Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
RESTAURACIÓN ECOLÓGICA - Castaños
RESTAURACIÓN ECOLÓGICA - Castaños
ECOLÓGICA
Introducción
1
quintas partes de la humanidad y lanzando el diez por ciento de las
emisiones climáticas antropogénicas y que va en camino para reducir
las cosechas en hasta 50 por ciento en algunas regiones para 2050,
provocando migraciones humanas masivas y conflictivas.
2
Por tal motivo se pretende proponer un programa global de restauración
de suelos degradados y analizar el origen de los daños.
3
Elementos orgánicos (flora y fauna = edafo) más raíces, residuos
vegetales, animales, y humus.
Labranza inadecuada.
4
La integralidad del conocimiento agronómico
Algunas ideas
“Cada vez que se plantee como tiene que ser un producto terminado es
importante concebirlo de una forma integral. Ya que deberá actuar como
un todo sistemático y no como la suma aislada de las partes que lo
componen”
5
sido diferente si me hubieran enseñado a razonar, porque después de
aprender a razonar todo se volvió más fácil y maduré como persona y
llegue a entender que las plantas y animales eran seres como yo y que
la agricultura era un sistema, un conjunto integrado no una serie de
conocimientos aislados como se me enseño en Chapingo y comprender
porque los campesinos al conocimiento lo concibes como el todo
integral.
6
Esta forma de análisis ha provocado el deterioro, en algunos casos
irreversibles, de elementos de vital importancia para la productividad
agrícola; ejemplo, el manejo del suelo o si queremos ser más
contundentes con nuestras apreciaciones lo primero que deberíamos
hacer en cambiar el paradigma y generar un nuevo modelo de
agricultura más ecológica, más social, más completo, que analiza el
todo, no solo alguna de sus partes para no arribar a conclusiones
mutiladas no verdaderas.
7
que se enfrentan, en el medio rural: el resultado fue la expresión del
“todo agronómico”.
8
lo que son : el todo integral, cuando se murió mi padre viví la época del
yo incompleto
Con el tiempo, me fueron gustando más las pláticas con los productores
agrícolas de edad. Fueron mi primer contacto con el sector rural y la
integralidad en el manejo de algunos conocimientos y problemas
campesinos
10
desintegrada que recibe el técnico preparado en las universidades del
país.
Debo aclarar que fui lento para madurar y a mis 18 años aun no
razonaba en forma correcta, en mi mente faltaba algo que
desencadenara el raciocino adecuado, adueñarme del conocimiento y
formar parte mental de él.
11
Termine la carrera profesional con un cumulo de dudas en diferentes
temas de mi formación, que tardaron tiempo para irse aclarando,
comprendiendo, analizando y entendiendo y quitándome las dudas de
encima.
12
Recuerdo las inquietudes que sentía cuando en Mexicali, B.C, recorría
los campos de algodonero dando asistencia técnica basada únicamente
en el combate de plagas, en mi posición de “entomólogo”.
14
conocimientos campesinos, la biodiversidad y los saberes de la
naturaleza.
16
suelo también sano y en buenas condiciones y practicar una agricultura
productiva.
17
incompleto como se expuso este documente, se deberían consolidar los
conocimientos agronómicos sobre un tema, en esta caso la restauración
ecológica
18
8. Generan conocimiento aplicable otras áreas del mismo
ecosistema y a otros tipos de ecosistemas
9. Permiten a las comunidades locales (niños y niñas, jóvenes., y
adultos),tengan una participación permanente en los programas
de restauración
10. Permiten a los funcionarios locales tengan una actividad en
todas las fases de los proyectos de restauración
11. Centralizan esfuerzos de instituciones de orden nacional,
regional o local y consolidan grupos de investigación de
instituciones académicas
19
¿Qué es la Restauración Ecológica?
23
Lleva asociados modelos de gestión adaptativa, que permiten
marcar fases en las que medir la evolución del ecosistema y así,
en caso de producirse desviaciones respecto a los objetivos
iniciales previstos, se pueden reorientar las medidas y acciones
de restauración o incluso los objetivos. Esta labor de continuo
seguimiento y evaluación del desarrollo del proyecto permite
manejar la incertidumbre derivada de sistemas ecológicamente
complejos, adaptando el proyecto en todo momento hacia las
metas de restauración.
Debe ser flexible y pragmática de manera que teniendo en cuenta
los marcos ecológico, socioeconómico y cultural se maximice la
biodiversidad, los procesos ecológicos y la provisión de servicios
ecosistémicos.
La naturaleza de esta disciplina como confluencia de ida y vuelta entre
ciencia y tecnología queda patente en su denominación como “Ecología
de la Restauración”, que hace referencia a la ciencia, y su recíproca
“Restauración Ecológica”, que hace alusión a su aplicación como
tecnología.
En concreto, para ser ecológica, la RE tiene que ser holística es decir,
que actualmente no se puede plantear la RE como intervención en el
medio exclusivamente desde una perspectiva científica, desde la
Ecología, sino que debemos integrar las sinergias con la
socioeconomía, en particular con la demanda de servicios
ecosistémicos, con la cultura como contexto histórico, y con la faceta
más subjetiva del futuro usuario o habitante del paisaje restaurado,
considerando su perfil emocional o personal. En la práctica, la RE puede
considerarse de forma específica para una actuación concreta o
24
insertando su enfoque y metodología en todos aquellos sectores cuyo
desarrollo de su actividad tiene efectos sobre el territorio (obra civil,
minería, agricultura, etc.). Esto puede hacerse tanto en instrumentos de
planificación (políticas, planes, programas y proyectos, incluida su
ejecución y seguimiento) como en la gestión de las actividades en
marcha. Constituye un reto por la ruptura que implica respecto a los
enfoques y técnicas convencionales aplicados hasta ahora.
En relación a la terminología científico-técnica, cabe recordar que cada
término es unívoco para evitar interpretaciones erróneas.
Desgraciadamente, en ciertos textos se emplean términos diferentes
como sinónimos: integración ambiental, integración paisajística,
integración ecológica, restauración ambiental, restauración paisajística,
restauración ecológica, etc., lo que puede provocar cierta confusión. Se
debe hacer un esfuerzo para implementar la terminología de forma
correcta y evitar errores de este tipo.
No obstante, hay un factor para el que la sociedad debe estar
preparada, y ese es el tiempo. Esto supone también un cambio de
enfoque importante (ver apartado 1.3 de Oportunidades y Riesgos). La
RE trabaja sobre procesos ecológicos, guiando y acelerando la
dinámica hacia el ecosistema de referencia, y, en muchas ocasiones,
especialmente en ecosistemas mediterráneos, los resultados no son
inmediatos. Del mismo modo que la regeneración natural de un
escenario alterado, en caso de que sea reversible, es lenta, por mucho
que la RE quiera acelerar procesos casi nunca se puede obtener el
ecosistema objetivo para el día de la inauguración de la infraestructura,
el día de cese de actividad en una mina o cantera, etc. La eficiencia de
esta tecnología es evidente, pero existen unos tiempos mínimos que los
25
sistemas complejos necesitan para reajustarse y alcanzar nuevas
situaciones de equilibrio dinámico, lo que debería quedar contemplado
en el proyecto de RE. La plena implantación de la RE supone una
evolución tecnológica en el ámbito ambiental, donde los profesionales
encargados de realizarla deberán tener una formación en Ecología de
la Restauración cualificada que les capacite para desarrollar minuciosos
estudios de cada caso particular, plantear certeros diagnósticos
ecológicos y dirigir la gestión adaptativa del proyecto, reconduciendo los
elementos y procesos naturales que considere oportunos para alcanzar
los objetivos establecidos al inicio.
Opciones de intervención
La intervención necesaria para llevar a cabo una RE se puede clasificar
en activa o pasiva:
La restauración ecológica activa consiste en la intervención
directa del hombre sobre la estructura y características del
ecosistema degradado, con el fin de remplazarlo, rehabilitarlo o
restaurarlo para garantizar la existencia de un ecosistema
estructurado y funcional.
La restauración ecológica pasiva se centra en eliminar o minimizar
las perturbaciones causantes de la degradación, dejando que el
ecosistema degradado pueda recuperar por sí mismo su
estructura y funcionalidad. Cabe destacar que esta posibilidad
siempre debe contemplarse como primera opción, ya que en
numerosas ocasiones sus resultados pueden ser comparables y
con frecuencia superiores a los de la restauración activa.
26
La elección de RE activa o pasiva depende del diagnóstico ecológico
del espacio, considerando las opciones más realistas y viables en el
plazo de tiempo disponible, y desde un punto de vista ambiental,
económico, social y científico-técnico. En la práctica, la restauración
activa solo es recomendable cuando el grado de deterioro del
ecosistema se encuentra por debajo del umbral que permite que su
memoria ecológica se ponga en funcionamiento de forma natural y en
un plazo de tiempo aceptable, siendo viable su auto regeneración.
27
Reemplazo (Reclamation) o cambio de uso útil: La degradación del
ecosistema original es de tal magnitud que es prácticamente imposible
asistir a su recuperación. Este caso es frecuente en los espacios
afectados por minería y otras actividades extractivas (áridos, por
ejemplo), donde se ha originado una nueva geomorfología. El
ecosistema degradado no puede ser reestablecido ni en su estructura
ni en su funcionalidad original, por lo que la intervención se orienta a
obtener un nuevo ecosistema, aprovechando esta nueva situación de
partida.
Rehabilitación: Se refiere a la recuperación de la funcionalidad del
ecosistema sin recuperar completamente su estructura, utilizando
incluso especies inexistentes en el ecosistema previo a la perturbación
(p. ej. la recuperación de un bosque mediante especies pioneras). Por
tanto, se trata generalmente de una restauración parcial.
28
secuencia de acciones dirigidas a mantener o mejorar la biodiversidad
y los servicios ecosistémicos mediante intervención antrópica.
La Jerarquía de Mitigación permite identificar riesgos e impactos físico‐
ecológicos y socioculturales asociados a las actividades antrópicas en
su fase de planificación, contribuyendo a prevenirlos, mitigarlos y
gestionarlos. En concreto, establece una secuencia de pasos para
planificar proyectos y actividades que comienza con el estudio y
conocimiento de los ecosistemas (biodiversidad, procesos biológicos,
factores y procesos abióticos) y los servicios que prestan en el área
donde se pretende desarrollar la actividad. Sobre este conocimiento se
deben identificar los impactos previstos y, en función de los mismos,
evitar los que se pueda (prevención), minimizar los no evitables
(minimización), restaurar el ecosistema alterado resultante y compensar
los impactos residuales (ni evitables, ni corregibles, ni restaurables).
Todo ello con el objetivo de conseguir un Impacto Neto Cero, sin pérdida
neta de biodiversidad, recursos y servicios ecosistémicos, o en el mejor
de los casos, un Impacto Neto Positivo, es decir, recuperar la
biodiversidad, recursos y servicios ecosistémicos del área en la que se
interviene con valores mayores a los de su situación de partida.
29
Oportunidades y riesgos de la RE
La RE presenta un enfoque innovador en España y, cada vez más, las
organizaciones públicas y privadas apuestan paulatinamente por su
aplicación. Supone una evolución en relación a las prácticas utilizadas,
ya que la aplicación de criterios ecológicos está ya prevista en diversos
instrumentos legales (Ley de Patrimonio Natural y de la
Biodiversidad23, Ley de Evaluación Ambiental24, Ley de
Responsabilidad Medioambiental25, Ley de Minas26, etc.). Sin
embargo, integrar de forma plena y explícita la RE en el marco
normativo y en los instrumentos de planificación del desarrollo supone
30
todavía un reto notable. Por otro lado, plantea numerosas oportunidades
ambientales, sociales, económicas y reputacionales para instituciones y
empresas, que permiten augurar un futuro optimista de esta
metodología e intervención. Se ilustran en las siguientes páginas, de
forma sintética, las principales oportunidades para integrar la RE en el
marco normativo, ambiental, ecológico y social.
Oportunidades para la RE de carácter ambiental
Aumento de biodiversidad.
Adaptación al cambio global, favoreciendo la resiliencia de los
ecosistemas.
Favorecer la conectividad de ecosistemas y la generación de
infraestructura verde.
Mejorar la gestión sostenible del territorio.
Uso eficiente de los recursos.
Incremento del capital natural y los servicios ecosistémicos.
31
Reducir los riesgos ambientales y sus efectos económicos
negativos.
32
cierta incertidumbre sobre cómo responderán frente a técnicas
concretas para reconducirlo sucesionalmente hacia el ecosistema
objetivo del proyecto. Afortunadamente, como toda disciplina
técnica, la RE tiene mecanismos para abordar, que no eliminar,
esta incertidumbre: la gestión adaptativa.
35
Habitualmente, la integración ambiental de las infraestructuras lineales
de transporte terrestre a escala de talud tiene dos objetivos principales:
por un lado, reducir la erosión de las nuevas superficies generadas y,
por otro, la integración paisajística de las mismas. Para reducir la
erosión, se crea toda una red de drenaje artificial, con el fin de evitar
que la escorrentía externa alcance estas nuevas superficies. Su
acabado plano carece de una red de drenaje dentro de las mismas,
contrariamente a las pendientes naturales, que suelen ser una
alternancia de formas cóncavas y convexas. Para evitar ambos efectos
negativos, se recurre a técnicas de revegetación, siembras e
hidrosiembras, principalmente, que en el caso de los terraplenes puede
acompañarse de extendidos de tierra vegetal que enmiendan la
inexistencia de suelo fértil. Posteriormente, durante la fase de
explotación de la infraestructura, existen labores de mantenimiento
asociados a estos procesos:
36
Estas labores incluyen la siega y mantenimiento de las plantaciones, la
reposición de los regueros causados por la erosión hídrica y la limpieza
de los sedimentos acumulados en las cunetas, bermas y arcenes, entre
otras operaciones. Ambos problemas se reparten prácticamente por
igual esa partida presupuestaria. Desgraciadamente, no se dispone de
ningún dato relativo a estos problemas en ferrocarriles, pero más allá
de su orden de magnitud, indudablemente también existen. Este
importante coste de mantenimiento debería transformarse en una
oportunidad para implementar innovaciones y liberar, o por lo menos
reducir, este pasivo ambiental para el concesionario y/o propietario de
la infraestructura. Las nuevas soluciones serán más eficientes si se
diseñan e implantan en las fases tempranas del ciclo de vida de estas
infraestructuras.
37
nichos de negocio y nuevas oportunidades económicas que habrá que
explorar.
38
- ¿Cuáles son los factores tensionantes para la restauración que
impiden la regeneración natural de los sitios a restaurar?
- ¿Cómo se pueden superar estos tensionantes?
- ¿Qué variables se pueden monitorear, para saber si la
restauración se está desarrollando?
39
- ¿Cómo garantizar la continuidad de un proceso de restauración?
40
Paso 1. Definir el ecosistema de referencia. El ecosistema de
referencia sirve de modelo para planear un proyecto de restauración y
más adelante, para su evaluación. No siempre es fácil identificar este
referente, pero la reconstrucción con base en la información de
diferentes fuentes, puede dar mayor certeza de las condiciones previas
anteriores a los disturbios. A continuación, se presentan seis
recomendaciones para establecer el ecosistema de referencia (SER,
2004; Vargas, 2007) con ejemplos para Colombia:
41
c. Remanentes del sitio que se ha de restaurar que indiquen las
condiciones físicas anteriores y la biota. En los paisajes aún
quedan relictos o parches de la vegetación original, que pueden
indicar trayectorias sucesionales posibles del ecosistema original
y que tienen una muestra importante de las especies sucesionales
tempranas y tardías del ecosistema original.
45
- Escala regional o nivel ecosistémico. En la actualidad la escala
que se recomienda para establecer los objetivos para la
restauración es la regional a nivel de ecosistema. En este caso el
objetivo de la restauración es la recuperación de algunas
funciones del ecosistema. Esta visión implica que lo que se debe
retornar a su estado predisturbio son las condiciones ecológicas
que garantizan la recuperación de la composición, estructura y
función del ecosistema, integrando procesos a gran y pequeña
escala (Herrick et al., 2006). La perspectiva ecosistémica posee
la ventaja que permite visualizar todos los procesos
fundamentales de funcionamiento de un ecosistema,
especialmente en los ligados a las sucesiones naturales (Cairns,
1987) y la restauración de la biodiversidad regional.
Los objetivos se deben establecer con mucha claridad para lograr que
el proyecto tenga éxito en términos de efectividad y costos. Se debe
estar seguro del tipo de influencias externas que pueden afectar el
desarrollo del proyecto. Un aspecto importante para la definición de los
objetivos se relaciona con el presupuesto destinado para el desarrollo
del proyecto de restauración, porque de estos recursos depende la
extensión del área a intervenir, el personal contratado para las diversas
funciones, la cantidad de estrategias que puedan ser implementadas y
el tiempo que dure la implementación, evaluación y monitoreo.
Los presupuestos pueden variar dependiendo del objetivo de la
restauración si solo se trata de una recuperación o rehabilitación, lo que
implica menos inversión, para rescatar el ecosistema con toda su
estructura y funcionalidad. En algunos proyectos es necesario hacer
investigación básica, la cual hay que tener en cuenta en los costos. En
otros proyectos es necesario contratar muchos jornales para la siembra
47
de especies, remoción de plantas invasoras y adecuación de las áreas,
construcción y mantenimiento de viveros para la propagación y
crecimiento de plantas nativas. En general hay que tener en cuenta lo
costos de personal, pago de jornales, compra de materiales,
construcciones si son necesarias y pago de transportes. Es muy
importante poder evaluar la relación costo-efectividad de diferentes
técnicas de restauración.
48
las dimensiones físicas de la zona afectada, expresadas en unidades
de área o de volumen. La magnitud por su parte,
51
estrategia en programas de reforestación (Mendoza y Etter,
2002).
- Cultivos ilícitos: coca (Erytroxylon coca) y marihuana (Cannabis
indica) prosperan en zonas bajas con terrenos ondulados o
quebrados, en altitudes comprendidas entre 500 y 1.500 m,
mientras que la amapola (Papaver somniferum) suele
desarrollarse en altitudes superiores a 2.000 m. El establecimiento
de estos cultivos da lugar a la deforestación de grandes áreas, en
donde se pierden enormes cantidades de biomasa de suelos que
no tienen vocación agrícola y que son de mayor valor si están
cubiertos por vegetación natural aumentando el riesgo de
extinción de numerosas especies de fauna y flora (Díaz-P, 1998).
52
- Minería: cuando la minería es efectuada, los ecosistemas retornan
a una condición primaria muchas veces irreversible y se cambia
en amplia escala la topografía e hidrología. La minería trae
consigo cambios drásticos en la estructura del suelo por cuanto la
maquinaria pesada empleada ejerce grandes presiones sobre
este y es inevitable la compactación. Adicionalmente factores
climáticos como viento y precipitación contribuyen
aceleradamente al proceso de erosión. Los efectos producidos
por la minería en los ecosistemas incluyen destrucción del paisaje,
degradación del entorno visual, disturbios en cursos de agua,
destrucción de tierras destinadas a la agricultura y reserva
forestal, daño de tierras con propósitos de recreación, ruido,
polvo, tráfico de camiones y maquinaria pesada, sedimentación y
erosión, hundimientos de tierra y vibración por explosiones.
56
Herramientas metodológicas
Tensionantes ecológicos
60
Factores abióticos
- Ausencia de micrositios para el establecimiento de las plántulas.
- Restricciones climáticas (sequía, heladas, inundaciones)
- Suelo inadecuado (erosión, compactación, contaminación, ausencia o
exceso de nutrientes, pérdida de materia orgánica).
Factores bióticos
- Ausencia de micorrizas
- Hojarasca gruesa que impide el establecimiento.
- Herbivoría
- Competencia
- Presencia de especies invasoras
Factores abióticos
- Restricciones climáticas (sequía, heladas, inundaciones)
- Fuegos naturales
Factores bióticos
- Competencia
- Herbivoría
- Plagas
61
- Presencia de especies invasoras
Factores sociales
- Pastoreo y agricultura
- Fuegos antrópicos
- Introducción de especies invasoras
- Corte
62
Paso 9. Propagar y manejar las especies. Una vez seleccionadas las
especies se presenta el problema de la consecución de material, dado
que muchas especies no se consiguen en viveros locales, o las
cantidades no son suficientes para las necesidades del proyecto. La
propagación es la capacidad de las plantas para reproducirse, ya sea
de forma sexual o vegetativa (asexual); la primera de estas se da por
medio de semillas y la segunda mediante células, tejidos y órganos.
Existen tres tipos de propagación vegetativa:
1. propagación por rizomas, estacas, esquejes, bulbos, tubérculos,
estolones y segmentos de órganos como tallos y hojas;
63
2. propagación por injertos donde segmentos de una planta se
adhieren a otra receptiva más resistente, de mejores
características, y
3. propagación in vitro, en la cual células, partes de tejido u órganos
son cultivados en condiciones controladas de laboratorio
(Cardona, 2007). Un problema muy común para la restauración
ecológica es la escasez de propágulos de especies pioneras que
inicien la sucesión y de especies de estados sucesionales más
avanzados que permitan no solo la recuperación de la estructura
del ecosistema, sino también de la composición del mismo. La
construcción de viveros o invernaderos es muy importante para la
propagación y crecimiento permanente del material requerido. En
ciertos casos, los costos de construcción de un vivero son altos.
En estos casos es posible conseguir plántulas o rebrotes o
sembrar directamente las semillas en el área a restaurar.
65
Por ejemplo, el uso estacional de recursos.
6. Establecer si en el sitio o en sus alrededores se presentan
poblaciones muy abundantes de pequeños herbívoros como
conejos, curíes, que se puedan convertir estacionalmente o
permanentemente en una barrera por su impacto de herbivoría
sobre especies nativas.
7. Se debe evaluar si hay especies invasoras en el sitio o en los
alrededores y evitar que se introduzcan estas especies tanto de
plantas como de animales. Planear actividades continuas con la
comunidad, para el manejo de especies invasoras.
8. No es recomendable remover especies introducidas naturalizadas
(no invasoras) que cumplen una importante función ecológica.
9. Evaluar los gradientes topográficos naturales y patrones de
drenaje.
10. Restablecer el régimen del flujo hidrológico natural. 11.
Evaluar el estado del suelo.
72
- Creación de un relieve microtopográfico para generar y aumentar
los micrositios: por medio de pequeños aclareos en zonas donde
el suelo está muy compactado, puede modificarse la estructura
por medios mecánicos, creando espacios que puedan ser
colonizados por las especies de la zona, permitiendo el flujo de
gases y agua que serán aprovechados por propágulos que allí se
encuentren. También se facilita la consecución de nutrientes
porque la remoción aumenta la heterogeneidad del suelo (Vargas
et al., 2007; Velasco y Vargas, 2007).
73
- Ampliación de bordes utilizando bancos de plántulas y retoños:
hacer rescate de plántulas y retoños de los parches de bosque
existente y utilizarlos para el avance de los bordes del bosque
(Acosta y Vargas-Ríos, 2007).
79
2. Establecer las escalas espaciales y temporales (monitoreo a corto
y largo plazo), en las cuales se desarrollarán la restauración
ecológica y el programa de monitoreo.
3. Seleccionar los parámetros que se han de monitorear e
indicadores ecológicos adecuados para evaluar su desempeño.
4. Escoger la metodología adecuada para el monitoreo de los
diferentes indicadores ecológicos.
81
- La eficiencia de los datos tomados debe ser maximizada y los
costos minimizados para garantizar un menor esfuerzo de
muestreo
- El monitoreo debe realizarse a diferentes escalas que
correspondan con los objetivos propuestos.
- Se deben seleccionar atributos fáciles de monitorear, los cuales
permitan tener datos en mediciones repetidas en el tiempo.
- Los protocolos de seguimiento y toma de datos deben ser
claramente delineados para que puedan tener continuidad.
83
Limitaciones sociales de la restauración ecológica
Patricia Moreno-Casasola
88
Paisaje
89
Se llama paisaje natural a aquella parte del territorio del planeta tierra
que se encuentra casi virgen del hombre, es decir, prácticamente no ha
sido modificado por la acción de este.
En el paisaje natural no hay ninguna alteración provocada por el
hombre y por caso es que se le atribuye la denominación de natural. Su
forma y características son el producto de la interacción de sus
componentes climáticos, geológicos y ecológicos, nada más y nada
menos.
Características principales de un Paisaje
Los bosques tropicales, las zonas elevadas en las montañas, los polos,
algunas zonas en la costa, y ciertos espacios desérticos pueden ser
considerados como paisajes naturales porque comparten elementos en
común que suman a su naturalidad y a la escasa intervención humana
dado que se encuentran normalmente en lugares de difícil acceso, o
donde la vida humana sería inviable por las condiciones extremas del
clima, y entonces son muchas las desventajas de instalarse en los
mismos.
Así es que la población que reside en ellos es siempre muy baja, o bien
nula, porque no hay condiciones básicas para que el hombre se
desarrolle allí.
90
Zonas protegidas por el interés que representan
“Es el tejido que conecta la tierra con el fondo, dentro del cual
encajan todos los elementos del paisaje, incluyendo parcelas,
orillas, y corredores.”
92
edificios, haciendas y otras construcciones, la integridad del ecosistema
puede ser severamente afectada. Un paisaje fragmentado es como un
cuerpo sin esqueleto. El diseño óptimo de un sitio trata de mantener la
integridad de la matriz del paisaje para poder sostener la salud del
ecosistema entero. Para tener éxito, es necesario identificar los límites
naturales determinados por las comunidades de plantas para averiguar
hasta donde se pueden llevar los esfuerzos para el manejo de la tierra.
Por ejemplo, puede haber una abundancia de cierto tipo de vegetación
en una localidad, dando la apariencia a los residentes que esta planta
es común, cuando en realidad es la única de esa especie por cientos de
kilómetros a la redonda. Si esta vegetación es considerada en una
escala pequeña, sólo dentro de los límites de la comunidad, parecerá
ser abundante y hasta desechable, provocando que las urbanizaciones
la reemplacen. Si se mira desde una perspectiva más amplia del
paisaje, esa misma área de vegetación será vista como una parcela
poco común y extremadamente frágil en un área mayor (la matriz) que
está prácticamente privada de ella. Entonces, un conocimiento de la
matriz, o su estructura conectiva, para cualquier área, depende en gran
medida de la escala de referencia, siendo esencial para la protección
correcta del paisaje.
Quiere decir que las decisiones del manejo de la tierra deben hacerse
basándose en la escala mayor del ecosistema, siempre y cuando sea
posible. Las decisiones del paisaje basadas en la escala del ecosistema
incorporan a todos los componentes que interactúan en un sistema
ecológico, sin importar los límites creados por el hombre, tales como las
líneas de propiedad y las jurisdicciones. Por ejemplo, el manejo de las
cuencas hidrográficas, que a menudo incluyen tierras dentro de varias
93
jurisdicciones diferentes, se debe enfocar como una perspectiva
regional para poder tener éxito en su uso y conservación. De la misma
manera, el manejo de los ríos requiere considerar un corredor ribereño
entero desde su nacimiento hasta el cuerpo receptor del agua. La
planificación exitosa a la escala del ecosistema requiere la cooperación
de gobiernos, organizaciones e individuos que tienen la responsabilidad
de la mayordomía de la tierra dentro de ese ecosistema. Las parcelas o
parches son áreas de tierra relativamente homogéneas internamente
con respecto a la estructura y a la edad vegetativa. Las parcelas son
diferentes a la matriz que las rodea. Algunos ejemplos de parcelas son
los claros de los paisajes forestados, las tierras pantanosas, las áreas
de pastizales y los lugares rocosos. En un paisaje más complejo, donde
aparentemente no existe una matriz que conecte, los lugares más
forestados se pueden considerar como parcelas individuales,
separadas generalmente por las barreras constituidas por áreas
urbanizadas. Las parcelas son lo suficientemente grandes para ser
sistemas que se auto sostienen y que contienen amplias fuentes para
atraer y sostener la vida silvestre. El tamaño será diferente basándose
en las especies y pueden extenderse desde unos cientos de metros
cuadrados donde se mantienen ciertas especies de tortugas hasta
cientos de kilómetros cuadrados como hábitat de aves de rapiña. Sin
embargo, a medida que se achican las parcelas por las construcciones
y las oportunidades de entrada y salida a la vida silvestre son
eliminadas, dichas parcelas se pueden volver no viables, perdiendo
gradualmente su habilidad para sostener la vida. Para el diseño de sitios
se debe tener cuidado de no aislar las parcelas de los recursos
adyacentes, creando un “efecto de isla”; más bien, las parcelas
94
necesitan mantenerse lo suficientemente grandes para que mantengan
sus funciones ecológicas naturales. Los corredores son elementos del
paisaje que conectan parcelas similares a través de matrices disimilares
o agregados de parcelas. Los corredores son generalmente
longitudinales, adoptando la forma de franjas angostas, alargadas de
forma irregular, cuya vegetación cumple un papel de protección o de
comunicación, uniendo o separando elementos en una matriz
geográfica. Las áreas o parcelas conectadas por ellos son
frecuentemente llamadas nodos. Existen corredores de origen natural
(relacionados con redes de drenaje, vías de migración de los animales,
o condiciones particulares del sustrato por diferencias litológicas e
hidrológicas) y corredores culturales o de origen antrópico que están
determinados por factores como infraestructura, actividades de
transporte, límites de propiedad o áreas de manejo Un buen ejemplo de
un corredor es una zona de un bosque aluvional maduro que conecta
las parcelas de un bosque establecido dentro de un sitio. Los
corredores, en las urbanizaciones y los paisajes, generalmente facilitan
el flujo de diferentes materiales y organismos de un lugar a otro. La
efectividad de la función conectora de un corredor frecuentemente
depende de cuan ancho sea, cuanta orilla existe y de si hay o no
disturbios o quiebres a lo largo del mismo. Ejemplos de corredores
hechos por el hombre son los derechos de vía de líneas férreas, líneas
de carga, carreteras y otros derechos de vía. Los corredores vegetados
incluyen las riberas de los ríos, setos vivos y líneas de árboles. El diseño
de un buen paisaje debe tratar de mejorar la conectividad a través del
establecimiento de corredores de vegetación. La funcionalidad de los
corredores depende de factores como la homogeneidad y regularidad
95
del corredor, numero de nodos o bifurcaciones y ruptura del corredor,
tipo y características de la red que forma parte. Las orillas o bordes son
fronteras comunes entre los elementos de diferente composición y la
estructura de un paisaje. Las orillas de los paisajes pueden actuar como
límites entre parcelas distintas o como hábitats importantes en si
mismos Una orilla puede actuar como un límite para resistir invasores
(químicos o biológicos). Las construcciones extensas que fragmentan
la matriz crean una gran cantidad de hábitats de orilla, que pueden tener
este efecto sobre ciertas especies, aislándolas de su hábitat mayor y de
su población. Por otro lado, estos mismos límites pueden también ser
lugares muy ricos para localizar organismos, y a menudo existe una
mayor abundancia y diversidad de especies y fuentes dentro de los
hábitats de orilla, un fenómeno conocido como el “efecto de orilla.” Los
ecólogos reconocen que la orilla representa un tercer sistema (ecotono),
más complejo, que combina elementos de dos o más sistemas
adyacentes. En esta frontera común, pueden coexistir especies de
ambos sistemas.
