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Investigación y Texto

Patricia Chavarría Zemelman

Editora y Correctora de prueba

Paula Mariángel Chavarría

Diseño y diagramación

Ricardo Sepúlveda Quiroz

Fotografía Portada: Sra. Martina Escobar,


Hualqui.

Autor fotografía portada: Héctor Pavés Car-


vajal.

Inscripción Nº

ISBN

Impresos Diario El Sur, 1000 Ejemplares


Impreso en Chile/Printed in Chile
Año 2009

vihuelas@gmail.com
www.patriciachavarria.cl
Dedicado a mis nietos
Voy a hacer una bebida...

Fidel Sepúlveda Llanos. Col A.L.O.B.N.


“Voy a hacer una bebida
a ver si acaso me aliento
de los cogollos del viento
ganchos de agua florida.”

Cuando la vida está amargada por la adversidad se registra


como desaliento: déficit del elemento vital aire. Y esto
se remedia con una receta: relación revitalizante con los
cuatro elementos: tierra de cogollos y de ganchos; agua de
agua florida; aire, pero del cogollo del viento y el fuego que
posibilita el encuentro de todos en una síntesis superior.

La cuarteta define lo esencial por lo esencial y la enfermedad


la sana con lo esencial: la vinculación del hombre con la
matriz vital, por la inserción en un programa de creación
de más y mejor vida.

De la Raíz a los Frutos- Literatura tradicional fuente de identidad.


Fidel Sepúlveda Llanos. Pág. 102. DIBAM. 1994
Prólogo

Los saberes, prácticas y oficios vivenciados por distintas generaciones, y que expresan la sabiduría humana
para vivir en el mundo y para convivir con la naturaleza, que no se aprenden en universidad alguna, y que sin
embargo por su fuerza para dar respuesta a las necesidades más profundas y también cotidianas de las personas,
son elementos fundamentales de nuestro patrimonio inmaterial. Y la diversidad de esos saberes, prácticas y
oficios a lo largo y ancho de nuestro país, nos reitera la pluralidad de nuestro patrimonio cultural.

El folclor, sin duda es parte del patrimonio cultural inmaterial. El folclor como forma de vida de una comunidad,
de cómo preparar los alimentos, los ritos familiares y comunitarios, la naturaleza y forma de la fiesta, los ritos
funerarios, los bailes propios, las formas de manifestar las creencias religiosas, las formas cotidianas de vestir
heredadas de una generación a otra.

Pero, qué es esto de que sea Inmaterial. Sencillo y complejo a la vez. No se puede tocar con nuestras manos.
Sin embargo, como cada uno puede constatar, estas diversas manifestaciones del patrimonio inmaterial en
algún momento tienen su concreción en algún medio tangible o material. Comemos un rico curanto o unas
exquisitas humitas. Bailamos una cueca brava, una cueca huasa o una cueca urbana. Vemos una película
chilena como El Chacal de Nahueltoro y la cinta en 35 mm está guardada para que otras generaciones también
la vean. Escuchamos la música y voz de Violeta Parra en discos y tenemos registros audiovisuales de sus
interpretaciones. Podemos abrigarnos con hermosos chalecos hechos con lana de oveja, hilada y teñida con
tintes naturales, con técnicas ancestrales del pueblo mapuche. En fin, el tránsito de patrimonio inmaterial a
material es una delgada línea. Lo relevante es comprender que no existen patrimonios culturales de menor valía.
Lo relevante es comprender que lo patrimonial no se reduce a lo monumental.
Por ello es tan importante la labor de investigación y recuperación de manifestaciones culturales de nuestro
Chile Profundo que, a lo largo de tantos años, ha realizado Patricia Chavarría. Ella, con sabiduría, humildad,
rigurosidad profesional, capacidad de preguntar y escuchar, de guardar y compartir el silencio, de integrarse
con profundo respeto con Cantoras, Artesanos y artesanos, de payadores, de poetas populares, y de tantos
hombres y mujeres sencillas de nuestro país; ha puesto en valor, difundido y contribuido a valorar una parte muy
significativa de nuestro patrimonio cultural. Entonces, no es casualidad la obra que la DIBAM tiene el honor de
publicar, denominada “De los cogollos del viento, los saberes de los antiguos”, y que da cuenta de un sostenido
trabajo de investigación y rescate de diversas manifestaciones culturales, creencias y prácticas religiosas, y de
una práctica cotidiana, de tal larga data en nuestras comunidades y otras comunidades de América, como lo es
la preparación y uso del Mate, “Mati”, en el Idioma Kechua.

Es esta, además, una publicación hermosa, que incorpora en un homenaje a la Literatura de Tradición Oral,
Poesía Popular, Leyendas, imágenes de Yerbas y de objetos para la preparación de esta Bebida. Junto a ello,
se acompañan datos aportados desde la investigación académica, que van develando curiosos detalles como
el Levantamiento o Aireada Protesta de los Vecinos por el intento de imponer un impuesto a la Yerba el año
1779.

Son diversos textos que nos acercan desde “lo vivencial” a manifestaciones culturales, sociales y religiosas que
son parte de nuestra historia personal muy profunda, en mi caso por lo menos, como lo es la Cruz de Mayo;
texto cuya lectura me conmovió profundamente y me reconectó con nostalgia a la infancia en la ciudad de Los
Angeles.

Patricia Chavarría recibió, en el contexto del X Seminario Internacional de Patrimonio Cultural realizado por
la DIBAM el año 2008, el PREMIO FIDEL SEPULVEDA LLANOS, por su indiscutible aporte al rescate, puesta
en valor y difusión de nuestro patrimonio inmaterial, en especial en el campo de manifestaciones culturales
tradicionales. La decisión de otorgarle este importante Premio fue un acuerdo unánime del Jurado, presidido
por Soledad Manterola, viuda de Fidel Sepúlveda, y las señoras Micaela Navarrete y quien escribe este Prólogo;
junto a los señores Juan Estanislao Pérez, Julio Mariangel, Rodrigo Torres y Carlos Aldunate.

La Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos –DIBAM-, creó el Premio Fidel Sepúlveda por Resolución del
24 de Noviembre del año 2006, para “distinguir anualmente a la persona o grupo que se haya destacado en la
investigación, rescate, puesta en valor y divulgación de bienes, saberes y prácticas que conforman el patrimonio
inmaterial de nuestro país” Permítanme, entonces, homenajear a Patricia Chavarría a través del recuerdo de Don
Fidel Sepúlveda, quien ha dado origen al Galardón que en esta publicación, también, tiene una concreción,
como parte del compromiso de la DIBAM al otorgar este Reconocimiento.
La puerta se abre por dentro. Esa es la respuesta que encontré en y con Fidel. Por ello para mí es un profundo
honor el tener la oportunidad de agradecer públicamente a la vida el haber conocido a Fidel Sepúlveda

Estoy convencida que Fidel Sepúlveda ha sido “el intelectual” chileno que acorta el trecho entre cultura
popular, y sobre todo tradicional, con la academia. Violeta Parra y Victor Jara, junto a valiosos creadores,
acercaron estos mundos desde la creación artística; Fidel, creo lo hizo, también, dándole sustento teórico a
estos mundos culturales fragmentados desde nuestros orígenes republicanos, y quizás mucho antes. Tengo
la certeza que el maestro Fidel Sepúlveda fue visionario para comprender y develar la amplitud, diversidad,
pluralidad y complejidad de lo patrimonial, en un momento histórico en que en nuestro país primaba el discurso
conservador y reduccionista de nuestro patrimonio cultural. Fidel fue capaz de develarnos la esencia del
concepto de patrimonio cultural, nos desafió a levantar los muros que artificialmente hemos construido entre
nuestro patrimonio natural y cultural, y a cada momento nos recordaba que la geografía es cultural y la cultura
es geográfica. Fidel, desde el contacto profundo con la tierra y el pueblo, instaló en el centro de la Academia los
saberes y manifestaciones culturales de transmisión oral. Fidel en su propia obra poética hizo carne el canto a
lo humano y lo divino. Fidel, tal vez sin saberlo, con su reflexión teórica y formación de tantos y tantas nuevos
profesionales del arte, la filosofía, el cine, la historia, el lenguaje, contribuyó al indispensable reconocimiento
y valoración de la cultura popular. Por ello, su pensamiento no puede perderse. Nuestra lealtad con él es,
también, la lealtad con nuestro propio pueblo.

El libro “De los cogollos del viento” Los saberes de los antiguos, se engarza profundamente en la mirada
profunda y generosa de Fidel Sepúlveda a nuestro país. Patricia Chavarría con este libro nos permite y nos invita
a adentrarnos más aún para conocer quiénes somos y redescubrir la importancia de los vínculos con nuestra
historia social y cultural para construir proyectos de futuro.

Gracias, entonces, Patricia por tu trabajo y por esta publicación. A los lectores, nuestra invitación a leer y a
disfrutar de esta obra.

NIVIA PALMA MANRIQUEZ


Directora
DIBAM
Presentación

Recibir el premio Fidel Sepúlveda 2008 ha sido para mí un doble honor. Por una parte, su figura es un hito en el
estudio, profundización y transmisión de las raíces culturales chilenas que él desde niño vivió en su Cobquecura
natal. Lo conocí en el aula y su palabra me abrió caminos, me emocionó y me llevó al reencuentro con nuestro
ser como pueblo. Compartimos muchas jornadas en la Biblioteca Nacional y en las Escuelas de Temporada que
dirigió en el Instituto de Estética de la PUC. En cada una de estas vivencias, su sabiduría me dejó profundas
lecciones que continúan siendo orientadoras en mi quehacer.

La fiesta de la Cruz de Mayo en la comuna de Pelluhue fue un espacio, un momento, en el que Fidel Sepúlveda
participó, y lo hizo como un devoto más, cantando dentro de esa larga procesión y bailando animadas cuecas al
finalizar los festejos. La presencia de este hombre sabio, con su sencillez campesina y su profunda sensibilidad
me seguirá iluminando en este humanizante camino. ¡Gracias don Fidel!

También constituye un honor haber recibido este galardón de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos.
Agradezco a esta institución y muy especialmente a su directora Nivia Palma, quien durante muchos años
ha sido una decidida defensora y protectora del patrimonio nacional. He escuchado en muchas ocasiones su
palabra, que siempre ha resultado clarificadora, orientadora y muy estimulante para continuar en este hermoso
quehacer.

Finalmente, quisiera agradecer al Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional y a su directora Micaela
Navarrete, por el vínculo permanente que durante años hemos compartido. Viví muy de cerca la creación del
Archivo de Literatura Oral y el amor y pasión que Micaela tuvo y sigue teniendo por el resguardo de la tradición
oral, nos motivó a dejarle una copia de todas nuestras investigaciones y a continuar realizando otros sueños.
Este libro, a través de la compilación de siete capítulos, algunos anteriormente editados, que abordan distintas
expresiones de la tradición oral vigente en las regiones del Maule y Bio Bio, es fruto de la generosa entrega de
tantas familias de distintos lugares rurales, quienes nos han compartido su sabiduría en la convivencia cotidiana,
en la fiesta, en la fe, en el encuentro con la tierra y los otros.

Durante 9 años, a partir de1997, residí en la Comuna de Pelluhue, la que comencé a recorrer desde el año
1978. Esta permanencia me permitió tener un pleno y enriquecedor acercamiento al espíritu campesino de la
zona. De ahí que sean muchas las voces de este lugar que pueden escucharse en estos escritos. También, otras
localidades en las que encontré un invaluable legado cultural fueron Hualqui, Quirihue, Santa Juana, Quilaco,
Portezuelos, Lota, entre muchas más.

He querido que sean los protagonistas de cada lugar los que entreguen sus aprendizajes, vivencias, sus
experiencias en torno al canto tradicional, las fiestas locales, la sanación a través del santigüerio, la poética, los
ritos, etc... Gracias a cada uno de ellos por su generosa entrega, su cálido afecto, su confianza y por continuar
valorando y manteniendo los saberes de los antiguos.

Patricia Chavarría Zemelman


Directora
Archivo de Cultura Tradicional
Artistas del Acero
“Los cogollos del viento”
Entre cielo y tierra
ENTRE CIELO Y TIERRA
Corta de trigo, Hualqui. 1986. Col. P.CH.
Entre cielo y tierra
ENTRE CIELO Y TIERRA

Desde el año 1964, hemos recorrido permanentemente campos, pueblos rurales, caminos
llenos de magia, paisajes sobrecogedores de belleza, silencios cargados de significados,
y muchas veces hemos saboreado algún fruto al alcance de la mano, regalado por un
generoso árbol. Entre tanta maravilla, nuestra llegada a alguna casa campesina siempre se
ha dado con el acogedor y cálido recibimiento por parte de la familia y nunca ha faltado
el “agüita con harina”, el mote o la refrescante agua de vertiente.

En los primeros viajes nuestra ignorancia no nos permitió darnos cuenta de algo que,
cuando lo descubrimos, nos sorprendió.

Nuestro primer acercamiento, junto con el afecto demostrado por la familia, siempre fue
recibido debajo de un parrón o en algún lugar del patio, especialmente destinado a las
visitas. Allí, entre gruñidos de perros, gallinas que paseaban con sus polluelos en busca de
alimento, otras aves y algunos gatos que querían restregarse en alguna pierna, comenzaba
a desarrollarse la conversación que muchas veces duraba horas.

En ocasiones, recién en nuestro segundo viaje, la dueña de casa nos invitaba a pasar a
la cocina, hecho que tenía una especial importancia. En ese momento traspasábamos el
umbral hacia la intimidad, dejábamos de ser visita y entrábamos a conocer el corazón
de esa familia. Darnos cuenta de esto significó llenarnos de emoción, agradecimiento y
admiración por este verdadero rito de aceptación, en que lo importante resultaba ser el
encuentro entre la visita y la familia dueña de casa. Si éste no se producía, difícilmente se
podía llegar a ese lugar y conocer en plenitud a estas mujeres, hombres y niños.

La cocina, siempre separada del resto de la casa, estaba llena de magia. Allí, el tiempo
se transformaba junto al “pollo” o fogón encendido, alrededor del cual nos sentábamos a
compartir aromas, colores, sonidos y sabores. Esta experiencia la seguimos viviendo hasta
hoy.
Martina Escobar y Rosalía Bascuñán, Hualqui. 2007. Col. H.P.

“Cocina con gusto a persona, a familia”, plantea Fidel Sepúlveda, recordando su casa allá en los campos de
Cobquecura.

“… se cocinaba a leña y había un fuego que no se apagaba nunca. El último que se iba a acostar, en la noche,
enterraba las brasas y el primero que se levantaba, desenterraba estas brasas y con estas mismas brasas se
encendía de nuevo el fogón. Y eso para mí es una suerte de símbolo, de un estilo de vida, de un arte de vivir
que tiene un fuego sagrado, y que se cautela, se cuida…”1.

Es en este espacio donde se cocina, se toma mate, se reza, se reúne la familia en las tardes al llegar el dueño
de casa del trabajo en la tierra y se comenta lo sucedido en el día. Allí es donde escuchamos historias y cantos,
aprendemos sobre la tierra, el cielo, los secretos de la naturaleza y las hierbas para mejorar la salud, entre
muchos otros saberes. Ejemplo de ello son las oraciones que se rezan en noches de temporal, mientras se tiran
ramos benditos al fuego:
Santa Bárbara doncella
líbrame de esta centella
así como libraste a Juan Ángel
del vientre de la ballena

Esta experiencia de compartir el cotidiano con las familias campesinas nos ha acercado a la comprensión de una
forma de vida que se fundamenta en el vínculo con lo sagrado y con la tierra.

“… mirando hacia lo alto en un encuentro con lo trascendente y hacia lo profundo, valorando y manteniendo
la experiencia empírica heredada, con la alegría y el amor de participar de una armonía que a la vez cuida y
celebra”2.

1 La belleza del pensar. Programa de televisión. Art TV. 2001. Entrevista a Fidel Sepúlveda
2 “Chanco, la sabiduría heredada”. En Revista Patrimonio Cultural Dibam. Patricia Chavarría. Octubre 2000. Página 26
Estamos parados en los cuatro elementos
ESTAMOS PARADOS EN LOS CUATRO ELEMENTOS

El campesino ama la tierra. Tiene un profundo sentido de pertenencia con


ella. “Nosotros estamos parados en los cuatro elementos y el que diga otra
cosa es que no sabe”, nos dice José González, campesino de Curanipe. Este
juicio nos habla de otra forma de asumir el mundo. Expresa el sólido vínculo
que el campesino tiene con la tierra.

“El hombre es hijo de dos madres: de la mujer que durante nueve meses lo
lleva en su vientre y de la tierra que lo ve nacer y que afirma sus primeros
pasos por la vida.
Porque la tierra no sólo lo ve nacer, sino que atiende a su crianza brindándole
el alimento que necesita para crecer en el más amplio de los sentidos: para
crecer en cuerpo y espíritu”3.

Cotidianamente, el hombre sale a trabajar al campo y van a ser los cuatro


elementos, agua, tierra, aire, fuego, junto a la ayuda celestial, los que
le darán indicios que le alumbrarán en su tarea. Cuando prepara la tierra
arando, cruzando o limpiando, para luego sembrar el trigo, hay signos que el
campesino sabe decodificar.

3 Cuentos campesinos. Antología. Fidel Sepúlveda. Editorial Andrés Bello 1999. Página 5
Yungay. 1990. Col. P.CH.
Hualqui. 2006. Col. P.CH.
“Cuando andan muchos pájaros, los tiuques, quiere decir que la tierra está buena y va a ser buena la
cosecha. También hay que fijarse si las lombrices salen a tomar el sol, porque si salen es fijo que llueve,
entonces hay que esperar y sembrar después de la lluvia”.

La luna a su vez indica los cambios climáticos. Don Manuel Muñoz de la comuna de Quirihue nos dice:

“Si es muy fácil saber cómo va a estar el tiempo antes de sembrar. Hay que ver el cinco-siete. O sea,
cuando la luna cambia con malo, son cinco a siete días de lluvia segura”.

Pero no sólo en la siembra la naturaleza le “dice” al campesino. También los caminos tienen vida y
lecturas. “Allí, en ese cruce de camino es donde se puede hacer pacto con el diablo”, o “después de esa
curva aparece la viuda y se sube al anca cuando uno pasa en la noche”. “En ese río vive el cuero. Si uno
se descuida se lo traga”. El diablo también se presenta en forma de perro negro o de guagua. Sirenas, toros
con cachos de oro, lagunas encantadas, en fin, caminos y lugares llenos de encantos.

A su vez, la mujer conversa con sus aves y animales. Ella sabe, según la forma que grite el treile4, si viene
acercándose alguna persona, un perro o el zorro, sin necesidad de mirar. Conoce perfectamente las
cualidades de las hierbas medicinales, los secretos de la naturaleza que sanan distintas enfermedades,
entre muchos otros conocimientos. Entonces esta naturaleza viva, palpitante, se cuida y se admira.

En Concepción, conversamos con don Alejandro Flores. Él se crió en los campos alrededor de Hualqui,
pueblo rural cercano a la ciudad.

“En el campo la gente vive de la tierra. Todo lo que la tierra produce es para el alimento. A veces no para
la persona, sino para el animal que se cría. Eso de ahí va a ser una flor bonita, o va a dar una semillita que
no la va a comer él, pero la va a comer la gallina. Esa hierba que está molestando ahí, no la arranca porque
ésa le va a servir para el chancho. Entonces, todas las cositas se aprecian por la utilidad que va a dar... A
veces usted llega a una casa y encuentra un olor tan rico. Han sembrado habas y el vientecito que viene
le da un olor, una fragancia al aire... O pasa por el medio del caminito que sale de la casa pa’ otra parte y
ahí uno pasa refregándose en las matas y salen los moscardones volando y el olor…¡Es muy lindo!”.

4 Treile o queltehue, pájaro que habita cerca de las casas y sembrados


Chincol. 2009. Col. C.C.
Este sentido estético y esta vinculación con la naturaleza ha quedado expresada en los versos de los poetas
populares campesinos.

Son bellos y muy bonitos En tiempos de primavera


los pájaros de mi tierra empiezan a hacer sus nidos
y jamás hablan de guerra entre los campos floridos
las diucas y jilgueritos. y el pasto de la pradera.
Alaban a Dios bendito La binita agachadera
autor de la creación y también l’ave cancina
y causan admiración y la hermosa golondrina
las tencas y las diuquitas que se dieron a emigrar
y cantan las avecitas no me canso de mirar
cada una su canción. ave tan hermosa y fina.

El águila se va alzando
Los tordos se ven por miles por las alturas del cielo
ni que hablar de los gorriones y en su tan altivo vuelo
se ven peucos y hasta halcones el llano va dominando.
y tencas pa’ que decirles. Una garza va paseando
Los cachuítos y triles con un blanco sin igual
van buscando el alimento canta el tordo y el zorzal
y los queltehues atentos el mero y el cuculí
en busca de una lombriz y el pidén está feliz
y hasta a veces la perdiz en la punta ‘e un peral.
echa sus cantos al viento
Las aves con su canción
alejan toda tristeza
y cuando a aclarar empieza
alegran la creación.
No tiene comparación
el cantar del piduchén
y también canta el pequén
junto con la codorniz
canta lindo la perdiz
en los cerros de Lonquén.
Décima de Olegario Méndez- Lonquén. La Biblia del Pueblo. Miguel Jordá. Ediciones Salesianos 2003. Página 430
El ciclo agrario
EL CICLO AGRARIO

Todo este hermoso encuentro con la naturaleza y con lo trascendente se


vive cotidianamente y se manifiesta a través del ciclo agrario. El tiempo
se vive en torno al ritmo de la tierra, a partir de la siembra de la semilla
del trigo en el mes de mayo, hasta culminar su proceso de crecimiento
con la cosecha, para luego volver a preparar la tierra y comenzar un
nuevo ciclo. El tiempo, entonces, se vive en forma circular.

El cuadro que a continuación presentamos está diseñado en relación


a este proceso en que el trabajo de la tierra, la fe y la festividad están
indisolublemente ligados. Debemos aclarar que éste es solo un panorama
general que corresponde a las regiones del Bio Bio y Maule, ya que cada
sector geográfico puede presentar sus propias variantes.

Hemos destacado en el centro a la cocina como el espacio aglutinante y


más importante en la transmisión de los saberes de los antiguos, para la
familia campesina.
Luego, en cada uno de los meses del año agrícola, se observa el trabajo
que se desarrolla en la tierra (arar, sembrar, cosechar, etc.). A continuación
se destacan las festividades, devociones y actividades de la comunidad,
vividas junto con el trabajo agrícola.
Trigal, Hualqui. 1986. Col. P.CH.
En el mes de mayo, decíamos, comienza este ciclo con la siembra más importante, el trigo. Pero esta siembra
debe hacerse después del 3, día de la cruz, para obtener una buena cosecha. Muchas familias no celebran ese
día. Algunas adornan una cruz con flores y la colocan en un lugar destacado en el exterior de la casa. Otras,
preparan un altar en el interior y le rezan o bien se celebra con una procesión. Lo cierto es que, celebrando o
no ese día, siempre el trigo se siembra a partir del día 4 de mayo.

