Está en la página 1de 14
8 La muerte de Jesus 1. Marco histérico El hecho de que Jesis de Nazaret fue ejecutado en una cruz pertenece a las realidades més ciertas de la historia de Jesiis. Més dificil es ya Ia fecha concreta de su crucifixion !. Los cuatro evangelistas concuerdan en afirmar que fue el viernes de Ia se- mana paseual judia. Se discute si fue el 14.6 el 15 de nisén (quizd marzo-abril). Para los sindpticos Ia dltima cena de Jestis parece que fue pascual, en cuyo caso Jestis habrfa muerto en la cruz el 15 de nisén. No ocurre asf en Juan; pata @ Jestis murid el dfa de preparacién de la fiesta de pascua (Jn 19, 14), cuando se sactificaban los corderos en el templo, o sea, el 14 de nisin. Muy en confotmidad con esto Juan no presenta la viltima cena de Jesis con sus disefpulos como pascual, sino como de despedida. Sin duda que en ambas perspectivas juegan su papel motivos teolégicos. Los sinépticos estén interesados en resaltar como pascual la tiltima cena, mientras que en Juan domina el interés por presentar a Jestis como el verdadero cordero pascual (19, 36). La decisién de Ta cuestién histérica no es fécil. Pero hay algo que se inclina a favor de la exposicién jodnica. Pues es improbable que el sane- drin se reuniera en el dfe mds solemne de los judios. Apoyan el que Jests mutiera en la vispera de la pascua también los siguientes detalles: que los discfpulos (cf, Le 22, 38; Mc 14, 47) y los esbittos (cf. Mc 14, 43) lleven armas; que Simén de Cirene venga del campo (cf. Mc 15, 21). A base de céloulos astronémicos se Hega al 7 de abril del afio 30 d. C. como el dfa mas probable de la muerte de Jestis. La crucifixién era una forma romana de ejecucién. Se apli- caba sobre todo a esclavos (piénsese en la rebelién de Espartaco). Los eiudadanos romanos no podian ser crucificados, sino sélo 1. Cf. J. Blinzler, Der Prozess Jesu; P. Winter, On the trial of Jesus, Berlin 1961; J. Jetemias, Abendmailsworte, 31-35 (bibliografia). decapitados. Porque la crucifixién pasaba no sélo por especial- mente eruel, sino también por una pena sumamente infamante. Cuando los romanos imponian a guerrilleros independentistas esta pena de muerte propia de esclavos, equivalia a una burla cruel. Cicerén escribe: «La idea de la cruz tiene que mantenerse ale- jada no sdlo del cuerpo de los ciudadanos romanos, sino hasta de sus pensamientos, ojos y oidos»?. Entre gente bien ni siquiera se podia hablar de una muerte tan denigrante. Por tanto, Jesis fue ejecutado como rebelde politico. Lo prueba también el titulus crucis: «Rey de los judios» (Mc 15, 26 par)?. De este hecho se dedujo que Jestis habia sido un cabecilla parecido a los zelotes. Pero esta tesis resulta insostenible a Ja vista de las fundamentales diferencias entre Jestis y los zelotes. Mas no se puede negar que los romanos desconfiaban y se preocupaban con cualquier movi- miento de masas, dado el inestable clima politico de Ja Palestina de aquel tiempo. Ademds que los militares romanos no podian distinguir tampoco con demasiada precisién teoldgica. De modo que los enemigos judios de Jestis pudieron encontrar con facilidad una excusa para presentar querella politica contra él ante Pilato, cuya posicién entonces en Roma no era demasiado brillante, pu- diéndosele presionar, pues, con facilidad. Més dificil que la cuestién de por qué fue condenado Jess por Pilato, lo es esta otra: cual fue la razon de que lo condenara el sanedrin. Pero parece que en el proceso de Jestis ante el sane- drin (Me 14, 53-65 par) jugaron dos cosas: la cuestién mesidnica, importante para la acusacion ante Pilato, y la palabra de Jesus sobre Ja destruccién del templo. Con ello se debia probar que Jestis era un falso profeta y blasfemo, contra lo que existia la pena de muerte (cf. Lev 24, 16; Dt 13, 5 s; 18, 20; Jer 14, 14 5; 28, 15-17). Apoyan lo dicho igualmente las dos escenas de bur- Jas‘. En definitiva el burlarse del delincuente debe parodiar en cada caso el delito por el que es condenado. La soldadesea romana se burla de Jestis como rey de los judios, vestide con un manto de purpura y coronado de espinas, mientras que ante el sanedrin se rien de él como de falso profeta. Juegan con él como a la gallina ciega: «Profetiza quién te pegé». La condena como falso profeta y blasfemo enlaza con la conducta de Jestis: quebrantamiento 2. Cicerén, Pro C. Rabirio perduellionis reo, cap. V,(§ 16), en Opera TI/1 (ed. por I. C. Orellius), Turici 1854,'650; cf. Id, In C. Verrem actio secunda, 1b. V, exp. LXIV (5.163) y cap. LXVI (§ 169), eno, 435 5. 