Además, algunas especies se han adaptado específicamente a las
características únicas encontradas sólo dentro de la orilla. Las funciones
de los elementos del paisaje se muestran en la Tabla anterior) Con tal
de que la orilla provea oportunidades para la difusión y traslación a
través de ella, habrá un incremento en la riqueza e interacción de las
especies. A veces, el movimiento de las especies y la energía dentro de
la orilla es longitudinal, tal es a lo largo de setos vivos en las orillas de
los campos, dunas costeras o tierras pantanosas. Debido a que todos
los límites tienen profundidades de alguna manera definidas, una “zona
protegida” a menudo está definida en la orilla de las tierras pantanosas,
96
los campos y otros tipos importantes de hábitat para proveer mayor
claridad y protección a la orilla. Las zonas protegidas pueden también
ser usadas a lo largo de las orillas hechas por el hombre. La orilla puede
ser mejor conservada cuando se crean zonas protegidas y se restringen
los usos de la tierra dentro de ella. Debido a su abundante productividad
biológica, las orillas benefician tanto a los humanos como a la vida
silvestre. El crear y proteger hábitat de orillas puede ser una estrategia
beneficiosa de manejo de tierra y las orillas deben ser creadas cuando
sea posible en el paisaje, con tal de que su predominio no destruya la
integridad y diversidad de las parcelas y matrices adyacentes. Al crear
áreas abiertas para cercas y veredas y al manejar vegetación en
diferentes etapas de crecimiento, el hábitat de la orilla puede aún ser
mantenido. Sin embargo, bajo cualquier circunstancia, deben existir
cantidades amplias de áreas contiguas forestadas de manera
permanente. El tamaño de estas áreas forestadas afecta directamente
el éxito de las especies que viven allí y se debe tener cuidado de
proteger la vida silvestre en su región identificando y preservando los
requisitos de su hábitat. Fragmentación del hábitat y su efecto borde.
Gerardo Cantín, Zacarías Ordenes, Cristian Quijada, Alejandro
Rodríguez, Francisco Martín. Organización Inacap Temuco. Área de
transformación y explotación de recursos naturales. Ingeniería de
ejecución forestal. Chile.
Introducción
La importancia de la fragmentación y del efecto borde en el hábitat,
como una forma de conocer los diferentes tipos de problemas del
ecosistema intervenido por factores humanos y naturales, lleva a
97
estudios que demuestran que los factores ya mencionados son
importantes de discutir para llegar a soluciones que puedan conllevar
una buena relación entre el desarrollo humano y el ecosistema. Los
diferentes niveles de fragmentación demuestran que a nivel nacional y
mundial no se ha considerado una mediación entre intervención y el
efecto de éstas. Por ello la conservación de los recursos naturales
conduce a desarrollar técnicas o formulas a fin de resolver la situación
actual.
La creciente intervención humana sobre los paisajes naturales ha ido
fragmentando el hábitat de diferentes especies, lo que puede derivar en
pérdida de biodiversidad. Actualmente la fragmentación de los bosques
nativos representa, tal vez, uno de lo ejemplos más preocupantes.
Frente a proyecto de inversión que implique la fragmentación de
bosques, se han sugerido diversos diseños ecológicos, tales como
zonas de amortiguamiento o corredores biológicos, con el fin de
minimizar o bien revertir este impacto negativo.
99
introducida ha desplazado a más de 30.000 acres de bosques
nativos.
2. Explotación excesiva de especies de arbóreas y animales
100
parte a la grave contaminación del aire. Los microbios del suelo también
han sido afectados por la contaminación debida a los depósitos
industriales de metales pesados y a la agricultura de riego, que
provocan salinización. La lluvia ácida ha vuelto prácticamente
inadecuados para la vida a miles de lagos y estanques de Escandinavia
y América del Norte, y, en conjunción con otros tipos de contaminación
del aire, ha dañado bosques en toda Europa. La contaminación
marítima, especialmente de fuentes no puntuales, ha afectado al
Mediterráneo y a muchos estuarios y aguas marítimas costeras en todo
el mundo. 4. Modificación del clima mundial En las próximas décadas
un sub efecto de la contaminación del aire - el recalentamiento mundial
de la atmósfera - podría causar estragos en los organismos vivientes
del mundo. El incremento causado por el hombre de los gases que
causan el efecto invernadero en la atmósfera determinará
probablemente un incremento de la temperatura del planeta entre 1 y 3°
Celsius en la próxima década, con lo cual el nivel del mar aumentaría
de uno a dos metros. Cada incremento de 1°C de la temperatura
desplazará los límites de tolerancia de las especies terrestres unos 125
km. hacia los polos, o verticalmente determinará un ascenso de 150 m
en las montañas. Muchas especies no estarán en condiciones de
redistribuirse con suficiente rapidez como para adaptarse a los cambios
previstos, y es probable que se produzcan considerables alteraciones
de la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas. En Estados
Unidos, el continuo aumento del nivel del mar, en las próximas décadas,
puede afectar a la totalidad del hábitat de por lo menos 50 especies que
ya corren peligro de extinción. Muchas de las islas del mundo quedarían
completamente sumergidas si se cumplen las proyecciones más
101
extremas sobre aumento del nivel del mar, produciéndose de ese modo
la destrucción total de su fauna y su flora. 5. Agroindustrias y forestación
Hasta nuestros días, los agricultores y ganaderos criaban y mantenían
una enorme diversidad de variedades de cultivos y animales de cría en
todo el mundo. Pero la diversidad se está reduciendo rápidamente en
los establecimientos productivos debido a los modernos planes de
hibridación de plantas y al consiguiente aumento de la productividad que
surge de plantar un número relativamente menor de cultivos que
reaccionan mejor ante el riego, los fertilizantes y los plaguicidas.
Tendencias similares están transformando los ecosistemas forestales
diversos, en plantaciones de monocultivos de árboles de alto
rendimiento, como lo que ha ocurrido en nuestro país con la sustitución
del bosque nativo por especies introducidas como el pino y el
eucalyptus.
102
facilitaría la extinción o la exterminación total de una o más especies y
la preservación diferenciada de otras, tal como lo predijo el fitogeógrafo
Suizo Alphonse de Candolle en 1855 (Harris, 1984). Los efectos
biológicos de la fragmentación de bosques se enfatizan en efectos
sobre las condiciones microclimáticas de los fragmentos, efectos sobre
la abundancia de algunas especies y efectos sobre las interacciones
biológicas, los que afectarán en última instancia la biodiversidad
existente en los bosques (Bustamante y Grez, 1995) (figura 1). Harris
(1984) cita que el efecto de la fragmentación puede ser visto en varios
niveles de organización biológica, desde cambios en la frecuencia
genética dentro de poblaciones hasta cambios sobre el continente
(población arbórea remanente, no fragmentada), en la distribución de
especies y ecosistemas. A nivel de especies, estas tienen
necesariamente tres opciones para persistir bajo un paisaje altamente
fragmentado * Una especie puede prosperar en una matriz de uso
humano * Una especie puede sobrevivir dentro de un paisaje
fragmentado manteniendo viable la población dentro del hábitat
fragmentado; esta opción es solo para especies con un rango bajo de
hogar o con modestos requerimientos de área, muchas de estas
especies pueden enfrentarse toda su vida a estos requerimientos dentro
de los bordes de un hábitat fragmentado, esperando una mejor
condición ambiental * Algunas especies pueden sobrevivir en paisajes
altamente fragmentados, por tener estas una alta movilidad, pueden
integrar un número de hábitat parche, tanto dentro de los rangos
individuales de su nicho como dentro de poblaciones interrelacionadas,
jugando un importantísimo papel la zona limítrofe de los paisajes
fragmentados conocida como bordes (en ingles Boundary o Edge).
103
Cabe destacar que una especie que no pueda adoptar alguna o más de
estas tres opciones está destinada a su eventual extinción dentro del
fragmento. Por otro lado, el número de especies, plántulas, cobertura
de arbustos e invasión de especies más típicas de hábitat abiertos es
mayor en los bordes que en la zona interior de las comunidades. Wiens
et al., (1985) esquematiza una analogía del borde de una isla o
fragmento, o entre elementos del paisaje a membranas en organismos
o sistemas físicos. Tal como ellas, los bordes varían en su
permeabilidad o resistencia a flujos. Esta es una consecuencia de las
características propias del borde (ejemplo: el grado en que están
separados los diferentes parches) y los diferentes materiales,
organismos o factores abióticos al borde. Los bordes pueden ser
impermeables a algunas transferencias y permeables a algunos
materiales u otros flujos, pudiéndose evaluar una dinámica particular
entre los componentes del paisaje, bajo la perspectiva de la ecología
del paisaje (Williams – Linera, 1991).
104
Este efecto borde puede en algunos casos penetrar varias decenas de
metros hacia el interior del fragmento y su importancia relativa
dependerá del tamaño del fragmento. Por ejemplo, en un fragmento
pequeño el efecto borde es comparativamente más importante que en
un fragmento más grande, pudiendo en este caso llegar a abarcar la
totalidad del fragmento. * Efectos biológicos directos, los cuales
involucran cambios en la abundancia y distribución de especies,
causadas directamente por el cambio en las condiciones físicas
cercanas al borde y determinado por la tolerancia fisiológica de las
especies que se encuentren en dicho sector. * Efectos biológicos
indirectos, los cuales involucran cambios en la interacción de las
especies, tal como el aumento en la predación, parasitismo,
competencia, herbivoría, polinización y dispersión de semilla. Efecto
Borde Williams (1991) indica que la extensión de los bordes ha
aumentado sustancialmente, pudiéndose definir al borde como las
zonas de contacto entre dos comunidades estructuralmente diferentes,
las que pueden ser un bosque y un campo de trigo, un bosque y una
plantación, etc. El límite del bosque (o borde), se ha reconocido
empíricamente como el lugar donde comienzan los árboles, sin
embargo, para los ecólogos la percepción del borde ha dependido del
concepto mismo de comunidad vegetal. El aumento mundial de la
extensión de los bordes es motivo de preocupación por parte de los
investigadores y ecólogos del mundo entero, sin embargo, los
resultados de muchos estudios relacionados con los efectos que
pueden tener los bordes sobre la ecología han sido todavía incapaces
de dibujar patrones claramente generales y aplicables en todo el mundo
(Murcia, C. 1994). El borde se lo ha concebido como un hábitat distinto,
105
como una "membrana semipermeable" o "piel" entre dos áreas que
concentran recursos diferentes, como una zona de amortiguamiento
contra la propagación de una perturbación (Williams, 1991). Los bordes
son ambientes distintos en el sentido que la estructura de vegetación y
su biota difieren en ambas comunidades contiguas. Por otro lado, el
conjunto de los efectos de la matriz sobre el fragmento se conoce como
"efecto borde", el cual se puede manifestar en cambios al interior del
fragmento, principalmente en su perímetro. Se han definido bordes de
tipo naturales, originados por perturbaciones físicas como fuegos,
tormentas, derrumbes, viento o perturbaciones bióticas como
depredación o forrajeo; y los generados por actividades humanas que
conforman la mayoría de los bordes existentes en el mundo. La
fragmentación reduce el área cubierta por el bosque, exponiendo a los
organismos que permanecen en el fragmento a condiciones diferentes
a su ecosistema y consecuentemente a lo que ha sido definido como
"efecto borde" (Murcia, 1995). Claramente los bordes separan
elementos del paisaje teniendo importante influencia sobre las
propiedades del sistema, tanto dentro de parches homogéneos como
entre los componentes del paisaje (Wiens et al.,1985). El contraste
estructural entre una isla y la matriz que los rodea es un indicador no
solo de la insolación que entre ellos se da, sino también del efecto
borde. Harris (1984) señala que el límite de un fragmento no es una
línea, sino que es una zona de influencia que varía dependiendo de los
parámetros con los cuales ésta es medida. La radiación solar y el viento
golpean al fragmento en su borde provocando una alteración de tipo
microclimática. Efectos abióticos del borde Los bordes se han dado en
la naturaleza desde siempre, ya que dentro del patrón de la dinámica
106
natural de las comunidades se produce una yuxtaposición de tipos de
bosques al irse generando manchones del mismo, dentro de la misma
comunidad, en un proceso conocido como Dinámica de parches (Drury
& Nisvet, 19). Dentro de este contexto se tiene entonces que se dan
naturalmente bordes entre comunidades de similares características
ecológicas pero en distinto estado de desarrollo, siendo un ejemplo de
ello los bordes de huecos producidos por la caída de una cantidad
significativa de árboles o bordes entre un bosque adulto y un renoval de
roble. En los bosques intervenidos, los fragmentos usualmente están
rodeados por una matriz de biomasa estructuralmente distinta como
praderas, cultivos o renovales secundarios jóvenes. Harris (1984) y
Murcia (1995) citan que estas diferencias en complejidad estructural y
biomasa resultan en diferencias microclimáticas. Campos, praderas,
cultivos reciben más radiación solar la que alcanza al suelo durante el
día y dan una mayor reradiación a la atmósfera por la noche, causando
cambios sustanciales tanto en los procesos ecológicos como sobre las
comunidades biológicas. (Murcia, Harris, Wiens)
107
arroyos. En los ecosistemas marítimos, el desarrollo costero ha
eliminado comunidades de los arrecifes y comunidades próximas a las
costas. En los bosques tropicales, una de las principales causas de
deterioro de los mismos es la expansión de la agricultura marginal,
aunque en determinadas regiones la producción comercial de madera
puede causar un problema todavía mayor. Desde hace unos 20 años
algunos biólogos conservacionistas han visto en la teoría biogeográfica
de las islas, el medio para comprender y predecir el fenómeno de la
extinción, ya que los refugios de hábitats naturales rodeados por un mar
de ambientes humanos alterados se comportan como islas para las
especies. Si tenemos en cuenta las densidades conocidas de ciertas
especies de mamíferos y aves, tenemos por ejemplo que, en el caso del
puerco del monte (Tayassu pecari), cuya densidad es de 2 individuos
por km. cuadrado, para mantener una población viable a corto plazo se
necesitarían 25 km. cuadrados o 2,500 ha; en el caso del Águila Arpía
cuya densidad es de 0.008 individuos por Km. cuadrado, se necesitarían
625,000 ha.
La insaciable ocupación del territorio por parte del ser humano está
provocando un ritmo jamás conocido de transformación de los sistemas
naturales (Lindenmayer y Fischer 2006). Por ejemplo, sólo entre los
108
años 2000 y 2005 se estima que se perdió una media anual de cobertura
forestal de 130.000 km2 , la mayoría con fines ganadero y agrícola y la
expansión de zonas urbanas (FAO 2006). No es de extrañar, por tanto,
que la pérdida y fragmentación de hábitats estén entre las principales
causas de pérdida de biodiversidad a escala planetaria (Baille et al.,
2004).
109
los hábitats terrestres asume por tanto que: (1) las especies responden
únicamente a las características de los fragmentos remanentes de
hábitat, (2) existe una clara distinción (estructural) entre los fragmentos
de hábitat y la matriz, (3) la matriz es estructuralmente homogénea, y
(4) no existe flujo de materia ni energía entre los fragmentos y la matriz,
y por tanto, ésta última no ejerce ninguna influencia sobre la dinámica
interna de los fragmentos. Sin embargo, durante los últimos años
numerosos estudios vienen mostrando las limitaciones de la aplicación
del modelo de islas sobre paisajes terrestres fragmentados. De hecho,
en una excelente revisión llevada a cabo recientemente por Prugh y
colaboradores (2008), se muestra que los patrones de ocupación de 785
especies procedentes de los 6 continentes y pertenecientes a distintos
taxones (pájaros, mamíferos, invertebrados, reptiles y anfibios) se
encuentran escasamente relacionados con el tamaño y grado de
aislamiento de los fragmentos de hábitat, a pesar de de la existencia de
trabajos puntuales donde esto si ocurre. Así, cada vez con más
frecuencia se cuestiona la idoneidad de los principios de la TBI (y en
general, la idea de la neutralidad ecológica de la matriz) para predecir
la estructura comunitaria en los fragmentos de hábitat resultantes del
proceso de fragmentación (Valdés 2011, en este monográfico). Sin
embargo, las limitaciones de la aplicación de los principios de la TBI
sobre los paisajes terrestres no deberían sorprendernos dado que
incluso en islas oceánicas la asunción de total aislamiento con el
ambiente circundante es poco realista. Por ejemplo, Sánchez-Piñero y
Polis (2000) analizaron cómo la presencia de aves marinas afectaba a
la abundancia y diversidad de un grupo dominante de coleópteros
(Tenebrionidae) pertenecientes a diversos grupos tróficos en 25 islas
110
del Golfo de California. Encontraron que las aves marinas (a través de
la entrada de nutrientes a las islas principalmente en forma de
excrementos y cadáveres), influenciaban enormemente la estructura
comunitaria de estos coleópteros, y por tanto suponían un componente
central en la dinámica de las islas. En cualquier caso, estas limitaciones
se antojan especialmente evidentes en sistemas terrestres donde la
matriz puede describirse como un mosaico de hábitats con distinto
grado de alteración y destrucción con respecto al hábitat original
(McIntyre y Hobbs 1999). De esta manera, dependiendo de su
estructura y composición, la matriz podría actuar amortiguando la
susceptibilidad de algunas especies hacia características intrínsecas de
los fragmentos como el tamaño y grado de aislamiento (Prugh et al.
2008). En este sentido, aquellas especies que son capaces de explotar
los recursos de la matriz, o al menos tolerar sus efectos, mantienen
poblaciones viables e incluso aumentan en ambientes degradados, con
el subsecuente efecto sobre la estructura comunitaria en el interior de
los fragmentos de hábitat remanente (Pearson 1993, Jokimäki y Huhta
1996). No obstante, la literatura científica sigue ignorando −en no pocos
casos− la influencia de la matriz en la dinámica interna de los
fragmentos (Watling y Donelli 2006), dificultando de este modo nuestra
capacidad para explicar los mecanismos por los que la fragmentación
afecta a la biodiversidad y por tanto el desarrollo de estrategias de
conservación acertadas para mitigar sus efectos. En este trabajo
expondré algunas de las principales teorías ecológicas derivadas de la
TBI –y en consecuencia sin una consideración explícita de las
propiedades de la matriz–, orientadas a describir los patrones de
ocupación de especies en paisajes fragmentados. Posteriormente, haré
111
una revisión de algunos trabajos recientes que aportan evidencia
empírica de la influencia de la matriz sobre la estructura comunitaria
dentro y fuera de los fragmentos remanentes, sin olvidar el consecuente
efecto sobre determinados procesos ecológicos como las redes de
interacciones entre especies. Por último, en base a las conclusiones de
la literatura científica revisada, propondré algunas directrices que
complementan y actualizan las estrategias de conservación orientadas
al mantenimiento de la biodiversidad en paisajes fragmentados,
incorporando explícitamente las características estructurales de la
matriz.
112
monográfico). Este patrón anidado se produce debido a que a medida
que el hábitat se fragmenta, las especies se extinguen siguiendo un
orden que está principalmente determinado por su abundancia y
vulnerabilidad frente a las perturbaciones (Ulrich et al. 2009). De esta
manera, las especies más abundantes y menos sensibles a la
fragmentación del hábitat serán las que con mayor probabilidad
aparezcan en la mayoría de los fragmentos, y viceversa. En la Figura 1,
por ejemplo, se muestra como la especie 1 aparece en todos los
fragmentos representados mientras que la especie 4 aparece única y
exclusivamente en los fragmentos de mayor tamaño, sugiriendo por
tanto que la especie 1 es menos sensible a los efectos derivados de la
fragmentación. Este planteamiento tiene importantes implicaciones en
conservación ya que asume que la superficie total de hábitat disponible
en una región no determina por sí sola su capacidad para retener una
determinada comunidad de especies (Santos y Tellería 2006). Así, un
fragmento de determinado tamaño albergará un mayor número de
especies que la suma de un conjunto de fragmentos de menor tamaño
debido a que estos últimos poseerán únicamente aquellas especies
capaces de soportar ese contexto de fragmentación.
Umbrales de extinción
113
la tasa de natalidad, provocando su extinción (Fig. 2). El umbral de
extinción puede variar enormemente entre especies. Así, a partir del
orden en el que éstas desaparecen puede establecerse un índice de
vulnerabilidad para cada una de ellas (Fahrig 2002). Características
como la capacidad de movimiento o de adaptación al nuevo escenario
de heterogeneidad creado tras el proceso de fragmentación, son
tremendamente importantes a la hora de definir el umbral de extinción
de una especie. De este modo, no existe un umbral de extinción común
a todas las especies, sino que por el contrario, depende por completo
de la identidad de aquella considerada en cada caso. Como
consecuencia, tradicionalmente se ha sugerido que los fragmentos
destinados a su conservación deben ser lo suficientemente grandes
para estar por encima del umbral de extinción del mayor número de
especies posibles y así garantizar su conservación a medio/largo plazo.
La teoría de los umbrales de extinción, como la hipótesis del muestreo
descrita arriba, se basan por tanto exclusivamente en el tamaño del
fragmento y en su grado de aislamiento como principales determinantes
de la probabilidad de aparición, así como del riesgo de extinción de las
especies.
Corredores
114
corresponde a un parche de hábitat, a un corredor o a la matriz. Según
este modelo, los corredores son estructuras lineales constituidas por un
tipo de hábitat diferente del que lo rodea, y que proporciona conexión
física entre dos o más fragmentos (Forman 1995). Los corredores
pueden considerarse como un tipo de hábitat que atraviesa la matriz
con funciones básicamente de conexión biológica (flujo de organismos;
e.g. Haas 1995) y ecológica (flujo de procesos ecológicos; Tewksbury
et al. 2002). Por tanto, los corredores actúan atenuando los efectos de
la fragmentación sobre la conectividad paisajística, permitiendo el flujo
de organismos y procesos entre los fragmentos de hábitat que conecta.
Aunque la consideración teórica y práctica de los corredores está
bastante extendida, su carácter especie-específico mantiene un largo
debate entre la comunidad científica acerca de su efectividad (Beier y
Noss 1998). Además, su incorporación en el desarrollo de estrategias
de conservación ha sido tradicionalmente discutida debido a que
pueden afectar igualmente el movimiento de especies invasoras, o
incluso aumentar la probabilidad de transmisión de enfermedades hacia
el interior de los fragmentos que conectan.
Metapoblaciones
115
1997). Las metapoblaciones quedan definidas por una serie de
características: (1) debe existir un área o un hábitat favorable bien
diferenciado del área circundante, donde viven las especies (2) las
poblaciones en la mayoría de los fragmentos deben estar en riesgo de
extinción en algún momento y (3) debe existir un flujo de individuos entre
las distintas poblaciones que componen la metapoblación. Sin embargo,
a pesar de estas características comunes, existen varios tipos de
metapoblación, variando desde el modelo directamente extraído de la
TBI, “modelo isla-continente”, hasta el modelo clásico.
116
fragmentados como verdaderas metapoblaciones, incluso para
poblaciones de plantas (e.g. Murphy y Lovett-Doust 2004). Esto se debe
a que existe una gran variabilidad en cómo los organismos responden
a la estructura de la matriz entre fragmentos, variando desde especies
que encuentran en ella un hábitat infranqueable hasta aquellas que
pueden atravesarla sin ninguna restricción tal y como encontraron Sarre
et al. (1995) en algunas especies de salamanquesas en el oeste de
Australia. Diseño de reservas y áreas protegidas Lejos de quedarse en
una mera cuestión teórica, las consideraciones anteriormente
señaladas han marcado las directrices del desarrollo de estrategias
encaminadas a la conservación de la biodiversidad en hábitats
fragmentados. Un ejemplo claro son las directrices para el diseño de
reservas o áreas protegidas, las cuales se derivan en su mayoría de los
principios que subyacen a la teoría de biogeografía insular de MacArthur
y Wilson (1967).
117
área más allá de los fragmentos remanentes de hábitat, es decir, de la
matriz.
118
la comunidad en el interior de los fragmentos está por tanto únicamente
determinada por propiedades como el tamaño y la distribución espacial
de los fragmentos remanentes, así como por la presencia de corredores.
Dibujado a partir de Primack y Ross (2002).
121
generalistas al conjunto de especies presentes en el interior de los
fragmentos remanentes. Por ejemplo, Ås (1999), tras analizar la
composición de hormigas en fragmentos forestales en Suecia, encontró
que los fragmentos de menor tamaño contenían una alta diversidad de
especies (más de la esperada por el tamaño que poseían) aunque esta
diversidad estaba principalmente compuesta por especies que eran
capaces de explotar la matriz y no por especies estrictamente
forestales. Pero el efecto de la matriz –esta vez aportando un contexto
ecológico a los fragmentos remanentes de bosque–, no se restringe a
su influencia sobre la distribución de las especies, sino que puede
igualmente influenciar el resultado de determinados procesos
ecológicos. Por ejemplo, en un trabajo reciente, Herrera y colaboradores
(2010) compararon las magnitudes de frugivoría y depredación de
semillas en fragmentos de bosque secundario de la cordillera
Cantábrica, los cuales diferían en las características estructurales de la
matriz circundante: fragmentos completamente rodeados por pastizales
y fragmentos conectados a una extensión continua de bosque maduro
principalmente compuesto por hayas. Estos autores encuentran que,
probablemente debido a la diferente percepción del paisaje de los
organismos interactores (aves y roedores, respectivamente), la
estructura de la matriz adyacente afectó a la magnitud promedio de
depredación, y no a la magnitud de frugivoría, aunque en un solo año
de estudio. De este modo, los autores recogen una serie de
consideraciones importantes a la hora de explicar la influencia del
contexto de los fragmentos sobre las especies y sobre el resultado de
los procesos ecológicos en los cuales éstas se encuentran implicadas:
(1) la dependencia del contexto de los fragmentos es especie-específica
122
(i.e., no todas las especies se ven igualmente influenciadas), (2) el
efecto del contexto puede ser temporalmente inconsistente y (3) la
matriz puede tener un efecto negativo (en el ejemplo citado,
favoreciendo a los depredadores y así a interacciones que impiden la
regeneración de especies de plantas a través de la pérdida de semillas
disponibles para el reclutamiento; Herrera et al. 2010).
123
estructura de la propia matriz, sino a través de la cantidad de hábitat
nativo original en un área concreta. Por ejemplo, Joly et al. (2001)
encontró que la presencia de tres especies de tritones (Lissotriton
helveticus, Mesotriton alpestres, Triturus cristatus) en tierras agrícolas
en el sureste de Francia, estuvo positiva y significativamente
relacionada con la abundancia de pequeñas charcas y sectores sin
cultivar en un área de 50 ha alrededor de los estanques donde éstas
aparecían. Resulta más que probable que la presencia y abundancia de
ambas estructuras actuarían como piedras de paso a través del paisaje
agrícola facilitando los eventos de dispersión y colonización entre los
distintos estanques.
124
dispersos en el interior de la matriz no forestal (principalmente pastos
destinados al ganado) eran ampliamente utilizados por los frugívoros,
especialmente en épocas de escasez de recursos para las aves. Como
consecuencia, los árboles aislados acumularon una importante cantidad
de semillas bajo su dosel, la cual fue incluso equivalente a la encontrada
bajo árboles localizados en el interior del bosque en al menos uno de
los dos años estudiados (Herrera y García 2009). De este modo, los
árboles aislados actúan como piedras de paso favoreciendo el
movimiento de las aves entre fragmentos de bosque remanentes, pero
también del proceso de dispersión de semillas (Herrera y García 2009).
128
Disturbios
131
Por otra parte, el cambio climático lo podemos considerar como un
disturbio antrópico de escala global que interactúa con todos los
disturbios y cambia su régimen, un ejemplo son las inundaciones
durante fenómenos niña e incendios durante fenómenos niño. En
Colombia por ejemplo se ha establecido una relación entre la incidencia
de incendios y la variación climática y la influencia de estos fenómenos
incrementando hasta un millón de hectáreas quemadas en año de “El
niño” (Armenteras et al., 2011).
132
Parches
133
Conectividad
134
Las actividades del conjunto de actores que trabajan de manera directa
sobre la vegetación para garantizar la conectividad, se agrupan
alrededor de cuatro grandes retos:
Conservación
Restauración
Servicios ambientales
Cambio climático
135
En el ámbito de la conservación uno de los más grandes desafíos es
enfrentar los incendios forestales provocados con el propósito de
transformar bosques y selvas en zonas agrícolas o ganaderas (cambio
de uso del suelo).
Estudios realizados muestran que las carreteras son uno de los
principales promotores de la deforestación y expansión de la frontera
agrícola en las selvas tropicales.
Una de las líneas de trabajo que suscitan interés derivadas de dichos
estudios, es la aplicación de principios de conservación en políticas
públicas de desarrollo regional para el mantenimiento de corredores.
136
zonas que sea ocupar, quedando relegadas a una condición de
intersticios metropolitanos o espacios residuales, altamente
insularizados y con un escaso valor como sistema (Riffo y Nüñez, 2004).
Hoy en día la ecología de paisaje, puede facilitar el tránsito hacia una
perspectiva más amplia del territorio, que permita proporcionar un
fundamento científico en la toma decisiones de planeamiento racionales
en favor de la gestión del paisaje (Burely Baudry, 2002). Los principios
de la ecología del paisaje pueden aplicarse a cualquier territorio, su
interés reside en el estudio de las interacciones entre los aspectos
temporales y espaciales que componen el paisaje y las relaciones con
aspectos culturales, estéticos y afectivos de las personas con el paisaje.
De una forma simplificada, el paisaje se estructura y configura en tres
elementos básicos: matriz, parches y corredores (Burely Baudry, 2002).
La matriz de un paisaje es el tejido que conecta la tierra con el fondo,
dentro del cual encajan todos los elementos del paisaje, incluyendo
parches, bordes y corredores. Los parches son áreas de usos
relativamente homogéneas internamente con respecto a la estructura y
a la edad vegetativa. Los corredores son elementos que conectan
parches similares a través de matrices disimilares o agregados de
parches. Los corredores son generalmente longitudinales, adoptando la
forma de franjas angostas, alargadas de forma irregular, cuya
vegetación cumple un papel de protección o de comunicación, uniendo
o separando elementos en una matriz geográfica.
La agrupación de estos elementos determina la dominancia y
heterogeneidad de cada paisaje con las propiedades características
pertenecientes a cada uno de estos. Juntos proveen y determinan las
funciones del paisaje que comprenden un ecosistema que funciona
137
efectivamente. Además, este modelo matriz-mancha-corredor controla
fuertemente todos los movimientos, flujos y cambios de los sistemas
naturales y de la población.
Una propiedad relevante del paisaje es la conectividad, por su papel en la
capacidad de movilidad que tiene en la fauna y otras especies dentro
territorio para compensar los efectos de la fragmentación. Pero también,
para aumentar la calidad del paisaje; prevenir la erosión, evitar la
escorrentía, mejorar la calidad del agua; favorecer la colonización de
nuevas zonas por algunas especies en facilitando su restauración;
ayudar a las especies a acceder a hábitats que, de lo contrario, serían
hostiles y función recreativa para las personas.
138
importante rol en la expansión y la movilidad de plantas y animales. Pero
también es preciso considerar el rol excepcional de corredor que
cumplen los ríos y sus riberas.
En España, el desarrollo de corredores verdes ha permitido la
recuperación y puesta en uso del patrimonio cultural, natural y social
que constituye la red de vías pecuarias, como también las líneas de
ferrocarril abandonadas. Por ejemplo, en Andalucía el corredor verde
más representativo se encuentra en Guadiamar, que tras la catástrofe
minera se ha convertido en un corredor de especies y sistemas
ecológicos entre Doñana y Sierra Morena, así como un espacio para el
uso y disfrute de los ciudadanos.
Los corredores verdes aparecen como un breve ejemplo hacia un
pensamiento regional de gestión del territorio que pretende ir hacia un
paisaje sostenible, donde los conceptos y herramientas de la ecología
del paisaje se presentan útiles y racionales por su base científica. En
definitiva, un sistema coherente de planificación del territorio, con la
configuración del paisaje, genera no sólo la recuperación y el
mantenimiento del paisaje sino también conserva las tramas ecológicas
que mantienen las funciones múltiples de los ecosistemas del territorio
y, de esta manera asegura un flujo sostenible, rico y variado, de bienes
y servicios a la sociedad. Por tanto, una gestión sostenible del paisaje
debe estar basada en un conocimiento de los problemas, realidades,
características y un desarrollo o enfoque técnico de las soluciones
posibles.
