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De caracterizar la guerra interna en Colombia como “Conflicto armado interno” se viene

hablando hace bastante tiempo, solo que el estado no acepta que las guerrillas en
Colombia son organizaciones político-militares que lo enfrentan históricamente ( hace
mucho más de 60 años, pues las guerrilas de finales de los 40 y todo su presencia en la
década siguiente, son los antecedentes inmediatos de ésta acción política), y,
consecuentes, todos los gobiernos de turno, pretenden esconder el sol tras un dedo. Lo
que hace el actual gobierno, no es un acto de condescendencia democrática, sino, buscar
que las normas del DIH beneficien a los militares criminales, al crear un ambiente social y
político de aceptación de la regulación de los Convenios de Ginebra sobre conflictos
armados internos, y generar en el imaginario popular, la idea de aceptación de amnistia
para los militares capturados y condenados. Y además, con la actitud del mando militar de
acompañar la propuesta del ejecutivo, ponerle una aureola de "progresista" al ejército más
criminal en la historia de latinoamérica.

Saben muy bien, que es una confrontación militar que no se puede derrotar por la vía del
enfrentamiento directo, y van a cambiar de estrategia, dando un rodeo por las rutas del
DIH y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, propiciando una "encerrona",
donde las posibilidades de una patria con justicia social, donde el pueblo y la patria
recuperen su autonomía, naufraguen en el proyecto oligarquico e imperialista, y
traseguemos, seguramente, por las sendas de la "Tercera Vía", del "Capitalismo con
rostro humano", hasta que las promesas incumplidas nos devuelvan, a los trabajadores y
al pueblo, a la dura realidad de la explotación y el sagueo.

La estrategia aplicada en Colombia, es clara, fueron 8 años de "mano dura", para


asesinar, reestructurar al estado, bajo la mirada estupida y complaciente de los partidos
de seudo izquierda, como el Polo y de sindicatos obreros como la CUT y la CGT, incluso
la primera, le cedió la iniciativa de la protesta, a la derecha clerical de la Central General.
Y el POLO se pudrió en el torbellino de todos los oportunismos : del PC, del MOIR, de la
ANAPO y de un sinnumero de grupúsculos electoreros. Oportunismo del que no se pudo
librar pues estaba en sus orignes, como portadores de una estrategia conciliadora, de
espaldas a las verdaderas luchas de resistencia, a los procesos de concientización,
organización, movilización y lucha del pueblo. Partido que privilegio el debate y la repulsa
parlamentaria, al mejor estilo liberal, y se auto erigió como defensor y personero de los
intereses y derechos del pueblo, pero cuidándose de que no se le fuera la mano a los
trabajadores en sus justas reivindicaciones. Partido que estuvo, no podía ser de otra
manera por su naturaleza oportunista, por debajo de la movilización popular, el
movimiento indigena, estudiantil, lo desbordó, mientras, de manera impune, inmovilizó al
pueblo cuando la oligarquía arremetió contra derechos logrados en la época del “estado
del bienestar”: la seguridad social, el derecho a las pensiones, las 8 horas de trabajo, la
contratación laboral directa,los bajos salarios, el alto costo de la vida, ni que decir de los
derechos civiles y humanos vulnerados. Los crimenes de estado y las masacres
paramilitares,al igual que la lucha contra el saqueo de nuestros recursos, la sumisión a
los intereses de las transnacionales fueron un “ debate” en el Senado y no una justa
protesta, no un rechazo popular al estado, no una movilización masiva y airada contra el
régimen. Ni siguiera está a la altura de las reivindicaciones económicas, entonces que
decir de la lucha política por el poder para los trabajdores y por el socialismo. Y, cuando
esta cauda de dirigentes , no sus bases que siguen buscando el rumbo que los conduzca
a una patria justa, hacen eco de la derecha al condenar, con los mismos argumentos e
incluso sintaxis, a la insurgencia popular, muestran su verdadera naturaleza
contrarevolucionaria.
Pero al sátrapa de turno, Uribe Velez, se le fue la mano en el robo, el saqueo y la
corrupción, y eso no es de “buen recibo” por la oligarquía y el imperialismo, sobre todo
cuando desbordan "las justas proporciones" que ellos tienen demarcadas para los
crímenes que deben cometer sus lacayos y, agravado cuando el objetivo de derrotar la
insurgencia no se pudo cumplir. Esta oligarquía y este imperialismo, le pasa la cuenta de
cobro a Uribe, pues fracasó en la labor que le habían encomendado y puso en riesgo el
proyecto imperialista pues, temen, darle ya no razones políticas al pueblo, los
trabajadores y a los revolucionarios, razones que existen de sobra, sino razones morales:
Que se genere un gran movimiento popular que bajo las banderas de la lucha contra la
corrupción del régimen, los termine derrotando.

Además, tengamos presente, que en el continente (y ahora en el norte de Africa) se está


generando un profundo movimiento popular que no puede ser señalado como comunista,
ateo o contrario a las "buenas costumbres" o "ajeno a nuestras tradiciones y cultura", y
en Colombia se mantiene viva la utopia revolucionaria que ha logrado desvirtuar estos
argumentos con que los monseñores Concha, Castrillón, Trujillo, Rubiano, o
editorialistas del Tiempo, El Espectador, o El Siglo, y políticos oligarcas como los primos
Lleras, Laureano, Turbay, Alvaro Gómez, López, los Pastrana, Galán, Gaviria, Samper,
Uribe, el mismo Santos, señalaban y sañalan cualquier movimiento reivindicatorio y
autenticamente revolucionario contra la oligarquía y por la liberación nacional y social.

De paso, al parecer, quieren sacar del juego político a Uribe, político ambicioso, con un
pasado oscuro en el narcotráfico y el crimen, y lo ponen a jugar su último papel, que sirva
de "ejemplo que no se debe seguir"; la oligarquía sacrifica a alguien que nunca fue más
que un peón en el oscuro y complejo juego del poder, y pretenden lograr que se cumpla,
así, el destino que la oligarquía y el imperialismo nos tiene asignado: Ser un pueblo
explotado y oprimido y una patria saqueada y expoliada. Ahora, no se trata solo de
castigar a Uribe y a toda su cauda de bandidos, pues estos personifican el papel que la
oligarquía y el imperialismo necesitaban que jugaran. Es al estado, a toda la oligarquía y
el imperialismo y su modelo económico, político y social:Es el capitalismo el que debe
ser derrotado y castigado.

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