces
del monte de los Olivos a Jerusalén; la distancia entre ambos sitios es la que está permitida
recorrer en día sábado (Hch 1, 9-12).
Las diferencias entre las dos descripciones son evidentes. De acuerdo al evangelio
la ascensión se desarrolla delante de los Once y de los otros que estaban con ellos; de
acuerdo a los Hechos, en cambio, sólo los apóstoles son testigos del acontecimiento.
En el evangelio la ascensión tuvo lugar cuando iban hacia Betania, en los Hechos, en
cambio, tuvo lugar en el monte de los olivos. En el evangelio se habla de bendición, en
los Hechos se habla de una nube que envuelve a Jesús y de dos hombres con vestidos
blancos que anuncian su retorno. El evangelio ubica el acontecimiento el día de la pas
cua (Le 24, 1.13.33), los Hechos, en cambio, ponen entre la pascua y la ascensión un
período de cuarenta días (Hch 1, 3). Lo único común entre ambos textos es que Jesús
ascendió al cielo.
¿Por qué Lucas narra de dos modos diferentes el mismo acontecimiento? Que él
considere las dos descripciones como compatibles, surge del hecho que el destinatario
de los dos escritos es el mismo: Teófilo (Le 1, 3; Hch 1, 1).
En lo que hace referencia a las diferencias de lugar, es probable que Lucas pensa
ra, equivocadamente, que Betania estaba situada sobre el monte de los olivos; pero, en
lo que se refiere a las otras diferencias en realidad las cosas no son conciliables. Por
ello es fundamental interpretar las diferencias desde el punto de vista teológico. La ben
dición es expresión del auxilio que el Resucitado le prestará a los suyos; la nube está
unida a la promesa de retorno y está en sintonía con las palabras de Jesús: "Entonces
verán al Hijo del hombre venir sobre una nube lleno de poder y gloria" (Le 21, 27). En
el evangelio la ascensión sucede el día de la Pascua para indicar que el Resucitado y
el Crucificado son la misma persona. En los Hechos sucede cuarenta días después por
que, durante este tiempo, Jesús con sus apariciones ha reavivado la fe de los suyos y los
ha preparado para la misión.
406
Si se miran las dos narraciones desde el punto de vista histórico, las contradiccio
nes no se pueden resolver; únicamente se solucionan interpretándolas teológicamente.
Que Lucas no quería narrar un acontecimiento histórico, sino comunicar un mensaje
teológico es muy fácil demostrarlo. Es extraño que Lucas sea el único que da la noti
cia de la ascensión de Jesús al cielo. Si el acontecimiento hubiese sucedido tal como
está descrito, con toda probabilidad se deberían encontrar huellas en las tradiciones de
los otros evangelios, pero no es así. En realidad es la resurrección la que conforma el
núcleo central del anuncio de los evangelios. Esto permite pensar que la tradición de la
ascensión nació poco antes de la puesta por escrito del evangelio de san Lucas o que
procede del mismo Lucas.
¿Cuál es el objetivo que el evangelista pretendía alcanzar con su narración?
Seguramente quería transmitir mediante imágenes un acontecimiento invisible: el paso
de Jesús de este mundo al mundo de Dios.
¿Cuáles modelos literarios utilizó Lucas para sus descripciones? En la literatura anti
gua y en la veterotestamentaria existen varias narraciones que presentan semejanzas
con las descripciones lucanas que son llamadas en un lenguaje técnico: historias de
raptos extáticos. En el Antiguo Testamento existen varias historias de raptos extáticos:
Henoc (Gn 5, 24), Elias Í2R 2; Eclo 48), Esdras (Esd 14). A menudo los raptos suceden
sobre un monte o frente a un grupo de espectadores. Con frecuencia se habla de un
viento tempestuoso, nubes y ángeles. Finalmente viene la confirmación celestial. La des
cripción de Lucas se inspira fielmente en este esquema, con lo cual se presume que él
se sirvió de ellos como si fueran su modelo.
También la literatura grecorromana presenta historias de raptos extáticos. Estas his
torias fueron narradas para Alejandro Magno, para el emperador Augusto, para el tau
maturgo Apolonio de Tiana. De la historia del rapto extático de Rómulo, fundador de
Roma, se puede comprender el esquema seguido en estas narraciones:
Cuando Rómulo tuvo una reunión del pueblo en el campo, de repente comenzó una
tempestad con relámpagos y truenos terribles. Al rey lo envolvió una nube tan espesa
que sustrajo su figura a la vista de los reunidos. Después de esto, Rómulo no estuvo más
sobre la tierra. El pueblo romano permaneció durante mucho tiempo en un triste silen
cio, aunque les creían a los senadores, que se encontraban en las cercanías, quienes
referían que Rómulo había sido llevado al cielo por un viento tempestuoso. Finalmente
todos honraron a Rómulo como a un dios.
407
7. Conclusión
Todo lo dicho ofrece una ¡dea del tipo de trabajo que es desarrollado por los exe-
getas. Una cosa debe quedar clara: quien lee en la Biblia únicamente con el deseo de
obtener informaciones históricas, compromete seriamente la posibilidad de comprender
el texto. Es cierto que la Biblia también quiere informar, pero los autores bíblicos quie
ren, fundamentalmente, exhortar, enseñar, amonestar, alabar, anunciar, y para esto se
sirven, de vez en cuando, de formas y géneros literarios que básicamente responden a
objetivos que ellos se trazan.
408
Capítulo XVII
METODOLOGÍA BÍBLICA
1. Introducción
409
2. Análisis sincrónico del texto
410
de hecho, presenta mallas muy grandes y dificulta un trabajo de precisión. Esta subdi
visión se obtiene transcribiendo el texto a mano y subdividiéndolo en líneas, como se
haría con una poesía.
La regla fundamental es que cada frase, principal o secundaria, tiene un solo verbo.
Entonces se debe ir al comienzo: después cada frase completa, luego cada frase secun
daria, posteriormente las unidades expresivas que cumplen una función en sí comple
ta (vocativos, interjecciones, participios, gerundios), las ocasiones en las cuales el verbo
"ser" se subentiende; es claro que no se necesita ir al comienzo cuando se trata de
construcciones subordinadas con el infinitivo, porque no constituyen unidades expresi
vas en sí mismas autónomas.
En la práctica: conservando la numeración de los versículos, las frases principales,
las frases secundarias y las unidades expresivas son separadas entre ellas, escritas una
después de la otra como las líneas de una poesía; cada línea se debe señalar con a,
b, c, etcétera hasta el final del versículo; cuando las frases se ajustan una en otra, es
decir, cuando una frase o una unidad expresiva es interrumpida por otra para ser reto
mada más adelante, se puede indicar este fenómeno añadiendo a las letras minúsculas
los números exponenciales (a1, a2, a3).
Un ejemplo: La parábola del fariseo y del publicano {Le 18, 9-14)
411
b pago los diezmos
c de todo lo que poseo.
13a El publicano, en cambio, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo,
a1 deteniéndose a distancia,
b sino que se golpeaba el pecho
c diciendo:
d Oh Dios:
e ten piedad de mí
f pecador.
14 a Yo les digo:
b éste volvió a su casa justificado, a diferencia del otro.
c Porque quien se ensalza
d será humillado,
e y quien se humilla
f será ensalzado.
Ahora el texto está dispuesto de tal manera que puede ser delimitado y segmentado;
pero la segmentación no puede ser arbitraria, sino que debe atenerse a las indicaciones
que se encuentran en el texto (separadores del texto), los cuales indican dónde se debe
hacer una división y dónde no. Como se trabaja sobre una traducción, estos separado
res del texto, o signos de estructuración del texto deben estar más allá del lenguaje, es
decir, su validez no puede estar limitada a una única lengua, sino que debe ser aplica
ble, más allá de la lengua original del texto, incluso en su traducción.
Los separadores del texto son: las indicaciones de tiempo, espacio, personajes, los
cambios lingüísticos, los avances de los acontecimientos narrados, las introducciones al
discurso, los resúmenes, los sumarios, los estilos de citaciones y las frases meta-narrati
vas. Estas últimas se tienen cuando el autor informa a sus lectores en torno a las inten
ciones que lo llevan a escribir (cf. 1Tm 3, 15) o cuando el autor le sugiere al lector cómo
interpretar un aspecto particular del texto (cf. jn 21, 23). También sirve para subdividir
el texto la técnica de la inclusión, usada para encuadrar o circunscribir un párrafo repi
tiendo palabras o locuciones al inicio y al final del mismo (por ejemplo: reino de los cie
los [e Basilea ton ouranon] en la primera (Mt 5, 3) y en la octava bienaventuranza (Mt
5, 10). La técnica del enclave o emparedado (la curación de la hija de Jairo y la hemo-
412
rroísa: Mt 9, 18-26; la muerte de Juan el Bautista entre el envío y el retorno de los doce
de la misión: Me 6, 6b-30).
I. Introducción
9 a Entonces dijo esta parábola, Introducción del evangelista
a la parábola
b por algunos que presumían de ser
justos
c y despreciaban a los demás.
II. Parábola
10 a Dos hombres subieron al templo a Presentación de los protagonistas
hacer oración.
b Uno era fariseo
c y el otro era publicano.
b Oh Dios:
c te doy gracias,
d porque no soy como los demás hom
bres,
e ladrones,
f injustos, Oración del fariseo
g adúlteros,
h y ni siquiera como ese publicano.
12 a Ayuno dos veces a la semana,
b pago los diezmos
c de todo lo que poseo.
413
13 a El publicano, en cambio, ni siquiera
se atrevía a levantar los ojos al cielo,
a1 deteniéndose a distancia, Introducción a la oración del
publicano
b sino que se golpeaba el pecho
c diciendo:
III. Conclusión
14 a Yo les digo: Introducción a la conclusión
de la parábola
e y quien se humilla
f será ensalzado. '
Al comienzo de este párrafo hay una introducción en la cual el autor presenta a Jesús
como el narrador de una parábola, pero sin nombrarlo de una manera explícita, esto es
una señal de que no estamos frente al inicio absoluto de un texto, porque de ser así el
autor se habría visto obligado a presentar sus personajes, sino frente a un inicio relati
vo, a un texto parcial.
Al final, una nueva introducción al discurso (versículo 14a) separa el final de la narra
ción (versículo 14b+c+d) de la verdadera y propia exposición (versículos 10-13) de la
parábola. Por lo que hace referencia a la estructura interna de esta parábola, no hay
señales de tiempo. En cuanto parábola, la narración tiene, en un cierto sentido, una vali
dez que no está unida a ningún tiempo específico.
La parte conclusiva de la parábola se subdivide en: la introducción al discurso (ver
sículo 14a), con la cual el que habla, Jesús, subraya la parte final del discurso ("Yo les
digo"); la conclusión narrativa de la parábola (versículo 14b: "éste volvió a su casa jus
tificado, a diferencia del otro"); y la observación conclusiva (versículo 14c) que comen
414
ta toda la parábola ("Porque quien se ensalza será humillado y quien se humilla será
ensalzado"). Esta observación conclusiva, gracias a su función como comentario a toda
la narración, se separa de la parábola. A esto se debe agregar que ella llega a tener una
cierta autonomía debido a su estructura que se puede dividir en términos de un para
lelismo antitético.
Una vez que el texto ha sido segmentado y la estructura ha sido reconocida es nece
sario individuar el mensaje. Los acontecimientos narrados uno después del otro tienen
algo en común, deben mostrar el hilo conductor.
Las segmentaciones que hemos realizado revelan en la parábola la presencia de dos
personajes contrapuestos: el fariseo es considerado justo y el publicano es considera
do pecador.
En esta segmentación también se revela que delante de Dios las cosas terminan sien
do diferentes a todo lo que se tiene al nivel de los hombres: la figura del fariseo tiene un
desarrollo trágico (se pasa de una situación inicial positiva a una situación final negati
va); el publicano, en cambio, tiene un desarrollo cómico (se pasa de una situación ini
cial negativa a una situación inicial positiva).
Entre las secciones de la parábola hay equivalencia y oposición: equivalencia por
el hecho de que en ambos discursos se trata de una oración (oh Dios); contraposición,
tanto a nivel cualitativo: la oración del fariseo es prolija y la del publicano es concisa,
como a nivel de contenido: la oración del fariseo es elitista, mientras que la del publi
cano es humilde.
El desarrollo de la parábola muestra unidad de lugar, la escena se desarrolla en el
mismo puesto, aunque la posición de los dos protagonistas es diferente: en pie (y pro
bablemente muy adelante) el fariseo; a distancia el publicano.
No hay indicaciones temporales, lo cual permite afirmar que el mensaje de la pará
bola tiene una validez intemporal. Esto pone en evidencia otro dato importante a nivel
de estructura: la relación entre el mundo narrado por la parábola y el mundo real. El
mundo real de los oyentes, llamado a tomar posición en los versículos 9 y 14 que sir
ven de marco al mundo narrado por la parábola, es presentado en términos de equiva
lencia frente al mundo narrado por la parábola, por lo cual el juicio de Jesús sobre los
personajes de la parábola ("éste volvió a su casa justificado...") también vale para todos
aquellos que lo siguen escuchando (tanto en aquel entonces como hoy).
Es natural que para entender mejor el contenido de una sección o de una perícopa
se debe poner la máxima atención posible al contexto. En el caso precedente se com
prende que el autor refiere la parábola y su significado a la crítica que le hacen a Jesús
415
los fariseos y los escribas por el hecho de acercarse a los pecadores y a los publicarlos.
Este es el contexto inmediato. Para comprender mejor esta sección en el contexto de la
obra de Lucas, se debe prestar atención al puesto ocupado en el conjunto de la obra o,
al menos, a la parte en la cual se encuentra integrado. Esto sería el contexto mediato.
416
sobre las lenguas originales, porque en traducciones correctas también se puede per
cibir el violento cambio de estilo que se da en ciertos momentos (es posible hacer una
prueba leyendo atentamente Génesis 1-2 para así notar la diferencia de estilo que apa
rece a partir de Génesis 2, 4b o confrontar el estilo diversos de Lucas 1, 1-4 en relación
a los versículos inmediatamente siguientes).
Un texto escrito, antes de llegar al lector, tiene o pudo haber atravesado diversas
vicisitudes: tradición oral, correcciones de otros escritores, añadidos, modificaciones
Estas circunstancias, en oportunidades, son muy importantes para comprender el
significado de lo que estamos leyendo. El análisis diacrónico del texto estudia la histo
ria del texto hasta la forma final que ha llegado hasta nosotros. Los métodos de lectura
diacrónica de un texto son: la crítica literaria, la crítica de las tradiciones o de las fuen
tes, la crítica de la redacción, la crítica de la tradición y la crítica de los géneros litera
rios. En su conjunto forman los métodos históricos críticos.
417
nuevos complementos. Por eso en los textos bíblicos encontramos repeticiones e inclu
so tensiones (Me 6, 45.53). El método de la crítica literaria pone atención a estas tensio
nes, para decidir, caso por caso, si se trata de un texto originalmente unitario o si, por el
contrario, se trata de un texto compuesto por varios elementos heterogéneos.
Para comprobar si un texto es unitario, es necesario ponerle atención a las repeti
ciones que generan distracción; a las tensiones o contradicciones; a las lagunas en la
estructura de la frase o en el desarrollo de la acción; a lenguajes y estilos diversos en
un mismo párrafo; a elementos atípicos en relación a una determinado género literario.
Se habla de crítica literaria porque, en el caso de un texto compuesto, se deben distin
guir (krinein, de donde viene el adjetivo crítico) diversos estratos literarios (que proce
den de tiempos y autores diferentes).
418
a1 viendo la fe de ellos,
b le dijo al paralítico:
g y camina?".
10 a Pues para que sepan
b que el Hijo del hombre tiene poder
sobre la tierra
c para perdonar los pecados, (**)
419
c levántate,
d toma tu camilla
c y vete a tu casa".
12 a Él se levantó, 4. Conclusión
b tomó su camilla a. Reacción del paralítico
c y se fue en presencia de todos
420
rey Ozías (siglo VIII a.C.) y en Isaías 44, 28 es nombrado Ciro, rey de Persia (siglo VI
a.C.): la crítica literaria debe investigar la época y el autor de cada párrafo y la mane
ra como ambos entraron a formar parte del mismo libro. La narración de la creación
de Génesis 1, 2-2, 4a es seguida por una narración diversa del mismo episodio (Gn 2,
4b-25): el trabajo de la crítica literaria consiste en situar cada narración en su posible
contexto histórico, estudiando las ideas que se reflejan en cada uno de ellos, sus expre
siones literarias, su vocabulario. El más célebre triunfo de la crítica literaria del Antiguo
Testamento es la hipótesis documentaría del Pentateuco desarrollada por J. Wellhausen.
Cuando la crítica literaria llega a concluir que el texto está compuesto por diversos
estratos, interviene la crítica de las tradiciones o de las fuentes. Los evangelistas Marcos,
Mateo y Lucas han recogido en un libro las respectivas tradiciones y fuentes, y partien
do de las tensiones presentes en el texto actual se pueden captar las líneas fundamenta
les de la antigua tradición. Este es el trabajo al cual se dedica la crítica de las tradiciones.
