CASOS PRÁCTICOS
Entre las 19 y 20 horas del día 25 de julio de 2010, un niño de seis años de edad, se
encontraba en la compañía de su hermano, su madre y otras personas allegadas, en la
URBANIZACION XXX, sita en La AVENIDA ZZZ NUM 150, de la ciudad de Alicante,
haciendo uso de la piscina. Mientras la madre se encontraba temporalmente ausente del
lugar, al haber subido a una de las viviendas de la urbanización, el niño quedó bajo el
cuidado de la pareja de aquélla. Como se supo más tarde, el menor se dirigió a la piscina y
se hundió en el agua, siendo alertada la socorrista por un vecino que
La sumersión del niño en el agua se produjo sin aspavientos ni gritos de socorro. Es posible
que hubiera sufrido un desvanecimiento, al entrar en contacto con el agua, y que, en plena
inconsciencia, se hubiera hundido al fondo de la piscina, sin que los bañistas –que estaban
en sus puestos elevados y uno de ellos paseando alrededor de la piscina- se dieran cuenta
inicialmente de tal circunstancia.
CUESTIONES:
Según la jurisprudencia, la culpa del art. 1902 no consiste solo en la omisión de normas inexcusables o
aconsejadas por la más vulgar experiencia sino también en prever lo que pudo y debió ser visto.
Se excluyen de los deberes de previsibilidad los sucesos insólitos y extraordinarios que aunque sean posible
físicamente no son los que se pueden calcular una conducta prudente atenta a las eventualidades que el curso
de una vida puede deparar.
Por otro lado, no se exige la prestación exorbitante, que es la que consiste en vencer dificultades que pueden
ser equiparables a la imposibilidad.
El socorrista es una persona que está adiestrada para prestar socorro en caso de accidente. Ello implica
también un deber consistente en prever aquellas situaciones de riesgo que pueden dar lugar a un accidente y
estar atento constantemente a los sucesos que ocurran.
No obstante, el niño de 6 de edad no se encontraba solo, sino que estaba acompañado de una persona mayor,
por lo que ello implica que no se encontraba en una situación de riesgo que tuviese que alertar a la socorrista.
Por otro lado, es cierto que el vecino se da cuenta antes que la socorrista de la sumersión del niño, el cual la
avisa y después realiza todo lo posible para el rescate del niño y practica la reanimación. La cuestión está en
que estaba realizando la socorrista en el momento de la sumersión del niño. En la sentencia se dice que estaba
dando una vuelta por la pileta de la piscina. En ese caso, la socorrista estaba siendo diligente, pero no puede
observar aboslutamente todo lo que ocurre dentro de la piscina y también se justifica que el niño no estaba en
una situación de riesgo. Distinto sería si no hubiese estado presente o realizando algo distinto a lo que le
exige su servicio.
Respecto al tiempo que el niño pasó debajo del agua se desconoce según la sentencia. De tal forma que no
podemos saber si el rescate ejecutado se realizó con falta de diligencia.
A partir del rescate, la socorrista practicó las operaciones de reanimación ayudada por un médico y llamó a la
ambulancia.
Por lo tanto, al no existir una situación de riesgo que tuviese que llamar la atención de la socorrista y actuando
diligentemente durante y después del rescate no se puede afirmar la responsabilidad de la socorrista.
De acuerdo con la sentencia, la empresa cumplió con las exigencias administrativas respecto al número
necesarios de socorristas, así como con las exigencias para poder proceder a la apertura de la piscina. Por lo
tanto no creó ninguna situación de riesgo ni ningún peligro.
De acuerdo con el ART. 1903 son responsables extracontractualmente los dueños o directores de un
establecimiento o empresa respecto de los perjuicios causados por sus dependientes en el servicio que los
tuviera empleados o con ocasión de sus funciones.
Por lo tanto, entendiendo que la socorrista no es responsable extracontractualmente, podemos afirmar que la
empresa en la que trabajaba la socorrista tampoco lo es.
A las 0,00 horas del día 1 de mayo de 1999 y en el hospital Clínica Quirón Donostia, S.A
nació el niño Augusto. El parto, normal, espontáneo y ayudado con espátulas, fue atendido
por la Dra. Lorenza. Una vez producido el nacimiento, las médicas pediatras Da Mercedes,
Da Milagrosa y D.a Nicolasa atendieron y siguieron la evolución del recién nacido, siendo
ésta última facultativa quien le dio de alta, apreciando en él, por la coloración de su piel, una
ictericia grado uno, que consideró fisiológica. Las médicas pediatras ejercían sus funciones
en la citada Clínica Quirón Donostia, S.A., en virtud de un contrato de prestación de
servicios profesionales con dicho centro.
