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La niebla cubrió el infinito. La oscuridad consumía todo bajo una sola realidad; al principio
solo existían los demonios que poblaron el mundo, se les conoció como la primigenia
existencia. Huller; así fueron llamados por los antiguos (descendientes directos de los
primeros hijos o Primum liberos). Las escrituras no relatan su procedencia, pero bajo
especulaciones se piensa que; en el inicio de todo, la casualidad predominaba en el único
plano que favorece a la vida, el nuestro. Su llegada al mundo fue avalada por una ley casual
o quizás un Dios aburrido de la nada; sea como fuese, en ellos cayo la facultad de crear y
destruir en el primer mundo.
Su sangre no emita calor, el estar vivo era un concepto sin significado; pero el sabor que
dejaba la absoluta soledad, hacía creer que había algo más que escapaba de sus manos.
Pasaron millones de años, no resentían la entropía e incluso cuando en sus manos posaba el
don de la creación, posaron inertes ante la indiferencia que les causaba el caos (la vida es
caos, el caos es en esencia el movimiento de cada sistema con respecto a otro).
Fuese Dios o un simple capricho de la textura universal, apareció un cielo oscuro; donde se
sentía el peso del movimiento. Fue la primera vez que se experimentó una perturbación; así
nació el tiempo y nuestra concepción de la materia, aunque amorfa, está ya coexistía con
las energías dispersas en el vacío (Up, Charm, Top, Down, Strange, Bottom, etc…). Claro,
los Huller eran por excelencia hijos de la divinidad, y por esa simple razón se movían por el
espacio-tiempo como una doncella sin preocupación ni temores, pues la vida no pasa
factura a quienes en su sangre posean un atisbo de la primigenia universal.
Primum liberos.
Podrías suponer que voy a algún lado, las marcas en mis manos representaban cierta
vergüenza, suficiente para esconderlas debajo de unos guantes.
Tres somos, tres caímos y ahora errante solo el viento desmiente mi mentira. Podrá hacer
frio, aun así, el cuerpo se acostumbra a resentir los pesares cuando está lleno de esto en su
experiencia. Somos tres y antes éramos cuatro, solo eso importa y es el deber de los quedan
descubrir su significado.
Zarpe desde la costa de Fluctus Terra, y ahora he visto recorrer al sol de lado a lado
durante tres lunas. El camino es tan peligroso como cualquier cosa desconocida en estos
tiempos.
- “Hemos sido cuatro y ahora somos tres, saber la causa es nuestro cometido”
Susurra la noche en son de mis palabras, es la razón de la peregrinación. Los tres hemos
zarpado, no en busca de venganza, las respuestas son más importantes. Incansables, así se
nos ha criado, nada detiene a un portador de los malos augurios.
El cabello cae sobre mis ojos, el abrigo cubre mi boca, soy un desconocido para la soledad,
un desconocido para este bosque y también lo seré para el siguiente pueblo.
En esencia, existían cuatro reinos; el reino del sol, el más tendiente a la inestabilidad.
Aunque en la última década gracias a una teocracia fuertemente asentada con el Electi a la
cabeza recobraron la fuerza, claro, a costa de masacrar al linaje del sol. Con respecto a los
otros tres, dos de ellos aun conservaban monarquías independientes. Estos serían; el reino
de la luna y el reino de sangre, cada uno con diferentes problemas políticos relacionados a
la adquisición de territorios estratégicos para la guerra y comercio… a Tertium le encantan
estas cosas, a mi parecer la política es aburrida. El ultimo se denomina a si mismo Res-
Paria, no se sabe mucho de él, es el menos tendiente a los conflictos, aunque no por
mucho; considerando los tiempos que se avecinan. Se rumorea que en aquel lugar no
existen reyes, al parecer se divide en diferentes aristocracias que se turnan cada cierto
tiempo el poder.
Solo debo buscar a una antigua conocida de Quartus, se le conoce como Perene y trabaja
como adivina en un bar. Me sorprende que no le hayan cortado el cuello hasta ahora; habrá
sus razones, aunque la teocracia se vuelve con el pasar del tiempo, más sensible con lo
relacionado al ocultismo. Pero, según la descripción, es una mujer fuerte, tanto como para
considerar muy real su poder de adivinación, esa clase de habilidades son valiosas para los
aristócratas.
- Bueno, supongo que el tipo que lleva una espada larga sin vaina metida en pequeño
perchero en el cinturón es bastante sospechoso; ocultarla debajo de la capa parece la
solución más razonable Solo faltan un par de horas para llegar, un poco más cerca.
Me dije a mi mismo.
Malum visum.
