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Conceptos centrales

tencialista como por !a psicología de la G estalt y participó ac­


tivamente en su extensión con su trabajo docente en universi­
dades como Harvard, Columbia y Brandéis. Su discípulo más
importante es Fritz Perls.

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INTERRUPCIÓN Y RESTABLECIMIENTO DEL


CONTACTO. EL CONCEPTO DE LA TERAPIA DE
LA «GESTALT» EN FRITZ PERLS (1893-1970)

Fritz Perls figura como el fundador de la terapia de la G e-


stalt. El mismo se autocalifica de «redescubridor»5 de la terapia
de la G estalt porque las ideas en que se apoya ya existían desde
hacía tiempo, y señala como aportación propia el haber mol­
deado dichos pensamientos e ideas, en parte muy antiguos,
dándoles la forma concreta de la terapia de la Gestalt.
No resulta fácil proporcionar una imagen de Perls. Por una
parte, no ha escrito mucho y, por la otra, el texto teórico más
importante, publicado por él junto con Flefferline y Goodman
bajo el título de G estalt T berapy, no fue escrito por él sino por
Goodman.

5.1. Trasfondo personal

Perls nació en 1893 en Berlín12. Hijo de padres judíos. Su


padre se ausentaba a menudo de casa debido a su profesión
«vendiendo sus vinos e ideales»3; recuerda que había muchas
discusiones entre sus padres: «Mi padre y mi madre tenían en­
carnizadas peleas, cuando él la pegaba... A menudo la llamaba
mueble»4. Su madre era muy ambiciosa y forjó grandes pro­
yectos para él y para sus dos hermanas mayores, Else y Grete.

1. 1969a, 24.
2. Ansbachcr Strasse 53.
3. 1969¿, 283.

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Conceptos centrales

A pesar de esto, o precisamente por ello, sus relaciones con su


madre no fueron especialmente buenas: «Conduje a mi madre
lenta pero inexorablemente a la desesperación. La gran ambi­
ción de su vida se esfumó»45. Recibió muchos golpes con el sa­
cudidor de alfombras, pero ella no consiguió educarle en la for­
ma en que hubiera querido: «No logró romper mi espíritu, fui
yo quien rompió los sacudidores»6.
En un punto la madre tuvo éxito: despertó y fomentó la
curiosidad del niño por el arte, sobre todo por el teatro. A raíz
de este interés mantuvo, más tarde, un estrecho contacto con
Max Reinhardt (1873-1943), en aquel entonces director del
Deutsches Theater de Berlín. El adolescente Perls quedó muy
impresionado por la intensidad con que Max Reinhardt inten­
taba trasladar las ideas y sueños de los poetas a la realidad del
espectador7. A menudo hacía papeles de figurante, para me­
jorar su economía particular y aprendió con qué intensidad
Reinhardt trabajaba con la voz, el comportamiento, la mímica
y los gestos, y hasta qué punto daba importancia a la confor­
midad entre estas distintas formas de expresión. Esta acentua­
ción de la congruencia se convirtió posteriormente en uno de
los componentes más importantes de la terapia de la Gestalt.
En comparación con estas excitantes experiencias, la escuela
se le aparece más bien como algo fatigoso y secundario, Perls
estudia en el Mommsengymnasium, fracasa8 y se traslada al As-
kanisches Gymnasium, en el que permanece hasta finalizar el
bachillerato.
Estudia medicina. La primera guerra mundial interrumpe
sus estudios. En 1916 tiene que alistarse en el ejército y expe­
rimenta el absurdo de la guerra. Pierde a su único amigo y se
sume en una profunda crisis. Después de la guerra, prosigue
sus estudios y tras realizar el examen de estado, se establece
4. O.c. 280.
5. O.c. 252.
6. O.c. 280.
7. "Max Reinhardt fue el primer genio creativo que encontré... Tenían que desaparecer todos
los caracteres que no entraban en contacto con los otros actores. Nada quedaba sin tocar, hasta
que una actuación trascendía al mundo de la realidad, aunque dejando espacio suficiente para la
fantasía del público» (o.c. 282).
8. «Aquella escuda fue una pesaddla para mí», o.c. 178. «La actitud básica era disciplina y
antisemitismo», o.c. 251.

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Terapia Gestalt en F. Perls

como psiquiatra en Berlín. A pesar de tener situación profe­


sional estable, adopta una postura crítica y mantiene el contacto
con artistas de la Bauhaus y políticos de izquierdas que intentan
luchar contra las estructuras autoritarias. Aquí conoce a Salo­
mo Friedlánder. Queda impresionado por su filosofía de la
«indiferencia creadora», que había expuesto en un libro con el
mismo título9. Como veremos luego, las ideas fundamentales
de Friedlánder son importantes para la formulación que Perls
hace de su concepción de la homeostasis.
En 1926 fue asistente de Kurt Goldstein en un Instituto para
soldados con lesiones cerebrales. Perls se enfrentó, entonces,
con una nueva forma de comprender el organismo y oyó, por
vez primera, el concepto de «autorrealización», sin compren­
der el significado exacto del término. «El (Goldstein) empleaba
el término autorrealización sin que yo lo entendiese. Cuando
oí la expresión veinticinco años más tarde de labios de Maslow
no logré todavía comprenderlo, salvo que me parecía algo bue­
no... me tomó todavía algunos años comprender la naturaleza
de la autorrealización en los términos de Gertrude Stein “una
rosa es una rosa es una rosa” »10.
Perls inicia su formación psicoanalítica en Berlín con Karen
Horney, la prosigue con Clara Happel en Francfort, Helene
Deutsch y Eduard Hitschmann en Viena, Eugen Piarnik en
Berlín y la culmina finalmente, a instancias de Karen Horney,
con Wilhelm Reich. En este momento le llegan decisivos estí­
mulos, dado que Reich es receptivo a los cambios en el pro­
cedimiento terapéutico. Perls observa que la expresión corpo­
ral, la mímica y los gestos tienen un gran significado para
Reich. Así como para Reinhardt estas formas de expresión eran
importantes para mostrar la traslación artística de pensamientos
e ideas, en el análisis reichiano actúan también como recursos
centrales del trabajo a realizar sobre la resistencia de los pa­
cientes ante el aquí y ahora. En esta misma época viven también
en Francfort pensadores existencialistas como Buber, Tillich y
Scheler, pero a pesar de que Perls viviera algunos años en

9. «Su obra Filosófica C rea tive I n d ifferen ce tuvo un tremendo impacto sobre mi» (o.c. 74).
10. O.c. 4-5,

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Conceptos centrales

Francfort, tuvo poco contacto con ellos. Sin embargo, dicha


corriente de pensamiento ejerció una gran influencia sobre él:
«Esto penetró profundamente, la filosofía existencial exige que
uno se haga responsable de su propia existencia»111234. Después
trataremos sobre el particular.
En 1933 huye con su familia1- a Flolanda, de allí marcha a
Sudáfrica (1934) y funda en Johannesburgo un Instituto Psi-
coanalítico. Considerados globalmente, los años en Johannes­
burgo fueron una gran decepción. Durante este tiempo recibió,
sin duda, influencias positivas, como por ejemplo la de
Smuts1', y formuló las ideas básicas de su posterior terapia de
la G estalt en la obra titulada Ego, H u n ger and A ggression]4.
No obtuvo, sin embargo, el reconocimiento profesional. En el
Congreso Internacional de Psicología de Checoslovaquia
(1936) intentó presentar por primera vez en público sus des­
acuerdos y sufrió una profunda decepción15. A ello había que
añadir que su vida familiar no se desarrollaba como él había
esperado. Surgieron tensiones entre él y su esposa, que estaba
muy dedicada a su profesión también como analista. La con­
secuencia fue un creciente deterioro en la relación con sus hijos.
Martin Shepard, que ha escrito la única biografía existente de
Perls, además de su autobiografía, le llama «Sísifo sobre su
roca» y sintetiza los 12 años de su vida en Sudáfrica de la ma­
nera siguiente: «Llegó aquí un hombre de cincuenta y tres años,
malcasado, con una hija de casi quince años y un hijo de once,
y con el propósito de desarrollar un método terapéutico que
todavía estaba en proceso de nacimiento, disponiéndose a em­
pujar la piedra ora a regiones desconocidas, ora a subirla a la
montaña»16.
En 1946, Perls marcha a Nueva York. Karen Horney y
Erich Fromm le ayudan en la instalación de un consultorio. En
It. O.c. 60.
12. Se casa en 1929 con Lore, amcricaniz.ada más tarde como Laura; su hija Renate nace en
1931.
13. H olism us u n d E volution, 1926.
14. Escrito en 1941-42 publicado en 1946.
15. «Quería contribuir a la teoría psicoanalítica pero, en aquel tiempo, no me daba cuenta
de lo revolucionario que era aquel artículo... La sentencia "todas las resistencias son anales” me
dejó mudo de asombro» (o.c. 45).
16. Shepard, 1975, 54.

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Terapia Gestalt en F. Perls

Nueva York conoce, entre otros, a Paul Goodman; con él y


con Ralph Hefferline escribe su obra fundamental G estalt T her­
apy, que apareció en 1951.
Hefferline es profesor de psicología en la Universidad de
' Columbia. Había probado experimentalmente con sus estu­
diantes los ejercicios de la G estalt y los incluyó como parte
práctica en la obra antes citada. Paul Goodman fue quien re­
dactó la parte teórica, ya que Perls no tuvo tiempo para hacerlo
debido a sus muchas obligaciones profesionales. Durante algún
tiempo estuvieron indecisos sobre si el libro debería titularse Con -

centration Therapy, como Laura Perls había propuesto. Final­


mente, Perls se decidió por el título de Gestalt Therapy.
En 1959 Wilson van Dusen, fenomenólogo de la costa oes­
te, llama a Perls a California. Perls era para él alguien que había
sabido otorgar un carácter práctico a la difícil teoría del exis-
tencialismo: «Teníamos una masa informe de la teoría psico­
lógica existencial sacada de Binswanger, Minkowski, Heideg-
ger. Pero hubo un hombre capaz de poner en práctica una teo­
ría bastante tortuosa»17.
En 1966 Perls halla en Esalen (California) su nueva patria
y escribe satisfecho: «La teoría de la G estalt aparece en el mapa.
Finalmente encuentro una comunidad, un lugar de ser: Esa­
len»18; «Esalen se ha convertido en el símbolo... de la revo­
lución humanística existencial, para hallar y promocionar nue­
vas vías de sanidad, crecimiento y el desarrollo del potencial
humano»190.2 Aquí encuentra el principio de aquello en lo que
había soñado: la fundación de un Kibbuz en el que «el abismo
entre los alumnos y el cuerpo de profesores debe ser abolido»" .
Realizó dicho sueño, poco antes de su muerte, en Cañada, cer­
ca de Vancouver. En el verano de 1969 se fundo el Kibbuz
junto a Lake Cowichan, en el solar de un antiguo albergue pes­
quero. Medio año más tarde Perls, a los 76 años de edad rea­
lizaba su viaje anual por Europa. Murió en marzo de 1970,
antes de su regreso a Cowichan.

