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Estética

Análisis
El objeto de estudio de la estética

Análisis
El objeto de estudio de la estética
La belleza
El término belleza hace alusión a la facultad que poseen ciertas cosas, personas,
acciones o ideas que provoca una sensación de agrado y deleite al contemplarlas. E
nuestra vida diaria interactuamos en un alto grado con esta cualidad de lo bello,
cuando apreciamos la belleza física de una persona o la hermosura de sus actos o
forma de pensar (lo que se cataloga como belleza humana), o cuando somos testigos
de las manifestaciones artísticas al oír una pieza musical o presenciar un baile,
expresiones que están contenidas en las denominadas bellas artes.

Cabe resaltar la contraparte de la belleza, a la cual nos referiremos como la


fealdad o lo feo. Si la belleza produce una sensación de placer y deleite, la fealdad
produce lo contrario al ser que contempla: desagrado y repudia.

Existen ciertos rasgos de la belleza que comúnmente la definen: la belleza


como manifestación del bien; como manifestación de la verdad; como simetría, armonía
o proporción de las partes, y como perfección expresiva. Estas características
estimulan en los seres humanos reacciones positivas (asombro, gozo, placer,
sensibilidad, felicidad, euforia, etc.) en las identidades humanas como son el ánimo
(espíritu y alma) y la sensibilidad (los cinco sentidos).

La belleza como unidad


El debate del inicio del Ser, desarrollado por los filósofos griegos Heráclito de
Éfeso y Parménides de Elea, ponía a prueba las facultades de la unicidad y la
multiplicidad como razón y explicación del origen del todo, o dígase, del origen
del Ser. Por un lado, Heráclito pensaba, en base a sus ideas de no permanencia, que
todas las cosas que existen (incluyendo a la belleza) pasan de un estado de
unicidad a un estado de multiplicidad, ya que el estado que algo posee no puede
mantenerse para siempre, y en algún punto en el tiempo tenderá a convertirse en
algo distinto, aunque manteniendo alguna relación con lo que fue en el pasado,
constituyendo así la relación entre el uno (la esencia de ese algo, la unicidad) y el
todo (la multiplicidad, los múltiples estados que el Ser puede adoptar), pues en el
fin, Heráclito opinaba que los contrarios no eran excluyentes. Aplicar esto a la
cualidad bella significa considerar su Ser como algo transitorio entre lo único y lo
variable.
La contraparte de esta postura, sostenida por Parménides, se basa en cinco
propiedades o facultades que tiene el Ser y que lo separa del No ser. La primera se
centra en describir al Ser como único, ya que de no serlo no habría juicio para
decidir al verdadero Ser; la segunda refuta el inicio y el fin del Ser: si tuviese inicio,
implicaría que antes no era y procedería del No ser, lo cual Parménides
consideraba imposible. De una forma similar se describe si tuviese un fin. La
tercera discute la indivisibilidad del Ser, asumiendo a éste como lleno y compacto,
e incapaz de ser separado por el No ser. La cuarta lo supone como inmóvil e
inmutable, ya que siendo móvil estaría transitando entre el Ser y el No ser. La
quinta y última estipula la identidad del Ser: el Ser es idéntico a sí mismo, puesto que
si no lo fuera, sería algo distinto al Ser, es decir el No ser, cayendo en una
contradicción.

La relación existente entre forma y contenido es lo que da origen a la belleza


de las cosas y personas, entendiendo como forma a la estructura y conformación de
dicha cosa, y como contenido a la temática o asunto que trata. Estos dos rasgos son
complementarios, es decir, la forma no puede generar belleza sin el contenido y
viceversa, ya que este último necesita un canal para ser transmitido, y la forma
necesita algo que transmitir.

El filósofo Pitágoras de Samos se involucró en el entendimiento de la belleza


auditiva y visual con la concepción de la unidad de elementos, refiriéndose a la
organización proporcionada, recordando a rasgos matemáticos, que a su vez referían
a una procedencia divina.

Plotino argumentaba que el espíritu o inteligencia creadora de todo lo que


existe (el Nous) y el alma del individuo convergen en una identidad más simple, el
Uno, encarnación de la simplicidad absoluta más allá de todo ser, el pensamiento y
de la belleza. Consideraba al Uno como el fundamento del Ser.

