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Ariel Antropologia Usreng Prats Prélogo de Editorial Arid, SA. | Barcelona CaPiruLo 1 EL PATRIMONIO COMO CONSTRUCCION SOCIAL. Alejar en el tiempo el origen de unos sfmbolos es estrategia comtin a toda afirmacién de identidzd. Pero ruevamente tal alejamicnto es tuna operacién actual que, Por eso, entre los movimientos sociales del siglo xix, el movimiento obrero es no solo internacional, como el capital, sino profundamente interna- cionalista, y recurre a procesos de legitimacin muy distantes del nacionalismo (en los que aqui no podemos entrar). El colonialismo es también indirectamente impulsado por el romanticismo, que fomenta Ia épica de los exploradores —tras los cuales llegan los administrado- res y las empresas— y la lucha por la libertad, y ratificado incluso cientificamente por la antropologia y otras disciplinas sociales que lo presentaban como una labor humanitaria de ayuda a patses atrasados y mAs 0 menos ex6ticos en su inexorable camino hacia la civilizacin. Los pannacionalismos, en fin (como el eslavo, o el germénico) par ticipan en cierta medida de los dos modelos anteriores y se inscriben dentro de la dinémica de la integracién de pueblos, fuerzas producti- vas y mercados y de Ia lucha por la hegemonia entre las potencias industriales europeas. Evidentemente, todas esas construcciones polf- ticas, necesitan ser formalizadas, explicadas, representadas y legiti madas ideolégicamente, y, si se quiere garantizar su eficacia, deben penetrar profundamente en el tejido social. Al fin y al cabo, como dice Ernest Gellner (1988), el nacionalismo engendra las naciones y no a la inversa, y, aunque se presente como el despertar y la confirmacién de esas unidades miticas —supuestamente naturales y preexistentes— mas bien supone la cristalizacién de nuevas entidades que se hacen posibles gracias a determinadas condiciones histéricas, por més que utilicen como materia prima herencias culturales, hist6ricas y de otro tipo provenientes de épocas anteriores. De ahi que el siglo x1x, y en el marco del romanticismo, sea un perfodo de un gran auge identitario. Viejas y nuevas identidades de caracter nacional, pannacional y colonial, se construyen 0 recrean, mientras otras se diluyen. Para eso se recurre a todo tipo de doctri- nas, sistemas simbélicos y representaciones, entre ellas las pattimo- niales. Por eso se puede afirmar, como hace Dominique Poulot (1992) que «en toda Europa, el siglo x1x constituye una edad de oro del patri monio nacional», 0 que, como dice Nélia Dias (1991, p. 94), «el si glo xix es incontestablemente el siglo de los museos», museos que res- 5. Como dice Emest Gellner (1993, p. 89): sla reaeién roméntica ensehaba que una religgn de Ia Iumanidad a sich, ms alla e todo eardeter especie cultural o feito, con {uct @ un cosmopaltismo cxangue y que las culturas coneretasbasadas en la tea, folk: 35 con todas ss llosincrasias (sobre todo con sus diosincraias) debian ser weneradasy pe Servadss no senellsmente como los idiomas convenientes de ina verdad univer sno como fendmenos supremamentevallsos en st misma. 26 ANTROPOLOGIA Y PATRIMONIO pondian explicitamente al «despertar de un sentimiento nacional y patriético», como los museos escandinavos, 0 que, como otros muse~ 6 europeos, «atin proclamando otros objetivos (cientificos, pedagégi- cos 0 artisticos) obedectan también al fin y al cabo a imperativos nacionales, porque, no importa cudl fuera el pretexto invocado —glo- rificar una época (Ia Edad Media con el Musée de Cluny), una ciudad (Paris con el Musée Carnavalet), una época y una “raza” (los galo- romanos con el Musée des Antiquités Nationales)—, todos estos mu- seos contribufan en el fondo a celebrar la nacién, a la gloria de la cual aportaban su concurso [de modo que] por medio de este tipo de ins- tituciones, la nacién rendia un homenaje perpetuo a si misma, con- virtiéndose asi en la principal instigadora de este nuevo culto, del cual era, al mismo tiempo, sujeto y objeto Fundamentalmente, los nacionalismos europeos del x1x reviven (patri- monializan) la historia medieval como época acrisoladora de las nacionalidades (a veces también antiguas herencias prerromanas) y también las tierras altas, las montafias y los bosques —reductos de la independencia y la bravura de la patria—, as{ como la tradicién popu- lar, en cuyo aparente atavismo confluyen naturaleza ¢ historia. Catalufia, por ejemplo, que tiene influencias practicamente de todas las culturas que han pasado por la Europa mediterranea desde la anti- giledad mas remota, se convierte en roménica. Las masfas (casas de campo adscritas a una finca ristica), que se convertirén en un