En el campo de la crítica de las tradiciones se podría lanzar la hipótesis, por lo que hace
referencia a la perícopa del paralítico, que la tradición original estaba constituida por
una narración que únicamente hablaba de la curación por parte de Jesús, y no de su
poder para perdonar los pecados. De hecho, si leemos la perícopa omitiendo los ver
sículos 6-10 (lo que está en cursiva), el texto se presenta como la narración de un mila
gro que pretende mostrar el poder de Jesús sobre la enfermedad.
La crítica de las tradiciones, partiendo de la producción final de un texto, intenta lle
gar a su forma original. En este proceso se pretende conocer los cambios a los cuales
ha sido sometido el texto en el proceso de la transmisión. Si se parte de la redacción
definitiva que las bienaventuranzas han recibido en el sermón de la montaña de Mateo
y en el sermón de la llanura de Lucas, se debe preguntar cuál sería la forma que tenían
en la fuente de los logia, utilizada por Mateo y Lucas; este análisis es definido como
crítica de las tradiciones. En este caso la cuestión relativa a la crítica de las tradiciones
está unida a la cuestión relativa a la crítica de las fuentes. De hecho, las bienaventuran
zas, como se colige de una comparación sinóptica entre Mateo y Lucas, llegaron a los
dos evangelistas no como pequeñas unidades aisladas (objeto de la crítica de las tradi
ciones), sino que ya formaban parte de una fuente más grande que probablemente ya
había sido puesta por escrito, la cual Mateo y Lucas usaron, junto con el evangelio de
Marcos, cuando cada uno compuso su evangelio. La crítica de las fuentes señala dicha
fuente, llamada fuente de los logia o los dichos (o fuente Q), sobre la base de las con
vergencias que se presentan en Mateo y Lucas, cuando ellos no dependen de Marcos.
421
La crítica de las fuentes goza de una tradición científica, particularmente en lo que
hace referencia al Pentateuco, donde los estudiosos presentan la hipótesis de fuentes
escritas junto al código sacerdotal, al yahvista y el elohista. El nombre de las dos últi
mas fuentes deriva del diverso modo como Dios es llamado (Adonai [Yahvé] y Elohim)
sin que la utilización de dos diversos nombres de Dios constituya el único criterio, o el
más importante, para la distinción de las dos fuentes.
422
consiste en descubrir el modo concreto de escribir de un autor bíblico, las característi
cas específicas de su obra y su teología.
Debido a lo anterior, el exegeta debe analizar con cuidado el texto para descubrir
los procedimientos estilísticos, el vocabulario específico, y las construcciones grama
ticales propias de un autor. El hecho de disponer de paralelos permite precisar mejor
los rasgos característicos de cada autor y su teología (cf. Mt 20, 20-23: la pregunta no
fue hecha por Santiago y Juan sino por su madre y esto para evitar que los discípulos
quedaran mal). Esto sucede, por ejemplo, en el estudio de los evangelios sinópticos o
de libros con mucha tradición común, como los libros de los Reyes y de las Crónicas.
La crítica de la redacción busca las referencias al autor, pero generalmente los datos
directos son muy escasos. Lucas 1, 1-4, por ejemplo, expone brevemente el método de
trabajo del autor y el objetivo de su obra. También busca los destinarlos de la obra, que
inevitablemente influyen sobre la manera de escribir del autor (cf. citaciones de cumpli
miento en Mateo). En este caso debemos acudir, la mayoría de las veces, a datos indi
rectos, como, por ejemplo, los aspectos sobre los cuales el autor insiste con mucha
frecuencia, las amonestaciones que imparte, los comportamientos defendidos o con
denados, los temas que aborda con preferencia. Finalmente, pone atención al lugar y
al tiempo de la redacción. En esto, también es necesario valerse, en la mayor parte de
los casos, de los datos indirectos. Para el Antiguo Testamento son decisivas las referen
cias a reyes conocidos, al exilio, a determinadas situaciones políticas. Para el Nuevo
Testamento son importantes las eventuales referencias: a) a la destrucción de Jerusalén
(70 d.C.); b) al paso del anuncio del Evangelio del ambiente judío al pagano; c) al desa
rrollo de las instituciones eclesiales y las alusiones al retraso de la parusía.
Todo esto permite establecer no sólo la personalidad literaria de un autor bíblico,
sino también las grandes líneas de su reflexión teológica. De esta manera podemos
preguntarnos sobre el sentido y los objetivos teológicos de un conjunto de libros como
Josué, Jueces, Samuel y Reyes; sobre el sentido y los objetivos del libro de Isaías, redac
tado en el transcurso de varios siglos. Idéntico procedimiento es aplicable al Nuevo
Testamento, donde es posible precisar la teología de cada uno de los evangelistas par
tiendo del análisis de la composición de sus escritos (cf. el secreto mesiánico en Marcos
para evitar la mala intelección del papel mesiánico de Jesús, diferente a las expectati
vas que había en su tiempo). De aquí surge la importancia de este método para la ela
boración de la teología bíblica.
Mirando el texto que nosotros elegimos, es posible proponer la hipótesis, en el plano
de la crítica de la redacción, que el redactor haya inserido el argumento del perdón
de los pecados por parte de Jesús (los versículos en cursiva). Esto fue lo que causó la
tensión de la cual se habló: Jesús que interrumpe su discurso con los escribas a medio
camino. En efecto, a Marcos, en sintonía con la tradición, le interesaba mostrar que en
423
Jesús hace su irrupción en el mundo el poder sanador de Dios; pero, más allá de la tra
dición, él pretendía decir que este poder sanador de Jesús tenía la capacidad de liberar
a los hombres de la situación de desolación a la cual el pecado arroja.
El redactor, además de la posibilidad de intervenir en el texto de la tradición para
modificarlo, también tiene la posibilidad de asignarle a un párrafo una determinada ubi
cación al interior de su obra. Si, por ejemplo, se observa el contexto más amplio en el
cual se ubica la perícopa del paralítico (Me 2, 1-3, 6), se percibe que con ello Marcos
abre una serie de cinco párrafos que se asemejan: en ellos los adversarios de Jesús se
escandalizan frente a su comportamiento y el comportamiento de sus discípulos, y en
cada uno de esos casos, Jesús demuestra que ellos están en el error. El hecho de que
la serie de estos textos se concluya con la frase "Los fariseos salieron de inmediato y
deliberaron con los herodianos para acabar con Él" (Me 3, 6), indica con claridad que
el redactor los ha unido intencionalmente, para obtener una composición unitaria. De
esta manera el redactor pretende mostrar, desde las primeras páginas de su evangelio,
que los hombres desde el comienzo se oponen a la oferta de amor de Dios manifesta
da en Jesús.
424
Tradiciones retomadas en diversos textos bíblicos son, por ejemplo, la del sábado
como día de descanso y de culto a Yahvé (Ex 20, 8-11; Dt 5, 12-15)1, la tradición del
desierto (como lugar y tiempo de dificultad y tentación en la mayor parte de Éxodo,
Deuteronomio, Números y en Ezequiel20, o como la maravillosa época de la juventud
de Israel en Dt 8; 29, 2-6; Jr2, 2-3; Os 2, 14-15). En estos párrafos la misma tradición
es presentada con significados diferentes.
El análisis de la tradición se pregunta cuál es la más antigua manera de tratar algo,
a qué se debe esta diversidad de valoraciones teológicas, cuál es la situación vital de la
tradición en cada uno de los textos. Extendiendo la investigación a otros párrafos para
lelos, se puede elaborar una historia de las diversas tradiciones que ayuda a comprender
la evolución del pensamiento religioso y teológico de los diversos libros y autores bíbli
cos, ofreciendo preciosos datos para conocer mejor la historia de la religión de Israel y
la evolución de la teología bíblica veterotestamentaria.
Algo parecido sucede con el Nuevo Testamento. Observando, por ejemplo, las dife
rencias entre las palabras y los gestos de Jesús en la última cena (A4f 26, 26-29; Me 14,
22-26; Le 22, 15-20; 1Co 11, 23-25), se muestra que la institución de la eucaristía es una
tradición común a los sinópticos y a Pablo, pero ha sido transmitida con matices dife
rentes por cada autor. El trabajo del análisis de la tradición consiste en llegar al estrato
más antiguo de dicha tradición, llegando, si es posible, a su estadio oral, y describir su
situación vital. De esta manera se adquiere una visión más rica de la comprensión neo-
testamentaria de la eucaristía y podemos precisar mejor la teología eucarística de los
evangelistas y de Pablo.
Con este método se examinan las unidades literarias identificadas, buscando descu
brir si tienen una forma o género literario específico. Este análisis de los géneros también
es llamado historia de las formas literarias. Este método permite dar un paso posterior,
que consiste en colocar un determinado género en su situación vital (Sitz im Leben).
La crítica del género literario compara un texto concreto con textos estructuralmen
te idénticos y análogos y, sobre la base de coincidencias estructurales, lo ubica en un
grupo, en otras palabras, lo considera como miembro de una familia. La perícopa de
1 En Ex 20, 8-11 el sábado es relacionado con la creación: como Dios descansó en el séptimo día, de la misma
manera el israelita debe descansar el séptimo día y dedicarlo a su Dios; en Dt5, 12-15 el sábado, en cambio, está rela
cionado con la liberación de la esclavitud de Egipto: el israelita puede darse el lujo de descansar el séptimo día por
que es un pueblo libre.
425
la curación del paralítico bajo el perfil de la crítica del género literario pertenece a las
narraciones de curación2.
En la Biblia encontramos varios géneros o formas literarias, pero normalmente son
desconocidos porque de hecho son obsoletos. Por eso es necesaria una serie de proce
dimientos para revelarlos. Cuando nos encontramos frente a la narración de la creación
de Génesis 1 o al de las tentaciones de Jesús de Mateo 4 permanecemos perplejos; en
el primer caso no sabemos si se trata de una crónica científica o un poema didáctico;
en el segundo si se trata de una narración histórica o de una catequesis sobre la natura
leza del mesianismo de Jesús. En realidad nos faltan los puntos de referencia. Para obte
nerlos es fundamental la comparación con textos análogos, pertenecientes a la Biblia o
a otras literaturas que sean contemporáneas. Para una comparación apropiada es nece
sario comenzar con el estudio de las características sintácticas, estilísticas y semánticas
del texto que está siendo examinado. Tienen una gran importancia las características
programáticas (= el autor pretende producir determinados efectos) del texto que se ana
liza: cuál es la intención del autor, cuáles son las fuentes a las cuales acude, cuáles son
los intereses que manifiesta.
La crítica del género literario también permite colocar un género literario en su situa
ción vital (Sitz in Lebem). En la vida cotidiana resulta bastante fácil descubrir la situación
vital de un escrito. Un escrito que comienza con la expresión querido amigo y termina
con un fuerte abrazo lleva con facilidad al género carta y a la situación vital de una ami
gable comunicación interpersonal. Un escrito que comienza con la expresión llustrísimo
Señor, el suscrito y continúa con me dirijo a Vuestra Señoría manda al género de peti
ción oficial y postula, sin esfuerzo, la situación vital de la administración burocrática.
Es más difícil descubrir esta situación vital estudiando los textos bíblicos. Es necesa
rio hacerse una serie de preguntas concretas sobre el texto: "¿Quién habla?, ¿quiénes
son los oyentes?, ¿cuáles son los sentimientos que dominan en la escena?, ¿cuál es el
efecto que se pretende alcanzar? En algunas oportunidades es bastante fácil individuar
la situación vital. Por ejemplo, los himnos nupciales conducen, necesariamente, a cele
braciones de matrimonios, las lamentaciones al contexto de ceremonias fúnebres o de
luto. Por el Sitz in Lebem no se entiende una determinada situación histórica, sino una
situación recurrente en la vida de una colectividad.
2 R. Pesch. II vangelo di Marco, vol. I. Brescia, 1980, pp. 235ss enumera los siguientes elementos estructurales
de este género: la aparición del taumaturgo y de la multitud (motivos introductorios y preparatorios), versículos 1-2;
el encuentro con el enfermo (de quien se describe la enfermedad o se describe su situación de necesidad) con el tau
maturgo, versículo 3; este encuentro casi siempre se hace difícil por un obstáculo que impide el acercamiento (un ele
mento que toma el puesto de la tradicional petición de sanación) y que debe ser superado, versículo 4; la curación
(la cual se realiza a través de un mandato de sanación, una llamada, una promesa, un dicho de sanación, una orden
demostrativa, una licencia), versículos 5.11; la constatación de la curación, versículo 12; el asombro (de la gente), ver
sículo 12, y la conclusión coral, versículo 12.
426
Para las narraciones de milagros se puede decir que su Sitz in Lebem debe estar
señalado por las necesidades misioneras de la Iglesia primitiva. Las narraciones de mila
gros están al servicio del anuncio misionero de Cristo, en cuanto que lo proclaman
Señor e Hijo de Dios. Jesucristo, con su autoridad y su poder, está en capacidad de dar
respuesta a todas las necesidades del hombre, y por ello el hombre, en la fe, puede
confiar en él.
427
La narración sacerdotal pone el acento sobre el sábado, el día de descanso de Dios
y del hombre. Para inculcar la observancia del sábado el redactor bíblico presenta a
Dios mismo como ejemplo y fundador del ritmo semanal [6 + 1]. La narración de la
creación está, entonces, encerrada en el esquema de seis días, subdivididos, a su vez,
en dos ternas que se reclaman mutuamente.
Segundo día:
Segundo día:
Separación de las aguas superiores
Aves y peces
de las aguas inferiores
Los días de la segunda terna tienen una referencia a los días correspondientes de la
primera terna:
428
¿Por qué ha sido, entonces, redactado el texto? Porque Israel, con este himno a Dios
creador, defiende su propia idea de Dios frente a las concepciones idolátricas y los
mitos sobre la creación, muy difundidos entre los pueblos con los cuales había entrado
en contacto en el transcurso de su zarandeada historia (egipcios, babilonios, asirios...).
Cuando, por ejemplo, Dios es exaltado porque en el cuarto día de la creación crea el
sol, la luna y las estrellas (Gn 1, 14-19), el israelita quiere desenmascarar y aniquilar las
divinidades astrales adoradas en las religiones babilónicas.
El sentido antimitológico de la narración sacerdotal es evidente. Esta narración reci
bió su forma definitiva en hacia los siglos VI o V a.C., es decir, en una época en la cual
el pueblo de Israel había tomado conciencia de las prácticas idolátricas de las naciones
vecinas y debía dar una respuesta a los interrogantes que iban surgiendo: ¿qué pensar
en relación a los dioses de los otros pueblos?, ¿qué son las divinidades zoomorfas ado
radas por los egipcios?, ¿qué se esconde detrás de las divinidades astrales (Marduc y
Sin) de los babilonios? La respuesta es clara: no son divinidades ni astrales, ni zoomor
fas. Lo que pasa es que egipcios, asirios y babilonios han divinizado erróneamente crea-
turas inferiores al hombre (que entre otras cosas ni siquiera tienen semejanza con Dios,
realidad que es propia del ser humano).
La crítica del género literario también saca a la luz la posibilidad de una nueva ubi
cación literaria de la unidad asumida por la tradición. La curación del paralítico, en su
disposición actual, sirve de marco de referencia para presentar el efecto de desconcier
to y escándalo provocado en los escribas por Jesús que perdona los pecados. La pala
bra de consuelo de Jesús ("Hijo...") y el dicho de curación, originariamente unidos, son
separados. La palabra de alivio: "Hijo, te son perdonados tus pecados", que escandali
za a los escribas, y el dicho de curación de Jesús: "Levántate, toma tu camilla y vete a
tu casa", se convierten en la demostración del poder del Hijo del hombre para perdo
nar los pecados en la tierra (versículo 10) y en la refutación de la reprensión de blasfe-
429
m¡a. El hecho que Jesús al comienzo hable a la gente reunida en torno a él y que todos,
al final del texto, se maravillen y alaben a Dios, crea un contraste entre la multitud y los
escribas que se escandalizan frente a la palabra de Jesús. La multitud escucha a Jesús y
por el milagro realizado es movida para alabar a Dios, mientras que los escribas acusan
a Jesús de blasfemia: frente a Jesús los ánimos se dividen.
Pontificia Comisión Bíblica. La interpretación de la Biblia en la Iglesia. LEV, Ciudad del Vaticano, 1993.
430
5. Los nuevos métodos de análisis literario
El análisis narrativo estudia la manera como la historia es narrada con capacidad para
envolver al lector en el mundo de la narración. Mientras el método histórico crítico con
sidera el texto como una ventana que permite observar una determinada época (la situa
ción de una comunidad), el análisis narrativo subraya que el texto funciona como un
espejo, en el sentido en que presenta una cierta imagen del mundo, de la realidad, de
la vida e influye sobre la manera de ver del lector llevando a adoptar unos comporta
mientos en lugar de otros.
431
6. Lectura fundamentalista de la Biblia
7. La interpretación histórica
La lectura histórica considera los textos bíblicos no sólo como testimonios de fe, sino
también como fuentes históricas. El exegeta o el historiógrafo intentan juzgar la verdad
histórica contenida en los textos.
432
tipo de comparación exige una buena preparación histórica y cultural sobre el contex
to del libro bíblico que se está estudiando.
433
es primitiva, algunas expresiones como Hijo del hombre, reino de Dios o reino de los
cielos no se encuentran en los escritos extraevangélicos cristianos con el mismo signi
ficado. De hecho las tendencias son muy diversas: Pablo está preocupado en su lucha
contra los judaizantes y los disidentes en las comunidades cristianas; en cambio, Jesús,
en los evangelios, aparece enfrentándose a los escribas, a los fariseos y a los saduceos.
