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Original Los Cogollos
Original Los Cogollos
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vihuelas@gmail.com
www.patriciachavarria.cl
Dedicado a mis nietos
Voy a hacer una bebida...
Los saberes, prácticas y oficios vivenciados por distintas generaciones, y que expresan la sabiduría humana
para vivir en el mundo y para convivir con la naturaleza, que no se aprenden en universidad alguna, y que sin
embargo por su fuerza para dar respuesta a las necesidades más profundas y también cotidianas de las personas,
son elementos fundamentales de nuestro patrimonio inmaterial. Y la diversidad de esos saberes, prácticas y
oficios a lo largo y ancho de nuestro país, nos reitera la pluralidad de nuestro patrimonio cultural.
El folclor, sin duda es parte del patrimonio cultural inmaterial. El folclor como forma de vida de una comunidad,
de cómo preparar los alimentos, los ritos familiares y comunitarios, la naturaleza y forma de la fiesta, los ritos
funerarios, los bailes propios, las formas de manifestar las creencias religiosas, las formas cotidianas de vestir
heredadas de una generación a otra.
Pero, qué es esto de que sea Inmaterial. Sencillo y complejo a la vez. No se puede tocar con nuestras manos.
Sin embargo, como cada uno puede constatar, estas diversas manifestaciones del patrimonio inmaterial en
algún momento tienen su concreción en algún medio tangible o material. Comemos un rico curanto o unas
exquisitas humitas. Bailamos una cueca brava, una cueca huasa o una cueca urbana. Vemos una película
chilena como El Chacal de Nahueltoro y la cinta en 35 mm está guardada para que otras generaciones también
la vean. Escuchamos la música y voz de Violeta Parra en discos y tenemos registros audiovisuales de sus
interpretaciones. Podemos abrigarnos con hermosos chalecos hechos con lana de oveja, hilada y teñida con
tintes naturales, con técnicas ancestrales del pueblo mapuche. En fin, el tránsito de patrimonio inmaterial a
material es una delgada línea. Lo relevante es comprender que no existen patrimonios culturales de menor valía.
Lo relevante es comprender que lo patrimonial no se reduce a lo monumental.
Por ello es tan importante la labor de investigación y recuperación de manifestaciones culturales de nuestro
Chile Profundo que, a lo largo de tantos años, ha realizado Patricia Chavarría. Ella, con sabiduría, humildad,
rigurosidad profesional, capacidad de preguntar y escuchar, de guardar y compartir el silencio, de integrarse
con profundo respeto con Cantoras, Artesanos y artesanos, de payadores, de poetas populares, y de tantos
hombres y mujeres sencillas de nuestro país; ha puesto en valor, difundido y contribuido a valorar una parte muy
significativa de nuestro patrimonio cultural. Entonces, no es casualidad la obra que la DIBAM tiene el honor de
publicar, denominada “De los cogollos del viento, los saberes de los antiguos”, y que da cuenta de un sostenido
trabajo de investigación y rescate de diversas manifestaciones culturales, creencias y prácticas religiosas, y de
una práctica cotidiana, de tal larga data en nuestras comunidades y otras comunidades de América, como lo es
la preparación y uso del Mate, “Mati”, en el Idioma Kechua.
Es esta, además, una publicación hermosa, que incorpora en un homenaje a la Literatura de Tradición Oral,
Poesía Popular, Leyendas, imágenes de Yerbas y de objetos para la preparación de esta Bebida. Junto a ello,
se acompañan datos aportados desde la investigación académica, que van develando curiosos detalles como
el Levantamiento o Aireada Protesta de los Vecinos por el intento de imponer un impuesto a la Yerba el año
1779.
Son diversos textos que nos acercan desde “lo vivencial” a manifestaciones culturales, sociales y religiosas que
son parte de nuestra historia personal muy profunda, en mi caso por lo menos, como lo es la Cruz de Mayo;
texto cuya lectura me conmovió profundamente y me reconectó con nostalgia a la infancia en la ciudad de Los
Angeles.
Patricia Chavarría recibió, en el contexto del X Seminario Internacional de Patrimonio Cultural realizado por
la DIBAM el año 2008, el PREMIO FIDEL SEPULVEDA LLANOS, por su indiscutible aporte al rescate, puesta
en valor y difusión de nuestro patrimonio inmaterial, en especial en el campo de manifestaciones culturales
tradicionales. La decisión de otorgarle este importante Premio fue un acuerdo unánime del Jurado, presidido
por Soledad Manterola, viuda de Fidel Sepúlveda, y las señoras Micaela Navarrete y quien escribe este Prólogo;
junto a los señores Juan Estanislao Pérez, Julio Mariangel, Rodrigo Torres y Carlos Aldunate.
La Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos –DIBAM-, creó el Premio Fidel Sepúlveda por Resolución del
24 de Noviembre del año 2006, para “distinguir anualmente a la persona o grupo que se haya destacado en la
investigación, rescate, puesta en valor y divulgación de bienes, saberes y prácticas que conforman el patrimonio
inmaterial de nuestro país” Permítanme, entonces, homenajear a Patricia Chavarría a través del recuerdo de Don
Fidel Sepúlveda, quien ha dado origen al Galardón que en esta publicación, también, tiene una concreción,
como parte del compromiso de la DIBAM al otorgar este Reconocimiento.
La puerta se abre por dentro. Esa es la respuesta que encontré en y con Fidel. Por ello para mí es un profundo
honor el tener la oportunidad de agradecer públicamente a la vida el haber conocido a Fidel Sepúlveda
Estoy convencida que Fidel Sepúlveda ha sido “el intelectual” chileno que acorta el trecho entre cultura
popular, y sobre todo tradicional, con la academia. Violeta Parra y Victor Jara, junto a valiosos creadores,
acercaron estos mundos desde la creación artística; Fidel, creo lo hizo, también, dándole sustento teórico a
estos mundos culturales fragmentados desde nuestros orígenes republicanos, y quizás mucho antes. Tengo
la certeza que el maestro Fidel Sepúlveda fue visionario para comprender y develar la amplitud, diversidad,
pluralidad y complejidad de lo patrimonial, en un momento histórico en que en nuestro país primaba el discurso
conservador y reduccionista de nuestro patrimonio cultural. Fidel fue capaz de develarnos la esencia del
concepto de patrimonio cultural, nos desafió a levantar los muros que artificialmente hemos construido entre
nuestro patrimonio natural y cultural, y a cada momento nos recordaba que la geografía es cultural y la cultura
es geográfica. Fidel, desde el contacto profundo con la tierra y el pueblo, instaló en el centro de la Academia los
saberes y manifestaciones culturales de transmisión oral. Fidel en su propia obra poética hizo carne el canto a
lo humano y lo divino. Fidel, tal vez sin saberlo, con su reflexión teórica y formación de tantos y tantas nuevos
profesionales del arte, la filosofía, el cine, la historia, el lenguaje, contribuyó al indispensable reconocimiento
y valoración de la cultura popular. Por ello, su pensamiento no puede perderse. Nuestra lealtad con él es,
también, la lealtad con nuestro propio pueblo.
El libro “De los cogollos del viento” Los saberes de los antiguos, se engarza profundamente en la mirada
profunda y generosa de Fidel Sepúlveda a nuestro país. Patricia Chavarría con este libro nos permite y nos invita
a adentrarnos más aún para conocer quiénes somos y redescubrir la importancia de los vínculos con nuestra
historia social y cultural para construir proyectos de futuro.
Gracias, entonces, Patricia por tu trabajo y por esta publicación. A los lectores, nuestra invitación a leer y a
disfrutar de esta obra.
Recibir el premio Fidel Sepúlveda 2008 ha sido para mí un doble honor. Por una parte, su figura es un hito en el
estudio, profundización y transmisión de las raíces culturales chilenas que él desde niño vivió en su Cobquecura
natal. Lo conocí en el aula y su palabra me abrió caminos, me emocionó y me llevó al reencuentro con nuestro
ser como pueblo. Compartimos muchas jornadas en la Biblioteca Nacional y en las Escuelas de Temporada que
dirigió en el Instituto de Estética de la PUC. En cada una de estas vivencias, su sabiduría me dejó profundas
lecciones que continúan siendo orientadoras en mi quehacer.
La fiesta de la Cruz de Mayo en la comuna de Pelluhue fue un espacio, un momento, en el que Fidel Sepúlveda
participó, y lo hizo como un devoto más, cantando dentro de esa larga procesión y bailando animadas cuecas al
finalizar los festejos. La presencia de este hombre sabio, con su sencillez campesina y su profunda sensibilidad
me seguirá iluminando en este humanizante camino. ¡Gracias don Fidel!
También constituye un honor haber recibido este galardón de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos.
Agradezco a esta institución y muy especialmente a su directora Nivia Palma, quien durante muchos años
ha sido una decidida defensora y protectora del patrimonio nacional. He escuchado en muchas ocasiones su
palabra, que siempre ha resultado clarificadora, orientadora y muy estimulante para continuar en este hermoso
quehacer.
Finalmente, quisiera agradecer al Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional y a su directora Micaela
Navarrete, por el vínculo permanente que durante años hemos compartido. Viví muy de cerca la creación del
Archivo de Literatura Oral y el amor y pasión que Micaela tuvo y sigue teniendo por el resguardo de la tradición
oral, nos motivó a dejarle una copia de todas nuestras investigaciones y a continuar realizando otros sueños.
Este libro, a través de la compilación de siete capítulos, algunos anteriormente editados, que abordan distintas
expresiones de la tradición oral vigente en las regiones del Maule y Bio Bio, es fruto de la generosa entrega de
tantas familias de distintos lugares rurales, quienes nos han compartido su sabiduría en la convivencia cotidiana,
en la fiesta, en la fe, en el encuentro con la tierra y los otros.
Durante 9 años, a partir de1997, residí en la Comuna de Pelluhue, la que comencé a recorrer desde el año
1978. Esta permanencia me permitió tener un pleno y enriquecedor acercamiento al espíritu campesino de la
zona. De ahí que sean muchas las voces de este lugar que pueden escucharse en estos escritos. También, otras
localidades en las que encontré un invaluable legado cultural fueron Hualqui, Quirihue, Santa Juana, Quilaco,
Portezuelos, Lota, entre muchas más.
He querido que sean los protagonistas de cada lugar los que entreguen sus aprendizajes, vivencias, sus
experiencias en torno al canto tradicional, las fiestas locales, la sanación a través del santigüerio, la poética, los
ritos, etc... Gracias a cada uno de ellos por su generosa entrega, su cálido afecto, su confianza y por continuar
valorando y manteniendo los saberes de los antiguos.
Desde el año 1964, hemos recorrido permanentemente campos, pueblos rurales, caminos
llenos de magia, paisajes sobrecogedores de belleza, silencios cargados de significados,
y muchas veces hemos saboreado algún fruto al alcance de la mano, regalado por un
generoso árbol. Entre tanta maravilla, nuestra llegada a alguna casa campesina siempre se
ha dado con el acogedor y cálido recibimiento por parte de la familia y nunca ha faltado
el “agüita con harina”, el mote o la refrescante agua de vertiente.
En los primeros viajes nuestra ignorancia no nos permitió darnos cuenta de algo que,
cuando lo descubrimos, nos sorprendió.
Nuestro primer acercamiento, junto con el afecto demostrado por la familia, siempre fue
recibido debajo de un parrón o en algún lugar del patio, especialmente destinado a las
visitas. Allí, entre gruñidos de perros, gallinas que paseaban con sus polluelos en busca de
alimento, otras aves y algunos gatos que querían restregarse en alguna pierna, comenzaba
a desarrollarse la conversación que muchas veces duraba horas.
En ocasiones, recién en nuestro segundo viaje, la dueña de casa nos invitaba a pasar a
la cocina, hecho que tenía una especial importancia. En ese momento traspasábamos el
umbral hacia la intimidad, dejábamos de ser visita y entrábamos a conocer el corazón
de esa familia. Darnos cuenta de esto significó llenarnos de emoción, agradecimiento y
admiración por este verdadero rito de aceptación, en que lo importante resultaba ser el
encuentro entre la visita y la familia dueña de casa. Si éste no se producía, difícilmente se
podía llegar a ese lugar y conocer en plenitud a estas mujeres, hombres y niños.
La cocina, siempre separada del resto de la casa, estaba llena de magia. Allí, el tiempo
se transformaba junto al “pollo” o fogón encendido, alrededor del cual nos sentábamos a
compartir aromas, colores, sonidos y sabores. Esta experiencia la seguimos viviendo hasta
hoy.
Martina Escobar y Rosalía Bascuñán, Hualqui. 2007. Col. H.P.
“Cocina con gusto a persona, a familia”, plantea Fidel Sepúlveda, recordando su casa allá en los campos de
Cobquecura.
