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RESUMEN
En un inhóspito desfiladero montañoso de Polonia, se encuentra una torre que sirve como prisión para
Segismundo, el hijo del rey de Polonia. Dos figuras se acercan: la moscovita Rosaura, vestida de
hombre, y su criado, Clarín. El caballo de Rosaura se ha escapado, así que ahora tiene que andar a pie,
al igual que su criado, por la intransitable campiña. A través de la puerta semiabierta de la torre, ambos
ven un pálido reflejo de luz. Escuchan cómo, desde la torre, Segismundo, atado con cadenas y vestido
con pieles de animales, maldice su destino. Segismundo no comprende por qué debe vegetar ahí
encadenado, ya que no es consciente de ningún delito. Cuando Rosaura y Clarín se dejan ver, quiere
matar de inmediato a los supuestos espías. Pero entonces, siente compasión por Rosaura y acepta su
petición de gracia, sin dejar de comentar que él no es en realidad un hombre.
Alertado por la conversación de los tres, Clotaldo, el guardián de la torre, acude corriendo con sus
soldados y detiene a los dos forasteros. Rosaura no quiere aclarar a qué ha ido a esa región. Clotaldo
les recrimina que han infringido la ley del rey. Todo contacto con el prisionero se castiga con la
muerte. Les vendan los ojos y los desarman. Rosaura le pide encarecidamente a Clotaldo que cuide su
espada, la cual encierra un misterio.
“¡Ay, mísero de mí, y ay, infelice! / Apurar, cielos, pretendo / ya que me tratáis así / qué delito
cometí / contra vosotros naciendo””.
Clotaldo reconoce la espada de inmediato: se la había dado antaño a su amante Violante como prenda
de su amor, junto con la promesa de reconocer como su hijo al portador de la espada. Por esa razón,
Clotaldo cree reconocer a su hijo en la Rosaura disfrazada y se encuentra frente a un desagradable
dilema: ¿debe poner en manos del rey a su propia sangre y carne? Decide llevar a ambos frente al rey
Basilio y tratar de obtener piedad para su supuesto hijo. Si el rey se apiada, quiere identificarse. En
caso contrario, el supuesto hijo no debe enterarse de que fue su padre quien lo sacrificó.
En la corte del rey polaco, se encuentran sus sobrinos Astolfo y Estrella. Astolfo, el duque de
Moscovia, dejó su ciudad de origen para enterarse en la corte de los planes de sucesión de su tío. Le
propone a Estrella que sea su esposa, así ambos podrían recibir una parte del trono. Ni él ni ella
conocen la existencia de Segismundo y cuentan firmemente con que uno de los dos heredará el trono
del rey. Estrella no se opone a la propuesta de Astolfo, pero le molesta el retrato de una mujer que él
lleva en un medallón que cuelga de su cuello. ¿Ya ha entregado Astolfo su corazón? La aclaración a
esta pregunta es interrumpida por la entrada del rey. Basilio se alegra de que su sobrina y sobrino
hayan obedecido su llamado. Les revela ahora a ellos y a la corte real que no es cierto que no haya
tenido hijos.
“Esta espada es la que yo / dejé a la hermosa Violante / por señas que el que ceñida / la trujera había
de hallarme / amoroso como hijo / y piadoso como padre””.
Sin embargo, sus investigaciones astrológicas y su horóscopo le habían profetizado que su hijo sería un
bellaco, delincuente y tirano. Esto pareció confirmarse cuando su esposa, al nacer él, falleció entre
grandes dolores. Por esa razón, Basilio tomó la decisión de mandar encerrar a su hijo en una torre y
encargó a Clotaldo que fuera su guardián y maestro. Pero ahora que dejará su dignidad real, lamenta el
hecho. ¿Puede él negarle su destino a su propio hijo? ¿Qué tal si las estrellas se equivocaron?
El experimento
Para darle a su hijo una oportunidad, Basilio quiere llevar a cabo un experimento: sentará en el trono a
Segismundo por un día, para ver cómo se comporta. Hay que adormecerlo, traerlo a la corte y contarle
la verdadera historia de su origen. Si demuestra que es un buen rey, el trono le pertenecerá. Pero si
resulta ser un tirano, como profetizaron las estrellas, tendrán que volver a adormecerlo, regresarlo a la
prisión y decirle que todo fue solo un sueño. En ese caso, dice Basilio, el trono sería para Astolfo y
Estrella. El pueblo está entusiasmado y curioso acerca del resultado del experimento.
Más tarde, Clotaldo le informa al rey que el experimento puede empezar. Han adormecido a
Segismundo y lo han llevado al dormitorio del rey, donde los criados están esperando para servirlo
como monarca. Basilio se marcha y aparece Clarín, que se queja de que nadie se preocupa por él.
Después de un cambio de ropa, Rosaura puede hacerse pasar por sobrina de Clotaldo y se alegra de la
amabilidad de los criados. Clotaldo se muestra comprensivo y toma a Clarín a su servicio.
“Yo he de ponerle mañana, / sin que él sepa que es mi hijo / y rey vuestro, a Segismundo / que aqueste
su nombre ha sido / en mi dosel, en mi silla”.
En ese momento, Segismundo entra a escena y se sorprende de su fastuosa vestimenta. Clotaldo le
informa su situación y trata de animarlo a enfrentar el destino que le profetizaron. Pero Segismundo
reconoce en Clotaldo a su guardián de muchos años y quiere matarlo ahí mismo. Aun cuando logran
impedírselo, él se comporta colérico y descortés frente a los criados. Agarra a uno de los cortesanos y
lo arroja al mar por el balcón. Cuando Astolfo lo saluda de manera cortés, Segismundo responde con
burla mordaz. Basilio se entera del comportamiento de Segismundo y se siente desesperado de que el
destino muestre tener un poder tan grande sobre él. Quería abrazar a su hijo y ahora se estremecía por
sus manos asesinas. Segismundo rechaza la opinión de su padre. Tiene derecho al trono, así que el
viejo rey no tiene nada que decirle. Entonces, Basilio le advierte a Segismundo que quizá solo esté
soñando.