Las instituciones cristianas del tiempo de Pablo aparecen distantes de las instituciones
de la sinagoga; en cambio los evangelios presentan a Jesús y a los discípulos todavía
unidos al templo y a la sinagoga. Algunos episodios que revelan la fragilidad de Cristo,
como la ignorancia del día del juicio, el temor y la angustia en el huerto de Getsemaní,
no pudieron haber sido inventados por la comunidad, que, de hecho, reconocía y pro
fesaba la divinidad del fundador.
c) Criterio de continuidad', este criterio integra al anterior; una ruptura radical o dis
continuidad de Jesús con el ambiente histórico y cultural, no sólo sería poco históri
co, sino también absurdo; un Jesús que hablase y viviese fuera de su tiempo histórico
y cultural no se habría podido comunicar con sus contemporáneos, ni habría tenido la
oportunidad de actuar históricamente; por ello pueden ser consideradas históricamente
creíbles las situaciones y los hechos evangélicos que corresponden al ambiente pales
tino y judío de los años treinta del siglo I, los cuales se ubican armónicamente dentro
del proceso histórico en el cual vive y actúa Jesús.
La continuidad se puede constatar en relación al ambiente geográfico y cultural
de Palestina en la primera mitad del siglo I; por la comparación de los datos evangéli
cos con los datos que ofrecen las fuentes externas (escritores como Flavio Josefo); de
los dichos rabínicos conservados en la colección de la Misná y el Talmud; de los res
tos arqueológicos. De la comparación de estos datos se puede concluir que existe una
innegable continuidad de ambiente social y cultural. Lo mismo se puede decir para el
ambiente histórico, político, social y religioso: la lucha entre judíos y samaritanos, el
conflicto entre fariseos y saduceos, la dominación romana, las fiestas y las peregrinacio
nes al templo de Jerusalén. Es evidente que no se puede ofrecer una interpretación his
tórica de los textos neotestamentarios sin un suficiente conocimiento del ambiente, la
historia y la cultura donde se desarrollan los acontecimientos y los escritos del Nuevo
Testamento.
Además de lo dicho, también se deben evitar los llamados accesos directos y los
condicionamientos ideológicos que afectan la historia, como, por ejemplo:
- El escepticismo de L. Evely4, que rechaza todo elemento sobrenatural (nacimien
to virginal, milagros, resurrección) como mitos, fruto de la cultura ingenua de su tiem-
434
po; o de I. Magli5 quien, con interpretaciones arbitrarias, intenta reconstruir al auténtico
Jesús histórico genio destructor de los ritos y de las normas de la cultura judía, que los
evangelios con modos míticos e infantiles habrían tapado con una narración llena de
estructuras rituales, jerárquicas e instituciones, hasta mafiosas, como la cena eucarística.
- El fundamentalismo maximalista de J. A. T. Robinson6, C. Tresmontant7, J.
Carmignac8, quienes pretenden darle mayor credibilidad a los evangelios proponien
do su composición en una fecha cronológicamente más cercana a Jesús. Es claro que
la eliminación de algún año no los hace más creíbles: ¡una persona puede tener en su
memoria más de una decena de años! La tradición viva de la Iglesia no ha sido un fac
tor de alteración, sino una garantía de conservación y de fiel transmisión e interpreta
ción de los textos.
8. Conclusión
La Del Verbum afirma que "el estudio de la Sagrada Escritura debe ser como el alma
de toda la teología" (n. 24). La Escritura debe ser aquello que le da vida a la teología
y la mantiene vital, y por ello no puede reducirse a un simple espacio de argumentos.
No obstante esto, siempre permanece el peligro de abusar de la autoridad de la Biblia,
recurriendo a ella para dirimir cuestiones o para probar tesis. Se debe ser siervos de la
Palabra y no aprovecharse de ella para el bien propio. La autoridad que se le recono
ce a la Biblia exige el máximo respeto de nuestra parte. No se puede ignorar el cono
cido dístico:
435
Capítulo XVIII
Introducción
Para leer y estudiar la Biblia es útil tener una buena caja de herramientas. Es cierto
que es posible comenzar a leer la Biblia inmediata y directamente, pero aquello que se
tenga a mano en la propia caja de herramientas demuestra la calidad y la seriedad de
la lectura. La lectura de consulta para el estudio de la Biblia es muy variada y no toda
de la misma calidad. Por ello es necesario hacer una elección bien precisa. También es
importante subrayar que se espera que quien utilice estos instrumentos haga de ellos un
uso sabio y razonable. La Primera carta a los Tesalonicenses da este consejo: examínen
lo todo y quédense con lo bueno (ITs 5, 21).
1. Ediciones de la Biblia
437
1.3 Nuevo Testamento
Aland, B.; Aland, K.; Karavidopoulos, ].; Martin!, C. M. y Metzger, B. M. The Greek
New Testament. United Bible Societies, Londres-Nueva York, 19934.
Merk, A. Novum Testamentum graece et latine. PIB, Roma, 198410.
• Biblia de estudio
Una biblia de estudio es un instrumento necesario por la riqueza de las introduccio
nes, las notas explicativas, los mapas y los índices.
Alonso Schókel, Luis. Biblia del Peregrino. Edición de estudio, l-lll. Verbo Divino,
Estella (Navarra), 19 9 72.
Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao, 20 094.
438
2. Concordancias
Una concordancia es una obra que enumera en orden alfabético las palabras de la
Biblia indicando para cada una los pasajes bíblicos donde se encuentra. Este instrumen
to permite encontrar un pasaje de la Biblia que no se conoce de memoria o para estu
diar sistemáticamente algún tema. Por ejemplo, si se busca la palabra evangelistas, se
descubre que esta palabra sólo es utilizada tres veces en toda la Biblia <Hch 21, 8; Ef
4, 11; y 2Tm 4, 5).
3. Diccionarios bíblicos
439
der el significado de las palabras usadas en la Escritura y los significados que han asu
mido en el transcurso del tiempo.
Balz, H. y Schneider, G. Dizionario esegetico del Nuovo Testamento. Paideia,
Brescia, 2003.
Bonsirven, G. Dizionario bíblico. San Paolo, Roma, 1962.
Botterweck, G. J. y Ringgren, E. Grande Lessico dellAntico Testamento. Paideia,
Brescia, 1988.
Coenen, L.; Beyreuther, E. y Bietenhard, H. Dizionario dei concetti biblici del Nuovo
Testamento. Dehoniane, Bolonia, 1976.
García Santos, Amador Ángel. Diccionario del griego bíblico. Verbo Divino.
Jenni, J. y Westermann, C. Dizionario teológico dell'Antico Testamento, l-ll. Marietti,
Turín, 1978-1982.
Kittel, R. y Friedrich, G. Grande lessico del Nuovo Testamento. Paideia, Brescia,
1965-1990.
León-Dufour, X. Dizionario del Nuovo Testamento. Queriniana, Brescia, 1978;
Vocabulario de teología bíblica. Herder, Barcelona, 200520.
Mackenzie, J. L. Dizionario biblico. Cittadella, Asís, 1973.
Rossano, R; Ravasi, G. y Girlanda, A. Nuevo diccionario de teología bíblica. San
Pablo, Madrid, 2001.
Spadafora, G. Dizionario bíblico. Studium, Roma, 19633.
Spicq, C. Note di lessicografia neotestamentaria, l-ll. Paideia, Brescia, 1988.
Vigourroux, F. Dictionnaire de la Bible / Supplément, 1885.
4. Sinopsis
Una sinopsis es una obra que presenta el texto de los evangelios en columnas para
lelas, permitiendo la posibilidad de comparar las semejanzas y las diferentes entre las
narraciones evangélicas.
Aland, K. Synopsis quattuor evangeliorum locis parallelis evangeliorum apocryforum
et patruum adhibitis. Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart, 199615.
5. índices bibliográficos
Los índices bibliográficos presentan artículos y libros que comentan o abordan temá
ticas y argumentos pertinentes a la Escritura.
440
Elenchus of bíblica, PIB, Roma, 1920- ...
International Zeitschriftenschau für Bibelwissenschaft und Crenzgebiete, Stuttgart,
1951- ...
New Testament Abstraéis, Cambridge, 1956- ...
Oíd Testament Abstracts, Cambridge, 1957- ...
6. Biblia y computador
441
APÉNDICES
APÉNDICE 1
1. Introducción
2. Cronología e historia
445
El 5 de junio de 1960 la Comisión teológica preparatoria fue encargada de elabo
rar el esquema de esta constitución. La comisión, en la cual tuvieron mucha influencia
las propuestas del Santo Oficio y las enmiendas sugeridas por la Comisión preparato
ria central, recopiló para el verano de 1962 un esquema y lo envió a los padres con
el título de Schema Constitutionis Dogmaticae de fontibus Revelationis [Esquema de la
Constitución Dogmática sobre las fuentes de la Revelación].
El esquema se componía de cinco capítulos: 1. De duplice fonte Revelationis [La
doble fuente de la revelación]; 2. De Scripturae Inspiratione, Inerrantia et Compositione
Litteraria [Inspiración, inerrancia y composición literaria de la Escritura]; 3. De Vetere
Testamento [El Antiguo Testamento]; 4. De Novo Testamento [El Nuevo Testamento];
5. De Sacra Scriptura in Ecclesia [La Sagrada Escritura en la Iglesia], Los títulos de los
capítulos de este primer esquema se conservaron sustancialmente en el documento
final que fue aprobado por el concilio: únicamente se le pondrán adelante un proemio
y un capítulo.
446
fuente de la revelación. Esta última era afirmada en el título de la Constitución y era
expuesta de manera detallada en el primer capítulo como verdad de fe, aunque jamás
había sido declarada definitivamente por la Iglesia; prácticamente para algunas verdades
reveladas se oponía a la sola Escritura de los protestantes, la sola Tradición.
Las duras críticas de los padres conciliares al planteamiento del esquema lleva al
Consejo de presidencia del concilio a proponerle a la Asamblea, seis días después del
inicio de la discusión (el 20 de noviembre), la pregunta si el esquema debería o no ser
enviado de nuevo a la nueva Comisión Teológica competente para una oportuna revi
sión. La votación produjo este resultado, sobre 2209 votantes: 1368 placet, 822 non
placet, 19 nulos. La mayoría, abundante por demás, estaba de acuerdo en rechazar en
bloque el esquema. A pesar de ello, faltaban 105 votos para alcanzar la mayoría cua
lificada de los dos tercios más uno de los votantes (el quorum era 1473), exigida por
el reglamento para el retiro del esquema. La discusión tuvo que continuar, y continuó
durante dos días, sobre la base de un esquema que había sido aprobado por la minoría,
que por lo mismo estaba destinado a ser bloqueado en cada una de sus partes, cuando
al menos se exigía una mayoría simple.
La dificultad en la cual se encontraba el concilio podría haber llevado a una cri
sis grave, pero el papa Juan XXIII con su sabiduría intervino como autoridad y orde
nó, el 21 de noviembre, derogando el reglamento, suspender la discusión y devolver el
esquema para que fuera nuevamente hecho a una comisión especial, que fue llamada
Comisión mixta.
447
ba lleno de buena voluntad, pero mostraba la preocupación por acomodar dos tenden
cias opuestas y, por lo mismo, se revelaba como un documento de compromiso. Como
a nadie contentaba este texto, una delegación de obispos italianos y franceses le sugirió
al Papa que este documento fuera archivado para siempre y que algunos de sus capítu
los fueran incluidos en el documento De Ecdesia.
448
la constitución dogmática Del Verbum fue solemnemente promulgada el 18 de octubre
de 1965 con 2344 placety sólo 6 non placet.
[1] Proemio
El concilio afirma que tiene una doble misión en relación a la palabra de Dios: a)
escucharla religiosamente; b) proclamarla con confianza. Se afirma una verdad que
domina todo el documento: la Iglesia en su magisterio no está por encima de la pala
bra de Dios, sino a su servicio (cf. nn. 10 y 21). La Iglesia tiene la obligación de escu
charla religiosamente, como corresponde hacerlo con la palabra de Dios, asimilarla y
proclamarla, sin miedo o compromisos, con la confianza {fidenter: se refiere a la parre-
sia del Nuevo Testamento) y la libertad que caracterizó al primer anuncio del Evangelio.
El concilio pretende proponer la doctrina sobre la divina revelación siguiendo las
huellas de los concilios de Trente y Vaticano I: deja aparte los puntos que todavía no
están claros y propone la doctrina cierta y oficial (genuina) de la Iglesia. Por ello la cons
titución no es una ruptura o un regreso al pasado, sino una profundización y actualiza
ción de aquello que la Iglesia había fijado precedentemente.
La finalidad que el concilio persigue es pastoral, es decir, no quiere exponer un sis
tema de verdades especulativas, sino de verdades que sean la fuente de fe, esperanza y
amor, es decir, de salvación para los hombres.
449
Capítulo I: La revelación
Este capítulo faltaba en el primer esquema y fue incluido a petición de los padres
conciliares. Trata de la revelación, su objeto y su naturaleza (n. 2), sus diversas fases (nn.
3-4), la respuesta que le exige al hombre (n. 5) y los modos como se actualiza (n. 6).
450
[3] Preparación de la revelación evangélica
Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo (cf. Jn 1, 3), da a los hombres testimonio
perenne de sí en las cosas creadas (cf. Rm 1, 19-20), y, queriendo abrir el camino de la salva
ción sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde
el principio. Después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación (cf. Gn 3, 15),
con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la
vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras (cf.
Rm 2, 6-7). En su tiempo llamó a Abrahán para hacerlo padre de un gran pueblo (cf. Gn 12,
2-3), al que luego instruyó por los Patriarcas, Moisés y los Profetas para que lo reconocieran
Dios único, vivo y verdadero, Padre providente y justo juez, y para que esperaran al Salvador
prometido, y de esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio.
Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los profetas, "últimamen
te, en estos días, nos habló por su Hijo" (Hb 1, 1-2). De hecho envió a su Hijo, es decir, al
Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifesta
ra los secretos de Dios (cf. Jn 1, 1-18); Jesucristo, entonces, el Verbo hecho carne, "hombre
enviado a los hombres", "habla palabras de Dios" (Jn 3, 34) y lleva a cabo la obra de la sal
vación que el Padre le confió (cf. Jn 5, 36; 17, 4). Por tanto, Jesucristo, sabiendo que quien lo
ve, ve al Padre (cf. Jn 14, 9), con su total presencia y manifestación personal, con palabras y
obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los
muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma
con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros para librarnos de las tinieblas del
pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna.
La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay
que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro
Señor Jesucristo (cf. 1Tm 6, 14; Tt2, 13).
451
[5] La revelación debe ser acogida con fe
Cuando Dios revela hay que prestarle "la obediencia de la fe" (cf. Rm 16, 26; Km 1, 5; 2Co
10, 5-6), por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios prestando "a Dios reve
lador el homenaje del entendimiento y de la voluntad", y asintiendo voluntariamente a la
revelación hecha por Él. Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que proviene
y ayuda a los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a
Dios, abre los ojos de la mente y da a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad. Para
que la inteligencia de la revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona
constantemente la fe por medio de sus dones.
A Dios que se revela y habla, el hombre le debe responder con la fe. La revelación
es iniciativa de Dios, manifestación de su misterio y su amor y debe ser acogida con
fe. La fe es la libre respuesta del hombre a la llamada de Dios. Por esto la fe cristiana
es, al mismo tiempo, don y consenso. La respuesta del hombre no es un simple resul
tado de la actividad humana, sino un don de Dios. No es suficiente que la enseñanza
del Evangelio resuene en los oídos, también es necesario una acción de la gracia que
mueva a creer y conceda la posibilidad de creer.
Mediante la revelación divina quiso Dios manifestarse a sí mismo y los eternos decretos de
su voluntad acerca de la salvación de los hombres, para comunicarles los bienes divinos,
que superan totalmente la comprensión de la inteligencia humana.
El Santo Concilio profesa "que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido
con seguridad por la luz natural de la razón humana, partiendo de las criaturas" (cf. Rm 1,
20); también enseña que hay que atribuir a Su revelación "el que todo lo divino que por su
naturaleza no sea inaccesible a la razón humana lo pueden conocer todos fácilmente, con
certeza y sin error alguno, incluso en la condición presente del género humano".
Una vez más se vuelve a hacer válida la afirmación que, mediante la revelación,
Dios ha querido manifestarse a sí mismo y los decretos de su voluntad. El conocimien
to de Dios se puede lograr a partir de la creación, porque Dios ha puesto en el hom
bre la capacidad para que partiendo de las cosas creadas, pueda llegar hasta aquel que
es su causa: Dios.
En la primera versión del esquema este capítulo aparecía como el primero y con el
título de: De duplici fonte Revelationis [La doble fuente de la revelación]. Fue el más
452
discutido de todos los capítulos. La cuestión que subyace a todas las polémicas precon
ciliares y conciliares era el problema de la doble o única fuente de la revelación. Esto se
explica así: si la Escritura contenía objetiva y cuantitativamente todas las verdades reve
ladas, entonces la Tradición sólo tenía el trabajo de explicar las verdades reveladas (en
sus diversas formas: profundización, explicitación, actualización y revitalización), o si,
por el contrario, en la Tradición existían verdades reveladas que de ningún modo esta
ban contenidas en la Escritura. En el primer caso habría una única fuente de la revela
ción, en el segundo, dos.
