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Capítulo 51

Cardiología intervencionista.
Técnicas de apertura

A. Descalzo Señoran, M.E. Maya Carrasco


Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista.
Unidad de Cardiología Pediátrica. Hospital Infantil Universitario
Virgen del Rocío. Sevilla

INTRODUCCIÓN
Entendemos como cardiología intervencionista la aplicación con fines terapéuticos de
las técnicas del cateterismo cardiaco.
El inicio de esta nueva etapa tiene lugar en el año 1966 cuando Rashkind y Miller
realizan la atrioseptostomía con catéter-balón que tantas vidas ha salvado, sobre todo
en pacientes afectos de transposición de las grandes arterias.
A partir de entonces, los procedimientos terapéuticos mediante cateterismo apli-
cados a las cardiopatías congénitas se han desarrollado y perfeccionado de manera
notable. Fundamentalmente están destinados a dilatar válvulas y vasos o bien a ocluir
defectos septales, vasos o comunicaciones anormales, tanto intra como extracardia-
cos. Las válvulas y los vasos estenóticos se dilatan con catéter-balón, y para el cierre
de cortocircuitos se han ido diseñando dispositivos cada vez más eficaces y seguros.
La aplicación de dispositivos para mantener una dilatación realizada previamente
(stents) permite la prevención de una posible reestenosis precoz.
Estos dispositivos también permiten mantener abierto el ductus arterioso (DA) evi-
tando la necesidad de infusión continua de prostaglandina (PG) intravenosa (i.v.).
Es una alternativa terapéutica a la realización de una fístula de Blalock-Taussig en
pacientes con cardiopatías congénitas ductus-dependientes y asociado al banding de
las arterias pulmonares ofrece otra opción de corrección quirúrgica inicial del síndro-
me de hipoplasia de cavidades izquierdas.
El cateterismo terapéutico se aplica también para tratar los trastornos del ritmo car-
diaco que no se resuelven con tratamiento farmacológico. La crioablación y la aplica-
ción de radiofrecuencia para la ablación de focos ectópicos o de vías anómalas cau-
santes de arritmias es resolutoria en un gran número de pacientes.
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Ya en esta década se han diseñado con gran expectación mecanismos para el tra-
tamiento percutáneo del recambio valvular. En concreto, la colocación de dispositi-
vos valvulados insertados en stents expandibles para los tractos de salida de ventrículo
izquierdo (VI) y ventrículo derecho (VD). Estos últimos han demostrado seguridad y
efectividad en la población pediátrica con cardiopatías congénitas intervenidas e insu-
ficiencia pulmonar severa residual.
Las principales técnicas de intervencionismo se resumen en la Tabla 1.

ATRIOSEPTOSTOMÍA
La atrioseptostomía con catéter-balón fue la primera técnica terapéutica utilizada
mediante cateterismo cardiaco. La publicaron Rashkind y Miller en junio de 1966(1), y
se había realizado en 3 niños con transposición de grandes vasos.
Consiste en la introducción por vía venosa femoral o safena de un catéter-balón,
que bajo control fluoroscópico o ecocardiográfico se avanza hasta la aurícula dere-
cha y, de ahí, a la aurícula izquierda. El balón se llena con 2-3 cm3 de contraste dilui-
do y a continuación se realiza un tirón enérgico y limitado hasta la unión de la vena

