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Asesinos en serie

En esta ocasión, vamos a conocer el lado más oscuro


de la psiquis humana. Pero nos gustaría primero
hacerle una pregunta, ¿qué motivos cree usted, que
existen para hacerle daño a otra persona?
De acuerdo a los criminólogos, existen tres motivos
básicos para matar: el dinero, los celos y las
venganzas. Y cualquier persona en determinadas
circunstancias sería capaz de hacerlo.
El mundo de la psicología criminológica, ha
denominado a este tipo de personas psicópatas y ha
descubierto, que no tienen ninguna de las tres
motivaciones anteriores, se puede decir que estos
sujetos, matan por el simple placer de hacerlo y que
no tienen la capacidad de ponerse en el lugar del
otro.
Cuando una persona normal se pone en lugar del otro
es capaz de sentir compasión. El psicópata no
empatiza con la víctima, por eso no se arrepiente, no
tiene remordimientos, incluso se puede sentir
orgulloso de sus perfectos actos.
Nos acercamos a uno de los investigadores mas
expertos en el tema, es el escritor español Francisco
Pérez Caballero, quien ha presentado su más reciente
trabajo, “Killers, los peores asesinos de la historia”,
esto fue lo que nos comentó respecto a ellos.

¿Cuáles son las características que reúne un asesino


en serie?
Hay, por supuesto, asesinos de esos que el FBI llama
desorganizados y que podríamos catalogar como
psicóticos. Es decir, que actúan guiados por el mal
funcionamiento de su cabeza. Pero la mayoría de los
asesinos en serie son perfectamente conscientes de lo
que hacen. Matan porque son absolutamente
egoístas. No sienten nada por sus víctimas. Sólo son
un medio para lograr lo que desean: placer, poder,
venganza. Hay que desterrar la imagen que a veces da
el cine y la literatura de que son monstruos
inhumanos. Por desgracia, no se diferencian
demasiado de cualquiera de nosotros. Simplemente
ignoran las barreras que impone la civilización y optan
por el mal.

¿Que los lleva a cometer este tipo de actos?


Es la manera que tienen de sentirse realizados.
Normalmente son personas frustradas, que no han
podido relacionarse con normalidad, que no
encuentran su lugar en el mundo hasta que hacen
cosas que horrorizan a los demás. Y disfrutan
sometiendo a sus víctimas, ensañándose con ellas y
mostrando su brutalidad a la sociedad. Creen que eso
los eleva cuando en realidad los aparta y los margina,
reduciéndolos a nuestra parte más animal.

A menudo, consideramos que el ataque de un


asesino de estos, solo sucede en las películas, la
pregunta sería, ¿cualquier ciudadano puede ser
vulnerable a un ataque de este tipo de personas?
Desde luego. Es como una lotería macabra. Es verdad
que las posibilidades de morir asesinado son
pequeñas. Pero lo malo de las estadísticas es que no
tienen demasiada importancia. Te puedes encontrar
cara a cara con el mal. Igual que puedes tener un
accidente de avión. Y basta con que te ocurra una vez,
así que no tiene sentido andar haciendo números.
¿Cómo podríamos protegernos?
La única manera de protegerse es estar informado. El
periodismo de sucesos es vital. Sobre todo cuando
está bien dirigido, cuando busca lo que de verdad
interesa y se aleja de la sangre y de las lágrimas.
Sabiendo cómo son y cómo matan, podemos poner
los medios para ser menos vulnerables.

Entre la documentación realizada para su reciente


trabajo, ¿cuáles son los asesinos que más le
impresionaron, puede mencionarnos algunos?
Si uno es una persona normal, es inevitable que estos
personajes nos impacten. Ted Bundy da mucho miedo
porque es el asesino con cara de ángel, el hombre
guapo en el que cualquiera confiaría y que en realidad
esconde una ira tremenda que le llevó a matar a al
menos 16 chicas jóvenes. Pero hay asesinos terribles
como el colombiano Pedro Alonso López, el Monstruo
de los Andes, que asesinó a más de 300 mujeres;
Andrei Chikatilo, la bestia de Rostov, que llegó a
arrancar a mordiscos pedazos de sus víctimas; el
mexicano Ángel Maturino Reséndiz, el Asesino del
Ferrocarril, que utilizaba este medio de transporte
para huir rápidamente del lugar del crimen y que
mató al menos a diez personas en los Estados Unidos;
el Asesino de Ancianas de Santander, José Antonio
Rodríguez Vega, que se aprovechaba de su buen
aspecto para que las mujeres mayores le abrieran la
puerta y, una vez en sus casas, las violaba y las
mataba con una enorme crueldad y quizá el que más
pesadillas nos genera, Jeffrey Dahmer, el Carnicero de
Milwaukee, que tenía tanto miedo de quedarse solo
que inyectaba ácido clorhídrico en el cerebro de sus
parejas sexuales, para convertirlos en una especie de
zombies eternamente fieles. Cuando morían, los
descuartizaba y guardaba pedazos. Cuando la policía
lo detuvo, en su apartamento había restos humanos
en un bidón con ácido, decenas de fotografías de
cuerpos desmembrados y siete cráneos. Y era un tipo
con buen aspecto. Es importante aprender que la cara
de malo no existe, que el monstruo está siempre bajo
la piel y que la realidad siempre supera a la ficción.

Agradecemos el tiempo que nos regaló para resolver


estas preguntas.
Ha sido un auténtico placer. ¡Un saludo!

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