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LA TRANSICION DE COLONIA A

NACION: NUEVA ESPANA . ?

1820-1821 *

Jaime E. RODRÍGUEZ O.
UmveTsity of California, Iwine

Si alguna vez la necia a n t i p a t í a


C o n la m a l i g n i d a d m á s insolente
S e m b r ó el rencor entre una y otra gente
D e la vasta E s p a ñ o l a M o n a r q u í a :
Si alguna vez la negra t i r a n í a
C o n m a n o a r m a d a en este C o n t i n e n t e
N u e s t r a sangre v i r t i ó : ya felizmente
V i m o s el fin al azaroso d í a .
L a A m é r i c a y la E s p a ñ a se e s t á n dando
Las manos, en s e ñ a l m u y expresiva
D e su U N I O N que se e s t á n felicitando
Y ambas e n t r o n a n ya con voz festiva
V i v a la l i b e r t a d , la U N I O N , F E R N A N D O
Y la C O N S T I T U C I O N por siempre v i v a .

J o s é J o a q u í n FERNÁNDEZ DE L I Z A R D I (1820)

Esta A m é r i c a se reconocerá por nación soberana e indepen-


diente, y se l l a m a r á en lo sucesivo Imperio Mexicano.

* L a i n v e s t i g a c i ó n del presente a r t í c u l o fue posible gracias al apoyo de


la U n i v e r s i d a d de C a l i f o r n i a , I r v i n e , del C o m i t é de Investigaciones del
Senado A c a d é m i c o , del p r o g r a m a de becas en humanidades del presiden-
te de la U n i v e r s i d a d de C a l i f o r n i a , y la beca para la i n v e s t i g a c i ó n de la
F u n d a c i ó n F u l b r i g h t . Agradezco a L i n d a A . R o d r í g u e z , W i l l i a m F. Sa¬
ter, V i r g i n i a Guedea y K a t h r y n L . R o b e r t s sus sugerencias para mejorar
este ensayo.

HMex, X L i i i : 2, 1993
266 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

Artículo 1, Tratados de C ó r d o b a (1821)

" L A NACIÓN MEXICANA QUE, por trescientos años, n i ha tenido


voluntad propia, n i libre uso de la voz, sale hoy de la opre-
1
sión en que ha v i v i d o . " Así inicia la Declaración de Inde-
pendencia del 28 de septiembre de 1821. L a m a y o r í a de sus
signatarios eran antiguos autonomistas, tales como Juan
Francisco de Azcárate, el m a r q u é s de San J u a n de Rayas,
Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Juan Bautista Raz y
G u z m á n , J o s é M i g u e l G u r i d i y Alcocer y J o s é M a r í a Fagoa-
ga. Desde 1808, estos líderes de la élite nacional radicada en
la ciudad de México h a b í a n buscado varios caminos hacia
la a u t o n o m í a : aspiraron a u n gobierno propio, participaron
en la sociedad secreta de los Guadalupes y descollaron como
parlamentarios y constitucionalistas. Los autonomistas vie-
ron en el documento de 1821 la culminación de una lucha
de m á s de una d é c a d a por alcanzar el poder. Sin embargo,
la e m a n c i p a c i ó n requería la ayuda de las fuerzas armadas.
Así, mientras los autonomistas consideraban la independen-
cia u n triunfo propio, el ejército, encabezado por Agustín de
Iturbide, la consideraba victoria suya.
C o m o ha demostrado V i r g i n i a Guedea, los miembros de
la élite nacional buscaron la a u t o n o m í a en 1808, conspira-
ron para establecer un gobierno propio entre 1809 y 1820,
y lucharon por el poder político por vías constitucionales en
las elecciones de 1812, 1813, 1814 y 1820-1821. Todo ese
tiempo coquetearon con los insurgentes. De hecho, en 1813
y 1814 algunos autonomistas pensaron seriamente en unirse
al Supremo Congreso Nacional Americano, u n organismo
del gobierno insurgente que en esos años parecía tener posi-
bilidades de éxito. En los años de 1814 y 1815, en los que
tanto la Constitución de 1812 (Constitución de Cádiz) como
el movimiento insurgente parecían condenados al fracaso,
los autonomistas pasaron a la clandestinidad y se mantuvie-
ron activos en grupos secretos hasta que los liberales restau-
raron en E s p a ñ a la Constitución en 1820. El nombre de

1
" A c t a de Independencia del I m p e r i o M e x i c a n o " , en T E N A R A M Í -
REZ, 1 9 9 1 , p p . 122-123.
LA TR.ANSÍCIÓN DE COLONIA A NACIÓN 267

equilibristas con que los insurgentes designaban a los autono-


2
mistas r e s u m í a la actitud de éstos,
Los autonomistas, elemento clave de la élite nacional,
constituían u n grupo extensivo y flexible. L a clase alta de la
Nueva E s p a ñ a , que incluía a nobles, grandes magnates, co-
merciantes, profesionistas e intelectuales -^entre ellos m u -
chos eclesiásticos—, residía principalmente en la ciudad de
M é x i c o . Aunque algunos de ellos tenían propiedades e inte-
reses en las provincias o, en algunos casos, vivían a h í , la éli-
te interpretaba el bienestar del virreinato desde la perspecti-
va de la ciudad de M é x i c o . L a actitud del grupo era, sin
embargo, protonacionalista: su " A m é r i c a " , la Nueva Espa-
ñ a , si bien no constituía una nación independiente, sí era,
desde su punto de vista, una entidad real.
Dada la escasa d o c u m e n t a c i ó n sobre las actividades de los
autonomistas, es necesario reconstruir sus esfuerzos me-
diante fuentes indirectas. Para formarnos u n juicio sobre su
papel es necesario partir de acciones pasadas y de los resulta-
dos ulteriores, ya que los miembros del grupo mostraron ser
en extremo renuentes a discutir sus asuntos luego de con-
quistada la independencia. De hecho, hemos llegado a saber
de sus primeras actividades solamente por su corresponden-
cia que las autoridades confiscaron al capturar a ciertos i n -
surgentes, así como por los procesos judiciales a los que fue-
3
ron sometidos algunos miembros del grupo. Puesto que el
r é g i m e n virreinal utilizaba sus poderes coercitivos en contra
de ellos, los autonomistas formularon u n p a t r ó n de políticas
basado en coaliciones cambiantes que se integraban para al-
canzar fines específicos. Unidos por lazos de familia, pro-
fesión, interés y oportunidad, el grupo u r d í a sus planes y
tomaba decisiones en reuniones informales, a menudo clan-
destinas, celebradas en sus casas; en reuniones de organiza-
ciones profesionales, tales como el colegio de abogados; o en

2
V i r g i n i a Guedea ha demostrado ser su m á s persistente investigado-
ra; v é a n s e G U E D E A , 1964; 1992a; 1989, p p . 45-62; [ e n prensa]; [en pren-
saja; 1991a, y 1992.
3
L o s Guadalupes siguen siendo el mejor ejemplo de ese tipo de acti-
v i d a d clandestina. V é a s e G U E D E A , 1992a, p p . 67-286.
268 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

eventos sociales, como tertulias, cenas, bailes o recepciones.


Debido a que estos grupos eran secretos y a que su composi-
ción cambiaba, dependiendo del momento y del asunto a
tratar, resulta difícil si no imposible identificar a todos los
participantes, a d e m á s de inútil intentar asignarles u n papel
político consistente. Cuando surgían diferencias de intereses
4
entre individuos, éstos se retiraban del grupo.
Aunque no es posible identificar con precisión a los auto-
nomistas, es evidente, por sus actividades, que los contactos
y redes de comunicación que poseían abarcaban una gran
extensión. E l virrey Félix M a r í a Calleja, el m á s hábil defen-
sor del r é g i m e n , los describió como: "condes, marqueses,
oidores, regidores y otros individuos como doctores, licen-
ciados y comerciantes", y caracterizó su red como " u n a es-
pecie de francmasonismo. . . que los pone a seguro de toda
averiguación en t r a t á n d o s e de asuntos de infidencia. Todos
están unidos, caminan a u n fin; obran por iguales principios
5
y no se descubren j a m á s " . A pesar de lo cual, como seña-
ló el mismo Calleja, su modo de operar era informal:

. . . no tienen necesidad de acordarse ni convenirse; obra cada uno


en favor del proyecto universal, según sus posibilidades y arbi-
trios: el juez y sus subalternos, cubriendo y disimulando los deli-
tos: el eclesiástico, persuadiendo la justicia de la insurrección en el
confesionario, y no pocas veces en el pulpito: los escritores co-
rrompiendo la opinión: las mugeres seduciendo con sus atracti-
vos, hasta el extremo de prostituirse a las tropas del gobierno, por-
que se pasen a los rebeldes: el empleado paralizando y revelando
las providencias de la superioridad: el joven tomando las armas: el
viejo dando noticias y conduciendo correos: el rico franqueando
auxilios: el literato dando consejos y dirección: las corporaciones
influyendo con su ejemplo de eterna división con los europeos, de
cuya clase no admiten uno en su seno y evitan que les alcance la
elección popular; dificultando todo auxilio al gobierno; haciéndo-
6
lo odioso. • •, y todos en fin, barrenando el edificio del Estado.

4
G U E D E A , 1992a, p p . 287-342, 361-383.
5
F é l i x M a r í a Calleja al m i n i s t r o de Gracia y Justicia, M é x i c o , 30 de
j u l i o , 1814, en D E LA T O R R E , 1985, p . 104. V é a s e t a m b i é n G U E D E A ,
1992a, p p . 293-306, 310-311.
^ ALAMÁN, 1985, iv, p. 475.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN

Aunque de manera u n tanto exagerada —algunos, por


ejemplo, sí "acordaron" y " c o n v i n i e r o n " — , Calleja descri-
bió con precisión las actividades de los autonomistas.
Durante el periodo en que el absolutismo fue restaurado
(1814-1820), los autonomistas trataron de sobrevivir lo me-
j o r posible; aunque algunos siguieron adelante con sus acti-
vidades furtivas, la m a y o r í a intentó llevar una vida tranqui-
la e inconspicua, puestas sus esperanzas en que las
autoridades no lograrían encontrar evidencias o pruebas su-
ficientes para procesarlos por sus anteriores actividades.
Otros no gozaron de la misma fortuna. Algunos de éstos fue-
ron detenidos en la Nueva E s p a ñ a , mientras que otros eran
enviados a la Península. Unos cuantos, como J o s é M i g u e l
Ramos Arizpe y J o s é M a r i a n o Michelena, se vieron presos
o exiliados en E s p a ñ a ; otros, como el oidor Jacobo V i -
llaurrutia, h a b í a n sido forzados a aceptar u n puesto allí; y
t o d a v í a otros m á s , como J o s é M a r í a Fagoaga e Ignacio Ada-
l i d , tuvieron que defenderse en la P e n í n s u l a de los cargos de
7
deslealtad.
L a etapa final del proceso de emancipación empezó con
la restauración de la Constitución española en 1820. Los
años de absolutismo h a b í a n servido para demostrar el valor
de las instituciones de autogobierno creadas por la Constitu-
ción de 1812 -—las diputaciones provinciales y los ayunta-
8
mientos constitucionales. L a élite de la Nueva E s p a ñ a ,

7
ALAMÁN, 1 9 8 5 , iv. T a m b i é n véase LADD, 1 9 7 6 , pp. 117-131, así
c o m o las notas de esa s e c c i ó n de su l i b r o .
^ H a b í a dos entidades con el n o m b r e de N u e v a E s p a ñ a en 1 8 2 0 : el
V i r r e i n a t o de N u e v a E s p a ñ a (el m á s grande) y el R e i n o de N u e v a Espa-
ñ a . L a C o n s t i t u c i ó n de 1 8 1 2 e l i m i n ó el v i r r e i n a t o cuando e s t a b l e c i ó las
diputaciones provinciales y redujo el puesto de v i r r e y al de c a p i t á n gene-
ral del antiguo V i r r e i n a t o de N u e v a E s p a ñ a y jefe político superior de la
D i p u t a c i ó n Provincial de N u e v a E s p a ñ a , antiguo R e i n o de N u e v a Espa-
ñ a . A u n asi, siguió existiendo u n cuasivirreinato tanto en el uso p o p u l a r
como en la p r á c t i c a , y a que el a n t i g u o v i r r e y retuvo algunas formas de
a u t o r i d a d en su capacidad de c a p i t á n general y jefe político superior, ade-
mas de ser llamado generalmente " v i r r e y ' hasta el m o m e n t o de l a inde-
pendencia. E l " v i r r e i n a t o " estaba compuesto p o r seis diputaciones p r o -
vinciales: el R e i n o de N u e v a E s p a ñ a , el R e i n o de N u e v a Galicia, la
P r o v i n c i a de Y u c a t á n , la P r o v i n c i a de San L u i s P o t o s í (que t a m b i é n i n -
270 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

que h a b í a conspirado en favor de la a u t o n o m í a durante el


9
periodo de la restauración absolutista, se afanó en asegu-
rarse esta segunda oportunidad de alcanzar el poder político
en su tierra.
L a restauración de la constitución desencadenó una enor-
me actividad política en el virreinato. Sin esperar a recibir
instrucciones del virrey, las ciudades costeras de M é r i d a y
Campeche hicieron juramentos de adhesión a la Carta
Constitucional de C á d i z a principios de mayo. Veracruz y
Jala.pa hicieron lo propio m á s tarde en el mismo mes. A u n -
que hubiera preferido aguardar instrucciones formales, la
presión pública en la ciudad de M é x i c o forzó al virrey J u a n
R u i z de Apodaca a proclamar la constitución el 31 de ma-
10
y o . (Dicha carta transformó el cargo de Apodaca en el de
c a p i t á n general del anterior virreinato de la Nueva E s p a ñ a
y en el de jefe político superior de la D i p u t a c i ó n Provincial

c i m a a G u a n a j u a t o ) , las Provincias Internas de O r i e n t e y las Provincias


I n t e r n a s de Occidente. ( E l R e i n o de G u a t e m a l a —las provincias de A m é -
rica C e n t r a l — , que t a m b i é n p o s e í a n una d i p u t a c i ó n p r o v i n c i a l , se consi-
deraba, si b i e n vaga e inconsistentemente, una parte del V i r r e i n a t o de
N u e v a E s p a ñ a . ) L a d i p u t a c i ó n p r o v i n c i a l de N u e v a E s p a ñ a estaba inte-
grada p o r las siguientes provincias: M é x i c o , Puebla, M i c h o a c á n , Oaxa-
ca, V e r a c r u z , T l a x c a l a y Q u e retar o. Los habitantes del v i r r e i n a t o eran
por lo general, conocidos como americanos y los residentes de la ciudad
de M é x i c o como mexicanos. Fue sólo d e s p u é s de la independencia que,
a r a í z de l a c r e a c i ó n del i m p e r i o mexicano, el p a í s adopta el n o m b r e de
M é x i c o . A s í , los historiadores generalmente se refieren a la gente de la
é p o c a colonial como novohispanos y a los de la é p o c a posindependentista
c o m o mexicanos.
^ J o s é H i p ó l i t o O d o a r d o , fiscal de la A u d i e n c i a , i n f o r m ó al m i n i s t r o
de G r a c i a y Justicia, el 24 de octubre de 1820, que la N u e v a E s p a ñ a h a b í a
atravesado por u n a " c o n s p i r a c i ó n h a b i t u a l contra el G o b i e r n o " . E l infor-
m e de O d o a r d o está publicado en A L A M Á N , 1985, v , p p . 42-49, la cita se
encuentra en la p . 46. Sobre la actividad e o l í t i c a clandestina v é a n s e t a m -
b i é n : A L A M Á N , 1985, v , p p . 1-31 y G U E D E A , 1992a, p p . 287-358.
^ Los informes sobre los j u r a m e n t o s de fidelidad a la c o n s t i t u c i ó n
se encuentran en A G N , Gobernación, leg. 13, exp. 13; Gazeta Extraordinaria
del Gobierno de Aíéxico (7 y 13 j u n . 1820); Gazeta del Gobierno de Aíéxico
(13 j u n . 1920). V é a s e t a m b i é n A L B A , 1912-1913, n , p p . 169-180. Sobre
sucesos en V e r a c r u z v é a n s e Viva el Rey, 1820 y LÓPEZ L A R A , 1965,
p p . 715-755.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 271

de la Nueva E s p a ñ a , antiguo reino de esta última.) Poco


d e s p u é s , las autoridades novohispanas despacharon cerca de
m i l copias de la constitución a funcionarios de todo el rei-
n o . " Durante los meses siguientes, varias ciudades y po-
blados de todo el virreinato informaron que h a b í a n jurado
a d h e s i ó n a la constitución en ceremonias formales y que
h a b í a n establecido o restaurado los ayuntamientos constitu-
12
cionales. Por ejemplo, el 6 de j u n i o , los "vecinos princi-
pales" de Tlaxcala anunciaron que, a c o m p a ñ a d o s de auto-
ridades civiles, eclesiásticas y militares, h a b í a n proclamado
su apoyo a la constitución en la plaza central, a d e m á s de ce-
lebrar u n Te Deum en la catedral, llevar a cabo ceremonias
públicas y regocijarse, en general, por la restauración del
13
sistema constitucional. Puesto que la constitución permi-
tía el establecimiento de ayuntamientos en áreas urbanas
con una ciudadanía de m i l o m á s individuos políticamente
hábiles, la Carta dio pie a una ampliación radical del n ú m e -
ro de ciudades y poblaciones en la Nueva E s p a ñ a que po-
d í a n tener municipalidades. Para finales de a ñ o , las autori-
dades de la ciudad de México h a b í a n recibido cientos de
informes provenientes de centros urbanos que h a b í a n esta-
blecido ayuntamientos constitucionales. T a n sólo en la pro-
vincia de Puebla se h a b í a n erigido, para el 31 de enero de
1821, u n total de 164 concejos municipales constitucionales,
14
muchos de ellos en poblados i n d í g e n a s .
Los dirigentes principales del virreinato de la Nueva Es-
p a ñ a t a m b i é n restituyeron las diputaciones provinciales,
que eran el segundo peldaño del gobierno local. Durante el

