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Te cuento lo que nos pasó

Apareciste con algo de muerte


entre los labios,
tu blusa acristalada
dejaba ver el peligro
en tus pezones.

Entonces lo supe,
y se echó a correr dentro de mi
el río que llevo con orgullo
un poco más abajo del alma.

Acercándose tu olor
me fue sembrando
hormigas en los poros,
nuestras pieles se unieron
allá por un punto apresurado
de coordenadas etéreas
en donde siempre me vences:
un abrazo,
quizás dos, o tres
como ejercicio de libertad
en el encierro de las manos.

La rodilla me avisó pronto


que tu estrella mojada
repartía amenazas al silencio.
En ese instante comprendimos,
que en aquel lugar
de domingos y esperanzas,
tendríamos que gastar
nuestra alcancía de besos,
en un retoño de amor nacido
del orgasmo acezante
de tus huesos.

Marbelio, Noviembre 2019

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