139
Nucleación
142
Modelos basados en una visión dendrológica, en lo cual privilegia
especies arbóreas en detrimento de las otras formas de vida (lianas,
yerbas, arbustos, epifitas), muestran la importancia dada a la estructura
de la floresta en prejuicio a la diversidad funcional que la misma posee.
Estos modelos aún tienen una fuerte tendencia de “llenar” las áreas de
especies arbóreas, no dejando espacio para la regeneración natural
expresarse. Otro detalle es la dudosa calidad genética de las especies
introducidas, lo que implica en grandes riesgos en generaciones futuras,
una vez que comprometen la variabilidad genética de las populaciones.
Por ejemplo, modelos que preestablecen una composición inicial de
especies arbóreas pioneras y no pioneras, de especies comunes y raras
en espacios de2x2m o 3x2m, muestran resultados mucho preocupantes
cuando se habla de garantizar la auto sustentabilidad de las
comunidades naturales, y consecuentemente la estabilidad del
paisaje(Damasceno 2005; Souza & Batista 2004).
143
Delante de esto contexto, se hace inmediatamente necesario la
adopción de modelos integrados y abordajes más amplias, los cuales
puedan aproximarse de la visión sistémica del paisaje(Reis et al no
prelo; Griffith & Toy 2005; Zamora et al. 2004; Aumond 2003).
145
Por segundo, este núcleo en el área degradada transformase en un
elemento diferenciador, con una nueva diversidad y funcionalidad en el
paisaje. Es en este momento que el núcleo empieza a dar un retorno a
el paisaje, a medida que irradia y gana fuerza, el feedback producido y
la propia conectividad entre la área que está siendo restaurada y los
fragmentos al rededor.
Figura 1
: Diseño del esquema ilustrando el proceso de nucleación en el paisaje
(a) conectividad local
: la dirección del flujo es de los fragmentos fuente para el área a ser
restaurada
(b)conectividad de contexto
:dirección del flujo es del área restaurada para el paisaje. Cuando los
flujos biológicos ocurren en los dos sentidos, el proceso nucleador será
146
efectivo en el paisaje y la conectividad local y de contexto será
restaurada.
147
natural. Los autores han propuesto las siguientes técnicas como
manera de acelerar el proceso sucesional en áreas degradadas:
148
profundidad). Desde la combinación de este material, una nueva
condición es creada en el área degradada.
Posaderos artificiales
Los posaderos artificiales representan la mejor estrategia de
conectividad de las unidades del paisaje. Este artificio ven ganando
espacio en las restauraciones y resultados significativos fueran
obtenidos por Espíndola (2005); Bechara (2006) y Tres (2006), que
mostraron su fuerte poder nucleador. La principal acción de
los posaderos consiste en su función de trampolín ecológico. La
implantación de esta estructura que imita retoños secos de plantas
(posadero seco) o árboles vivas(posadero vivo) genera flujos biológicos
en ambas direcciones para conectividad.
La medida que una diversidad de especies, atraídas por los posaderos,
depositan semillas en las áreas degradadas, formase un núcleo
alogénico, propicio para conectar fragmentos a las áreas en
restauración. Estos núcleos generan modificaciones en la estructura
biológica del ambiente, ya que representan focos de concentración de
propágulos, atrayendo una grande cantidad de consumidores. De esta
manera actúan como facilitadores para la formación de una nueva
cadena trófica en las áreas en colonización. Por su vez, estos núcleos
150
formados serán fuente de alimento para dispersores secundarios, los
cuales facilitarán la dirección de los flujos biológicos, retornando una
nueva diversidad para el paisaje. Cuando dispersos en una matriz de
no hábitat, favorecen los flujos biológicos, potencializando la
permeabilidad de la matriz. Otra importante contribución de los
posaderos es la formación de una variedad de hábitats, una vez que
sirven de poso para aves y murciélagos con costumbre alimentar
distinto, implicando en una deposición de semillas de diversas especies.
Por otro lado, potencializa la sucesión autóctono, una vez que introduce
nuevo material genético paralas especies locales. La captura mensual
de la lluvia de semillas de fragmentos preservados y la disposición de
este material en forma de núcleos en las áreas a ser restauradas,
representa la posibilidad de manutención de la fauna en áreas abiertas,
aumentando la frecuencia de estos visitantes en estos locales. Ya que
151
la colecta es hecha mensualmente, los recursos alimentarios estarán
disponibles al largo del año para una diversidad de especies de la fauna
consumidora. Esta acción provee condiciones para la manutención de
especies llave en las áreas en formación, una vez que mejora la calidad
del hábitat, esencial para establecer conexiones entre las áreas
restauradas y el paisaje regional.
152
progenitura pueda nuclear el paisaje, estableciendo una dinámica local
de flujos biológicos.
Consideraciones Finales
Una nueva tendencia de modelos de restauración ven primando por
abordajes más amplias e integradas, buscando una visión sistémica
del paisaje. Esta postura contraria la visión puntual y
achicadora de la naturaleza, tiene como prioridad rehacer procesos
naturales de sucesión estocástica, direccionando la comunidad para su
integración con paisaje que la acerca. Acciones nucleadoras
representan un avanzo en modelos de restauración, expresando el
fuerte carácter ético con la conservación y manejo de los paisajes. Los
núcleos formados muestran que pequeñas interferencias en las
unidades del paisaje, representan “gatillos ecológicos” promotores de
conectividad y de integración de las áreas naturales y productivas.
155
Restauración ecológica en ambientes semiáridos recuperar las
interacciones biológicas y las funciones ecosistémicas
José Antonio Navarro Cano (Coord.)
Marta Goberna Estellés
Gonzalo González Barberá
Víctor Manuel Castillo Sánchez
Miguel Verdú Del Campo
156
forestal actual), se repite en otras regiones que cuentan con clima
semiárido. Sin embargo, la aproximación por ensayo y error tenía
limitaciones que ahora, con el paso del tiempo, se han hecho más
patentes. Por un lado, estas intervenciones estaban supeditadas a un
objetivo predominante (establecer una cubierta forestal, proteger el
suelo, controlar avenidas, etc.), lo que probablemente facilitó su
ejecución, pero comprometió otras funciones del ecosistema,
incluyendo la protección de la biodiversidad. Por otro lado, una gestión
basada únicamente en la experiencia difícilmente permite incorporar
eventos no acaecidos en el pasado, y con ello es incapaz de concebir
la compleja dinámica de los sistemas socio-ecológicos. El cambio global
es, por desgracia, un buen ejemplo de ello, al poner en evidencia lo
rudimentario de nuestras herramientas de adaptación y mitigación.
Finalmente, la ausencia de protocolos rigurosos de evaluación y
monitoreo impidieron desarrollar una gestión adaptativa y, con ello,
avanzar en el conocimiento de estos sistemas y perfeccionar los
protocolos de restauración. A finales del s. XX, se hizo patente la
necesidad de complementar la experiencia con la observación rigurosa
y la experimentación. Era necesario desarrollar una restauración
ecológica con una base de conocimientos sólida, que pudiera hacer
frente a los enormes desafíos de una biosfera globalmente alterada de
la que nuestra especie no puede ser completamente apartada. Este libro
es un buen exponente de este tipo de sinergias. La experiencia de
campo, de restauración ‘real’ que atesoran sus autores, permite definir
los márgenes de lo que es alcanzable, teniendo en cuenta
condicionantes logísticos, técnicos o económicos que tan incómodos
suelen resultar a la ciencia. En paralelo, su impresionante bagaje
157
científico,su conocimiento de la red de interacciones que conforman los
ecosistemas y de su funcionamiento, resultan esenciales para validar
aproximaciones empíricas y plantear nuevos enfoques. Como
resultado, esta publicación proporciona tantas respuestas como genera
nuevas preguntas, algo esencial si queremos hacer avanzar el
conocimiento y mejorar la gestión. Situados en el contexto semiárido,
los autores abordan con mayor o menor intensidad, muchos de los
temas controvertidos de la restauración ecológica, como su integración
en la planificación territorial, la incorporación del componente socio-
económico, la implementación de sistemas de evaluación y monitoreo o
la integración del cambio global. Consiguen así definir primero un marco
teórico, tan sólido como puede proporcionar nuestro conocimiento
actual, para luego incidir en los aspectos más aplicados de la
restauración. Los lectores con una aproximación más empírica a la
restauración ecológica, encontrarán en este texto la base teórica de
algunas de las prácticas tradicionales, la crítica razonada de usos poco
deseables y la receta para aplicar nuevas soluciones. De forma análoga,
los naturalistas verán su saber integrado en un marco teórico, y
constatarán cómo el conocimiento sobre los elementos que conforman
los ecosistemas y sobre sus interacciones se puede traducir en
acciones virtuosas. La restauración ecológica puede resultar
enormemente tentadora. Pero la atractiva idea de reconstrucción o de
creación que subyace en la restauración, y que comparte con la
medicina, la arquitectura, el urbanismo, el arte e, incluso, la teología no
debe desviar nuestra atención sobre un hecho de enorme importancia:
aún no somos capaces de reconstruir la enorme complejidad de los
ecosistemas.
158
O dicho de otra manera, la restauración nunca debería sustituir a la
conservación. Con ello, debemos agradecer a los autores de este libro
el enorme esfuerzo realizado para generar conocimiento sobre la
restauración ecológica de medios con una enorme importancia
ecológica, socio-económica y cultural, como los semiáridos, compilarlo
y ordenarlo, contribuyendo de forma rigurosa a divulgarlo. Si el s. XXI
debe ser el siglo de la restauración ecológica, necesitaremos manuales
como éste.
Jordi Cortina
Presidente de la Society for Ecological Restoration Europe.
Introducción
La ecología de la restauración es una disciplina muy joven en términos
académicos. Desde los años 80 del pasado siglo se viene desarrollando
un marco teórico y práctico para esta rama de la ecología que aborda la
restauración ecológica en todas sus facetas. Términos como
“reforestación”, “repoblación”, “restauración hidrológico-forestal” o
vocablos anglosajones como “reclamation”, “remediation” y
“rehabilitation” se usan al menos desde el siglo XIX en un contexto
próximo al de la restauración ecológica, aunque bajo preceptos teóricos
distintos. En este sentido, la ecología de la restauración parte de la
teoría ecológica en términos conceptuales, aunque también adapta
algunos principios, metodologías y herramientas de disciplinas como la
agronomía, las ciencias forestales y la ingeniería civil. Existen muchos
libros de texto, manuales prácticos o documentos técnicos que abordan
en mayor o menor medida distintos aspectos de la restauración
159
ecológica. En este libro el lector encontrará una base teórica actualizada
y un muestrario de ejemplos de restauración en ambientes semiáridos.
Con este manual nuestra intención no es otra que la de poner el foco en
la necesidad de a) conocer perfectamente la causa de degradación de
un ecosistema, b) pensar en él como un sistema de interacciones
íntimamente relacionadas con sus funciones ecosistémicas, c) ajustar
los métodos de restauración a las necesidades, capital natural y
limitaciones impuestas por el contexto local y d) no desvincular a la
sociedad civil de la causa y el objetivo de la restauración ecológica.
Consideramos que sólo de esta manera se puede mejorarla eficiencia
de una restauración ecológica. La acotación geográfica del manual al
ámbito de los ambientes mediterráneos semiáridos, al menos en lo que
se refiere a los ejemplos presentados, no sólo es reflejo de nuestro
campo habitual de trabajo sino también de la oportunidad de repensar
viejos dogmas en el ámbito de la restauración y disciplinas afines, a la
luz de un amplio muestrario de tipologías de degradación que ofrecen
los ecosistemas semiáridos. Estos ecosistemas, ya sean naturales,
seminaturales o artificiales presentan per se especiales limitaciones
abióticas para los organismos, lo que los convierte en un excelente
campo de pruebas para evaluar el conocimiento que se tiene de ellos
(Aronson et al. 1993). Consideramos que este análisis crítico es
ineludible dado el grado de fragmentación de hábitats y las tendencias
climáticas bajo el actual escenario de cambio global. Este cambio puede
tener efectos más severos a corto plazo en territorios frontera como el
de los ambientes semiáridos, donde se hacen patentes los umbrales de
respuesta de los ecosistemas ante los factores de cambio global. La
Estrategia Europea de Biodiversidad 2020 (Comisión Europea 2011)
160
persigue el objetivo de restaurar al menos un 15% de los ecosistemas
degradados en Europa para ese año. Así queda recogido en el Objetivo
2 de la Estrategia, que incorpora el objetivo mundial acordado por la
Unión Europea en la Cumbre de Naciones Unidas sobre Biodiversidad
de Nagoya (Japón) en 2010. En dicha Estrategia queda patente la
importancia de recuperar no sólo especies y espacios sino también
funciones ecosistémicas, incluyendo los servicios ecosistémicos. De
esta manera se pretende mejorar la adaptación al cambio climático de
las infraestructuras verdes de la Unión Europea y alcanzar de manera
sostenible los objetivos de crecimiento marcados. Se trata de un
programa enormemente ambicioso, que requiere de un análisis de las
necesidades no satisfechas por el sector de la restauración ecológica
en la actualidad y de una exploración de nuevas herramientas de
restauración que incorporen conocimientos innovadores y estén
acordes con las demandas legales y sociales actuales. Este libro
pretende contribuir a ese desarrollo de una nueva ecología de la
restauración que no se conforme con rehabilitar o revegetar sino que
persiga reactivar el funcionamiento básico de los ecosistemas
degradados. Para ello, identificamos las situaciones de degradación
susceptibles de restauración ambiental y repasamos los posibles
modelos y técnicas de restauración aplicables a las mismas. Finalmente
proporcionamos criterios ecológicos para realizar el seguimiento y
evaluación de dichas actuaciones de restauración.
161
Situaciones de degradación susceptibles de restauración
ambiental
162
de tierras. Otros agentes de degradación frecuentes son la alteración
del régimen de incendios, la compactación del suelo, la salinización, las
invasiones biológicas y la acumulación de sustancias tóxicas en el
suelo. Una vez se inicia el proceso de deterioro de las propiedades
físicas, químicas y biológicas del suelo, se dificulta enormemente su
recuperación natural dadas las bajas tasas de formación del suelo (Lal
et al. 2012), lo que a su vez reduce la capacidad de regeneración de la
vegetación. En ambientes sometidos a escasez de agua, el concepto
de degradación ambiental está estrechamente ligado al de
desertificación. La Convención de Naciones Unidas para la Lucha
contra la Desertificación (1994) definió este fenómeno como el proceso
de degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y seco-
subhúmedas como resultado de las actividades humanas y las
variaciones climáticas. Se estima que entre el 10 y el 20% de las
regiones secas de la tierra sufren los efectos de la desertificación
(Reynolds et al. 2007). Además, la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre Cambio Climático (1992) reconoció que las áreas áridas
y semiáridas son más vulnerables al cambio climático, y asimismo elevó
en 2007 el riesgo de muchos países a sufrir procesos de desertificación
por efecto del cambio climático. Conviene aclarar que la desertificación
es un proceso que requiere una escala regional de medida, mientras
que la degradación se puede medir a pequeña escala (ecosistema,
microcuenca, ladera, parcela, etc.). Por lo tanto, aunque en conjunto
diversas situaciones puntuales de degradación en una región pueden
ponerla bajo riesgo de desertificación, las labores de lucha contra la
desertificación deben concretarse en modelos de restauración
ambiental específicos para cada una de las tipologías de degradación
163
de un territorio. El Mediterráneo Occidental en general y el Sureste
Ibérico en particular figuran entre las áreas bajo riesgo de desertificación
severa (Symenoakis et al. 2007; Helldén y Tottrup 2008). Contribuyen a
esta situación la concurrencia de factores climáticos como la escasez
de precipitaciones y la irregularidad climática, con cambios acentuados
de usos delsuelo, que han producido durante las últimas décadas un
éxodo poblacional hacia zonas costeras y el abandono de tierras
agrícolas marginales en áreas del interior (Thornes 2002), así como la
puesta en cultivo, la urbanización y la industrialización de nuevas áreas.
En este sentido, el Sureste Ibérico representa un buen ejemplo a escala
regional de la variada casuística de degradación ambiental y la
diversidad de enfoques y aproximaciones metodológicas para restaurar
o paliar áreas degradadas. A lo largo del texto, revisaremos cómo la
intensidad de la degradación ambiental repercute tanto en el cambio
observado en el ecosistema como en la reversibilidad del daño, y
delimita la actuación restauradora. Las acciones a adoptar, así como las
posibilidades reales de frenar e invertir la degradación, están acotadas
por la intensidad de la degradación sufrida, el grado de conocimiento
acerca del funcionamiento del ecosistema degradado y el presupuesto
disponible. Por otro lado, la tipología concreta de la degradación,
independientemente de su intensidad, condiciona las medidas de
restauración a aplicar. Además, intentamos proporcionar un marco
general de situaciones de degradación, que permita su agrupación para
reducir la complejidad derivada de la multitud de casos particulares
existentes. En este sentido, una clasificación general de los tipos de
degradación puede ayudar a delimitar aspectos básicos a los que hay
que enfrentarse en un proyecto de restauración. Considerando objetivos
164
y tipos generales de acciones, las cuestiones importantes a responder
antes de redactar y ejecutar un proyecto de restauración son las
siguientes: a) ¿Cuál es el ecosistema objetivo de la acción de
restauración? b) ¿Existe la posibilidad de alcanzar ese objetivo dado el
estado actual de degradación, en un plazo operativo y con los recursos
disponibles? c) ¿Hay características singulares del tipo de degradación
que condicionen las acciones de restauración? d) ¿Se debe actuar
sobre el medio físico (reducción de pendientes, enmendado,
preparación para la plantación)? e) ¿Se debe manipular la vegetación
mediante introducción (siembra, plantación) y/o eliminación de
especies? f) ¿Es necesario actuar sobre otros niveles tróficos o
especies concretas para reducir el estado actual de degradación
(descomponedores, detritívoros, herbívoros, polinizadores
depredadores)? g) ¿Existen acciones complementarias de gestión para
favorecer la recuperación del sistema como la limitación o modulación
de un uso? h) ¿Se pueden manipular las interacciones ecológicas en el
ecosistema para recuperar o potenciar la funcionalidad del mismo?
Situaciones de degradación
165
producción agrícola (Storie 1964). Esta visión productivista se mantuvo
vigente durante las dos décadas siguientes (FAO 1979; Huddleston
1984), aunque ya en los 70 se planteó la necesidad de atribuir diferentes
usos a los suelos en función de sus propiedades (Klingebiel y
Montgomery 1973). El reconocimiento explícito de que el suelo tiene
capacidad para desarrollar múltiples funciones no llegó hasta los años
90 (Blum 1990). En esta época se planteó por primera vez que más allá
de la mera producción de biomasa, el suelo es un potente reactor capaz
de depurar contaminantes y constituye un importante hábitat biológico
y reserva de recursos genéticos(Blum y Santelises 1994). Esta visión
moderna originó numerosas definiciones de degradación de suelos que
aluden a la pérdida de su calidad, es decir, de su capacidad para realizar
múltiples funciones ecológicas y socio-económicas (Larson y Pierce
1994; Karlen y Stott 1994). Además, al concepto de multifuncionalidad
se añadió un componente temporal que hace referencia a la
sostenibilidad a largo plazo de las funciones que el suelo realiza en el
ecosistema (Doran y Parkin 1994). De modo análogo, la degradación
ambiental se considera como la pérdida de la capacidad de un
ecosistema - dado el deterioro de sus recursos agua, suelo y aire y la
alteración de la biodiversidad - para desarrollar sus múltiples funciones
de manera sostenida en el tiempo. Las funciones ecosistémicas
incluyen un amplio rango de procesos y fenómenos de naturaleza
diversa que engloban propiedades, bienes y servicios ecosistémicos
(Tabla). Siguiendo la terminología de Hooper et al. (2005), en el texto
utilizaremos el término función ecosistémica para referirnos a todo este
conjunto de propiedades, bienes y servicios que tienen un valor tangible
o intangible para los seres humanos.
166
La capacidad de un ecosistema para desarrollar sus funciones depende
en gran medida de su biodiversidad. En términos generales,
ecosistemas más diversos proporcionan más bienes y servicios
ecosistémicos, son más resistentes a la perturbación (ej.sequías,
introducción de especiesinvasoras), y realizan sus funciones de manera
más estable en el tiempo (Balvanera et al. 2006; Hector y Bagchi 2007;
Isbell et al. 2011; Maestre et al. 2012).
167
La capacidad de un ecosistema para desarrollar sus funciones depende
en gran medida de su biodiversidad. En términos generales,
ecosistemas más diversos proporcionan más bienes y servicios
ecosistémicos, son más resistentes a la perturbación (ej.sequías,
introducción de especiesinvasoras), y realizan sus funciones de manera
más estable en el tiempo (Balvanera et al. 2006; Hector y Bagchi 2007;
168
Isbell et al. 2011; Maestre et al. 2012). De este modo, el cambio en la
composición, la pérdida o introducción de especies, es una causa
frecuente de alteración de las funciones ecosistémicas cuyas
consecuencias pueden variar según el ecosistema y la función
ecosistémica considerada (Hooper et al. 2005).
171
a) degradación física, que implica un aumento de la compactación
(disminución de la porosidad), encostramiento superficial, descenso de
la capacidad de retención de agua y de la tasa de infiltración que
desencadenan una mayor escorrentía superficial;
172
Situaciones de degradación: clasificación y tipología
173
Muchas áreas degradadas a consecuencia de catástrofes naturales son
susceptibles de ser restauradas mediante modelos similares a los
aplicables en zonas degradadas por causas antrópicas. Por ejemplo, un
desprendimiento en una cresta rocosa produce el arrastre de grandes
bloques que sepultan por completo la vegetación de ladera y el suelo
existente, que quedan bajo la roca madre desprendida. La superficie
afectada por el desprendimiento se ve sometida a un proceso de
rejuvenecimiento mediante sucesión primaria de la vegetación, similar
al que tiene lugar en una cantera abandonada o en un talud de carretera
tras su construcción. Otro ejemplo del paralelismo entre agentes
antrópicos y naturales de degradación es el de los ecosistemas
naturales de carácter relictual, acantonados en ambientes con
microclimas capaces de amortiguar las condiciones ambientales
actuales. Es el caso de algunas formaciones vegetales del SE Ibérico
como las loreras de Prunus mahaleb, las formaciones de Sorbus
torminalis o los carrascales termófilos de Quercus rotundifolia de áreas
semiáridas, que presumiblemente presentaban una mayor extensión a
comienzos del Holoceno, pero se encuentran muy alejadas de su óptimo
ecológico en la actualidad debido a los cambios naturales del clima.
Para la mayoría de científicos y gestores no resulta ético intentar
restaurar antiguas áreas naturales ocupadas por estas formaciones que
deben evolucionar de manera natural, por lo que las únicas medidas de
gestión para estos hábitats terminales deben ser aquellas encaminadas
a evitar o reducir el riesgo de desaparición acelerada debido a agentes
antrópicos que les afecten directa o indirectamente, como los cambios
de uso del suelo o el actual proceso de calentamiento global. En estos
casos, tan solo la restauración de poblaciones concretas de
174
desaparición reciente en sitios que todavía conservan condiciones
micro climáticas adecuadas para la especie pueden tener cierta utilidad.
En el capítulo se trata en mayor detalle la restauración de especies y
hábitats de interés para su conservación. El hecho de que en términos
generales solo se actúe sobre áreas degradadas por causas humanas
se debe exclusivamente a un criterio de selección de áreas de
restauración basado en el agente de degradación. No obstante, en
determinadas situaciones en las que existe un riesgo sobre las personas
o un interés general,se llega a actuarsobre áreas naturales degradadas.
Por ejemplo, en ambientes semiáridos del SE Ibérico, las cuencas
neógenas de naturaleza margosa dan lugar a los característicos
paisajes en cárcavas, de gran actividad geomorfológica y difícil
colonización por la vegetación. Estos paisajes naturales o
seminaturales suelen tener un alto valor ambiental y paisajístico,
estando en muchos casos bajo determinadas figuras de protección
como en el caso del Desierto de Tabernas (Almería). Sin embargo, en
las inmediaciones de núcleos de población situados en áreas similares,
a menudo se realizan obras de corrección hidrológico-forestal (diques
de laminación y reforestaciones) para intentar reducir la actividad
erosiva, la exportación de sedimentos y el riesgo de inundaciones.
176
primera fase, de regresión secundaria, el estado de desarrollo del suelo
y la vegetación permite que los efectos de la degradación se reviertan
de forma natural, con un tiempo más o menos prolongado que será
dependiente del contexto ambiental y de la tipología e intensidad del
factor de degradación. Sin embargo, existe un umbral de degradación
de la vegetación por encima del cual es poco probable el retorno a corto
o medio plazo hacia etapas de degradación anteriores si no llevan a
cabo actuaciones de restauración ecológica. Este punto de no retorno
marca el límite entre los procesos de regresión secundaria y primaria.
177
compactado, cementado o rellenado con escombros u otros materiales
exógenos.
179
fallidas suponen una transformación sustancial de la estructura y
conectividad del paisaje a nivel de flujos de escorrentía y sedimentos.
En estos casos es necesario trabajar no solo en la reducción de la
erosión del suelo y la exportación de sedimentos por escorrentía,
mediante revegetación (Lesschen et al. 2007; Meerkerk et al. 2009),
sino también en la aplicación de técnicas de restauración ecológica
encaminadas a recuperar las funciones básicas para el
automantenimiento de las comunidades biológicas que interactúan en
el proceso de sucesión vegetal.
180
En estos ambientes el suelo se ha empobrecido en superficie pero en
muchos casos existen manchas remanentes de vegetación potencial o
de etapas de degradación tempranas en zonas vecinas, que pueden
facilitar la recolonización vegetal a medio o largo plazo. Eventualmente
se producen situaciones de degradación extrema asociada a estos
usos, como en las inmediaciones de majadas cercanas a granjas
ganaderas. Estos puntos se asimilan más a una degradación por
actividad industrial, por lo que deben ser tratados como tales.
181
b) reajustar la selección de especies de plantación para incluir especies
con requerimientos de nicho ecológico coincidentes con las condiciones
micro climáticas actuales o previstas a corto-medio plazo,
182
objetivos de la restauración ecológica (Young 2000),por lo que ambas
comparten los principios básicos de la teoría ecológica (Margalef 1968;
Bradshaw 1987). A lo largo del siglo XX se han planteado diversos
modelos de sucesión en el marco de la teoría ecológica (Walker y del
Moral 2003). Sin embargo, la necesidad de contar con un modelo de
sucesión predecible para su aplicación en restauración ha llevado al
predominio de la idea de un estado clímax del ecosistema, tanto en
estudios sucesionales como en proyectos de restauración (Hilderbrand
et al. 2005). Esto se manifiesta, por ejemplo, en el tipo de especies
utilizadas y en la imagen objetivo que se desea alcanzar. Así, la
dominancia oligo específica que se produce en los paisajes vegetales
extra tropicales conduce a una equivocada percepción de las
comunidades como agregados de especies características y
diferenciales, incluso por parte de los ecólogos de la restauración
(Balaguer 2002). En este sentido, hay que tener en cuenta que la rareza
inherente es una cualidad consustancial a cualquier comunidad vegetal
(Maina y Howe 2000). De hecho, la pérdida de especies, aunque sean
funcionalmente redundantes, aumenta la probabilidad de extinción del
grupo funcional, con la repercusión que este fenómeno puede tener
sobre la estabilidad de un ecosistema (Fonseca y Ganade 2001).
183
En un modelo de sucesión en equilibrio (Tabla 3.1) dos posibles estados
iniciales (A y B) de un ecosistema acaban convergiendo en un estado
estable (D), capaz, en ausencia de perturbaciones, de auto mantenerse.
Es el estado clímax o potencial climatófilo, que se alcanza en ausencia
de limitaciones físicas (climáticas, geológicas, geomorfológicas). El
modelo general presentado en la Tabla 3.1 puede sufrir modificaciones
en función de los condicionantes físico-climáticos locales, dando lugar
a otros estados estables (ej. comunidades edafoxerófilas, propias de
ambientes rupícolas o subrupícolas, comunidades riparias,
comunidades permanentes edafohalófilas, propias de saladares, etc.).
El modelo de sucesión en equilibrio múltiple (Tabla 3.1) postula que dos
posibles estados iniciales (A y B) pueden evolucionar por caminos
diferentes, hasta alcanzar estados estables distintos(D y A’). Asume que
184
pequeños cambios de partida en las variables que rigen la dinámica del
ecosistema provocarán cambios de régimen o colapsos en la
trayectoria, que pueden llevar a un nuevo estado estable en cada caso
(A’). El modelo dinámico de no equilibrio (Tabla 3.1) predice trayectorias
diferentes a partir de dos estados iniciales (A y B), que vienen
determinadas por la historia de eventos estocásticos que producen una
sucesión no direccional y discontinua.
187
h) El ecosistema restaurado muestra un grado de resiliencia que le
permite soportarlos estreses periódicos a los que se ve sometido de
modo natural.
Desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1930: introducción del
diseño de repoblaciones pluriespecíficas enfocadas a reactivarla
dinámica vegetal y reconstruir el bosque maduro; preparación del
terreno con tracción animal o a mano.
188
Desde finales de los 80 hasta finales de los 90: periodo de reflexión tras
las críticas vertidas a las repoblaciones clásicas (Esteve et al. 1990;
Ortigosa 1991; García-Ruiz y Ortigosa 1992; Chaparro 1994; Herrero-
Borgoñón y Rubio 1994; Williams et al. 1995) y las nuevas expectativas
suscitadas por el Programa de Reforestación de Tierras agrarias de la
Unión Europea; reducción de la superficie repoblada, abandono de las
técnicas de aterrazado y ampliación del espectro de especies a utilizar
(MIMAM 2002); ensayo de nuevas técnicas de preparación del suelo;
primeras grandes obras de eco ingeniería en ambientes mineros y obras
civiles.
190
control a pequeña escala del agua de escorrentía en ladera. Es el caso
del modelo basado en la oasificación (Martínez de Azagra et al. 2004),
que propone la preparación del terreno mediante microcuencas de
captación calculadas para favorecer la infiltración del agua de
escorrentía. Aunque el objetivo general deseado por el modelo de
oasificación no dista mucho del modelo forestal clásico, sus autores
reconocen la posible idoneidad de elegir como imágenes objetivo para
ambientes áridos, mosaicos de comunidades vegetales preforestales.
