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Unidad nº 1
Con esta definición queda ya insinuado que nuestra materia carece de un objeto
exclusivamente propio, como lo tienen la filosofía y la ciencia del derecho y las ramas
particulares en que éste se divide. Su contenido proviene, en efecto, de otras
disciplinas, y puede clasificarse en tres partes perfectamente diferenciables:
1º) Teoría (es el conocimiento independiente de toda aplicación práctica) del derecho,
que en parte proviene de la filosofía (nociones fundamentales), y en lo restante
comprende toda la ciencia del derecho según acabamos de describirla.
2º) Enciclopedia del derecho positivo: en la cual se pasa revista a sus diversas ramas
para señalar sus ámbitos respectivos y sus principales problemas.
3º) Reseña sintética de la evolución del derecho, y de las diferentes escuelas (escuela
del derecho natural, escuela del derecho positivo, escuela del derecho racionalista -
que es la otra cara del derecho divino-, etc.) que han predominado a través de su
historia, para familiarizar al estudiante con las corrientes fundamentales del
pensamiento jurídico.
Por otra parte, la introducción al derecho, contiene así una parte dogmática (es decir,
lo que no quiere cambiar, lo rígido, lo contrario a innovador), a la vez filosófica y
científica, otra descriptiva (a la que conviene incorporar nociones históricas respecto a
cada una de las ramas estudiadas) y por último una parte histórica destinada a
explicar la evolución del pensamiento jurídico. Pero todos estos temas deben ser
tratados de conformidad al objeto pedagógico que se propone la materia. Es decir,
como fuera dicho, adecuando su exposición a la capacidad intelectual de los
estudiantes, y buscando más la claridad que el alarde erudito o la excesiva
profundización.
a) Ciencias referidas a la organización social : son las que influyen en el entorno social.
En este apartado se incluyen ciencias sociales como la política, la sociología y el
derecho, así como la antropología y la geografía.
Filosofía:
La filosofía general ha sido definida como “el conocimiento científico que mediante la
luz natural de la razón considera las primeras causas o las razones más elevadas de
todas las cosas” (Jacques Maritain, Introducción a la filosofía, pg. 87). En efecto la
filosofía investiga por medio de la razón los principios universales de todas las cosas,
las causas primeras, más allá de las cuales no puede remontarse la inteligencia
humana. Las causas segundas, o las razones más próximas de los actos y de las cosas,
constituyen, en cambio, el objeto propio (objeto formal) de las diferentes ciencias, las
cuales están sometidas a la filosofía en el sentido de que ésta las juzga, las orienta y
defiende sus principios. La filosofía es, por lo tanto, la ciencia rectora por excelencia.
Otra de las definiciones es la dada por Rafael Gambra Ciudad, catedrático y filósofo
español: “ciencia de la totalidad de las cosas, por sus razones más profundas o por
INTRODUCCION AL DERECHO
sus causas últimas, adquirida por la luz de la razón”. “Historia sencilla de la filosofía”,
ediciones Rialp S.A., Madrid.
Por sus razones más profundas o por sus causas últimas: la filosofía estudia su objeto
por las razones últimas o más generales. Cada ciencia parte de unos postulados o
axiomas que no demuestra, y ateniéndose a ellos trata su objeto. La filosofía, en
cambio, debe traspasar esos postulados científicos y llegar a una visión coherente del
Universo por sus razones más profundas. Este problema, radical, sobre la naturaleza
del ser y sobre su origen y sentido constituye el objeto formal de la filosofía.
Adquirida por la luz de la razón: cabría todavía confundir la filosofía con otra ciencia
que trata también de la realidad universal por sus últimos principios, envolviendo la
cuestión del origen y el sentido: la teología revelada o, más exactamente, el saber
religioso. Distínguense, sin embargo, por el medio de adquirir ambos conocimientos,
pues al paso que el saber religioso procede de la revelación y se adquiere por la fe, el
saber filosófico ha de construirse con las solas luces de la razón.
Se ocupa únicamente del derecho positivo, es decir, de las normas jurídicas que han
estado o están en vigencia en los diferentes países, para extraer de ese estudio
nociones generales que le permitan elaborar teorías, conceptos y construcciones
jurídicas. Pero nunca va más allá del derecho positivo. La filosofía, en cambio, se
distingue de aquella en que puede valorar los sistemas, determinar el fundamento de
su obligatoriedad y exponer los ideales y los fines que deben tener en cuenta. Por
donde se advierte que la filosofía trabaja con conceptos ajenos al derecho positivo,
que no aparecen en las normas jurídicas y que nunca podrían ser extraídos de ellas por
más útil que fuera el procedimiento empleado.
Las fuentes jurídicas: que están compuestas por las fuentes formales del derecho
(leyes, derecho consuetudinario, obras doctrinarias, expedientes judiciales y
administrativos, actos jurídicos particulares, etc.) las cuales reflejan las formalidades y
el derecho vigente en cada momento histórico; y las fuentes no jurídicas que
INTRODUCCION AL DERECHO
consisten en todas las obras escritas (libros, cartas, documentos) que si bien no
tuvieron el propósito directo de exponer o exteriorizar el derecho, a veces muestran la
vida de éste, sus vicisitudes, las causas de su evolución o las costumbres colectivas.
