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Maya Ruibarbo

EL SECRETO DE LOS BRUJOS


Emplea al 100% tu energía y poder personal
Programa de 10 ejercicios para elevar tu nivel de vibración logrando
una vida saludable y plena
Nota Legal

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Copyright © 2015 Maya Ruibarbo


ISBN CDLAP00003224

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Introducción
Este no es un libro al uso. Este es un libro basado al ciento por ciento en mis experiencias personales
como parada de larga duración, y en las experiencias de varios familiares, amigos y conocidos que
compartí de cerca.

Este libro te ayudará a:


Que salgas de circunstancias desfavorables como el desempleo o la falta de dinero sin daños.
Ni físicos, ni psicológicos.
Que consigas el equilibrio interno y el nivel óptimo de funcionamiento para ser feliz. Para eso
debes aprender a controlar y evitar el drenaje de tu energía. Manejar y dirigir esa energía
personal, que constituye una fuente poderosísima de poder, para hacer realidad tus sueños.
Que nada ni nadie te vuelva a poder desequilibrar y hacer sentir desgraciado en el resto de tu
vida, precisamente porque se trata de tu vida. Tendrás el control, y esta vez será para
siempre.

La falta crónica de dinero y el desempleo se han convertido en la gran pesadilla de nuestros días.
Para muchos de nosotros es lo peor que nos podría pasar. No solo en el plano económico tememos al
paro, sino en el fisiológico y, sobre todo, en el psíquico. La perspectiva de no tener futuro ni sustento
económico asegurado nos hace estremecernos de terror. Al incierto futuro se une además la exclusión
de la sociedad en la que vivimos, una sociedad basada en la generación de productos y servicios
para el consumo. “Compradores y vendedores, somos todos compradores y vendedores”, decía un
sabio económico expulsado de la universidad en Accepted, una clásica comedia ligera americana, no
por ello menos profunda. Si estamos integrados en el sistema, y tenemos un empleo más o menos
decente, es porque ofrecemos o demandamos algo. Sin excepción. Si no, nos convertimos en
marginados y parias.

Incluso los pocos que presumen de ganarse la vida como intelectuales ofertan sus ideas, sea en forma
de libros, ebooks, o incluso intervenciones como expertos en el canal 24 horas, y cobran por ello.
Nadie se salva.

Sin embargo, tienes salida. Tienes muchas salidas, de hecho.

Este libro trata de esto. De cómo vas a encontrar una salida al miedo al desempleo, a la pérdida de
dinero, y a otras circunstancias desfavorables de la vida, que te han hecho perder tu equilibrio
interior y que te mantienen en un permanente estado de tensión. Esto no es de recibo. Es hora de
volver al flujo de felicidad al que tienes derecho día tras día sin excepción.

Muévete siempre de adentro afuera

Partiendo desde dentro, desde aquello que puedes controlar, te desenvolverás hacia afuera. Porque si
sigues las recetas más comunes que recomiendan los supuestos ‘expertos’, lo único garantizado es
que te arriesgas a pasar un larguísimo tiempo con tus problemas sin solucionar, sean estos los que
sean.

Ahora vas a aprender a enfrentar y manejar tus peores miedos y las situaciones extrema de forma que
en lugar de bloquearte te incentiven para vivir una vida plena y satisfactoria. No más miedos ni más
pesadillas sobre el futuro. Eso se acabó, aquí y ahora.

Combina elementos de autoayuda con magia directa, la magia que tú puedes crear. Pregúntate por qué
hay personas a las que parece que no les ha afectado la crisis económica en absoluto, por ejemplo,
mientras que la mayoría la han vivido con el alma en un puño temiendo lo peor. La respuesta es que
ese puñado de personas privilegiadas han aprendido y practica una serie de principios, ejercicicios y
actitudes consagrados por el tiempo y los resultados positivos.

Son estas tácticas o métodos los que te ofrezco en este libro para liberarte de los temores y encarar
la vida de vuelta a la felicidad. Fueron creados mucho tiempo atrás y practicados a lo largo de la
historia humana una y otra vez. Bajo muchos nombres, y con distintas variaciones, una y otra vez
volvemos a los viejos remedios. ¿Y por qué? Porque recordamos aquella época o épocas en que, por
un breve tiempo, fuímos totalmente felices, y ahora queremos recrear esa sensación. Son el secreto
de los brujos, de personas extraordinarias. Modela ahora como ellos tu vida a tu manera, líbrate de
las esclavitudes corrientes y de los ataques que te han hecho tanto daño, y aprende a elevar tu energía
para manipular tu día a día de forma que obtengas todo aquello a lo que aspiras, tranquilidad,
seguridad económica, cariño y aprecio y, en definitiva, una vida diez a tu medida. Pasa al capítulo 1
y empieza a crearla.
TABLA DE CONTENIDOS

Introducción

1 Las tres correcciones de rumbo que lo cambiarán todo para ti


#1 Emplea la baza de los viajeros en el tiempo
#2 Cómo recortar el ahora en tu provecho
#3 Aplica el principio fundamental para encarar la vida cuando se pone difícil

2 Dos hábitos fáciles pero seguros de incrementar tu felicidad en el día a día


#1 El truco oculto de la rendición
*Recupera la ilusión de un niño en tres, dos, uno…
#2 Utiliza tú también el secreto de los brujos: Limpiar y energizar, limpiar y energizar
*Un sencillo gesto para que el poder empiece a regresar a ti

3 Líbrate de los lazos agotadores que te atan al pasado y no te dejan avanzar


Eleva tu vibración con la asombrosa técnica de los chamanes
La forma más fácil de acelerar tu evolución espiritual
Liquida a los gusanos psíquicos antes de que ellos acaben contigo

4 Dos maneras instantáneas de que tu porquería energética ya no pueda hacerte


daño

#1 HO'OPONOPONO: La sabiduría indígena de Hawai a tu alcance


*Fácil, bonito y barato: Desatasca tus circuitos de poder en 5 minutos
#2 Vive en paz el resto de tu vida gracias a esta práctica diaria
*Tu gran maestro: tu perro

5 Los 3 desequilibrios básicos en las relaciones y cómo evitar que te afecten


#1 El mejor modo de reponer tu energía rápidamente si te la drenan, de acuerdo a tu
personalidad
#2 El remedio infalible para no convertirte nunca en un vampiro psíquico o 'persona
tóxica'
#3 Para sanar las relaciones más íntimas, aplica el intercambio equilibrado

6 La principal vía que te hace perder energía todo el tiempo, y cómo bloquearla
Ten: un día 10 cada día
El rasgo personal que bien dirigido te permitirá tomar el control
Esquiva los tropiezos tontos gracias a a tu infalible radar intern o

7 Tres formas sencillas de comenzar tu nueva vida


#1 El método del chicle: estira el día al máximo
#2 Cómo tendrás sosiego al desconectar la emisora de tu cabeza
*Libre de tu tirano interior

#3 No le des importancia y vivirás mejor: la prueba del agodón no falla


*Aprende a tomar decisiones conscientes que reflejen lo que realmente quieres
*10 minutos para estar centrado todo el día

8 Cómo edificar tu mundo a la medida desde dentro


No aguantes nada ni nadie que no quieras
El secreto para infiltrarte en tu propia vida y cambiar lo que no te guste
*Cinco cortesías antes de dormir
Desprográmate para dejar entrar los prodigios
* #1 Aprende del ejecutivo estresado
* #2 Aprende de los griegos centenarios de Icaria
En vez de empujar, fluye

9 Sencillo método paso a paso para empezar a hacer milagros


La artimaña del mago Merlín: ¡Funciona!
Ordena y manda al Universo: dos técnicas instantáneas
* Día en el paraíso
* Tocas a bendición diaria
10 Inicia la aventura de volver a sentir
El Lado Oscuro de la Fuerza no es tan Oscuro
5 pasos para que reaparezcas triunfante
10 minutos al día para soltar la carga energética y seguir siempre sana

CONCLUSIÓN:
Al final, todo se reduce a una cosa: EL INGREDIENTE MÁGICO que
llevamos encima.

Otros títulos de la autora


1
Tres formas sencillas de comenzar tu nueva vida
Para comenzar una nueva vida, ponte en el aquí y ahora antes de nada. Fundamental. Te cueste lo que
te cueste, tienes que situarte una y otra vez en el ahora, hasta que sea tu hábito principal. Y para crear
este hábito tendrás que repetirlo cientos y miles de veces. Ten en cuenta que hasta ahora has vivido
de forma permanente en el pasado (recordando una y otra vez cosas que ya pasaron, volviendo a
reproducirlas en tu mente), y sobre todo te has imaginado millones de veces en el futuro, por supuesto
casi siempre poniéndote en el peor de los casos.

¿Por qué insisto tanto en el momento presente? La caja de herramientas energéticas de las que te
provee este libro solo funciona en el aquí y ahora. Es en el minuto actual donde todo tu poder puede
activarse y desarrollarse para cambiar tu futuro.

El presente es el único momento y lugar donde puedes cambiar tu circunstancias para mejor. No
tienes alternativa. Es el único sitio y tiempo sobre el que tienes control. Y si tienes control, tienes
poder. Puedes recordar el pasado o temer al futuro, pero no tienes ninguna capacidad de acción para
modificarlos. Por desgracia no eres un viajero del tiempo como el de las películas.

Hey, un momento, pero si incluso los viajeros del tiempo, cuando se trasladan a otro momento de la
historia, están operando en el presente. Porque aquel futuro o pasado se convierte en su PRESENTE,
cuando llegan allí gracias a su máquina o puerta del tiempo. Y es entonces cuando comienza la
acción, cuando se ven capacitados para poder hacer algo. En su nuevo presente.

Por tanto, ACCIÓN Y PRESENTE están ligados para ti. Aprovecha esta circunstancia en tu favor y
harás cosas que a otros les parecerán auténticos milagros, vistas desde fuera.

#1 La baza de los viajeros en el tiempo


Estás aquí y ahora, conmigo, leyendo este libro. Tu presente ya ha empezado a cambiar porque ya has
tomado la primera decisión pertinente para que esto ocurra, que es tomar la decisión de aprender
gracias a esta obra que tienes en tus manos, y de proveerte de herramientas con las que modelar una
vida a tu medida.

Un fontanero, un carpintero, un electricista… todos necesitan de herramientas con las que ejecutar
sus trabajos y lograr sus objetivos. Lo mismo los conocidos como brujos a lo largo de la historia.
Primero estudiaron y aprendieron las pautas básicas de cómo opera la energía en el universo. Luego
aprendieron a manipularla en su beneficio. Por último, para acortar procesos, desarrollaron unas
técnicas básicas de aprovechamiento del flujo vital, que les permitieron ser dueños de su destino.
Como el fontanero o el electricista de que hablábamos antes, crearon su propia caja de herramientas
para lograr sus fines y evolucionar más allá de todo lo conocido.Recetas simples pero efectivas.

A tu alrededor hay un entorno, pero es limitado. Pueden ser cuatro paredes o, si estás en el exterior,
hasta donde alcanza la vista. Y tienes un tiempo limitado para leer este libro en este momento: puede
ser cinco minutos, una hora,… Incluso si eres uno de los pocos tipos con suerte, y dispones de tu
tiempo a voluntad, hay siempre limitaciones físicas que ejercen su poder..

De forma que tu existencia transcurre desde un punto del ‘Ahora’ a otro punto del ‘Ahora’. Eso
teóricamente. Porque por supuesto que interviene nuestro cerebro de forma continua. El cerebro no
quiere estar en el ‘Ahora’. Se pone nervioso en el ‘Ahora’. Él está acostumbrado a la acción, de
forma que salta de forma continua, o bien al pasado para largas sesiones de rememorar aquello que
pudo haber sido, y no fue. Y sobre todo al futuro, para visionar un porvenir temeroso. “¿Y si…?”. Y
te verás a ti mismo dentro de tu cabeza sin un euro, o temiendo que nunca te devolverán el dinero que
te deben, o incluso que te llegará una citación para ir a los tribunales. Y ahí estás, muerto de miedo,
por una situación que posiblemente nunca llegue a ocurrir.

#2 Cómo recortar el presente en tu provecho


EJERCICIO PRELIMINAR: CORTA EL AHORA
Sitúate donde estás ahora mismo con tus cinco sentidos. Mira a tu
alrededor, escucha los sonidos de la escena, huele a ver si puedes
percibir algo característico, siente un objeto cercano para cerciorarte
de que es real, saliva y percibe el regusto de tu boca en este instante.

A continuación extiende tu percepción un poco más allá. Deja que tu


vista llegue hasta el horizonte más alejado posible. Puede ser a través
de una ventana si estás en el interior, o de forma directa si te hallas
afuera. Te encuentras en un gigantesco escenario, pero tiene sus
límites: por ejemplo solo puedes abarcar imágenes hasta donde abarca
la mirada, y solo puedes oír sonidos a una determinada distancia.

Suponte ahora que en la realidad, aunque tú no te hayas dado cuenta,


te hallas dentro de una gigantesca cúpula. ¿Has visto la película ‘El
show de Truman’? Pues hazte una idea. La cúpula se extiende hasta
donde abarca la vista. Más allá no hay nada. Y la cúpula se mueve
contigo. Por ejemplo, si te vas al pueblo o al barrio de al lado, la cúpula
se traslada a tu ritmo, y va creando los edificios, el paisaje y las
personas y objetos con los que te encuentras a medida que tú te
desplazas.

Mentalmente, adáptate a esta realidad. En tu cabeza, date cuenta de


que tu horizonte espacial es solo ese, el que abarca la cúpula hasta
donde alcanzan tus ojos en todas direcciones; y tu horizonte temporal
es este momento, ni un segundo más, ni un segundo menos. Al segundo
siguiente, sigues debajo de la cúpula, el entorno puede haber variado
un poco si estás en movimiento, pero tus limitaciones siguen siendo el
segundo en el que estás y la cúpula que te envuelve.

No hay en este instante ni deudas que pagar, ni trabajos perdidos o en


riesgo, ni miedos a quedar sin nada, ni frustraciones. En este segundo y
en el lugar en que te encuentras, solo estás tú, y este libro que estás
leyendo. Estás liberado de todos tus problemas y preocupaciones,
porque se encuentran en el futuro, y ese futuro está lejos de tu
alcance. La cúpula no te deja llegar, solo permanecer en el presente,
aquí y ahora.

Se acabaron las preocupaciones, porque estas se hallan o bien en el


pasado o bien en el futuro. Aquí y ahora estás libre de agobios, de
miedos y de frustraciones, solo estás tú, como un recién nacido.
Respira hondo varias veces, y siéntete liberado bajo la cúpula.

¿A que te encuentras genial? Puedes volver a recrear la cúpula


siempre y con la frecuencia que lo necesites. Tendrás ratos de paz y
quietud interior a tu disposición para el resto de tu vida. Y no es una
ilusión. El aquí y ahora es tu auténtico estado natural, ese que habías
olvidado. Ahora lo tienes de vuelta.

#3 Aplica el principio fundamental para encarar la vida cuando se pone


difícil

¿Sabías que de todos tus miedos, más del 90% nunca se materializan en la realidad? Nunca llegan a
ocurrir, salvo en tu mente.

Pero también es verdad que la vida, tarde o temprano, te pondrá cara a cara con una situación del
tipo de las que tanto temes. Normalmente lo hará con suavidad, pero si fallas al encararla, o huyes
muerto de pánico, tarde o temprano atraerás otras circunstancias parecidas a aquellas que te han
derrotado. Así, hasta que aprendas a manejarlas. Digamos que hasta que superes el nivel de juego, y
pases a uno superior.

Veamos ahora un principio fundamental para encarar la vida cuando se pone difícil, con un ejemplo.

La película de la que hablábamos antes, Accepted [Aceptado] describe en clave de comedia una
situación que en principio se adivina sin salida.
El protagonista es un joven adolescente norteamericano que se halla a punto de acabar sus estudios
en el instituto y graduarse. Al tratarse de un chico optimista por naturaleza, en principio no da
importancia a que nada menos que siete universidades rechacen el admitirle en sus filas. Pero cuando
la octava institución, pública para colmo, se niega a abrirle sus puertas para que reciba una
educación superior, la realidad le golpea en toda su crudeza. No podrá ir a la universidad y deberá
pasarse toda su vida desempeñándose en empleos considerados inferiores, sin ascender al olimpo de
los graduados. Queda excluido del sistema desde el principio.

Los padres del protagonista se llevan un disgusto mayúsculo. Todo el mundo a su alrededor empieza
a tratarlo como un paria. Las únicas excepciones son otros compañeros de instituto que, como él,
tampoco han obtenido plazas en las universidades. Desesperado, y harto del desprecio de sus padres,
el protagonista le pide a su mejor amigo que cree una página web de una universidad ficticia en
Internet. Se inventa un logo para la universidad falsa, y se envía una carta a sí mismo, que abre
delante de sus padres. ¡Por fin una universidad le ha aceptado! El jolgorio vuelve a la casa familiar.

Pero entonces empieza a rodar la bolita de nieve, que como suele ocurrir en la vida acaba
convirtiéndose en alud. Porque una cosa lleva a la otra, y los padres quieren conocer las
instalaciones de la citada institución universitaria, y luego al director. Después los amigos del
protagonista quieren repetir la misma jugada con sus respectivos padres. Alquilan los locales de una
antigua institución psiquiátrica y los retocan como pueden para dar el pego. De nuevo el destino
interviene: a los pocos días de instalarse allí para pasarse el año sin dar golpe, con el dinero que sus
padres han pagado para la supuesta matrícula, alguien llama a la puerta.

Es otro chaval de su edad. Tímido y tartamudeante, explica que ha sido aceptado en esta universidad
a través de Internet. La cámara enfoca entonces a sus espaldas y descubre una legión de jóvenes que
también esperan para entrar en la universidad a la que se han matriculado por la red.

Resulta que el mejor amigo del protagonista, perfeccionista él, no solo ha creado la página web, sino
que la ha dotado de un sistema de inscripción online que puede completarse para dar la sensación de
que realmente se ha completado el proceso de matrícula, una vez rellenados los formularios
correspondientes.

Y he aquí que la universidad falsa echa a andar. El protagonista no tiene corazón para enviar a
aquellos marginados del sistema educativo a su casa. Los primeros días de la institución son un
desmadre: sin directrices claras, con los impulsores de la idea desbordados por lo que se les ha
caído encima, la juventud se divierte locamente a la espera de iniciar su primer año universitario, y
que se les indique a qué clases ir, y qué directrices seguir.

El chico decide entonces visitar la universidad vecina –auténtica ella- para conocer el
funcionamiento de una universidad real, y aplicarlo en la suya. Descubre que la educación superior
consiste en una interminable sucesión de aburridas clases, desarrolladas al dictado de encorsetados
profesores, las cuales hay que seguir para obtener el título.

Los alumnos no tienen iniciativa, ni opciones para seguir su auténtica vocación. Son minúsculos
engranajes del sistema, que con el tiempo se insertarán en una cadena del mercado de trabajo, y se
convertirán en productores (vendedores), igual que sus padres y abuelos antes que ellos. No se los
prepara para ser creativos, ni originales, solo para contribuir a que el sistema siga funcionando. A
cambio recibirán lo necesario para subsistir, ellos y sus familias.

