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LA CURATELA DEL PRODIGO EN EL DERECHO ROMANO Sumario: I. Introduccién. Il, Prddigo y prodigalidad. WM, Tuteia y curatela: diferencias y semejanzas. IV. La curatela del prédi- go: evolucién histérica y regulacién en las fuentes justinianeas, 1. Inrropuccion Dentro del Ambito del derecho familiar romano y de sus instituciones tutelares resalta, por su antigiiedad y por su minuciosa, aunque confu- sa regulacién, Ja curatela del prédigo. Planteado desde un punto de vista dogmatico, el estudio de esta ins- titucién se desdobla en dos aspectos fundamentales intimamente rela- cionados entre si: por una parte, el andlisis juridico de la figura en cuestién y, por otra, su contexte histérico, que le sirve de marco de referencia. Atendiendo al primero de los supuestos mencionados, la prodigali- dad se trata actualmente dentro de Ja sistematica de Jas limitaciones a la capacidad de hecho o ejercicio; esto es, como causa de incapacitacion parcial del prédigo, de caracter patrimonial, estudiada en un doble as- pecto: a) Civil: Limitacién de la capacidad de ejercicio que conlleva el sometimiento del tutelado a la institucién complementaria de la cu- ratela, y b) Procesal: El juicio de interdiccién como presupuesto basico del desarrollo de la institucién tutelar, que se traduce en un acto judi- cial que modifica el estado civil de la persona.t En ambos casos se deben tener en cuenta las principales corrientes que aluden a su natu- raleza: a) La concepcién subjetiva, que con matices trata al prédigo 1 En Ja sistenvitica de la mayorfa de los autores se estudlia primero Ia capacidad y el estado civil de las personas, y posteriormente se analizan Jas circunstancias mo- Gificativas de la capacidad, entre las que se encuentra la prodigalidad. En este te- nor, los respectivos tratados de instituciones de derecho civil espafiol de Clemente de Diego y Castin Tobefias, Modernamente impera una nueva sistematica que es tudia Ia incapacitacién en apartado especial, dentwo de la persona y su estado civil; entendida ésta (la incapacitacién) como un acto consistente en una dectaracién ju- dicial modificativa del estado civil, y que la somete a uma especial tutela. En esta linea estiin Federico de Castro, Albadalejo y Bercovitz, en sus respectivos tratados. Ver O'Callaghan Mujioz, Xavier, “La prodigalidad como institucién de proteccion a In legitima”, Revista de Derecho Privado, Madrid, abril, 1978, pp. 255-256, V7 778 BEATRIZ BERNAL como un tipo especial de perturbado mental que por carecer de volun- tad se encuentra necesitado de proteccién y tutela; b) La concepcién objetiva que se centra en la desproporcién que se produce en el patri- monio del prédigo y su familia como consecuencia de los gastos que van mas alld de las posibilidades econémicas del sujeto tutelado, y c) La concepcién social, de matiz delictivo que considera al prédigo como sujeto perturbador y carga potencial para la comunidad donde habita. Las dos primeras tienen su origen en el derecho romano? y la tercera en el derecho germano;* pero todas ellas tienen en comun el catdcter antieconémico de la prodigalidad y la necesidad de proteccién del patrimonio individual, familiar 0 comunitario. En cuanto al entorno histérico, la prodigalidad debe estudiarse a tra~ vés de las cinco siguientes etapas: a) La sociedad romana antigua, de caracter gentilicio, en Ja cual se protegfa principalmente el patrimonio familiar, con su evolucién posterior inmediata, paralela a la decaden- cia de la gens, que generé la interpretacién de la institucién por el derecho honorario y jurisprudencial republican. 6) La sociedad im- perialista romana del periodo clasico, basada en la propiedad privada, en Ia cual Ja institucién adquirié un cardcter tutelar de deber, prote- giendo no sé!o al patrimonio familiar, sino también al propio del pro digo. c) La sociedad medieval de circulacién comercial mobiliaria, con sentido corporativo, generada en el Bajo Imperio, que entendié la pro- digalidad como una actitud antisocial que conllevaba una sancién co- mo proteccién a la comunidad. d) La sociedad burguesa, mercantilista, de Ja Edad Moderna, en la cual el aumento de Ja circulacién y el de- bilitamiento de la vinculacién familiar, trajeron como consecuencia la consolidacién de Jos principios del liberalismo econémico, dando lugar a diversas soluciones con respecto a la institucién estudiada: 1. La so- lucién continental, con sus diversas graduaciones, que desembocaron todas en una u otra forma de inhabilitaci6n del prédigo (Francia, 2 La subjetiva en D. 50.17.40, discutida cita de Pomponio que ha dado lugar a Ja asimilacion del prédigo con el loco, y la objetiva en D. 27.10.1, que alude a la destructiém que hace el prodigo de su propio patrimonio y al peligro de miseria que to amenaza, 2 En Alemania se conocié la incapacitacién del prédigo antes de recibirse el de- recho romano. Las fuentes mds antiguas conocidas sobre la materia son de las ciu- dades del Hansa (Hamburgo y Litbeck) en donde se hacia sentir con mas fuerza la necesidad de defender el patrimonio familiar de naturaleza mucbie (cl patrimonio familiar de la nobleza estaba asegurado por la vinculacién, el del campesino por el retracto troncal, en cambjo, la riqueza de los mercaderes no estaba defendida); a este efecto, los emperadores concedieron a las ciudades privilegios para colocar bajo curatela a los prédigos. La particularidad del derecho germano estd en que se con- sidera la prodigalidad como un delito que da a la ciudad el derecho de castigar con chrcel 0 destierro a los prédigos. Ver Castro y Bravo, Federico de, Derecho civil de Espafia, Madrid, Instituto de Estudios Politicos, 1955 (8a. ed.), t. TI, p. 382. LA CURATELA DEL PRODIGO 779 Alemania, Espafia ¢ Italia, principalmente), y 2. La solucién.anglosa- jona o insular que se da en Inglaterra y Estados Unidos, exponentes en su época del mis absoluto liberalismo, que aunque desconoce la prodigalidad, prevé otros tipos de proteccién del patrimonio familiar.* e) La sociedad contemporanea que nos lleva cada dia més al inter- vencionismo estatal en los micleos basicos de la misma, entre ellos la familia. Al desarrollo histérico de la curatela ¢ interdiccién del prédigo en jas dos primeras etapas mencionadas y a la forma en que quedaron plasmadas en la compilacién justinianea dedico este trabajo, que espero sirva de sustentacién para una ulterior investigacion destinada a la re- cepcién de ambas figuras en el “derecho comin” y en el movimiento codificador europeos. Estos estudios tienen como finalidad contar con el material adecua-~ do para analizar la evolucién de la susodicha institucién en e] derecho mexicano del siglo XIX y determinar asi las causas de su desaparicién en el Cédigo Civil del Distrito Federal y Tervitorio de la Baja Califor- nia de 1884, maximo exponente en México, de la consolidacién de los principios liberalistas y positivistas de la época.? Mi interés por estudiar la prodigalidad tiene un objetivo dual. Por una parte, seguir el hilo conductor de ciertas instituciones iusprivatis- tas que, de una u otra forma, en algin momento u otro y con mayor o menor intensidad, han quedado plasmadas en la tradicién juridica mexicana. Por otra, creo que es de mayor relevancia, hacer notar la “laguna de ley” que se ba producido en nuestro derecho