Seguido proceso penal, para dirimir las presuntas responsabilidades derivadas de tales
hechos, se celebró juicio oral en el que fueron acusadas la ginecóloga, que atendió al parto,
y las tres pediatras, que asistieron al recién nacido, el cual finalizó por sentencia absolutoria
de 20 de abril de 2011, dictada por el Juzgado de lo Penal n.o 3 de San Sebastián,
ulteriormente confirmada por sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de
4 de Febrero de 2013. En la declaración de hechos probados de esa sentencia se señalaba:
"TERCERO.- La enfermedad XXXXXX hereditaria que padece Augusto, heredada de su
padre, fue diagnosticada en el Hospital Provincial. Esta enfermedad no pudo ser detectada
ni por la médico ginecóloga Doctora Lorenza que atendió el embarazo y el parto de la
madre, ni por las tres médicos pediatras que sucesivamente siguieron la evolución del
recién nacido durante los tres días que junto con la madre estuvo en la Clínica Quirón,
Doctoras Mercedes , Milagrosa y Nicolasa, toda vez que el recién nacido no presentaba
síntomas de la enfermedad, ni existían antecedentes familiares conocidos que llevaran a
sospechar la presencia de la misma. A las citadas profesionales no les era exigible una
actitud distinta a la que observaron. No existe acreditación de infracción alguna de la
diligencia exigible ni de la lex artis imputable a las cuatro médicas mencionadas que hubiera
podido dar lugar al resultado lesivo que sufrió el menor Augusto".
Finalizado el proceso penal, los padres del menor actuando en su propio nombre y en
representación de su hijo menor, promovieron un procedimiento civil contra la Clínica
Quirón, que se siguió el Juzgado de Primera Instancia n.o 1 de San Sebastián y que finalizó
por sentencia condenatoria de la demandada. La sentencia del Juzgado funda su condena
en un conjunto argumental del que se puede destacar. En primer término, la consideración
de que el padre conocía haber padecido la enfermedad XXXXX diagnosticada en la
infancia, pues así consta en el historial clínico del mismo, elaborado por el Dr. Oscar, de
fecha 29 de noviembre de 1993, concretamente dentro del apartado concerniente a sus
antecedentes personales, en
La sentencia del Juzgado fue ratificada por otra dictada por la sección segunda de la
Audiencia, en cuya fundamentación jurídica, coincidente con la del Juzgado, se puede leer:
"Y tampoco puede obviarse el hecho evidente, y analizado de forma muy detallada por el
Juez a quo en su resolución, de que, tras el nacimiento de Augusto , el mencionado niño
presentó una serie de síntomas, tales como ruidos respiratorios y quejidos, que motivaron
que el personal que atendía al niño diera aviso a la pediatra de guardia a altas horas de la
madrugada, habiéndose ordenado por la misma la toma de la frecuencia respiratoria y la
cardiaca, así como la tensión y la temperatura, y solicitando, además, una gasometría, es
decir, una determinación de gases sanguíneos, pruebas las mencionadas que dieron como
resultado una alteración de la frecuencia respiratoria, una cifra de pH muy disminuida, lo
que reflejaba una severa acidosis, signo este que debió ser investigado, dado que ponía de
manifiesto, desde el punto de vista médico, una situación de gravedad, sin que, no obstante
esos valores tan elevados que se obtuvieron, se procediera a la repetición de los análisis, o
la ictericia que presentaba, pues el color del mismo era tan llamativo que motivó el
comentario que la ginecóloga hizo sobre él, todo lo cual pone de manifiesto que el
mencionado niño presentaba unos signos de alteración en algunos de los parámetros de
sus analíticas, que debieron también hacer saltar todas las alarmas, poniendo en alerta a
las pediatras que le atendieron, las cuales, como medida de precaución, debieron hacer un
seguimiento más detenido del mismo, ordenar la repetición de algunos de tales análisis y,
desde luego, proceder a un examen más detenido de los informes médicos que obraban en
su poder, relacionando los datos que en ellos constaban y ordenando la práctica de pruebas
complementarias, para descartar cualquier posible incidencia en él de la anemia hemolítica
que su padre les había manifestado que había padecido, así como cualquier problema
hereditario que de ella hubiera podido derivarse".