El chico vuelve descorazonado al fiasco de universidad que ha creado. Y entonces se le ocurre una
idea genial: preguntar a los ‘alumnos’ qué quieren estudiar, qué quieren aprender. Poco a poco van
escribiendo sus respuestas en un gigantesco puzle: “Chicas”, responden muchos. Así que se crea la
clase de observación del comportamiento femenino. “Combinar platos extraños”, confiesa otro, y
queda nombrado el chef de la universidad. “Desde pequeña mi vida ha sido cuidadosamente
planeada al milímetro”, confiesa su mejor amiga. “¿Que qué quiero hacer ahora? Nada,
absolutamente nada”. Acaban de nacer los seminarios de meditación trascendental.

¿Por qué me he explayado tanto en contarte un poco el argumento de esta película? Porque la he visto
en numerosas ocasiones y, por debajo de su aparente superficialidad, descubro numerosas
enseñanzas aplicables al mercado de trabajo, a la lucha por encajar en el sistema, y también, a la
frustración y la felicidad.

Imaginemos por un momento que el protagonista, en vez de ser un estudiante en busca de universidad,
es un hombre en busca de un medio de subsistencia.

En un primero momento, ante las circunstancias adversas (no poder encontrar universidad, o la
pérdida de un empleo), se desespera. No hay salida. Todas las instituciones le cierran sus puertas, o
ninguna empresa le da trabajo. La mayoría de nosotros, en ese punto, tiraríamos la toalla en lo que
respecta a lo de ir a la universidad, y nos buscaríamos un trabajo más o menos decente que no
requiriese educación superior, ¿no es así?

De aquí podemos sacar la primera enseñanza importante:

Todas las circunstancias desfavorables, a la larga, provienen de dejar en manos de


otros tu propio destino

Creemos firmemente que no tenemos iniciativa, que son otros (empresarios, empleadores, directores,
jefes o gente ‘importante’ en general) los que van a ‘salvarnos’ si tenemos suerte. Nos sentimos
impotentes.

La palabra “impotencia” proviene del latín, y se halla compuesta de una negación, “im-”, y “potentia,
potentiae”, que significa “poder”, “acción”, “fuerza”. Con ella, pues, se niega la acción y nuestro
propio poder, que queda en mano del sistema económico y de sus agentes.

El sustantivo “potencia” a su vez se origina en el participio “potens, potentis” (el que puede), del
verbo “possum, posse, potui” (poder, ser capaz de). La raíz indoeuropea del verbo es “poti”, que
significa “dueño, amo”.
La Real Academia Española, por su parte, da como su primera definición de ‘impotencia’ la de
“falta de poder para hacer algo”.

Recapitulemos lo anterior:

1.- Tu poder, ¿es tuyo o lo dejas habitualmente en manos externas?


2.- ¿Te sientes potente o im-potente?
3.- ¿Ere dueño o dueña de tu destino o tienes un amo, real o imaginario, del que dependes? El amo no
tiene por qué ser otra persona, puedes depender de un ente abstracto (dinero, un trabajo del que vives
y que no puedes permitirte perder…)

El protagonista de la película reacciona de una manera diferente a la del común de


los mortales: cuando las circunstancias le son adversas –ninguna universidad le
acepta- él crea sus propias circunstancias favorables –su propia universidad-. Ese
es el principio fundamental que debes aplicar cuando las cosas se ponen feas (y
cuando no, también): Toma en tus manos tu propio destino. Y, al hacerlo,
recupera tu poder.

A estas alturas me dirás que toda esta jerga pseudofilosófica ni te va ni te viene, que tú lo que
quieres es encontrar o conservar de una puñetera vez un trabajo medio decente que te permita ganarte
las lentejas, y punto pelota. O dejar de preocuparte de una vez por todas por el tema del dinero, y
tener siempre bastante.

Lo entiendo. Pero también os digo que, por lo vivido en mi propia vida, los puestos de trabajo que
yo encontré lo hice en los momentos en que recobré plenamente las riendas de mi poder.
Mientras me hallaba angustiada y medio enferma de preocupación, los meses transcurrían sin una
mísera oportunidad de reintegrarme al mercado. O con ofertas de trabajos-basura, que incluían
sueldos y horarios de exclavitud durante cortas temporadas. Recuerdo que hubo muchas mañanas en
que tras hacer mi diario repaso a las ofertas de empleo por Internet, tenía que contenerme para no ir
directamente al baño y vomitar el desayuno.

Paradójicamente, en el momento en que por fin tiraba la toalla y me dedicaba a recomponerme a mí


misma, surgían las oportunidades por las que tanto había esperado.

El mundo funciona al revés de lo que tradicionalmente creemos. Cuando sueltas,


cuando dejas de agobiarte tanto, y empiezas a encarrilar tu vida haciendo lo que te
gusta a hacer, pasito a pasito, es como si crearas un espacio vacío donde la buena
suerte puede entrar y alcanzarte.

De modo que aplica este principio de forma práctica desde ya.


1. No necesitas mejorar toda tu vida de golpe. Empieza hoy por un solo paso, una pequeña mejora
que te lleve en la dirección correcta. Si quieres tener dinero, por ejemplo, ahorra cinco euros esta
semana, y no los gastes pase lo que pase. La próxima semana, que sean diez. Ya empiezas a tener
dinero, y estás encarrilando tu vida en la dirección correcta, aunque sea en pequeña escala.
2. El truco sencillo y definitivo para dejar de preocuparte para siempre jamás. Cambia el chip. Cada
vez que notes que empiezas a preocuparte, modifica la dirección de tus pensamientos. En vez de
seguir rumiando que esto y esto puede pasar, y que estás perdido, cada vez que ese tipo de
meditaciones negativas te vengan a la mente, modifícalas de forma instantánea.

EN VEZ DE ‘ME PREOCUPO POR ESTO’ CAMBIA MENTALMENTE LA FRASE A


‘¿CÓMO PUEDO SOLUCIONAR ESTO?’

En todas las ocasiones en que recaigas en tu hábito de preocuparte, y que si eres una persona en la
media puede ser muchas veces a diario, aplica este método. Al modificar el hilo de tus pensamientos
de destructivo a constructivo, pasas de imaginar todas las consecuencias negativas que pueden
ocurrir en tu futuro a buscar una solución, y de este modo cortas de raíz el hábito de preocuparte.
Incluso si no encuentras esa solución en el momento, el hilo de tus pensamientos negativos ya está
roto, y recuperas la energía que perdiste.

HAZLO UNA Y OTRA VEZ HASTA QUE SE CONVIERTA EN UN HÁBITO NUEVO QUE
REEMPLACE AL DE PREOCUPARTE.
2
Dos hábitos fáciles pero seguros de incrementar tu
felicidad en el día a día
Los efectos psicológicos del paro o de cualquier adversidad fuerte que nos depare la vida son
múltiples. La depresión, la ansiedad, el poco bienestar psicológico y la pobre autoestima, además de
otros síntomas psicosomáticos, se hallan a la vuelta de la esquina.

Por ejemplo, y siguiendo con los ejemplos anteriores, llegamos o tememos al desempleo a raíz de la
misma idea preconcebida que compartimos todos, la de la dependencia del mercado de trabajo y la
cesión de nuestro poder a ese mercado. Incluso si disponemos de un medio de subsistencia, nos
amedrenta el posible (que no probable) futuro día en que no podamos hacer frente a nuestras
numerosas obligaciones y los acreedores nos reclamen.

#1 El truco oculto de la rendición

Tras un duro golpe, antes de que consigas que tu universo se reequilibre, es necesario que tu interior
primero recobre ese equilibrio. Como sin duda habrás leído alguna vez, el cuerpo escucha con
atención todos nuestros mensajes y actúa en consecuencia. De ahí la utilidad de parecer, pero solo
parecer, que nos rendimos. Más o menos le estamos diciendo al universo: “¡A la m… con todo! ¡No
aguanto más! Yo me bajo aquí.”

Y aquí viene lo bueno:

-El cuerpo se relaja de forma instantánea cuando soltamos toda la carga (agobios, preocupaciones,
tristezas…) que hemos veniendo arrastrando.

-Llega un sentimiento espontáneo de paz interior, porque (supuestamente) nos desentendemos de


lo que nos pueda pasar. Al soltar, somos felices.

Si quieres lograr una sensación de felicidad y paz, practica asiduamente lo de rendirte. Haz como yo
y dite a ti mismo: “Ahora, aquí, en este lugar y en este momento, me libero de todos mis miedos,
angustias, malestares y ansiedad”. A continuación procedo a sentirme libre de todo lo anterior. Ya
solo estoy yo, sin ninguna obligación. La impresión es maravillosa. Tienes que probarlo.

Se trata de SER FELIZ CON INDEPENDENCIA DE CUALES SEAN LAS


CIRCUNSTANCIAS EXTERIORES, y de hallarte satisfecho o satisfecha con tu vida.

Fantástico, dirás. Puede que funcione un minuto, o cinco minutos, pero ya me dirás tú cómo puedo ser
feliz a largo plazo, si mi universo se ha hundido, mis recursos económicos están agotados o al límite,
mi familia necesita mi ayuda y yo no puedo dársela, mi salud empieza a resquebrajarse, etcétera,
etcétera, etcétera.

Vale, vale. Pero en medio de tanto panorama negativo, todos los días sin excepción haces al menos
una cosa que nos gusta y que te alegra el corazón. Eso seguro. Normalmente más, pero al menos
una. Puede que en el momento en que la hagas no la distingas de las otras cosas que llevas a cabo a
regañadientes. Pero si te fijas un poco, la hallarás, como una perla en un lodazal. Ahí está, brillando.
Y no me refiero a despatarrarse viendo la tele durante horas. Eso no te provoca alegría interior.

RECUPERA LA ILUSIÓN DE UN NIÑO EN TRES, DOS, UNO…

Hoy irás a la caza y captura de la ilusión que te queda. Presta atención


desde el momento cuando te despiertes hasta que te acuestes. En
medio de la tristeza, depresión, abulia, y demás síntomas de que estás
cayendo en un pozo sin fondo, busca ese breve instante en que tu
corazón se aligera, porque estás haciendo algo que te guste.

La alegría interior es como un destello muy tenue que sin embargo


surge raramente, porque nos hemos entrenado para no hacerle caso.
Un cosquilleo, una caricia agradable cerca del área del corazón. Un
agradable calorcillo. Entonces, por un momento, vuelves a ser niño y a
ilusionarte de verdad.

Ilusionarte no como hacen los mayores, guiados por el cerebro (“Hoy


cobro mi sueldo mensual, ¡bien!”, pero al pensamiento no acompaña la
sensación de bienestar, solo los cálculos racionales de cómo salir
adelante, ¿a que sí?). Ilusionarte como un niño, sencillamente porque
te gusta, porque te hace ilusión. Ilusión de la del tipo Peter Pan, la de
que un bebé te haga una mueca graciosa, y entonces tú, por reflejo, te
ríes desde el alma. En seguida te recompones, y vuelves a ser el adulto
serio y responsable. Pero la magia ha estado ahí por un instante, tú y
yo lo sabemos. De momento, lo normal es que la percibas con
cuentagotas, aunque a medida que pase el tiempo, si la cultivas, será
más y más frecuente.

Puede que te llegue el olorcillo de una buena comida que hayas o te


hayan preparado, o saborear un café después de comer, tranquilo y
satisfecho; o la media hora que pasas en paz con un amigo o amiga en
una cafetería, riéndote y olvidándote de tus problemas; o un chiste
ridículo que te hace desternillarte; la ilusión de un perro por atrapar
su pelota y la satisfacción con que completa su hazaña, un rayo de sol
que por fin aparece entre tanta nube y que transforma todo el
panorama que alcanza la vista, haciéndolo brillar… Hay tantas y tantas
posibilidades…

La intención es que por fin atrapes ese momento inigualable en que,


aunque sea de forma efímera, recuperas tu ilusión y tus ganas de vivir.

Porque durante ese instante ya no eres solo un parado, o un


desheredado de la fortuna. En ese momento vuelves a ser una persona
con todas tus potencias intactas. “Potencias”, de poder, de ser capaz,
de llegar.

REPITE el ejercicio en los próximos días. Cuantas más circunstancias


e ilusiones encuentres que te permitan salir de tu papel de víctima de
las circunstancias, mejor. Ese bienestar interno es el primer paso para
convertirte en creador de tu propia vida, que disfruta con lo que va
obteniendo y le saca el máximo jugo a su existencia.
Piensa en todas las cosas que te gusta hacer, y que aún puedes permitirte, estés o no desempleado,
tengas o no dinero, dispongas o no de tiempo libre, te queden o no reservas de humor. Tienen una
característica común:

SON TODAS GRATIS…. Y PLACENTERAS

Ah, y sin falta:

TODAS ELLAS TE ALEGRAN EL CORAZÓN

¿Qué más se puede pedir? Una de las conocidas canciones del musical Sonrisas y lágrimas lo
expresa de maravilla. Se titula Cosas que me hacen feliz, y en ella se enumeran algunos de esos
pequeños prodigios que tienes SIEMPRE a mano:

“Rociadas rosas, bigotes de gato, brillantes ojos y mitones blancos, cartas muy viejas con un lazo
gris. Cosas tan bellas me gustan a mí. Pequeños ponis, pastel de manzana, campanilleros y carne
con tarta, gansos salvajes en vuelo sin fin. Cosas tan bellas me gustan a mí. Chicas de blanco con
bandas azules. Ver que la nieve mi rostro sacude. El blanco invierno que muere en abril. Cosas
tan bellas me gustan a mí. Si aulla el lobo, muerde el perro, no me dan temor. Las cosas que amo
vuelven junto a mí y alejan por fin el mal.”

Y añado yo algunas de mi propiedad. Es broma, en realidad son software libre ;-):


*Mirar al cielo.
*Sonreír.
*Charlar un rato.
*Pasear.
*Contar un chiste.
*Reírte de un chiste.
*Dormir a pierna suelta…

Así sucesivamente. ¿Tú tienes las tuyas propias, verdad? Hay cientos, miles de cosas gratis, cuyo uso
y disfrute no depende de la sociedad de compradores y vendedores en la que estamos inmersos. No
importa si tienes o no trabajo, si tienes o no dinero, salud o amor, sigues disponiendo de esas cosas,
y las podrás disfrutar SIEMPRE si así gustas.

La gente con una excesiva carga de racionalidad podría alegar que eso de “alegrar el corazón” es una
expresión difusa y sin sentido. Créeme, por muy aleccionado que estés en leyes, números, o sentido
común del día a día, cuando se te alegra el corazón de verdad, como a un niño o un perrito con su
juguete favorito, lo sabes. Tu corazón recuerda cómo disfrutar. Aunque no le hayas dejado cancha
libre en diez, veinte, treinta o más años, en cuanto haya un oportunidad, el calorcillo mágico y la
sensación de bienestar en tu pecho retornará. Ya vas a verlo.

Estás dando ahora los primeros pasos para recuperar tu alegría y felicidad. En paralelo empiezas a
aumentar tu depósito de energía y poder personal. Esa energía y ese poder que le cedimos a la
sociedad de consumo y al sistema, pero que volverá a ser nuestro en cuanto lo reclamemos, y se
reintegre a nuestro ser.

#2 Descubre el secreto de los brujos: limpiar y energizar, limpiar y


energizar
Por cierto, recuperar tu poder es una parte importante del secreto de los brujos. Tiene su lógica.
Compara tu depósito de energía personal con un garaje que hayas dejado abandonado y cerrado, sin
prestarle atención, durante demasiado tiempo. Pero un buen día decides limpiarlo y restaurarlo para
que te sirva para guardar tu mejor coche (otra forma de llamar a tus esperanzas y sueños). De modo
que empiezas con una limpieza a fondo. Tiras todos los trastos viejos que allí has atesorado. Y a
continuación pintas, arreglas y acondicionas. Hasta que el viejo edificio resplandezca. Entonces te
sorprendes de hasta qué punto habías dejado caer una instalación tan bella y tan útil. Y es cuando te
prometes que nunca más la volverás a descuidar.

Cumplir esa promesa depende de ti, pero una vez que te preocupes tanto por tu campo energético
como por conservar tu cuerpo físico, las consecuencias serán pasmosas, increíbles y… geniales. Tu
nivel de energía se disparará hasta el óptimo, romperás con viejos lazos del pasado que hasta el
mismo día de hoy te han estado drenando y perjudicando sin que tú te hayas dado cuenta y, lo más
importante de todo, al recuperar los instantes de felicidad verdadera, hallarás que cada vez resulta
más y más fácil encontrar nuevos momentos de gozo de corazón.
Con tu energía y con tu ser ocurre lo mismo que cuando llevamos muchos años sin practicar un
deporte que nos encanta. Lo primero es el calentamiento para no dañar ninguna parte de nuestra
organismo por pasar de cero a cien sin prepararnos como es debido. Aquí siempre me acuerdo del
protagonista de la película Karate Kid, un chaval al que su maestro obligaba a encerar y sacar brillo
al coche durante horas y horas, en vez de entrenarlo. Luego aprendía que encerar y sacar brillo al
coche ERA el entrenamiento, que le permitía fortalecer sus músculos y afinar sus reflejos.

¿Qué hacen los brujos con el fin de estar listos para trabajar con la energía y
manipularla a su conveniencia? LIMPIAR Y ENERGIZAR, LIMPIAR Y
ENERGIZAR. Una y otra vez repiten este proceso sin cansarse.

Tendrás tu energía a tope y tu cuerpo listo para la felicidad del día a día. A partir de
ahí ya podrás tomar las riendas de tu existencia.

Con unos sencillos ejercicios de limpieza y eficiencia energética, siguiendo la estela de los brujos,
notarás un rotundo cambio en tu interior. Te encontrarás más fuerte, más centrado, y lo que es más
importante, empezarás a atraer a la suerte. Que no es tal, sino un aumento de tu frecuencia vibratoria
que tú mismo habrás estimulado.

Empieza a recuperar todo el poder perdido


De modo que vayamos ahora con la segunda parte del plan: energizar. Empiezo por aquí porque se
trata de un gesto tan sencillo que te sorprenderán los resultados. Y a partir de esta práctica podrás
desarrollar mucho más fácilmente la limpieza en profundidad (primera parte del secreto de los
brujos), que aprenderás en el próximo capítulo.

Tengo que avisarte que, como a mí cuando la aprendí, puede que en principio te parezca fútil y sin
sentido, pero a medida que pasen los días irás experimentando un alucinante incremento de tu energía
y de tu capacidad de acción, derivado de cumplirla fielmente. Convoca tu poder, ese poder al que
normalmente no das mucho crédito. Seguimos en la parte de la estimulación que promueven los
brujos.

UN SENCILLO GESTO PARA QUE EL PODER PERDIDO


EMPIECE A REGRESAR A TI

Se trata de que repitas un pequeño gesto 40 días seguidos. Cuando


hablamos de pequeño gesto nos referimos a algo que puede ser tan
sutil como tocarse la punta de la nariz todos los días a las 13.46 horas.
O tentarse la frente como si uno tuviera fiebre. O toser a esa hora
durante 40 días. Lo mejor es que programes tu reloj de muñeca o tu
móvil para que la alarma suene todos los días a esa hora. En el
momento en que la oigas procede a hacer el gesto correspondiente, y
luego continúa con tu vida como si tan cosa.

Y ya está. Menuda tontería, dirás tú. Pues no lo es tanto.