Tabla 1. Principales técnicas de la cardiología intervencionista


• Atrioseptostomía
• Valvuloplastia pulmonar y angioplastia de ramas
pulmonares
• Valvuloplastia en la estenosis aórtica congénita
infantil
• Valvuloplastia mitral y tricúspide
I. Técnicas de apertura
• Stent en ductus
• Angioplastia en la coartación de aorta
• Otras dilataciones vasculares:
– Dilataciones de venas sistémicas y pulmonares
– Dilatación de fístulas y vasos anómalos
sistémico-pulmonares
• Cierre de ductus, CIA y CIV
II. Técnicas de cierre • Oclusión de fístulas y vasos anómalos y otros
defectos congénitos o posquirúrgicos
• Colocación de catéter electrodo para
III. Tratamiento de las arritmias marcapasos transitorio
• Ablación con radiofrecuencia
IV. Extracción de cuerpos extraños
V. Colocación de dispositivos
valvulados en TSVD
CIA: comunicación interauricular; CIV: comunicación interventricular
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cava inferior con la aurícula derecha. Esta maniobra se repite varias veces. Si hay pro-
blemas para usar las venas de la región inguinal y es un recién nacido con menos de
7 días de vida, se puede usar la vía umbilical.
El uso de la ecocardiografía 2D permite realizar el procedimiento en la unidad de
cuidados intensivos neonatales(2), con las ventajas de la mayor rapidez y ausencia de
radiaciones ionizantes, pero con el inconveniente de que se precisan dos médicos, el
hemodinamista y el que realiza la ecocardiografía, no siempre disponibles en todo
momento.
El objetivo de esta técnica es la creación de una comunicación interauricular (CIA)
por rotura de la fosa oval que permite el paso libre de sangre entre ambas aurículas.
La atrioseptostomía con catéter-balón es la técnica de elección en la transposición
de grandes vasos. Se realiza como una urgencia vital en los casos con septo interven-
tricular íntegro y grave hipoxemia con acidosis. También está indicada en el drenaje
venoso pulmonar anómalo total con CIA restrictiva, en el cual es fundamental el paso
de la sangre hacia las cavidades izquierdas.
En los casos de atresia tricuspídea, atresia pulmonar con septo íntegro, hipoplasia
primitiva importante del VD y síndrome de hipoplasia de cavidades izquierdas, tam-
bién es indispensable el paso de sangre por la CIA, y se debe realizar septostomía
atrial si hay signos de obstrucción a este nivel.
Las complicaciones son raras. La más frecuente de ellas es la aparición de arrit-
mias, transitorias en la mayoría de los casos. También se han descrito perforación y
rotura cardiacas por sobredimensión del balón. La rotura del balón es relativamente
frecuente, aunque raramente se produce embolización de fragmentos de látex.
Esta técnica es muy efectiva en el periodo neonatal y raramente tiene éxito pasa-
do el segundo mes de vida, debido al engrosamiento del tabique interauricular, por
lo que entonces se ha de recurrir a la septostomía con catéter-cuchilla de Park(3) o a
la dilatación de la CIA con técnica de Shrivastava(4) mediante catéter de angioplas-
tia o valvuloplastia.

