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Y‟SHUA

EL MESÍAS JUDÍO

Richard Zellon

“Y‟SHUA”
Es el nombre de Jesús en hebreo. Significa “Salvador” y se pronuncia Ye-shú-a.

LEOR PRODUCTIONS, CORP.


La Niñez y Juventud de Y‟shua Desde una Perspectiva Hebrea.
Y‟shua en las Fiestas Levíticas.
La Relación Entre Israel y la Iglesia.

“¿Qué hizo el Mesías durante este período de tiempo? Los escritores del Nuevo Testamento
dieron por sobreentendida la respuesta, ya que al elaborar dichos documentos, la mayoría de los
lectores estaban bien familiarizados con las costumbres del pueblo hebreo durante el primer
siglo, pero, ¿qué sucede con el cristiano del siglo veinte? Para hallar “el eslabón perdido” es
fundamental que éste empiece por reconocer que Y‟shua nació como judío, y vivió al pie de la
letra como tal. Por medio de esta información el lector podrá familiarizarse mejor con varias de
las sutilezas del medio ambiente histórico que contribuyeron a moldear el carácter humano del
Mesías retratado en los Evangelios.”
—Richard Zellon. Orlando, Florida

“Richard Zellon escribió varios libros en español relacionados con las raíces judías del
cristianismo. Y‟shua, El Mesías Judío es una recopilación de algunos trabajos suyos. Que Dios
enriquezca tu fe mientras descubres tus raíces judías.”
—Rabino Yosef Harvey Koelner. Templo Aron Hakodesh Ft. Lauderdale, Florida

“(Y‟shua) El Mesías, nunca vino a establecer una religión; Él fue y Él será siempre el Rey del
mundo, el Rey de Israel, el Rey de Jerusalén. Y‟shua, El Mesías Judío… entiendo que sus
enseñanzas son apropiadas para estos últimos días. ”
—Rabino Haim Levi,
Presidente Federación Internacional de Judíos Mesiánicos. Tampa, Florida.

Diseño Carátula: Alejandro Peralta I.

© 1998 Derechos Reservados


Ninguna parte de este libro puede ser reproducida sin el permiso escrito del
Rabino Yosef Harvey Koelner
Revisado y editado por: Carlos y Mayra Bonilla
LeOr Productions, Corp.
PO Box 9371
Ft. Lauderdale, FL 33310-9371
Tel/Fax: (954) 714-6877
Email: LeOrProd@aol.com
Printed in Colombia
Impreso en Colombia

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CONTENIDO PÁGINA
Un Paréntesis con los Editores.................................................................................................... 4
Prólogo.......................................................................................................................................... 4
Algo para pensar.......................................................................................................................... 5
Abreviaturas................................................................................................................................. 6
Terminología Hebrea................................................................................................................... 7

PRIMERA PARTE: LA NIÑEZ Y JUVENTUD DE Y’SHUA DESDE UNA PERSPECTIVA HEBREA


Introducción................................................................................................................................. 9
1) Su Nacimiento...................................................................................................................... 10
2) Su Ciudad............................................................................................................................. 18
3) Clima Político Durante Su Formación............................................................................... 20
4) Su Niñez................................................................................................................................ 23
5) Su Juventud.......................................................................................................................... 29
6) Clima Religioso Durante Su Formación............................................................................. 32
7) El Trasfondo Rabínico de Su Ministerio............................................................................. 40
Conclusión.................................................................................................................................. 47

SEGUNDA PARTE: Y’SHUA EN LAS FIESTAS LEVÍTICAS


Introducción............................................................................................................................... 48
1) Pesaj...................................................................................................................................... 50
2) Matzot................................................................................................................................... 58
3) Bikkurim............................................................................................................................... 61
4) Shavuot................................................................................................................................. 64
5) Yom Ha Teru‟ah.................................................................................................................. 67
6) Yom Kippur........................................................................................................................... 72
7) Sukkot................................................................................................................................... 76

TERCERA PARTE: LAS RAMAS DEL OLIVO


1) El Olivo Verde...................................................................................................................... 81
2) El Origen de las Ramas........................................................................................................ 88
3) Evangelizar: ¿Judaizar o Gentilizar?.................................................................................. 92
4) La Bandera de Jehová......................................................................................................... 98
5) La Iglesia de los Últimos Tiempos..................................................................................... 102
Bibliografía............................................................................................................................... 105

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UN PARÉNTESIS CON LOS EDITORES
Para LeOr Productions es un privilegio poder presentarles a nuestros lectores de habla
castellana, este interesante trabajo de Richard Zellon. Se trata de Y‟shua, El Mesías Judío. Un
libro desafiante, informativo y educativo. El autor pensó en nuestro pueblo hispano y por eso
escribió con lenguaje sencillo para facilitar su lectura,
El libro contribuye a llenar, en parte, la sentida falta de materiales bíblicos que nos hablen de
nuestras raíces espirituales judías. Somos conscientes de la dificultad de captar el verdadero
sentido de las Escrituras Hebreas cuando desconocemos de dónde salieron, el trasfondo, la
cultura y el idioma del pueblo que las escribió, y por supuesto, el sentir del Dios que las inspiró.
Nuestro compromiso sincero es poder colocar periódicamente en manos de nuestros lectores,
libros y materiales de reflexión en español, que nos muestren esa perspectiva judía de las
Escrituras que muchos de nosotros desconocemos.
Esperamos que LeOr Productions se convierta en una herramienta útil para la Iglesia del Señor.
Nuestras oraciones son para que algún día, en un futuro no muy lejano, se creen las condiciones
ideales para que más ramas naturales y más ramas silvestres sean injertadas en el buen olivo. Y
por supuesto, para que la Iglesia cumpla la encomienda de ser un medio de consolación y
refugio para mitigar los sufrimientos de este pueblo escogido por Dios.
Quiera el Señor que muy pronto podamos recoger una cosecha grande en los campos de Israel.

PRÓLOGO
Conocí a Richard Zellon hace unos quince años cuando vino a ministrar aquí en el Templo
Aron HaKodesh. Posteriormente, nos hicimos buenos amigos y empezamos a viajar a
Latinoamérica para ofrecer seminarios acerca de las raíces judías de nuestra fe.
Antes de conocemos, él había publicado en cantidades limitadas, varios libros en español
relacionados con las raíces judías del cristianismo. Para obtener mayor distribución, Richard me
dio permiso de publicar y distribuir sus libros y literatura.
Este libro, Y'shua, El Mesías Judío, es una recopilación de algunos trabajos suyos. Que Dios
enriquezca tu fe mientras descubre tus raíces judías.
Rabino Yosef Harvey Koelner
Templo Aron HaKodesh
Ft. Lauderdale, Florida

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ALGO PARA PENSAR...
En mis veinte años de pionero en el avivamiento espiritual de mi pueblo judío, llamado
“Judaísmo Mesiánico”, nunca había visto tanto interés y amor por las raíces judías, como
ahora lo veo entre los cristianos evangélicos.
En cada búsqueda o investigación es necesario responder estas interrogantes: ¿Por qué hacemos
lo que hacemos? ¿De dónde procede nuestra fe? Ahora más que nunca debemos también
preguntarnos: ¿De qué nación proviene el mensaje de Salvación? ¿Viene este mensaje de
Jerusalén o de Roma? ¿Es mi teología bíblica o romana? Interesantes preguntas que requieren
solamente respuestas bíblicas.
En Mateo 1:1, descubrimos la genealogía de Y‟shua:
«El libro de la genealogía de Y‟shua el Mesías, hijo de David, hijo de Abraham.»
Este hijo de Abraham, que en Verdad es el Mesías, nunca vino a establecer otra religión; Él fue
y Él será siempre el Rey del mundo, el Rey de Israel, el Rey de Jerusalén.
También en Mateo 23:1-3 encontramos:
«Entonces habló Y‟shua a la gente y a Sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se
sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y
hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen y no hacen.»
Es claro aquí que Y‟shua se refiere a que los escribas y los fariseos tienen la autoridad que Dios
le dio a Moisés y que todos debemos obedecerles. Sin embargo, aclara que nunca debemos ser
hipócritas. Además debemos entender que Pablo, el Apóstol, jamás fue enviado a dar el mensaje
de Salvación al pueblo de Israel, sino a los gentiles. Este mensaje, adaptado a la cultura greco-
romana, rechazaba la adopción del paganismo greco-romano.
Finalmente, el Nuevo Testamento relata claramente que Y‟shua vivió la vida de un judío
tradicional, es decir, guardó la ley de Moisés y las tradiciones de los padres. Y, como si fuera
poco, en Lucas 4:16 leemos que era su costumbre ir siempre a Su sinagoga.
Es un placer para mí escribir estos comentarios en el libro Y‟shua, El Mesías Judío, porque
entiendo que sus enseñanzas son apropiadas para estos últimos días.
Sinceramente en Y‟shua,
Rabino Haim Levi
Presidente,
Federación Internacional de Judíos Mesiánicos
Tampa, Florida
15 de julio de 1998 / 21 de Tammuz 5758

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ABREVIATURAS DE LITERATURA CITADAS EN ESTE LIBRO
Tratados del Mishná (También incluidos en el Talmud)
Avot Pirkei Avot
B.B. Baba Batra
Ber. Berakhot
Erub. Erubín
Hag. Hagigá
Kidd. Kiddushin
M. K. Moéd Katán
Pes. Pesahim
Shab. Shabbat
Shek. Shekalim
Sot. Sotá
Yev. Yevamót
Yom. Yomá
Ant. Antigüedades de Josefo
A.R.N. Avot de Rabbi Natán
E. J. Enciclopedia Judaica
Ecl. R. Eclesiastés Rabbáh
G. J. Guerras de los Judíos (Josefo)
Lev. R. Levíticus Rabbáh
T. B. Talmud Babilónico

Dentro del texto en esta edición se ha puesto el nombre completo de la FUENTE y no la


abreviatura para comodidad de los lectores, excepto aquellas que el autor no amplió.

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TERMINOLOGÍA HEBREA EMPLEADA EN ESTE LIBRO
Ab Bet Din — Término talmúdico que designa al vicepresidente del Sanedrín.
Agadá — Nombre que se asigna a aquellas secciones del Talmud y del Midrásh que contienen
exposiciones homiléticas de la Biblia, relatos, leyendas, folklore, anécdotas o máximas. En
contraposición a la “halajá”.
Bar Mitzvá — Ceremonia que marca la iniciación de un joven, a la edad de 13 años, en la
comunidad religiosa judía.
Bet Din — Corte legal rabínica.
Brit Hadashá — Nuevo Pacto.
Brit Milá — Circuncisión de la carne.
Bet Hillel —Nombre con el cual se designa a la escuela fundada por Hillel (presidente del
Sanedrín del 30 A.C. al 10 D.C.)
Halajá — Nombre que se asigna a aquellas secciones del Talmud y del Midrásh que tratan con
aspectos legales. En contraposición a la “Agadá”.
Mezusá — Rollo de pergamino colocado en un recipiente y adherido a los marcos de las
puertas de las habitaciones ocupadas por judíos.
Midrásh — Método de interpretación de las Escrituras utilizado para aclarar los aspectos
legales (Midrásh halajá), o bien para transmitir enseñanzas a través de relatos u homilías
(Midrásh agadá). Es asimismo el nombre de una colección de tales interpretaciones rabínicas
(ejemplo, Mehilta, Midrásh Rabba, etc.)
Mishná — Término para designar a la primera compilación de la Ley Oral en su forma
redactada, labor que fue realizada por Rabí Yehudá, el Patriarca, alrededor del 220 D.C.
Nasi — Término talmúdico que designa al presidente del Sanedrín, que también era el jefe
espiritual y, posteriormente, el representante político del pueblo judío. En la actualidad, el
término se aplica al Presidente del Estado de Israel.
Pidyon Haben — Redención del primogénito de la obligación de dedicar su vida al servicio del
Templo.
Sanedrín — Asamblea de sabios que funcionaba tanto como Corte Suprema como en calidad
de legislatura, antes del año 70 de la Era Común. En tiempos modernos, el nombre fue
otorgado al cuerpo representativo judío convocado por Napoleón en 1807.
Shekiná — Presencia Divina.
Shemá — (“Escucha, Israel-oh, Israel”). Deuteronomio 6:4. La Confesión de fe judía, que
proclama la absoluta unicidad de Dios.
Talít — Manto de oración de cuatro puntas con franjas (“tzitzit”) en cada una de las puntas.

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Talmúd — Compendio de literatura rabínica constituido por el Mishná y el Guemará. Abarca
la labor literaria de numerosos eruditos judíos desde el siglo segundo A.C. hasta el siglo quinto
D.C. La segunda división, el Guemará, consiste de discusiones sobre el Mishná realizadas por
generaciones de sabios y juristas, en diversas academias a través de varios siglos. El Talmúd de
Jerusalén contiene, en su mayor parte, las discusiones de los sabios palestinos. El Talmúd de
Babilonia incluye las discusiones paralelas efectuadas en las academias babilónicas.
Tenáj — Nombre que se le designa en el judaísmo a los libros de la Ley, los Salmos y los
Profetas (Antiguo Testamento)
Torá — El Pentateuco (los cinco libros atribuidos a Moisés).
Tosefta — Suplemento de enseñanzas y tradiciones estrechamente ligado al Mishná.
YHVH — Las cuatro consonantes que aparecen en las Escrituras Hebreas para designar el
nombre personal del Dios de Israel. Este fue traducido “Jehová” por cristianos europeos, pero
juzgando por los sonidos del alfabeto hebreo, Yahveh sería la traducción más acertada.

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PRIMERA PARTE:
LA NIÑEZ Y JUVENTUD DE Y’SHUA
DESDE UNA PERSPECTIVA HEBREA.
«Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la Gracia de Dios era sobre Él. »
—Lucas 2:40.

INTRODUCCIÓN
Desde que empecé a estudiar minuciosamente los textos del Nuevo Testamento, noté que los
medios de referencia que me servían de ayuda para desempeñar dicha tarea, estaban restringidos
en la interpretación de diversos pasajes por su rígida adherencia a una serie de dogmas que se
originaron en varios casos, hasta un milenio después de los hechos históricos. Esto se debe a
que los autores de dichas obras, en general han dependido exclusivamente de sus predecesores
cristianos para obtener su información, y como resultado, al reproducir sus conclusiones, han
arrastrado con ellas sus errores.
La verdad es que, debido a una serie de prejuicios, muy pocos autores cristianos han acudido a
la literatura rabínica del pasado para comprender el contexto histórico bajo el cual los
Evangelios fueron concebidos. Pero sólo acudiendo a dicha fuente es que podemos obtener la
información necesaria para descifrar los así llamados “misterios” de los Evangelios, como es el
caso de los años no mencionados de Y‟shua.
¿Qué hizo el Mesías durante este período de tiempo? Los escritores del Nuevo Testamento
dieron por sobreentendida la respuesta, ya que al elaborar dichos documentos, la mayoría de los
lectores estaban bien familiarizados con las costumbres del pueblo hebreo durante el primer
siglo. Pero, ¿qué sucede con el cristiano del siglo veinte? Para hallar “el eslabón perdido” es
fundamental que éste empiece por reconocer que Y‟shua nació como judío, y vivió al pie de la
letra como tal.
Es mi deseo poder proporcionar en esta parte una serie de datos históricos, imprescindibles para
todo aquel que desee emprender un estudio de los años no mencionados de Y‟shua. Por medio
de esta información podremos refutar varios mitos relacionados con su niñez y juventud. A la
vez, el lector podrá familiarizarse mejor con varias de las sutilezas del medio ambiente histórico
que contribuyeron a moldear el carácter humano del Mesías retratado en los Evangelios.
Richard Zellon
Orlando, Florida

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I — SU NACIMIENTO
Antes de examinar los eventos que dieron lugar al nacimiento del Mesías, pienso que sería de
provecho comentar acerca del tema de las genealogías.
Los registros genealógicos eran considerados documentos de suma importancia por los judíos,
particularmente luego del exilio babilónico. Ya que éstos dependían de dichos registros para
demostrar que a pesar de la dispersión, el linaje puro de la familia no había sido manchado por
matrimonios indebidos. Estas genealogías servirían para establecer el ancestro judío de futuros
miembros de la familia, dando a conocer su identidad tribal, y por consiguiente, si eran
elegibles para el sacerdocio o el reinado del pueblo.
Vemos que los Evangelios de Mateo y Lucas hicieron uso de genealogías con el propósito de
demostrar a todo judío que Y‟shua es el Mesías legítimo. Para lograr una mayor identificación
con el pensamiento rabínico, Mateo inclusive utilizó el tradicional patrón de catorce
generaciones que se emplea en el Mishná Avot y en el Avot de Rabbí Nathan. Aquí el
evangelista nombra a David, refiriéndose a su reino como la primera estación en una sucesión
de eventos que se realizaron cada catorce generaciones, concluyendo con la venida del Mesías:
«De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde
David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta
Cristo, catorce» —Mateo 1:17.
Sabemos que David es el nombre más frecuentemente asociado con el Mesías a través de las
Escrituras Hebreas. Su mención en el pasaje anterior es la clave para comprender por qué los
rabinos empleaban repetidamente el número catorce. Para esto debemos primero tomar en
cuenta que cada letra del alfabeto hebreo tiene un valor numérico. En el caso de David, su
nombre está compuesto por las siguientes tres letras hebreas: dalét, cuyo valor numérico es
cuatro; vav, cuyo valor es seis; y nuevamente dalét. Si sumamos el valor de las tres letras
(4+6+4) obtenemos como resultado, ¡CATORCE! En resumen, este número era relacionado
con el Mesías, del mismo modo que hoy el 666 se relaciona con el Anticristo.
Ambos evangelistas, Lucas y Mateo, lograron sus propósitos: demostrar que Y‟shua cumplió
con todos los requisitos genealógicos que el Mesías prometido a Israel habría de poseer. En
Mateo 1:1 leemos que fue hijo de David e hijo de Abraham. En Lucas 3:38, Él es llamado hijo
de Adán e hijo de Dios. En conclusión, esto significa que como hijo de David, Y‟shua es
heredero al trono de Israel. Como hijo de Abraham, que Él es judío. Como Hijo de Adán, que es
un ser humano. Finalmente, como Hijo de Dios, que ¡Y‟shua es el Señor!
Quizás el mencionado ejemplo nos sirva para comprender mejor el motivo por el cual las
genealogías aparecen con frecuencia en la Biblia. Éstas no constituyen un registro de la
productividad biológica del hombre; más bien, son una demostración de la providencia de Dios.
Para esto, cabe mencionarse que un engendramiento desde el punto de vista bíblico, no sólo
implica la transmisión de vida de padre a hijo. En el proceso de la procreación, a través del cual
se cumple el mandamiento de Dios de multiplicarse y ejercer dominio en la tierra
(Génesis 1:28), el padre le transmite al hijo la semejanza a Dios que le fue transmitida a Adán
(Génesis 1:27). Tomando en cuenta el hecho de que Adán se apartó de Dios al experimentar el
Pecado, y de que toda la humanidad ha heredado su naturaleza, podemos ver claramente que la
genealogía de Y‟shua refleja el desarrollo del Plan de Dios para restaurar al hombre al estado
que gozaba antes de dicha caída.

10
LA ANUNCIACIÓN
Es interesante notar que los Evangelios narran la Anunciación del Nacimiento, utilizando un
patrón que previamente había sido empleado en las Escrituras Hebreas para describir el
nacimiento de varios personajes bíblicos. Comparemos dichos relatos con las narraciones del
Nuevo Testamento, utilizando el mencionado patrón que consiste de cinco partes:
1. La Aparición de un Ángel del Señor (o la Presencia del Señor).
«...he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo:
—José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es
engendrado, del Espíritu Santo es» —Mateo 1:20.
Ver Ismael (Génesis 16:7), Isaac (Génesis 17:1; 18:1), Sansón (Jueces 13:3), Juan el Bautista
(Lucas 1:11).

2. Temor o Postración de Parte del Visionario, al ser Confrontado por una Presencia
Sobrenatural.
«Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta.»
—Lucas 1:28.
Ver Ismael (Génesis 16:13), Isaac (Génesis 17:3; 18:2), Sansón (Jueces 13:22), Juan el
Bautista (Lucas 13:22).

3. El Mensaje Divino
Generalmente el visionario es llamado por su nombre; se le urge a no tener temor; a la mujer se
le informa que está embarazada, o pronto lo estará; se le dice que dará a luz un varón; se le
provee el nombre del varón generalmente seguido por una interpretación etimológica; los logros
futuros del varón le son profetizados.
«Entonces el ángel le dijo:
—María, no temas, porque has hallado grada delante de Dios. Y ahora concebirás en tu
vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Y‟shua. Este será grande, y será llamado
Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa
de Jacob para siempre, y Su Reino no tendrá fin» —Lucas 1:30-33.
Ver Ismael (Génesis 16:8, 11, 12), Isaac (Génesis 17:15-17,19; 18:13-15), Sansón
(Jueces 13:3-5), Juan el Bautista (Lucas 1:13, 15-17).

4. Indagación por Parte del Visionario en Cuanto a la Veracidad del Mensaje, o la Petición
de una Señal.
«Entonces María dijo al ángel:
—¿Cómo será esto? Pues no conozco varón» —Lucas 1:34.
Ver Isaac (Génesis 17:17; 18:12), Sansón (Jueces 13:8, 17), Juan el Bautista (Lucas 1:18).

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5. Se le Provee al Visionario una Señal Para Reconfirmar el Mensaje.
«Y he aquí tu parienta Elizabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y éste es el sexto
mes para ella, la que llaman estéril; porque nada hay imposible para Dios» —Lucas 1:36, 37.
Ver Isaac (Génesis 17:21), Sansón (Jueces 13:9, 18-21), Juan el Bautista (Lucas 1:20).

EL NACIMIENTO VIRGINAL
Cada detalle en el nacimiento del Mesías cumple una función importante en el Plan de Dios. El
nacimiento virginal quizás sea el más significativo de éstos, pues los Evangelios nos revelan
que Miriam (María) concibió a raíz de la intervención sobrenatural del Espíritu Santo. Debo
añadir al respecto, que el hecho de que Y‟shua fuera concebido sin Pecado, no significa que
Miriam, el instrumento que Dios eligió para realizar este milagro, también fuera concebida de
manera semejante. Luego de la anunciación, Miriam misma reconoció ser una pecadora:
«Entonces María dijo:
—Engrandece mi alma Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha
mirado la bajeza de Su sierva; pues he aquí, me dirán bienaventurada todas las
generaciones» —Lucas 1:46-48.
En este pasaje, aparte de referirse a sí misma como una humilde sierva, ella dice regocijarse en
Dios su Salvador. Puesto que la única clase de personas que necesitan un salvador son los
pecadores, vemos claramente que Miriam se hallaba en la misma condición que cualquier ser
humano ordinario.

EL LUGAR
El segundo aspecto de gran significado en el Nacimiento, es el lugar en que éste se llevó a cabo,
pues representa el cumplimiento de una conocida escritura mesiánica entre los judíos:
“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que
será Señor en Israel; y Sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.”
—Miqueas 5:2.
El Mishná nos revela uno de los motivos por el cual Dios eligió a Belén. Era a través de esta
ciudad que el Mesías ingresaría al mundo. Se dice que cerca de Belén, había una torre conocida
como Migdal Eder, “la Torre Para Observar el Rebaño” (Shekalim 7:4). Desde ahí los
pastores podían vigilar los rebaños de ovejas. Todas aquéllas que se encontraban en esta zona,
estaban destinadas a ser sacrificadas en Jerusalén. Qué significativo es el hecho de que Y‟shua,
el Cordero de Dios que 33 años después sería sacrificado en Jerusalén, naciera cerca de este
lugar.
Otro aspecto que cabe mencionarse, es el significado de la palabra, Belén. En hebreo es
Betlehem y significa, “Casa de Pan”. No es coincidencia que Y‟shua, quien dijo: «Yo Soy el
Pan de Vida» (Juan 6:48), naciera en la “Casa de Pan”.

12
LA SEÑAL DEL ÁNGEL
Otro detalle que merece una explicación desde la perspectiva hebrea, es la señal que el ángel les
dio a los pastores que se encontraban en la región. En Lucas 2:12 leemos:
«Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.»
Puesto que en aquellos días no existían establos tal como los conocemos hoy, el pesebre se
encontraría en una de las cuevas localizadas entre los montes y las colinas de Belén. Estas
cuevas servían como establos para los animales pero a su vez funcionaban como tumbas. Por
esta razón, en muchas de ellas se almacenaban los paños, que de acuerdo con la costumbre del
día, se empleaban para embalsamar a los muertos. Cuando el ángel dijo... “Hallaréis al niño
envuelto en pañales”, lo más probable es que se refería a los paños de entierro. (La palabra
“pañales” en este pasaje, es una traducción de la palabra griega, sparganon, que significa
“paños”.) Debido a que Y‟shua nació en una de estas cuevas, sus padres deben haber hecho uso
de lo que en aquel momento se hallaba más accesible. Siendo este el caso, el Mesías fue
envuelto el primer día de nacido, en el mismo tipo de paño que se emplearía para envolverle en
el último día de Su vida. La naturaleza de dichos paños sirvió para simbolizar el hecho de que
Él nació para luego padecer por nuestros pecados.
El pesebre como señal del nacimiento del Mesías, adquiere mucho significado si es que lo
examinamos a la luz de la siguiente escritura:
«El buey conoce a su dueño; y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, Mi pueblo
no tiene conocimiento» —Isaías 1:3.
Cuando el profeta pronunció las anteriores palabras, el pueblo de Dios se encontraba en un
estado en que no conocía “el Pesebre de su Señor”. Luego que Miriam diera a luz, el ángel
envió a los pastores al pesebre, donde al hallar al niño, glorificaron y alabaron a Dios, “por
todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho” (Lucas 2:20b). En otras
palabras, a partir de aquel día, el pueblo de Dios empezó a conocer el pesebre de su Señor.
Para la mayoría de los cristianos, los pastores descritos por Lucas evocan una imagen de seres
nobles y bien sinceros en cuanto a Dios se refiere. Contrario a dicha opinión, el Talmud nos
relata que en los días de Y‟shua, los pastores tenían fama de ser deshonestos y quebrantadores
de la Ley (Sanh. 25b). Tomando este factor en cuenta, podemos percibir desde la perspectiva
hebrea el propósito tras la narrativa en Lucas 2 de los pastores yendo ante el pesebre del Señor.
He aquí una ilustración de los pecadores a quienes el Señor vino a salvar.
El hecho de que el Mesías tuviera que ser acostado en un pesebre, porque no había lugar en el
mesón (Lucas 2:7), también adquiere un significado mesiánico en relación con esta cita bíblica:
«Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de aflicción, ¿por qué te has hecho
como forastero en la tierra, y como caminante que se retira para pasar la noche?»
—Jeremías 14:8.
En dicha escritura, el profeta está comparando al Señor con el forastero que se retira a pasar la
noche en mesones, pues entre los Suyos es como un extranjero. Sin embargo, Dios dispuso de
las circunstancias para que el Mesías no naciera en un mesón, lo cual simbólicamente, lejos de
ser una señal de pobreza, era señal de que el Mesías de Israel no nacería como un forastero entre
Su gente. Esto significa que los Suyos ahora tienen acceso al pesebre de su Salvador.

13
En cuanto a los eventos que acontecen poco después del nacimiento, se asemejan grandemente
al relato de la niñez de Moisés en el libro de Éxodo. Notemos que ambos nacieron durante un
período en el cual, el pueblo de Dios se encontraba bajo el control de un gobierno ajeno
(Éxodo 1:8-14; Lucas 2:1-7); en ambos casos, un rey cruel expidió un decreto para matar a los
recién nacidos (Éxodo 1:15,16; Mateo 2:16); la Fe de los padres les salvó la vida en ambas
ocasiones (Éxodo 2:2; Mateo 2:13,14); ambos hallaron protección temporal en Egipto
(Éxodo 2:10; Mateo 2:14,15), y durante la niñez, tanto Moisés como Y‟shua exhibieron una
sabiduría y entendimiento inusual (Hechos 7:22; Lucas 2:46, 47). Debo agregar que las
semejanzas entre la vida de Moisés y Y‟shua no sólo abarcan sus respectivas niñeces, sino
también varias experiencias que tuvieron ambos en común luego de dar inicio a sus ministerios.

EL OCTAVO DÍA
No se puede ofrecer un estudio acerca del nacimiento del Mesías sin hacer mención del
acontecimiento que toma lugar en la vida de todo varón judío, a los ocho días de haber nacido.
Cuando Dios estableció Su pacto con Abraham y su descendencia, ordenó observar la
circuncisión de la carne (brit mila) como sello del mismo:
«Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras
generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no
fuere de tu linaje» —Génesis 17:12.
El evangelio de Lucas nos confirma que Yósef y Miriam (José y María) cumplieron fielmente
con este mandato del Señor:
«Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Y‟shua, el cual le
había sido puesto por el ángel antes de que fuese concebido» —Lucas 2:21.
El Evangelio luego prosigue a relatamos el viaje que Yósef y Miriam realizaron a Jerusalén, al
concluir el período de purificación conforme a la Ley Mosaica:
«Habló Jehová a Moisés, diciendo:
—Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será
inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda. Y al octavo día se
circuncidará al niño. Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre;
ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de
su purificación. Y si diere a luz hija, será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y
sesenta y seis días estará purificándose de su sangre. Cuando los días de su purificación
fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un
palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdo te;
y él los ofrecerá delante de Jehová, y hará expiación por ella, y será limpia del flujo de su
sangre. Esta es la ley para la que diere a luz hijo o hija. Y si no tiene lo suficiente para un
cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para
expiación; y el sacerdote hará expiación por ella, y será limpia» —Levítico 12:1-8.
Esta jornada también sirvió para que el niño participara en la ceremonia del Pidyon Haben
(“Redención del Primogénito”) requerida por la Ley.

14
Para que el primogénito fuera redimido de la obligación de dedicar su vida al servicio del
Templo, era necesario efectuar un pago de cinco siclos (suma que hoy equivale a
aproximadamente cinco dólares de plata) al sacerdote:
«Todo lo que abre matriz, de toda carne que ofrecerán a YHVH, así de hombres como de
animales, será tuyo; pero harás que se redima el primogénito del hombre; también harás
redimir el primogénito de animal inmundo. De un mes harás efectuar el rescate de ellos,
conforme a tu estimación, por el precio de cinco siclos, conforme al siclo del santuario, que
es de veinte geras» —Números 18:15, 16.

LOS MAGOS Y LA ESTRELLA


Habrás notado tú que estoy abarcando el tema de los magos y la estrella, luego de comentar
acerca de lo que aconteció en el octavo día. ¿No debería haber sido a la inversa?, —tal vez tú
te preguntes. La respuesta es no, mientras nuestro deseo sea respetar el orden cronológico de los
eventos. Veamos...
El Evangelio de Mateo nos revela que…
«...Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la
aparición de la estrella» —Mateo 2:7.
Herodes el Grande vivía constantemente paranoico de que pudiera surgir una conspiración en su
contra. La noticia del nacimiento del Mesías le ocasionó temor, motivo por el cual indagó
diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella con el fin de averiguar la edad del niño.
Herodes logró dicho objetivo puesto que en los versículos posteriores (Mateo 2:8-21), cada vez
que aparece la palabra “niño”, viene a ser una traducción del término paidion, que en griego se
refiere a un niño que tiene por lo menos un año. Como resultado, Herodes…
«...mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus
alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos» —Mateo 2:16.
Esto nos aclara el motivo por el cual Lucas hace mención del pesebre y la visita de los pastores,
significando que Y‟shua nació en una especie de establo, mientras que Mateo tan solo hace
referencia a la visita de los magos, en cuyo caso ingresaron a una casa. Es evidente que la
narrativa de los pastores se refiere a un evento que tomó lugar antes de que el niño cumpliera
los ocho días, mientras que la narrativa de los magos se refiere a un acontecimiento varios
meses después del nacimiento. Con este punto en claro, estamos listos para examinar el rol de
los magos y la estrella.
La aparición de una estrella o un fenómeno de luz acompañando el nacimiento de una figura
importante, es un tema recurrente en la literatura del período helenista. Por ejemplo, se dice que
el nacimiento de Alejandro el Grande fue acompañado por la aparición de una constelación
brillante, a modo de predicción de que éste conquistaría toda Asia. Varias fuentes rabínicas
emplean también este motivo:
“Cuando el patriarca Isaac nació, Dios intensificó la luz del sol cuarenta y ocho veces su
resplandor normal” —Pesikta Rabbati 42.
“Cuando Moisés nació, la casa se llenó de luz...” —Talmud Babilónico (Sotá 12A).

