Introducción sobre el origen y propagación del COVID 19
Hemos vivido un tiempo extraordinario a nivel humano y cristiano, quizás la imagen que mas capta la realidad es la del 27/03/2020, cuando el papa en solitario, en la plaza de San Pedro totalmente vacía, imploró a Dios liberar a la humanidad de las "densas tinieblas" causadas por la pandemia del coronavirus. el Papa recordó tres cosas: • La fuerza espiritual salvadora de Jesús, • La necesidad de "restablecer el rumbo de la vida" de la humanidad "hacia el Señor y hacia los demás" • y que en este momento muerte y dolor "la oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras" "El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes, solos nos hundimos" ¿Qué hemos vivido en tiempos de crisis? Podría ser para nosotros un Kronos, un tiempo cotidiano, cronológico que transcurre con rutina hora tras hora, día tras día sin dejar huella, o podría ser un Kairos (oportunidad), un tiempo propicio, único, aprovechable un tiempo que no de puede desperdiciar, ni deja pasar por alto, pero podría ser un tiempo aburrido, algo que habría que aguantar y sufrir, o podría ser un tiempo de gracia, creatividad y renovación. Tenemos la oportunidad de transformar este tiempo en un verdadero proceso de redimensionamiento, de volver a lo esencial, reafirmar nuestra identidad, en el hecho de ser cristianos auténticos confiando siempre en la misericordia de Dios. La oportunidad de orar con mas intensidad a nivel personal y familiar, un espacio para compartir en familia, ocasión para meditar y profundizar la palabra de Dios, oportunidad para la lectura meditada, estudio, practicar el arte, un espacio para asumir oficios domésticos, tiempo de aprovechar nuevas técnicas de comunicación y resolución de conflictos, probar nuevas formas de evangelización digital y sobre todo tiempo de discernir con esperanza El 25/09/2020 en ocasión del 75 aniversario de las naciones unidas el papa francisco dice que la pandemia esta cambiando nuestra forma de vida, cuestionando nuestros sistemas económicos, sanitarios y sociales y exponiendo nuestra fragilidad como criaturas. ¿Qué es la esperanza? Es la expectativa de que algo bueno está por venir. Es un conocimiento interno de que el futuro traerá cosas positivas. Cuando un familiar, un amigo o el vecino cae victima del mortal virus, además de la pena que produce el hecho, es inevitable pensar por un momento si nosotros mismos seremos los próximos. La realidad ha demostrado que, si bien existe un peligro para las personas mayores y quienes sufren de alguna enfermedad preexistente, es posible que los jóvenes o las personas aparentemente sanas también tiendan a rendirse. La imagen de los padres, hermanos, hijos y parejas pasan por nuestra mente con rapidez y una angustia se apodera de nosotros en esos segundos. Mil interrogantes nos invaden: ¿se estarán cuidando de manera adecuada? ¿qué pasa si se contagian? ¿Podrán recuperarse del tratamiento? Existe un estrés asociado a la pandemia, relacionado con el hecho de tener que vivir prolongados periodos de cuarentena, pero también asociados con el temor a la muerte y las preocupaciones por los seres queridos. ¿Cómo incrementamos la esperanza en tiempos difíciles? Como cristianos debemos seguir fomentando la esperanza ya que debido a esta crisis sanitaria muchos han perdido la fe y la esperanza, debemos animarlos los unos a los otros, si es necesario hacer algunas terapias psicológicas y espirituales para recuperar los ánimos, teniendo presente que Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes (Sabiduría 1, 13) • Al participar, en la medida de lo posible, en actividades que nos interesen mientras estemos aislados en casa. • Al participar en prácticas de tipo espiritual. • Al hacer un “collage” de palabras o imágenes que simbolicen esperanza, en nuestra mente y corazón. • Al imaginar intencionalmente el futuro que deseamos. • Al hacer planes para el futuro que sabemos que disfrutaremos y nos emocionarán. • Al ayudar a otros. • Al permanecer en contacto cercano con las personas que nos importan, idealmente a través de video y llamadas telefónicas. • Cuidando a nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestros corazones, nuestras conexiones sociales y nuestras almas. Por tanto, nuestra esperanza esta puesta en Dios, confiamos en que el cumplirá sus promesas y que no nos fallará cuando más lo necesitemos, sobre todas las cosas sabemos que gracias al sacrificio de Jesús en la cruz tenemos salvación y vida eterna. El señor es bueno con los con los que esperan en él, es un refugio en el día de la angustia, reconoce a los que confían en él. (Nahún 1, 7).