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‘Leonardo Morlina ills, Prentice Hall, 1976, La compparazione nelle selenze so- Muli «La politica comparata: premesse ¢ problemi», en Rivisis sea Politica, 1 pp. 7-66. nes for Concept Analysis, en i, comp.» Social Science Con atic Analysis, Beverly Fills, Sage Publications, pp. 15-85, ‘ret (1983), Theory and Method in Comparative Research: 4 en «Social Forcese, LXI, pp. 731-754. COMPARACION Y METODO COMPARATIVO, Giovanni Sartori Hace ya veinte afios (casi) que escribi sobre politica comparativa xy sobre el método en que se funda, Escribi por qué era partidario de élla. Sin embargo, debo admitir que el resultado es hoy enormemente inferior a las expectativas de entonces. Por qué?, zse debe a una so- brevaloracién inicial2, ga que hemos tenido abundantes tropiezos en el curso del camino?, zo se debe 2 otras razones? Responder estas ‘cuestiones nos conduce a un balance més general. :Dénde estamos? @Hacia dénde nos conviene ir? Es un debate a reabric. En mi escrito, ligamos originario, me preguntaba en el siguiente orden: 1) por qué comparar; 2) qué es comparable; 3) cmo comparar. Es conveniente repetir las mismas preguntas en el mismo orden. Por qué comparar or qué comparar? Entonces respondia: «La comparaci6n es un método de control de nuestras generalizaciones..o leyes del tipo si. Ls Politica Comparata: Premessee Problemis (1971, 7-66) Es el escrito on el cual comenzaba la Riviste Italiana di Scienaa Politic; y consti, al menos en la » Giovanni Saori 9 un método de control porque obviamente no es el ). No he cambiado de opinién y, entonces, tampoco ‘ora. Sin embargo, con el paso de los afios cada vez se ' directamente no se habla, de la funcién de control paracién. Przeworski llega incluso a sostener que «la omparativa no consiste en comparaciones, sino en ex- objetivo general de la investigacién entre paises con- sr» (1987, 35)?. Pero, y sin llegar al extremo de negar araci6n se deba comparar, lo cierto es que la palabra iderada en desuso. Ragin escribe que el saber compa- clave para comprender, explicar e intexpretar> (1987, redefine» (en el titulo, en verdad sélo en el titulo) la ativa como un campo, cuyo intento es «consteuir una a empiricamente falsable> (1989, 12). ¢Cmo no estar ados queremos comprender, explicar e interpretar. © lograremos comparando? A menos que no se dese mente que s6lo la comparacién explica, Przeworski, ‘otros no nos explican cudl es la raz6n de ser de que carada podamos conocer. En resumen, la pregunta arar» sigue sin respuesta. Ahora bien, sila politica (al iologia) comparativa no posee una funcién heuristica ‘ces tampoco merece que nos ocupemos més de ella. strido con el «control»? Por qué no se lo menciona ‘a explicacién (de dos) es del todo accidental y pura- a. En la estructura didactica de las universidades esta- demarcacién habitual es entre politica americana y ativa, donde este dlimo término se utiliza para «otros aeral, para uno solo. Por lo tanto quien estudia el pre- SA ¢s un americanista, mientras quien estudia sélo el © francés es llamado comparatista. Desaffo a cual- explique por qué ello es asi. El hecho es que el sector 2 sprogramiico>, En efecto, destacaba que la polities comparstiva ro dela ciencia politica comtemporanea® (0, p- 63). Sobre fa sta oltca en genera, ver mi evaluacin «Dove vals Scienza Politica, >e-114) no requiera comparacién meimpresiona en el mismo modo que lo do, un absurdo. Y encuentro apresurada,agrego,latesis del volt y Teune (1970, 8) segin la cual el objetivo de la invetigacisn com- “sustitur €on nombres de variables los nombres de sistemas #0- CComparaciin y método comparativo BL denominado «Politica comparativar esté hoy en dia densamente po- blado por estudiosos que no han cotejado jams nada con nada, que zo tienen ningén interés en comparar y que son no menos «parro- aquiales» que los americanistas (que lo son a ultranza). El estado de la euestidn es que la mayoria de los comparatistas USA no compara nada y, « fortiori, nada controla. gCémo se sale? La via de menor re~ sistencia consiste en fingir que no sucede nada, en declarar que se puede comparar sin comparar y en callar sobre el control. Probable ‘mente Przeworski y los otros estn convencidos de que es asi. Pero no es 28h Decfa que las explicaciones son dos. La segunda es seria —de na- turaleza gnoseol6gica o epistemoldgica— y se refiere especificamente al