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“Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y dos discípulos y lo envió de dos en dos,
delante de Él, a todas las ciudades y lugares a donde Él debía ir” (Lc 10,1)).
Con motivo de la semana de la catequesis, que se tendrá del 10 al 17 de mayo del presente año.
La Dimensión para la Nueva Evangelización y Catequesis (DINEC) con gusto ofrece el
presente material, para todos nuestros agentes de catequesis, que con generosidad y alegría
realizan este ministerio con niños, adolescentes, jóvenes y adultos.
El subsidio ofrece:
è Un esquema de Hora Santa, que se puede utilizar el jueves, o el día más apropiado para
los catequistas, con la intención de que los agentes puedan vivir un momento de
oración y encuentro con el Señor, razón de ser, de nuestra fe y nuestro apostolado.
è También contiene oraciones y algunos cantos que vamos a utilizar en los encuentros
decanales y en el encuentro diocesano de octubre.
è Un Cd con los cantos de cada catequesis (también se pondrán en internet a través del
Facebook).
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4. Encuentros decanales y diocesano de agentes de la catequesis. El 19 de agosto, la
DINEC hará una segunda entrega de material al equipo coordinador del decanato, para
celebrar el Encuentro de decanato (septiembre - octubre) y preparar el XVIII
Encuentro Diocesano de Agentes de la Catequesis que será el sábado 17 de octubre.
a) De lunes a viernes:
Ø Reflexionar los temas del subsidio.
Ø Actividades que se sugieren:
Ø Promover más agentes de catequesis.
Ø Incorporarse al proyecto parroquial de formación de agentes, y si no se tiene,
realizar un proyecto de formación de agentes de catequesis.
Ø Seguir realizando el proyecto de Iniciación Cristiana: promover el equipo
Misionero-Kerigmático y el equipo promotor de la Iniciación Cristiana.
Ø Proyectarnos a la comunidad, a través de romerías, periódicos murales, y otras
manifestaciones para compartir la fe.
Ø Visitar hospitales, asilos, enfermos, personas solas, para promover la vivencia
de la misericordia.
Ø Promover alguna actividad social para ayudar a familias necesitadas.
Ø Involucrar a las familias en la pastoral de la catequesis.
Director
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Lema
Oraciones
Cantos
Lema
“Catequistas en modo sinodal
juntos debemos trabajar”
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Oración del Catequista
Señor Jesús, fuente de vida y esperanza
tú que me has llamado a ser catequista,
ilumina mi mente y mi corazón
para poder enseñar a aquellos
que tú me has confiado,
el evangelio que brota de tus manos.
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Cantos
Hoy decimos que sí
Hoy decimos…
https://www.youtube.com/watch?v=3RWz5uSsb04
https://www.youtube.com/watch?v=U5LCSaTzb1I
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Canción al corazón de Jesús
(Cristóbal Fones SJ)
https://www.youtube.com/watch?v=VyBv6ZHZ89U
Confió en Ti
(Ministerio Jésed)
https://www.youtube.com/watch?v=ZK-9Ue4rzD0
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Iglesia Peregrina de Dios
Todos unidos formando un solo cuerpo, Rugen tormentas y a veces nuestra barca,
un pueblo que en la Pascua nació. parece que ha perdido el timón.
Miembros de Cristo en sangre redimidos, Miras con miedo, no tienes confianza,
Iglesia peregrina de Dios. Iglesia peregrina de Dios.
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu Una esperanza nos llena de alegría:
que el Hijo desde el Padre envió. Presencia que el Señor prometió;
Él nos empuja, nos guía y alimenta, vamos cantando, Él viene con nosotros,
Iglesia peregrina de Dios. Iglesia peregrina de Dios.
Juntos cantando la alegría Hay una fe que nos alumbra con su luz,
de vernos unidos en la fe y el amor una esperanza que empapó nuestro esperar
Juntos sintiendo en nuestras vidas Aunque la noche nos envuelva en su
la alegre presencia del Señor. quietud,
nuestro amigo Jesús nos guiará.
Somos la Iglesia peregrina que Él fundó,
somos un pueblo que camina sin cesar. Juntos cantando…
Entre cansancios y esperanzas hacia
Dios, El Señor nos acompaña al caminar,
nuestro amigo Jesús nos llevará. con su ternura, a nuestro lado siempre va,
si los peligros nos acechan por doquier,
Juntos cantando… nuestro amigo Jesús nos salvará.
https://www.youtube.com/watch?v=_ELL2sQAw7E
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Caminemos Juntos
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Catequesis 1 Saber Escuchar
Objetivo
Descubrir nuestra capacidad y necesidad de escuchar a Dios y al hermano, para así poder
crear espacios de diálogo y escucha activa en nuestra comunidad.
Oración Inicial
“Aquí nos tienes, Señor”
Aquí nos tienes, Señor, con nuestros pecados, pero reunidos en tu nombre. Dígnate purificar
nuestros corazones. Enséñanos qué hemos de hacer. Muéstranos por dónde debemos cami-
nar. Descúbrenos aquello que debemos alcanzar.
Miramos la realidad
Hoy en día nuestra sociedad tiene un gran defecto: no saber escuchar. Algunos sociólogos la
han llamado, la “incontinencia auditiva”. Esta es una extraña enfermedad que consiste en no
escuchar y sólo hablar, hablar por vicio, sin atender el rumbo de la conversación e
interrumpiendo la palabra del otro. Es un vicio psicológico que pone muy nervioso al
interlocutor.
El filósofo griego Zenón, solía decir a sus discípulos: “Recuerden que la naturaleza nos ha
dado dos oídos y una sola boca, para enseñarnos que vale más escuchar que hablar”.
Hoy, en la sociedad de la prisa, de la hiperactividad, de la era digital y del estrés, existe un gran
déficit de escucha atenta y serena. La gente habla y habla, incesantemente. Falla la capacidad
de escucha, la capacidad de atender al otro.
Hay diferentes factores que pueden provocar en nosotros la falta de escucha al otro:
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v La prisa: no dejamos que el otro termine sus planteamientos, queremos que corra más,
o tarde menos.
v La apatía: damos la razón con gestos e incluso con monosílabos sin prestar atención al
mensaje.
v Los consejos: es cuando decidimos solucionar la vida de los demás desde nuestro
punto de vista, asumiendo que nuestra perspectiva de la realidad es la única.
v Excesivo uso de los medios de comunicación: usamos tanto los medios de
comunicación, que perdemos la capacidad de la escucha, de la interacción con el
otro personalmente.
v El aislamiento: que es la no interacción con los de tu alrededor, viviendo encerrados
en sí mismos.
Por otra parte, no sólo se escucha con los oídos, se escucha con la mirada, con el cuerpo, con la
respiración. Diferentes estudios realizados sobre la materia nos indican que se recibe la
información de la siguiente forma:
Saber escuchar, hoy, es muy importante. Exige dominio de uno mismo. Es un arte y un gesto
de sabiduría. Escuchar es una actitud difícil porque implica atención al interlocutor, esfuerzo
por captar su mensaje y comprensión del mismo. Es necesario escuchar, en este momento de
la vida y saber discernir qué es lo que Dios quiere y lo que el hombre quiere.
Estamos en modo sinodal y la escucha es una actitud básica para descubrir la voluntad de Dios
y ser dóciles a sus inspiraciones, para que el Evangelio pueda fecundar en todas las realidades
del hombre.
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Iluminados para Discernir
En el Antiguo Testamento, la escucha juega un papel importante. Dios siempre le recuerda a
su pueblo que Él es el único, en medio de dioses falsos e ídolos: “Escucha Israel, el Señor, tu
Dios, es solamente Uno…” (Dt 6,4). También en repetidas ocasiones Dios se queja de que su
pueblo no escucha. Por su parte, los profetas son eminentemente oyentes; escuchan lo que el
Señor tiene que decir y luego hablan en su nombre (Cf. 1 Sam 3,10).