3. Bare bibligtt, tsuppre cap. 4, 4, Ey eres Teologle dl muck testamento 1, 99 85 Id Abendmabls vont, Be del precepto sabético judio, de las prescripciones sobre pureza, trato con pecadores y cultualmente impuros y, finalmente, su critica a la ley. Todo este socava los fundamentos del judaismo. Puesto que en tiempos de Jestis el sanedrin mismo no podia ejecutar la pena de muerte, se Ilegé a una maifiosa colaboracién con la potencia romana ocupante tan odiada por otra parte. Asi que Jestis cayé practicamente entre el aparato de los poderosos. En definitiva, lo asesinaron: malentendido, cobardia, odio, men- tira, intrigas y emociones. Pero todo esto discurre sobre el escenario superficial de la historia. Para el nuevo testamento y la tradicién cristiana la muerte de Jestis tiene otra dimensién mas profunda. No basta con el mero malentendido y Ja dimension politica de esta muerte, con ver en Jesiis al hombre libre, al violador de Ia ley y al in- conformista incémodo, liquidado por sus enemigos. Todo esto jugé indudablemente su papel. Pero para el nuevo testamento Ja muerte de Jestis no es solamente accidn de los judios y roma- nos, sino obra salvadora de Dios y libre autoentrega de Jesus. Por eso la cuestién esencial para nosotros es la siguiente: ;,cémo entendié Jestis su propia muerte? gqué significado le dio a su fraeaso? 2. Perspectiva escatolégica La cuestién de cémo entendié Jestis su muerte nos coloca ante problemas muy graves a la vista de las fuentes de que dis- ponemos. Es Namativo que la fuente de los logia’ no sélo ca- rezea de toda huella de historia de la pasion, sino que no contenga ni un solo indicio. Lo tinico que en ella encontramos es una mencién sobre el destino violento de los profetas y su aplicacién a Jestis (cf. Le 11, 49 s par); sus discipulos tienen que contar igualmente con el rechazo y la persecucién (Le 6, 22 par; ef. 12, 8 par). Pero en estos lugares no se atribuye a la muerte de Jestis un significado salvador propiamente dicho. Distinta es la situa- cién por lo que se refiere a los anuncios de la pasion por parte de Jestis (Me 8, 31 par; 9, 31 par; 10, 33 par)®. Todos ellos expresan la presciencia que tiene de su muerte, resaltando al 5. Ct. H, Kessler, Die theologische Bedeutung des Todes Jesu, 236 s. 6 CE G. Strecker, Die Leidens- und Auferstebungsvoraussagen in Markus- evangelium (Mc 8, 31;'9, 31; 10, 32-34): ZThK 64 (1967) 16-39; H. Kessler, Die theologische Bedeutung des Todes Jesu, 248 s. mismo tiempo su libertad en la aceptacién de su sino de muerte; ademas, presentan el sufrimiento de Jestis como una necesidad impuesta por Dios. Por supuesto que hoy se piensa generalmente que estos anuncios, al menos en su forma actual, son vaticinia ex eventu, o sea, explicaciones pospascuales de la muerte de Jess, y no palabras auténticas suyas. Lo dicho vale, en especial, para el tercero de Jos anuncios que expresa ya pormenores muy deta- Hados del decurso real de Ja pasion. Si Jesis hubiera predicho tan claramente su muerte y resurreccién, seria incomprensible la huida de los discipulos, su decepcién y su incredulidad inicial frente al testimonio de la resurreccién. Y legamos a los relatos de pasién propiamente dichos en los cuatro evangelios. Muestran una concordancia muy grande, mayor, en cualquier caso, que en el material tradicional del resto de los evangelios, Sin duda que la tradicién de la pasién repre- senta un ramo de la tradicién antiguo e independiente. No se puede discutir razonablemente la proximidad a los acontecimien- tos histéricos, aunque ciertas cuestiones de detalle sobre el de- curso histérico siguen abiertas. Pero mds importante que tales detalles histéricos es la constatacién de que la tradicién de la pasion esta muy claramente determinada por intereses teoldgicos. Se encuentran motivos apologéticos, dogmaticos y