El gusto es uno de los sentidos. Es la capacidad de
detectar sustancias a través de los receptores gustativos, el sentido corporal que permite la detección de sustancias químicas disueltas en la boca, procedentes generalmente de los alimentos. El sentido del gusto depende de la estimulación de los botones gustativos, los cuales se encuentran en las papilas gustativas situadas en la lengua, órgano musculoso ubicado dentro de la boca o cavidad oral.1 El sabor se define como la sensación que causa un alimento u otra sustancia al introducirse en la boca. En el sabor influye el sentido del gusto, pero también el olfato y la textura. Los sabores primarios conocidos con los que se identifica a los alimentos son:
Dulce
Salado
Ácido
Amargo
A los que desde principio de siglo se ha añadido
el umami ("sabroso", en japonés). El gusto se percibe por el contacto de las sustancias químicas solubles con los quimiorreceptores situados principalmente en la lengua. El sentido del gusto puede considerarse una fuente de placer, pero su función consiste en permitir seleccionar aquellas sustancias más adecuadas para la nutrición y evitar en gran medida las que pueden representar un peligro para la vida por ser tóxicas o por encontrarse en estado de descomposición.
El gusto es el sentido que nos permite identificar los
sabores en los alimentos. El órgano principal involucrado en la percepción del sabor es la lengua. Esta está cubierta de papilas gustativas que contienen los receptores sensoriales para el sabor: los botones gustativos. Hay tres tipos de papilas gustativas esparcidas alrededor de la lengua en lugares específicos. También el impulso nervioso llevando información del sabor, de los botones gustativos al cerebro a través de las fibras nerviosas.
Las zonas específicas para la detección de los cuatro
sabores básicos (ácido, amargo, salado y dulce) no son mostradas en la lengua como normalmente se hace, ya que estudios recientes muestran que las cosas son mucho más complejas que eso.