La detección de necesidades no satisfechas ha obligado a desarrollar
nuevas técnicas de repoblación, denominadas ahora, de restauración
ecológica o ambiental. En este sentido, se ha avanzado en diversos
aspectos sobre la producción y calidad de la planta en vivero (Birchler
et al. 1998; Barea yHonrubia 2004; Oliet et al. 2004; Cortina et al. 2006),
en nuevos métodos de preparación delterreno y plantación (Navarro y
Martínez 1996;De Simón et al. 2004; Barberá et al. 2005), así como en
selvicultura preventiva (Bautista et al. 1996; GonzálezOchoa y De las
Heras 2002; Baeza 2004; De las Heras et al. 2004). También se han
incorporado a estas investigaciones numerosas especies autóctonas
con potencial restaurador; principalmente frondosas xerofíticas como
quercíneas, acebuche (Olea europaea ssp. sylvestris) o lentisco
(Pistacia lentiscus) (Cortina et al. 2004). Sin embargo, aún perdura
cierta inercia del antiguo enfoque productivista al que aluden Castillo
(1997) o García-Pérez (1999), tal y como prueba el hecho de que de las
456.188 hectáreas que se acogieron a las ayudas europeas para
forestación de tierras agrarias en el periodo 1994-1999, 231.314 ha
pertenecen principalmente Quercus ilex y Q. suber, 150.992 ha a
coníferas, con 86.459 ha de masas monoespecíficas, en su mayoría de
191
Pinus halepensis y tan solo 9.543 ha a otras especies arbóreas o
arbustivas (MIMAM 2002). La ecología de la restauración ha
profundizado en los últimos años en el estudio de las relaciones
interespecíficas para afianzar conocimientos sobre la dinámica de los
ecosistemas, que permitan desarrollar nuevas técnicas de restauración
ambiental. Trabajos como los de Callaway (1992, 1995) han servido
para aplicar las relaciones entre plantas, principalmente la facilitación,
para la introducción de especies nativas aprovechando microambientes
creados por otras especies (García et al. 2000; Castro et al. 2002;
Maestre et al. 2001, 2003; Barberá et al. 2006). La mayoría de estos
trabajos se han desarrollado en el marco de los ambientes áridos y
semiáridos, en donde el problema de la escala temporal a la que se
desarrolla la sucesión (Cody 2000; Van den Berg y Kellner 2005) y el
reducido éxito de las técnicas de repoblación clásicas (Maestre y
Cortina 2004) hacen más conspicua la necesidad de aplicar técnicas de
restauración desde una base ecológica. Las complejas interrelaciones
entre especies, no solo planta-planta sino también entre niveles tróficos
distintos (Zamora et al. 2004; Reynolds et al. 2003; Walker y del Moral
2003), así como las interrelaciones mediadas por una tercera especie o
grupo de especies (Orrock et al. 2003; De Deyn et al. 2003; Wilby y
Shachak 2004) ponen de manifiesto la necesidad de profundizar en el
estudio de la dinámica de las comunidades de modo integrado (Connell
y Slatyer 1977; De Deyn et al. 2003). En este sentido, diversos estudios
destacan la importancia de los agentes dispersores y el microhábitat de
dispersión en la demografía y autoecología de especies de plantas
leñosas características de estados sucesionales avanzados (Wunderle
1997; García-Fayos y Verdú 1998; Rey y Alcántara 2000; Jordano y
192
Schupp 2000; García et al. 2001). Modelos de restauración 48 Por otro
lado, la fase de plántula representa el principal cuello de botella para la
dinámica poblacional de una especie (Harper 1977; Grubb 1977;
Kitajima y Fenner 2000). Por tanto, se puede señalar el periodo que
abarca desde la dispersión de las diásporas hasta el reclutamiento y
crecimiento temprano de plántulas como el más crítico en el ciclo
biológico de una planta (Wang y Smith 2002; Walker y Del Moral 2003;
Young et al. 2005; Münzbergová y Herben 2005). Sin embargo, la
limitación en la llegada de semillas, emergencia y supervivencia de
plántulas no sólo tiene consecuencias para la especie en cuestión, sino
que puede condicionar la riqueza específica local y la productividad
primaria de la comunidad (Zeiter et al. 2006).
193
obligan a replantear la utilidad de las siembras en combinación con la
selección de micrositios de facilitación (Barberá et al. 2006), ante la
necesidad de buscar técnicas de restauración de mínimo impacto. Al
mismo tiempo, la incorporación a la ecología de la restauración de las
técnicas de siembra directa a escala de micrositio puede aportar un
conocimiento fundamental sobre las reglas de ensamblaje de los
ecosistemas y, por tanto, los factores de control de la dinámica vegetal
(Münzbergová y Herben 2005).
194
totalidad. Las sustituciones son comunes en zonas afectadas por
actividades mineras, industriales o por urbanización en donde se
mantiene una matriz pai- Modelos de restauración 50 sajística con
elementos naturales. A menudo no consigue reproducir con exactitud la
composición del ecosistema de referencia pero sí recuperan, al menos
parcialmente, su funcionalidad y estructura
195
graveras, canteras, minas de carbón, turberas, etc. (Prach et al. 2013).
Estos ambientes en restauración a menudo admiten un cierto manejo
para favorecer una imagen objetivo concreta, que no tiene por qué
incluir solamente plantaciones con especies de interés sino manejo de
las interacciones con polinizadores, herbívoros, etc. En términos
coste/beneficio está especialmente aconsejada en aquellos sitios
degradados que mantienen cierta productividad y con niveles de estrés
intermedios, por lo que el propio capital natural del sitio produce niveles
de recuperación aceptables en un tiempo razonable (Prach y Hobbs
2008). En ambientes semiáridos no existen muchas experiencias de
restauración pasiva intencionada, pero la desidia de propietarios o
autoridades y la ralentización burocrática han convertido en auténticos
laboratorios naturales de restauración pasiva muchos ecosistemas
degradados, incluso en condiciones de estrés abiótico severo. En este
sentido, incluso en ambientes artificiales con condiciones de partida
extremas, como por ejemplo depósitos de residuos minero-metalíferos
existen indicios de activación de la sucesión espontánea y recuperación
de la vegetación relativamente rápidos.
Existen otro tipo de intervenciones (Walker y del Moral 2003; Society for
Ecological Restoration 2005) a medio camino entre una reutilización del
suelo y una restauración ecológica sensu stricto (recuperación o
sustitución). Así, el término anglosajón reclamation (estabilización)
define una serie de acciones para estabilizar físicamente el terreno y
revalorizar en términos económicos un lugar. Raramente utiliza
ecosistemas autóctonos como referencia, pero el ecosistema creado
puede auto mantenerse. El término real location (reasignación) se
196
refiere al manejo de un ecosistema para su reutilización como otro tipo
de uso de suelo, con el objetivo de mejorar su funcionalidad. A menudo
rompe la trayectoria sucesional del ecosistema previo. Las acciones de
rehabilitación tratan de reparar a corto plazo las funciones de un
ecosistema dañado, principalmente su productividad, mediante el uso
de especies autóctonas que actúen como fito-estabilizadoras y
reactivadoras de los procesos planta-suelo. Sin embargo, no pretenden
un objetivo dinámico a largo plazo. La mitigación trata de compensar
cierto daño ambiental producido por la ejecución de un proyecto. Por
último, la biorremediación consiste en el uso de especies tanto
vegetales como microbianas (no tienen por qué ser autóctonas) para
reducir la toxicidad de un suelo contaminado.
197
naturación urbana, que pretende no solo una recuperación paisajística
de zonas verdes en el corazón de las ciudades, sino la recreación de
ecosistemas naturales en miniatura sobre sustratos artificiales como
tejados, azoteas y muros (conocidos en inglés como green roofs y green
walls). Numerosos estudios demuestran que este tipo de proyectos
consiguen recrear funciones ecosistémicas importantes (incremento de
la biodiversidad, provisión de polinizadores, regulación de flujos de
materia y energía, ciclado de nutrientes, termorregulación, etc.)
(Oberndorfer et al 2007). Por estas razones bien pueden considerarse
proyectos de restauración ecológica de transformación en miniatura.
198
maquinaria pesada. Alternativamente podría optarse por una sustitución
activa que, de menor a mayor grado de intervención, conllevara la
restauración de hábitats concretos (ej. mediante la plantación de sus
especies características), la fitoestabilización del depósito o la
rehabilitación del ecosistema. El tipo de sustitución vendría determinado
por el presupuesto, la posibilidad de emplear métodos de mecanización
más o menos severos, la necesidad de tratar los taludes o de emplear
enmiendas, entre otros factores. En los casos en los que se necesitara
una intervención más severa, por ejemplo por la existencia de riesgos
para la población, se llevaría a cabo una transformación mediante el
sellado del depósito o la eliminación de los residuos. En este caso, en
la toma de decisiones habría que considerar la disponibilidad
presupuestaria, el tipo de impermeabilización necesario, el
mantenimiento del sellado, la capacidad para almacenar y gestionar
residuos, entre otros factores. Tras las acciones de transformación sería
posible emprender medidas de sustitución. Debe considerarse que en
muchos casos, las soluciones intermedias, que combinan la
restauración pasiva con la recuperación activa de algunos elementos
concretos del ecosistema de referencia a través de intervenciones
ajustadas al nivel de degradación y la capacidad de respuesta del
ecosistema degradado pueden ser las más eficientes (Walker et al.
2014).
200
un estudio a escala local y regional para determinar las especies e
interacciones clave en cada etapa sucesional y las situaciones
particulares derivadas de eventos estocásticos, que pueden dar lugar
varios estados potenciales para una misma etapa sucesional,
203
restauración 61 pre- y post germinación; la ausencia de sus dispersores
requerirá de acciones de refuerzo de las poblaciones (introducciones,
perchas artificiales, cajas nidos, control de la actividad cinegética).
204
ejercido sobre gran parte de los geobotánicos europeos durante la
segunda mitad del siglo XX (Walker y del Moral 2003; Blanco et al.
1997).
206
Lugares de Interés Comunitario (LIC) que forman parte de la Red Natura
2000.
207
sensibilización y promoción de la restauración puede tener un efecto
negativo sobre la misma, al no ser aceptada o ser considerada inútil por
la población.
208
degradación (Montoya et al. 2012). La pérdida de las interacciones
ecológicas es un tema que recientemente está siendo tratado en
biología de la conservación (Markl et al. 2012).
210
plantar una especie focal junto a su posible nodriza, está directamente
relacionado con la diferencia funcional de ambas especies (Gómez-
Aparicio 2009). Como muchas veces no sabemos qué atributos
funcionales son los importantes para medir esa complementariedad
funcional que nos garantice el éxito de una restauración basada en
facilitación, podemos dejarnos guiar por un indicador válido, como es el
de la distancia filogenética entre las especies.
211
Incorporación de la sociedad civil a la toma de decisiones en
restauración
212
que van a hacer uso del mismo o que van a tenerlo entre sus paisajes
diarios (Egan et al. 2011).
Por este motivo, cada vez más se está incorporando la sociedad civil,
sobre todo a escala local, a la toma de decisiones a la hora de diseñar
planes de restauración y su ejecución. El papel de la sociedad en las
primeras actuaciones históricas que pretendían revertir un daño
ambiental, como la desaparición de una especie, el deterioro de un
paisaje emblemático o la amenaza de pérdida de recursos ha quedado
patente, tanto a la hora de detectar el problema como en la propuesta y
ejecución de soluciones concretas.
213
humana ponen de manifiesto iniciativas en gran medida apoyadas por
la sociedad civil.
215
local y usuarios de la zona que va a someterse a un plan de
restauración.
Entre las acciones que pueden realizarse con estos fines se encuentran
las campañas de limpieza o adecuación de un sitio previo a su
restauración, la realización de plantaciones simbólicas, la celebración
de jornadas lúdicas para celebrar el fin de obras, así como la realización
de charlas y talleres sobre el espacio restaurado y su evolución. En
216
estas acciones conviene involucrar a diferentes grupos de edad para
mejorar el conocimiento presente del ecosistema restaurado y cimentar
la relación de las futuras generaciones de usuarios con el mismo. La
necesidad de involucrar a la sociedad civil en los programas de
restauración ecológica queda patente utilizando algunos ejemplos,
como el de las repoblaciones forestales fallidas.
217
condiciones crecientes de aridez. En estos casos, sólo haciendo
partícipe del problema y las posibles soluciones a la sociedad civil se
podrá llevar a cabo planes de restauración o manejo consensuados, que
cuenten con su aceptación.
218
La bahía de Portmán está considerada como uno de los mayores puntos
negros del Mediterráneo Occidental, debido a su colmatación completa
con más de 25 millones de metros cúbicos de residuos procedentes del
proceso de lavado de minerales metálicos entre 1957 y 1990 (García
2004). Estos residuos presentan una alta carga contaminante por
metales pesados como plomo, cadmio, zinc, manganeso y hierro.
Portmán, el antiguo Portus Magnus Romanus, de tradición minera y
pesquera de más de 2000 años de antigüedad, es hoy un pequeño
pueblo de apenas un millar de habitantes, sumido en una crisis
ambiental y socioeconómica tras el cese de la actividad minera en 1990.
Tras diversos intentos y paralizaciones administrativas, distintos
colectivos vecinales y asociaciones consiguieron pactar una propuesta
de mínimos para un proyecto de regeneración de la bahía en 2005, que
dio lugar a un concurso de ideas del que en 2006 salió ganador el
proyecto “In Situ”. Para la elección del proyecto, se formó un jurado con
nueve miembros entre los que participó un representante del tejido
social. De esta manera, el proyecto de regeneración nació con cierto
consenso entre autoridades administrativas, grupos profesionales y
sociedad civil. El retraso en la licitación de las obras hasta 2016 y el
recorte del presupuesto inicial (79 millones de euros en cuatro años)
hasta los 32.1 millones aprobados finalmente, compromete la eficacia
del proyecto y muestra una vez más la importancia del contexto
sociopolítico y económico en el desarrollo de planes de restauración.
219
situaciones de degradación en ambientes semiáridos. En primer lugar,
se dan argumentos generales para justificar la necesidad de
restauración de ecosistemas degradados en áreas mediterráneas
semiáridas o secas, apartado que debe quedar perfectamente definido
en un proyecto de restauración. Posteriormente se describen las
acciones de preparación del terreno más apropiadas para estos
ambientes y, por último, los métodos de implantación de especies.
221
zona. Este fenómeno a gran escala está detrás de crisis alimentarias,
movimientos migratorios, escaladas bélicas por los recursos y, en último
término, el colapso de muchas civilizaciones desde la antigüedad
(Diamond 2005).
222
Preparación del terreno
223
Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, una vez realizada
la sectorización de la superficie de restauración se realizará la
asignación de técnicas de preparación del terreno para cada sector.
Remodelación de taludes
224
el uso de maquinaria pesada puede generar sobre especies y hábitats
de interés presentes sobre la zona de actuación o en su inmediaciones,
sobre todo cuando el perfil a remodelar está formado por materiales no
consolidados fácilmente erosionables.
Estabilización de taludes
225
drenaje a base de bloques, diques de gavión, incrustaciones de mulch
en regueros, estaquillado de taludes, zanjas con mulch y bloques, etc.
Descompactación y compactación
226
y evita dañar la vegetación existente, concentrando las labores en los
puntos concretos en donde se realizará la siembra o plantación. En los
casos en los que existe una costra caliza en horizontes de suelo más
profundos también se ha empleado frecuentemente el subsolado con el
fin de incrementar el espacio disponible para el crecimiento radicular.
Este subsolado trae consigo el volteo de la estructura natural del perfil
del suelo, de manera que se colocan en superficie los horizontes más
profundos que en el ámbito calizo mediterráneo frecuentemente están
enriquecidos en arcillas. Este mayor contenido en arcillas suele resultar
en la impermeabilización de la capa superficial, lo que dificulta tanto la
infiltración de agua en el suelo como la emergencia de nuevas plántulas.
Por este motivo, en los casos en los que la presencia de una costra
caliza pueda limitar el crecimiento radicular se recomienda sustituir el
subsolado tradicional por una rotura puntual de la costra en el sitio de
plantación mediante ahoyado mecánico. En áreas contaminadas por
residuos minero-metálicos (depósitos y balsas de residuos de lavado de
mineral) se suele utilizar el aporte y compactación de una capa de filitas
de 30-80 cm de espesor con maquinaria pesada, para inertizar el
sustrato contaminado. Posteriormente se vierte una capa de tierra sobre
la que se realiza la implantación de una cubierta vegetal. De esta
manera se reduce la biodisponibilidad de los contaminantes, así como
su movilidad por Técnicas de restauración 88 procesos de erosión
hídrica o eólica. En cualquier caso, la elevada pendiente en taludes de
este tipo de ecosistemas degradados a menudo reduce su efectividad a
medio-largo plazo, al formarse regueros y cárcavas de erosión. En estos
casos el uso de geomallas volumétricas de alta durabilidad que admitan
227
revegetación mediante hidrosiembra u otra técnica de plantación
extensiva pueden ser más eficientes, aunque con un mayor coste.
Enmienda o fertilización
229
pantanos y balsas de estériles minero-metálicos (Clemente et al. 2004);
también en escombreras y depósitos de canteras de mármol y áridos.
Aunque tradicionalmente se han aplicado de modo extensivo, en los
últimos años se viene ensayando su uso de modo puntual, a escala de
hoyo, sobre todo en ambientes naturales o seminaturales, para
disminuir los efectos colaterales de su aplicación extensiva sobre la
vegetación existente. La fertilización puede hacerse con fertilizantes
orgánicos o inorgánicos. Entre los primeros, los residuos compostados
suelen dar menos problemas de contaminación por metales pesados
que los residuos domésticos o el abono. El mulch de paja o de virutas
de madera también da buenos resultados, al mejorar la textura del
sustrato y presentar una alta relación C/N. No obstante, no conviene
abusar en las dosis utilizadas, ya que en condiciones semiáridas la
descomposición de los restos vegetales es más lenta que en
condiciones más húmedas (MoroyDomingo2000), a lo que hay que
sumarlos efectos alelopáticos y mecánicos que algunos tipos de mulch
pueden tener sobre la germinación y establecimiento de plántulas de la
vegetación (Navarro-Cano et al. 2009, 2010). Los fertilizantes
inorgánicos (nitrato amónico, sulfato amónico, etc.) son baratos y fáciles
de aplicar, aunque se recomienda su aplicación combinada con
Técnicas de restauración 91 el aporte de una fuente de materia
orgánica, para aumentar la capacidad de retención de nutrientes
(VV.AA. 1989). También en este caso es recomendable ajustar
correctamente la dosis para evitar problemas de exceso de nutrientes.
Esto puede tener efectos negativos sobre los organismos edáficos y la
dinámica de la vegetación recolonizadora, al favorecer la instauración
de comunidades nitrófilas ruderales muy persistentes.
230
Elección de especies: criterios y métodos de selección
En términos generales, son muy pocas las especies para las que se ha
ensayado históricamente la plantación o siembra en restauración o
repoblación. Incluso la plantación, como técnica más usada, requiere de
un análisis crítico acerca del potencial restaurador que se deja escapar.
Por ejemplo, en la actualidad tan solo se utiliza un 4% de las especies
de la flora peninsular (Balaguer 2002). Tras estudiar la oferta de planta
de siete viveros nacionales especializados en restauración, el mismo
autor constató un sesgo significativo hacia especies arbóreas frente a
arbustivas o de matorral, y hacia especies leñosasfrente a herbáceas,
lo que repercute negativamente en las posibilidades de restauración de
231
áreas semiáridas. En ambientes semiáridos sometidos a un fuerte
estrés físico-climático, la vegetación arbustiva o de matorral constituye
parte esencial de la vegetación potencial (ver, por ejemplo, Alcaraz et
al. 1999; Mota et al. 1997), y las comunidades de herbáceas
acompañantes concentran el grueso de la diversidad vegetal. Por estas
razones es necesario ampliar la oferta viverística de especies de plantas
para restauración y revegetación, intentando incorporar taxones de
todos los grupos funcionales y procedencias a escala regional. Cabe
recordar que se necesita mejorar el conocimiento sobre la biología
reproductiva y propagación de nuevas especies con potencial
restaurador,sobre todo en el ámbito local y regional, por lo que se
necesita más investigación al respecto (Martínez-Sánchez et al. 2008).
Además, en muchos casos la biología de la conservación puede aportar
conocimiento importante para aumentar esta oferta viverística, al
estudiar la propagación y plantación de especies protegidas de
distribución restringida, que pueden tener un cierto interés en
restauración a escala local. La importancia de los rasgos funcionales y
filogenéticos a la hora seleccionar la planta para restauración es otro de
los aspectos poco considerados hasta la fecha, que merece una mayor
atención (apartados 2.2 y 3.6). Sabemos que plantas alejadas
filogenéticamente tienden a ser funcionalmente dispares (Blomberg et
al. 2003), lo que permite su coexistencia, una utilización más eficaz de
los recursos y una atenuación de los principales factores de estrés
ambiental (Navarro-Cano et al. 2014). Por ejemplo, en ecosistemas
semiáridos gobernados por facilitación, las plantas nodriza tienden a
beneficiar a plantas filogenéticamente distantes, aumentando así la
diversidad filogenética vegetal (Valiente-Banuet y Verdú 2007). El uso
232
más eficiente de los recursos por parte de comunidades vegetales
filogenética (y funcionalmente) más diversas hace que éstas sean más
productivas (Cadotte et al. 2008). Además, estas comunidades
vegetales parcheadas tiene un efecto en cascada sobre la estructura de
las comunidades microbianas del suelo, como responsables directas de
los ciclos Técnicas de restauración 94 biogeoquímicos y flujos de
energía en ecosistemas terrestres (Goberna et al. 2014). En este
sentido, debe profundizarse en la selección de pares o grupos de
especies con rasgos funcionales complementarios. Por ejemplo, los
rasgos radiculares no suelen recibir mucha atención, más allá de la fase
de producción en contenedor dentro de vivero. Sin embargo, pueden
ser decisivos a la hora de conseguir comunidades en las que primen los
procesos de facilitación frente a la competencia por los recursos. Si
además el ecosistema degradado presenta problemas de erosión, este
tipo de rasgos pueden jugar un papel importante en su control y
estabilización (De Baets et al. 2007). El uso combinado de especies con
rasgos complementarios puede cumplir funciones complementarias:
efecto nodriza, retención de suelo, efecto mulch, fijador de nitrógeno,
etc. Para la elección de las especies de plantación conviene contestar
a las siguientes preguntas en cada proyecto de restauración:
233
d) ¿De qué especies en el ámbito local de actuación disponemos para
cada tipo funcional?
234
desaconseja su uso en depósitos con pendientes pronunciadas. El
elevado coste por hectárea que conlleva realizar un sellado eficaz con
una capa impermeable en toda la superficie del depósito, así como la
necesidad de utilizar planta autóctona con ciertas especificaciones
(procedencia, diversidad, resistencia a la sequía), para su plantación
sobre la tierra aportada encima de la capa impermeable ha llevado a un
uso muy puntual de esta técnica en la zona.
235
nodriza, pero que no facilitan a otras especies bajo su copa. A las
restantes 33 especies no se les pudo asignar tipo funcional debido a su
baja frecuencia en los muestreos. Hemos comprobado que varias de las
especies de plantas nodriza mejoran la fertilidad del suelo bajo su copa,
lo que redunda en una mayor actividad microbiana en términos de
ciclado de nutrientes y descomposición de la materia orgánica. Además,
a partir de una matriz de rasgos funcionales de las especies de plantas
presentes en los depósitos mineros se observó que las especies nodriza
presentan rasgos distintivos con respecto a las facilitadas y las pioneras,
entre los que destacan una mayor altura de la planta, mayor longitud,
profundidad y lateralidad de las raíces, menores cocientes
profundidad/lateralidad y longitud/peso seco de raíces y menores áreas
foliares específicas. La asociación entre tipos funcionales de especies
y sus rasgos funcionales sugiere la posibilidad de utilizar pares de
especies funcionalmente complementarias en la restauración de estos
ambientes contaminados altamente estresantes para las plantas. Con
este propósito se pueden utilizar plantas nodriza establecidas en los
depósitos de forma natural o plantarlas, en los casos de especies
nodriza poco abundantes, para favorecer la posterior colonización bajo
las nodrizas por parte de las especies focales. Además, hemos
comprobado que en algunos casos se puede sembrar directamente bajo
nodrizas ya existentes, lo que abarataría los costes de un proyecto de
fitoestabilización de estos depósitos. Este ejemplo ilustra cómo el
conocimiento de los factores que determinan el establecimiento y
ensamblaje de las especies en un ecosistema, puede incrementar la
viabilidad de un programa de restauración ecológica.
236
Implantación de especies Una vez realizada la selección de especies y
la asignación de los hábitats de plantación dentro del área a restaurar,
se procederá a la propagación de acuerdo con el método de
implantación proyectado. Para ello se debe tener en cuenta el
calendario de plantación previsto para ajustar la recolección de semilla
y su propagación.
237
siglo XX con marras generalizadas por problemas de depredación o
irregularidad climática (Domínguez-Lerena et al. 2001).
238
Así mismo, se ha usado la siembra de herbáceas tras incendio como
método de reducción de los efectos erosivos a corto plazo (Ruby 1989;
Fernández-Abascal et al. 2003). Por último, el aporte de semillas
también ha sido aplicado a la recuperación o restitución de poblaciones
de especies amenazadas (Cully 1996; Morgan 2000). Sin embargo, las
experiencias de este tipo en ambientes semiáridos del sureste
peninsular son prácticamente inexistentes. En este sentido, las nuevas
expectativas suscitadas acerca de las posibilidades de aplicación de las
interacciones positivas entre especies dentro del ámbito de la ecología
de la restauración, así como la necesidad de buscar técnicas de mínimo
impacto, obligan a valorar de nuevo, esta vez de modo integrado, las
técnicas de siembra como alternativa o complemento para la
restauración de ambientes semiáridos.
Siembra
242
Los métodos de siembra pueden agruparse en dos categorías: los
métodos extensivos y los métodos puntuales . A la hora de elegir uno u
otro método resulta fundamental conocer las propiedades físicas y
químicas del sustrato, los requerimientos del nicho de establecimiento
de las especies a utilizar y la posible existencia de depredación de parte
de las semillas por la fauna silvestre. También es importante hacer un
cálculo de la densidad de semillas necesaria en cada caso, en función
del potencial germinativo de cada especie y de la depredación estimada
en cada sitio. A continuación, se describen brevemente estos métodos.
Siembra a voleo
247
la utilidad de distintas especies en cada proyecto de restauración
ecológica.
Por lo tanto, sería deseable profundizar en las posibilidades de
utilización de los parches de vegetación, para la realización de siembras
puntuales, intentando reducir la depredación de semillas mediante
tubos o mallas protectores, mediante siembras destinadas a saciar a la
fauna granívora o con sistemas protectores como el desarrollado en la
Universidad de Granada para la siembra de especies de Quercus
(Castro y Leverkus 2015).
En el caso de los pinares de repoblación, que requieren actuaciones de
diversificación o de reactivación de la sucesión vegetal, los datos
disponibles obligan a plantearse la necesidad de actuaciones de manejo
de la capa de hojarasca, en combinación con la selección del micrositio
de plantación, para evitar los efectos alelopáticos y la obstaculización
mecánica de la pinaza. Hidrosiembra Las hidrosiembras consisten en la
siembra a presión de una mezcla de agua y semillas, que en ocasiones
se acompañan de algunos aditivos que tienen la función de crear un
efecto mulch, fertilizar la mezcla y favorecer la suspensión homogénea
de ésta.
Las hidrosiembras pueden ser un método útil para revegetar taludes,
incluso en orientaciones de solana. En lugares con acceso a vehículos
pesados (taludes de carretera, balsas de estériles, terreras, depósitos
de residuos, etc.) se utilizan generalmente hidro sembradoras
mecánicas, con 700- 12.000 L de capacidad (VV.AA. 1989), que
cuentan con mangueras de aplicación de largo alcance.
En el caso de terrazas revegetadas, en las que tampoco existen vías de
acceso a los taludes entre terraza, puede ser útil el uso de hidrosiembra
248
con mochila o a mano, si bien, la falta de presión que produce este
método requerirá de su aplicación desde terraza al talud inferior, y
siempre en taludes de longitud reducida. Otro posible uso de la
hidrosiembra con mochila o manual consiste en la siembra en parches
en los que se ha aplicado manualmente mulch vertical incrustado a lo
largo de los canales y regueros en terrazas y taludes.
Con este método se conseguirá:
a) detener la erosión en taludes entre terrazas,
b) favorecer su revegetación y
c) promover la exportación de propágulos hacia la terraza inferior.
Con independencia del método de implantación, en ambientes termo- y
mesomediterráneos semiáridos y secos es necesario realizar la siembra
o hidrosiembra durante el periodo septiembre-noviembre, para hacer
coincidir la implantación con el periodo de germinación y emergencia de
plántulas, que comienza en octubre y puede alargarse hasta abril
(Navarro-Cano 2007).
De este modo también se favorece la supervivencia de las plántulas
establecidas, al sufrir un endurecimiento natural previo a la sequía
estival. En el caso de hidrosiembra en microambientes de umbría y/o
con compensación edáfica, ésta puede realizarse hasta diciembre o
enero. Normalmente se usan mezclas de especies comerciales, en las
que abundan taxones alóctonos para la zona concreta de aplicación, o
especies con requerimientos hídricos menos exigentes que los que
existen en las zonas a restaurar. En este sentido, es importante recordar
que cada área de restauración requiere de la recolección de semillas de
especies locales o cercanas al área de trabajo, no solo por su mejor
adaptación en el caso de los ambientes semiáridos, sino para evitar
249
interacciones competitivas no deseadas entre especies alóctonas
introducidas y la flora autóctona.
La hidrosiembra con maquinaria pesada es utilizada frecuentemente en
restauración de áreas mineras y revegetación de taludes de carretera,
mientras que la hidrosiembra manual o con mochila en puntos concretos
ha sido muy poco utilizada hasta la fecha. Sin embargo, este último
método puede ser de gran utilidad en la revegetación de pequeñas
cárcavas sin acceso para vehículos pesados, en la estabilización y
revegetación de regueros y canales de erosión producidos por
escorrentía y en el refuerzo de poblaciones de especies herbáceas o de
gramíneas de interés.
La hidrosiembra manual o con mochila permite la selección del
microhábitat de siembra, actuando en parches o líneas de drenaje
concretas. De esta manera se compensa el sobrecoste por implantación
manual, al reducir las marras que se suelen producir al intentar
plantaciones homogéneas con maquinaria pesada, en ambientes
heterogéneos, en los que existe un mosaico de nichos de
establecimiento. Cabe recordar que las fases de germinación y
emergencia de plántulas constituyen el principal cuello de botella en la
dinámica poblacional de una especie (Harper 1977; Kitajima y Fenner
2000). El nicho de establecimiento es más restringido que el nicho
adulto, por lo que los filtros impuestos a la emergencia y supervivencia
temprana de plántulas controlan en gran medida la expresión de la
comunidad adulta (Young et al. 2005).
A menudo se ha recurrido a la construcción de diques de laminación en
ramblas y barrancos de cuencas geomorfológicamente muy activas en
el sureste Ibérico. Sin embargo, se ha comprobado que muchos de
250
estos diques son poco efectivos, al quedar colmatados por los
sedimentos de las aguas de escorrentía en pocos eventos de lluvia
moderada a fuerte (Castillo et al. 2001, 2007). En este sentido el mejor
método para luchar contra la erosión sigue siendo recuperar la cubierta
vegetal y promover su dinámica, precisamente en los focos iniciales de
erosión, que se sitúan a menudo en cárcavas de fuerte pendiente y
exposiciones de solana, lo que dificulta su recolonización por la
vegetación natural.
Plantación
251
de terófitos, hemicriptófitos y caméfitos propios de comunidades
abiertas de matorral, adaptadas a la aridez. Al igual que en el caso de
las siembras, los métodos de plantación pueden agruparse en dos
categorías: los métodos extensivos y los métodos puntuales.
Los métodos extensivos se utilizan cuando la imagen objetivo deseada
contempla una alta densidad de planta, mientras que los métodos
puntuales de plantación se usan en diseños con baja densidad de
planta. A continuación, se describen estos métodos.
Plantación mecanizada en terrazas o caballones
La plantación mecanizada se realiza con un tractor oruga al que se le
acopla una plantadora mecánica. Se ha usado ampliamente en terrazas,
en cuyo caso viene precedida por la creación del perfil aterrazado
mediante pala o tractor oruga y el ripado o subsolado de la terraza
creada.
