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RESTAURACIÓN

ECOLÓGICA
Introducción

El hombre con sus actividades productivas, ha degradado la gran


mayoría de la naturaleza y mediante la Restauración Ecológica se
pretende devolverla a su estado original en los ecosistemas afectados.

La restauración de ecosistemas implica, reparar el daño que los seres


humanos han causado a la tierra , agua y los océanos. Esta tarea es
más urgente que nunca, porque queda muy poco en nuestro planeta,
que no haya sido tocado por la actividad humana y en muchos casos,
nuestras interacciones con la naturaleza han causado daños que ponen
en peligro la vida sobre la tierra

Con todo podemos ayudar a sanar muchos de estos ecosistemas,


afectados y detener las actividades dañinas y prevenir la degradación
futura.

La ONU ha identificado ocho tipos de ecosistemas prioritarios que


incluyen bosques, tierras agropecuarias, agua dulce, costas, océanos,
sabanas y pastizales

Para guiar y apoyar estas medidas de conservación, The Nature


Conservancy (TNC), trabaja con socios y aliados para desarrollar
mejores prácticas y proveer capacitación y construir comunidades de
especialistas en restauración por todo el globo

Las cosas van mal.

En 2018 la Plataforma Intergubernamental Científica Normativa sobre


Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), reporto
que la degradación de las tierras estaba minando el bienestar de dos

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quintas partes de la humanidad y lanzando el diez por ciento de las
emisiones climáticas antropogénicas y que va en camino para reducir
las cosechas en hasta 50 por ciento en algunas regiones para 2050,
provocando migraciones humanas masivas y conflictivas.

El mismo informe hallo que los beneficios de la restauración de terrenos


excedían a los costos en diez veces en nueve diferentes biomas

Mientras tanto estudios recientes indican que los sistemas marinos y de


agua dulce enfrentan una perdida de una tercera parte de la
biodiversidad, conforme desaparecen hábitats por el uso insostenible
de la contaminación y los impactos del cambio climático

Puesto que los problemas provocados por la degradación ambiental no


se limitan a lo local , la restauración de ecosistemas requerirá de la
colaboración internacional. Pensamos que China, India y otros países
con pérdidas severas de degradación de tierras, están aumentando sus
importaciones de ciertos alimentos, lo que en cambio impulsa la
expansiona agrícola en países como Brasil e Indonesia

Según la Sociedad de Restauración Ecológica, “La Restauración


ecológica es el proceso de alterar intencionalmente un sitio para
establecer un ecosistema

Para conseguir este objetivo no existen modelos concretos a seguir,


sino que las estrategias de actuación para recuperar un espacio, se
deben ajustar a la problemática concreta.

La capacidad de restaurar un ambiente dependerá del estado del


ecosistema antes y después de la desgracia y del tipo de daño causado.

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Por tal motivo se pretende proponer un programa global de restauración
de suelos degradados y analizar el origen de los daños.

En función de esa nueva información técnica en este documento se


analizan básicamente los procesos de desertificación y la condición de
aridez del sitio.

México sufrirá una severa desertificación que afectará severamente sus


recursos productivos y debemos realizar un programa de inmediato para
hacer frente a la amenaza que se avecina, en nuestro país estamos
muy atrasados en la recuperaron de la naturaleza

Al paso de tiempo las necesidades fueron cambiando, se incrementó


considerablemente la población urbana, dejamos de ser un país rural y
con el advenimiento de la segunda guerra mundial se pusieron de moda
el empleo de los fertilizantes químicos, los estiércoles perdieron
importancia, hasta llegar a la actual situación, en que los productos
químicos no solo dominan el mercado mundial, sino que se han
convertido en una amenaza para el medio ambiente y la salud humana

El suelo un organismo vivo.

El suelo es un organismo vivo por la una gran actividad biológica


producto de la enorme cantidad de microorganismos que lo habitan,
podemos encontrar bacterias, hongos, algas, protozoarios y anélidos y
su población aumenta mucho más cerca de la zona radicular de las
plantas (rizosfera).

En un análisis del suelo se puede encontrar:

 Elementos minerales (resto de rocas- minerales)

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 Elementos orgánicos (flora y fauna = edafo) más raíces, residuos
vegetales, animales, y humus.

 Agua (intermediario del metabolismo, intercambio de iones)

 Aire (mediador del nitrógeno, oxígeno y anhidrido de carbono)

 Nula diversidad de los ecosistemas de monocultivo.

 Escasa diversidad en las asociaciones y rotaciones.

 Labranza inadecuada.

 Excesiva mecanización que produce alteración y destrucción


del suelo.

 Inadecuado manejo de las excretas animales.

 Control químico de plagas y enfermedades.

Los actuales fertilizantes químicos, son fáciles de adquirir y son de


rápido aprovechamientos por las plantas, pero un peligro para el
desenvolvimiento de la agricultura

En el caso del productor que desee realizar una agricultura orgánica se


tiene que enfrentar a la desafortunada costumbre de los gobernadores
mexicanos de regalar fertilizantes químicos a organizaciones
campesinas

Se han conjuntado dos factores que en el sentir personal, la


restauracion ecológica y el manejo personal del conocimiento
agronómico, que en nuestra personal interpretación se debería
enseñar en forma integral como se debería manejar, el todo agronómico

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La integralidad del conocimiento agronómico

Algunas ideas

“Cada vez que se plantee como tiene que ser un producto terminado es
importante concebirlo de una forma integral. Ya que deberá actuar como
un todo sistemático y no como la suma aislada de las partes que lo
componen”

La integralidad es un paradigma con mucha potencialidad en tanto no


se le considere única y excluyente. Es un campo que, estamos
convencidos hay que abordar, profundizar y desarrollar ”el termino
integral para hacer alusión a la idea de totalidad ” “la educación tiene
como objetivo fundamental formar al hombre completo, al hombre
entero” “en la actualidad la necesidad de una educación integral pasa a
tomar un nombre y ser reconocida oficialmente. Así en el ámbito
legislativo , diversos documentos tanto a nivel nacional como
internacional, bien de una forma explícita o implícita proclaman su
importancia”

La integralidad del conocimiento agronómico

Antes de comenzar a desarrollar el tema es conveniente señalar que


fue la forma diferente de pensar lo que me llevó a estas conclusiones,
el primer descubrimiento personal, que existía un modo diferente de
pensar.

Desde primaria creía que pensar era igual a memorizar y así me


comporte todos los años hasta mi enseñanza profesional. Todo hubiera

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sido diferente si me hubieran enseñado a razonar, porque después de
aprender a razonar todo se volvió más fácil y maduré como persona y
llegue a entender que las plantas y animales eran seres como yo y que
la agricultura era un sistema, un conjunto integrado no una serie de
conocimientos aislados como se me enseño en Chapingo y comprender
porque los campesinos al conocimiento lo concibes como el todo
integral.

Los saberes de la agronomía se han subdivido en tantas disciplinas que


parece imposible integrarlas en un todo global porque cada disciplina
dividida, se asume autónoma y se le separa de su todo, generando un
conocimiento mutilado, poniendo en tela de juicio el correcto saber del
todo y lo que es más grave, dado lo complejo de la realidad, el análisis
que se hace de un problema se reduce casi a su mínima expresión,
porque la realidad es dinámica no estática.

Por las razones expuestas, el análisis del todo, las propuestas de


solución a los problemas de la agricultura se vuelven en ocasiones tan
difíciles de comprender.

La problemática del campo mexicano se debe analizar a partir del todo,


del problema, no de las partes que lo integran, la agricultura para los
intereses actuales, se analiza en un entorno económico casi sin
considerar el valor de la naturaleza.

Por ejemplo, la enseñanza agrícola parte del análisis de una agricultura


industrializada, lo cual contribuye a la destrucción de los aspectos
naturales o ecológicos como la integralidad del suelo.

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Esta forma de análisis ha provocado el deterioro, en algunos casos
irreversibles, de elementos de vital importancia para la productividad
agrícola; ejemplo, el manejo del suelo o si queremos ser más
contundentes con nuestras apreciaciones lo primero que deberíamos
hacer en cambiar el paradigma y generar un nuevo modelo de
agricultura más ecológica, más social, más completo, que analiza el
todo, no solo alguna de sus partes para no arribar a conclusiones
mutiladas no verdaderas.

Para que un proceso sea realmente educativo no basta en cultivar


saberes, sino que es necesario también, integrar ciertas actitudes y
valores, en el caso de la agricultura, considerando todos los
conocimientos que hay que tomar en cuenta para llegar a conclusiones
completas.

Se trata de la educación integral, relacionada con el concepto de


totalidad, la educación del hombre completo, con todas y cada una de
sus facultades y dimensiones, incluidas en el saber.

En las ciencias agronómicas como en la naturaleza podemos afirmar


que todo está integrado, es decir, todo está íntimamente relacionado: el
desarrollo agrícola, el conocimiento, los suelos, la pobreza, la diversidad
biológica, los ecosistemas, etc.

En la práctica, las antiguas culturas indígenas manejaban los problemas


de la agricultura y los conocimientos que ahora nos asombran por sus
adelantadas concepciones, realizando una investigación en base a
prueba y error y una permanente convivencia con la naturaleza y una
integralidad de los saberes, para concebir y resolver los problemas a

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que se enfrentan, en el medio rural: el resultado fue la expresión del
“todo agronómico”.

La pobreza, un problema capital para el desarrollo de los pueblos; no se


ha atacado integralmente, es una de las razones que se haya
perturbado en las zonas rurales.

La pobreza es un problema multifactorial en el cual hay que considerar


conceptos sociales, económicos, agronómicos, ecológicos, etc. Y los
gobiernos solo la han atacado como un problema económico de los
pobres para poder adquirir los satisfactores alimenticios de que carecen
las organizaciones rurales.

Además, el caso de nuestro país, este manejo propicia que se desvíen


los recursos económicos y se utilicen para propósitos diversos: los
propósitos particulares del gobierno y su partido político, casi nunca,
para lo que supuestamente fueron presupuestados: el combate a la
pobreza.

La pobreza es un clásico problema multifactorial que se abordan con


criterio unifactorial.

En mi infancia a muy temprana edad, tuve contacto con la integralidad


de los problemas agrícolas por pláticas con campesinos duranguenses.
y orizabeños

La enseñanza en cualquier campo del saber, debe estar diseñada para


abordar los aspectos del tema específico en forma integral, con el
objetivo de generar tratamientos soluciones completas no
fragmentadas, únicas, como los factores que lo integran, como si fueran

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lo que son : el todo integral, cuando se murió mi padre viví la época del
yo incompleto

La nueva realidad de la enseñanza agrícola exige la preparación del


nuevo profesionista: con la calidad de los conocimientos que se le
deben impartir; la importancia de sus relaciones con el medio ambiente
y los riesgos que se tienen que afrontar para manejar cualquier tema
relacionado que tenga que resolver, es decir, la integralidad, sin
caminar como un ser incompleto

La casa de mi abuela en Durango, se encontraba donde empezaba el


pavimento, hasta ahí se permitía llegar a las carretas que con sus
ruedas revestidas de aditamentos que dañaban el material de las calles
recién pavimentadas.

Los productores tenían que descargar sus mercancías, que llevaban al


mercado, distante unas cinco cuadras y dejaban el carretón estacionado
frente a la casa de la abuela, lo cual me permitía, por uno o dos
centavos, cuidarles su medio de trasporte.

En ocasiones, los campesinos mayores y/o los niños permanecían en


las carretas, lo cual me planteaba dos alternativas: jugar con los chicos
de mi edad o platicar con las personas más viejas.

Con el tiempo, me fueron gustando más las pláticas con los productores
agrícolas de edad. Fueron mi primer contacto con el sector rural y la
integralidad en el manejo de algunos conocimientos y problemas
campesinos

Me daba cuenta que les parecía gracioso que un chico de menos de


seis años, se interesara por los problemas rurales de los mayores.
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Estas charlas llegaron a constituir una costumbre durante el tiempo que
viví en Durango y fueron el principio de mi interés por las cuestiones de
la agronomía y tratar de conocer el significado del término de
integralidad, concepto que en aquel entonces no entendía a cabalidad,
lo que era y para que servía.

La cultura del campesino de edad no ofrecía pistas sobre la integralidad


agrícola: “el conocimiento del todo integral CAMPESINO contra los
conocimientos fragmentados del agrónomo, como si fueran dos formas
distantes del saber, diferentes, solas, aislados, únicas, sin ninguna
relación entre sí y validez, la importancia de los saberes completos

En Orizaba la otra cuna del conocimiento completo con mi otra abuela,


la partera, la “rara” pero con conocimientos completos como los
campesinos y ella no era gente de campo

Era la confrontación de dos sistemas enfrentados de analizar los


problemas rurales: el práctico y del campo y el que con el tiempo se me
haría saber en Chapingo

Situación que aún persiste en la actualidad, LA INCOMPLETA


FORMACION DE SUS ALUMNOS donde la información que maneja la
universidad se proporciona en forma fragmentada, en pedazos, por
especialidades, Fitotecnia, Suelos, Parasitología, etc. Y LOS SABERES
del campo, como los campesinos ven el mundo completo, sin
restricciones, no por partes, se concibe como un todo, completo e
integral.

Lo que da por consecuencia que existía un desfase muy marcado entre


los criterios que necesitan y manejan los campesinos y la información

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desintegrada que recibe el técnico preparado en las universidades del
país.

Me daba la impresión que el conocimiento que se impartía en Chapingo


era una especie de rompecabezas y que, en cada clase o sesión
informativa, se deba un fragmento del todo (el conocimiento) y uno tenía
que acomodarlo en el lugar preciso (la pieza).

De acuerdo a la información recibida y si no se ponía atención o se tenía


problema por desconocer por completo el tema, se podía perder la
correcta ubicación del pequeño conocimiento o bien podía suceder que
no se recibiera en total de las partes (la información) y por lo tanto, no
se podía completar

El rompecabezas y la integralidad del conocimiento quedaba


inconcluso, originando lagunas importantes en la mente del alumno,
lagunas que quedaban por largo tiempo sin cubrir, flotando o adheridas
al cerebro y finalmente eran subdivididas por vacíos diferentes del
conocimiento o simplemente huecos sin rellenar y al paso del tiempo
aquellas pequeñas lagunas se podían convertir en mares.

Debo aclarar que fui lento para madurar y a mis 18 años aun no
razonaba en forma correcta, en mi mente faltaba algo que
desencadenara el raciocino adecuado, adueñarme del conocimiento y
formar parte mental de él.

Generalmente siempre me quedaba huecos por llenar en el


rompecabezas (problemas agronómicos truncados) y casi nunca tenía
una comprensión completa y coherente de los conocimientos agrícolas
trascendentes.

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Termine la carrera profesional con un cumulo de dudas en diferentes
temas de mi formación, que tardaron tiempo para irse aclarando,
comprendiendo, analizando y entendiendo y quitándome las dudas de
encima.

Desde egresado he sentido como propio este problema que se


agravaba, a medida que adquirí más experiencia práctica y requería
conocimientos más profundos para impartir una asistencia técnica más
completa a los campesinos de la zona agrícola de Mexicali, B.C.

Sentía que en mi preparación faltaba algo que vine a descubrir años


después: la integralidad de los conocimientos necesarios para entender
a cabalidad las disertaciones agronómicas.

Cuando daba asistencia técnica me quedaba en conceptos de control


de plagas, yo soy parasitólogo de origen, ignorando la influencia que
tenían factores de la producción como: el suelo, fertilidad, los problemas
ecológicos y todo el resto de los demás factores que se deben conocer
para impartir asistencia técnica completa, integral en el cultivo del
algodonero, debo confesar que en ese proceso intervinieron mis dos
tíos maternos, eran agricultores de una edad un poco mayor que la mía,
con quienes solía comentar los problemas del campo del valle.

Esa misma sensación la seguí teniendo en algunos pasajes de mi


participación como maestro, aunque ahora con mayores armas,
impartiendo temas de las clases de zoología y el seminario de
entomología.

El seminario fue el que me abrió la mente y me hizo buscar la


información que me faltaba para entender mi todo agronómico.

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Recuerdo las inquietudes que sentía cuando en Mexicali, B.C, recorría
los campos de algodonero dando asistencia técnica basada únicamente
en el combate de plagas, en mi posición de “entomólogo”.

En ocasiones me quedaba por largo tiempo meditando lo incompleto del


sistema de asistencia técnica que otorgaba en donde ignoraba partes
importantes del desarrollo del cultivo y me convertía en repetidor de
recetas de control de plagas, situación muy conveniente para los
intereses de las compañías fabricantes de insecticidas

El cultivo del algodonero era un agroecosistema que además de plagas,


tenía que relacionarlo con factores de suelo, de fertilidad y los
inherentes al cultivo mismo, factores interrelacionadas con la
entomología del propio cultivo.

A veces cuestionaba como se me había preparado en Chapingo y la


clase de agrónomo que era.

En suma, una variedad de información que requería ser atendida con


mayores conocimientos agrícolas de los que poseía en aquel entonces,
pero gracias a esa preparación incompleta y a mi propia inquietud, pude
ser un buen agrónomo, manejando la integralidad del conocimiento
agronómico

Si tuviéramos que integrar una cadena de conocimientos que incluyera


sistemas de producción en primer lugar, según mi propia apreciación,
irían las bases técnicas de todos los elementos que intervienen.

La integralidad de los conocimientos agronómicos y los sistemas de


producción en realidad son el todo del conocimiento que debe entender
el profesionista.
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La enseñanza de la integralidad en el sector rural agravó en 1980,
cuando surgió un factor desconocido para aquel entonces : que los
árboles enviaban impulsos eléctricos cuando sus vecinos eran dañados,
talados y años después, se descubrieron nuevas evidencias de que las
plantas estaban constantemente enviando y recibiendo señales de otros
miembros del reino vegetal a través de los filamentos de hongos
específicos, las micorrizas, y se estableció que existía una deficiente
intercomunicación subterránea entre las plantas, hasta que una ecóloga

canadiense Suzanne Simard, comprobó que los árboles del bosque


efectivamente estaban conectados a través de una red subterránea de
filamentos de hongos, por donde se mandaban señales vitales y se
compartía información importante para las especies vegetales.

La información de las ciencias vegetales está variando constantemente,


la agronomía no es la excepción.

Solo si así se enseñara la agronomía, como la concebían los antiguos


indígenas y se agregaran las bases de los nuevos conocimientos, se
producirían agrónomos más capaces.

No estoy descubriendo el hilo negro ni nada parecido, pero creo que,


así como todo cambia, la formación de los agrónomos también debería
modificarse, máxime ahora que los agrónomos debemos ser más
eficientes para realizar una mejor agricultura para alimentar a más
gente.

Una ventaja más del sistema integral agronómico, es que se adaptaría


mejor a los métodos agroecológicos que por principio, se basan en

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conocimientos campesinos, la biodiversidad y los saberes de la
naturaleza.

Para terminar con lo tratado, estoy convencido, nos gusta manipular el


conocimiento, hacer las cosas de acuerdo a nuestra conveniencia
personal o de los intereses de empresas trasnacionales.

Existen en el sector rural elementos que deliberadamente actúan en


favor de la degradación de los recursos para su propio beneficio.

Las trasnacionales, los intereses del mercado, los vendedores de


insumos y los empleados de las compañías particulares, acostumbran
a manejar propaganda o conceptos comerciales atractivos, para su
propio beneficio o el de la empresa, rara vez para beneficio del
consumidor y promueven, por ejemplo, la obtención de rendimientos
inmediatos en el corto plazo, en contra de un manejo diferente a largo
plazo, que mejore la producción.

La integralidad de conocimiento agronómico es en realidad, un sistema


de producción agrícola que cambia, maneja, ajusta y administra el
hombre, con el fin de producir los bienes agrícolas que le son
necesarios.

Para estudiar o modificar los ecosistemas se utilizan también los


factores de la producción:

 El clima, los suelos, el agua, la tendencia de la tierra, la


tecnología disponible, la formación del productor, la
financiación, los mercados y además.
 Los sistemas de producción agrícola se basan en maximizar
las diferentes posibilidades de la agricultura mediante la
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integración de todos los componentes que intervienen en la
producción.
Los conceptos de integración del conocimiento agronómico y sistemas
de producción son, por lo tanto, algo plenamente relacionado entre sí.

Para fines didácticos el concepto de integración que se debe impartir en


las aulas, debe ser algo más elaborado, mejor analizado, entendiendo
y comprendiendo antes que el alumno deba aplicarlo en campo.

Pero ahora que lo recapitulo es evidente que me falto una preparación


más elevada para mejorar mi método de escribir y compartir
conocimientos.

Por ejemplo, el problema complejo de la erosión asociado


estrechamente con la desertificación, que se presenta en las aulas
como dos temas separados o como un problema de la especialidad de
suelos, cuando en realidad es un problema que relaciona a casi todos
los conocimientos de la agronomía y sus diferentes componentes:
variaciones climáticas, acciones humanas, afecto de manadas de
animales, etc. Y un concepto básico “la erosión produce desertificación
y la desertificación produce erosión”.

Postulado que se refiere a la complejidad de factores que lo integran y


la dificultad para explicar cuál es el origen y analizar que fue primero: el
huevo o la gallina, la erosión o la desertificación.

Para mejorar la calidad de las prácticas agrícolas a nivel mundial es


determinante vincular la salud de las explotaciones con la vida y salud
de las personas, con un agroecosistema sano y la importancia de un

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suelo también sano y en buenas condiciones y practicar una agricultura
productiva.

Quien no analiza la formación que recibe, no está maduro para ejercerla


e impartirla.

Afortunadamente, las cosas cambiaron y me congratulo de haber


mejorado mi profesión, gracias a los conocimientos que me
transmitieron mis tíos, campesinos y productores agrícolas de las
regiones donde labore

Durante esta época recibí ofertas para realizar estudios de postgrado,


no las atendí, me parecían más formativas las largas pláticas que
sostenía con productores algodoneros, que reforcé en mi primera
estancia en el estado de Puebla con sus campesinos.

Tenía dudas, lagunas, en mi formación básica profesional y estas se


incrementarían con una preparación más profunda y de calidad y
aunque sean difíciles de creer, esas lagunas en parte, se cubrieron, se
conectaros con pláticas y charlas con campesinos de edad.

Ellos fueron quienes me transmitieron explicaciones que cubrieron


deficiencias en mi formación agronómica.

Comencé a escribir para compartir mi nueva manera de sentir la


agronomía y empecé a separar aquellos temas que se deberían tratar
en forma integral para una mayor comprensión.

Ahora que trato de explicar y poner a disposición de lo agrónomos la


restauración ecológico, la concibo como un todo agronómico y aunque
puedo estar equivocado el tratar de explicar el todo de un programa

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incompleto como se expuso este documente, se deberían consolidar los
conocimientos agronómicos sobre un tema, en esta caso la restauración
ecológica

La consolidación de un proyecto en este caso, el de restauración,


implica que se han superado casi todas las barreras a la restauración y
que el ecosistema cumple con los objetivos las labores de
mantenimiento y monitoreo deben indicar que el proceso marcho
satisfactoriamente empieza a mostrar variables de auto sostenimiento
como enriquecimiento de especies, recuperación de fauna,
restablecimiento de servicios ambientales relacionados con la calidad
del agua y suelo. La importancia de consolidar áreas en proceso de
restauración se fundamenta en los siguientes aspectos:

1. Garantizar la permanencia de procesos que se pueden monitorear


a largo plazo
2. Permiten ajustar trayectorias sucesionales del ecosistema que se
pretendía restaurar según los resultados del monitoreo
3. Consolidar el conocimiento de las especies adecuadas (tasas de
crecimiento, estrategias reproductivas)
4. Se ponen a prueba conocimientos en ecología
5. Facilitan el ensayo de nuevos grupos de especies sucesionales
tempranas y tardías dentro del potencial de regeneración del
ecosistema
6. Se recupera adecuadamente la fauna nativa, principalmente su
estructura trófica
7. Son áreas permanentes de investigación, educación, y
divulgación para conservación y restauración de ecosistemas

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8. Generan conocimiento aplicable otras áreas del mismo
ecosistema y a otros tipos de ecosistemas
9. Permiten a las comunidades locales (niños y niñas, jóvenes., y
adultos),tengan una participación permanente en los programas
de restauración
10. Permiten a los funcionarios locales tengan una actividad en
todas las fases de los proyectos de restauración
11. Centralizan esfuerzos de instituciones de orden nacional,
regional o local y consolidan grupos de investigación de
instituciones académicas

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¿Qué es la Restauración Ecológica?

La restauración ecológica implica reparar el daño que los seres


humanos han causado a la tierra, el agua y los océanos. esta tarea es
más urgente que nunca, porque queda muy poco en nuestro planeta
que no haya sido tocado por la actividad humana y, en muchos casos,
nuestras interacciones con la naturaleza han causado daños que ponen
en peligro toda la vida sobre la tierra.
Con todo, podemos ayudar a sanar muchos de estos ecosistemas,
detener las actividades dañinas y prevenir la degradación futura. La
ONU ha identificado ocho tipos de ecosistemas prioritarios, que
incluyen bosques, tierras agropecuarias, agua dulce, costas, océanos,
sabanas y pastizales. para guiar y apoyar estas medidas de
conservación, the nature conservancy (tnc) trabaja con socios y aliados
para desarrollar mejores prácticas y proveer capacitación y construir
comunidades de especialistas en restauración por todo el globo.

El estado actual de la restauración

En 2018 la plataforma intergubernamental científico-normativa sobre


diversidad biológica y servicios de los ecosistemas (ipbes), por sus
siglas en inglés) reportó que la degradación de tierras estaba minando
el bienestar de dos quintas partes de la humanidad y lanzando el diez
por ciento de las emisiones climáticas antropogénicas y que va en
camino para reducir las cosechas en hasta 50 por ciento en algunas
regiones para 2050, provocando migraciones humanas masivas y
conflictos. El mismo informe halló que los beneficios de la restauración
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de terrenos excedían a los costos en diez veces en nueve diferentes
biomas.
Mientras tanto, estudios recientes indican que los sistemas marinos y
de agua dulce enfrentan una pérdida de una tercera parte de la
biodiversidad, conforme se pierden hábitats por el uso insostenible, la
contaminación y los impactos del cambio climático.
Puesto que los problemas provocados por la degradación ambiental no
se limitan a lo local, la restauración de ecosistemas requerirá de la
colaboración internacional. pensemos que china, india y otros países
con problemas severos de degradación de tierras están aumentando
sus importaciones de ciertos alimentos, lo que en cambio impulsa la
expansión agrícola en países como Brasil e indonesia.

Se sigue de ahí que un primer paso clave en la restauración de tierras


es estabilizar y reducir la huella de la agricultura al mismo tiempo que
se restauran paisajes degradados para restaurar sus funciones
naturales. en la actualidad las altas tasas de abandono de tierras son
uno de los principales motores de la conversión de nuevos terrenos de
bosques y sabanas para la agricultura. sin un cambio significativo a esta
tendencia de degradación, abandono y conversión los expertos
predicen que agotaremos otros cuatrocientos millones de hectáreas —
un área del doble de México— a lo largo de los próximos treinta años, a
costa de los ecosistemas naturales.
Luego está el cambio climático, otro reto más que no entiende de
fronteras. la conservación y la restauración de tierras y aguas,
especialmente de bosques, bosques de algas y manglares podría
aportar una porción significativa de las reducciones de emisiones
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necesarias para mantener las temperaturas globales en límites más
seguros. más aún, entornos marinos y costeros sanos ayudan a las
comunidades a adaptarse mejor a los impactos del clima; aportan
una amplia gama de beneficios para el bienestar humano que van más
allá de los beneficios inmediatos en materia de clima o de biodiversidad,
como una mayor resiliencia a los eventos climáticos extremos, además
de una mayor seguridad alimentaria e hídrica.
En los ecosistemas marinos y de agua dulce las amenazas a la zona
costera y a las aguas abiertas o interiores deben ser neutralizadas antes
de implementar proyectos de restauración y los impactos climáticos
deben también ser tomados en cuenta en términos de la ubicación de
los proyectos de restauración en áreas menos vulnerables a los
impactos climáticos, o seleccionando para su restauración especies que
sean más resilientes ante el cambio climático
.
Conceptos y principios básicos

La RE se define como el proceso de asistir la recuperación de un


ecosistema que ha sido degradado, dañado o destruido (SER 2004 14).
Por tanto, su papel es activador, iniciando o acelerando procesos que
facilitan la recuperación del ecosistema, teniendo en cuenta su propia
capacidad de estabilización y autorregulación a corto, medio y largo
plazo.
Todo ello fundado en los siguientes principios:
 Está basada en criterios científicamente contrastados: Se trata de
un conocimiento que sigue el método científico, cuyos resultados
están avalados con su publicación en revistas científicas
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reconocidas, lo que supone que han sido exhaustivamente
revisados y posteriormente evaluados por expertos.
 Implica un diagnóstico ecológico. Dado que cada caso es único,
la RE se sirve de un diagnóstico específico del espacio a restaurar
que, además, ha de tener un enfoque holístico, en el que se
contemplen las necesidades socioeconómicas y el contexto
histórico-cultural a distintas escalas. Incluye las relaciones
ecosistémicas y también el paisaje.
 La importancia del ecosistema de referencia, que define los
procesos ecológicos que se deben recuperar y que suele ser
próximo y semejante al original (en el caso de las rehabilitaciones
y remplazos, como se verá más adelante, este concepto se puede
ver modificado).
 El ecosistema de referencia no suele ser único ni estático y para
su adecuada selección resulta de mucha utilidad conocer la
evolución histórica y/o a futuro (en un contexto de cambio global).
Este ecosistema de referencia es la base para establecer las
características de la intervención (morfología, taxones, hidrología,
procesos dinámicos. etc.).
 Busca una intervención mínima: Al identificar los procesos
ecológicos clave que rigen el funcionamiento del ecosistema y
actuar sobre ellos, se desencadena la expresión de la memoria y
se activa la capacidad de auto regeneración de los ecosistemas.
Por ello, se deben tener en cuenta los procesos dinámicos que
permitan establecer mecanismos de mínima intervención en la
gestión futura.

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 Lleva asociados modelos de gestión adaptativa, que permiten
marcar fases en las que medir la evolución del ecosistema y así,
en caso de producirse desviaciones respecto a los objetivos
iniciales previstos, se pueden reorientar las medidas y acciones
de restauración o incluso los objetivos. Esta labor de continuo
seguimiento y evaluación del desarrollo del proyecto permite
manejar la incertidumbre derivada de sistemas ecológicamente
complejos, adaptando el proyecto en todo momento hacia las
metas de restauración.
 Debe ser flexible y pragmática de manera que teniendo en cuenta
los marcos ecológico, socioeconómico y cultural se maximice la
biodiversidad, los procesos ecológicos y la provisión de servicios
ecosistémicos.
La naturaleza de esta disciplina como confluencia de ida y vuelta entre
ciencia y tecnología queda patente en su denominación como “Ecología
de la Restauración”, que hace referencia a la ciencia, y su recíproca
“Restauración Ecológica”, que hace alusión a su aplicación como
tecnología.
En concreto, para ser ecológica, la RE tiene que ser holística es decir,
que actualmente no se puede plantear la RE como intervención en el
medio exclusivamente desde una perspectiva científica, desde la
Ecología, sino que debemos integrar las sinergias con la
socioeconomía, en particular con la demanda de servicios
ecosistémicos, con la cultura como contexto histórico, y con la faceta
más subjetiva del futuro usuario o habitante del paisaje restaurado,
considerando su perfil emocional o personal. En la práctica, la RE puede
considerarse de forma específica para una actuación concreta o
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insertando su enfoque y metodología en todos aquellos sectores cuyo
desarrollo de su actividad tiene efectos sobre el territorio (obra civil,
minería, agricultura, etc.). Esto puede hacerse tanto en instrumentos de
planificación (políticas, planes, programas y proyectos, incluida su
ejecución y seguimiento) como en la gestión de las actividades en
marcha. Constituye un reto por la ruptura que implica respecto a los
enfoques y técnicas convencionales aplicados hasta ahora.
En relación a la terminología científico-técnica, cabe recordar que cada
término es unívoco para evitar interpretaciones erróneas.
Desgraciadamente, en ciertos textos se emplean términos diferentes
como sinónimos: integración ambiental, integración paisajística,
integración ecológica, restauración ambiental, restauración paisajística,
restauración ecológica, etc., lo que puede provocar cierta confusión. Se
debe hacer un esfuerzo para implementar la terminología de forma
correcta y evitar errores de este tipo.
No obstante, hay un factor para el que la sociedad debe estar
preparada, y ese es el tiempo. Esto supone también un cambio de
enfoque importante (ver apartado 1.3 de Oportunidades y Riesgos). La
RE trabaja sobre procesos ecológicos, guiando y acelerando la
dinámica hacia el ecosistema de referencia, y, en muchas ocasiones,
especialmente en ecosistemas mediterráneos, los resultados no son
inmediatos. Del mismo modo que la regeneración natural de un
escenario alterado, en caso de que sea reversible, es lenta, por mucho
que la RE quiera acelerar procesos casi nunca se puede obtener el
ecosistema objetivo para el día de la inauguración de la infraestructura,
el día de cese de actividad en una mina o cantera, etc. La eficiencia de
esta tecnología es evidente, pero existen unos tiempos mínimos que los
25
sistemas complejos necesitan para reajustarse y alcanzar nuevas
situaciones de equilibrio dinámico, lo que debería quedar contemplado
en el proyecto de RE. La plena implantación de la RE supone una
evolución tecnológica en el ámbito ambiental, donde los profesionales
encargados de realizarla deberán tener una formación en Ecología de
la Restauración cualificada que les capacite para desarrollar minuciosos
estudios de cada caso particular, plantear certeros diagnósticos
ecológicos y dirigir la gestión adaptativa del proyecto, reconduciendo los
elementos y procesos naturales que considere oportunos para alcanzar
los objetivos establecidos al inicio.
Opciones de intervención
La intervención necesaria para llevar a cabo una RE se puede clasificar
en activa o pasiva:
 La restauración ecológica activa consiste en la intervención
directa del hombre sobre la estructura y características del
ecosistema degradado, con el fin de remplazarlo, rehabilitarlo o
restaurarlo para garantizar la existencia de un ecosistema
estructurado y funcional.
 La restauración ecológica pasiva se centra en eliminar o minimizar
las perturbaciones causantes de la degradación, dejando que el
ecosistema degradado pueda recuperar por sí mismo su
estructura y funcionalidad. Cabe destacar que esta posibilidad
siempre debe contemplarse como primera opción, ya que en
numerosas ocasiones sus resultados pueden ser comparables y
con frecuencia superiores a los de la restauración activa.

26
La elección de RE activa o pasiva depende del diagnóstico ecológico
del espacio, considerando las opciones más realistas y viables en el
plazo de tiempo disponible, y desde un punto de vista ambiental,
económico, social y científico-técnico. En la práctica, la restauración
activa solo es recomendable cuando el grado de deterioro del
ecosistema se encuentra por debajo del umbral que permite que su
memoria ecológica se ponga en funcionamiento de forma natural y en
un plazo de tiempo aceptable, siendo viable su auto regeneración.

La RE contempla diferentes resultados finales, siempre y cuando


cumplan los nueve atributos de un ecosistema restaurado (apartado
2.8). Dependerá del estado de degradación del ecosistema, el contexto
ecológico, social y económico en que se inscribe y los objetivos
definidos por el proyecto de RE. En este sentido, siempre que se
incluyan estos preceptos, la RE comprende los conceptos de:

27
Reemplazo (Reclamation) o cambio de uso útil: La degradación del
ecosistema original es de tal magnitud que es prácticamente imposible
asistir a su recuperación. Este caso es frecuente en los espacios
afectados por minería y otras actividades extractivas (áridos, por
ejemplo), donde se ha originado una nueva geomorfología. El
ecosistema degradado no puede ser reestablecido ni en su estructura
ni en su funcionalidad original, por lo que la intervención se orienta a
obtener un nuevo ecosistema, aprovechando esta nueva situación de
partida.
Rehabilitación: Se refiere a la recuperación de la funcionalidad del
ecosistema sin recuperar completamente su estructura, utilizando
incluso especies inexistentes en el ecosistema previo a la perturbación
(p. ej. la recuperación de un bosque mediante especies pioneras). Por
tanto, se trata generalmente de una restauración parcial.

La RE en el marco de la Jerarquía de Mitigación

La RE no debe entenderse exclusivamente como un instrumento para


actuar sobre ecosistemas ya degradados, sino que tiene un mayor
sentido cuando se aborda desde la prevención y la corrección. De
hecho, aplicada en el marco del desarrollo de actividades de ingeniería
civil, urbanismo, agricultura, minería o industria, la consideración de la
RE en fases tempranas de diseño y planificación de planes y proyectos
puede ser mayor garantía de eficacia y eficiencia (figura 4). Así pues, la
RE se contempla en el marco de la Jerarquía de Mitigación, definida por
la Iniciativa Intersectorial para la Diversidad (CSBI)20 como la

28
secuencia de acciones dirigidas a mantener o mejorar la biodiversidad
y los servicios ecosistémicos mediante intervención antrópica.
La Jerarquía de Mitigación permite identificar riesgos e impactos físico‐
ecológicos y socioculturales asociados a las actividades antrópicas en
su fase de planificación, contribuyendo a prevenirlos, mitigarlos y
gestionarlos. En concreto, establece una secuencia de pasos para
planificar proyectos y actividades que comienza con el estudio y
conocimiento de los ecosistemas (biodiversidad, procesos biológicos,
factores y procesos abióticos) y los servicios que prestan en el área
donde se pretende desarrollar la actividad. Sobre este conocimiento se
deben identificar los impactos previstos y, en función de los mismos,
evitar los que se pueda (prevención), minimizar los no evitables
(minimización), restaurar el ecosistema alterado resultante y compensar
los impactos residuales (ni evitables, ni corregibles, ni restaurables).
Todo ello con el objetivo de conseguir un Impacto Neto Cero, sin pérdida
neta de biodiversidad, recursos y servicios ecosistémicos, o en el mejor
de los casos, un Impacto Neto Positivo, es decir, recuperar la
biodiversidad, recursos y servicios ecosistémicos del área en la que se
interviene con valores mayores a los de su situación de partida.

29
Oportunidades y riesgos de la RE
La RE presenta un enfoque innovador en España y, cada vez más, las
organizaciones públicas y privadas apuestan paulatinamente por su
aplicación. Supone una evolución en relación a las prácticas utilizadas,
ya que la aplicación de criterios ecológicos está ya prevista en diversos
instrumentos legales (Ley de Patrimonio Natural y de la
Biodiversidad23, Ley de Evaluación Ambiental24, Ley de
Responsabilidad Medioambiental25, Ley de Minas26, etc.). Sin
embargo, integrar de forma plena y explícita la RE en el marco
normativo y en los instrumentos de planificación del desarrollo supone
30
todavía un reto notable. Por otro lado, plantea numerosas oportunidades
ambientales, sociales, económicas y reputacionales para instituciones y
empresas, que permiten augurar un futuro optimista de esta
metodología e intervención. Se ilustran en las siguientes páginas, de
forma sintética, las principales oportunidades para integrar la RE en el
marco normativo, ambiental, ecológico y social.
Oportunidades para la RE de carácter ambiental
 Aumento de biodiversidad.
 Adaptación al cambio global, favoreciendo la resiliencia de los
ecosistemas.
 Favorecer la conectividad de ecosistemas y la generación de
infraestructura verde.
 Mejorar la gestión sostenible del territorio.
 Uso eficiente de los recursos.
 Incremento del capital natural y los servicios ecosistémicos.

Oportunidades para la RE de carácter económico

 Integración del capital natural en la gestión económica y de las


actividades.
 Creación de empleo verde: nuevas fuentes de ingresos y nuevos
nichos de mercado.
 Oportunidades financieras.
 Reducción de costes de mantenimiento y de ejecución.
 Adaptación al cambio global para la sostenibilidad de la actividad
económica.

31
 Reducir los riesgos ambientales y sus efectos económicos
negativos.

Oportunidades para la RE de carácter social

 Respuesta a una demanda de una economía sostenible.


 Valor añadido a las poblaciones locales.
 Reconocimiento de los valores culturales e históricos.
 Mejora de la relación con los grupos de interés local y regional.
 Aumento de la implicación y participación social.
 Mejora del paisaje.
 Mejora de la aceptación social.

Oportunidades para la RE de carácter reputacional

 Minimización de riesgos reputacionales ante grupos de interés.


 Oportunidad de diferenciación.

Oportunidades para la RE de carácter legal

 Dar cumplimiento a las exigencias de la legislación vigente.


 Adelantarse a potenciales desarrollos legislativos.
 Alinearse con compromisos europeos e internacionales.
 Bancos de Conservación de la Naturaleza

En relación a posibles barreras para la adopción de la RE, los


principales riesgos podrían agruparse en torno a:

1. Riesgos en cuanto a los resultados. La RE trabaja sobre


ecosistemas, es decir, sistemas abiertos complejos y sujetos a

32
cierta incertidumbre sobre cómo responderán frente a técnicas
concretas para reconducirlo sucesionalmente hacia el ecosistema
objetivo del proyecto. Afortunadamente, como toda disciplina
técnica, la RE tiene mecanismos para abordar, que no eliminar,
esta incertidumbre: la gestión adaptativa.

El diseño de la RE incorpora una batería de indicadores adecuados para


el seguimiento continuo del proyecto, permitiendo detectar posibles
desviaciones y, en consecuencia, tomar las medidas pertinentes, ya sea
mediante un cambio de técnicas empleadas, ya mediante un cambio de
los objetivos en caso de que las evidencias así lo recomienden. Esta
forma de gestionar el desarrollo del proyecto será más eficiente cuanto
mayor sea la formación y capacitación de los responsables técnicos del
proyecto.

2. Riesgo en cuanto a los plazos. La escala temporal que utilizan


los ecosistemas es generalmente dilatada y, normalmente,
superior a los dos años preceptivos de periodos de garantía
normalmente establecidos en la contratación pública. Los plazos
que la nueva de Ley de Contratos del Sector Público indica para
los diferentes tipos de contratos dificultaría, por tanto, la aplicación
de la RE y conllevaría tramitaciones más complejas. Si en una RE
se planteasen seguimientos a 10-20 años tendría que quedar
claro quién realizará el seguimiento y de dónde salen las partidas
presupuestarias necesarias. Se trata, pues, de un riesgo
normativo, ya que será desde la promulgación de nueva
legislación desde donde se marquen estas posibles exigencias
33
para los proyectos. En este desarrollo normativo será necesaria la
participación de todos los grupos de interés, de forma que sea
prudente, racional y pragmático. Además, deberá abordar con
solvencia la implantación de cambios y no resultar lesivo para los
proyectos en ejecución y/o explotación. A día de hoy, si se tiene
que trabajar con plazos de seguimiento menores de los deseados
en RE, esto tampoco debería ser un impedimento para afrontar un
proyecto con este nuevo enfoque, porque el sesgo producido por
esta carencia no tiene por qué eliminar las ventajas de implantar
la RE.

3. Incertidumbre económica. La RE no es continuista respecto a


las prácticas convencionales de restauración, sino que se trata de
un producto totalmente nuevo. Los costes asociados a la
implementación de este nuevo proceso en sus fases de diseño,
ejecución y seguimiento son difíciles de estimar dada la enorme
casuística existente. Sin embargo, esta nueva metodología, que
contempla el ciclo completo del proceso en el que se integra,
generalmente será más eficiente en cuanto a costes y resultados
se refiere. De hecho, explora la posibilidad de actuar en grandes
superficies del territorio a bajo coste, ya que incide en obrar sobre
procesos ecológicos clave, proponiendo intervenciones mínimas
que pueden tener grandes efectos sobre la salud del ecosistema
sobre el que se actúa.

En el caso de la gestión adaptativa, este modelo también puede suponer


un riesgo económico respecto a la posible dificultad de presupuestar en
34
la fase de diseño futuras partidas derivadas de modificaciones en base
a resultados de ejecución y/o seguimiento. Indudablemente, un
proyecto con una partida presupuestaria abierta es de difícil venta,
sobre todo en el ámbito privado. No obstante, es posible hacer una
previsión y ceñirse presupuestariamente a ella, acotando su impacto
sobre el presupuesto.

Otro aspecto a destacar es la falta de un procedimiento estandarizado


y aceptado de valoración de los servicios ecosistémicos y capital
natural, lo que impide en muchos casos valorar económicamente el
balance coste/beneficio de un proyecto de RE en la actualidad, sobre
todo porque algunos beneficios ambientales y sociales son difíciles de
cuantificar en términos monetarios. Lo mismo ocurre con el cambio
climático, ya que actualmente las herramientas para poder abordar de
forma adecuada este condicionante todavía no están suficientemente
consolidadas.

Indudablemente, implementar cambios en los procesos productivos de


un sector, ya sea desde el ámbito privado o público, supone un reto
económico y de gestión, por lo que generar proyectos piloto
transparentes en objetivos, costes y resultados, que sirvan de referencia
y ejemplo al sector en general, podría ser la palanca definitiva que
acelere este proceso, quizá bajo el modelo de compra pública de
innovación o compra pública verde, proyectos LIFE u otras figuras de
cofinanciación pública y/o privada.

La RE: una herramienta innovadora

35
Habitualmente, la integración ambiental de las infraestructuras lineales
de transporte terrestre a escala de talud tiene dos objetivos principales:
por un lado, reducir la erosión de las nuevas superficies generadas y,
por otro, la integración paisajística de las mismas. Para reducir la
erosión, se crea toda una red de drenaje artificial, con el fin de evitar
que la escorrentía externa alcance estas nuevas superficies. Su
acabado plano carece de una red de drenaje dentro de las mismas,
contrariamente a las pendientes naturales, que suelen ser una
alternancia de formas cóncavas y convexas. Para evitar ambos efectos
negativos, se recurre a técnicas de revegetación, siembras e
hidrosiembras, principalmente, que en el caso de los terraplenes puede
acompañarse de extendidos de tierra vegetal que enmiendan la
inexistencia de suelo fértil. Posteriormente, durante la fase de
explotación de la infraestructura, existen labores de mantenimiento
asociados a estos procesos:

(i) fruto de los procesos erosivos en los taludes se produce


acumulación de sedimentos en cunetas, bermas, colmatación
de drenajes y, en el peor de los casos, desprendimientos en
masa que pueden comprometer la estabilidad del propio talud
o colapsar la propia infraestructura;

(ii) tras las labores de revegetación, comienza el desarrollo de


una comunidad vegetal dominada por especies anuales que se
secan durante el estiaje veraniego, y que hay que segar
periódicamente para prevenir posibles incendios a pie de vía.
El único dato publicado a este respecto (Alfaya, 2012) apunta
a unos importes anuales de 6.000 €/km lineal de autopista.

36
Estas labores incluyen la siega y mantenimiento de las plantaciones, la
reposición de los regueros causados por la erosión hídrica y la limpieza
de los sedimentos acumulados en las cunetas, bermas y arcenes, entre
otras operaciones. Ambos problemas se reparten prácticamente por
igual esa partida presupuestaria. Desgraciadamente, no se dispone de
ningún dato relativo a estos problemas en ferrocarriles, pero más allá
de su orden de magnitud, indudablemente también existen. Este
importante coste de mantenimiento debería transformarse en una
oportunidad para implementar innovaciones y liberar, o por lo menos
reducir, este pasivo ambiental para el concesionario y/o propietario de
la infraestructura. Las nuevas soluciones serán más eficientes si se
diseñan e implantan en las fases tempranas del ciclo de vida de estas
infraestructuras.

La RE, a este respecto, con su filosofía de identificación de los procesos


ecológicos necesarios para el buen funcionamiento de los ecosistemas,
podría proponer nuevas soluciones que actúen sobre el origen de los
efectos negativos, por ejemplo, estableciendo nuevas formas y
acabados en los propios taludes, de manera que los procesos erosivos
iniciales se vean en gran medida atenuados, y dirigiendo la sucesión de
las comunidades vegetales hacia otras de menor mantenimiento. Por lo
tanto, además de ser una valiosa herramienta que permite mejorar la
calidad ecológica de nuestro entorno, la RE debe contribuir a la
eficiencia y rentabilidad de muchas actividades que se desarrollan sobre
el territorio. Así pues, se abre un nuevo periodo de innovación para
implantar esta tecnología en muy diversos ámbitos, generando nuevos

37
nichos de negocio y nuevas oportunidades económicas que habrá que
explorar.

¿Cómo empezar un proceso de Restauración Ecológica?

Al escoger un área para restaurar se presentan gran variedad de


factores, tanto naturales como sociales, de los cuales dependerán las
estrategias para restaurar, las cuales serán diferentes para cada sitio
dentro de un mismo ecosistema; por ejemplo, sectores muy cercanos
unos de otros podrían tener una historia de transformación y de uso
actual muy diferente, como es el caso de áreas sometidas a agricultura
y/o pastoreo, con plantaciones forestales con especies exóticas, áreas
con especies invasoras, áreas quemadas y/o pastoreadas, o
erosionadas y utilizadas para minería.
En este tipo de sectores se presenta gran heterogeneidad ambiental y
una historia de uso difícil de reconstruir. Otras áreas, también muy
difíciles de restaurar son aquellas que no presentan relictos o
fragmentos del ecosistema original. Aunque no existen recetas para
restaurar un ecosistema, por la particularidad intrínseca de cada sitio, si
existen recomendaciones generales basadas en las teorías y conceptos
de la ecología de la restauración y en las experiencias acumuladas en
los intentos de restaurar diferentes ecosistemas en el mundo. Preguntas
centrales durante el proceso de restauración ecológica:

- ¿Cómo establecer el tipo de ecosistema que se va a restaurar?


- ¿Cuáles son los conocimientos básicos sobre el sitio que se va a
restaurar?

38
- ¿Cuáles son los factores tensionantes para la restauración que
impiden la regeneración natural de los sitios a restaurar?
- ¿Cómo se pueden superar estos tensionantes?
- ¿Qué variables se pueden monitorear, para saber si la
restauración se está desarrollando?

39
- ¿Cómo garantizar la continuidad de un proceso de restauración?

A continuación, se recomiendan 13 pasos a tener en cuenta en un


proyecto de restauración ecológica. No se trata de una receta para
restaurar, sino de una forma de pensar la complejidad y particularidad
de los sitios a restaurar. Los pasos propuestos no necesariamente se
deben seguir en el mismo orden, ni es necesario aplicarlos todos. Qué
pasos aplicar depende de la particularidad de los sitios, el grado de
alteración, de las escalas y los objetivos propuestos.

Trece pasos a tener en cuenta en la restauración ecológica

En la figura 1 se presenta la secuencia de los 13 pasos fundamentales


en la restauración ecológica. La participación comunitaria es muy
importante en todo el proceso de restauración y el diseño de estrategias
se va retroalimentando con los conocimientos derivados de los pasos 6
a 10.

40
Paso 1. Definir el ecosistema de referencia. El ecosistema de
referencia sirve de modelo para planear un proyecto de restauración y
más adelante, para su evaluación. No siempre es fácil identificar este
referente, pero la reconstrucción con base en la información de
diferentes fuentes, puede dar mayor certeza de las condiciones previas
anteriores a los disturbios. A continuación, se presentan seis
recomendaciones para establecer el ecosistema de referencia (SER,
2004; Vargas, 2007) con ejemplos para Colombia:

a. Descripciones ecológicas y listas de especies antes de la


perturbación. Para el caso de Colombia las revistas más
importantes a tener en cuenta, son: Revista de la Academia
Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, Revista
Caldasia del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad
Nacional de Colombia y Acta Biológica Colombiana. Sistemas de
Información Geográfica y Biológica como el Sistema Nacional
Ambiental (SINA) y Sistema de Información sobre Biodiversidad
de Colombia (SiB).

b. Fotografías históricas y recientes, tanto aéreas como terrestres y


mapas del sitio del proyecto antes del daño. Buscar series de
fotografías aéreas (Instituto Geográfico Agustín Codazzi) para
estudiar la transformación del ecosistema y buscar relictos del
ecosistema de referencia. Otras fuentes de información son
IDEAM e INGEOMINAS.

41
c. Remanentes del sitio que se ha de restaurar que indiquen las
condiciones físicas anteriores y la biota. En los paisajes aún
quedan relictos o parches de la vegetación original, que pueden
indicar trayectorias sucesionales posibles del ecosistema original
y que tienen una muestra importante de las especies sucesionales
tempranas y tardías del ecosistema original.

d. Descripciones ecológicas y listas de especies de ecosistemas


similares e intactos. Con base en la información de especímenes
de herbario y museos. Los herbarios de Colombia, principalmente
del Herbario Nacional Colombiano (COL) y los herbarios
regionales como el herbario amazónico (SINCHI), PSO (Pasto)
CAUP (Popayán), CUVC (Cali), LLANOS (Villavicencio), HUA
(Antioquia), COAH (Bogotá), JAUM (Antioquia), FMB (Villa de
Leiva), porque albergan mucha información sobre especies y su
distribución. Adicionalmente la información proveniente de los
institutos de investigación como: Instituto de Ciencias Naturales
(ICN), Instituto Alexander Von Humboldt (IAvH), Instituto de
Estudios Ambientales y Meteorología (IDEAM), Instituto de
Investigaciones del Pacífico (IIAP), Instituto de Investigaciones
Amazónicas (SINCHI) e Instituto de Investigaciones Marinas y
Costeras (INVEMAR).

e. Versiones históricas e historias orales de personas familiarizadas


con el sitio del proyecto antes del daño. Los cronistas de Indias,
los viajeros y naturalistas, la Expedición Botánica, la Comisión
42
Corográfica aportan muchos datos interesantes sobre distribución
de plantas, que pueden ayudar a establecer tipos de vegetación
que existieron en un lugar determinado. La reconstrucción por
tradición oral, cuando es relativamente reciente, es una gran
fuente de información de especies y su distribución.

f. Evidencias paleoecológicas. En Colombia gracias a los trabajos


del Dr. Thomas van de Hammen y colaboradores, se tiene una
muy buena bibliografía de la historia de clima y vegetación de casi
todos los grandes biomas (véase por ejemplo van der Hammen,
1992 y las publicaciones de la serie El Cuaternario de Colombia).
Cuando un ecosistema está muy alterado y es muy difícil tomar
como referencia del original, es recomendable elegir como
ecosistema de referencia, una trayectoria sucesional, dentro del
potencial de trayectorias posibles que ofrece un paisaje.
Generalmente estas trayectorias combinan especies
sucesionales tempranas con sucesionales tardías.

Paso 2. Evaluar el estado actual del ecosistema. Se hace una


evaluación de las condiciones previas y actuales del ecosistema. En
esta fase se empieza a tener evidencia del problema para poder
precisar posteriormente los objetivos de restauración.
Recomendaciones para evaluar los atributos del estado actual del
ecosistema:
Condiciones del paisaje
a. Ubicación de relictos o parches del ecosistema original.
43
- Número de parches, tamaño, forma, conectividad.
b. Tipos de usos de la tierra donde se encuentran los relictos
(potreros, cultivos, plantaciones). Usos de la tierra en un ciclo
anual y su relación con las áreas a restaurar.
Condiciones bióticas
a. Tipos de comunidades: composición de especies, dinámica de la
vegetación (tipos de sucesiones ecológicas: herbáceas,
arbustivas, arbóreas), estratificación.
b. Ubicación de poblaciones de especies sucesionales tempranas y
tardías.
c. Fauna dispersora de semillas.
Condiciones abióticas
a. Estado de suelo y agua: valoración fisicoquímica, contaminación,
erosión, niveles freáticos.
b. Hidrología y geomorfología: flujo de agua superficial,
hidrodinámica estacional, cambios en niveles freáticos,
acumulación de sedimentos, tipos de pendientes.
c. Clima regional: distribución de las precipitaciones, duración de la
estación seca, fluctuaciones diarias de las temperaturas,
frecuencia de heladas.

Paso 3. Definir las escalas y niveles de organización.


Los proyectos de restauración ecológica abarcan diferentes niveles de
organización, desde poblaciones de especies y comunidades a
ecosistemas o paisajes (Ehrenfeld, 2000; Lake, 2001). En cada nivel se
definen objetivos de trabajo diferentes y consecuentemente los
procesos críticos que se deben tener en cuenta para la restauración
44
cambian según la escala y el nivel de análisis. Para definir los objetivos
de un proyecto de restauración es necesario primero precisar escalas y
su relación con niveles de organización.
- Escala local y nivel de especie. Esta aproximación pretende la
recuperación de poblaciones de una especie en particular
tratando de recrear su hábitat.
La ventaja de esta aproximación es que posee un objetivo muy claro: el
rescate mismo de la especie (Ehrenfeld, 2000). Las especies clave
deben ser prioridad, pues de ellas depende la persistencia de gran
cantidad de organismos. En algunos proyectos es necesario iniciar
experiencias a una escala de parcela, principalmente en el caso de
plantas.

- Escala local y nivel de comunidad. La restauración de esta hace


énfasis en el restablecimiento de la comunidad original,
especialmente con fines de preservación de comunidades raras o
en peligro de extinción, o la restauración de trayectorias
sucesionales de especies pioneras. La restauración de
comunidades constituye el enfoque primario de una parte
importante de los esfuerzos de restauración en la actualidad
(Ehrenfeld, 2000), para lo cual la teoría de la sucesión ecológica
y su aplicación son la base para la restauración ecológica. Cuando
es necesario hacer experimentos, haciendo combinación de
especies, es necesario trabajar a escala de parcela con diseños
de tratamientos.

45
- Escala regional o nivel ecosistémico. En la actualidad la escala
que se recomienda para establecer los objetivos para la
restauración es la regional a nivel de ecosistema. En este caso el
objetivo de la restauración es la recuperación de algunas
funciones del ecosistema. Esta visión implica que lo que se debe
retornar a su estado predisturbio son las condiciones ecológicas
que garantizan la recuperación de la composición, estructura y
función del ecosistema, integrando procesos a gran y pequeña
escala (Herrick et al., 2006). La perspectiva ecosistémica posee
la ventaja que permite visualizar todos los procesos
fundamentales de funcionamiento de un ecosistema,
especialmente en los ligados a las sucesiones naturales (Cairns,
1987) y la restauración de la biodiversidad regional.

- Escala de paisaje. La restauración a escala de paisaje implica la


búsqueda de la reintegración de ecosistemas fragmentados y
paisajes más que el enfoque sobre un único ecosistema. De
hecho, aún si el objetivo de la restauración es planteado a escala
ecosistémica, se requiere una visión del proceso a una escala de
paisaje, puesto que las funciones ecosistémicas están
relacionadas con flujos de organismos, materia y energía entre las
diferentes unidades del paisaje (SER, 2004). Sin embargo, para
la mayoría de los paisajes un retorno completo a la situación
histórica es poco probable, dado el cambio constante de los
procesos que definen el desarrollo de comunidades y ecosistemas
(van Diggelen et al., 2001). Sin embargo, lo más importante es
46
avanzar en la comprensión de la estructura del paisaje y su
biodiversidad y heterogeneidad espacial para recuperar grandes
parches de ecosistemas que mantengan biodiversidad a escala
regional y del paisaje.

Definición de objetivos. A partir del paso 3 se van precisando los


objetivos del proyecto de restauración y sus escalas. Se va
definiendo el estado deseado dentro de las trayectorias
sucesionales posibles del ecosistema. Cuando el proyecto es de
escala regional es importante para definir los objetivos que inicien
activamente su participación las comunidades locales.

Los objetivos se deben establecer con mucha claridad para lograr que
el proyecto tenga éxito en términos de efectividad y costos. Se debe
estar seguro del tipo de influencias externas que pueden afectar el
desarrollo del proyecto. Un aspecto importante para la definición de los
objetivos se relaciona con el presupuesto destinado para el desarrollo
del proyecto de restauración, porque de estos recursos depende la
extensión del área a intervenir, el personal contratado para las diversas
funciones, la cantidad de estrategias que puedan ser implementadas y
el tiempo que dure la implementación, evaluación y monitoreo.
Los presupuestos pueden variar dependiendo del objetivo de la
restauración si solo se trata de una recuperación o rehabilitación, lo que
implica menos inversión, para rescatar el ecosistema con toda su
estructura y funcionalidad. En algunos proyectos es necesario hacer
investigación básica, la cual hay que tener en cuenta en los costos. En
otros proyectos es necesario contratar muchos jornales para la siembra
47
de especies, remoción de plantas invasoras y adecuación de las áreas,
construcción y mantenimiento de viveros para la propagación y
crecimiento de plantas nativas. En general hay que tener en cuenta lo
costos de personal, pago de jornales, compra de materiales,
construcciones si son necesarias y pago de transportes. Es muy
importante poder evaluar la relación costo-efectividad de diferentes
técnicas de restauración.

Paso 4. Establecer las escalas y jerarquías de disturbio. Todos los


ecosistemas están sujetos a un régimen de disturbios naturales y
antrópicos, la combinación de estos establece una dinámica espacial y
temporal en los paisajes (Pickett y White, 1985; Collins, 1987).
Por ejemplo, algunos ecosistemas presentan un régimen de disturbio
complejo que incluye fuego, pastoreo y disturbio del suelo por animales;
cada uno de los cuales difiere en escala, frecuencia e intensidad. Los
disturbios naturales principales son: deslizamientos, vulcanismo,
huracanes, tormentas, lluvias y vientos fuertes, inundaciones, heladas,
disturbios producidos por animales y fuegos naturales. Disturbios
antrópicos se relacionan con ganadería y agricultura, minería,
deforestación, quemas, la construcción de obras civiles (embalses,
oleoductos y carreteras), explotación de especies, siembra de especies
forestales exóticas, invasiones biológicas.

La tabla 1 presenta los disturbios antrópicos y naturales más frecuentes


en los ecosistemas colombianos. Dimensión espacial y magnitud. La
escala espacial se refiere a la extensión del disturbio, en términos de

48
las dimensiones físicas de la zona afectada, expresadas en unidades
de área o de volumen. La magnitud por su parte,

se relaciona con la fuerza, intensidad o severidad del disturbio (Gleen-


Lewin y van der Maarel, 1992). Dimensión temporal. Incluye frecuencia
49
y predictibilidad de la perturbación. En algunos casos, como por ejemplo
los disturbios por fuego, la estación climática en que este ocurre también
debe considerarse en esta dimensión. Según la frecuencia, los
disturbios pueden clasificarse como raros, si ocurren en un tiempo
menor al lapso de vida de las especies más longevas; o frecuentes, si
ocurren muchas veces dentro del lapso de vida de las especies menos
longevas (Noble y Slatyer, 1980).

En la mitad del espectro están los disturbios recurrentes, como fuegos,


inundaciones, eventos climáticos extremos y ataque de plagas. Existen
también disturbios continuos, como el pastoreo intensivo, los cuales
suelen tener un impacto significativo sobre las comunidades,
especialmente, sobre aquellos ecosistemas que no han evolucionado
con esta perturbación como parte de su dinámica. A continuación, se
resaltan aspectos de los disturbios que afectan con mayor frecuencia
los ecosistemas tropicales:

- Deforestación: en Colombia la deforestación es el principal


disturbio antrópico que afecta a todos los ecosistemas terrestres
y algunos costeros. Las actividades que mayor deforestación
generan en los bosques tropicales son la extracción selectiva de
maderas de gran valor económico, el establecimiento de sistemas
de producción agrícolas y ganaderos y cultivos ilícitos, la
explotación de minerales a cielo abierto, la expansión urbana, la
construcción de obras de infraestructura, entre ellas carreteras y
embalses, así como la extracción de leña para combustible y
cercas vivas, cuyo impacto es a menor escala que todas las
50
anteriores (Etter, 1998; Kattan, 2002; Rodríguez-B. y van Hoof,
2004).

En el caso específico de los bosques andinos se ha encontrado que han


sufrido una transformación entre 70-93% desde el año 1800 hasta
nuestros días; de una extensión potencial de 184.710 km2 de bosques
montanos se estima que únicamente persiste 10% (Cavelier, 1997;
Rangel, 2000; Cavelier et al., 2001). Algunos estimativos indican que en
Colombia queda solo 10% de los bosques andinos originales y 5% de
bosques altoandinos (Carrizosa-U, 1990).

- Sistemas de producción extensiva e intensiva (agricultura y


ganadería): estas perturbaciones no solo tienen efectos puntuales
en la composición, estructura y diversidad de biota y suelo, sino
que alteran la dinámica hídrica, los flujos de nutrientes y la
capacidad regenerativa natural de los ecosistemas, lo cual puede
llevar a comunidades propias de sucesiones detenidas
(sucesiones secundarias) o incluso desviadas (ecosistemas
degradados), también producen compactación del suelo,
lixiviación de nutrientes y pérdida de materia orgánica (Román-D.
et al., 2007).
- Sistemas productivos forestales no sostenibles: en Colombia se
iniciaron las plantaciones forestales de especies introducidas,
durante el período 1940 y 1996, como consecuencia de la política
económica y ambiental, que buscaba convertir al país en una
potencia forestal y utilizar las especies sembradas como

51
estrategia en programas de reforestación (Mendoza y Etter,
2002).
- Cultivos ilícitos: coca (Erytroxylon coca) y marihuana (Cannabis
indica) prosperan en zonas bajas con terrenos ondulados o
quebrados, en altitudes comprendidas entre 500 y 1.500 m,
mientras que la amapola (Papaver somniferum) suele
desarrollarse en altitudes superiores a 2.000 m. El establecimiento
de estos cultivos da lugar a la deforestación de grandes áreas, en
donde se pierden enormes cantidades de biomasa de suelos que
no tienen vocación agrícola y que son de mayor valor si están
cubiertos por vegetación natural aumentando el riesgo de
extinción de numerosas especies de fauna y flora (Díaz-P, 1998).

- Potrerización: es el reemplazo de bosques por potreros


dominados por especies herbáceas exóticas. Esta matriz continua
de pastos constituye una barrera física que impide la llegada de
semillas dispersadas al suelo y su posterior implantación (Meli,
2003), se incrementa la depredación de semillas después de la
dispersión (Holl, 1999) y se retarda la llegada de especies
sucesionales tempranas y tardías (Klejin, 2003); el
establecimiento de plántulas disminuye, dado que el crecimiento
radicular se dificulta, desaparece el banco de plántulas, el banco
de semillas y se afectan micorrizas del suelo esenciales para
germinación y crecimiento de la mayoría de plantas vasculares
(Aide y Cavelier, 1994).

52
- Minería: cuando la minería es efectuada, los ecosistemas retornan
a una condición primaria muchas veces irreversible y se cambia
en amplia escala la topografía e hidrología. La minería trae
consigo cambios drásticos en la estructura del suelo por cuanto la
maquinaria pesada empleada ejerce grandes presiones sobre
este y es inevitable la compactación. Adicionalmente factores
climáticos como viento y precipitación contribuyen
aceleradamente al proceso de erosión. Los efectos producidos
por la minería en los ecosistemas incluyen destrucción del paisaje,
degradación del entorno visual, disturbios en cursos de agua,
destrucción de tierras destinadas a la agricultura y reserva
forestal, daño de tierras con propósitos de recreación, ruido,
polvo, tráfico de camiones y maquinaria pesada, sedimentación y
erosión, hundimientos de tierra y vibración por explosiones.

- Paramización: es el fenómeno que se presenta cuando las


especies de páramo que son altamente competitivas y que están
restringidas a elevaciones mayores, ocupan niveles altitudinales
inferiores a los que corresponden. Este fenómeno determina la
aparición de enclaves o sectores situados dentro del dominio
climático del orobioma de selva andina, donde el clímax boscoso
original es sustituido por etapas subseriales, cuya composición
florística y fisionomía se asemejan a las que caracterizan el
orobioma páramo (Hernández-C, 1997). Se presenta cuando el
proceso de deforestación va acompañado por quemas repetidas,
cultivos y posterización (Vargas et al., 2007; Velasco y Vargas,
2007). Los niveles actuales de paramización, impiden precisar los
53
límites de los páramos climáticos, de los páramos antrópicos
(Hernández-C, 1997; Luteyn, 1999; Rangel, 2000).

- Exclusión del fuego: en los ecosistemas de sabana la protección


prolongada contra quemas puede tener efectos marcados sobre
la diversidad de especies, contribuye al incremento de especies
leñosas y favorece especies menos adaptadas a este disturbio
natural, conduciendo en algunos casos a ecosistemas con una
fisionomía más boscosa (Moreira, 2000).

- Desertificación: se refiere a la disminución o destrucción del


potencial biológico de la Tierra, que puede desembocar
definitivamente en condiciones de tipo desértico y constituye un
aspecto del deterioro generalizado de los ecosistemas. La
desertificación es originada e incrementada principalmente por
actividades humanas (VelascoM, 1991). Sus causas son variadas
y con frecuencia están interconectadas entre ellas el
sobrepastoreo, tala para uso de leña como combustible o para
construcción, uso de técnicas inadecuadas de cultivo, manejo
deficiente de irrigación, actividades de urbanización, construcción
de vías y cambio climático. La salinización en particular
usualmente da lugar a una disminución de la cobertura vegetal,
pérdida de la superficie de suelo, reducción de infiltración y
formación de cortezas duras en el suelo, las cuales incrementan
el índice de erosión y reducen el establecimiento de plántulas (van
der Berg y Kellner, 2004).
54
Paso 5. Consolidar la participación comunitaria. Como hemos
mencionado la restauración ecológica es una actividad con diferentes
escalas espaciales y temporales en las cuales los disturbios antrópicos
juegan un papel importante en cualquier escala que se elija. La pérdida
de servicios ambientales de los ecosistemas es también una
preocupación de la gente en cualquier región y por consiguiente hay que
tener en cuenta tanto el manejo regional como las necesidades de las
comunidades locales.
Por eso es muy importante que la gente participe activamente desde su
formulación en los proyectos de restauración, lo que puede garantizar
su continuidad y consolidación (Cano y Vargas, 2007). Es fundamental
explorar la aceptabilidad que tendría el eventual programa de
restauración en función del entorno socioeconómico que prevalezca en
el área, con especial atención a las aspiraciones propias de las
comunidades locales, en términos del futuro que desean. Los
conocimientos que tienen las poblaciones humanas locales sobre su
región, su historia de uso, la ubicación de las especies y en algunos
casos su propagación son conocimientos de gran importancia en el éxito
de los proyectos. De esta forma la educación ambiental se vuelve más
práctica y se puede consolidar a corto y largo plazo una educación
ambiental para la restauración ecológica de la región. La restauración
ecológica es una actividad de largo plazo y por consiguiente quienes
deben garantizar la continuidad de los proyectos son las poblaciones
locales con apoyo de organizaciones locales, municipales,
departamentales y nacionales. Claves para emprender un proyecto de
55
restauración ecológica con participación comunitaria (Cano y Zamudio,
2006). La comunidad debe ser contemplada como una unidad integral.
Es necesario promover la participación de adultos (mujeres y hombres),
jóvenes, niños y niñas y generar procesos de trabajo entre:
a. Comunidad campesina: trabajadores agrícolas de diferentes
edades y géneros.
b. Comunidades indígenas.
c. Comunidad escolar: profesores, padres de familia y alumnos.
d. Entidades locales: asociaciones comunitarias, ONG,
organizaciones indígenas, organizaciones ambientales, entidades
estatales que participan en la conservación regional de los
recursos.
e. Investigadores de la conservación y restauración ecológica:
biólogos, ecólogos, ingenieros forestales, antropólogos,
sociólogos, geógrafos y trabajadores sociales.
Enfoques conceptuales
- Investigación acción participativa: mediante este enfoque se
plantea a las comunidades como grupo investigador y
transformador de su propia realidad.
- Conservación con base comunitaria: se refiere al manejo de
recursos naturales a través de la participación de las
comunidades.
- Manejo local de recursos: corresponde a la recuperación,
conservación y protección de la flora y fauna en su hábitat natural,
teniendo en cuenta la característica de los ecosistemas y el valor
cultural que le otorgan las comunidades humanas.

56
Herramientas metodológicas

- Cartografía social: esta metodología considera el territorio como


referente espacio -temporal y busca su representación por medio
de la construcción colectiva de mapas, en donde se muestran las
percepciones locales del entorno natural, político, económico y
cultural.
- Recorridos territoriales: metodología que complementa la
cartografía social. A través de ellos se puede precisar y actualizar
la información consignada en los mapas de territorio.
- Conversatorios: son encuentros con diferentes participantes en
los cuales se busca el diálogo de saberes sobre un tema
específico. En ellos, aparecen puntos de vista distintos y se
procura establecer consensos de opinión. Recomendaciones
- Diseñar participativamente estrategias de acción para recuperar
los elementos de los ecosistemas.
- Seleccionar las áreas donde se implementarán las acciones de
restauración (fincas, áreas de interés comunitario, áreas de
conservación).
- Integrar el conocimiento local y promover su aplicación en las
estrategias de restauración.
- Difusión de técnicas de propagación de especies nativas y manejo
de viveros e invernaderos.
- Integración del tema de la restauración ecológica en los
programas académicos de los centros educativos.
- Realización de actividades prácticas e investigativas con los
estudiantes de escuelas y colegios y los padres de familia.
57
- Fortalecimiento del conocimiento de los funcionarios públicos con
relación a la restauración ecológica.
- Creación participativa de materiales que divulguen el
conocimiento local y las acciones de restauración iniciadas
(herbarios, plegables informativos, cartillas, boletines).
- Encuentros comunitarios en los cuales se reúnan diferentes tipos
de participantes para intercambiar experiencias de Restauración
ecológica.

Tanto para la conservación y restauración de ecosistemas es muy


importante lograr que las instituciones del estado puedan ofrecer
incentivos económicos a las comunidades o propietarios locales. En
este sentido la conservación y restauración deben ir juntas puesto que
el mantenimiento de servicios ambientales se logra tanto por la
conservación como por la restauración ecológica. Con la restauración
ecológica se recuperan servicios ambientales como agua, fijación de
CO2, suelo, biodiversidad y control de erosión, entre otros. Por esta
razón es muy importante que quien demuestre recuperación de
servicios ambientales, tenga una retribución económica.

Paso 6. Evaluar el potencial de regeneración. En la fase diagnóstica


la evaluación del potencial de regeneración se refiere a la disponibilidad
de especies en la región, su ubicación, abundancia, su etapa
sucesional. El potencial de regeneración se define entonces, como el
conjunto de especies nativas y trayectorias sucesionales que ofrece un
paisaje. En esta fase se tiene una aproximación a las especies pioneras
y a las especies de sucesión tardía, a las especies dominantes,
58
codominantes y raras y sobre todo a las especies que potencialmente
pueden ser utilizadas en experimentos y programas de restauración.
Algunas de las trayectorias sucesionales pueden servir como
ecosistema o comunidad de referencia y es importante conocer muy
bien su composición de especies, estratificación y los mecanismos de
regeneración de las especies: bancos de semillas, bancos de plántulas,
bancos de retoños y los mecanismos de dispersión en el paisaje.
Muchas especies pueden estar extintas localmente, pero no
regionalmente, por lo que es necesario tener muy claro el contexto
regional.

Paso 7. Establecer los tensionantes para la restauración a


diferentes escalas. Por tensionantes o barreras a la restauración
ecológica se entiende todos aquellos factores que impiden, limitan o
desvían la sucesión natural en áreas alteradas por disturbios naturales
y antrópicos (Vargas et al., 2007). Los tensionantes para la restauración
ecológica pueden clasificarse en dos tipos: ecológicos y
socioeconómicos. Los de tipo ecológico se relacionan con factores
bióticos y abióticos resultantes del régimen de disturbios natural y
antrópico, los cuales influyen en los diferentes mecanismos de
regeneración y colonización de las especies, es decir, los procesos
necesarios para que ocurra dispersión de propágulos (principalmente
semillas), establecimiento de plántulas y persistencia de individuos y
poblaciones de plantas. Los de tipo socioeconómico son todos los
factores políticos, económicos y sociales que limitan los procesos de
regeneración natural, principalmente los tipos de uso de la tierra.
- Tensionantes para la dispersión de las plantas
59
- Tensionantes para el establecimiento de las plantas
- Tensionantes para la persistencia de las plantas
- Tensionantes sociales

Tensionantes ecológicos

1. Fase de dispersión. Los tensionantes en la fase de dispersión de


propágulos son causados generalmente por fragmentación y
pérdida de hábitats y extensión de matrices de potreros, cultivos
y especies exóticas. Estos tensionantes hacen referencia al
destino de los propágulos (p. ej. el destino de las semillas). Los
más comunes a la dispersión son:
- Ausencia de polinizadores.
- Ausencia de propágulos (principalmente semillas)
- Ausencia de animales dispersores.
- Corta longevidad de semillas y germinación impedida.
- Ausencia de plantas niñeras, nodrizas o plantas facilitadoras.
- Predación de semillas.
- Ausencia de un banco de semillas del ecosistema original.
- Matriz continua de pastos que impide la regeneración.
- Presencia de especies invasoras o colonizadoras agresivas.

2. Fase de establecimiento. Comprende la germinación de semillas


y el crecimiento y sobrevivencia de plántulas. Los tensionantes al
establecimiento pueden clasificarse en dos grandes grupos
relacionadas con factores abióticos y bióticos.

60
Factores abióticos
- Ausencia de micrositios para el establecimiento de las plántulas.
- Restricciones climáticas (sequía, heladas, inundaciones)
- Suelo inadecuado (erosión, compactación, contaminación, ausencia o
exceso de nutrientes, pérdida de materia orgánica).

Factores bióticos
- Ausencia de micorrizas
- Hojarasca gruesa que impide el establecimiento.
- Herbivoría
- Competencia
- Presencia de especies invasoras

3. Fase de persistencia. La fase de persistencia hace referencia a


que una especie una vez establecida pueda crecer y cumplir su
ciclo normalmente, sin ser disminuida su biomasa o que algún
factor le cause mortalidad. Ejemplos son:

Factores abióticos
- Restricciones climáticas (sequía, heladas, inundaciones)
- Fuegos naturales

Factores bióticos
- Competencia
- Herbivoría
- Plagas
61
- Presencia de especies invasoras

Factores sociales
- Pastoreo y agricultura
- Fuegos antrópicos
- Introducción de especies invasoras
- Corte

Paso 8. Seleccionar las especies adecuadas para la restauración.


La selección de especies para la restauración es un aspecto muy
importante, puesto que el éxito de los proyectos depende de la
capacidad para dicha selección (Tabla 2). Del listado de especies y sus
trayectorias sucesionales registrado en el potencial de regeneración, se
seleccionan las especies más importantes bajo una escala de atributos
o rasgos que pueden ser útiles en los sitios que se van a restaurar. Por
ejemplo, para áreas en donde hay que recuperar el suelo es muy
importante combinar especies fijadoras de nitrógeno con especies que
produzcan gran cantidad de hojarasca. En esta fase es necesario
combinar el conocimiento de la gente y el conocimiento de expertos
locales y científicos.

62
Paso 9. Propagar y manejar las especies. Una vez seleccionadas las
especies se presenta el problema de la consecución de material, dado
que muchas especies no se consiguen en viveros locales, o las
cantidades no son suficientes para las necesidades del proyecto. La
propagación es la capacidad de las plantas para reproducirse, ya sea
de forma sexual o vegetativa (asexual); la primera de estas se da por
medio de semillas y la segunda mediante células, tejidos y órganos.
Existen tres tipos de propagación vegetativa:
1. propagación por rizomas, estacas, esquejes, bulbos, tubérculos,
estolones y segmentos de órganos como tallos y hojas;

63
2. propagación por injertos donde segmentos de una planta se
adhieren a otra receptiva más resistente, de mejores
características, y
3. propagación in vitro, en la cual células, partes de tejido u órganos
son cultivados en condiciones controladas de laboratorio
(Cardona, 2007). Un problema muy común para la restauración
ecológica es la escasez de propágulos de especies pioneras que
inicien la sucesión y de especies de estados sucesionales más
avanzados que permitan no solo la recuperación de la estructura
del ecosistema, sino también de la composición del mismo. La
construcción de viveros o invernaderos es muy importante para la
propagación y crecimiento permanente del material requerido. En
ciertos casos, los costos de construcción de un vivero son altos.
En estos casos es posible conseguir plántulas o rebrotes o
sembrar directamente las semillas en el área a restaurar.

Paso 10. Seleccionar los sitios. La selección de los sitios a restaurar,


o donde se van a realizar experimentos, debe hacerse cuidadosamente.
En este paso ya hay un conocimiento de lo que sucede a diferentes
escalas, principalmente como actúa el régimen de disturbios naturales
y antrópicos. El conjunto de recomendaciones para la selección de los
sitios hace referencia principalmente a una combinación de factores
abióticos, bióticos y las poblaciones humanas locales (Vargas, 2007).
1. Ubicación en sitios accesibles. En lo posible buscar sitios
accesibles. Las facilidades logísticas son de gran importancia
para garantizar el éxito del proyecto. Se deben tener en cuenta los
siguientes aspectos:
64
a. Vías o caminos de acceso, o sitios cercanos en donde no sea
difícil el transporte de los materiales necesarios.
b. Fácil acceso para personas mayores y niños, con el fin de
emprender acciones de participación y educación.
c. Facilidades para realizar la fase de monitoreo.
2. Áreas de interés comunitario. En los proyectos de restauración es
muy importante que se discuta con la comunidad los sitios
prioritarios para restaurar. Lo ideal es que la comunidad participe
en la selección de los sitios, por algún interés especial relacionado
con servicios ambientales, como agua, o para detener erosión, o
por ser recursos de amplia utilización por las comunidades.
3. Definir si aún persisten en el sitio los disturbios y predecir si se
pueden volver a presentar. Si no se eliminan de una forma
definitiva los factores tensionantes es posible que el proyecto no
sea viable. En algunos ecosistemas donde los disturbios hacen
parte de su dinámica natural es importante restaurar la frecuencia
de disturbios, como por ejemplo inundaciones, fuegos, hidrología.
Tener en cuenta las recomendaciones de las comunidades
locales en cuanto a fenómenos estacionales como inundaciones,
fuegos, heladas.
4. Se debe explicar a las comunidades locales sobre el papel de los
disturbios y perturbaciones en los procesos ecológicos.
5. Evaluar con las comunidades locales las actividades humanas,
buscando la mayor compatibilidad posible con el proyecto.
Evaluar si algunas prácticas culturales son compatibles con el
desarrollo de proyectos de restauración.

65
Por ejemplo, el uso estacional de recursos.
6. Establecer si en el sitio o en sus alrededores se presentan
poblaciones muy abundantes de pequeños herbívoros como
conejos, curíes, que se puedan convertir estacionalmente o
permanentemente en una barrera por su impacto de herbivoría
sobre especies nativas.
7. Se debe evaluar si hay especies invasoras en el sitio o en los
alrededores y evitar que se introduzcan estas especies tanto de
plantas como de animales. Planear actividades continuas con la
comunidad, para el manejo de especies invasoras.
8. No es recomendable remover especies introducidas naturalizadas
(no invasoras) que cumplen una importante función ecológica.
9. Evaluar los gradientes topográficos naturales y patrones de
drenaje.
10. Restablecer el régimen del flujo hidrológico natural. 11.
Evaluar el estado del suelo.

Paso 11. Diseñar estrategias para superar las barreras a la


restauración. Se plantean cinco conjuntos de estrategias para superar
las barreras a la restauración (Brown y Lugo, 1994; Vargas, 2007):

1. Basadas en la remoción y control de los tensionantes leves


(frecuencia de quemas, sobrepastoreo, tasa de cosecha, erosión
moderada).
2. Basadas en la adición de especies (plantas, animales o
microorganismos) o materiales (fertilizantes, materia orgánica,
agua).
66
3. Basadas en la regulación de la tasa de procesos ecosistémicos,
es decir, los flujos entre los compartimientos (ej: regular
composición y estructura del suelo para sincronizar liberación de
nutrientes y captación vegetal de estos).
4. Basadas en remoción de tensionantes severos.
5. Basadas en regulación de fuentes de entradas de energía. En
algunos pastizales de los trópicos se han utilizado muchas
estrategias, de las cuales, se destacan entre las más comunes:
a) manejo de la regeneración natural,
b) distribución de perchas para aves, artificiales y/o naturales,
c) utilización de árboles aislados o vegetación remanente
presente en el área a restaurar,
d) incorporación de árboles de especies pioneras nativas,
e) recolección y trasplante de plántulas presentes dentro de la
misma área a restaurar o en los alrededores.

Otras acciones importantes son:


a) dispersión manual de semillas,
b) aprovechamiento de rebrotes,
c) utilización de troncos en descomposición,
d) formación de micrositios en los cuales se favorezca la
germinación y crecimiento de las plántulas,
e) sistemas agroforestales,
f) aplicación de suelo donado proveniente del ecosistema de
referencia,
g) siembra de plántulas provenientes del banco de semillas,
h) formación de islas de recursos o núcleos de facilitación,
67
i) plantaciones forestales de especies nativas como catalizadoras
de sucesión,
j) uso del pastoreo para controlar el crecimiento de pastos y para
ayudar a dispersar semillas,
k) cercos vivos y barreras rompevientos,
l) establecimiento y ampliación de corredores riparios,
m) tratamiento o reemplazo de suelos degradados,
n) formación de doseles,
o) ampliación de bordes de bosque.
Todas las estrategias anteriores se pueden clasificar en:
a) manipulación del ambiente físico,
b) manipulación del ambiente químico,
c) manipulación del ambiente biótico (Perrow y Davy, 2002).

La participación comunitaria se debe tener en cuenta como una


estrategia. A continuación, se explican brevemente algunas de las
estrategias más comunes en restauración ecológica (Vargas, 2007):

Eliminación de disturbios o barreras


- Erradicación de matrices de pastos invasores: para facilitar la
recolonización por parte de especies nativas, es necesario
eliminar de las zonas de restauración pastos que han colonizado
estas áreas por causa de pastoreo y abandono de cultivos. Debido
a que la mayoría de estas especies invasoras son altamente
competitivas se requiere de varias estrategias como erradicación
manual, competencia con otras especies y tratamientos de
sombra para lograr un control efectivo.
68
- Creación de refugios artificiales para fauna: con la acumulación
de troncos, piedras y algo de vegetación, se pueden formar
agrupaciones que pueden servir como albergues temporales o
sitios de paso para fauna nativa. Mejorar las condiciones abióticas
para el desplazamiento de las especies favorece
simultáneamente la dispersión zoocora de muchas especies
vegetales.