sim- bolo importante del pafs y del «familismo pairal (patriarcal)», en el siglo xtx, con el romanticismo, son vistas casi como castillos donde se entroniza la autoridad patriarcal y la voluntad de independencia, aun- que en el xx, con el «rtoucentisme» —moderado y racionalista—, pasa~ rin a ser graciosas estructuras basilicaes, herederas de las villas romanas y expresién de la armonia mediterrénea. Los valores.cam- bian. En otro nivel, las colecciones del British Museum, en esta época, ya no son botines de guerra sino una apabullante manifestacién de la Superioridad del espiritu inglés y de su irgente obra de civilizacién y salvaguarda de la cultura, ya que, como subraya Krzystof Pomian (1987, p. 59): «incluso los objetos procedentes de otras sociedades 0 de la naturaleza ilustran la nacién que los ha recogido, ya que es ella quien —por medio de sus artistas, sus sabios, sus exploradores e incluso sus generales— ha sabido reconocer su valor y hacer los sacri- ficios necesarios para obtenerlos». El Muséum Ethnographique des Missions Scientifiques, dice Nélia Dias (1991, p. 94) fue creado en 1878 «para conmemorar el trabajo de los 2xploradores franceses y asf, implicitamente, glorificar la nacién francesa. EL PATRIMONIO COMO CONSTRUCCION SOCIAL 27 Los criterios enunciados (la naturaleza, a historia y la inspiraci6n creativa) vienen a ser como los lados de un triéngulo dentro del cual se integran todos los elementos potencialmente patrimonializables en el contexto de una dindmica de inclusién y exclusién considerable- mente rigida, Quiero decir con ello que cualquier cosa (material 0 inmaterial) procedente de la naturaleza, de la historia o de la inspira- cién creativa se incluye dentro de los limites del triéngulo y cualquier otra cosa que no tenga esta procedencia, no. El contenido de este tridngulo se constituye, pues, en un pool virtual de referentes simbé- licos patrimoniales. Lo cual no quiere decir que todos sus elementos constituyan autométicamente patrimonios, sino que son potencial- mente patrimonializables, que es muy distinto. Para constituirse en patrimononios, 0, mejor, en repertorios patrimoniales, deben ser acti- vados, como veremos més adelante. Los criterios que definen este tridngulo delimitador del pool pat monial son a mi entender muy firmes y estables. No creo, como apun- tan diversos autores, y entre ellos, con especial contundencia, Joan Prat (1993), que otros criterios, como la pérdida de funcionalidad (la obsolescencia) o la escasez, intervengan en la fijacién de lo que ¢s 0 no patrimonializable (por mas que puedan activarse campafas de urgencia ante el riesgo de desaparicién de determinados elementos, lo cual no invalida que’su caracter de referente simbélico patrimonial venga determinado, no por la urgencia, sino por los criterios anterio- res). Veamos, si no, las catedrales 0 los monasterios benedlictinos que siguen cumpliendo perfectamente sus funciones digamos tradicion: les y, en cambio, constituyen ademas elementos patrimoniales de p mer orden. Quizés lo que nos llama a engafio en este terreno es el hecho de que cualquier elemento obsoleto, tarde o temprano seré his- t6rico, y, por tanto, pasara a formar parte del pool, pero no por obso- leto, sino por hist6rico. De ahf que nos deshagamos de objetos obso- letos que atin no se han convertido en histéricos, aunque sean esca~ sos, como, por ejemplo, los televisores en blanco y negro o nuestros eviejos» automéviles de hace diez 0 doce afios.® La escasez. tampoco es un criterio aut6nomo, sino que depende, por una parte, de su pertinencia respecto de los criterios basicos enunciados (los cuadros de un mal aficionado, por ejemplo, son irre- petibles, y a nadie excepto quizs a su familia— se le ocurrira con- siderarlos como patrimonio); y, por otra parte, dependerd de los valo- res hegeménicos de una sociedad determinada en un momento dado. 6._ No dea do ser ihstratve que alznos muscosetnogrifics se hayan plantedo, hace ya Sassnies aa compra y guar btn de roduc stad, como utes de iio ¥ totes, conscientes de ec, desputs de oboleto y cacaton enon objeton learn dia 2° potenciaimentehisténos . eee “ 28 ANTROPOLOGIA Y PATRIMONIO No deja de ser ilustrativo, en este sentido, un ejemplo al que alude ‘oan Prat: los bosques (catalanes en este caso), de cuyo «valor patr monial» parece que sélo nos acordemos cuando estamos a punto de acabar con ellos. En opinién de los experos, en cambio, el bosque no constituye hoy en dia en Catalufia un bien escaso. El director del Centre Tecnoldgic Forestal de la Comarca del Solsones decta, segin El Pais (edicién Catalufia) del 28 de agosto de 1996, que

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