La belleza como verdad


La concepción de belleza como verdad está íntimamente relacionada con las
cualidades binarias de verdad o falsedad que poseen todas las cosas. Sí bien, gran
parte de las veces en que intentamos probar la veracidad de algo nos resulta
imposible, no quiere decir que no posea un valor definido de verdad, y una de las
maneras en que se confrontan la duda y los dilemas que involucran la veracidad
de una cosa es a través del análisis y la valoración de los conceptos e ideas a través
de la disciplina de la lógica, en cuanto a la filosofía respecta.
El proceso de saber si algo es verdadero o falso se basa en descubrir la
naturaleza del objeto en cuestión, y en relacionar la veracidad de las palabras con
el sujeto que las enuncia. El concepto de verdad ha tenido varias interpretaciones;
aquí se enlistan algunas:

a) La verdad como correspondencia. Consiste en asegurar la congruencia entre


lo que se piensa y/o dice de un objeto y la naturaleza que posee en el
mundo real. Es la acepción más común e intuitiva de todas, y la que se ha
convenido usar para explicar el concepto de verdad. Aristóteles pensaba
que “negar lo que es y afirmar lo que no es, es falso, en tanto que afirmar lo que es y
negar lo que no es, es verdadero”, mientras que Platón ideaba “verdadero es el
discurso que dice las cosas como son, falso el que las dice como no son”. Aun así, en
la mayoría de las situaciones es difícil alcanzar una misma posición en torno
a los temas que se tratan, y este desacuerdo es más pronunciado cuando los
objetos a tratar tienen posibilidad de estar a la deriva de la subjetividad.
b) La verdad como revelación o manifestación. Involucra dos bifurcaciones,
una con el entendimiento empírico, que se da a través de la experiencia que
el individuo tiene con su entorno, y el entendimiento teológico-religioso o
metafísico, en la cual se proclaman verdades universales y eternas cuyo fin
último es hacer evidente la existencia de un Dios.
c) La verdad como conformidad o apego a una regla. Según esta idea, lo
verdadero es sólo aquello que sigue una regla, patrón o concepto, utilizando
a esta guía como un respaldo sólido de su propia veracidad.
d) La verdad como coherencia. Se basa en la idea de la no contradicción, en la
idea establecer principios coherentes para verificar la verdad de una cosa,
de manera que un pensamiento es tanto más verdadero en la medida que tenga
más congruencia entre sus elementos.
e) La verdad como utilidad. Tiene su fundamento en la ética, puesto que
generalmente, lo que resulta útil es bueno. Un conocimiento es verdadero al
grado en que proveen de alguna utilidad o aplicación en las actividades
humanas, logrando así un fin positivo.

Estas nociones de verdad se han tomado como criterio para definir la belleza.
Platón menciona que la belleza y la verdad poseen cierta conexión, la cual resulta
difícil de discernir entre la que tiene con el bien. El mito de la caverna es quizá la
mejor expresión de la postura platónica en cuanto a la conexión de la belleza con la
verdad, que compara la belleza sensible (referente a los sentidos) como inferior a la
belleza espiritual, lograda después de apreciar la verdad de las formas en el mito
de la caverna.
La belleza como bondad
Esta idea consiste en comparar y relacionar a la belleza con las interacciones
existentes entre el bien y el mal, asumiendo que estas dos últimas ideas existen. Un
punto igual de importante es de decidir en las situaciones confusas qué terminará
siendo benéfico y qué sería perjudicial, dado que muchas veces la línea que separa
a un concepto del otro es o bien delgada, o bien poco clara.

Describiremos las principales doctrinas que estudian estas cuestiones éticas:

a) El eudemonismo. Del griego eudaimonia (felicidad o dicha), postula que el fin


último al que todo ser humano debe aspirar es alcanzar la felicidad, esto es,
en el desarrollo de las virtudes intelectuales. Bertrand Russell pensaba que
el ser humano feliz es aquel que vive objetivamente, quien no se ve limitado
o cegado por su egocentrismo.
b) El hedonismo. Del griego hedoné (placer), establece al placer como bien
máximo. Su fundador, Epícuro de Samos, advertía que no todo saber es
bueno, y que el ser humano debe ser capaz de distinguir entre los placeres
elevadores y duraderos y los placeres dañinos y efímeros.
c) El naturalismo. Sostiene que el orden característico de la naturaleza es la
regla a la cual todo hombre debe apegarse, puesto que se considera a lo
natural como “bueno”. Jean J. Rousseau suponía el hombre como individuo
bueno por naturaleza, cuya maldad sólo emerge por influencia de la
sociedad. Sócrates decía que la sabiduría conducía al buen actuar, mientras
que la ignorancia hacía lo contrario.
d) El utilitarismo. Del latín utile, lo que es útil. Proclama que lo que es bueno
rinde una utilidad que determina y defiende su consideración benéfica. Este
pensar se conoce como principio de utilidad, que considera que “una acción
es buena mientras tienda a lograr la mayor felicidad posible para el mayor número
de personas”.