11
" N ú m e r o de ejemplares de la C o n s t i t u c i ó n repartidos en circular
de 19 de j u n i o de 1 8 2 0 " , en A G N , Historia, v o í . 404, f. 329.
1 2
V é a n s e informes en A G N , Ayuntamientos, v o l . 120 y Gobernación, sin
s e c c i ó n , caja 8.
1 3
" V e c i n o s principales de T l a x c a l a al conde del V e n a d i t o " , 6 de j u -
n i o , 1820, A G N , Operaciones de Guerra, v o l . 755. H a y informes similares
provenientes de muchas otras á r e a s en dicho v o l u m e n .
1 4
" L i s t a de los A y u n t a m i e n t o s Constitucionales establecidos en este
R e y n o como consta en las actas de su i n s t a l a c i ó n recibidas hasta el
d i a . . . " , A G N , Ayuntamientos, v o l . 120.
JAIME E. RODRÍGUEZ O.

primer periodo constitucional fueron fundadas seis diputa-


ciones provinciales: Nueva E s p a ñ a , Nueva Galicia, Yuca-
t á n , San Luis Potosí, Provincias Internas de Oriente y Pro-
vincias Internas de Occidente. Dos de ellas reinstalaron sus
15
antiguas diputaciones en 1820: Y u c a t á n el 13 de mayo, y
16
Nueva E s p a ñ a , el 20 de j u l i o ; las otras no lo hicieron de-
bido, al parecer, a que poco después h a b r í a n de celebrar
elecciones. Como ya había ocurrido antes, en 1812-1813, la
Nueva E s p a ñ a estableció una j u n t a preparatoria para orga-
nizar las elecciones." Procesos similares tuvieron lugar en
otras regiones en 1820: Y u c a t á n y Nueva Galicia celebraron
elecciones en agosto, Nueva E s p a ñ a y San Luis Potosí, en
septiembre; las Provincias Internas de Oriente, en octubre,
18
y las Provincias Internas de Occidente, en noviembre. De
modo que, para fines del a ñ o , había seis diputaciones pro-
vinciales de reciente elección funcionando en el antiguo v i -
rreinato de la Nueva E s p a ñ a .
L a imprenta, que se había convertido en instrumento i n -
dispensable en política, dio p á b u l o a la explosión de esta ac-
tividad en el antiguo virreinato. De manera casi inmediata
aparecieron, tanto en la ciudad de México como en las capi-
tales provinciales, numerosas publicaciones con avisos i m -
portantes, decretos, leyes, circulares, actas de reuniones
especiales, informes sobre elecciones, declaraciones de per-
sonas prominentes y otros asuntos de interés. Los novohis-
panos políticamente activos obtenían información sobre su-
cesos de relevancia en cuestión de sólo unos días de haber
acontecido éstos, poseían copias de documentos importantes
19
y se aseguraban de velar por sus derechos.
H a b í a en circulación miles de panfletos, periódicos y ho-
jas sueltas, en los que los escritores comentaban la impor-
tancia del recién restaurado orden constitucional y elogia-

1 5
B E N S O N , 1 9 5 5 , p. 44.
1 6
H E R R E J Ó N PEREDO, 1 9 8 5 , p. 27.
17
Gazeta del Gobierno de México ( 1 3 j u l . 1 8 2 0 ) . Para las anteriores elec-
ciones v é a s e G U E D E A , 1 9 9 1 , p p . 1 6 - 2 8 .
1 8
B E N S O N , 1 9 5 5 , p. 47.
1 9
R O D R Í G U E Z , 1 9 9 1 , p. 516.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 273

20
ban a los héroes constitucionalistas de la P e n í n s u l a . L a
cuantiosa literatura que se publicó da cuenta no sólo del en-
tusiasmo con que el público veía el sistema constitucional
sino t a m b i é n del acalorado debate que se suscitó en torno al
tipo de gobierno que se deseaba para la Nueva E s p a ñ a .
Tiempo después, Vicente Rocafuerte c o m e n t a r í a : " ¿ C u á l
sería el placer con que. . . viéron renacer [la constitución] en
su segunda época? Se le tributaban los m á s tiernos elogios:
no h a b í a papel público n i poesía, que no tuviese por objeto
21
alabarla y recomendarla." Algunos se referían a la consti-
tución como al " C ó d i g o Sagrado", la " C a r t a D i v i n a " , " l a
N i ñ a B o n i t a ' ' . Salieron impresas incontables publicaciones
de la anterior era constitucional. Aparecieron varios catecis-
mos políticos consagrados a ensalzar sus virtudes. Como
uno de ellos señalaba, la nación española estaba compuesta
por todas las posesiones de la m o n a r q u í a ; todos los hombres
eran no sólo ciudadanos sino t a m b i é n españoles; el rey era
" u n ciudadano como los d e m á s , que recibe su autoridad de
la n a c i ó n " ; y los derechos de los españoles consistían en " l a
22
libertad, la seguridad, la propiedad y la i g u a l d a d " . Por lo
menos un escritor dirigió sus comentarios a los indígenas del
centro de M é x i c o en su propia lengua en una publicación t i -
tulada: La Aíalinche de la Constitución. En los idiomas mejicano

2(1
V é a n s e las publicaciones de 1820 compiladas por G A R R Í T Z , G U E D E A
y L O Z A N O , 1990, n , p p . 699-914. El p e r i ó d i c o La Abeja Poblana, p o r ejem-
p l o , a p a r e c i ó el 30 de n o v i e m b r e de 1820, y se d e c l a r ó a sí m i s m o el " P r i -
m e r p e r i ó d i c o que se publica en esta ciudad de la Puebla de los Angeles
en uso de los derechos que ha declarado la C o n s t i t u c i ó n p o l í t i c a de nues-
t r a m o n a r q u í a e s p a ñ o l a j u r a d a en 3 de j u n i o de 1 8 2 0 " . A u n q u e fue p u b l i -
cada en Puebla, La Abeja Poblana aspiraba a convertirse en u n p e r i ó d i c o
nacional; desde u n p r i n c i p i o fue d i s t r i b u i d o en otras ciudades i m p o r t a n -
tes, tales como M é x i c o , V e r a c r u z , O r i z a b a y Oaxaca. Interesante panfle-
to t e m p r a n o , fechado el 7 de j u n i o de 1820, es la Carta de un constitucional
de Méjico. J a v i e r O c a m p o analiza algunos de estos debates en O C A M P O ,
1969. A u n q u e t o m a en cuenta unas cuantas publicaciones que abordan
la C o n s t i t u c i ó n de 1812 — y a que su i n t e r é s se centra en la independen-
cia—, O c a m p o por lo general pasa p o r alto los abundantes debates consti-
tucionales de la é p o c a .
2 1
ROCAFUERTE, 1822, p. 4.
2 2
D . C . J . , 1820.
JAIME E. RODRÍGUEZ O.

y castellano. Este autor a n ó n i m o declaraba que los nativos


eran desde ese momento libres, que eran españoles y que su
futuro quedaba asegurado en tanto que la constitución si-
23
guiera en efecto. Incluso algunos antiguos defensores de
la insurgencia, como Carlos M a r í a de Bustamante, en u n
panfleto titulado La Constitución de Cádiz o motivos de mi afecto
a lo. Constitución, sostenían que era en esta carta donde mejor
24
se expresaban las necesidades de la Nueva E s p a ñ a .
El r é g i m e n constitucional de E s p a ñ a contribuyó asimis-
mo a la diseminación de las ideas políticas cuando, el 14 de
abril de 1820, decretó que " E n todas las escuelas de prime-
ras letras y humanidades del Reino se explicará por maes-
tros la Constitución por u n modo claro y perceptible a la
edad y c o m p r e h e n s i ó n de los n i ñ o s . . . " De hecho, las auto-
ridades t e n í a n la idea de que la constitución se usara como
25
manual básico para aprender a leer. El decreto, publicado
el 17 de agosto en M é x i c o , se estaba poniendo ya en funcio-
namiento a finales de a ñ o en las escuelas de la capital. Los
maestros, sin embargo, se quejaron de que el precio de una
copia impresa de la constitución (diez reales) era demasiado
elevado. Muchos de ellos la sustituyeron por el popular cate-
cismo político arreglado a la Constitución, que no sólo costaba
menos (tres reales) sino que proporcionaba una explicación
m á s simple y m á s clara de los complejos conceptos políticos
26
que el nuevo sistema constitucional c o m p r e n d í a .
L a difusión de las ideas constitucionales se intensificó en
los meses que siguieron. Mientras la m a y o r í a de los propa-
gandistas d e b a t í a n cuestiones surgidas a raíz de la restaura-
ción de la carta, algunos de ellos centraron su atención en
la educación: no sólo los escritores se atareaban en la publi-
cación de catecismos políticos para instruir al público sino
que t a m b i é n los curas participaban leyendo fragmentos de

2 3
La Malinche, 1 8 2 0 . V é a n s e t a m b i é n , e n t r é muchas otras publicacio-
nes, los escritos de F E R N Á N D E Z DE L I Z A R D I , 1970; M . T . y C, 1820; La
defensa, 1 8 2 0 ; La Constitución, 1 8 2 0 .
2 4
BUSTAMANTE, 1971.
2 5
Gazeta del Gobierno de México ( 1 7 ago. 1 8 2 0 ) .
2 6
D . J . C , 1 8 2 0 ; Cartilla, 1 8 2 0 ; El padre nuestro, 1 8 2 0 . V é a s e t a m b i é n :
T A N K DE E S T R A D A , 1 9 9 2 , pp. 72-73.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 275

la constitución a sus feligreses durante las misas dominica-


27
les. Argumentando que " e l hombre no despreocupa, n i se
instruye en sus obligaciones y deberes, sino por medio de la
c o m u n i c a c i ó n de las ideas", algunos propusieron que se
fundara una Academia Patriótica Constitucional en la ciu-
dad de M é x i c o , dedicada al estudio y a la discusión del go-
bierno, las leyes, la sociedad, la moral, las artes y las cien-
cias. De manera que " l a estensión de esta porción vasta de
la m o n a r q u í a , desde Veracruz hasta Taos, y de Acapulco a
B é j a r " , se beneficiara de la ilustración de "todos los sabios
de este continente". Así se h a r í a posible que "las Cortes so-
beranas realicen los magníficos planes, y vastas ideas, que
acerca de la instrucción pública se desplegaron". Los propo-
nentes terminaban invitando a las autoridades civiles y ecle-
siásticas a apoyar el proyecto y sus ideas, las cuales p o d r í a n
" c o n t r i b u i r al bien estar general, y a los progresos de la civi-
28
lización y la c u l t u r a " .
Aunque los debates políticos atraían la atención pública,
fueron las elecciones las que, tal vez m á s que cualquier otra
actividad, sirvieron para politizar a la sociedad de la Nueva
29
E s p a ñ a . Probablemente, m á s de m i l ciudades y pueblos
celebraron elecciones para ayuntamientos constitucionales
durante la segunda mitad de 1820. Dado que para votar no
era necesario reunir los requisitos de ser alfabeta o poseer
propiedades, casi todos los varones adultos tenían el derecho
de participar. Como señala Guedea:

Los procedimientos establecidos por las cortes para la celebra-


ción de estos procesos electorales fueron, además de indirectos,
largos y complejos. En el caso de la elección de ayuntamientos
constitucionales, se procedería en dos etapas. Primero debían
elegirse electores parroquiales y más tarde éstos debían desig-
30
nar a los nuevos alcaldes, regidores y síndicos.

2 7
Francisco S á n c h e z de T a g l e analiza el papel del clero en su i n f o r m e
secreto al A y u n t a m i e n t o C o n s t i t u c i o n a l de M é x i c o , 9 de enero de 1 8 2 1 ,
A G N , Ayuntamientos, v o l . 178.
2 8
Prospecto, 1820.
2 9
G U E D E A , 1991, pp. 27-28.
3 0
GUEDEA, 1991, p. 6.
276 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

A d e m á s , las parroquias m á s pobladas de las grandes ciu-


dades a menudo contaban con m á s de una j u n t a electoral.

El grado de complejidad aumentaba para la designación de di-


putados a Cortes y de diputaciones provinciales. Las elecciones
debían, hacerse primero por parroquias, después por partidos y
finalmente por provincias. Fue, necesario pues, que para su or-
31
ganización y cuidado se establecieran juntas preparatorias.

Las elecciones para las seis diputaciones provinciales del


virreinato de la Nueva E s p a ñ a tuvieron lugar entre agosto
y noviembre. Se llevaron a cabo por separado dos elecciones
para diputados a cortes: la primera, para las cortes de 1821¬
1822, se celebró de manera r á p i d a en el otoño de 1820, y la
segunda, para la sesión parlamentaria de 1822-1823, co-
32
m e n z ó en diciembre de 1820. Así, de junio de 1820 a
marzo de 1821, las c a m p a ñ a s electorales v las elecciones fue-
ron la principal preocupación de la población novohispana
políticamente activa, la cual tal vez alcanzó en n ú m e r o los
cientos de miles.
U n a actividad política de tal intensidad difícilmente iba
a dejar de despertar inquietud entre los diversos grupos. En
las provincias, los maestros se quejaban de que sus alumnos
ya no les prestaban atención; los curas informaban que los
i n d í g e n a s no los respetaban y se negaban a asistir a misa;
mientras que otros funcionarios alegaban que la gente ya no
o b e d e c í a a las autoridades creyendo que la constitución los
33
h a b í a eximido de gran parte de sus obligaciones. En la
ciudad de México, el regidor constitucional Francisco M a -

3 1
GUEDEA, 1991.
3 2
I n c l u so d e s p u é s de p u b l i c a r el P l a n de I g u a l a , La Abeja Poblana d i o
noticias sobre las elecciones de diputados a cortes y sobre el representante
de l a p r o v i n c i a de Puebla en la D i p u t a c i ó n P r o v i n c i a l de N u e v a E s p a ñ a .
La Abeja Poblana, 16 (15 m a r . 1821). V é a s e t a m b i é n B E R R Y , 1966,
p p . 32-33. J . I g n a c i o R u b i o M a ñ é p r o p o r c i o n a abundante i n f o r m a c i ó n
y documentos sobre los diputados elegidos a las cortes de 1821-1822, en
R U B I O M A Ñ É , 1971, pp. 349-395.
3 3
Agradezco a C h r i s t o n I . A r c h e r la i n f o r m a c i ó n sobre las condicio-
nes de las provincias en 1820. C o m u n i c a c i ó n personal, 6 de n o v i e m b r e
de 1992.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 277

nuel Sánchez de Tagle informó que ciertos eclesiásticos se


estaban mostrando hostiles a la constitución. " N o t o , con
dolor —declaró Tagle-—, que el sistema constitucional pier-
de cada día m á s terreno, y sus enemigos hacen conquistas
r a p i d í s i m a s . " Sin embargo, t a m b i é n señaló que, entre
aquellos que minaban las cortes y la constitución se encon-
traban "algunos eclesiásticos, seculares y regulares (pocos
de ellos seductores y los m á s seducidos)... El sexo femenino
y lo general del pueblo baxo y m e d i o " caían víctimas de la
34
propaganda anticonstitucional del clero. El fiscal de la au-
diencia, J o s é Hipólito Odoardo, t a m b i é n informó que va-
35
rios clérigos se oponían al orden constitucional. Garlos
M a r í a de Bustamante expresó, asimismo, su preocupación
por la actitud del clero, y por medio de u n panfleto intentó
mitigar sus temores de que la constitución implicaba una
amenaza a su religión y a su posición. Como conclusión, el
texto decía: "Venerables párrocos, permitid a u n simple fiel
que se atreva a suplicaros estudiéis cuidadosamente en este
C ó d i g o vuestras obligaciones e intereses y que apliquéis
vuestro influjo para que otros los entiendan por vuestra voz.
D e s e n g a ñ e m o s a los Pueblos y no temamos decirles voz en
cuello. . . L a Constitución es la á n c o r a ú n i c a que sostiene el
36
bajel del Estado."
El ejército, al igual que el clero, m o s t r ó una actitud ambi-
valente frente al orden restaurado. Los nuevos ayuntamien-
tos pronto echaron mano de las garantías constitucionales
para poner fin a la recaudación de impuestos de guerra y
prohibir a los oficiales reales hacer reclutamientos dentro de
sus territorios. Los oficiales del ejército juzgaron la restaura-
ción de la constitución u n golpe mortal para éste, ya que
muchas de sus unidades no h a b í a n recibido pago en meses
y carecían de suministros y equipo, a d e m á s de no poder se-
guir operando sin la recaudación de tiempos de guerra. Los