En 1963, al interior de la Comisión mixta y con la aprobación del papa Juan XXIII, se
fijó el criterio de no decidir la cuestión de la mayor riqueza de la Tradición en relación
a la Escritura y así evitar expresiones que dieran la impresión de separar la Escritura de
la Tradición y viceversa.
La Dei Verbum afirma que la revelación es transmitida a través de la Escritura y la
Tradición (con esto no es excluida la teoría protestante de la "sola Escritura"), y así evita
conscientemente afirmar que la Tradición sea un añadido cuantitativo a la Escritura. La
constitución orienta el trabajo teológico de acuerdo a esta directriz: abstenerse de acu
dir exclusivamente a la Tradición para cualificar una verdad como divinamente revelada.
De aquí se sigue, como norma, el consejo de san Buenaventura: Un prudente silencio
debe cubrir aquello que los testimonios de la Escritura no prueban; santo Tomás escribe:
Nosotros no creemos en los sucesores de los apóstoles sino en la medida en que estos
anuncian lo que aquellos han dejado por escrito, por lo que en la definición de las ver
dades reveladas, la Tradición siempre se ha apoyado de alguna manera sobre el funda
mento de la Escritura (incluso en los dogmas de la Inmaculada y la Asunción, que son,
con claridad, los que menos están explícitamente contenidos en la Escritura).
Dios benignamente dispuso que todo lo que había revelado para la salvación de los hom
bres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones.
Por ello Cristo el Señor, en quien se consuma la revelación total del Dios sumo (cf. 2Co 1,
20; 3, 16-4, 6), mandó a los apóstoles que predicaran a todos los hombres el evangelio,
comunicándoles los dones divinos. Este evangelio, prometido antes por los profetas, lo com
pletó Él y lo promulgó con su propia boca, como fuente de toda la verdad salvadora y de la
ordenación de las costumbres. Lo cual fue realizado fielmente, tanto por los apóstoles, que
en la predicación oral comunicaron con ejemplos e instituciones lo que habían recibido por
la palabra, la convivencia y las obras de Cristo, o habían aprendido por la inspiración del
Espíritu Santo, como por aquellos apóstoles y varones apostólicos que, bajo la inspiración
del mismo Espíritu, escribieron el mensaje de la salvación.
453
Para que el evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Iglesia, los apóstoles
dejaron como sucesores suyos a los obispos, entregándoles su propio cargo del magisterio.
Por consiguiente, esta sagrada tradición y la Sagrada Escritura de ambos testamentos son
como un espejo en que la Iglesia peregrina en la tierra contempla a Dios, de quien todo lo
recibe, hasta que le sea concedido el verlo cara a cara, tal como es (cf. 1jn 3, 2).
La revelación fue querida por Dios y destinada a todos los hombres de todos los
tiempos. El mandato confiado por Jesús a los apóstoles fue hecho realidad de dos mane
ras: oralmente y con los escritos. Los apóstoles transmitieron oralmente cuanto habían
recibido de Jesús y todo lo que habían aprendido gracias a la fuerza del Espíritu Santo.
Algunos apóstoles y hombres de su grupo pusieron por escrito el mensaje de la salva
ción bajo la inspiración del Espíritu Santo. Por esto el concilio, justamente, pone prime
ro la tradición apostólica y después la Escritura.
Así, pues, la predicación apostólica, que es presentada de un modo especial en los libros
inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua. De ahí
que los Apóstoles, comunicando lo que de ellos han recibido, amonestan a los fieles para
que conserven las tradiciones que han aprendido de palabra o por escrito (cf. 2Ts 2, 15), y
que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado de una vez para siempre (cf. Judas 3).
Ahora bien, lo que enseñaron los apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de
Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en su doctrina, su vida y
su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree.
Esta Tradición, que tiene su origen en los apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia
del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las pala
bras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan
en su corazón (cf. Le 2, 19.51), ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas
espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el
carisma cierto de la verdad. Es decir,-la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constante
mente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios.
Las enseñanzas de los santos padres testifican la presencia viva de esta tradición, cuyos teso
ros se comunican a la práctica y a la vida de la Iglesia creyente y orante. Por esta Tradición
conoce la Iglesia el canon íntegro de los libros sagrados, y la misma Sagrada Escritura se va
conociendo en ella más a fondo y se hace incesantemente operativa, y de esta forma, Dios,
que habló en otro tiempo, habla sin intermisión con la Esposa de su amado Hijo; y el Espíritu
Santo, por quien la voz del Evangelio resuena viva en la Iglesia, y por ella en el mundo, va
induciendo a los creyentes en la verdad entera, y hace que la palabra de Cristo habite en
ellos abundantemente (cf. Col 3, 16).
454
No se ofrece una definición de Tradición. Se habla de Tradición apostólica, es decir,
la Tradición que proviene de Jesús y sus apóstoles. La Tradición apostólica abarca todas
las verdades de fe y moral que la Iglesia transmite de tres formas: con la doctrina, con
la vida (viviéndola en la práctica) y con el culto. Por ello la Tradición no sólo transmi
te las verdades reveladas, sino que también trasmite su concreta y vital aplicación, es
decir, las vive. En este sentido la Tradición no sólo jamás ha sido puesta por escrito, sino
que ni siquiera puede serlo.
Como la Tradición es transmisión viva de la predicación apostólica, es natural que
crezca, que progrese. Este progreso no se da por la agregación de elementos externos,
sino por la maduración y el desarrollo de los elementos internos. La garantía de fideli
dad a los principios revelados, a pesar de su múltiple expresión a lo largo de los siglos,
se apoya en la asistencia del Espíritu Santo. El concilio pone en evidencia tres factores
de este progreso de la Tradición apostólica: a) la contemplación y el estudio de los cre
yentes, quienes la meditan en su corazón; b) la experiencia vivida que permite enten
der más íntimamente las verdades espirituales; c) la predicación de los obispos, quienes
más que una función de estímulo, también tienen una función crítica y de vigilancia
sobre los dos factores anteriores. La Iglesia acude a la Tradición: a) para conocer todo el
canon completo de los Libros Sagrados; b) para conocer más profundamente la Sagrada
Escritura.
Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compe
netradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo
y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se
consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite
íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo
el Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad, la guarden fiel
mente, la expongan y la difundan con su predicación; de ahí se sigue que la Iglesia no deriva
solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso
se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.
455
por lo cual acudió al papa Pablo VI, quien el 18 de octubre de 1965, invitó a la comi
sión a volver a examinar el texto y a inserir en él, por elección de la misma comisión,
la "enmienda pontificia" teniendo como base siete fórmulas que el mismo Papa pro
puso; fue elegida la fórmula: De ahí se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la
Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas, con lo cual la sus
tancia del texto no cambió para nada. Con esta fórmula se afirma que en la Escritura
pueden haber verdades reveladas de manera implícita o probable, que, con todo, se
convierten en ciertas con base en la Tradición.
456
Capítulo III: Inspiración divina de la Sagrada Escritura y su interpretación
Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se
consignaron por inspiración del Espíritu Santo. La santa madre Iglesia, según la fe apostólica,
tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas
sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo (cf. Jn 20, 31; 2Tm 3, 16; 2P
1, 19-21; 3, 15-16), tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma
Iglesia. Para la redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando
de sus propias facultades y medios, de forma que obrando Él en ellos y por ellos, escribie
ron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que Él quería.
Ahora bien, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse
como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan
firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las Sagradas
Escrituras para nuestra salvación. Así, pues, "toda Escritura divinamente inspirada es útil para
enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios
sea perfecto y equipado para toda obra buena" (2Tm 3, 16-17).
457
junto a otros dos textos también este texto, la Comisión decidió cambiar la fórmula y
adoptar la actual, que era la fórmula propuesta por los ya mencionados setenta padres.
¿Por cuál motivo una pequeña minoría del concilio no quería la fórmula "verita-
tem salutarem"? El motivo era, sobre todo, de naturaleza histórica: el texto podía dar la
impresión de ofrecer crédito a la posibilidad teológica que consideraba que no todas
las partes de la Escritura fueran inspiradas por Dios, sino aquellas que hacían referen
cia a la fe y a la moral (res fidei et morum [asuntos de fe y moral] [D'HuIst, Girard]).
Habiendo Dios hablado en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para
que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que Él quiso comunicarnos, debe
investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a
Dios manifestar con las palabras de ellos.
Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas, hay que tener en cuenta los
géneros literarios. La verdad, de hecho, se propone y expresa de maneras diversas en los
textos de diverso género: histórico, profético, poético o en otros géneros literarios. Conviene,
además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo
en cada circunstancia según la condición de su tiempo y su cultura, según los géneros lite
rarios usados en su época. Para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar
en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pen
sar, hablar o narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época
solían usarse en el trato mutuo de los hombres.
Como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se
escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos dili
gentemente al contenido y la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta la
Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exegetas trabajar
según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura,
para que, como en un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Todo lo que
se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, de hecho, está sometido en última ins
tancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar e interpretar la
palabra de Dios.
458
[13] Condescendencia de Dios
La alianza de Dios con Abrahán y con el pueblo de Israel está orientada a la sal
vación de todo el género humano. Dios se ha revelado en palabras y hechos como el
Dios, único y verdadero. Israel ha conocido a Dios no a través de una revelación de tipo
abstracto y nocional, sino a través de la experiencia de la acción de Dios en su histo-
459
J
ría. Los libros del Antiguo Testamento tienen un valor perenne en cuanto que han fija
do por escrito el plan salvífico de Dios.
La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar y anunciar
proféticamente (cf. Le 24, 44; Jn 5, 39; 1P1, 10) y significar con diversas figuras (cf. 1Co 10,
11) la venida de Cristo Redentor Universal y la del Reino Mesiánico. Los libros del Antiguo
Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de
obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres, según la condición del género huma
no en los tiempos que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque
contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin
embargo, la verdadera pedagogía divina. Por tanto, los cristianos han de recibir devotamen
te estos libros, que expresan el sentimiento vivo de Dios, y en los que se encierran sublimes
doctrinas acerca de Dios y una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre, y tesoros admi
rables de oración, en los que, por fin, está latente el misterio de nuestra salvación.
Dios, entonces, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente
que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo.
Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre (cf. Le 22, 20; 1Co 11, 25),
no obstante los libros del Antiguo Testamento recibidos íntegramente en la proclamación
evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento (cf. Mt
5, 17; Le 24, 27; Rm 16, 25-26; 2Co 3, 14-16), ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo.
El concilio afirma que Dios es autor e inspirador del Antiguo y del Nuevo Testamento,
y que el Antiguo Testamento está "indisolublemente unido" al Nuevo Testamento.
460
Para ilustrar este concepto el concilio cita a san Agustín quien escribe: "En el Antiguo
Testamento se esconde el Nuevo, y en el Nuevo se revela el Antiguo"1.
Aunque en Jesús se ha establecido la nueva alianza, los libros del Antiguo
Testamento han sido llevados a la plenitud por la predicación apostólica, que nunca
hizo distinción entre un libro y otro, sino que los consideró todos como inspirados. El
Antiguo Testamento sólo se comprende completamente en el Nuevo Testamento, por
que su centro y su clave para descifrarlo es Cristo. Así les decía irónicamente Jerónimo
a los judíos: "Ustedes tienen las Escrituras y nosotros la comprensión de las Escrituras,
ustedes conservan libros, nosotros, en cambio, creemos en aquel de quien en los
libros se ha escrito; ustedes tienen las páginas, nosotros el sentido de las páginas; uste
des tienen pergaminos enrollados de animales muertos, nosotros poseemos el espíritu
2. El Antiguo Testamento ilumina y explica el Nuevo Testamento. El conci
vivificante"1
lio no determina el sistema con el cual se hace resaltar esta mutua interdependencia.
La palabra divina que es poder de Dios para la salvación de todo el que cree (cf. Rm 1, 16),
se presenta y manifiesta su vigor de manera especial en los escritos del Nuevo Testamento.
Al llegar la plenitud de los tiempos (cf. Ga 4, 4) el Verbo se hizo carne y habitó entre noso
tros lleno de gracia y verdad (cf. Jn 1, 14). Cristo instauró el Reino de Dios en la tierra,
manifestó a su Padre y a sí mismo con obras y palabras y completó su obra con la muerte,
resurrección y gloriosa ascensión, y con la misión del Espíritu Santo. Levantado de la tierra,
atrae a todos hacia sí (cf. Jn 12, 32), Él, el único que tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6,
68). Este misterio no fue descubierto a otras generaciones, como es revelado ahora a sus san
tos Apóstoles y Profetas en el Espíritu Santo (cf. Ef 3, 4-6), para que predicaran el Evangelio,
suscitaran la fe en Jesús, Cristo y Señor, y congregaran la Iglesia. De todo lo cual los escri
tos del Nuevo Testamento son un testimonio perenne y divino.
461
[18] Origen apostólico de los Evangelios
Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios
ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida
y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador.
La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apos
tólico. De hecho, lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la
inspiración del Espíritu Santo, ellos mismos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por
escrito, como fundamento de la fe, es decir, el evangelio en sus cuatro redacciones, según
Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Los cuatro evangelios son, en absoluto, los textos más importantes de la Escritura
porque son la fuente principal de la vida y el mensaje de Jesús. Por eso la Iglesia siem
pre los ha venerado más que los otros libros sagrados.
En el segundo párrafo se afirma el origen apostólico de los evangelios: fueron escri
tos por los apóstoles y por hombres apostólicos. El evangelio escrito es cuadriforme:
es decir, presenta el mensaje de Jesús predicado por los apóstoles de acuerdo a cuatro
puntos de vista diversos: los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
La manera como son citados los nombres de los cuatro autores (de acuerdo al orden
tradicional de los códices), sugiere que el concilio no estaba interesado en empeñar su
autoridad sobre el problema de la "autenticidad" y de la "sucesión cronológica". A la
Iglesia, en verdad, sólo le interesa afirmar como fundamental el origen "apostólico" (o
de los apóstoles o de sus discípulos}, lo cual implica, incluso, una garantía humana de
fidelidad al mensaje de Jesús.
La santa madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los cuatro referidos
Evangelios, de los cuales afirma sin vacilar su historicidad, comunican fielmente lo que Jesús
Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos,
hasta el día que fue levantado al cielo (cf. Hch 1, 1-2). Los Apóstoles, ciertamente, después
de la ascensión del Señor, predicaron a sus oyentes lo que Él había dicho y obrado, con
aquella considerable inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos
gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad. Los autores sagrados escribieron los
cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían de palabra
o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias,
reteniendo por fin la forma de proclamación de manera que siempre nos comunicaban
cosas verdaderas y sinceras acerca de Jesús. Escribieron, pues, sacándolo ya de su memoria
o de sus recuerdos, ya del testimonio de quienes desde el principio fueron testigos oculares
462
y ministros de la palabra para que conozcamos la verdad de las palabras que nos enseñan
(cf. Le 1, 2-4).
Este número aborda uno de los temas más debatidos en los últimos siglos y en la ela
boración de la Constitución Dei Verbum: la historicidad de los evangelios. Este número
fue objeto de una de las tres enmiendas del papa Pablo VI (octubre 18 de 1965). El Papa
proponía ubicar, hacia el final del párrafo, en vez de la fórmula: verdaderas y sinceras
[vera et sincera], que podía entenderse en el sentido de verdad y sinceridad puramen
te subjetivas, la fórmula: verdadera e históricamente dignas de fe [vera seu histórica fide
digna]. Se objetó que incluso esta fórmula podía ser equívoca porque, para Bultmann
y sus seguidores, la fe histórica [fides histórica] es un acto mediante el cual el creyen
te proyecta su experiencia existencial sobre una narración ficticia. La Comisión dejó el
texto sin ninguna modificación, en cambio, insertó al comienzo del parágrafo un inciso
que expresaba mejor el deseo del Papa: de los cuales afirma sin vacilar su historicidad
[quorum historicitatem incunctanter affirmaf].
El problema señalado es de fundamental importancia: ¿los evangelios transmiten
aquello que Jesús realmente hizo y enseñó, o sólo aquello que la Iglesia primitiva pre
dicaba sobre Jesús? Anuncio, a lo mejor transformado o falseado por la comunidad pri
mitiva, como afirmaban los fundadores y algunos seguidores de la historia de la formas
[Formgeschichte],
El concilio afirma la historicidad de los evangelios, que narran hechos verdaderos y
no inventados. De dichos hechos se llegó a los evangelios escritos pasando por tres eta
pas: 1) la predicación de Jesús-, 2) la tradición ora/transmitida por los apóstoles y por
otros testigos oculares, a la luz del misterio pascual y del don del Espíritu Santo (por
esto mismo con una mayor comprensión); 3) la obra de los cuatro evangelistas, quienes
pusieron por escrito la tradición oral haciendo, es claro, un trabajo de elección, sínte
sis y adaptación a sus oyentes. Su objetivo era el de presentar sin alteraciones la ver
dad (cf. Le 1, 1-4).
El canon del Nuevo Testamento, además de los cuatro evangelios, contiene también las car
tas de san Pablo y otros libros apostólicos escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, con
los cuales, según la sabia disposición de Dios, se confirma todo lo que se refiere a Cristo el
Señor, se declara más y más su genuina doctrina, se manifiesta el poder salvador de la obra
divina de Cristo, y se cuentan los principios de la Iglesia y su admirable difusión, y se anun
cia su gloriosa consumación.