- Controlar los impactos del turismo mal dirigido: es importante que


las comunidades locales y habitantes de la zona, reconozcan y
valoren sus recursos naturales asociados a los páramos, por lo
tanto, se espera que las actividades turísticas puedan continuar
de forma organizada. Para esto se requiere el establecimiento de
una brigada ambiental local (entrenada en el manejo de los
recursos y atención a los turistas), educación ambiental en
escuelas y organizaciones locales, y establecimiento de un centro
de información (Llambí et al., 2005).
- Utilización de perchas artificiales para aves: con esta estrategia
se busca aumentar la dispersión de semillas en potreros. Son
estructuras en madera con diferentes arreglos, que permiten la
llegada de aves a la matriz de pastizal, dando lugar a un aumento
significativo de la tasa de deposición de semillas de plantas
ornitócoras y la implantación de individuos que no llegan en
condiciones naturales, teniendo consecuencias en la aceleración
de la recuperación del bosque, así como en la acumulación de un
banco de semillas del bosque.
69
Selección y propagación de especies
- Evaluación del banco de semillas: tomar muestras de suelo y
hojarasca del sitio a restaurar para conocer su composición de
especies y la distribución espacial de semillas (Moscoso y Diez,
2005). Con base en esta evaluación se podría determinar la
capacidad de regeneración natural del ecosistema y cómo ha
variado la estructura en consecuencia de las perturbaciones
(Parker et al., 1989; Bakker et al., 1996). A partir del banco de
semillas se puede obtener material vegetal para ser utilizado en el
enriquecimiento de las áreas a restaurar.

- Propagación de material vegetal nativo adecuado para el sitio de


intervención: a partir del ecosistema de referencia o de las áreas
circundantes en buen estado de conservación se recolectan
semillas y plántulas de especies de interés (Cole, 2007), lo cual
evitaría los costos que implica la adquisición de semillas de vivero
o individuos juveniles. La reintroducción de ciertas especies
puede incrementar significativamente los niveles de materia
orgánica y desencadenar el proceso de sucesión secundaria en
áreas agropecuarias degradadas y abandonadas (Zahawi, 2005).
Esta estrategia puede estar acompañada con fertilización y
deshierbe, en el caso de pastizales (Román-D et al., 2007).

- Uso de árboles remanentes: los árboles remanentes desempeñan


un papel crítico en la recuperación de bosques naturales al
aumentar la dispersión de semillas, mejorar las condiciones
70
microclimáticas e incrementar los nutrientes del suelo. Debe
alentarse la retención de algunos árboles semilleros en áreas
intervenidas y la plantación o el mantenimiento de árboles en
tierras agrícolas a fin de mejorar la calidad del hábitat mientras se
usa la tierra para la agricultura y facilitar su recuperación si la tierra
es abandonada.

- Siembra directa de semillas: debido a los disturbios, la continuidad


del páramo se ve afectada y hay muchas especies que no forman
banco de semillas o que este ha sido degradado por algún
disturbio, por lo tanto, se puede superar esta barrera a la
dispersión, adicionando propágulos en sitios donde difícilmente
pueden llegar las especies por sus propios mecanismos, más aún
cuando han perdido potenciales dispersores animales (Vargas et
al., 2007; Velasco y Vargas, 2007).

- Siembra de plántulas en parcelas de enriquecimiento: posterior a


la propagación de semillas en condiciones de vivero o
invernadero, las plántulas obtenidas se siembran en conjunto con
especies fijadoras de N, o que tengan micorrizas para un mejor
aprovechamiento de los nutrientes del suelo (Vargas et al., 2007;
Velasco y Vargas, 2007).

- Montaje de viveros locales: en asociación con las comunidades


vecinas de las áreas a restaurar puede promoverse la
propagación de diferentes especies utilizadas en las estrategias
de forma que se dé continuidad a procesos en escalas de tiempo
71
mayores e igualmente pueden ser fuente para desarrollar otras
estrategias.

Creación de micrositios y matrices de vegetación


- Siembra de especies niñeras facilitadoras: por facilitación se
entiende el efecto positivo de una especie o cierto tipo de
vegetación sobre el crecimiento, supervivencia y desarrollo de
otra(s) especie(s), en comparación con unas condiciones
existentes en el ambiente exterior. Se han desarrollado técnicas
para restaurar potreros degradados en los trópicos por medio de
la siembra de plántulas debajo de árboles, matorrales o cultivos
niñeros; en estas estrategias se propone también sembrar
especies de crecimiento rápido, que forman dosel en poco tiempo
y que mejoran las condiciones del suelo al fijar nitrógeno o
asociarse con micorrizas. La siembra de especies niñeras debe
estar acompañada también de un conjunto más diverso de
especies cuando no hay suficiente dispersión de propágulos en el
sitio.

- Formación de núcleos activos de dispersión: por medio de la


siembra de especies arbustivas y herbáceas nativas atrayentes
de animales dispersores y polinizadores. Se utilizan individuos
adultos, con altura superior a 1 m y que estén dispersando
semillas o en floración. Con esto no solo se atrae fauna a la zona
de restauración, también ayuda a la regeneración natural (Vargas
et al., 2007; Velasco y Vargas, 2007).

72
- Creación de un relieve microtopográfico para generar y aumentar
los micrositios: por medio de pequeños aclareos en zonas donde
el suelo está muy compactado, puede modificarse la estructura
por medios mecánicos, creando espacios que puedan ser
colonizados por las especies de la zona, permitiendo el flujo de
gases y agua que serán aprovechados por propágulos que allí se
encuentren. También se facilita la consecución de nutrientes
porque la remoción aumenta la heterogeneidad del suelo (Vargas
et al., 2007; Velasco y Vargas, 2007).

- Siembra de especies arbustivas nativas atrayentes de


polinizadores y dispersores: seleccionar especies nativas que
sirvan para atraer diversos animales que actúen como dispersores
o polinizadores de otras especies también, por lo tanto, estas
especies deben ser generalistas en este aspecto.

- Regeneración natural: se debe utilizar en áreas poco perturbadas.


En esta estrategia se utilizan los servicios de animales asociados
a frutos y/o semillas de la región. Permite la creación de “núcleos”
de regeneración que tienen la función de facilitar el
establecimiento de nuevas plantas. Esta estrategia se basa en los
principios de la sucesión ecológica, sin embargo, no siempre es
posible prever las características de las especies que llegarán.
Una ventaja importante es el bajo costo, aunque su éxito
dependerá de características climáticas y del paisaje regional
(Rondón y Vidal, 2005).

73
- Ampliación de bordes utilizando bancos de plántulas y retoños:
hacer rescate de plántulas y retoños de los parches de bosque
existente y utilizarlos para el avance de los bordes del bosque
(Acosta y Vargas-Ríos, 2007).

- Disturbios experimentales que inicien la sucesión: en ambientes


transformados la inducción de un disturbio en el sistema logra
generar las condiciones que pueden iniciar o reactivar un proceso
sucesional, disminuir la presencia de especies invasoras, liberar
recursos que permitan el establecimiento de especies nativas,
entre otros. Los disturbios experimentales simulan unas
condiciones específicas y sus variaciones dependen de los
objetivos planteados, los cuales están sujetos a condiciones del
sitio a restaurar: pueden enfocarse a controlar una especie
invasora, reducir la influencia de una especie dominante y
aumentar el recurso disponible como la especie de colonización,
los nutrientes y el agua del suelo.

Pueden efectuarse de manera manual o mecánica y pueden actuar de


manera directa o indirecta. Con la aplicación de disturbios
experimentales también se busca generar un cambio en el patrón
sucesional, al reducir o eliminar la cobertura de las dominantes y con
esto disminuir la competencia por el recurso. También busca
reabastecer los recursos agotados, reducir la herbívora, eliminar tóxicos
acumulados en el substrato, generar condiciones como mayor
intensidad lumínica y ampliar fluctuaciones de temperatura, que
estimulen la germinación de especies latentes en el banco de semillas.
74
Recuperación de suelos
- Remoción de vegetación epigea e hipogea: para facilitar el
proceso de establecimiento de especies nativas, es necesario
remover la vegetación que no es propia del ecosistema para dar
espacio a la nativa. No solo basta remover las partes aéreas
porque muchas de las plantas de páramos pueden reproducirse
clonalmente, por lo cual hay que eliminar también el sistema
radicular hasta donde sea posible, sin remover o alterar mucho el
suelo.

- Enmiendas para mejorar condiciones del suelo: en sitios


altamente deteriorados se requiere el enriquecimiento de
nutrientes en el suelo, mediante el uso de enmiendas orgánicas
y/o químicas. Los fertilizantes químicos poseen alta capacidad
para suplir nutrientes escasos y pueden servir para obtener una
cobertura vegetal rápidamente. Este tipo de resultados pueden
ser útiles en casos donde es necesario recuperar algunas
características ambientales, tales como cobertura vegetal
protectora, estabilidad de suelos, o retención de agua en un corto
tiempo, sin esperar recuperar la composición o estructura del
ecosistema. Por otra parte, la enmienda orgánica puede aumentar
el potencial de reforestación, especialmente en sitios altamente
degradados, pero estudios realizados en áreas secas, han
mostrado que este tipo de enmiendas puede causar alta
mortalidad en las primeras etapas de las plántulas. Una enmienda
orgánica muy utilizada para la recuperación de suelos en sitios
75
altamente alterados son los biosólidos, obtenidos a partir de
aguas residuales, que contienen altas cantidades de materia
orgánica, fósforo (P), potasio (K) y alta humedad.

- Des compactación mecánica del suelo: en sitios disturbados


principalmente por ganadería, porque el pisoteo del ganado
modifica características hidráulicas del suelo, lo cual afecta el
desarrollo del sistema radicular de las especies haciendo que
sean más susceptibles de ser removidas fácilmente (Basset,
2005). Esta des compactación puede hacerse con herramientas
de labranza, de forma que no se genere una alteración más grave
al usar maquinaria más pesada.

- Trasplante de suelo de zonas sin disturbio en bloques o


desmoronado: con esta estrategia se busca introducir al
ecosistema a restaurar: microfauna del suelo, varias fuentes de
propágulos y enriquecimiento de nutrientes y se aprovecha la
capacidad de algunas especies de tener semillas que se
mantienen viables en el suelo, formando bancos de semillas que
podrían expresarse cuando se den las condiciones necesarias
(Vargas et al., 2007; Velasco y Vargas, 2007). Esta estrategia
puede propiciar la formación de pequeños nichos de regeneración
y colonización, además de favorecer la variabilidad genética (Tres
y Reis, 2007).

- Combinación de estrategias entre remoción de la vegetación


superficial, adición de enmiendas y siembra de especies (Cole,
76
2007). Con esto se busca acelerar el proceso sucesional al
realizar varios pasos simultáneamente que logren superar la
barrera al establecimiento y reducir la escala de tiempo para la
obtención de resultados.

- Restaurar la fertilidad del suelo dejando que los periodos de


descanso entre cultivos sean más de cinco años. Del análisis de
la biomasa microbiana se obtiene un buen estimativo del grado de
disturbio debido a la agricultura (Llambí y Sarmiento, 1999).

- Empleo de endomicorrizas: los hongos formadores de micorrizas


(HMVA) dependen de la planta para el suministro de carbono,
energía y de un nicho ecológico, a la vez que entregan nutrientes
minerales, especialmente los poco móviles como fósforo, también
estimulan la producción de sustancias reguladoras de
crecimiento, incrementan la tasa fotosintética, promueven ajustes
osmóticos cuando hay sequía, aumento de la fijación de nitrógeno
por favorecer a bacterias simbióticas asociativas, incrementan la
resistencia a plagas, tolerancia a estrés ambiental, contribuyen a
mejorar la agregación del suelo y ser mediadores de muchas de
las acciones e interacciones de la microflora y microfauna que
ocurren en el suelo, alrededor de las raíces. Luego de un disturbio
forestal el inóculo de micorriza puede ser insuficiente, incrementar
la densidad de micorrizas a través de la inoculación es crucial para
una regeneración exitosa, además se pueden reducir costos de
producción, por la disminución de tiempo de permanencia de las
plantas en el vivero. Se pueden variar las especies de HMVA que
77
se emplean, las cuales pueden ser nativas o comerciales, la
composición del inoculo el cual puede ser monoespecífico o
poliespecífico y en cuanto al tipo de inóculo, que puede
componerse de esporas aisladas, raicillas colonizadas por HMVA,
suelo con esporas.

Una estrategia integral de conservación y restauración ecológica en


paisajes rurales se conoce como: Herramientas de manejo del paisaje
(Lozano-Zambrano, 2009). El objetivo principal de esta estrategia es
aumentar la calidad de hábitats para fauna, aumentar cobertura nativa
e incrementar la conectividad de elementos del paisaje rural,
restaurando corredores de hábitats. Las principales estrategias
utilizadas son:

- Conservación de remanentes de ecosistemas naturales, para lo


cual se hacen cerramientos de bosques remanentes con cercas
vivas de aislamiento.
- Enriquecimiento del bosque secundario con especies nativas.
- Ampliación de parches de bosque o cañadas.
- Incremento de la conectividad a través de la formación y
restauración de corredores biológicos.
- Cercas vivas mixtas en fincas y ganadería sostenible.
- Mantenimiento y siembra de árboles dispersos en potreros.
- Participación de propietarios de fincas en todo el proceso.

Paso 12. Monitorear el proceso de restauración. Dentro de un


proceso de restauración ecológica, el monitoreo consiste en el
78
seguimiento y evaluación continuos de los cambios que experimenta el
ecosistema, bajo los diferentes tratamientos de restauración aplicados.
Este monitoreo constante tiene como objetivo final asegurar el éxito de
la restauración ecológica, porque brinda la información necesaria para
evaluar y ajustar las prácticas de restauración, de modo que puedan ser
modificadas en cualquier momento; de esta manera, si los resultados
obtenidos en los tratamientos aplicados son negativos o indeseables,
dichos tratamientos se modifican o detienen; por el contrario, si se
obtienen resultados positivos, estos tratamientos se continúan,
multiplican, y si es posible, se mejoran (Brunner y Clark, 1997; Block et
al., 2001; Díaz, 2007).

El diseño del programa de monitoreo debe realizarse en el mismo


momento en el que se plantean los objetivos de la restauración y se
planean los tratamientos que serán aplicados. De esta manera, un
monitoreo ecológico efectivo se entiende como un proceso que
acompaña al proceso de restauración desde el diagnóstico del estado
actual del ecosistema, y continúa durante la implementación de los
tratamientos y el desarrollo de los mismos, terminando en el momento
en que se considera que el ecosistema ha recuperado su integridad
ecológica (Holl y Cairns, 2002). En el diseño de un programa de
monitoreo para la restauración ecológica, es importante tener en cuenta
los siguientes aspectos (Díaz, 2007):
1. Definir los objetivos del programa de monitoreo en el mismo
momento en que se definen los objetivos de la restauración
ecológica, y en concordancia con estos.

79
2. Establecer las escalas espaciales y temporales (monitoreo a corto
y largo plazo), en las cuales se desarrollarán la restauración
ecológica y el programa de monitoreo.
3. Seleccionar los parámetros que se han de monitorear e
indicadores ecológicos adecuados para evaluar su desempeño.
4. Escoger la metodología adecuada para el monitoreo de los
diferentes indicadores ecológicos.

Tipos de monitoreo en restauración ecológica.

Uno de los puntos importantes a tener en cuenta al diseñar el programa


de monitoreo, es que existen dos tipos de monitoreo relevantes en
restauración ecológica: el monitoreo de implementación o de corto plazo
y el monitoreo de efectividad o de largo plazo (Block et al., 2001). El
monitoreo de implementación busca evaluar si los tratamientos de
restauración se llevaron a cabo como fueron diseñados, cuantificando
los cambios que ocurren en el ecosistema inmediatamente después de
los tratamientos. Este seguimiento de los primeros cambios en el
ecosistema en restauración, permite determinar si la estrategia de
manejo implementada está cumpliendo con el objetivo propuesto, lo
cual se logra a través del análisis de la respuesta del sistema ecológico
a escalas espaciales y temporales pequeñas.
Este monitoreo permite ajustar las estrategias de manejo rápidamente,
cuando los resultados de la evaluación indican que los cambios en el
ecosistema están tomando direcciones indeseadas. En el monitoreo de
efectividad se busca determinar si se cumplió con el objetivo último de
la restauración, mediante análisis realizados a escalas espacio-
80
temporales más grandes. En este monitoreo se evalúa si los principales
patrones y procesos ecológicos del ecosistema se recuperaron. La
información obtenida en este monitoreo, permite además redefinir los
objetivos de restauración ecológica y ajustar la estrategia de manejo
(Herrick et al., 2006).
La elección de los indicadores ecológicos para el monitoreo de la
restauración.
Uno de los pasos cruciales en el diseño del monitoreo, es la selección
de indicadores adecuados. Estos son variables que permiten evaluar el
estado del ecosistema en cualquier punto del proceso de restauración,
con respecto a los objetivos de restauración. En el momento de definir
estas variables, es importante elegir aquellas que cumplan con ciertas
características, entre las cuales se destacan las siguientes (véase Díaz,
2007):
- Ser definibles claramente.
- Ser fácilmente medibles e interpretables.
- Ser útiles para múltiples análisis.
- No tener carácter destructivo.
- Brindar el máximo de información por unidad de área.
- Proveer información con respecto al incremento en las
características deseables y la reducción de las no deseables.

El plan de restauración entonces debe tener las siguientes


características:
- Los datos recopilados y los resultados deben ser acumulativos y
estar disponibles para futuras experiencias de restauración.

81
- La eficiencia de los datos tomados debe ser maximizada y los
costos minimizados para garantizar un menor esfuerzo de
muestreo
- El monitoreo debe realizarse a diferentes escalas que
correspondan con los objetivos propuestos.
- Se deben seleccionar atributos fáciles de monitorear, los cuales
permitan tener datos en mediciones repetidas en el tiempo.
- Los protocolos de seguimiento y toma de datos deben ser
claramente delineados para que puedan tener continuidad.

Paso 13. Consolidar el proceso de restauración. La consolidación de


un proyecto de restauración implica que se han superado casi todas las
barreras a la restauración y que el ecosistema marcha de acuerdo a los
objetivos planteados, las labores de mantenimiento y monitoreo deben
indicar que el proceso marcha satisfactoriamente y el ecosistema
empieza a mostrar variables de autosostenimiento, como
enriquecimiento de especies, recuperación de fauna, restablecimiento
de servicios ambientales relacionados con calidad del agua y suelo. La
importancia de consolidar áreas en proceso de restauración se
fundamenta en los siguientes aspectos (Vargas, 2007):

1. Garantizan la permanencia de procesos que se pueden


monitorear a largo plazo.
2. Permiten ajustar trayectorias sucesionales del ecosistema que se
pretende restaurar, según los resultados del monitoreo.
3. Consolidan el conocimiento de las especies adecuadas (tasas de
crecimiento, estrategias reproductivas).
82
4. Se ponen a prueba conocimientos en ecología.
5. Facilitan el ensayo de nuevos grupos de especies sucesionales
tempranas y tardías, dentro del potencial total de regeneración del
ecosistema.
6. Se recupera adecuadamente fauna nativa, principalmente su
estructura trófica.
7. Son áreas permanentes de investigación, educación y divulgación
para conservación y restauración de ecosistemas.
8. Generan conocimiento aplicable a otras áreas del mismo
ecosistema y a otros tipos de ecosistemas.
9. Permiten que las comunidades locales (niños y niñas, jóvenes y
adultos), tengan una participación permanente en los programas
de restauración. 10
10. Permiten que los funcionarios locales tengan actividad en
todas las fases de los proyectos de restauración.
11. Centralizan esfuerzos de instituciones de orden nacional,
regional y local y consolidan grupos de investigación de
instituciones académica.

83
Limitaciones sociales de la restauración ecológica

Patricia Moreno-Casasola

Nuestros ecosistemas se han degradado y se requiere restaurarlos. Es


una actividad para la que se necesita el conocimiento ecológico, pero
también la participación de la sociedad, tanto en el sentido de realizarla
en los terrenos de particulares y de ejidos, como en su involucramiento
en el largo plazo. Se debe concebir la restauración como la base
ambiental de la supervivencia del hombre en el planeta. Debemos
aprender a producir conservando y para ello tenemos que recuperar
nuestros ecosistemas y nuestra capacidad productiva.
Hoy día enfrentamos dos retos enormes, una pandemia que afecta la
salud de millones de personas y la crisis planetaria que afecta a todos
los habitantes del planeta. En el primer caso, se han desarrollado
vacunas y lentamente se va avizorando una salida. Para nuestro
planeta, la mayoría son buenas intenciones y todavía pocas acciones.

La restauración del funcionamiento de los ecosistemas de los que


dependemos para comer, respirar, tener lluvia, es decir de los que
recibimos servicios ambientales, es una tarea inminente. La
restauración ecológica es una actividad deliberada que inicia o acelera
la recuperación de un ecosistema con respecto a su salud, integridad y
sostenibilidad. La Sociedad de Restauración Ecológica (Society
for Ecological Restoration 2004) la define como el proceso de ayudar al
restablecimiento de un ecosistema que se ha degradado o destruido, a
consecuencia de actividades humanas (ganadería, contaminación,
84
reducción de aportes de agua) o por causas naturales (deslizamiento
de suelo, incendios, inundaciones).

En la más simple de las circunstancias, la restauración implica eliminar


o modificar una alteración específica, para permitir que los procesos
ecológicos se recuperen por sí solos. En circunstancias más complejas,
también podría requerir de la reintroducción intencional de especies
nativas que se habían perdido y de la eliminación o control, hasta donde
sea posible, de especies exóticas invasoras y dañinas. El ecosistema
restaurado muchas veces requiere un manejo constante para
contrarrestar la invasión de especies oportunistas, los impactos de
varias actividades humanas, el cambio climático y otros
acontecimientos imprevisibles (Ecological Restoration 2004). Ello
requiere tiempo, es decir muchos años.

Hoy en día es frecuente oír hablar de restauración de ecosistemas y en


México hay muchos casos exitosos, por ejemplo, en bosques y
manglares. Se requiere de un conocimiento ecológico importante del
funcionamiento del ecosistema a restaurar, pero, aunque se tenga, lo
primero que se necesita es el predio o terreno donde llevar a cabo la
restauración. Esto significa lograr un acuerdo por un gran número de
años, con el dueño o dueños del predio y con los vecinos, para que en
ese terreno pueda iniciarse el proceso de restauración. Suena como
algo muy fácil de lograr, pero no lo es. En nuestro país el ecosistema
donde hay mayor número de experiencias de restauración es el
manglar, ya que estos bosques inundables costeros, están bajo la
administración federal y aunque tengan un dueño, éste no puede talarlo
85
o modificarlo ya que están protegidos legalmente. Por ello, predios que
fueron deteriorados hace muchos años (tala, obras como caminos,
crecimiento de poblados) hoy están siendo restaurados.

La restauración representa un compromiso de tierras y recursos a un


largo plazo, frecuentemente indefinido. Por ello siempre se enfatiza que
la sociedad debe participar en la restauración. México es un país rico
en ecosistemas, con una gran variabilidad climática y cultural, con
tenencias de suelo privadas y comunitarias (ejidos) principalmente,
donde los gobiernos de los distintos niveles casi no poseen terrenos.
Además, muchos de los predios son de tamaño pequeño, sobre todo en
el centro-sur del país. Somos un país en el que hay pobreza, el poblador
rural muchas veces realiza agricultura y ganadería de subsistencia, los
pequeños productores son los que abastecen gran parte de los
mercados de consumo nacional, los terrenos se han empobrecido, el
recurso agua es cada vez más escaso y se sigue dependiendo de los
agroquímicos. La mayoría de las tierras están comprometidas en
actividades productivas, aunque también hay un abandono de terrenos
degradados.

El primer problema que enfrenta la restauración es encontrar dueños de


terrenos que quieran destinar una parte de su predio a actividades no
productivas durante muchos años. En este sentido, en las áreas
naturales protegidas se han podido llevar a cabo proyectos de
restauración pues se cuenta con una superficie en la cual se pueden
desarrollar actividades en el largo plazo. En estos casos, la
problemática es más bien de financiamiento a lo largo del tiempo. Sin
86
embargo, en la mayoría del territorio nacional sigue siendo un problema
poder contar con terrenos privados o ejidales donde restaurar
ecosistemas, es decir, que los dueños aún no ven la necesidad de
recuperar esos servicios ambientales, y de ceder parte de su superficie
productiva a la conservación. Como indica la Sociedad de Restauración,
las decisiones colectivas tienen más probabilidad de ser acatadas y
ejecutadas que aquellas tomadas unilateralmente. Por lo tanto, es de
conveniencia para todos los participantes tomar por consenso la
decisión de iniciar un proyecto de restauración.
La restauración ecológica fomenta, y se puede decir que depende, de
la participación a largo plazo de la población local. Se lleva a cabo en
los terrenos que usan o que los rodean. Por ejemplo, entre las especies
invasoras se encuentran plantas forrajeras introducidas por ser más
productivas o palatables para el ganado. Se pueden eliminar de un
predio, pero si el vecino las mantiene, siempre serán un invasor
potencial. Por tanto, se requiere un trabajo más integral que permita
abordar la restauración tomando en cuenta las actividades actuales en
la zona, los proyectos futuros, las posibles transformaciones que el
cambio climático está produciendo, entre otras.

Es necesario trabajar con la población de las zonas rurales donde se


realiza la restauración de los ecosistemas, pero también con la de zonas
urbanas, donde se toman las decisiones y se generan los recursos, para
sensibilizar sobre la necesidad de recuperar los servicios ambientales.
Se tiene que realizar de muy diversas maneras, desde las escuelas,
hasta los ejidos y asociaciones ganaderas, así como los gobiernos
locales. El incluir a los pobladores locales en el trabajo de restauración
87
es una manera de darles un ingreso, pero también de crear conciencia
y responsabilidad sobre la naturaleza.

Probablemente, una primera acción para empezar a crear conciencia es


trabajar en la restauración de los campos productivos, como son los
potreros. No son propiamente ecosistemas a restaurar, pero el
incrementar la cantidad y tipos de árboles, ayuda a la conectividad y
dispersión de fauna como insectos, aves, roedores, entre otros. Se
mejora el suelo y la fauna se recupera aireando el sustrato e
incrementando los nutrientes. De esta manera, lentamente, también se
va recobrando la capacidad de los sistemas productivos.

Finalmente, es importante concebir la restauración como la base


ambiental de la supervivencia del hombre en nuestro planeta. Debemos
aprender a producir conservando y para ello tenemos que recuperar
nuestros ecosistemas y nuestra capacidad productiva.

88
Paisaje

“Área de la superficie terrestre producto de la interacción


de los diferentes factores presentes en ella y que tienen un
reflejo visual en el espacio.”

El concepto de paisaje (extensión de terreno que se ve desde un lugar


o sitio) se utiliza de manera diferente por varios campos de estudio,
aunque todos los usos del término llevan implícita la existencia de un
sujeto observador y de un objeto observado (el terreno), del que se
destacan fundamentalmente sus cualidades visuales, espaciales y la
hermosura de sus medios.

El paisaje, desde el punto de vista geográfico, es el objeto de estudio


primordial y el documento geográfico básico a partir del cual se hace la
geografía. En general, se entiende por paisaje cualquier área de la
superficie terrestre producto de la interacción de los diferentes factores
presentes en ella y que tienen un reflejo visual en el espacio. El paisaje
geográfico es por tanto el aspecto que adquiere el espacio geográfico.

En literatura, la descripción del paisaje es una forma literaria que se


denomina topografía (término que también da nombre a la topografía
como ciencia y técnica que se emplea para la representación gráfica de
la superficie terrestre).

89
Se llama paisaje natural a aquella parte del territorio del planeta tierra
que se encuentra casi virgen del hombre, es decir, prácticamente no ha
sido modificado por la acción de este.
En el paisaje natural no hay ninguna alteración provocada por el
hombre y por caso es que se le atribuye la denominación de natural. Su
forma y características son el producto de la interacción de sus
componentes climáticos, geológicos y ecológicos, nada más y nada
menos.
Características principales de un Paisaje

Los bosques tropicales, las zonas elevadas en las montañas, los polos,
algunas zonas en la costa, y ciertos espacios desérticos pueden ser
considerados como paisajes naturales porque comparten elementos en
común que suman a su naturalidad y a la escasa intervención humana
dado que se encuentran normalmente en lugares de difícil acceso, o
donde la vida humana sería inviable por las condiciones extremas del
clima, y entonces son muchas las desventajas de instalarse en los
mismos.

A esta altura debemos decir que en estos paisajes naturales el hombre


no ha puesto su pie porque las condiciones no le han servido, porque sí
lo ha hecho en todos aquellos paisajes que le reportaron algún tipo de
beneficio.

Así es que la población que reside en ellos es siempre muy baja, o bien
nula, porque no hay condiciones básicas para que el hombre se
desarrolle allí.

90
Zonas protegidas por el interés que representan

Aunque, el concepto también es empleado con recurrencia para


designar a aquellas zonas que cuentan con una protección especial,
legislada por el cuerpo pertinente, como consecuencia del especial
interés que revisten per se.
Si bien la cuestión arriba mencionada es la condición para ser declarada
paisaje natural o espacio natural, como también se conoce estos
lugares, existen algunos otros requisitos que cumplen la mayoría de
estas regiones y por tanto son designadas de este modo…

Ser representativo de los diferentes ecosistemas, formaciones o


paisajes naturales, ya sean estos geológicos o geomorfológicos; que
implique un papel relevante en la conservación del ecosistema,
pudiendo de este modo asegurar la continuidad evolutiva de las
diferentes especies que se hallen en él, entre otras cuestiones.

Otras exigencias resultan ser: la conservación de aquellas comunidades


vegetales o animales, de manera tal que impidan la desaparición de
cualquier especie, o por lo menos que mantengan pruebas selectas del
material genético y la investigación científica, educación ambiental, o
por lo menos el control y el estudio de los parámetros ambientales.

Y, por otra parte, que realicen dos contribuciones importantísimas, por


un lado, al mantenimiento y mejoramiento de los sistemas hidrológicos
y de abastecimiento de agua y, por otra parte, contribuir al control de la
erosión, así como al de la sedimentación.
91
Matriz

“Es el tejido que conecta la tierra con el fondo, dentro del cual
encajan todos los elementos del paisaje, incluyendo parcelas,
orillas, y corredores.”

La matriz de un paisaje es el tejido que conecta la tierra con el fondo,


dentro del cual encajan todos los elementos del paisaje, incluyendo
parcelas, orillas, y corredores. La matriz es la porción del paisaje más
conectada, compuesta del tipo de vegetación más contigua y
predominante. La matriz es el elemento dominante, englobante y que
contiene las manchas o parches (también llamadas parcelas) y los
corredores o elementos lineales. El conjunto de las manchas constituye
un mosaico y el conjunto de los corredores una red. En ambos casos se
puede diferenciar un borde que interacciona con la matriz y/o las
manchas vecinas y un medio interior, donde las interacciones son
débiles o nulas. Cuanto más alargadas son las manchas, mayor es la
proporción borde/interior. La disposición espacial del mosaico y las
redes constituye el patrón del paisaje y sirve para diferenciar o comparar
dos paisajes desde el punto de vista estructural Debido a sus funciones
de conexión, se piensa que la matriz tiene una influencia muy fuerte en
el fluir del paisaje, incluyendo los movimientos de energía, materiales y
organismos. Cuando la matriz está intacta, los materiales ecológicos y
los procesos fluyen sin impedimentos, pero si la matriz está
extensivamente fragmentada a través de cortes para hacer caminos,

92
edificios, haciendas y otras construcciones, la integridad del ecosistema
puede ser severamente afectada. Un paisaje fragmentado es como un
cuerpo sin esqueleto. El diseño óptimo de un sitio trata de mantener la
integridad de la matriz del paisaje para poder sostener la salud del
ecosistema entero. Para tener éxito, es necesario identificar los límites
naturales determinados por las comunidades de plantas para averiguar
hasta donde se pueden llevar los esfuerzos para el manejo de la tierra.
Por ejemplo, puede haber una abundancia de cierto tipo de vegetación
en una localidad, dando la apariencia a los residentes que esta planta
es común, cuando en realidad es la única de esa especie por cientos de
kilómetros a la redonda. Si esta vegetación es considerada en una
escala pequeña, sólo dentro de los límites de la comunidad, parecerá
ser abundante y hasta desechable, provocando que las urbanizaciones
la reemplacen. Si se mira desde una perspectiva más amplia del
paisaje, esa misma área de vegetación será vista como una parcela
poco común y extremadamente frágil en un área mayor (la matriz) que
está prácticamente privada de ella. Entonces, un conocimiento de la
matriz, o su estructura conectiva, para cualquier área, depende en gran
medida de la escala de referencia, siendo esencial para la protección
correcta del paisaje.
Quiere decir que las decisiones del manejo de la tierra deben hacerse
basándose en la escala mayor del ecosistema, siempre y cuando sea
posible. Las decisiones del paisaje basadas en la escala del ecosistema
incorporan a todos los componentes que interactúan en un sistema
ecológico, sin importar los límites creados por el hombre, tales como las
líneas de propiedad y las jurisdicciones. Por ejemplo, el manejo de las
cuencas hidrográficas, que a menudo incluyen tierras dentro de varias
93
jurisdicciones diferentes, se debe enfocar como una perspectiva
regional para poder tener éxito en su uso y conservación. De la misma
manera, el manejo de los ríos requiere considerar un corredor ribereño
entero desde su nacimiento hasta el cuerpo receptor del agua. La
planificación exitosa a la escala del ecosistema requiere la cooperación
de gobiernos, organizaciones e individuos que tienen la responsabilidad
de la mayordomía de la tierra dentro de ese ecosistema. Las parcelas o
parches son áreas de tierra relativamente homogéneas internamente
con respecto a la estructura y a la edad vegetativa. Las parcelas son
diferentes a la matriz que las rodea. Algunos ejemplos de parcelas son
los claros de los paisajes forestados, las tierras pantanosas, las áreas
de pastizales y los lugares rocosos. En un paisaje más complejo, donde
aparentemente no existe una matriz que conecte, los lugares más
forestados se pueden considerar como parcelas individuales,
separadas generalmente por las barreras constituidas por áreas
urbanizadas. Las parcelas son lo suficientemente grandes para ser
sistemas que se auto sostienen y que contienen amplias fuentes para
atraer y sostener la vida silvestre. El tamaño será diferente basándose
en las especies y pueden extenderse desde unos cientos de metros
cuadrados donde se mantienen ciertas especies de tortugas hasta
cientos de kilómetros cuadrados como hábitat de aves de rapiña. Sin
embargo, a medida que se achican las parcelas por las construcciones
y las oportunidades de entrada y salida a la vida silvestre son
eliminadas, dichas parcelas se pueden volver no viables, perdiendo
gradualmente su habilidad para sostener la vida. Para el diseño de sitios
se debe tener cuidado de no aislar las parcelas de los recursos
adyacentes, creando un “efecto de isla”; más bien, las parcelas
94
necesitan mantenerse lo suficientemente grandes para que mantengan
sus funciones ecológicas naturales. Los corredores son elementos del
paisaje que conectan parcelas similares a través de matrices disimilares
o agregados de parcelas. Los corredores son generalmente
longitudinales, adoptando la forma de franjas angostas, alargadas de
forma irregular, cuya vegetación cumple un papel de protección o de
comunicación, uniendo o separando elementos en una matriz
geográfica. Las áreas o parcelas conectadas por ellos son
frecuentemente llamadas nodos. Existen corredores de origen natural
(relacionados con redes de drenaje, vías de migración de los animales,
o condiciones particulares del sustrato por diferencias litológicas e
hidrológicas) y corredores culturales o de origen antrópico que están
determinados por factores como infraestructura, actividades de
transporte, límites de propiedad o áreas de manejo Un buen ejemplo de
un corredor es una zona de un bosque aluvional maduro que conecta
las parcelas de un bosque establecido dentro de un sitio. Los
corredores, en las urbanizaciones y los paisajes, generalmente facilitan
el flujo de diferentes materiales y organismos de un lugar a otro. La
efectividad de la función conectora de un corredor frecuentemente
depende de cuan ancho sea, cuanta orilla existe y de si hay o no
disturbios o quiebres a lo largo del mismo. Ejemplos de corredores
hechos por el hombre son los derechos de vía de líneas férreas, líneas
de carga, carreteras y otros derechos de vía. Los corredores vegetados
incluyen las riberas de los ríos, setos vivos y líneas de árboles. El diseño
de un buen paisaje debe tratar de mejorar la conectividad a través del
establecimiento de corredores de vegetación. La funcionalidad de los
corredores depende de factores como la homogeneidad y regularidad
95
del corredor, numero de nodos o bifurcaciones y ruptura del corredor,
tipo y características de la red que forma parte. Las orillas o bordes son
fronteras comunes entre los elementos de diferente composición y la
estructura de un paisaje. Las orillas de los paisajes pueden actuar como
límites entre parcelas distintas o como hábitats importantes en si
mismos Una orilla puede actuar como un límite para resistir invasores
(químicos o biológicos). Las construcciones extensas que fragmentan
la matriz crean una gran cantidad de hábitats de orilla, que pueden tener
este efecto sobre ciertas especies, aislándolas de su hábitat mayor y de
su población. Por otro lado, estos mismos límites pueden también ser
lugares muy ricos para localizar organismos, y a menudo existe una
mayor abundancia y diversidad de especies y fuentes dentro de los
hábitats de orilla, un fenómeno conocido como el “efecto de orilla.” Los
ecólogos reconocen que la orilla representa un tercer sistema (ecotono),
más complejo, que combina elementos de dos o más sistemas
adyacentes. En esta frontera común, pueden coexistir especies de
ambos sistemas.
Además, algunas especies se han adaptado específicamente a las
características únicas encontradas sólo dentro de la orilla. Las funciones
de los elementos del paisaje se muestran en la Tabla anterior) Con tal
de que la orilla provea oportunidades para la difusión y traslación a
través de ella, habrá un incremento en la riqueza e interacción de las
especies. A veces, el movimiento de las especies y la energía dentro de
la orilla es longitudinal, tal es a lo largo de setos vivos en las orillas de
los campos, dunas costeras o tierras pantanosas. Debido a que todos
los límites tienen profundidades de alguna manera definidas, una “zona
protegida” a menudo está definida en la orilla de las tierras pantanosas,
96
los campos y otros tipos importantes de hábitat para proveer mayor
claridad y protección a la orilla. Las zonas protegidas pueden también
ser usadas a lo largo de las orillas hechas por el hombre. La orilla puede
ser mejor conservada cuando se crean zonas protegidas y se restringen
los usos de la tierra dentro de ella. Debido a su abundante productividad
biológica, las orillas benefician tanto a los humanos como a la vida
silvestre. El crear y proteger hábitat de orillas puede ser una estrategia
beneficiosa de manejo de tierra y las orillas deben ser creadas cuando
sea posible en el paisaje, con tal de que su predominio no destruya la
integridad y diversidad de las parcelas y matrices adyacentes. Al crear
áreas abiertas para cercas y veredas y al manejar vegetación en
diferentes etapas de crecimiento, el hábitat de la orilla puede aún ser
mantenido. Sin embargo, bajo cualquier circunstancia, deben existir
cantidades amplias de áreas contiguas forestadas de manera
permanente. El tamaño de estas áreas forestadas afecta directamente
el éxito de las especies que viven allí y se debe tener cuidado de
proteger la vida silvestre en su región identificando y preservando los
requisitos de su hábitat. Fragmentación del hábitat y su efecto borde.
Gerardo Cantín, Zacarías Ordenes, Cristian Quijada, Alejandro
Rodríguez, Francisco Martín. Organización Inacap Temuco. Área de
transformación y explotación de recursos naturales. Ingeniería de
ejecución forestal. Chile.

Introducción
La importancia de la fragmentación y del efecto borde en el hábitat,
como una forma de conocer los diferentes tipos de problemas del
ecosistema intervenido por factores humanos y naturales, lleva a
97
estudios que demuestran que los factores ya mencionados son
importantes de discutir para llegar a soluciones que puedan conllevar
una buena relación entre el desarrollo humano y el ecosistema. Los
diferentes niveles de fragmentación demuestran que a nivel nacional y
mundial no se ha considerado una mediación entre intervención y el
efecto de éstas. Por ello la conservación de los recursos naturales
conduce a desarrollar técnicas o formulas a fin de resolver la situación
actual.
La creciente intervención humana sobre los paisajes naturales ha ido
fragmentando el hábitat de diferentes especies, lo que puede derivar en
pérdida de biodiversidad. Actualmente la fragmentación de los bosques
nativos representa, tal vez, uno de lo ejemplos más preocupantes.
Frente a proyecto de inversión que implique la fragmentación de
bosques, se han sugerido diversos diseños ecológicos, tales como
zonas de amortiguamiento o corredores biológicos, con el fin de
minimizar o bien revertir este impacto negativo.

La pérdida de hábitat y su fragmentación


La pérdida de hábitat es la razón más importante de la extinción de
especies en los últimos tiempos, al disminuir el hábitat, se ve afectada
su distribución del hábitat restante por una falta de continuidad. Esto
puede ser para áreas agrícolas, construcciones, represas, caminos,
tendidos eléctricos, etc. Lo que produce finalmente la fragmentación del
hábitat original, que ahora existe como parches fragmentados. Lo que
significa que una población que vive en un hábitat original se ve
reducido a un tamaño total más pequeño, esto quiere decir que son
divididos en poblaciones múltiples. Más allá del reconocimiento de la
98
deforestación como proceso indicativo del deterioro de los bosques,
desde hace algunos años se ha venido reconociendo el hecho de que
incluso la división en "parches" de las áreas forestales son también, no
sólo un indicador general del estado del ecosistema, sino también una
forma de conocer los límites de deterioro a los que puede someterse un
área arbolada para que mantenga relaciones con las zonas aún
compactas. Si se produce una fragmentación adicional también se
disminuye el tamaño medio de los parches del hábitat y los aísla. Otro
efecto de la fragmentación es el aumento del efecto borde. Al disminuir
los parches del hábitat, aumenta la vulnerabilidad de las especies a las
condiciones ambientales adversas, que son frecuentes en los bordes de
los parches de lo hábitat, pero no en su interior La fragmentación se
puede definir entonces como la transformación de un bosque continuo
en muchas unidades más pequeñas y aisladas entre sí, cuya extensión
agregada de superficie resulta ser mucho menor que la del bosque
original (Bustamante y Grez, 1995).
Existen varias causas que determinan la fragmentación del hábitat, y
entre las más importantes tenemos:
1. Introducción de especies: la introducción de especies provoca
muchas de las extinciones de especies registradas,
especialmente en las islas.
En esos ecosistemas aislados, un nuevo depredador competidor,
o agente patógeno, puede poner en peligro rápidamente a
especies que no pueden desarrollarse conjuntamente con los
intrusos. En Hawai, unas 86 especies de plantas introducidas
amenazan la biodiversidad nativa; una especie de árbol

99
introducida ha desplazado a más de 30.000 acres de bosques
nativos.
2. Explotación excesiva de especies de arbóreas y animales

Numerosos bosques, peces y recursos de vida silvestre han sido


explotados en exceso, en algunos casos hasta que se han extinguido.
Históricamente el gran auk y la paloma pasajera han sucumbido a esa
presión, y el cedro del Líbano que abarcaba en cierta época 50.000
hectáreas, sólo se encuentra en unos pocos restos aislados de
bosques. La explotación excesiva de la anchoa peruana entre 1958 y
1970 redujo extraordinariamente las dimensiones de la población
respectiva y la captura. Actualmente, el rinoceronte de Sumatra y Java
ha sido cazado hasta quedar al borde de la extinción, ocurriendo lo
mismo con muchos otros vertebrados. En muchos casos la extinción se
ha debido al interés humano en obtener alimentos, pero la búsqueda de
bienes preciados como el marfil, han afectado gravemente a algunas
poblaciones y aniquilado a otras. 3. Contaminación de suelo, el agua y
la atmósfera Los productos contaminantes deterioran los ecosistemas y
pueden reducir o eliminar la población de especies sensibles. En
algunos casos la contaminación reverbera a lo largo de la cadena
alimenticia. En el Reino Unido, la población de las lechuzas de los
graneros se redujo en un 10% desde la introducción de los venenos
para roedores, y los plaguicidas ilegales utilizados para controlar la
langosta de río en los límites del parque nacional Cota Doñana de
España, en 1985, mataron a 30.000 aves. Se perdieron unas 43
especies en el parque nacional Ojcow de Polonia, lo que se debió en

100
parte a la grave contaminación del aire. Los microbios del suelo también
han sido afectados por la contaminación debida a los depósitos
industriales de metales pesados y a la agricultura de riego, que
provocan salinización. La lluvia ácida ha vuelto prácticamente
inadecuados para la vida a miles de lagos y estanques de Escandinavia
y América del Norte, y, en conjunción con otros tipos de contaminación
del aire, ha dañado bosques en toda Europa. La contaminación
marítima, especialmente de fuentes no puntuales, ha afectado al
Mediterráneo y a muchos estuarios y aguas marítimas costeras en todo
el mundo. 4. Modificación del clima mundial En las próximas décadas
un sub efecto de la contaminación del aire - el recalentamiento mundial
de la atmósfera - podría causar estragos en los organismos vivientes
del mundo. El incremento causado por el hombre de los gases que
causan el efecto invernadero en la atmósfera determinará
probablemente un incremento de la temperatura del planeta entre 1 y 3°
Celsius en la próxima década, con lo cual el nivel del mar aumentaría
de uno a dos metros. Cada incremento de 1°C de la temperatura
desplazará los límites de tolerancia de las especies terrestres unos 125
km. hacia los polos, o verticalmente determinará un ascenso de 150 m
en las montañas. Muchas especies no estarán en condiciones de
redistribuirse con suficiente rapidez como para adaptarse a los cambios
previstos, y es probable que se produzcan considerables alteraciones
de la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas. En Estados
Unidos, el continuo aumento del nivel del mar, en las próximas décadas,
puede afectar a la totalidad del hábitat de por lo menos 50 especies que
ya corren peligro de extinción. Muchas de las islas del mundo quedarían
completamente sumergidas si se cumplen las proyecciones más
101
extremas sobre aumento del nivel del mar, produciéndose de ese modo
la destrucción total de su fauna y su flora. 5. Agroindustrias y forestación
Hasta nuestros días, los agricultores y ganaderos criaban y mantenían
una enorme diversidad de variedades de cultivos y animales de cría en
todo el mundo. Pero la diversidad se está reduciendo rápidamente en
los establecimientos productivos debido a los modernos planes de
hibridación de plantas y al consiguiente aumento de la productividad que
surge de plantar un número relativamente menor de cultivos que
reaccionan mejor ante el riego, los fertilizantes y los plaguicidas.
Tendencias similares están transformando los ecosistemas forestales
diversos, en plantaciones de monocultivos de árboles de alto
rendimiento, como lo que ha ocurrido en nuestro país con la sustitución
del bosque nativo por especies introducidas como el pino y el
eucalyptus.

Conceptos acerca de la fragmentación

La fragmentación del bosque es el reemplazo de grandes áreas del


bosque nativo por otros ecosistemas, dejando parches (o islas)
separados de bosque, con consecuencias deletéreas para la biota
nativa (Murcia, 1995). Esta fragmentación tiene dos componentes
principales, contribuyendo ambos a la disminución progresiva de la
diversidad biológica (Harris, 1984): * Reducción y pérdida de la cantidad
total del tipo de hábitat, o quizá de todo hábitat natural en un paisaje *
Separación del hábitat remanente en parches más pequeños y aislados;
Wilcox & Murphy (1985) señalan que a medida que la fragmentación del
bosque procede, el tamaño de los fragmentos disminuye, y el
aislamiento aumenta, conformándose los llamados "hábitat-isla". Estos,

102
facilitaría la extinción o la exterminación total de una o más especies y
la preservación diferenciada de otras, tal como lo predijo el fitogeógrafo
Suizo Alphonse de Candolle en 1855 (Harris, 1984). Los efectos
biológicos de la fragmentación de bosques se enfatizan en efectos
sobre las condiciones microclimáticas de los fragmentos, efectos sobre
la abundancia de algunas especies y efectos sobre las interacciones
biológicas, los que afectarán en última instancia la biodiversidad
existente en los bosques (Bustamante y Grez, 1995) (figura 1). Harris
(1984) cita que el efecto de la fragmentación puede ser visto en varios
niveles de organización biológica, desde cambios en la frecuencia
genética dentro de poblaciones hasta cambios sobre el continente
(población arbórea remanente, no fragmentada), en la distribución de
especies y ecosistemas. A nivel de especies, estas tienen
necesariamente tres opciones para persistir bajo un paisaje altamente
fragmentado * Una especie puede prosperar en una matriz de uso
humano * Una especie puede sobrevivir dentro de un paisaje
fragmentado manteniendo viable la población dentro del hábitat
fragmentado; esta opción es solo para especies con un rango bajo de
hogar o con modestos requerimientos de área, muchas de estas
especies pueden enfrentarse toda su vida a estos requerimientos dentro
de los bordes de un hábitat fragmentado, esperando una mejor
condición ambiental * Algunas especies pueden sobrevivir en paisajes
altamente fragmentados, por tener estas una alta movilidad, pueden
integrar un número de hábitat parche, tanto dentro de los rangos
individuales de su nicho como dentro de poblaciones interrelacionadas,
jugando un importantísimo papel la zona limítrofe de los paisajes
fragmentados conocida como bordes (en ingles Boundary o Edge).
103
Cabe destacar que una especie que no pueda adoptar alguna o más de
estas tres opciones está destinada a su eventual extinción dentro del
fragmento. Por otro lado, el número de especies, plántulas, cobertura
de arbustos e invasión de especies más típicas de hábitat abiertos es
mayor en los bordes que en la zona interior de las comunidades. Wiens
et al., (1985) esquematiza una analogía del borde de una isla o
fragmento, o entre elementos del paisaje a membranas en organismos
o sistemas físicos. Tal como ellas, los bordes varían en su
permeabilidad o resistencia a flujos. Esta es una consecuencia de las
características propias del borde (ejemplo: el grado en que están
separados los diferentes parches) y los diferentes materiales,
organismos o factores abióticos al borde. Los bordes pueden ser
impermeables a algunas transferencias y permeables a algunos
materiales u otros flujos, pudiéndose evaluar una dinámica particular
entre los componentes del paisaje, bajo la perspectiva de la ecología
del paisaje (Williams – Linera, 1991).

CONSECUENCIAS ECOLÓGICAS DE LOS BORDES Murcia (1995)


señala que hay tres tipos de efecto del borde sobre los fragmentos: *
Efecto abiótico, involucrando cambios en las condiciones
medioambientales que resulta desde la proximidad a una matriz
estructuralmente distinta Los cambios microclimáticos son los efectos
más evidentes de la fragmentación de bosques. Las características
microclimáticas contratantes produce un gradiente ambiental desde le
borde hacia el interior del fragmento. Generalmente la luminosidad, la
evapotranspiración, la temperatura, la velocidad del viento disminuyen,
mientras la humedad del suelo aumenta hacia el interior del fragmento.

104
Este efecto borde puede en algunos casos penetrar varias decenas de
metros hacia el interior del fragmento y su importancia relativa
dependerá del tamaño del fragmento. Por ejemplo, en un fragmento
pequeño el efecto borde es comparativamente más importante que en
un fragmento más grande, pudiendo en este caso llegar a abarcar la
totalidad del fragmento. * Efectos biológicos directos, los cuales
involucran cambios en la abundancia y distribución de especies,
causadas directamente por el cambio en las condiciones físicas
cercanas al borde y determinado por la tolerancia fisiológica de las
especies que se encuentren en dicho sector. * Efectos biológicos
indirectos, los cuales involucran cambios en la interacción de las
especies, tal como el aumento en la predación, parasitismo,
competencia, herbivoría, polinización y dispersión de semilla. Efecto
Borde Williams (1991) indica que la extensión de los bordes ha
aumentado sustancialmente, pudiéndose definir al borde como las
zonas de contacto entre dos comunidades estructuralmente diferentes,
las que pueden ser un bosque y un campo de trigo, un bosque y una
plantación, etc. El límite del bosque (o borde), se ha reconocido
empíricamente como el lugar donde comienzan los árboles, sin
embargo, para los ecólogos la percepción del borde ha dependido del
concepto mismo de comunidad vegetal. El aumento mundial de la
extensión de los bordes es motivo de preocupación por parte de los
investigadores y ecólogos del mundo entero, sin embargo, los
resultados de muchos estudios relacionados con los efectos que
pueden tener los bordes sobre la ecología han sido todavía incapaces
de dibujar patrones claramente generales y aplicables en todo el mundo
(Murcia, C. 1994). El borde se lo ha concebido como un hábitat distinto,
105
como una "membrana semipermeable" o "piel" entre dos áreas que
concentran recursos diferentes, como una zona de amortiguamiento
contra la propagación de una perturbación (Williams, 1991). Los bordes
son ambientes distintos en el sentido que la estructura de vegetación y
su biota difieren en ambas comunidades contiguas. Por otro lado, el
conjunto de los efectos de la matriz sobre el fragmento se conoce como
"efecto borde", el cual se puede manifestar en cambios al interior del
fragmento, principalmente en su perímetro. Se han definido bordes de
tipo naturales, originados por perturbaciones físicas como fuegos,
tormentas, derrumbes, viento o perturbaciones bióticas como
depredación o forrajeo; y los generados por actividades humanas que
conforman la mayoría de los bordes existentes en el mundo. La
fragmentación reduce el área cubierta por el bosque, exponiendo a los
organismos que permanecen en el fragmento a condiciones diferentes
a su ecosistema y consecuentemente a lo que ha sido definido como
"efecto borde" (Murcia, 1995). Claramente los bordes separan
elementos del paisaje teniendo importante influencia sobre las
propiedades del sistema, tanto dentro de parches homogéneos como
entre los componentes del paisaje (Wiens et al.,1985). El contraste
estructural entre una isla y la matriz que los rodea es un indicador no
solo de la insolación que entre ellos se da, sino también del efecto
borde. Harris (1984) señala que el límite de un fragmento no es una
línea, sino que es una zona de influencia que varía dependiendo de los
parámetros con los cuales ésta es medida. La radiación solar y el viento
golpean al fragmento en su borde provocando una alteración de tipo
microclimática. Efectos abióticos del borde Los bordes se han dado en
la naturaleza desde siempre, ya que dentro del patrón de la dinámica
106
natural de las comunidades se produce una yuxtaposición de tipos de
bosques al irse generando manchones del mismo, dentro de la misma
comunidad, en un proceso conocido como Dinámica de parches (Drury
& Nisvet, 19). Dentro de este contexto se tiene entonces que se dan
naturalmente bordes entre comunidades de similares características
ecológicas pero en distinto estado de desarrollo, siendo un ejemplo de
ello los bordes de huecos producidos por la caída de una cantidad
significativa de árboles o bordes entre un bosque adulto y un renoval de
roble. En los bosques intervenidos, los fragmentos usualmente están
rodeados por una matriz de biomasa estructuralmente distinta como
praderas, cultivos o renovales secundarios jóvenes. Harris (1984) y
Murcia (1995) citan que estas diferencias en complejidad estructural y
biomasa resultan en diferencias microclimáticas. Campos, praderas,
cultivos reciben más radiación solar la que alcanza al suelo durante el
día y dan una mayor reradiación a la atmósfera por la noche, causando
cambios sustanciales tanto en los procesos ecológicos como sobre las
comunidades biológicas. (Murcia, Harris, Wiens)

Ejemplos de hábitat fragmentados a nivel mundial

La superficie de los ecosistemas relativamente no perturbados se redujo


extraordinariamente en las últimas décadas a medida que aumentaba
la población y el consumo de los recursos. Como ejemplo se puede
mencionar que el 98% de los bosques tropicales secos de la costa del
Pacífico centroamericana han desaparecido. Tailandia perdió el 32% de
sus manglares entre 1961 y 1985, y prácticamente ninguna parte del
resto está exenta de perturbaciones. En los ecosistemas de agua dulce,
las represas han destruido grandes sectores del hábitat de los ríos y

107
arroyos. En los ecosistemas marítimos, el desarrollo costero ha
eliminado comunidades de los arrecifes y comunidades próximas a las
costas. En los bosques tropicales, una de las principales causas de
deterioro de los mismos es la expansión de la agricultura marginal,
aunque en determinadas regiones la producción comercial de madera
puede causar un problema todavía mayor. Desde hace unos 20 años
algunos biólogos conservacionistas han visto en la teoría biogeográfica
de las islas, el medio para comprender y predecir el fenómeno de la
extinción, ya que los refugios de hábitats naturales rodeados por un mar
de ambientes humanos alterados se comportan como islas para las
especies. Si tenemos en cuenta las densidades conocidas de ciertas
especies de mamíferos y aves, tenemos por ejemplo que, en el caso del
puerco del monte (Tayassu pecari), cuya densidad es de 2 individuos
por km. cuadrado, para mantener una población viable a corto plazo se
necesitarían 25 km. cuadrados o 2,500 ha; en el caso del Águila Arpía
cuya densidad es de 0.008 individuos por Km. cuadrado, se necesitarían
625,000 ha.

El papel de la matriz en el mantenimiento de la


biodiversidad en hábitats fragmentados. De la teoría
ecológica al desarrollo de estrategias de conservación
J.M. Herrera

La insaciable ocupación del territorio por parte del ser humano está
provocando un ritmo jamás conocido de transformación de los sistemas
naturales (Lindenmayer y Fischer 2006). Por ejemplo, sólo entre los

108
años 2000 y 2005 se estima que se perdió una media anual de cobertura
forestal de 130.000 km2 , la mayoría con fines ganadero y agrícola y la
expansión de zonas urbanas (FAO 2006). No es de extrañar, por tanto,
que la pérdida y fragmentación de hábitats estén entre las principales
causas de pérdida de biodiversidad a escala planetaria (Baille et al.,
2004).

Desde un punto de vista estructural, la fragmentación es un proceso que


produce la disgregación de un hábitat continuo en dos o más fragmentos
progresivamente empequeñecidos y aislados entre sí por un nuevo
hábitat distinto al original denominado matriz (Forman 1995).
Tradicionalmente, los paisajes fragmentados fueron descritos como un
conjunto de “islas” de hábitat inmersas en un “océano” inhóspito de no-
hábitat (Shafer 1990). No en vano, los principios teóricos sobre los que
comúnmente se ha asentado el estudio de los efectos de la
fragmentación sobre la biodiversidad proceden, en su mayoría, de la
teoría de biogeografía de islas (TBI) promulgada por MacArthur y Wilson
(1967). La TBI fue desarrollada para explicar la relación entre el área y
la cercanía al continente de islas oceánicas, y los patrones de riqueza y
diversidad de especies que éstas albergaban. De acuerdo con los
principios de la TBI, el número de especies en una isla depende
únicamente de su tamaño y grado de aislamiento (medido éste como la
distancia entre islas), y representa un equilibrio dinámico entre tasas
opuestas de migración y extinción. Islas más grandes y cercanas al
continente presentarían un mayor número y diversidad de especies
debido a una mayor tasa de colonización y una menor tasa de extinción,
y viceversa (MacArthur y Wilson 1967). Este modelo de islas aplicado a

109
los hábitats terrestres asume por tanto que: (1) las especies responden
únicamente a las características de los fragmentos remanentes de
hábitat, (2) existe una clara distinción (estructural) entre los fragmentos
de hábitat y la matriz, (3) la matriz es estructuralmente homogénea, y
(4) no existe flujo de materia ni energía entre los fragmentos y la matriz,
y por tanto, ésta última no ejerce ninguna influencia sobre la dinámica
interna de los fragmentos. Sin embargo, durante los últimos años
numerosos estudios vienen mostrando las limitaciones de la aplicación
del modelo de islas sobre paisajes terrestres fragmentados. De hecho,
en una excelente revisión llevada a cabo recientemente por Prugh y
colaboradores (2008), se muestra que los patrones de ocupación de 785
especies procedentes de los 6 continentes y pertenecientes a distintos
taxones (pájaros, mamíferos, invertebrados, reptiles y anfibios) se
encuentran escasamente relacionados con el tamaño y grado de
aislamiento de los fragmentos de hábitat, a pesar de de la existencia de
trabajos puntuales donde esto si ocurre. Así, cada vez con más
frecuencia se cuestiona la idoneidad de los principios de la TBI (y en
general, la idea de la neutralidad ecológica de la matriz) para predecir
la estructura comunitaria en los fragmentos de hábitat resultantes del
proceso de fragmentación (Valdés 2011, en este monográfico). Sin
embargo, las limitaciones de la aplicación de los principios de la TBI
sobre los paisajes terrestres no deberían sorprendernos dado que
incluso en islas oceánicas la asunción de total aislamiento con el
ambiente circundante es poco realista. Por ejemplo, Sánchez-Piñero y
Polis (2000) analizaron cómo la presencia de aves marinas afectaba a
la abundancia y diversidad de un grupo dominante de coleópteros
(Tenebrionidae) pertenecientes a diversos grupos tróficos en 25 islas
110
del Golfo de California. Encontraron que las aves marinas (a través de
la entrada de nutrientes a las islas principalmente en forma de
excrementos y cadáveres), influenciaban enormemente la estructura
comunitaria de estos coleópteros, y por tanto suponían un componente
central en la dinámica de las islas. En cualquier caso, estas limitaciones
se antojan especialmente evidentes en sistemas terrestres donde la
matriz puede describirse como un mosaico de hábitats con distinto
grado de alteración y destrucción con respecto al hábitat original
(McIntyre y Hobbs 1999). De esta manera, dependiendo de su
estructura y composición, la matriz podría actuar amortiguando la
susceptibilidad de algunas especies hacia características intrínsecas de
los fragmentos como el tamaño y grado de aislamiento (Prugh et al.
2008). En este sentido, aquellas especies que son capaces de explotar
los recursos de la matriz, o al menos tolerar sus efectos, mantienen
poblaciones viables e incluso aumentan en ambientes degradados, con
el subsecuente efecto sobre la estructura comunitaria en el interior de
los fragmentos de hábitat remanente (Pearson 1993, Jokimäki y Huhta
1996). No obstante, la literatura científica sigue ignorando −en no pocos
casos− la influencia de la matriz en la dinámica interna de los
fragmentos (Watling y Donelli 2006), dificultando de este modo nuestra
capacidad para explicar los mecanismos por los que la fragmentación
afecta a la biodiversidad y por tanto el desarrollo de estrategias de
conservación acertadas para mitigar sus efectos. En este trabajo
expondré algunas de las principales teorías ecológicas derivadas de la
TBI –y en consecuencia sin una consideración explícita de las
propiedades de la matriz–, orientadas a describir los patrones de
ocupación de especies en paisajes fragmentados. Posteriormente, haré
111
una revisión de algunos trabajos recientes que aportan evidencia
empírica de la influencia de la matriz sobre la estructura comunitaria
dentro y fuera de los fragmentos remanentes, sin olvidar el consecuente
efecto sobre determinados procesos ecológicos como las redes de
interacciones entre especies. Por último, en base a las conclusiones de
la literatura científica revisada, propondré algunas directrices que
complementan y actualizan las estrategias de conservación orientadas
al mantenimiento de la biodiversidad en paisajes fragmentados,
incorporando explícitamente las características estructurales de la
matriz.

Implicaciones teórico-prácticas de la ausencia de consideración de


la estructura de la matriz en paisajes terrestres fragmentados

La consideración de la matriz como un ambiente ecológicamente neutro


ha sentado las bases de numerosas teorías ecológicas orientadas a
explicar la estructura comunitaria en el interior de los fragmentos, así
como de criterios adecuados para su conservación. Entre las
principales, cabe destacar la hipótesis del muestreo, los umbrales de
extinción relacionados con la pérdida de hábitat, la dinámica de
metapoblaciones, los corredores biológicos y el diseño de áreas
protegidas.

La hipótesis del muestreo o de anidamiento

La hipótesis del muestreo se basa en la predicción de que al fragmentar


un área concreta, las especies que encontramos en los parches
resultantes pueden considerarse una muestra de las existentes en el
área original (Santos y Tellería 2006; Tellería et al., 2011, en este

112
monográfico). Este patrón anidado se produce debido a que a medida
que el hábitat se fragmenta, las especies se extinguen siguiendo un
orden que está principalmente determinado por su abundancia y
vulnerabilidad frente a las perturbaciones (Ulrich et al. 2009). De esta
manera, las especies más abundantes y menos sensibles a la
fragmentación del hábitat serán las que con mayor probabilidad
aparezcan en la mayoría de los fragmentos, y viceversa. En la Figura 1,
por ejemplo, se muestra como la especie 1 aparece en todos los
fragmentos representados mientras que la especie 4 aparece única y
exclusivamente en los fragmentos de mayor tamaño, sugiriendo por
tanto que la especie 1 es menos sensible a los efectos derivados de la
fragmentación. Este planteamiento tiene importantes implicaciones en
conservación ya que asume que la superficie total de hábitat disponible
en una región no determina por sí sola su capacidad para retener una
determinada comunidad de especies (Santos y Tellería 2006). Así, un
fragmento de determinado tamaño albergará un mayor número de
especies que la suma de un conjunto de fragmentos de menor tamaño
debido a que estos últimos poseerán únicamente aquellas especies
capaces de soportar ese contexto de fragmentación.

Umbrales de extinción

La destrucción de un determinado hábitat en un paisaje conlleva la


pérdida de poblaciones de organismos que dependen de ese hábitat.
La teoría de los umbrales de extinción se basa en que, para una
determinada especie, a partir de un determinado grado de perturbación
–como por ejemplo la disminución de la cantidad de hábitat disponible
o el incremento del grado de aislamiento–, la tasa de mortalidad supera

113
la tasa de natalidad, provocando su extinción (Fig. 2). El umbral de
extinción puede variar enormemente entre especies. Así, a partir del
orden en el que éstas desaparecen puede establecerse un índice de
vulnerabilidad para cada una de ellas (Fahrig 2002). Características
como la capacidad de movimiento o de adaptación al nuevo escenario
de heterogeneidad creado tras el proceso de fragmentación, son
tremendamente importantes a la hora de definir el umbral de extinción
de una especie. De este modo, no existe un umbral de extinción común
a todas las especies, sino que por el contrario, depende por completo
de la identidad de aquella considerada en cada caso. Como
consecuencia, tradicionalmente se ha sugerido que los fragmentos
destinados a su conservación deben ser lo suficientemente grandes
para estar por encima del umbral de extinción del mayor número de
especies posibles y así garantizar su conservación a medio/largo plazo.
La teoría de los umbrales de extinción, como la hipótesis del muestreo
descrita arriba, se basan por tanto exclusivamente en el tamaño del
fragmento y en su grado de aislamiento como principales determinantes
de la probabilidad de aparición, así como del riesgo de extinción de las
especies.

Corredores

La teoría de los corredores no proviene de la aplicación directa de la TBI


a los paisajes terrestres, sino más bien puede considerarse una
extensión de la misma. Los corredores fueron incorporados a los
paisajes terrestres por primera vez por Forman (1995) en su modelo
parche-corredor-matriz. Según Forman (1995) los paisajes pueden
describirse como un mosaico donde cualquier punto en el espacio

114
corresponde a un parche de hábitat, a un corredor o a la matriz. Según
este modelo, los corredores son estructuras lineales constituidas por un
tipo de hábitat diferente del que lo rodea, y que proporciona conexión
física entre dos o más fragmentos (Forman 1995). Los corredores
pueden considerarse como un tipo de hábitat que atraviesa la matriz
con funciones básicamente de conexión biológica (flujo de organismos;
e.g. Haas 1995) y ecológica (flujo de procesos ecológicos; Tewksbury
et al. 2002). Por tanto, los corredores actúan atenuando los efectos de
la fragmentación sobre la conectividad paisajística, permitiendo el flujo
de organismos y procesos entre los fragmentos de hábitat que conecta.
Aunque la consideración teórica y práctica de los corredores está
bastante extendida, su carácter especie-específico mantiene un largo
debate entre la comunidad científica acerca de su efectividad (Beier y
Noss 1998). Además, su incorporación en el desarrollo de estrategias
de conservación ha sido tradicionalmente discutida debido a que
pueden afectar igualmente el movimiento de especies invasoras, o
incluso aumentar la probabilidad de transmisión de enfermedades hacia
el interior de los fragmentos que conectan.

Metapoblaciones

A consecuencia del proceso de fragmentación, poblaciones de especies


que anteriormente formaban un continuo en el paisaje quedan
subdivididas en un conjunto de poblaciones de tamaño variable,
componiendo lo que se conoce con el nombre de metapoblación
(Hanski et al. 1996, Hanski y Simberloff 1997). Así, una metapoblación
puede definirse como un conjunto de poblaciones que interactúan por
medio de la migración de individuos entre ellas (Hanski y Simberloff

115
1997). Las metapoblaciones quedan definidas por una serie de
características: (1) debe existir un área o un hábitat favorable bien
diferenciado del área circundante, donde viven las especies (2) las
poblaciones en la mayoría de los fragmentos deben estar en riesgo de
extinción en algún momento y (3) debe existir un flujo de individuos entre
las distintas poblaciones que componen la metapoblación. Sin embargo,
a pesar de estas características comunes, existen varios tipos de
metapoblación, variando desde el modelo directamente extraído de la
TBI, “modelo isla-continente”, hasta el modelo clásico.

En el modelo isla-continente, existe un gran núcleo poblacional con un


número relativamente estable de individuos y que hace las veces de
fuente, y un número variable de poblaciones de menor tamaño que
actúan como sumidero de individuos procedentes del continente. Según
este modelo, la probabilidad de extinción en las poblaciones satélites es
siempre mayor que en el continente. No obstante, a pesar de que se
produzcan extinciones temporales, las poblaciones satélite pueden ser
recolonizadas por individuos procedentes del continente una vez las
condiciones vuelven a ser favorables. Un segundo tipo es el modelo
mixto, donde las distintas poblaciones o fragmentos que componen la
metapoblación son de tamaño variable, no existiendo una diferenciación
clara de tamaño entre continente y satélites, y además puede existir un
flujo de organismos entre todas las poblaciones. Finalmente existe un
modelo clásico donde las poblaciones son todas del mismo tamaño y
existe flujo entre todas las unidades que componen la metapoblación.

Aunque bastante extendido, cada vez con más frecuencia se debate la


idoneidad de describir la dinámica de las especies en paisajes

116
fragmentados como verdaderas metapoblaciones, incluso para
poblaciones de plantas (e.g. Murphy y Lovett-Doust 2004). Esto se debe
a que existe una gran variabilidad en cómo los organismos responden
a la estructura de la matriz entre fragmentos, variando desde especies
que encuentran en ella un hábitat infranqueable hasta aquellas que
pueden atravesarla sin ninguna restricción tal y como encontraron Sarre
et al. (1995) en algunas especies de salamanquesas en el oeste de
Australia. Diseño de reservas y áreas protegidas Lejos de quedarse en
una mera cuestión teórica, las consideraciones anteriormente
señaladas han marcado las directrices del desarrollo de estrategias
encaminadas a la conservación de la biodiversidad en hábitats
fragmentados. Un ejemplo claro son las directrices para el diseño de
reservas o áreas protegidas, las cuales se derivan en su mayoría de los
principios que subyacen a la teoría de biogeografía insular de MacArthur
y Wilson (1967).

Los principios de diseño de reservas están principalmente orientados al


establecimiento de un tamaño de fragmento óptimo, la reducción de los
llamados efectos de borde (aquellos efectos deletéreos derivados del
aumento del contacto relativo entre la matriz y el hábitat original), así
como hacia la minimización del aislamiento espacial entre las distintas
unidades que componen las áreas protegidas (Shafer 1997). Sin
embargo, todas estas estrategias están exclusivamente basadas en la
gestión de las propiedades de los fragmentos como el tamaño, número,
forma y grado de aislamiento (medido este último como la distancia
lineal entre fragmentos), ignorando por completo el efecto potencial del

117
área más allá de los fragmentos remanentes de hábitat, es decir, de la
matriz.

La matriz y la heterogeneidad del paisaje

Al contrario que las islas oceánicas, los fragmentos de hábitat


resultantes del proceso de fragmentación rara vez se encuentran
rodeados por una matriz homogénea, inhóspita, y por tanto,
ecológicamente neutra. Casos extremos son matrices altamente
modificadas como las áreas urbanas o explotaciones intensivas de
cultivos. Sin embargo, incluso en estos casos, la matriz puede soportar
poblaciones de especies nativas. Así, la consideración de la matriz
como un hábitat homogéneo ignora la gran heterogeneidad que este
componente presenta en la realidad (McIntyre y Hobbs 1999). De
hecho, la matriz en los paisajes fragmentados puede considerarse como
un mosaico de hábitats con distinto grado de alteración y destrucción
con respecto al hábitat original. Este reconocimiento de un gradiente
continuo de degradación más que una disyuntiva entre hábitats idóneos
o no idóneos, posee importantes repercusiones para el estudio de
distribución de las especies en paisajes fragmentados. Una de ellas es
que no sólo importa la cobertura de hábitat. Otros recursos vitales para
las especies, como comida, protección, condicionantes climáticos, etc.,
consecuentemente también variarán de forma continua (Manning et al.
2004; Fischer y Lindenmayer 2006; Valdés, 2011, en este monográfico).
De este modo, algunas especies más que percibir “islas de hábitat”
pueden percibir un hábitat continuo. Principales estrategias para el
diseño de reservas. En todos los casos, la matriz es considerada como
estructuralmente homogénea y ecológicamente neutra. La estructura de

118
la comunidad en el interior de los fragmentos está por tanto únicamente
determinada por propiedades como el tamaño y la distribución espacial
de los fragmentos remanentes, así como por la presencia de corredores.
Dibujado a partir de Primack y Ross (2002).

En esta sección expondré de qué manera la matriz puede aportar un


hábitat idóneo para las especies, su capacidad de modular el contexto
de los fragmentos de hábitat remanente y el grado de conectividad
paisajística, y con ello sugeriré su contribución al relajamiento de las
propiedades inherentes a los fragmentos como el tamaño, forma y grado
de aislamiento.

La matriz ofrece hábitat para las especies

La literatura científica se encuentra repleta de estudios donde se


muestra como la matriz proporciona un hábitat adecuado para las
especies (e.g. Gascon et al. 1999, Antongiovanni y Metzger 2005, Oliver
et al. 2006, Ranganathan et al. 2008). En este sentido, es sabido que
aquellas especies que son capaces de explotar algunos de los recursos
presentes en la matriz mantienen poblaciones viables e incluso
aumentan en ambientes degradados. De hecho, las especies más
vulnerables a la degradación del hábitat son aquellas que no toleran
cambios en la estructura y/o composición de su hábitat, y que rara vez
usan la matriz (Gascon et al. 1999, Antongiovanni y Metzger 2005,
Sekercioglu et al. 2007). Por ejemplo, Sekercioglu y colaboradores
(2007), investigaron los patrones de uso de hábitat, movimiento, forrajeo
y anidamiento de tres especies de aves, Catharus aurantiirostris,
Tangara icterocephala y Turdus assimilis, en tierras de cultivo de Costa
Rica. Las tres especies hicieron un importante uso de las zonas
119
agrícolas tanto para la alimentación como para la reproducción,
especialmente de los árboles aislados presentes, donde pasaban entre
un 69-85% del tiempo de forrajeo a pesar de que éstos únicamente
suponían un 11% de la superficie. Además, el éxito reproductivo de al
menos C. aurantiirostris y T. icterocephala fue similar en las zonas
agrícolas y en los fragmentos remanentes de bosque nativo. Similares
resultados han sido encontrados para otras muchas especies de
vertebrados (Gascon et al. 1999, Lumsden y Bennett 2004,
Ranganathan et al. 2008), pero también invertebrados (Dunn 2000,
Oliver et al. 2006). Estos descubrimientos demuestran que las especies
no restringen su distribución a parches de hábitat no alterados y que,
lejos de ser un hábitat totalmente inhóspito, la matriz puede actuar como
un importante refugio para las especies. La efectividad de la matriz
como hábitat dependerá, no obstante, de la interacción entre las
características estructurales de ésta y los requerimientos ecológicos de
las distintas especies (e.g. Antongiovanni y Metzger 2005). En términos
generales, cuanto menor sea el contraste estructural entre la matriz y el
hábitat nativo, más propicias serán las condiciones para albergar
especies en su interior (Fig. 6; Stouffer y Bierregaard 1995, Gascon et
al. 1999, Antongiovanni y Metzger 2005). La utilización de la matriz por
determinadas especies consecuentemente conlleva el mantenimiento
de los procesos ecológicos en los que éstas se encuentran implicados
(e.g. Tscharntke et al. 2008). Así, la matriz de hábitat se comporta como
un elemento del paisaje capaz de conservar importantes procesos
ecológicos que garantizan el funcionamiento, la supervivencia, y en
definitiva el mantenimiento a largo plazo de los sistemas naturales. En
el trabajo de Sekercioglú y colaboradores (2007) citado anteriormente,
120
el uso continuado de la matriz por parte de T. icterocephala y T.
assimilis, dos especies eminentemente frugívoras, permite la
conservación y el mantenimiento del proceso de dispersión de semillas
de numerosas especies de plantas que dependen de la presencia de
estas aves para ese proceso.

La matriz influencia el contexto de los fragmentos

La matriz circundante a los fragmentos de hábitat puede tener un


importante efecto sobre su dinámica interna (Williams et al. 2006). Tal y
como se ha comentado anteriormente, la matriz puede aportar recursos
que pueden ser utilizados por algunas especies en mayor o menor
medida, complementando así los recursos presentes en el hábitat nativo
remanente (sensu Dunning et al. 1992). Además, la matriz puede
atenuar los efectos deletéreos derivados de la fragmentación, como los
efectos de borde. Con todo ello, la composición de especies en un
determinado fragmento varía en función la estructura y configuración de
la matriz circundante. Por ejemplo, Sisk y colaboradores (1997)
encontraron que la composición de especies de aves presentes en
fragmentos de bosques de quercíneas (Quercus spp.) de unas 3 ha en
la costa central de California (EEUU), era diferente dependiendo de si
estos fragmentos estaban rodeados por pastizales o por matorral
arbustivo. Similares resultados fueron encontrados por Martin y
colaboradores (2006) en Australia, quienes hallaron una composición
diferente de aves en bosques ribereños en función del tipo de uso del
hábitat circundante (ver también Martínez et al., 2011, en este
monográfico). Otro importante efecto de la matriz sobre la estructura de
la comunidad viene a través de la incorporación de especies

121
generalistas al conjunto de especies presentes en el interior de los
fragmentos remanentes. Por ejemplo, Ås (1999), tras analizar la
composición de hormigas en fragmentos forestales en Suecia, encontró
que los fragmentos de menor tamaño contenían una alta diversidad de
especies (más de la esperada por el tamaño que poseían) aunque esta
diversidad estaba principalmente compuesta por especies que eran
capaces de explotar la matriz y no por especies estrictamente
forestales. Pero el efecto de la matriz –esta vez aportando un contexto
ecológico a los fragmentos remanentes de bosque–, no se restringe a
su influencia sobre la distribución de las especies, sino que puede
igualmente influenciar el resultado de determinados procesos
ecológicos. Por ejemplo, en un trabajo reciente, Herrera y colaboradores
(2010) compararon las magnitudes de frugivoría y depredación de
semillas en fragmentos de bosque secundario de la cordillera
Cantábrica, los cuales diferían en las características estructurales de la
matriz circundante: fragmentos completamente rodeados por pastizales
y fragmentos conectados a una extensión continua de bosque maduro
principalmente compuesto por hayas. Estos autores encuentran que,
probablemente debido a la diferente percepción del paisaje de los
organismos interactores (aves y roedores, respectivamente), la
estructura de la matriz adyacente afectó a la magnitud promedio de
depredación, y no a la magnitud de frugivoría, aunque en un solo año
de estudio. De este modo, los autores recogen una serie de
consideraciones importantes a la hora de explicar la influencia del
contexto de los fragmentos sobre las especies y sobre el resultado de
los procesos ecológicos en los cuales éstas se encuentran implicadas:
(1) la dependencia del contexto de los fragmentos es especie-específica
122
(i.e., no todas las especies se ven igualmente influenciadas), (2) el
efecto del contexto puede ser temporalmente inconsistente y (3) la
matriz puede tener un efecto negativo (en el ejemplo citado,
favoreciendo a los depredadores y así a interacciones que impiden la
regeneración de especies de plantas a través de la pérdida de semillas
disponibles para el reclutamiento; Herrera et al. 2010).

La matriz afecta a la conectividad del paisaje

Además de constituir un hábitat para determinadas especies y


proporcionar un contexto ecológico, la matriz puede modular el grado
de aislamiento de los fragmentos. Esto se debe a que la estructura de
la matriz puede actuar facilitando o impidiendo el movimiento de los
organismos a través de paisaje. Por ejemplo, Ricketts (2001) analizó los
patrones de movimiento de 6 especies de mariposas en un paisaje mixto
principalmente compuesto por fragmentos de bosque y hábitats de
pradera en Colorado, EEUU. Usando la técnica de captura-recaptura,
analizó la probabilidad de dispersión de estas especies entre hábitats
de pradera separados por dos tipos de hábitat forestal: bosques de
sauces (Salix spp.) y bosques de coníferas (Picea engenmanni).
Encontró que en al menos 4 de las 6 especies estudiadas, los bosques
de coníferas ofrecían entre 3 y 12 veces más resistencia que los
bosques de sauces. Sin embargo, para las restantes especies no hubo
diferencias significativas entre los dos tipos de hábitat, sugiriendo que
el efecto de la estructura de la matriz sobre la conectividad del paisaje
puede ser diferente incluso entre especies muy cercanas y de
habilidades dispersivas parecidas. Otros estudios muestran como la
conectividad paisajística puede verse afectada, no a través de la

123
estructura de la propia matriz, sino a través de la cantidad de hábitat
nativo original en un área concreta. Por ejemplo, Joly et al. (2001)
encontró que la presencia de tres especies de tritones (Lissotriton
helveticus, Mesotriton alpestres, Triturus cristatus) en tierras agrícolas
en el sureste de Francia, estuvo positiva y significativamente
relacionada con la abundancia de pequeñas charcas y sectores sin
cultivar en un área de 50 ha alrededor de los estanques donde éstas
aparecían. Resulta más que probable que la presencia y abundancia de
ambas estructuras actuarían como piedras de paso a través del paisaje
agrícola facilitando los eventos de dispersión y colonización entre los
distintos estanques.

Esta relación entre la conectividad del paisaje y la presencia de hábitat


original en sectores alrededor de los fragmentos de hábitat (en este
caso, los estanques), sugiere que los corredores lineales y estrechos
podrían no ser efectivos (o al menos suficientes) para todas las
especies. De hecho, Baum y colaboradores (2004) analizaron como la
estructura de la matriz es capaz de aumentar la efectividad de los
corredores a la hora de modular los eventos de dispersión de
organismos entre fragmentos de hábitat. La estructura de la matriz
puede, de igual forma, influenciar el grado de conectividad para que
determinados procesos ecológicos puedan sucederse a través de los
paisajes degradados. Por ejemplo, durante dos años Herrera y García
(2009) evaluaron el papel de árboles aislados de espino albar,
Crataegus monogyna, como puntos de deposición de semillas
dispersadas por aves (mirlos y zorzales; Turdus spp.) en bosques
secundarios de la cordillera Cantábrica. Encontraron que los árboles

124
dispersos en el interior de la matriz no forestal (principalmente pastos
destinados al ganado) eran ampliamente utilizados por los frugívoros,
especialmente en épocas de escasez de recursos para las aves. Como
consecuencia, los árboles aislados acumularon una importante cantidad
de semillas bajo su dosel, la cual fue incluso equivalente a la encontrada
bajo árboles localizados en el interior del bosque en al menos uno de
los dos años estudiados (Herrera y García 2009). De este modo, los
árboles aislados actúan como piedras de paso favoreciendo el
movimiento de las aves entre fragmentos de bosque remanentes, pero
también del proceso de dispersión de semillas (Herrera y García 2009).

La matriz y el mantenimiento de la Biodiversidad en paisajes


fragmentados. Algunas directrices para el desarrollo de
estrategias de conservación

Dado que la exclusiva consideración de las características de los


fragmentos de hábitat en el desarrollo de estrategias de conservación
puede resultar errónea –o al menos insuficiente–, la inclusión de las
características estructurales de la matriz, es decir, del área en el que se
encuentran inmersos los fragmentos de hábitat nativo, resulta crucial. A
continuación, en base a los resultados de la literatura revisada
anteriormente, y por orden de importancia, expondré una serie de
estrategias que complementan los criterios tradicionalmente aplicados
en Biología de la Conservación orientados al mantenimiento de la
biodiversidad en paisajes terrestres fragmentados.

Estrategia 1. Priorizar la conservación y el mantenimiento de parches


grandes y estructuralmente complejos. En condiciones similares de
estructura de la matriz, parches de gran tamaño y con gran
125
heterogeneidad interna soportan una mayor diversidad de especies
nativas y una mayor resistencia hacia las perturbaciones. El
mantenimiento de estos parches es especialmente importante en
paisajes donde las especies presentes sean muy dependientes del
hábitat original y así poco tolerantes a las nuevas condiciones
impuestas por la matriz.

Estrategia 2. Aumentar la calidad de los fragmentos. La calidad de los


fragmentos en sí misma puede afectar a la supervivencia a largo plazo
de las especies. Así, la presencia de recursos críticos como es la
disponibilidad de refugios en forma de oquedades en los árboles para
ciertas especies de aves, es también un factor que los gestores deben
tener en cuenta en la aplicación de estrategias de conservación.

