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‘Maqueta: Sergio Ramirez Disento interior y eubierta: RAG Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en «el arculo 270 del Cédigo Penal, podcin scr castigados con penas cde multa y privacin de libertad quienes eproduzcan sin Ia preceptiea autorizacién o plagien, en todo o en parte, ua obra lteraria, artica 0 centfica, jada en cualquier tipo de sopore. ‘Tieulo original Geaammelte Scrifen in swvansig Btnden. 1011 Kulturkritik und GeellichafeL. Prigmen, Ohne Leith © Subrkamp Verlag Frankfurt am Maim, 1977 @ dela cticién de boil, Fdiciones Akal, 8. A., 2008 para lengua espaiola Sector Forests, 1 28760 ‘Tes Cantos ‘Madrid - Espatia ‘Tels 918 061 996 Fax: 918 044 028 wwwakalicom ISBN: 978-84-460-1674-8 Depésito legal: M. 41.198-2008 Impreso en Ferndndez Ciudad, 5, L. Pinto (Madrid) Th. W. Adorno Critica de la cultura y sociedad I Obra completa, 10/1 Prismas Sin imagen directriz Edicién de Rolf Tiedemann con la colaboracién de Gretel Adorno, Susan Buck-Morss y Klaus Schultz Traduccion Jorge Navarro Pérez gkal a 20 rica dela culture y sociedad 1 Silo leyéramos en una novela, seria insoportable, propio de esos. / cescritores que presentan lo extravagante como humor inquebrantable, Pero yo lo vi con mis propios ojos; forma paste de la dote anacténica ! aque recib{ de Amorbach, Cuando el administrador iba a la taberna, su nujer solfa acompafarlo, seguramence contra la voluntad de él. En) cuanto él habfa bebido mis de lo necesario para calmar su sed y ha- i blaba demasiado animadamence para el gusto de ella, su mujer lo amo- nestaba con estas palabras: «Caifio, dominates. Igualmence garanti- zado, aunque pertenezca mds ala esfera de las revistas cSmicas de 1910, std un acontecimiento de Ernsttal, el terrivorio de fa familia Leinin- ‘gen. All se presents una persona importante, la esposa del director de ferrocarriles Stapf, con un traje de verano de color rojo chillén. La ja- balina domesticada de Erastral olvidé su mansedumbre, colacd sobre su espalda ala seflora, que se puso a gritar y se marché corriendo. Si. yo tuviera una imagen directriz, serfa ese animal. ‘los jabalfes les daban de comer er Breitenbuch, en las aleuras del bosque, no muy lejos de la sede con asientos de piedra del tribunal de hhonos, del que yo no dudaba que era el mismo que habia condenado a Adelaida de Wislingen, una de las primeras mujeres que amé en los libros. Yo crefa, hasta hace unos afios, que a los jabalfes, varios cente- nares, les daban de comet por su propio bien, De nifio pensaba que (en atechos que ine moseaban en los bosques de Amorbach er ina instalacién pensada para los jabalfes, que cuando los cazadores los aco- saban o hacla mucho fifo subfan por los escalones para buscar protec: ci6n y refugio, Pero me enteré de que esas cabafias eran para los caza- ddores, que esperaban ahi a que llegaran los jabaltes, yun entendido me explicé que a los jabalies les daban de comer en Breitenbuch no por amor a ellos, ni siquiera para evitar que devastaran los campos, sino para mantener vivas a as presas de los cazadores hasta que éstos pu- dlieran matarlas, Esta racionalidad amenazante no desconcerté al enor- ime jabalf que salié de los helechos y se acerc6 a nosotros; comprendi- ‘mos que habia legado tarde al reparco de comida y que esperaba que 3% nosottos le diéramos de comer individualmente. Nos lo agradecié de antemano con unos signos,y se alejé decepcionado cuando no le di- mos nada, Inseripeién en la verja: «Rogamos que mancengan la lim- pieza y el ordens, Quién se lo rucga a quién? Lx bo digo doo-formad..! ie la mediacidn universal, pecialmente la estética. En se tata eomo protatermce deh TRAGAIO MANUAL J. La palabra wtradicién» viene del latin sradere, que significa vente | gar algo que a su vez hemos re \fas genezaciones, a lo que pasa