parenéticos. Los relatos de pasién no quieren, pues, ser solamente narraciones, sino también predicscién. Explican la pasion ya a la luz de la resurreccion. Se la expone como sufrimiento del mesias, como pasién del justo, como cumplimiento del antiguo testamento y, por tanto, de la voluntad de Dios. El canto del siervo sufriente de Yahvé (Is 53) e igualmente los salmos 22 y 69 determinaron con mucha profundidad la exposicién, A la vista de esta situacién de las fuentes es comprensible la perplejidad de una gran parte de exegetas ante la muerte de Jestis. La perplejidad tiene que existir, ante todo, si se acepta con W. Wrede que la vida terrena de Jess no tuvo absolutamente nada de mesidnica, pues presuponiendo tal cosa no se puede ya explicar por qué fue crucificado Jess como «rey de los judfos», 0 sea, como pretendiente mesiénico. Por eso Bultmann puede pre- sentar la crucifixién de JesGs sdlo como malentendide politic, escribiendo: «La mayor perplejidad... es el hecho de que no podemos saber cémo enten- di6 Jestis su final, su muerte» ?, Para Bultmann no se puede encubrir Ja posibilidad de que Jestis al final se desmoroné 8, De modo semejante piensa W. Marxsen que el histeriador puede «afirmar con gran seguridad que Jestis 7. R. Bultmann, Das Verhilinis der urcbristlichen Christusbotschaft zum bisto- rischen Jers, Heldelberg 1960, 11 . Ibid." 12. ny entenaio su muerte como acontecimiento salvador», 91 nubiera sido ast, resultarfa incomprensible su actividad volcada sobre el presente, conforme a la cual el éschaton ocurre ahora Parecidos planteamientos y opiniones se encuentran también en Ja teologia catélica en el Hamado modemnismo de comienzos de este siglo. Segiin éste, Jess no entendié su muerte como salvi- fica; esto fue invencién de Pablo Jess fue reducido por sus enemigos, dejandose Mevar a la cruz con sometimiento digno de admiracién como martir de su yusta causa Esta tesis de que el catécter soteriol6gico de la suerte de Jestis fue una doctrina inventada por Pablo, la condendé Pio x en el Syllabus, Por eso es comprensible la polvareda que se levanté cuando los pensamientos de Marssen fueron aceprados més 0 menos por tedlogos catdlicos como H. Kessler"! y A Vogtle . Con estas tesis ha enta- plado una detallada polémica, ante todo, H Schiirmann. 3 Con las fuentes de que disponemos es sumamente dificil decir cual fue la interpretacién que Jestis dio a su muerte. Para salir de estas dificultades se ha intentado probar que ya en el antiguo testamento y el judaismo de la época de Jestis existian teologu- mena que permitian una explicacién soteriolégica de la muerte de Jestis por él mismo, Aunque no se pueda probar Ia idea de un mesias sufriente, sin embargo, se encontraba muy extendida la idea del justo que sufre y la concepcién de la fuerza expiatoria de tal sufrimiento (2 Mac 7, 18. 37 s; 4 Mac 1, 11; 6, 29; 9, 23 s; 17, 22). Estas verificaciones son indadublemente justas e importantes. Pero la cuestién no es, en resumidas cuentas, si Jestis pudo interpretar su muerte como salvadora, sino si de hecho la entendié asi. Esta quaestio facti es la que constituye la ver- dadera dificultad a la vista de las fuentes. Una salida de tales dificultades la indicé especialmente A, Schweitzer %. A su entender, la Megada del reino de Dios y los apuros escatolégicos, la venida del mesias y los dolores me- sidnicos son inseparables. E] anuncio de la pasién como previ- 9. W Marxsen, Ereagungen zum Problem des verkundigten Kreuzes, en Der Exeget als Theologe’ Vortrage zum Neuen Testament, Gutersloh 1968, 160.170, 10 Cf. DS 3438 Ul Cf H Kessler, Die theologische Bedeutung des Todes Jesu, 1d., Erlosung als Befresung, Dusseldoré 1972 12. A Vogtle, Jesus von Nazareth, en R. Kottje - B. Moeller (ed.), Okume- msche Karchengeschichte {, Mainz-Munchen 1970, 3-24. 13. H Schurmann, Wie hast Jesus seinen Tot bestanden und verstanden? Eine methodenkritische Besinnung, en B, Hoffmann (ed ), Ortentrerung an Jesiis, 325-363. 