“… se cocinaba a leña y había un fuego que no se apagaba nunca. El último que se iba a acostar, en la noche,
enterraba las brasas y el primero que se levantaba, desenterraba estas brasas y con estas mismas brasas se
encendía de nuevo el fogón. Y eso para mí es una suerte de símbolo, de un estilo de vida, de un arte de vivir
que tiene un fuego sagrado, y que se cautela, se cuida…”1.
Es en este espacio donde se cocina, se toma mate, se reza, se reúne la familia en las tardes al llegar el dueño
de casa del trabajo en la tierra y se comenta lo sucedido en el día. Allí es donde escuchamos historias y cantos,
aprendemos sobre la tierra, el cielo, los secretos de la naturaleza y las hierbas para mejorar la salud, entre
muchos otros saberes. Ejemplo de ello son las oraciones que se rezan en noches de temporal, mientras se tiran
ramos benditos al fuego:
Santa Bárbara doncella
líbrame de esta centella
así como libraste a Juan Ángel
del vientre de la ballena
Esta experiencia de compartir el cotidiano con las familias campesinas nos ha acercado a la comprensión de una
forma de vida que se fundamenta en el vínculo con lo sagrado y con la tierra.
“… mirando hacia lo alto en un encuentro con lo trascendente y hacia lo profundo, valorando y manteniendo
la experiencia empírica heredada, con la alegría y el amor de participar de una armonía que a la vez cuida y
celebra”2.
1 La belleza del pensar. Programa de televisión. Art TV. 2001. Entrevista a Fidel Sepúlveda
2 “Chanco, la sabiduría heredada”. En Revista Patrimonio Cultural Dibam. Patricia Chavarría. Octubre 2000. Página 26
Estamos parados en los cuatro elementos
ESTAMOS PARADOS EN LOS CUATRO ELEMENTOS
“El hombre es hijo de dos madres: de la mujer que durante nueve meses lo
lleva en su vientre y de la tierra que lo ve nacer y que afirma sus primeros
pasos por la vida.
Porque la tierra no sólo lo ve nacer, sino que atiende a su crianza brindándole
el alimento que necesita para crecer en el más amplio de los sentidos: para
crecer en cuerpo y espíritu”3.
3 Cuentos campesinos. Antología. Fidel Sepúlveda. Editorial Andrés Bello 1999. Página 5
Yungay. 1990. Col. P.CH.
Hualqui. 2006. Col. P.CH.
“Cuando andan muchos pájaros, los tiuques, quiere decir que la tierra está buena y va a ser buena la
cosecha. También hay que fijarse si las lombrices salen a tomar el sol, porque si salen es fijo que llueve,
entonces hay que esperar y sembrar después de la lluvia”.
La luna a su vez indica los cambios climáticos. Don Manuel Muñoz de la comuna de Quirihue nos dice:
“Si es muy fácil saber cómo va a estar el tiempo antes de sembrar. Hay que ver el cinco-siete. O sea,
cuando la luna cambia con malo, son cinco a siete días de lluvia segura”.
Pero no sólo en la siembra la naturaleza le “dice” al campesino. También los caminos tienen vida y
lecturas. “Allí, en ese cruce de camino es donde se puede hacer pacto con el diablo”, o “después de esa
curva aparece la viuda y se sube al anca cuando uno pasa en la noche”. “En ese río vive el cuero. Si uno
se descuida se lo traga”. El diablo también se presenta en forma de perro negro o de guagua. Sirenas, toros
con cachos de oro, lagunas encantadas, en fin, caminos y lugares llenos de encantos.
A su vez, la mujer conversa con sus aves y animales. Ella sabe, según la forma que grite el treile4, si viene
acercándose alguna persona, un perro o el zorro, sin necesidad de mirar. Conoce perfectamente las
cualidades de las hierbas medicinales, los secretos de la naturaleza que sanan distintas enfermedades,
entre muchos otros conocimientos. Entonces esta naturaleza viva, palpitante, se cuida y se admira.
En Concepción, conversamos con don Alejandro Flores. Él se crió en los campos alrededor de Hualqui,
pueblo rural cercano a la ciudad.
“En el campo la gente vive de la tierra. Todo lo que la tierra produce es para el alimento. A veces no para
la persona, sino para el animal que se cría. Eso de ahí va a ser una flor bonita, o va a dar una semillita que
no la va a comer él, pero la va a comer la gallina. Esa hierba que está molestando ahí, no la arranca porque
ésa le va a servir para el chancho. Entonces, todas las cositas se aprecian por la utilidad que va a dar... A
veces usted llega a una casa y encuentra un olor tan rico. Han sembrado habas y el vientecito que viene
le da un olor, una fragancia al aire... O pasa por el medio del caminito que sale de la casa pa’ otra parte y
ahí uno pasa refregándose en las matas y salen los moscardones volando y el olor…¡Es muy lindo!”.
El águila se va alzando
Los tordos se ven por miles por las alturas del cielo
ni que hablar de los gorriones y en su tan altivo vuelo
se ven peucos y hasta halcones el llano va dominando.
y tencas pa’ que decirles. Una garza va paseando
Los cachuítos y triles con un blanco sin igual
van buscando el alimento canta el tordo y el zorzal
y los queltehues atentos el mero y el cuculí
en busca de una lombriz y el pidén está feliz
y hasta a veces la perdiz en la punta ‘e un peral.
echa sus cantos al viento
Las aves con su canción
alejan toda tristeza
y cuando a aclarar empieza
alegran la creación.
No tiene comparación
el cantar del piduchén
y también canta el pequén
junto con la codorniz
canta lindo la perdiz
en los cerros de Lonquén.
Décima de Olegario Méndez- Lonquén. La Biblia del Pueblo. Miguel Jordá. Ediciones Salesianos 2003. Página 430
El ciclo agrario
EL CICLO AGRARIO
Los santos han tenido una gran importancia a través de la historia en nuestros campos. Muchas novenas6 se
rezaron y aún se rezan. Hay fechas que no pueden dejar de recordarse como es el caso de San Juan en el mes
de junio. La víspera, el día 23 en la noche, es un momento mágico, en que lo celestial bendice a lo terrenal. Es
la noche en que San Juan estaba dispuesto para bajar a la tierra:
En la localidad de Pelluhue, para el día de San Agustín, el 28, se evita trabajar. Es el día de los ratones.
Hemos escuchado numerosos testimonios que cuentan que por haber trabajado ese día los ratones les comieron
alguna prenda de ropa nueva, el dinero, o algo importante. Antiguamente, las mujeres tejían piezas de ropa
muy pequeñas para engañar a los ratones. Dejaban estos tejidos en lugares muy visibles, de manera que se
comieran esas prendas para así poder trabajar. Luego, el 29 de septiembre, día de San Miguel, no es buen día
para sembrar. Es preferible esperar hasta el otro día, ya que, de hacerlo en esa fecha, se corre el riesgo que no
haya una buena cosecha.
Así va transcurriendo la vida de la familia campesina, en un diálogo permanente entre lo terrenal y lo celestial,
desarrollando sus quehaceres, sus oficios, celebrando y también asumiendo la pena, cuidando la naturaleza,
siempre en armonía.
En este calendario anual de la tierra y el cielo, una de las fechas más importantes es el día 4 de octubre, día de
San Francisco, patrono de la naturaleza9, ya que ese día el trigo recibirá una especial bendición.
Hasta llegar a su cosecha, en los meses de enero o febrero, ya se han preparado las chacras, se han sembrado
papas, en muchos lugares se han hecho mingacos10 de adobe para la construcción de casas, se han celebrado
las fiestas patrias con ramadas y carreras a la chilena, y otras devociones como la Purísima.
En la localidad de Hualqui, es muy conocida la Santa de Piedra, que se venera el día 8 de diciembre, fecha en
que la iglesia católica celebra el día de la Inmaculada Concepción, más conocida popularmente como el día
de Purísima. En el año 1981, acompañamos a Javier Bascuñán, quien iba con su carreta a visitar a esta Santa.
Le preguntamos por qué iba a pagar esta manda. Su respuesta nos dejó asombradas, “no, si yo no voy a pagar
manda. El que va a pagarla es él”, señalando a uno de los bueyes que tiraba la carreta. “Es que estuvo muy
enfermo. Yo pensé que se me iba a morir. Entonces le pedí a la Santa que si lo mejoraba él tenía que ir a verla.
Y aquí vamos”.
Pero no es sólo la agricultura la que está dañada. Hoy, los jóvenes campesinos emigran a la ciudad en busca
de mejores horizontes y éstos les señalan caminos absolutamente reñidos con su cultura. El tejido, entonces, se
daña, se rompe.
En el sector de Pilén, comuna de Cauquenes, conocimos a la señora Iduvina Villegas, una excelente cantora.
Ella y su familia debieron emigrar a la ciudad. Estaban rodeados de pinos y ya no tenían agua. “Vamos a tener
que vender no más porque ya no tenemos agua para hacer huerta, tener animalitos. Yo lloro en la noche.
Imagínese, nacida y criada en el campo. ¿Qué vamos a hacer en el pueblo? Esperar morirnos no más”.
La tradición no se opone a la modernización, es una semilla que permite mirar hacia adelante con un sólido
sentido de pertenencia, de autoreconocimiento como comunidad. La tecnología es un gran aporte para un
óptimo resultado en la agricultura. Pero no es necesario darle la espalda a los saberes heredados. Tradición y
modernidad pueden caminar juntas, dialogando y enriqueciéndose mutuamente.
“Sin raíz no hay proyección real, duradera. Los pueblos sabios no cortan sus raíces. Alientan un proceso de
metabolismo integral en el que asignan crédito a la larga experiencia de sus antepasados… Esta es la tradición.
No es dar la espalda al futuro y paralizarse en una contemplación nostálgica y abúlica del pasado, sino ir al
futuro, ahondando en el sentido del presente por la vía de seleccionar el saber útil del pasado”11.
Los distintos artículos que se presentan en esta edición corresponden a expresiones vigentes dentro de la cultura
campesina. Pese a las transformaciones y presiones a las que se ven sometidas, continúan vivas en el acontecer
de las distintas comunidades y sus sólidas raíces han permitido que trasciendan en el tiempo y permanezcan.
A visitarte he venido
pa’ que vamos al Jordán
a ver bautizar a Cristo
por las manos de San Juan.
Si lo tiene no lo niegue
no le cause ningún daño
por negarle la limosna
a la Santa Cruz de Mayo
Al escuchar esa petición, ella entrega una gran caja que tiene preparada con anticipación.
“Son pajaritos para las logas”, dice.
Ya se va la Cruz de Mayo
visitando a sus devotos
con un cabito de vela
y un cantarito de mosto.
La procesión se aleja y las lágrimas de la señora
Margarita son un reflejo de su sentir. Los años
con sus antepasados han vuelto a vivir en su
corazón.
Los regalos a la cruz se multiplican. Es necesario
vaciar el canasto vendimiador que recibe las
donaciones varias veces en algunas casas, hasta
que todo se recolecte en un vehículo.
“Al año siguiente, el 2000, la gente empezó a preguntarnos. ¿Hay Cruz de Mayo este
año? Entonces nos propusimos que todos los años tiene que salir y pensamos que
nuestros hijos o vecinos más jóvenes pueden seguir cuando ya no estemos”, cuenta
Adrián González, presidente del grupo Lafkenche.
1 Panes dulces
Julio Peñailillo,Pelluhue.2006. Col. P.CH.
Don Julio Peñailillo, con sus 82 años a esa fecha, también ha sido entrevistado. Él vivió en Las Lomas, un sector
rural de la comuna y siente especial gusto por recordar “las cosas de la antigüedad”.
“Yo hace 50 años atrás, sacaba la Cruz de Mayo. Entrenábamos un día y después salíamos en la noche de la
víspera. La Cruz la vestíamos con ramitas de chequén y la adornábamos con las flores que hubiera. Y salíamos
a las casas. Pasen, pasen pa’ dentro, nos invitaban. Hasta aquí no más, decíamos y comenzábamos a cantar.
Y así nos íbamos por todas las casas, cantando. Nos daban las dos de la mañana, dando vueltas con el canto.
Algunos daban y otros no daban na’. A esos también les cantábamos.
Don Julio también espera todos los años la visita de la procesión con una pequeña cruz vestida2 que permanece
en su casa y un ponche con galletas para atender a la comitiva.
2 Adornada
Preparación del pan amasado. 2005. Col. P.CH.
La preparación
LA PREPARACIÓN
El día 2, al atardecer, se va a buscar la Cruz a la casa de don Adrián, lugar donde estuvo
desde la celebración anterior. Allí se reúne la gente del pueblo junto a las visitas que han
llegado desde distintas ciudades del país, motivadas por conocer esta fiesta.
