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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
ALDEA UNIVERSITARIA GRAN MARISCAL DE AYAUCHO
CANTAURA-MUNICIPIO GRAL PEDRO MARIA FREITES
ESTADO ANZOATEGUI

FENOMENOS DE
VARIACION Y NORMAS
LINGUISTICAS APARTIR
DEL CONCEPTO
LENGUAJE, LENGUA Y
HABLA

BACHILLER:
DOCENTE: Herrera Stefhani 26.520.710
Darkis Milano
Trayecto Inicial PNF Gestión Ambiental

ABRIL, 2020
Introducción

Una de las características de toda lengua es el equilibrio inestable en que se


encuentra debido a la tensión permanente (e incluso al conflicto) entre normas y
usos. Esto queda patente en frases como “Eso no se dice”, “Eso está mal dicho”,
“Así no se dice”, etc. que todos hemos oído o utilizado alguna vez. Recordemos que
la noción de norma remite a las pautas consideradas gramaticalmente correctas, o,
para decirlo en términos sociolingüísticos, al sistema de instrucciones que el
hablante debe escoger (en los planos fonológico, morfológico, sintáctico, léxico-
semántico y pragmático) si quiere ajustarse a cierto “ideal lingüístico” sociocultural o
estético.

Ahora bien, ninguna norma surge de la nada y mucho menos desde el interior de
la lengua misma, por el contrario, brota de la comunidad hablante al asignar
etiquetas valorativas a las manifestaciones lingüísticas de los usuarios. Dicho de otro
modo, la comunidad les da –digamos– el visto bueno o no a los usos que hacen los
hablantes de los elementos y estructuras que componen el sistema de la lengua.

En cuanto a uso, es un término que puede entenderse de varias maneras; aquí


lo definiré como la actuación lingüística que hacen los hablantes en un determinado
momento y en un preciso marco espacial. Ciertos usos pueden darse, y de hecho se
dan, en la totalidad de los hablantes de la lengua, o en solo una parte de la
comunidad, por lo que puede hablarse de usos generales, usos mayoritarios, usos
restringidos, e incluso de usos particulares, según la extensión poblacional que los
emplee.
FENOMENOS DE VARIACION Y NORMAS LINGUISTICAS APARTIR DEL
CONCEPTO LENGUAJE, LENGUA Y HABLA.

Mientras que lenguaje, en general, es cualquier forma de comunicación basada


en un sistema de signos (son lenguajes las señales de tráfico, los gestos y posturas
de nuestro cuerpo ante los demás, el modo de vestir según la ocasión, el perfume
que nos echamos, los sonidos conscientes o inconscientes que hacemos y que, no
siendo palabras, son claramente interpretables), lengua se refiere únicamente al
lenguaje verbal, es decir, a la comunicación establecida mediante palabras con
significado compartido y sentido dentro de una comunidad humana.

Hay tantas lenguas como comunidades que han desarrollado o adaptado para sí
su propio código, esto es, su idioma propio con reglas, sonidos y léxico particulares.
Aun así, lo cierto es que cada usuario de una misma lengua la habla o la escribe a
su manera, y eso es lo que realmente existe. A ese uso práctico e individual de una
determinada lengua se lo denomina habla. El habla es, por lo tanto, lo que decimos
nosotros u oímos de boca de los demás, lo que nosotros escribimos o lo que leemos
producto de la escritura de los otros. Eso es lo real. Lenguaje y lengua son, en
cambio, fruto de la abstracción, elementos de estudio y clasificación a partir de lo
que de veras existe: el habla.

La variación lingüística es el conjunto de diferentes formas alternativas para


expresar un mismo significado en el dominio de una lengua. Es decir, distintos
hablantes, o incluso el mismo hablante en distintos momentos, usan formas
diferentes para expresar el mismo concepto, o tienen distintas pronunciaciones para
la misma palabra.

Existen distintos tipos de variación lingüística: según área geográfica, según


registro o estilo, según la clase social, etc., pero la idea subyacente es que todos
estos tipos de variación no son independientes sino que están muy relacionados
entre sí.