en he |b los Sigos Ea imagen ¢ izinmedaren, una mano lo recibe de otra, Esta inmediajez es propia | \delis tlaciones més o menos naturales, como la familia. categoria tampoco el aprendizaje de toMren einlre payroriouss — | te Travicion 5 hworcia worn trantinizion, \ tervowa we 0M cenbradicerem ton lo RACIONALIDA Sobre la tradi¢ion ded , dade eo meftusira de ibidos, Se refiere a la conexién ¢ nn erencia de una generacién a ota, feentregar expresa la cercania Fisica, . ‘fe wadicién es esencialmente feudal, y por ex0 Sombartcalfios de tra- “Gcionalisa a la economia feudal |La tradicién estd en conteadiccion son la racionalidad, aunque ésta 3e formé en aquella. Su medio no es fronsciencia, sino la obligatoriedad dada ¢ irreflexiva de las formas aoe rade To asad, esto se ha tansferido invluneare sees ier La adic sesso es incompatible con ls sociedad burguesa. El principio del intercambio de cosas equivalentes Sih diminado (en canto que principio de produccién) al principio dela familia, pero éste se ha subordinado a aquel. Las inflaciones que Se repiten a intervalos cortos muestran que Ia idea de herencia se ha wide anacrénica, y la herencia espirtual no era mds resistente a les crisis. Esa inmediatez del demanocactoane st te i os de expresar [a eradicibn un mero residvo en el mecanismo soc fen el cual impera el cardcter de mercancla de las cosas. Ya hace mucho tiempo que la vécnica nos Tha hecho olvi- Serle mano, que la creéy sc prolonga en ela. Ala vista de los modos téenicos de produccin, el trabajo manual ya no es susrancial, como os mod Jingassci- ‘un oficio, que garantizaba la tradicién, es- can pais radicalmence burgués como los Es- om Critiew de la cultura y sociedad [ tadlos Unides de Amética se han éxtrafdo las consecuencias correspon- dientes. All, la tradicién-es sospechosa 0 un articulo de importacién que tieneel valor delo rato. La ausencia en América de momentos tra- dicionales y de las experiericias que estan ligadas a ellos hace imposible Ia consciencia de la continuidad cemporal. Lo que no demuestra aqui Saoudeg (liek onde endge ape { do. Cuando una persona muere, es como si nunea hubjera vivido, y eg |, tan sustituible como todo lo funcional; sélo lo no funcional es insust- \ tuible. De abt lor sieuales deseeperados y arcaicos de émbalsamamien- 19 Invenvan compensar mégicamente la pérdida de la consciencla tem. poral, que se deriva de la propia relacién social, En todo esto Europa no va por delante de América, que podria aprender la tradicién aqui, sino que sigue a América, y para esto no hace falta la imitacién. La eri. sis della consciencia histérica, patente de muchos modos en Alemania, hasta Hegar al desconocimiento del pasado reciente, es un sintoma de un estado de cosas més amplio. El nexo del tiempo se est4 desmoro ‘nando para los seres humanos. Que el tiempo sea tan apreciado en la filosofia indica que el tiempo esta desapareciendo del espiritu de los vi-- of el Elgsfo tallano Enico Call ha habla de eno en un iro. vos: ‘Todo el arte contemporineo reacciona a la pérdida de tradicién, Ha per- ido la obviedad de su relacién con ef objeto, con el material, que radicién itizaba, asf como la obviedad de sus g imientos, Sere acts ciads ca least Ta isco y Bes dee asta 1 Gagond bid [es es percibido, y los artistas importantes lo eliminan a mar- tillazos, como si fuera yeso. La sintencién de objetividads tiene el im- pulso hosti ala tradiciSn, Lamentarse de esto, ecomendat la tredicién [por beneficiosa, es impotente y contradice a la esencia de la tadicisn, ‘La racionalidad funcional, la consideracién de que en un mundo pre~ ‘sunta 0 verdaderamente deformado serfa bueno posees una teadicién, no puede prescribir Jo que Ja racionalidad funcional ha anulado. 