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OWENFISS

EL DERECHO
COMO RAZÓN PÚBLICA

Traducción de
Esteban Restrepo Saldarriaga

Marcial Pons
MADRID I BARCELONA I BUENOS AIRES
2007
76 OWEN FISS

A esta altura, podría existir la tentación de abandonar la empresa con


desesperación, de renunciar por completo a la tarea de la adjudicación o de
abrazar el formalismo del principio de la adecuación. Sin embargo, estas
alternativas deben ser resistidas a cualquier precio porque niegan la impor-
tante función social que cumple la empresa de dar significado a los valores
constitucionales, implícita en el propio constitucionalismo o, en el caso del
principio de la adecuación, distorsionan la naturaleza de una faceta impor-
tante de esta empresa. De manera alternativa, podríamos confinar a los jue-
ces a la tarea de declarar derechos e insistir en que abandonen su deseo de
ser eficaces. Aunque esto podría resolver el dilema central, ello exigiría un
desprendimiento y una indiferencia frente a las cuestiones de este mundo
que, a mi juicio, no constituyen ni una virtud ni una forma de comporta-
miento al alcance de la mayoría de los jueces estadounidenses. El deseo de CAPÍTULO II
eficacia no debe ser concebido como una manifestación de voluntad sino
como el deseo del juez de asumir responsabilidad por la realidad práctica y LOS FUNDAMENTOS SOCIALES
su adaptación a los postulados de la Constitución.
Y POLÍTICOS DE LA ADJUDICACIÓN
Los años sesenta fueron un período extraordinario en la historia del
poder judicial de los Estados Unidos. Entre sus múltiples lecciones, esta
época sugiere la posibilidad de otra alternativa: vivir con el dilema. Así, el A finales de los años setenta e inicios de los ochenta, el litigio estructural
juez podría ser caracterizado como un ser que debe habitar dos mundos en dividió profundamente a la profesión legal. Aunque la Corte Suprema ya
forma permanente: el mundo de lo ideal y el mundo de lo práctico, el mun- había manifestado claramente su hostilidad contra esta forma procesal, varias
do de los valores públicos y el mundo de las preferencias subjetivas, el de los tribunales federales inferiores y algunos sectores de la academia la
mundo de la Constitución y el mundo de la política. Los jueces derivan su consideraban con mayor simpatía. En junio de 1980, la profesora loanna
legimidad de uno de estos mundos, y, por fuerza, habitan el otro. Entre WEINBERG organizó una importante conferencia sobre este tema en el Bryn
todas las instituciones del Estado, la rama judicial está en la mejor posición Mawr College. Decidí utilizar esta ocasión para hacer más explícito el con-
para descubrir el significado verdadero de nuestros valores constituciona- traste entre los dos modelos de la adjudicación -la resolución de conflictos
les. Sin embargo, al mismo tiempo, quienes experimentan el poder de estos y la reforma estructural- que presenté en «Las formas de la justicia» (capí-
valores están profundamente limitados, incluso a veces comprometidos, tulo 1). Allí relacioné el modelo de la resolución de conflictos con la conoci-
por su deseo -el deseo completamente admirable- de transformar en da historia acerca del origen de los tribunales. En el ensayo de Bryn MAWR
amplié esta historia, la utilicé para identificar con mayor claridad las premi-
realidad el significado de éstos.
sas que conferían a ese modelo su atractivo y di cuenta del resurgintiento que
el mismo estaba experimentando. De igual modo, señalé la conexión entre la
renovada popularidad del modelo de la resolución de conflictos y el creciente
desdén por el poder estatal en todas sus formas; una tendencia que alcanzaría
su apogeo durante la presidencia de Ronald REAGAN.