14 E Lohse, Martyrer und Gottesknecht. Untersuchungen zur_urchristlichen Verkundigung voin Subncod Jesus Christi, Gottingen 1955, 9, 110; E Schweitzer, Erniedrigung und Erbobung ber Jesus und semen Nachjolgern, Zurich *1962, 53 s, H Kessler, Die theologtche Bedeutung des Todes Jesu, 253 s. 15 Cf A Schweitzer, Das Messtanstats- und Lerdensgebermns, 81-98; Id., Geschicbie, 452443. Sobre el aspecto problemitico de este esbozo se hablard et seguida. sion del aprieto escatologico pertenece a la predicacién de la cercania del reino de Dios *. Por eso Jestis, como muestra el padrenuestro, hablé desde el principio del peligro de la tentacion (Mt 6, 13; Le 11, 4), pensando en los aprietos escatolégicos, que predijo desde el comienzo, sin duda, también a sus seguidores (Mt 10, 34 s). Los apuros del sufrimiento y la persecucién son, para él, parte de la figura humillada y oculta del reino de Dios, encajando también, en consecuencia, en la linea general de su predicacién. De esta forma, desde el mensaje escatoldgico de Jesus sobre la basileia conduce un camino bastante recto hasta el mis- terio de su paso: Esta explicacién encaja bien en el curso real de Ja vida de Jestis. Tenemos que aceptar que Jestis tuvo que contar y conté con un final violento. Quien se comportaba como él, tenia que contar con las ultimas consecuencias. Muy pronto se le acusé ya de blasfemo (Me 2, 7), de alianza con el diablo o de magia (Mt 12, 24 par), de quebrantar el precepto sabatico (Me 2, 23 s. 27; Le 13, 14 8); por eso se le espiaba para poder acusarlo (Me 3, 2); se procuraba eazarlo con preguntas capciosas (Mc 12, 13 s. 18 s. 28s). La enemistad y Ja amenaza de muerte de los fariseos, que en esto colaboraban con los herodianos, odiados por otra parte, como después se aliaron con los romanos, se cernia indudable- mente sobre Jestis desde el comienzo de su actividad (Me 3, 6). No en vano exigié de sus discipulos un seguimiento total, es decir, incluso romper con los vinculos familiares de la piedad (Me 8, 21 5; Le 9, 59 s). El deeidirse por él no trae paz, sino rompimiento con lo circundante (Me 10, 34; Le 12, 51). También aqui se encuentra en el trasfondo el motivo del peirasméds final. A lo dicho hay que aiiadir el destino del Bautista (Me 6, 14- 29; 9, 13), que tuvo que presentar a Jestis la posibilidad de su propia muerte violenta, si es que no tenia ya razones para pensar Jo mismo. Quizds fue no en iltimo término por razén de ese acontecimiento por lo que conté con tener que sufrir él mismo la suerte de los profetas. Le 13, 32 s, cuna pieza biogréfica en el sentido propio» 7, muestra que se apropié esta tradicién tan ex- tendida en el judaismo tardio: «Id y decidle a ese zorro: expulso demonios, curo hoy y mafiana y al tercer dia habré acabado, pero hoy, mafiana y al dia siguiente tengo que seguir marchando; es imposible que un profeta caiga fuera de Jerusalén» (cf. Mt 23, 16. Cf. H. Seesemann, art nefpa, en ThWNT VI, 30s, 17, R. Bultmana, Geschichte der synoptischen Tradition, 35. 34-39). A este contexto pertenece también la parabola de Jesis sobre los malos vifiadores (Me 12, 1-12). El miicleo viene a ser este: «Lo mismo que el alevoso asesinato del hijo por parte de los arrendatarios tendrd como consecuencia Ja intervencién cierta del duefin de la vifia, asi ocurriré también con el asesinato —pla- neado— de Jestis, el plenipotenciario escatoldgico de Dios, asesi- nato que provocara el juicio sobre los jefes responsables del pueblo» 8. En el destino de los profetas ve Jesis prefigurado el suyo propio. Asi como ellos fueron perseguidos y rechazados en Jerusalén, asi tiene que decidirse también su suerte en Jerusalén. Por supuesto que para Jestis se trata de la erisis ultima. escato- logica, de la decision sobre gracia y juicio. De esta forma, Jesiis no se dirige hacia Jerusalén sin sospe- char nada. Pero no es cierto si se dirigié alli para confrontar a su pueblo con su mensaje en la hora decisiva y ponerlo ante la alternativa de decidirse (ef. Le 19, 11; 24, 21; Hech 1, 6). Es im- probable que quisiera provocar la decisién y la venida del reino de Dios, como supone A. Schweitzer. Esto contradiria su con- fianza en el Padre, al que le dejaba todo, Pero sin duda en Jeru- salén tuvieron lugar manifestaciones mesidnicas de sus partida- rios (Me 11, 7 s par), Jo que sorprendié no poco, dindose hasta algiin alboroto popular. Cierto es que en el templo se