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En el contexto Neo-Testamentario, la estrella es un símbolo del Mesías. La escritura
comúnmente empleada para apoyar esta interpretación, es la profecía de Balaam en
Números 24:17:
«...saldrá ESTRELLA de Jacob, y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab, y
destruirá a todos los hijos de Set.»
Ya que en la tradición judía esta estrella estaba asociada con la casa de David, su aparición
durante el nacimiento de Y‟shua representa la proclamación celestial de que el Rey de los
judíos había hecho su ingreso al mundo. Debo añadir al respecto, que esta estrella difícilmente
pudo haber sido una estrella en su sentido literal. Una estrella ordinaria no aparece y
desaparece. Por otro lado, si se detuviera repentinamente sobre un punto fijo, como ésta lo hizo
en Belén, podría haber ocasionado la destrucción del planeta. Si no fue una estrella, entonces,
¿qué fue?
Para responder esta pregunta, primero debemos tener en cuenta que la palabra que ha sido
traducida “estrella”, en el texto griego significa “brillantez”. Esto nos indica claramente que la
luz que los magos siguieron fue el shekiná, palabra que en hebreo denota la manifestación
visible de la presencia de Dios. En el Tenáj (Antiguo Testamento) generalmente leemos que el
shekiná hace su aparición en forma de luz, fuego, una nube o una combinación de éstos. En este
caso, el shekiná debe haber tenido la apariencia de una estrella, especialmente al ser vista a la
distancia.
En el caso de los magos, tal parece que a éstos también se les menciona frecuentemente con
relación a previos nacimientos de importancia. Por ejemplo, con referencia a Moisés, el Talmud
Babilónico nos relata que los magos del faraón habían previsto el nacimiento de “el Salvador
de Israel” (Sotá 12b). En el Evangelio, los magos representan a las naciones del mundo que
vienen a proclamar el nacimiento del Mesías.
Notemos que Mateo no hace mención de que fueran tres magos y menos que fueran reyes, como
tradicionalmente se cree en ciertos círculos cristianos. El mito de que hubieran sido tres magos
se deduce del hecho de que el niño recibió tres presentes: oro, incienso y mirra. Bien pueden
haber sido cualquier número de magos los que hicieron esta ofrenda. Respecto al significado de
la misma, generalmente en la tradición hebrea, el oro es símbolo de realeza, enfatizando que
Y‟shua es un rey. El incienso simboliza su deidad, puesto que en el Templo se empleaba en el
altar de incienso ubicado en el Lugar Santo, desde el cual el humo fragante penetraba hacia la
presencia misma de Dios, en el Lugar Santísimo. Finalmente la mirra era símbolo de muerte ya
que se utilizaba para embalsamar a los muertos, representando en este caso el propósito por el
cual Dios nos envió al Mesías: para redimirnos del Pecado a través de Su sacrificio en el
Calvario.
En cuanto al origen de los magos, éstos surgieron de Babilonia, donde como sacerdotes paganos
poseían grandes habilidades en el campo de la astrología y la adivinación. El libro de Daniel nos
da motivo para creer que muchos de ellos se convirtieron a los caminos del Dios de Israel, luego
de que Daniel, a quien el Rey Nabucodonosor nombró como jefe de los magos, les salvara la
vida (Daniel 4:7-9). Este incidente condujo a que muchos astrólogos dejaran de alabar a las
estrellas, y en cambio empezaran a rendirle culto al Dios que las creó.

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EL ORIGEN DE LA NAVIDAD
Contrario a la tradición popular, está comprobado que Y‟shua no nació un 25 de diciembre. No
es novedad que dicha fecha originalmente correspondía a la fiesta pagana del “dies natalis solis
invicti” —el cumpleaños del sol invencible. Cada 25 de diciembre, centenares de romanos
celebraban el nacimiento del sol. Un notable escritor comenta al respecto:
“La época invernal era cuando todos los dioses solares, desde Osiris hasta Júpiter y Mitra,
celebraban sus cumpleaños. Las celebraciones consistían en ofrecer árboles de pino para
Adonis, Saturno y otros que representaban el calor del nuevo nacimiento del sol en forma de
fuego”.
Dicho festival, también conocido como la Saturnalia por los Romanos, se originó en Babilonia.
La celebración era acompañada con antorchas y con adornos de ramas y pequeños arbolitos, los
cuales sirvieron de cimiento para el popular árbol navideño de hoy. Tertuliano añade que era
costumbre intercambiar regalos durante esta temporada, revelándonos así el origen de esta
tradicional costumbre navideña.
Lo mencionado anteriormente no debería sorprenderte, pues las huellas que los adoradores del
sol dejaron impresas en las páginas de nuestra historia, son aún mayores. La evidencia está en
que hasta la fecha diversas culturas conservan en sus calendarios, el nombre que los romanos le
asignaron al primer día de la semana:
“Día del sol”.
Por ejemplo, la traducción al idioma inglés es literal:
“Sunday”.
Afortunadamente en español el nombre fue cambiado a domingo (“Día del Señor”).
Luego que el Emperador Constantino proclamara al cristianismo como la nueva religión oficial
de los romanos, se dio inicio a un proceso lento de conversión que arrastró consigo muchas
tradiciones paganas, que hasta la fecha ocupan un lugar significativo en la liturgia de la Iglesia
Institucional. A muchas de dichas tradiciones se le atribuyeron significados nuevos con la
finalidad de justificar su lugar en la liturgia cristiana. En el caso del 25 de diciembre, la
celebración del nacimiento del sol, fue reemplazada por el nacimiento del Hijo de Dios, quien
nos trajo la verdadera luz que alumbró las tinieblas.
Con la adopción del 25 de diciembre como fecha de conmemoración del nacimiento del Mesías,
las autoridades eclesiásticas intentaron purificar una serie de costumbres paganas que no
lograban suprimir. Desafortunadamente, Agustín se vio forzado a reprender a muchos, que
incluso luego de convertirse al cristianismo, aún le rendían culto al sol durante la navidad
(Sermo en Nativitate Domini 7).

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II — SU CIUDAD
«¿...De Nazaret puede salir algo bueno?» —Juan 1:46 a.
El pasaje anterior de las Escrituras nos familiariza con lo que parece haber sido un refrán
popular de la época. Fue aquí en Nazaret, ciudad que pertenecía a la provincia de Galilea, donde
el Mesías fue criado.
La Galilea de Y‟shua era populosa y relativamente próspera. Su población estaba constituida
mayormente por labradores y campesinos. El hecho de que Y‟shua pasara la mayor parte de Su
niñez entre dicha clase social, se refleja en la naturaleza agrícola de muchas de las parábolas
que salieron de Sus labios... los lirios del campo, el trigo y la cizaña, el sembrador, la semilla de
mostaza, la higuera estéril, etc. Este dato nos sirve de base para entender por qué Y‟shua no se
identificaba con las clases aristocráticas, si no por el contrario, con la sencillez de la gente de
pueblo.
Galilea parece haber sido despreciada por muchos rabinos. Estos solían decir:
“Si uno desea ser rico, que vaya al norte; si desea ser sabio, que venga al sur.”
La finalidad de este proverbio era hacer una distinción entre la riqueza material de Galilea y la
sabiduría que uno podía adquirir en las prestigiosas academias de Judea. En aquellos días
pertenecer a Judea significaba ser un “hebreo de hebreos”. Esto principalmente porque era
considerado el único lugar habitado por el Shekiná, puesto que aquí YHVH había ordenado
construir Su Templo. Debido a ello y al hecho de que el Sanedrín se hallaba en dicha región,
Judea era considerada el buen grano, mientras que todo aquello que se encontraba más allá del
Jordán, era la cizaña. Sin embargo, con el tiempo, Judea perdió dicha reputación razón por la
cual sus academias fueron trasladadas al norte, a Tiberíades, ciudad que en el pasado había sido
considerada “inmunda” por el rabinato.
Galilea no tenía academias fijas motivo por el cual su gente estaba sujeta a aprender sólo de los
rabinos itinerantes que pasaban por las sinagogas de la provincia. En gran parte, a este factor se
debía el hecho de que la mayoría de los galileos difícilmente alcanzaran el conocimiento que los
eruditos de la Ley poseían estando en Judea. Varios historiadores añaden que aparte de carecer
de una buena educación, los galileos tenían la reputación de no tener problema con los
escrúpulos farisaicos. Esto nos revela uno de los motivos detrás de la antipatía que algunos
fariseos y escribas mostraban hacia Y‟shua, los cuales, por ser miembros de la élite intelectual
de la metrópolis (en este caso, Jerusalén), exhibían un sentimiento de superioridad en relación
con los provincianos (ver la parábola del fariseo y del publicano, Mateo 18:9-14).
La mala pronunciación del hebreo que caracterizaba a los galileos (específicamente los sonidos
guturales), era motivo constante de rechazo; tanto que los sirvientes del palacio del Sumo
Sacerdote le dijeron a Pedro:
«Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aún tu manera de hablar te descubre”.
—Mateo 26:73.
El Talmud, a pesar de hablar en contra de muchas de sus cualidades, admite que a éstos —a los
galileos— les importaba más su honor que el dinero, a lo cual el historiador Josefo añade que
eran trabajadores y valientes.

18
No obstante la noción preconcebida de que el galileo era un provinciano ignorante, dio lugar a
que muchos habitantes de Jerusalén, luego de escuchar las palabras de Y‟shua, se preguntaran
con desconcierto:
«¿De Galilea ha de venir el Mesías?» —Juan 7:41b.

19
III — CLIMA POLÍTICO DURANTE SU FORMACIÓN
Y‟shua nació durante “los tiempos de los gentiles”. Dicha frase se emplea para designar el
largo período durante el cual Jerusalén estuvo bajo el control de diversos gobiernos gentiles.
Los tiempos de los gentiles se iniciaron con la destrucción del Primer Templo en 586 A.C. por
los ejércitos del rey Nabucodonosor quien, luego de arrasar a Jerusalén, llevó a muchos de sus
habitantes a Babilonia. A pesar de que varios judíos retomaron y reconstruyeron la ciudad luego
de que Ciro, rey de Persia, conquistara a Babilonia, Jerusalén permaneció bajo la autoridad de
gobiernos ajenos hasta que en 1967 volvió a manos de un estado judío, de este modo llegando a
su fin “los tiempos de los gentiles”. Y‟shua profetizó acerca de este evento, cuyo cumplimiento
muchos hemos tenido el privilegio de presenciar:
«Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será
hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan» —Lucas 21:24.
Cuando Y‟shua nació, la tierna prometida se encontraba bajo la supervisión de Augusto César,
el primer emperador romano (27 A.C.-14 D.C). Este posteriormente fue reemplazado por
Tiberio César (14-37 D.C.) el gobernante en el tiempo de la crucifixión.
En cuanto a la región de Judea, ésta se encontraba bajo el gobierno de Herodes el Grande
durante el nacimiento del Mesías. “Herodes”, debo añadir, era el título con el que se designó a
la línea de gobernadores de Judea, a partir del 47 A.C. y hasta el 79 D.C. Dicha línea se inició
con Antipáter, a quien Julio César nombró como procurador de Judea en el 47 A.C.
En el 37 A.C., Herodes el Grande, hijo de Antipáter fue nombrado rey de los Judíos por Roma.
A pesar de que éste fue responsable por reconstruir el Templo, su nombre resalta en las páginas
de la historia judía, debido a la crueldad de su reinado. El historiador Josefo relata que luego de
su fallecimiento, más de ocho mil judíos se presentaron ante Augusto César, “dijeron que
fueron tanta las calamidades que sufrieron de parte de Herodes (el Grande), que no podrían
ser mayores si una bestia ejerciera el gobierno sobre los hombres” (Antigüedades 17:11-2).
El siguiente pasaje del Nuevo Testamento nos sirve de evidencia:
«Herodes entonces, cuando se vio burlando por los magos, se enojó mucho y mandó matar a
todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todo sus alrededores, conforme
al tiempo que había inquirido de los magos» —Mateo 2:16.
Luego de su muerte (4 D.C.), su reino fue dividido entre sus tres hijos.
Herodes Antipas reinó sobre Galilea y Perea desde el año 4 A.C. hasta el 38 D.C. Éste fue
responsable por la muerte de Juan el Bautista (Mateo 14:1-12) y es a quien Y‟shua se refirió
como una “zorra”:
«Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole:
—Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.
Y les dijo:
—Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y
mañana, y al tercer día termino mi obra» —Lucas 13:31, 32.

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Herodes Felipe, considerado el mejor de los Herodes, fue nombrado tetrarca de Batanea,
Traconítida, Gaulanítida y Paniada entre otras regiones (ver Lucas 3:1). Éste permaneció en el
oficio desde el año 4 A.C. hasta el 34 D.C. El tercero de los hijos, Herodes Arquelao, fue
designado etnarca de Judea, Samaria e Idumea, desde el año 4 A.C. hasta el 6 D.C., fecha en la
cual los romanos lo retiraron del oficio. El Evangelio de Mateo hace mención de su reinado,
luego de narrar el nacimiento del Mesías:
«Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir
allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea...» —Mateo 2:22.
A pesar de que luego surgieron dos Herodes más (Agripas I y II), sólo Herodes el Grande y
sus tres hijos, gobernaron durante la vida de Y‟shua.
Luego del breve reinado de Arquelao, el territorio que anteriormente había estado bajo su
poder, fue declarado por Augusto César como un anexo de la provincia romana de Siria. En
esta ocasión, Coponio fue nombrado procurador de Judea. Este posteriormente fue reemplazado
por Marco Ambivio, cuyo sucesor fue Annio Rufo. Fue durante el gobierno de este último que
falleció Augusto César. El siguiente emperador, Tiberio César envió después de Rufo, a
Valerio Grato. Luego de que éste ocupara el puesto en Judea por once años, le sucedió Poncio
Pilatos quien mantuvo el oficio por diez años (Antigüedades XVIII 2.2). Fue durante este
período que Y‟shua dio a conocer públicamente Su ministerio.

HELENISMO
Podríamos definir el “helenismo” como la influencia que la cultura griega ha tenido sobre
nuestras civilizaciones.
Luego de las conquistas de Alejandro el Grande, los colonizadores griegos construyeron
ciudades en muchos distritos, especialmente en Galilea, al lado oeste del mar. Indudablemente
Y‟shua, quien fue criado en esta región, debe haber presenciado cómo diversos elementos de la
cultura helénica intentaron seducir al Pueblo de Dios.
El espíritu helénico tenía entre sus metas descubrir cómo el individuo podría alcanzar su
verdadero potencial como ser humano, para así lograr la mejor vida posible. Sin menospreciar
las valiosas contribuciones a la humanidad que surgieron como resultado de este ideal, cabe
mencionarse que el mismo dio origen también a la filosofía humanista que hoy predomina en
nuestras civilizaciones.
La influencia helénica, que fue muy bien aceptada por la mayoría de los gentiles, tuvo que
enfrentar una gran resistencia por parte de los judíos, quienes no querían ser alienados por una
cultura ajena. Sin embargo, dicha influencia fue tan poderosa que muchos de ellos fueron
seducidos por ella. El historiador Josefo comenta al respecto, que un Sumo Sacerdote, llamado
Jasón, mandó construir un gran gimnasio en Jerusalén, con el fin de helenizar al pueblo. La
literatura apócrifa nos ofrece el siguiente relato:
“Así pues muy gustoso (Jasón) fundó un gimnasio bajo la misma fortaleza e indujo a lo mejor
de la juventud a educarse al modo griego. El paganismo se propagó por la influencia de
Jasón que tenía más de impío que de sumo sacerdote” —2 Macabeos 4:12, 13.
El pasaje siguiente informa que los juegos atléticos se popularizaron tanto, que los sacerdotes
jóvenes aceleraban los servicios en el templo, con tal de participar en aquellas actividades.

21
A pesar de que la cultura helénica no logró alterar la fe de la mayoría de los hebreos, se dice que
muchas doctrinas que tenían paralelos con la mitología griega, fueron introducidas en el
judaísmo durante este período. Muchas de ellas han pasado a ocupar un lugar importante en la
doctrina cristiana (las divisiones del Sheol, la función de los ángeles caídos, y varias enseñanzas
acerca de la vida después de la muerte).
En cuanto a la lengua griega (llamada “Koiné” en su forma coloquial), ésta se esparció a través
del mundo mediterráneo y llegó a superar al hebreo como medio de expresión. El hecho de que
las Escrituras Hebreas (Tenáj) se tradujeran al griego (Septuaginta) en Alejandría, nos sirve de
evidencia para creer que la mayoría de los judíos dispersos hablaban griego. Sin embargo, en la
“tierra prometida”, el hebreo y el arameo se mantuvieron como las lenguas predominantes
entre los judíos.

22
IV — SU NIÑEZ
«Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a
su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de
Dios era sobre Él» —Lucas 2:39, 40.
En el pasaje anterior, el evangelista nos revela que luego de que Y‟shua fue circuncidado y Sus
padres cumplieron con los demás requisitos prescritos por la Ley, éste fue llevado a Galilea. Los
evangelios guardan silencio en cuanto a la niñez del Mesías, hasta que Éste aparece nuevamente
en el Templo a los 12 años. ¿Qué sucedió en la vida de Y‟shua durante este espacio de tiempo?
Quizás no podamos conocer los detalles íntimos, pero sí podemos obtener una idea general,
puesto que Yósef y Miriam (José y María) siendo judíos devotos fueron obedientes a todo lo
que la Ley prescribe concerniente a la educación familiar.
A través de los siglos han surgido toda una serie de apócrifos acerca de la niñez del Señor.
Parece que los autores de dichas fábulas, jamás tomaron en cuenta las palabras del Apóstol
Pablo, cuando éste les recuerda a los filipenses que Y‟shua “se despojó a Sí Mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:8). Por lo tanto, no es cierto
que de niño el Mesías mataba palomitas y luego las resucitaba a manera de ensayo para Su
futuro ministerio. Tampoco fue el niño consagrado de Su escuela que constantemente
sorprendía a Sus colegas con un nuevo milagro. Y‟shua no se convirtió en el Mesías que
conocemos de la noche a la mañana. El mero hecho de encarnarse como hombre significa que
cuando Él nació, no estaba consciente de Su nacimiento, como es el caso con todo ser humano.
Por consiguiente, Su conciencia e inteligencia se desarrollaron con Su crecimiento.
Todo lo mencionado nos conduce a la deducción lógica de que Y‟shua tuvo una niñez
semejante a la de la mayoría de los judíos de Su época. Siendo Éste Aquél que vino a cumplir
todo lo que de Él estaba escrito en la Ley, los Salmos y los Profetas (Lucas 24:44), asumimos
que como niño se debe haber integrado al sistema educativo de Su época, donde fue instruido en
las Sagradas Escrituras.
Antes de comentar acerca en las diferentes facetas en la educación del Mesías, es importante
considerar dos factores que lo diferenciaban de otros niños:

1) —FUE CONCEBIDO SIN PECADO


En primer lugar, podemos deducir el carácter que Y‟shua poseía como niño. Al no llevar en Su
sangre la semilla del Pecado, Y‟shua probablemente jamás exhibió la rebeldía, el egoísmo y
otros rasgos comúnmente presentes en la niñez de cualquier ser humano. En conclusión, durante
esta primera etapa, se debe haber cumplido en Su vida, todo lo que el Libro de Proverbios dice
acerca del hijo ideal.

2) —TENÍA LA AYUDA Y COMPAÑÍA ESPECIAL DEL ESPÍRITU SANTO


«Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre Él
el Espíritu de YHVH; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor de YHVH. Y le hará entender diligente en el temor de
YHVH. No juzgará según la vista de Sus ojos, ni argüirá por lo que oigan Sus oídos.”
—Isaías 11:1-3.

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Al estudiar las Escrituras, el Espíritu Santo gradualmente fue revelándole Su identidad y misión
como el Mesías de Israel.
Examinemos a continuación dos etapas en la niñez del Mesías. La primera de éstas se denomina
la formación pre-rabínica porque cubre los primeros años del niño, durante los cuales los padres
le introdujeron a la Palabra de Dios en el hogar. Luego de haber alcanzado cierta edad, el niño
estaría listo para integrarse a la escuela local, dando así inicio a Su formación rabínica.

SU FORMACIÓN PRE-RABÍNICA
La educación de todo judío empezaba en el hogar a una edad muy temprana. Había un acuerdo
entre todas las autoridades, de que esto era necesario si se deseaba lograr una impresión
duradera en el niño. El Rabino Elisha Ben Avuyah afrontó este punto mediante el siguiente
proverbio:
“¿Aquél que aprende siendo niño, a qué se asemeja? A la tinta escrita sobre un papel en
blanco. ¿Aquél que aprende durante su vejez, a qué se asemeja? A la tinta escrita sobre un
papel manchado” —Pirkei Avot 4:25.
En el Avot de Rabí Natán encontramos otra declaración al respecto:
“Si uno estudia el Torá durante su juventud, las palabras del Torá son retenidas en su sangre
y proceden con claridad de su boca. Si uno estudia el Torá durante su vejez, las palabras del
Torá no son retenidas en su sangre y no proceden con claridad de su boca.”
—Avot de Rabbi Natán 24.
El Apóstol Pablo nos confirma la veracidad de este principio, cuando le recuerda a Timoteo:
«...desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras» —2 Timoteo 3:15a.
Los padres de Y‟shua sabían que la responsabilidad más grande de todo padre judío era la de
adiestrar a sus hijos para su vida como miembros de la comunidad de Israel. Y por lo tanto
obraron conforme al proverbio:
«Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él.»
—Proverbios 22:6.
Algunas fuentes comentan que los niños empezaban a escuchar la Palabra de Dios desde la
cuna. Esto a raíz de que los padres judíos tomaban al pie de la letra la porción del Torá que en
relación con las Escrituras ordena:
«...y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando
andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes» —Deuteronomio 11:19.
El mandamiento, “...y las repetirás a tus hijos” (Deuteronomio 6:7a) era considerado de tanta
importancia que a modo de recordatorio se incluía en las oraciones matutinas y nocturnas.
El historiador Josefo se refiere a estos principios pedagógicos al comentar que “desde su más
temprana conciencia”, los judíos “aprendieron las leyes, de tal manera como para que se
hallen grabadas sobre el alma”. Todo esto provoca en nuestras mentes una serie de imágenes
que nos ilustran las primeras asociaciones que Y‟shua debe haber tenido con el Torá.

24
Una de éstas debe haber sido provocada por la presencia del mezusá en la puerta del hogar. Este
viene a ser un pequeño estuche de metal que contiene un pergamino impreso con el Shemá
(Deuteronomio 6:4-9); hasta el presente, todo judío practicante lo coloca en el marco de la
puerta de su hogar. El fundamento bíblico para la creación del mezusá, se halla en la porción
del Torá que como recordatorio de las Palabras del Señor ordena:
«Y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas» —Deuteronomio 11:20.
Desde tiempos antiguos, el mezusá ha sido relacionado con el Salmo 121:8:
«YHVH guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.»
Desde este punto de vista ha servido de recordatorio constante del día en que el ángel de la
muerte pasó por Egipto, y todos aquéllos que tenían la sangre del pacto rociada sobre sus
puertas se libraron de él. Esto dio lugar a la tradición según la cual cada vez que se saliera o se
entrara al hogar, el mezusá fuese tocado reverentemente, se pronunciara una bendición, y se
besara el dedo con el cual fue tocado. Como infante, Y‟shua debe haber presenciado este ritual
frecuentemente estando aún en los brazos de sus padres. Pero ésta es tan sólo una de las muchas
impresiones que diariamente se iban grabando en la mente del niño, contribuyendo a que en Su
conciencia se formara un concepto importante de las Escrituras.
Además de las costumbres diarias, el día de reposo y demás festividades deben haber
desempeñado un rol muy significativo en la educación pre-rabínica de Y‟shua. Conforme al
Torá, cada una de estas celebraciones debe haber sido una ocasión para que Yosef le contara a
su hijo acerca de la gracia del Dios de Israel:
«Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que YHVH hizo
conmigo cuando me sacó de Egipto» —Éxodo 13:8.
Y‟shua como niño debe haber retenido fácilmente la identidad de cada Fiesta, puesto que cada
una de éstas exhibe sus propias características. Por ejemplo, la singular alegría de Purim, el
encendido de las velas por ocho días consecutivos en Hanuká (la Fiesta de la Dedicación), la
tradicional búsqueda de levadura al dar inicio a la semana Pascual, el toque del shofar en la
Fiesta de las Trompetas, los siete días habitando en cabañitas durante la Fiesta de los
Tabernáculos, etc. En cada una de estas oportunidades, Yósef en obediencia al Torá debe haber
instruido a Y‟shua en cuando al significado redentor que éstas representan en la historia de
Israel. (Para mayor información ver la Segunda Parte: “Y‟shua en las Fiestas Levíticas”.)
A la edad de cinco años muchos padres ya habían familiarizado a sus hijos con el alfabeto
hebreo (Esto se solía hacer utilizando el Salmo 119 que da inicio a cada sección con una letra
diferente). Siendo este el caso, el niño estaría listo para dar inicio a Su educación en la sinagoga
local.

25
SU FORMACIÓN RABÍNICA
El Mishná es probablemente el mejor recurso que poseemos para obtener una buena idea de
cómo funcionaba el sistema educativo durante el período del Segundo Templo. Dicho libro
incorpora lo que la tradición judía ha denominado, la Ley Oral. A pesar de que ésta no fue
redactada en su forma presente hasta cerca de dos siglos después de la venida del Mesías, su
contenido sirve para nuestro propósito, puesto que consiste de una recopilación de comentarios
rabínicos, tradiciones y otros datos históricos, muchos de los cuales se remontan a fechas
previas al nacimiento de Y‟shua. Gran parte de la información que examinaremos a
continuación proviene del Mishná. Pienso que será de grande provecho para todo creyente que
desee conocer el sistema escolar a través del cual Y‟shua recibió parte de Su instrucción en las
Escrituras.
Hasta el siglo anterior a la venida del Mesías, la familia, particularmente el padre, era la fuente
de educación durante toda la niñez del varón judío. Posteriormente, las crecientes demandas de
la vida crearon la necesidad de establecer un marco institucional para un mejor aprendizaje del
Torá.
El primer intento de crear un sistema de educación pública fue hecho por Simeón Ben Sheta, a
principios del primer siglo A.C. Durante las primeras etapas, las cuales incluyen la vida de
Y‟shua, era costumbre reunir a los niños en la sinagoga local, donde se les enseñaba a leer las
Escrituras.
En el Mishná, encontramos un pasaje que nos revela el currículum que servía de modelo para la
vida de todo judío en aquellos tiempos:
“A los cinco años, la lectura del Tenáj (La Ley, Salmos y Profetas); a los diez años,
aprendizaje del Mishná (La ley Oral); a los trece años confinado a los mandamientos (Bar
Mitzvá... consagración como adulto); a los quince años el estudio del Talmud (no aplicable
en los días de Y‟shua puesto que todavía no había sido editado); a los dieciocho años,
matrimonio; a los veinte, una profesión (carpintero en el caso de Y‟shua), a los treinta años
completo vigor (Y‟shua dio inicio a Su Ministerio Público); a los cuarenta, madurez de
razonamiento; a los cincuenta, consejero; a los sesenta, inicio de la vejez; a los setenta, edad
canosa; a los ochenta, edad avanzada; a los noventa, inclinado; a los cien, como si estuviere
muerto y alejado de este mundo” —Pirkei Avot 5:21.
Conforme a este curriculum, el niño iniciaba su estudio del Torá a los cinco años, con el Libro
de Levítico. La respuesta por la cual los rabinos eligieron dicho libro se encuentra en el
siguiente pasaje:
“¿Por qué los niños se inician en sus estudios con Levítico y no Génesis? El Altísimo,
Bendito sea Él, dijo: Ya que los niños son puros y los sacrificios son puros, dejad que los
puros vengan y se ocupen de las cosas que son puras” (Levíticus Rabbáh 7:3).
Por lo tanto, en su primer año escolar, los niños aprendían acerca del significado de la sangre y
el modo en que ésta se empleaba para hacer la expiación de los pecados.
En aquel período, los pergaminos escritos a mano eran costosos y escasos, motivo por el cual el
aprendizaje se realizaba con base en la memorización por medio de constante repetición. Sólo
de esa manera la tradición oral pudo ser transmitida intacta de generación en generación hasta
que finalmente fue redactada.

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Varias porciones del Mishná hacen referencia al mencionado sistema de aprendizaje:
“El maestro deberá repetir la lección hasta que el alumno la haya aprendido.”
—(Erubín 54b).
Respecto al estudiante, hallamos los siguientes comentarios:
“Si éste aprende el Tora y no lo repasa una y otra vez, es como un hombre que siega sin
cosechar” —(Sanh. 99a).
“Uno que repite su lección cien veces no es como aquel que la repite ciento y una veces”.
—(Hagigá 9b).
Para facilitar la memorización de las Escrituras, se aconsejaba al alumno estudiar la lección en
voz alta. En cierta ocasión un maestro le dijo a su alumno:
“Abre tu boca y aprende las Escrituras; abre tu boca y estudia el Mishná para que lo
retengas” —(Erubín 54a).
En este mismo contexto, los rabinos proceden a relatar el caso de un estudiante que solía
aprender sus lecciones sin pronunciarlas audiblemente, y por consiguiente, a los tres años se
olvidó de todos sus estudios. Se dice que los alumnos aprendían a transmitir las enseñanzas
empleando la misma fraseología utilizada por su maestro. Esto daba lugar a que uno pudiera
deducir con qué maestro estudiaba un niño, puesto que empleaba el estilo característico de su
rabino al repetir la lección.
En lo que a los maestro se refiere, el pueblo requería las más altas calificaciones de ellos, tanto
en el sentido moral como en el religioso. Los maestros eran comparados al sacerdote puesto que
se les aplicaba la norma ideal descrita por el profeta:
«Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará
la ley; porque mensajero es de YHVH.» —Malaquías 2:7.
En uno de los tratados del Mishná encontramos el siguiente comentario al respecto:
“Si el maestro es como un mensajero del Señor, buscad Torá de su boca; si no lo es, entonces
no busques Torá de él” —(Moéd Katán 17a).
El maestro tenía la responsabilidad de dar el ejemplo ante veinticinco miembros de una futura
comunidad de Israel. Éste era el máximo número de alumnos que cada maestro podía tener, para
que así cada niño pudiese recibir una supervisión adecuada (Baba Batra 21a).
Había una diversidad de opiniones en cuanto a la edad óptima para ser maestro. Rabí Yosé Bar
Yehuda opinaba que los instructores de mayor edad son más eficaces:
“Aquél que aprende Torá del joven, ¿a qué se asemeja? Al que come las uvas antes de que
maduren, y bebe el vino directamente de la prensa. Aquél que aprende del añejo, ¿a qué se
asemeja? Al que come las uvas maduras y bebe el vino añejo” —(Pirkei Avot 4:26).

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Sin embargo en el siguiente versículo de este pasaje contenido en el Mishná, otra figura
rabínica llamada Ribbi, le responde:
“No pongas tus ojos en el barril, sino en su contenido. Puede haber un barril nuevo lleno de
vino añejo. Pero un barril viejo, puede que ni siquiera contenga vino nuevo en él.”
—(Pirkei Avot 4:27).
El apóstol Pablo parecía haber sido de la opinión de este segundo, juzgando por sus palabras al
joven Timoteo:
«Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta,
amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la
enseñanza» —1 Timoteo 4:12, 13.

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V — SU JUVENTUD
«Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce
años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta» —Lucas 2:41, 42.
Los versículos anteriores son la única referencia que los Evangelios ofrecen en relación con la
juventud del Mesías. Aquí Y‟shua ya tiene doce años y posee un vasto conocimiento tanto de la
Ley Escrita como de la Oral. En los siguientes versículos leemos que el varón confronta a los
doctores de la Ley (los fariseos), con una serie de preguntas. Era costumbre que varios
miembros del Sanedrín, durante los días de reposo y demás festividades, enseñaran
públicamente en el Templo, dando la mayor libertad para que los espectadores hicieran
preguntas, objetaran y discutieran acerca del tema expuesto. Y‟shua parece haber demostrado
un entendimiento inusual para Su edad, puesto que la Escritura declara que, «...todos los que le
oían se maravillaban de Su inteligencia y de Sus respuestas» (Lucas 2:47).
Luego del mencionado episodio en el Templo, era hora de que Y‟shua y sus padres nuevamente
realizaran la jornada de 88 millas que hay entre Jerusalén y Nazaret. Las caravanas cubrían esta
distancia en cuatro días, período durante el cual los viajeros disfrutaban de los variados paisajes,
oraban y meditaban acerca del destino de Israel. A menudo surgía el dilema de la venida del
Mesías: ¿Vendrá pronto, o ya vino? Estas conversaciones eran una oportunidad para que los
presentes exhibieran su conocimiento de las Escrituras. Nos preguntamos: ¿cuáles habrán sido
los sabios comentarios del joven Y‟shua?
Ya de regreso a su hogar de Nazaret, Y‟shua estaría listo para la tradicional ceremonia que lo
consagraría como adulto a los trece años de edad. Esto significa que de ahí en adelante, Él sería
responsable ante Dios del cumplimiento de todos los estatutos prescritos por la Ley de Moisés.
El término que hoy se emplea para designar este evento solemne en la vida del varón judío es
“Bar Mitzva”, que significa, “hijo de mandamiento”.
Conforme a la tradición, para esta ocasión Y‟shua debe haber ingresado a Su sinagoga local
llevando puesto un talít (manto de oración) por primera vez. Luego de que los pergaminos de la
Ley fueron retirados del arca (Aron haKodesh) y desenrollados sobre el podio (bima), el rabino
debe haberle invitado a leer la porción de las Escrituras correspondiente a la fecha, con una
introducción semejante a la siguiente:
“Convoco al honor del Tora a nuestro joven hermano ha‟gadol (adulto).”
Esto era seguido por la respuesta unánime de los concurrentes:
“¡Que el joven suba! ¡Que el Señor le fortaleza, le bendiga y le guarde! ¡Bendito es aquel
que viene en el Nombre del Señor! ¡Te damos la bienvenida a la Casa del Señor!”
Veinte años más tarde, Y‟shua emplearía estas mismas palabras para comunicarle al pueblo de
Israel que Él no retornaría hasta que éstos le dieran la bienvenida como Su Mesías:
«Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el
Nombre del Señor» —Mateo 23:39.