La conferencia de Bryn MAWR fue interdisciplinaria. Varios científicos
sociales dedjcados al estudio del litigio institucional e~tuvieron presentes,
así como un número importante de abogados y jueces que habían participa-
do activamente en casos estructurales. Entre éstos se encontraba el juez Jack
WEINSTEIN, quien había liderado el caso de desegregación escolar de Caney
Island. Su presentación en la conferencia causó un gran revuelo, toda vez
que manifestó sus dudas acerca de la capacidad, e, incluso, acerca de la legi-
timidad de los jueces para llevar a cabo la reforma estructural. La mayor
parte de los asistentes nos sentimos descorazonados con las afirmaciones
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del juez. en tanto habíamos admirado todas sus actuaciones en el caso de contemporánea y del papel de la adjudicación. En efecto, ella reconoce
Caney Island. Nos pareció que los ataques cada vez más virulentos contra el adecuadamente la naturaleza burocrática del Estado moderno y las dimen-
acLivismo judicial habían calado en el juez WEINSTEIN, quien parecía expre- siones públicas del poder judicial. No obstante lo anterior, también es
sarlos a través de sus dudas. Todos los ensayos de la conferencia fueron importante reconocer que la reforma estructural genera un cierto número
posteriormente publicados en el número de 1982 de Law alld Human Beha- de problemas. Para comenzar, está el problema del instrumentalismo. el
I'ior (1'01. 6). cual -formulado de manera simple- da lugar a la pregunta acerca de
Poco tiempo después de la conferencia de Bryn MAWR. presenté una cómo llevar a cabo la reforma estructural y de cómo ejecutar esta tarea de
versión ligeramente modificada del ensayo que sigue a continuación en una la mejor forma posible. Un segundo problema ---<¡ue constituye el objeto
conferencia patrocinada por el American Emerprise tnstitllle. Las simpatías central de mis preocupaciones- radica en la cuestión de la legitimidad:
de los asistentes a este evento eran completamente distintas a las de los par-
¿es la reforma estructural una tarea apropiada para los jueces?
ticipantes en la conferencia de Bryn MAWR, lo cual me fue de gran ayuda
para afinar y fortalecer mi defensa del modelo estmctural. El American Aunque las cuestiones instrumentales tienen una importancia y una
Emerprise !nstifUte había estado a la cabeza de un asalto frontal contra el dificultad enormes, y, por ello, deben ser adecuadamente confrontadas,
poder estatal (incluido el poder de los jueces), iniciado durante los años creo que el asunto de la legitimidad es mucho más importante. En pane.
setenta, pero cuya máxima expresión se produjo durante la era REAGAN. Esta esta afirmación obedece al hecho de que creo que los dictados de la legiti-
versión del ensayo, ahora titulada «Two Models of Adjudicatiofi», fue publi- midad imponen limitaciones a los medios que los tribunales pueden utili-
cada en 1983. junto con los otros trabajos presentados en el semjnario, en zar para alcanzar sus objetivos. Un compromiso ciego con la eficacia del
una colección editada por Robert A. GOLDWlN y William A. SCHAMBRA bajo remedio y una preocupación exclusiva por las cuestiones instrumentales
el título How Does the Constitlllion Secure Rights?
pueden cuestionar la legitimidad de la empresa judicial en su conjunto. De
igual modo, mi determinación a despachar en primer lugar las cuestiones
La adjudicación o proceso judicial es la actividad mediante la cual los
de legitimidad se funda en razones de carácter histórico.
valores contenidos en un texto jurídico dotado de autoridad, tal como la
Constitución, son provistos de significado concreto y expresión. A mi juicio, Como forma característica del litigio constitucional, la reforma estruc-
ésta siempre ha sido la función de la adjudicación. la cual. además, está cla- tural apareció, en gran pane, en respuesta al fallo Broll'n v. Board 01 Edu-
ramente establecida en el artículo Itl de la Constitución y es consistente con carion y a los problemas derivados de la desegregación del sistema escolar
el papel asignado a los tribunales por el COll1l1JOn foil'. Sin embargo, durante surgidos a principios de los años sesenta. A finales de los sesenta e inicios
la era de los derechos civiles surgió una nueva forma de proceso judicial. de los setenta, el alcance de Broll'n fue ampliado para incluir entidades
como la policía, las cárceles, los hospitales psiquiátricos, las instituciones
Esta nueva modalidad de la adjudicación resulta definida, en forma para personas con retardo mental, las agencias encargadas de la investiga-
amplia, por dos características. La primera es la constatación de que la ción penal y la vivienda y el empleo públicos. Así, la refornla estructural
amenaza a nuestros valores constitucionales no proviene de individuos llegó a hacerse tan amplia como el propio Estado moderno. Sin embargo, a
sino del funcionamiento de organizaciones a gran escala: las burocracias finales de los años setenta la historia adoptó un curso diferente y la refor-
del Estado moderno. En segundo lugar. esta nueva forma de litigio refleja ma estructural fue objeto de una serie de ataques que, desde entonces, ha
la constatación de que las amenazas a estos valores no pueden y no serán cuestionado su legitimidad de manera profunda y perturbadora. Estos ata-
eliminadas a menos que las organizaciones que las generan sean reestruc- ques no se han dirigido exclusivamente contra la reforma estructural o
turadas. Para el logro de esta tarea reconstructiva, cl universo tradicional cualquier forma particular de la adjudicación, sino contr~ los años sesenta
de remedios jurídicos (la condena al pago de perjuicios o el proceso penal) en general y la concepción del poder estatal propuesta durante esa época.