3 4
I n f o r m e secreto de Francisco S á n c h e z de T a g l e al A y u n t a m i e n t o
C o n s t i t u c i o n a l de M é x i c o , 9 de enero de 1 8 2 1 , A G N , Ayuntamientos, v o l .
178.
3 5
I n f o r m e de O d o a r d o , en A L A M Á N , 1985, v , p p . 42-49.
3 6
B U S T A M A N T E , 1971, p. 53.
278 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

jefes del ejército estaban acostumbrados —especialmente


durante el periodo absolutista— a predominar sobre los fun-
cionarios civiles en u n esfuerzo por terminar con la insur-
gencia, y al cabo del tiempo llegaron a ejercer el control polí-
tico en las regiones gobernadas por éstos. Algunos de ellos,
incluso, establecieron verdaderos feudos para beneficio per-
sonal, en los que amasaron riquezas mediante la malversa-
ción de fondos públicos, el soborno y la extorsión. Las nue-
vas políticas de los ayuntamientos constitucionales no sólo
debilitaban la integridad institucional del ejército real y anu-
laban los poderes económico y político de algunos oficiales
sino que t a m b i é n amenazaban a muchos de éstos con llevar-
37
los a juicio por sus anteriores abusos.
Los decretos "radicales" promulgados por las cortes res-
tauradas despertaron la hostilidad del ejército y del clero a
la constitución. Dichas medidas consistían principalmente
en la supresión de las órdenes monásticas y de los jesuítas,
así como en la abolición de la inmunidad eclesiástica y m i l i -
38
tar al juicio c i v i l . Si bien los decretos de las cortes intensi-

3 7
ARCHER, 1 9 9 3 , pp. 17-45.
3 8
Lucas A l a m á n y varias generaciones de historiadores se h a n ateni-
do a estas medidas para a r g u m e n t a r que la Iglesia y el ejército respalda-
r o n la independencia c o m o u n a r e a c c i ó n conservadora a las p o l í t i c a s r a d i -
cales de E s p a ñ a . A L A M Á N , 1 9 8 5 , v , p p . 2 7 - 5 6 . Expresiones m á s recientes
de esta p o s i c i ó n se encuentran en BREEDLOVE, 1 9 6 6 y M A C A U L E Y , 1 9 6 6 ,
pp. 1 1 3 - 1 3 3 y BERRY, 1 9 6 6 , pp. 134-152.
Recientemente, D o r i s L a d d y X i m o t h y A n n a h a n asegurado que el
Plan de I g u a l a no c o n s t i t u y ó u n a r e a c c i ó n sino la c u l m i n a c i ó n de las aspi-
raciones autonomistas. A n n a t a m b i é n sostiene que los actos anticlericales
y a n t i m i l i t a r e s de las cortes no p u d i e r o n haber provocado que esos orga-
nismos o p t a r a n por l a independencia, ya que la n o t i c i a de los decretos no
llegó a l a N u e v a E s p a ñ a sino hasta enero de 1 8 2 1 , d e s p u é s de que se h a b í a
decidido l a o p o s i c i ó n al sistema constitucional. L A D D , 1 9 7 6 , p p . 1 2 1 - 1 3 1 ;
ANNA 3 1978, DD. 199-209.
Si b i e n es cierto que l a independencia no representaba u n a r e a c c i ó n
conservadora, resulta incorrecto a r g u m e n t a r que los actos de las cortes no
i n f l u y e r o n en las p o l í t i c a s de la N u e v a E s p a ñ a . M u c h o t i e m p o antes de
que esos decretos fueran puestos en v i g o r en M a d r i d en 1 8 2 0 , y a estaban
siendo discutidos en la colonia. D e hecho, en 1 8 2 9 aparecieron panfletos
en defensa y en contra de las ó r d e n e s y de los militares, u n o de ellos fecha-
do el 2 8 de octubre de 1 8 2 0 . El amante, 1 8 2 0 ; Defensa, 1 8 2 0 ; Justo reclamo,
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 279

ficaron el descontento de estos dos grupos clave, hubo otros


factores m á s inmediatos detrás de este brote de hostilidad.
El caso del ejército real ha quedado claro. Como señala
Christon Archer, con la restauración constitucional queda-
ron perdidas las esperanzas del ejército real de vencer a los
insurgentes. En el mejor de los casos, podía aspirar al igno-
minioso olvido de la " d e r r o t a " ; en el peor, tendría que pur-
gar sus excesos mediante el castigo. El impacto que la consti-
tución restaurada tuvo sobre el clero fue menos uniforme y
dio lugar a divisiones en el seno de la iglesia. L a inestabili-
dad política de la época afectó adversamente a muchos ecle-
siásticos, tales como los miembros de las órdenes m o n á s t i -
cas; pero muchos otros clérigos participaron exitosamente en
la nueva política, tanto así que algunos de los políticos " a n t i -
clericales" m á s radicales eran hombres de la Iglesia. T a l
vez, como afirma Odoardo, las facciones tradicionales de las
fuerzas armadas y del clero resintieron la p é r d i d a de su posi-
ción social privilegiada. Habiendo sido antes el baluarte del
Estado, muchos sintieron que estaban siendo abandonados a
39
políticos oportunistas. E l desencanto que privaba entre las
fuerzas armadas y el clero, aunque fastidioso para la élite na-
cional de la ciudad de M é x i c o
corno
lo indican los escritos de
S á n c h e z de Tagle, Odoardo y Bustamante, no fue suficiente
para desestabilizar el sistema constitucional restaurado. Y a
se h a b í a n establecido demasiadas diputaciones provinciales
y ayuntamientos constitucionales y se h a b í a n celebrado de-
masiadas elecciones corno para, cjue los dos grupos privile-
giados pudieran simplemente derribar el nuevo orden' Así
p a r e c í a cjue el sistema constitucional restaurado iba a pro-
porcionar a los novohispanos el autogobierno cjue h a b í a n
buscado durante m á s de una d é c a d a
En 1820, los autonomistas siguieron dos caminos en su
esfuerzo por lograr el autogobierno: el proceso constitucio-
nal y —al igual que en 1813, cuando pensaron en la posibili-
dad de unirse al r é g i m e n insurgente— otros medios encarni-

1820; Los amantes, 1820.


i m o r m e ue c^aoarao, en A L A M A N , l y o o , v , p p . 42-49.
280 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

40
nados a u n "gobierno alterno". E n u n principio vieron
en el proceso constitucional una alternativa m á s manejable
y atractiva. Los autonomistas obtuvieron el control de las d i -
putaciones provinciales y ayuntamientos constitucionales y
ganaron las elecciones a las cortes. A l tiempo que se mostra-
ban dispuestos a seguir la vía constitucional española hacia
la a u t o n o m í a , permanecieron resueltos a gobernarse a sí
41
mismos.
Las provincias, sin embargo, no estaban satisfechas con
el p e q u e ñ o n ú m e r o de diputaciones asignadas al virreinato
de la Nueva E s p a ñ a por las cortes anteriores. Cada una de
ellas se organizó para obtener su propia diputación provin-
cial. Por ejemplo, poco después de haber sido restablecido,
el Ayuntamiento Constitucional de Puebla envió una repre-
sentación formal a las cortes pidiendo que se le asignara una
d i p u t a c i ó n provincial conforme al artículo 325 de la consti-
tución, que decía: " E n cada provincia h a b r á una diputación
llamada provincial, para promover su prosperidad, presidi-
42
da por el jefe superior." Indicando que el decreto del 23
de mayo de 1813 —que p o s p o n í a la asignación de diputacio-
nes a todas las provincias del virreinato de la Nueva E s p a ñ a
hasta que no se formaran nuevas divisiones territoriales en
los dominios españoles, y mediante el cual se creaba la D i -
p u t a c i ó n Provincial de la Nueva E s p a ñ a , integrada por siete
provincias— ya no era válido, el Ayuntamiento de Puebla
e x h o r t ó a las cortes a poner en vigor la Carta Nacional y a
aprobar la creación de diputaciones para cada provincia de
la Nueva E s p a ñ a . E l ayuntamiento sostenía que las distan-
cias y las cifras poblacionales justificaban la creación de di-
43
putaciones provinciales locales. E l 18 de septiembre de
1820, durante las elecciones de diputados a cortes, la Junta
Electoral de Puebla despachó otra representación al restau-

4 0
G U E D E A , 1992a, p p . 244-245.
4 1
Sobre las elecciones de 1820 v é a s e A G N , Historia, v o l . 405; Gober-
nación, sin s e c c i ó n , caja 8; Ayuntamientos, vols. 120 y 168; B E R R Y , 1966,
pp. 29-42, y HERREJÓN P E R E D O , 1985, p p . 27-28.
4 2
A r t í c u l o 325, " C o n s t i t u c i ó n P o l í t i c a de l a M o n a r q u í a E s p a ñ o l a " ,
en T E N A R A M Í R E Z , 1991, p. 97.
4 3
Ayuntamiento, 1820.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 281

rado parlamento para reafirmar la necesidad de la provincia


de una diputación local. " L o s españoles ultramarinos —de-
claraba—, no somos de peor condición que los peninsula-
res . . . " Los poblanos argumentaban que si los reinos de la
Vieja Castilla y León se h a b í a n hecho merecedores de nueve
diputaciones provinciales, entonces la mucho m á s extensa
provincia de Puebla de los Angeles, con su mayor n ú m e r o
de pobladores, no " h a de carecer de la D i p u t a c i ó n Provin-
4 4
cial que le designa la ley fundamental de la M o n a r q u í a " .
Las provincias del virreinato insistían en que cada una de
ellas obtuviera una diputación provincial. Las cortes, sin
embargo, solamente autorizaron una nueva diputación en
1820: la de M i c h o a c á n y la de Guanajuato, con sede en V a -
Uadolid. Los diputados americanos se reagruparon durante
el receso parlamentario del 10 de noviembre de 1820 al 1—
de marzo de 1821. Llegaron nuevos diputados propietarios
para reforzar al grupo, pero sobre todo, las provincias mis-
mas se encargaron de fortalecer las manos de sus represen-
tantes con la presentación de detalladas peticiones de dipu-
45
taciones nuevas. E n la Nueva E s p a ñ a , algunos individuos
exigieron acción inmediata. Juan N . Troncoso, un elector
provincial de Puebla, insistía en que no h a b í a necesidad de
esperar la a p r o b a c i ó n de las cortes puesto que la constitu-
ción claramente autorizaba la creación de diputaciones pro-
46
vinciales para cada provincia. Pero el gran empujón se
dio en la.s cortes de 1821, en las que los diputados america-
nos insistieron en que a toda antigua intendencia del Nuevo
M u n d o se le concediera una diputación provincial. Después
de u n prolongado debate, el 8 de mayo de 1821 las cortes
47
dieron su a p r o b a c i ó n . Los representantes del Nuevo
M u n d o h a b í a n logrado una importante concesión en su em-
p e ñ o por obtener u n gobierno a u t ó n o m o .
Sin embargo, la ejecución del decreto resultó ser m á s difí-
cil, como ya h a b í a demostrado la experiencia de M i c h o a c á n .

Junta Electoral, 1 8 2 0 .
BENSON, 1 9 5 5 , pp. 49-55.
TRONCOSO, 1820.
BENSON, 1 9 5 5 , pp. 54-59.
282 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

Esta región fue la única entre las provincias de la Nueva Es-


p a ñ a a la que se le asignó una diputación antes de mayo de
1821, debido en parte a que su diputado a cortes, J o s é M a -
48
riano Michelena, h a b í a mantenido una colaboración es-
trecha tanto con el ayuntamiento de Vailadolid como con
uno de los parlamentarios m á s hábiles de la Nueva E s p a ñ a ,
J o s é M i g u e l Ramos Arizpe. Aunque las cortes aprobaron la
nueva diputación provincial el 6 de noviembre de 1820
—cuatro días antes de que entrara en receso hasta el 1- de
marzo de 1821 — , el decreto real no llegó a la Nueva E s p a ñ a
sino mucho m á s tarde. N o obstante, Michelena de inmedia-
to envió al ayuntamiento de Vailadolid los documentos per-
tinentes, que incluían la gaceta oficial del gobierno en la que

4 8
N a c i d o , en V a i l a d o l i d , M i c h o a c á n (ca. 1780), en el seno de u n a de
las familias m á s prominentes de la r e g i ó n , J o s é M a r i a n o M i c h e l e n a fue
educado allí y en la c i u d a d de M é x i c o , y se h i z o abogado. G o m o v á s t a g o
de u n a p r o m i n e n t e f a m i l i a de la élite, i n g r e s ó al e j é r c i t o con u n a c o m i s i ó n
de teniente. E n 1808, él y otros o ñ c i a l e s americanos se sintieron profun-
d a m e n t e ofendidos por el golpe de los europeos y p o r el d e s d é n que éstos
m o s t r a b a n hacia los derechos de los novohispanos. A l a ñ o siguiente, con-
vencidos de que Francia c o n q u i s t a r í a E s p a ñ a , M i c h e l e n a y otros, organi-
z a r o n u n a a m p l i a c o n s p i r a c i ó n independentista. A pesar de ser descubier-
ta, los conjurados de V a i l a d o l i d fueron liberados, ya que lo ú n i c o que las
autoridades p o d í a n p r o b a r era que éstos buscaban evitar que los franceses
c o n q u i s t a r a n la N u e v a E s p a ñ a . M u y significativo fue el hecho de que su
abogado defensor fuera Carlos M a r í a de Bustamante. Posteriormente,
M i c h e l e n a fue destinado a Jalapa, en donde se v i o i n v o l u c r a d o en la ma-
l a v e n t u r a d a c o n s p i r a c i ó n de 1812 de V e r a c r u z . E n esta o c a s i ó n fue encar-
celado en el fuerte de San J u a n de U l ú a p o r u n periodo de u n a ñ o .
R e c i b i ó u n a a m n i s t í a en 1813 con la c o n d i c i ó n de que prestara servicio
en el e j é r c i t o de E s p a ñ a . A q u í , M i c h e l e n a se d i s t i n g u i ó , y obtuvo a la pos-
tre el r a n g o de coronel.
T e r m i n a d a la guerra, M i c h e l e n a p e r m a n e c i ó en E s p a ñ a prestando
servicio en el e j é r c i t o , pues aparentemente t e m í a que a su retorno a A m é -
rica fuera procesado por su anterior a c t i v i d a d subversiva. A l ser restaura-
da la c o n s t i t u c i ó n en 1820, c o n s i g u i ó que se le n o m b r a r a d i p u t a d o suplen-
te de M i c h o a c á n y , debido a sus contactos en su tierra, fue elegido
d i p u t a d o p r o p i e t a r i o en las elecciones de 1820. T o d o este tiempo m a n t u v o
u n a estrecha c o m u n i c a c i ó n tanto con sus familiares como con el ayunta-
m i e n t o de V a i l a d o l i d . M I C H E L E N A , 1985, i , p p . 467-471; B U S T A M A N T E ,
1961, i , p p . 22-23; A L A M Á N , 1985, i , p p . 314-419; n , p p . 461-466; i v , p p .
88-89; v , p . 23.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 283

se h a b í a n impreso los decretos. Como resultado, el Concejo


M u n i c i p a l de Valladolid solicitó, el 25 de febrero de 1821,
que el jefe político superior, Juan Ruiz de Apodaca progra-
mara para marzo las elecciones para la nueva diputación
provincial. Debido a que a ú n no recibía notificación formal
de M a d r i d , Apodaca remitió el asunto a la Diputación Pro-
vincial de la Nueva España, la cual tenía jurisdicción sobre la
provincia de M i c h o a c á n . Asediado ya por numerosas disputas
sobre fronteras territoriales entre los cientos de ayuntamien-
tos de su jurisdicción, aquel organismo optó por el aplaza-
miento, declarando "que aunque no se duda de la verdad
de la resolución que cita [la solicitud de Valladolid], no se
ha recibido oficialmente por el conducto que corresponde el
49
Soberano Decreto". E l ayuntamiento de Valladolid no se
detuvo y logró convencer al jefe político interino de Michoa-
cán de que celebrara elecciones el 12 de marzo. El jefe políti-
co, sin embargo, se negó a instalar a los recién elegidos dipu-
50
tados provinciales hasta no recibir el real decreto.
Desde el momento de la restauración constitucional en
1820, las élites novohispanas h a b r í a n de insistir en que sólo
una puesta en vigor total de la carta p o n d r í a t é r m i n o al des-
contento en el Nuevo M u n d o . Los ayuntamientos constitu-
cionales, en particular, giraron instrucciones a sus represen-
tantes a cortes para que ejercieran toda la presión que
pudieran con objeto de obtener cuanto antes las concesiones
51
que les permitieran alcanzar el autogobierno. Sin embar-
go, la m a y o r í a española en las cortes, preocupada por la tur-