17. O.c. 9.
18. 19696, 62.
19. O.c. 262.
20. O.c. 289.

*
93

l
'1

Conceptos centrales

Es importante mencionar también la relación que mantuvo


Perls con S. Freud. El mismo califica dicha relación como «una
de.,, las situaciones inacabadas de mi vida»21. Hasta el final,
mantuvo con Freud una relación escindida. En cierto sentido,
Freud fue y permaneció siempre su gran modelo22, por tratarse
de alguien que señaló nuevos caminos e influyó de forma re­
volucionaria en el desarrollo de la psicología y de la psiquiatría,
por ejemplo, mediante el significado del inconsciente y de los
instintos sexuales o mediante el descubrimiento de la doble na­
turaleza de un síntoma neurótico (singularidad y rechazo al
mismo tiempo). En su obra Ego, H u n ger and A ggression define
su concepción como un desarrollo ulterior de los principios
psicoanalíticos y habla del «tránsito del psicoanálisis ortodoxo
al método de la G estalt»23, Sin embargo, al igual que otros co­
legas suyos, como Horney, Jung, Adler, Fromm, Rank y
Reich, se alejó cada vez más de la concepción freudiana a raíz
de las experiencias y los conocimientos obtenidos a partir de
su trabajo en Sudáfrica, en donde pudo experimentar sin nin­
gún tipo de control ni limitación, y, sobre todo, de la inmo­
vilidad de los grupos psicoanalíticos, que estaban completa­
mente fijados en Freud en su manera de pensar. Dos aconte­
cimientos fueron decisivos para determinar dicho cambio: la
experiencia de su conferencia en el Congreso de Checoslova­
quia antes citado y su encuentro personal con Freud, en 1936.
Con ocasión de un congreso en Viena, concertó una cita con
él: «Fui recibido por una mujer anciana (creo que se trataba de
su hermana) y esperé. A continuación la puerta se abrió unos
2 1/2 pasos y allí estaba, ante mis ojos. Parecía raro que no
abandonara el umbral de la puerta, pero en aquel tiempo no
sabía nada de sus fobias»24. Perls le dijo: «“Vengo de Sudáfrica
para darle un trabajo-y para verle.” “Bien, y ¿cuándo regresa
usted?”, dijo. No recuerdo el resto de la conversación (quizá
cuatro minutos). Estaba indignado y decepcionado»25. Estas
21. O.c. 57.
22. «Freud era un científico sincero, un brillante escritor y descubridor de muchos secretos
de la mente», 1969b, 142; «Veo en Freud al Edison de la psiquiatría», o.c. 34.
23. 1978, 11.
24. 1969, 5.6,
25. O.c.

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Terapia Gestalt en F. Perls

experiencias le causaron la impresión de que Freud no estaba


interesado en proseguir el desarrollo de la teoría y praxis del
psicoanálisis; la convicción de Perls sobre la importancia de la
función del instinto y del yo, del presente y de la finalidad, de
la concentración, de la reacción espontánea de forma y fondo,
etc. no podía ser integrada, en modo alguno, en el proceder
psicoanalítico. Muchos de sus amigos le criticaron por su po­
lémica relación con Freud y le indujeron a ocuparse menos de
él. Respondió que era imposible porque Freud, a pesar de todo
era para él muy importante, y que su admiración, perplejidad
y sentimiento de venganza eran demasiado fuertes, y llegó a la
conclusión: «Estoy profundamente agradecido por lo mucho
que he desarrollado alzándome contra él»26.
He expuesto todo esto con detalle porque es importante ver
a raíz de qué trasfondo personal ha surgido el concepto de te­
rapia de la G estalt. Perls fue un hombre difícil, complicado y
con muchas contradicciones. Pero recorrió su camino, viviendo
personalmente todo aquello que había defendido a nivel teó­
rico, con todas las alegrías y penas que ello traía consigo; no
es casual que su mujer, Laura, le llamara «medio profeta, medio
vagabundo»27.

5.2. Teoría de la terapia de la «G estalt»

Según Perls la terapia de la G estalt es, junto con la logo-


terapia de Frankl y el análisis de la existencia (ver apartado 11)
de Binswanger y Boss, «una de las tres clases de terapia exis­
tencial»28. Perls subraya que su comienzo existencialista y fe-
nomenológico, en contraposición a las restantes filosofías
existencialistas29, parte del fenómeno de la G estalt dado en la
naturaleza, es decir, Perls buscaba una teoría que no se fundara,
a su vez, en otra teoría: «¿No hay entonces posibilidad de una
26. O.c. 45.
27. Shepard 1975, 3.
28. 1979c. 24.
29. «¿Qué es Tillich sin su protestantismo, Buber sin su ¡asidismo, Marcel sin su catolicismo?
¿Puede imaginarse a Sartre sin el apoyo de sus ideas comunistas, a Heidegger sin el apoyo de su
lenguaje o a Binswanger sin el psicoanálisis?» (1969&, 60).

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Conceptos centrales

orientación extravagante donde la existencia —el hecho y el


medio de la existencia— se manifieste a sí misma?»30 La solu­
ción se encuentra, según él, en la psicología de la G estalt; pues
«G estalt es... algo inherente a la naturaleza»31.
Siendo asistente de Kurt Goldstein, se impresionó por la
aplicación de los principios de la G estalt al trabajo realizado
con soldados que tenían lesiones cerebrales. Perls prosiguió la
labor de Goldstein hasta tal punto que integró esta psicología
en una teoría acerca del organismo humano y, apoyándose en
ella, desarrolló el concepto de terapia de la G estalt11.
Ya he señalado, en relación con Kurt Goldstein, los aspec­
tos esenciales de la psicología de la G estalt de la Escuela de
Berlín (ver apartado 4.3.). G estalt se entiende aquí como mo­
delo o figura, como una forma totalizadora de organización de
elementos individuales. El supuesto básico de la psicología de la
G estalt es el de que la naturaleza del hombre se compone de
dichas estructuras totalizadoras y sólo puede ser comprendida
y experimentada a partir de estas totalidades. El concepto de
«G estalt» denota así el aspecto de «totalidad» y se asemeja al
concepto oriental de Tao. Ambos parten de la idea de que fi­
gura y fondo constituyen una totalidad completa y no pueden
ser separados uno de otro sin que ello implique perder su res­
pectivo significado individual, es decir, sin destruir la totalidad.

5.2.1. A utorregulación d el organ ism o

El organismo es la forma de existencia del hombre. Éste


existe como organismo biológico y social. Perls parte de la idea
de que toda la vida orgánica se rige por el principio de la ho-
meostasis. Por homeostasis entiende un proceso en cuyo trans­
curso el organismo satisface sus necesidades mediante un con­
tinuo intercambio de equilibrio y desequilibrio. Perls considera
pues que no son los instintos, es decir, formas de comporta-
so. O.c. 61
31. O.c. 61
32. Su libro Ego, H u n ger a n d A ggresú on (1946, trad. alemana: 1978) está dedicado a la me­
moria de Max Wertheimer.

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Terapia Gestalt en F. Perls

miento predeterminadas específicamente por la información ge­


nética, quienes originan nuestro comportamiento, sino las ne­
cesidades que surgen como reacciones individuales ante este
proceso homeostático o de ajuste.
En este sentido, Perls recibe una gran influencia de Sigmund
Friedlánder y su teoría sobre la «indiferencia creativa»33. La
tesis fundamental de Friedlánder es la de que los opuestos re­
miten uno a otro. El lugar en el que ambos se neutralizan es
su punto medio. Friedlánder opinaba que es en este punto me­
dio en donde- los seres humanos podían hallar más fácilmente
el equilibrio entre sus deseos y sus necesidades contradictorias.
Perls señala en el organismo la tendencia a moverse hacia
dicho equilibrio, el «centro cero de los opuestos»3'1 que se ma­
nifiesta a través de una lucha constante entre la autoconserva-
ción (es decir, recogimiento, seguridad, tranquilidad, etc.), por
una parte, y el crecimiento (es decir, cambio, movimiento, ries­
go, desarrollo, etc.), por la otra. «Nosotros dejamos, por tan­
to, de lado la teoría de los instintos y consideramos el orga­
nismo sencillamente como un sistema que está en equilibrio y
que tiene que funcionar ordenadamente. Todo desequilibrio es
experimentado como una necesidad de corregir tal desequili­
brio»35.
Perls relaciona este proceso de la homeostasis con la com­
posición de la G estalt; es decir, la aparición de figuras sobre
fondos; ello significa que la necesidad más fuerte vigente, la
«situación más apremiante»36 emerge del fondo de las distintas
necesidades como figura y todo el organismo, cada uno de los
órganos, los sentidos, los movimientos, los pensamientos se or­
denan bajo esta «necesidad emergente». Si la necesidad es sa­
tisfecha, se diluye de inmediato en el fondo y una nueva ne­
cesidad emerge como figura. En un proceso de este tipo no se
alcanza nunca el estadio de una satisfacción definitiva, pues el
cierre de la G estalt ocasiona satisfacción, pero la simultánea
reapertura produce frustración. Lo decisivo en todo este pro-

33. Ver 1978, 19.


34. 1969b, 70.
35. 1979c, 25.
36. O .c,; acerca de la jerarquía de necesidades en Maslow ver apartado 9.1.