2 La tradicién perdida realmente no se puede suplir estétcamente Esto To hace la sociedad Burguess, y sus rezones también son reales. /Cuanto menos tolera su principio lo que no se le parece, més contun- dentemenve apela a la tradicién y cita lo que desde fuera parece ser un valor La sociedad burguesa estd obligada a hacer esto. Pues la ra- ase coi eS | Sobre la tradicién 273 cionalidad que impera en su- proceso de produccién y reproduccién y - mite cuyo tribunal convoca a todo lo exisience no es la racienalidad. silena: Etburgués Max Weber la definié:como tina racionalidad en la relacién de los medios y los fines, no en los fines en si; Weber entregs las fines a la decisi6n subjeriva, irracional/ Cuando unos pocos man- dan sobre los medios de produccidn, esto causa inevitablemente con- fictos y el todo es ran irracional y amenazante como siempre{Cuanto nds racionalmente se organiza el todo, més terriblemente crece su po- dder sobre los vives y Ta incapacidad de la razén de éstos para cambiar- fo. Si lo exisvente quiere justificarse racionalmente en esa itracior dad, ha de ase cn lo irracional que ha extirpado, en la tradicién, Ue, si involuntario, se escay 3, se vuel- ve falsa cuando Iz invocamos. La sociedad aplica la tradicién como un aglusinante, y en el arte la tradicidn aparece como un consuelo pres- «ito que ttanquiliza ales personas sobre su atomizacién en el tiempo. Desde que empezé el periodo burgués, los miembros del Tercer Esta- do saben que a su progreso y-a su razén, que elimina virtualmente to- das les diferencias cualitativas de lo vivo, le falta algo. Sus escritores, que nadaban con la corriente, se burlaton del prise du progrés, desde la comedia de Molitre El burgués genaithombre hasta a familia Litunlei de Gottfried Keller, que se inventa sus propios antepasados. Toda la li- teratura que critica el esnobismo, el cual es inmanente a una forma de sociedad en la que la igualdad formal est al servicio de la desigualdad. * ‘material y del dominio, oculta la herida, en la que echa sal. Finalmente, la tradicién destruida y manipulada por el principio burgués se crans- forma cn yeneno. Hasta los momentos genuinamence tradicionales y [as obras de arte importances del pasado se convierten, en cuanto lacons- denca lsadara cna eligulas on componente deans deslogaaes, se recrea en el pasado para que en el presente no cabie nada, salvo ‘mediante la sujecién y el endurecimiento. Quien ama el pasado y, pata ‘no empobrecer, perseyera en este amor se expone al malentendido, pér- fidamente entusiasta, de que no es tan malo y que se puede hablar con sobre el presente. 3 ‘La wadlicién falsa, que surgié casi al mismo tiempo que la socie- dad Buy 8 Burguesa se consolidaba, revuelve en una riquera falsa que atra-, ¢ 4 | _aesoereoreaesrreunen gums nhsnminsninnnteemneeennnnatennnn 24 Crtice dela culture y sociedad 7 / joal viejo Romanticismo, y més atin al nuevo. También el concepto de literatura universal, que nos liber de Ta angostura de la literatu. ra.nacional, indujo desde el principio be Ha tigueda ot ls por que, siguiendo el espfritu burgués del dominio de fa propiedad, fue teeta como al ardina tevier a ta diaposic(én todos ls mate. cdales y Tas formas arcsticas posibtes-urmr vez que los historiadores se ‘inculante, pars elartista, éte puede apresar a cualquiera de elas sin resistencia. Hegel explico en este sentido el arte moderne, al que de- nominaba «romdnticos; Goethe no estaba en contra, pero la alergia actual contra fa tradicién sf lo estd,|Mientras que en apariencia todo estd abierto por igual para el artista aut6nomo, los tesoros desente- rrados no le benefician, como prometian recientemente (pero ya mal- tadas) las corrientes neoclasicistas, representadas en Ia literatura por el iiltimo Gide y Cocteau,|Si el artista hace uso de esto, se dedi- cna as artes y oficios, toma de la cultura algo que contradice a su propia sieuacién, formas vaclas que no es posible