Los santos han tenido una gran importancia a través de la historia en nuestros campos. Muchas novenas6 se
rezaron y aún se rezan. Hay fechas que no pueden dejar de recordarse como es el caso de San Juan en el mes
de junio. La víspera, el día 23 en la noche, es un momento mágico, en que lo celestial bendice a lo terrenal. Es
la noche en que San Juan estaba dispuesto para bajar a la tierra:

La víspera de San Juan


víspera de alegría,
el Señor se alegra tanto
con toda su jerarquía.

San Juan ensilla el caballo


la víspera pa’ bajar
y se queda recostado
en su cama celestial.

Al otro día despierta


con una crecida pena
dice ya pasó mi día
hay música que resuena.

Y va mi padre San Juan


Créanlo porque es de veras
Que en la noche de San Juan
Se ve la flor de la higuera.7

6 Rezos colectivos durante 9 días consecutivos dedicados a algún santo o santa.


7 Versos tradicionales. Emelina Torres. Curanipe. Col. P. Ch.
Estos son algunos de los versos que recuerdan al
santo. Esa noche se deja agua al sereno para que sea
bendecida desde el cielo, se guardan ramas de romero
y ruda para hacer cruces que servirán como contra, y
se castigan los árboles que no dan frutos, golpeándolos
con una varilla y llamándoles la atención por su falta
de generosidad. La creencia asegura que “es santo
remedio. Al otro año seguro que está cargadito de
frutas”. Muchas son las pruebas y ritos que suceden
en esa víspera de San Juan.

Otro de los santos más recordados en las zonas rurales


Día de Purísima, Santa Juana. 1979. Col. S.G.B.
es San Antonio, al que se le reza una novena que
culmina con una procesión y una comida en su honor.
Lo mismo ocurre para el festejo de las Cármenes, el
16 de julio, una de las santas más celebradas, a la
que junto a la novena y la procesión se suma la fiesta
con una muerte de chancho, que invita a muchos
comensales.

Nuestra señora del Carmen


donde está sentada el alto
gloria al Padre, gloria al Hijo
gloria al Espíritu Santo.
Procesión San Antonio, Pelluhue. 2008. Col. C.G.
Adiós mi cielo
que me retiro
y por la Virgen del Carmen
por ella son mis suspiros.8

8 Juana Espinoza. Quirihue. Col. P. Ch.

Procesión Virgen de Mayo, Cauquenes. 1998. Col. P.CH.


Agosto es un mes de conmemoración de santos que si no se respetan pueden perjudicar el trabajo de la tierra. El
día 10, por ejemplo, es San Lorenzo. Este santo puede provocar incendios si se trabaja sin recordarlo. También,
en la noche del día 24, para San Bartolo, los campesinos de Santa Juana, de la provincia de Concepción,
comentan:
“Esa noche pasa Satanás, pasa el diablo y apolva todo el trigo. Por eso nosotros hacemos una cruz chiquitita y
la ponemos a la orilla del trigo”. También pueden dejarse dos ramas cruzadas sobre la mesa en la cocina, una
de romero y otra de ruda, que se tienen guardadas desde la víspera de San Juan, con el objeto de proteger toda
la tierra.

En la localidad de Pelluhue, para el día de San Agustín, el 28, se evita trabajar. Es el día de los ratones.
Hemos escuchado numerosos testimonios que cuentan que por haber trabajado ese día los ratones les comieron
alguna prenda de ropa nueva, el dinero, o algo importante. Antiguamente, las mujeres tejían piezas de ropa
muy pequeñas para engañar a los ratones. Dejaban estos tejidos en lugares muy visibles, de manera que se
comieran esas prendas para así poder trabajar. Luego, el 29 de septiembre, día de San Miguel, no es buen día
para sembrar. Es preferible esperar hasta el otro día, ya que, de hacerlo en esa fecha, se corre el riesgo que no
haya una buena cosecha.

Así va transcurriendo la vida de la familia campesina, en un diálogo permanente entre lo terrenal y lo celestial,
desarrollando sus quehaceres, sus oficios, celebrando y también asumiendo la pena, cuidando la naturaleza,
siempre en armonía.

En este calendario anual de la tierra y el cielo, una de las fechas más importantes es el día 4 de octubre, día de
San Francisco, patrono de la naturaleza9, ya que ese día el trigo recibirá una especial bendición.

Hasta llegar a su cosecha, en los meses de enero o febrero, ya se han preparado las chacras, se han sembrado
papas, en muchos lugares se han hecho mingacos10 de adobe para la construcción de casas, se han celebrado
las fiestas patrias con ramadas y carreras a la chilena, y otras devociones como la Purísima.

En la localidad de Hualqui, es muy conocida la Santa de Piedra, que se venera el día 8 de diciembre, fecha en
que la iglesia católica celebra el día de la Inmaculada Concepción, más conocida popularmente como el día
de Purísima. En el año 1981, acompañamos a Javier Bascuñán, quien iba con su carreta a visitar a esta Santa.
Le preguntamos por qué iba a pagar esta manda. Su respuesta nos dejó asombradas, “no, si yo no voy a pagar
manda. El que va a pagarla es él”, señalando a uno de los bueyes que tiraba la carreta. “Es que estuvo muy
enfermo. Yo pensé que se me iba a morir. Entonces le pedí a la Santa que si lo mejoraba él tenía que ir a verla.
Y aquí vamos”.

9 Ver capítulo aparte


10 Trabajo colectivo solidario
El tiempo de cosecha es otra ocasión en donde se produce
el mingaco. Todos, hombres, mujeres y niños ayudan en
el trabajo de la trilla, sea ésta a yegua o a máquina. Todos
colaboran, guardando, limpiando, cocinando, atendiendo.
Luego vendrá la “vuelta de mano”, es decir, quien recibió
la ayuda pondrá su trabajo a disposición de quienes
solidarizaron con él. Según la zona, hay ciertas fechas
también en las que no se debe trillar, como el 20 de enero
en la región del Bio Bio, día de celebración de San Sebastián.
Existen numerosos testimonios de personas que trillaron en
esa fecha y perdieron todo el trigo, ya sea por un incendio,
por lluvia u otro motivo. En la región del Maule, provincia de
Cauquenes, es el 2 de febrero, día de la Candelaria, la fecha
que no permite realizar algún trabajo como trilla.

Así se va formando un hermoso tejido, entrelazado con las


sabidurías heredadas, las creencias, con el cariño y respeto
por la tierra, por sus semejantes, por todos los seres vivos,
por la protección divina.

Trilla, Hualqui. 1989. Col. P.CH.


Trilla, Curanilahue. 2009. Col. L.M.
Esta realidad, sin embargo, ha debido lidiar con fuertes presiones provenientes del proyecto modernizador del
país. Un claro ejemplo ha sido la expansión de la industria forestal que desde la decada de los 80 ha invadido
las tierras campesinas, afectando no sólo a la agricultura sino a un rico y valioso sistema de vida. Desde esos
años los campos están sufriendo, los pequeños agricultores, los medieros, sufriendo por el agotamiento de las
tierras, por la pérdida de los bosques nativos, reemplazados por pinos y eucaliptos que dejan sin agua a las
comunidades, por la introducción de las semillas transgénicas.

Pero no es sólo la agricultura la que está dañada. Hoy, los jóvenes campesinos emigran a la ciudad en busca
de mejores horizontes y éstos les señalan caminos absolutamente reñidos con su cultura. El tejido, entonces, se
daña, se rompe.
En el sector de Pilén, comuna de Cauquenes, conocimos a la señora Iduvina Villegas, una excelente cantora.
Ella y su familia debieron emigrar a la ciudad. Estaban rodeados de pinos y ya no tenían agua. “Vamos a tener
que vender no más porque ya no tenemos agua para hacer huerta, tener animalitos. Yo lloro en la noche.
Imagínese, nacida y criada en el campo. ¿Qué vamos a hacer en el pueblo? Esperar morirnos no más”.

La tradición no se opone a la modernización, es una semilla que permite mirar hacia adelante con un sólido
sentido de pertenencia, de autoreconocimiento como comunidad. La tecnología es un gran aporte para un
óptimo resultado en la agricultura. Pero no es necesario darle la espalda a los saberes heredados. Tradición y
modernidad pueden caminar juntas, dialogando y enriqueciéndose mutuamente.

“Sin raíz no hay proyección real, duradera. Los pueblos sabios no cortan sus raíces. Alientan un proceso de
metabolismo integral en el que asignan crédito a la larga experiencia de sus antepasados… Esta es la tradición.
No es dar la espalda al futuro y paralizarse en una contemplación nostálgica y abúlica del pasado, sino ir al
futuro, ahondando en el sentido del presente por la vía de seleccionar el saber útil del pasado”11.

Los distintos artículos que se presentan en esta edición corresponden a expresiones vigentes dentro de la cultura
campesina. Pese a las transformaciones y presiones a las que se ven sometidas, continúan vivas en el acontecer
de las distintas comunidades y sus sólidas raíces han permitido que trasciendan en el tiempo y permanezcan.

11 Identidad y cultura regional. Fidel Sepúlveda. Documento mecanografiado. Página 8


Cotidiano Campesino. Col. P.CH. y P.M.
Aquí anda la cruz de mayo
AQUÍ ANDA LA CRUZ DE MAYO
Procesión Cruz de Mayo, Pelluhue. 2007. Col. P.CH.
Aquí anda la cruz de mayo
AQUÍ ANDA LA CRUZ DE MAYO

Aquí anda la Cruz de Mayo


visitando a sus devotos
con un cabito de vela
y un cantarito de mosto…

Es el 2 de mayo de 1999. Después de 30 años en las


calles de Pelluhue, a la luz de faroles artesanales,
vuelve a escucharse el canto que anuncia la presencia
de la procesión que celebra a la Cruz de Mayo en la
víspera de su día. Podemos ver a la señora Margarita
Reyes, una de las personas más antiguas del pueblo,
en la puerta de su casa, esperando emocionada y
ansiosa el paso de la Cruz.

“En mi casa se celebraba la cruz de mayo. Pero


se había perdido por muchos años. Ya nadie la
espera aquí. La juventud empezó a emigrar, llegó la
televisión y se fue dejando. Así que es muy bueno
que otra vez se celebre porque siempre se hizo.
Imagínese los años, si mi abuelita la hacía”.
Esperando la Cruz de Mayo, Pelluhue. 1999. Col. P.CH.
Una verdadera magia recorre las calles del pueblo. Los vecinos salen sorprendidos a escuchar y la sorpresa
se convierte en alegría. Muchas de las personas mayores no pueden contener las lágrimas. Han vuelto los
recuerdos de su niñez, de su juventud, cuando participaban en la fiesta junto a sus familias. Las voces de la
procesión se acercan y la señora Margarita acompaña el canto:

A visitarte he venido
pa’ que vamos al Jordán
a ver bautizar a Cristo
por las manos de San Juan.

Ahora, la Cruz y su comitiva están frente a ella

Si lo tiene no lo niegue
no le cause ningún daño
por negarle la limosna
a la Santa Cruz de Mayo

Al escuchar esa petición, ella entrega una gran caja que tiene preparada con anticipación.
“Son pajaritos para las logas”, dice.

Muchas gracias señorita


el cielo le pagará
por la limosna que ha dado
de tan buena voluntad.

Que bonita es la casita


y el albañil que la hizo
por dentro tiene la gloria
por afuera el paraíso.

Esta es la casa ‘e las flores


donde viven las mejores
esta es la casa e’ las rosas
donde viven las hermosas.

Ya se va la Cruz de Mayo
visitando a sus devotos
con un cabito de vela
y un cantarito de mosto.
La procesión se aleja y las lágrimas de la señora
Margarita son un reflejo de su sentir. Los años
con sus antepasados han vuelto a vivir en su
corazón.
Los regalos a la cruz se multiplican. Es necesario
vaciar el canasto vendimiador que recibe las
donaciones varias veces en algunas casas, hasta
que todo se recolecte en un vehículo.

Parece que el tiempo no ha transcurrido, y


esos 30 años sin la presencia de la Cruz se han
transformado en uno solo. A medida que el
grupo recorre calles cantando, los pobladores se
van sumando, formando una inmensa procesión
que acompaña con velas, guitarras y gritos de
alegría:

¡Que viva la Cruz de Mayo


con porotos y zapallos,
pa’ que dure p’al otro año!

Ese año de 1999 la sequía era un grave problema


para los pequeños agricultores de la zona, pero
la Cruz, agradecida de su pueblo, envió una
copiosa lluvia que bañó las calles durante toda
Participante en procesión, Pelluhue. 1999. Col. P.CH.
la noche. Este hecho impactó profundamente en
la comunidad que, emocionada, expresó a través
de sentidos comentarios su cariño y devoción
hacia el madero: “¡La Santa Cruz nos mandó esta
lluvia! No podemos dejar de celebrarla”.
Hay que celebrar la cruz
HAY QUE CELEBRAR LA CRUZ

Y eso es lo que ha ocurrido. Un grupo de personas interesadas en el rescate de la


cultura tradicional de su comuna, agrupadas en el Taller Lafkenche, con profunda fe
han seguido celebrando a la Cruz, durante 11 años, recorriendo anualmente las casas
del pueblo en vísperas de su día. La comunidad participa, colabora, se organiza.

“Al año siguiente, el 2000, la gente empezó a preguntarnos. ¿Hay Cruz de Mayo este
año? Entonces nos propusimos que todos los años tiene que salir y pensamos que
nuestros hijos o vecinos más jóvenes pueden seguir cuando ya no estemos”, cuenta
Adrián González, presidente del grupo Lafkenche.

Un acucioso estudio a través de entrevistas y los propios recuerdos de niñez, fueron


la fuente que nutrió el resurgimiento de la fiesta. La respuesta de la comunidad ha
confirmado que esta antigua tradición aún permanecía en el sentir de sus habitantes.

La señora Margarita fue una de las primeras entrevistadas:


“Salían por todas las casas cantándole a la Cruz y mi abuelita Cota hacía un tremendo
canasto de roscas y de pajaritos1 a costo de ella. Al otro día, el día 3, que es el día de
la Cruz, el festejo se hacía debajo de un ciprés muy grande que había en la casa. Ahí
se enterraba un palo con todos los pajaritos de masa. Se juntaban unas 50, a veces 100
personas. Venían de allá, de las montañas y llegaban a hacer logas, o sea unos versos
para poder sacar pajaritos. El que no decía loga no podía comer. También venían las
Chamorro, que eran muy buenas pa’ la guitarra. La fiesta duraba todo el día, hasta
oscurecerse ¡y se iban curaítos algunos! ¡No ve que era pa’ celebrar la fiesta!“.

1 Panes dulces
Julio Peñailillo,Pelluhue.2006. Col. P.CH.
Don Julio Peñailillo, con sus 82 años a esa fecha, también ha sido entrevistado. Él vivió en Las Lomas, un sector
rural de la comuna y siente especial gusto por recordar “las cosas de la antigüedad”.

“Yo hace 50 años atrás, sacaba la Cruz de Mayo. Entrenábamos un día y después salíamos en la noche de la
víspera. La Cruz la vestíamos con ramitas de chequén y la adornábamos con las flores que hubiera. Y salíamos
a las casas. Pasen, pasen pa’ dentro, nos invitaban. Hasta aquí no más, decíamos y comenzábamos a cantar.

Las pajas sirven de cuna


De pabellón las estrellas
Las estrellitas del cielo
Cada una tiene su nombre
Dónde están los dueño’e casa
Que le’ hablo y no responden.

Entonces salían y nos daban algo para la Cruz.

Muchas gracias señorita


Por la limosna que ha da’o
La bendita Cruz de Mayo
El día les pagará.
Esta es la casa ‘e las rosas
Donde viven las hermosas
Esta es la casa ‘e las flores
Donde viven las mejores.

Y así nos íbamos por todas las casas, cantando. Nos daban las dos de la mañana, dando vueltas con el canto.
Algunos daban y otros no daban na’. A esos también les cantábamos.

Esta es la casa del rancho


Adonde viven los chanchos
Esta es la casa e’ la esquina
Donde viven las mezquinas
Convidábamos a todos los que nos habían dado algo, gallinas, papas, cebollas, vino, yerba, de todo, y con eso
hacíamos una cazuela de ave. Después pelábamos mote y comíamos con miel”.

Don Julio también espera todos los años la visita de la procesión con una pequeña cruz vestida2 que permanece
en su casa y un ponche con galletas para atender a la comitiva.

2 Adornada
Preparación del pan amasado. 2005. Col. P.CH.
La preparación
LA PREPARACIÓN

La preparación comienza en el mes de marzo. El grupo Lafkenche se reúne


a conversar, evaluar lo realizado el año anterior y a organizar la próxima
celebración. Se distribuyen tareas y se repasan los cantos .
La comunidad, con mucha anticipación, ofrece donaciones para la comida
que desde el segundo año se viene ofreciendo para 150 o más personas:
pollos, papas, verduras, carbón. La panadería “Las Brisas” ofrece cada año la
harina y las dependencias de su cocina para amasar y hornear los pajaritos o
roscas3.
El día anterior a la celebración se hace el pan amasado para la comida, se van
a buscar las ramas de chequén y se limpia el local donde va a llegar la cruz
con la comitiva.

“Chequén queda poco. El eucaliptus entró a apoderarse de la zona y chupa todo


el agua y el chequén necesita lugares húmedos para crecer, así que tenemos
que ir a buscarlo lejos, donde haya agua”, comenta Humberto Moraga.

3 Según la forma que se le dé al pan dulce, es su nombre.


Adrián González entrega la Cruz. 2008. Col. P.CH.
El festejo
EL FESTEJO

El día 2, al atardecer, se va a buscar la Cruz a la casa de don Adrián, lugar donde estuvo
desde la celebración anterior. Allí se reúne la gente del pueblo junto a las visitas que han
llegado desde distintas ciudades del país, motivadas por conocer esta fiesta.

Un emocionado discurso del dueño de casa, agradeciendo a la Cruz y expresando la pena


de despedirla, da comienzo a este ritual. Gritos de ¡Viva la Cruz de Mayo! y aplausos
son expresiones de cariño por parte de la comunidad al madero.
Tradicional es que en este momento el dueño de casa ofrezca a los asistentes berlines
y “pájaro blanco”4.“La preparación del pájaro blanco es un secreto. No se lo cuento a
nadie”, señala don Adrián.
Luego, la comitiva entre gritos y alegría se traslada a la Compañía de Bomberos, que
desde los inicios de la celebración ha facilitado su local para la vestidura de la Cruz .
Las ramas y flores ya secas del año anterior se sacan y se queman en una fogata. “Para
que se lleven todo lo malo del año”, comentan algunos asistentes.
“Las ramas que han estado un año en la Cruz, no sería bonito que se fueran a un basurero
y como el fuego purifica, entonces se queman las ramas. No tendría sentido celebrarla con
devoción y después botar a la basura todos sus adornos”, agrega el señor González.

Mientras se queman las ramas, niños, jóvenes y adultos, saltan sobre la fogata gritando
“¡Viva la Cruz de Mayo!”. Otros vecinos se han acercado a vestir la Cruz con las flores
que diferentes personas han llevado y a ayudar a servir roscas y ponche de vino tinto con
leche condensada, que es otra de las tradiciones.

4 Licor preparado con distintos licores, bebidas, limón y clara de huevo batido
¡Viva la Cruz de Mayo!
Preparativos y vestidura de la Cruz
2004-2005

Col. M.N. Col. M.N. Col. P.CH. Col. P.CH.


Col. P.CH. Col. P.CH. Col. P.CH.
Ya está todo listo. Las ramas quemadas, la Cruz adornada y la gente servida.
Ahora comienza la procesión, acompañada de guitarras y acordeón.
Se visitan las casas de un gran sector del pueblo y la mayoría sus habitantes
están atentos a la llegada de la Cruz. Algunos esperan con galletas, roscas,
ponche, bebidas o algún enguindado que se ofrece a toda la procesión.
En los últimos años la comitiva que partió con alrededor de 30 personas,
terminó con cerca de 200.

Comunidad celebrando a la Cruz de Mayo.

2000. Col. P.CH. 2003. Col. P.CH. 1999. Col. P.CH.


Durante los meses de verano la comuna de Pelluhue
nos entrega un panorama similar a todas las playas
del litoral central. Sus angostas calles se hacen
prácticamente intransitables para la cantidad de
vehículos que del norte y sur de Chile llegan a
disfrutar de sus vacaciones. Locales comerciales
como restaurantes, almacenes, carnicerías, botillerías
y juegos electrónicos, parecen no bastar para la gran
cantidad de usuarios. A este panorama se agregan
las discoteques, música en la plaza, en fin, todo
aquello que hace difícil descansar para quienes así
lo deseen.
Sin embargo, al recorrer el pueblo un día 1º de marzo,
podemos creer que estamos en otro lugar. Las calles
están vacías, la mayoría de negocios y casas se han
cerrado, y la cantidad de vehículos ha disminuido
muchísimo. En sus playas se escucha la armonía del
sonido del oleaje y las gaviotas en busca de alimento.
Al atardecer, las calles están prácticamente desiertas.
Toda la población se ha recogido a sus hogares.
Este ritmo de vida se mantiene durante todos los meses
de invierno: tranquilidad y silencio interrumpido
por algunos vehículos, gritos de queltehues y la
conversación del mar.

Pero el día 2 de mayo hay una transformación en el


espacio y en el tiempo. Es la víspera de la Cruz de
Mayo.

Pelluhue. 2008.Col. P.CH.


La señora Margarita y don Julio siempre están allí, en sus casas, esperando con profunda devoción el
paso del madero sagrado.

Mientras dura el recorrido de la procesión, en la sede del grupo de adultos mayores, señora Lidia prepara
una cazuela con la veintena de gallinas de campo donadas por los vecinos. Las mesas están puestas
desde el día anterior y el altar donde va a ser colocada la Cruz fue arreglado por algunas jóvenes
pelluhuanas.

