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CLASE 8: SHOWA

Hirohito nació el 29 de abril de 1901 y con casi 25 años sucedió a su padre, Taisho, que
murió repentinamente a los 49 años. Hirohito sería considerado posteriormente como el
emperador de la paz, y el emperador de la guerra. Un verdadero monstruo que bajo sus
pies se realizaron los actos más atroces de la llamada “guerra contra la humanidad”
como los académicos les gusta decir a los crímenes contra civiles cometidos en tiempos
de guerra, aunque para muchos, Hirohito fue un emperador acosado por el ala derecha
de sus ministros, por la marina y por el ejército, sin voz y sin capacidad para poder alzar
la voz en contra de la guerra. La dualidad de Hirohito, es la actualidad de Japón, una
actualidad de difícil resolución entre el belicismo más espantoso, violento y xenofóbico
que la humanidad jamás experimento, como también, el pacifismo más comprometido
con la humanidad. Esa dualidad es la línea por la cual el Japón transita cada día que
pasa.
Con el gobierno del almirante Tanaka, desde 1927 a 1928 se puede decir que se acabó la
democratización. Este almirante, representante de las facciones más beligerantes fue el
que impuso medidas represivas contra los comunistas y anarquistas, sin embargo,
durante su gobierno fue donde la milicia sugirió tomar acciones más enérgicas contra
Manchuria. Si bien en un primer momento, Tanaka reprimió a aquellos que
consideraron que Manchuria era el “salvavidas de Japón”, luego del asesinato del líder
nacionalista manchú Zhang Zhuoling en un tren por parte del ejercito de Kwantung, es
decir, el destacamento japonés en Manchuria, las preocupaciones alrededor de
Manchuria solo crecieron. Tanaka tuvo que dimitir por haberle mentido a Hirohito sobre
los reales instigadores del asesinato de Zhuoling. Sin embargo, la planificación sobre el
futuro de Japón estaba en marcha sobre una guerra total contra China. El Sucesor de
Tanaka tuvo un escenario difícil, el crack de la bolsa trajo miseria a la clase obrera y
campesina que estaba atada de manos ante la política represiva que Tanaka instauró,
pero, sin embargo, la crítica por la derecha solo crecía cada vez más ante las medidas
cada vez más impotentes que este primer ministro imponía en materia económica y,
aun peor, el famoso “Tratado de Washington” donde Japón se comprometía a reducir su
flota de acorazados, cruceros pesados y ligeros y destructores en favor de Estados
Unidos e Inglaterra. La armada consideraba que este tratado violaba la soberanía
japonesa sobre sus mares además de ponerle un límite humillante a su flota. El gobierno
de Hamaguchi acabó con el atentado contra su vida que lo alejo del cargo y lo mató
lentamente.
Para entender mejor la situación manchú. Desde que Japón se industrializó siempre tuvo
problemas con sus límites y sobre todo, con las potencias extranjeras. En la era Meiji, el
problema fue “la cuestión coreana” considerando que Corea es el lugar más cercano
donde se podría realizar una invasión al “sagrado suelo japonés”. La cuestión coreana
fue zanjada en sangre y violencia tras la violación y muerte de la emperatriz coreana y
la toma del poder por parte de Japón en 1910. Eso dejaba a Manchuria como el
problema (Duus, 1989) dado que Corea formaba parte de Japón y Manchuria debería
constituirse como un “estado tapón” entre Rusia, China y Mongolia. El gran problema
de la estrategia geopolítica japonesa es que todo terminaba en la ocupación del territorio
y eso lleva a tener que asegurar limites nuevos, por ende, “nuevos asuntos” así, una vez
que Manchuria se convirtió en un estado títere japonés, el problema fue China y de esta
manera, se creaba una cada vez más difícil situación de expansión de la “esfera de
influencia” japonesa. Esto puede verse como lo que es, un plan ambicioso de expansión
y conquista. Esto en su época no tenía el trasfondo que la moderna historiografía de
derecha japonesa suele considerar como “la expansión y liberación de Asia de su
atraso” sino todo lo contrario, una suerte de mezcla entre aventura robinsoniana,
oportunismo militar y darwinismo social que derivo en ciertos “objetivos políticos y
económicos”. Se trataba de una compilación entre un paternalismo que implicaba un
claro contenido racial, ciertas concepciones científicas sobre el gobierno, una retórica
iluminista y medianamente humanitaria en su régimen colonial. De ahí que nace el
concepto de “tenshoku” iluminación, como un dogma religioso donde la nación
japonesa es llamada a iluminar a Asia. El propio creador del concepto de Bushido,
Nitobe Inazo fue parte del gobierno colonial de Taiwan y el consideraba que la misión
de la colonización es la iluminación de los pueblos atrasados.
La concepción y configuración del colonialismo japonés tenía tres etapas, la primera de
se trataba de una etapa donde los japoneses solo se limitaron a administrar, a mantener
el statu quo de los subordinados y a formarse en moderna teoría europea. En síntesis,
esta etapa es paternalista, conservadora y racional. La segunda etapa es la asimiladora,
esta esta cordada en concepciones confusionistas y en la creencia de que Japón tiene una
indisoluble unión con los países de cultura china, esta se podría decir que comenzó con
la conversión de corea y Taiwán en provincias japonesas, pero la asimilación real
comienza desde la década del 30. La tercera etapa es la configuración del racismo
japonés en la figura del koumin, el pueblo imperial, el inseparable vínculo entre el
emperador dios y su pueblo. Esta etapa coincide con el ascenso del militarismo japonés.
El pueblo japonés que estaba en otros lados merecía mejor trato, al ser el pueblo
“elegido” al ser gobernado por un emperador dios, de ahí, la concepción de kominka, la
imperialización, la prohibición de la cultura de los subyugados, la limitación de sus
derechos con respecto a los japoneses y el avance del totalitarismo colonial. En esta
etapa también se da la concepción de Pan-asianismo, es decir, el Japón como campeón
asiático. La construcción del pan-asianismo japonés es notoria, ya que para la etapa de
totalitarismo colonial militar, los intelectuales japoneses desechan todos los conceptos
europeos sobre colonialismo y comienzan su propia concepción, embarcándose en una
retórica iluminista y conductora de los pueblos asiáticos para protegerlos de los
europeos, la gran Asia, protegida y dirigida por Japón, pero que, a nivel de
administración colonial, el komin, el pueblo imperial, tenía derechos y obligaciones,
mientras que los demás, solo obligaciones. Sobre las instituciones de este imperio, hasta
mediados de la década del 20, Japón poseía un ministerio de colonias, pero con el
crecimiento de las corrientes totalitarias, militaristas y pan-asianistas este ministerio fue
borrado y reemplazado por el ministerio de la Gran Asia, estos cambios a nivel civil, no
terminaba de cuajar en la realidad, ya que el imperio japonés, era un imperio
administrado por militares. La influencia del ejército en la administración imperial fue
enorme, la mayoría de los territorios japoneses comenzaron como meros destacamentos
militares o mandatos, y esto hacía difícil la intromisión de la administración civil, en
Taiwán por ejemplo, la primer administración civil fue recién en la década del 20, en
corea, recién en el 42 paso a manos del ministerio del interior, Karafuto (Sajalin) fue
constituida como prefectura también en el 42.