Por su parte, San Pablo afirma que la “fe viene por el oído” (Rm 10, 17) esto significa que lo
primero es escuchar el anuncio de la Palabra de Dios. El oído como símbolo de la recepción de
la Palabra es la matriz de la fe que es concebida. La fe es oído y escucha a la vez.
En numerosos discursos Jesús termina diciendo “el que tenga oídos para oír que oiga” (Mc
4,23) afirmando que lo que ha dicho es de suma importancia. En los Evangelios, el Señor se
muestra muchas veces en oración a Dios, su Padre, para buscar su voluntad. La oración es uno
de los medios privilegiados de la escucha de Dios.
Jesús, en cierta ocasión, se lamentó diciendo: “se ha endurecido el corazón de este pueblo, se
han vuelto torpes sus oídos, y se han cerrado sus ojos; de modo que sus ojos no ven, sus oídos
no oyen, su corazón no entiende, y no se convierten a mí para que yo los sane” (Mt 13,15);
“Bienaventurados, en cambio, porque los oídos de ustedes oyen y sus ojos ven. Muchos
profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen, y no
lo oyeron” (Mt 13,16-17).
En el Evangelio de Juan se afirma, además, que Jesús es la Palabra: “en el principio existía la
Palabra y la Palabra era Dios” (Jn 1,1). Si Jesús es la Palabra lo primero que hay que
hacer es escucharlo. Jesús al ser Palabra es mensaje: tiene algo que decirnos. El ser humano,
en relación a Dios, se define como oyente de la Palabra. Dios, en su misterio, es la Palabra, la
escucha y el silencio.
1. El arte de escuchar
Escuchar es un arte espiritual que está estrechamente ligado a muchas virtudes. Escuchar
requiere amor, paciencia, disposición, entrega y hasta sacrificio. La humildad y la escucha
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están íntimamente relacionadas. La cualidad indispensable para una buena escucha es la
humildad. Igualmente la sabiduría y la escucha se entrelazan. El sabio lo es no tanto por lo que
dice sino por lo que calla y escucha. No hay sabiduría sin silencio y sin rumiar los
acontecimientos. Tampoco existe obediencia sin escucha. Etimológicamente la palabra
obediencia viene del latín y contiene la raíz audire que significa escuchar. Obedecer es
escuchar atentamente.
Uno de los primeros servicios que un ser humano le debe al otro es escucharlo. Así como el
amor a Dios empieza por escuchar su Palabra, del mismo modo, el amor a los hermanos
consiste en aprender a escucharlos, lo cual puede ser un servicio mejor que el hablar. Hay
muchos que hablan mucho y pocos que escuchan.
Ser una persona silenciosa no es estar aislada sino en íntima conexión con uno mismo.
Nuestro interior está habitado. Tiene una particular sonoridad, suena nuestra voz interior y
su melodía única. Allí nos habla Dios y repercute en las intuiciones del propio corazón.
Dios nos habla a través de signos, señales y mediaciones: la vida, sus circunstancias y
vínculos. Todo debe ser llevado hacia adentro para ser explorado, decantado, rumiado.
Escuchar lo que nos dice el propio corazón nos hace contemplativos y sabios del silencio
interior. Hay que escucharse a sí mismo. Escuchar la propia vida y ser sabio. Escuchar el
propio cuerpo y comprender qué nos dice para ser más saludables. Escuchar la propia historia
y aprender. Escuchar a los demás y ser más comprensivos y tolerantes. Escuchar a Dios y
descubrir el secreto de la vida y de la felicidad que está oculta a los que no saben percibir la
magia de la existencia.
Para ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que vive y camina junta, una Iglesia que sea sinodal en
sus comunidades, estructuras y acciones pastorales, para ser agentes de catequesis sinodales,
necesitamos comenzar por educarnos en la escucha. Aprender a escuchar.
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Aprender a escuchar, no solo oír:
Oír es recibir pasivamente el sonido que me llega a los oídos, escuchar es tomar conciencia de
los que me dicen, dejar resonar en el pensamiento y en el corazón las palabras de quien me
habla.
Dinámica:
Materiales: Paliacates o vendas para los ojos de cada uno de los participantes y un tesoro para
cada equipo (un dulce, una imagen, una caja, etc.)
2) Cada equipo forma una fila simulando un tren y se sujetan de la espalda del compañero de
adelante, todos tendrán los ojos vendados, menos el capitán que estará en la parte final de
su equipo.
3) La función del capitán es guiar a su equipo hacía el tesoro, pero solo lo puede hacer
mediante sonidos (sin hablar). El equipo, previo al juego, se puede poner de acuerdo a los
sonidos que usarán (silbido, aplausos, sonidos con la lengua, etc.) para ir a la derecha o
izquierda, para hacer alto, seguir avanzando o para ir hacia atrás. Gana el equipo que
llegue primero a su tesoro.
Al finalizar el juego, poner en común las experiencias y resaltar lo más importante del tema
referente a saber escuchar.
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Oración
Padre Bueno, que oíste el clamor de tu pueblo,
purifica mi sentido de oír,
despéjalo de los ruidos externos
para oír los internos.
Canto
“Shema Israel”
Shema Israel...
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Catequesis 2 Diálogo sinodal
Objetivo
Reconocer las dimensiones del diálogo sinodal y los beneficios que este trae, para poder
generar soluciones y propuestas en los ambientes donde nos desenvolvemos, especialmente
dentro de la catequesis.
Oración
Invocación al Espíritu Santo.
Canto.
Ven Señor y lléname (Jésed)
Ven Señor…
Miramos la realidad
La Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia se hace palabra;
la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio.
No podemos negar la falta de diálogo que hay en nuestro entorno o el diálogo deformado y
manipulado que se nos transmite a través de los medios.
Este problema ha llegado también al seno de la Iglesia, a pesar de la renovación del Concilio
Vaticano II, se percibe una falta de diálogo a veces entre la jerarquía y el pueblo de Dios, y
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entre los mismos laicos, siendo así que dentro de los grupos apostólicos de nuestra parroquia
encontramos una falta de diálogo que se manifiesta en el poco sentido de comunión y en la
falta de aceptación de las propuestas del otro con la finalidad de mejorar el apostolado que se
realiza, y si en la base del grupo no se encuentra el diálogo, mucho menos lo hay con los
presbíteros a cargo de la parroquia.
La raíz más profunda de los hechos descritos, es siempre de un modo u otro la falta de diálogo
de los hombres con Dios, fuente suprema del amor, la comunicación y la comunión.
Dentro de este proceso vemos también los aspectos positivos ya que dentro de la Iglesia han
jugado un papel decisivo los grandes valores de la comunicación. Hay en su carácter una
marcada disposición y facilidad para el contacto interpersonal, una simpatía acogedora del
otro, una actitud compasiva hacia el que sufre, un hondo sentido de familia, una hospitalidad
abierta aun a los más extraños, y una profunda capacidad para la comunicación simbólica que
desborda modernos esquemas racionalistas y empobrecedores.
Podemos darnos cuenta que dentro de nuestros grupos apostólicos, en la catequesis, es a través
del diálogo que se ha logrado avanzar en las situaciones que enfrentamos, saber expresar lo que
cada uno piensa sin juzgarlo y sacar una propuesta en común. Algunas veces nos tocará ceder a
las propuestas de los otros, en otras, nuestra propuesta es la que se llevará a cabo, pero esto solo
será fruto de un diálogo asertivo.