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Conceptos centrales

ceso es el creciente intercambio de los polos junto con la cre­


ciente tendencia de éstos hacia el equilibrio, hacia el punto me­
dio.
En el transcurso de esta tendencia permanente hacia el equi­
librio, el organismo tiene que entrar en contacto consigo mis­
mo y con el entorno, tiene que tomar del medio aquellas cosas
que le falta, o bien desprenderse de ellas, si las posee en so­
breabundancia; la «autoconservación y el desarrollo»37 son el
fin último, la «ley fundamental» de este proceso. El organismo
humano tiene dos sistemas para entrar en contacto con el mun­
do: el conjunto de los sentidos y e! conjunto de los movimien­
tos38.
En la psicología de orientación científica, estos dos sistemas
son separados claramente como «unidades independientes una
de otra»39. Perls propone, en contra de este «paralelismo psi-
cofísico» un «concepto total y holístico»40. La «doctrina ho-
lística», como él mismo la llama en otro pasaje, hace posible
una interpretación conjunta de estos dos sistemas organísmicos
y considera que pensamientos, sentimientos y formas de com­
portamiento están constituidos «por una misma materia», de
lo que extrae como consecuencia que «nosotros podemos pasar
y traspasar de un plano al otro»41. Para Perls, homeostasis y
holismo son algo así como tendencias innatas del organismo
que poseen la finalidad de que éste «se .realice a sí mismo tal
como es»42.

5.2.2. Teoría d el sí m ism o

Sí m ism o, con tacto, lím ite de con tacto. En su teoría sobre el


sí mismo, Perls, Hefferline y Goodman (en las páginas siguien­
tes PHG) subdividen el sí mismo en tres sistemas parciales: el
37. 1979a. 61.
38. «El sensorio está para !a orientación; es en el sencido del tacto donde entramos en contacto
con e! mundo. Con el aparato motor entramos en el conflicto. Es en el sistema de actuación donde
tratamos con e! mundo- (1979c, 68).
39. 1976, 32.
40. O.c. 33.
41. O.c.
42. -Una rosa es una rosa es una rosa- (1979c, 39).

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Terapia Gestalt en F. Perls

yo, el ello y la personalidad. No se trata naturalmente de que,


en conformidad con la doctrina holística, se pueda dividir el sí
mismo en tres partes, como si se tratara de un pastel, sino de
que estas tres partes actúan como figuras destacadas sobre el
fondo del organismo, de modo que «bajo determinadas cir­
cunstancias, parecen ser el sí mismo (total)»43.
En el «límite del contacto» el sí mismo con sus sistemas
parciales sirve para la toma de contacto entre el organismo y el
campo del entorno. «Contacto» y «límite de contacto» son
conceptos básicos dentro de este contexto, por ello vamos a
explicarlo aquí:
Ya se trató de la unidad del organismo respecto de sus dis­
tintos sistemas (pensamiento, sentidos, cuerpo). Toda actua­
ción conjunta dentro de esta unidad es una toma de contacto
que acontece «en el límite de la superficie entre organismo y el
campo del entorno»44.
Podemos imaginar el «límite del contacto» como una es­
tación de radar, que se encarga de registrar las situaciones nue­
vas y desconocidas en cada uno de los planos del organismo y
el campo del entorno y de transmitirlas de nuevo al organismo.
El límite del contacto es el punto central que regula el encuen­
tro o intercambio con el entorno, el punto central de las va­
riaciones positivas y negativas. «Central» no significa en este
contexto «medio» (como, por ej., según Charlotte Bühler, core
es aquello que uno imagina como lo más profundo del interior
de su cuerpo), sino «intensidad» en el sentido de un creci­
miento potencial del organismo. Este límite del contacto no es
una línea geométrica estática, sino que se mueve según la si­
tuación, unas veces en el ámbito del organismo, otras en el del
entorno, en función del tipo de proceso de contacto que se pro­
duce. Más tarde volveré sobre el particular. El sí mismo y el
conjunto de sus partes es definido como «límite del contacto
en actividad»45. Dicha actividad consiste en la «creación per­
manente de figuras y fondos»46. Es en este punto en donde la

43. 1979a, 159.


44. O.c. 40.
45. O.c. 17.
46. O.c.

99
Conceptos centrales

tensión entre autoconservación y crecimiento conduce al per­


cibir (aw areness) y en donde se trabaja con la tendencia al res­
tablecimiento del equilibrio. Esto puede ocurrir cuando se bus­
ca alimentación, cuando se come, en el amor y en la relación
sexual, cuando se ataca, se lucha, cuando nos comunicamos,
sentimos, aprendemos, avanzamos, etc.
Fases d el p roceso d e con tacto. PHG distinguen cuatro fases
en el proceso de contacto: 1) precontacto, 2) inicio de contacto
— toma de contacto, 3) realización del contacto y 4) postcon­
tacto.
1. P recontacto. Atendiéndose al principio homeostático, el
defecto o exceso interno (organísmico) y externo (condicio­
nado por el campo activan el límite de contacto; esto es válido
para todas las funciones del cuerpo tales como metabolismo,
necesidad de desdoblamiento, el orgasmo, necesidad de mo­
vimiento, tranquilidad, etc. Por este motivo, la respiración po­
see una importancia significativa para la psicoterapia; pues «en
ninguna otra parte podemos ver tan claramente hasta qué punto
un ser vivo es un “campo” y hasta qué punto el entorno está
“en” él»47. Estos estados de defecto o exceso son calificados
como «situaciones sin resolver».
2. Inicio d el con tacto — tom a d e contacto. Estos estímulos
permiten que el organismo perfile más aguda y fácilmente ob­
jetos-figuras en el campo que le circunda, haciendo posible la
integración de las situaciones sin resolver y la asimilación de lo
nuevo o la eliminación de lo superficial. «Este proceso de toma
de contacto —el tocar el objeto querido, deseado o interesante,
o el expulsar el objeto peligroso o desagradable mediante la evi­
tación o la destrucción— es en general una sucesión dé fondos
y figuras, en la que cada fondo se vacía y confiere su energía a
lá figura que se está formando, que, a su vez, actúa como fondo
para una nueva figura más fuerte»48.
En este marco, los sentimientos desempeñan una función
importante; son el «medio del conocimiento. No obstaculizan
el pensamiento, sino que, por el contrario, son los portadores,

47. O.c. 191.


48. O.c. 193.

100
Terapia Gestalt en F. Perls

únicos e insubstituibles, de las informaciones sobre el organis­


mo y el campo del entorno»49. Gracias a ellos podemos aclarar
la conveniencia de nuestros deseos.
La función del yo en este contexto consiste en identificarse
con la impresión, que se ha convertido en figura, o bien alejarse
de ella. Lo importante en este caso no es saber por cuál de las
dos opciones se decidirá el yo, sino que realmente se decida;
ya que «el organismo no es quien toma las decisiones. La de­
cisión es una disposición establecida por el hombre. El orga­
nismo opera continuamente a partir del principio de la pri­
macía»50. Sin estas decisiones voluntarias no se puede llegar a
una «adaptación creadora» a lo largo del proceso de contacto.
Aunque las identificaciones o los distanciamientos ocurren al­
gunas veces de manera espontánea y natural, en otras situacio­
nes pueden llevar a conflictos; el conflicto se manifiesta como
«destrucción de la homogeneidad del fondo» e «impide la apa­
rición de la siguiente figura perfilada con fuerza y viveza»’ 1.
Identificación o distanciamiento no significan en este contexto
la decisión a favor o en contra de una u otra de las figuras que
se perfilan; ni tampoco «la reunión en una sola figura, para
poder hallar una solución cómoda»52, sino «la decisión en favor
del conflicto en cuanto tal»53; pues, sólo en este caso la figura
«será estimulante y enérgica, pero la destrucción y el sufri­
miento serán también totales»54.
El yo tiene la función de decidir, y el sí mismo («como lí­
mite de contacto en actividad»55) la de experimentar el conflicto
y cambiar lo dado56.
Para PHG la vivencia y la experiencia de los conflictos son
un componente necesario en el proceso de la adaptación crea­
dora. No se trata de dar a los conflictos la solución deseada,
sino de algo más: afirmar el hecho o la existencia del conflicto

49. O.c. 199.


50. 1979c. 29.
51. I979s, 202.
52. O.e. 203.
53. O.e.
54. O.c.
55. O.c. 17.
56. O.c. 203.

101
Conceptos centrales

en cuanto tal. La tarea es difípil porque los conflictos también


provocan miedo: «la ansiedad nace de dos fuentes: el dolor pro­
ducido por una impresión creciente... y el temor a rechazar o
a ser rechazado»5 . Así el organismo sano fluctúa siempre entre
el afán de seguridad y «el atenerse al statu quo», que está vin­
culado con aquél, por un lado, y el anhelo del cambio de pers­
pectivas, acompañado del dolor que supone la amenaza de
«destruir la seguridad»5758, por otro. Ante esta difícil situación
el hombre tiene dos posibilidades y ha de decidirse cada vez
por una de ellas;
1. El sí mismo se mueve en el ámbito de la confiada se­
guridad y paga esto con un acopio de situaciones no resueltas,
que siempre se repiten, o con la experiencia de la derrota: «lo
que popularmente se conoce como “sentar la cabeza” después
de las locuras de la juventud. Lo que falta aquí es la impresión,
el desarrollo y la sensación de estar vivo»5'*.
2. El sí mismo emplea sus fuerzas aun a riesgo de fracasar
y de experimentar su propia inseguridad; esto va acompañado
de «un estímulo, de un cierto optimismo extravagante de que
habrá que cambiar la realidad, y de una confianza mecánica en
que el organismo se regulará por sí mismo»60.
3. R ealización d el con tacto. La realización del contacto es
un momento, un punto álgido del proceso de contacto, en el
que la necesidad o el interés se funden con el sí mismo en una
unidad; por un momento, el sí mismo es la figura, «por unos
instantes no hay prácticamente fondo alguno»61. El autoper-
cibir, que normalmente no puede existir sin el fondo, no tiene
como fondo ni el entorno ni el cuerpo; pero esto sólo es posible
porque se trata de una forma de autopercibir en la realización
del contacto, en la que:
a) cada una de las partes del todo es experimentada junto
con todas las restantes partes de dicho todo;
b) el todo se compone sólo de las partes que se experimen­
tan.
57. O.c. 20-1.
58. O.c.
59. O.c. 205.
60. O.c. 205-206.
61. O.c. 207.