Te explico el razonamiento subyacente a este ejercicio: Nos hemos acostumbrado a pensar en muchas
de nuestras metas como imposibles. Ni siquiera intentamos arrancar en esa dirección porque “es
mucho trabajo”, “nunca llegaremos”, “me deslomaría para nada”, y así sucesivamente.

Pero un pequeño gesto sí que puedes completarlo cada día sin problemas. Al hacerlo le estás
mandando un mensaje a tu cuerpo y a tu cerebro: “He dicho que voy a hacer esto y aquí estoy,
haciéndolo: tengo poder, soy poderoso”. Se han realizado múltiples estudios científicos que
demuestran que tu cerebro y tu cuerpo no distinguen entre los grandes y los pequeños gestos. Entre
decir que vas a dar palmas y hacerlo, o decir que vas a correr una maratón de 40 kilómetros y
hacerlo. Lo que importa es el poder que recuperas con un gesto. Porque has dicho que ibas a hacer
una cosa, y lo has cumplido. Liberas una porción de tu poder. Eres poderoso mediante ese acto. Al
día siguiente vuelves a repetirlo, y de nuevo generas más poder para ti. Cuarenta días reiterando el
gesto, y te sentirás una persona nueva, con muchas más posibilidades y capacidades a tu alcance, que
se abren para permitirte lograr lo que quieres.

A continuación aprende a recapitular en el siguiente capítulo. Recapitular es adentrarte más


intensamente en la primera parte de la fórmula de los brujos, la que se centra en ‘limpiar’. La
limpieza, sumada a la potenciación de la energía que ya hemos empezado a practicar en este
apartado, te dará resultados increíbles. Tu ser ha empezado a ampliar sus fronteras, como un niño
que empieza poco a poco a andar. Una vez que interiorices todas estas técnicas tan simples, nunca
más volverás a ser el mismo, porque habrás saltado a un nivel vibratorio superior, casi sin darte
cuenta. Aunque recaigas ocasionalmente, siempre tendrás la opción de reconectar a voluntad con tu
‘yo’ más evolucionado, a partir de ahora. Sigue leyendo.
3
Libérate de los lazos agotadores que te atan
al pasado y no te dejan avanzar
No hay nada más triste que sentirte mal o sin ilusión día tras día, y no saber por qué. Habrás dado un
paso de gigante en tu vida en el momento en que te des cuenta de lo que te está pasando, y de la forma
en que te saboteas sin darte cuenta.

Porque las formas de perder energía de forma masiva en nuestra vida son muchas. Las formas de
recuperarla también son varias, pero por desgracia empleamos muy poco tiempo en parar el
desgaste. E incluso cuando lo hacemos, nuestro gesto reflejo suele ser producto del pánico, del
desconocimiento y de la ansiedad, y entonces buscamos extraer la fuerza vital del ser o seres
humanos que tenemos más cerca.

Desde pequeños hemos aprendidos que es la solución más práctica y directa. Que en realidad no
soluciona nada, pues lo usual es que nuestro pretendido emisor, el otro ser humano del que
pretendemos sacar energía, se defienda con uñas y dientes –nadie quiere que le drenen y quedar
exhausto, es lógico-. Día a día se reproducen miles de millones de escenas de este tipo en todo el
planeta. Un rato tú eres el que proporcionas energía a alguien, por prestarle atención, por mostrarle
tu simpatía, por ceder ante sus quejas y darle tu apoyo. Al rato siguiente es tu mujer, tu marido o tu
hermano, tu madre o tu mejor amigo el que te proporciona energía a ti. Tú le cuentas desolado el día
tan horrible que has tenido, y él o ella empatiza contigo, se solidariza e intenta animarte.

Sabes que has recibido energía cuando te sientes mejor y más pleno. Es como tener un depósito
de carburante. Si se encuentra a punto de acabarse, se enciende la luz que nos indica que estamos ‘en
reserva’. En ese momento, aunque no te des cuenta, buscas desesperadamente al ser o seres humanos
más cercanos para recuperar tu energía. Esperas que te la den voluntariamente, siendo amables y
agradables contigo. Pero si no, en tu desesperación, la tomarás por la fuerza.

Es lo que ocurre por ejemplo cuando alguien quiere imponerse en una discusión apasionada. Uno y
otro contendientes intentan quedarse con toda la energía, la suya y la del contrario, y no dejar de
ninguna forma que el otro se la quite. Si al final alguno de los dos cede, se queda con mala cara,
porque ha perdido energía en el enfrentamiento, y se halla más débil que antes. El ganador, por el
contrario, puede sentir algún aguijón de conciencia por culpa por lo violento de sus métodos, pero lo
cierto es que su estado general se ha fortalecido, al absorber la fuerza vital del contrario.

Necesitas conocer todo lo anterior para avanzar y ser consciente de cómo manejas tu energía. El
brujo se diferencia del ser humano ordinario en que se halla totalmente implicado en la gestión
de su fuerza vital. Sabe cómo incrementarla, cómo absorber la de la naturaleza que la rodea, y
conoce a la perfección los mecanismos que mantienen a la humanidad sumidos en una lucha constante
por la energía.

“Conócete a ti mismo”. Era la inscripción que se inscribió en el pronaos del templo de Apolo en
Delfos. La frase implica verse a uno mismo como realmente somos, con nuestras miserias y
debilidades, porque comprendernos a nosotros mismo es el primer paso para también entender a los
demás. Y, si progresamos aún más, para entender al mundo que nos rodea. A ello.

La mayoría de nosotros desconocemos, porque nadie nos lo ha enseñado hasta ahora, que no hace
falta andar por la vida luchando por absorber y recibir energía de otros seres humanos con objeto de
mantener nuestra reserva vital en un nivel aceptable. Esa lucha constante por la energía mantiene a la
humanidad en un estadio primitivo que es el que causa las guerras, violencia y en general el estado
de mal-estar que hoy impera en el planeta. Seamos conscientes o no, actualmente forma parte de
nuestro día a día.

Pues bien, ha llegado la hora de ‘desconectarse’, ‘desenchufarse’, y recuperar todo aquel poder que
hemos cedido en el transcurrir de los años . También ha llegado la hora de devolver a los otros
protagonistas de nuestro universo particular toda esa energía que les hemos absorbido. Si tenemos
por ejemplo un amigo amistoso, pero más débil de carácter que nosotros, al que intentamos llevar
por la senda ‘correcta’, ayudarle para que no cometa errores. Con la mejor intención le prodigamos
sermones y largos discursos intentanto que “abra su mente”, que “no sea tan ingenuo”, y demás.
Nuestra intención es buena, muy buena, pero como dice el refrán: De buenas intenciones está
empedrado el infierno.

Yo tenía una amiga así. La quería mucho, pero me parecía que era demasiado propensa a las
relaciones desgraciadas con hombres que tan solo querían el mero contacto físico, sin ir más allá.
Ella en cambio deseaba una relación perfecta, el sueño de encontrar a su alma gemela, con boda,
vestido blanco, niños, y todo el paquete completo del ‘amor verdadero’ que pregonan las películas
de Walt Disney.

Recuerdo como ante mis reiterados sermones (“ese chico no te conviene porque mira lo que te ha
hecho, blablablá, no te dejes avasallar,…”), solía cruzar sus brazos sobre su pecho, formando una
barrera defensiva. Yo la reprendía al respecto, porque encontraba muy grosero ese gesto. En realidad
era ella la que tenía razón. En el nivel subconsciente, notaba como con mi discurso bienintencionado
yo le estaba drenando su energía a toda velocidad, y entonces cruzaba los brazos para defenderse de
mi ataque.

Para empeorar aún más las cosas, tenemos multitud de escenas pretéritas que nos chupan la
energía aunque hayan quedado muy atrás. Todavía estamos conectados a ellas. No es un contacto
al uso, sino que se desarrolla en una dimensión incorpórea. Pero igualmente nos cuesta un plus
energético que empleamos en algo tan inútil como un hecho que ya ha ocurrido y que debiera
pertenecer al pasado y no afectarnos en el presente. Es como si desde aquel momento hubiéramos
dejado aquella escena atada a nuestro Ser. Hay un lazo que todavía nos une, incluso si esa escena
tuvo lugar hace 30, 40 o 50 años. De modo que imagínate la cantidad de lazos que aún mantienes y te
atan con el pasado. Algo tremendo.
Antes de que empieces a hiperventilar, la buena noticia es que existen varios métodos buenos y
simples para ir poco a poco desatando los lazos y recuperando tu energía. Los resultados son
mágicos, mágicos de verdad. Notarás a poco de empezar una mejora significativa en tu estado de
ánimo, en tu paz interior, y en tu vitalidad. Pesadas cargas que llevabas siempre contigo
desaparecerán de un día para otro. Y memorias que evitabas recordar se volverán meras
reminiscencias que ya no despertarán de ahora en adelante ese dolor o incomodidad que tanto te
molestaba antes cuando las evocabas.

Eleva tu vibración con la asombrosa técnica de los chamanes


La técnica de la recapitulación es realmente sencilla. Lo ideal consiste en ejecutarla en una
habitación pequeña y cerrada, incluso en tu automóvil, o bien echándote por encima de la cabeza una
manta o prenda que te cubra, al menos la parte superior de tu cuerpo. Incluso si tienes mucha prisa y
no puedes recurrir a ninguno de los sitemas anteriores, puedes ponerte a ello tal como estés.
Funcionará igual, aunque más gradualmente y sin tanta intensidad.

Los chamanes utilizaban cuevas para permanecer allí durante horas recuperándose –para aprender
más, puedes por ejemplo leer el libro “Donde cruzan los brujos” de Taisha Abelar; en Internet se
pueden encontrar copias gratuitas-. La mayoría de nosotros, modernos y simples mortales, no
disponemos de una cueva a mano, de forma que nos limitaremos a hacerlo de la forma más sencilla
posible con nuestros recursos del siglo XXI.

Los chamanes, antes de comenzar la recapitulación, la cual convierten en una costumbre que repiten
una y otra vez a lo largo de su vida, hacían una lista con todos sus recuerdos, tanto buenos como
malos. Dedicaban días y meses a completar esa lista.
A medida que escarbas en la memoria en busca de recuerdos, van surgiendo otros que ya se hallaban
bien enterrados y que no rememorabas. No obstante, esta técnica puede emplearse igual de bien para
algún recuerdo aislado que te esté agotando psíquicamente desde hace tiempo. Luego verás la
conveniencia de si proseguir con recuerdos aislados que te vayan surgiendo en la memoria, o bien
proceder de forma exhaustiva como los chamanes.

RECAPITULACIÓN, la forma más facil de acelerar tu evolución


espiritual

1.- Pondremos por ejemplo una manta o abrigo sobre nuestra cabeza.
Si necesitas liberar energía de forma urgente, por algo que te acaba de
ocurrir y que te ha dejado medio noqueada, puedes hacer como yo y
emplear el automóvil –o cualquier recinto cerrado y tranquilo-. En mi
caso, mientras conduzco, procedo a la recapitulación del recuerdo
incómodo.
2.-En la oscuridad, o por lo menos en el recinto cerrado que has
creado para tu cuerpo, busca en la memoria aquel recuerdo que aún
te sigue doliendo o despertando emociones desagradables. Las
emociones agradables no suelen requerir recapitulación, puesto que no
te roban energía, sino que contribuyen a aumentar la que ya tienes. En
cambio las desagradables normalmente han estado hurtando gran
parte de tu energía y a toda potencia.

3.-Revive ese recuerdo con la mayor intensidad que puedas, como si


estuvieras interpretando de nuevo una escena de una obra de teatro.

4.-Una vez que te hayas metido a fondo en la escena que quieras


recapitular, para recuperar la energía y el poder personal que allí
dejaste, experimenta de nuevo el dolor, la ira, el miedo, o cualquier
otra sensación que te origine el recuerdo, y luego mueve la cabeza todo
lo más que puedas a la izquierda.

Mientras vas girando la cabeza hacia la izquierda, vas también


expirando profundamente, soltando el aire, y con él, la energía que
hayas retenido todo este tiempo de aquel recuerdo en particular y que
de hecho no te corresponde. Es energía que no te pertenece y que te
está haciendo daño. Energía que obtuvimos sin darnos cuenta de otra
persona, o del entorno, y de la que debemos deshacernos.

Una comparación grosso modo sería con las pelusas de polvo o semillas
aladas que proliferan por toda la casa apenas mejora el tiempo. A lo
mejor ni siquiera has abierto las ventanas esta mañana, pero
milagrosamente allí están, las dichosas pelusas. No pertenecen a
nuestra vivienda sino que se han ‘colado’, y desde luego no
contribuyen a mantener limpio el hogar, de modo que hay que
barrerlas y aspirarlas cuanto antes para que acaben en la basura, o de
vuelta al exterior. Y trabajo que cuesta. Pues las memorias e
influencias externas que tenemos adheridas a nuestro campo
energético son lo mismo. Afuera con ellas.

No te preocupes por dirimir cuál energía te es ajena, ni especificar la


naturaleza de esa energía externa, el propio proceso de la
recapitulación lo hará por ti de manera automática.
Tan solo expiras y te liberas de aquello que no es ni nunca ha sido
parte de tu propio campo energético. Estarás entonces rompiendo los
lazos o cadenas que te han seguido uniendo todo este tiempo a un
pasado desagradable. Expira con fuerza. Líbrate de la basura.

5.-Ahora empieza a girar la cabeza muy, muy lentamente, hacia la


derecha. Mientras lo haces, vas inspirando. No dejes de inspirar
entretanto que ejecutas este movimiento. En esta parte del proceso te
hallas recuperando tu propia energía, la que el pasado te arrebató en
aquella escena y nunca devolvió. Inspira hasta girar la cabeza
completamente a la derecha.

6.-Vuelve de nuevo a girar lentamente la cabeza hacia la izquierda.


Toca expirar y soltar carga energética que no te corresponde y que te
ha estado pesando mucho tiempo, desde que se originó el recuerdo.

7.-Repite una y otra vez este giro de cabeza, expirando e inspirando,


tantas veces como sea necesario, hasta que sientas que el recuerdo que
ha inspirado el proceso ha quedado limpio y neutro, ya no te genera
reacción, es como una escena de una película que estás viendo, pero
no te concierne.

Cuando llegas a ese punto, el proceso de recapitulación de ese


recuerdo en particular se ha completado. Ya no hay lazos energéticos
que te aten, y se ha cortado el drenaje innecesario de energía que
venías sufriendo.
La recapitulación tiene unos efectos realmente asombrosos si la practicas de forma regular –mejor
todavía día a día- a lo largo del tiempo. No es milagrosa, pero casi. Ayuda enormemente el tener
una técnica sencilla y efectiva con la que limpiar tu carga energética. Puedes encontrarte con que
después de recapitular una determinada escena, las cuestiones conflictivas relacionadas con otros
cointérpretes del recuerdo mejoran o incluso se arreglan en forma que parece magia.

Liquida a los gusanos psíquicos antes de que ellos acaben contigo


Suele ocurrir que la vida te haya estado ofreciendo el mismo conflicto repetido una y otra vez,
porque cada vez que se reaviva en vez de enfrentarlo huyes. Al recapitular, puede que descubras las
raíces ocultas del problema. Una vez que lo encares y aprendas a manejarlo, ya no tiene poder sobre
ti. Como si hubieras aprobado ese nivel y ya no tuvieras que cursarlo nunca más. Lo más seguro es
que ya no tengas que afrontar en el porvenir una situación semejante, pero incluso si de casualidad se
presenta, la solucionarás sin mayor problema ahora que sabes cómo, y seguirás con tu vida.

Por cierto, durante la recapitulación, debido a la intensidad del proceso, podrías llegar a sufrir
ataques de llanto, temblores, ansiedad… Es parte de la liberación de los residuos energéticos, lo
cual no resulta preocupante a menos que se extienda en el tiempo de forma desproporcionada –más
de unos días, por ejemplo-. A casi todos nos ha ocurrido lo de encontrarnos extremadamente
sensibles un día u otro, y, ante un recuerdo en extremo emotivo que nos viene a la mente, pasarnos
más de una hora llorando y encontrándonos fatal. No te agobies por ello, si ocurre, sencillamente
siéntelo y nota cómo transcurre por su desarrollo, clímax, y conclusión. Después suele pasar que nos
encontremos mejor.

La recapitulación parte del mismo principio básico que estas escenas que a veces liberamos de
forma espontánea. La única diferencia es que procedemos a recapitular de una forma programada y
preestablecida, mientras que las ‘escenas’ espontáneas de liberación emocional nos sobrevienen de
repente y sin haberlas planeado.