Somos partícipes y conscientes de que la Iglesia propone el diálogo como principal herramienta
para la solución de problemas y es ahí donde ha encontrado la solución y el avance a las
situaciones inesperadas que se presentan. En este diálogo que busca constantemente se han
llevado a cabo grandes propuestas dentro de los sínodos, concilios, y asambleas que le han
permitido escuchar al otro y por lo tanto generar un diálogo capaz de transformar la relación de
la Iglesia y la sociedad.
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Iluminados para Discernir
“En el principio era el Verbo y el Verbo estaba frente a Dios y el Verbo era Dios. El Verbo
estaba en el principio frente a Dios. Todo se hizo por Él y sin Él no existe nada de lo que se ha
hecho. En Él había vida y la vida es la luz de los hombres. La luz brilla en medio de las
tinieblas pero las tinieblas no pueden hacer presa de la luz”. Palabra del Señor.
Reflexión
La religión, por su naturaleza, es una relación entre Dios y el hombre. La oración expresa con
diálogo esta relación. La revelación, es decir, la relación sobrenatural instaurada con la
humanidad por iniciativa de Dios mismo, puede ser representada en un diálogo, en el cual el
Verbo de Dios se expresa en la Encarnación y, por lo tanto, en el Evangelio.
La historia de la salvación narra precisamente este largo y variado diálogo que nace de Dios y
teje con el hombre una admirable y múltiple conversación. Es en esta conversación de Cristo
entre los hombres donde Dios da a conocer algo de Sí mismo, el misterio de su vida Trinitaria
en las Personas, donde dice cómo quiere ser conocido: Él es Amor. El diálogo se hace pleno y
confiado; el niño es invitado a él y de él se sacia el místico.
Una tarea fundamental, que forma parte de la misión de la Iglesia, es fomentar el diálogo. La
Iglesia es servidora de este diálogo. Frente a la concepción de la Iglesia como una institución
anticuada, que vive cerrada en sí misma, es preciso subrayar que es deber de la Iglesia abrirse
al diálogo con todos los hombres para comprender las esperanzas y búsquedas que alberga su
corazón, y para favorecer el diálogo entre los hombres, entre los pueblos y las religiones, en la
búsqueda conjunta del bien común.
Toda la humanidad está llamada a construir juntos el futuro. Frente al conflicto, debemos
promover una cultura del encuentro, del diálogo y la colaboración al servicio de la familia
humana. Despertar la capacidad de diálogo. Cuando uno recupera la alteridad en el
encuentro, empieza a dialogar, y dialogar supone no sólo oír sino escuchar. Dialogar es
construir el futuro, poner los cimientos del porvenir.
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3. La evangelización implica un camino de diálogo
“La evangelización también implica un camino de diálogo” (EG 238). No sólo no hay
oposición entre diálogo y anuncio del Evangelio, sino que no es posible evangelizar sin abrirse
al diálogo. Cuando dialogamos, imitamos a Dios, que se ha acercado a los hombres
dialogando con ellos. “Dios –dice la Dei Verbum– habla a los hombres como amigos y los
invita a la comunicación con Él” (DV 2). “Todas las formas de diálogo son expresiones de la
gran exigencia del amor de Dios, que sale al encuentro de todos y en cada uno pone una
semilla de su bondad, para que pueda colaborar en su obra creadora” (Papa Francisco).
2. Escuchar al otro: Para ello es necesaria una gran capacidad de apertura al otro, de
acogida y de empatía.
5. Caminar con el otro: “Es un bien que no consiste en cosas, sino en las personas mismas
que mutuamente se dan en el diálogo” (EG 142).
Dinámica:
Material: Una cuchara, de preferencia de madera con una cara sonriente pintada y papeletas
con temas de diálogo en el grupo de catequistas.
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La cuchara será llamada: Cucharla. Se elegirá un tema a tratar y se llevará a cabo una ronda.
Sólamente puede hablar quién tiene la cucharla y no podrá ser interrumpido por nadie. Si
alguien quiere decir algo sobre lo que la persona está diciendo o dialogarlo, debe solicitar la
cucharla y podrá hablar hasta que la tenga en sus manos.
Esto nos ayudará a escucharnos y saber respetar lo que cada uno tiene que decir, y así todos
nos escuchamos creando un diálogo asertivo dentro del grupo de catequistas.
https://www.youtube.com/watch?v=ztFiA-ZxZ_4
Canto
Terminamos haciendo oración el siguiente canto.
Que alguien...
Que alguien...
https://www.youtube.com/watch?v=bItifD_Fsp0
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Catequesis 3 Una nueva manera de relacionarnos
Objetivo
Reflexionar en la importancia y necesidad de renovar nuestra manera de relacionarnos con
padres de familia, otros catequistas y demás agentes de pastoral, para que respondamos a las
exigencias de una Iglesia sinodal.
Oración
Introducción
Al reunirnos hoy, nos damos cuenta de que venimos de distintos lugares, somos de edades
diversas y nuestras experiencias y aprendizajes son distintos. Nuestras preocupaciones son
también múltiples. Eso sí, nos damos cuenta además, de que solos, no podemos alcanzar lo
que nos proponemos como personas, como familias, como catequistas, como comunidad.
Canto
Lector: “Un día me marché, y andando... y andando..., perdí el camino hasta encontrarme
solo en un lugar desierto. Un palo era mi único compañero.
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Gesto
Después de haber escuchado la lectura, se les invita a que cada catequista exprese a quien esté
a su lado, qué tan acompañado y acogido se siente al estar aquí.
Miramos la realidad
Las relaciones entre los agentes de pastoral (por ejemplo la relación entre catequistas, la
relación de los catequistas con animadores de la liturgia, con miembros de algún grupo, con
los sacerdotes, etc.) son fruto y expresión de la mentalidad y la visión que cada uno tiene de sí
mismo, de la Iglesia, del evangelio, de Jesús. Podemos decir, depende de su visión teológica.
Nos preguntamos ¿Cómo son nuestras relaciones hoy? ¿Bajo qué criterios nos realizamos?
¿Qué mentalidad subsiste en nuestras relaciones?
Observando el modo como muchos agentes de pastoral nos relacionamos, podemos resaltar
algunos rasgos o características:
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más que los otros, que lo que hacemos nosotros tiene un valor incalculable en relación a
lo que los demás realizan: “La competencia desleal es la práctica pastoral en la cual cada
uno quiere sobresalir pasando por el cadáver del otro. Los colegas son rivales y
competidores a quienes no hay que dejar que levanten cabeza, no sea que disminuya
nuestro prestigio, poder o autoridad” (P. Francisco Merlos). No es raro ver
competencias estilo olimpiadas entre catequistas y miembros del equipo de liturgia,
entre grupos parroquiales, etc. Esta visión contrasta con la imagen de una Iglesia de
fraternidad.
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Palabra de Dios
A continuación veamos algunos textos de la Sagrada Escritura que nos iluminan y nos dan
criterios sobre cómo hemos de relacionarnos todos los agentes de pastoral. Entre ellos,
nosotros los agentes de la catequesis.
1. “Pero luego comenzaron a discutir cuál de ellos debía ocupar el primer lugar. Jesús les
dijo: 'Los reyes de los paganos se portan como dueños de ellas, y en el momento en que
los oprimen, se hacen llamar bienhechores. Ustedes no deben ser así. Al contrario, el
más importante entre ustedes se portará como si fuera el último, y el que manda como
el que sirve'” (Lc 22,24-26).
2. “Que todos sean uno como Tú Padre, estás en Mí, y Yo en Ti. Sean también uno en
nosotros: así el mundo creerá que tú me has enviado” (Jn 17,21).