De ahí, que sea tan importante la dimensión militar de Japón. A todo esto, a partir de los
años 30 se considera como el punto más alto del estado shinto, el “fascismo japonés”
no tanto por los políticos y las políticas, sino más bien, por el activismo de derechas. La
muerte del primer ministro Hamaguchi desato una crisis estatal sumado a la crisis del
30. El ascenso y caída del primer ministro Inukai en 1932 es el punto de no retorno de la
constitución del nacionalismo japonés y del estado shinto.
El origen del ultranacionalismo japonés, por lo menos, de manera ideológica proviene
del “aprendizaje nacional” (Mikiso, 2003), una corriente de pensamiento de la era
Tokugawa de la cual era parte Oshio Heihachiro y Yoshida Shoin, ambos de Choshu y
ambos asesinados, uno por terrorista, el otro por estar en contra de la elección del
shogun. Sin embargo, esta corriente de pensamiento no tenía ni el más mínimo rastro de
xenofobia, racismo y militarismo que los pensadores de la década del 30 en Japón
tenían. Los temas por los que solían abordar eran, la cuestión de Manchuria como
barrera y salvavidas de Japón contra la Union Soviética. Algunos, como “la Sociedad
del Rio Amur” eran unos extremistas civiles que proponían el avance japonés hasta el
rio Amur, en el corazón de Mongolia. Esta sociedad evolucionaria hacia un nombre más
infame “la sociedad del dragón negro” Kokuryukai que se convertiría en parte del
estado al establecerse a sí misma como una red de espías y de contactos
ultranacionalistas en Asia e incluso, las américas, Otros, como Kita Ikki planteaban una
epistemología tomada del socialismo clásico pero plagada de cuestiones raciales,
evolucionismo social y militarismo. Este pensador sería muy importante para los
militares, no solo por su carácter de “revolucionario” de derechas, sino también por el
lugar en que le daría a las fuerzas armadas en esa revolución, como los verdaderos
constructores de un nuevo orden social japonés el pensamiento de Ikki tiene varias
aristas que son comunes entre los modernistas reaccionarios: el romanticismo, el anti
iluminismo y anti liberalismo, el reconocimiento de la teoría social como parte de una
aproximación científica a la construcción de un orden gubernamental, y el desprecio por
la clase privilegiada, que apartaba a la nación de su emperador. Abogaba por un estado
capaz de expulsar a esa clase privilegiada que solo piensa en el lucro y no en la nación
y, a la vez, proponía la expansión de Japón y el control del estado por la única
institución sana, el ejército. Por otro lado, los intelectuales del Kokugaku (es decir los
intelectuales que rechazaban las religiones que no fueran el shinto) lograron profundizar
los cimientos del estado shinto tras la marginalización de las sectas (entre ellas, el
budismo y el cristianismo) además de que se logró la separación del budismo del
shintoismo al declarar que todos los santuarios (jinja) pertenecían al estado y era el
emperador quien los administraba. ¿Por qué estas organizaciones extremas tenían tanto
poder? Primero, por la situación de pobreza extrema de la clase baja japonesa, segundo,
por las leyes represivas contra la izquierda, hicieron que la única alternativa de los
japoneses más radicales sea la ultra derecha, los jóvenes empezaron a militar en
sociedades con nefastas intenciones y de accionar rupturista y violento. Y uno de estos
grupos, la sociedad de la única noche, (Issekikai) tendría un papel preponderante en la
radicalización total del nacionalismo japonés. Muchos de sus miembros eran parte de
las fuerzas armadas, oficiales de rango medio, como el propio Hideki Tojo en la década
del 30, jóvenes soldados y jóvenes civiles que se apostaban a esta causa. Este es el
nacimiento de lo que se conoce como “niponismo”, la variante más radical del
nacionalismo japonés que no solamente le declaraba la guerra al comunismo, a los
pueblos atrasados de Asia, sino también, a la democracia, al liberalismo y a todo lo que
sea occidental. El accionar de este grupo se mezclaría entre presión política,
movilización militar y asesinatos. Tal vez el suceso más triste de este periodo sea el
intento de golpe de estado del 26 de febrero del 36 donde una facción del ejército, al
grito de “reverenciar al emperador, muerte a los traidores” intento tomar el palacio
imperial y asesinar a 15 figuras políticas en un golpe de estado que era más parecido a
un asalto comando. Solo dos días después, luego de las divisiones de criterio de los
mandos de este asalto terminaron por acabar con el golpe. Su caída, el hecho de que
hayan cometido seppuku o que al ser fusilados gritaran tenno heka banzai (gloria al
emperador) hizo que la imagen del nacionalismo japonés tomara un tinte romántico y
fuera abrazado por el común del pueblo y la política.
La formación de Manchuria en el estado títere de Manchukuo durante este periodo es
capital para entender como una política exterior expansiva, sumada a un
ultranacionalismo y un militarismo extremo conducirían a guerra. El incidente del
puente Marco Polo el 7 de julio de 193, apenas un año de las jornadas de 1936 fue la
cristalización de más de una década de incubamiento ideológico: la guerra total con
China. Esta guerra tiene factores de varios tipos, el primero es el económico (Millward,
1986) Japón tenía varios problemas con respecto a sus recursos y al manejo de estos.
Primero que nada, las islas nativas japonesas poseían recursos en muy escaso volumen,
incapaces de, por si solos, mantener la maquinaria de guerra necesaria para una
potencia. La expansión proveyó estos materiales, en particular, el hierro y carbón de
Corea y los minerales de Manchuria. Pero aun, seguía siendo escaso. Para explicarlo
usaremos el problema de las fuerzas armadas. La marina y el ejército peleaban por la
asignación de recursos, y estaban enfrentadas, justamente, por quien “mimaba” más el
estado. Ambos requerían el mismo recurso, el petróleo y el acero. Para la década del 30
las mediciones económicas y extractivas indicaban que Japón se quedaría sin recursos.