resulta inadecuado. En este nuevo contexto, la orden o mandamiento judi-
cial (injunction) es el remedio apropiado. Sin embargo. éste no es utilizado
como un instrumento para eliminar un acto aislado ---{;omo hubiese ocurri- l. DOS MODELOS DE LA ADJUDICACIÓN
do en otros tiempos- sino, más bien, como el mecanismo formal a través
del cual el juez dirige la reconstrucción de una organización burocrática. Para entender mejor los rasgos distintivos de la reforma estructural, es
Esta nueva modalidad dcllitigio, a la que denomino «reforma estructu- preciso contrastarla con un modelo de la adjudicación que, por largo tiem-
rah>. representa un avance importante en la comprensión de la sociedad po, ha dominado la literatura y nuestras reflexiones. Además, con frecuen-
- -- - - --- ---- •• __ o - ~ ~~~,., • __ ~, .

cia, ha sido utilizado como criterio para juzgar la legitimidad de todas las en gran parte, que las partes en el proceso resulten fragmcntadas. Con fre-
formas de li~gio. Este modelo se denomina resolución de conflictos, y, cuencia, es posible encontrar portavoces como el supe~vlsor espeCial (spe-
como se expbcó en «Las formas de la justicia» (capítulo !), está asociado a cial master) o el tercero litigante, quienes no S0." ni vlCtlmas ni beneficla-
la historia de dos personas en el estado de naturaleza que reclaman la pro- . s pero representan perspectivas e intereses Importantes de los grupos
piedad del mismo pedazo de terreno. Discuten el problema, alcanzan un nOue sí lo son o en quienes supuestamente recaerán los bene fi'ICIOS denva
. dos
callejón sin salida, y, para salir de éste, recurren a un extraño. Así, los tri- ~e las actuaciones del tribunal. De igual forma, si esta cuestión se a~'altza
bunales son concebidos como una institucionalización de ese extraño y la desde la perspectiva del demandado, es posible observar dos caractensucas
adjudicación es caracterizada como el proceso mediante el cual se ejerce el importantes. Por una parte, la noción de demandado e~ un JUICIO estructu-
poder judicial. Aunque esta historia no constituye el argumento para funda- ral no es equivalente al concepto de causante del dano, entendido en un
mentar la primacía de la resolución de conflictos y sólo se utiliza como sentido individualista. De otro lado, la función del juicio no consiste en
forma de ilustración, sí refleja varias de las premisas que fundamentan este castigar o en juzgar la conducta de ciertos individuos sino en elimmar las
modelo de la adjudicación. La reforma esu'uctural cuestiona esas premisas. amenazas que cualquier agente -incluida la burocracia contemporánea-
En primer lugar. el modelo de la resolución de conflictos refleja un hace pesar sobre valores constitucionales. Conforme a lo anterior, los jue-
universo sociológicamente empobrecido que no da cuenta de los grupos ces pueden reflexionar en términos enteramente prospectlv.?s e Imponer la
sociales y de las instituciones burocráticas. En la historia que sustenta este caraa del remedio a una institución que no ha causado dano -mc!uso en
modelo, no hay espacio para las entidades sociológicas que, con tama fre- sen7ido metafórico-- pero tiene la mayor capacidad para salvaguardar los
cuencia, aparecen en el litigio contemporáneo, ni para grupos sociales valores en cuestión.