dio un choque (Mec 11, 15 s par). Pero apenas si puede contarse con que se traté de un acto revolucionario, de una ocupacién del monte del templo por sus partidarios. La purificacién del templo se ha de interpretar més bien como accién profética, que significa, en- lazando con Ia esperanza del antiguo testamento (Is 56, 7; Jer 7, 11), la irrupeidn del tiempo escatolégico, el fin del antiguo templo y el comienzo del nuevo. Jestis incorporé, sin duda, estas esperanzas, preanunciando la destruccién del antiguo templo y la construceién de uno nuevo. A esto remite la palabra del sefior, ciertamente auténtica, que tenemos en Mc 13, 2, donde se pro- mete que no quedaré piedra sobre piedra. En este contexto parece haberse planteado la cuestién sobre su autoridad (Me 11, 27 s). En cualquier caso, la escena del templo fue una provacacién contra las autoridades judias. Ella desaté el proceso, jugando un papel decisive en su condenacién por el sanedrin (cf. Me 14, 58; 15, 29). Por tanto, resulta claro lo siguiente: el conflicto de Jesus con sus enemigos se sitia en un contexto escatoldgico. Jestis anun- 18. M. Hengel, Das Gleichnis von den Weingartnern Mc 12, 1-12 im Lichte der Zenonpapyri und der rabbinischen Gleichnisse: ZNW 59 (1968) 1-39. 38, cia el final del antiguo eén y la irrupcién del nuevo. El conflicto sobre su persona se relaciona con el existente entre el anti; y el nuevo edn. Jestis quiso y acepté este conflicto hasta las ulti- mas consecuencias. Ta perspectiva eseatoldgica resulta especialmente clara en los textos de la ultima cena (Mc 14, 17-25 par; 1 Cor 11, 23-25) ¥. En su forma actual es cierto que no son relatos auténticos, sino que muestran con mucha claridad estilizacién litirgiea. Aqui puede quedar abierta la cuestién de si representan en su totalidad tradicién comunitaria, o sea, etiologia cultual, o si contienen también, y hasta qué punto, un recuerdo histéricamente fiable. De todas formas en esos relatos se encuentra al menos una pa- Jabra que no se intredujo en la liturgia posterior y que, por con- siguiente, se ha de considerar como originaria del sefior: «En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de Ja vid hasta el dia en que lo beba nuevo en el reino de Dios» (Mc 14, 25; ef. Le 22, 16. 18) ™. Por tanto, Ja tiltima cena de Jests con sus diseipulos tiene indudablemente cardcter de accién simbélica esea- tolégica, por la cual Jestis desde ahora da a los suyos parte en Jos bienes escatolégicos. En Ja tiltima cena Jestis no se fija sélo en su muerte inminente, sino también , cvé el reino de Dios que llega. Su muerte se encuentra vinculada a la venida de la basi- eia. Esta explicacién escatolégiea de su muerte corresponde a la direccién total de su mensaje eseatoldgico, segtin el cual el sefiorio de Dios viene en humillacién y ocultamiento. De modo que Jestis mantuvo el cardcter escatolégico de su predicacién y su actividad también y precisamente a la vista de su muerte. En definitiva, de lo mismo da testimonio la palabra con que murié Jestis segiin narran Marcos y Mateo: «Dios mio, Dios mio, gpor qué me has abendonado?» (Me 15, 34; Mt 27, 46) #4. Esta palabra constituyé un problema desde el principio. A Lucas le parece ya insoportable; por esa razén hace morir a Jestis diciendo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espiritu» (23, 46). Y en 19 CE Hi Schurmann, Der Paschamablbercht Le 22 (714) 1518, Munster 1953, Id, Der Einsetzungsbericht Le 22, 19-20, Munster 1955, G Bornkamm, Jesiis de Nazaret, 168 s, 1d, Herrenmabl und Kercbe ber Paulus, en Studien zu Antike und Urebristentum Ges Aufsatze II, Munchen 1970, 138176, J Jeremias, Abend mablsworte, P Neuenzeit, Das Herrenmabl Studien zur paulimschen Eucharistieaul- fassung, Munchen 1960,"E Kasemann, Anliegen und Exgenart der paulinischen Abendmablslebre en Exegetssche Versuche und Besinnungen 1, 11-34 20 Cf G Botnkamm, Jestis de Nazaret, 168; H E Todt, Der Menschensobn in der synoptischen Uberlejerung, 193, 279, F. Hahn, Dre alftestamentlichen Mo- tive in der urchristlichen Abandmablsuberleferang EvTh 27 (1967) 337-374. 