Añade la Audiencia en otro de sus fundamentos: "Y esta Sala, tras la prueba practicada en
el curso del procedimiento, estima como ya se había anticipado, que resulta de todo punto
correcta la conclusión alcanzada por el Juez a quo en su resolución, al apreciar dicha
prueba que las mencionadas profesionales no actuaron con toda la diligencia exigible, dado
que la doctora Lorenza conocía la enfermedad del padre, debido a que el mismo se lo había
transmitido, al margen de la circunstancia de que pudiera o no saber que esa enfermedad
era hereditaria, y así lo había hecho constar en el historial ginecológico que obraba en su
poder y, por ello, dicha profesional, como igualmente las doctoras Mercedes, Da Milagrosa
y Da Nicolasa, con los datos existentes en la historia clínica pediátrica, en la que se hacía
referencia a la anemia hemolítica que había padecido dicho progenitor y la esplenectomía
que se le había practicado, y, además, ante los indicadores que se manifestaron en el niño
y con los antecedentes que había presentado su hermana previamente, debieron sospechar
sin duda alguna la eventualidad que podía producirse y actuar con rapidez, practicándole
las pruebas oportunas, encaminadas a descartar que también el niño desarrollara dicha
enfermedad, adoptando, en su caso, las medidas que hubieran sido pertinentes, para evitar
las consecuencias que de ello se podían derivar, y al apreciar asimismo que se produjo
entre las referidas profesionales una falta de coordinación en cuanto a los datos de que
dispusieron acerca de los progenitores y de la hija habida con anterioridad, falta de
coordinación motivadas por las irregularidades de funcionamiento del Centro Quirón, en el
que la entidad IDCO Hospitales Y Sandidad S.L. Sociedad Unipersonal, anteriormente
Grupo Hospitalario Quirón ofrece su servicios médicos y hospitalarios, debiendo por ello
responder esta por sí misma y por las doctoras que en el mismo desarrollaban su trabajo,
por lo que los pronunciamientos contenidos al respecto en la resolución recurrida han de ser
sin duda mantenidos".
EXPOSICIÓN DE HECHOS:
-El día 1 de mayo de 1999 y en el hospital Clínica Quirón Donostia, S.A nació el niño
Augusto. Las médicas pediatras Da Mercedes, Da Milagrosa y D.a Nicolasa atendieron y
siguieron la evolución del recién nacido, siendo ésta última facultativa quien le dio de alta
(pese haber observado varios sintomas extraños en el pequeño como un color de piel
extraño y otros muchos que slaieron mas tarde en el juicio como respiración fuerte,
quejidos, ph muy por debajo de lo normal…).
En el hospital, se detectó que el niño había nacido con una enfermedad transmitida por su
padre. Dicha enfermedad provocó que el niño sufriera una anemia hemolítica y una subida
de la bilirrubina hasta una cifra tan elevada que los médicos que le atendieron en el Hospital
trataron de atajar mediante la práctica de una exanguinotransfusión que resultó infructuosa.
A consecuencia, el menor sufrió lesiones que han acabado causándole una minusvalía del
46%.
-Se inició un proceso penal, para dirimir las presuntas responsabilidades derivadas de tales
hechos, se celebró juicio oral en el que fueron acusadas la ginecóloga, que atendió al parto,
y las tres pediatras, que asistieron al recién nacido, el cual finalizó por sentencia absolutoria
de 20 de abril de 2011, dictada por el Juzgado de lo Penal n.o 3 de San Sebastián,
ulteriormente confirmada por sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de
4 de Febrero de 2013.
-Finalizado el proceso penal, los padres del menor actuando en su propio nombre y en
representación de su hijo menor, promovieron un procedimiento civil contra la Clínica
Quirón, que se siguió el Juzgado de Primera Instancia n.o 1 de San Sebastián y que finalizó
por sentencia condenatoria de la demandada.
-La sentencia del Juzgado fue ratificada por otra dictada por la sección segunda de la
Audiencia
ENCUADRE JURÍDICO:
- Artículo 119 CP
CUESTIONES:
Este elemento no aparece en el el Código penal y debe ser valorado por el juez (lo que se
denomina un tipo abierto). Se basa principalmente en dos elementos: el cuidado necesario
en la relación de que se trate (la profesión médica, en nuestro caso) y su comparación con
la acción ejecutada.
El deber de cuidados es objetivo y no subjetivo, lo quiere decir que se exige un nivel mínimo
de capacidad necesaria, por debajo del cual debemos abstenernos de actuar. sin embargo,
el deber objetivo impone un resultado previsible y se averigua mediante el procedimiento de
sustitución, esto es, se compara con la actuación que hubiera llevado a cabo otro
profesional médico en idénticas circunstancias y antes de que se produjera el resultado.