vigente con motivo de la supresién de la prodigalidad. Si al terminar esta serie de estudios logro inquietar a los civilistas sobre la necesidad de una reforma para Ienar esta laguna me daré por bien servida. La realizacién de ella quedari en sus manos y en las de Jos legisladores en turno. + Modernamente, para asegurat la subsistencia del prédigo, retirindole Ja admi- nistracion de sus bienes, se cred la figura indinecta de los spendthrift trusts, que a pesar de no haber sido aceptados en Inglaterra y algunos estados norteamericanos, por considerarse contrarios a ia libertad de enajenacién, son reconocidos en casi todos los E, U, Ver Federico de Castro, op. cit., p. 834. = Ver de Gonzéler, Maria del Refugio, “Notas para cl estudio del proceso de Ia codificacién civil en México (1821-1928)", Libro del cincuentenario del Cédigo Civil, Mexico, UNAM, 1879, pp. 132-133, en el acipite denominado “Consolidacién del modelo politico liberal”. La autora sustenta, y con razén, que el cédigo de 1870 coincide con el triunfo del modelo politico liberal y que en cl obdigo de 1884 se con- solida dicho modelo (p. 136). te trabajo quedé recogido cn Ia segunda parte de la monografia de Ix misma autora: Estudios sobre la historia del derecho civil en México durante el siglo XIX, Méaico, UNAM, 1981, 780 BEATRIZ BERNAL Debo afiadir, por ultimo, unas breves lineas relativas al método y a las fuentes que he utilizado. Para el tratamiento del tema he seguido un criterio juridico-institu- cional; sera pues la propia institucién Ja que determine sus ctapas 0 periodos, desde su sancionamiento en la legislacién decemviral hasta su regulacién en la recopilacién de Justiniano. Con respecto a las fuentes legislativas y doctrinales, me he basado directamente en la Ley de las XI Tablas, las Instituciones de Gayo,? Jas Reglas de Ulpiano,® las Sentencias de Paulo® y el Corpus Turis Ci- vilis.° Me he apoyado también en una amplia bib’iografia general" y monografica®® que analiza la institucién tanto en su desarrollo externo como interno. © Ver Ledesma, José de Jestis, J.as Leyes de las XH Tablas, México, 1965; Meira, S.B.. A lei das XH Tabuas, Sio Paulo, 1961, y Dihigo, E., Apuntes de derecho ro- mano, La Habana, 1960, apéndice A, que reproduce la Ley de las XH Tablas con base a los Textes de Droit Romain de V. Girard. 7 Gayo, Institutas (texto traducido, notas € introduccién de Alfredo di Pietro), La Plata, Ed. Libreria Juridica, 1967. 5 Ulpiano, Reglas (traduccién de Nina Ponssa de la Vega de Miguens), Buenos Aires, Lerner Ed., 1970, © Paulo, Sentencias: Girard, Textes de Droit Romain, 8a. cd., Paris, Imp. J. The- venot, 1908, 10 He trabajado con la edicién de T. Mommsen-P, Kriger, 18a, ed., Alemania, Berolini-Turici, 1963, y con las siguientes ediciones castellanas: Iustiiuciones de Jus- tiniano (nota previa y edicién de M. Ortolén), Buenos Aires, Bibliografia Omeba, 1960; El Digesto de Justiniano (3 tomos), A. D'Ors, F. Hernandez Tejero, P_ Fuen- teseca, M. Garcia-Garrido y J. Burillo, Ed. Arazadi, t. 1, Pamplona 1968, t. n, Pam- plona 1972 y t. m1, Pamplona 1975, y Cédigo, cuerpo del derecho civil romano, + gunda parte (anotado por Ildefonso L, Garcfa Corral) Barcelona, Jaime Molinas Editor, 1892. 31 Arias Ramos, J., Derecho romano, Madrid, vol. 1, 1958; Bonfante, P., Historia del derecho romano, Madrid, vol, 1, 1944; D’Ors, A., Derecho privado romano, Bar- celona, 1965; Jérs P.Kunkel W., Derecho Privado Romano, Barcelona, 1937; Kaser, M,, Derecho romano privado, Madvid, 1968; Margadant, G, F., El derecho privado romano, México, 1965; Mayr, R. von, Historia del derecho romano (2 vols.), Barcelo- na, 1980; Pefta Cuzman, L. A. - Argitello, L, R., Derecho romano (2 vols.), Buenos Aires, 1962; Santa Cruz Teijeiro, J., Manual elemental de instituciones de derecho romano, Madrid, 1946; Schulz, F., Derecho romano clisico, Barcelona, 1960; Séhm, R,, Instituciones de derecho romano privado, México, 1951; y Volterra, E., Intitu- xioni di diritto romano, Roma 1961, principalmente. Audibert, A., “Histoire de linterdiction et de la curatelle du prodigue en Droit Romain", N.R.H.D.FE., 1890, pp. 520 y sss y “La folie ct la prodigalité”, Etudes sur Vhistoire du Droit Romain 1, Paris, 1892; Giradin, “La tutelle et la curatelle dan Yancien droit romain”, N.R.H.D-F.E., s15 1889, pp. 1 y ss; H. Kriiger, resefia 2 la monografia de Audibert, A., “La folie et la prodigalité”, en Z.5.S.T., 149. Weimar, 1898, Solazzi, S., “Interdizione e cura del prodigo nella legge XII ‘Tavole”, Studi in onore di Pietro Bonfante, Milano, 1980, vol. 1, pp. 47-69; y Rotondi, G., “Note sull’Tstituto della inabilitazione del prédigo”, Studii varii di Diritto Romano ed At- tuate (a cura di Pietro de Francisci), Milano, 1922, y Bove, L., voz “Prodigue”, No- vissime Digesto Italiano, vol. 14. LA CURATELA DEL PRODIGO 781 IL. Prépico ¥ PRODIGALIDAD El anilisis histérico-juridico de las fuentes legislativas y doctrinales de tradicién romanista demuestran la dificultad de definir al prédigo y a la prodigalidad. La clisica conceptuacién ulpianea que define al prédigo como “...quien no es capaz de ilevar cuenta y limite de sus gastos, sino que se arruina dilapidando y malgastando sus biencs...”" se perpe- tua en la legislacién intermedia y Wega con sus particulares matices a las codificaciones modernas."* A pesar de ello, ni la legislacién, Ia @octrina o la jurisprudencia actual siguen una linea definida con res- pecto a Ja determinacién de cuando y cémo se incurre en prodigalidad y mucho menos cuales son las causas que producen esta conducta and- mala. Por otra parte los avances de la psicologia 0 psiquiatria moder- nas, en ver de aclarar, dificultan més Ia valoracién de la misma. Se entiende por prddigo, en sentido juridico, a la persona que disipa © dilapida sus bienes en detrimento de su patrimonio y el de su familia, y por prodigalidad, en igual sentido, a la conducta que realiza dicho sujeto. La doctrina y Ia jurisprudencia actual, recogida en Jos diccionarios y enciclopedias especializadas, definen al prddigo y a la prodigalidad en los siguientes términos: He aqui tres definiciones de prodigo: ...disipador o dilapidador que consume su hacienda en cosas imtiti- les y caprichosas, que no guarda proporcién con los medios de que puede disponer para atender a las necesidades familiares. Prédigo es el que gasta sin razén y sin medida en términos que hacen temer dilapide su fortuna en perjuicio de sus herederos forzozos.?* ¥ por prédigo a la persona que disipa sus bicnes en forma irra- cional, en detrimento de su patrimonio.® 29 Contenida en D. 27.10.1, pr. (texto interpolado) y D. 5.12.2. “No es cosa insdlita que algunos, aunque por sus palabras parezcan estar mentalmente sanos, administren sin embargo sus propios bienes de tal manera que, si no se les remedia, pueden caer en Ja indigencia.” +4 Ver Rotondi, G., “Note sull'Istituto della inabilitazione del prédigo”, ya cita- da, quien nos dice que a falta de una definicién en la ley (se esta refiriendo a la ley italiana), 1a doctrina moderna respeta mas o menos el concepto de Ulpiano, férmula que por lo menos tiene Ia ventaja de describir la prodigalidad en sentido Jato, sin querer adentrarse en motivaciones psicolégicas subjetivas, aunque la razén interna de la prodigalidad se encuentra en un defecto psiquico. 