control, Comparar es confrontar una cosa con otra; pero si se am- biciona controlar, entonces la cuestién inmediata es: qué cosa con- trolamos?, controlamos leyes? Si el término es entendido en sentido fisicalista 0 siguiendo cénones rigidamente positivist, entonces es I cito oponerse. En este sentido Marradi (1985, 308) ataca el programa que consiste en «someter a control la validez universal de una “ley"» dobservando que aquelios que lo suseriben no han «zeflexionado seria- mente sobre el significado del término “universal” (vilido siempre y en cualquier lugar)». Sies asi tiene razén. Sin embargo, el programa fisialista ya fue abandonado. Hoy las ambiciones nomotéticas de las ciencias sociales no son universales (en el sentido omaiespacial y om- nitemporal definido por Marradi) y se proponen leyes declaradas leto-like, condicionadas con la forma si... entonces. Definamos ley as una generalizacidn provista de poder explicativo que expresa una re- gularidad> (Sartori, 1984, 11). Bn tal caso diria que se desrumba la objecién epistemolégica’. Preciso pues asf: parangonar sirve para controlar —verificar o fal- sificar— si una generalizacién (regularidad) se corresponde con los ‘casos 2 los cuales se aplica', Se entiende que comparamos por muchi- > Marradi (1985, 310) objeta haciendo uso del «problema de Galton»: y afirma que sel paralelismo eat los estos de dos o mis propiedades podria deberse a fendme- sos de difusén...por la via de la conquits,imitacin, ete. Confssa que no entiendo las consecuenciss perudiciales de la abjeciéa de Galton. Ciertamente, tn «contagion to advertido nos expone a explicacionesctculares; pero una vee adverido puede in- corporarse ala explicacion gentica de una regularidad * Como se puede advert, esta formulaciOn no nos impane extablecer ex ante a qué nivel (globalizate, intermedio oestritamente eregionals) generaiza. Es razonable 0 en cualquier caso prudente recomendas, como hace Bendix (1963, 539), el desarrollo, de conetptos y generalizaciones aun nivel inceemedioentee lo qe es verdadero en to- Giovanci Sartori Para itié hasta el cansancio que su tesis debe ser original y rar en torno a una 0 mas hip6tesis. Sempronio investiga » geémo se hace para ser original estudiando los gatos? ay elige el perro-gato; y su hipétesis es que todos los, smiten el sonido miau, miau. Su director de tesis dice y una fundacién contribuye con 100,000 délares para CComparacién y método comparstiva 0 la investigaci6n. Tres afios después Sempronio reaparece, més bien deprimido. La hipétesis, admite, no ha sido confirmada: es verdad «que muchos perros-gatos emiten el sonido miau, pero otros muchos no lo hacen. En cualquier caso, dice Sempronio, en el curso de la in~ vestigacién se me ha ocurrido una hipétesis alternativa: todos los pe- rros-gatos emiten el sonido bau, bau. Pasan otros tres afios, se gastan 100.000 délares més, y nuevamente la hipétesis es refutada: es verdad «que muchos perros-gatos hacen bau, bau; pero otros muchos no lo hacen. Sempronio esta desesperado, y su director se siente ineémodo, no sabe qué més sugerir. Al final le aconseja interpelar al ordculo de Delfos. Sempronio llega a a caverna por la noche, y el oraculo se sen= tia cansado. Cansado de articular respuestas sibilinas. Lo escucha, y movido por la piedad le dice: amigo mio, te diré la verdad sin velosy ia simple verdad es que el perro-gato no existe. Como nace el perro-gato? Nace de cuatro fuentes que se refuer- zan una con otra: 1) el parroguialismo, II) el clasificar incorrecta- mente, II) el gradualismo y IV) el alargamiento de los conceptos. Por parroquialismo entiendo los estudios de un solo pais in ‘vacuo, que pura y simplemente ignoran las categorias de andlisis per- tenecientes a teorias generales y que entonces adoptan con despropo- sito términos fabricados a medida y, al mismo tiempo, sin medida. Por ejemplo, Sundquist (1988) titula y desarrolla un escrito suyo como «gobierno de coalicién en los Estados Unidos». El problema es que la expresién gobierno de coalicién se aplica, en todo el mundo, a sistemas parlamentarios (no a los sistemas presidenciales de tipo ame- ricano) en los cuales los gobiernos dependen del parlamento y estin constituides por alianzas de dos 0 mas partidos. Estas caracterfsticas «estén ausentes en el caso que Sundquist denomina gobierno de coali- cidn. Nace de este modo un perro-gato (todavia peor, un perro-pez) que muy pronto