3. “Del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchas partes y todas las partes del
cuerpo, aun siendo muchas forman un solo cuerpo, así también es Cristo… Ustedes son
el cuerpo de Cristo, y cada uno en particular es parte de él. Así pues, Dios nos ha
establecido en su Iglesia. En primer lugar, los apóstoles, en segundo lugar los profetas,
en tercer lugar los maestros” (1 Co 12,12.27-28).
El Magisterio
3. “Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es 'enviada' al mundo entero; todos los
miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneas tienen parte en este envío. La
vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado”
(CEC 863).
4. “Los bautizados vienen a ser 'piedras vivas' para 'edificación de un edificio espiritual,
para un sacerdocio santo' (1 Pe 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de
Cristo, de su misión profética y real, son 'linaje elegido, sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de aquel que los ha llamado de las
tinieblas a su admirable luz' (1 Pe 2,9). El Bautismo nos hace participar en el
sacerdocio común de los fieles” (CEC 1268).
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5. “La evangelización es tarea de la Iglesia. Pero este sujeto de la evangelización es más
que una institución orgánica y jerárquica, porque es ante todo un pueblo que
peregrina hacia Dios” (EG 111).
6. “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza
santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar” (EG 119).
7. “En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en
discípulo misionero (Cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su
función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador” (EG
120).
8. “La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los
bautizados” (EG 120).
Reflexión
1. Todos los cristianos tenemos la misma dignidad por el bautismo y estamos llamados a
participar en la edificación y misión de la Iglesia. De modo que nuestro servicio pastoral
(catequesis) tiene como raíz y fundamento nuestra dignidad de bautizados.
3. Como catequistas formamos parte de un gran cuerpo orgánico, en el que hay diferentes
vocaciones, estados de vida, carismas y ministerios, de manera que no podemos actuar
aislados, sino en comunión con ellos. Con una actitud de apertura, de colaboración y de
comunión.
5. Todos trabajamos para una misma obra, unidos, cada uno lo hacemos en el campo que
nos corresponde, el campo al que Dios nos ha llamado.
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6. La Iglesia está llamada a caminar, realizar su misión de manera sinodal, cada uno
haciendo lo que le toca, con alegría, responsabilidad y generosidad, pero todos juntos en
la misma dirección y al mismo ritmo.
7. La Iglesia sinodal conlleva una manera nueva de relacionarse los cristianos y los agentes
de pastoral:
¬ Relación de colaboración con los demás, para cumplir la misión que es la misma y
para todos.
¬ Relación de respeto ante las tareas que a cada uno le corresponden, respeto ante la
diversidad en la personalidad de cada uno.
¬ Relación de comprensión, las pastoral es una acción divina, porque a través de ella
Dios se manifiesta, y también humana, porque está realizada por personas, en el
trabajo pastoral sin duda que se requiere de comprensión cuando las limitaciones
humanas se hacen presentes.
1. ¿Qué sugerimos para trabajar de una manera nueva entre nosotros catequistas?
2. ¿Qué sugerimos para trabajar de una manera nueva con los padres de los niños,
adolescentes o jóvenes a quienes catequizamos?
3. ¿Qué sugerimos para trabajar de una manera nueva con los agentes de otras áreas de
pastoral?
Oración
Todos: En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Lector 1: Hay diversidad de dones y carismas: el don de la palabra oportuna que te acaricia
las heridas y consuela, el don del silencio respetuoso y sentido con que el amigo
permanece a tu lado.
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Lector 2: Hay diversidad de servicios y funciones: así que ninguna tarea honrada es más
digna que otra; realizada con dignidad, honradamente desempeñada, con espíritu
de servicio, en función de la persona humana.
Canto
Todos unidos
Todos unidos formando un solo cuerpo, Una esperanza nos llena de alegría:
un pueblo que en la Pascua nació. presencia que el Señor prometió;
Miembros de Cristo vamos cantando,
es sangre redimidos, Él viene con nosotros,
Iglesia peregrina de Dios. Iglesia peregrina de Dios.
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu Todos unidos en un solo Bautismo,
que el Hijo desde el Padre envió. unidos en la misma comunión.
Él nos empuja, nos guía y alimenta, Todos viviendo en una misma casa,
Iglesia peregrina de Dios.
Somos en la tierra
semilla de otro reino, Todos prendidos, en una misma suerte
Somos testimonio de amor: ligados a la misma salvación.
Somos un cuerpo
-paz para las guerras
y Cristo es la cabeza,
y luz entre las sombras
Iglesia peregrina de Dios.
Iglesia peregrina de Dios (2)
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Catequesis 4 La Corresponsabilidad
Objetivo
Reflexionar en la importancia de promover y fomentar la corresponsabilidad entre los
agentes de la catequesis de nuestra diócesis, para construir una Iglesia sinodal.
Canto
Al Espíritu Santo
Miramos la realidad
Es más difícil ser un cristiano corresponsable hoy que en el pasado.
Aunque solemos decir que por el bautismo formamos parte de una gran familia que es la
Iglesia, a la que hemos de amar, y con la que nos hemos de comprometer, en su contrucción y
en su misión. Lo cierto es que, mucho de ello sólo se queda en palabras.
Somos muchos los cristianos que no asumimos el gran compromiso que tenemos con nuestra
Iglesia.
Y a eso hay que añadir, que con mucha frecuencia quienes trabajamos y realizamos un servicio
en nuestra Iglesia, lo hacemos siguiendo el criterio del indiviudalismo. Trabajamos, sí, pero
cada uno en su campo, cada uno a su estilo, cada uno ensimismado.
Cada miembro de la Iglesia tiene cierta responsabilidad en su misión; cada uno está llamado a
ser corresponsable de la Iglesia. Los cristianos también están llamados a mirar más allá de sus
necesidades y a ponerse al servicio de toda la comunidad cristiana, especialmente al servicio
de los más necesitados. La Eucaristía es el signo y la causa de esta comunión acogedora y
caritativa. Un correcto entendimiento del bien común abarca la suma total de todas las
condiciones sociales de vida, donde los hombres pueden conseguir su propia perfección más
plenamente y más rápido (Papa Juan XXIII, Mater et Magistra).
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Iluminados para Discernir
El proyecto pastoral del Papa Francisco en Evangelii Gaudium podríamos prsentarlo en dos
frases:
1) Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo (EG 27)
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con
Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío
interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1).
“Aún cuando algunos, por voluntad de Cristo, han sido constituidos doctores,
dispensadores de los misterios y pastores para los demás, existe una igualdad entre todos
en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los fieles en orden a la edificación del
Cuerpo de Cristo. Pues la distinción que el Señor estableció entre los sagrados ministros y
el resto de Pueblo de Dios lleva consigo la solidaridad, ya que los pastores y los demás fieles
están vinculados entre sí por recíproca necesidad”.
Podemos entender la corresponsabilidad eclesial como lugar teológico, es decir, lugar donde
se realiza la experiencia de la comunión con Dios y de la comunión entre nosotros.
En la pastoral, se trata de pasar de ser meros espectadores ante las actividades eclesiales, a
ser corresponsables en la misión de la Iglesia, asumiendo una responsabilidad compartida.
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Esta manera de ser Iglesia corresponsable, vivida en
actitud, clima y experiencia de sinodalidad, no sólo
nos afecta, sino que nos implica, nos identifica, nos
santifica y nos proyecta. Nos hace misioneros desde
la comunión, testigos del Dios uno y trino, plena
comunión de Amor. Pero, sobre todo, nos afecta por
la voluntad explícita de Jesús manifestada en su
oración de despedida: «Que todos sean uno, como tú,
Padre, estás en mí y yo en ti. Que también ellos estén
en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado» (Jn 17,21). Que todos sean uno, lo
aplicamos no solo a la experiencia de la vida en
comunidad, sino a la experiencia de la misión en
comunidad.
v Nuestra unión personal con Cristo. Lo dice el mismo Jesús: “Yo soy la vid y vosotros los
sarmientos. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí
nada podéis hacer” (Jn 15,5).
v A los pastores entregados a velar por el rebaño: “Velad por vosotros mismos y por todo
el rebaño, del cual el Espíritu os ha hecho responsables para que apacentéis la Iglesia
de Dios, que él adquirió con la sangre de su propio Hijo” (Hech 20, 28).