Mientras se queman las ramas, niños, jóvenes y adultos, saltan sobre la fogata gritando
“¡Viva la Cruz de Mayo!”. Otros vecinos se han acercado a vestir la Cruz con las flores
que diferentes personas han llevado y a ayudar a servir roscas y ponche de vino tinto con
leche condensada, que es otra de las tradiciones.
4 Licor preparado con distintos licores, bebidas, limón y clara de huevo batido
¡Viva la Cruz de Mayo!
Preparativos y vestidura de la Cruz
2004-2005
Mientras dura el recorrido de la procesión, en la sede del grupo de adultos mayores, señora Lidia prepara
una cazuela con la veintena de gallinas de campo donadas por los vecinos. Las mesas están puestas
desde el día anterior y el altar donde va a ser colocada la Cruz fue arreglado por algunas jóvenes
pelluhuanas.
Han pasado más de dos horas de recorrido y la procesión crece. La donaciones se multiplican. Muchos
de los vecinos se persignan al paso de la Cruz. Otros le sacan alguna ramita de chequén para guardarla
como protección. Llegan devotos de otros sectores del pueblo donde la Cruz
no alcanza con su procesión.“Imposible recorrer todo el pueblo. La noche
no nos alcanzaría”, dice Bernardita Peñailillo, hija de don Julio.
Carabineros ayuda también en esta celebración, custodiando el paso de la
caravana y deteniendo el tránsito cuando es necesario.
De regreso al lugar donde se ofrecerá la comida, señora Helia Guajardo con
su familia y algunos vecinos esperan en una esquina con otra Cruz adornada.
Se produce un emocionante encuentro. Las cruces se enfrentan, se saludan
y continúan el recorrido una al lado de la otra.
La señora Helia cuenta:“ Nosotros, cuando yo era chica, vivíamos en Las
Lomas y mi papá todos los años vestía la Cruz y le rezaban con mi mamá.
Hacían esos panes dulces y le echaban unas logas. Salían por las casas , que
estaban harto distantes unas de otras y ya después quedaba ahí ensartadita
en la reja de la casa.
Después nos vinimos a Pelluhue, mi papá falleció, pero nosotros seguimos
vistiéndola, pero sin sacarla. Un día dijimos ¿ y por qué no vamos al encuentro
de la otra cruz? Y fuimos a esperarla a la esquina y ahí nos empezamos a
juntar.
El día 3 en la tarde, para su día, un sobrino la lleva para el campo y el día 4 de octubre, para el día de San
Francisco, se entierra en el trigo. Después, cuando se corta el trigo, la Cruz se trae para la casa y se pone
en el montón de trigo que está amarrado y apelchado5, antes que llegue la máquina a trillar. Después ya
la máquina trilló y se guardó el trigo y se guardó la Cruz. Cuando ya toca vestirla el otro año, mi sobrino
me la trae del campo y me trae chequén también, ¡no ve que hay que vestirla con chequén! Las flores las
tengo yo aquí: crisantemos amarillos, color crema, otros concho de vino y unos medio rosaditos. Y ahora
tengo plantados unos moraditos. A ver si este otro año cuando se vista la cruz tengo de ésos”.
5 Las gavillas de trigo amarradas, se juntan de pie, listas para ser trilladas con la máquina
Procesión de la Cruz de Mayo. 2001. Col. P. CH. Encuentro y procesión de las 2 Cruces de Mayo. 2009. Col. P. CH.
Procesión Cruz de Mayo, Pelluhue. 2007. Col. P.CH.
La procesión ya se acerca a su lugar de destino. En su largo recorrido, sólo en una o dos casas ha sido necesario
cantar ese verso aprendido a don Julio:
La señora Lidia ya tiene lista la comida y espera en la puerta, con mucha devoción. Los asistentes se ubican
en las mesas, que se hacen pocas para recibir a tantas personas. El grupo Lafkenche, frente al altar, canta un
esquinazo.
Procesión y comunidad
Pero la celebración no termina con la comida. El ciclo de la fiesta se cierra algunos días después, cuando el
taller Lafkenche se reúne y se revisan las donaciones. En ese momento se preparan las canastas familiares que
serán donadas a las familias más necesitadas de Pelluhue. Doce o trece canastas con abundantes alimentos no
perecibles son las que generalmente se alcanzan a preparar, lo que refleja cómo la comunidad ha respondido
a la petición de la Cruz. Las familias beneficiadas reciben esta donación a nombre de la Santa Cruz.“Nosotros
no entregamos las canastas familiares a nombre del grupo, sino que le explicamos a las familias que ha sido la
Cruz de Mayo la que les ha dado ese regalo”, manifiesta Adrián González.
Así, con la satisfacción de haber cumplido con la devoción, la Cruz regresa a la casa de don Adrían, lugar donde
los organizadores le encenderán durante el año las velas que se recibieron para ella. Las calles de Pelluhue
paulatinamente regresan a la tranquilidad, pero las voces de la procesión seguirán resonando por mucho tiempo
más.
Este año 2009, también hubo escasez de agua, la que cayó al fin durante toda la mañana del día 3 de mayo.
La Cruz, agradecida de su pueblo, envió entonces en dos oportunidades, bendiciones a través de la lluvia, lo
que los agricultores definieron como un milagro.
Por ello, el testimonio de todos es que la celebración de la Cruz de Mayo debe continuar realizándose año tras
año, y así mantener la tradición para expresar la fe y el agradecimiento.
María Cisterna, Penco. 1965. Col. P.CH., María Andrade, Quirihue.1966. Col. P.CH., Zulema Aguayo, Penco. 1965. Col. P.CH., Cantores Familia Viveros, Hualqui. Col. R.C., Emelina Torres,Curanipe. 1977. Col. P.CH.
Cantando por la vida
CANTANDO POR LA VIDA
Clemira Sanhueza, Hualqui.1979. Col P.CH.
Cantando por la vida
CANTANDO POR LA VIDA
Dentro de los numerosos oficios que hemos conocido en la zona rural, ha sido el de
la cantora el que más profundamente nos ha calado en el alma.
Son los saberes de los antiguos los que están en cada una de ellas. Su memoria y talento
han tenido la capacidad de mantener lo más sustancial, la materia nutricia que ha
trascendido en el tiempo. El canto de estas mujeres se proyecta en dos direcciones:
hacia su comunidad que lo recibe, lo acoge y lo disfruta, y hacía el encuentro con sus
antepasados, aquellos que les legaron sus saberes.
Durante nuestros primeros años de andanzas, nos llamó la atención el hecho de que
fueran fundamentalmente las mujeres las que han heredado, mantenido y transmitido
el oficio del canto campesino. Ellas junto con ser madres, dueñas de casa, esposas,
responsables de la huerta, el cuidado de los animales y aves, han desarrollado este
don.
“Antes, a los hombres que cantaban les decían maruchos”, cuenta Ida Rivera de
Quilaco, provincia de Bio Bio, una reconocida cantora del lugar en la década de los
80.
Un don de Dios
UN DON DE DIOS
1 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría. Fondart 1997. Página 38
Y es que sólo se puede entender como un don divino la forma en que
las cantoras campesinas aprenden y practican su oficio. A la mayoría
de ellas, como a la señora Blanca, nadie les ha enseñado. Sin embargo,
han adquirido un vasto repertorio, afinaciones de la guitarra, distintas
formas de “toquíos”2 , y todo ejecutado con gran maestría.
“Yo me subía arriba de los árboles cuando iba a cuidar los animales y
en un palo me ponía a tocar y cantaba. Estaba chica yo. Tendría unos
ocho años”.
2 Técnicas de ejecución de la guitarra: rasgueos, punteos, trinados, etc. Alvarita Parra, Penco. 1981. Col. P.CH.
3 Hongo que crece en las ramas del Hualle, árbol nativo chileno.
4 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría. Fondart 1997. Página 48
Cuando tú vayas por la...
“Mi mamá tenía un alumna que quería aprender y yo de lejos miraba y la escuchaba. Un día que mi mamá la
dejó sola, le dije -oye pásame la guitarra un poquito- y me largué a cantar una cueca. Mi mamá escuchó de
lejos y dijo -¿Quién será que está cantando?-. ¡Cuando va a ver, era yo! Total, la alumna no aprendió nunca y
yo aprendí altiro mirando. Será que heredé el don de mi mamá”.
“Cuando mi papá llegaba en la tarde del campo, se sentaba con mi mamá en la cocina a tomar mate. A veces
él le decía -ya vieja, tócame una tonada- y mi mamá se ponía a cantar. Entonces, ahí yo miraba la postura que
hacía y se me quedaban grabados los versos. Así aprendí”.
Es el testimonio de María Márquez, otra extraordinaria cantora de Curanipe. Por su parte, María Nova de la
comuna de Trehuaco, provincia de Ñuble, nos cuenta:
“Yo aprendí sola. Nadie me enseñó. Donde yo miraba se me quedaba altiro en la mente”.
Así se va heredando y conformando este verdadero tejido formado por los saberes y emociones de quien entrega
y quien recibe. La niña o joven aprendiz graba en su memoria un repertorio que han vivido generaciones y
que tiene la carga emocional de cada una de sus antecesoras. Ella a su vez lo revitaliza, adecuándolo a las
necesidades y gustos de su época y le imprime su propia emoción. De esta manera surgen, entonces, las
variantes de versos, melodías y ritmos.
“El canto es una virtud que se hereda. Con él se hereda la fuerza, la gracia, la peculiaridad de la estirpe. No es
la cantora la que elige el canto; es el canto el que elige a la cantora. Por eso la cantora no se administra, no se
mercadea. La necesidad de canto de la comunidad es la que determina su actuación. Con la vocación por el
canto ella recibe el mandato de su disposición, su disponibilidad para estar donde su arte sea requerido. A su
vez, su arte le esclarece cuáles son los requerimientos dignos de su arte. Por esto también la cantora no canta
por pago sino por amor. Es porque aquí, todavía, el arte no tiene precio.
No es mercancía. Su servicio a la comunidad es tan alto que ésta entiende
que no se le puede pagar con la moneda vulgar y corriente. ¡Entiende que
“amor con amor se paga”! Nada más y nada menos”.5
5 Fidel Sepúlveda.Prólogo en Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Patricia Chavarría, Paula Mariángel.
Fondart 1997. Pág 9
Nazarina Gutiérrez, Coronel. 1963. Col. P.CH.
El canto hace recordar
EL CANTO HACE RECORDAR
Uno de los rostros que nos llega nítidamente a la memoria es el de la señora Maximiana Astudillo, más
conocida como Mauchita, oriunda de la localidad de Quirihue, provincia de Ñuble. La conocimos en el año
1966. A partir de esa fecha, nos ligó un profundo afecto y amistad junto a su esposo Manuel Muñoz. Incontables
horas de conversaciones y grabaciones nos permitieron empaparnos de su tremenda sensibilidad, reflejada en
su canto y la ejecución de la guitarra.
En nuestra primera visita nos recibió amablemente en su casa. Nos contó que hacía 40 años que no practicaba
su oficio. Sin embargo, accedió a enseñarnos. “Si es que me acuerdo de algo”, nos dijo, y tímidamente comenzó
a cantar un hermoso vals:
En ese momento pudimos observar cómo las lágrimas corrían por sus mejillas. Al finalizar los versos comentó
“es que el canto me trae tantos recuerdos”.
Y es que el canto está ligado a los momentos más significativos de la vida, no sólo de la cantora, sino también
de la comunidad. Esta realidad que hemos podido comprobar tantas veces, nos revela la enorme importancia
que este oficio ha tenido en la historia de la vida campesina.
Imposible sería entregar en este escrito todos los testimonios escuchados a distintas mujeres en relación al
aprendizaje y práctica de su oficio. Son hermosos y conmovedores relatos que nos alumbran para comprender
otra forma de asumir la música y el canto, y entender el sentido que tiene su quehacer. Ellas no buscan el
aplauso o ser reconocidas especialmente. Su canto es colectivo, solidario, humilde pero digno. Existe una innata
nobleza en estas sabias mujeres.
Maximiana Astudillo, Quirihue. 1966. Col. P.CH
Rosa Hernández, Canelillo. 1994. Col. P.Ch
María Guillermina Viveros actualmente vive en Santiago. Su repertorio lo heredó de su familia en la comuna de
Hualqui. Con sus casi 90 años sigue cantando en el grupo de adultos mayores en que participa. Ella comenta
cuando recibe halagos por su canto “Sí. A veces me tiran flores que no necesito”.
Pero su canto no sólo satisface a la comunidad. Para ellas su oficio les permite expresar sentimientos.“Las
tonadas son como declaraciones de la persona”, nos confiesa la señora Mauchita.