102
Terapia Gestalt en F. Perls

Esto ha sido expresado de forma complicada. De hecho a


lo que se alude es a un estado del «modo medio»62, en el que
se llega a una total coincidencia entre organismo y entorno
(como en el orgasmo); el sí mismo «deja de ser sí mismo»63 y
se transforma en lo que se podría llamar un paso de desarrollo
o cambio. Este proceso total de contacto se caracteriza por la
pnidad de las funciones de percepción, movimiento y sensa­
ción, pero «sólo en la realización del contacto y a través de su
espontaneidad y de su entusiasmo, se llega a la idea de que to­
das estas funciones son el primer término, la figura: descubri­
mos la unidad. Es decir, el sí mismo (que no es nada más que
contacto) se descubre a sí mismo. Lo que él siente es la inter­
acción del organismo y el entorno»64.
En la realización del contacto hay dos posibilidades distin­
tas de fusión: «La clase de estados claros son la simpatía, el
amor, la alegría, la serenidad, gozar de la belleza, sagacidad,
etc... Los estados oscuros... son la desesperación, la tristeza,
etc. y podemos ver lo terribles que son, porque no hay un yo
ni un tú, sino sólo una sensación, como si se estuviera ante un
abismo»65.
4. P ostcontacto. «El efecto que produce el contacto (excep­
tuando la destrucción) es el crecimiento», que se condensa psi­
cológicamente en el organismo. Nos lo podemos imaginar de
la siguiente manera: con ei contacto se produce una afluencia
de energía que hace extensible la energía del organismo pre­
cedente a los elementos que se han asimilado en la consumación
del contacto. Estos elementos asimilados son, junto con el mo­
mento de la consumación del contacto, una parte de la auto­
rregulación organísmica. El límite del contacto (en forma de sí
mismo) que por un momento casi se había disuelto, se confi­
gura de nuevo, envuelve el organismo y «permanece entonces
“al margen” de lo asimilado, de lo aprendido, de las costum­
bres, de los reflejos condicionados, etc.»66 Este desarrollo pue-

62. O.C. 208.


63. O.c.
64. O.c.
65. O.c. 211-212.
66. O.c. 220.

103
Conceptos centrales

de presentar distintas formas de aparición, según cuáles han


sido los cambios que han tenido lugar en el proceso de con­
tacto. Así puede manifestarse como «crecimiento, restableci­
miento, procreación, disminución, asimilación, aprendizaje,
memoria, hábito, imitación, identificación»67. Éstos son ejem­
plos de la adaptación creadora y todos deben ser entendidos
como un rendimiento del sí mismo.
Aparición d e la neurosis a raíz d e la interrupción d el con ­
tacto. La neurosis es también un producto de la adaptación
creadora y es asimilada de la misma manera en que lo han sido
las experiencias descritas anteriormente como el comer o la se­
xualidad. PHG explican la aparición de la neurosis a partir de
la interrupción del proceso de contacto que hemos descrito; los
distintos tipos de cambios neuróticos se producen según cuál
haya sido el lugar del proceso de contacto en que haya ocurrido
la interrupción.
En contraposición a lo que ocurre en el proceso de contacto
del crecimiento, en el proceso neurótico «un deliberado em­
peño por ejercer el control» constituye el fondo de una figura
que consiste en un «estímulo reprimido»68. El cuerpo lo ex­
perimenta como algo desagradable porque un estímulo es de­
tenido por una «contracción» opuesta (como apretar los dien­
tes, cerrar los puños). Debido a que este proceso de figura y
fondo resulta insatisfactorio, el organismo disminuye su con­
trol «y lo intenta de núevo»6\ Sin embargo, el problema resulta
difícil de resolver cuando este nuevo intento o posteriores son
frustrados, pues ello significa que ha surgido una situación nue­
va «cuando la anterior no está todavía resuelta»70. Para poder
dirigirse, pues, hacia una nueva situación es necesario que la
situación no resuelta sea oprimida: «El fundamento para que
se dé la toma de contacto con una nueva figura se ve perturbado
por la existencia de esa desagradable opresión, que paraliza al­
gunas de las funciones del yo »71. Las energías que se necesi-

67. O.C. 212.


68. O.c. 221.
69. O.c.
70. O.c. 222.
71. O.c.

104
Terapia Gestalt er F. Perls

tarían para resolver esta nueva situación están sujetas al man­


tenimiento de la opresión intencionada de la «segunda natu­
raleza»7273. PHG parten de que esta opresión intencionada se
convierte, a la larga, en una costumbre, una «represión» 3 que
se aprende como las restantes costumbres, y que deviene una
parte constitutiva del organismo, al igual que las experiencias
del desarrollo.
La vida del neurótico no se halla, por ello, en un equilibrio
fluido, sino que está determinada por constantes interrupcio­
nes. La aparición de la desaparición de necesidades y su asi­
milación en el producto del desarrollo están bloqueadas, por­
que el neurótico utiliza todas sus energías para mantener su
equilibrio neurótico, el equilibrio de su segunda naturaleza.
El equilibrio transforma su carácter: el goce por la vida es
substituido por el esfuerzo por la supervivencia. El neurótico
no puede aprovechar sus agresiones para su propio desarrollo,
sino que las dirige, en última instancia, contra sí mismo y con­
tra los demás. La «obra inacabada» o la «G estalt incompleta»
no se convierten, por consiguiente, en figura ni encierran tam­
poco la posibilidad de emerger como fondo en el proceso de la
adaptación creadora.
PHG llaman «evitación» al mecanismo de permanente in­
terrupción del contacto; el psicoanálisis lo denomina «resisten­
cia». Estos conceptos encierran significados diferentes. Así,
mientras Freud considera que el mecanismo de evitación lo re­
cibimos de nuestros padres, según PHG el responsable es el
propio organismo, es decir, no parten de que los asuntos sin
resolver (que corresponden en el psicoanálisis a las «fijaciones»)
sobrepasan al hombre, sino de que él mismo contribuye acti­
vamente a ellas. Estos conceptos distintos son al mismo tiempo
la expresión de diferentes formas del pensar filosófico. Los
conceptos de «resistencia» y «fijación» salen del principio de
causalidad propio de la filosofía orientada en las ciencias de la
naturaleza, en cambio los conceptos de «evitación» y «asuntos
sin resolver» son expresión de una actitud existenciaiista, que

72. O.c. 223.


73. O.c.

105
Conceptos centrales

no despoja a] ser humano de la responsabilidad de sus actos en


el aquí y ahora. Según PHG no es que la «fijación» sea neu­
rótica, sino el ya no tener capacidad o el no tener de nuevo
capacidad para resolver con decisiones las situaciones conflic­
tivas.
El intento de desprenderse, por ejemplo en el transcurso de
la terapia, de las represiones y de la inhibición, que éstas traen
consigo, mediante la confrontación con el conflicto suscita in­
mediatamente el miedo, ya que «la situación de estímulo es re­
animada de nuevo y debe ser interceptada de inmediato»74.
Sin embargo, la evitación del conflicto conduce inevitable­
mente a que se evite el contacto o se interrumpa de nuevo. Par­
tiendo del punto en el que se ha interrumpido el proceso de
contacto, PHG distinguen varios tipos de trastornos neuróti­
cos:
1. Confluencia: interrupción del contacto «antes del estí­
mulo primario»75.
2. Introyección: interrupción del contacto «durante el es­
tímulo»76.
3. Proyección; interrupción del contacto «en la confron­
tación con el entorno»77.
4. Retroflexión: interrupción del contacto «durante el con­
flicto, en la destrucción»78.
5. Egotismo: interrupción del contacto «durante la reali­
zación del contacto»79. Al explicar más de cerca las formas par­
ticulares de interrupción del contacto hay que tener en cuenta
que presentan siempre un doble carácter, es decir, aunque las
explico desde la perspectiva de la neurosis, no por ello la con­
fluencia, la introyección, la proyección, la retroflexión y el
egotismo son sólo expresión de una neurosis; si se trata de un
proceso de contacto que transcurre de forma constructiva, to­
dos estos fenómenos son expresión de un proceso de desarro-

74. O.c.
75. O.c. 244,
76. O.c.
77. O.c.
78. O.c.
79. O .c,; acerca del concepto «egotismo» ver nota 99 en la página 110.

106
Terapia Gestalt en F. Perls

lio. Por eso mencionaré siempre, en la brevedad de la exposi­


ción, la relación de ambos polos80.
I C onfluencia. La forma sana de la confluencia se origina
en el momento del «éxtasis o concentración extrema»81; orga­
nismo y entorno se identifican uno con otro cuando, por ejem­
plo, el ser humano se identifica de manera absoluta con un gru­
po, o en el acto sexual, cuando uno se funde con el otro en el
orgasmo. El neurótico confluyente no es capaz de reconocer la
diferencia entre estas situaciones y aquellas en las que es ne­
cesario establecer una clara delimitación con el entorno: él
«anuda sus necesidades, sus emociones y actividades en una
madeja desesperanzada hasta no ser consciente de lo que qui­
siera hacer y de cómo se pone obstáculos a sí mismo»8". Las
relaciones confluyentes de carácter patológico se reconocen
porque sus partícipes hablan siempre —la entonación recae en
el siempre— de «nosotros». Eluden el cambio de un contacto
sano del «nosotros» al contacto y el conflicto sanos entre el
«yo» y el «tú»si.
2. In troyección . Introyección es la forma de interrupción
que se produce durante eí estímulo: «El sí mismo interioriza,
substituye un posible instinto propio por el de otro» hombre .
La introyección acontece durante el inicio del contacto o toma
del contacto, cuando interiorizamos acríticamente teorías, he­
chos, normas de conducta, valores morales, éticos, estéticos o
políticos. Perls, estableciendo una comparación con la comida,
escribe que «la alimentación psíquica, que nos ofrece el mundo
exterior, ... debe ser asimilada exactamente de la misma manera
en que lo es la alimentación real. Debe ser destruida, analizada,
tomada y después vertida en el molde que sea más valioso para
nosotros»85.
Lo introyectado es un cuerpo extraño no digerido que, in­
cluso una vez interiorizado, sigue formando parte del entorno.

SO. Para simplificar llamo a estas dos caras «sana» y «neurótica».


81. 1976, 56.
82. O.c. 57.
8.3. Ver R. Cohn, apartado 7.
84. 1979«, 246.
85. 1976, 52.