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le ha integrado corresponsablemente al Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Nuestra existencia
personal y comunitaria puede llegar a ser lugar en el cual Dios se revela y actúa. Es la base de
la caridad pastoral, que nos identifica siempre, a ejemplo de Jesús buen Pastor (Jn 10), y de
ahí, la caridad social y la caridad familiar. He ahí los frutos de una espiritualidad que ha de
estar en la base de la corresponsabilidad eclesial.
Hablar así de la corresponsabilidad eclesial significa que en este ejercicio se encuentra Dios y
lo hacemos presente. Dios como fundamento de nuestra vida, de nuestro ser y de nuestro
estar en el mundo.
Cada uno está llamado a vivir la solidaridad en la fraternidad humana y en la gracia, a dar
gratuitamente aquello que gratuitamente ha recibido.
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La reflexión sobre la corresponsabilidad dentro de la Iglesia quiere contemplarla como lugar
de la revelación y de la presencia del Dios Trinidad, y como propuesta de unidad, de armonía,
de comunión, enfrente de cualquier brote de individualismos.
De hecho, resulta que poco sabemos compartir las responsabilidades, la toma de decisiones y
esto impide muchas veces que otras personas crezcan y se sientan parte. Tampoco
compartimos los bienes materiales, con lo cual creamos la desigualdad.
Cuando hablamos de un Espíritu Santo en comunión con el Padre que nos lleva a la
comunión con los demás, por medio de la fraternidad, ¿Cuánto nos lleva a la acción directa, a
la corresponsabilidad, a la comunión de bienes?
Nos puede suceder como aquel sabio que al ser cuestionado por un grupo de personas sobre
¿cuál de las estrellas era la luna? Él respondió: Muy sencillo, es aquella… vean... ¡aquella!
Alargó el brazo y extendió la mano y se quedó apuntando con el dedo índice a la luna. Todos,
como encantados, miraron en la misma dirección. Pero se quedaron mirando al dedo.
(Silencio-Reflexión)
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Y nosotros... ¿qué vemos, cómo vemos?
Lector: Durante 33 años, Cristo pudo expresar todo el amor que lo animaba, todo el amor a
Dios y a las demás personas con las que Él vivía. No pudo ser un enfermo, ni pudo vivir
abandonado en un asilo siendo ya viejo, ni pudo ser un leproso. Sin embargo, había en él tanto
amor que era capaz de vivir cada una de estas situaciones.
Jesús ahora, nos invita a todos a prestar nuestra humanidad para poder comenzar a vivir de
nuevo. A él le gusta cualquier rostro, cualquier situación, cualquier familia, cualquier vida,
para poner en ella mucho amor.
Para muchas personas Dios todavía está lejano, oculto, callado. Pero nuestros hermanos y
hermanas nos hablan de Dios. De hecho estamos tan cerca de Dios cuando lo estamos de
nuestros vecinos, de los compañeros de trabajo o de estudio, del que se sienta a mi lado en el
autobús. Es en la reciprocidad de atenciones entre nosotros como personas humanas, que
entramos en relación directa con Dios.
Dinámica:
Esta actividad puede ser personal o en equipos. (Tener preparado cartulinas, hojas de
colores, marcadores, cinta adhesiva, etc.).
Escribir una frase que exprese el deseo de hacer realidad la fraternidad, la correspon-
sabilidad, puede ser en sentido comunitario, solidario, universal.
Después se invita a compartir sus frases que pueden ser colocadas en la pared o hacer un gran
mural y terminan con el siguiente canto:
Canto
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Catequesis 5 Caminar juntos
Objetivo
Reconocer que como agente de pastoral y miembros de la Iglesia estamos llamados a caminar
juntos para ser fieles a la misión que Jesús nos dejó y seguirlo con alegría.
Miramos la realidad
Se piden 10 voluntarios, y se forman 5 parejas. Se le pide a las parejas que se pongan de pie y se
coloquen uno al lado del otro, se les pasa cinta para unirles los tobillos inmediatos entre
ambos. El reto va a ser caminar por el salón o en un lugar adecuado donde se puedan desplazar
hasta llegar a una meta. El reto es que puedan caminar sin romper la cinta. Cada vez que
rompan la cinta regresan al inicio.
¿Qué te pareció la dinámica? ¿Fue fácil caminar juntos? ¿Qué Relación tendrá esta dinámica
con lo que vivimos día a día? ¿En qué situaciones en nuestra vida tenemos que caminar
juntos?
Para caminar juntos: ¿Qué hicieron? ¿Qué aprendizajes de esta dinámica podemos aplicar a
nuestra vida?
Es importante el ponernos de acuerdo cómo le vamos hacer para caminar juntos, se necesita
la escucha, la corresponsabilidad, el diálogo que nos facilitará caminar juntos. Y en esta
dinámica lo experimentamos, así se nos pide en este tiempo que estamos en modo sínodo,
caminar juntos hacia esa meta que buscamos: una Iglesia nueva con muchos proyectos
nuevos a realizar en la vida de todos los cristianos zacatecanos.
Desde que nacemos necesitamos compartir la vida, no podemos hacer nada solos. Las
mejores experiencias que vivimos, aquellas que nos llenan de más dicha y plenitud, están
relacionadas con nuestra capacidad de comunicarnos y compartir; por otra parte, los mayores
sufrimientos están en relación con los fracasos en la convivencia, con la dificultad para
caminar juntos.
En soledad es imposible crecer como personas; necesitamos de los otros desde el principio
hasta el fin de la vida. El ser humano completamente solo no existe, no puede vivir. Aún en los
casos de aquellas personas que eligen vivir en soledad, es obvio que pueden hacerlo gracias a
un largo camino que no hicieron solas; y gracias, también, a que esa soledad elegida adquiere
sentido porque en otro sitio, a mayor o menor distancia, viven hombres y mujeres.
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Dificultades:
Nuestra sociedad nos capacita permanentemente para caminar separados, para buscar cada
uno su propia ruta sin mirar a los costados. Cada día convivimos con actitudes que hacen casi
imposible participar, compartir, confiar en los demás.
Es cierto que en la actualidad también se nos ofrecen algunos recursos para aprender a
compartir el camino, para hacer las cosas en equipo, para romper el aislamiento en el que es
fácil encerrarnos. Sería bueno acercarse a esas metodologías de trabajo e incorporar nuevas
formas de hacer las cosas. Pero es necesario tener en cuenta que, por lo general, ese tipo de
capacitaciones están destinadas a proyectos que no resultan fáciles de adaptar a lo que
queremos hacer en la Iglesia cuando pretendemos caminar juntos.
Cuando en la Iglesia utilizamos palabras como escuchar, compartir, caminar juntos, nos
referimos a algo profundo y comprometedor, a algo que afecta toda la vida, que no nace solo
de la necesidad de hacer en común un trabajo o de compatibilizar diversas opiniones, sino de
compartir una experiencia de vida y una forma de ver la realidad. También por este motivo
parece bueno conservar la palabra sínodo para indicar una manera de ser comunidad:
“caminar juntos”.