“Este canto me llega al corazón… me hace recuerdos. Los cantares traen sentimientos”, dice Carlina Vega de la
localidad de Peuño, en la comuna de Pelluhue.
María Guillermina Viveros, Hualqui. 1980. Col. R.C. Carlina Vega, Pelluhue. 1996. Col. P.CH.
Cuando la señora Francisca Parra, de la comuna de
Chanco, provincia de Cauquenes, recuerda la primera
tonada que aprendió hace más de 70 años dice: “es
una tonada para el oído, para declarar la pena.”
Juan Reyes, Santa Juana. 1979. Col. S.G.B., María Cisterna, Penco. 1985. Col. P.CH.
Telinda Tolosa, Santa Juana. 1980. Col.S.G.B., Rosa Alarcón, Pilén. 1980. Col. P.CH.
Teresa García, Colbún. 2009. Col. C.T.
Laura Espinoza, Chanco. 1998. Col. P.CH.
Pa`que se divierta la gente
PA`QUE SE DIVIERTA LA GENTE
“La cantora pa’ que sea buena tiene que tener harto resuello
pa’ cantar, sacar la voz pa’ que la gente se entusiasme y
baile. Pa’ una trilla vino una señorita del pueblo, pero ni
se escuchaba, cantaba bajito. ¡No!, ¡ la cantora tiene que
Trilla, Hualqui. 1979. Col.R.C. entusiasmar!”.
Su libertad ay sí
en todas partes
van cayendo los cholos
con su estandarte.
Así la tiranía
hoy es vencida
Caballero y señorita
arrayán que se florece
mi corazón por servirle
llora, suspira y padece.
María Cisterna, Penco. 1989. Col. P.CH.
“La guitarra tiene que tener un lugar especial. Yo, a la mía le tengo un
paño, la envuelvo, encima le pongo un bolsón de nylon rojo grande y
ahí la amarro. Le queda la pura cabecita pa’ que no le pase el viento”,
dice Rosa Hernández.
Las cuerdas que antiguamente usaba este instrumento eran de tripa. Este antecedente escuchado muchas veces
en el campo lo recibí por primera vez de mi tía abuela Julia Bustos, quien se había criado en Coelemu, provincia
de Ñuble, lugar donde aprendió a tocar guitarra.
“Las cuerdas las hacían de tripa de oveja, las hacían en luna menguante para que duraran. Las torcían de distinto
grosor y las dejaban secar y hacían rollos. De ahí, entonces se iban cortando las cuerdas”. Luego aparecieron
las de acero o alambre, como se les llama comúnmente.
“Tiene que ser alguien que se siga con el ritmo y que tenga la mano liviana, porque si la tiene muy pesada
puede quebrar la guitarra”, asegura Florentina Cuevas de Santa Juana, provincia de Concepción. Además, tiene
que ser, en el caso que sea varón, una persona seria.
Sra. Margarita, Pilén. 1982. Col. P.CH.
Al respecto cuenta María Cisternas:
“Yo estaba tocando la guitarra y uno la estaba ganando, cuando de repente siento un agarrón en la pierna. ¡Me
paré y con la misma guitarra le planté9 por la cabeza! ¡Sí pues!
Uno de los aspectos poco conocidos de la guitarra campesina, y que sin embargo tiene una gran riqueza
musical, se relaciona con sus afinaciones. Estas se refieren a la modificación de la altura de las cuerdas. Como
un ejemplo simple podemos señalar que si a una guitarra afinada universalmente, le alteramos la altura a la
segunda cuerda, subiéndola medio tono, se va a transformar en Segunda Alta.
Dice la tradición que han existido alrededor de 40 diferentes formas de afinaciones o “trasportes” en nuestro
país.
“Las afinaciones son 40, pero al que se las sabe todas se lo lleva el diablo”, escuchamos decir a la mayoría de
las cantoras.
Esta rica herencia hispánica se desarrolló rápidamente en Chile perdurando hasta hoy. Muchas de estas 40 o
más afinaciones se han perdido en el tiempo, pero en cada región de nuestro largo suelo, podemos encontrar
una gran vigencia de varias de ellas. Es así como en las zonas que hemos recorrido, las más comunes son seis
o siete, de las cuales surgen otras variantes.
Cada cantora elige, entonces, la afinación que más le acomode a su voz. Además, hay melodías propias de cada
afinación.
En la provincia de Concepción es la Tercera Alta la afinación más común, llamada también “por España” en
Quirihue, o “por Solfa” en Santa Juana. Esta variedad de nombres para una misma afinación, se da con cada una
de ellas, según la zona en donde se practiquen. En la comuna de Pelluhue la más utilizada es “por la Orilla”,
que corresponde a “Trasporte” en los alrededores de Concepción.
Entonces, podemos comprobar que el canto campesino, tanto en su poética como en su música tiene una
inagotable riqueza poco valorada aún. Afortunadamente, hemos podido constatar que jóvenes en distintos
ámbitos del quehacer cultural, tanto artístico como intelectual, están realizando estudios acerca de este
apasionante aspecto de nuestra tradición campesina.
9 Pegué
Cómo no iba a ser lindo digo yo
¡CÓMO NO IBA A SER LINDO DIGO YO!
“Acá en Quirihue, antiguamente habían muchas fiestas y muchas cantoras. Se daban muchos esquinazos para
San Juan porque ese día mientras más esquinazos dábamos, ganábamos más indulgencia. Nos ganábamos un
lugar en el cielo, no ve que esa noche es sagrada. La gente se juntaba y en una bandeja se ponía un círculo
de naranjas y en cada naranja se ensartaba una banderita de papel. Bandera chilena o de papel recortado. Al
medio entonces iba un pavo asado o su gallina. Otros llevaban tarros de durazno, botellas de cinzano. Todo
para regalar al santo. Llegábamos a la puerta de la casa, después de las 12 de la noche del 23 y nos largábamos
con el esquinazo.
A mi querido Juanito
dulce dueño de mi encanto
yo lo vengo a saludar
por ser día de su santo.
El santo no abría la puerta hasta que terminaba el canto. Ahí, entonces, las cantoras nos arrancábamos, porque
la gracia era que no viera quién le cantaba. Así ganábamos mejor la indulgencia. El santo tiraba unos disparos al
aire para agradecer. Así amanecíamos. No ve que había hartos juanes antes y a todos saludábamos. Una cantora
en una casa, otras en otra. Así lo pasábamos. Nos cruzábamos en la calle cantando y arrancando para que no
nos vieran. Era muy lindo”.
En los años que conocimos a la señora Mauchita, nos llamó la atención la gran cantidad de cantoras que había
en el pueblo: María Andrade, Olivia Chavarría, el dúo Las Patitas, la familia Soto Oviedo, entre muchas más.
Una de ellas, la señora Herminda Inostroza, nos contaba acerca de su oficio:
“Yo cantaba mucho en las fiestas por allá por los año 40. Casamientos, novenas, santos, trillas. En los velorios
de angelito se bailaba la refalosa y el jote. Ya poco me acuerdo, pero lo bonito eran las trillas. Duraban cerca
de una semana y eran a yegua. Entonces había 5 ó 6 cantoras que nos turnábamos para cantar. En la puesta de
la era o arriba del montón.
Si la yegua sale a l’era
echen la yegua a trillar
a la primera carrera
todos una voz gritar
Hermosos recuerdos son los que entrega cada una de estas valiosas mujeres. Muchas de ellas ya no están, otras
ya no cantan. Los hombres, a través de los años se han ido incorporando a este oficio. No obstante, su repertorio
y espacios de fiesta ya no son los mismos. Es la música mexicana, las cumbias y algunas cuecas, las que más
suelen escucharse ocasionalmente al término de los torneos de fútbol, campeonatos de rayuelas, carreras a la
chilena, choclones10 o cuando hay alguna ocasión para celebrar.
En el mes de abril del año 2009 conocimos en la comuna de Colbún, provincia de Linares, a la señora Teresa
García, quien canta habitualmente en la iglesia católica, en fiestas familiares, casamientos y en actividades
organizadas por las agrupaciones comunitarias. Llama la atención la dulzura de su mirada, su delicadeza al
conversar y la humildad y alegría con que practica su canto.
“Yo aprendí en Cauquenes a los 7 años. A esa edad ya entretenía curados, y me echaban moneditas en la
guitarra. Yo aprendí de mi mamá, María Apablaza se llamaba y tocaba el arpa. Aprendí el trasporte, tercera alta,
la cuyana y la común. Por todos esos afinares puedo tocar. Ahora toco lo que escucho en la radio o por ahí lo
aprendo. Canto de lo antiguo y de lo moderno: tonadas, cuecas, cumbias, rancheras. Mi hija baja música del
internet y saca altiro lo que le gusta.”
“Antiguamente era lo natural no más: la guitarra. Ahora, en las fiestas no se sabe quién es quién, en cambio con
la guitarra todos comparten.”
Estos son los testimonios, las palabras de tantas mujeres cantoras que nos entregaron, junto a un valioso repertorio
de versos y melodías, profundas lecciones de vida.
“Sus palabras tienen el don de poner en órbita un modo de entrañar el tiempo. Un tiempo no ajeno ni hostil,
violentador, violador del ritmo humano, sino uno disponible, servicial para que la experiencia humana ocurra
tomándose todo el tiempo que necesita para ser en plenitud. Tiempo como ya no va quedando, porque se ha
impuesto el tiempo chatarra de los relojes que hacen chatarra la vida de los que caen bajo su imperio. Este
tiempo chatarra induce a sustituir el ser por el tener y con el tener, consumir la vida consumiendo. Esta triste
versión del desarrollo no está en las palabras de la vida de las cantoras…”11.
11 Fidel Sepúlveda. Prólogo en Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría.
Fondart 1997. Página 7
Recibir el saber de cada cantora ha significado un aprendizaje de melodías y versos, y por sobre todo de una
particular forma de percibir y vivir el mundo y su oficio. Al dejar estos recuerdos de andanzas tras las cantoras
campesinas, aparece la señora Mery Lazcano. Vivía en Talcahuano cuando la conocimos en el año 1977.
Producto de una enfermedad estaba prácticamente ciega. Ella nos marcó profundamente cuando manifestó su
sentir en el momento que consideró que ya nos había entregado todo su repertorio de tonadas, cuecas, valses,
polcas, etc. Al despedirse nos dijo:
“Ya les enseñé todo lo que sabía. Ahora me puedo morir tranquila”.
Dentro de mi corazón
te llevo aunque me retire
al fin del mundo que vaya
no pensís de que te olvide.
Duo “Las Pimientas”, Arauco. 1962. Col. P.CH. Fiesta día de San Francisco, Curanipe. 1994. Col. P.CH. Iduvina Villegas, familia y amigos, Pilén. 1982. Col. P.CH.
Fiesta familiar, Hualqui. 1980. Col. R.C.
Yo me tomara cien mates
YO ME TOMARA CIEN MATES
Col.C.C.
Brindo dijo una matera,
por la bombilla y el mate,
porque me pongo a debate
defendiendo mi tetera.
Brindo por la azucarera
porque me tiene bien loca,
y cuando hay azúcar bien poca
enreizo hasta los dientes,
y al chupar l’agua caliente
bastante estiro mi boca.
Beso a beso
un palo tieso
Un pajarito en un canal,
se le acaba el agua
y empieza a cantar
(la bombilla)
Una de las tradiciones cotidianas más extendidas y vigentes, especialmente en el campo chileno y pueblos
cercanos a la vida rural, es el hábito de “matear”. Si bien en la ciudad también se consume en algunos
hogares, oficinas o lugares de reunión de sectores populares, no podríamos considerarlo un hábito muy
común de encontrar.
En países latinoamericanos como Argentina, Uruguay y Paraguay, la costumbre de matear es una actividad
pública. En Uruguay, en la ciudad de Montevideo, tuvimos la oportunidad de comprobarlo al ver cómo en
plazas, caminando por la calle, en jornadas universitarias o en el estudio de una radioemisora, adultos, jóvenes
y niños, portan su termo y mate, degustándolo permanentemente.
Muchas leyendas relatan el origen de esta planta, pero todas coinciden en que su origen está en las selvas
Guaraníes:
“La luna se moría de ganas de pisar la tierra. Quería probar las frutas
y bañarse en algún río. Gracias a las nubes, pudo bajar. Desde la
puesta del sol hasta el alba, las nubes cubrieron el cielo para que nadie
advirtiera que la luna faltaba. Fue una maravilla la noche en la tierra.