• Variación diacrónica: es aquella que hace referencia al eje temporal,


examinando las diversas formas y funciones de los componentes de una lengua a lo
largo del tiempo, es decir, el proceso histórico que la ha ido configurando. Vemos
variación diacrónica si comparamos la pronunciación del castellano del s. XIII con la
del s. XX, o los usos que ser y estar cumplían durante la Edad Media, algunos de los
cuales desaparecieron de la lengua moderna.

• Variación diatópica: remite a la diversidad que se da en los diferentes


territorios donde se habla la lengua en cuestión. Esta variación geográfica es la que
permite determinar los distintos dialectos de un mismo sistema lingüístico. Se hace
evidente la variación diatópica al comparar, por ejemplo, la lengua usual de Madrid
con la de Montevideo, o la de Caracas con la de Maracaibo, etc.

• Variación diafásica: las manifestaciones lingüísticas varían según el estilo y la


situación de comunicación, lo que permite hablar de manifestaciones diafásicamente
diferentes. Ningún hablante, por ejemplo, se expresa de la misma manera ante un
auditorio formal que ante sus amigos mientras disfrutan de una cerveza.

• Variación diastrática: esta corresponde a la diversidad lingüística relacionada


con los distintos grupos sociales de la comunidad hablante, cada uno de los cuales
manifiesta su propio sociolecto. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, citadinos y
campesinos, gente con estudios superiores y analfabetos, etc., tienen peculiaridades
lingüísticas que les son propias.

• Variación diamésica: es la variación lingüística que se da según se trate del


código oral o del escrito; está, por tanto, en relación con la inmediatez o la distancia
comunicacional. 1 Incluso estos códigos no son uniformes, pues no se escribe una
carta oficial del mismo modo que un mensaje de texto (SMS), ni alguien se dirige
oralmente a un desconocido de manera similar a como lo hace con un amigo íntimo.
Aunque esto, a decir verdad, parece estar cambiando en ciertos ambientes y en
ciertos grupos sociales, donde se está viendo cómo se esfuman, en mayor o menor
grado, los límites entre lo oral y lo escrito.

Toda lengua conoce esos distintos tipos de variación, toda lengua es traspasada
por ellos de un extremo a otro, de allí que se hable de variaciones diasistémicas,
pues su conjunto afecta a todo el sistema lingüístico.
Ahora bien, cuando alguna variante, o si se prefiere, una manifestación de la
variación se impone –por el uso– y desplaza al resto de las eventuales variantes
concurrentes se produce el cambio lingüístico. El fenómeno puede darse en
cualquiera de los componentes del sistema de la lengua. Valgan como ejemplo los
siguientes casos ocurridos en la historia de la lengua española. a) El antiguo fonema
global dejó de pronunciarse, más tempranamente en unas regiones, más
tardíamente en otras, de modo que la “aspiración” alternaba diatópicamente con el
cero fónico hasta que llegó un momento en que desapareció de la lengua general en
todo el mundo hispanohablante. b) Formas verbales que alternaban en la lengua
medieval conocieron un proceso de escogencia que dio como resultado el que una
de ellas quedara relegada de la norma moderna, como es el caso de haya~haiga,
conozco~conozgo, trajo~trujo, etc. c) La construcción nominal DETERMINANTE +
POSESIVO fue desplazada de la norma al prevalecer el sintagma sin determinante;
así, los míos parientes quedó arrinconado por mis parientes.

Téngase en cuenta que el cambio lingüístico presupone innovación y difusión.


La innovación es, esencialmente, de carácter individual, en tanto que la difusión es
un fenómeno colectivo. Solo cuando lo nuevo se expande y lo adopta la comunidad
es que puede hablarse de cambio; tiene este, por tanto, una dimensión social. Es
por ello que no toda variación implica un eventual cambio en el sistema, pues este
supone su aceptación en la norma comunitaria de que se trate.