21. Cf H Gese, Psalm 22 und das Neue Testament Der alteste Bericht vom Tode Jesu und die Entstehung des Herrenmables ZThK 65 (1968) 122. Qaey wep nee gue Je ueMuy us 4a WaulelUM DLbHCA se considers escandaloso que Jess hubiera muerto abandonade de Dios. La misma perplejidad se refleja en la historia exegética posterior. Pero la exégesis puede, por supuesto, mostrar que el grito do Jostis: «Dios mio, gpor qué me has abandonado?» pro- viene del Sal 22, que imprimié su sello a todo el relato de la pasién. La cita del comienzo del salmo esta remitiendo, conforme al modo de citar de aquel tiempo, al salmo integro. Este salmo es una lamentacién que acaba en una accién de gracias. El sufri- miento del justo se experimenta como abandono de Dios, pero en el sufrimiento y la angustia de muerte el justo siente que Dios es sefior desde el principio y que lo salva para una vida nueva. El salmo expresa esta experiencia sirviéndose del lenguaje apocaliptico y convirtiéndola en destino tipico y paradigmatico. La salvacién de muerte se convierte asi en la alborada del reino escatoldgico de Dios. La palabra de Jestis: «Dios mio, Dios mio, gpor qué me has abandonado?» no representa, pues, un grito de desesperacién, sino una oracién que esta cierta de ser escuchada y que espera la Iegada del reino de Dios. No es totalmente cierto que Jestis moribundo rezara en alto el salmo 22: quiza se trate de una explicacién muy temprana de Ja muerte de Jestis a la luz de la resurreceién. Mas aunque se trate de una interpretacién que entendié Ia muerte de Jestis como camplimiento de los dolores apocalipticos y eomo Hegada del reino de Dios, habria que decir que se habia acertado a expresar de modo insuperable la intencién global de Jesiis. Jesis no se desmoroné en su fe, pero gusté la noche y el aprieto de la fe mas rofundamente que cualquier otro hombre. Porque al clamar moribundo a Dios, clama no sélo al Dios del antiguo testamento, sino al Dios al que Hamé padre en sentido exclusive y con el que se sabia unido de manera incomparable *. O sea, experimenté a Dios como aquel que se retira precisamente en la cereania, aquel que es el totalmente distinto. Experimenté el insondable misterio de Dios y su voluntad. Pero superé esta noche por la fe. De forma en este vacio insuperable se eonvirtié en el hueco para la plenitud de Dios. Su muerte se convirtié en fuente de la vida. Su muerte Ilegé a ser Ja otra cara de la venida del reino de Dios en el amor. 22. La interpretacién que da J. Moltmann, El Dios erucificado, Salamanca 1975, 206 s, tepresenta una superinterpretacién especulativa. gaua wer remo ae Lnos como nuevo con incluye la espera del peirasmés escatolégico. Su mensaje exige la ruptura radical con el edn presente, lo que incluye la aceptacién de la muerte en cuanto ultima consecuencia. En este sentido la muerte de Jesis en la cruz no es solamente la ultima consecuencia de su valiente actuacién, sino resumen y suma de su mensaje. La muerte de Jestis en la cruz es la suprema concretizacién de lo tinico que le interesé : la venida del reino escatolégico de Dios. Esta muerte es la figura de realizacién del reino de Dios en las condiciones de este e6n, la realizacién del reino de Dios por medio de la im- potencia humana, de la riqueza mediante la pobreza, del amor en medio del abandono, de la plenitud en el vacio, de la vida a través de la muerte. 3. Significado soteriolégico Ya en estadios muy tempranos de Ia tradicién pospascual ® la muerte de Jestis se interprets como salvadora y expiatoria «por nosotros» y «por los muchos». Se la contemplé a Ia Iuz del cuarto eanto del siervo de Yahvé: «No tenia atractivo ni belleza,.., des- preciado y abandonado de los hombres, varén de dolores. . Mas ciertamente llevé nuestra enfermedad y cargé con nuestros do- ores... Fue traspasado por nuestros pecados, molido por nuestras maldades; cargé el castigo sobre él para paz nuestra, habiendo sido curados nosotros por sus heridas ., Ofrecié su vida como sacrificio por el pecado, verd descendencia que viviré largamen- te .. Porque se entregé a la muerte, contandosele entre los mal- hhechores, porque MHevé los pecados de muchos e intercedié por los pecadores» (Is 53, 1-12). Este canto del siervo sufriente de Yahvé sirve ya en la antigua formula de fe de 1 Cor 