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• ANTECEDENTES
ANTECEDENTES
El demandante solicitó que se declare que “existió un contrato de trabajo celebrado
en forma verbal, con características propias del contrato de trabajo a término
indefinido, teniendo en cuenta la primacía (sic) o realidad de los hechos, el cual
inició el día 14 de septiembre de 1974 y terminó el día 22 de Septiembre de 2000,
por causal imputable al empleador”; que en consecuencia se le debe la
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indemnizació n por despido injusto, la cesantía por todo el tiempo laborado, sus
intereses y las primas desde el 1 de enero de 1997 hasta el 22 de septiembre de
2000; las vacaciones del 14 de septiembre de 1997 al 14 de septiembre de 2000; la
pensió n sanció n; los aportes pensionales obligatorios al sistema de seguridad social;
la devolució n de los salarios retenidos o deducidos indebidamente por concepto de
energía, teléfono y secretaria; la sanció n moratoria y la indexació n de las condenas.
Expuso que fue contratado para ejercer el cargo de Jefe de Producció n en el
establecimiento comercial denominado ALMACÉ N Y TALLER VALLEJO, de
propiedad del demandado; que desarrolló personalmente las funciones señ aladas
por el empleador, bajo sus instrucciones, en una jornada semanal de 49 horas y
media; que “el empleador con el á nimo de esconder o camuflar la verdadera relació n
laboral que lo ataba con su trabajador, le presentó para su firma un documento que
denominó ‘contrato de prestació n de servicios’, con fecha 12 de septiembre de
1996”; que en el mismo documento “existen elementos, condiciones y pactos que
son propios de un contrato de naturaleza laboral”, como la prestació n personal del
servicio, la subordinació n y el salario; pero que tal documento está viciado de
nulidad porque su objeto y causa son ilícitos; que VALLEJO LÓ PEZ “consciente de su
naturaleza patronal, con fecha 10 de abril de 2000, expidió al actor el certificado de
ingresos y retenciones del añ o gravable 1999, en donde indica en su contenido, la
verdadera relació n”; que allí figuran salarios y prestaciones pagadas; que también se
le expidió un certificado en el que consta el salario, tiempo de servicios y cargo
desempeñ ado; que la hija del accionado, MARYIS PAOLA VALLEJO también expidió ,
como jefe de personal, unos certificados, que en algunos adujo que era “Socio
industrial del taller”, sin que exista escritura de constitució n de la sociedad; que el
pago del salario unas veces se hacía con cheques girados por el demandado y otras
por su có nyuge, a quien él autorizaba; que desde enero de 2000 recibió un sueldo de
$1.200.000, mientras que en 1999 ascendió a $1.012.000; que a pesar de insistir el
accionante durante los 26 añ os de vinculació n, que se le afiliara a la seguridad social,
no se accedió a ello; que sin autorizació n escrita y expresa se le descontaron unos
rubros por gastos, que correspondían al empleador, como servicio pú blico de
energía, teléfono y la nó mina de la secretaria; que no se le pagaban las prestaciones
debidas; que todas esas circunstancias, las cuales generaban el incumplimiento del
empleador, le condujeron a terminar el contrato, mediante comunicació n del 22 de
septiembre de 2000; adicionalmente indicó que nació el 11 de diciembre de 1940
(folios 42 a 47 y 67 a 69).
En la respuesta a la demanda (folios 56 a 65) el accionado se opuso a ella, puesto
que adujo la falta de vínculo laboral y la existencia de uno civil, en el que el actor
figura como contratista independiente, sin subordinació n, ni salario fijo, como
tampoco sujeto a horario ni a reglamento de trabajo alguno; que así consta en el
documento suscrito por las partes; que GUERRERO PAZ impartía ó rdenes a los
trabajadores que empleaba por su cuenta para la ejecució n de las obras contratadas;
que recibía el 50% de las utilidades obtenidas por los trabajos ejecutados por el
ALMACÉ N Y TALLER, y que si se revisan los libros, ningú n obrero tenía ingresos tan
altos como los del demandante; que el propio interesado elaboró un formulario para
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En ese orden conviene señ alar que el mayor mérito o valor que pretende el
recurrente se le otorgue al certificado de ingresos y retenciones obrante a folio 5,
tampoco conlleva un desacierto de tipo fá ctico, ademá s que contraría aquel
principio de la libre formació n del convencimiento del juzgador, no sujeto a tarifa
legal de pruebas.
Y, tampoco corresponde a un yerro fá ctico el planteamiento que se hace respecto a
la declaratoria de confeso del accionado, puesto que no se alude al contenido de la
prueba, sino a la viabilidad de tenerla en cuenta, cuando el ad quem la negó , por no
haberse calificado los hechos sobre los cuales recaía antes de proferirse la sentencia.
Es decir, que el raciocinio fue respecto a la validez de la prueba mas nó a su
contenido.