Han pasado más de dos horas de recorrido y la procesión crece. La donaciones se multiplican. Muchos
de los vecinos se persignan al paso de la Cruz. Otros le sacan alguna ramita de chequén para guardarla
como protección. Llegan devotos de otros sectores del pueblo donde la Cruz
no alcanza con su procesión.“Imposible recorrer todo el pueblo. La noche
no nos alcanzaría”, dice Bernardita Peñailillo, hija de don Julio.
Carabineros ayuda también en esta celebración, custodiando el paso de la
caravana y deteniendo el tránsito cuando es necesario.
De regreso al lugar donde se ofrecerá la comida, señora Helia Guajardo con
su familia y algunos vecinos esperan en una esquina con otra Cruz adornada.
Se produce un emocionante encuentro. Las cruces se enfrentan, se saludan
y continúan el recorrido una al lado de la otra.
La señora Helia cuenta:“ Nosotros, cuando yo era chica, vivíamos en Las
Lomas y mi papá todos los años vestía la Cruz y le rezaban con mi mamá.
Hacían esos panes dulces y le echaban unas logas. Salían por las casas , que
estaban harto distantes unas de otras y ya después quedaba ahí ensartadita
en la reja de la casa.
Después nos vinimos a Pelluhue, mi papá falleció, pero nosotros seguimos
vistiéndola, pero sin sacarla. Un día dijimos ¿ y por qué no vamos al encuentro
de la otra cruz? Y fuimos a esperarla a la esquina y ahí nos empezamos a
juntar.
El día 3 en la tarde, para su día, un sobrino la lleva para el campo y el día 4 de octubre, para el día de San
Francisco, se entierra en el trigo. Después, cuando se corta el trigo, la Cruz se trae para la casa y se pone
en el montón de trigo que está amarrado y apelchado5, antes que llegue la máquina a trillar. Después ya
la máquina trilló y se guardó el trigo y se guardó la Cruz. Cuando ya toca vestirla el otro año, mi sobrino
me la trae del campo y me trae chequén también, ¡no ve que hay que vestirla con chequén! Las flores las
tengo yo aquí: crisantemos amarillos, color crema, otros concho de vino y unos medio rosaditos. Y ahora
tengo plantados unos moraditos. A ver si este otro año cuando se vista la cruz tengo de ésos”.

5 Las gavillas de trigo amarradas, se juntan de pie, listas para ser trilladas con la máquina
Procesión de la Cruz de Mayo. 2001. Col. P. CH. Encuentro y procesión de las 2 Cruces de Mayo. 2009. Col. P. CH.
Procesión Cruz de Mayo, Pelluhue. 2007. Col. P.CH.
La procesión ya se acerca a su lugar de destino. En su largo recorrido, sólo en una o dos casas ha sido necesario
cantar ese verso aprendido a don Julio:

Esta es la casa del rancho


adonde viven los chanchos
esta es la casa e’ la esquina
donde viven las mezquinas.

La señora Lidia ya tiene lista la comida y espera en la puerta, con mucha devoción. Los asistentes se ubican
en las mesas, que se hacen pocas para recibir a tantas personas. El grupo Lafkenche, frente al altar, canta un
esquinazo.

Santísima Cruz bendita


yo te vengo a celebrar
en el nombre del Señor
las noches te vengo a dar.

Los días te vengo a dar


por ver mi lindo madero
dónde murió Jesucristo
el Redentor de los cielos.

¡Ay! Que linda está la Cruz


benhaiga quien la adornó
con la sangre è Jesucristo
con el permiso de Dios.

Para todo los presentes


el cielo el mejor regalo
les canta el grupo Lafkenche
este día dos de mayo.
Terminado este esquinazo comienzan a escucharse los tres pies de cueca que salen a bailar algunos entusiastas
asistentes. Al pie del altar hay una caja con pajaritos o roscas que, una vez terminadas las cuecas, están a
disposición de quien quiera comer, siempre que previamente recite alguna loga.

Comienza Bernardita Peñailillo:

A la bendita Cruz de Mayo


le pido ciencia de vida
para celebrar un rato
con toda esta gentería.
Los ángeles en el cielo
se adoran y se cautivan
para ver que celebramos
a la Cruz en este día.
Quita malos pensamientos,
rabias y melancolías
y a una voz digamos todos
¡qué viva la Cruz del día!

Comunidad baila cueca en festejos, Pelluhue. 2009. Col. P.CH.

2000. Col. P.CH. 2005. Col. P.CH. 2005. Col. P.CH.


Grupo Lafkenche, Pelluhue. 2009. Col. P.CH.
Entre aplausos y gritos de “loga, loga”, “a comer
pajarito, niño”, se motiva a los presentes que
se acercan al altar. La alegría inunda el lugar.
La variedad temática de los versos mantiene la
atención de todos.

Del tronco nace la rama


y de la rama la flor
de la flor nació María
yde María el Señor
que nos dejó por legado
la Cruz de la salvación.

A la Santísima Cruz de Mayo


voy a decirle una loga
anoche amarré mi macho
1999. Col. P.CH. y se le cortó la soga.
Margarita Reyes y comunidad, esperan el paso de la Cruz.

Buen dar decía un buey


mirando un retrato suyo
pensar que estudié pa’ toro
y me cortaron…los estudios.

No hay como el poroto bayo


p’al hombre trabajador
si no le ponen color
relincha como caballo.
Por eso en el mes de mayo
cuando hace frío y tirito
2001. Col. P.CH. el que no diga una loga
no comerá pajarito.

La malva por ser malva


en cualquier peña florece
y el hombre cuando es soltero
en cualquier cama amanece.

2009. Col. P.CH.


Cuando salí de Calama
yo pasé por Pelequén
y ví volar un pidén
con una flor en un ala.
Al pillarlo en el Itata
le pegué un palo en las patas
ll cruzar por el río Laja
le ensarté un palo en la…guata
cuando pasó el Bío Bío
todavía lo llevaba metío.

Yo vengo con mis amigos


a cantarle a la Cruz de Mayo
abran las puertas luego
que Jesús viene conmigo.

Viva la Cruz de Mayo


viva esta vieja “churrienta”
cómo no iba a venir
si está tan re güena la fiesta.

Procesión y comunidad

2002. Col. P.CH. 2009. Col. P.CH.


Así, llega la hora de servir la cazuela con el rico pan amasado, el vino y bebidas recolectadas esa noche. Luego,
los vecinos asistentes a la comida se retiran a sus casas comentando la celebración: “Cada año está mejor la
fiesta”, “se veía linda la Cruz” ,“ojalá el próximo año tengamos Cruz de Mayo otra vez”.

Pero la celebración no termina con la comida. El ciclo de la fiesta se cierra algunos días después, cuando el
taller Lafkenche se reúne y se revisan las donaciones. En ese momento se preparan las canastas familiares que
serán donadas a las familias más necesitadas de Pelluhue. Doce o trece canastas con abundantes alimentos no
perecibles son las que generalmente se alcanzan a preparar, lo que refleja cómo la comunidad ha respondido
a la petición de la Cruz. Las familias beneficiadas reciben esta donación a nombre de la Santa Cruz.“Nosotros
no entregamos las canastas familiares a nombre del grupo, sino que le explicamos a las familias que ha sido la
Cruz de Mayo la que les ha dado ese regalo”, manifiesta Adrián González.

Así, con la satisfacción de haber cumplido con la devoción, la Cruz regresa a la casa de don Adrían, lugar donde
los organizadores le encenderán durante el año las velas que se recibieron para ella. Las calles de Pelluhue
paulatinamente regresan a la tranquilidad, pero las voces de la procesión seguirán resonando por mucho tiempo
más.

Recibiendo donaciones. 2004. Col. P.CH.


Ya se va la Cruz de Mayo
visitando a sus devotos
con un cabito de vela
y un cantarito de mosto.

¡Que viva la Cruz de Mayo,


con poroto’ y con zapallo
pa’ que dure pa’ este otro año!
¡Viva la Cruz de Mayo!

Cruces en el altar. Col. P.CH.

Este año 2009, también hubo escasez de agua, la que cayó al fin durante toda la mañana del día 3 de mayo.
La Cruz, agradecida de su pueblo, envió entonces en dos oportunidades, bendiciones a través de la lluvia, lo
que los agricultores definieron como un milagro.
Por ello, el testimonio de todos es que la celebración de la Cruz de Mayo debe continuar realizándose año tras
año, y así mantener la tradición para expresar la fe y el agradecimiento.
María Cisterna, Penco. 1965. Col. P.CH., María Andrade, Quirihue.1966. Col. P.CH., Zulema Aguayo, Penco. 1965. Col. P.CH., Cantores Familia Viveros, Hualqui. Col. R.C., Emelina Torres,Curanipe. 1977. Col. P.CH.
Cantando por la vida
CANTANDO POR LA VIDA
Clemira Sanhueza, Hualqui.1979. Col P.CH.
Cantando por la vida
CANTANDO POR LA VIDA

Dentro de los numerosos oficios que hemos conocido en la zona rural, ha sido el de
la cantora el que más profundamente nos ha calado en el alma.

Muchas interrogantes surgieron al ir conociéndolas. ¿Cómo tener tanta excelencia


musical y poética, sin estudios, sólo con su don y su memoria? Las respuestas fueron
surgiendo ante nosotros a partir de la fuerza y validez de la oralidad como vía de
aprendizaje. Y estas respuestas, después de 45 años estudiando el canto junto a estas
cantoras, nos siguen maravillando.

Son los saberes de los antiguos los que están en cada una de ellas. Su memoria y talento
han tenido la capacidad de mantener lo más sustancial, la materia nutricia que ha
trascendido en el tiempo. El canto de estas mujeres se proyecta en dos direcciones:
hacia su comunidad que lo recibe, lo acoge y lo disfruta, y hacía el encuentro con sus
antepasados, aquellos que les legaron sus saberes.

Durante nuestros primeros años de andanzas, nos llamó la atención el hecho de que
fueran fundamentalmente las mujeres las que han heredado, mantenido y transmitido
el oficio del canto campesino. Ellas junto con ser madres, dueñas de casa, esposas,
responsables de la huerta, el cuidado de los animales y aves, han desarrollado este
don.

“Antes, a los hombres que cantaban les decían maruchos”, cuenta Ida Rivera de
Quilaco, provincia de Bio Bio, una reconocida cantora del lugar en la década de los
80.
Un don de Dios
UN DON DE DIOS

Pero no todas las mujeres son cantoras.


Ellas asumen el talento con que nacen
como un don que Dios les ha otorgado,
para poder llegar a recibir esta herencia.

“De mis hijos, ninguno aprendió. Dios no


les dio el don”, nos confiesa Guillermina
Villalobos de Concepción.

“Yo me creo que uno nace con el don


que Dios le dio”, afirma con convicción
Carlina Pinto de Quilaco.

Por su parte la señora Blanca Torres de la


localidad de Curanipe en la comuna de
Pelluhue, cuenta su experiencia:

“Yo estaba chiquitita, diez años tendría,


cuando aprendí a cantar. Y solita agarré la
guitarra, nadie me dijo hace las posturas
de esta o esta forma. Donde cantaban las
otras hermanas que eran mayores que mí,
entonces aprendí. Usté sabe que cuando
le tira de aprender sola y Dios le da la voz
y también la inteligencia, porque hay que
tener buena memoria pa’ cantar”1.

Carlina Pinto, Quilaco. 1991. Col. P.CH.

1 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría. Fondart 1997. Página 38
Y es que sólo se puede entender como un don divino la forma en que
las cantoras campesinas aprenden y practican su oficio. A la mayoría
de ellas, como a la señora Blanca, nadie les ha enseñado. Sin embargo,
han adquirido un vasto repertorio, afinaciones de la guitarra, distintas
formas de “toquíos”2 , y todo ejecutado con gran maestría.

Desde muy niñas están en contacto con el canto y la guitarra, en los


juegos propios de la niñez y también participando con sus mayores
en fiestas familiares como San Juan, Santa Rosa, las Cármenes,
casamientos, trillas, fiestas patrias, carreras a la chilena y tantos otros
momentos, mirando, escuchando y recibiendo la experiencia de sus
mayores.
Ida Rivera, Quilaco. 1991. Col. P.CH.

Adriana Ríos, cantora de la comuna de Hualqui también aprendió


desde muy niña:

“Yo me subía arriba de los árboles cuando iba a cuidar los animales y
en un palo me ponía a tocar y cantaba. Estaba chica yo. Tendría unos
ocho años”.

Fresia Osores, por su parte, nos cuenta acerca de sus aprendizajes:

“A mí de chica me gustó cantar. Cuando andaba por los digüeñes3 o


por las callampas en las montañas ¡bote canto no más! A todo grito,
no ve que uno se siente como los pájaros, libre, entonces, cantando
por la vida dijo, cantando por el mundo… Yo me encerraba en el
granero a tocar y mi papá, que sabía, no me quería enseñar porque
decía que yo era muy pronta. O sea rasquío y ladrío altiro”4 .

En la década de los 80 conocimos a la señora Alvarita Parra,


excepcional cantora y guitarrista. Llamaba la atención la delicadeza y
dulzura con que se refería al oficio de cantora:

“Yo cuando empecé a aprender me encerraba en la pieza a cantar. Mi


mamá me llamaba -niña ven a comer algo- pero no. Yo podía estar
todo el día encerrada sin comer, cantando. ¡Qué lindo es cantar!”

2 Técnicas de ejecución de la guitarra: rasgueos, punteos, trinados, etc. Alvarita Parra, Penco. 1981. Col. P.CH.
3 Hongo que crece en las ramas del Hualle, árbol nativo chileno.
4 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría. Fondart 1997. Página 48
Cuando tú vayas por la...

Cuando tú vayas por la mañana


a regar flores a tu jardín
y si no encuentra’ agua en la laguna
es que muy lejo’ estaré de aquí
Mirando aprendía
MIRANDO APRENDÍA

María, hija de doña Alvarita, cuenta:

“Mi mamá tenía un alumna que quería aprender y yo de lejos miraba y la escuchaba. Un día que mi mamá la
dejó sola, le dije -oye pásame la guitarra un poquito- y me largué a cantar una cueca. Mi mamá escuchó de
lejos y dijo -¿Quién será que está cantando?-. ¡Cuando va a ver, era yo! Total, la alumna no aprendió nunca y
yo aprendí altiro mirando. Será que heredé el don de mi mamá”.

“Cuando mi papá llegaba en la tarde del campo, se sentaba con mi mamá en la cocina a tomar mate. A veces
él le decía -ya vieja, tócame una tonada- y mi mamá se ponía a cantar. Entonces, ahí yo miraba la postura que
hacía y se me quedaban grabados los versos. Así aprendí”.

Es el testimonio de María Márquez, otra extraordinaria cantora de Curanipe. Por su parte, María Nova de la
comuna de Trehuaco, provincia de Ñuble, nos cuenta:

“Yo aprendí sola. Nadie me enseñó. Donde yo miraba se me quedaba altiro en la mente”.

Así se va heredando y conformando este verdadero tejido formado por los saberes y emociones de quien entrega
y quien recibe. La niña o joven aprendiz graba en su memoria un repertorio que han vivido generaciones y
que tiene la carga emocional de cada una de sus antecesoras. Ella a su vez lo revitaliza, adecuándolo a las
necesidades y gustos de su época y le imprime su propia emoción. De esta manera surgen, entonces, las
variantes de versos, melodías y ritmos.

“El canto es una virtud que se hereda. Con él se hereda la fuerza, la gracia, la peculiaridad de la estirpe. No es
la cantora la que elige el canto; es el canto el que elige a la cantora. Por eso la cantora no se administra, no se
mercadea. La necesidad de canto de la comunidad es la que determina su actuación. Con la vocación por el
canto ella recibe el mandato de su disposición, su disponibilidad para estar donde su arte sea requerido. A su
vez, su arte le esclarece cuáles son los requerimientos dignos de su arte. Por esto también la cantora no canta
por pago sino por amor. Es porque aquí, todavía, el arte no tiene precio.
No es mercancía. Su servicio a la comunidad es tan alto que ésta entiende
que no se le puede pagar con la moneda vulgar y corriente. ¡Entiende que
“amor con amor se paga”! Nada más y nada menos”.5

En el año 1964, realizamos nuestro primer viaje a terreno para entrevistar


a la cantora Nazarina del Carmen Gutiérrez, de quien habíamos tenido
antecedentes de que podría enseñarnos su saber. Llegamos al Cerro La
Colonia del sector Lo Rojas, en la ciudad de Coronel. Mucho nos costó
ubicar su casa. En esos años, en las laderas de todo el cerro, podía apreciarse
un populoso barrio de casas que parecían surgir desde el fondo de la
tierra. Angostas callejuelas, con abruptos cambios de dirección, o cercos
que obligaban a desandar y desorientaban a los visitantes. Finalmente,
gracias a la buena voluntad de los vecinos logramos ubicar a la señora
Nazarina, quien nos recibió alegremente y gustosa tomó su guitarra.

Cuando comenzó a cantar, su voz recorrió las angostas callejuelas de la


población. Tonadas y cuecas fluían con una fuerza contagiosa. Poco a
poco pudimos observar cómo las familias salían de sus casas a escuchar a
esta vecina, a la que tal vez, muchos no habían escuchado.

Al traer al presente esta experiencia con una cantora campesina, se


nos vienen a la memoria otras voces, otros rostros, que como la señora
Nazarina, cantaron y contaron aquello que su memoria fue atesorando
en el tiempo. Recordamos versos, melodías, relatos, numerosas fiestas en
donde hemos podido participar, con sus sonidos, aromas y sabores, como
las incomparables comidas de finalización de trillas o el mate saboreado
en la cocina, en donde se está dorando una tortilla de rescoldo entre las
cenizas del “pollo” o fogón.

5 Fidel Sepúlveda.Prólogo en Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Patricia Chavarría, Paula Mariángel.
Fondart 1997. Pág 9
Nazarina Gutiérrez, Coronel. 1963. Col. P.CH.
El canto hace recordar
EL CANTO HACE RECORDAR

Uno de los rostros que nos llega nítidamente a la memoria es el de la señora Maximiana Astudillo, más
conocida como Mauchita, oriunda de la localidad de Quirihue, provincia de Ñuble. La conocimos en el año
1966. A partir de esa fecha, nos ligó un profundo afecto y amistad junto a su esposo Manuel Muñoz. Incontables
horas de conversaciones y grabaciones nos permitieron empaparnos de su tremenda sensibilidad, reflejada en
su canto y la ejecución de la guitarra.

En nuestra primera visita nos recibió amablemente en su casa. Nos contó que hacía 40 años que no practicaba
su oficio. Sin embargo, accedió a enseñarnos. “Si es que me acuerdo de algo”, nos dijo, y tímidamente comenzó
a cantar un hermoso vals:

En el fondo de tu alma hay una rosa


de suave aroma embriagador…

En ese momento pudimos observar cómo las lágrimas corrían por sus mejillas. Al finalizar los versos comentó
“es que el canto me trae tantos recuerdos”.

Y es que el canto está ligado a los momentos más significativos de la vida, no sólo de la cantora, sino también
de la comunidad. Esta realidad que hemos podido comprobar tantas veces, nos revela la enorme importancia
que este oficio ha tenido en la historia de la vida campesina.

Imposible sería entregar en este escrito todos los testimonios escuchados a distintas mujeres en relación al
aprendizaje y práctica de su oficio. Son hermosos y conmovedores relatos que nos alumbran para comprender
otra forma de asumir la música y el canto, y entender el sentido que tiene su quehacer. Ellas no buscan el
aplauso o ser reconocidas especialmente. Su canto es colectivo, solidario, humilde pero digno. Existe una innata
nobleza en estas sabias mujeres.
Maximiana Astudillo, Quirihue. 1966. Col. P.CH
Rosa Hernández, Canelillo. 1994. Col. P.Ch
María Guillermina Viveros actualmente vive en Santiago. Su repertorio lo heredó de su familia en la comuna de
Hualqui. Con sus casi 90 años sigue cantando en el grupo de adultos mayores en que participa. Ella comenta
cuando recibe halagos por su canto “Sí. A veces me tiran flores que no necesito”.

Pero su canto no sólo satisface a la comunidad. Para ellas su oficio les permite expresar sentimientos.“Las
tonadas son como declaraciones de la persona”, nos confiesa la señora Mauchita.

“Este canto me llega al corazón… me hace recuerdos. Los cantares traen sentimientos”, dice Carlina Vega de la
localidad de Peuño, en la comuna de Pelluhue.

Hoy vivo con la esperanza


que me vuelvas a querer
mala hora de confiarse
de cariño de hombre infiel

María Guillermina Viveros, Hualqui. 1980. Col. R.C. Carlina Vega, Pelluhue. 1996. Col. P.CH.
Cuando la señora Francisca Parra, de la comuna de
Chanco, provincia de Cauquenes, recuerda la primera
tonada que aprendió hace más de 70 años dice: “es
una tonada para el oído, para declarar la pena.”

Por su parte María Nova agrega “yo cuando quiero


retar a alguien o tirarle flores, busco un verso de
tonada o cueca y se lo canto.”

Que te estai’ pensando ingrato


que por ti voy a llorar
te advierto que soy soltera
y amores me han de sobrar

Hace alrededor de 15 años se realizó un encuentro


de cantoras en la localidad de Curanipe, comuna de
Pelluhue. Venidas de distintas localidades llegaron
alrededor de 12 cantoras, algunas famosas, otras poco
conocidas y otras que llegaron, pero no tenían guitarra.
A una de ellas, alguien quiso negarle la participación
en el escenario. En ese momento, Rosa Hernández
intervino en defensa de esta cantora. “Mire, cuando
a usté la nombren allá arriba (en el escenario) viene
y yo le paso mi guitarra y sube no más, porque usté
también tiene derecho a desahogar su corazón”. Una
impresionante lección de humanidad.

Juan Reyes, Santa Juana. 1979. Col. S.G.B., María Cisterna, Penco. 1985. Col. P.CH.
Telinda Tolosa, Santa Juana. 1980. Col.S.G.B., Rosa Alarcón, Pilén. 1980. Col. P.CH.
Teresa García, Colbún. 2009. Col. C.T.
Laura Espinoza, Chanco. 1998. Col. P.CH.
Pa`que se divierta la gente
PA`QUE SE DIVIERTA LA GENTE

Pero ¿qué piensa, qué siente la comunidad en torno al oficio


de las cantoras campesinas? Conversando en los caminos
de Quinchamalí con un campesino, nos decía: “¡Yo cuando
escucho el canto y la guitarra parece que se me abre el
corazón!”.

Don Juanero6, campesino de Hualqui, participaba ayudando


con su trabajo en las trillas del sector San Onofre. El nos
decía:

“La cantora pa’ que sea buena tiene que tener harto resuello
pa’ cantar, sacar la voz pa’ que la gente se entusiasme y
baile. Pa’ una trilla vino una señorita del pueblo, pero ni
se escuchaba, cantaba bajito. ¡No!, ¡ la cantora tiene que
Trilla, Hualqui. 1979. Col.R.C. entusiasmar!”.

Ellas, las cantoras, también tienen claridad de las condiciones


y sentido que su canto debe tener para que sea legitimado
por la comunidad. Como Rosa Hernández del sector de
Canelillo en la comuna de Pelluhue, manifiesta:

“Aquí yo canto, pero no soy cantante escribana, como ir y


escribir o que vaya a grabar. No, no se hace. La cantora no
hace eso. Se toca y se canta pa’ que se divierta la gente.” 7 .