Desaconsejo sin embargo llevar a cabo esta técnica de la recapitulación en solitario a aquellas
personas que hayan tenido vivencias inusuales y/o excepcionalmente traumáticas. Recurre por favor a
un especialista cualificado que te ayude y te acompañe a lo largo del camino.
4
Dos maneras instantáneas de que tu
porquería energética ya no pueda hacerte
daño
Naces como un cristal perfectamente limpio y transparente: ni una mancha, ni una motita de polvo, ni
una huella de dedos. Una belleza. Pero entonces empieza a ocurrir eso que llamamos vida. Y el
cristal empieza a ponerse un tanto prigoso, a veces con enormes manchurrones por aquí y por allá. Es
hora de limpiarlo para volver a ser quienes siempre fuimos.
#1 HO’OPONOPONO: La sabiduría indígena de Hawai a tu alcance
Como la recapitulación, el Ho’oponopono es una técnica mileniaria usada en Hawai para resolver
problemar y acercarte más a la Fuente energética limpia con la que naciste.
Fácil, bonito y barato: Desatasca tus circuitos de poder en 5 minutos
La técnica del Ho’oponopono no puede ser más sencilla.
Te voy a contar un ejemplo personal para que la entiendas mejor. Un día me enfadé con una de mis
tías. Yo adoro a los perros y me parecía que ella, que vive en el campo, mantenía a su perro atado
demasiado tiempo y no le dejaba hacer suficiente ejercicio. Discutimos, y cada una se fue por su
lado, sin ganas de volver a hablarnos.
Pasaron varios días y yo la echaba de menos, pero también sentía que yo tenía la razón en lo que le
había dicho. De pronto se me ocurrió usar el Ho’oponopono para solucionar el conflicto. Tardé
cinco minutos. El teléfono empezó a sonar poco después. Era mi tía, que había estado pensando en
nuestra discusión y se le había ocurrido soltar al perro al anochecer durante un rato todos los días.
De esta forma, a la vez que no amenazaría las gallinas de los vecinos, que para entonces ya estarían
recogidas, el animalito podría tener de sobra todo el ejercicio que necesitara.
Así se ha hecho desde entonces. Mi tía y yo volvimos a ser las mejores amigas, y el perro es uno de
los más felices de la comarca. Lo mejor de todo fue que la solución llegó sin que tuviese que mover
un dedo ni perder energía a lo tonto, ni gastarla en hacerme mala sangre durante meses y meses.
No vayas a creer con esto que el Ho’oponopono es un método milagroso. Aunque hay gente que
asegura que sí. Su raíz se halla en procurarte tu mayor bien, en volver a tu esplendor primitivo,
de modo que no esperes un resultado espectacular si insistes en que solo lo quieres para que te toque
la lotería. Pero si lo usas de forma regular, y vas limpiando tu propio ser de detritus energéticos y de
viejos conflictos sin solucionar, verás como hay un decidido avance en tu vida al poco tiempo.
Puedes informarte en profundidad sobre el Ho’oponopono (se pronuncia igual que se lee en español)
en Internet. Hay múltiples artículos y muchos videos en YouTube que te ayudarán.
LIMPIA TU ESPEJO
La técnica del Ho’oponopono no puede ser más sencilla. Yo utilizo la
siguiente frase:
Divinidad, sana dentro de mí las memorias dolorosas y las ideas erróneas
para….
Y a continuación desarrollo mi problema. Podríamos decir por
ejemplo:
-… resolver mis problemas económicos, porque nunca gano bastante por
mucho que trabaje.
-…que mi familia vuelva a estar unida y deje de pelear.
-…que mi cuerpo se recupere y sane de esta enfermedad.
Lo que quieras. Una vez que has explicado el conflicto que quieres
solucionar, pronuncia una y otra vez las siguientes palabras.
LO SIENTO, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS
LO SIENTO, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS
LO SIENTO, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS
No importa que las digas con intención o que no. Solo dilas tantas
veces cómo desees. Algo empezará a limpiarse en tu interior, y en tu
campo energético, y lo que es más, en el campo energético global. Por
cada poco que limpies tu propio cristal, limpiarás también el cristal
planetario de toda la humanidad y todos los seres. Porque el
Ho’oponopono se fundamenta en el principio básico de que TODO ES
UNO. De forma que al limpiarte a ti mismo, limpias también el Todo y a
Todos. Pruébalo y verás como tu vida paulatinamente empieza a ir a
mejor.
Una última indicación: con esta técnica obtendrás resultados sin duda.
Todo lo más tarda unos pocos días. Pero algunas veces puede llegar a
sorprenderte, porque esos resultados no son los que tú habías
planeado como “la mejor solución”. En ocasiones el resultado obvio
que tenías en mente no es el mejor para ti. Y la técnica te proporciona
un dividendo distinto, pero con seguridad más satisfactorio que el
planeado por tu ‘yo racional’. Practícala, confía y espera. Y vuelve a
practicar.
Por si aún no conoces la historia, quien popularizó el Ho’oponopono fue el doctor Ihaleakala Hew
Len, el cual protagonizó una historia sorprendente que lo hizo famoso. En el ejercicio de su profesión
de terapeuta en Hawai, curó a todo un pabellón psiquiátrico de criminales enfermos mentales. Usó el
Ho’oponopono. No vio personalmente ni a uno solo de sus pacientes. Cada día se sentaba en su mesa
de trabajo, e iba revisando las fichas de los reclusos. Limpiaba con el Ho’oponopono dentro de sí la
parte que le correspondía en crear la enfermedad de cada recluso. Solo repitiendo las palabras
‘mágicas’. LO SIENTO, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS. A medida que él se limpiaba y
sanaba, los reclusos iban sanando también. El pabellón terminó cerrando sus puertas, porque ya no
hacía falta.
No quisiera acabar este capítulo sin contarte la técnica por excelencia para limpiarte y recuperar
todas tus energías. La técnica que el ser humano lleva usando desde que el mundo es mundo. La
técnica de las técnicas.

#2 Vive en paz el resto de tu vida gracias a esta práctica diaria


Solo una fuerte industrialización, y la deshumanización de nuestras ciudades nos ha podido hacer
prescindir de esta maravillosa fuente de energía y poder. Que por otro lado es gratis, funciona
siempre, y la tenemos al alcance de la mano.
¿Ya sabes a lo que me refiero? ¡Por supuesto, claro que sí! La Naturaleza con su inmensa energía.
Tendemos a olvidarlo metidos en nuestras existencias artificiales, con luz eléctrica, ordenadores y
mucho metal, pero somos animales, y formamos parte del Gran Reino Exterior, el que se extiende
fuera de nuestras oficinas, despachos, almacenes y polígonos industriales. Estamos conectados por
hilos invisibles con la tierra, el cielo, las estrellas, los árboles, los lobos, incluso las cucarachas,…
Y la magia está ahí fuera sin coste. No en las multinacionales, ni en las listas Forbes
Las consecuencias de olvidar esta gran verdad están a la vista: aumento de consumos de narcóticos y
tranquilizantes, alarmante incremento de enfermedades psiquiátricas, gente que corre de un lado a
otro sin parar, eternamente desequilibrada y sin alegría real.
TU GRAN MAESTRO: TU PERRO
Naturaleza, la fuente perfecta para recuperar tu energía. En vez de
andar en una permanente guerra con tu prójimo buscando chupar,
donar, robar, y pelear por la energía, utiliza este sustituto que se te
ofrece sin coste y con suministro ilimitado y de la mejor calidad.
Las personas que tienen perro saben que, llueva o nieve, haga sol, 40
grados o tres bajo cero, tienen una obligación ineludible tres veces al
día: sacar a su mejor amigo al aire libre. Parece una pesadilla, pero
créeme, al final resulta una bendición disfrazada.
Cuando yo empecé con los paseos a mis perros, hace ya 20 años, lo
hacía de mala gana, refunfuñando, salíamos cinco minutos toda prisa,
y jaleaba a mi perrita para que se apresurara y poder volver cuanto
antes a mi hogar y a mis tareas pendientes.
Ocurrió algo extraño: a medida que pasaban los días, y los meses, me
di cuenta de que mi estado general de salud y de bienestar había
mejorado. Sin llegar aún a la situación óptima, me sentía más vital,
menos gruñona y con una desde luego extraordinaria (para mí)
tendencia al optimismo.
Raro, raro, raro. Decidí investigar. ¿Qué era lo que estaba causando
este cambio? Pronto me quedó claro. Lo único diferente en mi vida era
la irrupción de mi perrita, y sus molestos paseos.
Aparte de que tener un animal doméstico –bien atendido y cuidado,
por supuesto- ya garantiza una mejor salud y estabilidad emocional, sin
darme cuenta yo había estado poniéndome a tiro de la energía de la
Naturaleza día tras día. Me quedaba quieta debajo de un árbol como
cinco minutos, mientras mi perrita se desahogaba. Y en ese corto
intervalo el árbol, incluso sin la menor atención por mi parte, me cedía
parte de su campo energético. No solo el árbol: la misma hierba que
pisaba, las flores y los arbustos, y mi propia mascota, estaban
contribuyendo de forma continua a mi bienestar. Solo por estar allí.
Confirmé este último extremo cuando mis padres se ofrecieron a
quedarse con la perrita una semana mientras yo ‘descansaba’ de tanto
paseo y tanta salida al aire libre a horas intempestivas.
Entonces me pasó lo contrario: en vez de descansar, me sentía más
inquieta y desasosegada. Me faltaba algo. Tardé un rato en darme
cuenta de lo que era: echaba de menos a mi perrita, por supuesto,
pero sobre todo me hacía falta el paseo matutino. Cuando lo daba,
salía arrastrando los pies cada mañana, pero volvía repleta de energía.
Incluso sin tener perros, puedes adoptar esta práctica como vital en tu
vida. Y mejor un entorno natural que urbano. Incluso viviendo en una
ciudad, puedes encontrar ‘islas’ con árboles, hierba, y plantas por
donde pasear. No te arrepentirás.
Empieza a revisar ahora las cinco formas en que pierdes (perdemos) energía todo el tiempo, y cómo
evitarlas. Pasa al capítulo siguiente y te sorprenderás.
5
Los 3 desequilibrios básicos en las
relaciones, y cómo evitar que te afecten
Nuestra energía vital es algo que nos viene dado al nacer. Primero de todo, tienes que saber –y
seguro que lo has notado ya- que algunas personas tienen un nivel energético de base más elevado
que otras. Estas últimas son las que llamamos ‘apagadas’ o ‘tranquilas’ o aquellas que nos cuesta
más percibir en una situación concreta. El otro extremo lo forman las personas muy vitales, que hasta
pueden hacernos retroceder, sin pretenderlo ellas, ante la intensidad de su energía natural.
Nuestro ‘banco de energía’ personal fluctúa todo el tiempo. Hablamos de sentirnos “llenos de
energía”, “como nunca”, o bien “drenados”, “apáticos”, “sin ganas de nada”.
Ya hemos comentado en otro capítulo anterior cómo las personas pugnamos continuamente por
arrebatarnos la energía unos a otros. En el libro Las nueve revelaciones, de James Redfield, se
explica muy en detalle las pugnas que mantenemos, día sí y día también, por ese motivo. Es muy rara
una interacción humana que no incluya este tira y afloja, incluso aunque ambas partes se lleven bien y
se aprecien mutuamente. No son excepción las familias, ni los padres con sus hijos, ni las parejas
enamoradas.
Esta realidad permanece la mayor parte del tiempo desarrollándose de forma inconsciente e
involuntaria. No nos damos cuenta de cuándo le robamos energía a un amigo, o un familiar, o a un
conocido. Ni de cuándo nos la quitan a nosotros. Pero ahora que conocemos cómo opera este
mecanismo de intercambio, nos será mucho más fácil apreciar lo que está ocurriendo a nivel
energético en cualquier interacción.
#1 El mejor modo de reponer tu energía si te la drenan, de acuerdo a tu
personalidad
Hablando a un nivel muy básico, existen tres posibilidades:
1. DRENAJE DE ENERGÍA: Hablas con alguien, y en algún momento dado la
conversación toma un rumbo desagradable para ti, por la razón que sea. Tu nivel de
energía desciende, a veces de forma drástica. ¿Que cómo lo sabes? Porque acabas el
diálogo y no te sientes bien del todo. Te hallas insatisfecho, y si el drenaje de energía
ha sido muy fuerte, incluso puedes padecer síntomas físicos, como escalofríos, o
leves náuseas. El indicador más fiable es la debilidad o fortaleza de tu cuerpo. Si te
sientes débil, y con pocas fuerzas, has sufrido una extracción de energía que ha dejado
a tu organismo agotado. Tu banco de energía ha pasado a la ‘reserva’. Tu cuerpo te
pide descanso y relajación para reponerse y volver a funcionar normalmente.
Ojo, que dentro de este apartado hay dos posibles soluciones, dependiendo del tipo de
persona que seas:
1.a. Están los que reponen su energía siendo extravertidos y relacionándose con gente de
confianza, gente positiva que los haga sentir mejor, porque no los ‘ataca’
energéticamente, sino que los renueva.
1.b. El otro grupo se compone de gente que para reponer su energía vital necesita
aislarse un rato y disfrutar de la soledad. Luego ya puede remontar en la vida diaria.
Uno y otro sistema son válidos a la hora de acometer la vida con buen humor y el
depósito lleno. Ambos grupos, sin embargo, se beneficiarán del contacto y el disfrute de
la Naturaleza. Solos o acompañados, el entorno les brindará su energía.
#2 El remedio infalible para no convertirte nunca en vampiro psíquico o
‘persona tóxica’
2. ABSORCIÓN DE ENERGÍA: Dominas la interacción con otra u otras personas, y
ellas te ceden más o menos voluntariamente su energía. Acabas la conversación y te
sientes pletórico. Te has saciado de energía y ya tienes para un rato. Vuelves a casa
derrochando energía. Ojo, que también en este caso hay varias posibilidades.
2.a. Has sacado la energía por la fuerza del prójimo. Quiera o no quiera. Igual que un
atraco a mano armada, pero con energía en lugar de dinero. No te sientas demasiado
culpable, porque todos, sin excepción, hacemos lo mismo con frecuencia. Eso sí, procura
evitarlo. Un poco más adelante te explicaré las ventajas y formas de disfrutar de la vida
en sociedad sin entrar en la pugna por la energía. Sigue leyendo, pronto lo entenderás.
2.b. El prójimo es buena gente y te ha cedido su energía de forma voluntaria. Por
alguna razón, que puede ser porque le interesaba de lo que hablabas, o sencillamente
porque le caes bien, él te ha estado prestando atención y ha empatizado contigo. Tú has
notado la calidez y la buena acogida, y te has sentido mejor. Eso es porque el otro te
estaba haciendo el regalo de su energía. A medida que la absorbías, ibas encontrándote
más y más fuerte.
La mayoría de nosotros no reconoce ese intercambio como tal, pero suele acabar la
interacción pensando que la otra persona “es encantadora”, “qué maja”, “me atendió de
primera”, “se desvivió por mí”, “un cielo”, “buena gente”, etcétera, etcétera, etcétera.
Cuando quieras saber quién tiene por costumbre ceder su energía, incluso antes de que
intenten arrebatársela, mira a tu alrededor y encuentra a aquella persona a la que la
mayoría de la gente aprecia y busca. Et voilà!
Otra cosa es que este tipo de comportamiento sea siempre sano. Porque muchos de estos
ángeles caritativos, a fuerza de desear a toda costa caer bien, acaban drenados y en
riesgo de sufrir enfermedades graves. Dan, y dan, y dan, y aunque es verdad que reciben
de vuelta la apreciación de la gente, a veces se agotan porque no saben cómo renovarse
de forma sana. Por eso se habla de la necesidad de conservar cierta distancia cuando se
ejerce determinado tipo de profesiones, como la de enfermeras, psicólogos, o cuidadores
por ejemplo.
LA FORMA DE QUE EVITES SER UN VAMPIRO PSÍQUICO EN TU FORMA DIARIA, al
que ahora también está de moda llamar ‘persona tóxica’, es bien sencilla. Naturalmente primero
tendrás que refrenar tus instintos naturales, que te llevan a, cuando estás agotado, empezar a chupar
energía del prójimo con tus métodos habituales y sin dilación. Es como digo una reacción instintiva,
no te sientas culpable, todos la aprendimos de pequeño y, como nos funciona aunque sea a costa de
luchar por el fluido vital todo el tiempo, seguimos practicándola.
Vamos a hacerlo de otra forma.
1.- Si ves que estás bajo de energía, busca algún entorno natural, o por lo menos una planta o un
árbol cercano, algún surtidor de la Naturaleza, en el que recargarte de forma provisional.
2.-Cuando te encuentres con otra persona, en lugar de empezar a absorber su energía de forma
compulsiva como siempre, siente lo bueno y lo positivo que hay en ella. Nota lo único y bello que
muestra ese otro ser humano, y no pares hasta que generes en tu interior una ola cariñosa de
aprecio. Si interiormente produces aprecio por ella, no le estás robando energía, sino que le estás
regalando de la tuya voluntariamente.
Me dirás que es ridículo entregar la poca energía que te queda, en casos en que tu depósito se halle
en mínimos. Aunque no sea racional ni lógico, funciona así: a medida que demuestras tu apreciación
y respeto por el otro, viéndolo como un ser único, empiezas a generar un intercambio equilibrado de
energía con esa otra persona (ver el punto 3). Tú le cedes a ella, y en un movimiento reflejo, de
forma inconsciente, ella empieza a transmitirte asimismo su propia energía a ti.
A medida que tú lo ves como un ser vivo único y maravilloso en su singularidad, el efecto se
contagia, y comienza a ser recíproco.
El resultado final es que, transcurrida la interacción, ambos podréis separaros con el depósito bien
recargado.
Permíteme aquí una nota maginal de precaución: este sistema funciona de maravilla en la mayor parte
de las ocasiones, pero hay unas pocas personas que realmente luchan a muerte por la energía y que no
quieren ceder la suya bajo ninguna circunstancia. Esas no participarán en tu invitación para
intercambiar fuerza vital por mucho que lo intentes. Mantente tan alejado de ellas como puedas.
Recuerda que cada uno tiene su propio ritmo de evolución, y que nadie de fuera puede ni debe
forzarlo.
#3 Para sanar tus relaciones más íntimas, aplica el intercambio
equilibrado
El ideal, la panacea, el objetivo al que todos debemos aspirar en la lucha por la energía es el:
3. INTERCAMBIO EQUILIBRADO: Es más difícil, pero también se consigue en
múltiples ocasiones. Cuando una pareja o un matrimonio o dos amigos íntimos están
muy unidos, son capaces de entablar un toma y daca energético en el que ambas partes
dan y reciben a la vez. Escuchan a la otra parte, le aportan su apreciación por captar
atentamente lo que dice, y a continuación dan su opinión mientras que es el turno de la
otra parte de atenderlos. Ambas partes acaban satisfechas y repletas. O sea, felices.
La conversación se ha desarrollado sin estridencias que desaten la guerra energética
habitual.
Si se trata de un grupo en vez de solo dos personas, el equilibrio energético se logra en
muy raras ocasiones, la verdad. Porque siempre hay alguien que se sentirá algo
perjudicado en las interacciones, y alguien que tenderá a buscar mayor protagonismo, y
se cobrará encantado el exceso de energía. Pero por intentarlo que no quede. Ahora que
ya conoces mejor el funcionamiento de los sistemas y las pautas de la energía entre
humanos, puedes aplicar alguno de los métodos descritos en este capítulo y en los
posteriores para suavizar y mejorar las relaciones grupales en las que te veas envuelto.
Resumiendo lo anterior:
Parece de cajón, pero poca gente toma en cuenta lo siguiente a la hora de evaluar su
estado general de bienestar:
-Cuando te sientes bien, tranquilo y equilibrado por dentro, tu depósito energético se
halla repleto de forma saludable y la aguja apunta hacia el ‘LLENO’.
-Cuando te sientes hecho polvo, débil y vulnerable, tu energía se ha ido por el
desagüe. Es hora de repostar.

NECESITAS LLEVAR UN CONTROL ESTRICTO DE TU GESTIÓN DE LA ENERGÍA.


Únicamente de esta manera podrás prevenir ataques contra tu fuerza vital, y fugas o goteras. Igual que
cuidas estos aspectos cuando se refiere al tejado y las paredes de tu casa física –humedades, ¡qué
horror!-, con más razón debes tomar conciencia de problemas aún más importantes referidos a tu
cuerpo energético.
6
La principal vía que te hace perder energía
todo el tiempo, y cómo bloquearla
Hay cinco vías principales de perder energía en la vida. Vamos a ir desarrollándolas poco a poco
en los siguientes capítulos, no te preocupes, junto con las formas de contrarrestarlas. Pero te
sorprenderá saber que la más importante es la siguiente:
1.- HABLAR: ¡Guau! ¿Y qué hacemos, quedarnos todos mudos? No, se trata de hablar en exceso. Lo
que en ocasiones se llama ‘diarrea verbal’. Muchos la padecemos. Utilizamos el exceso de
conversación para rellenar silencios que nos incomodan. Para distraernos de nuestros problemas.
Para inmunizarnos contra el sufrimiento de la vida. Y mientras seguimos hablando, tarde o temprano
metemos seguro la pata. Y tarde o temprano nos sentimos mal. “¿Por qué habré dicho esto?”, “A ver
si se molesta”, etcétera.
La solución más inmediata es relajarse. Quedarse en silencio si no se tiene nada que decir no es un
pecado mortal. No te sientas obligado a hablar, hablar, hablar, todo el rato. No tengas miedo de caer
mal si estás callado. Sustituye el discurso por una sonrisa, el remedio más rápido para caer bien sin
gafarla. O sencillamente asiente a lo que dice tu interlocutor, o intercala sonidos ininteligibles que
demuestren que estás de acuerdo. Y mientras tanto, respira, respira, respira, y mantente conectado
contigo mismo. No te pierdas en medio del barullo de la conversación.
Una vez que te des cuenta de que no tienes que estar constantemente hablando, lograrás: a) calmarte y
disfrutar más de las interacciones con otras personas, y b) sonreír con más frecuencia a todo el
mundo.