4) Los testimonios acusados en el cargo no pueden examinarse, toda vez que no se
demostró un yerro fá ctico ostensible derivado de las pruebas que enuncia el artículo
7 de la Ley 16 de 1969, como calificadas en casació n, vale decir, el documento
auténtico, la confesió n judicial y la inspecció n judicial.
El cargo no prospera.
SEGUNDO CARGO
Denuncia, por la vía directa, la infracció n directa del artículo 18 de la
Ley 50 de 1990, que modificó el 132 del CST; 340 de la misma obra; 1 y 3 del
Decreto 2310 de 1995, violació n que, dice, condujo a la aplicació n indebida de los
artículos 186 a 189, 249 y 306 del CST; 1 de la Ley 52 de 1975 y 1 del DR 116 de
1976. Señ ala que la primera norma citada faculta a las partes para convenir el
salario y les señ ala un límite, só lo en cuanto al respeto del salario mínimo legal; que
así “la rebeldía del Tribunal en la aplicació n de lo previsto en el mencionado artículo
18, permite denunciar el desconocimiento de lo establecido en el artículo 340”.
Advierte la irrenunciabilidad de las prestaciones legales y el control que impuso el
legislador a los jueces; que “la solució n jurídica que permite hacer efectivo ese
control especial se encuentra en el Decreto mediante el cual el Gobierno Nacional
señ ala el salario mínimo legal mensual, que también desconoció el tribunal, monto
que para el añ o de 1996 fue de $142.125.oo y de $13.576.oo mensuales como auxilio
de transporte”que por ello, al hallar demostrada la relació n laboral entre el 14 de
septiembre de 1974 y el 11 de septiembre de 1996, el Tribunal tenía “vedado
considerar que por la ausencia de la cuantía del salario que acordaron las partes, no
le era posible liquidar los derechos prestacionales”; recuerda que en este caso no le
es aplicable la Ley 50 de 1990 a la cesantía y que por ello bastaba tomar el salario
del ú ltimo añ o.
SE CONSIDERA
El sentenciador estimó que no podía liquidar las acreencias laborales del accionante,
correspondientes al período transcurrido hasta el 11 de septiembre de 1996,
porque “..tratá ndose de un salario a destajo segú n los folios 27 y 28, no es posible
establecer el promedio devengado en cada anualidad, ni el del ú ltimo añ o servido en
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forma subordinada, para liquidar los derechos..”, es decir que exigió la prueba,
porque consideró que se trataba de salario a destajo, no ligado a una jornada de
trabajo o al tiempo en que se ejecutaba la labor, sino a la actividad desplegada por el
trabajador.
En ese sentido no bastaba que la acusació n se refiriera a la existencia de las normas
referentes a la libertad de los contratantes para pactar la modalidad de la
retribució n del servicio, y a la fijació n de un salario mínimo legal, porque si para el
juzgador lo determinante para establecer el ingreso del accionante era el resultado
obtenido en la ejecució n de la labor -por estar frente a un salario a destajo-, no podía
suplirse con el monto del mínimo legal, que se vincula a la jornada dentro de la cual
se desarrolla el trabajo. En consecuencia, el Tribunal no pudo incurrir en la
infracció n legal denunciada.
Valga agregar que lo que la jurisprudencia ha sostenido, y ahora se reitera, es que el
juzgador no puede abstenerse de proferir condena cuando, sin probarse el salario,
se establece la existencia de la prestació n del servicio y la subordinació n durante un
período determinado, caso en el cual debe liquidar las acreencias laborales con el
salario mínimo legal vigente, siempre y cuando no se discuta que las labores se
desarrollaron dentro de una específica jornada, puesto que el pago del salario
mínimo legal se supedita a la medida del tiempo. No obstante, tal doctrina no tiene
aplicació n en tratá ndose de un salario a destajo, porque en este caso la labor no se
lleva a cabo en determinado tiempo, sino segú n la cantidad de unidades ejecutadas.
Se reitera que el cargo no prospera. Por no existir réplica del demandado, la Sala se
abstiene de imponer costas en el recurso extraordinario.
En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE CASACIÓ N
LABORAL, administrando justicia en nombre de la Repú blica de Colombia y por
autoridad de la ley, NO CASA la sentencia proferida el 27 de enero de 2005 por la
Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, en el proceso que
promovió HERNANDO GUERRERO PAZ contra FERNANDO VALLEJO LÓ PEZ,
propietario del ALMACÉ N Y TALLER VALLEJO
Sin costas en casació n.
CÓ PIESE, NOTIFÍQUESE Y DEVUÉ LVASE AL TRIBUNAL DE ORIGEN.
CAMILO TARQUINO GALLEGO
GUSTAVO JOSÉ GNECCO MENDOZA CARLOS ISAAC NADER
EDUARDO LÓ PEZ VILLEGAS LUIS JAVIER OSORIO LÓ PEZ
FRANCISCO JAVIER RICAURTE GÓ MEZ ISAURA VARGAS DÏAZ
MARIA ISMENIA GARCÍA MENDOZA