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La invasión napoleónica precipito la

independencia de la América española;


I. LA CRISIS DE
esta situación aisló a la metrópoli de las LA IGLESIA COLONIAL
colonias, originando una crisis de
autoridad entre sus súbditos.

Los hispanoamericanos ya habían venido


tomando conciencia de su alienación, de
sus intereses, y de su identidad americana.
El clero, por su parte, sufría también una
crisis de autoridad, se encontraba dividido
entre peninsulares y criollos.

La misión religiosa se encuentra soportada


sobre dos soportes: el fuero eclesiástico y
las riquezas de la Iglesia. Estos intereses
habían sido uno de los blancos de los
reformadores borbónicos, que habían
intentado colocar al clero bajo la
jurisdicción de los tribunales civiles y
desviar sus recursos a manos del Estado.
Otras medidas que contribuyeron a
la alienación de la Iglesia y al
fomento en ella de los deseos de
independencia, fueron: la expulsión
de los jesuitas, el nombramiento de
obispos complacientes y la
utilización de la inquisición.

El clero criollo se quejaba de la


discriminación en la distribución de
los beneficios eclesiásticos. Otra
fuente de descontento era la
situación económica del bajo clero,
que, además, fue la principal víctima
de las restricciones del fuero, que
representaba uno de sus pocos
activos. En 1804 fueron congelados
los fondos eclesiásticos con el fin
de remitirlos a España.
La situación en México

A finales del siglo XVIII la población estimada


era de 6.100.000. Los eclesiásticos se
calculaban en 9.439.

La mayoría de obispos, canónigos y alto clero


era peninsular, mientras que la mayoría del
bajo clero estaba integrado por criollos y
mestizos.

Muchos de los miembros del clero eran


ineptos, y optaban por este estado más por la
confortabilidad que por vocación.

La diferencia en los ingresos económicos entre alto y bajo clero eran


abismales: por ejemplo, un obispo rico podía disfrutar de ingresos
anuales equivalentes a cien mil pesos, un párroco de una zona urbana
rica tenia ingresos de entre tres mil y cinco mil pesos, mientras que los
vicarios debían contentarse con alrededor de quinientos pesos anuales.
Para 1792 existían en este virreinato 1,818 sacerdotes seculares y
1.891 religiosos, para una población cercana al millón de personas.

A diferencia de México, aquí la mayoría de los clérigos diocesanos


eran criollos, e incluso algunos obispos, por tanto, no era una Iglesia
enteramente colonial.

En el virreinato del Perú

La Iglesia peruana no era tan rica como la mexicana, pero tenía


recursos importantes, y muchas de las Órdenes situadas allí poseían
extensas propiedades rurales. Los ingresos del arzobispo de Lima
rivalizaban con los del propio virrey.

En Perú, como en México, la Iglesia estaba debilitada por divisiones


internas. Muchos obispos permanecían aislados en sus palacios.
A nivel general

Había poco sentido de identidad entre los


miembros de la Iglesia.

Ante los desafíos planteados por el curso de la


independencia, la Iglesia reacciona apelando a
la Corona, en lugar de a los fieles, y
posteriormente a los nuevos dirigentes
republicanos.

El sacerdocio se tenía más como una carrera,


donde primaba el interés económico, que como
una vocación. Los obispos y alto clero eran
vistos como burócratas del Estado; esto no
cambio mucho durante la independencia. Sin
embargo siempre hubo interés por el trabajo de
la predicación del Evangelio.
II. LAS RAÍCES IDEOLÓGICAS DE LA
INDEPENDENCIA

En la independencia Hispanoamérica
convergen tres líneas de ideología
política: la escolástica, la ilustración y
el nacionalismo criollo.

La escolástica

Se ha debatido mucho sobre la influencia de


estas ideas. Una corriente de pensamiento le
atribuye la primacía a la filosofía escolástica y
a la tradición española.

• El origen popular de la soberanía, la


resistencia a la tiranía, las limitaciones al
poder real, son ideales que están presentes en
los escritos del jesuita Suárez y en las
tradiciones españolas.
• En el lenguaje de los comuneros se han
percibido reflejos de las ideas políticas y de
las tesis de los escolásticos y del gobierno
españoles, tesis transmitidas a la América
española a través de las enseñanzas de los
teólogos y de las prácticas del gobierno de
los Habsburgo.

• Los patriotas de 1810 citaban a Santo


Tomás de Aquino en apoyo a la soberanía
popular y para justificar la guerra contra
España. Pero los acontecimientos se
precipitaron, la Carta Constitucional de
Cundinamarca (3 mayo de 1811) hablaba de
los derechos imprescriptibles del hombre y
del ciudadano, utilizando el lenguaje de la
época, no el de la escolástica.
LA ILUSTRACIÓN
La versión española de la
Ilustración despojó y la redujo a un
programa de modernización dentro
del orden establecido.

Los reflejos de la época se pueden


ver en:

1. La valoración de los
conocimientos utilitarios.
2. El empeño por aumentar la
producción mediante las
ciencias aplicadas y las
creencias aplicadas y la
creencia en el influjo benéfico
del estado.
Se decía que era menester que
las ciencias utilitarias y exactas
sustituyera a la especulación, y
que en el reino como el de la
Nueva Granada, con productos
para la explotación, caminos
que trazar, minas que perforar, y
ciénagas que desecar, había
más gente formada para
observar que para filosofar.

La literatura de la Ilustración
circulaba con relativa libertad

La ilustración no fue fenómeno


en América, su influencia fue
tardía.
EL NACIONALISMO CRIOLLO

La Ilustración inspiró en sus seguidores criollos no tanto una


filosofía de liberación, cuanto más una actitud de independencia
heredada de las ideas institucionales, razón sobre la autoridad,
la experiencia sobre la tradición, la ciencia sobre la
especulación.

• Bolívar se dejo impresionar por hobbes, Spinoza, al mismo


tiempo que estudiaba a Helvetius, Holbach y Hume,
Montesquieu, Rousseau.
III. RESPUESTAS DE LA IGLESIA A LA INDEPENDENCIA

LOS OBISPOS:

Los que permanecieron fiel a la Corona

• La mayoría de los obispos rechazó la revolución y permaneció


leal a la Corona, consciente de la amenaza que suponía la
independencia y el liberalismo para la posición establecida de la
Iglesia.

• En México, el obispo de Valladolid, Manuel Abad y Queipo,


denunció la rebelión como el mayor pecado y delito que un
hombre podía cometer, y calificó de ateo y de “pequeño
mahoma” Al sacerdote insurgente Miguel Hidalgo.
Los clérigos criollos ayudaron a encaminar el curso de
la rebelión, a enderezar la lucha ideológica contra los
realistas en la prensa insurgente y a definir los
objetivos políticos en los manifiestos y en las
Constituciones.

En el resto de la América española el clero desempeñó


un papel similar al de México, suministrando dirigentes
y luchadores, y luego reaccionado como un grupo de
interés contra ataques de los liberales a su privilegio de
1820.

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