Los inconvenientes que esta técnica tiene para su aplicación en
ambientes semiáridos son: a) destrucción del perfil de suelo y volteo del
mismo, b) creación de terraplenes de pendiente superior al perfil
original, c) fomento de procesos erosivos puntuales, d) porcentaje
significativo de marras por plantación deficiente, e) nula selección del
hábitat de plantación, f) rejuvenecimiento de la vegetación, etc. (Maestre
y Cortina 2004; Navarro-Cano et al. 2007; Ruiz-Navarro et al. 2009). A
esto hay que unir el hecho de que durante la segunda mitad del siglo
XX, la especie predominante en los proyectos españoles de
restauración hidrológico-forestal mediante terrazas ha sido el pino
carrasco. Esta especie interfiere en el proceso de recolonización natural
mediante el control alelopático y mecánico que ejerce su hojarasca
sobre el establecimiento de plántulas de la vegetación concurrente
252
(Fernández et al. 2006; Navarro-Cano et al. 2009, 2010). Por todo ello,
en la actualidad es una técnica poco recomendada en restauración
hidrológico-forestal. Su uso está especialmente desaconsejado en
pendientes menores del 35% y mayores del 60%, así como en sustratos
yesosos o con caliza activa (VV.AA. 1998). Tampoco se recomienda su
uso en restauración de terreras y pantanos mineros (VV.AA. 1989). Por
lo tanto, su aplicación se restringe a restauraciones de tipo
transformación, sobre materiales consolidados y en ambientes cuya
matriz paisajística ya está dominada por elementos artificiales, por lo
que el aterrazado no añadirá una herida visual significativa.
Plantación manual en hoyos
Consiste en la plantación puntual de un plantón a raíz desnuda o en
envase, mediante la apertura de un hoyo de tamaño variable según la
especie. El hoyo puede realizarse a mano, usando un plantamón, un
barrón, una azada, un pico Técnicas de restauración 116 mecánico o
una barrena mecanizada helicoidal. En todos los casos la tarea la puede
realizar un solo operario, a excepción de la barrena, que requiere dos
personas. El tamaño de hoyo oscila entre los 10-40 cm (ancho) × 20-40
cm (profundidad) en el caso del uso de barrón, azada o plantamón, y
los 30-40 × 30-100 cm con barrena helicoidal. Los rendimientos que se
obtienen no varían significativamente en sustratos más o menos
sueltos, oscilando entre los 15 y 20 hoyos, mientras que en sustratos
compactos la barrena helicoidal o el uso de pico mecánico permite
doblar el número de hoyos (10-12 hoyos/hora) con respecto al
plantamón o la azada (5 hoyos/hora) (VV.AA. 1998), aunque conviene
recordar que se requiere el doble de operarios para su utilización.
253
La plantación manual en hoyos es la mejor alternativa para la
implantación de arbustos o árboles en ambientes semiáridos que
requieren una restauración de tipo recuperación o sustitución, y en la
que la orografía del terreno, la dificultad de acceso o la necesidad de no
afectar al suelo o la vegetación existente, obliga a utilizar técnicas de
mínimo impacto que no requieran maquinaria pesada.
La plantación manual en hoyos ha sido poco utilizada durante los
últimos años, desplazada por las técnicas de plantación mecanizada,
que permitían rendimientos muy superiores con un abaratamiento
significativo de los costes. Sin embargo, los resultados de la plantación
con maquinaria pesada en ambientes semiáridos no han sido
satisfactorios en muchos casos. Esto se ha debido a la agresividad en
la preparación del terreno (desmontes en terrazas, subsolado, etc.), a
la inespecificidad en la elección de la especie y la nula selección del
microhábitat de plantación, lo que ha dado lugar a marras generalizadas
y problemas de erosión en zonas de fuerte pendiente.
Ante estas técnicas convencionales, de fácil diseño y bajo coste por
hectárea, las técnicas de plantación manual en hoyos se muestran
como una alternativa idónea para plantaciones de refuerzo y
diversificación en espacios protegidos o áreas sensibles, que cuentan
con hábitats de interés comunitario o especies protegidas. Este método
puede combinarse con el uso de plantas nodriza (Castro et al. 2002),
con la utilización de tubos protectores y con técnicas de semillado, para
crear parches de vegetación que actúen como puntos de nucleación
para la vegetación de etapas avanzadas de la sucesión.
Plantación manual en fajas o banquetas
254
Es similar a la plantación manual en hoyos, con la particularidad de que
la plantación se realiza en fajas o banquetas mediante la creación de
caballones de 1.5-5 m de longitud, 0.2-1 m de anchura y 10-40 cm de
profundidad. Resulta adecuada para la creación de parches bandeados
de vegetación en laderas de pendiente superior a los 20°. En laderas
sobre materiales con sustratos muy compactados puede realizarse
mediante motopico, aunque resulta relativamente costosa al obtenerse
bajos rendimientos. Por el contrario, sobre taludes con suelos poco
consolidados, como margas, o en terreras y depósitos de materiales
finossin consolidar, la formación de fajas o banquetas puede producir
durante los primeros años tras la plantación problemas de formación de
regueros y acarcavamiento que pueden llevar incluso al colapso de
taludes de elevada pendiente tras episodios de lluvias torrenciales. Para
evitar esto se recomienda usar rollos de gabión o biorrollos de fibra
vegetal, a modo de caballón y combinar esta técnica para la introducción
de especies arbustivas o gramíneas perennes, con la hidrosiembra o
siembra manual de herbáceas en los alrededores de la faja o banqueta.
Plantación en hoyos con retroexcavadora
Las retroexcavadoras oruga o las de tipo araña permiten ahoyar en
pendientes de hasta 45°, por lo que se han incorporado a las tareas de
restauración en lugares poco accesibles. Permiten realizar hoyos de
hasta 50 × 100 cm, lo que las hace muy útiles para terrenos con roca
madre o costra caliza en superficie, en los que se requiera un ahoyado
en profundidad y un levantamiento de la costra superficial. También
pueden usarse para crear fajas o banquetas, como en el apartado
anterior. No es recomendable su uso sobre áreas críticas por riesgo
geomorfológico o presencia de comunidades vegetales de interés. En
255
sustratos poco consolidados las rodadas y los puntos de apoyo de los
brazos generan cierta inestabilidad que puede desencadenar la
formación de regueros o surcos de erosión.
Así mismo, su uso en áreas críticas, como hábitats de interés
comunitario o en ambientes con poblaciones de especies protegidas
requerirá de la selección de la rodada y puntos de apoyo, lo que en
términos de rendimiento no compensará su uso frente a la plantación
manual en hoyos. La plantación en hoyos con retroexcavadora está
pensada para la plantación de árboles o grandes arbustos, no siendo
una opción rentable ni eficiente para especies de menor porte como
arbustos pequeños o matorrales.
Restauración ecológica de especies y hábitats de interés
256
de la restauración ecológica de especies o hábitats de interés. Así,
cuando se habla de refortalecimiento de una especie nos referimos a la
implantación de nuevos efectivos demográficos en poblaciones
residuales. La reintroducción se refiere a la introducción en localidades
donde el taxón existió.
La introducción consiste en la implantación de poblaciones en
localidades próximas, por su corología o ecología a las existentes. Por
último, la restauración alude a la realización de restituciones que
incluyan no sólo la implantación de nuevos efectivos poblacionales, sino
también la recuperación previa o simultánea de sus hábitats, lo que
requiere tener en cuenta los requisitos abióticos para la especie
(propiedades físicas y químicas del suelo, microclima) y el grado de
interacción tanto mutualista o antagonista con otras especies presentes
en el hábitat. La restauración ecológica, reintroducción o refuerzo de
poblaciones para la conservación de una especie vegetal forma parte
de lo que se han denominado técnicas integradas de conservación de
flora endémica o amenazada. Estas técnicas combinan tanto acciones
in situ como ex situ, y no son un concepto nuevo dentro de la ecología
de la conservación.
Existen datos de reintroducciones antiguas de especies en respuesta a
la degradación ambiental por sobreexplotación de los recursos. Por
ejemplo, en el caso de la flora hawaiana, con 1131 especies y
subespecies autóctonas, entre 1910 y 1960 se realizaron plantaciones
de 78 especies autóctonas, entre las que se encontraban 13 especies
hoy catalogadas con algún grado de amenaza (Merhoff 1996). El hecho
de que también se realizaran introducciones de otras 948 especies
alóctonas Técnicas de restauración 121 en ese periodo indica la
257
involuntariedad conservacionista de aquellas plantaciones hawaianas,
que respondían simplemente a la necesidad de revegetar tierras
devastadas por la agricultura y el sobrepastoreo. En cambio, la idea de
conservación integrada subyace en trabajos como los de Gómez-
Campo (1972, 1987) y Thompson (1974), reconociendo la necesidad de
utilizar los bancos de germoplasma como técnicas complementarias
con otras técnicas in situ y ex situ. Sainz-Ollero y Hernández-Bermejo
(1979), son los primeros en iniciar en 1977 experiencias de germinación
y reintroducción de especies amenazadas en España, a partir de
semillas y propágulos conservados en el banco de germoplasma del
Departamento de Biología de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros
Agrónomos de Madrid. Las especies utilizadas fueron Vella
pseudocytisus L., Silene hifacensis Rouy, Hutera rupestris Porta,
Antirrhinum charidemi Lange y Artemisia granatensis Boiss.
Experimentos similares fueron llevados a cabo con anterioridad por De
Bolòs (1962), que intentó, sin éxito, una experiencia de reintroducción
de Lysimachia minoricensis en Menorca; y Crompton (1975) en
Inglaterra, que trabajó con varias especies raras, incluido el endemismo
británico Scleranthus perennis subsp. prostratus.
En Estados Unidos se vienen produciendo reintroducciones
intencionadas de plantas amenazadas desde los años 80 (Falk y Olwell
1992), contemplando la legislación el uso de reintroducciones en al
menos el 25% de las especies consideradas como amenazadas (Falk
et al. 1996). En el caso español hasta la fecha se han aprobado planes
de recuperación de 168 especies de flora amenazada, muchos de los
cuales ya se han ejecutado o están programados proyectos de
reintroducción. Al respecto, la Directiva 92/43/CEE del Consejo de las
258
Comunidades Europeas relativa a la conservación de los Hábitats
Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres (Directiva Hábitats) ha jugado
un papel fundamental en el desarrollo de legislación supranacional,
nacional y regional para promover los planes de recuperación de
especies y hábitats amenazados.
La restauración ideal de una especie amenazada requiere de unos
estudios básicos acerca del tamaño y dinámica de sus poblaciones,
ciclo biológico, sistema de reproducción y dispersión, agentes
polinizadores, vectores de dispersión de frutos y semillas, especies
plaga, valoración genotípica de la variabilidad in- Técnicas de
restauración 122 traespecífica, flujo génico entre poblaciones y
existencia de hibridación y cuantificación objetiva de la sensibilidad de
la planta ante amenazas existentes o potenciales (Hernández-Bermejo
et al. 1999). Además, conviene conocer los requerimientos ecológicos
de cada especie para ubicarla adecuadamente en términos funcionales
en el ecosistema correspondiente. Este conocimiento básico nos
permitirá una adecuada elección del micrositio de plantación, el método
de propagación y el método de plantación. En este sentido, uno de los
fallos habituales a la hora de propagar en vivero planta para realizar
plantaciones de una especie amenazada consiste en obviar la
especificidad del sustrato, usando muchas veces sustratos comerciales
de tipo forestal, muy alejados de los que usa la especie en condiciones
naturales.
Este hecho todavía es habitual, salvo quizá en el caso de especies de
arenales y dunas, a la hora de propagar especies de comunidades de
matorral de ambientes semiáridos, lo que se traduce en mortandades
elevadas a corto o medio plazo (Martínez-Sánchez et al. 2016). Buenos
259
ejemplos de plantaciones de una especie amenazada de ambientes
semiáridos apoyadas en estudios básicos que incluyen muchos de
estos aspectos los encontramos en la restauración de canteras de yeso
en Almería, mediante el uso de especies gipsófilaslocales(Mota et al.
2011), en el caso del plan de recuperación del endemismo murciano
Astragalus nitidiflorus (Martínez-Sánchez y Vicente Colomer 2016) o el
en el plan de recuperación del iberonorteafricanismo Anthemis
chrysantha (Vicente Colomer et al. 2015).
Un aspecto controvertido y escasamente tratado a nivel científico y
técnico es el conflicto de intereses que se produce en muchos casos
entre los planes de restauración ambiental y los de recuperación y
conservación de especies y hábitats de interés, tal y como han puesto
de manifiesto Mota et al. (2011) en el caso de las yeseras ibéricas. Este
problema puede tener su origen en la separación de departamentos
responsables de impulsar o tutelar estos planes dentro de una misma
administración, no sólo en términos de comunicación y colaboración,
sino también debido a la separación entre grupos profesionales
existente entre los departamentos responsables de programas de
restauración forestal y los de conservación. Existen multitud de casos
en el ámbito de los ambientes mediterráneos semiáridos de
repoblaciones o restauraciones hidrológico-forestales que han afectado
negativamente a poblaciones de plantas amenazadas. En el caso de
especies herbáceas o de matorral, casi siempre obviadas en esos
proyectos de restauración hidrológico-forestal, el daño ha sido elevado,
pudiendo haber influido en la rarefacción de muchas especies
actualmente amenazadas. Paradójicamente uno de los principales
objetivos de esas restauraciones hidrológico-forestales era la lucha
260
contra le erosión. Sin embargo, existen muchos estudios que ponen de
manifiesto la efectividad de esas comunidades naturales de matorral en
ambientes semiáridos para luchar contra la erosión, en comparación
con las repoblaciones forestales realizadas en esos mismos lugares
(Martínez-Fernández y Esteve 2005). En otros casos, la preparación del
terreno mediante la aplicación extensiva de una enmienda inadecuada
para los propósitos de la restauración tiene efectos negativos no solo
sobre la restauración ambiental deseada sino sobre poblaciones de
interés. Es el caso de antiguos intentos de restauración de canteras de
yeso mediante aportes de tierra alóctona en Almería, que han
favorecido la recolonización de especies ruderales como Dittrichia
viscosa en detrimento del primocolonizador natural de yesos
Gypsophila struthium en la zona (Mota et al. 2004). El problema quizá
estriba en la separación entre legislación sobre conservación de la
biodiversidad y legislación relacionada con rehabilitación de suelos, que
lleva a que, por ejemplo, un lugar que alberga poblaciones de especies
protegidas o hábitats de interés requiera legalmente de un plan de
rehabilitación según la directiva de residuos. Pero a menudo los
proyectos de rehabilitación de suelos usan técnicas de compactación
extensiva o la aplicación de enmiendas orgánicas o inorgánicas, que
tienen un efecto negativo sobre la vegetación existente, incluidas esas
especies de interés.
Un caso paradigmático es el de los depósitos de residuos de lavado de
minerales metalíferos, que contienen elevadas concentraciones de
elementos tóxicos como arsénico, cadmio, plomo, zinc o cobre, por lo
que la transposición de las directivas europeas al ordenamiento jurídico
nacional y regional ha acelerado las exigencias de restauración de la
261
administración competente sobre propietarios de terrenos
contaminados con estos residuos. Sin embargo, desde el punto de vista
técnico, para la administración el modelo de restauración estándar de
estos sitios pasa por el desmonte o sellado, lo que entraría en colisión
con la normativa legal de conservación de poblaciones de especies
protegidas que crecen de modo natural sobre estos sustratos
especiales. Por ejemplo, entre las decenas de depósitos de residuos
minero-metalíferos de la Sierra Minera de La Unión (Murcia), existen
varios de ellos incluidos dentro de sitios Natura 2000 y que se presentan
dentro del área de distribución del Hábitat prioritario Bosques de
Tetraclinis articulata, de distribución muy restringida en el ámbito
europeo. Paradójicamente decenas de individuos de esta especie están
colonizando algunos de estos depósitos, junto con otras especies
legalmente protegidas a escala regional o nacional como Limonium
carthaginense, Teucrium carthaginense o Serapias parviflora. Sin
embargo, un sellado de estos depósitos supondría la eliminación de
estas incipientes poblaciones, cuando algunas de estas especies son
de por sí candidatas potenciales a ser incluidas en planes de
restauración basados en la fitoestabilización de estos depósitos a
escala local. En estos casos, una restauración blanda, con escasa
mecanización y una adecuada selección de las especies y micrositios
de plantación podría favorecer simultáneamente la fitoestabilización de
estos ambientes y la recuperación de hábitats y especies de interés.
Seguimiento y evaluación del éxito de una restauración
ecológica
262
Un programa de restauración ecológica no termina con el proyecto de
ejecución, sino que requiere un seguimiento y evaluación del éxito de la
restauración transcurrido un tiempo prudencial, para determinar si se ha
alcanzado la imagen objetivo o si al menos el ecosistema restaurado
muestra una tendencia positiva en esa dirección. En este último caso,
para detectar tendencias, conviene realizar evaluaciones periódicas a
intervalos de tiempo regulares. La juventud de la disciplina hace que
solo en los últimos años empiecen a aparecer estudios que evalúan al
menos a medio plazo una restauración ecológica. Existen, por el
contrario, numerosos ejemplos de evaluaciones del éxito de
repoblaciones forestales históricas, restauraciones hidrológico-
forestales, programas de rehabilitación de tierras, etc., siguiendo
metodologías muy variadas. En todas estas evaluaciones se ha hecho
un escaso o nulo uso de indicadores del estado de las funciones del
ecosistema restaurado. Además, la incorporación a la evaluación, de
los posibles efectos del cambio climático sobre la evolución del área
restaurada, así como las probables desviaciones del ecosistema de
referencia por este fenómeno sigue siendo una asignatura pendiente en
el diseño de la mayoría de proyectos de restauración y su evaluación.
En muchos casos, la dificultad para proyectar o evaluar una
restauración bajo el actual escenario de cambio global, se debe a la falta
de información específica acerca de cuál puede ser la evolución de
ecosistemas concretos y los hábitats que lo forman ante futuros
escenarios de reducción de precipitaciones y aumento de la
temperatura. Tradicionalmente el éxito de una plantación se ha
evaluado a partir de la supervivencia, crecimiento y/o estado fisiológico
a corto o medio plazo (1-5 años) de la especie plantada. En algunas
263
ocasiones se han incorporado medidas relacionadas con la
composición, estructura y dinámica de la vegetación (cobertura vegetal,
riqueza de especies, etc.). Si bien estos parámetros son indicadores
necesarios del éxito de la restauración a corto plazo, tal y como
proponemos más adelante, a medio y largo plazo es imprescindible
introducir indicadores de las relaciones planta-suelo o aquéllos que
incorporan las interacciones entre distintos niveles tróficos (planta-
microorganismo, planta-herbívoro, planta-polinizador, etc.). En el caso
de las restauraciones hidrológico-forestales, que además de
plantaciones incluían hidrotecnias para corregir cauces o reducir
escorrentía, las obras de restauración raras veces contemplaban una
evaluación de su eficacia en términos de disminución de escorrentía,
tasa de colmatación de diques, etc., reduciéndose en el mejor de los
casos a la mera corrección de daños estructurales.
Los casos de evaluación a medio-largo plazo en este tipo de
restauraciones también son muy escasos, y casi nunca provienen de la
autoridad o entidad ejecutora del programa de restauración, lo que
indica una falta de planificación temporal de los programas de
restauración y una desvinculación de las tareas de ejecución y las de
evaluación dentro del mismo programa de restauración. En cuencas con
alta actividad erosiva, a menudo los diques construidos se colmatan en
pocos años (Castillo et al. 2007) y pueden llegar a colapsar. En
ambientes mediterráneos las repoblaciones forestales son las que más
frecuentemente se han evaluado, tanto en el ámbito técnico como
científico. En este sentido, el principal problema a la hora de evaluar el
éxito de programas de restauración hidrológico-forestal de cierta
antigüedad estriba en partir de información fiable sobre el estado previo
264
a la repoblación, grado de ejecución y especificaciones del proyecto, así
como de las posteriores acciones de reposición de marras y selvicultura
preventiva llevadas a cabo (Alloza et al. 2004).
La problemática sobre el diseño y eficacia de las repoblaciones
forestales efectuadas hasta finales de los 80 se ha traducido en un
reconocimiento expreso de la importancia de evaluar de modo integrado
los programas de reforestación, incluyendo parámetros relacionados
con la naturalidad paisajística y la biodiversidad local en el diseño de
futuros planes de restauración, tal y como recoge el vigente Plan
Forestal Español (BOE 2015) y el Plan Estratégico Estatal del
Patrimonio Natural y de la Biodiversidad 2011-2017 (BOE 2011). Alloza
et al. (2004) repasaron los criterios de evaluación que se han aplicado
hasta la fecha a las repoblaciones forestales, detectaron un predominio
de trabajos que evaluaban sobre la base de datos cualitativos, lo que
hace muy difícil discutir objetivamente sise satisficieron los objetivos
previamente establecidos en cada proyecto. En ese sentido, el
problema de la evaluación puede deberse a la falta de directrices
estandarizadas. Por ejemplo, en el manual clásico “Restauración
Hidrológico-Forestal de Cuencas y Control de la Erosión”, documento
técnico coeditado por el Ministerio de Medio Ambiente de España
(VV.AA. 1998), no aparece ningún capítulo referido a la evaluación
posterior o seguimiento de tales actuaciones para concretar el grado de
cumplimiento de los objetivos del proyecto.
La Unión Europea ha financiado en los últimos años distintos proyectos
de investigación con el objetivo de dotar de herramientas útiles en la
evaluación y toma de decisiones por parte de la administración con
265
competencias en el desarrollo, manejo y gestión de programas de
restauración ecológica.
El proyecto REACTION (www.gva.es/ceam/reaction) ha generado una
metodología de evaluación del éxito de actuaciones de restauración o
repoblación forestal a escala de cuenca, mediante la valoración de
indicadores de calidad del territorio, el análisis comparativo del estado
actual frente a las condiciones originales del área de actuación del
proyecto y la cuantificación del cumplimiento de los objetivos del mismo.
Para tal fin, se han utilizado diferentes cuencas piloto en países de la
Europa Mediterránea. Por su parte, el proyecto RECONDES (www.
port.ac.uk/research/recondes/) perseguía generar técnicas de manejo
de la vegetación encaminadas a mitigar los procesos de degradación a
distintas escalas y usos de suelo en paisajes bajo riesgo de
degradación. Esto incluye zonas sometidas a programas de
restauración hidrológico-forestal en el pasado. En ese proyecto se pone
especial énfasis en la detección de umbrales de reversión de los
procesos de degradación, así como en el control de la conectividad de
dichos procesos a diferentes escalas (Equipo Recondes 2007). La
Society for Ecological Restoration (2004) propone tres modelos de
evaluación del éxito de una restauración ecológica, basados en la
selección previa de un ecosistema de referencia o al menos de los
atributos que el ecosistema restaurado debe tener:
a) la comparación directa, en la que se propone utilizar entre 20 y 30
parámetros físicos y biológicos, que son medidos en el ecosistema
restaurado y comparados con el equivalente de referencia;
266
b) el análisis de atributos, en el que se cuantifica el grado de
cumplimiento de los atributos que debe cumplir un ecosistema
restaurado;
c) el análisis de trayectorias, basado en el seguimiento periódico de una
serie de parámetros que permitan detectar una tendencia del
ecosistema restaurado. Los tres modelos presentan un inconveniente
principal: la dificultad existente para determinar adecuadamente el
ecosistema de referencia, es decir, aquél que se sitúa en un estado
similar al existente antes de operar el agente de degradación.
Este problema es especialmente controvertido en ambientes semiáridos
secularmente manejados. Sin embargo, la Society for Ecological
Restoration (2005) señala que el ecosistema restaurado no
necesariamente tiende a recuperar un estado inicial, sino que debido a
un cambio histórico de los factores que controlan la dinámica del
biotopo, éste puede seguir una trayectoria de sucesión alterada que
puede igualmente suponer una mejora en la salud, integridad y
sostenibilidad del ecosistema restaurado (Walker y del Moral 2003). Por
otro lado, el modelo de evaluación por comparación directa con un
ecosistema de referencia presenta el problema añadido de que, en
muchos casos, los parámetros de contraste arrojarán valores
discordantes en conjunto con lo que será necesaria una jerarquización
del peso de los mismos en la valoración global de la restauración.
En el caso del modelo de evaluación por análisis de trayectorias, la
dificultad estriba en la interpretación de las mismas según el análisis de
las series temporales de datos (Society for Ecological Restoration
2005). En ocasiones se desconoce el ecosistema de referencia pero al
menos se tiene información previa de la evolución a largo plazo del
267
ecosistema degradado. La posibilidad de disponer de ortofotos del
ecosistema desde el fin del agente de degradación hasta varios años
después puede ayudar a prever cual será la trayectoria seguida por una
hipotética restauración en función del diseño de la misma.
Recientemente Crouzeilles et al. (2016) han revisado 221 estudios que
evaluaban el éxito de repoblaciones forestales, tratadas por los autores
como restauraciones. Los autores han constatado una mejora
significativa de la biodiversidad y estructura de la vegetación por
comparación con el ecosistema degradado, que puede variar
enormemente en función del tiempo transcurrido desde la restauración,
la intensidad y grado de fragmentación producidos por el agente de
degradación y el estado ecológico de la matriz forestal que rodea a la
zona restaurada. Siguiendo las recomendaciones de la Society for
Ecological Restoration,
proponemosunconjuntodeindicadoresquenosparecenoportunosparaev
aluar el éxito de una restauración ecológica a distintas escalas
temporales. A corto plazo (1 a 5 años) es necesario evaluar al menos el
establecimiento y estado fisiológico de la vegetación implantada. A
medio plazo (5 a 15 años) se requiere una evaluación no solo del éxito
de la vegetación implantada, sino también del ensamblaje de una
comunidad vegetal más compleja, en la que se establezcan nuevas
especies de plantas, que favorezcan la recuperación de otros niveles
tróficos y que dé lugar a la reactivación de las interacciones planta
suelo. En este periodo, sería conveniente utilizar indicadores de los
diferentes componentes de la diversidad que se relacionan con las
funciones ecosistémicas.
268
Se trata de métricas que incorporan la diversidad filogenética y funcional
de las comunidades, obviadas hasta ahora en la evolución del éxito de
las restauraciones ecológicas. Ruiz-Jaen y Aide (2005) muestran en una
revisión mundial sobre evaluaciones de los resultados de actuaciones
de restauración que los procesos ecológicos no fueron tan
frecuentemente medidos como la diversidad o estructura vegetal. Entre
los estudios que incluyeron procesos ecológicos se evaluó típicamente
la presencia de micorrizas, que puede ser un buen indicador del
potencial de crecimiento de las plantas, y el ciclado de nutrientes, que
nos indican el estado de procesos ecosistémicos claves como la
mineralización o el secuestro de carbono. En ambos casos, las
interacciones ecológicas se muestran clave para entender los procesos
planta-microorganismo.
Una de las razones por las cuales las funciones ecosistémicas no son
evaluadas para determinar el éxito de una restauración puede ser que
su recuperación en muchos casos es más lenta que la de la diversidad
o estructura vegetal (Morgan y Short 2002).
Los períodos de evaluación que se indican deben entenderse como una
mera aproximación que puede variar significativamente en función del
contexto ambiental de la zona restaurada. Técnicas de restauración 136
restauraciones a menudo se diseñan no para maximizar dichos
procesos sino la mera recuperación de especies. Afortunadamente, en
la actualidad tenemos conocimientos ecológicos suficientes como para
poder diseñar restauraciones que fomenten las interacciones
ecológicas más implicadas en la restauración de funciones
ecosistémicas fundamentales. Se trata, simplemente, de intentar
269
restaurar todos los componentes de la diversidad biológica. Dado el
esfuerzo titánico que puede representar el manejo de aspectos tan
diversos, algunos de los cuales pueden ser incluso desconocidos, como
la diversidad genética o funcional de grupos biológicos poco estudiados,
podemos recurrir a indicadores que permitan estimar de manera integral
la diversidad de partida de un ecosistema a restaurar. Estos mismos
indicadores nos permitirán evaluar el éxito de la restauración una vez
pasado un tiempo razonable desde la ejecución del proyecto.
En este sentido, la diversidad filogenética se erige como una
herramienta de gran utilidad, ya que permite integrar composición,
estructura y función de una comunidad biológica en una única medida.
Dado que las especies evolucionan a partir de un ancestro común, las
especies que son cercanas filogenéticamente tienden a poseer
caracteres morfológicos y funcionales parecidos. Este hecho hará, no
sólo que las especies emparentadas desarrollen funciones similares en
el ecosistema sino también que interaccionen con grupos de especies
similares (Gómez et al. 2010). Por esta razón, la diversidad filogenética
de plantas puede ser un indicador fundamental a la hora de evaluar el
éxito a medio-largo plazo de actuaciones de restauración en ambientes
semiáridos. Su estima en áreas sometidas a restauración permitiría
integrar en una misma métrica el grado de ensamblaje de la comunidad
con respecto a la situación antecedente y su efecto sobre funciones
ecosistémicas básicas, por ejemplo, fertilidad y ciclado de nutrientes del
suelo. La información de base para calcular la diversidad filogenética de
una comunidad es relativamente sencilla de obtener. Solo necesitamos
realizar un muestreo similar al necesario para estimar el índice de
270
diversidad de Shannon, es decir, necesitamos una matriz de especies y
sus abundancias.
Por lo tanto, el esfuerzo de campo es equivalente o solo ligeramente
superior al que puede llevar medir supervivencia, cobertura o riqueza
vegetal, Con esa información se Técnicas de restauración 137
construye una filogenia datada y se pueden calculan diversas métricas
como la distancia filogenética media (MPD, del inglés mean
phylogenetic distance) o el índice de parentesco neto (NRI, net
relatedness index), que nos sirven para evaluar la estructura y
diversidad filogenética de la comunidad estudiada (Pausas y Verdú
2010). Si se cuenta con parcelas control no restauradas o con parcelas
cercanas del ecosistema de referencia se pueden estimar las
trayectorias en la estructura de la comunidad vegetal a través de estas
variables de diversidad, que también informan acerca del desarrollo del
suelo. Un ejemplo de la utilidad de este método de evaluación lo
tenemos en el caso de la restauración del hábitat formado por diversas
especies protegidas de plantas en afloramientos yesíferos de Jalance
(Valencia). Tras siete años desde la plantación en hoyo de tres
endemismos típicamente gipsófitos (Gypsophila struthium, Sedum
album y Limonium sucronicum), tan solo el 40% de los individuos de G.
struthium habían sobrevivido, pero éstos estaban facilitando el
desarrollo de vecindarios filogenética- y funcionalmente más diversos
que en los espacios no plantados, aumentando la complejidad
estructural de la comunidad vegetal y la eficiencia en el uso de los
recursos, lo que promueve un mejor funcionamiento del ecosistema
(Navarro-Cano et al. 2016). La evaluación del éxito de una restauración
ecológica a largo plazo requiere hacer un seguimiento no sólo de los
271
parámetros considerados a corto y medio plazo, sino también de la
recuperación de la estructura y fertilidad del suelo, al menos en los
horizontes superficiales, así como el restablecimiento de las
interacciones ecológicas dentro y entre niveles tróficos. En último
término, si además de restaurarse la arquitectura y las funciones
ecosistémicas se consigue la integración del ecosistema restaurado en
su matriz paisajística, se puede considerar que la restauración ecológica
ha sido un éxito.
272
Restauración de suelos degradados
Cubierta externa
Árboles nativos y exóticos
Pastizales
273
una cuenca cercana con una predominante presencia de minerales,
almacenarlos en un embalse y usarla para regar cultivos agrícolas
valiosos.
En los lugares donde no cae lluvia suficiente para mantener una cubierta
vegetativa continua, la cubierta vegetativa fragmentada se separa
mediante fajas de tierra de diferente anchura.