El Señor Jesús, de hecho, asistió a sus apóstoles como había prometido (cf. Mí 28, 20) y les
envió el Espíritu Consolador, para que los introdujera en la verdad completa (cf. Jn 16, 13).
463
En este número se señalan sumariamente los otros escritos del Nuevo Testamento. El
concilio afirma que ellos confirman, explican y predican la revelación de Jesús. Además,
narran el desarrollo de la Iglesia (Hechos) y preanuncian el estadio final (Apocalipsis).
En el segundo párrafo se afirma que los apóstoles, en el desarrollo de la palabra evan
gélica traída por Jesús, tuvieron la asistencia del Espíritu, que tenía la misión de introdu
cirlos gradualmente en la plenitud de la verdad (cf. jn 16, 13).
Este capítulo presenta las consecuencias prácticas de todo lo que se ha dicho ante
riormente. La base del capítulo fue ofrecida por un esquema de decreto pastoral sobre
la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia que fue preparado por el Secretariado para
la unión de los cristianos3. Este primer esquema sufrió muchos cambios. Incluso en la
redacción final no falta alguna incongruencia o repetición (por ejemplo: de las versio
nes de la Biblia se habla en los números 22 y 25).
La Iglesia siempre ha venerado las Sagradas Escrituras a! igual que el mismo Cuerpo del
Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de
la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia. Siempre
las ha considerado y considera, juntamente con la Sagrada Tradición, como la regla supre
ma de su fe, puesto que, inspiradas por Dios y escritas de una vez para siempre, comunican
inmutablemente la palabra del mismo Dios, y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en las
palabras de los Profetas y de los Apóstoles. Es necesario, por consiguiente, que toda la pre
dicación eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura y se
rija por ella. De hecho, en los sagrados libros el Padre que está en los cielos se dirige con
amor a sus hijos y habla con ellos; y es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios,
que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del
alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual. Muy a propósito se aplican a la Sagrada
Escritura estas palabras: la palabra de Dios es viva y eficaz (Hb 4, 12) y puede edificar y dar
la herencia a todos los que han sido santificados (Hch 20, 32; cf. ITs 2, 13).
En este número son puestos a la luz los motivos por los cuales la Iglesia venera la
Escritura. La Escritura es alimento de la Iglesia como lo es la Eucaristía; este paralelismo
es tomado de la liturgia que siempre ha asociado e impartido de una única mesa el ali
3 En lo que hace referencia al título alguno quiso poner en vez de Sagrada Escritura la expresión Palabra de Dios
(para incluir también la Tradición), pero con claridad se hizo la observación que de la Tradición ya se había hablado
en el segundo capítulo. Se añadió en la vida de la Iglesia para dar a entender que la Sagrada Escritura está indisolu
blemente unida a la Iglesia, pertenece a la Iglesia y es un elemento esencial, vital.
464
mentó de la palabra de Dios y de la Eucaristía. La Escritura es la regla suprema de la fe:
esto quiere decir que todo lo que la Iglesia le propone a los fieles, debe estar medido
con el metro de la Escritura. Se trata de una concepción muy antigua: el primer senti
do con el cual la Escritura en los primeros siglos fue llamada canon, se debía a que era
considerada como fuente normativa [norma normans] de la fe de la Iglesia. La Escritura
es fuente de vida para la Iglesia, lo cual es expresado a través de las metáforas: susten
to, alimento, fuente. Jamás en los documentos del magisterio se había insistido como
aquí en la eficacia de la Escritura; en los últimos siglos, en cambio, se había subrayado
la función reveladora de la Palabra.
Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura. Por este moti
vo, la Iglesia ya desde sus principios, tomó como suya la antiquísima versión griega del
Antiguo Testamento, llamada de los Setenta, y conserva siempre con honor otras traduc
ciones orientales y latinas, sobre todo la que llaman Vulgata. Pero como la palabra de Dios
debe estar siempre disponible, la Iglesia procura, con solicitud materna, que se redacten
traducciones aptas y fieles en varias lenguas, sobre todo de los textos primitivos de los sagra
dos libros. Y si estas traducciones, oportunamente y con el beneplácito de la autoridad de
la Iglesia, se llevan a cabo incluso con la colaboración de los hermanos separados, podrán
usarse por todos los cristianos.
Los cristianos deben tener acceso a la Escritura. Después del concilio de Trento, con
el deseo de prevenir falsas interpretaciones, estuvieron prohibidas por casi dos siglos
(de 1564 a 1757) las versiones de la Biblia en lenguas vernáculas. Ahora, en cambio, la
Iglesia invita a todos a acercarse directamente al texto sagrado. Entonces, se manifiesta
el deseo de que se hagan versiones en varias lenguas. Las versiones deben ser hechas,
preferentemente, sobre la base de los textos originales. También se invita a no descui
dar el valor interpretativo de las antiguas versiones, sobre todo de aquellas que son ofi
ciales de las iglesias antiguas, como los Setenta, la Peshitta, la Vetos latina y la Vulgáta.
El concilio no excluye la posibilidad de traducciones ecuménicas en colaboración con
los hermanos separados.
La esposa del Verbo Encamado, es decir, la Iglesia, instruida por el Espíritu Santo, se esfuer
za en acercarse, de día en día, a una más profunda comprensión de las Sagradas Escrituras,
- para alimentar sin desfallecimiento a sus hijos con las divinas enseñanzas; por ello, tam
bién fomenta convenientemente el estudio de los Santos Padres, tanto de Oriente como de
occidente, y las Sagradas Liturgias. Los exegetas católicos, y demás teólogos deben traba
465
jar, aunando diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las letras divinas, bajo la
vigilancia del Sagrado Magisterio, con los instrumentos oportunos, de forma que el mayor
número posible de ministros de la palabra puedan repartir fructuosamente al Pueblo de Dios
el alimento de las Escrituras, que ilumine la mente, robustezca las voluntades y encienda los
corazones de los hombres en el amor de Dios. El sagrado concilio anima a los hijos de la
Iglesia dedicados a los estudios bíblicos, para que la obra felizmente comenzada, renovando
constantemente las fuerzas, la sigan realizando con todo celo, según el sentir de la Iglesia.
La Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, debe buscar la manera para llegar a una
comprensión cada vez más profunda de la Escritura. Para comprender mejor el sentido
de la Escritura también se deben estudiar las interpretaciones de los Padres, que son los
testigos privilegiados de la Tradición, porque están más cerca a los tiempos y a la men
talidad, a la problemática y los modos de decir de los autores inspirados.
Los exegetas y los teólogos deben colaborar juntos en el estudio y la explicación
de la palabra de Dios y formar el mayor número posible de ministros de la palabra
de Dios. Este estudio debe desarrollarse bajo la vigilancia del magisterio. Al interior
de la Comisión se cambió sub ductu [= guía, dirección] Magisteríi por sub vigilantia
Magisterii, que fue como se aprobó. Por ello, la misión del magisterio, en los estudios
bíblicos y teológicos, no consiste, normalmente, en tomar la iniciativa, sino en vigilar
para que en la investigación no se termine caminando por fuera. El número se cierra con
una motivación dirigida a los estudiosos de la Biblia para que siguieran por el camino
comenzado, con el fin de disipar dudas y perplejidades en torno a la impostación que
la exégesis católica había asumido en los decenios precedentes al concilio.
La teología tiene como fundamento la Escritura, que no sólo debe ofrecer un con
junto de pruebas para tesis o sistemas teológicos, sino que también debe volver a ser
el alma de la teología.
466
[25] Se recomienda la lectura asidua de la Sagrada Escritura
Es necesario, entonces, que todos los clérigos, sobre todo los sacerdotes de Cristo y los
demás que como los diáconos y los catequistas se dedican legítimamente al ministerio de
la palabra, se sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente, para que
ninguno de ellos resulte predicador vacío y superfino de la palabra de Dios que no la escu
cha en su interior, puesto que debe comunicar a los fieles que se le han confiado, sobre todo
en la Sagrada Liturgia, las inmensas riquezas de la palabra divina. De igual forma el Santo
Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos, en particular a los religiosos, a que
aprendan el sublime conocimiento de Jesucristo íFlp 3, 8), con la lectura frecuente de las
divinas Escrituras. Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo.
Lléguense, pues, gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la Sagrada Liturgia, llena del
lenguaje de Dios, ya por la lectura espiritual, ya por instituciones aptas para ello, y por otros
medios, que con la aprobación o el cuidado de los pastores de la Iglesia, se difunden ahora
laudablemente por todas partes. No olviden que la oración debe acompañar a la lectura de
la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque a Él habla
mos cuando oramos, y a Él oímos cuando leemos las palabras divinas.
La lectura de la palabra de Dios se convierte en un deber, ante todo para los obis
pos, presbíteros y diáconos. Ellos deben asimilar personalmente la palabra de Dios para
poderla comunicar posteriormente a los fieles; esto lo deben hacer con una lectura asi
dua y un estudioso cuidadoso.
El concilio también exhorta a los fieles, en particular a los religiosos, a tener una lec
tura frecuente de las Escrituras. A este particular, cita la famosa frase de san Jerónimo:
la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo. Igualmente es ofrecido un conse
jo práctico para los fieles, que consiste en comenzar por los evangelios y por el Nuevo
Testamento: porque son más fáciles y actuales; una vez que se capte el espíritu de Cristo
en el Nuevo Testamento, gradualmente podrían pasar a su bosquejo y preparación que
es el Antiguo Testamento.
467
[26] Conclusión
Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados la palabra de Dios se difunda
y resplandezca (2Ts 3, 1) y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más
los corazones de los hombres. Como la vida de la Iglesia recibe su incremento de la reno
vación constante del misterio Eucarístico, así es de esperar un nuevo impulso de la vida
espiritual de la acrecida veneración de la palabra de Dios que permanece para siempre Us
40, 8; cf. 1PI 23-25).
El concilio espera que con una acrecentada atención y estudio de la palabra de Dios,
la vida espiritual reciba un nuevo impulso, y haga entender que es necesario venerar la
Escritura más que en el pasado. En el documento es presentado el paralelo con el mis
terio eucarístico como para decir que esta veneración debe alcanzar para los católicos
el mismo nivel que la veneración que se tiene a la Eucaristía.
468
APÉNDICE 2
Los evangelios son una obra que ha pasado por un largo camino de formación, no
son una biografía escrita en una oficina, de manera que Mateo o Marcos, hacia los años
60-70 d.C., se hayan encerrado en una habitación y, recordando de memoria los hechos
que habían acontecido más de treinta años antes, hayan escrito una vida de Jesús. Este
modo de ver es contradicho por el hecho de que, al menos dos de los evangelistas
(Lucas y Marcos) no fueron testigos de primera mano de los acontecimientos referidos a
Jesús y por ello no podían basarse sobre recuerdos personales; es más, incluso los otros
evangelios, no son los recuerdos privados de los evangelistas, sino, más bien, la decan
tación de la predicación sobre Jesús hecha en las primitivas comunidades cristianas. La
conclusión, entonces, es obvia: no fue una grabación inmediata de los hechos y dichos
de Jesús, sino que durante un período bastante largo los mencionados hechos y dichos
469
fueron repetidos en las comunidades cristianas y reagrupados de diversas maneras antes
de dar vida a nuestros evangelios escritos.
Un hecho que nos permite experimentar las consecuencias de este lento proceso de
formación es dado por las diferencias que se encuentran en los evangelios al ser com
parados entre ellos. ¿Jesús enseñó el Padrenuestro durante su primer discurso (como
dice Mateo 6, 9-13) o lo enseñó más tarde, teniendo como base la petición de los dis
cípulos (como dice Lucas 11, 1-4)? ¿Jesús pronunció las ocho bienaventuranzas (Mt 5,
3-12; Le 6, 20b-26) como aparece en el evangelio según san Mateo o, en cambio, pro
nunció cuatro bienaventuranzas, seguidas de cuatro "ayes" como aparece en el evange
lio según san Lucas? ¿Las palabras pronunciadas por Jesús en la última cena estuvieron
seguidas inmediatamente de la invitación a hacer eso en memoria de Él (como se con
cluye de Lucas 22, 19 y 1 Corintios 12) o fueron dichas de una manera más simple tal
como las presentan Mateo y Marcos?
Cualquiera que sea la respuesta dada a estos problemas, permanece válida la cons
tatación de que las narraciones evangélicas no son una grabación inmediata de todo
lo que sucedió, sino que todo ha pasado a través de un proceso de formación, duran
te el cual se pudieron haber presentado adecuaciones y cambios. Los evangelios tienen
su prehistoria, y esto complica el cuadro comprensivo que se tenía hasta hace algunos
decenios sobre el autor, considerado como un testigo ocular de los hechos, que simple
mente había transcrito con fidelidad todo lo que recordaba.
El segundo hecho: la prehistoria que está detrás de los evangelios ha sido, sobre
todo, una prehistoria oral. Los evangelios son fruto de la predicación apostólica hecha
de viva voz. Ya Ireneo en el siglo II había afirmado que el evangelio primero había sido
predicado y después había sido puesto por escrito. Todavía no se habían preguntado
jamás sobre el influjo que podría haber causado sobre el material evangélico el hecho
de que los dichos y las acciones de Jesús, antes de haber sido puestos por escrito, hubie
sen sido transmitidos de viva voz.
La palabra hablada se toma muchas libertades en relación con la palabra escri
ta. Teniendo al frente un auditorio concreto, quien habla tiende a adaptar lo que debe
decir a las capacidades y las necesidades del auditorio, abreviando u omitiendo algu
nos detalles particulares, desarrollando algún aspecto especial que perecería no ha sido
bien comprendido.
470
1.3 Los evangelios: escritos de creyentes
Jesús no se ha presentado como un profeta que llevaba una vida solitaria, sino como
un maestro [rabí), como guía de un grupo de discípulos. Los cuatro evangelios concuer-
dan en poner al inicio de la vida pública de Jesús la llamada de los discípulos. A con
tinuación, también, los evangelios presentan a Jesús rodeado de los Doce y de grupos
más grandes. Este grupo de discípulos que rodea a Jesús favorece el nacimiento de tra
diciones sobre su enseñanza, crea aquel contacto familiar y cotidiano que permite asi
milar profundamente las ¡deas y los principios del Maestro.
En la enseñanza de Jesús había una característica que favorecía la fijación de los
recuerdos. La enseñanza de Jesús no era impartida como se hace hoy en día en una
escuela de catcquesis o en una serie de conferencias teológicas: es decir, no tenía un
carácter puramente progresivo y teórico. Era, en cambio, una enseñanza práctica, liga
da a las circunstancias de la vida cotidiana. Con frecuencia nacía de preguntas que le
hacían a Jesús: "Maestro, ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna?" (Me 10, 17);
"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?" (Mí 22, 36); "Maestro,
¿quién es mi prójimo?" (Le 10, 29). En las respuestas que daba, Jesús expresaba su ense
471
ñanza. Las respuestas, como están unidas a personas particulares y a circunstancias
concretas, permanecían grabadas en los oyentes con más fuerza que una serie de doc
trinas enunciadas abstractamente.
Cuando Jesús daba sus instrucciones, no se contentaba con explicarlas una vez. Él
utilizaba, seguramente, el método de los rabinos de su tiempo que repetían paciente
mente frase por frase su enseñanza, haciendo que después sus discípulos la repitie
ran, tanto personal como grupalmente, para asegurarse que dicha enseñanza se había
impreso en sus memorias. Fue así como Jesús preparó a los apóstoles para su primera
acción misionera, cuando los mandó de dos en dos a las aldeas para anunciar el reino
de Dios (Me 6, 7-13; Le 9, 1-6).
Por eso su enseñanza no se expresaba con fórmulas difíciles. Era muy original, y en
ocasiones enseñaba de una manera paradójica. Algunas frases del Evangelio, una vez
escuchadas, no se olvidan jamás:
Tu mano izquierda no debe saber lo que hace tu mano derecha (Mf 6, 3).
Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ponle también la otra; a quien te quiere
poner pleito y llevarse la túnica, déjale también el manto... (Mí 5, 39-42).
Los discípulos estaban pendientes de sus palabras, en las cuales encontraban resuel
tos, de manera muy sencilla, los problemas de las relaciones entre los hombres y el
comportamiento del hombre én relación a Dios. El recurso a los paralelismos4, a las
antítesis, a las parábolas, facilitaba el aprendizaje de la enseñanza de Jesús, las cosas
narradas de esa forma se imprimían con facilidad en la memoria de los apóstoles.
Finalmente la comunión de vida de los discípulos con el Maestro, los hechos dra
máticos en los cuales participaron juntos y, sobre todo, los momentos dolorosos de la
pasión, se imprimieron en sus mentes con la misma intensidad con la cual se graban
en nosotros aquellos episodios que nos hacen gozar o sufrir de una manera particular,
aquellos acontecimientos que marcan de manera decisiva nuestra vida. Esto es pareci
do a cómo después de muchos años los veteranos recuerdan con precisión los hechos
de la guerra en la cual participaron, y los narran como si hubiesen sucedido ayer.
4 Lucas 6, 20-24: "Bienaventurados ustedes los pobres... pero ay de ustedes los ricos". Mateo 7, 24-27: "Quien
escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que construyó su casa sobre roca.
Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre la casa; pero no se derrumbó porque esta
ba cimentada sobre roca. Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a un hombre tonto
que construyó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos, golpearon la casa y ésta se
derrumbó y su ruina fue terrible".