6 Deformación del nombre Juan.


7 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Patricia Chavarría, Paula Mariángel. Fondart 1997. Pág 23
Campesinos, Hualqui. 1978. Col. R.C.
Zulema Aguayo vivió su niñez y juventud en el fundo Roa,
entre Florida y Penco, en la provincia de Concepción. Ella
animaba muchas fiestas con su hermana.

“Lo que más me gustaba era ver cómo se divertía la gente


con el canto. Y se acercaban a nosotras y nos pedían una
cueca o una tonada, o un vals, entonces había que saber
de todo, pa’ todos los gustos”.

Entonces, una cantora es buena para la comunidad


cuando tiene un amplio repertorio, cuando puede animar
toda una noche la fiesta.
Matilde Peña y su hermana Aurora, Santa Juana. 1980. Col. S.G.B.

Dorila Rojas, de Portezuelo cuenta con gran orgullo:

“Yo podía cantar toda una noche y no le repetía ni una


cueca. ¡Yo los hacía bailar en el aire con mis cuecas!”.

Los notables de Santiago


reunidos en la plaza
declaraban patria libre
a Chile toda su raza.

Los chilenos cantando


Cantor campesino, Curanipe. 1994. Col. P.CH.
por la ciudad
vitorean la patria
su libertad

Su libertad ay sí
en todas partes
van cayendo los cholos
con su estandarte.

Así la tiranía
hoy es vencida

Maximiana Astudillo, Quirihue. 1994. Col. P.CH.


María Cisternas, de la comuna de Penco
provincia de Concepción, declara:

“La cantora tiene que tener bien afinadita


su guitarra y el canto tiene que “decir” con
la guitarra, porque si la voz va por un lado
y la guitarra por otro, no es cantora. Nadie
va a querer bailar”.

Caballero y señorita
arrayán que se florece
mi corazón por servirle
llora, suspira y padece.
María Cisterna, Penco. 1989. Col. P.CH.

Con todos estos sentires y sabidurías


las cantoras han recibido, conservado y
transmitido su legado. Sus recuerdos nos
permiten resignificar un oficio sustentado en
valores y prácticas enraizadas fuertemente
en el mundo campesino.

Irma Ibáñez, Hualqui. 1981. Col. R.C.


La cogote`e yegua
LA COGOTE E’ YEGUA
Ese es uno de los nombres con que se conoce la guitarra en el campo.
También se le llama “cogote ‘e tabla” o “vigüela” y es compañera
inseparable de su dueña. Esta la cuida, la abriga y la mantiene acostada
en su cama o colgada en una bolsa de género en un lugar protegido del
frío, el sol y la humedad.

“La guitarra tiene que tener un lugar especial. Yo, a la mía le tengo un
paño, la envuelvo, encima le pongo un bolsón de nylon rojo grande y
ahí la amarro. Le queda la pura cabecita pa’ que no le pase el viento”,
dice Rosa Hernández.

Se bautiza con aguardiente o agua bendita. Se le coloca un nombre y se


le buscan padrinos. Este bautizo lo puede hacer la propia dueña de la
guitarra o alguna persona que ella elija, como una forma de protegerla
contra el mal de ojo y para que conserve un buen sonido.

“La guitarra se bautiza con aguardiente. Si quieren ponerle nombre se


le pone… pero normalmente la bautizan no más, o sea yo te bautizo y
listo, para que no se rompa. Después se le hace un saquito especial con
una manta encima y la cuelgan en un clavo. También se puede ojear
igual que un niño. Cualquier persona puede ojearla; si la encuentra
bonita y tiene mal ojo y no le dice “Dios te guarde”, entonces la ojea. Así
dicen los antiguos, los sabios… Cuando la guitarra se ojea, se desafina
o por último se pone mala, no da razón, o se puede hasta quebrar, no
se sabe cómo”8, asegura Fresia Osores.

También, para protegerla y para mantenerle la buena voz, hay que


echarle adentro ají “cacho ‘e cabra” seco, pepas de ají o sal gruesa y
unas hojas de canelo.

Humanizada, tratada como una niña a quien cuidar y proteger, las


cantoras se relacionan con su guitarra. “Mi guitarra es celosa”, manifiesta
María Parra, “cuando otra persona la toca se pone “idiosa”. No da el
son, las cuerdas no dicen”.
8 Op.Cit. Página 52
9 Muy enojada
De esta forma ella explica la reacción de su guitarra al ser tocada por otra persona.

Las cuerdas que antiguamente usaba este instrumento eran de tripa. Este antecedente escuchado muchas veces
en el campo lo recibí por primera vez de mi tía abuela Julia Bustos, quien se había criado en Coelemu, provincia
de Ñuble, lugar donde aprendió a tocar guitarra.

“Las cuerdas las hacían de tripa de oveja, las hacían en luna menguante para que duraran. Las torcían de distinto
grosor y las dejaban secar y hacían rollos. De ahí, entonces se iban cortando las cuerdas”. Luego aparecieron
las de acero o alambre, como se les llama comúnmente.

Pero esta guitarra también se ha acompañado


con otros instrumentos. Conocimos al trío
“Las Pavitas” en el pueblo de Rafael, cercano
a Concepción. Ellas tocaban dos guitarras
acompañadas de arpa.

En la zona de Pelluhue, actualmente hay muchos


intérpretes de la armónica o flauta, como también
se le llama. Nos han contado algunos de los
cultores de este instrumento que antiguamente
ellos acompañaban a algunas cantoras “para
aliviarlas y que sonara más alegre y llenito”.

Uno de los acompañamientos más importantes


hasta hoy vigente es el “ganar” la guitarra. Esto
significa tamborear el instrumento en la caja
de resonancia. Pero no cualquiera puede ser
el tañador que acompañe. Cada cantora tiene
alguna persona preferida para esta ejecución.

“Tiene que ser alguien que se siga con el ritmo y que tenga la mano liviana, porque si la tiene muy pesada
puede quebrar la guitarra”, asegura Florentina Cuevas de Santa Juana, provincia de Concepción. Además, tiene
que ser, en el caso que sea varón, una persona seria.
Sra. Margarita, Pilén. 1982. Col. P.CH.
Al respecto cuenta María Cisternas:

“Yo estaba tocando la guitarra y uno la estaba ganando, cuando de repente siento un agarrón en la pierna. ¡Me
paré y con la misma guitarra le planté9 por la cabeza! ¡Sí pues!

Uno de los aspectos poco conocidos de la guitarra campesina, y que sin embargo tiene una gran riqueza
musical, se relaciona con sus afinaciones. Estas se refieren a la modificación de la altura de las cuerdas. Como
un ejemplo simple podemos señalar que si a una guitarra afinada universalmente, le alteramos la altura a la
segunda cuerda, subiéndola medio tono, se va a transformar en Segunda Alta.

Dice la tradición que han existido alrededor de 40 diferentes formas de afinaciones o “trasportes” en nuestro
país.

“Las afinaciones son 40, pero al que se las sabe todas se lo lleva el diablo”, escuchamos decir a la mayoría de
las cantoras.

Esta rica herencia hispánica se desarrolló rápidamente en Chile perdurando hasta hoy. Muchas de estas 40 o
más afinaciones se han perdido en el tiempo, pero en cada región de nuestro largo suelo, podemos encontrar
una gran vigencia de varias de ellas. Es así como en las zonas que hemos recorrido, las más comunes son seis
o siete, de las cuales surgen otras variantes.

Cada cantora elige, entonces, la afinación que más le acomode a su voz. Además, hay melodías propias de cada
afinación.

En la provincia de Concepción es la Tercera Alta la afinación más común, llamada también “por España” en
Quirihue, o “por Solfa” en Santa Juana. Esta variedad de nombres para una misma afinación, se da con cada una
de ellas, según la zona en donde se practiquen. En la comuna de Pelluhue la más utilizada es “por la Orilla”,
que corresponde a “Trasporte” en los alrededores de Concepción.

Entonces, podemos comprobar que el canto campesino, tanto en su poética como en su música tiene una
inagotable riqueza poco valorada aún. Afortunadamente, hemos podido constatar que jóvenes en distintos
ámbitos del quehacer cultural, tanto artístico como intelectual, están realizando estudios acerca de este
apasionante aspecto de nuestra tradición campesina.

9 Pegué
Cómo no iba a ser lindo digo yo
¡CÓMO NO IBA A SER LINDO DIGO YO!

Nos cuenta la señora Mauchita:

“Acá en Quirihue, antiguamente habían muchas fiestas y muchas cantoras. Se daban muchos esquinazos para
San Juan porque ese día mientras más esquinazos dábamos, ganábamos más indulgencia. Nos ganábamos un
lugar en el cielo, no ve que esa noche es sagrada. La gente se juntaba y en una bandeja se ponía un círculo
de naranjas y en cada naranja se ensartaba una banderita de papel. Bandera chilena o de papel recortado. Al
medio entonces iba un pavo asado o su gallina. Otros llevaban tarros de durazno, botellas de cinzano. Todo
para regalar al santo. Llegábamos a la puerta de la casa, después de las 12 de la noche del 23 y nos largábamos
con el esquinazo.

A mi querido Juanito
dulce dueño de mi encanto
yo lo vengo a saludar
por ser día de su santo.

El santo no abría la puerta hasta que terminaba el canto. Ahí, entonces, las cantoras nos arrancábamos, porque
la gracia era que no viera quién le cantaba. Así ganábamos mejor la indulgencia. El santo tiraba unos disparos al
aire para agradecer. Así amanecíamos. No ve que había hartos juanes antes y a todos saludábamos. Una cantora
en una casa, otras en otra. Así lo pasábamos. Nos cruzábamos en la calle cantando y arrancando para que no
nos vieran. Era muy lindo”.

En los años que conocimos a la señora Mauchita, nos llamó la atención la gran cantidad de cantoras que había
en el pueblo: María Andrade, Olivia Chavarría, el dúo Las Patitas, la familia Soto Oviedo, entre muchas más.
Una de ellas, la señora Herminda Inostroza, nos contaba acerca de su oficio:

“Yo cantaba mucho en las fiestas por allá por los año 40. Casamientos, novenas, santos, trillas. En los velorios
de angelito se bailaba la refalosa y el jote. Ya poco me acuerdo, pero lo bonito eran las trillas. Duraban cerca
de una semana y eran a yegua. Entonces había 5 ó 6 cantoras que nos turnábamos para cantar. En la puesta de
la era o arriba del montón.
Si la yegua sale a l’era
echen la yegua a trillar
a la primera carrera
todos una voz gritar

Ayer tarde fui a la era


a ver mi yegua trillar
la ví que mordía el freno
como queriendo llorar

Viva trilla y horquetero


verde cogollo de rama
la trilla se terminó
pero le queda la parva

Jovelina Neira, Santa Juana. 1980. Col. S.G.B.


Cuando ya se iban a almorzar o a comer también les cantábamos y el último día sí que era fiesta grande.
Amanecíamos. Entonces cuando ya terminaba la fiesta, las cantoras nos íbamos a la cocina a tomar mate y ahí
hacíamos rueda. O sea, una empezaba a cantar una tonada y después seguía otra cantora, otra, otra. Así hasta
que todas cantaban y empezábamos de nuevo, hartas veces. Su par de horas seguíamos hasta que alguna ya
no quería cantar más. Entonces seguían las que quedaban. Después se retiraba otra. Era bonito, hasta que ya
quedaban dos y una terminaba, Pero era harto rato y sin repetir. ¡Cómo no iba a ser lindo eso, digo yo!”.

Hermosos recuerdos son los que entrega cada una de estas valiosas mujeres. Muchas de ellas ya no están, otras
ya no cantan. Los hombres, a través de los años se han ido incorporando a este oficio. No obstante, su repertorio
y espacios de fiesta ya no son los mismos. Es la música mexicana, las cumbias y algunas cuecas, las que más
suelen escucharse ocasionalmente al término de los torneos de fútbol, campeonatos de rayuelas, carreras a la
chilena, choclones10 o cuando hay alguna ocasión para celebrar.

En la actualidad, la música envasada a través de los equipos electrónicos ha reemplazado progresivamente


el canto vivo. Las familias campesinas empobrecidas ya no tienen los medios económicos para hacer una
fiesta. Los jóvenes emigran a los pueblos y ciudades en donde, generalmente, son seducidos por la cultura del
consumo y las ofertas de éxito rápido. Pese a ello, aún en nuestros pueblos y campos encontramos cantoras
campesinas que practican su oficio.

En el mes de abril del año 2009 conocimos en la comuna de Colbún, provincia de Linares, a la señora Teresa
García, quien canta habitualmente en la iglesia católica, en fiestas familiares, casamientos y en actividades
organizadas por las agrupaciones comunitarias. Llama la atención la dulzura de su mirada, su delicadeza al
conversar y la humildad y alegría con que practica su canto.

“Yo aprendí en Cauquenes a los 7 años. A esa edad ya entretenía curados, y me echaban moneditas en la
guitarra. Yo aprendí de mi mamá, María Apablaza se llamaba y tocaba el arpa. Aprendí el trasporte, tercera alta,
la cuyana y la común. Por todos esos afinares puedo tocar. Ahora toco lo que escucho en la radio o por ahí lo
aprendo. Canto de lo antiguo y de lo moderno: tonadas, cuecas, cumbias, rancheras. Mi hija baja música del
internet y saca altiro lo que le gusta.”

10 Reunión política pública previa a las elecciones


La señora Teresa asume el repertorio actual para animar y entretener una fiesta, y a la vez valora y añora el
sentido que su oficio tiene:

“Antiguamente era lo natural no más: la guitarra. Ahora, en las fiestas no se sabe quién es quién, en cambio con
la guitarra todos comparten.”

Estos son los testimonios, las palabras de tantas mujeres cantoras que nos entregaron, junto a un valioso repertorio
de versos y melodías, profundas lecciones de vida.

“Sus palabras tienen el don de poner en órbita un modo de entrañar el tiempo. Un tiempo no ajeno ni hostil,
violentador, violador del ritmo humano, sino uno disponible, servicial para que la experiencia humana ocurra
tomándose todo el tiempo que necesita para ser en plenitud. Tiempo como ya no va quedando, porque se ha
impuesto el tiempo chatarra de los relojes que hacen chatarra la vida de los que caen bajo su imperio. Este
tiempo chatarra induce a sustituir el ser por el tener y con el tener, consumir la vida consumiendo. Esta triste
versión del desarrollo no está en las palabras de la vida de las cantoras…”11.

Teresa García, Colbún. 2009. Col. P.CH.

11 Fidel Sepúlveda. Prólogo en Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría.
Fondart 1997. Página 7
Recibir el saber de cada cantora ha significado un aprendizaje de melodías y versos, y por sobre todo de una
particular forma de percibir y vivir el mundo y su oficio. Al dejar estos recuerdos de andanzas tras las cantoras
campesinas, aparece la señora Mery Lazcano. Vivía en Talcahuano cuando la conocimos en el año 1977.
Producto de una enfermedad estaba prácticamente ciega. Ella nos marcó profundamente cuando manifestó su
sentir en el momento que consideró que ya nos había entregado todo su repertorio de tonadas, cuecas, valses,
polcas, etc. Al despedirse nos dijo:

“Ya les enseñé todo lo que sabía. Ahora me puedo morir tranquila”.

Dentro de mi corazón
te llevo aunque me retire
al fin del mundo que vaya
no pensís de que te olvide.

Duo “Las Pimientas”, Arauco. 1962. Col. P.CH. Fiesta día de San Francisco, Curanipe. 1994. Col. P.CH. Iduvina Villegas, familia y amigos, Pilén. 1982. Col. P.CH.
Fiesta familiar, Hualqui. 1980. Col. R.C.
Yo me tomara cien mates
YO ME TOMARA CIEN MATES
Col.C.C.
Brindo dijo una matera,
por la bombilla y el mate,
porque me pongo a debate
defendiendo mi tetera.
Brindo por la azucarera
porque me tiene bien loca,
y cuando hay azúcar bien poca
enreizo hasta los dientes,
y al chupar l’agua caliente
bastante estiro mi boca.

Brindo dijo una matera


por l’azucarera y el mate,
cuando me pongo en combate
lloro por l’azucarera.
Y cuando el agua es bien poca
y no alcanzo a mojar los dientes,
largurucha pongo la boca,
pa’ tomar agua caliente.
Col. G. P.

Beso a beso
un palo tieso

Un pajarito en un canal,
se le acaba el agua
y empieza a cantar

Una vieja larga y seca


que se chupa y que se deja

Una vieja larga y seca


tiene toda el alma hueca,
todos vienen y la chupan,
todos se van y la dejan.
Col. P. Ch.

(la bombilla)

Carmen Medina, Colbún. 2009. Col. P.CH.


Yo me tomara cien mates
YO ME TOMARA CIEN MATES

Una de las tradiciones cotidianas más extendidas y vigentes, especialmente en el campo chileno y pueblos
cercanos a la vida rural, es el hábito de “matear”. Si bien en la ciudad también se consume en algunos
hogares, oficinas o lugares de reunión de sectores populares, no podríamos considerarlo un hábito muy
común de encontrar.

En países latinoamericanos como Argentina, Uruguay y Paraguay, la costumbre de matear es una actividad
pública. En Uruguay, en la ciudad de Montevideo, tuvimos la oportunidad de comprobarlo al ver cómo en
plazas, caminando por la calle, en jornadas universitarias o en el estudio de una radioemisora, adultos, jóvenes
y niños, portan su termo y mate, degustándolo permanentemente.

En nuestro país, esta costumbre cambia. Tomar mate es un hábito


asociado a la intimidad, en espacios cerrados, aún cuando se
consuma en actividades colectivas. A diversas horas del día,
especialmente en la cocina campesina, podemos encontrar
personas preparando la yerba mate para reconfortarse, pasar el frío
o simplemente degustarla, al calor de una amena conversación.

Buscando mayores antecedentes históricos que nos permitieran


conocer el origen de esta popular bebida, descubrimos que su
procedencia es americana y muy cercana a nuestro país.

La palabra mate deriva del kechua “mati” que significa vaso.


Actualmente con este nombre se identifica a una taza, jarro,
calabaza1 o cualquier otro tipo de envase que sirva para el consumo de la yerba. Y no sólo se denomina
mate a la vasija o tiesto donde se prepara el brebaje, y a la yerba que se va a tomar, sino además, a la acción
de tomarlo: “vamos a matear”, “hay una mateada”.

Muchas leyendas relatan el origen de esta planta, pero todas coinciden en que su origen está en las selvas
Guaraníes:
“La luna se moría de ganas de pisar la tierra. Quería probar las frutas
y bañarse en algún río. Gracias a las nubes, pudo bajar. Desde la
puesta del sol hasta el alba, las nubes cubrieron el cielo para que nadie
advirtiera que la luna faltaba. Fue una maravilla la noche en la tierra.
La luna paseó por la selva del alto Paraná, conoció misteriosos aromas
y sabores y nadó largamente en el río. Un viejo labrador la salvó dos
veces. Cuando el jaguar iba a clavar sus dientes en el cuello de la
luna, el viejo degolló a la fiera con su cuchillo; y cuando la luna tuvo
hambre, la llevó a su casa. “Te ofrecemos nuestra pobreza”, dijo la
mujer del labrador, y le dio una tortilla de maíz.
A la noche siguiente, desde el cielo, la luna se asomó a la casa de sus
amigos. El viejo labrador había construido su choza en un claro de la
selva, muy lejos de las aldeas. Allí vivía, como en un exilio, con su
mujer y su hija. La luna descubrió que en aquella casa no quedaba
nada que comer. Para ella habían sido las últimas tortillas de maíz.
Entonces iluminó el lugar con la mejor de sus luces y pidió a las nubes
que dejasen caer alrededor de la choza, una llovizna muy especial. Al
amanecer, en esa tierra habían brotado unos árboles desconocidos.
Entre el verde oscuro de las hojas, asomaban las flores blancas.
Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la yerba mate
y anda por el mundo ofreciéndola a los demás. La yerba mate despierta
a los dormidos, corrige a los haraganes y hace hermanas a las gentes
que no se conocen”2 .

2 “Los nacimientos”. Memorias del fuego I. Eduardo Galeano. Editorial siglo XXI Madrid, España. 1985. Pág. 34
Esta hermosa leyenda transmitida oralmente hasta hoy, nos
acerca al profundo significado que ha tenido la yerba mate en
las culturas nativas guaraníes, otorgándole un origen celestial.

“Los guaraníes bebían una extraña tizana, de áspero y amargo


sabor, cuyas excelencias eran reconocidas ampliamente por los
indígenas. Dicha tisana llamada caá-I se preparaba hirviendo
precisamente el agua en un recipiente de barro cocido. El agua
se vertía en una calabacita cuyo nombre era caaiguá, en la que
se depositaba la yerba previamente preparada y la infusión se
bebía mediante una cañita rematada en su parte inferior por un
minúsculo filtro de fibras vegetales. Esta primitiva bombilla se
denominaba tacuapí”.3
Col.S.G.

Pero, ¿cómo se fue extendiendo su consumo?

En la América precolombina, desde los Apalaches hasta Tierra del Fuego, se practicó un permanente y
variado intercambio de especies como alimentos, animales, tejidos hechos a telar y vegetales, entre muchos
otros. Dentro de este nutrido comercio la yerba mate fue uno de los artículos preferidos de los nativos4. Esta
extendida afición también fue asumida rápidamente por los conquistadores, lo que se comprueba en los
escritos de la época en relación al aumento del comercio de la yerba.

“Las virtudes que se le atribuyen y a las que se refieren numerosos relatos de aquellos tiempos, hicieron
que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico regular del
producto, desde su zona de origen a todo el virreinato”.5

Las autoridades vieron con preocupación la adicción de nativos y colonizadores, por lo que a fines del
siglo XVI prohibieron su consumo y combatieron su cultivo. Así, y como en muchas otras manifestaciones,
las culturas americanas sufrieron el embate del conquistador, entablándose una silenciosa lucha contra este
avasallamiento, de manera que su cultivo y consumo continuó extendiéndose.

3 Aportes antropológicos sobre la construcción del tema “drogas”. Leticia Folgar. Edición virtual PDF. www.unseco.org.uy. Página 34
4 El Mate. Los secretos de la infusión. Javier Ricca. Ediciones El Mendrugo. Montevideo, Uruguay. Tercera edición.
5 www.redargentina.com “La yerba mate”. Material compilado y revisado por la educadora argentina Nidia Cobiella.
34
Mesa matera. Colbún. 2009. Col. P.CH. Casa de campo. Pelluhue. 2005. Col. P.Ch.

“Del indígena que la bebía sin torrar, la yerba pasó al español aquerenciado y luego al criollo. Padeció
también los avatares de una ideología que de adversa se convirtió en favorable a partir del comercio colonial;
éste transformó a la “yerba del demonio” en el “benéfico té del Paraguay”, luego de su cultivo en las Misiones
jesuíticas”6.