275
En esos programas se usa más agua reciclada que aguas residuales y
en el futuro esta práctica será intensificada.
277
Para lograr un proyecto de reforestación en una región árida, a grandes
rasgos se siguen los siguientes pasos:
278
Otra técnica sencilla de restauración que parece tener bastante éxito es
el uso de partes de ramas, estructuras similares u otras que hagan la
función de sumidero.
279
Técnicas para la conservación del suelo
Pastizales
282
Son comunidades vegetales donde predominan los pastos con pocos
árboles y arbustos. Pueden ser producto del desmonte de terrenos
boscosos, pero aquí nos referimos a los naturales. En las sabanas
pueden existir árboles, pero son escasos y muy dispersos.
Distribución
Ecosistemas
deteriorado 39,347
Clima
283
precipitación media anual entre 300 y 600 mm. Se encuentran en
laderas de cerros y el fondo de valles con suelos moderadamente
profundos, fértiles y medianamente ricos en materia orgánica. En zonas
con declive y sin suficiente protección se erosionan con facilidad.
Algunos tipos especiales se localizan en suelos con gran abundancia
de yeso.
Flora y fauna
284
Impactos y amenazas
285
La desaparición y degradación ambiental del bosque a gran escala
amenaza la capacidad de carga de nuestro planeta. Centroamérica
encabeza las tasas regionales de deforestación anual alcanzando
nueve veces el promedio mundial (FAO, 2011). Las áreas deforestadas
se convierten principalmente en pastizales para la alimentación del
ganado o en tierras de cultivo, las cuales representan ya el bioma
terrestre más grande del mundo, cubriendo alrededor de 40% de la
superficie global (Foley et al., 2005). Como consecuencia,
problemáticas como el cambio climático, la desertificación, eventos
climatológicos extremos y la falta de agua potable son cada día más
agudas.
286
mientras que los sotobosques, al tener sombra, son menos invadidos
por especies heliófilas de competencia agresiva que retrasan la
sucesión (Douterlungne et al., 2013b). Adicionalmente, el mantillo y la
sombra proyectada por el dosel amortiguan las oscilaciones extremas
en las temperaturas y tasas de evapotranspiración que caracterizan las
áreas tropicales deforestadas (García-Orth y Martínez-Ramos, 2011).
Mientras que se han realizado numerosos estudios sobre el diseño y
composición de las plantaciones, existen pocas evaluaciones
experimentales que comparen el desempeño de plantaciones
establecidas con las tres diferentes estrategias de propagación: i)
trasplante de plantones producidos en vivero, ii) siembra directa de
semillas, y iii) trasplante de estacas vegetativas.
288
lado, este estudio compara las especies con alta productividad para
cada uno de los métodos de establecimiento evaluados. El diseño de
este estudio, con comparaciones inter-específicas, posibilita
aproximarse más a las potenciales eficiencias óptimas de cada método
de establecimiento; aunque no pretende determinar el mejor manejo de
reproducción de todas las especie en todas las formas de
establecimiento.
Para seleccionar las especies con alto desempeño para cada método
de establecimiento y que además presenten un alto potencial para la
restauración, se usaron los siguientes criterios: 1) experiencias exitosas
en ensayos de restauración (véase, entre otras, Román et al., 2009), 2)
alta disponibilidad local de propágulos, 3) presencia en pastizales y
cercas vivas, 4) experiencia local en su propagación, 5) carácter
perennifolio, y 6) producción de frutos comestibles atractivos para la
fauna dispersora de semillas.
290
0.06% ácido Indol-3 butifico y 99.82% de diluyentes y compuestos
relacionados: 99.82%). Las estacas con enraizador se distribuyeron
aleatoriamente entre todos los puntos de siembra
291
Consideramos abordar este tema porque, en algunas zonas áridas y en
suelos degradados, se han ido popularizando por ser medianamente
productivos y se adaptan a las condiciones económicas de los
productores, si se manejan adecuadamente dichos sistemas
agrosilvopastoriles y se integran para un mejor aprovechamiento de
aspectos agrícolas, ganaderos y forestales que es como tienen
integradas sus actividades los productores.
292
de la selva para el cultivo del maíz durante uno a tres años, después de
lo cual abandonaban el área para su regeneración natural.
293
Los árboles pueden competir con la pastura por agua, nutrientes, luz y
espacio (el efecto será mayor en la medida que los requerimientos sean
similares).
294
Ventajas y desventajas
296
Los sistemas de recolección
El tema está relacionado con los bienes y servicios que deriva el hombre
de la cubierta vegetal espontanea, con un cierto grado de intervención,
que a nivel nacional representa aproximadamente el 72.7 % de los
terrenos incultos.
González-Abraham et al. (2015) refieren un 56 % del territorio mexicano
sin perturbación, donde resalta el bioma Sierra Madre Occidental con
una huella humana de 0.52, en contraste con San Andrés Tuxtla, con
una huella humana de 4.74.
Nos ocuparemos de un tipo de aprovechamiento que denominaremos
recolección, aplicado a poblaciones vegetales y animales de los que se
obtienen materias primas vegetales o animales que se utilizan, por lo
general, para la elaboración de productos finales para autoconsumo o
para comercialización en función de, disponibilidad, necesidad, cultura
y tecnología y, en algunos entornos, constituyen la única fuente de
sustento o ingreso de la población:
299
Las nopaleras son tratadas en detalle por Velázquez (1961); Miranda y
Hernández (1963); Marroquín et a/. (1964); Rzedowski (1964);
Bye1979); Figueroa (1984); López et al. (1977), COMETUNA, Red
Nopal CONABIO (2008) y ponen de relieve su capacidad para producir
bienes y servicios a los dueños ó poseedores de este, tan sui generis,
tipo de vegetación.
300
Los hay por sus aprovechamientos de fibras: Agave lechuguilla (García-
Moya y Ayala-Sosa, 2007); A. fourcroides, para la de bebidas
espirituosas: A. angustifolia, con la distribuci6n más amplia del género
al traspasar las fronteras a partir del sur de Sonora hasta
Centroamérica. En ese Ámbito, la elaboración de mezcal toma distintas
denominaciones: bacanora en Sonora (Bahre y Bradbury, 1980),
mezcal en Oaxaca (Sánchez, 1989), comiteco en Chiapas. Bye, Jr.
(1979), Tello y García (1988), Aguirre et al. (2001) mencionan el proceso
para el Altiplano potosino-zacatecano, donde se utiliza otra especie (A.
Salamina spp. crassispina), tequila (A. tequilean) en Jalisco
(Valenzuela, 1994); CONABIO (2006); pulque (A. salmiana, A.
mapisaga) (García y Nobel, 1990).
301
Producto Forestal No Maderable (PFNM)
Son productores/recolectores.
Viven en comunidades asociadas a bosques.
Utilizan los recursos forestales para subsistencia.
Venden productos primarios con ningún o muy poco grado de
procesamiento.
Comercializan uno o más productos dentro de la comunidad.
Venden a intermediarios en la comunidad cercana a ella.
Tienen muy poca información o experiencia en el desarrollo de
mercados.
304
visualizar el potencial de conservación de los recursos naturales que
puede representar su adecuado manejo.
306
lefia, materiales de construcción, alimentos y medicinas de
autoconsumo, adornos y otros usos generalizados de gran importancia
para la satisfacción de las necesidades básicas de familias rurales.
La amplia gama de PFNM que se generan en bosques, selvas y
semidesiertos, hablar de ellos es referirnos a una gran diversidad y
riqueza biológica que nos remite a importantes potenciales económicos
y alimentarios, ambientales y culturales que pueden, además de servir
de base para promover estrategias de diversificación sostenible de las
actividades productivas y mejorar los ingresos campesinos, ser la base
de modelos de aprovechamiento que contribuyan a la conservación de
los recursos naturales.
307
general reducido en monto de efectivo, pero no por ello menos
importante
para la subsistencia diaria, la atenci6n de gastos de emergencia, 0 para
financiar otras actividades productivas como la siembra de maíz y la
cosecha del café.
En este sentido, es relevante para la economía familiar no sólo el monto
obtenido por la venta de PFNM, sino el momento en que esto se puede
hacer, existiendo tanto el caso de especies marcadamente estacionales
(la vainilla, la inflorescencia de tepejilote y numerosos frutos silvestres),
como de otras que se pueden extraer y comercializar casi en cualquier
momento del año (como la fibra de ixtle y el follaje de palmas de género
Chamaedorea).
308
Se consignan las estadísticas para 1995: producción (41 mil toneladas)
que correspondieron en un 52% a resina; y casi un porcentaje igual 55%
a los ecosistemas templados; 33 a los secos y 12% a los tórridos; origen
(MICH, PUE, TAMPS, BC, COAH, ZAC).
La producción no maderable para el primer semestre de 1996, ascendió
a 13 mil toneladas, 20% inferior al mismo periodo de 1995. Un recuento
más actualizado sobre el tema lo aportan Zamora y Torres (2001) a
nivelo de país, quienes consignan 5 mil taxones de plantas útiles y 21
especies de hongos, de los cuáles resaltan por su importancia, 70 con
una producción aproximada de 80 mil toneladas.
Levy et al. (2002) registran 480 taxones en una comunidad Lacandona,
de los cuales, 356 (73.4 %) son enmarcados dentro de 23 categorías
etnobotánicas reconocidas, un promedio de 1.3 aprovechamientos,
para un total de 463, donde resalta el autoconsumo (77 %).
García y Flores (1996) refieren otros productos fundamentales para la
subsistencia de 25 millones de habitantes del medio rural lo 58 % para
la región centro-norte del altiplano potosino-zacatecano, como el caso
del aprovechamiento de la leña.
Deforestación
311
ecológicos que albergan reliquias forestales de notable diversidad
biológica.
Desertificación
313
Los modelos pronostican un aumento de la frecuencia y/o
intensidad de las sequías. También son de prever mayores riesgos
de incendios en los demás bosques y tierras arboladas.
Conclusiones
315
Estos bosques y árboles proporcionan medios de subsistencia a la
población local y se integran en la trama de las sociedades rurales. Sin
embargo, la presión humana y los riesgos naturales ponen muchas
veces en peligro la función productiva y protectora de los bosques y
árboles en las tierras áridas. Pese a su importancia para la economía
local y la población, los bosques y productos forestales de tierras áridas
por lo general aún no se tienen en cuenta en la política de ordenación
de recursos naturales y en la toma de decisiones.
Cuando se considere establecer plantaciones, será preciso evaluar el
balance hídrico y estimar su evolución para cada uno de los períodos
de la vida del rodal. Todo programa de control de la desertificación o
actividad de reverdecimiento deberá planificarse en función del paisaje.
El lema que ha de expresar la lucha contra la desertificación ha de ser
no solo «plante un árbol», sino «ordene la tierra y los recursos de
manera sensata: un árbol tan solo deberá crecer cuando y donde su
plantación resulte sostenible»
316
El papel de los viveros forestales en la restauración
Introducción
La restauración de áreas degradadas se presenta como una necesidad
para resolver problemas medioambientales y, a la vez, mejorar la
producción de bienes y servicios ecosistémicos. A través de la
restauración es posible mitigar los efectos del cambio climático
mediante el secuestro de dióxido de carbono atmosférico en la biomasa
arbórea (Canadell y Rapauch 2008) y se contribuye con la reducción de
la pérdida de la biodiversidad y la usurpación de la frontera árida.
En la actualidad, a nivel mundial se han puesto en marcha programas
destinados a restaurar millones de hectáreas. Por ejemplo, en setiembre
de 2011 en Bonn, Alemania y lanzado por UICN, el gobierno de
Alemania y la Asociación Mundial para la Restauración del Paisaje
Forestal han firmado un compromiso mundial con el objetivo de iniciar
la restauración de 150 millones de hectáreas de tierras para el año
2020.
A menudo se planea restaurar ecosistemas poco estudiados y con poca
información sobre los atributos de las especies que lo habitan, con el
consecuente desconocimiento de su desarrollo inicial, forma de
propagación y producción. Con las estrategias de restauración actuales
la cantidad de semillas necesarias para desarrollar estos programas se
puede estimar en cientos de toneladas, superando con creces la
capacidad de recolección y producción, por lo tanto, su disponibilidad
es uno de los retos más significativos para la restauración a nivel de
paisaje o a gran escala (Merritt y Dixon 2011).
La propagación de árboles para restauración de tierras degradadas en
los trópicos puede hacerse de tres formas (Holl 2012): 1) plántulas
317
producidas en viveros a partir de semillas, 2) la propagación vegetal de
ciertas especies a partir de reproducción asexual, ya sea directamente
en el sitio de restauración o en los viveros y 3) la siembra directa de
semilla en el sitio de restauración. El uso de estos métodos dependerá
de los objetivos del proyecto, la velocidad natural de recuperación y la
ecología del sistema. El método más utilizado en los trópicos es la
producción de material en vivero a partir de semillas, sin embargo, hay
que tomar en cuenta que las otras dos opciones requieren menos
trabajo y el costo es menor.
Tomando en cuenta que la mayoría de los viveros comerciales y bancos
de semillas ofrecen un número reducido de especies o las cantidades
no son suficientes para la escala de los proyectos de restauración de
paisaje, este Capítulo constituye una guía y apoyo, que incluye
bibliografía, así como información y recomendaciones prácticas de
técnicos y de la gente del campo involucrada en la producción de
plántulas y el desarrollo de viveros rústicos con instalaciones sencillas
y de tipo temporal.
La incorporación del conocimiento que tienen los pobladores locales
sobre su región, la historia de uso de las especies, su ubicación y en
algunos casos su propagación, son conocimientos de gran importancia
para el éxito de los proyectos (Vargas, O. 2007). Por lo tanto, la
participación de estas personas en la formación y establecimiento de
una red de viveros locales permitirá solventar la necesidad de plántulas
para los proyectos de restauración y, a la vez, generar nuevas fuentes
de empleo e involucramiento de la comunidad, lo cual mejorará la
aceptabilidad de un eventual programa de restauración, en función del
318
enfoque de doble filtro que promueve la UICN sobre la restauración
funcional del paisaje forestal.
La importancia de los viveros para la restauración
Un vivero forestal es un área dedicada a la producción de árboles de
especies forestales, destinados a ser utilizadas en la restauración,
forestación, reforestación, repoblación forestal o cualquier otra actividad
que involucre el establecimiento de especies forestales. Es
imprescindible estar al tanto de que la producción de plántulas es un
proceso que inicia con la planeación del tipo de producción, la obtención
del material a producir y el manejo, que culmina con la entrega de los
árboles listos para sembrar en el campo.
El establecimiento de proyectos de restauración, por lo general, se
desarrollan en medios difíciles y en la mayoría de los casos sin cuidados
especiales de las plantaciones. Lo anterior exige el uso de material
vegetal de buena calidad y disponibilidad para asegurar su
sobrevivencia y desarrollo en campo. Normalmente la calidad del
material vegetal está estrechamente relacionada con la morfología del
material para sembrar, debe existir un equilibrio entre la parte aérea y
la parte radicular de las plántulas. Hoy en día es posible producir árboles
en viveros a partir de semillas a través de diversos sistemas, desde la
tradicional producción en bolsa hasta los no tradicionales como los
sistemas de bandejas (tubos plásticos, pellets, contenedores, entre
otros) (Rojas, F. 2006).
En este Capítulo se dará mayor énfasis al sistema tradicional de bolsa
como primera alternativa para la restauración. Se trata de construir
redes de viveros rústicos con instalaciones sencillas y de tipo temporal,
que no requieran muchos recursos económicos y grandes obras, así
319
pueden ser replicados por las comunidades donde se lleven a cabo los
proyectos de restauración.
Otra alternativa viable es la propuesta por Lozano (2009), que consiste
en la creación de viveros principales o centrales y auxiliares. En los
principales se realiza la producción de plántulas y el manejo durante las
primeras semanas después de la germinación, después se trasladan a
raíz desnuda a los viveros auxiliares ubicados cerca de los proyectos
de restauración para reducir los costos y la pérdida de material por el
traslado a grandes distancias.
320
Diseño de vivero
Una vez seleccionado el sitio donde se establecerá el vivero, el
siguiente paso será diseñar su distribución. Se debe tomar en cuenta el
tipo de producción, la cantidad de plántulas a producir, los períodos de
producción de las especies seleccionadas, y los recursos económicos
disponibles.
Sistemas de producción
321
Los sistemas de producción son los métodos que permiten propagar y
manejar plántulas. La elección del sistema de producción depende de
factores como el mercado, las especies a propagar, las condiciones del
sitio por plantar, el área, la escalada de producción y el tamaño de la
semilla. Dentro de estos sistemas podemos mencionar las bolsas
plásticas (sistema tradicional), contenedores, jiffy (pellets), estacas,
pseudoestacas, tubos de plástico, bambú, entre otros. Las bolsas de
polietileno son las que comúnmente se utilizan en viveros y existen en
varios tamaños; 4 x 8”, 5 x 8”, 6 x 8” y para frutales 10 x 15” (Rojas, F.
2006).
Secciones del vivero
Por lo general, un vivero cuenta con tres partes fundamentales:
semilleros o almácigos, área de media sombra y los bancales. Otras
secciones importantes en el vivero son:
Área para colocación de material de sustrato (arena, tierra, broza,
entre otros).
Área de propagación de plantas a raíz desnuda, estacas, entre
otros.
Bodega para guardar las herramientas y el equipo.
Bodega para guardar insumos, fertilizantes y agroquímicos.
Semilleros o almácigos
El semillero o almácigo es el área donde se concentra y estimula la
germinación. Existen dos formas de desarrollarlo: una directamente en
el suelo en bancales, y otra, en camas de germinación. Las camas se
confeccionan con un cajón de madera de 1 metro de ancho y longitud
variada, se establecen a una altura que oscila entre los 0,80 metros
hasta 1,10 metros.
322
Este germinador se llena con una mezcla de arena de río en una
proporción de tres tantos por dos de suelo oscuro (negro) rico en
materia orgánica. Sin embargo, algunos productores utilizan solo arena
de río para llenar el germinador. Una vez lleno se colocan las semillas
a una profundidad más o menos del su tamaño para que germinen y
luego se trasplantan al sistema productivo seleccionado (bolsas, pellet,
entre otros).
El riego en los germinadores debe ser fino para evitar descubrir las
semillas, se aconseja utilizar un atomizador manual o aspersores. Algo
importante de mencionar en el proceso de germinación es que el
sustrato debe mantenerse húmedo. En almácigos establecidos en
regiones tropicales, con sitios muy calurosos y con alta intensidad
lumínica, se recomienda, en la época seca, aplicar dos riegos por día,
uno temprano por la mañana antes que el sol caliente y, otro por la tarde,
para evitar la evapotranspiración de las plántulas y se aprovecha mejor
el riego.
Para el manejo de la luz en el germinador, se pueden utilizar diferentes
tipos de materiales, como, por ejemplo, el sarán que regula y
homogeniza la intensidad de luz y disminuye la entrada de agua
proveniente de fuertes lluvias.
El combate de plagas y enfermedades debe ir más allá de lo
convencional a base de formulaciones de síntesis química. Es
importante promover y llevar a la práctica estrategias que integren
diversas tácticas biológicas, químicas, físicas, el integrado de plagas y
las prácticas culturales con el propósito de generar el menor daño
posible al ambiente.
323
Una vez que aparecen las primeras hojas, es necesario realizar el
repique o transplante, por lo general, se realiza a los pocos días (cuatro-
ocho días) de germinadas las semillas (Cozzo 1976). Consiste en sacar
las plántulas de los almácigos al sistema productivo seleccionado. Antes
del repique se recomienda regar unas dos horas antes para evitar dañar
las raíces. Las plántulas transplantandas se deben colocar a la sombra
y para evitar la infección por microorganismos causantes del mal de
talluelo, se recomienda realizar una aplicación preventiva de algún
producto agroquímico. Cuando las especies presentan altos
porcentajes de germinación se podría realizar la siembra directa en las
bolsas o pellet.
Área de sombra
El área de media sombra es a donde se llevan las plántulas después de
ser repicadas, así se reduce la pérdida de agua por evaporación del
suelo y se disminuye la transpiración (pérdida de agua por las hojas).
Así mismo se aminora la temperatura sobre las plantas y el sustrato
para evitar quemaduras y marchitez de las plántulas.
Bancales
Las eras donde se preparan los árboles para su futuro en el campo se
denominan bancales o áreas de producción. Por lo general, deben tener
1 metro de ancho y una longitud variada y estar orientadas en dirección
este-oeste para recibir mayor cantidad de sol durante el día. Estas eras
deben estar separadas por callejones de alrededor de medio metro, que
pueden servir también como desagües y, a la vez, para la manipulación
de las plántulas en los trabajos de mantenimiento o facilitar la carga de
producto para su comercialización.
324
En el caso de utilizar el sistema de contenedores, tubetes y pellets, se
recomienda colocarlos encima de una estructura elevada que facilite la
poda aérea de raíces. Sin embargo, esta es una alternativa más cara.
Área de almacenamiento y mezcla de sustrato
En esta área se lleva a cabo la preparación del sustrato para el llenado
de las bolsas y/o tubetes. Debe estar ubicada, en lo posible, cerca de
un camino para que los vehículos que transportan el material tengan
acceso directo. Las instalaciones deben estar techadas,
preferiblemente, para controlar la humedad, facilitar el llenado de bolsas
y proteger a los trabajadores de las condiciones climáticas.
326
Suelos muy húmedos con drenajes deficientes favorecen el
aparecimiento de algunas enfermedades.
Por otro lado, el control de hormigas (Atta sp.) se debe hacer pre y post
instalación del vivero con el uso de un insecticida. La sulfluramida ha
demostrado un buen efecto en el manejo de estos insectos. Para otras
plagas de follaje se recomienda la aplicación de insecticidas de
contacto.
327
Dentro de los atributos de cada individuo cabe destacar el gremio
ecológico de las especies. Un gremio es un grupo de especies que
utilizan los mismos recursos del ambiente, patrones generales de
regeneración natural, potencial de crecimiento, propiedades de madera
y usos generales de una forma similar (Finegan 1996).
De igual forma Budowski, (1965) Lamprecht (1990), Schutz citado por
Beek & Sáenz (1992), mencionan que se puede realizar clasificaciones
de las especies arbóreas de acuerdo con los requerimientos de luz, ya
que es uno de los principales factores que afectan las posibilidades de
establecimiento y crecimiento de la regeneración. Diversos autores
mencionan que existen patrones intermedios dentro de estas
clasificaciones al considerar la dinámica de aperturas (claros) y las
diferentes categorías biológicas de las especies.
Sin embargo, para este acápite, las clasificaremos en tres grupos:
heliófitas efímeras, heliófitas durables y esciófitas, con el fin de
simplificar la selección de especies para el establecimiento de proyectos
de restauración, rehabilitación o cualquier otra estrategia que disminuya
la degradación de áreas.
Heliófitas efímeras (HE): especies intolerantes a la sombra con
características típicas de reproducción “r”, generalmente, reproducción
precoz y masiva, semillas pequeñas con viabilidad larga; crecimiento
rápido en buenas condiciones de luz y tienen, por lo general, una vida
corta. Distribución diamétrica en forma de campana con los individuos
agrupados en las primeras tres categorías diamétricas. (Finegan 1996).
Ejemplo de estas especies para Mesoamérica tenemos: Cecropia spp.,
Heliocarpus spp., Miconia spp., entre otros.
328
Dentro de las ventajas de utilizar las especies del gremio HE podemos
mencionar que son especies abundantes de fácil adaptación, por lo
general, resistentes, de rápido crecimiento, es decir, que al cerrar el
dosel controlan las gramíneas, además facilitan el establecimiento de
otras especies porque sirven rápidamente de percha de aves (Vargas
2012).
Heliófitas durables (HD): especies intolerantes a la sombra, de vida
relativamente larga. Las semillas mantienen la viabilidad por menos
tiempo que las efímeras, pueden regenerarse en espacios abiertos y en
claros más pequeños del bosque, aunque requieren gran cantidad de
luz para establecerse y sobrevivir. Presentan distribución diamétrica
errática o en cohortes debido a que la regeneración depende de
disturbios en el bosque, los cuales no ocurren todo el tiempo, sino a
intervalos irregulares (Finegan 1996). Dentro de estas especies se
encuentran algunas con mediano y alto valor comercial como, por
ejemplo: Cedrela spp., Dipteryx spp., Hieronyma spp., entre otros.
Esciófitas (ES): especies tolerantes a la sombra, generalmente de
crecimiento lento comparadas con las heliófitas, pero reaccionan a la
apertura del dosel, de vida larga, los frutos y semillas son de tamaño
mediano a grande con estrategias de reproducción “k”, de reproducción
tardía, baja y dispersión limitada. Distribución diamétrica en forma de “j”
invertertida típica de poblaciones disetáneas en bosques primarios y
primarios intervenidos. (Finegan 1996). Dentro de este gremio podemos
encontrar especies de las familias Sapotaceae, Lecythidaceae,
Chrysobalanaceae.
Otros atributos que podrían presentar las especies seleccionadas
pueden basarse en aspectos de funcionalidad, tales como: fijación de
329
nitrógeno, sustento a la fauna silvestre, producción de hojarasca
(materia orgánica) y forraje para animales domésticos, entre otros. La
selección de especies debe estar acorde con la estrategia de
restauración, por ejemplo, si se va a realizar una restauración ecológica,
como primer paso se debe seleccionar un ecosistema de referencia y
desarrollar un listado de especies, si no se contara con un ecosistema
de referencia, se puede consultar la opinión de botánicos expertos,
inventarios regionales o nacionales del sitio por restaurar o consultar a
los pobladores de la región (Vargas, O. 2007).
Semillas forestales
Cuando no se dispone de personal o herramientas mínimas para
recolectar semillas, se puede recurrir a bancos de semillas o a una
organización productora confiable. El precio y cantidad de semillas
disponible está condicionado a la especie y a su calidad. Su precio por
lo general es alto, en algunas ocasiones puede alcanzar cientos de
dólares por kilogramo. De acuerdo con la especie seleccionada, la
semilla se puede obtener localmente o se debe importar. Hay que tener
en cuenta que estos bancos de semilla, por lo general, tienen un número
reducido de especies y en algunos casos la disponibilidad es ocasional.
Otras opciones para obtener semillas es recolectar directamente de las
fuentes semilleras; para los casos de proyectos de restauración
ecológica, revegetación, reclamación, etc., no es necesario que el árbol
seleccionado presente buena forma, pero si estar saludable. Sin
embargo, en los proyectos de restauración con un enfoque comercial,
la recolección de la semilla depende de aspectos donde la selección de
árboles madre se basa en características visibles que lo hagan
330
sobresalir (fenotipo). Dentro de estas características podemos
mencionar:
Árboles sanos, de buena forma, rectos y sin bifurcaciones, por lo
general dominantes o codominantes, que al menos produzcan
una troza comercial.
Árboles maduros, pero no viejos.
Evitar recolectar material de árboles aislados, solo en los casos
donde se involucre especies escasas o amenazadas, especies
con fructificaciones en períodos superiores a un año.
En la mayoría de los casos las semillas, de la especie a recolectar,
deben proceder de la mayor cantidad de árboles posibles (20-30
árboles), con una separación mínima de 100 metros entre cada
árbol madre. Dentro de las fuentes de germoplasma para
recolectar este tipo de material están los huertos semilleros, los
rodales semilleros, bosque natural y plantaciones comerciales
(Jara 1998).
Recolección de semillas
La recolección de semillas depende de aspectos como tamaño del
árbol, tipo de fruto, fenología de las especies (floración y fructificación),
conocimiento de la maduración (coloración, consistencia y textura del
fruto) y mecanismos de dispersión. El último aspecto define la
capacidad de las plantas para colonizar diferentes tipos de hábitats y la
capacidad para sobrevivir por períodos más largos en condiciones
adecuadas de germinación. Es preferible recolectar los frutos cuando el
árbol está en plena producción, en cuyo caso, juega un papel
fundamental para la restauración el involucramiento del conocimiento
331
de los pobladores locales (ubicación de árboles semilleros, aspectos
fenológicos, entre otros).
Tipos de frutos y semillas forestales
El entendimiento básico de la morfología del fruto y de la semilla puede
ser útil para la elección del método de recolecta, el tipo de tratamiento
pregerminativo (si hubiese alguno) y la selección del método de
producción, entre otros. La mayoría de los árboles en los bosques
tropicales húmedos las especies fructifican durante todo el año, por lo
que es necesario realizar expediciones de recolecta cada mes.
En los bosques tropicales secos, la fructificación, por lo general, llega a
su punto culminante al final de la estación seca, lo que significa menos
excursiones de recolecta. Cuando la recolección se hace directamente
del árbol en especies con frutos dehiscentes y semillas aladas, es
necesario subir al árbol para evitar que el fruto se abra y la semilla sea
esparcida por el viento. Se debe tener especial cuidado al cortar los
frutos para no causar daño al árbol madre.
Se deben usar diferentes herramientas (podadoras de extensión, tijeras,
entre otros), para cortar los frutos y evitar romper o quebrar las ramas.
Ejemplos de especies dehiscentes son los géneros Cedrela spp.,
Vochysia spp, Virola spp. o con frutos secos indehiscentes tipo samara
como el caso de Terminalia spp.
La recolección directa del suelo se realiza para aquellas especies que
producen frutos y semillas grandes y pesadas con sistemas de
dispersión barocoro (que caen al suelo), de esta forma se pueden
colocar mallas o mantas debajo de los árboles para facilitar la
recolección. Entre las especies con estas características se encuentran:
332
Carapa guianenis (cápsulas globosas dehiscentes) y Enterolobium
cyclocarpum (legumbre indehiscente).
Manejo y transporte de semillas
Una vez recolectado los frutos o semillas, el siguiente paso es el
transporte y etiquetado. Deben trasladarse en sacos o costales,
canastos o cajas. Es importante que se mantengan bien aireados, para
evitar condiciones de alta humedad y temperatura, situación que afecta
la calidad de la semilla. No es recomendable almacenar semillas en
bolsas plásticas. Es de suma importancia etiquetar con el nombre de la
especie y la fecha de recolección.
De preferencia, se debe realizar una limpieza en el campo para eliminar
hojas, ramas o cualquier otro tipo de material ajeno al fruto que
produzca humedad o pueda contaminar el material. El transporte hacia
el vivero debe realizarse lo más pronto posible para evitar el deterioro y
la pérdida de viabilidad de las semillas. Posteriormente, se deben
depositar los frutos sobre mantas, periódicos u otro tipo de superficie y
darle vueltas varias veces al día. Secar a la sombra o al sol y estimular
la apertura de los frutos para luego realizar la extracción de las semillas.
En el caso de frutos carnosos (Spondia, Sacoglottis, Ficus, etc.), se
debe esperar a que sobre-maduren a la sombra, o remojar los frutos
durante 2-3 días para suavizar la pulpa y facilitar la extracción de la
semilla. Se lavan con agua y, como último paso, se inicia el proceso de
secado. La no eliminación de la pulpa fomenta la infección por hongos,
lo cual origina un menor porcentaje de germinación. Los frutos secos
dehiscentes se abren de manera natural, se deben extender en un lugar
seco y soleado hasta que se abran. En la mayoría de los casos las
333
semillas caen por sí solas o bien pueden ser sacudidas con facilidad,
como ocurre en la mayoría de las vainas de la familia Fabaceae.
En cuanto a los frutos secos indehiscente (que no se abren
naturalmente), se deben cortar o abrir con algún instrumento. La
mayoría de los frutos como las samaras o con alas (p. ej. Pterocarpus,
Aspidosperma, etc.), deben colocarse enteros en bandejas de
germinación. La germinación de semillas que están cubiertas por un
arilo se acelera casi siempre raspando el arilo (Virola spp., Otoba spp.,
etc.).