4 9
HERREJÓN PEREDO, 1 9 8 5 , p. 2 5 3 y BENSON, 1 9 5 5 , pp. 59-60.
5 0
C o m o i n d i c a Benson, la e l e c c i ó n de u n a d i p u t a c i ó n provincial para
M i c h o a c á n - G u a n a j u a t o h u b i e r a r e q u e r i d o t a m b i é n reasignar representa-
ciones entre las restantes provincias que c o n s t i t u í a n la D i p u t a c i ó n P r o v i n -
c i a l de la N u e v a E s p a ñ a . V é a s e BENSON, 1 9 5 5 , p p . 6 0 - 6 1 .
D l
V é a n s e , p o r ejemplo, A y u n t a m i e n t o C o n s t i t u c i o n a l de M é x i c o ,
" I n s t r u c c i ó n a los diputados a C o r t e s " , en B L A C , H e r n á n d e z y D á v a l o s
Papers, 1 4 - 2 . 1 3 3 3 . 9 6 , y D i p u t a c i ó n P r o v i n c i a l de Y u c a t á n , " I n s t r u c c i o -
nes a los diputados a C o r t e s " , en B L A C , H e r n á n d e z y D á v a l o s Papers,
1 3 - 4 . 1 2 8 8 , y el i n f o r m e secreto de J u a n G ó m e z de Navarrete y T o m á s
M u r f i , " N o t i c i a s importantes sobre nuestra independencia dadas p o r los
S.S. D i p u t a d o s a las Cortes de E s p a ñ a " , A G N , Gobernación, sin s e c c i ó n ,
caja 2 3 ; v é a s e t a m b i é n , A N D E R S O N , 1 9 6 6 , p p . 1 9 7 - 2 0 7 .
284 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

bulencia política de la Península, obraba con dilación cuan-


52
do se trataba de la " c u e s t i ó n americana". El hecho de
que las cortes no acertaran a comunicar a tiempo sus preocu-
paciones movió a los representantes americanos a proponer
otros medios para asegurarse el autogobierno en su región.
Las propuestas de a u t o n o m í a americana habían sido dis-
cutidas durante décadas. L a anterior participación de E s p a ñ a
en el conflicto internacional que coincidió con la indepen-
dencia de Estados Unidos sirvió para convencer a algunas
autoridades españolas de que era necesario conceder algún
tipo de a u t o n o m í a a las posesiones en el Nuevo M u n d o . E n
1781, el intendente de Caracas, J o s é de Abalos, propuso que
se establecieran " m o n a r q u í a s " político-militares a u t ó n o m a s
en A m é r i c a , con el fin de defender la región de Inglaterra y
53
de los nacientes Estados Unidos. Dos años después, el
Conde de Aranda r e c o m e n d ó a Carlos I I I que E s p a ñ a retu-
viera las Antillas y estableciera tres m o n a r q u í a s en el resto
del continente: Nueva E s p a ñ a , Costa Firme (norte de Sud-
a m é r i c a ) y P e r ú . Estos reinos d e b e r í a n ser gobernados por
príncipes españoles que m a n t e n d r í a n lazos políticos, econó-
54
micos y militares con E s p a ñ a . E n 1797, Manuel Godoy
sugirió que Luisiana fuera convertida en reino federado con
u n príncipe español en el trono. M á s tarde, en 1804, propu-
so la creación de regencias americanas gobernadas por prín-
cipes españoles. En octubre de 1806, Carlos I V consideró la
posibilidad de crear reinos del Nuevo M u n d o en los virrei-
natos de Nueva E s p a ñ a , Nueva Granada, P e r ú y L a Plata,
55
que t a m b i é n estarían gobernados por príncipes españoles.
En 1811, el doctor J o s é Beye de Cisneros, representante a
cortes de la provincia de M é x i c o , propuso "erigir Juntas
Provinciales en cada virreinato y gobierno superior de A m é -

5
^ H e e x a m i n a d o el asunto en R O D R Í G U E Z , 1975, p p . 32-38.
5 3
M U Ñ O Z ORAA, 1960, p p . 439-473.
5 4
A l g u n o s h a n puesto en d u d a l a a u t e n t i c i d a d de la propuesta de
A r a n d a ; v é a n s e W H I T A K E R , 1937, p p . 278-313 y W R I G H T , 1938, p p . 445¬
460. Para u n cuidadoso a n á l i s i s del p r o b l e m a v é a s e EZQUERRA, 1962, p p .
212-214.
5 5
EZQUERRA, 1962, p p . 158-286; R A M O S , 1968, p p . 85-123, y G O D O Y ,
1956, i , p p . 381-382.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 285

rica, las cuales estarían integradas por individuos elegidos


56
por su propio pueblo". Según este plan, las juntas provin-
ciales reconocerían en las cortes a u n parlamento imperial
extensivo superior a ellas. Beye de Cisneros sugirió, asimis-
mo, que el gobierno imperial, en caso de que la Península
cayera en manos de los franceses, t e n d r í a la posibilidad de
transferirse a alguna de esas juntas provinciales y seguir l u -
chando desde ahí. Por último, en diciembre de 1820, Fer-
nando V I I escribió al virrey Apodaca, a la ciudad de M é x i -
co, para comunicarle que tal vez tuviera que huir hacia la
57
Nueva E s p a ñ a , en donde reinaría como monarca absoluto.
En el curso de 1820, Michelena esbozó u n plan que com-
binaba elementos de propuestas anteriores para la autono-
m í a de A m é r i c a con el nuevo sistema de gobierno constitu-
cional. Puesto que estaba en comunicación tanto con su
familia en M i c h o a c á n como con el Ayuntamiento Constitu-
cional de Valladolid, los lincamientos de su plan alcanzaron
amplia difusión, lo mismo en la Nueva E s p a ñ a que en la Pe-
nínsula. E n M a d r i d , los diputados suplentes estudiaron el
plan de Michelena durante una serie de reuniones celebra-
das en la residencia del prominente novohispano Francisco
Fagoaga, hombre de grandes riquezas y de múltiples contac-
tos tanto en Europa como en A m é r i c a , y que, al igual que
Michelena y Ramos Arizpe, estaba vinculado con los grupos
58
masónicos.
U n a vez m á s , los problemas internos impidieron al go-
bierno resolver la " c u e s t i ó n americana". Poco después de
que las cortes reanudaran las sesiones en marzo de 1821, el
rey disolvió el ministerio, provocando una crisis política.

5 6
C i t a d o en A N N A , 1978, p . 101. V é a s e t a m b i é n A N D E R S O N , 1966,
p p . 188-192.
5 7
F e r n a n d o V I I a J u a n R u i z de Apodaca, 24 de d i c i e m b r e de 1820,
B L A C , Z e i t i i n Coiiection. A u n q u e algunos has puesto en tela de j u i c i o
la a u t e n t i c i d a d de la carta, ésta ha sido publicada p o r varios historiadores
del siglo x i x que la j u z g a r o n a u t é n t i c a . V é a s e A L A M Á N , 1985, v , A p é n d i -
ce, p p . 6-7.
5f
^ Sobre la naturaleza variada de estas discusiones v é a s e la carta de
M i g u e l R a m o s A r i z p e a su hermano, publicada como Carta, 1821; v é a s e
t a m b i é n su D . U . L . A . , 1822.
JAIME E. RODRÍGUEZ O.

Cuando el monarca n o m b r ó u n nuevo gobierno de "docea-


ñ i s t a s " (hombres del primer periodo constitucional) desco-
nocidos, u n grupo de radicales extremistas conocidos como
los "comuneros" apeló a las masas para incitarlas a volcarse
contra el gobierno. El nuevo ministerio moderado logró con-
trolar M a d r i d , pero los "comuneros" establecieron su domi-
nio en las ciudades de provincia. En Barcelona, estos últimos
se apoderaron de la municipalidad y deportaron a presuntos
absolutistas. Actos similares se suscitaron en Galicia, C á d i z ,
Sevilla, M á l a g a , Algeciras y Cartagena. E n Alcoy, los tra-
bajadores incendiaron las fábricas de hilados. E s p a ñ a se
convertía r á p i d a m e n t e en u n campo armado en el que las
masas radicales en las ciudades se o p o n í a n tanto al gobierno
59
moderado de M a d r i d como a los conservadores del campo.
A pesar de tales dificultades, los diputados americanos i n -
sistían en que se prestara mayor atención a los problemas
del Nuevo M u n d o . Esta postura se vio reforzada cuando los
recién elegidos diputados propietarios de Nueva E s p a ñ a ,
que llegaron en el mes de mayo, dieron su a p r o b a c i ó n a la
propuesta de Michelena. Anteriormente, el 3 de mayo, a su-
gerencia del Conde de Toreno, las cortes nombraron u n co-
mité de cuatro españoles y cinco americanos —los cuatro
novohispanos Lorenzo de Zavala, Lucas Alarnán, Francisco
Fagoaga y Bernardino A m a t i , y el venezolano F e r m í n
60
Paul— para estudiar el asunto. E n aquel m o m e n t o
parecía que el gobierno estaba dispuesto a conceder cierto
tipo de a u t o n o m í a a A m é r i c a . A mediados de mayo, el m i -
nistro de Asuntos de U l t r a m a r celebró una r e u n i ó n , que i n -
cluía a antiguos virreyes, capitanes generales y visitadores
residentes en ese tiempo en M a d r i d , para "concertar el pro-
yecto general que debiera presentarse [a las cortes]". Los
funcionarios concluyeron que deberían establecerse tres
"regencias" en el Nuevo M u n d o , las cuales g o b e r n a r í a
constitucionalmente el
j-gy por intermedio de príncipes espa-
ñoles. Sin embargo, Fernando V I I , convencido de que el

5 9
FEHRENBACH, 1 9 6 1 , pp. 202-225; ARTOLA, 1968, pp. 695-705, y
COMELLAS, 1 9 6 3 , pp. 208-295.
^ ALAMÁN, 1 9 8 5 , v, pp. 548~549.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 287

proyecto era u n complot de sus enemigos para "llevarle a la


guillotina", se negó a " e l envío de u n infante a A m é r i c a " .
Como resultado de esto, el comité mixto de las cortes se vio
en la imposibilidad de ofrecer al parlamento una recomen-
61
dación convincente.
Los americanos insistieron, sin embargo, en presentar el
plan de Michelena a las cortes. E l 22 de junio propusieron
dividir el Nuevo M u n d o en tres reinos: Nueva E s p a ñ a y
Guatemala; Nueva Granada y las provincias de Tierra Fir-
me, y P e r ú , Chile y Buenos Aires. Cada reino poseería sus
propias cortes y g o b e r n a r í a de acuerdo con la Constitución
de 1812. Para presidir cada región, el rey n o m b r a r í a a u n
príncipe español o a alguna otra persona. Entre E s p a ñ a y los
reinos americanos se m a n t e n d r í a n relaciones comerciales,
diplomáticas y especiales de defensa. Y por último, los nue-
vos reinos estarían obligados a pagar u n porcentaje de la
62
deuda externa de E s p a ñ a . A l día siguiente, Ramos Arizpe
y J o s é M a r í a Couto sometieron a consideración una propues-
ta alternativa para la a u t o n o m í a de Nueva España. A dife-
rencia del anterior plan americano, el suyo no requería del
nombramiento de u n príncipe español para el gobierno y pro-
p o n í a vínculos m á s estrechos con la madre patria al solicitar
que algunos diputados de la legislatura americana desempe-
63
ñ a r a n funciones t a m b i é n en el parlamento español. Ningu-
na de estas propuestas ganó la aprobación de las cortes.
Anteriormente, los diputados novohispanos h a b í a n obte-
nido una importante concesión que h a b r í a de tener conse-
cuencias de gran alcance. Desde que las cortes volvieron a

ALAMÁN, Í 9 8 5 , v ; D E L G A D O , 1950, i , pp. 103-104-.


6 2
A L A M Á N , 1 9 8 5 , v , p p . 5 4 9 - 5 5 0 ; " E x p o s i c i ó n presentada a las C o r -
tes p o r los diputados de u l t r a m a r en la s e s i ó n de 2 5 de j u n i o de 1 8 2 1 , so-
b r e el estado actual de las provincias de que eran representantes, y medios
convenientes para su d e f i n i t i v a p a c i f i c a c i ó n ; redactado p o r encargo de los
mismos diputados por D . Lucas A l a m á n y D . J o s é M a r i a n o M i c h e l e n a ' ' ,
en A L A M Á N , 1 9 8 5 , v, A p é n d i c e , pp. 49-65.
6 3
" P r o y e c t o de ley para hacer que la C o n s t i t u c i ó n de l a m o n a r q u í a
e s p a ñ o l a se c u m p l a y ejecute en l a A m é r i c a e s p a ñ o l a del N o r t e , conser-
v a n d o l a i n t e g r i d a d de l a m i s m a m o n a r q u í a con m u t u a y verdadera u t i l i -
d a d en ambas E s p a ñ a s " , en D E L G A D O , 1 9 5 0 , i , p p . Í 0 4 - Í 0 6 .
288 JAIME E. RODRIGUEZ O.

sesionar en 1820, los representantes americanos h a b í a n ex-


puesto que la paz en el Nuevo M u n d o se restauraría sola-
mente si las autoridades respetaban la constitución y los de-
rechos de los americanos. Se quejaban de que muchos de los
funcionarios reales que en aquel momento d e s e m p e ñ a b a n
cargos en el Nuevo M u n d o no sólo estaban ligados a la ante-
64
rior represión sino que t a m b i é n eran antiamericanos. Sus
argumentos ganaron credibilidad cuando algunos burócra-
tas, como el fiscal de la Audiencia de M é x i c o , recomenda-
ron que se suspendiera la constitución, con el objeto de ase-
65
gurar la t r a n q u i l i d a d . Los diputados novohispanos
Michelena y Ramos Arizpe se encontraban entre los que con
mayor asiduidad buscaban la r e m o c i ó n de funcionarios
"anticonstitucionales" y "antiamericanos brutales", entre
ellos los virreyes J o a q u í n de la Pezuela de P e r ú y Apodaca
de la Nueva E s p a ñ a , y los generales Pablo M o r i l l o de Vene-
66
zuela y J o s é de la Cruz de Nueva Galicia. Si bien es cier-
to que Pezuela, M o r i l l o y De la Cruz se distinguieron por
su feroz oposición a la insurgencia en A m é r i c a y por su hos-
tilidad a l a ' c o n s t i t u c i ó n , Apodaca, en cambio, no sólo se
h a b í a afanado en devolver la a r m o n í a a la Nueva E s p a ñ a ,
sino que t a m b i é n puso cabalmente en vigor la constitución
67
cuando ésta fue restaurada.
Los representantes de Nueva E s p a ñ a se e m p e ñ a r o n en
sustituir al moderado Apodaca por algún individuo que
compartiera su muy particular visión de la a u t o n o m í a del
Nuevo M u n d o . Michelena, distinguido jefe militar y ma-
són, y Ramos Arizpe, otro m a s ó n y destacado " d o c e a ñ i s -
t a " , confiaban en sus numerosos contactos con militares,
liberales y correligionarios masones para alcanzar sus objeti-
vos. Finalmente, tuvieron éxito cuando, en enero de 1821,
el gobierno n o m b r ó al general J u a n O ' D o n o j ú capitán gene-
ral y jefe político superior de la Nueva E s p a ñ a . El nuevo
funcionario, que se h a b í a distinguido como militar liberal y

V é a s e la d i s c u s i ó n en España. Cortes, 1871-1873.


I n f o r m e de O d o a r d o , en A L A M Á N , 1985, v , pp. 42-49.
ALAMÁN, 1985, v, p. 33.
Sobre Apodaca v é a s e A N N A , 1978, pp. 182-200.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 289

m a s ó n , h a b í a servido como ministro de Guerra durante el


primer periodo constitucional y era hasta ese momento jefe
68
político de la provincia de Sevilla.
O ' D o n o j ú estaba m á s que consciente de las aspiraciones
de los novohispanos. Michelena y Ramos Arizpe, y posible-
mente otros, se reunieron con él para discutir su plan para
69
las "regencias". E n el momento en que O ' D o n o j ú partió
para la Nueva E s p a ñ a , dicho proyecto parecía contar ya con
el apoyo del gobierno así como con el de los diputados ame-
70
ricanos. Las cortes, a d e m á s , se estaban preparando para
aprobar la formación de diputaciones para todas las provin-
cias americanas. De hecho, Ramos Arizpe instó a la legisla-
tura a dar su aprobación a la medida, a tiempo para que
O ' D o n o j ú se "llevase consigo la orden para establecer dipu-
7 1
taciones en todas las intendencias. . . " Resulta claro que
O ' D o n o j ú partió de la Península convencido de que su tarea
consistía en fortalecer el orden constitucional en la Nueva
E s p a ñ a y que, con toda seguridad, t a m b i é n introduciría el
nuevo sistema de "regencias". Sin embargo, al desembar-
car en Veracruz el 30 de julio de 1821, la situación que se
le p r e s e n t ó no era la que esperaba.