15, 3-5 y en la igualmente antigua tradicién de la tltima cena (1 Cor 1i, 24; Me 14, 24 par) para presentar Ia muerte de Jestis como expiacién sustitutorie para Ja salvacién de los hombres. Esta ex- plicacién fue desde entonces fundamental para la concepeién cris- tiana de la redencidn en general y de la eucaristia en particular. De hecho apenas si puede reconstruirse con suficiente seguridad 23 Ct W Schrage, Das Verstindms des Todes Jesu Christ um Neuen Testa ment, en E. Bizet, Das Kreuz Jesu Christs als Grund des Heils, Gutersloh 1967, 4989, H Kessler, Dre theologische Bedeutung des Todes Jesu, 265 s. si Jestis utilizé en Ia ultima cena la formula «por los muchos» como explicacién de su muerte. Se discute igualmente Ia auten- ticidad histérica del logion de Mc 10, 45 que habla de dar la vida como «reseate (Aitpov) por los muchos»; no se encuentra en el paralelo lucano (cf. Le 22, 27). Perv si la interpretacion de la muerte de Jestis como ofrecimiento expiatorio a Dios y en favor de los hombres no tuviera apoyo alguno en la vida y muerte de Jestis, el centro de la fe cristiana se acercaria peligrosamente a la mitologia e ideologia. Dios, por la predicacién posterior y sin te- ner en cuenta a Jestis, habria dado a la muerte de éste un signi- ficado del que él nada sospeché y que hasta excluyé, si es que, como algunos piensan, acabé por desmoronarse. Esto no corres- ponderia en absoluto a la manera como Dios actita respecto y con Jos hombres segin la predicacion de Jestis. De muchas maneras se intenta probar que Jesis mismo atribuyé a su muerte un significado soteriolégico. Pero es muy inseguro pretender apoyarse en determinadas ipsissima verba Tesu. Esto tiene éxito sdlo si se puede demostrar a base de una argumentacién de convergencia que tales palabras responden a la intencién total (ipsissima intentio) de Jestis. Y esto se puede mostrar de dos maneras. Partimos primeramente de que Jests entendié su muerte en el contexto de su mensaje sobre la venida del reino de Dios. El reino de Dios es la concrecién de la salva- cién. De modo que la interpretacién escatologica de la muerte de Jestis implica una interpretacién de tipo soteriolégico. Por ello podemos hablar de una soteriologia oculta de Jestis analégica- mente a como lo hacemos de la cristologia del mismo tipo. La segunda perspectiva parte otra vez de la constatacién de que el reino de Dios se realiza en Jestis de modo personal en la forma de servicio. Jestis estd entre sus disefpulos como quien sirve (Le 22, 27). Este servicio de Jestis no se puede considerar como meramente humanitario. Sin duda que la comunién de Jestis con pecadores y marginados de entonces tenia para ellos también algo de humanamente liberador. Mas Jestis curaba las alienaciones de los hombres desde su raiz mas profunda. La verdadera liberacién traida por Jestis consistia en el perdén de la deuda ante Dios. La nueva comunién que traia e instituia era la comunién con Dios. Este servicio redentor le acarreé desde el principio la ene- mistad de sus oponentes (Mc 2, 1-12; Le 15). Vieron en ello blasfemia contra Dios y lo condenaron a muerte. Seguimiento de Jestis significa siempre seguirlo en este servicio. «Quien quiera ser el primero, ha de ser el ultimo de todos y servidor de todos» (Mc 9, 35 par). El servicio, el amor hasta al enemigo, o sea, el ser para otros, es lo que constituye la nueva existencia que Jess abrié e hizo posible. En tal existencia hay que contar con todo, abandonarlo todo (Mc 10, 28 par), exponiendo hasta Ja misma vida (Me 8, 34 s par). Desde este punto de vista hay que decir que Jestis tuvo que tener presente la idea de que también el ofrecimiento de su propia vida en el sentido de su actuacién global es servicio en favor de los otros. Los teologiimena del judaismo tardio sobre la muerte sustitutiva y expiatoria del justo se orientaban en esta direccién. El hecho de que Jestis no se aplieé directamente el titulo de siervo de Yahvé, cosa que ocurrid, como vimos, con los titulos de mesias e hijo de Dios, no significa, pues, que no se haya sabido a si mismo como el siervo de Yahvé que sitve y sufre por «los muchos». Toda su vida tuvo este cardcter y no hay nada en