llenat: pues nunca el arte auténtico ha Ilenado su forma. Tras la rui tradicién, de el artista ya s6lo percibe a ésta en la resistencia que lo tradicional le“ opone cada vez que quiere aduefiarse de ello. Lo que hoy se llama sxeduccidns en los medios aristicos més diversos obedece a la expe- riencia de que no se puede usar nada més que lo que a figura exige ag y aon, La accerucén del cambio ds los programas la co- srientes estéticos, que el ilisteo atribuye a la moda, se debe ala obli- gacién creciente de rechazar, que Valéry fue el primero en percibir. Latelacidn con la radicién se convierte en un canon de lo prohibi- do, Con una consciencia autocritica creciente, este canon absorbe cada ‘vez més cosas, incluso lo aparentemente eterno, las normas que, to- smadas directa o indirectamente de la Antigitedad, fueron moviliza- das en la época burguesa contra la disolucién de los momentos tra- dicionales. E os am sradicién esd demolida 0 co- wompida ideolégicamente, objetivamence la historia tiene cada vez mas poder sobre todo lo que existe. Que el miindo e uia saraa de imeios acontecimlentos, ain Ta dimensin de profundidad del deve- Sobre la radicién 275 dicién. Lo que parece no tener historia, ser un puro comienzo, que- daa merced de la historia, inconsciente y fanestamente; esto ya se hha expuesto en relacién con las corrientes ontoldgicas y arcaizantes dela filosofia. Ekescritor que se opone al momento de apariencia de la wradici6n y que no cree pertenecer a ningypa estd empero inclu do-ui la. sabes sodo peedante ol leasle hl lesguajs Kien ns es un aglomerado de fichas para juges, sino que los valores de cada .\ palabra y de cada frase reciben objetivamente su expresién de su his- toria, en la cual esté el proceso histSrico/fél olvido, del que Brecht se prometia la salvacién, se ha convertid® en un vacfo mecdnicos la pobreza del puro aqu(y ahora ha resultado ser una negacién abstracta de fa siqueza falsa, una apoteosis del puritanismo burgués. El instanve despojado de coda huella de recuerdo es muy frégil en la Jocura de que lo mediado ral. Lo que en los pre retrocede. La renuncia tiene su contenido de verdad sélo si se pre- senta como desesperada, no si criunfa tercamente. La suerte de tener una tradicién que los reaccionatios alaban no es s6lo ideologla,/Quien sufre bajo el predominio de lo meramente existente y anhela lo que aiin no ha existido puede sentirse més afin a una Plaza del Mercado del surde Alemania que a un pantano, aunque sepa que esa plaza com tribuye a la conservacién del mobo, el complemento de la desgracia tecnificada/]Al igual que la tradicién inflexible, lo que carece abso- Jutamente de tradicién es ingenuo: no conoce lo pasado que hay en la relacién con las cosas presuntam ‘no encurbjada por el pelve do detmorona Bae anne eee el ae Gag adel ed aig hiesenelan coo ae USeasbaes eels sete easel Ela te ceae pasado. Por eso, la tradicidn se encuentra. ante una contr 2 [Eso ee Nee ane eee aoe ere Paetn aay 5 Esea_antinomia prescribe la posicién posible de la consciencia frente a la tradicién. La frase de Kant de que ya solo el camino cr Kale repay aac oe Critica dela culew y rociedad tico.estd abieito ¢s una de esas frases cuyo contenido de verdad es muy superior a lo que su autor quiso decir en su momento. No afec:'< ta s6lo a la tradicidn particular de la que Kane se separ6 (la de la es- cuela racionalista), sino a la tradicién en conjunto. No olvidar la ta dicién, pero no adaptarse a ella, significa confrontatla cori el estado dela consciencia aleanzado, el mas avanzado, y preguntar qué agtian- tay qué no, No hay un alm: clas eternas, y tampoco ‘puede haber unas lecturas fijas. Pero s{ hay una ‘salu que uy ou > \ sen insobornabl iltima gene- ‘acin, como Ia escuela de George, Hofmannsthal, Borchardt y Schrsder, supieron, pese a su intencién