Te evitarás muchos malos ratos si aprendes a reconocer en ti tus
momentos de alteración emocional. Ya sabes que se pueden cometer graves errores al tomar decisiones mientras se está con una fuerte emoción.
Hay una correspondencia entre la respiración y tus emociones. Si
estás alterada emocionalmente, entonces tu respiración es irregular; pero si tu ánimo está tranquilo, sereno, entonces tu respiración se hace regular. Si estás tranquila, serena, y pruebas hacer tu respiración irregular, al poco tiempo te vas a encontrar tensa y nerviosa, y lo contrario también es válido.
Si estando tensa y nerviosa comienzas a respirar rítmica y
regularmente, encontrarás que pronto adquieres serenidad y tranquilidad. Es decir, es fisiológicamente incompatible estar alterada emocionalmente si la respiración es rítmica y regular.
Para aquietarte emocionalmente, tienes que mantener un ritmo; que
la inspiración dure la misma cantidad de tiempo que la espiración. Para lograrlo, cuenta mentalmente. Por ejemplo, toma aire contando mentalmente de uno hasta cuatro. Puedes hacer o no una pausa o una retención del aire por unos dos segundos; no es indispensable que respires por la nariz o por la boca, aunque es deseable siempre hacerlo por la nariz la inhalación, y la exhalación por la boca de una manera lenta y profunda, sintiendo la entrada del aire por la nariz, y la salida del aire por la boca.
Lo importante es que mantengas un ritmo, que la inspiración del aire
dure exactamente lo mismo que la espiración del aire y que también visualices y sientas la entrada y la salida del aire, disfrutando de lo que estás haciendo.
Es recomendable realizar el ejercicio respiratorio manejando tu
propia respiración de una manera lenta y profunda por unos diez minutos, cada vez, cuatro veces al día; pero, cuando estas frente a una situación o vivencia desagradable, basta hacer unas pocas respiraciones, pero bien realizadas, diez respiraciones continuas son suficientes, y después volver a realizar la respiración.