472
Por lo que hace referencia a la primera etapa de la formación de los evangelios
podemos deducir la siguiente conclusión: ya que Jesús se ha presentado como un maes
tro, se ha rodeado de discípulos y los ha enviado a predicar, se puede concluir que sus
palabras han sido ciertamente recogidas y retransmitidas incluso en el transcurso de su
vida. El ministerio de Jesús constituye la primera situación vital para la recolección y
conservación de los dichos del Señor.
Los dichos y los hechos del Señor recogidos por los apóstoles no pasaron inmedia
tamente a nuestros evangelios escritos. De por medio hay un período de cerca de trein
ta años en los cuales el evangelio fue comunicado oralmente. Las noticias más antiguas
que tenemos sobre la vida de la primera comunidad cristiana concuerdan en el hecho
de presentar a los apóstoles lanzados con mucho valor en el ministerio del anuncio del
evangelio. ¿En qué consistían las primeras predicaciones que los apóstoles les dirigían a
aquellos que deseaban convertir, y cuál enseñanza ofrecían a los nuevos convertidos?
Gracias a los documentos que se encuentran en todo el Nuevo Testamento (cf. Hch 2,
14-40; 3, 12-26; 10, 34-43; 13, 16-41; 1Co 15, 3-7) se puede reconstruir el contenido.
A los no cristianos los apóstoles les presentaban un cuadro de la vida de Jesús insis
tiendo, sobre todo, en sus milagros, su muerte y su resurrección, y esto en orden a la
proclamación de la divinidad de Jesús y la necesidad de convertirse y creer en Él. A
los cristianos, en cambio, se les exponía, sobre todo, sus enseñanzas. Esto quiere decir:
las disposiciones necesarias para entrar en el reino de los cielos (A4f 7, 1; 25, 14-30),
el deber del perdón y de la caridad fraterna (Mt 18, 21-22), la vigilancia (A4t24, 42-44;
25, 1-30) [...]. Mediante la predicación apostólica se iba formando aquel conjunto de
tradiciones relacionadas con los hechos y los dichos de Jesús que hoy encontramos en
los evangelios.
Los documentos de los cuales se obtienen las noticias sobre el contenido del anun
cio del evangelio permiten sacar conclusiones, incluso por lo que se refiere a las carac
terísticas de esta predicación.
La predicación primitiva no se apoyaba sobre la fantasía o sobre lo que se había
escuchado decir, sino que necesitaba estar históricamente fundamentada, por eso
reportaba los hechos y los dichos de Jesús tal como los testigos oculares los habían per
cibido. Por esto en la primera comunidad se buscaban los testigos oculares, aquellos
que habían visto a Jesús y podían hablar de él con conocimiento de causa (Le 1, 2; Hch
1, 21-22; 2, 32; 3, 15; 4, 20; 10, 41; 13, 31).
473
En segundo lugar no se trataba de una predicación confiada a la libre iniciativa de
cualquiera, mucho menos de fanáticos. Ella estaba rigurosamente reservada para los
apóstoles y para aquellos que habían recibido de ellos el mandato de predicar. Las
noticias que se comunicaban sobre Jesús no era como las noticias que van de boca en
boca, con el peligro de la alteración o la falsificación, sino que hacían parte de una pre
dicación organizada y controlada, en la cual únicamente se podía referir aquello que
el grupo de los testigos oculares consideraban correspondiente con la verdad de los
hechos.
De acuerdo con los Hechos de los Apóstoles, la primitiva predicación era realiza
da por Pedro y los apóstoles. La predicación era presentada como la actividad específi
ca de los testigos oculares, de los Doce. Cuando se abordó el asunto de encontrar a un
sustituto para el apóstol Judas, quien había sido el traidor, no se buscó únicamente un
hombre activo y piadoso, sino un hombre que había tomado parte en los acontecimien
tos de Jesús y que, por lo mismo, podía ser un testigo veraz (Hch 1, 21-22).
En los Hechos también se habla de otros predicadores diferentes a los apóstoles,
por ejemplo, Esteban, Felipe, Bernabé y, especialmente, Pablo. Esteban era un hombre
que había recibido la imposición de manos del grupo apostólico y, por lo mismo, esta
ba sometido a ese grupo (Hch 6, 5-7). Felipe se encuentra en la misma posición (Hch
8, 14). Bernabé es un hombre de confianza del grupo apostólico (Hch 9, 27; 11, 22), y
Pablo, aunque había recibido su investidura directamente del Señor, no omitió la visita
a los apóstoles (Hch 9, 27, Ca 1, 18). Por lo dicho, entonces, la predicación del men
saje de Jesús no se le permitía a todos, sino que era una prerrogativa de los apóstoles
delegados para ello por Jesús ep persona; prerrogativa que fue comunicada por ellos a
personas de confianza, quienes permanecían bajo su vigilancia.
Finalmente, el ambiente en el cual los apóstoles han confiado la transmisión del
mensaje era un ambiente que daba gran valor a la tradición. Desde las primeras cartas
Pablo les decía a los cristianos: "Permanezcan firmes y conserven fielmente las tradi
ciones" (27$ 2, 15). A los corintios les recordaba, algunos años más tarde, que cuantos
tienen la responsabilidad del mensaje evangélico (los administradores) deber ser encon
trados fieles, es decir, deben asegurarse de que el mensaje sea transmitido sin alteracio
nes (1Co4, 1-2). Esta es la razón por la cual en todas las comunidades del Mediterráneo,
en los decenios que siguieron a la resurrección de Jesús, la transmisión de los recuer
dos de Jesús fue sustancialmente la misma y las fuentes a las cuales más tarde se atuvie
ron los redactores de los evangelios provienen de esta única predicación apostólica. El
hecho de que los evangelios hayan nacido al interior de una predicación oral, no debe
ser mirado con sospecha, como si pudiera representar un elemento negativo desde el
punto de vista de su valor histórico, más bien esto es garantía de la fidelidad en la trans
474
misión de los recuerdos de Jesús, quizá mejor que una grabación mecánica que graba
el timbre de voz, pero no reproduce el alma.
475
sobre el trasfondo de los acontecimientos que habían manifestado su gloria y su igual
dad con el Padre.
El segundo factor es la iluminación del Espíritu Santo, prometido por Jesús a los
suyos (cf. Jn 14, 26; 16, 13; Hch 1, 8). En virtud de esta iluminación los apóstoles podían
interpretar auténticamente las palabras de Jesús y el significado de sus hechos.
De esta manera la predicación primitiva, aunque transmitía fielmente los hechos y
las palabras de Jesús, se tomaba algunas libertades en relación al contenido verbal de
las palabras o a la detallada precisión descriptiva de los hechos, libertad que, no obs
tante, servían para aumentar el valor de su testimonio, que lo hacía capaz de señalarle
al oyente la verdad profunda encerrada al interior de las palabras y los hechos trans
mitidos.
Más temprano que tarde al interior de las comunidades cristianas se sintió la nece
sidad de poner por escrito, al menos en parte, el mensaje de Jesús, tanto para poderlo
meditar con mayor tranquilidad, como para formar con más facilidad a los nuevos pre
dicadores. Por eso surgieron algunas colecciones parciales de dichos y hechos de Jesús
(por ejemplo: los milagros, las parábolas, los dichos de Jesús, la infancia, la pasión y
resurrección, las apariciones del Resucitado).
Estas colecciones parciales no fueron suficientes y por ello, entonces, surgen los
primeros intentos de presentar en una única obra todos los recuerdos relativos a la
actividad de Jesús. Así nacen/precedidos por cualquier experimento de menor impor
tancia5, nuestros evangelios, cada uno con sus características.
Los evangelios son, entonces, la puesta por escrito de la predicación primitiva, la
redacción escrita de los recuerdos sobre los hechos y las enseñanzas de Jesús tal como
lo comunicaban los apóstoles a las primeras comunidades cristianas. Los evangelistas
han: a) seleccionado los datos de la tradición oral y escrita. Tanto Juan (20, 30-31; 21,
25) como Lucas (1, 1-4) hacen entender claramente que se han basado en diversas fuen
tes e informaciones y que no tienen la intención de decir todo; b) realizado una síntesis
como, por ejemplo, la que Mateo hace de la enseñanza moral de Jesús en el discur
so de la montaña (capítulos 5-7), c) adaptado la tradición recibida a las situaciones de
las diversas Iglesias. Recordemos la manera como Mateo (18, 12-14) y Lucas (15, 4-7)
retoman la misma tradición, la parábola de la oveja perdida, pero la utilizan de diversa
5 Lucas 1, 1-4: "Ya que muchos emprendieron la tarea de relatar los sucesos que nos han acontecido, tal como
nos lo transmitieron los primeros testigos presenciales y servidores de la palabra, también yo he pensado, ilustre
Teófilo, escribirte todo por orden y exactamente, comenzando desde el principio; así comprenderás la solidez de las
enseñanzas que has recibido".
476
manera en función de las necesidades de las respectivas comunidades; d) conservado
el estilo de la predicación. El objetivo de los evangelistas no es ofrecer informaciones
históricas sino ofrecerle a la Iglesia la base de la fe y de la vida cristiana.
Los evangelios presentan cuatro cuadros diferentes de la misma persona, Jesús visto
desde cuatro puntos de vista. La obra de los evangelistas se mueve sobre la misma línea
de la predicación oral: no permanece siempre materialmente ligada a la formulación de
Jesús, que en ocasiones sí es desarrollada, con la intención de hacer comprender los
valores en ella contenidos. Esto no lo hacen con cambios arbitrarios que tergiversen el
sentido de la enseñanza de Jesús, sino con matices tan tenues que solamente es capaz
de captarlos quien lee los evangelios atentamente. El trabajo de la exégesis (= interpre
tación) de los evangelios consiste, justamente, en captar estos elementos y, pasando a
través de los evangelios, ofrecerlos para comprender mejor la multiforme riqueza del
único mensaje.
El camino recorrido ha permitido captar que los apóstoles eran los más cualificados
para imprimir en sus mentes los dichos y los hechos de Jesús, de los cuales eran espec
tadores cotidianos. La predicación que se dio después de los acontecimientos pascuales
siempre fue hecha bajo la vigilancia del grupo apostólico y con la constante preocu
pación de retransmitir fielmente todo lo que había sido ordenado. Al momento de la
puesta por escrito de los evangelios, los evangelistas disponían, además de sus recuer
dos personales, de todo un material trabajado y elaborado, a los cuales pudieron acu
dir para escribir sus obras.
La verdad de las cosas transmitidas en los evangelios, no se apoya únicamente en el
testimonio de una persona singular (evangelistas), sino en el grupo de los apóstoles y en
el conjunto, más amplio, de todos aquellos que habían visto los hechos y tenían todo
el interés posible para que la narración se conservase cuidadosa y fielmente. La recien
te investigación exegética no ha restringido, sino que ha ampliado la base del testimo
nio sobre el cual se fundamenta el valor de los evangelios.
Una verificación de la historicidad de los evangelios puede ser hecha realizando una
confrontación de los datos de los evangelios con todo lo que se sabe de la historia y de
la arqueología del tiempo de Jesús. Se debe recordar que el ambiente de Palestina cam
bió. rápidamente en los decenios que siguieron a la muerte y la resurrección de Jesús,
sobre todo debido a la primera guerra judía (66-70 d.C.). Por ello es fácil ver cómo los
evangelios, aunque hayan sido puestos por escrito en un período cercano al año 70, o
477
poco después, dejan transpirar de sus páginas un cuadro histórico, geográfico y cultural
de la situación que corresponde exactamente al del comienzo del siglo.
Los personajes citados en los evangelios son los mismos que se conocen de otras
fuentes: Heredes el grande, Quirino, Herodes Antipas, Arquelao, Poncio Pílalo, Anás,
Caifás. El marco geográfico y ambiental de Judea y Galilea se reflejan en las indicacio
nes de los evangelios: Cafarnaún, la tierra de Genesaret, el lago de Tiberíades, Jerusalén
y las aldeas que la circundan; en las parábolas (el sembrador, el trigo y la cizaña, el lirio
del campo, la red y los peces...); en los diversos dichos de Jesús (Le 12, 54-55).
La vida cotidiana de la época aparece ampliamente en las narraciones evangélicas:
el modo de vestir (Lo 6, 38; Mí 24, 18), la casa (Mt 24, 17; Me 2, 4; etc.), la comida
(Me 14, 22; Le 11, 5-12), la costumbre de la hospitalidad (Le 7, 44-45), las ocupacio
nes cotidianas en una economía en la cual predominaban la agricultura y la pesca (Mt
4, 4-29; Le 16, 6; Mt 20, 1; Le 5, 1-11; etc.). También las preocupaciones religiosas son
las preocupaciones típicas del mundo judeopalestino (y esto es muy importante ya que
el evangelio fue predicado y, luego, puesto por escrito, en gran medida, entre pueblos
de lengua griega): se hace referencia a Moisés y a los profetas (Mt 8, 4; 19, 7-8; Me 12,
19; etc.), se habla de la preocupación por la pureza legal (Mt 23, 25; Me 7, 1-23), por
la ley, el sábado y el templo (Mt 5, 17-19; Mc2, 23-28; Me 13, 1-2).
La vida de Jesús, tal como es narrada en los evangelios está en plena conformidad
con el ambiente histórico, geográfico, cultural y religioso de los primeros decenios de
nuestra era. Sobre este trasfondo de conformidad con el ambiente se genera una silue
ta perfecta de la singular personalidad de Jesús que desafía cualquier intento de imagi
narlo desde un escritorio. La inserción de Jesús al mundo que lo circunda y, al mismo
tiempo, su decidida separación se convierten en un elemento importante para juzgar
favorablemente la tradición histórica de los evangelios.
Los evangelios, justamente porque fueron escritos por personas que creían en Jesús,
presentan la preocupación por referir de una manera precisa sus palabras y sus accio
nes: porque únicamente en la adhesión a todo lo que Jesús había dicho hay esperan
za de salvación. El testimonio de uno que está adentro es preferible, en estos casos, a
quien observa los hechos sin interés o de una manera neutral. Así como un científico
cuenta con detalle el experimento que él hizo de manera mucho más cuidadosa que
un profano a quien se le escapan muchos particulares y, a lo mejor, hasta el significado
mismo del experimento, a los primeros cristianos en el hecho de narrar los hechos que
estaban a la base de su propio compromiso religioso pusieron toda su capacidad de tes
timonio fiel y cuidadoso. Por ello, es obvio que tal testimonio debe ser cribado crítica
mente por nosotros. No se debe olvidar que si refuta de entrada el testimonio de quien
478
vive al interior de un movimiento espiritual, se cierra el camino para hacer historia en
relación a todos los acontecimientos más importantes de la humanidad.
Cuando los apóstoles comenzaron a anunciar el Evangelio, ¿cuál fue la primera pala
bra anunciada? Cuando los evangelistas pusieron por escrito lo que Jesús había hecho
y enseñado, ¿cuál fue la primera palabra escrita? Se podría pensar que ambas pudie
ron haber coincidido, es decir, que la Escritura haya caminado paralelamente a la pala
bra. Las cosas no fueron así, de hecho, las cosas fueron al contrario. La primera cosa
que los apóstoles anunciaron fue a Jesús muerto y resucitado (Hch 2, 14-16). El evange
lio escrito termina allá donde comienza el evangelio predicado.
Pasión - A
resurrección
Hechos, gestos y
palabras de Jesús
Infancia de Jesús
Esto es así porque el apóstol y el evangelista tienen una función diferente. El evange
lista es un catequista; él se pone al interior de una comunidad que ha acogido el mensa
je cristiano y se pone a su servicio. Su misión consiste en que, cada vez más, se adquiera
la Palabra, hacerla entrar en el alma y conducir a las personas a actuarla a plenitud. El
apóstol, en cambio, tiene la misión de suscitar la fe y comienza por el hecho más gran
dioso e importante, de aquello que llama principalmente la atención, de la novedad
absoluta del mensaje cristiano: la resurrección de Jesús.
479
APÉNDICE 3
6 Nestle, E. y Alano, B. Nuovo Testamento greco e italiano. Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, Roma, 1996,
pp. 6*-42*.
481
Los dos puntos a la altura de un exponencial (:) da a entender variantes de
puntuación.
01 02 03 Di ü2 03 T Ti T2 T3 r. r, r2
Un punto r. o un exponencial después de un signo crítico r, sirven para
distinguir diversas variantes del mismo tipo en la misma sección del apara
to crítico.
482
s (= supplementum) Indica lecturas pertenecientes a integraciones sustituti-
vas posteriores de partes lagunosas de un manuscrito.
vid
(= ut videtur) Se usa cuando no se puede establecer con certeza definitiva
cuál es la lectura que se encuentra testimoniada por un manuscrito.
+ 0 - Si una variante tiene varias subvariantes, es decir, formas ligeramente dife
rentes de una lectura sustancial única, se indica entre paréntesis con los
signos + (^añadido) y - (= omisión).
0
Si en el aparato crítico un testimonio se indica entre paréntesis redondos
(B), la relación entre dicho testimonio y la variante, a propósito del cual
es citado, es seguro, pero el texto presenta alguna pequeña divergencia en
relación al testimonio indicado en el aparato crítico.
?
Manuscrito no controlado.