Susurre, era una advertencia para mí mismo. De manera inconsciente al escuchar estas
palabras, mi mano izquierda se deslizo por debajo de la capa negra en busca del mango de
mi espada; todo era más seguro si mis manos sienten un arma.
Llegando a mi destino, observe el frente de la pequeña taberna que contaba con tres pisos;
era curiosa su pintura de un rojo brillante, un poco anti sonante con el aspecto general del
pueblo, ha de ser que pensaron acercarse un poco más a la lujuria… me pregunto si a mis
hermanos les daría gracia. El resto del decorado consistía en un descuidado jardín con
pequeños arroyos artificiales; como una conclusión lógica es de entender que los pequeños
burgueses son los únicos que poseen tanto como para no lucir la suciedad. Las personas del
común no pueden llevarse la misma tajada y por eso recurrirían a la violencia para
satisfacer ciertas necesidades; lo cual explica parcialmente por qué los locales estén tan
fuertemente vigilados.
Extrañamente la entrada al bar contaba con dos Hunter que prestaban guardia en la
entrada; su profesión era muy evidente considerando su armamento de espada corta de un
solo filo, sus posturas, además las cicatrices en las manos y ante brazos demuestra una
fornida habilidad del combate cuerpo a cuerpo. El de la pañoleta roja, cepillaba su bigote
mientras me miraba fijamente; demostraba no tener más de 40 años. El otro sujeto era
menos verosímil, su cara con una cicatriz que le atravesaba de la oreja izquierda hasta la
barbilla, daba la sensación de lo curtido que estaba en combate; este ya llegaba a los 50
años, pero no por eso su aura dejaba de ser intensa.
Esta vez fue el otro hunter, el de la cicatriz. No quería llamar mucho la atención, así que
asentí con la cabeza para posteriormente bajar la mano del mango de mi espada. Mientras
movía levemente el brazo se alzó de manera breve la capa, dejando entre ver una espada
rota; este pequeño espacio fue aprovechado por los dos curiosos personajes, quienes
asomaron la vista sutilmente para ver la naturaleza del arma.
Devolví mis ojos de manera despectiva hacia ellos. El color de un portador de la desgracia
solo se puede ver cuando desvaina su espada.
- No nos veas de esa manera ¿nos puedes culpar por tener un poco de curiosidad?.
Respondió el del bigote.
- Ojos rojos, entonces los rumores son ciertos. Que uno de ustedes este tan lejos de γη
των τεσσάρων significa que fuerzas muy peligrosas se están moviendo.
Dijo el de la cicatriz con cierto tono pensativo. Casi no se notaba que hace unos segundos
intentaron matarme.
- Disculpa niño, fue algo brusca nuestra aparición. Soy Beliot Volk y mi compañero
es Beleg Na Bever, venimos del reino de la sangre. Fuimos llamados por la señorita
Perene. Nuestro encargo era esperar a un sujeto con tus cualidades, en cierta manera
era parte de nuestro deber saber y identificar al portador de una espada rota.
Continúo hablando el que se hacía llamar Beliot Volk, no había ninguna razón para seguir
con el conflicto, ya era de noche y debido a mi pronta aparición, entendieron que algo poco
deseable se acercaba.
- De acuerdo.
Esa fue mi respuesta, mi aura insensible que emanaba les hacían entender que no tenía
importancia. En cualquier caso, no interesaba tanto y mi único interés se encontraba dentro
de ese bar.
- Para ser un anciano desfigurado, te tomas muy a la ligera los asuntos serios.
Dijo Beliot con tono sarcástico mientras se reía detrás de ese inquietamente bien arreglado
bigote.
Los dos se pusieron enfrente de mí, dejando de lado toda hostilidad y asumiendo una
caminata regular. Después de eso, simplemente entramos a aquel curioso lugar. Pensando
un poco en nada, se me paso la idea por la mente… nunca he entrado a un bar. Supongo
que pasar una vida asesinando no te da el tiempo suficiente para considerar las banalidades
de una existencia pacífica.
Pyromancer pythonissam.
Continuo el siguiente hunter, no parecía tener intenciones amenazantes con su respuesta.
Abrí la pequeña puertilla que me recibió con un sonido desagradable demostrando la
necesidad de un toque de aceite. Entre de manera precavida, mis pasos por lo general no
demuestran ninguna presencia, me instruyeron de tal manera para que mis pasos no se
oyeren en los mas mínimo. Aun con esto, mi presencia resalto de manera indebida, no
levante sospechas de la mayoría de asistentes; solo algunos se percataron del movimiento y
una ausencia vacía de dos metros. Intentaron disimular su impresión, pero es inevitable
notarlos,