107
Conceptos centrales

La introyección designa ei mecanismo mediante el cual «dichos


cuerpos extraños se añaden á la personalidad»86.
La introyección tiene también dos polos. Podemos interio­
rizar muchas cosas del entorno, «convencionalismos lingüísti­
cos, moda, planos urbanos e instituciones»878, sin digerirlas del
todo «porque no nos importa mucho que sean de una manera
u otra»s\ Perls aporta el ejemplo de un candidato a un examen
que acumula datos para aprobarlo. Podría imaginarme a mí
también en situaciones de difícil decisión en las que me adhiero
a la opinión de un amigo y la interiorizo sin digerirla. Por el
contrario, «una situación neurótica es aquella en la que la con­
vención es violenta e irreconciliable con un estímulo fuerte, y
en la que el deseo mismo de evitar ofender lo que se incluye en
él... es reprimido, y el entorno odiado es tanto destruido como
aceptado, en la medida en la que se lo digiere y extermina»899012.
Perls señala que la introyección encierra «un doble peli­
gro»91-. Por una parte no puede contribuir al desarrollo porque
ha utilizado toda la energía para la interrupción del contacto,
debido a que los asuntos no resueltos se acumulan cada vez más
e inhiben el proceso de contacto de situaciones nuevas. Por otra
parte, la introyección conduce al «desdoblamiento de la per­
sonalidad»^ y, a decir verdad, no cuenta sólo el hecho de que
se acumulen asuntos no resueltos, sino el de que estos asuntos
no resueltos en particular sean irreconciliables y conviertan la
personalidad en un «Campo de batalla»93 de introyectos opues­
tos. Toda la energía está retenida y el «conflicto interno neu­
rótico es resuelto habitualmente en un empate, en donde nadie
puede ganar y la personalidad deviene incapacitada para cual­
quier nuevo crecimiento o para cualquier desarrollo»93.
3. P royección . La proyección es también una interrupción
del contacto que se produce durante el inicio de éste o durante

86. O.c. 51.


87. 19794, 246.
88. O.c.
89. O.c.
90. !976, 52.
91. O.c.
92. O.c. 53.
93. O.c.

108
Terapia Gestalt en F. Perls

la toma de contacto. «Si se reconoce el estímulo y se tiende


hacia el entorno, nace una sensación consistente en la asocia­
ción de una apetencia o instinto a un objeto vago que hemos
imaginado. Cuando en este estadio se llega a la interrupción,
la consecuencia es la proyección» .
También en este caso es necesario distinguir entre la pro­
yección sana y la neurótica. La forma sana de proyección se
manifiesta cuando el hombre se centra con fuerza en su entor­
no, lo observa y desarrolla toda clase de sospechas y fantasías
con la intención de activar el entorno en lugar de la propia per­
sona.
Ejemplos de formas sanas de proyección los hallamos en el
juego del ajedrez, en el que se buscan distintos caminos y se
intenta saber fundamentalmente qué es lo que piensa el con­
trario y qué está planeando. También en el arte y en la vida
normal se dan situaciones en las que las proyecciones ejercen
una función provechosa y constructiva: «Normalmente la pro­
yección es irrenunciable. Proyectarse “al azar” es el inicio de
una G estalt libre de intenciones que posteriormente configura
un contraobjeto que se opone a esa sensación de estar suspen­
dido o a la intuición; en el esfuerzo normal de adaptación crea­
dora, la proyección es el momento necesario y alucinatorio de
las primeras aproximaciones»^5.
El neurótico, por el contrario, no puede reconocer esta sen­
sación de suspensión de la fantasía o alucinación como parte
integrante de sí mismo; en lugar de ello la atribuye a las cosas
y personas del entorno. Así, los límites entre nosotros mismos
y el entorno se desplazan de modo que es posible «negar y
rechazar» aspectos de nuestra personalidad que consideramos
negativos y atribuir su responsabilidad al entorno. La mayoría
de las veces se trata de nuestros introyectos que suscitan el
autodesprecio y la alienación y originan proyecciones. En este
sentido, la persona que realiza introyecciones es aquella que
deviene —más bien pasivamente— un campo de batalla de
cuerpos extraños irreconciliables, una paralela a la personalidad945

94. 1979a. 247.


95. O.c.

109
Conceptos céntrales

que proyecta, y aquella que convierte «al mundo en un campo


de batalla»96.
4, R etroflex ión. Se denomina retroflexión a la forma de
comportamiento por la que el organismo dirige contra sí mismo
las energías que originariamente estaban orientadas hacia las co­
sas o personas del mundo exterior, o bien se satisface a sí mis­
mo con aquello que propiamente quiere tener del entorno. Las
energías del organismo, canalizadas hacia el exterior, entran en
conexión con el entorno; el organismo se halla en el estadio de
la realización del contacto y «no logra dominar» sentimientos
tales como amor, rabia, compasión, confianza, etc., «y tiene
que interrumpir, ya que teme herir o ser herido. Las energías
que intervienen arremeten contra los únicos objetos no peli­
grosos, contra la propia personalidad y contra el cuerpo»97. La
retroflexión sana es eficaz en los actos del «autodominio inten­
cionado»98, pues el hombre hace bien en no dejar curso libre a
todos los impulsos y en reprimir algunos conscientemente.
Ahora es necesario diferenciar la regresión consciente de los
impulsos destructivos de la retroflexión neurótica, en la que
dichos impulsos no son reprimidos sino dirigidos contra el pro­
pio organismo por el «yo» contra el «a mí».
Mientras el neurótico de comportamiento confluyente no
percibe el límite del contacto ni tampoco el sí mismo, ocasio­
nando que organismo y entorno se confundan, en la introyec­
ción el límite del contacto se halla en el ámbito del yo, es de­
cir, del organismo, y en la proyección en el ámbito del tú, es
decir, del entorno. En la retroflexión, a diferencia de la con­
fluencia, la introyección y la proyección, el mundo es descar­
tado totalmente y en lugar del entorno el «a mí» pasa a ser
el polo de interacción del yo.
5. E gotism o99. El egotismo es también una interrupción en
el estadio de la realización del contacto. Se interrumpen el com­
portamiento o la experiencia que podrían conducir al desarro-
96. 1976, 56.
97. 1979a, 248.
98. O.c. 249.
99. En la traducción alemana se- ha traducido erróneamente «egotismo» (amor propio, es
decir, la inclinación de cuidar el sentimiento por la propia persona) por «egoísmo» (sentimiento o
voluntad dirigida a preservar la propia ventaja e interés).

110
Terapia Gestalt en F. Perls

lio. Lo que PHG califican de egotismo se expresa en el sentido


de un análisis renovado, es decir, un asegurarse ante el peligro
o la sorpresa. La forma sana de egotismo «es imprescindible en
todo el largo proceso de perfeccionamiento y maduración, pues
de lo contrario induce a tomar decisiones precipitadas y a la
necesidad desalentadora de deshacer lo andado»100. El egotismo
sano es, por tanto, lento, escéptico, reservado, etc. En el ego­
tismo neurótico, debido a la falta de espontaneidad y al cre­
ciente control que ejerce, se llega, por el contrario, «a com­
plicaciones con el darse cuenta intencionado» con el fin de
«destruir lo que no puede ser dominado o lo que produce sor­
presa»101. La consecuencia que se deriva de ello es la de que el
hombre neurótico no se puede desligar de la percepción de sí
mismo.

5.3. Praxis de la terapia de la «G estalt»

El concepto de terapia de la G estalt se fundamenta preci­


samente en estas interrupciones. Durante la terapia hay que
averiguar:
1) en qué estadio del proceso de contacto el hombre lo in­
terrumpe y
2) de qué manera interrumpe el contacto; en contraposi­
ción a lo que ocurre en el psicoanálisis, lo principal no es el
«por qué» sino el «cómo» de la interrupción.
Si se sabe con claridad en qué fase tiene lugar la interrup­
ción, es posible «concentrarse» en ella, recurriendo a los me­
dios de la terapia de la G estalt. Como se infiere del cuadro de
la página 112, la vivencia que está de acuerdo con los senti­
mientos varía considerablemente en la concentración: «En la
confluencia, al neurótico no se le nota nada, y no tiene nada
que decir, mientras que el sí mismo en la concentración se sien­
te cercado por una oscuridad opresora. En la introyección, el
neurótico legitima como norma aquello que el sí mismo, en la

100. O.c. 250.


101. O.c.

111
Conceptos centrales

concentración, experimenta como un cuerpo extraño que se de­


sea expeler. En la proyección, el neurótico está convencido,
como si tuviera pruebas palpables ante los ojos, mientras que
el sí mismo, en la concentración, siente un vacío en la expe­
riencia. En la retroflexión, el neurótico presta atención con
ahínco, allí donde el sí mismo, en la concentración, se siente
postergado y excluido del entorno. En el egotismo, el neuró­
tico es consciente de todo y sabe siempre qué debe decir, mien­
tras que el sí mismo, en la concentración, se siente vacío, sin
necesidades, ni intereses»102.
V iv e n c ia d e l V iv e n c ia d e l s í m is m o
n e u ró tic o en la « c o n c e n tra c ió n »

C o n flu e n c ia fa lta de a te n c ió n , o s c u rid a d o p re s o ra


in d ife r e n c ia

In tro y e c c ió n to d o es n o rm a l y e s tá lo « n o rm a l» se
en o rd e n e x p e rim e n ta
c o m o c u e rp o e x tra ñ o

P ro y e c c ió n to d o b a jo c o n tro l, v a c ío , a g u je ro
e x is te n p ru e b a s

R e tro fle x ió n p re s ta r a te n c ió n co n s e n tirs e p o s te rg a d o y


d ilig e n c ia e x c lu id o

E g o tis m o n in g u n a n e c e s id a d de v a c ío , s in n e c e s id a d e s
e x c u s a ni a c la ra c ió n n i in te re s e s

Perls parte de que la decisión de acudir a un terapeuta es


una actuación consciente y por ello un acto de la adaptación
creadora. Ya que el ser humano que se halla en una crisis «exis­
tencial»103, o bien siente la necesidad de seguir desarrollando
su personalidad, con este paso, toma públicamente la respon­
sabilidad de una parte de su persona, con la que no está con­
tento. Perls no hace aquí distinción entre neurótico y sano:
«Soy de la opinión de que la personalidad de hoy es la perso­
na. 1979a, 257.
103. 1976, 62.

112
Terapia Gestalt en F. Perls

nalidad neurótica»10'1. Él opina que nosotros vivimos en una


«sociedad demente» en la que el hombre sólo tiene una elec­
ción, «participar en esta psicosis colectiva o correr riesgos y
llegar a ser una persona sana»104105, y que aquel que se ha decidido
por seguir una psicoterapia individual o de grupo de encuentro,
se ha decidido por el riesgo. Éste es, de nuevo, un presupuesto
para el trabajo constructivo del terapeuta.
La diferencia esencial respecto de las formas de terapia psi-
coanalítica es la de que los terapeutas de la Gestalt no «anali­
zan» sino que «integran»1061078y, coincidiendo con Rogers, con­
sideran la terapia como un «proceso del llegar a ser» u . La meta
de este proceso es establecer contacto o bien restablecerlo, es
decir, «verse a sí mismo como parte integrante de un campo
general y entrar en relación consigo mismo y con el mundo» .