“Ese mismo día, dos discípulos iban de camino a un pueblecito llamado Emaús, a unos
treinta kilómetros de Jerusalén, conversando de todo lo que había pasado. Mientras
conversaba y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar a su lado, pero
algo les impedía reconocerlo. Jesús les dijo: ¿Qué es lo que van conversando juntos por el
camino? Ellos se detuvieron con la cara triste. Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó:
¿Cómo, así que tú eres el único peregrino en Jerusalén que no sabe lo que pasó en estos días?,
¿Qué pasó? Preguntó Jesús. Le contestaron: Todo ese asunto de Jesús Nazareno. Este
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hombre se manifestó como un profeta poderoso en obras y en palabras, aceptado tanto por
Dios como por el pueblo entero. Hace unos días, los jefes de los sacerdotes y los jefes de
nuestra nación lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz. Nosotros esperábamos
que él sería el libertador de Israel; pero a todo esto van dos días que sucedieron estas cosas.
En realidad algunas mujeres de nuestro grupo nos dejaron sorprendidos. Fueron muy de
mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron a contarnos que se habían aparecido
unos ángeles que decían que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y
hallaron todo como habían dicho las mujeres; pero a Él no lo vieron. Entonces Jesús les dijo:
¡Qué poco entienden ustedes y cuánto les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera para entrar en su gloria? Y comenzando por
Moisés y recorriendo todos los profetas, les interpretó todo lo que las Escrituras decían
sobre Él”.
1. El camino a Emaús
El texto del Evangelio inicia presentándonos nuestra vida misma, es el día a día de todos, es
nuestro caminar constante, y es también el regresar a las realidades temporales: Dirigirnos al
trabajo, a la escuela, universidad e inclusive a nuestra misma casa, nuestros propios “Emaús”.
Estos discípulos habían presenciado atónitos los acontecimientos de la pasión y aunque les
había sido anunciada ya la Resurrección de Jesús, ellos simplemente decidieron regresar a su
aldea de Emaús; ante esa Buena Nueva, no buscaron al Señor como María Magdalena en el
sepulcro, pareciese que el anuncio de la Resurrección no les causó alegría como a las mujeres,
tampoco sintieron la curiosidad de averiguar sobre lo ocurrido, más bien fue indiferencia y
nada detuvo su regreso.
¿Cuántas veces nosotros “los que conocemos al Señor” preferimos “regresar” a nuestras
“aldeas”? ¿Cuántas veces hemos decidido caminar sin Jesús? La indiferencia parece invadir
nuestra vida toda y tal pareciese, incluso, que el Señor nos interpela nuevamente en el
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silencio: “ya no me amas como me amabas antes” (Ap. 2, 4). El caminar del cristiano, ese es el
punto de inicio de este pasaje del Evangelio, tenemos que caminar, claro que sí, es la misión
del discípulo, ir adelante, no quedarse estancado, pero no indiferentes y sin propósito de vida,
el cómo caminamos o con quién caminamos, es lo que debemos evaluar hoy.
Y es que muchas veces nos olvidamos de caminar con el Señor, pero Él no se olvida de caminar
con nosotros; caminamos solos o caminamos con amigos (buenos o malos), pero no
invitamos al recorrido al “Amigo que nunca falla”… y cuando ya hemos avanzado algún
trecho, el Señor Jesús aligera el paso y se pone a caminar con nosotros. El Señor “en persona”
se acercó a aquellos discípulos y se puso a caminar con ellos, sin importar el ánimo con el que
estos iban o si estos le reconocían o no.
Hoy también Jesús aligera el paso porque quiere caminar con nosotros, no importa si
corremos o si desviamos el camino, igual Él quiere caminar con nosotros y acompañarnos “en
persona”, como a aquellos discípulos, de forma total y no a medias; no importan nuestros
ánimos, aunque sí, nuestra actitud, dejemos que Él nos acompañe y nos guíe siempre, porque,
al final de cuentas, Él es “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6).
¡Qué fácil es desanimarse ante la prueba! ¡Qué fácil es huir del dolor!… Pero ese no es el
propósito del cristiano, estamos llamados a ser extraordinarios, a ser valientes, a ser
auténticos, a tener coraje… A no huir ni desanimarnos en la prueba, porque: “¿Adónde iremos
lejos de su espíritu, a dónde huiremos lejos de su rostro?” (Sal 139 7-10). No podemos huir del
amor y de la misericordia de Dios, el encuentro con Cristo hoy a través de su Palabra también
nos interpela.
Es Jesús en realidad quien en ese momento se puso a caminar a nuestro lado y lo sigue
haciendo, nos explica las Escrituras, como a los discípulos de Emaús; nosotros debemos
escucharle atentamente, porque es Palabra de Dios, misma que es Palabra de vida y Palabra
de salvación; en todo caso, a quién podríamos ir “solo Él tiene palabras de vida eterna” (Jn 6,
68).
¿No te ha pasado que cuando disfrutas de una buena conversación con un amigo, el tiempo se
alarga y no quisieras que terminara? Pues algo similar les ocurrió a los discípulos que,
llegando a su destino no querían dejar ir a un gran compañero de camino. ¿Qué había ocurrido
en ese caminar tan inesperado que, aquellos que iban “discutiendo” y estaban “desanimados”,
no pudiendo reconocer del todo a tan singular caminante, en su interior sabían que era
alguien especial? Y, todos sabemos que, cuando estás con alguien especial, no quieres
separarte de él o de ella. Jesús no quiere que caminemos solos, sino en comunidad, para
apoyarnos, levantarnos los unos a los otros ante cada caída, darnos aliento cuando estamos
desanimados y hacernos crecer también a partir de la experiencia cristiana de otros.
2. El regreso a Jerusalén
Después de que los discípulos de Emaús, viven el encuentro con Jesús resucitado, quien los
acompaña hasta su casa, para ahí abrirles los ojos y reconocerlo. Los dos discípulos regresan a
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Jerusalén, juntos, a dar testimonio de que en verdad Jesús ha resucitado y que se les apareció
a ellos.
De este detalle del evangelio sacamos una gran enseñanza, todos estamos llamados a dar
testimonio de que Jesús ha resucitado, y nos ha salvado, esta misión como los discípulos de
Emaús, hay que hacerla juntos, caminar juntos a la misión y al testimonio.
v Caminar junto con nuestra sociedad a la que Jesús nos envía a dar testimonio.
“El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus
contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de
su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia
del tercer milenio”.
“La Iglesia no es otra cosa que el «caminar juntos» de la grey de Dios por los senderos de la
historia que sale al encuentro de Cristo el Señor. Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya
está todo contenido en la palabra «Sínodo»”. Aunque advirtió: “Caminar juntos (laicos,
pastores, Obispo de Roma) es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil
ponerlo en práctica”.
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“La Eucaristía, principio de unidad, es el alimento que nos da la fuerza para que la vía estrecha
y difícil de la sinodalidad sea posible. Sólo desde la fuerza de la Eucaristía podremos hacer
camino. No hay sinodalidad sin estos gestos de amor. No habrá camino de comunión para
muchos, si no nos dejamos tocar el corazón, si no nos desinstalamos, si no nos dejamos
interpelar por la realidad y discernir en consecuencia para obrar como cuerpo”.
La propuesta de caminar juntos en la acción pastoral, va mucho más allá del aprendizaje de
algunas técnicas de comunicación o de trabajo en equipo. Se trata de algo tan profundo e
importante que no es fácil de comprender en una primera mirada. Al avanzar por este
sendero, es probable que nos ocurra lo mismo que a aquellos hombres y mujeres que siguen a
Jesús por los caminos: ellos descubren poco a poco lo que el Maestro propone, lentamente se
dan cuenta de que esa propuesta es muy diferente de lo que habían imaginado cuando
comenzaron a dar los primeros pasos. A esos amigos de Jesús les costó un gran esfuerzo
comprender al Señor cuando habló de ser nuevas creaturas, o cuando dijo que tenían que
volver a nacer. Más difícil fue aceptar que era necesario sufrir, morir y ¡resucitar!