6 8
ALAMÁN, 1985, v , p p . 33-34 y D E L G A D O , 1950, i , p p . 54-59.
6 9
M i c h e l e n a i n f o r m ó a las cortes que se h a b í a r e u n i d o con O ' D o n o j ú
p a r a discutir ése y otros asuntos relativos a la N u e v a E s p a ñ a . V é a s e Espa-
ña. Cortes, 1871-1873, n , p . 2046.
7 0
V é a n s e los comentarios de los enviados colombianos a M a d r i d ,
J o s é R e v e n g a a W i l l i a m W h i t e , M a d r i d , 15 de j u n i o de 1821, C o l o m b i a .
A c a d e m i a de H i s t o r i a , A r c h i v o Santander, 24 vols. ( B o g o t á : E d i t o r i a l
Á g u i l a N e g r a , 1914-1932), v n , p . 138. C o m o R a m o s A r i z p e i n f o r m ó en
el m o m e n t o : " E s ciertamente glorioso el cuadro que presenta M a d r i d , y
toda l a P e n í n s u l a , sirviendo de teatro enteramente l i b r é para tratar fran-
camente las cuestiones mas importantes de p o l í t i c a practica, relativas a la
suerte de l a A m é r c i a E s p a ñ o l a . Cuestiones que pocos a ñ o s h a era u n c r i -
m e n i n d i c a r en conversaciones p r i v a d í s i m a s , ahora se t r a t a n con la mas
absoluta l i b e r t a d : se t r a í a n en tertulias, se t r a t a n en las sociedades p ú b l i -
cas p a t r i ó t i c a s p o r discursos y m u y s ó l i d a s arengas, se t r a t a n en papeles
p ú b l i c o s , se t r a t a n en reuniones de D i p u t a d o s , y se t r a t a n en u n a c o m i -
s i ó n especial de Cortes, n o m b r a d a p u b l i c a m e n t e a que asisten con gusto
los S e ñ o r e s Secretarios del Despacho, y muchos diputados e s p a ñ o l e s y
a m e r i c a n o s " . Carta 1821
PP
3-4.
7 1
C i t a d o en B E N S O N , 1955, p . 57.
290 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

En la Nueva E s p a ñ a , los autonomistas t a m b i é n se h a b í a n


mantenido ocupados. N o sólo h a b í a n logrado hacerse del
control de los nuevos organismos constitucionales sino que
t a m b i é n estaban explorando medios "alternativos" para
asegurarse el autogobierno. E n la ciudad de M é x i c o , los
miembros de la élite nacional, preocupados por la necesidad
de conservar la a u t o n o m í a , m a n t e n í a n estrecho contacto
con individuos del mismo parecer en las capitales provincia-
72
les. Eran muchos los asuntos que les preocupaban. L a i n -
tensa participación del pueblo en el proceso político era nue-
va e inquietante. E l descontento entre grupos del clero y el
ejército era mal augurio para el éxito del recién restaurado
sistema constitucional. U n a facción, aparentemente dirigida
por el alto clero, h a b í a intentado, en mayo de 1820, pospo-
ner o suspender la puesta en vigor de la constitución. Pero
un masivo apoyo popular a la carta puso coto inmediato a
73
tal posibilidad. L o que tal vez causó mayor desasosiego
entre los autonomistas fueron las noticias de la desintegra-
ción política de E s p a ñ a . ¿ E r a inminente una revolución so-
cial? De ser así, ¿qué debía hacerse para preservar u n go-
bierno representativo bien integrado en la Nueva E s p a ñ a ?
¿ H a b í a llegado acaso el momento de actuar? H a b í a quienes
abiertamente hablaban de independencia. U n grupo, que
incluía a varias facciones —entre ellas clérigos, oficiales del

7 2
Véase ALAMÁN, 1985, v , p . 36.
7 3
N o es r a z ó n suficiente para rechazar el l l a m a d o c o m p l o t de L a Pro-
fesa, c o m o lo hacen L a d d y A n n a , el simple hecho de que la evidencia sea
i n d i r e c t a y a m e n u d o p r o p o r c i o n a d a p o r los enemigos de I t u r b i d e .
( L A D D , 1976, p . 123 y A N N A , 1990, p p . 8-9.) V a r i o s c o n t e m p o r á n e o s , no
solamente opositores de I t u r b i d e , se refieren a dicho c o m p l o t . A l a m á n ,
que acaso distorsiona pero n o miente, dice haber obtenido i n f o r m a c i ó n
sobre el p l a n p o r parte de J o s é O d o a r d o , el fiscal de l a audiencia que ha-
b í a recomendado a E s p a ñ a que suspendiera la c o n s t i t u c i ó n , y p o r parte
de J o s é Z o z a y a B e r m ú d e z , antiguo Guadalupe e í n t i m o a m i g o de I t u r b i -
de, q u i e n t a m b i é n p u b l i c ó u n testimonio de las discusiones sostenidas con
éste. A L A M Á N , 1985, v , p . 50 y Z O Z O Y A B E R M Ú D E Z , 1 8 4 1 . Suele olvidarse
el p u n t o q u e s e ñ a l a A l a m á n con toda c l a r i d a d : ' ' t o d o este p l a n q u e d ó des-
concertado p o r haberse visto el v i r r e y en la necesidad de p r o c l a m a r preci-
p i t a d a m e n t e l a C o n s t i t u c i ó n " . A L A M Á N , 1985, v , p p . 57-58. N a d a de
esto resulta inconsistente respecto a los sucesos pasados o futuros.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 291

ejército y funcionarios de gobierno descontentos, así como


amplios sectores autonomistas—, h a b í a llegado, al parecer,
a la conclusión de que la independencia sería tal vez necesa-
ria si se quería conservar u n gobierno a u t ó n o m o al amparo
de la Constitución de 1812, esto es, si se q u e r í a establecer
una m o n a r q u í a constitucional limitada en la Nueva Espa-
7 4
ñ a . En cierto sentido, las ideas que estaban en debate no
eran m á s que variaciones sobre los planes de a u t o n o m í a que
se h a b í a n discutido en la Nueva E s p a ñ a desde 1808.
Aunque los miembros de la élite nacional se r e u n í a n para
discutir el futuro de su nación en varios lugares, uno de los
centros de r e u n i ó n m á s prominentes en la ciudad de M é x i c o
fue el salón de M a r í a Ignacia R o d r í g u e z de Velasco, conoci-
da popularmente como la G ü e r a R o d r í g u e z . Notable dama
de alta sociedad, la G ü e r a no sólo estaba relacionada con las
principales familias del reino, sino que t a m b i é n colaboró
con grupos insurgentes, y posiblemente con los conspirado-
75
res del primer periodo constitucional. Entre los múltiples
individuos que fueron atraídos al salón de la G ü e r a durante

7 4
T a l propuesta resulta totalmente consistente con las aspiraciones de
los independentistas, al u n i r la vieja n o c i ó n de gobierno a u t ó n o m o con el
m á s reciente concepto de m o n a r q u í a constitucional l i m i t a d a . E n este res-
pecto, era el m i s m o tipo de propuesta que a la s a z ó n se d i s c u t í a tanto en-
t r e americanos como entre oficiales de la corona. L a naturaleza del p l a n
es, claro e s t á , difícil de identificar. C o m o indica A l a m á n :
Cuales fuesen los plantes que se hubiesen concebido y los que p o r fin
se adoptaron; quienes tuviesen parte en ellos y contribuyesen a su eje-
c u c i ó n , es hoy imposible de averiguar, porque habiendo tenido el i n -
tento u n resultado m u y diverso del que se p r o p u s i e r o n sus actores, es-
tos h a n tomado el m a y o r e m p e ñ o en ocultar la p a r t i c i p a c i ó n que en
él t u v i e r o n , y en hacer desaparecer todos los documentos que pudiesen
hacerlo conocer. A L A M Á N , 1985, v , p . 6 1 .
7 5
Sobre el papel social de la G ü e r a v é a s e L A D D , 1976, p p . 120-129.
Agradezco a V i r g i n i a G u e d e a la i n f o r m a c i ó n sobre los lazos de la G ü e r a
con los insurgentes en el p r i m e r p e r i o d o . C o m u n i c a c i ó n personal, 23 de
¡ í
n o v i e m b r e de 1992. V é a s e t a m b i é n G U E D E A , U n a nueva f o r m a de or-
g a n i z a c i ó n p o l í t i c a : la sociedad secreta de Jalapa, 1 8 1 2 " . Estudio presen-
tado en la 107 R e u n i ó n A n u a l de la A m e r i c a n H i s t o r i c a l Association, ce-
lebrada en la c i u d a d de W a s h i n g t o n del 27-30 de d i c i e m b r e de 1992 y
1992a, p p . 305-306.
292 JAIME E. RODRIGUEZ O.

los años 1816-1820 se encontraba Agustín de Iturbide, u n


76
coronel del ejército real, a la sazón sin empleo.
Oficial eficiente y sin escrúpulos, Iturbide había perdido
su mando en 1816, después de ser acusado de corrupción y
abuso de autoridad. Aunque no fue procesado, Iturbide no
logró nunca salvar su r e p u t a c i ó n . De modo que en 1820 se
encontraba sin mando, y aparentemente sin futuro en el
77
ejército real. Enajenado de las autoridades, al parecer
Iturbide comenzó a mostrarse receptivo a los argumentos en
favor de la a u t o n o m í a . Así, el desacreditado contrainsur-
gente, en u n intento desesperado por reconquistar su fortu-
78
na y su prestigio, se decidió a actuar. Su plan inicial era

7f
* S e g ú n L a d d : " I t u r b i d e frecuentaba el salón de R o d r í g u e z desde su
retiro en a b r i l de 1816 hasta que su esposa se r e u n i ó con él en enero de
1817. Es posible que su suegro lo haya i n t r o d u c i d o al c í r c u l o , pues éste
h a b í a c o m p r a d o u n a hacienda al p r i m e r esposo de la G ü e r a . Se dice que
para 1822 I t u r b i d e s o s t e n í a relaciones amorosas con la hija de la G ü e r a ,
A n t o n i a , Marquesa-consorte de A g u a y o " . L A D D , 1976, p p . 122-123 y
264. M o d e s t o de la T o r r e , asesor de O ' D o n o j ú , s e ñ a l ó que la G ü e r a , a
q u i e n él l l a m a b a " l a famosa H u e r a R o d r í g u e z " , ejerció gran influencia
sobre I t u r b i d e . V é a n s e los extractos de las " A p u n t a c i o n e s " de D e la T o -
r r e en O L M E D I L L A , 1960, p p . 586-600.
7 7
ROBERTSON, 1952, p p . 36-50 y H A M N E T T , 1982, p p . 24-30.
7 8
Las razones de sus acciones h a n sido discutidas acaloradamente.
I t u r b i d e m á s tarde d e c l a r ó que, d e s p u é s de hacer u n repaso a la s i t u a c i ó n
en la N u e v a E s p a ñ a , llegó a la c o n c l u s i ó n de que: " M u y p r o n t o d e b í a n
estallar m i l revoluciones, m i p a t r i a iba a anegarse en sangre, me c r e í a ca-
paz de salvarla, y c o r r í p o r segunda vez a d e s e m p e ñ a r t a n sagrado de-
b e r " . I T U R B I D E , 1827, p . 1 1 . O t r o s h a n dado interpretaciones menos ca-
ritativas. V i c e n t e Rocafuerte, p o r ejemplo, d e c l a r ó que: " d i s i p ó todo lo
que h a b í a robado en G u a n a j u a t o , y el estado de decadencia a que llegó
fue el que milagrosamente le t r a n s f o r m ó de realista sanguinario en p a t r i o -
ta exaltado. E l t e m i ó que restablecido el sistema constitucional los o p r i m i -
dos u s a r í a n su l i b e r t a d p o l í t i c a para acusarle de sus c r í m e n e s . . . " R O C A -
FUERTE, 1822, p . 2 6 1 . A l a m á n , el m á s e q u i l i b r a d o de los observadores
c o n t e m o o r á n e o s . i n d i c ó que " m e n o s c a b ó en gran m a n e r a el caudal que
h a b í a f o r m a d o con sus comercios en el B a j í o , h a l l á n d o s e en m u y triste es-
tado su f o r t u n a , cuando el restablecimiento de la c o n s t i t u c i ó n y las conse-
cuencias que p r o d u j o v i n i e r o n a a b r i r u n nuevo campo a su a m b i c i ó n de
gloria honores y r i q u e z a " A L A M Á N 1985 v p 56 Su a m i g o G ó m e z
de Pedraza declaró* "^íTo lo c o n o c í en 1812 y f r e c u e n t é su casa los a ñ o s
18 y 19' varias veces p o r accidente hablamos acerca del estado d e l p a í s
él n o gustaba de la democracia y nuestras opiniones discordaban* el a ñ o
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN

simplemente el ele forzar al virrey a reconocer u n nuevo ré-


79
g i m e n . Pero, como nos lo señala M a n u e l G ó m e z Pedra-
za, hubo inteligencias m á s sensatas que convencieron a Itur-
bide de que dicho plan era impracticable, ya que carecía de
80
mando. A l final, estas medidas desesperadas resultaron
innecesarias, pues el 9 de noviembre de 1820 Apodaca puso
a Iturbide a la cabeza del distrito militar del sur, región en
81
la que los insurgentes p e r m a n e c í a n activos.
El nuevo cargo puso fin a muchos años de incertidumbre
y pareció rejuvenecer al oficial criollo, el cual a b a n d o n ó a los
autonomistas para dedicarse en cuerpo y alma a la tarea de
derrotar a los insurgentes. Como lo demuestra la copiosa co-
rrespondencia dirigida a su í n t i m o amigo Juan G ó m e z de
82
Navarrete, Iturbide estaba convencido de que lograría
restablecer el orden en la región. E l 25 de noviembre decla-
ró: " N o dudo que m i plan de pacificación se completará con
toda felicidad y el mes de enero tal vez iremos a coger lauré-

ele 2 0 , sea disgustado de la conducta que se h a b í a tenido con él, sea con-
v e n c i d o de la j u s t i c i a de la independencia, p e n s ó en ella y se propuso de-
clararse . G Ó M E Z PEDRAZA, 1 8 3 1 , pp. 6-7.
i_<d r e m o c i ó n aei v i r r e y se c o n v i r t i ó en oojetivo c o m ú n entre m u -
chos conspiradores desde que los e s p a ñ o l e s l o g r a r o n obtener el control de
la N u e v a E s p a ñ a usando los mismos m é t o d o s en 1 8 0 8 . Para otros planes
similares v é a n s e las conspiraciones de 1 8 1 1 estudiadas por G U E D E A [en
prensa].
G Ó M E Z PEDRAZA, 1 8 3 1 , pp. 7-8.
/ \ u n q u e v í c e n t e Kocatuerte y otros sostienen que i t u r b i a e o b t u v o
el n o m b r a m i e n t o como resultado de l a i n t e r v e n c i ó n de clérigos conserva-
dores, u n a a c c i ó n especial semejante no era necesaria. C o m o ha s e ñ a l a d o
C h r i s t o n A r c h e r , dado el estado de d e b i l i d a d del e j é r c i t o real, I t u r b i d e fue
el m e j o r oficial disponible en aquel m o m e n t o . R O G A F U E R T E , 1 8 2 2 , p p . 6¬
4 3 . A r c h e r , c o m u n i c a c i ó n personal, 6 de n o v i e m b r e de 1 9 9 2 . L a descrip-
c i ó n de A l a m á n parece precisa y es consistente tanto con u n a i n t e r v e n c i ó n
a n t e r i o r de los conservadores como con las nuevas circunstancias. E l mis-
m o nos recuerda que I t u r b i d e r e c i b i ó el puesto dada " l a escasez de jefes
aptos para d e s e m p e ñ a r con acierto u n m a n d o i m p o r t a n t e . . ALAMÁN,
1 9 8 5 , v , p. 6 6 .

í t u r o i a e , que i i a m a o a j u a n i t o a u o m e z de iNavarrete, e s c r i b i ó
varias veces por semana durante el p e r i o d o de n o v i e m b r e de 1 8 2 0 al 2 4
de febrero de 1 8 2 1 , cuando anuncio el P l a n de I g u a l a . V é a s e l a correspon-
dencia en L C , I t u r b i d e Papers.
294 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

8 3
les en M é x i c o . " Pero los eventos no tomaron el curso
previsto por él. A pesar de los informes favorables al virrey,
Iturbide no podía subyugar a los insurgentes. A l contrario,
sus fuerzas debieron enfrentar una fuerte resistencia y a ve-
ces perdieron. Preocupado por las reacciones en la capital,
Iturbide le escribió en diciembre a G ó m e z de Navarrete:
" N i de U d . n i de otros de mis amigos viajantes he tenido
carta en este correo y lo siento m u c h o . " Y confesó: " Y o es-
toy con la aflicción mayor del e s p í r i t u . " M á s adelante le es-
cribió a u n pariente comunicándole que se encontraba aní-
84
micamente perturbado.
El fermento político de la época se s u m ó a la difícil situa-
ción militar. Como Iturbide comentó a G ó m e z de Navarrete:

La Constitución tiene muchos verdaderos afectos por las venta-


jas que se encuentran en ella misma. Otros la temen por la ete-
rogeneidad del Reyno. Algunos creen que ella es el medio de
asegurarse la unión permanente de las Americas con la Penín-
sula; y no pocos la aman por creer que es el medio mas seguro
8 5
para lograr la independencia. . ,

H a b i é n d o s e l e negado la victoria militar y con ella la opor-


tunidad de salir adelante en su carrera, Iturbide se entregó
cada vez m á s a la actividad política. T r a b a j ó con ahínco
para establecer buenas relaciones con gente importante del
territorio bajo su jurisdicción. El 7 de diciembre le escri-
bió a G ó m e z de Navarrete que h a b í a "jefes y autoridades"
que se pronunciaban en favor suyo. U n a semana después
afirmó:

8 3
T a m b i é n i n d i c ó que sus actividades m i l i t a r e s ya estaban en plena
m a r c h a , y le refirió a G ó m e z de N a v a r r e t e sobre sus preparativos contra
insurgentes tales como " P a d r e Y z q u i e r d o , Pedro Asencio, G u e r r e r o y u n
i n g l é s de los que v i n i e r o n con M i n a " . A g u s t í n de I t u r b i d e a J u a n G ó m e z
de N a v a r r e t e , 25 de n o v i e m b r e de 1820, L C , I t u r b i d e Papers.
8 4
I t u r b i d e a G ó m e z de N a v a r r e t e , 15 de d i c i e m b r e de 1820; I t u r b i d e
a D . M a l o , 9 de enero de 1821, L C , I t u r b i d e Papers.
8 5
I t u r b i d e a G ó m e z de Navarrete, 25 de n o v i e m b r e de 1820, L C ,
I t u r b i d e Papers. A l parecer, G ó m e z Pedraza p r o p o r c i o n ó a I t u r b i d e i n -
f o r m a c i ó n detallada sobre "las personas influyentes del t e r r i t o r i o " bajo
su m a n d o . G Ó M E Z PEDRAZA, 183.1, p p . 8-9.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 295

Me h a n asegurado que en la p r o v i n c i a de G u a n a j u a t o d e l i r a n
por l a independencia y que en San L u i s P o t o s í h a y también
m u c h o s afectos a ella y q u e a u n e n t r e las t r o p a s de el p a i s y de
l a p e n í n s u l a se h a b l a c o n m u c h a l i b e r t a d e n f a v o r de e l l a , y que
si hubiera un jefe que se pusiera al frente, llevando consigo algún concepto
le seguirían ciegamente.