Más aun, los militares conocían perfectamente que una guerra con China podría llevar a
sanciones económicas que harían que su maquinaria de guerra se detuviera y eso solo
haría que la Marina y el Ejercito sigan peleando por asignación de recursos. Pero si
hablamos de esta estructura económica, que se transformaría en una economía de guerra
para mediados del año 30, se la puede describir como mixta, en ella se repartía mano de
obra compulsiva, esclava y libre, estos recursos fueron reduciendo su cuota hacia la
industria civil muy rápidamente, aunque, como vimos, la industria civil estaba
subordinada a la militar desde el periodo Meiji. De ahí que ejercito y marina hayan
planificado dos escenarios de batalla para obtener esos recursos. Para el ejército, el
camino del norte era lo seguro, combatir al enemigo ideológico, la Union Soviética, que
en la mentalidad de los japoneses era un rival débil para obtener los recursos de la vasta
Siberia. Este camino del norte implicaba varias cuestiones, el sometimiento de
Mongolia a la esfera japonesa, la construcción de un estado títere en Yakutia y la
apropiación japonesa de la costa rusa desde Vladivostok hasta Kamchatka. La marina
criticaba este gran plan como demasiado ambicioso y arriesgado, en el sentido de que
no había grandes pruebas que ese territorio tenga el preciado petróleo (recordemos, la
explotación de recursos de Siberia en este momento estaba aún en pañales) y que,
además, el ejército pensaba pelear por la ideología y no por una cuestión práctica. La
marina tenía otro plan, el plan hacia el sur que contemplaba el sometimiento de China a
autoridad japonesa y a la vez, la absorción del archipiélago indonesio, filipino y de la
micronesia. Este plan también contemplaba la compulsión de estados a la esfera de “la
Gran Asia” y apuntaba en particular a las potencias coloniales occidentales. El objetivo
era ambicioso, pero era un plan practico ya que aprovechaba la campaña japonesa como
liberadores de Asia como excusa para “liberar” a los pueblos oprimidos por occidente.
Aunque, el corazón de este plan, no era otro que los recursos de Filipinas e Indonesia,
en particular, la riqueza de petróleo de esta última que zanjaría todas las carencias
japonesas. El problema de este plan, era que implicaba dos enemigos hipotéticos:
Inglaterra y Estados unidos, las dos potencias marinas detrás de Japón y que tenían
presencia en el indico y el pacifico. El enfrentamiento entre la marina y el ejército haría
que ninguno de los dos tuviera suficiente, la marina en un conflicto a gran escala se
quedaría sin recursos para aviones y las perdidas navales serian irremplazables, mientras
que el ejército no tendría armamento más sofisticado ni para una guerra en llanuras, ni
tampoco para poder contener a tres enemigos a la vez. El incidente del puente de Marco
Polo, que para algunos es fortuito, para otros, una planificación del ejercito japonés para
lograr una guerra abierta con China dio lugar a uno de los conflictos más sangrientos y
atroces de la historia humana. Para muchos historiadores, la segunda guerra mundial
debería comenzar con este suceso, ya que el enfrentamiento japonés con China allanó el
camino para las posiciones cada vez más abiertas de las potencias fascistas en Europa.
A penas semanas de los sucesos en el puente Marco Polo, que terminaron, “de manera
fortuita” con los japoneses ocupando una ciudad se dio la campaña de Beijing donde las
tropas japonesas como perros en celo atacaron y saquearon ciudades hasta ocupar
Beijing el 8 de agosto del 37. La campaña japonesa durante este periodo fue brutal, no
solo a nivel de fusilamientos civiles, algo ya común para los japoneses que inauguraron
otra tradición infame desde la masacre de Port Arthur en 1895. Pero este suceso seria
pequeño ante, primero, la batalla de Shanghai, conocida como “la Stalingrado china” ya
que Chang Kai Shek colocaría sus mejores tropas en esa ciudad y sería una costosísima
victoria japonesa, en donde, hasta utilizaron por primera vez armas químicas contra la
población civil y el ejército chino atrincherado en las ruinas de esa ciudad. Y mientras
esto ocurría, Italia invadía Etiopia y Hitler reclamaba los Sudetes. Esta batalla fue un
parteaguas para los japoneses, primero, porque no consideraron que los chinos serían
capaces de resistir tanto, segundo, porque plantearían el uso de la violencia civil como
parte de su campaña para bajar la moral. Tras tomas menores, los japoneses apuntaron a
la capital china Nanking el 9 de octubre, y, de nuevo, hubo una resistencia feroz de los
chinos y no pudo ser tomada hasta diciembre del 37. Los japoneses, que, dirigidos por
un miembro de la familia imperial, el príncipe Yasuhiko Asaka y el general Matsui se
entregaron a una orgia de violaciones y masacres sin precedentes en la historia humana,
mujeres fueron violadas y asesinadas en masa, niños fusilados y solo pudieron salvarse
los que estaban en la zona de protección especial que el enviado alemán John Rabe
pudo establecer gracias a sus contactos con la embajada Alemana y al pacto anti
Komintern que Japón firmo con la Alemania Nazi. Según documentos desclasificados
por Estados Unidos, se estima que alrededor de medio millón de civiles murieron
después de la batalla, el propio Rabe en su diario publicado en 1997 (Rabe, 2000) “en
la calle detrás de mi jardín una mujer fue violada y luego herida con una bayoneta
(…), y luego me entere que los japoneses entraron a un colegio Giling de Niñas y
violaron 100 niñas, la noche anterior, más de mil mujeres fueron violadas, lo único
que se escucha es violaciones” . La derecha japonesa y parcialmente el estado japonés
niega este suceso, considerándolo exageraciones y manipulaciones de China, así
también considera que otros sucesos igualmente atroces, como la prostitución
compulsoria de mujeres, las llamadas “mujeres de placer”. Previo a hablar de esto, basta
recordar que el estado japonés tenia legalizada la prostitución y que la venta de niñas a
lupanares era algo legal (Stanley, 2012) desde la era Tokugawa, y que fue normalizada
durante la era Meiji. De hecho, las primeras manifestaciones feministas japonesas
ocurrieron precisamente por la oposición a esta práctica infame. Sin embargo, como
Yuki Tanaka comenta en su libro (Tanaka, 2002, 2012)) que arranca con la
desgarradora frase “lo que tus papas no te quisieron decir”, a postrera, porque su libro
esta encarado desde el carácter personal de ser un hijo de un veterano de Manchuria,
comenta que los burdeles militares comenzaron desde la “expedición siberiana”
japonesa, donde los soldados japoneses, en lugar de “combatir el comunismo” se
dedicaron sistemáticamente a violar rusas en cada escala de su expedición. Este
problema de la baja moral fue observado por la marina que puso su primer Burdel en
Shanghai (Ianjo) donde se estima trabajaron 142 japonesas y 42 coreanas. Durante la
batalla de Shanghai la marina uso recurrentemente este burdel trayendo más y más
prostitutas. Para este historiador, el cambio ocurre luego de la masacre de Nanking
evidenciando que las tropas japonesas necesitarían “alivio” sexual para mantener su alta
moral. Tanaka continua el relato tomando cartas de soldados y de oficiales contando
como se reclutaba, siempre apuntaban a mujeres locales y se supone que les pagaban
bien. sin embargo, este reclutamiento era compulsorio, es decir, eran forzadas a la
prostitución y su trabajo eran en condiciones espantosas, llegando en los casos más
extremos a atender a más de 100 hombres por día. Sin embargo, los matices no terminan
acá, el kempeitai rápidamente se dio cuenta que las chinas usadas como prostitutas
podrían ser espías, así que recurrieron al reclutamiento de familias pobres coreanas y a
profesionales del oficio provenientes de Kyushu. Pero esto solo se daba en los burdeles
fijos, de los que se tiene data, ya que Tanaka (y muchos historiadores) aseguran que los
burdeles semifijos y burdeles de campaña eran los que reclutaban nativas y coreanas y
también, los más insanos a nivel higiénico y más atroces a niveles de prácticas. Pero los
matices no se termina acá, Tanaka asegura que estas cuestiones podrían comprenderse
mejor una vez se abran los archivos militares japoneses, que están clasificados a
perpetuidad dado que, Tanaka nos informa, que Japón no tiene un acta de libertad de
información, por lo tanto, es inaccesible la información estatal de primera mano sobre,
tanto los asuntos de las atrocidades cometidas por ejército y marina japonés durante la
guerra y hasta que profundidad en el estado estaban imbricados como también, la
planificación de la prostitución en masa en los “ianjo”.
