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Después de casi diez meses viviendo en México, resulta que me tocó el ocho. Y es que claro,
no cualquiera tiene la posibilidad de levantarse un día y saberse convocado a caminar junto a
los zapatistas después de más de 5 años en los que no salían a marchar fuera de sus
comunidades. Los periódicos señalan la participación de entre 15 y 20 mil indígenas bases de
apoyo zapatista, manifestándose para respaldar las marchas populares (no + sangre) por la
vida y en contra de la guerra de Calderón. Y es que la supuesta pelea contra el narcotráfico en
México ya se ha cobrado más de 28 mil vidas; víctimas denominadas por los organismos
oficiales como ³daños colaterales´. Cuerpos sin vida producto del fuego cruzado entre los que
se encuentra el del hijo del poeta Javier Sicilia.

Ese día, se hace imposible llegar hasta la puerta, y entonces una combi nos deja a 15 minutos
de la Universidad de la Tierra, en donde se realizó la convocatoria para marchar hasta la plaza
de la paz. Veedores internacionales y periodistas extranjeros de todos los colores pueden llevar
su cara descubierta. La legitimidad de ser ³no-indígenas´ les permite mostrar sus rostros,
aunque yo debo cubrir el mío para no ser deportada2. Para lo que no saben, a poco tiempo de
la aparición de el EZLN en la arena política, la constitución Mexicana fue modificada para
prohibir la participación política de extranjeros en el territorio nacional.

Me detengo en un punto para intentar entender el número de personas que están marchando.
Una hora y media más tarde todavía sigo parada allí, viendo pasar familias enteras: hombres ,
mujeres, niños, jóvenes y ancianos... trajes típicos de colores miles y un mismo rostro. Las
columnas marchan perfectamente ordenadas. En sus pasamontañas se destaca, bordadoen
lana, el número de caracol al que pertenecen y cada continente camina guiado por un
coordinador. El coordinador ± armado de su walkie- talkie - señala si deben seguir, detenerse o
correr. Nadie pronuncia palabra alguna.
Las caras de los transeúntes coletos - curioso adjetivo que califica a las personas no-indígenas
residentes en San Cristóbal de Las Casas- , son de sorpresa y casi nunca de indiferencia. Una
niña reclama a su padre: c      (
   
-  y en su Inocencia clava un
puñal en las conciencias de los distintos.

 Ya en la plaza, el discurso pronunciado reza: ³ 


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Y se preguntarán ustedes entonces: ¿de qué se trata todo esto? Y de nuevo resuena la voz de
los sin voz:    

  
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A veces las palabras y los silencios dicen lo mismo. Levanto la mirada y sólo puedo ver rostros
cubiertos y cuerpos llenos de identidad: tojolabales, tsotsiles, tseltales...en la diversidad que los
contiene sus palabras se comprenden fácilmente:   
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repiten los miles en la plaza concentrados y cantan -de pie- su himno. Yo lloro
y pienso en cuánto sentirían mis compañeros de estar allí; pienso en los discursos que
proclaman la muerte de un ejército que las izquierdas actuales son incapaces de convocar.

La magia sigue intacta y huele a tortilla y a sudor. Saberse acompañado lo vuelve a uno más
fuerte y más indignado. Y es que estamos hasta la madre de capitalismo neoliberal.

¿Ya se fueron?, pregunta una mujer a otra en el mercado. Llevo prisa y no escucho la
respuesta pero puedo suponerla: aquí están.

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1 José Emilio Pacheco, ³Prosa de la calavera´, en ³Fin de siglo y otros poemas´, México, Fondo de Cultura Económica /

Secretaría de Educación Pública, Lecturas Mexicanas No. 44, 1984, pp. 114-117.

2 El artículo n° 33 de la Constitución Nacional de los Estados Mexicanos señala que el ejecutivo tendra la facultad

exclusiva de hacer abandonar el territorio nacional, inmediatamente y sin necesidad de juicio previo, a todo extranjero

cuya permanencia juzgue inconveniente. Los extranjeros no podran de ninguna manera inmiscuirse en los asuntos

politicos del pais.

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