La luna paseó por la selva del alto Paraná, conoció misteriosos aromas
y sabores y nadó largamente en el río. Un viejo labrador la salvó dos
veces. Cuando el jaguar iba a clavar sus dientes en el cuello de la
luna, el viejo degolló a la fiera con su cuchillo; y cuando la luna tuvo
hambre, la llevó a su casa. “Te ofrecemos nuestra pobreza”, dijo la
mujer del labrador, y le dio una tortilla de maíz.
A la noche siguiente, desde el cielo, la luna se asomó a la casa de sus
amigos. El viejo labrador había construido su choza en un claro de la
selva, muy lejos de las aldeas. Allí vivía, como en un exilio, con su
mujer y su hija. La luna descubrió que en aquella casa no quedaba
nada que comer. Para ella habían sido las últimas tortillas de maíz.
Entonces iluminó el lugar con la mejor de sus luces y pidió a las nubes
que dejasen caer alrededor de la choza, una llovizna muy especial. Al
amanecer, en esa tierra habían brotado unos árboles desconocidos.
Entre el verde oscuro de las hojas, asomaban las flores blancas.
Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la yerba mate
y anda por el mundo ofreciéndola a los demás. La yerba mate despierta
a los dormidos, corrige a los haraganes y hace hermanas a las gentes
que no se conocen”2 .
2 “Los nacimientos”. Memorias del fuego I. Eduardo Galeano. Editorial siglo XXI Madrid, España. 1985. Pág. 34
Esta hermosa leyenda transmitida oralmente hasta hoy, nos
acerca al profundo significado que ha tenido la yerba mate en
las culturas nativas guaraníes, otorgándole un origen celestial.
En la América precolombina, desde los Apalaches hasta Tierra del Fuego, se practicó un permanente y
variado intercambio de especies como alimentos, animales, tejidos hechos a telar y vegetales, entre muchos
otros. Dentro de este nutrido comercio la yerba mate fue uno de los artículos preferidos de los nativos4. Esta
extendida afición también fue asumida rápidamente por los conquistadores, lo que se comprueba en los
escritos de la época en relación al aumento del comercio de la yerba.
“Las virtudes que se le atribuyen y a las que se refieren numerosos relatos de aquellos tiempos, hicieron
que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico regular del
producto, desde su zona de origen a todo el virreinato”.5
Las autoridades vieron con preocupación la adicción de nativos y colonizadores, por lo que a fines del
siglo XVI prohibieron su consumo y combatieron su cultivo. Así, y como en muchas otras manifestaciones,
las culturas americanas sufrieron el embate del conquistador, entablándose una silenciosa lucha contra este
avasallamiento, de manera que su cultivo y consumo continuó extendiéndose.
3 Aportes antropológicos sobre la construcción del tema “drogas”. Leticia Folgar. Edición virtual PDF. www.unseco.org.uy. Página 34
4 El Mate. Los secretos de la infusión. Javier Ricca. Ediciones El Mendrugo. Montevideo, Uruguay. Tercera edición.
5 www.redargentina.com “La yerba mate”. Material compilado y revisado por la educadora argentina Nidia Cobiella.
34
Mesa matera. Colbún. 2009. Col. P.CH. Casa de campo. Pelluhue. 2005. Col. P.Ch.
“Del indígena que la bebía sin torrar, la yerba pasó al español aquerenciado y luego al criollo. Padeció
también los avatares de una ideología que de adversa se convirtió en favorable a partir del comercio colonial;
éste transformó a la “yerba del demonio” en el “benéfico té del Paraguay”, luego de su cultivo en las Misiones
jesuíticas”6.
Consta en diferentes escritos de la época colonial que el consumo de la yerba mate tuvo carácter demoníaco
según la jerarquía eclesiástica, modificándose progresivamente a medida que su comercio se intensificaba.
“Los ministros de Dios excomulgaban a los materos; la infusión infernal, decían alborotaban a la gente en
medio de los santos oficios de la misa y convertía a sus adictos en lujuriosos pecadores pues les soliviantaba
el sexo… Sin embargo esta situación cambiará cuando la yerba de las Misiones comience a inundar el
mercado, el cambio será tal que circulará por estas tierras una versión alucinante: Santo Tomás habría
intervenido milagrosamente para cambiar el destino satánico en una bendición”7.
Así, gracias a esta bendición para las ganancias de los comerciantes, los consumidores de la yerba mate
pudieron continuar disfrutando su sabor, siendo la bebida por excelencia en la cultura colonial, especialmente
en Uruguay, Paraguay, Argentina, sur del Brasil y Chile.
6 Aportes antropológicos sobre el tema drogas. Leticia Folgar. Edición virtual PDF. www.unseco.org.uy Pág. 34
7 Op. Cit.
Sobre el Mate
SOBRE EL MATE EN CHILE
“En una mesa que hay en un rincón veo… la taza que sirve para contener la infusión de
yerba del Paraguay, que llaman mate, y que todo el mundo bebe o más bien sorbe aquí.
La yerba tiene el aspecto de las hojas secas del sen, se pone una pequeña cantidad en
una tacita con un poco de azúcar, y a veces con una cascarita de limón, se le hecha agua
hirviendo y al instante se chupa por medio de un tubo de unas seis pulgadas de largo. Este
es el gran lujo de los chilenos, tanto hombres como mujeres. Lo primero en la mañana, es
el mate, lo primero, después de la siesta en la tarde, es también el mate” 10.
“Fui a hacerle una visita a la esposa del propietario de mi casa, que me tenía muy convidada
a ir a tomar mate con ella; pero hasta hoy me lo impedía el temor de tener que usar la
bombilla, o tubo que sirve para chupar el mate y que pasa por boca de toda la concurrencia.
Me resolví sin embargo a desechar esa preocupación y así dispuesta me dirigí esa tarde a
su casa… Una de las amigas de la señora bajó entonces del estrado y se sentó en el borde
de la plataforma, delante de un ancho brasero con carbones encendidos, en el cual había
una tetera de cobre llena de agua hirviendo. Se le pasaron los útiles necesarios, empezó
por la taza con los ingredientes acostumbrados, vertió sobre ella el agua hirviendo, se
llevó la bombilla a los labios y después de chupar el mate me lo ofreció a mí; pasó largo
rato antes que pudiera decidirme a probar el hirviente brebaje, que si bien es más áspero
que el te, me pareció muy agradable. En cuanto concluí mi taza, volviéronla a llenar al
instante y se la pasaron a otra persona, y de esta manera se siguió hasta que todos se
hubieron servido, dos tazas con sus bombillas circularon entre toda la concurrencia. Poco
después del mate, nos sirvieron bizcochuelos azucarados, y por último, un vaso de agua
fresca, con lo cual concluyó la visita”11.
10 Diario de mi residencia en Chile. María Graham. Editorial del Pacífico Stgo. de Chile. 1956. Pág.30
11 Op. Cit. Pág. 59
John Byron, quien durante su viaje alrededor del mundo naufragó en la Patagonia y residió en Santiago hasta
1745, describió también el mateo en nuestra capital.
“Hay la costumbre de tomar dos veces al día el té del paraguay que, como ya he dicho, llaman mate: lo traen en
una gran salvilla de plata, de la cual agregan la azúcar que quieren y un poco de jugo de naranja; en seguida, le
echan el agua caliente, y lo beben por medio de una bombilla, que consiste en un largo tubo de plata, a cuyo
extremo hay un colador redondo, que impide que pase la yerba”12.
Por su parte el capitán de navío francés, Gabriel Lafond de Lurcy, a partir de 1818 dio la vuelta al mundo visitando
diferentes países, dejando un valioso testimonio de sus experiencias. La primera edición de sus viajes apareció
en 1839, completándose en cinco volúmenes (1842- 1845). El volumen Nº 3 de la colección Testimonios está
rotulado como Viaje a Chile. En esta interesante publicación traducida al español por Federico Gana, el autor
describe algunas costumbres de la sociedad chilena, en las que aparece en forma destacada el mate:
“La vida era muy regular. Por la mañana muy temprano, se servía el mate, a las ocho o nueve, y el chocolate
con tostadas con mantequilla y galletas. Esta comida se tomaba en el dormitorio, en el salón o el comedor o
donde uno se encontrase. A las dos, todos se reunían para comer. Después venía la siesta, y enseguida una
distribución de chocolate y mate. Llegada la tarde, todos, los hombres y mujeres, rezaban el rosario y servíase
nuevamente el mate”13.
12 El Mate Chileno. Ismael Espinoza. Autoedición. Santiago de Chile. 2007. Pág. 83.
13 Viaje a Chile. Gabriel Lafond de Lurcy. Editorial Universitaria S.A. Santiago de Chile. 1970. Pág. 36
Más adelante continúa:
“El mate es una yerba que crece en el Paraguay y constituye una rama de comercio
considerable con la República Argentina y el Brasil. Se conocen varias especies de
este artículo que son más o menos apreciadas por los entendidos. Esta planta, que
se parece al té, la transportan del Paraguay en grandes sacos de cuero, lo que ofrece
grandes facilidades para el impuesto aduanero. Se le grava con derechos enormes. La
toman en una infusión de agua caliente y he aquí la manera de servirla… A falta de
chimenea, se coloca sobre un brasero bien encendido una tetera de plata o de cobre
llena de agua. Una de las señoritas de la casa, sentada en una silla baja, echa con
gracia la yerba mate en un pequeño vaso de dos onzas, redondo, sostenido por un
pie de plata. Después de echar en este vaso unas cucharadas de yerba, varios panes
de azúcar quemados y una cáscara de naranja o limón, deja caer el agua caliente.
Enseguida coloca en este vaso de plata un tubo del mismo metal llamado bombilla,
de cinco o seis pulgadas de largo, del grueso de una pluma de ganso y terminado
por una pequeña esfera agujereada en diferentes partes. Gusta gravemente su obra
primero, y por último, todos empiezan a servirse por turno la preciosa infusión,
usando la misma bombilla y principiándose por los amigos y los extranjeros… La
primera vez que fui invitado a tomar esta bebida, mi inexperiencia me costó algo
cara, porque una aspiración de la bombilla demasiado fuerte llenó mi boca de un
líquido quemante y la puso en un estado lamentable. Esta es la bebida favorita de
Chile y reemplaza aquí al té de los ingleses. Cuando hay mucha gente, un solo mate
es insuficiente y no es raro entonces ver circular dos, tres y aun cuatro”14 .
14 Op. Cit.
Cuatro siglos más tarde, en los inicios del siglo XXI, inmersos en un acelerado desarrollo tecnológico, hemos
podido comprobar el fuerte sentido de encuentro social y familiar que tiene este arraigado hábito en muchas
familias chilenas, especialmente campesinas. A través de los testimonios recogidos a numerosos “materos”,
surgen variadas prácticas, muchas veces sorprendentes en torno a este verdadero vicio presente en todos los
momentos significativos de la vida familiar.
El consumo de yerba mate en nuestros campos está asociado al encuentro social, especialmente dentro de la
cocina. Esta es el lugar preferido para tomar mate. Allí, en muchas casas campesinas se encuentra la mesa matera
que es más pequeña y baja que el común de las mesas. Allí permanecen los elementos para la preparación:
la yerba, el azúcar y los mixtos o machitunes15, que se agregan al momento de servir. En las tardes, al regresar
del trabajo en la tierra, el dueño de casa se reúne con su familia, y allí, entre mate y mate, va surgiendo la
conversación, la entrega de enseñanzas a los menores, compartiendo anhelos, sueños, penas y alegrías.
Uno de los acontecimientos que reúne a la comunidad durante el invierno es la muerte de chancho. En la
mañana, cuando la gente se reúne y mientras se preparan todos los elementos necesarios para el “velorio”,
como también le llaman, los asistentes toman algunos mates mientras se ponen al día en los sucesos acaecidos
con el trabajo de la tierra o la vida familiar. Es un verdadero rito previo a la faena. También, en los momentos
tristes como es la muerte de un ser querido, el mate es fundamental para pasar la noche en vela y en la mañana
como desayuno. Los hombres reunidos en la cocina o en el patio conversan, cuentan historias, chascarros y
mentiras alrededor del fuego, mientras toman mate con aguardiente. En los mingacos como trillas, sacas de
papas, nada más reconfortante al término de la jornada que tomarse un matecito.
La yerba mate está presente además, en los ritos religiosos de sanación como es el santigüerio16, o en los
“arreglos” hechos por los brujos. En definitiva, el mate es absolutamente necesario para el cuerpo y el alma.
“Esta es una oración que dice así: Bendice Señor esta yerba que crece en la tierra, por el Espíritu Santo, amén.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. (3 veces). Los viejitos siempre tenían sus oraciones
para cada cosa”.
Mateando. Bernardita Peñailillo, Edelmira Gómez, Margarita Moraga. Pelluhue. 2007. Col. A.G.