Estrategia 3. Mantener la complejidad estructural del área circundante


a los fragmentos. La estructura y configuración del área que rodea a los
parches puede modular fuertemente la dinámica interna de los
fragmentos. Cuanto más parecida sea la estructura de la matriz a la del
fragmento, mayor será la efectividad a la hora de reducir los efectos de
borde, el mantenimiento de especies nativas en el interior de los
fragmentos y menor el riesgo de extinción (Williams et al. 2006).

Estrategia 4. Mantener la complejidad estructural de la matriz a escala


de paisaje. La diversidad de elementos paisajísticos con distinta
estructura y configuración, más que matrices estructuralmente
homogéneas, favorecen la diversidad de hábitats potenciales para las
especies. Por ejemplo, en terrenos agrícolas es recomendable la
coexistencia de distintos usos del suelo con remanentes de hábitat
nativo original que faciliten el movimiento de los organismos a través del
126
paisaje y así la viabilidad de las poblaciones de especies más sensibles
y raras, a medio y largo plazo.

Estrategia 5. Conservar y mantener parches de pequeño tamaño y otros


elementos como piedras de paso. Aunque la conservación de parches
de gran tamaño es prioritario (ver estrategia 1), los parches de pequeño
tamaño e incluso elementos discretos como los árboles aislados en el
interior de la matriz, influencian de forma importante la conectividad
global del paisaje para las especies. Los parches de pequeño tamaño
aportan no sólo recursos alternativos y hábitat, sino también lugares de
reposo durante el periodo dispersivo. Así, estratégicamente localizadas,
estas estructuras pueden servir a modo de “stepping stones” o piedras
de paso entre fragmentos de mayor tamaño para especies y procesos
ecológicos (Fischer y Lindenmayer 2002).

Estrategia 6. Complementar la acción de los corredores con las


propiedades de la matriz. Si bien los corredores son importantes
conectores ecológicos entre dos o más fragmentos de hábitat, esta
función puede ser aumentada por la estructura de la matriz adyacente
en ambos lados (Baum et al. 2004). Cuanto mayor sea la similitud
estructural entre el corredor y la matriz, mayor será la efectividad de los
corredores ecológicos.

Estrategia 7. Considerar no sólo la cantidad, sino también la


configuración espacial de los fragmentos remanentes. En condiciones
similares de estructura de la matriz, el patrón espacial de los fragmentos
influencia enormemente la probabilidad de dispersión y recolonización
entre fragmentos. Además, la configuración espacial puede ser incluso
más importante que la cantidad de hábitat remanente a la hora de
127
explicar respuestas biológicas (Herrera et al. 2011). Por tanto, la
configuración, y no sólo la cantidad de hábitat remanente deben ser
consideradas en el desarrollo de estrategias de conservación.

Estrategia 8. Valorar el componente temporal de la matriz. Si bien las


características de la matriz son importantes, es importante considerar
que sus propiedades no permanecen constantes en el tiempo. Debido
a que la matriz es principalmente de origen antrópico, el uso del territorio
por parte del ser humano puede variar con el tiempo con la subsecuente
influencia sobre las características estructurales de determinados
sectores del paisaje. Algunos ejemplos de estos cambios son el
abandono de cultivos o talas de cultivos forestales. Además, de forma
natural, la matriz puede variar su calidad de un año a otro en relación a
la presencia de recursos críticos para las especies como en el caso de
la variación interanual en la producción de frutos de las plantas para los
frugívoros.

Estrategia 9. Seleccionar una escala de actuación adecuada. Las


especies difieren en la escala espacial a la que perciben el paisaje y por
tanto no existe una única escala de actuación adecuada para el conjunto
de las especies presentes en una comunidad (García, 2011, en este
monográfico). Así, los gestores deben determinar la escala adecuada
de actuación para proteger determinadas especies, así como los
procesos ecológicos en los que se encuentran implicadas.

128
Disturbios

“Cualquier evento discreto en el tiempo que altera la


estructura de un ecosistema, comunidad o población,
ocasionando cambios en la distribución de los recursos,
la disponibilidad de sustratos y/o las características del
ambiente físico”

Los disturbios son un componente clave en todos los sistemas


ecológicos afectando los ecosistemas terrestres, acuáticos y marinos
(Farina, 2000; Turner, 2010). Para comprender como se transforman y
cambian los paisajes en tiempo y espacio es importante comprender la
ecología de disturbios, los cuales se presentan en la naturaleza a
diferentes escalas espaciales y temporales afectando las trayectorias
de los ecosistemas y generando también heterogeneidad en los
paisajes. Los disturbios afectan la dinámica de los ecosistemas en todos
los niveles de organización, desde individuos, poblaciones,
comunidades, ecosistemas y paisajes (Pickett y White, 1985) y modelan
los diferentes tipos de dinámica de la vegetación, como son:
fluctuaciones, claros, parches, sucesiones primarias, sucesiones
secundarias, sucesiones regeneraciones, sucesiones cíclicas y
sucesiones seculares (Van der Maarel, 1988) y pueden afectar las
características de disturbios futuros (Collins, 1987; Reice, 1994; Veblen
et al., 1994). Un disturbio es cualquier evento discreto en el tiempo que
altera la estructura de un ecosistema, comunidad o población,
ocasionando cambios en la distribución de los recursos, la disponibilidad
129
de sustratos y/o las características del ambiente físico (Pickett y White,
1985). Pickett et al. (1989) también lo definen como un evento discreto
en el tiempo, externo al nivel jerárquico de interés, capaz de cambiar la
estructura mínima de una entidad ecológica. La estructura mínima es la
unidad de organización que aparece cuando se desciende al nivel
jerárquico inmediatamente anterior. Por ejemplo, un evento que altere
la estructura de una población, necesariamente afecta a los individuos,
pues estos son la estructura mínima de las poblaciones. El régimen de
disturbios de un ecosistema hace referencia a los patrones espacio
temporales de un conjunto de disturbios que actúan sobre un paisaje
(Pickett y White, 1985; Collins, 1987). El ejemplo más común de
régimen de disturbios ocurre en ecosistemas de pastizal (praderas y
sabanas) en donde actúan diferentes disturbios, a diferentes escalas
espaciales y temporales, como pastoreo, fuego y escarbamientos por
animales. Estos disturbios interactúan entre si y afectan de forma
diferente las comunidades de plantas (Collins, 1987). Un régimen de
disturbios se refiere también a la dinámica espacial y temporal de los
disturbios durante un largo periodo de tiempo, lo cual incluye
distribución espacial, frecuencia, intervalo de retorno, periodo de
rotación, tamaño, intensidad y severidad (Turner, 2010).

Disturbios y la dinámica del paisaje


La relación entre paisaje y disturbios se basa principalmente en la
capacidad de éstos de generar heterogeneidad espacial en el paisaje,
y por consiguiente, en la conformación de diferentes tipos de mosaicos
dentro de un mismo paisaje. Desde el punto de vista funcional los
130
mosaicos tienen diferentes funciones que dependen de su persistencia.
Los disturbios también generan cambios espaciales que son
aprovechados por especies invasoras al cambiar los gradientes de
recursos. Muchos paisajes actualmente están infestados por especies
invasoras cambiando procesos naturales e impidiendo la regeneración
y dispersión de la biota nativa.

Los disturbios antrópicos predominan actualmente en casi todos los


ecosistemas y se relacionan principalmente con: deforestación,
quemas, ganadería, agricultura, minería, construcción de obras civiles
(embalses, oleoductos y carreteras), plantaciones forestales e
invasiones biológicas. Los principales disturbios naturales que
interactúan con los disturbios antrópicos son: terremotos,
deslizamientos, vulcanismo, huracanes, glaciares, tormentas, lluvias y
vientos fuertes, inundaciones, heladas, disturbios producidos por
animales y fuegos naturales. Todos estos disturbios conforman
procesos complejos en los paisajes afectando la estructura y función de
los ecosistemas y en la mayoría de casos alterando procesos naturales
con pérdida de biodiversidad y sus servicios ecosistémicos.

Es importante comprender a escala de paisaje, la forma como los


disturbios antrópicos (como el fuego), han cambiado su régimen y como
se combinan disturbios como fuego y ganadería, fuego y agricultura,
fuego y especies invasoras (Fig. 5H, muestra el efecto del uso del fuego
en el patrón).

131
Por otra parte, el cambio climático lo podemos considerar como un
disturbio antrópico de escala global que interactúa con todos los
disturbios y cambia su régimen, un ejemplo son las inundaciones
durante fenómenos niña e incendios durante fenómenos niño. En
Colombia por ejemplo se ha establecido una relación entre la incidencia
de incendios y la variación climática y la influencia de estos fenómenos
incrementando hasta un millón de hectáreas quemadas en año de “El
niño” (Armenteras et al., 2011).

132
Parches

“Unidad elemental de un mosaico paisajístico”

El parche es la unidad elemental de un mosaico paisajístico. El conjunto


de parches crea un mosaico, considerado un atributo descriptivo del
paisaje.
El arreglo y distribución espacial de los parches, su calidad, la
yuxtaposición y proporción de los diferentes tipos de parches son
elementos que influencian y modifican el comportamiento de los
individuos, las poblaciones y las comunidades animales. El tamaño y la
forma son atributos importantes que influencian los flujos bióticos y
abióticos. Los parches pueden presentar diferentes formas, tanto
regulares como irregulares. Cuanto más irregular es la forma de un
parche, mayor es el área borde, lo cual tiene grandes implicaciones para
la dispersión de las plantas y el movimiento de los animales (Forman y
Godron, 1981; Forman, 1997).

Para MacGarigal (2006), los parches representan áreas relativamente


discretas (áreas definidas) o períodos (dominio temporal) de
condiciones ambientales relativamente homogéneas en los que las
fronteras entre los parches se distinguen por uno o varios de los criterios
siguientes: 1) presentar discontinuidades de carácter ambiental con
respecto a su entorno. 2) magnitudes percibidas o relevantes para los
organismos, 3) procesos ecológicos bajo consideración del
investigador, por ejemplo, transformaciones en los usos y cubiertas de
los suelos.

133
Conectividad

“Grado de movimiento de las especies y/o de procesos


en los ecosistemas”

La conectividad es el grado de movimiento de las especies y/o de


procesos en los ecosistemas. Hay dos tipos de conectividad: estructural,
en donde solamente identificamos la continuidad entre los ecosistemas;
y funcional, en donde se verifica el movimiento de las especies y/o los
procesos. En los paisajes fragmentados la conectividad se reduce
drásticamente para muchas especies y la viabilidad de sus poblaciones
queda comprometida.
En el trópico mexicano se han fragmentado los ecosistemas. Quedan
pocas áreas donde remanentes de selvas cubren de manera continua
superficies dignas de consideración. El paisaje ha conformado en
remanentes de vegetación que crecen entre potreros, actividades
agrícolas, presas, caminos de magnitudes diferentes, cables de
conducción eléctrica, asentamientos humanos e infraestructura
turística.

La necesidad de construir mecanismos que permitan recuperar la


conectividad entre áreas protegidas y contribuyan a reducir la
fragmentación que han sufrido los ecosistemas de la región, es una
tarea prioritaria para la conservación del patrimonio natural del trópico
mexicano. Se trata de construir corredores que ayuden a dichos fines y
que cumplan con una serie de características.

134
Las actividades del conjunto de actores que trabajan de manera directa
sobre la vegetación para garantizar la conectividad, se agrupan
alrededor de cuatro grandes retos:

 Conservación
 Restauración
 Servicios ambientales
 Cambio climático

Uno de los principales criterios que guían el trabajo que se desarrolla


en los Corredores Biológicos de México es evitar la pérdida de
vegetación natural en las áreas de conectividad, lo que se hace
mediante diferentes estrategias. Los ejes que conforman la estrategia
general que se desarrolla en corredores tienen en su centro la
conservación, aunque en sentido estricto no todas son medidas de
conservación.
Además de dar lugar a proyectos específicos, como son la protección
del hábitat en terrenos cafetaleros o la prevención de ataques de jaguar
para evitar su aniquilación en manos del ganadero, el tema de la
conservación cruza los esfuerzos que realizan muy distintos actores
sociales para promover el uso sustentable de la naturaleza. La
conservación está presente en el intercambio de saberes y en muchos
de los espacios creados para propósitos de sensibilización y
capacitación que tienen como marco el tema de la conectividad.

135
En el ámbito de la conservación uno de los más grandes desafíos es
enfrentar los incendios forestales provocados con el propósito de
transformar bosques y selvas en zonas agrícolas o ganaderas (cambio
de uso del suelo).
Estudios realizados muestran que las carreteras son uno de los
principales promotores de la deforestación y expansión de la frontera
agrícola en las selvas tropicales.
Una de las líneas de trabajo que suscitan interés derivadas de dichos
estudios, es la aplicación de principios de conservación en políticas
públicas de desarrollo regional para el mantenimiento de corredores.

Gestión sostenible del paisaje: Conectividad


Gonzalo de la Fuente de Val
Actualmente, el cambio global ha movido a la población a cuestionarse
cada vez más el papel del ser humano en el equilibrio del entorno. La
sostenibilidad se describe como un conjunto de sistemas biológicos que
se mantienen diversos y productivos al paso del tiempo. A nivel de
paisaje reside en el mantenimiento de los procesos territoriales junto
con los procesos ecológicos que lo sustentan dentro sus rangos
naturales de variabilidad. Seria, por ejemplo, el diseño de un sistema de
áreas naturales lo suficientemente grandes y numerosas y con muchos
corredores y conexiones entre ellas, para favorecer la biodiversidad
paisajística y así mantener el paisaje con todo su ecosistema
funcionando saludablemente. Lamentablemente, la planificación
territorial y urbana regula el suelo desde una perspectiva
antropocéntrica, donde las áreas naturales son el resultado de aquellas

136
zonas que sea ocupar, quedando relegadas a una condición de
intersticios metropolitanos o espacios residuales, altamente
insularizados y con un escaso valor como sistema (Riffo y Nüñez, 2004).
Hoy en día la ecología de paisaje, puede facilitar el tránsito hacia una
perspectiva más amplia del territorio, que permita proporcionar un
fundamento científico en la toma decisiones de planeamiento racionales
en favor de la gestión del paisaje (Burely Baudry, 2002). Los principios
de la ecología del paisaje pueden aplicarse a cualquier territorio, su
interés reside en el estudio de las interacciones entre los aspectos
temporales y espaciales que componen el paisaje y las relaciones con
aspectos culturales, estéticos y afectivos de las personas con el paisaje.
De una forma simplificada, el paisaje se estructura y configura en tres
elementos básicos: matriz, parches y corredores (Burely Baudry, 2002).
La matriz de un paisaje es el tejido que conecta la tierra con el fondo,
dentro del cual encajan todos los elementos del paisaje, incluyendo
parches, bordes y corredores. Los parches son áreas de usos
relativamente homogéneas internamente con respecto a la estructura y
a la edad vegetativa. Los corredores son elementos que conectan
parches similares a través de matrices disimilares o agregados de
parches. Los corredores son generalmente longitudinales, adoptando la
forma de franjas angostas, alargadas de forma irregular, cuya
vegetación cumple un papel de protección o de comunicación, uniendo
o separando elementos en una matriz geográfica.
La agrupación de estos elementos determina la dominancia y
heterogeneidad de cada paisaje con las propiedades características
pertenecientes a cada uno de estos. Juntos proveen y determinan las
funciones del paisaje que comprenden un ecosistema que funciona
137
efectivamente. Además, este modelo matriz-mancha-corredor controla
fuertemente todos los movimientos, flujos y cambios de los sistemas
naturales y de la población.
Una propiedad relevante del paisaje es la conectividad, por su papel en la
capacidad de movilidad que tiene en la fauna y otras especies dentro
territorio para compensar los efectos de la fragmentación. Pero también,
para aumentar la calidad del paisaje; prevenir la erosión, evitar la
escorrentía, mejorar la calidad del agua; favorecer la colonización de
nuevas zonas por algunas especies en facilitando su restauración;
ayudar a las especies a acceder a hábitats que, de lo contrario, serían
hostiles y función recreativa para las personas.

El concepto de conectividad del paisaje se percibe de forma práctica,


como instrumento de gest
ión del paisaje, en los denominados corredores verdes. Estos fomentan
la importancia de un desarrollo continuo de los espacios que se
materializa a través del diseño de un sistema de grupos de zonas verdes
de superficie extensa y la intercomunicación entre todos ellos. La
estructura debería constituirse, básicamente en forma tangencial y
radial, y su efectividad viene determinada, en gran medida, por las
posibilidades de intercambio entre las zonas verdes, y también depende
del ancho que sea, cuanto borde existe y de si hay o no interrupciones
a lo largo del mismo.
Las posibilidades de conexión, hay que pensarse en un sentido amplio;
si bien avenidas, calles y vías de ferrocarril tienen un efecto barrera en
la conectividad del paisaje; si son arbolados pueden cumplir un

138
importante rol en la expansión y la movilidad de plantas y animales. Pero
también es preciso considerar el rol excepcional de corredor que
cumplen los ríos y sus riberas.
En España, el desarrollo de corredores verdes ha permitido la
recuperación y puesta en uso del patrimonio cultural, natural y social
que constituye la red de vías pecuarias, como también las líneas de
ferrocarril abandonadas. Por ejemplo, en Andalucía el corredor verde
más representativo se encuentra en Guadiamar, que tras la catástrofe
minera se ha convertido en un corredor de especies y sistemas
ecológicos entre Doñana y Sierra Morena, así como un espacio para el
uso y disfrute de los ciudadanos.
Los corredores verdes aparecen como un breve ejemplo hacia un
pensamiento regional de gestión del territorio que pretende ir hacia un
paisaje sostenible, donde los conceptos y herramientas de la ecología
del paisaje se presentan útiles y racionales por su base científica. En
definitiva, un sistema coherente de planificación del territorio, con la
configuración del paisaje, genera no sólo la recuperación y el
mantenimiento del paisaje sino también conserva las tramas ecológicas
que mantienen las funciones múltiples de los ecosistemas del territorio
y, de esta manera asegura un flujo sostenible, rico y variado, de bienes
y servicios a la sociedad. Por tanto, una gestión sostenible del paisaje
debe estar basada en un conocimiento de los problemas, realidades,
características y un desarrollo o enfoque técnico de las soluciones
posibles.

139
Nucleación

“Elemento biológico o abiótico, capaz de propiciar


potencialidades para formar, dentro de las comunidades
en restauración, nuevas populaciones a través de la
facilitación y creación de nuevos nichos de
regeneración/colonización y generando nuevas
situaciones de conectividad en el paisaje”

La nucleación como propuesta para la restauración de la


conectividad del paisaje.

El profundo cambio que el paisaje ha sufrido en virtud de constantes


intervenciones de la sociedad en la naturaleza a través de diferentes
actividades desarrolladas al largo de los siglos en Brasil y en el mundo
no viene acompañada de un proceso de planeamiento integrado,
necesario para garantizar la sustentabilidad de los sistemas naturales,
sociales y económicos. El hombre, como ser social, interfiere en el
ambiente, creando nuevas situaciones y cambiando el equilibrio del
paisaje.

La necesidad del ser humano de sobrevivir traspasa límites de


situaciones normales, generando desproporciones entre la manera de
vivir y ocupar el espacio. Sale del presupuesto de que el paisaje es una
entidad heterogénea formada por elementos en interacción en una
dinámica espacial y temporal. Pero, el escenario actual expresa una
paisaje muy diferente de esta concepción harmónica e integrada del
140
ambiente. En función del proceso histórico de ocupación desordenado
tener maximizado las áreas productivas en detrimento de las áreas
naturales, la matriz forestal fue reducida y cambiada y sus elementos
desintegrados.

El panorama que tenemos actualmente es de desequilibrio de las


unidades del paisaje, revelada por una fuerte dicotomía: de un lado se
puede ver áreas productivas, caracterizadas por su uniformidad y
homogeneidad y del otro áreas naturales, que posee un carácter
heterogéneo, todavía hoy están degradadas y desconectadas dentro y
entre ellas.

La cuestión fundamental es: ¿cómo adecuar el paisaje a esta nueva


realidad, de forma que se pueda hacer compatible las unidades
productivas y las unidades naturales? Delante de esta perspectiva, se
hace necesario pensar inmediatamente en una forma de ajustar la
matriz productiva en la actual paisaje, partiendo del principio que la
misma fue cambiada y mucho difícilmente podrá ser restaurada en su
condición original, en función de las exigencias del modelo económico
actual de guías deben considerar el mosaico del paisaje, englobando
dos dimensiones:

local, en el sentido de restaurar las áreas naturales degradadas los más


próximo posible de los procesos naturales, buscando la formación de
comunidades estables; y la dimensión de contexto, en el sentido de
disminuir la resistencia de la matriz productiva a los flujos biológicos,
buscando potencializar su función de conservación. En este sentido, la
grande mayoría de los proyectos de restauración desarrolladas en Brasil
no tiene conseguido avanzar en propuestas basadas en acciones
141
concretas para restaurar la conectividad de las paisajes fragmentadas.
En las últimas décadas, diversas abordajes y teorías han sido usadas
en la tentativa de entender las paisajes fragmentadas (Young & Clarke
2000; Hanski & Gilpin 1997; MacArthur & Wilson 1967). Con base en
esto, fue formulada una variedad de reglas básicas para evaluar y
diagnosticar el paisaje en las condiciones actuales (Metzger 2006). Sin
embargo, muchos de estos modelos no muestran la preocupación de
intervención en el paisaje, en el sentido de potencializar las diferentes
unidades del mosaico y promover la conectividad entre ellas.

Lo que se propone difiere mucho de acciones integradas y efectivas


para la restauración y en la práctica no tiene contribuido para la
conservación. Las propuestas de los actuales modelos han dado énfasis
únicamente en las acciones locales. Un ejemplo de esto son las
unidades naturales del paisaje (fragmentos, corredores) que han sido
albo de estrategias puntuales y desconectadas del contexto, a través de
la aplicación de técnicas las cuales tienen como objetivo la restauración
de “una parte” del todo (paisaje).

Por otro lado, la grande extensión de las unidades productivas (matriz)


no han sido reconocidas como potencial cambiadora del paisaje y la
casi ausencia de acciones en el sentido de incorporarla en estrategias
de restauración ha aumentado mucho el proceso de fragmentación. En
relación las acciones locales, lo que ha sido propuesto son estrategias
de restauración de áreas degradadas. Todavía, una grande traba de
estos modelos está en el carácter productivo de las técnicas utilizadas,
las cuales están basadas en la productividad de elementos de interés
del hombre.

142
Modelos basados en una visión dendrológica, en lo cual privilegia
especies arbóreas en detrimento de las otras formas de vida (lianas,
yerbas, arbustos, epifitas), muestran la importancia dada a la estructura
de la floresta en prejuicio a la diversidad funcional que la misma posee.
Estos modelos aún tienen una fuerte tendencia de “llenar” las áreas de
especies arbóreas, no dejando espacio para la regeneración natural
expresarse. Otro detalle es la dudosa calidad genética de las especies
introducidas, lo que implica en grandes riesgos en generaciones futuras,
una vez que comprometen la variabilidad genética de las populaciones.
Por ejemplo, modelos que preestablecen una composición inicial de
especies arbóreas pioneras y no pioneras, de especies comunes y raras
en espacios de2x2m o 3x2m, muestran resultados mucho preocupantes
cuando se habla de garantizar la auto sustentabilidad de las
comunidades naturales, y consecuentemente la estabilidad del
paisaje(Damasceno 2005; Souza & Batista 2004).

Acciones que tienen como albo la formación en corto plazo de una


“comunidad virtual” y altamente homogénea no son adecuadas para
procesos restauradores de la conectividad del paisaje. ¿Cuál la
posibilidad de modelos simplistas y particularizados aplicados para la
restauración, favorecieren la conectividad de paisajes fragmentadas?
Presumimos que acciones puntuales y con fuertes tendencias de
degradación de las comunidades naturales, por lo mínimo,
comprometerán la estabilidad del paisaje y la sinergia dentro y entre los
elementos suyos. Quizá estas acciones son legalmente aceptables,
pero éticamente no demuestran un compromiso con la conservación
de los recursos naturales

143
Delante de esto contexto, se hace inmediatamente necesario la
adopción de modelos integrados y abordajes más amplias, los cuales
puedan aproximarse de la visión sistémica del paisaje(Reis et al no
prelo; Griffith & Toy 2005; Zamora et al. 2004; Aumond 2003).

La perspectiva para la restauración debe estar basada en propuestas


concretas de manejo integrado del paisaje, buscando, en las actuales
condiciones de fragmentación, adecuar y reponer la matriz productiva y
potencializarlas unidades naturales, consideradas como la última
oportunidad de conectividad del paisaje. Para tanto, los modelos deben
estar amparados por criterios legales, pero deben tener, además de
todo, un fuerte carácter ético con la restauración.

La Nucleación como propuesta para la Restauración de


la Conectividad del Paisaje

Yarranton & Morrison (1974) mostraron que algunos organismos


vegetales tienen capacidad de formar micro-habitats, mejorando las
condiciones ambientales y atrayendo una serie de otros organismos,
formando de esta manera, núcleos de diversidad. Los autores, que
describieron la dinámica espacial de la sucesión primaria en dunas
canadienses, llamaron este proceso de Nucleación. Teniendo como
inspiración la teoría de nucleación, Reiset al. (2003) simularon los
mecanismos ecológicos descriptos por aquellos autores instituyendo las
técnicas nucleadores de restauración. En este trabajo consideramos un
concepto más amplio de nucleación, lo cual envuelve cualquier
elemento , biológico o abiótico, capaz de propiciar potencialidades para
formar, dentro de las comunidades en restauración, nuevas
populaciones a través de la facilitación y creación de nuevos nichos de
144
regeneración/colonización y generando nuevas situaciones de
conectividad en el paisaje. El resultado de la acción de estos elementos
bióticos y abióticos es la formación de núcleos de diversidad. La
nucleación representa una potencialidad de integración de los paisajes
fragmentados, una vez que genera efectos locales (en áreas
degradadas a restaurar) y efectos de contexto ( en áreas desconectadas
por la fragmentación). Para que este proceso nucleador sea efectivo em
el paisaje y haga la promoción de la conectividad, es imprescindible que
los flujos biológicos ocurran en los dos sentidos: entre los “fragmentos-
área en restauración” y “área restaurada-paisaje”. (Figura 1). Podremos
pensar en un mecanismo de retro- alimentación para ilustrar como es el
proceso nucleador en el paisaje. Dos escalas pueden ser proyectadas,
una local y otra de contexto.

Primeramente, debe se pensar que, dentro del paisaje, áreas naturales,


como fragmentos revegetación remanecientes, representan los grandes
potenciales de funcionalidad y esto casticidad y pueden ser
considerados los últimos núcleos de diversidad. La idea es buscar
diversos elementos(suelo, semilla, microorganismos, hongos,
bacterias...) dentro de estos fragmentos e incorporarlos en las áreas
degradadas. La combinación de estos elementos representa la creación
de una nueva condición en la área degradada, desde la formación de
un pequeño núcleo de diversidad.

Con el tiempo este núcleo tiende a irradiarse y gana fuerza en el sentido


de conseguir establecer conexiones con las unidades naturales del
paisaje (fragmentos, corredores). Esta es la primera vía de conectividad:
la conectividad local que se hace entre fragmentos y área degradada.

145
Por segundo, este núcleo en el área degradada transformase en un
elemento diferenciador, con una nueva diversidad y funcionalidad en el
paisaje. Es en este momento que el núcleo empieza a dar un retorno a
el paisaje, a medida que irradia y gana fuerza, el feedback producido y
la propia conectividad entre la área que está siendo restaurada y los
fragmentos al rededor.

Esta es la segunda vía de conectividad: la conectividad de contexto que


se hace entre la área restaurada y los fragmentos del paisaje. En este
momento se restaura una red de conexiones, esencial para promoción
de la conectividad entre las unidades del paisaje como un todo.

Figura 1
: Diseño del esquema ilustrando el proceso de nucleación en el paisaje
(a) conectividad local
: la dirección del flujo es de los fragmentos fuente para el área a ser
restaurada
(b)conectividad de contexto
:dirección del flujo es del área restaurada para el paisaje. Cuando los
flujos biológicos ocurren en los dos sentidos, el proceso nucleador será
146
efectivo en el paisaje y la conectividad local y de contexto será
restaurada.

La tendencia es que estos flujos biológicos promovidos por la


nucleación sean dinámicos en el tiempo y en el espacio. En esta
perspectiva, la nucleación representa una alternativa diferenciada de
restauración de la conectividad del paisaje, una vez que promueve
“gatillos ecológicos” (Bechara 2006) para la formación de comunidades
estables y permite que los fenómenos eventuales (sucesión
natural)puedan actuar en el sentido de equilibrar nuevamente las
unidades del paisaje. Los gatillos, como propuesto por el autor arriba,
son considerados como pequeñas acciones que promueven el proceso
de nucleación/sucesión sobre las áreas degradadas. Delante de este
panorama, este trabajo tiene como objetivo presentar la nucleación
como propuesta de restauración de la conectividad de los paisajes
fragmentados. Para esto técnicas nucleadoras son presentadas como
estrategias de restauración de las unidades naturales degradadas y
como posibles acciones para aumentar la permeabilidad de la matriz
productiva.

Técnicas Nucleadoras de Restauración


Las técnicas nucleadoras instituidas por Reiset al. (2003) conciben la
formación de núcleos, dejando grande parte de las áreas para las
eventualidades locales, o sea, para acción de la propia regeneración

147
natural. Los autores han propuesto las siguientes técnicas como
manera de acelerar el proceso sucesional en áreas degradadas:

transposición del suelo, transposición de gavilla, transposición de la


lluvia de semillas y posaderos artificiales. La propuesta de este trabajo
es presentar las técnicas nucleadoras como estrategias de restauración
de la conectividad del paisaje. Para tal, además de las técnicas
descriptas arriba, son propuestas las siguientes técnicas a través de la
introducción de mudas o semillas: plantío de especies funcionales en
grupos de Anderson, trampolines ecológicos y plantío de populaciones
referencias. Abajo son presentadas las potencialidades de las técnicas
nucleadoras en lo que se dice respecto a la promoción de la
conectividad en el paisaje (generando efectos locales y efectos de
contexto).

Transposición del suelo


Considerando que las áreas en formación son carentes de varias formas
de vida, la
transposición del suelo representa una excelente estrategia de
incorporar vida vegetal y animal (banco de semillas, propágulos,
microorganismos, hongos, bacterias, lombriz de tierra, algas,
etc),propiciando la formación de pequeños nichos de regeneración y
colonización. Como una de las ventajas de esta técnica es la grande
heterogeneidad del material genético introducido, es imprescindible que
todos los fragmentos vecinos a el área degradada están representados
en las muestras del suelo (cerca de 1m2 de suelo y 10cm de

148
profundidad). Desde la combinación de este material, una nueva
condición es creada en el área degradada.

Estos núcleos de suelo pasan a actuar como pequeños áreas de hábitat,


o sea, trampolines ecológicos, desempeñando la importante función de
conectar áreas fuentes de propágulos a las áreas en restauración. En
otro sentido, las áreas restauradas tendrán condiciones de cambiar el
paisaje regional, una vez que las populaciones formadas tenderán a
cambiar material genético con las áreas vecinas. De esta forma, los
flujos biológicos actúan en las dos direcciones de la conectividad,
conforme ilustrado en la figura 1. Esta estrategia busca potencializar la
conectividad del paisaje cuando propone la introducción de núcleos de
suelo como los primeros locales de abrigo de la fauna. Ciertamente, en
corto plazo, los animales estarán haciendo la inter-ligación en ambos
las direcciones, a través del flujo génico (polen y semillas), garantizando
una mayor permeabilidad del paisaje en el espacio y en el tiempo.

Transposición de gavillas o abrigos artificiales


Áreas abiertas dan la oportunidad a la exposición de animales a sus
predadores. Con fines deformar un abrigo seguro para la fauna, la
transposición de gavillas (acumulo de retoños, tocas, residuos
forestales o grande cantidades de piedras) surge como una estrategia
efectiva para aumentar la frecuencia y permanencia de visitantes
(roedores, reptiles, anfibios, etc.) en las áreas en formación.

La tendencia es que, en corto y medio plazo, estos animales faciliten la


llegada de semillas de los fragmentos adyacentes, contribuyendo para
149
la sucesión alóctono y para la conectividad local. Una nueva situación
es generada en las áreas degradadas a través de la formación de un
micro-habitat diferenciado para una diversidad de la fauna y la flora, con
tendencia a la irradiación para las otras áreas. De esta manera, los flujos
biológicos empiezan a ganar fuerza en el sentido de volver al paisaje
una nueva diversidad genética. Nuevas populaciones son formadas,
contribuyendo con un constante flujo génico en ambas las direcciones
de conectividad (local y de contexto).

Posaderos artificiales
Los posaderos artificiales representan la mejor estrategia de
conectividad de las unidades del paisaje. Este artificio ven ganando
espacio en las restauraciones y resultados significativos fueran
obtenidos por Espíndola (2005); Bechara (2006) y Tres (2006), que
mostraron su fuerte poder nucleador. La principal acción de
los posaderos consiste en su función de trampolín ecológico. La
implantación de esta estructura que imita retoños secos de plantas
(posadero seco) o árboles vivas(posadero vivo) genera flujos biológicos
en ambas direcciones para conectividad.
La medida que una diversidad de especies, atraídas por los posaderos,
depositan semillas en las áreas degradadas, formase un núcleo
alogénico, propicio para conectar fragmentos a las áreas en
restauración. Estos núcleos generan modificaciones en la estructura
biológica del ambiente, ya que representan focos de concentración de
propágulos, atrayendo una grande cantidad de consumidores. De esta
manera actúan como facilitadores para la formación de una nueva
cadena trófica en las áreas en colonización. Por su vez, estos núcleos
150
formados serán fuente de alimento para dispersores secundarios, los
cuales facilitarán la dirección de los flujos biológicos, retornando una
nueva diversidad para el paisaje. Cuando dispersos en una matriz de
no hábitat, favorecen los flujos biológicos, potencializando la
permeabilidad de la matriz. Otra importante contribución de los
posaderos es la formación de una variedad de hábitats, una vez que
sirven de poso para aves y murciélagos con costumbre alimentar
distinto, implicando en una deposición de semillas de diversas especies.

Transposición de la lluvia de semillas


Colectar la lluvia de semillas de fragmentos próximos, con periodicidad
mensual, durante el mínimo un año, es una forma de buscar
diversidades de fenologías de las especies de la región. La lluvia
introduce directamente en las áreas degradadas o en viveros una
aleatoriedad de especies que representan una parte de la dinámica de
la vegetación regional. En la medida que posibilita el aporte de nuevas
especies venidas de áreas vecinas, potencializa la sucesión alóctono,
promoviendo un efectivo flujo génico y lo establecimiento de
conexiones-llaves entre los fragmentos y el área degrada.

Por otro lado, potencializa la sucesión autóctono, una vez que introduce
nuevo material genético paralas especies locales. La captura mensual
de la lluvia de semillas de fragmentos preservados y la disposición de
este material en forma de núcleos en las áreas a ser restauradas,
representa la posibilidad de manutención de la fauna en áreas abiertas,
aumentando la frecuencia de estos visitantes en estos locales. Ya que
151
la colecta es hecha mensualmente, los recursos alimentarios estarán
disponibles al largo del año para una diversidad de especies de la fauna
consumidora. Esta acción provee condiciones para la manutención de
especies llave en las áreas en formación, una vez que mejora la calidad
del hábitat, esencial para establecer conexiones entre las áreas
restauradas y el paisaje regional.

Plantío de especies funcionales


El plantío de árboles en grupos de Anderson (Anderson 1953) es una
técnica que visa incrementar la diversidad regional en las áreas en
restauración, la cual da prioridad a la calidad del material genético
introducido, a fines de mantener especies-llaves de la región. Esta
estrategia representa la formación de núcleos adensados con cinco
mudas de árboles con funciones facilitadoras plantadas en formato de
“+”, donde el desarrollo de la muda central es privilegiado (las mudas
laterales actúan como una bordadura), pudiendo este grupo ser
homogéneo e /ou heterogéneo.

Esta función direcciona los flujos biológicos a una condición específica,


en el sentido deformar populaciones naturales de especies que sean
altamente funcionales. Los núcleos deben representar una significativa
variabilidad genética, siendo capaces de formar una populación mínima
viable en las áreas en formación. En el momento que este núcleo
empieza a irradiarse, el materialgenético empieza a ser cambiado entre
las populaciones formadas y las populaciones de los fragmentos
adyacentes. Esta opción garantiza, que, en un futuro próximo, la

152
progenitura pueda nuclear el paisaje, estableciendo una dinámica local
de flujos biológicos.

Trampolines ecológicos con grupos funcionales


Considerando que la extensa matriz productiva no posibilita un efectivo
flujo génico, y consecuentemente, una conectividad con las unidades
naturales, los
trampolines ecológicos
representan una propuesta de interferencia en la matriz, en el sentido
de aumentar en un proceso lento, su grado de percolación y su
permeabilidad a los flujos biológicos. La idea es establecer pequeños
ambientes nucleadores. En el caso de plantíos forestales se pueden
introducir, en continuidad con las hileras del plantío, núcleos con 16
mudas de árboles con función facilitadora, a una distancia de un
núcleo/ha. Esta es una pierda pequeña de la área productiva, más de
grande función en el paisaje.

Los trampolines ecológicos representan pequeños refugios para la


fauna, que encuentran un local seguro para descanso, alimentación y
reproducción. La introducción de elementos con funciones bien
definidas debe provocar cambios el paisaje, especialmente aumentando
la capacidad de algunas especies usaren la matriz. En este caso, bajo
efecto de la nucleación, la matriz actuaría como un hábitat secundario
para las especies. Tales elementos con alto poder funcional tienden a
aumentar a medio y largo plazo la permeabilidad de la matriz a los flujos
biológicos, una vez que tienden a reducir la distancia efectiva de
dispersión de las especies, favoreciendo la conectividad de las unidades
153
del paisaje. Estos elementos nucleadores funcionarían como puntos de
ligación acortando distancias entre fragmentos y matriz.

Plantío de populaciones referencia


La formación de populaciones referencia es una propuesta de
restauración donde busca formar una populación mínima viable que
pueda garantizar en largo plazo, variabilidad genética, evitar endogamia
en las futuras generaciones y conservar el potencial evolutivo de
las especies. Deben priorizar aquellas especies que tengan sus
populaciones fragmentadas y que tengan grande interés funcional,
como potencialidad de interacciones a medio y largo plazo. Esta
populación referencia, al largo del tiempo, tiende a reducir la distancia
del área vecina reproductiva (local donde ocurren grande parte de los
cruzamientos), potencializando la capacidad de los polinizadores y,
consecuentemente, generando conectividad.

Estos núcleos productores deben ser planeados lo más próximo posible


de grandes fragmentos, al fin de evitar pierda de la variabilidad genética,
en función del aislamiento. Una propuesta efectiva podría ser la
incorporación de las populaciones referencia en áreas ocupadas con
actividades agrícolas y que necesiten ser reconvertidas para atender la
necesidad de adecuación de las áreas de preservación permanente y
de la reserva legal (segundo legislación brasileña). El ideal es que este
proceso pase por un planeamiento integrado con otras propiedades con
fines de inter ligar los fragmentos naturales a las áreas productoras de
semillas, buscando una mayor integridad posible para las diversas
unidades del paisaje. Además de esto, esta acción en largo plazo,
154
posibilitaría la formación de fragmentos grandes y bien conectados, lo
que atendería la propuesta de Sebbenn (2002), lo que dice respecto al
número ideal de árboles matrices para la colecta de semillas con fines
de restauración y la de Metzger (2006), en relación la definición de
fragmentos y conexiones-llaves para fines de manejo de paisajes
fragmentadas. Sin embargo, la principal función de esta populación es
la disponibilización, al medio y largo plazo de semillas de calidad para
formación de áreas en restauración. Estas populaciones referencias
representarán pomares abiertos de semillas que garantizarán la
continuidad del flujo génico de las populaciones a ser introducidas en
los demás programas de restauración de la región.

Consideraciones Finales
Una nueva tendencia de modelos de restauración ven primando por
abordajes más amplias e integradas, buscando una visión sistémica
del paisaje. Esta postura contraria la visión puntual y
achicadora de la naturaleza, tiene como prioridad rehacer procesos
naturales de sucesión estocástica, direccionando la comunidad para su
integración con paisaje que la acerca. Acciones nucleadoras
representan un avanzo en modelos de restauración, expresando el
fuerte carácter ético con la conservación y manejo de los paisajes. Los
núcleos formados muestran que pequeñas interferencias en las
unidades del paisaje, representan “gatillos ecológicos” promotores de
conectividad y de integración de las áreas naturales y productivas.

155
Restauración ecológica en ambientes semiáridos recuperar las
interacciones biológicas y las funciones ecosistémicas
José Antonio Navarro Cano (Coord.)
Marta Goberna Estellés
Gonzalo González Barberá
Víctor Manuel Castillo Sánchez
Miguel Verdú Del Campo

Prólogo Desafío de Bonn, Iniciativa 20x20, metas de Aichi, Biodiversity


2020… ciertamente, y tal como sugirió el biólogo E.O. Wilson hace más
de dos décadas, el siglo XXI va camino de convertirse en el siglo de la
restauración ecológica. Y ya era hora. No es que en siglos anteriores no
se luchara contra la degradación del medio ambiente. La consciencia
sobre los perjuicios que conlleva la degradación de nuestro entorno
(pérdida de productividad, erosión, inundaciones, movilización de
dunas, plagas y un largo etcétera) emergió muy pronto en sociedades
que dependían de la provisión de recursos naturales locales para su
subsistencia. Las zonas semiáridas son un magnífico ejemplo de ello
por el elevado nivel de estrés ambiental que padecen, por su fragilidad
y porque han dado cobijo a nuestra especie desde los albores de
muchas civilizaciones. Tantos siglos de experiencia generaron un
acervo de conocimiento impresionante, y permitieron ejecutar proyectos
de restauración cuyos resultados aún nos asombran por su calidad y
magnitud. El ejemplo de España, donde se reforestaron más de 5
millones de hectáreas en menos de un siglo (casi el 20% de la superficie

156
forestal actual), se repite en otras regiones que cuentan con clima
semiárido. Sin embargo, la aproximación por ensayo y error tenía
limitaciones que ahora, con el paso del tiempo, se han hecho más
patentes. Por un lado, estas intervenciones estaban supeditadas a un
objetivo predominante (establecer una cubierta forestal, proteger el
suelo, controlar avenidas, etc.), lo que probablemente facilitó su
ejecución, pero comprometió otras funciones del ecosistema,
incluyendo la protección de la biodiversidad. Por otro lado, una gestión
basada únicamente en la experiencia difícilmente permite incorporar
eventos no acaecidos en el pasado, y con ello es incapaz de concebir
la compleja dinámica de los sistemas socio-ecológicos. El cambio global
es, por desgracia, un buen ejemplo de ello, al poner en evidencia lo
rudimentario de nuestras herramientas de adaptación y mitigación.
Finalmente, la ausencia de protocolos rigurosos de evaluación y
monitoreo impidieron desarrollar una gestión adaptativa y, con ello,
avanzar en el conocimiento de estos sistemas y perfeccionar los
protocolos de restauración. A finales del s. XX, se hizo patente la
necesidad de complementar la experiencia con la observación rigurosa
y la experimentación. Era necesario desarrollar una restauración
ecológica con una base de conocimientos sólida, que pudiera hacer
frente a los enormes desafíos de una biosfera globalmente alterada de
la que nuestra especie no puede ser completamente apartada. Este libro
es un buen exponente de este tipo de sinergias. La experiencia de
campo, de restauración ‘real’ que atesoran sus autores, permite definir
los márgenes de lo que es alcanzable, teniendo en cuenta
condicionantes logísticos, técnicos o económicos que tan incómodos
suelen resultar a la ciencia. En paralelo, su impresionante bagaje
157
científico,su conocimiento de la red de interacciones que conforman los
ecosistemas y de su funcionamiento, resultan esenciales para validar
aproximaciones empíricas y plantear nuevos enfoques. Como
resultado, esta publicación proporciona tantas respuestas como genera
nuevas preguntas, algo esencial si queremos hacer avanzar el
conocimiento y mejorar la gestión. Situados en el contexto semiárido,
los autores abordan con mayor o menor intensidad, muchos de los
temas controvertidos de la restauración ecológica, como su integración
en la planificación territorial, la incorporación del componente socio-
económico, la implementación de sistemas de evaluación y monitoreo o
la integración del cambio global. Consiguen así definir primero un marco
teórico, tan sólido como puede proporcionar nuestro conocimiento
actual, para luego incidir en los aspectos más aplicados de la
restauración. Los lectores con una aproximación más empírica a la
restauración ecológica, encontrarán en este texto la base teórica de
algunas de las prácticas tradicionales, la crítica razonada de usos poco
deseables y la receta para aplicar nuevas soluciones. De forma análoga,
los naturalistas verán su saber integrado en un marco teórico, y
constatarán cómo el conocimiento sobre los elementos que conforman
los ecosistemas y sobre sus interacciones se puede traducir en
acciones virtuosas. La restauración ecológica puede resultar
enormemente tentadora. Pero la atractiva idea de reconstrucción o de
creación que subyace en la restauración, y que comparte con la
medicina, la arquitectura, el urbanismo, el arte e, incluso, la teología no
debe desviar nuestra atención sobre un hecho de enorme importancia:
aún no somos capaces de reconstruir la enorme complejidad de los
ecosistemas.
158
O dicho de otra manera, la restauración nunca debería sustituir a la
conservación. Con ello, debemos agradecer a los autores de este libro
el enorme esfuerzo realizado para generar conocimiento sobre la
restauración ecológica de medios con una enorme importancia
ecológica, socio-económica y cultural, como los semiáridos, compilarlo
y ordenarlo, contribuyendo de forma rigurosa a divulgarlo. Si el s. XXI
debe ser el siglo de la restauración ecológica, necesitaremos manuales
como éste.
Jordi Cortina
Presidente de la Society for Ecological Restoration Europe.

Introducción
La ecología de la restauración es una disciplina muy joven en términos
académicos. Desde los años 80 del pasado siglo se viene desarrollando
un marco teórico y práctico para esta rama de la ecología que aborda la
restauración ecológica en todas sus facetas. Términos como
“reforestación”, “repoblación”, “restauración hidrológico-forestal” o
vocablos anglosajones como “reclamation”, “remediation” y
“rehabilitation” se usan al menos desde el siglo XIX en un contexto
próximo al de la restauración ecológica, aunque bajo preceptos teóricos
distintos. En este sentido, la ecología de la restauración parte de la
teoría ecológica en términos conceptuales, aunque también adapta
algunos principios, metodologías y herramientas de disciplinas como la
agronomía, las ciencias forestales y la ingeniería civil. Existen muchos
libros de texto, manuales prácticos o documentos técnicos que abordan
en mayor o menor medida distintos aspectos de la restauración
159
ecológica. En este libro el lector encontrará una base teórica actualizada
y un muestrario de ejemplos de restauración en ambientes semiáridos.
Con este manual nuestra intención no es otra que la de poner el foco en
la necesidad de a) conocer perfectamente la causa de degradación de
un ecosistema, b) pensar en él como un sistema de interacciones
íntimamente relacionadas con sus funciones ecosistémicas, c) ajustar
los métodos de restauración a las necesidades, capital natural y
limitaciones impuestas por el contexto local y d) no desvincular a la
sociedad civil de la causa y el objetivo de la restauración ecológica.
Consideramos que sólo de esta manera se puede mejorarla eficiencia
de una restauración ecológica. La acotación geográfica del manual al
ámbito de los ambientes mediterráneos semiáridos, al menos en lo que
se refiere a los ejemplos presentados, no sólo es reflejo de nuestro
campo habitual de trabajo sino también de la oportunidad de repensar
viejos dogmas en el ámbito de la restauración y disciplinas afines, a la
luz de un amplio muestrario de tipologías de degradación que ofrecen
los ecosistemas semiáridos. Estos ecosistemas, ya sean naturales,
seminaturales o artificiales presentan per se especiales limitaciones
abióticas para los organismos, lo que los convierte en un excelente
campo de pruebas para evaluar el conocimiento que se tiene de ellos
(Aronson et al. 1993). Consideramos que este análisis crítico es
ineludible dado el grado de fragmentación de hábitats y las tendencias
climáticas bajo el actual escenario de cambio global. Este cambio puede
tener efectos más severos a corto plazo en territorios frontera como el
de los ambientes semiáridos, donde se hacen patentes los umbrales de
respuesta de los ecosistemas ante los factores de cambio global. La
Estrategia Europea de Biodiversidad 2020 (Comisión Europea 2011)
160
persigue el objetivo de restaurar al menos un 15% de los ecosistemas
degradados en Europa para ese año. Así queda recogido en el Objetivo
2 de la Estrategia, que incorpora el objetivo mundial acordado por la
Unión Europea en la Cumbre de Naciones Unidas sobre Biodiversidad
de Nagoya (Japón) en 2010. En dicha Estrategia queda patente la
importancia de recuperar no sólo especies y espacios sino también
funciones ecosistémicas, incluyendo los servicios ecosistémicos. De
esta manera se pretende mejorar la adaptación al cambio climático de
las infraestructuras verdes de la Unión Europea y alcanzar de manera
sostenible los objetivos de crecimiento marcados. Se trata de un
programa enormemente ambicioso, que requiere de un análisis de las
necesidades no satisfechas por el sector de la restauración ecológica
en la actualidad y de una exploración de nuevas herramientas de
restauración que incorporen conocimientos innovadores y estén
acordes con las demandas legales y sociales actuales. Este libro
pretende contribuir a ese desarrollo de una nueva ecología de la
restauración que no se conforme con rehabilitar o revegetar sino que
persiga reactivar el funcionamiento básico de los ecosistemas
degradados. Para ello, identificamos las situaciones de degradación
susceptibles de restauración ambiental y repasamos los posibles
modelos y técnicas de restauración aplicables a las mismas. Finalmente
proporcionamos criterios ecológicos para realizar el seguimiento y
evaluación de dichas actuaciones de restauración.

161
Situaciones de degradación susceptibles de restauración
ambiental

Marco general: degradación ambiental y restauración ecológica

La degradación ambiental es un proceso de alteración de la estructura


y composición biológica de un ecosistema, que conlleva un deterioro en
sus funciones. Los ecosistemas tienen la capacidad inherente de
resistirlos procesos de degradación e incluso de recuperar el estado
original tras una perturbación. Sin embargo, por encima de una
determinada intensidad de degradación, la resistencia y resiliencia de
los ecosistemas se ve sobrepasada. Es en este punto cuando se
plantean las actuaciones de restauración, que tienen como objetivo la
reparación del daño que el proceso de degradación provoca en el
ecosistema. En concreto, la restauración ecológica pretende recuperar
la estructura y composición del ecosistema, de tal manera que éste sea
capaz de realizar sus múltiples funciones de forma sostenida en el
tiempo. La degradación ambiental en sistemas terrestres tiene lugar por
el cambio en el estado de uno o más de los recursos suelo, vegetación
y agua (Stocking y Murnaghan 2001). Las comunidades vegetales
representan el armazón biológico sobre el que se construyen las redes
tróficas. Éstas utilizan el suelo como soporte físico y fuente de agua y
nutrientes, por lo que las relaciones suelo-vegetación son a menudo
pieza clave en el proceso de degradación de un ecosistema y en su
recuperación. Es frecuente que la pérdida o degradación de la
vegetación y, consiguientemente, del suelo por erosión hídrica y eólica
actúen como catalizadores primarios de todo el proceso de degradación

162
de tierras. Otros agentes de degradación frecuentes son la alteración
del régimen de incendios, la compactación del suelo, la salinización, las
invasiones biológicas y la acumulación de sustancias tóxicas en el
suelo. Una vez se inicia el proceso de deterioro de las propiedades
físicas, químicas y biológicas del suelo, se dificulta enormemente su
recuperación natural dadas las bajas tasas de formación del suelo (Lal
et al. 2012), lo que a su vez reduce la capacidad de regeneración de la
vegetación. En ambientes sometidos a escasez de agua, el concepto
de degradación ambiental está estrechamente ligado al de
desertificación. La Convención de Naciones Unidas para la Lucha
contra la Desertificación (1994) definió este fenómeno como el proceso
de degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y seco-
subhúmedas como resultado de las actividades humanas y las
variaciones climáticas. Se estima que entre el 10 y el 20% de las
regiones secas de la tierra sufren los efectos de la desertificación
(Reynolds et al. 2007). Además, la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre Cambio Climático (1992) reconoció que las áreas áridas
y semiáridas son más vulnerables al cambio climático, y asimismo elevó
en 2007 el riesgo de muchos países a sufrir procesos de desertificación
por efecto del cambio climático. Conviene aclarar que la desertificación
es un proceso que requiere una escala regional de medida, mientras
que la degradación se puede medir a pequeña escala (ecosistema,
microcuenca, ladera, parcela, etc.). Por lo tanto, aunque en conjunto
diversas situaciones puntuales de degradación en una región pueden
ponerla bajo riesgo de desertificación, las labores de lucha contra la
desertificación deben concretarse en modelos de restauración
ambiental específicos para cada una de las tipologías de degradación
163
de un territorio. El Mediterráneo Occidental en general y el Sureste
Ibérico en particular figuran entre las áreas bajo riesgo de desertificación
severa (Symenoakis et al. 2007; Helldén y Tottrup 2008). Contribuyen a
esta situación la concurrencia de factores climáticos como la escasez
de precipitaciones y la irregularidad climática, con cambios acentuados
de usos delsuelo, que han producido durante las últimas décadas un
éxodo poblacional hacia zonas costeras y el abandono de tierras
agrícolas marginales en áreas del interior (Thornes 2002), así como la
puesta en cultivo, la urbanización y la industrialización de nuevas áreas.
En este sentido, el Sureste Ibérico representa un buen ejemplo a escala
regional de la variada casuística de degradación ambiental y la
diversidad de enfoques y aproximaciones metodológicas para restaurar
o paliar áreas degradadas. A lo largo del texto, revisaremos cómo la
intensidad de la degradación ambiental repercute tanto en el cambio
observado en el ecosistema como en la reversibilidad del daño, y
delimita la actuación restauradora. Las acciones a adoptar, así como las
posibilidades reales de frenar e invertir la degradación, están acotadas
por la intensidad de la degradación sufrida, el grado de conocimiento
acerca del funcionamiento del ecosistema degradado y el presupuesto
disponible. Por otro lado, la tipología concreta de la degradación,
independientemente de su intensidad, condiciona las medidas de
restauración a aplicar. Además, intentamos proporcionar un marco
general de situaciones de degradación, que permita su agrupación para
reducir la complejidad derivada de la multitud de casos particulares
existentes. En este sentido, una clasificación general de los tipos de
degradación puede ayudar a delimitar aspectos básicos a los que hay
que enfrentarse en un proyecto de restauración. Considerando objetivos
164
y tipos generales de acciones, las cuestiones importantes a responder
antes de redactar y ejecutar un proyecto de restauración son las
siguientes: a) ¿Cuál es el ecosistema objetivo de la acción de
restauración? b) ¿Existe la posibilidad de alcanzar ese objetivo dado el
estado actual de degradación, en un plazo operativo y con los recursos
disponibles? c) ¿Hay características singulares del tipo de degradación
que condicionen las acciones de restauración? d) ¿Se debe actuar
sobre el medio físico (reducción de pendientes, enmendado,
preparación para la plantación)? e) ¿Se debe manipular la vegetación
mediante introducción (siembra, plantación) y/o eliminación de
especies? f) ¿Es necesario actuar sobre otros niveles tróficos o
especies concretas para reducir el estado actual de degradación
(descomponedores, detritívoros, herbívoros, polinizadores
depredadores)? g) ¿Existen acciones complementarias de gestión para
favorecer la recuperación del sistema como la limitación o modulación
de un uso? h) ¿Se pueden manipular las interacciones ecológicas en el
ecosistema para recuperar o potenciar la funcionalidad del mismo?
Situaciones de degradación

Degradación ambiental: funciones ecosistémicas y biodiversidad

El concepto de degradación de tierras, y en particular, de degradación


de suelos ha evolucionado históricamente asociado a la concepción
antropocéntrica de las funciones que realizan los ecosistemas y a los
bienes y servicios que nos proporcionan. Hasta la década de los 60 la
calidad del suelo se evaluaba en términos de su capacidad de

165
producción agrícola (Storie 1964). Esta visión productivista se mantuvo
vigente durante las dos décadas siguientes (FAO 1979; Huddleston
1984), aunque ya en los 70 se planteó la necesidad de atribuir diferentes
usos a los suelos en función de sus propiedades (Klingebiel y
Montgomery 1973). El reconocimiento explícito de que el suelo tiene
capacidad para desarrollar múltiples funciones no llegó hasta los años
90 (Blum 1990). En esta época se planteó por primera vez que más allá
de la mera producción de biomasa, el suelo es un potente reactor capaz
de depurar contaminantes y constituye un importante hábitat biológico
y reserva de recursos genéticos(Blum y Santelises 1994). Esta visión
moderna originó numerosas definiciones de degradación de suelos que
aluden a la pérdida de su calidad, es decir, de su capacidad para realizar
múltiples funciones ecológicas y socio-económicas (Larson y Pierce
1994; Karlen y Stott 1994). Además, al concepto de multifuncionalidad
se añadió un componente temporal que hace referencia a la
sostenibilidad a largo plazo de las funciones que el suelo realiza en el
ecosistema (Doran y Parkin 1994). De modo análogo, la degradación
ambiental se considera como la pérdida de la capacidad de un
ecosistema - dado el deterioro de sus recursos agua, suelo y aire y la
alteración de la biodiversidad - para desarrollar sus múltiples funciones
de manera sostenida en el tiempo. Las funciones ecosistémicas
incluyen un amplio rango de procesos y fenómenos de naturaleza
diversa que engloban propiedades, bienes y servicios ecosistémicos
(Tabla). Siguiendo la terminología de Hooper et al. (2005), en el texto
utilizaremos el término función ecosistémica para referirnos a todo este
conjunto de propiedades, bienes y servicios que tienen un valor tangible
o intangible para los seres humanos.
166
La capacidad de un ecosistema para desarrollar sus funciones depende
en gran medida de su biodiversidad. En términos generales,
ecosistemas más diversos proporcionan más bienes y servicios
ecosistémicos, son más resistentes a la perturbación (ej.sequías,
introducción de especiesinvasoras), y realizan sus funciones de manera
más estable en el tiempo (Balvanera et al. 2006; Hector y Bagchi 2007;
Isbell et al. 2011; Maestre et al. 2012).

Tabla Definición y ejemplos de los tipos de funciones ecosistémicas.


Fuente: Modificado de Hooper et al. (2005)

167
La capacidad de un ecosistema para desarrollar sus funciones depende
en gran medida de su biodiversidad. En términos generales,
ecosistemas más diversos proporcionan más bienes y servicios
ecosistémicos, son más resistentes a la perturbación (ej.sequías,
introducción de especiesinvasoras), y realizan sus funciones de manera
más estable en el tiempo (Balvanera et al. 2006; Hector y Bagchi 2007;

168
Isbell et al. 2011; Maestre et al. 2012). De este modo, el cambio en la
composición, la pérdida o introducción de especies, es una causa
frecuente de alteración de las funciones ecosistémicas cuyas
consecuencias pueden variar según el ecosistema y la función
ecosistémica considerada (Hooper et al. 2005).

Recientemente, se ha puesto el foco en comprender cómo se relaciona


la multifuncionalidad de los ecosistemas con los diferentes
componentes de la diversidad. Tradicionalmente, la diversidad se ha
caracterizado en términos del número y la abundancia de especies que
forman parte de un ecosistema (diversidad taxonómica). Sin embargo,
también es posible cuantificar la diversidad en términos de los rasgos
funcionales de las especies (diversidad funcional) o según la distancia
evolutiva que separa a las especies que componen el ecosistema
(diversidad filogenética).

Por ejemplo, en términos de diversidad taxonómica es más diverso un


ecosistema con diez especies de plantas que otro con cinco especies.
En términos de diversidad funcional, es más diverso un ecosistema que
tiene plantas con sistemas radiculares distintos (ej. que llegan a distintas
profundidades y ocupan el suelo con mayor o menor densidad de
raíces), que uno que tiene plantas con el mismo sistema radicular.

En términos de diversidad filogenética, es más diverso un ecosistema


que contiene plantas que pertenecen a taxones que evolucionaron a
partir de distintos ancestros comunes, que aquéllos que evolucionaron
a partir de un mismo ancestro común. Sin embargo, el ecosistema 1
(con las especies A, B, C y D) es menos diverso que el ecosistema 2
(con A, D, E y G), tanto a nivel funcional (solo contiene especies con
169
raíces del tipo azul) como a nivel filogenético (todas sus especies están
muy emparentadas y comparten el mismo ancestro común).

La diversidad funcional y filogenética no sólo explican mejor las


funciones ecosistémicas que la diversidad taxonómica, sino que
además incrementan la resistencia de los ecosistemas secos a la aridez
creciente (Navarro-Cano et al. 2014; Valencia-Gómez et al. 2015).
Aunque estos componentes de la diversidad no se suelen usar en el
diagnóstico del estado de degradación de un ecosistema, o a la hora de
seleccionar las especies más adecuadas para una restauración, tanto
la diversidad funcional como filogenética aportan más información y son
de mayor utilidad que la diversidad taxonómica en restauración
(Navarro-Cano et al. 2016).

Procesos implicados en la secuencia de degradación ambiental La


degradación de la vegetación frecuentemente desencadena el proceso
de degradación ambiental. La vegetación se degrada siguiendo una
secuencia que se inicia con cambios en su estructura y cobertura.

La diversidad de árboles y arbustos es la primera en verse afectada


pero, si el agente de perturbación persiste, se pueden producir cambios
más acentuados en la composición por tipos funcionales. Estos cambios
en la estructura y cobertura vegetal pueden afectar de manera
significativa a las redes tróficas, rompiendo o cambiando el resultado de
las interacciones entre especies y niveles tróficos (depredadores,
herbívoros, descomponedores), lo que crea limitaciones al
establecimiento vegetal de especies tardías de la sucesión vegetal,
menos resistentes al estrés abiótico. Este proceso se traduce en una
sustitución por especies con menores exigencias ecofisiológicas.
170
Así, en ambientes poco productivos sometidos a fuerte estrés termo-
hídrico es frecuente la formación de comunidades parcheadas
dominadas por especies muy resilientes, con alta tolerancia al estrés
abiótico. En ambientes más productivos, la persistencia de un agente
de perturbación acaba reflejándose en el desarrollo de comunidades
ruderales, de ciclos de vida cortos y abundante producción anual de
semillas. En esta fase, las comunidades vegetales son más susceptibles
a la entrada de especies exóticas invasoras. Por último, ante
perturbaciones severas que producen la eliminación total de los
horizontes orgánicos del suelo se produce la práctica desaparición de
la vegetación vascular. En estos casos las especies primocolonizadoras
pertenecientes a grupos como los briófitos, líquenes y bacterias
fotosintéticas son las únicas comunidades de productores primarios.

El proceso de degradación del suelo a menudo comienza con la


perturbación de la cubierta vegetal. La apertura de claros provoca la
degradación física del suelo por erosión hídrica y eólica (Figura 2.4). El
aumento de la escorrentía, la radiación incidente y las mayores
temperaturas superficiales producen la pérdida de materia orgánica del
suelo, bien por arrastre o por mineralización. Esto se traduce en
cambios en la estructura delsuelo, que pasa gradualmente de ser una
estructura granular y porosa a una estructura poliédrica más compacta
en la que se dificultan los flujos de aire y agua. El proceso se
retroalimenta, ya que el deterioro de la estructura del suelo afecta no
solo a la biota edáfica sino también a la vegetación. Este proceso
produce una intensificación de los procesos de degradación a tres
niveles:

171
a) degradación física, que implica un aumento de la compactación
(disminución de la porosidad), encostramiento superficial, descenso de
la capacidad de retención de agua y de la tasa de infiltración que
desencadenan una mayor escorrentía superficial;

b) degradación química, que consiste en la pérdida de capacidad de


intercambio de iones, lo que reduce la retención e intercambio de
nutrientes; en ambientes concretos, se puede producir la salinización,
sodificación o acumulación de otros elementos tóxicos para la mayoría
de las plantas (cloruros, sulfatos, metales pesados, etc.);

c) degradación biológica, que conlleva un descenso de la biodiversidad


y biomasa de organismos edáficos que redunda en una alteración de la
descomposición de la materia orgánica y el ciclado de nutrientes,
esenciales para la vegetación.

Si no cesan los agentes de perturbación puede producirse una


degradación severa, en la que se pierde por completo el perfil de suelo,
aflorando la roca madre. Esta secuencia de degradación es válida para
ambientes naturales, forestales y agrícolas.

Por el contrario, en el medio urbano e industrial los agentes de


perturbación producen contaminación directa por vertidos y sellado
superficial del suelo o asfaltización, lo que se traduce en una eliminación
drástica a corto plazo de la mayoría de la biota existente con
anterioridad. Únicamente a medio o largo plazo se reconstruye
parcialmente una red trófica, poco diversificada y en la que son
frecuentes las especies ruderales y especies alóctonas o especies
adaptadas a ambientes antrópicos muy específicos.

172
Situaciones de degradación: clasificación y tipología

El modelo de restauración ecológica idóneo para un área degradada


debe definirse tras determinar el agente, el tipo y el nivel de
degradación. En la Tabla 2.2 se presenta un esquema general de
situaciones de degradación de acuerdo con estas tres categorías. A
menudo existe una interrelación entre más de un agente o tipo de
degradación, que pueden retroalimentarse para dar lugar a un nivel de
degradación superior al derivado de cada agente o tipo de modo
individual. En la mayoría de los casos la degradación está causada
directa o indirectamente por un agente antrópico. No obstante,
catástrofes naturales relacionadas con la actividad sísmica (terremotos
y maremotos), volcánica o con fenómenos
meteorológicos(inundaciones, deslizamientos, desprendimientos y
avalanchas, etc.) pueden tener efectos devastadores sobre el suelo y la
vegetación, produciendo un rejuvenecimiento natural del perfil edáfico y
una regresión en la dinámica de la vegetación.

173
Muchas áreas degradadas a consecuencia de catástrofes naturales son
susceptibles de ser restauradas mediante modelos similares a los
aplicables en zonas degradadas por causas antrópicas. Por ejemplo, un
desprendimiento en una cresta rocosa produce el arrastre de grandes
bloques que sepultan por completo la vegetación de ladera y el suelo
existente, que quedan bajo la roca madre desprendida. La superficie
afectada por el desprendimiento se ve sometida a un proceso de
rejuvenecimiento mediante sucesión primaria de la vegetación, similar
al que tiene lugar en una cantera abandonada o en un talud de carretera
tras su construcción. Otro ejemplo del paralelismo entre agentes
antrópicos y naturales de degradación es el de los ecosistemas
naturales de carácter relictual, acantonados en ambientes con
microclimas capaces de amortiguar las condiciones ambientales
actuales. Es el caso de algunas formaciones vegetales del SE Ibérico
como las loreras de Prunus mahaleb, las formaciones de Sorbus
torminalis o los carrascales termófilos de Quercus rotundifolia de áreas
semiáridas, que presumiblemente presentaban una mayor extensión a
comienzos del Holoceno, pero se encuentran muy alejadas de su óptimo
ecológico en la actualidad debido a los cambios naturales del clima.
Para la mayoría de científicos y gestores no resulta ético intentar
restaurar antiguas áreas naturales ocupadas por estas formaciones que
deben evolucionar de manera natural, por lo que las únicas medidas de
gestión para estos hábitats terminales deben ser aquellas encaminadas
a evitar o reducir el riesgo de desaparición acelerada debido a agentes
antrópicos que les afecten directa o indirectamente, como los cambios
de uso del suelo o el actual proceso de calentamiento global. En estos
casos, tan solo la restauración de poblaciones concretas de
174
desaparición reciente en sitios que todavía conservan condiciones
micro climáticas adecuadas para la especie pueden tener cierta utilidad.
En el capítulo se trata en mayor detalle la restauración de especies y
hábitats de interés para su conservación. El hecho de que en términos
generales solo se actúe sobre áreas degradadas por causas humanas
se debe exclusivamente a un criterio de selección de áreas de
restauración basado en el agente de degradación. No obstante, en
determinadas situaciones en las que existe un riesgo sobre las personas
o un interés general,se llega a actuarsobre áreas naturales degradadas.
Por ejemplo, en ambientes semiáridos del SE Ibérico, las cuencas
neógenas de naturaleza margosa dan lugar a los característicos
paisajes en cárcavas, de gran actividad geomorfológica y difícil
colonización por la vegetación. Estos paisajes naturales o
seminaturales suelen tener un alto valor ambiental y paisajístico,
estando en muchos casos bajo determinadas figuras de protección
como en el caso del Desierto de Tabernas (Almería). Sin embargo, en
las inmediaciones de núcleos de población situados en áreas similares,
a menudo se realizan obras de corrección hidrológico-forestal (diques
de laminación y reforestaciones) para intentar reducir la actividad
erosiva, la exportación de sedimentos y el riesgo de inundaciones.

Situaciones de degradación susceptibles de restauración ecológica

Los cinco tipos generales de degradación antrópica identificados dan


lugar a distintas situaciones que pueden ordenarse de acuerdo con un
gradiente de degradación (Tabla 2.2). Este gradiente se traduce en
distintos niveles de afección sobre suelo y vegetación, lo que condiciona
175
el modelo de restauración ecológica aplicable en cada área tal como se
detalla en las secciones siguientes. La relación existente entre el suelo
y la vegetación hace que los procesos de sucesión ecológica y de
degradación ambiental no sean lineales. El proceso de sucesión
ecológica se define de modo simplificado en dos fases. Durante la
sucesión primaria, las plantas con capacidad colonizadora ocupan
progresivamente un sustrato prácticamente desprovisto de suelo. Tanto
los procesos de meteorización de la roca como el crecimiento de las
plantas colonizadoras favorecen la formación de suelo. Éste es un
proceso lento que requiere de la retroalimentación planta-suelo: un
suelo más evolucionado (más profundo, estructurado, con una mayor
cantidad de sustancias orgánicas) permite el crecimiento de una
cubierta vegetal más densa y con estructura más compleja, que a su
vez, aporta más sustratos orgánicos al suelo lo que incrementa el
desarrollo edáfico. La lentitud de los procesos de retroalimentación
positiva planta-suelo hace que sea costoso alcanzar el umbral por
encima del cuál el suelo y la vegetación están lo suficientemente
desarrollados como para que los efectos de un evento de degradación
sean reversibles. Por encima de dicho umbral, la degradación reduce el
tamaño poblacional de las especies de plantas y se produce una cierta
modificación de las propiedades del suelo. Esta alteración desencadena
un proceso de sucesión secundaria en el que la resiliencia de la
vegetación y la existencia de suelo permite la recuperación de la
integridad del ecosistema.

De manera análoga a los procesos de sucesión primaria y secundaria,


es posible entender la degradación ambiental en dos fases. En una

176
primera fase, de regresión secundaria, el estado de desarrollo del suelo
y la vegetación permite que los efectos de la degradación se reviertan
de forma natural, con un tiempo más o menos prolongado que será
dependiente del contexto ambiental y de la tipología e intensidad del
factor de degradación. Sin embargo, existe un umbral de degradación
de la vegetación por encima del cual es poco probable el retorno a corto
o medio plazo hacia etapas de degradación anteriores si no llevan a
cabo actuaciones de restauración ecológica. Este punto de no retorno
marca el límite entre los procesos de regresión secundaria y primaria.

El inicio de la regresión primaria se produce cuando la cobertura vegetal


alcanza un umbral mínimo, por debajo del cual se incrementa la
fragmentación del paisaje y se catalizan los procesos de erosión y
exportación de agua y sedimentos. Así mismo, la decapitación del suelo
por desmontes u obras que implican movimientos de tierras de impacto
extremo llevan directamente a ese punto de no retorno.

Degradación por abandono de suelo urbano o industrial, e infraestructuras


de comunicación

El abandono de suelo urbano o industrial, y la construcción de


infraestructuras constituyen las situaciones de degradación con un
impacto más severo (Tabla 2.2). Incluyen cortas y vertidos de estériles
mineros, suelos contaminados, vertederos, escombreras, taludes de
carretera y áreas en las que la vegetación natural y el suelo han sido
eliminados, dejando la roca madre desnuda, o bien, el suelo se ha

177
compactado, cementado o rellenado con escombros u otros materiales
exógenos.

La restauración ecológica en muchas de estas situaciones es


prácticamente inviable, al haberse alcanzado un grado de degradación
extremo del suelo y
encontrarsesumidasenunamatrizperiurbanaoindustrial,enlaquelavegeta
ción natural que pudiera actuar como puntos de nucleación ha sido en
muchos casos totalmente eliminada. Las únicas medidas de
recuperación realistas se limitan a la descontaminación y rehabilitación
de las propiedades básicas del suelo, así como a un ajardinamiento o
revegetación que reduzca el impacto paisajístico.

En otros casos, como el de actividades extractivas, realizadas en el


medio natural, es posible la restauración ecológica, aunque a menudo
ésta choca con impedimentos topográficos como en cortas mineras,
pantanos y terreras, en las que es necesaria una preparación del terreno
encaminada a crear perfiles suaves y estables para reducir el impacto
paisajístico, lo que encarece en gran medida las tareas de restauración.

Dentro de esta categoría también se incluyen las vías de transporte y


comunicación (carreteras, caminos, ferrocarriles, redes eléctricas, vías
de saneamiento, gaseoductos, etc.), que conectan áreas urbanas e
industriales atravesando zonas rurales, agrícolas o naturales. La
construcción de estas infraestructuras genera un impacto severo o
extremo sobre el suelo y la cubierta vegetal. No obstante, algunas de
ellas llevan aparejado un proyecto de restauración o acondicionamiento
ambiental, con el objetivo de tamponar el impacto paisajístico y
disminuir los impactos sobre flora y fauna. En otros casos, es el propio
178
proceso de regeneración natural el que reduce el impacto causado por
la construcción de la infraestructura. Esto se ve favorecido por la
estructura lineal de muchas de estas obras (ej. redes de saneamiento,
gaseoductos, etc.), lo que favorece la recolonización natural cuando la
matriz paisajística que atraviesan tiene un alto grado de naturalidad.

Degradación por abandono de sistemas agrícolas y forestales

El abandono de sistemas agrícolas y forestales genera situaciones de


degradación con impacto variable, generalmente de moderado a severo
(Tabla 2.2). Las técnicas de preparación del terreno con maquinaria
pesada han generado en sistemas agrícolas y forestales de gran
fragilidad física y ecológica superficies con horizontes orgánicos poco
profundos o inexistentes, de difícil recolonización por la vegetación
natural circundante (laboreo en pendiente, terrazas de plantación,
terraplenes y taludes entre terrazas, cárcavas por rotura de terrazas,
colapso de diques de laminación, etc.). Algunas de estas zonas
muestran tasas de erosión superiores a las de zonas próximas no
repobladas (Ortigosa 1991; Bellot et al. 2001; Chirino et al. 2006).

Muchas repoblaciones de pino carrasco (Pinus halepensis) han


generado en áreas semiáridas paisajes artificiales, biológicamente
empobrecidos, en los que se ha constatado una ralentización de los
procesos de desarrollo del suelo (Ruiz-Navarro et al. 2009) y del
proceso natural de recolonización vegetal mediada por la interferencia
generada por el pino (Maestre y Cortina 2004; Navarro-Cano et al.
2009). Además, los campos abandonados y las plantaciones forestales

179
fallidas suponen una transformación sustancial de la estructura y
conectividad del paisaje a nivel de flujos de escorrentía y sedimentos.
En estos casos es necesario trabajar no solo en la reducción de la
erosión del suelo y la exportación de sedimentos por escorrentía,
mediante revegetación (Lesschen et al. 2007; Meerkerk et al. 2009),
sino también en la aplicación de técnicas de restauración ecológica
encaminadas a recuperar las funciones básicas para el
automantenimiento de las comunidades biológicas que interactúan en
el proceso de sucesión vegetal.

Degradación por uso extensivo del monte, de sistemas agropecuarios y


forestales

El uso extensivo del monte, de sistemas agropecuarios y forestales


genera situaciones de degradación con impacto ligero a moderado
(Tabla 2.2). Incluye todos los sistemas en los que no hay una
transformación directa del suelo, o bien es ligera o moderada, y las
principales afecciones se dan directamente sobre la vegetación natural
concurrente, que es eliminada para mejorar la productividad del sistema
o sufre pisoteo o ramoneo por ganado.

A menudo se trata de áreas con baja densidad de población, que han


sufrido cierta degradación secular por aprovechamientos tradicionales
del monte, antiguos campos extensivos de cereal abandonados, que
han sido colonizados por la vegetación ruderal, campos agrícolas de
secano y repoblaciones forestales de más de 50 años, que se realizaron
con anterioridad a la introducción de maquinaria pesada en el campo.

180
En estos ambientes el suelo se ha empobrecido en superficie pero en
muchos casos existen manchas remanentes de vegetación potencial o
de etapas de degradación tempranas en zonas vecinas, que pueden
facilitar la recolonización vegetal a medio o largo plazo. Eventualmente
se producen situaciones de degradación extrema asociada a estos
usos, como en las inmediaciones de majadas cercanas a granjas
ganaderas. Estos puntos se asimilan más a una degradación por
actividad industrial, por lo que deben ser tratados como tales.

Degradación por efecto del cambio climático

La degradación por efecto del cambio climático puede afectar


transversalmente a cualquiera de los tipos anteriores, acelerando el
proceso de degradación, sobre todo en situaciones cercanas al umbral
mínimo de respuesta de un ecosistema ante estreses físico-climáticos.
Algunos ejemplos de posibles afecciones negativas del cambio
climático sobre ambientes degradados son: las migraciones
latitudinales de especies, de las que ya existen pruebas inequívocas
(Lavergne et al. 2006), las invasiones de exóticas introducidas, que
generan reajustes funcionales en los ecosistemas (Gritti et al. 2006) o
el desplazamiento altitudinal del óptimo ecológico en taxones de pisos
bioclimáticos inferiores (Parolo y Rossi 2008). En estas situaciones el
rápido cambio climático que se está produciendo obliga a:

a) un reajuste del modelo de restauración ecológica, para prever


descensos en el umbral de respuesta de un ecosistema ante el proceso
de degradación, lo que obligará a realizar reajustes en la metodología
restauradora para cada situación de degradación,

181
b) reajustar la selección de especies de plantación para incluir especies
con requerimientos de nicho ecológico coincidentes con las condiciones
micro climáticas actuales o previstas a corto-medio plazo,

c) desechar para la plantación especies muy exigentes en cuanto a


condiciones termo-hídricas, en las que actualmente ya no se observe
establecimiento natural en las inmediaciones del sitio a restaurar, o se
observen mortandades generalizadas,

d) estimar cuál puede ser el resultado de nuevas interacciones entre


especies que no habían interactuado hasta la fecha o que sólo tenían
un papel marginal en el sistema, sobre todo si se trata de especies
alóctonas, e) evaluar la posibilidad de que exista desacoplamiento
fenológico entre interacciones tanto generalistas como especialistas,
por ejemplo entre determinadas especies vegetales y sus polinizadores.

Modelos de restauración aplicables a ambientes degradados en


ambientes semiáridos

Restauración y sucesión ecológicas, y ecosistema de referencia

La restauración ecológica es el proceso de intervención para la


recuperación de un ecosistema que ha sido destruido, dañado o
degradado. Es una actividad intencionada, que activa o acelera la
dinámica de un ecosistema con respecto a su salud (funciones),
integridad (composición y estructura) y sostenibilidad (resistencia a la
perturbación y resiliencia) (Society for Ecological Restoration 2005). La
sucesión ecológica es la base sobre la que se asienta la estructura y

182
objetivos de la restauración ecológica (Young 2000),por lo que ambas
comparten los principios básicos de la teoría ecológica (Margalef 1968;
Bradshaw 1987). A lo largo del siglo XX se han planteado diversos
modelos de sucesión en el marco de la teoría ecológica (Walker y del
Moral 2003). Sin embargo, la necesidad de contar con un modelo de
sucesión predecible para su aplicación en restauración ha llevado al
predominio de la idea de un estado clímax del ecosistema, tanto en
estudios sucesionales como en proyectos de restauración (Hilderbrand
et al. 2005). Esto se manifiesta, por ejemplo, en el tipo de especies
utilizadas y en la imagen objetivo que se desea alcanzar. Así, la
dominancia oligo específica que se produce en los paisajes vegetales
extra tropicales conduce a una equivocada percepción de las
comunidades como agregados de especies características y
diferenciales, incluso por parte de los ecólogos de la restauración
(Balaguer 2002). En este sentido, hay que tener en cuenta que la rareza
inherente es una cualidad consustancial a cualquier comunidad vegetal
(Maina y Howe 2000). De hecho, la pérdida de especies, aunque sean
funcionalmente redundantes, aumenta la probabilidad de extinción del
grupo funcional, con la repercusión que este fenómeno puede tener
sobre la estabilidad de un ecosistema (Fonseca y Ganade 2001).

Actualmente existen tres teorías generales sobre la sucesión en


ecosistemas: a) teoría del equilibrio, b) teoría del equilibrio múltiple y c)
teoría del no equilibrio. Cada una de ellas realiza asunciones diferentes
en cuanto a dirección, estabilidad, trayectoria, predictibilidad y factores
clave en la sucesión. En la Tabla 3.1 se esquematizan los tres modelos
de sucesión, de acuerdo con Suding y Gross (2006).

183
En un modelo de sucesión en equilibrio (Tabla 3.1) dos posibles estados
iniciales (A y B) de un ecosistema acaban convergiendo en un estado
estable (D), capaz, en ausencia de perturbaciones, de auto mantenerse.
Es el estado clímax o potencial climatófilo, que se alcanza en ausencia
de limitaciones físicas (climáticas, geológicas, geomorfológicas). El
modelo general presentado en la Tabla 3.1 puede sufrir modificaciones
en función de los condicionantes físico-climáticos locales, dando lugar
a otros estados estables (ej. comunidades edafoxerófilas, propias de
ambientes rupícolas o subrupícolas, comunidades riparias,
comunidades permanentes edafohalófilas, propias de saladares, etc.).
El modelo de sucesión en equilibrio múltiple (Tabla 3.1) postula que dos
posibles estados iniciales (A y B) pueden evolucionar por caminos
diferentes, hasta alcanzar estados estables distintos(D y A’). Asume que

184
pequeños cambios de partida en las variables que rigen la dinámica del
ecosistema provocarán cambios de régimen o colapsos en la
trayectoria, que pueden llevar a un nuevo estado estable en cada caso
(A’). El modelo dinámico de no equilibrio (Tabla 3.1) predice trayectorias
diferentes a partir de dos estados iniciales (A y B), que vienen
determinadas por la historia de eventos estocásticos que producen una
sucesión no direccional y discontinua.

Este modelo lleva siempre a estados inestables y diferentes en función


de la situación espacio-temporal de partida. La elección del modelo de
sucesión previsto para el sitio a restaurar es fundamental a la hora de
determinar el ecosistema de referencia. Asumiendo un modelo de
equilibrio o equilibrio múltiple, el ecosistema de referencia es el estado
que se pretende alcanzar a corto o medio plazo tras la restauración y
que se prevé siga una trayectoria sucesional que pueda culminar a largo
plazo en uno o varios posibles estados estables.

Por lo tanto, el ecosistema de referencia no tiene por qué coincidir con


un estado estable del ecosistema, pero debe tener los atributos de
salud, integridad y sostenibilidad que promuevan la trayectoria natural
del sitio hacia un estado estable en ausencia de perturbaciones. El
modelo dinámico de no equilibrio asume la ausencia de un estado
estable. Su impredecibilidad dificulta su aplicación en restauración en
sentido estricto, al no permitir por definición la evaluación a medio o
largo plazo.

No obstante, puede ser aplicado en proyectos de rehabilitación o


biorremediación, que tan solo pretenden recuperar un entorno físico y/o
mejorar sus funciones en términos de productividad, sin pretensiones
185
de recuperar la composición y estructura natural de las comunidades
biológicas, o de reconducir el ecosistema hacia una trayectoria natural
sostenible.

La elección del ecosistema de referencia plantea, además de la


selección del modelo de sucesión a seguir, otro problema conceptual:
¿qué grado de naturalidad queremos que tenga esa referencia? Intentar
reproducir mediante restauración ecológica un ecosistema primigenio
requiere, además del sustrato socioeconómico adecuado, un
conocimiento histórico y paleoecológico que en raras ocasiones se
tiene. Además, el proceso de cambio global en el que nos encontramos
obliga a replantearse la potencialidad o sostenibilidad de lo que hasta
ahora considerábamos estado estable de un ecosistema.

En el caso de elegir como referencia un ecosistema existente en la


actualidad podemos caer también en el error de considerar como
estable un ecosistema que no se encuentra en su óptimo ecológico, que
es fruto de factores antrópicos modernos y que puede igualmente
derivar en otro estado muy diferente por efecto del cambio global o de
cambios socioeconómicos regionales (Harris y van Diggelen 2006). Por
lo tanto, a la hora de elegir el ecosistema de referencia es necesario
valorar la calidad de la información con la que se cuenta, tanto sobre la
historia de cambios como sobre futuros escenarios ambientales y
socioeconómicos que puedan afectar al sitio de restauración.