como los reclusos de una cárcel o los pacientes de un hospital. Esta narrati- Además de alterar la estructura de las partes, la introducción de entida-
va tampoco reconoce la existencia de grupos que. como las minorías racia- des sociológicas en el juicio estructural modifica y complica la naturaleza
les o las personas con discapacidad, trascienden las instituciones y cuya del proceso de diseño del remedio. En contraste con el modelo de I~ reso-
realidad e identidad social son tan firmes en nuestra sociedad como el indi- lución de conflictos, en el cual un individuo es, al mismo tiempo, VICtlma,
viduo en el estado de naturaleza. Además, la historia no toma en cuenta el portavoz y beneficiario de la orden judicial, la tarea de diseño del remedio
sistema de cscuelas públicas, la cárcel, el hospital psiquiátrico o la autori- se torna mucho más compleja cuando la víctima o el benefiCiariO es un
dad a cargo de la vivienda pública. El mundo sólo está compuesto por indi- grupo social. En este caso. el juez tendrá que determinar, como ~ínimo. si
viduos. cI grupo víctima y el grupo beneficiario son equivalentes y debera desarro-
llar criterios para excluir e incluir individuos en estos grupos. De modo
La estructura de las partes de un juicio característico del modelo de la
similar, si el demandado no es un individuo que pretende la propiedad del
resolución de conflictos refleja ese sesgo individualista: un vecino se
terreno de su vecino sino una organización burocrática que, en virtud de su
enfrenta a otro, mientras que el juez se sitúa entre ambos como un árbitro
estructura, amenaza ciertos valores constitucionales, la expedición de una
pasivo. Por su parte, el juicio estructural desafía esta forma trianaular toda
"' ,
vez que involucra una multiplicidad de partes y es probable que los grupos
orden judicial que contenga un remedio consistente en una prohibición que
apunta a cieno acto aislado no constituye una respuesta adecuada a la natu-
u organizaciones que participan en el proceso estén intemamente divididos
raleza de la amenaza. En el juicio estructural, el remedio consiste en la
en punto a las cuestiones en discusión. El antagonismo no es binario; en reestructuración de la organización. Esta tarea es compleja, difícil y, por
lugar de ello, el juicio estructural comporta un conjunto de pcrspectivas e completo, extraña al modelo de la resolución de conflictos. Requiere un
Intereses en competencia organizados en torno a un cierto número de cues- despliegue de actividad por parte del juez que nada tiene que ver con el
tiones y a una única institución con capacidad para decidir: el juez. papel de árbitro pasivo que ese modelo le asigna. •
La resolución de conflictos también implica una unidad de funciones En segundo lugar, la resolución de conflictos privatiza los valores. En
en la estructura de las partes. En este sentido, el demandante es, al mismo el hipotético estado de naturaleza en que trascurre esta historia no existen
tiempo, víctima, beneficiario del remedio y portavoz. De manera similar, el fines o valores públicos. Allí sólo existen los deseos privados de los mdlvl-
demandado opera como causante del daño, soporta los gastos y las cargas duos y, en especial, su deseo de propiedad. Aunque en esta narrativa el
den vados del remedio y, también, es portavoz de sus propios intereses. La juez/extraño resuelve un conflicto entre dos vecinos en torno a la propie-
IIltroducción de entidades sociológicas en el juicio estructural determina, dad de un terreno, nunca se establece la forma en que la controversia es
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efectivamente resuelta. El juez podría incluso resolver la confrontación Las dudas acerca de la justicia del statu qua también se reflejan en la
entre los vecinos arrojando una moneda al aire. El único valor público que naturaleza especial del proceso de diseño del remedio. El objetivo de la
resulta satisfecho en esta historia consiste en evitar la violencia mediante la resolución de confl;ctos consiste en retornar a un estado de normalidad;
utilización de un mecanismo de conciliación. Así, el juez puede resolver el por ello, el remedio es aislado y tiene corta duración, en tanto sólo persi-
conflicto conforme a cualquier conjunto de reglas que, en el futuro, mini- gue el restablecimiento del mundo que existía previamente al conflicto. Sin
micen las disputas o maximicen la satisfacción de fines privados. embargo, con toda claridad, esta concepción no es aplicable al remedio
El punto de partida del litigio estructural no es la indiferencia hacia los estructural, comoquiera que el objetivo de esta nueva forma de litigio con-
valores públicos o la ignorancia de los mismos. En lugar de ello, esta forma siste en crear un nuevo statu qua, más acorde con nuestros ideales consti-
de la adjudicación se desarrolla dentro del marco provisto por el tipo de tucionales. La reestructuración de una prisión o de un sistema escolar no
Constitución que vindica el fallo Brown v. Board of Education. Esta Consti- puede ser entendida como un intento de retornar a un mundo que existía
tución hace mucho más que establecer una simple forma de gobierno. Por el antes de algún conflicto sino como un intento de construir una nueva reali-
contrario, identifica un conjunto de valores tales como la igualdad, la liber- dad social. En estas circunstancias, el remedio debe durar casi tanto como
tad, la prohibición de tratos crueles y desproporcionados, el debido proceso, la realidad social que persigue crear.