La situación estaba, sin embargo, llena de peligros; una


persona no indicada p o d ía llevar a la nación al desastre.
"Esto me tiene temblando [declaró Iturbide], porque u n
movimiento tumultuario nos traería m i l males: acaso [te-
8 6
m í a ] , sea la ú l t i m a primavera de nuestro bello p a í s ! "
Para finales de 1820, Iturbide h a b í a comenzado, t í m i d a
y cuidadosamente, a estudiar la posibilidad de emprender
una acción independiente; se rodeó de hombres a quienes
conocía y tenía confianza al lograr la transferencia de su an-
tiguo regimiento de Celaya a su nuevo puesto. Asimismo,
consultó con diversas personas, entre ellas con su amigo y
diputado a cortes, Juan G ó m e z de Navarrete; su abogado,
amigo y antiguo miembro de los Guadalupes, J o s é Zozaya
B e r m ú d e z ; su viejo colega del ejército y diputado a cortes,
M a n u e l G ó m e z Pedraza; así como con otros amigos y cole-
87
gas militares, entre ellos Pedro Celestino Negrete.
El nuevo a ñ o e n c o n t r ó a un Iturbide resuelto a actuar con
decisión. El 10 de enero, le escribió a Vicente Guerrero, el
cabecilla de los insurgentes m á s importante del sur, para su-
gerirle que ambos, o sus representantes, se reunieran con el
fin de resolver sus diferencias. A l tiempo que Iturbide sub-
rayaba la necesidad de apoyar a las cortes, t a m b i é n indicó
que " s i contra lo que es de esperarse, no se nos hiciese justi-
cia, yo seré el primero en contribuir con m i espada, con m i
fortuna y con cuanto pueda, a defender nuestros derechos".
Guerrero r e s p o n d i ó diez días m á s tarde retando a Iturbide
a defender los verdaderos intereses de la nación. El insur-
gente declaró que no buscaba obtener el p e r d ó n del gobier-

8 6
I t u r b i d e a G ó m e z de N a v a r r e t e , 7 de d i c i e m b r e y 1 5 de d i c i e m b r e
de 1 8 2 0 , L C , I t u r b i d e Papers. Se agregaron las cursivas.
8 7
Sobre estos contactos v é a n s e ROBERTSON, 1 9 5 2 , p p . 5 2 - 8 3 ; A L A M Á N ,
1985, v , pp. 5 0 - 1 3 1 ; G Ó M E Z PEDRAZA, 1 8 3 1 , y ZOZAYA BERMÚDEZ, 1 8 4 1 .
296 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

no; que "nuestra ú n i c a divisa es libertad, independencia o


muerte"; y t e r m i n ó afirmando que "todo lo que no sea con-
cerniente a la total independencia. . . lo disputaremos en el
88
campo de batalla". Este intercambio sugiere que Iturbide
no buscaba realmente el apoyo de Guerrero. L a intención
era dar cumplimiento al mandato de Apodaca de solucionar
amigablemente el conflicto y sentar las bases para u n aco-
modo futuro.
Hacia finales del mes, los planes de Iturbide empezaron
a tomar forma. El 25 de enero puso en circulación una pro-
puesta que h a b r í a de convertirse en la base para la indepen-
dencia. M á s tarde Iturbide, justificando sus acciones,
declaró: " F o r m é m i plan conocido por el de Iguala; m í o
porque solo lo concebí, lo extendí, lo p u b l i q u é y lo ejecu-
8 9
té." Pero resulta evidente que la historia de este docu-
mento fue m á s compleja. Los c o n t e m p o r á n e o s a t r i b u í a n la
redacción del plan a varios individuos, entre ellos M a t í a s
Monteagudo, rector de la universidad y canónigo de la cate-
dral metropolitana; Antonio J o a q u í n Pérez, antiguo diputa-
do a las cortes de 1812 y a la sazón obispo de Puebla; y los
prominentes abogados J u a n J o s é Espinosa de los Monteros,
J u a n de A z c á r a t e , J o s é Zozaya B e r m ú d e z y Juan G ó m e z de
Navarrete. T i e m p o después, al intentar poner en claro estos
eventos, Carlos M a r í a de Bustamante concluyó que todos
los individuos mencionados participaron en la elaboración
90
del documento.
El plan fue evolucionando con el tiempo. Es m u y proba-
ble que, como afirma la historiografía tradicional, los cléri-

8 8
Las cartas e s t á n publicadas en B U S T A M A N T E , 1961, n i , p p . 111-116.
8 9
I T U R B I D E , 1827, p. 11.
9 0
Carlos M a r í a de Bustamante, " C o p i a de la M e m o r i a de I t u r b i d e
con c o m e n t a r i o s " , B L A C , H e r n á n d e z y D á v a l o s , H D , 17-8.4255; A L A
MÁN, 1985, v, p. 121; B U S T A M A N T E , 1961, m ; R O C A F U E R T E , 1822, pp. 5-6;
M A L O , 1869, p . 52; " C o p i a s de documentos relativos a la consumador-
de la I n d e p e n d e n c i a de M é x i c o e I m p e r i o de I t u r b i d e " , A H S R E , H /
310.11 " 8 2 2 " / 40-16-153. Existe u n p l a n sin fecha redactado p o r G ó m e z
de N a v a r r e t e m u y s i m i l a r al p r o c l a m a d o p o r I t u r b i d e ; v é a s e " P r o y e c t o
de! C . J u a n G ó m e z de N a v a r r e t e " , L C , I t u r b i d e Papers.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 297

9
gos y conservadores ' hayan concebido en el antiguo orato-
rio jesuita de San Felipe Neri, conocido corno La Profesa,
la propuesta inicial para impedir la restauración de la Cons-
92
titución en 1820. Monteagudo y P é r e z , los supuestos au-
tores de la propuesta, t e n í a n fuertes razones para oponerse
a la restauración del orden constitucional. El primero era
bien conocido por su papel en el derrocamiento del virrey
J o s é de Iturrigaray y por su oposición a muchas de las refor-
mas de las cortes, mientras que el segundo —a pesar de ha-
ber participado en la redacción del anteproyecto de la Cons-
titución de 1812— se atrajo la hostilidad de los defensores
de la restaurada carta por haber pertenecido al grupo de d i -
putados conocidos como los "persas", quienes vieron con
beneplácito el retorno de Fernando V I I en 1814. Los conspi-
radores h a b í a n elegido a Iturbide para dirigir la operación,
hecho en el que tanto sus amigos como enemigos coinciden.
Sin embargo, como nos lo indica A l a m á n , el proyecto tuvo
que ser abandonado cuando el virrey se vio forzado a poner
93
la constitución en vigor.
L a restauración de la carta de C á d i z anuló el Plan de L a
Profesa. Este, no obstante, despertó el interés de Iturbide,
hombre "que hasta entonces habia llevado una vida priva-
94
da, sin querer mezclarse en n i n g ú n asunto p ú b l i c o " . De-
cidido a actuar, Iturbide pidió consejo a personas de influen-
cia de la ciudad de M é x i c o , quienes lo disuadieron del plan
inicial de capturar al virrey. Pero tiempo después de que
Iturbide recibiera el mando del sur, la G ü e r a R o d r í g u e z

9 1
Los grupos opositores eran conocidos como " s e r v i l e s " y " l i b e r a -
l e s " . Los t é r m i n o s " c o n s e r v a d o r e s " y " c o n s e r v a d o r " se u t i l i z a n en este
t r a b a j o en el m i s m o sentido en que " s e r v i l e s " y " s e r v i l " se usaron en esa
época.
9 2
C o m o L a d d s e ñ a l a , la casa de I t u r b i d e "se situaba en la Calle San
Francisco, enfrente de la casa de l a a n t i g u a sala capitular jesuita L a Profe-
sa". LADD, 1 9 7 6 , p. 122.
9 3
A l a m á n obtubo u n a c o n f i r m a c i ó n del hecho p o r parte del fiscal
O d o a r d o , a s í como de Zozaya B e r m ú d e z , G ó m e z de Navarrete y el nieto
de I t u r b i d e , J o s é M a l o , A L A M Á N , 1 9 8 5 , v , p p . 5 0 - 5 1 ; ROCAFUERTE, 1 8 2 2 ,
pp. 5-6.
9 4
ROCAFUERTE, 1 8 2 2 , p. 4 1 .
298 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

propuso la elaboración de u n proyecto alternativo que pu-


diera atraer tanto a europeos como a americanos, clero y
95
ejército, y a conservadores y liberales. Mientras que el
proyecto de L a Profesa buscaba la independencia para pre-
servar el viejo orden, el nuevo plan m a n t e n d r í a el sistema
constitucional por medio de la independencia.
Iturbide pasó entonces a ocupar dos frentes: intentó ha-
cerse del apoyo de personajes prominentes del virreinato
y b u s c ó asistencia para formular u n programa. El primer
objetivo lo logró mediante correspondencia con destacados
dirigentes militares, eclesiásticos y gubernamentales, así
como por medio de emisarios de confianza, a quienes envia-
ba a "personas influyentes" para discutir su proyecto. Por
ejemplo, le escribió a Pedro J o s é de Fonte, el recién consa-
grado arzobispo de M é x i c o ; a Antonio P é r e z , obispo de
Puebla; a Juan Cruz R u i z C a b a ñ a s , obispo de Guadalajara,
y a M i g u e l Bataller, prominente oidor de la Audiencia de
M é x i c o . Pero los individuos en cuyo trato mostró mayor
cuidado eran destacados oficiales del ejército, como Pedro
Celestino Negrete, J o s é de la Cruz, Luis Quintanar, Do-
mingo Luaces, Anastasio Bustamante, Luis C o r t á z a r , A n -
tonio Flon y Juan de Horbegoso. H a b i é n d o s e percatado de
que estos hombres serían indispensables para el éxito de
su empresa, Iturbide les envió cartas a cada uno de ellos
en las que subrayaba cómo la propuesta p o d r í a servir mejor
a sus intereses particulares y al mismo tiempo mantener,
en la medida de lo posible, el statu quo. E n su corresponden-
cia, Iturbide argumentaba que la mejor manera de preser-
var y proteger los intereses de la Iglesia, del ejército y de
la n a c i ó n era mediante la formación de una m o n a r q u í a au-
96
t ó n o m a en nombre del rey y de la constitución. A l mis-
mo tiempo, discutió el texto del plan con diversas personas,
entre ellas Zozaya B e r m ú d e z , Espinosa de los Monteros,
97
Monteagudo, G ó m e z de Navarrete y G ó m e z Pedraza, a

9 5
PvOC AFUERTE, 1822, pp. 41-42.
9 6
Esta correspondencia puede ser consultada en B U S T A M A N T E , 1961,
n i , p p . 117-163 y O L A G A R A Y ( c o m p . ) , 1920-1924, p p . 13-133.
9 7
M a l o d e c l a r ó que I t u r b i d e d i c t ó el proyecto a A n t o n i o M i e r en T e -
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 299

quienes les pidió que sugirieran cambios, modificaciones o


revisiones.
Satisfecho con sus preparativos, Iturbide publicó su plan
en el pueblo de Iguala el 24 de febrero de 1821. Documento
de compromiso cuidadosamente elaborado, el Plan de Igua-
la combinaba el proyecto largamente discutido de una "re-
gencia" a u t ó n o m a con la constitución, como lo hizo tam-
bién el plan de Michelena. A d e m á s , el Plan de Iguala
proporcionaba protección al clero, al ejército y a los euro-
peos. El artículo 1 establecía la fe católica romana como reli-
gión oficial, " s i n tolerancia de otra alguna". E l artículo 2
declaraba " l a absoluta independencia de este r e i n o " . El ar-
tículo 3 instituía una m o n a r q u í a constitucional. El artículo
4 invitaba a Fernando V I I , a un miembro de su familia o
a alguien m á s de alguna de las dinastías reinantes, a gober-
nar el país. El artículo 5 establecía " u n a j u n t a [de gobierno]
interina [en la que] se r e ú n e n Cortes que hagan efectivo ese
p l a n " . E l artículo 11 exigía a las cortes redactar el borrador
de la constitución imperial. E l artículo 12 determinaba que
todos los habitantes del reino eran ciudadanos y que estaban

loloapan y que M i e r llevó el documento a la c i u d a d de M é x i c o para entre-


g á r s e l o a Espinosa de los M o n t e r o s y a otros. D e acuerdo con M a l o , M o n -
teagudo no hizo n u n g ú n cambio en él, mientras que Espinosa de los M o n -
teros hizo algunas modificaciones. M A L O , 1869, p . 52. A l a m á n c o n f i r m a
esta a f i r m a c i ó n cuando escribe: " E n poder de los hijos de D . J u a n J o s é
Espinosa de los M o n t e r o s existe la copia que I t u r b i d e r e m i t i ó a este desde
T e l o l o a p a n . . . D i c h a copia es de letra de M i e r dependiente de I t u r b i d e
con correciones y adictones de m a n o del m i s m o I t u r b i d e " . A L A M Á N !
1985, v , p . 121. I t u r b i d e le i n f o r m ó a Espinosa de los M o n t e r o s que su
p l a n se encontraba " e n el estado a v a n z a d o " . A u n a s í , le p i d i ó a su a m i -
go: " S í r v a s e U d . c o r r e g i r o v a r i a r francamente, si gusta, la p r o c l a m i -
ta. . . " I t u r b i d e a Espinosa de los M o n t e r o s , 25 de enero de 1821, en
R I V A P A L A C I O 1981 v i o 284 M á s tarde sin e m b a r c o I t u r b i d e so'stn-
vo que " D e s p u é s de'extendido el plan lo c o n s u l t é c o n aquellas í e r s ¡ -
nas mejor reputadas de los diversos p a r t i d o s I T q u e de u n ¡ToLa deiase
de merecer la a p r o b a c i ó n n i v f ^ m S ^ Z T n i ^ ^ o n T Z
a u m e n t o s " I T U R B I D E 1827 ^ Z t a m a n t e d e ^ ' ^ ^ T mi"
™TZbJó en t ó d a s s u f p ^
tócomo^
BUSTAMANTE 1961 n i p p 118-119
300 JAIME E. RODRIGUEZ O.

calificados para '"cualquier empico''. El artículo 13 protegía


los derechos individuales y de propiedad. El artículo 14 ase-
guraba el fuero y las propiedades del clero secular y regular.
Los artículos 15, 16, 17 y 18 disponían lo necesario para
mantener una ordenada continuidad en los puestos civiles
y militares y para incorporar a otras personas al ejército.
Una nueva fuerza, el Ejército Trigarante —religión, inde-
pendencia y u n i ó n — se e n c a r g a r í a de dar apoyo al nuevo
régimen.
En el p r e á m b u l o , Iturbide fija el tono del escrito cuando
exhorta a los "Americanos, bajo cuyo nombre comprendo
no sólo los nacidos en A m é r i c a , sino a los europeos, africa-
nos y asiáticos que en ella residen", a unirse a él. "Tres-
cientos a ñ o s " , declara, ' 'hace la América Septentrional de
estar bajo la tutela de la nación m á s católica y piadosa, he-
roica y m a g n á n i m a . . . Así piensa el europeo, así los ameri-
canos de todo o r i g e n " . U n a adición establecía la j u n t a de
gobierno: presidente, " v i r r e y " Apodaca; vicepresidente,
Miguel de Bataller, regente de la Audiencia de M é x i c o ; M i -
guel G u r i d i y Alcocer, diputado provincial de M é x i c o ; Con-
de de la Cortina, presidente del consulado de M é x i c o ; J u a n
Bautista Lobo, diputado provincial de Veracruz; M a t í a s
Monteagudo, canónigo de la catedral metropolitana; Isidro
Y á ñ e z , juez de la Audiencia de México; J o s é M a r í a Fagoa-
ga, diputado provincial de México; Juan J o s é Espinosa de
los Monteros, fiscal de la Audiencia; Juan Francisco Azcá-
rate, síndico del Ayuntamiento de M é x i c o , y Rafael S u á r e z
Pereda, juez. Los miembros sustitutos de la j u n t a eran:
Francisco Sánchez de Tagle, regidor del Ayuntamiento de
- -
M é x i c o R a m ó n Osés oidor de la Audiencia de M é x i c o
J u a n J o s é Pastor Morales, diputado provincial de Vallado-
98
l i d , y el coronel Ignacio Aguirrevengoa.
El Plan de Iguala ofrecía de esta manera un compromiso,
una manera de conservar un gobierno constitucional repre-