Es de suma importancia sembrar semillas de calidad, evitar las que
presentan algún signo de deterioro (infección por hongos, marcas de
dientes de animales, perforaciones, hinchadas). Cuando las semillas
están secas, se limpian y se eliminan las que no estén en buenas
condiciones. Las que poseen un buen tamaño se colocan en agua a
temperatura ambiente para eliminar las que flotan.
Plántulas silvestres como material alternativo
El producir plántulas a partir de semillas puede llevar períodos largos de
más de 12 meses, se debe esperar a que los árboles parentales
fructifiquen y las semillas germinen, es decir, que las plántulas silvestres
provenientes de bosques se convierten en una fuente alternativa de
material vegetativo.
Este tipo de material son plántulas que se extraen del bosque y se
cultivan en el vivero. Los árboles en los bosques normalmente producen
una gran cantidad plántulas excedentes, la mayoría de las cuales
muere, de manera que extraer algunas y transferirlas al vivero no hacen
daño al ecosistema boscoso. Por ejemplo W. Vargas 2005, observó más
334
de tres millones de plántulas entre 3-10 cm bajo la copa de 10 árboles
de Ampelocera albertiae (Ulmaceae), en Calarcá, Colombia.
De esta manera las plántulas deben ser colectadas en la estación
lluviosa cuando el suelo esta suave, extraer cuidadosamente las
plántulas más jóvenes con una cuchara, machete o pala, reteniendo un
terrón de suelo (adobe), alrededor de las raíces para minimizar el daño.
El transporte al vivero se puede realizar en hojas de Musaceae o
Arecaceae transformadas en contenedores baratos. Las plántulas más
viejas y mayores a 20 cm de altura presentan alta mortalidad por el
impacto del trasplante.
El material proveniente de bosques una vez trasplantado se debe
mantener bajo sombra densa durante más o menos seis semanas, de
ahí en adelante se sigue el procedimiento y cuidado normal de los
árboles jóvenes producidos a partir de semilla.
Esquejes como alternativa de material vegetativo
El esqueje o estaca es un método de propagación vegetal que consiste
en tomar una porción de la planta, por ejemplo, un trozo de rama, tallo
o raíz, y conseguir que produzca raíces para formar un nuevo individuo.
Es una forma rápida y económica de obtener nuevos árboles. Con este
método de propagación, las características del árbol obtenido son
exactamente las mismas que las del árbol del cual se tomó la estaca
(Hartman y Kester 1995), así se conocen de antemano las
características que poseerá el nuevo individuo.
Los esquejes deben tener entre 5-10 cm de longitud y 2-5 mm de grosor.
Es posible esquejar estacas más grandes, pero la posibilidad de
enraizarlas es menor. Sin embargo, cuando el material es para utilizarlo
en cercas vivas pueden ser de 2,5 metros de largo y 3,0 a 5,0
335
centímetros de diámetro, realizar un corte sesgado en ambos extremos
y eliminar las hojas y las ramas.
En la instalación de cercas vivas el uso de propagación vegetativa
asexual y de especies con alta capacidad de rebrote es indispensable,
también para enriquecer áreas restauradas con estadios sucesionales
tempranos, especies raras o con problemas de fructificación o
germinación. Cuando se utilice este medio de propagación es
recomendable recolectar material de la mayor cantidad de árboles
padres (Elliott, et ál. 2013).
Conservación y almacenaje de las semillas
Cuando las semillas no se puedan germinar, después de ser
recolectadas, el almacenamiento es una estrategia que nos permitirá
asegurar material para el próximo período de producción. Se debe
realizar dependiendo del potencial de almacenamiento de cada especie,
el cual depende de la clasificación según su potencial fisiológico:
ortodoxas, intermedias y recalcitrantes. Las ortodoxas permanecen
viables a contenidos de humedad entre un 2,0-8,0%, las recalcitrantes
soportan la deshidratación entre un 15,0 y 50,0% de humedad, aquellas
con un grado de humedad entre 10,0 y 12,5% se consideran intermedias
(Farrant et ál. 1993, Elliott et ál. 2013).
Por otra parte, el almacenamiento consiste en tratar de preservar la
capacidad de germinación de las semillas y protegerlas de animales e
insectos. Toda semilla que no sea sembrada, debe ser almacenada y
para que no pierda su viabilidad y mantenga la capacidad de
germinación se deben tener en cuenta aspectos como:
Contenido de humedad del ambiente bajo entre 5 y 10%.
336
Mantener preferiblemente las semillas a temperaturas entre
cuatro y cinco grados celsius, sin embargo, se pueden mantener
entre 10 y 15 grados, pero pierde la viabilidad más rápido,
depende de cada especie.
Para un informe exhaustivo de almacenamiento de semillas se
recomienda el texto de referencia A guide to handling tropical and
subtropical forest seed.
La latencia o letargo es el período durante el cual las semillas viables
son incapaces de germinar a pesar de poseer las condiciones de
humedad, luz y temperatura. Esta característica de las semillas tiene
como función restringir la germinación en la planta madre antes de su
dispersión en el campo. Además, se considera que la latencia es una
adaptación que contribuye a la supervivencia del individuo, limita la
germinación cuando los factores ambientales son desfavorables para el
desarrollo de la plántula (Elliott et ál. 2013).
En el vivero, la latencia de semillas prolonga el tiempo de producción,
por ello se emplean normalmente diferentes tratamientos
pregerminativos que es cualquier proceso mecánico, físico y/o químico
que se aplica con el objetivo de acelerar y aumentar la germinación y
que depende de los mecanismos específicos en cada especie. Los
tratamientos más frecuentes y conocidos son la escarificación y la
maceración.
La escarificación consiste en lijar sectores de la semilla hasta exponer
los suaves tejidos internos, lo que permite que la humedad penetre con
mayor facilidad hasta el embrión, y así, se desarrolle con mayor facilidad
y rompa sencillamente el resto de la cáscara.
337
Este tipo de tratamiento es más aplicable para especies con cáscara
dura (Samanea, Hymenea, Enterolobium, entre otras). Cuando las
semillas son de testa dura, pequeñas y difíciles de manejar, se aplica el
macerado, el cual consiste en aplicar agua hirviendo o tibia a las
semillas sumergidas en un recipiente por un período de 24 horas. Para
un informe exhaustivo del tratamiento de semillas se recomienda el
texto de referencia A guide to handling tropical and subtropical forest
seed.
339
Árboles y arbustos nativos potencialmente valiosos para la
restauración ecológica y la reforestación
Carlos Vázquez Yanes, Ana Irene Batis Muñoz, María Isabel Alcocer
Silva, Martha Gual Díaz Y Cristina Sánchez Dirzo.
340
Un recurso fundamental para lograr lo anterior constituye las especies
vegetales herbáceas y leñosas nativas que tengan la potencialidad de
crecer en zonas profundamente alteradas y que, con el tiempo, permitan
la recuperación de la fertilidad del suelo, un microclima y un ciclo
hidrológico similares a los originales y el restablecimiento de al menos
parte de la flora y fauna nativa que aún sobrevive en algunos sitios.
342
Especies valiosas para la regeneración de zonas degradadas
Domesticación de árboles
343
Tener alguna utilidad adicional a su efecto restaurador; por
ejemplo, producir leña, carbón, forraje nutritivo, vainas
comestibles, madera o néctar.
Nula tendencia a adquirir una propagación mazeiel de invasora,
incontrolable.
Presencia de nódulos fijadores de nitrógeno o micorrizas que
compensen el bajo nivel de nitrógeno, fósforo y otros nutrientes
en el suelo.
Que tiendan a favorecer el restablecimiento de las poblaciones de
elementos de la flora y fauna nativas, proporcionándoles un
hábitat y alimento.
344
de vida, hábitat y ubicación en la sucesión ecológica y otros aspectos
de interés.
Este es el propósito buscado en el presente manual "Árboles y arbustos
potencialmente valiosos para la restauración ecológica y la
reforestación", resultado de un trabajo de investigación llevado a cabo
por un equipo de 5 personas, durante el periodo1996-1998, en el
Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Características de la investigación. Durante la investigación, se
seleccionaron 233 especies leñosas nativas de México y siete especies
introducidas de América u otros continente.:
(Anacardium occidentale, Albizia lebbeck, Genipa americana, Pinus
caribaea, Tamarindus spp, Schinus molle, Ficus carica), ya
naturalizadas en el territorio mexicano.
El criterio de selección para estas 240 especies se centró básicamente
en que fueran especies multipropósito, es decir, importantes
prestadoras de servicios al ambiente, proveedoras de uno o varios
productos útiles al hombre y con características prometedoras para
emplearse en programas de restauración y reforestación en las
diferentes regiones ecológicas del país.
Una de las tareas a realizar fue la búsqueda y sistematización del
conocimiento científico y tradicional para las especies seleccionadas.
Se intentó reunir la mayor cantidad posible de información de diversas
fuentes: artículos publicados en revistas científicas, monografías,
reportes, informes, tesis, libros, consultas a Internet y herbarios.
Se revisaron los ejemplares de las especies en los dos herbarios más
grandes y antiguos de México, el Herbario Nacional (MEXU) y el
Herbario del Instituto Politécnico Nacional (ENCB), a fin de extraer
345
información taxonómica, geográfica, ecológica, biológica o
etnobotánica.
La información extraída tanto de los herbarios, como de la literatura (un
acervo aproximado de 1400 referencias) se utilizó para alimentar una
base de datos computarizada en Acces uno de los productos de nuestra
investigación.
Esta base fue diseñada para tener un acceso rápido y eficiente a un
"pool" condensado de información para cada especie y en ésta, se
pueden realizar búsquedas precisas sobre requerimientos de sitio,
cultivo, aspectos taxonómicos, funcionales, ecológicos, productos útiles
y/o servicios ambientales (16,000 entradas).
346
Para ordenar y presentar la información de manera accesible se diseñó
un formato único con 20 apartados: Descripción Botánica; Distribución
Geográfica en México; Origen y Extensión; Estatus; Hábitat;
Importancia Ecológica; Tipos de Vegetación y Zona Ecológica;
Fenología; Aspectos Fisiológicos; Características de la Semilla;
Experiencias con la Planta; Cultivo; Propagación; Efecto Restaurador y
Servicio al Ambiente; Tolerancias; Desventajas; Interacción Biológica;
Comentarios; Usos y productos (maderable y no maderables) y
Bibliografía.
Plantas México
347
Ahuehuete (Taxodium mucronatum)
Pino Azul (Pinus maximartinezii)
Pino Ayacahuite (Pinus ayacahuite)
Pino Escobetón (Pinus devoniana)
Pino Chamaite (Pinus montezumae)
Pino Prieto (Pinus greggii)
Oyamel Neovolcánico (Abies religiosa)
Palma Bola (Zamia furfuracea)
Árbol de Águila (Conzattia multiflora)
Rompebota (Senna polyantha)
Retama Peninsular (Senna racemosa)
Cafecillo (Senna septemtrionalis)
Retama (Parkinsonia aculeata)
Bigotillo (Caesalpinia pulcherrima)
Kitam Che' (Cenostigma gaumeri)
Palo de Rosa (Tara vesicaria)
Erythrostemon yucatanensis
Viga (Coulteria mollis)
Guajillo (Acaciella angustissima)
Guajillo (Mariosousa coulteri)
Espino Herrero (Mimosa benthamii)
Chascarrillo (Mimosa monancistra)
Espino (Mimosa aculeaticarpa)
Dormilona (Mimosa pudica)
Guaje Delgado (Leucaena pallida)
Mezquite Blanco (Prosopis laevigata)
348
Guamúchil (Pithecellobium dulce)
Cojoba graciliflora
Palo Blanco (Lysiloma divaricatum)
Lysiloma microphyllum [inactive]
Cucharo (Chloroleucon mangense)
Tenaza (Havardia pallens)
Palo de Escopeta (Albizia occidentalis)
Guanacastillo (Albizia tomentosa)
Albizia canescens
Algarrobo (Vachellia pennatula)
Huizache Chino (Vachellia schaffneri)
Hierba de Colorín (Erythrina herbacea)
Colorín Norteño (Erythrina flabelliformis)
Colorín Yucateco (Erythrina standleyana)
Palo Cuate (Eysenhardtia punctata)
Arco Negro (Apoplanesia paniculata)
Llora Sangre (Pterocarpus rohrii)
Mata Buey (Lonchocarpus rugosus)
349
Selección de especies de plantas útiles de las zonas áridas
mexicanas
350
Hernández-Sandoval et al.,
1991), hachón (Pérez et al.,
2003)
Asparagaceae Dasylirion texanum Sotol (González-Ferrara,
2010), sotol texano
(Naturalista, 2019)
Asparagaceae Yucca carnerosana Chochas, dátiles, palma,
palma barreta, palma de San
José, palma de San Pedro,
palma de ixtle, palma loca,
palma samandoca,
samandoca, samandoque,
yuca (CONABIO, 2019).
Asparagaceae Yucca filifera Palma pita, akgalukut
(totonaco), bútanos,
chochas, chocho,
cuaresmeña, dátiles, flor de
izote, flor de palma, flor de
pito , flor de yuca, guayas,
izote palmapalma de San
Pedro, palma de, aparejo,
palma grande palma loca,
yuca (CONABIO, 2019).
Asteraceae Ageratina espinosarum Hierba de la mula (Macouzet
Pacheco, 2013), hierba del
aire, vidriosa, mentolina
351
(Arrazola-Guendulay et al.,
2018), hierba de San Nicolás
(García-Hernández et al.,
2015)
Chrysactinia mexicana Damianita, Falsa damiana,
Asteraceae Hierba de San Nicolás,
Romerillo, San Nicolás
(CONABIO, 2019)
Asteraceae Flourensia cernua Hojasén
Flora En México
Castilla
Pseudolmedia oxyphyllaria
Satyria
Alchemilla Pinnata
Selaginella peruviana
Larrea tridentata
Pseudotsuga
Liquidámbar styraciflua
Fagus mexicana
352
Abies
Pseudophoenix sargentii
Mitrastemon
Viscainoa
Lindleyella
Iostephane heterophylla
Iostephane trilobata
Iostephane papposa
Yucca valida
Yucca decipiens
Yucca filifera
Yucca periculosa
Cercidium
ARBOLES
353
Huizache Acacia farnesiana Deciduo
Palma china Yucca filifera Perenne
Palma samandoca Yucca carnerosana Perenne
Uña de gato Acacia greggii Deciduo
Pino piñonero Pinus cembroides Perenne
Rompevientos Tamarix parviflora Perenne
Costilla de vaca Atriplex canescens Deciduo
Garambullo Myrtillocactus Perenne
geometrizans
Biznaga Ferocactus Perenne
peninsulae
Nopal Opuntia spp. Perenne
Damiana Turnera diffussa Deciduo
Maguey Agave spp. Perenne
Orégano Lippia spp. Deciduo
Gobernadora Larrea tridentata Perenne
Pastos Bouteloua spp. Perenne
Eragrostis spp. Perenne
Buchloe dactyloides Perenne
Pasto salado Distichlis spicata Perenne
354
Tabla. Disponibilidad de estructuras en el tiempo.
355
L. acapulcensis Febrero H jun-abr
L. divaricata Diciembre H may-nov
Pithecellobium Mayo H ene-dic FR abr-may
dulce F oct-mar
FR abr-may
P. juliflora Mayo H ene-dic
F ene-abr
FR mar-abr
Donde: H= Hojas; F= Flores; y FR= Frutos
Pastizales
356
Otras especies son el
Cardo,
huizapol
rosetilla (Cenchrus echinatus),
Papalote (Chloris crinita),
Pasto alambre
Pasto enredadera (Cynodon dactylon)
Zacate mano (Digitaria californica)
Zacate salado
Pasto salado playero (Distichlis spicata)
Zacate borreguero (Dasyochloa pulchella).
357
Prácticas agrícolas
358
La cero labranza, además mantiene una cubierta orgánica para proteger
al suelo del sol, Ia Luvia y el viento, y permitir que los microorganismos
y la macrofauna se ocupen de “arar’ y mantener el equilibrio de los
elementos nutritivos. De esta forma se lograrán cosechas mejores, se
economizará combustible y se evitará el desgaste de tractores.
359
Disminución de la capacidad de retención de agua lo que se
traduce en una reducción agua útil para las plantas.
Reducción de la velocidad de infiltración del agua de lluvia.
Menor disponibilidad de los macronutrientes, principalmente
fósforo y nitrógenos asimilables.
Descenso de las poblaciones de microorganismos del suelo.
En todos los casos hay que acompañar las labores que se realicen con
una enmienda orgánica con el empleo de micorriza, que ha mostrado
ser efectiva para la recuperación de la estructura y la capacidad
biológica
del suelo y, así, frenar el avance de la erosi6n y desertificación.
La introducción de la enmienda orgánica promueve el desarrollo de
reacciones químicas, físico-químicas y procesos microbiológicos que
conducen a modificaciones de las características del suelo, que se
manifiestan en aumentos de la capacidad de retención de agua,
infiltración, porosidad y estabilidad estructural.
En este contexto, es necesario destacar que las zonas áridas y semi-
áridas presentan la dificultad de la escasez de agua, por lo que cualquier
360
acción tendiente a mejorar la estructura del suelo redundara en una
mayor disponibilidad de agua para el desarrollo de procesos biológicos.
La aplicación de materia orgánica es un complemento indispensable
en las acciones de restauración, por lo que se debe recurrir al empleo
de compostas, máximo cuando se estén usando residuos sólidos
urbanos, por ser materiales de bajo costo, fácilmente disponibles, su
producción es permanente y sus efectos perduran en el suelo.
361
Labores de campo
Practicas recomendadas
Acciones
363
Siembra directa. La siembra directa involucra a cultivos que crecen sin
la preparación de la cama de siembra o sin alteración del suelo desde
la cosecha del cultivo anterior.
El término siembra directa es usado como sinónimo de la agricultura de
no labranza, o labranza cero.
Manejar los residuos de la cosecha anterior. Debido a que la materia
orgánica es un factor importante en la formación de los agregados del
suelo, el manejo de residuos de la cosecha anterior es básico para el
desarrollo estructural del suelo y su estabilidad. Los residuos no sólo
aumentan la formación de agregados, son importantes por las
siguientes razones:
365
Permiten a los cultivos crecer durante períodos cortos de
sequía.
Disminuyen la frecuencia e intensidad de las sequías.
Influyen directamente en los rendimientos de los cultivos en
regiones con mala distribución de lluvias.
Otras labores
Evitar las quemas agrícolas
Razonamientos adicionales
Recomendaciones
366
Evitar la excesiva labranza en todo tipo de suelo.
Cuanto más pesado sea un suelo, más superficial debe ser
su movimiento.
Tratar de no modificar la capa superficial del suelo evitando
alteraciones o mezclas de los diferentes horizontes.
En periodos de desarrollo vegetativo intenso se deberán
limitar a labranza las labores superficiales, porque
se rompe la estructura del suelo al voltearlo y se destruye
la materia orgánica al exponerla a los efectos del medio
ambiente (intemperización);
Por las mismas razones, se disminuye o se acaba con la
humedad residual;
Se expone a los microorganismos a la exposición del medio
ambiente eliminando parte de la población benéfica que
muere por deshidratación y, por lo tanto, su acción de
descompensación de la materia orgánica disminuye;
Destruye y mezcla los nutrientes del suelo como el
nitrógeno, incrementando las emisiones de gases de efecto
invernadero;
Distribuye la contaminación existente;
Facilita la erosión y desertificación de los suelos, además de
que favorece las sequias.
367
Finalmente, es sumamente difícil acabar con la cultura de la preparación
de los suelos, que los productores nacionales han practicado por cien-
tos de años.
Su bajo costo
Beneficio de mejorar el suelo
Las leguminosas ,tréboles, vezas, haba y frijol son las más utilizadas
como abonos verdes; las gramíneas (avena, cebada y centeno) y las
crucíferas (algunos tipos de hortalizas) representan una buena
alternativa por su rápido crecimiento.
La FAO y todo el sistema de las Naciones Unidas, han convertido a las
leguminosas en un aliado para el cuidado de las tierras degradadas bajo
el lema "Los suelos y las leguminosas encaran una simbiosis única".
Las semillas de las leguminosas pueden, a través de ciertas bacterias,
fijar el nitrógeno atmosférico y hacer solubles los iones de fosfato de
elementos como los fosfatos de calcio y hierro.
En definitiva, hacen que las plantas puedan aprovechar esos nutrientes.
También incrementan la cantidad de materia orgánica de los suelos,
manteniendo la biodiversidad y la salud de los suelos. Todas esas
371
ventajas hacen que cultivando leguminosas haya menos necesidad de
utilizar fertilizantes sintéticos (hasta 100 kilos de fertilizante nitrogenado
menos por hectárea), porque se calcula que los cereales que se cultivan
en un terreno en el que antes se plantaron leguminosas producen de
0.5 a 1.5 -más por hectárea.
Las leguminosas son una buena opción ara rotar cultivos y mantener la
salud de los suelos. Aquí seria tiempo de reflexionar algo determinante
en nuestro intento de promover conocimientos de permacultura
aplicados a suelos degradados en procesos de desertificación En el
manejo de la agricultura que se practica en todo el mundo, conocemos
para lo que sirven algunas especies de vegetales de uso común, por
ejemplo, las leguminosas, a las que hemos hecho referencia, pero
carezco de conocimientos si ese grupo de plantas pueden ser tan útiles
para las condiciones climáticas de los suelos degradados o si debemos
introducirlas y se comportarán como especies invasoras, o buscar
dentro de la vegetación natural especies de comportamiento similar a
las leguminosas, por ejemplo.
Es decir, el mundo de los suelos degradados, cuando menos para mí
es un mundo con una vegetación casi desconocida.
372
Leguminosas para suelos degradados
373
Las leguminosas contribuyen a recuperar y mantener la salud de
terrenos degradados, según un estudio.
375
regular el clima y proteger los ecosistemas. Y, por supuesto, cuidan del
suelo.
Como decía Varrón, las legumbres son una buena opción para aquellos
suelos más "pobres" o "magros". Pero también para rotar cultivos y
mantener así la salud de los más fértiles y ricos. Porque se espera que
fenómenos como la urbanización sigan en auge, y que para 2050 haya
que producir entre un 40% y un 70% más de alimentos. Es decir, que
todavía habrá que exprimir más los suelos. Por eso, concluye el informe,
es buena idea aprovechar que estos y las legumbres están hechos el
uno para el otro.
376
Practica de Rotación de cultivos
377
Empleo de microorganismos
379
RESTAURACIÓN DE RÍOS
380
La decisión de restaurar un río se origina frecuentemente por un
reclamo social cuando las comunidades ribereñas ven afectada su vida
por la pérdida de los ecosistemas y los servicios que estos
proporcionan, como la pesca comercial o de subsistencia, o cuando una
especie acuática importante alcanza los límites de la extinción.
382
Figura 1. Gestión adaptativa de ríos.
Una de las actividades más importantes para definir claramente el
programa de restauración es la definición de las metas ecológicas o
ambientales que se desean alcanzar. Por ejemplo, la meta puede ser
asegurar la subsistencia de una especie en particular o mejorar la salud
integral del río. Una vez reconocidas estas metas ecológicas, se define
el proceso de gestión adaptativa. En general, el primer paso consiste
en definir, de la mano de la evidencia y los científicos, un modelo
ecológico del ecosistema ribereño que permita ilustrar y evaluar los
impactos que se esperan por la alteración del flujo (p. ej. de no flujo a
pulsos o flujo base). Posteriormente se utilizan herramientas y métodos
para definir el tipo de flujo en cantidad y calidad y su temporalidad, de
tal suerte que sea posible alcanzar las metas. Finalmente se establece
un sistema de monitoreo que permita dar seguimiento a las variaciones
que resultan de la prescripción de flujo, para con ello determinar si tiene
algún efecto en el cumplimiento de los objetivos planteados. Esto se
hace a través de la respuesta a preguntas simples, como: ¿estamos
recuperando suficientes miembros de la población de peces para
sostener la presencia de la especie? o ¿está alcanzando el río el nivel
de salud deseado? A medida que los tomadores de decisiones y los
científicos evalúan el éxito de la prescripción del flujo para alcanzar las
metas, se pueden incorporar cambios en una o más partes del modelo
de gestión. Incluso es posible modificar algunas de las metas
ecológicas, cambiar el modelo y revisar la prescripción del flujo, o bien
se puede optar por diferentes estrategias para alcanzar los objetivos.
383
Un programa que utiliza como base un proceso de gestión adaptativa
para la recuperación de ríos es el que se lleva a cabo para el río
Roanoke, en Carolina del Norte, EUA, el cual constituye un ejemplo de
cómo funciona el proceso. En este caso, una organización para la
conservación del ambiente y la empresa, dueña de dos presas
construidas en 1955 y 1963, dentro del marco de renovación de las
licencias para su operación, se dio a la tarea de revisar y mitigar los
impactos ambientales sobre el ecosistema. Estos impactos eran
debidos a la operación de las presas y las consecuentes inundaciones
generadas en la planicie en épocas del año en las que no se darían de
forma natural. Los ecólogos abocados al estudio de este río habían
notado que cada verano florecían pequeñas plántulas en el suelo del
bosque, pero con la operación de las presas y los prolongados
desfogues de agua, la persistente inundación generada de forma
antrópica prevenía este proceso natural de renovación del bosque.
386
Guía metodológica para la elaboración de proyectos
Objetivos generales
1. Alcanzar el buen estado ecológico de los ríos, mejorando su
funcionamiento actual y dando cumplimiento a la Directiva Marco
del Agua
2. Fomentar la integración de la gestión de los ecosistemas fluviales
en las políticas de uso y gestión del territorio, con criterios de
sostenibilidad
3. Contribuir a la mejora de la formación en los temas relativos a la
gestión sostenible de los ríos y su restauración.
4. Aportar información y experiencias para mejorar las actuaciones
que se están llevando a cabo en el ámbito de la restauración de
los ríos en España
5. Fomentar la participación ciudadana e implicar a los colectivos
sociales en la gestión de los sistemas fluviales
6. Contribuir a la mejora de la formación en los temas relativos a la
gestión sostenible de los ríos y su restauración
7. Aportar información y experiencias para mejorar las actuaciones
que se están llevando a cabo en el ámbito de la restauración de
los ríos en España.
1. Introducción
2. Tipos de actuaciones
388
Restauración ecológica: Recuperación de los procesos fluviales y la
dinámica fluvial enfocada a la reconstrucción del ecosistema fluvial
existente antes de su deterioro.
Restauración
Rehabilitación
Adecuación recreativa
Substitución Mitigación Otras actuaciones
389
Elementos por restaurar en los rios
390
- Longitudinal
- Lateral
- Vertical
El régimen de caudales
- Magnitud
- Duración, Época
- Frecuencia
- Tasa de cambio
- Predicitibilidad
391
Estructura biológica
Surge como consecuencia de los procesos fluviales La organiza y
mantiene el propio río a través de su funcionamiento ecológico.
392
o Los sistemas riparios necesitan los desbordamientos para la
regeneración natural del hábitat y de la vegetación.
5. Presiones e impactos
Agricultura
Gran consumo de agua para regadío
Transformación de los regímenes naturales de los ríos españoles
Alteraciones morfológicas
Eutrofización de las aguas
Invasión de especies exóticas
393
Pérdida de resiliencia del sistema fluvial
Urbanización
Pérdida de la red fluvial secundaria
Canalización y Dragado de cauces
Aumento del riesgo hidrológico Contaminación de las aguas
Otras presiones
- Extracciones de áridos
- Producción hidroeléctrica
- Efectos acumulativos en el tiempo y en el espacio a lo largo de la
red fluvial: Dificultad de su evaluación.
Actuaciones posibles
1. Recuperación del espacio de movilidad fluvial
394
Régimen ambiental de caudales que “permita mantener de forma
sostenible la funcionalidad y estructura de los ecosistemas acuáticos”
… “como una restricción que se impone con carácter general a los
distintos sistemas de explotación”
Plantaciones de ribera
Fomento de la regeneración natural
Objetivos y Justificación de las mismas
Especies correspondientes al tramo
Adaptación a la dinámica fluvial Diseño paisajístico
Elaboración de proyectos
- Participación pública en la definición de objetivos y organización
del proyecto
- Equipo técnico multidisciplinar para la redacción de la Memoria y
definición de los trabajos a realizar
396
Actuaciones por Objetivos
Mejora sensible de elementos del ecosistema fluvial
Mantenimiento de las obras realizadas
Plan de Seguimiento y Evaluación post-proyecto
Grandes oportunidades para la restauración de los ríos
Cumplimiento de la Directiva Marco del Agua y Directiva de
Evaluación y Gestión de Inundaciones
Conciencia social y Voluntad política
397
Ejemplo de Restauración en ríos
El régimen hídrico
398
lago en las zonas más someras con el fin de mantener el mayor volumen
posible en las partes profundas. La solución mejorará la capacidad de
retención del agua pero puede acarrear modificaciones en la vida de los
organismos que habitan el lago. Esto se debe a que los sistemas
dulceacuícolas mexicanos dependen en gran medida de la época de
lluvias. Así, en la época de secas muchos de los ríos y lagos se ven
naturalmente reducidos (y algunos hasta desaparecen), mientras que
en la época de lluvias estos ríos y lagos se mantienen caudalosos y
profundos.
399
hidráulica ha desarrollado desde plantas para industrias y ciudades, que
son costosas de construir y mantener, hasta plantas tipo “hágalas usted
mismo”, que sirven primordialmente para controlar los desechos de
pequeñas comunidades rurales.
401
La estructura de la red trófica
403
La erosión y las plantas sumergidas
Conclusión
Es por esto que, en muchas ocasiones, aun cuando se crea que con
algunas medidas se va a alcanzar el éxito, se producen modificaciones
que dejan en igual o peor estado el sistema que se quería restaurar. Es
fundamental por tanto considerar este tipo de modificaciones para evitar
graves problemas ecológicos.
406
Matorrales
Dado que ocupa alrededor del 30% del país con una amplia distribución,
existen una gran cantidad de matorrales con diversa composición y
estructura. Entre los nombres que se han utilizado están: matorral
xerófilo (seco), cardonales, tetecheras, izotales, nopaleras, matorral
espinoso, matorral inerme (sin espinas) parvifolio (hojas pequeñas),
magueyales, lechuguillales, guapillales y chaparrales. INEGI (2005) los
divide en los siguientes por orden de extensión:
Extensión en Porcentaje de la
Tipo de matorral km2 superficie del país
407
Extensión en Porcentaje de la
Tipo de matorral km2 superficie del país
Descripción
Distribución
Cubren el 29.7% del país (576, 747 km²), desde el nivel del mar hasta
3,000 msnm pero generalmente por debajo de esta altitud. Habitan
principalmente en el norte del país, desde Tamaulipas, Nuevo León,
Coahuila, Chihuahua, Durango, Zacatecas, y en parte en los estados de
San Luis Potosí, Durango y Guanajuato. Hacia el Norte también en
Chihuahua, Sonora y Baja California. Parte de los estados de Puebla y
Oaxaca en el Valle de Tehuacán Cuicatlán también albergan
matorrales.
Clima
Flora y fauna
En los matorrales hay una gran variedad de especies, por lo regular hay
dos o tres que dominan y en algunos casos un grupo. Abundan familias
y géneros muy adaptados a la sequía,
409
como leguminosas, cactos, agaves, euforbiáceas, pastos, entre
muchas otras. Entre los arbolillos pequeños con tallos gruesos
están: izotes (Yucca periculosa, Y. filifera y otras) y palo
verde (Parkinsonia microphylla), pata de elefante (Beaucarnea
gracilis), torote (Bursera microphylla) y tenaza (Havardia pallens). En
Baja California habitan también el cirio (Fouquieria
columnaris), copalquín (Pachycormus discolor), palo fierro (Olneya
tesota) y otras. Hay arbustos espinosos como el amargoso (Castela
tortuosa), granjero (Celtis pallida), huizache (Acacia
farnesiana), limoncillo (Zanthoxylum fagara), mezquite (Prosopis
juliflora, P. laevigata), ocotillo (Fouquieria
splendens), tullidora (Karwinskia humboldtiana), zarza (Mimosa
leucaenoides) entre otros.