Esto es lo que se conoce como lex artis ad hoc (la forma normal de actuar en la profesión
médica, según las circunstancias).
La lex artis admite, pues, variaciones según los casos (medios de los que se dispone,
mayores o menores posibilidades, ámbito rural o urbano, actuación normal o urgente,
existencia o no de normas reglamentarias que lo delimitan..., generalista o especialista,
etc.). Para solucionar este problema se acude al denominado principio de la confianza, que
parte del principio de la responsabilidad personal (cada uno responde de aquello que está
dentro de sus funciones), pero que hace responsable a otro u otros cuando se den cuenta
de la conducta improcedente de un miembro del equipo, y no actúan con diligencia para
evitar el daño. Además, hay que tener en cuenta los deberes especiales del director del
equipo (organización, coordinación, distribución de tareas, selección).
El término lex artis médica es utilizado con mucha frecuencia por la jurisprudencia, tanto
civil como contencioso-administrativa, en el ámbito de la responsabilidad médica.
Se ha definido por la jurisprudencia como "aquel criterio valorativo para calibrar la diligencia
exigible en todo acto o tratamiento médico" (Sentencia de la Sala de lo Civil del Tribunal
Supremo 18 de diciembre de 2006, Rec. 59/2000). "Comporta no sólo el cumplimiento
formal y protocolario de las técnicas previstas, aceptadas generalmente por la ciencia
médica y adecuadas a una buena praxis, sino la aplicación de tales técnicas con el cuidado
y precisión exigible de acuerdo con las circunstancias y los riesgos inherentes a cada
intervención según su naturaleza." (Sentencia de Tribunal Supremo de 23 de mayo de 2006,
Rec. 2761/1999).
La alusión a la lex artis médica ad hoc estaría haciendo referencia al tratamiento o actuación
médica típicamente aplicable al caso específico teniendo en cuenta la especialización del
autor, la complejidad y trascendencia vital para el paciente (Sin extendernos a ámbitos que
son propios de la ciencia médica), cabe decir que la instauración de "protocolos de
actuación" suponen la fijación de pautas seriadas de diagnóstico y tratamiento terapéutico
que resultan especialmente útiles como parámetro para comprobar la correcta o incorrecta
actuación médica ad hoc.
Normalmente, la infracción de la lex artis deberá acreditarse mediante las correspondientes
pruebas periciales.
El criterio de la lex artis médica es de obligada consideración a la hora de declarar la
eventual responsabilidad que corresponda. Lo contrario implicaría acoger una
responsabilidad basada exclusivamente en la producción de un resultado, ajena a cualquier
valoración sobre la culpa. Entiende la jurisprudencia del Tribunal Supremo que la actuación
negligente, contraria a la lex artis médica "...permite imputar el resultado dañoso a la
demandada, por cuanto implica una actuación negligente de los facultativos, no por el
resultado, puesto que los médicos actúan sobre personas, con o sin alteraciones de la
salud, y la intervención médica está sujeta, como todas, al componente aleatorio propio de
la misma, sino por una mala praxis médica." (Sentencia de la Sala de lo Civil del Tribunal
Supremo de 18 de diciembre de 2006, Rec. 59/2000).
Esta falta de coordinación podría haber sido la causante de la falta de diligencia del
personal, ya que si los datos médicos no se almacenan y guardan correctamente es
imposible acceder a los antecedentes médicos con anterioridad y prever situaciones
parecidas, o también por ejemplo, sería imposible coordinar a los servicios de emergencias
dentro del propio hospital si un miembro del personal ve algo raro en el niño, ya que la falta
de coordinación es tan grande que quizá ni siquiera exista un protocolo a seguir por el
centro para hacer en dicho caso y simplemente se deje para “más tarde” o para cuando
venga un superior a hacerle la revisión, en vez de actuar con la rapidez que requiere la
situación.
El Artículo 1902 del Código Civil constituye la norma fundamental por la que se rige la
responsabilidad extracontractual o aquiliana, al decir que: "El que por acción u omisión
causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia está obligado a reparar el daño
causado".
El Artículo 1903 del Código Civil contempla la llamada responsabilidad por hecho de otro,
que se produce en aquellos casos en los cuales el responsable no causa directamente el
daño, sino que lo causa una persona dependiente de él respecto de la cual el obligado tiene
un especial deber de vigilancia o de cuidado en la selección "La obligación que impone el
artículo anterior (es decir, la obligación de responder por el daño causado a otro mediante
culpa o negligencia) es exigible, no sólo por los actos u omisiones propios, sino por los de
aquellas personas de quienes se debe responder". (Por lo que el propio Código Civil estaría
imponiendo al hospital por las negligencias de sus trabajadores): se trata de la llamada
culpa in eligendo oin vigilando, por la que el empresario debe responder de las personas
que dependen de él, pues tiene obligación de seleccionarlas con diligencia y fiscalizar su
actuación.
