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GUÍA 7

Liceo Cristiano Hispanoamericano


Grado: Cuarto Bachillerato en Computación Guía No: 7
Curso: Sociales y Formación Ciudadana
Docente: Emerson Tuyuc Fecha: 28 de febrero – 4 de marzo 2022
Bimestre: Primero

Tema general Medidas de ajuste estructural – la privatización


Actividad general Identificar principios del Neoliberalismo
Evaluación Observación

Contenido 1: Neoliberalismo, el proceso de privatización en Guatemala


Punto de vista optimista:

En esta oportunidad comentaré sobre el proceso de la privatización en Guatemala que se generó a


mediados de los años 90. Comenzaré dando una breve explicación de lo que es la privatización.

La privatización está usualmente ligada con la venta total o parcial, al sector privado o a los empleados,
de empresas que son propiedad del estado, o sea, la privatización de la propiedad. En el
establecimiento de las causas de este proceso comentado hasta nuestros días y por el cual muchas
personas en Guatemala, se preguntan por qué se hizo, es importante señalar la verdadera esencia del
mismo.

La privatización no debe de entenderse como la mera venta o traslado de la propiedad, los bienes y
servicios estatales a manos del sector empresarial; este fenómeno debe entenderse más bien como
la forma de funcionamiento de una economía gobernada bajo las políticas neoliberales.

Es cierto, que existe una acción por la cual todos los activos de las empresas estatales se privatizan
en su totalidad para un mejor funcionamiento de su economía, es decir, se traslada el control y la
regulación de la economía del estado al mercado.

El estado es considerado por los neoliberales como un mecanismo que con exclusión de otros asegura
la acumulación de capital. Por lo tanto, se supone que el estado permite salvar aquellos capitales que
van a la ruina en épocas de crisis, tal como ha sucedido en otros países o como ocurrió en Guatemala
a mediados de los años 90 con los bancos comerciales, de esta forma se crea un mecanismo que
asegura las ganancias las cuales se mantienen en forma privada entre ciertos grupos y elimina las
pérdidas, las cuales son socializadas.

En Guatemala los mercados de capitales son incipientes y altamente concentrados por lo que se
presentan limitaciones si se pensara en ventas directas a personas individuales
o jurídicas mediante colocaciones privadas; además este procedimiento concentraría aún más el
ingreso y la riqueza en el país.

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Para muchos guatemaltecos la privatización de las grandes empresas estatales comienza con el
gobierno de Álvaro Arzú entre 1996 a 1998 cuando se privatizaron algunas empresas tales como:
GUATEL, INDE, CORFINA, FLOMERCA, Y FEGUA. Tras esto el mal sabor que nos quedó
anteriormente tras el negocio privado de AVIATECA, es un ejemplo de cómo NO SE DEBE
PRIVATIZAR. Aunque atendiendo únicamente al aspecto de la generación de utilidades porque su
eficiencia en el país es cuestionada.

Las causas más comunes que se esgrimen como justificación para dichas privatizaciones es la carga
presupuestaria (subsidios de aquellos años) que le representaba al estado su sostenimiento; la
incapacidad de afrontar el servicio de la deuda interna y principalmente, la externa; tal como muchas
publicaciones generadas en aquellos años las denotan, así como también la necesidad de capitales
de inversión para la ampliación de su infraestructura y cobertura de sus servicios.

No obstante, solo el tiempo es testigo, si lo que el gobierno de Arzú hizo en aquella época con privatizar
dichas empresas fue acertado o no, ya que según su biografía en wikipedia de donde tomó el
siguiente párrafo dice así: ” En la actualidad, Guatemala cuenta con una industria moderna, pujante y
competitiva en materia de telecomunicaciones, según opinión de adeptos a la medida “.

Por lo tanto, mi conclusión es la siguiente: “Las privatizaciones en Guatemala, abrieron el camino a la


competitividad mundial e hicieron que muchas de las personas tuvieran acceso a los servicios básicos
llegando a los mas recónditos sitios del país con precios asequibles. Hoy en día, es raro encontrar a
un guatemalteco sin celular o sin línea fija en sus hogares o empresas ya sean estas pequeñas,
medianas o grandes. Se estimaba que en el 2015, 1.7 millones de personas estaban sin energía
eléctrica, lo que nos indica que solo 0.1% está sin cobertura, aún con esta deficiencia llega y alumbra
los hogares de muchas familias guatemaltecas. Por lo que, se concluye que la decisión que tomó el
presidente Arzú en aquellos años fue la más acertada para el país, porque nos trajo muchos cambios
y nos hizo ser una industria pujante en todos los sentidos de la competitividad”.

Nota: Telgua se vendió por US$ 700.1 millones y EGGSA por US$ 520 millones, ambas fueron
vendidas en 1998

Punto de vista pesimista

La historia completa de la ola privatizadora en Guatemala todavía no está escrita, pero ahora que estoy
en la jungla legislativa puedo notar que el problema es mayor de lo que creía. Como sea, el programa
neoliberal puede resumirse en la mayor estafa económica al Estado y a la sociedad.

Superpuesto a la problemática real aparece el paradigma ideológico. El credo neoliberal, unido a


prácticas históricas de privilegios, facilitó la toma de entidades públicas por parte de gremios y redes
mafiosas y redujo la política a papel de baño y el bien común a retórica populista.