Los objetivos de un proyecto de restauración estarán basados en el


ecosistema de referencia. Así mismo, la evaluación del grado de
restauración alcanzado, una vez transcurrido un tiempo estipulado tras
las obras, también se hará en función de ecosistema de referencia. Los
186
atributos generales que debe reunir un ecosistema restaurado son los
siguientes (Society for Ecological Restoration 2004):

a) El ecosistema restaurado presenta un ensamblaje de especies y una


estructura al nivel de comunidad similar al ecosistema de referencia.

b) Está integrado en su mayoría por especies autóctonas (subespecies,


ecotipos) en el caso de ecosistemas naturales, con participación de
especies exóticas domesticadas y no invasoras en el caso de
ecosistemas sometidos a cierto aprovechamiento agropecuario o
situados en áreas urbanas o industriales.

c) Todos los grupos funcionales necesarios para el desarrollo auto


ecológico del ecosistema restaurado están presentes, o tienen el
potencial para recolonizar el área desde zonas vecinas.

d) Los rasgos físicos del ecosistema restaurado permiten el


establecimiento de poblaciones reproductivas de las especies clave
para la estabilidad o evolución del ecosistema en la trayectoria deseada.

e) No se detectan fallos en las funciones básicas del ecosistema, de


acuerdo con su fase de desarrollo.

f) El ecosistema restaurado mantiene flujos abióticos y bióticos


adecuados con la matriz paisajística dentro de la que se encuentra
integrado.

g) Se han eliminado o atenuado las amenazas de degradación sobre el


ecosistema restaurado provenientes de los alrededores.

187
h) El ecosistema restaurado muestra un grado de resiliencia que le
permite soportarlos estreses periódicos a los que se ve sometido de
modo natural.

Pasado, presente y futuro de la restauración ecológica en España

Una retrospectiva de la restauración en España, en sus orígenes


denominada simplemente repoblación o reforestación en el ámbito
forestal, o rehabilitación o restauración ambiental en ambientes
específicos con degradación severa o extrema (suelos contaminados,
áreas mineras, etc.) nos lleva a establecer resumidamente los
siguientes periodos:

Desde la antigüedad hasta mediados siglo XIX: repoblaciones o


plantaciones rudimentarias enfocadas a una imagen objetivo basada en
una especie productora o protectora, que era plantada con medios
manuales y con nula o escasa preparación del terreno.

Desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1930: introducción del
diseño de repoblaciones pluriespecíficas enfocadas a reactivarla
dinámica vegetal y reconstruir el bosque maduro; preparación del
terreno con tracción animal o a mano.

Desde la posguerra civil hasta la década de 1980: plantaciones


monoespecíficas de coníferas resistentes a la sequía (Gil y Aránzazu
1993; Moreno 1999; Olarieta et al. 2000), de fácil cultivo y supuesto
(aunque no contrastado) beneficio para la dinámica vegetal (Montero de
Burgos y Alcanda 1993); aumento progresivo de la mecanización en la
preparación del suelo; extensión de las terrazas forestales a partir de la
década de 1970.

188
Desde finales de los 80 hasta finales de los 90: periodo de reflexión tras
las críticas vertidas a las repoblaciones clásicas (Esteve et al. 1990;
Ortigosa 1991; García-Ruiz y Ortigosa 1992; Chaparro 1994; Herrero-
Borgoñón y Rubio 1994; Williams et al. 1995) y las nuevas expectativas
suscitadas por el Programa de Reforestación de Tierras agrarias de la
Unión Europea; reducción de la superficie repoblada, abandono de las
técnicas de aterrazado y ampliación del espectro de especies a utilizar
(MIMAM 2002); ensayo de nuevas técnicas de preparación del suelo;
primeras grandes obras de eco ingeniería en ambientes mineros y obras
civiles.

Desde finales de los 90 hasta el presente: nuevas perspectivas desde


la ecología de la restauración; diseño de modelos de bajo impacto sobre
el suelo; diseño de microcuencas, uso de interacciones entre especies
(facilitación, efecto nodriza, selección del microambiente de plantación,
papel de dispersores); importancia de la selección de especies y
producción de planta adaptados a ambientes semiáridos; proliferación
de proyectos de restauración de ecosistemas con criterios ecológicos
cofinanciados por programas europeos (LIFE, PRODER, FEDER, etc.);
implicación de empresas causantes de la degradación de un ecosistema
en su restauración (ej. restauración de canteras de yeso en Almería);
primeros proyectos de restauración ecológica integral que incluyen
evaluación a medio-largo plazo (ej. restauración del Rio Guadiamar tras
el desastre de Aznalcóllar).

Durante el siglo XX, las experiencias de reforestación o restauración del


monte en ambientes semiáridos, casi siempre con fines protectores, se
189
han realizado en su mayoría sobre suelo forestal o con actividad
agropecuaria marginal. En estas áreas los denominados proyectos de
restauración hidrológico-forestal se han basado en la construcción de
hidrotecnias en cauces y la plantación de pino carrasco (Pinus
halepensis) a escala de cuenca, para luchar contra la erosión y
regulación de escorrentías (Del Palacio 1999). En los últimos años han
aparecido nuevos trabajos que señalan el escaso éxito de las
repoblaciones forestales en términos de tasas de escorrentía, erosión,
capacidad de retención de agua, biodiversidad y biomasa de distintos
niveles tróficos, y dinámica del suelo (Bellot et al. 2001; Maestre y
Cortina 2004; Chirino et al. 2006; Goberna et al. 2007; Ruiz-Navarro et
al. 2009). A estos trabajos hay que añadir aquellos que ahondan en la
problemática desde una perspectiva socioeconómica y político-
estratégica (García-Pérez 1999; Martínez-Fernández y Esteve 2005).
Por el contrario, son escasos los estudios que valoran positivamente el
efecto del modelo clásico de repoblación en ambientes semiáridos, más
allá de los referidos al desarrollo de la especie plantada o al efecto del
método de preparación del terreno sobre las propiedades del suelo (ver
por ejemplo Querejeta et al. 2001; Barberá et al. 2005). Sin embargo,
existe todavía cierta inercia en el uso de estas técnicas de restauración,
como muestra el manual Restauración Hidrológico-Forestal de Cuencas
y Control de la Erosión (VV.AA. 1998), en el que existe un gran
desequilibrio entre actuaciones de hidrotecnia y las de restauración de
la vegetación.

En los últimos años se han planteado nuevos modelos teóricos de


rehabilitación de tierras amenazadas por la desertificación mediante el

190
control a pequeña escala del agua de escorrentía en ladera. Es el caso
del modelo basado en la oasificación (Martínez de Azagra et al. 2004),
que propone la preparación del terreno mediante microcuencas de
captación calculadas para favorecer la infiltración del agua de
escorrentía. Aunque el objetivo general deseado por el modelo de
oasificación no dista mucho del modelo forestal clásico, sus autores
reconocen la posible idoneidad de elegir como imágenes objetivo para
ambientes áridos, mosaicos de comunidades vegetales preforestales.
La detección de necesidades no satisfechas ha obligado a desarrollar
nuevas técnicas de repoblación, denominadas ahora, de restauración
ecológica o ambiental. En este sentido, se ha avanzado en diversos
aspectos sobre la producción y calidad de la planta en vivero (Birchler
et al. 1998; Barea yHonrubia 2004; Oliet et al. 2004; Cortina et al. 2006),
en nuevos métodos de preparación delterreno y plantación (Navarro y
Martínez 1996;De Simón et al. 2004; Barberá et al. 2005), así como en
selvicultura preventiva (Bautista et al. 1996; GonzálezOchoa y De las
Heras 2002; Baeza 2004; De las Heras et al. 2004). También se han
incorporado a estas investigaciones numerosas especies autóctonas
con potencial restaurador; principalmente frondosas xerofíticas como
quercíneas, acebuche (Olea europaea ssp. sylvestris) o lentisco
(Pistacia lentiscus) (Cortina et al. 2004). Sin embargo, aún perdura
cierta inercia del antiguo enfoque productivista al que aluden Castillo
(1997) o García-Pérez (1999), tal y como prueba el hecho de que de las
456.188 hectáreas que se acogieron a las ayudas europeas para
forestación de tierras agrarias en el periodo 1994-1999, 231.314 ha
pertenecen principalmente Quercus ilex y Q. suber, 150.992 ha a
coníferas, con 86.459 ha de masas monoespecíficas, en su mayoría de
191
Pinus halepensis y tan solo 9.543 ha a otras especies arbóreas o
arbustivas (MIMAM 2002). La ecología de la restauración ha
profundizado en los últimos años en el estudio de las relaciones
interespecíficas para afianzar conocimientos sobre la dinámica de los
ecosistemas, que permitan desarrollar nuevas técnicas de restauración
ambiental. Trabajos como los de Callaway (1992, 1995) han servido
para aplicar las relaciones entre plantas, principalmente la facilitación,
para la introducción de especies nativas aprovechando microambientes
creados por otras especies (García et al. 2000; Castro et al. 2002;
Maestre et al. 2001, 2003; Barberá et al. 2006). La mayoría de estos
trabajos se han desarrollado en el marco de los ambientes áridos y
semiáridos, en donde el problema de la escala temporal a la que se
desarrolla la sucesión (Cody 2000; Van den Berg y Kellner 2005) y el
reducido éxito de las técnicas de repoblación clásicas (Maestre y
Cortina 2004) hacen más conspicua la necesidad de aplicar técnicas de
restauración desde una base ecológica. Las complejas interrelaciones
entre especies, no solo planta-planta sino también entre niveles tróficos
distintos (Zamora et al. 2004; Reynolds et al. 2003; Walker y del Moral
2003), así como las interrelaciones mediadas por una tercera especie o
grupo de especies (Orrock et al. 2003; De Deyn et al. 2003; Wilby y
Shachak 2004) ponen de manifiesto la necesidad de profundizar en el
estudio de la dinámica de las comunidades de modo integrado (Connell
y Slatyer 1977; De Deyn et al. 2003). En este sentido, diversos estudios
destacan la importancia de los agentes dispersores y el microhábitat de
dispersión en la demografía y autoecología de especies de plantas
leñosas características de estados sucesionales avanzados (Wunderle
1997; García-Fayos y Verdú 1998; Rey y Alcántara 2000; Jordano y
192
Schupp 2000; García et al. 2001). Modelos de restauración 48 Por otro
lado, la fase de plántula representa el principal cuello de botella para la
dinámica poblacional de una especie (Harper 1977; Grubb 1977;
Kitajima y Fenner 2000). Por tanto, se puede señalar el periodo que
abarca desde la dispersión de las diásporas hasta el reclutamiento y
crecimiento temprano de plántulas como el más crítico en el ciclo
biológico de una planta (Wang y Smith 2002; Walker y Del Moral 2003;
Young et al. 2005; Münzbergová y Herben 2005). Sin embargo, la
limitación en la llegada de semillas, emergencia y supervivencia de
plántulas no sólo tiene consecuencias para la especie en cuestión, sino
que puede condicionar la riqueza específica local y la productividad
primaria de la comunidad (Zeiter et al. 2006).

El esfuerzo creciente en la investigación del papel de la limitación de


semillas y plántulas en la estructura de las comunidades vegetales y los
mecanismos de coexistencia de especies se hace extensible a la
ecología de la restauración (Young et al. 2005). Actualmente se
desaconseja el uso de semillado para la repoblación en ambientes
semiáridos (Serrada 1993), debido a las limitaciones impuestas por
diversos factores físicos (estrés hídrico, irregularidad climática) y
biológicos (alta tasa de depredación, competencia temprana con otras
especies vegetales). Sin embargo, las posibilidades de aplicación de las
interacciones positivas entre especies dentro del ámbito de la ecología
de la restauración abren nuevas perspectivas. La incorporación de
conceptos como el de islas de fertilidad o de recursos (Garner y
Steinberg 1989; Pugnaire et al. 1996; Bochet et al. 1999) o el uso de
plantas nodriza (GómezAparicio et al. 2004; Padilla y Pugnaire 2006)

193
obligan a replantear la utilidad de las siembras en combinación con la
selección de micrositios de facilitación (Barberá et al. 2006), ante la
necesidad de buscar técnicas de restauración de mínimo impacto. Al
mismo tiempo, la incorporación a la ecología de la restauración de las
técnicas de siembra directa a escala de micrositio puede aportar un
conocimiento fundamental sobre las reglas de ensamblaje de los
ecosistemas y, por tanto, los factores de control de la dinámica vegetal
(Münzbergová y Herben 2005).

Tipos de restauración ecológica

El grado de restauración admisible por un ecosistema está determinado


por el agente de degradación, el tipo y el nivel de degradación. Estos
factores, a menudo junto con la capacidad presupuestaria, determinan
el modelo de restauración ecológica. Se reconocen tres modelos
generales de restauración (Society for Ecological Restoration 2005):

a) Recuperación de un ecosistema degradado (cambios leves o


graduales que reducen su composición, estructura y funcionalidad
ecológica) o dañado (cambios drásticos) a su estado anterior. Algunos
ejemplos de ecosistemas susceptibles de recuperación son los bosques
sometidos a leñado o cortas de baja o mediana intensidad, áreas
adehesadas afectadas por el ganado, fruticedas de arbustos,
matorrales y pastizales con aprovechamiento tradicional, cultivos
marginales abandonados

b) Sustitución de un ecosistema totalmente destruido (degradación o


daño que ha eliminado casi toda la vida macroscópica y ha destruido el
ambiente físico). El nuevo ecosistema debe ser reconstruido en su

194
totalidad. Las sustituciones son comunes en zonas afectadas por
actividades mineras, industriales o por urbanización en donde se
mantiene una matriz pai- Modelos de restauración 50 sajística con
elementos naturales. A menudo no consigue reproducir con exactitud la
composición del ecosistema de referencia pero sí recuperan, al menos
parcialmente, su funcionalidad y estructura

c) Transformación de un ecosistema en otro diferente, o en otro tipo de


uso de suelo existente en la misma región biogeográfica, al ser
totalmente eliminado el ecosistema original, cuya matriz paisajística
también ha sido irreversiblemente alterada. El caso más habitual es el
de zonas verdes de áreas urbanas en donde, por ejemplo, las
condiciones hidrológicas originales o el perfil de suelo no pueden
restaurarse. También se aplica en el caso de cortas mineras con
cambios abruptos en el perfil topográfico, o depósitos de residuos
mineros que se requieren eliminación o sellado por su elevada toxicidad.

A los tres modelos generales de restauración se debe añadir la


restauración pasiva o sucesión espontánea (del inglés spontaneous
succession), que debe ser siempre contemplada como la opción cero
en restauración ecológica. Consiste en dejar actuar sin intervención
alguna el proceso natural de sucesión ecológica que se inicia en todo
ecosistema degradado tras el cese del agente de degradación.

La restauración pasiva ha sido a menudo ignorada en la ecología de la


restauración, si bien, durante la última década viene siendo aplicada en
ambientes degradados centroeuropeos, como pastizales manejados,

195
graveras, canteras, minas de carbón, turberas, etc. (Prach et al. 2013).
Estos ambientes en restauración a menudo admiten un cierto manejo
para favorecer una imagen objetivo concreta, que no tiene por qué
incluir solamente plantaciones con especies de interés sino manejo de
las interacciones con polinizadores, herbívoros, etc. En términos
coste/beneficio está especialmente aconsejada en aquellos sitios
degradados que mantienen cierta productividad y con niveles de estrés
intermedios, por lo que el propio capital natural del sitio produce niveles
de recuperación aceptables en un tiempo razonable (Prach y Hobbs
2008). En ambientes semiáridos no existen muchas experiencias de
restauración pasiva intencionada, pero la desidia de propietarios o
autoridades y la ralentización burocrática han convertido en auténticos
laboratorios naturales de restauración pasiva muchos ecosistemas
degradados, incluso en condiciones de estrés abiótico severo. En este
sentido, incluso en ambientes artificiales con condiciones de partida
extremas, como por ejemplo depósitos de residuos minero-metalíferos
existen indicios de activación de la sucesión espontánea y recuperación
de la vegetación relativamente rápidos.

Existen otro tipo de intervenciones (Walker y del Moral 2003; Society for
Ecological Restoration 2005) a medio camino entre una reutilización del
suelo y una restauración ecológica sensu stricto (recuperación o
sustitución). Así, el término anglosajón reclamation (estabilización)
define una serie de acciones para estabilizar físicamente el terreno y
revalorizar en términos económicos un lugar. Raramente utiliza
ecosistemas autóctonos como referencia, pero el ecosistema creado
puede auto mantenerse. El término real location (reasignación) se

196
refiere al manejo de un ecosistema para su reutilización como otro tipo
de uso de suelo, con el objetivo de mejorar su funcionalidad. A menudo
rompe la trayectoria sucesional del ecosistema previo. Las acciones de
rehabilitación tratan de reparar a corto plazo las funciones de un
ecosistema dañado, principalmente su productividad, mediante el uso
de especies autóctonas que actúen como fito-estabilizadoras y
reactivadoras de los procesos planta-suelo. Sin embargo, no pretenden
un objetivo dinámico a largo plazo. La mitigación trata de compensar
cierto daño ambiental producido por la ejecución de un proyecto. Por
último, la biorremediación consiste en el uso de especies tanto
vegetales como microbianas (no tienen por qué ser autóctonas) para
reducir la toxicidad de un suelo contaminado.

La biorremediación que utiliza en lo posible material autóctono o


alóctono no invasor puede integrarse como una etapa más dentro de un
modelo de restauración de tipo sustitución o transformación. Así mismo,
acciones de estabilización, reasignación o rehabilitación también
pueden contemplarse como un paso inicial dentro de un modelo de
restauración que contemple otras etapas posteriores encaminadas a
reconducir la dinámica natural de un lugar hacia un ecosistema de
referencia natural y sostenible. En ambientes urbanos se da la paradoja
de que a menudo no existe una matriz natural o seminatural en el
paisaje, más allá de la que ofrecen algunos parques y jardines de diseño
clásico o con vocación naturalística. Por esa razón no se suele aplicar
el término restauración ecológica en este ámbito. Sin embargo, en
muchos países económicamente desarrollados, como en el centro y
norte de Europa se ha desarrollado toda una cultura en favor de la

197
naturación urbana, que pretende no solo una recuperación paisajística
de zonas verdes en el corazón de las ciudades, sino la recreación de
ecosistemas naturales en miniatura sobre sustratos artificiales como
tejados, azoteas y muros (conocidos en inglés como green roofs y green
walls). Numerosos estudios demuestran que este tipo de proyectos
consiguen recrear funciones ecosistémicas importantes (incremento de
la biodiversidad, provisión de polinizadores, regulación de flujos de
materia y energía, ciclado de nutrientes, termorregulación, etc.)
(Oberndorfer et al 2007). Por estas razones bien pueden considerarse
proyectos de restauración ecológica de transformación en miniatura.

Este tipo de iniciativas son todavía anecdóticas en ambientes urbanos


de climas semiáridos, por ejemplo de la Península Ibérica. Con el
propósito de asistir en la toma de decisiones en laTabla3.2 se ordenan,
de acuerdo con el modelo de restauración más apropiado, las
situaciones de degradación identificadas en ambientes semiáridos. No
obstante, factores limitantes como el presupuesto disponible, el grado
de aceptación del nuevo uso por parte de la población, y sobre todo, el
grado de alteración física del terreno, tanto del relieve como del perfil de
suelo, condicionarán la actuación de restauración, pudiendo ser
necesario descender un nivel en el grado de restauración deseado, o
aumentarlo, cuando exista la coyuntura adecuada. En función de la
existencia de riesgos para la población y de la presencia de una matriz
paisajística natural podría optarse por llevar a cabo un proyecto de
restauración de tipo sustitución o transformación. La sustitución podría
ser pasiva, en caso de que se detectara una sucesión espontánea hacia
el ecosistema de referencia y cuando existieran riesgos por el uso de

198
maquinaria pesada. Alternativamente podría optarse por una sustitución
activa que, de menor a mayor grado de intervención, conllevara la
restauración de hábitats concretos (ej. mediante la plantación de sus
especies características), la fitoestabilización del depósito o la
rehabilitación del ecosistema. El tipo de sustitución vendría determinado
por el presupuesto, la posibilidad de emplear métodos de mecanización
más o menos severos, la necesidad de tratar los taludes o de emplear
enmiendas, entre otros factores. En los casos en los que se necesitara
una intervención más severa, por ejemplo por la existencia de riesgos
para la población, se llevaría a cabo una transformación mediante el
sellado del depósito o la eliminación de los residuos. En este caso, en
la toma de decisiones habría que considerar la disponibilidad
presupuestaria, el tipo de impermeabilización necesario, el
mantenimiento del sellado, la capacidad para almacenar y gestionar
residuos, entre otros factores. Tras las acciones de transformación sería
posible emprender medidas de sustitución. Debe considerarse que en
muchos casos, las soluciones intermedias, que combinan la
restauración pasiva con la recuperación activa de algunos elementos
concretos del ecosistema de referencia a través de intervenciones
ajustadas al nivel de degradación y la capacidad de respuesta del
ecosistema degradado pueden ser las más eficientes (Walker et al.
2014).

Diseño general de un proyecto de restauración ecológica

La identificación de un ecosistema degradado antecede a la voluntad,


necesidad u obligación legal de recuperarlo a un estado previo. Una vez
199
tomada la decisión de intervenir, al diseño de un proyecto de
restauración le preceden una serie de tareas. A continuación se hace
una propuesta de máximos basada en las recomendaciones técnicas
de la Society for Ecological Restoration (2005). En función del proyecto
es posible prescindir de alguna de las recomendaciones que se relatan
a continuación:

a) Elección de la entidad redactora y supervisora de la ejecución del


proyecto,

b) Recogida de información existente sobre el estado actual del medio


físico y biológico de la zona de estudio. Redacción de nuevos estudios
si no existe información detallada,

c) Recogida de información histórica y cartográfica sobre la evolución


del ecosistema de estudio: evolución de la vegetación, cambios de uso,
actividades relacionadas con el medio biológico. Licitación de nuevos
estudios si no existe información detallada,

d) Elaboración de un seguimiento previo a la intervención. Debe


prolongarse durante al menos un año y consiste en la medida, al menos
estacional, de parámetros físico-químicos de suelo y agua, de actividad
biológica edáfica, vegetal y faunística, y de medidas de funcionamiento
del ecosistema, tales como balances de nutrientes, actividad biológica,
producción de biomasa, biodiversidad y redes tróficas,

e) Establecimiento del ecosistema de referencia. Viene determinado por


el análisis de la información existente sobre el estado previo a la
degradación de la zona de estudio, así como la evolución (o regresión)
del ecosistema desde su perturbación hasta la actualidad. Requiere de

200
un estudio a escala local y regional para determinar las especies e
interacciones clave en cada etapa sucesional y las situaciones
particulares derivadas de eventos estocásticos, que pueden dar lugar
varios estados potenciales para una misma etapa sucesional,

f) Realización de ensayos piloto para conocer los requerimientos auto


ecológicos de las especies clave y los métodos de implantación más
efectivos,

g) Preparación de una lista de objetivos para alcanzar el ecosistema de


referencia mediante un proyecto de restauración.

Una vez generada la información mencionada, se puede redactar con


ciertas garantías el proyecto de restauración. No obstante, conviene
valorar la necesidad de incluir un estudio de la percepción social del
problema por parte de la población local y usuarios de la zona.
Asimismo, puede ser necesario incluir a la población local en las tareas
de ejecución del proyecto, o al menos contemplar medidas de
divulgación o educación ambiental entre distintos colectivos vinculados
a la zona a restaurar.

El proyecto de restauración debe incluir los siguientes apartados


(Society for Ecological Restoration 2004):

a) Explicación argumentada acerca de los motivos por los que es


necesaria la restauración del ecosistema seleccionado. Se debe definir
el tipo de degradación que sufre, sus consecuencias para el
funcionamiento del ecosistema y la matriz paisajística a la que
pertenece,

b) Descripción ecológica exhaustiva del lugar a restaurar,


201
c) Exposición concreta de los objetivos del proyecto de restauración,

d) Elección y descripción del ecosistema de referencia,

e) Explicación acerca del modo en que la restauración se integrará en


el conjunto del paisaje y sus flujos de materia y energía,

f) Programa de actuaciones y presupuesto desglosado para cada una


de las fases: preparación del terreno, introducción de especies, manejo
temprano y corrección de desviaciones de la trayectoria predicha,

g) Sistema de seguimiento del éxito de cada una de las fases con


estándares de verificación de calidad de la obra, para la evaluación
objetiva de la restauración. Es importante incluir controles (parcelas no
restauradas) dentro del área a restaurar,

h) Programa de estrategias de protección y mantenimiento del


ecosistema restaurado. Más que actuaciones de mantenimiento dentro
del área restaurada se trata de sistemas de control para evitar
amenazas internas o externas que pueden degradar de nuevo el
ecosistema en restauración.

Las acciones de restauración comienzan con la preparación del suelo.


Esta primera fase puede requerir, según el proyecto, medidas como la
reducción de la pendiente de ladera, creación de terrazas y obras de
estabilización de taludes (sólo en cortas o taludes pronunciados, en una
matriz paisajística de tipo industrial o urbano), hidrotecnias puntuales
para la estabilización de cauces o reducción de la acción erosiva del
agua (diques, escolleras, gaviones, etc.), un aporte de suelo y/o
enmiendas (pendientes moderadas o suaves sobre zonas donde ha
desaparecido el perfil de suelo), laboreo superficial, ahoyado, etc.
202
En el caso de que el proyecto de restauración sólo incluya refuerzo o
manejo de especies en ambientes naturales o seminaturales (siembras,
creación de bancos de semillas, desbroces selectivos, colocación de
perchas artificiales, etc.) no será necesaria preparación del terreno
alguna. La segunda fase requiere de acciones para la introducción de
especies o grupos de especies seleccionadas. La plantación debe partir
de material seleccionado y cultivado de acuerdo con los requerimientos
del sitio a restaurar. Ésta puede hacerse usando planta propagada en
vivero y/o semillas de procedencia conocida. En determinados casos
(ausencia de polinizadores o dispersores) puede ser necesaria la
introducción, atracción o control de animales cruciales en el ciclo de vida
de especies vegetales clave en el proceso de restauración. Se
presentan algunas acciones que pueden ayudar a satisfacer los
objetivos de la restauración, según el caso de estudio. Tras la
introducción de especies, pueden ser necesarias algunas acciones de
manejo a corto plazo que permitan la supervivencia temprana,
aclimatación o desarrollo de éstas, tales como vallados cinegéticos,
clareos para reducir la competencia o incluso riegos para superar la fase
de plántula cuando a la plantación le sigue un periodo de sequía
extremo.

Por último, el proyecto de restauración debe contemplar controles


regulares a corto (1-5 años) y medio plazo (5-15 años) tras la ejecución,
para detectar desviaciones de la trayectoria prevista y establecer
acciones de corrección de ésta. Por ejemplo, la ausencia de
reclutamiento de plántulas de una especie clave obligará a reajustar los
micrositios de plantación y a controlar la depredación Modelos de

203
restauración 61 pre- y post germinación; la ausencia de sus dispersores
requerirá de acciones de refuerzo de las poblaciones (introducciones,
perchas artificiales, cajas nidos, control de la actividad cinegética).

Algunos problemas asociados a la restauración ecológica en


ambientes semiáridos

El primer problema que se plantea a la hora de abordar un proyecto de


restauración tiene que ver con la falta de consenso científico-técnico en
la elección del ecosistema de referencia y las especies clave a utilizar.
Las restauraciones hidrológico-forestales históricas representan, por
extensión, el tipo de restauración más habitual en la Península Ibérica
y sirven para ilustrar la cuestión. Por ejemplo, en el caso de la Región
de Murcia, con predominio de ambientes semiáridos, Pinus halepensis
cubre más del 80% de las 296.294 ha de áreas forestales, y solo durante
el periodo 1965-1988, se plantaron 30.617 ha (CARM 2003). Sin
embargo, en un sentido dinámico, el papel de P. halepensis en el
paisaje vegetal del sureste Ibérico es todavía controvertido. La especie
ha sido considerada durante gran parte del siglo XX una pieza clave a
la hora de promover la sucesión vegetal, principalmente por parte de las
Escuelas de Ingenieros de Montes españolas (Gandullo 1972; Ruiz de
la Torre 1979, 1993; Barbéro et al. 1998). En cambio, para los
fitosociólogos españoles las formaciones de P. halepensis están
conceptualmente ausentes de las secuencias sucesionales de la
Península Ibérica (Rivas-Martínez 1987; Alcaraz et al. 1999). Esto es
debido a la influencia que la escuela sigmatista de Zürich-Montpellier ha

204
ejercido sobre gran parte de los geobotánicos europeos durante la
segunda mitad del siglo XX (Walker y del Moral 2003; Blanco et al.
1997).

Desde un enfoque sigmatista la distribución actual de P. halepensis en


el mediterráneo occidental es consecuencia del efecto de siglos de
influencia directa o indirecta del ser humano, desconociéndose la
distribución potencial de la especie. Esto ha hecho que a efectos
prácticos se la considere una especie invasora, capaz de distorsionar y
enmascarar las trayectorias sucesionales reales. Sin embargo, diversos
estudios antracológicos (Rodríguez 1992; Rodríguez-Ariza et al. 1996)
y paleo ecológicos (Carrión et al. 1999) señalan la presencia de P.
halepensis en el paisaje forestal de áreas del sur y este peninsular
desde comienzos del Neolítico, por lo que, al margen del papel del ser
humano en su expansión, parece indudable el carácter autóctono de la
especie en el mediterráneo occidental.

En la última década, Navarro et al. (2001) han defendido la existencia


de una comunidad edafoxerófila Modelos de restauración 64 dominada
por P. halepensis en la vegetación potencial de áreas semiárido-secas
de la provincia de Granada, lo que da muestra de la evolución del
pensamiento fitosociológico al respecto. Por su parte, la ecología de la
restauración ha realizado una aproximación pragmática al estudio de P.
halepensis.

Se ha aceptado la necesidad de un conocimiento profundo de las


interacciones interespecíficas y trayectorias tanto de los pinares
históricos como de las repoblaciones recientes de esta especie bajo
condiciones semiáridas o secas, para un manejo apropiado de las
205
mismas (Bellot et al. 2004; Gasque y García-Fayos 2004; Maestre y
Cortina 2004; Navarro-Cano et al. 2009). Otro de los problemas
inherentes a los proyectos de restauración en ambientes semiáridos
tiene que ver con el alto elemento endémico de sus comunidades
biológicas, de gran relevancia científica, sobre todo en formaciones
dominadas por especies de pequeño tamaño (Domínguez Lozano et al.
1996).

Estas comunidades a menudo son ignoradas en proyectos de


restauración o manejo con fines de corrección hidrológico-forestal y de
lucha contra la desertificación, que a menudo usan métodos extensivos
de preparación del terreno y plantación, fuertemente mecanizados y que
ponen el foco en especies de porte arbóreo o arbustivo. Por ejemplo, en
el caso de la Región de Murcia, más de un 19% del territorio está
ocupado por hábitats de interés comunitario (Baraza et al. 1999), a
menudo caracterizados por matorrales, tomillares y herbazales anuales,
que en muchos casos se solapan parcialmente con áreas reforestadas
(Navarro-Cano et al. 2010), campos abandonados o áreas de
agricultura extensiva en régimen de secano.

Las tareas selvícolas en estas áreas propensas a sufrir incendios por la


acumulación de necromasa de pino derivada de claras, cortafuegos o
podas, pueden tener un efecto negativo sobre las comunidades
biológicas que constituyen estos hábitats de interés comunitario. Es
necesario tener en cuenta estas comunidades en el diseño de la
restauración, lo que obliga a aplicar medidas de restauración y manejo
de mínimo impacto, para satisfacer los requerimientos de gestión de los

206
Lugares de Interés Comunitario (LIC) que forman parte de la Red Natura
2000.

Por otro lado, resulta fundamental exigir a las empresas de restauración


un grado de innovación y adaptación para incorporar nuevas técnicas.
Hasta hace unos años ha sido el propio sector restaurador el que ha
impuesto cierta inercia metodológica (uso de maquinaria pesada,
especies modelo de plantación, etc.) para abaratar costes, lo que en
algunos casos puede haber llevado a la entidad promotora de la
restauración a preferir aumentar la cantidad y no la calidad de las
hectáreas restauradas. Sólo en los últimos años, por exigencias legales,
se han empezado a ejecutar planes de restauración de especies y
hábitats de interés, para los que se realizan tareas de plantación y
manejo mediante técnicas blandas de baja mecanización (ahoyado y
plantación manual, desbroce selectivo, etc.).

El último de los problemas generales asociados a la toma de decisiones


en restauración es de índole socioeconómica. Esta cuestión tiene dos
vertientes; por un lado, la asignación presupuestaria y, por el otro, la
percepción popular del ecosistema a restaurar, antes y después de la
intervención. Cabe recordar que no siempre se puede entender la
necesidad de restaurar una plantación de pinos en donde la dinámica
vegetal se encuentra secuestrada (nula recolonización de arbustos,
baja biodiversidad, predominio de flora ruderal), ya que para la
población cercana se trata de una pinada de uso recreativo. En este tipo
de casos resulta fundamental incluir dentro del proyecto de restauración
medidas de sensibilización y promoción del proyecto de restauración
(Society for Ecological Restoration 2005). El obviar esta tarea de

207
sensibilización y promoción de la restauración puede tener un efecto
negativo sobre la misma, al no ser aceptada o ser considerada inútil por
la población.

Papel de las interacciones en la restauración ecológica de


funciones ecosistémicas

Al igual que el concepto de diversidad biológica ha estado


tradicionalmente ligado al de riqueza de especies, el de restauración
ecológica lo ha estado a la recuperación de especies (Wortley et al.
2013; Fraser et al. 2015). Por tal motivo, no es extraño que la mayor
parte de los esfuerzos de restauración en muchos ambientes
degradados se hayan enfocado en el pasado a restaurar las especies
desaparecidas como consecuencia de la degradación ambiental o los
paisajes dominados por estas especies. Hoy en día, sin embargo, el
concepto de diversidad biológica se ha ampliado enormemente para
incluir no sólo la riqueza de especies sino de sus acervos genéticos
(diversidad genética), de los grupos funcionales a los que pertenecen
(diversidad funcional), de sus historias evolutivas (diversidad
filogenética) y de sus interacciones con otras especies (diversidad de
interacciones). Este cambio conceptual sobre los diferentes
componentes de la biodiversidad está arrastrando, aunque con bastante
retraso, nuevas concepciones en restauración ecológica. Al menos en
el plano académico son muchas las voces que reclaman una
concepción de la restauración que vaya más allá de la simple
recuperación de especies y restaure el máximo número de
componentes de la diversidad para así asegurarnos una recuperación
eficiente de las funciones ecosistémicas que tenían lugar antes de la

208
degradación (Montoya et al. 2012). La pérdida de las interacciones
ecológicas es un tema que recientemente está siendo tratado en
biología de la conservación (Markl et al. 2012).

Sabemos que muchas de las especies que se pierden por efecto de la


degradación ambiental están involucradas en interacciones de crucial
importancia en el funcionamiento de los ecosistemas, como pueden ser
la dispersión de semillas o la polinización. Trabajos recientes indican
que esas interacciones clave se pierden mucho más rápido que las
especies.

Es decir, para que una interacción de polinización se pierda, no es


necesario que desaparezca totalmente alguna de las especies
involucradas en dicha interacción. En la mayoría de los casos, una
disminución en la abundancia de estas especies es suficiente para que
desaparezca la interacción (Valiente-Banuet et al. 2015). Además, el
hecho de que una misma especie esté involucrada en distintas
interacciones ecológicas (por ejemplo, una especie de planta puede
estar a su vez proporcionando polen y néctar a los insectos
polinizadores, frutos carnosos a las aves dispersantes y condiciones
ambientales favorables a otras plantas que reclutan bajo ella) hace que
su disminución de abundancia tenga efectos Modelos de restauración
68 catastróficos a nivel ecosistémico (Valiente-Banuet y Verdú 2013).

Por tal motivo, desde el punto de vista de la restauración es


especialmente importante poner el foco no tanto en las especies sino
en las interacciones entre ellas, que son las que verdaderamente
proveen a los ecosistemas de multitud de procesos ecológicos. Este
esfuerzo permitirá alcanzar con mayor facilidad el verdadero objetivo de
209
la restauración, que consiste en recuperar los procesos ecológicos que
estaban ocurriendo en el hábitat original. Sin embargo, estos procesos
raramente son medidos para mejorar el diseño de una restauración, ni
para evaluar su éxito. La teoría ecológica nos ha descubierto una
interacción clave en ecosistemas semiáridos que permite incrementar
la diversidad filogenética y de interacciones en un ecosistema
degradado. Esta interacción es la denominada facilitación ecológica y
se describe como el mecanismo por el que una especie se beneficia de
la presencia o actividad de otra especie sin perjuicio para esta última
(Stachowicz 2001). Las especies facilitadoras, conocidas como
nodrizas, poseen adaptaciones fisiológicas que le permiten
establecerse en ambientes muy estresantes, como son las zonas
desnudas que abundan en ambientes degradados.

Estas nodrizas, conforme pasa el tiempo, van mejorando el microhábitat


bajo ellas mediante el aporte de materia orgánica, sombra y humedad.
Y es ese microhábitat mejorado el que facilita la entrada de otras
especies que serían incapaces de establecerse en las zonas desnudas.
Al contrario que las especies nodrizas, las plantas facilitadas no poseen
características fisiológicas adaptadas a ambientes estresantes sino a
ambientes más húmedos. Estas diferencias en fisiología suponen un
cúmulo enorme de diferencias morfológicas que hacen que nodriza y
facilitada sean totalmente distintas. Y esa diferencia es la clave del éxito
de la interacción, ya que especies muy distintas no entran en
competencia por los mismos recursos, lo que facilita la estabilidad de
estas comunidades mixtas de vegetación. De hecho, se sabe que el
éxito de las restauraciones basadas en la facilitación, es decir, en

210
plantar una especie focal junto a su posible nodriza, está directamente
relacionado con la diferencia funcional de ambas especies (Gómez-
Aparicio 2009). Como muchas veces no sabemos qué atributos
funcionales son los importantes para medir esa complementariedad
funcional que nos garantice el éxito de una restauración basada en
facilitación, podemos dejarnos guiar por un indicador válido, como es el
de la distancia filogenética entre las especies.

Usando este indicador se ha podido explicar de una manera muy


significativa el éxito de la restauración, en términos de supervivencia,
crecimiento y reproducción, de cientos de actuaciones en todo el mundo
(Verdú et al. 2012).

Por último, también sabemos que el incremento de la diversidad


filogenética de plantas producida por la facilitación tiene consecuencias
directas en los procesos ecológicos que ocurren tanto a escala espacial
de individuo como a escala de paisaje. Así, en el entorno más inmediato
de plantas nodriza que crean parches de vegetación, a menudo se
forman islas de recursos en las que mejora la fertilidad y la productividad
de las comunidades microbianas del suelo, que son pieza fundamental
en el ciclado de nutrientes en los ecosistemas (Navarro-Cano et al.
2014, 2015).

Estos núcleos de facilitación también tienen un efecto a escala de


paisaje, al actuar como fuentes semilleras para colonizar hábitats
situados a mayor distancia (Traveset et al. 2014). Todo ello hace de la
facilitación una interacción biológica útil para la restauración ecológica
de ecosistemas degradados (Navarro-Cano et al. 2016).

211
Incorporación de la sociedad civil a la toma de decisiones en
restauración

El manejo de lugares, paisajes o comunidades de especies, no con fines


agropecuarios sino para restaurar funciones ecosistémicas o
simplemente para devolver atributos hedónicos demandados por la
sociedad civil es casi tan antiguo como las propias acciones de
degradación causantes de esos problemas. La obra “El libro de
Agricultura” de Gabriel Alonso de Herrera (1513) es una buena muestra
de la incipiente conciencia colectiva, ya durante el renacimiento, acerca
de la necesidad de manejar el campo de modo sostenible para mejorar
a largo plazo la calidad de vida de la sociedad: “Y como otros plantaron
para nos y gozamos de su trabajo, cosa justa es que nosotros
trabajemos y plantemos para nos y para los que después de nos
vinieren...”.

El factor humano a menudo está implícito en el agente de degradación


ambiental, en la percepción del problema o el tipo de solución a adoptar
para detener y corregir la degradación ambiental. Sin embargo, sólo
recientemente se ha incorporado la sociedad civil al marco conceptual
de la ecología de la restauración.

De esta manera se reconoce el papel que el contexto social juega a la


hora de señalar y demandar soluciones a un problema de degradación
ambiental (Cortina et al. 2011). Las experiencias históricas han
demostrado, además, la importancia de conectar física y
emocionalmente un ecosistema restaurado con los agentes sociales

212
que van a hacer uso del mismo o que van a tenerlo entre sus paisajes
diarios (Egan et al. 2011).

Por este motivo, cada vez más se está incorporando la sociedad civil,
sobre todo a escala local, a la toma de decisiones a la hora de diseñar
planes de restauración y su ejecución. El papel de la sociedad en las
primeras actuaciones históricas que pretendían revertir un daño
ambiental, como la desaparición de una especie, el deterioro de un
paisaje emblemático o la amenaza de pérdida de recursos ha quedado
patente, tanto a la hora de detectar el problema como en la propuesta y
ejecución de soluciones concretas.

La sociedad civil opera en el ámbito de la restauración ambiental tanto


en el plano individual como colectivo, a través de organizaciones no
gubernamentales de tipo ambientalista, asociaciones de afectados,
círculos intelectuales, grupos profesionales o partidos políticos. En los
primeros años de desarrollo de estas iniciativas, en muchos casos tan
sólo se pretendía detener la degradación de un lugar emblemático
mediante medidas proteccionistas.

La ausencia de un soporte científico teórico y experimental para la


reversión de un área degradada a su situación inicial, pudo contribuir a
un predominio de la restauración pasiva, para revertir ciertos fenómenos
de degradación ambiental. Ejemplos como la creación de la primera
reserva forestal en Sinharaja (Sri Lanka) en 1875, para proteger una
selva tropical montañosa virgen de la deforestación, o la creación del
Great Smokey National Park (EEUU) en 1940, tras décadas de
iniciativas sociales para preservar esa área de la creciente presión

213
humana ponen de manifiesto iniciativas en gran medida apoyadas por
la sociedad civil.

En ambientes mediterráneos semiáridos, la repoblación forestal de


Sierra Espuña (Murcia), iniciada en 1889 bajo la dirección del ingeniero
de montes Ricardo Codorníu, representa un buen ejemplo de una
iniciativa restauradora enmarcada dentro de las corrientes
regeneracionistas de la época, que surge tras la alarma social y política
que produjo la excepcional riada de 1879 que asoló la Vega Baja del
Segura.

Este suceso catastrófico puso el foco en la secular degradación


ambiental por sobreexplotación de los recursos de Sierra Espuña y la
necesidad de un plan de restauración de la cubierta vegetal para reducir
a medio y largo plazo el riesgo de avenidas en la comarca. Otro ejemplo
que comparte contexto histórico, motivación social e incluso
participación en el diseño y ejecución de estas primeras actuaciones
históricas con un enfoque restaurador es el caso de la estabilización y
repoblación de las dunas de Guardamar del Segura (Alicante), ante el
avance de las dunas hacia la localidad.

Las tareas se iniciaron en 1896 bajo la dirección del ingeniero Francisco


Mira y contaron con la participación de R. Codorníu.
Desafortunadamente el contexto histórico puede cambiar tanto la
percepción social de un problema de degradación ambiental como la
propuesta para solucionarlo. Un buen ejemplo de este hecho es el
monocultivo con especies de crecimiento rápido, como el pino carrasco,
en el que se convirtieron 3.4 millones de hectáreas en áreas
mediterráneas de la Península Ibérica durante el periodo 1940-1984.
214
Esta actuación a gran escala supuso un esfuerzo humano y económico
sin precedentes en España. El plan repoblador de 1939 de los
ingenieros Joaquín Ximénez y Luis Cevallos, contemplaba como
objetivo general la recuperación de la cubierta vegetal mediante la
repoblación con diversas especies autóctonas. Sin embargo, el
planteamiento inicial, con cierta base ecológica y unas previsiones a
largo plazo pronto se vio superado por la coyuntura socioeconómica de
posguerra, que obligaba a buscar una mayor rentabilidad a corto plazo,
lo que se tradujo en una utilización masiva de coníferas (Groome 1989;
Ruiz de la Torre 1993), así como en una relajación de criterios geo-
ecológicos en la selección y diseño de los denominados “proyectos de
restauración hidrológico-forestal” (Castillo 1997).

En muchos casos dichas actuaciones jugaron un cierto papel como


reactivadoras socioeconómicas temporales de áreas rurales en pleno
despoblamiento desde el campo hacia las grandes ciudades. No
obstante, también han jugado un papel pernicioso en la concepción
social del bosque, al haber simplificado el significado y papel del mismo.
Así, en muchas áreas mediterráneas secas la población local siente una
mayor afección en términos hedónicos y prácticos por un pinar de
repoblación prácticamente carente de estructura, biodiversidad y
funciones ecosistémicas que por los chaparrales, matorrales o
pastizales que fueron eliminados para su plantación. A efectos
prácticos, la sociedad civil puede incorporarse a un programa de
restauración ambiental concreto en al menos tres fases del mismo. En
primer lugar, conviene realizar un estudio demoscópico para conocer la
percepción social del problema de degradación por parte de la población

215
local y usuarios de la zona que va a someterse a un plan de
restauración.

De esta manera se puede valorar el grado de afección o desafección de


la sociedad civil con un lugar que, desde el punto de vista técnico
científico, presenta un problema de degradación. Una vez conocido
cómo percibe la sociedad ese ecosistema degradado y evaluado el
grado de conocimiento de la población acerca del daño y riesgos que
conlleva mantener ese ecosistema degradado en términos de funciones
ecosistémicas, conviene incorporar la sociedad civil a la toma de
decisiones acerca del ecosistema de referencia a alcanzar y el mejor
modelo de restauración para lograrlo.

En este sentido, se pueden usar distintas metodologías participativas,


como la Investigación Acción Participativa para desarrollar, al menos
cualitativamente, el programa de restauración más adecuado en cada
caso. En esta fase, es importante trazar una imagen lo más realista
posible de cuál puede ser la evolución en el tiempo de la restauración
en función del modelo elegido. Por último, una vez diseñada una
restauración ecológica, la posibilidad de involucrar, al menos
testimonialmente a la población local o colectivos de usuarios en su
ejecución puede ayudar a crear un vínculo afectivo con el espacio
restaurado (Egan et al. 2011).

Entre las acciones que pueden realizarse con estos fines se encuentran
las campañas de limpieza o adecuación de un sitio previo a su
restauración, la realización de plantaciones simbólicas, la celebración
de jornadas lúdicas para celebrar el fin de obras, así como la realización
de charlas y talleres sobre el espacio restaurado y su evolución. En
216
estas acciones conviene involucrar a diferentes grupos de edad para
mejorar el conocimiento presente del ecosistema restaurado y cimentar
la relación de las futuras generaciones de usuarios con el mismo. La
necesidad de involucrar a la sociedad civil en los programas de
restauración ecológica queda patente utilizando algunos ejemplos,
como el de las repoblaciones forestales fallidas.

Existe un amplio consenso científico acerca de la necesidad de


restaurar ciertas masas de pino carrasco provenientes de antiguas
“restauraciones hidrológico-forestales”, que se han mostrado
ineficientes a la hora de reactivar funciones ecosistémicas básicas
relacionadas con la diversidad, fertilidad o productividad del ecosistema
(Castillo et al. 2002, Maestre y Cortina 2004, Goberna et al. 2007). El
proceso de cambio climático en el que nos encontramos inmersos
amenaza muchas de estas masas, al aumentar su vulnerabilidad a la
sequía, el riesgo de incendios y el desarrollo posterior de plagas
forestales (García de la Serrana et al. 2015), lo que obliga a repensar el
ecosistema de referencia idóneo para muchos de estos sitios y a diseñar
planes de restauración o manejo de estas masas para los próximos
años.

Sin embargo, en los casos de repoblaciones cercanas a núcleos de


población, en las que la matriz paisajística dominante no cuenta con una
cubierta arbórea natural, la sociedad civil puede percibir como una
agresión cualquier tipo de actuación que incluya la eliminación o el
aclareo de esas repoblaciones, a las que la población considera como
zonas boscosas, y su paulatina sustitución o enriquecimiento con
comunidades arbustivas y de matorral que son más resilientes a las

217
condiciones crecientes de aridez. En estos casos, sólo haciendo
partícipe del problema y las posibles soluciones a la sociedad civil se
podrá llevar a cabo planes de restauración o manejo consensuados, que
cuenten con su aceptación.

En determinados casos, es la propia sociedad civil organizada, por


ejemplo, en ONGs ambientalistas, la que toma la iniciativa no sólo en la
detección del problema de degradación, sino también en las acciones
de restauración. En ambientes semiáridos del sureste peninsular
existentes diversos ejemplos al respecto. Tal es el caso del proyecto
LIFE Jara, desarrollado por la Fundación Sierra Minera para la
evaluación, restauración y puesta en valor de parte del patrimonio
minero y ambiental de la Sierra Minera de La Unión, en Murcia (http://
www.fundacionsierraminera.org/proyectos/jara/index.htm).

Los proyectos demostrativos desarrollados por la Asociación de


Naturalistas del Sureste (ANSE) para el control y prevención de la
erosión y la desertificación en fincas agroforestales (Barberá et al. 2009)
o la restauración de terrazas forestales en Murcia (Sánchez-Balibrea et
al. 2012), son otro ejemplo del papel de la sociedad civil como
generadora y ejecutora de proyectos concretos de restauración. El caso
del Proyecto de Regeneración y Adecuación Ambiental de la bahía de
Portmán (Murcia) sirve como ejemplo de un plan de restauración de un
área marítimo-terrestre afectada severamente por la actividad minera, y
que requiere de una restauración de tipo sustitución, demandada por la
población a escala local y nacional antes incluso del cese de la actividad
que la generó.

218
La bahía de Portmán está considerada como uno de los mayores puntos
negros del Mediterráneo Occidental, debido a su colmatación completa
con más de 25 millones de metros cúbicos de residuos procedentes del
proceso de lavado de minerales metálicos entre 1957 y 1990 (García
2004). Estos residuos presentan una alta carga contaminante por
metales pesados como plomo, cadmio, zinc, manganeso y hierro.
Portmán, el antiguo Portus Magnus Romanus, de tradición minera y
pesquera de más de 2000 años de antigüedad, es hoy un pequeño
pueblo de apenas un millar de habitantes, sumido en una crisis
ambiental y socioeconómica tras el cese de la actividad minera en 1990.
Tras diversos intentos y paralizaciones administrativas, distintos
colectivos vecinales y asociaciones consiguieron pactar una propuesta
de mínimos para un proyecto de regeneración de la bahía en 2005, que
dio lugar a un concurso de ideas del que en 2006 salió ganador el
proyecto “In Situ”. Para la elección del proyecto, se formó un jurado con
nueve miembros entre los que participó un representante del tejido
social. De esta manera, el proyecto de regeneración nació con cierto
consenso entre autoridades administrativas, grupos profesionales y
sociedad civil. El retraso en la licitación de las obras hasta 2016 y el
recorte del presupuesto inicial (79 millones de euros en cuatro años)
hasta los 32.1 millones aprobados finalmente, compromete la eficacia
del proyecto y muestra una vez más la importancia del contexto
sociopolítico y económico en el desarrollo de planes de restauración.

Técnicas de restauración ecológica aplicables a ambientes degradados


en ambientes semiáridos En este capítulo se presentan una serie de
herramientas y métodos de restauración que pueden aplicarse a

219
situaciones de degradación en ambientes semiáridos. En primer lugar,
se dan argumentos generales para justificar la necesidad de
restauración de ecosistemas degradados en áreas mediterráneas
semiáridas o secas, apartado que debe quedar perfectamente definido
en un proyecto de restauración. Posteriormente se describen las
acciones de preparación del terreno más apropiadas para estos
ambientes y, por último, los métodos de implantación de especies.

Aspectos como el de la selección del ecosistema de referencia, el


manejo a corto plazo, las tareas de seguimiento y la corrección de
desviaciones de la trayectoria prevista para la restauración ecológica no
han sido incluidos, por estar supeditados en gran medida a cada
situación de degradación. Las peculiaridades biogeográficas,
bioclimatológicas, la historia de degradación de cada ecosistema y los
tipos de uso de suelo de la matriz paisajística a la que pertenece el área
a restaurar obligan a abordar estos apartados de acuerdo con la
información previa disponible en cada caso, el grado de restauración
que se pretende alcanzar y los límites presupuestarios existentes.
Centrándonos en las técnicas de preparación del terreno e implantación
de una cubierta vegetal, conviene recordar que el abanico de
posibilidades en restauración ecológica, repoblación forestal y
rehabilitación de terrenos antropizados es mucho más amplio del que
exponemos en este texto (VV.AA. 1989; Serrada 1993; VV.AA. 1998;
Bainbridge 2007).

Los métodos que presentamos se han seleccionado de acuerdo con tres


criterios básicos:

a) Adecuación a condiciones de estrés físico-climático,


220
b) Mínimo impacto sobre suelo y vegetación,

c) Mínima relación coste/beneficio a medio y largo plazo.

Con todo, el rasgo más significativo de las técnicas propuestas es su


potencial para ser combinadas. Así, la combinación de técnicas como
la selección del microhábitat de plantación, la siembra directa en
micrositio, la preparación puntual del terreno, el uso de protectores
contra la depredación, la creación de parches artificiales o la elección
de plantas nodriza funcionalmente complementarias, es el aspecto
realmente novedoso para desarrollar una verdadera restauración
ecológica.

Algunas de las técnicas señaladas ya se aplican o se han aplicado de


manera individualizada, con resultados dispares, pero existe poca
experiencia acerca de su uso combinado en proyectos de restauración.
Se busca así una estrategia de restauración basada en acciones
complementarias que respondan a la diversidad de situaciones de
degradación en ambientes semiáridos. Además, se ha prestado
especial atención a sus posibilidades de aplicación a microescala, para
adecuarse a la heterogeneidad ambiental de cada sitio.

Necesidad de restauración del ecosistema degradado

Desde una perspectiva socioeconómica, la degradación de un


ecosistema tiene un efecto significativo sobre los recursos renovables,
ya que reduce su capacidad productiva. Se representa un mapa
conceptual de la relación existente entre degradación y pérdida de
productividad. La alteración del relieve, el suelo o la vegetación
disminuye el potencial agrícola, forestal, genético y ecoturístico de una

221
zona. Este fenómeno a gran escala está detrás de crisis alimentarias,
movimientos migratorios, escaladas bélicas por los recursos y, en último
término, el colapso de muchas civilizaciones desde la antigüedad
(Diamond 2005).

A menudo se dan situaciones de degradación que, bien de forma


brusca, o de modo progresivo alteran el perfil topográfico de un área.
Tal es el caso del aterrazado para cultivos, las repoblaciones mediante
terrazas, las explotaciones mineras a cielo abierto, o los desmontes y
voladuras para la apertura de vías de comunicación. La restauración de
estos ambientes puede revertir el proceso de degradación, eliminando
o atenuando perfiles inestables, que favorecen Técnicas de
restauración 81 la dinámica erosiva. Esto permitirá reactivar la dinámica
vegetal y por tanto, la recuperación a largo plazo de las propiedades
físicas y químicas del suelo.

Conviene dejar claro que el proceso de restauración comienza con la


ejecución del proyecto establecido, pero no se debe dar por terminado
hasta que no se constata que se ha alcanzado la imagen objetivo
deseada y se evalúa que el sitio presenta una trayectoria satisfactoria
hacia el ecosistema de referencia, lo cual a menudo requiere de
décadas . Aunque en sentido estricto una restauración debe permitir el
auto mantenimiento del ecosistema restaurado, conviene separar
claramente las restauraciones llevadas a cabo en ambientes naturales
o seminaturales, para las que es deseable alcanzar ese estado
homeostático, de los proyectos de revegetación o acondicionamiento en
áreas urbanas o industriales, que persiguen fines lúdicos o paisajísticos,
para los que será necesario un mantenimiento regular.

222
Preparación del terreno

La preparación del terreno para la restauración exige, en primer lugar,


la división de la zona de actuación en sectores de acuerdo con su
litología, pendiente, orientación, suelo, vegetación, focos de
contaminación y líneas de drenaje. La combinación de la cartografía
temática disponible, ortofotos e inspecciones de campo permite realizar
un mapa georreferenciado de sectores a una resolución que incluya
cambios a microescala del relieve y manchas o individuos de especies
bajo algún grado de protección o amenaza, o de interés para la
restauración que deben ser conservados. Resulta importante señalar
que la restauración pasiva es una estrategia perfectamente válida para
situaciones de degradación en áreas sensibles para la flora o la fauna,
en las que no existen experiencias sobre la respuesta que las acciones
de preparación del terreno pueden tener sobre las mismas.

La restauración pasiva suele aplicarse en ambientes semiáridos


sometidos a presión por el ganado (Tongway y Ludwig 2002), o a
ambientes resilientes, como aquéllos con vegetación adaptada a
incendios. Tal es el caso de los pinares mediterráneos con alto grado
de naturalidad (Aronson y Vallejo 2006). En resumen, en determinados
ambientes que todavía conservan una capacidad de respuesta
importante ante situaciones de degradación, puede ser recomendable
no aplicar una preparación del terreno que genere nuevas situaciones
de estrés sobre el mismo, la cubierta vegetal u otras comunidades
biológicas. En esos casos es preferible no actuar, o simplemente
realizar labores blandas muy puntuales para favorecer a determinadas
especies o hábitats de interés.

223
Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, una vez realizada
la sectorización de la superficie de restauración se realizará la
asignación de técnicas de preparación del terreno para cada sector.

Remodelación de taludes

Consiste en el movimiento de tierras para reducir la pendiente de


taludes y evitar así el riesgo de deslizamientos, la erosión por
escorrentía y problemas en la recolonización o instauración de la
vegetación natural o a implantar (Figura 4.3). Se recomienda remodelar
el perfil de aquellos taludes artificiales con pendientes superiores a los
20°. Este método de preparación del terreno también favorece la
integración paisajística de la zona, aumentando su naturalidad. En
perfiles topográficos planos o allanados artificialmente también pueden
realizarse movimientos de tierras para crear perfiles alomados que
aumenten la diversidad paisajística y favorezcan la creación de
microhábitats para la fauna y flora. La remodelación de taludes sólo se
recomienda para restauraciones ecológicas de tipo sustitución o
transformación, aunque localmente, y en función de la disponibilidad
presupuestaria pueden aplicarse a laderas sobre rocas con
repoblaciones mediante aterrazamientos que hayan sufrido marras
generalizadas. En ambientes semiáridos peninsulares son potenciales
candidatos a ser remodelados muchos depósitos y terreras de minería,
así como canteras y depósitos de áridos, vertederos de inertes y de
residuos sólidos urbanos. Deben ser prioritarios aquéllos con sustratos
inestables y pendientes elevadas, que se encuentran en una matriz
paisajística periurbana o industrial. En ambientes rodeados por una
matriz natural o seminatural se deben valorar los daños colaterales que

224
el uso de maquinaria pesada puede generar sobre especies y hábitats
de interés presentes sobre la zona de actuación o en su inmediaciones,
sobre todo cuando el perfil a remodelar está formado por materiales no
consolidados fácilmente erosionables.

Estabilización de taludes

Mediante la estabilización se pretende reducir la acción erosiva de las


aguas superficiales en situaciones de elevada pendiente, por formación
de regueros y cárcavas que pueden favorecer el colapso o los
movimientos en masa. La estabilización también trata de evitar el
encharcamiento en superficie o la formación de bolsas de humedad
subterráneas en contrapendientes, perfiles cóncavos y terrazas, que
reducen la resistencia del sustrato.

Existen decenas de técnicas de estabilización, que varían


significativamente en su precio unitario, uso de materiales artificiales,
grado de mecanización para su aplicación, impacto visual y grado de
restauración que permiten. Así, en zonas muy antropizadas, con bajo
grado de naturalidad y ausencia de matriz paisajística natural, una
restauración de tipo sustitución o transformación puede incluir
hidrotecnias de estabilización de taludes como diques, muros,
escolleras, canales, bajantes y cunetas de hormigón o mampostería.

Por el contrario, en áreas naturales o seminaturales, a restaurar


mediante recuperación, deben primar métodos de estabilización
localizados, que requieran escasa mecanización y usen materiales
naturales cercanos. En este caso se pueden usar contrafuertes de

225
drenaje a base de bloques, diques de gavión, incrustaciones de mulch
en regueros, estaquillado de taludes, zanjas con mulch y bloques, etc.

Descompactación y compactación

La descompactación se utiliza para reducir la densidad e incrementar la


porosidad de un sustrato antropizado de manera que se mejore el
drenaje, la aireación y la capacidad de penetración radicular. Esta
técnica se aplica a suelos o sustratos fuertemente compactados por el
uso directo o el tránsito ocasional de maquinaria pesada (pistas,
caminos, carreteras, terreras, pantanos de finos y balsas mineras, etc.),
restaurar o rehabilitar (explanadas o solares urbanos o industriales).
También pueden requerir una descompactación previa a la plantación
las majadas de pisoteo moderado o puntos de estabulación de ganado
sobre sustratos arcillosos.

Existen tres técnicas de descompactación de suelos: escarificado,


subsolado o ripado, de mayor a menor profundidad de aplicación.
Generalmente la técnica requiere del uso de maquinaria pesada, lo que
tiene un efecto negativo sobre la vegetación existente. Por ello, en el
caso de que la restauración contemple solo la plantación puntual de
determinadas especies mediante ahoyado manual o mecánico se
desaconseja el uso de esta técnica.

Un caso particular de descompactación es el aplicable a áreas naturales


o seminaturales semiáridas con costra de sellado en superficie. Estos
encostramientos pueden romperse escarificando con rastrillo manual a
3-5 cm de profundidad, lo que permite seleccionar el punto de aplicación

226
y evita dañar la vegetación existente, concentrando las labores en los
puntos concretos en donde se realizará la siembra o plantación. En los
casos en los que existe una costra caliza en horizontes de suelo más
profundos también se ha empleado frecuentemente el subsolado con el
fin de incrementar el espacio disponible para el crecimiento radicular.
Este subsolado trae consigo el volteo de la estructura natural del perfil
del suelo, de manera que se colocan en superficie los horizontes más
profundos que en el ámbito calizo mediterráneo frecuentemente están
enriquecidos en arcillas. Este mayor contenido en arcillas suele resultar
en la impermeabilización de la capa superficial, lo que dificulta tanto la
infiltración de agua en el suelo como la emergencia de nuevas plántulas.
Por este motivo, en los casos en los que la presencia de una costra
caliza pueda limitar el crecimiento radicular se recomienda sustituir el
subsolado tradicional por una rotura puntual de la costra en el sitio de
plantación mediante ahoyado mecánico. En áreas contaminadas por
residuos minero-metálicos (depósitos y balsas de residuos de lavado de
mineral) se suele utilizar el aporte y compactación de una capa de filitas
de 30-80 cm de espesor con maquinaria pesada, para inertizar el
sustrato contaminado. Posteriormente se vierte una capa de tierra sobre
la que se realiza la implantación de una cubierta vegetal. De esta
manera se reduce la biodisponibilidad de los contaminantes, así como
su movilidad por Técnicas de restauración 88 procesos de erosión
hídrica o eólica. En cualquier caso, la elevada pendiente en taludes de
este tipo de ecosistemas degradados a menudo reduce su efectividad a
medio-largo plazo, al formarse regueros y cárcavas de erosión. En estos
casos el uso de geomallas volumétricas de alta durabilidad que admitan

227
revegetación mediante hidrosiembra u otra técnica de plantación
extensiva pueden ser más eficientes, aunque con un mayor coste.

Manejo de la capa superficial del suelo

El manejo de la capa superficial del suelo debe realizarse antes de


iniciar una obra, explotación o construcción que implique la denudación
o desmonte de los horizontes superficiales (labores mineras, vías de
comunicación, cubetas o depósitos de vertido, construcciones). Estos
horizontes superficiales, que constituyen las capas másfértiles delsuelo,
deben ser usados en la restauración posterior de estos terrenos y/o de
otros cercanos. El manejo consiste en la retirada con pala o excavadora
de los primeros centímetros de suelo. Su principal función es la de
favorecer la recuperación de los procesos edafogenéticos, comenzando
por la recuperación de la cubierta vegetal a partir del propio banco de
semillas del suelo.

Es importante conocer el tipo de suelo de la zona, así como su


variabilidad en función de la orientación, cambios de pendiente y tipo de
cubierta vegetal, ya que el suelo puede variar significativamente a
escala espacial. Los espesores recogidos habitualmente en proyectos
de obra o en recomendaciones de la administración competente oscilan
entre los 20 y 40 cm. Se ha demostrado que para optimizar la respuesta
del banco de semillas del suelo ante la perturbación realizada, aportar
capas de espesor de más de 10 cm son altamente perjudiciales
(Balaguer 2002; Traba et al. 2004). En este sentido, se recomienda
retirar la capa superficial del suelo en dos bloques: un primero de 5-10
cm de espesor y un segundo bloque de 10-30 cm. Cada uno de estos
bloques deberá ser conservado en acopios temporales de diferentes
228
dimensiones, para no reducir el potencial de revegetación del banco de
semillas.

Así, los primeros 10 cm de suelo deben ser estructurados en caballones


paralelos de geometría trapezoidal y altura inferior a 2 m; el tiempo de
almacenaje debe ser inferior a los 12 meses. El bloque inferior de suelo
puede ser acopiado en montículos de hasta 2.5 m de altura durante un
año, dependiendo de la textura delsustrato. Lossuelos muy
arcillososson los que requieren alturas menores de acopio (0.9 m) y
tiempos menores (no más de 6 meses).

Enmienda o fertilización

Se utiliza para mejorar las propiedades físicas y químicas de sustratos


que han sido denudados de su capa superficial de suelo y de la que no
se dispone en el momento de la restauración. También puede aplicarse
a suelos antropizados que han sufrido contaminación orgánica o
inorgánica. Estos sustratos suelen mostrar algunos de los problemas
siguientes: encostramiento por textura arcillosa, excesiva porosidad en
sustratos arenosos o formados por cantos o bloques, muy baja materia
orgánica, falta de nutrientes, excesiva acidez o alcalinidad, problemas
de salinidad, toxicidad por metales pesados u otros elementos. No es
recomendable su aplicación de modo extensivo en restauraciones
ecológicas de tipo sustitución, en las que todavía existe una matriz
paisajística natural o seminatural, con comunidades biológicas que
mantienen un elevado elemento endémico. Por el contrario, pueden ser
necesarias en restauración de áreas mineras, como cortas, terreras,

229
pantanos y balsas de estériles minero-metálicos (Clemente et al. 2004);
también en escombreras y depósitos de canteras de mármol y áridos.
Aunque tradicionalmente se han aplicado de modo extensivo, en los
últimos años se viene ensayando su uso de modo puntual, a escala de
hoyo, sobre todo en ambientes naturales o seminaturales, para
disminuir los efectos colaterales de su aplicación extensiva sobre la
vegetación existente. La fertilización puede hacerse con fertilizantes
orgánicos o inorgánicos. Entre los primeros, los residuos compostados
suelen dar menos problemas de contaminación por metales pesados
que los residuos domésticos o el abono. El mulch de paja o de virutas
de madera también da buenos resultados, al mejorar la textura del
sustrato y presentar una alta relación C/N. No obstante, no conviene
abusar en las dosis utilizadas, ya que en condiciones semiáridas la
descomposición de los restos vegetales es más lenta que en
condiciones más húmedas (MoroyDomingo2000), a lo que hay que
sumarlos efectos alelopáticos y mecánicos que algunos tipos de mulch
pueden tener sobre la germinación y establecimiento de plántulas de la
vegetación (Navarro-Cano et al. 2009, 2010). Los fertilizantes
inorgánicos (nitrato amónico, sulfato amónico, etc.) son baratos y fáciles
de aplicar, aunque se recomienda su aplicación combinada con
Técnicas de restauración 91 el aporte de una fuente de materia
orgánica, para aumentar la capacidad de retención de nutrientes
(VV.AA. 1989). También en este caso es recomendable ajustar
correctamente la dosis para evitar problemas de exceso de nutrientes.
Esto puede tener efectos negativos sobre los organismos edáficos y la
dinámica de la vegetación recolonizadora, al favorecer la instauración
de comunidades nitrófilas ruderales muy persistentes.
230
Elección de especies: criterios y métodos de selección

En restauración resulta fundamental la elección adecuada de las


especies vegetales objeto de plantación o manejo, de acuerdo con la
imagen objetivo que se pretende alcanzar. Las plantas o productores
primarios representan el armazón físico y biológico sobre el que se
ensamblan el resto de niveles tróficos para construir un ecosistema, por
lo que en la mayoría de proyectos de restauración son el principal nivel
sobre el que se actúa de modo directo. En las ocasiones en que se
aplica una enmienda orgánica al suelo, con el fin de aumentar la
fertilidad, también se aporta una importante carga microbiana que
favorecerá la descomposición de la materia orgánica y el ciclado de
nutrientes. En determinadas ocasiones puede ser además necesario
incorporar al proyecto de restauración la introducción o el control de
herbívoros o depredadores, que pueden interferir o favorecer la
actividad y desarrollo de los productores primarios para alcanzar el
ecosistema de referencia.

En términos generales, son muy pocas las especies para las que se ha
ensayado históricamente la plantación o siembra en restauración o
repoblación. Incluso la plantación, como técnica más usada, requiere de
un análisis crítico acerca del potencial restaurador que se deja escapar.
Por ejemplo, en la actualidad tan solo se utiliza un 4% de las especies
de la flora peninsular (Balaguer 2002). Tras estudiar la oferta de planta
de siete viveros nacionales especializados en restauración, el mismo
autor constató un sesgo significativo hacia especies arbóreas frente a
arbustivas o de matorral, y hacia especies leñosasfrente a herbáceas,
lo que repercute negativamente en las posibilidades de restauración de

231
áreas semiáridas. En ambientes semiáridos sometidos a un fuerte
estrés físico-climático, la vegetación arbustiva o de matorral constituye
parte esencial de la vegetación potencial (ver, por ejemplo, Alcaraz et
al. 1999; Mota et al. 1997), y las comunidades de herbáceas
acompañantes concentran el grueso de la diversidad vegetal. Por estas
razones es necesario ampliar la oferta viverística de especies de plantas
para restauración y revegetación, intentando incorporar taxones de
todos los grupos funcionales y procedencias a escala regional. Cabe
recordar que se necesita mejorar el conocimiento sobre la biología
reproductiva y propagación de nuevas especies con potencial
restaurador,sobre todo en el ámbito local y regional, por lo que se
necesita más investigación al respecto (Martínez-Sánchez et al. 2008).
Además, en muchos casos la biología de la conservación puede aportar
conocimiento importante para aumentar esta oferta viverística, al
estudiar la propagación y plantación de especies protegidas de
distribución restringida, que pueden tener un cierto interés en
restauración a escala local. La importancia de los rasgos funcionales y
filogenéticos a la hora seleccionar la planta para restauración es otro de
los aspectos poco considerados hasta la fecha, que merece una mayor
atención (apartados 2.2 y 3.6). Sabemos que plantas alejadas
filogenéticamente tienden a ser funcionalmente dispares (Blomberg et
al. 2003), lo que permite su coexistencia, una utilización más eficaz de
los recursos y una atenuación de los principales factores de estrés
ambiental (Navarro-Cano et al. 2014). Por ejemplo, en ecosistemas
semiáridos gobernados por facilitación, las plantas nodriza tienden a
beneficiar a plantas filogenéticamente distantes, aumentando así la
diversidad filogenética vegetal (Valiente-Banuet y Verdú 2007). El uso
232
más eficiente de los recursos por parte de comunidades vegetales
filogenética (y funcionalmente) más diversas hace que éstas sean más
productivas (Cadotte et al. 2008). Además, estas comunidades
vegetales parcheadas tiene un efecto en cascada sobre la estructura de
las comunidades microbianas del suelo, como responsables directas de
los ciclos Técnicas de restauración 94 biogeoquímicos y flujos de
energía en ecosistemas terrestres (Goberna et al. 2014). En este
sentido, debe profundizarse en la selección de pares o grupos de
especies con rasgos funcionales complementarios. Por ejemplo, los
rasgos radiculares no suelen recibir mucha atención, más allá de la fase
de producción en contenedor dentro de vivero. Sin embargo, pueden
ser decisivos a la hora de conseguir comunidades en las que primen los
procesos de facilitación frente a la competencia por los recursos. Si
además el ecosistema degradado presenta problemas de erosión, este
tipo de rasgos pueden jugar un papel importante en su control y
estabilización (De Baets et al. 2007). El uso combinado de especies con
rasgos complementarios puede cumplir funciones complementarias:
efecto nodriza, retención de suelo, efecto mulch, fijador de nitrógeno,
etc. Para la elección de las especies de plantación conviene contestar
a las siguientes preguntas en cada proyecto de restauración:

a) ¿Qué mecanismo(s) de ensamblaje de las comunidades (ej. filtros


ambientales físicos y químicos, interacciones ecológicas positivas o
negativas) operan en el ecosistema de referencia?

b) ¿Qué tipos funcionales forman las comunidades del ecosistema de


referencia? c) ¿Qué rasgos funcionales presenta cada tipo funcional?

233
d) ¿De qué especies en el ámbito local de actuación disponemos para
cada tipo funcional?

e) ¿De acuerdo con los rasgos funcionales de esas especies conviene


su plantación de modo individual o agregado?

f) ¿De acuerdo con los rasgos funcionales de esas especies conviene


su plantación mediante plantones, mediante siembra o mediante una
combinación de ambas?

Un ejemplo para explicar la importancia de someter un proyecto de


restauración a estas cuestiones lo tenemos en el caso de la selección
de especies de plantación en proyectos de restauración de depósitos
de residuos minero-metalíferos en la Sierra Minera de La Unión
(Murcia). Los primeros proyectos de fitoestabilización durante los años
80 de estos depósitos con altas concentraciones de metales pesados,
alta salinidad y, en ocasiones, pH ácido consistían básicamente en
cubrir el sustrato contaminado con la denominada “tierra vegetal”
(horizontessuperficiales de suelo fértil). Sobre este sustrato se
realizaban plantaciones con Pinus halepensis, casi la única especie
autóctona de interés forestal para ambientes áridos en aquel momento.
A veces las plantaciones incorporaban además algunas especies
alóctonas como Acacia sp. o Medicago sp.

La frecuente aparición de cárcavas por erosión de la capa de tierra


aportada en los taludes de estos depósitos y la constatación de que la
vegetación implantada se comporta como una comunidad poco
dinámica, con problemas de automantenimiento, pobre en especies y
que limita su campo de acción radicular sobre todo a esa capa fértil,

234
desaconseja su uso en depósitos con pendientes pronunciadas. El
elevado coste por hectárea que conlleva realizar un sellado eficaz con
una capa impermeable en toda la superficie del depósito, así como la
necesidad de utilizar planta autóctona con ciertas especificaciones
(procedencia, diversidad, resistencia a la sequía), para su plantación
sobre la tierra aportada encima de la capa impermeable ha llevado a un
uso muy puntual de esta técnica en la zona.

En los últimos 15-20 años el esfuerzo se ha focalizado en la búsqueda


de especies locales, resistentes a las condiciones de estrés abiótico
extremo de estos depósitos(Conesa y Schulin 2010), para su uso en
programas de fitoestabilización. Las especies encontradas se han
clasificado según su capacidad bioacumuladora o fitoextractora de
metales pesados del suelo (Cd, As, Pb, Zn, Cu, etc.). Sin embargo, casi
todos estos estudios asumen que el filtrado ambiental impuesto por el
sustrato de los depósitos mineros es el único mecanismo de ensamblaje
de las comunidades de plantas que allí aparecen. Recientemente
hemos evaluado los mecanismos de ensamblaje de las comunidades
de plantas en 12 de estos depósitos. Así, hemos detectado el
predominio de la facilitación ecológica, que produce un parcheado de la
vegetación, alternado con comunidades de claros, en donde predomina
un filtrado abiótico de las especies. Las 170 especies encontradasse
han clasificado en tres grupos funcionales: i) nodrizas(13 especies), es
decir, especies capaces de colonizar elsustrato desnudo y permitir el
establecimiento de otras especies bajo su copa, ii) facilitadas (94),
especies que prefieren crecer bajo especies nodriza y iii) pioneras (30),
especies capaces de colonizar los claros del depósito sin ayuda de una

235
nodriza, pero que no facilitan a otras especies bajo su copa. A las
restantes 33 especies no se les pudo asignar tipo funcional debido a su
baja frecuencia en los muestreos. Hemos comprobado que varias de las
especies de plantas nodriza mejoran la fertilidad del suelo bajo su copa,
lo que redunda en una mayor actividad microbiana en términos de
ciclado de nutrientes y descomposición de la materia orgánica. Además,
a partir de una matriz de rasgos funcionales de las especies de plantas
presentes en los depósitos mineros se observó que las especies nodriza
presentan rasgos distintivos con respecto a las facilitadas y las pioneras,
entre los que destacan una mayor altura de la planta, mayor longitud,
profundidad y lateralidad de las raíces, menores cocientes
profundidad/lateralidad y longitud/peso seco de raíces y menores áreas
foliares específicas. La asociación entre tipos funcionales de especies
y sus rasgos funcionales sugiere la posibilidad de utilizar pares de
especies funcionalmente complementarias en la restauración de estos
ambientes contaminados altamente estresantes para las plantas. Con
este propósito se pueden utilizar plantas nodriza establecidas en los
depósitos de forma natural o plantarlas, en los casos de especies
nodriza poco abundantes, para favorecer la posterior colonización bajo
las nodrizas por parte de las especies focales. Además, hemos
comprobado que en algunos casos se puede sembrar directamente bajo
nodrizas ya existentes, lo que abarataría los costes de un proyecto de
fitoestabilización de estos depósitos. Este ejemplo ilustra cómo el
conocimiento de los factores que determinan el establecimiento y
ensamblaje de las especies en un ecosistema, puede incrementar la
viabilidad de un programa de restauración ecológica.

236
Implantación de especies Una vez realizada la selección de especies y
la asignación de los hábitats de plantación dentro del área a restaurar,
se procederá a la propagación de acuerdo con el método de
implantación proyectado. Para ello se debe tener en cuenta el
calendario de plantación previsto para ajustar la recolección de semilla
y su propagación.

El método de implantación se debe elegir en función del sitio y la


especie. Si revisamos la bibliografía sobre restauración ambiental y
repoblación forestal en ambientes semiáridos de la Península Ibérica,
durante la segunda mitad del siglo XX se ha pasado del predominio del
monocultivo de pino carrasco a la introducción, generalmente en
ensayos piloto, de especies arbustiva.

La introducción de muchas de estas especies se ha planteado como


plantaciones de diversificación o enriquecimiento de formaciones
vegetales más o menos antropizadas (Carreras et al. 1996). En la
mayoría de los casos se trata de campos de cultivo abandonados, zonas
sometidas a incendios recurrentes o antiguas repoblaciones de pino
carrasco muy empobrecidas en sotobosque (MIMAM 2002; Sánchez-
Balibrea et al. 2007; Padilla et al. 2004, 2009). El método de
implantación de especies vegetales más habitual ha sido el de la
introducción de plantones de 1-2 savias, bien en líneas de plantación
con subsolado, o en hoyos manuales o mediante retroexcavadora. Por
el contrario, las técnicas de semillado han sido poco utilizadas en la
actividad repobladora moderna en el ámbito de la cuenca mediterránea
(Castell y Castelló 1996; Carreras et al. 1996), posiblemente
condicionadas por los ensayos realizados durante la primera mitad del

237
siglo XX con marras generalizadas por problemas de depredación o
irregularidad climática (Domínguez-Lerena et al. 2001).

De hecho, en el ámbito forestal se desaconseja su uso en ambientes


semiáridos de la Península Ibérica (Serrada 1993), si bien la mayoría
de las experiencias negativas con este método se basaron en métodos
extensivos de siembra en los que no se realizó una selección del
microhábitat de plantación ni se combinó la siembra con métodos para
reducir la depredación. En términos teóricos las siembras suponen una
ventaja con respecto a la plantación, ya que se ahorra en costes de
producción de planta y, sobre todo, la planta establecida ha pasado un
filtro de selección natural en la fase de establecimiento, que es la más
restrictiva en el ciclo biológico de la mayoría de las plantas. Las
siembras son habituales en revegetación y restauración ambiental,
principalmente en Australia (Mortlock 2000; Close y Davidson 2002;
Millson 2002). Existen también experiencias en Sudamérica (Parrotta y
Knowles 1999; Engel y Parrotta 2001; Camargo et al. 2002),
Norteamérica (Montalvo et al. 2002; Twedt y Wilson 2002) o Sudáfrica
(Snyman 2003; Van den Berg y Kellner 2005). Por ámbitos de actuación,
las técnicas de semillado han sido propuestas principalmente para
rehabilitación de áreas mineras (Plass 1976; Tackett y Graves 1983;
Brofas y Karetsos 2002). También son relativamente frecuentes en
estabilización y revegetación de taludes de origen antrópico,
ensayándose en este caso el uso de hidrosiembras (Sheldon y
Bradshaw 1977; Muzzi et al. 1997; Albaladejo et al. 2000; Tormo et al.
2006; Soliveres et al. 2011).

238
Así mismo, se ha usado la siembra de herbáceas tras incendio como
método de reducción de los efectos erosivos a corto plazo (Ruby 1989;
Fernández-Abascal et al. 2003). Por último, el aporte de semillas
también ha sido aplicado a la recuperación o restitución de poblaciones
de especies amenazadas (Cully 1996; Morgan 2000). Sin embargo, las
experiencias de este tipo en ambientes semiáridos del sureste
peninsular son prácticamente inexistentes. En este sentido, las nuevas
expectativas suscitadas acerca de las posibilidades de aplicación de las
interacciones positivas entre especies dentro del ámbito de la ecología
de la restauración, así como la necesidad de buscar técnicas de mínimo
impacto, obligan a valorar de nuevo, esta vez de modo integrado, las
técnicas de siembra como alternativa o complemento para la
restauración de ambientes semiáridos.

Entre el amplio abanico de técnicas de implantación recomendamos a


continuación las que consideramos más útiles en ambientes semiáridos,
dada la escasa mecanización necesaria y, por tanto, su mínimo impacto
sobre el suelo y la vegetación existente. Un desarrollo más detallado
sobre el modo de aplicación de cada una de ellas puede obtenerse en
trabajos como los de VV.AA. 1989, Serrada 1993, Carreras et al. 1996,
VV.AA. 1998, Castro et al. 2002 y Bainbridge 2007.

Selección del micrositio de plantación

El suelo puede variar espacialmente a escala centimétrica, tanto en su


profundidad (distancia de la superficie a la roca madre) como en sus
características superficiales (presencia de hojarasca, pedregosidad,
costra de sellado, afloramientos rocosos, etc.) y en las propiedades
físicas y químicas de la matriz edáfica (densidad aparente,
239
granulometría, estructura, contenido en materia orgánica, etc.). Todos
estos parámetros afectan directamente al establecimiento y crecimiento
vegetal ya que determinan el espacio disponible para el crecimiento
radicular, así como la porosidad, aireación, el contenido en nutrientes y
la humedad del suelo. Por este motivo, la selección del sitio de
plantación a microescala puede determinar significativamente la
supervivencia y el desarrollo de la vegetación implantada. La estrategia
más exitosa para seleccionar el micrositio de plantación consiste en la
detección sobre el terreno de bolsas o islas de suelo fértil. El
microrrelieve, es decir la variabilidad topográfica a microescala, es un
factor clave que puede alterar el espesor de los horizontes superficiales,
que constituyen la capa más fértil del suelo. Utilizar las variaciones en
el microrrelieve resulta especialmente relevante para restaurar zonas
degradadas con pendientes elevadas, en las que la pérdida de suelo
por escorrentía superficial dificulta el establecimiento de la vegetación.
En estas áreas, pequeños cambios topográficos que reduzcan la
pendiente pueden generar bolsas de suelo en las que se acumulan
preferencialmente el agua y los nutrientes, entre otras partículas, que
arrastran los flujos superficiales. Estas bolsas de suelo se comportan
como pequeñas islas de fertilidad en las que se puede incrementar el
éxito de la vegetación implantada. En ecosistemas áridos y semiáridos,
es frecuente encontrar islas de fertilidad dispersas en el terreno, no solo
asociadas a las variaciones topográficas sino también causadas por la
distribución parcheada de la vegetación. En estos sistemas en los que
el agua es limitante, la vegetación suele ensamblarse en parches
formados por múltiples especies de plantas rodeados por una matriz
prácticamente desprovista de vegetación (Aguiar y Sala 1999).
240
Los parches de vegetación típicamente están formados por una planta
nodriza, que es resistente al estrés ambiental y que atenúa las duras
condiciones climáticas y edáficas bajo su copa, de manera que facilita
el establecimiento de otras especies de plantas que no son tan
tolerantes a las condiciones ambiental. El conjunto de cada planta
nodriza y sus facilitadas mejoran sinérgicamente la fertilidad del suelo
en los parches de vegetación, que así suelen verse como islas fértiles
embebidas en una matriz de suelo yermo (Navarro-Cano et al. 2016).
En ecosistemas objeto de restauración en los que se detecta un
parcheado de vegetación por facilitación, se pueden utilizar los parches
para introducir bajo ellos especies que requieren unas condiciones de
establecimiento más exigentes que las que ofrecen los claros entre
parches. Este método es aconsejable para introducir especies de
etapas secundarias de la sucesión, bien a partir de plantones o
mediante siembras directas en micrositio. Conviene puntualizar que los
parches de vegetación no siempre constituyen islas de fertilidad. Dicho
de otro modo, en ocasiones no se encuentran diferencias en la fertilidad
del suelo dentro y fuera del parche de vegetación. Este hecho se ha
atribuido a varios factores: 1) el crecimiento estacional entre parches de
vegetación perenne de plantas herbáceas que anualmente aportan
sustancias orgánicas al suelo y pueden condicionar la distribución
espacial de los nutrientes (Bolton et al. 1990, Halvorson et al. 1994); 2)
el crecimiento lateral de raíces e hifas de hongos desde los parches de
vegetación hacia los claros (Puigdefábregas et al. 1999, Rillig et al.
2004), en los que pueden aportar sustancias orgánicas; 3) la dinámica
de los parches en la ladera, por ejemplo cuando la planta nodriza
presenta crecimiento clonal (Sánchez y Puigdefábregas 1994). Todos
241
estos factores tienen en común el hecho de que aportan sustancias
orgánicas a los claros entre parches de vegetación. La permanencia de
esta materia orgánica en los claros depende del nivel dependiente y de
la presencia de algún agente(como la pedregosidad superficial) que
evite su arrastre por erosión (Poesen y Lavee Técnicas de restauración
104 1994). Independientemente de si los parches de vegetación
constituyen islas de fertilidad o no, tanto los parches como cualquier tipo
de obstáculo colocado en una pendiente produce una modificación
asimétrica de las propiedades del suelo a su alrededor por su
interacción con los flujos de agua (Bochet et al. 1999). Esta interacción
provoca la formación de zonas de acumulación de sedimentos, agua y
nutrientes aguas arriba del parche (pedestales) y de zonas de lavado
de suelo aguas abajo del parche (microcárcavas) (Bochet et al. 1999).
Los pedestales constituyen sitios especialmente apropiados para la
plantación. En sustratos poco consolidados y fácilmente erosionables
se pueden crear artificialmente estos pedestales mediante el acopio y
fijación de restos de poda, que actuarán como barrera frente a los
sedimentos movilizados por escorrentía superficial o por el viento. Así
mismo, los regueros o pequeñas cárcavas en laderas fácilmente
erosionables pueden ser usados para crear micrositios de plantación
mediante la construcción de banquetas o pequeñas fajinas que actúen
como sumideros de agua y nutrientes. En estos casos las plantas
introducidas en los micrositios creados para corregir los flujos de
escorrentía aceleran el desarrollo de parches de vegetación y por tanto
son más eficientes en la lucha contra la erosión en ladera.