Por su parte la señora Clementina Vásquez del sector El Risco, en la comuna de Pelluhue, invita a tomar mate
a sus hijos, sentada junto al “pollo” o fogón de la cocina, en donde transcurre su vida la mayor parte del día,
con el siguiente verso:
“Yo cuando voy a tomar mate siempre digo -que Dios bendiga este mate-. Eso siempre le digo a la gente cuando
toma mate. Díganle que Dios lo bendiga, para que no se ojee el mate. ¡Qué cuesta decir que Dios lo bendiga!
Porque todas las cosas Dios las bendice... Pero a mí me gusta tomar con otra persona para estar conversando
y saborear las cosas, porque no tiene sabor que esté tomando un matecito sola sentadita aquí al lado de las
brasas”.
“La yerba se lava con un poquito de agua cruda, se revuelve con azúcar y se deja
un ratito. Después se le echa el agua hirviendo encima. Si lo prepara así, la yerba
le dura mucho más. Si no lo quiere muy fuerte, hay que botar esa primera agua
hirviendo. Así le queda lavadito y no le sube la presión”.
17 Acción de preparar el mate mezclando yerba, azúcar, hierbas medicinales y/u otros agregados.
Clementina Vásquez. Pelluhue. 2008. Col. G.G.
En Colbún, región del Maule, conversamos con las señoras
Nelly Castro y Nieves Moreno. Ellas nos cuentan:
“En mi tierra, en la cordillera de los Andes, de San Clemente, 90 kilómetros arriba, es costumbre que cuando
alguien hace sonar la bombilla el dueño de casa le dice -¡El burro rebuzna en la chacra y nadie lo echa!-. Igual,
hay otra gente, jóvenes por ejemplo, no saben tomar mate, que cuando ya está frío, le meten los deditos adentro,
lo aprietan, para sacarle más agüita. Eso tampoco se hace. -Me puse a hacer una noria-, decía mi abuelo, -y por
más que le picaba, nunca salió agua-“.
Son las palabras de Adrián González, profesor de la Escuela de Pelluhue, quien relata las costumbres de su tierra
en torno al mate.
“Allá el mate es el pan nuestro de cada día. En casa de mis padres al levantarse temprano lo primero es un
mate, luego a las 10 de la mañana si el almuerzo está atrasado, -hagamos unas diez-, dicen, y nos tomamos
otro mate, pero no es un mate así no más. Hay que poner algo en la mesa, un pebrecito, un pedacito de
charqui machacado… En la tarde, matecito después de almuerzo para un bajativo. En la noche, siempre se toma
mate. Las cocineras toman un mate galopeado, o sea no se sientan ellas para tomar, porque tienen que seguir
cocinando, o el que está ayudando igual. Yo recuerdo que la abuelita decía que le daban jaquecas cuando no
tomaba mate y el abuelo, él se ponía mal genio, al abuelo no le conversaba nadie si él no había tomado su
mate y cuando ya tomaba, en ese momento él conversaba, lanzaba una loga, contaba una historia, ya le volvía
el humor a él”.
Vendedoras feria Cauquenes, 2004. Col. P.Ch. Mila Bustos. Pelluhue. 2007. Col. C.G.
Soledad Aravena. Pelluhue. 2005. Col P.Ch. Muerte de Chancho. Pelluhue. 1998. Col. P.Ch.
Y continúa:
“En mi casa con un mate se hace la ronda y se va pasando de mano en mano. Yo tengo la costumbre de partir
por la derecha. Tomar solo es muy aburrido. En cambio, dos o más personas ya están conversando. Por eso
dicen que el mate tiene que ser “pela’o”. Se cuentan algunas cosas, se preguntan, se va conversando, hasta
que alguno da las gracias. Eso quiere decir que ya no quiere tomar más. Porque esa es la costumbre, si usted
al primer mate da las gracias, no le van a servir más. Así, hasta que ya nadie quiere tomar más, entonces se
ofrece el porfia’o, para cerrar. -¡Tomemos el porfiao’!-”.
Así, vamos descubriendo todo un lenguaje, símbolos, creencias y reglas que evidencian el carácter ritual de
esta tradición tan arraigada y actual en nuestro país. Una de las creencias más generalizada es aquella que
dice que no hay que salir al aire después de tomar mate porque puede dar un “pasmo”, es decir, una parálisis
en la cara.
“Se enchueca la boca si usted sale al aire. Antes de salir hay que fumarse un cigarro, echarse el humo en la
cara con la mano y cuando ya esté más fría salir”, nos cuentan en la localidad de Santa Juana.
En la zona cordillerana, especialmente donde hay pasos hacia Argentina por donde transitan los arrieros,
la tradición matera se manifiesta de manera muy especial, mezclándose costumbres de ambos países. La
forma de curar 20 el mate, cómo se viaja con los elementos para poder matear en los solitarios caminos, cómo
compartir al llegar a una casa, de todo esto nos cuenta don Adrián.
21 De vicio. Caja de madera o bolsa de género bordada con dos compartimentos para guardar azúcar y yerba respectivamente.
22 Bolso que va colgado sobre el caballo con un compartimento a cada lado.
Juana Aguilar. Lota. 2008 . Col. H. U.
Yo te santiguo en nombre del Padre
YO TE SANTIGUO EN EL NOMBRE DEL PADRE…
Yo te santiguo en nombre del Padre
YO TE SANTIGUO EN EL NOMBRE DEL PADRE…
En la actualidad, la localidad de Canelillo está agobiada por pinos y eucaliptos, con todas sus nefastas
consecuencias para la cultura del lugar.
Durante el verano de 1979, estando en casa de don Remicio Vega, quien vivía en el mismo sector junto a su
esposa Irma, su ahijada e hija adoptiva Graciela y la tía Rosa, madre de Irma, entre tantos aprendizajes que
tuvimos, pudimos ser testigos de un impresionante rito.
En una tranquila noche, alrededor de las dos de la mañana, ladridos y gritos de aló nos despertaron a todos.
Llegaba una carreta con un matrimonio que traía desde muy lejos a su hijo, una criatura de sólo algunos meses
de vida. Al acercarnos, pudimos ver que esa guagua estaba muy enferma, con fiebre alta y casi sin respirar.
Imposible que sane sin que sea trasladada a un hospital, pensamos.
Los angustiados padres pidieron hablar con la tía Rosa, quien los recibió sentada en su cama. Allí le mostraron
a su hijo y le rogaron que lo santiguara. Ella tomó en sus brazos a la criatura y nos pidió que todos saliéramos
de la pieza. Desde lejos, sin embargo, pudimos observar cómo ella realizaba el rito del santigüerio.
En su cama, y teniendo como velador un altar con distintos santos, con su pelo suelto a la luz de la vela, se
persignó ella y luego a la guagua y rezó una oración que no pudimos escuchar. El lugar se transformó en ese
momento en un espacio mágico, sagrado, impresionante. Luego de un corto tiempo, pidió a los padres que le
cambiaran la ropa y se la llevaran muy abrigada.
Al día siguiente, para nuestro asombro, supimos que el niño estaba totalmente restablecido. El comentario de
la tía Rosa fue “era fuerte el ojo”. Esta experiencia, unida a otros testimonios recogidos en distintas localidades,
nos motivó a continuar indagando con más profundidad acerca de este rito de sanación.
“Ojo”, “mal de ojo”, “estar con ojo”, “estar ojeado”, son
algunos de los nombres que hemos escuchado para
denominar a este mal que afecta especialmente a niños,
plantas, animales y en algunos casos a personas adultas.
Por generaciones este santigüerio ha dado respuesta a las necesidades de la comunidad. La experiencia colectiva
ha comprobado la eficacia de este rito y de ahí la profunda fe que nuestro pueblo tiene acerca de la participación
divina en la sanación de esta enfermedad,º a través de las santiguadoras.
Un don de Dios
cuenta Elena Zapata de la comuna de Hualqui
en la provincia de Concepción. Por su parte,
Estela Castillo del sector de Las Pocillas, en
la comuna de Pelluhue, añade: “Yo creo que
UN DON DE DIOS
cualquiera no sabe esos santigüerios de vida
antigua, porque hay que saberle hacer las
cruces donde cae la palabra. Sí, no es llegar y
santiguar no más”.
6 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya O., Paula Mariángel Ch., Patricia Chavarría Z. Fondart. 1997. Página 30.
Rosa Hernández, Canelillo. 1998. Col. P.CH.
Rosa Albornoz, Canelillo. 1980. Col. P.CH.
El santigüero es cosa sagrada
EL SANTIGÜERIO ES COSA SAGRADA
“Me pongo aquí en el brazo a la guagua, igual que como para el bautismo, con una vela encendí’a al lado de la
mesa de los santos en mi pieza. Me persi’no y luego persi’no la guagua y digo -criatura de Dios yo te santiguo,
te veo, te ensalmo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo-. Y ahí se persi’na otra vez. -De la
preciosísima Virgen María, nuestra señora, Santa Gertrudis, por ser su querida y regalada esposa, San Juan
Bautista, San Antonio de Padua, debes concederme lo que te pido y suplico. Que esta afligida criatura sane de
esta enfermedá’, ojo, aire e ira, calentura, espanto o cualesquiera con desesperación. Amén. Jesús María y José,
Jesús María y José, Señor, ten soberano misterio que existió con tanta fe. Creo decir verdá’ para que con ella
alabe y cumpla su santísima voluntá’. Amén-. Y se persina. -Consumatué, consumatué, consumatué- 7. -Con la
leche de la santísima Virgen te roceo y te encomiendo a la Santísima Trinidá’-. Y se persi’na. -Yo te curo y Dios
te sana, yo te curo y Dios te sana-. Aquí persina a la criatura las dos veces. Esa es la oración y santiguando al
niño sana altiro. No ve que es cosa sagrada”.
La señora Rosa santiguaba con una vela. Hay muchas otras formas, elementos y oraciones que las santiguadoras
usan para sanar.
“Yo santiguo con la pura mano no más,” dice la señora Estela Castillo, “otras toman una vela, pero yo no. Es que
el santigüerio pa’ criaturas es mejor así, y uno tiene su secreto”.
“Después que usted reza, echa el ají a un brasero encendido. Si no da olor ni humo, es que está ojeado y si
sale humo picante no es ojo, es otra enfermedad”. El mismo procedimiento se realiza utilizando azúcar o yerba
mate.
Como dice Estela Castillo, cada santiguadora tiene su secreto. Hay quienes santiguan con ají, azúcar o yerba
mate, otras con velas, cruz de palqui, ramos benditos, una medallita. Con estos elementos que ayudan a alejar el
mal, se persigna al niño, mientras se reza. Otros secretos escuchados se refieren a cambiarle toda la ropa al niño
luego de ser santiguado y dejarle una prenda al revés como contra. También se puede prender alguna medallita
en la ropa del enfermo, una cinta roja o una pequeña bolsita con romero y ruda molidos como protección.
Hemos conocido sanadoras que en algún momento de la oración soplan tres veces la coronilla de la cabeza de
la guagua y rezan tres veces el santigüerio.
En el pueblo de Santa Juana, región del Bio Bio, conocimos a Florentina Cuevas, quien rezaba la siguiente
oración en el rito de sanación:
“Creatura de Dios yo te curo, te ensalmo y te santiguo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
Amén. Tres personas distintas y Virgen antes del parto y después del parto, siempre Virgen María, de tu querida
y regalada Santa Clara bendita, San Antonio de Padua, por todos los ángeles convive y reina, te pido que me
sanes a esta creatura. Amén”.
Como ya hemos dicho, las santiguadoras están practicando su oficio permanentemente. Muchas son las variantes,
pero cada una de ellas tiene el mismo fundamento de fe y pone al servicio de la comunidad su don sin ninguna
recompensa, pues no se debe cobrar dinero ni especie alguna. Se recibe sólo la satisfacción de ver sanar a la
criatura enferma.
En la ciudad de Lota conocimos a la señora Rosa Rifo, una de las tantas santiguadoras de la ciudad. Vive en
el sector de Calero Sur en Lota Alto. Al conversar con ella nos nombra dos o tres santiguadoras más que viven
cerca de ella. Rosa nos cuenta acerca de su experiencia en la sanación del mal de ojo.
“Hace 32 años que vivimos aquí y he sanado a muchísimos niños. A mis nietos también. A niños y adultos. A
los hijos .Pero la diferencia es que a los hijos no hay que tomarlos en brazos sino que hay que dejarlos en la
cama. Yo noto cuando está ojeado un niño porque yo traspiro, como que me traspasa a mí lo que le pasa a la
guagüita”.
Rosa Albornoz, hija y nieta, Curanipe. 1980 Col. P.CH. Paisaje Pelluhue. Col. P.CH. Camino a Canelillo. Col. P.CH.