Para 1938, la facción del ejercito busco forzar también una guerra contra la Union
Soviética, las razones no solamente era el “plan del norte” sino también, redirigir
recursos de la marina al ejercito al encarar una campaña y, tras varias presiones en la
frontera, los japoneses se lanzaron en la batalla del lago Jasan que termino en un alto al
fuego y regreso a la situación ante bélica. El ejército de Kwangtung, conocedor del plan
del norte trajo al planificador de todo ese plan, Michitaro Komatsubara quien decidió
planificar un asalto a gran escala a Mongolia para 1939, aprovechando que el
comandante soviético, Blucher, quien derroto a los japoneses en el Lago Jasan, estaba
siendo juzgado por Stalin durante las purgas y que su reemplazo era un joven inexperto.
La batalla de Jaljin Gol condicionaría la guerra en Europa de una manera tremenda, no
solamente porque Georgy Zhukov surgió como estrella militar dentro de la Union
Soviética, propinándole una derrota de la cual el ejercito de Kwantung nunca se
recuperaría, sino también, que haría que Japón no atacara a la Union Soviética luego de
tremendo despliegue de fuerza, además, fue la caída de Komatsubara y el fin del plan
del norte, la marina había vencido por el plan estratégico. Todo este problema le
causaba reales conflictos a Hirohito, efectivamente el realizaba juntas militares
preguntando porque había tres esfuerzos bélicos en un periodo donde se aseguraba que
no habría más recursos para Japón. Esos tres esfuerzos eran la guerra contra los
Soviéticos (que luego de la batalla de Jaljin Gol quedaría estacionaria) la guerra contra
China (que causaba realmente preocupación en su majestad dado que Japón no estaba
preparado para un conflicto tan largo, sobre todo, en la administración de recursos) y
por otro lado, la expansión de la marina (que para 1938 se encontraba construyendo el
acorazado Yamato, un verdadero vertedero de recursos) y todos estos temas
encontraron solución en Hideki Tojo, que paso de ser el líder del ejercito de Kwantung
a parte integral del gabinete del primer ministro Fumimaro Konoe en 1940 . Tojo ya
había participado activamente en la política, previamente, luego del asesinato del primer
ministro Inukai formo parte de la comisión del ejército que convenció al almirante Saito
a salir de la liga de las naciones. Para entonces, la presión internacional sobre Japón era
cada vez más grande, estados unidos no reconoció el “gobierno” de Manchuria dado que
no emanaba de una soberanía popular. Para empeorar las cosas, Japón rompió con el
Tratado de Washington en el 36 durante el gobierno del almirante Okada, que
reemplazo a Saito por no poder armar un gobierno de unidad nacional y por sucumbir al
ejército. Es en este contexto de crecimiento del nacionalismo donde nace un conflicto
interno en el ejército, aquellos que creían que el soldado japonés en si una fuente de
bendición imperial y bendecida por el espíritu de Yamato, por lo tanto, eran
instrumentos del emperador, esta postura se la conoce como Kodoha, contrario a esta,
eran los comandantes que buscaban controlar a los soldados, disciplinarlos y preparar
una guerra a gran escala, el Toseiha, donde militaba Hideki Tojo. Es justamente el
Kodoha quien intentó el golpe de estado del 36. Y, gracias a ese golpe fallido, Tojo y
los oficiales del Toseiha se volvieron los principales actores políticos de Japón. Y es en
este contexto donde ingresa Fumimaro Konoe, un aristócrata descendiente de los
Fujiwara respetado en el ejército como en la esfera civil y un nacionalista de hueso rojo.
Justamente, el gobierno de Konoe fue el que llevo a Tojo al estado. Konoe era la unión
final entre el brazo armado del estado, donde el ejército tenia los mejores puestos y los
zaibatsu, las familias empresariales. Estos zaibatsu son una camarilla financiera,
formada por familias poseedoras de varias ramas de la industria y del mundo financiero.
Muchas de ellas, como la Mitsui, la Mitsubishi, y la Sumitomo y la Yasuda tenían
vínculos poderosos en el estado, de hecho, el poder de la Mitsui en la dieta japonesa era
tan evidente que cuando la facción Seiyukai gobernaba, era en realidad, el gobierno de
la Mitsui. Mitsubishi tenía el segundo partido, el minseito (partido que nació
precisamente donde nació Mitsubishi, Tosa) y además, era el proveedor central de la
Marina japonesa, que, incluso, tenía sus propios astilleros en Kure. Estos fueron parte
de la alianza de Konoe junto con Tojo, la promesa de repartirse las conquistas y la
entrega de minas, campos, bancos y astilleros fuera de Japón fue la zanahoria que trajo a
los conglomerados a la alianza con los militares. El gobierno de Konoe es el iniciador
del niponismo, la enseñanza del bushido y de los mitos imperiales desde la infancia fue
la orden y ley de cada día, Japón tomaba su forma final como estado cuartel. Esto puede
ser reflejado en los juegos de niños que aún se mantienen en Japón, (Frurstuck, 2017) y
es que desde la guerra Ruso Japonesa, los niños japoneses jugaban a un montón de
juegos físicos donde se simulaba la guerra, como por ejemplo el yukigassan, una
versión de la guerra de nieve, pero con posiciones, con capitanes y con objetivos contra
otro grupo de niños. La política notó estas cuestiones y rápidamente normalizaron los
juegos en las escuelas para mantener el entusiasmo sobre la guerra, llegando incluso a
desarrollarse pequeñas guerras entre escuelas. Para los 30 la imagen de niños tomando
armas de juguetes y jugando a la guerra fue profusamente cubierto por el periodismo
occidental en Japón, y mediante estos juegos, se mantenía el entusiasmo sobre los
conflictos bélicos, llegando al punto tal que los manuales escolares publicaban las reglas
de los juegos de la guerra.