Se trata entonces de mirar atentamente cómo es la forma de caminar que es propia de los
discípulos de Jesús, para así avanzar en esa dirección y luego poder compartir esa experiencia
con quienes, desde otras creencias, o puntos de vista, avanzan también junto a nosotros por el
camino de la vida.
En última instancia, nos proponemos hacer lo que la Iglesia viene haciendo desde que nació:
crear comunidades en las que sea posible que las personas se comuniquen de una forma
distinta a la que se utiliza habitualmente. El amor al que llama Jesús se concreta en un modo
de escuchar, de hablar, de comunicarnos. Jesús, en su caminar con los discípulos, les enseña a
comunicarse entre ellos de una manera muy diferente a la que habían aprendido y a la que
estaban acostumbrados.
Cuando se nos invita a caminar sinodalmente, se nos llama a aprender una nueva forma de
encontrarnos, de compartir, de hablar y escuchar, de alegrarnos y de sufrir; en una palabra, a
una vida completamente nueva, como dice Jesús, a “volver a nacer”. A una manera nueva de
realizar nuestro servicio de catequesis.
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Proponemos para actuar
La hora de caminar juntos
Quien coordina la dinámica pide a cada catequista que dibuje un reloj en una hoja de
máquina. Van a colocar los números del 1 al 12 como un reloj. Se da tiempo para que cada
catequista busque a otros catequista y en cada hora del reloj haga una cita con alguien
diferente (por ejemplo, si Luis hace una cita con Verónica a las 2, ambos pondrán el nombre
del otro en su reloj donde marca las 2). Cada participante debe llenar las 12 horas de su reloj de
citas con alguien diferente. Una vez que todos han llenado su reloj de citas, quien dirige, irá
diciendo en voz alta diferentes horarios de cita: “cita de las 2”, “cita de las 11” (de manera
aleatoria), hasta que haya recorrido las 12 horas. A cada cita se le darán unos dos minutos,
durante los cuales los dos catequistas que tienen la cita responderán a las preguntas:
1. Como catequistas, ¿cómo debe ser nuestro caminar juntos en este III Sínodo?
Oración
Quédate con nosotros Señor porque no sabemos hacia dónde caminar; si te quedas con
nosotros Señor, siempre tendremos luz para seguir y nuestro corazón será inflamado en la fe
por tu Palabra.
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diferente. No queremos caminar sin ti, si nos faltas Tú, nos perdemos en los caminos del
mundo, contigo en cambio caminamos hacia la eternidad.
Quédate Jesús y guíanos hacia el encuentro también con nuestra comunidad cristiana, que
ellos también sean signo vivo de tu presencia en nuestras vidas…
Quédate en mi vida Señor, quiero caminar contigo y con mis hermanos, caminando juntos
cansarnos por causa de tu Evangelio, ser misioneros de tu Misericordia y reposar cerca de tu
corazón cuando nos falte fuerza, para siempre estar junto a ti Señor Jesús. Amén.
Canto
Caminamos juntos
Caminando juntos…
Caminando juntos…
https://www.youtube.com/watch?v=1liXeQTC7Fs
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Monición Inicial
¿Qué es la santidad? Es el rostro más bello de la Iglesia; es el rostro hermoso de cada alma. Es
la corriente invisible que da vida permanente (S. Juan Pablo II, Carta Ap. Novo Millennio
Ineunte). Es recorrer el propio camino y sacar a la luz lo mejor de sí, aquello muy personal que
Dios ha puesto en ti; es llegar a ser del tamaño que Dios pensó que seríamos. Es una misión: la
de encarnar un aspecto del Evangelio y hacerlo tuyo (Von Balthasar). Recibamos al que es
todo Santo y Poderoso, Señor de Señores.
Canto Eucarístico
Guía: Es necesario tener la experiencia directa del Señor en la intimidad de la oración, así
como crecer en el amor a Jesucristo y convertirnos en testigos que, de manera valiente,
anunciemos la verdad para ayudar a los demás en el camino de la fe. A través de esta
contemplación eucarística logramos fortalecer la comunión entre quienes formamos la
comunidad eclesial.
Guía: Dejemos que la paz y la armonía que experimentamos frente a Jesús Eucaristía nos
acompañen en estos momentos de encuentro y escucha de su Palabra:
Guía: Momentos de oración personal/comunitario con el versículo 8 del texto de las Bodas
de Caná. (Según el tiempo y creatividad del catequista, pueden hacer la reflexión, personal
releer, detenerse, elegir alguna frase, hacer eco de lo meditado, compartir etc…).
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“Saquen ahora –les dijo—y llévenle al mayordomo para que lo pruebe”. Ellos lo llevaron.
Así es… hay prisa… el vino se acabó y la fiesta está perdiendo sabor y sentido… Jesús nos invita
a no demorarnos: ¡Sáquenlo ahora! ¡Ya es la hora! ¡Lleven el vino nuevo al mayordomo… la
fiesta debe continuar!
Los sirvientes están bajo las órdenes del encargado del evento, pero también ponen oído a
María y a Jesús, no cuestionan ni discuten, obedecen y hacen… Están entre las seis tinajas de
piedra y agua, y la “tinaja” de carne y hueso que es Jesús de quién brota corrientes de agua viva
y vino generoso, que es el amor, para la fiesta, que es la vida. Fiesta sin vino, no es fiesta, vida
sin Dios, no es vida.
Los servidores no preguntan cuánta agua deben llevar, hasta dónde llenar las tinajas, sino que
son generosos, se entregan por entero sin escatimar esfuerzo, dan un plus a la fiesta.
Ellos con sus manos, están listos para salir a servir, ellos sabían que habían sacado agua y
tuvieron la gracia de saber por qué es el mejor vino que nadie haya probado hasta entonces…
Ellos posibilitaron la realización del signo, que haya vino, y gozaron de este vino y de seguir en
su tarea de servidores.
Ellos son signo de los servidores de los hombres, que gozan con su misión aún en medio de
fatigas y molestias. Agentes de pastoral y sirvientes del Evangelio, son lo mismo, ayudan para
que Jesús realice el gran milagro del amor abundante de Dios en la fiesta de la vida del
hombre; los catequistas son como los sirvientes del evangelio, prestan su persona, manos y
tiempo, para que hoy también Jesús, siga llenando de vino, es decir, amor de Dios, las tinajas,
la fiesta, que es la vida de las personas, de las comunidades.
El silencio de los servidores y su mediación hacen que las cosas cambien de modo discreto,
que no se hagan como siempre se hicieron, que se dé lugar a la sorpresa y a la novedad.
Quienes tienen influencia y el poder, prefieren mantener el antiguo régimen, no ven
necesidad de cambios, para ellos lo alcanzado es definitivo y lo nuevo sospechoso, difícil de
integra y asimilar…
El agua puede ser saboreada como vino cuando es “sacada” de las tinajas y cuando se la
prueba. Sacarla es liberarla de su envoltorio, es destaparla y descubrirla, es ponerla en
movimiento y dejarla llegar hasta las personas, hasta los labios que le gustan y hasta el
corazón que la aloja.
v El amor y la vida que comunica Jesús desatan una nueva relación con Dios y con los
demás, no es una doctrina seca y difícil de digerir, sino una propuesta de vida dichosa.
v El aliento divino no se puede “enlatar” y dejarlo envasado, hay que recibirlo y dejarlo
actuar sin pretender controlarlo y que siga siendo principio vital que aletea y recrea,
que reposa e inquieta.
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conecta con la vida y nuestros deseos más profundos, solo así será verdaderamente
Buena Noticia.