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Y’SHUA EL CARPINTERO
Luego de consagrarse como adulto ante Dios y toda su comunidad, el joven Y‟shua tendría dos
alternativas a seguir: trasladarse a Jerusalén para continuar los estudios superiores en la
academia con los doctores de la Ley, o adoptar la profesión de su padre. Y‟shua eligió la
segunda de éstas. Yósef lo entrenó en el oficio de carpintero conforme al siguiente proverbio
rabínico:
“Aquel que no le enseña una profesión a su hijo, es como si lo hubiese criado para ser
ladrón” —(Kiddushin 29).
Durante los próximos diecisiete años Y‟shua tendría oportunidad de llevar a la práctica todo
aquello que había aprendido de las Escrituras. Sus años como carpintero le servirían para
conocer y experimentar en carne propia, muchos de los problemas de la vida cotidiana. Luego
de este período, el Mesías estaría listo para dar inicio a Su ministerio público, y estando ya
familiarizado con las tribulaciones de todo ser humano, de Sus labios saldrían palabras para el
cansado. La profecía de Isaías se haría realidad en Su vida:
«YHVH el Señor me dio lengua de sabios para saber hablar palabras al cansado; despertará
mañana tras mañana, despertará Mi oído para que oiga como los sabios» —Isaías 50:4.
Cada mañana, el Espíritu Santo lo despertaba para ir mostrándole gradualmente Su propósito de
ser. A su debido tiempo, el subconsciente de Y‟shua le revelaría Su origen divino y éste
comprendería Su misión y destino como el Cordero de Dios. Mediante Su oficio de carpintero
el joven tendría la oportunidad de aprender el significado del perdón, puesto que a la hora de
llegar al jardín de Getsemaní ya sería muy tarde.
La gran mayoría de los cristianos asumen que el Mesías, al haber sido concebido sin Pecado, no
tuvo que enfrentar las innumerables tentaciones que todo ser humano ordinario enfrenta. Pero
esto es falso. Tan sólo con examinar la vida de Adán lo podemos comprobar. Al ser éste el
primer ser humano, fue creado libre de Pecado. Sin embargo, al ser tentado, no resistió la
tentación y cayó en ella. La diferencia en el caso de Y‟shua está en que al ser tentado, Éste
jamás dobló Sus rodillas ante el Padre de las Mentiras, motivo por el cual el escritor de la
epístola a los Hebreos declara:
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino Uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin Pecado.”
—Hebreos 4:15.
A continuación, examinemos algunos de los trabajos que un carpintero tenía que desempeñar en
tiempos pasados, para considerar algunos problemas que Y‟shua probablemente enfrentó
durante dicho período de Su vida.
Básicamente el carpintero tenía que obtener la madera, estimar costos, realizar el trabajo,
entregarlo y cobrarle al cliente. Como en la mayoría de oficios, las relaciones públicas eran de
suma importancia. Siendo éste el caso en el oficio de carpintero, el siguiente proverbio del
Mishná, le sería aplicable a Y‟shua:
“Sé cauteloso con los que tienen poder, porque sólo se relacionan con uno por sus propios
intereses. Aparentan ser amigos cuando les conviene, pero no dan la cara cuando uno se
halla en necesidad” —(Pirkei Avot 2:3).

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No sabemos cuántos clientes del Carpintero de Nazaret pertenecían a dicha categoría de gente,
pero no deben haber faltado aquéllos que al recibir su pedido presentaran quejas infundadas con
tal de evadir la cuenta. Éstas serían oportunidades para que el joven Y‟shua, luego de
pronunciar algunas sabias palabras, ejercitara el don de perdonar.
Su trabajo probablemente lo llevaría a diversos hogares de la comunidad. En estas ocasiones
Y‟shua tendría oportunidad de ministrarle a la viuda, al enfermo, o al padre de familia que se
encontraba oprimido por las mentiras del adversario. En un futuro, muchas de estas personas, al
igual que posteriores generaciones, pronunciarían las palabras de Isaías con asombro:
«¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién se ha manifestado el brazo de YHVH?
Subirá cual renuevo delante de Él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en Él, ni
hermosura (¿Qué nos íbamos a imaginar que aquel humilde carpintero de Nazaret era el
Mesías? ¡Nosotros esperábamos a un Rey en toda su gloria!); te veremos, mas sin atractivo
para que te deseemos (No había nada en Él que llamara la atención, ni siquiera tenía
aspecto de ser religioso... ¡Aparentaba ser un carpintero ordinario!)» —Isaías 53:1, 2.
De regreso al taller de carpintería, Y‟shua tendría oportunidad de meditar sobre los problemas
que había presenciado. Luego de hablarle a Su Padre Celestial, probablemente el Espíritu Santo
le daría una de las parábolas o proverbios que de acuerdo con la costumbre del día los rabinos
empleaban para ilustrar sus enseñanzas. Muchas de estas palabras servirían de consuelo a
millones de seres humanos por el resto de la posteridad.
No podemos concluir sin dejar de tomar en cuenta que Y‟shua era el mayor de varios hermanos:
«¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón?
¿No están también aquí con nosotros Sus hermanas? Y se escandalizaban de Él».
—Marcos 6:3
Como hermano mayor, aparte de Sus obligaciones en el taller, Y‟shua también debe haber
tenido responsabilidades en el hogar. Éstas no sólo serían financieras. Con el envejecimiento de
Yósef, Y‟shua sería el indicado para supervisar el crecimiento de Sus hermanos menores.
Para concluir, durante Su vida como un carpintero ordinario, Y‟shua tuvo que haber
experimentado varios de los problemas que el ser humano enfrenta a diario para luego poder dar
consejería a otros que se encontraban en circunstancias similares... porque de tal manera amó
Dios al mundo, que envió a Su hijo unigénito, el cual siendo igual a Dios se despojó a Sí Mismo
y se hizo hombre para experimentar nuestros sufrimientos y luego clavarlos a una cruz (ver
Juan 3:16; 1:1, 14, 18; Filipenses 2:6-8; 1 Timoteo 3:16).
Pienso que profundizar más acerca de la juventud de Y‟shua daría lugar a una serie de
especulaciones infundadas. Mas bien, para obtener mayor información acerca de los valores que
ayudaron a moldear el carácter espiritual del Mesías durante Su juventud, en el siguiente
capítulo examinaremos las doctrinas de las diversas sectas judías que predominaban en aquellos
días.

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VI — CLIMA RELIGIOSO DURANTE SU FORMACIÓN
Y‟shua nació y fue criado durante la última etapa de la historia del Segundo Templo. Dicha
etapa se podría definir como un período de contienda entre varias ideologías compitiendo por el
futuro del judaísmo. Se inició con la exclusión de los samaritanos de entre el pueblo judío, y
concluyó con el cisma final que dio lugar a que el cristianismo se estableciera como una
religión independiente del judaísmo.
Durante este período numerosas sectas poblaron el mundo judío, cada una con su propia
ideología e interpretación del Torá (los libros atribuidos a Moisés). Examinemos a continuación
las ideologías de las sectas más prominentes de aquella época, algunas de las cuales parecen
haber tenido un efecto en la formación del Mesías.

LOS FARISEOS
El judaísmo ortodoxo, tal como lo conocemos hoy, es un producto de la ideología farisaica. Se
cree que fueron los fariseos quienes dieron inicio al movimiento rabínico durante el período
intertestamentario, y que a su vez tuvieron un rol muy significativo en el desarrollo de la
sinagoga. Esta institución había servido de alternativa al Templo, para que los judíos en la
dispersión pudieran congregarse y mantenerse unidos en la fe de sus ancestros.
Los fariseos fueron inmensamente responsables de que la Ley Oral se transmitiera de
generación en generación. En el transcurso de dicho proceso, ellos contribuyeron gradualmente
al desarrollo de ésta, hasta atribuirle la misma importancia de la Ley Escrita. Es más, en muchas
circunstancias enfatizaban más los dictados de la Ley Oral, bajo la noción de que ésta constituía
la interpretación correcta de la Ley Escrita. A este respecto, los fariseos resultaron ser más
innovadores que los Saduceos ya que no sólo tomaron en consideración las interpretaciones
literales del Torá, sino también sus implicaciones.
No hay mucho que se pueda comentar en relación con el origen de los fariseos, excepto que se
cree que provenían de otra secta denominada los Hassidim (“piadosos”) que existió durante el
período de los Macabeos. En cuanto al nombre “fariseos”, éste es Perushim en hebreo, y
significa “intérpretes” (de la Ley).
Pareciera que los evangelios intentan retratarlos como villanos. Esto ha dado lugar a que en
muchos diccionarios ordinarios, el término “fariseo” sea una connotación de fanático religioso
para quien las apariencias externas eran de mayor trascendencia que las convicciones internas
del individuo. Desafortunadamente, esta conclusión se debe al hecho de que el cristianismo tan
sólo ha enfocado un lado de la moneda. Sin duda, es cierto que hubo muchos fariseos
hipócritas, pero no podemos generalizar, puesto que el mismo principio es aplicable al
cristianismo.
Y‟shua detestaba la hipocresía de ciertos fariseos, pero pareció haber respetado el conocimiento
de la Ley que éstos poseían. De no ser así, no les hubiese dicho a Sus discípulos:
«En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que todo lo que os digan
que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no
hacen» —Mateo 23:2, 3.

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Entre los mismos fariseos la hipocresía era condenada. Una evidencia de esto está en que el
Talmud sostiene que hubo siete tipos de fariseos, entre éstos los que exhibían tendencias
hipócritas:
1. “Existe el fariseo shijmi que se comporta como un Siquem (se sometió a la circuncisión por
motivos indignos —ver Génesis 34);
2. “El fariseo nikpi que en su modo de caminar exhibe una docilidad exagerada;
3. “El fariseo kizai que hace fluir su sangre contra las paredes (significando esto que en su
ansiedad de evitar mirar a una mujer, estrella su rostro contra una pared);
4. “El fariseo maja que caminaba con su cabeza inclinada como una maja en el mortero (ver
Mateo 6:16);
5. “El fariseo que siempre está exclamando, «¿Cuál es mi tarea para poder desempeñarla?»;
6. “El fariseo de amor (de Dios); y
7. “El fariseo de temor.” —(Sotá 22b).
Durante la niñez de Y‟shua, los líderes supremos del fariseísmo eran Hillel y Shammai, siendo
el primero de éstos “nasi” o presidente del Sanedrín mientras que el segundo oficiaba como
“Ab Bet Din” o vicepresidente de dicha institución. Ambos rabinos se caracterizaban por sus
temperamentos opuestos: Hillel era un santo proverbial —paciente, muy gentil y sobre todo,
humilde. La influencia ética y moral que éste ha tenido sobre toda generación posterior ha sido
de incalculable valor. Entre sus más recordadas enseñanzas se encuentra la regla de oro:
“No le hagas a tu prójimo lo que para ti parece odioso”.
Este principio debió haber tenido un profundo impacto en la formación del Mesías quien luego
confirmaría dicha enseñanza al declarar:
«...Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la Ley y los Profetas» —Mateo 7:12.
La influencia de Hillel es evidente en la vida de su nieto Gamaliel quien intervino para salvar la
vida de los apóstoles, luego de ser sentenciados a muerte por el Sanedrín (Hechos 5:39).
Shammai, por el contrario, era de un temperamento más severo, lo cual se reflejaba en su
rigurosa interpretación y, sobretodo, aplicación de la Ley. La literatura rabínica añade que
despreciaba grandemente a los gentiles, puesto que sostenía que ni el más justo de éstos podría
merecerse un lugar en la vida por venir.
Los discípulos de ambos maestros formaron dos escuelas rivales: Bet Hillel y Bet Shammai.
La evidencia disponible nos indica que la mayoría de los fariseos hasta la mitad del primer siglo
D.C., pertenecían a la escuela de Shammai. Luego de la destrucción del templo en 70 D.C., el
centro de erudición judía conjuntamente con el Sanedrín, fueron trasladados a Jamnia en donde
la autoridad de Bet Hillel aumentó gradualmente. El Talmud nos revela que durante este
período, una voz celestial (Bat Kol) se escuchó en dicha ciudad, proclamando a su favor las
enseñanzas de Bet Hillel. Se dice que esta intervención sobrenatural sirvió como evidencia para
demostrar la necesidad de que los judíos se retractaran de la influencia predominante de
Shammai.

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Como si aquella voz celestial no fuese suficiente, los eruditos del Talmud añadieron:
“Aquel que observa las enseñanzas de Bet Shammai merece la muerte” —(Berakhot 11a).
Posteriormente, los rabinos llegaron al siguiente acuerdo:
“La opinión de Bet Shammai cuando entra en conflicto con la de Bet Hillel, no es mishná,
significando esto que era nula” —(Berakhot 36b).
Tal era la discordia que existía entre ambas escuelas farisaicas, que inclusive tenían problemas
cuando oraban juntos dentro de una misma sinagoga. Esto se debía a sus diferencias tanto en
costumbres como en liturgia. Por ejemplo, un pasaje del Talmud nos informa acerca de una
disputa que éstas sostuvieron en relación con la lectura diaria del Shemá (Declaración de Fe).
Mientras que para Bet Shammai era mandato recitarlo de pie por la mañana y reclinándose al
atardecer, Bet Hillel optaba por cualquier posición en ambos casos.
Para comprender la posición de Y‟shua en relación con ambas escuelas, sería provechoso tomar
en cuenta uno de los primeros debates entre Bet Hillel y Bet Shammai. Este se realizó a raíz de
las “18 medidas” (Shabbat 13b) que Bet Shammai quiso introducir con el propósito de crear
una mayor separación entre judíos y gentiles. Bet Hillel se opuso a dichas medidas y el Talmud
de Jerusalén nos informa al respecto que en el transcurso del debate, un número de miembros
de Bet Hillel fueron asesinados por los de Bet Shammai (Shabbat 1:4). El Talmud se refiere
como profetas a varios de los discípulos de Hillel fallecidos en aquella fecha. Puesto que dicha
tragedia ocurrió antes de que Y‟shua iniciara Su ministerio público, asumimos que los fariseos
a quienes Y‟shua se dirigió en Mateo 23:30, eran descendientes de los discípulos de Shammai
que participaron en el trágico debate. Él les dice:
«Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a
los profetas» —Mateo 23:31.
Es claro que durante la vida de Y‟shua la escuela de Hillel aún no se encontraba en control.
Esto nos da motivo para creer que muchas de las exhortaciones de Y‟shua al confrontar a los
fariseos, van dirigidas hacia Bet Shammai. Las palabras que el Mesías pronunció refiriéndose a
dicho grupo de fariseos han sido sacadas fuera del contexto en el cristianismo, dando así lugar a
toda una serie de doctrinas antisemitas. Examinemos a continuación dos pasajes del Nuevo
Testamento que nos sirven de evidencia:
«Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.»
—Juan 8:44a.
«Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los
que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás» —Apocalipsis 2:9.
Una prueba de que en las escrituras anteriores Y‟shua podría haberse referido a Bet Shammai,
se encuentra en cierto pasaje del Talmud, donde se halla el relato de un incidente que tuvo lugar
durante el primer siglo D.C. En cierta ocasión, un rabino llamado Dora Ben Harkinas criticó a
su hermano Jonatán por haber obrado de acuerdo con las enseñanzas de Bet Shammai. Debido
a esto su hermano lo llamó “el primogénito de Satanás” (Yevamót 16a). En el primer siglo
D.C., era costumbre entre los rabinos de Bet Hillel referirse a los miembros de Bet Shammai
como seguidores del diablo.

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Ya que ambas escuelas incluso tenían dificultad para asistir a una misma sinagoga, no es de
sorprender que se hayan referido a cualquier lugar donde se congregaran sus rivales, como “la
sinagoga de Satanás”
Tres fuentes rabínicas —el Talmud Babilónico (Yomá 9b), el Talmud de Jerusalén
(Yomá 1:1) y Tosefta (final de Menahot)— coinciden en una gran verdad: La destrucción del
Templo se debió al “odio sin causa” que existía entre la gente. En todo caso, en el período
anterior a la destrucción del Templo, (incluida la vida de Y‟shua), los fariseos, cuya mayoría
pertenecía a Bet Shammai, conjuntamente con los Zelotes y una serie de sacerdotes violentos,
tenían dominio sobre el Sanedrín (Pesahim 57a). Ya que esta institución tenía la
responsabilidad de tomar las decisiones respecto a cualquier materia religiosa o civil entre el
pueblo judío, tenemos motivos para creer que Bet Shammai, quienes ejercían la mayor
influencia en aquel día, fueron en parte responsables por propagar “el odio sin causa” que entre
otros incidentes (Mateo 23:29-36), permitieron que Y‟shua fuese entregado a los romanos para
ser crucificado.
En conclusión, deducimos que de ambas escuelas farisaicas, Y‟shua debe haber tenido una
mayor afinidad con Bet Hillel. A pesar de que esto es sólo una especulación, es evidente que
hubo varios fariseos que creían en Y‟shua. Cuando Su vida estaba aparentemente en peligro,
éstos le advirtieron:
«Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar» —Lucas 13:31b.
Por otro lado, es justo asumir que algunos fariseos se pueden haber aliado a los discípulos de
Y‟shua, puesto que Nicodemo, el fariseo, le confesó al Mesías:
«Rabí sabemos (¿quiénes?) que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer
estas señales que Tú haces, si no está Dios con él» —Juan 3:2.
Finalmente no podemos dejar de mencionar a José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín,
que luego de la crucifixión le pidió el cuerpo de Y‟shua a Pilatos con la finalidad de brindarle
un entierro honorable, de acuerdo con la costumbre judía (Marcos 15:43). Todos ellos deben
haber sido parte de los fariseos y sacerdotes que conformaron la Iglesia Primitiva (Hechos 6:7;
15:5)

LOS SADUCEOS
El conocimiento que hoy poseemos acerca de esta agrupación, ha sido provisto esencialmente
por sus críticos u oponentes. Si en algún momento un saduceo escribió algo para la posteridad,
ni una sola línea permanece en existencia.
El nombre Saduceos en hebreo es Tzadduquim cuyo significado es “hombres justos”. Sin
embargo, su origen se desconoce. Se cree que podría estar relacionado con Sadoc, a quien el
Rey David designó como sacerdote (ver 2 Samuel 20:25). En Ezequiel 40-48, el profeta
emplea la frase «hijos de Sadoc», para describir a la línea de sacerdotes que oficiarían durante
una futura restauración del Templo. Tal parece que los saduceos se consideraban el
cumplimiento de esta escritura por lo que la mayoría de sus miembros eran sacerdotes del
templo o levitas. Debo añadir que debido al prestigio asociado con dichos oficios, éstos
lograron obtener el apoyo de algunos de los individuos más prósperos de la región.

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Respecto a su doctrina, el historiador Josefo comenta:
“Los saduceos enseñan que el alma perece con el cuerpo; y se limitan a la observancia de la
Ley” —(Antigüedades XVIII 1.4)
“Quitan del todo la fortuna, y dicen que Dios ni hace algún mal ni tampoco lo ve; dicen
también que les es propuesto el bien y el mal, y que cada uno toma y escoge lo que quiere,
según su voluntad; niegan generalmente las honras y penas de las ánimas, y no les dan ni
gloria ni tormento” —(Guerras de los Judíos, Libro 2; VII).
El libro de los Hechos nos resume la doctrina saducea en comparación con la de los fariseos:
«Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos
afirman estas cosas» —Hechos 23:8.
El mayor punto de distinción entre los saduceos y los fariseos se encontraba en sus variadas
opiniones respecto a la Ley Oral. Mientras que los fariseos le atribuían un valor significativo,
los saduceos la rechazaban en su totalidad.
Puesto que la existencia de los saduceos giraba en función del Templo, luego de que éste fue
destruido, la agrupación se desintegró.
Debido a la naturaleza de la doctrina saducea, concluimos que Y‟shua no pudo haber tenido una
afinidad con esta secta.

LOS ESENIOS
Los esenios son mencionados junto con los fariseos y los saduceos por el historiador Josefo,
como una de las tres sectas más prominentes del período intertestamentario. Aunque se han
propuesto muchas teorías en relación con el origen de esta secta, la más aceptada es aquélla que
sugiere que se iniciaron durante el período Hasmoneo. En cuanto a la etimología del nombre, es
probable que sea un derivado de la palabra aramea “asa”, que significa “sanar”.
Se cree que debido a la cultura helénica que persistía en el judaísmo varios años antes a la
venida del Mesías, éstos dejaron de participar en las actividades del Templo y abandonaron
Jerusalén para vivir una vida de reclusión y ascetismo a las orillas del Mar Muerto. Debo añadir
al respecto, que durante el régimen romano el oficio de sumo sacerdote sólo se obtenía por
elección del procurador romano, lo cual para los esenios era una señal de que la autoridad de
Dios no estaba presente en dicho oficio, y por consiguiente, que el Templo estaba siendo
profanado.
Hasta este siglo (XX), la información que poseíamos respecto a esta secta se limitaba
principalmente a los escritos de Josefo (quien afirmaba haber estudiado con ellos antes de
integrarse a los fariseos), Filo e Hipólito. Pero esto cambió durante la primavera de 1947,
cuando un beduino que buscaba una oveja perdida en la zona de Qumrán, al pie del Mar
Muerto, halló una cueva que contenía unos viejos rollos de pergamino. Conocidos como los
Pergaminos del Mar Muerto, este descubrimiento nos ha provisto con mayor información
acerca de los esenios.
La evidencia arqueológica nos sugiere que la secta fundó su comunidad en Qumrán alrededor
del 76 A.C. Aquí desarrollaron los ritos descritos en su “Manual de Disciplina”. Dicho sea de
paso, en el mencionado “manual”, también descubierto entre los pergaminos del Mar Muerto,
frecuentemente se nombra a una figura mesiánica conocida como “el Maestro de Justicia”.

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Varios escritores han sugerido que las características espirituales de esta figura constituyen un
retrato de Y‟shua. Respecto a la veracidad de estas declaraciones tan sólo podemos especular.
Lo que es difícil negar a la luz de estos descubrimientos, es el hecho de que hay cierta
influencia de las enseñanzas esenias en la doctrina de Y‟shua. Esto es evidente en el mandato de
compartir nuestras propiedades con el necesitado:
«Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses —Mateo 5:42.
Otro ejemplo se halla en el hecho de que los esenios no llevaban provisiones consigo al viajar.
Estos confiaban que otros hermanos en la fe proveerían sus necesidades donde quiera que
fueran. Y‟shua parece haber adoptado una posición similar. Al enviar a Sus discípulos a
predicar el Reino de los Cielos, Él les aconsejó que no llevasen provisiones puesto que todo les
sería provisto en cada lugar (Mateo 10:9-14).
Cabe mencionar también, que las bienaventuranzas de Y‟shua en Mateo 5:3-5 tienen un
paralelo en los himnos esenios (18:14, 15). En dicho pasaje de los pergaminos del Mar Muerto,
también hallamos una referencia a “los pobres en espíritu”, a “los que lloran” y a “los
mansos”.
Tal parece por estas referencias, que los esenios, al igual que el Mesías, consideraban que su
tarea era cumplir aquello que estaba escrito en Isaías 61:1, 2:
«El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres.»
Pienso que sería significativo comentar aquí que en las cuevas de Qumrán hallaron un
pergamino completo del libro de Isaías con manchas de aceite en el siguiente pasaje:
«Voz que clama en el desierto; preparad camino a YHWH...” —Isaías 40:3a.
Aparentemente este pasaje parece haber sido leído frecuentemente por la comunidad, ya que le
daba significado a la estadía de los esenios en el desierto, apartados del resto del judaísmo.
Muchos eruditos comentan que Juan el Bautista fue un esenio o estuvo fuertemente
influenciado por las enseñanzas de esta secta. Una de las mayores evidencias de este hecho se
halla en la interpretación que Josefo le atribuye al significado del bautismo de Juan
(Antigüedades XVIII:116-119), que resulta ser casi idéntica a la teología de bautismo descrita
en los pergaminos del Mar Muerto.
Probablemente Y‟shua conoció a los esenios por medio de Juan el Bautista. Para esta época
algunos de ellos se encontraban en Jerusalén, puesto que temporalmente abandonaron su
comunidad alrededor del 36 A.C. Se cree que retornaron a Qumrán luego del reinado de
Herodes, donde su colonia fue destruida por los romanos en las guerras que culminaron con la
destrucción del Templo (66-70 D.C.).
Concluimos diciendo que la actitud del Mesías hacia los esenios, quienes también se hacían
llamar “Hijos de Luz”, era tanto de respeto como de desprecio, si tomamos en cuenta el
contexto en el cual se refiere a ellos:
«...porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos
de luz » —Lucas 16:8b.

37
LOS ZELOTES
Los Zelotes (“Kannaim” en hebreo) fueron una agrupación cuyos objetivos eran
principalmente políticos. Sin embargo, su patriotismo iba mano a mano con una gran devoción
al Torá, cuyas enseñanzas les servían de base para creer que era Pecado mortal que un hijo de
Israel se sometiera a los romanos y reconociera la autoridad de un régimen gentil. Dicha
ideología dio lugar a que los zelotes simpatizaran con la escuela farisaica de Shammai.
Tomando el ejemplo de los Macabeos, se convirtieron en los terroristas de su día, lo que
finalmente los condujo a instigar la rebelión contra los romanos en el 66 D.C.
No creemos que Y‟shua hubiese aprobado los actos de violencia que los zelotes iniciaron en
contra de los romanos para recuperar la tierra que Dios les concediera. Lo que sí sabemos es
que, contrario a la teología popular, Y‟shua no pudo haber sido un pacifista. De haberlo sido,
¿por qué ordenó a Sus discípulos «...al que no tiene espada, venda su capa y compre una...»
(Lucas 22:36c)? Si hubiera sido la voluntad de Dios que Su pueblo fuese pacifista, ¿por qué
leemos a través de las Escrituras que en varias oportunidades, Dios mismo intervino para
derrotar a los enemigos de Israel, como lo hará nuevamente en el futuro?
La suposición de que Y‟shua fue un pacifista está basada en el problema que se origina al
traducir incorrectamente el mandamiento: «no matarás» (Mateo 5:21). Ésta es una cita directa
de Éxodo 20:13 que en hebreo dice «No asesinarás» (ratzaj) en vez de “matar” (harag). El
mandamiento claramente prohíbe el asesinato premeditado, pero no se refiere a matar en
defensa propia o de otros. Lo que Y‟shua enseñaba era evitar provocar al enemigo. Ahora, en
vista de las circunstancias, ¿aprobaría el Señor las acciones de los zelotes? Es evidente que no,
puesto que toda forma de terrorismo es un acto de provocación a nuestro adversario.

LOS SAMARITANOS
En el 722 A.C. Samaria, que entonces era la capital del reino del Norte, fue capturada por el rey
de Asiria y muchos israelitas fueron llevados cautivos. Fue a partir de aquel momento que el
nombre de Israel dejó de atribuirse al reino del Norte, y pasó a ser usado para referirse a todos
los descendientes del patriarca donde quiera que éstos se encontraran. En cuanto al remanente
hebreo que permaneció en Samaria, con el tiempo se entremezcló con los gentiles que luego
habitaron dicha zona. De esta unión surgió la secta semi-idólatra denominada los samaritanos.
Siendo de la simiente de Abraham, se mantuvieron fieles al Torá, que aún consideraban era la
Palabra inspirada de Dios. Sin embargo, sostenían que el resto del Tenaj (Antiguo Testamento)
era meramente una creación del hombre, destituido de toda autoridad. En este sentido se
asemejaban a los saduceos. Pero el aspecto más controversial de su doctrina era la creencia de
que en el Monte Gerizim, y no en Jerusalén, fue el lugar donde originalmente estuvo ubicado el
primer Templo. Con todos estos datos podemos comprender por qué los judíos los detestaban.
En más de una oportunidad los samaritanos se aliaron con los romanos en contra de los judíos,
motivo por el cual, luego de la rebelión de Bar Kokba (132-135 D.C.), los romanos les
ayudaron en la reconstrucción de su templo en el Monte Gerizim.
En la actualidad aún existe un número reducido de samaritanos que siguen ofreciendo sus
sacrificios anualmente en el Monte Gerizim. Bajo las circunstancias hostiles que se están
desarrollando, su futuro no parece ser muy prometedor.

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Es obvio que Y‟shua no estaba de acuerdo con la doctrina samaritana, sin embargo usó el
ejemplo del buen samaritano para ilustrar Su doctrina: ¡Amor y Misericordia!
A pesar de que aún restan varias sectas de las cuales no podemos hablar en detalle, con las que
se han cubierto podemos obtener una buena perspectiva de las diversas ideologías religiosas que
predominaban en el judaísmo durante la formación del Mesías.

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VII — EL TRASFONDO RABÍNICO DE SU MINISTERIO
«Y‟shua mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de
José... » —Lucas 3:23.
La Ley Oral declaraba que todo varón alcanzaba el punto de mayor vigor en su vida a los treinta
años (Pirkei Avot 5:21). Conforme a dicha tradición, fue a esta edad que el Mesías introdujo Su
ministerio públicamente. Durante los tres años siguientes Y‟shua viajó por la tierra de Israel
anunciando el Reino de los Cielos y reclutando discípulos.
En el transcurso de este período Y‟shua nos da a conocer los frutos de Su educación rabínica
mediante Sus enseñanzas. Veremos a continuación cómo Él empleó varios medios previamente
introducidos por los rabinos, para comunicar Su mensaje.

Y’SHUA, EL RABÍ
«...Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas
señales que Tú haces, sino está Dios con él» —Juan 3:2.
La palabra rabí en hebreo, significa literalmente “mi maestro”, y se deriva del término rav,
cuyo significado es “grandioso”. A lo largo de los evangelios leemos que el pueblo de Israel se
dirige a Y‟shua como “rabí” en no menos de trece ocasiones. Entre los que le atribuyeron dicho
título no sólo se hallaban Sus discípulos (Marcos 9:5; 11:21; 14:45), sino también los fariseos
(Marcos 12:14; Juan 3:2), saduceos (Marcos 12:18), y escribas (Marcos 12:32). A pesar de
que en aquellos días el término “rabí” aún no había adquirido el significado formal que hoy
posee, era sin duda un título de honor aplicado a los conocidos maestros de la Biblia.
En aquellos días, a un rabino no le quedaba más remedio que viajar si deseaba comunicar sus
enseñanzas a la gente. Ya que aquél que enseñaba las Escrituras no podía cobrar dinero, éste
tendría que depender de la hospitalidad de aquellos que le recibieran. Es en este contexto que
Y‟shua, siendo uno de estos rabinos itinerantes le advierte a alguien que quería seguirle:
«Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene
donde recostar la cabeza» —Lucas 9:58.
Si uno deseaba ser discípulo de alguno de estos rabinos itinerantes, uno tendría que estar
dispuesto a abandonarlo todo, puesto que para estudiar con ellos constantemente se estaría
viajando, con frecuencia bajo circunstancias adversas. Haciendo alusión a estas
inconveniencias, Y‟shua nos da a conocer el costo de ser Su discípulo:
«Si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y aún
también su propia vida, no puede ser Mi discípulo... Así, pues, cualquiera de vosotros que no
renuncia a todo lo que posee, no puede ser Mi discípulo» —Lucas 14:26, 33.
A pesar de que todo rabino debía tener un oficio secular, Y‟shua sentía que las necesidades
fundamentales de Sus discípulos deberían ser provistas por sus anfitriones, cuando aquéllos
estuvieran en viaje de ministración. Esto es evidente cuando leemos que en cierta ocasión
Y‟shua los envió sin bolsa, ni alforja, ni calzado, enfatizando que, «el obrero es digno de su
salario» (Lucas 10:7b).

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Los judíos estaban conscientes de la importancia de hospedar a los rabinos itinerantes, para que
así la Palabra de Dios se enseñara en todo lugar. El siguiente proverbio del Mishná nos resume
la actitud que el pueblo debía adoptar con relación a estos maestros:
“Deja que tu hogar sea un lugar de reunión para los sabios, cúbrete con el polvo de sus pies,
y bebe sus palabras sedientamente” —(Pirkei Avot 1:4).
Para comprender este pasaje, debemos tomar en cuenta que las sandalias de los rabinos
arrastraban consigo una gran cantidad de polvo, como resultado de sus largas jornadas por los
caminos no pavimentados de la antigua Israel. Por consiguiente, se decía que la persona que
deseara aprender de ellos, tendría que “cubrirse con el polvo de sus pies”. La historia de Marta
y María (Lucas 10:38-42) nos sirve de ejemplo para ilustrar este principio. Mientras Marta
estaba afanada con los quehaceres, su hermana María eligió sentarse a los pies del maestro,
“bebiendo sus palabras sedientamente”, y “cubriéndose con el polvo de sus pies”, conforme a
la enseñanza de la Mishná.

Y’SHUA Y LA LEY ORAL


Como vimos en un capítulo anterior, según el Mishná, a la edad de diez años todo varón judío
se iniciaba en sus estudios de la Ley Oral (posteriormente redactada en el Mishná). Basándonos
en esta información, concluimos que Y‟shua debe haber tenido un buen conocimiento de esta
tradición, a la cual los rabinos de su época le otorgaban la misma importancia de la Ley Escrita.
A continuación, analizaremos cómo Y‟shua empleó varios aspectos de la Ley Oral en Sus
enseñanzas para lo cual examinaremos las dos categorías en que ésta se divide: halajá y agadá.

HALAJÁ
El significado literal de halajá es “caminar” refiriéndose al siguiente pasaje del Torá:
«y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y
lo que han de hacer» —Éxodo 18:20.
Esta primera categoría consiste de un código de leyes cuya finalidad es interpretar la Ley
Escrita dando a conocer cómo ésta se puede cumplir bajo diferentes circunstancias. Tú te
preguntarás, ¿no es esto añadir más leyes a las ya establecidas por Dios? La respuesta está en el
hecho de que el mismo Torá señala que surgirían problemas que no podrían ser resueltos
meramente con el uso de la Ley Escrita, y requerirían la ayuda de una fuente adicional:
«Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio, entre una clase de homicidio y otra, entre
una clase de derecho legal y otra, y entre una clase de herida y otra, en negocios de litigio en
tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al lugar que YHVH tu Dios escogiere; y
vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días preguntarás; y ellos te
enseñarán la sentencia del juicio» —Deuteronomio 17:8, 9.