la seguridad personal y la libertad de expresión, los cuales trascienden los Finalmente, el modelo de la resolución de conflictos produce un aisla-
fines privados en que se funda el modelo de la resolución de conflictos e miento institucional de la judicatura porque los tribunales no son concebi-
informan y limitan el funcionamiento de nuestro Estado. Estos valores dos como parte integral del Estado. Así, los vecinos en disputa solicitan al
constituyen el núcleo de nuestra moralidad pública y operan como funda- extraño -a cualquier extraño-- que resuelva su conflicto. Esta versión
menlO sustantivo del litigio estructural. De este modo, la función social del mítica del proceso de creación de los tribunales implica que éstos puedan
litigio contemporáneo no consiste en resolver conflictos sino en dar signifi- ser caracterizados como entidades aisladas del sistema estatal. De igual
cado concreto a esa moralidad en el contexto del Estado burocrático. modo, esta historia sugiere que la legitimidad de los tribunales deriva de
Un tercer supuesto de la historia de la resolución de confliclos ----<¡ue una versión institucional del consentimiento de la ciudadanía. En este sen-
refleja su individualismo o su indiferencia hacia los valores públicos- tido, los vecinos acuerdan que su conflicto sea resuelto por un tribunal y
afirma que sin la intervención de los tribunales u otras agencias estatales, aceptan ceñirse a las órdenes que éste profiera. En la sociedad moderna, la
la sociedad se encuentra en un estado de armonía natural. Como sugiere el conexión con el consentimiento, manifestado en un sentido institucional,
propio concepto de conflicto, la historia asume que la adjudicación se ocu- es preservada de manera más sutil. Por ejemplo, Lon FULLER pretende
pa de un evento anormal que perturba un mundo satisfactorio y que su fun- encontrar la legitimidad de la adjudicación en una forma altamente indivi-
ción consiste en restaurar el slatu qua. Por su parte, el litigio estructural dualista de consentimíento: el derecho a participar en el proceso '. Otros,
niega esta afirmación y cuestiona la justicia del statu qua. Esta forma pro- como John ELY, quienes reflejan la tradición derivada del fallo Caro/ene
cesal es escéptica frente a la distribución de poder y privilegios actualmen- Products, intentan encontrar la legitimidad en la capacidad de los tribuna-
te existente en la sociedad estadounidense. Así, no toma en consideración les de representar a los grupos sociales que carecían del derecho al voto,
el hecho de que, posiblemente, ninguno de los vecinos en disputa debería mediante un proceso que tiende a perfeccionar el proceso político median-
tener derecho a la propiedad del terreno. te a través del cual la sociedad estadounidense consiente'a sus instituciones
de gobierno '.
Este escepticismo permite explicar por qué las exigencias para iniciar
un juicio estructural fueron haciéndose cada vez menos estrictas. En efec- A mi juicio, los tribunales no deben ser concebidos de manera aislada.
to, en este tipo de procesos los requisitos para demandar se simplificaron, Por el contrario, deben ser vistos como una fuente coordinada de poder
las doctrinas de legitimación en la causa se hicieron más permisivas y las estatal y como parte integral del sistema político en toda su extensión. La
objeciones por carencia de objeto llegaron a ser menos decisivas. Estos democracia nos obliga a fundar la legitimidad en el consentimiento, pero
desarrollos constituyeron un reflejo de la creciente desconfianza en la pre- este consentimiento no se dirige de manera aislada a instituciones indivi-
misa de la historia de la resolución de conflictos conforme a la cual el statu
qua es justo y armonioso. Así, la necesidad de intervención judicial dejó de I FULLER, 1978: 353-409.
ser considerada una aberración. 2 ELY. 1980.
duales. El consentimiento democrático se extiende al sistema estatal en su ciones internas generadas por la reforma estructural y al surgimiento de
conjunto. La legitimidad de una institución dentro del sistema no depende una concepción de la vida social que privatiza todos los fines.
del consentimiento de las personas que, en sentido individual o colectivo, En el núcleo de la reforma estructural yace una concepción de la judi-
están sujetas a la misma sino, más bien, de su competencia para cumplir catura que la caracteriza como una fuente coordinada de poder estatal cuya
una función social dentro de ese sistema. En los Estados Umdos, la Jegltl- legitimidad deriva de un proceso característico. La autoridad de los jueces
midad de los tribunales y el poder que éstos ejercen en la reforma estructu- para dar significado a los valores constitucionales proviene de su indepen-
ral, o, por la misma razón, en cualquier tipo de litigio constitucional, están dencia y de su disposición a participar en un diálogo especial en torno a
fundados en la especialísima competencia de los jueces para desempeñar este significado. Los jueces involucrados en la reforma estructural invocan
su característica función social: dar significado y aplicación concretos a los la autoridad interpretativa que posee todo juez, la cual deriva del proceso
valores públicos contenidos en la Constitución. mediante el cual la judicatura ejerce su poder. Al mismo tiempo, el pecu-
Al referirse a esta competencia, no es necesario adscribir a los jueces la liar proceso de diseño de los remedios en el juicio estructural menoscaba la
sabiduría de reyes filósofos. La capacidad de los tribunales para dar signi- capacidad de los jueces para adherirse a los dictados del proceso que cons-
ficado a los valores públicos no se fundamenta en alguna clase de habili- tituye la fuente de su legitimidad. Como consecuencia de lo anterior, apa-
dad moral -de la cual carecen por completo- sino en el proceso que ope- rece una serie de cuestiones que permite preguntarse si es apropiado que la
ra como límite al ejercicio de sus poderes. Una característica de este judicatura desempeñe esta tarea.