9 8
" P r o c l a m a en la cual va inserto el plan de i n d e p e n d e n c i a " , en Bus-
T A M A N T E , 1961, I I I , p p . 126-129.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 301

sentativo sin menoscabo de una relación amistosa con Espa-


ñ a . Fiel a las tradiciones españolas y a las prácticas introdu-
cidas en 1808, el plan establecía una j u n t a de gobierno hasta
que se formara u n congreso. El comité de gobierno propues-
to estaba integrado principalmente por antiguos autonomis-
tas, Guadalupes y constitucionalistas. Si bien la junta conta-
ba con dos oidores de la Audiencia, solamente incluía a
u n clérigo conservador, Monteagudo, y a u n militar, elegi-
do como suplente. Es de notar que Iturbide no se adjudicó
otro cargo que el que ya tenía, a saber, jefe de jacio del
Ejército Trigarante. Evidentemente, no se consideraba a ú n
una figura dominante; tan sólo buscaba asegurarse u n papel
m á s prominente en el ejército y, por medio de él, en la
sociedad.
Pese a haber sido firmado el 24 de lebrero, Iturbide no
p r e s e n t ó el Plan de Iguala formalmente a sus superiores has-
ta el 1— de marzo. Durante una r e u n i ó n privada en su
cuartel general, Iturbide explicó sus intenciones y la necesi-
dad de independencia. D e s p u é s de dar lectura al documento
y a la propuesta j u n t a de gobierno, los oficiales, según dice
el periódico del movimiento El Mejicano Independiente, res-
pondieron con entusiasmo. A l día siguiente, en una ceremo-
nia formal, Iturbide j u r ó apoyar la independencia del impe-
rio mexicano; lo mismo hicieron los oficiales y sus hombres,
y la ceremonia t e r m i n ó con u n te Deum recitado en la iglesia
local."
L a demora que hubo entre la firma del plan y el juramen-
to de fidelidad se debió a dificultades en la impresión del do-
cumento. A principios de febrero, Iturbide despachó a M i -
guel Cavaleri, uno de sus confidentes, a la ciudad de M é x i c o
para discutir el borrador final del plan y los preparativos
para su declaración con destacadas personalidades de la ca-
pital, así como para encontrar una imprenta que aceptara
publicar el documento. N o habiendo logrado este último co-
metido, Cavaleri envió a un agente de confianza —el ca-

9 9
B U S T A M A N T E , 1961, m , p p . 121-125 reproduce el Mexicano Indepen-
diente.
302 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

pitan Magan— a Puebla, con la esperanza de obtener los


servicios del destacado editor liberal Pedro de la Rosa. A pe-
sar de las súplicas y del ofrecimiento de una gran suma de
dinero, De la Rosa se mostró renuente a la publicación de la
proclama. Magan entonces echó mano de la extensa red
autonomista para localizar y convencer al padre J o a q u í n
Furlong, miembro de una prominente familia de Puebla y
presbítero del oratorio de San Felipe N e r i , de que publicara
el plan y los documentos anexos.
Los primeros adherentes al plan de independencia surgie-
ron en Puebla a raíz de una serie de discusiones clandestinas
con importantes individuos de esa ciudad. E l hermano del
padre Furlong, Patricio, a la sazón diputado de Puebla en
la D i p u t a c i ó n Provincial de Nueva E s p a ñ a , y otros pobla-
nos prominentes encontraron aceptable el Plan de Iguala,
a condición de que éste reconociera el derecho de la provin-
cia a su propia diputación provincial. El padre Furlong
t a m b i é n contribuyó al movimiento con tipo portátil y con
los servicios de uno de sus impresores. A d e m á s , el antiguo
insurgente J o s é M a n u e l de Herrera se u n i ó a la causa y
viajó a Iguala para fundar El Mejicano Independiente, periódi-
co en el que, como indicó Carlos M a r í a de Bustamante,
" e s t á consignada en la mayor parte la historia de la inde-
100
pendencia".
Inmediatamente después de prestar juramento de fideli-
dad al Plan de Iguala, el 2 de marzo, Iturbide le escribió al
c a p i t á n general y jefe político superior Apodaca para invi-

1 0 0
S e g ú n M i g u e l C a v a l e r i "se me d e s t i n ó en 2 de febrero de 1821
para pasar a esta corte donde l l e g u é el 5 a conferenciar con algunos suge-
tos, puntos referentes al plan (todos permanezcan a q u i felizmente si se ne-
cesita c o m p r o b a r l o ) en cuya c o m i s i ó n me m a n t u v e hasta el 17 del m i s m o
en que m e d i r i g í a las jurisdicciones de C u e r n a v a c a y Q u a u d a para t o m a r
medidas conducentes al projecto y solicitar u n a i m p r e n t a en Puebla, pues
a q u i m e fue imposible conseguirla, n i a u n la i m p r e s i ó n de algunos papeles
de m u c h o i n t e r é s , pues entonces hacia m u c h o m i e d o para los indepen-
dientes septembristas". M i g u e l C a v a l e r i a los editores de Et Sol, M é x i c o ,
(18 abr. 1822), Suplemento al n ú m . 4 0 de El Sol; BUSTAMANTE, 1961, cita
en n i , p p . 119, 118-122, y A L A M Á N , 1985, v , p p . 93-96.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 303

101
tarlo formalmente a participar en el m o v i m i e n t o . Más
tarde, el 16 de marzo, informó a las cortes y al rey de sus
acciones. Expresando su patriotismo y su deseo de proteger
la constitución y la corona, instó a las autoridades a que ad-
mitieran que era necesario reconocer la voluntad de la Nue-
102
va E s p a ñ a de tener u n gobierno a u t ó n o m o . Apodaca re-
c h a z ó la petición del rebelde, como t a m b i é n lo hicieron en
u n principio la m a y o r í a de las autoridades eclesiásticas, civi-
les y militares del reino.
D e s p u é s de proclamar el Plan de Iguala, Iturbide proce-
dió a poner en práctica su programa. Primero, se aseguró
u n financiamiento adecuado mediante la apropiación de
m á s de medio millón de pesos que estaban en camino hacia
103
Acapulco. E n seguida, se dispuso a granjearse el apoyo
de Vicente Guerrero, el cabecilla m á s importante de los i n -
surgentes. E l viejo insurgente aceptó respaldar el Plan de
Iguala el 9 de marzo. Los dos hombres se reunieron al día
siguiente en el cuartel general de Iturbide en Teloloapan y
acordaron que Guerrero m a n t e n d r í a su autoridad en el sur.
E n esencia, lo que sucedió fue que el coronel tránsfuga se
g a n ó al viejo insurgente al reconocer abiertamente el poder
que éste ya poseía. Como señala A l a m á n , el interés primor-

1 0 1
I t u r b i d e notificó a A p o d a c a acerca del P l a n de I g u a l a y lo i n v i t ó a
aceptar la presidencia de la j u n t a de gobierno al r n o m e n t o en que firmara
el p l a n , el 24 de febrero. I n d i c ó al c a p i t á n general y jefe político superior
c u á n fuerte era el deseo de a u t o n o m í a : " C u á n t o s otros planes, s e ñ o r Esc-
m o . , se e s t á n f o r m a n d o hoy sin d u d a en Oajaca, en Puebla, en V a l l a d o -
l i d , en Guadalajara, en Q u e r é t a r o , en G u a n a j u a t o , e n San L u i s . . . en l a
m i s m a capital, en rededor de V . E . . . tal vez d e n t r o de su m i s m a habita-
c i ó n ! ¿ Y h a b r á q u i e n pueda deshacer l a o p i n i ó n de u n reino e n t e r o ? "
I t u r b i d e a A p o d a c a , 24 de febrero de 1821, en B U S T A M A N T E , 1961, n i ,
p . 130. T o m a n d o en cuenta las zonas de futuros m o v i m i e n t o s indepen-
dentistas en las provincias, resulta evidente que I t u r b i d e fue i n f o r m a d o
del deseo de é s t a s de u n gobierno local, aunque n o lo c o m p r e n d i e r a cabal-
m e n t e . V é a s e t a m b i é n I t u r b i d e a A p o d a c a , 24 de febrero 1 8 2 1 ,
OLAGARAY, 1920-1924, n , p . 33.
1 0 2
L a correspondencia está p u b l i c a d a en B U S T A M A N T E , 1961, n i ,
p p . 129-144 y en O L A G A R A Y , 1920-1924, n , p p . 36-62.
1 0 3
ALAMÁN, 1985, v , p p . 95-96.
304 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

dial de Iturbide era atajar cualquier intento de Guerrero por


04
" i m p e d i r o detener la r e v o l u c i ó n " . '
L a tarea crucial estaba, sin embargo, en ganar el apoyo
de las autoridades clericales, civiles y militares. Éstas esta-
ban integradas por obispos y cabildos eclesiásticos; por las
diputaciones provinciales y los ayuntamientos constitucio-
nales; por los anteriores intendentes, ahora jefes políticos, y
por los principales comandantes regionales. Iturbide ofreció
a las m á s altas autoridades eclesiásticas respeto y protección.
Aunque en u n principio mostraron cautela, al final los pre-
lados respondieron positivamente. De hecho, el obispo P é -
rez, de Puebla d o n ó m á s tarde 25 000 pesos a la causa. Sólo
el arzobispo Fonte, de la ciudad de M é x i c o , se mantuvo re-
105
sueltamente contrario a la adopción del Plan de Iguala.
M á s complicado resultó granjearse el apoyo de otras autori-
dades. Para lograr esto era preciso conciliar el conflicto fun-
damental entre intereses civiles y militares. Los dirigentes
de estas dos facciones estaban divididos no sólo en lo relativo
a mantener los impuestos de guerra y el reclutamiento, sino
t a m b i é n en lo tocante al tipo de gobierno. Los hombres que
controlaban las diputaciones provinciales y los ayuntamien-
tos constitucionales insistían en el tradicional dominio civil
sobre los militares; ya no aceptaban las exigencias de tiempo
de guerra como razones suficientes para que los oficiales
predominaran sobre la autoridad civil. A d e m á s , muchas de
las regiones que anteriormente h a b í a n poseído intendencias
ahora exigían el establecimiento de las diputaciones provin-
ciales que la constitución prometía. T o m a r í a varios meses

1 0 4
A l a m á n o b s e r v ó : " I t u r b i d e . . . a p a r e n t ó dar a su u n i ó n con
G u e r r e r o , l a c o n s i d e r ó siempre u n m a l p o r el que h a b í a sido preciso pa-
sar, pero n u n c a se c o m p r o m e t i ó m u c h o de su c o o p e r a c i ó n n i h u b o entre
ellos s i n c e r i d a d " . A L A M Á N , 1985, p . 149. M á s tarde, I t u r b i d e c o n f i r m ó
que el alto rango de G u e r r e r o le c o n f e r í a el m a n d o del sur. A g u s t í n de
I t u r b i d e a V i c e n t e Filisola, 28 de j u l i o de 1821, en I T U R B I D E , 1923-1930,
i , p . 176.
1 0 5
V é a n s e sus cartas al arzobispo de M é x i c o y a los obispos de Gua¬
dalajara y Puebla, en O L A G A R A Y , 1920-1924, I I , p p . 73-81, 85-87. V é a s e
t a m b i é n PÉREZ M E M E M , 1977, pp. 145-181.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 305

antes de que se alcanzara u n arreglo aceptable a los distintos


grupos.
A finales de marzo, el Ejército Trigarante estaba integra-
do por aproximadamente 1 800 hombres, muchos de los
cuales pertenecían a las fuerzas irregulares de Guerrero.
H a b í a ganado pocas batallas y parecía poco probable que
venciera a las autoridades constituidas. Sin embargo, la si-
tuación en que el ejército real se encontraba era desoladora.
N o sólo los ayuntamientos se negaban a seguir manteniendo
el ejército con dinero y hombres; t a m b i é n comenzaron a de-
sertar muchos soldados. Faltos de fondos, provisiones, ropa
y hasta de alimentos, algunos comandantes se vieron forza-
dos a mostrar tolerancia ante grandes manifestaciones civi-
les en favor de la independencia. L a publicación del Plan de
Iguala en u n suplemento del periódico La Abeja Poblana del
2 de marzo, por ejemplo, " d i o lugar a desenfrenados feste-
jos [en la ciudad de Puebla], durante los cuales el tumulto
forzó al [brigadier] Llano a disparar tres cañonazos y a lla-
mar a los músicos del pueblo. M á s tarde éste le explicó al
virrey que, de haber resistido al populacho, hubiera causado
106
u n m o t í n generalizado".
Sin embargo, era precisamente el descontento de los co-
mandantes americanos lo que constituía la mayor debilidad
del ejército real. D e s p u é s de años de entregarse de lleno al
servicio del gobierno, muchos oficiales nacidos en A m é r i c a
se vieron limitados " e n su carrera militar y excluidos de los
107
altos puestos p o l í t i c o s " . A resultas de lo cual, algunos de
los comandantes americanos de mayor antigüedad, como
J o s é J o a q u í n Herrera, Anastasio Bustamante y Luis C o r t á -
zar, así como algunos oficiales m á s jóvenes, como Antonio
L ó p e z de Santa A n n a , se unieron al movimiento. Aunque
algunos comandantes realistas defendieron sus territorios,
otros, al no lograr ejercer control sobre sus tropas, simple-
mente abandonaron sus puestos. Durante los meses de abril,

ARCHER, 1989, p . 4 1 . La Abeja Poblana, núm. 15.


ARCHER, 1992, i , p. 298.
306 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

mayo y j u n i o , grandes partes del Bajío y de Nueva Galicia


108
aceptaron el Plan de Iguala.
El conflicto de las provincias se escenificó, asimismo, en
la capital. A q u í Apodaca se vio forzado a contender con dos
instituciones reacias a la cooperación: la diputación provin-
cial y el ayuntamiento constitucional. Las tensiones brota-
ron poco después de que el Plan de Iguala se hiciera público
en la capital. Cuando Apodaca intentó restringir el flujo de
información, tanto la d i p u t a c i ó n provincial como el ayunta-
miento impugnaron su autoridad para limitar la libertad de
prensa. De manera similar, echaron mano de la constitución
para oponerse a los esfuerzos de aquél por reunir fuerzas m i -
109
litares para combatir a los nuevos rebeldes. Cuidadosos
de no dar su respaldo al movimiento de Iturbide, los dos
cuerpos constitucionales tampoco se mostraron favorables a
defender los intereses de la corona.
Frustrados por la incapacidad de Apodaca de defender el
reino de la nueva insurgencia, las unidades del ejército real
de la ciudad de M é x i c o lo obligaron a renunciar la tarde del
5 de j u l i o de 1821. El antiguo virrey " t r a s l a d ó " su autori-
dad, " p o r convenir así al mejor servicio de la n a c i ó n " , al
110
mariscal de campo Francisco Novella. Notificada al día
siguiente, la D i p u t a c i ó n Provincial de Nueva E s p a ñ a se
n e g ó a aceptar el golpe. Declaró nula la acción, " l o primero
p o r q u e . . . se conoce, que fue violenta [la transferencia de
la autoridad]; lo segundo, porque no hay facultades en
Vuestra Excelencia para entregar el mando a la persona que
le haya parecido". El ayuntamiento constitucional inmedia-
111
tamente expresó su apoyo a la diputación provincial. A
pesar de tal oposición, Novella a s u m i ó el control del gobier-

1 0 8
L a m e j o r d e s c r i p c i ó n de la " c a m p a ñ a " independentista e s t á en
A L A M Á N , 1985, v , p p . 150-290 y R O B E R T S O N , 1952, pp. 83-104.
109 \ ^ é a s e Ayuntamiento, Actas, 1916, p p . 174-258 y H E R R E J Ó N PEREDO,
1985, p p . 256-326.
1 1 0
B U S T A M A N T E , 1961, n i , p p . 269-273. V é a s e t a m b i é n ANIMA, 1971,
pp. 97-102.
1 1 1
H E R R E J Ó N P E R E D O , 1985, p . 345; Ayuntamiento, Actas, 1916,
pp. 448-452.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 307

n o real en la ciudad. Pero resultaba difícil extender su poder


m á s allá de los conñnes de la capital. Los dos cuerpos consti-
tucionales siguieron oponiéndosele, aunque con cautela, ya
que aquél tenía el poder militar.
E n las provincias, la causa independentista ganaba apo-
yo. Algunos oficiales de la corona, como Luis Quintanar
y Pedro Celestino Negrete, lo mismo que antiguos insur-
gentes, como Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo, se unie-
r o n al movimiento. Sin embargo, la victoria m á s importan-
te tuvo lugar en Puebla a finales de j u l i o . Los dirigentes
provinciales, especialmente los que integraban el Ayunta-
miento Constitucional de Puebla, negociaron con los nue-
vos insurgentes, acordando brindar su apoyo al movimiento
a cambio de la creación de una d i p u t a c i ó n provincial. U n a
vez alcanzado el acuerdo, Iturbide hizo su entrada triunfal
en Puebla el 2 de agosto. Carlos G a r c í a , antiguo intendente
y jefe político interino, p r o g r a m ó elecciones para el 1— de
112
septiembre.
Guando O ' D o n o j ú llegó a Veracruz a fines de julio, una
gran parte del reino estaba ya en manos de los insurgentes,
y en la capital las tropas españolas h a b í a n derrocado a las
autoridades legalmente constituidas. O ' D o n o j ú tenía ante sí
una tarea delicada. Como español, estaba comprometido a
mantener los lazos entre la madre patria y la Nueva E s p a ñ a ,
y como liberal, estaba resuelto a asegurar que el gobierno
constitucional quedara firmemente instalado en el país. Bajo
estas circunstancias, el único camino que le quedaba abierto
era entrar en negociaciones con Iturbide. Ambos se reunie-
r o n en la ciudad de C ó r d o b a el 23 de agosto de 1821. A l día
siguiente firmaron u n tratado en el que quedaba reconocida
la independencia de la Nueva E s p a ñ a . E l acuerdo se alcanzó
r á p i d a m e n t e ya que el Plan de Iguala era esencialmente
igual a la propuesta de Michelena, la cual O ' D o n o j ú espera-
ba que las cortes ratificaran. Como m á s tarde declaró Itur-