483
vgs Edición Sixtina (1590).
vgcl Edición Clementina (1592).
vgww Edición de Wordsworth White H. j.
vgst Edición de Stuttgart (19752).
ac Aquímico
ac2 Subacquímico.
bo Bohairico.
mae Egipcio medio. f
mf Egipcio medio de Fayum.
pbo Protobohairico.
sa Sahidico.
co Cuando existe concordancia entre todas las versiones coptas (en cualquier
dialecto).
484
<5 (= S) Versión de los LXX.
q (= H) Antiguo Testamento hebreo.
Aqu (= Aquila) Versión griega de Áquila.
Symm (= Symmachus) Versión griega de Símaco.
Theod (= Theodotion) Versión griega de Teodoción.
8. Otras abreviaturas
cf (= confer) Confrontar.
del (= delevit) Cancelar.
ex ¡tac (= ex ¡tacismo) Lectura producida debido a una pronunciación igual.
ex lat? Lectura producida por la influencia de la tradición latina.
h.t. (homoioteleuton [rimado o de igual terminación]).
id (= ídem) Igual.
Le. (=¡d est) Esto significa.
illeg (= illegibilis) Ilegible.
incert (= ¡ncertus) Incierto.
ktl (= kai ta Hopa) Etcétera.
lac (= ¡acuna) Laguna.
mut (= mutilatus) Mutilado.
om (= omittití-tunt) Omisión.
verss (= versiones) Antiguas versiones.
v(e)l O.
vs /vss Versículo / Versículos.
5-13: L 7,1-10 (con un tamaño más grande) son llamadas a pasajes paralelos. Por
ejemplo: [Mateo] 5-13: L 7,1-10 significa que la perícopa L 7,1-10 es un
paralelo de Mateo 5-13.
p Una [p] después de la indicación de un pasaje pide que además se consul
ten los paralelos sinópticos indicados para el pasaje en cuestión (Por ejem
plo a Jn 6, 71 la indicación Mt 26, 14p manda a la perícopa de Mateo y a
los paralelos que allí se indican).
485
! Una expresión de exclamación [!] indica el pasaje central de un conjunto
de alusiones y citaciones, al margen del cual se registra la mayor parte de
los envíos pertenecientes al mismo contexto.
I Una raya vertical [|] señala el final de las indicaciones que se refieren al
mismo versículo. Esto es necesario cuando para un versículo es ofrecida
una cantidad de envíos, que no todos pueden ser organizados exactamen
te al mismo nivel del texto neotestamentario correspondiente (cf. en la
margen a Mí 6, 9.10; 16, 16).
Un punto arriba [■] separa indicaciones relativas a partes diversas de un
mismo versículo.
Un punto abajo [] separa indicaciones de versículos pertenecientes a un
mismo capítulo.
; Un punto y coma [;] separa indicaciones de pasajes tratados en capítulos
diversos del mismo escrito.
s /ss (sequens/ sequentes): incluye el versículo siguiente (o los versículos
siguientes) al envío.
app Incluye el envío al aparato del pasaje citado (cf. en la margen de Mt 11,
15).
? La interrogación [?] antes del envío significa que la relación con el pasaje
citado aparece como dudoso.
486
los cánones V-IX son las perícopas comunes a dos evangelios. El canon X
enumera los pasajes particulares de cada evangelio. Este último canon está
subdividido en cuatro subsecciones. En la práctica este sistema es un siste
ma sinóptico.
* Un asterisco [*] indica los pasajes del texto en los cuales los párrafos o las
divisiones en capítulos de esta edición difieren de la subdivisión en kefa-
laia o secciones.
487
8,3—13 KATA MA00AION 18
3 TO 1T|cjov^ C2 l. W 0 lat sy sams mae I 8 C* /ll} 33. 892 al k xa1"5’ tro; Cyr
• 5 f-X0ovti 8e avtto eu; K. (C3) L W 0 0233 33t I gETa 5e ravia k (sys) I )i. 6e x. EtaeX.
avx. etc. K. it (syc) I aiK B C* Z/115 33. 700. 1241 pe; Or | ’xiXtapxo<; sy»img; Eus
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488
19 KATA MA00AION 8,14-28
8 14 Kai éWdiv ó ’lrjaoOi; el; rqv oiKiav Ilárpou eíSev 14-16 : Me 1.29-
67 34 L4.38-
II ti\v nevGepáv abroa pEP>.T]|iévr|V Kal mjpécrcyotxrav • 15 Kal 1K 9,5
fp-|/ar° xfiq xetpdc aúrfjt;, Kal átpñKEv abrf|v ó imperó;, Me 5,41 p; 9,27
Aci 3.7 • J 4,52
Kai f|yép0T] Kal 8it]kóvei ráureo. Act 28,8
9 16 ’Oiyía; 6é yEVopévri; irpoaiívsyKav abrió SatpoviCo-
oévoik noX^oú;- Kal é^épaXev rá nvsúgara. Xóyíp Kai náv-
ra; roü; KaKffig £%ovraq éSepáitevcrev, 17 ótko; nV|pto0fi
ró prjOÉv 5tá ’Hcaíou roü npoepfirov Zéyovro; •
abro; tac áafleveíaQ skafiev ís ¡1,4
Kai tac; vóaovq é^áarairev.
18 ’IScov 5s ó ’lriooüc rdxXov itepi aüróv éKsXeuaev
10 áiteXGEÍv eii; ró itépav. 19 Kal itpocr£X0d)v el; ypapparEb; Me 4,35 L 8,22
68 19-22: L 9,57-62
V efrrev abroó' StSáoKaXE, á.Ko7.ou9r]OTO aot óitou éáv árc-
épXB- 20 Kai Xéysi abrió ó !Ir|aoO;' ai áXámeKE; (pajÁEob;
exouaiv Kal rá irerEivá roü obpavoO KaraaxriviÍKsEK;, ó Ps 84,4
5é uíó; toO ávOpéirov oók 'éyei itoü rf|V KEipaXrjv KXívrj. 1K 4.11
21 Érepog 8¿ róóv pa.Qprñv o[aüroü] elirsv abroí- KÚpis,
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489
APÉNDICE 4
491
Mapa 2: Palestina.
492
Mapa 3: Las cuatro zonas geográficas de Palestina.
493
Mapa 4: Asentamiento de las doce tribus.
494
Mapa 5: Principales ciudades-estado
al momento del asentamiento de las tribus en Canaán.
495
496
Mapa 7: Imperio Persa
497
Mapa 9: Palestina en tiempos de Jesús.
498
Mapa 10: Galilea en tiempos de Jesús.
499
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505
ÍNDICE ONOMÁSTICO
507
Día de la expiación (fiesta del), 180, 181; -> Yom Gerasa, 36
Kíppur Gilgamesh (mito de), 187-190
Diatessaron, 272 Golán (alturas del), 36
Dor, 39, 40 Gregorio Magno, 287, 351
E Guemará, 219, 220
Ebla, 49, 240 Gueniza, 235, 245
Ecrón, Guézer, 48, 58
Edom, 35, 71, 74, 79, 92, 93 H
Egipto, 26, 32, 34, 39, 40, 43, 48-50, 55-57, 59, Hamsin, 32, 33
60, 62-68, 70, 71, 74, 82, 84, 85, 88, 91, Hanukkah (fiesta de la), 117, 181; -> Dedicación
96-103, 106-109, 111-115, 122, 123, 131, 133, Hasidim (piadosos), 116, 118, 119
135, 152, 167, 170, 172, 176, 181-184, 193, Henoc, 202-204, 208-210, 284, 290, 407
195, 197, 207, 208, 214, 222-224, 239, 240, Hermón, 36, 37
242, 254-257, 260, 263, 264, 272, 273, 282, Herodes,
324, 348, 425 Agripa, 128, 129
El, 196 Antipas, 44, 124-128, 130, 205, 478
Elias, 27, 40, 44, 87, 89, 168, 183, 203, 407 el Grande, 41-43, 51, 123, 125, 128, 169,
Enuma elis (mito de), 191 205, 478
Epipaleolítico (período), 55 Hexaplas, 266
Erasmo de Roterdam, 258, 292, 293, 353 Hicsos (hititas), 59, 60, 63, 64
Escitópolis, 36, 130, 131 Hule (lago de), 32, 37
Esdras, 108-111, 143, 176, 206, 207, 282, 285, I
407 Idumea, 40, 42, 119, 121, 126, 128, 131
Etana (mito de), 189 Ireneo, 222, 224, 286, 289, 347, 470
Ezequías, 84, 96-99, 104, 136, 240 Isaías, 94-97, 244, 311, 313, 343, 370
Ezequiel, 84, 99, 101, 103, 104, 312, 361, 362 Isbaal, 36, 78, 79
Éufrates, 32, 34, 49, 55, 56, 58, 64, 65, 71, 100, Ishtaren los infiernos (mito de), 187, 190, 191
106, 235, 240 Israel (reino de), 79, 92, 95, 402
F ’ Iturea, 36
Filadelfia, 36 I
Filipo, 114 Jacob, 26, 36, 61-63, 75, 71, 151, 152, 157, 159,
Filistea, 39, 43, 144 160, 204, 301, 307, 424
Filón de Alejandría, 126, 155, 201, 212, 263, 317, Jamnia, 132, 215, 247, 284
333, 346, 348 Jarmuk, 35-37
Flavio Josefo, 42, 50, 51, 114, 128, 137, 142, 144, Jehú, 44, 87, 90-95, 136
146, 147, 155, 168, 201, 210, 214, 215, 283, Jeremías, 27, 84, 99-105, 312, 323, 382
285, 434 Jericó, 33, 38, 51, 55, 55, 58, 69, 71, 123, 124,
G 131, 135, 145, 404
Galaad, 36, 38, 75, 89 Jeroboán I; II, 43, 42, 86-88, 91, 92, 96,136,166,
Galilea, 33, 36, 43-45, 74, 75, 85, 120, 122, 125, 196, 397, 401, 402
127, 130, 174, 214, 215, 406, 478 Jerónimo, 68, 215, 267, 269, 270, 286, 319, 349,
lago de, 35-38, 44, 461, 467
Garizim, 43, 119, 127, 130, 143, 245 Jerusalén, 27, 29, 32, 37, 41, 42, 71, 78-80, 82,
Gaulanítide, 36, 45, 127 86, 92-95, 97-104, 107-110, 112-118, 120-134,
Gaza, 34, 39, 74, 95, 112, 135, 3 5 0 139, 142, 143, 145, 148, 165, 178, 171, 174-
Gelboé, 44, 75, 78 176, 181, 183, 196, 203, 207, 209, 211, 212,
Genesaret (lago de), 37, 127
508
214, 220, 228, 236, 240, 244, 246, 250, 263, Moab, 35, 38, 48, 71, 73, 79, 82, 88, 89
308, 345, 351, 397, 400, 404, 406, 478 Mohammed ed-Dhib, 148
Jezabel, 44, 87, 89, 90, 93, 154, 165 Moisés, 26, 29, 35, 40, 64, 65-68, 71, 96, 110,
Joás, 89, 91, 93, 94 111, 127, 140, 154, 163, 170, 172, 180, 204,
Joram, 44 205, 208, 209, 213, 219, 240, 244, 264, 265,
Jordán, 32-38, 43, 44, 45, 71, 74, 114, 127, 131, 283, 302, 311, 312, 314, 346, 347, 356, 451,
146 459, 478
Josafat, 89, 90, 93, 136 Murabbaat, 241, 246, 247
Josías, 84, 98-102, 105, 136, 311 N
Juan Hircano I, 43, 119, 120, 145, 204 Nabónides, 106
Judá, 27, 31, 32, 33, 39, 41, 42, 69, 78, 79, 83, 85, Nebo, 35, 48
92, 93, 96, 100, 101, 103, 240, 397 Negueb, 33, 35, 40, 41, 71, 77
Judea, 26, 31, 33, 41, 42, 77, 97, 109, 114, 125, Nehemías, 108-110, 112
126, 128, 132, 214, 246, 478 Neolítico (período), 55
Justino, 229, 286, 288, 318, 334, 347 Neo-Vuígata, 21, 271
K Neviim, 16, 20, 268
Kerak, 35 Nissu'in (nupcias), 163
Ketuvah, 163, 164 O
Ketuvim, 17, 20, 268 Ocozías, 89, 90, 93, 136, 154
Kir-Hareset, 35 Octavio Augusto, 42
L Omrí, 43, 48, 84, 86, 87, 88, 90-93, 136, 397
Luces (fiesta de las), 181; -> Hanukkah, Orígenes, 201, 213, 257, 266, 267, 268, 272, 286,
Dedicación 318, 348, 350
Luciano de Antioquía, 268 Oseas, 27, 91, 95, 96, 105, 136, 282, 345
Lutero, 291-294, 354 P
LXX, 15, 17, 22, 23, 66, 201, 206, 216, 239, 245- Palacio de Baal (mito), 198
247, 255, 263-286, 299, 314, 349 Paleolítico (período), 54
M
Palestina, 7, 29, 31, 32, 35, 40, 42, 43, 48-53, 56,
Macabeos, 28, 116-119, 145, 400 58-60, 63, 68, 71, 74, 92, 94, 95, 100, 103,
Magdala, 37, 45 107, 112, 113, 114, 117, 122-124, 128-135, 141,
Manasés, 36, 42, 43, 69, 98, 99, 136 142, 155, 168, 176, 194-196, 229, 240, 241,
Maqueronte, 38, 124, 127, 128, 130-132 242, 246, 257, 284, 285, 346, 434, 477
Mar Muerto, 32, 33, 35, 37, 38, 41, 68, 74, 94, Papías, 221, 288
119, 124, 145, 246, 250 Pascua (fiesta de la), 97, 100, 124, 179, 182, ,183,
Marción, 286, 288, 289, 308 204; -> Pesaj
Mari, 49, 58, 59, 61, 71, 240 Pella, 36
Masada, 38, 124, 130-132, 142 Pentateuco, 17-20, 28, 53, 59, 65, 66-68, 83,105,
Medeba, 35 177, 204, 209, 213, 217, 249, 263, 271, 311,
Megillot, 17 328, 356, 365, 421, 422
Meguidó, 34, 43, 100 Pentateuco samaritano, 245, 246
Meren-Ptah (estela de), 48 Pentecostés (fiesta de), 183, 204
Meshá (estela de), 48, 240 Perea, 36, 44, 122, 125, 127, 131
Mesopotamia, 25, 32, 48, 53, 55-59, 71, 103, Pesaj (fiesta de), 182, 183; -> Pascua
107, 112, 167, 171, 189, 195, 216, 235, 236, Peshitta, 260, 271, 272, 465, 484
239, 272 Petra, 35, 68
Misná, 9, 51, 141, 154, 155, 163, 184, 218-220, Plinio el Viejo, 145
265, 312, 347, 434 Pompeyo, 121, 122, 174
509
Poncio Pilato, 126, 127, 222, 226, 280, 301, 478 T
Procopio de Gaza, 350 Tabernáculos (fiesta de), 181; -> Cabañas
Providentissimus Deus, 319, 326, 327, 337, 357 Talmud, 51, 121, 139, 218-220, 346, 434
Ptolomeos, 112-115 Tannaim, 218, 219
Purím (fiesta de), 140, 177, 182, 284; -> Suertes Targum, 177, 216, 217, 236, 268, 271
Q Teglatfalasar III, 92, 94, 95, 136
Qumrán, 38, 141, 146, 148, 149, 201, 202, 204, Tell el-Amarna, 49, 62, 64, 71, 240
205, 209-212, 227, 228, 235, 240-243, 245- Tell es-Sultán, 51, 52
247, 250, 284, 346 Teodoción, 266, 267
R Tertuliano, 269, 289
Reyes (libros de), 19, 27, 57, 76, 82, 84, 90, 93, Tiberíades (lago de), 34, 37, 44, 127, 215, 220,
244, 270, 282, 283, 386, 396, 401, 417, 423, 244, 250 478
433 Ticonio, 349
Roboán, 85, 86, 92, 136 Tigris, 32, 55, 56, 58, 88, 240
Rosh ha-shanah (fiesta de), 180; -> Año Nuevo Timna, 38
S Tiro, 39, 40, 74, 81,87, 112, 175
Sábado (Shabbat), 104, 110, 116, 117, 139, 146, Tirsá, 43, 86, 87, 397,
147, 158, 177, 179, 180, 184, 185, 425, 427, Tito, 130-132
428, 478 Tomás (de Aquino), 321, 322, 327, 335, 453
Salomón, 26, 38, 40, 42, 76, 79-86, 120, 124, Torá, 16, 17, 19, 20, 27, 111, 112, 115, 117, 132,
125, 134, 142, 166, 173, 175, 195, 206, 227, 141, 143, 154, 161, 175-177, 218, 219, 239,
279, 289, 387 245, 247, 263, 268, 282, 284, 333, 346
Samaría, 31-33, 42, 43, 75, 85, 87-90, 96, 103, Tosefta, 51, 218, 219, 220
112, 118, 119, 122, 124, 126-128, 131, 143, Traconítide, 36, 127
144, 240, 397 Transjordania, 32-35, 38, 40, 58, 60, 68, 69, 71,
Sanedrín, 120, 122, 126, 139, 143, 168, 170, 226 73, 78, 86, 87, 91, 120, 122, 127
Sarón, 39, 40 U
Saúl, 26, 36, 44, 73, 75-80, 83, 160, 313 Unamón, 50
Sederías, 101, 102, 136 * V
Seleúcidas, 114, 115, 121, 400 Vespasiano, 130-132, 214, 215
Semanas (fiesta de las), 183, 198; -> Shevout Vetos latina, 269, 270, 274, 286, 299, 465
Senaquerib, 97, 104, 136 Vetos syra, 271
Sefalá, 39, 102, 117 Vía central, 34
Shabbat, 184, 185; -> Sábado Maris, 39, 85
Shevout (fiesta de), 177, 183; -> Semanas Regia, 34, 35
Shiddukim (noviazgo), 161, 162 Vulgata, 19, 21, 66, 259, 260, 269, 270, 271, 273,
Sidón, 74 274, 291, 291, 292, 299, 465
Símaco, 266, 267 Y
Simón Bar Kochba, 54, 133, 141 Yaboc, 34-36, 38, 71, 76, 86
Simón Bar-Jona, 130-132 Yizreel, 33, 34, 36, 42-44, 85, 89
Sinaí (desierto), 67, 68, 98 Yom Kippur (fiesta del), 175, 178, 180
Siquén, 34, 42, 43, 58, 71, 86, 144, 196 Z
Sinuhe, 49, 61 Zabulón, 71
Suertes (fiesta de), 182; -> Purím Zéred, 35, 38
Spirítus Paráclitos, 323, 326, 327, 337
Sukkot (fiesta de), 182
510
INDICE DE MATERIAS
511
de Hipona, 290 Escribas, 57, 111, 140, 141, 168, 171, 247, 248
de Trento, 19, 270, 271, 274, 281, 287, 291- 384, 410, 416, 419, 420, 423, 429, 430, 434 '
294, 299, 319, 320, 322-324, 329, 355, 449, Evangelio, 8, 21, 28, 144, 294, 295, 388, 423
465 449, 451-454, 461
Vaticano I, 293, 294, 303, 319, 323-326, 329, evangelios apócrifos, 220-224
449, 450 evangelios sinópticos, 29, 222, 227, 405, 420.