Y en medio está la colonización ideológica de las clases medias, las cuales a menudo avalan tales
políticas, que van contra sus propios intereses, y sus resultados. Y, por supuesto, la polarización social
acumulada. Quizá Guatemala sea una demostración de que la teoría del conflicto de clases se
actualiza si el Estado no es Estado, sino un board de los capitales financieros.

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La privatización del Estado es multidimensional. Empezó con una política de hacer renunciar al Estado
de sus obligaciones constitucionales, especialmente las de orden social y económico. Esto lo llevan a
cabo gobiernos subordinados a las élites económicas. Estos gobernantes se piensan más como
gerentes o empleados de multinacionales que como estadistas.

Luego viene el costo social de manejar el Estado como una empresa. Se asume que una empresa
solo busca eficiencia económica (o su equivalente estatal: el crecimiento económico), pero, en un país
tan desigual y con tantas demandas acumuladas, este programa resultó ser una grave medicina para
la enfermedad.

La pobreza, la corrupción, el abandono y la conflictividad crecieron y se multiplicaron en el largo plazo.

Después vino la piñatización propiamente dicha de los activos, recursos y bienes públicos. Dos cosas
se suceden simultáneamente en este proceso: la clase política prefiere ignorar la gravedad de los
hechos o comienza a endeudar al Estado para mitigar las urgencias sin afectar a sus patrocinadores.

Los poderosos defienden a capa y espada su derecho a lucrar con bienes públicos, para lo cual
cuentan con un arco de voceros ideológicos y un arco de intereses económicos difíciles de soltar. Lo
paradójico de todo esto es que fue en la era democrática cuando este proceso se empezó y normalizó,
cuando debió ser, al contrario. El pluralismo de la economía está ausente en las políticas
macroeconómicas, y la manera más fácil de decir que se hace algo es no hacer nada.

Así, fue en el gobierno de Vinicio Cerezo cuando se inició el proceso con Aviateca y las bandas de
telefonía celular, las cuales convirtieron a ministros de Estado en nuevos millonarios. En este período
predominó el credo mismo bajo el término de desincorporación.

Pero fue durante el gobierno de Álvaro Arzú cuando este credo cobró carta de ciudadanía. «Solo los
empresarios gestionan bien y no roban porque ya son ricos». Así, las industrias de telecomunicaciones,
minería, energía eléctrica, obra pública, correos y protección agrícola, entre otras, pasaron
aceleradamente al sector privado organizado, que así se aseguraba nichos de mercado masivos para
una rápida y sostenida tasa de retorno, todo a precios de paca para capitales extranjeros. El Estado,
que hasta la fecha es dueño del subsuelo y de radiofrecuencias, simplemente dijo: «Vengan y tomen
lo que quieran».

Un dato simbólico: recién este mismo año, para abrir en la zona 12 un centro comercial de Walmart,
se tuvo que destruir uno de los últimos silos de resguardo de alimentos que alguna vez hubo en este
país para salvaguardar la economía campesina del poder de los intermediarios. Los paliativos que se
ensayaron para medio mitigar el impacto social negativo de este programa económico devenido en
políticas públicas llamado neoliberalismo fueron al menos de tres tipos: 1) fondos sociales, 2)
fideicomisos y 3) programas sociales (institucionalizados en el Ministerio de Desarrollo Social), los
cuales, por falta de controles, cayeron en corrupción o aumentaron ganancias en el sistema bancario.

La joya de la corona de este programa fue colocar en la Constitución Política la consigna de crédito
cero del banco central al Gobierno, de modo que el mismo Estado se amarró las manos. Y para algunos
exaltados todavía falta privatizar el agua, el subsuelo, el IGSS y la Universidad de San Carlos.

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Otra consecuencia negativa del programa minimalista fue la exacerbación de la violencia social.
Aunque se suponía que esta mermaría con la democracia tras la firma de la paz, sucedió lo contrario:
la conflictividad agraria y ambiental creció, ya que la rentabilidad social y las externalidades negativas
apenas si fueron consideradas.

Lo mismo ocurrió con la seguridad ciudadana y fronteriza. En un intento de asegurarla, sucesivos


gobiernos tras la firma de la paz apelaron a la mano dura y no escatimaron en olas de asesinatos
extrajudiciales, por los cuales la comunidad internacional se convenció de la necesidad de crear la
Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).

Con todo lo anterior, no había otro pronóstico más que este: la bancarrota financiera y moral del
Estado. Ingobernabilidad y tutelaje. Un sepulcro blanqueado. ¿Cuál es la alternativa? En lo conceptual,
un Estado regulador, que prevenga y evalúe periódicamente los resultados para el bienestar nacional
(es decir, rescatar la planificación pública). En lo político, un pacto de gobernabilidad, que implica
metas de cortísimo plazo en una agenda mínima. Y, por último, un proyecto de nación, que implica
una democracia robusta, instituciones abiertas y desarrollo territorial.

Aspectos Positivos Aspectos negativos

Tarea Elabore un cuadro comparativo de los aspectos positivos y aspectos


negativos de la privatización. Utilice la información que presenta ésta
guía.
Fecha de entrega Enviar un documento PDF del trabajo realizado antes del domingo 6 de
marzo a las 12:00 horas.
Materiales necesarios Guía #7, hojas, lápices, lapiceros, crayones, otros.
para la clase

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