restauradora, algo de esto, pues preferfan lo sobrio, lo sucinto, a lo ideal. Dieron golpes a los ‘textos para distinguir lo que suena hueco de lo que no. Percibieron, Ja wransici6n desde fa tradicién a lo mezquino, a lo que no se esta- blece a sf mismo; les gustaban més las obras en las que el conteni- do de verdad estd sumergido en el contenido material que las obras sobre las que el contenido de verdad flota como una ideologla y por tanto no es contenido de verdad. Con nada tradicional es mejor en- azar que con esto, siguiendo la tendencia de la Tlustracién, una tra- dicién subterr4nea de lo antitradicional que ha sido traicionada y difamada en Alemania, Pero también la voluntad integra de restau- rar tuvo que pagar su tributo. Su positividad sirvié de pretexto a toda una literatura grandilocuente. La intégtidad de los imitadores de Seif ter y de los exégetas de Hebel es hoy tan barata como el gesto os- tentoso. Lo presuntamente inmaculado ya est’ incorporado a la ma- nipulacién general de los bienes culturales sancionados; también ‘obras antiguas importantes han sido destruidas al salvarlas. Se opo- nena la restauracién de lo que fueron. Objerivamente, no en Ia cons- ciencia reflexiva, se desprenden de ellas unas capas cambiantes en vireud de su propia dinémica. Sin embargo, esto funda una tradicién, la inica ala que todavia se podria seguir. Su criterio es correspondance. Esta tradicién ilumina lo presente y recibe su luz de lo presente, Esa correspondance no es la de la empatia'y la afinic mediara, sino aque necesita la distancia. El tradicionalismo malo se aparta del mo: perversamente a lo it habla en la -cuperable, mien a NS. Sobre la radicén ea acién genuina mediante lerdistancia es la admiraci6n de Beckett por Effi Briest. Este ejemplo ensefia que la tradicién que hay que pen- sar bajo el concepto de correspondance no soporta lo tradicional como modelo. ca 6 A la selacibn critica con la tradicién le es ajeno el gesto de «Eso ‘ya.no nos interesa», igual que la subsuncién impertinente de lo pre- sente en conceptos histéricos demasiado amplios, como el de ma- nierismo, obedeciendo en secreto a la maxima «Todo ha existido yar. Estos comportamientos nivelan. Se entregan a la supersticién de la contiauidad hhistdrica y del veredicto histérico; son conformists. Donde la idiosincrasia contra lo pasado se ha automatizado, como frente a Ibsen o Wedekind, se opone a lo que en esos autores quedé en suspenso, alo que nose desplegs histéricamente 0, como la cman cipacién de la mujer, es fedgil. En estas idiosincrasias se da cone ver- dadero cma de eles sobre a radii: fo qu ha quedo en el camino, lo descuidado, 1a derrorado, fo que se reine en la p: Jabra wanticuadon. Lo vivo de la tradicién busca ahi refugio, no et resistencia de obras que han de resistir al tiempo. Se le escapa a | persistencia de obras que han de re PO. paala panordmica del his en la q ticin de lo impere-/ up cedero y el miedo a lo pasado de moda se entrelazan Funestamente.? ‘Hay que buscar lo vivo de las obras en su interior: capas gite en fa: ses anteriores estaban ocultas y que se manifiestan cuando otras ca- mueren y caen.. El hecho de que Bt despertar de la primavera de Rl Sesleri inctimscasel pools de lon eipcinria Ges chillerato y los tenebrosos retretes de las viviendas del siglo 0X, lo indescriptible del rfo ante la ciudad al atardecer, el té que la madre Ileva a los nifios en una bandeja, las charlas de las colegialas sobre el compromiso matrimonial con el guarda forestal Pflle,en la imagen de lo imperecedero, de lo pasado, ha quedado claro una vez que los deseos de educacién sexual y tolerancia para los adolescentes que esta obra proclama ya se han cumplido y se han vuelto indiferentes; sin clos, esas imagenes nunca se habrfan formado, Contra el veredicto ricuado esté el conocimiento del contenido