18 Vox “Prédigo”, Diccionario de derecho privado, Madrid, FE. Labor, 1961, t, Il, p. 3140, 16 Vor “Prodigalidad”, Enciclopedia Juridica Omeba, Buenos Aires, Edi bliografica Argentina, 1967, t. XXIII, p. 419, rial Bi- 782 BEATRIZ BERNAL ...€ aquele que desordenadamente, gasta ¢ destrdi a sua fazenda redusindo-se d miséria por culpa sua... € aquele que faz despesas imiteis, insensatas e excessivas, dissipa répidamente a sua fortuna ¢ poe a sie d sua familia en risco de ficarem reduzidos 4 miséria.” Veamos ahora cémo ha sido definida la prodigalidad: ..-desperdicio y consumo de los bienes propios en cosas vanas, int- tiles y superfluas. Constituye la manifestacién de un desequilibrio econémico por el cual se dilapida la hacienda de una manera arbi- traria y caprichosa, sin otro objeto y finalidad que la irracional com- placencia que pueda producir en el espiritu de su autor Ja disipacién y derroche de sus bienes.1® ..«profusién, desperdicio, consumo de la propia hacienda, gastando excesivamente €n cosas vanas e inttiles.1® ...juridicamente se entiende por prodigalidad la conducta que ob- setva el prédigo y por prédigo a la persona que disipa sus bienes en forma irracional, en detrimento de su patrimonio.”° Todas estas definiciones—y es la ténica general cuando de prédigo y prodigalidad se trata—resultan ambiguas y confusas. Hablan de “‘co- sas vanas, initiles y superfluas”, de “conductas irracionales, desorde- nadas y caprichosas”, de “gastos insensatos y excesivos”, de disipacién “répida” de la fortuna, de “complacencia y espiritu de derroche”, de “riesgo” de caer en la miseria, etcétera. La imprecisién es wma cons- tante en la ley, en la doctrina y en la jurisprudencia. Sin embargo, en todas estas definiciones estan presentes, de una forma u otra, el cardc- ter antieconémico de la prodigalidad y la necesidad de proteger tanto al patrimonio individual del disipador como el de su familia. Los cédigos que la regulan no definen la prodigalidad, y queda al tratadista y al juez la carga de delimitarla en forma casuistica con el fin de determinar en cada caso concreto quién debe ser inhabilitado y cuales deben ser los limites de dicha inhabilitacion. Por otra parte, los embates del liberalismo decimonénico hicieron desaparecer la interdiccién por prodigalidad de varios codigos euro- peos y latinoamericanos.* Las objeciones hechas a esta figura juridica 37 Vor “Prédigo", Novo Diccionario Juridico Brasileiro, 4a. ed., Rio de Janeiro, José Kaufino Ed., 1965, p. 258. 38 Op. cit. supra, nota 15, p. 3136. 18 Enciclopedia universal ilustrada, Barcelona, Hijos de J. Espasa, Editores 1. XLVI, p. 767. 20 Op. cit., supra, nota 16, p. 419, ‘21 Asi, desaparecié del cédigo de Louisiana, del proyecto de Teixeira de Freitas y del Cédigo Civil Argentino basado en et proyecto de Vélez Sarsfield. Esto mismo sucedié con los cédigos civiles de Uraguay y Bolivia. En México desaparccié en el Cédigo civil de 1884, exponente de la consolidacién del liberalismo conjuntamente con Ta figura de la tercia legitima. Ver supra, nota 5. 1922, LA CURATELA DEL’ PRODIGO 783 en nombre del principio de la libertad individual, dieron lugar a fre- cuentes y vivas disputas en la doctrina, mas que por sus consecuencias, por sus principios informativos y justificativos, pues se presentaban co- mo una anomalia en un sistema de derecho en que la libertad a la actividad individual se habia elevado a dogma fundamental. Sin em- bargo, dado el predominio de las legislaciones que todavia protegen al prédigo, ser{a incorrecto sostener, como lo hacen algunos, que esta fi- gura tiende a desaparecer en las legislaciones modernas.%? Razones hay, de cardcter privado y ptiblico, que hacen pensar en la necesidad de regular debidamente 1a prodigalidad. Si el legislador ha estimado conveniente sancionar Ias obligaciones alimentarias, si pro- tege en multiples codificaciones derechos de los herederos legitimarios, si protege también, por via de incapacitacién o inhabilitacién, a otros sujetos de derecho, si tiene en cuenta la erogacién econémica que un dilapidador representa para los miembros de su familia y para el Es tado mismo, si se preocupa ademas de los intereses del niicleo familiar por encima de los dei individuo como tal, debe intervenir para salvar esta laguna de ley, cuando ella existe, EI liberalismo absoluto es cosa de} siglo pasado; hay cuestiones en que el intervencionismo estatal moderado y enfocado a la proteccién de Ja familia y la colectividad no slo se justifica, sino que también se ansia, La inhabilitacién del prddigo puede dar lugar a abusos, no hay duda de ello, pero a toda institucién puede hacérsele la misma ob- jecion, La determinacién de lo que es prédigo y prodigalidad es con- fusa ¢ imprecisa, ya se ha dicho, pero darle de lado a esta delicada cuestién por dificuitad en su reglamentacién es seguir a “politica del avestruz” en detrimento de la utilidad social. La condicién del prodigo —dice Federico de Castro* y estoy de acuer- do con ello—esté determinada por la condicién predominante en cada ordenamiento juridico; por la finalidad, cardcter y limites del poder patrimonial reconocido a la persona, por eso, el estudio de Ja situa- cién del prddigo tiene un especial interés para conocer los principios generales informadores de un sistema juridico, pero también, recipro- camente, el conocimiento del cardcter de cada sistema aclara el porqué y el alcance de la regulacién de Ja prodigalidad. IU. Turena y GURATELA: DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS Las instituciones tutelares romanas atravesaron por un largo y com- 2 Por ejemplo, Benilacqua, Clovis, Deveito de familia, 4a, ed., 1910, p. 597, citado on Enciclopedia Juridica Omeba, 2 Op. cit, p. 331. 784 BEATRIZ BERNAL plejo desarrollo histérico hasta quedar plasmadas en la legislacién jus- tinianea. Nacieron como un poder o potestad establecido en beneficio de los miembros de la domus, en una sociedad de cardcter gentilicio, de estructura juridica primitiva y basada en um régimen de copropie- dad que protegia principalmente el patrimonio familiar. Al decaer la gens, se sentaron las bases de una sociedad mercantilista abierta a la cuenca del Mediterraneo, fundamentada en la expansién de la metrépoli, como producto dei acelerado proceso de conquista que caracterizé a la sociedad republicana. El contacto con el derecho de gentes y Ia necesidad de flexibilizar las antiguas instituciones para ade- cuarlas a Jas nuevas circunstancias trajeron como consecuencia una s¢- rie de reformas legislativas y jurisprudenciales que se tradujeron en cambios a las instituciones tutelares. Asi, el régimen imperial de la primera época (periodo clisico) le dio nuevos matices a la institucién.** Asentada la propiedad privada, ya no se trataba de proteger el patri- monio familiar, sino el propio del tutelado. Pasé, por consiguiente, de ser un derecho o potestas a ser un deber, y de asunto familiar se con- virtié en materia de cardcter publico.® Esta ultima caracteristica se acentué en la sociedad burocratica y so- cializante del Bajo Imperio, sobre todo en lo referente a las limitacio- nes relativas a la amplia libertad del tutor clisico en el ejercicio de sus funciones, Al final de este largo proceso la legislacién clasicista del emperador Justiniano se presenté como una amalgama un tanto desar- ticulada donde era dificil distinguir los diversos estadios histéricos. Dentro de este complejo marco cronolégico se desarrollé Ia curate- ta** como figura gemela de su hermana, Ja tutela. 