Siembra

242
Los métodos de siembra pueden agruparse en dos categorías: los
métodos extensivos y los métodos puntuales . A la hora de elegir uno u
otro método resulta fundamental conocer las propiedades físicas y
químicas del sustrato, los requerimientos del nicho de establecimiento
de las especies a utilizar y la posible existencia de depredación de parte
de las semillas por la fauna silvestre. También es importante hacer un
cálculo de la densidad de semillas necesaria en cada caso, en función
del potencial germinativo de cada especie y de la depredación estimada
en cada sitio. A continuación, se describen brevemente estos métodos.
Siembra a voleo

Consiste en la diseminación de propágalos de forma aleatoria,


simulando una lluvia natural de semillas. Carreras et al. (1996)
recomiendan emplear cantidades del orden de 15 gr/m2 de semillas
para ambientes mediterráneos, si bien, la cantidad de semilla debe
ajustarse a las características del ecosistema de referencia y los rasgos
de las especies seleccionadas. Se ha utilizado principalmente para la
implantación de mezclas de especies con semillas de pequeño tamaño
(leguminosas, gramíneas, etc.), que formen herbazales y pastizales. No
se recomienda en pendientes superiores a los 20° (VV.AA. 1989).
Normalmente se usan especies con semillas que no superen los 10 mg
de peso y que sean capaces de germinar en superficie.
En cualquier caso, se recomienda favorecer el enterramiento o el
escape de depredadores mediante rastrillado posterior, o bien,
mezclando los propágulos con arena de tamaño similar antes de la
siembra (Serrada 1993) o aplicando mulch sobre el suelo una vez
sembradas (Bainbridge 2007), lo que favorece la ocultación y disminuye
243
el estrés físico de las plántulas emergidas. No obstante, tanto el
rastrillado como la aplicación de mulch, aunque de gran utilidad en
ambientes áridos y semiáridos sobre sustratos muy arcillosos, encarece
el coste total de la siembra (VV.AA. 1989).
La siembra a voleo puede hacerse de modo manual o mecanizado.
Actualmente es una técnica poco usada en restauración, y siempre con
procedimientos mecánicos, mediante sembradoras centrífugas o
aperos de siembra conectados a un tractor. No obstante, consideramos
que la siembra manual a voleo puede ser de gran utilidad en
restauraciones de tipo recuperación o sustitución, en el ámbito de
espacios protegidos o áreas con hábitats de interés comunitario o
especies bajo protección legal. En estos casos, la aplicación manual de
la siembra evita los efectos negativos sobre el suelo o la vegetación
existente del paso de maquinaria pesada. También permite seleccionar
el microhábitat de plantación, por lo que puede combinarse con la
selección de manchas o individuos preexistentes de otras especies que
tengan un efecto nodriza (Castro et al. 2004). Estos autores han
constatado efectos facilitativos de muchas especies de matorral y
tomillar sobre plantones de árboles y arbustos, cuando se plantan
combinados, si bien, no han ensayado siembras bajo estas nodrizas. Al
mismo tiempo, es importante desterrar la idea de que es necesario un
desbroce previo de la zona de siembra o plantación, para reducir la
competencia, puesto que en ambientes sometidos a un fuerte estrés
hídrico, los parches de vegetación actúan como barreras captadoras de
propágulos, como islas de fertilidad y como microhábitats protectores
frente a la depredación (Aguiar y Sala 1999; Castro et al. 2004; Barberá
et al. 2006).
244
Las siembras manuales a voleo también pueden ser útiles para atraer
la atención de granívoros y saciarlos utilizando una especie silvestre o
comercial poco agresiva (cebada, avena, etc.), desviando así la
atención de los microhábitats en los que se ha realizado siembra
localizada de la especie de implantación, cuya germinación y
emergencia de plántulas se ve así favorecida frente a depredadores de
semillas.
Siembra en surquillos
También denominada siembra en línea, es la menos usada en la
actualidad. Al igual que la siembra a voleo puede realizarse de modo
manual o mecanizado. En primer lugar, se abre el surco de plantación,
mediante rejones, cuchillas o rastras, generalmente acoplados a un
tractor, para a continuación depositar las semillas o propágulos en
hileras, que son entonces enterradas a menudo con la propia
sembradora en línea que es el equipo mecanizado más usado en este
caso (VV.AA. 1989). Esta técnica solo es recomendable en
restauraciones de tipo sustitución o transformación, con pendientes
inferiores a los 15-20°, en las que la capa superficial de suelo ha
desaparecido o se ha sometido a laboreo con anterioridad y la
vegetación natural existente es de tipo ruderal.
Puede ser apropiada para sembrar especies arbustivas, de matorral o
pastizales en depósitos o terreras remodelados, parcelas industriales
abandonadas, campos de cultivo abandonados y repoblaciones jóvenes
de pino carrasco en zonas llanas con marras generalizadas y nula
recuperación de la vegetación natural. La siembra manual en surquillos
puede ser de utilidad en la creación de bandas de vegetación en solanas
con perfiles topográficos suaves, sobre materiales blandos y muy baja
245
cobertura vegetal. De esta manera se pueden crear surquillos manuales
de pequeño tamaño (≤ 10 m de longitud, ≤ 20 cm de anchura y ≤ 10 cm
de profundidad de surco), que actúen como microcuencas para facilitar
la germinación y emergencia de plántulas de especies de matorral o
pastizal (ej. Stipa sp. pl., Lygeum spartum, Anthyllis cytisoides, Atriplex
halimus, Salsola sp. pl., etc.) que favorezcan la estabilización y
revegetación de la ladera.
En este caso se debería combinar con otras siembras fuera de surco
para saciar a especies granívoras, tal y como se expuso en el apartado
anterior.
Siembra puntual
También denominada siembra en puntos. Es la más barata y de menor
impacto negativo sobre el suelo y la cubierta vegetal. Generalmente se
realiza de modo manual, mediante el ahoyado superficial, la creación
de casillas o de raspas hasta 10-30 cm de profundidad. En sustratos
relativamente blandos tan solo se necesita un plantamón o un barrón.
En sustratos muy porosos o pedregosos, como dunas, gleras o glacis
con costra meteorizada en superficie no es necesaria preparación del
terreno previa, pudiéndose realizar la siembra en micrositio
directamente. Ha sido muy poco empleada en el ámbito de
repoblaciones y restauración hidrológico-forestal, aunque puede ser
muy útil en restauraciones de tipo recuperación y en el reforzamiento de
poblaciones de especies de interés en conservación. En este sentido,
debe recuperarse su uso en combinación con otras técnicas de
preparación de suelo e implantación, de cara a la mejora de la calidad
de hábitats de interés comunitario o de especies protegidas que
requieren recuperación o manejo de sus poblaciones en el marco de
246
ambientes sensibles, que no admiten labores realizadas con maquinaria
pesada. Su uso debe venir precedido por estudios de viabilidad en cada
caso, para evitar problemas de depredación de semillas, de ausencia
de emergencia de plántulas o de baja supervivencia de éstas por una
inadecuada asignación del nicho de establecimiento. Como ejemplo,
Barberá et al. (2006) y Navarro-Cano et al. (2007, 2009 y 2010) han
ensayado en la Región de Murcia la siembra manual de diversas
especies arbustivas y de matorral en micrositios que podían actuar
como islas de fertilidad potenciales en espartales y pinares de
repoblación. En el caso de los espartales, la siembra junto a las
macollas de esparto mejora significativamente la emergencia de
plántulas de Anthyllis terniflora, Rhamnus lyciodes, Quercus coccifera y
Stipa tenacissima con respecto a los propágulos sembrados en los
claros anexos a las macollas de esparto, no teniendo efectos evidentes
sobre Cistus clusii o Helianthemum violaceum. Sin embargo, en todos
los casos se han constatado niveles importantes de depredación de
semillas por hormigas, micromamíferos y jabalíes. En el caso de los
pinares de repoblación se han detectado efectos negativos de la capa
de hojarasca de pino sobre la emergencia y crecimiento de plántulas de
Stipa tenacissima, Anthyllis cytisoides, Diplotaxis harra subsp.
lagascana y Thymus zygis subsp. gracilis cuando se compara el
resultado de la siembra de estas especies bajo la copa de los pinos con
respecto a los claros entre las líneas de plantación. En cualquier caso,
no hay que olvidar que deben ser muchas las especies vegetales que
pueden actuar como islas de recursos o como plantas nodriza, por lo
que son necesarios ensayos de siembra y/o plantación para contrastar

247
la utilidad de distintas especies en cada proyecto de restauración
ecológica.
Por lo tanto, sería deseable profundizar en las posibilidades de
utilización de los parches de vegetación, para la realización de siembras
puntuales, intentando reducir la depredación de semillas mediante
tubos o mallas protectores, mediante siembras destinadas a saciar a la
fauna granívora o con sistemas protectores como el desarrollado en la
Universidad de Granada para la siembra de especies de Quercus
(Castro y Leverkus 2015).
En el caso de los pinares de repoblación, que requieren actuaciones de
diversificación o de reactivación de la sucesión vegetal, los datos
disponibles obligan a plantearse la necesidad de actuaciones de manejo
de la capa de hojarasca, en combinación con la selección del micrositio
de plantación, para evitar los efectos alelopáticos y la obstaculización
mecánica de la pinaza. Hidrosiembra Las hidrosiembras consisten en la
siembra a presión de una mezcla de agua y semillas, que en ocasiones
se acompañan de algunos aditivos que tienen la función de crear un
efecto mulch, fertilizar la mezcla y favorecer la suspensión homogénea
de ésta.
Las hidrosiembras pueden ser un método útil para revegetar taludes,
incluso en orientaciones de solana. En lugares con acceso a vehículos
pesados (taludes de carretera, balsas de estériles, terreras, depósitos
de residuos, etc.) se utilizan generalmente hidro sembradoras
mecánicas, con 700- 12.000 L de capacidad (VV.AA. 1989), que
cuentan con mangueras de aplicación de largo alcance.
En el caso de terrazas revegetadas, en las que tampoco existen vías de
acceso a los taludes entre terraza, puede ser útil el uso de hidrosiembra
248
con mochila o a mano, si bien, la falta de presión que produce este
método requerirá de su aplicación desde terraza al talud inferior, y
siempre en taludes de longitud reducida. Otro posible uso de la
hidrosiembra con mochila o manual consiste en la siembra en parches
en los que se ha aplicado manualmente mulch vertical incrustado a lo
largo de los canales y regueros en terrazas y taludes.
Con este método se conseguirá:
a) detener la erosión en taludes entre terrazas,
b) favorecer su revegetación y
c) promover la exportación de propágulos hacia la terraza inferior.
Con independencia del método de implantación, en ambientes termo- y
mesomediterráneos semiáridos y secos es necesario realizar la siembra
o hidrosiembra durante el periodo septiembre-noviembre, para hacer
coincidir la implantación con el periodo de germinación y emergencia de
plántulas, que comienza en octubre y puede alargarse hasta abril
(Navarro-Cano 2007).
De este modo también se favorece la supervivencia de las plántulas
establecidas, al sufrir un endurecimiento natural previo a la sequía
estival. En el caso de hidrosiembra en microambientes de umbría y/o
con compensación edáfica, ésta puede realizarse hasta diciembre o
enero. Normalmente se usan mezclas de especies comerciales, en las
que abundan taxones alóctonos para la zona concreta de aplicación, o
especies con requerimientos hídricos menos exigentes que los que
existen en las zonas a restaurar. En este sentido, es importante recordar
que cada área de restauración requiere de la recolección de semillas de
especies locales o cercanas al área de trabajo, no solo por su mejor
adaptación en el caso de los ambientes semiáridos, sino para evitar
249
interacciones competitivas no deseadas entre especies alóctonas
introducidas y la flora autóctona.
La hidrosiembra con maquinaria pesada es utilizada frecuentemente en
restauración de áreas mineras y revegetación de taludes de carretera,
mientras que la hidrosiembra manual o con mochila en puntos concretos
ha sido muy poco utilizada hasta la fecha. Sin embargo, este último
método puede ser de gran utilidad en la revegetación de pequeñas
cárcavas sin acceso para vehículos pesados, en la estabilización y
revegetación de regueros y canales de erosión producidos por
escorrentía y en el refuerzo de poblaciones de especies herbáceas o de
gramíneas de interés.
La hidrosiembra manual o con mochila permite la selección del
microhábitat de siembra, actuando en parches o líneas de drenaje
concretas. De esta manera se compensa el sobrecoste por implantación
manual, al reducir las marras que se suelen producir al intentar
plantaciones homogéneas con maquinaria pesada, en ambientes
heterogéneos, en los que existe un mosaico de nichos de
establecimiento. Cabe recordar que las fases de germinación y
emergencia de plántulas constituyen el principal cuello de botella en la
dinámica poblacional de una especie (Harper 1977; Kitajima y Fenner
2000). El nicho de establecimiento es más restringido que el nicho
adulto, por lo que los filtros impuestos a la emergencia y supervivencia
temprana de plántulas controlan en gran medida la expresión de la
comunidad adulta (Young et al. 2005).
A menudo se ha recurrido a la construcción de diques de laminación en
ramblas y barrancos de cuencas geomorfológicamente muy activas en
el sureste Ibérico. Sin embargo, se ha comprobado que muchos de
250
estos diques son poco efectivos, al quedar colmatados por los
sedimentos de las aguas de escorrentía en pocos eventos de lluvia
moderada a fuerte (Castillo et al. 2001, 2007). En este sentido el mejor
método para luchar contra la erosión sigue siendo recuperar la cubierta
vegetal y promover su dinámica, precisamente en los focos iniciales de
erosión, que se sitúan a menudo en cárcavas de fuerte pendiente y
exposiciones de solana, lo que dificulta su recolonización por la
vegetación natural.
Plantación

La plantación mediante plantones producidos previamente en vivero


sobre contenedor con sustrato comercial es el método más usado para
instaurar una cubierta vegetal en ambientes forestales y campos
abandonados. Por el contrario, en ambientes especiales en los que las
limitaciones impuestas por el suelo o la fuerte pendiente (suelos
contaminados, terraplenes de infraestructuras, etc.) reducen su eficacia,
puede no ser la opción más eficiente. La combinación del método de
plantación y de siembra no es muy frecuente, si bien, no hay ningún tipo
de incompatibilidad, siempre que durante la ejecución del proyecto de
restauración se temporalice adecuadamente estas actuaciones para
que no interfieran. Así, la plantación puntual de especies arbóreas o
arbustivas puede ser perfectamente compatible con la posterior
aplicación de siembras de comunidades de herbáceas, siempre que no
se usen densidades de semilla muy elevadas, para evitar la
competencia por el agua.
Este método combinado puede ser perfectamente válido en ambientes
semiáridos, en los que se combina plantación de arbustos con siembra

251
de terófitos, hemicriptófitos y caméfitos propios de comunidades
abiertas de matorral, adaptadas a la aridez. Al igual que en el caso de
las siembras, los métodos de plantación pueden agruparse en dos
categorías: los métodos extensivos y los métodos puntuales.
Los métodos extensivos se utilizan cuando la imagen objetivo deseada
contempla una alta densidad de planta, mientras que los métodos
puntuales de plantación se usan en diseños con baja densidad de
planta. A continuación, se describen estos métodos.
Plantación mecanizada en terrazas o caballones
La plantación mecanizada se realiza con un tractor oruga al que se le
acopla una plantadora mecánica. Se ha usado ampliamente en terrazas,
en cuyo caso viene precedida por la creación del perfil aterrazado
mediante pala o tractor oruga y el ripado o subsolado de la terraza
creada.
Los inconvenientes que esta técnica tiene para su aplicación en
ambientes semiáridos son: a) destrucción del perfil de suelo y volteo del
mismo, b) creación de terraplenes de pendiente superior al perfil
original, c) fomento de procesos erosivos puntuales, d) porcentaje
significativo de marras por plantación deficiente, e) nula selección del
hábitat de plantación, f) rejuvenecimiento de la vegetación, etc. (Maestre
y Cortina 2004; Navarro-Cano et al. 2007; Ruiz-Navarro et al. 2009). A
esto hay que unir el hecho de que durante la segunda mitad del siglo
XX, la especie predominante en los proyectos españoles de
restauración hidrológico-forestal mediante terrazas ha sido el pino
carrasco. Esta especie interfiere en el proceso de recolonización natural
mediante el control alelopático y mecánico que ejerce su hojarasca
sobre el establecimiento de plántulas de la vegetación concurrente
252
(Fernández et al. 2006; Navarro-Cano et al. 2009, 2010). Por todo ello,
en la actualidad es una técnica poco recomendada en restauración
hidrológico-forestal. Su uso está especialmente desaconsejado en
pendientes menores del 35% y mayores del 60%, así como en sustratos
yesosos o con caliza activa (VV.AA. 1998). Tampoco se recomienda su
uso en restauración de terreras y pantanos mineros (VV.AA. 1989). Por
lo tanto, su aplicación se restringe a restauraciones de tipo
transformación, sobre materiales consolidados y en ambientes cuya
matriz paisajística ya está dominada por elementos artificiales, por lo
que el aterrazado no añadirá una herida visual significativa.
Plantación manual en hoyos
Consiste en la plantación puntual de un plantón a raíz desnuda o en
envase, mediante la apertura de un hoyo de tamaño variable según la
especie. El hoyo puede realizarse a mano, usando un plantamón, un
barrón, una azada, un pico Técnicas de restauración 116 mecánico o
una barrena mecanizada helicoidal. En todos los casos la tarea la puede
realizar un solo operario, a excepción de la barrena, que requiere dos
personas. El tamaño de hoyo oscila entre los 10-40 cm (ancho) × 20-40
cm (profundidad) en el caso del uso de barrón, azada o plantamón, y
los 30-40 × 30-100 cm con barrena helicoidal. Los rendimientos que se
obtienen no varían significativamente en sustratos más o menos
sueltos, oscilando entre los 15 y 20 hoyos, mientras que en sustratos
compactos la barrena helicoidal o el uso de pico mecánico permite
doblar el número de hoyos (10-12 hoyos/hora) con respecto al
plantamón o la azada (5 hoyos/hora) (VV.AA. 1998), aunque conviene
recordar que se requiere el doble de operarios para su utilización.

253
La plantación manual en hoyos es la mejor alternativa para la
implantación de arbustos o árboles en ambientes semiáridos que
requieren una restauración de tipo recuperación o sustitución, y en la
que la orografía del terreno, la dificultad de acceso o la necesidad de no
afectar al suelo o la vegetación existente, obliga a utilizar técnicas de
mínimo impacto que no requieran maquinaria pesada.
La plantación manual en hoyos ha sido poco utilizada durante los
últimos años, desplazada por las técnicas de plantación mecanizada,
que permitían rendimientos muy superiores con un abaratamiento
significativo de los costes. Sin embargo, los resultados de la plantación
con maquinaria pesada en ambientes semiáridos no han sido
satisfactorios en muchos casos. Esto se ha debido a la agresividad en
la preparación del terreno (desmontes en terrazas, subsolado, etc.), a
la inespecificidad en la elección de la especie y la nula selección del
microhábitat de plantación, lo que ha dado lugar a marras generalizadas
y problemas de erosión en zonas de fuerte pendiente.
Ante estas técnicas convencionales, de fácil diseño y bajo coste por
hectárea, las técnicas de plantación manual en hoyos se muestran
como una alternativa idónea para plantaciones de refuerzo y
diversificación en espacios protegidos o áreas sensibles, que cuentan
con hábitats de interés comunitario o especies protegidas. Este método
puede combinarse con el uso de plantas nodriza (Castro et al. 2002),
con la utilización de tubos protectores y con técnicas de semillado, para
crear parches de vegetación que actúen como puntos de nucleación
para la vegetación de etapas avanzadas de la sucesión.
Plantación manual en fajas o banquetas

254
Es similar a la plantación manual en hoyos, con la particularidad de que
la plantación se realiza en fajas o banquetas mediante la creación de
caballones de 1.5-5 m de longitud, 0.2-1 m de anchura y 10-40 cm de
profundidad. Resulta adecuada para la creación de parches bandeados
de vegetación en laderas de pendiente superior a los 20°. En laderas
sobre materiales con sustratos muy compactados puede realizarse
mediante motopico, aunque resulta relativamente costosa al obtenerse
bajos rendimientos. Por el contrario, sobre taludes con suelos poco
consolidados, como margas, o en terreras y depósitos de materiales
finossin consolidar, la formación de fajas o banquetas puede producir
durante los primeros años tras la plantación problemas de formación de
regueros y acarcavamiento que pueden llevar incluso al colapso de
taludes de elevada pendiente tras episodios de lluvias torrenciales. Para
evitar esto se recomienda usar rollos de gabión o biorrollos de fibra
vegetal, a modo de caballón y combinar esta técnica para la introducción
de especies arbustivas o gramíneas perennes, con la hidrosiembra o
siembra manual de herbáceas en los alrededores de la faja o banqueta.
Plantación en hoyos con retroexcavadora
Las retroexcavadoras oruga o las de tipo araña permiten ahoyar en
pendientes de hasta 45°, por lo que se han incorporado a las tareas de
restauración en lugares poco accesibles. Permiten realizar hoyos de
hasta 50 × 100 cm, lo que las hace muy útiles para terrenos con roca
madre o costra caliza en superficie, en los que se requiera un ahoyado
en profundidad y un levantamiento de la costra superficial. También
pueden usarse para crear fajas o banquetas, como en el apartado
anterior. No es recomendable su uso sobre áreas críticas por riesgo
geomorfológico o presencia de comunidades vegetales de interés. En
255
sustratos poco consolidados las rodadas y los puntos de apoyo de los
brazos generan cierta inestabilidad que puede desencadenar la
formación de regueros o surcos de erosión.
Así mismo, su uso en áreas críticas, como hábitats de interés
comunitario o en ambientes con poblaciones de especies protegidas
requerirá de la selección de la rodada y puntos de apoyo, lo que en
términos de rendimiento no compensará su uso frente a la plantación
manual en hoyos. La plantación en hoyos con retroexcavadora está
pensada para la plantación de árboles o grandes arbustos, no siendo
una opción rentable ni eficiente para especies de menor porte como
arbustos pequeños o matorrales.
Restauración ecológica de especies y hábitats de interés

La restauración de hábitats o especies concretas, su reintroducción,


refuerzo o manejo puede considerarse un tipo particular de restauración
ecológica enfocado a preservar poblaciones o comunidades mono- o
pluriespecíficas que por su rareza y grado de amenaza requieren de una
actuación urgente. La necesidad de conservar especies, hábitats o
ecosistemas nace originalmente por contraposición a la eliminación o
sobreexplotación de los mismos. La paradoja de estas dos maneras
antagónicas de entender la biodiversidad llevó a la aceptación a partir
de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992 de la necesidad
de hacer un uso sostenible de los recursos. Esto obliga a mantener
políticas activas de restauración de hábitats naturales y especies, como
queda reflejado, por ejemplo,en el caso de España, en el Plan
Estratégico del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad 2011-2017
(BOE 2011). Conviene aclarar algunos términos habituales en el ámbito

256
de la restauración ecológica de especies o hábitats de interés. Así,
cuando se habla de refortalecimiento de una especie nos referimos a la
implantación de nuevos efectivos demográficos en poblaciones
residuales. La reintroducción se refiere a la introducción en localidades
donde el taxón existió.
La introducción consiste en la implantación de poblaciones en
localidades próximas, por su corología o ecología a las existentes. Por
último, la restauración alude a la realización de restituciones que
incluyan no sólo la implantación de nuevos efectivos poblacionales, sino
también la recuperación previa o simultánea de sus hábitats, lo que
requiere tener en cuenta los requisitos abióticos para la especie
(propiedades físicas y químicas del suelo, microclima) y el grado de
interacción tanto mutualista o antagonista con otras especies presentes
en el hábitat. La restauración ecológica, reintroducción o refuerzo de
poblaciones para la conservación de una especie vegetal forma parte
de lo que se han denominado técnicas integradas de conservación de
flora endémica o amenazada. Estas técnicas combinan tanto acciones
in situ como ex situ, y no son un concepto nuevo dentro de la ecología
de la conservación.
Existen datos de reintroducciones antiguas de especies en respuesta a
la degradación ambiental por sobreexplotación de los recursos. Por
ejemplo, en el caso de la flora hawaiana, con 1131 especies y
subespecies autóctonas, entre 1910 y 1960 se realizaron plantaciones
de 78 especies autóctonas, entre las que se encontraban 13 especies
hoy catalogadas con algún grado de amenaza (Merhoff 1996). El hecho
de que también se realizaran introducciones de otras 948 especies
alóctonas Técnicas de restauración 121 en ese periodo indica la
257
involuntariedad conservacionista de aquellas plantaciones hawaianas,
que respondían simplemente a la necesidad de revegetar tierras
devastadas por la agricultura y el sobrepastoreo. En cambio, la idea de
conservación integrada subyace en trabajos como los de Gómez-
Campo (1972, 1987) y Thompson (1974), reconociendo la necesidad de
utilizar los bancos de germoplasma como técnicas complementarias
con otras técnicas in situ y ex situ. Sainz-Ollero y Hernández-Bermejo
(1979), son los primeros en iniciar en 1977 experiencias de germinación
y reintroducción de especies amenazadas en España, a partir de
semillas y propágulos conservados en el banco de germoplasma del
Departamento de Biología de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros
Agrónomos de Madrid. Las especies utilizadas fueron Vella
pseudocytisus L., Silene hifacensis Rouy, Hutera rupestris Porta,
Antirrhinum charidemi Lange y Artemisia granatensis Boiss.
Experimentos similares fueron llevados a cabo con anterioridad por De
Bolòs (1962), que intentó, sin éxito, una experiencia de reintroducción
de Lysimachia minoricensis en Menorca; y Crompton (1975) en
Inglaterra, que trabajó con varias especies raras, incluido el endemismo
británico Scleranthus perennis subsp. prostratus.
En Estados Unidos se vienen produciendo reintroducciones
intencionadas de plantas amenazadas desde los años 80 (Falk y Olwell
1992), contemplando la legislación el uso de reintroducciones en al
menos el 25% de las especies consideradas como amenazadas (Falk
et al. 1996). En el caso español hasta la fecha se han aprobado planes
de recuperación de 168 especies de flora amenazada, muchos de los
cuales ya se han ejecutado o están programados proyectos de
reintroducción. Al respecto, la Directiva 92/43/CEE del Consejo de las
258
Comunidades Europeas relativa a la conservación de los Hábitats
Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres (Directiva Hábitats) ha jugado
un papel fundamental en el desarrollo de legislación supranacional,
nacional y regional para promover los planes de recuperación de
especies y hábitats amenazados.
La restauración ideal de una especie amenazada requiere de unos
estudios básicos acerca del tamaño y dinámica de sus poblaciones,
ciclo biológico, sistema de reproducción y dispersión, agentes
polinizadores, vectores de dispersión de frutos y semillas, especies
plaga, valoración genotípica de la variabilidad in- Técnicas de
restauración 122 traespecífica, flujo génico entre poblaciones y
existencia de hibridación y cuantificación objetiva de la sensibilidad de
la planta ante amenazas existentes o potenciales (Hernández-Bermejo
et al. 1999). Además, conviene conocer los requerimientos ecológicos
de cada especie para ubicarla adecuadamente en términos funcionales
en el ecosistema correspondiente. Este conocimiento básico nos
permitirá una adecuada elección del micrositio de plantación, el método
de propagación y el método de plantación. En este sentido, uno de los
fallos habituales a la hora de propagar en vivero planta para realizar
plantaciones de una especie amenazada consiste en obviar la
especificidad del sustrato, usando muchas veces sustratos comerciales
de tipo forestal, muy alejados de los que usa la especie en condiciones
naturales.
Este hecho todavía es habitual, salvo quizá en el caso de especies de
arenales y dunas, a la hora de propagar especies de comunidades de
matorral de ambientes semiáridos, lo que se traduce en mortandades
elevadas a corto o medio plazo (Martínez-Sánchez et al. 2016). Buenos
259
ejemplos de plantaciones de una especie amenazada de ambientes
semiáridos apoyadas en estudios básicos que incluyen muchos de
estos aspectos los encontramos en la restauración de canteras de yeso
en Almería, mediante el uso de especies gipsófilaslocales(Mota et al.
2011), en el caso del plan de recuperación del endemismo murciano
Astragalus nitidiflorus (Martínez-Sánchez y Vicente Colomer 2016) o el
en el plan de recuperación del iberonorteafricanismo Anthemis
chrysantha (Vicente Colomer et al. 2015).
Un aspecto controvertido y escasamente tratado a nivel científico y
técnico es el conflicto de intereses que se produce en muchos casos
entre los planes de restauración ambiental y los de recuperación y
conservación de especies y hábitats de interés, tal y como han puesto
de manifiesto Mota et al. (2011) en el caso de las yeseras ibéricas. Este
problema puede tener su origen en la separación de departamentos
responsables de impulsar o tutelar estos planes dentro de una misma
administración, no sólo en términos de comunicación y colaboración,
sino también debido a la separación entre grupos profesionales
existente entre los departamentos responsables de programas de
restauración forestal y los de conservación. Existen multitud de casos
en el ámbito de los ambientes mediterráneos semiáridos de
repoblaciones o restauraciones hidrológico-forestales que han afectado
negativamente a poblaciones de plantas amenazadas. En el caso de
especies herbáceas o de matorral, casi siempre obviadas en esos
proyectos de restauración hidrológico-forestal, el daño ha sido elevado,
pudiendo haber influido en la rarefacción de muchas especies
actualmente amenazadas. Paradójicamente uno de los principales
objetivos de esas restauraciones hidrológico-forestales era la lucha
260
contra le erosión. Sin embargo, existen muchos estudios que ponen de
manifiesto la efectividad de esas comunidades naturales de matorral en
ambientes semiáridos para luchar contra la erosión, en comparación
con las repoblaciones forestales realizadas en esos mismos lugares
(Martínez-Fernández y Esteve 2005). En otros casos, la preparación del
terreno mediante la aplicación extensiva de una enmienda inadecuada
para los propósitos de la restauración tiene efectos negativos no solo
sobre la restauración ambiental deseada sino sobre poblaciones de
interés. Es el caso de antiguos intentos de restauración de canteras de
yeso mediante aportes de tierra alóctona en Almería, que han
favorecido la recolonización de especies ruderales como Dittrichia
viscosa en detrimento del primocolonizador natural de yesos
Gypsophila struthium en la zona (Mota et al. 2004). El problema quizá
estriba en la separación entre legislación sobre conservación de la
biodiversidad y legislación relacionada con rehabilitación de suelos, que
lleva a que, por ejemplo, un lugar que alberga poblaciones de especies
protegidas o hábitats de interés requiera legalmente de un plan de
rehabilitación según la directiva de residuos. Pero a menudo los
proyectos de rehabilitación de suelos usan técnicas de compactación
extensiva o la aplicación de enmiendas orgánicas o inorgánicas, que
tienen un efecto negativo sobre la vegetación existente, incluidas esas
especies de interés.
Un caso paradigmático es el de los depósitos de residuos de lavado de
minerales metalíferos, que contienen elevadas concentraciones de
elementos tóxicos como arsénico, cadmio, plomo, zinc o cobre, por lo
que la transposición de las directivas europeas al ordenamiento jurídico
nacional y regional ha acelerado las exigencias de restauración de la
261
administración competente sobre propietarios de terrenos
contaminados con estos residuos. Sin embargo, desde el punto de vista
técnico, para la administración el modelo de restauración estándar de
estos sitios pasa por el desmonte o sellado, lo que entraría en colisión
con la normativa legal de conservación de poblaciones de especies
protegidas que crecen de modo natural sobre estos sustratos
especiales. Por ejemplo, entre las decenas de depósitos de residuos
minero-metalíferos de la Sierra Minera de La Unión (Murcia), existen
varios de ellos incluidos dentro de sitios Natura 2000 y que se presentan
dentro del área de distribución del Hábitat prioritario Bosques de
Tetraclinis articulata, de distribución muy restringida en el ámbito
europeo. Paradójicamente decenas de individuos de esta especie están
colonizando algunos de estos depósitos, junto con otras especies
legalmente protegidas a escala regional o nacional como Limonium
carthaginense, Teucrium carthaginense o Serapias parviflora. Sin
embargo, un sellado de estos depósitos supondría la eliminación de
estas incipientes poblaciones, cuando algunas de estas especies son
de por sí candidatas potenciales a ser incluidas en planes de
restauración basados en la fitoestabilización de estos depósitos a
escala local. En estos casos, una restauración blanda, con escasa
mecanización y una adecuada selección de las especies y micrositios
de plantación podría favorecer simultáneamente la fitoestabilización de
estos ambientes y la recuperación de hábitats y especies de interés.
Seguimiento y evaluación del éxito de una restauración
ecológica

262
Un programa de restauración ecológica no termina con el proyecto de
ejecución, sino que requiere un seguimiento y evaluación del éxito de la
restauración transcurrido un tiempo prudencial, para determinar si se ha
alcanzado la imagen objetivo o si al menos el ecosistema restaurado
muestra una tendencia positiva en esa dirección. En este último caso,
para detectar tendencias, conviene realizar evaluaciones periódicas a
intervalos de tiempo regulares. La juventud de la disciplina hace que
solo en los últimos años empiecen a aparecer estudios que evalúan al
menos a medio plazo una restauración ecológica. Existen, por el
contrario, numerosos ejemplos de evaluaciones del éxito de
repoblaciones forestales históricas, restauraciones hidrológico-
forestales, programas de rehabilitación de tierras, etc., siguiendo
metodologías muy variadas. En todas estas evaluaciones se ha hecho
un escaso o nulo uso de indicadores del estado de las funciones del
ecosistema restaurado. Además, la incorporación a la evaluación, de
los posibles efectos del cambio climático sobre la evolución del área
restaurada, así como las probables desviaciones del ecosistema de
referencia por este fenómeno sigue siendo una asignatura pendiente en
el diseño de la mayoría de proyectos de restauración y su evaluación.
En muchos casos, la dificultad para proyectar o evaluar una
restauración bajo el actual escenario de cambio global, se debe a la falta
de información específica acerca de cuál puede ser la evolución de
ecosistemas concretos y los hábitats que lo forman ante futuros
escenarios de reducción de precipitaciones y aumento de la
temperatura. Tradicionalmente el éxito de una plantación se ha
evaluado a partir de la supervivencia, crecimiento y/o estado fisiológico
a corto o medio plazo (1-5 años) de la especie plantada. En algunas
263
ocasiones se han incorporado medidas relacionadas con la
composición, estructura y dinámica de la vegetación (cobertura vegetal,
riqueza de especies, etc.). Si bien estos parámetros son indicadores
necesarios del éxito de la restauración a corto plazo, tal y como
proponemos más adelante, a medio y largo plazo es imprescindible
introducir indicadores de las relaciones planta-suelo o aquéllos que
incorporan las interacciones entre distintos niveles tróficos (planta-
microorganismo, planta-herbívoro, planta-polinizador, etc.). En el caso
de las restauraciones hidrológico-forestales, que además de
plantaciones incluían hidrotecnias para corregir cauces o reducir
escorrentía, las obras de restauración raras veces contemplaban una
evaluación de su eficacia en términos de disminución de escorrentía,
tasa de colmatación de diques, etc., reduciéndose en el mejor de los
casos a la mera corrección de daños estructurales.
Los casos de evaluación a medio-largo plazo en este tipo de
restauraciones también son muy escasos, y casi nunca provienen de la
autoridad o entidad ejecutora del programa de restauración, lo que
indica una falta de planificación temporal de los programas de
restauración y una desvinculación de las tareas de ejecución y las de
evaluación dentro del mismo programa de restauración. En cuencas con
alta actividad erosiva, a menudo los diques construidos se colmatan en
pocos años (Castillo et al. 2007) y pueden llegar a colapsar. En
ambientes mediterráneos las repoblaciones forestales son las que más
frecuentemente se han evaluado, tanto en el ámbito técnico como
científico. En este sentido, el principal problema a la hora de evaluar el
éxito de programas de restauración hidrológico-forestal de cierta
antigüedad estriba en partir de información fiable sobre el estado previo
264
a la repoblación, grado de ejecución y especificaciones del proyecto, así
como de las posteriores acciones de reposición de marras y selvicultura
preventiva llevadas a cabo (Alloza et al. 2004).
La problemática sobre el diseño y eficacia de las repoblaciones
forestales efectuadas hasta finales de los 80 se ha traducido en un
reconocimiento expreso de la importancia de evaluar de modo integrado
los programas de reforestación, incluyendo parámetros relacionados
con la naturalidad paisajística y la biodiversidad local en el diseño de
futuros planes de restauración, tal y como recoge el vigente Plan
Forestal Español (BOE 2015) y el Plan Estratégico Estatal del
Patrimonio Natural y de la Biodiversidad 2011-2017 (BOE 2011). Alloza
et al. (2004) repasaron los criterios de evaluación que se han aplicado
hasta la fecha a las repoblaciones forestales, detectaron un predominio
de trabajos que evaluaban sobre la base de datos cualitativos, lo que
hace muy difícil discutir objetivamente sise satisficieron los objetivos
previamente establecidos en cada proyecto. En ese sentido, el
problema de la evaluación puede deberse a la falta de directrices
estandarizadas. Por ejemplo, en el manual clásico “Restauración
Hidrológico-Forestal de Cuencas y Control de la Erosión”, documento
técnico coeditado por el Ministerio de Medio Ambiente de España
(VV.AA. 1998), no aparece ningún capítulo referido a la evaluación
posterior o seguimiento de tales actuaciones para concretar el grado de
cumplimiento de los objetivos del proyecto.
La Unión Europea ha financiado en los últimos años distintos proyectos
de investigación con el objetivo de dotar de herramientas útiles en la
evaluación y toma de decisiones por parte de la administración con

265
competencias en el desarrollo, manejo y gestión de programas de
restauración ecológica.
El proyecto REACTION (www.gva.es/ceam/reaction) ha generado una
metodología de evaluación del éxito de actuaciones de restauración o
repoblación forestal a escala de cuenca, mediante la valoración de
indicadores de calidad del territorio, el análisis comparativo del estado
actual frente a las condiciones originales del área de actuación del
proyecto y la cuantificación del cumplimiento de los objetivos del mismo.
Para tal fin, se han utilizado diferentes cuencas piloto en países de la
Europa Mediterránea. Por su parte, el proyecto RECONDES (www.
port.ac.uk/research/recondes/) perseguía generar técnicas de manejo
de la vegetación encaminadas a mitigar los procesos de degradación a
distintas escalas y usos de suelo en paisajes bajo riesgo de
degradación. Esto incluye zonas sometidas a programas de
restauración hidrológico-forestal en el pasado. En ese proyecto se pone
especial énfasis en la detección de umbrales de reversión de los
procesos de degradación, así como en el control de la conectividad de
dichos procesos a diferentes escalas (Equipo Recondes 2007). La
Society for Ecological Restoration (2004) propone tres modelos de
evaluación del éxito de una restauración ecológica, basados en la
selección previa de un ecosistema de referencia o al menos de los
atributos que el ecosistema restaurado debe tener:
a) la comparación directa, en la que se propone utilizar entre 20 y 30
parámetros físicos y biológicos, que son medidos en el ecosistema
restaurado y comparados con el equivalente de referencia;

266
b) el análisis de atributos, en el que se cuantifica el grado de
cumplimiento de los atributos que debe cumplir un ecosistema
restaurado;
c) el análisis de trayectorias, basado en el seguimiento periódico de una
serie de parámetros que permitan detectar una tendencia del
ecosistema restaurado. Los tres modelos presentan un inconveniente
principal: la dificultad existente para determinar adecuadamente el
ecosistema de referencia, es decir, aquél que se sitúa en un estado
similar al existente antes de operar el agente de degradación.
Este problema es especialmente controvertido en ambientes semiáridos
secularmente manejados. Sin embargo, la Society for Ecological
Restoration (2005) señala que el ecosistema restaurado no
necesariamente tiende a recuperar un estado inicial, sino que debido a
un cambio histórico de los factores que controlan la dinámica del
biotopo, éste puede seguir una trayectoria de sucesión alterada que
puede igualmente suponer una mejora en la salud, integridad y
sostenibilidad del ecosistema restaurado (Walker y del Moral 2003). Por
otro lado, el modelo de evaluación por comparación directa con un
ecosistema de referencia presenta el problema añadido de que, en
muchos casos, los parámetros de contraste arrojarán valores
discordantes en conjunto con lo que será necesaria una jerarquización
del peso de los mismos en la valoración global de la restauración.
En el caso del modelo de evaluación por análisis de trayectorias, la
dificultad estriba en la interpretación de las mismas según el análisis de
las series temporales de datos (Society for Ecological Restoration
2005). En ocasiones se desconoce el ecosistema de referencia pero al
menos se tiene información previa de la evolución a largo plazo del
267
ecosistema degradado. La posibilidad de disponer de ortofotos del
ecosistema desde el fin del agente de degradación hasta varios años
después puede ayudar a prever cual será la trayectoria seguida por una
hipotética restauración en función del diseño de la misma.
Recientemente Crouzeilles et al. (2016) han revisado 221 estudios que
evaluaban el éxito de repoblaciones forestales, tratadas por los autores
como restauraciones. Los autores han constatado una mejora
significativa de la biodiversidad y estructura de la vegetación por
comparación con el ecosistema degradado, que puede variar
enormemente en función del tiempo transcurrido desde la restauración,
la intensidad y grado de fragmentación producidos por el agente de
degradación y el estado ecológico de la matriz forestal que rodea a la
zona restaurada. Siguiendo las recomendaciones de la Society for
Ecological Restoration,
proponemosunconjuntodeindicadoresquenosparecenoportunosparaev
aluar el éxito de una restauración ecológica a distintas escalas
temporales. A corto plazo (1 a 5 años) es necesario evaluar al menos el
establecimiento y estado fisiológico de la vegetación implantada. A
medio plazo (5 a 15 años) se requiere una evaluación no solo del éxito
de la vegetación implantada, sino también del ensamblaje de una
comunidad vegetal más compleja, en la que se establezcan nuevas
especies de plantas, que favorezcan la recuperación de otros niveles
tróficos y que dé lugar a la reactivación de las interacciones planta
suelo. En este periodo, sería conveniente utilizar indicadores de los
diferentes componentes de la diversidad que se relacionan con las
funciones ecosistémicas.

268
Se trata de métricas que incorporan la diversidad filogenética y funcional
de las comunidades, obviadas hasta ahora en la evolución del éxito de
las restauraciones ecológicas. Ruiz-Jaen y Aide (2005) muestran en una
revisión mundial sobre evaluaciones de los resultados de actuaciones
de restauración que los procesos ecológicos no fueron tan
frecuentemente medidos como la diversidad o estructura vegetal. Entre
los estudios que incluyeron procesos ecológicos se evaluó típicamente
la presencia de micorrizas, que puede ser un buen indicador del
potencial de crecimiento de las plantas, y el ciclado de nutrientes, que
nos indican el estado de procesos ecosistémicos claves como la
mineralización o el secuestro de carbono. En ambos casos, las
interacciones ecológicas se muestran clave para entender los procesos
planta-microorganismo.

Una de las razones por las cuales las funciones ecosistémicas no son
evaluadas para determinar el éxito de una restauración puede ser que
su recuperación en muchos casos es más lenta que la de la diversidad
o estructura vegetal (Morgan y Short 2002).
Los períodos de evaluación que se indican deben entenderse como una
mera aproximación que puede variar significativamente en función del
contexto ambiental de la zona restaurada. Técnicas de restauración 136
restauraciones a menudo se diseñan no para maximizar dichos
procesos sino la mera recuperación de especies. Afortunadamente, en
la actualidad tenemos conocimientos ecológicos suficientes como para
poder diseñar restauraciones que fomenten las interacciones
ecológicas más implicadas en la restauración de funciones
ecosistémicas fundamentales. Se trata, simplemente, de intentar
269
restaurar todos los componentes de la diversidad biológica. Dado el
esfuerzo titánico que puede representar el manejo de aspectos tan
diversos, algunos de los cuales pueden ser incluso desconocidos, como
la diversidad genética o funcional de grupos biológicos poco estudiados,
podemos recurrir a indicadores que permitan estimar de manera integral
la diversidad de partida de un ecosistema a restaurar. Estos mismos
indicadores nos permitirán evaluar el éxito de la restauración una vez
pasado un tiempo razonable desde la ejecución del proyecto.
En este sentido, la diversidad filogenética se erige como una
herramienta de gran utilidad, ya que permite integrar composición,
estructura y función de una comunidad biológica en una única medida.
Dado que las especies evolucionan a partir de un ancestro común, las
especies que son cercanas filogenéticamente tienden a poseer
caracteres morfológicos y funcionales parecidos. Este hecho hará, no
sólo que las especies emparentadas desarrollen funciones similares en
el ecosistema sino también que interaccionen con grupos de especies
similares (Gómez et al. 2010). Por esta razón, la diversidad filogenética
de plantas puede ser un indicador fundamental a la hora de evaluar el
éxito a medio-largo plazo de actuaciones de restauración en ambientes
semiáridos. Su estima en áreas sometidas a restauración permitiría
integrar en una misma métrica el grado de ensamblaje de la comunidad
con respecto a la situación antecedente y su efecto sobre funciones
ecosistémicas básicas, por ejemplo, fertilidad y ciclado de nutrientes del
suelo. La información de base para calcular la diversidad filogenética de
una comunidad es relativamente sencilla de obtener. Solo necesitamos
realizar un muestreo similar al necesario para estimar el índice de

270
diversidad de Shannon, es decir, necesitamos una matriz de especies y
sus abundancias.
Por lo tanto, el esfuerzo de campo es equivalente o solo ligeramente
superior al que puede llevar medir supervivencia, cobertura o riqueza
vegetal, Con esa información se Técnicas de restauración 137
construye una filogenia datada y se pueden calculan diversas métricas
como la distancia filogenética media (MPD, del inglés mean
phylogenetic distance) o el índice de parentesco neto (NRI, net
relatedness index), que nos sirven para evaluar la estructura y
diversidad filogenética de la comunidad estudiada (Pausas y Verdú
2010). Si se cuenta con parcelas control no restauradas o con parcelas
cercanas del ecosistema de referencia se pueden estimar las
trayectorias en la estructura de la comunidad vegetal a través de estas
variables de diversidad, que también informan acerca del desarrollo del
suelo. Un ejemplo de la utilidad de este método de evaluación lo
tenemos en el caso de la restauración del hábitat formado por diversas
especies protegidas de plantas en afloramientos yesíferos de Jalance
(Valencia). Tras siete años desde la plantación en hoyo de tres
endemismos típicamente gipsófitos (Gypsophila struthium, Sedum
album y Limonium sucronicum), tan solo el 40% de los individuos de G.
struthium habían sobrevivido, pero éstos estaban facilitando el
desarrollo de vecindarios filogenética- y funcionalmente más diversos
que en los espacios no plantados, aumentando la complejidad
estructural de la comunidad vegetal y la eficiencia en el uso de los
recursos, lo que promueve un mejor funcionamiento del ecosistema
(Navarro-Cano et al. 2016). La evaluación del éxito de una restauración
ecológica a largo plazo requiere hacer un seguimiento no sólo de los
271
parámetros considerados a corto y medio plazo, sino también de la
recuperación de la estructura y fertilidad del suelo, al menos en los
horizontes superficiales, así como el restablecimiento de las
interacciones ecológicas dentro y entre niveles tróficos. En último
término, si además de restaurarse la arquitectura y las funciones
ecosistémicas se consigue la integración del ecosistema restaurado en
su matriz paisajística, se puede considerar que la restauración ecológica
ha sido un éxito.

272
Restauración de suelos degradados

 Cubierta externa
 Árboles nativos y exóticos
 Pastizales

La cubierta externa, las plantaciones de árboles nativos y exóticos y los


pastizales, son especies vegetales que se utilizan para mejorar los
procesos de restauración de los suelos degradados.
Generalmente, las plantaciones de especies vegetales se han
propuesto a menudo como medio para aumentar la lluvia

No obstante, la plantación de árboles sólo producirá resultados


tangibles en el aumento de la pluviosidad en las zonas vecinas si se
convierten en bosques.

Sin embargo, los árboles y especies vegetales también consumen agua.


Mientras más se desarrolla el sistema aéreo, mayor será la cantidad de
agua transpirada por las especies

La conveniencia de plantar árboles en tierras áridas se ha puesto en


discusión porque pueden llegar a consumir más agua de la que
suministran al ciclo hídrico.
En determinadas circunstancias, cuando los árboles consumen el agua
pluvial en su totalidad, puede ser más apropiado cosechar esa agua en

273
una cuenca cercana con una predominante presencia de minerales,
almacenarlos en un embalse y usarla para regar cultivos agrícolas
valiosos.

En los lugares donde no cae lluvia suficiente para mantener una cubierta
vegetativa continua, la cubierta vegetativa fragmentada se separa
mediante fajas de tierra de diferente anchura.

La escorrentía de las fajas de tierra desnuda proporciona a la


vegetación el agua necesaria, de modo que las fajas constituyen
cuencas pequeñas.

Técnicas tradicionales como ésta han sido mejoradas por los


agrónomos, y los técnicos forestales las han adaptado a las
dimensiones y tamaño de sus árboles.

Las operaciones de elaboración más rápida y barata de los suelos han


permitido aumentar considerablemente el potencial de restauración de
tierras, gracias al uso de procedimientos mecanizados y, al mismo
tiempo, se ha logrado aumentar la profundidad de las fajas y su
capacidad de retención de agua.

Al acometer la plantación de árboles con el propósito de controlar la


desertificación, es preciso estimar sistemáticamente el balance hídrico
presente y futuro del rodal para cada una de las fases de su evolución.
Se han de promover medidas de silvicultura idóneas a fin de que el
consumo de agua anual se mantenga por debajo del aforo anual,
274
incluyendo: la elección de las especies, la superficie por plantar, la
densidad de plantación, el raleo, la poda, la corta de renuevos, el
trasmocho y descabezado y, asimismo, si fuese necesario, la
conversión en una cubierta vegetativa más sostenible, por ejemplo, de
un rodal denso en una zona verde o pradera.

Todo programa de control de la desertificación o actividad de


reverdecimiento se deberá considerar a nivel del paisaje.

Los árboles sólo se deben plantar cuando se precise efectivamente de


ellos, la plantación se debe realizar en los lugares idóneos. Además de
la lluvia, es necesario tomar en consideración otras fuentes de agua,
tales como las aguas recicladas, las residuales y los acuíferos
profundos.

En muchas tierras áridas y desiertos existen acuíferos profundos que se


podrían aprovechar. Si bien para algunas actividades de restauración
se deba recurrir durante un período breve a los acuíferos fósiles, tales
actividades sólo serán sostenibles cuando la cantidad de agua
recargada exceda o sea igual a la del agua que ha sido retirada.

La aceleración de la urbanización en las zonas áridas, ha hecho que


cobren mayor importancia la silvicultura urbana y otros programas de
enverdecimiento urbano con una vegetación que consuma menos agua
que los árboles (por ejemplo, arbustos y gramíneas).

275
En esos programas se usa más agua reciclada que aguas residuales y
en el futuro esta práctica será intensificada.

La importancia de la participación poblacional

Primordial importancia reviste la participación de la población y


comunidades locales, y el aprovechamiento de sus conocimientos y
prácticas tradicionales.

Los programas de control de la desertificación deben ocupar un lugar


predominante en los planes y estrategias nacionales de desarrollo para
alcanzar el objetivo: aliviar la pobreza, eliminar las restricciones
institucionales (legislativas o de infraestructura) y facilitar la gestión
colaborativa de los proyectos de desarrollo.

Los bosques de tierras áridas juegan un papel importante en la


estabilización de las tierras, control de la desertificación, protección de
las cuencas hidrográficas, entre otros, así como en la provisión de
madera (en especial de leña) y productos no maderables, incluidos los
forrajes para animales domésticos.

Estos bosques y árboles proporcionaran. medios de subsistencia a la


población local y se integran en la trama de las sociedades rurales.

Sin embargo, la presión humana y los riesgos naturales ponen muchas


veces en peligro la función productiva y protectora de los bosques y
276
árboles en las tierras áridas. Pese a su importancia para la economía
local y la población, los bosques y productos forestales de tierras áridas,
por lo general, aún no se tienen en cuenta en la política de ordenación
de recursos naturales y en la toma de decisiones.

Cuando se considere establecer plantaciones, será preciso evaluar el


balance hídrico y estimar su evolución para cada uno de los períodos
de la vida del rodal.

Todo programa de control de la desertificación o actividad de


enverdecimiento deberá planificarse en función del paisaje.

El lema que ha de expresar la lucha contra la desertificación debe ser


no sólo «plante un árbol», sino «ordene la tierra y los recursos de
manera sensata: un árbol tan sólo deberá crecer cuando y donde su
plantación resulte sostenible».

Reforestación en zonas áridas

277
Para lograr un proyecto de reforestación en una región árida, a grandes
rasgos se siguen los siguientes pasos:

Primero, se rotura el suelo para frenar la compactación de la capa


superficial que impide que se infiltre el agua y que germinen las semillas.

En muchos casos, junto con la roturación del suelo, también se crean


microcuencas, de forma que se capturen agua, sedimentos y semillas,
tal y como hacen las plantas cuando están presentes.

La creación de estas estructuras no sólo ha tenido éxito en la


restauración de las murallas verdes, sino también en otras zonas de
Australia o España.

La idea es muy sencilla y se basa en la dinámica de fuente-sumidero


que existe de forma natural en las tierras secas, donde porciones de
vegetación u otras estructuras, como piedras, depresiones naturales
o troncos caídos, que se encuentran en el suelo y capturan el agua que
fluye por escorrentía, así como las semillas y nutrientes que el agua
arrastra.

Al restablecer estos "sumideros" se facilita que el sistema no pierda


agua, y que ésta se acumule junto con las semillas y los nutrientes, de
forma que las plantas germinan y crecen más fácilmente.

278
Otra técnica sencilla de restauración que parece tener bastante éxito es
el uso de partes de ramas, estructuras similares u otras que hagan la
función de sumidero.

Estas prácticas impiden que el ecosistema pierda sus recursos y, sin


duda, es un paso fundamental para frenar e, incluso, revertir su
desertificación.

Una vez acondicionado el suelo, se contrata a gente de las aldeas y


pueblos de la zona para cultivar y plantar árboles de especies locales y
recoger semillas de plantas herbáceas que, poco a poco, se van
estableciendo en las zonas degradadas.

Por supuesto, unas de las principales causas de degradación son la


deforestación y el sobrepastoreo, y tanto la recolección de madera
como los aprovechamientos ganaderos, hay que evitarlos mientras se
establezca de nuevo la cobertura vegetal.

Más adelante se reestablecen prácticas de pastoreo, aunque con


mucha menos intensidad para evitar que se degrade nuevamente la
vegetación, aunque esto puede depender de las condiciones de cada
sitio. Recientes estudios apuntan a degradar el ecosistema

Una de las formas de restaurar la dinámica fuente-sumidero, es crear


pequeñas microcuencas o depresiones en el suelo, de forma que se
concentren el agua y los nutrientes cerca de las plantas introducidas.

279
Técnicas para la conservación del suelo

Se entiende por técnicas de conservación de suelos a todas aquellas


prácticas que permitan detener o evitar la erosión, conservar el suelo
y mejorar su potencial productivo.

Terrazas de muro vivo: son terraplenes que se forman gradualmente


a partir del movimiento del suelo, que se forma durante las labores de
cultivo en terrenos de ladera y es retenido por setos de diversas
especies de árboles o arbustos que se establecen siguiendo curvas a
nivel.
¿para qué sirven? Para reducir la erosión hídrica en terrenos
preferentemente forestales, controlar el escurrimiento superficial a
velocidades no erosivas y dirigido hacia una salida estable y propiciar la
formación de terrazas.
Beneficios: disminuyen el grado y longitud de la pendiente, impiden la
formación de cárcavas, reducen el contenido de sedimentos en el agua
de escorrentía, disminuye la velocidad del escurrimiento y favorecen
una mayor infiltración y aportan materia orgánica al suelo9.

Terrazas de formación sucesiva. Son terraplenes que se forman por


el movimiento del suelo entre los bordos de tierra. Estos detienen el
suelo que proviene del área entre terrazas, construyendo un canal de
desagüe aguas debajo de bordo.
¿para qué sirven? Para controlar la erosión laminar, interceptar los
escurrimientos superficiales, propiciar la formación de terrazas y como
auxiliar en el incremento de la supervivencia de especies vegetales.
280
Beneficios. Retienen el suelo, favorecen una mayor retención de
humedad, el desarrollo de especies forestales y vegetales naturales,
disminuyen la longitud de la pendiente y por lo tanto la erosión del suelo.

Terrazas individuales. Son terraplenes de forma circular trazados en


curvas de nivel de un metro de diámetro en promedio. En la parte central
de ellas se establece una especie forestal.
¿Para qué sirven? Evitan la erosión de laderas, retienen el suelo de las
escorrentías, captan el agua de lluvia y mantienen mayor humedad para
el desarrollo de especies forestales.
Beneficios. Permiten el control de la erosión, retiene y conservan la
humedad en áreas localizadas, favorecen el aprovechamiento de
fertilizantes, incrementan la supervivencia de árboles en la reforestación
y aceleran el desarrollo de especies vegetales.
Surcos en contorno. Los cultivos que se instalen en la parcela se
conducen y manejan en surcos en contornos a nivel que son construidos
en sentido trasversal a la pendiente máxima del terreno.

¿Para qué sirve? En zonas semiáridas se usa principalmente para


conservar el agua, pues favorecen la infiltración y evitan o reducen las
pérdidas por escorrentías. Los surcos en contorno en zonas húmedas y
sub húmedas se emplean para controlar la erosión hídrica
Beneficios. La infiltración del agua en el suelo aumenta, así como su
cantidad almacenada en el perfil.

El cultivo en surcos en contorno es una de las técnicas más sencillas y


efectivas para el control de la erosión. Facilitan el riego por surcos,
281
permitiendo una mayor infiltración por la circulación lenta del agua;
interceptan los elementos y permiten un mejor desarrollo de los cultivos,
al acumular agua en los surcos propician el incremento de la producción
por una mayor retención de humedad y asimilación de los nutrientes del
suelo.

Cortinas rompevientos. Son plantaciones alineadas en forma


perpendicular a la corriente del viento. Se establecen con cuatro o más
hileras de árboles y arbustos para formar una barrera lo suficientemente
alta para disminuir la velocidad del viento.
¿Para qué sirven? Reducen la velocidad del viento, detienen el material
acarreado y protegen el suelo de la acción erosiva del viento.
Beneficios. Disminuyen la perdida de suelo ocasionada por el viento,
detienen el suelo acarreado, protegen el suelo de la acción del viento,
protegen los cultivos anuales del acame y conservan la humedad.

Rotación de cultivos: una rotación de cultivos tiene como objetivo el


desarrollo de sistemas de producción diversificados que aseguren la
sostenibilidad del suelo, promoviendo cultivos que se alternen año con
año para que mantengan la fertilidad del suelo y reduzcan los niveles
de erosión.

Pastizales

282
Son comunidades vegetales donde predominan los pastos con pocos
árboles y arbustos. Pueden ser producto del desmonte de terrenos
boscosos, pero aquí nos referimos a los naturales. En las sabanas
pueden existir árboles, pero son escasos y muy dispersos.

Distribución

Ecosistemas

Pastizal potencial actual % de perdida

superficie 162790 103,159 36,63

conservado 63,413 % de deterioro

deteriorado 39,347

Ecosistemas de México: Extensión y distribución

 Categorías de prioridad para la conservación de bosque mesófilo


de montaña.

Áreas naturales protegidas

Reserva de la Biosfera llanos de Chihuahua

 Reserva de la Biósfera Sierra Gorda en Querétaro

Clima

Se distribuyen en zonas semiáridas y de clima fresco. Las temperaturas


medias anuales oscilan entre 12 y 20 grados centígrados, con

283
precipitación media anual entre 300 y 600 mm. Se encuentran en
laderas de cerros y el fondo de valles con suelos moderadamente
profundos, fértiles y medianamente ricos en materia orgánica. En zonas
con declive y sin suficiente protección se erosionan con facilidad.
Algunos tipos especiales se localizan en suelos con gran abundancia
de yeso.

Flora y fauna

Algunas especies de fauna características de los pastizales son: los


perritos llaneros mexicano (Cynomys mexicanus) y de cola negra
(Cynomys ludovicianus), el berrendo (Antilocapra americana), el bisonte
(Biso bison), el puercoespín (Erethizon dorsatum),

El Tlacoyote (Taxidea taxus) y la zorra norteña (Vulpes marotas)


además de numerosos roedores, liebres (Lepus spp.) y conejos
(Sylvilagus spp.).

Son característicos entre las aves el águila real (Aquila chrysaetos),


Zarapito Picolargo (Numenius americanus), Búho llanero (Athene
cunicularia), Halcón aplomado (Falco femoralis), Aguililla real (Buteo
regaliz), Chorlo llanero (Charadrius montanus) y el Pradero occidental
(Sturnela neglecta).

Servicios ambientales Los pastizales, son fuentes de alimentos, fibras


y combustibles, contribuyen a la regulación del clima, la polinización, la
purificación y recarga de acuíferos, el control de especies invasoras y la
captura de carbono. Tienen valor cultural, espiritual y recreativo.

284
Impactos y amenazas

Los pastizales son considerados uno de los ambientes más


amenazados de América del Norte.

Un pastizal sobre pastoreado significa desolación erosión, y ganado


desnutrido. El mal manejo ganadero impide el buen desarrollo y la
reproducción de las especies vegetales más nutritivas y apetecidas por
el ganado.

Ejemplo de la restauración del bosque en pastizales y la


propagación vegetativa

285
La desaparición y degradación ambiental del bosque a gran escala
amenaza la capacidad de carga de nuestro planeta. Centroamérica
encabeza las tasas regionales de deforestación anual alcanzando
nueve veces el promedio mundial (FAO, 2011). Las áreas deforestadas
se convierten principalmente en pastizales para la alimentación del
ganado o en tierras de cultivo, las cuales representan ya el bioma
terrestre más grande del mundo, cubriendo alrededor de 40% de la
superficie global (Foley et al., 2005). Como consecuencia,
problemáticas como el cambio climático, la desertificación, eventos
climatológicos extremos y la falta de agua potable son cada día más
agudas.

Una estrategia comúnmente usada para catalizar la sucesión


secundaria en pastizales es establecer plantaciones con especies que
cumplan con ciertas características: a) altas tasas de supervivencia y
crecimiento, lo cual reduce los costos y motiva a los campesinos locales
a restaurar (Hall et al., 2011), b) proveer diversos servicios
ecosistémicos y productos forestales con usos comerciales y locales
(Murray y Bannister, 2004; Douterlungne et al., 2013a), c) producir
alimentos, perchas o refugios para atraer fauna dispersora de semillas
(Fuller y Rothery, 2013), y d) crear condiciones ambientales más
favorables para la sucesión secundaria, como una rápida formación de
mantillo y pronto cierre del dosel (Butler et al., 2008).

La descomposición del mantillo libera nutrientes y mejora la textura y


humedad del suelo (Siddique et al., 2008; Celentano et al., 2010),

286
mientras que los sotobosques, al tener sombra, son menos invadidos
por especies heliófilas de competencia agresiva que retrasan la
sucesión (Douterlungne et al., 2013b). Adicionalmente, el mantillo y la
sombra proyectada por el dosel amortiguan las oscilaciones extremas
en las temperaturas y tasas de evapotranspiración que caracterizan las
áreas tropicales deforestadas (García-Orth y Martínez-Ramos, 2011).
Mientras que se han realizado numerosos estudios sobre el diseño y
composición de las plantaciones, existen pocas evaluaciones
experimentales que comparen el desempeño de plantaciones
establecidas con las tres diferentes estrategias de propagación: i)
trasplante de plantones producidos en vivero, ii) siembra directa de
semillas, y iii) trasplante de estacas vegetativas.

La producción de plantones de vivero en muchas ocasiones garantiza


una alta calidad del material vegetativo a trasplantar. Por otro lado,
sembrar las semillas directamente en el sitio a restaurar reduce el costo
de establecimiento, pero puede aumentar la mortalidad. Las semillas
germinarán en condiciones micro-ambientales adversas, mientras que
el estrato herbáceo compite intensivamente con las plántulas
emergentes (Engel y Parrotta, 2001; Cole et al., 2011). Por otro lado,
las estacas provenientes de propagación vegetativa pueden tener
mayor supervivencia, un crecimiento acelerado y reducir los costos con
respecto del uso de plantones de vivero (Zahawi y Holl, 2009).
Particularmente estacas altas (> 2 m) podrían tener ventajas
competitivas en sitios dominados por un estrato herbáceo agresivo.

En contraste con los plantones y plántulas vulnerables a ser sofocados


por las herbáceas (Navarro-Cerrillo et al., 2011), las estacas tienen el
287
potencial de expandir rápidamente su copa y reducir la dominancia del
estrato inferior a través de su sombra (Zahawi y Augspurger, 2006). Las
estacas también pueden servir como percha y refugio para la fauna
dispersora de semillas. Sin embargo, plantar grandes áreas con estacas
requiere mayor logística para cortar, almacenar y mover grandes
volúmenes de material vegetativo. En este capítulo evaluamos varias
especies establecidas con diferentes estrategias en función de su i)
supervivencia, ii) crecimiento, iii) cierre del dosel, y iv) costo de
establecimiento y mantenimiento. Adicionalmente, investigamos si la
aplicación de un enraizador comercial y el gradiente en altura, diámetro
y profundidad de siembra de las estacas influye su establecimiento
exitoso.

Selección y manejo de especies

El objetivo de este estudio es contribuir con información experimental


que permita diseñar plantaciones de restauración con óptimo
desempeño en pastizales degradados. En este sentido, el éxito y la
productividad de una plantación dependen de su composición de
especies, pero también de cómo éstas han sido propagadas. Existen
estudios previos que comparan el desempeño de cierta especie
establecida tanto por siembra directa como por estaca y trasplante de
vivero (por ejemplo, Zahawi y Holl, 2009).

Estos estudios revelan importante información sobre el manejo


reproductivo de cierta especie, pero limitan el conjunto de especies que
pueden evaluar al excluir las especies que no se propagan
exitosamente por los tres mecanismos de establecimiento. Por otro

288
lado, este estudio compara las especies con alta productividad para
cada uno de los métodos de establecimiento evaluados. El diseño de
este estudio, con comparaciones inter-específicas, posibilita
aproximarse más a las potenciales eficiencias óptimas de cada método
de establecimiento; aunque no pretende determinar el mejor manejo de
reproducción de todas las especie en todas las formas de
establecimiento.

Para seleccionar las especies con alto desempeño para cada método
de establecimiento y que además presenten un alto potencial para la
restauración, se usaron los siguientes criterios: 1) experiencias exitosas
en ensayos de restauración (véase, entre otras, Román et al., 2009), 2)
alta disponibilidad local de propágulos, 3) presencia en pastizales y
cercas vivas, 4) experiencia local en su propagación, 5) carácter
perennifolio, y 6) producción de frutos comestibles atractivos para la
fauna dispersora de semillas.

A continuación, se describen las especies seleccionadas: Guazuma


ulmifolia Lam. (Malvaceae – sterculioideae) es un árbol forrajero que
crece frecuentemente en pastizales (Pennington y Sarukhán, 2005).
Trichospermum mexicanum (DC.) K. Schum (Malvaceae – tilioideae) es
una especie pionera de muy rápido crecimiento que abunda en la
vegetación secundaria (Roncal-García et al., 2008) y atrae
polinizadores desde su segundo año de crecimiento (obs. pers.). Inga
vera Willd. (Fabaceae – mimosoideae) es una especie fijadora de
nitrógeno que usualmente se establece por siembra directa; sus frutos
atraen a la fauna dispersora de semillas (Pennington y Sarukhán, 2005).
Spondias mombin (L.) (Anacardiaceae) y Bursera simaruba (L.) Sarg.
289
(Burseraceae) son dos especies predominantes en cercas vivas y
comúnmente establecidas por medio de estacas (Jiménez Ferrer et al.,
2008).

Los frutos de Spondias atraen una amplia diversidad de fauna forestal.


En los experimentos se incluyó a Ochroma pyramidale, pero fue
excluida de los resultados presentados aquí debido a su pobre
desempeño (véase Douterlungne, 2013). Para definir el manejo de las
estacas (propagación vegetativa) se colaboró con campesinos que
establecen las mismas especies en sus cercas vivas.

Las estacas se cortaron en la selva secundaria con la ayuda de una


motosierra por la tarde; los campesinos aseguran que al hacer el corte
de estacas en la tarde se asegura la menor perdida de látex y agua.
Luego, las estacas se colocaron horizontalmente de 7 a 15 días a la
sombra.

Según los conocimientos locales, durante este tiempo se seca el


extremo de la estaca que fue cortado, así se evitará la entrada de
patógenos cuando la estaca entre en contacto con el suelo. Durante el
transporte se evitó que las estacas cayeran, lo que puede dañar los
tejidos vegetales. Las estacas medían en promedio 123 ± 13 cm de alto
con un diámetro a la base de 5.1 ± 1.5 cm.

Para evaluar el impacto de un enraizador en el establecimiento de las


estacas se aplicó a la mitad de las 400 estacas un fitorregulador en
polvo comúnmente usado para fomentar el enraizamiento de árboles
frutales (Raizona- plus, fax S.A. de C.V.; 0.12% alfanaftilacetamida,

290
0.06% ácido Indol-3 butifico y 99.82% de diluyentes y compuestos
relacionados: 99.82%). Las estacas con enraizador se distribuyeron
aleatoriamente entre todos los puntos de siembra

Conclusiones, recomendaciones y lecciones aprendidas

En comparación con las plantaciones establecidas por siembra directa


o trasplante, nuestras estacas de Spondias y Bursera no generan
ventajas ecológicas ni económicas para restaurar la selva húmeda en
los pastizales. Para mejorar el desempeño de las plantaciones es
recomendable definir los mejores manejos de propagación vegetativa
con pruebas piloto usando las especies deseadas en los sitios a
restaurar. No concentrar la siembra de estacas en un solo año evita que
un fenómeno climatológico atípico afecte masivamente la
supervivencia. Recomendamos limitar la propagación vegetativa a las
especies difíciles de reproducir sexualmente para enriquecer las
plantaciones de restauración.

Los sistemas agrosilvopastoriles

291
Consideramos abordar este tema porque, en algunas zonas áridas y en
suelos degradados, se han ido popularizando por ser medianamente
productivos y se adaptan a las condiciones económicas de los
productores, si se manejan adecuadamente dichos sistemas
agrosilvopastoriles y se integran para un mejor aprovechamiento de
aspectos agrícolas, ganaderos y forestales que es como tienen
integradas sus actividades los productores.

Los sistemas agrosilvopastoriles son una combinación de


tecnologías tradicionales y modernas que se han sistematizado con el
propósito de ofrecer alternativas, viables y sostenibles
económicamente, a la agricultura, ganadería extensiva y acciones
forestales debido a la incompatibilidad entre las tecnologías más propias
para las regiones degradadas y el avance de la frontera agrícola.

Un modelo agrosilvopastoril es un ecosistema originado por la


intervención del hombre, en el cual se combinan las actividades
agrícolas, ganaderas y forestales en un mismo sitio, con
interacciones significativas ecológicas y/o económicas o sólo
necesariamente biológicas entre las componentes:

 Los sistemas son una agricultura sostenible.


 Los componentes del sistema que interaccionan.

Los sistemas tienen su antecedente desde épocas precolombinas en la


civilización de los mayas, quienes practicaban la roza, tumba y quema

292
de la selva para el cultivo del maíz durante uno a tres años, después de
lo cual abandonaban el área para su regeneración natural.

También cultivaban huertos con más de 20 especies de plantas de uso


múltiple junto a sus milpas.

 Los árboles aportan materia orgánica al suelo en forma de hojas,


flores, frutos, ramas y raíces muertas que se desprenden
periódicamente.
 Además, absorben elementos en horizontes más profundos y los
depositan en la superficie, haciéndolos disponibles para los
pastos. En el caso de los árboles fijadores de nitrógeno (AFN),
además, es lógico considerar el beneficio adicional de la
disponibilidad de la utilización del nitrógeno.
 Los árboles proporcionan un microclima favorable para los
animales (sombra y disminución de la temperatura).

La magnitud del sombreado depende de la cantidad de árboles por


unidad de superficie, el diámetro de las copas y su frondosidad.
La sombra protege al animal del excesivo calentamiento por insolación
directa y reduce la temperatura ambiental, la cual se relaciona con el
balance térmico del animal; temperatura menor a la corporal se traduce
en mayor consumo de satisfactores; aunque es discutido si también es
mayor la productividad animal.

293
Los árboles pueden competir con la pastura por agua, nutrientes, luz y
espacio (el efecto será mayor en la medida que los requerimientos sean
similares).

La caída natural de las hojas y la poda, modifican los requerimientos y


la disponibilidad de agua, luz y nutrimentos en los componentes del
sistema.

La adecuada selección de especies, épocas y frecuencias de podas,


puede ayudar a atenuar la competencia o dirigirla convenientemente.

Si la carga animal es alta o los árboles están en grupos, debajo de los


cuales los animales se concentren en busca de sombra, la
compactación de los suelos puede afectar el crecimiento de los árboles
y el pisoteo puede afectar la cobertura herbácea y dar origen a focos de
erosión.

Las preferencias alimenticias de los animales pueden afectar la


composición del bosque (con el tiempo predominan las especies no
apetecidas para el ganado)
.
La presencia del componente animal cambia y puede acelerar algunos
aspectos del ciclamen de nutrimentos al retornar al suelo heces y orina.
Los animales pueden diseminar las semillas, o escarificarlas, lo cual
favorece la germinación.

294
Ventajas y desventajas

Algunos de los factores que favorecen la presencia de la ganadería son:

 La diversificación de las actividades productivas de la finca, la


reducción del riesgo de catástrofes económicas, elementos
esenciales en los sistemas de producción del pequeño productor.
 Los pequeños productores con limitaciones de urea, pueden llegar
a producir en bosques, alimentos de origen animal (leche, carne)
sin sacrificar el área dedicada a cultivos.
 Se logra así una diversificación de insumos de mano de obra y la
naturaleza de los productos del sistema de finca.
 Además de las ventajas directas, los productores pueden obtener
beneficios económicos resultantes de la leña, pastos, madera y
forraje (los tres últimos son de uso eventual para beneficio del
componente ganadero)

La ganadería permite la utilización y control de pastos y malezas


que compiten con el desarrollo de árboles juveniles, En el caso de
árboles frutales o palmas, la labor limpieza que hace el ganado
sobre el pastizal facilita la cosecha de los frutos.
 El pastoreo de la vegetación de cobertura reduce el riesgo de
incendios.
 En el caso de asociaciones de ganadería con cultivos, la principal
ventaja radica en que entre el 60 y 70 % de la biomasa vegetal
puede usarse en la alimentación del ganado sin causar
competencia con la alimentacié6n humana.
295
 En el caso de ganadería asociada con árboles fijadores de
nitrógeno, es lógico suponer que estos contribuirán a la fertilidad
del suelo, además de ser un suplemento proteico cuando sus
hojas y ramas comestibles son utilizadas como forraje.

Por otro lado, también es importante reconocer que hay desventajas.


Las más importantes son:

 El efecto compactaste que el pisoteo del ganado tiene sobre el


suelo podría estar compensado por el efecto que las raíces tienen
sobre la porosidad, capacidad de infiltración y aireación del suelo.
Sin embargo, este punto requiere de comprobación.
 La velocidad de caída y el tamaño de las gotas de agua de las
copas de los árboles a las plantas del estrato inferior pueden
causar daños a las flores y frutos de éstas.

 Prácticas como cosechas mecanizadas de cultivos, henificación o


ensilado se ven dificultadas por la interferencia de los árboles a
menos que la plantación de estos se planifique con estos fines en
mente, ya sea usando líneas simples o franjas.

296
Los sistemas de recolección

La recolección es la madre de los otros sistemas de producción


agrícola.
Spedding (1975).

El tema está relacionado con los bienes y servicios que deriva el hombre
de la cubierta vegetal espontanea, con un cierto grado de intervención,
que a nivel nacional representa aproximadamente el 72.7 % de los
terrenos incultos.
González-Abraham et al. (2015) refieren un 56 % del territorio mexicano
sin perturbación, donde resalta el bioma Sierra Madre Occidental con
una huella humana de 0.52, en contraste con San Andrés Tuxtla, con
una huella humana de 4.74.
Nos ocuparemos de un tipo de aprovechamiento que denominaremos
recolección, aplicado a poblaciones vegetales y animales de los que se
obtienen materias primas vegetales o animales que se utilizan, por lo
general, para la elaboración de productos finales para autoconsumo o
para comercialización en función de, disponibilidad, necesidad, cultura
y tecnología y, en algunos entornos, constituyen la única fuente de
sustento o ingreso de la población:

1. Es el origen de los otros sistemas agrícolas (Spedding, 1975).


2. Complementa los producidos en los medios secos y el
agostadero.
297
3. Requiere un profundo conocimiento del medio.
4. Aplica tecnología más avanzada que la agricultura de secano en
las regiones secas.
5. Contribuye con la dieta de los nómadas más que caza y pesca
juntos.
6. Mantiene a los grupos agrícolas de las regiones secas.
Otras acepciones y vocablos que reciben estos productos vegetales se
refieren a continuación:

 Esquilmo. Fruto que se saca de la tierra; cosecha sacar un


abundante esquilmo. Provechos accesorios en el cultivo, la
ganadería.
 Esquilmo. Frutos que se sacan de las tierras y ganados.
 Esquilmar. Coger los frutos de la tierra. Chupar las plantas, el jugo
de la tierra, agotándola -planta que esquilma los campos. Agotar,
menoscabar.
 Esquilmar. Recoger el fruto de las tierras y ganados. Chupar con
exceso el jugo de la tierra. Empobrecer.

Habría que considerar las palabras clave de estas definiciones para


poder precisar la conveniencia o inconveniencia de utilizar recolección
o. Esquilmo.

Se presenta información de la literatura, en su mayoría referida a


México, y algunas experiencias, en los medios secos del centro norte
de México, con arvenses (papita de monte), suculentas (maguey, nopal,
entre otros), leñosas (mezquite, piñonero), sin dejar de lado el trópico,
298
con leñosas (chicozapote), todas ellas objeto de aprovechamiento, para
algunos casos múltiples.
Antecedentes

Seria impropio dejar de lado la información que se ha generado en este


ramo por connotados científicos como Hill (1935), Martínez (1958),
Rzedowski (1964), Marroquín et al. (1964), Aguirre (1983), Felger y
Moser (1985), Nabham (1985), o las experiencias prácticas de J.A. de
la Cruz, de INIF, entre otros. Marroquín et a/. (1964) documentaron
aspectos de la cubierta vegetal del norte centro de México, desde los
rasgos ecológicos, hasta la demografía y la población humana, sin dejar
de lado la descripción de las plantas útiles tales como: candelilla, izote,
lechuguilla, guayule, cactos, mezquite, sotol, maguey, cenizo, entre
otras.

El propósito de estos estudios fue tener las bases técnico-científicas que


sustentarán el aprovechamiento de algunos elementos de los tipos de
vegetación estudiados.
Rzedowski (1964) aborda la botánica económica de las especies de las
zonas áridas y semiáridas del centro y del noreste de México; las
cataloga en: alimenticias (cactos, pitayos) (Pimienta, 1999: Luna y
Aguirre, 2001); elaboración de bebidas (magueyes); producción de cera
(candelilla); producción de látex (guayule); substitutos de jabón
(calabacilla loca); producción de taninos (huizache, mezquite);
ornamentales (biznaga, cactos); interés variado.

299
Las nopaleras son tratadas en detalle por Velázquez (1961); Miranda y
Hernández (1963); Marroquín et a/. (1964); Rzedowski (1964);
Bye1979); Figueroa (1984); López et al. (1977), COMETUNA, Red
Nopal CONABIO (2008) y ponen de relieve su capacidad para producir
bienes y servicios a los dueños ó poseedores de este, tan sui generis,
tipo de vegetación.

El mezquite, que a juicio de un historiador potosino (Cabrera 1968),


debería ser el símbolo de San Luis Potosí, fue mencionado por
Marroquín et al. (1964), Rzedowski (1964, 1995), considerado, en más
detalle por Galindo y García (1986), en cuanto a aprovechamiento, sin
dejar de lado lo que aportan García y Flores (1996) y Frías (1998).
Este último autor plantea un aprovechamiento sustentable de un
mezquital en el norte Guanajuato.

A ello habría que agregar otros bienes y servicios derivados de la


presencia de la especie en el área arriba consignada, que hace pensar
de él no solo como una verdadera isla de fertilidad (García y McKell,
1970), isla de recursos, sino como una auténtica isla biológica.

Al igual que el mezquite, e| maguey ha jugado un papel importante en


la aportación de múltiples productos para el hombre, al grado de dar
vigencia al mutualismo que Gentry (1982) refirió en cuanto a que el
hombre da cuidado y el maguey provee sustento. Aguirre et al. (2001)
documentan este pronunciamiento para el Altiplano potosino.

300
Los hay por sus aprovechamientos de fibras: Agave lechuguilla (García-
Moya y Ayala-Sosa, 2007); A. fourcroides, para la de bebidas
espirituosas: A. angustifolia, con la distribuci6n más amplia del género
al traspasar las fronteras a partir del sur de Sonora hasta
Centroamérica. En ese Ámbito, la elaboración de mezcal toma distintas
denominaciones: bacanora en Sonora (Bahre y Bradbury, 1980),
mezcal en Oaxaca (Sánchez, 1989), comiteco en Chiapas. Bye, Jr.
(1979), Tello y García (1988), Aguirre et al. (2001) mencionan el proceso
para el Altiplano potosino-zacatecano, donde se utiliza otra especie (A.
Salamina spp. crassispina), tequila (A. tequilean) en Jalisco
(Valenzuela, 1994); CONABIO (2006); pulque (A. salmiana, A.
mapisaga) (García y Nobel, 1990).

El piñonero es otra de las especies aprovechadas desde épocas


remotas. A pesar de que se tienen todas las especies piñoneras en el
país, Pinus cembroides es la que aporta el grueso de la producción de
piñón (Martínez, 1949). García y Gómez (1988), García y Flores (1996)
y Romero (2001), dan cuenta de algunas experiencias acumuladas con
esta especie, que también se ha considerado con aprovechamientos
múltiples y de gran importancia por la extensión y ubicación de la
misma, en México.

Evolución de la actividad de recolección

Especie Forestal No Maderable. Especie biológica aprovechada por los


recolectores de productos naturales.

301
Producto Forestal No Maderable (PFNM)

El vocablo Producto Forestal No Maderable (PFNM) o Non Timber


Forest Products (NTFP), es la denominación más utilizada para
productos silvestres distintos de la madera.
La Unión Internacional para la Conservaci6n de la Naturaleza (IUCN)
los define como todos aquellos productos biológicos, excluidos Ia leña,
la madera y el carbón, que son extraídos de los bosques naturales para
el uso humano (UICN, 1996 gef 4 /publicaciones
/Documentos%20Apoyo%20/ IN pdf).

Los productores forestales de materiales no maderables, bajo una


gestión sostenible fundamentada en planes con investigación científica
salida, en particular en el aprovechamiento de las especies, pueden
proveer de un amplio espectro de beneficios sociales y económicos a
los moradores rurales, en armonía con los estándares de conservación
y desarrollo rural.