terminard en los computers y complicard toda la teo- sfa de los gobiernos, correctamente denominados, de coalicién. El perro-pez de Sundquist es un puro y simple error de nombre, resultado de la ignorancia parroquial. El mal-clasificar conduce a monstruos mas «sofisticados», mas refinados. Piénsese en la etiqueta «sistemas monopartidarios» que se utiliza para designar 1) los llama- dos one party States de los Estados Unidos, Japon y,a veces, 2 Suecia, Noruege y la India, 2) a México, a los patses comunistas pre-1990. El problema es que los primeros casos son —en la conceptualizacion ropuesta por mi— sistemas de partido predominante que pertene- cen a contextos competitivos (Sartori, 1976, 192-201): México es un Giovanni Sartori snico que permite una competicién «limitada> (Sar- 38); mientras los paises comunistas son, o han sido, ido tinico en el sentido preciso del término, y porque in dl derecho, y en los hechos, cualquier otro partido i habia, un «partido titere» admitido y exhibido como do de lado la cuestion de la terminologia, en cualquier ‘tres animales muy diferentes. Si los reuniéramos en tos un perro-gato-tigre. Supongamos que nos interese rer chasis gue conducen al monopartidismo. Hun- I) hipotetiza que «los origenes sociales de los siste~ inico se adscriben ... a una bifurcacién», es decir, que + un partido ... tienden a ser el producto o de una acu~ waoages «0 bien de la prevalencia de un alineamiento ore otrose. ZEs cierto? ¢Es un error? No lo sabremos ni ésta ni ninguna otra hipétesis podra jams pasar la monstruo de tres cabezas. La generalizacién que quizé tos no es vilida mas que en parte para los perros y casi los tigres. El error es aqui de clasificacién (no sdlo de porque diciendo partido tinico se recurre @ un criterio lasificacién de los sistemas partidarios: y un correcto se deriva de un solo fundamentum divisionis, de un tecesariamente produce clases mutuamente exchuyen- rho consienten que «uno» y «mas de uno» vayan jun- sudoclase puede consentir que Jap6n y China, Suecia y 9s Unidos y Albania puedan ser asignados @ un mismo + productor de perros-gatos es —decia— el «gradus- ‘vez es producto del abuso de la méxima segia la cual ncias son diferencias de grado, que pueden extenderse num de mas-menos. De este modo no hay sanos 0 en- as 0 menos sanos-enfermos. Por esta via, tal vez este- tal vez nos veamos obligados a estar en cama feecuen- os en casa, pero nos ocurre también terminar en el iDes la demarcacién, Ja frontera entre los dos estados? Ja respuesta es facil: hemos inventado el termémetro de cual se establece que el punto de division es aproxima- mo a los 37 grados. Pero en las ciencias sociales no hay ‘mucho menos existen que define del siguiente modo: una situacién tal aque «cl primer partido obtiene en ef Parlamento menos del 70% de Jos escafios, y los dos primeros partidos obtienen juntos al menos el 90% de los escaiios». ZEs correcto? ;Cémo lo sabe? Lo sabe porque ha considerado los sistemas clasificados como bipartidatios y ha he- cho las cuentas, Pero aun asi gpor qué 90 en vez de, imaginemos, 88%, y 70 en vez de, digamos, 68%? No hay razén «razonada» para establecer los cortes donde los establece Rae, y, por ende, no hay ra- zn para no variarlos. Varidndolos se trasladan los confines del caso en cuesti6n y por ello se redefinen y redistribuyen los casos. ¢Poco ral? No, mals porque Rae se propone averiguar si existen «leyes» s0- bre los efectos de los sistemas electoraless y variando los limites se hacen cuadrar o no cuadrar las leyes. En esta tarea Rae es brillantes pero el punto de principio, o de método, es que las excepciones (y por lo tanto desmentidos) a las reglas son frecuentemente colocadas ‘en los lugares de los cortes, de tal modo que basta variar un poco los ‘at-off points para borrar las excepciones o, viceversa, para descubrir desmentidos. En lo esencial el «gradualismo» crea animales a sopli- dos, que podemos manipular del mismo modo que el gobernador Gerry manipulaba las circunscripeiones electorales, dando lugar al arte —el gerrymandering —que ha inmortalizado su nombre. Por iltimo, y resumidamente, los perros-gatos son procreados continuamente por el concept stretching (Sartori, 1970, 1034; 1971, 20), el alargamiento de los conceptos. Tomemos el término es fuertemente desmentida (mientras resultarfa confirmada cuando se refiere a la acepeién estrecha o ga~ rantisa del término). Considérese «pluralismo». $i todas las socieda- des son declaradas, en alguna acepcién de la palabra, pluralistas, en~ tonces resulta indemostrable que el pluralismo se relacione con la democracia. Considérese «movilizaciéns. Si la palabra se amplia hasta el punto de abarear tanto la participacién como actividad vo- luntaria, actuar por si mismo, como actuar por la fuerza, o hetero~ ‘movimiento (movilizacién en sentido propio), entonees tenemos un pperro-gato gracias al cual la generalizacién (verdadera) de que la par- ticipacin caracteriza a la democracia puede ser (falsamente) decla- ada falsa. Otro ejemplo de concepto alargado hasta el punto de con- Giovanni Sarton ada es sideologia». En su uso corriente la palabra no ratio; todo es ideologia por definicién, sin posibilidad ntraria; de este modo el pensamiento-falso y la investi. verdad se confunden en una noche posthegeliana en I, ologia esta constituida por vacas grises. con el perro-gato y derivados (perro-tigre, perro-peral, o1 comparado se vacia de utilidad. Mientras més produ. -gatos, menos capaces somos de generalizar y verifica obre cualquier cosa. tar 5 tos que hemos establecido que una cosa es claramente on otta cosa, y en qué aspecto. Queda por establecer ategia comparativa a adoptar. «A veces el comparatista similitudes, a veces las diferencias. Prestard atenci6n a en los contextos que son similares, 0... buscaré analo- tas diferentes» (Dogan y Pelassy, 1984, 127), Paralela- dos enfoques: clegir sistemas mds semejantes, 0 bien ts més diferentes?. En el primer caso el investigador mas «cercanos», es decir, similares en la mayor cantidad cas posibles, lo que le permite dejar de lado un alto n bles bajo la cléusula ceteris paribus, es decir, declarin- La presuncién es que los factores comunes de paises homogéneos (las llamadas «reas», como Europa occi- ca Latina, et.) son irrelevantes a la hora de explicar las | ideal seria encontrar entidades similares en todas las nto en una, es decir, excepto en aquella variable que nos ‘igar. Por el contrario, en el segundo caso el investiga- sistemas que difieren en la medida de lo posible, en el fenémeno que se investiga. En el ejemplo de Prze- xe (1970, 35), si las tasas de suicidio son las mismas en- 0s ¥ rusos (en verdad sistemas muy diferentes), enton- que el feniimeno no se puede explicar por factores tores que deben ser ignorados. l most different systems design, es la estrategia recomendada pot fe (1970). Bien, Pero no eatiendo por qué esta estrategia debe nee it en candlsis de niveles miliples» y observar scomportamientos 4 Ide sistema» (ep. 4). CComparsién y método comparativo a Hasta aqui no hay problemas. Pero el control comparado se re- fiere a hipstesis generalizantes, a «leyes» (casi-leyes) respecto de las cuales el problema surge de las excepciones. Més precisamente, youindo 1 cudntas excepciones matan wna regla? El problema sigue uy abierto, y si no lo ordenamos entonces todo el comparar tanto en su porqué cuanto en su cémo— corre el riesgo de nau frag. Reglas y excepciones Repitamos la cuestién planteada en la siguiente forma: zen qué medida una regla puede soportar excepciones? El dicho comin de que las excepciones confirman la regla no esta bien dichos en verdad se debe decir que la nocién de excepcisn presupone la existencia de regularidades; lo que no nos ayuda mucho. Comencemos sosteniendo que si una ley o regla es concebida edeterministicamente», entonces una sola excepeidn es suficiente para relutarla, Pero las leyes de las ciencias sociales no deben conce- birse deterministicamente, es decir, siguiendo la férmula: si esté dada Ja causa entonces esta dado el efecto. No: dada una causa no es cierto el efecto, no es conocido y seguro ex ante. En las ciencias sociales, siempre he sostenido (1979, 52}, no es valida la determinacién causal, sino la indeterminaci6n causal. Aqui también se dan causas; pero cau sas cuyos efectos no son «necesarios» como lo son en las leyes natu- rales. En efecto, estamos habituados a decir que nuestras generaliza- ciones, nuestras cuasi-leyes, son «probabilisticas». Si, a condicién de que se relacionen con el significado de probabilidad, Si se trata de probabilidad en el sentido estadistico y matematico del término, en- tonces estamos haciendo trampas en el juego, porque las leyes esta- disticas son justamente leyes estadisticas; no leyes en el sentido que nos interesa, es decir, generalizaciones (regularidades) explicantes que implican un scire per cawsas, una comprensién fundada sobre causas. Supongamos que la duracién media de la vida sea de 66 afios, o que la frecuencia de los nacimientos femeninos es superior a la de los naci- ‘mientos masculinos son leyes o probabilidades estadisticas que son verdaderas pero que no explican. Por lo tanto, cuando decimos que las leyes de las ciencias sociales son probabilisticas decimos slo que son «leyes de tendenciar. Lo que no resuelve para nada el problema que en verdad debe resolverse: cSmo considerar las excepciones. Giovanni Sartor en que las leyes en cuestién no son deterministas se ‘© pocas excepciones las debilitan pero no son sufi- atarlas. Establecido esto, supongamos que nuestras le- 0 si enzonces, donde al «si» estd constituido no por ficientes, sino (para seguir con el ejercicio mental en ondiciones necesarias. En tal caso especificar las con- arias es especificar cuando se aplica una ley 0 no} y mero de las condiciones necesarias ¢s restringir su ém- 6n, Para nuestros fines esto significa que las excepcio- incidn de las condiciones necesarias en el sentido de das (climinables) agregando condiciones adicionales, leo sobre la caida de los cuerpos fracasa en la prueba ‘no se circunscribe con la condicién «cafda en el va- ito un primer modo de afrontar el problema de las ex- sducir el ambito de aplicacién de una ley precisando jciones. Otra manera de proceder es reformular una Jo que se puedan incorporar las excepciones en su ‘cién', Solamente después de haber seguido las dos es- agotar sus posibilidades, una ley puede ser salvada ex- cepciones con arguments ad hoc, circunstanciales in caso una ley puede ser declarada resulta ciertamente un modo con- 2 afrontar el problema. Hace tiempo (Sartori, 1970, 6-195 1984b, 44-46) propuse que un mézodo capaz unto, en referencia alas leyes de Duverger sobre los sistemas 16. v compass y método comparativo 4“ ge relacionar universales y particularidades es organizar nuestras tategorias a lo largo de escalas de abstraccién vegidas por Ia regla de transformacién (tanto en direccién ascendente como descendent) + la cual la connotacién y la denotacién de los conceptos est en felacién inversa. De este modo con la finalidad de hacer un con- cepto més general —incrementando también su capacidad de vie~ jar— debemos reducir sus caratteristicas 0 propiedades. A la in- ‘versa, con la finalidad de hacer un concepto més especifico —y entonces contextualmente mas adecuado— debemos aumentar las propiedades o caracteristicas. No me detengo més en este punto porque ya he considerado abundantemente la escala de abstracci6n ‘en otros trabajos. Pero es como predicar para sordos. En parte es porque para llevar a cabo transformaciones de objetos se requiere ‘un minimo de adiestramiento légico (que cada vez brilla mis por sv ausencia), Pero también se debe a que es infinitamente mas facil in- vyocar la inconmensurabilidad o bien dejar que los ordenadores lo hhagan por nosotros" Hlestudio de caso Antes de concluir debemos detenernos en eémo la comparacién. se relaciona con el estudio de caso entendido especificamente como case study heuristico, crucial, o también desviante ”. En esencia el caso se elige expresamente 0 porque nos resulta stil para generar hi- pétesis 0 porque es . > acuerdo. aen la absolucién. Claro que tampoco yo debo exa- ca. Mis reservas se refieren en particular al desarrollo olitica en Estados Unidos, y a la absurda distincién al comienzo— entre americanistas y comparatistas, 0 rda interpretaciOn que ha resultado de ello. En Italia as multinacionales, por asf decir, no son legiones; pero ‘tos politélogos son «implicitamente» comparatistas que sus parimetros son comparados. En segundo lu- 1, mis eriticas se refieren especialmente a la infra-vtili- rdo comparativo. No sostengo —serfa absurdo— que xcelentes trabajos de amplia y explicita comparacién. ejemplo, el estudio de las crisis democriticas 0, 2 la Comparacin ¥ método comparativo ” jnversa, de los procesos de democratizacién ", Pero también en los trabajos de més brillo la formulacién de las hip6tesis, cuando se hace, ts timida y el control comparativo es siempre suavizado. ;Qué pena! Con un minimo incremento de conciencia y de seguridad metodol ses podriamos hacer mucho més. Los frutos estén a la vuelta de la Esquina. ;Por qué no cogerlos? 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