24 Una acertada valoracién de las instituciones tutelares en el period clasico ofte- ce F. Schulz, op. cit., pp. 154-57, quien dice que los rasgos mis destacados del dere- cho tutelar en este periodo fueron su caricter humano, desinteresado y altruista —se uataba de la guarda o cuidado de una persona necesitada de proteccién, y su lib talismo—, el tutor ea una persona privada y no un funcionario, careciendo el Es- tado de interferencia en la autoridad del mismo. Este sistema no burocratico era conforme al espiritu liberal del derecho romano privado clisico, aunque existiese un tribunal especial encargado de Ia proteccién de los pupilos sobre el cual pesaba el primordial deber de proveer de tutor siempre que fuera Iegalmente necesario. 25 En esta época la tutela y la curatela se convierten en instituciones altruistas y dejan de ser un poder interesado para constituirse en un deber, una carga. El tutor y el curador deponen sus fueros de sefiorlo para ponerse al servicio de los in- tereses y necesidades del tutelado, En este sentido ver Sdhm, R., op. ait., pp. 300 y Margadant, G. F., op. cit., p. 165; Schulz, op. cit., pp. 154-187; von Mayr, R., op, cit., pp. 294 y sa; Jérs-Kunkel, op. cit., pp, 432 y 455. 26 La acepcién romana de curatela no corresponde a Ja actual, En nuestro dere- cho, el curador es una persona que debe vigilar al tutor, con fines de proteccién del Pupilo en contra de éste. Cédigo civil para el Distrito Federal, libro 1, tit. 1, cap. xtv, art. 618, que dice: “Todos los individuos sujetos a tutela, ya sea testamentaria, legitima o dativa, ademas del tutor, tendran un curador, excepto en los casos de tutela a que se refieren los articulos 492 y 500”. Estos se refieren a expésitos y a LA CURATELA DEL PRODICO 785 La curatela era una institucién del derecho civil romano, sancionada desde la legislacion decemviral*? que tenia como finalidad dar repre- sentacién a aquellas personas que por una causa particular o acciden- tal eran incapaces de administrar su patrimonio, sujetindolo al poder de un curador.?* Ef derecho romano reguld, sujeto a modalidades de- pendientes de su proceso histérico, varias clases de curatelas. Las tres principales fueron la del furioso, la del prédigo y la del menor de 25 afios. Las dos ptimeras se encontraban ya mencionadas en la Ley de fas XH Tablas,* la del menor es tardia, se gesté durante el periodo republicano y se consolidé durante el principado.*" Posteriormente apa- menores sin patrimonio, en cuyo caso el tutor atiende a la persona pero no al pa- trimonio del tutelado, De ahi el cardcter patrimonial de nuestra curatcla, Esta acep- cidn no es ajena al derecho romano. D. 26.7.3.2. sefiala la existencia de tutores honorarios que debian vigilur a los tutores administrativos “'...por lo tanto, ios de~ més tutores no administrarin, sino que serén los que vulgarmente Ilamamos hono- rarios. Y no se crea que en éstos no redunda riesgo alguno, porque consta que tam- bién se debe demandar a éstos, una vez hecha Ja execusién de los bienes del que haya administrado, porque fueron nombrados como observadores y custodios de la conducta de aquél, y alguna ver se les puede imputar el no haberle acusado como sospechoso si velan que se portaba mal. 2 Como todas las instituciones que quedaron plasmadas en la legislacién decem- viral, debié tener su origen en la costumbre—mores. Asi, Ulpiano, en D, 27.10.1. Pr. (lexto interpolado), dice: “Fn la ley de las XIL Tablas se priva al prédigo de la administracion de sus bienes, io que en un principio se introdujo por la costumbre”. En este sentido la mayoria de los tratadistas citados en la nota 18, en especial Kaser, M.. op. cit,, pp. 78-80, quien dice que la mencién de la interdiccién en ja Ley de Jas XII Tablas no puede ser discutida, pero que ya anteriormente fue instituida por la costumbre, En sentide contrario, Bonfante, P., op. cit., p. 207, quien sustenta que interdiccién y curatela de los prédigos y potestad de los furiosos, los cuales se encuentran resumidos en el concepto de curatela, es probable que sean instituciones nictamente decemvirales y que es posible que fa costumbre no regulara con mucha seguridad y claridad estas eventualidades extraordinarias, Para el andlisis de la mis- ma en la legislacién decemviral ver Solazzi, S., “Interdizioni e cura...", op. cit., pp. 45-69. 28 Vid., Petia Guaman-Argiiello, op. cit., pp. 547 y ss. De Visscher considera que Ja curatela era un poder extraordinario con respecto a la tutela que era ordinario, por ¢s0 s6lo procedia en casos anormales: demencia, locura, prodigalidad, eteétera. Citado por JérsKunhel, op. cit,, p. 438, y Kaser, M., op. cit., pp. 75-80. 29 Tabla V, 7, b-c. 30 En el derecho romano antiguo, el ciudadano romano, de sexo masculino y sui iuris, govaba de plena capacidad de ejercicio al alcanzar Ja pubertad (14 aitos). Al evolucionar Ja sociedad romana, durante ef periodo republicano, se presenté la ne- cesidad de proteger al puber menor de 25 aiios, de su propia inmadurez en la rea- lizacién de actos juridicos, generalmente de cardcter patrimonial, que podian per- judicarlo. Esto se Mevd 2 cabo mediante la promulgacién de una Lex Lactoria, cominmente conocida como Lex Plaetoria (ver Schulz, op. cit, p. 181) de la px mera década del siglo IT a.C., que establecié varios recursos procesales (actio, excep- tio © integrum restitutio) en contra de los terceros que fraudulentamente se apro- vechaban de Ja inexperiencia del menor al contratar. Posteriormente, por wna cons- titucién del emperador Marco Aurelio, se establecié Ia curatela del menor de 25 aiios a solicitud del tutelado y siempre dativa. En el periode posclisico, la cura mi- norum fue asimilada a la tutela de los impiiberes como una quasi tutela que gra- 786 . BEATRIZ BERNAL recieron otras curatelas especiales que quedaron plasmadas en la legis- lacién justinianea.* Las fuentes no dan una idea acabada sobre el verdadero rol de la curatela® ni establecen sus caracteristicas mis sobresalientes; debido a ello resulta dificil establecer, su diferencia con la tutela, Varias teo- rias se han elaborado al respectos que pueden resumirse en las siguien- tes: a) La tutela vela por la persona y el patrimonio del pupilo, y la cu- ratela sélo por el patrimonio. Se basa en la maxima Tutor personae datur, curator rei datur4 Esta argumentacién no resiste un severo ani- lisis, El término personae no debe tomarse literalmente, pues el tutor no cuidaba de la persona del pupilo, sélo dirigia el conjunto de dere- chos patrimoniales del cual éste era titular. Lo mismo sucede con el término rei, pues si bien es cierto que el curador estaba Namado a ad- ministrar los bienes del pupilo, en la curatela del furiosi se veia tam- bién obligado a velar por la persona de éste.** 5) Basada también en este principio de Tutor personae..., se ha sustentado que el tutor es €l administrador gencral de los bienes del pupilo mientras que el curador sdlo dirige un determinado negocio o realiza un determinado acto juridico.