TEN: UN DÍA 10 CADA DÍA:


Sonríe. Sonríe a todo el mundo.
Entra sonriendo, sal sonriendo.
Empieza el día sonriéndote a ti mismo en el espejo.
Solo con obligarte a ti mismo a sonreír, aunque no te apetezca, empezarás a ponerte
de forma inmediata de mejor humor.

Sonríe al desconocido malencarado.


Con tu sonrisa lo estás bendiciendo y transmitiendo energía positiva, sin perder un
ápice de la tuya.
Sonríe a la belleza del paisaje, a la maravilla del día a día, sonríe a la vida.
Un día, y otro día, y otro.

Convierte en costumbre ponerte una sonrisa en la cara al empezar el día, igual


que te vistes cada jornada, y no te quites la bonita sonrisa hasta que el sueño te venza
por la noche.

Tendrás un día precioso GARANTIZADO.


Dentro del apartado HABLAR, yo incluyo dos formas especialísimas de perder energía, que son las
de MENTIR Y BUSCAR APROBACIÓN.
1- MENTIR: Algunos podrán el grito en el cielo ante lo que voy a decir ahora,
pero… lo hacemos todo el tiempo. Mentimos cuando exageramos a propósito una
historia, o los modificamos a nuestra conveniencia, o para que suenen más
emocionantes. Mentimos cuando ‘fabricamos’ excusas para salir con bien de una
situación comprometida.
Nos mentimos además a nosotros mismos todo el rato. Nos cuesta una enormidad
vernos como realmente somos, o aceptar los auténticos motivos –que muchas veces
pueden ser de todo menos altruistas- por los que realizamos tal o cual acción.
Las mentiras piadosas son otra variedad muy usada. Exageramos lo que sabemos y lo
que podemos hacer. O nos pasamos al otro extremo, y nos refugiamos en nuestra
pretendida incapacidad, con el fin de evadirnos o rehuir una circunstancia o suceso
que nos incomoda.
Sin embargo, y esto puede que te sorprenda, la mentira por la mentira no implica necesariamente
una pérdida de energía. Depende de cómo te sientas cuando la digas o la lleves a cabo. Lo normal
es notar un drenaje de fuerza vital cuando se miente, incluso si esa mentira es de las que calificamos
como ‘piadosa’, y se hace para proteger o evitar herir a otro ser humano.
Además, estamos tan acostumbrados a mentir todo el tiempo que la mayor parte de las veces lo
hacemos sin darnos cuenta. De modo que se da la paradójica situación de que, antes de nada, hemos
de sorprendernos a nosotros mismo en el momento que soltamos la mentira.
Una vez que te pillas en plena falsedad o exageración, notarás de inmediato un cierto sentimiento de
culpa, opresión en el pecho, o resistencia de tu organismo mientras sueltas tu patraña. En ese
momento, es muy fácil notar cómo tu energía desciende de golpe un punto o varios. Sentirás cómo te
abandona, y un poquito más de cansancio o agotamiento.
Este es el comportamiento habitual para la inmensa mayoría del género humano. Por tanto, una vez
que lo sabes, si quieres evitar la merma energética, además de sonreír mucho y hablar menos,
dispones también de un aliado disfrazado:

El rasgo personal que bien dirigido te permitirá tomar el control


Todos tenemos lo que podríamos llamar un Pinocho interior, más o menos desarrollado. Ese Pinocho
de nuestras El engañarse a uno mismo e idealizarse es una de las artes más antiguas y más
perfeccionadas por el género humano.
TÉCNICA PARA DESCUBRIR A TU PINOCHO INTERIOR:
1. Te pillas a ti mismo mintiendo en cualquiera de las posibles variantes. No te
creas que es tan sencillo al principio.
2. Notas el bajón de energía que acompaña a este acto. Con la práctica te irás
volviendo más y más sensible.
3.- Ahora empieza a controlar las pérdidas. O sea, reduce progresivamente las
veces en que mientes y como consecuencia pierdes energía. Por cada vez que
evitas agotarte a ti mismo con una mentira, aumentas la reserva de energía
y poder personal que tienes a tu disposición para controlar y encauzar la vida.
2. BUSCAR APROBACIÓN: Hay bastantes personas adictas a este tipo de pérdida
de energía. En mi vida profesional he conocido a más de una, y a más de dos, que
dedicaban todos sus esfuerzos a mostrar al mundo una pantalla perfecta.
Sonreían hasta que les dolían las comisuras, se mostraban encantadoras, y les
costaba horrores decir que ‘no’. Caer mal a alguien era para ellas la peor de las
pesadillas.
¿No somos todos nosotros, en mayor o menor grado, también así? Necesitamos que los demás nos
den su beneplácito, o actuar de forma que esté conforme con lo políticamente correcto, lo aceptado
en nuestra sociedad. Desde pequeños nos han entrenado para encajar, tanto en el seno de nuestra
familia, como en el sistema educativo, así como en los círculos sociales y profesionales que
frecuentamos. Está bien visto comportarse según la norma. Por el contrario, salirse de lo corriente e
ir a contraviento significa una desaprobación unánime –a veces tácita, a veces insinuada- de todo el
entorno que nos rodea. Y eso poca gente lo aguanta.
Ojo que no estoy promoviendo un comportamiento antisocial. Solo cuestiono el decir o hacer cosas
buscando como principal meta la aprobación ajena. Incluso cuando decir o hacer algo va en contra de
nuestras creencias más íntimas. O cuando somos deliberadamente encantadores con tal de caerles
bien a los demás. O concentramos todos nuestros esfuerzos en encajar en tal grupo o en aquel otro
círculo de poder.
Todos los anteriores, y otros muchos por el estilo, son comportamientos que invalidan nuestro poder
personal y nos restan energía. Perdemos fuerza cuando cedemos el control de nuestra vida,
nuestras opciones, sentimientos, y acciones a otros. Cuando hablamos y actuamos a tenor de lo que
otros hallen aceptable y razonable. Y ten esto muy en cuenta: tanto si los demás nos dan su
aprobación como si no, les estamos cediendo nuestra energía solamente por el mero hecho de buscar
esa aprobación. Nos debilitamos cuando dependemos del prójimo para mejorar nuestro nivel vital.
La búsqueda de aprobación no parece en principio tan perniciosa para nuestro campo energético.
Tenemos la impresión de que nuestra fuerza vital se fortalece en lugar de debilitarse si recibimos
apoyo y motivación externos. Pero el ‘subidón’ durará poco. Al poco tiempo necesitaremos un nuevo
‘chute’ de aprobación externa.
Lo único que realmente permanece siempre es nuestro propio estado de equilibrio y felicidad
interior, que solo se logra cuando estamos haciendo o diciendo o pensando lo que realmente, en
nuestro fuero interno, queremos hacer, decir o pensar.
Esta pauta de COHERENCIA e INTEGRIDAD PERSONAL resulta fundamental e imprescindible
para vivir con plenitud. El autoengaño es demasiado frecuente y nos obstaculiza para precisar lo que
sentimos y queremos realmente. ¿Cuántas veces no has pensado que deseabas algo con toda tu alma y,
cuando por fin lo has obtenido, te has sentido, o bien decepcionado porque no era para tanto, o bien
completamente indiferente una vez que habías conseguido tu objetivo?
La coherencia entre lo que pensamos y sentimos DE VERDAD y nuestras acciones y
comportamientos externos es fundamental para evitar la pérdida de energía.
Observa que destaco en mayúsculas la expresión ‘de verdad’. Porque aquí no estamos hablando de
impulsos temporales, o apetencias surgidas del momento. Hablo de los auténticos deseos del alma.
No son tan fáciles de distinguir, pero a la larga los detectarás si haces una revisión de tu vida hasta
ahora, bien anotándola o bien en tu cabeza. Aquello que siempre te ha atraído, a lo que has dedicado
muchas horas de tu tiempo porque te apasiona, aquello a lo que te dedicas sin esfuerzo ni consciencia
de que pasan las horas, y que disfrutas plenamente, eso es un deseo interior verdadero, marcado a
fuego en tu corazón. Y por un deseo así es por lo que merece la pena luchar.
Evita tropiezos tontos gracias a tu infalible radar interno
Tenemos un infalible radar interno que nos permite acertar si lo escuchamos con intención. Se le ha
llamado superego o Yo Superior, entre otras denominaciones. Se trata al parecer de nuestra conexión
con lo Divino. ¡Y está a tu disposición!
Puedes hablar con él, relatarte tus cuitas y consultarle tus problemas. Entonces, ¿a qué esperas?

CONTACTA CON TU CORAZÓN:

Si tienes que decidir, y no estás seguro de si sigues tus auténticos anhelos, o si en cambio estás
cediendo sin más a la presión exterior, siéntate en silencio un rato, sumérgete en un mundo sin
tiempo ni espacio (¡puedes ponerte en situación viendo lo rápido que pasan los años, e imaginando
dónde estarás dentro de unos pocos!). Acto seguido, pregúntale a tu corazón. Valora posibilidades.
Escucha la respuesta. El corazón siempre responde, y es tu mejor guía. Puede que te invada la
alegría. O te llegue un chispazo de ilusión. O de miedo, o de encogimiento en el pecho. En
ocasiones, emociones mezcladas, por ejemplo alegría por la aventura que vas a emprender, pero
también temor porque no te hallas seguro de llevarla de forma satisfactoria a su conclusión.
Escucha.
7
Las tres correciones de rumbo que lo
cambiarán todo para ti
Tras HABLAR EN EXCESO, con sus subdivisiones de Mentir y Buscar Aprobación, PENSAR EN
EXCESO constituye la segunda gran forma de perder energía a borbotones. ¿Cómo se puede pensar
en exceso, dirás tú? ¡El pensamiento es imposible de detener, funciona por su cuenta! Error; el
pensamiento se puede detener perfectamente, lo que ocurre es que estamos tan acostumbrados a darle
rienda suelta que ni se nos ocurre la posibilidad de controlar nuestros pensamientos. Pero sí se
puede, al menos en cierto grado. Te cuento cómo.
#1 El método del chicle: estira el día al máximo
Si lo analizas un poco, sean cuales sean los pensamientos que predominan en tu mente, lo que logran
es alejarte del momento presente. Seguro que has oído por activa y por pasiva que hay que vivir el
‘ahora’, y es cierto. Dale Carnegie, uno de lo grandes maestros de la autoayuda, recomendaba en sus
libros “vivir en compartimientos estancos”. Esto significa dos cosas:
1. Por muy mal que te vayan las cosas, por muchos problemas que se te acumulen,
puedes resistir hasta el final del día, ¿no es cierto? Pon en la medianoche tu
horizonte temporal y no dejes que tu mente vague más allá. “Cada día trae su
afán”. Punto.
2. Es increíble todo lo que puedes hacer la ayuda de un cronómetro. Tienes un día, el
de hoy, como el de la película El Día de la Marmota, a tu disposición. Te
sorprenderás lo que da de sí bien administrado. De modo que agarra el cronómetro
de tu móvil, o de tu reloj, y ponlo en marcha para que pite al cabo de una hora.
Durante esa hora no podrás hacer más que una cosa, tu propósito. Tampoco podrás
descentrarte por ningún motivo. Completa la hora sin distraerte por nada. Descansa
10 minutos y vuelve a fijar el cronómetro para otra hora. Vuelve a repetir la jugada.
Así hasta que completes una jornada promedio de 8 horas.

#2 Cómo tendrás sosiego al desconectar la emisora de tu cabeza


Considéralo de esta forma: imagina que tienes un niño malcriado de unos dos años a tu cargo,
respondón y rebelde. Te empeñas en educarlo, pero la tarea se revela agotadora. Cuando empiezas a
imponer reglas y límites a la soberbia y descontrol de tu vocecita interior, para recobrar tu auténtica
esencia, lo más probable es que tengas que aguantar muchas rabietas de su parte. Haz oídos sordos,
ignórala y sigue a lo tuyo, es la mejor táctica. Solo con conocer la realidad acerca de esa pequeña
mimada que es tu voz interior, ya estarás dando un paso de gigante e imponiéndole límites para que
no se desmande como hacía en el pasado.
Si piensas que esta actitud es demasiado dura, recuerda que tú no necesitas ese flujo constante de
pensamientos negativos de los que te provee el ego a través de la vocecita. Son valoraciones,
críticas, lamentos, y demás familia que no te hacen ningún bien, ni contribuyen en nada a tu vida. Si
de golpe y porrazo desapareciera esa voz de tu cabeza, tú podrías seguir funcionando perfectamente
por la vida, ¿o no? ¿Para qué quieres esa emisora de Radio Todo Muy Negro sonando
constantemente en tu interior?
Una y otra vez, a lo largo del día, cada día, escucha esa vocecita que suena en tu cabeza sin
identificarte con ella. Ya sabes que no eres tú, y eso es lo más importante. Poco a poco la voz
hablará menos, o solo en las ocasiones pertinentes. Aprenderás además a liberarte de forma efectiva
de su arma más dañiña: tus propios miedos.
Tras empezar a recuperar tu poder, empiezas a emplearlo en crearte poco a poco la vida que tú
deseas tener. Adelante, que ya estás en ruta. La siguiente fase se centra en elevar tu energía y reganar
felicidad. Porque el recobrar fuerza vital y sentimientos escondidos te dará el valor de lidiar con tu
pequeño gran tirano: el cerebro.

La mente es una maravillosa herramienta y ayuda, pero es necesario controlarla para


que no se convierta en una pesadilla.
La mente suele identificarse con el ego. “Yo… yo… yo…”. Nuestra cabeza habla y habla sin parar
para nosotros todo el santo día. Expresa opiniones, odios, tristezas,… y unos pocos pensamientos
positivos, los menos. Resulta muy triste, pero la vocecita de nuestro cerebro es el principal
obstáculo para tener plena paz interior, y convivir de forma armoniosa con nuestros semejantes.

A veces se comporta como un juez dictatorial, otras como un padre preocupado, en ocasiones como
un niño enrabietado. “Inténtalo”. “Sabía que no serviría para nada”. “¡Menuda individua! ¡Y yo que
creí que era mi amiga!”.

La mente juzga y critica, sentencia e intenta buscar soluciones a la desesperada cuando nota el
malestar del cuerpo. En vez de sentir ese malestar, identificarlo e intentar ver qué mensaje nos
transmite la sensación, la subimos al cerebro para no padecer, y activamos el modo racional.
Buscamos alternativas, planeamos posibles soluciones, y todo para acallar el cada vez más insistente
mensaje de nuestros sentimientos.

La mente nos retransmite nuestro día a medida que avanza, como un locutor deportivo que nos radia
un partido. Valora las jugadas y la actuación de los jugadores y, como en la tele, muchas veces repite
una y otra vez las mejores actuaciones, o los penaltis fallados,… Es como tener una emisora de radio
conectada las 24 horas del día.

El problema es que nos tomamos demasiado en serio la vocecita de nuestro tirano interior. Aún más,
nos creemos que somos nosotros mismos quienes estamos hablando. Y de eso nada. Eckhart Tolle lo
explica muy bien en su libro El poder del ahora. Hay un ejercicio muy sencillo para demostrarlo, es
el siguiente:

LIBRE DE TU TIRANO INTERIOR

1.- Nos relajamos, y durante unos minutos escuchamos qué nos dice
nuestra vocecita, la que habla sin parar en nuestra cabeza. La
vocecita, que lleva impulso, proseguirá con su emisión –racaracaraca-
durante unos minutos. “Y ya te dije yo que era mejor ir primero al
supermercado porque luego no vas a tener tiempo. Vas a ir retrasada
toda la mañana y todo porque no hay quien te levante de la cama. Es
que se te pegan las sábanas sí o sí y luego, hala, a correr todo el día sin
orden ni concierto…”

2.-Al cabo de unos pocos minutos la vocecita advertirá que estás


escuchándola desde fuera, sin identificarte con ella. ¡Menudo susto!
Porque lo que ella pretende es que creas que tú y ella sois uno, y no es
así. El cerebro es un instrumento poderoso, alucinante, mágico,
milagroso, maravilloso, asombroso,… y así podría seguir tres páginas.
Pero se trata de un INSTRUMENTO, no de nuestro amo y señor.

La palabra “instrumento” viene del latín instrumentum y significa


“objeto utilizado para realizar un trabajo”. Sus componentes léxicos
son in- (hacia dentro), structus (construido), más el sufijo -mento
(resultado, instrumento). Por poner una comparación un tanto
exagerada, es como si contratáramos a alguien para ser nuestro
chófer. Al principio todo va bien y ejerce su empleo de forma
satisfactoria, pero poco a poco, sin que nos percatemos, se va tomando
atribuciones que no le corresponden. Pasado un tiempo, ha tomado el
control del vehículo, se ha puesto al frente, y es él el que da las órdenes
de a dónde conviene ir o qué conviene hacer. Pasado aún más tiempo,
comienza a martirizarte para que te comportes según sus criterios, que
lo cierto es que no se sabe muy bien cuáles son. Si en una situación
actúas de una manera o dices tal cosa, te critica; pero si lo haces de la
forma contraria, tampoco está bien. Nada está bien para esa vocecita
interior. Por eso, cuando te paras y la escuchas, descubres que no
tiene mucho sentido. Y ese descubrimiento es el que menos quiere que
hagas tu pequeño tirano.

3.-Esta primera vez, escucha a tu vocecita desde fuera por unos


minutos, todo el tiempo que puedas sin perder la concentración.
Tampoco hace falta que te esfuerces excesivamente, pues ese es otro
truco que practica la vocecita para que vuelvas a caer en sus redes.
Mientras te repites a ti mismo que tienes que concentrarte, ya estás de
vuelta al circuito mental donde domina ella. Así que lo que procede es
sencillamente escuchar. La vocecita acaba callándose si solamente se la
escucha unos minutos sin juzgarla ni criticarla –eso son sus
atribuciones, no las nuestras-. Solo escucha. Cuando solo escuchas,
verás como en efecto se hace el silencio en tu cabeza y en tu mundo
interior, durante unos segundos. Ya no hay críticas, ni directrices, ni
imposiciones, ni nada que tengas pendiente de hacer, ni metas que
cumplir, ni un mundo mejor que alcanzar con tu esfuerzo. Solo estás tú
en un silencio perfecto.

4.-Practica este ejercicio tres veces al día durante unos minutos cada
vez. Puedes desarrollarlo en cualquier parte y prácticamente cualquier
situación. Cada vez que logres acallar a tu vocecita te traerá paz
interior. Escúchala sin juzgar, como si oyeras a un loco o un niño
descontrolado que se ha metido en tu cerebro, y que corre de aquí
para allá mientras chilla incoherencias. Incorpora esta práctica a tu
vida y hazla en cualquier momento que se te antoje o que te venga
bien. Así empezará la reconquista de tu cerebro y de tu Ser. Vuelves a
ser verdaderamente tú, el niño o la niñita que corría despreocupado y
feliz por la vida a los dos años, a los tres años…

5.- Porque la vida no es tan complicada como la vocecita interior nos


ha hecho creer, ni mucho menos. Es tan solo flujo, y energía. Y
nuestro estado natural es de tranquilidad y felicidad si vivimos
plenamente la existencia, y dejamos de lado tantas preocupaciones y
cuidados sin importancia.