Sin embargo, la invasión de Polonia por parte de la Alemania nazi el 1 de septiembre
de 1939 sería un cambio total en la geopolítica de Japón. Primero que nada, porque
creyeron que el pacto de no agresión entre los alemanes y Soviéticos asegurarían la
frontera Manchú, siguiendo esto, en el 41, previo a que Alemania invadiera la Union
Soviética, Japón firmo Neutralidad con la Urss, aunque la neutralidad estaba, de facto,
en las fronteras. Esto llevó a varias oportunidades para Japón, la primera fue seguir
presionando y avanzando sobre China, la segunda, tras la caída de Francia en el 41 los
llevo a atacar las colonias francesas, Holandesas e Inglesas en el pacifico: Indonesia,
Indochina y Singapur. Finalmente, Estados unidos, luego de toda esta presión militar,
decide no vender más petróleo a los japoneses. Para explicar esto, Estados Unidos y sus
empresas eran los principales proveedores de petróleo para Japón, entre que se
repararan los pozos de Indonesia, se pusieran en funcionamiento y comenzaran a
funcionar sus destilerías, Japón tenía un tiempo muerto enorme de desabastecimiento de
energía. Por lo que la guerra debía proseguir hasta asegurar el flujo de combustibles y
materias primas. Este es el trasfondo del ataque a Pearl Harbour, era una apuesta, hundir
la mayor cantidad de barcos norteamericanos para ganar tiempo hasta asegurar la
completa independencia energética del imperio frente a Estados Unidos. Si bien, puede
parecer que el ataque fue desbastador, tácticamente no lo fue, los norteamericanos
salvaron a sus tres portaaviones principales de este ataque, el Enterprise, el Yorktown y
el Hornet dado que estaban en viaje de entrenamiento, la mayoría de los barcos
hundidos en este ataque fueron recuperados por lo que, en lugar de dejar a la flota
norteamericana herida de muerte, solo agito el avispero. Pearl Harbour fue un golpe a la
moral norteamericana, pero también, fue el inicio de la campaña bélica en el pacifico,
campaña que los japoneses creyeron que no se entablaría tan pronto confiados del daño
causado a la flota de superficie norteamericana, sin embargo, esto no fue así. Y, en
tanto, la armada japonesa hacia su apuesta más grande, el ejército llevaba años
desarrollando una de las atrocidades más grandes perpetradas a la humanidad. Shiro
Ishii era un microbiólogo civil de renombre en Japón, quedo a cargo de una unidad
médica en Tokio que, de nombre, era un laboratorio para prevención de epidemias, la
realidad, era un laboratorio de experimentación de armas bacteriológicas y químicas.
Ishii pronto pidió promoción al ejército para experimentar sus armas, sin el aval estatal,
no se le hubiera otorgado una enorme instalación, mano de obra y, sobre todo, seres
humanos para experimentación. La unidad 731 en teoría, era una unidad de
experimentación de potabilización de agua, en la realidad, un laboratorio de armas
biológicas y químicas que utilizaba seres humanos que el propio estado japonés le
otorgaba, vía el kempeitai, la policía militar nipona. Las víctimas eran contadas como
“troncos” (maruta) y eran sometidas a todo tipo de suplicio: vivisecciones,
congelamiento, incineración en vida. Mientras tanto, “las funciones” del doctor Ishii se
cumplían al crear un filtro de agua portátil dado que los casos de diarrea se diseminaban
en la tropa y dejaban soldados fuera de combate. Además de establecer redes de filtrado
de agua en los regimientos. Sin embargo, para 1939 tuvo su chance de probar sus armas,
durante la batalla de Jaljin Gol, Ishii soltó patógenos en un rio cercano al campamento
soviético (Gold, 2004) sin embargo, no tuvo resultado. Por lo que Ishii cambio de
aproximación y utilizó vectores, estos vectores no eran nada más que pulgas de rata, las
ratas eran criadas como negocio por el estado a granjeros japoneses y las pulgas
cultivadas en china. Sin embargo, para que funcione todo esto, se necesitaba
experimentación, así fue como Ishii uso los pueblos alrededor de su laboratorio como
conejillos de indias, desatando epidemias de cólera, diarrea, fiebre hemorrágica y la
mismísima peste negra. Estas fueron probadas lanzando “bombas de pulgas” sobre
poblaciones chinas matando medio millón de civiles chinos y causando brotes
epidémicos. pero no fue el único escuadrón dedicado a horrores semejantes, otros
escuadrones como el 516 que se dedicaron a probar bombas de fosfato en civiles, por
ejemplo, fueron tan brutales como el 731. Existían alrededor de 10 o más escuadrones
dedicados a la experimentación de armas químicas y bacteriológicas (Harris, 1995).
Esto no se detenía simplemente a químicas y microorganismos, la unidad 100 por
ejemplo, envenenaba deliberadamente a prisioneros para probar distintas sustancias
vegetales, e incluso, drogas como la heroína. Estos no se conocieron en la esfera pública
hasta más tarde, por la década de los 70, gracias, sobre todo, a películas como “los
hombres detrás del sol” de 1988.
Pero a todo esto ¿Qué opinaba y que sabía Hirohito? Lo que sabía, era todo. De hecho,
Shiro Ishii tenía una condecoración imperial, no era ajeno a los crímenes cometidos por
el ejército y la marina japonesa como tampoco. Si nos atenemos a los biógrafos del ex
emperador (Pike, 2015) la destrucción de los documentos cortesanos durante la guerra
da pie a dos cosas, uno, creer su declaración a MacArthur de que él era virtualmente un
prisionero del ejército o, creer las declaraciones de otros testigos que aseguran que
Hirohito era un fanático belicista que solo pensaba en la guerra. El hecho de que en el
palacio tenga una habitación para establecer reuniones de guerra habla por sí solo de la
realidad de este emperador. No solo eso, tenía intelectuales de extrema derecha en el
cargo de Educación Social, dedicada puntualmente a educar a la elite nobiliaria. E
incluso, realizó injerencias en la planificación de la batalla de Guadalcanal. Hirohito lo
sabía todo desde el primer momento. De ahí, que con la derrota japonesa haya decidido
jugar el papel de víctima ante un MacArthur más enfocado en la guerra fría y en la
lucha contra el comunismo que preocuparse por el cerebro de un país con crímenes de
guerra jamás vistos en la historia humana. Y es que la verdad, es que los
norteamericanos, a pesar de que el relato histórico que desarrollen sobre el poder de las
bombas atómicas, la realidad es que lo que forzó la rendición japonesa fue la invasión
soviética a Manchuria que, en menos de una semana, causo una debacle en el ejército
japonés, sumado a eso, la toma de Sajalin y las Kuriles supuso una amenaza militar
mucho mayor para Japón, sus defensas estaban preparadas para una invasión en el sur,
pero no para una invasión soviética en Hokkaido y Tohoku, a sabiendas de la perdida
de los recursos de Manchuria y Corea, la rendición estaba justificada por ese lado
(Hasegawa, 2007). Incluso Hane Misiko en su libro no hace una mención al asunto de
Manchuria. Por otra parte, hay matizar enormemente la cuestión de los bombardeos a
áreas civiles. Mark Seldon señala que hay toda una intención historiográfica que une a
japoneses y norteamericanos en ocultar los números reales de los bombardeos
incendiarios. Justamente, los horrores de las detonaciones atómicas en Nagasaki y
Hiroshima quedan eclipsados ante los espantosos bombardeos con napalm que los
norteamericanos realizaron en Tokio a la industria civil, Kure, que, en la teoría, era un
objetivo militar ya que se estaba refugiando los restos de la flota japonesa, pero que, en
la realidad, se bombardeó áreas civiles. (Seldon, 2007) por lo que, para él, la campaña
de bombardeos a ciudades civiles, resulta un crimen de lesa humanidad e incluso lo
compara como un holocausto olvidado. La historiografía recientemente comenzó a re
evaluar las campañas de bombardeo civil durante la segunda guerra por parte de los
aliados, concluyendo que se trataron de verdaderos crímenes de lesa humanidad pero
que quedaron olvidados u ocultados por los vencedores.