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La Ley Escrita fue entregada antes de que el pueblo de Israel se estableciera en la Tierra
Prometida. Luego de construir el templo y más aún, durante el exilio babilónico, los valores y
las costumbres del pueblo empezaron a cambiar. Esto dio lugar a una serie de problemas
imprevistos, a raíz de los cuales se hizo necesario definir el sentido preciso de ciertas palabras
en el Torá. Por ejemplo, los Diez Mandamientos declaran: «...el séptimo día es reposo para
YHWH tu Dios; no hagas obra alguna...» (Éxodo 20:10). En cada época, ha surgido la
siguiente pregunta al respecto ¿cómo definimos la palabra “obra”?, ¿qué abarca y que excluye?
Ya que la Ley Mosaica no cubría estos detalles, los rabinos tuvieron que desarrollar este código
complementario, que sin duda ha desempeñado un papel muy importante en moldear la
existencia del pueblo judío durante la dispersión.
Se dice que Esdras fue ampliamente responsable en el inicio de este proceso de interpretación
luego de que los judíos retomaran del exilio babilónico:
«Porque el día primero del primer mes fue el principio de la partida de Babilonia, y al
primero del mes quinto llegó a Jerusalén, estando con él la buena mano de Dios. Porque
Esdras había preparado un corazón para inquirir la ley de YHWH y para cumplirla, y para
enseñar en Israel sus estatutos y decretos» —Esdras 7:9, 10.
La palabra “inquirir” en el versículo anterior es clave para comprender el rol de Esdras en el
desarrollo de la Ley Oral. Dicho verbo en hebreo viene a ser, darash, que significa “deducir” o
“interpretar”. De aquí nace el término midrash, que viene a ser el sistema de interpretación
empleado en toda la literatura rabínica. Los midrashim (plural) también se pueden clasificar
bajo una de las dos categorías que estamos examinando. Es decir, Midrash halajá o midrash
agadá.
De acuerdo con la tradición judía, Esdras fundó la Gran Asamblea (Knesset Hayedolá), que
estaba conformada por una junta de maestros responsables de la preservación de los
conocimientos de la Ley, así como de su desarrollo para que ésta se pudiera adaptar a las
diversas circunstancias futuras. El Mishná nos describe dicho proceso de la siguiente manera:
“Moisés recibió el Tora en Sinaí. Él se lo entregó a Josué: Josué se lo transmitió a los
ancianos, los ancianos a los profetas, y los profetas se lo entregaron a los hombres de la
Gran Asamblea. Ellos dijeron tres cosas: «Sé deliberado al juzgar, desarrolla varios
estudiantes, y erige una cerca para el Tora»” —Pirkei Avot 1:1
Con el fin de “erigir una cerca para el Torá”, los rabinos establecieron una serie de halajot o
leyes adicionales relacionadas con cada mandamiento. Por ejemplo, el mandamiento: «No
cometerás adulterio» (Éxodo 20:14), se extendió para incluir también toda forma de
pensamiento que pudiera conducir a dicho acto. Tomemos como ejemplo las siguientes citas
que se hallan en la literatura rabínica:
“La imaginación no casta, es más dañina que el Pecado en sí”
—Talmud Babilónico Yomá 29a.

“Aquél que contempla a una mujer con lujuria, es como si hubiese cometido adulterio con
ella” —Mas. Kalla.

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“No debes suponer que sólo aquél que ha cometido el crimen con su cuerpo es un adúltero;
si él comete adulterio con sus ojos también es llamado un adúltero...”
—Levíticus Rabbáh 23:12.
Y‟shua demostró estar completamente de acuerdo con este aspecto de la Ley Oral, puesto que
declaró:
«...oíste que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero Yo os digo que cualquiera que mira a
una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón» —Mateo 5:27, 28.
¡He aquí un clásico ejemplo de midrash halajá en las enseñanzas de Y‟shua! A lo largo de los
Evangelios hallamos varios ejemplos como el anterior. Pero lo más interesante es ver cómo
Y‟shua empleó los principios de hermenéutica rabínica para crear Su propio halajá.
Durante la niñez y juventud de Y‟shua, la hermenéutica rabínica consistía principalmente de las
siete reglas de interpretación elaboradas por Hillel. Ya que la finalidad de este libro no es ser un
compendio de exégesis rabínica, tan sólo examinaremos una de estas siete reglas para
comprender la lógica de Y‟shua tras algunas de Sus enseñanzas. Me refiero al kal v‟homer
también conocido en latín como “a fortiori”. Dicha regla dice que lo que aplica en un caso
menos importante (kal) ciertamente aplicará en un caso de mayor importancia (homer) o
viceversa. Moisés emplea este principio cuando le dice al pueblo:
«Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz; he aquí que aún viviendo yo con vosotros
hoy, sois rebeldes a YHVH; ¿cuánto más después que yo haya muerto?»
—Deuteronomio 31:27.
La frase clave que Moisés utiliza para introducir su deducción aquí, es “cuanto más”. Vemos
que Y‟shua luego hace uso de esta fórmula rabínica para crear Su propia halajá. Por ejemplo, al
ser confrontado por los fariseos, luego de que Sus discípulos arrancaran espigas y comieran
durante el día de reposo, Y‟shua les respondió:
«¿...no habéis leído cómo en el día de reposo los sacerdotes en el Templo profanan el día de
reposo, y son sin culpa? Pues os digo que Uno Mayor que el Templo está aquí.»
—Mateo 12:5, 6.
La inferencia aquí es la siguiente:
“Si a los sacerdotes les es permitido profanar el día de reposo, cuánto más a los discípulos de
Aquél que es mayor que el templo.”
Antes de examinar otro ejemplo de kal v‟homer, definamos primero un método popular de
enseñanza entre los rabinos denominado reméz. Dicha palabra significa “aludir”. Para
comprender la lógica detrás de este método debemos primero tomar en consideración que en
aquellos días, todo judío sabía las Escrituras de memoria. Había frases o palabras claves que
traían a la mente todo un pasaje de las Escrituras. En el cristianismo de hoy, algunos ejemplos
de reméz con referencia al Evangelio podrían ser: “al tercer día”, “ríos de agua viva”, “las
bodas”, “la sal”, “el hijo pródigo”, etc. Todo creyente instruido en la Palabra de inmediato
identificaría estas frases, recordando los pasajes y contexto en que se halla dentro del Nuevo
Testamento.

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De modo similar, Y‟shua sólo tenía que hacer alusión a ciertas palabras o frases de las
Escrituras para dar a conocer Su identidad como el Mesías. Este es el caso en el siguiente pasaje
en que Y‟shua combina kal v‟homer con reméz:
«Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?» —Lucas 23:31.
Con las frases “árbol verde” y “árbol seco”, Y‟shua está aludiendo a las palabras del profeta
Ezequiel:
«...así ha dicho YHVH, el Señor: He aquí Yo enciendo en ti fuego, el cual consumirá en ti
todo árbol verde y todo árbol seco» —Ezequiel 20:47b.
En este contexto, fuego es un símbolo de juicio (ver Deuteronomio 4:24; Isaías 66:15, 16)
mientras que el árbol verde representa al justo y el árbol seco al impío (ver Isaías 56:3;
Ezequiel 17:24). Aquí Y‟shua, camino al Calvario, se da a conocer como la personificación del
árbol verde (el justo), y al igual que Ezequiel, previene a Sus espectadores del juicio que ha de
venir. La inferencia que el Mesías hace aquí es la siguiente:
“Si en el justo hacen estas cosas (lo van a crucificar sin motivo), ¿cuánto más harán con los
impíos? (que se lo han buscado).”
En resumen, Y‟shua introduce Su halajá empleando diversos métodos. Lo vemos cuando al
citar un mandamiento pronuncia la frase, “pero Yo os digo...” En dichos casos, generalmente la
segunda parte no abroga, mas bien nos revela el significado y verdadera intención de la primera
parte. Podríamos decir al respecto, que “el Sermón en el Monte”, es el midrásh halajá que
Y‟shua ha dejado a Su Iglesia, puesto que aquí Él nos resume el significado y propósito del
Torá, y a la vez nos enseña cómo llevar a la práctica estos mandamientos. ¡Aquí todo creyente
en el Mesías podrá hallar la doctrina del Reino de los Cielos!

AGADÁ
La palabra agadá significa “narración” y es el término empleado para categorizar los aspectos
no legales del Mishná. Esta porción de la Ley Oral está constituida por escenas de la historia
judía, así como cuentos, fábulas, oraciones, parábolas, proverbios, alegorías, metáforas,
analogías, símiles, homilías, etc. El agadá tiene como propósito avivar nuestra fe personal en
Dios utilizando los medios descritos, para instruirnos en los caminos del Señor.
Durante el primer siglo D.C., por lo menos hasta la destrucción del Templo en 70 D.C., la
mayor parte de las enseñanzas de los rabinos itinerantes consistían de agadá. Esta forma de
instrucción fortalecía y alentaba a la persona ordinaria. Contrario al halajá que consistía de
interminables reglamentos, el agadá era una fuente de la cual la persona podría extraer alimento
espiritual. Esto dio lugar a que el pueblo prefiriera esta categoría. Como prueba de ello, la
literatura rabínica nos relata la experiencia de dos rabinos que ministraron en un mismo pueblo.
El primero de estos obtuvo gran acogida luego de ofrecer un discurso “agádico”. Al ver que su
colega no consiguió los mismos resultados al exponer su enseñanza desde la perspectiva
“halájica” o legalista, éste procuró consolarlo con la siguiente parábola:
“En una ocasión dos hombres ingresaron al mismo pueblo, uno de ellos ofreciendo a la venta
joyas y perlas; y el otro hojalata. ¿Ante cuál crees que la gente se amontonaría? ¿No es ante
aquél que vende hojalata, puesto que está al alcance de sus bolsillos?”

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Aparentemente Y‟shua fue un agadista. Las diversas técnicas que habían sido empleadas
anteriormente por varios rabinos en este modo de enseñanza, sobresalen en las enseñanzas de
Y‟shua. De todas éstas, la parábola (mashal) parece haber sido el género que Él más empleó.
Respecto al valor de dicho vehículo de enseñanza, los rabinos comentaron:
“No dejéis que la parábola sea subestimada, puesto que por medio de ella un hombre puede
comprender las palabras del Torá. Es como un rey que ha perdido una perla y la halla con la
ayuda de una vela valorada tan solo en un centavo” —Kohelet Rabbah.
Tal parece que Y‟shua, aparte de crear Sus propias parábolas, a veces introdujo ciertas
modificaciones en las parábolas más populares del día. Como evidencia, examinemos a
continuación algunas parábolas rabínicas que nos traen a la mente ciertas enseñanzas de
Y‟shua. Estas dos primeras se asemejan en principio a “La Parábola de los Dos Cimientos”
(Mateo 7:24-27; Lucas 6:47-49):
“¿Aquel en quien hay buenas obras, y que ha estudiado mucho el Torá, a qué puede ser
comparado? A una persona que construye primero con piedras y luego con ladrillo: Ni
siquiera cuando una gran cantidad de agua viene y se acumula a su lado logra desalojarlo.
Pero aquél en quien no se hallan buenas obras, a pesar de que estudió el Torá, ¿A qué puede
ser comparado? A una persona que construye primero con ladrillos y luego con piedras:
Inclusive aún cuando poca agua se acumula, ésta logra derrumbarlo.”
—Avot de Rabbi Natán 24

“¿A qué se asemeja la persona cuya sabiduría es mayor que sus obras? A un árbol cuyas
ramas son muchas pero cuyas raíces son pocas, y viene el viento y lo derrumba. Pero, ¿a qué
se asemeja la persona cuyas obras son mayores que su sabiduría? A un árbol cuyas ramas
son pocas pero cuyas raíces son muchas. Aunque todos los vientos viniesen contra él, no
podrán moverlo” —Pirkei Avot 3:18
Un tipo de parábola muy popular entre los rabinos, era “la Parábola del Rey”. Notemos la
similitud que hay entre el siguiente ejemplo y la “Parábola del Banquete” (Mateo 22:1-4):
“El asunto puede ser comparado a un rey que organizó un banquete y convocó a sus
invitados. El rey publicó un decreto que decía:
—«Cada invitado debe traer algo sobre el cual recostarse.»
“Algunos trajeron alfombras, otros trajeron colchones o cojines o almohadones o taburetes,
mientras que otros trajeron leños o piedras. El rey observó lo que habían hecho y dijo:
—«Que cada hombre se siente sobre lo que ha traído.»
“Aquellos que tuvieron que sentarse sobre madera o piedra, murmuraron contra el rey. Estos
dijeron:
—«¿Es respetable para un rey, que nosotros, sus invitados, debamos sentarnos sobre madera
o piedra?»

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“Al escuchar esto, el rey les dijo:
—«No les basta el hecho de que hayan deshonrado con su madera y piedra el palacio que me
fue construido a un gran costo, ¡pero se atreven a inventar una queja contra mí! La falta de
respeto que han recibido es el resultado de sus propias acciones!»”
Notemos el paralelo con Mateo 7:21-23 en la interpretación que sigue a continuación:
“De igual manera, después de la muerte, los malvados serán sentenciados al gehennóm
(Infierno) y murmurarán contra el Santísimo, Bendito sea Él, diciendo:
—«Procuramos Su Salvación. ¿Cómo es posible que nos corresponda tal destino?»
Él les responderá:
—«¿Cuándo ustedes estaban en la tierra, no pelearon y calumniaron, e hicieron maldades?
¿No fueron responsables por contiendas y violencias?»
“Por eso está escrito:
«He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro
fuego, y de las teas que encendisteis. De Mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados.»
—Isaías 50:11.
“Si ustedes dicen: «Esto tenemos de Tu mano», no es verdad pues ustedes lo han cosechado,
y por lo tanto, «se recostarán en tormento».”
—Eclesiastés Rabbáh 3:9
En la siguiente “Parábola del Rey”, hallamos una notable semejanza en temática con “La
Parábola de la Viña” (Mateo 20:1-16):
“¿A qué puede ser comparado...? A un rey que contrató a varios obreros, y entre ellos había
uno que era más hábil en su trabajo que los demás. ¿Qué hizo el rey? El caminó hacia arriba
y hacia abajo con él. Al oscurecer los obreros vinieron a recibir su jornal y éste recibió el
mismo sueldo que los demás. Por lo tanto el resto murmuró diciendo:
—«Nosotros hemos laborado el día entero y éste que tan sólo ha trabajado dos horas ha
recibido la misma suma que nosotros.»
El rey les respondió:
—«Este logró en dos horas más de lo que ustedes han logrado en el día entero.» ”
—Talmud de Jerusalén Berakhot 2:8.

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CONCLUSIÓN
Al examinar el ministerio de Y‟shua desde una perspectiva hebrea, hallamos varios elementos
característicos de la tradición rabínica de Sus días. Esto nos sirve de evidencia adicional para
creer que el Mesías durante Sus años de formación, recibió la instrucción descrita en los
capítulos anteriores.
En cuanto a la Ley Oral, comparto la opinión del eminente teólogo judío David Flusser quien
declaró:
“Los Evangelios proveen suficiente evidencia, al efecto de que Y‟shua no se opuso a ninguna
prescripción de la Ley Mosaica, Escrita u Oral” —(E. J. 10:13).
Para la mayoría de los estatutos dentro de la Ley Escrita, la Ley Oral podía ordenar diferentes
especificaciones de acuerdo con las autoridades rabínicas que predominaban. Estas, como
hemos visto en el caso de las escuelas de Hillel y Shammai, con frecuencia estaban en
conflicto. En dicho caso, Y‟shua debe haber optado por una de ellas, o de lo contrario,
empleando la lógica establecida por los rabinos, sabiamente formulaba su propio halajá.
Evidencia de que a lo largo de Su ministerio jamás se logró comprobar que Él hubiera
quebrantado la Ley Escrita o la Oral, se halla en el hecho de que al ser convocado ante el
Sanedrín, «...los principales sacerdotes y todo el concilio buscaba testimonio contra Y‟shua,
para entregarle a muerte; pero no lo hallaban» (Marcos 14:55).
Al concentrarse el cristianismo sólo en el propósito redentor de los Evangelios, ha descuidado
el estudio de su valioso contexto histórico. Esto ha dado lugar a toda una serie de doctrinas que
han pasado por alto la ideología hebrea del primer siglo, que sirvió de base para escribir el
Nuevo Testamento. Por otro lado, el pueblo judío gradualmente ha ido interesándose en el
contenido de estos documentos, puesto que se han convertido en un tesoro arqueológico que
reflejan la cultura de sus antepasados. El día se aproxima cuando el pueblo de Israel, al leer de
sus páginas no sólo reconocerá el trasfondo rabínico en las enseñanzas de Y‟shua, ¡sino que
hallarán en Él, las promesas de la Ley, los Salmos y los Profetas hechas realidad!

47
SEGUNDA PARTE:
Y’SHUA EN LAS FIESTAS LEVÍTICAS

INTRODUCCIÓN
La palabra hebrea para “festividad” es hag cuya raíz es hagog y significa “celebrar”. Esta se
halla emparentada con la palabra árabe hajj que se utiliza para denotar peregrinaje. Dicha
palabra describe acertadamente la naturaleza de la Pascua, Pentecostés y la Fiesta de los
Tabernáculos las cuales fueron instituidas como festividades de peregrinaje (ver
Deuteronomio 16:16). En la época del Segundo Templo, en obediencia a las Escrituras,
centenares de judíos viajaban a Jerusalén para participar en dichas festividades. En una Pascua,
el procurador romano Gesio Floro, registró 256.000 corderos pascuales lo que daría un número
de 2.560.000 peregrinos. No fue coincidencia que Dios eligiera esta época para que Su pueblo,
estando reunido, recibiera el Cordero de Dios.
Hoy, cerca de 2,000 años después de la venida del Mesías, la mayoría de los cristianos ignoran
el importante papel que estas celebraciones desempeñan en el Plan que Dios viene
desarrollando con Israel. Para esto debo señalar que las Fiestas del Señor no sólo sirvieron para
reunir al pueblo judío durante las épocas en que el Templo se encontraba en pie. Incluso luego
de su destrucción, estas festividades han constituido el cemento que ha mantenido unido al
pueblo judío, a pesar de estar disperso por varios siglos en numerosos países bajo la influencia
de diversas culturas y civilizaciones.
El rey Jeroboam, hace 3,000 años estuvo consciente de este factor que la historia nos ha
comprobado. La Biblia nos relata que con el propósito de dividir al pueblo de Israel, éste
inventó festividades nuevas, intentando de esta manera evitar que los judíos subieran a
Jerusalén, para que en cambio se dirigieran a Dan y a Bet-El (1 Reyes 12:31-33).
La Iglesia Romana, obstinada en despojarse de sus raíces judías, cometió un delito similar
cuando decretó durante el Concilio de Nicea (325 D.C.), que ningún creyente judío podría
seguir participando en las Fiestas de Israel. Con la finalidad de cortar todo lazo con el pueblo
judío, la conmemoración de la Resurrección del Mesías fue transferida del domingo de
Primeros Frutos, al domingo de Ishtar, fecha en la cual se celebraba un rito pagano en honor de
la diosa babilónica del mismo nombre.
Con el tiempo la Iglesia Romana inventó toda una serie de nuevas festividades para proclamar a
sus santos canonizados. Por consiguiente, la Iglesia se convirtió en una fuerza alienante para
todo judío que desease conservar su cultura y algún día ver a un Israel reunido en la tierra que le
pertenecía. Este es uno de los principales motivos por los cuales, mientras que la Iglesia en sus
inicios estaba conformada enteramente por judíos, hoy es extraño encontrar a un judío en ella.
Siendo yo una de esas excepciones, me veo obligado continuamente a recalcar que la verdadera
Iglesia del Señor, no tiene por qué representar para el judío un terreno tan apartado de los
valores bíblicos de Israel. Después de todo, Y‟shua, el fundador de la Iglesia, es judío.
Asimismo, las Escrituras nos demuestran que todo creyente de trasfondo gentil, es como una
rama silvestre que ha sido injertada en el Buen Olivo que representa a Israel (ver Romanos 11).

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En vista de estos hechos, es de suma importancia que el creyente de trasfondo gentil,
reconsidere el efecto positivo que la celebración mesiánica de dichas fiestas pudiera tener para
traer más judíos a los pies de su Mesías.
¿Qué provecho tiene el cristiano que incursiona en el estudio de las Fiestas Judías? La respuesta
se halla parcialmente en las palabras de un rabino que dijo:
“El catecismo judío consiste de su calendario”.
Y efectivamente, estudiando las festividades contenidas en el calendario hebreo podemos
comprender los fundamentos históricos de Israel. Pero yo diría que aún mayor es el beneficio
que se deriva de dicho estudio, ya que las siete fiestas Levíticas vienen a ser un esquema del
Plan de Redención que Dios tiene no sólo para Israel, sino para todas las naciones.
Estas festividades nos confirman una vez más, que Israel viene a representar el reloj que Dios
ha situado aquí en la tierra, para que todo aquél que estudie Su Palabra pueda saber en qué etapa
de Su Plan nos encontramos. No obstante, hay un prerrequisito indispensable para nuestras
vidas, sin el cual no podemos comprender la función sobrenatural de este reloj. Me estoy
refiriendo a la presencia del Mesías Y‟shua en quién se cumplió el propósito inicial de Israel:
traer la Salvación a este mundo.
Y‟shua dijo:
«Éstas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliese todo lo que está escrito de Mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.»
—Lucas 24:44.
Dichas escrituras constituyen lo que podríamos llamar el negativo de una fotografía. El Espíritu
Santo nos revela el negativo en el Nuevo Testamento y nos muestra el retrato final: ¡Y‟shua!
En el caso de las siete Fiestas de Israel mencionadas en Levítico 23, éstas constituyen una parte
vital del negativo que nos fue revelado hace aproximadamente 2,000 años.
Sin embargo, muchos cristianos no han podido ver el retrato profético contenido en estas
Escrituras, ni siquiera de la Crucifixión y Resurrección de nuestro Señor... ¡Y esto sin hacer
mención de otros eventos de suma importancia tipificados aquí! Esto se debe usualmente al
hecho de que la mayoría de creyentes no conocen las Escrituras Hebreas, pues han sido
educados bajo la falsa noción de que éstas son irrelevantes para nuestra época. Probablemente
usando una lógica similar, durante el Concilio de Cartago (397 (D.C.) un número de obispos de
la Iglesia Romana lo denominaron el “Antiguo” Testamento. No obstante, hay numerosas
profecías contenidas en sus páginas, que recién durante el presente siglo se están cumpliendo y
que pasan en forma desapercibida por millones de cristianos.
Es mi deseo que a través de esta parte del libro se despierte un mayor interés en todo creyente
de trasfondo gentil para que escudriñe las Escrituras Hebreas. Primero para que obtenga una
mejor comprensión de sus raíces judías y, segundo, para que conozca el rol de Israel y de la
Iglesia en los últimos tiempos. Con este propósito en mente, examinaremos tres aspectos de
cada festividad: su significado histórico, su significado mesiánico y su aplicación espiritual. Por
consiguiente, espero que estas celebraciones dejen de representar la serie de “vanas
tradiciones” que han aparentado ser para tantos cristianos, y pasen a ser vistas bajo una nueva
luz.

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I — PESAJ
«En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová.»
—Levítico 23:5.
¿Cuál es el significado de la palabra Pascua? Pascua, originalmente Pesaj en hebreo, significa
“cruzó”. En la víspera del Éxodo, Jehová pasó por la tierra de Egipto, pero sólo “cruzó” por
encima de las casas de los hebreos. Este acontecimiento central en la historia judía dio lugar a
que el pueblo de Israel tomara el paso de la esclavitud a la libertad. El Señor nos resume este
evento que se conmemora cada Pascua en su introducción a los Diez Mandamientos:
«Yo Soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.»
—Éxodo 20:2.
Con esta festividad se da inicio al calendario litúrgico del Pueblo de Dios. En Éxodo 12,
encontramos una descripción de la Primera Pascua, y leemos al respecto:
«Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero de los meses del
año» —Éxodo 12:2.
Sin embargo, con el tiempo, el pueblo de Israel adoptó la fecha de la quinta Fiesta Levítica
como inicio de su año fiscal, conservando el mes de la Pascua como inicio del año religioso. Sí,
en efecto, el tiempo no gobierna al hombre, entonces el año como medida de tiempo puede
tener más de un comienzo y un final. De igual manera, cada uno de nosotros puede distinguir
más de un año nuevo a lo largo del año calendario. Por ejemplo, hay un año nuevo que se inicia
con nuestro cumpleaños, hay un año nuevo académico, un año nuevo fiscal, y otros por el estilo,
dentro de nuestro año calendario. Para comprender más a fondo el significado que tienen las
fechas de las Fiestas Levíticas en relación con los eventos que conmemoran y proféticamente
retratan, examinemos a continuación el origen del calendario hebreo.

EL CALENDARIO HEBREO
La Escritura en Levítico 23:5, nos da a entender que la Pascua se lleva a cabo durante el 14 de
Nisán, entre las dos tardes. Debo señalar que esta fecha no tiene un paralelo fijo con el
calendario común. Esto debido a que el calendario hebreo no es un calendario solar como al que
estamos acostumbrados. El calendario solar fue ideado por los egipcios y luego adoptado y
modificado por el Papa Gregorio XIII en 1582. El antiguo calendario egipcio estaba dividido
en períodos iguales de 30 días cada uno, dejando afuera cinco días y varias horas para la
consumación del ciclo solar. En el caso del calendario lunar, éste es aproximadamente 11 días
más corto que el ciclo solar. El calendario hebreo que viene a ser una ingeniosa combinación de
ambos, integra un ciclo de 19 años con meses lunares de 29 y 30 días. Puesto que doce de estos
meses no conforman un año completo, de vez en cuando se tiene que intercalar un mes
adicional para mantener el calendario en fase con el año solar. Esto se efectúa por cálculo
matemático. En los días en que Y‟shua se encontraba en Jerusalén, dicho ajuste era
responsabilidad del Sanedrín.

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Tú quizás te preguntes, ¿en vez de hacerse tanto problema, por qué mejor los judíos no se
adaptan al calendario solar? Para responder esta pregunta, examinemos primero el período del
año en el cual Dios liberó a Su pueblo de Egipto. En Éxodo 13:4 leemos:
«Vosotros salís hoy en el mes de Abib.»
Abib es el mes de la primavera cuyo nombre fue cambiado a Nisan. La combinación del
calendario lunar con el solar garantizó que la fecha que Dios había prescrito para conmemorar
la Pascua, siempre cayera durante la primavera en Israel. De esta manera la fiesta pudo seguir
siendo una fiesta primaveral, como lo fue en el tiempo del Éxodo. Por consiguiente, todo aquél
que celebra las Fiestas en el Medio Oriente hoy, lo hace durante la estación del año que le
corresponde a cada una. De este modo, las diferentes cosechas que las Escrituras mencionan
con relación a estas celebraciones, también se pueden llevar a cabo. Durante el trascurso de este
estudio, veremos que éste es un punto muy significativo.
Retornando a la escritura en Levítico 23:5, ahora consciente de que el calendario hebreo no es
un calendario solar, quizás tú puedas comprender con más facilidad la frase, “entre las dos
tardes”. Aquí se está haciendo referencia al día hebreo, el cual está constituido por 24 horas, las
cuales se inician con el atardecer y finalizan con el siguiente atardecer. Por ejemplo, si hoy
oscurece a las 6:00 p.m., ésta sería la primera hora. A las 6:00 a.m. del día de mañana se da
inicio al segundo ciclo de 12 horas, concluyendo el día a las 6:00 p.m. La Pascua se lleva a
cabo “entre las dos tardes” que constituye el 14 de Nisán.

Y’SHUA, NUESTRO CORDERO PASCUAL


Desde una perspectiva histórica, la Pascua es el fundamento de las 7 Fiestas Levíticas. Si no
fuese por el Éxodo, las fiestas adicionales jamás hubieran surgido. Desde una perspectiva
mesiánica sino fuese porque Y‟shua cumplió esta fiesta, jamás se hubiese establecido el
fundamento para nuestra Salvación. En conclusión, vamos a ver que del mismo modo que el
pueblo judío fue liberado por gracia de su esclavitud en Egipto, varios siglos después Dios
envió a Su Hijo unigénito, el Mesías, quien en esta misma fecha también por gracia, nos liberó
del reino de las tinieblas. Veamos a continuación qué nos dicen las Escrituras al respecto...
En Éxodo 12:3, Jehová dice:
«Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno
un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia.»
Juan el Bautista al ver a Y‟shua dijo:
«He aquí el Cordero de Dios, que quita el Pecado del mundo» —Juan 1:29.
De acuerdo con Éxodo 12:5, el cordero tenía que ser macho, “sin defecto”. El Apóstol Pedro
nos provee la interpretación Mesiánica de esta Escritura, al decir que fuimos rescatados de
nuestra vana manera de vivir, «con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación» (1 Pedro 1:19).
Y‟shua, el Cordero de Dios cumplió con todos los requisitos de la Ley Mosaica para poder ser
nuestro sacrificio pascual. No sólo fue concebido libre de Pecado al nacer de una virgen, sino
que además nació en un lugar muy significativo. De acuerdo con el Mishná, los rebaños de
ovejas pastoreadas en Belén estaban destinados para ser sacrificados en el Templo en Jerusalén.

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Aquí se seleccionaban sólo aquellas ovejas sin defecto. Debo repetir que Belén en hebreo, es
Betlehem que significa: “Casa de Pan”. No es coincidencia que el Cordero de Dios quien dijo
«Yo Soy el Pan de Vida» (Juan 6:35a), naciera aquí.
En Éxodo 12:6 leemos:
«Y lo guardaréis hasta el catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo
entre las dos tardes.»
El Talmud de Jerusalén nos informa al respecto, que los sacrificios pascuales se ofrecían a la
hora novena (3:00 p.m.) en el Templo. Isaías profetizó cómo cumpliría Y‟shua dicha escritura:
«Angustiado Él y afligido, no abrió Su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como
oveja delante de Sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió Su boca» —Isaías 53:7.
En el Evangelio de Mateo leemos que en la hora novena, hora precisa en que todos los judíos se
encontraban ofreciendo sus sacrificios pascuales en el Templo, Y‟shua, el Cordero de Dios,
falleció en la cruz:
«Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la
hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabactani? Esto es: Dios Mío,
Dios Mío, ¿por qué me has desamparado? Algunos de los que estaban allí decían al oírlo: A
Elías llama Éste. Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de
vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si
viene Elías a librarle. Más Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.»
—Mateo 27:45-50
Aquel día, judío y gentil, sin saberlo, participaron en el ofrecimiento del sacrificio que dio
inicio al Brít Hadashá (Nuevo Pacto). Dios dispuso de las circunstancias permitiendo que los
judíos condenaran a Y‟shua, y por su lado los romanos, en representación de los gentiles, le
clavaran a la cruz. De esta manera, se cumplió la siguiente estipulación de la Ley Mosaica de
una vez por todas:
«Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre
el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona”
—Levítico 17:11.
Antes del Éxodo, Jehová dio el siguiente mandato a todos los judíos esclavos:
«Y tomarán de la sangre (del cordero), y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las
casas en que lo han de comer» —Éxodo 12:7.
Mientras la sangre goteaba del dintel y ambos postes, cada judío podía presenciar la señal de
una cruz de sangre en la puerta de su hogar. Aquella misma noche, Jehová redimiría a todo
aquel que tuviera la señal del pacto en su puerta:
«Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de
vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.»
—Éxodo 12:13.

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Haciendo alusión a estas escrituras, Y‟shua declaró:
“Yo Soy la puerta; el que por Mí entrare, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos.»
—Juan 10:4.
La sangre que está rociada sobre los dos postes y el dintel de esta segunda puerta, habla mejor
que la sangre que fue rociada en aquellas puertas de Egipto, ya que todo aquel que entrare y
saliere por ésta, será redimido de la esclavitud del Pecado, ¡y por consiguiente obtendrá Vida
Eterna! Mientras que los judíos, al salir por aquellas puertas egipcias tuvieron que enfrentar un
desierto, Y‟shua nos promete que todo aquel que salga por Su puerta hallará pastos. Sin duda es
«un mejor pacto establecido sobre mejores promesas» (Hebreos 8:6).
¿Qué tendría que hacer cada judío luego de rociar la sangre del sacrificio sobre su puerta?
Jehová les dice a Moisés y Aarón en Éxodo 12:8:
«Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas
amargas lo comerán.»
Conjuntamente con el vino, estos son los alimentos principales de la Cena Pascual. Y‟shua nos
da la interpretación mesiánica de este pasaje, en el Evangelio de Juan. Juan 6:4, nos relata que
«estaba cerca la Pascua, la Fiesta de los Judíos». Como es costumbre en la época de cada
festividad, siempre se leen las Escrituras correspondientes en las sinagogas. Y‟shua aprovechó
aquel momento en que las Escrituras relacionadas con el Éxodo estaban frescas en las mentes de
todo judío, y se dio a conocer como la personificación del cordero pascual:
«El que come Mi carne y bebe Mi sangre, tiene Vida Eterna; y Yo le resucitaré en el día
postrero. Porque Mi carne es verdadera comida y Mi sangre verdadera bebida. El que come
Mi carne y bebe Mi sangre en Mí permanece, y Yo en él» —Juan 6:54-56.
Muchos se preguntan por qué Jehová es tan explícito en cuanto al modo de cocinar el cordero:
«Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con
sus pies y sus entrañas» —Éxodo 12:9.
Si examinamos el mencionado versículo a la luz de las Escrituras Neotestamentarias, veremos
cómo éste es una perfecta sombra de aquello que el Cordero de Dios cumpliría luego. Leímos
anteriormente que Y‟shua dijo en la época de la Pascua:
«El que come Mi carne y bebe Mi sangre tiene Vida Eterna.»
Con esto nos está dando a entender que Él ha venido a sustituir al cordero pascual. Ya que el
propósito del sacrificio pascual era hacer expiación por nuestros pecados, el Padre a Su Hijo,
«que no conoció Pecado, por nosotros lo hizo Pecado para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en Él» (2 Corintios 5:21).
Ahora, ¿qué sucedía con los cuerpos de los animales cuya sangre hacía expiación por los
pecados? La Ley de Moisés dice al respecto:
«Y sacarán fuera del campamento el becerro y el macho cabrío inmolados por el Pecado,
cuya sangre fue llevada al santuario para hacer la expiación; y quemarán con el fuego su
piel, su carne y su estiércol» —Levítico 16:27.