Características de los PFNM

Los PFNM pueden catalogarse en dos grandes grupos. El primero hace


referencia a los generados en sistemas de subsistencia que se perciben
como un elemento clave para superar dificultades en tiempos de
incertidumbre y que pueden ser utilizados por los
productores/recolectores cuando se encuentren desempleados, o por
individuos que, debido a su edad, género o discapacidad, no encuentren
oportunidades en el mercado laboral.
302
La naturaleza de la actividad de productor/recolector es importante para
aquellas personas que no se sienten a gusto con las demandas del
mercado laboral tradicional. Los PFNM se catalogan como bienes
inferiores porque a medida que los ingresos aumentan en los hogares,
su aprovechamiento decrece.
Un segundo grupo de PFNM se refiere a productos que están insertos
en la economía de mercado y pueden ayudar a incrementar los ingresos
y el bienestar en los hogares de manera importante. Este grupo se
enfrenta
a mercados en expansión y a una rentabilidad atractiva. Como
consecuencia, con mayor exposición a las fuerzas del mercado, se
puede trastocar o sobrevalorar el comercio de algunos PFNM, mientras
que ofrece nuevas y prometedoras oportunidades para otros. Por ello,
es importante evaluar con mayor precisión los factores que inciden en
las diferentes oportunidades y riesgos (Ticktin, 2004).

Los usuarios de estos productos tienen ante sí la decisión de


comercializar a sabiendas de que tal acción lleva implícita la definición
de los objetivos que se pretenden y la generación de mecanismos para
dar un seguimiento del progreso hacia los objetivos, llámese
conservación, certificación de los productos, seguridad alimentaria,
independencia externa de fuentes monetarias, entre otros.
Una de las alternativas para los modelos tradicionales de análisis de
productos es el marco de análisis de medios de vida sostenibles.
Es importante tener en cuenta que las estrategias de apoyo al sector
por parte del gobierno, al favorecer productos con alta demanda
internacional, sólo beneficiarla a los productores mejor equipados y
303
fuertes desde la perspectiva financiera, y no a los más pobres con
reducido poder de negociación.
Los productores de los PFNM son personas con las siguientes
características:

 Son productores/recolectores.
 Viven en comunidades asociadas a bosques.
 Utilizan los recursos forestales para subsistencia.
 Venden productos primarios con ningún o muy poco grado de
procesamiento.
 Comercializan uno o más productos dentro de la comunidad.
 Venden a intermediarios en la comunidad cercana a ella.
 Tienen muy poca información o experiencia en el desarrollo de
mercados.

Las preguntas a resolver están relacionadas con el impacto que tiene la


comercialización en los participantes de la cadena de valor, en especial
los más pobres.
Marmillod et al. (1998) presentan una propuesta metodológica para
incorporar especies de productos no maderables en procesos de
producción forestal, con énfasis en especies tropicales.
A continuación, se presenta una clasificación funcional de los PFNM,
esto es, por sus usos conocidos en la actualidad
Esta permitirá hacer una valoración de su importancia utilitaria para los
pueblos campesinos, entender cómo su aprovechamiento puede
contribuir a la mejora económica de las poblaciones locales y a

304
visualizar el potencial de conservación de los recursos naturales que
puede representar su adecuado manejo.

 Alimentos y bebidas para su venta en mercados regionales y


nacionales: hongos diversos, mieles silvestres, raíces y
tubérculos, numerosas semillas y frutillas, innumerables hierbas,
tallos y flores comestibles (por ejemplo, la inflorescencia de
tepejilote), así como diversos agaves para la producción de
bebidas alcohólicas.
 Medicina tradicional: una increíble cantidad de especies vegetales
que forman parte de la herbolaria tradicional de los pueblos
campesinos, en cierta medida adoptada en el medio urbano a
través de la llamada "medicina naturista”.

 Instrumentos rituales: numerosos tallos y flores de uso


ceremonial, así como cortezas y resinas aromáticas (como el
copal) utilizadas en celebraciones solemnes|, o bien, los casos del
musgo y heno usados en los arreglos navideños.
 Especias: los casos del jengibre, orégano, diversos tipos de
pimientas, canela, cardamomo y anís, por citar sólo algunos de
los más conocidos que aún son extraídos de poblaciones
silvestres o de plantaciones naturales bajo manejo.
 Insumos industriales: referido centralmente a esencias, colorantes
y taninos empleados en la fabricación de perfumes, jabones y
alimentos; también una cantidad importante de especies de donde
la industria farmacéutica obtiene los "principios activos" para
medicamentos, anticonceptivos y productos de belleza. Esto sin
305
olvidar casos especiales como el chicle y la goma de hule,
extraídos tradicionalmente de las selvas húmedas del sur y
sureste de nuestro país.
 Artesanías: raíces, tallos, fibras, hojas, frutos y semillas de
numerosas especies que son materia prima para elaborar
productos artísticos y artesanales utilitarios. Baste mencionar
desde la “cascara de coco", hasta los bejucos y carrizos,
ampliamente usados en la fabricación de muebles rústicos y en la
cestería; las fibras blandas y duras, así como las hojas de algunas
palmas (como la soyate, Brahea dulcis, y Sabal mexicana); el
algodón silvestre o “coyhuchi” en la industria textil; sin olvidar las
lacas y colorantes naturales y los bellos productos de madera
labrada.
 Ornamentales: las orquídeas y muchas otras flores que se
comercializan "vivas" o secas y plantas para venta en maceta.
También partes de plantas de uso decorativo. El caso más
renombrado es el de las palmas del género Chamaedorea de las
selvas húmedas de México, cuyas hojas son ampliamente
utilizadas en la confección de arreglos florales. En este rubro,
mención especial merece —la venta —no siempre legal— de
"tierra de monte", con un uso amplio en viveros y en la jardinería.

Los numerosos y más conocidos usos comerciales de los PFNM se han


consignado, pero además están los beneficios que para la vida cotidiana
de las comunidades campesinas se obtienen de ellos:

306
lefia, materiales de construcción, alimentos y medicinas de
autoconsumo, adornos y otros usos generalizados de gran importancia
para la satisfacción de las necesidades básicas de familias rurales.
La amplia gama de PFNM que se generan en bosques, selvas y
semidesiertos, hablar de ellos es referirnos a una gran diversidad y
riqueza biológica que nos remite a importantes potenciales económicos
y alimentarios, ambientales y culturales que pueden, además de servir
de base para promover estrategias de diversificación sostenible de las
actividades productivas y mejorar los ingresos campesinos, ser la base
de modelos de aprovechamiento que contribuyan a la conservación de
los recursos naturales.

Importancia económica y social

Los productos forestales no maderables son parte del conjunto de


recursos naturales de que disponen los campesinos y a los que recurren
para diversificar y complementar su economía, aún hoy fuertemente
basada en el autoconsumo en amplias regiones, sobre todo del centro
y sur de México.
En estos lugares, las familias campesinas combinan la agricultura y la
ganadería de traspatio con fines de autoconsumo y venta "conforme se
necesita", con el aprovechamiento de la flora y fauna silvestres y la
migración temporal o permanente de algunos miembros de la familia, a
fin de obtener ingresos.
En esta combinación de actividades o "estrategias familiares", los PFNM
casi siempre juegan un papel de complemento económico, por lo

307
general reducido en monto de efectivo, pero no por ello menos
importante
para la subsistencia diaria, la atenci6n de gastos de emergencia, 0 para
financiar otras actividades productivas como la siembra de maíz y la
cosecha del café.
En este sentido, es relevante para la economía familiar no sólo el monto
obtenido por la venta de PFNM, sino el momento en que esto se puede
hacer, existiendo tanto el caso de especies marcadamente estacionales
(la vainilla, la inflorescencia de tepejilote y numerosos frutos silvestres),
como de otras que se pueden extraer y comercializar casi en cualquier
momento del año (como la fibra de ixtle y el follaje de palmas de género
Chamaedorea).

Los PFNM pueden recolectarse en forma silvestre, producirse en


plantaciones forestales o sistemas agroforestales.

Se proporciona información sobre los mismos (250, 70 de ellos de uso


común y bajo reglamentación), especies del medio templado (613),
producción (1.2 millones de toneladas y valor (528 millones de dólares).

En otro apartado se hace mención sobre origen (BC, COAH, ZAC,


MICH, PUE, VER y CHIS), periodos (1989-1994), en producción
promedio (73 mil toneladas), valor (75 millones) y productos y valor
(resina, 27.5; chicle, 8.4; candelilla, 8.8; palma camedor, 3.4; hongos,
2.6 millones de pesos).

308
Se consignan las estadísticas para 1995: producción (41 mil toneladas)
que correspondieron en un 52% a resina; y casi un porcentaje igual 55%
a los ecosistemas templados; 33 a los secos y 12% a los tórridos; origen
(MICH, PUE, TAMPS, BC, COAH, ZAC).
La producción no maderable para el primer semestre de 1996, ascendió
a 13 mil toneladas, 20% inferior al mismo periodo de 1995. Un recuento
más actualizado sobre el tema lo aportan Zamora y Torres (2001) a
nivelo de país, quienes consignan 5 mil taxones de plantas útiles y 21
especies de hongos, de los cuáles resaltan por su importancia, 70 con
una producción aproximada de 80 mil toneladas.
Levy et al. (2002) registran 480 taxones en una comunidad Lacandona,
de los cuales, 356 (73.4 %) son enmarcados dentro de 23 categorías
etnobotánicas reconocidas, un promedio de 1.3 aprovechamientos,
para un total de 463, donde resalta el autoconsumo (77 %).
García y Flores (1996) refieren otros productos fundamentales para la
subsistencia de 25 millones de habitantes del medio rural lo 58 % para
la región centro-norte del altiplano potosino-zacatecano, como el caso
del aprovechamiento de la leña.

Bosques, árboles y agua en las tierras áridas: un equilibrio delicado

Los bosques, árboles y pastos son elementos constitutivos esenciales


de los ecosistemas de zonas áridas, y contribuyen a mantener unas
condiciones apropiadas para las actividades agrícolas, los pastizales y
los medios de subsistencia humana.
En las zonas áridas, los bosques y árboles potencian las estrategias de
mitigación de la pobreza y reducen la inseguridad alimentaria, ya que
309
proporcionan a la población rural pobre bienes (especialmente leña y
productos no madereros) y servicios medioambientales y ayudan a la
diversificación de las fuentes de ingreso de los hogares.
Aproximadamente el 6 por ciento de la superficie forestal mundial (o
alrededor de 230 millones de hectáreas) se encuentra en tierras áridas
(FAO, 2002).
Los árboles fuera del bosque (diseminados por el paisaje, tierras
labrantías, tierras de pastoreo, sabanas y estepas, tierras yermas y
zonas urbanas) desempeñan una función vital en las tierras áridas,
aunque resulta difícil evaluar la extensión que ocupan. La disponibilidad
de agua (agua superficial, agua subterránea y humedad del aire) es por
lo general el principal factor que limita la distribución natural de los
árboles en las tierras áridas, junto con el clima (pluviosidad,
temperaturas, viento) y la calidad del suelo. Cada especie de árbol está
adaptada a determinadas condiciones y está localizada en su «nicho»
propio
Sin embargo, la distribución natural de la vegetación ha
sufrido durante mucho tiempo los efectos de la alteración producida por
las actividades humanas. Entre las principales causas de la degradación
de las tierras en las zonas áridas cabe mencionar la deforestación y la
degradación de las formaciones arboladas y arbustivas (especialmente
de resultas de su conversión en usos agrícolas) y la sobreexplotación
de bosques y montes claros (a causa de la recolección de leña y el
sobrepastoreo). Además, se pronostica que el recalentamiento mundial
determinará una disminución de la pluviosidad en la mayor parte de las
zonas áridas, y una consiguiente escasez más grave de agua y mayores
riesgos de desertificación.
310
La disponibilidad de agua impone límites a la distribución de los
árboles; algunos individuos consiguen sobrevivir incluso en el
desierto y lejos de cualquier otra forma de vegetación (Mauritania).

Tendencia a la disminución de la cubierta forestal

Deforestación

La principal causa de la intensificación de la deforestación en las tierras


áridas es la conversión de los bosques en tierras de cultivo agrícolas y
en pastizales.
En muchos lugares, ya no es posible seguir practicando cultivos
migratorios o cultivos seguidos de barbecho, y el cultivo continuo,
muchas veces sin rotación, de un mismo pedazo de tierra conduce al
agotamiento de la fertilidad de los suelos y a la necesidad de encontrar
nuevas tierras. En las tierras de monte claro degradadas, antes
abandonadas, se registra ahora una muy rápida deforestación.
Los rodales de incendios forestales constituyen una amenaza
constante en las tierras áridas, pero los grandes incendios son en ellas
poco frecuentes en comparación con los que se declaran en otras
regiones, puesto que el pastoreo intenso tiene por efecto reducir la
cantidad de materias combustibles acumuladas y limitar la extensión de
las superficies que puedan quemarse. Sin embargo, especialmente en
los ecosistemas más secos, el fuego causa grandes pérdidas de
bosque, matorrales y cubierta arbórea y pone en peligro nichos

311
ecológicos que albergan reliquias forestales de notable diversidad
biológica.

Desertificación

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el


Desarrollo (CNUMAD, 1992) definió el concepto de desertificación como
«la degradación de las tierras en las zonas áridas, semiáridas y
subhúmedas secas a consecuencia de diversos factores, incluidas las
variaciones climáticas y las actividades humanas».
La desertificación no consiste en el avance de los desiertos existentes,
sino que es consecuencia del efecto de la degradación localizada de las
tierras, y ocurre rápidamente tras la deforestación y el agotamiento de
los suelos.
Al estar expuestos al sol, al viento y a las lluvias, los suelos agotados
pierden sus sustancias orgánicas y su estructura se menoscaba a
medida que los nutrientes son lixiviados. Los elementos finos del suelo
son arrastrados por las tormentas de arena; los granos de arena
adquieren movilidad e invaden otras tierras en virtud del desplazamiento
de las láminas de arena y las dunas.
La desertificación ha aumentado a causa de la sobreexplotación de los
bosques, árboles, arbustos, pastizales y recursos de suelos.
La desertificación es un problema de proporciones mundiales que afecta
directamente a 250 millones de personas; la desertificación afecta
especialmente al África, ya que las tres cuartas partes del continente
son tierras secas y desiertos. Sin embargo, más del 30 por ciento de las
tierras de los Estados Unidos de América también está afectado por la
312
desertificación. Un cuarto de la superficie de América Latina y el Caribe
son desiertos y tierras secas. En España, el 20 por ciento de las tierras
corre el riesgo de transformarse en desierto. En China, desde el decenio
de 1950, los desplazamientos de arena y la degradación han afectado
a cerca de 700 000 ha tierras cultivadas, 2,35 millones de hectáreas de
pastizales y 6,4 millones de hectáreas de bosque, monte claro y tierras
arbustivas. En todo el mundo, alrededor del 70 por ciento de los 5 200
millones de hectáreas de tierras secas usadas para actividades
agrícolas está degradado y se encuentra en peligro de desertificación
(FAO, 2007a).

Efectos del cambio climático en las tierras áridas

Los bosques inalterados tienen, hasta cierto punto, la capacidad de


adaptarse a los cambios climáticos y edáficos, pero no por mucho
tiempo: los registros paleobotánicos indican que cambios climáticos que
tuvieron lugar en épocas anteriores destruyeron los tipos de vegetación
existentes e impulsaron la aparición de nuevos tipos de vegetación que
suplantaron a los antiguos. Según la mayoría de los modelos de
predicción, el recalentamiento mundial afectará a las tierras áridas de
todo el mundo (con exclusión del sudoeste de América Latina, donde
las más frecuentes oscilaciones meridionales de El Niño disminuirán el
riesgo de sequías) a causa del aumento de la temperatura y la
disminución de las lluvias (UCAR, 2005).

313
Los modelos pronostican un aumento de la frecuencia y/o
intensidad de las sequías. También son de prever mayores riesgos
de incendios en los demás bosques y tierras arboladas.

El aumento de la temperatura se traduce en una mayor evaporación y


en una más acentuada escasez de agua. El conjunto de estas
tendencias aumenta el riesgo de desertificación.
Las principales consecuencias del cambio climático en las tierras áridas
serán la reducción de la producción de las tierras agrícolas, pastizales
y bosques; una menor biodiversidad, una merma de materia orgánica
en el suelo y una menor fertilidad
Estos efectos agravarán la pobreza y la inseguridad alimentaria.
Las poblaciones se verán obligadas a migrar. Se pronostica que, para
2020, 135 millones de refugiados medioambientales abandonarán sus
tierras a causa de la desertificación, y que, de ellos, en el África
subsahariana, 60 millones serán personas desplazadas (FAO, 2007b).
Los cuidadores de ganado nómadas, que ya deben hacer frente a la
menor productividad de los pastizales naturales, se verán obligados a
la sedentarización. La concentración de los rebaños alrededor de sus
nuevos hogares ya ha producido la desaparición de la mayor parte de
la vegetación natural que rodea muchos asentamientos y pozos y otras
fuentes de agua de las cuales proviene a lo largo del año el agua de
bebida para hombres y animales. Las políticas de sostén para el
asentamiento de los pastores nómadas son débiles en muchos países.
Otro problema consiste en el envejecimiento de la población arbórea a
consecuencia del sobrepastoreo de plantitas jóvenes, y el consiguiente
impedimento de la regeneración de los árboles. Los árboles sobre
314
maduros pierden progresivamente su capacidad de recuperación ante
los efectos del estrés climático, de manera que un único acontecimiento
climático podría destruir por completo una superficie de bosque.

Conservación y ordenación racional

La conservación racional y sostenible de las tierras, cubierta vegetal,


recursos hídricos y biodiversidad significa que de éstos solo se use la
parte renovable, es decir su producción efectiva, y que se asegure el
mantenimiento del capital y su capacidad productiva. La ordenación
sostenible de las tierras comprende:
 la agricultura de conservación (perturbación mínima de los
suelos, devolución máxima de materia orgánica al suelo, capa de
suelo permanente y rotación de cultivos);
 manejo racional de las tierras de pastoreo (y ajuste de la presión
de pastoreo a la capacidad de carga);
 planificación de una ordenación forestal polivalente.

Conclusiones

Los bosques y árboles de tierras áridas juegan un papel importante en


la estabilización de las tierras, control de la desertificación, protección
de las cuencas hidrográficas, etc., así como en la provisión de madera
(en especial de leña) y productos no madereros, incluidos los forrajes
para animales domésticos.

315
Estos bosques y árboles proporcionan medios de subsistencia a la
población local y se integran en la trama de las sociedades rurales. Sin
embargo, la presión humana y los riesgos naturales ponen muchas
veces en peligro la función productiva y protectora de los bosques y
árboles en las tierras áridas. Pese a su importancia para la economía
local y la población, los bosques y productos forestales de tierras áridas
por lo general aún no se tienen en cuenta en la política de ordenación
de recursos naturales y en la toma de decisiones.
Cuando se considere establecer plantaciones, será preciso evaluar el
balance hídrico y estimar su evolución para cada uno de los períodos
de la vida del rodal. Todo programa de control de la desertificación o
actividad de reverdecimiento deberá planificarse en función del paisaje.
El lema que ha de expresar la lucha contra la desertificación ha de ser
no solo «plante un árbol», sino «ordene la tierra y los recursos de
manera sensata: un árbol tan solo deberá crecer cuando y donde su
plantación resulte sostenible»

316
El papel de los viveros forestales en la restauración
Introducción
La restauración de áreas degradadas se presenta como una necesidad
para resolver problemas medioambientales y, a la vez, mejorar la
producción de bienes y servicios ecosistémicos. A través de la
restauración es posible mitigar los efectos del cambio climático
mediante el secuestro de dióxido de carbono atmosférico en la biomasa
arbórea (Canadell y Rapauch 2008) y se contribuye con la reducción de
la pérdida de la biodiversidad y la usurpación de la frontera árida.
En la actualidad, a nivel mundial se han puesto en marcha programas
destinados a restaurar millones de hectáreas. Por ejemplo, en setiembre
de 2011 en Bonn, Alemania y lanzado por UICN, el gobierno de
Alemania y la Asociación Mundial para la Restauración del Paisaje
Forestal han firmado un compromiso mundial con el objetivo de iniciar
la restauración de 150 millones de hectáreas de tierras para el año
2020.
A menudo se planea restaurar ecosistemas poco estudiados y con poca
información sobre los atributos de las especies que lo habitan, con el
consecuente desconocimiento de su desarrollo inicial, forma de
propagación y producción. Con las estrategias de restauración actuales
la cantidad de semillas necesarias para desarrollar estos programas se
puede estimar en cientos de toneladas, superando con creces la
capacidad de recolección y producción, por lo tanto, su disponibilidad
es uno de los retos más significativos para la restauración a nivel de
paisaje o a gran escala (Merritt y Dixon 2011).
La propagación de árboles para restauración de tierras degradadas en
los trópicos puede hacerse de tres formas (Holl 2012): 1) plántulas
317
producidas en viveros a partir de semillas, 2) la propagación vegetal de
ciertas especies a partir de reproducción asexual, ya sea directamente
en el sitio de restauración o en los viveros y 3) la siembra directa de
semilla en el sitio de restauración. El uso de estos métodos dependerá
de los objetivos del proyecto, la velocidad natural de recuperación y la
ecología del sistema. El método más utilizado en los trópicos es la
producción de material en vivero a partir de semillas, sin embargo, hay
que tomar en cuenta que las otras dos opciones requieren menos
trabajo y el costo es menor.
Tomando en cuenta que la mayoría de los viveros comerciales y bancos
de semillas ofrecen un número reducido de especies o las cantidades
no son suficientes para la escala de los proyectos de restauración de
paisaje, este Capítulo constituye una guía y apoyo, que incluye
bibliografía, así como información y recomendaciones prácticas de
técnicos y de la gente del campo involucrada en la producción de
plántulas y el desarrollo de viveros rústicos con instalaciones sencillas
y de tipo temporal.
La incorporación del conocimiento que tienen los pobladores locales
sobre su región, la historia de uso de las especies, su ubicación y en
algunos casos su propagación, son conocimientos de gran importancia
para el éxito de los proyectos (Vargas, O. 2007). Por lo tanto, la
participación de estas personas en la formación y establecimiento de
una red de viveros locales permitirá solventar la necesidad de plántulas
para los proyectos de restauración y, a la vez, generar nuevas fuentes
de empleo e involucramiento de la comunidad, lo cual mejorará la
aceptabilidad de un eventual programa de restauración, en función del

318
enfoque de doble filtro que promueve la UICN sobre la restauración
funcional del paisaje forestal.
La importancia de los viveros para la restauración
Un vivero forestal es un área dedicada a la producción de árboles de
especies forestales, destinados a ser utilizadas en la restauración,
forestación, reforestación, repoblación forestal o cualquier otra actividad
que involucre el establecimiento de especies forestales. Es
imprescindible estar al tanto de que la producción de plántulas es un
proceso que inicia con la planeación del tipo de producción, la obtención
del material a producir y el manejo, que culmina con la entrega de los
árboles listos para sembrar en el campo.
El establecimiento de proyectos de restauración, por lo general, se
desarrollan en medios difíciles y en la mayoría de los casos sin cuidados
especiales de las plantaciones. Lo anterior exige el uso de material
vegetal de buena calidad y disponibilidad para asegurar su
sobrevivencia y desarrollo en campo. Normalmente la calidad del
material vegetal está estrechamente relacionada con la morfología del
material para sembrar, debe existir un equilibrio entre la parte aérea y
la parte radicular de las plántulas. Hoy en día es posible producir árboles
en viveros a partir de semillas a través de diversos sistemas, desde la
tradicional producción en bolsa hasta los no tradicionales como los
sistemas de bandejas (tubos plásticos, pellets, contenedores, entre
otros) (Rojas, F. 2006).
En este Capítulo se dará mayor énfasis al sistema tradicional de bolsa
como primera alternativa para la restauración. Se trata de construir
redes de viveros rústicos con instalaciones sencillas y de tipo temporal,
que no requieran muchos recursos económicos y grandes obras, así
319
pueden ser replicados por las comunidades donde se lleven a cabo los
proyectos de restauración.
Otra alternativa viable es la propuesta por Lozano (2009), que consiste
en la creación de viveros principales o centrales y auxiliares. En los
principales se realiza la producción de plántulas y el manejo durante las
primeras semanas después de la germinación, después se trasladan a
raíz desnuda a los viveros auxiliares ubicados cerca de los proyectos
de restauración para reducir los costos y la pérdida de material por el
traslado a grandes distancias.

Factores a considerar para establecer un vivero


El primer paso para establecer un vivero es la elección del sitio y el
sistema productivo. Luego se abordan aspectos como la cantidad de
plántulas, las especies a producir y los aspectos financieros del vivero
(Rojas, F. 2006).
Selección del sitio
La selección adecuada del sitio donde se establezca el vivero es de
suma importancia. El lugar debe ser en lo posible soleado y con buena
orientación para disminuir el efecto de la sombra en el desarrollo de las
plántulas. El acceso debe ser fácil, para que no se dificulte la carga y el
transporte del material a los sitios de siembra. (Roman et ál. 2012). Para
asegurar la adecuada instalación y funcionamiento del vivero forestal se
deben tomar en cuenta algunas consideraciones básicas.

320
Diseño de vivero
Una vez seleccionado el sitio donde se establecerá el vivero, el
siguiente paso será diseñar su distribución. Se debe tomar en cuenta el
tipo de producción, la cantidad de plántulas a producir, los períodos de
producción de las especies seleccionadas, y los recursos económicos
disponibles.
Sistemas de producción

321
Los sistemas de producción son los métodos que permiten propagar y
manejar plántulas. La elección del sistema de producción depende de
factores como el mercado, las especies a propagar, las condiciones del
sitio por plantar, el área, la escalada de producción y el tamaño de la
semilla. Dentro de estos sistemas podemos mencionar las bolsas
plásticas (sistema tradicional), contenedores, jiffy (pellets), estacas,
pseudoestacas, tubos de plástico, bambú, entre otros. Las bolsas de
polietileno son las que comúnmente se utilizan en viveros y existen en
varios tamaños; 4 x 8”, 5 x 8”, 6 x 8” y para frutales 10 x 15” (Rojas, F.
2006).
Secciones del vivero
Por lo general, un vivero cuenta con tres partes fundamentales:
semilleros o almácigos, área de media sombra y los bancales. Otras
secciones importantes en el vivero son:
 Área para colocación de material de sustrato (arena, tierra, broza,
entre otros).
 Área de propagación de plantas a raíz desnuda, estacas, entre
otros.
 Bodega para guardar las herramientas y el equipo.
 Bodega para guardar insumos, fertilizantes y agroquímicos.
Semilleros o almácigos
El semillero o almácigo es el área donde se concentra y estimula la
germinación. Existen dos formas de desarrollarlo: una directamente en
el suelo en bancales, y otra, en camas de germinación. Las camas se
confeccionan con un cajón de madera de 1 metro de ancho y longitud
variada, se establecen a una altura que oscila entre los 0,80 metros
hasta 1,10 metros.
322
Este germinador se llena con una mezcla de arena de río en una
proporción de tres tantos por dos de suelo oscuro (negro) rico en
materia orgánica. Sin embargo, algunos productores utilizan solo arena
de río para llenar el germinador. Una vez lleno se colocan las semillas
a una profundidad más o menos del su tamaño para que germinen y
luego se trasplantan al sistema productivo seleccionado (bolsas, pellet,
entre otros).
El riego en los germinadores debe ser fino para evitar descubrir las
semillas, se aconseja utilizar un atomizador manual o aspersores. Algo
importante de mencionar en el proceso de germinación es que el
sustrato debe mantenerse húmedo. En almácigos establecidos en
regiones tropicales, con sitios muy calurosos y con alta intensidad
lumínica, se recomienda, en la época seca, aplicar dos riegos por día,
uno temprano por la mañana antes que el sol caliente y, otro por la tarde,
para evitar la evapotranspiración de las plántulas y se aprovecha mejor
el riego.
Para el manejo de la luz en el germinador, se pueden utilizar diferentes
tipos de materiales, como, por ejemplo, el sarán que regula y
homogeniza la intensidad de luz y disminuye la entrada de agua
proveniente de fuertes lluvias.
El combate de plagas y enfermedades debe ir más allá de lo
convencional a base de formulaciones de síntesis química. Es
importante promover y llevar a la práctica estrategias que integren
diversas tácticas biológicas, químicas, físicas, el integrado de plagas y
las prácticas culturales con el propósito de generar el menor daño
posible al ambiente.

323
Una vez que aparecen las primeras hojas, es necesario realizar el
repique o transplante, por lo general, se realiza a los pocos días (cuatro-
ocho días) de germinadas las semillas (Cozzo 1976). Consiste en sacar
las plántulas de los almácigos al sistema productivo seleccionado. Antes
del repique se recomienda regar unas dos horas antes para evitar dañar
las raíces. Las plántulas transplantandas se deben colocar a la sombra
y para evitar la infección por microorganismos causantes del mal de
talluelo, se recomienda realizar una aplicación preventiva de algún
producto agroquímico. Cuando las especies presentan altos
porcentajes de germinación se podría realizar la siembra directa en las
bolsas o pellet.
Área de sombra
El área de media sombra es a donde se llevan las plántulas después de
ser repicadas, así se reduce la pérdida de agua por evaporación del
suelo y se disminuye la transpiración (pérdida de agua por las hojas).
Así mismo se aminora la temperatura sobre las plantas y el sustrato
para evitar quemaduras y marchitez de las plántulas.
Bancales
Las eras donde se preparan los árboles para su futuro en el campo se
denominan bancales o áreas de producción. Por lo general, deben tener
1 metro de ancho y una longitud variada y estar orientadas en dirección
este-oeste para recibir mayor cantidad de sol durante el día. Estas eras
deben estar separadas por callejones de alrededor de medio metro, que
pueden servir también como desagües y, a la vez, para la manipulación
de las plántulas en los trabajos de mantenimiento o facilitar la carga de
producto para su comercialización.

324
En el caso de utilizar el sistema de contenedores, tubetes y pellets, se
recomienda colocarlos encima de una estructura elevada que facilite la
poda aérea de raíces. Sin embargo, esta es una alternativa más cara.
Área de almacenamiento y mezcla de sustrato
En esta área se lleva a cabo la preparación del sustrato para el llenado
de las bolsas y/o tubetes. Debe estar ubicada, en lo posible, cerca de
un camino para que los vehículos que transportan el material tengan
acceso directo. Las instalaciones deben estar techadas,
preferiblemente, para controlar la humedad, facilitar el llenado de bolsas
y proteger a los trabajadores de las condiciones climáticas.

Cuidados y mantenimientos en etapa de crecimiento


Riego
Debe ser en las primeras horas de la mañana o en la tarde. Cuando las
plántulas alcanzan los 30 días de edad se realiza día de por medio. El
riego se suspende gradualmente al finalizar el período de producción y,
preferiblemente, aplicar unos días antes de la entrega de las plantas.
En época lluviosa se suspende del todo (Rojas, F. 2006).
Deshierbe y poda de raíces
Habitualmente el deshierbe debe realizarse después de haber regado
el vivero. El control de arvenses (malezas) se realiza de forma manual
para evitar el daño de raíces y la extracción accidental de las plántulas,
se recomienda entonces hacerlo cuando la maleza está pequeña. La
poda de raíces salientes de las bolsas o contenedores, por lo general,
se realiza con una tijera de podar limpia y desinfectada, preferiblemente
por la tarde para disminuir la pérdida de humedad. El objetivo de esta
poda es fomentar la ramificación de raíces dentro de la bolsa o
325
contenedor, además no permite que las raíces expuestas de las bolsas
penetren el suelo y se dañen a la hora del trasplante.
Fertilización
La primera fertilización se puede realizar alrededor de los 20 días
después del trasplante. Usar una fórmula completa de dos a tres gramos
alrededor del tallo de la plántula, pero evitar el contacto con el tallo y las
raíces. Un mes después de la primera aplicación puede suministrar una
segunda dosis de alrededor de 6 gramos por plántula con la fórmula 12-
24-12 (Rojas, F. 2006).
Plagas y enfermedades
El manejo exitoso de las enfermedades y plagas en un vivero son
indispensables para obtener una producción adecuada, por lo tanto, la
prevención y las medidas de control deben ser apropiadas. Para ello es
necesario adoptar una serie de normas que faciliten la prevención,
dentro de las cuales se pueden citar:
 Vigilancia continua para detectar y prevenir enfermedades.
 Capacitación del personal en reconocimiento de enfermedades
más comunes.
 Mantener riego, drenajes y espaciamiento adecuados.
 Remover el material enfermo o muerto y desecharlo lejos del
vivero.
 Lavar y desinfectar todas aquellas herramientas que entren en
contacto con material enfermo.
 Si aparecen enfermedades ocasionadas por hongos, se pueden
controlar con fungicidas. Lo ideal es prevenir la infección
regulando las condiciones de humedad presentes en el vivero.

326
Suelos muy húmedos con drenajes deficientes favorecen el
aparecimiento de algunas enfermedades.
Por otro lado, el control de hormigas (Atta sp.) se debe hacer pre y post
instalación del vivero con el uso de un insecticida. La sulfluramida ha
demostrado un buen efecto en el manejo de estos insectos. Para otras
plagas de follaje se recomienda la aplicación de insecticidas de
contacto.

Actividades previas a la producción de plántulas


Selección de especies
Para el éxito de los proyectos de restauración, rehabilitación,
revegetación o cualquier otra estrategia que permita disminuir la
degradación de sitios, la selección de las especies es un aspecto
fundamental. Es importante hacer la selección bajo un nivel de atributos
funcionales acorde con los sitios por restaurar (Figura 11).

327
Dentro de los atributos de cada individuo cabe destacar el gremio
ecológico de las especies. Un gremio es un grupo de especies que
utilizan los mismos recursos del ambiente, patrones generales de
regeneración natural, potencial de crecimiento, propiedades de madera
y usos generales de una forma similar (Finegan 1996).
De igual forma Budowski, (1965) Lamprecht (1990), Schutz citado por
Beek & Sáenz (1992), mencionan que se puede realizar clasificaciones
de las especies arbóreas de acuerdo con los requerimientos de luz, ya
que es uno de los principales factores que afectan las posibilidades de
establecimiento y crecimiento de la regeneración. Diversos autores
mencionan que existen patrones intermedios dentro de estas
clasificaciones al considerar la dinámica de aperturas (claros) y las
diferentes categorías biológicas de las especies.
Sin embargo, para este acápite, las clasificaremos en tres grupos:
heliófitas efímeras, heliófitas durables y esciófitas, con el fin de
simplificar la selección de especies para el establecimiento de proyectos
de restauración, rehabilitación o cualquier otra estrategia que disminuya
la degradación de áreas.
Heliófitas efímeras (HE): especies intolerantes a la sombra con
características típicas de reproducción “r”, generalmente, reproducción
precoz y masiva, semillas pequeñas con viabilidad larga; crecimiento
rápido en buenas condiciones de luz y tienen, por lo general, una vida
corta. Distribución diamétrica en forma de campana con los individuos
agrupados en las primeras tres categorías diamétricas. (Finegan 1996).
Ejemplo de estas especies para Mesoamérica tenemos: Cecropia spp.,
Heliocarpus spp., Miconia spp., entre otros.

328
Dentro de las ventajas de utilizar las especies del gremio HE podemos
mencionar que son especies abundantes de fácil adaptación, por lo
general, resistentes, de rápido crecimiento, es decir, que al cerrar el
dosel controlan las gramíneas, además facilitan el establecimiento de
otras especies porque sirven rápidamente de percha de aves (Vargas
2012).
Heliófitas durables (HD): especies intolerantes a la sombra, de vida
relativamente larga. Las semillas mantienen la viabilidad por menos
tiempo que las efímeras, pueden regenerarse en espacios abiertos y en
claros más pequeños del bosque, aunque requieren gran cantidad de
luz para establecerse y sobrevivir. Presentan distribución diamétrica
errática o en cohortes debido a que la regeneración depende de
disturbios en el bosque, los cuales no ocurren todo el tiempo, sino a
intervalos irregulares (Finegan 1996). Dentro de estas especies se
encuentran algunas con mediano y alto valor comercial como, por
ejemplo: Cedrela spp., Dipteryx spp., Hieronyma spp., entre otros.
Esciófitas (ES): especies tolerantes a la sombra, generalmente de
crecimiento lento comparadas con las heliófitas, pero reaccionan a la
apertura del dosel, de vida larga, los frutos y semillas son de tamaño
mediano a grande con estrategias de reproducción “k”, de reproducción
tardía, baja y dispersión limitada. Distribución diamétrica en forma de “j”
invertertida típica de poblaciones disetáneas en bosques primarios y
primarios intervenidos. (Finegan 1996). Dentro de este gremio podemos
encontrar especies de las familias Sapotaceae, Lecythidaceae,
Chrysobalanaceae.
Otros atributos que podrían presentar las especies seleccionadas
pueden basarse en aspectos de funcionalidad, tales como: fijación de
329
nitrógeno, sustento a la fauna silvestre, producción de hojarasca
(materia orgánica) y forraje para animales domésticos, entre otros. La
selección de especies debe estar acorde con la estrategia de
restauración, por ejemplo, si se va a realizar una restauración ecológica,
como primer paso se debe seleccionar un ecosistema de referencia y
desarrollar un listado de especies, si no se contara con un ecosistema
de referencia, se puede consultar la opinión de botánicos expertos,
inventarios regionales o nacionales del sitio por restaurar o consultar a
los pobladores de la región (Vargas, O. 2007).
Semillas forestales
Cuando no se dispone de personal o herramientas mínimas para
recolectar semillas, se puede recurrir a bancos de semillas o a una
organización productora confiable. El precio y cantidad de semillas
disponible está condicionado a la especie y a su calidad. Su precio por
lo general es alto, en algunas ocasiones puede alcanzar cientos de
dólares por kilogramo. De acuerdo con la especie seleccionada, la
semilla se puede obtener localmente o se debe importar. Hay que tener
en cuenta que estos bancos de semilla, por lo general, tienen un número
reducido de especies y en algunos casos la disponibilidad es ocasional.
Otras opciones para obtener semillas es recolectar directamente de las
fuentes semilleras; para los casos de proyectos de restauración
ecológica, revegetación, reclamación, etc., no es necesario que el árbol
seleccionado presente buena forma, pero si estar saludable. Sin
embargo, en los proyectos de restauración con un enfoque comercial,
la recolección de la semilla depende de aspectos donde la selección de
árboles madre se basa en características visibles que lo hagan

330
sobresalir (fenotipo). Dentro de estas características podemos
mencionar:
 Árboles sanos, de buena forma, rectos y sin bifurcaciones, por lo
general dominantes o codominantes, que al menos produzcan
una troza comercial.
 Árboles maduros, pero no viejos.
 Evitar recolectar material de árboles aislados, solo en los casos
donde se involucre especies escasas o amenazadas, especies
con fructificaciones en períodos superiores a un año.
 En la mayoría de los casos las semillas, de la especie a recolectar,
deben proceder de la mayor cantidad de árboles posibles (20-30
árboles), con una separación mínima de 100 metros entre cada
árbol madre. Dentro de las fuentes de germoplasma para
recolectar este tipo de material están los huertos semilleros, los
rodales semilleros, bosque natural y plantaciones comerciales
(Jara 1998).
Recolección de semillas
La recolección de semillas depende de aspectos como tamaño del
árbol, tipo de fruto, fenología de las especies (floración y fructificación),
conocimiento de la maduración (coloración, consistencia y textura del
fruto) y mecanismos de dispersión. El último aspecto define la
capacidad de las plantas para colonizar diferentes tipos de hábitats y la
capacidad para sobrevivir por períodos más largos en condiciones
adecuadas de germinación. Es preferible recolectar los frutos cuando el
árbol está en plena producción, en cuyo caso, juega un papel
fundamental para la restauración el involucramiento del conocimiento

331
de los pobladores locales (ubicación de árboles semilleros, aspectos
fenológicos, entre otros).
Tipos de frutos y semillas forestales
El entendimiento básico de la morfología del fruto y de la semilla puede
ser útil para la elección del método de recolecta, el tipo de tratamiento
pregerminativo (si hubiese alguno) y la selección del método de
producción, entre otros. La mayoría de los árboles en los bosques
tropicales húmedos las especies fructifican durante todo el año, por lo
que es necesario realizar expediciones de recolecta cada mes.
En los bosques tropicales secos, la fructificación, por lo general, llega a
su punto culminante al final de la estación seca, lo que significa menos
excursiones de recolecta. Cuando la recolección se hace directamente
del árbol en especies con frutos dehiscentes y semillas aladas, es
necesario subir al árbol para evitar que el fruto se abra y la semilla sea
esparcida por el viento. Se debe tener especial cuidado al cortar los
frutos para no causar daño al árbol madre.
Se deben usar diferentes herramientas (podadoras de extensión, tijeras,
entre otros), para cortar los frutos y evitar romper o quebrar las ramas.
Ejemplos de especies dehiscentes son los géneros Cedrela spp.,
Vochysia spp, Virola spp. o con frutos secos indehiscentes tipo samara
como el caso de Terminalia spp.
La recolección directa del suelo se realiza para aquellas especies que
producen frutos y semillas grandes y pesadas con sistemas de
dispersión barocoro (que caen al suelo), de esta forma se pueden
colocar mallas o mantas debajo de los árboles para facilitar la
recolección. Entre las especies con estas características se encuentran:

332
Carapa guianenis (cápsulas globosas dehiscentes) y Enterolobium
cyclocarpum (legumbre indehiscente).
Manejo y transporte de semillas
Una vez recolectado los frutos o semillas, el siguiente paso es el
transporte y etiquetado. Deben trasladarse en sacos o costales,
canastos o cajas. Es importante que se mantengan bien aireados, para
evitar condiciones de alta humedad y temperatura, situación que afecta
la calidad de la semilla. No es recomendable almacenar semillas en
bolsas plásticas. Es de suma importancia etiquetar con el nombre de la
especie y la fecha de recolección.
De preferencia, se debe realizar una limpieza en el campo para eliminar
hojas, ramas o cualquier otro tipo de material ajeno al fruto que
produzca humedad o pueda contaminar el material. El transporte hacia
el vivero debe realizarse lo más pronto posible para evitar el deterioro y
la pérdida de viabilidad de las semillas. Posteriormente, se deben
depositar los frutos sobre mantas, periódicos u otro tipo de superficie y
darle vueltas varias veces al día. Secar a la sombra o al sol y estimular
la apertura de los frutos para luego realizar la extracción de las semillas.
En el caso de frutos carnosos (Spondia, Sacoglottis, Ficus, etc.), se
debe esperar a que sobre-maduren a la sombra, o remojar los frutos
durante 2-3 días para suavizar la pulpa y facilitar la extracción de la
semilla. Se lavan con agua y, como último paso, se inicia el proceso de
secado. La no eliminación de la pulpa fomenta la infección por hongos,
lo cual origina un menor porcentaje de germinación. Los frutos secos
dehiscentes se abren de manera natural, se deben extender en un lugar
seco y soleado hasta que se abran. En la mayoría de los casos las

333
semillas caen por sí solas o bien pueden ser sacudidas con facilidad,
como ocurre en la mayoría de las vainas de la familia Fabaceae.
En cuanto a los frutos secos indehiscente (que no se abren
naturalmente), se deben cortar o abrir con algún instrumento. La
mayoría de los frutos como las samaras o con alas (p. ej. Pterocarpus,
Aspidosperma, etc.), deben colocarse enteros en bandejas de
germinación. La germinación de semillas que están cubiertas por un
arilo se acelera casi siempre raspando el arilo (Virola spp., Otoba spp.,
etc.).
Es de suma importancia sembrar semillas de calidad, evitar las que
presentan algún signo de deterioro (infección por hongos, marcas de
dientes de animales, perforaciones, hinchadas). Cuando las semillas
están secas, se limpian y se eliminan las que no estén en buenas
condiciones. Las que poseen un buen tamaño se colocan en agua a
temperatura ambiente para eliminar las que flotan.
Plántulas silvestres como material alternativo
El producir plántulas a partir de semillas puede llevar períodos largos de
más de 12 meses, se debe esperar a que los árboles parentales
fructifiquen y las semillas germinen, es decir, que las plántulas silvestres
provenientes de bosques se convierten en una fuente alternativa de
material vegetativo.
Este tipo de material son plántulas que se extraen del bosque y se
cultivan en el vivero. Los árboles en los bosques normalmente producen
una gran cantidad plántulas excedentes, la mayoría de las cuales
muere, de manera que extraer algunas y transferirlas al vivero no hacen
daño al ecosistema boscoso. Por ejemplo W. Vargas 2005, observó más

334
de tres millones de plántulas entre 3-10 cm bajo la copa de 10 árboles
de Ampelocera albertiae (Ulmaceae), en Calarcá, Colombia.
De esta manera las plántulas deben ser colectadas en la estación
lluviosa cuando el suelo esta suave, extraer cuidadosamente las
plántulas más jóvenes con una cuchara, machete o pala, reteniendo un
terrón de suelo (adobe), alrededor de las raíces para minimizar el daño.
El transporte al vivero se puede realizar en hojas de Musaceae o
Arecaceae transformadas en contenedores baratos. Las plántulas más
viejas y mayores a 20 cm de altura presentan alta mortalidad por el
impacto del trasplante.
El material proveniente de bosques una vez trasplantado se debe
mantener bajo sombra densa durante más o menos seis semanas, de
ahí en adelante se sigue el procedimiento y cuidado normal de los
árboles jóvenes producidos a partir de semilla.
Esquejes como alternativa de material vegetativo
El esqueje o estaca es un método de propagación vegetal que consiste
en tomar una porción de la planta, por ejemplo, un trozo de rama, tallo
o raíz, y conseguir que produzca raíces para formar un nuevo individuo.
Es una forma rápida y económica de obtener nuevos árboles. Con este
método de propagación, las características del árbol obtenido son
exactamente las mismas que las del árbol del cual se tomó la estaca
(Hartman y Kester 1995), así se conocen de antemano las
características que poseerá el nuevo individuo.
Los esquejes deben tener entre 5-10 cm de longitud y 2-5 mm de grosor.
Es posible esquejar estacas más grandes, pero la posibilidad de
enraizarlas es menor. Sin embargo, cuando el material es para utilizarlo
en cercas vivas pueden ser de 2,5 metros de largo y 3,0 a 5,0
335
centímetros de diámetro, realizar un corte sesgado en ambos extremos
y eliminar las hojas y las ramas.
En la instalación de cercas vivas el uso de propagación vegetativa
asexual y de especies con alta capacidad de rebrote es indispensable,
también para enriquecer áreas restauradas con estadios sucesionales
tempranos, especies raras o con problemas de fructificación o
germinación. Cuando se utilice este medio de propagación es
recomendable recolectar material de la mayor cantidad de árboles
padres (Elliott, et ál. 2013).
Conservación y almacenaje de las semillas
Cuando las semillas no se puedan germinar, después de ser
recolectadas, el almacenamiento es una estrategia que nos permitirá
asegurar material para el próximo período de producción. Se debe
realizar dependiendo del potencial de almacenamiento de cada especie,
el cual depende de la clasificación según su potencial fisiológico:
ortodoxas, intermedias y recalcitrantes. Las ortodoxas permanecen
viables a contenidos de humedad entre un 2,0-8,0%, las recalcitrantes
soportan la deshidratación entre un 15,0 y 50,0% de humedad, aquellas
con un grado de humedad entre 10,0 y 12,5% se consideran intermedias
(Farrant et ál. 1993, Elliott et ál. 2013).
Por otra parte, el almacenamiento consiste en tratar de preservar la
capacidad de germinación de las semillas y protegerlas de animales e
insectos. Toda semilla que no sea sembrada, debe ser almacenada y
para que no pierda su viabilidad y mantenga la capacidad de
germinación se deben tener en cuenta aspectos como:
 Contenido de humedad del ambiente bajo entre 5 y 10%.

336
 Mantener preferiblemente las semillas a temperaturas entre
cuatro y cinco grados celsius, sin embargo, se pueden mantener
entre 10 y 15 grados, pero pierde la viabilidad más rápido,
depende de cada especie.
Para un informe exhaustivo de almacenamiento de semillas se
recomienda el texto de referencia A guide to handling tropical and
subtropical forest seed.
La latencia o letargo es el período durante el cual las semillas viables
son incapaces de germinar a pesar de poseer las condiciones de
humedad, luz y temperatura. Esta característica de las semillas tiene
como función restringir la germinación en la planta madre antes de su
dispersión en el campo. Además, se considera que la latencia es una
adaptación que contribuye a la supervivencia del individuo, limita la
germinación cuando los factores ambientales son desfavorables para el
desarrollo de la plántula (Elliott et ál. 2013).
En el vivero, la latencia de semillas prolonga el tiempo de producción,
por ello se emplean normalmente diferentes tratamientos
pregerminativos que es cualquier proceso mecánico, físico y/o químico
que se aplica con el objetivo de acelerar y aumentar la germinación y
que depende de los mecanismos específicos en cada especie. Los
tratamientos más frecuentes y conocidos son la escarificación y la
maceración.
La escarificación consiste en lijar sectores de la semilla hasta exponer
los suaves tejidos internos, lo que permite que la humedad penetre con
mayor facilidad hasta el embrión, y así, se desarrolle con mayor facilidad
y rompa sencillamente el resto de la cáscara.

337
Este tipo de tratamiento es más aplicable para especies con cáscara
dura (Samanea, Hymenea, Enterolobium, entre otras). Cuando las
semillas son de testa dura, pequeñas y difíciles de manejar, se aplica el
macerado, el cual consiste en aplicar agua hirviendo o tibia a las
semillas sumergidas en un recipiente por un período de 24 horas. Para
un informe exhaustivo del tratamiento de semillas se recomienda el
texto de referencia A guide to handling tropical and subtropical forest
seed.

Tamaño de las plántulas al momento de la restauración


Los árboles pequeños, por lo general, tienen una tasa de mortalidad
posplantación más alta que aquellos individuos más desarrollados,
debido a la competencia con las plantas arvenses. Sumado a esto, las
plántulas más pequeñas requieren más mantenimiento pues son
suprimidas por las pasturas y plantas arvenses. Por ejemplo, en
proyectos de reforestación en Sarapiquí, Costa Rica plantaciones
establecidas con plántulas provenientes de Pellets o Jiffys, (15 cm de
altura promedio), requerían tres veces más mantenimiento (rodajeas y
desmatona) que aquellas plantaciones establecidas con plántulas
provenientes de bolsas con tamaños entre 35 y 45 cm.
Además, cuando las pasturas son muy agresivas como, por ejemplo, la
Panicum fasciculatum, el porcentaje de mortalidad superaba el 35%.
Por otro lado, los árboles más grandes utilizados en proyectos de
restauración son más susceptibles al impacto de trasplante, además los
costos de transporte y siembra son más elevados, aunque
compensados por las altas tasas de sobrevivencia y crecimiento
(Vargas, W. 2012).
338
En proyectos de restauración basados en la aceleración de la sucesión
en Colombia, Vargas, W. 2012, recomienda un tamaño de 70 cm de las
plántulas. Para aquellas especies de comportamiento esciófito (acápite
1.6.1), la altura recomendada del material oscila entre 0,6 y 1,0 metro,
el cual ha sido probado en varios proyectos de restauración. Para
especies de rápido crecimiento como las heliófitas efímeras, el tamaño
adecuado del material es alrededor de 35 cm a 40 cm.

339
Árboles y arbustos nativos potencialmente valiosos para la
restauración ecológica y la reforestación

Carlos Vázquez Yanes, Ana Irene Batis Muñoz, María Isabel Alcocer
Silva, Martha Gual Díaz Y Cristina Sánchez Dirzo.

Instituto de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de México

En un tiempo relativamente corto la vegetación de México ha sufrido


extensas alteraciones antrópicas. Muy pocas áreas del territorio
nacional contienen aún comunidades ecológicas inalteradas.
La huella de la deforestación, las quemas de monte, el sobrepastoreo y
sus consecuencias sobre la vegetación y el suelo fértil están a la vista
en casi cualquier paisaje del país. Ante esta situación de tan graves
consecuencias sobre la productividad del campo y la conservación de
la biodiversidad surge como una prioridad inaplazable el comenzar a
desarrollar procedimientos para revertir este terrible deterioro de una
manera inteligente.

A pesar de que en la gran mayoría de las superficies muy alteradas no


lograremos ya recuperar lo que antes existía, es aún posible inducir el
desarrollo de una vegetación protectora que permita conservar e
incrementar la fertilidad del suelo y parte de la diversidad de plantas y
animales.

340
Un recurso fundamental para lograr lo anterior constituye las especies
vegetales herbáceas y leñosas nativas que tengan la potencialidad de
crecer en zonas profundamente alteradas y que, con el tiempo, permitan
la recuperación de la fertilidad del suelo, un microclima y un ciclo
hidrológico similares a los originales y el restablecimiento de al menos
parte de la flora y fauna nativa que aún sobrevive en algunos sitios.

Hasta nuestros días, los programas de reforestación desarrollados por


los gobiernos estatales, el ejército y las dependencias del gobierno
federal han hecho uso principalmente de especies de árboles exóticos
mundialmente conocidos y algunas especies nativas biológicamente
mal conocidas, lo que ha impedido que se tenga algún éxito en los
propósitos anteriormente mencionados. Los bosques de especies
exóticas se transforman por lo general en “desiertos verdes” que no
permiten la subsistencia de la gran mayoría de las especies locales de
plantas y animales. Cuando estos son cultivados en pendientes,
cumplen muy pobremente su pretendida función de proteger el suelo de
la erosión y ayudar a restaurar el ciclo hidrológico original.

En contraste, varias especies de árboles y arbustos de los géneros


Caesalpinia,
Enterolobium, Gliricidia, Guazuma, Leucaena presentes en México han
sido empleadas para reforestación restauración y agroforestería en
otros continentes como África (Véase la base de datos de ICRAF)

Cuando se reforesta con especies exóticas se tienen resueltos los


problemas de domesticación y disponibilidad de propágulos, sin
341
embargo, los resultados obtenidos con éstas obligan a replantear la
necesidad de domesticar y aprender a propagar especies nativas, para
lo cual es necesario realizar un inventario de las especies que presenten
las propiedades biológicas y ecológicas más adecuadas para cada
clima v condición ambiental del país.

Para hacer un uso exitoso de las especies nativas de cada región en


programas de desarrollo de sistemas agrosilvopastoriles, restauración
ecológica y reforestación es indispensable profundizar nuestro
conocimiento sobre la biología, la ecología, la propagación y el
manejo de las especies disponibles, a fin de posibilitar la domesticación
de dichas especies y desarrollar técnicas eficientes de propagación, e
incluso llegar a mejorar por selección sexual, clonal o ingeniería
genética algunas de sus características más valiosas.
Es importante también tomar en consideración la utilidad de las
especies para la población local, ya que ello redundará en una mejor
conservación de las zonas restauradas.

A lo largo de las siguientes páginas se hará énfasis en las especies


leñosas; sin embargo, no debemos descartar el valor que otro tipo de
plantas como las gramíneas puede tener en la restauración ecológica y
mejoramiento ambiental de sitios alterados.

342
Especies valiosas para la regeneración de zonas degradadas

Domesticación de árboles

Ya se trate de restauración ecológica, reforestación o desarrollo de


sistemas agrosilvopastoriles, la domesticación es la primera etapa del
manejo de los árboles. Utilizamos aquí la palabra domesticación con un
sentido muy diferente a la que le dan los etnobotánicos.

 Adopción de plantas nativas o foráneas buscando en la flora


disponible las plantas que puedan proporcionarnos el servicio
deseado.
 Identificar y capturar el germoplasma disponible.
 Buscar fenotipos óptimos para el propósito establecido.
 Optimizar los métodos de propagación.
 Mejorar las cualidades valiosas

Las plantas valiosas para la restauración y la reforestación deberían


presentar las siguientes cualidades.

 Ser de fácil propagación.


 Resistir condiciones limitantes, como baja fertilidad, sequía,
suelos compactados, pH alto o bajo, salinidad, etcétera.
 Tener crecimiento rápido y buena producción de materia orgánica
como hojarasca, de preferencia con una relación alta de C/N.

343
 Tener alguna utilidad adicional a su efecto restaurador; por
ejemplo, producir leña, carbón, forraje nutritivo, vainas
comestibles, madera o néctar.
 Nula tendencia a adquirir una propagación mazeiel de invasora,
incontrolable.
 Presencia de nódulos fijadores de nitrógeno o micorrizas que
compensen el bajo nivel de nitrógeno, fósforo y otros nutrientes
en el suelo.
 Que tiendan a favorecer el restablecimiento de las poblaciones de
elementos de la flora y fauna nativas, proporcionándoles un
hábitat y alimento.

Con el tiempo los conglomerados de estas plantas pueden llegar a


facilitar de forma natural el reciclaje de nutrientes, preservándose la
fertilidad, y en general acercándose gradualmente a la manera cómo
funcionan las comunidades naturales.

Existen en México varios miles de especies leñosas nativas que son


potencialmente valiosas para proceder a utilizarlas con los propósitos
antes mencionados.
Este primer paso consiste en inventariar los recursos vegetales
disponibles potencialmente valiosos para los propósitos antes
mencionados, haciendo énfasis en incrementar el conocimiento acerca
de las características de las especies y su relación con sus
potencialidades de uso, tales como: taxonomía, distribución geográfica,
usos conocidos y conocimiento empírico y científico existente, historia

344
de vida, hábitat y ubicación en la sucesión ecológica y otros aspectos
de interés.
Este es el propósito buscado en el presente manual "Árboles y arbustos
potencialmente valiosos para la restauración ecológica y la
reforestación", resultado de un trabajo de investigación llevado a cabo
por un equipo de 5 personas, durante el periodo1996-1998, en el
Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Características de la investigación. Durante la investigación, se
seleccionaron 233 especies leñosas nativas de México y siete especies
introducidas de América u otros continente.:
(Anacardium occidentale, Albizia lebbeck, Genipa americana, Pinus
caribaea, Tamarindus spp, Schinus molle, Ficus carica), ya
naturalizadas en el territorio mexicano.
El criterio de selección para estas 240 especies se centró básicamente
en que fueran especies multipropósito, es decir, importantes
prestadoras de servicios al ambiente, proveedoras de uno o varios
productos útiles al hombre y con características prometedoras para
emplearse en programas de restauración y reforestación en las
diferentes regiones ecológicas del país.
Una de las tareas a realizar fue la búsqueda y sistematización del
conocimiento científico y tradicional para las especies seleccionadas.
Se intentó reunir la mayor cantidad posible de información de diversas
fuentes: artículos publicados en revistas científicas, monografías,
reportes, informes, tesis, libros, consultas a Internet y herbarios.
Se revisaron los ejemplares de las especies en los dos herbarios más
grandes y antiguos de México, el Herbario Nacional (MEXU) y el
Herbario del Instituto Politécnico Nacional (ENCB), a fin de extraer
345
información taxonómica, geográfica, ecológica, biológica o
etnobotánica.
La información extraída tanto de los herbarios, como de la literatura (un
acervo aproximado de 1400 referencias) se utilizó para alimentar una
base de datos computarizada en Acces uno de los productos de nuestra
investigación.
Esta base fue diseñada para tener un acceso rápido y eficiente a un
"pool" condensado de información para cada especie y en ésta, se
pueden realizar búsquedas precisas sobre requerimientos de sitio,
cultivo, aspectos taxonómicos, funcionales, ecológicos, productos útiles
y/o servicios ambientales (16,000 entradas).

La base está disponible para su consulta en la Comisión Nacional para


el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).

Otro de los productos de la investigación lo constituye el presente


manual, en donde se incluye información en forma de monografías o
informes individuales, para 70 de las 240 especies leñosas
seleccionadas
.
El objetivo central de este manual es facilitar el acceso al conocimiento
que se logró reunir sobre algunos aspectos básicos de la biología de
estas 70 especies. El documento está dirigido al público en general,
pero especialmente a aquellas personas que están volteando su mirada
e interés hacia el uso y la ampliación de nuestros propios recursos.

346
Para ordenar y presentar la información de manera accesible se diseñó
un formato único con 20 apartados: Descripción Botánica; Distribución
Geográfica en México; Origen y Extensión; Estatus; Hábitat;
Importancia Ecológica; Tipos de Vegetación y Zona Ecológica;
Fenología; Aspectos Fisiológicos; Características de la Semilla;
Experiencias con la Planta; Cultivo; Propagación; Efecto Restaurador y
Servicio al Ambiente; Tolerancias; Desventajas; Interacción Biológica;
Comentarios; Usos y productos (maderable y no maderables) y
Bibliografía.

En los rubros carentes de información, se incluyó la frase "No


disponible", con el firme propósito de señalar los temas que no se han
abordado y que necesitan mayor atención e investigación y en cuyo
caso sería interesante iniciar o continuar estudios a profundidad.

Se realizaron esfuerzos considerables para verificar los nombres


taxonómicos de las especies contenidas. Se consultó, entre otras
fuentes, la base de datos del Missouri Botanical Garden (Vascular
Tropics), vía Internet.
En el rubro sobre vegetación se utilizaron los tipos de vegetación
descritos por Rzedowsky (1978) y las zonas ecológicas propuestas por
Toledo y Ordoñez (1993)

Plantas México

 Cedro Blanco (Cupressus lusitanica)

347
 Ahuehuete (Taxodium mucronatum)
 Pino Azul (Pinus maximartinezii)
 Pino Ayacahuite (Pinus ayacahuite)
 Pino Escobetón (Pinus devoniana)
 Pino Chamaite (Pinus montezumae)
 Pino Prieto (Pinus greggii)
 Oyamel Neovolcánico (Abies religiosa)
 Palma Bola (Zamia furfuracea)
 Árbol de Águila (Conzattia multiflora)
 Rompebota (Senna polyantha)
 Retama Peninsular (Senna racemosa)
 Cafecillo (Senna septemtrionalis)
 Retama (Parkinsonia aculeata)
 Bigotillo (Caesalpinia pulcherrima)
 Kitam Che' (Cenostigma gaumeri)
 Palo de Rosa (Tara vesicaria)
 Erythrostemon yucatanensis
 Viga (Coulteria mollis)
 Guajillo (Acaciella angustissima)
 Guajillo (Mariosousa coulteri)
 Espino Herrero (Mimosa benthamii)
 Chascarrillo (Mimosa monancistra)
 Espino (Mimosa aculeaticarpa)
 Dormilona (Mimosa pudica)
 Guaje Delgado (Leucaena pallida)
 Mezquite Blanco (Prosopis laevigata)
348
 Guamúchil (Pithecellobium dulce)
 Cojoba graciliflora
 Palo Blanco (Lysiloma divaricatum)
 Lysiloma microphyllum [inactive]
 Cucharo (Chloroleucon mangense)
 Tenaza (Havardia pallens)
 Palo de Escopeta (Albizia occidentalis)
 Guanacastillo (Albizia tomentosa)
 Albizia canescens
 Algarrobo (Vachellia pennatula)
 Huizache Chino (Vachellia schaffneri)
 Hierba de Colorín (Erythrina herbacea)
 Colorín Norteño (Erythrina flabelliformis)
 Colorín Yucateco (Erythrina standleyana)
 Palo Cuate (Eysenhardtia punctata)
 Arco Negro (Apoplanesia paniculata)
 Llora Sangre (Pterocarpus rohrii)
 Mata Buey (Lonchocarpus rugosus)

349
Selección de especies de plantas útiles de las zonas áridas
mexicanas

Familia Nombre científico Nombre común


Anacardiaceae Rhus aromatica Agrito (Hernández-Sandoval
et al.,1991).
Anacardiaceae Rhus virens Lantrisco (Hernández-
Sandoval et al.,1991).
Apocynaceae Asclepias curassavica Adelfilla, Algodoncillo,
Burladora, Cancerina,
Chilillo, Flor de muerto,
Hierba María, Pericón,
Quiebramuelas, Salvilla,
Señorita, Venenillo, Veneno
rojp, bandera española, flor
de sangre, platanillo, hierba
María, mata ganado
(CONABIO, 2019)
Asparagaceae Agave americana Agave
Asparagaceae Agave lechuguilla Lechuguilla

Asparagaceae Agave mapisaga Maguey mapisaga (Gentry,


1982)
Asparagaceae Dasylirion longissimum Vara cohete, varacuete,
vara, padillo, sotol padillo
(González-Ferrara, 2010,

350
Hernández-Sandoval et al.,
1991), hachón (Pérez et al.,
2003)
Asparagaceae Dasylirion texanum Sotol (González-Ferrara,
2010), sotol texano
(Naturalista, 2019)
Asparagaceae Yucca carnerosana Chochas, dátiles, palma,
palma barreta, palma de San
José, palma de San Pedro,
palma de ixtle, palma loca,
palma samandoca,
samandoca, samandoque,
yuca (CONABIO, 2019).
Asparagaceae Yucca filifera Palma pita, akgalukut
(totonaco), bútanos,
chochas, chocho,
cuaresmeña, dátiles, flor de
izote, flor de palma, flor de
pito , flor de yuca, guayas,
izote palmapalma de San
Pedro, palma de, aparejo,
palma grande palma loca,
yuca (CONABIO, 2019).
Asteraceae Ageratina espinosarum Hierba de la mula (Macouzet
Pacheco, 2013), hierba del
aire, vidriosa, mentolina

351
(Arrazola-Guendulay et al.,
2018), hierba de San Nicolás
(García-Hernández et al.,
2015)
Chrysactinia mexicana Damianita, Falsa damiana,
Asteraceae Hierba de San Nicolás,
Romerillo, San Nicolás
(CONABIO, 2019)
Asteraceae Flourensia cernua Hojasén

Asteraceae Gochnatia hypoleuca Ocote, Ocotillo, Chomonque

Asteraceae Helianthus annuus Girasol (Coronado-Aceves


2016)

Flora En México
 Castilla
 Pseudolmedia oxyphyllaria
 Satyria
 Alchemilla Pinnata
 Selaginella peruviana
 Larrea tridentata
 Pseudotsuga
 Liquidámbar styraciflua
 Fagus mexicana
352
 Abies
 Pseudophoenix sargentii
 Mitrastemon
 Viscainoa
 Lindleyella
 Iostephane heterophylla
 Iostephane trilobata
 Iostephane papposa
 Yucca valida
 Yucca decipiens
 Yucca filifera
 Yucca periculosa
 Cercidium

ARBOLES

NOMBRE COMÚN NOMBRE TIPO DE FOLLAJE


CIENTÍFICO
Mezquite Prosopis juliflora Deciduo
Mezquite Blanco Prosopis laevigata Deciduo
Palo fierro Olneya tesota
Barreta Helietta parvifolia Deciduo
Palo Verde Cercidium floridum Deciduo

353
Huizache Acacia farnesiana Deciduo
Palma china Yucca filifera Perenne
Palma samandoca Yucca carnerosana Perenne
Uña de gato Acacia greggii Deciduo
Pino piñonero Pinus cembroides Perenne
Rompevientos Tamarix parviflora Perenne
Costilla de vaca Atriplex canescens Deciduo
Garambullo Myrtillocactus Perenne
geometrizans
Biznaga Ferocactus Perenne
peninsulae
Nopal Opuntia spp. Perenne
Damiana Turnera diffussa Deciduo
Maguey Agave spp. Perenne
Orégano Lippia spp. Deciduo
Gobernadora Larrea tridentata Perenne
Pastos Bouteloua spp. Perenne
Eragrostis spp. Perenne
Buchloe dactyloides Perenne
Pasto salado Distichlis spicata Perenne

354
Tabla. Disponibilidad de estructuras en el tiempo.

Especie Época de Disponibilidad de recursos


Colecta Forraje Alimentación
humana
Acacia bilimekii Abril H ene-dic
F ene-mar
A. Diciembre H may-nov
cochliacantha FR jun-dic

A. farnesiana Febrero H ene-dic


Mayo F ago-ene
FR jun-ene
A. pennatula Enero H jun-abr
F mar-abr
FR jun-ene
Eysenhardtia Noviembre H May-nov
polystachya Diciembre
Fouquieria ---------- H May-feb
purpusii
Leucaena Febrero H May-dic H May-jul
esculenta F jun-dic F jul-nov
FR nov-mar FR nov-ene
L. macrophylla Febrero H may-ene H abr-sep
Marzo F sep-dic F sep-nov
FR nov-mar FR oct-ene

355
L. acapulcensis Febrero H jun-abr
L. divaricata Diciembre H may-nov
Pithecellobium Mayo H ene-dic FR abr-may
dulce F oct-mar
FR abr-may
P. juliflora Mayo H ene-dic
F ene-abr
FR mar-abr
Donde: H= Hojas; F= Flores; y FR= Frutos

Pastizales

En los pastizales áridos las especies comunes son:

 Pasto navajita (Bouteloua spp.),


 Zacate búfalo (Buchloe dactyloides),
 Popotillo plateado (Andropogon),
 Zacate llanero (Eragrostis intermedia),
 Zacate colorado (Heteropogon spp.),
 Toboso común (Hilaria mutica),
 Tapete panizo (Leptochloa spp.),
 Zacate lobero (Lycurus spp.)
 Zacate araña (Muhlenbergia porteri).

356
Otras especies son el

 Cardo,
 huizapol
 rosetilla (Cenchrus echinatus),
 Papalote (Chloris crinita),
 Pasto alambre
 Pasto enredadera (Cynodon dactylon)
 Zacate mano (Digitaria californica)
 Zacate salado
 Pasto salado playero (Distichlis spicata)
 Zacate borreguero (Dasyochloa pulchella).

Algunos árboles y arbustos comunes son el

 Mezquite (Prosopis glandulosa)


 Ocotillo (Fouquieria splendens)
 Lechugilla (Agave lechuguilla
 Candelilla (Euphorbia antisyphilitica
 Gobernadora (Larrea tridentata),

y cerca de los arroyos,

 álamo (Populus fremontii)


 Sicomoro (Platanus wrightii).

357
Prácticas agrícolas

Prácticas agrícolas utilizables en programas de restauración de


cultivos en regiones áridas y secas

1. En lugar de quemar los rastrojos y las consideradas malas hierbas


durante la época de preparación de los terrenos para el siguiente cultivo,
se debería incorporarlas para adicionar materia orgánica a los suelos
con lo que se estaría contribuyendo a mejorar su calidad y se evitaría
que miles de partículas de CO2 y otros gases se vayan a la atmosfera.

2. Fomentar el empleo de compostas:


 Compostas caseras
 Lombricompostas
 Desechos de ingenios
 Empleo de estiércoles

3. Cero labranzas. Cada vez que se trabaja el suelo, se oxida gran


parte de la materia orgánica que existe al exponerla a los efectos del
medio ambiente, lo que genera que una parte se convierta en CO2 y se
vaya a la atmosfera.
La cero labranza impide que, además que se pierda la humedad
residual del suelo, se expongan al medio ambiente los microorganismos
y la materia orgánica se pierda.

358
La cero labranza, además mantiene una cubierta orgánica para proteger
al suelo del sol, Ia Luvia y el viento, y permitir que los microorganismos
y la macrofauna se ocupen de “arar’ y mantener el equilibrio de los
elementos nutritivos. De esta forma se lograrán cosechas mejores, se
economizará combustible y se evitará el desgaste de tractores.

La siembra directa logra niveles productivos altos en armonía con


el ambiente.

4. Otras medidas serian la corrección del pH, lo que se realizaría a


través del encalado; y el mejoramiento del nivel de fósforo.

Finalmente comprender cómo funciona la naturaleza suprimiendo la


creencia de que los sistemas de monocultivos son más rentables que
los biológicos.
Todas estas prácticas, además de mejorar los suelos, proporcionan un
hábitat y alimento a los insectos depredadores, lo que se traduce en el
aumento de su diversidad y en la disminución de la incidencia de plagas.
El fenómeno de la degradación de los suelos se manifiesta
preferentemente por la pérdida de cubierta vegetal, asociado con el
descenso de la productividad agrícola y los cambios de las
características físicas, químicas y biológicas de los suelos, lo que
ocasiona la vulnerabilidad ante los agentes erosivos como: pérdida de
la estructura, la porosidad y el grado de aireación del suelo. o
compactación y encostramiento de la capa superficial del suelo.

359
 Disminución de la capacidad de retención de agua lo que se
traduce en una reducción agua útil para las plantas.
 Reducción de la velocidad de infiltración del agua de lluvia.
 Menor disponibilidad de los macronutrientes, principalmente
fósforo y nitrógenos asimilables.
 Descenso de las poblaciones de microorganismos del suelo.

En casos extremos de degradación la producción de recursos llega en


función de los usos agrícolas y forestales.
La recuperación de los suelos con baja productividad y la escasez de
agua, dificultan el éxito de un programa. Para revertir esta situación es
necesario realizar tratamientos conjuntos del suelo y la planta que
permitan incrementar la resistencia de las especies vegetales
introducidas ante las condiciones adversas.

En todos los casos hay que acompañar las labores que se realicen con
una enmienda orgánica con el empleo de micorriza, que ha mostrado
ser efectiva para la recuperación de la estructura y la capacidad
biológica
del suelo y, así, frenar el avance de la erosi6n y desertificación.
La introducción de la enmienda orgánica promueve el desarrollo de
reacciones químicas, físico-químicas y procesos microbiológicos que
conducen a modificaciones de las características del suelo, que se
manifiestan en aumentos de la capacidad de retención de agua,
infiltración, porosidad y estabilidad estructural.
En este contexto, es necesario destacar que las zonas áridas y semi-
áridas presentan la dificultad de la escasez de agua, por lo que cualquier
360
acción tendiente a mejorar la estructura del suelo redundara en una
mayor disponibilidad de agua para el desarrollo de procesos biológicos.
La aplicación de materia orgánica es un complemento indispensable
en las acciones de restauración, por lo que se debe recurrir al empleo
de compostas, máximo cuando se estén usando residuos sólidos
urbanos, por ser materiales de bajo costo, fácilmente disponibles, su
producción es permanente y sus efectos perduran en el suelo.

361
Labores de campo

Practicas recomendadas

Acciones

 Recuperación de suelos degradados.


 Mejoramiento de la fertilidad de suelos de otras regiones con
señales de erosión.
 Combate a la pobreza.
 Recuperar la autosuficiencia alimentaria.
 Incrementar la capacidad de producción de satisfactores para la
exportación.

Resumiendo, la adición de materia orgánica en diferentes formas,


compostas o abonos verdes utilizando leguminosas, mejoran
considerablemente las propiedades fiscas del suelo (su estructura), las
propiedades químicas (su fertilidad) y las biológicas (la participación de
microorganismos).
El empleo de materia orgánica y los microorganismos se conoce como
biofertilizante, y puso en evidencia la participación de los fertilizantes
químicos.
Las diferencias básicas entre un programa ecológico y los otros es que:
 No usan productos químicos.
 Reducen el excesivo movimiento del suelo.
 Se deben mantener los residuos de la cosecha anterior.
362
 Se aplican enmiendas orgánicas.
 Emplean material vegetativo campesino.

Por medio de las labores de labranza se perturba físicamente la


estructura de los suelos, debido al rompimiento de los agregados y el
movimiento excesivo que altera:
 La zona en que se desarrollan las raíces dificultando su
crecimiento.
 Elimina el agua residual y los nutrientes, lo mismo que la materia
orgánica y las poblaciones de microorganismos del suelo
El mínimo movimiento asegura, que
 El agua se infiltre al suelo de forma tal que las plantas nunca, o
durante el menor tiempo posible, sufran por efecto de la sequía y
el agua infiltrada limpia, escurra libremente hacia la capa freática
subterránea o a los cauces de los ríos
 La humedad del suelo mejora el medio en el que se reproducen
los cultivos.
 Provoca que se multipliquen y desarrollen los microorganismos
benéficos.
 Se incrementa la materia orgánica y el humus.
 Contribuye a la captura, retención y lenta liberación de los
nutrientes de las plantas.
 Evita el daño físico o químico a las raíces.

363
Siembra directa. La siembra directa involucra a cultivos que crecen sin
la preparación de la cama de siembra o sin alteración del suelo desde
la cosecha del cultivo anterior.
El término siembra directa es usado como sinónimo de la agricultura de
no labranza, o labranza cero.
Manejar los residuos de la cosecha anterior. Debido a que la materia
orgánica es un factor importante en la formación de los agregados del
suelo, el manejo de residuos de la cosecha anterior es básico para el
desarrollo estructural del suelo y su estabilidad. Los residuos no sólo
aumentan la formación de agregados, son importantes por las
siguientes razones:

 Protegen el suelo del impacto de la lluvia y los efectos


dañinos del sol.
 Proporcionan a los micro y macroorganismos un suministro
constante de nutrientes.
 Mejoran la infiltración y retención de la humedad, resultando
en un menor y más breve periodo de falta al cultivo y un
incremento de disponibilidad de nutrientes para las plantas.
 Son fuente de alimentos, hábitat y energía para las diversas
formas de vida del suelo. Contribuyen a la formación de
canales para la circulación del aire y agua.
 Facilitan el reciclaje de la materia orgánica y de los
nutrientes. o incrementan de la formación de humus.
 La calidad de los residuos depende del tipo de planta
cosechada. o Antes de incorporar los residuos es
conveniente picarlos para favorecer mejor su
364
descomposición. Los barbechos post es una de las mejores
prácticas agrícolas.
 Los residuos de hortalizas tienen un alto contenido proteico
y buena textura; se utilizan cuando las plantas tienen altas
concentraciones de humedad y elementos nutritivos.

La reducción del impacto de las gotas de lluvia sobre la superficie


del suelo da como resultado:
 Una reducción del encostramiento y el sellado de la
superficie que evita la escorrentía y erosión.
 La regeneración del suelo es mayor que la degradación.
 Control de las variaciones de la temperatura sobre y dentro
del suelo.
 Mejores condiciones para el desarrollo de las raíces y el
crecimiento de las plántulas.

Conservar la humedad del suelo da por consecuencia:


 Más agua disponible para el cultivo.
 Permite a los cultivos crecer durante períodos cortos de
sequía.
 Disminuye la frecuencia e intensidad de las sequías
 Influye directamente en los rendimientos de los cultivos en
regiones con mala distribución de lluvias.
La labranza, el manejo de residuos y la rotación de cultivos tienen
un impacto significativo sobre la distribución de nutrientes, el
desarrollo de cultivos y la producción:

365
 Permiten a los cultivos crecer durante períodos cortos de
sequía.
 Disminuyen la frecuencia e intensidad de las sequías.
 Influyen directamente en los rendimientos de los cultivos en
regiones con mala distribución de lluvias.
Otras labores
 Evitar las quemas agrícolas

No se deben practicar las quemas en los suelos agrícolas para facilitar


su preparación o eliminar malas hierbas persistentes; es una práctica
agrícola nociva que elimina la humedad residual, disminuye la
existencia de la materia orgánica, baja los microorganismos del suelo y
reduce o elimina los nutrientes.
La lucha contra las quemas agrícolas con el objetivo de terminar con
sus efectos negativos, debería contar con un nuevo aliado: las
trituradoras manuales. Esto aportaría como beneficios recoger a pie de
predio de restos vegetales para un tratamiento posterior en la
elaboración de compostas.

Razonamientos adicionales

El actual sistema de preparación de tierras con el empleo de maquinaria


agrícola se basa en que mientras más mullida quede la tierra, es
sinónimo de una buena preparación.
 falsa presunción.

Recomendaciones
366
 Evitar la excesiva labranza en todo tipo de suelo.
 Cuanto más pesado sea un suelo, más superficial debe ser
su movimiento.
 Tratar de no modificar la capa superficial del suelo evitando
alteraciones o mezclas de los diferentes horizontes.
 En periodos de desarrollo vegetativo intenso se deberán
limitar a labranza las labores superficiales, porque
 se rompe la estructura del suelo al voltearlo y se destruye
la materia orgánica al exponerla a los efectos del medio
ambiente (intemperización);
 Por las mismas razones, se disminuye o se acaba con la
humedad residual;
 Se expone a los microorganismos a la exposición del medio
ambiente eliminando parte de la población benéfica que
muere por deshidratación y, por lo tanto, su acción de
descompensación de la materia orgánica disminuye;
 Destruye y mezcla los nutrientes del suelo como el
nitrógeno, incrementando las emisiones de gases de efecto
invernadero;
 Distribuye la contaminación existente;
 Facilita la erosión y desertificación de los suelos, además de
que favorece las sequias.

367
Finalmente, es sumamente difícil acabar con la cultura de la preparación
de los suelos, que los productores nacionales han practicado por cien-
tos de años.

Enmiendas orgánicas. Las micorrizas y las leguminosas

Es un término que hace referencia a la asociación establecida entre


hongos y raíces, considerándola como una simbiosis mutualista
multifuncional cuyos efectos no sólo se refieren a la nutrición de los
cultivos, sino que incluye también beneficios en términos de uso
sostenido del suelo y la conservación de la diversidad biológica.
Los hongos formadores de micorrizas o micorrizógenos son uno de los
principales grupos de microorganismos beneficiosos para mejorar el
establecimiento y desarrollo de plantas. Las ventajas que proporcionan
éstos a las plantas son diversas, destacando, por su importancia, la
absorción de agua y nutrientes gracias al hecho que el micelio del
hongo, al constituirse en una extensión de las raicillas, explora una
mayor superficie del suelo que una raíz sola, permitiendo la captación
de nutrientes más allá de la zona de agotamiento de las raíces (efecto
fundamental en zonas donde las precipitaciones son tan variables y
escasas).
En este tipo de plantas se produce un aumento de contenido de agua
debido, posiblemente, a un incremento de la conductividad hídrica de la
planta o a una disminución de la resistencia al flujo del agua a través de
ella o es una respuesta secundaria consecuencia de la mejor nutrición
o de algún cambio fisiológico en la planta hospedera que indirectamente
incrementa la resistencia a la sequía.
368
Sin embargo, las mejores micorrizas no se limitan sólo al ámbito de la
nutrición mineral, sino que las plantas reciben beneficios adicionales
tales como la resistencia a diversas situaciones de estrés (sequía,
salinidad, me-tales pesados, resistencia al ataque de patógenos como
Pythium, Phytop-htora, Fusarium y Rhizoctonia).
Cabe señalar que la resistencia o tolerancia no es generalizada, ya que
la efectividad varía con el hongo micorrícico, el patógeno implicado, el
sustrato de crecimiento y las condiciones ambientales. También se ha
comprobado que los hongos producen un efecto positivo sobre las
características edáficas, influyendo en la estabilidad física del suelo, ya
que facilita la agrupación de partículas.
En definitiva, las hifas de los hongos, en conjunción con otros
microorganismos del suelo, contribuyen a la formación de agregados
estables, necesarios para mantener la estructura y por lo tanto la calidad
del suelo.

Como perspectiva de un futuro manejo de este tipo de hongos, se debe


permitir y potenciar el desarrollo de una práctica sostenible que se
puede aplicar en actividades diversas como: propagación y producción
de plantas en viveros, producción de hortalizas, cultivo de tejidos y
regeneración de áreas degradadas. La simbiosis podría ser una
alternativa al uso de fertilizantes químicos, evitando riesgos como:
salinidad, fitotoxicidad, contaminantes orgánicos y metales pesados.
Finalmente, se debe tener en cuenta que los beneficios de las
micorrizas no sólo se restringen al ámbito del crecimiento y optimización
fisiológica en el vegetal, sino que engloban una serie de ventajas medio
ambientales.
369
En síntesis, se debe tratar de optimizar el funcionamiento del sistema
suelo-planta y enriquecer la biodiversidad, junto con metodologías que
faciliten y garanticen la restauración de la cubierta vegetal, ya que esta
acción constituye una de las estrategias más eficaces para combatir la
degradación del suelo y recuperación de agroecosistemas degradados.

La importancia de las leguminosas

Las leguminosas contribuyen a recuperar y mantener la salud de


terrenos degradados. Marco Terencio Varrón, hombre de letras del
Imperio romano, advertía en su tratado agrícola Rerum Rusticarum "No
es correcto no sembrar nada en la tierra magra. En la tierra más pobre
es más adecuado lo que no necesita mucho jugo, como las
leguminosas".

Las leguminosas, además de colaborar en la lucha contra el hambre por


su gran valor nutricional y su rendimiento, y por ser una fuente de
proteínas, mejoran la productividad, al mismo tiempo que permiten
regular el clima y proteger los ecosistemas y, por supuesto, cuidan del
suelo.
Uno de los nutrientes más escasos en las tierras marginales/degrada-
das es el nitrógeno. Debido a su capacidad de utilizar el nitrógeno de la
atmósfera, las leguminosas a menudo pueden crecer en suelos
deficientes en nitrógeno. Muchas de ellas poseen extensos sistemas
radiculares que pueden obtener humedad y nutrientes desde las
profundidades de los suelos. Además, las leguminosas son diversas y
algunas están adaptadas a zonas áridas, por estas razones son
370
reconocidas por su potencial para desarrollarse bajo una gama de
condiciones difíciles para el crecimiento.
Características de las leguminosas que mejoran el suelo porque
pueden:
 prosperar en una diversidad de suelos,
 cubrir bien el suelo,
 producir suficiente biomasa, y
 fijar nitrógeno

Requisitos para la aceptación del productor

 Su bajo costo
 Beneficio de mejorar el suelo

Las leguminosas ,tréboles, vezas, haba y frijol son las más utilizadas
como abonos verdes; las gramíneas (avena, cebada y centeno) y las
crucíferas (algunos tipos de hortalizas) representan una buena
alternativa por su rápido crecimiento.
La FAO y todo el sistema de las Naciones Unidas, han convertido a las
leguminosas en un aliado para el cuidado de las tierras degradadas bajo
el lema "Los suelos y las leguminosas encaran una simbiosis única".
Las semillas de las leguminosas pueden, a través de ciertas bacterias,
fijar el nitrógeno atmosférico y hacer solubles los iones de fosfato de
elementos como los fosfatos de calcio y hierro.
En definitiva, hacen que las plantas puedan aprovechar esos nutrientes.
También incrementan la cantidad de materia orgánica de los suelos,
manteniendo la biodiversidad y la salud de los suelos. Todas esas
371
ventajas hacen que cultivando leguminosas haya menos necesidad de
utilizar fertilizantes sintéticos (hasta 100 kilos de fertilizante nitrogenado
menos por hectárea), porque se calcula que los cereales que se cultivan
en un terreno en el que antes se plantaron leguminosas producen de
0.5 a 1.5 -más por hectárea.
Las leguminosas son una buena opción ara rotar cultivos y mantener la
salud de los suelos. Aquí seria tiempo de reflexionar algo determinante
en nuestro intento de promover conocimientos de permacultura
aplicados a suelos degradados en procesos de desertificación En el
manejo de la agricultura que se practica en todo el mundo, conocemos
para lo que sirven algunas especies de vegetales de uso común, por
ejemplo, las leguminosas, a las que hemos hecho referencia, pero
carezco de conocimientos si ese grupo de plantas pueden ser tan útiles
para las condiciones climáticas de los suelos degradados o si debemos
introducirlas y se comportarán como especies invasoras, o buscar
dentro de la vegetación natural especies de comportamiento similar a
las leguminosas, por ejemplo.
Es decir, el mundo de los suelos degradados, cuando menos para mí
es un mundo con una vegetación casi desconocida.