proceso es el diálogo que los jueces están obligados a emprender: deben Una amenaza obvia para la integridad del proceso judicial -que si
escuchar todas las pretensiones, oír un amplio espectro de intereses, res- bien minimicé en «Las formas de la justicia» (capítulo 1), me preocupa
ponder y asumir una responsabilidad individual por la decisión que adop- cada vez más- es la burocratización de la judicatura (véase capítulo IV).
ten. Asimismo, el juez debe ser independiente frente a los deseos o prefe-
En efecto, parece existir una tendencia creciente de los jueces, particular-
rencias del cuerpo político y de las partes enfrentadas en el proceso. mente pronunciada en el contexto estructural, de rodearse de una serie de
La competencia de la judicatura, y, por ende, su legitimidad, depende instituciones adjuntas (supervisores especiales, funcionarios de audiencia,
del diálogo y la independencia, y no de la voluntad de las personas de con- más asistentes judiciales) que comienza a conformar una burocracia auspi-
sentir un resultado específico o de su capacidad para nombrar o remover a ciada por la propia judicatura. Donald HOROWITZ ha sugerido que este fenó-
los funcionarios que detentan un cargo público. El consentimiento de las meno está ligado a una ley sociológica que predice que la rama judiciallle-
personas es un requisito de legitimación del sistema político, del cual la gará a reflejar el carácter esencial de las instituciones que pretende
judicatura forma parte. La capacidad de la ciudadanía para responder a las controlar o regular 3. Por mi parte, sospecho que la burocratización de la
decisiones judiciales, a través, por ejemplo, de reformas constitucionales, judicatura puede tener causas menos grandiosas pero mucho más maneja-
preserva el carácter consensual del sistema como un todo. Una dependen- bles: el exceso de trabajo, la necesidad de conocimiento especializado o el
cia más estrecha y particularizada del consentimiento popular privaría a la deseo de los jueces de aislarse de la crítica y el escrutinio públicos. Estas
judicatura de su independencia y, por tanto, de su competencia para decir causas pueden y deben ser superadas, comoquiera que la burocratización
el derecho. de la judicatura destruiría, con el tiempo, la forma característica del diálo-
go que ha sido esencial para la función judicial: sería difícil creer que un
juez está escuchando o respondiendo verdaderamente a las pretensiones o
2. LAS FUENTES DE RESISTENCIA está asumiendo una responsabilidad individual por la decisión que adopte.
La reforma estructural también implica una amenaz!\ para la indepen-
Aunque el modelo de la resolución de conflictos contradice la realidad
dencia judicial. En parte, esta amenaza surge de la especial relación que se
social y política de la sociedad moderna, el mismo resurgió de una relativa
desarrolla entre el juez y la institución recién reformada. El litigio estructu-
invisibilidad durante los años sesenta y comenzó a gozar de renovada
ral compromete a los jueces en la reconstrucción de una entidad en funcio-
popularidad a partir de mediados de los setenta. Este resurgimiento no pue-
namiento, y, en tanto el funcionario judicial a cargo de la tarea se desempe-
de ser atribuido ni a la poesía más bien banal de la historia de la resolución
de conflictos ni a las ansias nostálgicas por el mundo mucho más simple
que evoca este modelo. Creo que el resurgimiento obedece a las contradic- 1 HOROWITZ, 1982: 140-141.