VALVULOPLASTIA PULMONAR Y ANGIOPLASTIA DE RAMAS


PULMONARES
Actualmente es el tratamiento de elección en la estenosis de la válvula pulmonar. Con-
siste en la introducción por vía venosa de un catéter-balón soportado por una guía pre-
viamente alojada en la porción distal de una rama pulmonar, que una vez colocado a
nivel de la válvula pulmonar se llena de contraste diluido mediante presión controlada
por una jeringa con manómetro hasta que alcance su diámetro máximo(5).
Hoy en día el diagnóstico y la medida del anillo se realizan con ecografía 2D
Doppler y se confirman en el momento del cateterismo, previo a la dilatación. Si el
gradiente es superior a 50 mmHg, debemos proceder a la dilatación con la realización
previa de ventriculografía derecha en proyecciones postero-anterior y lateral para ver
el aspecto de la válvula y medir el tamaño del anillo pulmonar.
Se debe realizar la dilatación con un catéter cuyo balón tenga un diámetro del 120-
140% del diámetro del anillo pulmonar. Una vez colocado el balón a nivel valvu-
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lar, se procede a un llenado hasta que desaparezca la muesca marcada por la esteno-
sis en el contorno del balón. Esta dilatación no debe durar más de 12 segundos y se
puede repetir varias veces, aunque la primera suele ser efectiva si se realiza correcta-
mente. Una vez realizada la dilatación se retira el catéter-balón y a través de la misma
guía se introduce un catéter con orificio distal para controlar el descenso del gradien-
te. Consideramos una dilatación satisfactoria cuando el gradiente residual es menor
de 25 mmHg. Finalmente se realiza otra ventriculografía para comprobar el estado
de la válvula. En nuestra experiencia las válvulas displásicas con anillos pequeños y
velos valvulares muy gruesos son las que menos se benefician de esta técnica, y algu-
nos pacientes tienen que pasar a cirugía(6). Cuando existe atresia valvular con cámara
de llenado e infundíbulo de buen tamaño, es también posible realizar una valvuloplas-
tia con balón si previamente conseguimos perforar la válvula mediante radiofrecuen-
cia o con una guía.
La valvuloplastia en el neonato con estenosis pulmonar crítica es más difícil
y posee mayor riesgo de complicaciones. La mejora del material, con las guías
hidrofílicas y catéteres-balón de bajo perfil, ha mejorado su pronóstico al dismi-
nuir las complicaciones. Es muy importante en estos casos mantener el ductus
abierto con PGE1, ya que ello nos permitirá colocar la guía que soporta el catéter-
balón en la aorta descendente a la vez que se mantiene el flujo pulmonar durante
el llenado del balón.
Frecuentemente, tras la valvuloplastia, se observa obstrucción infundibular reacti-
va, que suele desaparecer a los pocos días o semanas de forma espontánea.
Cuando la estenosis de la válvula pulmonar forma parte de una cardiopatía con-
génita cianótica, la indicación de valvuloplastia está en controversia. Hay que valo-
rar muy cuidadosamente el grado de participación infundibular que frecuentemen-
te la acompaña así como la presencia de estenosis a otros niveles. En el caso de la
tetralogía de Fallot, se puede, con la valvuloplastia, evitar la realización de una fís-
tula quirúrgica y retrasar la corrección completa; sin embargo, no es seguro que se
prevengan las crisis hipoxémicas y pueden causarse lesiones en el infundíbulo en
gran número de pacientes, que quedan con una fuente de futuras arritmias. Sólo
estaría indicada, por tanto, en pacientes muy seleccionados, con situaciones en las
que la cirugía estuviera contraindicada. En estos casos se han comunicado buenos
resultados iniciales de la implantación de stents en el tracto de salida del ventrícu-
lo derecho.
Las complicaciones son raras, aunque puede aparecer bloqueo aurículo-ventricular
(AV) completo transitorio y episodios de bradicardia durante el llenado del balón, que
suelen ceder tras su vaciado.
Los resultados son excelentes. En nuestra experiencia sólo un 6% del total de los
pacientes han necesitado cirugía, y ninguno más de una valvuloplastia. Los peores
resultados se asocian a los neonatos y pacientes con válvulas displásicas con anillos
pequeños(7).
La estenosis o la hipoplasia de las ramas pulmonares puede ser de etiología congé-
nita (síndrome de Williams, síndrome de Alagille, etc.) o posquirúrgica, generalmente
secundaria a fístulas sistémico-pulmonares realizadas en los primeros días de la vida.
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La dilatación con balón está indicada en lesiones que produzcan hipertensión en


el VD superior a la mitad de las presiones sistémicas. La técnica de la dilatación
fue descrita por Lock en 1987(8). El diámetro del balón debía ser 3 o 4 veces el de
la zona más estenótica sin llegar a superar el doble de la zona proximal y distal de
la estenosis.
Se considera efectiva cuando se consigue una caída de al menos un 20% de la pre-
sión en el VD, manteniendo las mismas presiones sistémicas previas y un aumen-
to de más del 50% del diámetro de la estenosis. También refleja un buen resultado un
aumento evidente de la perfusión pulmonar en la gammagrafía isotópica.
El porcentaje de resultados favorables está alrededor del 50%, que se reduce al
35% cuando se valora además una buena perfusión pulmonar en la gammagrafía. La
mortalidad es del 2%, y las complicaciones graves del 5%, siendo las más frecuen-
tes el edema pulmonar, la disección y ruptura de la rama pulmonar y la formación
de aneurismas.
Debido a esta morbimortalidad y a la pobreza de resultados, cada vez se tiende más
a la implantación de stents en estas lesiones, teniendo en cuenta que el paciente ideal
es un niño mayor o un adulto al que se le pueda implantar un stent con diámetro de al
menos 12 mm que le permita una buena perfusión a lo largo de la vida. Si esto no es
posible, se debe implantar un stent no totalmente expandido para poder reexpandir-
lo cuando el niño crezca. Las complicaciones pueden ser graves. La más frecuente es
la embolización a sitio no deseado en el 5% de los casos; también se puede producir
oclusión con trombos de la rama y perforación con exitus.
La estenosis supravalvular pulmonar a nivel del tronco puede tener una etiología
congénita o bien, mucho más frecuentemente, ser secundaria a la corrección anatómi-
ca de la transposición de los grandes vasos. La técnica de dilatación es la misma que
para la estenosis a nivel valvular. El diámetro del balón no debe rebasar el 140% del
diámetro del anillo valvular para no dañarlo. Sólo se consigue una disminución satis-
factoria del gradiente en el 50% de los casos, pero siempre debe intentarse antes de
indicar la reparación quirúrgica(9). En los casos de estenosis congénita, los resultados
son aún peores, y la mayoría de los pacientes necesitan cirugía.