372
Leguminosas para suelos degradados

Hay numerosas especies de leguminosas que sirven para restaurar


suelos degradados. Son plantas que toleran salinidad, aridez, sequía,
suelos ácidos y alcalinos, calor extremo y sequías y vientos, como la
Acacia auriculiformis, Acacia confusa, Acacia mangium, Albizia lebbeck,
Samanea (Albizia) -saman, Calliandra calothyrsus, Enterolobium
cyclocarpum, Gliricidia sepium, Paraserianthes falcataria,
Pithecellobium dulce y Tamarindus indica. la Caesalpinia spinosa
(Molina) Kuntze, leguminosa de porte arbóreo o arbustivo natural del
Perú, Chile y Colombia, comúnmente conocida como tara, es una
especie de uso múltiple. Se aprovecha todo el fruto (vaina y semillas) y
es cultivada como fuente de taninos.
La tara es una buena fijadora de nitrógeno y se desarrolla bien en suelos
arenosos, alcalinos con alta presencia de sales. También se desarrolla
en suelos pesados arcillosos y con pH ácidos.

En el Perú se cultiva en muchos casos en suelos marginales para la


agricultura. La tara puede fijar hasta 19 931,84 kg de carbono/ ha
(Malleaux, 2015). El pajuro (Erythrina edulis) es un árbol nativo vigoroso
del Perú que produce las vainas y granos más grandes del mundo. Este
árbol es muy útil en los sistemas agroforestales, como recuperador y
conservador de suelos, por captar el nitrógeno atmosférico y como
mitigador del cambio climático, por ser un árbol captador de CO2
(Camarena, 2015).

373
Las leguminosas contribuyen a recuperar y mantener la salud de
terrenos degradados, según un estudio.

A veces encontrar una posible solución es tan sencillo como echar la


vista atrás. El romano Marco Terencio Varrón (116-27 a. C.), hombre de
letras y de acción que sobrevivió a Pompeyo y a Julio César, a los
azares de la guerra civil y al final de la República, ya lo advertía en su
tratado agrícola De rerum rusticarum. “No es correcto no sembrar nada
en la tierra magra. En la tierra más pobre es más adecuado lo que no
necesita mucho jugo, como las leguminosas”.

Esa recomendación de Varrón cobra plena actualidad hoy, cuando el


33% de los suelos del mundo se encuentran degradados, término
utilizado para decir que no gozan de buena salud y por tanto no sirven
para las actividades que se venían practicando en ellos, como el cultivo.
Porque esa cifra incluye el 20% de las tierras de cultivo y el 43% de los
pastizales, afectados por fenómenos como la erosión, la salinización o
la urbanización. En el Día Mundial de los Suelos, la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha
presentado un informe en el que actualiza los consejos del romano y
presenta a las legumbres como un gran aliado en la lucha por restaurar
y mantener esos terrenos en buen estado.

El suelo es, en el ámbito científico, “el medio natural para el crecimiento


de las plantas”. Es decir, un elemento fundamental de la agricultura y,
por ende, de la alimentación humana. Pero mientras que la escasez de
otros elementos básicos —como el agua— es conocida y preocupa, el
374
informe presentado este lunes lamenta que la disponibilidad de suelo
sea algo que se suela tener por descontado.

Más bien al contrario, resalta el informe, el progresivo crecimiento de la


población y el cambio en los patrones de consumo (por ejemplo, cada
vez se consume más carne, por lo que hay que producir más alimento
para el ganado) obligan a sacar el máximo partido a cada palmo de
terreno. Cada vez hay que producir más en menos espacio y con menos
agua. Y esa presión, que entre otras cosas lleva a utilizar mayores
cantidades de fertilizantes sintéticos, también pone en riesgo la
disponibilidad de suelos.

Por eso la FAO y todo el sistema de las Naciones Unidas llaman a


convertir a lentejas, frijoles, guisantes y compañía en un aliado para ese
cuidado de las tierras. De ahí que al año internacional de los suelos
(2015), le haya seguido ahora el año internacional de las
legumbres. "Los suelos y las legumbres encarnan una simbiosis única",
ha destacado el director general de la agencia con sede en Roma, José
Graziano da Silva.

Los cereales que se cultivan en un terreno en el que antes se plantaron


legumbres producen de media 1,5 toneladas más por hectárea
El estudio destaca que las legumbres, además de colaborar en la lucha
contra el hambre por su gran valor nutricional y su rendimiento —y por
ser una fuente de proteínas alternativa a los alimentos de origen
animal—, ayudan a mejorar la productividad al tiempo que permiten

375
regular el clima y proteger los ecosistemas. Y, por supuesto, cuidan del
suelo.

Las semillas comestibles de las leguminosas pueden (a través de


ciertas bacterias) fijar el nitrógeno atmosférico y hacer solubles los iones
de fosfato de elementos como los fosfatos de calcio y hierro. En
definitiva, hace que las plantas puedan aprovechar esos nutrientes.
También incrementan la cantidad materia orgánica presente en los
suelos, manteniendo la biodiversidad y la salud de los mismos.
Todo esto hace que, cultivando legumbres, haya menos necesidad de
utilizar fertilizantes sintéticos (hasta 100 kilos de fertilizante de nitrógeno
menos por hectárea). Porque el estudio calcula que los cereales que se
cultivan en un terreno en el que antes se plantaron legumbres producen
de media 1,5 toneladas más por hectárea. Y el informe también estima
el ahorro anual que puede suponer esa fijación biológica del nitrógeno
en lugar de mediante productos sintéticos: unos 10.000 millones de
dólares anuales.

Como decía Varrón, las legumbres son una buena opción para aquellos
suelos más "pobres" o "magros". Pero también para rotar cultivos y
mantener así la salud de los más fértiles y ricos. Porque se espera que
fenómenos como la urbanización sigan en auge, y que para 2050 haya
que producir entre un 40% y un 70% más de alimentos. Es decir, que
todavía habrá que exprimir más los suelos. Por eso, concluye el informe,
es buena idea aprovechar que estos y las legumbres están hechos el
uno para el otro.

376
Practica de Rotación de cultivos

Es un sistema de producción que consiste en alternar plantas de


familias botánicas diferentes, necesidades nutritivas específicas y
sistemas radiculares de distinto desarrollo y producción de exudados en
un mismo sitio o terreno de cultivo durante ciclos distintos, a fin de
mantener la fertilidad del suelo, reducir los niveles de erosión, evitar que
el suelo se agriete y mejorar su estructura, con la finalidad de controlar
las malas hierbas para que las plagas y enfermedades no se conviertan
en problemas.

Su implementación tiene los siguientes objetivos:

 Incrementar los rendimientos de los cultivos,


 Mantener y mejorar los contenidos de materia orgánica.
 Mejorar la fertilidad del suelo y mantener un balance de nutrientes.
 Reducir la erosión hídrica y eólica.
 Adaptar la labranza de conservación.
 Mejorar el drenaje, aireación, tamaño y estabilidad de los agrega-
dos.
 Reducir la incidencia de malezas e insectos.
 Posibilitar que las raíces penetren a diversas profundidades del
suelo.
 Realizar una extracción equilibrada de nutrientes del suelo.

377
Empleo de microorganismos

Al menos una cuarta parte de la biodiversidad habita bajo el suelo; la


lombriz es un gigante al lado de los pequeños organismos.
Un centímetro de suelo puede tardar en formarse hasta mil años. La
parte viva del suelo incluye una amplia variedad de pequeños
organismos como bacterias, hongos, protozoarios, nematodos, virus y
algas, macroorganismos como artrópodos que varían desde ácaros
hasta insectos, que pueden ser escarabajos, ciempiés, lombrices,
caracoles y babosas, así mismo las raíces de las plantas y sus residuos.
De todos los microorganismos, las bacterias son las más numerosas y
a la vez las más diversas, descomponen los derivados del carbono
simple como las exudaciones de las raíces y los residuos jóvenes de las
plantas.

Existen al menos dos tipos de microorganismos: los que descomponen


la materia orgánica y los que promueven la desaparición de algún
contaminante.
Finalmente, es importante sacarle provecho a las bondades que se
manifiestan del uso de los actuales microorganismos del suelo y estar
pendientes de las bacterias que se acaban de descubrir. Con este
descubrimiento se ha llegado a sugerir que bajo nuestros pies existe
gran diversidad de especies que se conocen en la actualidad, la mayoría
de bacterias, que, por sus características y comportamiento, muchos
científicos las consideran inmortal. El futuro de la agricultura nacional
dependerá de la eficiencia del aprovechamiento de los microrganismos,
del empleo de aquellos beneficios recién descubiertos, el respeto al
378
medio ambiente y la utilización de nuevas fórmulas y sistemas de
fertilización.

Las enmiendas orgánicas y tipos de compostas


 Húmicas: hechas con materia prima animal o vegetal (turba, lignito
o leonardina).
 Turba de musgo, realizada con materia orgánica musgo,
principalmente género Sphagnum.
 Turba herbácea, realizada con materia prima turberas bajas,
especialmente (Carex Phragmytes).
 Compostas hechas con materia prima de ciertos residuos
orgánicos biodegradables.
 Compostas vegetales realizada con materia prima de restos
vegetales
 Compostas de estiércol realizada con materia prima de
deyecciones de animales
.
Se ha querido dar una idea del número de alternativas que se tienen
que manejar en las diferentes especies vegetales que se pueden
emplear, las posibilidades son amplias y los recursos variados

379
RESTAURACIÓN DE RÍOS

El término ‘restauración de ríos’ se utiliza para describir una variedad de


modificaciones a los canales ribereños, las zonas riparias, las planicies
de inundación, la calidad y cantidad del agua.
Autor
Instituto Mexicano de Tecnología del Agua

Las descargas no controladas de contaminantes disminuyen la calidad


del agua y agotan el oxígeno que peces y demás especies acuáticas
requieren para vivir (Palmer, 2005). La introducción de especies no
nativas de forma accidental o intensional modifica las relaciones presa-
depredador entre las comunidades nativas de estos ecosistemas, y la
alteración del régimen natural de flujo por la presencia de represas tiene
impactos sin precedentes en diversos cuerpos de agua de todo el
mundo (Wohl, 2011).

El término ‘restauración de ríos’ se utiliza para describir una variedad de


modificaciones a los canales ribereños, las zonas riparias, las planicies
de inundación, la calidad y cantidad del agua, los sedimentos y las
descargas de los ríos (Bennett et al., 2001). Estas modificaciones
comparten el objetivo de mejorar los procesos hidrológicos, geomórficos
y ecológicos dentro de una cuenca degradada, de tal suerte que sea
posible recuperar elementos perdidos o dañados del sistema natural
(Wohl et al., 2005).

380
La decisión de restaurar un río se origina frecuentemente por un
reclamo social cuando las comunidades ribereñas ven afectada su vida
por la pérdida de los ecosistemas y los servicios que estos
proporcionan, como la pesca comercial o de subsistencia, o cuando una
especie acuática importante alcanza los límites de la extinción.

La restauración del flujo requiere necesariamente un cambio en las


prácticas de manejo de agua y territorio que tienen un efecto sobre el
flujo del agua en el río. Esto puede incluir cambiar la cantidad de agua
que se utiliza para algún uso, la forma en que el agua es controlada o
almacenada en el río por las presas, e incluso cambiar diversas
actividades económicas, como ciertas prácticas agrícolas o
aprovechamientos forestales. Por si esto fuera poco, cabe mencionar
que la determinación del equilibrio entre la salud de los ecosistemas
acuáticos y las necesidades humanas es una actividad con un alto nivel
de incertidumbre y representa una problemática común a todos los
esfuerzos de restauración del mundo.

En años recientes, una forma práctica de enfrentar esta situación es


aplicar el modelo de intervención conocido como gestión adaptativa (US
EPA, 2000). Como su nombre lo indica, la gestión adaptativa incorpora
cierto grado de flexibilidad y adaptación que también se conoce como
“aprender haciendo”. Con base en el conocimiento de ecología ribereña,
los científicos trabajan de forma conjunta con ingenieros hidrólogos e
hidráulicos para desarrollar experimentos de restauración de ríos,
abocados a la recuperación de la salud ambiental de estos ecosistemas
acuáticos. Esto involucra el monitoreo continuo del antes y después de
381
la ejecución de los experimentos, para después, con base en los
resultados y la evidencia, revisar las prescripciones de flujo definidas y,
si es necesario, modificarlas para llevar el río hacia el estado de salud
ecológica que se desea. Este es un proceso iterativo en el que la
sociedad puede equilibrar sus necesidades hídricas con aquellas del
medio ambiente y los ríos (USGS, 2002).

Muchas cuencas del mundo han generado programas de restauración


de ríos con base en esta lógica iterativa; por ejemplo, el río Colorado
(Getches), en el Gran Cañón; el río Trinidad, en California (Gillian y
Brown, 1997), y el Kissimmee, en florida, EUA (Gillian y Brown), así
como en el río Murray, en Australia (National Park Service).

Si bien cada uno de estos esfuerzos de restauración se encuentran en


diferentes etapas de desarrollo y utilizan prácticas de gestión adaptativa
de forma diferente, el proceso básico de evolución en cada caso es
similar (figura 1).

382
Figura 1. Gestión adaptativa de ríos.
Una de las actividades más importantes para definir claramente el
programa de restauración es la definición de las metas ecológicas o
ambientales que se desean alcanzar. Por ejemplo, la meta puede ser
asegurar la subsistencia de una especie en particular o mejorar la salud
integral del río. Una vez reconocidas estas metas ecológicas, se define
el proceso de gestión adaptativa. En general, el primer paso consiste
en definir, de la mano de la evidencia y los científicos, un modelo
ecológico del ecosistema ribereño que permita ilustrar y evaluar los
impactos que se esperan por la alteración del flujo (p. ej. de no flujo a
pulsos o flujo base). Posteriormente se utilizan herramientas y métodos
para definir el tipo de flujo en cantidad y calidad y su temporalidad, de
tal suerte que sea posible alcanzar las metas. Finalmente se establece
un sistema de monitoreo que permita dar seguimiento a las variaciones
que resultan de la prescripción de flujo, para con ello determinar si tiene
algún efecto en el cumplimiento de los objetivos planteados. Esto se
hace a través de la respuesta a preguntas simples, como: ¿estamos
recuperando suficientes miembros de la población de peces para
sostener la presencia de la especie? o ¿está alcanzando el río el nivel
de salud deseado? A medida que los tomadores de decisiones y los
científicos evalúan el éxito de la prescripción del flujo para alcanzar las
metas, se pueden incorporar cambios en una o más partes del modelo
de gestión. Incluso es posible modificar algunas de las metas
ecológicas, cambiar el modelo y revisar la prescripción del flujo, o bien
se puede optar por diferentes estrategias para alcanzar los objetivos.

383
Un programa que utiliza como base un proceso de gestión adaptativa
para la recuperación de ríos es el que se lleva a cabo para el río
Roanoke, en Carolina del Norte, EUA, el cual constituye un ejemplo de
cómo funciona el proceso. En este caso, una organización para la
conservación del ambiente y la empresa, dueña de dos presas
construidas en 1955 y 1963, dentro del marco de renovación de las
licencias para su operación, se dio a la tarea de revisar y mitigar los
impactos ambientales sobre el ecosistema. Estos impactos eran
debidos a la operación de las presas y las consecuentes inundaciones
generadas en la planicie en épocas del año en las que no se darían de
forma natural. Los ecólogos abocados al estudio de este río habían
notado que cada verano florecían pequeñas plántulas en el suelo del
bosque, pero con la operación de las presas y los prolongados
desfogues de agua, la persistente inundación generada de forma
antrópica prevenía este proceso natural de renovación del bosque.

Los ecólogos tenían ciertas hipótesis sobre el tirante de inundación que


estas plántulas podrían soportar, pero con un alto grado de
incertidumbre que no les permitía definir una política de operación que
garantizara, por los próximos 30-50 años (tiempo que dura la licencia
de operación), la renovación y subsistencia del bosque. Sabían también
que la empresa encargada de la operación de los embalses mostraría
cierta resistencia a definir políticas de operación que cambiaran o
disminuyeran sus ganancias económicas (p. ej. generación
hidroeléctrica) sin tener, por otro lado, una garantía de la subsistencia y
regeneración del bosque. Fue así que se llegó a la conclusión de definir
una estrategia de gestión adaptativa.
384
En este sentido, los términos acordados entre la empresa generadora y
los conservacionistas ambientales consistían en la reducción paulatina
de inundaciones por la operación del embalse hasta un punto en el que
el bosque alcanzara una taza de renovación sustentable. De forma
específica, la empresa reduciría el desfogue de la presa en un 50 %
durante los primeros cinco años de operación de esta nueva política, y
continuaría con esta reducción a la mitad del flujo por los siguientes
periodos de cinco años. Los ecólogos serían los encargados de
monitorear la salud del bosque y su respuesta. Una vez alcanzadas las
condiciones ecológicas deseadas se detendría la reducción de los
desfogues.

Este tipo de metodología adaptativa propuesta para el río Roanoke


posee diversos rasgos notables: los conservacionistas están seguros
de que las condiciones ecológicas de salud deseadas serán
alcanzadas, a pesar de que tomará un tiempo llegar a ese punto; por
otro lado, la compañía de electricidad se asegura también de que los
cambios impuestos en su política de operación no sobrepasarán lo que
realmente sea necesario para alcanzar un equilibrio ecológico, en virtud
de que se usan pasos de restauración definidos por periodos de cinco
años. Adicionalmente, esos pasos permiten a la compañía desarrollar
ajustes para compensar las pérdidas económicas por la reducción en la
generación de energía eléctrica en este río.

De esta manera, la gestión adaptativa aquí presentada para la


restauración de ríos se ofrece como una herramienta poderosa para la
385
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, que ha
iniciado un plan ambicioso para la recuperación de diversos ríos de
nuestro país, entre los que destacan el río Atoyac, en Tlaxcala y Puebla;
el Yaqui, en Sonora, y el Grijalva, en Tabasco, por mencionar solo
algunos. En todos estos casos es evidente la necesidad de
conocimiento de punta y modelos hidrológicos y ecológicos que nos
permitan revisar los impactos de las medidas, o cambios en las políticas
de operación de las presas, a fin de revisar la recuperación de la salud
ambiental de los ríos y mantener los beneficios económicos que se
derivan de la presencia de estos ecosistemas. Claramente, el
conocimiento del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua será clave
para que nuevas políticas de operación de embalses o las acciones
puntuales en territorio tengan éxito en hacer del agua el elemento clave
de bienestar ambiental y social y de desarrollo equitativo de todas y
todos los mexicanos.

386
Guía metodológica para la elaboración de proyectos

Objetivos generales
1. Alcanzar el buen estado ecológico de los ríos, mejorando su
funcionamiento actual y dando cumplimiento a la Directiva Marco
del Agua
2. Fomentar la integración de la gestión de los ecosistemas fluviales
en las políticas de uso y gestión del territorio, con criterios de
sostenibilidad
3. Contribuir a la mejora de la formación en los temas relativos a la
gestión sostenible de los ríos y su restauración.
4. Aportar información y experiencias para mejorar las actuaciones
que se están llevando a cabo en el ámbito de la restauración de
los ríos en España
5. Fomentar la participación ciudadana e implicar a los colectivos
sociales en la gestión de los sistemas fluviales
6. Contribuir a la mejora de la formación en los temas relativos a la
gestión sostenible de los ríos y su restauración
7. Aportar información y experiencias para mejorar las actuaciones
que se están llevando a cabo en el ámbito de la restauración de
los ríos en España.

1. Introducción

Deterioro de los ríos y riberas


 Consecuencia de un desarrollo socioeconómico
 Aprovechamiento intensivo de los recursos fluviales
387
 Reducción del espacio fluvial Contaminación de las aguas
 Regulación de los caudales Alteraciones morfológicas

La restauración de los sistemas fluviales


 Conservación de los tramos en buen estado ecológico
 Protección de los tramos todavía en buen estado, pero
amenazados por futuras actuaciones
 Restauración y Rehabilitación de tramos degradados
 Revalorización de los atributos naturales en el ámbito
mediterráneo

La escala de la restauración de los sistemas fluviales


Escala espacial:
 Actuaciones locales
 Restauración de tramos que abarquen la totalidad de las
características del trazado fluvial (escala de segmento fluvial)
 Restauración del río completo
Escala competencial:
 Estrategias de restauración a escala de cuenca vertiente
 Actuaciones enmarcadas en las políticas de ordenación del
territorio
 Coordinación entre administraciones estatal, autonómica y local

2. Tipos de actuaciones

388
Restauración ecológica: Recuperación de los procesos fluviales y la
dinámica fluvial enfocada a la reconstrucción del ecosistema fluvial
existente antes de su deterioro.
 Restauración
 Rehabilitación
 Adecuación recreativa
 Substitución Mitigación Otras actuaciones

3. Caracterización de los ríos

 Los ríos son sistemas escalables


 Los factores que determinan su funcionamiento y las
comunidades biológicas también guardan una relación entre sí
que responde a diferentes escalas espaciales

389
Elementos por restaurar en los rios

- Región biogeográfica: Clima, Relieve Geología, Tipos de Suelos


- Cuenca vertiente: Tamaño, Vegetación, Usos del suelo, Gestión
de recursos hídricos
- Segmento fluvial: Régimen de caudales Calidad de las aguas,
Morfología del cauce, Estado de las Riberas, Dimensiones de la
llanura de inundación
- Hábitat fluvial: Condiciones hidráulicas, Substrato fluvial,

4. Los ríos en buen estado ecológico

Dimensiones del sistema fluvial

390
- Longitudinal
- Lateral
- Vertical

 Continuidad de los flujos (agua, sedimentos, nutrientes, materia


orgánica, organismos …)
 Conectividad de los hábitat
Dimensiones del espacio fluvial <-> Integridad de las funciones del
corredor

El régimen de caudales
- Magnitud
- Duración, Época
- Frecuencia
- Tasa de cambio
- Predicitibilidad

391
Estructura biológica
Surge como consecuencia de los procesos fluviales La organiza y
mantiene el propio río a través de su funcionamiento ecológico.

Dinámica fluvial y evolución en el tiempo


o Los ríos están en constante proceso de ajuste a las variaciones
del caudal de agua y de sedimentos
o Los procesos de erosión y sedimentación permiten alcanzar en
los ríos un estado de equilibrio dinámico
o La pendiente longitudinal es una de las variables hidráulicas de
mayor importancia en la energía del río
o Los ríos necesitan un espacio de movilidad fluvial donde
desbordar el agua en crecidas y disipar su energía

392
o Los sistemas riparios necesitan los desbordamientos para la
regeneración natural del hábitat y de la vegetación.

5. Presiones e impactos

Agricultura
 Gran consumo de agua para regadío
 Transformación de los regímenes naturales de los ríos españoles
 Alteraciones morfológicas
 Eutrofización de las aguas
 Invasión de especies exóticas

393
 Pérdida de resiliencia del sistema fluvial
Urbanización
 Pérdida de la red fluvial secundaria
 Canalización y Dragado de cauces
 Aumento del riesgo hidrológico Contaminación de las aguas

Otras presiones
- Extracciones de áridos
- Producción hidroeléctrica
- Efectos acumulativos en el tiempo y en el espacio a lo largo de la
red fluvial: Dificultad de su evaluación.

Valoración del río diagnóstico de la problemática


 Relación de síntomas de degradación con presiones e impactos
 Valoración de los atributos que todavía están en buen estado
 Descripción de las deficiencias de estructura y funcionamiento
 Propuesta de actuaciones
 Prioridades

Actuaciones posibles
1. Recuperación del espacio de movilidad fluvial

Mejora del régimen de caudales

Instrucción de Planificación Hidrológica

394
Régimen ambiental de caudales que “permita mantener de forma
sostenible la funcionalidad y estructura de los ecosistemas acuáticos”
… “como una restricción que se impone con carácter general a los
distintos sistemas de explotación”

2. Aumento de la continuidad fluvial y mejora de la conectividad del


cauce con sus riberas

a) Revisión del estado de infraestructuras:


Utilización y rentabilidad vs. Impacto que generan adecuación,
conservación y demolición.
b) Revisión del funcionamiento de las motas
Eliminación o desplazamiento para reducir el riesgo hidrológico y
restaurar el ecosistema fluvial.

Creación de bandas protectoras de vegetación


Control de la contaminación difusa procedente de cultivos agrícolas
Anchura óptima de cada franja de vegetación según objetivos y
características específicas del tramo fluvial.

Plantaciones de ribera
 Fomento de la regeneración natural
 Objetivos y Justificación de las mismas
 Especies correspondientes al tramo
 Adaptación a la dinámica fluvial Diseño paisajístico

Rehabilitación de tramos urbanos


395
 Prioridad de las actuaciones en beneficio de un número elevado
de personas
 Urgencia para disminuir el riesgo de zonas urbanas inundables

Elaboración de proyectos
- Participación pública en la definición de objetivos y organización
del proyecto
- Equipo técnico multidisciplinar para la redacción de la Memoria y
definición de los trabajos a realizar

1. Iniciando el Proyecto de Restauración


2. Redacción de la Memoria Técnica del Proyecto
3. Ejecución del Proyecto de Restauración
4. Mantenimiento de las actividades realizadas
5. Revisión del cumplimiento de Objetivos

396
 Actuaciones por Objetivos
 Mejora sensible de elementos del ecosistema fluvial
 Mantenimiento de las obras realizadas
 Plan de Seguimiento y Evaluación post-proyecto
 Grandes oportunidades para la restauración de los ríos
 Cumplimiento de la Directiva Marco del Agua y Directiva de
Evaluación y Gestión de Inundaciones
 Conciencia social y Voluntad política

397
Ejemplo de Restauración en ríos

El régimen hídrico

El primer paso para restaurar un cuerpo de agua es que tenga


agua. Aun cuando esto suena bastante obvio es fundamental
considerarlo en países como el nuestro en donde existen problemas de
escasez de agua. Por ejemplo, el lago de Chapala ha visto disminuida
su área de manera considerable en los últimos cincuenta años. De
hecho, existen asentamientos humanos y producción agrícola sobre lo
que antes de la Segunda Guerra Mundial fue el fondo del lago.

El daño no se ha detenido ahí, en estos momentos el lago se contrae


en un gran porcentaje durante la época de secas, en particular en las
zonas someras del mismo. Esto se debe a que el agua con poco
volumen se calienta lo suficiente para evaporarse, mientras que en las
zonas con mucho más volumen la temperatura del agua se mantiene
más homogénea y evita una evaporación tan grande.

En época de secas existen grandes planicies que generan tolvaneras


en toda la zona. El mismo problema han sufrido los lagos de Cuitzeo y
Texcoco, entre otros. De hecho, el gran proyecto de restauración del
lago de Texcoco basó sus elementos en la necesidad de regenerar el
vaso receptor de la cuenca con el fin de que pudiera capturar agua de
nuevo. El éxito de esta restauración se hace evidente en la ciudad de
México al no volver a ver esas nubes cafés generadas por las tolvaneras
de la región y también en la reaparición de las aves migratorias.

Volviendo a Chapala, para evitar la pérdida de agua dentro de los lagos


por evaporación, hay investigadores que sugieran que se represente el

398
lago en las zonas más someras con el fin de mantener el mayor volumen
posible en las partes profundas. La solución mejorará la capacidad de
retención del agua pero puede acarrear modificaciones en la vida de los
organismos que habitan el lago. Esto se debe a que los sistemas
dulceacuícolas mexicanos dependen en gran medida de la época de
lluvias. Así, en la época de secas muchos de los ríos y lagos se ven
naturalmente reducidos (y algunos hasta desaparecen), mientras que
en la época de lluvias estos ríos y lagos se mantienen caudalosos y
profundos.

En conclusión, considerar el régimen hídrico es fundamental en las


prácticas de restauración de un río o un lago, y hay que ajustarlo tanto
a las necesidades físicas del sistema (forma, tamaño, profundidad,
capacidad de evaporación, olas, entre otras) como a las necesidades
bióticas (qué tipo de dinámicas genera más diversidad que otra).

La concentración de químicos en el agua

En los primeros pasos de las técnicas de restauración de cuerpos de


agua se contemplan básicamente factores ligados a la
contaminación. Por lo tanto, la gran mayoría de los esfuerzos están
dedicados a disminuir algunos químicos disueltos en el agua y
cantidades de bacterias patógenas.

Las plantas de tratamiento que capturan los químicos dañinos y las


bacterias más agresivas que los digieren se volvieron fundamentales
para este tipo de restauración. De esta línea de restauración ha surgido
una gran cantidad de tipos de plantas de tratamiento. La ingeniería

399
hidráulica ha desarrollado desde plantas para industrias y ciudades, que
son costosas de construir y mantener, hasta plantas tipo “hágalas usted
mismo”, que sirven primordialmente para controlar los desechos de
pequeñas comunidades rurales.

Un ejemplo de la forma en que se ha tratado de atacar el problema de


la contaminación en México es el programa que se llevó a cabo durante
el sexenio pasado, el cual obligaba prácticamente a todos los municipios
de la cuenca del Lerma a poner plantas de tratamiento en las
comunidades más grandes. Esto se llevó a cabo más o menos con
cierta prontitud, sin embargo, el costo del mantenimiento de las plantas
de tratamiento ha vuelto obsoletas muchas de ellas, y aún han dejado
de surtir agua de calidad moderada a lagos tan importantes como
Xochimilco, en donde el agua de más baja calidad es la que está cerca
de las mismas plantas de tratamiento,

Un paso paralelo a la reducción de contaminantes ha sido el de tratar


de aminorar la cantidad de fitoplancton en el agua (algas que flotan en
el agua y que le dan un color verdoso). El agua verde puede generar
desde problemas de disminución en la diversidad y el oxígeno disuelto,
hasta de salud humana, puesto que existen algas que en grandes
cantidades pueden ser tóxicas (Microcystis). El agua verde es poco
agradable a la vista y genera olores fétidos. Por lo tanto, a pesar de que
la mayoría de los capitalinos estemos acostumbrados a las aguas
verdes del lago de Chapultepec, no son ni son las más sanas ni las más
agradables y se puede hacer mucho para mejorarlas.

Para disminuir las probabilidades de tener un lago con agua verdosa


turbia, los restauradores buscan reducir uno de los recursos
400
primordiales del fitoplancton: la cantidad de nutrientes en el agua, en
particular el fósforo. Similar a lo que pasa con los fertilizantes en los
cultivos, el fósforo en el agua ayuda a crecer al fitoplancton, lo cual pone
el agua verde en horas o días. La forma de reducir la concentración de
fósforo en el agua es a base de precipitadores, lo cual fue popular para
restaurar lagos en la década de los setentas ya la fecha se sigue
utilizando. Sin embargo, cuentan con el defecto de que es necesario
hacerlo constantemente. Esto se debe a que la precipitación del fósforo
no lo elimina del sistema, sino que nada más lo inutiliza, pero puede ser
reincorporado al agua en cualquier momento. Por otra parte, no
funciona mucho en lagos de gran tamaño puesto que la solución puede
ser muy costosa.

Otro elemento que se utiliza para mejorar el balance químico en la


columna de agua es el de poner grandes bombas de circulación de agua
para oxigenarla, el mismo principio que se utiliza en las peceras. Este
tipo de soluciones es muy útil para lagos pequeños de zonas urbanas,
pero no es práctico poner muchas bombas en lagos de gran tamaño.

La teoría ecológica en la que estas soluciones de restauración se basan


es que las condiciones y los recursos son los que controlan la cantidad
de algas verdes en la columna de agua. Consideran, por lo tanto, que
el control de la red trófica va desde la base (los recursos) hacia la punta
(los depredadores). A este tipo de conceptos se le llama
primordialmente “control ascendente”.

401
La estructura de la red trófica

Después de la generación de conceptos de restauración de los ríos y


los lagos a partir de la modificación de variables abióticas, en los últimos
años se han generado soluciones con base en enfoques más integrales,
los cuales no utilizan únicamente el concepto de control ascendente,
sino también modifica la estructura de la comunidad, lo cual puede ser
útil para restaurar. Así como las variables abióticas influyen sobre la
posibilidad de supervivencia de los organismos, también son capaces
de modificar algunas de las condiciones y recursos en donde se
encuentran. Por ejemplo, el tipo y la cantidad de peces, invertebrados o
zooplancton pueden modificar variables como la concentración de
nutrientes o lo turbio del agua.

Con base en este tipo de conceptos la cantidad de algas que hay en la


columna de agua puede estar controlada por los últimos peldaños en la
pirámide trófica. Las poblaciones de fitoplancton pueden estarlo por la
presión de depredación del zooplancton. Cuando hay demasiado
zooplancton la cantidad de fitoplancton baja. Para que haya
zooplancton en cantidad suficiente debe de haber pocos peces
zooplanctívoros y para que haya una minoría de peces de este tipo debe
de haber muchos piscívoros. Así, para que el agua no esté verde es
necesario contar con muchos depredadores de peces pequeños. A este
tipo de control se le llama "control descendente"

A raíz de que surgió este tipo de concepto se implementaron programas


dirigidos a la erradicación de especies de peces zooplanctívoros y al
fomento de la producción de especies piscívoras. Este tipo de
programas se desarrollaron en gran medida en lagos someros del norte
402
de Europa y de Estados Unidos. Los resultados fueron ambiguos: en
algunos casos el programa fue exitoso y en otros muchos fue un rotundo
fracaso. En consecuencia, los resultados generaron un fuerte debate
entre las escuelas europeas a finales de los ochentas y principios de los
noventas, mismo que se centró en la competencia por ver cuál control,
el ascendente o el descendente, era el que mejor funcionaba en los
programas de restauración de lagos someros.

En el caso particular de lagos tropicales como los mexicanos, estos


tipos de control no son tan evidentes puesto que las concentraciones de
nutrimentos en lagos mexicanos generan efectos muy diferentes en el
crecimiento poblacional del fitoplancton al los de los lagos
templados. Además, la capacidad de forrajeo del zooplancton en los
lagos tropicales aparentemente es mucho menor a la de los templados,
por lo que es más difícil generar agua transparente por medio de la
disminución de los zooplanctívoros. Existe otro tipo de diferencia, como
la temperatura media anual y la precipitación, que también modifica
considerablemente las respuestas de las poblaciones de algas. Por lo
tanto, los programas de restauración en los lagos mexicanos con base
en este tipo de teorías deben sufrir una serie de modificaciones
fundamentales si se quiere contar con cierto éxito. Los restauradores
mexicanos cuentan con un campo virgen para la investigación del
mejoramiento de lagos por medio de la modificación en las redes
tróficas.

403
La erosión y las plantas sumergidas

Ahora bien, la restauración de un sistema acuático debe incluir también


la erosión del sedimento en las orillas del lago o las paredes del río. La
erosión de las paredes de ríos y lagos trae consigo graves
consecuencias que repercuten en el asolvamiento y en la disminución
de la profundidad del cuerpo de agua. Las olas y las corrientes son los
actores principales dentro de los factores abióticos que generan erosión
de los sistemas. Los ríos caudalosos siempre contarán con paredes
erosionadas, así como aquellos ríos en donde pasan muchos botes de
motor, generando olas que chocan perpendicularmente con las
paredes. Los canales de Xochimilco, por ejemplo, tienen este tipo de
problemas, por lo cual las lanchas de motor han sido fuertemente
restringidas, y sólo se usan para actividades muy necesarias. Además
de esto, en algunos ríos se producen barreras artificiales que
disminuyen el efecto de las olas.

Dentro de las variables bióticas que pueden generar erosión en los


cuerpos de agua se encuentran primordialmente los organismos
bentívoros, como por ejemplo las carpas, que son peces nativos de
China e introducidos en casi todos los lagos de México. Estos
organismos comen animales y semillas depositados en el fondo
mordiendo el sedimento, aflojándolo y haciéndolo más susceptible al
efecto de las olas y las corrientes. No es de extrañarse, por lo tanto, que
en lugares donde hay poblaciones grandes de carpas el lago esté muy
turbio de sedimentos y haya perdido su profundidad.

Es probable que la población tan alta de carpas en Xochimilco sea una


de las causas de que las paredes de las chinampas se estén
404
resquebrajando, así como del color café del agua en lagos como el de
Pátzcuaro.

Una forma de evitar la erosión, además de erradicar a las carpas del


sistema donde han sido introducidas, es el fomentar la colonización de
algunas especies de plantas sumergidas, que no sean malezas y por lo
tanto no se conviertan en plaga. Las plantas respecto a la capacidad de
las olas para erosionar las paredes puesto que funcionan como
matatenas en un malecón, ya que reducen la fuerza de las olas y
corrientes que generan la erosión.

Por lo tanto, las plantas y algas filamentosas sumergidas pueden servir


como anclas del sedimento para evitar que éste se resuspenda y con él
una fuerte cantidad de nutrientes capturados en el fondo. Además, las
plantas sumergidas son el hábitat ideal de muchos peces e
invertebrados, lo cual fomenta la diversidad de un sitio al contar con
mayor número de ambientes para diferentes especies. De hecho, las
experiencias de restauración en los humedales de Costa Rica hacen
mucho énfasis en la recuperación de las plantas para mejorar el lugar.

Conclusión

Con el paso de los años los restauradores han llegado a la conclusión


de que depende demasiado del tipo de sistema y del tipo de
perturbación al enfocarse en alguno de los cuatro factores arriba
mencionados. Es muy probable que en muchos de los casos sea
necesario atacar dos, tres o las cuatro rutas mencionadas; y su
405
equilibrio correcto depende del éxito del programa de restauración. La
compleja trama que se maneja al tratar de restaurar un río o un lago no
permite tener certeza alguna en el momento de aplicar un programa.

Es por esto que, en muchas ocasiones, aun cuando se crea que con
algunas medidas se va a alcanzar el éxito, se producen modificaciones
que dejan en igual o peor estado el sistema que se quería restaurar. Es
fundamental por tanto considerar este tipo de modificaciones para evitar
graves problemas ecológicos.

406
Matorrales

Dado que ocupa alrededor del 30% del país con una amplia distribución,
existen una gran cantidad de matorrales con diversa composición y
estructura. Entre los nombres que se han utilizado están: matorral
xerófilo (seco), cardonales, tetecheras, izotales, nopaleras, matorral
espinoso, matorral inerme (sin espinas) parvifolio (hojas pequeñas),
magueyales, lechuguillales, guapillales y chaparrales. INEGI (2005) los
divide en los siguientes por orden de extensión:

Extensión en Porcentaje de la
Tipo de matorral km2 superficie del país

Matorral desértico micrófilo (de hojas 195,962 9.98


diminutas)

Matorral desértico rosetófilo (de hojas en 102,146 5.20


forma de roseta)

Matorral sarcocaule (de tallos gruesos) 52,154 2.65

Vegetación halófila (de suelos con sales) 27,828 1.42

Matorral espinoso tamaulipeco 25,569 1.30

Mezquital (dominado por mezquites) 25,164 1.28

Matorral submontano 23,895 1.22

Matorral sarco-crasicaule (de tallos 23,005 1.17


carnosos)

407
Extensión en Porcentaje de la
Tipo de matorral km2 superficie del país

Vegetación de desiertos arenosos de 21,656 1.10


desiertos arenosos

Matorral crasicaule (de tallos carnosos) 12,054 0.61

Matorral subtropical 10,123 0.52

Matorral sarco-crasicaule de neblina 5,657 0.29

Matorral rosetófilo costero 4,509 0.23

Vegetación gipsófila (de suelos con yeso) 460 0.02

INEGI. 2005a. Conjunto de datos vectoriales de la carta de uso del


suelo y vegetación: escala 1:250 000. Serie III (continuo nacional).
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática,
Aguascalientes.

Descripción

Comunidades vegetales dominadas por arbustos de altura inferior a 4


m. Son propias de climas secos con lluvias escasas y zonas frágiles que
favorecen la desertificación. En realidad, son el grupo más diverso de
comunidades vegetales. La composición de especies cambia con la
región. Existen variantes de matorrales dependiendo del grupo de
especies más abundante. En algunos predominan plantas suculentas y
con hojas gruesas, en otros las plantas tienen hojas muy pequeñas o
las pierden, o tienen espinas, lo cual les da aspecto diferente, por
408
ejemplo, los matorrales de Tamaulipas tienen aspecto diferente a los de
Coahuila y a su vez a los de Baja California y así sucesivamente.

Distribución

Cubren el 29.7% del país (576, 747 km²), desde el nivel del mar hasta
3,000 msnm pero generalmente por debajo de esta altitud. Habitan
principalmente en el norte del país, desde Tamaulipas, Nuevo León,
Coahuila, Chihuahua, Durango, Zacatecas, y en parte en los estados de
San Luis Potosí, Durango y Guanajuato. Hacia el Norte también en
Chihuahua, Sonora y Baja California. Parte de los estados de Puebla y
Oaxaca en el Valle de Tehuacán Cuicatlán también albergan
matorrales.

Clima

Habitan climas áridos y semiáridos que pueden variar desde muy


caluroso en las planicies costeras hasta relativamente fresco en las
partes altas. En zonas con precipitación inferior a 700 mm y con 7 a 12
meses secos por año, en amplias extensiones su precipitación es de
300 a 400 mm. La temperatura promedio de 12 a 26° C.

Flora y fauna

En los matorrales hay una gran variedad de especies, por lo regular hay
dos o tres que dominan y en algunos casos un grupo. Abundan familias
y géneros muy adaptados a la sequía,
409
como leguminosas, cactos, agaves, euforbiáceas, pastos, entre
muchas otras. Entre los arbolillos pequeños con tallos gruesos
están: izotes (Yucca periculosa, Y. filifera y otras) y palo
verde (Parkinsonia microphylla), pata de elefante (Beaucarnea
gracilis), torote (Bursera microphylla) y tenaza (Havardia pallens). En
Baja California habitan también el cirio (Fouquieria
columnaris), copalquín (Pachycormus discolor), palo fierro (Olneya
tesota) y otras. Hay arbustos espinosos como el amargoso (Castela
tortuosa), granjero (Celtis pallida), huizache (Acacia
farnesiana), limoncillo (Zanthoxylum fagara), mezquite (Prosopis
juliflora, P. laevigata), ocotillo (Fouquieria
splendens), tullidora (Karwinskia humboldtiana), zarza (Mimosa
leucaenoides) entre otros.

En la variante Tamaulipeca también cruceto (Randia


aculeata) y gavia (Acacia amentacea) entre otras. Otros arbustos con
hojas muy pequeñas son el acebuche (Forestiera
angustifolia), afinador (Mortonia greggii), anacahuita (Cordia
boissieri), candelilla (Euphorbia antisyphilitica), candelilla o
gallito (Euphorbia lomelii), cenizo (Encelia farinosa, Leucophyllum
ambiguum), corva de gallina (Neopringlea
integrifolia), gobernadora (Larrea tridentata), hierba del
burro (Ambrosia dumosa), huajillo (Acacia berlandieri), ocotillo u
olivo (Gochnatia hypoleuca) entre muchos otros.

En la variante de matorrales suculentos predominan los cactos grandes


de tallo aplanado como las nopaleras y de tallo cilíndrico como las
cacto aterciopelado (Bergerocatus emoryi), cacto

410
viejito (Cephalocereus senilis), cardones (Pachycereus
pringlei), chollas (Cylindropuntia cholla), pitaya agria (Stenocereus
gummosus), pitaya dulce (Stenocereus thurberi), sahuaro (Carnegia
gigantea), senita (Lophocereus schottii), tetechos (Neobuxbaumia
tetetzo) y algunos pequeños como el cacto chaute (Ariocarpus
fissuratus) y el cacto estrella (Astrophytum asterias) entre muchas
otras.

En algunas regiones existen plantas adaptadas a suelos muy salinos o


yesosos como alfombrilla (Abronia maritima), chamiso (Atriplex
canescens), hierba reuma (Frankenia gypsophila y F.
salina), lomboy (Jatropha cinerea), romerito (Suaeda
spp.), verdolaga (Sesuvium spp.), vidrillo (Batis
maritima), zacate (Eragrostis obtusiflora) entre otras.

Aunque no lo parezca, en los matorrales habitan gran cantidad de


mamíferos, algunos de los más vistosos son berrendo (Antilocapra
americana), borrego cimarrón (Ovis canadensis), coyote (Canis
latrans), gato montés (Lynx rufus), liebre cola negra (Lepus
californicus), mapache (Procyon lotor), pecarí de collar (Pecari
tajacu), puma (Puma concolor), tejón (Taxidea
taxus), tigrillo (Leopardus wiedii), venado bura (Odocoileus
hemionus), zorrita norteña (Vulpes macrotis) y varios murciélagos.

Aves sobresalientes que viven en matorrales guacamaya (Ara


militaris), búho cornudo (Bubo virginianus), aguililla cola roja (Buteo
jamaicensis), el halcón mexicano (Falco mexicanus), el gavilán
palomero (Accipiter cooperi), el caracara
quebrantahuesos (Caracara cheriway), la lechuza llanera (Athene
411
cunicularia) y el águila real (Aquila chrysaetos) además el pájaro
carpintero (Melanerpes uropygialis), el correcaminos (Geococcyx
velox) y otras aves. Entre los reptiles que habitan en matorrales
están: coralillo (Micrurus pachecogili), culebra (Thamnophis
cyrtopsis), lagartijas (Aspidoscelis parvisocia, Xenosaurus
rectocollaris), lagartija de las dunas (Uma paraphygas), tortuga del
Bolsón (Gopherus flavomarginatus), víboras o serpientes de
cascabel (Crotalus atrox, C. lepidus, C. molossus y C.
scutelatus) varios en peligro de extinción.

Servicios ambientales

Entre los servicios ambientales que prestan los matorrales están los de
regulación de nutrientes, polinización, control biológico, hábitat, refugio
y criadero de especies endémicas, producción de alimentos,
combustibles, textiles, medicina y plantas ornamentales. Así mismo
proporcionan soporte para actividades culturales, científicas y
educativas y tienen valor estético.

Impactos y amenazas

El pastoreo descontrolado es una de las principales causas de deterioro


junto con los desmontes para agricultura y ganadería. Esto ocasiona
pérdida de la vegetación a causa de la compactación y erosión del
suelo. La extracción de especies maderables y explotación
descontrolada de plantas como materia prima industrial, por ejemplo
para la elaboración de cera, destruye la planta en su totalidad. Existió
cacería excesiva y descontrolada especialmente del berrendo y el
borrego cimarrón que diezmaron las poblaciones. Adicionalmente la

412
construcción de presas en el río Nazas en el siglo XIX, trajo consigo la
desecación de grandes extensiones como las laguas de Mayrán y
Tlahualilo.

Estado de conservación

Cerca de 60 millones de hectáreas en el país tienen condiciones


naturales de clima y altitud que podrían albergar matorrales, sin
embargo, de ellas solamente 44.9 millones de hectáreas tenían
matorrales en 1970. Paulatinamente se han sustituidos por terrenos
agrícolas o pecuarios. En 2002 la superficie ocupada por matorrales se
redujo a 44.2 millones de hectáreas por la conversión de poco más de
607,000 hectáreas a terrenos agrícolas o pecuarios y la degradación de
alrededor de 202,000 hectáreas a matorrales secundarios.

413
Bosques templados
Nombres

Bosques de coníferas, bosques de pino, bosques de abeto u oyamel,


bosques de ayarín, bosques de cedro y táscate, bosques de encino y
bosques mixtos de pino y encino.

Descripción

Son comunidades dominadas por árboles altos mayormente pinos y


encinos acompañados por otras varias especies habitan en zonas
montañosas con clima templado a frío. México contiene el 50% (50
especies) de especies de pinos del mundo y cerca del 33% (200
especies) de encinos. Se estima que los bosques templados contienen
cerca de 7,000 especies de plantas. A pesar de que la mezcla de
especies puede variar entre uno o varios pinos y algunos encinos, son
comunidades siempre verdes. Existen otras variantes donde dominan
algunas otras coníferas, como los bosques de oyamel, los de ayarín o
pinabete y otros.

Distribución

Se distribuyen en mayor grado en el norte y sur de Baja California, a lo


largo de las Sierras Madre Occidental y Oriental, en el Eje Neovolcánico,
la Sierra Norte de Oaxaca y en el sur de Chiapas. En altitudes entre
2,000 y 3,400 m. Los bosques templados ocupan actualmente el 16%
del territorio mexicano (323,300 km2).

414
Clima

Se desarrollan en zonas con temperaturas promedio entre 12 y 23°C,


aunque en invierno la temperatura puede llegar hasta por debajo de
cero grados. Son ecosistemas de subhúmedos a templado húmedos,
con una precipitación anual entre 600 y 1,000 mm. Crecen sobre suelos
muy variados desde limosos a arenosos y moderadamente ácidos, por
lo general con abundante materia orgánica y hojarasca.

Flora y fauna

En los bosques templados hay una gran diversidad de árboles aunque


dominan las especies de pinos y encinos.

Algunos pinos comunes son Ocote blanco (Pinus


montezumae), Ocote chino (Pinus oocarpa), Ocote pardo (Pinus
hartwegii), Pino cedrón (Pinus pringlei), Acahuite(Pinus
ayacahuite), Pino chimonque (Pinus leiophylla), Pino chino (Pinus
teocote),Pino lacio (Pinus pseudostrobus), hortiguillo (Pinus
lawsoni), Pino loco (Pinus cembroides) y Ocote colorado (Pinus
patula). En algunas regiones crecen también el abeto (Abies
religiosa), el Ayarín (Pseudotsuga menziesii) y varias especies
de Táscate (Juniperus deppeana, J. flaccida, etc.), y
los Pinabetes (Abies duranguensis, A. religiosa).

Hacia las partes más bajas de las montañas los pinos se van mezclando
con encinos, algunos de los más comunes el Encino barcino (Quercus
magnoliifolia), Encino blanco (Quercus candicans), Encino
colorado (Quercus castanea), encino cucharo (Quercus
urbanii), Encino laurelillo (Quercus laurina), Encino

415
quebracho (Quercus rugosa), Encino prieto (Quercus laeta, Quercus
glaucoides), Encino tesmilillo (Quercus
crassipes), Escobillo (Quercus mexicana), Roble (Quercus
crassifolia) y Encino rojo (Quercus scytophylla), entre otros.

Otras especies de árboles que habitan en estas comunidades


son Madroño (Arbutus xalapensis), Tepozán (Buddleja
americana), Jaboncillo (Clethra mexicana) y Saucillo (Salix
paradoxa).

Los bosques templados son comunidades con un estrato bajo muy


escaso. En algunos sitios se desarrollan pequeños manchones de
matorrales compuestos por manzanita (Acrtostaphylos
pungens), Arrayán (Gaultheria acuminata), Palo de rosa (Bejaria
aestuans), Jara (Baccharis heterophylla), Tlaxistle (Amelanchier
denticulata), Laurel (Litsea glaucescens), Lentrisco (Rhus
virens), Cabellos de ángel (Calliandra
grandiflora), Capulincillo (Miconia hemenostigma), Nanchillo
cimarrón (Vismia camparaguey), y varias hierbas como Hierba de
Carranza (Alchemilla pectinata), Najicoli (Lamourouxia
viscosa), Alfalfilla (Lupinus montanus), Hierba dulce (Stevia
lucida), Helechos (Dryopteris spp.), Cantaritos (Penstemon
spp.), Hierba del sapo (Eryngium sp.) y otras.
También Abrojo (Acaena elongata), Té de monte (Satureja
macrostema), Helecho cilantro (Asplenium monanthes), Hierba del
golpe (Oenothera speciosa) habitan en el sotobosque.

Las epífitas no son comunes pero algunas bromelias y orquídeas crecen


en pinos o encinos sobre todo en sitios muy húmedos. Puede haber
416
cientos de especies de hongos entre ellas el Hongo de
borrego (Russula brevipes), Hongo de yema (Amanita
caesarea), Matamoscas (Amanita muscaria), Hongo cemita (Boletus
edulis) y Duraznillo (Cantharellus cibarius).

Habitan también Venado cola blanca (Odocoileus


virginianus), Lince (Lynx rufus), Puma (Puma
concolor), Armadillo (Dasypus novemcinctus), Tlacuache (Didelphis
virginiana), Zorra gris (Urocyon
cinereoargenteus), Mapache (Procyon lotor), Conejo
serrano (Sylvilagus floridanus), Ardilla voladora (Glaucomys
volans), Ardilla gris (Sciurus aureogaster) y Coatí norteño (Nasua
narica).

Las Serpientes de cascabel (Crotalus basiliscus), Víbora cascabel


cola negra (Crotalus molossus), Vibora cascabel
transvolcánica (Crotalus triseriatus) se alimentan de pequeños
mamíferos que abundan en estos bosques. Son el hábitat preferido
del Clarín jilguero (Myadestes occidentalis) y el Azulejo garganta
azul (Sialia mexicana), además de pájaros carpinteros
como Carpintero mayor (Picoides villosus) y Carpintero
bellotero (Melanerpes formicivorus) y de algunas rapaces como águila
real (Aquila chrysaetos), Aguililla cola roja (Buteo
jamaicensis), Cernícalo americano (Falco sparverius), Gavilán pecho
rojo (Accipiter striatus). También es refugio de numerosas aves
migratorias como los chipes (Setophaga spp.), el Zumbador
rojo (Selasphorus rufus) y el Colibrí garganta rubí (Archilochus
colubris).

417
En bosques templados también habitan de gran variedad de insectos.
En los bosques templados de oyamel del centro de México se
encuentran los sitios de hibernación de la Mariposa monarca (Danaus
plexippus). Algunas de las especies más sobresalientes de insectos son
los escarabajos del género Plusiotis que habitan bosques húmedos,
templados a fríos. En los ríos de las montañas habitan varios peces
particulares de México como pintito de Tocumbo (Chapalichthys
pardalis), Picote tequila (Zoogoneticus tequila), Picote (Zoogoneticus
quitzeoensis), Tiro de Zacapu (Allotoca
zacapuensis), Pintada (Xenotoca variata) y Chegua (Alloophorus
robustus) entre varios otros de la familia
de mexcalpinques (Godeidae), que son endémicos de México y se
encuentran en peligro por la escases de sus poblaciones.

Servicios ambientales

Retienen el agua de lluvia, facilitan que se infiltre al subsuelo y se


recarguen los mantos acuíferos. Disminuyen la erosión al reducir la
velocidad del agua y sujetar la tierra y reducen el riesgo de
inundaciones. En el proceso de fotosíntesis los árboles, como todas las
plantas, capturan dióxido de carbono y devuelven oxígeno. Ofrecen
multitud de hábitats distintos para gran variedad de seres vivos.
Además, proveen de una variedad de productos del cual la madera es
muy importante.

Impactos y amenazas

El principal impacto ha sido la tala de grandes extensiones para el


desarrollo de la agricultura, industria maderera, obtención del ocote,

418
además también se han utilizado para el pastoreo extensivo. Son
afectados por incendios forestales, cambio de uso de suelo para
agricultura o ganadería, cacería de subsistencia y tráfico ilegal de fauna.
Son afectados por el cambio climático.

Estado de conservación

Se calcula que para el 2003 se había perdido cerca del 27% de los
bosques de coníferas y de encinos que ocupaban el país. Los estados
donde estos ecosistemas se encuentran más protegidos oficialmente
son: el Distrito Federal, Chiapas, Querétaro, Hidalgo y Michoacán.
Durante el siglo veinte, el aprovechamiento forestal no sustentable, la
tala ilegal, los incendios, el reparto agrario y el fomento agropecuario
fueron los factores más importantes de destrucción del bosque.

419
Ejemplo: Restauración de elementos de bosque
templado en sitios severamente erosionados de
Michoacán
Mariela Gómez-Romero

margrbio13@hotmail.com

Roberto Lindig-Cisneros

En México, el bosque templado es uno de los ecosistemas más


susceptibles a la alta deforestación por el interés de los recursos
forestales que éste alberga. En muchas ocasiones, la explotación
forestal causa pérdida de suelos debido a la eliminación de la protección
que daba la cobertura vegetal, lo que genera fenómenos erosivos por
viento y agua (Serrano, 2002). La actividad forestal en nuestro país se
centra principalmente en especies del género Pinus, debido a que
representan 60% de las especies maderables comerciales por su amplia
distribución geográfica y su alto valor económico. En México, la cosecha
legal anual de madera y celulosa equivale a 6.9 millones de m3, de los
cuales 85% proviene de especies de pinos. La cosecha anual total legal
o ilegal de madera representa 43 millones de m3, de los cuales 66% es
cosechado informalmente para leña combustible (Caballero-Deloya,
2010), causando serios problemas de deforestación. El estado de
Michoacán posee importantes recursos forestales por su cantidad,
diversidad e importancia económica. Este estado ocupa el tercer lugar
nacional en producción de madera, aproximadamente 1 x 106 m3/año,
después de Chihuahua y Durango, y ocupa el primer lugar nacional en
producción de resina (35 000 t/año); también ocupa el sexto lugar
420
nacional en existencias maderables y el quinto lugar nacional en riqueza
de especies (Cofom, 2001). Sin embargo, Michoacán tiene graves
problemas de cambio de uso de suelo, como los incendios forestales de
gran intensidad y la tala ilegal. La deforestación ha provocado pérdidas
de 260 000 ha por año en estos bosques templados (Sáenz- Romero y
Lindig-Cisneros, 2004). Por lo que este ecosistema, en gran parte de su
extensión, se ha visto fuertemente afectado por la pérdida de estructura
y funcionalidad, de modo que las plantaciones forestales
convencionales, en la mayoría de las ocasiones, ya no son suficientes,
sobre todo, en condiciones de pérdida extrema de suelo.

En estas superficies se requiere del desarrollo de estrategias y


programas de restauración ecológica más complejos que 1) optimicen
el establecimiento exitoso de la cubierta vegetal y protección de suelos,
2) que puedan contribuir con la restauración de sitios severamente
degradados con altos niveles de erosión y con presencia de numerosas
cárcavas; las cárcavas son también un problema a nivel global
(Nagasaka et al., 2005; Zhang y Dong, 2010).

Los suelos protegidos por vegetación mantienen su integridad, ya que


la vegetación puede minimizar la acción del viento y dispersar las gotas
de lluvia. La cobertura vegetal contribuye a la conservación y formación
del suelo (Smith y Read, 2000; Ruiz-Reyes et al., 2009; Acevedo-
Sandoval et al., 2003). La presencia de los distintos estratos vegetales
permite: 1) mayor diversidad estructural en los ecosistemas, 2) ofrece
protección contra la erosión del suelo, 3) crea regímenes locales
favorables de temperatura y humedad, 4) permite la reposición
constante de materia orgánica del suelo, y 5) son albergue para gran

421
cantidad de especies de fauna (Suárez-Pérez et al., 2012; Gómez-
Romero et al., 2013a).

Aquí se presentan los resultados de un ensayo con especies de pino,


posteriormente se menciona un experimento en condiciones de sombra
sobre la asociación de especies pioneras para el crecimiento de pinos,
y finalmente, otro experimento de campo sobre el establecimiento de
Pinus pseudostrobus en cárcavas, siendo la especie nativa más
sensible.

Iniciativas para la recuperación del suelo

En el año de 2002 inician los trabajos de la Comisión Forestal del Estado


de Michoacán reconociendo que la erosión presente en esta zona está
vinculada con el cambio de uso del suelo de forestal a agrícola, con las
prácticas agropecuarias inadecuadas y con el sobrepastoreo. Cabe
mencionar que estas acciones no solventan la economía familiar,
incluso, se da la venta de madera en baja cantidad a la ciudad. Estos
factores dificultan la aplicación de programas de restauración y de
mejoramiento agronómico (Cofom, 2011).

Adicionalmente a esta problemática, la zona de estudio vierte sus


escurrimientos a la presa de Cointzio, que es uno de los principales
abastecedores de agua de la ciudad de Morelia, la cual se está
azolvando y, por tanto, presenta ya reducción en la capacidad de
almacenamiento.

En 2002 iniciaron trabajos con familias de la comunidad, con la finalidad


de recuperar los suelos erosionados por medio del programa de
Restauración de Suelos Forestales de la Comisión Forestal del Estado

422
de Michoacán (Cofom, 2011). Se utilizaron distintos materiales para
tratar de retener el suelo, como son piedra, gavión, madera, desperdicio
de coco, llantas, costales de polipropileno, acículas de pino en red de
hilo de cáñamo. Además, se plantaron algunos árboles como Pinus
greggii, P. devoniana, P. montezumae, P. leiophylla, P. pseudostrobus,
Eucalyptus camaldulensis, Fraxinus uhdei y herbáceas como Eragrostis
curvula y Vetiveria zizanioides. Se sugirió que uno de los resultados de
estas acciones fue la estabilización de los cauces de las cárcavas
mejorando el sustrato al retener mayor humedad para el desarrollo de
la vegetación.

La Comisión Forestal del estado reconoció que para lograr la


restauración de áreas degradadas era necesario dar un seguimiento
durante varios años. Además, otro de los aspectos importantes que se
ha logrado reconocer por la parte gubernamental es que para las
especies de estadio cespitoso del género Pinus el trasplante al campo
debe hacerse a la edad de dos o tres años, con altura de
aproximadamente 25 cm. En los trabajos de la Cofom, las especies con
mayor supervivencia fueron Pinus greggii, P. devoniana y el pasto
Eragrostis curvula. Esta última especie también se ha utilizado en la
zona para la estabilización de taludes junto con Vicia villosa por el Inifap
en trabajos reportados en 2002 y 2003. En esos trabajos se han
utilizado llantas para formar presas y retener azolve (Bravo y Medina,
2003). Estas acciones no han representado un avance significativo, ya
que se ha observado un desprendimiento de estas llantas en toda el
área. También se ha sugerido que las presas de piedra acomodada son
las más recomendadas por ser permanentes (Cofom, 2011), sin

423
embargo, realizar estas acciones a gran escala presenta altos costos
debido a que en la región no hay depósitos de piedra y hay que
transportarla por grandes distancias.

Otro de los aspectos importantes a considerar es que los trabajos que


se han desarrollado desde el año 2002 por parte de la Comisión Forestal
del estado, se han realizado sin diseño ni plan de monitoreo a mediano
o largo plazos. Adicional a esto, con los cambio de gobierno se pierde
continuidad en los proyectos por falta de asignación de recurso a estas
obras, como en el año 2011, cuando no se realizaron acciones en la
zona por no haber presupuesto. Se reconoció también la falta de
planeación y de viveros especializados para producir planta adecuada
para estos sitios. La falta del monitoreo del desempeño de las
plantaciones evita que se pueda crear un esquema para el
replanteamiento de las acciones y la toma de decisiones a largo plazo.

Acciones participativas y experimentación para la restauración

Con la preocupación de algunas familias por restablecer la cobertura


vegetal en las cárcavas cercanas a parcelas agrícolas, donde la
producción ya sólo era utilizada para complementar la dieta del ganado,
se iniciaron en 2004 distintos experimentos con un enfoque de
restauración ecológica. Los análisis de suelo indicaron la baja fertilidad
y severa pobreza de fósforo disponible, ya que sólo se encuentra en
trazas. La cuantificación y determinación de barreras a la restauración
ecológica es fundamental para entender la dinámica natural en sitios
severamente degradados (Hobbs y Norton, 1996; Suding et al., 2004).
Así, se detectó que la principal barrera para la restauración de estos
sitios eran los bajos niveles de fósforo; el fósforo es fundamental en la
424
dinámica de los ecosistemas terrestres, así como en los procesos
sucesionales y aquellos que determinan la productividad de los
ecosistemas. En estos sitios, los objetivos de la restauración ecológica
fueron: 1) tratar de detener la erosión, y 2) fomentar la acumulación de
materia orgánica para reponer en parte el suelo orgánico. El primer paso
fue la selección de especies capaces de tolerar las condiciones de sitios
severamente degradados; la selección de especies idóneas se puede
hacer a través de ensayos en el campo (Zobel y Talbert, 1992).

Ensayo de especies de pino

Con el objetivo de restaurar sitios severamente erosionados con


presencia de numerosas cárcavas, se estableció un ensayo de especies
con Pinus cembroides, P. greggii, P. devoniana (también conocida como
P. michoacan) y P. pseudostrobus. Las especies se seleccionaron con
base en características deseables como su capacidad de sobrevivir en
un sitio altamente degradado y crecer satisfactoriamente. Se probaron
especies que se sabe son resistentes a la sequía, como P. cembroides,
que se encuentra distribuido en regiones semiáridas (Farjón et al., 1997;
Constante-García et al., 2009), puede crecer en suelos pobres y es
resistente al estrés hídrico (Constante-García et al., 2009); además,
esta especie es común en sitios con pérdida de suelo (Ferrari y Wall,
2004). Otra especie usada fue P. greggii var. australis (Donahue y
López-Upton, 1999), que aunque no es una especie nativa de
Michoacán, crece en sitios con precipitación baja (López-Upton y
Muñoz, 1999; López-Upton et al., 2005), puede crecer en suelos pobres
(López-Upton et al., 2004). Por otro lado, se ensayó con P.
psedostrobus, que resiste poco el estrés por sequía, pero en sitios

425
apropiados presenta tasas elevadas de crecimiento (López-Upton,
2002) y además es la especie más deseada por las comunidades
humanas locales. Una especie intermedia en cuanto a resistencia al
estrés es P. devoniana, conocida como P. michoacana, que se
distribuye localmente en Michoacán (Semarnap, 2000). En la zona de
estudio, P. devoniana y P. pseudostrobus se encuentran distribuidas de
manera natural. En el experimento se evaluó supervivencia, altura y
diámetro del año 2005 a 2011. Se consideraron tres condiciones de
pendiente: testigo (0-5°), suave (5°-30°) y fuerte (> 30°); adicionalmente,
se realizaron tres tratamientos de fertilización (fosfato de potasio, nitrato
de amonio, fosfato diamónico y un testigo), se analizó la clorofila a, b y
total de cada planta. El diseño experimental fue bloques completos al
azar, con parcelas divididas y las especies plantadas en cuadro latino.

En total, se utilizaron 144 plantas por especie. Los resultados indicaron


que Pinus cembroides fue la especie que presentó la mayor
supervivencia (81%), pero también el menor crecimiento en altura (76
cm); P. pseudostrobus mostró menor supervivencia (38%) y P.
devoniana supervivencia de 80%. Pinus greggii fue la especie que
presentó mayor crecimiento (332 cm) (F(3,371)=144.61, P<0.0001). El
fertilizante favoreció un aumento de clorofila para P. greggii, mostrando
valores mayores en la clorofila a, b y total con la presencia de fósforo y
nitrógeno. Las plantas de P. pseudostrobus y P. greggii fertilizadas con
fósforo crecieron más. El análisis de resultados sugirió que una
plantación mixta (Pinus devonianana y P. greggii) podría representar la
mejor opción para restaurar este tipo de sitios. P. greggi, aunque exótica

426
en el área de estudio, se puede usar en las primeras etapas de la
restauración por su rápido crecimiento para lograr la creación de
micrositios favorables para el establecimiento de especies endémicas
como es P. devoniana; P. pseudostrobus crece mejor en pendientes
mayores a 30°; la pendiente no afectó a las otras especies. Con la
plantación de estas especies se podría revertir el grave problema de
erosión, reducir la pérdida de suelo y la formación de cárcavas al
aumentar la supervivencia y desempeño de las plantas (Gómez-
Romero et al., 2012; figuras 3a y 3b). A partir de 2004 se realizó un
estudio sobre el efecto de especies de leguminosas sobre la capacidad
de retener el suelo bajo condiciones de restauración ecológica; este
grupo de plantas fue importante y útil como herramienta en la
restauración de suelos (Aureoles-Celso, 2006).

Conclusiones

La restauración de bosques templados puede durar decenas o centenas


de años; en este ecosistema, las evaluaciones constantes son
necesarias para replantear los objetivos. En muchos casos es necesario
redirigir las metas cuando se está trabajando en sitios altamente
degradados; en este sentido, el monitoreo a largo plazo es fundamental.

Con la selección de especies tolerantes a sitios severamente


degradados mediante el ensayo de especies en campo, se logró
entender que la restauración debería darse por etapas: al inicio con una
plantación de P. greggi, que no es una especie nativa, pero que es
resistente al estrés por sequía y presenta un rápido crecimiento, lo que

427
podría contribuir a la generación de una cobertura vegetal y la creación
de micrositios. En una segunda etapa se sugiere el establecimiento de
especies nativas como P. devoniana y P. pseudostrobus, siendo esta
última una especie sensible por presentar baja supervivencia, pero buen
crecimiento una vez que se establece.

El resultado más importante del segundo experimento es que las


interacciones bióticas, en este caso entre plantas, incrementan la
supervivencia y el crecimiento de las plantas de P. pseudostrobus.

Finalmente, para incorporar fósforo al sistema, se utilizaron hongos


ectomicorrícicos, siendo éstos un factor determinante en el incremento
de la supervivencia y el crecimiento de la especie, a diferencia de las
plantaciones convencionales.

En el presente trabajo se muestra un poco de lo que se ha realizado a


lo largo de diez años, tanto en los experimentos de campo como en
experimentos en condiciones más controladas que ayudan a dilucidar
efectos que en campo se dificultan. Actualmente, se continúa con la
evaluación de los experimentos, así como con la evaluación de la
composición de las especies del sotobosque: especies que se han
reclutado de manera natural con el cambio de condiciones bajo el dosel
establecido. Un aspecto importante de resaltar es que cada sitio
presenta características distintas por el historial de la degradación, por
su intensidad, por la resiliencia y resistencia.

428
Recomendaciones y lecciones aprendidas

En sitios con problemas severos de erosión y presencia de cárcavas es


necesario implementar programas de restauración ecológica; los
programas deben optimizar el establecimiento de cobertura vegetal y
protección de suelos. Se requiere seleccionar especies tolerantes a
condiciones extremas de sitios degradados, evaluando aquellas con
capacidad de crear condiciones microambientales que favorezcan estas
condiciones extremas. De este modo, es posible contribuir con el
desarrollo de estrategias para restaurar la vegetación y, como
consecuencia, lograr la disminución de la erosión a mediano plazo.

En casos como éste, la sucesión no ocurre de manera lineal con el


establecimiento de herbáceas, arbustos y finalmente árboles. El
establecimiento de especies arbóreas, germinadas y propagadas en
condiciones controladas, endurecidas, aclimatadas e inoculadas con
hongos micorrícicos ha funcionado mejor.

Las plantaciones ayudan a crear un microambiente mejorando las


condiciones para el establecimiento de especies herbáceas, arbustivas
y otras arbóreas al amortiguar cambios extremos de temperatura,
insolación, incrementando la capacidad de retención de humedad,
cantidad de materia orgánica del suelo, micoorganismos del suelo y, en
general, la reactivación de los ciclos biogeoquímicos. Sin duda, las
comunidades organizadas son actores fundamentales para llevar a
cabo cualquier acción para la restauración de sitios altamente
degradados.

429
Bosques nublados
Nombres

Bosque mesófilo de montaña, bosque de niebla, bosque de neblina,


bosque húmedo de montaña, nubiselva, selva nublada, entre otros.

Descripción

Bosque muy variable en composición de especies, pero con estructura


y clima muy similares. Está dominado por árboles en varios estratos,
con abundancia de helechos y epífitas. El follaje del 50% de sus
especies de árboles se pierde durante alguna época del año.
Comparten lluvias frecuentes, nubosidad, neblina y humedad
atmosférica altas durante todo el año. Estos bosques han funcionado
como refugios para especies durante los cambios climáticos de los
últimos miles de años.

Distribución

Se distribuyen en zonas muy húmedas. Ocupan el 1% (18, 534 km²) del


territorio nacional, en pequeñas porciones de 20 estados, en altitudes
entre 600 y 3,100 msnm. Se ubican preferentemente en las partes altas
de la Sierra Madre Oriental (Sierra de Juárez), Sierra Norte de Chiapas,
Sierra Madre del Sur (Guerrero y Oaxaca) y de Jalisco.

 Áreas comunitarias protegidas de la Sierra de Juárez, Oaxaca

Sitios prioritarios

430
Se han identificado 13 regiones con 44 subregiones en donde existe
bosque nublado en México, de las cuales 15 subregiones tienen
prioridad crítica, 17 prioridad alta, 10 prioridad media y 3 carecen de
información.

Clima

La mayor parte del año está inmerso en neblina o nubes bajas, con
lluvias abundantes y vientos húmedos en las laderas con influencia del
mar (barlovento). La temperatura media anual oscila entre los 12° y los
23°C, aunque en invierno las temperaturas pueden caer por debajo de
los 0°C. Crece en terrenos con suelos ácidos profundos o muy someros
e inclinados, ricos en materia orgánica y humedad todo el año.

Flora y fauna

Están compuestos por una mezcla de especies boreales y neotropicales


además de otras únicas tanto de origen muy antiguo como reciente,
como pinos (Pinus spp.), encinos (Quercus
spp.), liquidámbar (Liquidambar spp.), magnolias (Magnolias
spp.), caudillo (Oreomunnea mexicana), árbol de las
manitas (Chirantodendron pentadactylon) y helechos
arborescentes (Cyathea spp.) y una gran cantidad de epífitas
(Bromelias, orquídeas, cactos). Se calcula que lo habitan
casi 10% de las especies de plantas del país (2,500 especies) de las
cuales el 30% son exclusivas de este bosque. De ellas, cerca
de 1,300 especies son
dicotiledóneas, 700 monocotiledóneas, 500 helechos
y 10 gimnospermas, 800 son epífitas. Ahí viven una gran diversidad

431
de ranas y salamandras y especies únicas de aves como
el quetzal (Pharomachrus mocinno) y el pavón (Orephasis derbianus),
el Colibrí Oaxaqueño (Eupherusa cyanophrys) y el Colibrí Cola
Blanca (E. poliocerca), endémicos de México y el colibrí Cola
Rayada (E. eximia) del sureste. También viven ahí ratones
arborícolas (Habromys delicatulus, y H. schmidlyi) y gran diversidad de
ranas y salamandras.

Servicios ambientales

Son los ambientes preferidos para sembrar café, sobre todo el de buena
calidad “café de altura”, a la sombra de los árboles del dosel. Los
servicios ambientales que prestan en mayor grado son: captura de agua
y de carbono, conservación de la biodiversidad y del suelo, formación
de abundante materia orgánica, conservación de acervos genéticos,
belleza paisajística, filtración de contaminantes del aire, suelo y agua,
regulación del clima, mantenimiento de ciclos minerales de gases y
agua. Proveen productos forestales como alimentos, medicinas, leña,
maderas, fibras naturales y remedios medicinales. También proporciona
una serie de atractivos del paisaje como espacios para la recreación.

Impactos y amenazas

Las principales amenazas son la tala clandestina, los incendios, los


desmontes para agricultura, ganadería, desarrollo urbano y caminos. Su
lenta regeneración, la reducción de su distribución y su continua
perturbación han ocasionado que sean considerados frágiles, en peligro
de extinción y con prioridad de conservación.

432
Ejemplo:

Evaluación del éxito de la restauración del bosque nublado


en la región de Xalapa, Veracruz

Guadalupe Williams-Linera

guadalupe.williams@inecol.mx

Claudia Álvarez-Aquino

Miguel-Ángel Muñiz-Castro

Rosa Amelia Pedraza

La evaluación del éxito de los proyectos de restauración ecológica es


un asunto crucial, ya que la mayor parte de los estudios ha reportado
datos a corto y mediano plazos (< 5 años, y de 5 a 10 años, Wortley et
al., 2013), mientras que la recuperación de un ecosistema toma más
tiempo. Existe un número creciente de estudios enfocados en la
restauración ecológica, pero muchos más estarán madurando en los
próximos años; para cuando los datos a mediano plazo de experiencias
de restauración ecológica estén disponibles, será conveniente contar
con indicadores que permitan evaluar su éxito.

Para reconocer cuándo las acciones de restauración ecológica han sido


exitosas, idealmente se puede corroborar a través de la expresión de
nueve atributos propuestos por la Sociedad Internacional de
Restauración Ecológica (SER, por sus siglas en inglés) (SER, 2004).
Algunos de esos atributos implican que el ecosistema restaurado debe
contener un conjunto de especies características del ecosistema de
referencia, los grupos funcionales, el ambiente físico, funcionar
433
normalmente e integrarse de manera adecuada a un paisaje ecológico.
Otros indicadores pueden considerar que el ecosistema restaurado
provea bienes y servicios naturales, brinde hábitat para especies raras,
protección de la diversidad genética de especies seleccionadas, e
incluso que ofrezca amenidad estética o acomodo a actividades de valor
social (SER, 2004).

En toda evaluación del éxito de la restauración se deben incluir al menos


dos de tres parámetros importantes: diversidad (riqueza, abundancia de
especies y grupos funcionales), estructura de la vegetación (densidad,
área basal, altura) o procesos ecológicos (reciclaje de nutrientes,
micorrizas, interacciones). Otro requisito es que se debe comparar la
recuperación del bosque con uno o varios sitios de referencia (Ruiz-
Jaen y Aide, 2005; Wortley et al., 2013).

Diversos ensayos de restauración ecológica del bosque nublado o


mesófilo de montaña (BMM) se han llevado a cabo en la región de
Xalapa desde hace más de 15 años (Pedraza y Williams-Linera, 2003;
Álvarez-Aquino et al., 2004; Muñiz-Castro et al., 2015). Desde esta

perspectiva surgen las siguientes preguntas: ¿se puede considerar que

12 o 16 años es un plazo razonable para medir el éxito de la

restauración cuando se trata de árboles? ¿Cómo evaluar la restauración

a mediano plazo? ¿Cuáles pueden ser los indicadores de éxito?

Una parte importante de la restauración ecológica consiste en entender


las bases ecológicas que indican si las acciones de restauración están
dirigiendo al bosque a un estado maduro. Para el caso del bosque

434
mesófilo de montaña de la región son: 1) el ecosistema de referencia, y
2) la trayectoria del proceso sucesional que esperamos seguir durante
el largo proceso de restauración.

Ecosistema de referencia

El paisaje del centro de Veracruz, México, consiste de fragmentos de


bosque mesófilo de montaña aislados por diferentes usos del suelo. El
bosque mesófilo de montaña ha sido reducido a 10% de su área original
y se distribuye en fragmentos rodeados por bosque perturbado y
plantaciones de café de sombra (17%), vegetación secundaria (17%),
pastizales para la alimentación de ganado (37%) y asentamientos
humanos (18%) (Williams-Linera, 2002). El clima es húmedo y
templado, se caracteriza por presentar tres estaciones bien definidas:
relativamente seca y fría (noviembre a marzo), seca y cálida (abril a
mayo) y húmeda y cálida (de junio a octubre). La temperatura media

anual es de 14-18°C. La precipitación media anual es de 1 500- 1 650

mm. Dada la heterogeneidad natural del bosque mesófilo, la riqueza de


especies arbóreas en los fragmentos de bosque cambia de un sitio a
otro (15 a 28 especies), pero en general, algunas de las especies
comunes incluyen Carpinus tropicalis, Clethra macrophylla,
Liquidambar styraciflua, Ostrya virginiana, Quercus germana, Q.
lancifolia, Q. xalapensis, Oreopanax xalapensis, Palicourea padifolia,
Miconia glaberrima, Ocotea psychotrioides y Turpinia insignis. Hay
fragmentos dominados por una especie, como aquellos de Fagus
grandifolia. La estructura de la vegetación también es muy heterogénea
entre sitios y se refleja en un área basal que varía entre 20.9 y 103.1

435
m2/ha y densidades de 760 a 1 800 árboles/ha para individuos > 5 cm
de diámetro (Williams-Linera, 2002; Williams-Linera et al., 2013).

Sucesión secundaria

Las trayectorias sucesionales en estructura de la vegetación y riqueza

de especies de árboles ≥ 5 cm diámetro se determinaron a partir de

analizar una cronosecuencia de 15 sitios sucesionales con edades de


0.25-80 años y dos bosques más viejos como referentes históricos.

Las especies de árboles se agruparon en grupos funcionales de


acuerdo con su modo de dispersión, tolerancia a la sombra y afinidad
fitogeográfica. Además, se identificaron especies indicadoras de
diferentes etapas de la cronosecuencia. La altura media del dosel indicó
una recuperación rápida de este parámetro, alcanzando valores
similares a los de los bosques maduros en 35 años. En contraste, los
modelos para la altura máxima, el área basal y la densidad de árboles
indican que se requieren 80 años para alcanzar valores similares a los
del bosque. La riqueza y diversidad de árboles se alcanzaron en 15 y
25 años, respectivamente. Las regresiones logísticas indicaron que la
proporción de especies y de individuos pioneros disminuyó de 100% a
4%, mientras que la proporción de árboles con tolerancia intermedia
aumentó de 0% a 53%. Las especies de árboles del dosel tolerantes a
la sombra fueron raras durante la sucesión (figura 1b) (Muñiz-Castro et
al., 2012).

Objetivos

Tratándose de un proyecto de mediano plazo e inmerso en un paisaje


que incluye diversos usos del suelo que deben coexistir, el objetivo
436
general del proyecto fue la restauración ecológica de fragmentos de
bosque para reintegrarlos al paisaje de la región de bosque mesófilo de
los alrededores de Xalapa, Veracruz. Los objetivos particulares fueron
determinar el éxito a corto y mediano plazos mediante la evaluación de
atributos estructurales, prevalencia en una etapa del proceso
sucesional, y aumento en la riqueza por el reclutamiento de especies
características del ecosistema de referencia.

Durante el desarrollo de la investigación se generó una serie de estudios


con metas sucesivas. A finales de la década de 1990, la meta era
recuperar el dosel forestal a través de la implementación de
plantaciones multiespecíficas de árboles nativos en terrenos
abandonados. Durante los primeros años, el enfoque de los
experimentos de restauración fue determinar la manera en que las
plantas superan las condiciones ambientales adversas de un sitio
abierto y lograr el establecimiento temprano de especies arbóreas
(Pedraza y Williams-Linera, 2003; Álvarez-Aquino et al., 2004). A esto
le siguió estudiar la supervivencia y el crecimiento en los ensayos de
restauración ya establecidos (Álvarez-Aquino et al., 2008; Williams-
Linera et al., 2010). La meta para los siguientes años fue evaluar el
desarrollo de la estructura vegetal, el reclutamiento de nuevas especies
como indicador de incremento en biodiversidad y el cambio en las
condiciones microambientales (Muñiz-Castro et al., 2015).

Área de estudio

En la región de Xalapa se han establecido experimentos de restauración


ecológica en sitios que representan un gradiente de perturbación y de
usos del suelo. Este gradiente incluye la variación del paisaje y la
437
conectividad de diferentes usos del suelo que lo caracterizan con la
intención de integrar la heterogeneidad para un diseño de restauración
que puede durar décadas (Howe y Martínez- Garza, 2014).

Los sitios se distribuyen en los municipios de Tlalnelhuayocan, Acajete,


Banderilla y Coatepec. El presente capítulo se enfocó en los ensayos
establecidos en un gradiente entre áreas abiertas y pastizales recién
abandonados. Al momento de establecerse los ensayos de restauración
ecológica, los sitios tenían las siguientes condiciones: MY (Acajete). El
sitio fue deforestado en 1990 para extracción de madera y después
abandonado; nunca fue usado como pastizal, las características del
suelo fueron similares a las de un bosque cercano de Fagus grandifolia.
El proceso de sucesión no se llevó a cabo debido a la presencia de una
especie agresiva de helecho llamado pezma (Pteridium aquilinum).

XO (Tlalnelhuayocan) era un bosque secundario (acahual) de unos 10


años con algunos árboles del bosque original. El terreno fue deforestado
en 1980 para usarlo como pastizal: se introdujeron pastos y Acacia
pennatula para sombra del ganado. CO (Tlalnelhuayocan) se encuentra
entre un fragmento de bosque y una plantación de Macadamia.
Anteriormente fue pastizal.

MA (Banderilla) y CA (Tlalnelhuayocan) eran pastizales abandonados


por nueve meses que se encuentran adyacentes a fragmentos de
bosque. Estos dos pastizales estuvieron dominados por pastos nativos
de baja estatura como Axonopus compressus, Paspalum conjugatum,
P. notatum, P. variabile, y Panicum laxiflorum.

Especies seleccionadas

438
Las 12 especies de árboles nativos del bosque mesófilo de montaña
que fueron seleccionadas para probar su desempeño en plantaciones
de restauración ecológica se presentan en la tabla 2. Las especies se
seleccionaron de acuerdo con su estatus sucesional (pioneras,
intermedias y tardías) y de los diferentes estratos del bosque (Williams-
Linera, 2002; Muñiz et al., 2012; Williams-Linera et al., 2013).

Las especies pioneras de rápido crecimiento y vida corta fueron


Heliocarpus donnellsmithii, Myrsine coriacea y Trema micrantha, la
primera tiene frutos pequeños que se dispersan por viento (anemócora-
epizoócora) y las otras dos presentan drupas pequeñas dispersadas por
aves. Las especies características de etapas intermedias en la
recuperación del bosque fueron Carpinus tropicalis y Liquidambar
styraciflua, que tienen semillas aladas que se dispersan por viento.
Otras especies intermedias que tienen frutos grandes (> 3 cm) fueron
Juglans pyriformis, que es una especie del dosel, y Symplocos
coccinea, que crece en el sotobosque y subdosel. Podocarpus matudae
es una especie característica de bosque maduro, tolerante a la sombra,
con semillas desnudas adheridas a un epitamio rojo y carnoso que
puede atraer aves. Elegimos varias Fagaceae como Quercus
xalapensis, Q. lancifolia y Q. germana que tienen bellotas que se
dispersan por gravedad. Fagus grandifolia se encuentra como
monodominante en escasos rodales en la región y es la especie más
tolerante a la sombra. De aquí en adelante, las especies se referirán
utilizando el género, excepto para Quercus, en cuyo caso se utiliza la
primera letra del nombre específico.