Vaticano II, 13, 293, 294, 296, 298, 306, 423, 425, 433, 434, 487
308, 319, 325, 327, 329, 333, 338, 339, 363, Éxodo, 65-67
445, 450 Exilio, 27, 28, 61, 83, 84, 96, 99, 100, 102-105,
Concordismo, 336, 337 195, 204, 206, 215, 238, 268, 345, 346
Conquista, 49-51, 65, 69-72 Esenios, 137, 144-147, 148, 210, 211, 214, 346
Contexto mediato e inmediato, 416 Estructuralismo, 431
Corte, 48, 49, 64, 76, 77, 81-83, 89, 109, 124, Éxtasis platónico, 317
165, 166, 168, 243, 264, 306 Extranjeros, 44, 63, 64, 108, 110, 111, 114, 143,
Cronista (obra del), 28, 76, 84, 96-98, 217, 396-398 158, 159
Cuestión bíblica, 336, 338 F
Culto, 19, 25, 28, 60, 67, 73, 86, 91, 100, 106, Familia, 151-159, 184, 189, 190, 225, 243,
111, 116-118, 122, 125, 18, 134, 138, 169, 170, patriarcal, 72
171, 175, 176, 184, 188, 196, 197, 242, 243, sacerdotal, 169, 211
398, 402, 454, 455 Sagrada Familia, 223
a Asur, 94, Fariseos, 119, 120, 128, 137-140, 206, 214, 215,
a Baal, 89 285, 341, 346, 384, 410, 416, 424, 434
a Tecla, 225 Fauna, 34
a Yahvé, 65, 70, 71, 73, 82, 88, 89, 97-98, 425 Fiestas judías, 42, 180-185
D Filisteos, 26, 31, 34, 39, 44, 66, 68, 74, 75, 77, 78,
Deuterocanónico (s), 21, 201, 210, 246, 281, 284, 80, 85, 93, 97
286, 287, 289, 291-293 Flora, 34
Deuteronomista (obra histórica del), 27, 99, 105, Florilegios, 246, 350, 351
217, 396-398 Fuentes extrabíblicas, 48-51, 85
Discurso de revelación, 404, 405 Fundamentalismo, 13, 349, 435
Divinidad, 60, 71, 82, 11, 157, 173, 174, 188, 191, G
195-197, 199, 317, 323, 330, 434, 473 Genealogía, 61
Divorcio, 127, 140, 152, 153, 162-164 Género (s) literario (s),
E amonestación profética, 402, 403
Edición impresa, 258 discurso de revelación, 404, 405
crítica, 244, 252, 261, 271, 276 historias de raptos extáticos, 405-407
Edomitas, 74, 94 narración didáctica, 398-402
Elohista, 26-28, 66, 67, 96, 345, 356, 422 narración programática, 396-398
Encratismo, 221, 225 parábola, 403, 404
Equivalencia dinámica y formal (traducción), Glosa (s), 68
378-380 Gnosticismo, 221, 223-226, 288, 319
Escepticismo, 435 Griega (lengua), 112, 202, 207, 213, 236-239, 266,
Esquema psicológico, 325 272, 276, 478
Esclavitud, 63, 67, 94, 104, 133, 158, 182, 184, H
197, 312, 425 Hapirú, 62
Esclavos, 64, 67, 93, 103, 110, 113, 130, 158, Hebrea (lengua), 202, 215, 235, 349, 401
159, 180 Hermenéutica, 341, 342, 346, 349, 353, 358
512
del autor, 360-363 Metodología bíblica,
del texto, 363-389 método histórico crítico, 353, 356-359, 430, 431
Historia de las formas, 425, 446, análisis narrativo, 431
Holocausto, 135, 178, 179 análisis retórico, 431
Horizonte, 360, 364, 368-370, 383, 384, 387, 389 análisis semiótico, 431
Humanismo, 353, 354 Midrás, 217, 317, 346, 347
1 Mito (s), 88-191, 196, 198, 199, 224
Inerrancia, 324, 336-339, 446 Moabitas, 80, 88
Intención del autor, 360 Monarquía, 26, 40, 50, 54, 57, 73-75, 82-84, 86,
Inspiración, 209, 213, 264, 286, 291, 293, 311, 312, 89, 90, 102, 107, 114, 120, 121, 152, 159, 199
316, 316-331, 333, 335, 336, 337, 348, 353, Monolatría, 61, 64, 193, 357
355, 388, 432, 445, 453-455, 457, 459, 462 Monoteísmo, 61, 64, 105, 139, 177, 192, 193, 357
bíblica, 312, 313 Montañismo, 319
pastoral, 312, 313 Mujer, 151-155
profética, 312, 313 N
real, 324 Nabateos, 35, 120, 121, 127
verbal, 323 Narración
K didáctica, 398-402
Kerigma, 294, 297, 329 programática, 396-398
Kipá, 157 Niños, 124, 157, 158, 176, 305
Koiné, 237, 260, 483 Noemática, 342
L Nomadismo, 55, 71, 72
Lectio divina, 351 Noviazgo, 161, 162
Lectura fundamentalista, 432 O
histórica, 432-435 Obra (texto), 363-365, 380-383
Leccionarios, 253, 254, 256, 482 Ortodoxia, 297, 298, 346, 389
Lenguaje, 7, 65, 198, 199, 237, 275-277, 305, 309, Óstraca, 240
313, 325, 337, 340, 360, 364, 369, 371-380, P
404, 405, 407, 412, 416, 422, 431, 459, 467 Palimpsesto, 243, 256, 272, 273
Libre examen, 354 de Efrén, 256
Libros didácticos, 20 Papiro (s), 241, 241, 242, 252-254, 262, 268,
históricos, 17-20, 31, 265, 387, 396 390, 482
proféticos, 17, 18, 20, 21, 396 Parábola, 138, 139, 144, 202, 227, 251, 302, 308,
sapienciales, 17, 18, 20, 396 352, 398, 399, 402-404, 410, 413-415, 476
Libro (s) canónico (s), 246, 254, 281, 284, 294, 295 Patriarcas, 26, 47, 59, 60-62, 71, 159, 170, 196,
M 201, 204, 210, 284, 451
Magisterio, 290, 296, 297, 319, 322, 326, 354, 358, Pergamino, 148, 176, 241, 242, 246, 255, 274, 461
363, 385, 386, 389, 449, 454, 456, 457, 465 Perícopa, 410, 415, 416, 421, 424, 425, 482, 485, 486
Maniqueísmo, 319 Plagas, 65, 66, 183
Manuscrito (s), 210, 243-245, 249, 254, 258, 268, Poligamia, 152, 155, 159, 302
273, 483 Positivismo, 353, 357, 376
Marcionismo, 319 Predicación, 27, 29, 104, 139, 176, 178, 225,
Masora, 244, 248-250 264, 287, 294, 295, 314, 316, 352, 385, 395,
Masoretas, 21, 243-246, 248-250 397, 453-456, 463, 464, 466, 469, 470, 473,
Matrimonio, 72, 82, 87, 93, 110, 127, 143, 144, 474-477
153, 159-164, 225, 308, 402, 426 Protocanónico (s) 21, 246, 270, 281, 286, 287, 292
por ley del levirato, 160, 161 Pseudoepígrafe (s), 201, 281
rabínico, 161 64 Pseudoepigráfico (s), 281
513
R Torá, 16, 19, 20, 27, 111, 112, 115, 117, 132, 141,
Racionalismo, 353, 355-357 143, 154, 161, 175, 176, 177, 218, 239, 245,
Ramificación, 384 247, 263, 268, 282, 284, 333, 346
Rapto extático, 407 Tradición, 383-385
Recensión (es), 206, 227, 257, 267, 268, 484 Sacerdotal (P), 27, 28, 66
Religión (es), 58, 60, 74, 80, 85, 89, 105, 117, 118, Yahvista (J), 26, 28, 65, 66, 67, 89, 345
132, 134, 193-195, 284, 317, 354, 425, 464 Elohista (E), 26, 28, 66, 67, 345, 356
Revelación, 301-308, 445-456 Traducción, 234, 378-380; -> versión
profética, 316, 317 primaria y secundaria, 269
S Trascendentalismo, 376
Sacerdocio, 145, 170, 171, 217 U
Sacrificio (s), 178, 179 Uncial, 253, 254, 256, 257, 482
Saduceos, 119-121, 137, 139, 142, 143, 168, 214, Universo bíblico, 198
346, 434 V
Salmos (numeración), 22 Variante (s) textual (es), 227, 233, 242, 249, 250-
Samaritanos, 96, 127, 143, 144, 245, 434 252, 256 257, 259, 260-262, 272, 299, 482, 483
Sedentarismo, 71, 72 Verdad, 8, 70, 224, 239, 286, 305, 306, 313,
Segmentación, 410, 412, 415 314, 317, 326, 327, 333-335, 339, 341, 342,
Semántica, 361, 382, 426, 432, 504 355, 365, 374, 386-389, 404, 405, 431, 457,
Semiótica, 382 459, 464
Sentido alegórico, 344, 351, 352 científica o histórica, 339, 349, 432
anagógico, 344, 345, 351, 352 de la Escritura, 333-340, 349
literal, 213, 342, 343, 348-352, 385 revelada, 319, 453, 456
moral, 345, 348, 351, 352, 475, salvífica, 322, 339, 340, 453, 457
espiritual, 212, 342, 344, 348-350 Versión (es), 266-277; -> traducción
sensus plenior, 342, 343 Vestidos, 144, 151, 164, 191, 346, 406
Sepultura, 164, 165 Z
Sheol, 164, 198, 202 Zelotes, 129, 131, 132, 141, 142
Símbolo, 377 ’
Sinagoga, 18, 122,158,175-178,183-185, 211, 216,
242, 245, 265, 204, 346, 370, 427, 434, 503
Situación vital (Sitz im Leben), 425-427, 473
Sola Scriptura, 297, 447, 453
Sopherim, 247-249, 264, 265
Subjetivismo, 295, 355
T
Tabernáculo, 172, 181
Talmud, 50, 121, 139, 218-220, 247
Tannaim, 218, 219
Targum, 177, 201, 215-217, 236, 268, 271
Templo de Jerusalén, 79, 86, 95, 97, 99, 100, 107,
115, 124, 125, 128, 129, 143, 165, 171, 173,
174, 228, 397, 427, 434
Textos de execraciones, 49
Testimonio (s) del texto, 233, 234, 242, 243-262
Texto masorético (TM), 243, 245-247, 249, 265,272
Textos receptos, 250, 258-261, 353
514
ÍNDICE GENERAL
Introducción 7
Abreviaturas 9
PRIMERA PARTE
LA BIBLIA EN SU CONTEXTO
Capítulo I
La Biblia: una biblioteca de libros 13
1. Introducción 13
1.1 La Biblia es como un bosque 14
1.2 Movimientos centrípeto y centrífugo 14
2. La Biblia, una biblioteca de libros 15
3. Subdivisión de la Biblia 15
4. El Antiguo Testamento 16
4.1 La Biblia de los hebreos (Tanak) 16
4.2 La Biblia de los cristianos 17
4.3 Diferencias entre la Biblia hebrea y la Biblia cristiana 18
5. El Nuevo Testamento 20
Capítulo III
Geografía de Palestina 31
1. Nombres, dimensionesy características 31
2. Clima 32
3. Flora y fauna 34
4. Las vías de comunicación 34
5. Transjordania 35
5.1 Edom 35
5.2 Moab 35
5.3 Amón 36
5.4 Galaad f 36
5.5 Basán (Alturas del Golán) 36
6. La depresión del Jordán 36
6.1 Las fuentes del Jordán 37
6.2 El lago de Galilea 37
6.3 El valle del Jordán 37
6.4 El mar Muerto 38
6.5 El Arabá 38
7. Las llanuras costeras 39
7.1 Filistea 39
7.2 Sefalá 39
7.3 Sarón 39
7.4 Dor-Carmelo-Aser 40
8. La zona central de Palestina 40
8.1 El Negueb 40
8.2 Montaña de Judá 41
8.3 Samaría 42
8.4 La llanura de Yizreel 43
8.5 Galilea 44
Capítulo IV
Historia de Israel 47
1. Problemas introductorios 47
1.1 ¿Historia de Israel a partir del textobíblico? 47
1.2 ¿Cuándo se puede comenzar lahistoria deIsrael? 53
2. Prehistoria e historia del Antiguo Oriente Medio 54
2.1 La Edad de Piedra 54
2.2 La Edad de Bronce 54
3. Las religiones del AntiguoOriente Medio 60
4. Los patriarcas 61
5. Israel en Egipto 62
5.1 Los hicsos 63
5.2 La cronología 63
5.3 La esclavitud 63
5.4 Moisés 64
5.5 Los hechos de la salida de Egipto 65
5.6 ¿Qué fue lo que sucedió históricamente? 67
5.7 Israel y el desierto del Sinaí 67
6. La conquista de Canaán 69
6.1 Cuatro "clanes" diferentes en el origen de Israel 71
6.2 ¿Nomadismo y sedentarismo o ciudad y campo? 71
7. La época de los jueces 72
7.1 Los jueces: jefes carismáticos 72
7.2 Los vecinos de Israel 73
8. El nacimiento de la monarquía 74
9. David 76
9.1 En la corte de Saúl 76
9.2 El aventurero 77
9.3 Rey de Judá y de Israel 78
9.4 Conquistas militares 78
9.5 La sucesión al trono 79
9.6 El hombre 80
10. Salomón 81
10.1 Organización interna del reino 81
10.2 Fin del reino unido de Israel y Judá 82
11. Características de la monarquía israelita 82
Apéndice 136
Capítulo V
Movimientos y partidos religiosos 137
Capítulo Vi
Vida y costumbres del pueblojudío 151
1. La familia 151
1.1 La condición de la mujer 151
1.2 La casa 155
1.3 El vestuario 156
1.4 Los niños 157
1.5 Los esclavos 158
2. El matrimonio 159
2.1 El matrimonio con ley de! levirato 160
2.2 El matrimonio rabínico 161
3. La muerte y la sepultura 164
7. El sacerdocio 170
Capítulo Vil
Literatura del antiguo Oriente Medio 187
5. El mito 199
Capítulo VIII
Literatura intertestamentaria y rabínica 201
1. Introducción 201
Capítulo IX
El texto de la Biblia 233
1. Introducción 233
Capítulo X
El canon de la Escritura 279
1. Introducción 279
2. Terminología 280
Premisa 301
Capítulo XII
Inspiración de la Escritura 311
Capítulo XIII
La verdad de la Escritura 333
1. Introducción 333
2. Período “dogmático" (de los orígenes al siglo XVI) 334
3. Período "apologético" (siglos XVII-XIX) 335
3.1 El "caso Galilei" 335
3.2 El "concordismo" 336
3.3 Limitación de la inerrancia 336
3.4 Hacia el Vaticano II 338
4. Período “hermenéutico" (del Vaticano II) 339
Capítulo XIV
La interpretación de la escritura 341
Capítulo XV
Hermenéutica de autor y hermenéutica del texto 359
1. Introducción 359
4. La parábola 403
7. Conclusión 408
Capítulo XVII
Metodología bíblica 409
1. Introducción 409
Introducción 437
2. Concordancias 439
4. Sinopsis 440
APÉNDICES
Apéndice 1
La Constitución dogmática "Dei Verbum” 445
1. Introducción 445
Apéndice 2
Historicidad y formación de los evangelios 469
Apéndice 3
Explicación del aparato crítico del "Novum Testamentum Graece”
de Nestle-Aland 481
Apéndice 4
Mapas históricos geográficos de Palestina 491
Bibliografía 501