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ña al mismo tiempo como arquitecto e ingeniero estructural del proyecto, social. En el núcleo de cada uno de estos fenómenos yace una creencia
es probable que pierda su independencia frente a la institución. La entidad renovada en la naturaleza privada de todos los fines.
reconstruida será concebida, en gran parte, como una creación judicial. En A mi juicio, el hecho de que la historia de los dos vecinos que se dispu-
consecuencia, el juez puede llegar a considerar que los cuestionamientos tan la propiedad de un terreno transcurra en el estado de naturaleza es
contra la institución recién reformada son en realidad cuestionamientos importante porque ese es el lugar en donde tuvo origen el contrato social.
contra su autoridad. De igual modo, es posible percibir que la teoría del contrato social tiene las
La independencia judicial resulta igualmente amenazada por el tipo de mismas premisas del modelo de la resolución de conflictos: carece de una
maniobras políticas que, de modo inevitable, derivan de las ambiciones sociología, se basa en fines privados, el poder se legitima a través del con-
propias del proceso de diseño del remedio en la reforma estructural. En sentimiento de los individuos y, al menos según la versión lockeana del
efecto, los jueces no son funcionarios todopoderosos, y, habida cuenta de contrato social, reina una armonía natural. El concepto de Estado inscrito
la amplitud y complejidad de las aspiraciones del remedio estructural y de en la teoría del contrato social ----<:Ienominado Estado gendarme- " domi-
la dependencia de éste de la cooperación de un sinnúmero de individuos e nante a lo largo de casi todo el siglo XIX, es análogo a la concepción mini-
instituciones, siempre existe el peligro de que los funcionarios judiciales, malista del poder judicial derivada del modelo de la resolución de conflic-
con el fin de alcanzar una reparación efectiva, transijan en tomo al alcance tos. Conforme a esta teoría, el objetivo principal del Estado es la
de los derechos y los remedios. Así, el idealismo de los jueces resulta seguridad; es decir, el desarrollo de aquellas condiciones que permitan que
moderado por la realidad, lo cual los conviene en funcionarios capaces de los individuos lleven a cabo transacciones comerciales y satisfagan sus
adaptación. Aunque es probable que los nombramientos de carácter vitali- propias necesidades.
cio sigan constituyendo una fuente nominal de independencia, el deseo de Durante el siglo XX, particularmente en las décadas posteriores al New
eficacia puede erigirse en amenaza a la misma. Deal y a la Segunda Guerra Mundial, en los Estados Unidos surgió un tipo
Aunque estas dinámicas ciertamente afectan la idea de la reforma completamente distinto de Estado. Este nuevo Estado se convirtió en parti-
estructural, insisto en que no llegan a convenir este modelo de adjudica- cipante activo de nuestra vida social mediante la provisión de servicios
ción en una empresa incoherente o en una tarea que está más allá del alcan- esenciales y la estructuración de los términos mismos de nuestra existen-
ce del poder judicial. El celo es una característica personal que debe ser cia. Con el fin de legitimar una concepción semejante del poder estatal, fue
moderada, pero no eliminada. Si bien, es menester reconocer los límites de necesario desarrollar una teoría del consentimiento radicalmente distinta
un cargo judicial, sería un error renunciar a las ambiciones derivadas del del consentimiento individualista y unánime exaltado por la tradición del
proceso de diseño del remedio en la reforma estructural, toda vez que éstas contrato social. También fue necesario desarrollar una concepción de la
se desprenden de una percepción verdadera acerca de la naturaleza de la vida social lo suficientemente rica y plena en objetivos como para hacer
realidad social y del compromiso loable de los jueces con que esa realidad comprensibles las extensas y casi continuas intervenciones de un Estado
se ajuste a los valores contenidos en la Constitución. comprometido con el mejoramiento del bienestar de la ciudadanía. Este, en
esencia, fue el logro de la era de los derechos civiles.
La existencia de jueces excesivamente celosos no es la única amenaza
que pesa sobre la legitimidad de la reforma estructural. Por el contrario, de El surgimiento y legitimación del Estado activista durante los años
las fuentes externas al proceso judicial surge una amenaza más básica y sesenta es paralelo al surgimiento y legitimación de esa nueva forma de
difundida, la cual, además, se extiende a la política en su conjunto. Dado litigio que he dado en llamar reforma estructural. Por cierto, es posible ir
que los tribunales deberían ser concebidos como una fuente coordinada de más lejos e identificar --{;omo ha insistido mi colega Bruce ACKERMAN en
poder estatal, según sugerí con anterioridad, no sería sórprendente que la varias conversaciones- un fundamento teórico común para ambas con-
judicatura se viera sujeta a las mismas fuerzas que afectan al poder estatal cepciones del poder estatal. En la misma medida en que el modelo de la
en general. Y, en efecto, así ha ocurrido. El resurgimiento del modelo de la resolución de conflictos comparte las premisas de la teoría del contrato
resolución de conflictos no es un fenómeno aislado. Por el contrario, tiene social y del Estado gendarme, la reforma estructural y el Estado activista
lugar dentro de un contexto político más amplio, caracterizado por un inte- moderno comparten una teoría política común. En efecto, ambos toman en
rés renovado en la economía de mercado y en las teorías del laissezjaire,
y, de manera más general, por la reafmnación de la teoría del contrato • Esta expresión es de NcrLlCK. 1974.