5.3.1. Principios de la terapia d e la «Gestalt»

Para apoyar a los clientes en este fin, la terapia de la Gestalt


pone de relieve los siguientes principios:
1. Aquí y ahora,
2. Autoconciencia (a w a ren ess),
3. Confrontación,
4. Relación yo-tú entre terapeuta y cliente.

1. Aquí y ahora. Normalmente al hombre le resulta más


fácil mantenerse, ya sea de pensamiento o con los sentimientos,
en el futuro o en el pasado que estar en el presente, en el mo­
mento, vivir en el aquí y ahora. Por eso, para muchos seres
humanos la vida «propiamente dicha» comienza en algún mo­
mento del futuro, después de un examen, después de la boda,
después de la jubilación, etc. Esta orientación hacia el futuro o
hacia el pasado se muestra en la terapia de la Gestalt como pun­
to esencial de la resistencia. Esto parece, en principio, para-
104. 1979c, 3B.
105. O.c.
10*. 1979c, 73.
107. 1979a, 27.
108. 1976, 92.
113
Conceptos centrales

dójico porque todo lo que se piensa o siente en el presente se


refiere también a algo del futuro o del pasado; Perls lo expresó
una vez así: «Digo que es imposible vivir en el aquí y ahora...
tanto si nos acordamos como si nos anticipamos, lo hacemos
aquí y ahora»109. El pasado o es asimilado o sigue existiendo
en forma de «asuntos no resueltos». El futuro, por el contrario,
es incierto, significa un cambio potencial, riesgo y miedo: «el
miedo es el abismo entre el ahora y el más tarde. Si estás en el
ahora, no has de tener miedo, pues tu estímulo se convier­
te inmediatamente en actividades permanentemente espontá­
neas»110.
Esta interpretación se distingue esencialmente de la del psi­
coanálisis en donde las experiencias del pasado se dan de dos
maneras: una vez como experiencias del pasado y otra (distinta
de ésta) como experiencias del presente. Para Perls hay exis­
tencia, pero sólo en el presente.
La primera tarea de la terapia de la G estalt es, pues, traer
al cliente al presente con sus pensamientos y sensaciones. Si el
cliente consigue de esta manera experimentar su existencia pre­
sente, transportará por sí mismo «el material de la experiencia
pasada que se necesita para concluir la G estalt, para asimilar un
recuerdo y corregir el equilibrio organísmico»111.
2. A u tocon áen cia (aw areness). Ahora y cóm o son «las dos
piernas con las que la terapia de la G estalt anda y se sostiene...
ahora comprende todo lo que existe. El pasado ya no es, el
futuro todavía no es. Ahora encierra el equilibrio del ser aquí,
es experiencia, compromiso, fenómeno, conciencia»112.
A w areness es «una voluble hermana gemela de la aten­
ción»11’; aw a ren ess es más difusa que la atención, significa tan­
to como autoconciencia o darse cuenta. Se trata aquí de una
forma relajada de la atención, en la que el organismo vivo está
en contacto consigo mismo y con el entorno114.

109. 1979c, 49,


110. O.c. 11-12.
111. 1976,83.
112. 1979c, 52.
113. 1976, 29.
114. mA w areness es una experiencia de suprema intimidad. Yo no puedo ser consciente (am a­
re) de tu conciencia (aw areness)* 37).

114
Terapia Gestalt en F. Perls

Al cóm o hay que añadir el qué. En el qué no se llega a una


descripción valorativa de una cosa, de un precedente, de un
sentido de los gestos, de la mímica, del mantenimiento del
cuerpo, la voz, la respiración, etc., sino sencillamente a su exis­
tencia obvia (ob viou s ex istence). El cliente debe percibir, por
ejemplo, que él está sentado en una silla, que ahora se ha sen­
tado de otra forma, que ríe, que su corazón palpita, etc. Este
qué es el fundamento para el paso siguiente, el cóm o. En este
estadio el cliente debe describir fenomenológicamente cómo
percibe el q u é : «En la terapia de la G estalt empezamos por el
“q u é” es y miramos qué abstracciones, contexto o situación
podemos hallar allí, y relacionamos la figura, la experiencia del
primer término, con el fondo, el contenido, la perspectiva, la
situación y éstos ¡untos configuran la Gestalt. El sentido es la
relación de la figura del primer plano con su fondo»11516. Aquí
el terapeuta puede ayudarle en la medida en que él se detiene
permanentemente en concentrarse fenomenológicamente en lo
evidente [the o b v io u s) de su organismo. La acentuación de la
conciencia del q u é y del cóm o en el aquí y ahora es el funda­
mento de la investigación del proceso de contacto y con ello
también el fundamento del análisis de la interrupción del con­
tacto. /Se trata de una interrupción del contacto en el contacto
con el entorno o consigo mismo? o ¿es una interrupción del
contacto en el contacto con la fantasía?
3. C onfrontación. Esta conciencia del aquí y ahora es el
paso siguiente de la confrontación, a saber, la confrontación
consigo mismo (el primer paso fue la decisión de participar en
una terapia o algo parecido). La finalidad primordial de la te­
rapia de la G estalt no es resolver los problemas sino «hacerlos
presentes para que éstos se digieran, a partir de materiales nue­
vos del entorno, y para que puedan ser empujados a una cri­
sis»né, es decir, la confrontación consciente con la realidad per­
sona! y social, el reconocimiento de la persona que realmente
se es, constituye el primer paso para la transformación, la mo­
vilización de potencial, para el desarrollo; ésta es la idea fun-

115. O.C. 68.


116. 1979a, 144.

115
Conceptos centrales

damental de «la teoría paradpjica de la transformación»117 de


Perls.
El paso siguiente de la terapia es la experimentación, la in­
teriorización consciente de las situaciones que deben cambiar­
se: «e! método de tratamiento consiste en impulsar siempre el
contacto con la crisis actual, hasta que se arriesgue al salto a lo
desconocido»118. El mismo miedo, que normalmente daña al
ser humano en el desarrollo, se presenta en este momento como
una oportunidad, en la que el organismo, ante la presencia del
miedo, no interrumpe el contacto con dicho miedo sino que lo
asume conscientemente.
4. La relación en tre terapeuta y clien te. En la relación entre
terapeuta y cliente se aspira, de manera parecida a la defendida
por Rogers, a una relación entre un yo y un tú119. El terapeuta
actúa en el ahora y en el cóm o como vehículo, como parte del
entorno; la tarea esencial del terapeuta es vigilar que el cliente
no pierda el estado de conciencia y que no interrumpa el con­
tacto consigo mismo o con el entorno a través de una desvia­
ción hacia el futuro o hacia el pasado. Para conseguir este pro­
pósito tiene que frustrar a menudo al cliente cuando éste, re­
curriendo a todos los trucos posibles, por ejemplo, a una con­
versación larga, a preguntas, a ataques al terapeuta, etc. intenta
evadirse del aquí y ahora, que le provocan miedo. Ante todo
está, sin embargo, lo que Rogers llama «autenticidad» o «con­
gruencia»; es decir, el terapeuta, a pesar de todas las cualifi-
caciones terapéuticas que posea, debe continuar siendo perso­
na: «El terapeuta, en consonancia con su propio darse cuenta,
rechaza dejarse aburrir, ser intimidado, oír adulaciones o al­
guna otra cosa más. Se enfrenta a la ira..., si así lo exige la
verdad de una situación, con la ira»120. A Perls le preocupaban
en su tiempo los terapeutas que «utilizaban técnicas. Una téc­
nica es un truco... Hay demasiadas personas que se precipitan,
acumulan trucos, siempre más trucos y abusan de ellos»121.

117. Ver A. Beiiser en: J. Fagan y I. Shepherd, 1970.


118. 1979a, 23.
119. Ver Buber, anarrado 2.2., así como apéndice, apartado 14,
12Ó. O.c. 32-33.
121. 1979c, 10.

116
Terapia Gestalt en F. Perls

La influencia de Rank es clara ya que Perls —al igual que


Rogers— califica la terapia de «ayuda para la autoayuda». El
terapeuta ha de crear una situación relajada y agradable, al mis­
mo tiempo que es deseable «la consecución de una situación de
necesidad salvaguardada» para que se produzca la confronta­
ción con la resistencia12'. La meta fundamental es, por tanto,
el paso del «apoyo del entorno» al «autoapoyo», es decir, que
el cliente conscientemente pueda proseguir, confrontativamen­
te y bajo su propia responsabilidad, sin ayuda alguna.

5.4. T rasfondo filosófico y comprensión de la ciencia

En la consideración que hemos concluido queda claro que


el concepto de terapia de la G estalt de Perls recoge, en esencia,
el pensamiento de la filosofía existencialista. A decir verdad,
falta en todos los escritos una prueba rigurosa, sin embargo el
contenido de las afirmaciones justifica dicha valoración.
Tomando como fundamento los antecedentes personales no
nos ha de sorprender que en ninguno de los libros de Perls haya
una exposición de sus ideas filosóficas o teoricocientíficas re­
lacionada con ello; sin embargo, sólo se le hace justicia si se
considera el desarrollo de la terapia de la G estalt en relación
con las ideas de la filosofía del oeste y del este. Perls recoge la
influencia del budismo Zen12123. La disponibilidad de aceptar al
ser humano tal como es, concebirlo y percibirlo con sus po­
sibilidades y sus límites, cuando está viviendo en el presente
del aquí y ahora, así como la renuncia a una autoridad suprema,
propia del budismo, impresionaron mucho a Perls. Con todo,
ejercieron una mayor influencia en él las corrientes filosóficas de
la filosofía existencialista y de la fenomenología. «La terapia
de la G estalt es un principio existencial; ello significa que nos­
otros no sólo nos ocupamos de tratar síntomas y estructuras
del carácter sino que nos ocupamos de toda la existencia del
ser humano»124. A esta existencia total corresponden el naci-
122. También aquí de acuerdo con el concepto de «voluntad negativa» de Rank.
123. En 1960 pasó varios meses en un monasterio Zen japonés.
124. 1979c, 74.