contra, mientras que mucho habla en favor de que Jestis mantuvo esta interpretacién de si mismo también en su muerte, 0 sea, que la consideré como servicio sustitutorio y salvador por los muchos. Asi gue Jestis es el hom- bre para los otros en su vida y en su muerte. Este ser-para-los- otros constituye su esencia mds intima, pues por eso es el amor de Dios personificado para los hombres. Desde este trasfondo adquieren una cierta verosimilitud his- térica algunos logia discutidos. De esta manera se puede mostrar quizds que el segundo de los anuncios de Ja pasién encierra un nucleo absolutamente histérico: «El hijo del hombre es entregado en las manos de los hombres» (Mc 9, 31 par)™. También el reseate de Mc 10, 45 recibe en esta perspectiva global un «marco en la vida de Jests», con mayor razén teniendo en cuenta que el correspondiente paralelo de Lucas, que desconoce esta palabra, se ve que tiene ya un sabor helenistico y, por tanto, es mas reciente que el texto de Marcos. Por ultimo, desde este punto de vista de la intencidn total de Jestis parece que también las palabras de Ja dltima cena sobre el dar la vida por los muchos (Mc 14, 24) poseen una verosimilitud mucho mayor de lo que normalmente se piensa, si no en cuanto a su formulacién, si en lo referente a su base y contenido. Mas alld de una probabilidad fundamentada no se puede Hegar en la investigacién histérica. Pero de tales cuestiones histéricas sobre autenticidad en particular no depende teolégicamente demasiado, por cuanto sobre el asunto en si no puede haber duda razonable. Porque en el fondo las férmulas tardias hyper estén profundamente enraizadas en Ja vida del Jestis terreno. 24. CE, J. Jeremias, Teologta del nuevo testamento I, 321 5. Pero hay que mencionar todavia una dificultad importante >. La aceptacién de una presciencia indirecta y latente de Jesus sobre el significado salvador de su muerte, zno Ieva a una insu perable contradiccién con su predicacién sobre el reino de Dios? Esta parte de que salvacién y perdicién se deciden aqui y ahora por la postura adoptada ante la predicacién y conducta de Jestis. z.Cémo compaginar Ia conviccién de que Dios sélo por la muerte de Jestis es como obra Ja salvacién de los hombres? ;No se des- valoriza a posteriori con ello toda la precedente actividad de Jestis, rebajandola a mero antecedente? Esta dificultad ignora que por el hecho de haber rechazado Israel en su totalidad la fe en el mensaje de Jestis, habia surgido una nueva situacién. También los diseipulos inmediatos de Jestis acabaron por sen- tirse desconcertados por él. Asi que tuvo que andar su tltimo camino totalmente solo en un aislamiento insondable. Lo anduvo, como hasta ahora, por obediencia para con su Padre y por servicio a los demés. Esta obediencia y servicio suyos hasta la muerte se convirtieron en el tinico lugar, en que Ja Hegada prometida del reino de Dios pudo hacerse realidad de un modo que hizo saltar todos los esquemas existentes hasta entonces. Al final, Jestis lo tinico que pudo hacer fue dejar al Padre el modo y manera de esta Ilegada en medio del definitivo abandono y de la noche mas profunda de la obediencia desnuda. La muerte obediente de Jesiis 3, pues, resumen, conerecién y cima definitiva y superadora de todo respeto de toda su actividad. La significacién salvifica de Je- sts no se limita exclusivamente a su muerte. Pero tal signi; cién experimenta en Ia muerte de Jesis su elaridad y definiti- vidad tltima, Claro y definitivo se hizo también en la muerte de Jesis el ocultamiento de su mensaje y su pretensién. La impotencia, po- breza y falta de vistosidad con que el reino de Dios alboreé en su persona y actividad, alcanzaron su colmo ultimo y hasta escan- daloso. De esta forma, la vida de Jess acaba con un interrogante decisive, Historia y destino de Jesus siguen siendo una cuestién a la que nicamente Dios, puede responder. Si la actividad de Jestis no ha de haber fracasado, esta respuesta sélo puede consistir en que en su muerte ha irrumpido el nuevo edn. Pero este es el contenido de la profesién en la resurreecién de Jestis. 25: E,W, Marssen, Erwitungen zum Problem des verkiindigten Krewzes,

También podría gustarte