de Ta cosa,-que co s6lo To tiene en cuenta un comportamiento que ele- ‘ala tradici6n a la consciencia sin doblegarse ance la cradicién, ATA ri Critica de a cultura y sociedad | tradicién-hay que procegerla de la furia de la destrucci6n y despo. jarla de su autoridad no menos mitica 7 La relacién critica con la tradicién en tanto que medio desu con- servacién no concierne slo « fo, sino también a Ta produc- dn actual. Si ésta es auténtica, no empieza alegremente el prin- cipio, no sustituy rocedimiento inventado por otro, sino que sroeqacién decmninade Las bra testa de Bede: odican pe idicamente en todas tus pewspectivas la forma dremética tradicio. nal. Las terribles obras en que con una seriedad animal-cémica se le~ vantan pesos de goma y al final codo sigue igual. que al principio replican a las ideas de accién, peripecia, catdstrofe y desarrollo de los ccaraceeres, Esta categortas ac haa convettido en fa ruperesteuctard sobre lo que suscita realmente compasién y miedo, sobre lo que siem- pte es igual. El desmoronamiento de esa superestructura como con- Secuencia de su exitica actual propozciona material y contenido a una dramaturgia que no quiere saber qué es lo que dice. Por tanto, el con- cepto de anti poco el de antihéroe. Los personajes centrales de Beckett son s6lo es: tapdjaros del sujero que dominé la escena. Las payasadas que hacen juzgan al ideal de la personalidad soberana, que en Beckett se hun- de merecidamente, La palabra eabsurdo», que sea generalizado para referirse a su dramaturgia, es sin duda inferior. Le hace demasiadas concesiones al sentido comiin convencional, contra el que aqui se in- coa un proceso; esa palabra hace como si lo absurdo fuera la menta- lidad de ese arte, no la maldad objetiva que ese arte deja a la vista. La consciencia conformista intenta tragar hasta aquello con lo que 4g no puede reconciliarse, Sin embargo, esta penosa palabra no es com- pletamence falsa, Presenca la liceratura avanzada como critica concreta del concepto tradicional de sentido (del sentido del curso del mun- do), que hasea entonces el waste clevado» habfa confizmado incluso cuando erigia a lo tragico en-su ley. La esencia afirmetiva de la tra diciOn se desmorona. La tradiciSn afirma mediante 7 cia que alo largo del tiempo el sentido se mantiene, se transmite. La literatura moderna importan en analogia con la miisica y la pincura, a ideologfa del sentido de lo que en la catdstrofe se qui- ‘ano est mal elegido (aunque sea un cliché), tam= Sobre ls wadicién 279 1d su apariencia tan rigucosamente que la duda afecta también a la apaciencia pasada. Esta liveracura sompe con Ja tradicién y empero fe sigue: toma tan literalmente la pregunta de Hamlet sobre ser o 10 ser que se atreve a contestar «no ser, algo que no habia sucedido en la wadicién, igual que en los cuentos el monstruo no vence al prin- cipe. Esta critica productiva no necesita la reflexién filos6fica, La ejer- cen los nervios de reaccién exacta de los artistas y su control técni- co. Ambas cosas estén ahitas de experiencia histérice. Cada una de las reducciones de Beckert presupone la copiosidad y diferenciacién extrema que Beckete sechaza y hace estallar en los cubos de basura, en los montones de arena y en las urnas, hasta Uegar ala forma lin- silstica ya los chistes deteriorados. Similar a esto es la insatisfaccibn de los novelistas actuales con la ficcién de esa vitrina en la que tie~ nen que mirar y sobre la que saben todo. Todo esto choca con Ja tra- dici6n, se enfeda con ella porque la considera el ornamento, el en- gafio de un sentido que no existe. Son fieles.al sencido negindose a simalaclo, 8 No menos dialéctica que la posicién de las obras aucénticas ante Ja critica es la posicién de los autores. Por supuesto, un escritor no tiene por qué ser un fildsofo; y mejor que no lo sea si eso