#3 No le des importancia y vivirás mejor: la prueba del algodón no falla


¿Que cómo puedes saber que algo no tiene importancia? Emplea tu propia prueba del algodón:

1) Emplaza el suceso a cinco años vista, y sitúate en el futuro. Verás con claridad que esos cuidados
y afanes que te están haciendo la vida imposible en el presente te van a importar un bledo en,
pongamos, el año 2030.

2) Si ahora ocurriese algo realmente grave en tu vida, algo que de verdad trastornara tu existencia,
todos los pequeños males (económicos, sentimentales, etcétera) que te asedian en el día a día no
significarían nada.

Por eso Dale Carnegie previene en sus libros de autoayuda de que “no te dejes vencer por esas
sabandijas”. Atacan todas a las vez en los asuntos relativos y secundarios, y te chupan todas tus
energías, de forma más efectiva que si fueran una preocupación más grande y más real.
Hasta el momento en que empezamos a despertar y a independizarnos del tirano interior, creemos a
pies juntillas todo lo que nos dice, porque nos hemos identificado con él o ella al máximo. De hecho,
estamos convencidos de que esa vocecita ES nosotros. Cuando nos damos cuenta de que podemos
separarnos de forma efectiva y escuchar la vocecita desde fuera, y de que esa vocecita no dice
muchas cosas lógicas, sino que más bien farfulla tonterías o conceptos obsoletos, es toda una
revelación.
Descubrirás una maraña de perjuicios, juicios sin base reales, desinformaciones, consejos
contradictorios, en definitiva un batiburrillo mental sin orden ni concierto. Pero es que además el
tirano mental te induce a creer y comportarte de una forma que realmente no eres ‘tú’. Una
forma muchas veces hipócrita, innecesariamente cruel o victimista, egoísta, y temerosa.
¿Por qué muchas veces pasamos por ejemplo de largo sin ayudar a nuestro prójimo o interesarnos
por sus problemas? Porque esa vocecita grita: “¡Alerta, alerta! ¡No te compliques la vida! ¡No tienes
tiempo ni energía para esto ahora! Haz como si no lo ves, de todas formas seguro que está
exagerando. Y si no, seguro que otro u otros le echarán una mano, que hay mucha gente desocupada
en el mundo para eso”.
Una variante en plan ‘misionera madre Teresa’, como yo la llamo, te puede inducir a ayudar al
necesitado, pero a regañadientes: “YO debo ayudar a esta persona, aunque no me apetezca ni pizca,
porque todos mis conocidos, parientes y amigos me tienen por una buenísima persona, que siempre
estoy ahí para ellos, y me gusta ser considerada tan maja y amable por todo el que me conoce, y no
soportaría que alguien me mirase mal porque no lo ayudo, porque eso rompería mi propia imagen de
bondad a toda prueba”.
Con esa actitud tampoco somos realmente nosotros. Ayudas a alguien por el qué dirán, no por
convicción interior. Encima tu vocecita todavía lo complica más cuando al poco rato grita: “Estoy
harto, harto, harto, de ayudar. No me queda otra, pero todo este sacrificio de tiempo y esfuerzo me
cuesta un potosí en mi interior. Odio ser tan sacrificado, lo odio, lo odio”. Y nuestra energía sale a
raudales, y nos drenamos a nosotros mismos tan guapamente.
¿Qué deseas hacer DE VERDAD? ¿Cuál es la actuación que en el fondo del alma nos dejará
conformados, satisfechos y felices? Aquí es donde viene de perlas el haber practicado, como lo
hiciste en el ejercicio anterior, y ser capaz de separarte de tu Pequeño Tirano. Y oír su voz como
quien oye llover. Emplea ahora este conocimiento de forma práctica para tomar decisiones.
APRENDE A TOMAR DECISIONES CONSCIENTES QUE
REFLEJEN LO QUE REALMENTE QUIERES

1.- Cada vez que necesites tomar una decisión, lo primero que harás
desde ahora es respirar hondo, y acallar tu mente. Concéntrate solo en
inspirar y expirar, sin más, durante unos pocos minutos.

2.- A continuación, mientras sigues concentrado en respirar, te


expones a ti mismo el problema: “Me urge saber qué hago ahora con
esto, esto, y esto, porque no tengo claro cómo proceder”. Lo repites
una vez mentalmente. Exponernos a nosotros mismos a la situación
ayuda a que la interioricemos mejor.

3.- Sigue respirando, concentrado, y la respuesta vendrá. Cuidado, el


cerebro intentará darnos la suya, o reanudar su cháchara a la primera
oportunidad, y eso no es lo que buscamos. La solución que buscamos
no es mental.

Notarás la diferencia cuando recibas una auténtica respuesta


consciente. La auténtica respuesta consciente de nuestro Ser llega en
forma de sensación suave, a veces nos maravilla y sorprende –porque
no habíamos pensado antes en eso-y sobre todo nos deja satisfechos y
felices al cien por cien.

Sabemos sin ningún género de dudas que eso es lo correcto y lo más


adecuado. La respuesta puede ser original, puede ser divertida, incluso
puede no tener lógica pero convencernos. Porque en nuestro fuero
interno SABEMOS que hemos acertado. Cuando recibas una
respuesta de este tipo, del que se conoce como nuestro Ser Consciente
o Superior, entenderás lo que digo.

4.-No fuerces la respuesta, ni te sientas defraudado si no te llega de


manera inmediata. La tensión es enemiga del Flujo y lo obstaculiza.

Haz el ejercicio (respirar, silenciar, y escuchar) como si fuera un juego


entretenido y relajado. A mí me gusta comparar las respuestas
conscientes a soplos de brisa cálida, de esos que te rozan la cara y los
brazos como una caricia cuando menos te lo esperas. Practica el juego
de las respuestas conscientes siempre que se te presente una duda de
cómo proceder.

Cuanto más practiques, más ducho te harás en recibir respuestas


conscientes y actúar en consecuencia. Se trata de una ayuda de tu Ser
más auténtico que siempre tienes a tu disposición. Si logras acallar la
vocecita mental, y convencerla de que no tiene vela en esta clase de
entierros, podrás acceder a un asesoramiento interno valiosísimo y
siempre a tu disposición.
Resulta que nuestra consciencia superior es el mejor guía con el que podemos contar en la vida. Es
nuestro auténtico Yo. En cambio el cerebro nos encajona en moldes preconcebidos, exagerados y
falsos: “Estoy demasiado gorda / delgada, se me dan mal las relaciones de pareja, soy un desastre en
los deportes, no gestiono bien el dinero,…”. Todas esas historias no tienen nada que ver con quien
tú eres de verdad. Recuerda cuando eras una niñita o un niñito pequeño, de apenas dos años de
edad. Te creías el amo del mundo. Estabas seguro de que tenías todos los derechos. Desde luego no
manifestabas ningún complejo ni crítica hacia ti mismo. ¿Para qué, si te veías perfecto? O mira a tu
mascota si la tienes. ¿Ves que tenga muchas crisis de ansiedad por no haber hecho o aquello? Los
niños pequeños y los animales no tienen esa vocecita en el cerebro que los martiriza. ¿Ves la
diferencia?
De modo que es hora de olvidarte de todas esas críticas de la vocecita, dejarla que desbarre hasta
que se canse de que no le hagas caso, y tú centrarte en lo tuyo, que es el momento presente con todas
sus maravillosas posibilidades. Repite el ejercicio preliminar de este libro, Corta el Ahora, una y
otra vez durante el día. Siente en plenitud el instante actual con tus cinco sentidos, donde estás y qué
haces, y lo que sucede a tu alrededor mientras lees estas líneas.
Cuando asistí a un webinar de Mindfulness, donde se explicaba un ejercicio muy sencillo que
funcionó muy bien para los que estábamos atendiendo, no dudé en incorporarlo a mi día a día. Es un
ejercicio en tres fases, y a cada una se le dedican unos tres minutos al principio.
Como vas a esta sentado con los ojos cerrados, y concentrado en lo que haces, no conviene que andes
pendiente del reloj, ni tampoco es aconsejable en un ejercicio que precisamente lo que busca es
situarte fuera del flujo del tiempo. Por tanto, calcula para cada fase un pequeño periodo de tiempo
aproximado, y luego pasa a la siguiente.
Si practicas regularmente, tú mismo irás alargando los plazos, porque… ¡disfrutarás tanto en el
estado de conciencia presente que no querrás salirte de él! Los practicantes de la meditación
avanzada llegan a pasar varias horas al día practicando, pero ese es un caso extremo. Para una
persona normal, diez minutos al día bastarán al inicio, y luego puede ir alargando la práctica hasta
media hora o 40 minutos, a su conveniencia.
A medida además que te vuelves más ducho, puedes concentrarte más fácilmente,y llegar a conectarte
con los ojos abiertos. Incluso mientras caminas o realizas otra actividad que no requiera alta
concentración y que básicamente sea repetitiva. Todas estas cuestiones tú mismo las irás resolviendo
y aplicando a medida que avanzas.
DIEZ MINUTOS PARA ESTAR CENTRADO TODO EL DÍA

Las tres fases de este ejercicio diario se practican con los ojos cerrados,
duran en total unos 10 minutos, y consisten en:

1.- Escucha a tu entorno.


2.-Céntrate en la respiración.
3.-Haz un escáner mental de tu cuerpo.
1.- Sentado, con la espalda erguida pero sin apremiarte, y las manos
sobre las rodillas, cierra los ojos y concéntrate en escuchar durante
tres minutos todo lo que venga del exterior. Solo tienes que escuchar.
De forma inmediata conectarás con el Ahora.
2.- Los siguientes tres minutos seguirás con los ojos cerrados, pero te
centrarás en tu respiración, en cómo el aire entra en tu organismo
cuando inspiras, recorre todo tu sistema, y vuelve a salir. Una y otra
vez. Enfoca tu atención ese aliento y ese ritmo (inspira, expira) que te
acompaña en cada momento de tu vida.
3.-Los últimos tres minutos los dedicas a recorrer mentalmente tu
cuerpo, siempre con los ojos sin abrir. Consiste esta práctica en un
rápido escáner mental que empieza en los pies y va ascendiendo hasta
acabar en la cabeza. A medida que recorres tu organismo podrás
detectar tensiones, tiranteces, e incluso pequeños dolores a los que por
su bajísima intensidad no prestas atención. Solo con enfocarte en esas
zonas problemáticas durante unos segundos, y prestarles atención sin
juzgar ni volver al flujo de pensamientos habitual, tu salud
experimentará ya mejoras.

Si incorporas esta sencilla técnica de meditación a tu vida, y vas practicando además todas las demás
estrategias que se enseñan en este libro, tu vocecita interior pronto irá entrando en vereda y tu vida se
llenará de paz, serenidad, alegría y abundancia.
8
Cómo edificar tu mundo a la medida desde
dentro
La tercera forma en que pierdes energía a raudales es… SOPORTAR SITUACIONES O
PERSONAS: Que nos disgustan, que nos desequilibran, donde no nos sentimos bien o directamente
nos sentimos mal. Muchas veces aguantamos en aras de la buena educación, otras porque aguantando
obtenemos compensaciones que supuestamente contrarrestan aquello que no nos gusta.
Pongamos el mismo ejemplo al que nos referíamos al principio del libro. Un trabajador que aguanta
en su puesto de trabajo porque no ve posibilidades de encontrar otro si pierde el que ya tiene, habida
cuenta de todo el paro que hay. Ese es el caso de un importante porcentaje de la población. Todos los
días van a trabajar, no porque les guste su empleo y lo encuentren satisfactorio, sino por el salario
que cobran mes a mes. Soportan carros y carretas con tal de obtener ese salario para vivir. Aprietan
los dientes cuando tienen que tratar con situaciones o personas desagradables e incómodas.
Cada vez que te tensas porque estás en un lugar o con alguien que por alguna razón te desagrada o te
hace sentir mal, estás perdiendo un montón de energía. El esfuerzo de reprimirte y refrenarte por
dentro, mientras sonríes y asientes en el exterior, es similar al de intentar avanzar con un automóvil
que tiene el freno de mano puesto. El gasto de vitalidad no compensa el esfuerzo. Sabrás con
exactitud cuando te has encontrado en esta tesitura porque al final del día estás agotado y sin apenas
fuerzas o ilusión para vivir, o porque buscas entonces la compañía de amigos y familia para
reponerte.
No aguantes nada ni nadie que no quieras
Aquí hay algo que cambiar. No necesitarías reponerte si no perdieras energía en primer lugar. De
modo que hay dos opciones lógicas:
1. La primera, y la más directa, es evitar esas personas o situaciones que te acarrean el
desgaste de energía. Si puedes, hazlo.
Dirás que eso es imposible en algunos casos. Efectivamente, hay compañeros de trabajo que no
podemos evitar por mucho que queramos, porque por las circunstancias laborales nos vemos
obligados a interactuar con ellos. O aún peor, es un miembro de tu familia cercana el que te genera el
desasosiego.
El secreto para infiltrarte en tu propia vida y cambiar lo que no te guste
2. La otra opción es la que yo llamo cambiar las circunstancias desde dentro. Empieza por
ver las características positivas de la otra persona, o de la coyuntura que te drena
energía. Según mi experiencia, es mejor hacerlo poco a poco, unos minutos cada día,
porque sino podrías provocar el efecto ‘rebote’. O sea, no se trata de empeñarse y seguir
apretando los dientes mientras te esfuerzas en pensar en algo que no te desagrade de tu
prójimo. O en alguna faceta de tu trabajo. Si tal haces, contribuirás aún más a la pérdida
de tu esencia en lugar de contener la fuga.
Pero si una vez más te lo tomas como un juego, la cosa cambia. Porque descubrir algo válido
por ejemplo en esa persona tan intratable a la que no soportas ya tiene mérito, ¿no?
CINCO CORTESÍAS ANTES DE DORMIR:
Vas a jugar a un pasatiempo, como quien no quiere la cosa. Hoy emplearás toda la
jornada en descubrir cosas agradables de la persona o circunstancia que te molesta.
Las reglas del juego son:
1.- Prohibido esforzarte. Tienen que salirte naturalmente, a medida que avanza el día.
Esto es fundamental. Si haces cualquier esfuerzo, pierdes.
2.- Una es el mínimo, el máximo la luna.
Si practicas este juego de vez en cuando, aunque sea solo para entretenerte, la carga energética que
supone para ti las circunstancias o individuos adversos empezará a disminuir. Recuerda siempre que
el truco radica en no forzar el juego. Entonces el escenario comenzará gradualmente a virar a mejor.
La cuarta forma de perder energía se relaciona con este espinoso asunto de AGUANTAR, y consiste
en TENER EXPECTATIVAS RÍGIDAS DE LA VIDA:
Recuerdo una época en que tuve un grave contratiempo laboral. La empresa promovió un
Expendiente de Regulación de Empleo (ERE), y yo, como muchos otros, perdí el trabajo que me
gustaba. Los siguientes meses fueron una nube negra para mí. Me fui amargando sin darme cuenta.
Veía a la gente en la calle y la encontraba detestable. Saltaba a la primera oportunidad y enseñaba
los dientes. El mundo me parecía un lugar oscuro y maligno.
Por suerte, me di cuenta a tiempo de lo que me estaba convirtiendo. Había perdido la fe en la vida y
el entusiasmo por las pequeñas y bellas cosas que hacen nuestra existencia mágica (si en algún
momento te pasa lo mismo, sería bueno que retomases el ejercicio de este libro titulado Recupera la
ilusión de un niño en tres, dos, uno…).
Logré encauzar mi vida de vuelta a lo que yo llamo mi Reino Mágico. Es esa parte de tu existencia
que siempre, sin falta, por muchos golpes que te dé la vida, está ahí, y te hace feliz: dar un paseo
con los perros por el campo, tomar un café en un entorno cómodo con una amiga a la que hace tiempo
que no has visto, una tarde relajada en la cama sin nada que hacer, o en buena compañía ;-) …
Nos empeñamos, sobre todo las últimas generaciones, en encajonar y hacer más y más rígida nuestra
vida. La convertimos en un horario viviente. Nos levantamos con la cabeza llena de la lista de cosas
que tenemos pendientes de hacer para ese día. Corremos de un lado a otro durante toda la jornada, y
al final nos volvemos a derrumbar en la cama, agotados, para volver a repetir la jugada al día
siguiente.
¡Incluso metemos dentro de nuestra lista de cosas por hacer actividades que en principio debieran ser
placenteras, como salir con los amigos! “22 horas - quedar con Dani y los demás en el bar XXX para
tomar unas copas”. O: “17 horas – sacar a la niña al parque para que juegue tres cuartos de hora”.
¡Tres cuartos de hora! Puede que no lo anotemos por escrito, pero en nuestra cabeza está la cinta
grabadora que repite estos mensajes una y otra vez. Cuando llega el fin de semana… ¿tenemos un
poco de tiempo libre sin programar? ¡No! “A las 10 ir al súper y limpiar un poco la casa después,
que no he tenido tiempo durante la semana, luego preparar algo de comer, lavar los platos…”
La tortura mental sigue y sigue. La cinta repite una y otra vez la programación. Nunca hay tiempo. Ni
un solo momento para mirar por la ventana a ver quién pasa. Si de casualidad tenemos media hora
‘libre’, la gastamos en ver la tele o en navegar por Internet. ¿Es tan raro entonces que rara vez
sintamos la sensación de felicidad? Somos robots programados por nuestro propio intelecto para el
movimiento sin fin. Pero dentro, nuestra parte ‘blanda’, la que sueña con duendes y elfos en los
bosques, o la que disfruta viendo a los niños y perros divertirse a lo grande en el parque, llora sin
parar.
Encima, al convertir nuestra vida en un interminable horario, con metas, objetivos a corto y largo
plazo, estrategias, tácticas y demás métodos de encajonarnos, sufrimos más de frustraciones y
decepciones. Porque no eres un robot, por mucho que te empeñes, eres un ser humano. Y no has
sido programado para funcionar de esta manera. De hecho, la manera idónea de funcionar es
justamente a la inversa de cómo sueles hacerlo.
DESPROGRÁMATE PARA ACEPTAR PRODIGIOS

En lugar de programar objetivos y metas, y luchar, y bregar, y permanecer en


tensión, vamos a jugar. A eso vinimos a esta existencia, a jugar, experimentar y
disfrutar de la vida.
-Por cinco minutos, imagínate que tienes 30, 40 ó 50 años más de los que ahora
tienes, y que miras al pasado, justamente a este momento.
Desde la experiencia de todo lo vivido, ¿qué te parecen tus preocupaciones del
presente? Risibles, ¿verdad? ¿Insignificantes? Y si miras un poco más, 50 años en el
futuro, empiezas a ver lo que echas de menos, pero a lo que no dabas ninguna
importancia en el presente, ocupado como estabas en preocuparte y programarte todo
el tiempo para lo inmediato. Personas que ya no están, situaciones al alcance de tu
mano que disfrutar y que no aprovechaste…