VALVULOPLASTIA AÓRTICA
Siguiendo la misma técnica de la valvuloplastia pulmonar, pero aplicada por vía arte-
rial a la válvula aórtica, Lababidi(10) realizó, en 1983, la primera valvuloplastia aórtica
transluminal en un niño con estenosis aórtica severa. Hoy se aplica como técnica de
elección, tanto en lactantes y niños mayores como en neonatos.
Está indicada cuando existen gradientes superiores a 70 mmHg en niños menores
de 3 años y superiores a 50 mmHg en los mayores, así como en neonatos y lactantes
con estenosis aórtica crítica(11).
El gradiente máximo calculado por Doppler generalmente sobrestima el gradiente
real. Es mucho más fiable el gradiente medio registrado con este método.
La vía que se utiliza más comúnmente es la arteria femoral. Se debe cruzar la vál-
vula aórtica con un catéter de agujero distal, ayudándonos con una guía adecuada en
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cada caso y, a través de este catéter, pasar una guía de intercambio que nos permita
avanzar sobre la misma el catéter-balón, que no debe superar en ningún caso el diáme-
tro del anillo aórtico medido previamente por eco y en la aortografía previa a la dila-
tación, en la que valoraremos también el grado de insuficiencia aórtica.
El llenado del balón, una vez colocado en la válvula, debe ser lo más rápido
posible, y se comprobará la desaparición de la muesca que produce en el mismo
la válvula estenótica. Finalmente, debe registrarse el gradiente residual y reali-
zarse una nueva aortografía para valorar si existe insuficiencia aórtica y su severi-
dad. Nosotros preferimos realizar la dilatación con balones de aproximadamente
el 90% del diámetro del anillo y, si la dilatación ha sido inefectiva o insuficien-
te, realizar otras aumentando progresivamente el tamaño del balón, sin llegar a
superar el del anillo aórtico. Preferimos dejar gradientes residuales de hasta 45-
50 mmHg que provocar insuficiencia o aumentar el grado de la insuficiencia aór-
tica previa a la dilatación.
Consideramos que no se debe realizar esta técnica cuando existe una insuficiencia
aórtica previa de grado superior a I-II sobre IV.
Esta técnica debe ser considerada como una intervención paliativa, ya que en
muchos casos nuestro objetivo consiste en ir retrasando la casi segura intervención
quirúrgica sobre la válvula.
La estenosis aórtica crítica del neonato generalmente es mal tolerada, y su evo-
lución natural es nefasta en pocos días o semanas después del diagnóstico. Esto se
debe, no sólo a la severidad de la estenosis, sino también a la patología miocárdi-
ca existente ya desde la vida fetal. Esto lo convierte en un procedimiento de alto
riesgo, ya que los pacientes se encuentran en insuficiencia cardiaca severa y shock
cardiogénico.
Es fundamental estabilizarlos previamente mediante administración de PG, diu-
réticos, inotrópicos y ventilación mecánica antes de proceder a la valvuloplastia. La
mortalidad es de aproximadamente un 10-15%, siendo la complicación grave más
frecuente la fibrilación ventricular con parada cardiaca, sobre todo en los que tienen
fibroelastosis endocárdica con grave afectación de la contractilidad.
No debe realizarse en el recién nacido con VI hipoplásico o pequeño, con fibro-
elastosis. En niños mayores la frecuencia de complicaciones es baja (2-3%), siendo
las más frecuentes las lesiones arteriales, arritmias ventriculares, insuficiencia aórtica,
perforación o rotura de la válvula. La mortalidad se cifra en el 2%.
En general, no se debe realizar esta técnica cuando la aorta, el VI y el anillo mitral
son muy pequeños, cuando la insuficiencia aórtica es mayor que ligera y con malfor-
maciones congénitas asociadas graves(12,13).