117
Conceptos centrales

miento y la muerte, el sentido y el absurdo, la claridad y la


confusión, etc. El respeto p*bco temeroso y al mismo tiempo
positivo de los existencialistas ante el «estar lanzado» de la exis­
tencia humana, ha encontrado su expresión en el concepto de
confrontación. Uno piensa en Sartre, cuando Perls escribe:
«Toda la filosofía de la nada es fascinante... si aceptamos y nos
interiorizamos en esta nada, en este vacío, entonces el desierto
empieza a florecer»125. Cada uno en particular es quien tiene
que decidir en última instancia126 y hacerse responsable de su
actuación y de su situación. Haciendo referencia a Kierkegaard,
Perls parte de que la desesperación pertenece al ser humano127
y de que éste, al mismo tiempo, evita estos sentimientos ne­
gativos como miedo, desesperación y confusión: «La declara­
ción existencial más importante es la de que nosotros sentimos
temor ante el futuro. Llenamos el abismo, en lugar del futuro
con pólizas de seguros precisamente para no experimentar la
posibilidad del estar abiertos al futuro»128 y asumir la respon­
sabilidad que ello comporta.
Un poco más tarde, Perls habla de que «la responsabilidad
en un contexto determinado es la idea de obligación»129. El uso
del concepto de «posibilidad» y «obligación» en conexión con
el ser existencia!, así como el empleo del concepto de «ser
ahí»110 y «mundo presente»131 hacen probable una aproxima­
ción conceptual a Heidegger a pesar de que el mismo Perls sólo
menciona expresamehte su acuerdo con Heidegger a propósito
de la importancia de la lengua para la existencia humana132.
Para Perls la lengua ofrece tanto la posibilidad de una identi­
ficación individual en «el sistema de orientación» (es decir, el
sistema sensitivo) y en el «sistema de copia» (es decir, en
el sistema motriz), como también la posibilidad de ponerse en
contacto con otros seres humanos. En este sentido, está fuer-
125. O.c. 65.
126. -Elección existencial» (1976, 84).
127. -Lo sepa usted o no- (l%9¿», 228),
128. 1979c, 53.
129. O.c.
130. «Existencia (.Dascirt): el hecho y el medio de nuestra existencia» (1969b, 61).
131. 1969<í , 15; 1 9 6 9 1 4 6 .
132. «Me encuentro un poco como Heidegger, profundizando en el lenguaje hasta el punto
en donde éste tropieza con la existencia* (o.c. 278).

118
Terapia Gestalt en F. Perls

Fig. 2. Puntos de referencia filosóficos y psicológicos del concepto de la


terapia de la Gestalt de Fritz Perls

119
C onceptos centrales

temente influido por Buber, al que había conocido personal­


mente en sus años de Francfort. En Perls aparecen esbozadas
tanto la caracterización individual del individuo como sus dos
tendencias , como la «relación yo-tú». De forma similar a la
de Buber, la relación comienza con la «capacidad de ser lo que
uno es», que se expresa a través de la palabra «yo»13134. Al decir
esto, Perls se remite en otro pasaje a la relación propuesta por
Kierkegaard del «sí mismo respecto del sí mismo»: «La co­
municación no va del sí mismo a otro sí mismo, sino del sí
mismo al sí mismo»135. Al mismo tiempo cada individuo es
también parte de un entorno. Perls llama a esto «contradicción
fundamental» de la existencia humana: «Por un lado nos en­
contramos como individuos que quieren realizarse a sí mismos,
pero nos encontramos también incrustados en una socie­
dad»136, cuyas exigencias se distinguen de las exigencias indi­
viduales (del sí mismo respecto del sí mismo). En correspon­
dencia con la idea del «estar en el mundo», Perls parte de que
consideramos también como parte de nosotros mismos la parte
del entorno en la que vivimos: «Dondequiera que vayamos,
llevamos siempre una parte del mundo con nosotros»137. A esto
es a lo que Perls llama «mundo presente» (M itw elt): «Si tene­
mos dos o más personas juntas, entonces sus mundos perso­
nales coincidirán en gran medida; el “entorno” se transforma
en “mundo presente”» 138. Para la concepción de la terapia de
la G estalt es importante tener en cuenta que, según Perls, no
hay un «nosotros» sino un «yo» y un «tú» que se encuentran
en el marco del «mundo presente»139; y este «mundo presente»
es para Perls una «fro n tera permanentemente cambiante en la
que dos seres humanos se encuentran»140.
El concepto de ciencia de Perls está orientado hacia la fe­
nomenología. Rechazó correr tras el fantasma de la «objetivi-
133. Buber había del mundo de la -orientación» y del de la -realización». Perls habla de
orien ia tia n System y cop in g System.
134. 1979c, 73.
135. 1969b, 214.
136. O.e. 39.
137. O.c. 15,
138. 1969b, 146; en alemán en el original.
139. Ver la oración de la G estalt en la nota 25 de la pág, 185.
140. 1979c, 15; el subrayado es mío.

120
T erapia G e sta lt en F. Perls

dad»: «Personalmente creo que la objetividad no existe. La ob­


jetividad de la ciencia no es más que una cuestión de acuerdo
mutuo»141. La exposición detallada del concepto de ciencia se
halla en Perls, Hefferline, Goodman: G estatlt-T herapie —
W iederbelebun g des Selbst (1979b). Los autores se oponen tan­
to al desdoblamiento del organismo en partes individuales
como a la disociación de éste respecto del entorno que le rodea:
«El organismo aislado y sus abstracciones —espíritu, alma,
cuerpo— y el entorno aislado son el objeto de muchas ciencias,
como por ejemplo la fisiología, la geografía; no son empresa
de la psicología»142. Perls, Hefferline y Goodman (PHG) dis­
tinguen entre psicología «experimental» y psicología «clínica».
Mientras que la psicología experimental intentó su reconoci­
miento como ciencia, ateniéndose al método propuesto por las
ciencias naturales tradicionales, la psicología clínica, orientada
a los problemas de la praxis y a la vida, tuvo siempre una orien­
tación intuitiva: «apremiado por el tiempo, bajo la presión de
simular algo, con desdén.o desprecio de la pasión por demos­
trar de los científicos experimentales, forjó (el psicólogo clí­
nico) teorías que eran una rara mezcla de sagacidad profunda
y especulación no fundamentada»143. Esta polémica tuvo su
punto culminante en la confrontación entre los defensores de!
conductismo y los de la psicología humanista, en las décadas
de los 50 y 60. PHG comentan esta situación de la siguiente
manera: «Al experimentador, el clínico, en su función de cien­
tífico, le parecía un salvaje indómito que embriagado cruzaba
los recintos de la teoría y de la praxis, mientras que, por el
contrario, al clínico el experimentador le parecía un loco poseso
que encadenado infelizmente a su pasión por hacer cálculos en
nombre de la ciencia pura, aprendía cada vez más acerca de
menos»144. PHG se oponen a la división de la ciencia en «ob­
jetiva» y «subjetiva» en «verdadera» y «falsa» y defienden más
bien la opinión de que ambas formas de proceder están rela­
cionadas la una con la otra145. Naturalmente, este intento de
141. O.c. 21.
142. O.c. 15.
143. O.c. 22.
144. O.c.
145. Ver también Rogers, apartado 6.5., así como 6.6.3.

121
C o n cep to s centrales

relacionar «cooperativamente» las dos corrientes lleva la im­


pronta del modo de pensad existencialista y fenomenológico,
es decir, reconoce en verdad que la psicología experimental
«(ha) conocido al organismo como actividad, lo que sin duda
es» y que «descubre actividades que regulan otras actividades,
lo que sin duda hacen»146, pues todo esto es, en efecto, una
parte muy importante de la ciencia del organismo, «pero no es
su vida»147.
PHG reclaman pues, en conformidad con el «estar en el
mundo» de Heidegger, una comprensión científica que, reco­
nociendo la importancia del método experimental (por ejemplo
el grado crónico de tensión muscular o la inteligibilidad de las
indicaciones, etc.) otorgue una gran importancia a la subjeti­
vidad de la vida humana y con ello al «valor por lo que se ig­
nora».
Para un diseño de análisis para la investigación del desarro­
llo humano esto supone que: «Incluimos al experimentador en
el experimento»148, ya que el experimentador, por ejemplo el
terapeuta o el profesor, son cada uno de ellos «un ser humano
que vive una vida»149 y la ciencia engendrada por dichos seres
humanos es, en última instancia, «un producto de hombres...
que se ocupan de la excitante tarea de vivir su vida personal»150.
Perls y sus colegas colocan por consiguiente los procesos
del «darse cuenta» (aw areness) y de la «conciencia» en el punto
central de la investigación científica. Según Perls, la conciencia
comprende «tres ámbitos: percepción consciente del sí mismo,
percepción consciente del mundo y percepción consciente de
aquello que hay entre ellos, del reino intermedio de la fanta­
sía»151. El presupuesto para esta conciencia es aw areness, el
darse cuenta de estos distintos planos en los que la conciencia
no puede manifestarse, Perls escribe en su autobiografía: «He
hecho de! a w a ren ess el centro de mi concepción, reconociendo
que la fenomenología es el paso primero e indispensable para
146. O.c. 35,
147, O.c.
14S. O.c. 22-23.
149. O .c. 35.
150. O.c. 38.
151. 1979c, 57.

122
T erapia G esta lt en T. Perls

conocer todo lo que hay que saber»152153. Para Perls un proceder


metódico sobre la base del aw a ren ess ofrece la posibilidad de
una «integración... de lo subjetivo y de los objetivos»15’, per­
mite abandonar el principio de causalidad en favor de una acen­
tuación más fuerte de la descripción fenomenológica, es decir
una acentuación más fuerte del «cómo» en lugar del «por qué».

5 5. A portación de Perls a la psicología humanística

La aportación específica de Perls a la «psicología humanís­


tica» consiste, en mi opinión, en la elaboración de los pensa­
mientos fundamentales de la filosofía existencialista y en el des­
arrollo del concepto psicológico de «contacto», llevado a cabo
por él y sus colegas Hefferline y Goodman.