Así, luego del 15 de agosto, MacArthur quedo dueño de Japón gracias a que la
rendición del país implicaba la entrega absoluta del poder a las ´potencias aliadas,
aunque en este caso los japoneses solo admitieron a Ingleses y Norteamericanos. Jamás
hubo una declaración de Paz con la Union Soviética. El General MacArthur fue
declarado generalísimo de la ocupación y se convirtió en el líder de facto de Japón. La
idea de esta ocupación era “normalizar” y “democratizar el país”. Literalmente, era el
líder de un país totalmente desbastado, los bombardeos con napalm prácticamente no
dejaron rincón del país sano. Además, la mayoría de los hombres del país estaba fuera
de él, por lo que la primera orden del generalísimo fue repatriar a los soldados
supervivientes. Por otro lado, los aliados exigían la condena de los líderes militares de
Japón y acá ocurre un suceso que va a dar alimento hasta hoy a la derecha japonesa. Se
eligieron 5 jueces, ninguno soviético, pero si un asiático, Radhabinod Pal, un indio.
Entre los juzgados estaban Hideki Tojo, el príncipe Konoe que se suicidó, y 16 líderes
militares que fueron juzgados como criminales de guerra clase A. pero había un gran
problema, dos de los jueces ratificaron la condena sin chistar, sin embargo tres argüían
problemas legales, más aun, Pal creía que no estaban cometiendo crímenes algunos. La
visión de Pal fue completamente plagada tanto del nacionalismo indio como también de
su propio anti comunismo (Nariaki, 2016) la visión de Pal fue comprar por completo el
argumento de la defensa japonesa de que la guerra era completamente defensiva y que
se defendían tanto del comunismo como de las potencias occidentales. De ahí, que el
juez Pal tenga su busto en el mismísimo santuario de Yasukuni como justificador de que
los criminales de guerra que descansan en ese templo no lo son. Pero más interesante es
el argumento de los otros dos jueces ya los problemas legales que tenía este
procedimiento era el norteamericanismo, es decir, solo miraron los crímenes contra
ciudadanos en Estados Unidos y las potencias europeas, uno de los argumentos de Pal
era la hipocresía de las potencias que juzgaban ya que habían cometido crímenes atroces
en esa guerra, como el bombardeo con napalm o las bombas atómicas. Él no era el único
que lo argumentaba, ya que no había “moralidad” para juzgar a los japoneses por parte
de las naciones que lo juzgaron (En este caso, Estados Unidos, Inglaterra, Francia y
Países Bajos) además, jamás se tocó los crímenes cometidos en Corea y China, de
hecho, esta es la falla más grande del tribunal por el Lejano Oriente, y tiene razones de
ser: Shiro Ishii fue conmutado por los norteamericanos a cambio de su trabajo con
armas químicas. Y el último gran conmutado fue Hirohito, el líder real y legal del
ejército y marina japonesa, de hecho, los acusadores actuaron como los abogados
defensores del emperador. Aun peor, MacArthur siempre tuvo en claro que necesitaba al
emperador para construir un orden anticomunista en Japón, de hecho, ni siquiera les
dejaron a los soviéticos colocar un juez en los juicios de Tokio. Sin embargo, los
soviéticos en la ciudad de Javorosk juzgaron a los miembros de otras unidades de armas
biológicas. Por otra parte, y para mostrar la complejidad de la cuestión, los criminales
clase b y c fueron en su mayoría ejecutados, 150 eran coreanos y 170 taiwaneses. Aún
siguen enterrados en Yasukuni.
La construcción del nuevo orden fue planificada para que Japón dejara su nacionalismo:
se redactó una nueva constitución que garantizaba efectivamente el voto a toda la
población y el estado juraba no tener más fuerzas armadas más que una tropa para
propósitos de vigilancia interna (que hoy por hoy, es la 6ta fuerza armada con mayor
presupuesto del planeta y además, intervino en Afganistán e Irak, cometiendo también
crímenes de lesa humanidad) por otro lado, resolvieron el problema de las prefecturas:
a partir de ahora, la policía japonesa dependería del prefecto, no de las autoridades
nacionales, el prefecto sería elegido por la población de la prefectura en elecciones
libres a la norteamericana. Por otra parte, se introdujo el habeas corpus (MacArthur se
vanagloriaba de haber enseñado a los japoneses a respetar su individualidad) se
introdujo la libertad de prensa, que no fue tal, ya que en muy poco tiempo el
generalísimo tuvo que censurar a la propia prensa por la imagen que daban de el mismo
y por ultimo introdujeron reformas legales que impedían la formación de monopolios,
los Zaibatsus fueron desmembrados y convertidos en Keiretsu. Una de las reformas
económicas más interesantes fue la ley de ausentismo, esta ley expropiaba
automáticamente la tierra cultivable de un teniente absentista, esto llevo a que se
desarmara los grandes conglomerados agrarios y se reforzara a los chicos y medios,
resolviendo finalmente el gran problema del agro japonés . En cuanto a la educación, se
abolió el sistema imperial y las prefecturas pasaron a controlar las escuelas. Los libros
de texto se dejaron de editar de forma centralizada y uniforme y serían las prefecturas
quienes lo aprobaran o no. En cuanto a la política, dado que la mayoría de los partidos
estuvo implicada en los crímenes de guerra, MacArthur le costó mucho encontrar apoyo
político. En un lado, tenía a Shidehara y su partido Progresista que fue designado, de
facto, primer ministro. Su gobierno duro realmente poco, se llamó a elecciones y el
resultado fue favorable al partido socialista. Al ver que “los rojos” estaban gobernando,
MacArthur dio su voto de no aprobación y llamo a elecciones nuevamente y esta vez se
formó un nuevo partido, el partido Liberal Democrático por la fusión de los dos partidos
a ojos de MacArthur a pesar de que gran parte de sus políticos estaban o estuvieron
implicados en crímenes de guerra. Con el primer ministro Yoshida comienza el camino
al conservadurismo japonés que impera hoy en día en política, ayudado por los resortes
políticos creados por el generalísimo, este sería el partido que cumpla todos los deseos
de MacArthur y que le asegure a Estados Unidos su status quo en el archipiélago
japonés. Con todo esto hecho, se firmó el Tratado de San Francisco en 1951, que China
y la Union soviética rechazaron, y Japón volvió a ser una nación soberana en 1952. A
partir de acá, con Estados Unidos ya lejos, los conservadores comenzaron a quitar
derechos a los docentes y trabajadores con la excusa de la lucha anticomunista. Por lo
que los años 50 y 60 serían un verdadero hervidero de protesta social. La situación se
agravaba por la firma del tratado de Mutua Asistencia en la que básicamente Japón
cedía a perpetuidad bases aéreas y navales para Estados Unidos, lo que desato una feroz
protesta social en 1959. Esta situación fue resuelta gracias a la enorme inversión en
infraestructura producto de las enormes cantidades de dólares que el país genero gracias
a asistir a Estados Unidos en la guerra de Corea, donde Japón encontró inversiones para
realizar fábricas en la industria aérea y en la industria tecnológica dado que Estados
Unidos estaba en grandes necesidades de misiles, material electrónico y
armamentístico. La raíz del milagro japonés no es otra cosa que la rehabilitación de la
industria bélica japonesa y su posterior traslado a las industrias civiles. Este milagro fue
palpable en los años 60 donde , gracias a la enorme mejora de la calidad de vida se pudo
imponer todo tipo de reformas políticas que restringían los derechos colectivos (como la
huelga de docentes, la expulsión de comunistas de la administración estatal y la
docencia, la huelga estudiantil y , finalmente, el derecho a huelga en los años 70) su
secreto está en haber establecido una trampa de liquidez con el tipo de cambio de Yen a
Dólar, Japón mantenía al yen muy barato con respecto a los dólares. Esto recién
estallaría a principios de la década de 1990 con la “estanflación japonesa”, un
fenómeno particular donde los precios no paraban de crecer, pero el tipo de cambio se
mantenía fijo además de que el país se desaceleraba constantemente lo que llevo a
varias crisis políticas que aun hoy siguen existiendo, si bien el segundo gobierno de
Shinzo Abe en 2012 logró dar unos años de crecimiento bajando los impuestos a las
empresas más grandes y favoreciendo la inclusión de mujeres en la industria, este
crecimiento fue totalmente ficticio ya que el problema no fue resuelto.