%* Tampoco esta interpretacién resiste un andlisis. Hay casos en que se nombra un tutor para un solo vitaba sobre el menor hasta alcanzar los 25 afios, Por ultimo, los compiladores jus- tinianeos intentaron convertirla en obligatoria, sin lograrlo. Vid. Schulz, op. cit., pp. 180-186, 31 Entze ellas, la de los débiles mentales y los sordomudos (mente captis) la de 10s concebidos pero no nacidos (curator ventris), Ia establecida para administrar una masa de bienes en caso de quiebra, cautividad o herencia yacente (curator bonorum), y otras todavia mds especializadas como el caso del curador del menor sometido a patria potestad, con respecto a Ios bienes recibidos en contra de 1a voluntad pa- terna. #2 En materia de instituciones tutelares, las fuentes clisicas (Gayo) posclisicas y justinianeas resultan imprecisas. Los diferentes estadios histérico-legales por los que atraviesan las instituciones tutelares (Ley de las XII Tablas, derecho pretorio y con- sular, senadoconsultos y constituciones imperiales), no fueron cohonestados en cl Corpus luris Civilis, Por otra parte, la época poscldsica reformé gran parte del de- recho anterior y dicha reforma se llevé a cabo mediante interpolaciones. Solamente una cuidadosa critica de los textos puede permitir ana restauracién del derecho clisico. Esta ha sido Uevada a cabo por Siro Solazzi 2 través de numerosas mono- grafias ya citadas que tratan la materia, Ver Schulz, F., op. cit., pp. 155-156. 88 Una de ellas sustenta que se trata de una diferencia originada en tiempos re- motos en que era gencral la costumbre de hacerse justicia por propia mano. El tutor era un hombre fuerte para proteger a los infantes, impiiberes y mujeres, mien- tras que el curador era un consejero sabio para personas fisicamente capaces, pero mentalmente algo débiles. Ver Margadant, G. F., op. cit., pp. 165-166, LL WA 8 D, 27.10.7. pr. 861.1 28.2. LA CURATELA DEL PRODIGO 787 negocio,” mientras que el curador del furiosi cargaba con-la adminis- tracién total de patrimonio del incapaz.** Por consiguiente, el ya men- cionado principio de Tutor personae... sélo puede acogerse en el sen- tido de que Ja tutela presupone siempre la persona del pupilo, mientras que Ja curatela puede aplicarse a un patrimonio sin titular.* c) El término curador es de mas amplia significacién que el de tu- tor, ya que el primero tuvo aplicacién no sélo en el campo del dere- cho privado sino también en el publico, siendo denominado asi quien en determinadas circunstancias actuaba en defensa de los intereses dle Ja colectividad.? Pero ni aun concentrandase al campo del derecho pri- vado, se presenta la cura como una institucién homogénea, -Los miul- tiples casos en que se nombra a un curator difieren mucho entre si, siendo también muy distintas las facultades y funciones del curador y las circunstancias que atafien a la evolucién histérica de Jas diversas curatelas.4* La tutela y la curatela eran pues instituciones semejantes porque tenian una-misma finalidad: la representacién de personas incapaces y la proteccién de sus intereses patrimoniales. A pesar de ello, se ha pretendido establecer ciertos rasgos diferenciales que dependen de. la causa que les dio origen y de la forma-de su ejercicio. Atendiendo a Ja causa, las tutelas respondian a una incapacidad re- gu'ar o general, como en los casos de la edad y el sexo (tutela del im- puber o de la mujer), mientras que las curatelas se originan con base en una incapacidad especial 0 accidental, como las del prédigo y el loco. En cuanto a la forma de ejercicio, el tutor romano completaba la personalidad imperfecta del pupilo asistiéndolo . personalmente en el negocio juridico mediante la autorictas interpositio, mientras que el cu- rador sélo prestaba la adhesion (consensu) a los actos juridicos del in- capaz, ya que no era designado para suplir 0 completar su personali- dad insuficiente, sino sélo para administrar su patrimonio. Sin embargo, ninguno de estos rasgos diferenciales es vélido en Ja curatela del menor de. 25 afios, sobre todo en el derecho justinianeo.* 3? D, 49.1.17. Este paso del Digesto presenta un caso en que se nombra un tutor para representar al pupilo en la adicién de una herencia diferida tanto a éste como a su otro tutor, ocasionando un conflicto de intereses. El nuevo tutor cesaba en sus funciones terminado et negocio. 38 D, 26.8 y 29.2. Vid., Arias Ramos, J., op. cit., vol a1, pp. 742 y ss, +6 Conto por ejemplo, el curator viarum, el curator aquarum, el curator salinarum, ewctera. Vid., Pea Guzmén-Argoello, op. cit., pp. 547 Y ss. 41 Vid., Arias Ramos J., op. cit, vol. , pp. 742 y ss. “2 La causa de incapacidad en la cura minorum no es especial sino general; por otra parte, ul final de Ia evolucién del derecho romano, el consentimiento del cura- dor del menor de 25 aios era similar al que prestaba el. tutor del impitber, Vid... Arias Ramos, op. cit., p. 742, y Schulz, F., op. cit., p. 186, 788 BEATRIZ BERNAL De todo esto puede concluirse que son sdlo circunstancias de orden histérico las que determinan este dualismo en las instituciones tutelares del derecho romano. No hay que olvidar que éste fue un derecho prag- miatico y casuista que fue conformando sus instituciones con base en las circunstancias especiales que a través de su larga historia se fueron pre- sentando, IV, LA CURATELA DEL PRODIGO; EVOLUGION HISTORIGA Y REGULAGION EN LAS FUENTES JUSTINIANEAS Con base en una periodicidad juridico-institucional, antes anuncia- da, debe analizarse la prodigalidad, tanto en sus aspectos civiles como procesales (curatela e interdiccién) en los siguientes periodos histéri- cos: a) La legislacién decemviral; b) Las reformas pretorias; ¢) La le- gislacion imperial, y d) La compilacion justinianea. Para los intérpretes de la Ley de las XII Tablas,? prédigo era aquel que dilapidaba los bienes paternos bona paterna avitaque— recibidos en sucesién mortis causa. Como tal actitud atentaba contra. los princi- pios de ta austeritas y de la gravitas, al dilapidador se le colocaba bajo el cuidado —cura—' de sus agnados*’ y en su defecto de ia gens. Esto se Hevaba a cabo mediante uma declaracién hecha por el magistrado que decretaba Ja interdiccién** y se basaba en los siguientes supuestos: 4) que se tratase de bienes recibidos por sucesién abintestato* —los bie- nes recibidos por testamento quedaban fuera de la curatela, ya que 45 No se dispone del texto, pero hacen referencia a ella: Reg, Ulpiano 12.1 y 2 1.1. 28.3; D, 27.10.1, pr. y D. 27.10.18. 44 En su origen, esta cura debié ser una auténtica potestas derivada de la manus. En este sentido Volterra, Von Mayr, D’Ors, Schulz, en sus obras ya citadas, y espe- ciatmente R, Séhm, quien dice que las instituciones turelares legitimas entran en el concepto y nombre de’ la manus que significa sefiorio o poder doméstice general sobre todas las personas y cosas, op. cit., p. 500 y 55. 45 Reg. Ulpiano, 12, 2 ¢ 1. 1. 28.3. Segin De Visscher, en cl derecho de las XII Tablas slo se regulé Ia designacién de los agnados para cjercer la curatela sobre ei prédigo. La institucién de la interdictio bonorum se dio en la prictica pretoria; citado por iglesias, J., op. cit, pp. 560-568. En sentido contrario 5. Solazzi, en sus obras citadas. Esta Ultima interpretacién es la seguida por la mayoria de los espe- tas en la materia. 46 Sent. Paulo, 3, 4a. 7. Audibert, A., op. cit, sustenta que 1a interdiccién en un inicio fue declarada por la gens y no por el pretor y que nunca procedié direc: tamente por via de ley. En igual sentido Margadant, G. F., op. cit., p. 169. 