Esta responsabilidad, sólo cesa cuando las personas mencionadas prueben que emplearon
toda la diligencia de un buen padre de familia para prevenir el daño. Es esta circunstancia la
que caracteriza el carácter subjetivo de esta responsabilidad.
Por último, cabe destacar, que la jurisprudencia también ha dejado claro en numerosas
ocasiones que no es necesaria la imputación previa del personal médico para apreciar
responsabilidad por parte del centro médico o institución. Cuando se trata de la
responsabilidad civil del centro médico, no se exige la previa imputación de profesional
médico negligente, pues puede declararse dicha responsabilidad sin previa condena de
personas físicas.
También se tiene derecho a los daños no económicos por el dolor físico y el sufrimiento, el
sufrimiento mental y emocional, incapacidad física, la desfiguración, pérdida de disfrute de la
vida, la pérdida de consorcio, etc. No hay un estándar definido de cálculo de la compensación
razonable para este tipo de daños más que el de ser justo y razonable a la luz de la evidencia.
En algunos casos, los daños pueden ser otorgados a los familiares de los demandantes
perjudicados por la pérdida de la atención, el compañerismo, el amor y el afecto.
Se podría reducir el importe de la indemnización si parece que hay una buena probabilidad de
que la reclamación no tendrá éxito. Si se tiene parte de la culpa por sus lesiones, los
beneficios recibidos de fuentes colaterales pueden influir también para reducir la
indemnización, los antecedentes médicos, lesiones previas existentes, y el historial de las
reclamaciones anteriores.
En los últimos años se intentó en el Congreso de los Diputados apreciar de nuevo este hecho
y que se buscase una solución para aprobar un baremo específico para determinar las
indemnizaciones en casos de errores médicos. Pero este hecho se ha ido retrasado, y lo que se
preveyó fue que se redujesen las indemnizaciones que podrían corresponder a las víctimas de
negligencias médicas. Pero como aún no se ha llegado a ningún punto en este caso, se sigue
usando el baremo que se ha usado siempre que es el de los accidentes de tráfico contenido en
la Ley 35/2015, de 22 de septiembre, de reforma del sistema para la valoración de los daños y
perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación.
Se usa este baremo ya que en su artículo 113 determina los gastos futuros de la asistencia
sanitaria que la víctima puede necesitar de manera previsible, destinadas a la estabilización de
la lesión generada por el accidente, además del artículo 114 (resarcimiento de la
rehabilitación hospitalaria), y el artículo 116 (rehabilitación domiciliaria y/o ambulatoria)
de esta Ley, incurriendo en tales las siguientes: los comas vegetativos, secuelas neurológicas
graves o muy graves, lesiones medulares o las amputaciones, teniendo que acudir al informe
pericial médico para conocer las necesidades de la lesión y su posterior curación o
estabilización.
El principal problema es que realmente es orientativa ya que ni las partes ni el órgano judicial
tienen nada que ver con los casos de accidente de tráfico que recoge la ley al igual que las
partidas indemnizatorias que se exponen por lo que la indemnización concedida puede ser
idéntica, menor o superior.
Tras indagar en el tema, he visto que un argumento que usan mucho los representantes de las
vías médicas es que se debe reducir las indemnizaciones por negligencia médica ya que
pueden producir la insostenibilidad del sistema público de salud.
A lo que yo creo que es un debate interesante y que considero que lo peor es hacer pagar a las
víctimas de una negligencia médica sus cuidados o parte de ellos.
Esto se debe a que la responsabilidad civil y penal al igual que sus Tribunales y STC, no tienen porque
ir unidas. Aunque esto no siempre es así puesto que según la jurisprudencia y el Código Penal en su
artículo 119 nos dice que si la sentencia es condenatoria el Juez procederá a fijar las responsabilidades
civiles salvo que se haya hecho expresa reserva de las acciones para reclamarlas en la vía que
corresponda.
El artículo 116 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal expone estos hechos también ya que explica que
la extinción de la acción penal no lleva consigo la civil a no ser que la extinción proceda de haberse
declarado por sentencia firme que no existió el hecho de que la civil hubiese podido nacer.
Basado en STS 378/2020, de 2 de febrero de 2020 (Rec no 1132/2019; MP. Ilmo Sr.
Seoane Spiegelberg)