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cuenta las realidades sociológicas, son escépticos frente a la justicia del


statu quo y utilizan en forma positiva el poder del Estado. Adicionalmente,
ambos se fundan en una creencia en· la existencia e importancia de valores
públicos y en el reconocimiento de la necesidad de imbricar esos valores
en la realidad social a través del uso del poder estatal. Aunque la igualdad
fue la pieza central del litigio y de las actuaciones del legislativo y del eje-
cutivo durante los años sesenta, ella sólo tuvo un significado representati-
vo, en cuanto mostró una forma general de concebir la vida social. Esta
visión enfatizó lo que he denominado valores públicos; es decir, los valo-
res que definen a una sociedad y le confieren su identidad y coherencia
interna. En este sentido, los derechos fueron concebidos como la encarna-
ción concreta de esos valores y, como tales, fueron la expresión de nuestra
vida en común más que de nuestra individualidad. CAPÍTULO III
Desde los años setenta hemos experimentado cada vez más dudas acer-
ca de la existencia de valores públicos -hoy en día todo se reduce a inte- EL GRADO CORRECTO
reses individuales o, en el mejor de los casos, a una moralidad indivi- DE INDEPENDENCIA
dual-, las cuales tienen cabida en el modelo de la resolución de conflictos
y en la teoría del Estado gendarme. Ambas formas de poder estatal ofrecen
un refugio fácil para todos aquellos que negarían O minimizarían el papel Hacia mediados de los años ochenta comencé a dictar conferencias en
de los valores públicos en nuestra vida social y la necesidad de un poder el extranjero. Aunque yo no tenía ningún conocimiento acerca de asuntos
estatal capaz de realizarlos. El problema es que si damos marcha atrás, si internacionales, en el resto del mundo parecía florecer una curiosidad cre-
aceptamos la privatización de todos los fines o negamos al Estado el poder ciente por aspectos puramente internos del sistema jurídico estadounidense.
para convertir en realidad los valores públicos, estaríamos empobreciendo Para muchos, este sistema era digno de admirar, e, incluso, de emular. Algu-
nuestra existencia social y socavaríamos arreglos institucionales importan- nos de los ensayos contenidos en este libro, incluido el presente capítulo,
tes. Los jueces se quedarían así sin los medios para deparar protección fueron escritos en respuesta a esa necesidad. El ensayo que sigue a conti·
contra las amenazas derivadas de las burocracias del Estado moderno, y, de nuación se refiere a una de las características más saludables de la experien-
este modo, la Constitución resultaría degradada. Las normas constituciona- cia estadounidense: la independencia de los jueces.
les ya no serían concebidas como la encarnación de una moralidad pública En junio de 1985 fui invitado a Argentina, junto con un selecto grupo
sino como un simple instrumento de organización política que distribuye el de juristas y filósofos, a fin de asesorar a la administración del presidente
Raúl ALFONSÍN en los juicios entonces en curso contra la junta militar que
poder y prescribe los procedimientos a través de los cuales éste debe ejer-
había gobernado a ese país entre 1976 y 1983. [Las circunstancias de este
cerse. Un desarrollo de esta clase debe y puede ser resistido; pero, para que viaje, así como su significado para mi carrera profesional, están descritos
ello sea posible, primero debemos redescubrir el valor y el significado de con mayor detalle en «The Death oí a Public Intellectual», un ensayo origi-
nuestra vida pública. nalmente publicado en uno de los números de 1995 del Ya!e Law Jouma!
(vol. 104, p. 1107)]. Como resultado de este viaje, comencé a involucrarme,
cada vez más, con asuntos latinoamericanos -particularh1ente argentinos y
chilenos- y comenzaron a fascinarme las transiciones de la dictadura a la
democracia emprendidas por estos países. En el caso de Argentina, la transi-
ción se inició en 1983, y, en el caso chileno, en 1989.
En cada una de estas transiciones surgió la cuestión de la independencia
de los jueces. En tiempos anteriores, varios de los jueces habían servido a la
dictadura, y, por ello. los nuevos gobiernos democráticos debían decidir si
estos jueces podían continuar desempeñando sus funciones. ¿Sería su remo-
ción del cargo consistente con el ideal de la independencia judicial? En

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