439
Resultados

Se presentan los resultados de acuerdo con las etapas monitoreadas,


inicio son los primero 2 años de establecimientos de los ensayos de
estauración, a corto plazo son los resultados encontrados a 4-6 años y
a mediano plazo son resultados a 12-16 años, monitoreados en 2014.

Inicio

¿Cómo afecta la edad inicial el desempeño durante los primeros meses?

La edad de las plantas al momento de ser trasplantadas a los ensayos


de restauración fue de 6 a 23 meses, mientras que la altura a este
tiempo fue de 11 a 85 cm. Con esta variabilidad inicial era importante
determinar si la edad y la altura afectaban el desempeño temprano de
las plantas. Durante 14-18 meses se monitoreó la supervivencia y el
crecimiento en altura. La supervivencia de las plantas se incrementó
con la edad de la planta al trasplante El porcentaje de individuos que
sobrevivieron durante el primer año y medio de establecimiento fue
relativamente alta (72%). La supervivencia en acahuales varió entre
50% y 82%. También hubo variación entre las especies, la mayor
sobrevivencia fue de Quercus l (98%), seguido por Juglans, Carpinus y
Fagus (69%, 60% y 57%, respectivamente). Las especies con
supervivencia cercana a 50% fueron Symplocos, Liquidambar y
Podocarpus.

La supervivencia en los primeros años de las especies arbóreas tardías


plantadas en sitios deforestados estuvo relacionada con la edad y el
tamaño inicial al momento del trasplante. Sin embargo, el crecimiento

440
tanto en altura como en diámetro no estuvo relacionado con la edad o
altura inicial de la planta (Williams-Linera et al., 2010).

Las principales causas de la mortalidad temprana fueron la desecación


y depredación por tuzas en todos los sitios (Pedraza y Williams-Linera,
2003; Álvarez-Aquino et al., 2004).

Una vez superada la etapa crítica de establecimiento de los árboles en


los primeros dos años, las especies y los individuos que sobrevivieron
después de 4-6 años, en general, se mantuvieron vivos.

A corto plazo (< 6 años), la supervivencia continuó siendo relativamente


alta en los acahuales de MY y XO (69.9%) y fue menor en CO (36.2%).
La supervivencia entre las especies varió desde alta en Podocarpus
(80%) y Juglans (71%), intermedia en Carpinus (54%) y Liquidambar
(50%), a baja en Symplocos (20.4%) y Fagus (17.9%) (Williams-Linera
et al., 2010).

Corto plazo

En esta etapa, las preguntas fueron más específicas y relacionadas con


la posibilidad de acelerar la recuperación del bosque al superar diversas
barreras identificadas como dilatadoras o limitantes del proceso de
sucesión o de recuperación de un bosque. A corto plazo, la
monodominancia de especies pastos como Cynodon sp. o helechos
como Pteridium sp., la depredación por tuzas o las condiciones
microambientales adversas afectaron el establecimiento temprano de
las especies pioneras y tardías (Pedraza y Williams-Linera, 2003; 2005;
Ortega-Pieck et al., 2011; Muñiz-Castro et al., 2015). Por tanto, se
incluyeron experimentos en pastizales recientemente abandonados

441
para determinar si el estrato herbáceo limitaba el establecimiento de
plántulas de especies arbóreas pioneras y tardías. Los tratamientos
fueron la remoción de pasto y un testigo y se seleccionaron tres
especies típicas del dosel del BMM (Fagus, Quercus g y Quercus x) y
tres especies pioneras (Heliocarpus, Trema y Myrsine). A corto plazo,
la supervivencia fue similar entre especies pioneras y tardías, aunque
fue mayor en el tratamiento donde hubo remoción de pasto: 70% para
pioneras y 50% para tardías (figura 4) (Muñiz-Castro y Williams- Linera,
en preparación).

La siguiente pregunta estuvo relacionada con el uso de especies


intermedias y tardías de la sucesión para proyectos de restauración.
¿Se puede restaurar la vegetación del bosque nublado en pastizales
con especies tardías? El desempeño de especies tardías (Fagus,
Quercus g y Quercus x) se evaluó en pastizales recién abandonados y
en acahuales con 9-17 años de edad. El crecimiento en altura fue
significativamente mayor en pastizales que en acahuales; Quercus x
tuvo la tasa de crecimiento más alta, seguido de Quercus g y Fagus.

Sin embargo, la supervivencia de las plántulas fue mayor en los


acahuales que en los pastizales. Los resultados indicaron que las
especies tolerantes a la sombra e intermedias pueden sobrevivir y
crecer en pastizales abandonados, por tanto, se pueden utilizar para
acelerar la recuperación del bosque mesófilo en diferentes etapas
sucesionales (Muñiz-Castro et al., 2015).

Mediano plazo: monitoreo de altura y diámetro

442
Después de 10 años de establecimiento, los resultados pueden ser
diferentes a los reportados a corto plazo (< 10 años) y aun a las
observaciones iniciales (1-2 años). La tendencia en altura y diámetro a
corto plazo fue diferente a la tendencia que registramos a mediano
plazo. A los 4-6 años, las especies intermedias y tardías presentaron

una altura mayor en acahuales (4.0 ± 0.3 m; promedio ± error estándar)

que en pastizales (2.0 ± 0.5 m; figura 5a), aunque los diámetros fueron

similares (acahuales = 3.7 ± 0.2 cm; pastizales = 3.4 ± 0.8 cm; figura

5b). En contraste, a mediano plazo, la altura de los árboles fue similar

en las seis plantaciones: la altura media en acahuales fue de 10.1 ±1.3

m y en pastizales alcanzó 10.1 ± 1.5 m.

Sin embargo, el diámetro medio fue mayor en acahuales (15.2 ± 2.4

cm) que en pastizales (12.2 ± 2.5 cm).

Especies intermedias y tardías. Cada especie tuvo su propia trayectoria


a lo largo del tiempo. Algunas especies mantuvieron una posición
estructural similar con respecto de las demás especies a corto y a
mediano plazos. Algunos encinos alcanzaron tamaños que les
permitieron formar parte del dosel superior. Los encinos rojos (Quercus
x, Quercus l) crecieron más rápido que los encinos blancos (Quercus g),
y por tanto, Quercus x y Quercus l destacaron por alcanzar altura y
diámetro mayores que las otras especies y a mediano plazo se situaron
en el dosel superior, mientras que Quercus g se mantuvo en el
subdosel.
443
A corto y mediano plazos, Liquidambar tuvo un crecimiento mayor que
otras especies. Mientras que Carpinus y Symplocos se mantuvieron en
el subdosel, Fagus y Podocarpus, por ser tolerantes a la sombra,
permanecieron en el estrato bajo, pero con el potencial de llegar a
alcanzar, en algunos años, el dosel del bosque. La tendencia del
crecimiento en diámetro de las especies a corto plazo fue similar en
todos los sitios y correspondió proporcionalmente a su crecimiento en
altura.

Especies pioneras. A corto plazo, las especies pioneras se comportaron


de manera similar a las intermedias y tardías, alcanzando unos 5 m de
altura. Sin embargo, a mediano plazo, las especies pioneras alcanzaron
dimensiones promedio mayores con una altura media de 13.1 m (SE =
1.8) y diámetro medio de 16.7 cm (SE = 4.0) (figura 6b). Las especies
pioneras crecen más rápido que las tardías y pronto superan la
herbivoría por roedores, aunque algunas como Heliocarpus presentan
mayor mortalidad debido a la competencia con las otras pioneras o a
que completaron su ciclo de vida más rápido (Muñiz-Castro et al., 2015;
Muñiz-Castro y Williams- Linera, en preparación).

Varios propietarios corroboraron que para las plantaciones establecidas


en la región, en algún tiempo entre 6 y 10 años, el tamaño inicial y los
tratamientos ya no afectaban a las plantas que sobrevivieron, pero que
las características de la especie sí son importantes. Por ejemplo, en TE,

a los cuatro años de establecidas, Trema (altura 10.4 ± 0.3 m) y

Heliocarpus (altura 7.3 ± 2.8 m) tuvieron el mejor desempeño. Pero a

444
los 12 años, el rodal estaba dominado por Trema (alcanzando una altura
de 22.5 m y diámetro de 41.7 cm),

Heliocarpus había desaparecido y aparentemente Myrsine crecía


suprimido. Los individuos de Heliocarpus murieron entre 2010 y 2013,
ya que en el otoño de 2014 todavía se observaron restos de los troncos.
Aunque es posible que su ciclo de vida fuese de sólo 10 años, el dueño
considera que la vida corta pudo deberse a la sombra impuesta por
Trema. De acuerdo con las observaciones de propietarios, alrededor de
2008-2010, Heliocarpus se cubría de flores rojas, pero entre esos años

empezaba a morir, y junto con Myrsine comenzó “a tirar más ramas”.

El estudio de sucesión secundaria, mediante una cronosecuencia en la


cual se utilizaron algunos de los sitios a restaurar, indica que sin las
acciones de restauración ecológica activa, tendríamos que esperar 35-
50 años para recuperar la estructura y > 35 años para recuperar algunas
de las especies arbóreas indicadoras de sitios sucesionales tardíos
(Muñiz-Castro et al., 2012). Los resultados de los experimentos de
restauración activa que se presentan claramente sugieren que el
proceso sucesional en potreros recién abandonados y en acahuales de
10 años, se puede acelerar mediante la introducción de especies
intermedias y tardías.

Evaluación del éxito

Los atributos funcionales se han utilizado para desarrollar un marco


conceptual de estrategias ecológicas que sirva de base para seleccionar
grupos de especies en restauración ecológica (Martínez- Garza et al.,
2005; Muñiz-Castro et al., 2012). La mayoría de las evaluaciones

445
empíricas del éxito de la restauración ecológica se enfocan en tres tipos
de atributos ecológicos: diversidad y abundancia, estructura de la
vegetación y funcionamiento ecológico (Wortley et al., 2013). Nuestros
indicadores se relacionan con la prevalencia en una etapa del proceso
sucesional, la estructura de la vegetación, y el aumento en diversidad
por el reclutamiento de especies características del ecosistema de
referencia.

Prevalencia en una de las etapas de sucesión secundaria

Los estudios de sucesión secundaria pueden ser una referencia de la


trayectoria que van siguiendo nuestros ensayos de restauración y ser
una guía de que la restauración del sistema está avanzando hacia el
bosque de referencia. Según el estudio de sucesión secundaria, aún se
tiene un buen trecho por avanzar para recuperar el bosque, pero se
espera que la restauración ecológica reduzca considerablemente el
tiempo de recuperación al acelerar el proceso de sucesión secundaria.

La utilización en los ensayos de restauración ecológica de especies


características del bosque maduro ha hecho que la proporción de
individuos intermedios y tolerantes a la sombra se equipare a varios
años adelante en la cronosecuencia. De hecho, el tiempo sucesional ha
avanzado casi 40 años en proporción de especies intermedias y tardías,
y ha llegado a 18 años en la cronosecuencia de altura del dosel, al
alcanzar una altura media de 10 m.

Estructura

Las diferentes alturas alcanzadas por las especies hasta este momento
sugieren que se ha promovido el desarrollo de una estructura vegetal

446
semejante a la de los bosques jóvenes. El dosel ya no presenta una
altura uniforme, sino varios estratos: un estrato alto con especies como
Liquidambar o Quercus spp., después un estrato de árboles del dosel
con Juglans y Carpinus y bajo el dosel crecen las especies de árboles
tolerantes a la sombra (Podocarpus y Fagus), que en muchos años más
alcanzarán el dosel superior. En el sotobosque se encuentran especies
características como Symplocos.

Lo anterior implica que la complejidad estructural de la vegetación se


está recuperando en los sitios que tienen ya 16 años de edad, mientras
que los experimentos de 12 años con especies tardías mantienen esa
misma trayectoria.

Incremento en la biodiversidad

Desde los primeros años se observó un efecto positivo de restauración


en la composición de la vegetación. A corto plazo, en todos los sitios se
registraron especies leñosas de rápido crecimiento y vida corta
(Cnidosculus sp., Lippia sp., Rhamnus spp., Rubus spp.) y de árboles
de más lento crecimiento y vida larga (Clethra spp., Quercus spp.),
creciendo bajo las plantaciones. A mediano plazo, los sitios presentan
gran riqueza de especies de sotobosque (Conostegia arborea,
Hoffmania sp., Miconia spp., Palicourea padifolia, Piper spp., Senecio
sp., Xylosma sp.); las especies registradas representan cerca de 50%
de las especies características del sotobosque del BMM maduro de la
región. Los árboles de dosel como Alnus acuminata, Brunellia
mexicana, Carpinus tropicalis, Clethra macrophylla, Cornus spp.,
Hedyosmum mexicanum, Liquidambar styraciflua, Myrsine coriacea y
Quercus spp. están establecidos, aunque aún faltan muchas de las
447
especies características. Por otro lado, las epífitas y las lianas ya están
presentes en los bosques jóvenes en abundancia de especies e
individuos. Es notable que donde sólo se plantaron pioneras, no hubo
reclutamiento de otras especies o sólo de unas pocas especies en los
rodales sin pasto estrella.

A partir de los resultados, a plazo medio, encontramos que plantar sólo


especies pioneras en potreros abandonados no resulta en una
promoción de la sucesión secundaria. Estos resultados sugieren que
con presencia de pasto estrella, Trema puede ser más competitiva que
otras especies pioneras llegando a formar rodales monodominantes,
por lo que conviene plantar desde un inicio árboles del bosque y no sólo
introducir especies de rápido crecimiento (De la Peña-Domene et al.,
2013).

Conclusiones

La evaluación del éxito de la restauración debe llevarse a cabo


periódicamente: primeros dos años, a corto plazo (4-6 años), a mediano
plazo (12-16 años), y a largo plazo (> 20 años). La evaluación debe
incluir la comparación con el ecosistema de referencia; dada la
heterogeneidad natural del bosque mesófilo de montaña, la referencia
podría incluir las diferentes condiciones del bosque maduro en la región.
Cada periodo puede compararse con el desarrollo de la trayectoria
sucesional de variables de estructura de la vegetación, la proporción de
especies clasificadas en atributos funcionales, especies indicadoras y
recuperación de la biodiversidad.

Recomendaciones y lecciones aprendidas

448
1) Claramente donde la plantación de restauración ecológica se
estableció, la dominancia de Pteridium (pezma) disminuyó a corto plazo,
y a mediano plazo un bosque joven está establecido con un sotobosque
abierto y con una composición que incluye especies características del
ecosistema de referencia. La dominancia de pezma continúa alrededor
de la plantación de restauración después de 16 años.

2) En los acahuales, el bosque se extendió y a 16 años presenta una


estructura del dosel parecida a un bosque joven, con dos estratos de
árboles, epífitas, sotobosque y reclutamiento de especies nativas.

3) En el potrero donde sólo se plantaron especies pioneras, el proceso


sucesional no se aceleró, ya que Trema formó rodales monodominantes
con individuos muy grandes (altura = 20.3 + 0.9 m; diámetro = 40.6 +
2.2) que inhiben el establecimiento de otras especies. En contraste, las
parcelas donde se establecieron especies intermedias y tardías, aunque
tienen menor altura, presentan una diversidad estructural y específica
con reclutamiento de numerosas especies características del
ecosistema de referencia.

4) Las especies intermedias y tardías deben incorporarse en actividades


de restauración ecológica activa, ya que aceleran el proceso sucesional
y la recuperación del bosque.

449
Ecología de la restauración del bosque nublado en el
centro de Veracruz

Fabiola López-Barrera
fabiola.lopez@inecol.mx
José Guadalupe García-Franco
Klaus Mehltreter
Octavio Rojas-Soto
Armando Aguirre
Rosario Landgrave
Aline Ortega-Pieck
Beatriz Montes-Hernández
Karla Aguilar-Dorantes
Adriana Abigail Díaz-Sánchez
Guillermo Vázquez-Carrasco
Brenda Berenice Rojas Santiago

El bosque mesófilo de montaña (BMM) o bosque de niebla (Rzedowski,


1996; Williams-Linera, 2007) es un conjunto de comunidades complejas
y heterogéneas que comparten algunas características fisonómicas,

450
ecológicas y climáticas. Se componen de especies de afinidad neárticas
y neotropicales, y una gran proporción
de autóctonas endémicas (Luna et al., 2001). El BMM tiene una
distribución restringida y aunado a ello ha sufrido continuos procesos de
pérdida, fragmentación y degradación (Toledo-Aceves et al., 2011).
Estos procesos han generado en muchos casos paisajes donde domina
el uso agrícola repercutiendo en una pérdida en cascada de
biodiversidad y servicios ambientales (Martínez et al., 2009), bajo estos
escenarios la restauración del paisaje forestal se convierte en una
prioridad (Williams-Linera, 2007).

La restauración ecológica es un proceso que demanda gran cantidad


de recursos humanos y financieros, de ahí la importancia de priorizar
los sitios y las estrategias de restauración para optimizar dichos
recursos. La decisión de sólo proteger un sitio del disturbio y permitir
que se recupere naturalmente (restauración pasiva, también llamada
intervención mínima) o intervenir en un sitio para acelerar su
recuperación (restauración activa, que corresponde a intervención
intermedia o máxima) debe estar fundamentada en conocimiento
ecológico sobre la resiliencia de los ecosistemas o capacidad de
recuperación.

Los aspectos ecológicos que determinan la capacidad de recuperación


son: 1) la historia de uso de suelo que afecta las condiciones iniciales
después del abandono (p. ej., vegetación, microambiente, banco de
semillas, dispersión de semillas), y 2) la calidad de la matriz del paisaje
(p. ej., disponibilidad de propágulos dispersados por viento y animales).
451
El marco teórico de este proyecto se fundamentó en la evaluación de
los factores que determinan la necesidad y factibilidad de la restauración
por intervención mínima vs. máxima (Holl y Aide, 2011).
Adicionalmente, se realizaron estudios específicos para conocer los
factores que modulan el establecimiento temprano de árboles en las
primeras etapas de la restauración.

Paisaje de estudio
El estudio se realizó dentro de las microcuencas de los ríos Citlalapa y
Dos Puentes situadas en la parte alta de la cuenca del Río Jamapa
(cuenca prioritaria con degradación extrema). Las microcuencas cubren
una superficie de 4 352 ha, presentan una altitud entre los 1 078-1 961
msnm y están conformadas por lomeríos
y pequeños cañones por donde pasan algunos arroyos, con pendientes
que varían desde 0 a 55% (Inegi, 2013). La temperatura media anual es
de 12-18°C y la precipitación anual acumulada es de 1 988 mm, con
una temporada de lluvias de julio a septiembre. El tipo de suelo presente
es acrisol órtico con presencia en el sur de andosol úmbrico (Geissert e
Ibáñez, 2008). Engloba a 17 localidades de 4
municipios que en el año 2010 tenían un total 2636 habitantes (Inegi,
2010).

La vegetación original de las microcuencas ha sido transformada


principalmente en agricultura de temporal y pastizales para ganadería
extensiva que en 1995 ocupaban casi la mitad de la microcuenca (42%)
(Flores-Lot, 2011). Los bosques, que en 1995 ocupaban sólo 26%,

452
formaban un mosaico con diferentes grados de degradación, los
cafetales principalmente de sombra nativa cubrían una extensión
similar. Los bosques más conservados se localizan en zonas con mucha
pendiente y de poca accesibilidad.

Ecosistema de referencia

El BMM se caracteriza por su distribución discontinua, su gran


diversidad alfa y su alta complementariedad entre fragmentos (Williams-
Linera et al., 2005) y aun entre parches dentro de un mismo fragmento
(García-Franco et al., 2008). Para contar con un ecosistema de
referencia del BMM es necesario considerar la variación en la estructura
y función de varios fragmentos en el paisaje que rodea a los sitios en
proceso de restauración. Flores-Lot (2011) caracterizó las especies
leñosas en bosques maduros, secundarios y cafetales dentro de las
microcuencas.
En 16 fragmentos de bosque se reportaron 129 especies leñosas
nativas (76 árboles y 53 arbustos) con un área basal promedio de 52 ±
6 m2/ha. Las especies dominantes de árboles fueron Quercus insignis,
Q. lancifolia, Q. sapotifolia, Clethra macrophylla, Cinnamomum effusum,
Beilschmiedia mexicana, Turpinia insignis y de arbustos Palicourea
padifolia, Myrsine coriacea, Psychotria trichotoma y Solanum
schlechtendalianum. Los bosques en este paisaje son secundarios o
están empobrecidos debido a la extracción selectiva; estos bosques
pueden contener entre 12 y 22 especies de árboles y arbustos, una alta
densidad (2 862 ± 249 árboles/ha), una baja área basal y un sotobosque
dominado por especies pioneras o intermedias. Todas estas
453
características son de bosques de sucesión temprana e intermedia. El
ecosistema de referencia más conservado y cercano al sitio de
restauración corresponde al fragmento de bosque (97 ha) llamado “Las
Cañada,
que alberga 51 especies de árboles (684 ± 78 árboles/ha) con una altura
promedio de 26 m y árboles emergentes de hasta 35 m. Las especies
dominantes en el dosel son Q. insignis y Q. leiophylla (Williams-Linera
y López-Gómez, 2008).

Participación social

Todos los experimentos de ecología de la restauración contaron con la


participación activa y comprometida de los propietarios del sitio y de sus
trabajadores. En las microcuencas de estudio se encuentra la
Cooperativa “Las Cañadas”, área designada como la primera
servidumbre ecológica del país, la cual ha tenido experiencias
importantes de restauración pasiva y de restauración productiva
(www.bosquedeniebla.com.mx).

También se encuentra la organización Microcuenca del Río Citlalapa,


A. C., la cual, en 2007, realizó un diagnóstico participativo y detectó la
necesidad de restaurar con
especies de árboles útiles para la extracción de leña. Estas dos
organizaciones construyeron un vivero comunitario y 95 viveros caseros
en cinco comunidades rurales, donde produjeron 40 000 árboles que
sembraron en 100 parcelas en diferentes sitios de la microcuenca.

454
También construyeron 202 estufas ahorradoras de leña en 5
comunidades e instalaron 50 huertos orgánicos, sembrando 350
árboles frutales.

Sitio de estudio y diseño experimental

El proyecto se desarrolló en el Rancho “Las Bellotas”, predio privado de


135 ha. Este sitio se utilizó como pastizal por al menos 25 años con
densidad de una cabeza de ganado por hectárea y en el año 2005 el
ganado fue excluido. Los propietarios tienen como meta destinar entre
90-100 ha a la restauración del bosque de niebla. Se estableció un
diseño de 12 parcelas, cada una con lotes pareados de 10 x 10 m y
separados por 5 m, el tamaño de las parcelas y los lotes se determinó
por la alta heterogeneidad del sitio.
La cercanía de los lotes permitió comparar la restauración pasiva y la
activa, ya que ambos fueron ambiental y ecológicamente similares.

Los lotes se caracterizaron ambientalmente y toda la vegetación leñosa


presente fue marcada e identificada. Uno de los lotes fue seleccionado
al azar para sembrar plántulas de Q. xalapensis (especie intermedia en
la sucesión secundaria) y Alnus acuminata (especie pionera) en el año
2009 (restauración activa); el otro lote se dejó intacto (restauración
pasiva). Se monitoreó la sucesión natural y el desempeño de la
plantación. De manera paralela, se realizaron estudios con diseños
particulares con el objetivo de conocer cuálesson los factores que
aceleran o inhiben la restauración del ecosistema. Cada una de estas
investigaciones se presenta a continuación en la sección de resultados
455
como casos de estudio y finalmente se presenta una integración de los
resultados de restauración pasiva vs. restauración activa.

Resultados
Restauración pasiva
La vegetación inicial como modulador de la sucesión natural En el año
2009, se caracterizó la vegetación inicial y factores ambientales de los
24 lotes (10 x 10 m). Fue evidente la alta heterogeneidad tanto
ambiental como florística a pesar de haber
pertenecido a una sola unidad productiva (figura 2). Se registró un total
de 64 especies, 33 especies herbáceas pertenecientes a 19 familias y
31 especies leñosas de 20 familias.

456
Restauración de arenales de origen volcánico en zonas templadas:
investigación participativa e implementación comunitaria en
Michoacán

Arnulfo Blanco-García
arnulfoblanco@yahoo.com.mx
Roberto Lindig-Cisneros

La necesidad de restaurar bosques templados en México, en particular


bosques de coníferas, no es evidente, pues en nuestro país,
históricamente, este tipo de ecosistemas ha recibido mucha atención
desde el punto de vista de la conservación como del manejo y la
reforestación (Cervantes et al., 2008). De hecho, la mayoría de las
plantas que se propagan a nivel nacional pertenecen a pocas especies
de pinos, entre las que destacan: Pinus patula, P. devoniana, P.
montezumae y P. pseudostrobus (Semarnap, 2000). Sin embargo, aún
hay limitaciones en cuanto a la efectividad de los programas de gobierno
para la recuperación de este tipo de bosques que se reflejan, entre otras
cosas, en las altas tasas de mortalidad de las plantaciones, que puede
alcanzar 62% en el primer año (Semarnap, 2000). Esto se puede atribuir
a varias causas, entre las que destacan:

457
1) el uso de especies y de procedencias inadecuadas, 2) la
insuficiente protección y mantenimiento de las plantaciones
(Saenz-
Romero y Lindig-Cisneros, 2004), y 3) la falta de estrategias para
establecer plantaciones en sitios que han sufrido historias de
disturbio
severo, lo que genera barreras para su restauración (Hobbs y
Norton,
1996).
Uno de estos casos es el de los arenales que se formaron como
consecuencia de la erupción del volcán Paricutín en la primera mitad del
siglo pasado. En el año 2002 se inició un proyecto de investigación
participativa con la Dirección Técnica de la Comunidad Indígena de
Nuevo San Juan Parangaricutiro (CINSJP) para el desarrollo de
estrategias y técnicas de restauración de los bosques de coníferas en
los arenales. La CINSJP cuenta con un plan de manejo de las tierras
comunitarias que sigue un esquema de explotación forestal sostenible
(Velázquez et al., 2003). Desde sus inicios, el proyecto ha contado con
la participación activa de la comunidad, a través de la Dirección

Técnica Forestal, y de académicos de la Universidad Michoacana de


San Nicolás de Hidalgo y de la Universidad Nacional Autónoma de
México. La comunidad ha participado no sólo en la ejecución de los
ensayos de restauración, sino también en la planeación e incluso en el
diseño experimental de éstos. Además, a través de un proceso de
diálogo que implica el análisis de los resultados de cada etapa, participa
en ciclos subsecuentes de la investigación e implementación.

458
De esta manera se ha logrado, iniciando con trabajos descriptivos
(Lindig-Cisneros et al., 2002; Lindig-Cisneros et al., 2006; Gómez-
Romero et al., 2006), planear e implementar experimentos a escalas
pequeñas y medianas (Blanco-García y Lindig-Cisneros, 2005;Blanco-
García et al., 2008), hasta llegar a la implementación a gran escala.

La necesidad de implementar acciones de restauración ecológica surge


por la presencia, en las inmediaciones del volcán Paricutín,
de“arenales”; los arenales son sitios que se formaron por el efecto
combinado del manejo agrícola y de un disturbio natural catastrófico: la
erupción del volcán, que duró de 1943 hasta 1952 (De la Torre, 1971).
La erupción tuvo muchos efectos, algunos notables y bien conocidos,
como la formación del cono del volcán y de la zona aledaña cubierta por
lava, que incluye al pueblo de San Juan Parangaricutiro, y otros menos
notables, como fue el depósito de una capa de ceniza volcánica en una
extensión considerable. Entre las áreas afectadas por la ceniza se
encontraban campos agrícolas.

Estos sitios presentan en la actualidad una cubierta de vegetación


dominada por arbustos que cubren menos de 15% de la superficie del
terreno.

En este tipo de sitios la vegetación se ha desarrollado de manera muy


lenta y actualmente cubre menos de 15% de la superficie y se presenta
formando manchones de vegetación.

La vegetación de los arenales está dominada por sólo cuatro especies,


que son comunes de estadios sucesionales tempranos o de sitios muy
perturbados en la región, tres arbustos: Eupatorium glabratum, Senecio

459
stoechadiformis, Senecio salignus; y un pasto, Muhlenbergia
minutissima (Lindig-Cisneros et al., 2006). Esta composición vegetal tan
pobre, sumada al hecho de que esta vegetación se ha mantenido desde
poco tiempo después de terminada la erupción (Egler, 1948, 1963),
sugiere que los arenales se encuentren en un estado de sucesión
detenida.

Las condiciones físicas de los arenales son adversas para el


establecimiento y desarrollo de la vegetación. El sustrato arenoso es
muy pobre en nutrientes, el nitrógeno aprovechable por las plantas no
excede de 12.5 kg/ha y el fósforo asimilable es de 4.5 kg/ha (Gómez
Romero, 2006). Además, la arena, medida 4 cm por debajo de la
superficie, puede alcanzar temperaturas cercanas a los 60ºC durante
los meses de abril y mayo (Blanco-García y Lindig- Cisneros, 2005); la
temperatura máxima que se ha medido en la superficie de la arena al
medio día por medio de un termómetro infrarrojo es de 79º Celsius.

Una barrera adicional para el establecimiento de las plantas, una vez


que logran germinar y sobrevivir las primeras etapas de su vida, es el
grosor de la capa de ceniza volcánica en relación con el suelo debajo
de ésta. Esto se evidencia de diversas formas: de manera indirecta
porque los manchones de vegetación sobre capas gruesas de ceniza
son más pequeños, lo que puede ser consecuencia de que ahí el
desarrollo de la vegetación es más lento o más reciente.

Experimentos controlados bajo condiciones de invernadero muestran


que las plantas de una leguminosa presente en esta vegetación,
Lupinus elegans, que crecen sobre capas de ceniza de más de 30 cm
de espesor, tienen un crecimiento y acumulación de biomasa seca
460
mucho menor que el de plantas sobre capas más delgadas (Gómez-
Romero et al., 2006).

Con la información anterior se llegó a dos conclusiones básicas para


iniciar el trabajo de restauración: la primera, que las posibilidades de
éxito son mayores en sitios con capas delgadas de ceniza, y segundo,
que una técnica que permita mejorar las condiciones del sustrato puede
incrementar la supervivencia de las plantas. Como parte del proceso
participativo del proyecto se llegó a un consenso sobre un diseño
experimental en el cual se probaría el efecto en la supervivencia de
Pinus pseudostrobus usando un acolchado. La Dirección Técnica
Forestal sugirió como acolchado a la corteza de pino molida, un
subproducto de su aserradero. Lo anterior con el objetivo de
incrementar las tasas de supervivencia observadas en plantaciones en
este tipo de condiciones que se habían realizado antes de iniciado el
proyecto, además se probó el efecto del acolchado sobre el desarrollo
de plantas de Lupinus elegans.

Los resultados de estos experimentos, y de otros experimentos


posteriores, revelaron el efecto positivo del uso del acolchado para
incrementar la supervivencia de las plantas de pino bajo las condiciones
de los arenales, duplicando la supervivencia en años con temporadas
secas muy severas (Blanco-García y Lindig- Cisneros, 2005). En
experimentos subsecuentes se ha probado el efecto del acolchado en
el desempeño de otras especies de interés forestal, así como de plantas
de diferentes edades al momento del trasplante (Blanco-García et al.,
2008) y de la variación interanual en la respuesta de supervivencia, así
como del efecto de la herbivoría. El conocimiento adquirido hasta el

461
momento ha permitido desarrollar un modelo conceptual, que consiste
en un modelo de estados y transiciones (Hobbs y Norton, 1996; Yates
y Hobbs, 1997), para organizar el trabajo de investigación, y de manejo
con fines de restauración En el modelo propuesto, la condición más
limitante para la restauración ambiental es consecuencia de la
combinación de actividades humanas, en particular la creación de
terrenos agrícolas, con los efectos de la erupción del volcán Paricutín,
lo que da origen a los arenales. Condiciones menos limitantes se
encuentran en terrenos agrícolas en donde no tuvo impacto la erupción
volcánica; esos terrenos pueden recuperar una cobertura forestal ya sea
por procesos sucesionales o por la intervención a través de la
reforestación.

Cuando los terrenos agrícolas fueron explotados de manera intensa es


posible que las condiciones sean más adversas para un adecuado
desempeño de los árboles, en particular por limitaciones de nutrientes
en el suelo. En estas circunstancias, el uso de técnicas de restauración
que van más allá del establecimiento tradicional de plantaciones puede
lograr la recuperación de la cobertura forestal. Los arenales representan
un reto mayor para la restauración, en ellos las estrategias que se deben
aplicar son más complejas y se debe considerar la relación costo-
beneficio de su implementación.

Implementación a gran escala

En aquellos sitios en los que la capa de ceniza tiene espesores entre 30


y 60 cm, las limitaciones relacionadas con la baja capacidad de
retención de agua y la disponibilidad de nitrógeno son superadas por
las plantas una vez que desarrollan un sistema radicular
462
suficientemente profundo que traspase la capa de ceniza y penetre en
los andosoles sepultados.

Actualmente, sólo se le da un uso forestal intensivo a aquellas zonas en


las que la vegetación sobrevivió los eventos eruptivos del volcán
Paricutín. Los sitios desprovistos de vegetación por causa de la
erupción, pero que presentaban una cobertura forestal al momento de
ésta, han ido recuperando su condición original por procesos de
sucesión natural y en pequeños fragmentos por plantaciones
establecidas por la comunidad. Muchos sitios son difíciles, ya que la
profundidad de las arenas (más de 60 cm), la pendiente y el acceso
hacen más complejas las labores de restauración.

En estas circunstancias, es necesario realizar prácticas de manejo para


facilitar el establecimiento de las plántulas o la germinación de las
semillas (en caso de uso agrícola) para restaurar estos sitios o retirar la
capa de ceniza de la parcela. Estas prácticas de manejo incluyen sobre
todo la introducción de materia orgánica al suelo, ya sea aplicando
abonos de origen animal o incorporando biomasa vegetal (residuos de
cosecha o abonos verdes) para mejorar el abastecimiento de nitrógeno
y la capacidad de retención de agua.

Estas acciones se han realizado en la comunidad de manera no


sistematizada y sólo para un reducido grupo de áreas. Rees (1979)
describe los intentos realizados por los agricultores en las primeras dos
décadas después de la erupción para cultivar, entre otras, las planicies
acumulativas que presentan regosoles; este autor menciona que dichos
intentos no fructificaron en esos suelos dado que se requiere de 1) mano
de obra y espacios para depositar la ceniza si se decide removerla, 2)
463
de una inversión monetaria demasiado grande para la compra de abono
y fertilizante, en caso de pretender cultivar o plantar en la capa de
ceniza, 3) de por lo menos tres ciclos agrícolas hasta lograr
rendimientos que satisfagan las necesidades alimenticias y cubran los
costos del fertilizante.

En algunos de los sitios que presentan capas de ceniza menores a 50


cm de espesor, los comuneros han establecido huertos de durazno y
aguacate, cavando cepas lo suficientemente profundas para traspasar
la capa de cenizas y plantar los árboles en los suelos de tipo andosol
sepultados. Esta práctica ha resultado ser muy exitosa dado que sólo
requiere de mano de obra intensiva al momento de establecer la
plantación, pero no necesita gastos en abonos orgánicos ni fertilizantes.

Velázquez y colaboradores (2003) reportan una disminución gradual en


la superficie cubierta por arenales en la CINSJP a lo largo de 22 años,
ya que en 1974 ocupaban 1 508 ha equivalentes a 8.3% del territorio
comunal, mientras que en 1996 ya sólo cubrían 610 ha, equivalentes a
3.4%. A diferencia de la superficie de lava, que lógicamente permanece,
las áreas cubiertas con arena disminuyeron en 59.5% respecto de su
cobertura en 1974. Esta disminución se debe a que durante los últimos
años, por lo menos hasta 1996, los comuneros habían iniciado acciones
de reforestación y rehabilitación colectiva de esas áreas consideradas
dentro del Programa de Manejo Forestal Sustentable para el
aprovechamiento de los recursos forestales maderables con carácter de
persistente en los bosques de la Comunidad Indígena de Nuevo San
Juan Parangaricutiro. La reforestación se planeó primeramente de las
áreas cubiertas con arena volcánica y en segundo término en las áreas

464
agrícolas que potencialmente son forestales y que en el pasado fueron
desmontadas para el uso agrícola de autoconsumo y ahora se
encuentran abandonadas.

Estos trabajos de reforestación iniciados a principios de la década de


1990 comenzaron a dar buenos resultados en sitios con reducida
profundidad de la capa de arena, pues las especies ahí cultivadas
mostraron un buen desarrollo y adaptación. En estas zonas de arenal
(se calcula que en diez años se han reforestado 1 000 hectáreas con
condiciones similares de reducida profundidad de arena) se efectúan
prácticas de mejoramiento y fertilización orgánica de los suelos y
prácticas de poda para obtener mejores crecimientos y conformación
física de los árboles.

Existen sitios dentro de la CINSJP que además de la capa de arena


volcánica presentan otras condiciones adversas para el establecimiento
de plantas como son las temperaturas por debajo de los 0°C, debido a
su ubicación topográfica, en valles rodeados de cerros que mantienen
por más horas las temperaturas congelantes del invierno. En tales
lugares, como el Llano de Pario, la investigación participativa academia-
CINSJP permitió generar lineamientos claros para no incurrir en
resultados adversos debido a una selección inadecuada de especies;
por ejemplo, se plantaba P. pseudostrobus, una especie poco resistente
a las heladas y que en 2007 reportó alta mortalidad.

A partir de 2008, la Dirección Técnica Forestal implementó la


reforestación de dichos terrenos con P. montezumae, los cuales
también corroboraron la inconveniencia de usar P. greggii, una especie

465
exótica al estado de Michoacán, pero altamente competitiva y usada en
programas de reforestación.

Además, la Dirección Técnica Forestal inició un programa de retiro de


la arena que consistió en permitir a comuneros y otros particulares
retirarla sin costo. La arena está siendo utilizada para la fabricación de
ladrillos, y en menor medida para otros usos en la construcción.

Actualmente, el arenal del Llano de Pario ha sido reforestado en su


totalidad y a partir de 2007 la CINSJP reforestó un total de 21.44 ha de
arenal con P. montezumae, las plantaciones siguen recibiendo
mantenimiento mediante podas para incrementar su tasa de
crecimiento; las plantas presentan una altura promedio de 5.30 m y un
diámetro de 12 cm.

Conclusiones

Aunque la reforestación de bosques de coníferas tiene una larga


tradición en México, la restauración ecológica de este tipo de
ecosistemas es aún importante por varias razones, que van desde la
conservación de la biodiversidad, la recuperación y mantenimiento de
servicios ecosistémicos y, en muchas ocasiones, la productividad de
sistemas manejados bajo esquemas que tienden a la sustentabilidad
(Lindig-Cisneros et al., 2012). Existe la idea generalizada de que la
restauración ecológica representa una opción de manejo ambiental
costosa, y que de hecho hay un límite en el grado de disturbio o
deterioro de los ecosistemas a partir del cual es imposible en términos
económicos realizar la restauración; sin embargo, muchas veces se
llega a estas conclusiones sin llevar a cabo análisis ecológicos y de

466
costo-oportunidad que sean objetivos (Jackson y Hobbs, 2009). La
trayectoria de las labores de reforestación y restauración ecológica en
los arenales de la CINSJP muestran cómo el límite puede superarse de
manera continua, al inicio las labores se centraron en aquellos sitios en
donde la capa de ceniza volcánica era relativamente somera; en etapas
subsecuentes, a través de la colaboración y procesos de investigación
participativa, fue posible desarrollar métodos para recuperar sitios en
donde antes se consideraba imposible recuperar la cobertura arbórea
nativa; actualmente, todos los arenales de la comunidad se encuentran
en proceso de restauración. Lo anterior muestra que el límite aparente
a la capacidad de restaurar sitios con historias complejas de disturbio,
que a la vez crean condiciones muy adversas, no debe ser establecido
a priori, sino que puede ser el resultado de procesos de restauración
adaptable y generación de conocimientos a través de procesos
participativos que permitan establecer las mejores estrategias tanto
desde la perspectiva ecológica como económica.

467
Ejemplos de restauración

Restauración de un proceso: el fuego en la Reserva de la


Biosfera Mariposa Monarca en los estados de México y
Michoacán

Diego R. Pérez-Salicrup
diego@cieco.unam.mx
Mariana Cantú-Fernández
Teodoro Carlón-Allende
Erika Garduño-Mendoza
Pablo F. Jaramillo-López
Eduardo Sáenz-Ceja
Leonardo Martínez-Torres

Los incendios forestales han sido señalados como la principal fuente de


degradación de los ecosistemas forestales en México (Jardel et al.,
2006; Manson et al., 2009). Éstos reducen temporalmente la
disponibilidad de los recursos forestales y generan pérdidas materiales;
además, los incendios pueden causar daños a la salud, o más
lamentablemente, pérdidas humanas (Agee, 1996; Pyne, 2010; Gill et
al., 2013). Es por ello que durante la mayor parte del siglo XX prevaleció

468
una percepción muy negativa sobre el fuego en el contexto del manejo
de recursos forestales, que derivó en políticas públicas encaminadas a
su supresión y combate.

A partir de los incendios catastróficos de 1998 asociados con el


fenómeno de El Niño Oscilación del Sur (ENSO, por sus siglas en
inglés), se generó una importante respuesta institucional en nuestro
país y se catalizó la búsqueda de mecanismos para evitar que una
experiencia similar se repitiera (Cochrane, 2009; Jardel et al., 2010).

La experiencia adquirida en países donde existió una política de


supresión de fuegos efectivamente implementada durante el siglo XX
muestra que ésta derivó en efectos negativos a largo plazo.

Concretamente, en muchos bosques de coníferas en el oeste de


Estados Unidos de Norteamérica, procesos como el reciclaje de
nutrientes y la regeneración arbórea, así como la estructura de la
vegetación, se han modificado seriamente; debido a esta pérdida de
procesos, estos bosques se han vuelto más vulnerables a incendios
catastróficos o a otras perturbaciones (Whelan, 1995; Pyne, 1996; Fulé
et al., 2014).

En nuestro país también existe evidencia sobre los efectos negativos de


la exclusión de fuegos en ecosistemas donde los incendios han formado
parte de la dinámica natural de perturbaciones.

Por ejemplo, la exclusión de fuego en bosques de pino en el noroeste


de nuestro país alteró la distribución espacial y estructura de tamaños
de los árboles, con una mayor abundancia de individuos de diámetros
pequeños (Fulé y Covington, 1998); en esos sitios, luego de la

469
ocurrencia de fuegos forestales, la regeneración de pinos fue notoria
(Fulé et al., 2000).

Establecer planes de manejo de fuego para asegurar la integridad de


los ecosistemas terrestres es una tarea compleja que requiere de
investigación básica y que debe formar parte del esquema de manejo
de ecosistemas (Christensen et al., 1996; Roos et al., 2014). Uno de los
principios que se han propuesto para guiar las perturbaciones humanas
asociadas con el manejo de ecosistemas forestales, ha sido que los
disturbios deben de emular y ser consistentes con el régimen de
perturbaciones naturales de los ecosistemas (Oliver y Larson, 1996;
Franklin et al., 1997). Por ello, para proponer un plan de manejo de
fuegos en una región es necesario investigar cuál pudo ser el régimen
natural de fuegos y cómo éste ha sido modificado por las actividades
humanas (Jardel et al., 2006). Si bien la actividad asociada con el Homo
sapiens en los bosques de América abarca un periodo menor a los 20
mil años, es innegable que nuestra presencia ha afectado los regímenes
del fuego en los distintos ecosistemas.

De acuerdo con Hobbs y Norton (1996), los dos primeros pasos en un


esfuerzo de restauración son identificar los procesos que generan la
degradación del ecosistema original, y formular métodos capaces de
detener o inhibir dichos procesos (intervención mínima de restauración;
véase introducción de la presente obra). En consecuencia, para generar
un plan integral de manejo del fuego que incorpore la restauración de
este proceso ecosistémico, el primer paso debe consistir en documentar
las alteraciones en el régimen natural o en el régimen histórico que
pueden ser ocasionadas por la supresión de fuegos, así como por las

470
actividades humanas de carácter productivo como el aprovechamiento
forestal, la agricultura o la ganadería, y por la proliferación de
infraestructura en caminos y asentamientos humanos. Posteriormente,
se debe considerar cuál es el régimen de fuegos al que se pretende
llegar a través del manejo y que sea compatible con la mayor cantidad
de actividades productivas (Jardel et al., 2010).

La Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca (RBMM), ubicada en los


estados de México y Michoacán, contiene diversos tipos de vegetación
entre los que destacan los bosques de coníferas (Cornejo- Tenorio et
al., 2003, Cornejo-Tenorio e Ibarra-Manríquez, 2008). Este tipo de
vegetación es particularmente relevante en la reserva, ya que es allí
donde se encuentran las colonias de mariposa monarca que llegan a
pasar la época invernal (García-Serrano et al., 2004; Slayback et al.,
2007; Slayback y Brower, 2007). Aunque los bosques de coníferas
constituyen un tipo de vegetación bien definido en la RBMM, éstos
pueden diferir notoriamente entre sí por la dominancia de árboles en el
dosel (Cornejo-Tenorio et al., 2003). Los bosques de pino se han
reconocido donde el dosel está dominado por Pinus pseudostrobus
Lind., los bosques de oyamel donde el dosel está dominado por Abies
religiosa (Kunth) Schltdl. et Cham., y bosques de pino-oyamel donde
hay una co-dominancia de las especies mencionadas con anterioridad.

Es muy importante destacar que, entre estos distintos tipos de bosques


de coníferas, los árboles dominantes del dosel aparentemente difieren
en el régimen de fuegos al que están acondicionados. Mientras que los
bosques de pino aparentemente requieren de regímenes con intervalos
de retorno cortos, y de baja severidad e intensidad (Rodríguez-Trejo y

471
Fulé, 2003; Rodríguez-Trejo y Myers, 2010), los bosques de oyamel
aparentemente requieren de fuegos menos frecuentes, pero de mayor
intensidad y severidad (Ángeles-Cervantes y López-Mata, 2009;
Rodríguez-Trejo y Myers, 2010). Hasta el momento, no se cuenta con
una descripción de lo que ocurre en los ecotonos entre estos dos tipos
de bosque, en los que hay co-dominancia de pinos y oyameles. Sin
embargo, es posible que los pinos puedan desplazar a los Abies
religiosa, de manera análoga a como los pinos desplazan a encinos y
otras latifoliadas en los altos de Chiapas como consecuencia de una
reducción en el intervalo de retorno de fuegos y otras perturbaciones
(González-Espinosa et al., 1991).

En este proyecto se plantea entender el régimen histórico de fuegos


para los bosques de coníferas existentes en la RBMM, así como
documentar las prácticas llevadas a cabo por las autoridades y por los
ejidatarios para el manejo de fuegos. Para ello, buscamos o generamos
información en tres aspectos principales. Primero, se obtuvo la mayor
cantidad de datos disponible sobre los regímenes históricos de fuegos
en la RBMM. En segundo término, se evaluó la política pública
prevalente en la reserva en cuanto a fuegos, y las relaciones
involucradas dentro de la reserva. Finalmente, documentamos el uso
del fuego en actividades productivas en la RBMM. Con la integración de
estos elementos, en este proyecto interdisciplinario se evalúa la
pertinencia de las prácticas actuales de manejo de fuegos, y se ofrecen
recomendaciones encaminadas a incorporar el conocimiento de los
habitantes para generar un plan integral del manejo del fuego, que sea

472
consistente con las expectativas de conservación de los bosques de
coníferas en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.

Sitio de estudio

La RBMM es conocida a nivel mundial por albergar los sitios con los
cuales de 23 a 125 millones de individuos de mariposa monarca
(Danaus plexippus L.) invernan entre noviembre y marzo, migrando
desde la vertiente oriental de Estados Unidos y Canadá (García-
Serrano et al., 2004; Slayback et al., 2007; Slayback y Brower, 2007).

La RBMM abarca una extensión total de 56 259 ha en los estados de


México y Michoacán. Sus coordenadas mínimas son 19°18’32’’N y
100°09’07’’W, y las máximas 19°44’27’’N y 100°22’26’’W. De la
superficie total de la RBMM, 42 707 ha corresponden a dos zonas de
amortiguamiento y 13 551 ha corresponden a tres zonas núcleo (
Semarnat, 2001; Missrie, 2004; Ramírez et al., 2008). La RBMM se
encuentra en una región topográficamente compleja que forma parte del
Sistema Volcánico Transversal y que va de los 2 040 a los 3 640 m de
elevación (Carranza-Sánchez et al., 2010). La zona está dominada por
climas templados y semifríos con diferentes niveles de humedad, donde
la precipitación anual puede variar entre 700 y 1 250 mm y con
temperaturas medias anuales de 22oC (Semarnat, 2001; Ruiz López,
2009; Carranza-Sánchez et al., 2010).

La región abarca una importante diversidad biológica para varios grupos


taxonómicos, incluyendo potencialmente 800 especies de plantas
vasculares (Cornejo-Tenorio et al., 2003; Cornejo-Tenorio e Ibarra-

473
Manríquez, 2008). En la RBMM se han caracterizado cuatro tipos
principales de vegetación en función de la superficie que cubren:
Bosque de Coníferas, Bosque de Quercus, Bosque Mesófilo de
Montaña y Pastizal Antropogénico.

De estos tipos de vegetación, el bosque de coníferas es el más extenso


y el que alberga una mayor diversidad de plantas vasculares (Cornejo-
Tenorio e Ibarra-Manríquez, 2008; Zubieta, 2007; Ramírez et al., 2008).
Este tipo de vegetación se presenta aproximadamente a partir de los 2
400 m de elevación, y el dosel está dominado por diferentes especies
de coníferas, dando así origen a bosques de pino, a bosques de oyamel,
y a bosques de pino-oyamel (Zubieta, 2007; Murillo-García, 2009). El
dosel en los bosques de pino está dominado por P. pseudostrobus,
mientras que el dosel en el bosque de oyamel está conformado casi
exclusivamente por Abies religiosa. Finalmente, el bosque de pino-
oyamel contiene individuos de ambas especies.

Además de estos géneros, en los bosques de coníferas es común


encontrar individuos de Cupressus lusitanica Mill., Arbutus xalapensis
Kunth y especies del género Quercus en densidades variables (Cornejo-
Tenorio et al., 2003; Zubieta, 2007).

La RBMM dista mucho de ser un ecosistema en donde la estructura esté


determinada únicamente por procesos ecológicos y evolutivos. En la
RBMM habitan al menos 17 000 personas en los 120 asentamientos de
los 59 ejidos, 13 comunidades indígenas, y 21 predios privados que la
conforman (Ramírez et al., 2008; Honey- Roses et al., 2009; Inegi,
2010). Además, la RBMM se encuentra rodeada por localidades como
Áporo, Ocampo, Emiliano Zapata, Senguio o la ciudad de Zitácuaro, por
474
lo que se estima que la reserva es afectada por la actividad de al menos
500 000 habitantes.

Los bosques de coníferas en la RBMM son históricamente los más


afectados por la extracción de madera, tanto legal como ilegal (Ramírez
et al., 2003; Murillo-García, 2009). Además, en la región se han dado
procesos de cambio de uso del suelo que han derivado en la pérdida y
modificación drástica de la cubierta forestal. Los bosques afectados por
tala ilegal o malas prácticas de aprovechamiento son más vulnerables
a eventos catastróficos, como las lluvias invernales ocurridas en febrero
de 2010, que resultaron en mayor daño a los bosques aledaños y a la
población de los asentamientos circundantes (Carranza-Sánchez et al.,
2010). En esta región también hay extensas zonas cubiertas por
bosques de coníferas en donde buenas prácticas de aprovechamiento
forestal han derivado en el mantenimiento de la cubierta forestal en los
últimos 30 años (Navarrete et al., 2011). Más aún, las tasas de
deforestación para la región no han aumentado en la última década
(Carranza-Sánchez et al., 2010).

Regímenes históricos de incendios

Los regímenes históricos de fuegos en los bosques de coníferas de la


RBMM se caracterizaron en términos de: 1) su variación histórica en las
fuentes de ignición, 2) tiempo medio de retorno, 3) estación de
ocurrencia de incendios, 4) severidad, 5) intensidad, 6) patrón espacial,
y 7) sinergias con otras perturbaciones. Se hizo una revisión de la
información disponible para la RBMM y se complementó con
información de otros bosques de coníferas del país. Se analizaron los
datos históricos provenientes de la dirección de la Reserva, se dio
475
seguimiento y se caracterizaron los incendios del año 2012 (Cantú,
2013). Para ello, se localizaron 16 incendios reportados en 2012, y se
demarcó su polígono con un sistema de posicionamiento global (GPS),
para luego estimar su superficie mediante herramientas de Sistemas de
Información Geográfica. Asimismo, se evaluó la severidad e intensidad
de éstos. La intensidad se evaluó mediante las escalas propuestas por
Chafer y colaboradores (2004) y Sugihara y colaboradores (2006) en
baja, media y alta, dependiendo de las alturas alcanzadas por las llamas
y las marcas que dejaron en las cortezas de los árboles, como < 1, 1-3,
y > 3 m, respectivamente. Se consideró una intensidad mixta cuando en
un sitio había evidencia de más de una categoría de intensidad. La
severidad se evaluó en función de la mortalidad de árboles del dosel en
baja, media y alta de acuerdo con las escalas propuestas por los
mismos autores. Se consideró una severidad baja cuando sólo se
consumieron algunas plantas del sotobosque; se consideró severidad
media cuando la mayor parte de las plantas adultas sobrevivieron, pero
los arbustos ≤ 4 m se consumieron; se consideró severidad alta cuando
la mayor parte de las plantas murió. En esta escala existe la categoría
de severidad muy alta, que consiste en que todas las plantas maduras
mueren dando paso a un recambio del bosque. Esta última categoría no
fue encontrada en nuestro estudio (Cantú, 2013).

Políticas públicas

Se identificaron los actores de los tres niveles de gobierno, federal,


estatal y municipal que inciden en la toma de decisiones sobre el manejo
del fuego en la RBMM. Se generaron mapas de actores y se identificó
la relación que existe entre instancias de los diferentes niveles de

476
gobierno. Pero sobre todo, se identificaron las direcciones generales
que prevalecen en cuanto al manejo del fuego a nivel institucional
(Cantú, 2013). En el Estado de México se visitaron las oficinas de las
delegaciones de las instancias federales de la Semarnat y el Conafor,
así como las de institución estatal Probosque. También se encontró que
los municipios mexiquenses que conforman parcialmente la RBMM se
dividen en dos regiones en cuanto a la gestión de incendios. En el
estado de Michoacán se visitaron a las mismas delegaciones federales
mencionadas anteriormente, y a las oficinas de la Comisión Forestal del
Estado de Michoacán (Cofom).

Los municipios michoacanos que conforman la región de la RBMM


están integrados en la región oriente del estado en cuanto a protección
forestal, que incluye la gestión de incendios. Finalmente, se visitó la
dirección de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.

Uso del fuego por habitantes

Durante 2012-2014 se hicieron entrevistas a habitantes de la región


para evaluar los usos que hacen del fuego en sus actividades
productivas. Se utilizó el método de bola de nieve, comenzando con
organizaciones de la sociedad civil con quienes se ha colaborado, para
identificar a productores que pudieran brindar información concreta
sobre los usos del fuego. En total se entrevistó a 44 productores.

Resultados

Regímenes históricos de fuegos

Una tercera parte de los incendios visitados fue producto del escape de
quemas de pastizales. El resto de los incendios fue producto del
477
descuido de paseantes y uno como consecuencia de rencillas por
tenencia de la tierra. Durante 2012 no se encontraron diferencias en la
frecuencia, intensidad y severidad de los incendios reportados para
bosques dominados por P. pseudostrobus y A. religiosa. De los
incendios visitados, la clase modal fue la intensidad media, con 8
incendios, seguida por la intensidad baja con 6 incendios, y finalmente
2 incendios tuvieron intensidades mixtas. En cuanto a la severidad, 10
tuvieron severidad baja, 4 severidad media, 1 severidad alta y 1
severidad mixta. Sólo 3 incendios se dieron en extensiones de > 2 ha.

Dos incendios ocurrieron en bosques con monodominancia, 1 en


bosque de A. religiosa y 1 en bosque de P. pseudostrobus. El resto
ocurrió en bosques co-dominados por ambas especies.

De acuerdo con datos provistos por la dirección de la RBMM, durante


2012, el mes de abril fue el que registró más incendios, con 23 eventos,
seguido por mayo con 12, y luego marzo con 6. Salvo 1 incendio fuera
de temporada en enero, y 2 en junio, en el resto del año no hubo
incendios.

Políticas públicas

En ambos estados, la gestión del fuego en la RBMM está encaminada


a la supresión y al combate de incendios. No obstante, encontramos
que hay un cambio en la visión sobre los fuegos, impulsado tanto por
entidades académicas, organizaciones de la sociedad civil y por las
propias autoridades de la reserva. Esta nueva visión, si bien no ha
generado consenso, está promoviendo un nuevo plan integral del

478
manejo del fuego, que contempla la reincorporación de este proceso
ecosistémico a los bosques de la Reserva de la Biosfera Mariposa

Monarca.

Debido al impulso que la prevención de incendios ha tenido a nivel


nacional, en la RBMM ha habido un importante desarrollo en el
establecimiento de brigadas asociadas con cada uno de los tres niveles
de gobierno (Cantú, 2013). El entrenamiento, equipamiento y capacidad
de respuesta de las brigadas de entidades federales como las de
Conafor y Conanp es superior al de las brigadas municipales que son
facilitadas por las entidades estatales; los integrantes de las brigadas
son habitantes de la propia Reserva.

Las relaciones interinstitucionales dentro de la RBMM muestran una


diferencia notoria entre Michoacán y el Estado de México.

Claramente, los actores en ambos estados se relacionan de diferente


manera entre sí para alcanzar los mismos objetivos de política pública
(Cantú, 2013). La diferencia más notoria fue la capacidad de Protectora
de Bosques del Estado de México (Probosque) para tomar iniciativas en
cuanto a la política sobre el fuego, mientras que la Comisión Forestal
del Estado de Michoacán (Cofom) depende de los programas que
puede desarrollar a partir de las iniciativas de instituciones federales
como la Comisión Nacional Forestal.

Usos del fuego

Todos los productores entrevistados reportaron haber nacido en la


región, y haber aprendido de sus padres a utilizar el fuego (Martínez-
Torres, com. pers., 2014). Al igual que en el resto del país, en la RBMM
479
se ha señalado a las prácticas agrícolas como la principal fuente de
igniciones de incendios forestales. Durante las entrevistas encontramos
que los campesinos utilizan el fuego junto con un importante
conocimiento de los diferentes factores que afectan su comportamiento
y con una clara intención de manejo (Martínez-Torres y Pérez-Salicrup,
2014; Martínez-Torres et al., 2015). Esto sugiere que los escapes de
fuego a zonas forestales de forma accidental son poco frecuentes.

El fuego es utilizado en prácticas agrícolas, sobre todo para quemar el


rastrojo y los desechos agrícolas del año anterior. También se utiliza
con la intención de vigorizar el crecimiento de pastos en zonas
ganaderas. Finalmente, se reportó el uso del fuego como forma de
amedrentar a vecinos con los que hay conflictos por la tenencia de la
tierra, y para obligar a las autoridades a permitir el aprovechamiento
forestal en regiones donde está restringido por tratarse de una reserva
de la biosfera.

Conclusiones

De acuerdo con información reportada recientemente en la región, el


fuego ha sido una perturbación histórica en los bosques de coníferas en
la RBMM. Por ejemplo, en los márgenes del río Catingón y San Pedro
en Angangeo, se reportó recientemente que hubo al menos un incendio
catastrófico en 1670, que debió ser de alta intensidad, de muy alta
severidad, y que debió extenderse al menos por la cuenca de dichos
ríos (Garduño-Mendoza, 2014). Tal evento debió haber detonado el
reemplazo de los bosques de coníferas en la región.

480
Adicionalmente, el mismo estudio reporta al menos dos eventos de
incendios regionales que debieron ser de severidad mixta durante el
siglo XX: uno en 1942 y uno en 1999 (Garduño-Mendoza, 2014).

Los datos obtenidos sugieren que los bosques dominados por A.


religiosa han experimentado los mismos regímenes históricos de
incendios que los bosques de P. pseudostrobus. En dos estudios
dendrocronológicos independientes se encontró que hay pocos árboles
de ambas especies que superen el siglo de edad, y que no hay indicios
que sustenten que los bosques de A. religiosa en la RBMM se
regeneren luego de incendios de reemplazo, o que los bosques de P.
pseudostrobus tengan ciclos de regeneración que se asocien con
eventos de fuegos superficiales (Carlón Allende et al., 2015; Sáenz-
Ceja, 2015). Estos resultados, sumados a los hallazgos encontrados por
Cantú (2013) en cuanto a las propiedades de los incendios en la RBMM
durante 2012, apoyan la idea de que la regeneración de los árboles
dominantes en los bosques de coníferas en la RBMM se ha dado
independientemente del fuego. Más aún, sugieren que los regímenes
naturales de fuego han sido modificados drásticamente desde un
periodo histórico que antecede por mucho el decreto de creación de la
Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.

La estrategia de gestión del fuego en la RBMM se ha centrado en el


combate y la supresión de incendios forestales. Si bien se toman
medidas preventivas, y también se desarrollan algunas tareas de
restauración post-incendio, es evidente que el apoyo a brigadas de
combatientes es una de las labores que genera más interés y recibe
mayor apoyo institucional (Cantú, 2013). Es importante recalcar que las

481
estrategias de manejo en torno del fuego no son homogéneas dentro de
la RBMM, sino que difieren en la porción correspondiente a cada uno
de los estados que la conforman. Es por ello que de implementar un
nuevo plan integral de manejo del fuego, debe considerarse la
estructura institucional pertinente a cada estado. El fuego claramente
no ha sido un elemento ajeno a la RBMM. De acuerdo con las
entrevistas desarrolladas en este proyecto, el fuego es utilizado en una
amplia gama de usos productivos (Martínez-Torres y Pérez-Salicrup,
2014; Martínez-Torres et al., 2015). Es importante subrayar que los
habitantes de la RBMM aparentemente saben generar y controlar el
fuego. Si bien es verdad que una tercera parte de los incendios visitados
durante 2012 fue causada por el escape de la quema de pastizales, la
proporción de incendios que fueron encendidos por otras causas fue
mayor. Además, dado que al menos en un caso el incendio se debió a
rencillas, producto de la indefinición de límites entre predios, una política
de prevención de incendios basada exclusivamente en el control de
quemas agrícolas sería insuficiente. Por ello, un paso adelante en la
eliminación de este tipo de eventos sería resolver los problemas de
tenencia de la tierra en la región.

Las estadísticas nacionales continuamente hacen hincapié en que la


mayoría de los incendios son producto del descuido al desarrollar
quemas agrícolas (Conafor, 2009). Si bien es posible que esto sea
parcialmente cierto, en nuestro estudio documentamos que el fuego es
utilizado de forma frecuente y recurrente por los habitantes de la región,
y sólo una mínima proporción de ellos derivan en incendios.

482
Más aún, los habitantes conocen de forma empírica cómo controlar el
fuego y cómo dirigir su comportamiento según las condiciones bióticas
y abióticas. Por ello, es muy posible que sea gracias a la experiencia de
los habitantes en el uso del fuego que hasta ahora han sido efectivas
las prácticas de supresión y combate de incendios. Este conocimiento
es, sin lugar a dudas, un capital social que, lejos de inhibir, hay que
aprovechar para generar un plan integral de manejo de fuegos en la
Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.

Recomendaciones

A partir de los estudios descritos en este capítulo, es posible afirmar que


los regímenes naturales de fuegos en la RBMM han sido modificados
drásticamente por las actividades de los habitantes de la reserva, y por
las decisiones de las autoridades en los tres niveles de gobierno. Los
habitantes de la RBMM claramente comparten un sistema de
conocimiento sobre el manejo tradicional del fuego, y el conocimiento
empírico ganado en las prácticas agrícolas y forestales los convierte en
aliados esenciales en la elaboración de un plan integral del manejo del
fuego. Por ello, se recomienda que las políticas encaminadas al manejo
del fuego trasciendan la visión de la supresión y el combate, y amplíen
la búsqueda de causas de incendios más allá del escape del fuego de
zonas agrícolas.

El fuego no es un fenómeno ajeno a la historia evolutiva de los bosques


de coníferas de la RBMM. Las autoridades de esta reserva, así como
de la Conafor a nivel nacional están interesadas en transitar de un
modelo de supresión y combate, a uno de manejo integrado del fuego.
Es necesario aprovechar esta coyuntura para generar estrategias de
483
manejo que permitan restaurar en lo posible los regímenes naturales del
fuego, pero considerando también la realidad social que se vive en la
región, de tal manera que se garantice la cobertura forestal de esta
emblemática reserva de la biosfera.

Estrategias ecofisiológicas para la restauración de un


pedregal urbano: el caso del Parque Ecológico de la
Ciudad de México

Pedro Eloy Mendoza-


Hernández
pemh@ciencias.unam.mx
Alejandra Rosete-Rodríguez

Históricamente, las regiones boscosas del sur de la Ciudad de México


(CDMX)han tenido una larga secuela de uso antrópico. La Sierra del
Ajusco, por ejemplo, es un escenario donde se confronta, por un lado,
la demanda legítima de vivienda (Díaz y Kleiber, 1996) y por otro la
conservación de los bienes y servicios ambientales (Ezcurra et al.,
2006). De 1980 a 1989, un asentamiento urbano irregular conocido
como Lomas del Seminario alteró más de 200 ha de una parte de la
sierra donde se ubica el derrame de lava del volcán Xitle (Siebe, 2009).
Pocos son los casos en la CDMX donde se ha rescatado un espacio
484
natural del avance de la urbanización. Con base en un decreto
presidencial y una amplia gama de herramientas legales, se implementó
un desalojo y reubicación del asentamiento ilegal, así como la creación
de un área natural protegida que se llamó Parque Ecológico de la
Ciudad de México (PECM). El entonces Departamento del Distrito
Federal quedó a cargo del PECM y de cumplir varios objetivos, entre
ellos el de “la restauración ecológica de las áreas degradadas por la
actividad humana, conduciendo y acelerando el proceso de sucesión
ecológica hasta alcanzar el restablecimiento de las comunidades
originales, en especial de los elementos más conspicuos de flora y
fauna” (Gaceta Oficial del Departamento del Distrito Federal, 1989).
Para llevar a cabo las acciones de restauración ecológica, participaron
la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología del DF y académicos de
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (Soberón et al.,
1991). Con la finalidad de contribuir a la restauración de las
comunidades vegetales perturbadas por la acción humana en el PECM,
se revisaron documentos publicados que han resultado de diferentes
proyectos de investigación sobre el parque. El PECM es un área de
727.61 ha ubicado en la región norte de la delegación Tlalpan entre los
2 450 y 2 850 msnm. El parque limita al norte con el centro de educación
ambiental Ecoguardas y la colonia Verano, al sur con la parte baja del
volcán Xitle, al este con la colonia Tlalpuente y parte del poblado de San
Andrés Totoltepec y al oeste con la carretera Picacho-Ajusco.

El PECM es un área prioritaria por su papel en la recarga de los mantos


acuíferos y en la preservación de una gran diversidad de flora y fauna
del centro del país y de la zona de la ciudad conocida como Pedregal

485
de San Ángel (Cano-Santana et al., 2006). En este capítulo se aporta
información sintetizada e integrada que proviene de la revisión de
documentos publicados que han sido resultado de distintas
investigaciones llevadas a cabo en el PECM. La mayoría de los
documentos revisados son contribuciones originales surgidas de la
ecología funcional que han sido y serán de utilidad para diseñar e
implementar estrategias de restauración de las comunidades vegetales
de los pedregales del Parque Ecológico de la Ciudad de México.

Los pedregales son heterogéneos por naturaleza y presentan distintos


estados de intemperización, marcada estacionalidad y pobre desarrollo
del suelo, junto con una gran riqueza biológica, cuyos elementos
provienen de dos regiones biogeográficas: la neártica y la neotropical.
Rzedowski (1994) reportó diversas comunidades vegetales sobre el
derrame de lava del pedregal, el autor reconoció una asociación vegetal
entre los 2 500 y 2 800 msnm, que llamó Quercetum rugosae fruticosum
y que actualmente sería el ecosistema que, junto con las condiciones
abióticas señaladas anteriormente, constituyen el ecosistema de
referencia de la restauración de los pedregales del PECM. En el
Quercetum existe una mezcla entre bosques y matorrales en una región
templada y fría, donde la precipitación total anual puede sobrepasar los
1 000 mm. Ahí, debido a la gran capacidad de infiltración del agua a
través de las grietas en la lava y a la baja capacidad de retención de
agua del incipiente suelo, los afloramientos rocosos son sitios áridos y
favorecen también la presencia de elementos de climas secos. La aridez
edáfica, junto con la estacionalidad marcada, son aspectos clave que
aumentan la biodiversidad de los pedregales y contribuyen a determinar

486
la composición y estructura de las comunidades vegetales de los
derrames de lava (Cano-Santana y Meave, 1996). A esto se le suma el
hecho de que la lava absorbe calor (Mendoza-Hernández et al., 2014),
transformando a los pedregales en islas de calor dentro de la ciudad.

Por todo lo anterior, la restauración ecológica de los pedregales, en


particular de las comunidades vegetales perturbadas por asentamientos
urbanos en el PECM, es un gran reto. Las condiciones abióticas y
bióticas de los pedregales degradados imponen fuertes barreras para la
regeneración natural y asistida de las comunidades de plantas, es por
ello que se han usado distintas estrategias metodológicas para
contribuir a restaurar la composición, estructura y función de los
ecosistemas del Parque Ecológico.

Revisión de estrategias ecofisiológicas: aportaciones para la


restauración de pedregales

Poco tiempo después del desalojo y reubicación del asentamiento


urbano, se llevó a cabo un diagnóstico ambiental (Soberón et al., 1991).
El reconocimiento de paisajes particulares y cuatro tipos de
comunidades vegetales: 1) el bosque de encino denso, 2) el bosque
abierto de encino inmerso en un matorral xerófilo, 3) el matorral xerófilo
perturbado, y 4) el matorral xerófilo de siempre viva (Sedum
oxypetalum), han sido la base de todas las investigaciones, en las que
se ha priorizado la selección y estudio de especies clave
estructuradoras del proceso de sucesión secundaria en el PEC. La
evaluación de los distintos niveles de perturbación ha sido un aspecto

487
relevante para definir o diseñar estrategias de restauración (Mendoza-
Hernández et al., 2013). A diferentes escalas espaciales y temporales,
se han aplicado estrategias ecofisiológicas como el acondicionamiento
hídrico de semillas y plantas, así como el efecto protector y/o facilitador
de individuos o parches de vegetación.

La propagación de especies nativas y el uso de tecnologías agrícolas,


como el acondicionamiento de semillas, los acolchados plásticos y el
hidrogel, son aspectos importantes que se han aplicado a la
restauración del PECM (figura 2). La evaluación de estas tecnologías
para la restauración del PECM tiene fuertes implicaciones teóricas y
prácticas, sobre todo en el contexto de la interacción entre la ecología
funcional y la restauración ecológica (Orozco-Segovia y Sánchez-
Coronado, 2009).

El primer estudio florístico y de la vegetación del PECM se llevó a cabo


pocos años después del desalojo del asentamiento urbano de Lomas
de Seminario (González-Hidalgo et al., 2001). El inventario florístico de
un área de más de 240 ha aportó datos de 456 taxa distribuidos en 91
familias y 262 géneros, así como de la heterogeneidad biogeográfica de
la flora del parque (González- Hidalgo et al., 2002). Un elemento
florístico clave son los encinos (Quercus spp.) y varios estudios se han
enfocado en la recuperación de sus poblaciones (Bonfil, 2006). Las
bellotas, que contienen a las semillas, suelen ser muy sensibles a las
condiciones perturbadas debido a que su viabilidad es muy corta y son
intolerantes a la deshidratación (Castro-Colina et al., 2012): las amplias
fluctuaciones de temperatura del aire, de la humedad relativa, de la
disponibilidad de agua en el suelo, así como la alta incidencia solar, son

488
condiciones frecuentes en los sitios perturbados que provocan la
desecación y muerte de las bellotas (Bonfil y Soberón, 1999); las plantas
jóvenes también son sensibles a estas condiciones adversas.

Con la finalidad de disminuir la mortalidad de bellotas o de plantas


jóvenes dentro de los sitios alterados del parque, se probó el efecto de
la cobertura vegetal de protección brindada a éstas por una especie
dominante en el matorral perturbado, el tepozán (Buddleia cordata).
Cabrera y colaboradores (1998) reportaron que la supervivencia de
plantas de Quercus rugosa de un año de edad se incrementó al
aumentar la cobertura de la copa de los tepozanes que los protegían y
brindaban un microclima amortiguado. Bajo la misma lógica de
incrementar la supervivencia de los encinos, se aplicó una técnica de
hidratación y deshidratación controlada conocida como
acondicionamiento de bellotas, así como la aclimatación diferencial de
plantas a distintos tipos de riego (Castro-Colina et al., 2012). Los
autores reportaron que el acondicionamiento hídrico (AH), hidratación
seguida de una deshidratación moderada de la bellota, aumentó su
germinación final y la velocidad de ésta, tanto en condiciones
controladas como en condiciones de campo. En cambio, la
supervivencia de las plantas no fue afectada por este tratamiento, pero
sí por la aclimatación de las plántulas con riego infrecuente (Castro-
Colina et al., 2012).

El estudio de las respuestas germinativas es un universo de


investigación que vincula a la ciencia básica con la aplicada. Encontrar
técnicas ecofisiológicas que aceleren e incrementen la germinación de
las especies nativas y que además mejoren la supervivencia y el

489
crecimiento de las plántulas provenientes de semillas tratadas es un
gran reto en el contexto de la restauración de ambientes perturbados
(González-Zertuche et al., 2000). El AH es una técnica conocida
también como priming que se aplica a una población de semillas con
una amplia variabilidad genotípica que puede ser“moldeada” por las
presiones del ambiente y dar lugar a expresiones fenotípicas que
permitan distinguir grupos de especies y de semillas capaces de tolerar
el estrés ambiental en el PECM y que tengan una mayor resistencia a
éste (Vázquez-Yanes et al., 1997). El AH es una técnica que se ha
usado principalmente en la producción agrícola desde la década de los
setenta (Heydecker et al., 1975), uno de los principios básicos consiste
en controlar la imbibición. La entrada regulada de agua a las semillas
por medio de soluciones osmóticas permite activar algunos procesos
bioquímicos de la germinación; la clave de este tratamiento está en
detener este proceso antes de que la radícula comience a elongarse,
después de lo cual la semilla guarda los avances metabólicos realizados
durante la hidratación previa. Con el AH suelen presentarse todos o
algunos de los siguientes beneficios: 1) reducción del tiempo de
emergencia de la radícula, 2) sincronización de la germinación, 3) mayor
porcentaje final de germinación, 4) incremento del vigor de semillas
viejas o deterioradas, e 5) incremento del vigor de las plántulas y
resistencia de éstas a la desecación y a altas temperaturas (Bray, 1995).

El estudio del AH de las semillas, de las evidencias bioquímicas de


cambios moleculares en respuesta a la hidratación y deshidratación
controlada de éstas, así como el efecto del enterramiento controlado de
las semillas (acondicionamiento natural) en distintos micrositios se ha

490
llevado a cabo en cuatro especies leñosas de porte arbustivo o arbóreo
(Budleja cordata, Dodonaea viscosa, Sedum oxypetalum y Wigandia
urens) que suelen presentarse en las áreas perturbadas del PECM y
otros sitios perturbados del Valle de México (González- Zertuche et al.,
2001; Martínez-Villegas, 2012; Benítez-Rodríguez et al., 2014). Durante
el enterramiento prolongado de las semillas de W. urens hasta por dos
años y su posterior exhumación, se evidenció movilización de proteínas
hacia formas químicas más fáciles de ser utilizadas por el embrión, las
cuales están asociadas con la elongación y emergencia de la radícula
(Gamboa-de Buen et al., 2006).

Los matorrales perturbados por el asentamiento urbano en el PECM


suelen tener como elementos estructuralmente importantes a los
nopales. Distintos tratamientos pregerminativos como escarificación
química con ácido sulfúrico y el calor seco incrementaron la germinación
de Opuntia tomentosa (Olvera-Carrillo et al., 2003). Con esta especie
también se encontró un efecto benéfico en la germinación del
enterramiento y exhumación a diferentes tiempos en comparación con
semillas almacenadas en condiciones de laboratorio. Las semillas
exhumadas tuvieron un porcentaje de germinación final entre 50 y 75%;
el porcentaje final de germinación de las semillas control fue de 3 a 25%.
Las semillas enterradas perdieron su latencia después de dos meses y
también germinaron en la oscuridad bajo temperaturas fluctuantes.
Durante el enterramiento de las semillas de O. tomentosa se evidenció
que la interacción de las semillas con hongos del suelo (Sánchez-
Coronado et al., 2011) propició la apertura del opérculo, con lo que se

491
redujo la resistencia a la entrada de agua durante la imbibición y a la
protrusión de la radícula.

Otra especie arbustiva de gran importancia estructural en las zonas de


matorral del PECM es Sedum oxypetalum (siempreviva). En esta
especie también se han probado distintos tratamientos pregerminativos
como el enterramiento controlado, así como el frío, el calor seco y
húmedo, tanto en condiciones de temperatura constante como
fluctuante. Se ha encontrado que las semillas de esta especie son
fotoblásticas positivas, no germinan durante el enterramiento, pero sí
incrementan su capacidad germinativa, además, las temperaturas
fluctuantes favorecen su germinación (Martínez-Villegas et al., 2012).

Las implicaciones ecológicas de la diversidad funcional de las semillas


de las especies nativas es aún un campo de investigación que debe ser
fortalecido sobre todo en el contexto de la restauración ecológica de las
comunidades vegetales (Orozco-Segovia y Sánchez- Coronado, 2009).
De acuerdo con lo anterior, se integraron: 1) las experiencias adquiridas
de los tratamientos de enterramiento controlado de las semillas de
especies nativas del PECM, 2) la incorporación de insumos agrícolas
como los acolchados plásticos, y 3) el papel facilitador de fragmentos
de vegetación de las áreas perturbadas del parque, a una plantación
experimental con Salvia mexicana como biosensor. Los fragmentos de
vegetación del parque modifican durante el día y a través del año
parámetros físicos como la temperatura del aire y el suelo, así como la
densidad de flujo fotónico fotosintético; estos cambios pueden alterar la
supervivencia y el crecimiento de plantas de Salvia (Mendoza-
Hernández et al., 2014).

492
Los autores reportaron que la sombra de la vegetación reduce la
temperatura del suelo mejor que el acolchado plástico. El crecimiento y
la supervivencia de Salvia se incrementaron bajo la sombra y en
combinación con el acolchado. Durante la época seca del año en el
PECM, la biomasa de la Salvia se reduce y también se presenta una
relación negativa entre el flujo fotónico y el crecimiento. El estudio
evidenció la heterogeneidad microclimática de los pedregales, que a su
vez está muy relacionada con la calidad de los micrositios de plantación.
También la integración del acondicionamiento de semillas y el hidrogel
incrementaron la germinación, la supervivencia y el crecimiento de
Dodonaea viscosa (Pedrero-López et al., 2016).

Además de las semillas, también se ha explorado la utilidad de la


propagación vegetativa de algunas especies nativas con la finalidad de
obtener material clonal que reduzca el riesgo del establecimiento, propio
de los estadios iniciales de crecimiento. En el caso de las partes
vegetativas, resulta importante tomar en cuenta la época de recolección
del material vegetal, así como las características de los tejidos; por
ejemplo, si se produce o no madera, si ésta es suave o dura, además
del uso correcto de las concentraciones de hormonas vegetales para
garantizar la promoción exitosa de raíces adventicias (Ramos-Palacios
et al., 2012).

Por último, los resultados del proyecto de restauración de pedregales


urbanos como el PECM han sido compartidos con un sector como el de
educación básica, con la intención de promover el gusto y difusión de
las ciencias. Preguntarse y responder ¿qué es la restauración
ecológica?, tiene la intención de motivar el interés entre los estudiantes

493
por el rescate de los ecosistemas del país y dar a conocer los esfuerzos
que desde la investigación y la docencia se pueden lograr (Mendoza-
Hernández y Orozco-Segovia, 2009). De igual forma, el trabajo conjunto
con instituciones de la sociedad civil organizada como Pronatura, A. C.,
Ajusco Medio, ha ayudado a difundir las experiencias novedosas de un
esquema de plantación experimental con comunidades sintéticas que
puede ser de utilidad para otras zonas con proyectos de restauración
del país (Mendoza- Hernández y Caballero, 2013).

Recomendaciones

La restauración ecológica es un gran reto (Hobbs y Norton, 1996) y la


de los pedregales no es la excepción, dada su naturaleza tan compleja.
La marcada estacionalidad de la región central del país impone
condiciones particulares que determinan el tipo de estrategias de
restauración que se deben aplicar. Por ejemplo, las altas temperaturas,
cercanas a los 60°C, que la parte superficial de la roca volcánica puede
alcanzar (Olvera-Carrillo et al., 2009) afecta procesos a diferentes
escalas; por ejemplo, la conductividad estomática (Barradas et al.,
2004). Las altas temperaturas coinciden con el aumento de incendios
en los pedregales: el fuego puede afectar la respuesta germinativa de
las especies, como es el caso de Dahlia coccinea (Vivar-Evans et al.,
2006) y también afecta los procesos de mantenimiento y renovación de
las comunidades vegetales, como el establecimiento temprano
(Martínez-Orea, 2001; Orozco-Segovia y Sánchez-Coronado, 2009).

La manipulación de los procesos ecofisiológicos relacionados con la


tolerancia al estrés hídrico y térmico, tanto de semillas, plántulas y de
las partes vegetativas, es fundamental y de bajo costo.
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La técnica de acondicionamiento hídrico (AH) vía control de la
hidratación y deshidratación, así como el enterramiento controlado de
las semillas para su posterior exhumación (acondicionamiento natural o
natural priming) son estrategias ecofisiológicas también de bajo costo,
pero con gran utilidad durante la propagación de especies nativas y para
el posible enriquecimiento del banco de semillas, lo que contribuiría a la
restauración de la cubierta vegetal.

Del mismo modo, el manejo de atributos espaciales como los parches


de vegetación remanentes de los sitios alterados es una estrategia de
bajo costo que contribuye a seleccionar de forma dirigida aquellos
micrositios que reduzcan el riesgo de mortalidad de las plantas, ya que
brindan microambientes favorables (Mendoza- Hernández et al., 2014).
El papel facilitador y protector de los parches de vegetación también se
puede usar y promover a nivel de interacciones planta-planta (Mendoza-
Hernández et al., 2013). Las interacciones positivas suelen tener un
balance favorable en ambientes estresantes debido a que existe un
acoplamiento fisiológico y morfológico de las partes subterráneas y
aéreas de las plantas, en ambientes con pocos recursos (Pugnaire,
2010).

La identificación, selección, propagación y reintroducción de arbustos y


árboles nativos son herramientas básicas de la restauración ecológica.
Sin embargo, se requiere un ambicioso proyecto de domesticación y
propagación de especie nativas, con base en un inventario de las
especies que reúnan las condiciones fisiológicas adecuadas para cada
clima y condición del país (Vázquez-Yanes y Batis, 1996). Las semillas
y las partes vegetativas de las plantas nativas son la materia prima para

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iniciar la propagación. De manera natural, las comunidades biológicas
se renuevan y mantienen en gran medida a partir de la dinámica del
banco de semillas en el suelo, así como de la llegada o dispersión de
propágulos desde otras fuentes (Harper, 1977). En el contexto de la
propagación, mantener semillas ex situ conlleva conocer las
condiciones de almacenamiento de éstas y la longevidad de su
viabilidad, así como las condiciones ambientales adecuadas para su
conservación. Por tanto, los bancos de germoplasma ex situ son una
condición básica para aumentar el éxito de la restauración ecológica
(Vázquez-Yanes y Batis, 1996). En general, las semillas pueden
almacenarse por tiempos prolongados si se usan ambientes secos y
fríos, además, el almacenamiento funciona mejor en semillas que
pueden perder hasta 90% de su contenido de humedad sin perder su
viabilidad. Este tipo de semillas son conocidas como ortodoxas. En
cambio, aquellas semillas que sufren grandes daños bioquímicos
durante la deshidratación y dejan de ser viables se conocen como
recalcitrantes y su almacenamiento es más complicado (Hung y Ellis,
1996).

La integración de estrategias de: 1) acondicionamiento de semillas,


plántulas y partes vegetativas, 2) uso de insumos agrícolas de bajo
costo como los acolchados plásticos y los hidrogeles, 3) la selección
adecuada de las especies nativas a reintroducir en relación con las
condiciones de micrositios seguros de establecimiento (tabla 1), da
origen a un novedoso esquema de plantaciones experimentales para
los pedregales (Mendoza-Hernández et al., 2013; Mendoza- Hernández
y Caballero, 2013); este esquema es algo así como “un traje a la

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medida” para restaurar las comunidades vegetales y contribuir a
conservarlos en el contexto de la restauración de ecosistemas urbanos
(Ingram, 2008) como el Pedregal de San Ángel (Mendoza-Hernández y
Orozco-Segovia, 2009).

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