410
viejito (Cephalocereus senilis), cardones (Pachycereus
pringlei), chollas (Cylindropuntia cholla), pitaya agria (Stenocereus
gummosus), pitaya dulce (Stenocereus thurberi), sahuaro (Carnegia
gigantea), senita (Lophocereus schottii), tetechos (Neobuxbaumia
tetetzo) y algunos pequeños como el cacto chaute (Ariocarpus
fissuratus) y el cacto estrella (Astrophytum asterias) entre muchas
otras.
Servicios ambientales
Entre los servicios ambientales que prestan los matorrales están los de
regulación de nutrientes, polinización, control biológico, hábitat, refugio
y criadero de especies endémicas, producción de alimentos,
combustibles, textiles, medicina y plantas ornamentales. Así mismo
proporcionan soporte para actividades culturales, científicas y
educativas y tienen valor estético.
Impactos y amenazas
412
construcción de presas en el río Nazas en el siglo XIX, trajo consigo la
desecación de grandes extensiones como las laguas de Mayrán y
Tlahualilo.
Estado de conservación
413
Bosques templados
Nombres
Descripción
Distribución
414
Clima
Flora y fauna
Hacia las partes más bajas de las montañas los pinos se van mezclando
con encinos, algunos de los más comunes el Encino barcino (Quercus
magnoliifolia), Encino blanco (Quercus candicans), Encino
colorado (Quercus castanea), encino cucharo (Quercus
urbanii), Encino laurelillo (Quercus laurina), Encino
415
quebracho (Quercus rugosa), Encino prieto (Quercus laeta, Quercus
glaucoides), Encino tesmilillo (Quercus
crassipes), Escobillo (Quercus mexicana), Roble (Quercus
crassifolia) y Encino rojo (Quercus scytophylla), entre otros.
417
En bosques templados también habitan de gran variedad de insectos.
En los bosques templados de oyamel del centro de México se
encuentran los sitios de hibernación de la Mariposa monarca (Danaus
plexippus). Algunas de las especies más sobresalientes de insectos son
los escarabajos del género Plusiotis que habitan bosques húmedos,
templados a fríos. En los ríos de las montañas habitan varios peces
particulares de México como pintito de Tocumbo (Chapalichthys
pardalis), Picote tequila (Zoogoneticus tequila), Picote (Zoogoneticus
quitzeoensis), Tiro de Zacapu (Allotoca
zacapuensis), Pintada (Xenotoca variata) y Chegua (Alloophorus
robustus) entre varios otros de la familia
de mexcalpinques (Godeidae), que son endémicos de México y se
encuentran en peligro por la escases de sus poblaciones.
Servicios ambientales
Impactos y amenazas
418
además también se han utilizado para el pastoreo extensivo. Son
afectados por incendios forestales, cambio de uso de suelo para
agricultura o ganadería, cacería de subsistencia y tráfico ilegal de fauna.
Son afectados por el cambio climático.
Estado de conservación
Se calcula que para el 2003 se había perdido cerca del 27% de los
bosques de coníferas y de encinos que ocupaban el país. Los estados
donde estos ecosistemas se encuentran más protegidos oficialmente
son: el Distrito Federal, Chiapas, Querétaro, Hidalgo y Michoacán.
Durante el siglo veinte, el aprovechamiento forestal no sustentable, la
tala ilegal, los incendios, el reparto agrario y el fomento agropecuario
fueron los factores más importantes de destrucción del bosque.
419
Ejemplo: Restauración de elementos de bosque
templado en sitios severamente erosionados de
Michoacán
Mariela Gómez-Romero
margrbio13@hotmail.com
Roberto Lindig-Cisneros
421
cantidad de especies de fauna (Suárez-Pérez et al., 2012; Gómez-
Romero et al., 2013a).
422
de Michoacán (Cofom, 2011). Se utilizaron distintos materiales para
tratar de retener el suelo, como son piedra, gavión, madera, desperdicio
de coco, llantas, costales de polipropileno, acículas de pino en red de
hilo de cáñamo. Además, se plantaron algunos árboles como Pinus
greggii, P. devoniana, P. montezumae, P. leiophylla, P. pseudostrobus,
Eucalyptus camaldulensis, Fraxinus uhdei y herbáceas como Eragrostis
curvula y Vetiveria zizanioides. Se sugirió que uno de los resultados de
estas acciones fue la estabilización de los cauces de las cárcavas
mejorando el sustrato al retener mayor humedad para el desarrollo de
la vegetación.
423
embargo, realizar estas acciones a gran escala presenta altos costos
debido a que en la región no hay depósitos de piedra y hay que
transportarla por grandes distancias.
425
apropiados presenta tasas elevadas de crecimiento (López-Upton,
2002) y además es la especie más deseada por las comunidades
humanas locales. Una especie intermedia en cuanto a resistencia al
estrés es P. devoniana, conocida como P. michoacana, que se
distribuye localmente en Michoacán (Semarnap, 2000). En la zona de
estudio, P. devoniana y P. pseudostrobus se encuentran distribuidas de
manera natural. En el experimento se evaluó supervivencia, altura y
diámetro del año 2005 a 2011. Se consideraron tres condiciones de
pendiente: testigo (0-5°), suave (5°-30°) y fuerte (> 30°); adicionalmente,
se realizaron tres tratamientos de fertilización (fosfato de potasio, nitrato
de amonio, fosfato diamónico y un testigo), se analizó la clorofila a, b y
total de cada planta. El diseño experimental fue bloques completos al
azar, con parcelas divididas y las especies plantadas en cuadro latino.
426
en el área de estudio, se puede usar en las primeras etapas de la
restauración por su rápido crecimiento para lograr la creación de
micrositios favorables para el establecimiento de especies endémicas
como es P. devoniana; P. pseudostrobus crece mejor en pendientes
mayores a 30°; la pendiente no afectó a las otras especies. Con la
plantación de estas especies se podría revertir el grave problema de
erosión, reducir la pérdida de suelo y la formación de cárcavas al
aumentar la supervivencia y desempeño de las plantas (Gómez-
Romero et al., 2012; figuras 3a y 3b). A partir de 2004 se realizó un
estudio sobre el efecto de especies de leguminosas sobre la capacidad
de retener el suelo bajo condiciones de restauración ecológica; este
grupo de plantas fue importante y útil como herramienta en la
restauración de suelos (Aureoles-Celso, 2006).
Conclusiones
427
podría contribuir a la generación de una cobertura vegetal y la creación
de micrositios. En una segunda etapa se sugiere el establecimiento de
especies nativas como P. devoniana y P. pseudostrobus, siendo esta
última una especie sensible por presentar baja supervivencia, pero buen
crecimiento una vez que se establece.
428
Recomendaciones y lecciones aprendidas
429
Bosques nublados
Nombres
Descripción
Distribución
Sitios prioritarios
430
Se han identificado 13 regiones con 44 subregiones en donde existe
bosque nublado en México, de las cuales 15 subregiones tienen
prioridad crítica, 17 prioridad alta, 10 prioridad media y 3 carecen de
información.
Clima
La mayor parte del año está inmerso en neblina o nubes bajas, con
lluvias abundantes y vientos húmedos en las laderas con influencia del
mar (barlovento). La temperatura media anual oscila entre los 12° y los
23°C, aunque en invierno las temperaturas pueden caer por debajo de
los 0°C. Crece en terrenos con suelos ácidos profundos o muy someros
e inclinados, ricos en materia orgánica y humedad todo el año.
Flora y fauna
431
de ranas y salamandras y especies únicas de aves como
el quetzal (Pharomachrus mocinno) y el pavón (Orephasis derbianus),
el Colibrí Oaxaqueño (Eupherusa cyanophrys) y el Colibrí Cola
Blanca (E. poliocerca), endémicos de México y el colibrí Cola
Rayada (E. eximia) del sureste. También viven ahí ratones
arborícolas (Habromys delicatulus, y H. schmidlyi) y gran diversidad de
ranas y salamandras.
Servicios ambientales
Son los ambientes preferidos para sembrar café, sobre todo el de buena
calidad “café de altura”, a la sombra de los árboles del dosel. Los
servicios ambientales que prestan en mayor grado son: captura de agua
y de carbono, conservación de la biodiversidad y del suelo, formación
de abundante materia orgánica, conservación de acervos genéticos,
belleza paisajística, filtración de contaminantes del aire, suelo y agua,
regulación del clima, mantenimiento de ciclos minerales de gases y
agua. Proveen productos forestales como alimentos, medicinas, leña,
maderas, fibras naturales y remedios medicinales. También proporciona
una serie de atractivos del paisaje como espacios para la recreación.
Impactos y amenazas
432
Ejemplo:
Guadalupe Williams-Linera
guadalupe.williams@inecol.mx
Claudia Álvarez-Aquino
Miguel-Ángel Muñiz-Castro
434
mesófilo de montaña de la región son: 1) el ecosistema de referencia, y
2) la trayectoria del proceso sucesional que esperamos seguir durante
el largo proceso de restauración.
Ecosistema de referencia
435
m2/ha y densidades de 760 a 1 800 árboles/ha para individuos > 5 cm
de diámetro (Williams-Linera, 2002; Williams-Linera et al., 2013).
Sucesión secundaria
Objetivos
Área de estudio
Especies seleccionadas
438
Las 12 especies de árboles nativos del bosque mesófilo de montaña
que fueron seleccionadas para probar su desempeño en plantaciones
de restauración ecológica se presentan en la tabla 2. Las especies se
seleccionaron de acuerdo con su estatus sucesional (pioneras,
intermedias y tardías) y de los diferentes estratos del bosque (Williams-
Linera, 2002; Muñiz et al., 2012; Williams-Linera et al., 2013).
439
Resultados
Inicio
440
tanto en altura como en diámetro no estuvo relacionado con la edad o
altura inicial de la planta (Williams-Linera et al., 2010).
Corto plazo
441
para determinar si el estrato herbáceo limitaba el establecimiento de
plántulas de especies arbóreas pioneras y tardías. Los tratamientos
fueron la remoción de pasto y un testigo y se seleccionaron tres
especies típicas del dosel del BMM (Fagus, Quercus g y Quercus x) y
tres especies pioneras (Heliocarpus, Trema y Myrsine). A corto plazo,
la supervivencia fue similar entre especies pioneras y tardías, aunque
fue mayor en el tratamiento donde hubo remoción de pasto: 70% para
pioneras y 50% para tardías (figura 4) (Muñiz-Castro y Williams- Linera,
en preparación).
442
Después de 10 años de establecimiento, los resultados pueden ser
diferentes a los reportados a corto plazo (< 10 años) y aun a las
observaciones iniciales (1-2 años). La tendencia en altura y diámetro a
corto plazo fue diferente a la tendencia que registramos a mediano
plazo. A los 4-6 años, las especies intermedias y tardías presentaron
que en pastizales (2.0 ± 0.5 m; figura 5a), aunque los diámetros fueron
similares (acahuales = 3.7 ± 0.2 cm; pastizales = 3.4 ± 0.8 cm; figura
444
los 12 años, el rodal estaba dominado por Trema (alcanzando una altura
de 22.5 m y diámetro de 41.7 cm),
445
empíricas del éxito de la restauración ecológica se enfocan en tres tipos
de atributos ecológicos: diversidad y abundancia, estructura de la
vegetación y funcionamiento ecológico (Wortley et al., 2013). Nuestros
indicadores se relacionan con la prevalencia en una etapa del proceso
sucesional, la estructura de la vegetación, y el aumento en diversidad
por el reclutamiento de especies características del ecosistema de
referencia.
Estructura
Las diferentes alturas alcanzadas por las especies hasta este momento
sugieren que se ha promovido el desarrollo de una estructura vegetal
446
semejante a la de los bosques jóvenes. El dosel ya no presenta una
altura uniforme, sino varios estratos: un estrato alto con especies como
Liquidambar o Quercus spp., después un estrato de árboles del dosel
con Juglans y Carpinus y bajo el dosel crecen las especies de árboles
tolerantes a la sombra (Podocarpus y Fagus), que en muchos años más
alcanzarán el dosel superior. En el sotobosque se encuentran especies
características como Symplocos.
Incremento en la biodiversidad
Conclusiones
448
1) Claramente donde la plantación de restauración ecológica se
estableció, la dominancia de Pteridium (pezma) disminuyó a corto plazo,
y a mediano plazo un bosque joven está establecido con un sotobosque
abierto y con una composición que incluye especies características del
ecosistema de referencia. La dominancia de pezma continúa alrededor
de la plantación de restauración después de 16 años.
449
Ecología de la restauración del bosque nublado en el
centro de Veracruz
Fabiola López-Barrera
fabiola.lopez@inecol.mx
José Guadalupe García-Franco
Klaus Mehltreter
Octavio Rojas-Soto
Armando Aguirre
Rosario Landgrave
Aline Ortega-Pieck
Beatriz Montes-Hernández
Karla Aguilar-Dorantes
Adriana Abigail Díaz-Sánchez
Guillermo Vázquez-Carrasco
Brenda Berenice Rojas Santiago
450
ecológicas y climáticas. Se componen de especies de afinidad neárticas
y neotropicales, y una gran proporción
de autóctonas endémicas (Luna et al., 2001). El BMM tiene una
distribución restringida y aunado a ello ha sufrido continuos procesos de
pérdida, fragmentación y degradación (Toledo-Aceves et al., 2011).
Estos procesos han generado en muchos casos paisajes donde domina
el uso agrícola repercutiendo en una pérdida en cascada de
biodiversidad y servicios ambientales (Martínez et al., 2009), bajo estos
escenarios la restauración del paisaje forestal se convierte en una
prioridad (Williams-Linera, 2007).
Paisaje de estudio
El estudio se realizó dentro de las microcuencas de los ríos Citlalapa y
Dos Puentes situadas en la parte alta de la cuenca del Río Jamapa
(cuenca prioritaria con degradación extrema). Las microcuencas cubren
una superficie de 4 352 ha, presentan una altitud entre los 1 078-1 961
msnm y están conformadas por lomeríos
y pequeños cañones por donde pasan algunos arroyos, con pendientes
que varían desde 0 a 55% (Inegi, 2013). La temperatura media anual es
de 12-18°C y la precipitación anual acumulada es de 1 988 mm, con
una temporada de lluvias de julio a septiembre. El tipo de suelo presente
es acrisol órtico con presencia en el sur de andosol úmbrico (Geissert e
Ibáñez, 2008). Engloba a 17 localidades de 4
municipios que en el año 2010 tenían un total 2636 habitantes (Inegi,
2010).
452
formaban un mosaico con diferentes grados de degradación, los
cafetales principalmente de sombra nativa cubrían una extensión
similar. Los bosques más conservados se localizan en zonas con mucha
pendiente y de poca accesibilidad.
Ecosistema de referencia
Participación social
454
También construyeron 202 estufas ahorradoras de leña en 5
comunidades e instalaron 50 huertos orgánicos, sembrando 350
árboles frutales.
Resultados
Restauración pasiva
La vegetación inicial como modulador de la sucesión natural En el año
2009, se caracterizó la vegetación inicial y factores ambientales de los
24 lotes (10 x 10 m). Fue evidente la alta heterogeneidad tanto
ambiental como florística a pesar de haber
pertenecido a una sola unidad productiva (figura 2). Se registró un total
de 64 especies, 33 especies herbáceas pertenecientes a 19 familias y
31 especies leñosas de 20 familias.
456
Restauración de arenales de origen volcánico en zonas templadas:
investigación participativa e implementación comunitaria en
Michoacán
Arnulfo Blanco-García
arnulfoblanco@yahoo.com.mx
Roberto Lindig-Cisneros
457
1) el uso de especies y de procedencias inadecuadas, 2) la
insuficiente protección y mantenimiento de las plantaciones
(Saenz-
Romero y Lindig-Cisneros, 2004), y 3) la falta de estrategias para
establecer plantaciones en sitios que han sufrido historias de
disturbio
severo, lo que genera barreras para su restauración (Hobbs y
Norton,
1996).
Uno de estos casos es el de los arenales que se formaron como
consecuencia de la erupción del volcán Paricutín en la primera mitad del
siglo pasado. En el año 2002 se inició un proyecto de investigación
participativa con la Dirección Técnica de la Comunidad Indígena de
Nuevo San Juan Parangaricutiro (CINSJP) para el desarrollo de
estrategias y técnicas de restauración de los bosques de coníferas en
los arenales. La CINSJP cuenta con un plan de manejo de las tierras
comunitarias que sigue un esquema de explotación forestal sostenible
(Velázquez et al., 2003). Desde sus inicios, el proyecto ha contado con
la participación activa de la comunidad, a través de la Dirección
458
De esta manera se ha logrado, iniciando con trabajos descriptivos
(Lindig-Cisneros et al., 2002; Lindig-Cisneros et al., 2006; Gómez-
Romero et al., 2006), planear e implementar experimentos a escalas
pequeñas y medianas (Blanco-García y Lindig-Cisneros, 2005;Blanco-
García et al., 2008), hasta llegar a la implementación a gran escala.
459
stoechadiformis, Senecio salignus; y un pasto, Muhlenbergia
minutissima (Lindig-Cisneros et al., 2006). Esta composición vegetal tan
pobre, sumada al hecho de que esta vegetación se ha mantenido desde
poco tiempo después de terminada la erupción (Egler, 1948, 1963),
sugiere que los arenales se encuentren en un estado de sucesión
detenida.
461
momento ha permitido desarrollar un modelo conceptual, que consiste
en un modelo de estados y transiciones (Hobbs y Norton, 1996; Yates
y Hobbs, 1997), para organizar el trabajo de investigación, y de manejo
con fines de restauración En el modelo propuesto, la condición más
limitante para la restauración ambiental es consecuencia de la
combinación de actividades humanas, en particular la creación de
terrenos agrícolas, con los efectos de la erupción del volcán Paricutín,
lo que da origen a los arenales. Condiciones menos limitantes se
encuentran en terrenos agrícolas en donde no tuvo impacto la erupción
volcánica; esos terrenos pueden recuperar una cobertura forestal ya sea
por procesos sucesionales o por la intervención a través de la
reforestación.
464
agrícolas que potencialmente son forestales y que en el pasado fueron
desmontadas para el uso agrícola de autoconsumo y ahora se
encuentran abandonadas.
465
exótica al estado de Michoacán, pero altamente competitiva y usada en
programas de reforestación.
Conclusiones
466
costo-oportunidad que sean objetivos (Jackson y Hobbs, 2009). La
trayectoria de las labores de reforestación y restauración ecológica en
los arenales de la CINSJP muestran cómo el límite puede superarse de
manera continua, al inicio las labores se centraron en aquellos sitios en
donde la capa de ceniza volcánica era relativamente somera; en etapas
subsecuentes, a través de la colaboración y procesos de investigación
participativa, fue posible desarrollar métodos para recuperar sitios en
donde antes se consideraba imposible recuperar la cobertura arbórea
nativa; actualmente, todos los arenales de la comunidad se encuentran
en proceso de restauración. Lo anterior muestra que el límite aparente
a la capacidad de restaurar sitios con historias complejas de disturbio,
que a la vez crean condiciones muy adversas, no debe ser establecido
a priori, sino que puede ser el resultado de procesos de restauración
adaptable y generación de conocimientos a través de procesos
participativos que permitan establecer las mejores estrategias tanto
desde la perspectiva ecológica como económica.
467
Ejemplos de restauración
Diego R. Pérez-Salicrup
diego@cieco.unam.mx
Mariana Cantú-Fernández
Teodoro Carlón-Allende
Erika Garduño-Mendoza
Pablo F. Jaramillo-López
Eduardo Sáenz-Ceja
Leonardo Martínez-Torres
468
una percepción muy negativa sobre el fuego en el contexto del manejo
de recursos forestales, que derivó en políticas públicas encaminadas a
su supresión y combate.
469
ocurrencia de fuegos forestales, la regeneración de pinos fue notoria
(Fulé et al., 2000).
470
actividades humanas de carácter productivo como el aprovechamiento
forestal, la agricultura o la ganadería, y por la proliferación de
infraestructura en caminos y asentamientos humanos. Posteriormente,
se debe considerar cuál es el régimen de fuegos al que se pretende
llegar a través del manejo y que sea compatible con la mayor cantidad
de actividades productivas (Jardel et al., 2010).
471
Fulé, 2003; Rodríguez-Trejo y Myers, 2010), los bosques de oyamel
aparentemente requieren de fuegos menos frecuentes, pero de mayor
intensidad y severidad (Ángeles-Cervantes y López-Mata, 2009;
Rodríguez-Trejo y Myers, 2010). Hasta el momento, no se cuenta con
una descripción de lo que ocurre en los ecotonos entre estos dos tipos
de bosque, en los que hay co-dominancia de pinos y oyameles. Sin
embargo, es posible que los pinos puedan desplazar a los Abies
religiosa, de manera análoga a como los pinos desplazan a encinos y
otras latifoliadas en los altos de Chiapas como consecuencia de una
reducción en el intervalo de retorno de fuegos y otras perturbaciones
(González-Espinosa et al., 1991).
472
consistente con las expectativas de conservación de los bosques de
coníferas en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.
Sitio de estudio
La RBMM es conocida a nivel mundial por albergar los sitios con los
cuales de 23 a 125 millones de individuos de mariposa monarca
(Danaus plexippus L.) invernan entre noviembre y marzo, migrando
desde la vertiente oriental de Estados Unidos y Canadá (García-
Serrano et al., 2004; Slayback et al., 2007; Slayback y Brower, 2007).
473
Manríquez, 2008). En la RBMM se han caracterizado cuatro tipos
principales de vegetación en función de la superficie que cubren:
Bosque de Coníferas, Bosque de Quercus, Bosque Mesófilo de
Montaña y Pastizal Antropogénico.
Políticas públicas
476
gobierno. Pero sobre todo, se identificaron las direcciones generales
que prevalecen en cuanto al manejo del fuego a nivel institucional
(Cantú, 2013). En el Estado de México se visitaron las oficinas de las
delegaciones de las instancias federales de la Semarnat y el Conafor,
así como las de institución estatal Probosque. También se encontró que
los municipios mexiquenses que conforman parcialmente la RBMM se
dividen en dos regiones en cuanto a la gestión de incendios. En el
estado de Michoacán se visitaron a las mismas delegaciones federales
mencionadas anteriormente, y a las oficinas de la Comisión Forestal del
Estado de Michoacán (Cofom).
Resultados
Una tercera parte de los incendios visitados fue producto del escape de
quemas de pastizales. El resto de los incendios fue producto del
477
descuido de paseantes y uno como consecuencia de rencillas por
tenencia de la tierra. Durante 2012 no se encontraron diferencias en la
frecuencia, intensidad y severidad de los incendios reportados para
bosques dominados por P. pseudostrobus y A. religiosa. De los
incendios visitados, la clase modal fue la intensidad media, con 8
incendios, seguida por la intensidad baja con 6 incendios, y finalmente
2 incendios tuvieron intensidades mixtas. En cuanto a la severidad, 10
tuvieron severidad baja, 4 severidad media, 1 severidad alta y 1
severidad mixta. Sólo 3 incendios se dieron en extensiones de > 2 ha.
Políticas públicas
478
manejo del fuego, que contempla la reincorporación de este proceso
ecosistémico a los bosques de la Reserva de la Biosfera Mariposa
Monarca.
Conclusiones
480
Adicionalmente, el mismo estudio reporta al menos dos eventos de
incendios regionales que debieron ser de severidad mixta durante el
siglo XX: uno en 1942 y uno en 1999 (Garduño-Mendoza, 2014).
481
estrategias de manejo en torno del fuego no son homogéneas dentro de
la RBMM, sino que difieren en la porción correspondiente a cada uno
de los estados que la conforman. Es por ello que de implementar un
nuevo plan integral de manejo del fuego, debe considerarse la
estructura institucional pertinente a cada estado. El fuego claramente
no ha sido un elemento ajeno a la RBMM. De acuerdo con las
entrevistas desarrolladas en este proyecto, el fuego es utilizado en una
amplia gama de usos productivos (Martínez-Torres y Pérez-Salicrup,
2014; Martínez-Torres et al., 2015). Es importante subrayar que los
habitantes de la RBMM aparentemente saben generar y controlar el
fuego. Si bien es verdad que una tercera parte de los incendios visitados
durante 2012 fue causada por el escape de la quema de pastizales, la
proporción de incendios que fueron encendidos por otras causas fue
mayor. Además, dado que al menos en un caso el incendio se debió a
rencillas, producto de la indefinición de límites entre predios, una política
de prevención de incendios basada exclusivamente en el control de
quemas agrícolas sería insuficiente. Por ello, un paso adelante en la
eliminación de este tipo de eventos sería resolver los problemas de
tenencia de la tierra en la región.
482
Más aún, los habitantes conocen de forma empírica cómo controlar el
fuego y cómo dirigir su comportamiento según las condiciones bióticas
y abióticas. Por ello, es muy posible que sea gracias a la experiencia de
los habitantes en el uso del fuego que hasta ahora han sido efectivas
las prácticas de supresión y combate de incendios. Este conocimiento
es, sin lugar a dudas, un capital social que, lejos de inhibir, hay que
aprovechar para generar un plan integral de manejo de fuegos en la
Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.
Recomendaciones
485
de San Ángel (Cano-Santana et al., 2006). En este capítulo se aporta
información sintetizada e integrada que proviene de la revisión de
documentos publicados que han sido resultado de distintas
investigaciones llevadas a cabo en el PECM. La mayoría de los
documentos revisados son contribuciones originales surgidas de la
ecología funcional que han sido y serán de utilidad para diseñar e
implementar estrategias de restauración de las comunidades vegetales
de los pedregales del Parque Ecológico de la Ciudad de México.
486
la composición y estructura de las comunidades vegetales de los
derrames de lava (Cano-Santana y Meave, 1996). A esto se le suma el
hecho de que la lava absorbe calor (Mendoza-Hernández et al., 2014),
transformando a los pedregales en islas de calor dentro de la ciudad.
487
relevante para definir o diseñar estrategias de restauración (Mendoza-
Hernández et al., 2013). A diferentes escalas espaciales y temporales,
se han aplicado estrategias ecofisiológicas como el acondicionamiento
hídrico de semillas y plantas, así como el efecto protector y/o facilitador
de individuos o parches de vegetación.
488
condiciones frecuentes en los sitios perturbados que provocan la
desecación y muerte de las bellotas (Bonfil y Soberón, 1999); las plantas
jóvenes también son sensibles a estas condiciones adversas.
489
crecimiento de las plántulas provenientes de semillas tratadas es un
gran reto en el contexto de la restauración de ambientes perturbados
(González-Zertuche et al., 2000). El AH es una técnica conocida
también como priming que se aplica a una población de semillas con
una amplia variabilidad genotípica que puede ser“moldeada” por las
presiones del ambiente y dar lugar a expresiones fenotípicas que
permitan distinguir grupos de especies y de semillas capaces de tolerar
el estrés ambiental en el PECM y que tengan una mayor resistencia a
éste (Vázquez-Yanes et al., 1997). El AH es una técnica que se ha
usado principalmente en la producción agrícola desde la década de los
setenta (Heydecker et al., 1975), uno de los principios básicos consiste
en controlar la imbibición. La entrada regulada de agua a las semillas
por medio de soluciones osmóticas permite activar algunos procesos
bioquímicos de la germinación; la clave de este tratamiento está en
detener este proceso antes de que la radícula comience a elongarse,
después de lo cual la semilla guarda los avances metabólicos realizados
durante la hidratación previa. Con el AH suelen presentarse todos o
algunos de los siguientes beneficios: 1) reducción del tiempo de
emergencia de la radícula, 2) sincronización de la germinación, 3) mayor
porcentaje final de germinación, 4) incremento del vigor de semillas
viejas o deterioradas, e 5) incremento del vigor de las plántulas y
resistencia de éstas a la desecación y a altas temperaturas (Bray, 1995).
490
llevado a cabo en cuatro especies leñosas de porte arbustivo o arbóreo
(Budleja cordata, Dodonaea viscosa, Sedum oxypetalum y Wigandia
urens) que suelen presentarse en las áreas perturbadas del PECM y
otros sitios perturbados del Valle de México (González- Zertuche et al.,
2001; Martínez-Villegas, 2012; Benítez-Rodríguez et al., 2014). Durante
el enterramiento prolongado de las semillas de W. urens hasta por dos
años y su posterior exhumación, se evidenció movilización de proteínas
hacia formas químicas más fáciles de ser utilizadas por el embrión, las
cuales están asociadas con la elongación y emergencia de la radícula
(Gamboa-de Buen et al., 2006).
491
redujo la resistencia a la entrada de agua durante la imbibición y a la
protrusión de la radícula.
492
Los autores reportaron que la sombra de la vegetación reduce la
temperatura del suelo mejor que el acolchado plástico. El crecimiento y
la supervivencia de Salvia se incrementaron bajo la sombra y en
combinación con el acolchado. Durante la época seca del año en el
PECM, la biomasa de la Salvia se reduce y también se presenta una
relación negativa entre el flujo fotónico y el crecimiento. El estudio
evidenció la heterogeneidad microclimática de los pedregales, que a su
vez está muy relacionada con la calidad de los micrositios de plantación.
También la integración del acondicionamiento de semillas y el hidrogel
incrementaron la germinación, la supervivencia y el crecimiento de
Dodonaea viscosa (Pedrero-López et al., 2016).
493
por el rescate de los ecosistemas del país y dar a conocer los esfuerzos
que desde la investigación y la docencia se pueden lograr (Mendoza-
Hernández y Orozco-Segovia, 2009). De igual forma, el trabajo conjunto
con instituciones de la sociedad civil organizada como Pronatura, A. C.,
Ajusco Medio, ha ayudado a difundir las experiencias novedosas de un
esquema de plantación experimental con comunidades sintéticas que
puede ser de utilidad para otras zonas con proyectos de restauración
del país (Mendoza- Hernández y Caballero, 2013).
Recomendaciones
495
iniciar la propagación. De manera natural, las comunidades biológicas
se renuevan y mantienen en gran medida a partir de la dinámica del
banco de semillas en el suelo, así como de la llegada o dispersión de
propágulos desde otras fuentes (Harper, 1977). En el contexto de la
propagación, mantener semillas ex situ conlleva conocer las
condiciones de almacenamiento de éstas y la longevidad de su
viabilidad, así como las condiciones ambientales adecuadas para su
conservación. Por tanto, los bancos de germoplasma ex situ son una
condición básica para aumentar el éxito de la restauración ecológica
(Vázquez-Yanes y Batis, 1996). En general, las semillas pueden
almacenarse por tiempos prolongados si se usan ambientes secos y
fríos, además, el almacenamiento funciona mejor en semillas que
pueden perder hasta 90% de su contenido de humedad sin perder su
viabilidad. Este tipo de semillas son conocidas como ortodoxas. En
cambio, aquellas semillas que sufren grandes daños bioquímicos
durante la deshidratación y dejan de ser viables se conocen como
recalcitrantes y su almacenamiento es más complicado (Hung y Ellis,
1996).
496
medida” para restaurar las comunidades vegetales y contribuir a
conservarlos en el contexto de la restauración de ecosistemas urbanos
(Ingram, 2008) como el Pedregal de San Ángel (Mendoza-Hernández y
Orozco-Segovia, 2009).
497
498