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No es coincidencia que Y‟shua, «para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció
fuera del campamento» (Hebreos 13:12). Al hacerse Pecado por nosotros, el Cordero de Dios
fue «asado al fuego; Su cabeza con Sus pies y Sus entrañas». Y‟shua descendió al corazón de
la tierra a desechar aquello que no le pertenecía: nuestro cuerpo pecaminoso. Leemos en
Romanos 6:6:
«que nuestro viejo hombre fue crucificado conjuntamente con Él, para que el cuerpo del
Pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al Pecado».
Nuestro cuerpo pecaminoso fue consumido por el fuego, y al tercer día Y‟shua resucitó con un
cuerpo glorificado, a modo de promesa para todo aquél que confiese con su boca que Él es el
Señor, y crea en su corazón que Dios le levantó de los muertos (Romanos 10:9).
La Salvación es un regalo por fe. Del mismo modo que Moisés, «por la fe celebró la Pascua, la
aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos»
(Hebreos 11:28), todo aquél que no quiera experimentar la Ira del Señor sólo tiene que aceptar
a Y‟shua por fe como su redentor. Si tú aún no has abandonado tu esclavitud bajo el padre de
las mentiras, has como Moisés que «por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque
se sostuvo como viendo al invisible» (Hebreos 11:27).
La Escritura en Éxodo 12:11 dice refiriéndose al cordero pascual:
«Y lo comeréis así: ceñidos vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis
apresuradamente, es la pascua de Jehová.»
No hay tiempo que perder, ¡Hoy es el Día de Salvación! Los judíos tuvieron que comer el
cordero apresuradamente, con sus pies ceñidos, listos para abandonar Egipto rumbo a la tierra
prometida. ¿Qué sucedió con los que no creyeron? El apóstol Judas nos recuerda que, «...el
Señor habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no
creyeron» (Judas 5b). Lo mismo sucedió anteriormente en los días de Noé. Tan sólo los ocho
que creyeron y, por consiguiente, ingresaron en el arca, se salvaron.
Tristemente la historia se repetirá en tiempos venideros cuando el Anticristo se manifieste.
Todo aquél que no esté bajo la cobertura de la sangre del Cordero, será víctima del juicio de
Dios. Pero me gozo por todos los que han aceptado el sacrificio de Y‟shua pues en Él,
«tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su gracia»
(Efesios 1:7).

LA ÚLTIMA CENA
¿Sabías tú que la comunión con el pan y el vino, comúnmente llamada la Cena del Señor por la
Iglesia, fue extraída de la tradicional Cena Pascual? Para comprender más a fondo su
significado, examinemos los símbolos contenidos en la tradicional liturgia judía.
El término en hebreo para designar el orden de la Cena es “Seder”, y éste se desarrolla de
acuerdo con el “Hagadá”. El Hagadá es el texto que narra el Éxodo de Egipto, y al dictar la
secuencia en que se ingieren los alimentos, nos va revelando lo que estos simbolizan. A pesar
de que los Hagadás han cambiado a través de los siglos, todavía se (conservan algunos cuyos
orígenes se remontan a la época del Segundo Templo, dándonos una buena idea acerca de cómo
debió haber sido la última Cena Pascual en la cual participó Y‟shua. A continuación una breve
descripción de los elementos principales que hasta la fecha integran el Seder.

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En cada mesa pascual hay un plato central (keará) que contiene cinco símbolos.

El Primero de Estos Símbolos es el Hueso Asado (zeroa). Esto en representación de la


escritura en Éxodo 12:46:
«Se comerá en casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo.»
Desde la perspectiva mesiánica esto se cumplió cuando los soldados romanos le dieron un trato
diferente al cuerpo de Y‟shua en la cruz. Ver Juan 19:32, 33:
“Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que
había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le
quebraron las piernas”.
Esto significa que el sacrificio tenía que ser íntegro.

El Segundo Símbolo es un Huevo Duro (beitsá), el cual representa la ofrenda de paz


voluntaria denominada “hagiga”, que se ofrecía al día siguiente de la Pascua. Y‟shua se ofreció
a Sí Mismo como nuestra ofrenda de paz, gracias a lo cual, en Él podemos gozar de una paz que
sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7).
El Tercer Símbolo contenido en el mencionado plato, son las Hierbas Amargas (marror),
descritas en Éxodo 12:8. Desde la perspectiva histórica éstas representan la amargura de
nuestra esclavitud en Egipto, mientras que desde la perspectiva mesiánica, representan el
sufrimiento de Y‟shua en la cruz por nosotros.
Los nombres de los dos últimos símbolos contenidos en dicho plato, no tienen traducción al
español. El primero de éstos se denomina “haroset” en hebreo, y consiste de una mezcla hecha
a base de manzanas, nueces, canela, y vino que representan el color de los ladrillos con que
trabajaban los judíos bajo la esclavitud. Para todo creyente en Y‟shua, esto sirve como
recordatorio de los días que sufríamos en vano bajo la esclavitud del padre de la mentira.

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El segundo y último símbolo contenido aquí se denomina “karpas” en hebreo. Para esto se
utiliza una verdura verde, generalmente perejil, como símbolo de la promesa de vida de Dios.
En determinado momento del Seder, dicha verdura se moja en agua salada, como recordatorio
del día en que los judíos, al abandonar Egipto, cruzaron el mar Rojo y Dios los convirtió en una
nación.

EL VINO
Aparte de los símbolos mencionados, hay cinco copas de vino, cuatro de las cuales representan
diferentes fases en el desarrollo del Seder. Luego de encender las velas, la Copa de la
Santificación o “Kiddush” da inicio a la ceremonia.
La segunda copa, denominada la Copa de las Plagas se bebe antes de cenar.
Luego de la cena se bebe la Copa de la Redención, concluyendo con la Copa de la Alabanza o
“Halel”.
Hay una copa adicional, denominada la Copa de Elías, quien se dice ha de retornar en los
últimos tiempos.

Y‟shua dijo al respecto, haciendo referencia a Juan el Bautista:


«Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.»
—Marcos 9:13; ver Mateo 11:1-19.
Tomando en cuenta la secuencia establecida para las copas de vino, veamos donde encajan
dentro de la descripción que el Nuevo Testamento nos ofrece de la Ultima Cena:
«Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros;
porque os digo que no beberé mas del fruto de la vid, hasta que el Reino de Dios venga.»
—Lucas 22:17, 18.
Probablemente la copa mencionada aquí sea la Copa de la Santificación, con la cual Y‟shua
debe haber dado inicio a la ceremonia. El Evangelio de Lucas es el único que nos da evidencia
de cuál de las cuatro copas escogió Y‟shua para proclamar el Nuevo Pacto. El hecho de que
Lucas hiciera mención de una segunda copa que Y‟shua tomó después de cenar, nos da la razón
para creer que el nuevo pacto se estableció con la Copa de la Redención:
«De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa diciendo: Esta copa es el nuevo
pacto en Mi sangre, que por vosotros se derrama» —Lucas 22:20.

EL PAN
No podemos concluir sin antes hacer mención del partimiento del pan. Me refiero al pan sin
levadura prescrito en Éxodo 12:8, cuyo significado examinaremos a fondo en el siguiente
capítulo. Por ahora veamos el lugar que dicho pan ocupa en el Seder Pascual. Para esto debo
hacer mención de un segundo plato, aparte del ya mencionado que contiene tres rodajas de pan
sin levadura o “matsá” en hebreo.

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De acuerdo con el Hagadá, antes de cenar, la cabeza del hogar quiebra la rodaja del medio y
luego de envolverla en un paño de lino blanco, la esconde. A continuación, los niños la buscan
bajo la promesa de que el que la halle recibirá un regalo al concluir la celebración. Se dice que
este aspecto del Seder tuvo su origen en la época del Segundo Templo, por lo que la
denominada rodaja de matsá se denomina “afikomen”. Tal parece que la cultura helénica
predominante en aquel período dejó su huella en la liturgia pascual a través de esta palabra que
en griego significa “postre”. Cuando el afikomen es hallado al final del Seder, se quiebra en
varios pedacitos y se reparte entre los participantes a manera de postre.
Aunque las tres rodajas de matsá tienen diferentes significados dentro del judaísmo ortodoxo,
desde una perspectiva mesiánica representan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. No es
coincidencia que la rodaja del medio representando al Hijo, se quiebre y luego se envuelva en
un paño de lino blanco, como lo fue el cuerpo del Mesías luego de ser bajado de la cruz. Su
reaparición al final de la cena, representa la resurrección luego de tres días y tres noches. El
Evangelio de Lucas nos describe cómo Y‟shua, antes de cenar la pascua, nos reveló el
significado de este ritual:
«Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es Mi cuerpo, que por
vosotros es dado; haced esto es memoria de Mí» —Lucas 22:19.
De acuerdo con la tradición del Hagadá, si tú has recibido a Y‟shua como Señor, ya encontraste
la rodaja de matsá escondida (afikomen). Esto significa que ahora posees el regalo prometido...
¡En este caso, Vida Eterna!
Cada vez que partimos el pan y bebemos el vino en memoria de Él, estamos conmemorando el
día en que Y‟shua se convirtió en nuestro Cordero Pascual. ¡Aquel día marcó «el principio de
los meses, el primero en los meses del año», por lo que en esa fecha volvimos a nacer! Como
dijo el apóstol Pablo:
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas» —2 Corintios 5:17.

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II — MATZOT
«Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete
días comeréis panes sin levadura» —Levítico 23:6.
La Fiesta de los Panes sin Levadura o Matzot, como se le conoce en hebreo, comienza luego
del atardecer que da inicio al 15 de Nisán. Cuando el Templo aún estaba en pie, los sacrificios
se ofrecían antes de dicho atardecer (el 14 de Nisán) o lo que oficialmente se conoce como el
día de la Pascua. Ya que durante esta primera fecha se inmolaba el cordero y luego se
preparaba para la cena que se llevaría a cabo en la noche del 15, el 14 de Nisán pasó a ser
conocido como “el día de preparación”. Debido a que ambas festividades se llevaban a cabo
juntas, es común que los judíos se refieran a los siete días que conforman la Fiesta de los Panes
sin Levadura como la Pascua. Este es el caso en el versículo:
«Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura que se llama la Pascua» —Lucas 22:1.
¿Cuál es el trasfondo histórico de esta Fiesta? Las Escrituras nos responden:
«Y los egipcios apremiaban al pueblo (israelita), dándose prisa a echarlos de la tierra; porque
decían: todos somos muertos. Y llevó el pueblo su masa antes de que se leudase, sus masas
envueltas en sus sábanas sobre sus hombros» —Éxodo 12:33, 34.
En otras palabras, el Éxodo sucedió tan repentinamente que los judíos, al salir rumbo a la tierra
prometida, no tuvieron tiempo para que la levadura del pan se elevara. ¡El arrebatamiento de la
Iglesia sucederá de manera similar!
Mientras que el 14 de Nisán, todo judío conmemora el día en que Jehová hizo un pacto de
liberación con sus ancestros, al día siguiente se recuerda el cumplimiento de la promesa:
«Y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras
huestes de la tierra de Egipto; por tanto guardaréis este mandamiento en vuestras
generaciones por costumbre perpetua» —Éxodo 12:17.

LA BÚSQUEDA DE LA LEVADURA
La búsqueda de hamétz o levadura en la víspera de la Pascua, es una antigua tradición basada
en la escritura que dice:
«Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas» —Éxodo 12:19a.
Para esto, la cabeza del hogar esconde migajas de pan u otros alimentos que contengan levadura
en diferentes rincones del hogar. Luego, al oscurecer, él conduce una búsqueda con linterna en
la cual participa toda la familia. Es dentro de este contexto que por medio del profeta Sofonías,
Jehová le habla al pueblo acerca de la tribulación que ha de venir:
«Acontecerá en aquel tiempo que Yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los
hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón:
Jehová ni hará bien ni hará mal» —Sofonías 1:12.

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Luego de finalizar la búsqueda, se retiran del hogar lodos los alimentos que contengan levadura
y a la mañana siguiente se queman. Aquí la levadura representa nuestro Pecado que Dios
destinó para ser destruido por el fuego. Sin embargo, en la actualidad, muchas amas de casa
judías no comprenden el profundo significado que tiene el mencionado rito, razón por la cual,
antes de iniciarse la fiesta esconden todos sus alimentos con levadura en un closet hasta que
concluyen los siete días. Una ama de casa comentando al respecto dijo que Dios, en una de estas
oportunidades, le habló a su corazón preguntándole:
—“¿Harías tú lo mismo con tu Pecado?”
Muchos cristianos esconden su “levadura” para acudir a sus iglesias los días domingo, pero
llegado el día lunes, sacan toda la levadura del closet hasta volver a congregarse. Quizás
podamos engañar a nuestros hermanos en la fe, pero, ¿quién puede engañar a Dios? Este mismo
principio acontece en la vida de muchos nuevos creyentes. Al conocer al Señor, tienen en su
posesión varios objetos que podrían “leudar la nueva masa” y contaminar su relación con
Dios. Sin embargo, sea por ignorancia o motivos sentimentales, aún retienen dichos objetos en
su posesión. Un buen ejemplo es el caso del joven que es amante del Rock Satánico. Llega el
día en que le entrega su vida a Y‟shua, y al dejar de escuchar esta música decide guardar su
gran colección de discos en un closet. Al cabo de un tiempo, el Espíritu Santo le revela que está
almacenando levadura en su hogar. El joven se levanta una mañana, y equivocadamente decide
venderle la colección a una tienda de discos usados. Esto, le disgusta al Señor, ya que Él no
desea que vendamos nuestra levadura para que luego pase a perjudicar otra vida. Todo objeto
que represente la levadura de nuestro pasado debe ser destruido por el fuego. El Señor desea
que quememos el puente que nos puede llevar de retorno a Egipto.
Esto me trae a la memoria un incidente en mi vida. Jamás olvidaré el día en que le prendí fuego
a una biblioteca de literatura esotérica que coleccioné durante los diez años que estuve
involucrado en sectas orientales. ¡Fue como quitarme un gran peso de encima!
Poco antes de iniciarse la Pascua, Y‟shua cumplió con esta búsqueda de levadura al ingresar al
Templo:
«Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera los que vendían y compraban en el templo,
y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito
está: Mi Casa, Casa de oración será llamada, mas vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones» —Mateo 21:12, 13.
Del mismo modo, todo creyente, ahora que es el templo del Espíritu Santo, tiene la
responsabilidad de orar a diario para que el Señor le muestre si hay el más mínimo indicio de
levadura oculta en el corazón. De no hacerlo, ésta se esparcirá sutilmente como un cáncer
maligno. Pablo nos muestra a continuación, que el principio de la búsqueda de la levadura
también se aplica a la vida de todo creyente, como requisito para participar en la Cena del
Señor.
«De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor
indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor» —1 Corintios 11:27.

59
Y’SHUA, NUESTRO PAN SIN LEVADURA
¿Cómo afecta la levadura a la masa del pan cuando se hornea? Lo infla. Este es el mismo efecto
que el orgullo tiene sobre nosotros. Nos infla. Hace que nos creamos “la última Coca-Cola en
el desierto”. Es dentro de este contexto que Y‟shua le hizo la siguiente advertencia a Sus
discípulos:
«¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la
levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que
se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.»
—Mateo 16:11,12.
Uno de los principales motivos por el cual Jehová ordena a los judíos comer pan sin levadura
por siete días, cada año, es para que no se enorgullezcan y piensen que salieron de Egipto por
sus propios méritos. Aplicándolo al creyente, Pablo hace alusión a este principio en el siguiente
pasaje:
«No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?
Limpiaos, pues de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois;
porque vuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la
fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin
levadura, de sinceridad y de verdad» —1 Corintios 5:6-8.
¡Somos salvos por gracia y sólo Y‟shua es digno de ser glorificado por ello! Del mismo modo
que Él es la personificación del cordero pascual, también lo es del pan sin levadura. Con el
propósito de darse a conocer como tal, fue durante la temporada de esta Fiesta que Y‟shua
declaró:
«Yo Soy el pan vivo que descendió del Cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que Yo os daré es Mi carne, la cual Yo daré por la vida del mundo.»
—Juan 6:51.
Para comprender mejor el significado de este pasaje, preguntémonos, ¿Qué sucede cuando
comemos un pedazo de pan? Al digerirlo deja de ser pan y se convierte en una parte de
nosotros. De manera similar, cuando aceptamos a Y‟shua, Su vida pasa a formar parte de la
nuestra, motivo por el cual obtenemos Vida Eterna.
El maná en el desierto... aquel pan sobrenatural que caía del cielo cuando el pueblo de Dios se
encontraba camino a la tierra prometida, era una sombra del Pan Vivo que habría de venir.
¡Todo aquél que pruebe este Pan Vivo, también irá camino a una tierra prometida, pero no
hecha de manos, es decir, no de esta creación!
Desde la perspectiva mesiánica, la Fiesta de los Panes sin Levadura se cumplió al día siguiente
de la crucifixión, luego de que Él, quien dijo, “Yo Soy el Pan de Vida”, descendiera y sepultara
nuestra levadura en el corazón de la tierra.
«Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez, tres días y tres noches, así estará el
Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches» —Mateo 12:40.

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III — BIKKURIM
«Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que Yo os doy, y
seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de
vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el
día siguiente del día de reposo la mecerá» —Levítico 23:10, 11.
El día de los Primeros Frutos o Yom ha-Bikkurím, marca el inicio de la cosecha de los granos.
En esta ocasión, el sacerdote mecía la primera gavilla de la siega de cebada ante el Señor. Esto,
a su vez, daba inicio a la tradicional cuenta del “omer” (una medida del grano) que concluía
50 días después, con la siega del trigo. La fecha que corresponde a esta fiesta, de manera
contraria a las demás fiestas, ha variado con el tiempo. Esto se debe a que en la época del
Segundo Templo había dos interpretaciones de la fecha prescrita por el Señor. La escritura dice
al respecto: «el día siguiente del día de reposo la mecerá». Mientras que los saduceos
entendían por esto el primer domingo luego de la Pascua, los fariseos no estaban de acuerdo que
el “día de reposo” aquí se refiriera al día sábado. Ellos lo interpretaban como si se estuviera
hablando del primer día de los Panes sin Levadura (el 15 de Nisán) que también resultaba ser
un día de reposo (ver Levítico 23:6, 7). Debido a la influencia que los fariseos ejercían en el
Sanedrín, su interpretación fue declarada como una norma dentro del judaísmo ortodoxo,
motivo por el cual, hasta la fecha, la Fiesta de los Primeros Frutos se observa el 16 de Nisán.
Sin embargo, las Escrituras Neotestamentarias nos comprueban que Y‟shua cumplió la Fiesta
de acuerdo con la observación saducea.

Y’SHUA, LA PRIMICIA DE LOS PRIMEROS FRUTOS


Y‟shua dijo:
«De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo;
pero si muere, lleva mucho fruto» —Juan 12:24.
A menos que Él muriera, no habría cosecha. Cuando Él resucitó aquel Domingo de Primeros
Frutos, Él se convirtió en la primicia de los primeros frutos:
«Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del
Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto
era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas
temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: no
temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues
ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor» —Mateo 28:1-6
El apóstol Pablo se refirió al cumplimiento de esta fiesta cuando dijo:
«Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.»
—1 Corintios 15:20.
Antes de proseguir, veamos el significado de la palabra “gavilla”. De acuerdo con el
diccionario de la lengua española, éste viene a ser un sarmiento o atado de mies.

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¿Quiénes constituyeron aquel atado luego de que el Mesías resucitara? Los santos del Antiguo
Testamento:
«Y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido se levantaron;
y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él, vinieron a la santa ciudad, y
aparecieron a muchos» —Mateo 27:52, 53.
En esta oportunidad, Y‟shua se convirtió en nuestro Gran Sumo Sacerdote y personalmente
apareció ante Su Padre celestial, cumpliendo con la escritura que dice:
«Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos.»
—Levítico 23:11a.
¡Gracias a Su sacrificio por nosotros en el Calvario, fuimos aceptos! Y hoy podemos decir que
la Fiesta se ha cumplido en todo miembro de Su Cuerpo, ya que, «Él, de Su voluntad, nos hizo
nacer por la Palabra de verdad, para que seamos primicias de Sus criaturas» (Santiago 1:18).
Esta fiesta encierra un principio muy importante para todo creyente. Me refiero a que la Palabra
nos garantiza prosperidad si es que cumplimos con entregar los primeros frutos de nuestra
cosecha laboral a Dios:
«Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus
graneros con abundancia y tus lagares de mosto» —Proverbios 3:9, 10.
El ofrecimiento de los primeros frutos a Dios, sirve para demostrar el hecho de que hay que
colocarlo a Él primero en nuestras vidas. Por este motivo, en esta fiesta se encierra el
mandamiento más importante:
«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este
es el primero y grande mandamiento» —Mateo 22:37, 38.

NUESTRO BAUTISMO TIPIFICADO EN LAS TRES PRIMERAS FIESTAS


Del mismo modo que Y‟shua cumplió el significado de las tres primeras fiestas, los miembros
de Su Cuerpo, lo hacemos mediante nuestro bautismo en agua.
El día que aceptamos a Y‟shua como el Salvador de nuestras vidas, hicimos un pacto con Él
para abandonar nuestro “Egipto”. Al haber aceptado al Cordero de Dios como el sacrificio
requerido por Dios, la Pascua se cumplió en nuestras vidas. La Escritura nos confirma que en
aquel día, «nuestro viejo hombre fue crucificado conjuntamente con Él, para que el cuerpo
del Pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al Pecado» (Romanos 6:6).
El segundo paso fue abandonar nuestro “Egipto”. Así como Y‟shua, al ser sepultado descendió
al corazón de la tierra para desechar nuestra levadura, así mismo la Palabra dice que nosotros
fuimos «sepultados con Él en el bautismo» (Colosenses 2:12a). Al ser sumergidos en estas
aguas, la Fiesta de los Panes sin Levadura se cumplió en nuestras vidas. Egipto fue
abandonado y fuimos liberados de toda esclavitud. Al emerger del agua lo hicimos como
“nuevas criaturas”. De este modo fuimos resucitados con Él, cumpliéndose así la Fiesta de los
Primeros Frutos en nosotros. Veamos que todo lo que se ha cumplido en Y‟shua, la Cabeza,
habrá de cumplirse en Su cuerpo, el cual lo constituyen todos los miembros de Su Iglesia.

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ÉPOCA DE PREPARACIÓN
Como expliqué al iniciar este capítulo, la temporada entre los Primeros Frutos y Pentecostés, se
conoce como “la cuenta del omer”. ¿Qué hicieron los discípulos de Y‟shua durante la mayor
parte de este período? El libro de Hechos nos revela que Y‟shua, «...después de haber
padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante
cuarenta días y hablándoles acerca del Reino de Dios» (Hechos 1:3). Ahora, si analizamos el
significado del número cuarenta a través de la Biblia, concluiremos que siempre está asociado
con un período de preparación y maduración. Por ejemplo, Y‟shua y Moisés ayunaron 40 días y
40 noches, preparándose para sus respectivos ministerios; Elías tuvo que caminar 40 días y 40
noches, para llegar a Horeb, el monte de Dios; 40 años estuvo el pueblo de Israel en el desierto,
antes de entrar en la tierra prometida; Isaac tenía 40 años cuando tomó a Rebeca como su
esposa; Esaú tenía 40 años cuando tomó a Judit como esposa; Caleb tenía 40 años cuando fue
enviado a reconocer la tierra prometida; Moisés tenía 40 años cuando decidió visitar a sus
hermanos en Egipto; Jonás dijo que en 40 días, Nínive sería destruida, etc. Así mismo, los
discípulos de Y‟shua recibieron instrucción durante 40 días, a modo de preparación y
maduración para la gran cosecha de Pentecostés.
¿En qué consistió dicha instrucción? Primero, Y‟shua «les abrió el entendimiento para que
comprendiesen las Escrituras» (Lucas 24:45). Cuando inicialmente se les apareció a los dos
discípulos que iban camino a Emaús, Y‟shua, «comenzando desde Moisés y siguiendo por
todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de Él decían» (Lucas 24:27).
Segundo, con base en esta revelación, Y‟shua pudo enseñarles el significado del Reino de Dios
y el propósito de la Gran Comisión. Finalmente, les habló acerca de cómo serían investidos de
poder desde lo alto, al finalizar la cuenta del omer en Pentecostés.
«Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa
del Padre, la cual, les dijo, oísteis de Mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas
vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días» —Hechos 1:4, 5.
En el próximo capítulo trataremos en detalle este último tema.

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IV — SHAVUOT
«Y contaréis desde el día que sigue al día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida;
siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis
cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová» —Levítico 23:15, 16.
Los dos nombres más utilizados para referirse a esta fiesta son Shavuot y Pentecostés. El
primero significa “semanas” en hebreo y está basado en la porción del citado versículo que dice
«siete semanas cumplidas serán». En el caso de Pentecostés, éste viene a ser la traducción al
griego de la palabra “hamashim” que significa 50 en hebreo, y proviene de la porción que
indica que, «contaréis cincuenta días».
Pentecostés se celebra en el mes de Siván, que en relación con el calendario gregoriano,
generalmente cae entre marzo y junio. El día que se celebra Pentecostés depende de la fecha
que se fije como el día de los Primeros Frutos. Esto se debe a que la tercera Fiesta marca el
inicio de la cuenta del omer (la medida de la cebada) que se lleva a cabo por 49 días ó
7 semanas. Al día siguiente del séptimo día de reposo se ofrece el nuevo grano a Jehová, siendo
éste el día de Pentecostés. Como expliqué en el capítulo anterior, los fariseos y saduceos tenían
variadas opiniones en cuanto a la fecha de los Primeros Frutos. Por consiguiente, ambas
observaciones determinaban la fecha de Pentecostés de manera diferente. Desde la perspectiva
farisea, que hoy se observa en gran parte del judaísmo, Pentecostés cae 50 días después del 16
de Nisán que fue establecida como la fecha oficial de los Primeros Frutos. Desde la antigua
perspectiva saducea, Pentecostés siempre cae el séptimo domingo después del 14 de Nisán.
Esta segunda versión, como veremos, concuerda con la fecha del cumplimiento Mesiánico de
esta festividad.

EL CUMPLEAÑOS DEL JUDAÍSMO


Mientras que Primeros Frutos marca el inicio de la cosecha de la cebada, Pentecostés marca el
inicio de la cosecha del trigo. Aunque ésta siempre fue una fiesta agrícola, su naturaleza empezó
a cambiar luego de la destrucción del Templo en el año 70 D.C. Los rabinos que escribieron el
Talmúd, relacionaron el mes en que se llevaba a cabo esta fiesta, con el mes en que Moisés
recibió la Ley en el Monte Sinaí. La Biblia nos revela que esto sucedió en el tercer mes, que
vendría a ser Siván:
«En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día
llegaron al desierto de Sinaí» —Éxodo 19:1.
Debido a esto, la Fiesta adoptó un nuevo significado y fue bautizada con un nombre adicional:
El cumpleaños del Judaísmo. Con base en esta interpretación, hoy Pentecostés también es visto
como la fecha del matrimonio entre Dios e Israel. Desarrollando esta imagen, la Pascua
representa el período en que Dios cortejó a Israel, mientras que Pentecostés representa la boda
en sí. Moisés es visto aquí como el sacerdote que condujo la ceremonia. En la siguiente cita, nos
imaginamos a Moisés como si estuviese haciendo la pregunta, “¿Israel, toma usted a YHWH
como su fiel esposo por el resto de la eternidad?” Ante los cielos y la tierra actuando como
testigos, es como si Israel hubiera respondido con un fuerte ¡Amén!:

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«Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el
pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho.”
—Éxodo 24:3.
La literatura rabínica coloca este diálogo al final de una sucesión de eventos que Dios llevó a
cabo con Israel entre la Pascua y Pentecostés. El Midrash dice que durante este período Dios
hizo con Israel lo mismo que hizo en los seis días de la Creación: En el primer día separó Dios
la luz de las tinieblas. En el segundo día creó la expansión y separó las aguas; lo mismo hizo al
separar el Mar Rojo. En el tercer día creó los árboles que dieron fruto; de igual manera le envió
el maná a Israel. En el cuarto día creó las lumbreras; de modo similar para Israel, creó la nube
de fuego. En el quinto día creó las aves; y de manera parecida le envió codornices a Israel. En el
sexto día, Él habló con Adán; así mismo lo hizo con todo el pueblo de Israel en el Sinaí.

EL CUMPLEAÑOS DEL CRISTIANISMO


Si bien, cincuenta días después de que los judíos salieran de Egipto Moisés recibió la Ley,
podemos decir que cincuenta días después de que el Mesías resucitara de entre los muertos, el
Espíritu Santo trasladó dicha Ley de la piedra a nuestros corazones. Mientras que el primer
Pentecostés trajo como consecuencia la muerte de 3,000 judíos, por estar alabando al becerro de
oro (ver Éxodo 32:28), el primer Pentecostés del Nuevo Pacto trajo como consecuencia, el
bautismo en el Espíritu Santo de 3,000 judíos (ver Hechos 2:41). Son aplicables aquí las
palabras del Apóstol Pablo, quien dijo:
«Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del Pecado y de la
muerte» —Romanos 8:2.
El libro de Hechos nos relata lo que transcurrió aquel día:
«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del
cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre
cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen» —Hechos 2:1-4.
Vemos aquí el desorden de Babel invertido. Mientras que en Babel se creó confusión a través de
diferentes lenguas (Génesis 11:1-9), en Pentecostés el Espíritu Santo testificó que Y‟shua es el
Señor a través de estas mismas lenguas. En esta ocasión se cumplió la profecía de Joel:
«Y después de esto derramaré Mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y
vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.»
—Joel 2:28.
Así mismo, Y‟shua cumplió con la promesa que hizo a Sus discípulos: «Pero Yo os digo la
verdad: Os conviene que Yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a
vosotros mas si me fuere, os lo enviaré» (Juan 16:7). Recibir al Espíritu Santo fue para ellos,
como cuando recibimos una postal de un ser muy amado que recientemente tuvo que partir de
viaje. Al ver estampillas selladas con el nombre de la ciudad de destino, y el nombre de nuestro
ser amado como remitente, sabemos que se encuentra en el lugar que nos dijo, antes de partir.

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La venida del Espíritu Santo, entre otros propósitos, fue como una postal directa de Y‟shua que
decía: “Estoy aquí, sentado a la diestra del Padre. Les envío al Consolador tal como les
prometí.”
La Escritura en Levítico 23:17 dice refiriéndose a esta Fiesta: «De vuestras habitaciones
traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina,
cocidos con levadura, como primicias para Jehová.» En la Fiesta de los Primeros Frutos se
ofreció la primera gavilla de la cosecha: ¡Y‟shua! Esta ofrenda 50 días después, consiste de dos
panes con levadura que representan la primera cosecha de judíos y gentiles que estarán unidos
bajo el Cuerpo del Mesías. La levadura representa la semilla de malicia (Yetzer hará) que hay
en todo ser humano cuando se entrega al Señor. Esta Escritura se cumplió en su contexto
mesiánico, cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre toda carne, marcando así, el inicio de
la Iglesia:
«Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos,
sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.»
—1 Corintios 12:13.
Concluimos, por lo tanto, que en cada Pentecostés no sólo se celebra el cumpleaños del
judaísmo, sino también el ¡cumpleaños de la Iglesia!

EL CUERPO DEL MESÍAS TIPIFICADO EN EL LIBRO DE RUT


Es costumbre leer el libro de Rut en la sinagogas durante esta época. El contenido de dicho libro
se desarrolla durante el período de la cosecha de los Primeros Frutos y Pentecostés (ver
Rut 2:23). Este libro nos narra la historia de Rut, una gentil que se identificó con el Dios de su
suegra judía, Noemí, a quien le dijo:
«Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios» —Rut 1:16c.
Rut se fue con Noemí, «...y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada»
(Rut 1:22b), o la Fiesta de los Primeros Frutos. En las semanas siguientes de la cosecha, Rut se
dedicó a trabajar en los campos con las criadas judías. El patrón, llamado Booz, al enterarse de
su testimonio e identificación con el pueblo judío le dijo: «Jehová recompense tu obra, y tu
remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo Cuyas alas has venido a
refugiarte» (Rut 2:12).
Luego que finalizó la cosecha, Booz contrajo matrimonio con Rut. De igual manera, el Cuerpo
del Mesías consiste de una unión entre judío y gentil. Pero ojo: La cabeza permanece judía. De
este modo podemos ver en la boda de Booz y Rut, una sombra de la Iglesia a través de la cual
muchos gentiles son injertados como ramas de un olivo que viene a ser Israel (ver
Romanos 11). El Apóstol Pablo comenta al respecto:
«Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais
llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel
tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en
otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.»
—Efesios 2:11-13.

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V — YOM TERU’AH
«Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de
reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación.»
—Levítico 23:24.
Con Yom Teru‟ah, que en hebreo significa “día del toque de trompeta”, se da inicio al mes de
Tishri. Esta es una de las temporadas más sagradas en el calendario hebreo, ya que durante este
mes se celebran las tres últimas Fiestas Levíticas. En el mes que le antecede, Elul, los rabinos
en las sinagogas enfocan el tema del arrepentimiento (“teshuva”) a manera de preparación para
recibir estas fechas.
Aunque Yom Teru‟ah es el nombre bíblico de esta celebración, a través de su historia el pueblo
de Israel se ha referido a esta fiesta bajo diversos nombres. Uno de ellos es Yom ha-Din que
significa “Día del Juicio”. Se dice que en una fecha como ésta Jehová ejecutará Su gran juicio.
Los rabinos usualmente citan el siguiente pasaje del libro de Sofonías, como la base para dicho
nombre:
«Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de
Jehová; gritará allí el valiente. Día de Ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de
alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de
entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las
altas torres» —Sofonías 1:14-16.
Otro nombre que se ha utilizado en el pasado para referirse a esta Fiesta es Yom ha-Zikkarón,
que traducido al español significa “Día de Remembranza”. Este nombre se debe al hecho de
que muchos judíos hacen remembranza del toque de trompeta que sirvió como preludio para
que el pueblo recibiera los Diez Mandamientos. Esto tiene relación con los diez días de
penitencia (Yamim-Nora-im) que se inician cada año en esta fecha, culminando el Día de
Expiación. Cada uno de estos diez días puede ser visto como representativo de uno de los Diez
Mandamientos.
En la actualidad, el nombre más utilizado para referirse a esta Fiesta es Rosh Hashaná que
significa literalmente, “cabeza del año”. A pesar de que no hay una cita bíblica para respaldar
este nombre, luego de la destrucción del Segundo Templo el pueblo judío estableció esta fecha
como el principio de su año fiscal. Durante esta época es costumbre entre los judíos saludarse
así: “Le-shaná tová tikatevu” que en hebreo significa, “que seas inscrito (en el libro de la vida)
para un buen año”.