Su saber lo ha transmitido a su hija Paola, “para que santigüe
a mi nieto”, señala.
8 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya O., Paula Mariángel Ch., Patricia Chavarría Z. Fondart. 1997. Página 103
La experiencia de sanar ha entregado a estas mujeres la sabiduría necesaria para combatir los males producidos
por diferentes tipos de ojo. Se sabe que el efecto del mal producido por una persona casada dura cuarenta y
ocho horas y el de una persona soltera, veinticuatro. Algunos de éstos pueden ser fatales si no se remedian a
tiempo, como el ojo pasado, donde el enfermo ha permanecido varios días con el mal en el cuerpo, o el ojo
callado, llamado así porque el niño no llora y la enfermedad no se manifiesta. Uno de los ojos más fuertes y
difíciles de sanar es aquel en que el propio padre o madre ojea al niño.
Interesante resulta también conocer el testimonio de personas que, directa o indirectamente, han recibido una
pronta sanación a través del santigüerio. Es el caso de Fabiola Orellana de 34 años, nacida en Pelluhue, donde
continúa residiendo.
“A mi siempre me ojeaban, desde chica. Era siempre lo mismo. Como tengo los ojos azules me decían ¡Qué lindo
sus ojos! Mi mamá me decía ¡Ya estás ojeada de nuevo! Y me llevaba donde la Estelita, la señora Herminia o la
gente que fuera que conocía que santiguaba. Me recuerdo cuando tenía unos 14 o 15 años que me ojearon. Me
sentí con vómitos, dolor de cabeza, mucho sueño. Uno se siente sin valor, sin fuerzas de caminar. Lo único que
uno quiere es estar acostada y a ojos cerrados y que nadie le hable. Entonces me llevaron a santiguar. Después
me quedé dormida, porque viene como una relajación de la persona y una se queda dormida sí o sí. Después
desperté bien, sin nada. Uno se levanta totalmente renovada, relajada.”
Otro testimonio es el que nos entrega la señora Eliana Peñailillo, también de Pelluhue.
“Yo creo en esa forma de sanar, porque tuve a una de mis hijas, de seis años, muy mal. Se decayó de repente, no
hablaba y tenía mucha fiebre. Lloraba y lloraba. La vio médico y no tenía nada. Deben ser mañitas, nos dijeron.
Yo estaba desesperada. Entonces fui a buscar a la señora Margarita, que es la persona que mejora a todos los
niños aquí. Vino y fue a ver a mi hija que estaba como muerta. Entonces ella me pidió que encendiera carbón
y le trajera 3 capis de ají. Ahí la dejé sola con la niña. Salió como a los cinco minutos, quemó los ajíes en el
brasero ahí en el patio, rezó y volvimos a ver la niña. Se había levantado y estaba sentadita en la cama viendo
televisión. Totalmente sana”.
Al oír estos relatos no podemos dejar de recordar a nuestra querida tía Rosa. Ella ya no está con nosotros. Partió
con sus bosques, sus cielos estrellados, sus silencios, su fe y sabiduría. Pero podemos reencontrarla en cada
oración, en la sagrada transformación que cada espacio sufre al momento de santiguar, en campos, pequeños
pueblos o grandes ciudades. En cada sanación podemos escuchar su voz diciendo:
“Aquel que amaba profundamente a las criaturas: desde el hombre a los animales, plantas, o seres más
insignificantes”.1
Se trata de la fecha más importante para los campesinos que cultivan el trigo.
Los hijos varones trabajaban la tierra, muchas veces ayudados por sus hermanas, sembrando trigo, papas y
todo aquello necesario para la subsistencia.
La señora Martina, tenía alrededor de 60 años a esa fecha. Su rostro reflejaba la dureza del trabajo de
campo, pero su espíritu mostraba a una mujer dulce, risueña y cariñosa, que asumía su rol de dueña de
casa con mucha propiedad. Se dedicaba a cultivar una parte de la huerta y un pequeño jardín con distintas
flores, entre las que se destacaban los pensamientos. Este jardín era su mayor orgullo. “Me gusta tener estas
florcitas” nos contaba, “porque parecen caritas de niños”, agregando, “…yo cuando quiero pensar, me vengo
a los pensamientos”. Esta delicada y emocionante forma de vincularse con la naturaleza, el amor por sus
hijos y nietos eran y siguen siendo el pilar fundamental de los valores que nutren a la casa de las “mellizas
Bascuñán”, como les llaman sus vecinos y conocidos.
En este contexto humano se esperaba cada año, con profunda fe y alegría, el día 4 de octubre. Durante ese día
los hombres no salían a trabajar lejos de la casa. Desde temprano se dedicaban afanosamente a confeccionar
varias cruces, las que luego eran llevadas a las distintas plantaciones de trigo. Las cruces, de diversos tipos de
madera, se adornaban con ramos de flores de la estación, cortadas del jardín de la señora Martina. Mientras
se hacían estos arreglos, en la cocina, entre risas y comentarios, las mujeres preparaban ponches3 de durazno
que se sumaban a las mistelas4 hechas con antelación. Se mataba además un chancho, cuya cabeza se cocía
y se servía trozada. Pan amasado y pajaritos5 complementaban la alimentación. Mientras se preparaban los
alimentos y bebidas, la dueña de casa nos decía:
“Hay que celebrar bien a San Francisco pa’ tener una buena cosecha. Dios quiera que este año nos acompañe
otra vez”.
“Hay que zapatearla enterita. Pisar bien fuerte el trigo para que salga bonito. Fíjese que donde más se zapatea
es donde más lindo crece el trigo”, nos decía don Raúl, vecino y amigo de la familia Bascuñán. Esta afirmación
pudimos comprobarla al transcurrir los meses. El trigo más hermoso era aquél que crecía en el lugar donde se
había bailado.
Luego de algunos pies de cueca, se bailaban valses y corridos, para luego continuar visitando las otras plantaciones
de trigo. En cada una de ellas se dejaba una cruz bendecida con el vino, acompañada con los rezos y bailes.
Llegaba así el anochecer y la comitiva regresaba a la casa en carreta, a caballo o caminando, con el cansancio
reflejado en los rostros, pero con la alegría de haber cumplido con San Francisco y la esperanza de tener una
buena cosecha.
Cruz, Hualqui. 1982. Col. P.CH.
Los años han pasado y la familia Bascuñán Escobar ha logrado
cumplir su sueño de comprar un terreno. Con el esfuerzo de
cada uno se han asentado en el mismo sector de San Onofre,
pero más cerca del pueblo. “No hay como vivir en lo propio”,
expresan con alegría y satisfacción.
“Si San Francisco cae día de semana, los niños no van a la escuela
y los negocios no abren. ¡Tendría que se feriado aquí ese día!”,
escuchamos decir con mucha convicción a algunos vecinos del
pueblo. Los preparativos de la celebración comienzan uno o dos días
antes con la “vestidura de la Cruz” y la preparación de la comida, que
se transforma en un encuentro lleno de calidez y armonía. La Cruz
debe ser hecha de canelo, árbol sagrado mapuche, y es adornada
por las mujeres de la familia que pedirán buena cosecha al santo.
Se viste con variados colores, haciéndole un traje de papel volantín,
crepé o celofán. Este vestido debe ser lo más femenino posible,
adornado con delantales, pañuelos o cintas, también de papel, ya
que “mientras más coqueta está la cruz, mejor va a estar la cosecha”,
aseguran los campesinos.
En la actualidad, para este día, todavía es posible escuchar desde muy tempranas horas las voces y risas de las
familias en los caminos que se dirigen a los campos, a casa de parientes y amigos, llevando algunas cruces que
no fueron plantadas el día anterior en el trigo, apreciándose desde lejos el colorido de cada una de ellas.
Asistimos a la casa de la señora Elena Sanhueza, quien gentilmente nos recibe al pie del arco de digüeñes,
invitándonos a celebrar al Santo. Luego, durante un contundente almuerzo ofrecido en la casa, se evidencia
el clima de fiesta en los gritos de ¡Viva San Francisco! ¡Viva la cruz del trigo! ¡Viva la Cruz de San Francisco!,
seguidos de aplausos y brindis. Toda esta alegría está complementada con cazuelas, asados y fuentes con
ensaladas de digüeñes, que no pueden faltar en la ocasión, al igual que la música. Antiguamente, en el caso de
que en la familia no hubiera quien animara la fiesta, las cantoras eran especialmente invitadas o contratadas.
Actualmente es la música “envasada” la que predomina.
En los primeros años de nuestras salidas a terreno para conocer la cultura campesina,
lo hicimos llevando, inconscientemente incorporado producto de la cultura citadina,
un falso estereotipo del campesino. Sin embargo, rápidamente pudimos descartarlo al
vincularnos en la vida cotidiana y momentos especiales con cada familia.
“Pa`acortar el día… hay que hacer picardía”, escuchamos decir con mucha sabiduría. Y
es que el sano humor es inherente al espíritu chileno. Permanentemente está aflorando
esta rica veta. Como ejemplo cotidiano podemos mencionar que cuando el hombre
de campo va con su carreta por los caminos rurales o del pueblo, va nombrando a sus
bueyes para ordenarles el rumbo que tienen que llevar. Estos nombres pueden ser un
buen vehículo para encauzar su humor. Don Santiago Vega, de la comuna de Pelluhue
en la Provincia de Cauquenes, llama a sus bueyes “Corazón” y “Te juiste”, de manera
que cuando pasa cerca de su carreta alguna mujer que le agrade, de inmediato arrea a
sus bueyes diciendo “¡Corazón!, ¡Te juiste!” Ingeniosa y fina manera de piropear.
“Me voy, Contigo”; “Pa’ mi, Gusto”; “Soy, Chileno”; “Ven, Pronto”; “Negro, Lo
tengo” ;“Tuve, Tengo”, son algunos de los nombres de yuntas de bueyes que hemos
conocido.
En el contexto del dolor también el humor tiene una presencia
importante. En los velorios, por ejemplo, junto con rezar el rosario en
la habitación donde se está velando a la persona fallecida, en la cocina
o en el patio alrededor de una fogata, especialmente en la noche, los
hombres cuentan chascarros, mentiras, o juegan a las adivinanzas. La
muerte de un ser querido se llora y se acompaña con mucha oración,
pero también se celebra su paso a la vida eterna. De ahí que la risa sea
parte de este rito de despedida, junto a una abundante comida.
Cuando se está realizando una tarea difícil se dice “hasta aquí vamos
bien, dijo la lombriz en el pico ‘el pavo”. Estos son algunos ejemplos
escuchados en el cotidiano campesino.
“¡Si no es mentira oiga…!”
Las mentiras son relatos que tienen como punto de partida una verdad
que el relator comienza a ponderar y tergiversar con extraordinaria
imaginación, creando nuevas imágenes y situaciones en cada
narración, lo que lo convierte en un personaje muy apreciado en
reuniones o fiestas campesinas.
En este hermoso paisaje natural e impresionante realidad humana, se mezclaban la fe, la alegría, el canto,
la danza y la risa. Don Marcial tenía un nutrido repertorio de versos, chascarros y mentiras, producto de su
extraordinario sentido del humor. Una de estas mentiras es la siguiente:
“Yo les voy a contar lo que me pasó una vez que andaba harto corto de plata y no había na’ trabajo. -¿Qué voy a
hacer?-, decía yo. -Tengo que comer-. Entonces, lo que hice fue que llené una bolsita con guano de oveja. No ve
que la boñiga de oveja es redondita y negrita. Y me fui pa’l pueblo. -¡Pastillas pa’divinar!, ¡Pastillas pa’ divinar!-,
les decía. ¡Y se empieza a juntar la gente oiga! -¡Pastillas pa’ divinar! De a tres pastillas por cien pesos-. Y todos
querían adivinar, así que me compraban. -¡De a tres por cien pesos las pastillas pa’ divinar!-. Menos mal que
me quedaban poquitas ya porque uno quiso adivinar altiro y se echó una a la boca. Puchas, les halló un gusto
medio raro, tomó la otra mitá’, la miró y… -¡Pero si esto es mierda!-. -¡Adivinó señor, adivinó!-.