Por último y no menos importante, hablemos de que tan efectiva fue la política de
MacArthur con respecto al combate al nacionalismo japonés. Si tomamos en cuenta las
entrevistas en la década del 60-70 de Albert Axelbank ( Axelbank, 1979) podemos notar
que gran parte de la política, la industria y parte de la industria cultural seguía
comulgando con los ideales del militarismo japonés, por lo tanto, podemos afirmar algo
totalmente obvio, y es que el verdadero interés de la ocupación norteamericana de
Japón no fue otra cosa más que establecer su propio orden para favorecer una alianza
estratégica con Japón. Que hoy por hoy siga existiendo una línea historiográfica
tendiente a justificar el accionar japonés desde Meiji hasta su derrota en 1945 y que
goce de buena salud y publicidad en medios y en la política no se trata simplemente de
un fenómeno aislado, se trata de un problema, un problema que el propio Japón en su
trauma de guerra no puede resolver y que, al igual que el emperador Showa, que dejo el
cargo en 1989 se debate entre el militarismo más extremo y el pacifismo más pedante.
La figura del propio Showa resulta ser la misma imagen que Japón quedo de sí mismo
en la postguerra.
El moeismo reaccionario
El clima de trauma de guerra en Japón afecta y mucho la producción cultural. Podemos
encontrar estos discursos que rozan desde el pacifismo más extremo hasta el belicismo
más extremo en todos los elementos de la industria cultural, como nos muestra esas
entrevistas que Axelbank hizo con miembros de la industria y la política nipona. Pero el
problema de la interpretación de la historia también está presente, no solo por los
problemas epistemológicos que Japón tiene en la materia sino también, por la
persistencia de los intentos estatales por bloquear la enseñanza de una historia más
crítica en la secundaria. El caso de Ienaga Saburo es el mejor ejemplo de esto (Nozaki,
2008) Ienaga era un historiador que, basándose en esta nueva regla donde las
prefecturas decidían que tipo de material de libro de texto se utilizaría en la secundaria,
decidió escribir una historia de Japón incluyendo los crímenes de guerra perpetrados por
el país. Sus intenciones eran claras, enseñar la realidad histórica de Japón, lejos del
fanatismo nacionalista como también asumiendo los hechos de las armas niponas en el
conflicto y sus crímenes. Obviamente, esto fue rechazado, por lo que Ienaga inició un
muy largo litigio jurídico que comenzó en los 60 y termino en 1997. El gran problema
era la censura. Los libros de Ienaga hablaban a las claras de los crímenes cometidos por
Japón durante la segunda guerra. Pero esta visión no es la oficialmente buscada por el
estado japonés. Y es que, en efecto, mientras que la academia se llenó de liberales, el
ministerio de educación permaneció intacto, con los mismos burócratas del extremo
nacionalismo (Burk, 2007) y es que, en ese entonces, se consideraba que todo libro de
texto que contuviera este tipo de contenido implicaba una visión “no japonesa” de la
historia. Y con esto se puede entender, o “comunista” o “demasiado norteamericana”
como lo dijo el propio Ienaga. La cuestión de fondo es el basamento historiográfico del
nacionalismo japonés. Y es que, en efecto, el discurso dominante con respecto a estas
visiones es el rechazo a “la historia masoquista” como Shinzo Abe, ex primer ministro
japonés la categorizó. Pero lo cierto, es que sus dislates contra el victimismo están poco
fundados, en el sentido de que existe un victimismo japonés que si es oficial. Japón esta
cómodo historiográficamente en el papel de víctima, algo que no se puede negar ante
los bombardeos de napalm a Kure, Yokohama y Tokio y las dos bombas atómicas, pero,
selectivamente, se olvidó los crímenes cometidos por el propio país y quedaron fuera de
la mayoría de los libros de historia de curso escolar. Pero tal vez, el momento más
interesante de la construcción historiográfica sobre la interpretación de la historia
reciente ocurre con mediados de los noventa y la aparición del “grupo historiográfico
liberal” (Sanchez Revilla, 2014). Este grupo fue fundado por Fujioka Nobukatsu. Este
grupo fue reactivo a las ideas del propio emperador de querer blanquear la situación de
los crímenes de lesa humanidad japoneses, sin embargo, el grupo historiográfico liberal
no tenía nada ni de historiográfico ni de liberal. En primera instancia, porque su objetivo
era establecer una visión de la historia de Japón centrada en “lograr que los niños
japoneses sientan patriotismo, por lo tanto, rechazan la metodología historiográfica, lo
que nos lleva al planteo de que es liberal. Y precisamente, de liberal no tienen nada. Es
meramente propagandístico en el sentido de que vienen a “liberar” la historia japonesa.
Es en este grupo donde comienza su militancia uno de los personajes más obscuros de la
industria del manga y del anime, Yoshinori Kobayashi. Kobayashi abrevará esta visión
patriótica de Japón, sus dislates contra la “historia masoquista” y creara su “neo
gomanism manifestó” una serie de varios mangas donde explica historia en clave
ultranacionalista, destacan su “Sensouron” que fue un éxito de ventas, vendiendo medio
millón de ejemplares solo el año de su salida y donde justifica la necesidad de la guerra
y también, los crímenes de lesa humanidad japoneses, negándolos o directamente
corriendo el foco de atención (Seaton, 2010) utilizando una heurística solo posible en
tiempos del positivismo histórico donde los documentos escritos oficiales eran los
únicos válidos, quitándole valor al resto de las fuentes y también, quitando la crítica de
la fuente como parte medular del trabajo del historiador. A este le siguió Taiwan-ron
elogiando que Taiwan si reconocía los aportes de Japón en su vida diaria y su economía,
blandiendo nuevamente la espada fofa del colonialismo japonés que “civilizó” Asia.