EL SHOFAR
La característica principal de esta fiesta es el toque de trompeta, tal como lo dicta su nombre
bíblico. La trompeta originalmente usada era el shofar, que viene a ser el cuerno de un carnero.
Hasta la fecha es meritorio en la tradición judía usar un cuerno que tenga curva porque
simboliza al hombre postrándose en sumisión a la voluntad de Dios. El shofar es recordatorio
del camero que reemplazó a Isaac aquel día en el cual Abraham, en obediencia a Dios, estuvo a
punto de sacrificar a su hijo. Desde una perspectiva mesiánica, nos recuerda la sumisión de
Y‟shua a la voluntad del Padre, cuando tomó nuestro lugar en la cruz.

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En el pasado Dios hacía sonar el shofar por varios motivos. Principalmente para reunir al
pueblo ante Él con la finalidad de guiarlos, y exhortar a aquéllos que no estuvieran andando de
acuerdo con Su voluntad. En otras ocasiones también se hacía tocar el shofar para preparar al
pueblo de Dios para enfrentar al enemigo. Pero, ¿qué significado tiene el toque del shofar en el
contexto mesiánico? Para empezar a contestar esta pregunta, debo señalar que las primeras
cuatro Fiestas, proféticamente hablando, ya se han cumplido. Esta fiesta se cumplirá con el
último toque del shofar o trompeta, al son del cual la Iglesia concluirá con la tarea que Y‟shua
le ha encomendado. En aquel día, todo verdadero miembro del cuerpo de Y‟shua hará “aliyá”.
Dicho término significa “ascender” y se utiliza en la sinagoga para denotar el acto de
abandonar el asiento y ascender a leer una porción del Torá (los libros de Moisés). El
movimiento sionista lo utiliza para referirse al “ascenso” de retorno a la Tierra Prometida. Es
en este último contexto que la Iglesia hará aliyá.
Examinemos a continuación tres eventos que habrán de llevarse a cabo en la Iglesia para que
esta fiesta llegue a su consumación. Cada uno de estos eventos está relacionado con un toque de
trompeta. Debo aclarar que, aunque la mayoría de éstos fueron originalmente dirigidos al
pueblo de Israel en el pasado, son espiritualmente aplicables a la Iglesia en el presente.
Veamos...

1. LA PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO A TODA NACIÓN.


«Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo» —Mateo 28:19.
La Gran Comisión es el primero de estos eventos, así como la principal tarea que le ha sido
encargada a la Iglesia. El profeta Ezequiel hace mención de una serie de toques de trompeta que
nos ofrecen una buena analogía de dicha responsabilidad:
«Vino a mí palabra de Jehová diciendo: Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y
diles: Cuando trajere Yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare hombre de su
territorio y lo pusiere por atalaya, y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare trompeta
y avisare al pueblo, cualquiera que oyere el sonido de la trompeta y no se apercibiere, y
viniendo la espada lo hiriere, su sangre será sobre él; mas el que se apercibiere librará su
vida» —Ezequiel 33:1-5.
Los trompeteros aquí son una sombra de todo creyente que proclama el Evangelio, el cual
vendría a ser el sonido de la trompeta. La trompeta anuncia las Buenas Nuevas, pero a la vez
previene a todo aquél que la escucha, del juicio de la espada. Y‟shua dijo en relación con esta
espada:
«No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz sino
espada» —Mateo 10:34.
«Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada
de Mi boca» —Apocalipsis 2:16.

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El escritor de la epístola a los Hebreos, hace una buena analogía entre la Palabra de Dios y la
espada:
«Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y
penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en
su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquél a quien
tenemos que dar cuenta» —Hebreos 4:12, 13.
Vivimos en una era en la cual los trompeteros del Señor están constantemente proclamando el
Evangelio de Y‟shua a millones de almas, a través de todo el mundo. Esto gracias a los avances
tecnológicos del siglo, que no sólo movilizan a un gran número de evangelistas por todo los
continentes, sino también transmiten la Palabra de Dios por los diferentes medios de
comunicación. Desafortunadamente, en muchas ocasiones hay un sonido incierto que emana de
estas trompetas, lo cual también nos señala que estamos en la época de la apostasía. El apóstol
Pablo hace la siguiente pregunta al respecto:
«Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?.»
—1 Corintios 14:8.
Para muchos el evangelio que se predica es como «metal que resuena o címbalo que retiñe».
Muchas veces esto se debe a la falta del ingrediente personal: amor. Esta es la razón por la cual,
la mayor parte del pueblo judío no puede ver «la luz de este mundo» en la Iglesia. Desde que el
liderazgo de la Iglesia cayó en manos de los romanos, la predicación del Evangelio al pueblo
judío no ha sido llevada en amor, sino más bien en condenación. La cantidad de sangre judía
que se ha derramado, “en el nombre de Cristo”, es evidencia de que muchos “trompeteros”
han abusado de la espada. Leamos a continuación un diálogo extraído del libro escrito por
André Schwarz-Bart, que demuestra el testimonio que la mayoría de los judíos ha recibido por
parte de la iglesia:

—“Oh Ernie,” —dijo Golda—, “tú los conoces. Dime, ¿por qué? ¿Por qué los cristianos nos
odian de tal manera? Parecen ser tan amables cuando los veo sin llevar mi estrella (de David).”
Ernie colocó su brazo con solemnidad alrededor de sus hombros.
—“Es sumamente misterioso”, —murmuró él en yidish—. “Ellos mismos no saben por qué. He
acudido a sus iglesias y he leído su Evangelio. ¿Sabes quién fue el Cristo? Un simple judío,
como tu padre, una especie de Hasíd.”
Golda se sonrió gentilmente.
—“Estás bromeando.”
—“No, no, créeme, estoy seguro que ellos dos se hubieran entendido muy bien porque Él fue un
buen judío, en cierta manera como Baal Shem Tov, un hombre misericordioso y gentil. Los
cristianos dicen que lo aman, pero yo creo que lo odian sin saberlo; ellos toman la cruz por el
otro extremo y la convierten en espada, azotándonos con ella. ¿Comprendes, Golda?”,
—exclamó repentinamente y extrañamente emocionado—: “Ellos toman la cruz y la voltean, la
voltean, mi Dios...”

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—“¡Sh!, silencio”, —dijo Golda—. “Te escucharán.” —Y acariciando las cicatrices en la frente
de Ernie, como lo acostumbraba a hacer, ella se sonrió—. “Y tu prometiste que no „pensarías‟
en toda la tarde...”
Ernie besó su mano acariciándole la frente y continuó tercamente:
—“Pobre Jesús, si Él retornara a la Tierra y viera que los paganos lo han convertido en una
espada y la han usado en contra de sus hermanos y hermanas. El estaría triste, se contristaría
para siempre. Y quizás sí lo ve.”

No hay duda de que sí lo ve, y es una abominación ante Sus ojos. Y‟shua dijo que Él no
retornaría hasta que el pueblo judío dijera:
«Bendito el que viene en el Nombre del Señor» —Mateo 23:39.
Para que esto suceda, la Iglesia tiene que enmendar primero el testimonio de odio que ha
sembrado ante el pueblo judío. ¡El Israel de hoy aún no ha tenido la oportunidad de conocer la
verdadera Iglesia de su Mesías y escuchar su verdadero Evangelio! Es un factor clave que la
Iglesia se vuelva a identificar con sus raíces, y desempeñe su labor como protectora de Israel en
el terreno celestial, si es que deseamos escuchar el son de la última trompeta muy pronto.

2. LA UNIDAD DEL CUERPO.


«Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos en armonía!» —Salmo 133:1.
La falta de unidad en el Cuerpo, es quizás uno de los motivos principales por el cual la Gran
Comisión aún no se ha cumplido. Es esta falta de armonía entre hermanos la que está
obstaculizando nuestra tarea aquí en la tierra. Si con el fin de unirse, más líderes pudiesen dejar
de lado ciertas diferencias doctrinales, por ejemplo su posición frente al “hablar en lenguas”, o
respecto a la fecha del arrebatamiento, y vieran el amor de Y‟shua como el lazo fundamental de
nuestra unidad, la Iglesia cumpliría con más eficacia su propósito. Sin embargo, muchos líderes
ven carnalmente la unidad como una amenaza a la fama y poder que han adquirido en el plano
material. En el libro de Joel, encontramos un toque de trompeta que es aplicable a la Iglesia
actual y tiene relación con el mencionado problema:
«Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo,
santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga
de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los
sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, Oh Jehová, a Tu pueblo, y no entregues al
oprobio Tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir
entre los pueblos: ¿Dónde está tu Dios?» —Joel 2:15-17.
“¿Dónde está tu Dios?”, —preguntan todos aquellos inconversos que presencian las “guerras
santas” dentro de la Iglesia. “¿Dónde está tu Dios?”, se preguntarán al ver cómo muchos
cristianos se condenan los unos a los otros. “¿Dónde está tu Dios?”, se preguntan al ver las
superestrellas del Evangelio movilizándose en grandes limosinas, exhibiendo grandes anillos de
diamantes, y pidiendo constantemente dinero.

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En el siguiente pasaje bíblico, el Apóstol Pablo exhorta a la Iglesia en relación con estos
problemas:
«Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de
benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y
perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os
perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el
vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis
llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos» —Colosenses 3:12-15.
Dice la Palabra que el juicio empieza por la Casa de Dios. Es evidente que ya empezó, y en la
actualidad Dios está seleccionando a un remanente que perseverará en Sus caminos hasta que se
escuche la trompeta final.

3. EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA
«En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la
trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.»
—1 Corintios 15:12
«Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios,
descenderá del Cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes
para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.»
—1 Tesalonicenses 4:16, 17.
Al son de la última trompeta la Iglesia será arrebatada, y todo creyente se reunirá con el Señor.
En aquel día la Fiesta de las Trompetas se cumplirá. Mientras tanto, hay una trompeta que está
constantemente recordándonos, «...que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está
más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos» (Romanos 13:11) ¡El gran día
se aproxima!

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VI — YOM KIPPUR
«A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y
afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová» —Levítico 23:27.
Yom Kippur, o el Día de Expiación, cae el 10 de Tishri y cierra los diez días de penitencia que
se inician con la fiesta anterior. Levítico 16, nos revela que en un pasado, ésta era la única fecha
en el año durante la cual el Sumo Sacerdote ingresaba detrás del velo, a la sección del Templo
denominada el Lugar Santísimo. Aquí se hacía la expiación por los pecados del pueblo. A
continuación, remontémonos a la época del Segundo Templo para examinar las diferentes
facetas de dicho servicio.
La primera parte del servicio se realizaba en el área ubicada entre el patio del Templo y el altar.
Antes de llevar a cabo el primer sacrificio, el Sumo Sacerdote, con sus manos impuestas sobre
la cabeza del becerro, hacía una oración en la cual pronunciaba el nombre místico e inefable de
Dios: YHWH. El Talmud nos informa que durante todo el servicio, este nombre era
pronunciado diez veces. Cada vez que los sacerdotes y la multitud de adoradores presentes lo
escuchaban, se postraban y exclamaban a una sola voz:
“¡Bendito sea el Nombre, y la gloria de Su Reino sea para siempre!”
Se dice que sólo en esta oportunidad el pueblo escuchaba la pronunciación de este Nombre, que
únicamente el Sumo Sacerdote estaba autorizado para decirlo. Debido a que el Nombre de
YHWH no tiene vocales, en la actualidad las Biblias cristianas lo traducen como “Jehová” o
“Yahvéh”.
La segunda parte del servicio se realizaba en el lado oriental del altar. Aquí aguardaban dos
machos cabríos, con sus cabezas dirigidas hacia el santuario. En una urna, al costado, se
encontraban dos tabletas de oro, cada una con una inscripción diferente. En una decía “para
YHWH”, y en la otra, “para Azazel”. La siguiente escritura, nos revela para qué servían:
«Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte
por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo
ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte de Azazel, lo
presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a
Azazel al desierto» —Levítico 16:8-10.
Finalmente, el Sumo Sacerdote ingresaba en el Lugar Santísimo con la sangre del becerro que
haría expiación por él y su casa, y la sangre del macho cabrío sacrificado “para YHWH”, que
haría expiación por el pueblo de Israel. La sangre de estos sacrificios también serviría como
expiación para el propiciatorio y el santuario. ¿Pero qué sucedía con el macho cabrío “para
Azazel”? La Escritura nos responde:
«Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará
traer el macho cabrío vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío
vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y
todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto
por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las
iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.»
—Levítico 16:20-22.

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La raíz de la palabra Azazel en hebreo, es azal que significa “apartar”. El nombre Azazel, junto
con la acción de enviar el macho cabrío al desierto, servía para enseñarle a los israelitas que una
vez que sus pecados fuesen apartados de en medio de ellos, éstos serían olvidados y ellos
perdonados. Y‟shua se convirtió en el último Azazel, el día que cargó con nuestros pecados y
los clavó a una cruz.
En la actualidad, Yom Kippur sigue siendo “el día de expiación” para el pueblo judío, sólo que
su liturgia ha variado al trasladarse del Templo a la sinagoga. Desde que cesaron los sacrificios
con la destrucción del Segundo Templo, el pueblo ha optado por permanecer en ayuno y
oración durante esta fecha. Tradicionalmente el día de expiación se inicia en las sinagogas con
una oración llamada Kol Nidrei, que significa “todos los votos”. A través de esta oración se
declara que todos los votos y promesas personales que uno haya hecho inconscientemente
durante el año, y no se hayan cumplido, son anulados.

LA REDENCIÓN FINAL DE ISRAEL


Desde una perspectiva mesiánica, el Día de Expiación tiene dos significados, el primero de los
cuales se cumplió a través de las tres primeras fiestas. El escritor de la epístola a los Hebreos lo
resume de la siguiente manera:
«Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio
y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por
sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por Su propia sangre, entró una vez para
siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido Eterna Redención» —Hebreos 9:11, 12.
El Apóstol Pablo nos revela el segundo significado que esta fiesta tiene en el calendario
redentor de Dios:
«...y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sión el libertador, que
apartará a Jacob de la impiedad. Y éste será Mi pacto con ellos, cuando Yo quite sus
pecados» —Romanos 11:26, 27.
Con el retorno del Mesías, veremos la redención nacional de Israel, y todo judío aceptará la
sangre del Cordero de Dios como su expiación. Hay tres eventos claves que nos conducen al
cumplimiento de esta fiesta:

1. LOS JUDÍOS RETORNARÁN A ISRAEL


Desde que Israel se independizó como nación en 1948, millares de judíos han retornado de
diferentes países a esta tierra que Dios les otorgó. Sin embargo, todavía hay millones de judíos
esparcidos a través del mundo que aún tienen que hacer “aliyá”. Los profetas hebreos
constantemente afirman que en los últimos tiempos, Dios traerá a Su pueblo de regreso a la
tierra que les ha concedido:
«Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez Su mano para recobrar el
remanente de Su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y
Hamat, y en las costas del mar. Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados
de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.»
—Isaías 11:10, 11.

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«Oíd palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber en las costas que están lejos, y decid:
El que esparció a Israel lo reuniría y guardará, como el pastor a su rebaño.»
—Jeremías 31:10.
«Y traeré del cautiverio a Mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las
habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de
ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que Yo les
di, ha dicho Jehová Dios tuyo» —Amós 9:14, 15.
«Bien que los esparciré entre los pueblos, aún en lejanos países se acordarán de Mí; y vivirán
con sus hijos y volverán» —Zacarías 10:9.
Todas estas Escrituras se están cumpliendo a diario, ya que más judíos sienten el llamado a
retornar a su verdadero hogar. Exactamente cuántos han de retornar antes de que el Mesías
reaparezca, es imposible saberlo. Lo que sí podemos afirmar es que, cuando aquel remanente
que Jehová ha escogido se encuentre en Israel, Él les va a revelar la identidad del Mesías. Esto
quizá se deba en parte a los 144,000 creyentes judíos que predicarán el Evangelio a todo Israel
durante la tribulación venidera (ver Capítulo 7).

2. ISRAEL CONFESARÁ SU INIQUIDAD


«Y confesarán su iniquidad y la iniquidad de sus padres, y por su prevaricación con que
prevaricaron contra Mí; y porque anduvieron Conmigo en oposición, Yo también habré
andado en contra de ellos, y los habré hecho entrar en la tierra de sus enemigos; y entonces
se humillará su corazón incircunciso y reconocerán su Pecado. Entonces Yo me acordaré de
Mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham
me acordaré, y haré memoria de la tierra» —Levítico 26:40-42.
Estando reunido el pueblo judío en la tierra de Israel, el Señor tratará con ellos como nación. En
medio de una gran angustia, durante la gran tribulación que ha de venir, tal como dijo el profeta
Oseas, todo judío buscará el rostro del Señor:
«Andaré y volveré a Mi lugar, hasta que reconozcan su Pecado y busquen Mi rostro. En su
angustia me buscarán» —Oseas 5:15.
En consecuencia, se cumplirá aquello que profetizó Zacarías:
«Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y
de oración; y mirarán a Mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito,
afligiéndose con Él como quien se aflige por el primogénito» —Zacarías 12:10.
¿Quién es el Hijo Unigénito de Dios? ¿Quién es Su primogénito? ¡Y‟shua! Y en un momento
dado, luego de tanto sufrimiento bajo las mentiras del Anticristo, que en aquel futuro será un
líder mundial, el pueblo judío se inclinará en arrepentimiento y confesará:
«Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos
por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros
curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino;
mas Jehová cargó sobre Él, el Pecado de todos nosotros» —Isaías 53:5-7.

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3. ISRAEL SUPLICARÁ QUE EL MESÍAS RETORNE
«¿Por qué, Oh Jehová nos has hecho errar de Tus caminos, y endureciste nuestro corazón a
Tu temor? Vuélvete por amor de Tus siervos, por las tribus de Tu heredad» —Isaías 63:17.
Poco antes de ser crucificado, Y‟shua, dirigiéndose a Jerusalén, hizo la siguiente declaración:
«Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el
Nombre del Señor» —Mateo 23:29.
Luego de confesar su iniquidad, el pueblo de Israel suplicará que el Mesías retorne. Ahora,
quizá sea especulación de parte mía, pero en vista de la precisión con la cual Y‟shua ha
cumplido las fiestas anteriores en sus fechas correspondientes, es muy probable que en el último
año de la gran tribulación, tal vez durante los 10 días de penitencia que culminan con esta fiesta,
que el pueblo judío se arrepienta y clame: “¡Bendito Aquél que viene en el Nombre del
Señor!” Si fuera éste el caso, Y‟shua retornaría el Día de Expiación y durante los 5 días que
hay entre éste y la última fiesta, Él derrotaría a todos los enemigos de Israel, y luego
establecería Su trono en Jerusalén para dar inicio a Su reinado milenial aquí en la tierra. A
continuación, el Apóstol Juan nos relata su visión del retomo de Y‟shua seguido por Sus santos,
lo cual implica que para aquella fecha la Iglesia ya habrá sido arrebatada:
«Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba
Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en
Su cabeza muchas diademas; y tenía un Nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y Sus ejércitos celestiales, vestidos de lino
finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De Su boca sale una espada aguda,
para herir con ella a las naciones, y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del
vino del furor y de la Ira de Dios Todopoderoso. Y en Su vestidura y en Su muslo tiene escrito
este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES» —Apocalipsis 19:11-16.
Hasta la fecha, los judíos tienen dos conceptos de lo que representará el Mesías. Mientras unos
sostienen que será un gran líder político que los redimirá de las manos de sus enemigos, otros
sostienen que será un gran líder espiritual que tendrá la autoridad de redimirlos de sus pecados.
¡Cuando Y‟shua retorne, Él satisfacerá ambas expectativas!

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VII — SUKKOT
«Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de
este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días.»
—Levítico 23:33, 34.
Cinco días después del Día de Expiación, se inicia la fiesta de Sukkot o Tabernáculos, la cual
dura una semana. Durante este período la mayoría de las familias judías habitan en pequeñas
cabañas, reviviendo así las memorias de sus ancestros cuando se encontraban en camino a la
tierra prometida:
«En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos, para
que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice Yo habitar a los hijos de Israel
cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios» —Levítico 23:42, 43.
El propósito de estas cabañas que muchas familias judías construyen en el jardín o balcón de su
hogar, no se limita a una conmemoración histórica. El Talmud comenta que los judíos deben
residir en cabañas para adquirir conciencia de lo temporal que es nuestra vida en este mundo.
Cuan cierto es esto, «porque no tenemos aquí ciudad permanente; sino que buscamos la por
venir» (Hebreos 13:14). ¡Todo aquél que ha sido redimido del Pecado por la sangre de Y‟shua,
sabe que su hogar eterno está en la Nueva Jerusalén!

LA ÚLTIMA COSECHA
En tiempos pasados, todo varón judío tenía que acudir al Templo en Jerusalén con una ofrenda,
tres veces al año: En la Fiesta de Panes sin Levadura, en Pentecostés y en “la fiesta de la
cosecha a la salida del año” (Ver Éxodo 23:16 y Deuteronomio 16:16). En esta tercera
ocasión, la escritura se refiere a la Fiesta de los Tabernáculos que originalmente era conocida
como Hag-ha-asíf, o la Fiesta de la Cosecha. Vamos a ver que dicho nombre tiene un
significado más allá de lo agrícola, ya que al cumplirse esta fiesta desde su perspectiva
Mesiánica, se llevará a cabo la cosecha de almas más grande para el Reino de Dios. El Apóstol
Santiago dice al respecto:
«Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad como el labrador
espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia
temprana y la tardía» —Santiago 5:7.
¡Dios, nuestro jardinero, está esperando la lluvia tardía para recoger el precioso fruto!
¿A qué se refiere Santiago con la lluvia temprana y la tardía? La lluvia temprana es la lluvia de
semilla, mientras que la lluvia tardía es la lluvia de cosecha. Esta primera tuvo su cumplimiento
en Pentecostés, pero la plenitud de la cosecha, no obstante, es en el séptimo mes (Tishri),
cuando se recogen el vino y el aceite. De esta manera, la Fiesta de la Cosecha, o Tabernáculos
como se la conoce comúnmente, representa la consumación del calendario redentor de Dios. Es
por esto que, cuando las fuentes clásicas del judaísmo dicen “Ha-hag” (la Fiesta), sin agregar
más, se refieren usualmente a la Fiesta de los Tabernáculos, la Fiesta de fiestas; la única
festividad cuya característica principal es la alegría misma, ¡el júbilo de haber perseverado hasta
el fin! Pienso que el siguiente comentario rabínico lo resume de una manera acertada:

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“Las Escrituras nos ordenan regocijarnos en la Fiesta de Tabernáculos, tres veces; en la
Fiesta de Pentecostés, una sola vez; y en la Fiesta de la Pascua, ni una sola vez. ¿Por qué?
Porque en la Pascua, ni el trigo o la fruta han madurado, y los hombres no saben cómo
resultará la cosecha. En Pentecostés, la cosecha del trigo ha sido recogida, y podemos
regocijarnos en parte, pero el fruto y el incremento de las ovejas y el ganado aún no han
llegado. En Tabernáculos, cuando todo ha sido recogido, podemos ser bendecidos tres veces.”
Pesikta Buber, pág. 189a

LAS CUATRO ESPECIES


Una de las expresiones simbólicas del carácter agrícola de esta fiesta son las “cuatro especies”
mencionadas en Levítico 23:40:
«Y tomaréis el primer día ramas con fruto del árbol hermoso (etrog), ramas de palmeras
(lulavs), ramas de árbol frondoso (hadasim), y sauces de los arroyos (aravot), y os
regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete días.»
Además del significado agrícola, la literatura rabínica le atribuye un simbolismo espiritual a las
cuatro especies. Una de las interpretaciones sostiene que se comparan a los principales
miembros y órganos del cuerpo humano: ejemplo, lulav se parece a la columna vertebral,
significando que el cuerpo entero debe estar al servicio divino; el etrog se parece al corazón y la
mente; el hadas es como los ojos para advertir que no hay que dejarlos extraviarse en el día de
regocijo; y el aravá se asemeja a los labios, para que la persona controle sus palabras y tema a
Dios aún en momentos de júbilo.
Las cuatro especies también simbolizan, según otra interpretación, la unidad e igualdad de todas
las personas. Basado en este principio, la tradicional bendición de las cuatro especies no se
puede recitar a menos que las cuatro estén juntas. De modo similar, la bendición de una
comunidad sólo está completa si hay unidad entre todos sus miembros.

Y’SHUA EN HOSHANA RABÁ


Durante la época del Segundo Templo, en el séptimo día de la Fiesta, se llevaba a cabo un
servicio especial en el Templo. Los judíos hacían una procesión alrededor del altar mientras que
exclamaban ¡Hoshana!, palabra hebrea que significa “salvación hoy”. Basado en este ritual,
con el tiempo el séptimo día de la Fiesta adquirió el nombre de Hoshana Rabá, o “el gran día
de Salvación”.
Ese día varios sacerdotes danzaban con antorchas que iluminaban el Templo de una manera
especial, mientras que los Levitas los acompañaban tocando sus arpas, címbalos, flautas,
trompetas y otros instrumentos. Asimismo, en esta fecha se llevaba a cabo uno de los eventos
más importantes de la Fiesta. Me refiero a la ceremonia de verter el agua. Cada día, luego de
ofrecer un sacrificio en holocausto a Jehová, se hacía la acostumbrada libación del vino en el
altar. En este séptimo día, había una libación adicional, pero de agua, que el sacerdote obtenía
de la piscina de Siloé. A la hora indicada, dicho sacerdote vertía el agua de una vasija de plata
dentro de un agujero que quedaba al pie del altar. Al iniciar este ritual, los otros sacerdotes
pronunciaban las palabras del profeta Isaías:
«Sacaréis con gozo agua de las fuentes de la Salvación» —Isaías 12:3.

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Mientras tanto, la gran multitud alababa a Dios, meciendo sus lulavs (ramas de palmera) en
todas las direcciones, significando esto que Dios se encontraba en todo lugar. A través del
vertido del agua, el pueblo agradecía a Dios por la lluvia tardía que había traído consigo la
plenitud de la cosecha, y a la vez oraban. Juan nos revela qué sucedió al finalizar esta
ceremonia, cuando Y‟shua acudió al Templo en Hoshana Rabá:
«En el último y gran día de la Fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno
tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior
correrán ríos de agua viva» —Juan 7:37, 38.
Fue en relación con el vertido del agua que Y‟shua hizo esta declaración. Era como decir,
“Ustedes están orando por la venida del Mesías, y Él está entre vosotros, ¡Venid a Mí ovejas
perdidas de la casa de Israel... Yo Soy el Buen Pastor que os dará de beber hasta apaciguar
su sed!” El agua era un símbolo del Espíritu Santo que habían de recibir los que creyesen en Él.
Y sabemos que hubo aquéllos que creyeron, ya que la Escritura nos confirma que
«...algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente Éste es el
profeta.» —Juan 7:40.
¿Qué profeta? El que Moisés profetizó que vendría:
«Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo te levantará Jehová tu Dios; a Él
oiréis...» —Deuteronomio 18:15.
A pesar de que algunos creyeron, otros dudaron, motivo por el cual «hubo entonces disensión
entre la gente a causa de Él» (Juan 7:43). Leemos que finalmente aquella noche «cada uno se
fue a su casa; y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al Templo, y todo
el pueblo vino a Él; sentado Él, les enseñaba» (Juan 7:53; 8:1, 2) Sabemos que la noche
anterior todo el pueblo había presenciado “la danza de las antorchas” y el Templo estaba
iluminado de manera espectacular. Aquella mañana, el Templo se encontraba iluminado
únicamente por los candelabros y la poca luz natural del día que podía entrar. Y‟shua,
posiblemente refiriéndose a la ceremonia que se había llevado a cabo la noche anterior, declaró:
«Yo Soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de
la Vida» —Juan 8:12.
Con lo dicho, Y‟shua también estaba haciendo alusión a una de las últimas frases de Halel
(Salmos 113-118) que los judíos acostumbraban cantar durante la Fiesta:
«Jehová es Dios y nos ha dado luz» —Salmo 118:27a.
Aquella mañana, mientras Y‟shua alumbraba muchas almas con Sus enseñanzas, también pudo
apreciarse un retrato de la función que Él cumpliría en la Nueva Jerusalén. El Apóstol Juan, al
narrar su visión de la Santa Ciudad, dice al respecto:
«La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la
ilumina y el Cordero es su lumbrera» —Apocalipsis 21:22, 23.

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EL REINO MILENIAL
Desde la perspectiva mesiánica, la Fiesta de los Tabernáculos marca el inicio del Reinado
Milenial de Y‟shua aquí en la tierra. Cuando Y‟shua en el último día de la Fiesta dijo, «el que
cree en Mí, como dice la escritura, de su interior correrán ríos de agua viva...», Él se estaba
refiriendo a la siguiente escritura:
«Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas
hacia el mar oriental, y la otra hacia el mar occidental, en verano y en invierno.»
—Zacarías 14:8.
Cuando el profeta Zacarías dice “en aquel día”, se refiere al día en que Y‟shua retornará, y
luego de derrotar a los ejércitos del Anticristo establecerá Su trono en Jerusalén. El versículo
que le sigue lo confirma:
«Y Jehová será Rey sobre la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno Su Nombre.»
—Zacarías 14:9.
Por medio de la visión que tuvo mientras se encontraba en la Isla de Patmos, el Apóstol Juan
nos revela que en aquel día todos los redimidos del Señor reinarán con Él por mil años:
«Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no
tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil
años» —Apocalipsis 20:6.
En aquel período, no sólo el pueblo de Israel observará la Fiesta de los Tabernáculos, sino
también todos los sobrevivientes de las naciones que vendrán en contra de Jerusalén durante el
futuro reinado del Anticristo:
«Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año
en año para adorar al Rey, a Jehová de los Ejércitos, y a celebrar la fiesta de los
tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén
para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia.»
—Zacarías 14:16, 17.
Satanás será atado durante estos mil años, al cabo de los cuales será puesto en libertad por un
breve período, para luego ser lanzado en el lago de fuego y azufre. Esto dará inicio al juicio del
Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:10-15). A continuación, el Apóstol Juan nos describe cómo
el calendario redentor de Dios llegará a su consumación con el descenso de la Nueva Jerusalén:
«Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el
mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del Cielo,
de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oía una gran voz del cielo
que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos
serán Su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios» —Apocalipsis 21:1-3.
En aquel día el significado mesiánico de la Fiesta se cumplirá en su totalidad, ya que Dios
logrará Su principal anhelo desde que creó al ser humano: Él podrá habitar entre nosotros sin
preocupación por el Pecado, siendo de este modo nuestro tabernáculo.

79
En aquel día, Y‟shua proclamará la consumación de los tiempos, al decir:
«Hecho está. Yo Soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, Yo le daré
gratuitamente de la fuente del agua de la vida» —Apocalipsis 21:6.
Esto nos trae a la memoria la declaración que hiciera en Hoshana Rabá, así como Sus palabras
a la mujer samaritana en el pozo:
«...el que bebiere del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le
daré será en él una fuente de agua que salta para Vida Eterna» —Juan 4:14.
Utilizando palabras similares, el Espíritu Santo y la Esposa que viene a ser la Nueva Jerusalén
(Apocalipsis 1:9, 10), hacen una invitación a todo aquél que desee ser inscrito en el Libro de la
Vida, y por consiguiente volverse ciudadano de la Santa Ciudad:
«Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el
que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente» —Apocalipsis 22:17.

LA CONSUMACIÓN DEL CALENDARIO DE DIOS


Vemos a través de la Biblia que el número siete siempre representa la perfección divina. En
términos de tiempo, siempre es el número que denota la consumación de un período. Fue al
séptimo día que Dios declaró completa Su creación, motivo por el cual la semana también llega
a su cierre en el séptimo día. Asimismo, la séptima Fiesta Levítica, a manera de broche final,
traerá a su consumación el calendario de Dios.
Dios completó Su creación y descansó en el séptimo día, motivo por el cual, Él mandó observar
el Shabbat (día de reposo) al concluir la semana. Ésta fue la primera fiesta que Dios instituyó y
luego de que todas las demás se hayan cumplido, ésta permanecerá vigente. El Shabbat por lo
tanto, se encuentra en el principio y final de los tiempos. Es interesante notar que la Fiesta de
los Tabernáculos también se inicia con un Shabbat, y concluye al cabo de siete días con otro
Shabbat:
«Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis
Fiesta a Jehová por siete días, el primer día será de reposo, y el octavo día será también de
reposo» —Levítico 23:39.
Vemos, en resumen, que luego de la gran cosecha final, descenderá el Tabernáculo de Dios.
Todos los redimidos del Señor ingresarán a una dimensión eterna donde reposarán con Él... ¡En
un Shabbat sin fin!
¿Ya tienes tu separado tu lugar en la Nueva Jerusalén? Tan sólo la sangre del Cordero te lo
garantizará.

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TERCERA PARTE: LAS RAMAS DEL OLIVO
LA RELACIÓN ENTRE ISRAEL Y LA IGLESIA

I — EL OLIVO VERDE
«Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó Jehová tu nombre. A la voz de recio
estrépito hizo encender fuego sobre él, y quebraron sus ramas. Porque Jehová de los ejércitos
que te plantó ha pronunciado mal contra ti, a causa de la maldad que la casa de Israel y la
casa de Judá han hecho, provocándome a Ira con incensar a Baal» —Jeremías 11:16, 17.
Durante siglos esta porción de la escritura ha sido usada por escritores y teólogos cristianos para
demostrar que Dios ciertamente ha rechazado a Su pueblo Israel, y que por consiguiente, lo ha
reemplazado por la Iglesia, como Su nuevo pueblo escogido.
Sin embargo, mirando cuidadosamente el contexto podemos descubrir la intención real del
Señor quien siempre tuvo en mente proteger a Su pueblo de la desaparición total. Para ello hizo
provisión con el fin de conservar un remanente escogido y así asegurar la existencia del pueblo
judío. Él es fiel a Su promesa.
«Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así
multiplicaré la descendencia de David Mi siervo, y los levitas que me sirven.»
—Jeremías 33:22.
«¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera.», nos confirma el apóstol Pablo, al
dar así inicio a Romanos 11. Sin embargo, muchos cristianos de trasfondo gentil, hasta la fecha
se jactan contra las ramas naturales, como si hubiesen sustituido al judío. En el siguiente pasaje,
Pablo hace una exhortación a todo creyente que mantiene dicha actitud:
«Pues si alguna de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido
injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,
no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabes que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a
ti» —Romanos 11:17, 18.
¿Cuál es la raíz? Es el pacto que sustenta a Israel. ¿Qué es la savia? En Romanos 3, Pablo hace
la siguiente pregunta:
«¿Qué ventaja tiene, pues, el judío?» Enseguida responde: «Mucho, en todas maneras.
Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la Palabra de Dios.» ¡Esta es la rica savia del
olivo! Cuando el Mesías vino para cumplir la promesa hecha al pueblo de Israel, el Dios de
Abraham, Isaac y Jacob, abrió las puertas para que todo gentil también pudiera ser participante
de la raíz y de la rica savia del olivo. Leemos en Efesios 2:12, que hasta este momento los
gentiles estaban «sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.» Es en este contexto, que Pablo se refiere en
Romanos 11:24 al gentil que ha entrado en el pacto “como una rama que ha sido cortada del
que por naturaleza es olivo silvestre (las naciones), y contra naturaleza ha sido injertado en el
buen Olivo (Israel)”.