5.5.1. *C on tacto» com o expresión d e un m odo de ser


existencialista

El concepto de «contacto» se encuentra en el punto central


del pensamiento psicoterapéutico de Perls. Influido por el pen­
samiento existencialista Perls rompe, a su manera, con la con­
cepción que hay que establecer el centro de una persona en lo
profundo, en el interior del cuerpo o en el alma. Los conceptos
de «estar en el mundo» y «ser con», tomados de Heidegger,
sitúan al ser humano no sólo en relación con un «centro» o un
«núcleo» sino en relación con toda la persona, el sí mismo, con
su entorno. La piel o la respiración del hombre configuran, por
tanto, el «límite de contacto» con el entorno. No hay un límite
«entre», sino un límite «con» el mundo exterior, es decir,^ el
ser humano es siempre una parte del entorno y éste es también
siempre parte de cada ser humano en particular.
La vida y todas sus formas de manifestación acontecen en
este límite. El propio Perls experimentó intensamente en su

152. 1969b. 69-


153. O.c. 22.

123
C onceptos cen trales

propio cuerpo los altibajos de la vida y ya desde su juventud


estuvo muy retraído sobre sf mismo.
Sus experiencias personales hicieron que Perls se abriera a
las ideas de la filosofía existencialista: el hombre arrojado a este
mundo, es confrontado, desde un principio, con las dos caras
de la vida, con el amor, la alegría, el gozo y la creatividad, así
como con el miedo, la desesperación, el fracaso y la muerte.
Cuando el hombre intenta evitar esta realidad, contradice su
esencia, como lo sostiene la opinión unánime de Kierkegaard,
Heidegger, Buber, Jaspers y Sartre; tiene que realizar más bien
ambas caras y soportar la responsabilidad del desarrollo de su
vida mediante una «elección existencial» y mediante la «deci­
sión». Perls no relega con ello al ser humano a la falta de com­
promiso de un «nosotros», sino que para él, la comunidad hu­
mana surge, en el sentido de Buber, a raíz del encuentro del
«yo» y el «tú». Dicho encuentro es una función del límite de
contacto, que no se da —como ya se ha mencionado— esta­
bleciendo una separación entre el yo y el tú, sino que es siempre
«mundo presente» (M itw elt) en el sentido heideggeriano, es de­
cir, un límite permanentemente cambiante en el campo de en­
cuentro entre el yo y el tú.
El ser humano individual es, pues, siempre de dos formas
parte del contacto: como ser individual y al mismo tiempo
como parte del entorno, o mundo presente.
El concepto de contacto tiene también el aspecto de «to­
talidad», que en Perls emerge como «doctrina holística». Y aquí
también se trata tanto de la visión total del organismo humano,
es decir, de la unidad de espíritu, cuerpo y alma, como de la
unidad del ser humano y el entorno. Perls se opone así —como
todos los psicólogos humanísticos— a la tradición de la psi­
cología científica que, recurriendo a la exigencia de objetividad,
divide al ser humano y al mundo en muchas unidades posibles
separadas claramente unas de otras; pero la comprensión exis-
tenciahsta del estar en el mundo va acompañada de una inter­
pretación fenomenológica de la ciencia que da valor a la con­
sideración totalizadora del objeto que hay que analizar y, lo
que es todavía más decisivo, quiere concebir siempre también
al investigador como parte, es decir, en unidad con el objeto
124
T erapia G esta lt en F. P erls

de investigación. Sólo una comprensión de la ciencia de este


tipo, en la que el estar en e! mundo o saber que el yo y el tú
no sólo son una característica esencial del ser humano, sino que
al mismo tiempo son también una máxima metódica, implica
la superación de la relación sujeto-objeto en favor de una re­
lación posible del sujeto respecto del sujeto. Perls diría que las
personas que se confrontan en el marco de una relación sujeto-
objeto no están en «contacto» unas con otras; pues el contacto
no es ni un fenómeno individual y atomístico ni tampoco está
sometido sólo a las leyes objetivas, sino que posee una estruc­
tura totalizadora en la que la subjetividad ocupa un lugar im­
portante.
Perls, Hefferline y Goodman intentan integrar la tendencia
(intencionalidad) del organismo humano hacia la «autorreali­
zación», los valores, el sentido, las metas, su tendencia a la
«buena Gestalt» y el paso de fronteras, en una comprensión de
la ciencia que, reconociendo la importancia del método expe­
rimental, atribuye una gran significación a la subjetividad de la
vida humana.

5.5.2. La teoría d e la interrupción d el con tacto

Sobre este trasfondo filosófico-científico se desarrolla la in­


terrupción del contacto como punto central de la teoría y la
praxis de la terapia de la Gestalt.
El contacto como encuentro entre individuo y entorno está
sujeto al principio de homeostasis. Perls entiende por ello un
proceso en cuyo transcurso el organismo satisface sus necesi­
dades con un intercambio permanente de equilibrio y des­
equilibrio. Se refiere a la concepción de Friedlánder de que los
opuestos remiten uno a otro y de que el centro de éstos es el
lugar en el que el ser humano puede estar en contacto consigo
y con el entorno. Dicho contacto surge siempre en relación con
la necesidad más apremiante del organismo1"'4, que destaca en
la forma de la configuración de la G estalt como «figura» sobre154

154. Ver Maslow, apartado 9,1.

125
C onceptos centrales

el «fondo» de las diversas necesidades. Lo característico de este


proceso de contacto es que no termina nunca, o nunca oscila
definitivamente alrededor de un determinado centro, sino que,
tan pronto como la G estalt está cerrada, surge inmediatamente
como figura de primer plano una nueva G estalt inacabada. Este
proceso constante de cerrarse y abrirse al mismo tiempo, pro­
pio de las G estalten en el ámbito del límite de contacto, es el
punto central y el eje del principio terapéutico de Perls. Cada
aparición de una necesidad en la forma de una G estalt abierta
confronta al individuo con el «ser arrojado» de su existencia.
La tensión entre autoconservación y crecimiento alcanza el
darse cuenta (a w a ren ess) y tiende hacia el centro, hacia el equi­
librio; el individuo se ve cada vez, de nuevo, ante la posibilidad
y necesidad de una «elección existencial». El individuo tiene
que decidir si se compromete o no, lo que es especialmente
difícil si el miedo, la desesperación, el fracaso y la muerte en­
tran como figura de contacto en el primer plano del proceso
de contacto155.
La aparición y transformación de la neurosis depende muy
poco de que la decisión se tome en favor de la identificación o
del rechazo de una figura que está en primer plano, y depende
mucho más de que en realidad se decida, es decir, de la decisión
en favor del conflicto en cuanto tal. Uno piensa en Kierke-
gaard, Buber, Jaspers y Sartre cuando Perls escribe: «Si acep­
tamos esta nada, esté vacío, entonces el desierto empieza a flo­
recer»156; éste es exactamente el punto central de la «teoría pa­
radójica de la transformación» de Perls. La decisión de ser, por
un momento, aquel que realmente se es, conduce al «contacto»
consigo mismo y con el entorno y permite «integrar», en el
organismo, la correspondiente figura mediante un proceso de
adaptación creadora.
En caso de que el individuo no se decida (o mejor dicho:
si se decide por no decidirse), quedan atrás «asuntos no re­
sueltos» que bajo la forma de una «segunda naturaleza» impi­
den todos los ulteriores procesos de contacto. Cada vez que se
155. Para evitar errores: con mucha frecuencia la aparición de la suerte, alegría, amor, etc.
son retos exactamente igual de grandes para el individuo.
156. 1979c, 65.

126
T erapia G e sta lt en F. Perls

substraen más energías para mantener, en forma de «evitación»,


el equilibrio de la «segunda naturaleza»; en lugar del «con­
tacto» con la posibilidad de desarrollo, aparece la «evitación del
contacto» como entrenamiento para la supervivencia.
Cuando utilizamos el concepto de «evitación», distiguién-
dolo del concepto psicoanalítico de «resistencia», nos encon­
tramos de nuevo con la aptitud existencialista: mientras Freud
.—preso por el principio de causalidad de la filosofía científica—
partía de que el mecanismo de evitación lo heredamos de nues­
tros padres, Perls y sus colaboradores ponen de relieve la res­
ponsabilidad propia del ser humano y parten de que éste no
sufre pasivamente la evitación, sino que él mismo la origina de
forma activa.
En correspondencia con esta teoría de «interrupción del
contacto», figuran dos cuestiones en el punto central de la te­
rapia de la G estalt:
1. ¿En qué estadio del proceso de contacto tiene lugar la
interrupción?
2. ¿C óm o (y no por qué) se interrumpe el contacto?
La «apertura» propuesta por Heidegger se vuelve fructífera,
si se intenta reavivar, mediante la concentración en el cóm o de
la interrupción del contacto, el a w aren ess en el aquí y ahora;
aw areness significa aquí tanto como «darse cuenta de uno mis­
mo» o «autoconciencia» sin la cual no es posible una recupe­
ración del contacto en la forma de una «elección existencia!».
Esta confrontación con sentimientos, pensamientos y manifes­
taciones corporales momentáneas y actuales se parece a un ju­
ramento declarativo ante la propia persona como presupuesto
para el desarrollo de la personalidad.
Aquí adquiere una especial importancia la relación entre el
terapeuta y el cliente. De forma parecida a como lo realiza
Rogers1'’7, Perls hace referencia a la concepción de Rank de la
terapia como «ayuda para la autoayuda»15s que es posible sólo
sobre la base de una relación, en igualdad de condiciones, entre
los participantes. La concepción de Buber del «yo y tú» se ma-

157. Ver apartado 6.


158. Ver detalles acerca de Rank, apartado 6,3.

127
Conceptos centrales

nifíesta cuando Perls hace hincapié en que el terapeuta tiene que


continuar siendo «persona», es decir, que, manteniendo toda
la distancia necesaria, permanece siempre en contacto consigo
mismo, por ejemplo, concibe sentimientos negativos respecto
del cliente como parte del proceso terapéutico y confronta a
éste con ellos.

f
128
6

AYUDA PARA LA AUTOAYUDA. EL CONCEPTO DE


LA TERAPIA CONVERSACIONAL EN
CARL ROGERS (nac. 1902)

Rogers presenta él mismo su trabajo en vinculación con sus


muy experiencias personales, con su propia socialización fa­
miliar y profesional. El fundamento de su convencimiento teó­
rico y filosófico es encontrarse, como psicólogo, profesor,
científico, etc,, con los hombres en primer término como
«hombre»; de ello se derivan para Rogers dos consecuencias:
1. Se está siempre afectado de un modo personal por lo que
se hace en ese momento, es decir, se es personalmente parte de
un trabajo científico —p. ej. de la escritura de un libro— y se
es también personalmente parte de las relaciones que se tienen
con los hombres; sin decirlo expresamente, Rogers emplea aquí
la idea del «estar en el mundo» de Heidegger y Merleau-Ponty,
así como los pensamientos de la relación entre yo y tú, mos­
trando paralelismos con Perls, Cohn, Maslow, Goldstein,
Binswanger y Boss.
2. Hay que sacar a la luz esta relación para que la puedan
ver no sólo uno mismo sino también otros hombres.

6.1. T rasfondo personal

Por ello no es dé extrañar que en los libros de Rogers se


encuentren muchos materiales autobiográficos. Nos informa de
que había aprendido en su «casa paterna, marcada por el pie-
tismo»1, a mantenerse lo más lejos posible de los otros hom-
1. 1980, 185.

129

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