Las primeras resultan ser las más importantes.
Derecho comparado:
Desde principios del siglo XX se ha difundido, además, una nueva disciplina que estudia
los diversos sistemas jurídicos positivos con el propósito de uniformarlos y orientar su
reforma. El derecho comparado no es en realidad una disciplina autónoma, pues sus
elementos provienen a la vez de la ciencia del derecho, las ramas particulares de éste y
la sociología jurídica. Con todos los datos que le brindan estas materias, la orientación
comparativista procura extraer los caracteres comunes de las distintas instituciones,
tanto antiguas como actuales, a fin de cumplir tres fines de naturaleza
eminentemente pragmática:
Psicología Jurídica:
Cabe destacar que la psicología jurídica tiene diversos ámbitos de aplicación. Aplicada
al derecho penal, se encarga, por ejemplo, de emitir informes para jueces y tribunales
de acusados y víctimas. Como psicología penitenciaria, estudia la personalidad de los
internos conforme a los métodos psicológicos y evaluando sus rasgos
temperamentales. En las tareas de mediación, por otra parte, se dedica a preparar un
contexto adecuado para que las partes puedan comunicarse y tengan mayores
posibilidades de alcanzar un acuerdo.
Axiología: axio: prefijo que significa lo digno, lo de valor; logía expresa conocimientos,
estudio.
Axiología jurídica: trata el problema de los valores jurídicos. Es decir, dilucida sobre
cuáles sean los valores que harán correcto un modelo de derecho o que primarán a la
hora de elaborar o aplicar el derecho. Así, en los ordenamientos europeos no existe la
pena de muerte; el valor consistente en que “el Estado no mate” es fundamental;
tiene tanta importancia que algunos autores designan a la axiología jurídica como
Teoría de la Justicia.
En España fue abolida la pena de muerte por la Ley Orgánica en 1995. Aunque el art.
15 de la Constitución de 1978 sancionada por el Rey Juan Carlos I el 27 de diciembre
en su art. 15, dice que la excepción para su aplicación la pueden disponer las leyes
penales militares para tiempos de guerra.
En 1998 los Estados miembros de las Unión Europea (UE) decidieron intensificar
su actividad en el ámbito de la lucha contra la pena de muerte y aprobaron
principios rectores al respecto.
Deontología:
Se ocupa de los deberes morales siempre tratando de obrar bien para todos.
Etimológicamente es la ciencia del deber Deon, deontos: significa obligación, deber.
Logía expresa conocimientos, estudio. El objeto de estudio de la Deontología son los
fundamentos del deber y las normas morales. Dicho propiamente la deontología
profesional se refiere al conjunto de deberes reconocidos dentro de una profesión, es
decir, las normas a seguir de un medio profesional. Estas normas determinan los
deberes mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeñó de su actividad.
Siendo estas exigencias de orden moral puesto que regulan el comportamiento interno
del sujeto y apelan a la conciencia y buena voluntad de este. Esto sugiere una de las
intenciones de la redacción de los códigos deontológicos: explicitar la dimensión
estrictamente moral de una profesión, aquellos comportamientos exigibles a los
profesionales, aunque no estén delimitados jurídicamente.
La axiología estudia los valores en general, estéticos, éticos, religiosos, etc., en sentido
positivo –buenos-, ej.: la virtud, la admiración, la justicia, o en sentido negativo –
malos-, ej.: el resentimiento, la venganza, la corrupción, estéticos, éticos, religiosos,
etc. no sólo los valores éticos. La ética axiológica, como la de Max Scheler o Hartmann,
se basan en valores y no hacen hincapié, para fundar la moralidad, en los deberes. En
cambio, la ética kantiana es una ética deontológica, porque explica la moralidad en
función del cumplimiento del deber que se impone a la razón como la necesidad de
actuar por respeto a la ley moral. Resulta oportuno expresar el imperativo categórico
o ley moral descripto por Immanuel Kant: “obra de modo que la norma de tu
conducta pueda erigirse en norma de conducta universal”.
Indudablemente, los dos “pilares” sobre los que se construye la moralidad son la
capacidad de descubrir valores (axiología) y la capacidad de normar conductas
(deontología). Estos serían los aspectos axiológico y deontológico, respectivamente, de
nuestra moralidad. También es cierto que, si bien estos aspectos son distintos,
también se relacionan. Nicolai Hartmann, precisamente, dice que a todo hombre se le
imponen deberes a su conciencia, pero preguntarse “qué debo” lo conduce a
preguntarse “qué es lo que vale la pena hacerse” o “qué es lo valioso”. Hartmann, está
reconociendo la dimensión deontológica de la vida humana y, simultáneamente, nos
dice que esa dimensión deontológica nos conduce a la dimensión axiológica.
Reflexión final: la axiología es la disciplina filosófica que estudia los valores en general,
o sea, los valores estéticos, éticos, religiosos, etc., de una persona y la deontología es
la teoría o tratado de los deberes, es decir, del deber ser, en el ejercicio de
determinada actividad o profesión.