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Notamos al respecto, que durante el concilio que tuvieron los apóstoles en Jerusalén, Simón
narró cómo Dios había visitado por primera vez a los gentiles, «para tomar de ellos pueblo
para Su Nombre» (Hechos 15:14). En otras palabras, el Señor tomó ramas del olivo silvestre y
las injertó en el buen olivo. Pablo concluye diciendo que si Dios puede hacerlo con las ramas de
un olivo silvestre, con mayor razón los judíos, que son ramas naturales, serán injertados en su
“propio” olivo. Esto nos señala que el buen olivo aún retiene su identidad judía.

LAS RAMAS INJERTADAS


¿Cómo fueron injertadas las ramas del olivo silvestre en el olivo del judío? Quizá tú seas una de
estas ramas y aún no te hayas enterado que, al entregarle tu vida a Y‟shua, en ti se cumplieron
los tres requisitos prescritos por la Ley de Moisés, para que un gentil se convierta al judaísmo.
Estos son los tres mismos requisitos que Israel tuvo que cumplir para entrar en pacto con
Jehová. Veamos:

1. CIRCUNCISIÓN
El primero de estos requisitos es la circuncisión, en el caso del varón. En Génesis 17 leemos
que Jehová establece el rito de la circuncisión con Abraham y su descendencia, como señal del
pacto. En Génesis 17:12, Dios agrega que este decreto también va dirigido a aquél que es
comprado por dinero, o cualquier extranjero que no fuere de su linaje. La palabra “extranjero”
aquí se refiere al gentil. Esto es aplicable a todo gentil que ha aceptado a Y‟shua como su Señor
y Salvador, ya que ha sido comprado por Su sangre y ahora es una rama del buen olivo.
Mientras que en el judaísmo del Antiguo Pacto sólo los varones recibían la circuncisión de la
carne, en el judaísmo del Nuevo Pacto, tanto el varón como la varona reciben la circuncisión del
corazón, al ser llenos del Espíritu Santo. En este sentido, «ya no hay judío ni griego; no hay
esclavo ni libre, no hay varón ni mujer» (Gálatas 3:28), por lo que todo ser humano, sea cual
sea su sexo, raza o condición social, ahora, por gracia, puede entrar en pacto con el Dios de
Abraham, Isaac y Jacob. Y digo por “gracia”, porque Y‟shua ya lo hizo todo por nosotros en el
Calvario. A continuación, el apóstol Pablo nos explica cómo el primer requisito para ser
sobrenaturalmente injertado en el buen olivo, se ha cumplido en la vida de todo creyente:
«En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de
vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo» —Colosenses 2:11.
En la siguiente escritura Pablo nos dice que todo aquél que es circunciso de corazón, es judío:
«Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace
exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la
del corazón, en espíritu, no en letra, la alabanza del cual no viene de los hombres sino de
Dios» —Romanos 2:28, 29.
Esto implica que toda rama injertada en el buen olivo es judía. A propósito, ¿sabías tú el origen
de la palabra judío? Judío es “Yehudí” en hebreo, y proviene de la palabra Judá o “Yadah”
que en hebreo significa alabanza. Hablando correctamente, un judío es ¡aquél que alaba a
Dios!

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2. SACRIFICIO
El segundo paso que tomó el pueblo de Israel como requisito del pacto, fue ofrecer un
sacrificio:
«Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo y dijo: He aquí la sangre del pacto
que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas» —Éxodo 24:8.
Del mismo modo, toda rama que ha sido injertada en el buen olivo, está cubierta por la sangre
del Cordero de Dios cuyo sacrificio por nosotros dio inicio a «un mejor pacto establecido sobre
mejores promesas» (Hebreos 8:6).

3. BAUTISMO
El último requisito prescrito es la inmersión en agua o bautismo. El principal motivo por el cual
se requiere la inmersión en agua, es para dar testimonio de un cambio de estatus. En el
judaísmo, se utiliza una especie de piscina llamada “mikvah” para llevar a cabo este propósito.
Por ejemplo en Éxodo 29:4 leemos:
«Y llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y los lavarás con
agua.»
Hasta aquel momento, Aarón y sus hijos eran simples miembros de la tribu de Leví, pero ahora
iban a convertirse en sacerdotes. Esto era un cambio de estatus y requería un bautismo. El
mismo principio se aplica en el judaísmo a una dama que va a contraer matrimonio. Debe
bautizarse ya que al pasar de estar bajo la autoridad de su padre, a estar bajo la de su marido, se
está efectuando un cambio de estatus. Luego, al convertirse en madre, una vez más cambia de
estatus, por lo cual debe acudir al mikvah.
El rito de inmersión en agua también sirve para propósitos de purificación (ver Levíticos 15;
Números 19). Cuando el pueblo de Israel estaba por recibir la Ley en Sinaí...
«Jehová dijo a Moisés: ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos.»
—Éxodo 19:10.
Las vestimentas de todo israelita tenían que ser purificadas en agua antes de recibir la Palabra
de Dios. Asimismo, todo gentil que se convertía al judaísmo tenía que purificarse a través del
bautismo en agua, porque estaba pasando del paganismo o ateísmo, a ser siervo del Dios de
Abraham, Isaac y Jacob lo cual implicaba un cambio de estatus.
Quizás tú nunca hayas comprendido la Gran Comisión desde una perspectiva judía. Sabemos
que cuando el Mesías envió a Sus primeros discípulos, quienes eran judíos, a todas las naciones,
fue con el propósito de hacer más discípulos. Pero, ¿por qué mandó Y‟shua a todo aquél que
quisiera ser Su discípulo que fuera bautizado en agua? Primero, porque Él sabía que todo gentil,
así como todo judío que se encontrara en la dispersión, al recibirlo como Salvador estaría
cambiando de estatus. Pablo comentó acerca de la naturaleza de este cambio cuando dijo:
«Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como
Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida
nueva» —Romanos 6:4.

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Segundo, porque Y‟shua sabía que todo gentil que le entregara su vida sería automáticamente
injertado en el buen olivo, lo cual también se testifica según la Ley, como ya hemos visto a
través del bautismo. Y‟shua, quien cumplió con la Ley de Moisés, jamás enseñó nada que
contradijera lo que Jehová había dicho en el pasado. Y Él estaba consciente de que todo gentil
que pasara a formar parte de Israel, tendría que cumplir dicha ley:
«Un mismo estatuto tendréis vosotros de la congregación y el extranjero (gentil) que con
vosotros mora; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; como vosotros, así será el
extranjero delante de Jehová» —Números 15:15.
Para que todo gentil tuviera la oportunidad de ser injertado en el buen olivo, y así judío y gentil
estuvieran unidos bajo un solo cuerpo, ¡Y‟shua cumplió con todo los estatutos de la ley de
Moisés por nosotros!

EL PROPÓSITO DEL OLIVO


Alguna vez te has preguntado, ¿por qué cuando Jehová le entregó la tierra prometida al pueblo
judío, estaba lleno de olivares? (ver Deuteronomio 6:11; 8:8). Si analizamos el papel que ha
desempeñado el olivo en la historia de Israel, comprenderemos mejor por qué Pabló se refiere a
dicha tierra, como el “buen olivo”. Con este propósito, examinaremos la siguiente Escritura:
«Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el
alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas» —Éxodo 27:20.
El Señor aquí está dando direcciones para el alumbrado del tabernáculo, y ordena que las
lámparas utilicen aceite puro de oliva. ¿Por qué? El aceite de oliva machacado se preparaba al
magullar los olivos en el mortero o molino, sin la aplicación del calor. Otros aceites inferiores
podían ser preparados bajo más presión con la ayuda del calor. Debido a que el olivo proveía el
aceite de más calidad para el funcionamiento de las lámparas, Dios lo eligió. Observa que la
Escritura dice que la finalidad era «hacer arder continuamente las lámparas.» Este versículo
encierra dentro de sí una sombra del propósito de Israel, y a la vez nos responde por qué Jehová
le entregó la tierra a los judíos llena de olivares. Simbólicamente hablando, el olivo es el punto
de partida para llevar a cabo dicho propósito. Me refiero a que del olivo proviene el aceite que
hace arder las lámparas y asimismo es símbolo de la unción del Espíritu Santo. ¿Cuál es la
finalidad de una lámpara? ¡Alumbrar! El salmista nos revela que esta función sólo se logra
espiritualmente cuando somos iluminados por las Escrituras:
«Lámpara es a mis pies Tu Palabra y lumbrera a mi camino» —Salmos 119:105.
Sin duda, Israel, el buen olivo, ha sido la puerta a través de la cual la luz de la Palabra ha
ingresado a este mundo. No en vano declaró Y‟shua que «la Salvación viene de los judíos»
(Juan 4:22).
En el año 70 A.D., el pueblo de Israel presenció por última vez la luz de aquellas lámparas que
alumbraban día y noche sin cesar. Al dejar de arder las lámparas, también cesaron los
sacrificios. Todo esto a raíz de la destrucción del Segundo Templo por los ejércitos romanos.
—“¿Por qué lo permitió Dios?”, —se preguntan muchos judíos cada año en Tishoh B‟Ov (día
de duelo y ayuno por la destrucción del Templo).

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La respuesta es que se cumplieron las palabras del Mesías, quien antes de ser crucificado dijo:
«Destruid este Templo y en tres días lo levantaré» —Juan 2:19.
En aquel tiempo, la presencia de Dios ya no se encontraba, como de costumbre, en aquel sector
dentro del Templo, denominado el Lugar Santísimo. Lo que sucedió fue que el Espíritu Santo
del Señor fue transferido a un templo de carne y hueso. Todas las funciones de aquel templo
destruido se cumplieron en Y‟shua. Por lo tanto, ya no había necesidad de un templo, con un
Sumo Sacerdote que continuamente tuviera que ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo.
Y‟shua se convirtió en el Sumo Sacerdote eterno y a la vez en el último sacrificio aquel día que
se ofreció a Sí mismo por nuestros pecados. Al tercer día resucitó de entre los muertos, y se
convirtió en nuestro templo eterno. Y es a este templo que ahora todo judío, así como todo
gentil, debe acudir si es que desea tener comunión con Dios. De Él emana ahora la luz de
aquellas lámparas, que en un pasado ardían continuamente dentro del Templo en Jerusalén. Así
como Y‟shua es la personificación de dicho templo, también lo es de aquellas lámparas o
menoráhs (candelabros de siete brazos) que se encontraban allí dentro. Para esclarecer más
este principio, debo agregar que las palabras Mesías y Cristo significan ambas “ungido”. En
tiempos pasados, como señal de consagración ante Dios, los reyes y sacerdotes de Israel, al ser
iniciados, eran ungidos con aceite de oliva. Y‟shua, el Rey de reyes, fue ungido con el Espíritu
Santo al bautizarse en el río Jordán, dando así inicio a Su ministerio público. Dicha unción lo
transformó en una menoráh que alumbraría las pisadas de todo aquél que creyera en Sus
palabras:
«Yo Soy la luz del mundo» —Juan 8:12.
Yo creo que con lo mencionado anteriormente podemos comprender cómo en Y‟shua se
cumple el propósito del buen olivo, siendo la fuente del aceite que ha de abastecer las lámparas
de Dios aquí en la tierra. Si tú le has entregado tu vida al Mesías de Israel, dicho propósito ha de
cumplirse en tu vida porque ahora tu eres miembro de Su Iglesia, la cual es Su Cuerpo
(Efesios 5:23). Para comprender aún mejor este principio, no olvidemos que la Cabeza de este
cuerpo es el Judío de judíos, ya que en Él se cumplieron las Escrituras (Lucas 24:44). Ahora,
debemos tomar en cuenta que todo lo que se ha cumplido en la Cabeza, debe cumplirse en Su
cuerpo. De lo contrario, no podrían ser uno. Esto significa que en cada miembro del Cuerpo del
Mesías, ha de cumplirse el propósito del buen olivo. Por este motivo todo creyente se convierte
en el templo del Espíritu Santo y como tal, es portador del aceite divino y Su unción. Pero todo
esto con el fin de que así como es su Señor, también Él será como un menoráh que alumbrará
continuamente la verdad de Dios. Es dentro de este contexto que Y‟shua dijo:
«Vosotros sois la luz del mundo» —Mateo 5:14.
Vemos, en resumen, que esta declaración hecha por Él, con relación a Sí Mismo, se cumple en
la vida de todo aquél que pasa a formar parte de Su cuerpo.

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LA IGLESIA INSTITUCIONAL Y LA IGLESIA INVISIBLE
Es triste que la mayoría de las ramas, que contra naturaleza han sido injertadas en el buen olivo,
no han logrado ver que el Cuerpo del Mesías es una extensión de Israel, y no una sustitución.
Esta confusión quizás se deba al hecho de que se hace referencia a dos Iglesias en el presente.
La primera es la Iglesia Institucional, a la cual pertenecen la mayor parte de los cristianos
nominales. Esta Iglesia se ha preocupado mayormente por obtener poder en el plano material, y
al no regirse por las Escrituras, se ha desviado del propósito de Dios. Como consecuencia, ha
perdido su identificación con Israel. La segunda, es la Iglesia Invisible, que no está sujeta a las
cuatro paredes de un templo, más bien, opera en el plano espiritual dando a conocer la
multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades en los lugares celestiales
(Efesios 3:10). Esta Iglesia está conformada por todos los creyentes en Y‟shua que se
encuentran esparcidos a través de todo el mundo proclamando el Reino de Dios. ¿A cuál
perteneces tú?

LOS DOS OLIVOS Y LAS DOS COPAS


En Zacarías 4:11-14, encontramos una buena representación de la Iglesia y de Israel en los
últimos tiempos. El profeta, al recibir una visión, le preguntó al Señor:
«¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda? Hablé aún de
nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro
vierten de sí aceite como oro?», y luego Jehová respondió:
«Éstos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.»
Esta Escritura está relacionada con los dos testigos mencionados en Apocalipsis 11, y a pesar
de las diversas interpretaciones escatológicas, nos provee una buena ilustración de la función
complementaria que cumplen tanto la Iglesia como Israel para alumbrar la Palabra de Dios.
Desde que se inició la Iglesia, la función del buen olivo ha sido representada por “dos copas”.
La primera copa es la copa de la Ira de Dios. Para comprender su significado consideraremos
primero el llamado de Jehová a Jeremías:
«Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para
destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar» —Jeremías 1:10.
Jeremías profetizó cómo Dios usaría a Israel en su dispersión para llevar la copa de la Ira a
todas las naciones:
«Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de Mi mano la copa del vino de este furor,
y da de beber de él a todas las naciones a las cuales Yo te envío» —Jeremías 25:15.
¿Qué es el vino de la Ira de Dios? Es el juicio de Dios sobre todas las naciones. Desde que los
judíos fueron exiliados en el año 586 A.C., en todas las naciones que han habitado, ellos han
servido como testimonio vivo de la Ira de Dios, así como de advertencia para que se arrepientan
de sus pecados. ¿Si Dios echó fuera de la tierra prometida y juzgó de tal manera a Sus
escogidos, cuánto más hará con las naciones paganas? Hasta la fecha, aún hay millones de
judíos dispersos a través de las naciones como recordatorio de la Ira de Dios.

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Las Escrituras nos revelan que dicho juicio a las naciones habrá de llevarse a cabo poco antes
del retorno del Mesías. Para esto, varias naciones que se reunirán en contra de Jerusalén, serán
derrotadas por la mano del Señor (ver Zacarías 14:1-4). En la actualidad, Él está preparando a
sus dos ejércitos para esta confrontación final. Jehová ha designado a la nación de Israel como
Su ejército en el plano terrenal:
«Martillo me sois, y armas de guerra, y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de
ti destruiré reinos» —Jeremías 51:20.
La iglesia, mientras tanto, se desempeña como el ejército de Dios en el plano celestial:
«Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes» —Efesios 6:12.
Veamos ahora el propósito de la segunda copa, denominada la Copa de Redención. En
Lucas 22:20 leemos que luego de su última cena pascual Y‟shua tomó la copa diciendo:
«Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre que por vosotros se derrama.»
Aquí la Escritura se refiere a la tercera copa que se ingiere durante la cena pascual judía cada
año. Dicha copa se conoce tradicionalmente como “la Copa de la Redención” y nos sirve como
recordatorio de la misión que Y‟shua vino a desempeñar a este mundo, cuyo triunfo la Iglesia
es responsable de anunciar a todo ser viviente. En otras palabras, mientras que los judíos han
llevado la copa de la Ira a las naciones, la Iglesia se ha ocupado de llevar la Copa de la
Redención a todo individuo, ministrando de esta manera Salvación a todo aquél que acepte el
sacrificio del Mesías. Vemos, en resumen, que la primera copa va dirigida a las naciones,
mientras que esta segunda copa va dirigida a los individuos. Ambas copas son instrumentos
legítimos para lograr el propósito de Dios. Sin embargo, en la actualidad ambas partes tienen
dificultad en reconocerse y aceptarse la una a la otra. ¿Por qué? Esta realidad la trataremos en el
capítulo siguiente, al trazar el origen de las ramas del olivo.

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II — EL ORIGEN DE LAS RAMAS
Al trazar el origen de Israel y las naciones en la Biblia, concluiremos que sus respectivos
habitantes provienen de una de tres semillas: Sem, Cam, o Jafet, quienes vienen a ser los hijos
de Noé. Luego del diluvio, Dios continuó la raza humana a través de ellos. A raíz del
comportamiento moral de cada uno, Noé bendijo de manera especial a Sem y a su descendencia,
y profetizó que Jafet sería engrandecido y habitaría en las tiendas de Sem, mientras que Cam y
su descendencia fue maldecida y declarada como servidumbre de sus hermanos (ver
Génesis 9:18-27).
Si estudiamos las Escrituras a partir de Génesis 10, podremos obtener una idea general de las
zonas geográficas que ocupan los descendientes de las tres semillas. Cada una de ellas ha
influido de una manera característica en el desarrollo de la civilización humana.
A continuación, quisiera mostrar la tendencia de cada semilla. Si analizamos el desarrollo del
linaje de Cam, veremos que uno de sus primeros frutos fue Nimrod, «quien llegó a ser el
primer poderoso de la tierra» (Génesis 10:8). Nimrod fue una sombra del Anticristo que ha de
surgir poco antes de que retorne el Mesías. Este fue responsable de unificar a toda la raza
humana bajo un solo imperio. Luego, bajo su influencia, se empezó a edificar la torre de Babel
con la finalidad de llegar al Cielo, retando de esta manera la autoridad de Dios. Aquí se
introdujo por primera vez, el concepto de un solo gobierno y una sola religión mundial, que
según nos dicen las Escrituras será reintroducido por el Anticristo. Por el contrario, si
analizamos el desarrollo del linaje de Sem, veremos aquí la tendencia opuesta. De dicha semilla
fue engendrado Abraham, quien por su fe se convirtió en el escogido de Jehová para ser padre
de la nación de Israel. Concluimos, por lo tanto, que el buen olivo es del linaje de Abraham,
¡que es semilla de Sem! Con esto podemos ver cómo se cumple la bendición que recibió Sem y
su descendencia.
¿Pero qué hay de Jafet? Sus descendientes han sido influenciados por una de las dos tendencias
mencionadas. Es decir, seguir los pasos de Cam para ser portadores del mensaje del Anticristo,
o seguir los pasos de Sem para ser portadores de la Palabra de Dios. ¡Ojo! Sólo hay dos
caminos: el primero que es amplio y el segundo que es estrecho. ¿Quiere decir esto, que todos
los descendientes de Sem después de Abraham, siguieron sus mismos pasos? De ninguna
manera. Dios nos ha dado la libertad de escoger. Y qué triste es ver la cantidad de seres
humanos que a diario rechazan la oportunidad que Y‟shua ha ofrecido para que no sólo los
descendientes de Sem, sino también los de Cam y Jafet, puedan ahora ser coherederos de la
promesa. Es más triste aún ver cómo una de las ramas naturales vendió su herencia por un
potaje de lentejas (Génesis 25:28-34).
A través de la historia, muchos judíos han sido seducidos por el mensaje del Anticristo, y han
abandonado las tiendas de Sem para habitar en las tiendas de Cam. Durante muchos años yo fui
uno de ellos, pero gracias a Y‟shua fui injertado de nuevo en mi propio olivo. Este es uno de los
principales motivos por los cuales Él vino; para restaurar a las ramas desgajadas del buen olivo.
Ahora responde tú con toda sinceridad: La Iglesia, como Cuerpo de Y‟shua, ¿ha logrado
desempeñar esta misma función con éxito, a través de los siglos? Yo creo que no.

88
ANTISEMITISMO EN LAS TIENDAS DE SEM
Luego del fallecimiento de los primeros apóstoles, la minoría de judíos que ha entrado en el
Nuevo Pacto a través de su fe en el sacrificio de Y‟shua, tarde o temprano ha descubierto que la
Iglesia Institucional está contaminada de anti-semitismo. A continuación quisiera mostrar lo
paradójico que este problema resulta ser a la luz de la Palabra. Con este propósito en mente,
analicemos primero las raíces genealógicas de la presente Iglesia. ¿Quiénes la conforman en su
mayoría? Yo diría que gran parte de la población de Europa y el continente americano.
Sabemos que los colonizadores de Europa fueron principalmente de la semilla de Jafet, pero,
¿de dónde provienen los primeros habitantes de las Américas? Remontémonos a la era del
descubrimiento de dicho continente.
Algunos historiadores creen que Colón era de origen judío, posiblemente marrano o “judío
secreto”. Así eran llamados los judíos en España que en el año 1492 eligieron “la conversión”
para evitar su expulsión, pero continuaron practicando el judaísmo en secreto. Si eran
descubiertos, eran entregados a la Inquisición. Se dice que aparte de Colón, cinco miembros
más de su tripulación eran judíos. En los años posteriores al descubrimiento de América, se
sabe que miles de judíos fugados de Europa buscaron refugio aquí, en tierras americanas.
Sabemos también que las civilizaciones de los indios norteamericanos, mexicanos y peruanos
ya existían cuando Colón descubrió el nuevo continente. Varios antropólogos sostienen la teoría
de que los miembros de dichas civilizaciones provienen de las diez tribus perdidas de Israel,
dispersadas por las deportaciones Asirias de 740-700 A.C. Si este fuera el caso, podríamos
deducir que la mayor parte de la población de las Américas es fruto de las semillas de Sem y de
Jafet. Lo impresionante es que el cristianismo, aparte de haber estado concentrado en Europa,
ha florecido grandemente en las Américas también. Vemos que lo que profetizó Noé se ha
hecho realidad una vez más, gracias al Mesías de Israel:
«Engrandezca Dios a Jafet, y habite en las tiendas de Sem» —Génesis 9:27a.
¡Todos los descendientes de Jafet esparcidos a través de Europa y el continente americano, que
se han convertido al cristianismo, han pasado a habitar bajo las tiendas de Sem! Sea o no sea
verdad la teoría de las diez tribus perdidas, podemos afirmar que todos los descendientes de los
judíos que inmigraron a este continente, y que a raíz de siglos de persecución perdieron su
identidad al aceptar a Y‟shua como su Señor, ¡sin saberlo han vuelto a ser injertados en su
propio olivo! Quizás tú seas descendiente de uno de aquellos “judíos secretos”, pero sea cual
sea tu genealogía, si es que le has entregado tu vida a Y‟shua, ahora espiritualmente eres linaje
de Sem. En Gálatas 3:29 leemos:
«Si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois y herederos según la
promesa.»
Todo aquél que es linaje de Abraham, también es, por consiguiente, linaje de Sem. He aquí lo
paradójico del caso: Hasta la fecha, el judío se pregunta:
“¿Cómo pueden estos cristianos declarar que son linaje de Abraham, y a la vez ser
antisemitas?”

89
Aunque muchos diccionarios definen al antisemita como aquél que es enemigo de la
descendencia de Sem, para ser más precisos en cuanto al verdadero uso de la palabra, es
necesario hacer una redefinición. En realidad, el antisemita es aquella persona que tiene
prejuicio contra el judío explícitamente. Como dije al principio, no todos los descendientes de
Sem siguieron los mismos pasos de Abraham, y por lo tanto, algunos inclusive se
entremezclaron con la semilla de Cam. Ismael es un buen ejemplo. A pesar de ser el primer hijo
de Abraham, él nació como consecuencia de la relación entre Abraham, y su sirvienta egipcia
Agar (descendiente de Cam). Aunque la sangre de Sem estaba en Ismael por parte de su padre,
Dios no lo hizo heredero del pacto. Luego de ser expulsado del hogar, creció y su madre le
tomó mujer de la tierra de Egipto (Génesis 21:21). Desde entonces, la descendencia de Ismael
ha habitado en las tiendas de Cam, y aunque quizás muchos de ellos técnicamente sean semitas,
no son judíos. Por el contrario, han pasado a ser grandes enemigos del pueblo de Dios. El
Salmo 83:1-8 nos resume la meta de los ismaelitas y la mayor parte de la descendencia de Cam.
Sus deseos siempre han sido aniquilar a los judíos, quienes a través de Isaac, el segundo hijo de
Abraham, heredaron la promesa del pacto.
Cuando Dios, por gracia y misericordia abrió las puertas del pacto a los gentiles, muchas de las
ramas, que luego fueron injertadas en el buen olivo, trajeron consigo un espíritu de
antisemitismo. Cuando el liderazgo judío de la Iglesia pasó a manos de lo que se convirtió en la
Iglesia Católico Romana, las Escrituras Hebreas fueron ocultadas. De ahí en adelante, la
“levadura de Ismael” comenzó a esparcirse como un cáncer maligno. Me duele tener que
confesarlo, pero si sumamos todas las persecuciones que Israel ha recibido por parte de las
naciones islámicas, éstas no equivaldrían al daño ocasionado por las Cruzadas y la Santa
Inquisición. El escritor judío Meyer Passow añade al respecto, que el Holocausto hitleriano fue
un descendiente directo de las Cruzadas Católicas de 1096 a 1291. A través de estos eventos,
cientos de miles de judíos fueron brutalmente torturados y masacrados bajo la influencia de
varios líderes de la Iglesia Institucional.
Encabezando la lista de católicos antisemitas se encuentran San Cirilo, San Jerónimo, San
Agustín y San Juan Crisóstomo. Este último declaró que los judíos eran “hombres poseídos
por el diablo, asesinos y destructores”. Añadió también que, “superaron a las bestias salvajes
en su ferocidad, por lo que asesinan a sus descendientes y los sacrifican al diablo”. A la
sinagoga se refirió como: “una asamblea de criminales... una guarida de ladrones... una
caverna de demonios, y un abismo de perdición”. Por su parte, la Iglesia Protestante siguió
luego los mismos pasos.
En su libro “Los Judíos y sus Mentiras”, Martín Lutero escribió:
“Los judíos son una raza inferior y maldita. La única forma de tratar con ellos es
incendiando sus sinagogas y enterrando bajo tierra todo aquello que no sea quemable, para
que no permanezca nada: ni cenizas, ni piedra, para que Dios vea que somos cristianos. Sus
hogares también deben ser destruidos. Se les debería juntar bajo un techo o dentro de un
establo como gitanos, para que vean que no son los dueños de nuestra tierra, sino miserables
prisioneros, tal como se lo confiesan continuamente a Dios. Se les debería quitar sus libros
de oraciones y los rollos de la Ley, de los cuales aprenden idolatría, mentiras, maldiciones y
blasfemias. A los rabinos se les debería prohibir que enseñen, bajo pena de muerte.”

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Dicha lógica justificaría luego la existencia de esa raza de asesinos nazis. Sí, la mente de Hitler
fue una extensión lógica del pensamiento de aquellos líderes de la Iglesia, que en un pasado
declararon que Dios había terminado con los judíos. Debido a esta multitud de crímenes que se
realizaron “en el Nombre de Cristo”, el pueblo judío, con el transcurso del tiempo, viene
escuchando a través de la Iglesia el eco de tres palabras: “DIOS LOS ODIA.”
Muchos cristianos son educados bajo una doctrina que dice:
“Los Judíos han sido desechados por Dios porque crucificaron a Cristo.”
Sin embargo, Y‟shua dijo en Juan 10:17,18:
«Por eso me ama el Padre, porque Yo pongo Mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la
quita, sino que Yo de Mí Mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar. Este mandamiento recibí de Mi Padre.»
Lo que se debería enseñar es que a pesar de que los judíos le condenaron, los romanos,
representando a los gentiles, le clavaron a la cruz. Por medio de esta intervención, los gentiles
participaron en el sacrificio del Cordero de Dios y fueron incluidos en el pacto, pues dice la
Escritura que «sin derramamiento de sangre no se hace remisión de pecados»
(Levítico 17:11; Hebreos 9:22).
El Apóstol Pablo dice que Y‟shua «de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación» (Efesios 2:14). Debido a la doctrina antisemita que tanto ha
propagado la Iglesia Institucional, varios cristianos han vuelto a edificar la pared. Muchos de
ellos han interpretado los pasajes del Nuevo Testamento que condenan la hipocresía de los
líderes religiosos, como si fuesen una condenación de todas las cosas judías. A continuación,
quisiera relatar una anécdota para ilustrar este problema.
En cierta ocasión, un cristiano invitó a cenar a su pastor. Durante la cena, el anfitrión empezó a
comentar acerca de lo mucho que repudiaba a los judíos por haber asesinado al Señor, motivo
por el cual jamás tendría nada relacionado con ellos en su hogar. El pastor le contestó:
—“Siento informarle que ya posee varios objetos de origen judío.”
Se puso de pie y señaló un cuadro de la Última Cena (Pesaj), luego le mostró sobre el piano,
una partitura musical titulada “Hossana” (palabra en hebreo), y finalmente, tomando la Biblia
que estaba sobre la mesa le preguntó:
—“¿Desea usted que retire estos objetos de su hogar?”

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III — EVANGELIZAR: ¿JUDAIZAR O GENTILIZAR?
Y‟shua jamás concibió que Su misión fuera establecer una “nueva” religión. Tampoco los
judíos que constituyeron la Iglesia Primitiva creyeron que se habían cambiado de la fe de sus
ancestros a una nueva religión. Por el contrario, todos estos judíos creían que lo que predicaban
era nada menos que el cumplimiento de la esperanza del judaísmo, fiel al verdadero propósito
de la Ley y a la promesa de los profetas. Las Escrituras nos comprueban esta realidad. Por
ejemplo, luego del martirio de Esteban, Saulo, quien luego se convertiría en el Apóstol Pablo,
salió camino a Damasco con el fin de perseguir a los discípulos de Y‟shua que se hallaban en
las sinagogas de esta región (Hechos 9:2; 22:19). Esto nos confirma que la sinagoga era el
punto de reunión para la Iglesia en sus inicios, y a su vez nos demuestra que la cruz aún no
había sido convertida por el imperio romano en una especie de línea divisora entre el judaísmo
y el cristianismo.
Y‟shua vino a establecer un nuevo pacto dentro del judaísmo, y no una nueva religión. Lo que
hoy llamamos “cristianismo”, es nada menos que el judaísmo del Nuevo Pacto adaptado a las
costumbres gentiles. Si recurrimos a las Escrituras Hebreas descubriremos que antes de la
venida del Mesías, fue al pueblo judío a quien Dios le habló referente a este Nuevo Pacto:
«He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y
con la casa de Judá» —Jeremías 31:31.
Inicialmente Jehová hizo mención de esta promesa a través de la Ley Mosaica, al referirse a la
circuncisión del corazón como un sinónimo del “nuevo nacimiento”:
«Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a
Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
—Deuteronomio 30:6.
Con este factor en mente, comprendamos que cuando un judío es salvo no deja de ser judío,
como algunos enseñan. En su vida se está cumpliendo una promesa no ajena al judaísmo.
Basado en este principio, el creyente de trasfondo gentil que desee compartir el Evangelio de
manera más efectiva con un judío, debe tener mucha precaución al utilizar el término
“conversión”. Principalmente porque en el judaísmo se utiliza dicho término para denotar un
cambio de religión, lo cual es una idea que aterroriza a todo judío. La palabra “conversión”
aparece sólo una vez en el Nuevo Testamento (Hechos 15:3), y es utilizada para referirse a la
conversión de los gentiles al Dios de Israel. Esta es una de las razones por las cuales el creciente
número de judíos que en estos últimos tiempos han recibido la revelación de que Y‟shua es la
encamación del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, prefieren ser llamados “Judíos Mesiánicos”.
Esto a su vez, es el primer paso para evitar que el judío creyente sea considerado un traidor y
anti-judío por su propia gente. Al mantener su identidad étnica, él podrá testificar con más
eficacia a otros judíos, que Y‟shua verdaderamente es el Mesías de Israel y no “el dios de los
paganos” como la mayoría de judíos piensan.
Si en sus días Pablo declaró lo siguiente, hoy con más razón es válida su afirmación:
«Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley
(aunque yo no estoy sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a
la ley» —1 Corintios 9:20.

92
¿Amas tú al pueblo judío y anhelas ver su Salvación, lo suficiente como para llevar a la práctica
dicha Escritura?
Examinemos a continuación el significado de los términos “judaizar” y “gentilizar”, para
comprender mejor las bases necesarias para que judío y gentil puedan establecer una mejor
relación y así podamos ver el cumplimiento del verdadero propósito del Evangelio.