Consta en diferentes escritos de la época colonial que el consumo de la yerba mate tuvo carácter demoníaco
según la jerarquía eclesiástica, modificándose progresivamente a medida que su comercio se intensificaba.

“Los ministros de Dios excomulgaban a los materos; la infusión infernal, decían alborotaban a la gente en
medio de los santos oficios de la misa y convertía a sus adictos en lujuriosos pecadores pues les soliviantaba
el sexo… Sin embargo esta situación cambiará cuando la yerba de las Misiones comience a inundar el
mercado, el cambio será tal que circulará por estas tierras una versión alucinante: Santo Tomás habría
intervenido milagrosamente para cambiar el destino satánico en una bendición”7.

Así, gracias a esta bendición para las ganancias de los comerciantes, los consumidores de la yerba mate
pudieron continuar disfrutando su sabor, siendo la bebida por excelencia en la cultura colonial, especialmente
en Uruguay, Paraguay, Argentina, sur del Brasil y Chile.

6 Aportes antropológicos sobre el tema drogas. Leticia Folgar. Edición virtual PDF. www.unseco.org.uy Pág. 34
7 Op. Cit.
Sobre el Mate
SOBRE EL MATE EN CHILE

“No hemos podido precisar la fecha exacta de su


introducción en Chile”, escribe don Eugenio Pereira
Salas en su interesante libro Apuntes para la historia
de la cocina chilena.

“… pero basándose en el hecho que el comercio


transandino se abriera en 1558 con la expedición
de don Alonso Sotomayor, creemos probable que se
conociera en Santiago, en la mitad del siglo XVI. Ya
en 1664 existía comercio permanente de dicha yerba,
que se vendía en la tienda de don Francisco Martínez
de Argomedo, a razón de 8 reales la libra…”8

El mate se constituyó rápidamente en la bebida más


popular del país, llegando incluso a provocar pleitos
entre autoridades y vecinos.

“En 1779 se quiso imponer una contribución especial,


de un peso por zurrón, a la yerba mate, para financiar
los servicios del Puente de Cal y Canto. Los vecinos
levantaron una airada protesta por esta medida, hasta
el punto que eligieron un abogado, don Miguel de la
Huerta, para que defendiera sus derechos amenazados.
De la Huerta consiguió sus propósitos, pues en 1790, el
Rey desaprobó el acuerdo tomado por las autoridades
Fidel Sepúlveda. chilenas”9.
Pelluhue. Fiesta de la Cruz de Mayo. 2006. Col. M. N.

8 Editorial Uqbar. Stgo de Chile. Cuarta edición. 2007. Pág.64


9 Op. cit. Pág. 80
Numerosos escritos de viajeros extranjeros que estuvieron en nuestro país, nos dejan
también un valioso testimonio acerca de este arraigado hábito en la sociedad chilena de
la época. María Graham residió en Valparaíso durante el año 1822. En su estadía dejó sus
impresiones y experiencias en nuestro país en su diario de vida.

“En una mesa que hay en un rincón veo… la taza que sirve para contener la infusión de
yerba del Paraguay, que llaman mate, y que todo el mundo bebe o más bien sorbe aquí.
La yerba tiene el aspecto de las hojas secas del sen, se pone una pequeña cantidad en
una tacita con un poco de azúcar, y a veces con una cascarita de limón, se le hecha agua
hirviendo y al instante se chupa por medio de un tubo de unas seis pulgadas de largo. Este
es el gran lujo de los chilenos, tanto hombres como mujeres. Lo primero en la mañana, es
el mate, lo primero, después de la siesta en la tarde, es también el mate” 10.

Más adelante agrega:

“Fui a hacerle una visita a la esposa del propietario de mi casa, que me tenía muy convidada
a ir a tomar mate con ella; pero hasta hoy me lo impedía el temor de tener que usar la
bombilla, o tubo que sirve para chupar el mate y que pasa por boca de toda la concurrencia.
Me resolví sin embargo a desechar esa preocupación y así dispuesta me dirigí esa tarde a
su casa… Una de las amigas de la señora bajó entonces del estrado y se sentó en el borde
de la plataforma, delante de un ancho brasero con carbones encendidos, en el cual había
una tetera de cobre llena de agua hirviendo. Se le pasaron los útiles necesarios, empezó
por la taza con los ingredientes acostumbrados, vertió sobre ella el agua hirviendo, se
llevó la bombilla a los labios y después de chupar el mate me lo ofreció a mí; pasó largo
rato antes que pudiera decidirme a probar el hirviente brebaje, que si bien es más áspero
que el te, me pareció muy agradable. En cuanto concluí mi taza, volviéronla a llenar al
instante y se la pasaron a otra persona, y de esta manera se siguió hasta que todos se
hubieron servido, dos tazas con sus bombillas circularon entre toda la concurrencia. Poco
después del mate, nos sirvieron bizcochuelos azucarados, y por último, un vaso de agua
fresca, con lo cual concluyó la visita”11.

10 Diario de mi residencia en Chile. María Graham. Editorial del Pacífico Stgo. de Chile. 1956. Pág.30
11 Op. Cit. Pág. 59
John Byron, quien durante su viaje alrededor del mundo naufragó en la Patagonia y residió en Santiago hasta
1745, describió también el mateo en nuestra capital.

“Hay la costumbre de tomar dos veces al día el té del paraguay que, como ya he dicho, llaman mate: lo traen en
una gran salvilla de plata, de la cual agregan la azúcar que quieren y un poco de jugo de naranja; en seguida, le
echan el agua caliente, y lo beben por medio de una bombilla, que consiste en un largo tubo de plata, a cuyo
extremo hay un colador redondo, que impide que pase la yerba”12.

Por su parte el capitán de navío francés, Gabriel Lafond de Lurcy, a partir de 1818 dio la vuelta al mundo visitando
diferentes países, dejando un valioso testimonio de sus experiencias. La primera edición de sus viajes apareció
en 1839, completándose en cinco volúmenes (1842- 1845). El volumen Nº 3 de la colección Testimonios está
rotulado como Viaje a Chile. En esta interesante publicación traducida al español por Federico Gana, el autor
describe algunas costumbres de la sociedad chilena, en las que aparece en forma destacada el mate:

“La vida era muy regular. Por la mañana muy temprano, se servía el mate, a las ocho o nueve, y el chocolate
con tostadas con mantequilla y galletas. Esta comida se tomaba en el dormitorio, en el salón o el comedor o
donde uno se encontrase. A las dos, todos se reunían para comer. Después venía la siesta, y enseguida una
distribución de chocolate y mate. Llegada la tarde, todos, los hombres y mujeres, rezaban el rosario y servíase
nuevamente el mate”13.

12 El Mate Chileno. Ismael Espinoza. Autoedición. Santiago de Chile. 2007. Pág. 83.
13 Viaje a Chile. Gabriel Lafond de Lurcy. Editorial Universitaria S.A. Santiago de Chile. 1970. Pág. 36
Más adelante continúa:

“El mate es una yerba que crece en el Paraguay y constituye una rama de comercio
considerable con la República Argentina y el Brasil. Se conocen varias especies de
este artículo que son más o menos apreciadas por los entendidos. Esta planta, que
se parece al té, la transportan del Paraguay en grandes sacos de cuero, lo que ofrece
grandes facilidades para el impuesto aduanero. Se le grava con derechos enormes. La
toman en una infusión de agua caliente y he aquí la manera de servirla… A falta de
chimenea, se coloca sobre un brasero bien encendido una tetera de plata o de cobre
llena de agua. Una de las señoritas de la casa, sentada en una silla baja, echa con
gracia la yerba mate en un pequeño vaso de dos onzas, redondo, sostenido por un
pie de plata. Después de echar en este vaso unas cucharadas de yerba, varios panes
de azúcar quemados y una cáscara de naranja o limón, deja caer el agua caliente.
Enseguida coloca en este vaso de plata un tubo del mismo metal llamado bombilla,
de cinco o seis pulgadas de largo, del grueso de una pluma de ganso y terminado
por una pequeña esfera agujereada en diferentes partes. Gusta gravemente su obra
primero, y por último, todos empiezan a servirse por turno la preciosa infusión,
usando la misma bombilla y principiándose por los amigos y los extranjeros… La
primera vez que fui invitado a tomar esta bebida, mi inexperiencia me costó algo
cara, porque una aspiración de la bombilla demasiado fuerte llenó mi boca de un
líquido quemante y la puso en un estado lamentable. Esta es la bebida favorita de
Chile y reemplaza aquí al té de los ingleses. Cuando hay mucha gente, un solo mate
es insuficiente y no es raro entonces ver circular dos, tres y aun cuatro”14 .

14 Op. Cit.
Cuatro siglos más tarde, en los inicios del siglo XXI, inmersos en un acelerado desarrollo tecnológico, hemos
podido comprobar el fuerte sentido de encuentro social y familiar que tiene este arraigado hábito en muchas
familias chilenas, especialmente campesinas. A través de los testimonios recogidos a numerosos “materos”,
surgen variadas prácticas, muchas veces sorprendentes en torno a este verdadero vicio presente en todos los
momentos significativos de la vida familiar.

El consumo de yerba mate en nuestros campos está asociado al encuentro social, especialmente dentro de la
cocina. Esta es el lugar preferido para tomar mate. Allí, en muchas casas campesinas se encuentra la mesa matera
que es más pequeña y baja que el común de las mesas. Allí permanecen los elementos para la preparación:
la yerba, el azúcar y los mixtos o machitunes15, que se agregan al momento de servir. En las tardes, al regresar
del trabajo en la tierra, el dueño de casa se reúne con su familia, y allí, entre mate y mate, va surgiendo la
conversación, la entrega de enseñanzas a los menores, compartiendo anhelos, sueños, penas y alegrías.

Uno de los acontecimientos que reúne a la comunidad durante el invierno es la muerte de chancho. En la
mañana, cuando la gente se reúne y mientras se preparan todos los elementos necesarios para el “velorio”,
como también le llaman, los asistentes toman algunos mates mientras se ponen al día en los sucesos acaecidos
con el trabajo de la tierra o la vida familiar. Es un verdadero rito previo a la faena. También, en los momentos
tristes como es la muerte de un ser querido, el mate es fundamental para pasar la noche en vela y en la mañana
como desayuno. Los hombres reunidos en la cocina o en el patio conversan, cuentan historias, chascarros y
mentiras alrededor del fuego, mientras toman mate con aguardiente. En los mingacos como trillas, sacas de
papas, nada más reconfortante al término de la jornada que tomarse un matecito.

La yerba mate está presente además, en los ritos religiosos de sanación como es el santigüerio16, o en los
“arreglos” hechos por los brujos. En definitiva, el mate es absolutamente necesario para el cuerpo y el alma.

15 Mezcla de hierbas medicinales.


16 Ver capítulo referido al tema
Mesa matera. Colbún 2009. Col. P. Ch.
“En nombre sea de Dios, vamos a tomar mate”, dice Bernardita Peñailillo de la comuna de Pelluhue, y con
la bombilla hace la cruz sobre el mate, tres veces. En cada una de ellas repite “Gloria al Padre, gloria al
Hijo, gloria al Espíritu Santo.” “Esto es un contra”, señala, “…los viejos dicen que antiguamente los males
los hacían en el mate. Dicen que la manera más fácil de hacer un mal es en el mate. Nunca he sabido qué
cosa es lo que le echan al mate. Por eso mi abuela siempre me decía que había que hacerle la cruz y decirle
Gloria al Padre, gloria al Hijo y al Espritu Santo…”.

“Esta es una oración que dice así: Bendice Señor esta yerba que crece en la tierra, por el Espíritu Santo, amén.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. (3 veces). Los viejitos siempre tenían sus oraciones
para cada cosa”.

Mateando. Bernardita Peñailillo, Edelmira Gómez, Margarita Moraga. Pelluhue. 2007. Col. A.G.
Por su parte la señora Clementina Vásquez del sector El Risco, en la comuna de Pelluhue, invita a tomar mate
a sus hijos, sentada junto al “pollo” o fogón de la cocina, en donde transcurre su vida la mayor parte del día,
con el siguiente verso:

Tomemos mate, viejo, caliente


no hay ná leña, vieja, rajá
tráete ese palo, viejo, podrío
no, es una rueda, vieja, agujeriá.

A pesar de su picardía, ella no olvida la bendición del mate.

“Yo cuando voy a tomar mate siempre digo -que Dios bendiga este mate-. Eso siempre le digo a la gente cuando
toma mate. Díganle que Dios lo bendiga, para que no se ojee el mate. ¡Qué cuesta decir que Dios lo bendiga!
Porque todas las cosas Dios las bendice... Pero a mí me gusta tomar con otra persona para estar conversando
y saborear las cosas, porque no tiene sabor que esté tomando un matecito sola sentadita aquí al lado de las
brasas”.

¿Y cómo se ceba17 el mate en nuestros campos? En primer lugar, no cualquiera


puede cebar un buen mate. En cada hogar hay expertos cebadores que conocen
bien los secretos de una adecuada preparación. Generalmente es la dueña de
casa, como la señora Juana Valenzuela de la comuna de Quirihue, quien nos
enseña:

“La yerba se lava con un poquito de agua cruda, se revuelve con azúcar y se deja
un ratito. Después se le echa el agua hirviendo encima. Si lo prepara así, la yerba
le dura mucho más. Si no lo quiere muy fuerte, hay que botar esa primera agua
hirviendo. Así le queda lavadito y no le sube la presión”.

17 Acción de preparar el mate mezclando yerba, azúcar, hierbas medicinales y/u otros agregados.
Clementina Vásquez. Pelluhue. 2008. Col. G.G.
En Colbún, región del Maule, conversamos con las señoras
Nelly Castro y Nieves Moreno. Ellas nos cuentan:

“El mate tiene que ser en calabaza. Si no, no es mate. Toma


otro sabor en otro mate. Por ser un jarro de loza, o un mate
de madera…no, no tiene el mismo sabor. Y a mí me gusta
mediano… para que no se acabe tan luego“.

“A mí me gusta el mate grande para echarle de toda yerba.


Además le echo cáscara de manzana, naranja y pomelo.
Y tiene que ser acompañado con queso. No me puede
faltar el queso. Y el mate de leche, ese es para el invierno,
calentito”.

Fundamental para obtener un buen resultado en la


preparación del mate, son las hierbas que se le agregan:
cedrón, poleo, menta, vida-vida y romero castilla, entre
muchas otras. Según las necesidades para la salud o el gusto
de cada consumidor. Y junto a estas hierbas, especialmente
en invierno, nada mejor que agregarle una cucharadita
de aguardiente. “Malicia” “alambre ‘e púa” “bótate ‘aí”,
son algunos de los nombres que recibe en diferentes
Nelly Castro y Nieves Moreno. Colbún. 2009.Col.P.Ch.
localidades.

La señora Nieves continúa contándonos algunas verdaderas


reglas en torno a este consumo.

“El que es verdaderamente matero no permite que si sirve


a otra persona, ésta mueva la bombilla. Si la otra persona
no sabe y la mueve, el matero le pega la pura mirada de
enojo.”
El mismo malestar produce cuando la persona que está tomando mate y se le acaba el agua, hace sonar la
bombilla. “Es una falta de respeto”, “hacer sonar la bombilla es una rotería”, nos cuentan.

“En mi tierra, en la cordillera de los Andes, de San Clemente, 90 kilómetros arriba, es costumbre que cuando
alguien hace sonar la bombilla el dueño de casa le dice -¡El burro rebuzna en la chacra y nadie lo echa!-. Igual,
hay otra gente, jóvenes por ejemplo, no saben tomar mate, que cuando ya está frío, le meten los deditos adentro,
lo aprietan, para sacarle más agüita. Eso tampoco se hace. -Me puse a hacer una noria-, decía mi abuelo, -y por
más que le picaba, nunca salió agua-“.

Son las palabras de Adrián González, profesor de la Escuela de Pelluhue, quien relata las costumbres de su tierra
en torno al mate.

“Allá el mate es el pan nuestro de cada día. En casa de mis padres al levantarse temprano lo primero es un
mate, luego a las 10 de la mañana si el almuerzo está atrasado, -hagamos unas diez-, dicen, y nos tomamos
otro mate, pero no es un mate así no más. Hay que poner algo en la mesa, un pebrecito, un pedacito de
charqui machacado… En la tarde, matecito después de almuerzo para un bajativo. En la noche, siempre se toma
mate. Las cocineras toman un mate galopeado, o sea no se sientan ellas para tomar, porque tienen que seguir
cocinando, o el que está ayudando igual. Yo recuerdo que la abuelita decía que le daban jaquecas cuando no
tomaba mate y el abuelo, él se ponía mal genio, al abuelo no le conversaba nadie si él no había tomado su
mate y cuando ya tomaba, en ese momento él conversaba, lanzaba una loga, contaba una historia, ya le volvía
el humor a él”.

Vendedoras feria Cauquenes, 2004. Col. P.Ch. Mila Bustos. Pelluhue. 2007. Col. C.G.
Soledad Aravena. Pelluhue. 2005. Col P.Ch. Muerte de Chancho. Pelluhue. 1998. Col. P.Ch.
Y continúa:

“En mi casa con un mate se hace la ronda y se va pasando de mano en mano. Yo tengo la costumbre de partir
por la derecha. Tomar solo es muy aburrido. En cambio, dos o más personas ya están conversando. Por eso
dicen que el mate tiene que ser “pela’o”. Se cuentan algunas cosas, se preguntan, se va conversando, hasta
que alguno da las gracias. Eso quiere decir que ya no quiere tomar más. Porque esa es la costumbre, si usted
al primer mate da las gracias, no le van a servir más. Así, hasta que ya nadie quiere tomar más, entonces se
ofrece el porfia’o, para cerrar. -¡Tomemos el porfiao’!-”.

Así, vamos descubriendo todo un lenguaje, símbolos, creencias y reglas que evidencian el carácter ritual de
esta tradición tan arraigada y actual en nuestro país. Una de las creencias más generalizada es aquella que
dice que no hay que salir al aire después de tomar mate porque puede dar un “pasmo”, es decir, una parálisis
en la cara.

“Se enchueca la boca si usted sale al aire. Antes de salir hay que fumarse un cigarro, echarse el humo en la
cara con la mano y cuando ya esté más fría salir”, nos cuentan en la localidad de Santa Juana.

En la zona cordillerana, especialmente donde hay pasos hacia Argentina por donde transitan los arrieros,
la tradición matera se manifiesta de manera muy especial, mezclándose costumbres de ambos países. La
forma de curar 20 el mate, cómo se viaja con los elementos para poder matear en los solitarios caminos, cómo
compartir al llegar a una casa, de todo esto nos cuenta don Adrián.

18 Proceso para quitar olor y mal sabor de mates de calabaza y greda.

María Molina. Pelluhue. 2008. Col. P.Ch.


María Molina, Pelluhue. 2008. Col. P.CH.
“Bueno, en todas las casas, por muy pobres que sean
tiene que haber un mate de calabaza, entonces para
sacarle el olor, lo curamos con agua caliente con
aguardiente. Se deja y ya cuando está frío se le bota
esa agua y listo. Y también en cada casa es costumbre
tener una viciera19 de madera. La viciera es como una
maletita de madera, con una cajita a cada lado. Una
para la yerba y otra para el azúcar. Pero para viajar,
es costumbre llevar una hecha de género y bordada.
Generalmente cuando uno viaja a caballo la lleva
adentro de las prevenciones20. A un lado la viciera, el
pan, el fiambre, en fin, lo que haya para el cocaví del
viaje. Y cuando uno llega a una casa, para que la dueña
de casa no incurra en gastos, se ofrece la viciera”.

En lugares apartados como la zona donde vive la familia


de don Adrián, las casas están muy alejadas unas de
otras, de manera que cuando llega alguna visita, nada
más grato que compartir un mate y conversar. La
profunda importancia que para la vida de las familias
campesinas tiene este espacio y tiempo de encuentro
a través del compartir el mate, queda de manifiesto en
el impactante testimonio de Rosa Hernández, cantora
de la comuna de Pelluhue. Ella vive en la cordillera
de la costa, en el sector llamado Canelillo. Hasta hace
pocos años era una zona bastante aislada de los centros
poblados. La gente tenía que bajar a pie, a caballo o
en carreta hasta Chovellén, a tomar locomoción para
viajar hasta algún pueblo o ciudad. En la actualidad,
a pesar de que algunos días a la semana “sube” algún
tipo de locomoción colectiva y vehículos particulares,
todavía se transita mucho a pie.

Adrián González, Pelluhue. 2009. Col.P.CH.


“Hace unos años”, cuenta la señora Rosa, “a mi marido,
y a mí nos dieron una pensión de extrema pobreza.
Ya con eso teníamos para comprar las faltas. Pero las
chiquillas se fueron a trabajar a Santiago y juntaron
platita y nos hicieron un par de piezas de material.
Entonces cuando vinieron un día de la Municipalidad
y vieron esas piezas, dijeron que ya no éramos tan
pobres y nos quitaron a los dos la pensión. ¡Ay Dios
mío!, lloraba yo, ¡qué voy a hacer ahora! Cómo voy a
convidarle mate a la gente que pasa a la casa. Porque
como yo vivo a orilla de camino, la gente que baja a
pie a Chovellén pasa como a las 5 ó 6 de la mañana
por aquí y tomamos mate. Lo primero que uno convida Adrián González con viciera de género. Concepción. 2007. Col. P.CH.

es el mate p’al frío y así conversar también. ¡Qué


pena más grande tenía! Ahora, menos mal, tengo esa
pensión por la edad. Gracias a Dios ya puedo recibir
bien a la gente!”.

A través de este rito de encuentro con el otro, con su


comunidad, ella cumple su misión solidaria. Tal como Viciera de madera. Colbún. 2009 Col.P. Ch.
Dios lo pide. El mate es un verdadero aliento para el
alma.

Carmen Medina. Colbún. 2009. Col.P.CH.

21 De vicio. Caja de madera o bolsa de género bordada con dos compartimentos para guardar azúcar y yerba respectivamente.
22 Bolso que va colgado sobre el caballo con un compartimento a cada lado.
Juana Aguilar. Lota. 2008 . Col. H. U.
Yo te santiguo en nombre del Padre
YO TE SANTIGUO EN EL NOMBRE DEL PADRE…
Yo te santiguo en nombre del Padre
YO TE SANTIGUO EN EL NOMBRE DEL PADRE…

Si viajamos a la comuna de Pelluhue, en el sector secano


costero de la provincia de Cauquenes, Región del Maule,
y nos internamos en la montaña, en plena cordillera de la
costa, llegamos al sector de Canelillo. Las casas de las familias
del lugar, muy alejadas unas de otras y anunciadas sólo por
el humo de sus cocinas, aparecen ocasionalmente como parte
del paisaje natural.
Sus habitantes, pequeños agricultores, estuvieron durante
décadas aislados de los centros poblados, manteniéndose
fundamentalmente con sus escasas cosechas. “Antiguamente
aquí en la montaña no se conocía ni el azúcar”, nos cuentan.
A pie, recorrían kilómetros de distancia para llegar hasta
Cauquenes a vender en la feria sus tejidos y canastos de
avellanas.