41 Sent, Paulo, 3, 4a. 7; Reg. Ulpiano 123 ¢ E. 1. 28.1, En este sentido la ma- yoria de los tratadistas ya citados, M. Kaser, op. cit., pp. 75-80 dice que la deno- minacién “bona paterna avitaque” indica la sucesién abintestato que fue presumi- ‘Blemente la mis antigua, Sélo Lucio Bove, Novissimo Digesto Italiano, op. cit., vor “prodigus”, sustenta que desde las XII Tablas se introduce la curatela del prdigo para aquellos que dilapidaban los bienes por sucesién testada o intestada del padre © abuelo, LA CURATELA DEL PRODIGO 789 se consideraba que el paterjamilia, al hacer la institucién de heredero, consideraba a este ultimo capaz de administrar adecuadamente sus pro- pios bienes—;** 6) que dichos bienes fuesen recibidos del padre o abueto paterno,*? y c) que el declarado prédigo tuviese descendencia direc- ta.S? Estas limitaciones fueron eliminadas posteriormente por Ia juris- prudencia.*" La curatela decemviral solo se diferia por via legitima,** aunque ne- cesitaba una declaracién posterior del magistrado para hacer efectiva la incapacitacién patrimonial.** En resumen, la cura prodigui de esta primera época era un medio de impedir que la hacienda familiar fuese insensatamente distraida de su destino normal." Mas tarde, sin que se pueda precisar la fecha, el pretor decretaba la interdictio bonorum** ampliando la prodigalidad a los siguientes ca- sos: a) el liberto que dilapida su fortuna, esta medida tenia como fi- nalidad proteger los intereses sucesorios del patrono, y b) el ingenuo que heredaba por via testamentaria.* Por otra parte surge la curatela dativa o decretal,** denominada cura honoraria?* que se difiere a falta de Ia legitima.*® Mucho se ha discutido con respecto a Ja existencia de una curatela testamentaria en este periodo. La doctrina moderna se inclina a sostener que, aunque el magistrado debfa tener en cuenta la 48 Tid, Volterra E., op. cit, pp. 112-113. 49 La bona paterna avitague se integraba con los bienes recibidos por sucesin abistestado del padre o abuelo, esto ¢s sélo por via paterna. Esto corresponde al caricter agnaticio de la familia romana antigua. %0 En un principio la interdiccién afectaba sélo al que tuviese hijos, ya que era objetivo de la interdiccién que el prédigo no expusiera a su familia a la pobreza. Vid., Kaser, M., op. cit. pp, 75-80. 51 ¥id., D'Ors, A, op. cit., pp. 293-4 #2 Reg. Ulpiano 12, 1 y 2; LT. 23.3; D, 27.10.18, & Presumiblemente, en la primera época se sometia al prédigo bajo la potestad «te Jos agnados y gentiles sin la intervencién del pretor. Vid., Volterra, E., op. cit., pp. 112-113. Posteriormente se necesitaba la declaracién de interdiccién por parte «tel magistrado, En un inicio la declaracién era hecha por los cénsules, mas tarde por el pretor urbano y en provincia por los gobernadores. (Gayo I, 198; 1, 1.23.3 y_D., 27.10.1. pr) Vid., Schulz, F., op, cit, pp. 190-191, Petia Guzmén-Argiello, op. cit., pp. 552 y ss, sostiene que sélo existia la dativa, dado que la prodigalidad no era una causa natural de incapacidad como Ja locura, sino un estado de irrespon- sabilidad que debia ser valorado por el magistrado, % Vid. Rotondi, G., op. cit., supra, nota 12, E} primitivo fin de la curatela era proteger el interés de la familia del incapaz. Tanto el tutor como el curador tenian como principal imisién conservar el patrimonio familiar. Vid, Von Mayr, op. cit, p. 174. * La férmula de la interdiccién esté en Sent. Paulo, I, 4a, 7. Vid. Schuk, F., op. cit, p. 190. 36 Ambas en Reg. Ulpiano, 12.3. °7 41. 23,8 y D, 27.10.10 pr. 58 Reg. Ulpiano, 12.1. 9° Fid., DOs, A. op. cit, p. 203. 790 . BEATRIZ BERNAL, voluntad del de cuius, se trataba de una curatela dativa y no testa- mentaria, pues era el pretor quien designaba, mediante confirmacién,*® al curador previamente sugerido en el testamento, decretando poste- riormente la interdiccién."" Por consiguiente, no habia una delacién propiamente testamentaria. Por otra parte, ahora la cura se extenderd al dilapidador de cualquier tipo de bienes, aun en el caso de que ca- reciese de descendencia directa.” En-resumen, se van sentando las bases para el paso de una institucién con fines de proteccién del patrimonio familiar, a la que se desarrolla- ria posteriormente, cuyo objetivo principal seria la ayuda o cuidado del patrimonio del sujeto tutelado.** De esta forma, las instituciones tu- telares se ajustaron en su desarrollo al paso de un derecho de domi- nacién y sefiorfo a una relacién de obligacién, proceso que se llevé a cabo en forma r4pida y evidente, debido a que muy pronto se ma- nifesté la vigilancia del Estado en las instituciones de guardaduria. Dentro de elias, la interdiccién por prodigalidad fue amptiada por la interpretatio, ajustndose a relaciones mds complicadas de la vida y acomodandose a la mayor abundancia de los negocios juridicos.+ Gon base en Ia legislacién imperial, ia prodigalidad se extendié de la bona paterna al patrimonio propio del interdictado. Asi, a partir del famoso rescripto de Antonino Pio se amplié a los bienes propios del prodigo® y se previd la posibilidad de nombrar al hijo como curador de su padre.** En ambos casos se decretaba la interdictio bonorum y 601 L 98.1 y D. 27.10.16 pe, 1, 2 y 3 61 Eu este sentido Santa Cruz Teijeiro, Volterra, Jors Kunkel, Schulz, D’Ors, Ro- tondi y Arias Ramos en sus obras ya citadas. El paso mis significativo y oscuro al respecto es D. 27.10.16 pr. 12 y 3. Kaser, M. op. cil., pp. 75-80 y 85, dice que quizis existié una curatela testamentaria exoepcional sin previa interdiccién y lo basa en D.26.5.12.2. 62 Arias Ramos, J., op, cit., p. 744. #3 Sdhm, R,, op. cit., p. 300 y 5s., sustenta que a pesar del cambio producido, las instituciones tutelares no lograrun sobreponerse por entero a su primitivo caricter patrimonial, “4 Vid., Kaser, M., op. cit. p. $18. 06 Este rescripto es mencionado en los siguientes pasos interpolados del Digesto: D. 2710.1 pr. y D, 26.5.12.2. Gayo L. 58. in fine, dice: “...y es por esta causa que se le prohibe a los prddigos la administracién de sus bienes”. D, 27.10.1. pr: dice: “...pero suelen hoy los pretores, si encuentran quien no es capaz de llevar cuenta del tiempo y limite de sus gastos, sino que se arruina dilapidando y mal- gastando sus bienes, nombrarle un curador...” y D. 26.5.12.2, dice: “El emperador Antonino Pio, de consagrada memoria, admitié en los siguientes términos una soli- citud de una madye para que x¢ nombrara curador a sus hijos prédigos. No es cosa insélita que algunos, aunque por sus palabras parezcan estar mentalmente sanos, administren sin embargo sus propios bienes de tal mancra que, si no se les remediz, pueden caer en Ja indigencia, Asi pues, habrd que elegir al que los rija con su con- sejo, ya que es justo que miremos también por aquéllo en que Jo relativo a sus pro- pies dienes se comportan como locos", Este ltimo paso ¢s e] mds claro al respecto. 66 Los descendientes agnados no podian ser curadores por una razén de. pietas, LA CURATELA DEL PRODIGO 791 se establecia la curatela, también denominada cure honoraria.t A par- tir de Claudio comienzan a burocratizarse las instituciones tutelares; los guardadores serin ya nombrados por funcionarios (pretores tutelares) y desaparece la curatela legitima®* en aras de Ja dativa.” El amplio ejercicio de las funciones de tutores y curadores comienza a ser restrin- gido y cada dia son mayores sus responsabilidades.”