La norma lingüística es un conjunto de normas que determinan el uso correcto


de nuestra lengua. Estas normas pueden variar según la utilización de la lengua de
las propias personas. Sin embargo, hay dos opiniones opuestas al respecto: por un
lado están los puristas, que afirman que las normas no deberían cambiar y debería
conservarse siempre las mismas reglas, y por otro lado están los que creen que la
lengua evoluciona, éstos opinan que las normas deben cambiar siempre según la
“moda” de los propios ciudadanos. A continuación analizaremos la importancia de la
norma lingüística para nuestra sociedad y para labores profesionales como la
literatura o el periodismo.

Creo que los puristas impiden que la lengua evolucione como debe. Una lengua
debe evolucionar, cambiar y progresar. De esta manera, el lenguaje será mucho
más eficaz, ya que para que una lengua mejore tiene que evolucionar. No hay que
tener miedo al cambio, los cambios pueden ser buenos. Los cambios creados por
los propios ciudadanos solo pueden servir para mejorar el lenguaje, pues siempre
será el idioma de las calles.

De todos modos, es necesario que un grupo de filólogos establezca una serie de


normas para decir qué es lo correcto o no. Porque ellos sabrán qué es exactamente
lo más “común”, y por lo tanto, lo más comprensible para la mayoría. Se pueden
establecer nuevas palabras por ejemplo, pero en la calle e Internet. Sin embargo, en
la literatura y en periodismo, por poner dos ejemplos, es necesario regirnos por la
norma lingüística, porque necesitamos que nos comprenda un mayor número de
personas, y en esos dos ámbitos no podemos arriesgarnos a no ser claros. No
deberíamos inventar en periodismo. Con esto queda claro que la norma lingüística
es necesaria, nos sirve para saber qué es lo correcto y procurar que nos entiendan.

Es necesario que la norma lingüística la establezcan los filólogos, pues son ellos
quienes realmente entienden sobre el tema, están especializados en la lengua y la
literatura. Solo entre ellos, y en grupo, pueden determinar si un cambio que
promueve la ciudadanía es realmente posible. Creo firmemente que tiene que ser
así, aunque por supuesto, también tendrán que escuchar la opinión de las demás
personas. Establecer cambios según solo la opinión de un grupo de filólogos sin
tener en cuenta al resto, no sería justo. El idioma es de todos.

Para estar informados sobre la evolución del lenguaje, siempre es muy


recomendable visitar Fundeu BBVA. Y si te ha gustado esta entrada, te recomiendo
leer el siguiente artículo: “El Conde Lucanor – Lo que le sucedió al árbol de la
mentira“.
Conclusión
Estamos en presencia de una múltiple contienda entre norma y usos, estamos
viviendo como testigos y como protagonistas un proceso que puede eventualmente
desembocar en un cambio lingüístico. De allí el estado de tensión que puede
producirse en los hablantes por esas diferencias de uso y de norma, por esas
variaciones que a algunos les resulta incómodas y destructoras de la lengua,
mientras que a otros les parecen adecuadas y renovadoras. El tiempo dirá qué
variaciones prevalecieron, qué cambios se produjeron y cómo quedó redefinida la
norma.

Hablar bien no consiste en seguir determinadas reglas como si de disposiciones


jurídicas se tratara, sino en seguir el mejor uso. A nadie con una cierta sensibilidad
ante los hechos de lengua (y creo que en mayor o menor grado la tenemos todos),
puede resultarle indiferente el uso que los de su comunidad lingüística hacen del
idioma nacional. Cada quien reflexiona, piensa, dice, siente algo respecto de su
lengua. No solo lo hace y manifiesta el purista, para quien la lengua es una especie
de idolillo ante el cual hay que postrarse, sino también el hablante ingenuo que
expresa, con razón o sin ella, que tal o cual palabra “no se dice”. Ambas actitudes y
todas las otras posibles son evidencias del cariño, del aprecio y del respeto por la
propia lengua. Por ello considero que la manera más eficaz para que crezcan esos
sentimientos es que cada uno de nosotros experimente el gozo que proporciona
“convivir” con la lengua, “sumergirse” en ella, “jugar” con ella, en una simbiosis que
haga de todo acto lingüístico un acto inevitablemente poético.

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