Rosa Hernández, afamada cantora de la zona, recuerda cómo


era la vida en el lugar alrededor de los años 50.

“…pa’ tener qué comer, íbamos a vender avellanas a Cauquenes.


Nos íbamos a pie, andando. Salíamos el jueves por media
Rosa Hernández, Canelillo. 1994. Col. P.CH.
tarde, alojábamos en el Rincón y de ahí madrugábamos pa’
allá y los íbamos. Llegábamos como a las dos, tres de la tarde
a Cauquenes, cada una cargá’ con su luna de avellanas, sus
cocavines y sus trajines. Vamos tejiendo en el camino también.
Llevábamos un paño de combinación hecho, y por el camino
los hacíamos el otro y cuando llegábamos, lo lavábamos y lo
vendíamos.Teníamos que vender las combinaciones mojá’s
porque no se alcanzan a secar. Pero ahí se trajinaba harto.
Antes no había micro como ahora, así que había que trajinar
así no más, a pie. Uno se mortificaba mucho cuando estaba
joven”1.
Casa en Canelillo. 1994. Col. P.CH. 1 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya O., Paula Mariángel Ch., Patricia Chavarría Z.
Fondart. 1997. Página 21.
Rosa Albornoz (con delantal) y familia, Canelillo. 1979. Col. P.CH.
Hasta la década de los 80, en su entorno natural se podía apreciar un nutrido y bellísimo bosque nativo. Las
más variadas especies de vegetación y árboles como robles, maitenes, peumos, palquis, entre muchos más,
servían de cuna a una diversidad de copihues y otras flores silvestres. Las noches en aquellas montañas eran
impresionantes en su silencio y en su cielo, donde millares de estrellas parecían estar al alcance de la mano. El
canto de los grillos, el hablar del follaje de los árboles y algún lejano ladrido, eran los únicos sonidos que podían
escucharse. En ese espacio, que nos acercaba al milagro de la creación, pudimos compartir con las familias,
que al igual que la naturaleza, nos emocionaban por su belleza como personas, como familias, por su forma de
relacionarse con la tierra, con lo trascendente y con los otros.

En la actualidad, la localidad de Canelillo está agobiada por pinos y eucaliptos, con todas sus nefastas
consecuencias para la cultura del lugar.

Durante el verano de 1979, estando en casa de don Remicio Vega, quien vivía en el mismo sector junto a su
esposa Irma, su ahijada e hija adoptiva Graciela y la tía Rosa, madre de Irma, entre tantos aprendizajes que
tuvimos, pudimos ser testigos de un impresionante rito.

En una tranquila noche, alrededor de las dos de la mañana, ladridos y gritos de aló nos despertaron a todos.
Llegaba una carreta con un matrimonio que traía desde muy lejos a su hijo, una criatura de sólo algunos meses
de vida. Al acercarnos, pudimos ver que esa guagua estaba muy enferma, con fiebre alta y casi sin respirar.
Imposible que sane sin que sea trasladada a un hospital, pensamos.

Los angustiados padres pidieron hablar con la tía Rosa, quien los recibió sentada en su cama. Allí le mostraron
a su hijo y le rogaron que lo santiguara. Ella tomó en sus brazos a la criatura y nos pidió que todos saliéramos
de la pieza. Desde lejos, sin embargo, pudimos observar cómo ella realizaba el rito del santigüerio.

En su cama, y teniendo como velador un altar con distintos santos, con su pelo suelto a la luz de la vela, se
persignó ella y luego a la guagua y rezó una oración que no pudimos escuchar. El lugar se transformó en ese
momento en un espacio mágico, sagrado, impresionante. Luego de un corto tiempo, pidió a los padres que le
cambiaran la ropa y se la llevaran muy abrigada.

Al día siguiente, para nuestro asombro, supimos que el niño estaba totalmente restablecido. El comentario de
la tía Rosa fue “era fuerte el ojo”. Esta experiencia, unida a otros testimonios recogidos en distintas localidades,
nos motivó a continuar indagando con más profundidad acerca de este rito de sanación.
“Ojo”, “mal de ojo”, “estar con ojo”, “estar ojeado”, son
algunos de los nombres que hemos escuchado para
denominar a este mal que afecta especialmente a niños,
plantas, animales y en algunos casos a personas adultas.

“Hay personas que tienen la sangre fuerte. Esas personas


son las que ojean a las guaguas. Le dicen -¡Qué linda la
guagüita!- y no le agregan -¡Que Dios la bendiga!-, que es
un contra, y altiro se ojean”.2

La persona que puede ojear a un niño, planta o animal, no


lo hace por propia voluntad. Cuando alguien sabe que tiene
esa capacidad debe tener muy presente decir un contra, ya
sea ¡que Dios la bendiga!, ¡cabro de porquería! o ¡que feo

Hay personas que...


este cabro!, como una manera de prevenir la enfermedad
de ojo.

Características son algunas muestras físicas para reconocer


HAY PERSONAS QUE OJEAN si la guagua está ojeada o no.

“Yo reconozco a un niño cuando está ojeado porque se


decae, no deja de llorar, se le achica un ojito y si usted le
tantea la frente con la boca, está salada”3.

Es prácticamente imposible conocer el origen de esta


enfermedad y rito de sanación. Todas las antiguas culturas
tuvieron la sabiduría de enfrentar las enfermedades con
ritos mágicos, naturales, y reconocerlas en su misterio. Esta
experiencia se ha ido transmitiendo a través de los tiempos
en forma universal.

“Oímos en el mercado hablar a una comadre del barrio del


“mal de ojo” y desenredando la madeja quedamos perplejos
al encontrar una expresión casi idéntica en el Libro de los
Muertos, rastro antiquísimo de la cultura egipcia floreciente
2 Florentina Cuevas. Santa Juana. 1976. hace 40 siglos”4.
3 Berta Carrasco. Santa Juana. 1978.
4 Carnaval en el folklore Calchaquí. Augusto Raúl Cortázar. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1949. Página 22.
Chamanes, me’icos o personas que han nacido con el don de ser sanadores, han heredado esta práctica. En
nuestro país son fundamentalmente las mujeres, las que han asumido y practicado este oficio sin la participación
de ninguna iglesia, pese a ser uno de los más invisibilizados por la cultura oficial.

Por generaciones este santigüerio ha dado respuesta a las necesidades de la comunidad. La experiencia colectiva
ha comprobado la eficacia de este rito y de ahí la profunda fe que nuestro pueblo tiene acerca de la participación
divina en la sanación de esta enfermedad,º a través de las santiguadoras.

Ajíes para santiguar. Col. P.CH.


Margarita Reyes, Pelluhue. 2009. Col. C.G.
Pero ¿quién puede ser santiguadora?

“Yo he sanado a muchos niños, a muchas


guaguas. Yo lo hago por ayudar, no por plata,
porque no cobro. No me gusta cobrar. Yo me
creo que nadie que santigua cobra, porque es
un don que Dios le dio”5.

Hemos conocido a numerosas santiguadoras y


la mayoría plantea lo mismo. “No cualesquiera
puede ser santiguadora. Yo fui la única que Elena Zapata y familia, Chiguayante. 1990. Col. F.P.
heredó el don, porque Dios me lo dió”, nos

Un don de Dios
cuenta Elena Zapata de la comuna de Hualqui
en la provincia de Concepción. Por su parte,
Estela Castillo del sector de Las Pocillas, en
la comuna de Pelluhue, añade: “Yo creo que
UN DON DE DIOS
cualquiera no sabe esos santigüerios de vida
antigua, porque hay que saberle hacer las
cruces donde cae la palabra. Sí, no es llegar y
santiguar no más”.

Así como no cualquiera puede santiguar,


también existen muchos códigos que respetar
y que varían según la localidad. Uno de ellos
es que al santiguar, la sanadora se convierte
madrina de la criatura enferma. “Yo ni sé
la cantidad de ahijados que tengo”, cuenta
la señora Margarita Reyes del pueblo de
Pelluhue.

“Mi mamá tiene ahijados por todas partes,


grandes, chicos, animales, de lo que venga
santigua. Aquí, de que yo llegué, casi todo
el mundo es ahijado de ella”, señala Fresia
Osores de Curanipe.
Estela Castillo, Pelluhue. 1995. Col. P.CH.
5 Berta Carrasco. Santa Juana. 1978. Colección Patricia Chavarría.
Rosa Hernández, agrega:

“Mi mamá sabía hartos remedios también (…) Cuando


santiguaba lo hacía con una vela pero yo no quise
aprender todo el santigüerio porque dije -soy tontaza,
veo un niño enfermo, capaz que santigüe los mismos
míos-. Y no quise aprender. Dicen que es malo
que una madre santigüe a sus hijos porque con eso
hace compadre al marido. Dicen que el santigüerio
es una cosa más grande que el bautismo porque el
santigüerio se lo quita a nuestro Señor. Ese niño está
ojeado y está pa’ Dios, está pa’ que se muera y con
esa oración uno lo libra de la muerte y se lo quita al
Señor. Por eso no puede ser la madre que lo santigüe,
porque hace compadre al marido. Tiene que ser otra
persona”.6

6 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya O., Paula Mariángel Ch., Patricia Chavarría Z. Fondart. 1997. Página 30.
Rosa Hernández, Canelillo. 1998. Col. P.CH.
Rosa Albornoz, Canelillo. 1980. Col. P.CH.
El santigüero es cosa sagrada
EL SANTIGÜERIO ES COSA SAGRADA

Conversamos con Rosa Albornoz, después de algunos


días de haberla visto santiguar. Mujer menuda, tímida,
agachada por los años que son imposibles de calcular.
“Dios sabrá cuantos años tengo”. afirmaba. Su agilidad
para caminar por los campos, subir cerros o pasar sobre los
alambrados de los cercos nos sorprendía. Trabajaba todo
el día en la cocina, en la tierra, hilando lana y tejiendo.
Cálida y delicada, nos contaba acerca de su don:

“Yo empecé a santiguar cuando tendría unos 12 años.


Nos echaron a mi hermana Luisa y a mí a la escuela de
Chovellén pa’ que aprendiéramos a leer. Y estábamos
donde un tío. Entonces después mi tío vendió y se fue pa’
otras tierras muy lejos. De allá escribía cartas y una vez
mandó un papel con el santigüerio. Y me lo mandó a mí
para que lo aprendiera. Y de ahí empecé a santiguar”.
Luego, nos explicaba cómo santiguaba:

“Me pongo aquí en el brazo a la guagua, igual que como para el bautismo, con una vela encendí’a al lado de la
mesa de los santos en mi pieza. Me persi’no y luego persi’no la guagua y digo -criatura de Dios yo te santiguo,
te veo, te ensalmo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo-. Y ahí se persi’na otra vez. -De la
preciosísima Virgen María, nuestra señora, Santa Gertrudis, por ser su querida y regalada esposa, San Juan
Bautista, San Antonio de Padua, debes concederme lo que te pido y suplico. Que esta afligida criatura sane de
esta enfermedá’, ojo, aire e ira, calentura, espanto o cualesquiera con desesperación. Amén. Jesús María y José,
Jesús María y José, Señor, ten soberano misterio que existió con tanta fe. Creo decir verdá’ para que con ella
alabe y cumpla su santísima voluntá’. Amén-. Y se persina. -Consumatué, consumatué, consumatué- 7. -Con la
leche de la santísima Virgen te roceo y te encomiendo a la Santísima Trinidá’-. Y se persi’na. -Yo te curo y Dios
te sana, yo te curo y Dios te sana-. Aquí persina a la criatura las dos veces. Esa es la oración y santiguando al
niño sana altiro. No ve que es cosa sagrada”.

La señora Rosa santiguaba con una vela. Hay muchas otras formas, elementos y oraciones que las santiguadoras
usan para sanar.

“Yo santiguo con la pura mano no más,” dice la señora Estela Castillo, “otras toman una vela, pero yo no. Es que
el santigüerio pa’ criaturas es mejor así, y uno tiene su secreto”.

La señora Elena Zapata de Hualqui, santigua con ají.

“Después que usted reza, echa el ají a un brasero encendido. Si no da olor ni humo, es que está ojeado y si
sale humo picante no es ojo, es otra enfermedad”. El mismo procedimiento se realiza utilizando azúcar o yerba
mate.

Como dice Estela Castillo, cada santiguadora tiene su secreto. Hay quienes santiguan con ají, azúcar o yerba
mate, otras con velas, cruz de palqui, ramos benditos, una medallita. Con estos elementos que ayudan a alejar el
mal, se persigna al niño, mientras se reza. Otros secretos escuchados se refieren a cambiarle toda la ropa al niño
luego de ser santiguado y dejarle una prenda al revés como contra. También se puede prender alguna medallita
en la ropa del enfermo, una cinta roja o una pequeña bolsita con romero y ruda molidos como protección.

Hemos conocido sanadoras que en algún momento de la oración soplan tres veces la coronilla de la cabeza de
la guagua y rezan tres veces el santigüerio.

7 Viene de la expresión en latín Consumatumest que significa “está consumado”.


Las oraciones también varían, de acuerdo a cada santiguadora. Por ejemplo, el Padre Nuestro, el Credo, Dios te
salve María u otra especial como la que rezaba Rosa Albornoz.

En el pueblo de Santa Juana, región del Bio Bio, conocimos a Florentina Cuevas, quien rezaba la siguiente
oración en el rito de sanación:

“Creatura de Dios yo te curo, te ensalmo y te santiguo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
Amén. Tres personas distintas y Virgen antes del parto y después del parto, siempre Virgen María, de tu querida
y regalada Santa Clara bendita, San Antonio de Padua, por todos los ángeles convive y reina, te pido que me
sanes a esta creatura. Amén”.

Como ya hemos dicho, las santiguadoras están practicando su oficio permanentemente. Muchas son las variantes,
pero cada una de ellas tiene el mismo fundamento de fe y pone al servicio de la comunidad su don sin ninguna
recompensa, pues no se debe cobrar dinero ni especie alguna. Se recibe sólo la satisfacción de ver sanar a la
criatura enferma.

En la ciudad de Lota conocimos a la señora Rosa Rifo, una de las tantas santiguadoras de la ciudad. Vive en
el sector de Calero Sur en Lota Alto. Al conversar con ella nos nombra dos o tres santiguadoras más que viven
cerca de ella. Rosa nos cuenta acerca de su experiencia en la sanación del mal de ojo.

“Hace 32 años que vivimos aquí y he sanado a muchísimos niños. A mis nietos también. A niños y adultos. A
los hijos .Pero la diferencia es que a los hijos no hay que tomarlos en brazos sino que hay que dejarlos en la
cama. Yo noto cuando está ojeado un niño porque yo traspiro, como que me traspasa a mí lo que le pasa a la
guagüita”.

Rosa Albornoz, hija y nieta, Curanipe. 1980 Col. P.CH. Paisaje Pelluhue. Col. P.CH. Camino a Canelillo. Col. P.CH.
Su saber lo ha transmitido a su hija Paola, “para que santigüe
a mi nieto”, señala.

“Pero cuando un niño llega con ojo muy fuerte lo santiguamos


entre las dos. Primero lo santiguo yo. Hay que hacer tres
veces la cruz y luego decir -que salga el mal, que entre el
bien, así como entró Jesucristo en la ciudad de Jerusalén-. Y
luego se reza un Padre Nuestro. Se repite tres veces todo y se
Ricardo Castillo, santiguador, Talcahuano.2009. Col. H.U.
reza un Credo. En el Credo es donde está lo fuerte. Después
entonces, la Paola hace lo mismo. Bueno, y uno pide también
por esa guagüita para que se recupere. Eso es lo que hago. Y se
sanan. Claro que yo no cobro, pero la gente me deja algunas
monedas -para que sea válido-, me dicen. Entonces yo guardo
esas monedas y el día domingo las llevo a la iglesia y las doy
a nombre del niño que sané”.

Como se puede apreciar, dentro de las variantes que este rito


tiene, se mantiene la constante de poner al servicio colectivo
este don, sin ningún objetivo económico.

Paola Carvajal junto a su madre Rosa, Lota. 2009. Col. H.U


Una experiencia similar nos cuenta don Orlando Cruces,
también de Lota. El es uno de los pocos varones, en relación
a la cantidad de mujeres, que son santiguadores. Ricardo
Castillo, Carlos Torres, son otros nombres que podemos
agregar. Aprendió por la necesidad de santiguar a su pequeña
hija que, según cuenta, “vivía ojeada. Entonces la abuelita
que la santiguaba nos dijo que por qué no aprendía uno de
nosotros y mi señora me dijo -aprende tú-. Y de ahí ya se supo
que yo santiguaba, así que siempre me traen guagüitas. Me
dejan monedas, pero yo no las ocupo. Las llevo a la iglesia”.

Orlando Cruces, Lota. 2009. Col. H.U.


Enriqueta Espinoza, Pelluhue. 2008. Col. C.G.
Los animales también se ojean
LOS ANIMALES TAMBIÉN SE OJAN

Los animales vacunos y plantas se santiguan con un cuchillo, con el


filo hacia arriba. Al caballo, en cambio, hay que santiguarlo con la
espuela del jinete.

La señora Estela Castillo cuenta su experiencia:

“Me acuerdo de una vez, cuando vivía en Cauquenes, al vecino se le


ojeó un caballo, se le enfermó. Fueron donde el veterinario y después
lo corrieron por si era dolor de guata o estaba hinchado. ¡Lo corrieron
todo el día! Y el caballo se botó a muerte. Me dijo la vecina -oiga,
vecina, si usted sabe santiguar-. -Bueno- le dije, lo voy a santiguar,
pero siempre que su yerno no esté, porque es tan burlesco. El será
muy de pueblo y yo soy de campo, pero no soy pava-. Me gané lejitos
y lo empecé a santiguar. -Caballito de Dios, yo puro te ensalmo, te
santiguo, te bendigo, en el nombre del Padre, en el nombre del Hijo
y del Espíritu Santo, en el nombre del Padre Dios, San Roque, San
Antonio, Juan Bautista, San Matías y San Sebastián. Jesucristo, que este animalito se mejore de este mal, de
peste, de gota coral y de otros males sin condición. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo-.
Lo santigüé siete veces, porque cuando está en apuros tiene que ser así. No estuvo diez minutos, cuando el
caballito se paró.
De mi abuelita aprendí todo esto. Lo que ella sabía lo enseñaba, por eso yo hablo estas conversaciones, porque
las personas antiguas sabían todas esas cosas”.8

8 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya O., Paula Mariángel Ch., Patricia Chavarría Z. Fondart. 1997. Página 103
La experiencia de sanar ha entregado a estas mujeres la sabiduría necesaria para combatir los males producidos
por diferentes tipos de ojo. Se sabe que el efecto del mal producido por una persona casada dura cuarenta y
ocho horas y el de una persona soltera, veinticuatro. Algunos de éstos pueden ser fatales si no se remedian a
tiempo, como el ojo pasado, donde el enfermo ha permanecido varios días con el mal en el cuerpo, o el ojo
callado, llamado así porque el niño no llora y la enfermedad no se manifiesta. Uno de los ojos más fuertes y
difíciles de sanar es aquel en que el propio padre o madre ojea al niño.

Interesante resulta también conocer el testimonio de personas que, directa o indirectamente, han recibido una
pronta sanación a través del santigüerio. Es el caso de Fabiola Orellana de 34 años, nacida en Pelluhue, donde
continúa residiendo.

“A mi siempre me ojeaban, desde chica. Era siempre lo mismo. Como tengo los ojos azules me decían ¡Qué lindo
sus ojos! Mi mamá me decía ¡Ya estás ojeada de nuevo! Y me llevaba donde la Estelita, la señora Herminia o la
gente que fuera que conocía que santiguaba. Me recuerdo cuando tenía unos 14 o 15 años que me ojearon. Me
sentí con vómitos, dolor de cabeza, mucho sueño. Uno se siente sin valor, sin fuerzas de caminar. Lo único que
uno quiere es estar acostada y a ojos cerrados y que nadie le hable. Entonces me llevaron a santiguar. Después
me quedé dormida, porque viene como una relajación de la persona y una se queda dormida sí o sí. Después
desperté bien, sin nada. Uno se levanta totalmente renovada, relajada.”
Otro testimonio es el que nos entrega la señora Eliana Peñailillo, también de Pelluhue.

“Yo creo en esa forma de sanar, porque tuve a una de mis hijas, de seis años, muy mal. Se decayó de repente, no
hablaba y tenía mucha fiebre. Lloraba y lloraba. La vio médico y no tenía nada. Deben ser mañitas, nos dijeron.
Yo estaba desesperada. Entonces fui a buscar a la señora Margarita, que es la persona que mejora a todos los
niños aquí. Vino y fue a ver a mi hija que estaba como muerta. Entonces ella me pidió que encendiera carbón
y le trajera 3 capis de ají. Ahí la dejé sola con la niña. Salió como a los cinco minutos, quemó los ajíes en el
brasero ahí en el patio, rezó y volvimos a ver la niña. Se había levantado y estaba sentadita en la cama viendo
televisión. Totalmente sana”.

Al oír estos relatos no podemos dejar de recordar a nuestra querida tía Rosa. Ella ya no está con nosotros. Partió
con sus bosques, sus cielos estrellados, sus silencios, su fe y sabiduría. Pero podemos reencontrarla en cada
oración, en la sagrada transformación que cada espacio sufre al momento de santiguar, en campos, pequeños
pueblos o grandes ciudades. En cada sanación podemos escuchar su voz diciendo:

El santigüero es cosa sagrada


El santigüerio es cosa sagrada.
A mi padre San Francisco
A MI PADRE SAN FRANCISC0
Cruz del Trigo, Hualqui. 2006. Col. P.CH.
A mi padre San Francisco
A MI PADRE SAN FRANCISC0

Ya viene rompiendo el alba


con su luz y claro día
demos infinitas gracias
a Jesucristo y María

Desde el alba hasta el crepúsculo, desde el nacimiento de un nuevo


ser hasta su muerte, desde que la tierra recibe la semilla hasta que ésta
fructifica en una abundante cosecha, en el amor, la alegría y el dolor, la
fe es parte de la vida de las familias campesinas de nuestro país.

Rezos, santigüerios, novenas de santos, animitas, velorios de angelito y


fiestas, son algunas de las expresiones en que la comunidad campesina
traduce su profunda necesidad de vincularse con lo trascendente, con lo
Otro. Son conmovedoras manifestaciones, sencillas y alegres, cargadas
de una profunda afectividad que la tradición oral ha mantenido vivas. En
esta forma de expresar la fe, desvinculada de jerarquías e instituciones
religiosas, hay una entrega recíproca de saberes y sentires. El espíritu
colectivo se nutre de ancestrales devociones y éstas a su vez se alimentan
del alma de cada comunidad. Así se va configurando un profuso
calendario religioso, en el que el poder de lo trascendente comulga con
las tareas de la tierra.
Fiesta de la Cruz del Trigo, Hualqui. 2006. Col. P.CH. Fiesta San Sebastián, Santa Juana. 1979. Col. P.CH.8
El 4 de octubre es el día de conmemoración de San Francisco, santo de la naturaleza.