VALVULOPLASTIA MITRAL Y TRICÚSPIDE


Son procedimientos de los que se tiene muy poca experiencia en niños, aunque amplia-
mente realizados en adultos, principalmente en la estenosis mitral de origen reumá-
tico. Su realización en los gabinetes de hemodinámica pediátrica es prácticamente
nula. No tenemos experiencia en este tipo de patología, aunque es de destacar la expe-
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riencia del grupo del


Children’s Hospital de
Boston(14) en neona-
tos afectos de esteno-
sis mitral y tricúspide
con ventrículos muy
hipoplásicos.

ANGIOPLASTIA
EN COARTACIÓN
DE AORTA
En el año 1982 Lock(15)
publicó la angioplastia
con balón en la coarta-
ción como alternativa
al tratamiento quirúr-
gico. Todavía hoy no
Figura 1. Stent en coartación de aorta. Aortografía ascen- existe acuerdo unáni-
dente en proyección postero-anterior donde se aprecia el stent me de cuál es la mejor
después del implante. opción.
En nuestro grupo
tenemos actuaciones
diferentes, según la coartación sea nativa o recoartación, y también en función de la
edad del paciente.
En la coartación crítica del neonato y severa del lactante, nuestra actitud es quirúr-
gica siempre, debido a los buenos resultados referidos a morbimortalidad.
En la coartación nativa de niños preescolares, en la mayoría de los casos, hacemos
también indicación quirúrgica debido al alto porcentaje de formación de aneurismas
tras la angioplastia.
Existe acuerdo general en realizar angioplastia en casos de recoartación de aorta
por la dificultad y el mayor riesgo de la intervención quirúrgica(16).
No obstante, hay que reconocer, tras los últimos resultados de Suárez de Lezo
et al.(17), que el stent es superior a la angioplastia con balón y la cirugía. Por
todo ello, consideramos de elección el implante de stent en coartaciones nati-
vas y recoartaciones para niños mayores de 6-7 años, con diámetro de aorta de al
menos 12 mm, que permita un paso de sangre sin obstrucciones durante toda la
vida (Figura 1).
En lactantes y preescolares el stent no debe usarse, ya que con el crecimien-
to del niño se volvería a producir una estenosis relativa, no estando recomenda-
do de momento realizar reexpansiones a este nivel por la posibilidad de disección
aórtica.
Las principales complicaciones se deben a migración y embolización del stent y a
aneurismas por lesión de la pared aórtica en un 4%.
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OTRAS DILATACIONES VASCULARES

Angioplastia de venas sistémicas y pulmonares


La obstrucción de la vena cava superior o inferior puede deberse a compresión por tumo-
res o trombosis por cateterismos repetidos, canulaciones prolongadas o tras la corrección
fisiológica de la transposición de grandes vasos o del drenaje venoso pulmonar anómalo.
Debido a la gran elasticidad de las paredes venosas, se recomiendan diámetros de
balón de 3 a 5 veces el diámetro de la estenosis, pudiéndose alcanzar diámetros de
hasta el doble del de la vena cava sana más cercana. Actualmente se usa el implante
de stent en niños mayores, y se deja la angioplastia para los más pequeños.
Los intentos de angioplastia en la estenosis de venas pulmonares han resultado
ineficaces, por lo que se pensó que el stent sería la solución de esta grave lesión;
sin embargo, la reestenosis se presenta prácticamente en todos los casos, por lo que
actualmente no disponemos de terapéutica intervencionista para esta situación.
Los pacientes operados de transposición de grandes vasos con la técnica de Sen-
ning o Mustard pueden desarrollar obstrucción de los túneles intraauriculares con par-
che, en un 10-30% de los casos. Estas estenosis pueden beneficiarse de una angioplas-
tia con catéter-balón, teniendo en cuenta que, al ser muy distensibles, el diámetro del
balón debe ser de 5 a 10 veces el tamaño de la estenosis.

Dilatación de fístulas y vasos anómalos sistémico-pulmonares


La dilatación de fístulas de Blalock-Taussig estenóticas puede realizarse en aquellos
pacientes en los que por diversos motivos no puede realizarse la operación correcto-
ra en esos momentos o se pretende que el paciente llegue en mejor situación clínica
a la misma.
El acceso se realiza por vía de la arteria femoral, y el diámetro del balón debe ser
1-2 mm mayor que el diámetro de la subclavia o con relación de 1 a 1 con el tubo de
GORE-TEX® si es Blalock-Taussig modificado(18).
La dilatación de vasos anómalos sistémico-pulmonares tiene hoy día muy escasas
aplicaciones. Solamente los pacientes de atresia pulmonar con comunicación inter-
ventricular y ausencia de sexto arco, con colaterales estenóticas y cianosis intensa,
podrían beneficiarse de la dilatación, incluso con colocación de stent en algunas de las
ramas estenóticas para aumentar el aflujo sanguíneo al pulmón.