Nuevo ataque al honor de Rosaura
Rosaura aparece esta vez vestida de mujer. Se hace pasar por una dama del séquito de Estrella.
Segismundo está conmovido por su belleza e intenta conquistar su corazón con palabras lisonjeras.
Como no lo logra, manda que todos los criados salgan de la habitación, con el propósito de satisfacer
sus ansias por la fuerza. Solo Clotaldo se opone. Segismundo saca su puñal, se produce una riña.
Rosaura huye y pide ayuda, a lo cual se presenta Astolfo y amenaza a Segismundo. Solo cuando
aparece el rey, se deponen las armas. Una vez más, Segismundo se burla de su padre y se marcha.
Basilio da la orden de adormecer a Segismundo, regresarlo a la torre y hacerle creer que todo fue solo
un sueño.
Cuando aparece Estrella, Astolfo aprovecha la oportunidad para reiterarle su amor. Estrella habla del
retrato que traía antes colgado del cuello. Cuando Astolfo desaparece para ir por el retrato, aparece
Rosaura. Estrella le pide que espere a Astolfo y reciba el medallón por ella. A continuación, sale de la
escena.
“…pues, aunque agora se vea / obedecido, y después / a sus prisiones vuelva, / podrá entender que
soñó, / y hará bien cuando lo entienda; / porque en el mundo, Clotaldo, / todos los que viven
sueñan””.
Cuando Astolfo regresa, se sorprende de encontrarse con Rosaura. Esta afirma que no se llama
Rosaura, sino Astrea, pero el duque descubre el juego y reconoce a su antigua amante, a la que
ciertamente había abandonado, pero a la que por lo visto todavía ama. No le quiere entregar el
medallón, que no representa a nadie más que a Rosaura, así que ella intenta arrebatárselo a la fuerza.
“Pues en dando tan severo / en hablar con entereza, / quizá no hallaréis cabeza / en que se os tenga el
sombrero””.
En ese momento, aparece Estrella y exige una explicación. Rosaura inventa una artimaña y aclara que
había perdido un retrato de ella misma que Astolfo había recogido y no se lo había devuelto. Estrella se
lo reclama, ignorante de que se trata del retrato de la amante original de él. Cuando reconoce con una
mirada que en el retrato está representada Rosaura, cree la historia de esta y se lo devuelve. Después de
que Rosaura se marcha, Estrella le exige el otro retrato a Astolfo. Pero puesto que ya no hay tal y
tampoco puede admitir que era el retrato de Rosaura el que pendía de su cuello, Astolfo no dice nada.
Estrella se va furiosa. No quiere volver a ver a Astolfo.
La vida es un sueño
En la celda, Clarín lamenta su destino. De pronto escucha tambores, cuernos, voces. Una turba furiosa
lo libera de la torre y quiere hacerlo rey. La muchedumbre lo confunde con Segismundo; le dicen que
quieren tener como rey al verdadero sucesor del trono y no a un extranjero. Cuando Segismundo
aparece, se dan cuenta de su error y le piden que tome el rango de rey con la fuerza de las armas.
Segismundo cree que está soñando de nuevo y se controla por esa razón.
“¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor
bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son””.
Mientras tanto, Rosaura le suplica a Clotaldo que defienda su honor y mate a Astolfo. Pero Clotaldo no
puede hacer eso, ya que él está de parte del duque de Moscovia en contra de Segismundo. Le promete
a Rosaura su patrimonio, siempre y cuando se retire a un convento. Ella se niega y se dispone a matar a
Astolfo con sus propias manos. Clotaldo la sigue.
La profecía se cumple
Segismundo dirige a sus tropas heroicamente en la batalla. De repente, Rosaura va hacia él, armada
como hombre. Ella le recuerda que ya se encontraron dos veces antes –en la torre y en la corte– y le
solicita su ayuda en contra de Astolfo. Le informa que a su madre le había tocado el mismo destino
que a ella, con la diferencia de que ella sí sabía quién le había robado su honor y la había traicionado
vergonzosamente. Segismundo está desconcertado: si ha visto varias veces a Rosaura, ¿fue siempre en
un sueño o también estando despierto? Puede refrenar su breve deseo inflamado por poseerla. Sabe que
cada mala acción, ya sea estando despierto o soñando, tiene consecuencias en el más allá. Arremete
contra Astolfo en el campo según lo deseado.
“Mas, sea verdad o sueño, / obrar bien es lo que importa. / Si fuere verdad, por serlo; / si no, por
ganar amigos / para cuando despertemos””.
Clarín cae víctima de una bala en una acción de guerra. Basilio comprende que no puede ganar contra
Segismundo y se lanza frente a él, en el polvo. Así se cumple la profecía, pero no tiene las temidas
consecuencias. Para sorpresa de Basilio, el presunto tirano le tiende la mano. Como nuevo rey
celebrado por todos, Segismundo todavía resuelve aún más problemas: casa a Rosaura, cuyo origen
finalmente se aclara, con Astolfo, de modo que así ella recupera su honor. Él mismo pide la mano de
Estrella, quien lo acepta. Segismundo aclara el asombro general por la transformación de su carácter:
su maestro fue un sueño. Y puesto que la vida humana es un sueño, de ahora en adelante quiere
aprovechar el breve plazo terrenal para ser un soberano justo.