° Sin embargo, la dificil y fundamental cuestién de cudndo una persona podia ser con- siderada prddigo no fue tratada por los juristas cldsicos. Para ellos era una quaestio facti que estaba al margen de lo que constituia el objeto habitual de su estudio Para la doctrina clésica, era considerado prd- digo aquel sujeto a quien el pretor privaba por decreto de la adminis- tiacién de su patrimonio, como quiera que lo hubiera adquirido, no sélo en interés del presunto heredero, sino. también del incapacitado mismo y de la sociedad en general.” Por otra parte, al ampliarse la interdiccién a todo el patrimonio del prédigo y desaparecer la curatela legitima, se comenzé a asimilar la situacién del prddigo con ta del fu- tioso (como extensién de una subcategoria de la enajenacién mental; la demencia) debido a la ambigiiedad que presentaban los textos de la época.’* Por tiltimo, la legislacién posclisica intenta una fusién en- ya que se entendia que era dificil someter al padre al poder de sus propios hijos. Ver Kaser, M., op. cit., pp. 85-70. Esta situacién varia en el derecho imperial. D. 27.10.1.1. dice: “Se negaba al hijo la curatela de los bienes de su padre privado de administracién, pero tenemos un rescripto de Antonino Pio, de consagrada me- moria, por el cual debe concederse Ja curatela al hijo, si es persona honrada, antes que a otra persona” (texto interpolado). 67 Vid., Schulz, F., op. cit,, p. 190. #8 La cura legitima del prédigo, igual, que la del furioso, desaparecieron en los primeros Uempos del periedo posclisico, cuando fue precisa 1a confirmacién del proximus adgnatus en su cargo por el magistrado. Vid., Schulz, F., op. cit., p. 191. wo D. 27.10.13. © Vid, Mayr, R, Von, op. cit., p. 294 y ss. 1 Fid., Schulz, F., op. cit, p. 191. 2 Vid., Mayr, R. Von, op. cit., p. 44. 78D, 27.10.1. prj 45.1.6; 26.5.12.2; 50.17.40 y G. 5.70. A. Audibert en sus monografias ya citadas: “La folie et la prodigalité” ¢ “Histoire de interdiction et de la curatelle du prodigue en Droit Romain™ sustenta que la cura dativa del pré- digo surge de una ficcién con base en la cura dativa del furioso. Se basa en varias citas del Corpus Turis Civitis y principalmente en el pasaje de Ulpiano contenido on D. 27.10.1. pr. donde dice: “... se le nombra curador [al prédigo] a ejemplo de Jo que se hace con el loco”, interpretando la palabra quasi furiosi como una forma © tipo de furioso, af cual por ficcién debe asimildrsele el prédigo. Distingue entre Juror y dementia y llega a la conclusion que ambas curatelas (la del furioso y la del prédigo) tienen tanto un ligamen externo como interno. Utiliza la literatura ale- mana de su época, principalmente las teorias de Ukhelohde (Rev. Griihuts, t. 4, 1877) aunque presenta ideas propias basadas en Ja literatura moderma de su época. Esta teorfa fue rebatida por H. Kriiger en una resefia que hace a la monografia de Audibert, “La folie et la prodigalite” en ZSS.T. 14, Weimar 1893, quien sustenta que el pasaje de Ulpiano estt inal interpretado por Audibert, ya que lo que quiso decit éste fte que la cura del prédigo se desarrollé histéricamente en la misma for- 792 BEATRIZ BERNAL tre el ius civile y el ius honorarium" que produce una gran confusién en los textos jurisprudenciales.7> Todas estas disposiciones normativas provenientes de fuentes diver- sas: leyes, edictos, senadoconsultos y constituciones imperiales, queda- ron plasmadas en la compilacién justinianea donde se regu’é la insti- tucién de Ia siguiente forma: 1. Al prédigo se Je somete a una curatela basada en su incapacidad parcial o relativa de caracter estrictamente patrimonial, Debido a ello, no podia celebrar actos juridicos que le acarreasen una disminucién’* © perjuicios en su patrimonio,’? como eran: enajenar,”* gravar sus bie- ma que Ja del furioso, esto es, que ambas se transformaron de una legitima a una dativa; por consiguiente s6lo presentan un figamen externo. Qué necesidad habia, se pregunta Krliger, de creay Ja cura dativa del prédigo como una ficcién de la del furioso, si bastaba para conseguir una institucién juridica practicable a las nuevas necesidades y propia de Ia nueva sociedad, Por otra parte, Kriger no acepta la ferencia entre furor y dementia y destaca que mientras cl furioso es absolutamente \capaz el prodigo sdlo lo es patrimonialmente, En resumen, sustenta que ambas cu- ratelas estin unidas por una liga externa: a) por haberse fundado las dos como curatelas legitimas en la Ley de las XII Tablas, y b) por haber surgido las dos co- mo curatelas dativas de la labor del pretor, pero bajo ninguna circunstancia puede deducirse de los textos una asimilacién entre elas. Otva cita que genera confusién es el paso de Pomponio, D. 50.17.40, que dice: "El loco y aque] sobre cuyos bienes ha recaido interdiccién carecen de voluntad”. Dice Kaser M., op. cit., p. 127 que la generalizacién de Pomponio va demasiado lejos, Ni todas las declaraciones de vo- Tuntad negociables del prédigo interdicto son nulas, ni el mismo queda libre como el demente de responsabilidad por sus deudas. Es ficil que Ix mencién: del prédigo en el fragmento de Pomponio sea debida a los compiladores, porque el subjuntivo sit es sospechoso. En resumen, estas generalizaciones y ambigiiedades en las fuentes producen, si no una equiparacién, por lo menos un acercamiento entre prodigo y demente que se perpettia cn la legislacién intermedia e influye en las modernas. 44 Se observa en C. 2.22.3. Durante la vigencia de la curatcla honoraria, los ac- tos que el prédigo realizaba eran validos iure civile pero las enajenaciones y con- tratos que realizaba, si le provocaban obligaciones, eran nulos iure praetorio, Vid., Schulz, F., op. cit., pp. 190-191. 15 Vid, Schulz, F., op. cit, p. 191. D, 27.10.10, pr. Con base en Ia Ley de las XIE Tablas, el prédigo sufrfa una incapacidad ab- soluta pues era privado del ius commercium, pero ya en el periodo clasico la inca- pacidad ser relativa, distinguiéndose entre actos que mejoran y actos que empeoran su patrimonio, Los primeros puesten realizarlos, s6lo se les prohiben Jos segundos. Pid., Arias Ramos, J., op. cit., vol. 1, pp. 744-745. A. Audibert, “La folie...”, op. cit. sostiene que en’el derecho clasico hubo dos tipos de prédigos: a) los interdicta- dos conforme a la Ley de las XII Tablas que sufrian de incapacidad absoluta por pérdida del ius commercium sobre la bona paterna avitaque, y b) los que no tenien- do esa clase de bienes eran interditados por el pretor, con incapacidad también ab- soluta, porque se les asimilaba a los furiosi. Por consiguiente, un prédigo que habfa heredado 1a bona paterna y ademés contaba con bienes propios tenia que ser some- tido a las dos curatelas, dualismo que segtin Audibert desaparece en el derecho pos- Clasico. En sentido contrario Girard, Bonfante y Kriiger en las obras ya citadas. Se- gtin Jors-Kunkel, op. cit., pp. 482 y ss., al prodigo se le privaba del ius commercium én la extension en que se le imponla Ia interdiccién; no era pues una incapacidad negocial pura y simple, sino relativa. 78 C. 45.1.6; D. 27.10.10 pr. y C. 2.22.3. LA CURATELA DEL PRODIGO 793 nes, contratar o contraer cualquier tipo de obligacién,™ novarla, salvo para mejorar su derecho* y fiar o servirse de fiador.®! Si pagaba una deuda sin autorizacién del curador tenia derecho a Ja in integrum res- titutio.