STENT EN DUCTUS
Los intentos de mantener el ductus permeable mediante la colocación de un stent
expandible comenzaron en modelos animales en 1991(19) y se trasladaron con éxito a
humanos con cardiopatías congénitas ductus-dependientes en 1992 por el Dr. Gibbs
y sus colaboradores(20). Este mismo equipo publicó en 1993 la combinación de ban-
ding de ambas arterias pulmonares junto con la colocación de un stent en el ductus y
septectomía o septostomía auricular como nueva estrategia paliativa en los niños con
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hipoplasia de cavidades izquierdas, proporcionando la oportunidad de combinar los


estadios 1.º y 2.º de Norwood fuera del periodo neonatal.
Para este procedimiento suelen elegirse stents diseñados para el tratamiento percu-
táneo de las estenosis coronarias del adulto, dados sus tamaños adecuados y su mayor
flexibilidad. Previo a su colocación es preciso un estudio angiográfico detallado man-
teniendo la infusión de PGE i.v. a la menor dosis posible. Es importante estudiar las
dimensiones del ductus y su forma. Los pacientes con lesiones obstructivas de VD a
menudo presentan ductus largos y tortuosos que dificultan el procedimiento y aumen-
tan el riesgo de complicaciones(21). Otro aspecto muy importante a tener en cuenta es
la presencia de estenosis en el origen de alguna de las ramas de la arteria pulmonar,
ya que está comprobado que en estos casos la colocación de un stent en el ductus pue-
de acelerar la progresión de la estenosis por proliferación intensa de la neoíntima del
vaso, precisando la realización de una fístula quirúrgica para salvar la estenosis. Por
este motivo se considera que la estenosis proximal de alguna de las ramas pulmonares
es una contraindicación absoluta de este procedimiento.
Un diámetro final de 4-5 mm del stent ductal es suficiente par garantizar un flujo
adecuado pulmonar evitando la sobrecarga de volumen. Se aconseja asimismo reali-
zarlo en los primeros 14 días tras el diagnóstico y a niños de más de 2 kg para reducir
al mínimo el riesgo de lesión importante de la arteria femoral.

COLOCACIÓN PERCUTÁNEA DE VÁLVULA PULMONAR


En el año 2000 Bonhoeffer y su equipo publican la primera implantación percutánea
con éxito de una válvula pulmonar en un niño de 12 años(22).
El procedimiento consiste en la colocación vía vena femoral de una válvula, gene-
ralmente una válvula venosa bovina, que está inserta en un stent expandible de plati-
no-iridio. La fijación del dispositivo, ya sea en arteria pulmonar o en conductos pro-
tésicos (como los usados en la cirugía de Rastelli), se realiza mediante el inflado del
catéter-balón interno tras localizar el lugar idóneo mediante fluoroscopia(23).
Aunque no existen criterios firmemente establecidos, serían candidatos a la colo-
cación percutánea de la válvula pulmonar los pacientes con insuficiencia pulmonar
moderada/severa con síntomas, presiones elevadas en el VD (> 3/4 de las sistémicas),
disfunción con dilatación severa del VD y disminución importante de la tolerancia al
ejercicio. En cuanto a los criterios morfológicos, los dispositivos con los que conta-
mos obligan a que sólo sea posible su implantación en pacientes con tracto de salida
del ventrículo derecho (TSVD) > 14 × 14 mm y < 22 × 22 mm(24).
Este procedimiento, con respecto al tratamiento quirúrgico, es menos invasivo, evi-
ta los riesgos de la ventriculotomía y del bypass cardiopulmonar y también los de san-
grado e infección asociados a la intervención quirúrgica; asimismo, reduce los costes
de los cuidados postoperatorios en las unidades de cuidados intensivos, demostrando
en las pocas series de pacientes publicadas altas tasas de efectividad y seguridad(25,26).
El número de complicaciones es bajo, siendo las más importantes la rotura del stent,
la embolización distal, sobre todo en pacientes con TSVD aneurismáticos, y, en muy
raras ocasiones, el sangrado por rotura del conducto por sobredistensión del balón.
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