“Aquel que amaba profundamente a las criaturas: desde el hombre a los animales, plantas, o seres más
insignificantes”.1

Se trata de la fecha más importante para los campesinos que cultivan el trigo.

A mi padre San Francisco


ahora vengo llegando
que lo vengo a saludar
en el día de su santo.

A todos los santos quiero


unos grandes y otros chicos
pero no me olvido nunca
de mi padre San Francisco

Que linda que está la cruz


benhaiga quién la vistió
así como vistió una
por qué no vistieron dos.

A mi padre San Francisco


varillita e` siempre viva
avivamos digan todos
viva San Francisco viva

(Brígida Mora. Cartago, provincia de Ñuble. Col. J G)

A mi padre San Francisco....


1 Francisco de Asís. Cirilo Tescaroli. Editorial Salesiana. 1982. Página 28
Mi primer acercamiento a la celebración en este día 4 de octubre se dio durante la década del 70 en la
comuna de Hualqui, sector San Onofre, provincia de Concepción, en la casa de la familia Bascuñán Escobar.
Integrada por su dueña de casa, la señora Martina, viuda y madre de 12 hijos, seis de los cuales vivían con ella
como pequeños agricultores y medieros2, sembraban trigo en distintos predios. Laura y las gemelas Rosalía
y Rosalba, mujeres alegres, trabajadoras, siempre atentas a las necesidades de su madre, hermanos y visitas,
trabajaban en la huerta, estaban a cargo de las aves y algunos animales, y a la vez cocinaban para el grupo
familiar y las permanentes visitas que se acercaban al calor humano de esta acogedora familia. A pesar de sus
limitaciones económicas, las Bascuñán Escobar siempre tuvieron un espacio de afecto que ofrecer a quienes
llegábamos a su casa.

Los hijos varones trabajaban la tierra, muchas veces ayudados por sus hermanas, sembrando trigo, papas y
todo aquello necesario para la subsistencia.

La señora Martina, tenía alrededor de 60 años a esa fecha. Su rostro reflejaba la dureza del trabajo de
campo, pero su espíritu mostraba a una mujer dulce, risueña y cariñosa, que asumía su rol de dueña de
casa con mucha propiedad. Se dedicaba a cultivar una parte de la huerta y un pequeño jardín con distintas
flores, entre las que se destacaban los pensamientos. Este jardín era su mayor orgullo. “Me gusta tener estas
florcitas” nos contaba, “porque parecen caritas de niños”, agregando, “…yo cuando quiero pensar, me vengo
a los pensamientos”. Esta delicada y emocionante forma de vincularse con la naturaleza, el amor por sus
hijos y nietos eran y siguen siendo el pilar fundamental de los valores que nutren a la casa de las “mellizas
Bascuñán”, como les llaman sus vecinos y conocidos.

En este contexto humano se esperaba cada año, con profunda fe y alegría, el día 4 de octubre. Durante ese día
los hombres no salían a trabajar lejos de la casa. Desde temprano se dedicaban afanosamente a confeccionar
varias cruces, las que luego eran llevadas a las distintas plantaciones de trigo. Las cruces, de diversos tipos de
madera, se adornaban con ramos de flores de la estación, cortadas del jardín de la señora Martina. Mientras
se hacían estos arreglos, en la cocina, entre risas y comentarios, las mujeres preparaban ponches3 de durazno
que se sumaban a las mistelas4 hechas con antelación. Se mataba además un chancho, cuya cabeza se cocía
y se servía trozada. Pan amasado y pajaritos5 complementaban la alimentación. Mientras se preparaban los
alimentos y bebidas, la dueña de casa nos decía:

“Hay que celebrar bien a San Francisco pa’ tener una buena cosecha. Dios quiera que este año nos acompañe
otra vez”.

2 Campesinos que se reparten la cosecha a medias con el dueño del terreno.


3 Bebida alcohólica elaborada a base de vino blanco, trozos de fruta y azúcar
4 Aguardiente con jugo de betarraga cocida y almíbar
5 Panes dulces con betún de clara de huevo batido
Martina Escobar, Hualqui. 1985. Col. P.CH.
Después de almuerzo, salía la comitiva presidida por la Cruz que cargaba un integrante de la familia, seguida
por el resto de participantes que llevaban la comida y las bebidas recién preparadas. Una vez en la plantación,
la Cruz se enterraba en medio del trigo verde, mirando hacia la casa. El grupo rodeaba la Cruz devotamente. El
dueño de casa, entonces, la bautizaba derramando un vaso de vino tinto sobre ella y todos juntos rezaban un
Padre Nuestro. A esta oración seguían los aplausos, vivas a San Francisco y el baile de cuecas, las que debían
bailarse muy zapateadas para que el trigo creciera mejor. De ahí que la fuerza y alegría de los bailarines fuera
fundamental para una buena cosecha.

Vistiendo las cruces. 1986. Col.P.CH.

“Hay que zapatearla enterita. Pisar bien fuerte el trigo para que salga bonito. Fíjese que donde más se zapatea
es donde más lindo crece el trigo”, nos decía don Raúl, vecino y amigo de la familia Bascuñán. Esta afirmación
pudimos comprobarla al transcurrir los meses. El trigo más hermoso era aquél que crecía en el lugar donde se
había bailado.

Luego de algunos pies de cueca, se bailaban valses y corridos, para luego continuar visitando las otras plantaciones
de trigo. En cada una de ellas se dejaba una cruz bendecida con el vino, acompañada con los rezos y bailes.
Llegaba así el anochecer y la comitiva regresaba a la casa en carreta, a caballo o caminando, con el cansancio
reflejado en los rostros, pero con la alegría de haber cumplido con San Francisco y la esperanza de tener una
buena cosecha.
Cruz, Hualqui. 1982. Col. P.CH.
Los años han pasado y la familia Bascuñán Escobar ha logrado
cumplir su sueño de comprar un terreno. Con el esfuerzo de
cada uno se han asentado en el mismo sector de San Onofre,
pero más cerca del pueblo. “No hay como vivir en lo propio”,
expresan con alegría y satisfacción.

Es el año 2006 y volvemos una vez más a celebrar al santo.


Muchos de los vecinos y amigos de antaño ya no están.
Algunos se han ido del lugar, otros han fallecido. La señora
Bautizo de la Cruz, Hualqui. 1982. Col. P.CH.
Martina, de avanzada edad, ya no tiene su jardín ni trabaja la
huerta. Su vida transcurre junto al fuego en la cocina, siempre
Casa, Familia Bascuñán Escobar, Hualqui. 1995. Col. P.CH.
atendida por sus hijas. Los campos, como consecuencia de
la forestación, están con serios problemas de agua, las tierras
están agotadas y ,según nos cuentan:

“ha llegado gente mala a trabajar en los bancos. Se roban los


animales. Ya no es lo mismo, pero hay que seguir batallando
no más. Claro que hay cosas buenas. Nos pavimentaron el
camino, tenemos luz, más comodidades”.

El día 4 de Octubre de ese año 2006, Adolfo, entenao6 de la


familia, prepara tan sólo una cruz para llevarla a una pequeña
plantación de trigo cercana a la casa. Ya no hay siembra
en otras tierras. Esta vez la comitiva es menor, aunque no
faltan el ponche y las roscas. La señora Martina no puede
acompañarnos. Sus pasos no alcanzan a subir el pequeño
lomaje donde está la plantación. Sentada en un piso en el
patio de la casa observa y escucha con nostalgia las melodías
Sra. Martina Escobar, en su jardín. 1981. Col. P.CH.
y animaciones de las cuecas. La fiesta termina temprano pero
la fe no se ha apagado.

Llega el año 2008 y esta vez la centenaria abuelita Martina,


sentada como siempre al lado del fogón de la cocina, no sabe
que hoy es 4 de Octubre. Su mirada se pierde en el infinito,
tal vez recordando, añorando o viajando hacia el encuentro
con San Francisco, ese buen santo que protegió su cosecha
durante toda su vida.
6 Allegado que se cría como un hijo más de la familia.
Fiesta de la Cruz del Trigo, Hualqui. 2007. Col. H.P.
Martina Escobar, Hualqui. 2007. Col. H.P.
Otro de los lugares que visitamos el año 1990, donde este día 4 de
octubre tiene especial connotación, es Yungay, en la provincia de
Ñuble.

“Si San Francisco cae día de semana, los niños no van a la escuela
y los negocios no abren. ¡Tendría que se feriado aquí ese día!”,
escuchamos decir con mucha convicción a algunos vecinos del
pueblo. Los preparativos de la celebración comienzan uno o dos días
antes con la “vestidura de la Cruz” y la preparación de la comida, que
se transforma en un encuentro lleno de calidez y armonía. La Cruz
debe ser hecha de canelo, árbol sagrado mapuche, y es adornada
por las mujeres de la familia que pedirán buena cosecha al santo.
Se viste con variados colores, haciéndole un traje de papel volantín,
crepé o celofán. Este vestido debe ser lo más femenino posible,
adornado con delantales, pañuelos o cintas, también de papel, ya
que “mientras más coqueta está la cruz, mejor va a estar la cosecha”,
aseguran los campesinos.

Antiguamente, los colores usados eran el verde, que simboliza el trigo


nuevo, al amarillo para representar el trigo maduro, y el color blanco,
que se asociaba a la harina. Actualmente, la variedad de colores es
mucho mayor y su significado tiene relación con la necesidad de
vestirla llamativamente.

Junto con adornar la Cruz, en cada casa donde se celebra a San


Francisco se construye un arco de digüeñes, que se coloca en
SAN FRANCISCO EN YUNGAY
el portón a la entrada de la casa para recibir a los invitados que
participarán de la fiesta. El día 3, previo a la celebración, se puede
ver por los distintos caminos que conducen al pueblo, a numerosas
familias que llegan en carretelas, a caballo o a pie, para participar de
una misa especial que se ofrece al atardecer en la iglesia de Yungay,
con el fin de bendecir a todas las cruces asistentes. Al finalizar la
misa, en la plaza del pueblo, las cruces se juntan a compartir y se
oyen los distintos juicios con los que la gente valida a cada una de
ellas.
“¡Este año nos quedó más linda!” “¡Qué lindos colores tiene!”

Al regresar de la misa, la Cruz se planta en la orilla del trigo, mirando hacia la casa de los dueños de la
plantación. De esta forma “queda al sereno” y está presente en el amanecer del día de San Francisco, quien la
bendice durante la noche.

En la actualidad, para este día, todavía es posible escuchar desde muy tempranas horas las voces y risas de las
familias en los caminos que se dirigen a los campos, a casa de parientes y amigos, llevando algunas cruces que
no fueron plantadas el día anterior en el trigo, apreciándose desde lejos el colorido de cada una de ellas.

Asistimos a la casa de la señora Elena Sanhueza, quien gentilmente nos recibe al pie del arco de digüeñes,
invitándonos a celebrar al Santo. Luego, durante un contundente almuerzo ofrecido en la casa, se evidencia
el clima de fiesta en los gritos de ¡Viva San Francisco! ¡Viva la cruz del trigo! ¡Viva la Cruz de San Francisco!,
seguidos de aplausos y brindis. Toda esta alegría está complementada con cazuelas, asados y fuentes con
ensaladas de digüeñes, que no pueden faltar en la ocasión, al igual que la música. Antiguamente, en el caso de
que en la familia no hubiera quien animara la fiesta, las cantoras eran especialmente invitadas o contratadas.
Actualmente es la música “envasada” la que predomina.

Festejos en fiesta de la Cruz del Trigo, Yungay. 1990. Col. P.CH.


Terminado el almuerzo, la comitiva parte entonces a la siembra
llevando bancas, canastos con panes dulces, la cabeza de chancho
previamente jalonada, junto a los ponches y mistelas. Se pasa a buscar
la Cruz que está clavada en la tierra desde la noche anterior y es
llevada por el dueño o dueña de casa hasta el medio de la plantación
de trigo donde es enterrada, siempre mirando hacia la casa.

Todos los participantes se ubican alrededor de la Cruz y el dueño


de casa o algún varón cercano a la familia, procede a bautizarla
con un vaso de vino tinto que derrama sobre ella diciendo “Yo te
bendizco en el nombre de Dios y la Santísima Virgen”. Los asistentes
se persignan y rezan fervorosamente un Padre Nuestro, gritando
posteriormente sus peticiones: ¡San Francisco, este año quiero diez
por uno7 ! o ¡Dame quince por uno, San Francisco! Estos gritos son
seguidos de aplausos y vivas al Santo.

Enseguida, alguno de los “secuaces”,como denomina cariñosamente


la señora Elena a los asistentes, ofrece vino o ponche, mientras las
mujeres sirven las roscas para culminar con una cueca bailada con
entusiasmo por los dueños de casa sobre el trigo. Luego, se suman
todos los presentes al baile. La fiesta continúa hasta que comienza a
oscurecer, siempre bailando, avivando a San Francisco y a la Cruz,
Vestidura de la Cruz, Yungay. 1992. Col. M.N.
sin dejar de saborear la cabeza de chancho y el resto de comestibles,
complementados con diversos brindis.

Al retirarse el grupo, la Cruz queda en el trigo como protectora de


su crecimiento hasta el día de la trilla, durante el mes de enero o
comienzos de febrero. En ese momento, se traslada a la cima del
montón de espigas recién cosechadas como testigo de la faena.
Terminada la trilla y guardado el trigo en la bodega o granero, la
Cruz también se guardará allí, siempre mirando hacia la casa, hasta
el próximo 4 de Octubre. De esta manera San Francisco y la Cruz
bendecida acompañarán a la familia, protegiéndola y ayudándola a
tener el sustento necesario durante el año.

Bendición de cruces Iglesia Yungay. 1992. Col. M.N.


7 Se refiere a cosechar diez sacos por uno sembrado.
Cruz del Trigo, Hualqui. 1982. Col. P.CH.
Vamos gozando el Mundo
Delfina Aguilera, Pilén. 1984. Col. P.CH.
Picaresca Campesina
PICARESCA CAMPESINA

En los primeros años de nuestras salidas a terreno para conocer la cultura campesina,
lo hicimos llevando, inconscientemente incorporado producto de la cultura citadina,
un falso estereotipo del campesino. Sin embargo, rápidamente pudimos descartarlo al
vincularnos en la vida cotidiana y momentos especiales con cada familia.

Este erróneo concepto lo podemos seguir apreciando actualmente, en particular cuando


se difunde el humor campesino y se muestra a un personaje grosero, burdo, caricaturesco.
Nada más lejos de la realidad. La picardía, el doble sentido, la graciosa frase oportuna,
etc., son producto de una fecunda imaginación y un riquísimo sentido del humor.

“Pa`acortar el día… hay que hacer picardía”, escuchamos decir con mucha sabiduría. Y
es que el sano humor es inherente al espíritu chileno. Permanentemente está aflorando
esta rica veta. Como ejemplo cotidiano podemos mencionar que cuando el hombre
de campo va con su carreta por los caminos rurales o del pueblo, va nombrando a sus
bueyes para ordenarles el rumbo que tienen que llevar. Estos nombres pueden ser un
buen vehículo para encauzar su humor. Don Santiago Vega, de la comuna de Pelluhue
en la Provincia de Cauquenes, llama a sus bueyes “Corazón” y “Te juiste”, de manera
que cuando pasa cerca de su carreta alguna mujer que le agrade, de inmediato arrea a
sus bueyes diciendo “¡Corazón!, ¡Te juiste!” Ingeniosa y fina manera de piropear.

“Me voy, Contigo”; “Pa’ mi, Gusto”; “Soy, Chileno”; “Ven, Pronto”; “Negro, Lo
tengo” ;“Tuve, Tengo”, son algunos de los nombres de yuntas de bueyes que hemos
conocido.
En el contexto del dolor también el humor tiene una presencia
importante. En los velorios, por ejemplo, junto con rezar el rosario en
la habitación donde se está velando a la persona fallecida, en la cocina
o en el patio alrededor de una fogata, especialmente en la noche, los
hombres cuentan chascarros, mentiras, o juegan a las adivinanzas. La
muerte de un ser querido se llora y se acompaña con mucha oración,
pero también se celebra su paso a la vida eterna. De ahí que la risa sea
parte de este rito de despedida, junto a una abundante comida.

Dichos, sobrenombres y refranes, están permanentemente presentes en


los espacios de encuentro ya sean familiares o públicos, patentizando
este sentir chileno. “Buey suelto se lambe como quiere”, nos dice Rosa
Hernández al contarnos de una mujer separada que ha encontrado
una nueva pareja. “Aquí el amigo anda con guata ‘e pato”, continúa,
refiriéndose a una persona con colitis.

Cuando se está realizando una tarea difícil se dice “hasta aquí vamos
bien, dijo la lombriz en el pico ‘el pavo”. Estos son algunos ejemplos
escuchados en el cotidiano campesino.

En definitiva, un pueblo que valida la vida con la experiencia de


disfrutarla como vehículo de conocimiento, es un pueblo sabio, optimista
y alegremente humanizado.

Como una forma de rescatar este humor campesino, en el año 1998,


el Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares de la Biblioteca
Nacional y el Departamento de Extensión Cultural de la Dirección de
Bibliotecas Archivos y Museos, editaron el libro “Vamos Gozando del
Mundo: La picaresca chilena, textos del folklore”. En dicha publicación,
tuvimos la grata responsabilidad de realizar la compilación de los textos
incluidos. Durante tres meses revisamos las colecciones de versos,
cuadernos de poetas populares y entrevistas de terreno existentes en
el archivo de Literatura Oral, junto a aquellas colecciones de nuestra
propiedad. En esta revisión nos encontramos con un nutrido y variado
repertorio de mentiras, chascarros, versos, adivinanzas, brindis, cuecas,
décimas, logas, etc., que dieron vida a dicha publicación.
Vamos gozando el mundo...

Vamos gozando del mundo


antes que el mundo se acabe
el que no goza del mundo
bien poco del mundo sabe.

Esta copla de la tradición oral chilena,


que dio nombre a la edición, nos
acerca al espíritu con que nuestro
pueblo ve y asume su estar en el
mundo. Alegría, risa, picardía, doble
sentido, expresadas desde las formas
más sutiles, hasta el lenguaje más
directo, son rasgos característicos
en el cotidiano enfrentamiento con
los obstáculos, en los momentos
amargos o trágicos. Y esto no es
sinónimo de liviandad o evasión,
como podría suponer una mirada de
grave seriedad.

Campesino, Pilén. 1981. Col. P.CH.

…el que no goza del mundo


bien poco del mundo sabe.
Vamos gozando el mundo
VAMOS GOZANDO DEL MUNDO


“¡Si no es mentira oiga…!”
Las mentiras son relatos que tienen como punto de partida una verdad
que el relator comienza a ponderar y tergiversar con extraordinaria
imaginación, creando nuevas imágenes y situaciones en cada
narración, lo que lo convierte en un personaje muy apreciado en
reuniones o fiestas campesinas.

Los oyentes, a pesar de saber que el relato es una mentira y haberlo


escuchado numerosas veces, asumen el juego aceptándolo como
verdad, entre las risas de todos.

El sector de Alto de Maipo, ubicado en el distrito de Curalí de la


comuna de Santa Juana, provincia de Concepción, corresponde a
una zona rural. Sus casas están muy distantes entre sí, de manera
que la comunicación entre vecinos no es muy fluida. En el año 1978
viajamos a esa localidad, visitando la casa de don Marcial Sánchez,
un hombre ciego que vivía con su madre, Juanita Sánchez, también no
vidente. Para poder subsistir, don Marcial vendía carbón y su madre
asumía las labores del hogar. A pesar de sus grandes limitaciones
tanto físicas como económicas, ellos siguieron la tradición que por
generaciones vivió su familia de celebrar la novena de San Sebastián
y recibir a todas las personas que llegaran el día 20 de enero a pagar
Marcial Sánchez, junto a su madre y familia, Santa Juana. 1979. Col. S.G.B. manda o participar de esta fiesta. Ayudados por vecinos y familiares
residentes en otras ciudades, preparaban comida para todos los
asistentes y luego de la procesión se celebraba a San Sebastián con
cantos y cuecas. Esta novena se realizó hasta el fallecimiento de la
señota Juanita en la década de los años 80.
Trilla, Hualqui. 1978. Col. P.CH. Campesinos, Canelillo. 1996. Col. P.CH.

En este hermoso paisaje natural e impresionante realidad humana, se mezclaban la fe, la alegría, el canto,
la danza y la risa. Don Marcial tenía un nutrido repertorio de versos, chascarros y mentiras, producto de su
extraordinario sentido del humor. Una de estas mentiras es la siguiente:

“Yo les voy a contar lo que me pasó una vez que andaba harto corto de plata y no había na’ trabajo. -¿Qué voy a
hacer?-, decía yo. -Tengo que comer-. Entonces, lo que hice fue que llené una bolsita con guano de oveja. No ve
que la boñiga de oveja es redondita y negrita. Y me fui pa’l pueblo. -¡Pastillas pa’divinar!, ¡Pastillas pa’ divinar!-,
les decía. ¡Y se empieza a juntar la gente oiga! -¡Pastillas pa’ divinar! De a tres pastillas por cien pesos-. Y todos
querían adivinar, así que me compraban. -¡De a tres por cien pesos las pastillas pa’ divinar!-. Menos mal que
me quedaban poquitas ya porque uno quiso adivinar altiro y se echó una a la boca. Puchas, les halló un gusto
medio raro, tomó la otra mitá’, la miró y… -¡Pero si esto es mierda!-. -¡Adivinó señor, adivinó!-.

Don Alberto Badilla de la localidad de Los Sauces en la comuna de Angol, provincia de Malleco, relata algunas
de estas verdades-mentiras:

“Yo tuve una perra que tuvo dos perritos que nacieron siameses, pegados en la espalda. Y resultó que uno nació
liebrero y el otro perdiguero. Cuando yo salía a cazar y había una liebre, el liebrero corría y el otro iba pegadito,
mirando pa’rriba. Y en eso aparecía una perdiz y se daban vuelta. Entonces el liebrero quedaba mirando pa’rriba
y el otro corría. Así podía cazar animales y pájaros a la vez.”1

“Dos campesinos de Quirihue eran famosos porque tenían perros, muy, muy peleadores. Había una fuerte
competencia entre ellos. Un día se juntaron y dijeron, -ya, vamos a hacer pelear los perros-. Eran realmente
fierazos y como eran tan fierazos no terminaban nunca de pelear. Entonces, los dueños dijeron, -vamos a tomar
un traguito mientras-. Y entre trago y trago, se olvidaron de los perros. De repente dijeron, -vamos a ver lo que
pasó-. Y salen y ven que los perros se habían comido uno a otro y estaban las puras colas peleando. Y el dueño
del perro que tenía la cola más larga, ese ganó.”2
En el marco de algunas actividades del Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional,
conocimos a don Belisario Piña de la localidad de Nos, provincia del Maipo. Él es un excelente
narrador de historias, que, asegura, son ciertas.