®? Carecia también de la testimentifactio activa, por consiguiente, no podia testar, instituir heredero o ser testigo en un testamento, aunque resultaba valido el testamento hecho antes de la declaracién de prodi- galidad.** Podia, sin embargo, adquirir bienes por estipulacién, siem- pre que no se obligase’* y adir una herencia si habia sido instituido heredero.** En resumen, perdia la libre administracién de sus bienes,** quedando excluido de todos !os actos de disposicién, de liberalidad y de aquellos que pudieran obligarlo, permitiéndosele solamente Hevar a cabo los que lo enriquecieran. La interdiccién privaba al prédigo de este tipo de actividad patrimonial, sin embargo preservaba la respon- sabilidad delictual.** 2. Al burocratizarse las instituciones tutelares desaparecié la curate- la legitima, diferida directamente por via de ley,** quedando sélo la dativa.* 3. La misién del curador del prédigo cra administrar los bienes del pupilo, careciendo de facultades sobre 1a persona misma del tutelado. Para ello actuaba como gestor de negocios.°? Al finalizar la curatela UD. 45.1. st D. 126.29 y C. 220.5. 94 1. 11.6.6 y I1.12.2; Reg. Ulpiano 20.12 y D. 28.1.18. pr. D. 45.1.6. © D, 29.2.5.1, En este sentido Peiia Guzman-Argiello, op. cit, vol. m, pp. 552 y ss, y D’Ors, A., en su obra citada, quienes dicen que el prédigo podia aceptar una herencia damnosa ya que esta particularidad se debia a que el ius commercium, del cual se excluia al prédigo, no incluia 1a adicién de la herencia. En sentido con- trario Schulz, F., quien sustenta que probablemente se le prohibié ai prédigo acep- tar una herencia, ya que este acto podfa implicar asuncién de obligaciones, op. cit., pp. 190-191. 86 Reg. Ulpiano, 12.2; Gayo 1. 53, in fine, D. 2710.1. pr. id,, Kaser, M., op. cit. pp. 75-80. ¥s Audibert, A.. “La folie...", op. cit., dicen que si la curatela es legitima al ptédigo sc le somete a interdiccién, por decreto formal del pretor: si es dativa, por Ia pura institucién, sin necesidad de decreto formal, Mientras Kriiger, en su reseiia ya citada, sostiene que la cura diferida a los agnaclos requiere de Ja declaracién de interdiccién por el pretor, por consiguiente no se puede hublar de una cura diferida por via de ley, pero si de una cura agnatorum que funciona igual que la honoraria. *9 D, 27.10.13. 20 Segtin R. SShm, ef curador del prédigo no Ilegaba a adquitir plenos poderes sobre el patrimonio del incapaz, La razén que él alega es que la curatela del pré- digo fue posterior a la del furioso, La actuacién del curator prodigui se reducia a la simple gestién de los intereses del incapacitado y sus descendientes, op. cit., p. 300 y ss. En sentido contrario L, Bove, quien sustenta que al curador del prédigo se le 794 BEATRIZ BERNAL, tenfa que rendir cuentas de su gestion. Para exigir el cumplimiento de esta obligacién al curador el prédigo contaba con la actio negotio- rum gestorum directa,” correspondiéndole al primero la accién con- traria con el fin de resarcirse de los gastos efectuados en el ejercicio de la curatela. Mucho se ha discutido si el curator prodigui podia convalidar un negocio realizado por su pupilo mediante el otorgamiento del consensu posterior. Sélo hay certeza de que éste pudo ser otorgado por el cura- dor del menor de 25 afios.”* Por consiguiente, la situacién del prédigo se asimild, en esto, a Ja de] furioso, mis que a la del impuber mayor infante.* Por otra parte, parece que el poder del curator prodigui se acomodaba a las necesidades de cada caso concreto, as{ el curador ejer- citaba Ja gestién, no sobre la totalidad de los bienes, sino sélo sobre aquellos que estuvieran sujetos a la interdiccién.%* 4. Determinada Ja tendencia a la prodigalidad de un sui turis, el ma- gistrado decretaba la interdiccién.** La‘ determinacién de la prodiga~ lidad, como la de ja locura, era una quaestio facti que debia ser de- mandada al conocimiento del magistrado. Las fuentes no son claras con respecto a guiénes podian solicitar la interdiccién. En un inicio es Idgico suponer que s6lo los agnados, pues para su proteccién se ha- bia creado la institucién. Sin embargo, cuando posteriormente la ins- titucién protegié ei patrimonio del prédigo mismo, cabria pensar que podia ser solicitada por accién popular."* El famoso pasaje ulpianeo atribuia el mismo poder que al del furioso, Novissimo Digesto Italiano, op. cit., vox “Prodigus”. ot Parece que se traté de una accién wil (éstas se desarrollaron con gran profu- sin en el Bajo Imperio) que ampliaba la esfera de ejercicio de la actio negotiorum directa propiamente dicha, En este sentido D’Ors. A., op. cit., pp. 298-294; Peiia Guz- man-Argiiello, op. cit., vol. It, pp. 552 y ss., y Voterra, E., op. cit, pp, 112-113. 92 El consensu, figura parecida a la autorictas interpositio que prestaban 10s tuto- tes del impuber maior infantia, se desarrollé tardiamente y parece que sélo se apli- caba al menor de 25 ailos. Para los furiosos y los prédigos no fue necesario suplir los negocios imperfectos por autorizacién del curador. Estos eran totalmente inefi- caces mientras estuvieran bajo interdiccién, Vid., Kaser, M., op, cit., pp. 190-191 y Jors-Kunkel, op. cit. pp. 432 y ss. Sin embargo, se ha discutido la validez de los actos ejecutados con el consensu del curator prodigui. Vid., Arias Ramos, J.. op. cit, vol. 11, pp. 774-775. En el mismo sentido Petit y Margadant en sus obras ya citadas. 98 En sentido contrario Jérs-Kunkel, op. cit., pp. 432-22. 4 Vid., Kaser, M., op. cit, pp. 75-80. 96 Con base en Iz legislacién decemviral 1a interdiccién se decretaba mediante un acto solemne en el cual se pronunciaban formulas sacramentales, quedando desile ese momento consagrada la incapacidad legal y diferida la tutela (Sent. Paulo, IIL, 4a. 7). Esta interdiccién se limita 2 los bienes adquitidos por succsién abintestato. Poste- riormente el pretor Ja amplia a los bienes recibidos por testamento y mds tarde a todos los bienes del’ prodigo. Por consiguiente, la interdiccién pudo ser decretada primero por Ja gens y posteriormente por el pretor. Mid., Margadant, G. F., op. cit., p. 169, y Kaser, M., op. cit, pp. 75.80. 9% Vid., Petia Guzmén-Argiiello, op. cit., vol. at, pp. 552 y ss. LA CURATELA DEL PRODIGO 795 lel Digesto*™ que comenta el decreto de Antonino el Piadoso, registra la solicitud de una madre de interdiccién de sus hijos prodigos. 5. La interdiccién se extinguia de pleno derecho al cesar las causas qque le habian dado lugar.** No obstante clio, era necesario determinar cuando habfa concluido la mania dilapidadora. Por consiguiente, era necesaria 1a intervencién del magistrado para declarar al incapaz apto para administrar su patrimonio, con lo que quedaba libre de la cura- tela; si no mediaba esta declaracién el prdédigo continuaba incapaz. La cura prodigui no terminaba automaticamente sino cuando el magistra- «lo revocaba la interdictio bonorum. Beatriz Berna GOMEZ 97 D, 26.5.12.2. que dice: “...El emperador Antonino Pio, de consagrada memo- ria, admitié en los siguientes términos la solicitud de una madre para que se nom- brara curador a sus hijos prédigos...” D'Ors, A., op. cit., pp. 293-294, sostiene que seytin este pasaje del Digesto se podia nombrar curador por concesién imperial. 28D. 2710.1. pr.

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