1 1 2
V é a n s e los documentos oficiales y otras observaciones publicadas
en La Abeja Poblana (9 ago. 1921), 37; (16 ago. 1821), 38; Suplementos
a los n ú m s . 38 y 39 (6 sep. Í 8 2 1 ) , 4 1 .
308 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

bidé, el español aceptó la propuesta del americano "como


3
si él me hubiese ayudado a redactar el p l a n " . "
El tratado de C ó r d o b a no sólo ratificaba el Plan de Igua-
la, sino que t a m b i é n establecía los procedimientos mediante
los cuales se formaría el gobierno independiente. El artículo
1 declaraba: "Esta A m é r i c a se reconocerá por nación sobe-
rana e independiente, y se llamará en lo sucesivo imperio
mexicano." El artículo 2 establecía que el "gobierno del i m -
perio será m o n á r q u i c o , constitucional moderado." El ar-
tículo 3 establecía que el gobernante sería Fernando V I I , u n
príncipe español o alguien designado por las cortes imperia-
les. Los artículos 6, 7 y 8 estipulaban que, "conforme el es-
píritu del Plan de I g u a l a " , se establecería una j u n t a de go-
bierno provisional y O ' D o n o j ú sería miembro integrante de
dicho organismo. El artículo 9 disponía la elección de u n
presidente de la j u n t a , que sería elegido por "pluralidad
absoluta de sufragios". El artículo 11 exigía que la j u n t a
nombrara una regencia de tres personas. Y el artículo 14 de-
claraba que " E l Poder Ejecutivo reside en la Regencia, el
114
Legislativo en las C o r t e s . " L o mismo que el Plan de
Iguala, el Tratado de C ó r d o b a no concedía a Iturbide nin-
g ú n papel específico.
O ' D o n o j ú puso de inmediato manos a la obra para poner
el acuerdo en vigor. Convencido de que las cortes en E s p a ñ a
h a b í a n aprobado ya seguramente el proyecto de regencias,
O ' D o n o j ú informó a su gobierno del acuerdo y lo instó a
115
que lo aprobara lo m á s pronto posible. El principal obs-
táculo estaba ahora en la capital, donde Novella m a n t e n í a
el control. Este oficial se mostraba renuente a reconocer el
acuerdo alcanzado en C ó r d o b a . El 30 de agosto convocó a
una r e u n i ó n de las corporaciones civiles, eclesiásticas y m i l i -
tares para discutir la situación. Aunque tanto la diputación
Drovincial como el ayuntamiento constitucional votaron por
enviar representantes, éstos sólo acudieron en calidad de ob-
servadores. E n la r e u n i ó n , los representantes civiles y ecle-

1 1 3
BENSON, 1 9 5 3 , p. 422.
U 4 " T r a t a d o s de C ó r d o b a " , en T E N A R A M Í R E Z , 1 9 9 1 , p p . 116-119.
1 1 3
ROBERTSON, 1952, pp.-118-119.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 309

siásticos declararon, en calidad de individuos, que O ' D o n o -


j ú era el capitán general y el jefe político legítimo, y que
d e b í a permitírsele entrar pacíficamente en la capital. A l día
siguiente, tanto la diputación provincial como el ayunta-
miento constitucional le escribieron a O ' D o n o j ú dándole la
bienvenida al reino e i n f o r m á n d o l e de sus acciones y de
la r e u n i ó n convocada por Novella. Sin embargo, la postura
que a s u m i ó el comandante de la ciudad de México fue la
de que O ' D o n o j ú h a b í a firmado el Tratado de C ó r d o b a
bajo presión. El recién llegado capitán general y jefe político
superior, a la sazón en Puebla, le informó a Novella, de
manera concisa, que esperaba que cumpliera con sus obli-
6
gaciones."
Renuente a dejar el poder fácilmente, Novella intentó ga-
narse el respaldo de las corporaciones de la capital en una
r e u n i ó n que convocó el 9 de septiembre. El oficial, que hasta
el momento h a b í a utilizado el título de capitán general y jefe
político, pidió que los representantes de las corporaciones de
la capital confirmaran dichos títulos. Pero, al igual que en la
r e u n i ó n anterior, los presentes estaban ahí en calidad de i n -
dividuos y no como representantes de sus entidades. L a D i -
p u t a c i ó n Provincial y el Ayuntamiento, ansiosos de salir del
atolladero, aceptaron despachar a u n delegado para reunirse
con O ' D o n o j ú . Eligieron a J o s é G u r i d i y Alcocer, distingui-
do autonomista, colaborador en la redacción del borrador de
la Constitución de 1812, antiguo Guadalupe y posterior
miembro de la D i p u t a c i ó n Provincial de la Nueva E s p a ñ a .
Novella escogió a uno de sus asesores, el teniente coronel
7
Blas del Castillo Luna,, para a c o m p a ñ a r a Guridi y Alcocer."
L a comisión selló el destino de Novella. G u r i d i y Alcocer
informaron a O ' D o n o j ú del deseo de los cuerpos constitucio-
nales de que éste pusiera coto a "las ocurrencias escandalo-
sas de esa Capital y haga desaparecer la irregularidad de

1 1 6
O í a g a r a y ha p u b l i c a d o las actas de las reuniones convocadas p o r
N o v e l l a y la correspondencia de los distintos grupos; v é a s e O L A G A R A Y ,
1920-1924, I I , p p . 221-224, 172-220. V é a s e t a m b i é n , H E R R E J Ó N PEREDO,
1985, p p . 361-365, y Ayuntamiento, Acias, 1916, p p . 568-584.
1 1 7
O L A G A R A Y , 1920-1924, n , p p . 224-229; Ayuntamiento, Actas, 1916,
p p . 608-612.
JAIME E. RODRÍGUEZ O.

pretensiones individuales [al p o d e r ] " . Acto siguiente, el ca-


p i t á n general le concedió a Novella 24 horas para devolver
la legalidad a la ciudad. Sin embargo, O ' D o n o j ú aceptó pa-
sar por alto las violaciones a la constitución y al código de
conducta militar perpetradas por el oficial, a cambio de la
sumisión inmediata de éste. Novella cedió al nuevo capitán
general el 12 de septiembre. A l día siguiente, a c o m p a ñ a d o s
por Novella, como comandante de la guarnición de la capi-
tal, la D i p u t a c i ó n Provincial y el Ayuntamiento Constitu-
cional, vestidos con los atuendos formales y portando las
mazas ceremoniales, viajaron a la hacienda L a Patera, en
las afueras de la ciudad, para reunirse con O ' D o n o j ú . E l
14 de septiembre, en r e u n i ó n conjunta de la D i p u t a c i ó n
Provincial y el Ayuntamiento Constitucional en la ciudad,
Novella aceptó formalmente a O ' D o n o j ú como capitán ge-
118
neral y jefe superior de la Nueva E s p a ñ a . Dado que
O ' D o n o j ú h a b í a reconocido la independencia de la Nueva
E s p a ñ a , la ceremonia fue en esencia una confirmación del
nuevo estatus del país.
Anteriormente, en Puebla, O ' D o n o j ú e Iturbide h a b í a n
acordado la composición que t e n d r í a el gobierno de transi-
ción. Expandieron la regencia de tres a cinco y aumentaron
el t a m a ñ o de la j u n t a gobernante a 38 miembros. El cuerpo
estaba integrado por los hombres m á s importantes del reino,
entre ellos destacados autonomistas, constitucionalistas, an-
tiguos Guadalupes y algunos clérigos y oficiales conservado-
res. A l a m á n los describió como

de los mas notables. . . por su nacimiento, fama de instrucción


y empleos que ocupaban. . . [Entre ellos se encontraban] los su-
getos que más parte tuvieron en la formación del Plan de Igua-
la, como el canónigo Monteagudo y el Lic. Espinosa [de los
Monteros]; el obispo de Puebla [Pérez]; el arcediano de Valla-
dolid Bárcena; los oidores Ruz y Martínez Mancilla; varios
abogados distinguidos, como Azcárate, Guzmán y Jáuregui; el
brigadier Sotarriva; los coroneles Bustamante y Horbegoso; D .
José María Fagoaga, y [Guridi y] Alcocer de la diputación

1 1 8
O L A G A R A Y , 1920-1924, n , p p . 189-200; Ayuntamiento, Actas, 1916,
pp. 620-628 y H E R R E J Ó N P E R E D O , 1985, p p . 365-367.
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 311

provincial; [Sánchez de] Tagle [del ayuntamiento constitucio-


119
nal], y otras personas.

El cuerpo se reunió inicialmente en Tacubaya, afuera de


la ciudad de México, el 22 de septiembre de 1821, y recibió
la investidura oficial. E n su segunda r e u n i ó n , el organismo
votó por unanimidad "que la Junta t e n d r á exclusivamente
el exercicio de la representación nacional hasta la r e u n i ó n de
las Cortes". Asimismo, se a r r o g ó , " p o r este atributo de gu-
bernativa, todas las facultades que están declaradas a las
Cortes, por la Constitución política de la m o n a r q u í a españo-
l a " . A d e m á s , aseguraba " Q u e la Regencia [de México] ten-
d r á las facultades que obtuvo la Regencia de E s p a ñ a . . . en
lo que no repugne a los Tratados de C ó r d o b a " . L a j u n t a
t a m b i é n afirmaba que los organismos provisionales de go-
bierno funcionarían "interinamente" se llevara a cabo una
r e u n i ó n de las cortes e "interinamente" el rey de E s p a ñ a se
120
presentara en M é x i c o .
El capitán general y jefe político superior O ' D o n o j ú entró
en la capital el 26 de septiembre al sonido de bandas de m ú -
sica, sonido de campanas y disparos de c a ñ ó n . " E l ayunta-
miento le obsequió con refresco, cena y cama, como se hacía
121
con los v i r r e y e s . " L a diputación provincial y otros orga-
nismos le presentaron sus respetos al " t a n eficaz cooperador
de nuestra independencia", como anota Carlos M a r í a de
Bustamante.
A l siguiente d í a , el Ejército Trigarante entró en la capital.
O ' D o n o j ú y otros oficiales eclesiásticos y civiles recibieron
a Iturbide en el antiguo palacio virreinal. D e s p u é s de que el
ejército marchara frente a las autoridades, el arzobispo cele-
b r ó u n te Deum en la catedral. Aquella tarde, el Ayuntamien-
to dio la bienvenida a los héroes de la independencia con u n
suntuoso banquete en palacio. A l cabo de numerosos brindis
y discursos, el regidor S á n c h e z de Tagle dio lectura a una
oda en la que declaraba que el pueblo americano agradecía

1 1 9
ALAMÁN, 1 9 8 5 , v , p. 326.
1 2 0
Soberana Junta, 1 8 2 1 , pp. 3 - 6 .
1 2 1
BUSTAMANTE, 1 9 6 1 , ni, p. 332.
312 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

a O ' D o n o j ú , ese "Sobrehumano m o r t a l , . . . Que. . . la paz


122
nos asegura".
En su primera sesión en la ciudad de M é x i c o , el 28 de
septiembre, la j u n t a ñ r m ó la Declaración de Independencia.
D e s p u é s de esto, el organismo, j u n t o con otras corporacio-
nes, asistió a una misa de gracias en la catedral. Esa tarde,
la j u n t a repasó y a p r o b ó la participación de los miembros
presentes. Luego, el cuerpo seleccionó a los cinco individuos
que c o m p o n d r í a n el Concejo de Regencia. Sin oposición al-
guna, Iturbide fue elegido primer regente y presidente del
concejo, y O ' D o n o j ú segundo regente. Los tres regentes res-
123
tantes fueron seleccionados entre quince candidatos. Si
bien la j u n t a gobernante le concedió a Iturbide un conside-
rable honor al nombrarlo presidente del Concejo de Regen-
cia, dicho nombramiento no confería poder por su acción.
La j u n t a h a b í a dejado claro desde u n principio que, de
acuerdo con el precedente español, la soberanía quedaba en
manos del poder Legislativo. El Ejecutivo estaba limitado a
dar cumplimiento a los mandatos de la legislatura.
A u n q u e la Nueva E s p a ñ a h a b í a logrado su independen-
cia, existían tensiones entre los civiles y el ejército, cada uno
de los cuales consideraba que la e m a n c i p a c i ó n h a b í a sido
triunfo propio. Como señalé en otro trabajo,

1 2 2
Q_ue O ' D o n o j ú la paz nos asegura
S o b r e h u m a n o m o r t a l , de E s p a ñ a gloria.
L a agradecida americana gente,
M i e n t r a s el sol caliente
L o o r d a r á a tu m e m o r i a . B U S T A M A N T E , 1 9 6 1 , n i , p p . 334-336.
1 2 3
Soberana Junta, 1821, p p . 9 - 1 1 . E l conflicto entre los independentis-
tas e I t u r b i d e ya es evidente en el A c t a de la Independencia M e x i c a n a en
ei b o r r a d o r de Francisco M a n u e l S á n c h e z de T a g l e . M i e n t r a s que la Pro-
clama de I t u r b i d e del Pian de Iguala asegura: "Trescientos a ñ o s hace la
A m é r i c a Septentrional de estar bajo la tutela de la n a c i ó n m á s c a t ó l i c a y
piadosa, heroica y m a g n á n i m a " , la a n t e r i o r declara: " L a n a c i ó n mexica-
na que, p o r trescientos a ñ o s , n i ha tenido v o l u n t a d propia, n i libre uso
de la v o z , sale hoy de la o p r e s i ó n en que ha v i v i d o " . S á n c h e z de Tagle
claramente concede precedencia a los independentistas cuando c o n t i n ú a :
" L o s heroicos esfuerzos de sus hijos h a n sido c o r o n a d o s " . Pero t a m b i é n
reconoce la realidad del poder m i l i t a r , y se c u i d ó de no dejar de elogiar
a I t u r b i d e , l l a m á n d o l o " u n genio superior a t o d a a d m i r a c i ó n y e l o g i o " .
LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN 313

dos tradiciones políticas opuestas. . . emergieron entre 1808 y


1821. . .; la primera, forjada en el crisol de la guerra, enfatiza-
ba el poder ejecutivo, y la otra, basada en la experiencia parla-
124
mentaria civil, insistía en el dominio legislativo.

Es posible que u n administrador con experiencia y u n l i -


beral comprometido, como lo fue O ' D o n o j ú , hubiera podi-
do resolver pacíficamente dichas tensiones. Como él mismo
declaró el 17 de septiembre, antes de entrar en la capital:

Instalado el gobierno acordado en el tratado de Córdoba, que


ya es conocido de todos, él es la Autoridad legítima, yo seré el
primero a ofrecer mis respetos a la representación pública. Mis
funciones quedan reducidas a representar el Gobierno Español
ocupando un lugar en el vuestro conforme al dicho tratado de
Córdoba, a ser útil en cuanto mis fuerzas alcancen al America-
no, y a sacrificarme gustosísimo por todo lo que sea en obse-
125
quio de los Mexicanos y Españoles.

Desafortunadamente, O ' D o n o j ú se enfermó inmediata-


mente después de entrar en la capital y no pudo asistir a las
ceremonias de declaración de independencia el 28 de sep-
tiembre. M u r i ó de pleuresía el 8 de octubre. Su ausencia tal
vez sirva para explicar por q u é Iturbide se convirtió en pre-
126
sidente del Concejo de Regentes.
El conflicto entre las dos tradiciones —poder ejecutivo
contra el dominio legislativo— estalló a raíz de la muerte del
oficial liberal español. Los autonomistas creían haber logra-
do la independencia y que las ideas de 1808 se h a b í a n cum-
plido en 1821. H a b í a n tomado parte en un proceso político
que en el curso de los años cristalizó en u n sólido sistema
parlamentario representativo. Dado que la insurgencia rural
h a b í a amenazado sus intereses y posteriormente les h a b í a
brindado oportunidades, los autonomistas estaban seguros
de que el gobierno representativo moderado era u n logro

1 2 4
RODRÍGUEZ O . [en prensa].
1 2 5
J u a n O ' D o n o j ú , " H a b i t a n t e s de N u e v a E s p a ñ a " , Gaceta del Go-
bierno de México, 3 5 , n ú m . 1 2 8 ( 2 2 sep. 1 8 2 1 , p p . 9 9 4 - 9 9 5 .
1 2 6
ALAMÁN, 1985, v, pp. 3 5 8 - 3 5 9 y ROBERTSON, 1 9 5 2 , p. 135.
314 JAIME E. RODRÍGUEZ O.

propio. Estos miembros de la élite nacional aspiraban al au-


togobierno. El hecho de que a la postre hubiera requerido
de la independencia era mero accidente. Dado que poseían
diversos lazos con E s p a ñ a , la mayor parte de los autonomis-
tas acaso hubieran preferido no cortar relaciones con la ma-
dre patria. Pero, al final, aceptaron la independencia, ya
que ésta era la ú n i c a manera en que podían tener control de
su propio gobierno. Iturbide, por otro lado, estaba conven-
cido de que h a b í a sido él quien, con su ejército, h a b í a libera-
do a la nación, y que, por lo tanto, en él estaba encarnada
la voluntad nacional. L a lucha se intensificó cuando E s p a ñ a
rechazó el Tratado de C ó r d o b a . L a abdicación de Iturbide
en 1823 no fue suficiente para poner t é r m i n o a la contienda.
El conflicto entre las dos tradiciones —poder ejecutivo con-
tra s u p r e m a c í a legislativa— h a b r í a de dominar la vida polí-
tica de M é x i c o a lo largo de la primera mitad del siglo X I X ,
hasta que los grandes liberales Benito J u á r e z y Porfirio D í a z
impusieron el presidencialismo en la nación.

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