Don Alberto Badilla de la localidad de Los Sauces en la comuna de Angol, provincia de Malleco, relata algunas
de estas verdades-mentiras:
“Yo tuve una perra que tuvo dos perritos que nacieron siameses, pegados en la espalda. Y resultó que uno nació
liebrero y el otro perdiguero. Cuando yo salía a cazar y había una liebre, el liebrero corría y el otro iba pegadito,
mirando pa’rriba. Y en eso aparecía una perdiz y se daban vuelta. Entonces el liebrero quedaba mirando pa’rriba
y el otro corría. Así podía cazar animales y pájaros a la vez.”1
“Dos campesinos de Quirihue eran famosos porque tenían perros, muy, muy peleadores. Había una fuerte
competencia entre ellos. Un día se juntaron y dijeron, -ya, vamos a hacer pelear los perros-. Eran realmente
fierazos y como eran tan fierazos no terminaban nunca de pelear. Entonces, los dueños dijeron, -vamos a tomar
un traguito mientras-. Y entre trago y trago, se olvidaron de los perros. De repente dijeron, -vamos a ver lo que
pasó-. Y salen y ven que los perros se habían comido uno a otro y estaban las puras colas peleando. Y el dueño
del perro que tenía la cola más larga, ese ganó.”2
En el marco de algunas actividades del Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional,
conocimos a don Belisario Piña de la localidad de Nos, provincia del Maipo. Él es un excelente
narrador de historias, que, asegura, son ciertas.
“Resulta que en el campo donde yo me crié, bueno, todavía hay agua de pozo, de las quebradas,
vertientes. Y llegó un curita a la iglesia correspondiente, joven, de unos 28 a 30 años. Encachado el
tipo como hombre y como cura también. Y no faltó la mujer que se enamoró de él. Una chiquilla
joven, casada, buena moza. Un día en la confesión, ella se lo contó. -¡Ay mijita
por Dios!- le dijo el cura y se persignó, ¡pero con malicia! -Esto no puede ser- le
dijo, –usté’ también me gusta como mujer pero yo soy sacerdote-. Pero tanto
confesar a la chiquilla, ésta al fin se lo convenció. -¿Y cómo lo vamos a hacer para
vernos mija?- le dijo. -Mire padre-, le dijo ella, -yo voy siempre al agua, allá a las
quebradas. Pesco mis calabazas, una en cada mano y me voy-. -¿Pero cómo nos
vamos a hacer la seña?-, le preguntó el cura. -Muy fácil pues padre. Usté’ pasa
cantando una tonada, una canción-. -¿Qué canción?-, le dijo él. -Pasa cantando
“Adiós palomita voladora”. Si no está mi marido, yo le digo “Aquí va tu negra
encantadora”. Para hacer la rima-.
Cuando él vio que venía de vuelta, bajando por el cerro, sacó el fuego y dejó todo barrido, sin
restos. Cuando llega esta señora y se sienta. ¡Imagínese cómo quedó! Se le quemó hasta el…calzón
¡todo quemado! Al otro día pasa nuevamente el cura cantando, -“adiós palomita voladora”- y ella
sale y le contesta, -“tiene el poto quemado, por eso no sale ahora-”3.
En los espacios y momentos importantes para la comunidad campesina,
señalados anteriormente, se pueden escuchar variadas adivinanzas como
parte del repertorio de entretención, compartiendo este acertijo que
algunos de los presentes lanzó y que hay que adivinar.
Adivina...
comunicativa la adivinanza nos dice que nadie es emisor perfecto. Ningún
mensaje es completo. El receptor no es pasivo si no agente que concurre
a perfeccionar la emisión, completando el mensaje. Como expresión, la
adivinanza revela los gestos y los rasgos característicos de la comunidad
y de su entorno. Es una expresión incompleta con un pie en alto… La
¡ADIVINA BUEN ADIVINADOR! adivinanza es una descripción ingeniosa que entrega claves incompletas
para descubrir su sentido… Adivinar es ponerse en la línea de frontera
entre esto conocido y lo otro desconocido. Es revelarnos, confesarnos pero
con ánimo de saber. Con ánimo y capacidad para conocer”4.
4 Fidel Sepúlveda. Folleto “De la Raíz a los Frutos”. Exposición bibliográfica. Literatura popular en las
colecciones de la Biblioteca Nacional. 1994. Página 83.
Pasé por un caminito
me encontré con dos peritas,
las dos me las comí
y siempre quedaron enteritas. Cuando chico
(Los senos) peladito,
cuando grande
Fui y volví peludito.
y la puntita no más metí. (El durazno5)
(el arado o el estribo)
Dime por qué razón,
A veces le achunto el macho colorado
otras veces tiene el agujero redondo
no le achunto. y hace el mojón cuadrado.
(el emboque) (La enfardadora de pasto)
De arriba vengo
para abajo voy, El toro tiene dos
ábreme la puerta y el buey ninguna
que soy cantor. (La letra O)
(El peo)
Teta con teta,
En las manos de las damas guata con guata,
casi siempre anda metido, llegando al ombligo
unas veces estirado, sigue la fiesta.
otras veces encogido. (La guitarra7)
(El abanico)
5 Santa Juana, Hualqui, Provincia de Concepción, Quirihue, Provincia de Ñuble. Colección Patricia Chavarría.
6 Chiguayante. Colección Flavio Pineda
6 Santa Juana. Colección Silvia Gutiérrez
Cueca, Hualqui. 2007. Col. H.P.
Encuentro de Payadores, Casablanca. 1992. Col. A.L.O.
Los brindis, por ejemplo, recitados en décimas, octavas o coplas, alegran las comidas, los
aros de las cuecas y son infaltables en las reuniones de payadores, quienes hacen gala de su
ingenio y creatividad en el arte de improvisar.
BRINDO DIJO…
Brindo dijo...
como decía mi madre
tanta bulla por un peo. yo mismo me la fabrico8 .
Muchos de nosotros podemos recordar con gran emoción, haber escuchado esta
introducción para algún cuento que nuestros abuelos nos narraron. El cuento por
generaciones fue una vía para la enseñanza de valores, de cómo enfrentarse a la vida con
sabiduría, junto con despertar la imaginación de la niñez que absorbía con verdadero
deleite y asombro cada narración.
Pedro Urdemales, famoso personaje de tantas aventuras, mentiroso, flojo, astuto, nace
en España en la creación literaria de Miguel de Cervantes. Viaja con los inmigrantes a
estas nuevas tierras y nuestro suelo lo acoge, lo adopta y adapta.
Con mucho pesar debemos reconocer que los cuentos transmitidos oralmente, ya
casi no forman parte del encuentro entre adultos y niños en las familias chilenas.
Afortunadamente, algunos estudiosos como Ramón Laval y Fidel Sepúlveda, entre otros,
dejaron imprentados en distintas ediciones, una diversidad de cuentos tradicionales,
entre los que se destacan los de Pedro Urdemales. Gracias a estos escritos, hemos
podido comprobar cómo los niños los acogen, disfrutan e internalizan al escucharlos.
10 “La picaresca chilena. De la vida, el chascarro y la risa”. Pía Rajevic. Revista Rocinante.
Febrero 1999. Página 5.
De la Comuna de Hualqui en la Provincia de Concepción, era la señora Rosa Viveros Cid, renombrada
cantora que animaba las fiestas del lugar. Pero, además, era una excelente narradora de cuentos. Su nieto,
Ricardo Castillo, recogió algunos de estos sabrosos cuentos de Pedro Urdemales.
“Este era un Rey que era pilón, o sea, le faltaba una oreja y la Reina era coja. Entonces, el Rey decía que le
pagaba a una persona que le fuera a cortar el pelo pero que esta persona fuera una tumba. Que no fuera a
divulgar el secreto de su defecto. Oyó decir esto Pedro Urdemales y fue donde el rey y le dijo. -Mi sacarrial
Majestad, yo soy una tumba, una tumba-. -Ya está-, le dijo el Rey, y lo acomodaron para que le cortara el
pelo. Después que le cortó el pelo, a Pedro Urdemales le dolía el estómago, le dolía la cabeza. -¿Qué hago
señor? ¡Ya no aguanto!-, decía. -¡Tengo que divulgar este secreto! ¿Qué voy a hacer?-. Entonces, fue, hizo
un hoyo grande en la tierra, del porte de él casi. Cuando terminó, metió la cabeza y gritó tres veces, -¡el
Rey es pilón y la Reina es coja!, ¡el Rey es pilón y la Reina es coja!, ¡el Rey es pilón y la Reina es coja!-.
Y tapó el secreto.
Después, ¡que no sale una mata de cicuta bien grande!, ahí donde hizo el hoyo. ¡Linda la mata de cicuta!
Entonces, un día el ovejero del Rey halló la mata de cicuta tan linda que recortó unos palitos y se hizo un
pito. Porque de los palos huecos de la cicuta se hacen pitos. Entonces, se puso a tocarlo y el pito decía -¡El
Rey es pilón y la Reina es coja!-. Los caballeros del Rey que lo escucharon fueron al palacio y le contaron
que el ovejero andaba diciendo con un pito que él era pilón y la Reina coja. Ya, el Rey mandó a buscar al
ovejero pa’ preguntarle y el ovejero le explicó que él lo había sacado de una mata de cicuta, y que el pito
tocaba solo, sin decirle nada.
El Rey mandó a uno de sus caballeros que tocara y también decía, -¡el Rey es pilón y la Reina es coja!-.
Lo tocó el Rey y lo mismo. Total, se dieron cuenta que era el pito el que decía así.-¡Este ha sido Pedro
Urdemales el que hizo esto!-, dijo el Rey ,- ¡vayan a buscarlo!-. En tanto Pedro Urdemales se había ido
bien apurado pa’ que no lo pillaran. Pasó por una parte donde había un letrero que decía, -“se necesita
un chanchero”-. -Quiero que me de trabajo-, le dijo al patrón. -Bueno, porque yo quiero un hombre que
me cuide los chanchos pa’ que no se me metan a un barro que hay ahí-, le dijo, -porque pueden quedar
empantanados-. Entonces, agarró Pedro Urdemales los chanchos. Eran como treinta y los llevó a la orilla
de un camino y se puso ahí. En esto pasó un comerciante y le dijo, -¿a dónde lleva los chanchos amigo?-.
-Los voy a vender al pueblo porque me tienen aburrido. Vengo aburrido con ellos así es que los vendo por
la plata que me den-. -Ya- , le dijo el comerciante, -te los voy a comprar-. -Bueno, se los vendo, pero con
una condición. Que me tiene que dejar la colita porque si quiera pa’ comérmela de cazuela. La colita de
chancho es rica-. -Ya-, le dijo, -ningún inconveniente-. Le cortaron toda la cola a los chanchos y se quedó
Pedro Urdemales con la plata y las colas.
Entonces fue al pantano y las ensartó en el barro. Y ahí cuando tuvo todas las colas enterrá’s, empezó a gritar,
-¡patrón, patrón!, ¡venga que los chanchos se me arrancaron y se me están enterrando!. ¡ Venga patrón, ya no
queda ninguno, yo le he hecho empeño y se les corta la colita!- Llegó el patrón y Pedro le decía, -no patrón, no
los tire, hay que sacarlos con una pala, porque yo hice la prueba y aquí tengo dos colitas-. -¡Ya. Anda a la casa
a buscarte las palas!-, le dijo el patrón-. Entonces, ya Pedro se fue y el dueño de los chanchos se quedó ahí y
dijo, -¡éste no llegó nunca, pero no se va a quedar riendo, porque yo lo voy a alcanzar y le voy a dar una…!-.
Ensilló su caballo y partió detrás de Pedro.
Entonces siguió Pedro Urdemales, pasó por una huerta donde habían hartos zapallos y se robó uno. El más
bonito. Siguió su camino y se encontró con un gringo que iba de a caballo. -¿Qué llevas ahí hombre?,- le
preguntó el gringo. -Un huevo ‘e yegua patrón, llevo un huevito ‘e yegua. De aquí sale un potrillito muy
corredor. ¡Uh! sale un potrillito que no gana nadie en la carrera-. -¡Véndemelo! Y te compras otro-. -Ya. Por
hacerle un bien le voy a vender el huevo, pero tiene que llevarlo con mucho cuidado patrón, porque no se
le vaya a partir antes de tiempo y pierda el caballito-. Entonces, el gringo agarró su zapallo por delante. Iba
contentazo por el cerro. -¡Mi caballito!-, decía el gringo. Cuando en esto, el caballo tropezó y él por agarrarse,
larga el zapallo ¡y se le va guarda abajo! Se da contra una piedra que había. El zapallo se dio contra la piedra,
¡ y se partió! Justo al lado de la piedra había una zorra tomando solcito. ¡Véase la coincidencia! Y donde sintió
el golpe salió por la quebrada abajo.
Encuentro de la comunidad campesina, Pelluhue, Hualqui. 1996, 1999, 1979. Col. P.CH.
Entonces el gringo gritaba, -¡ay, ay, ay!, ¡atájenme, atájenme mi
caballito corredor!-. Y se caía detrás de la zorra. ¡Y cuándo la
iba a alcanzar!
PRESENTACION
PRÓLOGO
AGRADECIMIENTOS FINALES
COLECCIONES.
Agradecimientos
H. P. : Héctor Pavés.