A los servidores se les confió la misión de colaborar en la obra de Jesús; hoy a la Iglesia se nos
pide continuar. Confiados en su Palabra podemos sentir su eficacia en la vida y cómo la fiesta
tiene un nuevo motivo para celebrar.
Canto:
A la fraternidad (Ministerio Agua Viva)
Jesucristo te ha enviado Para hacer comunidad
un mensaje al corazón, vivamos unidos como hermanos,
que ames a tu hermano comparte tu bendición
con un día este amor, con aquel que está a tu lado (2)
escucha este llamado,
para unirte a la misión Extendamos un abrazo
y unamos nuestras manos y un cariño fraternal
como Iglesia del Señor. ven y siembra tu semilla
que después recogerás,
Invita a tu familia y llenos de alegría del gozo del Señor
a vivir en comunión proclamemos cada día
y dale una sonrisa la Palabra que Él nos dió.
y no niegues tu perdón
permanezcamos juntos Para hacer comunidad…
y emprendamos la labor
Lei, lei, lei…..
iniciemos el camino
de la reconciliación. Para hacer comunidad
vivamos unidos como hermanos.
Uuu, uu…
Somos la Iglesia del Señor,
comparte tu bendición
con aquel que está a tu lado.
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Para hacer comunidad Para hacer comunidad
vivamos unidos como hermanos, vivamos unidos como hermanos,
dispuestos a la misión, amémonos de corazón,
comparte tu bendición comparte ya tu bendición
con aquel que está a tu lado. con aquel que está a tu lado.
(Invitados a ser fraternidad, ser vino para todos, pero vino nuevo. De pie vamos a
participar o por coros.)
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Lector: Vino Bueno y Nuevo
Todos: Que ayude a organizarnos de manera más sencilla y funcional, aprovechando
nuevas experiencias que interpelan nuestras estructuras y tentaciones de poder.
Lector: Vino Bueno y Nuevo
Todos: Que favorezca una forma de administración más saludable y transparente.
Lector: Vino Bueno y Nuevo
Todos: De una participación activa en el análisis de la realidad social.
Lector: Vino Bueno y Nuevo
Todos: Que nos ayude a identificar los desafíos más urgentes que plantea el clamor de la
realidad mundial y de los sectores más vulnerables.
Lector: Vino Bueno y Nuevo
Todos: Que, desde el discernimiento y la espiritualidad cristiana nos ayude a una mejor
forma de organización para impulsar, innovar y dinamizar nuestra acción pastoral
de manera sinodal.
Canto
Fraternidad (Música católica)
Que hermoso es sentir que estas a mi lado Fraternidad unidos en Cristo,
saber que compartes un mismo ideal, fraternidad para gloria de Dios Padre,
eres un don, eres un hermano fraternidad Dios nos congrega
dame tu mano y recibe mi paz dame tu mano y recibe mi paz
fraternidad (2)
fraternidad, fraternidad.
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Bendita sea su Preciosísima Sangre,
R. Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar,
R. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito,
R. Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima,
R. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su gloriosa Asunción,
R. Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre,
R. Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo,
R. Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios que nos ha llamado a ser catequistas.
R. Bendito sea Dios que nos ha llamado a ser catequistas.
Bendito sea Dios que nos invita a saber Escuchar
R. Bendito sea Dios que nos invita a saber Escuchar.
Bendito sea Dios que nos invita a ser corresponsables en la pastoral de la Iglesia.
R. Bendito sea Dios que nos invita a ser corresponsables en la pastoral de la Iglesia.
Bendito sea Dios que nos invita a vivir un estilo nuevo en nuestras relaciones.
R. Bendito sea Dios que nos invita a vivir un estilo nuevo en nuestras relaciones.
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Rito de envío de los catequistas
Monición de entrada (al inicio de la celebración Eucarística)
Nos hemos reunido en el nombre del Señor para celebrar la Eucaristía, dentro de ella
tendremos el envío de los catequistas que sirven en nuestra parroquia (comunidad).
Pongamos manos de Dios toda nuestra vida, y encomendemos la persona y el trabajo de los
catequistas a quienes la Iglesia confía el anuncio del Evangelio a los niños, jóvenes y adultos
de nuestra comunidad. Pedimos hoy al Espíritu Santo que reparta sus dones, para vivan su
compromiso de anunciar su palabra con responsabilidad y fidelidad.
Sacerdote: Se va a proceder al rito de envío de los catequistas que ponen todo su esfuerzo
a la formación catequística en nuestra comunidad parroquia y tienen el gusto
de servir a la Iglesia como catequistas.
¡Acérquense todos los catequistas que van a renovar su compromiso de servir
a la Iglesia, en presencia de la comunidad!
Exhortación
(Los catequistas se cercan, mientras los fieles siguen sentados)
Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, el Hijo único de Dios, que nació de la Virgen María,
padeció, murió y resucitó, y está sentado a la derecha del Padre?
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Sacerdote: ¿Creen en la santa Iglesia católica, en la comunión los santos, en el perdón de
los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Sacerdote: Queridos hermanos, esta es nuestra fe, esta es la fe la Iglesia que nos
gloriamos de profesar, por Jesucristo Nuestro Señor.
Todos: Amén.
Catequista: Sí quiero.
Sacerdote: Ya que están dispuestos a cumplir con las exigencias del trabajo
evangelizador, aceptan y renuevan su compromiso como catequistas:
Catequista: Yo N..., movido por amor a Dios y a mis hermanos, quiero colaborar con
Jesús en la construcción del reino de Dios, llevando el mensaje de salvación a
los catequizandos que se me han encomendado. Por eso, en estos momentos,
ante la mirada amorosa de Nuestro Padre Dios, de su Hijo Jesucristo, del
Espíritu Santo y de esta comunidad eclesial, quiero comprometerme a ser
catequista.
Asumo con alegría esta responsabilidad siendo consciente de que esta tarea
me traerá gozos, sacrificios y sufrimientos. Pero sé también que contaré
siempre con la ayuda de Dios.
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Oración Universal de los Fieles
Oremos, hermanos, a Dios por las necesidades de la Iglesia y del mundo, por nosotros y, de
modo especial, por quienes se dedican a la tarea de catequizar.
1. Por la Iglesia, para que todos, junto con el Papa, los Obispos, Sacerdotes, Catequistas y
demás agentes de pastoral, descubramos la presencia salvífica de Dios entre nosotros y
así seamos creyentes, testigos de su amor, de su vida y de su paz en el mundo. Roguemos
al Señor.
2. Por todos los hombres y mujeres que desde cualquier condición y estado de vida están
llamados a ser catequistas, para beneficio de la Iglesia y de toda la humanidad.
Roguemos al Señor.
3. Por todos los catequistas, quienes a lo largo de su vida han sabido sembrar la semilla de
la fe, hoy pedimos para que Jesús los siga llenando de su sabiduría y la semilla que
siembran en los niños, jóvenes y adultos dé frutos abundantes. Roguemos al Señor.
4 Por todos los niños, jóvenes y adultos que forman parte de los diferentes procesos de
evangelización, para que el Espíritu Santo los ilumine y permita germinar en ellos el
amor de Dios y los haga fieles discípulos del Reino de Dios. Roguemos al Señor.
5. Por todos los que nos hemos reunido en esta celebración, para que el Señor despierte y
sostenga en nosotros el sentirnos Iglesia, y la conciencia de la propia responsabilidad en
la obra de la evangelización y de la catequesis. Roguemos al Señor.
Dios de amor, en tus manos colocamos a todos nuestros catequistas, a los catequizandos y
padres de familia, que todos asimilemos y practiquemos las enseñanzas que Tú nos dejaste, y
seamos testigos de tu Reino de paz, justicia y amor, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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