Principales filósofos
Platón
Consideraba que la belleza no puede existir en el mal, sino en el bien. Una cosa es
más bella mientras más se acerque a la idea conceptualizada del bien. Sin embargo,
hacer que dicha cosa se acerque al bien es un proceso complicado, debido a la gran
ignorancia que rodea al ser humano, como lo deja ver en su relato de la caverna.
Platón consideraba a la belleza espiritual y del alma como superior a la belleza del
cuerpo.

Ponía a las cualidades de orden, limpieza, pureza, proporción y armonía


como atributos relacionados a la naturaleza del bien.

Aristóteles
Hace una distinción entre lo bello y lo agradable, y a su vez realiza una separación
entre lo que él denomina belleza real y objetiva y el deseo, como lo son la atracción
física. Él establece que “lo bello es aquel bien que agrada porque es bueno”. También
aclara que lo bueno es aquello que necesita de acción, movilidad y deseo, mientras
que lo estético requiere inmovilidad, desinterés y ausencia de deseo.

Plotino
Distingue entre tres tipos de belleza: la belleza sensible de los cuerpos, la belleza
suprasensible o inteligible y la belleza informe o inefable. La belleza sensible tiene
manifestaciones principalmente visuales y auditivas, aunque también se
representa con ocupaciones, acciones y formas de ser de las personas que resultan
bellas. Este tipo de belleza es posible debido a que es un reflejo del mundo
inteligible de las Ideas. Plotino hace énfasis en la idea de la belleza humana, la cual
adquiere gracias a la purificación otorgada por la virtud.

Hace también alusión a la necesidad de lo bello hacia el bien, y cómo esta


necesidad no es recíproca.

Estoicos
Este grupo filosófico defiende la postura de que “la belleza será todo aquello que
sea acorde o esté en armonía con la moral, o sea, vivir de una manera correcta,
decorosa y virtuosa”. De esta manera, la belleza establece una relación entre el
objeto y la naturaleza, suponiendo así a la naturaleza como el mayor artista y
amante de la belleza. Esta doctrina filosófica distinguía entre dos clases de belleza:
la belleza relativa, encontrada en lo que es beneficioso o favorable, y la belleza
absoluta, la cual se contempla una vez que el ser humano ha hecho uso de su razón
como ser racional, independizándose así de la conveniencia de los actos de la
belleza relativa, e intentando alcanzar un orden, el cual es la misma belleza.

La belleza como armonía en el ser


La expresión armonía del ser se refiere a la correspondencia entre el equilibrio, la
proporción, y el orden adecuados que constituyen a un ser, ya sea éste un
individuo, actividad o acto. La búsqueda por el entendimiento de la armonía es
algo latente inclusive en nuestros días, y su importancia en este ámbito es que
auxilia en la definición de la belleza.

El matemático Pitágoras hablaba de una armonía visual y auditiva, además


de una organización proporcionada matemática, considerando la relación que se le
daba con la divinidad. De este modo, la armonía representa un ordenamiento
fundamental y universal formado por los números, y del cual surgiría la ley divina
del cosmos. Con respecto a esto, una cosa será bella en la medida en que intente
imitar el orden y organización propios del universo.

El estagirita Aristóteles adoptó los ideales pitagóricos de orden y


proporción, agregando el concepto de simetría, lo cual comunica su intención de
buscar un equilibrio o sincronía. En este punto coincide con los estoicos, quienes
buscaron una relación de la belleza con el bien a través de una proporción y
armonía con la naturaleza.

Belleza natural
Es una belleza libre de la intervención humana, denominadas por Kant como “en sí
consistentes”. Esta belleza no supone ningún concepto, y tampoco un fin
establecido hacia el objeto respecto a lo que éste deba ser. Se da a través de
elementos como los colores, contrastes, formas, sonidos, melodías, movimientos,
tamaños, texturas, panoramas, temperaturas, olores y demás.

Belleza creada por la persona humana (belleza artística)


Esta clasificación de la belleza surge por medio de la intervención o la mera
creación del hombre, y se expresa como toda obra artística que se ha creado en
toda la historia de la humanidad. Immanuel Kant consideraba a esta belleza como
adherente o belleza acondicionada “a objetos que están bajo el concepto de un fin
particular”, donde “el juicio de gusto, en consideración al objeto, se hace
dependiente del fin en el concepto, como juicio de razón y, por tanto, es limitado,
entonces no es ya un libre y puro juicio de gusto”.

Hemos entendido a la sensación que se tiene al presenciar una obra de arte


como la llamada belleza artística, recordándonos a la presencia del artista, quien es
el creador de dicha manifestación artística.

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