-Ahora vuelve al momento actual, y suelta todo el lastre innecesario. Suelta toda tu
programación, todo tu agobio, y piensa qué te apetece hacer en este momento. Y
hazlo. Lo que realmente te apetece. No lo pospongas.
Me contaron dos historias que vienen al caso aquí.
#1 Aprende del ejecutivo estresado
Una era de un hombre como todos nosotros. Tenía una fecha límite para entregar un informe para su
empresa. Estaba muy estresado, porque llevaba una temporada hasta las cejas de trabajo. Por más
que lo intentaba, por más que pasaba horas en el ordenador, no avanzaba, y cada vez su agobio iba a
peor. En casa ya no hablaba, y contestaba con gruñidos si su mujer o sus hijos se atrevían a
interpelarle. Comía apresurado, engullendo los bocados, para volver cuanto antes a su tarea. Por las
noches gemía y gritaba en sueños, como si lo estuvieran torturando, y no paraba de moverse en la
cama.
Un día, cuando más hundido estaba en su empeño, se le acercó su hijo más pequeño, de tan solo seis
añitos. Poquito a poquito, avanzó hasta ponerse a su lado delante de la mesa de trabajo y le dijo en
voz baja:
-Papá, te acuerdas de lo del miércoles, ¿verdad?
-¿Eh? –respondió su progenitor, aún inmerso en su tarea, y sin darse cuenta de su presencia.
-El miércoles… el partido de futbito… me prometiste…
Aquello fue la gota que colmó el vaso. El padre abrió la boca y vociferó a gusto. Que por qué lo
interrumpía con chorradas, que si pensaba que el dinero caía del cielo, lo fácil que lo tenía el
muchachito y encima con exigencias, cuando se lo daban todo hecho…
El niño, hecho ahora un mar de lágrimas, huyó. En el momento en que cruzó la puerta, el padre
empezó a arrepentirse de su exabrupto. Por primera vez en semanas, actuó de forma espontánea
conforme a lo que le dictaba el corazón. Corrió donde estaba su hijo, que echado en su camita
sollozaba con desesperación, como solo los niños saben llorar, y se disculpó:
-Carlitos, disculpa, disculpa, hijo, es que me pillaste en mal momento. Para de llorar, hijito, por
favor, de verdad que lo siento. Claro que iré a tu partido de futbito el miércoles. Sin falta, te lo
prometo. Allí estaré. De verdad.
Al oír estas palabras, el llanto del pequeño igual que había empezado se detuvo, de golpe y porrazo.
Se incorporó en la cama y miró con los ojos enrojecidos a su padre:
-¿De verdad, papá? ¿De verdad vendrás?
-Claro que sí iré. El miércoles me tendrás allí como un clavo y te aplaudiré a destajo cada vez que
marques un gol.
-¡Pero si yo soy el portero! –protestó el pequeño.
-Bueno, si es verdad… pues entonces, cada vez que pares un gol.
Al día siguiente, su trabajo seguía sin avanzar. Incluso el bloqueo iba a más. Se confundían todas las
cifras y datos en la cabeza de este hombre, y formaban un batiburrillo descomunal. Acudió pese a
todo al encuentro de su hijo. Se sentó en las gradas, derrotado, pero procuró poner una gran sonrisa
para que su pequeño no pensara que acudía de mala gana a verlo.
Empezó el partido. Ambos equipos iban muy igualados. La emoción crecía. El hombre sin darse
cuenta se fue involucrando en el juego. Por primera vez en muchos días olvidó el informe pendiente y
la fecha límite en que había de entregarlo. Aplaudió, vitoreó, saltó y animó a su vástago durante todo
el encuentro.
El equipo del niño logró el tanto de la victoria a pocos minutos del final. En las gradas, los padres se
abrazaron unos a otros emocionados, como si en vez de un campeonato escolar se tratara de la copa
mundial de fútbol sala de la FIFA.
Padre e hijo volvieron a casa muy emocionados y contentos. En el camino, el padre invitó a su hijo a
una hamburguesa con patatas fritas como premio especial. El niñito apenas podía comer, de tanto que
recordaba una y otra vez las mejores jugadas del partido.
Empezaba a anochecer cuando llegaron a casa. Al día siguiente vencía el plazo para la entrega del
informe del hombre. Apenas quedaba tiempo, y ni siquiera tenía un bosquejo decente, pese a todas
las horas que le había dedicado.
Decidió que mañana le confesaría su fracaso a su jefe y asumiría las consecuencias, fueran estas las
que fueran. Solo con decidir esto, ya se sintió liberado de un gran peso, como si hubieran levantado
una losa que apisonaba su corazón todo este tiempo. Aliviado pensó entonces en por lo menos
escribir algunas de las ideas principales que venía barajando, para no ir del todo de vacío a
presentarse a su superior.
Se sentó de nuevo delante de su ordenador y empezó a escribir de forma relajada. Con sorpresa,
advirtió entonces que iba llenando páginas sin esfuerzo. Una tras otra fue enlazando sus conclusiones,
y en poco más de dos horas el antes pesado informe estaba listo. ¡Y era el mejor informe que jamás
había redactado! Al aflojarse en el partido de futbito, había dejado sin darse cuenta a la vida
entrar y echarle una mano. Al día siguiente, en la reunión, el jefe lo felicitó por su esfuerzo delante
del resto de la plantilla. El hombre sonrió: había aprendido una lección muy importante que nunca
olvidaría.
Cuando sueltas, cuando no te empeñas, cuando dejas a la vida fluir en libertad y
sencillamente te sumerges en el flujo, es cuando los milagros ocurren. Si aprietas tu
vida y te empeñas en vivir una existencia cuadriculada y estricta, al final no queda
nada. No te esfuerces tanto: disfruta.
#2 Aprende de los griegos centenarios de Icaria
La otra historia que me interesó la leí hace muy poco en el diario El Mundo. Trataba sobre la
extraordinaria longevidad de la que disfrutan los habitantes de la isla griega de Icaria, en el mar
Egeo. No solo alcanzan más edad, sino que disfrutan de un mejor estado de salud. Entre las claves
posibles para explicar esta inusual supervivencia, se citan en el artículo las largas caminatas,
bañarse en el mar, un vaso de vino a diario, comer poca carne y muchas verduras…
Pero además a Icaria se la conoce como la isla donde la gente no lleva reloj. Sus habitantes tienen
previsiones para el día, pero tampoco son expectativas rígidas que te frustren si, por una
circunstancia inesperada, no puedes cumplirlas. Ya lo harás más tarde, o mañana. Eso es fluir con la
vida como dios manda, que se decía antes.
"Aquí antes se trabajaba mucho, pero sin horarios. Si estaba lloviendo, te esperabas en casa",
expone [un vecino de Icaria]. La siesta es un mandamiento para los icariotes. Muchas tiendas no
abren hasta las nueve de la tarde.
Bautizos y bodas son excusas para celebraciones masivas de la comunidad. También los panyiri,
las fiestas locales dedicadas a los santos. Allí se come y se bebe mucho. Disfrutan todos por igual
sin distinguir edad. Es más: en algunos casos son los más ancianos los últimos en dejar la fiesta,
a altas horas de la mañana.
htttp://www.elmundo.es/espana/2015/04/07/552271eeca4741811f8b457c.html

El ser humano no está hecho para vivir programado como un robot, como decíamos antes. Por eso
nos resulta tan difícil ser felices. Nunca nos damos tiempo ni permiso para ello. Estamos
demasiado ocupados con los horarios, metas y obligaciones para dejar sitio para la felicidad.
Nadie dice que dejes de soñar y de tener anhelos que deseas ver hechos realidad con el tiempo. Es
solo que todo resultará mucho más fácil si dejas que la vida colabore contigo, y no te empeñas en
poner cercas al campo. Incluso aunque consiguieras lo que deseas a tu manera, al final estarías
agotado y sin fuerzas ni ilusión, y tampoco habrías disfrutado en el proceso.
Por eso te propongo ahora un ejercicio para ser feliz.
Se trata de abrirnos a las posibilidades. Si le das una oportunidad al flujo de la vida, descubrirás que
sabe mucho mejor que tú cómo llevarte a dónde tú deseas ir. Encontrará soluciones imaginativas y
sencillas, en las que tú nunca habrías pensado, para llevarte hasta la meta.
Puede darse el caso de que esa meta, por mucho que tú creas diferente, no te conviene. En ese caso,
te ofrecerá otras posibilidades mucho más adecuadas y provechosas para ti.
EN VEZ DE EMPUJAR, FLUYE
Este ejercicio trata de cómo sumergirse en el flujo de la vida. Seguro
que has notado muchas veces, cuando pretendías algo, la tenaz
oposición de la existencia a tus planes, con mil y un obstáculos
interfiriendo en tu camino. Es porque no te adaptas al fluir de la vida.
1.- Repasa tus objetivos principales. Incluso puedes escribirlos en
papel. Pero no te rompas la cabeza buscando cómo hacerlos realidad.
De eso se encargará la vida.
2.- Ya sabes a dónde quieres llegar. Ahora sumérgete en el flujo de
forma tranquila y relajada. Esto es, vive. No te preocupes. Solo deja
pasar los minutos y las horas. Es igual que subirte a un autobús. Sabes
cuál es tu destino, pero mientras dura el viaje, el conductor se ocupa
de todo. Tú solo tienes que sentarte y dejar transcurrir el tiempo.
3.-Mientras miras por ‘la ventanilla’ de la vida, irás recibiendo
SEÑALES. Una vez establecido tu objetivo, el flujo te proporcionará
indicadores –como los carteles de la carretera-. También se les llama
agüeros, presagios, anuncios, señales, augurios, azar, sino, hado,
suerte, ventura, acaso, fortuna, estrella,… Presta mucha atención y
estate muy alerta, porque llegarán más pronto que tarde. Síguelos uno
a uno, igual que Pulgarcito con la miguitas de pan, y te sorprenderá lo
pronto que te acercas a tu destino.
En ocasiones incluso se te mostrarán varias posibilidades. Puede que
unas te gusten y otras no, puedes rechazar o aceptar a tu antojo, igual
que un niño en una tienda de golosinas.
Lo que mucha gente no entiende es que la vida muestra la mejor de las
disposiciones para ofrecerte lo que quieres. La mayoría de nosotros nos
empeñamos en considerarla una enemiga que obstaculiza nuestros propósitos.
Nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre es que te hallas dentro de un juego
que tiene unas reglas, y la principal es que cuanto más empujes, más duro se te
hace avanzar. En cambio cuanto más fluyas, sin hacer presión, sino uniéndote a
las corrientes de la existencia, más fácil y ameno se te hará el camino hacia tu
logro. Sabes que llegarás, pero no sabes cómo. De eso se encarga la VIDA, con
mayúsculas. Tú tranquilo.
Juega con la vida y disfruta lo que te ofrece. Diviértete preguntándote: “¿Qué sera lo siguiente?”
Cuanto más te abras y más flexible te vuelvas, más entretenida y divertida se volverá tu existencia.
9
Sencillo método paso a paso para empezar
a hacer milagros
Es la quinta forma principal de perder energía. He dejado este apartado para el final, porque para mi
gusto es la más importante barrera contra la que tendrás que enfrentarte cuando quieras mantener tu
energía día tras día en niveles altos y saludables.
Se trata de las barreras sociales, lo que te dicen desde pequeño que has de creer y lo que no. “El
dinero no crece en los árboles”, “no hay nada gratis”, “trabaja duro y lo conseguirás”, etcétera,
etcétera. Para empezar lo de que no hay nada gratis es fácil de rebatir. El cielo, el aire que
respiramos, el agua del mar, las estrellas que admiramos por la noche, los bellos paseos por la
naturaleza, el enamorarse, y mil otras cosas que componen la parte más hermosa del vivir, son todas
gratis, no cuestan un céntimo. Lo mejor de la vida es gratis.
Contaba Dale Carnegie, uno de los grandes precursores en el campo de la autoayuda, que por muy
pobre que fuera una familia –hablamos de principios del siglo XX-, aunque no tuviera nada que
comer, siempre se las arreglaba, no se sabía cómo, para sufragar un entierro decente si moría uno de
sus miembros.
Yo tenía una amiga, también con escasos recursos económicos, puesto que se había quedado sin
padres y los hermanos andaban asimismo necesitados y con sus propias familias. De modo que no
podían permitirse ayudar a mi amiga todos los meses. Ella iba aguantando como podía, pero lo
curioso es que a pesar de lo precario de su sueldo –había meses en que no llegaba a los 400 euros-
siempre obtenía dinero para seguir fumando una cajetilla diaria de tabaco. Era un vicio al que, según
ella decía, no quería renunciar de ninguna manera. De modo que, incluso si muchos meses sus
ingresos no le daban para pagar un alquiler decente, y tenía que depender de la caridad ajena, ella se
las apañaba para seguir gastando 5 euros diarios (¡150 euros al mes!) en el tabaco, por muy mal que
estuviera de dinero.
Con lo cual otra teoría socialmente aceptada, la de que el dinero no crece en los árboles, que se va al
traste.
Cuando realmente, pero realmente, ansiamos algo con todo nuestro corazón, y
queremos conseguirlo a toda costa, lo obtenemos, muchas veces casi de forma
milagrosa.
Sin embargo, en muy raras ocasiones ponemos en marcha nuestros recursos internos a pleno
rendimiento para obtener lo que deseamos.¿Por qué no utilizamos más los medios que tenemos a
nuestra disposición en todo momento? Hay varios motivos:
1. Nos han enseñado desde pequeños a ser racionales y a seguir unas cadenas de
acontecimientos preestablecidas. Esto significa, por ejemplo, que para ganar dinero hay
que trabajar duro, y esa es la única forma socialmente aceptable de conseguirlo.
Imaginemos que tienes un golpe de suerte y ganas la lotería, un premio importante.
¿Cuántos de los que te rodean, a fuer de verdes de envidia, no comentarían a tus espaldas
que “seguro que lo pierde en un año, gastándolo en tonterías; esos premios del azar,
como vienen, se van”?
Ahí está la presión de las cadenas sociales. Y de hecho, la gran mayoría seguimos
sujetos a ellas. Incluso aunque racionalmente no nos lo creamos, la programación es
demasiado fuerte. Entregamos toneladas de nuestra energía a esas cadenas. Directamente,
mediante la sumisión, o mediante la constante lucha que mantenemos para deshacernos de
ellas.
Incluso cuando logramos algo como consecuencia de ceder a la presión social y obrar
según sus reglas, la recompensa suele ser excesivamente baja para todo el aporte de
energía que hemos hecho. No compensa.
2. Probar otros métodos a los socialmente aceptados es un tique casi seguro a la
exclusión social. La gente nos señalará y nos tachará de “locos”, “vagos”, y demás
cariñosos epítetos. Ser diferentes se paga. La cadena se protege a sí misma para limitar
el número de desertores.
3. Cambiar el chip nos da mucha pereza, ¿no es cierto? Acostumbrados a una forma de
funcionar, probar a fluir con la vida en lugar de empujarla nos cuesta. Tememos el
salirnos de nuestra zona de comodidad para adentrarnos en nuevos mundos. A la menor
ocasión, volvemos encantados a nuestras rutinas que, aunque no nos satisfacen, por lo
menos nos ofrecen cierta seguridad en su faceta cotidiana y corriente.
De forma que hay que salirse de la cadena. Necesitamos más milagros en nuestra vida y menos
conclusiones preestablecidas.
¿Cómo se hace? Observa.
La artimaña del mago Merlín: ¡Funciona!
No sabemos con seguridad si el mago Merlín, el más poderoso de entre los de su clase, existió
realmente o no. Tampoco conocemos su planteamiento personal respecto a los extraordinarios
poderes que decían que tenía, y de los que al parecer hizo gala. Aquí caben varias posibilidades:
1. Tenía realmente poder, y lo manifestó sin rebozo.
2. No tenía poder, pero la gente a su alrededor creía que lo tenía. Así que él no se molestó
en desengañarlos, y produjo portentos en base a esa creencia.
Lo que sí es seguro es que en ninguna de las versiones literarias sobre su vida Merlín de repente se
paró y empezó a gritar a la multitud, amigos y seguidores: “¡Eh, vosotros, que soy un fraude!”. Fuera
como fuera, él mantuvo el tipo. Y la época mágica de Arturo, llena de hechizos, encantamientos,
dragones, brujas, y sortilegios, aún nos fascina.
Como Merlín, la gente que manifiesta milagros en su vida empieza por CAMBIAR DE
ACTITUD:
1.- Sabe lo que quiere, pero también sabe que por la fuerza no conseguirá nada. El universo
manifestará en tiempo y forma lo que esa persona desea de verdad.
2.-Si ese anhelo no le conviene por alguna causa, el universo suele canjearlo por algo mejor. Por eso
muchas veces en el corto plazo nos quejamos de lo injusta que es la vida, y en el largo damos gracias
por ese mismo asunto, dado que lo que en principio parecía una maldición ha resultado ser una
bendición al final. ¿A quién no le ha pasado esto?
Recuerdo que hace tiempo yo soñaba con obtener un puesto de trabajo que me parecía la meta
soñada, una y otra vez completé la aplicación, y sin embargo no había forma. Se me rompió el
corazón por no lograrlo. Años más tarde me enteré que esas plazas que ofertaban eran en realidad
“trabajos basura” sin contrato, sin Seguridad Social, y a comisión. Si no obtenías resultados, y para
eso tenías que deslomarte de puerta en puerta, no ganabas nada.
3. La puesta en marcha se asemeja a encargar el pedido en una hamburguesería de comida rápida. En
algunos de estos establecimientos ni siquiera necesitas bajarte del coche. Tú llegas, haces el pedido,
y a los dos minutos te lo lanzan a través de una ventanilla. El universo puede tardar un poco más en
repartir el pedido, pero si hay un deseo verdadero por parte de la persona que lo hace, tarde o
temprano llega. De hecho, a veces llega cuando ya te has olvidado de que habías hecho ese pedido
tiempo atrás. Es muy gracioso.
Por eso, cuando vayas a pedir algo al universo, siempre piensátelo bien. Acuérdate aquella sabia
máxima, dicen que china: “Ten cuidado con lo que pides, porque puedes conseguirlo”. Voy a poner
varios ejemplos personales. Pero la verdad es que esto sucede todo el tiempo.
Ejemplo 1: Llevaba tiempo queriendo conseguir un saco de boxeo para desahogar energías cuando
llegara a casa por las noches. Como en las películas, ¿vale? ¿Infantil? Puede, pero a mí me hacía
ilusión. Y la ilusión es la moneda de pago de los pedidos. A más ilusión y más deseo de lo que se
quiere conseguir, más rápido suele operar el universo (a menos que esté planeando una estrategia
alternativa y mejor para ti, lo que se ha comentado ya en el punto 2).
No quería gastarme el dinero que pedían por el saco de boxeo en las tiendas, se salía de mi
presupuesto. Además, lo de colgar un saco con un gancho del techo para darle golpes tampoco me
convencía. ¿Dónde lo colgaba en mi pequeño piso? ¿Y si la pintura del techo –o todo el techo-
cedían por el peso?
Lo dejé correr, pero el deseo siguió ahí. A los dos años, hablando con mi cuñada mientras
tomábamos un café, le comenté casualmente mi pequeño capricho sin satisfacer. Ella dijo entonces:
“Oh, yo tengo uno de esos que me regalaron con no se qué tarjeta del banco, y no lo uso. Ni siquiera
he llegado a desembalarlo. Te lo regalo”.
No era un saco de colgar en el techo, era una especie de saquito que se bamboleaba sobre un soporte
de pie (incluido) cuando lo golpeabas. El soporte se llenaba de agua para aguantar fijo cuando te
ejercitabas. El equipo traía además un par de guantes de boxeo súper chulos. Era lo ideal para mí,
podía soltar adrenalina a tope, y no había que hacer obra en mi casa. ¡Y no me costó un duro!
Ejemplo 2: Deseaba desde hace meses hacer las paces con una persona cercana con la que no me
hablaba. Esa persona y yo teníamos constantes roces, y el tratarla suponía una enorme pérdida de
energía en cada encuentro. Pero no me gusta estar enfadada con nadie (¡perdida gigante de energía!),
y deseaba reanudar al menos una relación en la distancia.
De modo que recurrí al Ho’oponopono (capítulo 4), con la esperanza de solucionarlo. Pasaron unos
cuatro días sin que ocurriera nada. Y luego, un domingo por la mañana, me senté ante la pantalla de
mi ordenador para despejar un poco el correo, y atender otros asuntos. Me sentía contenta y
equilibrada porque había logrado empezar mi jornada a buena hora, y no me había retrasado.
Trabajé un rato a buen ritmo, y abrí la ventana en batiente porque el día se anunciaba espléndido, y
quería que entrara un poco de aire en la casa. La puerta del salón, donde me encontraba, siempre está
abierta. Había abierto otras ventanas también porque a mí me encantan las corrientes de aire, y no me
hacen daño como a otras personas, al contrario.
En estas una ráfaga de aire salida de quién sabe dónde entró por el hueco de la ventana, se llegó
hasta la puerta del salón, e hizo que se cerrase de golpe con un portazo. No le di importancia, hasta
que fui a intentar abrirla de nuevo, y no pude. Mucho después supe que la razón por la que no había
sido capaz de abrirla por mucho que bregara: la manija que daba al salón se había desconectado del
cilindro que la enlazaba con la cerradura, debido al golpe de viento.
Siguió una odisea. Tuve que apañármelas para contactar con el cerrajero del seguro a través de
Skype –porque no tenía el móvil conmigo en el salón-. También intenté ponerme al habla con varias
personas de confianza para que acudiesen a ayudar al cerrajero a entrar en el edificio. Por un motivo
u otro, al ser domingo por la mañana, ninguna estaba localizable.
Salvo una. ¿Adivinan quién? ¡Bingo! Mi encierro en el salón fue la excusa perfecta para que esa
persona se precipitase a ayudarme, y volviésemos a hablarnos. Mi abuela solía decir: “Dios escribe
recto con renglones torcidos”. La técnica del Ho’oponopono parece compartir la misma opinión.
4. Finalmente, lo más importante, y por eso lo pongo en mayúsculas y recuadrado:
La gente que manifiesta milagros se caracteriza por una actitud abierta, positiva e ilusionada
ante la vida. Se despierta cada día optimista y esperanzada. Da gracias y se prepara para vivir un
día genial. Un día, y otro día, y otro.
Ya el solo hecho de tener por delante tantas horas para disfrutar de la vida es un don único.

