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¡Deléitate en Su Presencia!

La Biblia nos dice que nada se puede comparar a estar en la Presencia de


Dios. “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería
antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de
maldad” (Salmo 84:10).

La Presencia de Dios es un misterio para nosotros: aunque es invisible, es


palpable y se puede sentir realmente en nuestras vidas. Es a la vez dulce y
convincente, apacible y motivadora, comprensible y desafiante...

La Presencia de Dios nos hace bien. Nos reconforta, y mucho más aún,
¡nos da un anticipo del Cielo! La Presencia de Dios es el “pre-paraíso”. La
Presencia de Dios es el Edén reencontrado, es el jardín rebosante de vida en el
que nuestra alma puede descansar y deleitarse libremente.

“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me


hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará” (Salmo 23:1-2).

Tomo regularmente tiempos aparte de ayuno y oración para buscar el rostro de


Dios, para contemplar Su Presencia y escuchar Su voz. ¡Me gusta tanto la
Presencia de Dios! Me gusta pasar tiempo con Él porque es mi Padre, porque
me conoce mejor que nadie, aun mejor que yo mismo.

Te lo aseguro: ¡Sí, un día en Su Presencia vale más que mil en cualquier otra
parte! Haz de Su Presencia tu prioridad, deléitate en estar con Él, en hablarle y
escucharle. Búscalo con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas. Persigue Su Presencia, llénate de Él: no te arrepentirás de hacerlo.

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