JUDAIZAR
¿Qué significa “judaizar”? Para empezar a contestar esta pregunta, es necesario que
recordemos uno de los principales problemas que tuvieron los primeros creyentes judíos durante
los comienzos de la Iglesia. Cuando los gentiles fueron “injertados”, los apóstoles se
preguntaron a sí mismos, ¿qué porción del judaísmo se les obligará a guardar? Leemos en
Hechos 15:1, que muchos dijeron:
«Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.»
Por lo tanto, se reunió un Concilio con el fin de resolver este problema. Luego de acordar que
era voluntad de Dios que los gentiles fueran incluidos en el pacto, Jacobo concluyó:
«Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se
les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y
de sangre» —Hechos 15:19, 20.
Estas fueron las cuatro leyes rituales impuestas por Moisés a todo gentil que deseara habitar
entre el pueblo de Israel (ver Levítico 17 y 18). El Apóstol continúa en el siguiente versículo
dando a entender que, todo aquél que verdaderamente escuche a Moisés sabrá lo que la Ley
demanda de cualquier gentil que habite entre los israelitas:
«Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las
sinagogas, donde es leído cada día de reposo» —Hechos 15:21.
Vemos que Jacobo cita como testigo a Moisés, siendo éste el último tribunal de apelación
concerniente a la inclusión de los gentiles en el pacto de Dios y su exención de la Ley. Esto
demuestra una completa adherencia a la Ley Mosaica por parte de los primeros apóstoles. Por lo
tanto, los judíos que exigieron que todo creyente de trasfondo gentil tuviera que participar en el
rito de la circuncisión, estaban demandando aún más de lo que el mismo Moisés exigía del
gentil. Esto es “judaizar”.
Para resumir, la Ley de Moisés es un acuerdo entre Dios y los judíos, por el cual los gentiles
sólo están obligados a guardar los mandamientos entregados por Dios a todo ser humano en el
período anterior a Abraham. En otras palabras, el gentil no ingresa al pueblo de Dios vía Sinaí,
y por lo tanto no tiene ningún acuerdo perpetuo con Dios para cumplir con los estatutos del
primer pacto. Con todo esto en mente, podemos definir el término “judaizar” como el acto de
obligar al cristiano de trasfondo gentil a que observe todos los estatutos requeridos por la Ley
de Moisés, como si fueran una condición para ser salvo . Es en este contexto que el Apóstol
dice en Gálatas 5:2:
«He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo.»

93
No olvidemos que Pablo era el apóstol a los gentiles (Romanos 11:13), y en este pasaje, como
en muchos de esta naturaleza, él se está dirigiendo a un grupo de creyentes que provienen de un
trasfondo gentil. Pero Pablo asegura que «ya no hay judío o griego» (Gálatas 3:28), dirás tú. A
lo que se refiere con esto es que mientras el primer pacto fue dirigido exclusivamente al pueblo
de Israel, ahora tanto gentil como judío pueden participar por igual en el Nuevo Pacto.

GENTILIZAR
¿Qué significa “gentilizar”? El acto de obligar al judío a volver su espalda a todo lo que Dios le
mandó observar perpetuamente en todas sus generaciones, como condición para ser salvo. El
mismo Pablo declaró que «...un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo
invalida, ni le añade» (Gálatas 3:15). ¡Cuánto más cuando el pacto es de Dios! Respetando
este principio es que en otro pasaje él hace la pregunta:
«¿Fue llamado alguno siendo circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue llamado alguno siendo
incircunciso? No se circuncide» —1 Corintios 7:18.
En otras palabras, el gentil no tienen por qué convertirse al judaísmo para ser salvo, mientras
que el judío no tiene por qué rechazar los estatutos del pacto que ya tiene, al recibir a Y‟shua.
Antes de proseguir quisiera dejar en claro que esto no incluye las leyes sacrificiales, más bien
los aspectos culturales que por siglos han distinguido al pueblo judío del resto de los pueblos.
Cuando Dios escogió al pueblo judío, Él les mandó guardar una serie de estatutos que
culturalmente los identificaría como Su pueblo elegido. Estos estatutos sirven como señales del
pacto en todos los aspectos de la vida del judío. Por ejemplo, una señal en la carne (la
circuncisión), una señal en el tiempo (el día de reposo y las demás festividades), una señal en su
ropa y en su hogar (las filacterias, el mesusá) y finalmente una señal geográfica (la tierra de
Israel). La finalidad del Nuevo Pacto jamás fue abolir la identidad de los judíos; de haber sido
así, Israel nunca habría vuelto a surgir como nación para así cumplir su propósito en el Reino
Mesiánico.
Las Escrituras demuestran que la Iglesia en sus inicios estaba conformada íntegramente por
judíos. Estos seguídores del Mesías eran conocidos como “los Nazarenos” por el resto de la
comunidad judía, e inclusive, por un período fueron considerados una secta más del judaísmo.
Leemos al respecto, que cuando los primeros gentiles empezaron a formar parte de la Iglesia, se
presentaron una serie de problemas. Cuando Pablo retomó a Jerusalén, luego de un exitoso viaje
misionero, los creyentes que le recibieron, habiendo escuchado su reporte, le dijeron:
«…Ya ves, hermano cuantos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la
ley» —Hechos 21:20b.
Estos fueron los primeros judíos mesiánicos. En aquellos días no existían las Escrituras del
“Nuevo Testamento”, y la Palabra de Dios se enseñaba del Tenáj, o lo que con el tiempo pasó a
ser llamado el “Antiguo Testamento”.
Estos primeros creyentes judíos, preocupados por obedecer las enseñanzas de dichas Escrituras,
le dijeron a Pablo:
«Pero se les ha informado (a los judíos) en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que
están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni
observen las costumbres» —Hechos 21:21.

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En los versículos siguientes leemos que para comprobar que dichos rumores eran falsos, Pablo
decidió tomar el voto nazareno (ver Números 6), que es un compromiso para obedecer
estrictamente los mandatos del Torá (los libros de Moisés). Pablo nunca enseñó a los judíos que
para aceptar al Mesías y ser salvos, tendrían que dejar de observar la Ley. Fueron tres siglos
después del mencionado concilio de Jerusalén, que el concilio de la Iglesia Romana en Nicea
(325 D.C.) decretara oficialmente que estaba prohibido que cualquier cristiano observase el Día
de Reposo o cualquier costumbre judía. Todo judío mesiánico que no obedeciera dicho decreto
sería perseguido. Por lo tanto, los judíos tenían que convertirse culturalmente en gentiles al
hacerse miembros de la Iglesia.
Si desde que cayó en manos de los Romanos la Iglesia ha fracasado en cumplir su propósito
ante Israel, es porque en su afán de evangelizar al pueblo judío ha procurado destruirlo. No es la
voluntad de Dios que los judíos, al aceptar al Mesías, rechacen el pacto que los ha preservado
como pueblo e identificado culturalmente a través de toda la historia. El hecho de que la
Salvación sea por gracia y no haya necesidad de ofrecer más sacrificios, no significa, por
consiguiente, que una familia judía, a modo de agradecimiento a Jehová, no pueda celebrar la
Pascua para conmemorar así las fechas en que sus ancestros fueron liberados de la esclavitud.
Así como Y‟shua dijo, «haced esto en memoria de Mí» (1 Corintios 11:24) durante la Última
Cena, antes de Su venida, Dios mandó a que todo judío observara una serie de estatutos
“perpetuamente por todas sus generaciones” con el mismo propósito... ¡hacer memoria de Su
Gracia redentora!

¿HA SIDO ABROGADA LA LEY?


El libro de Hebreos revela que el sacerdocio levítico, junto con el Templo y sus servicios, han
sido abolidos con la venida del Mesías. Sin embargo, con base en esta declaración no debemos
llegar a la conclusión errada de que toda la Ley ha sido abrogada. De ser así podríamos
descartar todos aquellos mandamientos de Dios tales como, “No cometerás adulterio”, “No
hurtarás”, “No matarás”, etc. La gracia de Dios no cancela Sus mandamientos, más bien nos
ayuda a cumplirlos en el Espíritu.
Y‟shua dijo:
«No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar sino
para cumplir» —Mateo 5:17.
La literatura rabínica de aquella época, nos revela que los términos “abrogar” y “cumplir” eran
frecuentemente utilizados en argumentos sobre la Ley. Cuando un rabino sentía que un colega
suyo estaba malinterpretando un pasaje de las Escrituras, él le decía:
—“¡Estás abrogando la Ley!”
Obviamente lo que para un rabino era “abrogar” o malinterpretar, para el otro resultaba ser
“cumplir” o interpretar correctamente. En el pasaje citado, Y‟shua se dirige a una multitud de
judíos y les aclara que no ha venido a enseñar una doctrina ajena a la Ley, sino más bien a
cumplirla. Pero no “cumplir” en términos de “traerla a su consumación”, sino en el sentido de
demostrar su aplicación correcta. Esto se debe al hecho de que para aquella época, la Ley de
Moisés estaba opacada por centenares de leyes adicionales que fueron recopiladas a través del
tiempo por diversos rabinos.

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Y‟shua vino a desenterrar la verdadera Ley de Dios, y a revelar su verdadero significado. En el
próximo versículo (Mateo 5:18), Él declara explícitamente que la Ley no dejará de existir hasta
que pasen el cielo y la tierra. Finalmente, hace la siguiente advertencia a todos los judíos que
enseñen lo contrario y por consiguiente no guarden la Ley:
«De manera que cualquiera, que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así
enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos; mas cualquiera
que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el Reino de los Cielos» —Mateo 5:19.
Cuán grande es la importancia que Y‟shua le atribuyó a la Ley como para haberle dicho a Sus
discípulos; «en la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que
os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque
dicen y no hacen» (Mateo 23:2, 3). No, Y‟shua no era enemigo de la Ley, sino de los
hipócritas. Sin embargo, muchos creyentes citan a Pablo al querer demostrar lo contrario. Pero
debemos tener en claro que si Pablo aparenta rechazar la Ley, lo hace, es decir, la rechaza,
como medio de Salvación, pero continuamente la hace respetar como norma para la conducta de
todo creyente.
Muchos maestros erradamente emplean Colosenses 2:14 con tal de comprobar que la Ley ha
sido abrogada. Dicha Escritura declara que Dios nos perdonó, «anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y
clavándola en la cruz.» Según el texto griego, lo que fue clavado a la cruz en dicho caso no fue
la Ley (nomos), sino más bien el “acta de los decretos” (cheirographon). El significado de la
palabra griega “cheirographon” es revelada por el contexto en que ésta se emplea en la
literatura apocalíptica de la época. Aquí dicha palabra se usa para hacer referencia al registro o
libro de nuestros pecados, en el cual se archivaban todas nuestras ofensas a Dios. Lo que Dios
destruyó en la cruz no fue la Ley, el resultado de cuya violación nos conduce al Pecado, sino el
registro escrito en sí de nuestros pecados. En otras palabras, Dios al perdonarnos destruyó la
evidencia de nuestro pasado pecaminoso, pero no el sistema legal que Él mismo estableció.
Probablemente a estas alturas tú te preguntarás, ¿en qué sentido dice Pablo que «el fin de la ley
es Cristo, para justicia a todo aquél que cree»? (Romanos 10:4). La palabra “fin” es utilizada
aquí para denotar “la meta a la cual se quiere llegar”. La Ley es nuestro ayo para llegar a
Cristo. Ahora, es cierto que la Salvación la obtenemos por gracia a través de nuestra fe en el
sacrificio del Mesías, pero esto no quiere decir que la Ley deje de existir. Lo que sucede es que
cuando recibimos al Espíritu Santo, la Ley es grabada en nuestros corazones y cumplir con los
mandamientos del Señor se convierte en un deleite. Esto porque somos liberados de la
esclavitud de la carne, la cual es enemiga de los mandamientos de Dios. ¡En otras palabras,
nuestros corazones son circuncidados!
Cuando un judío recibe a Y‟shua como su Mesías, el Día de Reposo y las Fiestas Levíticas
pasan a tomar un significado aún mayor, pues el Espíritu Santo le muestra a éste cómo cada
aspecto de dichas celebraciones son una sombra de su Salvador. Esta ha sido mi experiencia.
Querer desalentar a un judío para que no participe en estas actividades, es querer privarle de un
gran banquete espiritual. Cualquiera que cite Escrituras tales como Gálatas 4:8-10 o
Colosenses 2:16, 17 con el propósito de comprobar que las festividades judías no deberían ser
celebradas por creyentes judíos, está leyendo la Biblia fuera de contexto.

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Primero debemos tomar en cuenta que Pablo aquí se dirige a creyentes de trasfondo gentil que
observaban dichas fiestas en forma legalista, como si fuesen un requisito para conservar su
Salvación. Con esto en mente podremos ver que la advertencia del Apóstol no es contra el
hecho de guardar las Fiestas, más bien contra la autoridad de ciertos falsos maestros que
legislaban la manera como éstas se debían observar, y a su vez querían atribuirles un propósito
errado. Cualquier condenación aquí tenía que ver con la perversión del concepto, y no con el
precepto en sí. Es decir, la validez de un precepto divino no se niega por el hecho de que ciertos
individuos lo hallan pervertido. En el caso de las festividades judías, éstas constituyen un
magnífico retrato del Nuevo Pacto, y aquél que las celebre, a modo de alabanza por aquello que
se ha cumplido en Y‟shua, recibirá mucha bendición. Después de todo, «el que hace caso del
día, lo hace para el Señor» (Romanos 14:6a). No malentendamos el propósito de la Ley, y la
condenemos. No en vano dijo Pablo que la «ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo,
justo y bueno» (Romanos 7:12).
Ahora, retomando a nuestra pregunta inicial, evangelizar no es “judaizar” ni tampoco
“gentilizar”. A medida que más creyentes tomen conciencia y se preocupen por ministrarle a la
nación de Israel, que ahora está visible, el Espíritu Santo les va a mostrar que evangelizar es el
proceso a través del cual, ambos pueblos son reconciliados con Dios bajo un solo Cuerpo... ¡el
de Y‟shua HaMashiaj!

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IV — LA BANDERA DE JEHOVÁ
«Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para
luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es Su Nombre:
Si faltaren estas leyes delante de Mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará
para no ser nación delante de Mí eternamente» —Jeremías 31:35, 36.
¿Han dejado de alumbrar el sol, la luna y las estrellas? No, y por consiguiente, esta Escritura
nos demuestra que ante los ojos de Dios Israel nunca dejó de ser una nación. Tan sólo a la vista
de otras naciones, Israel dejó de existir en el año 586 A.C. hasta su reaparición durante este
siglo. Notemos que no reapareció para ser reconocida por Dios de nuevo, sino para que las
naciones la reconozcan una vez más y asimismo tengan la última oportunidad de reconocer al
Dios que la ha preservado, pues Su juicio ya no tarda. Este es el tema que afrontaremos a través
de este capítulo.
Antes de citar una de las muchas Escrituras que se han cumplido en el transcurso de los últimos
cincuenta años, debo aclarar un malentendido que surge a menudo en el caso de los muchos
creyentes que estudian los libros de los profetas. Me refiero a los eventos escatológicos
mencionados en dichos libros, que de manera contraria a los del resto de la Biblia, no
necesariamente se encuentran en orden cronológico. Por ejemplo, el libro de Isaías es una
recopilación de diferentes mensajes que el profeta pronunció durante un período de
aproximadamente cincuenta años. En capítulo 11, Isaías profetiza acerca de la primera venida
del Mesías, seguida por una breve descripción del milenio, e inmediatamente relata el retorno
de los judíos exiliados a la tierra de Israel. En Isaías 11:11, el profeta dice que Jehová «alzará
otra vez Su mano para recobrar el remanente de Su pueblo». ¿Cuándo fue la primera vez?
Cuando los judíos retornaron del exilio en Babilonia. No hay duda de que la Escritura se refiere
a la ola de aliyas (retornos) que venimos presenciando durante este siglo. El siguiente versículo
nos resume el cumplimiento de este evento profético, tan significativo, que ha pasado
inadvertido en la vida de muchos cristianos:
«Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los
esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra» —Isaías 11:12.
Generalmente un pendón o una bandera cumple dos funciones: (1) LLAMAR LA
ATENCIÓN, motivo por el cual es levantada en alto, con el propósito de (2) PROCLAMAR
UN MENSAJE. En Isaías 11:12 el profeta nos habla de los desterrados de Israel que vienen a
ser los judíos en el exilio o esparcidos de Judá (palabra de la cual se extrae el nombre “judío”),
y nos informa que el Señor los traerá de los cuatro confines de la tierra. Desde que en 1948
David Ben Gurión levantó la bandera judía en Tel Aviv, se estima que judíos de 87 países han
retornado a Israel. ¡El pueblo de Israel reunido, es la bandera de Jehová ante las naciones! Para
el ojo carnal, quizás sólo represente una entidad política más, pero el que estudia las Escrituras
descubrirá que esta bandera es sostenida por la mano de Aquél que trasciende toda política. Sus
dos franjas azules son recordatorios de los mandamientos del Señor (ver Números 15:38-41).

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Podríamos decir que la primera función de esta bandera se ha cumplido, ya que Israel
constantemente llama la atención con su presencia en los titulares de las noticias. Esto no
hubiera sido posible hace unos siglos, debido a que los medios de comunicación no se habían
desarrollado al nivel tecnológico actual, permitiendo que una noticia viajara de un extremo de la
tierra al otro, en cuestión de segundos. Una vez más vemos que Dios tiene un tiempo
determinado para llevar a cabo cada etapa de Su plan. La segunda función de esta bandera se
encuentra en operación, ya que su mensaje continuamente se está proclamando a las naciones.
Dicho mensaje consiste de tres partes. Veamos a continuación su contenido.

1. LA PALABRA DE DIOS ES VERDAD


Con el retorno de los judíos a la tierra prometida, Dios está proclamando a las naciones que Su
Palabra es verdad. A través de este evento, una serie de profecías que fueron dadas hace más de
2,000 años se están cumpliendo ante todo el mundo (ver Isaías 43:5-7; Zacarías 10:6-10;
Jeremías 31:8; etc.). El Señor les dijo a los judíos: «Vosotros sois Mis testigos» (Isaías 43:10,
11), y efectivamente, cada vez que Dios ha querido demostrarle al mundo la veracidad de Su
Palabra, lo ha hecho en escala nacional utilizando al pueblo de Israel. Con este retorno, una vez
más Él nos recuerda que hace aproximadamente 4,000 años hizo un pacto con el pueblo judío
(Génesis 12:1-3) y que siempre se mantendrá fiel a las promesas de Su palabra. No en vano
dijo:
«No olvidaré Mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de Mis labios» —Salmo 89:34.
Cuando el Altísimo por gracia eligió al pueblo judío, Él sabía que ellos irían tras dioses ajenos.
Sin embargo, pudo decir:
«Y aún con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos Yo no los desecharé, ni los
abominaré para consumirlos, invalidando Mi pacto con ellos, porque Yo Jehová, Soy su
Dios» —Levítico 26:44.
Este pacto fue incondicional. Por ese motivo Pablo señala que ni la ley mosaica, dada 430 años
después, ni el Nuevo Pacto, abrogan las promesas del pacto que Dios hizo con Abraham y sus
descendientes:
«Esto pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino
cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa» —Gálatas 3:17.

2. DIOS ES SOBERANO
Con el retorno de los judíos a la tierra prometida, Dios está proclamando a las naciones Su
soberanía. En términos simples esto quiere decir que Dios puede hacer lo que quiere, cuando Él
quiere, de la manera en que Él lo desee... y no tiene que pedirle permiso a nadie.
¿Sabías tú que desde un principio, Dios ya había determinado qué parte de la tierra ocuparía
cada nación? En Deuteronomio 32:8, 9 leemos:
«Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los
hombres, estableció los límites de los pueblos, según el número de los hijos de Israel. Porque
la porción de Jehová es Su pueblo; Jacob la heredad que le tocó.»

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Hechos 17:26 nos lo confirma al decir:
«Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre la faz de la
tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación.»
El hecho de que las Naciones Unidas votaran en contra de que el pueblo judío ocupase aquella
porción de tierra, que en el pasado se conocía como Palestina, no alteró en lo más mínimo la
decisión ya establecida por el Señor.
Actualmente muchos, inclusive algunos cristianos, protestan porque miles de palestinos se han
quedado sin hogar, y por otro lado, porque ha habido demasiado derramamiento de sangre para
que el judío recupere su tierra. La raíz de dicha protesta está en la ignorancia de las Escrituras y
por consiguiente en el hecho de que Dios es soberano.
En Isaías 43:3, 4 el Señor se dirige al pueblo judío y les dice:
«Porque Yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, Soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu
rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque a Mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y
Yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.»
Muchos cristianos sienten que esto es injusto y alegan que el judío no merece tal amor de Dios.
Pero si conocieran bien al judío, comprenderían por qué piensan ellos que las naciones y los
cristianos tampoco merecen el amor de Dios, lo cual pueden respaldar con una lista
interminable de hechos históricos. La verdad es que nadie merece el amor de Dios... ¡lo
recibimos por gracia!
Es cierto que desde nuestra perspectiva humana, cuando leemos acerca de la cantidad de veces
que el pueblo de Israel ha desobedecido al Señor, sería fácil concluir que ya no merecen ser
bendecidos. Pero nos olvidamos que muchas veces Israel ha pasado por el fuego a raíz de sus
transgresiones. Dios lo ha permitido, ya que como buen Padre, es Su deber disciplinar a Sus
hijos. Sus bendiciones prosiguen después, como señal de que Él no los ha abandonado. Por
ejemplo, el retomo a la tierra prometida, luego de pasar por el fuego del Holocausto, fue para el
judío una señal de que Él aún estaba con ellos. Tú te preguntarás, ¿cómo es posible que Dios
primero da la vida de todos los primogénitos de Egipto por Su amado Israel, y luego permite
que seis millones de judíos sean brutalmente aniquilados por Hitler? La soberanía de Dios no
siempre se puede racionalizar. Desafortunadamente, hay muchos que están dispuestos a creer en
Dios sólo si lo pueden meter en una caja de zapatos. Pero si Él hiciera únicamente lo que
comprendemos, estaría muy limitado y no valdría la pena tenerlo como Dios. ¡Demos gracias
que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob es mayor que toda nuestra teología!

3. EL MESÍAS ESTÁ PRÓXIMO A RETORNAR


Con el retorno de los judíos a la tierra prometida, Dios está proclamando a las naciones que el
Mesías está próximo a retornar para establecer Su trono en Jerusalén. Este mensaje está
relacionado con el emblema de la bandera de Israel. Me refiero a la estrella de David que a
partir del siglo XVII fue adoptada por diferentes círculos judíos como símbolo de la armadura
del hijo de David, el Mesías. En Lucas 1:31-33, refiriéndose a Y‟shua, la Escritura nos dice
que, «este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de
David Su Padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y Su Reino no tendrá fin.»

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Su primera venida fue para hacer expiación por nuestros pecados, pero dice Hebreos 9:28 que
«aparecerá por segunda vez, sin relación con el Pecado, para salvar a los que le esperan». En
Romanos 11:26 el apóstol Pablo nos confirma que para esta oportunidad «todo Israel será
salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.»
A lo largo de su historia, Israel frecuentemente ha sido atacado por muchas naciones que han
procurado exterminar a la raza judía, pero todo intento ha sido en vano. Jehová dijo que el que
toca a Israel, «toca a la niña de Su ojo» (Zacarías 2:8). La palabra “niña” en este versículo ha
sido traducida del hebreo que originalmente dice portal. Aquí se refiere a la pupila del ojo que
es el portal a través del cual los rayos de luz ingresan a la retina para que podamos ver. Israel es
el “portal” que Dios ha creado, para que la Luz de Su Palabra y Su Salvación ingresen a este
mundo. Desde el inicio de la creación humana, Satanás ha tratado de eliminar a la raza judía
porque a través de ellos la Palabra de Dios se introduciría al mundo, y luego el Mesías nos sería
revelado. A pesar de que el enemigo ha fracasado en todos sus intentos de aniquilación, aún no
se ha dado por vencido. Es más, sus esfuerzos para lograr dicha meta han aumentado con el
transcurso del tiempo, y las Escrituras nos advierten que se aproxima el día en el cual varias
naciones, encabezadas por el Anticristo, se unirán y lucharán contra Israel. Si estas naciones
supieran del juicio que les aguarda por querer dañar a “la niña del ojo de Jehová” (ver
Ezequiel 35:5, 6; Zacarías l:15; Jeremías 30:16).
¿Por qué tanto afán de parte de Satanás para evitar que el resto de judíos aún dispersos retornen
a la tierra? Si analizamos la historia de Israel, veremos que cada vez que los judíos han entrado
en la tierra prometida, el mundo ha recibido una contribución invaluable. La primera vez que
entraron en la tierra, luego de ser liberados de la esclavitud en Egipto, Moisés recibió la ley en
el Monte Sinaí y nosotros recibimos los cinco primeros libros de La Biblia (El Toráh). La
segunda vez que entraron en la tierra, luego del exilio de Babilonia, Dios envió al Mesías para
concedernos el perdón de pecados, a través de Su sacrificio en la cruz. ¿Qué sucederá esta
tercera vez, luego de que todos los judíos que aún están por retornar se encuentren reunidos en
la tierra prometida? En un momento dado, durante la gran tribulación que ha de venir
(Mateo 24:21), el pueblo de Israel clamará por su Mesías y dirá:
“Bendito Aquél que viene en el Nombre del Señor.”
Y‟shua retornará cumpliendo así con Su promesa (Mateo 23:39), y derrotará a todos Sus
enemigos. Como consecuencia, se logrará aquello que jamás se ha podido resolver ni en las
Naciones Unidas ni en Ginebra... la paz reinará sobre toda la tierra. Para esto, Satanás será atado
por mil años y luego será echado al lago de azufre eternamente (Apocalipsis 20:2,7-10). He
aquí el motivo por el cual el padre de las mentiras ha sembrado tanto antisemitismo en la
Iglesia. Él sabe que mientras la Iglesia no asuma su responsabilidad como protectora de Israel
en el plano celestial, su tarea aquí en la tierra no concluirá y como consecuencia retardará el
retorno del Mesías.

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V — LA IGLESIA EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
En el libro de Ester encontramos un retrato profético de la Iglesia en los últimos tiempos. En
forma resumida, dicho libro nos cuenta que el rey Asuero se separó de la reina Vasti, y mandó a
buscar a todas las vírgenes de buen parecer, con el propósito de escoger una nueva esposa. Ester
fue la escogida. Para esto su tío Mardoqueo mandó que no le divulgara su identidad judía a este
rey gentil, por temor a que fuera rechazada. Luego apareció Amán, un tipo de Anticristo cuya
meta era asesinar al rey y aniquilar a los judíos. Mardoqueo descubrió la conspiración y mandó
decir a Ester que, con el fin de liberar a su pueblo, había llegado la hora de revelarle al rey su
verdadera identidad.
En el relato anterior, Ester constituye una sombra perfecta de la Iglesia en su relación actual con
el pueblo judío. Sabemos que en cualquier momento va a surgir otro anticristo y tal como
Amán, una de sus metas claves será destruir a Israel. En la actualidad, debido a que las raíces
judías de la Iglesia han sido ocultadas por tanto tiempo, y asimismo ésta ha dejado de
identificarse con Israel, no queda nada en la Iglesia visible que le testifique al judío que Y‟shua
es el Salvador prometido a Israel. Por este motivo, utilizando aquellas palabras que Mardoqueo
pronunciara a Ester, hoy Dios se dirige a todos aquéllos que a través de su fe en el sacrificio del
Mesías han sido injertados en el buen olivo, y les dice:
«Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de otra parte
para los judíos; más tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has
llegado al reino?» —Ester 4:14.
Quizás tú seas uno de aquellos creyentes que insiste en que los 144,000 judíos mencionados en
Apocalipsis 7 se van a encargar de proclamar el Evangelio a todo Israel durante la gran
tribulación que ha de venir. Pero, ¿aún no has pensado tú que aquellos 144,000 judíos, antes de
poder llevar a cabo dicha tarea, primero tendrán que conocer a Y‟shua?
«¿Cómo, pues, invocarán a Aquél en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquél de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?» —Romanos 10:14.
¡Es hora de sembrar la buena semilla!
El apóstol Pablo nos revela en Romanos 15:8 «que Cristo Jesús vino a ser siervo de la
circuncisión (Israel) para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a
los padres.» La Iglesia como Su cuerpo, tiene la misma responsabilidad... confirmar las
promesas hechas a los padres (Abraham, Isaac y Jacob). ¿Qué promesas? Las promesas de que
Dios jamás los abandonará, y que ha establecido Su nuevo Pacto, que es «poder para Salvación
a todo aquel que cree, al judío primeramente, y también al griego» (Romanos 1:16). Para
lograr dicho propósito, es necesario enmendar el daño que la Iglesia Institucional ocasionó al
querer entrar en la casa de Jacob y echar fuera a Jacob.
Muchos escritores judíos de los últimos 2,000 años, sarcásticamente se han referido al
cristianismo como “la religión de amor”. ¿Por qué? Simplemente porque el pueblo judío, 2,000
años después de la venida de Y‟shua, aún está tratando de hallar en el cristianismo aquel amor
del cual tanto habló el Mesías. Si Israel fuera a recibir una demostración del amor incondicional
que Y‟shua enseñó a través del Sermón del Monte, les impactaría de tal manera que cubriría
una multitud de pecados que se han cometido en el “Nombre de Cristo”.

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Tan sólo a través de un testimonio de esta naturaleza, los judíos podrían ver en acción a la
verdadera Iglesia del Señor. El profeta Isaías nos demuestra cómo hacerlo al decir:
«Consolaos, consolaos, pueblo Mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén;
decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su Pecado es perdonado; que doble ha
recibido de la mano de Jehová por sus pecados» —Isaías 40:1, 2.
Un buen ejemplo de un creyente que comprendió la función de la Iglesia ante Israel, fue el
padre de la ya desaparecida Corrie Ten Boom. Cuando los nazis ocuparon su ciudad natal,
Amsterdam, se ordenó a todos los judíos que se identificaran ante las autoridades para recibir
una estrella de David que tendrían que llevar puesta a toda hora. A pesar de que el señor Ten
Boom era un cristiano de trasfondo gentil, él comprendió que había sido injertado en el buen
olivo, y fue y se unió a los judíos que aguardaban su turno para recibir su estrella de
identificación. Uno de los judíos presentes, le dijo que él no tenía por qué estar ahí, dándole a
entender que estaba arriesgando su vida, pero Ten Boom le contestó:
—“Llevaré puesta mi estrella hasta que Dios me diga que me la quite, porque tu Dios, el Dios
de Abraham, Isaac y Jacob, es también mi Dios.”
La familia Ten Boom refugió a un gran número de judíos en su hogar, los cuales recibieron un
testimonio del Mesías a través del amor incondicional de estos siervos.
Ellos comprendieron que «son deudores a ellos (los judíos); porque si los gentiles han sido
hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los
materiales» (Romanos 15:27). En cierta manera, esto me trae a la memoria uno de los
incidentes que más influyó en que yo conociera al Mesías. Durante un período de mi vida en el
cual yo me encontraba alejado de mi familia y de mi hogar natal, una pareja cristiana, al ver que
no tenía donde hospedarme, me ofreció su hogar. Fue el testimonio de amor que me brindaron,
lo cual hizo posible que yo pudiera ver “la luz de este mundo” en ellos.

OREMOS POR LA PAZ DE JERUSALÉN


Tú no tienes que esperar a tener contacto personal con un judío, para que Dios te pueda usar
como instrumento para traer Su restauración final a las ovejas perdidas de la casa de Israel. No
olvides que «nuestra lucha no es contra sangre y carne» (Efesios 6:12). Dios nos ha escogido
como Su ejército en el plano celestial y nos ha equipado para dicha milicia con armas no
carnales, más bien «poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2 Corintios 10:4).
Cada vez que intercedemos, ejercemos nuestra autoridad espiritual en las regiones celestes. Ha
llegado la hora de interceder por la paz de Jerusalén (Salmo 122:6).
Tú te preguntarás, ¿por qué específicamente por Jerusalén? Dice la Palabra que cuando
Abraham estaba a punto de sacrificar a Isaac en obediencia a Jehová, apareció un carnero el
cual tomó y ofreció en holocausto en lugar de su hijo (ver Génesis 22):
«Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá (Jehová Jireh); por tanto se
dice hoy: En el monte de Jehová será provisto» —Génesis 22:14.
¡Aquí se refiere al Monte Moriah (Génesis 22:2) que viene a ser Jerusalén! De aquel mismo
lugar David luego dijo: «Aquí estará la Casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto
para Israel» (1 Crónicas 22:1).

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En 2 Crónicas 3:1 leemos que:
«Comenzó Salomón a edificar la Casa de Jehová en Jerusalén, en el Monte Moriah, que
había sido mostrado a David su padre, en el lugar que David había preparado en la era de
Ornán jebuseo».
Fue en Jerusalén que muchos siglos después, el Cordero de Dios sería provisto para ser
sacrificado por nuestros pecados. Abraham supo que en la posteridad, nuestra Redención sería
provista en este lugar. Y‟shua nos lo confirma al decir:
«Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver Mi día; y lo vio, y se gozó» —Juan 8:56.
Fue de Jerusalén, que luego de haber resucitado el Mesías, Sus discípulos salieron a anunciar
las Buenas Nuevas por toda Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. Es a Jerusalén, la
ciudad de paz, que Sar Shalom, el Príncipe de Paz retornará a establecer Su trono. ¡No hay
duda de que Jerusalén es el lugar clave que Jehová ha escogido para hacer llegar a nosotros Su
provisión! Por eso dijo el salmista:
«Si me olvidare de ti, oh Jerusalén. Pierda mi diestra su destreza» —Salmo 137:5.
Al orar por la paz de Jerusalén, el Cuerpo del Mesías aquí en la tierra logrará atar a los
principados y potestades que reposan sobre el pueblo judío impidiendo que reciban su
Salvación. Cuán grande es el amor de Jehová por Jerusalén para haber dicho:
«Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como
resplandor su justicia, y su Salvación se encienda como una antorcha» —Isaías 62:1.
¡Oremos por la paz de Jerusalén! ¿Y quién sabe si para esta hora habremos llegado al Reino?

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