Ordena y manda al Universo: dos técnicas instantáneas


Repite al levantarte:
#1 GRACIAS POR OTRO DÍA MARAVILLOSO EN EL PARAÍSO
Y a continuación:
#2 ¿A VER QUÉ BENDICIÓN ME OFRECE LA VIDA HOY?
Sonríe y espera.
Con esta perspectiva, las maravillas y los prodigios se suceden.
Me gustaría acabar el capítulo con una cita de la escritora metafísica Shakti Gawain, de su libro
Viviendo en la luz (Living in the Light). Esta cita se ha hecho especialmente famosa porque James
Redfield también la reprodujo en su obra Las Nueve Revelaciones. A mí me impactó cuando la leí
por primera vez, y desde entonces he llegado a aprenderla de memoria, de tanto que la he repasado
una y otra vez. Espero que a ti también te sirva de ayuda.
Finalmente, dejé de tener interés en controlar mi vida, en hacer que las cosas ocurrieran de la manera que yo
quería. Empecé a rendirme al universo y a ver qué quería "él" que hiciera.
Descubrí que a la larga realmente no era muy distinto. El universo siempre parece querer que tenga todo lo que
quiero, y parece saber cómo guiarme para crearlo mejor de lo que habría sabido hacerlo sola.
Sin embargo, el énfasis es distinto. En lugar de pensar qué quiero, fijarme objetivos y tratar de controlar lo que
me pasa, empecé a armonizarme receptivamente con mi intuición y a actuar en base a lo que ella me decía, no
siempre comprendiendo qué hacía. Tenía la sensación de soltar el control, de entregarme y dejar que tomara el
mando el poder superior.
10
Inicia la aventura de volver a sentir
Seguro que muchos de vosotros habéis visto un episodio u otro de La Guerra de la Galaxias.
¿Cuándo es que uno se pasa al lado oscuro? Cuando empieza a sentir más y más con la mente, en
lugar de hacerlo con el corazón.

Eso es imposible, me diréis. Nadie puede sentir con la mente. Exacto. Lo que hacemos es creer
que sentimos, cuando en realidad estamos calculando y racionalizando nuestra vida hasta un límite
muchas veces insoportable. Nos olvidamos de sentir amor, de sentir alegría, de sentir ilusión… Y
también de las emociones negativas. Buscamos evitar a toda costa el dolor que suelen conllevar ese
tipo de emociones. Pero de esta forma lo único que conseguimos es sobrecargar la amígdala del
cerebelo, que es nuestro banco de memoria emocional. Los sentimientos no sentidos vuelven a
nosotros una y otra vez. Intentan ayudarnos, intentan advertirnos, pero si no los dejamos, cada vez se
encrespan más y más en nuestro interior, ocasionándonos una vida insatisfactoria y triste, en la que no
sabemos que nos pasa, pero desde luego no somos felices.

El lado oscuro de la Fuerza no es tan oscuro


En casos graves de personas que han dejado voluntariamente de sentir mucho tiempo y se han
insensibilizado, esa acumulación tóxica de sentimientos en nuestra amígdala puede devenir con el
tiempo en una enfermedad física, a menos que re-aprendamos a expresarlos.

Digo volver a aprender porque hemos nacido con la facultad de expresar nuestros sentimientos
de forma sana y natural. ¿Has visto cómo llora un bebé? Como si se le partiera el alma. Sin
embargo, a los tres minutos, si ve su necesidad satisfecha, está sonriendo apaciblemente, olvidado
por completo de su reciente berrinche. Igual se puede decir de los perros. Pueden tener un
encontronazo desagradable con otro perro, por ejemplo. Durante unos instantes parece que fueran a
matarse. O tal vez el otro perro avasalle al tuyo. Si tal circunstancia te hubiera ocurrido a ti en la
vida real, con mucha probabilidad hubieras permanecido en estado de trauma durante un periodo de
tiempo más o menos largo, por el ataque de que has sido objeto. Rumiarías tu resentimiento y tu ira
contenida, y la reproducirías una y otra vez en tu vida, mientras los sentimientos considerados
negativos se te acumulan y llegan a pudrirse dentro.

Dije “sentimientos considerados negativos”. Hay una corriente muy fuerte hoy en día para separar
los sentimientos –y a la gente también- entre “tóxicos” y “no tóxicos”. Y yo respondo: “¿Perdona?”.
Me da terror la actitud de nazismo intelectual que implica el presuponer que todos debemos de ser
perfectos, sonrientes, y maravillosos de la mañana a la noche. Ya he conocido no a una sino a varias
personas que se esfuerzan en presentar una imagen “súper asertiva y equilibrada” a cada minuto del
día. Su peor pesadilla sería que se las viera cómo lo que realmente son, seres humanos con todos sus
defectos, sus pensamientos y sentimientos contradictorios, y sus luchas con la vida como tenemos
todos.

¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿En ‘mujeres de Stepford’? The Stepford Wives (en España e
Hispanoamérica, Las mujeres perfectas) es una novela de Ira Levin escrita en 1972, que hasta la
fecha se ha llevado al cine dos veces. Se trata en definitiva de una metáfora de cómo algunas mujeres
se sienten obligadas por la sociedad a ser perfectas. Tienen que caer bien a todo el mundo, no llevar
nunca el pelo despeinado ni una mancha en la ropa, el marido perfecto, los hijos perfectos y, en
definitiva, vivir en el mundo perfecto. Por cierto que lo mismo que hablo de mujeres el caso se
aplica a los hombres, por supuesto.

No pierdas tu tiempo ni tu energía siendo de Stepford, ni clasificando sentimientos.

Los 5 pasos para que reaparezcas triunfante como el humano chapucero


que todos queremos y amamos
1. Experimentar tus sentimientos cuando están teniendo lugar es algo sumamente
beneficioso para tu salud, tus relaciones y tu paz interior.
2. Porque los sentimientos son tu mejor fuente de información y tus mejores guías para
poder manejarte mejor a través de los vaivenes cotidianos.
3. Adquirir Inteligencia Emocional (IE) será la mejor inversión que hayas hecho en tu
vida. Tus amistades, tus amores, tus contactos con otras personas mejorarán
exponencialmente y ya no te sentirás inseguro en el trato con los demás.
4. Dentro de uno mismo se halla el mejor coach (palabra tan de moda en estos días), que
te habla a través de los sentimientos.
5. Cuando nuestros antepasados recibían un mensaje emocional de que algo iba mal,
como por ejemplo una sensación de alarma o de alerta, le hacían mucho caso, porque
de que reaccionasen rápido o no podría depender hasta su vida. En nuestra época,
hemos ahogado los sentimientos ‘desagradables’ de enojo, tristeza y miedo, y los
hemos intelectualizado. No nos gusta sentirlos, de forma que intentamos
racionalizarlos.
Pondré un ejemplo: Yo, recién llegada a un nuevo puesto de trabajo, tenía una
compañera de trabajo que en principio parecía encantadora. Todo el mundo se hacía
leguas de lo “maja” que era, de que caía bien a todo el mundo y en fin, de que la
séptima maravilla del mundo era mujer. Pero desde el instante en que la conocí, no
conectamos. Una alarma empezó a vibrar alto y claro en mi interior: “¡Problemas,
problemas, problemas!”. Y efectivamente, durante el año que pasé en aquel empleo,
aquella mujer se empeñó encarecidamente en hacerme la vida imposible con todas
sus fuerzas, yo creo que por algún sentimiento de inseguridad. Temía tal vez que yo
fuera a “meterme en su terreno”. Por lo que fuera, el caso es que yo ya tuve una
advertencia previa nada más presentármela, sin conocerla de nada. Mi primera
reacción fue de desagrado interno. Pero la rechacé, no tenía sentido. Si hubiera
escuchado a ese sentimiento negativo desde el principio, en lugar de tratar de
evitarlo y racionalizarlo porque me resultaba desagradable, hubiera al menos
tenido cierta ventaja, al reconocer con antelación que iba a tener que trabajar con
alguien que iba a traerme problemas.
Y ojo, que al hilo de esto, y por muy mal que me cayera esta persona, me resisto a calificar a nadie
de ‘persona tóxica’. Esa es una calificación demasiado brutal, que no tiene en cuenta el conjunto del
ser humano. Yo puedo ser ‘tóxica’ si tengo un mal día, y un encanto al siguiente. O conocer a alguien
en un mal momento, y absorberle toda su energía de mala manera, no de forma intencionada, sino
inconscientemente. Porque la necesito, porque me siento hundida, y no pienso, solo reacciono de
forma instintiva. Eso no me hace ‘tóxica’, me hace humana. Y a mucha honra. Por supuesto que
procuramos controlarnos y mantenernos equilibrados el mayor tiempo posible, pero deslices vamos a
seguir teniendo, incluso si hubiéramos trabajado tanto en el campo del perfeccionamiento personal y
espiritual como el mismísimo Dalai Lama.
Al llegar a este punto viene de perlas una canción de Frank Sinatra. Seguro que la conoces, se titula
That’s Life (Así es la vida), y su letra dice algo así como esto:
Así es la vida / Eso es lo que dice todo el mundo: /
"Tienes éxito en abril / Te destronan en mayo"
Pero sé bien / Que voy a cambiar esa actitud /
Cuando vuelva a irme bien / Vuelva a irme bien en junio
Dije así es la vida / Y por muy curioso que parezca /
Algunas personas disfrutan / Pisoteando un sueño /
Pero yo no dejo / No dejo que eso me desanime /
Porque este gran viejo mundo nuestro / Sigue dando vueltas /
He sido marioneta, indigente / Pirata, poeta / Peón y rey / He estado arriba y abajo /Enfrente y
afuera / Y hay algo que sé / Cada vez que descubro / Que he caído de bruces / Me levanto/ Y me
reincorporo a la carrera /Así es la vida / Te lo digo, no puedo negarlo/
Pensé en dejarlo, nena / Pero mi corazón simplemente
No lo aceptaría / Y si no pensara / Que merece la pena intentarlo/ Saltaría sobre un gran pájaro /
y volaría.

Mejor expresado, imposible. De modo que, dado que “así es la vida”, vamos a jugar con todas las
herramientas y posibilidades que tenemos a nuestro alcance. Y una de nuestras mejores armas es
precisamente el sentimiento. Aprendamos a escucharlo.

Te presento con este fin una práctica que espero que se convierta en parte de tu rutina diaria de ahora
en adelante.

Es hora de manifestar nuestros sentimientos, de volver a sentirlos de verdad, porque son nuestra
mejor guía para conducirnos de forma inteligente frente a las circunstancias confusas y frustrantes que
son parte de nuestro devenir cotidiano.

Si la presión social no nos hubiera convencido desde pequeños de que debíamos surpimir los
sentimientos, los expresaríamos de forma natural, como lo hacen los bebés, los perritos y los gatitos.
Estaríamos cinco minutos cabreadísimos por algo, y luego, pelillos a la mar. Una vez soltada la carga
energética que nos mantenía alterados y como una máquina de vapor a punto de explotar, nos
encontraríamos relajados y tranquilos, libres de un gran peso. Apuesto a que sabes de qué hablo.
10 minutos al día para soltar la carga energética y seguir siempre sano
Soy fan de la emblemática serie de ciencia ficción estadounidense Star
Trek desde que tenía 17 años y pasé una temporada en Estados Unidos
aprendiendo inglés. Para los no iniciados, la serie trata de las aventuras
que vive la tripulación de la nave espacial Enterprise, “explorando
nuevos mundos y nuevas civilizaciones, y yendo más lejos de lo que
ningún hombre haya ido jamás”, según cuenta la voz en off al principio
de cada capítulo.
Uno de los personajes favoritos de los espectadores es Spock. Spock es
hijo de una terráquea y de un líder del planeta Vulcano. Los vulcanos
son extraterrestres muy avanzados y puntillosos que han hecho del
suprimir sus emociones su forma de vida. En su planeta sentir se
considera vergonzoso, lo que les ‘mola’ es ser racionales en todo
momento y circunstancia. Pero Spock, al tener una madre procedente
de la Tierra, manifiesta especiales dificultades al intentar controlar sus
sentimientos.
En una de las películas que se hicieron como consecuencia del éxito de
la serie, Spock ha muerto y ha resucitado gracias a los rituales
vulcanos de regeneración. Para comprobar que el proceso se ha
desarrollado correctamente y sin fallos, se sitúa delante de un
ordenador vulcano para pasar una prueba. Responde correctamente
a cientos de preguntas de todo tipo que le hace el aparato sobre
filosofía, historia, ciencia, técnica, matemáticas… Pero llega la última
pregunta y el ordenador muestra en pantalla: “¿Qué sientes?”. Spock
primero dice: “No entiendo la pregunta”, y cuando el ordenador se la
repite, se queda sin habla y no sabe qué replicar.
1.- Tu turno: ¿CÓMO TE SIENTES? Pero ojo, en el corazón, no en la
cabeza. ¿Aburrido? ¿Cansado? ¿Algo triste sin saber por qué?
¿Contento porque en un rato has quedado con tus amigos y llevas
esperándolo todo el día?
No te creas que es tan fácil entender lo que realmente estás sintiendo
en este momento. A mí, por ejemplo, como a Spock, me cuesta dios y
ayuda. Acostúmbrate si puedes a hacerte la preguntita de marras
mentalmente varias veces al día. Así te irás volviendo más y más
sensible de nuevo a tus sentimientos, e incrementarás tu inteligencia
emocional.
2.- Una vez que hayas podido responder a la pregunta, siente tu
cuerpo, parte por parte. Deja la mente en blanco en la medida de lo
posible y vete recorriendo tu cuerpo de abajo arriba. Empiezas por los
pies y vas subiendo. Notas las sensaciones, las tensiones, los pequeños
dolores a los que no estás prestando atención… Hasta que llegues a la
cabeza y completes el recorrido. Tómate todo el tiempo que necesites.
3.- Una vez que hayas hecho la ronda –y deberías hacerla todas la
mañanas y todas las noches, y convertirla en parte de tu rutina
cotidiana - concéntrate en el lugar del cuerpo de donde viene la
sensación o molestia más intensa. Y siéntela. A tope. Sin miedo.
Concéntrate en sentir. Puedes llegar a llorar a mares, o incluso tener
pequeños temblores, sobre todo al principio. Se debe a que has
empezado a liberar toda la energía estancada de forma insana en la
pituitaria, y tienes mucho atrasado que soltar.
4.- Procura dedicar al menos 10 minutos diarios al principio a este
ejercicio. Después, a medida que cojas práctica, podrás alargar este
intervalo hasta media hora o un poco más.
Puedes hacer el ejercicio con los ojos abiertos o cerrados. La mayoría
de la gente

prefiere tenerlos cerrados, pero es tu elección.


5.- Cuando acabes de sentir intensamente, vuelve a la vida real y
reanuda tus tareas habituales sin problemas.
Esta práctica del sentir normalmente es adictiva. Una vez que
empiezas, ya no puedes parar, y la incorporas más y más a tu
existencia cotidiana. Y con el tiempo, además de solo notar el
sentimiento, podrás empezar a hacerte preguntas y a identificar qué es
lo que estás sintiendo. ¿Miedo? ¿Ira? ¿Frustración? ¿Ilusión? ¿Amor?
Emprende el camino sin miedo. Tus sentimientos se revelarán unos ayudantes ávidos de echarte una
mano en cuanto les des una oportunidad. Dales empleo y logra gracias a ellos una salud física, mental
y emocional admirable.
Conclusión
¡Gracias nuevamente por descargar mi libro!

Confío en que haya podido ayudarte en algún aspecto de tu vida, o en otro. ¡O en todos! Si lo he
conseguido, habrá valido la pena. Mis mejores deseos para ti y los tuyos en este largo viaje de
autodescubrimiento y aventura que llamamos VIDA.

Antes de despedirnos hasta el próximo encuentro, quisiera resaltar que si de todas las técnicas y
mejoras sugeridas en el libro debes quedarte con solo una, te aconsejaría que escogieras esta:

¡¡¡¡TU GUÍA INTERIOR!!!

¿Por qué?

Porque lo llevas incorporado.


Porque nunca falla. Si algo te produce ilusión, y tranquila satisfacción interior, ¡BINGO!
Si algo por mucho que te lo vendan o lo racionalices como ‘bueno’ no te convence,
huyhuyhuy, algo huele a podrido en Dinamarca. ¡OJO!
Porque eres tú y tus circunstancias.

Y cuando tengas un rato libre, si puedes hacerme un pequeño favor, te lo agradecería en el alma, por
favor deja tu opinión en Amazon. No hace falta que te extiendas, con unas pocas palabras bastarán.
Las opiniones de nuestros lectores a los escritores nos dan la vida, y nos ayudan a mejorar.

Muchas gracias por el tiempo dedicado a este libro.


Estoy a tu disposición en:
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