consiste ent confundir el contenido de sentido que se ha introducido en la obra con su contenido de verdad. Beckett rechaza apasionadamente coda refle- ign sobre el presunto contenido simbélico de sus obras el conteni- does que ningin contenido estd positivamente ante nosotcos. Sin em- bargo, en la posicién de los autores ante lo que hacen ha cambiado algo constitutive. Que los autores ni entren en la tradicién ni operen en el-vaclo destruye el concepto de ingenuidad arvistica, que std unido intimamente ala tradiciGn. ThistOrica se con- centra en la reflexi6n ineludible sobre le y lo que yano es posible, en el conoci ento claro de las técnicas y los materiales y con fa que Mabler equipars a la tradici6n. Pero la eradicién sobrevi- ‘ye en la consciencia hostil a fa tradicién de fo adecuado histéricamente. Larelain delattsta con su obra se ha vuelto completamente cieg. yale vez completamente transparente. Quien se comporia de una (ce tan tradicional que cree hablar con naturalidad escribied en f 280. Critica dela cules yvociedad lalocura de la inmediatez de su individualidad lo que ya.no funcio. 2. Pero asi no triunfa el artista de reflexién sentimental, cuyo tipo Ia aurocomprensidn estética contrasté con la ingenuidad desde el la. sicismo y el romanticismo. Se convierte en objeto de una segunda re. flexién que le quita el derecho a poner sentido (el derecho ala wideas) que el idealismo le habla atribuido. Por tanto, la consciencia estéti- ca avanzada converge con la consciencia ingentta, cuya intuicién sin concepto no se artogaha sentido, y tal ver par esta razdn lo obtenia a veces. Pero tampoco se puede confiar ya en esta esperanza. El arte sélo salva su ido de verdad cuando estd eni contacto estrech ‘con Ja tradicién y se af la. Quien no quiera traicionar : felicidad que el arte sigue prometiendo en algunas de sus i Garabateado en el Jeu de Paume Si prestamos atencién no a la forma de percibir y a la manera de pintar de los impresionistas Franceses, sino a sus objeros, vemos que ‘sus paisajes estén llenos de signos dela modernidad, en especial de mo- mentos de la técnica. Esto distingue explicitamente a los impresionis- tas franceses de sus sucesores alemanes. Mientras que éstos quieren en- taegarse al juego de los eflejos del Sol en un bosque sin sec estorbados, elestorbo es el elemento vital de los grandes pintoresfranceses. Los ros con puentes de ferrocarril que ellos privilegian tienen, tal vez por el re- cuerdo de los acueductos romanos, la tendencia no a convertirse en el contrapunto de su entorno, pero s{a parecer antiguos, como si ellos fucran la nacuraleza dela que a menudo proceden sus piedras. Los cua- dros quieren efeccuar por s{ mismos esta fusion de lo contrapuiesta: ab? sorber los shocks que causan a los netvios os artefactos que se han in- dependizado del cuerpo y de los ojos de los seres humanos. Lo mds conocido del procedimiento impresionista (la disolucién del mundo delos objetos en sus cozrelatos perceptivos, el intento de llevar el mun- do al sujeto) queda completamente claro en la seleccién de los obje- tos. Lo que se tle de la experiencia ha de ser experimentado, lo extta- fiado ha de convertitse en cercanfa. Esto es el impulso en que se ha {formado el concepto de pintura moderna, La realizacin pictbtica quic- re equiparar lo extrafiado a lo vivo, salvarlo para la vida, La innovacién tenfa una intencién eminentemente conservadors. La fuerza con que sta se aplicé inconseientemente a la manera de pintar constituye la profundidad del impresionismo, Ese momento se sublima de inmediato desde lo material alo puramente pictdrico: la fscinacién de Sisley por la nieve significa que a lo muerto de la naturaleza, ala cubierta inver- nal, se le atranca su vida dptica, igual que a las cosas de hierro que ya

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