“Resulta que en el campo donde yo me crié, bueno, todavía hay agua de pozo, de las quebradas,
vertientes. Y llegó un curita a la iglesia correspondiente, joven, de unos 28 a 30 años. Encachado el
tipo como hombre y como cura también. Y no faltó la mujer que se enamoró de él. Una chiquilla
joven, casada, buena moza. Un día en la confesión, ella se lo contó. -¡Ay mijita
por Dios!- le dijo el cura y se persignó, ¡pero con malicia! -Esto no puede ser- le
dijo, –usté’ también me gusta como mujer pero yo soy sacerdote-. Pero tanto
confesar a la chiquilla, ésta al fin se lo convenció. -¿Y cómo lo vamos a hacer para
vernos mija?- le dijo. -Mire padre-, le dijo ella, -yo voy siempre al agua, allá a las
quebradas. Pesco mis calabazas, una en cada mano y me voy-. -¿Pero cómo nos
vamos a hacer la seña?-, le preguntó el cura. -Muy fácil pues padre. Usté’ pasa
cantando una tonada, una canción-. -¿Qué canción?-, le dijo él. -Pasa cantando
“Adiós palomita voladora”. Si no está mi marido, yo le digo “Aquí va tu negra
encantadora”. Para hacer la rima-.

Bueno, pasaron los días y empezaron. Ya llevaban varias veces cantando la


tonada, cuando el marido se empezó a poner cachudo y empezó a cuidar a la
señora. Se resintieron las salidas entonces. Más de un mes y nada. Cuando un día
después de misa, pasa el cura cantando. La señora, como hacía más de un mes
que no se veían, le contestó el verso y como estaba el marido ahí, le dijo, -voy al
agua para tener fresquita para el almuerzo-. -Vaya mija, vaya no más-. -Claro, no
ve que usté’ está tan cansado. Ha trabajado toda la semana, como va ir usté’-, le
decía ella. -No, vaya usté’ no más mija. Yo mientras voy a barrer el patio-. Se puso
el hombre a hacer el aseo al patio, pescó un poco de leña para hacer fuego en una
piedra de moler grande que había debajo de un sauce, y que era donde se sentaba siempre la mujer
cuando volvía cansada del agua. ¡Claro, como venía lista, se sentaba ahí con su vestido ancho!

Cuando él vio que venía de vuelta, bajando por el cerro, sacó el fuego y dejó todo barrido, sin
restos. Cuando llega esta señora y se sienta. ¡Imagínese cómo quedó! Se le quemó hasta el…calzón
¡todo quemado! Al otro día pasa nuevamente el cura cantando, -“adiós palomita voladora”- y ella
sale y le contesta, -“tiene el poto quemado, por eso no sale ahora-”3.
En los espacios y momentos importantes para la comunidad campesina,
señalados anteriormente, se pueden escuchar variadas adivinanzas como
parte del repertorio de entretención, compartiendo este acertijo que
algunos de los presentes lanzó y que hay que adivinar.

“La adivinanza es una gestión poética comunicativa, expresiva, creativa.


Por eso es que los pueblos sabios la han cultivado. Como gestión

Adivina...
comunicativa la adivinanza nos dice que nadie es emisor perfecto. Ningún
mensaje es completo. El receptor no es pasivo si no agente que concurre
a perfeccionar la emisión, completando el mensaje. Como expresión, la
adivinanza revela los gestos y los rasgos característicos de la comunidad
y de su entorno. Es una expresión incompleta con un pie en alto… La
¡ADIVINA BUEN ADIVINADOR! adivinanza es una descripción ingeniosa que entrega claves incompletas
para descubrir su sentido… Adivinar es ponerse en la línea de frontera
entre esto conocido y lo otro desconocido. Es revelarnos, confesarnos pero
con ánimo de saber. Con ánimo y capacidad para conocer”4.

Las temáticas presentes en las adivinanzas son variadísimas: acerca de


la naturaleza, religiosidad, alimentos, objetos, la vida, la muerte, el cuerpo
humano, etc. En nuestros campos, tienen una gran aceptación y vigencia
aquellas con un sentido de picardía. Algunas tienen una clara intención
de doble sentido, que hacen pensar en una respuesta de igual tono, como
por ejemplo:
Pelo arriba, pelo abajo
y en el medio un tajo.

Sin embargo la solución es sorpresivamente inesperada: el ojo. Por el


contrario, existe otro tipo cuyo contenido es ingenuo, pero su respuesta es
claramente intencionada:

Entre peña y peña


un cascabelito que suena
(El Peo)

4 Fidel Sepúlveda. Folleto “De la Raíz a los Frutos”. Exposición bibliográfica. Literatura popular en las
colecciones de la Biblioteca Nacional. 1994. Página 83.
Pasé por un caminito
me encontré con dos peritas,
las dos me las comí
y siempre quedaron enteritas. Cuando chico
(Los senos) peladito,
cuando grande
Fui y volví peludito.
y la puntita no más metí. (El durazno5)
(el arado o el estribo)
Dime por qué razón,
A veces le achunto el macho colorado
otras veces tiene el agujero redondo
no le achunto. y hace el mojón cuadrado.
(el emboque) (La enfardadora de pasto)

Pasé por un caminito...


Hombre con hombre, se puede, Una mujer puede,
hombre con mujer, también, un hombre puede,
mujer con mujer no pueden dos mujeres podrían poder,
aunque vuelvan a nacer. dos hombres pueden,
He aquí algunas de ellas: (La confesión) tres mujeres no pueden,
tres hombres pueden,
Gordo, gordito cuatro mujeres, no hay caso,
se mete al agua cuatro hombres pueden.
y sale flaquito. ¿Qué será?
(El jabón) (Hacer pichí en una bacinica6)

De arriba vengo
para abajo voy, El toro tiene dos
ábreme la puerta y el buey ninguna
que soy cantor. (La letra O)
(El peo)
Teta con teta,
En las manos de las damas guata con guata,
casi siempre anda metido, llegando al ombligo
unas veces estirado, sigue la fiesta.
otras veces encogido. (La guitarra7)
(El abanico)

5 Santa Juana, Hualqui, Provincia de Concepción, Quirihue, Provincia de Ñuble. Colección Patricia Chavarría.
6 Chiguayante. Colección Flavio Pineda
6 Santa Juana. Colección Silvia Gutiérrez
Cueca, Hualqui. 2007. Col. H.P.
Encuentro de Payadores, Casablanca. 1992. Col. A.L.O.

Cuecas, brindis, tonadas


CUECAS, BRINDIS, TONADAS, DECIMAS O RECORTES

El ingenio popular es inagotable al momento de expresar su sentir, su picardía. La poética


es uno de los vehículos más importantes como en cuecas, tonadas, brindis, décimas, etc.
Muchos de estos versos recitados o cantados aún viajan en la memoria campesina de nuestro
país.

Los brindis, por ejemplo, recitados en décimas, octavas o coplas, alegran las comidas, los
aros de las cuecas y son infaltables en las reuniones de payadores, quienes hacen gala de su
ingenio y creatividad en el arte de improvisar.
BRINDO DIJO…

Brindo dijo un manicero Brindo dijo un cicatero


por las nueces y avellanas apreta’o pa’ comer
yo confito las manzanas yo no tengo ni mujer
que me dan para el puchero. gastar mi plata no quiero.
Una noche de aguacero Como ambiciono el dinero
mi buque casi chocó de memoria juego al loto
por un poco poco me alimento con porotos
se me mojó el cuchuflí, que son más baratos creo,
por proteger el maní y jamás me tiro un peo
se me mojaron los cocos. para no gastar el poto.

Brindo le dijo un poroto Brindo dijo un forrajero


a una blanca pantruca por mis manos y mi horqueta
para las viejas pitucas alimentar es mi meta
yo soy comía pa’ rotos. a todo el ganado overo.
Forman este alboroto Mi trabajo con esmero
porque consideran feo día a día lo practico
que les provoque deseos y jamás nunca me achico
que se les afloje un aire, porque tengo la ventaja
que si me falta la paja

Brindo dijo...
como decía mi madre
tanta bulla por un peo. yo mismo me la fabrico8 .

Brindo dijo un sandillero


Brindo por mi gallinero con la chupalla en la mano
por gallinas y pollitos yo le refresco el verano
por los huevos fresquitos a caseras y caseros.
los saco del ponedero. Ordeno con mucho esmero
Pero también brindar quiero las frutas en la ramada,
por este gallo bandido para dar garantizada
que antes de llegar al nido mi calidad de sandilla,
las acosa sexualmente, si me manda su chiquilla
y las gallinas calientes yo se la entrego calada 9 .
ponen los huevos cocidos.

8 Encuentro de Payadores. Casa Blanca 1997-1998. Colección A. L. O. B. N.


9 Poeta Popular Santiago Varas. Rancagua. Colección del poeta.
En Santa Juana conocimos a don
Leonidas Medina. El nos contaba:
“Yo aprendí a tocar la guitarra, a
cantar y a recitar recortes picarones”,
como le llamaba a las décimas, “sólo
para poder enamorar a las niñas”.
Esta afirmación nos revela el grado
de aceptación que la poética pícara
y la música han tenido a través de
los años en nuestro pueblo. Como
ejemplo, dos cuecas y un recorte
entregados por don Leonidas Medina
a Sylvia Gutiérrez.

Leonidas Medina y señora, Santa Juana. 1981. Col. S.G.B.


Una viudita lloraba A una niña di un abrazo
la muerte de su marido sin tener trato ninguno
y debajito ‘e la cama y ella con su disimulo
tenía el otro escondido. me voltió de un garrotazo.
El cuerpo me hizo pedazos
No te cases con viuda y ahí me dejó botao
porque es muy cierto todos los huesos quebrados
que debajo del catre desarma’o de las caderas,
suspira el muerto. y más por esa fiolera
Suspira el muerto sí me pasó por ser templa’o.
es cosa rara Mi agradable fulanita
que después de estar muerto De allí me le fui atracar verde cogollo de higuera
resucitara. como de ella pretendiente con lo que me contenté
me atracó un combo en los dientes con rajarle la pollera.
Anda es cosa rara las patas me hizo parar. Hicimos la pelotera
resucitara. Y ahí me empezó a dar los tirábamos bonito
me dejó sin vanidad como yo era chiquitito
yo dije sin hablar na’ a trompones me maltrata,
El beso de las solteras señora que hemos de hacer, por suerte la saqué bien
no es como el de la casá y más por esa mujer si no me arranco me mata.
porque la mujer con dueño que tan mal trato me da.
tiene la boca salá.
Me le fui atracar de nuevo
Las solteritas tienen por hacer hazaña alguna
dos mil amores ella me tostaba luego
tienen la boca dulce sin dejarme pasar ni una.
como alfajores. Al fin pa’ mejor fortuna
Como alfajores sí me le fui de otra manera
y las solteras vamos a ‘uscar la cartera
tienen la boca dulce luego venga buscando su abrigo,
como mistela. se fue a la casa conmigo
levantaba polvareda.
Anda y las solteras

Una viudita lloraba...


como mistela.
Rosa Viveros Cid, Hualqui.1979. Col R.C.
Para saber y contar
PARA SABER Y CONTAR Y CONTAR PARA SABER

Había una vez…

Muchos de nosotros podemos recordar con gran emoción, haber escuchado esta
introducción para algún cuento que nuestros abuelos nos narraron. El cuento por
generaciones fue una vía para la enseñanza de valores, de cómo enfrentarse a la vida con
sabiduría, junto con despertar la imaginación de la niñez que absorbía con verdadero
deleite y asombro cada narración.

“A mí me criaron con los cuentos”, escuchamos decir a numerosas mujeres y hombres


campesinos. “Mi abuelito, antes de irnos a la cama, ahí en la cocina nos contaba algunos
cuentos que nos asustaban, pero siempre terminaban bien”. “A mí me gustaban los de
Pedro Urdemales.”

Pedro Urdemales, famoso personaje de tantas aventuras, mentiroso, flojo, astuto, nace
en España en la creación literaria de Miguel de Cervantes. Viaja con los inmigrantes a
estas nuevas tierras y nuestro suelo lo acoge, lo adopta y adapta.

“…El personaje más característico de la literatura oral, es Pedro Urdemales, una


chilenización del famoso Pedro de Urdemales de Cervantes. Pero a este Urdemales la
picaresca chilena lo hizo nacer en tierras chilenas de acuerdo a narraciones recogidas
por Ramón Laval… De esta forma, los chilenos tenemos nuestro autóctono pícaro, que
satiriza a la sociedad, un verdadero bribón que urde las más pintorescas historias, con
extraordinaria astucia, actuando como campesino o como citadino”.10

Con mucho pesar debemos reconocer que los cuentos transmitidos oralmente, ya
casi no forman parte del encuentro entre adultos y niños en las familias chilenas.
Afortunadamente, algunos estudiosos como Ramón Laval y Fidel Sepúlveda, entre otros,
dejaron imprentados en distintas ediciones, una diversidad de cuentos tradicionales,
entre los que se destacan los de Pedro Urdemales. Gracias a estos escritos, hemos
podido comprobar cómo los niños los acogen, disfrutan e internalizan al escucharlos.

10 “La picaresca chilena. De la vida, el chascarro y la risa”. Pía Rajevic. Revista Rocinante.
Febrero 1999. Página 5.
De la Comuna de Hualqui en la Provincia de Concepción, era la señora Rosa Viveros Cid, renombrada
cantora que animaba las fiestas del lugar. Pero, además, era una excelente narradora de cuentos. Su nieto,
Ricardo Castillo, recogió algunos de estos sabrosos cuentos de Pedro Urdemales.

“Este era un Rey que era pilón, o sea, le faltaba una oreja y la Reina era coja. Entonces, el Rey decía que le
pagaba a una persona que le fuera a cortar el pelo pero que esta persona fuera una tumba. Que no fuera a
divulgar el secreto de su defecto. Oyó decir esto Pedro Urdemales y fue donde el rey y le dijo. -Mi sacarrial
Majestad, yo soy una tumba, una tumba-. -Ya está-, le dijo el Rey, y lo acomodaron para que le cortara el
pelo. Después que le cortó el pelo, a Pedro Urdemales le dolía el estómago, le dolía la cabeza. -¿Qué hago
señor? ¡Ya no aguanto!-, decía. -¡Tengo que divulgar este secreto! ¿Qué voy a hacer?-. Entonces, fue, hizo
un hoyo grande en la tierra, del porte de él casi. Cuando terminó, metió la cabeza y gritó tres veces, -¡el
Rey es pilón y la Reina es coja!, ¡el Rey es pilón y la Reina es coja!, ¡el Rey es pilón y la Reina es coja!-.
Y tapó el secreto.

Después, ¡que no sale una mata de cicuta bien grande!, ahí donde hizo el hoyo. ¡Linda la mata de cicuta!
Entonces, un día el ovejero del Rey halló la mata de cicuta tan linda que recortó unos palitos y se hizo un
pito. Porque de los palos huecos de la cicuta se hacen pitos. Entonces, se puso a tocarlo y el pito decía -¡El
Rey es pilón y la Reina es coja!-. Los caballeros del Rey que lo escucharon fueron al palacio y le contaron
que el ovejero andaba diciendo con un pito que él era pilón y la Reina coja. Ya, el Rey mandó a buscar al
ovejero pa’ preguntarle y el ovejero le explicó que él lo había sacado de una mata de cicuta, y que el pito
tocaba solo, sin decirle nada.

El Rey mandó a uno de sus caballeros que tocara y también decía, -¡el Rey es pilón y la Reina es coja!-.
Lo tocó el Rey y lo mismo. Total, se dieron cuenta que era el pito el que decía así.-¡Este ha sido Pedro
Urdemales el que hizo esto!-, dijo el Rey ,- ¡vayan a buscarlo!-. En tanto Pedro Urdemales se había ido
bien apurado pa’ que no lo pillaran. Pasó por una parte donde había un letrero que decía, -“se necesita
un chanchero”-. -Quiero que me de trabajo-, le dijo al patrón. -Bueno, porque yo quiero un hombre que
me cuide los chanchos pa’ que no se me metan a un barro que hay ahí-, le dijo, -porque pueden quedar
empantanados-. Entonces, agarró Pedro Urdemales los chanchos. Eran como treinta y los llevó a la orilla
de un camino y se puso ahí. En esto pasó un comerciante y le dijo, -¿a dónde lleva los chanchos amigo?-.
-Los voy a vender al pueblo porque me tienen aburrido. Vengo aburrido con ellos así es que los vendo por
la plata que me den-. -Ya- , le dijo el comerciante, -te los voy a comprar-. -Bueno, se los vendo, pero con
una condición. Que me tiene que dejar la colita porque si quiera pa’ comérmela de cazuela. La colita de
chancho es rica-. -Ya-, le dijo, -ningún inconveniente-. Le cortaron toda la cola a los chanchos y se quedó
Pedro Urdemales con la plata y las colas.
Entonces fue al pantano y las ensartó en el barro. Y ahí cuando tuvo todas las colas enterrá’s, empezó a gritar,
-¡patrón, patrón!, ¡venga que los chanchos se me arrancaron y se me están enterrando!. ¡ Venga patrón, ya no
queda ninguno, yo le he hecho empeño y se les corta la colita!- Llegó el patrón y Pedro le decía, -no patrón, no
los tire, hay que sacarlos con una pala, porque yo hice la prueba y aquí tengo dos colitas-. -¡Ya. Anda a la casa
a buscarte las palas!-, le dijo el patrón-. Entonces, ya Pedro se fue y el dueño de los chanchos se quedó ahí y
dijo, -¡éste no llegó nunca, pero no se va a quedar riendo, porque yo lo voy a alcanzar y le voy a dar una…!-.
Ensilló su caballo y partió detrás de Pedro.

Entonces siguió Pedro Urdemales, pasó por una huerta donde habían hartos zapallos y se robó uno. El más
bonito. Siguió su camino y se encontró con un gringo que iba de a caballo. -¿Qué llevas ahí hombre?,- le
preguntó el gringo. -Un huevo ‘e yegua patrón, llevo un huevito ‘e yegua. De aquí sale un potrillito muy
corredor. ¡Uh! sale un potrillito que no gana nadie en la carrera-. -¡Véndemelo! Y te compras otro-. -Ya. Por
hacerle un bien le voy a vender el huevo, pero tiene que llevarlo con mucho cuidado patrón, porque no se
le vaya a partir antes de tiempo y pierda el caballito-. Entonces, el gringo agarró su zapallo por delante. Iba
contentazo por el cerro. -¡Mi caballito!-, decía el gringo. Cuando en esto, el caballo tropezó y él por agarrarse,
larga el zapallo ¡y se le va guarda abajo! Se da contra una piedra que había. El zapallo se dio contra la piedra,
¡ y se partió! Justo al lado de la piedra había una zorra tomando solcito. ¡Véase la coincidencia! Y donde sintió
el golpe salió por la quebrada abajo.

Encuentro de la comunidad campesina, Pelluhue, Hualqui. 1996, 1999, 1979. Col. P.CH.
Entonces el gringo gritaba, -¡ay, ay, ay!, ¡atájenme, atájenme mi
caballito corredor!-. Y se caía detrás de la zorra. ¡Y cuándo la
iba a alcanzar!

“Esas son las historias de este Pedro tan diablazo”, concluye la


señora Rosa Viveros.

El extracto aquí presentado del libro “Vamos Gozando del


Mundo”, nos muestra una faceta muy viva en el espíritu chileno.
La experiencia de la vida se disfruta, se optimiza. ”¡No hay
que echarse a morir!”. Este modo de pararse frente a la vida se
contrapone con la gravedad con que nuestra sociedad la enfrenta,
con una apariencia de seriedad muy cercana al aburrimiento.

“La sociedad chilena… lena la vida de una cantidad de normas


que si se siguen al pie de la letra harían la vida muy gris. Entonces,
como una vida así no es vivible, se genera una instancia para
escapar de esta moral de buenas costumbres y hábitos sociales
rígidos y se da este resquicio que es la picardía.11

El sentido de humor del chileno es sabio.

“La risa es algo muy serio porque es fundamental para vivir: es


catártica, crea espacios de relación, de encuentro, es sana y se
opone a la gravedad de la cultura oficial. Es la vida misma”.12

...no vive con experiencia


el que del mundo no goza

11 Fidel Sepúlveda en “La picaresca chilena.


De la vida, el chascarro y la risa”. Pía Rajevic. Revista Rocinante.
Febrero 1999. Página 5.
12 Patricia Chavarría. Op.Cit. Página 7.
Benedicto Bascuñán, Hualqui. 198e. Col. P.CH.
Indice

PRESENTACION

PRÓLOGO

ENTRE CIELO Y TIERRA

AQUÍ ANDA LA CRUZ DE MAYO

CANTANDO POR LA VIDA

YO ME TOMARA CIEN MATES

YO TE SANTIGUO EN EL NOMBRE DEL PADRE…

A MI PADRE SAN FRANCISCO

VAMOS GOZANDO DEL MUNDO

AGRADECIMIENTOS FINALES

COLECCIONES.
Agradecimientos

Mis agradecimientos a la Corporación Cultural Artistas del Acero


por su permanente e invaluable apoyo a la investigación, difusión
y conservación del patrimonio.

Al Archivo Fotográfico de la Universidad de Concepción por su


valioso apoyo tecnológico.

A mis compañeros de trabajo, Héctor Uribe, Carolina Tapia, José


Luis Avendaño, Renée Salazar, por su generosa colaboración en
el logro de este libro.

A Carmen García por sus valiosas sugerencias y aportes de sus


colecciones.

Al Grupo Lafkenche de Pelluhue, por la desinteresada entrega de


sus saberes heredados.

A Ricardo Sepúlveda por su arte y compromiso en el diseño de


esta edición.

Y gracias a mis hijos Rodrigo y Paula, ya que su apoyo y


comprensión, han sido un pilar fundamental en mi quehacer.
Colecciones

P.Ch. : Patricia Chavarría.

C.G : Carmen García.

H.U. : Héctor Uribe

R.C. : Ricardo Castillo

S.G. : Susana Gatica

S.G. B. : Sylvia Gutiérrez.

A.G. : Adrián González

C.T. : Carolina Tapia.

H. P. : Héctor Pavés.

M.N. : Micaela Navarrete.

C.C. : Claudio Carocca.

P.M. : Paula Mariángel.

L.M. : Leonor Martínez.

F.P. : Flavia Pineda.

A.L.O. : Archivo de Literatura Oral

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