Continuo con “Okinawaron” en el 2002 donde hacia foco en que Okinawa era el
summun de la nacionalidad japonesa ya que sus gentes “voluntariamente” se
“sacrificaron por la nación” en el esfuerzo bélico pero que luego de la guerra fue
“contaminado” por las conductas norteamericanas. En 2005 saco Yasukuni Ron, donde
justificó la presencia del templo Yasukuni, sus kamis en donde se encuentran criminales
de guerra de todo grado, y también, coreanos y taiwaneses que combatieron por Japón y
no fueron repatriados. Su centro argumental es que Yasukuni forma parte de la cultura
japonesa, que son los propios japoneses quienes apoyan el templo y que las críticas de
los países vecinos al templo es simplemente un chantaje. Todo esta producción de este
autor está justificada sin fuentes, es decir, utilizando el apriorismo y lo que se conoce
como “praxeologia”, una seudo-ciencia “inventada” por el austriaco Mises en el que
básicamente trata de escapar a la explicación de método científico por otra creada por
el para poder habilitarse a sí mismo y a su discurso liberado de la comprobación
empírica, algo totalmente importante a la hora de hacer ciencia. La Practica
praxeologica en estos tipos de discurso es totalmente común hoy en día, por lo que
podemos rastrear un patrón entre las posturas de Kobayashi y las nuevas derechas, los
discursos poco fundamentados disfrazados de argumentaciones científicas relevantes, la
apelación a la irracionalidad, la negación del interlocutor y la construcción de un
sentido común a través del medio visual y del rechazo del sentido común imperante
negándolo a través de alguna categoría comodín (de izquierda en el caso
latinoamericano, norteamericano, comunista, chino o lo que le venga bien a
Kobayashi). Con Kobayashi se hablita otros discursos cada vez más extremos, como
expuestos en el manga Kenryaku ken, o “odio a la ola coreana” (Allen & Sakamoto)
donde se rastrea una versión más violenta y más extrema de este tipo de discursos
donde, literalmente, se educa al lector para aprender a odiar a los coreanos y replicar sus
argumentos, no solamente eso, sino también hace una extensión a los estereotipos sobre
los coreanos en Japón. El odio a los coreanos nace del famoso caso de la copa 2002 en
corea Japón, donde Corea salió cuarto gracias a amaños arbitrales, algo comprobado y
blanqueado por la propia Fifa. Pero este manga en particular va mas allá, justifica no
solamente el odio a la minoría Zainichi (los coreanos que quedaron en Japón y que
tienen un trato especial por haber sido traídos como mano de obra compulsiva) sino
también esta fuerte esterotipación de los coreanos cae en el mismo argumento que
Kobayashi: el chantaje.
Pero tal vez la forma más extraña en donde los discursos de la ultraderecha se filtran al
público es a través del moe. Este fenómeno lo denomino “moeismo reaccionario”
(Muñoz, 2019) y básicamente se trata de la moeficación de la guerra y del discurso
belicista en Japón. La guerra en series como Grils und Panzer resulta ser reducida a un
mero concurso deportivo, sin muertes, donde hasta incluso la devastación de la guerra
es vista como una broma. Esta versión rosa de la guerra y del discurso bélico se centra
fuertemente en los personajes. De ahí, el uso del moe. Colegialas bellas, jóvenes e
inocentes jugando a la guerra es solo una parte de lo profundo que puede ser este
discurso belicista y reaccionario. El uso de personajes femeninos estilizados
“estéticamente bellos” y “sexualmente deseables”, con fuertes sesgos de género no es
otra cosa más que la apelación a la empatía del público. Como sabemos, el moe es un
lenguaje comunicacional además de ser un símbolo en sí, es consumo y a la vez, un
vínculo. Por lo tanto, presentar una guerra con chicas lindas montando tanques o siendo
barcos de la segunda guerra mundial japoneses como el caso de Kantai Collection, o
siendo aviones de la segunda guerra como el caso de Strike Witches es la punta del
iceberg de este fenómeno. El problema de esto, es la presentación de la guerra en la
sociedad. En Grils und Panzer en el primer capítulo, una voz en off menciona que el
Sensha-do (el arte marcial de conducir y pelear con tanques) mejora la sociedad y
mejora la feminidad. En última instancia, que la guerra mejore a la sociedad es el
mismo discurso de ultraderecha que abreva gente como Kobayashi. Esta añoranza por
el grupismo en épocas de guerra está relacionada con la idea de nación que la
ultraderecha japonesa sostiene: la homogeneidad, el sacrificio y el trabajo en conjunto
por un bien común. El propio Kobayashi en Sensou-ron afirma que la guerra hacia
mejor a la sociedad japonesa que la enferma paz liberal. Las sociedades que las tres
series mencionadas nos muestran, son sociedades militarizadas. En Kantai Kollection se
da una sociedad de mujeres en armas que, les recuerdo, son humanizaciones de los
barcos de la segunda guerra mundial, un hibrido conocido como mechamusume, donde
el único varón mencionado, pero que no aparece, es el almirante (que, siguiendo la
lógica, sería el jugador del juego). En este juego es mucho más evidente la relación con
la ideología militarista, aunque en el contenido del juego no se mencione nada más que
datos fríos de los barcos reales, la vinculación de esta serie con la ideología nacionalista
está afuera del juego. (Muñoz, 2019) y es que, en efecto, la ya mencionada Akiko
Sugawa Shimada en un artículo de 18 páginas descubre puntualmente el vínculo
(Sugawa-Shimada, 2018) se trata, ni más ni menos que cada uno de esas bellas
protagonistas son el vínculo con una memoria histórica y con lugares de la memoria,
como la base naval de Yokosuka o Kure, donde los personajes en gigantografías se
mezclan con el entorno militar. Las bellas protagonistas de esta franquicia anima a los
fans a consumir narrativas militaristas y a hacer peregrinajes a “lugares sagrados” de
estos consumos, como bases militares. De ahí, la importancia como vinculo que ejerce
el moe con esta memoria histórica de ideología nacionalista. Conscientemente no son
conscientes de consumir una versión extrema del nacionalismo, pero las Waifus de bello
cuerpo, llenos de estereotipos moe, hace más difícil la distinción ideológica de esos
consumos para sus fans, lo que lo convierte en un mecanismo muy efectivo para generar
una memoria histórica más favorable a la guerra y al nacionalismo japonés en nuestros
tiempos.

Bibliografia
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Sánchez Revilla: “manga, memoria e historia sobre el templo Yasukuni de Yoshinori
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Meo, Daza y Santa Cruz “Narrativas Visuales: Perspectivas de Análisis desde
Iberoamérica” Editorial San Mateo, Bogotá, 2019
Muñoz, Jonathan: “Waifu Wars!: Disputas por la historia, el mercado y la política en las
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