Está en la página 1de 2

Hoy en día, cada vez son más los trastornos compulsivos de la personalidad definidos

por la psicología oficial, que generan conductas adictivas a diferentes sustancias y


comportamientos. Aparte de las sustancias embriagadoras, narcóticas y estimulantes
como el alcohol, el tabaco y otras drogas ilegales, cada vez hay más factores
generadores de dependencia, ya sea la televisión, ciertos alimentos como el chocolate, el
sexo, el telefono mobil, las video consolas, etc… Aunque esto no es del todo cierto,
pues en el fondo más que sustancias adictivas y factores generadores de adicción, lo que
hay son personas con tendencias adictivas, que las realizan hacia algunos de estos
factores.

Detrás de muchas de estas pautas evidentemente hay una huida de la realidad, un


refugio en algo que nos hace experimentar placer y olvidarnos del dolor. Pero otro
factor esencial en esas dependencias, y que muchas veces se ignora, son los
sentimientos de culpa. Que más que ser una consecuencia de la frustación al no poder
dejar de repetir ese comportamiento, muchas veces en el fondo son los verdaderos
responsables de que no se pueda poner fin a esa pauta de conducta.

Todos hemos oído muchas veces, que la prohibición lo que hace en la mayoría de los
casos, es aumentar el deseo por lo prohibido. Como por ejemplo en Holanda, país donde
el consumo y venta de Marihuana es legal. El consumo por parte de sus habitantes de
esta sustancia, es menor que en otros paises donde es penalizada su venta y consumo,
como en España o Inglaterra.

Por una parte, el hecho de que algo sea impuesto como una prohibición hace que
muchos jóvenes a la entrada de la adolescencia, al empezar a querer tomar decisiones
por sí mismos. Traten de cuestionar el orden establecido, para sentirse que son ellos los
que toman sus propias decisiones. Al mismo tiempo, que el hecho de ponerse por
encima de la autoridad, les hace sentirse con más fuerza y poder que la gente que se deja
someter por los demás.

Pero otro disparador tanto o más fundamental, a la hora de hacer que algo prohibido
pase a ser deseable, es la culpa. Cuando delante de alguna situación, hay una parte
nuestra que la realizaría, pero que entra en conflicto con otra parte de nosotros en la que
está instaurada la creencia de que eso es malo y no hay que hacerlo. Esa pulsión en
algunos casos, queda enterrada por el miedo a no actuar correctamente, pero en otros
casos tiende a ser realizada compulsivamente, por culpa de esa fricción interna; entre lo
que queremos hacer y lo que nos han dicho que deberíamos hacer.

La vida es un proceso de integración, y el ser humano puede cambiar y adquirir maneras


más ecológicas de relacionarse consigo mismo y los que le rodean, a través de la
aceptación previa de los diferentes estados de evolución de la personalidad. El problema
está cuando nos ponemos unos ideales muy altos, que nos hacen entrar en conflicto con
lo que somos en estos momentos al no quererlo aceptar. Esa no aceptación de lo que
somos, genera un sentimiento de culpa, que al mismo tiempo hace que vayamos
repitiendo compulsivamente esa parte de nosotros que no aceptamos. Ya sea un
comportamiento, o una emoción que no nos permitimos sentir como por ejemplo la
rabia.

Por eso, la clave a la hora de abordar los comportamientos compulsivos, sería en primer
lugar eliminar los autosabotajes internos producidos por la culpa al no aceptarse la
persona, en esa manera específica de actuar en la vida. El cambio solo es posible a partir
de la aceptación del lugar en el que estamos en ese momento.

Desde la EFT (técnicas de liberación emocional) se recurre a afirmaciones que permiten


que la conciencia del paciente se enfoque en el conflicto específico que hay que tratar, y
que le llevan a aceptar esa parte de sí. Al mismo tiempo, se acompaña la repetición de
diferentes afirmaciones con la manipulación de puntos acupuntura de los principales
meridianos, a través de golpecitos suaves con los dedos del terapeuta. Lo cual posibilita,
la liberación de los bloqueos energéticos que producen esos conflictos con uno mismo.
Y al liberar la energía, al mismo tiempo que ponemos la conciencia en aceptar eso que
forma parte de nosotros, posibilitamos un cambio en la actitud de la persona, y también
en sus creencias.

Desde las nuevas tendencias psicoterapéuticas, que tienen un enfoque más global del
individuo, se ha comprendido que para facilitar el cambio en la persona, hacia un mayor
nivel de satisfacción personal, hay que trabajar tanto el aspecto cognitivo (nuestras
creencias y valores) como el emocional e instintivo. Pues cuando solo se trata lo
cognitivo esos cambios no se instalan en la persona de manera integral, razón por la
cual muchas personas después de años y años de psicoanálisis que solo trabaja la parte
cognitiva, no han logrado un cambio importante en sus vidas.

La EFT a través de la manipulación de los diferentes puntos energéticos del organismo,


y del dialogo entre terapeuta y paciente que ayuda a enfocarse en el problema, para ir
desactivando las diferentes capas que lo sostienen, y al mismo tiempo a que la persona
acepte la situación en la que esta; realiza un enfoque integral. Tratando así, tanto la
parte cognitiva como la emocional e instintiva. Por lo cual, consigue cambios en la
persona, consiguiendo una mayor autoaceptación, y generando nuevas creencias y
aptitudes que le producen mayor satisfacción y bienestar.

La EFT es una herramienta, que además de no ser invasiva, acostumbra a obtener


resultados rápidamente. Y la puede aprender el propio paciente, para tomar también
responsabilidad en su propio proceso de sanación, y no caer en la dependencia hacia el
terapeuta.

Javier Lorente Cuevas www.saludconsciente.es

También podría gustarte